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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD ESCUELA DE PSICOLOGÍA ASIGNATURA Salud y Cultura Física – Teoría DOCENTE Lic. Maria Laura Delgado Soriano TEMA Prevención de Ansiedad y Depresión ALUMNO Oswaldo Torres Patiño CICLO

Ansiedad y Depresión

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Trabajo de psicología sobre Ansiedad

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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA DE PSICOLOGÍA

ASIGNATURA

Salud y Cultura Física – Teoría

DOCENTE

Lic. Maria Laura Delgado Soriano

TEMA

Prevención de Ansiedad y Depresión

ALUMNO

Oswaldo Torres Patiño

CICLO

II

LIMA – PERÚ

2015

1. INTRODUCCIÓN:

Ansiedad y depresión son dos trastornos emocionales complejos, que implican

también problemas en pensamientos y conductas. Aunque son distintos, presentan

ciertas similitudes que pueden ocasionar confusión al intentar distinguirlos.

Pasaremos en primer lugar a ver en que son diferentes, para luego ver sus aspectos

comunes y acabar con una breve reflexión sobre el tema.

2. ANSIEDAD

2.1. DEFINICIÓN:

La ansiedad es un sistema de alerta que se activa en previsión de un peligro o

amenaza futuro. Se centra en la prevención respecto al futuro para que no se

produzcan ciertas consecuencias desagradables que se presuponen.

2.2. TIPOS DE TRASTORNOS DE ANSIEDAD:

Hay muchos tipos de trastornos de ansiedad, y cada cual tiene sus propios

síntomas y tratamientos. Aquí tienes una lista de algunos de ellos:

2.2.1. La ansiedad generalizada es una preocupación excesiva e incontrolable que no está relacionada con una cosa específica.

2.2.2. La ansiedad social o la fobia social se caracteriza por un miedo a situaciones sociales o públicas (por ejemplo, conocer a gente nueva) en las que una persona podría sentirse avergonzado. Las personas que sufren de ansiedad social suelen evitar las situaciones sociales.

2.2.3. La agorafobia es la ansiedad de estar en lugares o situaciones donde podría ser difícil o vergonzoso escapar si una persona sufre un ataque de pánico. Usualmente esas personas evitan ciertos lugares y situaciones.

2.2.4. La claustrofobia es el miedo a los espacios cerrados o muy reducidos. Las personas que sufren de claustrofobia pueden experimentar ataques de pánico o el temor de sufrir un ataque de pánico, en elevadores o trenes.

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2.2.5. El trastorno de pánico ocurre cuando tienes ataques de pánico con frecuencia. Algunas personas pueden desarrollar agorafobia a raíz de los ataques de pánico.

2.2.6. Las fobias específicas se caracterizan por un miedo intenso y permanente de objetos o situaciones concretas. Ver el objeto que te provoca miedo puede desencadenar un ataque de pánico. Por lo general, se evita el objeto o situación.

2.2.7. La hipocondría se refiere a una preocupación extrema de sufrir una enfermedad grave. Las personas que sufren de hipocondría tienen una fijación constante con su cuerpo, y suelen auto examinarse y auto diagnosticarse.

2.2.8. El trastorno obsesivo compulsivo implica pensamientos e impulsos no deseados u obsesiones y comportamientos rutinarios repetitivos, también conocidos como compulsiones.

2.2.9. El trastorno de estrés postraumático es un trastorno de ansiedad provocado por un evento traumático importante, como la violación o un accidente. Se caracteriza por recuerdos perturbadores, “embotamiento” de emociones y dificultad para dormir.

