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Los Tremendos Sacrificios de los Pueblos Debe ser el Precio de una Sociedad Nueva Justicia PARA LOS MILLONES DE VICTIMAS DE LA BARBARIE TENDRA QUE SIGNIFICAR EL NUEVO ORDEN POSTBELICO Se ha dicho con justa razón que todas las guerras entre naciones, cualquiera que haya sido su desenlace desde el punto de vista mi- litar, fueron siempre guerras perdidas para los pueblos pertenecientes a uno u otro de los bandos beligerantes. Fuera di- los vanos halagos otorgados al prejuicio nacionalista, fuera del aparatoso fuego de artificio de los festejos patrióticos no hubo jamás ni pudo haber ninguna com- pensación por los cruentos sacrificios que to- da, guerra ha significado necesariamente pa- ra la gran masa popular que la han sostenido con su sangre, sus privaciones y su trabajo concentrado. “Vencedores” y "vencidos" re- cibían al cabo el mismo lote de miserias, con algún suplemento mayor para los últimos Desde que los amos, los privilegiados, los tra- ficantes de la guerra se encargaban de ha- cer la paz. tanto de uno como de otro ban- do, supieron siempre arreglárselas de tal mo- do que los gastos y la destrucción de la gue- rra había ocasionado, recayera sobre las fu- tur-*. generaciones de productores. La paz de los gobernantes y de los capitalistas fué siempre un buen negocio para algunos de ellos. Y un mal negocio, tan malo casi como la propia guerra, para los millones de hom- bres y mujeres del pueblo que habían soste- nido el conflicto. Ahora, en pleno desarrollo de la gigantes- ca lucha que abarca todo el mundo, se plan- tea o debe plantearse con toda agudeza el problema si también esta vez, terminada de algún modo la formidable contienda, volverá a producirse el mismo trágico fenómeno. Si una vez más, sobre millones de cadáveres y sobre montañas de ruinas humeantes con- certarán la paz — una paz necesariamente precaria— los mismos grupos políticos y so- Si otra vez serán los pueblos quienes debe- lan cargar con el costo inconmensuwble de esta guerra total. La gran cuestión de la reconstrucción post- bélica, que va siendo agitada por distintos (•cctorcs y en .distintos sentidos, está ahí in- volucrada. Xadie puede dejár de reconocer que el estado de cosas existentes en el mundo hasta antes del estallido de esta conflagra- ción ha dejado prácticamente de existir. La fuerza incontrastable de los hechos obliga a reconocer a que el pasado —tan cercano que es nuestro presente— ha muerto irrevoca- blemente. Y se agitan vagas fórmulas de re- construcción, se lanzan promesas inconcre- tas, se habla de un mundo nuevo, de una hu- manidad redimida, de un mañana más ven- turoso. No obstante, se elude generalmente lo más candente y lo sustancial del problema, que es quien y en beneficio de quien se hará la paz. Es decir, ¿con qué fuerzas sociales y en vista de qué fines sociales se forjará el nue- vo orden que habrá de surgir después de la guerra? Y es explicable que lo eludan, especialmente los que tienen la enorme responsabilidad de haber contribuido a la gestación de la más espantosa tragedia que amenaza desangrar a media humanidad. No puede concebirse una paz firme y defini- tiva sin un previo análisis a fondo de las cau- sas que originaron esta guerra, y ello impli- ca fatalmente un enjuiciamiento de los siste- mas sociales y económicos, de los gobiernos y de las fuerzas políticas que han regido el des- tino de los pueblos y que aún le demandan el supremo sacrificio de la vida sin el aliciente ni la garantía de una profunda transformación social. Y bien. Para que no se repitan las trági- cas experiencias del pasado, para que los pueblos no pierdan una vez más la paz y se vean expuestos a nuevas guerras en un fu- #tuto próximo, es necesario que junto con el aplastamiento de los Estados totalitarios y de las fuerzas que los sostienen, sean despla- zados los grupos plutocráticos que dominan prácticamente a las democracias; que sean eliminadas y sustituidas las instituciones económicas y sociales que nos han llevado al desastre actual y que, en suma, el privilegio antisocial sea radicalmente eliminado del or- den de cosas a establecerse mañana, cuando cese la matanza y los pueblos, de uno y otro bando beligerante, lleguen a ser dueños de sus destinos. Solo asi. sobre una base de justicia y de prevención de futuros desastres habrá de es- tablecerse el nuevo orden postbélico, para que en realidad merezca el nombre de tal y no constituya el consabido trágico escamoteo en virtud del cual, los pueblos han perdido siem- pre, tanto la guerra, como la paz. Justicia para los millones de víctimas de la barbaile guerrera, de la barbarie capitalista, da la barbarie totalitaria. -Justicia que se cumpli- rá únicamente por vías revoluciona»ias, por vías de transformación social, con la partici- pación activa, determinante de los pueblos de uno y otro de los bandos beligerantes. A C C I M FEDERACION ANARCO-COMUNISTA ARGENTINA liin iÁ iiA CIPRIANO MERA ASO VII - N 55 BUENOS AIRES, MAYO DE 1942 Precio: 0.10 Ctvs. LIMITACION DE GANANCIAS EN TIEMPOS DE GUERRA E S una indiscutible verdad que la teoría sobre la •igualdad en el esfuerzo y en el sacrificio durante la guerra, no es más que eso: una teoría. En los he- chos, subsisten, y la especulación hace aún más agudo el problema, los privilegios que amparan y son la ra- zón de ser del capitalismo. Resulta casi superfluo re- cordar el tan trillado tema de los que enriquecen, pre- cisamente, en épocas de guerra. Si las ganancias merr man en algunos sectores del mundo de las finanzas, la alta Industria y el comercio, en otros, se multipli- can de manera desorbitada a expensas de los enormes gastos que los países en conflicto deben hacer y de las dificultades que a la población plantean tales circuns- tancias. Mientras mueren millares de hombres y sufren ho- rrores inauditos los pueblos azotados por la guerra, las grandes empresas siguen incorporando a sus caudales sumas fantásticas y se dan a luz estadísticas que re-' velan que el mecanismo del enriquecimiento lejos de estancarse, funciona en toda su eficacia. La brutal rea- lidad que significa el contraste entre el sacrificio de la gran mayoría y el mercantilismo de las minerías privilegiadas, no puede ser borrada con promesas de una política más justa y anuncios de tiempos mejores, ni con frases y llamados en favor de una mayor com- prensión que coloque a todos en un pie de igualdad frente a las exigencias de la guerra. Para las plutocracias de los países que están en lu- cha contra el "eje" son inadmisibles las menores limi- taciones a sus privilegios. Sus representantes en el go- ■ttwnn- »» encarpan pr»rK«w'y -** ción de las condiciones de vida y la instauración de un sistema que compense después de la victoria los tre- mendos sacrificios del pueblo mediante cambios tras- cendentales de la estructura económica. Por su parte, los magnates, los trusts, las empresas, los bancos, «te., continúan su clásica trayectoria haciendo grandes ne- gocios. Y la bolsa, barómetro del mundo implacable de los mercaderes, oscila en sus cotizaciones, según las alternati%'as de los hechos de guerra... Puede concebirse, pues, el efecto demoledor que en los Estados Unidos produjo la declaración de Roose- velt, a propósito de la ecohomía de guerra, fijando, en- tre otras cosas, un limite máximo en las ganancias anuales por individuo de 25.000 dólares, es decir, más de 100.000 pesos argentinos. Para un país de millona- rios y multimillonarios donde las entradas de las me- jor afamadas empresas alcanzan cifras astronómicas, la bonita suma citada representa un sacrificio dema- siado grande. Naturalmente, el pueblo norteamericano, los trabajadores cuyos más altos salarios representan una miseria en relación a aquel mínimo que la bur- guesía considera inadmisible, ven en la política de Rooseveil un paso hacia la "igualdad en el sacrificio", sin soñar con medidas drásticas que hagan del Estado plutocrático un instrumento revolucionario- para des- pojar a los capitalistas de su® 'fn-ados derechos de explotar a los ''roductores cons’irr.'dm es-. Resulta un sarcasmo demasiado evidente el terror de los burgueses yanquis •• una ganancia individual que no exceda los 25.000 dólares. La trampa será fá- cilmér.'.e id nda. Quizás donde ahora hay un par de socios habrá automáticamente diez o yeinte ;• las em- presas de millares de accionistas tendrán de golpe tres o diez veces más participantes de los dlvidendrs. si se legalizara, como es de presumir, el plan del presi- dente norteamericano. Quienes no podrán engañar al Estado son los obreros, a los que se exige más inten- sidad en la producción y el cese de todo conflicto por mejoras, ni los combatientes, a quienes se pide la vida, ni la población, que deberá disminuir el consumo de artículos de primera necesidad. El resultado definitivo *¡erá el de siempre: los poderosos no dejarán de gczar de sus actuales ventajas y lujos, mientras el pueblo sufrirá cada día más las tremendas consecuencias de la guerra. Sólo habría una forma de realizar una política ni- -rí'hdnra de existencia on los reta- dos Unidos o en cualquier país que esté en guerra. Se- ría una transformación fundamental del sistema eco- nómico actual, de carácter socialista. Seria la implan- tación de un sistema de convivencia que entregara al pueblo productor y combatiente la dirección de la guerra misma y el timón del país. Y este recurso, co- mo fácil es suponer, no vendrá nunca de las go- bernantes, sino que deben emplearlo a conciencia los • propios pueblos afectados. Para llegar a un hecho tan revolucionario, loff trabajadores deberían ir preparando el terreno, organizándose como movimiento emancipa- dor ante todo y presionando ccn 1odas sus fuerzas para ciue las castas plutocráticas sean privadas en todo lo posible de privilegios que, si siempre fueron injustos, hoy constituyen un crimen afrentoso que desafia a los que lo dan todo en la lucha contra el totalitarismo. SEUDO DEMOCRACIA UNION LIBERTAD CRIOLLA: F I N G E EL ACTUAL N A C I O N A L SE PROHIBE ATACAR GOBIERNO PERUANO P ERU tiene un presidente y éste estuvo de visita en Estados Uni- dos. Y mientras en el pais cujas la- cras fustigó aquel gran luchador que fué Manuel González Prada. la li- bertad y cuanto teóricamente es pa- trimonio de la democracia burgue- sa brilla por su ausencia, el ingenie- ro Prado no se cansa de hacer dis- cursos y declaraciones de carácter ul. traliberal, como campeón de los prin. cipicJS antkotalitarios. En las cárceles peruanas gimen centenares de presos políticos y so- ciales. Poro eii Wáshixtgton, el presi- dente Prado es recibido con toda pompa, asiste a una sesión especial en su honor del consejo directu'o de la Unión F*riuainer:cana, exaila a Rooseveil y brinda por el Inum o de la causa sagrada de la libertad. El pueblo peruano sufre las más humillantes formas de explotación y er. los feudos mineros, en las zonas donde abundan las poblaciones indí- genas, la brutalidad de los negreros es sólo comparable a la infamia de '«> complicidad oficial. Pero en Nor- teamérica, el ing. Prado d,ce emo- cionado: "Porque nuestra cultura lie- UN SOFISMA P E L IGROSO Una vez más, los eternos espe- culadores con la ingenuidad po- pular, negociadores oportunistas con las necesidades y ias aspira- ciones colectivas, lanzan a la ma- sa la engañosa y peligrosa con- signa de "unión nacional", pre- tendiendo atar a los Trabajadores a un absurdo pacto con los ele- mentos más reaccionarios y más antiobreros que existen en el pais, i que i po- s los a ■o y los del sur, deseamos una paz definiliv&, decorosa y digna. Una paz en la que no .haya opresores ni oprimidos; en la que no impongan sus dictados la violencia y el odio, en la que se restablezca sobre bases inconmovibles, justas y humanas el equilibrio del mundo". Para recordar la realidad del Pe- rú, sojuzgado bajo el timón de Pra- do, está un telegrama remitido en e-tos dias por los demagógicos dipu- tados radicales y socialistas argen- tinos en el que a la vez que "augu- ran el más franco éxito”, al presi- dente peruano le piden la amnistía para el "aprfsmo'. El Perú es un inmenso feudo, y a su frente tiene un presidente que de- rrama la nuel de sus ideales apostó- licos, evangélicos, e n ... los EE. UU. La nueva consigna bolchevique, que, para mayor irrisión, fué fi- jada por euos para, la celebra- ción de la fecha proletaria del lo. de Mayo, representa evidentc- m.-ntc un paso más en su táctica confusionista y entregadora. Un paso más hacia la ignominia y la traición al proletariado. Después de los fracasados "frentes popu- lares". la unión nacional. Son consecuentes por lo menos en es- to: en la degradación y la apos- tasia de los más elementales prin- cipios 'de lucha obrera y popular contra las castas opresoras y ex- plotadoras. pret. que se pretende justificar esa nueva aberración, es la necesidad c¡e combatir el peligro totalitario. Para eso, proponen una alianza con los fascistas vergonzantes de la oligarquía criolla. El sofisma, aunque peligroso, os tan burdo, eme no puede engañar a quienes t?ngan un mínimo de conciencia de nuestra realidad social y de los problemas de la lucha anti- Hay qu< contra est unionista. La verdadera unión la hallarán los'trabajadores en sus reivmdi- das las acciones que preparen pa- la lograr su total emancipación. AL TOTALITARISMO El respeto de las libertades públi- cas es sin duda la última preocupa- ción que afecta a nuestros gobernan- tes, en esta hora de democracia di- rigida y retorcida, que va resultando cada vez más caricaturesca. Sin em- bargo, hay que hacerles justicia. No suprimen lisa y llanamente esas li- bertades. No 'decretan la prohibición de reunirse, de hablar públicamente, de ejercitar los derechos consagrados por los sagrados Lextos constituciona- les. Por el contrario, permiten cum- plir la apariencia de todo eso, quie- ren dar la sensación que a pesar del estado de sitio y de las restricciones! cíe la lamosa neutralidad oficial, aún se puede disfrutar de aquellas liber- tades. Sólo que tienen especial cuidado de advertir a los oradores de ios ac- tos públicos acerca de qué cuestio- nes no puede¡\ referirse, de las cosas que no deben decir. Y una de la s cuestiones prohibidas, intocables, es la de atacar al totalitarismo en for- ma concreta y denunciar los críme- nes que cometen sus hordas san- grientas en todo el mundo. La consigna policial es en ese sen- tido estricta, general y cada vez más abarcativa. Es impartida tanto a los miiitentes obreros, como a-intelectua- les ue fama mundial que visitan el pais. Este es un pais libre, demo- crático y soberano, pero aqui no se puede hablar contra Hitler, Mussoli- ni, Franco, ni contra otros crimina- les del mismo tipo. No se puede tam- poco atacar al fascismo como régi- men de determinados países extran- jeros. Y menas atacar a los gober- nantes de este pais. Fuera de eso y hasta nueva orden, todo está permi- 'tido. Tal es el tipo de libertad y demo- cracia que iia tomado carta cié ciu- dadanía aquí y en otros países del continente. Es asi cómo se va creando una atmósfera asfixiante para la ac- ción popular, la única capaz de con- trarrestar el peligro totalitario, cada vez más evidente. Ac.-ión que a pe- sar de totjo debemos estimular, con- tra y a pesar de los decretos liber- ticidas. del gobierno.. LA INCANSABLE SED DE VENGANZA FRANQUISTA OBTUVO LA ENTREGA DE ESTE HEROE PROLETARIO C IPRIANO MERA ha sido entregado a Franco. Pareciera que con esta frase brutal estuviera todo dicho. Que el solo anun- cio del crimen Vastara para descubrir la lla- ga repugnante de la abyección que une a en- trenadores y verdugos. Que conocido el hecho, debería surgir la respuesta única, unánime, arrolladora: la protesta del mundo, la rabia del mundo, con todo el ímpetu necesario pa- ra evitar que la hiena árida de sangre de españoles de valía mate u la presa tan fácil- mente lograda. Mera será asesinado, si no lo ha sido ya. porque ese es el deslino de los que Fraileo atrapa en el exilio y trae a la tierra en que no pudo vencer a pesar de su triunfo. Será asesinado fríamente, él, que desafió la muer- te cien veces en el combate. ¿Ilay frases pa- ra calificar la infamia del gobierno francés* ¿Hay palabras para reflejar la inmensidad ile la cobardía y de la bajeza que inspiraron ii 1 mariscal Petain y u su banda pura consu- mar la canallada? No hay, no encontramos otras que éstas, en las que quisiéramos gra- bar el dolor y la indignación que nos embar- gan: Franco es tan vil como Petain, y Petain es tan asesino como Franco. La historia los marcará con el fuego que degrada a los in- fames. Y con el nombre, con la villa heroica, sencillamente grandiosa, de Cipriano Mera, hará un monumento de nobleza, de coraje, de idealismo, paya que ensalcen su recuerdo y sigan su ejemplo las generad . Lo. , de il ralizudos antes de ejecuta rán al pueblo español a uno de sus más que- ridos luchadores. Lo que no borrarán con su pelotón de sicarios, con el garrote o con el tormento mortífero, es la gloria de quien de su espíritu de obrero consciente extrajo las virtudes y los dones que lo hicieron el héroe de Madrid, el triunfador de Guadalajara y Brihuega, el prototipo del guerrero populaf de lu España que quiso vivir en Libertad. ¡La España que hurá justicia llevando en el co- razón y en la sangre la ira suprema que es sumo de infinitos dolores y dramas, de inex- tinguibles afanes de reparación histórica.’.. Si lo (isafHutrmix si lo asesinan, quisiéramos que hubiera sido, que sea en Madrid, o en la Alcarria, o en cualquier pedazo del suelo que lo rió pelear, siempre al frente de sus com- pañeros. como un demonio del valor, como un maestro de la serenidad, como un general proletario, anarquista, que conoció la cárcel republicana como militante de la C. N. T. y llevó siempre en su alma la grandeza que só- lo pueden dar ideales tan altos como los del Movimiento Libertario Español. Allí, en el escenario histórico donde forjó su imperecedera gloria... Pura que en su úl- timo gesto de desprecio, en su postrer desafio a los victimarios, haya pUesto. o pueda poner, toda la fuerza, todo el orgullo, la fe toda que el recuerdo de su querido Madrid, de los que a su lado cayeron, de su organización y sus gestas, en el imaginario desfile triunfal de despedida al nuevo mártir, grabara en sus labios, en su mirada, e/i sus puños... Para que más alto que la descarga asesi- na, y más fuerte que el dolor de sus carnes taladradas por el plomo, haya SENTIDO O SIENTA latir el corazón de Madrid, de las Sierras, de la Casa de Campo, de Brúñete, de Guadalajara, de su España toda: HAYA VISTO O VEA al pueblo enardecido de Ju- lio y Noviembre y HAYA ESCUCHADO O ESCUCHE el saludo augural —más hondo que las más sublimes y desgarradoras notas arrancadas al genio de Beethoven y Chopinde las estrofas de pasión y esperanza de las horas decisivas: "¡A las barricadas!; ¡A las barricadas!. MERA FI E ENTREGADO VIO- LANDO LA PROMESA DEL GO- BIERNO DE VICHY EN SENTI- DO CONTRARIO. . Los hechos, relatados sinténticamente, ocu- rrieron así: Mera figuraba en la listu de pa- sajeros del " Quanza”, barco que llevó a Mé- xico una cantidad de refugiados españoles. Subió a bordo en el puerto de Casablanca y la policía francesa le impidió embarcarse, de- teniéndole. Se supo después que había un pedido de extradición de parte de Franco. Se repetía el cuso de Ijargo Caballero, Fede- rica Montseny, y otras personalidades desta- cadas. Como entonces, y alentados por el buen éxito de las protestas que consiguieron Franco, se realizó un rápido movimiento en 1 « denegación de las víctimas pedidas por diferentes países americanos, a iniciativa de los exilados residentes en México, sin distin- ción de tendencias. Varios gobiernos americanos solicitaron a Petain que Mera no fuera entregado. El pre- sidente del Uruguay informó QUE EL GO- BIERNO DEL MARISCAL DIO SEGURIDA- DES A SU REPRESENTANTE EN VICHY, DE QUE LA EXTRADICION SE DENE- GARIA. De inmediato vino otra noticia tran- quilizadora: EL MINISTRO DE JUSTICIA! DE FRANCIA INFORMO AL MINISTRO PLENIPOTENCIARIO DE MEXICO, OFI- CIALMENTE, SOBRE LA DENEGACION. Poco después la sorpresa fué tan grande co- mo la angustia, cuando de fuentes especíale3 llegaron informes de que MERA HABIA SI* DO CONDUCIDO A ESPAÑA, CON EL MA-, YOR CUIDADO PARA QUE EL HECHO NO, TRASCENDIERA. Se pidieron noticias, y los gobiernos enga- ñados reclamaron por el embuste infame. La confirmación oficial ¡a dió también el minis- tro de México en Vichy. EFECTIVAMENTE, MERA ESTABA YA EN MANOS DE FRAN- CO... , Lu explicación del gobierno francés es tan falsa como canallesco su proceder. Según ella, Mera fué entregado por decreto del Sul- tán. actuando éste por cuenta propia. X m Wta (¡mafia es ridicula. sabiendo todo el mundo el papel decorativo del Sultán y existiendo le- galmente el precepto de que “ninguno de sus decretos puede tener efectividad sin la firma del Residente general francés”, el general Nogués en este caso. La cobardía del gobier- no de Vichy inspiró la disparatada “justifica- ción”. Lo cierto es que Vichy entregó a Mera, riéndose de lus “seguridades” dadas oficial- mente a los gobiernos americanos. Las protestas de México y otros países ante Petain ya no remedian nada. Ahora, las en- sangrentadas garras del “caudillo” tienen pri- sionero al gran combatiente proletario. Aho- ra, no sabemos si Mera rive, pero mientras nada cierto sepamos al respecto, se impone obrar, para detener la saña asesina de Fran- co. Y el único recurso eficaz que quizá. puede salvarle lu vida .aunque no rescatarlo del todo, es presionar para que los gobiernos de América, reclamen con energía que Mera no sea asesinado. Ahora, los pueblos americanos, la prensa, las organizaciones obreras y po- pulares, los honlbres dignos que tengan algu- na influencia moral, por encima de las dis- crepancias ideológicas, deben hacer oír su cla- mor tan alto, tan vibrante, que la sed de ruin y fría venganza del franquismo sea ven- cida. ahogada, ante la ola encrespada de pro- testas que llegue a la península. Y si fuera tarde, si nuestro compañero hu- biera caído, que al menos sean impedidos otros crímenes y no les toque el trágico tur- no a otros españoles alcanzados por el largo brazo de Franco, que tiene su prolongación en la "amistad" infame del viejo Petain. ;Re- cordemos que también Eduardo Val y Gon- zález Marín, y muchos otros, están en la lis- ta de los que reclama el traidor tiranuelo español!.. De 1905 a 19421 La Conferencia Policial llevará a cabo en Buenos imericana, adelantándose a adoptar resoluciones contr subversivas”, según reza el El programa preparado por Aires, dentro de poco, la Conferencia Policial Inter- la fecha establecida para su realización, que era el dicha conferencia asistirán juristas plenipotenciarios a “espionaje, sabotaje,. traición, sedición y activida- plan de temas y trabajos a desarrollar. Conferencia Panamericana de Río de Janeiro se icretamente a la “propaganda dirigida, apoyada o instigada por gobier- nos, grupos o individuos extranjeros que tiendan a poner en peligro la seguridad de las instituciones y los ideales democráticos de las repúblicas americanas”. Pero los acuerdos de la reciente conferencia de Mendoza, de los que nos hemos ocupado en anteriores números de ACCION LIBERTARIA, bastan para atestiguar como in- terpretan los gobernantes y altos jerarcas policiales aquellas sugerencias de Rio de Janeiro. Para el gobierno argentino, poca diferencia existe entre lo que hoy se hace y piensa ejecutar en materia represiva, y lo que se llevó a cabo en el año 1905, cuando el principal motivo de la “atención” policial eran los anarquistas. En efecto, ahora se trata de compaginar una postura teórica contra los “extranjeros totalitarios” con la acción liberticida que va anulando día por día los derechos populares que aun En 1905 realizóse en Buenos Aires la primer reunión internacional, tomando parte la Argentina, Uruguay, Chile y Brasil. En el año 1920, efectuóse, por iniciativa argentina, la segunda conferencia, concurriendo los cuatro paises citados y además, Paraguay, Bolivia y Perú. En esta última se firmó un acuerdo sobre “un servicio permanente de informaciones relativas a las actividades destinada; a alterar el or- den social, y particularmente a las referentes a grupos o personas de tendencias anar- quistas". Por lo demás, este convenio sólo traducía la existente reacción que pre- tendía borrar el formidable movimiento obrero revolucionario, cuya vanguardia ocu- paban los anarquistas entonces. También en el meticuloso plan aprobado este año en Mendoza, son incluidos los anarquistas entre los .enemigos de la libertad, reiterándose la paxacioja histórica del Estado reaccionario, enemigo por esencia de la libertad, que invoca a ésta para perseguir al movimiento y a los hombres cuya doctrina y meta descansan en la máxima libertad para los individuos y los pueblos.________________________________ www.federacionlibertaria.org

