_Cuáles Son Las Posibilidades Reales de Producir Una Interacción Transformadora Entre Universidad y Sociedad

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    Instituto de estudios y capacitación

    MAYO 2012

    Dr. Eduardo Rinesi

    ¿Cuáles son las posibilidades realesde producir una interacción transformadorentre Universidad y Sociedad?

    DOCUMENTOS

    PARA EL DEBATE

    Instituto de estudios y capacitación

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    DOCUMENTOS PARA EL DEBATE

    Instituto de estudios y capacitación

    ¿CUÁLES SON LAS POSIBILIDADES REALES DEPRODUCIR UNA INTERACCIÓN TRANSFORMADOENTRE UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD?

    Dr. Eduardo Rinesi

    MAYO 2012

    INDICE

    • INTRODUCCIÓN: María Belén Sotelo 04• ¿Cuáles son las posibilidades reales de producir una interacción transformadora entre Universidad y Sociedad? Dr. Eduardo Rinesi 05

    I Jornadas Nacionales ¨Compromiso Social Universitario y PolíticasPúblicas. Debates y Propuestas¨.Mar del Plata, 25 y 26 de agosto de 2011

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    Voy a coincidir con Alejandra Flaquer en doscuestiones que subrayó en su presentación. Unaes la constatación de un creciente interés (delque este mismo encuentro es un testimonio más)por la cuestión de lo que solemos llamar"compromiso social" de la Universidad: por lavinculación de la Universidad con la sociedad,con las organizaciones, con el Estado, por lasacciones de la Universidad con la comunidad.Hay, en efecto (lo verificamos en declaraciones o

    documentos como los que mencionó Alejandra,lo verificamos en la literatura, en nuestraspropias preocupaciones), una crecientepreocupación por la dimensión de lo que vamos allamar " el compromiso social de lasuniversidades". Y creo también -y ésta es lasegunda coincidencia grande que tengo con loque dijo Alejandra- que este compromiso socialde las universidades no puede reducirse, quesimplificaríamos mucho la idea del compromisosocial universitario si lo redujéramos, solamente,a una de sus funciones, con la quetradicionalmente, sin embargo, tendemos aasociar la idea de compromiso social.Empiezo por lo primero: por la constatación de lacreciente preocupación, del creciente interés porel compromiso social de la Universidad con esoque, por así decir, no sería ella misma: con elEstado, con otras organizaciones, con lasociedad, con sujetos sociales que no son los queestán "dentro" de la Universidad, sino los que pordiversas razones quedan afuera, digámoslo así, oestán afuera. Esa creciente preocupación es unhecho interesante que me parece que puedefundar un modo nuevo de pensar la cuestiónuniversitaria. Y lo que yo querría decir aquí, muyrápidamente, es que este movimiento depreocupación creciente por lo que ocurre fuera

    de la Universidad y por los modos de interacciónentre la Universidad y lo que queda fuera de ella,que esta nueva forma de pensar la cuestión

    u n i v e r s i t a r i aasociada a estapreocupaciónpor lo que ocurrefuera de ella, esun movimiento yuna preocupa-ción casi contra-rios, de sentidoexactamente in-

    verso, al movi-miento y a la preocupación que fundan launiversidad moderna como tal.Porque tal vez deberíamos empezar por acá. Porrecordar que la Universidad, como sabemos, no esuna institución moderna: la Universidad es unainstitución medieval. Nace en el medioevoeuropeo, y nace muy preocupada por lo queocurría fuera de ella. Nace en realidad muypreocupada por cuestiones que la trascendían,que eran cuestiones trascendentes: nacepreocupada por Dios, por los ángeles -una de lasdisciplinas que se estudiaba en la universidadmedieval era una disciplina interesantísimallamada angelología. Fascinante, la angelología.Hoy tendemos a pensar menos en esas cosas,pero vale la pena revisar algunos viejos escritosde los angelólogos medievales que dividían losángeles en tres categorías, cada una de las cualesestaba subdividida en otras tres, entoncesestaban los querubines y los tronos y lasdominaciones… fascinante. Bueno, nadie podríadecir que la Universidad se ocupaba sólo de símisma en el medioevo. Se ocupaba de cuestionestranscendentes a ella y al propio mundo terrenalen el cual ella estaba ubicada. Se ocupaba delmundo eterno, se ocupaba de los desafíos quetenía la Iglesia. La Universidad era una

    institución fuertemente ligada al podereclesiástico y las disciplinas que se enseñaban, seinvestigaban y se transmitían en ella tenían que

    “¿Cuáles son las posibilidades reales de producir una interacciótransformadora entre Universidad y Sociedad?”