2.3. CAUSAS DE LA ANSIEDAD:

La ansiedad puede ser parte de tu composición genética y bioquímica, así como

parte de tu personalidad. Hay muchas cosas que pueden provocar ansiedad, tales

como tu entorno, situaciones estresantes como exámenes escolares, problemas con

tu familia o un evento traumatizante. Algunas de las causas de los trastornos de

ansiedad pueden ser:

2.3.1. Genética. Un historial de ansiedad dentro de tu familia;

2.3.2. Bioquímica. Un desequilibrio de las sustancias químicas en el cerebro que regulan los sentimientos y las reacciones físicas, las cuales pueden alterar tus pensamientos, emociones o conducta; 

2.3.3. Un evento estresante. Un solo evento o una serie de eventos tales como divorcio, abuso, acoso escolar continuo (bullying), abuso sexual, una muerte, ruptura de una relación o conflicto familiar; 

2.3.4. Personalidad. Ciertos tipos de personalidad corren más riesgo de sufrir de ansiedad que otros.

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2.4. PREVENCIÓN DE TRASTORNOS DE ANSIEDAD:

2.4.1. La dieta:

2.4.1.1. Conviene comer sano, evitando las comidas que sobrecargan a nuestro organismo con pesadas digestiones u otras consecuencias negativas a corto, medio o largo plazo (obesidad, colesterol, etc.)

2.4.1.2. Usar el tiempo de comer como momento de descanso y ruptura con nuestras actividades profesionales.

2.4.1.3. Es bueno aprovechar la comida para hacer vida social y familiar.

2.4.1.4. No abusar del alcohol en las comidas.

2.4.2.  Descanso:

2.4.2.1. Dormir lo suficiente, en torno a ocho horas.

2.4.2.2. Tomar vacaciones y fines de semana como tiempo de ocio y descanso.

2.4.2.3. Fomentar las relaciones sociales como alternativa al trabajo.

2.4.2.4. Dejar el trabajo en la oficina (tanto los papeles, como las preocupaciones).

2.4.3. Ejercicio físico:

2.4.3.1. La práctica moderada de algún deporte o ejercicio físico ayuda a relajarnos.

2.4.3.2. Andar todos los días al menos treinta minutos.

Utilizar las actividades de ejercicio físico para airearnos (naturaleza) y airear nuestros pensamientos charlando relajadamente con familiares o amigos. 

2.4.4. Organización:

2.4.4.1. La organización del tiempo y de nuestras actividades, estableciendo horarios, es fundamental para poder descansar, no estar preocupados, no sufrir continuos sobresaltos, olvidos importantes, etc.

2.4.4.2. No llegar tarde a las citas, contando con los pequeños retrasos habituales para estar a tiempo.

2.4.4.3. Saber seleccionar actividades cuando no podemos hacer todo.

 

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2.4.5. Solución de problemas y toma de decisiones:

2.4.5.1. No dejar pasar los problemas: afrontarlos de una manera más activa o más pasiva, pero decidiendo qué es lo mejor en cada caso

2.4.5.2. Tomar decisiones siguiendo un proceso lógico: planteamiento del problema, análisis de alternativas (pros y contras), elección de la menos mala. No volver atrás

2.4.5.3. No analizar continuamente el problema o las alternativas: esto produce ansiedad.

2.4.6. Interpretación de situaciones y problemas:

2.4.6.1. El estrés que nos produce un problema o situación depende de las consecuencias que prevemos, pero a veces exageramos las consecuencias negativas (hipervaloramos la probabilidad de que ocurra algo malo, hacemos un análisis catastrofista de las consecuencias, realizamos una interpretación negativa de una situación ambigua, llevamos a cabo anticipaciones negativas y empezamos a sufrir un problema que no existe, etc.)

2.4.6.2. Si estamos nerviosos: entender que es natural, la ansiedad es tan natural como el miedo, la alegría o el enfado, y no preocuparnos aún más porque estamos activados o nerviosos.

2.4.6.3. Actuar con naturalidad, no evitar los problemas, no estar preocupados por lo que los otros puedan pensar de nosotros o de nuestro problema.

2.4.6.4. Es bueno saber que los demás no perciben nuestros síntomas de ansiedad con la misma intensidad que nosotros los estamos experimentando.

