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Selected Proceedings of %e rrliirty-9{intliJlnnua{ Mountain Interstate Foreign Language Conference Atrapados en la galerfa de los espejos: hacia una poetic a d e la lectura en "PierreMenard," d e Jorge Luis Borges Santiago Juan-Navarro Colwnbia University Cl emson, South Carolina September 28-30, 1989 Editors Slxto E . Torres s. Carl King

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Selected Proceedingsof

%e rrlii rty-9{int li J lnnua{Mounta in In te rs ta te Fore ign

L an gu ag e C o nfe re nc e

A tra pa do s en la g alerfa d e lo s es pejo s:h ac ia una p oetic ade la lectura

en "Pie rre Menard, "d e Jo rg e L uis B org es

Santiago Juan-NavarroColwnbia Universi ty

Clemson, South CarolinaSeptember 28-30, 1989

Editors

Slxto E. Torres s. Carl King

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ATRAPADOS EN LA GALERIA DE LOS ESPEJOS:HACIA UNA POETICA DE LA LECTURA EN

"PIERRE MENARD" DE JORGE LUIS BORGES

Nuestras nadas poco difieren; es trivial yfor tu ita la c ircuns tancia de que seas t6 e l lec-tor de estos ejercicios, y yo su redactor.Fervor de BUI!flOS AirtS (1923)

Santiago Juan-NavarroColumbia Univer s ity

"Pierre Menard, autor del Quijote (1939) contiene todos los fundamen-tos de l a teorfa de la creaci6n poeti ca de J.L. Borges. En el cuento del escri-t or argentino asistimos a un ej ercici o de criti ca li teraria en estado puro.Aqui no hay tramas policiales (como en "El jardin de los senderos que sebifurcan") 0 mundos imaginarios evocadores de fantasias ut6picas ("TI6n,Uqbar, Orbis Tertius.") El tono de esta pieza clave de Borges rezuma lafrialdad del ensayo crl tico aunque, como veremos, la i ronia es tambien unode sus rasgos distintivos,

La t rama aparentemente no puede ser mas senci lla: un s imbol ista f ran-ces, Pierre Menard, cuya capacidad l iterar ia deja bastante que desear (a juz-gar por el inventario que de su obra hace el narrador) se propone reescribirliteralmcnte el Quijote. Debajo de este sencil lo argumcnto se esconde unade las estructuras rnetanarrativas mas complejas de la ficci6n postmodemis-ta y un precedente claro de la teorla de la recepci6n y del posestruc-

turalismo.En la obra que ell ector tiene en sus manos (una antologfa de cuentostitulada Ficciones, escrita por un autor, lector y crftico impenitente llamadoJorge Luis Borges), se encuentra un relato que lleva por tftulo "PierreMenard, autor del Qui jote." El cuento esta narrado por un lector-crfti copedantesco y poco fidedi gno que comenta la obra de un tal Pierre Menard,un aut or-lector-crft ico no mas fidedigno que el narrador y que acomete laa lucinante empresa de reescr ibi r e l Quijote. En este juego interminable deespejos el punto de partida es Ficciones y el de llegada (si es que esteexiste) es otra ficci6n, la novela de Cervant es, una novela de novelas en laque el autor espanol emprendi6 la tarea no menos alucinante de reescr ibi r,parodiandola, toda la tradici6n literaria preexistente,

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Tras un detenido anli!isis,d~ los fragme~tos mas sugestivos del cuento,comentare las consecuencias ultimas de esta interminable red referencial enla que sujeto y objeto intercarnbian posiciones hasta provocar el vertigo t e x -tual del lector (mise-en-abyme],

En la enumeraci6n que el narrador hace de la obra de Menard alcomienzo del cuento, no podemos dejar de pensar en un episodio parecidoque l1~ne lugar en la .no.vela de Cervant~: el famoso escrutinio que elcanoni go hace de la biblioteca de Don Quijote (capi tulo VI de la pri meraparte). Al igual que el can6ni go, el narrador de "Pierre Menard" carece detodo sent ido de la verosi rni li tud , aunque con su est ilo seudocient ff ico pre-tenda todo 1 0 contrario.

