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Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

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Page 1: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia
Page 2: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

AutoridadesMinistro de Trabajo, Empleo y Seguridad SocialCarlos A. Tomada

Secretaria de TrabajoNoemí Rial

Jefe de GabineteNorberto Ciaravino

Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidadesy de Trato entre Mujeres y Varones en el Mundo Laboral (CTIO)Olga Martín de Hammar

StaffEdita y publica

Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social

Producción de Contenidos

Area de Formación CTIOBlanca Ibarlucía

Area de Comunicación y Difusión CTIO

Carmen López

Estilo editorial

Area de Estilo EditorialDirección de Prensa y Comunicaciones

Producción gráfica

Area de Diseño GráficoDirección de Prensa y Comunicaciones

Page 3: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

introduccion | de la economia del cuidado a la etica del cuidado | una propuesta de analisis | construccion de las subjetividades e identidades | division socio-sexual del funcionamiento

de las sociedades | relaciones de poder-dominacion y control | estado de situacion y algunas

propuestas | compromisos integrados a los objetivos de la ctio | reflexiones finales

Responsabilidades compartidas y corresponsabilidad social para la igualdad de oportunidades

Trabajo y familia

Page 4: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia
Page 5: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 5

indagar para su observancia cabal. A tal

fin, este trabajo plantea el análisis de los

ejes que pueden constituir rémoras y de

los que vehiculizan avances, y desde allí

proponer posibles soluciones. Los temas

del cuidado y de las responsabilidades

compartidas son fundamentales, por-

que están directamente vinculados con

la conciliación entre trabajo y familia y la

consecuente equidad.

El presente documento tiene como pro-

pósito aportar a la definición de políticas

que hagan realidad la igualdad de opor-

tunidades entre mujeres y varones en

los espacios laborales, principio fundan-

te de la CTIO. Todos los derechos están

garantizados de jure por la Constitución

Nacional y las provinciales, y por las le-

yes que las regulan, pero no de facto; de

hecho no se cumplen en su totalidad de-

bido a complejas razones que es preciso

Introducción

t r a b a j o y f a m i l i a

Page 6: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Por tradición y cultura, las mujeres, remuneradas o no, son quienes,

además del cuidado de su prole y su familia, continúan mayorita-

riamente haciéndose cargo de la atención de la ancianidad, de las

personas enfermas y de todas aquellas personas con diferentes ne-

cesidades. La complejidad y multiplicidad de las obligaciones de-

mandadas en los trabajos del cuidado están naturalizadas y atri-

buidas a las mujeres como parte de la esencia femenina.

Las sociedades son dinámicas. Un cambio en una parte del sistema

tiene efectos en el resto. Esto sucedió con la masiva irrupción de las

mujeres en el mundo público y su inserción en espacios de deci-

sión antes sólo ocupados por los varones como conjunto humano.

Algunas de las consecuencias se han visto reflejadas en los cues-

tionamientos y planteamientos acerca de la asunción de las tareas

del cuidado y las responsabilidades compartidas entre mujeres y

varones en los mundos público y privado. Afrontar alternativas sig-

nifica tramitar un cambio de paradigma en beneficio del bienestar

y la equidad social.

De la economía del cuidadoa la ética del cuidado

la complejidad y multiplicidad de las obligaciones demanda-das en los trabajos del cuidado están naturalizadas y atribui-das a las mujeres como parte de la esencia femenina.

cuidado

Page 7: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 7

t r a b a j o y f a m i l i a

Socialmente se invisibiliza que la comple-

ja red de funciones y responsabilidades

que implican los trabajos de cuidado a

cargo de las mujeres en el mundo priva-

do resuelve muchas necesidades básicas

de las personas para su inserción en el

mundo público.

Los gobiernos y los Estados, a través de la

definición de sus políticas implementan y

refuerzan la ideología que las regula. Esto

sucede con las políticas que explícita o

implícitamente prosiguen fortaleciendo

el rol instituido a las mujeres como las

principales responsables del cuidado en

sus diferentes modalidades, mecanismo

que se constata, entre otras cosas, en el

hecho de que las licencias para el cuidado

de los/las recién nacidos/as en los prime-

ros meses de vida son para las madres; las

guarderías (cuando las hay) están cerca

del lugar de trabajo de las madres, como

si los hijos e hijas fueran sólo de las mu-

jeres; lo mismo sucede con las licencias

para el cuidado de familiares. Además no

hay políticas públicas para cuidar a las

personas que ejercen los cuidados; no se

reconoce el valor económico ni la ener-

gía psíquico-física puesta al servicio de la

asistencia y protección de los demás.

Ese cuidado se ha basado en la facultad de las mujeres como re-productoras de la especie; trasla-dando el hecho biológico, físico, de la reproducción-materni-dad, al ideológico-político de maternaje, esto es, a la función de cuidado, instituyendo a las mujeres como cuidadoras universales.

Page 8: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

propuestaUna propuesta de análisis

Como marco de referencia para examinar los condicionantes que

conforman las representaciones, base de las construcciones de las

subjetividades e identidades de mujeres y varones, su consecuente

desempeño personal y social, para estudiar constantes, permanen-

cias y cambios y dar cauce a acciones superadoras que se concreten

en políticas para la igualdad de oportunidades, se propone hacerlo

a partir de tres variables intervinientes, interdependientes, que se

vinculan, interactúan y afectan recíprocamente en forma sostenida.

1. Construcción de las subjetividades e identidades. Lo biológico y

lo social.

2. División socio-sexual del funcionamiento de las sociedades: es-

pacios, trabajos, tiempos, funciones, responsabilidades.