2.4.6.5. Es bueno pensar que los demás también tienen ansiedad y que cuando nosotros notamos su ansiedad no les condenamos (¿por qué tenemos que ser más severos con nosotros mismos que con otros?).

2.4.6.6. No añadir elementos accesorios al problema.

2.4.7. Atribuciones y autoestima:

2.4.7.1. Si hemos hecho bien una cosa, reconocer nuestra propia autoría y felicitarnos por ello (no ha sido la suerte, sino nuestro esfuerzo y nuestra capacidad).

2.4.7.2. Si hemos hecho mal una cosa, no echar balones fuera, reconocer que hemos actuado mal en esta ocasión, analizar nuestros errores y corregirlos, sin culpas, sin pensamientos negativos sobre uno mismo ("esta vez lo he hecho mal, debo corregirlo").

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2.4.8. Relaciones con los demás (pareja, amigos, compañeros, familia, etc.):

2.4.8.1. Reforzar las conductas positivas de las personas de nuestro entorno, con aprobación, halagos, sonrisas, pequeños detalles, etc.

2.4.8.2. Corregir las conductas negativas de las personas de nuestro entorno, dándoles la información a tiempo y nuestra desaprobación, pero sin broncas, sin culpas, ni otros castigos.

2.4.8.3. No sacar continuamente los problemas del pasado, las culpas de los demás (ya los perdonamos).

2.4.8.4. Recordar siempre que una pareja en crisis intercambia muchos castigos y pocos refuerzos, justo lo contrario de una pareja sin problemas.

2.4.9. Entrenamiento específico en técnicas de control de ansiedad y estrés:

2.4.9.1. Practicar la relajación con cierta asiduidad en los momentos en los que nos encontramos peor, dedicándonos algún tiempo a nosotros mismos.

2.4.9.2. Leer algún libro bueno de autoayuda para aprender a pensar bien, eliminando algunos pensamientos erróneos, ideas irracionales, etc., que nos estresan.

2.4.9.3. Exponerse poco a poco a las situaciones que tenemos pánico.

2.4.9.4. Aprender a decir no, cuando nos cuesta mucho, pero sabemos que es mejor decir no.

2.4.9.5. Practicar nuestras mejores habilidades sociales.

2.4.9.6. Si tenemos dificultades, no sabemos poner en marcha estas actividades que nos pueden ayudar a controlar nuestro estrés, a reducir nuestra ansiedad, ponernos en manos de un buen especialista. Si seguimos sus indicaciones, nos ayudará a recuperar el bienestar y la salud.

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3. DEPRESIÓN

3.1. DEFINICIÓN:

3.1.1. Se trata de un trastorno emocional que hace que la persona se sienta triste y desganada, experimentando un malestar interior y dificultando sus interacciones con el entorno.

3.1.2. La palabra depresión proviene del término latino depressio que, a su vez, procede de depressus (“abatido” o “derribado”). 

3.1.3. Para la medicina y la psicología, la depresión se manifiesta a partir de una serie de síntomas que incluyen cambios bruscos del humor, irritabilidad, falta de entusiasmo y una sensación de congoja o angustia que trasciende a lo que se considera como normal.

3.2. TIPOS DE DEPRESIÓN:

3.2.1. Depresión severa o mayor se presenta con una combinación de síntomas que interfieren o disminuyen la capacidad para trabajar, estudiar, dormir, comer. Es el no disfrutar de actividades que antes eran placenteras. Generalmente cuando se presenta es muy incapacitante y puede ser una sola vez o en varias ocasiones (Catholic Health System, 2005).

