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Debates en Sociología NP 20-21 1996 a favor de la sociología, aunque sea una ciencia que moleste césar germaná Cuando acepté la invitación de los organizadores del 111 Congreso Nacional de Sociología para desarrollar una conferencia sobre el en- marafiado tema de la Sociología como ciencia y profesión tuve una doble aprensión. Por un lado, el escaso tiempo del que disponía para preparar una ponencia lo suficientementemadura1.Por otro, las dificultades propias de un asunto del que no tengo opiniones definitivas aunque sí estaba consciente de que algunas de mis convicciones discrepaban en puntos fundamentales con el sano sentido común de muchos sociólogos. Sin embargo, por el debate suscitado alrededor de las ideas que propuse, tanto entre los participantes del Congreso como en colegas que han leído posteriormente el texto de la exposición, no puedo sino felicitarme por haberme lanzado a esta audaz empresa. Al examinar los comentarios de mis críticos, mas allá de lo acertado o injustificado de las tesis que sostienen, creo que todos ellos comparten conmigo la preocupación por dilucidar la situación actual y las perspectivas que se le abren a los sociólogos y a la sociología. Este fue, precisamente, el objetivo de mi exposición: problematizar la sociología. Frente al buen sentido de numerosos sociólogos para quienes la sociología es una disciplina bien establecida, en la que los estudiantes pueden instalarse cómodamente y a la que le faltaría sólo el espaldarazo del establishment (para lo cual tendría que llevar a cabo la inviable proeza de convertirse ' El conferencista inicialmente programado era Guillermo Rochabrún. quien lamentablemente no pudo asistir al Congreso; digo que fue lamentable su ausencia porque si él hubiese participado, ahora, tal vez, me tocaria desempeñar el mas cbmodo papel de critico.

A Favor de La Sociología

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Artículo de César Germaná en la revista Debates de la PUCP

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  • Debates en Sociologa NP 20-21 1996

    a favor de la sociologa, aunque sea una ciencia que moleste

    csar german

    Cuando acept la invitacin de los organizadores del 111 Congreso Nacional de Sociologa para desarrollar una conferencia sobre el en- marafiado tema de la Sociologa como ciencia y profesin tuve una doble aprensin. Por un lado, el escaso tiempo del que dispona para preparar una ponencia lo suficientemente madura1. Por otro, las dificultades propias de un asunto del que no tengo opiniones definitivas aunque s estaba consciente de que algunas de mis convicciones discrepaban en puntos fundamentales con el sano sentido comn de muchos socilogos.

    Sin embargo, por el debate suscitado alrededor de las ideas que propuse, tanto entre los participantes del Congreso como en colegas que han ledo posteriormente el texto de la exposicin, no puedo sino felicitarme por haberme lanzado a esta audaz empresa. Al examinar los comentarios de mis crticos, mas all de lo acertado o injustificado de las tesis que sostienen, creo que todos ellos comparten conmigo la preocupacin por dilucidar la situacin actual y las perspectivas que se le abren a los socilogos y a la sociologa. Este fue, precisamente, el objetivo de mi exposicin: problematizar la sociologa. Frente al buen sentido de numerosos socilogos para quienes la sociologa es una disciplina bien establecida, en la que los estudiantes pueden instalarse cmodamente y a la que le faltara slo el espaldarazo del establishment (para lo cual tendra que llevar a cabo la inviable proeza de convertirse

    ' El conferencista inicialmente programado era Guillermo Rochabrn. quien lamentablemente no pudo asistir al Congreso; digo que fue lamentable su ausencia porque si l hubiese participado, ahora, tal vez, me tocaria desempear el mas cbmodo papel de critico.

  • .en un interlocutor reconocido de la sociedad y del Estado., como dice Guillermo Rochabrn2), he intentado sacar a luz -y en este sentido poner en cuestin- los elementos que constituyen la ciencia y la profesin del socilogo para su examen. De esta manera, me he esforzado por abandonar la difundida imagen de una pretendida meutralidad)) y uobjetividad)) de nuestra disciplina. En breve, he procurado contribuir al desencantamiento de la sociologa con la esperanza de que el debate

    t sobre su actual situacin posibilite el surgimiento de perspectivas capaces de afrontar las rudas realidades del presente.

