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CONTRATAPA El gran deschave Página 4 SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM I REPORTE NACIONAL AÑO 2 I NÚMERO 100 I JUEVES 31 DE OCTUBRE DE 2013 HA VUELTO Cuando Hitler se despertó, nosotros seguíamos allí Página 3 gran poesía una Como horizonte al menos, Dino Campana

Como horizonte al menos, una Dino Campana “gran poesía · del ser: fluir de las profundidades de la tierra; el cielo como la tierra en alto, misterioso, puro, desier - to de la

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CONTRATAPA

El grandeschave

Página 4

SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM I REPORTE NACIONAL AÑO 2 I NÚMERO 100 I JUEVES 31 DE OCTUBRE DE 2013

HA VUELTO

Cuando Hitler sedespertó, nosotrosseguíamos allíPágina 3

“gran poesía”unaComo horizonte al menos,

Dino Campana

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2 REPORTE NACIONAL SLT JUEVES 31 DE OCTUBRE DE 2013

tades”. Lo que estaba en curso erauna nueva alianza o un nuevo pac-to entre poeta y lector, como co-partícipes de una tarea en común,y un rechazo a las aplanadoras co-modidades de lo que, mucho des-pués, Theodor Adorno llamaría“el mundo administrado”: cadacosa con un lugar preestablecidoy nada puede darse que no cum-pla una función en pos siempredel beneficio económico y el éxi-to social, sin excedentes inútiles.“Ya nunca más mera diversión nimero adorno”, dice Alonso de lapoesía que desde Baudelaire enadelante pugna por abrirse paso,y mucho tiene que ver con eso ellugar común –tan común comocierto–que asigna a Baudelaire eltítulo de “padre de la poesía mo-derna”, por, ya se sabe, Las floresdel mal, de 1857.

Pocas décadas después, Jean-Arthur Rimbaud iba a declarar queel poeta “se vuelve vidente por unlargo y razonado desarreglo de to-dos los sentidos”, adjudicación esa,la de la “videncia”, que, dada suambigüedad ha sido entendida demuchos modos, pero que acasomerezca ante todo el primero ymás literal: vidente es el que pue-de ver. De ver se trata, de abando-nar las ilusiones y los relatos orde-nadores de la mente para abrir losojos a lo que el complejo e incom-prensible mun do –natural o hu-mano– les presenta, ya sin el tute-laje de otros discursos y de los po-deres que manipulan esos discur-sos. Algo que sorprende, en esesentido, al leer “Vida y obras deEdgar Poe”, el célebre ensayo deBaudelaire que Alonso incluyó ensu antología, es hasta qué puntoesa capacidad de ver, y hasta deprever, llega en ocasiones a ser po-lítica: “Orgulloso de su desarrollomaterial, anormal y casi mons-truoso, ese recién venido a la his-toria [se refiere a los Estados Uni-dos] tiene una fe ingenua en la om-nipotencia de la industria; estáconvencido, como algunos des-

“Agua amarilla es de ungris fluvial”, dice eltercer verso del poe-ma titulado “Buenos

Aires”, y en el cuarto se anuncia:“Se asoma la ciudad gris y velada”.Así vio Dino Campana su llegada,en 1907, a la Argentina, y así loconsigna en su único libro, Can-tos órficos, publicado en una edi-ción propia en Marradi, su pue-blo, en 1914, y años después reva-lorizado al ser aureolado su autorcon la dudosa fama de ser el “úni-co poe ta maldito de Italia”, entreotras cosas porque permanecióinternado en una clínica psiquiá-trica desde 1918 hasta su muerte,en 1932. Pero lo que importa pa-ra el caso es que también en Can-tos órficos la Argentina está presen-te en “Pampa”, un larguísimo po-ema en prosa en donde la llanura,a la luz de las estrellas, se transfi-gura y transfigura al hombre quela contempla: “Y entonces fue queen mi entorpecimiento final sen-tí con delicia nacer al hombrenuevo: al hombre nacer reconci-liado con la naturaleza inefable-mente dulce y terrible: deliciosa-mente y orgullosamente jugos vi-tales nacer en las profundidadesdel ser: fluir de las profundidadesde la tierra; el cielo como la tierraen alto, misterioso, puro, desier-to de la sombra, infinito.”