3. Relaciones de poder-dominación y control social.

Esta propuesta teórico-práctica se plantea como una posibilidad

de construir un cuerpo de conocimientos permanentemente enri-

quecido con el trabajo interdisciplinario y multisectorial tripartito,

teniendo como herramienta al Diálogo Social.

Page 9: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 9

t r a b a j o y f a m i l i a

cada cultura y momento histórico, pero

que dentro de sí contienen su propias

contradicciones para los cambios.

Dentro de los ejes subjetivantes e identi-

tarios se ha de analizar:

a) el trabajo y el empleo

b) la sexualidad-maternidad-paternidad.

1. 1 el trabajo y el empleo

1. COnSTrUCCIOn DE LASSUbJETIVIDADES E IDEnTIDADES

Para garantizar su funcionamiento, con-

tinuidad y permanencia las sociedades

establecen normas, reglas y principios,

insertos en un ideario compartido por

quienes las conforman; ideario que les

da coherencia e identidad social. Como

parte de ese ideario se asignan roles, fun-

ciones y responsabilidades, en gran parte

divididas por sexo, y se ubica a mujeres

y varones en lugares adecuados para la

sustentabilidad de lo establecido. Ese

sistema ideológico-político permea to-

das las estructuras sociales: la familia, la

educación formal y no formal, el lengua-

je, las confesiones religiosas, el trabajo, la

publicidad, los medios de comunicación,

la política y se instituye como formador

de la subjetividad de sus integrantes.

Esto se manifiesta a través de sus deseos,

expectativas, proyectos. Esos modos de

sentir, pensar y actuar responden a di-

chos mandatos, estableciendo represen-

taciones compartidas, que fijan, de forma

directa o subliminal, qué “es” cada uno,

qué “deben ser” la mujer y el varón en

propuestaUna propuesta de análisis

El trabajo y el empleo son mecanismos primordiales que hacen a la inclusión social, al capital social, al prestigio que esos lugares adjudican y por los que se valora a las personas; en consecuencia, forman parte de la autoimagen, de la autoestima, son instituyentes de la subjeti-vidad e identidad y tienen en el sistema capitalista-mercantilista valor económico-monetario.

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Igualdad de oportunidades10

especial a mujeres de menores recur-

sos económicos) por lo cual entran en el

mercado informal, en el que pueden aco-

modar horarios y lugares de trabajo que

se adecuen a sus obligaciones familiares.

Esta solución aparentemente beneficio-

sa es precaria, carece de estabilidad y no

recibe ninguna protección de la seguri-

dad social.

Hoy una gran cantidad de mujeres apor-

tan económicamente en igualdad con los

varones, y muchas dedican tiempo simi-

lar que ellos al trabajo remunerado, pero

no hay una equitativa distribución de las

tareas domésticas. Hay espacios institui-

dos para la negociación en el mundo pú-

blico, pero no existe el mismo tipo de ca-

pacidad de conciliación al interior de las

unidades familiares. Mientras que las dis-

cusiones socio-económicas del mundo

público son tratadas exhaustivamente, la

problemática del mundo privado parece

no ser relevante.

cuidado de la familia, de los chicos, de la

casa”, lo que implica suponer yo no apor-

to, mi trabajo no vale, el que trabaja es

mi marido, él es quien nos mantiene,

quien aporta económicamente al ho-

gar, a cubrir nuestras necesidades. Y en

algún lugar, esa mujer siente y piensa: “Si

lo que hago no vale, entonces, ¿yo valgo?”.

La sobrecarga de responsabilidades cen-

tradas en los trabajos de cuidado, suma-

das a las del trabajo doméstico remunera-

do y no remunerado, constituye la base de

la discriminación y dificulta la igualdad de

oportunidades tanto para el acceso a me-

jores fuentes de trabajo como a su posibi-

lidad de permanencia y ascenso. Asimis-

mo, limitan su autonomía y contribuyen

a fortalecer la brecha de posibilidades de

perfeccionamiento de sus capacidades.

Las responsabilidades del cuidado tam-

bién imponen obstáculos para la libre

elección de trabajos remunerados (en

los trabajos instituidos a las mujeres: tra-

bajo doméstico, comunitario, de cuidado;

obnubilando el aporte económico con-

creto, no contabilizado, de esos trabajos

como sostén del mundo público. Esto

está avalado por estimaciones aproxi-

madas del PNUD (Programa de Naciones

Unidas para el Desarrollo) en los Informes

de Desarrollo Humano (1995, 1996, 1998,

1999) que establecen que si los trabajos

no remunerados que realizan las muje-

res a nivel mundial fueran evaluados en

relación con los salarios predominantes,

equivaldrían a alrededor del 30% de la

producción mundial.

Como derivación de ese ocultamiento,

la sociedad en su conjunto, y las mujeres

como parte de ella, especialmente cuan-

do realizan trabajos no reconocidos como

tales, suelen hacer coincidir esa desva-

lorización con su propia identidad. Más

de una vez hemos oído: “Yo no trabajo,

sólo soy ama de casa, sólo me ocupo del

Parte de los mensajes que en nuestras so-

ciedades capitalistas-mercantilistas nos

constituyen se vincula con la relación del

valor economía-trabajo, que valoriza a las

personas de acuerdo con el trabajo que

realizan y su precio en el mercado. En ese

esquema, el trabajo, remunerado o no,

de las mujeres como cuidadoras (im-

prescindible para la reproducción de la

especie) goza de un “prestigio” meramen-

te discursivo. Se tiene incorporado que di-

chos trabajos y responsabilidades corres-

ponden “naturalmente” a las mujeres, pero

no son estimados en términos económi-

cos, ni apreciados en su real magnitud.