Ent re las obras del autor frances destaca una que evoca los habitosl iterar ios de Tlon y el libro laberint ico de Ts 'u i Pen en "El jardfn de los sen-deros que se .bifurca.n": "Una monograffa sobre la posibilidad de construirun vocabulario poetico de conceptos que no fueran s in6nimos 0 perffrasis

de los que informan el l~nguaje comu.n, 'sino obj etos ideal es creados poruna convencion y esencia lmente des tinados a las neces idades poet icas' "(48).

El caracter contradictor io y par6dico de las obras mencionadas cobraexpres i6n de nuevo en otro de los textos de Menard, cuyo tftulo alude a uno~e los. temas recurrentes en Borges (la irrealidad de la realidad): "Unamvecuva contra Paul Valery, en las H o ja s p ar a la s up re sio n d e fa r ea li da dde Jacques Reboul. (Esta invect iva , d icho sea ent re parentesis es el reversoexacto de su verdadera opini6n sobre Valery)" (50).

En total el narrador cita por orden cronol6gico diecienueve tftulos(ensayos, traducciones, prefacios, etc.) pertenecientes a 1 0 que consideracomo "la obra visible de Pierre Menard." De "la subterranea, la interminab-lemente her.oic~, la impar" e "inconclusa" dice que "consta de los capltulosnoveno y trigesi rno oc:ta~o d~ la pnrnera parte del don Qujote y de un frag-mento del capltulo vemtId6~ (51).. El narrador p~c~ con.sciente del apa-rente absurdo de tal afi rmacion e msiste en que la jus ti ficac ion de la mismaconstituye el objeto primordial de su ensayo.

La posibilidad de que el l ector crea que la intenci6n del simboli st afrances fuera escribir un Quijote contemporaneo, es inmediatamente descar-tada por su comentarista: "No queria componer otro Quijote-lo cual es

flicil--:sino el Q~i~ote. Imitil agregar que no encar6 nunca una transcripci6nmecanica del or iginal ; no se proponfa copiar lo . Su admirable ambici6n eraproducir unas pagi nas que coincidieran-pal abra por pal abra y l inea porlinea--con las de Miguel de Cervantes" (52).

En.su elaboraci6n de un. Quijote identico, per? propio, Menard baraj6dos posib les metodos , El pnmero consist fa en la ident if icacion biograf icacon el autor original: "ser Miguel de Cervantes ...pero 1 0 descart6 por facil"(53). Menard pretende "s~guir siendo ~enard y llegar al Quijote, a travesde las expenencias de Pierre Menard (53). Lo que parece un enigmaadquiere un nuevo signi f~cado si interpretamos el proyecto del autor ima-ginano como una alegona de la lectura, entendida 6sta como proceso dereescntura permanente.

Pero antes de desarrollar est e pun t o, convendrfa profundizar en los

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motivos que I1evana Menard a elegi r e l Quijote como objeto de re-creaci6n(0 re- lectura) , Esta pregunta la avanza el comentarista-"l .Por que precisa-mente e l Quijote ? dira nues tro lector," (54)-y ofrece para sujus ti ficac i6nal gunos i nt eresantes coment ar ios del propio Menard. Estos proceden deuna carta dirigida aI narrador. La carta de Pierre Menard cormenza dicien-do: "EI Quijote me in teresa profundamente, pero no me parece l .c6mo1 0 dir e? i nevitable EI Quij ot e es un libro contingente, el Quijote es inne-cesario. Puedo premedi tar su escri tura , puedo escr ibi rlo, s in incurri r en unatautologfa (54).

Lo que parece una comentario despect ivo de la obra de Cervantes es, ala luz de la crftica de la lectura y el postestructuralismo, un elogio delQuijote como paradigma y pieza fundacional de la metaficcion, Comosugieren Wolfgang Iser en The Act of Reading (1978) y Roland Bar thes en"The Death of the Author" (1977) , e l concepto del texto suscept ib le de nue-vas escri turas, plantea la obra de ar te no como obj eto cerr ado destinado a lacontemplaci6n pas iva de espectadores poco exigentes , s ino como punto depart ida en el proceso gener ador del "efecto estetico," que tiene lugar, enultima instancia, en la mente del lector. Los comentarios que siguen dePier re Menard inciden en el mismo tema: "Mi recuerdo general del Qui jote,simpli ficado por el olvido y la indiferenci a, puede muy bien equivaler a l aimprecisa imagen anter ior de un l ibro no escr ito" (55).

