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EljovenTraspiéeselhijobastardodelnoblepríncipeHidalgo,herederoal tronodelosseisducados.Despuésdeserrechazadoporsufamilia,esllevadoalacorterealdondecrecebajolatuteladelariscocaballerizode supadre.Todos losmiembrosde la realeza lo consideranunpariasalvoeltaimadoreyArtimañas,queordenaquesusecretarioloadiestreenlasartesdelasesinato.PuesporlasvenasdeTraspiécorrelasangrede lamágicaHabilidad… junto a losmás oscuros saberes de un niñocriadoconlosperrosdelestabloyrepudiadoporsufamilia.Mientraslosbárbaros invasores saquean las costas, Traspié se convierte en unhombre.Prontohabrádearrostrarsuprimeramisión,tanpeligrosacomodesoladora.Yaunquehayquienesvenenélunaamenazaparaeltrono,quizáposearealmenteelsecretodelasupervivenciadelreino.

RobinHobb

AprendizdeasesinoElVatídico1

ePUBv1.0Skafloc14.11.12

Títulooriginal:Assassin´sapprenticeRobinHobb,Enerode2006.Traducción:ManueldelosReyesIlustraciones:MichaelWhelanDiseño/retoqueportada:DavidSaavedraySócratesRincón

Editororiginal:Skafloc(v1.0)ePubbasev2.0

AGilesy

enrecuerdodeRalphNaranjay

FreddiePuma,PríncipesdelosAsesinosy

FelinossinTacha

1.Laprimerahistoria

LahistoriadelosSeisDucadosesporfuerzalahistoriadesufamiliaregente,los Vatídico. El relato completo se remontaría más allá de la fundación delPrimer Ducado y, si aún se recordaran tales nombres, nos hablaría de losMarginadosqueasolabanelmaryvisitabancomopiratasunaorillamáscáliday rica que las gélidas playas de las Islas delMargen. Pero desconocemos elnombre de estos primeros antepasados. Y del primer rey de verdad, perdurapoco más que su nombre y un puñado de estrafalarias leyendas. Dueño sellamaba, bien simple, y quizá con ese nombre comenzara la tradición debautizaraloshijosehijasdesulinajeconnombresquehabríandemarcarsuvida y su personalidad. La creencia popular afirma que estos nombres sevinculabana los reciénnacidospormediodeartesmágicas, y que estaprolerealeraincapazdetraicionarlasvirtudescuyosnombresportaban.Templadosalfuego,sumergidosenaguasaladayofrecidosalviento;asísevinculabanlosnombresaestoschiquilloselegidos.Esosedice.Esunabonitaleyenda,yquizáenelpasadoexistieraunritualparecido,perolahistorianosdemuestraquenosiemprebastabaconuniraunniñoalavirtudquelonombraba…

La pluma tiembla, escapa de mis dedos atenazados y traza un sinuosomeandrodetintaquecruzalahojadeCérica.Heestropeadootropapeldebuenacalidad,enloquesospechoqueesunatareafútil.Mepreguntosipodréescribirestahistoriaosiencadapáginasefiltraráinsidiosaunamuestradelaamarguraquecreíamuertahacetiempo.Meconsiderocuradodetodorencor,perocuandomiplumatocaelpapel,eldolordeuninfanterezumaysemezclaconlatintade

origenmarino, hasta que sospecho que cada una de las palabras, pulcramentecaligrafiada,irritaciertaantiguaheridaescarlata.

Cérica y Paciencia se entusiasmaban tanto, siempre, que se comentaba unrelatoescritodelahistoriadelosSeisDucadosquemedisuadíamímismodequeescribir,alrespectovalíalapena.Meconvencídequeelejercicioapartaríamispensamientosdeldolory contribuiría aqueel tiempopasaramásdeprisa.Pero todos los hitos históricos que se me ocurren despiertan mis fantasmaspersonales de pérdida y soledad. Me temo que tendré que renunciar porcompletoaestaobra,sopenadevermeobligadoareconsiderartodoloquehapropiciadoquemeconviertaenloquesoy.Demodoqueempiezodenuevo,unay otra vez, pero siempre descubro que estoy escribiendo acerca de miscomienzos y no de los de esta tierra. Ni siquiera sé ante quién intentoexplicarme.Mividahaconsistidoenunamadejadesecretos,secretosqueniaunahora es seguro compartir. ¿Habré de plasmarlos todos en delicados papeles,sóloparaluegoreducirlosafuegoycenizas?Talvez.

Mis recuerdos se remontan a la época en que contaba seis años de edad.Antesdeesonohaynada,únicamenteunabismoenblancoqueningúnesfuerzomentalhaconseguí-dosalvar.AntesdeaqueldíaenOjodeLuna,nohaynada.Peroesedíacomienzanderepentelosrecuerdos,conunaclaridadyprofusióndedetallesquemeabruma.Enocasioneselrecuerdoparecedemasiadocompletoymepreguntosiseráverdaderamentemío.¿Loextraigodemimemoriaodelasdecenasdereferenciaspronunciadasporlaslegionesdecocineras, losejércitosde escuderos y las huestes de caballerizos que se explicaban mutuamente mipresencia? Quizá haya escuchado la historia tantas veces, de tantas fuentesdistintas, que ahora la rememoro como si en realidad el recuerdo meperteneciera.¿Obedeceelgradodedetallea lacapacidadque tieneunniñodeseis años para asimilar todo cuanto ocurre a su alrededor? ¿O es acaso laminuciosidad del recuerdo fruto de la incrustación de la Habilidad y de lasdrogasquetomaluegoparacontrolarsuadicciónaella,lasdrogasqueconllevandoloryadiccionespropias?Estoúltimoescompletamenteposible.Quizáinclusoprobable.Esperaunoquenoseaéseelcaso.

Elrecuerdoescasifísico:elfríogrisqueseñalabaelfinaldeldía,lalluviaimplacable queme empapaba, los adoquines escarchados de las desconocidascallesde laciudad,aun laencallecidabastedadde laenormemanoqueasía la

mía, diminuta. A veces pienso en aquella presa. La mano era dura y rugosa,atrapaba la mía en su interior. Y también era cálida, y no estaba exenta dedelicadeza.Aunqueera firme.Nopermitíaque resbalara en las callesheladas,pero tampocomedejaba escapar ami suerte.Era tan implacable como la fríalluviagrisqueglaseabalanieveyelhielopisoteadosdelsenderodegravaquedesembocabaen las inmensaspuertasdemaderadeledificiofortificadoqueseerguíacomounafortalezadentrodelapropiaciudad.

Laspuertas eran altas, no sólopara alguiende seis años, sinoquepodríantransponerlas gigantes, serían capacesde empequeñecer incluso al viejo alto ydelgado que se cernía sobre mí. Y me parecían extrañas, aunque no logroimaginarquétipodepuertaoedificiomehubieraparecidofamiliar.Sóloséqueaquellaspuertas,talladasysujetasconnegrosgoznesdehierro,decoradasconlacabeza de un alce de bronce reluciente a modo de aldaba, eran ajenas a miexperiencia.Recuerdoque laaguanievemehabíacalado la ropa, asíque teníalaspiernasy lospiesmojadosyateridos.Aunasí, insisto,noconsigorecordarhaber caminadomucho enmedio de las últimas inclemencias del invierno, nique me hubieran llevado. No, todo empieza allí, justo a las puertas de lafortaleza,comomipequeñamanoapresadaenladelhombrealto.

Sediría,casi,queescomoelcomienzodeunespectáculodetíteres.Sí,asíloveo.Seabreeltelónyallíestamos,delantedelagranpuerta.Elviejolevantalaaldabadebronceyaporreaunavez,dos,trescontralaplaca,queretumbóantesusgolpes.Yluego,defueradelescenario,seescuchaunavoz.Nodelotroladodelaspuertas,sinoanuestraespalda,enelcaminoqueacabábamosderecorrer.

—Padre,porfavor—suplicólavozfemenina.Mevuelvoparamirarla, peroha comenzado anevardenuevo, unvelode

encajequeseadhierealaspestañasyalasmangasdelosabrigos.Norecuerdohabervistoanadie.Unacosaessegura,yesquenopugnéporliberarmedelapresa del viejo, ni exclamé: "Madre, madre". Me quedé allí plantado, unespectador,yoíelruidodelasbotasdentrodelatorreycómoseabríaelcerrojodelapuerta.

La mujer habló de nuevo. Todavía puedo escuchar sus palabrasperfectamente, la desesperación de aquella voz que ahora sonaría joven amisoídos.

—¡Padre,porfavor,osloruego!

Unestremecimientorecorriólamanoqueapresabalamía,peronuncasabrésieraderabiauobedecíaaotrarazón.Conlaprestezadeuncuervoqueatrapaunamigadepantiradaenelsuelo,elviejoseagachóycogióunpuñadodehielosucio.Loarrojósinpronunciarpalabra,confuerzayviolencia,ymeencogíenelsitio.Norecuerdohaberescuchadoningúngrito,nielsonidodelacarnealsergolpeada. Lo que sí recuerdo es cómo se abrieron las puertas hacia fuera,obligandoalancianoaapartarseprecipitada-mente,arrastrándomeconsigo.

Y luegoesto.Elhombrequehabía abierto lapuertanoeraningún lacayo,comopodría imaginar si sólohubiera escuchado estahistoria.No, lamemoriamemuestraunsoldado,unguerreroalgoencanecidoyconunatripacompuestade sebo duro más que de músculo, pero no un criado afectado. Nos miró dearribaabajoalviejoyamíconlasuspicaciapropiadeunsoldado,ysequedóallíplantadoensilencio,alaesperadequedijéramosquenostraíaporallí.

Creoqueimpresionóunpocoalviejo,yloestimuló,noconmiedo,sinoconira.Puesde repentemesoltó lamano,measiópor laespaldadelabrigoymeempujó hacia delante, como quien ofrece un cachorro a su posible nuevopropietario.

—Ostraigoalchico—dijoconvozoxidada.Ycuandoelguardiadelacasacontinuómirándolo,sinpronunciarpalabrani

mostrarcuriosidadsiquiera,seexplico:—Lehedadodecomer enmimesadurante seis añosy jamáshe recibido

noticiasde supadre,niunamoneda,niunavisita, aunquemihijameaseguraque sabe que tuvo un bastardo con ella. No pienso seguir alimentándolo, nopienso seguir deslomándome para vestirlo. Que le dé de comer el que loengendró.Yoyatengobastanteconlomío,miesposaandaentradaenañosylamadredeéstetambiénrequieresusustento.Porqueahoranohabráhombrequelaquiera, niuno solo, noconeste cachorro correteandoentre suspiernas.Asíquecogedlo,yllevádseloasupadre.

Ymesoltótanderepentequemecaídebrucessobreelumbraldepiedraalospiesdelguardia.Gateéhastasentarme,norecuerdoquemedoliera,yalcélamiradaparaverquéocurriríaacontinuaciónentrelosdoshombres.

El guardia me miró, con los labios ligeramente fruncidos, sin juzgarme,simplementepensandocómoclasificarme.

—¿Dequiénes?—preguntó,ysutonodevoznoindicabacuriosidad.Erala

voz de un hombre que solicita informaciónmás concreta sobre una situacióndeterminada,afindeinformardebidamenteaunsuperior.

—DeHidalgo—respondió el anciano, que yame había dado la espalda yencaminabasuscalculadospasosalsenderodegrava—.ElpríncipeHidalgo—dijo,singirarseparaañadireltítulo—.ElReyalaEspera.Deésees.Portanto,queélselasapañe,yquesealegredehaberconseguidoengendrarunhijo,enalgunaparte.

Porunmomentoelguardiaviocómosealejabaelanciano.Luegoseagachóen silencio para agarrarme del cuello y apartarme del camino a fin de podercerrar la puerta. Me soltó durante el breve instante que tardó en asegurar lapuerta. Hecho eso, se quedó mirándome fijamente. No evidenciaba genuinasorpresa,sólolaestoicaaceptacióndeunsoldadoantelasextravaganciasdesudeber.

—Enpie,chico,caminando—dijo.Lo seguí, por un pasillo tenuemente iluminado, frente a estancias de

mobiliarioespartano,conlasventanasaúncerradasparaimpedirlaentradadelfríoinvierno,hastallegaraotrojuegodepuertascerradas,éstasdericamaderasuave adornadas con tallas. Allí se detuvo y se alisó rápidamente la ropa.Recuerdoclaramentecómopusounarodillaenelsueloparaalisarmelacamisaydesenmarañarmeelpeloconunpardebruscaspalmadas,aunquenuncasabrésilohizollevadoporunimpulsodeafectoparaqueyocausarabuenaimpresión,o simplemente preocupado porque su despacho luciera bien atendido. Seenderezó de nuevo y llamó una vez a la doble puerta. Tras picar, no esperórespuestaoalmenosyonooíninguna.Empujólaspuertas,meempujódelantedeélyvolvióacerrarlasasupaso.

Esta habitación era tan cálida como frío había sido el pasillo, y tan vivacomodesiertas lasotrascámaras.Recuerdohabervistonumerososmueblesenella,alfombrasycolgaduras,yestanteríasdearcillasypergaminoscubiertosconel desorden de objetos propios de cualquier estancia cómoda y frecuentada.Ardía el fuego en una enorme chimenea, llenando la sala de calor y de unaagradable fragancia resinosa. Había una mesa imponente situada en ángulofrente al hogar y detrás de ella se sentaba un hombre fornido, con el ceñoarrugadosobreunfajodepapeles.Nolevantólamiradadeinmediato,demodoquepudeestudiaruninstantesuespesamatadecabellonegro.

Cuandoalzólavista,fuecomosinosabarcaraalguardiayamíconunasolamiradadesoslayodesusojosnegros.

—¿Sí,Jason?—preguntó,yaunaesaedadpudepercibirsuresignaciónanteaquellainoportunainterrupción—.¿Quémetraes?

Elguardiamepropinóunsuaveempujónenelhombro,quemeacercóunpasoomásalhombre.

—Lo ha dejado un viejo labriego, príncipe Veraz, señor. Dice que es elbastardodelpríncipeHidalgo,señor.

Porunmomentoelatribuladohombredetrásde lamesasiguiómirándomealgoperplejo.Luegoalgoparecidoaunasonrisadivertidailuminósusrasgos,selevantó y rodeó el escritorio para plantarse con los puños en las caderas,mirándomedesdeloalto.Nomesentíamenazadoporsuescrutinio;eramásbiencomo si algo acerca demi aspecto lo complaciera inusitadamente.Loobservéconcuriosidad.Lucíaunabarbanegraycorta,tanpobladaydesordenadacomosu cabello, y tenía lasmejillas curtidas sobre ella. Su torso era un tonel y sushombrostensabanlateladesucamisa.Teníalospuñoscuadradosysurcadosdecicatrices,conlosdedosdelamanoderechasuciosdetinta.Mientrasmemirabasefueensanchandosusonrisa,hastaquefinalmentesoltóunarisaronca.

—Quemeaspen—dijo,alcabo—.ElcríosedaunaireaHidalgo,¿aquesí?FértilEda.¿Quiénibaaimaginárselodemiilustreyvirtuosohermano?

El guardia se abstuvo de responder, pues tampoco se esperaba que dijeranada.Continuó firme y alerta, a la espera de la próximaorden. Soldado entresoldados.

Elotrohombresiguiómirándomeconinterés.—¿Edad?—preguntóalguardia.—Seis, dice el labriego. —El guardia levantó una mano para rascarse la

mejilla,antesde recordarde repentequeestabadandoparte.Lamanobajódegolpe—.Señor—añadió.

Elotronopareciórepararenlafaltadedisciplinadelguardia.Aquellosojososcurosmerecorrieron,yladiversióndesusonrisaserevelómáspronunciada.

—Asíqueharásieteañosoasí,paraquetuvieratiempodequeselehincharalabarriga.Demonios.Sí.Fueaquelañoenqueloschyurdaintentaroncerrarelpaso.Hidalgollevabaporaquí tresocuatromeses, intentandodisuadirlosparaquenosloabrieran.Sevequenofueloúnicoqueconsiguióabrirconsulabia.

Quemeaspen.¿Quiénseloibaaimaginar?—Unapausa,luego—:¿Quiéneslamadre?—inquirióderepente.

Elvigilanteseagitóincómodo.—Nolosé,señor.Enelumbralsólohabíaunviejolabriego,yloúnicoque

dijofuequeésteeraelbastardodelpríncipeHidalgoyqueyaestabahartodedarle de comer y de vestirlo. Dijo que se ocupara de él quien lo hubieraengendrado.

El hombre se encogió de hombros como si el asunto no tuviera mayorimportancia.

—Elchicoparecebienatendido.Ledoyunasemana,doscomomucho,antesdequeseacerquealapuertadelacocinagimoteandoporqueechademenosasucachorro. Ya lo averiguaré entonces si no antes. A ver, muchacho, ¿cómo tellamas?

Llevaba el chaleco abrochado con una intrincada hebilla con forma decabezade alce.Parecíadebronce,deoro,y también roja cuando jugabanconellalasllamasdelachimenea.

—Chico—respondí.Nosésiestabalimitándomearepetirloquemehabíanllamadoelguardiayelhombreo si enverdadno teníaotronombreapartedeaquella palabra. Por un momento el hombre se mostró sorprendido y unaexpresión semejante a la lástima le nubló el rostro. Pero desapareció igual dedeprisa, dejando en su lugar un simple desconcierto o una leve contrariedad.Miródesoslayoelmapaqueloesperabaencimadelamesa.

—Bueno—dijo al silencio—.Habrá que hacer algo con él, por lomenoshastaquevuelvaHidalgo.Jason,ocúpatedequeelmuchachoceneyduermaenalgunaparte,almenosporestanoche.Yapensarémañanaenquéhacemosconél.Nopodemosdejarqueloscampossenosllenendebastardosreales.

—Señor—dijoJasonsinasentirnidisentir,simplementeacatandolaorden.Meapoyóunamanopesadaenelhombroymegiróhacialapuerta.Caminéalgoaregañadientes,pueslahabitacióneraagradable,habíaluzycalor.Comenzabaasentiruncosquilleoenlospíeshelados,ysabíaqueconseguiríaentrarencalorsimequedabaunpocomás.Perolamanodelguardiaerainexorable;mesacódelaplácidaestanciaymedevolvióalfríoylatenuidaddelosmonótonospasillos.

Parecían aúnmás lóbregos tras el calor y la luz, e interminablesmientrasintentabaigualarelpasodelguardiaconformeéstedeambulabaporellos.Quizá

sollozara, o puede que se cansara demis pasosmás lentos, porque se giró deimproviso,melevantóenviloymesentósobresuhombrocomosiyonopesaranada.

—Estásempapado,cachorrillo—observó,sinrencor,antesdetransportarmeporpasadizos, recodosyescalerashasta llegar finalmentea la luzyelespacioamarillosdeunaespaciosacocina.

Allí,mediadocenadeguardiasocupabanunosbancosenlosquecomíanybebían sentadosaunagranmesaajada, situadadelantedeun fuegodosvecesmayorqueeldelestudio.Laestanciaolíaacomida,acervezayasudorvaronil,a ropa de lanamojada, al humode lamadera y a la grasa que goteaba en lasllamas.Habíatonelesybarrilesalineadoscontralapared,ylaspatasahumadasque colgaban de los largueros formaban oscuras siluetas. Lamesa exhibía undesorden de platos y viandas.Un pedazo de carne espetada colgaba sobre lasllamasy goteabagrasa en la piedra del hogar.El estómagome estremeció lascostillascuandopercibíelricoolor.Jasonmeposóconfirmezaenlaesquinadela mesa que estaba más próxima al calor del fuego, rozando el codo de unhombrequeteníaelrostroenterradoenunajarra.

—Oye,Burrich—dijoJason,lacónico—.Aver,estecachorroesparati.—Mediolaespalda.Observéconinteréscómoarrancabaunpicotangrandecomosu puño de una hogaza atezada, y cómo luego desenfundaba el cuchillo queportaba al cinto para cortar un trozo de queso de una rueda.Me puso ambospedazos en las manos, y luego se acercó al fuego para serrar una generosaporción de carne de la pata.Me faltó tiempo para llenarme la boca de pan yqueso.Amilado,elhombrellamadoBurrichposósujarraymirótorvamenteaJason.

—¿Quéesesto?—dijo,casiconelmismotonodevozqueelhombredelacámara.Sucabelloysubarbaeranigualdenegrosyrebeldes,perosucaraeraenjutayangulosa.Sutezteníaelcolordealguienquepasamuchotiempoalairelibre.

Tenía los ojos castaños en vez de negros y sus manos eran diestras y delargosdedos.Olíaacaballo,aperro,asangreyacuero.

—Esparaquelovigiles,Burrich.LodiceelpríncipeVeraz.—¿Porqué?—SirvesaHidalgo,¿no?¿Cuidasdesucaballo,susperrosysushalcones?

—¿Y?—Y que ahora cuidas también de su bastardo, por lo menos hasta que

Hidalgoregreseydecidalocontrario.—Jasonmeofrecióelpedazodecarnegoteante.Miréelpanyelquesoque

sostenía, renuente a soltar ni uno ni otro, pero anhelando la carne caliente almismo tiempo.Elguardia se encogiódehombros al comprendermidilemay,conelpragmatismodeuncombatiente,soltólacarneencimadelamesajuntoami cadera. Engullí todo el pan queme fue posible y cambié de postura paraalcanzarlacarne.

—¿ElbastardodeHidalgo?Jasonseencogiódehombros,ocupadocomoestabaenprocurarse también

algodepan,quesoycarne.—Eso dijo el labriego que lo ha traído. —Cortó la carne y el queso en

lonchassobreunarebanadadepan,lepropinóunbocadoinmensoyluegohablómientras masticaba—: Dijo que Hidalgo podía estar contento de haberengendradounchiquillo,dondefuera,yqueahoratendríaqueocuparseéldesumanutención.

Un silencio desacostumbrado se apoderó súbitamente de la cocina. Loshombresdejarondecomer,conlostrozosdepan,jarrasdecervezaoespetonesenlasmanos,yvolvieronlamiradahaciaelhombrellamadoBurrich.Éstehabíaposado su jarra con cuidado lejos del borde de lamesa. Su voz sonóqueda yserena,suspalabrasprecisas.

—Simiseñornotieneheredero,esporvoluntaddeEdaynoporculpadesuvirilidad.LadoncellaPacienciasiemprehasidodelicaday…

—Enefecto,asíes—seapresuróaconvenirJason—.Yahísentadaestálapruebafehacientedequeestanhombrecomocualquiera;aesomerefería,esoes todo.—Se enjugó bruscamente los labios con la. manga—. Es igualito alpríncipeHidalgo,inclusosuhermanolohadichohaceunmomento.Elherederode lacoronano tiene laculpadeque sudamaPaciencianopuedaalbergar susimiente…

PeroBurrich sehabíapuestodepiede repente. Jason retrocedióunpardepasosantesdecomprenderqueelobjetivodeBurricherayo,noél.Burrichmeasióporloshombrosymevolvióhaciaelfuego.Cuandomeagarrófirmementeelmentónconunamanoyalzómicarahacia lasuya,mesobresaltó tantoque

soltéelquesoyelpan.Peroestonoleimportómientrasmevolvíalacarahaciaelfuegoylaestudiabacomosideunmapasetratase.Clavósusojosenlosmíosyviunaespeciedesalvajismoenellos,comosiloquepercibíaélenmirostrofuera una afrenta contra él.Quise apartarme de esamirada, pero no aflojó supresa.Demodoqueledevolvílamiradacontodoeldesafíoquepudereuniryvisucontrariedadnubladaderepenteporunaespeciederenuenteaprobación.Porfincerrólosojosunsegundo,protegiéndolosdealgúndolor.

—Heaquíalgoquepondráapruebalavoluntaddesuseñorahastaellímitedesumismonombre—dijoBurrich,envozbaja.

Mesoltólamandíbulayseagachótorpementepararecogerelpanyelquesoqueyohabíasoltado.Lossacudióymelosdevolvió.Miréfijamenteelabultadovendajequelerodeabaelmusloderechoylapiernaporencimadelarodilla,loquehabía impedidoquedoblara la rodilla.Volvióa sentarsey rellenó su jarracon una escancia que había en la mesa. Bebió de nuevo, estudiándome porencimadelbordedesujarra.

—¿Con quién lo tendría Hidalgo? —preguntó incautamente un hombresentadoalotroladodelamesa.

Burrich posó su mirada sobre él cuando posó la jarra. Por un momentoguardósilencioysentícómosecerníaotravezaquelmutismo.

—QuiénsealamadreesalgoqueincumbealpríncipeHidalgo,noanosotros—respondiósuavementeBurrich.

—Enefecto,enefecto—seavinoraudoelguardia,yJasonasintióasuvezmoviendolacabezaigualqueunpájaroencelo.Aúnjovencomoera,nopudeevitarpreguntarmequéclasedehombreseríaaquelque,conunapiernavendada,era capaz de acallar toda una habitación llena de hombres rudos con una solamiradaounapalabra.

—El crío no tiene nombre —comentó Jason para romper el silencio—.Atiendea"chico",sinmás.

Esteasertopareciódejarsinpalabrasatodoelmundo,inclusoaBurrich.Elsilencioperduróhastaquehubedadocuentadel pan, el quesoy la carne, quetrasegué con un par de sorbos de cerveza queme ofrecióBurrich.Los demáshombresfueronsaliendodelaestanciagradualmente,dedosendosydetresentres,peroélseguíaallísentado,bebiendoymirándome.

—Bueno—dijo,transcurridounbuenrato—.Conociendoatupadre,darála

carayharáloquetengaquehacer.AunquesóloEdasabecuálpensaráqueessudeber.Loqueresultemásdoloroso,probablemente.—Meobservóensilenciounmomentomás—.¿Yahascomidobastante?—preguntó,alcabo.

Asentíyélseincorporócondificultad,paraapearmedelamesaydejarmeenelsuelo.

—Puesentonces,arrea,Traspié—dijo.Saliódelacocinayseadentróenunpasillodistinto.Lapierna tiesa restabagarbo a sus andaresyquizá la cervezatuvieratambiénpartedeculpa.Lociertoesquenomecostónadaseguirsupaso.Llegamosfinalmenteaunapuertapesadayaunguardiaquenossaludóconlacabezamientrasmedevorabaconlosojos.

Fuera, soplaba un viento helado. Todo el hielo y la nieve que se habíanreblandecido durante el día habían vuelto a solidificarse al caer la noche. Elsenderocrujíabajomispiesyelvientoparecíacolarseportodoslosresquiciosdemi atuendo.Me había calentado los pies y lasmallas junto al fuego de lacocina,peronosemehabíansecadodeltodo,demodoqueelfríoseadueñódemis piernas. Recuerdo la oscuridad y el repentino agotamiento que se abatiósobre mí, una somnolencia espantosa y lastimera que me aplastaba mientrasseguía al desconocido de la pierna vendada a través del patio frío y oscuro.Había altas paredes a nuestro alrededor y guardias que las recorríanintermitentemente, siluetas visibles sólo cuando ocultaban ocasionalmentealgunaestrelladelfirmamento.Elfríomemortificaba,ytrastabilléytropecéenel sendero helado. Pero había algo en la figura de Burrich que me impedíagimotearopedirlecuartel.Loseguísumiso.Llegamosaunedificioyabrióunrecioportalón.

Escaparonporlaaberturaelcaloryelolordelosanimales,yunatenueluzamarilla. Un adormilado mozo de cuadra se sentó en su nido de paja,parpadeando como un pollo desastrado. A una palabra de Burrich volvió atumbarse, se acurrucó en el heno y cerró los ojos. Pasamos a su lado, conBurrich cerrando la puerta a nuestra espalda. Cogió la lámpara que ardíadébilmentejuntoalumbralysiguióguiándome.

Enesemomentoentréenunmundodistinto,unmundonocturnoenelquelos animales se agitaban y respiraban en sus cajones, en el que los perroslevantaban la cabeza de sus patas delanteras para observarme con relucientesojosverdesoamarillosalfulgordelalámpara.Loscaballosresollaroncuando

pasamosjuntoasuscompartimientos.—Los halcones están al final—dijo Burrichmientras dejábamos atrás un

compartimiento tras otro. Supuse que aquello era algo que él pensaba que yodebía saber—.Ahí.Esto bastará.Demomento, almenos.Queme aspen si séquéotracosahacercontigo.SinofueraporladoncellaPaciencia,pensaríaquealguien quiere gastarle una broma al señor. Hale, Morrón, aparta y hazle unhuecoenlapajaaestechico.Esoes,acurrúcatealladodeFosca,muybien.Ellacuidarádetiylepropinaráunbuenbocadoalqueseleocurramolestarte.

Meencontréplantadodelantedeunespaciosocompartimiento,habitadoportresperrosde caza.Sehabíandesperezadoy estaban tumbados,bataneando lapaja con los rabos tiesos al escuchar la voz de Burrich. Me acerqué a ellosdubitativo y al final me tendí al lado de una perra vieja que tenía el hocicoblanco y una oreja desgarrada. El macho mayor me vigilaba con ciertasuspicacia, pero el tercero era un cachorro crecido, y Morrón me dio labienvenida lamiéndome lasorejas, frotando sunarizcon lamíayponiéndomelas patas encima. Lo rodeé con un brazo para tranquilizarlo y luego meacurruquéentreelloscomomehabíaaconsejadoBurrich.Estemetapóconunagruesamantaqueolíapoderosamenteacaballo.Unenormecaballogrisseagitódeimprovisoenelcompartimientoadyacente,propinóunafuertecozalaparedy luego asomó la cabeza por arriba para ver a qué se debía tanto alborotonocturno.Burrichloapaciguóconunacariciadistraída.

—Verás que en esta avanzadilla no andamos sobrados de espacio. SeguroqueencuentrasTorredelAlcemásacogedora.Peroestanochetequedarásaquí,abrigadoya salvo.—Sedemoróun instantemás,observándonos—.Caballos,perrosyhalcones,Hidalgo.Teloshecuidadodurantemuchosaños,ybienquemeheocupadode ellos. Pero este desliz…en fin, esto no tienenadaqueverconmigo.

Sabíaquenohablabaconmigo.Loespiéporencimadelbordedelamantamientras cogía la lámpara de su gancho y se alejaba, musitando para sí. Meacuerdoperfectamentedeaquellanoche,delcalordelosperros,delhormigueoquemeproducíalapajaeinclusodelsueñoquemeasaltófinalmentecuandoelcachorrosehizounabolaamilado.Meintrodujeensumenteycompartíconélsueños de persecuciones sin fin, en pos de una presa invisible cuyo olor meimpulsabahaciaadelanteenmediodezarzas,ortigasyespinos.

Y con el sueño del perro, la precisión del recuerdo se diluye como losbrillantes colores y los marcados límites de una alucinación narcotizada. Locierto es que los días que siguieron a aquella primera noche carecen de talnitidez.

Recuerdoloshúmedosdíasdefinalesdelinviernoenqueaprendílarutaquecomunicabami establo con la cocina. Era libre de entrar y salir de allí a miantojo.Aveceshabíauncocineroalcuidado,colgandocarneenlosgarfiosdelachimenea,amasandopanoabriendoalgúntonel.Amenudonohabíanadie,yyomeprocurabacuantoquedaraenlamesaycompartíalassobrasgenerosamenteconelcachorro,querápidamenteseconvirtióenmicompañeroinseparable.Loshombresibanyvenían,comíanybebían,ymeobservabanconunacuriosidadyespeculaciónqueaprendí a aceptar comoalgonormal.Todosguardabanciertoparecido, con sus toscas capas ymallas de lana, sus cuerposmusculosos y sufluidezdemovimientos,y la insigniadel alceenpleno saltoqueportabacadauno sobre el corazón.Mi presencia incomodaba a algunos.Me acostumbré almurmullodevocesquesedesencadenabasiemprequesalíadelacocina.

Burrichfueunaconstanteenaquellosdías.Meprodigabalamismaatenciónque a las demás bestias de Hidalgo: me daba de comer, me bañaba y meadiestraba,adiestramientoqueconsistíahabitualmenteencorreren tornoa suspiesmientras él realizaba otras tareas. Pero esos recuerdos son borrosos y losdetalles,comolosreferentesalaseooalcambioderopa,probablementesehandesvanecidoconlaserenaasuncióndeunniñodeseisañosqueestimacorrientesesascosas.Delquesímeacuerdoesdelcachorro:Morrón.Supelajeerarojo,corto y lustroso, y erizado de tal modo que me traspasaba la ropa cuandocompartíamoslamantadecaballoporlasnoches.Teníalosojosverdescomoelmineraldecobre,sunarizteníaelcolordelhígadoasadoyelinteriordesubocaysulenguaestabanjaspeadosderosaynegro.Sinoestábamoscomiendoenlacocina, jugábamos a pelearnos en el patio o en el heno de nuestrocompartimiento. Ése fue mi mundo mientras permanecí en aquel lugar. Nomucho tiempo, creo, porque no recuerdo que cambiara el tiempo. Todos misrecuerdosdeaquellaetapaseenmarcanendíasinclementesdefuertesráfagasdeviento,denieveyhieloquesederretíanparcialmentecadadíapararecuperarseconlasheladasnocturnas.

Conservo otro recuerdo de aquel entonces, aunque no esmuy preciso. Es

másbiencálidoydetonossuaves,comoseveunviejoyricotapizenunasalamaliluminada.Recuerdohabermedespertadoconlosmeneosdelcachorroylaluzamarilladeunalámparasostenidaenvilosobremí.Habíadoshombres,peroBurrichsemanteníafirmedetrásdeellosynosentímiedo.

—Mira,hasconseguidoquesedespierte—advirtióuno,yéseeraelpríncipeVeraz,elhombredelacámarabieniluminadademiprimeranoche.

—¿Yqué?Yasedormiráotravezcuandonosvayamos.Malditasea,sihastatienelosojosdesupadre.Lojuro,habríareconocidosulinajenadamásverlo.Nadiequeloveapodránegarlo.Pero,¿esqueentreBurrichytúnotenéismássentidocomúnqueunachinche?Porbastardoquesea,nosedejaunchiquilloconlasbestias.¿Nopodíaishaberlometidoenotraparte?

ElhombrequehablabaseparecíaaVerazenelcontornodelamandíbulaylosojos, pero ahí terminaba la semejanza.Estehombre eramuchomás joven.Tenía lasmejillas despejadas, y su cabello perfumado y alisado era castaño ymás fino.Susmejillasysu frenteseveíanenrojecidasporel fríode lanoche,peroeraalgoreciente,noelbronceadocurtidodeVeraz.Además,Verazvestíaigual que sus hombres, con prácticas lanas de sólida confección y coloresapagados.Únicamente la insignia de su pecho despuntaba con los colores delhilo de plata y oro. Pero el joven que estaba a su lado relucía de escarlata yamarilloclaro,ysucapacolgabaconeldobledelalongitudnecesariaparaquesecubrieraunhombre.Eljubónqueasomabadebajoeradeunricocolorcrema,yestabacuajadodecordones.Sesujetabalabufandaentornoalcuelloconunvenadosaltaríndeorocuyoúnicoojoeraunarutilantegemaverde.YsucuidadadiccióneracomounaenrevesadacadenadeoroencomparaciónconlossimpleseslabonesdeldiscursodeVeraz.

—Regio,nosemehabíaocurrido.¿Quéséyodecrios?SelodiaBurrich.TrabajaparaHidalgo,asíquesehaocupado…

—Sin pretender ofender a nadie, señor —intervino Burrich, francamenteconfuso—. Soy empleado de Hidalgo, y he cuidado del pequeño como hejuzgadooportuno.Podríahaberleprocuradounas tablasen lasaladeguardias,peroparecepequeñoparaestarencompañíadehombresasí,queentranysalenatodas horas, siempre peleándose, bebiendo y alborotando. —El tono de suspalabras evidenciaba el desagrado que le producían sus compañeros—. Aquíechado,estabatranquilo,yelcachorrosehaencariñadoconél.Además,Fosca

locuidadenoche,asíquenadiepodríahacerleningúndañosinllevarseunbuenmordisco.Señores,sépocodeniños,ypensé…

—Estábien,Burrich, estábien—dijoVeraz suavemente, interrumpiéndolo—.Si se hubiera tenido que pensar algo, la tarea habría recaído sobremí.Lodejéentusmanos,yestoycomplacidocontutrabajo.Esmuchomásdeloquetienenmuchoscriosenestaaldea,Edalosabe.Aquí,porahora,estarábien.

—TendránquecambiarlascosascuandollegueaTorredelAlce.—Regionoparecíacomplacido.

—¿Demodoquenuestropadredeseaquevuelva connosotros aTorre delAlce?—FueVerazelqueformulólapregunta.

—Nuestropadresí.Mimadreno.—Oh. —El tono de Veraz indicaba que no le interesaba abundar en ese

debate.PeroRegiofruncióelceñoycontinuó.—Amimadre,lareina,nolehacenipizcadegraciatodoesto.Haintentado

aconsejaralreyalrespecto,sinéxito.Madreyyoestábamosafavordedejaralchico… almargen. Es de sentido común. La línea sucesoria ya está de sobraenrevesada.

—Puesyoahorano laveonadaenrevesada,Regio—dijoVeraz,sereno—.Hidalgo, yo y luego tú. Luego nuestro primoAugusto. Este bastardo sería elquinto.

—Yaséquemeprecedes;nohacefaltaquemelorestrieguesporlacaraalamenorocasión—contestó fríamenteRegio.Mefulminócon lamirada—.Sigopensando que lo mejor sería no tenerlo rondando por ahí. ¿Y si Hidalgo noconsiguetenerunherederolegalconPaciencia?¿Ysidecidereconoceraeste…niño?Sembraríaladiscordiaentrelosnobles.¿Paraquétentaralasuerte?Esoopinamosmimadreyyo.Peronuestropadreelreynoesdadoairreflexiones,comobiensabemos.Másvalemañaquefuerza,querezaeladagio.Haprohibidoquenadietomecartasenelasunto."Regio",medijo,conesavozquepone."Nohagas nada que no puedas deshacer, hasta haber pensadoqué no podrás hacercuandolohayashecho".Luegoserió.—ElpropioRegiosoltóunarisitaamarga—.Quéhartoestoydesusgracias.

—Oh —repitió Veraz. Yo seguía tumbado, preguntándome si intentabadilucidar el significado de las palabras del rey o si simplemente se resistía areplicaralasquejasdesuhermano.

—Evidentemente, comprenderás cuál es suverdaderomotivo—le informóRegio.

—¿Quees?—Sigue prefiriendo a Hidalgo.—Regio parecía disgustado—. A pesar de

todo.Apesardesuestúpidomatrimonioysuexcéntricaesposa.Apesardeestecontratiempo. Y ahora cree que esto influirá en la gente, que lo aceptarán.DemostraráqueHidalgoesunhombre,quepuedetenerdescendencia.Oesooque es humano y puede cometer errores como todo el mundo.—El tono deRegiodenotabaquenocomulgabaconsuspalabras.

—¿Yestoharáquelagenteloquieramás,queapoyemássufuturoreinado?¿Haberengendradounmocosoconalgunasalvajeantesdecasarseconsureina?—Verazparecíadesconcertadoporlalógica.

PercibíelrencorenlavozdeRegio.—Eso piensa el rey, al parecer. ¿Es que le importa un bledo el deshonor?

AunquesospechoqueHidalgonoopinarálomismosobreutilizarasubastardodeesemodo.SobretodoenloqueserefierealaadorablePaciencia.PeroelreyhaordenadoqueelbastardomarcheaTorredelAlcecuandovolváis.—Regiomemirócomosisesintierainsatisfecho.

Veraz se mostró atónito brevemente, pero asintió. Sobre los rasgos deBurrich pesaba una sombra que la luz amarilla de la lámpara no conseguíalevantar.

—¿Miseñornotienevozenesteasunto?—aventuróBurrich—.Yodiríaquesiquiereentregarunestipendioalafamiliadelamadredelmuchacho,ydejarloal margen; bueno, por no herir la sensibilidad de mi señora Paciencia, se ledeberíapermitiresadiscreción…

ElpríncipeRegiolointerrumpióconunbufidodesdeñoso.—Teníaquehaberseacordadode ladiscreciónantesde revolcarseconesa

fulana.LadoncellaPaciencianoeslaprimeramujerquetienequehacerfrenteaunbastardodesumarido.Aquítodossabendesuexistencia;latorpezadeVerazsehaocupadodeeso.Notienesentidointentarocultarlo.Yencuantoaloqueconcierne a un bastardo real, ninguno de nosotros puede permitirse el lujo depensar en sensibilidades,Burrich.Dejar a este crío en este lugar equivaldría adejar un arma apoyada en la garganta del rey.Seguroquehasta un criador deperrossedacuentadeeso.Ysitúnotedascuenta,tuamosí.

UnagélidadurezasehabíaasomadoalavozdeRegio,yviqueBurrichseencogíaantesuspalabrascomonolohabíavistoencogerseantenada.Esomeatemorizó;mecubrí la cabeza con lamantaymehundímás en lapaja.Amilado,Foscagruñósuavementeenelfondodelagarganta.CreoqueesohizoqueRegioretrocediera,peronoestoyseguro.Loshombressefueronpocodespuésy,sisiguieronhablandodemídespuésdeaquello,noguardoningúnrecuerdo.

Pasóel tiempo,ycreoquefuedosoquizá tressemanasmás tardequemeencontré aferrado al cinturón de Burrich, intentando rodear con mis cortaspiernasel lomodeuncaballodetrásdeélmientras salíamosde la fríaaldeaycomenzábamos lo que yo creía un viaje interminable a tierras más cálidas.Supongo que en algúnmomentoHidalgo debió de ir a visitar al bastardo quehabíaengendradoydebíadehaberllegadoaalgunaconclusiónalverme,aunqueno conservo ningún recuerdo de tal encuentro conmi padre.La única imagenqueguardodeélenmimenteesladesuretratoenlapareddeTorredelAlce.Años después supe que su diplomacia había surtido el efecto deseado y habíaaseguradounatreguayunapazqueduraronhastabienentradamiadolescencia,ganándoseelrespetoeinclusoelapreciodeloschyurda.

Adecirverdad,yo fui suúnico fracasoaquelaño,aunquemonumental.SeadelantóanosotrosensuregresoaTorredelAlce,donderenuncióasuderechoaltrono.Paracuandollegamos,ladoncellaPacienciayélhabíanabandonadolacorteparavivir comoseñory señoradeBosqueBlanco.HeestadoenBosqueBlanco.Sunombrenoguardarelaciónalgunaconsuaspecto.Esunvallecálido,distribuidoentornoaunríodeaguascantarinasquesurcaunaampliaplanicieasentadaentrelomasycolinas.Unlugarenelquecultivaruvas,cerealesyniñosrobustos.Sontierrasamables,alejadasdelasfronteras,delapolíticadelacorte,detodoloquehabíasidolavidadeHidalgohastaentonces.Eraunpastizal,unexilioafableyamableparaunhombrequehubierapodidoreinar.Undescansode terciopelo para un guerrero y el silencio de un extraordinario y hábildiplomático.

AsífuecomolleguéaTorredelAlce,hijoúnicoybastardodeunhombrealquenoconocía.ElpríncipeVerazseconvirtióenReyalaEsperayelpríncipeRegioascendióunpeldañoenlalíneadesucesión.Siloúnicoquehubierahechofuese nacer y ser descubierto, habría dejado unamarca indeleble en la tierra.Crecísinpadrenimadreenunacortedondetodosmeteníanporuncatalizador.

Yenuncatalizadormeconvertí.

2.Nuevo

Circulan numerosas leyendas acerca de Dueño, el primer marginado quereclamóTorredelAlcecomoPrimerDucadoyelfundadordellinajereal.Unade ellas cuenta que la partida de saqueo en que estaba embarcado fue suprimerayúltimaincursiónlejosdelaáridayfríaislaignotaqueloengendró.DicenquealverlasempalizadasdeTorredelAlce,anunció:"Sitienenfuegoycomida,nosaldrédeahí".Ytenían,ynosalió.

Perolosrumoresfamiliareshablandeunmalmarinero,enfermoacausadelasaguasembravecidasylasracionesdepescadoazulqueconstituíanelsustentode los demás marginados. Cuentan que su tripulación y él llevaban días a laderivayque,sinohubieraconseguidoapoderarsedeTorredelAlce,suspropioshombreslohubierantiradoalmar.Sinembargo,elviejotapizdelGranSalónlomuestra como un osado capitán sonriendo ferozmente en la proa de su veleromientrassusremerosloimpulsanhaciaunaantiguaTorredelAlcedetroncosypiedrasmalalineadas.

Torre del Alce había nacido para ser un puesto defendible en un ríonavegableenlabocadeunabahíadefácilacceso.

Algún terrateniente sin importancia, cuyo nombre se ha perdido en lasbrumas de la historia, vio el potencial para controlar el comercio en el río yconstruyólaprimerafortalezadel lugar.Enapariencia, lahabía levantadoparadefenderel ríoy labahíade las incursionesdemarginadosque llegaban todoslos veranos para saquear las poblaciones ribereñas. Pero no contaba con lossaqueadoresqueseinfiltraríanensusfortificacionesmedianteardides.Lastorres

ylasmurallasseconvirtieronensupuntodeapoyo.Avanzaronsusocupacionesydominiosríoarriba,yalreformarsufuertedemaderaentorresymurallasderesistenteroca,convirtieronfinalmenteTorredelAlceenelcorazóndelPrimerDucado,yalalargaenlacapitaldelreinodelosSeisDucados.

La casa regente de los Seis Ducados, los Vatídico, descendía de aquellosmarginados. Durante varias generaciones habían mantenido lazos con losmarginados, realizando viajes de cortesía y volviendo a casa con orondasesposas atezadas de su pueblo. De ese modo la sangre de los marginados seconservabafuerteenloslinajesrealesylascasasnobles,produciendovástagosde pelo y ojos negros y extremidades robustas y musculosas. Acompañaba aestos atributos cierta predilección por laHabilidad, y por todos los peligros ydebilidades inherentes a dicha sangre. También yo tenía mi porción de esaherencia.

PeromiprimeraexperienciaconTorredelAlcenotuvonadaqueverconlahistoria ni la herencia. La conocí simplemente como la última parada de unviaje,unpanoramaderuidoypersonas,carros,perros,edificiosycallessinuosasquedesembocabanenunainmensafortalezadepiedraerigidaenloaltodelosacantiladosquedominabanlaciudadcobijadaasuspies.ElcaballodeBurrichestaba cansado, y sus pezuñas patinaban en los resbaladizos adoquines de lascalles de la ciudad. Yo me agarraba tenazmente al cinturón de Burrich,demasiado agotado y dolorido para quejarme.Levanté la cabeza una vez paramirar las altas torres y paredes grises de la fortaleza que señoreaba sobrenosotros. Pese a la desacostumbrada calidez de la brisamarina, parecía fría yominosa.ApoyélafrenteenlaespaldadeBurrichymesentímareadoporculpadel penetrante olor a yodo del inmensomar.Así fue como llegué a Torre delAlce.

Burrich tenía su alojamiento encima de los establos, no muy lejos de lasantiguascaballerizas.Allímellevó,juntoalosperrosyelhalcóndeHidalgo.Seocupó primero del halcón, pues el viaje lo había dejado lamentablementemaltrecho.Losperrosestabanencantadosdehaberregresadoasuhogaryhacíangala de una vitalidad inagotable que resultaba enervante para cualquiera queestuvieratancansadocomoyo.Morrónmerevolcóporelsuelomedia-decenadeveces antes de que lograra meterle en su terca cabezota perruna que estabacansado,mareadoysinganasdejugar.Respondiócomohabríahechocualquier

cachorro: buscando a sus antiguos compañeros de carnada y enzarzándose deinmediatoenunapeleamedioenserioconunodeellos,peleaqueBurrichzanjóconungrito.QuizáfuerasirvientedeHidalgo,perocuandoestabaenTorredelAlceeraelseñordelosperros,loscaballosyloshalcones.

Unavezatendidassusbestias, recorrió losestablos, supervisando lasobrasrealizadas,o incompletas,ensuausencia.Losmozosdecuadra,caballerizosycetrerosaparecieroncomoporartedemagiaparadefendersusresponsabilidadesde cualquier crítica. Yo troté pegado a sus talones mientras pude aguantar elritmo. Sólo cuandome di por vencido finalmente yme hundí exhausto en unmontón de heno pareció reparar en mí. Le cruzó el semblante un gesto deirritación,yluegootrodeenormecansancio.

—Eh, tú,Mazurco.Llévate al pequeñoTraspié a las cocinas y ocúpate dequeledendecomer.Luegollévalodevueltaamisaposentos.

Mazurco era un perrero bajo y moreno, de unos diez años de edad, queacababadeserhalagadoporlabuenasaluddeunacarnadaparidaenausenciadeBurrich.MomentosantesparticipabadelaaprobacióndeBurrich.Ahoraperdiólasonrisaymeobservóconsuspicacia.NosmiramosfijamentemientrasBurrichseguía su paseo entre los compartimientos con su séquito de nerviososcuidadores. El muchacho se encogió de hombros y medio se agazapó paramirarmealacara.

—Así que tienes hambre, ¿eh, Traspié? ¿Vamos a buscar un bocado?—preguntó, de modo incitante, exactamente con el mismo tono que habíaempleado para conseguir que sus cachorros salieran donde Burrich pudieraverlos.Asentí,aliviadoporquenoesperarademínadamásqueloesperabledeuncachorro,yloseguí.

Volvió la vista atrás frecuentemente para ver si yo mantenía el paso. Encuanto salimos de los establos,Morrón vino amí dando saltos de alegría. ElevidenteafectoquemeprofesabaelperroaumentólaestimaquepudierasentirMazurcohaciamí,ysiguiódirigiéndoseanosotrosconbrevesfrasesdealiento,diciéndonos que íbamos a buscar comida, venga, no, deja en paz a ese gato,corre,verásquégentemásbuena.

Losestabloseranunhervidero,con loshombresdeVerazdescargandosuscaballos y su equipo yBurrich encontrando faltas en todo lo que no se habíahecho siguiendo sus indicaciones en su ausencia. Pero conforme nos

acercábamosa la torre interior, el tráficopedestreaumentaba.Lagentepasabajuntoanosotrosocupadaentodotipoderecados:unmuchachoquecargabaconun inmenso trozo de bacón sobre el hombro, un risueño grupo de chicasabrazadasamanojosdejuncosybrezo,unancianomalhumoradoconunacestadepescadovivo,y tresdamascon trajesdecoloresycascabeles,devoces tancantarinascomosuscampanillas.