En cambio, aparece con valor econó-

mico-monetario lo que se considera la

producción, hecho que en la división

socio-sexual del trabajo atañe primor-

dialmente a los trabajos y competencias

de los varones como grupo; quedando

en esa evaluación oscurecidos, no valo-

rados, o de escasa valoración económica

Page 11: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 11

t r a b a j o y f a m i l i a

especial a mujeres de menores recur-

sos económicos) por lo cual entran en el

mercado informal, en el que pueden aco-

modar horarios y lugares de trabajo que

se adecuen a sus obligaciones familiares.

Esta solución aparentemente beneficio-

sa es precaria, carece de estabilidad y no

recibe ninguna protección de la seguri-

dad social.

Hoy una gran cantidad de mujeres apor-

tan económicamente en igualdad con los

varones, y muchas dedican tiempo simi-

lar que ellos al trabajo remunerado, pero

no hay una equitativa distribución de las

tareas domésticas. Hay espacios institui-

dos para la negociación en el mundo pú-

blico, pero no existe el mismo tipo de ca-

pacidad de conciliación al interior de las

unidades familiares. Mientras que las dis-

cusiones socio-económicas del mundo

público son tratadas exhaustivamente, la

problemática del mundo privado parece

no ser relevante.

cuidado de la familia, de los chicos, de la

casa”, lo que implica suponer yo no apor-

to, mi trabajo no vale, el que trabaja es

mi marido, él es quien nos mantiene,

quien aporta económicamente al ho-

gar, a cubrir nuestras necesidades. Y en

algún lugar, esa mujer siente y piensa: “Si

lo que hago no vale, entonces, ¿yo valgo?”.

La sobrecarga de responsabilidades cen-

tradas en los trabajos de cuidado, suma-

das a las del trabajo doméstico remunera-

do y no remunerado, constituye la base de

la discriminación y dificulta la igualdad de

oportunidades tanto para el acceso a me-

jores fuentes de trabajo como a su posibi-

lidad de permanencia y ascenso. Asimis-

mo, limitan su autonomía y contribuyen

a fortalecer la brecha de posibilidades de

perfeccionamiento de sus capacidades.

Las responsabilidades del cuidado tam-

bién imponen obstáculos para la libre

elección de trabajos remunerados (en

los trabajos instituidos a las mujeres: tra-

bajo doméstico, comunitario, de cuidado;

obnubilando el aporte económico con-

creto, no contabilizado, de esos trabajos

como sostén del mundo público. Esto

está avalado por estimaciones aproxi-

madas del PNUD (Programa de Naciones

Unidas para el Desarrollo) en los Informes

de Desarrollo Humano (1995, 1996, 1998,

1999) que establecen que si los trabajos

no remunerados que realizan las muje-

res a nivel mundial fueran evaluados en

relación con los salarios predominantes,

equivaldrían a alrededor del 30% de la

producción mundial.

Como derivación de ese ocultamiento,

la sociedad en su conjunto, y las mujeres

como parte de ella, especialmente cuan-

do realizan trabajos no reconocidos como

tales, suelen hacer coincidir esa desva-

lorización con su propia identidad. Más

de una vez hemos oído: “Yo no trabajo,

sólo soy ama de casa, sólo me ocupo del

Parte de los mensajes que en nuestras so-

ciedades capitalistas-mercantilistas nos

constituyen se vincula con la relación del

valor economía-trabajo, que valoriza a las

personas de acuerdo con el trabajo que

realizan y su precio en el mercado. En ese

esquema, el trabajo, remunerado o no,

de las mujeres como cuidadoras (im-

prescindible para la reproducción de la

especie) goza de un “prestigio” meramen-

te discursivo. Se tiene incorporado que di-

chos trabajos y responsabilidades corres-

ponden “naturalmente” a las mujeres, pero

no son estimados en términos económi-

cos, ni apreciados en su real magnitud.

En cambio, aparece con valor econó-

mico-monetario lo que se considera la

producción, hecho que en la división

socio-sexual del trabajo atañe primor-

dialmente a los trabajos y competencias

de los varones como grupo; quedando

en esa evaluación oscurecidos, no valo-

rados, o de escasa valoración económica

Page 12: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades12

autodesvalorización en el caso de que no

se logre cumplir con esas exigencias.

Si bien no es cierto que “la biología es

destino”, como sustentara Freud, ni que

a las mujeres las mueva el instinto, es in-

dudable que los tiempos biológicos de

mujeres y varones son distintos. A causa

del reloj biológico, las mujeres deben to-

mar decisiones vitales que pueden hacer

entrar en conflicto lo personal y lo labo-

ral; ese determinante biológico limitativo

condiciona el tiempo para decidir acerca

de ser madres o no, resolver la contradic-

ción entre carrera profesional, laboral,

social, sindical, política y la maternidad /

maternaje. Esto ubica a las mujeres ante

las siguientes opciones:

a) Ser madres jóvenes “de excelencia”,

tiempo completo, como exige el man-

dato instituido, y postergar la carrera

laboral, lo que significa un gran des-

fasaje con los varones, quienes no in-

terrumpen su desarrollo a causa de la

paternidad.

1. 2. sexualidad-maternidad-paternidad

No obstante las grandes transformacio-

nes culturales y las nuevas formas de re-

lación entre los sexos, un punto clave de

diferenciación entre mujeres y varones

en cuanto a la conformación de las sub-

jetividades está determinado por el eje

sexualidad-maternidad-paternidad

con consecuencias en todas las áreas de

involucramiento. A pesar de los cambios

persiste el hecho de que la sexualidad

de las mujeres está fuertemente ligada

a la procreación, mientras que la de los

varones se vincula al placer, existiendo

dobles valores al respecto.