    3 r : o De entrada, me gustara disipar un equvoco subyacente en los $ 1 comentarios de algunos de mis crticos. Se trata de la errnea impresin ; 2 i de ver en la firme defensa de mis puntos de vista el rechazo dogmtico

    '9 1 ! O i a ideas o propuestas diferentes de las mas. Nada ms alejado de ! i , r mi manera de pensar, por ejemplo, la suposicin de Telmo Rojas de , L ! > :; que slo las ideas que defendemos son correctas)) o la afirmacin 3.:. i g;f de Guillermo Rochabrn cuando sostiene que para m ((puede y debe ;., >,. <

    haber una sola forma legtima de concebir y de practicar la sociologa)). Una actitud de esta ndole me parece no slo la expresin de una soberbia y de una petulancia intelectuales ajenas a la prctica cientfica sino, tambin, la traduccin de una perspectiva cognoscitiva incom- patible con el punto de vista defendido en mi exposicin. En efecto, la consideracin de una verdad absoluta, a la que slo unos pocos elegidos tendran acceso, se opone a la posibilidad del examen libre de los problemas donde el criterio determinante de la verdad o falsedad de una idea no sea la tirana ni de los datos (((la comprobacin emprica como el nico criterio de validez cientfica. como nos propone el sano positivismo de Telmo Rojas) ni de ningn tipo de autoridad. Por el contrario, considero necesario -en oposicin a todo absolutismo epistemolgico- arribar a una verdad ((discursiva)) o argumentativa)) producto del debate libre de coacciones al interior de una comunidad cientfica donde se imponga el mejor argumento3. En esta lnea de pensamiento, en mi exposicin, defiendo con firmeza mis convicciones slo con el objeto de contribuir al indispensable debate sobre la sociologa y los socilogos y no para repartir premios o castigos crticos a los que se acerquen o alejen de mis puntos de vista.

    Por eso me parece excesivo e injustificado el tono arrebatado con que Guillermo Rochabrn expresa sus crticas, arrogndose la prerrogativa de ser la ltima instancia del debate sociolgico. No obstante estar de acuerdo con varias de sus apreciaciones, no me parece productiva la orientacin general de sus planteamientos, pues a pesar de no quererlo termina perdindose en una obsesiva e infructuosa ((criticabilidad exacerbada)), cuyos peligros reconoce al inicio de su artculo y de la que lastimosamente no puede escapar. De all su desmedido ((ajuste de cuentas)), ms propio de las sectas que del debate intelectual. Pero

    Guillermo Rochabrn, Socialidad e individualidad. Materiales para una Sociologa. Lima. PUC. 1993. p. 182.

    .' En el sentido de la teora discursiva o consensual de la verdad sostenida por J . Habermas. Sobre este tema vase su ensayo "Thories relatives a la vritw, en: J . Habermas, Logique des sciences sociales e l autres essais . trad. fr. R . Rochlitn. Paris, PUF, 1987. pp. 275-328

  • antes de hacer un balance de los argumentos de Guillermo Rochabrn, me gustara examinar dos lneas temticas que se encuentran en el centro de las preocupaciones de mis crticos.

    Sociologa, profesin, tica

    En primer lugar, se trata del problema de la relacin entre lo acadmico y lo profesional en el ejercicio de la sociologa. En los comentarios, el punto de vista dominante sostiene que la sociologa para ser una disciplina respetada debe ser aplicada, esto es, convertirse en una ingeniera social. Telmo Rojas formula de manera tajante esta tesis: ((la sociologa devendr en ciencia castrada si no se aplica y desarrolla como tecnologa social)). Rosario Giraldo establece la eficacia de la sociologa en la medida en que es capaz de ((ser til en la resolucin de los problemas sociales)) que, en su perspectiva, abarcan: ((la promocin social, diseo, implementacin y evaluacin de proyectos, polticas sociales, gobiernos locales o regionales, entre otros)); y, situada en este terreno tecnocrtico, anatematiza a los socilogos: estos, de no asumir el carcter aplicado de su disciplina se convertiran en ((tericos, puros, asptico, de gabinete)) o, tambin, paradjicamente, en ((po- lticos)). Para Gustavo Reyna y Ricardo Soto la naturaleza instrumental de la sociologa se justifica porque ((toda tcnica es un medio a travs del cual se objetivan las contribuciones de la ciencia)). Un poco ms sofisticada es la tesis de Guillermo Rochabrn, aunque su argumento coincide con los otros comentaristas. Sostiene que la sociologa al convertirse en una disciplina autnoma se constituye en una carrera profesional, con lo cual se maniatara al socilogo para dedicarse de manera prioritaria al trabajo intelectual. Si as fuese, ocurrira que el socilogo -como le sucede a algunos animales que se mutilan espontneamente al encontrarse en peligro- recurrira a una verdadera autotoma, automarginndose del anlisis crtico.