Acción Libertaria, Nº 55. Mayo 1942-Fla

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Los Tremendos Sacrificios de los Pueblos Debe ser el Precio de una Sociedad NuevaJusticiaPARA LOS M I L L O N E S DE VICTIMAS DE LA BARBARIE TENDRA QUE SIGNIFICAR EL NUEVO ORDEN POSTBELICO

Se ha dicho con justa razón que todas las guerras entre naciones, cualquiera que haya sido su desenlace desde el punto de vista m i­litar, fueron siempre guerras perdidas para los pueblos pertenecientes a uno u otro de los bandos beligerantes.

Fuera di- los vanos halagos otorgados al prejuicio nacionalista, fuera del aparatoso fuego de artificio de los festejos patrióticos no hubo jamás ni pudo haber ninguna com­pensación por los cruentos sacrificios que to ­

da, guerra ha significado necesariamente pa­ra la gran masa popular que la han sostenido con su sangre, sus privaciones y su trabajo concentrado. “Vencedores” y "vencidos" re­cibían al cabo el mismo lote de miserias, con algún suplemento mayor para los últimos Desde que los amos, los privilegiados, los tra­ficantes de la guerra se encargaban de ha­cer la paz. tanto de uno como de otro ban­do, supieron siempre arreglárselas de tal mo­do que los gastos y la destrucción de la gue­rra había ocasionado, recayera sobre las fu- tur-*. generaciones de productores. La paz de los gobernantes y de los capitalistas fué siempre un buen negocio para algunos de ellos. Y un mal negocio, tan malo casi como la propia guerra, para los millones de hom­bres y mujeres del pueblo que habían soste­nido el conflicto.

Ahora, en pleno desarrollo de la gigantes­ca lucha que abarca todo el mundo, se plan­tea o debe plantearse con toda agudeza el problema si también esta vez, terminada de algún modo la formidable contienda, volverá a producirse el mismo trágico fenómeno. Si una vez más, sobre millones de cadáveres y sobre montañas de ruinas humeantes con­certarán la paz — una paz necesariamente precaria— los mismos grupos políticos y so-

Si otra vez serán los pueblos quienes debe­lan cargar con el costo inconmensuwble de esta guerra total.

La gran cuestión de la reconstrucción post­bélica, que va siendo agitada por distintos (•cctorcs y en .distintos sentidos, está ahí in­volucrada. Xadie puede dejár de reconocer

• que el estado de cosas existentes en el mundo hasta antes del estallido de esta conflagra­ción ha dejado prácticamente de existir. La fuerza incontrastable de los hechos obliga a reconocer a que el pasado — tan cercano que es nuestro presente— ha muerto irrevoca­blemente. Y se agitan vagas fórmulas de re­construcción, se lanzan promesas inconcre­tas, se habla de un mundo nuevo, de una hu­manidad redimida, de un mañana más ven­turoso.

No obstante, se elude generalmente lo más candente y lo sustancial del problema, que es quien y en beneficio de quien se hará la paz. Es decir, ¿con qué fuerzas sociales y en vista de qué fines sociales se forjará el nue­vo orden que habrá de surgir después de la guerra?Y es explicable que lo eludan, especialmente los que tienen la enorme responsabilidad de haber contribuido a la gestación de la más espantosa tragedia que amenaza desangrar a media humanidad.No puede concebirse una paz firme y defini­tiva sin un previo análisis a fondo de las cau­sas que originaron esta guerra, y ello impli­ca fatalmente un enjuiciamiento de los siste­mas sociales y económicos, de los gobiernos y de las fuerzas políticas que han regido el des­tino de los pueblos y que aún le demandan el supremo sacrificio de la vida sin el aliciente ni la garantía de una profunda transformación social.

Y bien. Para que no se repitan las trági­cas experiencias del pasado, para que los pueblos no pierdan una vez más la paz y se vean expuestos a nuevas guerras en un fu-

#tu to próximo, es necesario que junto con el aplastamiento de los Estados totalitarios y de las fuerzas que los sostienen, sean despla­zados los grupos plutocráticos que dominan prácticamente a las democracias; que sean eliminadas y sustituidas las instituciones económicas y sociales que nos han llevado al desastre actual y que, en suma, el privilegio antisocial sea radicalmente eliminado del or­den de cosas a establecerse mañana, cuando cese la matanza y los pueblos, de uno y otro bando beligerante, lleguen a ser dueños de sus destinos.

Solo asi. sobre una base de justicia y de prevención de futuros desastres habrá de es­tablecerse el nuevo orden postbélico, para que en realidad merezca el nombre de tal y no constituya el consabido trágico escamoteo en virtud del cual, los pueblos han perdido siem­pre, tanto la guerra, como la paz. Justicia para los millones de víctimas de la barbaile guerrera, de la barbarie capitalista, da la barbarie totalitaria. -Justicia que se cumpli­rá únicamente por vías revoluciona»ias, por vías de transformación social, con la partici­pación activa, determinante de los pueblos de uno y otro de los bandos beligerantes.

A C C I M

FEDERACION AN ARCO-COMUNISTA ARGENTINA

l i i n i Á i i ACIPRIAN O MERA

A SO V II - N 55 BUENOS AIRES, MAYO DE 1942 Precio: 0.10 Ctvs.

LIMITACION DE GANANCIAS EN T I E M P O S DE GUERRAES una indiscutible verdad que la teoría sobre la

•igualdad en el esfuerzo y en el sacrificio durante la guerra, no es más que eso: una teoría. En los he­chos, subsisten, y la especulación hace aún más agudo el problema, los privilegios que amparan y son la ra­zón de ser del capitalismo. Resulta casi superfluo re­cordar el tan trillado tema de los que enriquecen, pre­cisamente, en épocas de guerra. Si las ganancias merr man en algunos sectores del mundo de las finanzas, la alta Industria y el comercio, en otros, se multipli­can de manera desorbitada a expensas de los enormes gastos que los países en conflicto deben hacer y de las dificultades que a la población plantean tales circuns­tancias.

Mientras mueren millares de hombres y sufren ho­rrores inauditos los pueblos azotados por la guerra, las grandes empresas siguen incorporando a sus caudales sumas fantásticas y se dan a luz estadísticas que re-' velan que el mecanismo del enriquecimiento lejos de estancarse, funciona en toda su eficacia. La brutal rea­lidad que significa el contraste entre el sacrificio de la gran mayoría y el mercantilismo de las minerías privilegiadas, no puede ser borrada con promesas de una política más justa y anuncios de tiempos mejores, ni con frases y llamados en favor de una mayor com­prensión que coloque a todos en un pie de igualdad frente a las exigencias de la guerra.

Para las plutocracias de los países que están en lu­cha contra el "eje" son inadmisibles las menores limi­taciones a sus privilegios. Sus representantes en el go-

■ttwnn- »» encarpan pr»rK«w'y -**ción de las condiciones de vida y la instauración de un sistema que compense después de la victoria los tre­mendos sacrificios del pueblo mediante cambios tras­cendentales de la estructura económica. Por su parte, los magnates, los trusts, las empresas, los bancos, «te., continúan su clásica trayectoria haciendo grandes ne­gocios. Y la bolsa, barómetro del mundo implacable de los mercaderes, oscila en sus cotizaciones, según las alternati%'as de los hechos de guerra...

Puede concebirse, pues, el efecto demoledor que en los Estados Unidos produjo la declaración de Roose- velt, a propósito de la ecohomía de guerra, fijando, en­tre otras cosas, un limite máximo en las ganancias anuales por individuo de 25.000 dólares, es decir, más de 100.000 pesos argentinos. Para un país de millona­rios y multimillonarios donde las entradas de las me­

jor afamadas empresas alcanzan cifras astronómicas, la bonita suma citada representa un sacrificio dema­siado grande. Naturalmente, el pueblo norteamericano, los trabajadores cuyos más altos salarios representan una miseria en relación a aquel mínimo que la bur­guesía considera inadmisible, ven en la política de Rooseveil un paso hacia la "igualdad en el sacrificio", sin soñar con medidas drásticas que hagan del Estado plutocrático un instrumento revolucionario- para des­pojar a los capitalistas de su® 'fn-ados derechos de explotar a los ''roductores cons’irr.'dm es-.

Resulta un sarcasmo demasiado evidente el terror de los burgueses yanquis •• una ganancia individual que no exceda los 25.000 dólares. La trampa será fá- cilmér.'.e id nda. Quizás donde ahora hay un par de socios habrá automáticamente diez o yeinte ;• las em­presas de millares de accionistas tendrán de golpe tres o diez veces más participantes de los dlvidendrs. si se legalizara, como es de presumir, el plan del presi­dente norteamericano. Quienes no podrán engañar al Estado son los obreros, a los que se exige más inten­sidad en la producción y el cese de todo conflicto por mejoras, ni los combatientes, a quienes se pide la vida, ni la población, que deberá disminuir el consumo de artículos de primera necesidad. El resultado definitivo *¡erá el de siempre: los poderosos no dejarán de gczar de sus actuales ventajas y lujos, mientras el pueblo sufrirá cada día más las tremendas consecuencias de la guerra.

Sólo habría una forma de realizar una política ni- -rí'hdnra de existencia on los reta­dos Unidos o en cualquier país que esté en guerra. Se­ría una transformación fundamental del sistema eco­nómico actual, de carácter socialista. Seria la implan­tación de un sistema de convivencia que entregara al pueblo productor y combatiente la dirección de la guerra misma y el timón del país. Y este recurso, co­mo fácil es suponer, no vendrá nunca de las go­bernantes, sino que deben emplearlo a conciencia los

• propios pueblos afectados. Para llegar a un hecho tan revolucionario, loff trabajadores deberían ir preparando el terreno, organizándose como movimiento emancipa­dor ante todo y presionando ccn 1odas sus fuerzas para ciue las castas plutocráticas sean privadas en todo lo posible de privilegios que, si siempre fueron injustos, hoy constituyen un crimen afrentoso que desafia a los que lo dan todo en la lucha contra el totalitarismo.