Las relaciones sexuales suelen, para los

varones, no tener la misma carga afectiva

que para las mujeres, y las consecuencias

no son iguales. Por otro lado, en relación

con la sexualidad, como en el resto de las

acciones que deben enfrentar los varones,

la exigencia de ser siempre potentes, exi-

tosos, sin claudicación, es fuente de desa-

fío y posible angustia, con la consecuente

Page 13: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 13

t r a b a j o y f a m i l i a

compartidas y sus consecuentes accio-

nes, las mujeres madres son las que mu-

chas veces se ven ante el dilema de tener

que elegir un trabajo de medio tiempo, o

en ciertos casos dejar de trabajar remu-

neradamente hasta el momento en que

sus hijas e hijos comienzan la escolaridad;

aun así, no suelen estar tranquilas, por-

que no hay espacios donde su prole esté

atendida idónea y seguramente mientras

ellas trabajan fuera del hogar. La culpa,

resultado del mandato social de cuidado-

ras, es una constante, aparece permanen-

temente, y la necesidad de enmendar su

ausencia las lleva con frecuencia a situa-

ciones de autoexigencia compensatoria,

circunstancia que revela la necesidad de

cambios respecto de valores en torno a

los nuevos significados que han de ad-

quirir las funciones de mujeres y varones

y su correlación con la maternidad y la

paternidad.

Vemos cómo las funciones y responsabili-

dades, fruto del rol de cuidado asignado a

las mujeres, asociado de diversas maneras

b) Ser madres “añosas”, como se denomi-

na a las que han privilegiado sus ca-

rreras. No se habla de igual modo de

padres “añosos”, quienes no tienen li-

mitantes biológicos para la reproduc-

ción, ni la imposición de la responsa-

bilidad del cuidado.

c) No ser madres, no procrear, a pesar de

los mandatos sociales que permane-

cen, juzgan, prejuzgan, ideologizan, y

hasta condenan, dicha decisión. Esta

exigencia de procreación no es im-

puesta del mismo modo a los varones.

d) Ser madres “de excelencia”, y al mismo

tiempo profesionales, políticas o sin-

dicalistas también “de excelencia”, con

los riesgos que tales exigencias signi-

fican, física y psicológicamente.

e) Entrar y salir del mercado de trabajo,

según el momento, alternando ello

con la maternidad y el maternaje, con

el consecuente perjuicio que les cau-

sa interrumpir sus carreras.

Dado que todavía no está incorporado

el paradigma de las responsabilidades

Page 14: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades14

La identidad social y personal de los va-

rones no está definida por la paternidad.

Con la paternidad cambian sus expecta-

tivas, sus obligaciones, sus responsabili-

dades, sus afectos, pero por ella no ven in-

terrumpidas o postergadas sus acciones,

sus trabajos, sus carreras. Además, a dife-

rencia de lo que ocurre a las mujeres, la

paternidad no deja huellas marcadas en

sus cuerpos, ni existe igual tiempo limi-

tante para la fertilidad y la consiguiente

necesidad de enfrentarse a alternativas

trascendentes.

La maternidad y la paternidad, como

todas las acciones humanas, no son uní-

vocas ni homogéneas; son acciones po-

lisémicas, cruzadas, entre otros factores,

por la edad, la clase social, la etnia, la con-

fesión religiosa y están atravesadas, de

algún modo, por la ideología dominante,

que forma parte del poder hegemónico,

espacio donde se establecen las biopolí-

ticas y se aporta a la resolución de la con-

ciliación entre trabajo y familia.

a la maternidad, limitan su propio avance

en las carreras y muchas veces se instala

como un factor discriminatorio. Así, la ma-

ternidad, que simbólicamente es sacrali-

zada, puede establecerse como un impe-

dimento para el desarrollo integral de las

potencialidades de las mujeres.

Si bien el descubrimiento de los anticon-

ceptivos permitió a muchas mujeres en

nuestra cultura separar la sexualidad de

la procreación, la identidad de las muje-

res continúa fuertemente marcada por la

maternidad.

Aún persiste en ciertos espacios el paso del hecho fáctico, bioló-gico, corpóreo de que “para ser madre es necesario ser mu-jer” al ideológico-político por el cual se considera “para ser mu-jer es preciso ser madre”.

Page 15: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 15

t r a b a j o y f a m i l i a

reproductivas, lo que incluye embriones

congelados, alquiler de vientres; materni-

dad sin compañero/a, y también el deseo

de no ser madre.

Estos cambios inciden en las unidades

familiares, hay un aumento de familias

monomarentales (que llegan a casi el

40% en muchos lugares), familias mono-

parentales; familias ensambladas, familias

en las que conviven proles de distintas/

os progenitoras/es; todo esto trae consi-

go transformaciones sustanciales en las

relaciones, en las tareas de cuidado, en

las responsabilidades compartidas, que

cuestionan la ideología hegemónica y re-

claman la adecuación a la realidad de las

políticas referidas al tema.