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    ver con preocupaciones decididamenteextrauniversitarias.A esas preocupaciones angélicas o celestiales sefueron, con el tiempo, sumando otras. Lapreocupación por las leyes, por ejemplo. Por lasleyes -quiero decir- de los estados, de losnacientes estados europeos, que después seafirmarían como grandes estados nacionales enel movimiento que va del siglo XVII al XVIII ydespués en el ciclo de la gran consolidación deese movimiento a través de la Revoluciónfrancesa, etc. Pues bien, las leyes, en esemovimiento, pasaron a ser un objeto deinvestigación, de preocupación de las

    universidades. Que tenían, entonces, como unode sus campos de estudio, el estudio de la ley;como otro campo de estudio el estudio de Dios; ycomo tercer campo de estudio el de la salud. Eldel cuerpo. De nuevo, entonces, unapreocupación de tipo "social". No unapreocupación inmanente o internista uombliguista. Se trataba de estudiar a Dios, queciertamente estaba afuera, arriba: en el cielo; se

    trataba de estudiar a las leyes, que ciertamenteestaban afuera: en la vida institucional de losEstados, y se trataba de preocuparse por cómocurar a los cuerpos de las personas, lo que sinduda constituía una importante función socialde la Universidad. La universidad del medioevo,quiero decir, tenía un compromiso de la granflauta; la universidad del medioevo era unauniversidad al servicio, en efecto, de lacomunidad, de las organizaciones, de los poderesy de las corporaciones a los que servía. Yo decía que la universidad moderna nace con unmovimiento en cierto modo opuesto o inverso alde nuestra preocupación actual por elcompromiso social de la Universidad, porque meparece que uno puede decir que el acta defundación de la universidad moderna -digo estoun poco simbólicamente: las cosas nunca son tansimples- es un texto, es un gran texto de unfilósofo alemán que todos hemos estudiado,aunque sea un cachito, llamado Manolito Kant.Immanuel Kant, en realidad, pero en el barrio le

    decían Manolito. Pues bien: Manolito Kantescribió, a fines del siglo XVIII (en 1798 si meacuerdo bien), un texto extraordinario sobre lacuestión universitaria que se llama "El conflictode las facultades", donde Kant invierte el modotradicional de pensar las relaciones entre lascuatro facultades que constituían laarquitectónica de la universidad que entoncesexistía en Europa. Ya dije tres: la de teología, queestudiaba a Dios; la de Medicina, que estudiabala salud de los cuerpos; la de Abogacía, queestudiaba las leyes de los estados. Y habíatambién una cuarta facultad, menos importante,a la que solía considerarse una facultad "inferior"

    -las tres anteriores que mencioné eran lasllamadas facultades "superiores", y esta que voya mencionar ahora era la llamada facultadinferior-, porque era una facultad que sededicaba a estudiar una cosa relativamenteintrascendente, porque era una cosa que noexistía en el mundo sino solo en la cabeza de lostipos que estaban adentro de la propiaUniversidad, que era la facultad de Filosofía.

    En la Facultad de Filosofía, en efecto, seestudiaba el conocimiento, es decir, nada queestuviera fuera de la Universidad. Filosofía era laUniversidad, por así decir, pensándose a sí misma.La filosofía era la dimensión reflexiva -palabritaalemana si las hay-, crítica, que en alemán essinónimo de reflexivo, de la Universidad. LaUniversidad estudiaba tres cosas que estabanfuera de ella y que tenían un interés público, diceKant. Ya dije cuáles: Dios, las leyes, los cuerpos.Esas cosas, y el saber sobre esas cosas, tenían uninterés público, y tanto tenían un interés públicoque las facultades donde se enseñaban debíanser reguladas por el Estado. Kant no creía en laautonomía universitaria en las facultades dederecho, de teología ni de medicina. Por supuesto-decía- que el Estado tiene que intervenir en ladefinición de los planes de estudio, en ladefinición de los términos en los que hay que darlos exámenes, en la definición de las leyes quehay que enseñar en la facultad de derecho. Mirensi en la facultad de derecho, que forma a los

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    futuros abogados y jueces de la Nación,pudiéramos en nombre de la libertad de cátedraenseñar cualquier disparate y producir abogadosque después no pudieran ejercer correctamentesu oficio; miren si en la facultad de Medicina, ennombre de la libertad de cátedra (esto decíaKant: hoy no pensamos así, pero quiero señalareste texto que me parece un texto fundamentalde Kant), miren si en la facultad de medicina,digo, en nombre de la libertad de cátedra,permitiéramos enseñar que el hígado queda unpoquito a la izquierda del corazón: después lostipos empezarían a cortar y harían estragos. Elestado que debe velar por el bien común, y

    porque debe hacerlo tiene la obligación deimponer los contenidos, las formas de enseñar,las normas, las pautas de la vida universitaria enlas tres facultades superiores: la de teología:imagínense si un profesor de teología de ideasextrañas empieza a enseñar una teologíadiferente a la de la religión oficial del Estado ydespués los pastores protestantes que aprendenen la facultad de teología y que van después al

    púlpito a decir sus sermones empiezan a decircualquier tontería que no tiene nada que ver conlo que el Estado necesita que allí se diga: nopodría ser. El Estado tiene que regular lascarreras de teología, de medicina y de abogacía.Sin embargo, si la Universidad se redujera sólo aeso, correría el riesgo de volverse necia odogmática. Si la Universidad, en efecto, sólosirviera a los designios del Estado, si laUniversidad permitiera que el Estado le dijeracómo enseñar a curar cuerpos, cómo enseñar apredicar la Biblia, o cómo enseñar el ejercicio delas leyes, la Universidad correría el riesgo de serdogmática y cómplice de un eventual déspota. Ysi ocurriera que el gobernante de ese estado esun gobernante antipático, poco democrático opoco preocupado por la ilustración del pueblo,estaríamos fritos: la Universidad estaría alservicio de un monarca sumamente inadecuado,y eso no estaría bien. Por eso, para que laUniversidad pueda cumplir adecuadamente sufunción, es fundamental, dice Kant, que por lo

