Probablemente para muchas personas, la palabra “biotecnología” puede ser un concepto poco claro o que se presta a muchas interpretaciones, pero la realidad es que venimos haciendo uso de esta ciencia desde hace muchos años. Podemos definir a la biotecnología como la actividad que hace uso de la biología, incluyendo sus procesos y partes, para la obtención de bienes y servicios. Esto puede representar grandes beneficios para el hombre, como avances en la medicina, ingeniería, química y otras ramas de la ciencia; pero en el afán de la búsqueda del poder, también se ha utilizado la biotecnología para desarrollar una actividad peligrosa y alarmante: la creación de bioarmas, o mejor conocidas como armas biológicas.

Las bioarmas son aquellos instrumentos que utilizan cualquier patógeno, como los virus, bacterias u otros organismos con la finalidad de causar daño: las bioarmas tienen la capacidad de matar, discapacitar o impedir seriamente a un individuo como a ciudades o lugares enteros.

Es importante mencionar que hay una diferencia entre las bioarmas y las armas químicas: las primeras hacen uso de la vida, mientras que las últimas utilizan productos tóxicos no vivientes. A consecuencia del surgimiento de las bioarmas, existe la posibilidad de guerra biológica, pero cuando un Estado o nación hace uso clandestino de éstas, se considera un episodio de bioterrorismo: como por ejemplo, el caso del ántrax en el 2001, en EU.

Existen cuatro principales clases de bioarmas:

1. Bacterias: Son organismos microscópicos que viven libremente, su reproducción es por división simple, por lo tanto son fáciles de cultivar. Generalmente, las enfermedades producidas por bacterias pueden curarse empleando antibióticos.

2. Virus: Son organismos que necesitan células vivas para poder reproducirse, por esta razón dependen mucho del cuerpo que infectan. La mayoría de los virus no responden a tratamientos con antibióticos, por lo que es más conveniente utilizar antivirales. En el afán biotecnológico, los investigadores genéticos han creado las quimeras, que son virus recombinados con las características de antecesores.

3. Toxinas: Son sustancias venenosas que se extraen de cualquier forma de vida, como plantas, animales o microorganismos.

4. Rickettsias: Son bacterias que producen la enfermedad de Rickettsiosis, y por lo general viven en garrapatas, pulgas, piojos y ácaros, transmitiéndose al ser humano por medio de picaduras.

Dejando un poco atrás la clasificación, es interesante saber que las bioarmas no

son algo nuevo. Desde tiempos remotos, el hombre ha utilizado una diversidad de

elementos, como gases, vapores, humos y nieblas artificiales para molestar a sus

enemigos e inducirlos a rendirse en guerras o a abandonar un sitio determinado.

El antecedente directo más antiguo de las bioarmas se encuentra en la primera

arma química: el óxido sulfúrico, utilizado para dañar las vías respiratorias. Sus

vapores eran utilizados tanto por defensores como por atacantes en la guerra,

pero como no había ningún aparato para dirigir el gas en la dirección querida, era

casi siempre el viento el que decidía quién iba a ser la víctima.

El arma más eficaz durante el primer milenio después de Cristo fue el "fuego

griego" formado por una mezcla de petróleo, azufre, cal viva y salitre que revelaba

eficacia incendiaria muy superior a otras mezclas similares conocidas en aquellos

tiempos, aunque no se sabe con precisión quien fue el primero en utilizarla. En el

siglo III d.C los ejércitos en guerra comenzaron a intoxicar la atmósfera con azufre,

nitratos, sulfuro de antimonio y asfalto y los pozos de agua empleando vitriolo

verde. Y es hasta 1944 cuando surge la primera bioarma: los aliados emplean

botulina, capaz de aniquilar la vida humana en una zona determinada pero

dejando intacta las instalaciones.

Las enfermedades consideradas para ser usadas como armas, o conocidas por

ser utilizadas como tales, incluyen:

Ébola

Ántrax

Virus de marburgo

Cólera

Tularemia

Brucelosis

Coccidioidomicosis

Fiebre Amarilla

Toxina Botulínica

Viruela

Utilizar la viruela como arma sería muy desastroso, ya que causaría muchos

estragos en la población, puesto que como se considera una enfermedad

erradicada, los esquemas de vacunación ya no la contemplan. Lo peor de todo es

que la vacuna contra la viruela ya no se produce a escala industrial, ni tampoco

existe en almacén en cantidades suficientes como para enfrentar un brote, por

pequeño que sea. Si el problema se presentara en nuestros días, no habría

manera de enfrentarlo; pero afortunadamente, conseguir el virus de la viruela es

extremadamente difícil.

Con el fin de mantener bajo control las amenazas producidas por las bioarmas, existen una serie de medidas preventivas para proteger de posibles enfermedades tanto a las personas que manejan el material biológico, como a su entorno. El conjunto de estas cosas conforman lo que se conoce como bioseguridad, que se aplica en empresas farmacéuticas, hospitales y sobre todo en los lugares donde se trabaja con material biológico, como laboratorios con parásitos, bacterias y virus.

Las bioarmas son un excelente ejemplo de una aplicación controversial y discutible de la biotecnología; es importante tener en mente que el uso de armas biológicas puede tener graves consecuencias en la humanidad, por lo que es necesario reflexionar sobre cómo se aplica la ciencia en nuestros días, en especial en el aspecto de la biotecnología, que es una rama del conocimiento que está en constante evolución.