SEUDO DEMOCRACIA U N I O N LIBERTAD CRIOLLA: F I N G E EL ACTUAL N A C I O N A L SE PROHIBE ATACARGOBIERNO PERUANOPERU tiene un presidente y éste

estuvo de visita en Estados Uni­dos. Y mientras en el pais cujas la­cras fustigó aquel gran luchador que fué Manuel González Prada. la li­bertad y cuanto teóricamente es pa­trimonio de la democracia burgue­sa brilla por su ausencia, el ingenie­ro Prado no se cansa de hacer dis­cursos y declaraciones de carácter ul. traliberal, como campeón de los prin. cipicJS antkotalitarios.

En las cárceles peruanas gimen centenares de presos políticos y so­ciales. Poro eii Wáshixtgton, el presi­dente Prado es recibido con toda pompa, asiste a una sesión especial en su honor del consejo directu'o de la Unión F*riuainer:cana, exaila a Rooseveil y brinda por el In um o de la causa sagrada de la libertad.

El pueblo peruano sufre las más humillantes formas de explotación y er. los feudos mineros, en las zonas donde abundan las poblaciones indí­genas, la brutalidad de los negreros es sólo comparable a la infamia de '«> complicidad oficial. Pero en Nor­teamérica, el ing. Prado d,ce emo­cionado: "Porque nuestra cultura lie-

UN SOFISMA P E L IGROSO

Una vez más, los eternos espe­culadores con la ingenuidad po­pular, negociadores oportunistas con las necesidades y ias aspira­ciones colectivas, lanzan a la ma­sa la engañosa y peligrosa con­signa de "unión nacional", pre­tendiendo atar a los Trabajadores a un absurdo pacto con los ele­mentos más reaccionarios y más antiobreros que existen en el pais,

i que i po-

s los a■o y los del sur, deseamos

una paz definiliv&, decorosa y digna. Una paz en la que no .haya opresores ni oprimidos; en la que no impongan sus dictados la violencia y el odio, en la que se restablezca sobre bases inconmovibles, justas y humanas el equilibrio del mundo".

Para recordar la realidad del Pe­rú, sojuzgado bajo el timón de Pra­do, está un telegrama remitido en e-tos dias por los demagógicos dipu­tados radicales y socialistas argen­tinos en el que a la vez que "augu­ran el más franco éxito”, al presi­dente peruano le piden la amnistía para el "aprfsmo'.

El Perú es un inmenso feudo, y a su frente tiene un presidente que de- rrama la nuel de sus ideales apostó­licos, evangélicos, e n ... los EE. UU.

La nueva consigna bolchevique, que, para mayor irrisión, fué fi­jada por euos para, la celebra­ción de la fecha proletaria del lo. de Mayo, representa evidentc- m.-ntc un paso más en su táctica confusionista y entregadora. Un paso más hacia la ignominia y la traición al proletariado. Después de los fracasados "frentes popu­lares". la unión nacional. S o n consecuentes por lo menos en es­to: en la degradación y la apos­tasia de los más elementales prin­cipios 'de lucha obrera y popular contra las castas opresoras y ex­plotadoras.

pret.que se pretende justificar esa nueva aberración, es la necesidad c¡e combatir el peligro totalitario. Para eso, proponen una alianza con los fascistas vergonzantes de la oligarquía criolla. El sofisma, aunque peligroso, os tan burdo, eme no puede engañar a quienes t?ngan un mínimo de conciencia de nuestra realidad social y de los problemas de la lucha anti-

Hay qu< contra est unionista.

La verdadera unión la hallaránlos'trabajadores en sus reivmdi-

das las acciones que preparen pa­la lograr su total emancipación.

AL TOTALITARISMOEl respeto de las libertades públi­

cas es sin duda la última preocupa­ción que afecta a nuestros gobernan­tes, en esta hora de democracia di­rigida y retorcida, que va resultando cada vez más caricaturesca. Sin em­bargo, hay que hacerles justicia. No suprimen lisa y llanamente esas li­bertades. No 'decretan la prohibición de reunirse, de hablar públicamente, de ejercitar los derechos consagrados por los sagrados Lextos constituciona­les. Por el contrario, permiten cum­plir la apariencia de todo eso, quie­ren dar la sensación que a pesar del estado de sitio y de las restricciones! cíe la lamosa neutralidad oficial, aún se puede disfrutar de aquellas liber­tades.

Sólo que tienen especial cuidado de advertir a los oradores de ios ac­tos públicos acerca de qué cuestio­nes no puede¡\ referirse, de las cosas que no deben decir. Y una de la s cuestiones prohibidas, intocables, es la de atacar al totalitarismo en for­ma concreta y denunciar los críme­nes que cometen sus hordas san­grientas en todo el mundo.

La consigna policial es en ese sen­tido estricta, general y cada vez más abarcativa. Es impartida tanto a los miiitentes obreros, como a-intelectua­les ue fama mundial que visitan el pais. Este es un pais libre, demo­crático y soberano, pero aqui no se puede hablar contra Hitler, Mussoli- ni, Franco, n i contra otros crimina­les del mismo tipo. No se puede tam­poco atacar al fascismo como régi­men de determinados países extran­jeros. Y menas atacar a los gober­nantes de este pais. Fuera de eso y hasta nueva orden, todo está permi-

'tido.Tal es el tipo de libertad y demo­

cracia que iia tomado carta cié ciu­dadanía aquí y en otros países del continente. Es asi cómo se va creando una atmósfera asfixiante para la ac­ción popular, la única capaz de con­trarrestar el peligro totalitario, cada vez más evidente. Ac.-ión que a pe­sar de totjo debemos estimular, con­tra y a pesar de los decretos liber­ticidas. del gobierno..

LA INCANSABLE SED DE VENGANZA FRANQUISTA OBTUVO LA ENTREGA DE ESTE HEROE PROLETARIOC IPRIANO MERA ha sido entregado a

Franco. Pareciera que con esta frase brutal estuviera todo dicho. Que el solo anun­cio del crimen Vastara para descubrir la lla­ga repugnante de la abyección que une a en­trenadores y verdugos. Que conocido el hecho, debería surgir la respuesta única, unánime, arrolladora: la protesta del mundo, la rabia del mundo, con todo el ímpetu necesario pa­ra evitar que la hiena árida de sangre de españoles de valía mate u la presa tan fácil­mente lograda.

Mera será asesinado, si no lo ha sido ya. porque ese es el deslino de los que Fraileo atrapa en el exilio y trae a la tierra en que no pudo vencer a pesar de su triunfo. Será asesinado fríamente, él, que desafió la muer­te cien veces en el combate. ¿Ilay frases pa­ra calificar la infamia del gobierno francés* ¿Hay palabras para reflejar la inmensidad ile la cobardía y de la bajeza que inspiraron ii 1 mariscal Petain y u su banda pura consu­mar la canallada? No hay, no encontramos otras que éstas, en las que quisiéramos gra­bar el dolor y la indignación que nos embar­gan: Franco es tan vil como Petain, y Petain es tan asesino como Franco. La historia los marcará con el fuego que degrada a los in­fames. Y con el nombre, con la villa heroica, sencillamente grandiosa, de Cipriano Mera, hará un monumento de nobleza, de coraje, de idealismo, paya que ensalcen su recuerdo y sigan su ejemplo las generad

. Lo. , de ilralizudos antes de ejecuta rán al pueblo español a uno de sus más que­ridos luchadores. Lo que no borrarán con su pelotón de sicarios, con el garrote o con el tormento mortífero, es la gloria de quien de su espíritu de obrero consciente extrajo las virtudes y los dones que lo hicieron el héroe de Madrid, el triunfador de Guadalajara y Brihuega, el prototipo del guerrero populaf de lu España que quiso vivir en Libertad. ¡La España que hurá justicia llevando en el co­razón y en la sangre la ira suprema que es sumo de infinitos dolores y dramas, de inex­tinguibles afanes de reparación histórica.’. .

Si lo (isafHutrmix si lo asesinan, quisiéramos que hubiera sido, que sea en Madrid, o en la Alcarria, o en cualquier pedazo del suelo que lo rió pelear, siempre a l frente de sus com­pañeros. como un demonio del valor, como un maestro de la serenidad, como un general proletario, anarquista, que conoció la cárcel republicana como militante de la C. N. T. y llevó siempre en su alma la grandeza que só­lo pueden dar ideales tan altos como los del Movimiento Libertario Español.

A llí, en el escenario histórico donde forjó su imperecedera g lo ria .. . Pura que en su ú l­timo gesto de desprecio, en su postrer desafio a los victimarios, haya pUesto. o pueda poner, toda la fuerza, todo el orgullo, la fe toda que el recuerdo de su querido Madrid, de los que a su lado cayeron, de su organización y sus gestas, en el imaginario desfile triunfal de despedida a l nuevo mártir, grabara en sus labios, en su mirada, e/i sus puños...

Para que más alto que la descarga asesi­na, y más fuerte que el dolor de sus carnes taladradas por el plomo, haya SENTIDO O SIENTA latir el corazón de Madrid, de las Sierras, de la Casa de Campo, de Brúñete, de Guadalajara, de su España toda: HAYA VISTO O VEA al pueblo enardecido de Ju ­lio y Noviembre y HAYA ESCUCHADO O ESCUCHE el saludo augural —más hondo que las más sublimes y desgarradoras notas arrancadas a l genio de Beethoven y Chopin— de las estrofas de pasión y esperanza de las horas decisivas: "¡A las barricadas!; ¡A las barricadas!.

★ M ERA F I E ENTREGADO VIO­LANDO LA PROMESA DEL GO­B IERNO DE V ICHY EN SENTI­DO CONTRARIO.

. Los hechos, relatados sinténticamente, ocu­rrieron así: Mera figuraba en la listu de pa­sajeros del " Quanza”, barco que llevó a Mé­xico una cantidad de refugiados españoles. Subió a bordo en el puerto de Casablanca y

la policía francesa le impidió embarcarse, de­teniéndole. Se supo después que había un pedido de extradición de parte de Franco. Se repetía el cuso de Ijargo Caballero, Fede­rica Montseny, y otras personalidades desta­cadas. Como entonces, y alentados por el buen éxito de las protestas que consiguieron Franco, se realizó un rápido movimiento en 1« denegación de las víctimas pedidas por diferentes países americanos, a iniciativa de los exilados residentes en México, sin distin­ción de tendencias.

Varios gobiernos americanos solicitaron a Petain que Mera no fuera entregado. E l pre­sidente del Uruguay informó QUE EL GO­BIERNO DEL MARISCAL DIO SEGURIDA­DES A SU REPRESENTANTE EN VICHY, DE QUE LA EXTRADICION SE DENE­GARIA. De inmediato vino otra noticia tran­quilizadora: EL MINISTRO DE JUSTICIA! DE FRANCIA INFORMO AL M INISTRO PLENIPOTENCIARIO DE MEXICO, O F I­CIALMENTE, SOBRE LA DENEGACION. Poco después la sorpresa fué tan grande co­mo la angustia, cuando de fuentes especíale3 llegaron informes de que M ERA HABIA SI* DO CONDUCIDO A ESPAÑA, CON EL MA-, YOR CUIDADO PARA QUE EL HECHO NO, TRASCENDIERA.

Se pidieron noticias, y los gobiernos enga­ñados reclamaron por el embuste infame. La confirmación oficial ¡a dió también el minis­tro de México en Vichy. EFECTIVAMENTE, MERA ESTABA YA EN MANOS DE FRAN­C O ... ,

Lu explicación del gobierno f rancés es tan falsa como canallesco su proceder. Según ella, Mera fué entregado por decreto del Sul­tán. actuando éste por cuenta propia. Xm Wta (¡mafia es ridicula. sabiendo todo el mundo el papel decorativo del Sultán y existiendo le­galmente el precepto de que “ninguno de sus decretos puede tener efectividad sin la firma del Residente general francés”, el general Nogués en este caso. La cobardía del gobier­no de Vichy inspiró la disparatada “justifica­ción”. Lo cierto es que Vichy entregó a Mera, riéndose de lus “seguridades” dadas oficial­mente a los gobiernos americanos.

Las protestas de México y otros países ante Petain ya no remedian nada. Ahora, las en­sangrentadas garras del “caudillo” tienen pri­sionero a l gran combatiente proletario. Aho­ra, no sabemos si Mera rive, pero mientras nada cierto sepamos al respecto, se impone obrar, para detener la saña asesina de Fran­co. Y el único recurso eficaz que quizá. puede salvarle lu vida .aunque no rescatarlo del todo, es presionar para que los gobiernos de América, reclamen con energía que Mera no sea asesinado. Ahora, los pueblos americanos, la prensa, las organizaciones obreras y po­pulares, los honlbres dignos que tengan algu­na influencia moral, por encima de las dis­crepancias ideológicas, deben hacer oír su cla­mor tan alto, tan vibrante, que la sed de ruin y fría venganza del franquismo sea ven­cida. ahogada, ante la ola encrespada de pro­testas que llegue a la península.

Y si fuera tarde, si nuestro compañero hu­biera caído, que al menos sean impedidos otros crímenes y no les toque el trágico tur­no a otros españoles alcanzados por el largo brazo de Franco, que tiene su prolongación en la "amistad" infame del viejo Petain. ;Re­cordemos que también Eduardo Val y Gon­zález Marín, y muchos otros, están en la lis­ta de los que reclama el traidor tiranuelo español!..

De 1 9 0 5 a 1 9 4 2 1 La Conferencia Policial

llevará a cabo en Buenos imericana, adelantándose a

adoptar resoluciones contr subversivas”, según reza el El programa preparado por

Aires, dentro de poco, la Conferencia Policial Inter- la fecha establecida para su realización, que era el dicha conferencia asistirán juristas plenipotenciarios a “espionaje, sabotaje,. traición, sedición y activida- plan de temas y trabajos a desarrollar.

Conferencia Panamericana de Río de Janeiro seicretamente a la “propaganda dirigida, apoyada o instigada por gobier­

nos, grupos o individuos extranjeros que tiendan a poner en peligro la seguridad de las instituciones y los ideales democráticos de las repúblicas americanas”. Pero los acuerdos de la reciente conferencia de Mendoza, de los que nos hemos ocupado en anteriores números de ACCION LIBERTARIA, bastan para atestiguar como in­terpretan los gobernantes y altos jerarcas policiales aquellas sugerencias de Rio de Janeiro.

Para el gobierno argentino, poca diferencia existe entre lo que hoy se hace y piensa ejecutar en materia represiva, y lo que se llevó a cabo en el año 1905, cuando el principal motivo de la “atención” policial eran los anarquistas. En efecto, ahora se trata de compaginar una postura teórica contra los “extranjeros totalitarios” con la acción liberticida que va anulando día por día los derechos populares que aun

En 1905 realizóse en Buenos Aires la primer reunión internacional, tomando parte la Argentina, Uruguay, Chile y Brasil. En el año 1920, efectuóse, por iniciativa argentina, la segunda conferencia, concurriendo los cuatro paises citados y además, Paraguay, Bolivia y Perú. En esta última se firmó un acuerdo sobre “un servicio permanente de informaciones relativas a las actividades destinada; a alterar el or­den social, y particularmente a las referentes a grupos o personas de tendencias anar­quistas". Por lo demás, este convenio sólo traducía la existente reacción que pre­tendía borrar el formidable movimiento obrero revolucionario, cuya vanguardia ocu­paban los anarquistas entonces.

También en el meticuloso plan aprobado este año en Mendoza, son incluidos los anarquistas entre los .enemigos de la libertad, reiterándose la paxacioja histórica del Estado reaccionario, enemigo por esencia de la libertad, que invoca a ésta para perseguir al movimiento y a los hombres cuya doctrina y meta descansan en la máxima libertad para los individuos y los pueblos.________________________________

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Page 2: Acción Libertaria, Nº 55. Mayo 1942-Fla

La C. N.T. en Cataluña y la provocación de la Semana de Mayó

Terminamos con este capítulo la publicación dél informe presentado por los delegados de 7.v F .A .C .A ., que es­tuvieron en España durante el periodo de Ja guerra contra e l fascismo y la lucha revolucionaria del pueblo español. He­mos publicado los distintos capítulos fuera del orden correlativo con que figuran en el informe, teniendo en cuenta siempre el tema a que se refería cada apartado. E l presente, referido a la trágica semana de mayo on Barcelona, es dado a conocer a l cumplirse el quinto aniversario de esa estéril lucha provocada por los aspirantes a la hegemonía, con­siderando importante aclarar esos discutidos sucesos, mediante una versión objetiva que nadie podrá refutar.

S U D E S A R R O L L O Y S U S C O N S E C U E N C I A SLA primera participación de,1a C .N .T . en el gobierno se pro­

dujo, como es sabido, en la Generalidad de Cataluña, que disfrutaba entonces de una autonomía casi completa. Diversos factores de política nacional e internacional, referidas siempre a las necesidades de la guerra, aconsejaron la liquidación del Comité de Milicias Antifascistas, para concentrar la autoridad ejecutiva en el gobierno de la Generalidad, presidido por Com- panys. Se trataba de que este gobierno fuera fiel reflejo del bloque antifascista y a ese efecto se constituyó el Consejo con todos los partidos y organizaciones representativos de la opinión antifascista. La C. N- T ., como organización mayoritaria, ocu­paba las principales Consejerías, tales como Defensa y Econo­mía, llaves de toda la actividad que se desarrollaba en la re­gión.