Es el misterio de la naturalezaabierta y desnuda lo que en “Pam-pa” sacude al europeo culto, in-quieto y sensible, el autor de poe-mas donde a través del desplieguede una erizada sensualidad y unaexacerbación de los sentidos se ha-ce de la vitalidad una operación dedesquicio contra las formalidadesde la sociabilidad burguesa. Lapampa, ahí, desde esos ojos, es losalvaje, lo bárbaro, y “bárbaro” esuna palabra a la que Rodolfo Alon-so recurre en el prólogo a la selec-ción de textos de Cantos órficosque

entre los humanos y el mundo.“La gran poesía” se denomina

la colección que dirige Alonso pa-ra la editorial de la Universidad deVilla María (Córdoba), cuyos pri-meros dos títulos son Cantos órfi-cosy Mi bella tenebrosa, esta últimauna “antología esencial” de Char-les Baudelaire. No porque se ad-judique alguna superioridad pue-de calificarse de “grande” esa po-esía sino por la magnitud y auda-cia de sus aspiraciones, su volun-tad de replantear de raíz lo que seentiende como “la vida”, casi in-imaginable si se la compara con lamayor parte de lo que con el ró-tulo de “poesía” se produce a estaaltura del siglo XXI, no sólo en laArgentina, pero en la Argentinasobre todo. No casualmente, alprólogo de Mi bella tenebrosaAlonso lo abre con una cita deWalter Benjamin: “Baudelaireconfiaba en lectores a los que lalectura de la lírica pone en dificul-

graciados entre nosotros, que ellaterminará por comerse al Diablo.¡El tiempo y el dinero tienen alláun valor tan grande! La actividadmaterial, exagerada hasta las pro-porciones de una manía nacional,deja en los espíritus bien poco lu-gar para las cosas que son de la tie-rra.” Por eso mismo, por su “visiónimpecable de lo real, verdadera en-fermedad en ciertas circunstan-cias”, Edgar Poe “creía, como ver-dadero poeta que era, que la fina-lidad de la poesía es de igual natu-raleza que su fundamento, y queella no debe tener en vista otra co-sa aparte de sí misma.” Cuantomás atenta esté la poesía a lo máspropio de la poesía, más abierta alo imprevisible de la realidad, y,por tanto, inasimilable para el re-duccionismo del orden mercantil.

Aun hoy, cuando el AmericanWay of Life se ha vuelto “subjeti-vidad de época” mucho más alláde EE.UU., quizá haya algunaposibilidad, así y todo, de pensaruna “gran poesía” y a eso pareceapuntar la tentativa de RodolfoAlonso, contra lo que sugiere,abrumadoramente, la gigantescay omnipresente pantalla de lasevidencias, encendidas las 24 ho-ras para convencernos de que noqueda mucho más que esperar.No es sólo por la existencia de unacolección como esta que esa per-sistencia o irreductibilidad puedesuponerse viva: el ojo y el olfatointeresados conseguirán, si lo in-tentan, detectar, así sea googlean-do o chusmeando en el cambala-chesco conventillo de Facebook,indicios de acciones o de encuen-tros de palabras en los que, con-tradictoria, abierta a lo terrible ylo sublime de la vida real, a lo queésta tiene de anodino y de oscuroy de mezquino y de íntimo y deapasionante, la atención humanaencuentra ocasiones de asom-brarse ante alguna que otra irrup-ción de la verdad o la belleza y depreguntarse si no podría todo ocada cosa ser de otra manera overse desde otro ángulo, el menosprevisto casi siempre.

