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·. FILOSOFÍA POLÍTICA MAURICIO BEUCHOT

Beuchot, Filosofía política (Platón)0001

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FILOSOFÍA POLÍTICA

MAURICIO BEUCHOT

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Así, Pródico no se puede llamar escéptico, y además centra­ba su teoría .en la adquisici~n de !a virtud. Algo parecido sucede con otro sofista: Anttfonte. Uno y otro colocan el seguimiento de la ley más allá de la convención, es decir, en la convicción. En ellos ya se ve la inquietud po.r salir de la crisis de conocimiento y de acción, como un preludio de la actitud socrática. Esto se verá más fuertemente en Sócrates mismo y su di scípulo Platón, que expone las doctrinas socrá­ticas muy mezcladas con las suyas.

3) PLATÓN

Platón (428-347) atiende tanto al cosmos como al hombre. En cuanto a su reflexión sobre el cosmos, lo ha hecho céle­bre su teoría de las ideas, que dice que hay una forma proto­típica o idea (eidos) para cada cosa, con la cual mantiene una relación de participación y de imitación (méthexis y mime­sis). De acuerdo con e llo, la constitución jurídica de una c iu­dad debe acercarse lo más posible a la idea que de e lla existe en el mundo ideal; en otras palabras, la sociedad terrenal debe imitar a la sociedad prototípica o ideal. Así, en conse­cuencia con su teoría de las ideas o paradigmas, lo que Pla­tón busca es un paradigma de ciudad, por analog ía con el cual deben hacerse las demás ciudades.9 Toma como punto de partida su natal Atenas, pero en su diá logo La república elabora una ciudad ideal, en la que se reali zan el bien y la

8 Cf. W. K. C. Guthrie, The Sophists, Cambridge: Cambridge University Press, 197 1, pp. I07-113. 9 G. H. Sabine, op. cit., 38-74; pp. A. Flew, " Platón", en M. Cranston ( ed.), Filósofos políticos de occidente, México: Tri llas, 1966, pp. 11-20· L. Strauss, "Platón", en L. Strauss - J. Corpsey (eds.), Historia de ¡~ .filosofia política, México: FCE, 1996 (la. reimpr. ), pp. 43-95; N. Bob­bio, La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, México: FCE, 1989 (l a. reimpr.), pp. 21-32.

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justicia. 10 En su vejez, desencantado por los fracasos, Platón modera esa utopía en otros dos diálogos: El político y Las leyes.

En cuanto al hombre, Platón se interesa sobre todo en su actuar moral y político. La república plantea que el ser humano tiene tres almas: una vegetativa, otra animal y otra intelectiva, la cual es la propiamente espiritual e inmortal. La fe licidad consiste en la posesión del deleite de la sabiduría, y la sabiduría se identifica con la virtud (el deli to y el vicio son producto de la ignorancia). 11 Con arreglo a esas tres especies de almas, hay tres virtudes: templanza (sofrosyne), valor o fortaleza (andreía) y prudencia o inteligencia (jrónesis), y de su armonía brota una cuarta virtud que es la justicia (dike o dikaiosyne). Así, hay cuatro virtudes fundamentales o cardi­nales: templanza, forta leza, prudencia y justicia. Todas ellas tienen como rectora la justicia, se ordenan a ella y son las que realizan el bien de la ciudad, concretado en las leyes: "Si las leyes que hemos establecido son buenas, nuestro Estado habrá de ser perfecto. -Indudablemente. -Ev idente resulta, pues, que es prudente, fuerte, temperante y justo" (Repúbli­ca, l. IV, p. 403b). Sin embargo, esas mismas virtudes harían que las leyes salieran sobrando.

1° Cf. Z. Planinc, Plato's Political Philosophy. Prudence in the "Repub­/ic" and the. "Laws", Columbia and London: University of Missouri Press, 199 1, pp. 20-21. Sobre el uso platónico del concepto de paradig­ma, cf. Y. Goldschmidt, Le paradigme dans la dia/ectique platonicienne, Paris: Yrin, 1985 (repr.), pp. 104 ss., donde vincula el paradigma a la metáfora. 11 Se ha hablado mucho de lo inadecuado que es traducir "areté" por "virtud", pero sigue siendo la traducción que más se aproxima a esa idea de excelencia alcanzada en alguna acción humana.