Miolfatomeinformódequenosacercábamosalascocinas,peroeltránsitoaumentaba proporcionalmente, hasta que llegamos a una puerta por la queentrabaysalíaunverdaderotorrentedepersonas.Mazurcosedetuvo,yMorrónyyonosparamosasuespalda,olisqueandocomplacidos.Violamultitudqueseagolpabaenlapuertayfruncióelceño.

—Esto está a rebosar. Todo el mundo se prepara para el banquete debienvenidadeestanoche,enhonordeVerazyRegio.Todoelqueesalguienhavenido a Torre del Alce para asistir al evento; se ha corrido la voz de queHidalgo renuncia al trono. Todos los duques se han personado o han enviadoalgún consejero. He oído que incluso los chyurda envían a alguien, paraasegurarsedequeHidalgohacehonorasupalabrayqueyanopiensa…

Se calló, azorado de repente, bien por estar hablando de mi padre con elmotivodesuabdicación,obienporestardirigiéndoseauncachorroyauncríode seis años como si fueran inteligentes, no estoy seguro. Miró alrededor,valorandolasituación.

—Esperad aquí—nos dijo, al cabo—. Ya entro yo y te saco algo. Corromenospeligrodequemepisen…ome agarren.Quietos.—Subrayó suordenconungestofirme.Retrocedíhastaunaparedymequedéallíencuclillas,lejosdeltráfico,conMorrónsentadoobedienteamilado.ViconadmiracióncómoseacercabaMazurcoalapuertaysecolabaentrelasgentesapiñadas,adentrándoseenlascocinascomounaanguila.

ConMazurcolejos,mellamólaatenciónelgentío.Engenerallaspersonasque pasaban junto a nosotros eran lacayos y cocineros, entre los que semezclabanvariosjuglares,mercaderesyrepartidores.Losviiryvenirconunamezcla de curiosidad y hastío. Ese día ya había visto demasiadas cosas comoparaencontrarlosdegraninterés.Másquecomida,loquedeseabaeraunlugartranquilolejosdetodaaquellaactividad.Mesentédegolpeenelsuelo,conlaespaldaapoyadaenlapareddelatorre,calienteporelsol,ypuselafrenteenlas

rodillas.Morrónserecostócontramí.ElrabodeMorróngolpeandoenelsuelomedesperezó.Alcélacaradelas

rodillas para encontrarme con un par de botas altas marrones. Mis ojosascendieronporlospantalonesdecuerobastoyunatoscacamisadelanahastareparar en un rostro hirsuto coronado por unamata de pelo gris pimienta. Elhombrequemeobservababalanceabaunbarriletesobreunhombro.

—Oye,¿túereselbastardo?Yahabíaescuchadoaquellapalabralosuficienteparasaberquesereferíaa

mí, sin comprender la totalidad de su significado. Asentí despacio. El interésiluminólacaradelhombre.

—Oye—dijoenvozalta,sindirigirseamísinoalagentequeibadeunladoparaotro—.Esteeselbastardo.EldeslizdelcachondodeHidalgo.Selepareceunpoco,¿noosparece?¿Quiénestumadre,chico?

Dicho sea en su honor, la mayoría de los transeúntes siguieron yendo yviniendo, sindedicarmásqueunamiradade curiosidad almocosoque estabasentadocontra lapared.Pero lapreguntadelhombredelbarriletedebíadeserciertamente interesante, pues no fueron pocas las cabezas que se volvieron, yvarios comerciantes que acababan de salir de la cocina se acercaron paraescucharlarespuesta.

Peronocontesté.Madresiemprehabíasidomadre,yloquehubierasabidodeellaerayaunrecuerdolejano.Demodoquenorespondí,sinoquemelimitéamirarlofijamente.

—Oye. Bueno, pues ¿cómo te llamas, chico? —Volviéndose hacia supúblico,confió—:Heoídoporahíquenotienenombre.Nadaderimbombantesnombres reales que le den forma, ni siquiera unnombrede campo con el quereñirlo.¿Esesocierto,chico?¿Tienesnombre?

Elgrupodecuriososcrecía.Unospocosparecíancompadecersedemíconsusmiradas, pero nadie interfirió. Parte demi estado de ánimo se contagió aMorrón,quesetumbódeladoyofreciólabarrigaenactitudsuplicantemientrasbatía la cola con ese antiguo gesto canino que siempre dice: "Soy sólo uncachorro. No puedo defenderme. Apiadaos". De haber sido perros, me habríaolisqueado y se habrían marchado. Pero los humanos carecen de ese tipo decortesíainnata.Demodoque,cuandoseguísincontestar,elhombreseacercóunpasoyrepitió:

—¿Tienesnombre,chico?Mepusedepiemuydespacio,ylaparedqueanteshabíasentidocalienteen

laespaldameparecióentoncesuna fríabarreracontrami retirada.Amispies,Morrónsecontorsionabaenelpolvodeespaldasyemitíaplañiderosgemidos.

—No—dijeenvozbaja,ycuandoelhombrehizoademándeacercarsemáspara oírme—, ¡NO! —grité, y lo repelí, al tiempo que avanzaba de ladoparalelamentealapared.Lovitrastabillardeespaldas,perdiendoasideroensubarrilete,quecayócontralosadoquinesyserompió.Ningunodelospresentescomprendíaquéhabíaocurrido.Yoelquemenos.Lagranmayoríaserióalveraun adulto acobardado delante de un chiquillo. En ese momento se forjó mireputacióndeariscoyvaliente,puesantesdelanochecerlahistoriadelbastardoquehabíahechofrenteasutorturadorseescuchabaportodalaciudad.Morróncorrióamispiesyhuyóconmigo.VidepasadaelrostrodeMazurco,tiranteporlaconfusiónmientrassalíade lacocina,con lasmanoscargadasdepasteles,yveía cómo escapábamos Morrón y yo. De haberse tratado de Burrich,probablementemehabríaparadoylehabríaconfiadomiseguridad.Peronoloera,asíquecorrí,dejandoqueMorróntomaraladelantera.

Huimos en medio de las tropas de sirvientes, sólo otro crío y su perrocorreteandoporelpatio,yMorrónmecondujohastaloquesindudaconsiderabaellugarmássegurodelmundo.LejosdelacocinaylatorreinteriorhabíaunaoquedadexcavadaporFoscabajounaesquinadeunedificiodesvencijadodondeseguardabansacosdeguisantesyjudías.AllíhabíanacidoMorrón,desafiandola voluntad de Burrich, y aquí Fosca había logrado ocultar a sus cachorrosdurante casi tres días completos. El propio Burrich fue quien dio con suescondrijo.SuolorfueelprimerolorhumanoquepodíarecordarMorrón.Habíaque arrastrarse para colarse debajo del edificio, pero una vez dentro, lamadrigueraeracálida,estabasecayenpenumbra.Morrónseacurrucócontramíylorodeéconunbrazo.Allíescondidos,nuestroscorazonesprontodejarondegalopardesbocadosy la tranquilidaddiopasoaunprofundo sueño sin sueñosreservadoparaloscachorrosylascálidastardesdeprimavera.

Medespertétiritando,horasdespués.Eranochecerradaylatenuecalidezdeaqueldíadeprincipiosdeprimaverasehabíaevaporado.Morrónsedespertóalmismotiempoqueyo,yjuntosgateamosyreptamosfueradelcubil.

UnelevadofirmamentonocturnoseextendíasobreTorredelAlce,cuajado

deestrellasfríasybrillantes.Elolordelabahíaeramáspronunciado,comosilosoloresdiurnosdeloshombres,loscaballosylosguisosfuerancosasefímerasquedenoche se rindieranalpoderdelocéano.Recorrimos senderosdesiertos,cruzandopatiosdeentrenamiento,granerosyviñedos.Todoestabaencalmaysilencio. Cuando nos acercamos a la torre interior vi antorchas todavíaencendidasyoívoceselevadasaúnenconversación.Perotodoparecíacansadodealgunaforma,losúltimosvestigiosdealgarabíaquepierdensufuerzaantesdequeelalbailumineloscielos.Aunasí,dimosunampliorodeoparaeludirlatorreinterior,hartosdelagente.

Me descubrí siguiendo a Morrón de vuelta a los establos. Mientras nosaproximábamosa laspesadaspuertasmepreguntécómo íbamosaentrar.PeroMorrónempezóamenearsevigorosamentecuandonosacercamos,einclusomipobreolfatocaptóelolordeBurrichen laoscuridad.Se levantóde lacajademaderaenlaquehabíaestadosentadojuntoalapuerta.

—Ahí estás—dijo, conciliador—. Adentro. Venga.—Se irguió, abrió laspesadaspuertasparanosotrosynosfranqueóelpaso.

Lo seguimos en medio de la oscuridad, entre hileras de compartimientos,mozos y cuidadores acostados en los establos, y pasamos junto a nuestroscaballosyperrosyelmozodecuadraquedormíaentreellos,yfinalmentehastauna escalerilla que subía por la pared que separaba los establos de lascaballerizas.SeguimosaBurricharribapisandolosdesvencijadosescalonesdemadera,yluegoabrióotrapuerta.Mecegótemporalmentelatenueluzamarilladeunavelaqueagonizabaencimadeunamesa.Loseguimosalinteriordeunacámara con el techo inclinado que olía a Burrich y al cuero, los aceites, lassalvias y las hierbas propias de su profesión. Cerró firmemente la puerta anuestropaso, y cuandonos adelantópara encenderunavelanueva con la queaunardíaenlamesa,percibíenélelolordulzóndelvino.

Laluzseextendió,yBurrichsesentóenunasillademaderajuntoalamesa.Parecía distinto, vestido con finas ropas pardas y amarillas, con el jubónatravesado por una cadenita de plata. Extendió la mano, con la palma haciaarriba,sobre la rodilla,yMorrónacudióaélde inmediato.Lerascó lasorejascolgantes y le palmeó las costillas afec-tuosamente, torciendo el gesto ante elpolvoquesedesprendiódesupelaje.

—Vayaparejaquehacéis,losdos—dijo,dirigiéndosemásalperroqueamí

—.Mírate.Cubiertodepolvocomounpordiosero.Hoyhementidoamireyportuculpa.Laprimeravezquehagoalgoasíentodamivida.ParecequelacaídaendesgraciadeHidalgosignificarátambiénlamía.Ledijequeestabasrendidoydormidocomountronco,agotadodespuésdelviaje.Nolehizograciatenerqueesperar para verte, pero por suerte para nosotros tenía asuntosmás acuciantesque atender.La abdicacióndeHidalgoha puesto nerviosos amuchos señores.Algunos la ven como una ocasión para conseguir ventaja y a otros les dueleverse privados de un rey al que admiraban. Artimañas intenta apaciguarlos atodos.Está propagando el rumor de que esta vez fueVeraz el queparlamentócon los chyurda.Deberíanprohibir andar solo al que se crea eso.Pero acudir,acudieron; para ver al nuevo Veraz, para preguntarse cuándo y si habrá deconvertirseensunuevoreyyquéclasedereyserá.LarenunciadeHidalgoysuestampidaaBosqueBlancohaenervadoalosDucadoscomosihubieraatizadounavisperoconunpalo.

BurrichapartólosojosdelaanhelantecaradeMorrón.—Bueno, Traspié. Me parece que hoy ya te has formado una primera

impresión.MenudosustoledistealpobreMazurco,huyendodeesamanera.Aver, ¿te han hecho daño? ¿Te ha pegado alguien? Tendría que habermeimaginadoquehabríaquienteechaselaculpadetodo.Acércate,vamos.Venga.

Cuandovacilé,sedirigióauncatredemantasordenadasjuntoalfuegoylaspalpódemodoincitante.

—Mira.Yatienestusitio,todolisto.Yenlamesahaypanycarneparalosdos.

Suspalabrasmehicieronrepararenlabandejatapadaquehabíaencimadelamesa. Carne, confirmaron los sentidos de Morrón, y su olor me alcanzó depleno.BurrichseriócuandonosabalanzamossobrelamesayaprobóensilenciocómocompartíaunaporciónconMorrónantesde llenarme laboca.Comimoshasta hartarnos, porque Burrich no había subestimado el apetito que podríantenerunniñoyuncachorrotrastodoundíadecorrerías.Yluego,pesealalargasiestaquehabíamoshechoantes,lasmantasarrimadasalfuegosemeantojaronirresistiblemente acogedoras. Con el estómago lleno, nos enroscamosrespaldadosporlasllamasynosquedamosdormidos.

Cuandodespertéalamañanasiguiente,elsolestabamuyaltoyBurrichyasehabíaido.Morrónyyodimoscuentadelosrestosdelpandelanocheprevia

y roímos los huesos sobrantes hasta dejarlos pelados antes de bajar a losaposentosdeBurrich.Nadienosdetuvoniparecióinteresarsepornosotros.

Fuera, había comenzadootro día de caos y alharaca.La torre estaba, si esqueeraposible,aúnmásabarrotadadegente.Sudeambularlevantabapolvoysuamalgamadevocessesuperponíaalsusurrodelvientoyelmurmullolejanodelas olas. Morrón se embebió de todo aquello: cada olor, cada imagen, cadasonido.Elredobladoimpactosensorialmeaturdió.Mientrascaminabadedujeapartirderetazosdeconversaciónquenuestrallegadahabíacoincididoconciertoritoprimaveral de convivenciayhermandad.La abdicacióndeHidalgo seguíaacaparando casi todos los temas, pero esono impedía que los espectáculos detíteres y los malabaristas convirtieran cada esquina en un escena-rio para susactuaciones. Al menos un teatro de marionetas incorporaba ya la caída deHidalgoensuhistriónicacomedia,yasistídesdeelanonimatodelgentíoaundiálogorelativoalasiembraencamposajenos,elcualprovocólahilaridaddelpúblico.

Peroenseguidaeltumultoyelruidosevolvieronopresivosparaambos,demodoqueindiquéaMorrónmideseodealejarmedetodoaquello.Salimosdelatorre,cruzandolapuertadegruesasmurallasjuntoaunosguardiasconcentradosencoquetearcon lasparranderasque ibanyvenían.Unmuchachomásconsuperro, saliendo tras los pasos de una familia de pescaderos, no era algo quellamaralaatención.Sinmásdistraccióna lavista,nosdedicamosaseguira lafamilia en su recorrido por las tortuosas calles que se alejaban de la torre endirección a la ciudad de Torre delAlce.Nos fuimos rezagando cada vezmásconformenuevosoloresexigíanaMorrón investigaryorinar encadaesquina,hastaquealfinalnosquedamosélyyosolosdeambulandoporlaciudad.

TorredelAlceeraunlugardesguarecidoyazotadoporelviento.Lascalleseran empinadas y sinuosas, pavimentadas con rocas que se movían ydesprendían bajo el peso de los carromatos. El viento me inundó las fosasnasalesdeoloraalgasytripasdepescado,mientrasloschillidosdelasgaviotasyotrasavesmarinascomponíanunaluctuosamelodíasobreelrítmicomurmullodelasolas.Laciudadseaferraalosnegrosacantiladosdelmismomodoquelospercebesylaslapasseadhierenalospilotesyembarcaderosqueseaventuranenla bahía. Las casas eran de piedra ymadera con los edificios demaderamáselaboradosconstruidosamásalturaytalladosamayorprofundidadenlaladera

rocosa.La ciudad de Torre del Alce era relativamente apacible comparada con la

algarabíayeltumultodelatorre.Ningunodenosotrosteníalaexperiencianielsentido común necesarios para saber que losmuelles de la ciudad no eran ellugarmásadecuadoparaque seperdieranunniñode seis añosy sucachorro.Morrónyyoexploramosconentusiasmo,dejandoquenuestroolfatonosguiaraporlaCalledelPanyatravésdeunmercadocasidesierto,yluegojuntoalosalmacenesynavesquecomponíanelnivel inferiorde la ciudad.Aquí el aguaestabapróxima,ycaminamossobrepilotesdemaderatantocomosobrelaarenaylaspiedras.Losnegociosseguíanllevándoseacaboconpocasconcesionesalambiente carnavalesco de la torre. Los barcos debían amarrar y descargarmientraslopermitieranlasubidaylabajadadelasmareas,yquienesvivendelapescatienenqueatenersealhorarioimpuestoporlascriaturasconescamas,noporloshombres.

Pronto encontramosmás niños, algunos ocupados con los quehaceresmássencillosdelaprofesióndesusprogenitoresyotrosociososigualquenosotros.Encajé fácilmente entre ellos, sin necesidad de presentaciones ni otrasgalanteríaspropiasde losadultos.Casi todoseranmayoresqueyo,perohabíavariosqueteníanmimismaedadoinclusomenos.Aningunoparecióextrañarleque yo anduviera por ahí solo. Así conocí todas las vistas importantes de laciudad, entre ellas el cadáver abotargado de una vaca que había varado en laorillaconlaúltimamarea.Visitamosunnuevobarcopesqueroenconstrucciónenunmuelleatestadodevirutasypestilentessalpicadurasdebrea.Unlarguerocargadodepescadopuestoaahumarydejadosinvigilanciasirviódealmuerzoamediadocenadenosotros.Silosniñosconlosqueestabaibanpeorvestidosoeranmásescandalososquelosqueseocupabandesustareas,nomedicuenta.Ysialguienmehubieradichoqueestabapasandoeldíaconunapandademocosospordioseros que tenían prohibida la entrada en la torre debido a sus manoslargas,mehabría sorprendido enormemente.En aquellosmomentos sólo sabíaqueéseeraundíatrepidanteyagradable,llenodelugaresquevisitarycosasporhacer.

Había algunos jóvenes, mayores y más pendencieros, que habríanaprovechado la ocasión para vapulear al chico nuevo si Morrón no hubieraestado conmigo y hubiera enseñado los dientes al primer empujón agresivo.

Pero, como no di muestras de querer retar su liderazgo, me permitieronseguirlos. Me sentí debidamente impresionado por todos sus secretos y meatreveríaadecirquehaciaelfinaldeaquellalargatardeconocíalosarrabalesdelaciudadmejorquemuchosdelosquesehabíancriadosobreella.

Nomepreguntaroncómome llamaba, sinoquese limitarona llamarmeelNuevo. Los demás tenían nombres tan simples como Hoz o Retinto, o tandescriptivos comoRobarredes oMartíllete. Esta última podría haber sido unacriaturaadorableenlascircunstanciasadecuadas.Teníaunoodosañosmásqueyo,peroeramuyextrovertidaeingeniosa.Semetióenunapeleaconunchavalde doce años, pero no se dejó amedrentar por sus puños, y sus afiladoscomentariosprontoconsiguieronquetodosserierandelgrandullón.Setomósuvictoriaconcalmaymedejóimpresionadoconsusagallas.Perolosmoratonesque presentaba en la cara y los delgados brazos mostraban capas púrpuras,azulesyamarillas,ysehabíaformadounacostradesangredebajodeunadesusorejas.Apesardetodo,Martílleteeraunaniñavivaz,suvozeramásestridenteque lade lasgaviotasqueplaneabansobrenosotros.Entrada la tarde,Retinto,Martíllete y yo paseábamos por una orilla pedregosa al otro lado del puestodondelospescadoreszurcíansusredes,conMartílleteenseñándomearegistrarlas rocas en busca de tenaces moluscos. Levantaba las grandes piedras conmaestría,haciendopalancaconunavaraafilada.Meestabademostrandocómoseutilizabaunclavoparasacarlacarnegomosadesuconchacuandootrachicareclamónuestraatenciónavoces.

Laelegantecapaazulqueondeabaasualrededoryloszapatosdecueroquele protegían los pies la distinguían de mis compañeros. Tampoco acudía asumarseanuestrarecolecta,sinoqueseacercósimplementeparaanunciar:

—Molly,Molly, está buscándote por todas partes. Se despertó casi sobriohaceunahoray empezóa llamartede todocuandovioque tehabías idoy sehabíaapagadoelfuego.

UnaexpresiónteñidadetemorydesafíosurcóelrostrodeMartíllete.—Vetecorriendo,Kittne,ymuchasgracias.Meacordarédetilapróximavez

quebajelamareayquedenaldescubiertolosescondrijosdeloscámbaros.Kittne inclinó la cabezaamododebreveasentimientoy se apresuróadar

mediavueltaycorrerdevueltasobresuspasos.—¿Tehasmetidoenalgúnlío?—preguntéaMartílletealverquenoseguía

levantandopiedrasenbuscademoluscos.—¿Algún lío? —Soltó un bufido de desdén—. Depende. Si mi padre

consiguemantenersesobriolosuficienteparaencontrarme,alomejormemetoen una buena. Lomás probable es que esta noche tenga tal curda que nomeacierte con nada de lo que me tire. ¡Lo más probable! —repitió firmementecuandoRetintoabriólabocaparaobjetaralgo.

Dicho aquello, volvió a concentrarse en las piedras de la playa y nuestrabúsquedademoluscos.

Estábamos agazapados frente a una criatura gris con muchas patas queencontramosvaradaenuncharcocuandoelcrujidodeunabotapesadasobrelasrocas erizadas de percebes nos hizo levantar la cabeza. Retinto gritó y saliódisparadoplayaabajo,sinvolverlavistaatrás.Morrónyyoretrocedimosdeunsalto, con Morrón pegándose a mí, enseñando los dientes como un valientemientrassurabolegolpeabalaacobardadabarriga.MollyMartílletenofuetanrápida a la hora de reaccionar o resignarse a lo que se avecinaba.Un hombredemacradolepropinóuncoscorrónenlacabeza.Eraunhombreflaco,denarizhuesudaycolorada,demodoquesupuñoeracomounnudoalfinaldesubrazoesquelético, pero el golpe consiguió despatarrar a Molly en el suelo. Lospercebes le produjeron cortes en las rodillas curtidas por el viento y, cuandogateóparaesquivarlatorpepatadadirigidacontraella,hiceunamuecaalverlaarenasaladaqueselehabíametidoenlosnuevoscortes.

—¡Perradescreída!¡¿Notedijequetequedarasycuidarasdellavado?!Yteencuentroaquírevoleándoteenlaplaya,mientraselseboseendureceenlaolla.Estanochequerránmásvelasenlatorre,¿yquévoyavenderles?

—Las tres docenas que preparé esta mañana. ¡Nome dejaste mecha paramás, viejoborracho!—Molly sepusodepiey se irguióvalientementepese atener los ojos cuajados de lágrimas—. ¿Qué querías que hiciera? ¿Queconsumieratodoelcombustibleparaablandarelseboyquecuandoporfinmedierasmásmechayanohubieramaneradecalentarlaolla?

El viento sopló con fuerza y el hombre se balanceó con el empujón. Nosllegó una vaharada de su olor. Sudor y cerveza, me informó acertadamenteMorrón. Por un mo-mento el hombre pareció compungido, pero luego loendureció el dolor que sentía en el vientre agriado y la cabeza embotada. Seagachóderepenteycogióunaramablanque-cinaquehabíadejadolamareaen

laplaya.—¡No te atrevas a hablarme de esemodo,mocosa salvaje! ¡Aquí con los

pordioseros, haciendo sabe El qué! ¡Robando otra vez el pescado puesto aahumar, seguro, abo-chornándome más todavía! Atrévete a salir corriendo yrecibiráseldoblecuandotecoja.

Molly debió de creer sus palabras, porque se limitó a acoquinarse cuandoavanzó él, levantando los brazos delgados para protegerse hasta que pareciópensárselo mejor y sólo se cubrió el rostro con las manos. Yo estabatransfiguradoporelhorrormientrasMorróngañíaalintuirmiterroryseorinabaamispies.Oíelsilbidoqueprodujoelgarrotealdescender.Elcorazónmediounvuelcoyempujéalhombre,conunafuerzaquebrotóinesperadamentedemiestómago.

Se cayó, igual que el tonelero del día anterior. Pero este hombre cayóagarrándoseelpecho,consuimprovisadaarmavolandoinofensivamenteporlosaires.Secayóalaarena,sufrióunespasmoqueleestremecióelcuerpoenteroysequedóinmóvil.

Mollyabríalosojosuninstantedespués,encogidaanteelgolpequeesperabatodavía.Vioasupadredesplomadosobrelaspiedrasdelaplayayelasombroledemudóelrostro.Saltósobreél,gritando:

—Papá,papá,¿estásbien?Porfavor,notemueras,¡losiento,séquesoyunaniñamala!No temueras, seré buena, te prometoque seré buena.—Sinhacercasodesusrodillasensangrentadas,searrodillóasulado,levolviólacaraparaquenoinhalaraarenaeintentóincorporarlo,envano.

—Ibaamatarte—dije,intentandoencontrarsentidoaloocurrido.—No.Mepega,unpoco,cuandomeportomal,peronuncamemataría.Y,

cuandoestásobrioynoenfermo,lloraymesuplicaquenovuelvaasermalaylehagaenfadar.Debería tenermáscuidadoparanoenfadarlo.Oh,Nuevo,meparecequeestámuerto.

Tampoco yo estaba seguro, pero transcurrido un momento emitió unhorrendogemidoyabrióunpocolosojos.Parecíaqueyahabíapasadoloquefuera que había ocurrido. Aceptó aturdido los reproches de Molly contra símismay suansiosaayuda,e inclusomi renuenteauxilio.Seapoyóen losdosmientras cruzábamos la playa de piedras con pie tambaleante. Morrón nosseguía,ladrandoycorriendoencírculosanuestroalrededor.

Laspocaspersonasquenosvieronpasarnonosprestaronatención.SupusequeveraMollyayudandoasupadreavolveracasanolesresultabanovedoso.Los ayudé hasta llegar al umbral de una pequeña velería, con Mollydisculpándoseentresollozosacadapasodurantetodoelcamino.Allílosdejé,yMorrónyyoencontramoselcaminodevueltaaltorreónsubiendoporlascallessinuosasylaempinadacarretera,sindejardepensarenlaspeculiaridadesdelagente.

Trashaberencontradolaciudadyalosniñosmendigos,meatrajeroncomoun imán todos losdíasdespuésdelprimero.Burrichocupaba lasmañanasconsusdistintosquehaceres,ylastardesbebiendoydivirtiéndoseenelFestivaldePrimavera. Prestaba poca atención a mis idas y venidas, siempre que meencontrara por la noche acostado en mi catre junto a su chimenea. A decirverdad,creoquenosabíamuybienquéhacerconmigo,apartedeprocurarqueestuviera lo bastante bien alimentado para crecer bien y que durmiera sano ysalvo todas lasnoches.Nodebíadepasarporsumejormomento.AnteshabíasidoempleadodeHidalgoy,ahoraqueHidalgohabíarenunciadoasusservicios,¿quéseríadeél?Esodebíadedarlemuchoquepensar.Yluegoestabaelasuntodesupierna.Peseasusconocimientos relativosa losvendajesy laspomadas,parecía incapaz de prodigarse los cuidados que ofrecía rutinariamente a susbestias.Enunpardeocasionesvilaheridaaldescubiertoehiceunamuecaanteelfeodesgarramientoquesenegabaacicatrizaryseguíahinchadoysupurante.Burrich lomaldecíasonoramentealprincipioyapretaba losdientesconfuerzatodaslasnochesmientraslolimpiabayvendabadenuevo,peroconformefuerontranscurriendo los días lo observaba con más desesperación abatida que otracosa.Coneltiempoconsiguióquesecerrara,perolanudosacicatrizledeformólapiernaytrastocósusandares.Noeradeextrañarquetuvierapocotiempoparapensarenunmocosobastardoabandonadoasucuidado.

Demodo que campaba amis anchas como sólo pueden hacerlo los niñospequeños:sinllamarlaatenciónporlogeneral.ParacuandohuboterminadoelFestival de Primavera, los guardias de la puerta de la torre se habíanacostumbrado a verme ir y venir a diario. Probablementeme tomaban por unchicodelosrecados,yaqueenlatorreabundaban,sibienalgomayoresqueyo.Aprendí a colarme temprano en la cocina de la torre para que Morrón y yopudiéramos desayunar a placer. Afanar comida —corteza requemada en las

panaderías,moluscosy algas en laplaya,pescadoahumadoen lospuestos sinvigilancia—formabapartehabitualdemisactividadesdiarias.MollyMartílleteeramicompañíamásasidua.Raravezvolvíaverquelapegarasupadredespuésdeaqueldía;porlogeneralestabademasiadoborrachoparaencontrarlaoparacumplirsusamenazascuandodabaconella.Respectoaloquehiceaqueldía,nopensémuchoenello,exceptuandodargraciasporqueMollynosehubieradadocuentadequehabíasidoyoelresponsable.

Laciudad seconvirtió enmimundoy la torre, enel lugar alque ibaparadormir. Era verano, una estación maravillosa para cualquier ciudad portuaria.Dabaigualdóndefuera,TorredelAlceeraunherviderodeactividad.Llegabanmercancíasporel ríoAlce,procedentesde losDucadosdel Interior,enanchasgabarras fluvialesdirigidasporsudorososbarqueros.Sucargase repartíaentrelas tiendasy losalmacenesde laciudad,y luegoregresabaa losmuellesy lasbodegasdelosbarcosmarinos.Éstoserantripuladospormarinerosmalhabladosque se burlaban de los ribereños y sus costumbres del interior. Hablaban deoleadas,de tormentasydenochesenqueni siquiera lasestrellasasomabanelrostroparaguiarlos.Tambiénlospescadoresrecalabanen losmuellesdeTorredelAlce,ycomponíanelgrupomásgenial.Almenoscuandolapescahabíasidoabundante.

Retintomeenseñólosmuellesylastabernas,ycómounchicoquesupieracorrerpodíaganarse tresohastacincopeniquesdiarios llevandomensajesporlas empinadas calles de la ciudad.Nos las dábamos de osados y astutos, pararobarlaclientelaalosmuchachosmayoresquepedíanhastadospeniquesomáspor hacer un simple recado. Creo que no he vuelto a ser tan valiente comoentonces.Si cierro losojos, puedooler aquellosdíasdegloría.Estopa, breayvirutasrecientesdelosdiquessecosdondeloscarpinterosdenavíoblandíansusmazosycinceles.Eldulceolordelpescadofrescoyelpestilentehedordeunaremesa dejada al sol demasiado tiempo. Las balas de lana puestas al solaportabansunotafragantealperfumedelasbarricasderoblellenasdebrandyañejoprocedentedeArenasdelBorde.Lasgavillasdecortafiebrealaesperaderefrescarelambientedeunpiquedeproamezclabansufraganciaconladelascajasdeverdesmelones.Y todosestosoloreseran transportadosporunabrisaprocedente de la bahía, condimentada con sal y yodo.Morrónme llamaba laatención sobre todo cuanto percibía, puesto que sus agudizados sentidos

superabanconcreceslosmíos,menosdesarrollados.Retinto y yo nos encargábamos de buscar a un navegante que había ido a

despedirse de sumujer o de llevar unamuestra de especias a la tienda de unposiblecomprador.Elcapitándepuertopodíaenviarnoscorriendoaavisaraunatripulacióndequealgúnineptohabíaamarradomalloscabosylamareaestabaapunto de llevarse su barco. Pero mis preferidos eran los encargos que nosllevabanalastabernas.Allíeradondedesempeñabansuoficioloscuentistasylos chismosos. Los primeros referían las historias clásicas, hablaban deexpediciones y de tripulaciones que se enfrentaban a temibles tormentas, y decapitanes temerarios que arrastraban sus naves al fondo del mar con todos abordo.Meaprendídememoriamuchoscuentostradicionales,perolosquemásme gustaban no procedían de los trovadores profesionales sino de los propiosmarineros.Éstasnoeranhistoriascontadasalcalordelalumbreparaquetodoslasoyeran, sinoadvertenciasyconsejoscompartidosentre tripulantesmientrasloshombresdabancuentadeunabotelladebrandyounahogazadeamarillopandepolen.

Hablabandesuscapturas,deredesllenashastaelpuntodeladearlanaveodepecesybestiaslegendariasatisbadassóloenelreflejodelalunaalcortarlaestela del barco. Había historias de aldeas saqueadas por los marginados, yafuera en la costao en las islasde laperiferiadenuestroDucado, y relatosdepiratas y batallas marítimas y de naves tomadas a traición desde dentro. LashistoriasmásabsorbenteseranlasdelosCorsariosdelaVelaRoja,marginadosquesaqueabanypirateaban,yqueasaltabannosólonuestrasnavesyciudadessino también otros barcos marginados. Había quienes se burlaban de laexistenciadebarcosdequillacoloradaydelosquehablabandelaspilleríasdeunospiratasmarginadossobreotrospiratascomoellos.

Pero Retinto, Morrón y yo nos sentábamos debajo de las mesas con laespalda apoyada en las patas, mordisqueando bollos de pan dulce, yescuchábamos absortos las andanzas de aquellos barcos rojos con decenas decuerposcolgandodesusvergas,nomuertos,no,sinomaniatados:hombresquese debatían y chillaban cuando las gaviotas se abalanzaban sobre ellos.Escuchábamosaquellosrelatosdeliciosamenteaterradoreshastaqueinclusolassofocantes tabernas parecían enfriarse, momento en que nos apresurábamos acorrerdenuevohastalosmuellesparaganarnosotropenique.

UnavezRetinto,Molly y yo construimosunabalsa de troncos arrastradosporladerivaylatrasladamoshastalosmuelles.Ladejamosallíataday,cuandosubió la marea, desprendió una sección entera del embarcadero y dañó dosesquifes.Pasamosdíasconelmiedodequealguiendescubrieraquehabíamossidonosotroslosculpables.YenciertaocasiónuntaberneropegóunfuertetiróndeorejasaRetintoynosacusóalosdosdeserunosladrones.Nuestravenganzafueelhediondoarenquequeescondimosdebajodeunadesusmesas.Sepudrió,apestóyatrajoalasmoscasdurantedíasantesdequeloencontrara.

Aprendímultituddeoficiosenmisviajes: comprarpescado, reparar redes,construirbarcasyholgazanear.Aprendí aúnmásde lanaturalezahumana.Meconvertí en juez perspicaz de quién iba a pagarme realmente el peniqueprometido por entregar un mensaje y quién se limitaría a reírse en mi caracuandofueraacobrar.Sabíaaquépana-derolepodíamendigaryenquétiendasresultabamásfácil robar.Ydurante todoelproceso,Morrónestuvoami lado,tanunidoamíqueraravezseparabamimentedelasuyaporcompleto.Mevalíade su olfato, su vista y sus dientes tan libremente como de losmíos, sin quejamásmeextrañaralomásmínimo.

Así transcurrió la mayor parte del verano. Pero un buen día, con el solprendidoenuncielomásazulqueelmar,semeacabólasuerte.Molly,Retintoyyohabíamosbirladounagenerosa ristrade salchichasdeunestablecimientoycorríamos por la calle con su legítimo dueño pisándonos los talones. NosacompañabaMorrón,comodecostumbre.Losdemásniñoshabíanaprendidoaaceptarlo como parte de mí. Creo que nunca se les ocurrió preguntarse pornuestrasincroníadepensamiento.ÉramoselNuevoyMorrón,yprobablementepensabanqueerauntrucoensayadoelqueelperrosupieradóndeatraparnuestrobotínantesdequeyololanzara.Demodoqueenrealidadéramosungrupodecuatro, volando por las calles atestadas, pasando las salchichas de manosmugrientasafaucesensalivadasyvueltaalasmanosmientrasanuestraespaldaelpropietarioaullabaynosperseguíaenvano.

EnesemomentosalióBurrichdeunatienda.Yo corría hacia él. Nos reconocimos en el mismo instante de mutuo

desmayo.Lo sombríode la expresiónque se apoderóde su rostronomedejólugar a dudas sobre mi conducta. Huye, decidí en un suspiro, y esquivé susmanos,sóloparadescubrirperplejoquedealgunamaneramehabíaabalanzado

sobreél.Prefiero no abundar en lo que sucedió a continuación. Recibí una buena

somanta de palos, no sólo de parte de Burrich sino también del encolerizadodueñodelassalchichas.Elrestodemiscómplices,salvoMorrón,seperdieronenellaberintodecalles.MorrónsearrimóaBurrichpanzaarriba,pararecibirsuregañinaysuazotaina.Vi torturadocómoBurrichsacabaunasmonedasdesubolsaparapagaralcarnicero.Mesujetabalaespaldadelacamisaconunafuerzaque casi me tenía de puntillas. Cuando el carnicero se hubo marchado y sedispersó lapequeñamultitudcongregadaparapresenciarmi turbación,Burrichmesoltófinalmente.Medesconcertólamiradadeascoquemelanzó.Conotropapirotazoenlacabeza,ordenó:

—Acasa.Corriendo.Así lo hicimos, corrimos como nunca habíamos corrido. Encontramos

nuestro catre delante del hogar y esperamos atenazados por los nervios.Esperamos y esperamos toda la tarde y hasta bien entrada la noche. Los dosteníamoshambre,peronosenosocurriósalir.EnelrostrodeBurrichhabíavistoalgomásaterradorinclusoquelairadelpadredeMolly.

CuandollegóBurricheranochecerrada.Oímossuspasosenlasescaleras,ynomehizofaltarecurriralosagudossentidosdeMorrónparasaberquehabíaestadobebiendo.Nosencogimoscuandoaparecióenlahabitaciónenpenumbra.Respirabanpesadamente,ytardómásdelohabitualenencendervariasvelasconlaqueyohabíadejadoencendida.Hechoaquello,sedejócaerenunbancoynosmiró.Morrón gimió y se tendió de costado en perruno acto de contrición.Yoanhelabaimitarlo,peromeconforméconmirarloatemorizado.Hablóalcabodeunmomento.

—Traspié.¿Quévaaserdeti?¿Quévaaserdenosotros?Corriendoporlascalles con ladrones pordioseros,mientras la sangre de los reyes corre por tusvenas,juntándoteenmanadacomounanimal.

Guardésilencio.—Ylaculpaestantomíacomotuya,supongo.Acércate.Acércate,chico.Me atreví a dar un par de pasos en su dirección. Prefería no acercarme

demasiado.Burrichfruncióelceñoalrepararenmidesconfianza.—¿Tehashechodaño,chico?

Neguéconlacabeza.—Puesacércate.Vacilé,yMorróngañótorturadoporlaindecisión.Burrichlomiródesoslayo,desconcertado.Medabacuentadequesumente

maquinabaembotadaporelvino.Susojossaltabandelcachorroamíydenuevoalcachorro,yunaexpresiónde repugnancia seadueñóde su rostro.Meneó lacabeza.Sepusodepiedespacioysealejódelamesayelcachorro,favoreciendosu pierna lastimada. En la esquina de la cámara había una pequeña balda quecontenía diversas herramientas y otros objetos cubiertos de polvo. Burrichextendióelbrazoconpremeditaciónycogióalgo.Eraunútildemaderaycuero,tiesoporlafaltadeuso.Loblandióylacortatralladecuerorestallócontrasufuerza.

—¿Sabesquéesesto,chico?—preguntóapaciblemente,convozafable.Meneélacabeza,sinhabla.—Unafustaparaperros.Lomiréconexpresiónvacía.NimiexperiencianiladeMorrónmeservían

para reaccionar ante aquello. Debió de percatarse de mi confusión. Sonrióampliamenteysuvozpermanecióamigablemente,peropresentíquehabíaalgoocultoensuconducta,algoalaespera.

—Es una herramienta, Traspié. Sirve para enseñar. Cuando tienes uncachorrodesobediente…cuandoledices:"Ven"yelcachorronoviene…enfin,unpardelatigazosconestoyaprendeaescucharyaobedeceralaprimera.Nohacen falta más que unos cuantos cortes para que un cachorro aprenda aobedecer.

Hablaba con indiferencia mientras bajaba la fusta y dejaba que la tralladanzaraligeramenteenelsuelo.NiMorrónniyopodíamosquitarlelosojosdeencima,ycuandolanzóelobjetocontraMorrón,elcachorroprofirióungemidodeterroryseapartódeunsalto.Buscórefugioamilado.

Burrich se agachó despacio, tapándose los ojosmientras se sentaba en unbancojuntoalachimenea.

—Oh,Eda—exhaló,amediocaminoentreunamaldiciónyunaplegaria—.Supuse,sospeché,cuandoosveíacorriendojuntosdeesamanera,peromalditossean los ojos de El, no quería estar en lo cierto.No quería estar en lo cierto.Nuncaenmividahegolpeadoauncachorroconesemalditochisme.Morrónno

teníamotivo para temerlo.No amenos que estuvieras compartiendo tumenteconél.

Cualquieraquehubiesesidoelpeligro,intuíqueyahabíapasado.MesentéalladodeMorrón,quetrepóamiregazoymefrotóansiosamentelacaraconelhocico. Lo tranqui-licé, sugiriéndole que esperara a ver qué ocurría acontinuación.Niñoycachorro,sentados,observandolainmovilidaddeBurrich.Cuandoalzóelrostroporfin,mesorprendióverqueparecíaquehubieraestadollorando. Igualquemimadre, recuerdohaberpensado,peroesextrañoquenoconsiga conjurar una imagen de ella llorando. Sólo del rostro atormentado deBurrich.

—Traspié.Chico.Venaquí—dijoenvozbaja,yestavezhuboalgoensuvozqueinducíaaobedecer.Melevantéymeacerquéaél,conMorrónpegadoalostalones—.No—dijoalcachorro,yseñalóelsuelojuntoasubota,peroamímesubióalbancoasulado—.Traspié—comenzó,ysedetuvo.Inhalóhondoyempezódenuevo—:Traspié,estoestámal.Estámal,muymal,loquehacesconestecachorro.Esantinatural.Espeorquerobaromentir.Hacequeunhombreseamenosqueunhombre.¿Locomprendes?

Lomiréconexpresiónvacía.Suspiróylointentódenuevo.—Muchacho, tienes sangre real. Bastardo o no, eres hijo de Hidalgo, del

antiguolinaje.Yestoquehacesestámal.Noesdignodeti.¿Entiendes?Neguésinpronunciarpalabra.—Mira,verás.Ahorahasdejadodehablar.Háblame.¿Quiéntehaenseñado

ahaceresto?Probé.—¿Ahacerqué?—Mivozsonabaásperayoxidada.LosojosdeBurrichseagrandaron.Sentícómoseesforzabaporcontenerse.—Ya sabes a quéme refiero. ¿Quién te ha enseñado a estar con el perro,

dentro de su cabeza, a ver lo que ve él, a dejar que vea a través de ti, acomunicaros?

Meditésuspalabrasunmomento.Sí,esoeraloquesucedía.—Nadie —respondí—. Pasó así. Siempre estábamos juntos —añadí,

creyendoqueesoloexplicaríatodo.Burrichmeobservóseriamente.—No hablas igual que un chiquillo —señaló de repente—. Pero tengo

entendidoque eso es normal, para losque tenían la antiguaMaña.Quenuncafueronniñosdeverdad,nisiquieraalprincipio.Siempresabíandemasiado,yalhacersemayoressabíantodavíamás.Poresonuncaseconsideróuncrimen,enelpasado,cazarlosyquemarlos.¿Comprendesloquetedigo,Traspié?

Neguéconlacabeza,ycuandofruncióelceñoantemisilencio,meobliguéaañadir:

—Perolointento.¿QuéeslaviejaMaña?Burrichdiomuestrasdeincredulidadyluegoderecelo.—¡Muchacho!—meamenazó,peroyomelimitéamirarlo.Transcurridoun

instanteseconvenciódemiignorancia—.LaviejaMaña—comenzó,despacio.Susemblanteseensombreció,ysemirólasmanoscomosirecordaraunantiguopecado—. Es el poder de la sangre de las bestias, del mismo modo que laHabilidad procede del linaje de los reyes. Empieza siendo una bendición, tepermite hablar con los animales, pero luego se apodera de ti y te ahoga, teconvierteenunanimalmás.Alfinalnoquedatrazadehumanidadenuno,ytelimitasacorrer,ababearyabebersangre,comosilamanadafueseloúnicoquehubierasconocidonunca.Hastaqueningúnhombrepodríamirarte.ycreerqueantesfuisteunapersona.

Había idobajandoel tonodesuvozmientrashablaba, sinmirarme,conelrostrovueltohacialachimeneaylosojosclavadosenlasllamasmenguantes.

Meencogísentadoasulado.—Nolosé—dije,conunhilodevoz.Sevolvióhaciamí,furioso.—¿No lo sabes?—gruñó—.Te estoy contando en qué acabará todo ¿y tú

dicesquenolosabes?SemehabíasecadolalenguaenlabocayMorróntemblóamispies.—Peroesquenolosé—protesté—.¿Cómopuedosaberquéharé,hastaque

lohayahecho?¿Cómopuedosaberlo?—¡Bien, si tú no lo sabes, yo sí!—rugió, y comprendí entonces de golpe

hasta qué punto había estado controlando su genio, y también cuánto habíabebido esa noche—.El cachorro se va y tú te quedas.Tequedarás aquí, amicuidado,dondepueda tenertevigilado.YaqueHidalgonoquiere llevarmeconél, es lomenos que puedohacer por él.Veré que su hijo crezca y se haga unhombre,nounlobo.¡Loharéaunquemuramoslosdosenelintento!

Seagachósin levantarsedelbancoparaagarraraMorróndelpescuezo.Almenos,ésaerasuintención.Peroelcachorroyyonosalejamosdeéldeunsalto.Corrimos juntoshacia la puerta, pero el cerrojo estaba echado, y antes dequepudieracorrerlo,Burrichseabalanzósobrenosotros.EmpujóaMorrónaunladoconlabota;amímecogióporunhombroymeapartódelapuerta.

—Venaquí,cachorro—ordenó,peroMorrónserefugiójuntoamí.Burrichjadeabayresollabafrentealapuerta,ycaptélatumultuosacorrientesumergidadesuspensamientos,lafuriaqueloimpelíaaaplastarnosalosdosyacabardeuna vez por todas. Lograba controlarse, pero aquel breve vistazo bastó paraaterrorizarme. Cuando saltó de repente sobre nosotros, lo repelí con toda lafuerzademimiedo.

Sedesplomó tan súbitamente comounpájaro alcanzadoporunapiedra enplenovueloysequedósentadouninstanteenelsuelo.MeinclinéymeabracéaMorrón.Burrichzangoloteódespaciolacabeza,comosiestuvierasacudiéndosegotasdelluviadelpelo.Seirguió,encumbrándosesobrenosotros.

—Lo lleva en la sangre—oí que musitaba para sí—. Es la sangre de sucondenadamadre,nosédequémesorprendo.Peroelcríotienequeaprender.—Entonces, mirándome directamente a los ojos, me advirtió—: Traspié. Novuelvasahacermeeso.Jamás.Ahora,traeacáesecachorro.

Volvió a avanzar hacia nosotros y, cuando sentí la bofetada de su irasoterrada, fui incapaz de contenerme. Lo volví a repeler. Pero esta vez midefensa se topó conunaparedqueme ladevolvió, hasta el puntodehacermeperderelequilibrioytirarmealsuelo,casi inconsciente,conlamenteatrapadaenunlimbodenegrura.Burrichseinclinósobremí.

—Te loadvertí—dijodespacio,y suvoz fuecomoelgruñidodeun lobo.Entonces, por última vez, sentí que sus dedos asían el pescuezo de Morrón.Levantó en vilo al cachorro y se lo llevó, sin brusquedad, hacia la puerta. Elcerrojo que se me había resistido cedió sin dificultad ante él, y un instantedespuésoíelpesadogolpeteodesusbotasbajandolaescalera.

Merecuperéymeincorporéenseguida,ycorríhacialapuerta.PeroBurrichlahabíatrancadodealgúnmodoymanipulélamanillasinéxito.MipercepcióndeMorrónsedesvanecíaconforme loalejabandemí,dejandoensu lugarunasoledaddesesperada.Sollocé,aullé,arañélapuertaybusquémicontactoconél.Sentíunrepentinodestellodedolorescarlata,yMorróndesapareció.Cuandosus

sentidos caninos me hubieron abandonado por completo grité y lloré comohabríahechocualquierniñodeseisaños,yaporreéenvanolasgruesasplanchasdemadera.

Me pareció que habían transcurrido horas cuando regresó Burrich. Oí suspasos y levanté la cabeza del suelo, donde me había quedado tumbado yjadeando frente al umbral. Abrió la puerta y me agarró diestramente por laespaldadelacamisacuandointentécolarmeentresuspiernas.Medevolvióalaestancia de un tirón, cerró la puerta de golpe y volvió a correr el cerrojo.Meabalancé sin decir nada sobre la puerta, con un sollozo germinándose en migarganta.Burrichsesentóconaspectofatigado.

—Niseteocurra,chico—meadvirtió,comosipudieraoírcuáleseranmisdescabelladosplanespara lapróximavezquemedejara salir—.Seha ido.Elcachorrosehaido,yesunalástima,porqueeradebuenaraza.Sulinajeeracasitanlargocomoeltuyo.Peroprefierosacrificarunperroantesqueaunhombre.—Alverquenomemovía,añadió,casicondulzura—:Dejadellorarporél.Asítedolerámenos.

Peronoeracierto,ypudeoírensuvozquenoesperabarealmentequeyoobedeciera.Suspiró,ysemoviódespaciodisponiéndoseaacostarse.Nomedijonadamás, se limitóaapagar la lámparay seacomodóen lacama.Peronosedurmió,yaúnfaltabanalgunashorasparaqueamanecieracuandoselevantó,meaupódelsueloymedejóenelcálidohuecoquehabíadejadosucuerpobajolasmantas.Volvióasalirytardóhorasenregresar.

Encuantoamí,pasédíasenterosenfermodeanheloyfebril.Burrich,creo,corrió la voz de que yo padecía algún tipo demalestar infantil, demodo quenadiememolestó. Transcurrieron días antes de que seme permitiera salir denuevoalacalle,yesoencompañía.

Despuésdeaquello,Burrichhizotodoloposibleporasegurarsedequenosemepresentabalaoportunidaddeentablarotrovínculoconningunabestia.Estoyconvencidodequecreíahaberloconseguido,yasíerahastaciertopunto,dadoquenoestablecíningunarelaciónparticularconningúnperroocaballo.Séquesuintenciónerabuena.Peronomesentíaprotegidoporél,sinoconfinado.Erael guardián que velaba por mi aislamiento con fanático fervor. Fue entoncescuando se sembróenmí la soledadmásabsoluta,quehabríade arraigar en lohondodemialma.