Las modificaciones sociales, con la irrup-

ción de las mujeres en el mundo público,

están impactando sobre el ejercicio de la

paternidad. Se percibe, en ciertos secto-

res, una tendencia a la democratización

de la autoridad paterna; ya no es universal

Dentro de la suma de cambios, contradic-

ciones y ambivalencias, hay permanencia

de los valores tradicionalmente institui-

dos junto a su cuestionamiento por parte

de muchos sectores. Una de sus manifes-

taciones contradictorias aparece en re-

lación con la maternidad y al aumento

del número de mujeres que no desean

ser madres, ni que su identidad esté li-

gada a la maternidad; al mismo tiempo

que es cada vez mayor el caudal de ma-

dres precoces, cuyo proyecto de vida está

vinculado a la maternidad, y asimismo, la

cantidad de mujeres que se someten a

técnicas reproductivas no siempre exito-

sas, pero onerosas en diversos aspectos,

con la expectativa de ser madres. Por lo

tanto, más que hablar de maternidad de-

bemos hablar de maternidades: mater-

nidad como deseo, como elección, como

privilegio; maternidad como imposición,

como mandato; como adoptante, como

producto de estupro, de violación; mater-

nidad en parejas del mismo sexo; mater-

nidad como resultado de metodologías

Page 16: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades16

que atribuye a los varones jerarquías,

fortaleza, roles dominantes, autoridad

y responsabilidad por la provisión eco-

nómica como factor ineludible para el

bienestar familiar. De sus logros y éxitos

depende la inclusión social de su familia

y de sus hijos e hijas; tal es así, que inclu-

so en ausencia el pater familiae mantie-

ne su presencia.

Vemos, entonces, que un eje identitario

del ser mujer sigue siendo la maternidad

con su vinculación con la responsabilidad

del cuidado, mientras que el del varón

está unido al poder, cuya responsabilidad

se inscribe en la obligación y exigencia

de proveer. A ambos es preciso incorpo-

rarles los significantes ocultados: cuidar

es proveer y proveer es cuidar.

la responsabilidad del varón como único

proveedor, y la presencia de los padres en

la crianza de sus hijas e hijos está aumen-

tando; pero, del mismo modo que en el

caso de la maternidad, esta tendencia no

es uniforme.

La paternidad es una construcción que

congenia con el resto de las construccio-

nes humanas, tal como se ha expuesto,

y si la maternidad es en el imaginario

social lo que determina el ser mujer, la

paternidad sigue asociada a la jefatura

familiar, a la autoridad, a la virilidad, a

la toma de decisiones, y el varón sigue

siendo tradicionalmente el que da el

nombre a la familia y a la descendencia.

Ser padre debe verse dentro del proce-

so de formación de la masculinidad,

La maternidad también puede constituirse, y de hecho se ha dado, en potencia movilizadora, que alcanzó su grado excelso a través de las Madres de Plaza de Mayo, quienes (paridas por sus hijos/as, según sus propias palabras) arriesgando sus vidas, resignificaron la maternidad al transformar el sacrificio en coraje, politizaron su dolor y lo convirtieron en arma de lucha por la libertad. De ese modo, sus pañales-pañuelos blancos son hoy símbolo universal de la dignidad y la fortaleza de las mujeres, como mujeres y como madres.

Page 17: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 17

t r a b a j o y f a m i l i a

y renacer de la vida, a la que percibieron

ligada a sus propios ciclos vitales; ese co-

nocimiento las impulsó al desarrollo de

la agricultura y facilitó la crianza de pe-

queños animales domésticos; se mejoró

la alimentación, se promovió la no depre-

dación, se estimuló la vida en comunidad,

y con ello el desarrollo de las artes, el te-

jido, la alfarería, todas “cosas de mujeres”

que cambiaron la historia. También des-

cubrieron las hierbas curativas, pero ese

saber utilizado en su rol de sanadoras las

transformó en brujas temibles.

En el proceso, las mujeres quedaron res-

ponsabilizadas del cuidado de la prole,

del grupo, de la alimentación, de ser las

custodias del fuego del lar; y los varones,

por cuyos cuerpos no pasa la gestación,

para proteger su prole, su clan, su territo-

rio, se dedicaron a las distintas formas de

conquista y dominación que se fueron y

siguen adecuando al devenir histórico y

sus consecuencias.

En la Edad Media los/las integrantes de la

familia estaban bajo el dominio del jefe

2. DIVISIOn SOCIO-SExUAL DEL fUn-CIOnAMIEnTO DE LAS SOCIEDADES

Todo a lo largo de la historia, siempre, exis-

tió una marcada división de actividades,

responsabilidades y funciones según los

sexos, y también la percepción del binomio

reproducción-producción como ente de

mitades contrapuestas, oscureciendo su

vínculo y recíproca complementariedad.

Así divididos, los varones, establecidos

como proveedores, ancestralmente se

ocupaban de la caza, y las mujeres, como

reproductoras de la especie, de la casa. Los

varones cazadores, exigidos por su papel

como protectores-proveedores, fueron

también depredadores; la búsqueda de

alimento y de condiciones favorables

para la vida los impulsaba a ser nómades.

Las mujeres, a causa de los embarazos,

partos, puerperios y lactancias, requerían

condiciones adecuadas para su función,

y esa necesidad las llevó a sedentarse. En

esa división, ellas descubrieron la fuer-

za de la tierra, de la naturaleza, el nacer

Page 18: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades18

de producción, pero manteniendo las de

cuidado, aunque se comenzó a compar-

tir esas responsabilidades y funciones de

cuidado con otras instituciones. El padre,

como proveedor de bienes materiales,

aseguraba la relación de la familia con la

sociedad; la madre fortaleció su función

de cuidadora al interior de la familia, es-

pacio de la afectividad y protección ante

los problemas de la sociedad.

Con el surgimiento del proletariado, la

prole se constituyó en un bien para la

producción y en un seguro para la vejez.

varón para su protección y provisión. Du-

rante siglos la familia fue una unidad de

reproducción-producción, las tareas de

cuidado de la niñez y la ancianidad no

eran un tema básico de responsabilida-

des dado que la esperanza de vida era

muy corta y la muerte en los primeros

años de vida era lo esperado.