De inmediato surgieron una serie de dificultades, como con­secuencia de las contradicciones íntimas a que nos hemos re­ferido y a las consiguientes maniobras políticas. Los represen­tantes de la pequeña burguesía catalana, comprendidos en la Esquerra y Estat Catalá, asi como los del P .S .U .C . y la U .G .T . catalana, instrumentos stalinianos, demostraron desde el primer momento que no estaban dispuestos a reconocer la generosidad política de la C .N .T ., a l renunciar ésta a su pro­pia hegemonía y admitir la colaboración leal. Lá conmoción social producida, las grandes transformaciones que se llevaron a cabo, no podían ciertamente ser encauzadas dentro del rígido e inadecuado mecanismo gubernativo, creado para las simples funciones de la democracia burguesa. Surgia una corriente viva, actuante e impetuosa, de la masa obrera, del seno de los sin­dicatos y de los grupos libertarios, la que desbordaba con mu­cho el convencionalismo legal del gobiexno de la Generalidad. Por mucho que al principio se procurara desde arriba legalizar, mediante profusos decretos, la acción desarrollada por los sin­dicatos en la doble tarea de organizar la producción y la lu­cha contra al fascismo, siempre quedaba un amplio margen de acciones "Ilegales”, acertadas unas, equivocadas otras, pero siempre inevitables. Era el resultado fatal de uña situación muy particular: la coexistencia del régimen republicano legal y la realidad revolucionaria que dominaba en la calle, ambigüedad impuesta por el carácter mismo de la guerra. Hacia falta un mínimum de comprensión y de honestidad política, asi como de 6impatía por la labor heroica del proletariado, para adaptarse a ese estado de cosas y la suficiente buena voluntad para lle­gar a cieno equilibrio entre las conveniencias políticas plan­teadas por la revolución y la guerra y la actuación social es­pontánea de la masa obrera, es decir, la masa confederal. Como no hubo tal comprensión ni tal buena voluntad, de parte de los elementos aludidos, los conflictos se fueron multiplicando y agudizando dentro del gobierno de Cataluña, determinando su­cesivas crisis, desacreditando en conjunto el aporte de la región autónoma y desembocando, en fin, en la estúpida matanza de mayo, que marcó uno de los más tristes jalones de la tragedia española.

Los políticos del P .S .C .U . y de la Esquerra explotaron ampliamente las contradicciones entre la legalidad oficial y la realidad popular, esforzándose en hacer aparecer a los hom­bres de la C .N .T . como politicamente insolventes y exageran­do enormemente el significado de los pequeños conflictos que se producían en todas partes, los rozamientos entre la autoridad gubernamental y la que emanaba de los sindicatos. Estos, cons­cientes de que la verdadera fuerza estaba .en sus manos, cum­plían con beneficio *.• inventario las disposiciones de la Gene­ralidad, fruto de discusiones y compromisos que no siempre contemplaban los verdaderos intereses del pueblo en lucha. De allí, los adversarios de la C .N .T . extraían su cúmulo de ar­gumentos demagógicos encaminados a desprestigiar a la organi­zación, haciéndola aparecer como obstacuiizadora de la nece­saria armonía antifascista. No obstante, era siempre posible llegar a una conciliación de puntos de vista, sobre la base de concesiones reciprocas y respetando los intereses fundamentales del proletariado, que era quien en realidad sostenía la guerra contra el fascismo. Pero no se quiso hacer eso, sino producir una verdadera lucha interna, en vista a desplazar la legitima influencia confederal y así se explica que las relaciones entre nuestra organización y los demás sectores se hicieran cada yez más tirantes.

La primera crisis de gobierno se produjo en octubre de 1936, por razones totalmente ajenas a la guerra española. La provocó el P .S .U .C ., sección catalana del Comintern, para lo­grar la expulsión del P .O .U .M ., cuyo líder Andrés Nin, el que posteriox-mente fuera asesinado por la checa staliniana, ocupa­ba el cargo de Consejero de Justicia, en el gobierno de la Ge­neralidad. E l P.O.U.M. pasaba por ser un partido trotzkista y /a ese titulo fue brutalmente combatido por ios stalinianos. Su desplazamiento del ¿obierno de Cataluña respondía a una con­digna rusa, convertida pronto en exigencia y chantage. Los demás partidos, la C .N .T . inclusive, prefirieron aceptar la lesis psuquista, porque veian en ello la mayor conveniencia de contar con el apoyo ruso, que aparecía como una necesidad apremiante. La solución de la crisis se halló en la salida del P .O .U .M . y también del P .S .U .C ., pero.en realidad los re­presentantes de este partido quedaban en el gobierno con la representación de la Regional catalana de la U .G .T ., verdadero feudo bolchevique.

Los stalinianos aprovecharon esta ventaja para acentuar bus intrigas y su sorda ofensiva anticonfederal. Al poco tiem­po, la situación se volvió nuevamente insostenible y los conse­jeros de la C .N .T . tuvieron que dimitir, a consecuencia de la sistemática obstrucción y de las incesantes maniobras de los psuquistas, en colaboración con los elementos catalinistas. Se produjo asi, en marzo de 1937, la crisis que duró 21 dias. La dificultad de resolverla residía en las pretensiones de los men­cionados sectores anticoníederales, quienes proseguían su plan de desprestigio de nuestra organización, echándole la culpa de la crisis y de la consiguiente inquietud que enervaba a todos los antifascistas de Cataluña. La campaña de descrédito se extendió a toda la España leal y trascendió al exterior en forma burdamente difamatoria. E l aparato propagandístico, di­fundía en todo el mundo las más infames leyendas sobre la pretendida labor catastrófica de las organizaciones libertarias, llegándose a la vileza de insinuar concomitancias con los fas­cistas. Se preparaba sistemáticamente una atmósfera de odio y de repudio contra el movimiento que más sacrificios realizaba en la guerra. La finalidad de esa prédica apareció bien clara, muy poco después.

Dentro de Cataluña, el ambiente se enrarecía cada vez más. Los órganos bolcheviques procuraban exacerbar a la pequeña burguesía catalana, explotando su encono contra los comités obreros, a los cuales acusaban de todas las dificultades. Como rasgo característico de esa agitación demagógica, puede citarse el caso de las manifestaciones de mujeres organizadas por los bolcheviques, “contra la escasez de pan", en diciembre de 1935, cuando aún existía una relativa abundancia de víveres en Ca­taluña; manifestaciones dirigidas especialmente a canalizar el descontento popular contra la C .N .T . Las consignas gratas a la burguesía egoísta se agitaron con insistencia y las provoca­ciones policiales no tardaron en producirse en cuanto, después de la crisis de los 21 dias, las fuerzas de orden público queda­ron a las órdenes de la conspiración bolchevlquc-esqueiTana.

Fácil es de 'suponer la reacción que todos esos manejos producían en los ambientes libertarios. Los hombres que más se habían expuesto en las luchas de julio y que mayores es­fuerzos hacían para sostener la guerra y levantar la economía de Cataluña, admitían de mala gana las concesiones que la co­laboración _ con los demás sectores imponía. Mucho menos po­dían admitir las pretensiones hegemónicas de sus aliados oca­sionales. Y menos aún, tolerar las calumnias y las provocacio­nes de que se les hacia objeto sin cesar. Poco a poco se fué formando un estado de ánimo de extrema indignación, propicio a todos los estallidos. Los bolcheviques y sus aliados desconta­ban evidentemente ese estado de ánimo, conociendo como co­nocían la espontaneidad de reacciones de nuestros hombres y la flojedad de los lazos orgánicos que los cohesionaban. La si­tuación se volvía cada vez más complicada. Por un lado, los hombres de la C .N .T . que ocupaban puestos directivos, hacían grandes esfuerzos para solucionar los conflictos planteados en el gobierno, sin lograrlo, y pasando ante la masa confederal como excesivamente tibios y contemplativos. Por otra parte.- se acentuaba abajo, como reacción lógica, la tendShcia a hacer caso omiso de las resoluciones gubernativas y a obrar por cuenta propia, con lo que se creaba un circulo vicioso que sólo se habia de romper trágicamente. En ese ambiente tenso y envenenado, prosperaba naturalmente la demagogia de todos

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los matices y las soluciones de la cólera y de la desesperación —a veces las más fáciles de adoptar— cautivaban a muchos espíritus.

Conviene señalar aqui uno de los puntos débiles del movi­miento libertario español. En primer lugar, prevalecía una vi­sión unilateral del problema planteado, lo que hacía reaccionar a los militantes en sentidos extremos, igualmente nocivos, a nuestro juicio., O bien se aferraban a los compromisos contraí­dos y se empeñaban en cumplirlos religiosamente, a riesgo de pasar por claudicantes o por tontos, o bien se disponían a obrar por su cuenta contra todos los demás, a riesgo de pro­vocar una catástrofe. Oscilaban muchas veces entre el confor­mismo y la extrema intransigencia. Cierto es que en los mo­mentos graves, culminantes, se imponía el buen sentido ele­mental, ese sano instinto a que nos hemos referido ya, pero las vacilaciones producidas por la "oscilación" y el desgasto interno de energías, no dejaban de causar daños Irreparables.

En la preparación psicológica de la semana de mayo, ese estado de ánimo de nuestros militantes sirvió Indudablemente a los propósitos de los provocadores. Había además otro factor negativo que estos supieron aprovechar. Era la debilidad del control orgánico sobre las bases ceneiistas y faistas. Estas se habían multiplicado y ensanchado considerablemente i a partir de julio de 1936 y los resortes de coordinación y dirección de los comités responsables, lejos de robustecerse en la misma proporción, más bien se hablan debilitado. El resultado era una acción un tanto impulsiva y caótica, a menudo, contradictoria, entre los diversos núcleos y sindicatos. Se realizaban hechos que no siempre contemplaban los acuerdos generales de la or­ganización, lo que no impedia que ésta quedara comprometida, en virtud de tales hechos, frente a los demás sectores. Seme­jante modo de actuar, estaba en cierto modo dentro de la tradición libertaria española y no habia impedido que todos los. militantes tuvieran una actuación brillante y eficaz en las jor­nadas de julio. Pero la nueva situació.i-erg mucho más com­plicada y una actividad inorgánica, a base de impulsos, no podia ser muy provechosa. Asi lo comprendieron muchos mi­litantes destacados que procuraron centrar y coordinar del mo­do más efectivo el movimiento. Pero, por un lado el espíritu de "euforia" que reinó durante los primeros meses y que daba sobre todo a los millares de compañeros jóvenes la sensación de que eran dueños del mundo y por otra la serie de provoca­

ciones cada vez más descaradas que partían del bloque anti- confederal, hacia materialmente difícil disciplinar realmente al movimiento e imponer una actuación serena y enérgica al mis­mo tiempo, cosa que en parte se logró mucho después. Enton­ces se vivía en estado de exaltación, de indignación colectiva y de (desconfianza mutua. La prolongada paralización de las operaciones en el frente aragonés —por causas no ajenas a 1* política— contribuía a apartar los espíritus de los problemas de la guerra y los hacia más propensos a las luchas intestinas.

En tales condiciones ambientales se produjo la provocación de mayo y los hechos sangrientos que fueron su consecuencia inmediata. No creemos necesario exponer en detalle aquellos sucesos, de sobra conocidos por quienes se hayan interesado por la cuestión española. Queremos solo expresar nuestra con­vicción sobre su origen, significado y consecuencias, Como tam­bién se ha hecho público, la preparación de ese triste aconteci­miento respondió, hasta en sus manifestaciones técnicas más concretas, a las consignas impartidas desde Moscú a sus agen­tes en España. Los dirigentes del P .S .U .C . —como el triste­mente célebre Comorera y otros elementos de averia— tenian la misión de preparar el ambiente político y las condiciones psi­cológicas del estallido. Uno de los principales punto de ese plan era obtener la complicidad de los partidos catalanistas, es de­cir. de quienes representaban la pequeña y media burguesía de la reglón, incluyendo fracciones virtualrnenle fascistas. Esto fué logrado gracias a la demagogia sin escrúpulos que desplegaron los agentes stalinianos y gracias también a la torpeza egoísta de los dirigentes catalanistas, que creian probablemente iban a ser dueños de la situación, una vez desplazada la C .N .T . y la F .A .I . . con sus afanes revolucionarios. Muy pronto después esa gente se iba a llamar a engaño, constatando de qué forma es­túpida habían hecho el juego a los bolcheviques, para sufrir en seguida la insolente dictadura de estos aventureros. Muchos políticos catalanes se arrepenticron tardíamente de haber ayu­dado a ese sucio trabajo de provocación, pero es indudable que contribuyeron a él y les cabe la parte de responsabilidad co­rrespondiente.

Kl objetivo Inmediato de los conspiradores era hacer per­der la paciencia a Jos hombres de la C .N .T . y la F .A .I . , hasta hacerlos reaccionar violentamente y producir la apariencia de un "putsch" para lanzar contra Cataluña las fuerzas armadas del gobierno central —donde la C .N .T . estaba representada, lo mismo que en la Generalidad— para provocar el movimiento;

SE Q UI S O A N U L A R LA F U E R Z A C E N E T I S T Aresponsabilizar del mismo a las organizaciones libertarias y eventualmente colocarlas en la ilegalidad. En esa operación los stalinianos se disponían a matar dos pájaros de un mismo tiro. Habían iniciado ya su ofensiva' contra el gobierno de Largo Ca­ballero y se proponían lanzarlo contra Cataluña confederal, ha» ciéndole asumir la responsabilidad de una represión sangrien- ta. En caso de que esto no se produjera, como no se produje, acusar al líder socialista de debilidad y provocar la crisis de gobierno, la que tuvo lugar a mediados de mayo.

Como se sabe, la gota que hizo rebalsar el vaso de la pa­ciencia popular, l'ué la invasión del piquete de guardias en lá central telefónica de Barcelona, invasión ordenada por Rodrí­guez Salas, el psuquista que era Comisario General de Orden Público, sin conocimiento del Consejo de la Generalidad. Se dió la voz de alarma y a las pocas horas Barcelona se erigió de ba­rricadas y de cantones desde los cuales se tiroteaban obreros con guardias o con otros obreros. Un hálito de locura cundió por la ciudad y durante más de cuatro días asistimos a la más absurda matanza fratricida, para irrisión de tocias las invoca­ciones unionistas y de la famosa fórmula U. H. P. que permane­cía aun en las inscripciones murales. La inmensa mayoria de los que tiraban desde los distintos reductos no podían preci­sar por qué y contra quién combatían exactamente en esos mo­mentos. Había una profunda amargura, un sentimiento difuso de descontento en los obreros de la C .N .T ., que veian despre­ciados sus sacrificios, calumniadas y saboteadas sus principales conquistas y querían acabar con los causantes de esa venenosa labor de disgregación. Pero, desde el punto práctico de su ar­ción, se batían con sombras y descargaban sus golpes al azar, pues no existía en parte alguna un plan encaminado a eliminar a los saboteadores y provocadores. Por otra parte, habia mu­chos obreros de la U .G .T . que mataban y morían creyendo de­fender su derecho a estar organizados a su modo. Unos y otros ignoraban naturalmente que con su absurda pelea servían pla­nes elaborados a distancia por gente para quien la suerte del pueblo español era simplemente una carta que jugaban sobre el tapete de la política internacional y a la cual la sangre pro­letaria derramada y la posibilidad de un colapso en el frente antifascista interesaba menos que el cumplimiento de las con­signas jerárquicamente impuestas, bajo pena de sanciones de­finitivas.

Los organismos responsables de la C .N . T. y la F .A .I . comprendieron en seguida la significación del siniestro juego bolchevique y se dispusieron a frustrarlo frenando la estúpida mataftza. El Comité Nacional de la C .N .T ., con sede enton­ces en Valencia, envió a Barcelona a su secretario Mariano R. Vázquez, conjuntamente con Federica Montseny y García Oli- ver, con la misión de colaborar en la pacificación de la ciu­dad. junto con los representantes de la organización de Cata­luña y con los de los demás sectores antifascistas. La Junta Ejecutiva de la U .G .T . envió otra delegación con igual objeto. Mientras en la calle menudeaban los tiroteos, nuestros delega­dos se reunían en el palacio de la Generalidad, conjuntamente con los de la U .G .T ., del P .S .U .C ., de la Esquerra Catalana y del propio presidente Companys a fin de lograr una solución política que diera término a la lucha. En el transcurso de esas negociaciones se vió con toda claridad que existia una confa­bulación tendiente a agravar los hechos, para obtener el des­enlace prefijado. La mejor prueba de eso es que se presentaban cuestiones secundarías, se prolongaban Inútilmente las discu­siones, como si se tratara de cuesLiones normales o puramente abstractas y se procuraba la pedida intervención de las fuerzas de orden público de Valencia, cosa que estaba prevista en el plan de provocación. Pero 'el Gobierno de Largo Caballero, al tanto de la infame combinación, no quiso mandar esas fuerzas en son de guerra y esperó para mandarlas a que las cosas se apaciguaran, habiendo estado permanentemente en contacto con los representantes de la C .N .T . durante el desarrollo de las conversaciones "pacificadoras".

Como se sabe, la voz de “alto el fuego" fué dada por to­dos los delegados reunidos en el palacio de la Generalidad, quie­nes anunciaron por radio la continuación de las gestiones di­rigidas a resolver diversas cuestiones pendientes. Esa consig­na se impartió 24 horas después de iniciados los tiroteos, pero no tuvo resultado inmediato, pues los provocadóres stalímanós continuaron hostilizando a los hombres de la C .N .T . y la F .A . I., siempre con el objeto de llevar las cosas al desenlace más extremo. Recién a los cuatro o cinco dias se logró efec­tivamente parar la matanza, dejando un saldo de varias milla­res de víctimas y una depresión general en la población. E l gobierno central so incautó de las Consejerías de defensa y de orden público, iniciándose asi el fin de la autonomía catalana. Se concertó un arreglo político precario sobre la base de la renuncia del Consejo de la Generalidad y la constitución de otro provisorio de cuatro miembros, siendo uno de ellos de la C .N .T . Los bolcheviques no estaban del todo contentos del re­sultado de la aventura, ya que ni siquiera pudieron achacar a la C .N .T . y a la F .A .I . la organización del "putsch" y se con­tentaron con sacrificar al P .O .U .M . Por otra parte, su labor contrarrevolucionaria y saboteadora en Cataluña --llevaba en gran escala desde las esferas oficiales— comenzó en realidad cuando la formación del gobierno Negrin, poco dias después de la pacificación de Barcelona, que les permitió maniobrar a sus anchas, utilizando como muñecos a los representantes del po­der central en Cataluña.