3.Elpacto

El origen de la Habilidad probablemente permanezca envuelto en el misterioportodalaeternidad.Sindudalafamiliarealtieneunainclinaciónmuyfuertehacia ella, pero eso no la restringe al linaje del rey. Parece que hay algo deciertoeneldicho"LaHabilidadflorececuandoseinundaelmarconlasangreque riega los campos".Es interesante señalarque losmarginadosnoparecentener inclinación por la Habilidad, como tampoco quienes desciendenúnicamentedeloshabitantesoriginalesdelosSeisDucados.

¿Estáenlanaturalezadelmundoquetodaslascosasbusquenunritmo,yeneseritmounaespeciedepaz?Lociertoesqueesohecreídoyosiempre.Todoslosacontecimientos,porextraordinariososobrecogedoresquesean,sediluyenalospocosinstantesdehaberocurridoenlacontinuidaddelarutinanecesariadelavidadiaria.Loshombresquerastreanelcampodebatallaenbuscadeheridosentrelosmuertossiguenparándoseatoser,asonarselanariz,siguenlevantandolamirada para observar el vuelo en formación de una bandada de gansos.Hevistogranjerosqueseguíanarandoysembrando,indiferentesalosejércitosqueseenfrentabanaescasoskilómetrosdedistancia.

Lo mismo ocurría conmigo. Rememoro mis vivencias y me pregunto.Separadodemimadre,arrastradoaunaciudadyunclimanuevos,abandonadopormi padre al cuidado de su lacayo y luego privado de la compañía demicachorro,aunasímelevantéde lacamaunbuendíaparareanudarmividadeniño pequeño. Para mí, eso significaba levantarme cuando me despertabaBurrich y seguirlo a las cocinas, donde desayunaba a su lado. Después de

aquellomeconvertíenlasombradeBurrich.Raravezpermitíaquemeperdieradevista.Lepisaba los talones,veíacómodesempeñabasus tareasya la largaempecéaayudarlodediversasmaneras.Porlanochemetocabasentarmeasuladoycenar,conmismodalessometidosalescrutiniodesupenetrantemirada.Luegomeretirabaamicuarto,dondepasabaelrestodelanochecontemplandoel fuego en silencio mientras él bebía o contemplando el fuego en silencioesperando su regreso. Trabajaba mientras bebía, reparando o confeccionandoarneses,preparandoungüentosobuscandounveterinarioparaalgúncaballo.Eltrabajaba y yo aprendía, viéndolo, aunque no recuerdo que conversáramosmucho.Resultacuriosopensarquedeesemodotranscurrierondosaños,ycasiotroentero.

Aprendí a hacer lo mismo que Molly, a procurarme momentos deesparcimiento los días que llamaban a Burrich para que participara en algunacacería o ayudara en el parto de alguna yegua. Muy de tanto en cuanto meatrevíaaescaparmecuandoélestabamásborrachodeloquepodíatolerar,peroesasexcursionesentrañabansuriesgo.Cuandomeliberaba,corríaabuscaramiscompañerosenlaciudadymequedabaconellostantotiempocomomeatrevía.Añoraba aMorrón conuna intensidad tal queparecía queBurrichmehubieraamputadounaextremidad.Perodeesonohablábamosnunca.

Almiraratrás,supongoquesesentíaigualdesoloqueyo.HidalgonohabíapermitidoqueBurrichloacompañaraensuexilio.Ensulugar,lohabíadejadoalcuidado de un bastardo sin nombre, bastardo que había resultado tenerinclinacionespor loqueélconsiderabaunaperversión.Inclusodespuésdequeselecuraralapierna,descubrióquejamáspodríavolveramontar,niacazar,niacaminarsiquieraigualqueantes; todoesodebíadeserdifícil,difícilparaunhombre como Burrich. Nunca se quejaba delante de nadie, que oyera yo.Aunque,enretrospectiva,nologroimaginarmedelantedequiénhu-bierapodidoquejarse. Los dos estábamos encerrados en nuestra soledad y, al vernos cadanoche/ambosveíamosalculpabledenuestrasituación.

Mastodopasa,ymásquenadaeltiempo,yconlosmesesprimeroyluegoconlosaños,lleguéahacermepaulatinamenteunhuecoenelordendelascosas.LellevabacosasaBurrich,inclusoantesdequeselehubieraocurridopedirlas,recogíalosútilesconquecuidabadelasbestias,meocupabadeprocuraragualimpiaaloshalconesylesquitabalasgarrapatasalosperroscuandovolvíandel

campo. La gente se acostumbró a verme y dejaron de mirarme fijamente.Algunos parecía que ni siquiera me vieran. Gradualmente, Burrich dejó devigilarme con tanto celo. Iba y venía más libremente, pero seguíapreocupándomedequenoseenterarademisescapadasalaciudad.

Había más niños en la torre, muchos de mi edad. Algunos eran inclusoparientesmíos,primossegundosoterceros.Peronuncaentabléunarelaciónrealconningunodeellos.

Losmásjóvenesestabanalcuidadodesusmadresosusniñeras,losmayoresteníantareasyrecadospropiosdelosqueocuparse.Lamayoríametratabaconcrueldad;estabafueradesucírculo,asídesimple.Demodoque,aunquepasaramesessinveraHoz,RetintooMolly,seguíansiendomisamigosmásíntimos.Enmis excursiones por la torre, y en las noches de invierno cuando todos sereunían en el Gran Salón para escuchar a los juglares, o para asistir aespectáculosdemarionetaso jugar a cualquier cosa, pronto aprendí dónde erabienrecibidoydóndeno.

Me mantenía fuera de la vista de la reina, pues siempre que me veíaencontrabaalgúnreprochequehaceramiconductayamonestabaaBurrichalrespecto.TambiénRegioeraunafuentedepeligro.Eracasiunhombrehechoyderecho, pero no sentía reparos a la hora de empujarme fuera de su caminoopisar descuidadamente lo que fuera que había encontrado yo para jugar. EracapazdeunamezquindadyunrencorquejamáshabíapercibidoenVeraz.NoesqueVerazpasaraningúnmomentoconmigo,peronuestrosencuentrosfortuitosnuncaerandesagradables.Simeveía,mealborotabaelcabelloomeofrecíaunpenique. Una vez un criado trajo a los aposentos de Burrich unos cuantosjuguetesdemadera,soldados,caballosyunacarretadepinturadesvaída,conelmensaje de que Veraz los había encontrado en un rincón de su baúl y habíapensadoquepodríangustarme.Nosemeocurreotraposesiónquehayavaloradomásentodamivida.

Mazurco convertía los establos en otra zona peligrosa. Si Burrich andabacerca, se dirigía amí amablemente yme trataba con ecuanimidad, pero teníapocapacienciaconmigolasdemásveces.Medioaentenderquenomequeríamerodeandodondeestuvieraél trabajando.Alalargadescubríquesentíacelosdemíysentíaquemicuidadohabíasustituidoel interésquemostrabaBurrichporélenelpasado.Nuncasemostrabaabiertamentecruel,jamásmepegónime

regañóinjustamente.Peropodíapercibireldesagradoqueleinspiraba,demodoqueloesquivaba.

Todos los soldados hacían gala de una extraordinaria tolerancia hacia mí.DespuésdelosniñosdelacalledelaciudaddeTorredelAlce,probablementefueranlomáspróximoaunosamigos.Peroportolerantesqueseanlosadultosconunmuchachodenueveodiezaños,tienenpocascosasencomún.Observabasuspartidasdedadosyescuchabasushistorias,peroporcadahoraquepasabaensucompañíahabíadíasenterosenquenolosveía.YaunqueBurrichnuncameprohibió la entrada en la sala de guardias, no ocultó la desaprobación quesentíaporeltiempoquepasabayoallí.

Asíqueeraynoera,almismotiempo,miembrodelacomunidaddelatorre.Evitaba a algunos, observaba a algunos y obedecía a algunos. Pero no merelacionabaconninguno.

Hastaqueunamañana,cuandomefaltabapocoparacumplirlosdiezaños,meencontrabajugandodebajodelasmesasenelGranSalón,revoleándomeconloscachorros.Eramuytemprano.Lajornadaanteriorsehabíacelebradoalgunafiestayelbanquetesehabíaprolongadotodoeldíahastabienentradalanoche.Burrichhabíabebidohastaperderelconocimiento.Casitodoelmundo,noblesycriados, seguía acostado, y la cocina no había ofrecido gran cosa con la queaplacarmiapetitoesamañana.PerolasmesasdelGranSalónconteníantodountesorodepastasrotasyplatosdecarne.Tambiénhabíacuencosdemanzanas,ytrozosdequeso; endefinitiva, elmejorbotínquepodría caer enmanosdeunniño.Losgrandesperrossehabíanquedadoconlosmejoreshuesosysehabíanretiradoa lasesquinasde la sala,dejandoa losdiversoscachorros rebuscandoentrelassobras.Yomehabíametidodebajodeunamesaconunbuenpedazodecarney loestabacompartiendoconmiscachorrosfavoritos.Desde laausenciadeMorrón,habíaprocuradoqueBurrichnomevierasentirdemasiadaafinidadporningúncachorroenconcreto.Seguíasincomprenderporquéseoponíaaqueyo me hiciera amigo de los perros, pero no pensaba arriesgar la vida de uncachorropor llevarle lacontraria.Demodoqueestabaalternandobocadoscontrescachorroscuandooíunospasosdiscretosquecruzabanelsuelocubiertoconesterasdejuncos.Habíadoshombreshablando,discutiendoalgoenvozbaja.

Penséqueseríansirvientesdelacocinaquehabíanvenidopararecogerlosdesperdicios.Gateédebajode lamesaparabirlar algunas sobrasmásantesde

quedesaparecieran.Peronofueningúnsirvienteelquesesobresaltópormirepentinaaparición,

sinoelviejorey,miabueloenpersona.Unpasoasuespalda,juntoasubrazo,estabaRegio. Sus ojos enrojecidos y lo arrugado de su jubón atestiguaban suparticipación en los festejos de la noche anterior. El bufón nuevo del rey,recientemente adquirido, anadeaba detrás de ellos, con los pálidos ojosembobados en su blanca cara. Era una criatura tan extraña, con aquella pielcerosa y jaspeada de negro y blanco, que casi no me atrevía a mirarlo. Porcontra,el reyArtimañas tenía losojosdespejados, labarbayelcabello reciénpeinados y las ropas inmaculadas. Por un instante mostró sorpresa, y luegoseñaló:

—Ves,Regio,loquetedecía.Sepresentaunaoportunidad,yalguienvaylaaprovecha;alguienjoven,porlogeneral,oalguienimpulsadoporlaenergíayelapetitodelajuventud.Larealezanopuedepermitirseellujodedejarescaparesetipodeoportunidades,nidepermitirqueotrospuedanaprovecharlas.

Elreypasódelargoantemí,abundandoensudiscursomientrasRegiomelanzabaunamiradafuribundaconsusojosinyectadosensangre.Unaleteodesumanome indicó que debería esfumarme. Le transmití mi asentimiento con lacabeza,peroantescorríhastalamesa.Meguardédosmanzanasenelchalecoyestaba cogiendo una tarta de grosella casi intacta cuando el rey se giró deimprovisoymehizounaseña.Subufónleimitóelgesto.Mequedéparalizadoenelsitio.

—Míralo—ordenóelviejorey.Regiomefulminóconlamirada,peroyonomeatrevíaamoverme.—¿Quéopinasdeél?Regioparecíaperplejo.—¿Ése?EselTraspié.ElbastardodeHidalgo.Robandoahurtadillas,como

decostumbre.—Bobo. —El rey Artimañas sonrió, pero sus ojos permanecieron

insensibles.Elbufón,creyéndose interpelado,esbozóunadulcesonrisa—.¿Esque tienes cera en los oídos? ¿No oyes lo que te digo? No te he preguntado"¿Quiénes?"ni"¿Quéhace?"sino"¿Quéopinasdeél?".Ahí lo tienes: joven,fuerte,cargadoderecursos.Superfilesigualderegioqueeltuyo,peseahabernacido en el lado equivocadode las sábanas.Así que, ¿qué opinas de él? ¿Te

parece una herramienta? ¿Un arma? ¿Un camarada? ¿Un enemigo? ¿O vas apermitirquemerodeeporahíhastaquevengaotro,locojayloutilicecontrati?

Regiomemiróentornandolospárpados,luegomiróporencimademíy,alnoencontraranadiemásenelsalón,volvióaobservarmedesconcertado.Amispies,uncachorrogañópararecordarmequeanteshabíamosestadocompartiendolacomida.Lepedíquesecallara.

—¿Elbastardo?Sóloesunmocoso.Elviejoreysuspiró.—Hoy.Estamañana,ahora,esunmocoso.Lapróximavezquelepongasla

vistaencimaseráunmozo,opeor,unhombre,yentoncesserádemasiadotardeparaquehagasnadadeél.Perocógeloahora,Regio,ydaleforma,ydentrodeuna década gozarás de su lealtad. En lugar de ser un bastardo resentido quepodría ser persuadido de aspirar a ocupar el trono, será un partidario de lafamilia,unidoaellaensuespírituynosóloporsusangre.Unbastardo,Regio,esalgoextraordinario.Ponleunmembreteenlamanoyenvíalolejos,ytendrásundiplomáticoalqueningúnregenteextranjeroosarácerrarlelaspuertas.Selepuedeenviarsinpeligroallídondeunpríncipedelasangrejamáspodríallegar.Imagínate lo útil quepuede ser alguienquepertenece y nopertenece al linajereal.Intercambioderehenes.Alianzasmatrimoniales.Trabajoenlasombra.Ladiplomaciadelcuchillo.

Regioabriómucholosojosalescucharlasúltimaspalabrasdelrey.Poruninstante, todos respiramos en silencio,mirándonos.Cuando hablóRegio, sonócomosituvieraunamigadepansecaatascadaenlagarganta.

—Habláisasídelantedelniño.Deutilizarlocomoherramienta,comoarma.¿Creéisquenorecordarávuestraspalabrascuandocrezca?

ElreyArtimañasserío,yelsonidodespertóecosen lasparedesdepiedradelGranSalón.

—¿Quesilasrecordará?Claroquelasrecordará.Cuentoconello.Miraesosojos, Regio. Hay inteligencia ahí dentro, y quizá también potencial para laHabilidad. Sería idiota si le mintiera. Más idiota todavía si me limitara aempezar su formación y su educación sin más explicaciones. Eso dejaría sumentefértilparacualquiersemillaquequisieranplantarotrosenella.¿Noesasí,chico?

Estabamirándome fijamenteycomprendíde repentequeyo ledevolvía la

mirada.Mientras hablaba nos habíamos estadomirando a los ojos, leyendo eluno en los del otro. En los ojos del hombre que era mi abuelo había unasinceridad pétrea, afilada. No se desprendía consuelo de ella, pero supe quesiemprepodríacontarconqueestuvieraallí.Asentílentamente.

—Acércate.Me acerqué a él muy despacio. Cuando me hube aproximado, hincó una

rodilla en el suelo y nuestrasmiradas estuvieron almismo nivel. El bufón searrodilló ceremonio-samente a nuestro lado, paseando la vista ansioso de unacara a otra. Regio nos observaba a todos con expresión furibunda. En aquelmomento no capté la ironía que entrañaba ver al viejo rey genuflexo ante sunietobastardo.Demodoquepermanecísolemnemientrasmearrebatabalatartade las manos y se la tiraba a los cachorros que me habían seguido. Sacó unalfiler de los pliegues de seda que le rodeaban la garganta y lo clavó,protocolario,enlasencillalanademicamisa.

—Ahorameperteneces—dijo,einvistiómásimportanciaaeseasertoqueatodalasangrequepudiéramostenerencomún—.Nohacefaltaquecomaslassobrasdenadie.Yotemantendré,ytemantendrébien.Sialgúnhombreomujerpretendevolvertealgunavezcontramíofreciéndotemásdeloqueyoteofrezco,ven a mí, dime cuál es su oferta y la igualaré. Verás que no soy un hombremezquino,nuncatedarémotivosparatraicionarme.¿Mecrees,muchacho?

Asentí, en silencio como todavía tenía por costumbre, pero sus inflexiblesojoscastañosexigíanalgomás.

—Sí,señor.—Bien.Tevoyadaralgunasórdenesconcernientesatupersona.Asegúrate

decumplirlas.Sialgunateresultaextraña,hablaconBurrich.Oconmigo.Sólotienesqueacudiralapuertademicámaraymostraresealfilerparaqueteabranpaso.

Mirélapiedrarojaquerutilabaensunidodeplata.—Sí,señor—conseguíasentirdenuevo.—Ah —dijo con voz queda. Percibí una nota de pesar en su voz y me

preguntéaquépodíadeberse.Aflojólapresadesusojossobremíyvolvíaserconscientedemientorno,de loscachorros,delGranSalón,deRegio,quemeobservabacon renovadodesprecio,ydelbufón,queasentíaentusiasmadoasudespreocupadamanera. El rey se puso de pie. Cuandome dio la espalda,me

recorrióun escalofrío, corno si acabaradequitarmeuna capa.FuemiprimeraexperienciaconlaHabilidadenmanosdeunmaestro.

—Noloapruebas,¿noesasí,Regio?—Eltonodelreyeracoloquial.—Mireypuedehacercuantodesee.—Malhumorado.ElreyArtimañassuspiró.—Notehepreguntadoeso.—Mimadre,lareina,sindudanoloaprobará.Favoreceralmuchachosólo

conseguiráqueparezcaqueloreconocéis.Ledaráideas,aélyalosdemás.—¡Fu!—Elreysoltóunarisita,divertido.Regioseenfurecióalinstante.—Mimadre,lareina,noestarádeacuerdoconvos,nisesentirácomplacida.

Mimadre…—Hace años que no está de acuerdo conmigo en nada, ni complacida.No

creo que note la diferencia, Regio. Hará aspavientos, protestará y volverá adecirmequeregresaaLumbrales,paraserduquesa,ytúduquedespuésdeella.Y sise enfada mucho, me amenazará con que Haza y Lumbrales podríansublevarseyconvertirseenunreinoindependiente,conelladereina.

—¡Yconmigodereydespuésdeella!—añadióRegio,desafiante.Artimañasasintióparasí.—Sí,imaginabaquetehabríainculcadoesasnocionesdetraición.Escucha,

muchacho.Da igual que regañe a los criados y les tire los platos a la cabeza,nuncairámásallá.Porquesabequevalemásserreinadeunreinoenpazqueduquesadeunducadorebelde.YLumbralesnotienemotivosparaalzarsecontramí,salvolosquesurjandesuimaginación.Susambicionessiemprehanestadoporencimadesusposibilidades.—HizounapausaymiródirectamenteaRegio—.Paralarealeza,éseesundefectolamentable.

Sentí las oleadas de ira que contenía Regio mientras fijaba la vista en elsuelo.

—Vamos—dijoelrey,yRegioreanudóelpaseotrasél,obedientecomounperro.Lamiradaquemelanzómientrassealejabafuevenenosa.

Meincorporéyvicómosalíaelviejoreydelsalón.Sentíunecodepérdida.Era un hombre extraño. Por bastardo que yo fuera, podría haber apelado a suderechocomoabuelomíoqueeraypedirmegratisloquehabíaelegidocomprar.Enlapuerta,elpálidobufónsedetuvo.Poruninstantememiróehizoungesto

incomprensible con sus estrechas manos. Podría haber sido un insulto o unabendición.Osimplementeelbatirdelasmanosdeunidiota.Luegosonrió,mesacólalenguaycorrióareunirseconelrey.

Pesealaspromesasdelrey,mellenédepasteleslapecheradelchaleco.Loscachorros y yo los compartimos a la sombra detrás de los establos. Fue undesayuno mucho más copioso de lo que estábamos acostumbrados, y miestómagomurmuróirritadodurantehorasdespuésdelacomilona.Loscachorrossehicieronunovilloysequedarondormidos,peroyomedebatíaentreeltemorylaanticipación.Casiesperabaquenosalieranadadetodoaquello,queelreyseolvidaradesuspalabras.Peronoseolvidó.

Aquella noche subí por fin las escaleras que conducían a la cámara deBurrich.Habíapasadoeldíacavilandosobre loquepodríansignificarparamílaspalabrasdeaquellamañana.Mepodríahaberahorradoelesfuerzo.Cuandoentré, Burrich dejó a un lado el arnés que estaba arreglando y volcó toda suatenciónsobremí.Meobservócalladounmomento,yyoledevolvílamirada.Algohabíacambiado,ytuvemiedo.DesdeladesaparicióndeMorrón,creíaqueBurrich teníapoder sobre laviday lamuerte tambiénen cuanto amí; queuntraspié podía eliminarse con la misma facilidad que un cachorro. Eso no mehabía impedido desarrollar cierta afinidad hacia él; no era necesario querer aalguienparadependerdeesapersona.EsasensacióndepoderconfiarenBurrichera la única estabilidad real que tenía en mi vida, y ahora sentía que setambaleababajomispies.

—Bueno. —Cuando por fin habló, aquella palabra brotó cargada designificado—.Bueno.Teníasquedejarqueteviera,¿verdad?Teníasquellamarla atención. Bien. Ya ha decidido qué hacer contigo.—Suspiró, y su silenciocambió.Poruninstantefugazcasisentíquemecompadecía.Peroluegoreanudósudiscurso—:Mañanatengoqueescogeruncaballoparati.Mehasugeridoqueseajoven,queosadiestrejuntos.Perolopersuadíparainiciarteconunabestiamásmadurayconstante.Unpupiloalavez,ledije.Aunqueteníamisrazonesparaotorgarteunanimal…menosimpresionable.Procuraportartebien;sabrésitededicasatusjueguecitos.¿Haquedadoclaro?

Meapresuréaasentirconlacabeza.—Responde,Traspié.Tendrásqueusarlalenguadelantedetustutoresytus

maestros.

—Sí,señor.ErapropiodeBurrich.Elhechodequefueraaconfiársemeuncaballoeralo

quemásloturbaba.Unavezsolucionadoesepunto,anuncióelrestoconmayordespreocupación.

—Apartirdeahoratelevantaráscuandosalgaelsol,chico.Teenseñaréporlamañana.Acuidardeuncaballoyadominarlo.Yacazarcomoesdebidocontusperrosyaconseguirqueéstosteobedezcan.Controlaralasbestias,esoesloquevoyaenseñarte.—Enfatizóestoúltimopesadamenteehizounapausaparaasegurarse de que yo lo entendía. Se me encogió el corazón, pero empecé aasentirconlacabeza,antesdeenmendarmeyresponderenvozalta.

—Sí,señor.—Las tardes son suyas. Para las armas y cosas así. La Habilidad,

probablemente,coneltiempo.Durantelosmesesdeinvierno,lasclasesserándepuertas hacia dentro. Idiomas y señales.Escribir, leer y hacer cálculos, nomecabe duda. Historia, también. Qué harás con todo eso, no tengo ni idea, peroprocura aprender bien para complacer al rey. No es un hombre al que teconvenga contrariar ymuchomenos hacer enfadar. La opciónmás inteligentepasaporintentarquenosefijeenti.Perosemeolvidóprevenirtedeesoyyaesdemasiadotarde.

Carraspeóderepenteeinhalóhondo.—Ah,yhayotracosaquetendráquecambiar.—Cogióeltrozodecueroen

el que había estado trabajando y se inclinó de nuevo sobre él. Pareció quehablaraparasusdedos—.Ahoratendrásunahabitaciónparatisolo.Arriba,enlatorre,dondeduermentodoslosdesangrenoble.Yaestaríasallíroncando,si tehubierasdignadovolveratiempo.

—¿Cómo?Noloentiendo.¿Unahabitación?—Ah, así que sabes hilvanar más de dos palabras seguidas cuando te

apetece.Yamehasoído,chico.Tendrástupropiocuarto,arribaenla torre.—Hizounapausa,antesdeproseguirconentusiasmo—.Porfinpodrérecuperarmiintimidad.Oh, y también van a tomarte lasmedidas para darte ropa nueva.Ybotas.Aunquequemeaspensiséquésentidotienecalzarunospiesquetodavíanohandejadodecrecer…

—No quiero un cuarto allí arriba. —Por opresivo que fuera vivir conBurrich,lopreferíaalodesconocido.Meimaginabaunainmensayfríasalade

piedra,conlosrinconespobladosdesombras.—Bueno, pues lo vas a tener —anunció Burrich, inflexible—. Y ya iba

siendohora.EreshijodeHidalgo, legítimoono,yalojarteaquíenel establo,comounperrocallejero,enfin,esimpropio.

—Medaigual—aventurédesesperado.Burrichlevantólosojosymemirógravemente.—Vaya,vaya.Estamoslocuacesestanoche,¿eh?Bajélamiradaparaeludirsuescrutinio.—Túvivesaquíabajo—señalé,lacónico—.Ynoeresunperrocallejero.—Tampocosoyelbastardodeningúnpríncipe—repusoconbrusquedad—.

Apartirdeahoravasavivirenlatorre,Traspié,ynohaymásquehablar.Meatrevíamirarlo.Volvíaahablarconsusdedos.—Preferiríaserunperrocallejero—dije,haciendoacopiodecoraje.Todos

mis temores se adueñaron de mi voz cuando añadí—: No permitirías que lehicieran esto a un perro callejero, que lo cambiaran todo de repente. Cuandodieronel cachorrodecazaa lordGrimbsy,dejaste tuvieja camisaconélparaquetuvieraalgoqueolieraasuhogarhastaqueseacostumbrara.

—Bueno—dijo—.Yono…Venaquí,Traspié.Venaquí,chico,igualqueuncachorro,acudíaél,elúnicodueñoque tenía,ymediounaspalmaditasen laespaldaymealborotóelcabello,comoharíaconunodesusperros—.Notengasmiedo,va.Nohaynadaquetemer.Y,además—dijo,ypercibícómoclaudicaba—, sólo nos han dicho que vas a tener un cuarto en la torre. Nadie dice quetengasquedormirallítodaslasnoches.Algunasnoches,sivesqueelsilenciosete hace insoportable, puedes bajar aquí. ¿Eh, Traspié? ¿Te parece bien? —Supongo—musité.

Elcambioseabatióconfuerzasobremídurantelasdossemanassiguientes.Burrichmedespertóalamanecer,mebañóyrestregóaconciencia,mecortóelflequilloymerecogióelrestodelpeloenunacoletacomolaquehabíavistoquellevabanloshombresdelatorre.Mepidióquemevistieraconmismejoresgalasyluegochasqueólalenguaalverlopequeñaquesemehabíaquedadolaropa.Conunencogimientodehombros,dijoquetendríaqueconformarme.

Luegofuimosalosestablos,dondemeenseñólayeguaqueahoraeramía.

Era gris, con el pelaje ligeramentemoteado.La crin y la cola, elmorro y loscalcetinesseveíannegroscomosiestuvieransuciosdehollín,queeracomosellamaba.Eraunabestiaapacible,bienformadaycuidada.Costabaimaginarunamonturamenos retadora. Ingenuamente, esperaba queme dieran almenos unvigorosocastrado.Envezdeeso,teníaaHollín.Quisedisimularmidecepción,peroBurrichdebiódeintuirla.

—No te parece gran cosa, ¿verdad? Bueno, Traspié, ¿tantos caballos hastenidoqueahoraarrugaslanarizanteunabestiadócilysaludablecomoHollín?Estápreñadadel sementalbayode lordTemplanza, asíque trátalabien.Hastaahora lahabíaentrenadoMazurco;esperabaconvertirlaenuncaballodecaza,pero he pensado que te iríamejor a ti.A él no le ha sentado bien, pero le heprometidoquepodráempezardeceroconelpotro.

Burrichhabíaadaptadounaviejasillaparamí,conlapromesadeque,dijeraloquedijeseelrey,tendríaquedemostrarmisdotesparalaequitaciónantesdeque él permitiera que hicieran una nueva para mí. Hollín salió al patio sinprotestaryrespondiósolícitaalasriendasyamisrodillas.Mazurcohabíahechountrabajoexcelenteconella.Sutemperamentoysumentemerecordabanaunestanquetranquilo.Sipensabaenalgo,noeraenloqueestábamoshaciendo,yBurrichmevigilabademasiadoatentamenteparaqueyomeatrevieraaahondarenlamentedelayegua.Demodoquelamontéaciegas,comunicándomeconella únicamente con las rodillas, las riendas y el cambio demi peso sobre sulomo. El esfuerzo físico me dejó agotado mucho antes de que terminara miprimera lección, yBurrich lo sabía. Pero eso no le impidió ordenarme que lacepillara y le diera de comer, antes de limpiarmi silla y el resto del equipo.Antes de que seme permitiera ir a la cocina para comer tuve que desenredarhastaelúltimonudodesucrinydejarelcueroviejorelucientedeaceite.

Pero,cuandocorríahacialapuertatraseradelacocina,lamanodeBurrichcayósobremihombro.

—Eso se acabó —me dijo con firmeza—. Vale para los soldados, losjardineros y demás. Pero hay un salón donde comen los nobles y sus criadosespeciales,yahíesdondecomerástúapartirdeahora.

Dicho lo cual, me condujo a una habitación tenuemente iluminada ydominadaporuna largamesa,conotramesamásaltaa lacabeza.Había todotipodeplatosordenadosencimadeella,ygenteafanadaendistintas fasesdel

almuerzo. Pues cuando el rey, la reina y los príncipes no se encontraban a lamesa,comoocurríaesedía,nadierespetabalasformalidades.

Burrichmeempujóaunlugarenel ladoizquierdode lamesa,enlamitadsuperior,aunquenomucho.Elsesentóenelmismolado,algomásabajo.Teníahambre,ynadiememirabatanfijamentecomoparainquietarme,demodoquedi buena cuenta de una copiosa comida. Los platos que habían salidodirectamente de la cocina estabanmás calientes y eranmás frescos, pero esosdetallespasandesapercibidosparaunniñoenedaddecrecer,ycomíconapetitodespuésdetodaunamañanadeayuno.

Conelestómagolleno,penséenciertoterraplénarenoso,templadoporelsolde la tarde y repleto de madrigueras de conejos, donde los cachorros y yoacostumbrábamos a pasar somnolientas tardes enteras. Hice ademán delevantarme de la mesa, pero inmediatamente tuve un chico a mi espalda,diciendo:

—¿Señor?Miréalrededorparaveraquiénsedirigía,perotodosloscomensalestenían

la vista puesta en sus tajaderos. El muchacho era más alto que yo, y variosveranosmayor,asíquelevantélacabezahaciaél,sorprendido,cuandomemiróalosojosyrepitió:

—¿Señor?¿Habéisterminado?Asentíconlacabeza,demasiadosorprendidoparadecirnada.—En ese caso debéis acompañarme. Me envía Capacho. Os espera en el

patioparavuestraclasededefensavespertina.Esdecir,siBurrichhaterminadoconvos.

Burrich apareció súbitamente a mi lado y me desconcertó hincando unarodillaenelsuelojuntoamí.Mealisóelchalecoymeapartóelcabellodelafrentemientrashablaba.

—He terminado por hoy. Bueno, no pongas esa cara de pasmo, Traspié.¿Creíasqueelreyeraincapazdecumplirsupalabra?Limpíatelabocaycamina.Capachoesunmaestromásestrictoqueyo;nosetoleranretrasosenelpatiodearmas.VeconBrant,corre.

Obedecíconelcorazónenunpuño.MientrasseguíaalmuchachofueradelsalónintentéimaginarmeunmaestromásestrictoqueBurrich.Eraunconceptosobrecogedor.

Unavezfueradelsalón,eljovenrenuncióasuseducadosmodales.—¿Cómotellamas?—inquiriómientrasmeguiabaporelcaminodegrava

hastalaarmeríaylospatiosdeadiestramientohabíadelantedeella.Meencogídehombrosymiréaunlado,fingiendounrepentinointeréspor

lamalezaquebordeabaelcamino.Brantsoltóunbufidoconcomplicidad.—Venga, te tienen que llamar de algunamanera. ¿Qué te ha llamado ese

viejocojodeBurrich?ElevidentedesdénquesentíaelmuchachoporBurrichmesorprendiótanto

queespeté:—Traspié.MellamaTraspié.—¿Traspié?—Serióenvozbaja—.Sí,nomeextraña.Notienepelosenla

lengua,elviejocojo.—Lohirióunjabalí—expliqué.Aquelmuchachohablabacomosilacojera

deBurrichfueraunamajadería.Poralgúnmotivo,mezaheríansusburlas.—¡Ya lo sé!—bufó,desdeñoso—.Ledejóelhuesoaldescubierto.Eraun

monstruodeenormescolmillosqueibaallevarsepordelanteaHidalgocuandoBurrichsepusoenmedio.AsíquearrollóaBurrich,yamediadocenadeperros,o eso he oído. —Cruzamos un portal abierto en una pared cubierta deenredaderasylospatiosdeadiestramientoaparecieronderepenteantenosotros;—.AHidalgoledioporpensarqueteníaqueremataralcochino,yahíqueéstesaltayse lanzaaporél.Partió la lanzadelpríncipepor lamitadcuandose laclavó,oesoheoído.

Seguíalospasosdelmuchacho,prendadodesuspalabras,cuandosevolvióde repente. Me sobresaltó de tal manera que estuve a punto de caerme altrastabillardeespaldas.Seriódemí.

—EselañoenqueBurrichlerobatodalasuerteaHidalgo,¿eh?Esodicenloshombres.QueBurrichcogiólamuertedeHidalgoylacambióporsucojera,y que cogió al bastardo deHidalgo y lo convirtió en sumascota. Lo quemegustaríasaberescómoderepentevasyempiezasaasistiraclasesdelucha.Sí,ytambiéntehandadouncaballo,oesoheoído.

El tono de su voz delataba algo más que envidia. Desde entonces heaprendido que muchos hombres ven siempre la suerte del prójimo como unaafrentapersonal.Sentísucrecientehostilidadcomosihubieraentradosinavisar

enelterritoriodeunperro.Pero,tratándosedeunperro,podríahabertocadosumenteyexplicadomis intenciones.ConBrantsólohabíahostilidad,comounatormenta a punto de estallar.Me pregunté si pensaba golpearme y si esperabaquemedefendieraoquemeretirara.CasihabíadecididohuircorriendocuandounacorpulentafiguravestidatodadegrisapareciódetrásdeBrantyleagarrólanucaconfuerza.

—Heoídoqueelreyquierequepractiqueconlasarmas,sí,ytambiénquelehadadouncaballoparaqueaprendaamontar.Esomebasta,yparatideberíasermásquedesobra,Brant.Además,esohecreídoentender,teníasquetraerloaquíypersonarteluegoantemaeseTullume,quetienerecadosparati.¿Nohasoídotúeso?

—Sí,señora.—LabelicosidaddeBrantsehabía transformadodegolpeendócilconformidad.

—Yyaque"oyes" tantascosasdevital interés,mepermitiréconfiartequenadiecondosdedosdefrentecuentatodoloquesabe,yqueelquevaporahípropagandorumorestienelacabezahueca.¿Loentiendes,Brant?

—Creoquesí,señora.—¿Crees que sí? Seré más concisa. No seas tan cotilla y ocúpate de tus

tareas.Sédiligenteyvoluntarioso,aversilagenteempiezaamurmurarqueeresmi"mascota".Podríaocuparmedequeestésdemasiadoocupadoparaatenderahabladurías.

—Sí,señora.—Tú,chico.—Brantsealejabacorriendocuandolamujersevolvióhaciamí

—.Sígueme.Laanciananoesperóaversiyoobedecíaono.Selimitóacruzarloscampos

de adiestramiento al aire libre a un paso vivo que me obligó a trotar paramantenersuritmo.Latierraprensadadelcampoestabacocidayelsolcaíaconfuerzasobremishombros.Empecéasudarcasideinmediato,perolamujernodabamuestrasdeincomodidadmientrascaminabadeprisa.

Vestíadegrisdelospiesalacabeza:unalargatúnicagrisoscuro,mallasdeungrismásclaro,ysobreelconjuntoundelantalgrisdecueroque le llegabacasi hasta las rodillas. Debía de ser una de las jardineras, deduje, aunquemedesconcertabanlassuavesbotasgrisesquecalzaba.

—Hevenidoparadarclase…conCapacho—conseguíjadear.

Asintió secamente. Llegamos a la sombra de la armería y abrí los ojosagradecidotraseldeslumbramientodelospatiosabiertos.

—Van a enseñarme a manejar las armas —le dije, por si acaso habíamalinterpretadomisprimeraspalabras.

Asintiódenuevoyabrióunapuertadelaestructura,parecidaaungraneroqueeralaarmeríaexterior.Sabíaqueallíeradondeseguardabanlasarmas.Elhierroyelacerodebuenacalidadseguardabanenlasdependenciassuperioresde la torre. En el interior de la armería reinaba una delicadamedia luz, y unligero frescor, así como una mezcla de olor a madera, sudor y cañas reciénentretejidas. La mujer no vaciló y la seguí hasta un estante que contenía unsurtidodevaraspeladas.

—Eligeuna—medijo,lasprimeraspalabrasquepronunciabadesdequemeinvitaraaseguirla.

—¿NoseríamejorqueesperaraaCapacho?—preguntétímidamente.—Yo soy Capacho —replicó, impacientándose—. Ahora coge una vara,

chico.Quierotenerunratoasolascontigo,antesdequevenganlosdemás.Paraverdequépastaestáshechoyquésabes.

Notardómuchoenpercatarsedequeloqueyosabíaeracasinadaydemitendencia a arredrarme. Tras unas cuantas paradas con su bastón, propinófácilmentealmíouncachetequemeloarrancódelasmanosenrojecidas.

—Hm—dijo,niseveraniamable.Elmismocomentarioquelemereceríaaunjardinerounapatatadesiembraaquejadadeañublo.Extendímimentehaciaellayencontrélamismaclasedequietudquehabíapercibidoenlayegua.NosemostrabacautaconmigocornoocurríaconBurrich.Creoquefuelaprimeravezque me di cuenta de que algunas personas, como algunos animales, erancompletamenteajenasamissondeos.Podríahaberprofundizadoensumente,denoserporqueelalivioquesentíalnoencontrarningunahostilidadmeimpidióarriesgarme a despertar su ira. De modo que soporté su inspección,empequeñecidoeinmóvil.

—Chico,¿cómotellamas?—preguntódeimproviso.Otravez.—Traspié.Arrugó el entrecejo al escucharmis quedas palabras.Me enderecé y hablé

másalto.

—TraspiémellamaBurrich.Hizounadiscretamueca.—Claro.ParaBurrich,unazorraesunazorra,yunbastardoesunbastardo.

Bueno…supongoqueentiendosusmotivos.Untraspiéesloqueeres,yTraspiétellamaréyotambién.Bueno.Voyadecirteporquélavaraquehaselegidoerademasiadolargaparati,ydemasiadogruesa.Yluegoescogerásotra.

Eso hizo, y eso hice, y luego me enseñó un ejercicio que parecíainfinitamentecomplejo,aunquealfinaldelasemananoentrañabamásdificultadque desenredar la crin de mi yegua. Terminamos cuando comenzaban aagruparseelrestodesusalumnos.Erancuatro,todosunpardeañosmenoresomayoresqueyo,sibientodosteníanmásexperiencia.Resultabaincómodo,puesahora el número de estudiantes era impar y nadie sentía especiales deseos deentrenarconelreciénllegado.

De algunamanera conseguí sobrevivir a aquel día, aunque el recuerdo decómo lo hice se diluye en una dichosa neblina difusa. Me acuerdo de lomagulladoque estaba cuandopor fin dejóquenos fuéramos; cómo los demáscorrieron de regreso a la torremientras yo arrastraba los pies tras ellos ymerezagaba, reprobándome el haber llamado la atención del rey. Fue un largoascenso hasta la torre, y el salón estaba atestado de personas y ruido. Estabademasiadofatigadoparacomergrancosa.Caldoypan,creo,notomémás,yyahabíaabandonadolamesaycojeabahacialapuerta,pensandoúnicamenteenelcaloryelsilenciodelosestablos,cuandoBrantvolvióaacosarme.

—Sucámaraestálista—fuetodoloquedijo.LancéunamiradadedesesperaciónaBurrich,peroésteestabaenfrascadoen

una conversación con su vecino demesa.No se dio cuenta demi súplica.DemodoquemeencontrésiguiendoaBrantdenuevo,estavezporunampliotramodeescaleras,haciaunapartedelatorrequenuncahabíaexplorado.

Nosdetuvimosenunrellano,cogióuncandelabrodeunamesaquehabíaallíyencendiólasvelas.

—Lafamiliarealvivealfinaldeestaala—meinformóconindiferencia—.El rey tiene una habitación que es tan grande como el establo al final de estepasillo.—Asentí, creyendo a ciegas todo cuantome decía, aunquemás tardedescubriríaqueun recaderocomoBrant jamáshubierapodidoasomarseal alareal. Eso estaba reservado a lacayosmás importantes. Subimos otro tramo de

escaleras y se detuvo de nuevo—. Los huéspedes se alojan aquí —dijo,señalandoconlaluz;sugestoconsiguióquelasllamastrazaranunbrevearcodeluz—.Loshuéspedesimportantes,claro.

Yotravezemprendimoselascenso,siguiendounosescalonesvisiblementemásestrechosquelosdelosdostramosanteriores.Nosdetuvimosdenuevoenelsiguienterellano,yobservécontemorunnuevotramodeescaleras,aúnmásestrechasyempinadas.PeroBrantnomellevóporahí,sinoquerecorrimosestanueva ala, dejamos atrás tres puertas, descorrió el pestillo de una puerta demadera y la abrió empujando con el hombro. Se abatió pesadamente, conresistencia.

—Hace tiempo que no se usa esta habitación—comentó risueño—. Peroahoraestuyayeresbienrecibido.—Dichoaquelloposóelcandelabroenlatapade un arcón, cogió una de las velas y semarchó.Cerró la pesada puerta a supaso,dejándomeenlapenumbradeuncuartoenormeydesconocido.

Nosécómoconseguícontenermeparanosalircorriendodetrásdeéloabrirlapuerta.Envezdeeso,cogíelcandelabroyencendíotrosdosquehabíaenlapared.Losnuevosjuegosdevelasrelegaronlassinuosassombrasalasesquinas.Habíauna chimenea conuna lamentable imitaciónde fuegoen su interior.Loaticé un poco,más para conseguir luz que calor, yme dispuse a explorarmisnuevosaposentos.

Era una sencilla habitación cuadrada con una sola ventana. Paredes de lamismapiedraqueelsuelo,adornadasconunsolo tapizquecolgabadeunadeellas. Levanté la vela para estudiarlo, pero no logré iluminar gran cosa. Pudedistinguirunacriaturaresplandecienteyaladadealgúntipo,yunpersonajedelanoblezahumilladoanteella.MástardemeinformarondequesetratabadelreySapiencia en el momento de ser tentado por el Vetulus. En esemomentomeparecióamenazador.Meapartédeél.

Alguiensehabíapreocupadodearreglarelcuarto.Habíavariospuñadosdecañasyhierbaslimpiasdesperdigadasporelsuelo,ylacamadeplumasparecíareciénabatanada.Lasdosmantasquelacubríanerandebuenalana.Sehabíanrecogido las cortinas de la cama y se había quitado el polvo del arcón y delbanco que remataban elmobiliario.Amis inexpertos ojos, era una habitaciónsuntuosa.Unacamadeverdad,conmantasycolgaduras,unbancoconuncojínyunbaúldondeguardarlascosaseranmásmueblesdelosquerecordabahaber

vistoenmivida.Elhechodequeestuvierandestinadosamiusoexclusivoloshacíaparecermásgrandesdealgunamanera.Luegoestabalachimenea,alaquemeatrevíaecharotrotronco,ylaventana,conunasientoderobledelante,ahoracerradaparaimpedirelpasodelairenocturno,peroqueprobablementedabaalmar.

El arcón era sencillo, adornado con esquinas de bronce. El exterior eraoscuro, pero cuando lo abrí, el interior era fragante y de un colormás claro.Dentroencontrémilimitadovestuario,traídodelosestablos.Sehabíanañadidodoscamisonesyhabíaunamantadelanaenrolladaenunrincón.Esoeratodo.Cogíunodeloscamisonesycerréelbaúl.

Dejéelcamisónencimadelacamaymeaupéalamisma.Eraprontoparaacostarse,pero teníaelcuerpodoloridoyparecíaqueno tuvieraotracosaquehacer.Abajoen lahabitacióndelestablo,aesashorasBurrichestaría sentado,bebiendoyremendandoarnesesoalgoparecido.Habríalumbreenelhogaryseescucharía el sonido apagado de los caballos moviéndose en suscompartimientos.Laestanciaoleríaacuero,aaceiteyalmismoBurrich,noapiedrahúmeday apolvo.Mepuse el camisóny recogímis ropas alpiede lacama.Meacurruquéenelcolchóndeplumas;estabafríoysemepusolapieldegallina.Micuerpo localentógradualmenteycomencéa relajarme.Había sidoundíacompleto,extenuante.Hastaelúltimomúsculodemicuerpoprotestabayseresentía.Sabíaquedeberíalevantarmeparaapagarlasveías,peronoconseguíreunir lasfuerzasnecesarias,ni tampocovalorparapermitirqueunaoscuridadmás profunda se adueñara de la cámara. Así que dormité con los ojosentrecerrados,contemplandolasesforzadasllamasdelapequeñafogata.Deseédistraídamente otra cosa, cualquier otra situación que no tuviera que ver conaquella cámara abandonada ni con la tensión del cuarto deBurrich.Deseé undescansoquequizáhubieraconocidounavezenalgunaotraparteperoqueyanoconseguíarecordar.Yasísefueapoderandodemíelsueño.

4.Elaprendizaje

Cuentan una historia acerca del rey Víctor, que conquistó los territoriosinterioresqueconel tiemposeconvertiríanenelDucadodeLumbrales.PocodespuésdeañadirlastierrasdeArenasdelBordeasureino,mandóllamaralamujerque,denohaberconquistadoVíctorsuterritorio,seríalareinadeArenasdel Borde. Ésta viajó a Torre del Alce llena de agitación, temiendo ir, perotemiendoaúnmáslasrepresaliascontrasupueblosidecidieraocultarse.Asullegada, le sorprendió y desilusionó en cierto modo descubrir que Víctor nopretendía esclavizarla sino emplearla como tutora de sus hijos, para queaprendieranasíelidiomaylascostumbresdesugente.Cuandoellalepreguntóporquéhabíadecididoinstruirasuproleenlascostumbresdeaquellatierra,élrespondió:"Parareinarhayquedebersealpueblo,puessólosepuedegobernarlo que uno conoce". Más adelante ella se desposaría voluntariamente con elprimogénito del rey y adoptaría el nombre de Reina Gracia el día de sucoronación.

Despertéconelsolenlacara.Alguienhabíaentradoenmicámarayhabíaabierto los postigos para permitir el paso del día. Habían dejado encima delarcónunapalangana,unpañoyuna jarradeagua.Agradecíeldetalle,peronisiquiera lavándome la cara conseguí despejarme. El sueño me había dejadomolido y recuerdo la incomodidad que me produjo pensar que alguien podíaentrarenmihabitaciónymoverselibrementesindespertarme.

Como había supuesto, la ventana daba al mar, pero no dispuse demuchotiempo para disfrutar de la vista. Un vistazo al sol bastó para indicarme que

habíadormidodemasiado.Mevestícorriendoyacudíalosestablossinpararmeadesayunar.

PeroBurrichnoteníatiempoparamíesamañana.—Vuelvealatorre—meaconsejó—.LaseñoraPremurayahaenviadoaquí

a Brant para buscarte. Va a tomarte las medidas. Más te vale encontrarlaenseguida; hace honor a su nombre, y no le gustará nada alterar su rutinamatutinaportuculpa.

Lacarreradevueltaalatorreresucitótodaslasagujetasdeldíaanterior.Pormuchoquemeimpusierarespetoconoceraesa talseñoraPremuraydejarquemetomaranlasmedidasparaunasropasqueabuenseguronomeibanahacerfalta,mesentíaaliviadopornotenerquemontardenuevoacaballoesamañana.

Tras preguntar el camino a seguir en las cocinas, encontré finalmente a laseñoraPremuraenunahabitaciónqueestabaavariaspuertasdemidormitorio.Medetuve tímidamente en el umbral yme asoméa la estancia.Tresventanasaltas inundaban el cuarto de luz y una suave brisa marina. En una pared seapilaban cestas de hilo y lana de colores,mientras un estante sito en la paredopuestaalbergabaunarco irisde telas.Habíadosmuchachasqueconversabanporencimadesustelares,yenelrincónmásapartadohabíaunniñopocomayorqueyomeciéndosealrítmicocompásdeunarueca.Nomecabíaningunadudasobrelaidentidaddelamujerquemedabasuampliaespalda.

Las dos chicas repararon en mi presencia y dejaron de hablar. La señoraPremurasegiróparaverquéestabanmirando,yuninstantedespuésmeteníaensusgarras.No semolestóenhacer laspresentacionesni enexplicarmequé seproponía.Meencontrédepieencimadeuntaburete,objetodegiros,medicionesymurmullos,sinapreciopormidignidadni,porcierto,mihumanidad.Repartiómiropaentrelasmuchachas,comentótranquilamentequelerecordabamuchoaHidalgo de pequeño, y quemi estatura y color de piel eran casi iguales a lassuyascuandoteníamiedad.Luegoquisosaberquéopinabandelasbrazadasdetelasquesosteníafrenteamí.

—Ése—dijo una de las hilanderas—.Ese azul favorece su bronceado.Lehabríaquedadobienasupadre.EsunabendiciónquePaciencianotengaqueveral chiquillo.La improntadeHidalgoen su rostroes tanevidenteque lapobreperderíatodosuorgullo.

Allí plantado, envuelto en unamaraña de lana, oí por primera vez lo que

todos los demás habitantes de Torre del Alce sabían de sobra. Las hilanderasdiscutieronenpuridadcómolanoticiademiexistenciahabíallegadoaTorredelAlceyaoídosdePacienciaantesdequemipadretuvieraocasióndecontárseloen persona, y de la profunda angustia que aquello le había provocado. PuesPacienciaeraestéril,yaunqueHidalgojamáslehabíareprochadonada,todosseimaginaban cuan difícil debía de ser para un heredero como él carecer de unvástagoquepudieraheredarsutítulo.