    menos en una de sus facultades, que es lafacultad de filosofía, tradicionalmenteconsiderada la facultad inferior, se asuma latarea -superior, e importantísima- de indagarcríticamente todo lo que en la Universidad sepiensa. Entonces, es interesante eso que haceKant: Kant reivindica eso que nosotros criticamoscuando decimos que la Universidad se miramucho el ombligo y tiene que salir de sí y asumirmás compromisos sociales. Kant dice: no. No: laUniversidad tiene que mirarse un poco más elombligo, porque si no lo hace corre el riesgo deponerse al servicio de poderes muy odiosos. Latarea de la facultad de filosofía es entonces

    exactamente ésa: mirar críticamente lo que lapropia Universidad hace, y de esa manera poner ala Universidad a salvo de los dogmas, deldogmatismo, de la complicidad con algúneventual gobernante despótico con el cual noqueremos tener nada que ver. Entonces: está bienque el Estado marque las pautas de enseñanza enla Universidad en aquellos campos en los que elEstado tiene que velar por el bien común, y allí la

    Universidad debe ser -palabra de Kant-"heterónoma", es decir, lo contrario deautónoma. Debe dejarse dictar las normas por unpoder exterior a ella, que es el poder del Estado,que hace muy bien en dictarle las normas a laUniversidad, porque atiende a un interéssuperior, que es el del pueblo. Pero en relacióncon su dimensión filosófica, introspectiva,reflexiva, crítica, la Universidad debe serperfectamente autónoma. La palabra"autonomía", que en nuestra historia argentina ylatinoamericana, y a partir de la Reforma del '18,y por impulso de esa propia Reforma del '18, entodas partes, fue tan importante, es una palabrafilosófica y es una palabra republicana. Y Kantdice: la Universidad debe ser autónoma, como lospueblos deben ser autónomos. Es decir, debedarse a sí misma sus propias normas, sus propiaspautas, sus propias leyes, sus propias formas depensar, porque si la Universidad no piensa unpoco hacia adentro lo que está haciendo, corre elriesgo de hacer estragos.

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    Señalo brevemente este texto de Kant -que no es,claramente, el objeto de esta reunión- para decirque allí se funda algo fundamental del modo deconcebirse la Universidad en los tiempos modernosque empiezan allí, a fines del siglo XVIII. Kant estápensando sobre el filo de la Revolución francesa,que le inspiró toda su filosofía social y política. Loque vendría en la historia de Occidente, historiaque incluye también la de nuestros países, la denuestro país, después de la Revolución Francesa, esel desarrollo de un pensamiento que, para decirlorápido, voy a llamar "liberal", que estuvo cada vezmás atento a las posibles derivas autoritarias delpoder del Estado. O de la Iglesia, que había sido el

    gran poder del medioevo, pero que ahora ibaperdiendo influencia: ese poder iba siendocrecientemente residual. Pero el Estado, encambio, aparecía como la amenaza de todas laslibertades. Y esa idea de la Universidad comoautónoma, esa idea de que la Universidad teníaque preservar ciertos espacios de autonomía -ciertos espacios de autonomía: no ser plenamenteautónoma, eso tampoco lo pensó nadie seriamente

    en la Argentina, donde todo el mundo acepta, y conrazón, muy diversas formas de regulación estatalde la vida universitaria-, era entonces la idea deque la Universidad debía ser la guardiana de unespacio de libertad contra las posibles acechanzasde un Estado al que se veía como un peligrosiempre amenazante, siempre acechante. La ideade autonomía universitaria, que en la Argentina,como decía, tiene un punto muy alto deconsideración alrededor de la Reforma del '18, sepresenta como la idea de preservar la capacidad dela Universidad de pensar por sí misma, de que nadiele diga qué pensar ni cómo pensar, poniendo dellado de afuera de la Universidad, sobre todo, alEstado. El Estado es la amenaza mayor en elpensamiento, digamos globalmente, "liberal", quepreside la preocupación por la autonomía de lasinstituciones en general y de la Universidad enparticular. Es cierto que en la Argentina, ennumerosas ocasiones, el Estado se presentó, claroque sí, bajo ropajes sumamente autoritarios,invadiendo universidades, violando derechos,

    imponiendo planes de estudio muy odiosos;quiero decir: no estoy ridiculizando elpensamiento liberal de la autonomía, que tieneun fuerte sustento y una fuerte verosimilitudhistórica. Es perfectamente comprensible que enla Argentina del siglo XX, que en la Argentina deuna pesada historia de dictaduras yavasallamientos de las libertades, la Universidadhaya tendido a ser muy autonomista, muy anti-estatalista, porque teníamos del otro lado unEstado que, en efecto, en más de una ocasiónacechó las libertades de la Universidad y la pusoen esa posición digamos así, a la defensiva.En ese contexto me parece que es donde aparece