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LA POLÍTJCA Y EL POLÍTICO

En el diálogo El político, Platón considera la política como un arte (techne) .que bu~ca el bien de la sociedad, y al políti­co como un sabto que tiene el conocimiento del fin hacia el que hay que c?n?ucir a la sociedad misma. Se trata, al pare­cer, del con.~cumento de la finalidad de la polis, mediante la contempla.cJOn del paradigma de la misma, de su idea ejem­plar. Lo dtcen las analo~ías que usa para hablar del político, a saber, el pastor y el tejedor. El buen pastor sabe orientar a su reb~ño hacia el bien; y el tejedor expresa en su tela el mo­delo eJemplar que toma en cuenta para hacerla.

. . Esto hace que el. político deba ser un hombre sabio y VIl ~u oso, ~u e sabe hac1a dónde dirigir a la sociedad, para dat le su. bten, y lo sabe expresar como una especie de artesa­no ~ artJ~ta. Por eso el mando no puede concederse a las cla­s~s mfenores, sino que está reservado para una clase espe­ctal: la de l~s guardianes que son preparados para ser gober­n~ntes. Lo tdeal sería que el político gobernara por su sola VIrtud; pero, como esto es casi imposible, tiene que echar m.ano d~ las leyes, las cuales deben reflejar su sab iduría y P.' udenct~. A pe~ar. de su postura antidemocrática, en El Polí­ttco Plat?n no mstste tanto en los reyes filósofos, ni ataca ~on la ~msma dureza a la democracia, sino que llega a admi­tn·la, ctertamente como un mal menor, porque permite el agra.do de la mayoría, y sólo pide que esté sustentada en le­yes JUStas.

, .. ~~.La república habla así de esta ciencia o arte de la poltttca. -En general, de todos los cuerpos que toman su nombre de la profesión que ejercen, ¿no será el menos nume­r~so el de los magistrados? -Sí. -Por tanto, todo Estado orga­nizado naturalm~nte debe su prudencia a la ciencia que resi­de en l~ parte mas pequeña de sí mismo; es decir, en aquellos que estan al frente de todos y ejercen e l mando. y parece que

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la naturaleza produce en menor número los hombres a quie­nes incumbe intervenir en esa ciencia, la única que merece el nombre de prudencia entre las ciencias todas. -Certísimo" (República, l. IV, p. 404a).

ÜRIGEN DE LJ\ SOCJ EDAD

Respecto al origen de la sociedad, Platón dice que es la mis­ma naturaleza del hombre; pero también lo es la necesidad de agruparse para asegurar la supervivencia por la economía. En efecto, Platón se anticipa a Aristóteles en la idea de que la formación de la sociedad responde a las limitaciones del hombre y a su necesidad natural de los demás: "-¿No nace la sociedad de la impotencia de bastarse a sí mismo en que se encuentra cada hombre, y de la necesidad que siente de mu­chas cosas? ¿Tiene alguna otra causa su origen? -Ninguna otra sino ésa. - Así, comoquiera que la necesidad de una cosa mueve a un hombre a unirse a otro, y otra necesidad a otro hombre, la multiplicidad de esas necesidades ha reunido en un mismo lugar a diversos hombres, con la mira de ayudarse unos a otros, y hemos dado a esa sociedad el nombre de Es­tado" (República, l. IT, p. 37la). Sin embargo, no se reduce a eso la función de la ciudad, sino que también incluye los bienes espirituales, ya que la mejor sociedad será la de hom­bres v irtuosos que sean regidos por sabios y conducidos por ellos hacia ese fin o bien último que es la fe licidad, radicada en la contemplación intelectual y en la rectitud moral.