3.2.2. La distimia, es un tipo de depresión de menor gravedad, presenta síntomas crónicos de menor afectación incapacitante pero sí interfiere con el buen funcionamiento y bienestar de la persona que la padece. El estado depresivo distímico es una condición crónica (duradera) pero menos grave de depresión que persiste por lo menos dos años. Si bien los síntomas crónicos y a largo plazo de distimia, no incapacitan completamente a la persona, interfieren con sus actividades diarias, y le impiden alcanzar su potencial. Pueden producirse episodios de depresión mayor junto con el estado depresivo distímico — a veces llamado “depresión doble.”

3.2.3. El  trastorno bipolar, conocida también como enfermedad maniaco depresivo, no es tan frecuente como los otros dos casos. El desorden bipolar (o maníaco-depresivo) hace que un individuo experimente períodos de depresiones graves y períodos de extremos inapropiados (manías). Estos sentimientos pueden durar de varios días a varios meses. A estos períodos se les llaman “ciclos.” Los ciclos depresivos (o episodios) se producen cuando una persona tiene uno o varios de los síntomas de depresión mayor, mientras ciclos de manía (o episodios) son caracterizados por elevaciones del estado de ánimo (a veces con irritabilidad), aumento de energía, y disminución de la necesidad de dormir. Pero, entre las altas y las bajas, estos individuos se pueden sentir con frecuencia completamente normales.

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3.2.4. Desorden afectivo de estación. Las personas con este desorden experimentan los síntomas de depresión mayor, pero sólo en ciertas épocas del año (usualmente a finales del otoño y el invierno). Cuando se acerca el invierno, las personas con este trastorno comienzan a dormir durante períodos más largos y se retiran de las actividades sociales. Son más propensas a comer más carbohidratos y aumentan de peso durante los meses de invierno. Pero cuando viene la primavera, experimentan una energía renovada, pierden el peso que habían ganado, y experimentan una depresión mínima o no experimentan depresión.

3.3. SÍNTOMAS DE LA DEPRESIÓN:

Las personas que sufren de depresión presentan ciertos síntomas

característicos que se presentan recurrentemente por un periodo de dos semanas

mínimo. Estos síntomas nos permiten identificar a la persona que sufre depresión.

3.3.1. Conducta negativista o claramente antisocial.

3.3.2. Hurtos.

3.3.3. Agresividad.

3.3.4. Consumo de alcohol y/o drogas.

3.3.5. Deseos de marchar de casa.

3.3.6. Sentimiento de no ser comprendido.

3.3.7. Malhumor e irritabilidad.

3.3.8. Desgane para cooperar en actividades familiares.

3.3.9. Tendencia a recluirse en la propia habitación.

3.3.10. Desinterés por el aseo personal.

3.3.11. Dificultades escolares.

3.3.12. Retraimiento social con hipersensibilidad; especial respuesta al rechazo en relaciones amorosas.

3.3.13. Trastorno del estado de ánimo, desmoralización y falta de alegría.

3.3.14. Desinterés por cosas que antes le atraían.

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3.4. ACCIONES CONCRETAS PARA LA PREVENCIÓN:

Aunque a la depresión se le considera un padecimiento del cuál sólo es posible

curarse con medios clínicos, el apoyo y cobijo que genere el entorno del

adolescente son el fundamento tanto para su prevención, detección oportuna e

intervención. La base es la comunicación abierta con el adolescente para ayudar a

la identificación a tiempo. Recordemos que uno de los roles de los padres según

nos dice Santrock (2004) son ellos quienes deben ayudar a los hijos a lidiar con sus

emociones. Los síntomas de la depresión, como ya se mencionó, pueden

confundirse al inicio con flojera, descuido y otros malos hábitos. Es importante, por

lo tanto, que mientras no se tenga seguridad de qué es lo que está ocasionando

estos síntomas, la familia se mantenga alerta y no emita juicios a priori. Para el

adolescente que está viviendo este proceso es importante que no se le acuse de

aparentar enfermedades o flojera, ni esperar que ella o él salgan inmediatamente de

este estado sin ayuda.