    la idea de "extensión" universitaria, como unaforma de "salida de sí" de la Universidad, más omenos filantrópica, más o menos altruista, queciertamente tiene como sujeto de esemovimiento a la propia Universidad, y no a lasnecesidades del Estado o de las políticas públicas.La idea tradicional de la extensión universitaria,la idea que Alejandra l lamaba hoy"conservadora", es la de una universidad que

    amablemente sale de sí, no atendiendo losrequerimientos del Estado (del cual, por cierto, laUniversidad siempre tendió a cuidarse y amantenerse distante y a reivindicar laautonomía, por lo menos en la Argentina), sinocon un cierto espíritu culposo: "Los que estamosen la Universidad somos pocos, somos todos declase media, tenemos que hacer algo por lospobres que quedan por fuera de la Universidad.¡Pobres, los pobres!: hagamos algo por ellos." Esaidea de extensión universitaria es la idea,perfectamente coincidente con la reivindicaciónde la autonomía, con no querer tener nada quever con el Estado, con la idea de una institucióncuyo sentido se cierra sobre sí mismo. Yo creo que lo que en los últimos años hacambiado es esta representación. Por variasrazones. Una cosa que hemos aprendido en losúltimos años es que (lo digo rápido: sobre estopodríamos conversar un rato largo, y no sólo entorno a la cuestión universitaria, sino a otrascosas también) el Estado no está necesariamente

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    del lado malo de la historia. Esa mitología liberalsegún la cual el Estado encarna las peoresacechanzas de autoritarismo, esa mitologíaliberal según la cual sólo somos libres contra elEstado y del lado de enfrente del Estado, y que elEstado es siempre fuente de amenazas a nuestralibertad, esa idea de que la libertad es la libertadque tenemos de que el Estado no nos invada laprivacidad o los derechos, esa idea va quedandoun tanto anticuada en un país en el que venimosverificando que muchas veces el Estado, lejos deser una amenaza para nuestras libertades, es unacondición para ellas. Lejos de ser un peligro paranuestra realización y para el ejercicio de nuestros

    derechos, es una condición de todo ello. Lo cualestá, por cierto, en el corazón de la gran tradiciónrepublicana, que por una razón misteriosa es unatradición que en Argentina reivindican losconservadores y los medios masivos decomunicación, que no tienen la menor idea de loque significa "república", cuando dicen, porejemplo, "¡Aquí falta república! ¡Qué barbaridad,los déficits republicanos!" La tradición

    republicana (digo: desde Cicerón hasta Hegel,por decir dos nombres notorios, pero podríamosdecir unos cuantos más) es la tradición que poneal Estado del lado bueno de la historia, comogarante de las libertades, como condición denuestra libertad. El Estado no es lo que amenazanuestra libertad: somos libres sólo en el Estado ygracias al Estado. Pregúntenle a Aristóteles, sino. O a los otros que ya mencioné recién, queestán un poquito más acá. Es inconcebible, en latradición republicana, la idea de la libertad porfuera de la protección de las leyes. Y eso meparece que lo hemos venido aprendiendo en laArgentina en estos últimos años taninteresantes: el Estado es lo que nos garantizaciertas libertades, no lo que las amenaza; somoslibres gracias a la ley y sólo dentro de la ley, nofuera de ella ni contra ella. Y lo otro que hemosaprendido, complementariamente, es que lootro, lo que está "del otro lado", lo que queda "delotro lado" del Estado no es la libertad; lo que estádel otro lado del Estado, en países como el

    nuestro, es el mercado, que es mucho másamenazante de las libertades y mucho másheteronomizante de nuestros pensamientos queel Estado. Ciertamente que si la Secretaría dePolíticas Universitarias impulsa tales y cualeslíneas para alentar ciertas investigaciones que leinteresan al Estado alguien puede decir "¡Eh, semeten con la libertad de no sé qué!, ¿qué se hanpensado?" Ahora: ¿acaso no gobiernadescaradamente, no preside la elaboración de losplanes de estudio de nuestras facultades demedicina, no organiza sus congresos y proponesus temas y sus líneas de investigación y suspreocupaciones y las orientaciones que eligen

    después los estudiantes, acaso no tiene un poderenorme sobre lo que se enseña en esas facultadesde medicina, y sobre lo que se considerarelevante y sobre lo que se considera científico, laindustria farmacológica norteamericana? Sóloque ahí ninguno de los militantes liberales,ninguno de nuestros medios masivos decomunicación, ninguno de todos los que serasgan las vestiduras cuando el Estado nacional

    pone plata para alentar ciertas líneas deinvestigación que resultan estratégicas, ahí,cuando la Roemmers, o la Parke Davis o la Sidus ola qué sé yo cuál, financia congresosmonumentales, costosísimos (a la puerta de loscuales regalan libros, relojes, lapiceras de oro...No como acá los compañeros de ADUM, queregalan folletos fotocopiados en la esquina...) No,no: estos gigantes regalan relojes y lapiceras ylibros a todo color, y organizan los planes deestudio de los jóvenes estudiantes de medicinade nuestras universidades, y les organizan lascabezas y les organizan la vocación y laspreocupaciones. Ahí hay heteronomía. Ahora: ahínadie se rasga las vestiduras y nadie dice"Autonomía universitaria contra los factores deheteronomización del pensamiento que vienendel mercado". Porque seguimos pensando,clásicamente, liberalmente, que el Estado estádel lado malo de las cosas y que el mercado es ellugar donde se aloja la libertad. Contra eso -decía- me parece que hemos aprendido algunas