Para el movimiento libertario, la semana de mayo signifi­có un terrible llamamiento a la realidad. Se comprendió el error de la excesiva "euforia" y de la subestimación de las fuer­zas del adversario, a la vez que de la actuación dispersa e inor­gánica. Como signo de salud del movimiento, se produjo de in­mediato una reacción encaminada a subsanar esos defectos. Los plenos de conjunto realizados por las tres organizaciones —C.N.T., F .A .I. , J . J . L .L . — aprobaron plenamente la acti­tud asumida por la dirección del movimiento en la semana trá­gica. después que se informó ampliamente sobre todas las cir­cunstancias que determinaron dicha actitud. Se comprendió que era absurdo pretender realizar un golpe revolucionario por nues­tra parte, para tener que afrontar en seguida la lucha, no sólo contra el fascismo, sino también contra el gobierno republica­no apoyado en todos los demás sectores y frente a un cerrado bloqueo internacional que, según cálculos objetivos, habría aho­gado probablemente a Cataluña en el término de ocho dias. Se comprendió también que era necesario precaverse contra nue­vas provocaciones, eludiendo cuidadosamente cuanto significa­ra hacer el juego al adversario. Implícitamente se reconoció que con un control más ajustado de la organización y una ma­yor visión política, pudieron quizás haberse evitado los hechos luctuosos de mayo. En cuanto a la "oposición", representada por los llamados "amigos de Durruti", que habían lanzado un absurdo llamado en pro de una especie de dictadura confede- rai-poumisla, se diluyó muy poco después de los acontecimien­tos de mayo, por falla absoluta de ambiente y falta de consis­tencia ideológica en sus propios integrantes. Sólo en el extran­jero, en la mente de quienes se empeñan en forjarse realidades fantásticas, ajenas a la verdadera situación española, siguió vi­viendo la famosa agrupación, con sus tesis demagógicas, de evi­dente extracción poumista. Posteriormente, cuando la política reaccionaría del gobierno hizo surgir el lógico descontento y una nueva oposición contra la orientación oficial de la C.N.T., hubo quienes lamentaron que en la semana de mayo no se hu­biera llegado a actitudes extremas. Pero se trataba simplemen­te de reacciones desesperadas, puramente temperamentales, que jamás afectaron el grueso del movimiento catalán y mucho me­nos el de toda España. Es notorio que fuera de la península continuó y continúa corriendo la leyenda de la posible revolu­ción "totalitaria" en mayo de 1937. Pero es verdad también que quienes la sustentan se niegan obstinadamente a considerar las circunstancias reales de la lucha y la situación que se hubiera creado a Cataluña, aislada, luchando contra fascistas y republi­canos al mismo tiempo y teniendo que sojuzgar una fuerte opo­sición interna. E l hecho de que, a pesar de su inconsistencia, dicha leyenda se haya mantenido, solo prueba hasta qué pun­to los preconceptos y el sectarismo dominan la mentalidad de ciertas personas, haciéndoles despreciar la consideración obje­tiva de los hechos, único método que a nuestro juicio debe ins­pirar la táctica de los verdaderos revolucionarios.

De lodos modos, es evidente que la semana de mayo seña­la el fin de un periodo en la lucha española. El del predominio obrero en la vida política de Cataluña, el de la iniciativa popu­lar y de la consiguiente "euforia". A partir de entonces co­mienza la expansión burocrática, el ataque sistemático a las colectividades y a las demás expresiones de las conquistas del proletariado. La atmósfera se hará cada ver. más cargada, más llena de rencor y de desconfianza. Una lucha sorda se produce desde entonces entre las fuerzas proletarias encarnadas en el movimiento libertario y que dan un aporte efectivo a la gue­rra contra • el fascismo y la organización burocrática montada por los stalinianos, que sólo persiguen su propia hegemonía. Fá­cil es comprender las fatales consecuencias que tal situación tu­vo para la continuación de la guerra.

El mensaje de

WALDO FRANKTI77ALD0 Frank es uno de esos escritores que es- •'» criben o hablan no simplemente para cumplir

con una tarea profesional, sino porque tienen algo sustancial que decir a sus semejantes, algo que ata­ñe a la profunda realidad de la vida contemporánea y que afecta a los problemas más vitales del mo­mento crucial que vivimos.

Es que Waldo Frank sabe ver, sabe sentir la rea­lidad y tiene, además, la valentía suficiente para ex- p r ^ a r sus conceptos sin ninguna deformación pro­fesional y también, sin la deformación que suele im­poner el prejuicio partidista. Es así que pudo apre­ciar como pocos intelectuales el grandioso valor que representó la lucha creadora del pueblo español fren­te a la invasión totalitaria y es, quizás, el único de renombre universal que aún recuerda públicamente la tragedia española y el terrible error en que incu­rrieron los pueblos del mundo al abandonar a ese pueblo heroico.

E n su primera conferencia dada en Buenos Aires — que estuvo a punto de ser prohibida— hizo un agudo diagnóstico de la tragedia mundial. Aún den­tro de las limitaciones impuestas a su expresión por el arbitrio gubernamental y dentro del carácter nece­sariamente amplio y general de la disertación, mani­festó con toda claridad que la condena de los siste­mas políticos y económicos que han prevalecido hasta ahora, así como de ciertos movimientos, conceptos y organizaciones que han orientado — malamente— a las masas. Es — dijo— la condena del “hombre de dinero” , vale decir, del capitalismo como institución y como moralidad individual y colectiva. Y también la condena .de ‘‘las escuelas ortodoxas de revolución social, con su falso ‘‘hombre económico” y los falfeos valores burgueses, con los que intentaban destruir la burguesía”.

A l referirse al efecto revolucionario de la máqui­na en la sociedad, hizo la acertada observación de que ella lleva inevitablemente al colectivismo, pero quedaba por saber si ese colectivismo sería el de una “horda de esclavos” o el de una verdadera comuni­dad de hombres libres. Igualmente justa fué su cali­ficación de “estados contrarrevolucionarios” aplica­

da a los que constituyen el bloque totalitario, con lo que significa suscribir la concepción, que es también nuestra, del carácter ‘‘preventivamente contrarrevo­lucionario” del fascismo, sin que esto signifique, co­mo claramente se desprende del mismo juicio de Frank, que todos los que combaten ocasionalmente el totalitarismo sean por este solo hecho "elementos progresistas”.

E l modo de plantear el problema profundo que significa la verdadera lucha contra las fuerzas tota­litarias, como fenómeno político social y como oscu­ro estado de conciencia de quienes “sentían el ansia del retorno a las tinieblas” y de la "falsa simplifica­ción” , así como el agudo análisis de los factores ge­nerales que han determinado el estado de cosas ac­tual, eá ciertamente poco frecuente en nuestro am­biente democrático, donde todo se reduce a una ba­nal condenación de nazifascismo y a una glorifica­ción más banal aun de las “grandes democracias”, soslayando en absoluto los grandes vicios y contra­dicciones que caracterizan el funcionamiento de las mismas, generadores en parte decisiva del mal to­talitario.

No sabemos hasta qué punto la gran masa de oyentes de Frank, entre los cuales había una gran cantidad de esos demócratas simplistas, sabrá com­prender y asimilar el mensaje de Frank en ese senti­do. Pero de todos modos es muy oportuno que al­guien, cuyas palabras tienen un vasto sentido, haya puesto el dedo en la llaga, proclamando verdades que si bien fueran enunciadas ya, es necesario repertir- las y agitarlas incesantemente en todos los tonos y en en todas las circunstancias posibles, a fin de que las comprendan incluso aquellos a quienes el prejuicio y la estrechez mental dificultan el entendimiento de las realidades grandes y elementales.

Esperamos escuchar de Waldo Frank los concep­tos positivos que puede ofrecernos en cuanto a la bús­queda de solución a los problemas actuales. Sabemos que en ese orden de cosas, sólo cabe, honestamente, apuntar líneas muy generales.. Pero cuando se sabe penetrar profundamente la realidad y hablar since­ramente, siempre cabe señalar orientaciones justas.

HA MUERTO FEDERICO URALES PROPULSOR DEL MOVIMIENTO

LIBERTARIO ESPAÑOLHace poco recibimos la noticia de que

habia fallecido, a mediado de marzo, en una pequeña localidad del sur de Fran­cia, el veterano camarada Federico Urales (Juan Montseny), figura característica y casi legendaria dentro del movimiento anarquista español, del cual fué uno de los más brillantes propulsores, en la épo­ca inicial, anterior a la estructuración orgánica de dicho movimiento.

Sin duda, la contribución m ás‘ eficaz y meritoria de Federico Urales a la di­fusión de los principios libertarios entre el pueblo de la península, se realizó a tra­vés de las valiosas publicaciones de "La Revista Blanca", tanto como revista lite­raria y sociológica que reflejó el pensa­miento de los grandes teóricos anarquis­tas, como por los volúmenes publicados por la correspondiente editorial, y que dió a conocer al público de habla espa­ñola a una cantidad de escritorios y en­sayistas, cuyas obras fueron esenciales pa­ra la formación de una sólida cultura so­cial. Por lo demás Federico Urales fué un m ilitante completo y múltiple. Sus li­

bros, sus periódicos, sus ensayos literarios y de divulgación popular, trasuntan una acendrada pasión proselitísta y se hallan animados a menudo por un gran vigor po­lémico. Al margen de los errores o acier­tos que haya tenido Federico Urales a través de su larga y batalladora vida de escritor, de propagandista, de exponente de una determinada modalidad libertaria, es indudable que fué uno de los. hombres que más han logrado difundir sus ideas en vastas capas populares, llegando a ro­dearse de una verdadera aureola de admi­ración y de gratitud con que sus sencillos lectores le retribuían la enseñanza o el esparcimiento que les habia ofrecido a través de sus diversas publicaciones. Por otra parte, es evidente que Federico Ura­les tuvo que pagar tributo a lu época y al ambiente en que se formara su vigo­rosa personalidad y asi se explica que predominara en ella siempre, hasta el fi­nal, la nota romántica y el idealismo abs­tracto, con su colorido especial que mar­caba cierto contraste con la nueva época de organización y realizaciones positivas

que han caracterizado al actual movi­miento libertario español.

Las circunstancias han querido que los últimos años del gran luchador fueran de suprema amargura. Obligado, como otros centenares de miles de hombres y muje­res a abandonar su tierra natal, ante la bárbara invasión, sintió el dolor de perder en el camino del exilio a la compañera de su vida, Soledad Gustavo. Las penu­rias del destierro, en un ambiente cada vez más enrarecido y hostil; la amenaza de etradiciónx que pasaba sobre su hija. Federica Montseny y las demás dolorosas circunstancias de la derrota han agobia­do los últimos momentos de su naturale­za, jovial y optimista, no obstante sus

La desaparición de Federico Urales, a pesar de producirse a la avanzada edad de 73 años, llevará una sensación doloro- sa en amplios sectores populares, dentro y fuera de España, sntre los millares de lectores que se sintieron conmovidos e impresionados por su palabra amena y convincente.

www.federacionlibertaria.org

Page 3: Acción Libertaria, Nº 55. Mayo 1942-Fla

I N l i R I C H A R G E N T I N A V I V I M O S LA PAZ F I C T I C I A OHE B E N E F I C I A

A LA C A S T A PRO N A Z I GOBERNANTE

NO SE GOZA DE LA PAZ NI EN EPOCAS DE PAZ HACIA EL NAZISMO

LA “NEUTRALIDAD" OFICIAL, MASCARA DE SIMPATIA

ES un concepto ya generalmente reconocido hasta por los más ingenuos optimistas, que el periodo

transcurrido entre la anterior guerra mundial y la ac­tual, no fué un periodo de paz, es decir, de tranquili­dad internacional, sino que significó tan sólo un pre­cario armisticio, una preparatoria de la más terrible y devastadora matanza que afecta ahora a todo el planeta y cuyo término es muy difícil de vislumbrar.

o.gno característico de tal periodo de preparación es el creciente armamentismo, la consiguiente

lUJui'irotia fiscal que estruja a los productores, el fo­mento de los odios nacionales, el auge del estatismo y itt concentración de poderes, precursora de las si­tuaciones de "emergencia" que se convierten cada dia mus en normalidad, propias del estado de guerra.

oemejante estado de cosas, donde prácticamente las pi.uapaies actividades colectivas son supeditadas a la preparación de la guerra, no puede calificarse de nin­gún modo, como un estado de paz. Sólo podría ha­blarse ue paz, de una paz real y electiva, alli donde toaos los esiuferzos humanos, los estuerzos del traba­jo, »as investigaciones de la ciencia, las creaciones de ía técnica fueran destinados exclusivamente a fines constructivos, es decir, a acrecentar y generalizar el bienestar entre los hombx-es. A hacer la vida más bena, mas amplia y más segura, exenta de miseria y ae privaciones innecesarias. Alli donde la cooperación y la sociedad lueran las normas de la convivencia

social.i\aua de eso es posible bajo el reinado del privile-

giu capitalista ni de cualquier otra forma de pnvilegio que uividiera a la humanidad en clases antagónicas, en opresores y oprimidos. Precisamente observando el desarrollo y ios motivos profundos de las guerras ac­tuales, se comprueba siempre que uno de los factores mas decisivos en la determinación de las contiendas internacionales, es el de la conservación o la exten­sión de los privilegios de clase. Ks un hecho estable­cido que ames de la guerra de 19X4-18, la gran bur­guesía ue ios diversos países que despues tueron con­tendientes, miraban el crecimiento del militarismo y ei iomento de ios estúpidos odios nacionales, como los medios mas elicaces destinados a contrarrestar y soiocar el creciente movimiento obrero y social revo­lucionario internacional. La guerra resultaba asi, no solo una "fatalidad" en virtud de las rivalidades pro­pias de los distintos grupos capitalistas, sino tamoién poique todos ellos en conjunto necesitaoan hallar una vaivuia de escape al» descontento de la masa explotada y a sus demandas de justicia cada vez más exigentes y amenazadoras.

Por otra parte, aún dentro de cada pais, aún den­tro ue eso qüe se llama conjunción religiosa, la comu- muau nacional o la patria, consideradas hoy como le- Uuies sagrados, eL estado de guerra ha sido y es nor­ma permanente que inspira la mayor parte de las me- utuaa legislativas y guoernamentales. los grupos pri- Vi.cü>auos se hallan siempre en situación de defensa hfc.csiva y aun de pura y simple agresión, trente a la g.uii mayoría social condenada a una vida de duros i.aoajos y privaciones, con un goce mínimo del fruto ae sus estuerzos.

ae lia dicho, con justa razón, que el temor suele '"‘ser una de las principales fuentes de guerra. Un esta- - (i > jjuueroso, un-.grupo - capitalista preponderante in-

Urnuciunaimente, teme la expansión de otro estado o i»c ou'o grupo rival. Y la consecuencia suele ser la in- meuiata preparación de una guerra preventiva. De iguai mono, en el interior de cada pais las clases pri­vilegiadas temen constantemente, aun cuando dispon­gan ue todas las tuerzas represivas del estado, el mo­vimiento reivindicativo de los oprimidos. Y, por con­siguiente multiplican las medidas restrictivas, dan ca- ii^ vez mayores atribuciones a los organismos de tipo punciaf, se arman, en fin, con todas las armas que uciwii a su disposición, en vista ¡f prevenir o aplastar cualquier intento de real emancipación de las clases oprimidas.

De esc modo, se establece una íntima vinculación entre el estado de guerra social permanente — conse­cuencia de* la división de clases y el estado de gue­rra internacional que siempre es en el fondo una lu- cna por privilegios políticos y económicos sobre una escala internacional. Y és asi cómo la paz, la verda­dera, fecunda y creadora paz, constituye sólo una as­piración, una esperanza y nunca una realidad, bajo el régimen del privilegio capitalista que vivimos o ba­jo el régimen de cualquier otro privilegio.

Por no haber querido o no haber sido capaz de re­conocer esta verdad, ha resultado inoperante y aun nocivo el pacifismo tibio e incoloro, cuando no hipó­crita de los que pretendían mantener la paz sin al­terar el orden social vigente. 'De ningún modo fueron ni son amigos de la paz quienes ponen como cuestión previa el mantenimiento del actual orden capitalista y estatisla. Ese pacifismo sólo fue prácticamente una cortina de humo, lo que se llama, según la expresión consagrada, "una prima al agresor". Sus terribles con­secuencias las están pagando con sangre y sufrimiento infinitos, los pueblos de todo el mundo. Y la única

AUN cuando no ha habido hasta ahora un acto pre ciso de guerra entre Ion países latinoamericanós y

las fuerzas del eje, de hecho existe uva situación bé­lica y se han producido actos de hostilidad que afec­tan de un modo cada vez más directo a los pueblos de esta parle del continente.

Nos referimos a los hundimientos cada vez más fre­cuentes de barcos mercantes pertenecientes a distin­tos países americanos que no pueden considerarse co­mo beligerantes. Desde luego, sería excesivamente tn- genuo pretender oponer consideraciones jurídicas acer­ca de la beligerancia o la no beligerancia de las na­ciones afectadas, frente a la agresividad ilimitada de la guerra totalitaria. Desde qUe se han abolido prácti­camente todas las restricciones teóricas — que en la realidad no han regido nunca — a los desmanes pro­pios de la guerra, es ocioso y absurdo venir con ale­gatos sobre la ilegalidad de toles o cuales actos de agresión. La guerra actual ha borrado definitivamente todas lus convenciones y todas las fariñas de legali- Qid internacional. Se hunden los barcos, de cuulquiei nación que sea y con absoluto desprecio por las vícti­mas inocentes, porque consideran que asi se perjudica al bando enemigo. Tal es la moral de guerra totali­taria y justo es reconocer que en los actuales momen tos es ésta la única moral que rige.