Desafortunadamente la detección oportuna no resulta tan fácil, a pesar de que

los síntomas sean evidentes. La mayoría de las personas que no hayan vivido un

trastorno depresivo no alcanzan a visualizar el efecto que éste causa, y aunque no

tengan intención de lastimar, algunas veces con lo que dicen y hacen hieren más. El

joven deprimido requiere apoyo emocional. Esto significa proveer de comprensión,

paciencia, consideración y ánimo; generar espacios para conversar pero sobretodo

escucharlo. De ninguna manera se le debe restar importancia a los sentimientos que

exprese, sin embargo establecer una evaluación justa de la realidad, aspecto que se

encuentra por lo general distorsionado en la persona deprimida. La familia puede

intervenir de diferentes formas de acuerdo a las causas que pueden estar

originando la depresión en el adolescente.

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3.5. TRATAMIENTOS:

Existen diferentes tipos de depresión y diferentes estadios de gravedad. Antes

de determinar que tipo de tratamiento es el más adecuado para cada persona, es

indispensable, por parte del médico realizar primero un examen, el cuál consiste en

un examen físico, entrevista con el paciente y un análisis de laboratorio, para poder

determinar si la causa es biológica o psicológica. Cuando las causas físicas quedan

descartadas, se debe de proceder a una evaluación o test de tipo psicológico o

psiquiátrico. El tipo de tratamiento se determina dependiendo del resultado de dicha

evaluación.

De acuerdo al Dr. Alonso-Fernández (2001), los tratamientos para la depresión

pueden ser suministrados de dos formas diferentes. Una de ellas es el método

ambulatorio, es decir en casa, donde el paciente no sale de su contexto, convive

con su familia y sigue formando parte de su trabajo; éste es el tipo idóneo, pues el

apoyo de los seres queridos es esencial. El ingreso al hospital psiquiátrico es el otro

método, pero sólo se utiliza cuando la crisis depresiva es extrema, caracterizado por

"el abandono social, alto riesgo al suicidio, peligrosidad contra los demás, rechazo al

tratamiento o la indicación de un cambio de ambiente" (p. 170).

Los tratamientos se subdividen en tres grupos dependiendo de el momento en

que se manifiesta la enfermedad: El tratamiento de la depresión severa, cuando los

pacientes son remitidos al hospital hasta la desaparición de los síntomas; el

tratamiento de mantenimiento, por un período mínimo de seis meses para evitar la

reincidencia de los síntomas; y el tratamiento preventivo o profiláctico, cuyo fin es

evitar la recurrencia (la cuál se entiende como una aparición de un nuevo episodio

depresivo después de los seis meses preestablecidos de tratamiento) y la recaída

(la cual se define como la reaparición de los síntomas antes de haber pasado el

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período de cinco a seis meses).

Existen diferentes prototipos de tratamientos que se pueden clasificar en cinco

grandes grupos.

3.5.1. En el tratamiento farmacológico no se puede determinar qué tipo de medicamento o fármaco será el de mayor éxito pues sólo en un 65% de los casos funciona uno en específico. Sue Breton (1998), dice que al igual que con todos los compuestos químicos, se cree que los antidepresivos son como los tranquilizantes y causan adicción. Ésta es una idea equivocada, pues a diferencia también de los tranquilizantes, sus efectos no son inmediatos; se necesitan de dos a tres semanas antes de manifestar el efecto deseado. Los antidepresivos, causan efectos secundarios como sedación, aumento del ritmo cardíaco, baja o alta presión arterial, sequedad de boca, visión borrosa y estreñimiento. Con los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) se han visto enormes ventajas pues éstos a diferencia de los inhibidores tricíclicos, tiene menos efectos secundarios. Sólo causan ligeras náuseas, diarrea y dolor de cabeza, efectos que suelen desaparecer con el uso, pero su principal desventaja es que causan disfunción sexual. Quienes consumen antidepresivos conocidos como inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) se ven sometidos a dietas restringidas y a precauciones especiales.