    En las ideas planteadas percibo una confusin entre la profesin, a la que se le atribuye un contenido tcnico, prctico, ticamente neutro, sin ningn otro compromiso que no sea la competencia; y el trabajo acadmico, considerado como terico, reflexivo, ticamente comprometido (vase la arbitraria distincin que establece Guillermo Rochabrn, en la nota 1, entre ((intelectual)) y ((profesional))). Se trata, evidentemente, de una excesiva concesin al dominante buen sentido comn para el que los ((tcnicos)) son los nicos capaces de resolver todos los problemas, desdeando a los ((tericos)) y a los ((polticos)). Sin embargo, si miramos bien las cosas, en el centro del problema encontramos que est en juego la cuestin crucial de los fines y de los medios en el ejercicio de una determinada actividad, especializada o no. O bien se trata de una actividad eminentemente tcnica, donde el profesional no tiene que interesarse por los fines de su accin sino nicamente por el xito de los resultados (la ((competencia)) profesional sealada por Guillermo Rochabrn); o bien se trata de una actividad reflexiva donde al profesional le conciernen imperiosamente los fines

  • de su actividad y los valores que pueda realizar. En consecuencia. el carcter tcnico o terico-reflexivo de una profesin atae bsi- camente a la naturaleza de la actividad, independientemente de la tica de las personas.

    As tenemos que si se define la funcin cientfica de la sociologa por la produccin de conocimientos sobre el mundo social, entonces la sociologa se configura como un oficio intelectual. Al tener como fin la elucidacin de la relaciones sociales. la sociologa slo puede

    O operar poniendo en cuestin de manera radical los mecanismos de explotacin y dominacin que funcionan en la vida social. En con-

    % secuencia, la actividad de los socilogos profesionales se constituye en un oficio eminentemente intelectual: poner en evidencia los mecanismos

    ry por los cuales las relaciones sociales se organizan, se reproducen y se transforman. Por el contrario, si se define el fin de la sociologa

    < como un conjunto de tcnicas que permitan la manipulacin del mundo social, se coloca la sociologa al servicio del orden establecido. El socilogo aparece, en este caso, como el ((ingeniero social,) capaz de ofrecer recetas para reforzar los mecanismos que aseguren la domi- nacin y su legitimacin. Si este fuera el caso, como viene ocurriendo de manera generalizada, el socilogo no slo ha renunciado a transformar el mundo, sino tambin a interpretarlo.

    Sealar estas opuestas opciones que se le presentan al socilogo no significa que est ((obsesionado por uniformizar la sociologa)). Antes bien, creo en la necesaria pluralidad de enfoques tericos y en la bsqueda de puntos de contacto entre ellos, comunicndolos Igica- mente, con el objetivo de lograr una comprensin racional de la vida social. Pero ello no significa que cerremos los ojos ante las consecuencias de la aceptacin de una determinada opcin para la ciencia, para la sociedad y para el propio socilogo. Porque, finalmente, se trata de una eleccin y en toda eleccin es necesario reflexionar, evaluar las diferentes opciones y proceder de manera coherente. Todos tenemos que optar. Slo planteo que esa eleccin sea hecha reflexivamente, esto es, con conocimiento de causa. Lo peor que nos puede ocurrir -no ya slo como socilogos sino como seres humanos, en esta poca de conformismo generalizado- es sentarnos cmodamente en el balcn para esperar que se abran las cien flores de nuestro hermoso jardn sociolgico.