DANIELFREIDEMBERG

preparó y tradujo para la ediciónde Eduvim. Si ya Eugenio Mon-tale hablaba del “mensaje bárbarode Campana”, Alonso recuerdaque el propio Campana usa esa pa-labra a menudo en sus textos (“rei-na bárbara bajo el peso de todo elsueño humano”), entendiéndolacomo una condición anterior a ladomesticación a la que la desange-lada sociedad “moderna” sometea mentes y cuerpos. Una suerte depoderosa inocencia que el poetade Marradi rescata al igual que,hace notar Alonso, Rimbaud,Rousseau, Modigliani, Picasso,Apollinaire, Cendrars: la funda-ción de la descomunal aventuraespiritual con la que poetas, pen-sadores y artistas de la segundamitad del siglo XIX y las prime-ras décadas del XX sacudieron to-do, en su búsqueda de una revo-lución en los modos de relación

EN SU NUEVA OBRA, MURAKAMI REFLEXIONA UNA VEZ MÁS SOBRE LA SOLEDAD

Con una novela que rinde una vez más tributo a la música a través de alusiones a compositores y de una prosacadenciosa salpicada de notas alegóricas, el escritor japonésplantea en Los años de peregrinación del chico sin color unatrama que resignifica el valor de los vínculos y metaforiza lasoledad de la vida urbana. Siempre hay una obsesión en lanarrativa del eterno candidato al Nobel de Literatura que se

filtra en las singularidades de sus personajes, en este casolas estaciones de trenes, una afición que el protagonista dela novela adquirió siendo niño y que cuando cumple 36 años,se ha convertido también en una forma de subsistencia entodos las acepciones posibles. Tsukuru Tazaki, tal el nombrede la criatura que asoma en la nueva obra del autor de Kafkaen la orilla, es un ingeniero que diseña estaciones.

“gran poesía”unaComo horizonte al menos,

Dino Campana

CAMPANA. EL AUTOR DE CANTOS ÓRFICOS LLEGÓ A BUENOS AIRES EN 1907.

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JUEVES 31 DE OCTUBRE DE 2013 SLT REPORTE NACIONAL 3

Disparatada, jocosa, sar-cástica, extravagante, có-mica, mordaz, irreve-

rente, hilarante. Con esos adjeti-vos se describe en los suplementosde cultura de los periódicos y en losportales de Internet a la novela deTimur Vermes, Ha vuelto(Seix Ba-rral, 2013).

Vermes nació en Nuremberg,en 1967. Tras estudiar Historia yCiencias Políticas en Elangen,Baviera, comenzó a trabajar co-mo periodista en los sensaciona-listas Münchner Abendzeitung yColonia Express. Además, escribiócuatro libros como “negro litera-rio”, trabajos que, según el autor,le sirvieron para tomar confianzay decidirse a escribir su novela so-bre Hitler; y no sólo a eso se ani-mó: sino, además, a utilizar en lanarración la primera persona.

En noviembre de 2012 apareceen Alemania Ha vuelto. En menosde un año, se vendieron en ese pa-ís un millón de copias, fue traduci-da a treinta idiomas y hoy Vermesestá escribiendo el guión para unafutura, y próxima, película.

Había algo absolutamenteinsólito en todo aquello. Estabaen Berlín, desde luego, pero pri-vado, eso era evidente, de todo elaparato del gobierno. Tenía queregresar con urgencia al búnkery, lo veía clarísimo, aquellos jó-venes no podían prestarme mu-cha ayuda. Lo primero era en-contrar el camino. El insípidodescampado en el que me halla-ba podía estar en cualquier par-te de la ciudad. Pero sólo teníaque salir de allí, llegar a una ca-lle y, como al parecer las hostili-dades estaban suspendidas desdehacía algún tiempo, seguramen-te habría bastantes transeúntes,profesionales, taxistas, que memostrarían el camino.

Probablemente no les parecí lobastante desvalido a los jóvenes hi-tlerianos, daban la impresión dequerer reanudar su partido defútbol, en cualquier caso el más al-to se dio la vuelta en dirección a suscompañeros, por lo que pude leer

impregnado en su ropa, despier-ta. Con una gran capacidad deadaptación y sin dejar nunca deser El Führer, se acomoda a esenuevo mundo en que su país esgobernado por una mujer re-choncha que hace lo que quierecon Europa. Consigue un empleopara hacer de él mismo en un pro-grama televisivo y, a través de You-Tube, se convierte en furor. Ve,entiende, percibe, que esos me-dios de comunicación dirigidospor personas sin escrúpulos y losnuevos artilugios tecnológicos,son las herramientas perfectas pa-ra volver a tomar el poder.