3.5.2. Las hierbas medicinales. Recientemente se ha estado utilizando una hierba que se conoce como la hierba de San Juan o Corazoncillo (Hypericum perforatum) cuyo uso es muy común en Europa, en Alemania concretamente; es el tratamiento antidepresivo más utilizado. Cabe aclarar que se han estudiado sus efectos sólo a corto plazo, como lo menciona Margaret Strock (2001). Actualmente se está llevando a cabo un estudio comparativo a 3 años, entre los fármacos convencionales, la hierba de San Juan y el uso de placebos. La FDA, dio aviso en febrero del 2000, sobre la posible interacción negativa de esta hierba cuando se mezcla con medicamentos para "enfermedades del corazón, depresión, convulsiones, algunos tipos de cáncer y el rechazo de transplantes".

3.5.3. La psicoterapia. La primera modalidad es la terapia familiar, mencionada por Glick (1999) quien considera indispensable el modelo de psicoeducación tanto para el enfermo como para la familia, ya que es aquí donde se plantea el tratamiento. Esta terapia sugiere dos dimensiones, la individual y grupal pero se usan por separado en la práctica. Dentro de la terapia individual se detalla la psicoterapia cognitiva-conductual (TCC) que se basa en entender la relación funcional que existe entre el proceso del pensamiento, las conductas abiertas y las perturbaciones en el estado de ánimo, a la vez se le enseña al paciente a optimizar el uso de los recursos, para el manejo de la depresión. A medida que progresa la terapia se identifican las

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áreas de fragilidad y antes de terminar se les enseñan técnicas para prevenir reincidencias. Este tipo de terapia puede ser aplicada tanto de manera individual como grupal, y recientemente se ha desarrollado para terapia de parejas. La duración promedio de éste tipo de terapia es de ocho a veinte sesiones. También existe la psicoterapia interpersonal o IPT. Ésta se basa en ayudar al paciente a identificar, qué de sus relaciones interpersonales le causa conflicto o lo lleva a la depresión y en conjunción con el terapeuta, se trabaja sobre las estrategias de reparación. Debido a su éxito, es una excelente opción de terapia ambulatoria, de tiempo limitado y además cabe mencionar que la técnica también sirve para la práctica general, como lo menciona Glick (1999), de los autores Swartz y Markowitz.

3.5.4. El tratamiento combinado. Este tipo de tratamiento sugiere el uso de los fármacos y la psicoterapia, el cual es el método más recomendado por la American Psychiatric Association, como lo menciona Glick (1999). Hay tres factores que determinan el uso de esta terapia: cuando hay una psiquiatra suministrando ambos tratamientos, cuando hay un psicoterapeuta no médico trabajando en conjunto con un psiquiatra, y cuando hay un psicoterapeuta no médico trabajando con un médico no psicoterapeuta. El principal motivo por el que esta terapia es de gran ayuda, es debido a la etiología de la enfermedad y si debido a ella consideramos los factores como biopsicosociales, estaremos atacando la enfermedad desde diferentes perspectivas con un mayor porcentaje de éxito.

3.5.5. Terapia electroconvulsionante. De acuerdo a Strock (2001), esta terapia se aplica sólo a pacientes cuya depresión es severa "suicidas, con agitación severa, pensamientos psicóticos, pérdida excesiva de peso o físicamente débiles como resultado de una condición física" (para. 29), o para quienes no pueden tomar antidepresivos. El tratamiento se administra bajo una anestesia ligera. Al paciente se le colocan electrodos en la cabeza y se emiten descargas eléctricas produciendo con esto una ligera convulsión de aproximadamente treinta segundos. Se requiere de varias sesiones, tres por semana. No se sabe qué es lo que ocasiona a ciencia cierta en el cerebro, pero los efectos son muy satisfactorios.