Pacienciasetomabamiexistenciacomolareprobacióndefinitiva,ysusalud,resentida trasnumerososabortos, sehabíadeterioradoporcompleto juntoasuánimo. Era por el bien de ella, además de por decoro el queHidalgo hubierarenunciado al trono y se hubiera trasladado junto a su esposa a las cálidas yplácidastierrasdelaprovincianataldePaciencia.Circulabaelrumordequeallívivíanbienycómodamente,quelasaluddePacienciamejorabapaulatinamenteyqueHidalgo, sustancialmente reformado,estabaaprendiendoeloficioque lepermitiríacuidardesuvallericoenviñedos.EraunapenaquePacienciaculparaigualmenteaBurrichdeldeslizdeHidalgoyquehubieradecla-radoqueyanopodíasoportarseguirviéndolo,puesentrelaheridadesupiernayelabandonodeHidalgo,elviejoBurrichhabíadejadodeserelhombrequefuera.Hubountiempoenquenohabíamujerenlatorrequeseapresurarapasandoporsulado;llamar su atención equivalía a convertirte en la envidia de casi cualquiera lobastantemayorparallevarfaldas.¿Yahora?ElviejoBurrich,lollamaban,auncuandoestuvieraenlaflorde lavida.Yquéinjusticia,comosihubieracriadoque mandara sobre su señor… Pero todo era para bien, a fin de cuentas,suponían.Además,al finyalcabo,¿acasonoeraVerazmuchomejor reya laesperadeloquehabíasidoHidalgo?Lainflexiblenoblezadeésteeratalqueensu presencia los demás se sentían desaseados ymezquinos; él nunca se habíaapartadoniporuninstantedeloqueerarectoy,aunquesuhidalguíaleimpedíadespreciar a quienes sí se apartaban, siempre daba la sensación de que superfectaconductaeraunmudoreprochedirigidocontralosmenosdisciplinados.Ah,peromira:ahíteníasalbastardo,despuésdetantosaños,yvaya,ésaeralapruebadequenohabíasidoelhombrequepretendía.Veraz,ésesíqueeratodoun hombre, un rey al que la gente podía mirar e imaginárselo en el trono.Expertojinete,gallardosoldadoy,siavecesseemborrachabaocometíaalgunaqueotra indiscreción, en fin, siempre lo reconocía, fiel a sunombre.Lagente

comprendíaaunhombreasí,yloseguía.Todoestoloescuchéconavidez,sinabrirlaboca,mientrassemeacercaban

distintas telas, se debatía sobre ellas y se seleccionaban o descartaban.Comprendímuchomejor por qué los niños de la torre nome incluían en susjuegos.Si lasmujerespensabanque su conversaciónpodría inspirarmealgunasensaciónoidea,nodieronmuestrasdeello.Elúnicocomentarioquerecuerdoque me dirigiera directamente la señora Premura fue que debería poner máscuidadocuandomelavaraelcuello.Luegomeahuyentóde lasalacomosiyofueraunpolluelomolestoyporfinmeencontréencaminandomispasoshacialacocinaenbuscadealgoquecomer.

AquellatardevolvíconCapachoypractiquéhastaqueestuvesegurodequemivarahabíaaumentadosospechosamentedepeso.Luegoacenar,alacama,yarriba de nuevo a lamañana siguiente para regresar a la tutela deBurrich.Elaprendizajeocupabamisdías,ycualquiermomentodeasuetoqueencontrabaseperdíaentrelasdistintastareasrelacionadasconmiaprendizaje,yafueracuidardelosarreosdelasmonturasparaBurrichobarrerlaarmeríayordenarlaparaCapacho. A su debido tiempo encontré no uno, ni dos, sino tres conjuntoscompletos de ropa, mallas incluidas, amontonados pulcramente encima de lacama.Dosdeelloseranbastantecorrientes,deunfamiliarcolormarrónqueeraloqueparecíanllevartodoslosniñosdemiedad,perounoeradefinatelaazulyenelpechohabíaunacabezadealcebordadaconhilodeplata.Burrichy losdemás soldados exhibían como emblema un alce saltando. Sólo había visto lacabeza de alce en los jubones deRegio yVeraz.Así que lo vi yme extrañó,como me extrañó asimismo la línea de puntadas rojas que lo cortabadiagonalmente,superpuestaaldibujo.

—Significa que eres unbastardo—medijoBurrich, sin rodeos, cuando lepregunté al respecto—. De reconocida sangre real, pero bastardo igualmente.Nada más. Es una forma sencilla de indicar que tienes sangre real pero nopertenecesa la línea legítima.Sino tegusta,puedescambiarlo.Seguroqueelreytedejaría.Porunnombreyunblasónpropios.

—¿Unnombre?—Seguro que sí. Es una solicitud de lo más corriente. Los bastardos no

abundanenlascasasreales,ymenosenladelpropiorey.Perotampocoesqueseaalgo inaudito.—Con lapretensióndeenseñarmeacuidarde la sillacomo

eradebido,atravesamoslasaladeequipo,supervisandotodoslosarreosviejosysin usar. La conservación y recuperación de antiguos arreos era una de lasfijacionesmásextrañasdeBurrich—.Invéntateunnombreyunblasónparatiyluegopídelealrey…

—¿Quénombre?—Toma,elquetúquieras.Parecequeestosehaestropeado;alguienlodejó

ahítodomojadoylehasalidomoho.Veremosquépodemoshacer.—Nomepareceríareal.—¿Qué?—Meofrecióunabrazadadecueromaloliente.Lacogí.—Unnombreinventado.Nomepareceríamíodeverdad.—Bueno,¿puesquépiensashacer?Cogíaire.—Medeberíaponernombreelrey.Otú.—Meesponjé—.Omipadre.¿No

crees?Burrichfruncióelceño.—Qué ideas tienes. Piensa un poco. Verás cómo encuentras el nombre

adecuado.—Traspié—dijeconsarcasmo.VicómoBurrichapretabalosdientes.—Arreglemosestecuero—sugirióquedamente.Lollevamoshastasubancodetrabajoyempezamosalimpiarlo.—Losbastardosnoson tan raros—comenté—.Yen laciudad, suspadres

lesponennombre.—Enlaciudad,losbastardosnosontanraros—convinoBurrich,alcabo—.

Los soldados y los marineros se acuestan con prostitutas. Es habitual para lagente corriente. Pero no para los nobles.Ni para cualquiera con una pizca deamor propio. ¿Qué opinión te habría merecido, cuando eras pequeño, si mehubiera ido de putas todas las noches, o si hubiera llevadomujeres al cuarto?¿Quéopinaríasahoradelasmujeres?Odeloshombres.Enamorarseestábien,Traspié,ynadiereprochaalosjóvenespordarseunoodosbesos.Perosécómoson las cosas en Mitonar. Los comerciantes llevan jovencitas o muchachosfornidosalmercadocomosifuerangallinasosacosdepatatas.Yloshijosqueterminan engendrando tendrán nombre, pero poco más. Aunque se casen,conservan sus… costumbres. Si alguna vez encuentro a la mujer adecuada,quieroquesepaquenovoyairporahíbuscandoaotra.Yquierosaberquemis

hijossonmíosdeverdad.Burrichparecíacasiapasionado.Lomiréentristecido.—¿Quépasóconmipadre?Pareciócansadoderepente.—Nolosé,chico.Nolosé.Erajoven,tendríaunosveinteaños.Estabalejos

decasa,eintentabasoportarunapesadacarga.Nohablodemotivosniexcusas,peroesoestodocuantopodemosaspirarasaber.

Yesofuetodo.Mividasiguiógirandoentornoalarutinafijada.Pasabaalgunasnochesen

losestablos,encompañíadeBurrichy,másraravez,laspasabaenelGranSalóncuando llegabaalgún juglaro teatrodemarionetas itinerante.Muyde tardeentardeconseguíaescaparmeypasarunanocheen laciudad,peroeso implicabapagar las consecuencias de la falta de sueño al día siguiente. Las tardes sesucedían invariablemente en compañía de algún tutor o instructor. Llegué acomprenderqueésaseranmisclasesestivalesyqueeninviernomededicaríaalaclasedeaprendizajequeutilizapapelypluma.Estabamásocupadoquenuncaantesentodamicortavida.Peroapesardemiestrictohorario,meencontrabaprincipalmentesolo.

Lasoledad.Meencontrabacadanochecuandointentabahallarenvanounlugarpequeño

yacogedorenmienormecama.Cuandodormíaencimade losestablosen losaposentosdeBurrich,lasnocheseranborrosas,missueñossearropabanconelcalor y la lánguida satisfacción de los animales exhaustos que dormían, serevolvían y se agitaban en la noche debajo de mí. Los perros y los caballossueñan,comobiensabecualquieraquehayavistoalgunavezasuanimalgañirycontonearsemientrasduerme.Sussueñoserancomo ladulce fraganciadeunaexquisitahogazadepanreciéncocida.Peroahora,aisladoenunasalarevestidade piedra, por fin tenía tiempo para todos esos sueños devoradores ydesconsoladores que corresponden a los humanos. No tenía ninguna madrecálidacontralaqueacurrucarme,nisensaciónalgunadehermanososemejantesinstalados en las proximidades. Yacía despierto y pensaba en mi padre y mimadre, y en cómo podían haberme sacado ambos de sus vidas con tantafacilidad. Escuchaba los comentarios que intercambiaban descuidadamente los

demásporencimademicabezaeinterpretabasuscomentariosamiaterradoramanera.MepreguntabaquéseríademícuandocrecierayelviejoreyArtimañashubiera muerto y desaparecido. Me preguntaba, a veces, si me echarían demenosMollyMartílleteyRetinto,osiaceptaríanmirepentinadesapariciónconlamismafacilidadconquehabíanaceptadomillegada.Perosobretodosufríadesoledad, pues en toda aquella torre inmensa, no había nadie al que percibieracomo un amigo. Nadie salvo las bestias, y Burrich me había prohibido queintimaraconellas.

Unanochemehabíaacostadorendido,sóloparatorturarmeconmistemoreshastasucumbirreticentealallamadadelsueño.Medespertóunaluzenlacara,perodespertésabiendoquealgoibamal.Nohabíadormidolosuficiente,yestaluzeraamarillayfirme,distintaalablancuradelsolquesolíavertersepormiventana.Medesperecéaregañadientesyabrílosojos.

Estabaalpiedemicama,sosteniendounalámparaenalto.Estoeradeporsíuna rareza en Torre del Alce, pero no fue la mantecosa luz de la lámpara lovínicoqueatrajomimirada.Elhombretodoeraextraño.Sutúnicaeradelcolorde la lana sin teñir y había sido lavada, si bien intermitentemente y no hacíapoco.Elcabelloy labarbateníanelmismocolorysudesaliñodabalamismaimpresión. Pese al color de su pelo, no lograba determinar su edad. Haydolenciasquepuedenseñalarelrostrodeunhombreasupaso.Peronuncahabíavisto un hombremarcado de aquelmodo, con decenas de cráteres diminutos,rosadosyrojoscomopequeñasquemaduras,ylívidosaunalaluzamarilladelalámpara. Sus manos eran todo huesos y tendones envueltos en una fina pielblanca.Estabaespiándomey,aunalaluzdelalámpara,susojosmostrabanelverdemáspenetrantequeyohubieravistojamás.Merecordabanlosojosdeungatoal acechode supresa; lamismacombinaciónde ferocidadydeleite.Tiréhastataparmelabarbillaconlamanta.

—Estásdespierto—dijo—.Bien.Levántateysígueme.Seapartóbruscamentedelacamaysealejódelapuerta,hastallegarauna

esquina ensombrecida entre la chimenea y la pared. No me moví. Volvió amirarmedesoslayo,conlalámparaenalto.

—Deprisa, muchacho —dijo irritado, y pasó el bastón sobre el que seapoyabaporlacolumnadelacama.

Melevantéehiceunamuecacuandomispiesdescalzostocaronelfríosuelo.

Busquémiropaymiszapatos,peronoestabadispuestoaesperarme.Miróatrásparaverquémedemorabaysupenetrantemiradabastóparaqueyosoltara laropaymeestremeciera.

Lo seguí, mudo, en camisón, por ningún motivo que pudiera explicarme.Salvoqueéllohabíasugerido.Loseguíhastaunapuertaquenuncahabíaestadoallí,ysubimosunangostotramodesinuosasescalerasiluminadassolamenteporlalámparaquesosteníaporencimadesucabeza.Susombracaíaasuespaldayme cubría, por lo que caminaba envuelto en una tiniebla fluctuante, tanteandocadaescalónconlospies.Lasescaleraserandefríapiedra,transitadas,pulidasynotablemente iguales. Y ascendían, más y más arriba, hasta que creí habersuperadolamáximaalturadecualquiertorrequeposeyeraelbaluarte.Unabrisaheladasubíaporaquellosescalones,ypormicamisón,estreme-ciéndomedefríoy algomás.Seguimos subiendo, hasta que al fin abrió unapuerta descomunalque,adespechodesutamaño,seabatiósuavementeysinhacerruido.Entramosenunacámara.

La iluminaban varias lámparas, suspendidas de un techo invisible pordelgadas cadenas. La cámara era espaciosa, fácilmente tres vecesmás grandequemihabitación.Unodesusextremosmellamólaatención.Estabadominadopor una cama gigantesca repleta de plumas y cojines. Había alfombras en elsuelo, superpuestasentresíconsusescarlatas, susverdes lozanosysusazulescelestesymarinos.Habíaunamesahechadeunamaderadel colorde lamielsilvestre,sobrelaquedescansabauncuencodefrutatanperfectamentemaduraque podía percibir su fragancia. Había libros y pergaminos esparcidos sincuidado, como si su rareza fuese indiferente. Tres paredes completas estabancubiertasdetapicesquedescribíanunescenarionaturalconcolinasboscosasalolejos.Dirigímispasoshaciaél.

—Poraquí—dijomiguía,ymecondujoinexorablementealotroextremodelacámara.

Allí el espectáculo era distinto. El bloque de piedra de una mesa lodominaba, con su superficie muy sucia y quemada. Encima había distintosutensilios, recipientes e implementos, una balanza, unmortero con sumano ymuchascosasparalasquenoteníanombre.Unafinacapadepolvocubríagranpartedelconjunto,comosihubieransidoabandonadoslosproyectosenmitaddela acción,hacíameseso inclusoaños.Detrásde lamesahabíaunestanteque

contenía una desordenada colección de pergaminos, algu-nos ribeteados dedoradooazul.Elolordelahabitacióneraacreyaromáticoauntiempo;enotrabalda se secaban manojos de hierbas. Oí un crujido y percibí un atisbo demovimiento en una esquina alejada, pero el hombre no me dio tiempo parainvestigar. La chimenea que debería caldear aquel rincón de la estanciabostezaba negra y fría. Las viejas brasas que la ocupaban lucían húmedas yapelmazadas.Desviélavistademidetenidalecturaparamiraramiguía.Pareciósorprenderse al reparar en mi abatimiento. Me dio la espalda y supervisólentamentelasalaasuvez.Loconsideróuninstante,yluegosentíqueemanabadeélunamezcladeturbaciónycontrariedad.

—Esundesastre.Másqueundesastre,supongo.Pero,enfin.Hacetiempo,supongo.Bastantetiempo.Enfin.Prontovolveráaserloqueera.Pero…antes,seimponenlaspresentaciones.Además,supongoquehacefresquilloparaandarporahíencamisón.Poraquí,chico.

Lo seguí hasta el extremo cómodo de la habitación. Se sentó en unamaltrecha silla de madera cubierta de mantas. Los dedos de mis pies sehundieronagradecidosenelmuelledeunaalfombrade lana.Mequedédepiefrente a él, expectante, mientras aquellos ojos verdes recorrían mi cuerpo. Elsilencioseprolongóalgunosminutos.Luegohabló.

—Antes de nada, permite que te presente a ti mismo. Llevas tu pedigríescrito en la cara. Artimañas decidió reconocerlo, pues su negativa habríabastadoparaconvenceracualquierade locontrario.—Callóporun instanteysonrió como si le hiciera gracia algo—. Es una pena queGaleno se niegue aenseñarte laHabilidad. Pero hace años que se restringió, para impedir que seconvirtiera en una herramienta demasiado común. Apostaría a que si el viejoGalenointentaraenseñarte,encontraríaaptitudesenti.Peronopodemosperderel tiempocon imposibles.—Suspirómeditativamenteyguardósilencioporuninstante. Prosiguió de improviso—: Burrich te ha enseñado a trabajar y aobedecer.Doscosasenlasqueélesunmaestro.Noeresparticularmentefuerte,ni rápido,nibrillante.Nocreasque loeres.Pero tienes la tenacidadnecesariaparabatiracualquieraqueseamásfuerte,másrápidoomásbrillantequetú.Yesosuponeunpeligro,másparatiqueparanadiemás.Aunqueahoraesonoeslo que más debería preocuparte. Ahora eres un hombre del rey y tienes queempezar a comprender, desde ya, ahora mismo, que eso es lo que más debe

preocuparte.Tedadecomer,teviste,cuidadetueducación.Yloúnicoquepideacambio,demomento,estulealtad.Másadelantequerrátusservicios.Esassonlascondicionesbajolasquevoyaenseñarte.Ereselhombredelreyytulealtadhaciaélescompleta.Delocontrario,adiestrarteenmiarteresultaríademasiadopeligroso.

Hizounapausay,durantelargorato,noslimitamosamirarnos.—¿Conforme?—preguntó,ynoeraunasimplepreguntasinoelsellodeun

pacto.—Conforme—dijey,luego,alverqueesperaba—:Tedoymipalabra.—Bien.—Pronuncióesapalabracongenuinoentusiasmo—.Vale.Pasemos

aotroasunto.¿Mehabíasvistoantes?—No.—Comprendíporuninstanteloextrañoqueeraeso.Pues,aunquea

menudollegabandesconocidosalatorre,eraevidentequeesehombrevivíaallídesdehacíamucho,muchotiempo.Yconocíadevista,yaquenoporelnombre,acasitodosloshabitantesdelatorre.

—¿Sabesquiénsoy,chico?¿Oporquéestoyaquí?Meneélacabezapararespondernegativamenteaambaspreguntas.—Enfin,nadielosabe.Procuraquesigasiendoasí.Méteteloenlacabeza:

no hables con nadie de lo que hagamos aquí, ni de nada que aprendas.¿Entendido?

Mi asentimiento debió de complacerlo, porque pareció relajarse en suasiento. Susmanos huesudas asieron los nudos de sus rodillas a través de sumantodelana.

—Bien.Bien.Ahora.PuedesllamarmeChade.¿Yyopuedollamarte…?—Hizo una pausa y esperó, pero cuando no le di ningún nombre, propuso—:Chico.Nosonnombresparaningunodelosdos,perobastaránmientrasestemosjuntos.Vale.Me llamoChade y soy otro de los profesores que ha encontradoArtimañasparati.Tardóunpocoenacordarsedemipresencia,yluegotardóunpoco más en decidirse a hablar conmigo. Y yo tardé más todavía en aceptarenseñarte.Perotodoesoesaguapasada.Encuantoaloquevoyaenseñarte…Enfin…

Selevantóyseacercóalachimenea.Ladeólacabezamientraslamiraba,seagachó para coger el atizador y avivó las brasas hasta conseguir una llamanueva.

—Setratadematar,másomenos.Matargente.Eldelicadoartedelasesinatodiplomático. Quien dice matar dice cegar, o dejar sordo. O debilitar lasextremidadesoprovocarlaparálisisounatosdebilitadoraolaimpotencia.Olasenilidadprematuraolalocurao…daigual.Éseesmicampo.Yseráeltuyo,siaceptas.Sólohasdesaber,desdeelprincipio,quevoyaenseñarteamatargente.Paraturey.Noalasclaras,queesloqueteenseñaCapacho,nienelcampodebatalla,dondelosdemáspuedanverteyvitorearte.No.Loquevoyaenseñarteson las formas más mezquinas, furtivas y discre-tas de matar gente. Quizátermines cogiéndole gusto o quizá no. Eso no está enmismanos. Pero símeasegurarédequesepascómohacerlo.Ymeaseguraréademásdeotracosa,pueses lo que hemos estipulado el rey Artimañas y yo: que sepas que estásaprendiendo,nocomomepasóamícuandoteníatuedad.Vale.Voyaenseñarteaserunasesino.¿Conforme,chico?

Asentídenuevo,inseguro,perosinsaberquéotracosapodíahacer.Meobservódesoslayo.—Puedeshablar,¿no?Noserásmudoademásdebastardo,¿eh?Traguésaliva.—No,señor.Puedohablar.—Vale, pues habla. Nomuevas la cabeza. Dime qué opinas de todo esto.

Quéteparecequiénsoyyloqueacabodeproponerte.Auninvitadoahablar,permanecímudo.Miréaquellacarapicada,lafinapiel

desusmanos,ysentíelbrillodesusojosverdessobremí.Movílalenguadentrode laboca,pero sóloencontré silencio.Suconducta invitabaahablar,pero susemblanteeraaúnmásaterradorquetodoloquehubieraimaginadoantes.

—Chico—dijo, y la amabilidad de su voz me sobresaltó y me obligó amirarlo a losojos—.Puedo enseñarte aunquemeodies, aunquedesprecies lasclases. Puedo enseñarte si te aburres, si eres vago o idiota. Pero no podréenseñarte si te asusta hablar conmigo. Al menos, no como me gustaría. Ytampocopuedoenseñartesidecidesqueestoesalgoquepreferiríasnoaprender.Pero tienes que decírmelo. Has aprendido a guardar tus pensamientos de talmanera que casi te atemoriza permitirte saber qué son. Pero intentapronunciarlosenvozalta:ahora,dime.Nadievaacastigarte.

—Nomehacemuchagracia—farfullédegolpe—.Lodematargente.—Ah.—Silencio—.Tampocoamí,cuandotuvequeelegir.Niaunahora.—

Suspiró de improviso, hondamente—. Cada vez que se presente la ocasión,deberáselegir.Laprimeravezserálamásdifícil.Perohasdesaber,porahora,quefaltanmuchosañosparaesadecisión.Yeneseintervalo,tienesmuchoqueaprender. —Vaciló—. Tenlo en cuenta, chico. Deberías recordarlo en todomomento,nosóloenéste.Aprendernotienenadademalo.Nisiquieraaprenderamatarestámal.Nibien.Sóloesalgoqueaprender,algoquepuedoenseñarte.Esoestodo.Porahora,¿creesquepodríasaprenderahacerloyluegodecidirsiquiereshacerlo?

Menuda pregunta para un chiquillo. En esemomento, una parte demí seerizóybufóanteaquella idea,peroeraunniñoyno supeencontrarnadaqueobjetar.Ymepicabalacuriosidad.

—Puedoaprender.—Bien. —Sonrió, pero su rostro evidenciaba cansancio y no parecía tan

complacidocomodebería—.Suficiente,porahora.Suficiente.—Miróalrededor—.Podríamosco-menzarestamismanoche.Empecemosporrecogerelcuarto.Ahítienesunaescoba.Oh,peroantesquítateelcamisónypontealgo…Ah,hayunatúnicaviejaporahí.Bastarádemomento.Noconvienequelaslavanderassepreguntenporquéhueleturopadecamaasudoryalcanfor,¿noesasí?Aver,barreestesuelomientrasyoordenoalgunascosas.

Y así transcurrieron las horas siguientes. Barrí y luego fregué el suelo depiedra.Me dirigiómientras yo recogía la parafernalia que atestaba la enormemesa.Dilavueltaalashierbasenlabaldadondeestabanpuestasasecar.Didecomer a los tres lagartos que estaban enjaulados en un rincón, cortando unpegajoso pedazo de carne seca en trozos que engulleron sinmasticar. Limpiévarias ollas y cuencos y los guardé en su sitio. Y él trabajó a mi lado,aparentementeagradecidoporlacompañía,yconversóconmigocomosilosdosfuéramoshombresadultos.Oniñospequeños.

—¿Todavía no sabes las letras?Ni los números. ¡Bagrash! ¿En qué estarápensandoelviejo?Bueno,meocuparédearreglaresoenseguida.Tieneslafrentede tupadre,chico,ysuformadearrugarla.¿Yate lohabíandicho?¡Ah,estásahí,Sisa,pillastre!¿Quétropelíaandarástramando?

Apareció una comadreja parda detrás de un tapiz, y fuimos presentados.ChademedejódardecomeraSisaunoshuevosdecodornizquehabíaenuncuenco en la mesa, y se rió cuando la alimaña me siguió pidiendo más. Me

entregóunbrazaletedecobrequeencontrédebajodelamesa,advirtiéndomedequequizásemequedaraverde lamuñecayaconsejándomequesialguienmepreguntabaporél,dijeraquelohabíaencontradodetrásdelosestablos.

En un momento dado paramos para comer pasteles de miel y beber vinocaliente con especias. Nos sentamos juntos a una mesa baja encima de unasesteras,delantedelachimenea;vicómobailabalaluzdelfuegosobresurostropicadoymepreguntéporquémehabíaparecidotanatemorizador.Sediocuentadequeestabaobservándoloysurostrosecontorsionóenunasonrisa.

—Tesuena,¿verdad,chico?Merefieroamicara.No me sonaba. Estaba mirando las grotescas cicatrices que poblaban su

pálida piel. No sabía a qué podía referirse. Le dirigí una mirada inquisitiva,intentandodilucidarlo.

—Noledesmásvueltas,chico.Dejasuhuellaentodosnosotros,ytardeotempranocaerásenlacuenta.Peroahora,enfin…—Seirguió,desperezándose,hastaquesusraquíticaspantorrillasblancasasomaronpordebajodesusotana—.Ahoraesmásbientarde.Otemprano,segúnquépartedeldíaprefieras.Eshoradequetevayasalacama.Ahora.Acuérdatedequetodoestoesunsecretomuybien guardado, ¿vale? No sólo yo y este cuarto, sino todo lo demás, lo dedespertarseporlanocheylodelasclasessobrecómomatargente,todoeso.

—Meacordaré—ledijey luego, intuyendoquepodríasignificaralgoparaél,añadí—:Tienesmipalabra.

Soltóunarisita,yasintiócongestocasitriste.Volvíaponermeelcamisónyme acompañó escaleras abajo. Sostuvo su refulgente luz junto a mi camamientrasmeacostaba,y luegoalisó lasmantassobremícomonohabíahechonadie desde que abandonara los aposentos de Burrich. Creo que me quedédormidoinclusoantesdequeseapartarademicabecera.

EnviaronaBrantabuscarmealamañanasiguiente,detantoquetardabaenlevantarme.Medespertéaturdido,conundolorosopalpitarenlacabeza.Peroencuantosehubomarchado,saltédelacamaycorríalaesquinademihabitación.La piedra fría salió al encuentro demismanos cuandome apoyé en la pared,pero no hubo crujido alguno en el mortero ni en la piedra que delatara lapresenciadelapuertasecretaqueesperabaencontrarcasicontodaseguridad.Nipor un instante pensé que Chade hubiera sido un sueño, y aunque lo hubierapensado, ahí estaba el sencillo brazalete de cobre en mi muñeca para

desmentirlo.Mevestí a toda prisa y pasé por las cocinas para coger un trozode pany

queso que seguía comiendo cuando llegué a los establos. Burrich estabaenfadadoporculpademitardanzayencontrabafallosentodoloconcernienteamiformademontaryderecogerelestablo.Recuerdoperfectamentelabroncaquemeechó.

—Notepiensesqueporquetienesunahabitaciónenelcastilloyunblasónenelchalecopuedesconvertirteenunpilloholgazánquesepasaeldíaroncandoenlacamaysóloselevantaparaatusarseelcabello.Novoyaconsentirlo.Serásunbastardo,peroereselbastardodeHidalgoyvoyaconvertirteenunhombredelquepuedasentirseorgulloso.

Medetuve,conlaescobaenlamano.—TerefieresaRegio,¿verdad?Miinopinadapreguntalosobresaltó.—¿Cómo?—Cuando hablas de holgazanes que se pasan el día acostados y no hacen

másquearreglarseelpeloylaropa,describesaRegio.Burrich abrió la boca y volvió a cerrarla. Sus rubicundas mejillas

enrojecieronmástodavía.—Nitúniyo—musitóalfin—somosnadieparacriticaraningúnpríncipe.

Hablabaentérminosgenerales,decíaquepasarselamañanadurmiendoesmaloparacualquierhombre,ypeorparaunchiquillo.

—Ypeortodavíaparaunpríncipe.—Dichoesto,mecallé,ymepreguntédedóndehabíasacadoesaidea.

—Y peor todavía para un príncipe —convino Burrich, sombrío. Seencontrabaenelcompartimientoadyacente,ocupándosedelapatalastimadadeuncaballo.Elanimalsecrispóderepente,yoíqueBurrichgruñíaensuesfuerzoporsujetarlo—.Tupadrenuncadormíahastapasadoelmediodíaporquehubieraestado bebiendo la noche anterior. Desde luego, le gustaba el vino como aningúnotro,perosabíaloqueeraladisciplina.Tampocoteníaaningúnhombrependiente de despertarlo. Salía de la cama él sólito y esperaba que quienesestabanasusórdenessiguieransuejemplo.Estonosiempreleganabasimpatías,perosussoldadoslorespetaban.Aloshombreslesgustaesoenunlíder,queseexija lo mismo que exige a sus hombres. Y te diré algo más. Tu padre no

malgastaba el dinero emperifollándose comoun pavo real.De joven, antes decasarseconlaseñoraPaciencia,estabacenandounanoche,enunadelastorresinferiores. Me habían sentado no muy lejos de él, un gran honor para mí, yescuchépartedesuconversaciónconlahijaquehabíansentadoilusionadamentejunto alRey a laEspera. Esta le preguntó qué opinaba de las esmeraldas quelucía,yéllasalabó."Mepreguntaba,señor,siosgustaríanlasjoyas,puesestanochenoosadornáisconninguna",flirteóella.Yélrepuso,convozseria,quesusgemasresplandecíantantocomolasdeellas,yqueeranmuchomásgrandes."Oh,y¿dóndeguardáisesasgemas?,meencantaríaverlas".Enfin,respondióél,le encantaría enseñárselas más tarde, cuando anocheciera. Vi que ella seruborizaba, esperándose algún tipo de maña. Luego él la invitó a salir a lasalmenasconél,peropidióquelosacompañaranademáslamitaddelosinvitadosal banquete. Señaló las luces de los faros de la costa, que rutilaban en laoscuridad, y dijo que pensaba que aquellas eran susmejores ymás preciadasjoyas,yqueempleabaeldinerodelosimpuestosdesupadreenconservarlasasídebrillantes.Luegoseñalóalosinvita-doslasdestellanteslucesdelossoldados,quemontabanguardia en las fortificaciones de aquellamisma torre y, les dijoquecuandomiraranasuduque,deberíanveresas lucesresplandecientescomolaslucesqueadornabansufrente.Erauncumplidoparaelduqueyladuquesa,ylosdemásnoblestomaronbuenacuentadeél.Losmarginadosefectuaronpocossaqueosconéxitoaquelverano.AsígobernabaHidalgo.Conelejemployconlagraciadesuspalabras.Asídeberíagobernarcualquierpríncipedeverdad.

—Yonosoyunpríncipedeverdad.Soyunbastardo.—Brotóextrañademiboca,aquellapalabraquehabíaoídotanamenudoydichotanraravez.

Burrichsuspiróquedamente.—Eresloqueestusangre,chico,pasaporaltoloqueopinenlosdemás.—Avecesmehartodehacersiemprelapartemásdifícil.—Tambiényo.Absorbí aquello en silencio un instante mientras cepillaba el hombro de

Hollín.Burrich,acuclilladoaúnjuntoalcastrado,dijoderepente:—Noteexijomásdeloquemeexijoamímismo.Sabesqueesoesverdad.—Losé—respondí,sorprendidoalverqueabundabaeneltema.—Sóloquieroesforzarmealmáximocontigo.Eseeraunconceptocompletamentenuevoparamí.Alcabo,pregunté:

—¿PorquesilograsqueHidalgosesientaorgullosodemí,deloquehayashechodemí,quizáregrese?

ElrítmicosonidodelasmanosdeBurrichuntandoellinimentoenlaspatasdelcaballoseralentizó,hastacesarabruptamente.Peroélsiguióagachadojuntoalcaballoyhablóenvozbajaatravésdelapareddelestablo.

—No.Nolocreo.Nocreoquenadaconsigaquevuelva.Yaunquevolviera—Burrich habló aúnmás despacio—, aunque volviera, no sería elmismo. Elmismodeantes,digo.

—Sefuepormiculpa,¿verdad?—Laspalabrasdelashilanderasresonabanenmicabeza.Denoserporelcrío,todavíaaspiraríaaltrono.

Burrichguardósilenciolargorato.—Nocreoquenadietengalaculpadehabernacido…—Suspiró,ypareció

quelaspalabrasbrotaranrenuentes—:Lociertoesquenohayformaenqueunchiquillo pueda redimir su condición de bastardo. No. Hidalgo se buscó susuerte,pormuchoquemecuestedeciralgoasí.

Oíquesusmanosvolvíanaocuparsedelapatadelcastrado.—Y la tuya.—Lo dije con los labios pegados al flanco de Hollín, en un

susurro,sinesperarquemeoyera.Perouninstantedespuésvolvióamusitar:—Melasapaño,Traspié.Melasapaño.TerminósutareayseacercóalcompartimientodeHollín.—Parecequeestamañanahasdesayunadolengua,Traspié.¿Quéteocurre?Me tocóamíguardar silencioypensar.Decidíque teníaalgoquevercon

Chade.Algoacercadealguienquequeríaqueyocomprendieraytuvieravozenmi aprendizajemehabía soltado la lenguapara formular por fin las preguntasconlasquecargabadesdehacíaaños.Perodadoquenopodíamencionarlo,meencogídehombrosyrespondísinceramente:

—Soncosasquepiensodesdehacemucho.Burrichgruñóaceptandomirespuesta.—Bueno.Esunpasoadelanteelquepreguntes,aunquenoteprometotener

siempre una respuesta. Es bueno oírte hablar como un hombre. Así no mepreocupatantoquetepierdasconlasbestias.

Memirótorvamentealpronunciarsusúltimaspalabrasysealejócojeando.Lovimarchar,ymeacordédelaprimeranochequelohabíavisto,ydecómo

unamiradasuyahabíabastadoparaacallarunaestanciaenterallenadehombres.Noeraelmismo.Ynoerasólolacojeraloquehabíacambiadoelmodoenqueseconducíaylamaneraenquelomirabanloshombres.Seguíasiendoelseñorreconocidodelosestablosyallínadieponíaendudasuautoridad.PeroyanoeralamanoderechadelReya laEspera.Apartedeocuparsedemí,no teníamásrelación con Hidalgo. No era de extrañar que no pudiera mirarme sinresentimiento. No era él quien había engendrado al bastardo que le habíaacarreado la ruina. Por vez primera desde que lo conocía, la cautela que meinspirabasetiñódecompasión.

5.Lealtades

Enalgunosreinosytierras,escostumbrequelosdescendientesvaronestenganprecedenciasobrelasmujeresencuestionesdeherencia.Estonuncahasidoasíen los Seis Ducados. El título se hereda exclusivamente por orden denacimiento.Seesperadequienostentaeltítuloqueloconsidereunaadministración.Siunlord o una dama fueran tan necios como para talar un bosque hasta hacerpeligrar su perpetuidad, o si descuidara sus viñedos o permitiera que laendogamiaseadueñaradesuganado,lasgentesdelducadopodríanalzarseyreclamarlajusticiadelrey.Existenantecedentes,ytodoslosnoblessabenquepuedevolveradarseelcaso.Elbienestardelpueblopertenecealpuebloyéstetienederechoaquejarsesisuduquenoloadministracomoesdebido.Cuandoeltitularcontraematrimonio,seesperadeélquetengaestoencuenta.Elcónyugeelegidodebeestarigualmentedispuestoaejercerdeadministrador.Por este motivo, el miembro de la pareja que ostente un título menor debecederloalsiguientevástagoensucesión.Nopuedeadministrarsedebidamentemásdeunaposesión.Estohadesembocadoendisensionesenelpasado.ElreyArtimañasdesposóaladamaDeseo,quehabríasidoduquesadeLumbralessino hubiera decidido aceptar la petición de mano y sentarse así en el trono.Cuentanquellegóalamentarsudecisiónyqueseconvenciódeque,sihubieraseguidosiendoduquesa,supoderhabríasidomayor.SecasóconArtimañasasabiendas de que era su segunda reina, y que la primera ya le habíaproporcionadodosherederos.Nuncaocultó sudespreciopor losdosprimerospríncipes y amenudo señalaba que, puesto que ella pertenecía a una estirpemuchomásnoblequeladelaprimerareinadelreyArtimañas,considerabaque

suhijo,Regio, eramásnobleque susdoshermanastros. Intentó inculcar estaidea en los demás por medio dé la elección del nombre de su retoño. Pordesgraciaparasusplanes,muchagenteconsideróestatretademuymalgusto.Había quienes se burlaban de ella llamándola la reina Terral, pues cuandosucumbía a los efectos del alcohol afirmaba despiadadamente que poseía lainfluenciapolíticanecesariaparaunirLumbralesyHazaenunnuevoreino,unreino que aborrecería del reinado de Artimañas en favor de ella. Pero lamayoría de la gente atribuía sus amenazas a su pasión por los intoxicantes,tanto alcohólicos como herbáceos. Cierto es, empero que, antes de sucumbirfinalmente a sus adicciones, consiguió abrir una brecha entre los ducadosterralesyloscosteros.

Llegué a anhelar expectante mis reuniones nocturnas con Chade. Nuncaobedecieron a un horario, ni a un patrón fijo que yo pudiera discernir. Podíapasar una semana, incluso dos, entre reunión y reunión, o lo mismo podíallamarme todas las nochesdurante una semana seguida, consiguiendoquemisquehaceresdiariosseresintieran.Avecesmebuscabaencuantoelcastilloseibaalacama;otras,ibaamídemadrugada.Eraunhorarioextenuanteparaunniñoen edad de crecer, aunque nunca se me ocurrió quejarme a Chade ni desoírninguna de sus llamadas.Creo que tampoco a él se le ocurrió quemis clasesnocturnaspudieransuponermealgúncontratiempo.Dehábitosnocturnoscomoera élmismo, la noche debía de parecerle unmomento perfectamente naturalparaadiestrarme.Ylasleccionesqueaprendísebeneficiabandelashorassinluzdelmundo.

Susclasesabarcabanunenormeabanicodematerias.Podíapasarunanocheentera en mi laborioso estudio de las ilustraciones en el gran herbario quecultivaba,conelencargoderecogeraldíasiguienteseismuestrasqueencajarancon las de esas ilustraciones.Nunca juzgóoportuno sugerirme si debía buscaresas hierbas en el huerto de la cocina o en los más recónditos confines delbosque, pero yo siempre las encontraba y mejoré mucho en cuestiones deobservaciónenelproceso.

Tambiénjugábamos.Porejemplo,medecíaquemepresentaraanteSara lacocineraaldíasiguienteylepreguntarasilapancetadeesteañoeramásmagra

queladelañoanterior.LuegoyodebíareferirlaconversacióníntegraaChadeporlanoche,palabraporpalabraenlamedidadeloposible,yresponderaunadecenadepreguntasconcernientesalportedelamujer,sieradiestraozurda,siparecíaduradeoídoyquéestabacocinandomientrashablábamos.Mitimidezyreticencia nunca fueron consideradas excusa suficiente para eludir talesasignaciones,demodoque lleguéaentrevistarmeyaconocera lamayoríadeloshabitanteshumildesde la torre.AunquemispreguntasveníandictadasporChade, empecé a forjarme una reputación de "jovenzuelo avispado" y "buenchaval".Añosdespuésdescubriríaquelalecciónnoconsistíaúnicamenteenunejerciciodememoriasinoqueeraademásunaformadeaprenderagranjearselaconfianzadelagentedeapieyaprendersuscostumbres.Enmásdeunaocasióndesdeaquelentoncesunasonrisa,uncumplidosobrelasatencionesrecibidaspormi caballo, y una pregunta oportuna dirigida a un mozo de cuadra me hanproporcionado la información que ni todo el oro del reino podría habermeprocurado.

Otros juegos servían para forjar mi temple además de mis dotes deobservación.UndíaChadememostróunamadejadehiloymedijoque,sinqueseenteraralaamaPremura,yodebíadarconelparaderoexactodellugardondeguardaba su surtido de ese mismo hilo y qué hierbas había empleado parateñirlo.Tresdíasmástardesemedijoquedebíasustraerlasmejorestijerasdeesquilar de la ama, esconderlas detrás de cierta balda de botellas en el sótanodurantetreshorasyluegodevolverlasasusitio,todosinquesepercataraellaninadiemás.Esetipodeejerciciosapelabaalainclinaciónnaturaldelosniñosporlastravesuras,yraravezfracasabaenmiscometidos.Chademehabíaadvertidoquenomeprotegeríadelasirasdenadieymesugeríaquetuvieraunacoartadapreparadaporsituvieraqueexplicarporquéestabadondenoteníaqueestaroporquéteníaalgoquenodebíatener.

Meconvertíenunembusterodeprimera.Nocreoqueaquellasleccionessedebieranalazar.

Ésas eran mis asignaturas durante mi imprimación como asesino. Y más.Juegosdemanosysigilo.Dóndegolpearaunhombreparadejarloinconsciente.Dóndegolpearaunhombreparaquemurierasinhacerruido.Dóndeapuñalaraun hombre para quemuriera sin derramar demasiada sangre. Lo aprendí todorápidoybien,gozandodelaaprobacióndeChadepormiinteligencia.

Prontoempezóaencargarmepequeñosrecadosdentrodelatorre.Nuncamedijo, con antelación, si eran pruebas de habilidad o encargos de verdad quedeseabacumplir.Yonohacíadistinciones;acometíacadaempresaconladevotadeterminacióndeacatartodaslasórdenesdeChade.Laprimaveradeaquelañomanipulé las copas de vino de una delegación visitante procedente de losComerciosdelMitonarparaque loscomensales seemborracharanmuchomásdeloquepretendieran.Después,esemismomes,escondíunamarionetadeunacomparsade titiriterosvisitantesparaque tuvieranquerepresentarel Incidentede las copas iguales, una alegre fábula popular, en vez del prolijo dramahistórico comprendido en el programa de aquella noche. En el banquete decelebración del Solsticio de Verano añadí una hierba determinada a la teteravespertinadeunasirvientaparaqueellaytresdesusamigaspadecierancámarasynopudieranatenderlasmesasaquellanoche.Enotoñoatéunhiloalespolóndel caballodeunnoblevisitante,paraprovocar al animalunacojera temporalque convenció a su dueño de quedarse en Torre del Alce dos díasmás de loplaneado. Nunca supe qué razones ocultas tenía Chade para encomendarmeaquellas tareas.Conesaedad,concentrabatodomiempeñoenaveriguarcómohacerlascosas,noporqué.Ytambiénesoeraalgoquecreoquemeinculcaronpremeditadamente:aobedecersinpreguntarelporquédeunaorden.

Hubouna tareaquemeencantó.Yaentonces supequeel encargoeraalgomásqueunsimplecaprichodeChade.Meloencomendóunamadrugadacuandofaltabaninstantesparaqueamaneciera.

—LordJessupysuseñorallevandossemanasaquídevisita.Losconocesdevista;éltieneunbigotemuylargo,yellanodejadeatusarseelcabello,inclusosentadaalamesa.¿Sabesdequiéntehablo?

Fruncíelceño.HabíanacudidovariosnoblesaTorredelAlceparaasistiralconsejo en que se discutiría el aumento de saqueos cometidos por losmarginados. Deduje que los ducados costeros querían más buques de guerra,pero los ducados terrales se oponían a emplear los impuestos en lo queconsideraban un problema puramente costero. Lord Jessup y ladyDahlia eranterrales. Jessup y sus bigotes parecían tener en común cierta tendencia a lairascibilidad y el apasionamiento. Lady Dahlía, en cambio, parecía que nosintiera interés alguno por el consejo, pero pasaba la mayor parte del tiempoexplorandoTorredelAlce.

—¿Laquellevafloresenelpeloatodashoras?¿Ynodejandecaérsele?—Ésamisma—respondióenfáticamenteChade—.Bien.Laconoces.Ahora,

éstaes tu tarea,ynotengotiempodeayudartea trazarunplan.Hoy,enalgúnmomentodel día, enviaráunpaje al cuartodel príncipeRegio.El pajedeberáentregaralgo…unanota,unaflor,algunacosa.TienesquellevarteeseobjetodelahabitacióndeRegioantesdequeéllovea.¿Entiendes?

Asentíyabrílabocaparadeciralgo,peroChadesepusodepiebruscamenteymeahuyentócasidelcuarto.

—Nohaytiempo.¡Yacasihaamanecido!—declaró.LogréestarenlahabitacióndeRegio,escondido,cuandollegóelpaje,una

muchacha.Ajuzgarporelmodoenqueentróahurtadillas,estabaconvencidodequeaquellanoerasuprimeramisión.Dejóundiminutopergaminoyuncapulloencima de la almohada de Regio y salió sigilosamente de la estancia. Unmomentodespuésambosseencontrabanenmijubón,yalgomástardedebajodemialmohada.Creoquelapartemásdifícildelamisiónfuecontenermeparanoabrirelpergamino.SeloentreguéaChadeaquellamismanoche,conlaflor.

Esperé los días siguientes, convencido de que se produciría algún tipo dealborotoyconlaesperanzadeveraRegiodesconcertadodealgúnmodo.Peroparamisorpresa,nohuboalborotonidesconcierto.Regiosiguiócomportándosecomo era habitual en él, con la salvedad de mostrarse más ingenioso que decostumbreydecoquetear,enaparienciaaúnmásflagrantemente,contodaslasdamas.Encuantoa ladyDahlia,perdióel interésderepentepor lamarchadelconsejo y confundió a su marido trocándose en ferviente partidaria de losimpuestosparaelsufragiodenavíosdeguerra.Lareinaexpresósumalestarporeste cambio de alianza excluyendo a lady Dahlia de una cata de vino en susaposentos.Todoaquellomedejabaperplejo,perocuandoporfinselocomentéaChade,éstemereprobó.

—Recuerdaqueeresunhombredelrey.Seteencomiendaunatareaytúlacumples. Confórmate con haber satisfecho la demanda: eso es todo cuantonecesitas saber. Artimañas es el único que planea ymueve las fichas en estejuego.Túyyosomosesasfichas,talvez.Perosísomossusmejorestanteadores,deesonotequepaduda.

Sin embargo, con anterioridad, Chade había descubierto los límites de miobediencia. Para dejar cojo al caballo, me había sugerido que cortara la

almohadilla del casco del animal. De ningún modo se me ocurriría hacer talcosa. Le dije, con todo el saber popular de quien se ha criado rodeado decaballos, que había muchas maneras de conseguir que un caballo cojeara sintener que herirlo de verdad y que debería dejar a mi elección la opción másadecuada.Hasta la fecha, desconozco qué pensaríaChade demi negativa.Nodijo nada en sumomento que condenarami idea, tampoco nada que sugirieraquelaaprobaba.Enesteasunto,comoentantosotros,seguardósuopiniónparasí.

Unavezcada tresmeses aproximadamente el reyArtimañasme llamabaasus aposentos. Por lo general la invitación me llegaba muy temprano. Mepresentabaanteél,amenudomientrasestabasumergidoensubañeraomientrasle recogíanelcabelloen lacoletasujetaconhilodeoroquesóloel reypodíallevaromientraslovestíasuayudantedecámara.Elritualerasiempreelmismo.Me miraba atentamente, estudiando mi estatura y mi porte como si fuera uncaballoquepensaracomprar.Mehacíaunaodospreguntas,normalmenteacercade mis progresos con la equitación o el manejo de las armas, y escuchabasolemnemente mi sucinta respuesta. Y luego siempre me preguntaba, casiformalmente:

—¿Teparecequeestoyrespetandomipartedeltrato?—Sí,señor—contestabayosiempre.—Pues procura respetar la tuya —concluía él siempre, con lo que me

despedía.Y,cualquieraquefueseelcriadoqueestuvieraconélomeabrieralapuertaparaentrarosalir,parecíaquenuncarepararamínimamenteenmínienlaspalabrasdelrey.

Entradoelotoñoesemismoaño,alfilodelosrigoresdelinvierno,recibímimisiónmásdifícil,Chademehabíapedidoquesubieraasusaposentoscasiencuantohubeapagadolavelademicuarto.Compartíamosconfiturasyunpocode vino especiado, sentados frente al hogar de Chade. Se había dedicado aensalzaranimadamentemiúltimacorrería,enlaquehabíatenidoquevolverdelrevéstodaslascamisaspuestasasecarenlostendalesdelpatiodelalavanderíasinquemepillaran.Habíasidounencargodifícil,tantomásporcuantomehabíacostado horrores contener la risa y delatarmi escondite dentro de una tina deteñidocuandodosdelosmozosmásjóvenesdelalavanderíadeclararonquemitravesuraeraobradeijanasysenegaronalavarnadamásesedía.Chade,como

decostumbre, seenteróde todoantesdequeyose lo relatara.Meentusiasmósaber que maese Lew, encargado de las lavanderías, había decretado que secolgarahierbadesanguazaentodoslosrinconesdelpatioyguirnaldasentodoslospozosparaimpedirquelasijanasvolvieranalasandadasaldíasiguiente.

—Tienes talento para estas cosas, chico.—Chade se rió yme alborotó elcabello—.Estoyporpensarquenohaytareaimposibleparati.

Estabasentadoensusilladerespaldorectofrentealfuego,yyoestabaenelsueloasulado,recostadocontraunadelaspatas.MepalmeódelmismomodoquepodríapalmearBurrich aun jovenperdigueroquehubierahechounbuentrabajo,yluegoseinclinóhaciadelanteparadecirconvozqueda:

—Perotengounretoparati.—¿Quées?—quisesaber,ansioso.—Noresultaráfácil,nisiquieraparaalguientanvivocomotú—meprevino.—¡Ponmeaprueba!—loretéamivez.—Oh,dentrodeunoodosmeses,quizá, cuandohayasaprendidounpoco

más.Estanochequieroenseñarteun juego,un juegoqueagudiza lavistayelingenio.—Metió lamano en una bolsita y sacó un puñado de algo. Abrió lamanobrevemente delante demí: piedras de colores.Cerró lamano—. ¿Habíaalgunaamarilla?