En SIZ (1975) Barthes establece una distinci6n entre textos cerrados,que denomina "Iegibles" (lisibles}, y textos abiertos 0 "escribibles" (scripti-bles). Las novelas real istas serfan un ej emplo del pri mer grupo. En eIl as ellector se lirnita a ejercer el papel de "consumidor" de un significadopr eviamente establ eci do. Por el contrari o, en el segundo grupo (l os textos"escr ib ibles") se inclui rfan las novelas de vanguardia que exigen del recep-tor un papel act ivo como "product or" del signi ficado. D esde este punt o devis ta , la descr ipci6n que Menard hace del Quijote como un l ibro "no escri -to" no debe considerarse, pues , como descal if icac i6n, s ino como vindica-c i6n de la pennanente contemporaneidad de la novela de Cervantes .

La elecci6n que Menard hace del Quijote, y la que Borges hace deMenard como re-escritor del Quijote, no es, de ningUn modo arbitrari a.Tanto en la novela de Cervantes como en el cuento de Borges podemosapreciar todos aqueI los rasgos que Linda Hutcheon (1980) y Patr ic ia Waugh(1984) consideran caracterfsticos de la Iiteratura autorreferencial: la disper-sion del punto de vist a narrati vo, la dialecti ca entre ficci6n y realidad, laparodia de los generos I iterar ios precedentes , e l juego verbal e inter textual ,y 1 0 que aiin es mas importante , la temat izac i6n del acto de la lectura dentrodel propio texto, Como un recorrido de estas caracterfsticas dentro de laobra de Cervantes nos obligarfa a una reescri tura del Quijote, me centrareen los t res (0 cuatro) capftulos a que alude el narrador de Pierre Menard."

EI pri mer fr agmento ci tado por el coment ar ista es el capftulo novenode la prirnera parte. Un capitulo cargado de sugerencias, ya que en estepunto Cervantes introduce la figura del narrador ficticio Cide HameteB enengeli , y con el t odo un entramado estruct ur al en el que la voz autorialse difumina hasta desaparecer por completo.

EI esquema de "cajas chinas" propio de la metanarrat iva adquiere pro-

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fundidad a medida que avanza la lec tura de la obra de Cervantes , a lcanzan-do su mayor grado de complej idad durante la relac i6n de los cuentos inter-polados. En tales ocasiones se nos presenta a un segundo narrador cuyahistoria es inclufda por un traductor morisco para compensar la "sequedad"de la narraci6n de Benengeli . Esta narraci6n se interca la en medio de la his-tori a de don Qui jote y Sancho recogida por el cronista arabe, el cual es, a suvez, traducido por el mencionado morisco, cuya obra edita elllamado "autorsegundo," de quien el lector deduce un autor implfcito. Todo eIlo comoresul tado del encuentro de la obra de un tal Miguel de Cervantes con un lec-tor potencial. Tras meditar brevemente sobre esta organizaci6n laberfnticael l ect or se puede preguntar con raz6n quien es el autor de la obra que t ieneent re sus manos. La import ancia del capit ul o IX del Quij ot e resi de en queen 61se cuest iona por pr imers vez la autor ia de Cervantes como creador delQui jote, a lgo que se repeti ra a 1 0 largo de toda la novela y que se convierteen el cuento de Borges en uno de sus temas pr incipales.

EI capitulo trigesimo del Quijote aparece explfcitamente comentado enel texto de Borges. Se tr at a del "Di scurso de las armas y las letras." En estepasa je Cervantes hace un panegfr ico del hombre de armas en det rimento delhumanis ta . EI narrador ve en eIlo un impulso paralelo aI del propio Menardque, como hemos comprobado, se complacfa en exponer ideas contrarias aaqueI las en las que crefa: "habito res ignado e i ronico de propagar ideas queeran el estricto reverso de las preferidas por 61"(56).