El capitalismo, con la revolución indus-

trial, produjo cambios fundamentales

en el funcionamiento de las sociedades,

se implantaron nuevos valores y relacio-

nes entre las personas. Se desarrolló la

burguesía, se construyeron las ciudades.

Se produjo la separación hogar-trabajo,

imponiendo la supuesta disociación

entre producción-reproducción, la divi-

sión público-privado, capital-trabajo; se

ampliaron las fronteras del intercambio.

Se instauró la división de funciones y

responsabilidades contrapuestas: varón

proveedor-mujer cuidadora. Como sus-

tento, se fue estableciendo un nuevo

tipo de familia: la familia nuclear, que res-

pondía a los requerimientos de la nueva

economía. La familia devino en unidad de

consumo, fue perdiendo sus funciones

El modelo de las mujeres en el ámbito de lo privado, de lo cerra-do, del cuidado y responsabilidad del equilibrio físico y emocional de la familia, implicó que se les impusieran dificultades para acceder a los beneficios de los conocimientos requeridos para su inserción en el campo laboral externo a su hogar.

Page 19: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 19

t r a b a j o y f a m i l i a

bién con la actitud de las mujeres frente

a los cambios, a su rol en el cuidado, a sus

antiguas y nuevas responsabilidades, exi-

gencias que no se les plantean a los varo-

nes. Ante estos veloces cambios y hasta

tanto se haga realidad el principio de las

responsabilidades compartidas, gran par-

te de las mujeres asumen dobles y triples

jornadas de trabajo.

Las divisiones responden a las represen-

taciones simbólicas constituyentes com-

partidas en nuestra cultura, que sedi-

mentan modos de sentir, pensar y actuar

sobre bases binarias, simplificadoras de

la realidad, que ocultan la multiplicidad,

la complejidad y las contradicciones que

la conforman, y que continúan ubicando

a las mujeres en el mundo privado, el

mundo cerrado, el de los afectos, el del

cuidado, el de la contención cuya cen-

tralidad está dirigida a la formación del

“ser”. Es el lugar donde se realizan los

trabajos necesarios para la reproducción

de la fuerza de trabajo y en el que se ubi-

ca a la mujer como una intermediadora

dentro de la cadena para la instalación

de la ideología hegemónica.

Otro gran salto cualitativo en las relacio-

nes se produjo a partir de la llamada se-

gunda guerra mundial y la consiguiente

ubicación socio-laboral de las mujeres,

hecho que trajo consigo desequilibrios

y la necesidad de nuevos equilibrios en

las relaciones familiares y sociales para

llegar a acuerdos acerca de los trabajos

de cuidado y encarar las responsabilida-

des compartidas.

responsabilidades compartidas

Las responsabilidades compartidas en

los mundos privado y público aluden a

un cambio ideológico-político que habría

de cruzar todas las instituciones y estruc-

turas sociales. Las rápidas transformacio-

nes socio-laborales objetivas no son fácil-

mente aceptadas por el conjunto social.

El espacio de lo doméstico fue siempre

el de las mujeres, y aunque muchos va-

rones, sobre todo jóvenes, se están in-

corporando al mismo, gran parte siente

que si lo ocupan, su masculinidad podría

ponerse en juego, especialmente frente a

sus pares. Pero éste no es solamente un

tema de los varones; tiene que ver tam-

Page 20: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades20

Ese lugar arcano, idealizado, encubre que

también puede y suele ser el espacio de

aprendizaje de las relaciones de poder

desigual, de las violencias, de los someti-

mientos. Dicotómicamente, a los varones

se los coloca en el mundo público, el de la

producción, el espacio donde se deciden

las macropolíticas, desde donde se con-

duce el poder real, cuyo eje es la cons-

trucción del “tener”, y que es también

parte fundamental y complementaria de

la transmisión de lo instituido.

Las decisiones y acciones en cada uno de

esos espacios influyen en el otro. Así, las po-

líticas y leyes económicas, como puede ser

la regulación de precios, impactan sobre las

posibilidades de desarrollo de las unidades

familiares, y al mismo tiempo, las prácticas

desarrolladas en el mundo privado en re-

lación especialmente al cuidado y la edu-

cación tienen efectos directos en el mundo

público, como pueden serlo las posibilida-

des de inserción en el campo laboral.

3. rELACIOnES DEPODEr-DOMInACIOn y COnTrOL

El tema del poder es una cuestión filo-

sófica, axiológica, política. Es el eje fun-

damental que hace a la dominación y en

sus diversas formas atraviesa todas las re-

laciones y las luchas humanas, individua-

les y sociales. No tiene una sola fuente, ni

una sola manifestación, ni un solo modo

de ejercerlo. En este artículo nos limita-

remos a lo que compete al cuidado y las

responsabilidades compartidas.

Es preciso notar que esa división ideológico-política intenta ocultar que ambos mundos se retroali-mentan, se sostienen y enrique-cen mutuamente, y constituyen un continuo.

Page 21: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 21

t r a b a j o y f a m i l i a

las personas y la diferencia sobre mujeres

y varones. Hoy el poder está cada vez más

concentrado en manos de pocos grupos

supranacionales, donde muchas veces

se entrelaza lo lícito con lo que no lo es.