    Sociologa crtica, investigacin emprica, empirismo abstracto))

    En segundo lugar, la cuestin de la relacin entre la sociologa ((terica)) y la sociologa .emprica)). La propuesta ms clara la sostienen Gustavo Reyna y Ricardo Soto, quienes consideran que en mi plan- teamiento el socilogo debe ser una especie de filsofo social)). Tambin Guillermo Rochabrn nos ensea que la obra de los clsicos no se hubiese podido elaborar sin una ingente masa de materiales empricos

  • (estadsticas oficiales, datos etnogrficos, documentos de diversa ndole). Evidentemente, pretenden atribuirme una concepcin ((teoricista)) de la teora. Si este fuera el caso, la sociologa nicamente sera capaz de llevar a cabo una reflexin especulativa sobre la vida social. Pero aqu aparece una clara confusin entre la investigacin social emprica y el wempirismo abstracto)) que sera bueno despejar.

    En mi exposicin he sostenido que la sociologa es fundamen- talmente una ciencia puesto que rene todos los requisitos que la definen como tal: conceptos, mtodos, procedimientos de verificacin. En este sentido, hace mucho tiempo que se ha separado de la filosofa social, aunque todava existen socilogos y profanos que frecuentemente tienden a confundirlas. La sociologa busca explicar las relaciones sociales, materiales e intersubjetivas, y para ello maneja datos, informaciones. Pero estos datos no estn dados como elementos claros y distintos de la realidad. Es ms bien el trabajo cientfico el que permite construirlos -ordenarlos, clasificarlos- segn las necesidades de la teora. En una perspectiva diametralmente opuesta se encuentra lo que de manera tan precisa C. Wright Mills denomin el ({empirismo abstracto)). En este estilo de investigacin, los ((datos)) se constituyen en el principio y fin del trabajo cientfico; pues un ((dato)) observable empricamente se ofrece con la pretensin de constituir una categora terica y a partir de all explicar otros ((datos)). La utilizacin de datos empricos no puede ser confundida, en consecuencia, con el chato ((empirismo abstracto)).

    Quizs, por eso, no sea sorprendente la propuesta de Guillermo Rochabrn de establecer una divisin del trabajo al interior de la investigacin sociolgica entre ((estudiantes y egresados jvenes)) e ((investigadores y analistas ms experimentados, donde los primeros realizaran el trabajo de campo y los segundos el trabajo terico. Peor an, este argumento es llevado todava ms lejos. Sugiere, adems, otra divisin del trabajo, esta vez en las universidades: entre aquellas que realicen investigaciones para recoger ((datos)) -bsicamente las univer- sidades nacionales- y aquellas donde se realice el trabajo terico, propiamente sociolgico. Si siguiramos este planteamiento, slo log- raramos consolidar la actual situacin de la investigacin social donde predomina la fractura entre teora e investigacin emprica. Cuando el ((dato)) es concebido como una entidad con existencia propia, se convierte en el punto de partida de la investigacin y el punto de llegada de la teora. Por el contrario, creo que la investigacin social fructfera es aquella en la que lo terico y lo emprico se interpenetran formando una unidad.

    Pero el problema no termina all. Si se objeta mi propuesta de sociologa no es tanto por su cientificidad sino por su posicin crtica. Quizs sea esto lo que molesta. Existen muchos socilogos que trabajan por destruirla, no abiertamente sino de manera subrepticia, apoyando por todos los medios una .sociologa)) constructiva, prctica, capaz de hacerse respetable frente al poder. Pero, ciertamente, la sociologa no sera cientfica si no pusiera en evidencia los problemas; si no develara las cosas ocultas; si no desencantara el mundo social; si no

  • se enfrentara a los intereses sociales dominantes. La crtica para ser eficaz debe ser cientfica, esto es, rigurosa. En este sentido, no existe ninguna oposicin entre la sociologa crtica y la investigacin emprica; antes bien, la investigacin es su base y soporte.