4. ASPECTOS COMUNES DE LA ANSIEDAD Y LA DEPRESIÓN:

4.1. Un 70% de los trastornos depresivos refieren ansiedad de diferentes grados y tipos. Un porcentaje todavía mayor de personas que sufren trastornos de ansiedad, terminan por presentar también sintomatología depresiva de diversa consideración.

4.2. En ocasiones, las situaciones implican amenaza y pérdida a la vez, por lo que llevan a la activación de los dos sistemas con diferentes posibilidades de combinación.

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4.3. Algunos síntomas aparecen por igual en ansiedad y depresión, por ejemplo el centrar la atención en uno mismo y sus reacciones (auto-focalización), las dificultades de concentración, el insomnio, el vértigo, y las náuseas.

4.4. Pueden llevar a conductas y pensamientos muy similares, aunque con causas y contenidos diferentes. Así la reclusión en casa se dan en la agorafobia con trastorno de pánico y en la depresión, pero en la primera se debe al miedo a experimentar una crisis de pánico y en la segunda a la tristeza y a la falta de motivación. Sin embargo, como las causas no siempre se pueden dilucidar la distinción puede ser una ardua tarea.

4.5. Se cree que puede existir una relación genética entre algunos trastornos de ansiedad y la depresión. Sería el caso del trastorno obsesivo-compulsivo que guarda más relación con la depresión que con algunos trastornos de la ansiedad, y el del trastorno de pánico.

4.6. De entre los intentos por explicar las relaciones entre ambas, destaca el de Kendall y Watson. Estos autores usan la Teoría Diferencial de la Emociones de Izard para la que ansiedad y depresión son emociones complejas que recogen diferentes combinaciones de emociones básicas. En la primera predomina el temor, y en la segunda la tristeza. Pese a distinguirse en la emoción básica se asemejan en otras emociones, lo cuál puede llevar a que se confundan. Para Kendall y Watson tanto ansiedad como depresión se podrían incluir en una categoría más amplia denominada Afectividad Negativa, formada básicamente por emociones negativas (con sus correspondientes conductas y pensamientos negativos). Por esta categoría quedarían explicadas tanto las coincidencias como las diferencias.

4.7. La relación que se pueda dar entre ansiedad y depresión no es fija ni inamovible. Al contrario, presenta oscilaciones a lo largo de su curso. De manera que, en un cierto momento, es posible que predomine una u otra sintomatología.

5. CONCLUSIONES:

La coexistencia de manifestaciones de ansiedad y depresión no siempre se

presentan claramente, o simplemente, ambos trastornos se presentan unidos. De tal

modo que en determinadas personas es posible encontrar depresión con algunos de

los rasgos enunciados para la ansiedad, y al inversa, personas con ansiedad

patológica que presentan características propias de la depresión.

Tanto ansiedad como depresión son formas de reaccionar ante eventos externos o

internos. Por lo que en ellas son muy importantes las atribuciones. Si un evento lo

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vemos como una amenaza se disparará nuestro sistema de alerta (la ansiedad), si

lo interpretamos como una pérdida o un fallo, seguramente se activará nuestro

sistema de conservación de energía (la depresión).

La CIE-10, clasificación efectuada por la Organización Mundial de la Salud, incluye

el trastorno mixto ansioso-depresivo donde se dan diferentes posibilidades de

combinación de síntomas propios de la ansiedad y propios de la depresión. 

En el DSM-IV, clasificación de la Asociación Psiquiátrica Americana, se propone

para nuevos estudios un trastorno ansioso-depresivo caracterizado por estado de

ánimo disfórico (inquietud, tristeza, ansiedad, preocupación, falta de energía, baja

autoestima) que afecta a diferentes parcelas de la vida de la persona y provoca un

malestar clínicamente significativo. No se diagnostica si se explica mejor por otro

trastorno mental, o si la persona ha padecido ya depresión mayor, trastorno

distímico, trastorno por ansiedad generalizada o trastorno de angustia. 

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