Esas ciclópeas corporaciones que operan

a escala mundial establecen las reglas

de intercambio por encima de los paí-

ses, los gobiernos y los Estados; deciden

sobre las inversiones, influyen sobre las

políticas, el uso de los recursos, dominan

el conocimiento, las comunicaciones, las

tecnologías y, por ende, la vida cotidiana

de las personas, el trabajo, el empleo, la

inclusión-exclusión.

La posibilidad también mundializada de

acceso a los nuevos saberes ha produci-

do una revolución en el conocimiento,

abriendo un creciente abanico de in-

novadoras capacidades profesionales y

laborales, al mismo tiempo que ha con-

solidado las brechas cada vez mayores

en las competencias; brecha en la que

Históricamente, el poder real, con algu-

nas fuertes excepciones (como los casos

de Isabel de España, Isabel y Victoria de

Inglaterra, Catalina de Rusia, constructo-

ras de imperios) ha estado y permanece

en manos de los varones como grupo. La

inserción de las mujeres en los espacios

antes vedados (mujeres presidentas de

naciones, mujeres parlamentarias, muje-

res empresarias) está incidiendo notoria-

mente en las relaciones y en las políticas,

pero representa todavía pocos años en

la historia para que pueda producirse un

cambio de paradigma del poder real.

La globalización es una de las formas

que ha adquirido el poder en la actuali-

dad; con ella se ha producido una nueva

transformación en el desarrollo de las

fuerzas productivas y las consecuentes

relaciones de producción, con los corres-

pondientes efectos en el eje poder-domi-

nación y control entre los países, su corre-

lato sobre las políticas, los efectos sobre

Page 22: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades22

el pensamiento universal único, con dife-

rencias según los sexos, como sucede con

el resto de los dogmas.

Para lograr el mejor resultado de sus in-

versiones, las corporaciones utilizan la

libre movilidad del capital y al mismo

tiempo imponen fuertes restricciones a

la movilidad de las personas, concreta-

das no sólo en políticas, sino en muros

materiales, unidos a los muros subjetivos

internalizados, producto de esas políti-

cas. No obstante ello, mujeres y varones

encuentran modos de atravesar esos

muros en busca de supuestas mejores

condiciones de trabajo y empleo, aun a

riesgo de sus propias vidas. En ese sen-

tido, la experiencia de cuidado de las

mujeres es un antecedente de posible

ubicación laboral, a pesar de la precari-

zación, la superexplotación y la falta de

protección social a las que con gran fre-

cuencia son sometidas.

se ubican las mujeres, basada en las va-

riables analizadas anteriormente. Esta ex-

presión actual del poder opera junto a la

continuidad y permanencia globalmente

instituida de la situación y condición de

mujeres y varones y sus diferentes po-

sibilidades de recibir los beneficios que

esta etapa de desarrollo puede ofrecer.

Las mujeres una vez más se encuentran

en desventaja frente a los varones ante la

dificultad de poder superar “el techo de

cristal” y “el piso enlodado”, debido a que

no hay cambios en las responsabilidades

diferenciales instituidas; entre las cuales

la cadena de cuidados es primordial.

Parte importante de este nuevo poder

global reside en la propiedad de los me-

dios de comunicación, que sirve como

instrumento para homogenizar las re-

laciones, el deseo, el ocio, los cuerpos, el

consumo, la moda: una suerte de “Gran

Hermano” de George Orwell que instaura

Page 23: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 23

t r a b a j o y f a m i l i a

se han de proveer servicios sociales para que madre y pa-dre puedan desempeñar con tranquilidad sus obligaciones laborales.

situaciónEstado de situación y algunas propuestas.responsabilidades compartidas,un compromiso político

n La Convención contra toda forma de Discriminación hacia la

Mujer (CEDAW) incluye el tema de “responsabilidades familiares”

que establece que se han de proveer servicios sociales para que

madre y padre puedan desempeñar con tranquilidad sus obli-

gaciones laborales. Esta Convención forma parte del art. 75 de la

Constitución Nacional; sin embargo no es hasta el momento un

tema de agenda de los/las decisores/as de políticas públicas.

n En el Consenso de Quito de agosto de 2007 se impulsó otorgar:

“El reconocimiento del valor social y económico del trabajo

doméstico no remunerado de las mujeres como asunto de

política pública que compete a los Estados, los gobiernos, las

organizaciones sociales, las empresas, las familias y la necesi-

dad de promover responsabilidades compartidas”.

“Adoptar y establecer las medidas necesarias económicas, so-

ciales, culturales para que los Estados asuman la reproducción

social, el cuidado y el bienestar de la población como objetivo

de la economía y responsabilidad pública indelegable.”

Page 24: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Para contribuir a hacer realidad la igualdad de oportunidades:

n Las políticas públicas en general y las de trabajo y empleo

en particular han de tener esos parámetros dentro de sus ob-

jetivos, incluyendo la visibilización del valor socio-económico

de las tareas de cuidado. Para ello no sólo es necesario un cam-

bio ideológico, sino que debe estar sustentado por legislación

específica que integre a todos los sectores involucrados.

n Ante la falta o lenidad de políticas públicas que sustenten las

responsabilidades compartidas y a fin de facilitar la posibilidad

de las mujeres de emplearse y poder aceptar empleos registra-

dos y de tiempo completo, mercantilizan la responsabilidad

de cuidado, contratando la atención con centros de cuidado

privados, con servicio doméstico, con cuidadoras domiciliarias,

etc., casi todos en manos de otras mujeres.

n A esto hay que adicionar la existencia de nuevas demandas de

cuidado a causa del envejecimiento de la población.