Párrafo a párrafo, página a pá-

su nombre, que su madre habíacosido en la camiseta deportiva decolores realmente chillones.

–¡Joven hitleriano Ronaldo!¿Por dónde se sale a la calle?

En un mediodía caluroso deabril, sesenta y seis años despuésde la desaparición del TercerReich, en un descampado céntri-co de la ciudad de Berlín, AdolfHitler, vestido con su uniforme ycon un fuerte olor a combustible

gina, capítulo a capítulo, Vermesconstruye una magnífica sátirapolítica, pero también uno de losmás inquietantes libros de terror.Porque la historia atrae, el humores fiero y corrosivo, y si el lectorse deja arrastrar por estas corrien-tes cálidas, en algún momento seencontrará, inocentemente, aho-gándose en una de las fosas másoscuras: la de darse cuenta que nopuede reprimir que le esté cayen-do simpático el demonio.

Vermes utiliza esa inconscien-te fascinación humana por el malpara demostrarle al lector que loque se creía superado, derrotadoy, en el caso particular del Führer,incinerado, puede estar entero,allí, estudiando el mundo nuevoen su cuarto de hotel, observan-do la “decadencia alemana” mien-tras toma agua mineral en unaOktoberfest o cautivando desdesu talk show, “El Hitler de los vier-nes”, de la cadena MyTV. Enaquellos 2011-2012, el autócratarevivido está intelectualmentelúcido, físicamente impecable ycon el magnetismo personal queatraía en la década del treinta in-tacto, tanto para seducir a los te-levidentes como a sus colabora-dores más cercanos.

Fue un pequeño y hermosotriunfo que la joven recepcionistadel hotel me recibiera por primeravez con el Saludo Alemán. Iba yoa la sala del desayuno y mientrasreplicaba a su saludo replegando elbrazo, ella bajaba el suyo.

–Sólo puedo hacerlo ahoraporque usted se levanta muy tar-de y el vestíbulo está vacío en estemomento –me guiñó un ojo son-riente–, así que no me delate.

–Ya sé que los tiempos son difí-ciles –dije con voz apagada–.¡Aún! Pero llega el tiempo en elque usted podrá defender de nue-vo con la cabeza alta la causa deAlemania.

Para concluir, tres aspectos adestacar y una frase pronunciadapor uno de los empleados de laproductora Flashlight: el primeraspecto es que, en Alemania, elvalor del libro es de 19,33 euros,y, sugestivamente, 1933 fue el añoen el que Hitler llegó al poder; elsegundo tiene que ver con el dise-ño de la cubierta, con ese flequi-llo negro, con el título tomandola forma del bigote y el blancofantasmal del fondo, que es unode los más acertados en la historiade la literatura moderna; el terce-ro, es que las citas, en lugar de es-tar al pie de página, están al finaldel libro, lo que entorpece dema-siado la lectura. La frase debida esla siguiente: “¡Es usted una mina deoro, amigo! Esto es sólo el comienzo,créame”.

LEONARDOHUEBE

Cuando Hitlerse despertó,nosotros

seguíamos allí

EN SU NOVELA LUMBRE, RONSINO EXPERIMENTA CON EL LENGUAJE

En Lumbre, Hernán Ronsino encuentra una voz queexperimenta con el lenguaje y sus posibilidades narrativas, sinperder una estructura en avance para contar una historiaintegrada por muchas historias, donde la memoria, el tiempoy la percepción de la realidad están sujetas a una sensibilidadtan reconocible como extraña. El narrador y protagonista de lanovela publicada por Eterna Cadencia es Federico Souza, un

hombre que regresa por tres días a su ciudad natal, Chivilcoy,lugar donde nació Ronsino y donde transcurren sus novelasanteriores, La descomposición (2007) y Glaxo (2009). Elmotivo del regreso es la muerte de Pajarito Lernú, amigo de su padre y punto de partida para una historia que sefragmenta en muchas, donde los recuerdos van explorandouna zona de la provincia instalada en la memoria del