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    cosas en la Argentina reciente, y hoy sabemos,primero, que el Estado es muchas veces elgarante y no la amenaza de la libertad. Segundo,que del otro lado del Estado no está el paraíso dela autonomía finalmente conquistada, sino lasferoces fuerzas del mercado. Y sabemos algomás, que también tenemos que pensar en laUniversidad, que es que adentro de laUniversidad también hay factores deheteronomizacion muy fuerte de nuestropensamiento. Lo que nos hace pensar sinautonomía, lo que nos hace pensar sin libertad,no son solamente las fuerzas del mercado o delEstado; son también las fuerzas de las propias

    corporaciones. Y no de las que son externas anuestra vida universitaria, sino, quiero decir, delas corporaciones a las que pertenecemos. ¿Oacaso cuando escribimos, como escribimos losprofesores universitarios, usando fórmulasabsurdas como "cfr.", "op. cit.", "ibid.", "pp." ytodo tipo de formas igualmente horribles dedestrucción de una lengua tan noble como elcastellano, no estamos pensando, no en nuestro

    conocimiento libremente producido, sino ennuestro ridiculum vitae, en el programa deincentivos, es decir, en un montón de elementosfuertemente heteronomizantes de nuestropensamiento y de nuestra vida? Entonces:t ambién a l l í hay un e l emen to deheteronomización de nuestro pensamiento, queno está afuera sino que está también adentro denuestra propia universidad.Entonces, si hoy hemos aprendido ese conjuntode cosas, me parece que podemos pensar de unmodo diferente, también, la cuestión delcompromiso social de la Universidad, la cuestiónde la extensión como parte, como una de lasdimensiones en las que opera ese compromiso. Yo diría, para tratar de resumir (y vuelvo a decirque estoy totalmente de acuerdo en lo quesubrayaba Alejandra), que el compromiso socialde la Universidad es un compromiso que severifica, que debe verificarse, en las tresfunciones fundamentales de la Universidad. Yque si aceptamos que si debe verificarse en la

    función de formación y en la función deinvestigación, nos ayuda a pensar de mododistinto lo que tenemos que hacer en esa otrafunción, la de lo que solemos llamar "extensión",que ya no tenemos que ejercer culposamentepensando "¡Pobres, los pobres, que se quedanafuera!" Porque también eso (que esos "otros",socialmente distintos de los habitualesdestinatarios del esfuerzo de nuestrasuniversidades, estén condenados a quedarse parasiempre fuera de ellas) está hoy, empieza a estarhoy, y ésta es una gran noticia, en cuestión.Quiero decir: que hoy ha pasado, que hoy estáp a s a n d o , e n l a A r g e n t i n a , a l g o

    extraordinariamente importante en relación coneste problema del compromiso social de laUniversidad que aquí nos ocupa, que es que porprimera vez en la historia argentina la educaciónsuperior puede ser pensada (no teóricamente, nolegalmente, no abstractamente, sino concreta ymaterialmente) como un derecho universal. Porlo menos, para que no parecer demasiadocandoroso, demasiado ingenuo, como un

    derecho tendencialmente universal. Déjenmedecir tres cosas, indicar tres factores, que meparece que han contribuido a esto, y que creo quees muy importante considerar.En primer lugar, en virtud de la Ley nacional deeducación, que va a cumplir cinco años de sersancionada en el año 2006, la educaciónsecundaria, hoy, en la Argentina, es obligatoria.Es decir, las familias argentinas tienen hoy laobligación legal de mandar a sus chicos a laescuela hasta terminar la secundaria. Eso esextraordinariamente importante. No digo quetodas las familias argentinas puedan cumplir esaobligación legal que tienen, porque en efecto hayfamilias argentinas que no tienen las condicionesmateriales para el cumplimiento de esaobligación. Pero haber puesto esa obligación enla letra de la ley es un paso decisivo que ya estáproduciendo efectos. En efecto, sabemos que hoyvan más chicos a la escuela secundaria que losque iban siete u ocho años atrás. Eso esimportantísimo. Si en efecto lográramos que