Platón no entiende la sociedad como se la entiende ahora, sino como la pequeña ciudad-estado griega, o la po­lis; 12 a ella dedica su diálogo La república, 13 aunque varias

12 También se han señalado con insistencia las dificultades para traducir "po/is". Se ha traducido como "ciudad", pero no es lo mismo que la c iu­dad moderna; se ha traducido como "estado", pero tampoco es e l estado moderno; es la idea de un estado, pero realizada en una ciudad; por eso

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tesis de éste_ son modificados en otros dos diálogos, posterio­res , Y de VeJez, El político y, sobre todo, Las leyes. Platón esta a~tamente cuest!onado por la autonomía o autarquía de la . socte~ad? para evttar la disolución (stasis) , que es el ene­~mgo _pnnctpal de la ciudad, esto es, la sedición o la guen·a mtestma; pero también le preocupa la igualdad de los ciuda­danos, la cual confiere al hombre y a la mujer, aunque 110 la otorga. al esclavo. Es decir, le importa la justicia, en la cual es realizada de manera distinta, pues acepta diversas clases 0

estamentos sociales. Así como se anticipa a Aristóteles en cuanto a la explicación del origen de la sociedad, también lo hace en cuanto a la finalidad de la misma, que es el bien co­mú~l ; la justi~ia misma es la que ordena al gobernante y a la soctedad hacta ese bien común: "Por consiguiente, Trasíma­co, to~o hombre que gobierne, considerado como tal, y de cualqlller orden que sea su autoridad, no se propondrá jamás, e1_1 aquello que ordene, su interés propio, sino el de sus súb­dttos. A este fin tiende; para procurarles todo cuanto les sea conveniente y provechoso, dice todo lo que dice y hace todo lo que hace" (República, l. I, p. 356b).

ESTRUCTURACIÓN DE LA SOCIEDAD

E_n La república, Platón ve la analogía entre el hombre y la ~mdad, de modo que ella es una especie de microcosmos, al tgua l que el ser humano. En efecto, en ese diálogo, Platón

prefe~imos traducirla como ciudad-estado. Y, s i en lo sucesivo hablamos de "ctudad" o de "sociedad" o ~e "estado", en el caso de la ciudad grie­ga, debe entenderse en ese sent_tdo. L~ más importante es que lo que se propone para ella se p~tede untversaltzar para ser aplicado a cualquier ~3stado, alcanzando un mvel muy abstracto, metapolítico. Aut~qu~ el título de ese diálogo, Politeia, podría traducirse mejor como

Constttuctón. [ncluso parece ser más conecto traducirlo como "re'g· , " b" , E . tmen

o go terno . 1 texto que seguunos es P latón, República, trad. A. Gó-mez Robledo, México: UNAM, 1971.

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sostiene que, así como en el individuo hay tres tipos de alma, nsi en la ciudad hay tres tipos de ciudadanos o tres estamen­tos: trabajadores/comerciantes, guerreros o guardianes (jlla­kes) y gobernantes (árjontes), y a cada uno de ellos le com­pete una virtudes como propia: a los primeros, ya que en ellos predomina el apetito concupiscible, la templanza; a los segundos, ya que les toca el apetito irascible, el valor o la rortaleza; y a los últimos, ya que en ellos se da más lo racio­nal, la prudencia (frónesis) y la sabiduría. Por supuesto que se habla de predominios, ya que todos deben tener templan­za, y los guardianes algo de sabiduría o filosofía. Y entre todos se establece la justicia, virtud que debe ser procurada por los gobernantes sabios (el filósofo rey o el rey filósofo), y que es la realización del bien común. Platón llegaba a un cierto comunismo, de posesiones, de mujeres y de hijos, sólo en el caso de los gobernantes y los guerreros, como un sacri­ficio de esos dos tipos de guardianes. Pero esa comunidad de mujeres se ve negada en Las leyes, diálogo de vejez. Tam­bién en este último diálogo cambia su ansia de monarquía (por la cual desdeñaba la democracia, la cual se daba en la Atenas de Pericles) por la entronización de la ley. Esto se acerca a ]a democracia, cuyo logro principal es la igualdad

ante la ley (isonomía).