De todo eso, solo cabe deducir esle hecho: la gue­rra es ya no solo un peligro sino unu realidad para toda América. Centenares de víctimas constituyen ya los trabajadores marítimos sacrificados y so« millo­nes los que sufren las consecuencias indirectas, en for ma de mayor privación y miseria. N i la neutralidad oficial ni ninguna otra farsa podrá ocultar n i dismi­nuir está trágica realidad.

SUFR IMOS EL HUNDIMIENTO DE BARCOS AMERICANOS EVIDENCIA

INFLUENCIA DE LA GUERRA DE

EL PELIGRO BELICO LA INDUSTRIA

SITUACION DEL PROLETARIADO

UNO de los efectos inmediatos de la guerra es el aumento de las penurias que vive el pro­

letariado, la agudización de la miseria de los pro­ductores en un pais que vive de la agricultura y de la ganadería de exportación. Las masas laboriosas no sólo sufren de manera directa la creciente cares­tía de la vida, que pone día a dia más lejos de su al­cance los artículos de primera necesidad. La crisis provocada en toda la economía mundial por el con­flicto bélico repercute con más fuerza en aquellos países que están atados al resto del mundo por una dependencia económica y financiera clásica en el sistema que divide a los Estados en potencias im­perialistas dominantes y en países vasallos, con in­mensos capitales extranjeros invertidos en su inte­rior y una sola válvula de escape para una enor­me producción agropecuaria: los mercados del ex­terior.

E l engranaje de la economía sufre trastornos enormes y es el proletariado el que soporta el peso máximo de tal desbarajuste en sus magros recur­sos, en la fuente misma donde a cambio* 'dtr s u es­fuerzo recibe la paga del salario. El trabajo mer­ma en importantes sectores y la clase patronal espe­cula con las circunstancias en su propio beneficio, teniendo a su favor un hecho lamentable que priva de medios defensivos a la clase obrera: el estado calamitoso del movimiento sindical, la inexistencia de una poderosa fuerza combativa que encare con visión y recursos propios los gravísimos problemas de la hora actual.

Como consecuencia de la polarización del es­fuerzo en torno a la producción bélica, se produce un proceso que separa a los trabajadores en das sectores: por una parte desaparecen o disminuyen ciertas formas de producción, dejando en la calle a hombres do diversas profesiones: por otra, en aquellas Industrias que intensifican al máximo su rendimiento porque tienen relación con las nece­sidades de países en guerra, se nota un transitorio aumento de la mano de obra. Como es mínima la posibilidad Industrial de este último tipo en nues­tro pais. la crisis golpea cada día con más crudeza a los productores, siendo particularmente intensa en el campo, donde las condiciones miserables de los trabajadores agrícolas y de los pequeños propie­tarios y arrendatarios llegan a extremos angustio­sos. . . Los obreros y campesinos argentinos saben que'para ellos no existe, en el orden económico, una situación de paz.

compensación que cabe esperar, la única que puede corresponder a la magnitud del terrible sacrificio es que, al final de esta tremenda lucha los pueblos lo­gren imponer la verdadera paz, suprimiendo no sólo a los grandes agresores internacionales, sino también eliminando la existencia de los privilegios de clase, fuente permanente de todas las guerras.

aparentemente, gozamos las

delicias de la pos. De la más

pacifica tranquilidad. .Yo suenan

para nosotros las sirenas de

alarma. No son bombardeadas

nuestras ciudades, ni muertos

nuestros deudos más queridos.

.Yo existe siquiera la ametiaza

inminente dehcstallido bélico.

Pero la guerra está ' sobre

nosotros; Pn todas partes, de to­

das for ¡ñas.

Sufrimos sus consecuencias,

fin el orden moral. En el econó­

mico. En su repercusión en to­

das las. esferas del trabajo. V

también en la mayor falta de li­

bertades, restringidas cada vez

más, con el pretexto de la "si­

tuación internacional”.

Esta "paz" que gozamos, es

la más falsa, la más absurda de

las ficciqtjcs» Es paz y libertad

para los fascistas; guerra y per­

secución a todas las corrientes

de libertad.

El armamentismo y la retención de

dos clasesAl amparo de la confusión produ­

cida en muchos espíritus por la vo­rágine de los acontecimientos mun­diales y también al de la .prohibi­ción de referirse públicamente con claridad sobre ciertos problemas; se cumplen desde las esferas oficiales ciertas maniobras, con objetivos en- uramente subalternos, que en otras circunstancias hubieran provocado una oleada de oposición y de pro­testas y que ahora se producen no solo dentro de ia más absoluta tran­quilidad. siiio aúñ con ¡a aprobación tácita o expresa de los llamados partidos de oposición.

Una de ellas es la realizada con las crecientes inversiones armamen- tilas y la retención de dos clases bu jo banderas. Ambas medidas se­llan tomado apelando al justificativo de la situación internacional y pre­textando necesidades de defensa na­cional y de seguridad continental. Ei grán público, convenientemente pre­parado por una propaganda alarmis­ta que soslaya lo esencial en lo re- J.erente a la defensa contra el fas­cismo, que es la lucha interna con­tra los elementos totalitarios, en­cuentra justificado todo eso, sin ad­vertir siquiera la contradicción en­tre tales preparativos militares y el mantenimiento de una llamada es­tricta neutralidad, que llega a los extremos de una verdadera protec­ción a las maniobras totalitarias.

¿Para qué y contra quién se ha­cen esas inversiones armamentistas que pesan sobre la economía nacio­nal ? ¿ Para qué la concentración en los cuarteles de millares de jóvenes, mal nutridos y mal alojados? Nos­otros no vamos a incurrir en el alar­mismo demagógico de afismar que detrás de eso hay preparativos de guerra. Nadie podría señalar con cierta lógica contra quién podrían ser tales preparativos. En cambio, resulta muchó más lógico y ajusta-

I A oligarquía que monopoliza el gobierno de este j país hace gala y propugunda oslentosa de su “fir­

me política de neutralidad” frente al conflicto gue­rrero que incluye de hecho (tí continente americano. Pese a todos los acuerdos solemnemente proclamudos en las conferencias de La Habana y de Rio de Ja ­neiro, pese a las reiteradas provocaciones totalitarias y al hecho evidente de la actividad de los agentes na­zis en el pais, convertidos en trampolín ideal ¡Hira ellos, en sus maniobras continentales, el gobierno de Castillo se mantiene aferrado a esa " estricta neutralidad1’ que hace un año reclamaba con insistencia el coro de sta- Unianos y fascistas y que hoy solo exigen éstos.

¿Qué significa en la práctica esta neutralidad, con­vertida incluso en tópico de propaganda electoralt Sencillamente como una máscara de protección al fas cismo, una ayuda eficaz a sus peligrosus maniobras, un espejismo para atrapar incautos. Si hubiera nece­sidad de pruebas que lo demuestren, además de las que constituyen una convicción general, bastaría ob­servar cómo los nazis criollos, parapetados tras orga­nismos de protección popular, agitan la consigna de la neutralidad, como punto esencial de salvación pú­blica. Y si esto aún no fu A a suficiente tenemos ahí otro hecho concluyeme: el empeño 'que pone el gobier­no para impedir y sofocar todo lo que signifique ver­dadera propaganda antifascista.

Invocando la neutralidad y el estado de stfio — que también se decretó para reforzar dicha neutralidad— se impidió a los oradores obreros en los actos del l.o de muyo, atacar a l fascismo. La cosa es claia : n i con­tra el fuscismo nacional ni contra el fascismo extran­jero. No puede haber una neutralidad más estricta.

MISERIAS DEL CAMPESINADO

PARA tener una idea acabada de la absurda i.i- justicia que significa la actual ordenación eco­

nómica y social, en cuya virtud se esterilizan ri­quezas enormes o se las sustrae al consumo de los mismos que la producen, basta considerar la situa­ción del campo argentino, de esta enorme extensión de tierra fértil que podría ser virtualmente el gra­nero de América y que ofrece actualmente una de­solada impresión de miseria y de abandono.

Ya hemos señalado el hecho económicamente re­gresivo que significa el desalojo de grandes contin­gentes de agricultores que no pueden satltisfacer las altas cuotas de arrendamiento, para crear ha­cienda alli donde hasta hace poco la tierra era ro­turada y sembrada. Los terratenientes y ganade­ros. que se enriquecen fabulosamente al amparo de la actual situación, se cuidan muy poco de la suerte que deben arrostrar los campesinos desalo­jados obligados ,a deambular buscando en vano un lugar donde poder aplicar sus energías al trabajo productivo. Y tampoco el gobierno, con todos sus

-prctendidas-medidas-de proteeeión-y-sus innumera­bles "juntas reguladoras” ofrece ninguna solución efectiva a esos productores despojados de la posibi­lidad de producir y de sustentarse con dignidad.

La desvalorización de los productes agrícolas, que no obstante no se hallan a fácil alcance para la población laboriosa de las ciudades, no es motivo suficiente para explicar esa cruda miseria impuesta a íos trabajadores del campo argentino. Y la mejor prueba de que ella es artificial e injustificada, aún dentro del actual estado de cosas, es que mientras la gran mayoria de los campesinos se ha empobre­cido hasta el mayor extremo, hay un núcleo, el eterno núcleo de aprovechadores, que hace en estos momentos pingües negocios a costa, precisamente. Je la depauperada población campesina.

Ante la impotencia del campesinado por poner un paliativo a la situación, por falta de una orga­nización que realmente defiendh sus intereses y -in­te la incapacidad gubernamental de buscarle un ali­vio, sacan provecho los demagogos reaccionarios que tratan de canalizar hacia sus turbias empresas el descontento de los hombres de nuestro agro, agre­gando una plaga más a las que sufren esos pro­ductores. Urge, pues, llevar al campo métodos y principios de verdadera organización defensiva, ca­paz de imponer un freno a la codicia de terrate­nientes y especuladores, evitando que lodo el peso de la crisis actual recaiga sobre los creadores de la riqueza nacional.

do a la realidad afirmar que la casta militar argentina, puntal de la oligarquía, ha encontrado en dichos apres­tos una magnifica oportunidad para acrecentar su in­fluencia y disponer más o menos discrecionalmente, de Una buena partida de millones. La tragedia de la gue­rra sirve para muchas cosas, incluso para hacer bue­nos negocios a costa de la miseria de un pueblo

LOS países que poseen industrias bien desarrolladas e intervienen en la guerra actual han adaptado

a toda marcha todos sus zecursos a las exigencias del momento. No existe en ellos otra preocupación que acrecentar la producción de elementos bélicos, de má­quinas de todo género, de instrumentos do combate y de producid indispensables para los planes gigan­tescos que reqtffere la guerra total hecha en base al dominio de los medios motorizados en tierra, mar y aire. La transformación alcanza a todas las industrias,, porque de todas se puede sacar algo para la guerra. Los obreros especializados en determinados oficios son rápidamente instruidos en los nuevos sistemas de tra­bajo y la producción en serie, que requiero una per­fecta ordenación de los movimientos de elaboración y una subdivisión extrema de las tareas casi automá­ticas de los hombres y mujeres de las grandes fábri­cas, favorece ese viraje que pone prácticamente a to­do el proletariado en pie de guerra en el terreno in­dustrial.

En tales casos —Norteamérica nos ofrece un ejem­plo elocuente—, sólo se trata de realizar cambios en Dase a una poderosa industria existente, a materias primas, máquinas y herramientas que existen en abun­dancia y contando con el impulso de las propias in­dustrias de guerra que funcionan en tiempos dé paz. Inmensas masas de productores trabajan dos y tres turnos para cumplir ios planes fantásticos que abas­tecen a las fuerzas combatientes.

Pero un fenómeno muy distinto se opera en los paí­ses como la Argentina, que sin estar en guerra, sin participar en ia lucha armada, carecen de industrias propias, de elementos de producción capaces de ser adaptados a las nuevas circunstancias, a la situación que plantea la absorción de materias primas, máqui­nas, medios de transporte, etc., por parte de los paí­ses desde los cuales la ola de importación traía, en tiempos normales, cuanto era imprescindible. Toda su economía vive pendiente, oscila al compás del con­flicto, y los vaivenes de un acontecimiento al que teóricamente es ajena, le imprimen su sello, determi­nan estados de emergencia, provocan una crisis en to­dos los órdenes de la vida.

Las industrias, cuyo grado de desarrollo entre nos­otros es bien limitado, sienten de inmediato, o a pla­zo corto, los efectos de la falta de materias primas, de su encarecimiento galopante. Quedan afectadas to­das las empresas, totíos los sprlnrps. inrlnclrinloc auo necesitan ei combustible importado, el hierro impor­tado, las máquinas y herramientas, los materiales que en centenares de especies se recibían del extranjero. La más cruel inceriidumbre invade al mundo casti­gado por esta crisis industrial. Las soluciones de emer­gencia que se improvisan, no pueden equilibrar un mecanismo trastocado por conmoción tan profunda.

Solamente siguen su curso y adquieren mayor rit­mo de producción las industrias que favorecen de al­gún modo la política de guerra de los países belige­rantes ligados al nuestro y la otra política prebélica del propio Estado argentino. Y como su vida depende <le lo que venden quienes pueden hacerlo, de quienes pueden venir con sus barcos de guerra y mercantes a los puertos argentinos, también esa zona de las in­dustrias, favorecida circunstancialmente está encade­nada a la trayectoria que siguen los Estados pro-, tcct ores.

Paralelamente a la paralización do grandes sectores del trabajo, ante la realidad amenazante de una crisis total, surgen las iniciativas que los altos intereses de las castas ganadeías y terratenientes que dominan la política argentina no permitieron nacer ni prosperar antes de esta hora dramática que agita al mundo. Se improvisa asi una marina mercante nacional, se aus­pician grandes planes de extracción de riquezas mine­rales existentes en el pais, se habla y promete mucho alrrededor de la instalación de altos hornos, de Tábrl- cas que sup.i.án ciertos productos y máquinas que ya no se pueden importar. Los estadistas descubren re­cién ahora que existe carbón, hierro, cobre, petróleo, manganeso, etc., etc., en la propia tierra y pretenden calmar la creciente intranquilidad pública con proyec­tos fantásticos de industrialización integral.

Lo cierto es que las "salidas de emergencia" que se descubren, responden a "situaciones de emergencia", y que lo que se logre construir, lo que actualmente se levanta y planifica, puede venirse abajo al soplo de los mismos intereses en juego que trabaron la factible industrialización del pais, que si no puede alcanzar los limites extremos que le asignan los que ya hablan de "bastarse a si mismos", pudo y puede romper mu­chos lazos de sujeción económica y preparar la única soluciófi capaz de independizar al pais de tutelas im­perialistas: la coordinación económica, la unidad eco­nómica de América.

Si las enseñanzas del presente estado de cosas han de servir al puebló, si han de inspirar a los producto­res, Si han de dejar una huella más profunda que la sangrienta de la guerra misma, preciso será que los mismos productores, los obreros y los técnicos, se pre­paren para realizar todos los cambios económicos ne­cesarios para satisfacer las necesidades del pueblo por encima de los intereses que lo Impidieron hasta hoy y que se jugaran enteros para evitarlo mañana.

★ ★ ★ P L E B I S C I T O D É L A P A Z

Para captar algunas simpatías, de las que se halía francamente nece­sitado Castillo, ha hecho que le or­ganicen un llamado "plebiscito de la paz".

Durante la campaña elcctoval úl­tima, la propaganda oficial fué en­carada desde un punto de vista sen­timental, insistiendo en la política de neutralidad del vicepresidente en ejercicio. ¡Hasta se liegó a ubicar en 'un mismo affiche a Irigoyen y a Castillo, con el lema: "Una misma política internacional".

Fracasó la campaña, pero se reite­ra el estribillo. El plebiscito de la 1 paz fué firmado por casi todos los fascistas, por las damas de benefi­cencia, por Esteban. Piacenza. usur­pando el nombre de los agricultores, per los obispos y arzobispos, hasta por monseñor Chimento, por todos ellos!... menos por el pueblo: que brilla por su ausencia.

Nuestro Deber: Aniquilar al Fascismop A K A que el reinado de la paz. s *- una ficción diplomática o una

i un hecho y no t diplomática o una tregua entre dos

guerras, se requiere, como decimos en otro lugar, de esta página, la destrucción de los privilegios en la sociedad, causa esencial de todos los conflictos y las sangrientas luchas de predominio entre pue­blos y clases dominantes. Y para que ello sea posi­ble, para que pueda plantearse la gran cuestión de un nuevo orden justiciero en el mundo, es indispen­sable, como cuestión previa esencialísima, el aplas­tamiento total del fascismo.

E l fascismo no significa sólo la coalición militar de las llamadas potencias del Eje, ni la derrota de­cisiva que hay que infligirle ha de ser puramente militar. El fascismo, es decir, el absolutismo de E s­tado, la concentración monstruosa del poder polí­tico y económico, la crueldad la barbarie como normas políticas dominantes, la intromisión poli­cíaca en todas las manifestaciones de la vida indi­vidual y colectiva, e§ el peligro inmediato o latente que sojuzga, a unos pueblos y amenaza a otros; es el virus difundido hoy en todo el mundo, penetrado en las más jactanciosas democracias e infiltrado en los propios partidos que, pretenden combatirlo, aceptando las más graves restricciones a la liber­tad del pueblo.