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OSVALDO QUIROGA

CONTRATAPA4 REPORTE NACIONAL SLT JUEVES 31 DE OCTUBRE DE 2013 DIRECTOR DEL SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM: CARLOS ALETTO SLT.TELAM.COM.AR

se ha caracterizado por sus vaive-nes políticos e ideológicos y queRoberto Cossa, por ejemplo, haretratado con ojo clínico en tex-tos como Nuestro fin de semana,Los días de Julián Bisbal o Tute ca-brero. El realismo argentino, almenos en el teatro, y al margendel grotesco criollo que es la in-teriorización del sainete, se hapreocupado por relacionar losconflictos individuales con lossociales. Si regresamos al ejem-plo de El gran deschave, donde lacrisis se agudiza cuando se des-compone el televisor, no está demás preguntarse sobre el signifi-cado que tiene la llamada caja bo-ba para una mayoría importantede la población. La quietud quesupone estar frente al televisor,aunque ahora ya no es tan comúnque la familia se siente a mirar unprograma, representa tambiéncierta aceptación pasiva por lasideas, usos y costumbres que pro-vienen de la pantalla chica. Susa-na y Jorge, los personajes de Elgran deschave, se ven compelidosa comunicarse entre ellos si faltael televisor. Es el único momen-to en el que hablan. En otros, encambio, la vida pasa por la tele-novela que miran. Pero lo que espeor es que la verdadera vidatranscurre sin que se den cuenta.Acaso sin proponérselo, los auto-res reflexionan también sobre elpoder descomunal de los mediosde comunicación. Poder que semanifiesta en la construcción dediscursos políticos y sociales.Hasta no hace tanto tiempo la te-levisión era el medio legitimantepor excelencia. Lo que se decíaallí se consideraba la verdad. Hoysabemos que suele ser exacta-mente lo contrario. Pero desde elnacimiento de la televisión, a me-diados del siglo pasado, hasta lamultiplicación de los canales y elnacimiento de Internet, lo que sedecía en la pantalla impactaba demanera contundente en la subje-tividad. No es difícil percibir, en-tonces, que obras como El grandeschave no han perdido la posi-bilidad de resignificación.

Revisitar el teatro deSergio De Cecco esencontrarse con unaparte sustancial de

nuestra dramaturgia. Dos de susobras son centrales en la escenavernácula: El reñidero–una versiónde Electra, de Sófocles–, y El grandeschave, escrita en colaboracióncon Armando Chulak. Esta últi-ma, que fue uno de los grandeséxitos del teatro argentino, acabade reestrenarse en el Teatro Cer-vantes con dos interpretacionesmemorables: Muriel Santa Ana,en la piel de Susana, y GuillermoArengo, como Jorge, ambos enuna puesta en escena de LucianoSuardi. Aunque estrenada en1975, con dirección de CarlosGandolfo, El gran deschave perte-nece a ese bloque de obras realis-tas de los años 60 que tuvieron co-mo intertexto el teatro de ArthurMiller y Tennessee Williams. Deesa corriente participaron drama-turgos de la envergadura de Ro-berto Cossa, Ricardo Halac, Car-los Somigliana. Ricardo Talesnik,Julio Mauricio, Germán Rozen-macher y Chacho Dragún. Fue unmomento en el que nacía tambiénen Buenos Aires otra corriente te-atral, representada por GriseldaGambaro, la autora de El campo,entre muchas otras, y EduardoPavlovsky, cuyas primeras obrasestaban emparentadas con la co-rriente del teatro del absurdo, co-mo es el caso de Robot.