    , . Sobre el ((Ajuste de cuentas))

    o Finalmente, veamos cunto de razn tiene el exaltado .ajuste de cuentas. de Guillermo Rochabrn con el cual quiere descalificar los E

    E fundamentos de mi propuesta para comprender los problemas de la 5 i sociologa. z

    En primer lugar, jes cierto que existe una contradiccin entre la sociologa como actividad crtica y la sociologa como actividad acadmica universitaria? Pienso que no; pues ella, en muchos casos, ha podido hacer buen uso de la autonoma acadmica de la universidad para producir conocimientos sobre las relaciones sociales que nadie le demandaba explcitamente, esto es, la verdad sobre el mundo social. Esta evidente constatacin es soslayada, sin embargo, por Guillermo Rochabrn. Parecera desconocer que el Estado no es una cosa sino una relacin social. Pues si lo examinamos desde este punto de vista, nos encontraremos cmo, de acuerdo a las relaciones de fuerza que se establezcan en cada periodo histrico, es posible determinar una mayor o una menor autonoma universitaria y, por ende, diversos niveles de libertad acadmica. En la actualidad, por ejemplo, el fenmeno del fujimorismo aparece como resultado de la derrota de las fuerzas polticas y sociales dominadas y del triunfo de una nueva coalicin de poder. En estas condiciones, al rgimen le ha sido relativamente fcil avasallar la autonoma universitaria e iniciar una poltica de conculcamiento de la libertad acadmica.

    Merece subrayarse, adems, la polticamente peligrosa relacin que establece Guillermo Rochabrn entre San Marcos, la sociologa y el ((pensamiento subversivo)). En las circunstancias actuales, esa relacin es utilizada por los grupos ms reaccionarios del pas para tratar de limitar el libre debate acadmico en nuestra primera universidad. Evidentemente, nuestro crtico se refiere a la preocupacin central en la sociologa de San Marcos por desarrollar una teora del cambio social. Sin embargo, el sentido comn dominante -y no por casua- lidad- nos juega una mala pasada: confundir cualquier teora de la transformacin social con las prcticas del ((senderismo)) o con un anquilosado marxismo-leninismo)).

    Otro es el problema de la produccin acadmica de la sociologa en San Marcos. La tajante afirmacin de Guillermo Rochabrn sobre [ . . . ] la esterilidad y del casi nulo impacto acadmico de la sociologa de universidades como San Marcos, desde los aos setenta en adelante)) es una frmula impactante pero que se ajusta muy poco a una realidad demasiado compleja. De un lado, no puede negarse que en la es- pecialidad de sociologa de San Marcos han enseado y han estudiado

  • socilogos que se encuentran entre los ms calificados del pas; que tienen una valiosa produccin acadmica y que han generado esfuerzos importantes por comprender, desde diversas perspectivas tericas y metodolgicas, la sociedad peruana. De otro lado, tampoco puede desconocerse que han existido activos grupos polticos -que aglutinaron sectores significativos de estudiantes y profesores- que se consideraban ellos mismos dueos de la verdad sobre la sociedad peruana y sobre todo lo divino y lo humano; y que hicieron todo lo indecible para impedir el desarrollo de una sociologa crtica. A esta estrategia marxista- leninista orientada a la destruccin de la universidad habra que agregarle el permanente desinters del Estado por las universidades nacionales; abandono ms vinculado a los requerimientos de la poltica fiscal que al desarrollo de un .pensamiento subversivo^^ como piensa Guillermo Rochabrn. Entonces, frente a estos hechos, tendramos que pregun- tarnos, ms bien, cmo fue posible que, en condiciones acadmicas tan poco favorables, un grupo de profesores y de estudiantes pudieran persistir en un trabajo sociolgico productivo en la Universidad de San Marcos.

    En segundo lugar, la cuestin de las relaciones entre la sociologa y la modernidad. En mi exposicin he intentando, quizs sin el xito esperado, al menos por la interpretacin de Guillermo Rochabrun, de sealar la oposicin y la tensin en el ((periodo moderno)) de Europa Occidental entre dos principios fundadores: la autonoma individual y social, por un lado; y la expansin ilimitada de la racionalidad instrumental, por otro. La razn)), en cada caso, ha significado cosas muy diferentes. Para el capitalismo, una de las cristalizaciones de la racionalidad instrumental, esa razn expresaba la maximizacin de la ganancia a partir del criterio de la expansin sin lmite del dominio racional de la naturaleza. Para los movimientos sociales que encarnaban el proyecto de autonoma, la razn denotaba, en palabras de C. Castoriadis, ((la afirmacin de la posibilidad y del derecho de los individuos y de la colectividad de encontrar ellos mismos (o de producir) los principios que ordenen sus vidas))4. En la base de los conflictos polticos, sociales, culturales del periodo moderno se encuentran, a no dudarlo, los enfrentamientos entre esos dos principios bsicos de la modernidad. La sociologa, como toda la creacin intelectual y espiritual.de la poca moderna, ha estado atravesada, tambin, por esa oposicin y esa tensin. As, hemos tenido una sociologa vinculada a la racionalidad instrumental que ve su traduccin en una .ingeniera social)) y una sociologa vinculada a la emancipacin de los seres humanos. A esos conflictos tampoco escaparon los clsicos del pensamientos social, tal el caso paradigmtico de la obra de Marx, como se ha podido ver en la utilizacin que de ella hizo el leninismo y el stalinismo.