—Sí.Chade,¿dóndeestáelreto?—¿Cuántas?—Dosqueyoviera.Chade,seguroqueahorapodríahacerlo.—¿Podríahabermásdedos?—Podría, si hubiera alguna escondida debajo de las demás. Creo que no.

Chade,¿dóndeestáelreto?Abriósuviejamanohuesudayremoviólaspiedrasconellargoíndice.—Teníasrazón.Sólodosamarillas.¿Lointentamosdenuevo?—Chade,puedohacerlo.—Esocrees,¿noesasí?Miraotravez,aquítieneslaspiedras.Uno,dos,tres,

yvueltaadesaparecer.¿Habíaalgunadecolorrojo?—Sí.Chade,¿aquévieneesteejercicio?—¿Habíamásrojasqueazules?Aquequieroquecojasalgopersonaldela

mesilladenochedelrey.—¿Cómo?

—¿Habíamáspiedrasrojasqueazules?—No,digo,¿aquéhasdichoquevenía?—¡Respuesta incorrecta, chico! —anunció triunfalmente Chade. Abrió el

puño—. Ves, tres rojas y tres azules. Exactamente las mismas. Tendrás queprestarmásatenciónsiquieressuperarmidesafío.

—Ysieteverdes.Ya lo sabía,Chade.Pero…¿quieresque robeal rey?—Seguíasindarcréditoamisoídos.

—Nadaderobar,sólolotomarásprestado.Comohicisteconlastijerasdelaseñora Premura.No hay nada demalo en cometer ese tipo de travesuras, ¿nocrees?

—Lomaloesquemeazotaránsimedescubren.Oalgopeor.—Yteasustaquetedescubran.Ves,tedijequeseríamejoresperarotropar

demeses,hastaquehayasperfeccionadotushabilidades.—No es por el castigo.Es que sime pillaran…el rey y yo…hicimos un

trato…—Perdí el hilo demi discurso. Lomiré desconcertado. El aprendizajeconChade formabapartedel tratoquehabíamoshechoArtimañasyyo.Cadavezquenosveíamos,inclusoantesdequecomenzaraainstruirme,merecordabaformalmenteaquelpacto.HabíadadoaChadeademásdeal reymipalabradeser siempre fiel. Sin duda sabía que si actuaba en contra del rey, estaríarompiendomipartedeltrato.

—Esunjuego,chico—dijoChadepacientemente—.Nadamás.Unasimpletravesura. En realidad no es para tomárselo tan en serio. Si he decididoencargarteestatareaesúnicamentedebidoalceloconquesevigilalaestanciadel rey y sus pertenencias. Cualquiera puede escamotear las tijeras a unacosturera. Ahora estamos hablando de ser sigilosos de veras, entrar en losmismísimosaposentosdelreyyapañaralgoquelepertenezca.Siloconsigues,me daría por satisfecho con el tiempo que he invertido en ti. Pensaría queapreciasloqueteheenseñado.

—Sabesqueapreciotusenseñanzas—meapresuréadecir.Nosetratabadeeso.EracomosiChadenocomprendieraelquiddelacuestión—.Mesentiría…desleal.Comosiestuvieraaprovechándomedetusleccionesparaengañaralrey.Comosimeestuvierariendodeél.

—¡Ah!—Chadeseretrepóensusilla,conunasonrisaenelrostro—.Notepreocupes por eso, chico. El rey Artimañas sabe reírse si la broma es buena.

Cojasloquecojas,selodevolveré.Paraélseráunejemplodelobienqueteheadiestradoylobuenalumnoqueeres.Cogealgosinimportancia,siesesoloquetepreocupa.¡Nohacefaltaquelequiteslacoronadelacabezanielanillodeldedo! Coge su cepillo o cualquier papelajo que encuentres… un guante o uncinturónserviríanigualmente.Nadadevalor.Unobjetocualquiera.

Penséquedeberíapararmea recapitular,peroenel fondosabíaquenoeranecesario.

—Nopuedohacerlo.Quierodecir,noquierohacerlo.ConelreyArtimañasno. Dime otra persona, dime la habitación de cualquier otro, y lo haré.¿RecuerdascuandomellevéelpergaminodeRegio?Yavesquepuedocolarmedondeseay…

—Chico.—Chadehablódespacio, confuso—.¿No te fíasdemí?Teestoydiciendoquenopasanada.Estamoshablandodeunaprueba,nodealtatraición.Yestavez,sitecogen,prometoquesaldréalpasoyloexplicarétodo.Nadievaacastigarte.

—Noeseso—repusenervioso.PercibíaelcrecientedesconciertodeChadeantemirenuencia.Escarbéenmiinteriorparaencontrarlaformadeexplicarlo—.PrometíqueseríalealaArtimañas.Yesto…

—¡Esto no tiene nada de desleal! —espetó Chade. Alcé la vista y vi undestellodeiraensusojos.Sobresaltado,meapartédeél.Nuncalohabíavistotanenfadado—.¿Qué insinúas,chico?¿Que teestoypidiendoque traicionesanuestrorey?Noseas idiota.Esunapruebadenada,unaformadecalificarteymostraraArtimañascuántohasaprendido,ytúnodejasdedespotricar.Intentasocultar tu cobardía apelando a la lealtad. Muchacho, me avergüenzo de ti.Pensaba que tenías más entereza, de lo contrario jamás habría empezado aenseñarte.

—¡Chade! —exclamé horrorizado. Sus palabras me habían dejadopatidifuso.Seapartódemíysentíquemípequeñomundosetambaleabacuandosuvozprosiguió,fríamente:

—Serámejor que vuelvas a la cama, niño.Medita cómomehas insultadoesta noche. Insinuar que podría ser desleal a nuestro rey. Baja las escaleras,cobarde.Y lapróximavezque te llame…Ja, si esquevuelvoa llamarte,vendispuestoaobedecer.Onotemolestesenvenir.Vete.

Chadenuncamehabíahabladodeesamanera.Nisiquieralograbarecordar

que alguna vez me hubiera levantado la voz. Me quedé mirando, casi sincomprender,eldelgadobrazosurcadodepicadurasqueasomabapor lamangade su túnica, el largo dedo que apuntaba desdeñoso hacia la puerta y lasescaleras. Cuando me puse de pie me sentía mareado. Trastabillé, tuve queagarrarmeaunasillamientrascaminaba.Peromefui;hiceloquehabíapedido,incapazdepensarenotraposiblerespuesta.Chade,quesehabíaconvertidoenelprincipal soporte demimundo, queme había hecho creer que yo podía valerparaalgo,meloestabaarrebatandotodo.Nosólosuaprobación,sinoeltiempoquehabíamospasadojuntos, la impresióndequepodría llegaraseralgoenlavida.

Bajé las escaleras conpasovacilante.Nunca antesmehabíanparecido tanlargasnitanfrías.Lapuertadelfondosecerróconunchirridoamiespaldaymesumíenlacompletaoscuridad.Tanteéhastaalcanzarmicama,perolasmantasnopodíanproporcionarmecalor,nopudepegarojoaquellanoche.Medebatíaconagonía.Lopeoreraquenoconseguíaencontrarnirastrodeindecisiónenmiinterior.NopodíahacerloquemehabíapedidoChade.Porconsiguiente,ibaaperderlo.Sinsuinstrucción,yonoseríadeningunautilidadalrey.Peronoeraésalaagonía.La-agoníaerasimplementelapérdidadeChadeenmivida.Noeracapazdeacordarmedecómohabíaconseguidoapañármelaspormicuentaenelpasado. Volver al suplicio del día a día, desempeñar un recado tras otro meparecíaalgoimposible.

Intenté desesperadamente pensar en qué podía hacer. Pero parecía que nohubiera respuesta. Podía acudir aArtimañas,mostrarmi alfiler y conseguir elaccesoyhablarleentoncesdemidilema.Pero¿quédiríaél?¿Pensaríaqueyonoeramásqueunniñoestúpido?¿DiríaquedebíahaberobedecidoaChade?Peoraún,¿diríaquehabíaobradobiendesobedeciendoaChadeyseenfadaríaconél?Estaspreguntaserandemasiadocomplejasparalamentedeunniñoynohallérespuestasquemeconsolaran.

Cuandollegóporfinlamañana,mearrastréfueradelacamaymepresentéante Burrich, como de costumbre. Desempeñé mis quehaceres con unadespreocupación taciturna que primero me procuró un rapapolvo y luego uninterrogatorio sobre el estado de mi estómago. Dije a Burrich que no habíadormidobien,ymedejómarcharsintenerqueingerirsutemibletónico.Nomefuemejorconlasarmas.Estabatandistraídoquedejéqueunmuchachomucho

másjovenmepropinaraunsonoroporrazoenlacabeza.Capachonosamonestóalosdosporimprudentesymerecomendósentarmeunrato.

Medolíalacabezaymetemblabanlaspiernascuandovolvíalatorre.Subíami cuarto, pues no tenía estómago para el almuerzo ni para las ruidosasconversaciones que lo acompañaban. Me quedé tendido en la cama, con laintención de cerrar los ojos sólo unmomento, perome sumí en un profundosueño.Medespertémediada la tardeypenséen los reprochesque tendríaqueescucharporhaber faltadoamisclasesvespertinas.Peroesono fuesuficienteparaanimarmeyvolvíaquedarmedormidohastaquemedespertóunasirvientaalahoradelacena,apeticióndeBurrich.Ladespedídiciéndolequeteníaardorde estómago y que pensaba ayunar hasta que desapareciera. Cuando se fue,dormitéperosindormirme.Nopodía.Lanocheseapoderódemihabitaciónsiniluminaryoícómoelrestodelatorresedisponíaarecogerse.Enmediodelaoscuridadyelsilencio,esperabauna llamadaquenomeatreveríaaresponder.¿Ysiseabríalapuerta?NopodíapresentarmeanteChade,puestoquenopodíadesobedecerlo.¿Quéseríapeor:quenomellamaraoqueabrieralapuertayyonomeatrevieraacruzarla?Meatormentédeesemodotodalanochey,cuandoelgriscomenzóadespuntardemadrugada,obtuve la respuesta.Nisiquierasehabíamolestadoenllamarme.

Todavía me disgusta recordar los días siguientes. Los viví cabizbajo, tanapenado que me resultaba imposible comer o dormir adecuadamente. Noconseguía concentrarme en ninguna tarea y aceptaba con abatimiento lasreprimendas demis profesores. Sufría un dolor de cabeza inagotable y semehabíaoprimidoelestómagohasta talpuntoquelacomidadejódeinteresarme.Lamera idea de comer algome agotaba. Burrich lo soportó durante dos díasantesdearrinconarmeysometermeporfuerzaaunmejunjecontralaslombricesy un reconstituyente para el flujo sanguíneo. La combinación consiguió quevomitaralopocoquehabíaingeridoaqueldía.Meobligóaenjuagarmelabocacon vino de ciruelas, y aun hoy no logro beber vino de ciruelas sin que measalten las arcadas. Luego, parami inapetente asombro,me arrastró escalerasarribahastasubuhardillaymeordenórefunfuñandoquemepasaraelrestodeldía tumbado.Al anochecer,me condujohasta la torreybajo su atentamiradahubededarcuentadeuntazóndesopaaguadayunpedazodepan.Mehabríallevadodenuevodevueltaasucuartosiyonohubierainsistidoenacostarmeen

mi cama. En realidad, tenía que estar enmi cuarto. Tenía que saber siChadeintentaballamarmealmenos,pudierayoatenderlallamadaono.Durantetodaotranochedeinsomnio,estudiécontemplativamentelaesquinamássombríademihabitación.

Peronadievinoabuscarme.Lamañanaclareabaenmiventana.Medilavueltaymequedéenlacama.

El abatimiento que se cernía sobre mí era demasiado poderoso para intentarcombatirlo. Todas las posibilidades que se desplegaban ante mí conducían alúgubresconclusiones.Noeracapazdeafrontarlafutilidaddelevantarse.Caíenunaespeciedesueñocaracterizadoporlajaqueca.Cualquiersonidomeparecíademasiado fuerte y hacía demasiado calor o demasiado frío por mucho queredistribuyera las mantas. Cerré los ojos, pero incluso mis sueños resultabancegadoresyfastidiosos.Vocesdisonantes,tanaltascomosilastuvierajuntoalacabecera,ytantomásfrustrantesporcuantosonabancomounsolohombrequediscutiera consigo mismo y abogara por ambos bandos. "¡Rómpela comorompiste la otra!", farfullaba furioso. "¡Tú y tus estúpidas pruebas!", y luego:"Nunca se esdemasiadodesconfiado.Nopuedes fiartedenadie.Quehable lasangre. Pon a prueba su temple, eso es todo". " ¡Metal! Si quieres un filodescerebrado,fórjalotúmismo.Embótalosiquieres".Ymásquedamente:"Notengoalmaparaesto.Novolveréaserutilizado.Siqueríasponerapruebamitemple, lo has conseguido". Luego: "No me hables de sangre y familia.¡Recuerdaquiénsoyyquiénerestú!Noessulealtadlaquelepreocupa,ni lamía".

Las voces enfrentadas se fragmentaron, se fundieron, se trocaron en otradiscusión,másestridente.Entreabrílosojos.Micuartosehabíaconvertidoenelescenario de una escaramuza. Desperté para presenciar un acaloradoenfrentamiento entre Burrich y la señora Premura, acerca de quién teníajurisdicción sobre mí. Ella cargaba con una cesta de mimbre, de la quesobresalíanloscuellosdevariasbotellas.Elolordelacataplasmademostazaylamanzanillameasaltócontaiviolenciaquesentínáuseas.Burrichseinterponíaestoicamenteentreellaymicama.TeníalosbrazoscruzadossobreelpechoyaFosca sentada a sus pies. Las palabras de la señora Premura resonaban enmicabezacomoguijarros."Enla torre";"esassábanaslimpias";"sabesdeniños";"perraapestosa".NorecuerdoqueBurrichdijeranada.Simplementeestabaallí,

tansólidoquepodíasentirloaunconlosojoscerrados.Luegosefue,peroFoscaestabaechadaenlacama,noamispies,sinoami

lado,jadeandoconfuerzaperorenuenteaabandonarmeenfavordelsuelo,másfrío.Abrílosojosdenuevo,mástardetodavía,alaluzdelcrepúsculo.Burrichmehabíaquitado la almohada, lahabía sacudidounpocoyvolvía a colocarlatorpementedebajodemicabeza,conlacaramásfrescahaciaarriba.Luegosesentópesadamenteenlacama.

Carraspeó.—Traspié,noséquétepasaperometienesdesconcertado.Nolepasanadaa

tuestómago,niatusangre.Sifuerasunpocomayor,pensaríaquetienesalgúnproblema relacionado con las mujeres. Te comportas como un soldado en sutercerdíadeborrachera,perosinelvino.Chico,¿quéteocurre?

Me miró con sincera preocupación. Era la misma cara que ponía cuandotemía que una yegua pudiera perder su potrillo, o cuando los cazadoresregresaban con un perro malherido por algún jabalí. Me conmovió y, sinproponérmelo, lo sondeé.Elmuro seguía allí, como siempre,peroFoscagañóquedamenteymerozólamejillaconelhocico.IntentéexpresarloquemeroíapordentrosindelataraChade.

—Esque ahorame siento tan solo—meoí decir, y aun amis oídos sonócomounapobreexcusa.

—¿Solo?—Burrich arrugó el entrecejo—.Traspié,me tienes aquí. ¿Cómopuedesdecirqueestássolo?

Y ése fue el fin de la conversación, con ambos mirándonos sincomprendernos.Mástardemetrajoalgodecomer,peronoinsistióparaqueloprobara.DejóaFoscaconmigoparaquemehiciera compañíaesanoche.Unapartedemísepreguntabacómoreaccionaríalaperrasiseabrieselapuerta,peroenelfondosabíaquenohacíafaltaquemepreocupara.Esapuertanovolveríaaabrirsejamás.

Amaneciódenuevo.Foscame restregóelhocicoygañópidiéndomesalir.EstabatandesoladoquenomeimportabaquemepillaraBurrich,demodoquelasondeé.Hambre,sedyunavejigaapuntodeestallar.Suincomodidadsehizomíaderepente.Mepuseunatúnica,bajéconellalasescalerasysalíalacalle,yluegovolvíalacocinaparadesayunar.Perolsealegródevermemásdeloquehubieracreídoposible.Foscarecibióungenerosocuencodecaldosobrantedela

noche anterior, mientras Perol insistía en obligarme a zampar seis gruesaslonchas de panceta sobre la corteza caliente de la primera hornada de pan deldía.El agudoolfato y el vivo apetito deFoscame abrieron los sentidos ymedescubrí comiendo, no con mi normal apetencia, sino con la apreciaciónsensorialporlacomidadeunajovencriatura.

Deallílaperramellevóalosestablos,yaunqueapartémimentedelasuyaantesde entrar,me sentí rejuvenecido en ciertomodopor el contacto.Burrichdejóloqueteníaentremanoscuandoaparecí,memiródearribaaabajo,miróaFoscadesoslayo,rezongóparasíymeentregóunbiberónyunamecha.

—En la cabeza de un hombre no cabe nada —me dijo— que no puedacurarse trabajandoydistrayéndose conotra cosa.Laperra ratoneraparióhacepocosdías,yunodeloscachorrosesdemasiadoenclenqueparacompetirconlosdemás.Aversiconsiguesmantenerloconvidaotrodía.

Era un cachorrillo feúcho, de piel rosada que asomaba bajo el pelajemanchado.Todavíateníalosojoscerrados,ylapielsobrantequesetensaríaalcrecerseleagolpabaenelhocico.Sucolitaraquíticaparecíaelrabodeunarata,tantoquemepreguntéporquénohostigaría lamadrea suscachorroshasta lamuerte debido al asombroso parecido. Era débil y pasivo, pero le acerqué lamecha empapada de leche hasta que chupó un poco, y derramé la suficientesobreélparaanimarasumadrealamerloyacariciarloconelhocico.Destetéauna de sus hermanas más fuertes y lo puse en su lugar. De todos modos, laperrita tenía la barriga llena; sólo mamaba impulsada por la gula. Iba a serblancaconunparchenegroenunojo.Atrapómimeñiquey lochupó,ypudeintuir laenormefuerzaque llegaríana teneralgúndíaaquellasfauces.Burrichmehabíacontadohistoriassobrealgunosratonerosqueseaferrabanalmorrodeuntoroysequedabanallícolgadospormuchoqueéstequisierasacudírselosdeencima.No apreciaba a los hombres que adiestraban a sus perros para que secomportaran así, pero le era imposible ocultar su respeto por el coraje de unperro que se atrevía a arremeter contra un toro.Nuestros ratoneros se criabanpara ocuparse de los roedores y patrullaban regularmente los graneros y lospesebres.

Pasé allí toda la mañana y salí a mediodía con la satisfacción de ver alcachorro ahíto de leche, con la barriga redonda y tirante. Dediqué la tarde alimpiar los establos. Burrich me tuvo ocupado, proponiendo otro recado en

cuanto acababa con el anterior, sin darme tiempo a hacer nada que no fueratrabajar. No conversamos ni me hizo ninguna pregunta, aunque parecía queestuvieraocupadoentodomomentoapocospasosdedistancia.Eracomosisehubieratomadoalpiedelaletramiquejarespectoasentirmesoloysehubierapropuesto quedarse donde yo pudiera verlo. Terminé el día de nuevo con elcachorro,quesemostrabaconsiderablementemásfuertequeporlamañana.Loacuné contra mi pecho y se acurrucó bajo mi barbilla, tanteando con elhociquilloachatadoenbuscade leche.Mehacíacosquillas.Lobajéy lomiré.Tendría la nariz rosa.Decían que los ratoneros con la nariz rosa eran losmásferocesalahoradeluchar.Peroenesemomentosupequeñamentenoentendíamás que de calor, seguridad, hambre y afecto por mi olor. Lo envolví en miprotecciónhaciaél,lofelicitéporsusnuevasfuerzas.Secontorsionóentremisdedos.YBurrichseasomóporencimadelapareddeuncompartimientoymepropinó un coscorrón con los nudillos, arrancándonos sendos chillidos alcachorroyamí.

—Basta—meadvirtióseveramente—.Esonoespropiodehombres.Ynosolucionaráloqueseaquetecarcome.Devuelveelcachorroasumadre,vamos.

Asilohice,aunquearegañadientes,ysinestarsegurodequeBurrichtuvierarazón cuando decía que vincularme a un cachorro no solucionaría nada.Anhelaba su pequeño y cálidomundo de heno, hermanos, leche ymadre. Enaquellosmomentosmecostabaimaginarotromejor.

Burrichyyosubimosacenar.Mellevóalcomedordelossoldados,dondelos modales exigidos eran los que tuviera cada uno y nadie esperaba que ledieras conversación. Resultaba reconfortante sentirse ignorado con esaindiferencia, que losplatospasaranpor encimademi cabeza sinquenadie sedeshiciera en miramientos hacia mí. Burrich se ocupó de que comiera, noobstante,yluegonossentamosenlacallejuntoalapuertatraseradelacocinaybebimos.Habíaprobadoanteslacervezayelvino,peronuncahabíabebidoconladeliberaciónqueexhibíaBurrich.CuandoPerolseatrevióasaliryregañarlopordaralcoholaunmuchacho,Burrichlededicóunadelasserenasmiradasqueme recordabana lanocheenque lo conocí, cuandohabíaplantadocara aunahabitaciónllenadesoldadosparadefenderelbuennombredeHidalgo.YPerolsefue.

Burrichme acompañó hastami cuarto,me desvistiómientras yo intentaba

mantenerelequilibriojuntoamicama,yluegometumbóconindiferenciaymeechóunamantaporencima.

—Ahora vas a dormir —me informó con voz pastosa— , y mañanavolveremos a hacer lo mismo. Y pasado mañana. Hasta que un buen día televantesydescubrasquefueracualfuesetudolenciaalfinalnotehamatado.

Apagólaveladeunsoplidoysefue.Medabavueltaslacabezaysentíaelcuerpo dolorido a causa del esfuerzo físico de todo el día. Pero seguía sinconciliar el sueño. Descubrí que estaba llorando. El alcohol había aflojado elnudoquesujetabamiautocontrol,y lloré.Sincontenerme.Sorbíapor lanariz,hipaba y me lamentaba con gritos desgarradores. Se me cerró la garganta,moqueaba,yseguíllorandohastaquemefaltóelaire.Creoquederramétodaslas lágrimas que no había vertido desde quemi abuelo obligara amimadre aabandonarme.

—¡Madre!—meoígritar,yderepentesentíunosbrazosquemerodeaban,estrechándomeconfuerza.

Chademeabrazabaymeacunabacomosiyofueraaúnmáspequeñodeloqueera.Aunaoscurasreconocíaquellosbrazoshuesudosysuolorahierbasypolvo. Incrédulo,me aferré a él y lloré hasta enronquecer, hasta quemehubequedadosinsalidayyanopudeemitirsonidoalguno.

—Tenías razón —dijo con la boca pegada a mi pelo, con voz queda,tranquilizadora—.Tenías razón.Te pedí que hicieras algo que no estaba bien,hicistelocorrectoalnegarte.Novolverásapasarporesetipodeprueba.Nopormiculpa.

Cuandomehuboserenadoporfin,desaparecióunmomento,paravolverconalgodebeber,tibioycasiinsípido,aunquenoeraagua.Meacercólatazaaloslabiosybebísinhacerpreguntas.LuegomequedédormidotanderepentequenisiquierarecuerdoqueChadesalieradelcuarto.

DespertécercadelamanecerymepresentéanteBurrich trasdarcuentadeun copioso desayuno. Me dediqué a mis tareas con presteza y atención, sincomprenderporquésehabíalevantadoéltanmareadoydetanmalhumor.Enunmomentodadomascullóalgoacercade"lacabezadesupadreparaellicor";medespidiópronto,sugiriendoquemefueraconmissilbidosaotraparte.

ElreyArtimañasmehizollamarasusaposentostresdíasmástarde,alalba.Elyaestabavestido,yhabíaunabandejaconcomidaparamásdeunapersona

encimade sumesa.Encuanto llegué,despidióa suayudantedecámaraymepidió queme sentara.Cogí una silla frente a lamesita de su habitacióny, sinpreguntarme si tenía hambre,me sirvió de comer con sus propiasmanos y sesentófrenteamíparadesayunarasuvez.Nopaséporaltoeldetalle,peroniaunasí conseguí animarme a comer gran cosa. Habló sólo de la comida, sinmencionar nada acerca de pactos, lealtades ni cumplimientos de la palabra.Cuandovioqueyohabíaterminado,apartósuplato.Serevolvióincómodoensuasiento.

—Fueideamía—dijodeimproviso,casiconbrusquedad—.Nosuya.Elseopuso.Yoinsistí.Cuandoseasmayor,locomprenderás.Nopuedocorrerriesgos,connadie.Peroleprometíqueteenteraríaspormí.Todofueideamía,élnotuvonadaquever.Nuncavolveréapedirleque tepongaapruebadeesemodo.Tedoymipalabraderey.

Hizoungestoparaindicarquepodíamarcharme.Melevanté,peroalhacerlocogídesubandejauncuchillitodeplatalabradaconelquehabíaestadopelandola fruta.Lomiré a los ojosmientras lo hacíayme loguardé en lamanga sindisimular.ElreyArtimañasabriómucholosojos,sinpronunciarpalabra.

Dos noches después, cuando me llamó Chade, reanudamos nuestraslecciones como si nunca se hubiera producido una pausa. El hablaba, yoescuchaba, jugamos a su juego de las piedras y no cometí ningún error. Meencargóunamisiónybromeamos.Meenseñó cómobailabaSisaparaganarseuna salchicha. Todo volvía a estar en orden entre nosotros. Pero antes deabandonar sus aposentos aquella noche,me acerqué a su chimenea. Sin decirnada,dejéelcuchilloenelcentrodelarepisa.Enrealidadloclavéenlamadera.Luego me fui sin hacer comentario alguno y sin mirarlo a los ojos. Nuncahablamosdeaquello.

Creoqueelcuchillosigueallí.

6.LasombradelHidalgo

Existen dos tradiciones acerca dé la costumbre de dará los vástagos de larealezanombressugerentesqueevocanvirtudesoaptitudes.Lamásextendidasostienequeestosnombres sonvinculantes enciertomodo;quecuando sedauno de estos nombres a un niño que será adiestrado en la Habilidad, éstainfunde el nombre al pequeño, que no podrá evitar crecer para practicar lavirtudqueleadscribasunombre.Quienescreenapiesjuntillasenestaprimeratradición son aquellos más proclives a descubrirse ante cualquier noble pormodestoquesea.Otra tradición, más antigua, atribuye estos nombres al azar, al menos enprincipio.CuentanqueelreyDueñoyelreySoberano,losprimerosmarginadosquegobernaronloqueseconvertiríaenlosSeisDucados,nosellamabanasíenrealidad. Lo cierto era que los nombres en su idioma extranjero se parecíanfonéticamentea esaspalabras en la lenguade losDucados,deahíque se lesconocieraporsuhomónimoynoporsuauténticonombre.Peroalarealezaleinteresa que el populacho crea que el niño que reciba un nombre nobledeterminadocreceráparadesarrollarunanaturalezaigualmentenoble.

—¡Chico!Levanté la cabeza. De la media decena aproximada de chiquillos que

holgazaneaban delante del fuego, nadie más dio un respingo siquiera. Lasmuchachashicieronmenoscasoaúnmientrasyoocupabamilugaralotroladode la mesilla ante la que estaba arrodillado maese Cérica. Había conseguidodotar a su voz de una inflexión que indicaba sin lugar a dudas cuándo chico

significaba"chico"ycuándo"bastardo".Recogí las rodillas debajo de lamesa yme senté sobre los pies, antes de

entregar a Cérica mi hoja de papel de médula vegetal. Mientras paseaba lamiradapormismeticulosascolumnasdepalabras,medistraje.

El invierno nos había recogido y guardado en el Gran Salón. Fuera, unatormentamarinaazotabalosmurosdelatorremientraslasgrandesolasrompíancontralosacantiladoscontantafuerzaqueavecestemblababajonuestrospieselsuelodepiedra.Losdensosnubarronesnoshabíanprivadoinclusodelaspocashorasdeluzacuosaquenosregalabaelinvierno.Medabalaimpresióndequelaoscuridadflotabasobrenosotroscomounaneblina,tantoenlacallecomobajotecho.La tenuidadpenetrabaenmisojos,demodoquemesentíasomnolientoaun sin estar cansado. Por un instante dejé quemis sentidos se expandieran ysondeé la pereza invernal de los perros, que dormitaban y se agitaban en losrincones.Ni siquiera ahí conseguí encontrar un pensamiento o una imagen deinterés.

Elfuegoestabaencendidoenlastresgrandeschimeneas,ysehabíanreunidogruposdistintosfrenteacadaunadeellas.Enuna,losflecherosseafanabanensu trabajo, por si acaso el día siguiente amaneciera lobastantedespejadoparasaliracazar.Suspirabaporestarconellos,pueslasuavevozdeLozanafluíaconla cadencia de algún relato, con frecuencia interrumpida por las risascomplacidasdesupúblico.Delantedelhogarmásalejado,unasvocesinfantilesentonabanunacanciónacoro.ReconocílaCancióndelPastor,unamelodíaqueservíapararepasarlosnúmeros.Unpuñadodemadresatentasmarcabanelritmoconlospiesmientrashacíanencaje;losdedosviejosyapergaminadosdeNardo,aplicadosalascuerdasdelarpa,casiconseguíanquelasjóvenesvocessonaranalunísono.

En nuestra chimenea, los niños que eran lo bastante mayores para podersentarsequietosyaprender las letras lohacían.Cérica seocupabadeeso.Suspenetrantesojosazulesnopasabannadaporalto.

—Mira —me dijo, señalando—. Se te ha olvidado cruzar los rabos.¿Recuerdas lo que te enseñé? Justo, abre los ojos y coge esa pluma. Comovuelvas a quedartedormidodejaréque salgas a cogerotro leñopara el fuego.Caridad,sivuelvesasonreírtedeesemodopodrásiraayudarlo.Apartedeeso—de repente su atención volvía a centrarse en mi trabajo—, tu caligrafía ha

mejoradomucho,nosóloconloscaracteresducados,sinotambiénconlasrunasmarginadas.Aunqueéstasnopueden trazarsecomoesdebidosobreestepapeltan basto. La superficie es demasiado porosa y absorbe la tinta en exceso.Buenashojasdecortezamachacadaes loquepiden lasrunas.—Pasóundedoapreciativosobreelpapelconelqueestaba trabajando—.Sigueasíyantesdeque termine el inviernodejaréquemehagasuna copiadeLos remediosde lareinaResignación.¿Quémedices?

Intenté sonreírymostrarmedebidamentehalagado.Copiarnoeraalgoquesoliera encomendarse a los estudiantes; el papel de buena calidad escaseaba yuna pincelada descuidada podía estropear una hoja entera. Sabía que Losremedios era un compendio bastante sencillo de propiedades herbales yprofecías, pero cualquier copia eraunhonor al que aspirar.Céricameentregóunahojanuevadepapeldemédulavegetal.Cuandomelevantéparavolveramisitiomedetuvoconunademán.

—¿Chico?Esperé.Céricaparecíaincómodo.—Noséaquiénpedirleesto,salvoa ti.Lohabitualseríaquepreguntaraa

tus padres, pero… —Por suerte dejó la frase inconclusa. Se rascó la barbameditabundoconlosdedosmanchadosdetinta—.Faltapocoparaqueacabeelinvierno,y luegoemprenderé lamarchadenuevo.¿Sabesquéhagoduranteelverano,chico?RecorrolosSeisDuca-dos,reuniendohierbas,bayasyraícesparamis tintas, aprovisionándome de los papeles que necesito. Es una buena vida,caminar librementepor las carreteras enveranoy alojarse cómodamente en latorre cuando llega el invierno. Ganarse la vida escribiendo tiene muchasventajas.

Meobservópensativo.Ledevolvílamirada,preguntándomeadondequeríallegar.

—Cada pocos años cojo un aprendiz. Algunos tienen madera y siguenescribiendo en torres menores. Otros no. A algunos les falta la paciencianecesariaparaentregarsealdetalleolamemoriaqueexigenlasdistintastintas.Creoquetúvaldrías.¿Quétepareceríaconvertirteenescribano?

Lapreguntamecogiócompletamentedesprevenidoynosuperesponderdeinmediato.Noerasólolaideadeconvertirseenescribano;eraelmerohechode

queCéricamequisieracomoaprendiz,quesiguierasuspasosyaprendiera lossecretosdesuoficio.Habíanpasadovariosañosdesdequecomenzaramipactoconelviejorey.SincontarlasnochesquetranscurríanencompañíadeChadeomistardesrobadasconMollyyRetinto,nuncasemehabíaocurridoquealguienpudiera encontrarme agradable y, menos aún apto para convertirme en suaprendiz.LapropuestadeCéricamehabíadejadosinhabla.Debiódepercibirmi confusión, porque esbozó la simpática sonrisa que le rejuvenecía elsemblante.

—Bueno, piénsatelo, chico. Escribir es un buen oficio, y ¿qué otrasperspectivas se te ocurren? Entre tú y yo, creo que te vendría bien pasar unatemporadalejosdeTorredelAlce.

—¿LejosdeTorredelAlce?—repetí,atónito.Eracomosialguienhubieradescorridounacortina.Nuncasemehabíaocurridoesaposibilidad.Derepentelas carreteras que salían de Torre del Alce relucieron en mi mente, y losmanoseados mapas que había tenido que estudiar se convirtieron en posiblesdestinosquevisitar.Mequedéparalizado.

—Sí—dijo quedamente Cérica—. Salir de Torre del Alce. La sombra deHidalgoseatenúaamedidaquetehacesmayor.Notecobijaráeternamente.Esmejorqueseastúmismo,unhombreconunavidayvocaciónpropiasalasquededicarse antes de que su protección desaparezca del todo. Pero no hace faltaquerespondasahora.Piénsatelo.PodríashablarloconBurrich,quizá.

Mediomihojademédulavegetalymeenviódevueltaamisitio.Meditésuspalabras,peronofueBurrichaquienselastransmití.Enlamadrugadadeunnuevo día, Chade y yo estábamos agazapados, cabeza con cabeza, conmigorecogiendo los rojos pedazos de un tiesto roto que había tirado Sisa y Chaderescatandolaspequeñassemillasnegrasquehabíansaltadoentodasdirecciones.Sisa sehabía subidoencimadeun tapizpandeadoygañíacontrita, aunqueyopercibíasuhumorismo.

—¡DesdeKalibraquevienenestassemillasyvastúylastiras,pelleja!—laregañóChade.

—Kalibra —dije, y acoté—: a un día de viaje tras nuestra frontera conArenasdelBorde.

—Enefecto,muchacho—musitóChadeconaprobación.—¿Hasestadoallíalgunavez?

—¿Yo?Oh,no.Mereferíaaquelassemillassondeallí.TuvequeenviaraalguienaCopabetoabuscarlas.Allí tienenunmercadoenormequeabasteceatodoslosSeisDucadosytambiénamuchosdenuestrosvecinos.

—Oh.Copabeto.¿Hasestadoallíalgunavez?Chadehizomemoria.—Unaodosveces,cuandoerajoven.Meacuerdodelbullicio,sobretodo,y

del calor.Las tierras de interior son así…demasiado secas, demasiado áridas.MealegrédevolveraTorredelAlce.

—¿AlgunavezhasestadoenunsitioquetegustaramásqueTorredelAlce?Chadeseenderezódespacio,conlamanopálidallenadediminutassemillas

negras.—¿Por qué no me preguntas lo que quieres saber en vez de andarte con

tantosrodeos?AsíquelehablédelaofertadeCéricaytambiéndemirecientecomprensión

dequelosmapaseranalgomásqueconjuntosdelíneasycolores.Eranlugaresyoportunidades,ypodríairmedeallíyestarenotraparte,serescribanoo…

—No.—Chadehablóconvozquedaperobrusca—.Daigualdóndevayas,serás siempre el bastardo de Hidalgo. Cérica es más perspicaz de lo que yopensaba,perosiguesincomprender.Notodaslasimplicaciones.Elvequeaquíenlacorteserássiempreunbastardo,estarásrelegadosiempreatucondicióndeparia.Loqueseleescapaesqueaquí,beneficiándotedelasoportunidadesqueteofreceelreyArtimañas;estudiandotuslecciones,bajosututela,nosuponesninguna amenaza para él. Claro, aquí estás bajo la sombra de Hidalgo. Teprotege, sí. Pero si estuvieras lejos, si no necesitaras esa protección, teconvertirías en una amenaza para el rey Artimañas, y aún más para susherederos.Nopodríasentregartealavidasencilladeunescribanoitinerante.Lomásprobableesqueamanecierasunamañanadegolladoenlacamadecualquierposadaoqueteencontraranenelcaminoconunaflechaclavadaenlaespalda.

Merecorrióunescalofrió.—Pero¿porqué?—preguntéconunhilodevoz.Chade suspiró. Dejó las semillas en un plato y se sacudió las manos

delicadamente para desprender los granos que se le habían quedado pegadosentrelosdedos.

—Porque eres un bastardo real, rehén de tu propio linaje. De momento,

como ya te he dicho, no supones ninguna amenaza para Artimañas. Eresdemasiadojoveny,además,tetienedondepuedevigilarte.Peroesprevisor.Ytúdeberíasserlotambién.Correntiemposdifíciles.Lospillajesdelosmarginadosestánvolviéndosemásosados.Loshabitantesdelacostaempiezanaprotestar,dicen que hacen faltamás patrulleras, incluso buques de guerra, para saquearcomonos saquean anosotros.Pero losDucados terralesnoquierenpagarunamonedademásparacostearlaconstruccióndebarcosdeningúntipo,ymenosde buques de guerra que podrían precipitarnos a una guerra a gran escala. Sequejandequeelreysólopiensaenlacosta,sinimportarlesustierrasdecultivo.Y las gentes de lasmontañas reclaman cada vezmás dinero por transitar suspasos. Las cuotas de comercio aumentan todos los meses. De modo que loscomerciantesselamentanydiscutenentresí.Haciaelsur,enArenasdelBordeymás allá, hay sequía y viven momentos de apuro. Allí todos se deshacen enmaldiciones,comosielreyyVeraztambiéntuvieranlaculpadequenollueva.Verazeselhombreperfectoparacompartirunajarradevino,perocarecedelasdotesdesoldadoydiplomáticoque teníaHidalgo.Preferiríasaliracazaralceseninviernooquedarsejuntoalachimeneaescuchandojuglaresqueenfrentarsealascarreterasnevadasyhacerfrentealasinclemenciasdeltiemposóloparanoperder el contacto con losdemásducados.Antesodespués, si nomejoran lascosas,lagenteempezaráapensarydirá:"Oye,tampocohacíafaltaarmartantoalborotoporunbastardo.Hidalgodeberíasubiralpoder;seguroqueélacabaríapronto con todo esto. A lo mejor era un poco estirado en lo que respecta alprotocolo,peroporlomenosconseguíaquesehicieranlascosasynopermitíaquenospisotearanlosextranjeros".

—¿Hidalgopodría llegaraser rey?—Lapreguntameprodujounaextrañaemoción.Me imaginé de repente su regreso triunfal a Torre delAlce, nuestroposibleencuentroyluego…¿Yluegoqué?

ParecíaqueChademeestuvieraleyendoelpensamiento.—No,chico.Noesnadaprobable.Aunquetodoelmundoselopidiera,dudo

de que él se retractara de su decisión o se opusiera a los deseos del rey. Perosurgirían losmurmullos y los refunfuños, y éstos podrían generar disturbios yalborotos; ah, y un ambiente posiblemente hostil para el bastardoquequisierapasearselibrementeporél.Seríasunacuestiónazanjaratodacosta.Terminaríassiendouncadáverouninstrumentodelrey.

—Uninstrumentodelrey.Yaveo.—Mesentíoprimido.Mibreveatisbodecielosazulesextendidossobrecarreterasdoradas,conmigoviajandoporellasalomos de Hollín, se desvaneció de repente. Pensé entonces en los perrosencerradosensus jaulas,oenelhalcón,encapuchadoyamarrado,queviajabaposadoenlamuñecadelreyysólovolabacuandoésteloconsentía.

—Notieneporquésertanmalo—dijoChadeconvozqueda—.Lamayoríadelasprisionessonobranuestra.Unhombretambiénpuedecrearsulibertad.

—Nuncasaldrédeaquí,¿verdad?—Apesardelanovedaddelaidea,viajarsemeantojabadegolpealgosumamenteimportante.

—Nodiríayo tanto.—Chadebuscabaalgoconque taparelplato llenodesemillas.Acabócontentándoseconcubrirloconunplatillo—.Vasavermuchossitios. Discre-tamente, y cuando los intereses de la familia requieran que losvisites.Peroesoescasilomismoqueocurreconcualquierpríncipedelasangre.¿CreesqueHidalgoelegíadóndeiraejercerdediplomático?¿CreesqueaVerazle gusta visitar ciudades asoladas por los marginados, escuchar las quejas depersonas que aseguran que, de haber estado sus pobladosmejor fortificados omásvigilados, nadade esohabríaocurrido?Unpríncipedeverdad tienepocalibertad cuando se trata de decidir adonde ir o cómo pasar el tiempo.ProbablementeHidalgogoceahorademáslibertadquenunca.

—Libertad para todo menos para volver a Torre del Alce.—Comprenderaquellomeparalizó,conlasmanosllenasdefragmentosdearcilla.

—LibertadparatodomenosparavolveraTorredelAlce.Noseríaprudentesoliviantaralpopulachoconvisitasdeunantiguoreyalaespera.Esmejorquesehayaretiradosinhacerruido.

Tirélospedazosalsuelo.—Porlomenosélpuedeiraalgunaparte—musité—.Yonisiquierapuedo

iralaciudad…—¿Tanimportanteesesoparati?¿Iraun-insignificantepuertomugrientoy

grasientocomolaciudaddeTorredelAlce?—Allí hay otras personas… —-Vacilé. Ni siquiera Chade conocía a mis

amigosdelaciudad.Melancédecabeza—.MellamanNuevo.Nopiensan"elbastardo"cadavezquemeven.

Eralaprimeravezqueloexpresabaconpalabras,peroderepentemeparecíaevidentecuáleralaatracciónqueejercíalaciudadsobremí.

—Ah —dijo Chade; sus hombros se movieron como si suspirara, peroguardó silencio. Un momento después me estaba explicando cómo se podíahacerenfermaraunhombredándoleruibarboyespinacasenlamismacomida,enfermarlo hasta el punto de provocarle la muerte si las porciones eran lobastanteabundantes,sinnecesidaddeacercaralamesaunasolagotadeveneno.Lepreguntécómoseevitabaquelosdemáscomensalesenfermaranasuvez,ynuestraconversaciónderivóapartirdeahí.NofuehastaalgomástardequesuspalabrasacercadeHidalgosemeantojaroncasiproféticas.

Dos días despuésme sorprendió escuchar que Cérica había solicitadomisservicios para un día.Me sorprendí aúnmás cuandome entregó una lista desuministrosquenecesitabadelaciudad,yplatasuficienteparacomprarlos,conun par de cobres añadidos para mí. Contuve la respiración, temiéndome queBurricho cualquierademismaestrosobjetara algo, pero envezde eso semeurgió a ponerme en marcha. Crucé las puertas con un cesto en el brazo y lamente ilusionada conmi inesperada liberación. Calculé losmeses que habíanpasadodesdelaúltimavezquelograrasalirahurtadillasdeTorredelAlceymesorprendiódescubrirqueyahacíaunañoomás.Planeéinmediatamenterenovarmi familiaridad con la ciudad. Nadie me había dicho cuándo debía volver yestaba seguro de poder robar un par de horas paramí sin que nadie se dieracuenta.

LavariedaddeobjetosquecomponíanlalistadeCéricamellevóportodalaciudad.Desconocíaparaquépodíaquererunescribanocabellossecosdesirenaounpuñadode almendras.Quizáutilizara todo aquello para obtener tintas dedistintos colores y, cuando no pude encontrarlo en las tiendas normales,encaminémispasoshaciaelbazardelpuerto,dondecualquieraqueestiraraunamanta en el suelo y pusiera algo a la venta podía declararse mercader. Allíencontréenseguidalasalgasmarinasymeenterédequeerauningredientemuyutilizadoenlasopadepescado.Lasalmendrasmellevaronmástiempo,pueseraalgoqueprocedía del interior y nodelmar, y eranmenos los vendedores quecomerciabanconesosproductos.

Pero al final di con ellas y con las cestas de plumas de puercoespín, lascuentas demadera talladas, los conos de cáscara de nuez y la tela de cortezamachacada. La mujer que atendía la manta era muy anciana, y su cabello sehabíatornadoplateadoenlugardeblancoogris.Teníaunapoderosanarizrecta

ysusojosdescansabansobrelashuesudasrepisasqueeransuspómulos.Eraunaherencia racialquemeresultabaextrañaycuriosamente familiar,yseapoderódemíunescalofríocuandosupederepentequeveníadelasmontañas.

—Keppet —dijo la mujer que estaba sentada frente a la estera contiguacuandohubefinalizadomicompra.Lamirédesoslayo,pensandoquesedirigíaalamujeralaqueyoacababadepagar.Peroeraamíaquienmirabafijamente—.Keppet—repitió, insistente,ymepreguntéquéquerríadecirensuidioma.Parecía una especie de exhortación, pero la anciana se limitaba a seguirobservandolacallefríamente,demodoquemeencogídehombrosamododedisculpasdirigidasasuvecinamásjovenymedilavueltamientrasguardabalasalmendrasenmicesto.

No había dado más de una docena de pasos cuando oí que chillaba "¡Keppet!"denuevo.Volvílavistaatrásydescubríquelasdosmujeressehabíanenzarzado en una riña. La anciana sujetaba las muñecas de la joven y éstaporfiaba, se retorcía y pataleaba para liberarse. A su alrededor, los demáscomerciantes se ponían de pie alarmados y recogían sus productos para evitarquesufrieranalgúndaño.Mehabríagiradodeltodoparapresenciarlapeleadenoserporquecrucélamiradaconotrorostromásfamiliar.

—¡Martíllete!—exclamé.Memiró,yporun instantepenséquemehabía equivocado.Hacíaunaño

quenolaveía.¿Cómopodíacambiartantounapersona?Elpelonegroquesolíallevartrenzadoyrecogidodetrásdelasorejasahoralecaíasueltopordebajodeloshombros.Eibavestida,noconunchalecoyunospantalonesholgados,sinoconunablusayunafalda.Suatuendodeadultamedejósinpalabras.Mehabríagiradoyfingidoquellamabaaotrapersonasisusojosnegrosnomehubierandesafiadomientrasrespondíaconfrialdad:

—¿Martíllete?Memantuvefirme.—¿NoeresMollyMartíllete?Levantóunamanoparaapartarseuncabellodelamejilla.—MellamoMollyCandelaria.—Vielreconocimientoensumirada,perosu

vozseguíasiendofríacuandoañadió—:Creoquenoloconozco.¿Sunombre,señor?

Desconcertado,reaccionésinpensar.Lasondeé,descubrísunerviosismo,me

sorprendiósutemor.Busquéideasypalabrasconquetranquilizarla.—SoyelNuevo—dijesinvacilar.Abriómucholosojos,sorprendida,yluegoseriódeloqueconsiderabauna

broma.Labarreraquehabíaerigidoentrenosotrosestallócomounapompadejabón,y lapercibíde repente igualqueenelpasado.Entrenosotrosexistía lamisma cálida afinidad que tantome recordaba aMorrón.Desapareció toda laincomodidad.Lamultitudseapelotonabaentornoalasmujerescontendientes,perodejamosatráseltumultoyrecorrimoslacalleempedrada.Elogiésufalda,yme informócon todanaturalidadqueyahacíavariosmesesque las llevaba,yquelaspreferíacondiferenciaalospantalones.Habíapertenecidoasumadre;lehabíandichoqueyanosepodíaencontrarenningunaparteunalanahilvanadade forma tan delicada como aquella, ni aquel rojo tan brillante que parecíateñido.Tambiénellaadmirómiropa,ycomprendídegolpequequizáleparecíatan cambiado comome lo parecía ella amí.Llevabapuestamimejor camisa,hacíapocosdíasquemehabíanlavadolospantalonesymisbotasnoteníannadaque envidiar a las de cualquier soldado, pese a las protestas de Burrich, quelamentabalodeprisaquesemequedabanpequeñas.Mepreguntóquéhacíaenlaciudad y le conté que estaba haciendo recados para el maese escribano de latorre.También le dije que necesitaba dos velas de cera de abeja, algo quemeinventé sobre lamarcha para poder seguir a su ladomientras deambulábamospor la calle sinuosa. Entrechocábamos los codos al caminar y ella hablaba.Llevabaunacesta colgadadelbrazoa suvez.Enellahabíavariospaquetesymanojos de hierbas, para hacer velas aromáticas, me dijo. La cera de abejaabsorbíaelperfumemuchomejorqueelsebo,ensuopinión.Hacíalasmejoresvelasaromáticasde todaTorredelAlce; incluso losotrosdoscandelerosde laciudadloreconocían.Ten,huele,estoeslavanda,¿noesdelicioso?Lafavoritadesumadre,ytambiéndeella.Estaeslaflordelmadroñoyestoestoronjil.Esaeraipecuanasilvestre,noerasufavorita,no,perosedecíaqueconsusvelassecuraban los dolores de cabeza y la melancolía propia del invierno. MavisCortahilodecíaquelamadredeMollylamezclabaconotrashierbasyconseguíaunasvelasexcelentes,capacesdeserenarinclusoaunbebéaquejadodecólico.Así que Molly había decidido intentarlo, experimentar para ver si lograbaencontrarlashierbasadecuadasyrecrearlarecetadesumadre.

Su sosegada ostentación de conocimientos y habilidades me impulsó a

destacarmeensupresencia.—Conozco la ipecuana—ledije—.Seempleaparahacerunapomadaque

aliviaeldolordehombrosyespalda.Poresoseledatambiénelnombrederaízdellabrador.Perosisedestilaunatinturaconellaysemezclabienconelvino,nosenotasusabor,ypuedehacerqueunhombreadultoduermadurantetodoundía,unanocheyotrodíaentero,oquemueraunniñomientrasduerme.