El gran deschavehabla del dete-rioro de una pareja que se enfren-ta brutalmente un día en el que fa-lla el televisor. En ese sentido po-dría pensarse que la obra ha enve-jecido, dado que hoy la televisiónno ocupa un lugar tan central co-mo décadas atrás, y las parejas,cuando se llevan mal, tienden a se-pararse. Sin embargo, esa seríauna lectura simplista. Susana yJorge no pueden separarse porquelos une un vínculo que a pesar detodo está cargado de erotismo. Escierto que lo primero que se ve esel odio que se destila uno hacia elotro por sus propias frustraciones.Pero a medida que avanza la ac-

te. En la misma dirección actúaGuillermo Arengo, que compo-ne su personaje de manera justa,precisa y profundamente vital.Pero hay más. El espectador seencontrará con Graciela Pal, co-mo la Nona, dándole a su papel eltono justo de una criatura que só-lo quiere hablar de lo que le ocu-rrió en la verdulería; también dis-frutará con la labor de Iván Mos-chner, en la piel de un hombreque sufre de ciática y que transitauna vía tragicómica de impecablefactura dramática, y finalmente,se indignará con el personaje deMarcelo Bucossi, Martinuchi, eltípico chanta argentino, el mise-rable de buenos modales que pa-sa por buen tipo y no es más queun estafador de poca monta.

Luciano Suardi, al frente de ladirección, bordea la tragedia consensibilidad e inteligencia. Inclu-ye un grupo de músicos que actú-an en vivo. Y en el momento me-nos pensado acicatean la acciónen beneficio del espectáculo.

Conviene insistir en un conceptoconocido, pero imprescindible: elteatro es el territorio de los acto-res. De ahí que conmueve la en-trega emotiva de Muriel SantaAna y Guillermo Arengo.

Por otro lado, es importanteel rescate que está haciendo elCervantes de piezas nacionalesque no por poco representadascarecen de méritos. En estos dí-as también subió a escena, en lamisma sala, Chau, papá, de Alber-to Adellach, con Roberto Car-naghi, Graciela Stefani, HéctorDiaz y un elenco de figuras de só-lida trayectorias sobre las tablas.Chau, papá, escrita en 1971, poneal descubierto las miserias, fobiasy mezquindades de un puñado depersonajes que representan, conmatices, buena parte de la clasemedia argentina. Una clase que

ción las cosas se tornan más com-plejas. Jorge y Susana viven en ununiverso de falsos ideales, de me-diocridades compartidas, de am-biciones de vuelo bajo y de pro-fundos vacíos que ninguno de losdos sabe colmar. Forman parte deuna clase media que supone que loúnico importante es el dinero y laopinión de los vecinos. Hay algoen ellos que los ubica como emer-gentes de un sector de la sociedaddespolitizado y atento sólo a suspropios intereses.

Lo que ocurre en el escenariodel teatro Cervantes, de la ciudadde Buenos Aires es muy potente.El elenco no podía haber sido me-jor elegido. Muriel Santa Ana, aquien admiramos interpretandonada menos que La vida es sueño,de Calderón de la Barca, en el SanMartín, realiza una labor excelen-

UN HOMENAJE A LA JOYA ARQUITECTÓNICA DE AVENIDA DE MAYO

Divino Barolo, el libro de Valeria Dulitzky y Julieta Ulanovsky,que cuenta los secretos y misterios del Palacio Barolo, elrascacielos porteño construido en homenaje a la DivinaComedia, y donde las autoras poseen su estudio de diseño ,será presentado el viernes 15 de noviembre a las 19 en eledificio. La idea del proyecto fue, a través de fotografías y textos,rendirle homenaje a esta joya arquitectónica de la ciudad

de Buenos Aires, construido por el arquitecto Mario Palanti a pedido del empresario textil Luis Barolo, con 3 millones ymedio de ladrillos. “Es una guía imprescindible y portable paralos fanáticos del edificio, ideal para el flâneur, para losestudiosos del Dante, para los admiradores de la obra de MarioPalanti y los interesados en la preservación del Patrimoniocultural y arquitectónico”, cuentan las propias autoras.

El gran deschave

ELENCO . GUILLERMO ARENGO (JORGE) Y MURIEL SANTANA (SUSANA) ENTREGAN UNA ACTUACIÓN CONMOVEDORA.