    En tercer lugar, el problema del poder. Creo que a Guillermo Rochabrn se le escapa la idea de que el poder es tambin una relacin social. En su crtica me atribuye arbitrariamente una concepcin del

    ' Cornelius Castoriadis, Le Monde Morcele. Les carrefours du labyrinthe 111. Pars. Editions du Seuil, 1990. p. 18.

  • poder como concepto histrico-metafsico hdemiurgo de la socie- dad-cuando explcitamente sealo que es la praxis humana la fuente de la vida social, incluyendo el poder. Ahora bien, esas relaciones sociales se estructuran como relaciones de poder en las sociedades donde unos grupos dominan a otros. En esas sociedades organizadas en torno al poder, el estudio de las relaciones sociales exige poner en evidencia, en primer lugar, ese fenmeno oculto, que no es visible para el sentido comn. Sacar a luz las relaciones de dominacin, examinar los mecanismos mediante los cuales se ejerce el poder y se controla la vida social no creo que defina una uconcepcin conspiracionista de la sociedad)). Con la racionalizacin de la vida social, en la sociedad moderna se racionaliza el ejercicio del poder poltico. Este no aparece cnico)) sino con una clara preocupacin por la eficacia. Cul es la forma ms eficiente de ejercer el poder? Cules son las lneas de menor resistencia? Ms all de los buenos deseos de Guillermo Rochabrn, la poltica de la poca moderna aparece desembozadamente maquiavlica y regida por la tica de la responsabilidad como sealaba Weber. Nos guste o no nos guste, el problema sociolgico fundamental sigue siendo, en consecuencia, el examen de cmo se distribuye el poder en la sociedad. Y la sociologa no puede dejarlo de lado a menos que renuncie a la tarea que le es propia: conocer la vida social.

    En cuarto lugar, la funcin de la sociologa. Nada ms alejado de mi exposicin que la imagen de una misin mesinica para la sociologa. Una sociologa que merezca ser llamada tal tiene nece- sariamente que romper con el proyecto proftico de la filosofa social y sus preocupaciones por las cuestiones ltimas tales como el sentido de la historia o del progreso y buscar convertir los ((problemas de la vida o de la muerte. de la filosofa en cuestiones que puedan ser tratadas cientficamente. Y al cumplir sus funciones propiamente cientficas cumple su misin. No se trata de servir a alguien o a algo. Su funcin cientfica es la elucidacin de las relaciones sociales, tanto en sus aspectos materiales como intersubjetivos. Si logra hacerlo, creo que cumplir con una funcin social fundamental; porque la eficacia del poder se debe en gran medida al desconocimiento de los mecanismos que posibilitan su ejercicio. En este sentido, la funcin de la sociologa que he intentando exponer en mi conferencia se refiere fundamen- talmente a la diseminacin. a la divulgacin, de un modo de razonar los problemas sociales antes que la de dar recetas que le digan a los individuos lo que tengan que pensar o hacer. En mi propuesta no existe ningn mesianismo sociolgico vanguardista y, por ende, poltico; me atengo, ms bien, a la necesidad de lograr que sean los propios interesados los que decidan de manera libre y autnoma sus formas de organizacin social. Por eso me parece tan riesgoso pensar en un discurso socilogico que pueda decirle a .la gente cmo entender y manejar sus vidas)). A lo ms, la sociologa les servir para asumir una mirada, una forma de pensar, capaz dar cuenta de las relaciones sociales en las que estn involucrados, a partir de lo cual puedan debatir y decidir qu hacer con ellas.