Abrió mucho los ojos mientras yo hablaba, y mis últimas palabrasconsiguieronqueadoptaraunaexpresiónhorrorizada.Guardésilencioypercibídenuevoaquellapronunciadaincomodidad.

—¿Cómosabesesascosas?—preguntó,sinaliento.—Lo… looí enbocadeunaviejamatrona itinerante que estabahablando

conlaparteradelatorre—improvisé—.Lahistoria…eramuytriste,hablabade un hombre herido que había tomado un poco para descansar, pero su bebébebió también. Un lamentable accidente.—Sus rasgos volvían a suavizarse ysentí que su calidez fluía de nuevo hacia mí—. Te lo digo para que tengascuidadoconesaraíz.Noladejesalalcancedeningúnniño.

—Gracias.Noloharé.¿Teinteresanlashierbasylasraíces?Nosabíaqueaunescribanoleinteresaranesascosas.

Comprendíderepentequepensabaqueyoeraelayudantedelescribano.Noencontrérazónparasacarladesuerror.

—Ah,Céricautilizamuchascosas,paraconseguirtintasycolores.Algunascopias sonbastantes simples, perootras requierenunamayor elaboracióny seadornanconaves,gatos,tortugasopeces.Mehaenseñadounherbarioquetieneenelbordedesuspáginaslosverdesylasfloresdetodaslashierbas.

—Cómo me gustaría verlo —dijo apasionadamente, e inmediatamenteempecéapensarenlamaneradecogerellibroprestadounosdías.

—A lo mejor puedo conseguirte una copia para que la leas… no podríasquedártela,perosíestudiarlaunosdías—ofrecí,vacilante.

Serió,aunqueconuntonoextraño.—¡Como si supiera leer!Oh, supongo que tú sí habrás aprendido algunas

letras,haciendorecadosparaelescribano.—Algunas—respondí, y me sorprendió la envidia que asomó a sus ojos

cuando le enseñémi listay le confeséquepodía leer las sietepalabrasque lacomponían.

Seapoderódeellaunarepentinatimidez.Aminoróelpaso,ymedicuentadequenosacercábamosalavelería.Mepreguntabasisupadreseguiríapegándola,peronomeatrevíaapreguntar.Almenossucaranomostrabaindiciosdequeasífuera. Llegamos a la puerta de la velería y me detuve. Ella debía de habertomado algún tipo de decisión inesperada, porque me apoyó la mano en lamanga,cogióalientoymepreguntó:

—¿Creesquepodríasleermealgo?¿Aunquefuerasólountrozo?—Lointentaré—convine.—Cuandoyo…ahoraquellevofalda,mipadremehadadolascosasdemi

madre. Trabajó de costurera para una dama de la torre cuando era niña, yaprendió las letras.Conservoalgunasde las tablillasqueescribió.Megustaríasaberquépone.

—Lointentaré—repetí.—Mipadreestáenlatienda.—Nodijonadamás,peromebastóelmodoen

quechocósuconcienciaconlamía.—Tengo que llevar dos velas de cera de abeja al escribano Cérica —le

recordé—.Nomeatrevoavolveralatorresinellas.—Procura no tratarme con demasiada familiaridad—me advirtió y luego

abriólapuerta.La seguí, pero despacio, como si hubiéramos coincidido ante la misma

puerta por azar. Las precauciones eran innecesarias. Su padre dormíaprofundamente enuna silla junto a la chimenea.Me sorprendióver el cambioquesehabíaoperadoenél.Sianteseradelgadoahoraeraesquelético,lacarnedesurostromerecordóaunamasapocococidaquecubrieraunagrumosatartade frutas.Chademehabía enseñadobien.Me fijé en lasuñasy los labiosdelhombre, y aun desde el otro lado de la estancia supe que le quedaba poco devida.Quizá hubiera dejado de golpear aMolly porque le faltaban las fuerzas.Mollyhizoungestoparaindicarmequeguardarasilencio.Desapareciódetrásdelas colgaduras que separaban su hogar de la tienda, así pude explorar elestablecimiento.

Eraunlugaragradable,nomuygrande,aunqueeltechoeramásaltoqueenlamayoríadelastiendasyhogaresdelaciudaddeTorredelAlce.Supusequesiel piso estaba barrido y ordenado sería gracias a la diligencia deMolly. Losagradables perfumes y la suave luz de su oficio inundaban la estancia. Sus

mercancías colgaban en parejas unidas por sus mechas compartidas de largasclavijasalineadasenunabalda.Otroestanteestaballenodelasgrandesvelasdeseboqueseutilizabanenlosbarcos.Inclusoexhibíatreslámparasdecerámicavidriadaparaquienespudieranpermitirseellujo.Ademásdelasvelas,descubríqueteníaalaventatarrosdemiel,subproductonaturaldelospanalesquehabíadetrás de la tienda y de los que recogía la cera con que confeccionaba susprincipalesproductos.

Molly reapareció y me indicó que me reuniera con ella. Llevó hasta unamesaunpuñadodevelasyunconjuntodetablillas.Luegoseapartóyapretóloslabioscomosicuestionaraloadecuadodesuacción.

Las tablillas estaban hechas a la antigua usanza. Eran simples trozos demaderacortadosconlavetadelárbolylijados.Lascartashabíansidoredactadasconpulcritudysehabíanimprimadoenlamaderaconunaamarillentacapadecolofonia. Había cinco, excelentemente caligrafiadas. Cuatro eran concisoslistadosdehierbasqueseutilizabanparafabricarvelascurativas.MientrasleíacadaunadeellasaMolly,viqueseesforzabaporaprendérselasdememoria.Alllegaralaquintatablilla,vacilé.

—Estonoesunareceta—ledije.—Vaya,¿quées?—preguntóenvozbaja.Meencogídehombrosyempecéaleer.—Hoy ha nacido mi Molly Ramillete, más preciosa que ningún ramo de

flores.Paraelparto,encendídosvelaslargasdeyemasdelaurelydosvelasdevasoperfumadascondospuñadosdeesasvioletastanpequeñasquecrecencercadelMolino de Bienhechor, y otro puñado de amaranto,machacadomuy fino.Esperoqueellahagalomismocuandolelleguelahoradedaraluz,paraquesupartoseatancómodoyfácilcomoelmío,ysuretoñoigualdeperfecto.Asíloespero.

Eso era todo.Cuandohube terminadode leer, se asentó el silencio.Mollycogió la última tablilla demismanos, la sostuvo entre las suyas y la observófijamente, como si leyera en los caracteres algoqueyohabíapasadopor alto.Arrastrélospies,yelrocelerecordóqueyoseguíaallí.Sinpronunciarpalabra,recogiótodassustablillasyvolvióairseconellas.

Cuandoregresó,seacercódeprisaalaestanteríaycogiódosvelasdeceradeabejaalargadas,yluegosedirigióaotroestanteparatomardosgruesasvelasde

colorrosa.—Sólomehacenfalta…—Chitón. Estás son gratis. Las de flor de mosqueta te darán sueños

apacibles.Amímeencantanycreoqueati tegustarántambién.—Suvozeraamable,perocuandolasmetióenmicestasupequeesperabaquememarchara.Aunasí,meacompañóhastalapuertaylaabrióconcuidadoparanodespertarasupadre—.Adiós,Nuevo—dijo,yentoncesmededicóunasonrisadeverdad—.Ramillete.Nosabíaquemehabíapuestoesenombre.EnlacallesiempremehanllamadoMartíllete.Supongoquelosmayoresquesabíancómomellamabaloencontrabangracioso,yconeltiempoprobablementeseolvidarondequemellamabadeotraforma.Enfin.Nomeimporta.Ahoraesmío.Elnombredemimadre.

—Esperfectoparati—dijeenunsúbitoarrebatodegalantería.Mientrasellasemequedabamirandoysemeencendíanlasmejillas,mealejédelapuerta.Mesorprendió descubrir que era muy tarde, casi de noche. Hice el resto de misrecados a la carrera, mendigando el último objeto de mi lista, un pellejo decomadreja,traslospostigosdelaventanadelcomerciante.Meabriólapuertaaregañadientes,rezongandoquelegustabacenarcaliente,peroseloagradecítanencarecidamentequedebiódepensarqueyoeraunchiflado.

Corríaporlapartemásempinadadelacarreteradevueltaalatorrecuandooí el inesperado galope de unos caballos a mi espalda. Procedían de la zonaportuariadelaciudad,ycabalgabanaprisa.Eraridículo.Nadieteníacaballosenlaciudad,puesloabruptodeloscaminosdisminuíalaconvenienciadesuuso.Además, la ciudad ocupaba una área tan reducida que montar a caballo seconsideraba más propio de vanidosos que de gentes prácticas. De modo quedebían de ser caballos de los establos de la torre. Me hice a un lado de lacarreterayaguardé,curiosoporsaberquiénsearriesgaríaaincurrirenlasirasdeBurrich montando a caballo a esa velocidad en un camino pedregoso,resbaladizoymaliluminado.

Parami asombro, eranRegio yVeraz, a lomos de los corceles negros queeran el orgullo de Burrich. Veraz sujetaba un testigo plumado, como el quellevaban los mensajeros de la torre cuando portaban noticias de máximaurgencia.AlvermedepieenlaorilladelcaminolosdosdetuvieronsuscaballoscontantaviolenciaqueeldeRegiosegiróbruscamenteyestuvoapuntodecaer

derodillas.—¡ABurrich ledaráunataquesiesepotrose rompeunapata!—exclamé

desolado,ycorríhaciaél.Regio profirió un grito inarticulado, y un instante después Veraz se reía

sincopadamentedeél.—Pensasteque eraun fantasma, comoyo.Caray, chaval, noshasdadoun

sustodemuerte,ahíplantado.Yconloqueteparecesaél.¿Verdad,Regio?—Veraz, eres idiota.Muérdete la lengua.—Regio sevengóde sumontura

tirandodelbocadoysealisólosplieguesdeljubón—.¿Quéhacesenlacarreteraa estas horas, bastardo? ¿Qué te propones, huyendo de la torre camino de laciudadenplenanoche?

Estaba acostumbrado al trato desdeñoso que me dispensaba Regio. Sinembargo, aquella severa reprimenda suponía una novedad para mí. Por logeneralselimitabaaevitarme,semanteníaapartadodemícomosiyofueraunmontóndeestiércol.Lasorpresamehizoresponderprecipitadamente.

—Vuelvoalatorre,nomeestoyescapando,sir.HeestadohaciendorecadosparaCérica.—Levantémicestoamododeprueba.

—Seguroquesí.—Enseñólosdientes—.Quécasualidad.Quécoincidenciamásoportuna,bastardo.—Volvióaarrojarmeesapalabra.

Debí de adoptar una expresión entre dolida y desconcertada, pues Verazresoplóconsuacostumbradaindolenciaydijo:

—Nolehagascaso,chico.Noshasdadounbuensusto.Acabadellegarunbarcofluvialalaciudad,ondeandolabanderademensajeríaurgente.YcuandovamosRegioyyoaenterarnosdeloqueocurre,mirapordónde,resultaqueesdePaciencia, quien nos comunica el fallecimiento deHidalgo.Luego, cuandoremontamos la carretera, nos encontramos con su viva imagen en miniatura,mirándonossilenciosamente,asíqueentrequeestábamosalgosobrecogidosy…

—Mira que eres idiota, Veraz —escupió Regio—. Grítalo a los cuatrovientos, que se enteren todos antes que el rey. Y deja demeterle ideas en lacabezaalmocosoconquesepareceaHidalgo.Segúnsedice,yatieneideasdesobra él sólito, y eso tenemos que agradecérselo a nuestro querido padre.Vamos/Tenemosqueentregarunmensaje.

Regiovolvióatirardelacabezadesumonturaylehincólasespuelas.Lovimarchar,yporuninstantejuroquesólopenséquedeberíairalestablocuando

llegaraalatorre,paraecharleunvistazoalapobrebestiayverhastaquépuntolehabíanlastimadolaboca.PeroporalgúnmotivomiréaVerazydije:

—Mipadrehamuerto.Estabasentadoensucaballo,inmóvil.Peseasermásaltoycorpulentoque

Regio, tenía mejor porte montado. Creo que se debía al soldado que llevabadentro.Meobservóensilenciounmomento.Luegodijo:

—Sí.Mihermanohamuerto.—Meconcedióaquello,mitío,aquelinstantedeafinidad,ycreoquecambióparasiempreelconceptoqueteníadeél—.Subedetrásdemí,chico,ytellevarédevueltaalatorre—seofreció.

—No,gracias.Burrichmearrancaríalapielatirassiseenteradequehesidoelsegundojinetedeuncaballoenestacarretera.

—Te la arrancaría sinduda, chico—convino amigablementeVeraz.Luego—:Sientoquetehayasenteradoasí.Noséenquéestaríapensando.Meparecetanirreal.—Atisbésusinceropesar;luegoélseagachó,dijoalgoasucaballoyésteemprendiólamarcha.Meencontrésoloenelcaminoencuestióndemerosinstantes.

Empezóacaerunafinalluvianeblinosayseapagólaúltimaluznatural,yyoseguíaallíquieto.Observélatorrealolejos,negracontralasestrellas,punteadade motas de luz. Por un momento pensé en soltar el cesto y salir corriendo,adentrarme en la oscuridad y no regresar jamás. Me pregunté si alguna vezsaldríaalguienenmibusca.Peroenvezdeesomecambiélacestadebrazoyreanudéelfatigosoascensodelacolina.

7.Lamisión

Circularon rumores sobre envenenamiento cuando falleció la reinaDeseo.Hedecididoplasmaraquíporescritoloquesésinlugaradudasqueescierto.LareinaDeseomurió envenenada, pero fue ella la que se administró el veneno,duranteun largoperíodode tiempo,ysureyno tuvonadaquever.Amenudohabíaintentadoconvencerlaparaquenoabusaradelosintoxicantescontantaligereza. Se habían consultado médicos, además de herbolarios, pero noacababa él de persuadirla para que renunciara a una droga cuando ella yahabíaencontradootra.Hacia finales del último verano de su vida, se volvió más temeraria aún,tomando varias sustancias simultáneamente y dejando de preocuparse porocultar sus hábitos. Su comportamiento suponía un verdadero suplicio paraArtimañas, pues cuando ella abusaba del vino o del humo, formulabadescabelladas acusaciones e incendiarias decla-raciones sin reparar en quiénestuvierapresenteocuálfueralaocasión.Cualquiera hubiera creído que los excesos que cometió al final de su vidarepelerían a sus partidarios. Al contrario, afirmaban que Artimañas la habíaempujadoalaautodestrucciónoquelahabíaenvenenadoélmismo.Peroyoséconcertezaquesumuertenofueobradelrey.

Burrichmecortóelpeloparaelluto.Lodejóalalongituddeunanchodededo.Élseafeitólacabeza,inclusolabarbaylascejas,parallorarsupérdida.Lasporcionespálidasdesucabezacontrastabanconelarreboldelasmejillasylanariz;leconferíaunaspectomuyextraño,másaúnqueeldeloshombresdel

bosque que llegaban a la ciudad con el pelo pegajoso de brea y los dientesteñidos de rojo y negro. Los niños miraban atónitos a aquellos salvajes eintercambiabansusurrosasupaso,peroaBurrich lo rehuíanensilencio.Creoqueeransusojos.HevistooquedadesenunacalaveraqueteníanmásvidaquelosojosdeBurrichduranteaquellosdíasdeduelo.

RegioenvióunhombreaamonestaraBurrichporhaberseafeitadolacabezayhabermecortadoelpelo.Eseerael lutoquemerecíaunreycoronado,nounhombrequehabíaabdicadoeltrono.Burrichmirófijamentealhombrehastaqueéstesefue.Verazsecortóunpalmodecabelloyotrotantodebarba,pueséseera el duelo propio de un hermano. Algunos guardias de la torre se cortarondistintasporcionesdesustrenzas,loquehaceunsoldadocuandocaeuncama-radadearmas.PeroloquehabíahechoBurrichconmigoyconsigomismoeraradical.Lagentenosmiraba.Quisepreguntarleporquédebía llorar lapérdidadeunpadrealquejamáshabíavisto,unpadrequenuncahabíaqueridoverme,peromebastóunvistazoasusojosheladosysubocaparaacobardarme.NadiemencionóaRegioelmechóndelutoquecortódelacrindecadacaballo,nilapestilentepiraqueconsumiótodoelpelosacrificado.TeníalavagaideadequeaquellosignificabaqueBurrichestabaenviandopartedenuestrosespíritusjuntoaldeHidalgo;eraunacostumbrequehabíaheredadodelpueblodesuabuela.

Era como si Burrich hubiera muerto. Una fría fuerza animaba su cuerpo,ejecutandotodassustareassinerrorperotambiénsincalideznisatisfacción.Lossubordinados que antes anhelaban cualquier gesto de elogio de su parte ahorarehuíansumirada,comosisesintieranavergonzados.Foscaeralaúnicaquenolo repudiaba. La vieja perra lo seguía renqueando allí donde fuera, sin recibirningunamiradani caricia de afecto, pero siempre allí.La abracéunavez, porsimpatía,einclusomeatrevíasondearla,perosóloencontréunentumecimientosobrecogedordelamente.Guardabalutoconsuamo.

Lastormentasdeinviernorugíanysilbabanentornoalosacantilados.Losdías se caracterizaban por un frío letargo que imposibilitaba la llegada de laprimavera.Hidalgo fue enterrado enBosqueBlanco. Se celebró unAyuno deDueloenlatorre,perofuebreveypococoncurrido.Setratómásdeungestodecortesíaquedeunverdaderoduelo.Quienesdeverdad lamentaban supérdidaparecían considerarse culpables de mal gusto. Su vida pública debería haberterminadoconsuabdicación;quéimpertinenciaporsupartellamarlaatención

deaquellamanera,muñéndose.Unasemanadespuésdeladefuncióndemipadremedespertaronlafamiliar

corriente de aire procedente de la escalerilla secreta y la consiguiente luzamarilla que me llamaba.Me levanté y subí las escaleras corriendo hasta mirefugio.Mevendríabien alejarmede toda aquella novedad,mezclar hierbasyproducir extraños vapores con Chade de nuevo. Estaba harto del extrañodistanciamientodemiidentidadquemeinvadíadesdequesupedelamuertedeHidalgo.

Peroelextremodesucámara,dondeselevantabaelbancodetrabajo,estabaaoscurasy frío. Chadeseencontrabasentadoantesuchimenea.Mehizounaseñaparaquemesentara juntoasusilla.Mesentéy lomiré,perose limitóaremover las brasas. Levantó su mano cubierta de cicatrices y dejó quedescansara sobre mi cabello tascado. Permanecimos así un momento,contemplandojuntoselfuego.

—Bueno,aquíestamos,chico—comentóporfin,ynadamás,comosiesofueratodocuantoteníaquedecir.Merevolvióelcabello.

—Burrichmehacortadoelpelo—dijederepente.—Mehefijado.—Lodetesto.Mepinchacuandoapoyolacabezaenlaalmohadaynopuedo

dormir.Semecaelacapucha.Yparezcoidiota.—Parecesunchicodelutoporlamuertedesupadre.Permanecí callado un instante. Pensaba que mi pelo era una versión

extendidadelseveroafeitadodeBurrich.PeroChadeteníarazón.Eralalongitudpropiadeunniñoquellorabaasupadre,nodeunsúbditoquelloraseasurey.Esomehizoenfadaraúnmás.

—Pero¿porquétendríaqueguardarlutoporél?—preguntéaChadecomonohabíaosadopreguntaraBurrich—.Nisiquieraloconocía.

—Eratupadre.—Seacostóconunamujer.Cuandoseenteródemiexistencia,sefue.Padre.

Nuncaleimporté.—Mesentíarebeldedandovozalfinamispensamientos.Meponíafurioso,elexageradodesconsuelodeBurrichyahoraeldiscretopesardeChade.

—Esonolosabes.Sóloconoceslashabladurías.Noereslobastantemayorpara comprender ciertas cosas.Nunca has visto a un ave salvaje atrayendo al

depredadorlejosdesuspolluelosfingiéndoseherida.—Nomelocreo—protesté,aunquede improvisomehabíaabandonadola

seguridad—.Nuncahizonadaquemeimpulsaraapensarquesepreocupabapormí.

Chadesevolvióparamirarmeyviquesusojoseranmásviejos,estabanmáshundidosyenrojecidos.

—Si hubieras sabido que le importabas, también lo habrían sabido otros.Cuandoseasunhombre,quizácomprendascuántolecostó.Tenerqueignorarteparamantenerteasalvo.Paraquesusenemigosnosefijaranenti.

—Bueno,ahoranolo"conoceré"hastaquemelleguelahora—melamenté,malhumorado.

Chadeexhalóunsuspiro.—Yesahoratellegarámuchomástardequesitehubierareconocidocomo

heredero.—Hizounapausa,antesdeañadir,concautela—:¿Quéquieressaberacercadeél,chico?

—Todo. Pero ¿qué sabrás tú?—Cuantomás tolerante semostrabaChade,másenfurruñadomesentía.

—Loconocítodasuvida.He…trabajadoconél.Muchasveces.—Asíqueeraiscomouñaycarne.Daba igual cuan impertinente me mostrara, Chade había decidido no

enfadarse.—Como una mano y su guante, más bien —dijo tras considerarlo

brevemente—.Yoeralamanoqueactuabasinservista,protegidaporelsuaveguantedeladiplomacia.

—¿Quéquieresdecir?—Mesentíaintrigado,contramivoluntad.—Se pueden hacer ciertas cosas. —Chade carraspeó—. Pueden suceder

cosasqueallananelcaminoparaladiplomacia.Queaumentanladisposicióndeunaparteanego-ciar.Puedenocurrircosas…

Mimundodiounvuelco.Larealidadseabatiósobremíconlafugacidaddeunavisión,latotalidaddeloqueeraChadeyloqueyoestabadestinadoaser.

—Terefieresaqueunhombrepuedemorir,ydebidoaesosusucesorpuedemostrarsemásdispuestoanegociar.Másafínanuestracausa,bienseaportemoropor…

—Gratitud.Sí.

Un frío horrorme estremeció cuando encajaron todas las piezas de golpe.Todas las lecciones, lasmeticulosas instrucciones y éste era su objetivo.Hiceademándelevantarme,perolamanodeChademeagarróelhombroderepente.

—Oquizá un hombre viva, dos años o cinco o una décadamás de lo quenadiecreíaposible,yalcancelasabiduríaylatoleranciaqueconfierelaedadyquetannecesariassonparalasnegociaciones.Oquizáunbebésecuredelatosque lo asfixiaba, y lamadre aprecie repentinamente agradecida nuestra oferta,beneficiosaparatodoslosimplicados.Lauñanosiempreescarbaenlamuerte,chico.Nosiempre.

—Perosíamenudo.—No te he engañado nunca.—Percibí en la voz deChade dos cosas que

nunca había oído antes. Una actitud defensiva. Y dolor. Pero la juventud esimplacable.

—Creo que nome 'apetece seguir aprendiendo a tu lado. Creo que voy abuscaralreyArtimañasparadecirlequepuedebuscarseaotroquemateporél.

—Detidepende.Peroteaconsejoquenolohagas,demomento.Suserenidadmepillódesprevenido.—¿Porqué?—PorqueesoanularíatodocuantointentóhacerHidalgoporti.Llamaríala

atenciónsobreti.Yenestosinstantes,noesbuenaidea.—Suspalabrasbrotabanmeditadamentepausadas,lastradasporelpesodelaverdad.

—¿Porqué?—pregunté,conunhilodevoz.—PorquehabráquienquieraponerpuntoyfinalalahistoriadeHidalgode

unavezportodas.Ylaformamásadecuadadeconseguirloseríaeliminándote.Esaspersonasestaránatentasatureacciónantelamuertedetupadre.¿Empiezasa tener ideasy temuestras inquieto?¿Teconvertirásenunproblema,como loeraél?

—¿Qué?—Chico—dijo,ymeacercóasulado.Porprimeravezpercibílaposesión

en sus palabras—. En este momento te conviene ser discreto y precavido.ComprendolasrazonesqueteníaBurrichparacortarteelpelo,peroenrealidaddesearíaquenolohubierahecho.OjalánadiehubieraencontradomotivospararecordarqueHidalgoeratupadre.Apenassieresunpollueloyaunasí…Peroescucha.Demomento, no cambiesnada.Espera seismeses, oun año-.Luego

decide.Peroporahora…—¿Cómomuriómipadre?LosojosdeChadeestudiaronmirostro.—¿Nohasoídoquesecayódeuncaballo?—Sí.ComooíaBurrichmaldeciralhombrequecontólahistoria,arguyendo

queHidalgonosecaeríajamás,queningúncaballolotiraría.—Burrichdeberíamorderselalengua.—Entonces,¿cómomuriómipadre?—No lo sé. Pero al igual que Burrich, no creo que se cayera de ningún

caballo.—Chade guardó silencio.Me agaché hasta sentarme junto a sus pieshuesudosycontemplarelfuego.

—¿Vanamatarmetambiénamí?Permaneciócalladolargorato.—No lo sé. No si puedo evitarlo. Creo que antes deben convencer al rey

Artimañasdequeesnecesario.Ysiloconsiguen,losabré.—Entoncescreesquevienedelinteriordelatorre.—Así es. —Chade esperó, pero permanecí callado, renuente a preguntar.

Respondió de todosmodos—.No sabía nada antes de que ocurriera.No tuvenadaquever.Nisiquieravinieronapreguntarme.Probablementeporquesabenquehabríahechoalgomásquenegarme.Mehabríaocupadodequenoocurrierajamás.

—Oh.—Me tranquilicé un poco. Pero yame había adiestrado demasiadobienenlaformadepensardelacorte—.Entoncesprobablementenoacudanatisidecideneliminarme.Temeríanquemeavisaras.

Mecogiólabarbillayvolvílacaraparamirarlealosojos.—La muerte de tu padre debería servirte de advertencia, ahora y para

siempre. Eres un bastardo, chico. Siempre suponemos una amenaza y unadebilidad. Siempre seremos dispensables. Salvo cuando suponemos el avalabsoluto de su seguridad. Te he enseñado algunas cosas en estos años. Peroapréndeteestalecciónyteniasiemprepresente:sialgunavezconsigueshacerteprescindible,tematarán.

Lomiréconlosojosmuyabiertos.—Ahorasoyprescindible.—¿Sí?Mehagoviejo.Túeresjoven,maleable,conlosrasgosyelportede

lafamiliareal.Siempreycuandonohagasgaladeambicionesimpropias,teirábien.—Hizo una pausa, antes de enfatizar lacónicamente—:Pertenecemos alrey,chico.Somossuyos,deunmodoenelquequizánohayaspensado.Nadiesabe qué hago y muchos han olvidado quién soy. O era. Si alguien sabe denosotros,esporbocadelrey.

Ordenémisideasprecavidamente.—Entonces…hasdichoquevinodel interiorde la torre.Perosino tehan

empleado a ti, es porque no ha venido del rey… ¡La reina! —exclamé, conrepentinacerteza.

LosojosdeChadevelabansuspensamientos.—Esa es una deducción peligrosa. Más peligrosa todavía si pretendes

fundamentartusaccionesenella.—¿Porqué?Chadesuspiró.—Cuandocreestenerunaideaydecidesqueescierta,sinpruebas,teciegas

aotrasposibilidades.Tenias todasencuenta,chico.Puedequese trataradeunaccidente.QuizáHidalgomurieraamanosdealguienaquienhabíaofendidoenBosqueBlanco.Alomejornotuvonadaqueverconquefuerapríncipe.Oquizáelreytengaotroasesinodelqueyonosénada,ofueralapropiamanodelreylaqueacabaraconlavidadesuhijo.

—Nocreesenningunadeesasposibilidades—dijeconseguridad.—No.No creo. Porque no tengo pruebas que corroboren la verdad.Como

tampocolastengoparaafirmarquefueralareinaquienatentaracontratupadre.Eso es todo cuanto recuerdo de nuestra conversación aquella noche. Pero

estoy seguro de que Chademe había empujado deliberadamente a considerarquién podría haber actuado contrami padre, para infundirme unmayor recelohacia la reina.Tuve siempre presente aquella desconfianza, y no sólo los díasinmediatamente siguientes. Me dediqué a mis quehaceres, me creció el pelopocoapocoyaprincipiosdelverdaderoveranotodoparecíahabervueltoalanormalidad. Cada pocas semanas me enviaban a la ciudad a hacer recados.Prontomedicuentadequedaba igualquiénmeenviara, siemprehabíaunoodos objetos de la lista que terminaban en los aposentos deChade, por lo quesupusequiénandabadetrásdemispequeñosmomentosdelibertad.NolograbareunirmeconMolly siemprequebajaba a la ciudad,peromeconformaba con

asomarmealaventanadesutiendahastaqueellarepararaenmíymededicaraalmenosungestoconlacabeza.Unavezoíaalguienenelmercadoensalzandolacalidaddesusvelasaromáticas,ycómonadiehabíavueltoahacerunasvelasmedicinalestanfragantesydetanbuenacalidaddesdelapérdidadesumadre.Sonreíymealegréporella.

Llegó el verano, trayendo climas más cálidos a nuestras costas, y con élvinieron los marginados. Algunos llegaron como honrados mercaderes, conproductos de las tierras frías para vender—pieles, ámbar,marfil y cuñetes deaceite— e historias de miedo que contar, relatos que todavía conseguíanponermelapieldegallinacomocuandoerapequeño.Nuestrosmarinerosnosefiabandeellos,lostildabandeespíasycosaspeores.Perosusmercancíaserandebuenacalidad,yeloroconquecomprabannuestrovinoynuestro trigoerasólidoypesado,ynuestroscomerciantesloaceptaban.

También visitaron nuestras orillas otrosmarginados, aunque no demasiadocercade las tierrasdeTorredelAlce.Llegabanconcuchillosyantorchas,conarcos y arietes, para arrasar y saquear las mismas aldeas que saqueaban yarrasabandesdehacíaaños.Avecesdabalaimpresióndetratarsedeunacruentay elaborada competición; para ellos por ver qué aldeas encontrabandesprevenidas o desabastecidas, y para nosotros por ver de qué maneraconseguíamos atraerlos a objetivos en apariencia vulnerables y asesinar ysaquear después a los mismos piratas. Pero si se trataba de una competición,aquelveranofuimosderrotados.Cadavezquevisitabalaciudadmeenterabadenuevasnoticiasdedestrucciónmurmuradasporlosvecinos.

En la torre, entre los soldados, imperaba una sensación colectiva deimbecilidadqueyocompartía.Losmarginadoseludíannuestraspatrullerasconfacilidadynuncacaíanenlastrampasquelestendíamos.Atacabandondemenoshombresteníamosymenosnosloesperábamos.ElmásdesconcertadoeraVeraz,pues había recaído sobre él la tarea de proteger el reino tras la abdicación deHidalgo. En las tabernas se rumoreaba que todo se había estropeado cuandoperdió el atinado consejo de su hermanomayor. Nadie se pronunciaba contraVerazenvozalta,pero resultabapreocupanteque tampoconadie salieraen sudefensa.

Críoaúncomoera,veía los saqueoscomoalgoquenomeafectaba.Claroque era algo malo, y lamentaba vagamente los incendios y las tropelías que

debíansoportar losaldea-nos.Pero, segurocomomesentíaenTorredelAlce,desconocíaelmiedoy lavigilanciaconstantea losqueestabanacostumbradasotras ciudades portuarias, o la agonía de los aldeanos que debían volver alevantarsushogarestodoslosaños,sóloparavercómosereducíanacenizasalañosiguiente.Esainocenciafrutodelaignorancianopodíadurarmucho.

Una mañana asistí a mi "clase" con Burrich, aunque pasaba más tiempocuidando de los animales y adiestrando potros que recibiendo clase. HabíatomadoelrelevodeMazurcoenlosestablos,mientrasélpasabaaconvertirseenel criado y perrero de Regio. Pero aquel día, para mi sorpresa, Burrich mecondujoarribaasucuartoymepidióquemesentaraa lamesa.Temíquemeaguardaraunatediosamañanareparandoarreosdecuero.

—Hoytevoyaenseñaracomportarte—anuncióBurrichderepente.Habíauna nota de escepticismo en su voz, como si dudara de mi capacidad paraaprender.

—¿Conloscaballos?—pregunté,incrédulo.—No.Esoya sabes cómohacerlo.Con las personas.En lamesay, luego,

cuandolagentesesientaacharlar.Modales.—¿Porqué?Burrichfruncióelceño.—Porque por motivos que no alcanzo a comprender, vas a acompañar a

Veraz cuando éste vaya a Bahía Pulcritud a reunirse con el duque Kelvar deGarrón.LordKelvarno ayuda a lordShemshyavigilar las torresde la costa.Shemshy lo acusa de dejar las torres completamente desguarnecidas, demodoquelosmarginadossepaseanpordelantedeellaseinclusoechanelanclafrentea la Isla de la Guardia, desde donde saquean las aldeas de Shemshy en elterritorio del ducado de Torote. El príncipe Veraz va a consultar estasacusacionesconKelvar.

Comprendí la situación de inmediato. Los rumores eran frecuentes en laciudaddeTorredelAlce.LordKelvardelducadodeGarrónteníatrestorresdevigilanciaasucuidado.LasdosqueflanqueabanlaspuntasdeBahíaPulcritudsiempreestabanbienguarnecidas,puesprotegíanelpuertomás importantedelducado.Pero la torrede la Islade laGuardianoprotegíagrancosaenGarrónque lord Kelvar considerara importante; su costa elevada y abrupta albergabapocas aldeas, y los posibles invasores lo tendrían difícil para impedir que sus

barcos seestrellarancontra las rocasmientrasellos sededicabana saquear.Elsurdelacostanosolíarecibirvisitasdesagradables.LapropiaIsladelaGuardiaservíadehogarúnicamentealasgaviotas,lascabrasyunainaccesiblepoblaciónde almejas. Pero la torre resultaba imprescindible para la defensa deCala delSur,enelducadodeTorote.Semirabatantoenloscanalesdeinteriorcomodeexterior,yseerigíasobreunpromontorionaturalquepermitíaquesusalmenarasresultaran fácilmente visibles desde la isla principal. El mismo ShemshydisponíadeunatorredevigilanciaenlaIslaOval,peroéstaerapocomásqueunmontoncito de arena que sobresalía entre las olas cuando subía la marea. Nogobernabarealmentelasaguas,ynecesitabaserreparadacontinuamentedebidoalnomadismode lasarenasy lasocasionales tormentasque la sumergíanbajolasolas.PerodesdeallísepodíaverunaluzdealertaenlaIsladelaGuardiaytransmitir elmensaje. Siempre y cuando la torre de vigilancia de la Isla de laGuardiaencendieradichaluz.Portradición,losterritoriospesquerosylasplayasdealmejasdelaIsladelaGuardiapertenecíanalducadodeGarrón,porloquelaguarnicióndesutorredevigilanciatambiéneratareadelducadodeGarrón.Pero mantener una guarnición allí suponía trasladar hombres y provisiones,madera y aceite para las almenaras, e impedir que la torre sucumbiera a lassalvajestormentasoceánicasqueazotabanlapequeñaislayerma.Eraundestinoimpopular entre los soldados, y se rumoreabaque ser destacado allí constituíaunasutilformadecastigoparalasguarnicionesindisciplinadasoapolíticas.Enmásdeunaocasión,estandobebido,Kelvarhabíaafirmadoquesiguarnecerlatorre era tan importante para el ducado de Torote, lord Shemshy deberíaocuparsedeellopersonalmente.AunqueesonoqueríadecirquealducadodeGarrónleinteresaraperderlosterrenosdepescaquerodeabanlaislanilosricosasentamientosdemariscos.

De modo que, cuando las aldeas de Torote fueron saqueadas, sin previoaviso, en una incursión de principios de primavera que acabó con todas lasesperanzasdesembrarloscamposatiempo,ademásdeocuparsedematar,robaroespantaratodaslasovejaspreñadas,lordShemshyprotestóairadamenteanteelreyacusandoaKelvardenegligenciaenlaguarnicióndesustorres.Kelvarlonegóy aseguróque lapequeña fuerzaquehabía instaladoallí era la adecuadapara un emplazamiento que rara vez necesitaba protección. "Guardias, y nosoldados, es lo que necesita la Isla de la Guardia", había declarado. Con tal

motivo,reclutóavariasmujeresyancianosparaguarnecerlatorre.Unpuñadode ellos habían sido soldados, pero la mayoría eran refugiados de BahíaPulcritud; morosos, rateros y viejas prostitutas, protestaron algunos, mientrasque los partidarios de Kelvar defendían que eran ciudadanos ya mayoresnecesitadosdeunempleoseguro.

Sabía todo aquello gracias a los chismorreos de taberna y las clases depolíticadeChade,mejordeloquepudieraimaginarseBurrich.Peromemordílalengua y escuché susminuciosas y prolijas explicaciones. Comprendí, no porvezprimera,quemeconsiderabaalgolento.Confundíamissilenciosconlafaltadeingenioynoconlainexistentenecesidaddehablar.

DemodoqueBurrich,trabajosamente,comenzóainstruirmeenlosmodalesque, según sus propias palabras, los demás chiquillos adquirían simplementeobservandoasusmayores.Teníaquesaludaralagentecuandovieraaalguienporprimeravezesedía,ocuandoentraraenunasalaylaencontraraocupada;retirarsesindecirnadaerademalaeducación.Debíallamaralaspersonasporsunombre y, si eranmayores que yo o de una posiciónmás elevada, como,merecordó,loseríacasitodoelmundoqueconocieraeneseviaje,deberíadirigirmeaellastambiénporsutítulo.Luegomeapabullóconlosdetallesdelprotocolo;quiénpodía entrar antes queyo enuna estancia, y en qué circunstancias (casicualquieray,casisiempre,teníapreferenciasobremí).Yconlaconductaenlamesa. Tenía que respetar el lugar que me adjudicaran; tenía que respetar aquienquiera que ocupara el asiento principal y comer almismo ritmo que esapersona; me enseñó cómo debía beber un brindis, o una serie de brindis, sinemborracharme.Y cómo hablar de forma simpática o, lomás probable, cómoescuchar con interés a quienquiera que se sentara cerca de mí durante lascomidas.Etcétera.Etcétera.Hastaqueempecéadesearconmelancolíahabermepasadolamañanareparandoarneses.

Burrichmeexigióqueprestaraatenciónconuncoscorrón.—Y tampoco hagas eso. Pareces idiota, ahí sentado con la cabeza en las

nubes.Notecreasquenadiesedacuentacuandolohaces.Ynopongasesacaracuando se te corrige.Siéntate rectoy adoptauna expresión agradable.Nounasonrisa vacua, cretino. Ah, Traspié, ¿qué voy a hacer contigo? ¿Cómo puedoprotegerte si te buscas los problemas tú solo?Además, ¿para quéquerránquehagasesteviaje?

Las dos últimas preguntas, dirigidas a sí mismo, delataban su verdaderapreocupación.Quizá hubiera sido un poco idiota por no haberme dado cuentaantes.Elno iba.Yosí.Porningúnmotivoqueélpudieracomprender.Burrichhabíavivido lo suficiente en la corteparamostrarseprecavido.Era laprimeravezquemeapartabandesuatentamiradadesdequemeconfiaranasucuidado.Nohacíatantoquehabíamuertomipadre.Asíquesepreguntaba,aunquenoseatrevía a decirlo, si yo volvería o si alguien aprovecharía la ocasión paraeliminarmediscretamente.Comprendíelgolpequesupondríaparasuorgulloysu reputación el que yo tuviera que ser "eliminado". Suspiré y comenté concuidadoquequizáquisieranunamanoextraconloscaballosylosperros.VeraznoibaaningunapartesinLeón,superrolobo.Hacíasólodosdíasquemehabíafelicitadoporlobienquemeentendíaconél.RepetísuspalabrasaBurrichyfuegratificanteverlobienquefuncionómipequeñosubterfugio.Elalivioseplasmóen su cara, y luego el orgullo por haberme enseñadobien.El temade nuestraconversación derivó de los modales al correcto cuidado del perro lobo. Si eldiscurso sobre la buena conducta en la mesa me había resultado tedioso, larepetición de conocimientos caninos fue casi insoportable. Cuando me diopermisoparaasistira lasdemásclases,parecióquemehubieransalidoalasenlospies.

PaséelrestodeldíainmersoenunestadodedistracciónqueconsiguióqueCapachome amenazara con una buena tunda si no prestaba atención a lo quehacía. Luegomeneó la cabeza, suspiró y me dijo que me largara y regresaracuandovolvieraa tener lospiesen la tierra.Laobedecíencantado.La ideadesalirdeTorredelAlceyviajar,viajarhastaBahíaPulcritud,eratodocuantomecabíaenlacabeza.Sabíaquedeberíapreguntarmeaquésedebíaqueyofueraenese viaje, pero estaba seguro de que Chade me daría pronto algún consejo.¿Iríamosportierraopormar?DeseéhaberpreguntadoaBurrich.LascarreterasquecomunicabanconBahíaPulcritudnoeranlasmejores,teníaentendido,perome daba igual. Hollín y yo nunca habíamos hecho ningún viaje largo juntos.Perounviajepormar,abordodeunbarcodeverdad…

Cogíelcaminolargoderegresoalatorre,porunsenderoqueatravesabaunaladera rocosa ligeramente arbolada.Allí arraigaban algunos abedules y alisos,perolavegetaciónpredominanteeranlosmatojoscomunes.Laluzdelsolylasuavebrisajugabanconlasramasmásaltas,loqueconferíaaldíaunairefeérico

y moteado. Levanté la mirada hacia el sol cegador que se escondía entre lashojas de abedul y, cuando volví a mirar al frente, encontré al bufón del reyplantadoantemí.

Medetuveenseco,patidifuso.Enunactoreflejo,busquéalrey,apesardeloridículo que habría resultado encontrarlo allí. Pero el bufón estaba solo. ¡Yafuera, a plena luz del día!La idea provocó que seme erizara el vello de losbrazosydelcuellosobremitensapiel.Todoelmundosabíaenlatorrequeelbufóndelreynopodíasoportar la luzdeldía.Todoelmundolosabía.Mas,adespecho de las resabiadas habladurías de cada paje y doncella, allí estaba elbufón, con sus pálidos cabellos ondeando al aire. La seda roja y azul de suabigarradachaquetaysuspantalonesrelucíanycontrastabanvivamenteconsupalidez. Pero sus ojos no eran tan incoloros como parecían en los tenuespasadizos de la torre. Cuando me miraron fijamente a escasos metros dedistancia,alaluzdeldía,percibíenellosunmatizazul,muyclaro,comosiunagotadepálidaceraazulhubieracaídoenunafuenteblanca.Tambiénlablancuradesupieleraunailusión,puesahífueraalajaspeadaluzdelsolpudeverciertoarrebol que le confería un tono rosado. Sangre, comprendí, súbitamenteacobardado.Sangrerojaquesetransparentababajolascapasdepiel.

Elbufónnohizocasodemisusurradocomentario.Levantóundedo,comosipretendiera detener no sólo mis pensamientos sino el mismo día que nosrodeaba. Pero yo no podría haber concentrado mi atención de manera tancompletaenningunaotracosay,cuandosehubodadoporsatisfechoconesto,elbufónsonrió,mostrándomesuspequeñosdientesblancosyseparados,igualquelanuevasonrisadeunbebéenlabocadeunniñocrecido.

—¡Traspié!—entonóconvozatiplada—.Traspié asó lamanteca.Mantecasaca.—Secallódegolpe,yvolvióadedicarmeaquella sonrisa.Ledevolví lamiradaconinsegu-ridad,sindecirnihacernada.

Sudedosealzódenuevo,yestavezseagitabaapuntándome.—¡Traspié!Traspié asó lamanteca.Manteca saca.—Ladeó la cabeza y el

gestoenviósuplumosamarañadecabellovolandoentodasdirecciones.Empezabaaperderleelmiedo.—Traspié—dije despacio, yme golpeé el pecho con el índice—.Traspié,

ésesoyyo.Sí.MellamoTraspié.¿Tehasperdido?—Intentéquemivozsonaracordialy tranquilizadoraparanoalarmara lapobrecriatura.Pueseraevidente

quedealgunamanerasehabíaextraviadodelatorre,deahísualegríaporhaberencontradounacaraconocida.

Cogióaireporlanarizyluegozangoloteólacabezacontuerza,hastaquesupelo voló en torno a su cabeza igual que gira una llama en torno a una velaazotadaporelviento.

—¡Traspié!—dijoconénfasis,conlavozuntantoresquebrajada—.Traspiéasólamanteca.Mantecasaca.

—Soyunleloyunsacamantecas,deacuerdo—dije,conciliador.Meagachéunpoco, aunque lo cierto esquenoeramuchomásaltoqueelbufón.Con lamano abierta hice un gesto y le indiqué que se acercara—. Venga, vamos.Vamos,quetellevoacasa.¿Vale?Noteasustes.

Deimproviso,elbufónbajólasmanosaloscostados.Luegoalzóelrostroyapuntólosojosalcielo.Volvióamirarmefijamenteyfruncióloslabioscomosiquisieraescupir.

—Venconmigo—insistí.—No—dijo,tajante,conunanotadeexasperaciónenlavoz—.Escúchame,

idiota.Traspiéasalamantecaylamantecasaca.—¿Cómo?—pregunté,sobresaltado.—Hedicho—anunció,másdespacio—:Traspiéasalamantecaylamanteca

saca.—Hizounareverencia,diomediavueltayempezóaalejarsedemí,caminoarriba.

—¡Espera!—exclamé.Sentíalasorejascoloradasporlavergüenza.¿Cómosepuedeunoexplicaramablementeconalguienqueduranteañoshaspensadoque,ademásdebufón,eraimbécil?Amínosemeocurrióningunarespuesta—.¿Aquévienetodoesodeasarysacarlamanteca?¿Teburlasdemí?

—Quéva.—Sedetuvoeltiemposuficienteparagirarseyañadir—:Traspiéasa lamantecay lamanteca saca.Creoque esunmensaje.Un llamamiento ahaceralgoimportante.Comoereslaúnicapersonaqueconozcoquesoportaquela llamenTraspié, supongoqueespara ti. ¿Quequé significa?¿Cómoquieresque lo sepa? Soy bufón, no intérprete de sueños.Adiós.—Volvió a darme laespalda,peroestavezenlugardeseguirsucaminoporelsendero,sesaliódeélyseperdióenunmacizodejaracerval.Corrídetrásdeél,perocuandolleguéallugar en que había abandonado el camino, había desaparecido. Me quedéinmóvil, escrutandoelbosqueabiertomoteadoporel sol, esperandoveralgún

arbustotemblorosoaúnporsupaso,ounatisbodesuchillonachaqueta.Peronohabíanirastrodeél.

Ysudesquiciadomensajeno teníaningún sentido.Cavilé sobreel extrañoencuentrotodoelcaminodevueltaalatorre,peroalfinallodescartécomounsucesoextravaganteaunquefortuito.

Chade me llamó, no aquella noche, sino la siguiente. Consumido por lacuriosidad,subícorriendolasescaleras.Perocuandolleguéarriba,mecontuve,sabedor de que mis preguntas tendrían que esperar. Pues allí estaba Chadesentadoa lamesadepiedra, conSisa encaramadaa sushombros, yunnuevopergamino medio desenrollado ante él. Un vaso de vino sujetaba un extremomientras su dedo nudoso trazaba pausadamente una especie de lista. Eché unvistazo de pasada. Era una lista de aldeas y fechas. Bajo el nombre de cadapueblo había una cuenta: tantos guerreros, tantos mercaderes, tantas ovejas ocuñetesdecervezaoceleminesdegrano,etcétera.Mesentéalotro ladode lamesayaguardé.HabíaaprendidoanointerrumpiraChade.

—Chico—dijo en voz baja, sin levantar la vista del pergamino—. ¿Quéharíassiseteacercaraunrufiánporlaespaldaytepropinarauncoscorrón?Perosólosiestuvierasdeespaldas.¿Cómolosolucionarías?

Pensérápidamente.—Mevolveríayfingiríamiraracualquierotrapersona.Sóloquetendríauna

buena tranca en las manos. Así que cuando volviera a pegarme, me daría lavueltaylepartiríalacrisma.

—Hm.Sí.Bueno, esoya lohemos intentado.Peroda igual lo indiferentesque parezcamos, los marginados siempre parecen saber cuándo les estamostendiendo una trampa y no atacan nunca. Bueno, a decir verdad, hemosconseguido engañar a uno o dos saqueadores comunes. Pero nunca a losCorsariosdelaVelaRoja.Ysonellosalosquequeremoshacerdaño.

—¿Porqué?—Porque son los que más daño nos hacen a nosotros. Verás, muchacho,

estamosacostumbradosaquenossaqueen.Casipodríadecirsequenoshemosadaptado.Seplantaunacredemás,setejeotrorollodetela,secríaunbueydesobra.Nuestrosgranjerosyciudadanossiempreintentanhaceracopioy,cuandoardeelgranerodeal-guienosedestruyealgúnalmacénen laconfusióndeunsaqueo,todoelmundoayudaalevantarlasvigasdenuevo.PerolosCorsariosde

laVelaRojano se limitan a robar, ni adestruirmientras roban.Destruir es loúnicoquelesimportayloquesellevenconsigoescasiinconsecuente.

Chadehizounapausaymirófijamenteaunapared,comosipudieraveratravésdeella.

—Notienesentido—continuóensimismado,másparasíqueparamí—.Porlomenosningunoqueyosepadilucidar.Esigualquematarunavacaquepareunbuenternerotodoslosaños.LosCorsariosdelaVelaRojaincendianeltrigoyelhenoqueestántodavíaenloscampos.Matanresesquenopuedenllevarse.Hacetressemanas,enGarrigues,prendieronfuegoalmolinoyrajaronlossacosdetrigoyharina.¿Quéprovechosacandeeso?¿Porquéarriesganlavidaporelmeroafándedestruir?Noseesfuerzanporconquistar territorios;no reclamanvenganza por ninguna afrenta que hayamos podido hacerles. Se pueden tomarmedidascontraunladrón,peroestamoshablandodeasesinosydestructoressinobjetivo.Garriguesnoserá reconstruida; losvecinossupervivientescarecendeánimosyrecursos.Hanmigrado,algunosaotrasciudadesdondetienenfamilia,otrosalasnuestrasparamendigar.Essiemprelamismahistoria.