He ahí el gran enemigo que es preciso combatir en todas partes y con todas las armas. No debe im­

presionarnos el hecho de que agiten el mismo lema y lo conviertan en consigna, tendencias y partidos contaminados del mal totalitario. Por encima de ellos y a pesar de ellos confiamos en las sanas fuer­zas obreras y populares, en los millones de hom­bres y mujeres que aún no han perdido su dignidad ni su capacidad de reacción ante el ultraje, en el instinto vital que convierte en ciertos momentos en combatientes y en héroes a los seres más pacíficos o inofensivos. Una prédica adormecedora, una polí­tica cobarde y suicida, habían aletargado o desvia­do ese instinto vital y es por ello que los pueblos han ido cayendo mansamente bajo los zarpazos de

la bestia totalitaria. Pero la propia magnitud del peligro, la evidencia de que está en juego, no ya determinado régimen político, sino el propio porve­nir de la especie humana, ha hecho y hará desper­tar cada vez más a las sanas fuerzas populares, po­niendo en acción las formidables energías latentes, las reservas vitales que en todos los momentos crí­ticos de la historia, han ¡remitido a los pueblos su­perar a las fuerzas ciegas que les traían la des­trucción.

Nosotros, consecuentes con «nuestra permanen­te e irreductible posición anti-autoritaria, nos si­tuamos en primera fila, en esta lucha vital de los pueblos por el aniquilamiento del fascismo, como

primer paso hacia nuevas y más dignas formas de vida colectiva. Y lo hacemos con la plena convic­ción de que este grande e indispensable objetivo in­mediato sólo podrá ser alcanzado con el mínimum de sacrificio posible, en la medida en que las masas populares, directamente afectadas por el flagelo, tengan plena conciencia de la magnitud del peligro que las amenaza.

A l expresar nuestra fe en las fuerzas aún no empleadas del pueblo en esta lucha defensiva, se­ñalamos al mismo tiempo la necesidad de descon­fiar, de estar en guardia constante frente a todas las medidas políticas y gubernamentales que tien­den a restringir la acción popular y a sustituirla por arbitrios del poder. Constituye ese método una de las formas perniciosas de adormecer y desviar la energía poptdar a que nos hemos referido más arriba. En esta actitud clara y precisa, se distingue fundamentalmente nuestro antifascismo del que enarbolan en esta hora trágica y soníbría, los se­cuaces de los partidos tradicionales, exponentes de una democracia en decadencia. Sin temor a .coinci­dir con nadie en la acción, cuando sea menester para el logro de nuestros objetivos de libertad,

. afirmamos resueltamente esa diferencia sustan­cial que caracteriza la posición de vanguardia que ocupamos los libertarios en la lucha a muerte con­tra el totalitarismo en todas sus formas.

★ ★ C H I L E Y

★LA

A R G E N T I N ASe produce la curiosa coinciden­

cia que los dos paises americanos aparentemente más democráticos, mantienen una idéntica y pronazi po­lítica internacional.

Que eso ocurra en la Argentina, con su tradición liberal, sus podero­sos partidos democráticos, es algo que habla muy poco en favor de nuestro pueblo, de su decisión, de su combatividad, de su gravitación en los asuntos que deciden su destino.

Pero más grave aún es el caso de .Chile, Acá gobiernan los conserva­dores; pero allá es el Frente Popu­lar. . .

Por algo ios nazis elogian tanto y agasajan a los cancilleres de ambos países. Y es que esa es la política que más conviene a los totalitarios, esta neutralidad supuesta y esta pa? ficticia que ofrecen nuestros "demo­cráticos" gobernantes.

La paz, la verdadera paz creadora y fecunda, tendrá que lograrse abatiendo el privilegio capitalista y creando las condiciones de _ _ _ _ _ _ _ _ _ justicia y libertad a que todos aspiramos. Ese debe ser el tratado post bélico que delte imponer el pueblo

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Page 4: Acción Libertaria, Nº 55. Mayo 1942-Fla

MIGUEL BAKUNIN Centros PobladosM IW .K L BAKUNIN, arque-

íipr. de revolucionario en el p«m*ar>ümito y fn la acción, precursor y animador a l mismo tiempo del moderno movimiento anarquista internacional, cons­tituye una de esas grandes figu­ras históricas en torno a las cuales se mueven grandes pa­siones, admirados hasta la ido­latría por algunos de sus con­temporáneos, estuvieran o no totalmente de acuerdo con sus ideas. Mortalmente odiados por otros, que llegaron a combatir­lo con las más viles y absurdas calumnias. Asi, un Ricardo Wagner y un Iván Turguenef se inspiraron en Bakunin para la creación de héroes en su ar­te respectivo. En cambio Marx y sus satélites no vacilaron en lanzar contra él la acusación más infamante de que se pue­de hacer objeto a un revolucio­nario: la (le espía gubernamen­tal. Calumnia que a pesar de haber sido prontamente devela­da como tal, fué repetida en di­versas oportunidades por los marxistas y se ha convertido en una mancha histórica precisa­mente para quienes la pusieron en circulación, envenenando el ambiente de las luchas ideoló­gicas entre las dos grandes es­cuelas del socialismo: la autori­taria, que llevaba el sello de Marx y la libertaria, personi­ficada en Bakunin.

Lo cierto es que este gigan­te de la acción y del pensamien­to revolucionario, desconcertaba y deslumbraba a muchos que actuaron junto a él o lo vieron actuar. En momentos en que el socialismo como movimiento re­volucionario internacional esta­ba en su iniciación y se lim i­taba a pequeños núcleos de in­telectuales y de obreros cultos, Bakunin poseído de una extra­ordinaria fiebre de acción, al­ternaba la preparación de mo­vimientos subversivos en distin­tos países con la elaboración de los conceptos teóricos en que apoyaba su acción. Incitaba y animaba a unos, polemizaba con otros, mantenía relaciones con centenares de revolucionarios, de escritores, de obreros, ami­gos o adversarios. Fué el solo, como • bserva Max Neilau, una internacional en acción.

GIGANTE DE LA A C C I O N Y DEL PENSAMIENTOEsa vida agitada, esa actua­

ción extraordinaria, múltiple y dinámica, han contribuido a dar una impresión un tanto confusa a su obra, carente de la estruc­turación orgánica que puede te­ner la que es elaborada en la tranquilidad ael gabinete y la silenciosa consulta de textos en las grandes bibliotecas.

Pero cuando se estudia a fon­do las obras escritas de Baku­nin, dentro de la objetividad de los hechos a que se refieren mu­chas de ellas; si se desglosan las observaciones profundas que contienen de ¡as contingencias del momento y se penetra asi en lo sustancial de su pensa­miento, encontramos en el mis­mo un vigor, una vitalidad, una apreciación tan certera que nos puede servir de guia incluso en las complejas circunstancias ac­tuales, con mucha inris eficacia que los doctos tratados que pre­tendieron dar una fórmula in­falible a l socialismo y que hoy sólo tienen un relaUvo valor académico.

Nosotros creemos sumamente necesario hoy volver a estudiar a Bakunin, para actualizar y aplicar mi pensamiento, para fi­nes prácticos de lucha. Para ello es preciso prescindir, en tanto sea ,¡osible, de cuanto ha­ya de legendario y por tanto de romántico y exagerado en tor­no a su figura de pensador so­cialista. La 'buena leyenda” suele ser tan perjudicial, desde el punto de v-ista del aprovecha­miento del pensamiento dé un precursor, como la Inula. Y la leyenda romántica que presenta a Bakunin como héroe de infini­tas conspiraciones, como irre­ductible luchador y extremista dentro de los movimientos re­volucionarios de su tiempo, sue­le subestimai o desconocer otros aspectos dé su múltiple

labor, tal como su participa­ción en diversos movimientos populares de reivindicación na­cional, su sentido táctico que le permitía colaborar con hom­bres y fracciones que sólo en parte compartían sus puntos de vista sociales, pero a través de los cuales podía Ilegal y llega­ba en efecto a lograr determi­nados objetivos de proselitismo revolucionario que de otro mo­do no habría alcanzado.

La vida y la obra de Baku­nin son demasiado vastos para que podamos sintetizarlos en al­gunas columnas de periódico. Para los tiñes de esta sección, destinada a examinar lo sustan­cial del pensamiento de nues­tros teóricos y maestros, nos proponemos trazar a grandes rasgos la semblanza del gran revolucionario, ocupándonos en este número c. la parte refern- te a su vida y actuación en to­da Europa y dejando para el número próximo la considera­ción de sus conceptos sobre los problemas políticos sociales de su tiempo, problemas que, a pe­sar del cambio exterior produ­cido fiit la socisdad desde enton­ces, siguen siendo sustancial­mente los mismos. N i enton­ces, n i ahora, ni en época a l­guna de la historia, existen ni han existiao fórmulas rígidas de solución, desde el puntq de vistu de la realidad compleja y cambiante. Lo que vale en ca­da situación particular de la lu- chu revolucionaria, no son pre­cisamente ¡as fórmulas teóricas acabadas, por muy justas que ellas pudieran ser en determi­nado momento de la historia. Lo que tiene verdadero valor es la capacidad táctica; la facili­dad de adaptar los métodos de acción a las condiciones de lu­gar y de tiempo, SIN CAER EN LA ADAPTACION OPORTU•

NISTA. Y, sobre todo, el irre­ductible espíritu combativo que halla un motivo de manifesta­ción práctico aún en los mo­mentos m á s desfavorables, cuando todo es aparente quie­tud, indiferencia o aplastamien­to.

Desde este punto de vista tie­ne para nosotros la enseñanza, el MENSAJE de Bakunin, un valor inapreciable. E l hombre en medio de una guerra impe­rialista y aprovechando las pro­pias alternativas de la misma < g u e r r a franco-prusiana.. de 1870) fijo los lincamientos de una posible revolución social puede darnos orientaciones, a través del tiempo y de contin­gencias distintas, dentro del caos de los acontecimientos ac­tuales, si somos capaces de asi­milar e interpretar debidamen­te las enseñanzas de su acción y de sus ideas luminosas. Nin­gún remedio más adecuado con­tra el anquilosamiento doctri­nario —peligro mortal para los movimientos revolucionarios— que esas ideas y esos hechos en que fué ton pródiga la vida dé Bakunin. 1' nadie fustigó de un modo más vigoroso e implacaple la rigidez y la pedantería doc­trinaria —personificadas, a su juicio en Marx— que el gran revolucionario ruso.

Por haber significado una ad­mirable síntesis. de ideas y de acciones revolucionarias. Por haber dado el ejemplo de una incesante, unim.adora y fecunda acción en el terreno de las lu­chas políticas y sociales. Por haber sabido supera> las más crueles persecuciones y las más viles calumnias, manteniendo inalterable su fe revolucionaria y su confianza en el porvenir. Por haber encarado ron espíri­tu realizador los mas diversos problemas de las luchas de su tiempo contra los eternos ma­les de la uutoridpd y el privi­legio, la figura de Bakunin ha de ser levantada hóy como afir­mación, como ejemplo y estimu-

Jo para io'Jos aquellos que si­guen o quieren según La misma línea de acción libertadora, no sólo en la abstracción de los conceptos inmutables, sino en las duras condiciones de la rea­lidad cotidiana.

NO es nuevo el hecho de que en nuestras grandes ciudades el

contraste entre las zonas céntricas, las más ricas, y las zonas suburba­nas, que son miserablemente tris­tes, se nota con mayor fuerza que en las poblaciones de poca impor­tancia, cuyo desnivel económico- social es menos pronunciado. Se trata de un problema que está ine­vitablemente encadenado a la es­tructura social vigente, cuya esen­cia es la desigualdad económica. En todas las épocas han existido intentos para amenguar el mal. por parte de politicos "humanitaristas", por lo general sinceramente inspi­rados.

En las actuales circunstancias, el problema se ha agravado hasta lle­gar a un punto culminante. La des­ocupación, aumentada por la falta de actividad de Jos puertos e indus­trias en las principales ciudades del pais, ha agregado numerosas fami­lias a la ya crecida cantidad de habitantes de los miserables ran­chos, cuya única virtud consiste en eslar ubicados en terrenos 'cedi­dos” gratuitamente por las autori­dades municipales. Estos hombres y mujeres del pueblos, Condenados a no trabajar, deben buscar el sus­tento recurriendo a la mendicidad, y en muchos qasos a la prostitu-

Casos similares al de Puerto Nuevo de la Capital Federal, se producen en todas nuestras ciuda-

des importantes. Los gobernantes sólo ven la vergüenza de estos "fo­cos de infección social" en cuanto alteran la placidez del paisaje edi- licio, en cuanto afean la población y auyentan a los turistas. Y no só­lo son incapaces de colocar, aun­que más no fuera, parches que me­joraran esta situación, sino que obran con ensañamiento brutal desalojando sistemáticamente a los indefensos habitantes de los ran­chos, hasta confinarlos en .terrenos que ni siquiera sirven para el pas­toreo de los animales. Tai es lo que sucede ahora en la ciudad de Santa Fe, capital de una de nues­tras provincias más productivas. A raíz de haberse resuelto la amplia­ción de los cuarteles del ejército, que ocupa una extensa zona subur­bana, los “ranchos" se están levan­tando en un terreno completamen­te .inapto, lleno de charcos y que se inunda en cuanto crece unos centímetros el Rio Salado. Los dia­rios de esa ciudad han protestado ante tamaña actitud, criticando la falta de aptitudes de los ediles res­ponsables.

Lo que no deben olvidar quie­nes reclaman medidas más huma­nas, es que no es con parches que se solucionará el problema, que es un problema de fondo, inherente al sistema capitalista y que sólo des­aparecerá cuando desaparezcan los "desniveles forzosos" del absurdo régimen actual.

V a,

NACIO Miguel Bakunm en 1814, de una familia de la vieja "nobleza rusa, en

un puéblo de la gobernación de Tver.Como todos los jóvenes de su clase, fué

dedicado a la carrera militar, ingresando a la escuela de artillería de Petersburgo. a la Edad de quince años. A los 18 años fué in- coporado a un regimiento radicado en el departamento de Minsk Tuvo lugar enton­ces la terrible represión de la sublevación nacionalista polaca contra la dominación za­rista y el joven Bakunin fué terriblemente impresionado por los actos de barbarie de ssa represión, haciendo germinar en su es­píritu el primer repudio contra el despotis­mo. Su consecuencia inmediata fué el aban­dono de la carrera militar.

En 1.834 reside en Moscú, donde se dedi­ca can ardor al estudio de la filosofía. Du­ran: c varios años profundiza en el conoci­miento de esta disciplina, en una afanosa ".-úsqueda de la verdad '. Influenciado por las doctrinas de Hegel, se siente uno de sun d..-«ipulos, pero ai cabo se rebela contra lo si' tancial de la teoría hegeliana, según la cual todo lo que existe es racional y que po:1 tanto ¡ustifica cualquier injusticia por el solo hc-i- de existir.

E.i 1; i) Bakunin se traslada a Berlín pa­ra conr.-'ar tus estudios y dos años des­pués se m ida en la lucha revolucionaria y comienza a trazar su propio camino ideo­lógico.

En 1842 actúa ya en Dresde junto con Arnold Ruge, editor del liberal "Anuario Alemán". Desde ese momento comienza el periodo de luchas y de persecuciones que fué toda su vida de militante. Obligado a abandonar aquella ciudad, se traslada a Sui­za, donde entra en relación con un grupo de revolucionarios alemanes exilados. Per­seguido por la policía de la "hospitalaria república helvética" y amenazado con un pedido de extradición del gobierno ruso, Ba­kunin marcha a París, donde permanece de 1843 a 1847.

Relaciones con M arxEn la capital francesa, donde la influen­

cia de Proudhon, le ayuda a madurar su pro­pio pensamiento entra, en relaciones con Jas personalidades revolucionarias más impor­tantes de Europa, entre ellos con Marx y Engels, contra cuya concepción autoritaria del socialismo y su táctica centralista hubo de combatir toda su vida. No obstante, ja­más empleó contra ellos las armas innobies qUe Marx usó contra su rival libertario. Por ei contrario, Bakunin hizo justicia a la per­sonalidad y al talento de Marx, - de alguna de cuyas ideas económicas llegó a participar.

E l siguiente párrafo caracteriza la opi­nión de Bakunin sobre Marx en esc período:

"Marx era mucho más avanzado que yo; hoy se. encuentra atrasado, incomparable­mente más atrás que yo; yo no sabia nada de economía política. No habia leído las abs­tracciones metafísicas y mi socialismo era completamente instintivo. E l era ya un ateo, un materialista preparado, un socialista bien considerado. Fué justamente por ese tiempo cuaqdo elaboraba los primeros fundamentos de ser presente sistema. Nosotros nos entre­vistamos bastantes veces, porque yo lo res­petaba mucho por su preparación apasiona­da. y su "ran elevación (siempre mezclada, no obstante, de vanidad personal) por la causq del proletariado, y yo buscaba ávida­mente su conversación, que era siempre ins­tructiva e 'nteligente cuando no era inspira­ría por un rencor, ntzquino, lo que, de-granadamente, le ocurría demasiadas ve- css. Pero no hubo nunca una intimidad fran­ca cn're nosotros. Nuestros temperamentos no lo oermitían. El me llamó un idealista sentimental, y tenia razón. Yo le llamé un hombre vanidoso, pérfido y picaro, y yo también tenia razón".

Agitación eslavaWn 847 s expulsado de Francia, a pedido

ti? 'a embajada rusa, que a fin de despres­tigiarle además, lanzó la insidiosa versión de que era un agente del gobierno ruso, des­pedido. Este es el origen de la calumnia aue

U N A V I D A

I NTENSA Y

FRUCTIFERAdespués hicieron circular los marxistas.