n La oferta de servicios de cuidado de jornada extendida y de ca-

lidad es mayoritariamente privada y sometida a las leyes del mer-

cado, por lo cual es viable para las familias de altos ingresos. Las

para alcanzar la equidad entre mujeres y varones, la conciliación entre el trabajo y familia ha de formar parte de las leyes de contrato de trabajo, de la negociación colectiva y de las paritarias.

compromisosCompromisos integrados a los objetivosestablecidos en el últimoActa Acuerdo de la CTIO

Page 25: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades 25

t r a b a j o y f a m i l i a

de las madres y padres en sus lugares

de trabajo, con beneficios también

para las/los empleadoras/es.

n Se han de establecer políticas y

programas universales dirigidos

al cuidado y las responsabilidades

compartidas. La legislación existen-

te –si bien precaria– sólo beneficia a

trabajadoras/res registradas/os. De

las personas que trabajan en el mer-

cado informal, una gran mayoría son

mujeres, presionadas, en gran parte

por sus responsabilidades familiares

y domésticas, quedando así fuera de

los escasos beneficios para el cuida-

do. La legislación prueba que la ideo-

logía predominante sostiene que los

cuidados son un asunto privado y del

ámbito familiar.

n Las tareas de cuidado sustentadas

sobre los conocimientos actualizados

debe ser una decisión ineludible de

estrategias para resolver la creciente

problemática del cuidado están estra-

tificadas, las familias que disponen de

recursos económicos pueden recurrir

a modalidades de servicios que van

desde el empleo de personas califica-

das, a centros de excelencia; las fami-

lias con menores capacidades econó-

micas recurren a familiares, amistades

o redes de apoyo que no siempre

están capacitadas o aseguran la con-

tinuidad de estas funciones, lo cual

retroalimenta y reproduce generacio-

nalmente el círculo de las diferencias

y las posibilidades de la infancia y su

ulterior inserción socio-laboral.

n El hecho de que las hijas e hijos de

todas y todos las y los trabajadores/as

–registradas/os o no, desempleadas/

os– estén cuidadas/dos en lugares

que aseguren su idoneidad y seguri-

dad redunda en el buen desempeño

compromisos

Page 26: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

Igualdad de oportunidades26

las normas, legislación y políticas

existentes e incorporación de otras

nuevas con la participación de todas

las partes implicadas.

n La ampliación de la licencia por pa-

ternidad será un aporte a las respon-

sabilidades compartidas y a la posi-

bilidad de mayor involucramiento de

los varones en el cuidado de su prole

con beneficios para ambos.

n Los temas del cuidado y de las respon-

sabilidades compartidas ha de formar

parte de la curricula educativa en

todos sus niveles y asimismo de los

contenidos de los medios de comu-

nicación.

n La CTIO constituye un espacio privi-

legiado para proponer y promover

la definición de políticas a tal fin.

las políticas de Estado a las que se

les destinarán los recursos humanos,

materiales y económicos suficientes

para que las mismas sean de calidad y

de carácter universal, sustentables

en tiempo y forma.

n Con la participación conjunta de los

sectores implicados se monitoreará

el cumplimiento de lo existente en

cuanto a servicios y a la legislación

y se implementarán los necesarios

adecuados a las diferentes demandas

y posibilidades.

n Para alcanzar la equidad entre muje-

res y varones, la conciliación entre el

trabajo y familia ha de formar parte

de las Leyes de Contrato de Trabajo,

de la Negociación Colectiva y de las

Paritarias. Esto implica revisión de

Page 27: Ctio igualdad de oportunidades nº3 trabajo y familia

reflexiones finales

27Igualdad de oportunidades

Los cambios individuales y sociales se retroalimentan,

esto sucede con el cuidado y las responsabilidades

compartidas. ¿Quiénes cuidan? ¿A quiénes? ¿Qué se

comparte? ¿Cómo? ¿Con qué fines?

Cuando a Freud se le pidió la definición de salud men-

tal, dijo: “Amor y Trabajo”.

En las sociedades parece que el amor es competen-

cia de las mujeres y el trabajo de los varones, oscure-

ciendo que mujeres y varones amamos y trabajamos,

somos fuertes y débiles, sensibles e inteligentes, de-

pendientes e independientes; tenemos las mismas

necesidades físicas y emocionales y nos sujetan los

mismos sentimientos eróticos y tanáticos.

La fórmula de economía del cuidado que se promue-

ve no incluye todo el compromiso vital que involucra

la ética del cuidado. Si las acciones se evalúan eco-

nómicamente, además de los trabajos cotidianos que

realizan las mujeres para la reproducción y los ocultos

de la producción; ¿cómo se evalúa el afecto, la solidari-

dad, la contención? ¿Cuánto vale el “trabajo” de dar, de

estar, de escuchar, de cuidar física y emocionalmente?

¿Cómo se evalúa económicamente el compromiso

que significa transformar un cuerpo en persona? Esto

es la ética del cuidado que es de incumbencia de las

mujeres como de los varones, de los Estados, de los

gobiernos, del conjunto de la sociedad.

La ética del cuidado no sólo es la alimentación, el ves-

tido, la salud, la educación, la contención y acciones afi-

nes; entraña además el compromiso constante puesto

al servicio de preparar y sostener al otro y otra para

que devengan en ciudadanas y ciudadanos en pleni-

tud, capaces de ejercer cabalmente sus derechos y ser

responsables de sus obligaciones. En los primeros ci-

clos de la vida es la preparación para la inserción en el

mundo, y en los demás, protección, sostén, presencia.

Implica también el cuidado de las personas ancianas,

de las que efectuaron esos trabajos en su juventud y

que en el último tramo de su vida necesitan del cuida-

do como reconocimiento, como derecho humano.

El cuidado es un compromiso con la vida

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