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    todos los chicos con edad de ir a la escuelasecundaria en el país fueran a la escuelasecundaria hasta terminarla, un montón dechicos más saldrían de la escuela secundaria encondiciones de golpear a las puertas de lasuniversidades, como ya lo están haciendo ennúmero cada vez más importante, y de entrar, deaspirar a entrar, a las universidades.En segundo lugar, hay un conjunto de políticaspúblicas, sociales y educativas, de enormeimportancia. Menciono sólo la que me parece lamás importante, la más espectacular, que es porsupuesto la Asignación Universal por Hijo, que hadado a muchas de esas familias argentinas las

    posibilidades materiales para poder mandar a suschicos a la escuela, es decir, para poder cumplir laobligación legal que hoy tienen. Quierosubrayarlo: no es que la AUH les dé a los padresde chicos en edad escolar la obligación demandar a los chicos a la escuela porque despuéstienen que mostrar la papeleta correspondientepara poder cobrar. Ése es un modo muy mezquinode plantear las cosas. Todo padre quiere mandar

    a su hijo a la escuela. Lo que hace la AUH es crearlas condiciones materiales para que eso seaposible. Los padres argentinos mandan hoy a sushijos a la escuela secundaria porque tienen laobligación legal de hacerlo y porque tienen laposibilidad material de hacerlo gracias, entreotras cosas, a la AUH. Y eso está haciendo que,así como muchos más chicos están yendo a laescuela secundaria, muchos más chicos esténterminando la escuela secundaria. Y por esomuchos más chicos están golpeando a laspuertas de las universidades. Y aquí viene el tercer elemento que yo queríamencionar, que es la fuerte expansión que hatenido en los últimos años el sistemauniversitario nacional. La creación de unacantidad de universidades nuevas, en lugares yen provincias o rincones del conurbanobonaerense donde no había una universidadcerca. No hay dudas de que se trata éste de unproceso altamente democratizador, que se sumaa dos proceso previos: el que había tenido lugar a

    fines de los '60 y comienzos de los '70, en elmarco de lo que se llamó en su momento el "PlanTaquini", y el gran proceso de creación deuniversidades que tuvo lugar durante los añosneoliberales, durante los años menemistas. Másallá de sus distintas intencionalidades políticas,de las distintas ideologías que los animaron,estos tres movimientos de creación deuniversidades, de expansión del sistemauniversitario, han producido como resultado unefecto decididamente democratizador. Hoy casino hay joven argentino en edad de ir a laUniversidad que no tenga una universidadrazonablemente cerca de la casa. Eso es

    extraordinariamente importante. Eso esfundamental para poder pensar ese derecho a laeducación superior que yo estoy tratando dedecir que los jóvenes argentinos tienen hoy másque lo que lo tenían ayer. Por supuesto que elderecho a estudiar en la Universidad era ya antesde todo esto un derecho desde un cierto punto devista: la constitución dice que a la educación lagarantiza el Estado, las leyes dicen que todo el

    que terminó la escuela secundaria puede ir a laUniversidad... Pero sólo si uno puede terminar laescuela, y después de eso sólo si uno tiene unauniversidad a menos de cuatro horas o de trescolectivos suburbanos de la casa, ese derechoformal, legal, abstracto se convierte en underecho material, concreto y efectivo. Bueno:ésas son, me parece, las condiciones que hoyempezamos a tener en la Argentina, donde losmuchachos deben, por ley, ir a la escuelasecundaria, donde además sus familias tienen unpoco más de plata (porque les está yendo un pocomejor que hace diez años o porque existenpolíticas sociales más extendidas o por unacombinación de las dos cosas) para mandarlos ala escuela, y porque además, cuando terminanesa escuela, tienen una universidad pública,gratuita y de calidad razonablemente cerca de sucasa. Una universidad pública a cuyas puertas yaestán tocando, por cierto, en un número muchomayor que antes. Miren: a 35 cuadras de launiversidad donde yo trabajo, se acaba de crear

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    otra universidad. Cuando lo supimos, más de uncolega de nuestra universidad puso el grito en elcielo: ¡estamos fritos, va a caer la matrícula, senos van a llevar los estudiantes! Pues bien: no.Este año tuvimos inscripción record, en el cursode ingreso a la Universidad, de chicos quequieren estudiar en la Universidad. Eso sólo seexplica (y eso es lo que explica que está bien, apesar de los problemas que nos causa, a pesar delos dolores de cabeza que nos causa, a pesar deque nos obliga a pensar en cosas que de otromodo no tendríamos que estar pensando: enformas de articulación, en formas decomplementación...., que está bien, digo, que se

    haya creado esa universidad a 35 cuadras de lanuestra), porque está habiendo más muchachosque necesitan más universidades para ir aestudiar. De modo que esta expansión delsistema universitario que hemos conocidotambién contribuye a la posibilidad de que hoy(vuelvo a decir: por primera vez en la historia) laeducación superior pueda ser pensada, en efecto,como un derecho, como un derecho

    tendencialmente universal, como un derechoque vamos en camino a que pueda ser concebidocomo tal por todos los jóvenes argentinos.Ahora: si eso es así, las universidades estamosante un desafío extraordinario, que nunca anteshabíamos conocido. Porque las universidades,siempre (desde las medievales del siglo XII, pordonde empezamos esta conversación, hasta la dela Reforma del '18 inclusive), fueron concebidas,y se concibieron a sí mismas, como formadorasde elites. La función de la Universidad, siempre,en la historia de Occidente, fue la de formarelites: elites eclesiásticas, elites profesionales,elites profesorales. De manera que si, en efecto,podemos empezar a pensar hoy a la educaciónsuperior, no como una función de formación deun grupo privilegiado, sino como un derechouniversal, o tendencialmente universal, tenemospor delante una tarea enorme, y tenemostambién el desafío de entender esa tarea y deayudar a que todos nuestros colegas la entiendantambién. A que nuestros colegas entiendan que