Suspiró, y luego sacudió la cabeza para despejarla. Cuando alzó el rostro,volcó toda su atención sobremí. Chade tenía esa habilidad. Podía aparcar unproblemadeformatanabsolutaquecualquierajuraríaquesehabíaolvidadodeél.Anunció,comosiesofueseloúnicoqueleimportaba:

—VasaacompañaraVerazcuandoviajeaBahíaPulcritudpararazonarconlordKelvar.

—EsomehadichoBurrich.Pero losdosnoshacemos lamismapregunta.¿Porqué?

Chadeadoptóunaexpresióndedesconcierto.—¿Notequejabashaceunosmesesdeque teaburríasenTorredelAlcey

queríasvermásdelosSeisDucados?—Claro. Pero no creo que sea ése el motivo por el que me ha escogido

Veraz.Chadesoltóunbufido.—ComosiVerazsefijaraenquiéncomponesuséquito.Notienepaciencia

paralosdetalles;yporesomismolefaltalachispaconquemanejabaHidalgoalaspersonas.PeroVerazesunbuensoldadoy,a la larga,quizáseaeso loquenecesitemos. No, tienes razón. Veraz desconoce el motivo por el que vas a

acompañarlo… todavía. Artimañas le dirá que has recibido formación comoespía.Yesoestodo,demomento.Elyyohemostomadoestadecisiónamedias.¿Estáspreparadoparaempezaradevolverletodoloquehahechoporti?¿Estáspreparadoparaempezaraserviralafamilia?

Lo dijo con tanta serenidad ymemiraba con tanta franqueza que casimeresultósencilloaparentarcalmacuandopregunté:

—¿Tendréquemataraalguien?—Esposible.—Se revolvió en su asiento—.Eso tendrás que decidirlo tú.

Decidirloyluegohacerlo…esdistintodequetedigan:"Eseeselhombreydebesereliminado".Esmuchomásdifícil,ynoestoysegurodequeestéspreparado.

—¿Se está alguna vez?—Intenté sonreír, e hice una mueca propia de unespasmo muscular. Quise borrarla, pero no pude. Me recorrió un extrañoescalofrío.

—Probablementeno.—Chadeguardósilencio,yluegodecidióqueyohabíaaceptadolamisión—.Irásencalidaddecriadodeunanobleancianaqueformapartedelacomitiva,devisitaaunosparientesquetieneenBahíaPulcritud.Notendrásque trabajardemasiado.Estámuymayory su saludnoesmuybuena.LadyTomilloviajaenunpalanquíncerrado.Cabalgarásasulado,teocuparásdequenodémuchos tumbos,de llevarleaguasi tienesedyotras tareas igualdesencillas.

—SuenaparecidoacuidardelperrolobodeVeraz.Chadeguardósilencio,luegosonrió.—Excelente. También eso será responsabilidad tuya. Hazte indispensable

para todosenesteviaje.Así tendrásunaexcusaparapoder ir a todaspartesyoírlotodo,sinquenadieseextrañedetupresencia.

—¿Ymiverdaderamisión?—Escucharyaprender.AArtimañasyamínosparecequeestosCorsarios

delaVelaRojaestándemasiadofamiliarizadosconnuestraestrategiaynuestrospuntosfuertes.KelvarharehusadodedicarfondosaguarnecercomoesdebidolatorredelaIsladelaGuardia.Lahadejadodesprotegidaendosocasiones,yendosocasioneshanpagadoporsunegligencia lasaldeascosterasdelducadodeTorote. ¿Se habrá atrevido a cruzar la línea que separa la negligencia de latraición? ¿Se habrá aliado Kelvar con el enemigo para beneficiarse de algúnmodo?Queremosquecurioseesyveasdequétepuedesenterar.Siloencuentras

inocenteosospechoso,infórmanos.Perosidescubresqueesuntraidor,sinlugaradudas,cuantoantesnoslibremosdeélmejor.

—¿Cómo?—Noparecíamivoz.Sonabatanindiferente,tancontenida.—Hepreparadounpolvo,insípidoenelplato,incoloroenelvino.Dejamos

atudiscrecióneinventivalaformadeutilizarlo.—Levantólatapadeunplatodecerámicaquehabíaencimadelamesa.Dentrohabíaunpaquetedepapelmuydelgado,más finoydelicadoquenadade loquemehubieraenseñadoCérica.Curioso, lo primero que pensé fue cómo disfrutaría mi maestro escribanotrabajando con un papel así. El envoltorio contenía elmás sutil de los polvosblancos.Seadheríaalpapely flotabaenel aire.Chade secubrió lanarizy labocaconunpañuelomientrastraspasabaunacuidadosamedidadeaquelpolvoaunpedazodepapelengrasado.Meloofrecióyaceptélamuerteenlapalmademimano.

—¿Cómofunciona?—No es muy rápido. No caerá redondo en la mesa, si es eso lo que te

preocupa.Perosisetomalacopadespacio,sesentiráindispuesto.ConociendoaKelvar, supongo que se tomará los retortijones como una señal para irse a lacama,dondenodespertaráalamañanasiguiente.

Meloguardéenelbolsillo.—¿EstáVerazalcorrientedeesto?Chadeconsideró.—Verazhacehonorasunombre.Seríaincapazdesentarsealamesaconun

hombrealquequisieraenvenenaryocultarlo.No;enestaempresa,elsigilonosserá de más utilidad que la verdad. —Me miró directamente a los ojos— .Actuarássolo,sinelconsejodenadie.

—Entiendo.—Merevolvíenmitaburetealtodemadera—.¿Chade?—¿Sí?—¿Fueasíparati?¿Tuprimeravez?Semiró lasmanos, y por unmomento se rascó las rojas cicatrices que le

surcabaneldorsodelamanoizquierda.Elsilencioseprolongó,peroaguardé.—Teníaunañomásquetúahora—dijoporfin—.Ysólotuvequehacerlo,

nodecidirsiteníaquehacerlo.¿Tebasta?Mesentíavergonzadoderepente,sinsaberporqué.—Supongoquesí—musité.

—Bien. Sé que no lo preguntabas con mala intención, chico. Pero loshombresnohablandelosratosquepasanentrealmohadasconunadama.Ylosasesinosnohablande…susnegocios.

—¿Nisiquieraparaenseñaraunpupilo?Chadeapartólavistademíyseconcentróenunaesquinasombríadeltecho.—No.—Alcabo,añadió—:Quizádentrodedos semanascomprendaspor

qué.Yesofuetodocuantohablamosdeello.Segúnmiscálculos,yodebíadetenerunostreceaños.

8.LadyTomillo

LahistoriadelosDucadoseselestudiodesugeografía.ElescribanorealdelreyArtimañas,unhombrellamadoCérica,siemprelodecía.Noheencontradonada que lo desmienta. Quizá todas las historias sean recuentos de fronterasnaturales. Los mares y el hielo que se interponían entre los marginados ynosotros nos convertían en pueblos separados, y las abundantes praderas yfértilescamposde losDucadosoriginaban las riquezasquenosconvertíanenenemigos;quizáéseseríaelprimercapítulodeunahistoriadelosDucados.LosríosOso y Vin crearon los productivos viñedos y huertos deHaza, tan ciertocomoque lasMontañas de losBordesPintados que señoreaban sobreArenasdelBordeofrecíanrefugioyaislamientoasusgentesylashacíanvulnerablesanuestrosorganizadosejércitos.

Me desperté sobresaltado antes de que la luna hubiera renunciado a sureinado en el firmamento, sorprendido de haber conciliado el sueño. Burrichhabía supervisado los preparativos de mi viaje tan minuciosamente la nocheanterior que, si de mí hubiera dependido, me habría marchado un minutodespuésdeengullirlasgachasdeldesayuno.

Pero ésa no esmanera cuando un grupo de gente se dispone a hacer algojunta. El sol se había alejado del horizonte antes de que estuviéramos todosreunidosypreparados.

—La realeza—me había advertido Chade— nunca viaja ligera. Veraz seembarcaenesteviajeconelpesodelaespadadelreysobresusespaldas.Todoelqueloveapasarlosabrásinnecesidaddequeselodiganadie.Lanoticiadebe

llegarantesaKelvar,yaShemshy.Lamanoimperialestáapuntodedirimirsusdiferencias. Ambos deben terminar deseando que nunca hubiera existidodiferenciaalguna.Ésaes laclavedeunbuengobierno:conseguirque lagentedeseevivirdetalmodoquenoseanecesariasuintervención.

De modo que Veraz viajaba con una pompa que irritaba claramente alsoldadoquellevabadentro.LatropadehombresquehabíaseleccionadovestíasuscoloresademásdelasinsigniasconelalcedelosVatídico,ycabalgabanalfrente de los soldados de a pie. A mis jóvenes ojos, el espectáculo eraimpresionante.Peroparaimpedirqueelimpactofuerademasiadomarcial,Verazseacompañabadenoblesqueproporcionabanconversaciónydiversiónalfinaldel día.Halcones y perros con sus cuidadores, bardos ymúsicos, un titiritero,criados y porteadores para los lores y damas, sastres, peluqueros y cocinerosencargadosdeprepararsusplatosfavoritos;bestiasdetiro;todosdesfilabantraslas engalanadas monturas de los nobles y componían la cola de nuestraprocesión.

Mi sitio estaba en el centro de la procesión.Montaba ami plácidaHollínjuntoaunelaboradopalanquínquetransportabandossomnolientoscastradosdecolorgris.Manos,unodelosmozosdecuadramásespabilados,habíarecibidoentregadeunponyyestabaalcuidadodeloscaballosquetirabandelalitera.Yodebía encargarme de nuestra muía de carga y de satisfacer los deseos de laocupantedel palanquín.Ésta era lamuyvetusta ladyTomillo, a la cual nuncahabía visto antes. Cuando apareció al fin para ocupar su litera, estaba tanembozadaencapas,velosybufandasquesóloobtuve la impresióndequeerauna de esas ancianasmás secas que orondas, y de que su perfume provocabaestornudos a Hollín. Se acomodó en el palanquín en medio de un nido decojines, mantas, pieles y capas, antes de ordenar inmediatamente que secorrieranyaseguraran lascortinasapesarde laespléndidamañanaquehacía.Lasdosdoncellasquelahabíanatendidoestuvieronencantadasdedespedirsedeella, y sóloquedéyo como suúnico criado.Seme encogió el corazón.Habíaesperadoquealmenosunaviajaraconellaenelinteriordelalitera.¿Quiénseocuparíadeatendersusnecesidadespersonalescuandosemontarasupabellón?No tenía ni idea de cómo servir a una mujer, y menos a una mujer de tanavanzadaedad.DecidíseguirelconsejodeBurrichenloreferentealtratodelosjóvenes con las señoras mayores: ser solícito y educado, amable y de porte

agradable.Lasmujeresmayoresserendíanantelaaposturadelosjóvenes.EsodecíaBurrich.Meacerquéalalitera.

—¿LadyTomillo?¿Estáiscómoda?—pregunté.Hubounlargointervalosinrespuesta.Quizáfueseduradeoído—.¿Estáiscómoda?—insistí,másalto.

—¡Deja de incordiarme, jovencito!—fue la respuesta, sorprendentementevehemente—.Yatellamarécuandotenecesite.

—Ospidoperdón—meapresuréadisculparme.—¡Tehedichoquedejesde incordiarme!—rezongóindignada.Bajandola

voz,añadió—:Patán.Despuésdeaquello, tuve la sensatezdecallarme,aunquemidesolación se

multiplicópordiez.Adiósamisueñodeunviajejovialyenbuenacompañía.FinalmenteoíelbramidodeloscuernosyviqueelestandartedeVerazseizabaalolejosdelantedenosotros.Lapolvaredalevantadaalfrentemeindicóquelavanguardia de la comitiva se había puesto en marcha. Transcurrieron unosminutos interminables antes de que comenzaran a caminar los caballos queteníamosdelante.ManosazuzóaloscaballosquetransportabanelpalanquínyyohicelopropioconHollín.Layeguaselanzóhaciadelanteanimadaylamuíalasiguióconresignación.

Recuerdobienaqueldía.Meacuerdodelpolvoqueflotabapesadamenteenelaire,levantadoporquienesnosprecedían,ydecómoconversábamosManosyyoenvozbaja.Pueslaprimeravezquenosreímosenvozalta,ladyTomillonosregañó: " ¡Basta de ruidos!". También recuerdo el limpio cielo azul que seextendía sobre las colinas mientras seguíamos las suaves ondulaciones delcamino de la costa. Desde lo alto de las lomas se disfrutaba de una vistaespectacularyenlosvallesserespirabaunairedensoyaletargado,perfumadode flores.Luegoestaban laspastorcillas, alineadas todasellasen loaltodeunmuro de piedra, riendo, señalándonos y sonrojándose a nuestro paso. Susasustadizaspupilaspunteabanlacaradelacolinaasusespaldas,yManosyyocomentamosensusurroselmodoenquesehabíanrecogidolascoloridasfaldasanudán-dolasaunlado,dejandosusrodillasymuslosdesnudos,expuestosalsoly el viento.Hollín semostraba inquietay aburrida connuestro lánguidopaso,mientrasqueelpobreManos teníaquecastigarconstantemente lascostillasdesuviejoponyparaconseguirquemantuvieraelpaso.

Hicimosdos paradas a lo largodel día para que los jinetes desmontarany

estiraranlaspiernas,yparaabrevaraloscaballos.LadyTomillonosaliódesupalanquín, pero en una ocasiónme recordómordazmente que debería haberletraídounpocodeagua.Memordí la lenguay ledialgodebeber.Fue lomásparecidoaunaconversaciónquehuboentrenosotros.

Nos detuvimos cuando el sol aún no se había ocultado tras el horizonte.ManosyyolevantamoselpabellóndeladyTomillomientraséstacenabaenelinteriordesuliteramercedaunacestademimbrellenadeembutidos,quesoyvino que se había preocupado de procurarse con antelación. Manos y yo notuvimostantasuerteconnuestrasracionesmilitaresdepanduro,quesoaúnmásduro y carne seca. En medio de la comida, lady Tomillo solicitó que yo laescoltara desde el palanquín hasta el pabellón. Emergió arropada en capas yvelos como si esperara tener que protegerse de un vendaval. Sus galasostentabandistintoscoloresypertenecíanadiferentesépocas,perotodashabíansido caras y elegantes en su día. Ahora, mientras cargaba el peso del cuerposobremíymeseguía tambaleándose,pudeolerunarepulsivaaglomeracióndepolvo,moho y perfume, y una vaharada soterrada de orines.Me despidió sinmiramientosenlapuertaymeadvirtióqueteníauncuchilloyquelousaríasiyointentabaentrarymolestarladecualquiermanera.

—¡Ysébiencómoempuñarlo,jovencito!—meamenazó.Nuestro dormitorio era el mismo que el de los soldados: el duro suelo,

arropadosennuestraspropiascapas.Perolanocheeraagradableyencendimosunapequeñahoguera.Manosnoparabadebromearacercadelsupuestoapetitoque despertaba enmí ladyTomillo y el cuchillo queme esperaba si intentabasaciarlo.Aquelloacabóconlosdosrevoleándonosporelsuelo,hastaqueladyTomillonoslanzóunasartadechillidosrecriminándonospornodejarladormir.Después de aquello hablamos en voz baja, y Manos me dijo que nadie meenvidiaba el puesto; que todo el que había viajado con ella alguna vez laesquivaba siempre después. También me dijo que la parte más difícil de mitrabajo aún estaba por llegar, pero se negó tercamente, pese a tener los ojosanegados de lágrimas a causa de la risa contenida, a explicarme de qué setrataba.Mequedédormidoenseguida,puesmimentalidadinfantilmepermitíaaparcar lejos de mi pensamiento mi verdadera misión hasta que tuviera queenfrentarmeaella.

Me despertaron al alba los trinos de los pájaros y el pestilente olor de un

orinal lleno a rebosar que habían dejado frente al pabellón de lady Tomillo.Aunquebarreryfregarestablosyperrerasmehabíainsensibilizadoelestómago,hube de hacer un enorme esfuerzo para vaciarlo y limpiarlo antes dedevolvérselo a su propietaria. Para entonces ya estaba reprobándome desde elotro lado de la puerta de la tienda por no haberle llevado agua todavía, nicaliente ni fría, y por no haberle calentado las gachas, cuyos ingredientes yahabía dispuesto. Manos había desaparecido para compartir el fuego y lasracionesdelossoldados,abandonándomeamisuerteenfrentadoalatirana.Paracuandolehubeservidounabandejaqueellaaseguróqueestabachapuceramenteordenada,hubefregadolosplatosylaperolayselohubedevueltotodo,elrestodelaprocesiónestabacasilistaparapartir.Perosenegóaquedesmontáramossu pabellón mientras ella no estuviera instalada sana y salva en su litera.Acometimos la empresa de embalarlo todo con precipitación y finalmentemeencontréalomosdemicaballosinunamaseramigadepanenelestómago.

Memoríadehambredespuésdeaquellamañanadetrabajo.Manosseapiadódemitalantesombríoymehizounaseñaparaquemeacercaraaél.Seinclinóparadecirme:

—Somos los únicos que no habíamos oído hablar de ella. —Dedicó unademán furtivo al palanquín de lady Tomillo—. La peste que produce cadamañanaes legendaria.DiceLuzalboqueantes siempreacompañabaaHidalgoensusviajes…TieneparientesrepartidosporlosSeisDucados,ynadamásquehacer que visitarlos. Todos los hombres de la tropa dicen que aprendieron amantenerselejosdesualcancesopenadetenerquedesempeñarunmontóndetareas inútiles.Oh,yLuzalbo teenvíaesto.Dicequese imaginaquenovasapoder sentarte a comer tranquilo mientras tengas que ocuparte de ella. Perointentaráreservarteunbocadotodaslasmañanas.

Manos me pasó una hogaza de pan de campamento con tres lonchas detocino frío y grasiento en su interior. Sabía a gloria. Engullí los primerosbocadoscasisinmasticar.

—¡Patán!—chillóladyTomillodesdeelinteriordesupalanquín—.¿Quétetraesentremanos?Yaestásponiendoverdeatusmayores,seguro.¡Vuelveatupuesto!

¿Cómo quieres ocuparte de mis necesidades si andas callejeando por ahíperdido?

MeapresuréatirardelasriendasdeHollínyrecuperémipuestojuntoalalitera.Metraguéunenormepedazodepanytocinoyconseguípreguntar:

—¿Necesitaalgolaseñora?—No hables con la boca llena —me espetó—. Y deja de incordiarme.

Pedazodealcornoque.Siemprelomismo.Lacarreteraseguíalalíneadelacosía,yconlocargados

que íbamos tardamos cinco días completos en llegar a Bahía Pulcritud. Sincontardospequeñasaldeas,nuestropaisajeconsistióenacantiladosazotadosporelviento,gaviotas,pradosyocasionalesgruposárbolesretorcidosyatrofiados.Peroamísemeantojabaunescenario llenodeprodigiosybelleza,puescadacurvadelcaminomeacercabaaunlugarquenohabíavistoenmivida.

Conformeproseguíanuestroviajeaumentaba la tiraníade ladyTomillo.Alcuartodíasu torrentedequejasera imparable,almenosyomeveía impotenteparadetenerlo.Supalanquínsebalanceabademasiado;semareaba.Elaguaqueletrajedeunarroyoestabademasiadofría,ylademisodresdemasiadocaliente.Los hombres y caballos que nos precedían levantaban demasiado polvo; lohacíanapropósito,nolecabíaduda.Ydilesquedejendeentonaresascancionestansoeces.Conellaamicargonomequedaba tiempoparapensarenmatarodejardemataralordKelvar,niaunquemelohubiesepropuesto.

Temprano al quinto día vimos el humo que salía de Bahía Pulcritud. Amediodíapodíamosdistinguirlosedificiosmásgrandesylatorredevigilanciaerigida en la cima de los acantilados que señoreaban sobre la ciudad. BahíaPulcritud era una tierra mucho menos abrupta que Torre del Alce. Nuestracarreteradescendíaatravesandounampliovalle.Lasaguasazulesdelabahíaseabrieron frente a nosotros. Las playas eran de arena, y su flota pesquera secomponía de veleros de bajura con la quilla achatada o de pequeñas arenerasvalientes que surcaban las olas como gaviotas. Bahía Pulcritud carecía de losprofundosfondeaderosqueteníaTorredelAlce,porloquesupuertonoconocíaelajetreadotránsitodemercancíasdenuestraciudad,peroasíytodomediolaimpresióndequehabríasidounbuenlugarparavivir.

Kelvar envió una guardia de honor a nuestro encuentro, por lo que nosdemoramos mientras sus soldados intercambiaban formalidades con los deVeraz.

—Igualquedosperrosque seolisqueanmutuamenteel trasero—comentó

agriamenteManos.Mepusedepie sobremisestribosparaavistara lo lejosyobservar las poses oficiales, e indiqué mi acuerdo a regañadientes con uncabeceo.Finalmentereanudamoselpaso,yprontoentramosenlascallesdelaciudaddeBahíaPulcritud.

TodoslosdemássedirigierondirectamentealatorredeKelvar,peroManosyyotuvimosqueescoltarelpalanquíndeladyTomillodurantevariascallesmáshastallegaralaposadaenparticularenlaqueellahabíainsistidoenalojarse.Ajuzgarporlaexpresióndelacamarera,noeralaprimeravezquelaancianasehospedabaallí.Manoscondujoloscaballosylaliteraalosestablos,peroyotuveque soportar que la señora se apoyara pesadamente en mi brazo y escoltarlahasta su habitación. Me pregunté qué habría comido para especiar su alientohastaelpuntoderevolvermeelestómagoconcadaexhalación.Medespidióenlapuerta,prometiéndomemilcastigosdistintossinoregresabapuntualdentrodesiete días. Al salir sentí compasión de la camarera, pues ya la voz de ladyTomilloentonabaairadamenteelelencodedoncellasladronasconquesehabíaencontradoenelpasado,ylaformaexactaenquequeríaquesedispusieranlassábanassobresucama.

ConelcorazónaligeradomesubíaHollínyapremiéaManosparaquenoseentretuviera. Cruzamos las calles de Bahía Pulcritud a medio galope yconseguimos reengancharnos a la cola de la procesión de Veraz cuando lacomitiva entraba ya en la torre. Guardabahía se levantaba sobre un llano queofrecíapocasdefensasnaturales,perosefortificabaconunaseriedemurallasyfosos que cualquier enemigo tendría que sortear antes de arrostrar los sólidosmurosdepiedradelatorre.Manosmecontóquelossaqueadoresnuncahabíansuperado el segundo foso y lo creí. Había obreros realizando trabajos demantenimiento en lasmurallasy los fosos cuandopasamos junto a ellos, perotodossedetuvieronycontemplaronmaravilladoslaentradadelReyalaEsperaenGuardabahía.

Cuando se hubieron cerrado las puertas del castillo a nuestras espaldas, seprodujootrainterminableceremoniadebienvenida.Hombres,caballosydemástuvimos que aguardar a pleno sol mientras Kelvar y Guardabahía recibían aVeraz.Sonaronloscuernosyuncorodeanunciosoficialesamortiguadopor lainquietuddehombresycaballos.Perotodotocóasufin,alcabo.Laconclusiónvinoanunciadaporuna improvisadadesbandadadehombresybestias frentea

nosotroscuandorecibimoslaordenderomperfilas.DesmontaronlosjinetesyloscriadosdelosestablosdeKelvarestuvieronde

repente entre nosotros, informándonos sobre dónde podíamos abrevar nuestrasmonturas, dónde recogernos para pasar la noche y, lo más importante paracualquiersoldado,dóndepodíamosasearnosycomer.MeuníaManosyjuntosllevamosaHollínysuponyalosestablos.Cuandooíminombre,megiréparaveraSigdeTorredelAlceseñalándomeconeldedo,hablandoconalguienquevestíaloscoloresdeKeivar.

—Ahí está…, ése es elTraspié. ¡Eh,Traspié!Aquí,Buenasiento, quedicequetehanmandadollamar.Veraztequiereensusaposentos;Leónestáenfermo.Manos,andayencárgatetúdeHollín.

Casipude sentir cómomequitaban la comidade laboca.Perocogí aireymostréunsemblante jovialaBuenasiento,comomehabíaaconsejadoBurrich.Dudoqueaquelhombretanadustosefijarasiquiera.Paraélyonoeramásqueotromuchachoatareadoenundíafrenético.MecondujoalacámaradeVerazyallí me dejó, visiblemente aliviado por poder regresar a sus establos. LlaméeducadamenteyelhombredeVerazabriólapuertadeinmediato.

—¡Ah!GraciasaEdaqueerestú.Entra,corre,quelabestiaseniegaacomeryVerazestáconvencidodequeesalgograve.Deprisa,Traspié.

ElhombreexhibíalainsigniadeVeraz,peronomesonabasucara.Aveceseradesconcertante cómomeconocíanmuchaspersonas cuandoyono teníaniideadequiénespodíanser.EnunahabitacióncontiguaVerazchapoteabaydabainstruccionesaalguienrespectoa laropaquedeseabaponerseesanoche.Peronoeraélquienmepreocupaba,sinoLeón.

Lo sondeé, pues no sentía reparos al respecto cuando Burrich no andabacerca.Leónlevantósuhuesudacabezaymemiróconojosmartirizados.Estabatendido encimade la camisa sudadadeVeraz, en una esquina, junto al fuego.Teníamuchocalor, seaburríay, sinopensábamossaliracazar,prefería irseacasa.

Hice el paripé de acariciarlo y levantarle los labios para examinarle lasencías, y luego le apreté la barriga con mano firme. Concluí la exhibiciónrascándolodetrásdelasorejas,antesdedeciralhombredeVeraz:

—Nolepasanada,sóloquesesienteinapetente.Vamosadarleuncuencodeaguafríayaesperar.Cuandoquieracomer,nosloharásaber.Yllevémonostodo

esto,antesdequeseestropeeconelcalor,selocomadetodosmodosyenfermedeverdad.—MereferíaaunplatollenoderestosdepastasprocedentesdeunabandejadestinadaaVeraz.Aquellanoeracomidaparaunperro,peroyo teníatanta hambre que no me hubiera importado dar cuenta de las sobras; a decirverdad, me rugió el estómago cuando las vi— . Me pregunto, si pudieraencontrarlascocinas:¿notendríanunbuenhuesodebueyparaél?Algoqueseamásjuguetequealimentoesloquemásagradeceríaenestos…

—¿Traspié?¿Erestú?¡Venaquí,chico!¿QuéleocurreaLeón?—Yavoyyoabuscaresehueso—measeguróelhombre.Melevantéyme

acerquéalaentradadelahabitaciónadyacente.Veraz se levantógoteandoaúndentrode labañeraycogió la toallaque le

ofrecíasucriado.Sesecóelcabellovigorosamenteyvolvióapreguntarmientrashacialopropioconelrestodelcuerpo:

—¿QuéleocurreaLeón?AsíeraVeraz.Hacíadíasdesdelaúltimavezquehabíamoshablado,perono

perdióeltiempoconpresentaciones.Chadedecíaqueeraundefectoquetenía,quenoconseguíatransmitirasushombreslaimpresióndequeeranimportantesparaél.Creoquepensabaquesimehubieraocurridoalgosignificativo,alguienselohabríacomunicado.Megustabansucampechaneríaysuactitud,segúnlacualtododebíadeirbiencuandonadielehabíaavisadodelocontrario.

—Noleocurregrancosa,señor.Seresienteunpocodelcaloryelviaje.Unanoche de descanso en un sitio fresco le levantará el ánimo, aunque yo no loatiborraríadedulcesygrasas,noconestecalor.

—Bien.—Verazseagachóparasecarselaspiernas—.Seguramentetengasrazón, chico. Burrich dice que tienes buena mano con los perros, así que nopasaréporaltotusrecomendaciones.Peroesqueparecíatanabatido,cuandoporlogeneralcomeloqueleechen,sobretodosiprovienedemiplato.—Parecíaincómodo,comosilohubieranatrapadoarrullandoaunbebé.Yonosabíaquédecir.

—Siesoestodo,señor,¿puedovolveralosestablos?Memiródesoslayoporencimadelhombro,desconcertado.—Piensoqueseríaunapérdidadetiempo.Manosseocuparádetumontura,

¿no?Tienesquebañarteyvestirtesiquieresllegaratiempoacenar.¿Charim?¿Tienesaguaparaél?

El criado, que estaba ordenando las ropas deVeraz encimade la cama, seenderezó.

—Desdeluego,señor.Leprepararéelatuendotambién.Encuestióndeunahora,milugarenelmundopareciódarungirocompleto.

Sabía que esto ocurriría. Burrich y Chade habían intentado prepararme. PeropasartanderepentedeserunparásitoinsignificanteenTorredelAlceaformarparte del séquito oficial deVeraz resultaba un tanto turbador. Todo elmundosuponíaqueyosabíacómodominarlasituación.

Verazsevistióysaliódelahabitaciónantesdequeyomehubierametidoenlabañera.Charimmeinformódequesehabíaidoahablarconelcapitándesuguardia.DigraciasporqueCharimfuera tancotilla.Noconsiderabami rangotanelevadocomoparaprivarsedechismorrearyquejarseenmipresencia.

—Teprepararéuncatreparaqueduermasaquíestanoche.Nocreoquepasesfrío.Verazhadichoquequierequetehospedescercadeél,ynosóloparacuidardelperro.¿Esquetienemásrecadosparati?

Charimsecallóaguardandomirespuesta.Camuflémisilenciometiendolacabezaenelaguatibiayaclarándomeelpolvoyelsudordelcabello.Lasaquécuandomequedésinaire.

Suspiró.—Voyapreparartelaropa.Déjamelostrapossucios,queyoteloslavo.Resultaba de lomás extraño tener a alguien pendiente demis necesidades

mientrasmebañaba,ymásextrañotodavíaquealguiensupervisaramiatuendo.Chariminsistióenenderezarlascosturasdemijubónyocuparsedequeenormesmangas demi nuevamejor camisa colgaran en toda su enojosa longitud.Mehabíavueltoacrecerelpelolosuficienteparatenerquepelearmeconalgúnqueotronudo recalcitrante.Para unmuchachoque estaba acostumbrado a vestirsesolo,parecíaquenotuvieranfintantoacicalamientoeinspección.

—Lasangrenoengaña—dijounavozpasmadaenlaentrada.MegiréparaencontraraVerazcontemplándomeconunamezcladedoloryhumorismoenelrostro.

—EslavivaimagendeHidalgoasuedad,¿nocreéis,miseñor?—Charimsonabaenormementecomplacidoconsigomismo.

—Síqueloes.—Verazhizounapausaparaaclararselagarganta—.Anadiese leocurriríadudarde la identidadde tuprogenitor,Traspié.Mepreguntoen

qué estaría pensando mi padre cuando me pidió que te luciera. Artimañas sellamayartimañastieneparadarytomar.Mepreguntoquéesperaconseguir.Ah,enfin.—Suspiró—.Esaessuformadereinar,ynosoyquiénparacuestionarla.Lamía consiste simplemente en preguntar a un viejo vanidoso por qué no escapaz de tener sus torres debidamente guarnecidas. Vamos, chico. Es hora debajar.

Se dio la vuelta y se fue sin esperarme. Cuando me disponía a seguirlo,Charimmeagarródelbrazo.

—Trespasospordetrásdeélyasuizquierda.Acuérdate.Seguí sus indicaciones. Mientras recorría el pasillo salieron de sus

habitacionesotrosmiembrosdenuestroséquitoparaseguirasupríncipe.Todosse habían vestido con sus mejores galas para aprovechar al máximo estaoportunidadde servistosy envidiados fueradeTorredelAlce.Laholgurademismangasresultabainclusorazonablesilascomparabaconlasdeotros.Porlomenosmiszapatosnoestabancuajadosdediminutoscascabelesnideristrasdecuentasdeámbar.

Veraz se detuvo en lo alto de la escalera, y el silencio se abatió sobre loscongregados abajo. Observé los rostros vueltos hacia su príncipe y me diotiempoaleerenellostodaslasemocionesconocidas.Algunasmujeressonreíanconafectaciónmientrasotrasparecíanhacerlosocarronamente.Algunosjóvenesadoptaronposesqueexhibíansusvestimentas;otros,deatuendomássencillo,seirguieroncomosiestuvierandeguardia.Leíenvidiayamor,desdén,miedoy,enalgunascaras,odio.PeroVeraznodedicóaningunadeellasmásqueunvistazofugaz antes de bajar. La multitud se abrió ante nosotros para revelar a lordKelvarenpersona,quiennosaguardabaparaconducirnosalcomedor.

Kelvareradistintodeloquemeesperaba.Verazlohabíallamadopresumido,pero cuanto vi fue un hombre que envejecía a marchas forzadas, delgado yatribulado,queseponíasusextravagantesropascomosifueranunacorazaquepudieradefenderlodelpasodeltiempo.Llevabaelpelocanosorecogidoenunafinacoletacomosi todavía fueseun soldado,ycaminabaconelpasopeculiarquecaracterizaalosbuenosespadachines.

LovicomomehabíaenseñadoChadeaveralagente,ycreícomprenderlolosuficientementebieninclusoantesdesentarnosalamesa.Perofuedespuésdeocuparnuestrosasientos (elmío,parami sorpresa,noestaba tanalejadode la

nobleza)cuandotuveocasióndeatisbarmejorelfondodesualma.Ynolohicedebidoaningunaacciónsuya,sinoalportedesudamacuandollegóéstaparaunirseanosotros.

DudoqueladyGracia,laesposadeKelvar,fuesesiquieracincoañosmayorqueyo,peroestabaemperifolladacomoelnidodeunaurraca.Enmividahabíavistounatuendocomoaquel,quehablabaagritosdedespilfarroymalgusto.Tomóasientocomounremolinodefioriturasygestosquemerecordaronaunaveencelo.Superfumemearrollócomounaola,ytambiénahíolímásadineroque a flores. La acompañaba un perrito, una cosita vivaz que era todo pelosedosoyojosenormes.Ladamalehacíaarrumacosmientrasloacomodabaensu regazo, y la bestezuela se encogió apretada contra su dueña y apoyó labarbilla en el borde de la mesa. Lady Gracia mantuvo en todo momento lamiradafijaenelpríncipeVeraz,intentandoversiélreparabaenellaysesentíaimpresionado.Pormiparte,viaKelvaratentoalosflirteosdesuesposa,ymedijequemantener las torresdevigilanciaguarnecidasnoconstituíani lamitaddenuestrosproblemas.

La cena fue un suplicio para mí. Me moría de hambre, pero los buenosmodales me impedían expresarlo. Comí tal y como me habían enseñado,cogiendo lacucharacuando lohacíaVerazyapartando losplatosencuantoéldejabadeinteresarseporellos.Ansiabaunabuenabandejadecarnecalienteconpanparamojarenlasalsa,peroloquenosofrecieronfueronbocaditosdecarneextrañamente sazonada, compotas de frutas exóticas, panes pálidos y verdurascocidas hasta la palidez para luego ser condimentadas. Era una impresionanteexhibicióndebuenacomidamaltratadaennombredelacocinademoda.PudeverqueVeraznomostrabamásapetitoqueyoymepreguntésisedaríancuentatodosdequeelpríncipenoestabaimpresionado.

Chademehabíaenseñadomáscosasdelasqueyomismosuponía.Eracapazde saludar educadamente con la cabeza a mi compañera de mesa, una jovenpecosa,yseguirsuconversaciónacercadelodifícilqueeraconseguirunabuenateladelinoenGarrónhoyporhoy,altiempoquemisoídoscaptabanretazosdeconversacióndispersosportodalamesa.Ningunaseocupabadelacuestiónquenoshabíallevadohastaallí.VerazylordKelvardiscutiríanesetemaenprivadoaldíasiguiente.PerogranpartedeloqueescuchéahurtadillasversabaacercadelaguarnicióndelatorredelaIsladelaGuardiayarrojabaunaextrañaluzsobre

todoelasunto.Escuchéquejasapropósitode lascarreteras, lascualesnoestaban tanbien

vigiladascomoantaño.Alguiencomentóquesealegrabadeverquesehabíanreanudado las reparaciones de las fortificaciones de Guardabahía. Otro selamentabadequelossalteadoresdecaminosconseguíanqueapenasrecibieradeLumbrales dos tercios de sumercancía. Parecía que éste fuera el pilar de lasprotestasdemicompañerademesaacercadelaescasezdetelasdecalidad.MiréalordKelvaryloviatentoalmínimogestodesujovenesposa.ComosituvieraaChadesusurrándomealoído,escuchésuvaloración:"Ahítienesunduquecuyamayorpreocupaciónnoeselgobiernode suducado".Supuseque ladyGraciavestíalasnecesariasreparacionesdelascarreterasylossueldosdelossoldadosquehabríanprotegidosusrutascomercialesdelosbandidos.Quizálasjoyasquecolgabandesusorejaspudieranhaberpagado laguarniciónde las torresde laIsladelaGuardia.

Al fin se acabó la cena.Teníael estómago lleno,peromihambrepersistíadebido a la escasa sustancia de las viandas. Después nos entretuvieron dosjuglaresyunpoeta,peroyoprestémásatenciónalasinformalesconversacionesdelospresentesquealosdelicadosversosdelvateolasbaladasdelosmúsicos.Kelvarestabasentadoaladiestradelpríncipe,mientrasquesuseñorasesentabaalaizquierda,compartiendoelasientoconsuperrofaldero.

Gracia participaba arrobada de la presencia del príncipe. Sus manos semovían erráticas para tocar ora un pendiente, ora un brazalete. No estabaacostumbrada a llevar tantas joyas encima. Sospechaba que sus orígenes eranmodestos y que se sentía impresionada por su propia posición. Uno de losjuglaresentonó"Bellacoronaderosas",sinapartarlosojosdelrostrodélacarade la joven,y fue recompensadoporelarreboldesusmejillas.Peroconformeavanzaba lavelada, y aumentabami cansancio, vi que también ladyGracia sesentía fatigada. Bostezó en una ocasión, levantando la mano demasiado tardeparataparselaboca.Superritoselehabíaquedadodormidoenelregazo,yseestremecíaygimoteabaaratos,víctimadesusminúsculossueños.CuantomássomnolientaGracia,másmerecordabaaunaniña;acunabaasumascotacomosifueseunamuñeca,yterminóporapoyarlacabezaenunaesquinadelrespaldodesusilla.Pordosvecesestuvoapuntodequedarsetraspuestaenelsitio.Lavipellizcarsedisimuladamentelapieldelasmuñecasenunintentopormantenerse

despierta.SemostróvisiblementealiviadacuandoKelvarconvocóalosjuglaresyalpoetapararecompensarlosporsuactuación.Seagarróalbrazodesumaridoy loacompañóendirecciónaldormitoriosin renunciarenningúnmomentoalperroqueabrazabacontrasucuerpo.

Mesentí liberadocuandopudesubira laantecámaradeVeraz.Charimmehabía procurado un colchón de plumas y algunas mantas. Mi catre era tancómodoomásquemipropiacama.Mecaíadesueño,peroCharimmeindicóquepasaraaldormitoriodeVeraz.Este,soldadohastalamédula,prescindíadelacayosquesearremolinaranasualrededorylequitaranlasbotas.SóloCharimyyoloatendimos.Charimcloqueabaymusitabamientrasdeambulaba tras lospasosdeVeraz,recogiendoyalisandolasropasqueelpríncipedejabatiradassinmirardónde.SellevólasbotasdeVerazaunrincóninmediatamenteyempezóaaplicarmásceraalcuero.Verazsepusounacamisadedormiryluegosevolvióhaciamí.

—¿Ybien?¿Quétienesquecontarme?De modo que le informé como hacía con Chade, repasando cuanto había

escuchado,tanalpiedelaletracomomelopermitíalamemoria,acotandoquiénhabíahabladoyconquién.Paraterminarañadímispropiassuposicionesacercadeloquesignificabatodoaquello.

—Kelvaresunhombrequehatomadoporesposaaunamujermuchomásjovenqueél,unamuchachaquesedejaimpresionarfácilmenteporellujoylosregalos —resumí—. Ella desconoce por completo cuáles son lasresponsabilidades de su puesto, más todavía las de él. Kelvar desvía dinero,tiempoyconcentraciónensustareasaencandilarla.Sinofueseirrespetuosopormiparte,meatreveríaasuponerquecomienzaafallarlesuantiguovigoryquepretendesuplirestacarenciaconobsequiosparacomplacerasuesposa.

Veraz suspiró con fuerza. Se había abalanzado sobre la cama durante laúltimapartedemiinforme.Ahoraseencontrabarecostadosobreunalmohadóndemasiadoblando,elcualhubodedoblarparapoderapoyarlacabeza.

—MalditoHidalgo—rezongódistraído—.Éstaessuespecialidad,nolamía.Traspié,hablasigualquetupadre.Siélestuvieraaquí,encontraríaunaformadesolucionaresteembrollosutilmente.Hidalgoyalohabríapuestotodoensusitio,conunadesussonrisasyalgúnbesoenlamanodealguien.Peroyonosoyasí,nipretendoserlo.—Serevolvióincómodoensucama,comosiesperaraqueyo

alzara alguna protesta a propósito de sus responsabilidades—. Kelvar es unhombreyunduque.Ytieneundeber.Debeguarneceresatorrecomoesdebido.Esdelomássimple,ypiensohacérselonotarsinandarmeconrodeos.Ponunossoldadosdecentesenesatorreydéjalosallí,ytenloscontentosparaquehaganbien su trabajo. A mí me parece de lo más sencillo. No tengo intención deperdermeenbailesdiplomáticos.

Volvióarevolverseincómodo,antesdedarmelaespaldadeimproviso.—Apagalaluz,Charim.YCharimapagó la luz, tande repentequemequedéplantadoaoscurasy

tuvequesaliratientasdelahabitaciónyencontrardenuevomicatre.Cuandome acosté me pregunté cómo era posible que Veraz viera sólo una parte tanpequeñadel conjunto.Podía obligar aKelvar a guarnecer la torre, sí. Peronopodía obligarlo a guarnecerla bien, ni a enorgullecerse de ello. Ésa era unacuestióndiplomática.¿Acasonoleimportabanelmalestadodelascarreterasnilos problemas con las fortificaciones y los salteadores de cami-nos?Todo esoexigíaunasoluciónsintardanza.UnasoluciónquepermitieraqueelorgullodeKelvar siguiera intactoyque supostura frente a lordShemshy se corrigierayreafirmara al mismo tiempo. Y alguien tenía que ocuparse de enseñar a ladyGracia cuáles eran sus responsabilidades. Demasiados problemas. Pero mequedédormidoencuantomicabezatocólaalmohada.

9.Mantecasaca

ElbufónllegóaTorredelAlceeldecimoséptimoañodelreinadodeArtimañas.Esteesunodelospocosdetallesqueseconocenacercadeél.Cuentanquefueun regalo de losComercios delMitonar, aunque el origen del bufón continúasiendo un misterio. Ha dado pie a diversas historias. En una el bufón eracautivo de los Corsarios de la Vela Roja, rescatado por los comerciantes deMitonar.Enotra,fueencontradoaladerivaenunapequeñabalsasiendoaúnun bebé, protegido del sol por un parasol de piel de tiburón y tendido en unlechodeplumasy lavanda.Podemosdesecharesta suposiciónpor fantasiosa.Desconocemos realmente cómoera la vidadelbufónantesde su llegadaa lacortedelreyArtimañas.Escasiseguroquepertenecealarazahumana,aunquenoloestantoelquesuspadres fueranhumanos.Las historias quedicenquenació engendradopor laOtraGentesonfalsascasicontodacerteza,puestoquelosdedosdesusmanosy pies están libres demembranas y nunca hamostrado elmenor temor a losgatos. Las inusitadas características físicas del bufón (su falta de coloración,porejemplo)parecenmásbienrasgospropiosdesuprogenitura,másqueunaaberraciónindividual,aunquebienpudieraequivocarmeaesterespecto.Por lo que concierne al bufón, lo que desconocemos adquiere casi másimportancia que lo que sabemos.Mucho se ha especulado sobre la edad quetenía cuando llegó a Torre del Alce. Por mi experiencia personal, puedoasegurarqueelbufónaparentabasermuchomásjoven,yentodoslossentidosmásjovialqueenlaactualidad.Aunquedadoquemuestraescasosindiciosdeenvejecimiento, quizá no fuese tan joven como aparentaba inicialmente y seencontraraalfinaldeunaprolongadaniñez.

Elsexodelbufónhasidoobjetodedebate.Cuando,siendomásjovenydirectoqueenlaactualidad, lo interroguéalparticular,mecontestóqueesoeraalgoquesóloaélconcernía.Asíquedesistí.A propósito de su presciencia y la irritantemente vaga forma que adopta noexisteunanimidad sobre si se tratade lamanifestacióndeun talento racial oindividual. Hay quienes creen que lo sabe todo con antelación, que sabráinclusosialguien,dondesea,habladeél.Otrosargumentanquenoesmásquesu desatorada afición a decir "¡Te lo advertí!", y que manipula susobservacionesmásconfusasparadarlesuntinteprofético.Puedequeasíhayasidoenocasiones,pero,enmuchoscasosde losquepuedendar fenumerosostestigos,hapredicho,sibienvagamente,sucesosqueterminaronporacontecer.

El hambreme despertó poco después demedianoche.Me quedé tumbado,escuchandolosgruñidosdemiestómago.Cerrélosojos,perosentíatalapetitoquemeprovocabamareos.MelevantéytanteéhastalamesadondeestabaanteslabandejadepastasdeVeraz,perolossirvientesyaselahabíanllevado.Debatíconmigomismo,peroelestómagoseimpusoalarazón.

Trasabrir lapuertade lacámara,salíalpasillo tenuemente iluminado.Losdos hombres que había apostado Veraz allí me observaron con expresióninquisitiva.

—Hambre—lesdije—.¿Oshabéisfijadoendóndeestabanlascocinas?Noheconocidonuncaaunsoldadoquenosupierallegarhastalascocinas.

Lesdilasgraciasyprometíllevarlesalgodeloqueencontrara.Meadentréenelsombríocorredor.Mientrasbajaba lasescalerasmeasaltó laextraña impresióndepisarsobremaderaenvezdesobrepiedra.CaminécomomehabíaenseñadoChade,apoyandolospiessinhacerruido,ateniéndomealaszonasensombradelospasadizos,andandoporloslateralesdondeeramenosprobablequecrujieranlastablas.Ytodoaquellomepareciódelomásnatural.

Elrestodelatorreparecíadormirplácidamente.Lospocosguardiasquemecrucé estaban adormilados; ninguno me puso trabas. En aquel momento loatribuíamisigilo;ahoramepreguntosipensaríanqueunmuchachoflacuchoydespeinadonopodíasuponeralgunaamenazadignadeconsideración.

Encontrélascocinassinproblemas.Eraunaenormesalaabierta,revestidade

losasypiedrasparaprevenirlapropagacióndecualquierposibleincendio.Habíatres grandes hogares, fogatas bien abastecidas para toda la noche. Pese a lointempestivode lahora, el sitioestababien iluminado.Lacocinadeuna torrenuncaduermedeltodo.

Vilassartenestapadasyolíelpanquesecocía.Habíaunagranolladecaldoquesemantenía templadaalfilodeunadelaschimeneas.Cuandoentreabrí latapa, intuí que nadie echaría de menos un par de tazones. Rebusqué a mialrededorymeserví.Unashogazasenvueltasydejadasencimadeunestantemeproveyeron de restos de corteza, y en otra esquina había una tarrina demantequillapuestaaenfriardentrodeunbarreñograndedeagua.Nadalujoso.Porfin,fueralujos,sóloalimentossencillosporlosquellevabasuspirandotodoeldía.

Acometíamisegundotazóndesopacuandooíelsuaverocedeunospasos.Levantélacabezayensayélamásencantadorademissonrisas,conlaesperanzadequeestacocineracompartieralabondaddecorazóndeladeTorredelAlce.Peroeraunacriada,conunamantaechadasobreloshombrosysucamisónyunbebéenbrazos.Estaballorando.Apartélamirada,incómodo.

Apenasmededicóunvistazososlayado,detodosmodos.Dejóencimadelamesaelbultoqueerasupequeño,cogióuntazónylollenódeaguafresca,sindejardemusitartodoelrato.Seinclinósobresubebé.

—Toma,tesoro,corderito.Toma,mivida.Miraquébueno.Tomaunpoquito.Ay, pequeñín, ¿es que ni siquiera puedes sacar la lengua? Pues abre la boca.Venga,abrelaboquita.

Me resultaba imposiblenomirar.Sosteníael tazóncon torpezae intentabaacercarlo a los labios del bebé. Con la otra mano quería abrirle la boca alpequeño, con más fuerza de la que yo había visto jamás en una madre queatendiera a su hijo. Volcó el cuenco y se derramó el agua. Oí un gorgoritoestrangulado y luego un jadeo sofocado. Cuandome levantaba para protestar,asomódelenvoltoriolacabezadeunperrito.

—¡Ay,queseatragantaotravez!¡Semuere!MipequeñoGallardónsemuerey a nadie le importa.El pobre no hacemás que roncar, no sé qué hacer ymitesorosemuere.

Abrazó con fuerza al perrito faldero mientras éste boqueaba y jadeaba.Sacudiólacabecitayluegoparecióapaciguarse.Denohaberpodidoescucharsu

trabajosarespira-ción,habríajuradoquesehabíamuertoenbrazosdelajoven.Sus ojos oscuros y abultados se cruzaron con los míos, y sentí la fuerza delpánicoyeldolorqueatosigabanalabestezuela.

Calma.—Espera,asíno—meoídecir—.Noloayudassujetándolotanfuerte.Casi

nopuedenirespirar.Suéltalo.Sácalodeahí.Quedecidaélcómosesientemáscómodo. Así envuelto tiene demasiado calor, por eso jadea y se atraganta almismotiempo.Pósalo.

Lamuchachame sacabauna cabeza, yporunmomentopenséque tendríaque pelear con ella. Pero dejó que le arrebatara el bulto de los brazos y loliberaradelasdistintascapasdetela.Loposéencimadelamesa.

Labestezuelaofrecíaunaspectolamentable.Sequedódepieconlacabezametidaentrelaspatasdelanteras.Teníaelhocicoyelpechountadosdesaliva,elvientretensoyduro.Empezóatenerarcadas,denuevo.Abriócuantopudolaspequeñasfauces,conlos labiosapartadosdesusdiminutosdientesafilados.Elfuertecolorrojodesulenguaatestiguabacuanviolentoseransusesfuerzos.Lamuchacha chilló y corrió hacia adelante, intentando cogerlo de nuevo, pero laapartédeunbruscoempellón.