En cuanto al t er cero de l os pasaj es que cit a B orges (0 mejor, la voznar rat iva del cuento), no queda claro si el fragmento del capftulo XXII alque se ref iere e l texto per tenece al tomo I 0 al II de la novela cervanti na. Encualquier caso, como sugieren Tamara Holzapfel y Alfred Rodriguez (1977:675), ambos capftulos son notables por sus implicaciones, y la ambigUedadexis tente en es ta a lusi6n parece ser un intento mas de Borges por remedar elmodo de composici6n d la diable que considera caracterfstico en Cervantes.EI capitulo XXII de la primera parte relata la aventura de los galeotes cuyoprotagonista es Gines de Pasamonte, autor de La vida de Gines dePasamonte, un nuevo ejemplo de autorreferencial idad en el que los perso-najes autores de una ficci6n que no es ni mas ni menos que la historia 0

ficci6n de sus propias vidas, de sus propias reali dades. U n dato adicionalque me parece interesante es e l hecho de que Gines de Pasamonte aparezcaen la segunda par te del Quijote en el episodio del ret ablo de Maese Pedro,donde se superponen de modo inquietante los pIanos de la rea1idad y laficci6n.

EI capitulo XXII del segundo volumen del Qui jote es igualmente nota-ble. En 61 se resumen inicialmente los acontecimientos de las bodas deCamacho (bodas que no tienen lugar, por cierto) , las aficiones seudo-intelec tuales del Primo (con la consiguiente parodia de la erudici6n l ibres-ca), y 1 0 que es mas importante, la bajada de don Quijote a la Cueva deMontesinos. Esta nueva Imagen del viaje aI mas aliAparodia el mito univer-sal del descenso que el propio Borges recreara en "EI jardfn de los senderosque se bifurcan." En el inter ior de la Cueva de Montes inos el Qui jote pierdela noci6n de realidad y es absorbido por la fuerza incontenible de suinconsciente.

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M I F LC P r o ce ed in g s

Pero el momento culminante de "Pier re Menard" se produce cuando elcomentarista de l a obra afirma: "El texto de Cervantes y el de Menard sonverbal ment e ident icos, pero el segundo es i nfinitamente mas ri co. (Masambiguo, diran sus det rac tores; pero la ambigi iedad es una r iqueza)" (57).EI papel de Ia ambigiiedad y la indeterminaci6n en la estructura comunicati-va del texto ha s ido anal izado en profundidad por la fenomenologia y la her-meneutica, Para Roman Ingarden el objeto estet ico nunca esta plenamentedeterminado, sino que se manifiesta de forma embri6nica . EI papel dellec-tor consiste en cubrir los espacios de indeterminaci6n ( spo t s o f inde te rmina -cy) abiertos en el texto (1973: 252-53). Cuando la concreci6n de laambigi iedad se lIeva a cabo mediante el acto de la lect ura, surge el objetoestetico como "armonfa pol if6nica" (1973: 369-73). Esta misma idea ladesarrol la Iser en su discus i6n de los "espacios vacios" (blanks) de la obral iterari a. En opini6n de lser l os cam b ios de l a perspectiva narrat iva se tra-ducen en vacios que el lec tor debe completar. Los espacios vacios regulan ,por tanto, la act iv idad representa tiva del lec tor, est imulando su respues tacon forme a las condiciones establecidas por el texto (1978: 195-203).

Con el obje to de comprobar 10dicho anteriormente el comentarista delcuento borgeano com p ara un fragmento de la novela de Cervantes con elcorrespondiente a la obra de Menard. En el texto del autor espafl ol se lee:" . .. la v erd ad , c uya m ad re es la h is to ria , em ula d el tiem po , d ep os ito d e la sa c cio ne s, t es tig o d e1 0 p a sa d o, e je m pl oy a vis o d e1 0 presente, adve r tenc iade 1 0 p o r v en ir " [enfasis del autor] (57). EI texto de Menard es identi co,pero, aI mismo tiempo, radicalmente diferente: ".. . la v er da d, c uy a m ad rees la h istoria, emula d el tiem po, depo sito de las ac ciones, testig o de1 0

p as ad o, ejem plo y a vis o d e1 0 p o r v en ir " [enfasis del autor] (57).Como indica el narrador, en el texto de Cervantes , redactado en el s ig lo