    la contrapartida del derecho a la educaciónsuperior que tienen los pibes que nos estántocando la puerta es nuestra obligación (porquetodo derecho es derecho porque del otro lado hayuna contraparte que tiene una obligación: poreso digo que los derechos son derechos sólo si delotro lado hay un Estado que los reconoce y quelos garantiza, y en este caso ese Estado somosnosotros, ese cacho de Estado que son lasuniversidades públicas, que tienen, digoentonces, la obligación) de permitirles a esosmuchachos el ejercicio efectivo y exitoso de esederecho. No se trata solamente de abrirles laspuertas. No se trata solamente de decirles: no,

    aquí no tomamos examen de ingreso, y dedejarlos pasar y de bocharlos después en númerode nueve de cada diez (no es una figura: son losnúmeros en los que los bochamos en nuestrasuniversidades) en materias como, qué sé yo,Matemática 1, o No Sé Qué Cosa 1, y demandarlos a la casa humillados y convencidos(porque además se los decimos: somos tancretinos que se los decimos) que la Universidad

    no es para ellos. Y encima de insultarlos y de deciry de decirnos que el problema es que llegan a laUniversidad con demasiados "déficits" de laescuela secundaria. ¿Qué pavada es esa? Quellegan llenos de carencias, como en un chiste deMacedonio Fernández. Eso es tremendo. Larepresentación, quiero decir, según la cual elproblema siempre es de los pibes, de las carenciasque "traen" los pibes. Nunca se nos ocurre pensar,parecería, que a lo mejor nosotros les estamosenseñando mal. Es decir, que nosotros noestamos cumpliendo la obligación que tenemosde permitirles el ejercicio efectivo y exitoso de underecho que ahora ellos pueden pensar, por lasrazones que presenté hace un momento, quetienen. Entonces, me parece que allí hay undesafío fundamental, y yo coincido totalmentecon Alejandra en que el compromiso social nopuede reducirse al compromiso de la formación,pero quiero insistir en que debe incluirlo sindudas. Porque hoy esa formación no es laformación de una elite; es la formación de los

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    chicos pobres de la Argentina, que vienen deescuelas secundarias que sí son, qué duda (quéduda, pero eso no es una excusa: es un dato)calamitosas, que nos plantean un desafíopedagógico, organizativo, edilicio, institucional,extraordinario. Tenemos que estar a la altura deatender ese desafío. Y allí sí que hay compromisosocial, yo creo que eso es compromiso social; nolo agota, pero es una parte fundamental delcompromiso social de la Universidad. Elcompromiso social en una universidad que vasiendo cada vez más democrática no puedepensarse solamente como el compromiso con losque quedan fuera, porque, por lo menos

    idealmente, hoy nadie tendría por qué, si quiereestar adentro, quedarse fuera. Por lo menosidealmente -vuelvo a decir que no me chupo eldedo, que ya sé que hay muchachos que pordistintas razones pueden tener destinos distintosde un destino universitario, y por otro ladotampoco creo que un destino universitario seauna gran cosa: podría darles una lista deveinticinco cosas más interesantes para hacer

    con la vida de uno que ser un universitario-, peroen todo caso, nadie tiene hoy que suponer, apriori, que la Universidad no es para él. Esotenemos que entenderlo nosotros losuniversitarios; eso tenemos que lograr que loentiendan los pibes que siguen viendo a laUniversidad como un objeto ajeno y extraño,como decía Carlitos de la mercancía. Los pibessiguen viendo a la Universidad como un objetoajeno y extraño que no les corresponde, que no espara ellos. Se paran en la puerta de laUniversidad y preguntan si hay que pagar paraentrar. Y uno tiene ganas de decirle: "no, boludo,cómo vas a tener que pagar, si sos un ciudadanoargentino, si esta universidad es parte de la cosapública a la que vos tenés derecho. Pasá, es paravos. Para que la camines, para que la gastes, paraque les exijas a tus profesores que te enseñenbien, para cagarlos a trompadas si a alguno deellos se le ocurre decirte que por qué no lo pensásmejor, que tal vez la Universidad no es para vos."Porque sabemos que tenemos colegas que les

    dicen esas barbaridades a los muchachos a losque no les ven un destino universitario en elrostro. O que no les dicen nada de nada, porqueestán demasiado ocupados escribiendo el paperque deberán presentar en el próximo congreso.Para asistir al cual, por supuesto, reclamarán,como se reclama un derecho humanofundamental e inalienable, fondos de laUniversidad. Entonces tenemos un desafíofundamental y eso forma parte del compromisosocial de la Universidad.Ese compromiso social de la Universidad tambiénse tiene que expresar en una segunda función,que es la función de investigación. Allí también

    tenemos que aceptar que la Universidad nopuede ser independiente de cualquier otro tipode determinación o de exigencia social en ladefinición de los temas que hay que investigar.No debería ser necesario aclarar que esto que voya decir no es ningún atentado contra laautonomía, contra la libertad, ni contra lossacrosantos derechos de los investigadores, quees sentido común puro, que es lo previo de lo