LAS FORMAS DE GOBIERNO

En La república, pero de manera más clara en El político, Platón tipifica cinco formas de gobierno, las que pudo cono­cer en su época: monarquía o aristocracia, entendida como el gobierno de los mejores; timocracia, que es el régimen mili­tar; oligarquía, que es el gobierno de los ricos; democracia, que entiende como la anarquía de ]a plebe, y tiranía, propi­ciada por la demagogia, que es el gobierno por la fuerza en

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favor de los intereses de uno solo o de un pequeño grupo (República, l. IV, p. 413b, último párrafo; Político, 302a ss.).

La mejor forma de gobierno, la propia de su polis ideal, es, por el tipo de á1jontes que Platón le asigna: una aristocracia, en el sentido de gobierno de los mejores, a favor de la mayoría. En La república, Platón se oponía a la demo­cracia, pues la entendía como gobierno desorganizado y tirá­nico de la plebe. 14 Considera las otras cuatro formas de go­bierno como degradadas e inferiores. En Las ley es cambia esto por una forma mixta de gobierno, y no habla directa­mente de la aristocracia, sino de algo más cercano a cierta democracia, pero nunca es la democracia en cuanto tal, ya que, la seguía entendiendo como el mandato de la plebe. Esta monarquía o aristocracia, que era el gobierno de Jos más sa­bios, evitaría la disolución del estado o la stasis. Pero, como se ve, no se trata sin más de una aristocracia antidemocrática

' sino de una aristocracia intelectual. Es una sociedad menos libre pero más solidaria.

LA EDUCAC IÓN

Tanto en La república como en Las leyes , Platón da una gran importancia a la educación. Dicha educación del pueblo sería dada por el estado, según las cualidades de cada individuo: a los agricultores/comerciantes, la capacitación en trabajos manuales; a los guerreros, en la gimnástica y la música; y a los gobernantes o magistrados, en la dialéctica. Se cuidaría sobre todo la educación intelectual y cívica de los guardianes

14 Con todo, en Las leyes propone un régimen mixto de monarquía y

democracia, y, más que el gobiemo de un príncipe, pide el gobiemo de la ley (Las leyes, 715a, 84lb). También en esta obra desaparece el tener mujeres en común. Y se pone muy de relieve la obligación del culto religioso. Para el texto seguimos Platón, Las leyes, Madrid: Clásicos Políticos, 1950.

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que serían gobernantes, esto es, no los guerreros, sino los destinados a mandar. En efecto, los gobernantes deberían ser tales por ser virtuosos, sobre todo por tener la virtud de la prudencia y de la sabiduría. Uno de los rasgos de la igualdad que proclamaba Platón en la polis se ve en el hecho de que las mujeres tenían el mismo derecho a la educación que los hombres, además de tener la misma autonomía jurídica.

Ya que la propiedad y la familia son los que dificul­tan la unidad del estado y provocan contiendas, ambas insti­tuciones son abolidas por Platón, que en La república habla de un comunismo de bienes y de hijos, para que la mujer pueda participar en la vida política y para que el estado se encargue completamente de la adecuada educación de los menores. Con todo, esto lo cambió en Las leyes y El político, por parecerle demasiado utópico.

LA LEY Y EL DERECHO

En La república, Platón llega a pensar que, con ese gobierno de sabios, sobre todo con el rey-filósofo, no harán falta las leyes; todo se reducirá a la educación que brinde el estado. Sin embargo, en vista de lo utópico de este diálogo, Platón se extiende en el aspecto jurídico de la ciudad en el otro diálogo Las leyes. La ciudad-estado es el conjunto de ciudadanos que tienen igualdad ante la ley (isonomía). Como vimos, en la ciudad la virtud más excelente es la justicia (díke). La justi­cia es el orden que se da a partes heterogéneas, como el or­den de un organismo (República, 433b). Platón retoma de Simónides La definición que se hará clásica de la justicia: "Dice [Simónides] que lo propio de la justicia es dar a cada cual aquello que se le debe, y encuentro que lleva razón" (República, l. I, p. 350a). Se trata de la consecución y la pro­tección del bien común, por encima del bien individual, lo cual se logra en la ciudad mediante la ley (nomos), por lo

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que las leyes deben ser justas; las leyes han de participar de la justicia. El derecho participa de la idea del derecho; a tra­vés de e lla, de la idea de la justicia, y, mediante ella, de la idea del bien.