Permanece durante un año en Bruselas, sin dejar de mantener relaciones con Marx y con muchos otros socialistas y demócratas. E l año rojo de 1848, año de conatos revo­lucionarios en casi toda Europa, redobla su actividad de agitador. Actúa nuevamente en París, otra vez en Alemania y en Praga. Con­cibe la posibilidad de promover un gran mo­vimiento de los pueblos eslavos nacional­mente oprimidos, checos, eslovacos, polacos, croatas, etc., para destruir las tres grandes monarquías absolutas: Rusia, Austria y Pru- sía. Con ese fin redacta el manifiesto titu­lado "Llamamiento a los eslavos", por el cual Marx lo tildó de paneslavista, sin corA- prender o no queriendo comprender la in­tención social revolucionaria de Bakunin que en una modalidad característica de su tem­peramento y de su pensamiento táctico, tra­taba de canalizar los distintos movimientos de reivindicación popular, hacia fines de emancipación política y social.

La sublevación eslava no llegó a produ­cirse, si bien Bakunin obtuvo numerosos dis­cípulos a través de su actuación en ese am­biente. Entretanto, la reacción volvió a adue­ñarse de Europa. En 1849 se manifiesta en Dresde uno de los últimos estallidos revo­lucionarios. Bakunm está en el centro de la acción y dirige la lucha. Los insurgentes se habían apoderado de la ciudad y la mantu­vieron durante varios días, bajo el asedio de las tropas prusianas. Finalmente fueron ven­cidos. Bakunin fué apresado y Ricardo Wag- net, que con él había participado en la re­vuelta, logró escapar.

En las cárceles de (res países

Se inicia entonces para el gran revolucio­nario un terrible periodo c|e sufrimientos en distinta cárceles de otros” tantos países. Al principió los prusianos lo condenaron a muer­te ,pero al cabo de cinco meses se le con­mutó la pena y fué entregado al gobierno austríaco que lo reclamaba. Con un ensa­ñamiento especial fué nuevamente condena­do a muerte por -los austríacos y oij-a vez fuéle conmutada la pena por prisión per­petua. Durante varios años vivió cargado de cadenas. Luecn ?1 g n iv n o £at -ie-eosa

a su vez de torturar al rebelde irreductible, solicitó y obtuvo su extradición. Conoció la' horrores de la fortaleza-prisión de Pedro y Pablo, la Bastilla rusa y estuvo encerrado también en la Schlussclburg

Los largos años de encierro minaron su salud, pero su espíritu se mantuvo fírme e intacto La mayor preocupación que embar­gó a Bakunin en la prisión, según cuenta Ja ­mes Guillaúme. era la de perder su fortale­za espiritual y sentir aflojar su odio contra los opresores Felizmente no ocurrió eso. pues cuando al cabo de ca?i diez años de encierro, volvió al mundo de la acción, a su ambiente. •>us ideas y su voluntad eran más firme y vi­gorosas que nunca.

A consecuencia de empeñosas gestiones -ealizadas por sus familiares ante el zar. Ba- :unin fué deportado a Siberia donde disfru- taba de una relativa libertad, como tantos otros deportados políticos. La aprovechó pa ra fugarse en 1861, pudiendo llegar al Japón, después de una serie de aventuras azaro­sas. De ahí pasó a los Estados Unidos y luego u Londres.

Había soportado inauditos sufrimientos. 1*—- bia puesto en peligro su vida infinidad veces, habia dado la vuelta al mundo, pa reintegrarse a la lucha incesante contra opresión.

has lachas dentro de la Internacional

Su vuelta a Europa señala un periodo cul­minante de su actividad como agitador y co­mo teórico anarquista. Reside durante algu­nos años en Italia, donde fundó la "Alianza de Socialistas Revolucionarios", que se con­virtió después en la "Alianza Internacional de la Democracia Socialista", órgano por ex­celencia de proselitismo bakuninista. Su in­fluencia se habia extendido considerablemen­te, especialmente en Suiza y los países lati­nos, En 1869, Bakunin ingresó en la Asocia­ción Internacional de Trabajadores, llevando a ella el aporte de numerosos y dinámicos grupos de militantes de diversos países y el impetuoso espíritu libertario, que necesaria­mente hubo de chocar con la modalidad cen­tralista, autoritaria y cada vez más burocrá­tica se imponían en la Internacional Marx, Engels y sus secuaces.

Se produjo entonces la terrible lucha in­testina que terminó por dividir la Interna­cional en dos fracciones distintas y antagó­nicas. Esa lucha no se debió sólo al anta­gonismo personal entre Marx y Bakunin. tan opuestos entre si en mentalidad y tempera­mento. Fuera de los factores personales que indudablemente agriaron las relaciones in­ternas del movimiento, habia una gran cues­tión de fondo: la cuestión del Estado en la realización del socialismo, la que involucra­ba la de la táctica parlamentaria, la for­mación de los partidos obreros, etc.

Mientras Marx-y los suyos creían posible realizar el socialismo a través del Estado, de cuyo manejo pensaban adueñarse, ya sea por vias parlamentarias, ya por la violencia, Ba­kunin y sus discípulos denunciaban el Esta­do como órgano de opresión que debía ser destruido y reemplazado por la '“unión de las asociaciones libres, tanto agrícolas como industriales".

De esta divergencia fundamental e incon­ciliable dimanaron, naturalmente, una canti­dad de diferencias tácticas que debían seña­lar necesariamente dos movimientos distintos dentro del socialismo internacional. Lo la­mentable fué que las mezquinas intrigas per­sonales en que históricamente se señalaron como maestrps los discípulos de Marx, ha­yan interferido en la polémica de principios sobre cuyo contenido y sobre lo acertado o erróneo de las afirmaciones de cada parte, habrá de juzgar la experiencia histórica.

En el Congreso de Basilea, en 1869, fue­ron destacadas netamente ambas corrientes dentro de la Asociación, la autoritaria y la libertaría y en lo sucesivo, hasta el Congreso de 1872, en La Haya, donde la fracción ba­kuninista fué expulsada, la lucha interna fué constante y violenta. En cuanto a dicha ex­pulsión, quedó pérfidamente establecido Que se i iv y büt medio da una .seria, .de roanio-

La “Neutralidad” De Dos MinistrosLA manifestación que el lo. de mayo efectuó la Juventud Nacionalista,

puso en claro una situación que se ha querido hasta ahora mantener en un plano de confusión, al dar ocasión para que un alto personaje del gobierno nacional expusiera, en forma inequívoca, su pensamiento soli­dario con los manifestantes. Faltos en absoluto de apoyo por parte del pueblo, los fascistas criollos recurrieron al ministro de Relaciones Exte­riores para revestir a un acto con cierta resonancia. Claro está que lo hicieron con mucho tacto, preparando en todos los detalles la “espon­tánea" alocución del Canciller, a fin de no crearle dificultades de orden político. Supieron encontrar la fórmula: la defensa común de la neutra­lidad argentina ante la guerra mundial, acerca de la cual siempre han coinddido los partidarios abiertos del Eje totalitario con los simpati­zantes "democráticos" del mismo, que desarrollan sus actividades desde importantes puestos gubernamentales.

Ruiz Guifiazú fué aplaudido por los fascistas por su lucida actua­ción en la Conferencia de Rio. Ello hace suponer, con un poquito de ma­licia. que en la calurosa defensa del derecho de cada pais a mantenerse neutral —a la que el representante de Castillo confirió un carácter de­mocrático— jugó un papel importante el deseo de quitarle al totalita­rismo europeo un adversario, en la tremenda lucha en que éste está empeñado. Por otra parte, ¿cómo congeniará ahora Ruiz Guiñazú la posición de respeto y "apoyo democrático" a los aliados, después de ha­ber acompañado con firmeza desusada a la Marcha de la Neutralidad, de inspiración abiertamente totalitaria?

Ea también un Índice de la t_jmplicidad pro-fascista por parte de nuestros dirigentes la adhesión expresiva al mismo acto por el cónsul de Chile en nuestro pais, quien creyó ver en ese núcleo de gente impopu­lar a la genuina representación del pueblo argentino, y se sintió, al pare­cer, obligado a destacar la identidad de aspiraciones entre ambos paí­ses. Ni el pueblo argentino ni el pueblo chileno, de inspiraciones fran­camente antitotalitarias, pueden siquiera acercarse a la posición sosteni­da por dos gobernantes. Si algo los hermana, no es la simpatía hacia el fascismo, sino por el contrario, la identidad de aspiraciones libera­les y de independencia dentro del conjunto continental.

LOS DUEÑOS DE LA INDUSTRIA AZUCARERA, D IR IGEN T O D A LA POLITICA DEL NORTE ARGENTINOS

E ha producido recientemente la renuncia de un Interventor que ha puesto fin a su gestión con términos en forma un tanto desusada en

las impenetrables esferas de gobierno. El comisionado federal, que fué el doctor Nicolás González Iramain, además de denunciar las maniobras políticas que se hacían para perpetuar en el poder a los hombres más ineptos de Jujuy, pero pertenecientes al Partido Demócrata Nacional, puso el dedo en la llaga al hacer público el régimen de trabajo bárbaro e inhumano que rige en el Ingenio Ledesma, donde los obreros del Norte argentino, son aún los esclavos feudales de los señores que, como el ingeniero Herminio Arríela, propietario de ese establecimiento, recrea su vida en esta gran Buenos Aires y goza de todas las prerrogativas que le dan su condición de senador nacional, por grac:a de elecciones fraudu­lentas y, como consecuencia de haber acumulado muchos millones de pesos con la explotación más inicua y salvaje de los obreros.

La denuncia del interventor Iramain, aunque ya conocida, produjo una sensación extraordinaria y dió motivo a un polémica pública. En tsdos los ambientes se habló del miserable régimen que mantienen los negreros del ingenio Ledesma y también de los de “El Tabacal”, del que es beneficiario exclusivo — ¡qué casualidad!— otro senador de la patria, Patrón Costas. El periodismo no dejó de reconocer que la importancia y resonancia de este problema derivaba de la alta Investidura del denun­ciante y por provenir de un funcionario público. Es una forma muy clara de decir que éstos casi nunca dicen la verdad, con lo que estamos de

Sabemos ya, de hace mucho, que las provincias del Norte están go­bernadas por los ingenios y que éstos, a la vez, están gobernados por prominentes políticos del pais que ocupan puestos en los cuerpos legis­lativos. Y en otras ocasiones hemos hecho la pregunta que hoy repetimos al actualizarse el problema: ¿Cómo es posible esperar que las leyes protectoras del trabajo las hagan estos legisladores para castigarse a si mismos? Y esta otra: ¿Cómo es posible.esperar un régimen más humano para los obreros de la zafra, sí quienes tienen que legislar para sal­varlos de su miseria y de su esclavitud, son los propios interesados en que esa situación se prolongue para seguir amasando pesos.

El régimen democrático, el de los "representantes del pueblo", si­gue nutriéndose de oligarcas que dirigen —por su riqueza— partidos. Instituciones y gobiernos. Un ejemplo claro e indiscutible de ello es el de que la provincia de Jujuy tiene como presupuesto general de gastos anua­les tres millones y medio de pesos y uno solo de sus ingenios sobrepasa los diez millones anuales. No es raro, entonces, que la política jujeña se dirija desde el ingenio más Importante. El monopolio económico de los dueños de la zafra, les da también el monopolio político. Y eso ocurre no sólo en Jujuy, sino también en Salta y en Tucumán, donde los go­bernantes son elegidos como "representantes del pueblo” por los pro­pietarios de los ingenios, modernos señores feudales de esta libérrima Argentina.

,/"\ UIEN — pérfido y malintencionado— dijo ' S f que el gobierno argentino no colabora en

la política de cooperación continental?A su iniciativa, presentada en la reunión de

Panamá, se celebrará en esta capital, el 27 de mayo próximo, la Conferencia Interamericana sobre coordinación de medidas policiales y ju ­diciales. Y uno de los objetivos fundamentales de la misma es la creación de un registro ame­ricano de prontuarios policiales, especialmente para quienes se dediquen a actividades que loa gobernantes nazófilos consideran subversivas.

Para realizar esta parte — su contribución — al ideal de la unidad americana, el gobierno argentino está dispuesto incluso a abandonar definitivamente su alardeada tesis del "dere­cho de asilo”.

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ARGAS está terrible, como antinazi. Todos los días su Oficina de Propaganda expan­

de noticias de severísimas medidas adoptadas contra partidarios del eje. Pero ante la protes­ta alemana, sus diarios se encargaron de acla­rar, el 22 de abril, que “en la isla Das Flores”, los ciudadanos alemanes disfrutan de aire pu­ro, de buena alimentación, no se les obliga a ninguna clase de trabajo, y engordan”.

★ ☆ ★Q E ha discutido mucho, últimamente, la acti- ^ tud de la India y las consignas de Gandhi. En tanto, la prensa nos informa, el 24 de abril, que la policía de Bauru, San Pablo, Brasil, des­cubrió-un diario clandestino japonés, el que ex­hortaba a los nipones a ofrecer una .resistencia pasiva.

Lo que demuestra que, como táctica de lu­cha, todos los métodos son buenos, incluso los más pacíficos, si están respaldados en finalida­des belicosas.

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T TN hombre ingenuo lee la memoria de la Jun- ta Argentina de Aviación. Y se entera que

después de dos años de juntar dinero, apenas se lia logrado en concreto adquirir unos pocos aviones, que han sido exhibidos públicamente; que el plan para formar 5000 aviadores en la práctica se ha reducido a varios centenares; y que el propósito de cumplir todo el programa esbozado en tres años, se encuentra, a los dos, apenas iniciado.

E l hombre ingenuo se olvida de que son los aviones quienes deben volar, y exclama:

— ¡Cómo vuela el tiempo!'

YV /ALDO FRAN K dijo en su primera confe- ” reno'a nue “el hombre de dinero es un

monstruo”. La mayor parte de los que lo ro­dean en el escenario rehuyeron al espejo esa noche, de retomo en sus hogares.

r ) IO X II hizo nn llamamiento pani que se con

x clu^n “nna nn-r digna v justa”. Invoca a T,i'- dro y Pablo, a Sixto v Lorenzo, pero en defi­nitiva supere una oaz basada “en la actual d«- linescién de f"»*’vas. con su balance de venta ias y pérdidas” Es decir, que Hitler domine toda Enrona, los ianoijeses todo el Oriente, etcétera. El Pana reclama para el nazismo, en forma de nosesión definitiva, más de lo que piden e’ Führer, Goering y Goebels.

TCJTUBO recientemente amenazas recíprocas, A A entre los bandos beligerantes, de utilizar gases tóxicos.

La not’cia conmovió al mundo, insensibili­zado al máximo grado. Y hasta “La Prensa" manifestó su vehemente protesta el 14 de ma­yo, en estos términos:

¿Cómo? ¿Se van a abandonar los métodos actuales, “las únicas armas nobles v reconoci­das como tales ñor los pueblos civilizados nue aspiran a humanizar las contiendas bélicas"?

UN dirigente democrático preparaba un dis­curso sobre la energía de Churchill. Pero

leyó en I«s diarios, del 15 de mayo, las decla­raciones del señor Biegiebel, ministro de Tra­bajo dpi Reich. quien manifestó:

“El exceso de mano de obra será obligato­riamente trasladado a aquellas zonas donde fal­ten brazos. Los obreros extranjeros deben te­ner los mismos derechos v obligaciones que los nativos, y el problema del salario debe resol­verse. A ningún país se le permitirá resolver sus problemas obreros en forma independiente”.

El dirigente democrático pensó que la ener­gía sola, sin finalidad beneficiosa, es muy difí­cil de elogiar Pero siguió leyendo, en el mismo

telegrama:“Nadie tiene derechos, sino obligaciones. A

nadie se le permitirá referirse a sus derechos. Los jueces pueden ser renovados de sus cargos. ¿Por qué fué necesario dar al Fiilirer estos de­rechos? Porque el derecho no puede ser reem­plazado por el poder, se le otorgaron esas su­premas atribuciones al canciller Ilitler”.

El dirigente democrático busca nuevo tema para su discurso.

bras desleales, aprovechando, incluso, la im­posibilidad que tenia Bakunin de trasladarse a La Haya, en virtud de la persecución de que era objeto por parte de los gobiernos francés y alemán, para expulsar de la In­ternacional al gran revolucionario, en base a una acusación burda y calumniosa.

VItimas tentativas revolucionarias

La guerra franco-prusiana de 1870 señaló para Bakunin un nuevo motivo de intensa ac­tividad, de agitación y de tentativas revo­lucionarias. Juzgando peligroso para la li­bertad y el socialismo el triunfo del impe­rialismo prusiano y consciente de la descom­posición del Estado bonapartista francés, in­tentó provocar una vasta movilización del

pueblo de Francia, obreros y campesinos, pa­

ra expulsar a los invasores alemanes e ins­taurar un nuevo ftrden*politico y social. En su "carta a un francés", documento donde plantea la necesidad de una revuelta patrió­tica y revolucionaria, hace un profundo aná­lisis de la situación imperante y sus argu­mentos son por muchos conceptos aplicables a la actual sitüación de Francia. Trató de llevar a efecto grandiosa concepción, dando lugar a un principio de sublevación que se produjo en Lyón, pero fracasó por el aban­dono que sufrió Bakunin por parte de mu­chos que se habían comprometido a secun­darlo. Tuvo que huir a Suiza, con el profun­do dolor de no haberse podido aprovechar una situación que ofrecía tantas posibilidades revolucionarias.

E l fracaso de sus s»eños revolucionarios y el dolor producido por las luchas intestinas, no le impidieron continuar hasta los últimos

momentos de su vida, qué se extin­guió en 1876, trabajando ideológica y conspirativamente. en la gran pa­sión de su vida: la revolución. En

ese periodo final de su existencia

escribió los ensayos más enjundiosos y se esforzó por fundamentar sus

principios y i táct i la luz de

les acontecimientos contemporáneos.

En el próximo número de ACCION L1BERTARIA, expondremos una sín­

tesis del pensamiento de Miguel Ba­

kunin, .¿obre los problemas cardina

les de su doctrina,

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