    previo: ¡por supuesto que el Estado tiene quealentar ciertas líneas de investigación! La frasedel Ministro Lino Barañao que mencionabaAlejandra hace un momento es una frase muyinteresante. La dijo en la presentación de unprograma que es el PISAC (Programa deInvestigación de la Sociedad ArgentinaContemporánea), que es el resultado de unacuerdo al que llegó el Consejo de Decanos deCiencias Sociales (CODESOC) con el Ministerio dCiencia y Técnica de la nación para hacer un grantrabajo de investigación que supone un granestado de la cuestión, primero, y una mega-encuesta después, y en el que van a intervenir las35 universidades nacionales que tienenfacultades de ciencias sociales. Puede ser, si lohacemos bien, si somos capaces de hacerlo bien,un hecho importantísimo en la historia de lasciencias sociales de nuestro país. ¿Seremoscapaces de hacerlo bien? Tenemos un grandesafío: hacer una especie de informe BialetMassé 120 años después, pero hecho no por un

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    catalán medio chiflado, sino por miles deinvestigadores, becarios, estudiantes de lasuniversidades públicas del país. Puede serimportantísimo, y el objetivo es el que, con suestilo siempre muy directo, decía Barañao:conocer bien la sociedad que tenemos y que nosabemos bien qué características tiene, porqueha cambiado mucho la estructura socialargentina y necesitamos conocerla. Ése es unimperativo de la política pública. Y por eso estábien, está muy bien, que el Estado ponga plata ynos invite a las universidades y nos invite anosotros, universitarios, a estudiar ese tema, quele importa al Estado porque importa al bien

    común. Ahora: ¿alguien nos va a poner una 45 enla cabeza y nos va a decir: mirá, si vos insitís conestudiar Hamlet (yo estudio Hamlet: me gustaHamlet) no te vamos a pagar el sueldo"? No, porsupuesto que no. Pero está perfectamente bienque el Estado considere que hay cosas másrelevantes para el país que estudiar Hamlet y queponga plata para alimentar ese tipo deinvestigaciones. Eso no puede ser visto como un

    atentado contra la autonomía. Tiene que servisto como la condición para el ejercicio de unainvestigación con compromiso social por partede las universidades. Y creo que estamos en unmomento interesante, y esto que mencionérecién lo mencioné a propósito, porque el hechode que un consejo de decanos pueda sentarse adiscutir con un ministro de ciencia y técnica de lanación, para definir juntos un tema de interéscomún, para definir las condiciones deinvestigación, las necesidades de investigaciónque eso tiene y llegar a un acuerdo, lejos derepresentar cualquier herida para la Universidado su autonomía, representa un paso adelantepara las condiciones de trabajo en la Universidad,para que las universidades y los universitariospodamos trabajar más, mejor, y en relación conobjetivos que me parece que la dignifican y la justifican.Si todo eso es así, me parece que uno puedepensar el compromiso social en la función de

    extensión de las universidades de otra manera.Sin culpas, sin suponer que estamos haciendoextensión porque hay alguna gente quenecesariamente quedará fuera de la Universidad;sin suponer que hacemos extensión y que allíservimos a la sociedad porque después en todo lootro que hacemos somos perfectamenteindependientes y autónomos, porque lo queinvestigamos lo investigamos porque nosinteresa a nosotros y nada más. Si efectivamentepodemos pensar la formación como estoysugiriendo que la pensemos, si efectivamentepodemos pensar la investigación como estamosdiciendo que hoy tiende a pensarse cada vez más

    en la Argentina, si podemos pensar al Estado nocomo una fuente de amenaza para nuestralibertad sino como la condición para undesarrollo más digno, más interesante, mássocialmente comprometido con nuestracondición universitaria, entonces a la extensióntenemos que ponerla también en esa mismadinámica y eventualmente indistinguirla, incluso(¿existirá este verbo: indistinguir?), de las otras

    actividades. Alejandra mencionaba el hecho deque algunas universidades hacen convocatoriaspara trabajos de investigación y extensión comoparte de una misma cosa. Yo no sabía eso: meparece muy interesante. Algunas de las cosas queestamos tratando de hacer nosotros en laUniversidad Nacional de General Sarmiento,donde tenemos, no una Secretaría de Extensión,sino un Centro de Servicios y Acción con laComunidad, que dirige actualmente DanielMaidana, van también en la misma dirección.Quiero decir: me parece que uno no tiene por quépensar a la extensión como una culpógena yfilantrópica función, necesariamente "tercera",de la vida de las universidades, si uno piensa a lasotras dos, que se pensaron tradicionalmentecomo las dos "primeras" y más importantes, conun fuerte sentido del compromiso social.

    Muchas gracias.

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    I Jornadas Nacionales

    ¨Compromiso Social Universitario y Políticas Públicas. Debates y Propuestas¨.Mar del Plata, 25 y 26 de agosto de 2011

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    Calle Pasco 255, 2º Piso - CPA C1081AAECiudad Autónoma de Buenos AiresTel.: 54-11-49535037E-mail: [email protected]

    Instituto de estudios y capacitación