XVII, tal enumeraci6n no es mas que "un mero elogio ret6rico de lahistoria" (57). La obra de Menard, en cambio, contemporanea de lapsicologia de la percepci6n de William James, presenta un atentado alconcepto t radic ional de la verdad, una apologia revolucionar ia del subjet i-vismo, ya que "no define la histor ia como una indagaci6n de larea lidad s inocomo su origen" (57). En el Quijote de Cervantes la tensi6n entre Ia ficci6ncaballeresca y la realidad pi caresca de la Espafla del momento constitufauno de los mot ivos cent ra les de la novela. Aunque el referente mas inmedi-ato 10facilitaban los generos y lradiciones literarias mas populares (Ia nove-la pastor il , la sentimental , la morisca, e tc .) , la confrontac i6n entre el mundoI ibresco del hidalgo loco y la rea lidad empfrica del momento jugaba todaviaun papel decis ivo. EI universe referencia l del Qui jote de Pier re Menard hayque buscarlo, en cambio, en el mundo de la ficci6n, una ficci6n que, a suvez, remite otras muchas. La realidad para Menard es, en ultima instancia,un artificio, el resultado de la capacidad fabuladora del hombre.

La conclusi6n del relato abre una nueva perspectiva en el analisi s de 10que podrfarnos considerar como la reversibilidad del fen6meno intertextual.La posib il idad de leer obras anter iores desde nuevos puntos de vista acabapor modif icar la obra or ig inal , mul tipl icando has ta e l inf ini to su potencialsignif icat ivo . La teorfa de las inf luencias pierde, por tanto , e l carac ter cro-nol6gico que se Ie habfa atribufdo lradicionalmente:

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Menard (acaso sin quererlo) ha enriquecido mediante unatecnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lec tu-ra: la tecnica del anacronismo del iberado y de las at ribu-ci ones err6neas. Esta tecnica de apli caci6n infinita nosinsta a recorrer la Odisea como si fuera posterior a laEneida .... Esa tecnica puebla de avent ura los Ii bros mascal mosos. Atri buir a Loui s Ferdinand Celi ne 0 a JamesJoyce la Imitacion d e C r is to lno es una suficiente renova-ci6n de esos tenues avisos espirituales? (59)

Esta misma idea sera reelaborada por Borges a 10 l argo de toda su ca -r rera I iterar ia y muy especialmente dentro de sus ensayos. En el art iculo t it -u lado "Kafka y sus precursores" af irma que "cada escr itor crea a sus precur-sores, su labor modi f ica nuestra concepci6n del pasado, como ha demodificar el futuro" (Otras inquis ic iones,1952: 128). Pero es en "Pierre

Menard" donde encontramos por primera vez todos los elementos recu-r rentes de la poet ica de Jorge Luis Borges. La tematizaci6n de su teorla l i-terar ia a1canza en este breve cuento su mayor grado de complej idad y per-fecci6n. EI acto de escribir y el acto de leer se equiparan dentro de un textoconcebido como punto de encuentro de todos los textos,

Durante la lectura de "Pierre Menard, autor del Quijote" el lector esemplazado entre dos espejos ficticios que se reflejan interminablemente. EIvertigo textual que se desprende de esta situaci6n s610se resuelve medianteIa aceptaci6n del artificio narrativo. Un artificio que ha llegado a modificarnues tra visi6n del espacio y del t iempo y, por 10tanto, de larea lidad misma.

B I B L I O G R A F I A

Barthes, Roland. SIZ. Trans. R. Miller. New York: Hill & Wang; London:Jonathan Cape, 1975.

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M IF LC P ro ceed ing s

Iser, Wolfgang. The Act 0/ Reading: A Theory 0/ Aesthetic Response. Baltimore:Johns Hopkins UP, 1978.

Waugh, Patricia. Metafiction: The Theory and Practice 0/ Self· Conscious Fiction.London & New York: Methuen, 1984.

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