Platón retoma de los sofistas el innegable relativismo de leyes positivas que hay, pero le sirve de contrapeso el universa li smo de la ley natural sostenido por su maestro Só­crates. Es cierto que la ley toma en cuenta la naturaleza y la costumbre, pero siempre aplicando la razón. Es decir, san­ciona las costumbres que son conformes con la razón.

E l encargado de establecer las leyes es el gobernante­legislador (nomothetes) y son aceptadas por el pueblo, con lo cual se vuelven norma común de la ciudad (Las leyes, 645ab ). La ley surge de la razón del legislador, y no de su sola voluntad; por ello el legislador debe poder dar razón de ella. Por lo demás, es una norma flexible, no rígida, pues toma en cuenta las circunstancias y se va adaptando a ellas, cambiando conforn1e a razón. El legislador, usando la pru­dencia, debe hacer esos cambios y adaptaciones; pero las hace tomando el acuerdo del pueblo, esto es, convenciéndolo con razones, en las que fundamenta la conveniencia de las leyes, y no tanto en la exposición de los castigos que traerá consigo la violación de las mismas. Puede decirse que el preámbulo de la ley es la argumentación que hace razonable aceptarla y que muestra su justicia y utilidad. El legislador es el encargado de lograr el bien común de la ciudad, de acuer­do con lo cual tiene que llevar a los ciudadanos a la virtud y a la felicidad, y por eso les atañe todo Jo que él di spone. Además, el legislador sólo sirve a la ley, y con ello apunta a una ley natural que debe ser reflejada por la ley positiva (Las leyes, 705e ss.).15 Así, la ley es la que en verdad debe gober-

15 Cf. A. Tovar, "Sobre Jos orígenes de los sentimientos políticos de Platón", en Revista de Estudios Políticos, 1 (Madrid, 194 1 ), pp. 397-412;

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nar a la sociedad. Las leyes surgen de las costumbres, y san­cionan las que son buenas, pero añaden otras cosas que son necesarias para la polis. Asimismo, la ley, al estar basada en la razón humana, debe ser reflejo de la de Dios. La ley siem­pre busca el bien común y nunca el particular; pero el gober­nante se encuentra de alguna manera por encima de la ley, para poder cambiarla según lo exija la prudencia, de acuerdo a las circunstancias.

Platón dice que debe haber un consejo de ciudadanos, elegidos por sorteo dentro de los de cierta edad, consejo que velará por el cumplimiento de las leyes y las explicará con persuasión. Y habrá otro consejo especial (el Consejo Noc­turno) que velará por el cumplimiento de las leyes relativas a la religión. 16 Y. es que Platón cree que la piedad religiosa ayudará a mantener la unión y la sol idaridad. Dice que todo eso está encaminado a la consecución de la justicia y a una vida de solidaridad en función de la paz. Eso es lo que dará cohesión y estabilidad a la polis.

Platón refleja las instituciones de la polis tal como se daban en la Atenas de su tiempo: una asamblea general de ciudadanos, un consejo de trescientos miembros y treinta y siete magistrados. Varían sólo los números, que él disminu­ye, y a los que añade el Consejo nocturno. En cuanto a las formas de gobierno que él registra, serán tomadas en cuenta no sólo por su discípulo Aristóteles, sino también por Poli­bio, quien las transmitirá a los pensadores romanos.

el mismo, Los hechos políticos en Platón y Aristóteles, Buenos Aires, 1954; el mismo, Un libro sobre Platón, Madrid: Espasa-Calpe, col. Aus­tral, 1956; M. Vanhoutte, La philosophie politique de Platon dans les "Lois ", Louvain: Nauwelaerts, 1954; E. García Máynez, Teorías sobre /ajusticia en los diálogos de Platón, México: UNAM, 1984 ss., 3 vols. 16 Cf. C. García Gua!, "La Grecia ant igua", en F. Vallespín (ed.), Histo­ria de la teoría política, Madrid: Alianza, 1990, t. 1, p. 135.