—No lo toques—ledije impaciente—.Está intentandovomitar algo, peronoloconseguirásinodejasdeestrujarlelastripas.

Sedetuvo.—¿Vomitar?—Secomportacomosi tuvieraalgoalojadoenelgaznate.¿Podríahaberse

tragadounhuesooalgunapluma?Lajovenparecíaafligida.—Elpescadoteníaespinas.Peromuypequeñas.—¿Pescado?¿Quéidiotaledaríapescado?¿Erafrescooestabapodrido?—

Habíavistoloenfermoquepodíaponerseunperrosi lehincabaeldienteaunsalmónpodridoaorillasdelrío.Sieraesoloquehabíaengullidoesacriatura,noteníaningunaoportunidad.

—Erafresco,yestababiencocinado.Eralamismatruchaquecenéyo.—Bien,porlomenosnoesprobablequeseintoxique.Enestosmomentosse

tratasólodelaespina.Perositerminadetragársela,todavíapodríamatarlo.Lamuchachaboqueó.

—¡No, no puede! No tiene que morir. Se pondrá bien. Es que tiene elestómagorevuelto.Lehedadomuchodecomer.¡Sepondrábien!Además,¿quésabrástú,pinchedecocina?

VicómoGallardónsufríaotroataquedenauseas.Noexpulsónadamásqueunabilisamarilla.

—Nosoyningúnpinchedecocina.Soyperrero.ElperrerodeVeraz,porsiteinteresasaberlo.Ysinoayudamosaestepobrechucho,semorirá.Enseguida.

Observó,conunamezcladehorrorytemorreverencial,mientrasyosujetabafirmemente a sumascota. Intentoayudarte.Nome creía.Le abrí la boca y lemetí dos dedos en la garganta. Gallardón jadeó más ferozmente y me arañófrenéticoconlaszarpasdelanteras.Habríaquecortarlelasuñas.Sentílaespinaen la yema de los dedos. Giré los dedos y sentí que se movía, pero estabaencajada de lado en la garganta de la criatura. El perro profirió un aullidoestranguladoysedebatióhistéricamenteentremisbrazos.Losolté.

—Bueno.Leharáfaltaayudaparalibrarsedeeso—comenté.Dejéquelamuchachasollozaraylloriquearasobresuperro.Porlomenosno

locogióy lo apretujó.Meprocuréunpuñadodemantequilladelbarreñoy loañadíamicuencodecaldo.Ahoranecesitabaalgocurvo,comoungarfio,peronodemasiadogrande.Rebusquéentrelosperolesyporfinencontréunganchodemetalconunasa.Seguramenteloutilizabanparalevantarlasolíascalientesdelfuego.

—Siéntate—pedíaladoncella.Memirócon labocaabierta,antesdesentarseobedientementeenelbanco

quelehabíaseñalado.—Ahorasujétalofirmemente,entrelasrodillas.Ynolosueltes,daigualque

tearañe,quechilleoseretuerza.Yagárralelaspatasdelanterasparaquenomehagatrizasmientrastanto.¿Entendido?

Lajoveninhalóhondo,antesdetragarsalivayasentir.Lecorríanlágrimasporlacara.Poséelperroensuregazoylepuselasmanossobreél.

—Confuerza—ledije.Cogíuntrocitodemantequilla—.Voyautilizarlagrasacomo lubricante.Luego tengoqueabrirle laboca, enganchar laespinayextraerla.¿Lista?

Asintió.Habíadejadodelloraryteníaloslabiosapretados.Mealegrédeverqueteníaalgodecoraje.Ledevolvíelgestoconlacabeza.

Esparcir la mantequilla era la parte más fácil. Le obturó el gaznate, noobstante, por lo que el animal se asustó todavía más y puso a prueba miautocontrol con oleadas de terror. No tuve tiempo para delicadezas cuando leabrí las fauces a la fuerza y le metí el gancho en la garganta. Esperaba nodesgarrarlopordentro.Aunquesilohacía,enfin,ibaamorirdetodasformas.Giréelinstrumentomientrassedebatía,gañíayensuciabadeorinesasuama.Elgarfioseenganchóenlaespinaytiré,confirmezaydemodouniforme.

Salióenvueltaenuncuajodesaliva,bilisysangre.Eraunhuesopequeño,no una espina de pescado, sino un trozo de esternón perteneciente a un avepequeña.Losoltéencimadelamesa.

—Tampocodeberíacomerhuesosdepájaro—amonestéalamuchacha.Creoquenisiquierameoyó.Elperrilloresollabaagradecidoensuregazo.

Cogíelplatodeaguayseloofrecíalanimal.Loolisqueó,lamióunpocoysehizounovillo,agotado.Lajovenloacunóyloarrullóentresusbrazos,conlacabezapegadaaladeél.

—Quieropedirteunacosa—dije.—Loque sea.—Lamuchachahablaba con la bocapegada al pelaje de su

mascota—.Pídemeloquequierasyserátuyo.—Paraempezar,dejadecompartirlacomidaconél.Dalesólocarnerojay

cerealescocidosduranteunatemporada.Paraunperrodeesetamaño,bastaconloquetequepaenlamano.Ynolollevesencimaatodaspartes.Quecorra,paraquedesarrollelosmúsculosyselelimenlasuñas.Ybáñalo.Leapestaelpeloyelalientode tantocomerexquisiteces.De locontrario,novivirámásqueotropardeaños.

Alzó la cabeza, compungida.Se llevó lamano a la boca.Aquel gesto, tansemejante al manoseo de sus joyas durante la cena, me hizo comprender derepenteaquiénestabareprobando.LadyGracia.Yhabíahechoquesuperrolemancharaelcamisóndemeados.

Laexpresióndemirostrodebiódedelatarme.Sonrióencantadayabrazóasuperritoconfuerza.

—Haré lo que me dices, perrero. Pero ¿y tú? ¿No quieres ningunarecompensa?

Pensaba que le pediría dinero, o un anillo, o incluso un puesto de trabajodentrodesucasa.Envezdeeso,contantafirmezacomosupereunir,lamiréy

dije:—Porfavor,ladyGracia.Osruegoquepidáisavuestroseñorqueguarnezca

la torre de la Isla de la Guardia con susmejores hombres, para de esemodoponerfinalosenfrentamientosentrelosducadosdeGarrónyTorote.

—¿Cómo?Aquella simple pregunta me dijo cuanto necesitaba saber sobre ella. No

habíacogidosuacentoeinflexiónsiendoladyGracia.—Pedidavuestroseñorquedefiendasustorres.Porfavor.—¿Quéleimportanestosasuntosaunperrero?Supreguntafuedemasiadodirecta.Dondequieraque lahubieseencontrado

Kelvar,nodescendíadealtolinaje,nihabíaconocidoriquezasantesdeahora.Suregocijocuandolareconocí,laformaenquehabíallevadosuperroalafamiliarcomodidaddeunacocina,ellasola,envueltoensumanta,todoapuntabaaunachicacorrienteelevadademasiadodeprisaydemasiadoporencimadesuantiguaposición. Se sentía sola, e insegura, y carecía de la educación necesaria pararepresentarelpapelqueseleexigía.Peoraún,eraconscientedesuignorancia,yesa certidumbre la corroía y teñía sus placeres de miedo. Si no aprendía acomportarse como una duquesa antes de perder su juventud y su belleza, laaguardaríanúnicamenteañosderidículoyaislamiento.Necesitabaunmentor,unmaestrosecreto,comoChade.Necesitabaelconsejoqueyopudieradarle,eneseprecisoinstante.Perodebíaactuarconcautela,puesellanoaceptaríaconsejosdeun perrero. Sólo unamuchacha corriente haría algo así, y lo único que sabíasobre símismo en esosmomentos era que había dejado de ser unamuchachacorrienteparaconvertirseenduquesa.

—Tuveunsueño—dije,enunarrebatodeinspiración—.Cristalino.Comounavisión.Ounaadvertencia.Medespertóysentíquedebíabajaralacocina.—Dejéquesemeextraviaralamirada.Abriómucholosojos.Latenía—.Soñécon una mujer, que pronunciaba sabias palabras y convertía a tres hombresfuertesenunasólidamuralla infranqueablepara losCorsariosde laVelaRoja.Ellaestabafrenteaellos,conjoyasenlasmanos,ylesdijo:"Dejadquelosfarosbrillen más que las gemas de estos anillos. Que los atentos soldados que lasguarnecenrodeennuestracostaigualquerodeanmicuelloestasperlas.Quelastorres recuperen su fuerza para repeler a quienes amenazan a nuestro pueblo.Pues es mi ilusión caminar sencillamente a la vista de reyes y comunes, y

permitir que las defensas que protegen a nuestras gentes se conviertan en lasjoyasdenuestra tierra".Yel reyy susduques sequedaronasombradospor lasabiduríaqueencerrabasucorazónysunobleza.Perosupuebloeraelquemásamorleprofesaba,puessabíaquelosamabamásquealoroolaplata.

Eraburdo,muchomenosagudodeloquemehabíapropuesto.Perodisparósuimaginación.PudevercómoseimaginabaasímismaerguidaynobleanteelRey a la Espera, sorprendiéndolo con su sacrificio. Intuí en ella el abrasadordeseo de destacar, de ser admirada por las gentes llanas de las que procedía.Quizá en elpasado fuese lecherao ayudantade cocina,yquienes la rodeabanseguíanviéndolaasí.Estolesdemostraríaqueahoraeratodaunaduquesa,ynosólo en el nombre. Lord Shemshy y su séquito transmitirían la noticia de suhazañaalducadodeTorote.Losjuglarescelebraríansuspalabrasconcanciones.Yporfinsuespososellevaríaunasorpresaconella.Quelavieracomoalguienque se preocupa por la tierra y la gente, y no sólo como una cosita bonitaprendadadesutítulo.Casipodíavercómodesfilabanaquellospensamientosporsucabeza.Sumiradasehabíaextraviadoylucíaunasonrisaembobada.

—Buenasnoches,perrero—dijoenvozbaja,ysaliódelacocina,abrazadaasuperro.Vestíasumantaentornoaloshombroscomosisetrataradeunacapade armiño. Al día siguiente representaría su papel a la perfección. Sonreí derepente,preguntándomesihabríacumplidomimisiónsinnecesidadderecurriral veneno.No es que hubiera investigado realmente siKelvar era culpable detraición, pero tenía la impresión de que había cortado el problema de raíz.Apostaría aque las torresdevigilancia estaríanbienguarnecidas antesdequeacabaralasemana.

Volvíalacama.HabíaafanadounahogazadepanfrescodelacocinayselaofrecíalosguardiasquemereadmitieroneneldormitoriodeVeraz.Enalgunaparte de Guardabahía alguien anunciaba la hora a voz en grito. No prestédemasiadaatención.Meacurruquédenuevoenmicatre,conelestómagollenoy el ánimo expectante ante el espectáculo que ofrecería lady Gracia al díasiguiente.Mientrasmeamodorrabaaposté conmigomismoaque lamuchachaelegiríaunatuendosencilloyblanco,yaquellevaríaelpelosuelto.

No tuve ocasión de descubrirlo. Parecía que habían transcurrido merosinstantescuandomedespertóunzarandeo.AbrílosojosparaencontraraCharimagazapado ami lado. La tenue luz de una vela proyectaba sombras alargadas

sobrelasparedesdelacámara.—Despierta,Traspié—susurróconvozronca—.Hallegadounmensajeroa

latorre,enviadoporladyTomillo.Requieretupresenciadeinmediato.Yaestánpreparandotucaballo.

—¿Mipresencia?—preguntécomounidiota.—Enefecto.Tehedejadolaropalista.Vístetesinhacerruido.Verazduerme

todavía.—¿Paraquémequiere?—Caray, qué sé yo. El mensaje no lo especificaba. A lo mejor ha caído

enferma. Traspié. El mensajero sólo ha dicho que requería tu presencia deinmediato.Supongoqueyaloaveriguaráscuandolleguesallí.

Ese era un pobre consuelo. Pero bastó para espolear mi curiosidad y, encualquier caso, tenía que ir.Desconocía exactamente qué relación unía a ladyTomilloconelrey,perolamujermesuperabaenimportanciaconcreces.Nomeatrevíaapasarporaltosuorden.Mevestíaprisaalaluzdelavelayabandonémi cuarto por segunda vez aquella noche. Manos tenía a Hollín ensillada ydispuesta,ylehabíadadotiempoapensarenunpardechistessoecesacercademi convocatoria. Le sugerí lo que podía hacer para entretenerse el resto de lanocheypartí.Unosguardiasavisadosdemillegadameabrieronlaspuertasdelatorreymefranquearonlasalidadelasfortificaciones.

Meextraviédosvecesenlaciudad.Todoteníaunaspectodistintodenoche,y no había prestado demasiada atención a mi ruta con anterioridad. Por finencontréelpatiodelahospedería.Unaatribuladaposaderamerecibiódespiertoyconunaluzenlaventana.

—Lleva quejándose y llamándoos casi toda una hora, joven señor —meinformóansiosa—.Metemoqueesalgograve,peroseniegaarecibiranadiequenoseáisvos.

Atraveséelpasillocorriendohastasupuerta.Llaméprecavidamente,medioesperandoquesuvozchillonamegritaraquemefueseydejaradeimportunarla.Envezdeeso,unavoztrémuladijo:

—Oh,Traspié,¿erestúalfin?Deprisa,chico.Tenecesito.Inhaléhondoylevantéelpestillo.Meadentréenlapenumbradelacaldeada

habitación,conteniendoelalientoparaprotegermedelosdistintosoloresquemeasaltaronlanariz.Elhedordelamuertenopodíaserpeorqueaquello,medije.

Unas pesadas colgaduras guarecían la cama. La única luz de la estanciaprocedía de una vela solitaria que agonizaba en su abrazadera. La cogí ymearriesguéaacercarmealacama.

—¿LadyTomillo?—llaméenvozbaja—.¿Quéocurre?—Chico.—Lavozsurgióquedadeunaesquinaensombrecidadelcuarto.—Chade—dije, y al instante me sentí más idiota de lo que me gustaría

recordar.—Nohaytiempoparaexplicaciones.Notesientasmal,chico.LadyTomillo

haengañadoamuchaspersonasenelpasado,yseguiráhaciéndolo.Esoespero,al menos. Ahora. Confía en mí y no hagas preguntas. Limítate a seguir misinstrucciones. Para empezar, busca a la posadera. Dile que lady Tomillo hasufridounodesusataquesyquedebeguardarreposodurantealgunosdías.Dileque nadie debemolestarla bajo ningún pretexto. Su tátara tataranieta vendrá aocuparsedeella…

—¿Quién?—Ya está todo dispuesto. Y su tátara tataranieta será quien le traiga la

comidaycualquierotracosaqueprecise. Insisteenque ladyTomillonecesitadescansoyestarsola.Ahoraveyhazlo.

Yesohice,tansobresaltadoqueresultésumamenteconvincente.Laposaderameprometióquenopermitiría quenadie golpeara siquiera unapuerta con losnudillos,puesnoestabadispuestaapermitirqueladyTomilloperdieralabuenaopinión que tenía de su hostal y sus servicios. Esome hizo suponer que ladyTomillonoeratacañaalahoradesufragarsuestanciaenaquelestablecimiento.

Volví a entrar en el cuarto sin hacer ruido y cerré la puerta despacio amipaso.Chadecorrióelcerrojoyencendióotravelacon la llamadelconsumidotocón de cera. Extendió un pequeñomapa encima de lamesa.Vi que llevabapuestas ropas de viaje: capa, botas, jubón y pantalones, todo de color negro.Parecíaunhombredistinto,derepente,vivazyllenodeenergía.Mepreguntésielancianocubiertoporunatúnicaraídanoseríatambiénunapose.Memiródesoslayo, y por un instante habría jurado que era Veraz el soldado que teníadelante.Nomeconcediótiempoparadivagaciones.

—Habráquedejar la situación aquí enmanosdeVerazyKelvar.Túyyotenemos otros asuntos que atender. Esta noche he recibido un mensaje. LosCorsarios de laVelaRoja han atacado, aquí, en Forja. Tan cerca deTorre del

Alce que convierte la agresión en algomás que un insulto; es una verdaderaamenaza.YtodomientrasVerazseencontrabaenBahíaPulcritud.Nomedigasquenosabíanqueélestabaaquí, lejosdeTorredelAlce.Peroesonoes todo.Hantomadorehenes,seloshanllevadoasusbarcos.YhanenviadounmensajeaTorredelAlce,alreyArtimañasenpersona.Exigenoro,montonesdeoro,odevolveránlosrehenesalaaldea.

—Querrásdecirquemataránalosrehenessinolesdamoseloro.—No.—Chadezangoloteólacabezafurioso,comounosoacosadopor las

abejas—.No,elmensajenodejabalugaradudas.Silesdamoseloro,mataránalos rehenes.De lo contrario, los liberarán.Elmensajeroprocedía deForja, unhombrecuyaesposaehijohabían sido secuestrados. Insistía enqueésaera laamenaza.

—Noveodóndeestáelproblema—resoplé.—A primera vista, tampoco yo. Pero el hombre encargado de entregar el

mensaje a Artimañas seguía temblando, pese al largo viaje. No lograbaexplicarlo,nisiquieradecirsipensabaquedeberíapagarseeloroono.Loúnicoquehacíaerarepetir,unayotravez,cómosonreíaelcapitánmientrasanunciabasu ultimátum y cómo se carcajearon los demás saqueadores al escuchar suspalabras. Así que iremos a investigar, tú y yo. Ahora. Antes de que el reyanuncieningunarespuestaoficial,antesinclusodequeseentereVeraz.Escucha.Ésta es la carretera por la que hemos venido. ¿Ves cómo sigue la curva de lacosta?Yésteeselsenderoquevamosatomar.Másdirecto,aunquemuchomásabruptoypantanosoenalgunoslugares,poresonolotransitanlascarretas.Peroesmás rápido para los jinetes. Aquí, un pequeño bote nos aguarda; cruzar labahíanosahorrarámuchoskilómetrosy tiempodeviaje.Fondearemosaquí,yluegosubiremosaForja.

Estudiéelmapa.ForjaestabaalnortedeTorredelAlce;mepreguntécuántohabíatardadoelmensajeroenllegaranosotros,ysiparacuandollegáramosallílaamenazadelosCorsariosdelaVelaRojasehabríallevadoyaacabo.Perodenadaservíamalgastareltiempoconespeculaciones.

—¿Ytucaballo?—Yaestálisto.Sehaocupadoelmismoquetrajoestemensaje.Hayunbayo

enlacalle,contrescalcetinesblancos.Éseeselmío.ElmensajeroseencargarátambiéndeproporcionarnosunatátaratataranietaparaladyTomillo,ylabarca

yaestádispuesta.Enmarcha.—Unacosa—dije,ehicecasoomisodesuceñofruncidoantelademora—.

Tengoquepreguntártelo,Chade.¿Hasvenidoporquenotefiabasdemí?—Tedebounarespuesta,supongo.No.Vineparaescucharenlaciudad,alas

mujeres, igual que tú debías escuchar en la torre. Las sombrereras y lasvendedorasdebotonespuedensabertantoomásqueelconsejerodeunrey,aunsinserconscientessiquieradeloquesaben.Ya.¿Montamos?

Montamos. Salimos por la entrada de servicio, y el bayo estaba amarradojustoalapuerta.Hollínnoparecíasentirdemasiadasimpatíaporél,perosupocomportarse.LaimpacienciadeChadeerapalpable,peromantuvoloscaballosalpasohastaquehubimosdejadoatráslascallesempedradasdeBahíaPulcritud.Cuandolaslucesdeloshogaressehubieronquedadoanuestraespalda,pusimosnuestrasmonturasaltrote.Chadeindicabaelcamino,ymellamólaatenciónlobien que montaba, la facilidad con que elegía el camino en la oscuridad. AHollínnolegustabaviajardeprisadenoche.Denoserporlaluna,casillena,nocreoquehubieralogradopersuadirlaparamantenerelritmodelbayo.

Nunca olvidaré aquella galopada nocturna. No porque fuese una carreraprecipitadaalrescate,sinoporquenoloera.Chadenosconducíaaloscaballosya mí como si fuésemos fichas sobre el tablero. No jugaba deprisa, sino paraganar.Poresohubomomentosenquepermitimosque losanimalescaminaranparaquerecuperaranelaliento,ylugaresenquedesmontamosylosguiamosasalvoportrechostraicioneros.

Cuando el alba agrisaba el cielo hicimos un alto para dar cuenta de lasprovisionesqueguardabaChadeensusalforjas.Nosencontrábamosen loaltodeunacolina, tanpobladade árbolesqueel cielo apenas se atisbabaentre lascopas. Podía oír el océano, y olerlo, pero no conseguía ver ni rastro de él.Nuestro sendero se había convertido en una trocha sinuosa, pocomás que uncamino de ciervos que atravesaba aquellos bosques. Ahora que nos habíamosdetenido,pudeoíryolerlavidaquenosrodeaba.Lospájarospiaban,ycaptéeldeambulardepequeñascriaturasentrelosarbustosyenlasramassobrenuestrascabezas.Chadesehabíadesperezadoparaluegosentarseenunmullidocojíndemusgo,conlaespaldaapoyadaenunárbol.Bebióconavidezdeunodredeaguay luegomáscontenidamentedeun frascodebrandy.Parecíacansado,y la luzdiurnaponíaderelievesuedadconmayorinclemenciaqueladelasvelas.Me

preguntésillegaríaalfinaldelviajeosidesfalleceríaantes.—Me recuperaré —dijo cuando me descubrió observándolo—. Me he

enfrentado a tareas más arduas que ésta, y con menos tiempo para dormir.Además,dispondremosdeunascincooseishorasparadescansarenlabarca,sielpasoestáencalma.Asíquenohaynecesidaddeañorarlacama.Enmarcha,muchacho.

Unasdoshorasmástardesebifurcónuestrocamino,ydenuevotomamoslaopciónmás oscura.No pasómucho tiempo antes de queme viera obligado atenderme sobre el cuello deHollín para eludir el azote de las ramas bajas. Elterreno era un fangal, y sufrimos el acoso de hordas de diminutas moscasfuriosasquetorturabanaloscaballosysecolabanentremisropasenbuscadecarneconlaquedarseunbanquete.Losenjambreserantandensosque,cuandopor fin reuní el valor necesario para preguntar a Chade si nos habíamosextraviado,apuntoestuvedeahogarmeconlosinsectosquesememetieronenlaboca.

Amediodíasalimosalacaradeunacolinaazotadaporelvientoenterrenomásabierto.Volvíaverelocéano.Elvientorefrescabaalossudorososcaballosyalejabaalosinsectos.Suponíaunplacerinmensopodersentarseerguidoenlasilla de nuevo. El sendero era lo bastante ancho como para que Chade y yocabalgáramos a la par. Lasmanchas lívidas contrastaban sobre su pálida piel;parecía más exangüe que el bufón. Tenía los ojos ribeteados de morado. Medescubrióobservándoloyarrugóelentrecejo.

—Daparte,envezdequedarteahímirándomecomounbobo—meordenósecamente,yesohice.

Costabavigilarelcaminoysurostroalmismotiempo,pero,lasegundavezquebufó, lomirédesoslayoparadescubrirunaexpresiónirónicaensurostro.Concluímiinformeymeneólacabeza.

—Qué suerte. Lamisma que tenía tu padre. Tus dotes para la diplomaciadoméstica podrían servir para dar un vuelco a la situación, si ésta no secomplica.Los rumoresquehepodidoescucharasí loconfirman.Bien.Kelvarera un buen duque antes de esto, y parece que todo lo ocurrido se debíasimplemente a la embriaguez que le producía su joven esposa.—Suspiró derepente—.Aunasí,esunacontradicción:mandaraquíaVerazparaamonestaraun hombre por desproteger sus torres y que luego el mismo Veraz sufra un

saqueoenlaciudaddeTorredelAlce.¡Malditasea!Haydemasiadascosasqueno sabemos. ¿Cómo consiguieron sortear nuestras torres los Corsarios sin seravistados?¿CómosabíanqueVerazestabaenBahíaPulcritud,lejosdeTorredelAlce? ¿Ono lo sabían? ¿Sería ungolpede suerte? ¿Qué significa ese extrañoultimátum?¿Setratadeunaamenazaodeunaburla?

Porunmomento,cabalgamosensilencio.—Ojalá supiera qué pretende hacer Artimañas. Cuando me envió al

mensajero,aúnnosehabíadecidido.AlomejorllegamosaForjaydescubrimosque todo se ha solucionado ya. Y ojalá supiera exactamente qué mensaje haHabilitado a Veraz. Cuentan que en el pasado, cuando había más hombresversadosenlaHabilidad,unopodíasaberquépensabasulíderconsóloguardarsilencioyprestaratenciónuninstante.Aunquequizáesoseasólounaleyenda.LaHabilidadyanoestá tanextendida.Creoque fue el reyGenerosoquien lodecidióasí.ManténlaHabilidadmásensecreto,máscomoherramientadeunaélite,yaumentarásuvalor.Ésaeralalógicadeentonces.Nuncaheconseguidoentenderla.¿Ysidijeran lomismode losbuenosarquerosode losmarineros?Contodo,supongoqueelaurademisteriopodríaensalzaraunlíderalosojosde sus hombres… o, tratándose de un hombre comoArtimañas, por ejemplo,disfrutaría haciendo que sus súbditos se preguntaran si realmente puededescubrir lo quepiensan aunquenopronuncienpalabra. Sí, eso complacería aArtimañas,claroquesí.

AlprincipiopenséqueChadeestabapreocupado,furiosoincluso.Nuncalohabía visto divagar de ese modo acerca de nada. Pero cuando su caballo seasustóporunaardillaquesecruzóensucamino,estuvoapuntodecaersedelasilla.Extendíelbrazoysujetésusriendas.

—¿Teencuentrasbien?¿Quésucede?Meneólacabeza,despacio.—Nada.Cuandolleguemosalbote,merepondré.Tenemosqueseguir.Yano

faltamucho.Supielpálidasehabíatornadogrisáceay,acadapasoquedabasucaballo,

sebalanceabaenlasilla.—Descansemosunpoco—sugerí.—Lamareanoespera.Ydescansarnomeservirádenada,preocupadoporsi

nuestrabarcaseestrellacontralasrocas.No.Tenemosqueseguiradelante.—Y

añadió—: Confía en mí, chico. Sé que puedo hacerlo, y no soy tan estúpidocomoparaintentarloimposible.

Asíqueseguimos.Teníamospocasopciones.Perocabalguéjuntoalacabezade su caballo, donde podría cogerle las riendas si hiciera falta. El sonido delocéanocobrófuerza,yelsenderosevolviómuchomásempinado.Prontomeviabriendoelcaminoencontrademivoluntad.

Salimos de una zona de arbustos a un acantilado que señoreaba sobre unaplayadearena.

—Gracias aEda, están ahí—musitóChade ami espalda, y entonces vi labalsaqueestabacasivaradacercadelapunta.Unhombredeguardianossaludóyagitósugorraenelaire.Levantéelbrazoparadevolverleelsaludo.

Descendimos, patinando más que andando, y Chade subió a bordo deinmediato.Esomedejóconloscaballos.Aningunoleatraíalaideademeterseenelagua,muchomenosdesortearlabarandillabajaysubiracubierta.Intentésondearlos, transmitirlesmis deseos.Por primera vez enmi vida descubrí queestaba demasiado cansado para conseguirlo. Me faltaba la concentraciónnecesaria. De modo que hicieron falta tres pares de manos, muchasimprecaciones y dos fintasmías para lograr subirlos a bordo.Hasta la últimaporción de cuero y cada hebilla de sus arneses se habían salpicado de aguasalada. ¿Cómo iba a explicárselo a Burrich? Esa era mi mayor preocupaciónmientras me acomodaba en la proa y veía cómo los remeros de la areneradoblabanlaespaldasobrelosremosynosconducíanaaguasmásprofundas.

10.Revelaciones

Eltiempoylamareanoesperananadie,adagioinmortaldondeloshaya.Losmarineros y los pescadores se refieren simplemente a que las condiciones delocéanodeterminanlasuertedesusembarcaciones,lacualescapaalavoluntaddelhombre.Peroavecesmequedoaquí tendido,cuandoel téhamitigadoengranparteeldolor,ymeditoalrespecto.Lamareanoesperaanadie,séqueesoes verdad. Pero ¿el tiempo? ¿Me estaba esperándola época en que nací?¿Encajaron en su sitio los acontecimientos igual que encajan los inmensosengranajesdemaderadelrelojdeSayntanns,inmiscuyéndoseenmigestaciónydandoimpulsoamivida?Noaspiroalagrandeza.Empero,denohabernacido,denohaber sucumbidomispadresaunarrebatodepasión, todohabría sidodistinto.Todo.¿Mejor?Lodudo.Luegoparpadeoeintentoenfocarlavista,ymepreguntosiestasideassemeocurrenamíosonfrutodeladrogaquenadaenmisangre.MegustaríahablardenuevoconChade,unaúltimavez.

Elsolanunciabaelfinaldelamediatardecuandoalguienmezarandeóparadespertarme.

—Tu señor te llama —fue todo lo que me dijeron, y me incorporésobresaltado. Las gaviotas en el aire, la fresca brisa marina y el solemnebalanceo de la barca me recorda-ron dónde estaba. Me puse de pie condificultad, avergonzado por haberme quedado dormido sin asegurarme antessiquieradequeChadeestuvieracómodo.Medirigíapopa,alacabinadelbote.

AllídescubríqueChadesehabíaadueñadodeladiminutamesadelacocina.Examinabaunmapaqueteníadesplegadosobrelamisma,peroloquemellamó

laatenciónfueunaenormesoperallenadecaldodepescado.Meindicóquemesirviera,sindejardeestudiarelmapa,yobedecíentusiasmado.Habíagalletasdebarcoparaacompañar,yunvinotintoalgoagrio.Nosupecuántahambreteníahastaquelacomidahubollegadoamiestómago.EstabarebañandoelplatoconuntrozodegalletacuandomepreguntóChade:

—¿Mejor?—Muchomejor—respondí—.¿Ytú?—Mejor—dijo, yme dedicó su acostumbradamirada de halcón. Parami

alivio,parecíarecuperadoporcompleto.Apartómisplatosydesplegóelmapafrente a mí—. Por la tarde estaremos aquí. Desembarcar será mucho máscomplicadoquesubirabordo.Conunpocodesuerte,tendremosvientocuandonoshaga falta.Sino,nosperderemos lomejorde lamareay lacorriente serámás fuerte. Podríamos terminar obligando a los caballos a alcanzar la orilla anado mientras nosotros seguimos en la arenera. Espero que no, pero estatepreparado,porsiacaso.Cuandoestemosentierra…

—Huelesasemillasdecarris—dije,sindarcréditoamispropiaspalabras.Perohabíapercibidoelinconfundiblearomadulzóndelassemillasyelaceiteensualiento.Yohabíaprobadolospastelesdesemillasdecarris,enelFestivaldePrimavera,cuandolohacetodoelmundo,yconocíalavertiginosaenergíaqueconfería incluso el simple espolvoreado de las semillas sobre una tarta.TodoscelebrabanasíelComienzodelaPrimavera.Unavezalañonohacedaño.PerotambiénsabíaqueBurrichmehabíaadvertidoquenocompraranuncauncaballoque oliera a semillas de carris, igual que me había advertido también que sialguna vez descubría a alguien mezclando aceite de semillas de carris en elgranodenuestroscaballos,lomataría.Conlasmanosdesnudas.

—¿Sí?Fíjate.Veamos,sugieroquesiloscaballostienenquenadar,metaslacamisaylacapaenunabolsadehuleyladejesconmigoenlaarenera.Asíporlomenostendrásalgosecoqueponertecuandoalcancemoslaplaya.Desdeallí,nuestracarretera…

—Burrichdicequecuandounanimal loprueba,novuelveaserelmismo.Hace algo a los caballos.Dice que se puede utilizar para ganar una carrera, opara perseguir venados, pero después de eso la bestia no volverá a ser la deantes. Dice que los tratantes de caballos poco honrados utilizan esas semillasparaqueelanimaltengabuenapresenciaenlasubasta;ledanbríoyleiluminan

la mirada, pero el efecto se pasa enseguida. Burrich dice que les impidepercatarsedesucansancio,demodoquesiguenesforzándosemuchodespuésdelmomentoenquetendríanquehabercaídorendidosdepuroagotamiento.Burrichme contó que, a veces, cuando se disipa el efecto de las semillas, el caballosimplementerevienta.

Laspalabrasbrotabandemiboca,comoelaguafríasobrelasrocas.Chadelevantólavistadelmapa.Memiródesoslayo.—Se diría que Burrich lo sabe todo acerca de las semillas de carris. Me

alegro de que prestaras tanta atención a sus enseñanzas.Ahora quizá pudierashacermeelfavordefijarte igualdebienmientrasplaneamoslasiguienteetapadenuestroviaje.

—Pero,Chade…Metraspasóconlamirada.—Burrichesunbuencaballerizo.Yaapuntabamanerasdecrío.Raravezse

equivoca…cuandohabla de caballos.Ahora atiende amis palabras.Nos haráfaltaunalámparaparallegardesdelaplayaalosacantilados.Elcaminoesmuymalo;quizátengamosquesubirloscaballosdeunoenuno.Peromehandichoque puede hacerse. Desde allí, iremos campo a través hasta Forja. No hayninguna carretera por la que podamos viajar lo bastante deprisa. El terreno esaccidentado, pero no hay bosques. Y viajaremos de noche, de modo quetendremosqueguiarnosporlasestrellas.EsperollegaraForjamediadalatarde.Entraremoshaciéndonospasarporviajeros, túyyo.Esoescuantohedecididoporahora;elrestohabráqueplanearlosobrelamarcha…

Asídejéescaparlaocasióndepreguntarlecómoutilizarlasemillasinmoriren el intento, enterrada por sus meditados planes y sus minuciosos detalles.Dedicó otra media hora a referirme los pormenores y luego me echó delcamarote,arguyendotenermáspreparativosdelosqueocuparseeinstándomeaecharunvistazoaloscaballosydescansarenlamedidadeloposible.

Los caballos estaban delante, en un improvisado cercadomarcadopor unacuerdaen lacubierta, sobre lacualsehabíanesparcidomontonesdepajaparaevitaralamaderalosestragoscausadosporsuspezuñasysusexcrementos.Unhombredesemblantehoscoseafanabaenlareparacióndeuntrozodebarandillaquehabía rotoHollíndeunacozal embarcar.Noparecíadispuestoa entablarconversación, y los caballos estaban tan tranquilos y cómodos como cabía

esperar. Deambulé un rato por la cubierta. Viajábamos a bordo de unaembarcación pequeña, habituada al comercio entre las islas. Su anchura y suescasocaladolahacíanidealpararemontarlosríosoacercarsealasplayassinsufrirdesperfectos,perosucapacidadparasurcaraguasprofundasdejabamuchoquedesear.Avanzabaa trompicones,columpiándose,conelpasosincopadodeuna campesina cargada con sus mercancías que se paseara por una plazaatestada. Al parecer nosotros constituíamos todo el cargamento. Uno de losmarineros de cubierta me dio un par de manzanas para compartir con loscaballos, pero poca conversación. De modo que, cuando hube distribuido lafruta,me acomodé cerca de ellos sobre la paja y procuré seguir el consejo deChadeydescansar.

El viento nos era favorable, y el capitán nos acercó a los impresionantesacantiladosmásdeloqueyohubieracreídoposible,peroesonofacilitólatareadedesembarcara loscaballos.Ni todos lossermonesyadvertenciasdeChademe habían preparado para afrontar la negrura de la noche en el agua. Laslámparas de cubierta se me antojaban patéticas, me desorientaban con lassombras que proyectaban más que ayudarme con su débil luz. Al final, unmarinerodecubiertaacercóaChadealaorillaremandoenlaareneradelanave.Yodesembarquécon los renuentescaballos,puessabíaqueHollínse rebelaríacontra los cabos y podría hacer zozobrar la arenera.Me agarré a Hollín y latranquilicé,confiandoenquesusentidocomúnnosguiarahacialatenueluzdelalinternaquebrillabaenlaorilla.MemantuveaciertadistanciadelcaballodeChade,puesnoqueríaquepatalearademasiadocercadenosotrosenelagua.Elmar estaba helado, la noche era oscura y, de estar en mi sano juicio, habríarezado para encontrarme en cualquier otro lugar, pero los jóvenes tienen lahabilidad de coger las dificultades y los retos mundanos y convertirlos enaventurasydesafíospersonales.

Salí del agua empapado, aterido por el frío y absolutamente encantado.Sujeté las riendas deHollín y convencí al caballo de Chade para que saliera.Paracuandohubelogradocontrolarlosaambos,Chadeestabaamilado,lámparaenmano, riendo exultante. El remero ya se había despedido y regresaba a labarca.Chademeentregómiropaseca,perodepocomeservíapuestasobrelamojada.

—¿Dónde está el sendero? —pregunté, con voz trémula a causa del

castañeteodemisdientes.Chadesoltóunbufidoirónico.—¿Sendero?Heechadounrápidovistazomientrastirabasdemicaballo.No

hay senderoquevalga, es sólo el canal por el quebaja el agua cuando lluevesobrelosacantilados.Perotendremosqueconformarnos.

No era tanmalo como él lo pintaba, aunque poco le faltaba. Era angosto,empinado,ylagravasedesprendíabajonuestrospies.Chadecaminabadelantecon la linterna. Yo lo seguía, con los caballos en fila detrás de mí. En unmomentodado,elbayodeChadesepusonervioso, reculó,consiguióhacermeperderelequilibrioyapuntoestuvodeprovocarqueHollíncayeraderodillasensuesfuerzoporseguiravanzando.Teníaelcorazónenlagargantacuandoporfinalcanzamoslacimadelosacantilados.Entoncessedesplegaronantenosotroslanocheylaladerabajolalunallenaylasestrellasesparcidasporelfirmamento,yvolvióa apoderarsedemí el espíritude la aventura.Supongoque sedebía enpartealaactituddeChade.Teníalosojosmuyabiertosybrillantes,aunalaluzde la lámpara, debido a las semillas de carris; su energía, por antinatural quefuese, resultaba contagiosa. Incluso los caballos parecían sentirse afectados, ajuzgarporcómoresoplabanyzangoloteabanlacabeza.Chadeyyonosreímoscomo dementes mientras ajustábamos los arneses y montábamos. Echó unvistazoalasestrellasyalaladeraquedescendíaantenosotros.Arrojólalinternaaunladoconimprudentedesdén.

—¡Enmarcha!—anuncióalanoche,yespoleóalbayo,quesaliódisparado.Hollínnotenía intencióndequedarserezagada,demodoquehicealgoquenohabíahechoenmivida:galoparporunapendientedesconocida,enplenanoche.Esunmilagroquenonosrompiéramoselcuello.Noenvanodicenquelasuertefavorecealosniñosyloslocos.Aquellanochecreoquecumplíamostodoslosrequisitos.

Chade iba delante y yo lo seguía. Aquella noche encajé otra pieza delrompecabezasquehabíasidosiempreBurrichparamí.Puesreportaunaextrañapazcedertucapacidaddedecisiónaotrapersona,decir:"Vetúdelante,queyote sigoy confiaré a ciegas enquenome conduzcashasta lamuerte".Aquellanoche,mientrasprobábamosellímitedenuestrasmonturasyChadenosguiabasinmásreferenciaqueelcieloestrellado,nopenséniporunmomentoenloquepodría ocurrir si nos desviábamos del camino o si alguno de los caballos

resbalaba de repente y se caía. Nome sentía en absoluto responsable demisactos. De pronto todo era fácil y evidente. Lo único que tenía que hacer eraseguir las indicacionesdeChadey confiar enque supiera lo que se hacía.Mialma se elevaba en la cresta de aquella ola de fe, y en algúnmomento de lanochepensé:EstoeraloquepercibíaBurrichdeHidalgo,loquetantoechademenos.

Cabalgamosdurantetodalanoche.Chadediounrespiroaloscaballos,perono tanamenudocomo lohubierahechoBurrich.Ysedetuvomásdeunavezparaestudiarelcieloanochecidoyluegoelhorizonte,asegurándoseasídequeseguíamoslarutacorrecta.

—¿Vesaquellacolinadeallí, recortadacontra lasestrellas?Nosevebien,peroséqueestáallí.Dedía, tieneformadegorradevendedordemantequilla.RocadelLegislador,lallaman.Quequedesiempreanuestraizquierda.Vamos.

Enotraocasiónsedetuvoenloaltodeunacolina.Frenémiyeguadetrásdesu caballo. Chade se quedó sentado, inmóvil y erguido. Parecía una estatua.Luegolevantóelbrazoyseñaló.Letemblabaligeramentelamano.

—¿Ves aquella quebrada? Nos hemos desviado un poco hacia el este.Tendremosquecorregirelrumbosobrelamarcha.

Laquebrada era invisible paramí, un trazo algomásoscuro enmediodelpaisaje en penumbra. Me pregunté cómo era posible que la hubiera visto él.Habíatranscurridounamediahoracuandohizogestoanuestraizquierda,dondetitilabaunaluzsolitaria.

—EstanochehayalguienenCunadeLana—comentó—.Elpanadero, lomásprobable,metiendolasprimerashogazasenelhorno,—segiróenlasillaeintuímás que vi su sonrisa—.Nací a un kilómetro de aquí.Vamos, chico, enmarcha.NomehacegraciaquehayasaqueadorestancercadeCunadeLana.

De modo que reemprendimos la marcha y descendimos una ladera tanempinada que sentí cómo se tensaban los músculos de Hollín mientras seapoyabaenloscuartostraserosybajabacasipatinando.

El alba clareaba en el cielo antesdequevolviera aoler elmar.Yaún eratempranocuandocoronamosunaelevaciónypudimosver lapequeñaaldeadeForja.Eraun lugardesfavorecidoenmásdeunsentido;sufondeaderosóloseutilizaba en determinados momentos del día. El resto del tiempo sus barcosteníanqueanclarlejosdelaorillaydejarquelasembarcacionesmáspequeñas

realizaran continuos viajes de ida y vuelta entre ellos y la orilla. Si Forjaaparecía en losmapas eragracias exclusivamente a susyacimientosdehierro.No esperaba encontrarme con una ciudad bulliciosa. Pero tampoco estabapreparadoparalosdensospenachosdehumoqueseelevabandesdelosedificiosennegrecidos y sin techo. Una vacamugía en alguna parte, lamentándose porculpadesusubresdoloridas.Unpuñadodebotesdispersosflotabanfrentealaorilla,consusaltosmástilessemejantesaárbolesmuertos.

Lamañanadesvelabaúnicamentecallesvacías.—¿Dóndeestálagente?—mepreguntéenvozalta.—Muertos,secuestradosoescondidostodavíaenlosbosques.—Latensión

quemarcaba la voz deChade atrajomis ojos hasta su cara.Me sorprendió eldolorqueencontréenella.Sediocuentadequeestabamirándoloyseencogiódehombrossindecirnada—.Lasensacióndequeestagenteestugente,dequesudesgraciaes también la tuya…Locomprenderáscuandocrezcas.Estáen lasangre.

Me dejó cavilando sobre sus palabras mientras permitía que su agotadamonturaaminoraraelpaso.Bajamosdelacolinayentramosenlaciudad.

Parecía que aminorar el paso era la única precaución que pensaba tomarChade. Sólo éramos dos, desarmados, a lomos de unos caballos exhaustos,adentrándonosenunaciudaddonde…

—Elbarcosehaido,chico.Unanavedepresanosemuevesinunadotacióncompletaderemeros.Noconlacorrientequebarreestetramodecosta.Locualnodejadeserotroprodigio.¿Cómoesposiblequeconocierantanbiennuestrasmareasycorrientes?¿Porquésaquearestaaldea,endefinitiva?¿Para llevarseuncargamentodehierro?Lesresultaríamuchomássencilloarrebatárseloaunbuquemercante.Notienesentido,chico.Ningúnsentido.

Lanocheanteriorhabíadejadounespesomantoderocío.Laciudademitíauntufoahogaresmojadosycalcinados.Todavíaardíanalgunos.Frenteaotros,lacalleseveíasembradadeenseresdomésticos,peronosabíasiloshabitanteshabían intentado rescatarlos, o si los saqueadores habían comenzado allevárselos y luego habían cambiado de opinión.Un salero sin su tapa, variosmetrosdelana,unzapato,unasillarota:losrestosdabanresumidascuentasdetodo lo que había sido acogedor y querido y ahora no era más que basuraatrapada en el barro.Sentí queme sobrecogía unadesalentadora impresiónde

horror.—Hemosllegadodemasiadotarde—musitóChade.Tiródelasriendasdesu

caballoyHollínsedetuvoasulado.—¿Cómo?—preguntécomounnecio,arrancadodemiensimismamiento.—Losrehenes.Alfinallosdevolvieron.—¿Dónde?Chademeobservó con incredulidad, como si yo estuviera locoo fueseun

estúpido.—Allí.Entrelasruinasdeaqueledificio.Mecuestareferirloquemesucedióenaquelinstantedemivida.Fuetanto

loqueocurrió,tanderepente…Alcélamiradaparaverungrupodepersonas,detodaslasedadesysexos,enelinteriordeLarmazóndevastadodeunaespeciede almacén. Murmuraban entre sí mientras escarbaban entre los restos. Suaspecto era lamentable, pero eso no parecía preocuparlos. Antemis ojos, dosmujeresasieronlamismateteraalavez,unrecipientedebuentamaño,yluegoprocedieron a abofetearsemutuamente en un intento por ahuyentar a la otra yquedarseconelbotín.Merecordaronaunaparejadepayasosquesedisputaranunacortezadequeso.Chillaban,gesticulabanyseinsultabanmientrascadaunatirabade su respectiva asa.Losdemás, ajenos a la reyerta, se ocupabande supropiosaqueo.

Aquel comportamiento resultaba sumamente extraño en unos aldeanos.Siemprehabíaoídocómo,trasunsaqueo,lasvíctimascerrabanfilas,seponíanmanosalaobrayhabilitabanlosedificiosqueaúnquedaranenpieparaluegoayudarse mutuamente a recuperar las pertenencias queridas, compartiéndolotodoyapañándoselasmientras se reconstruían lascasasy se reemplazaban losalmacenes.Peroaquellaspersonasparecíancompletamenteignorantesdelhechode que lo habían perdido casi todo y de que sus familiares y amigos habíanperecidoduranteelsaqueo.Alcontrario,sehabíanreunidoparapelearpor losrestos.

Comprenderaquelloyaeralosuficientementeespantoso.Pero,además,tampocopodíasentirlos.NoloshabíavistonioídohastaqueChademellamólaatenciónsobreellos.

Habría pasado a su lado sin percatarme. Y el otro suceso significativo queexperimentéeneseinstantefueelcomprenderqueyonomeparecíaanadieque

conociese. Imaginemosqueunniñocreceenunaaldeadeciegos,dondenadiesospechasiquieradelaexistenciadeesesentido.Elniñonotendríapalabrasconquealudiraloscolores,nialosdistintosgradosdeiluminación.Losdemásnotendríanniideadelmodoenqueesepequeñopercibeelmundo.Asímesentíenaquel momento, sentado a lomos de Hollín, mirando fijamente a aquellaspersonas.PuesChadesepreguntóenvozalta,convozdeconmiseración:

—¿Quéocurreaquí?¿Quélessucede?Yolosabía.Todos loshilosqueenvolvíana lagente, losqueuníanamadresehijos,a

hombresymujeres,todalaafinidadqueseextendíaalafamiliaylosvecinos,alasmascotasyelganado,inclusoalospecesdelmarylasavesdelcielo…todo,todohabíadesaparecido.

Todamivida,sinsaberlo,habíadependidodeaquelloshilosdesentimientosparapercibirlapresenciadelosdemásseresvivosquemerodeaban.Losperros,los caballos, incluso las gallinas los tenían, igual que los humanos. Por esomirabahacialapuertaantesdequelacruzaraBurrichosabíacuándohabíauncachorro recién nacido en el establo, casi enterrado bajo la paja. Por eso medespertabacuandoChadeabríalatrampilladelaescalera.Porquepodíasentiralagente.Yesesentidoeraelquemealertabasiempreprimero,elquemeavisabaparaqueutilizaratambiénlosojos,losoídosyelolfato,parapercibircuantomerodeaba.

Peroaquellaspersonasnoemitíansensaciónalguna.Imaginadqueelaguanopesaranimojase.Asíeranaquellaspersonaspara

mí.Despojadas de lo que las hacía no sólo humanas, sino vivas. Paramí, eracomo si ante mis ojos se hubieran erguido unas piedras que musitaran y seenfrentaranentresí.Unaniñaencontróuntarrodemermelada,metiólamanoensuinterioryextrajounpuñadoqueempezóalamer.Unhombremayorseapartóde lacalcinadapilade telasentre lasquehabíaestadorebuscandoysedirigióhacialapequeña.Agarróelfrascoyempujóalaniñaaunlado,sinhacercasodesusgritosairados.

Nadiehizoademándeintervenir.Me inclinéhaciadelanteycogí las riendasdeChadecuandosedisponíaa

desmontar.LancéungritoinarticuladoaHollíny,peseasucansancio,eltemorque impregnaba mi voz la galvanizó. La yegua saltó al frente y el tirón que

propinéalasriendasdelbayodeChadeloarrastróconnosotros.Chadeestuvoapunto de caerse, pero se aferró a la silla, y nos saqué a ambos de la ciudadfantasmatandeprisacomopude.Oígritosanuestrasespaldas,másfríasqueelaullidodeloslobos,fríascomoelvientoinvernalquesecuelaporelhuecodelachimenea,peroviajábamosacaballoyel terror sehabíaapoderadodemí.Noaminoré el paso ni solté las riendas deChade hasta que hubimos dejadomuyatrásloshogares.Lacarreteradescribíaunacurvay,juntoaunpequeñomacizode árboles, me detuve por fin. Creo que ni siquiera reparé en las acaloradaspreguntasdeChadehastaesemomento.

Norecibióningunarespuestacoherente.MeagachésobreelcuellodeHollíny laabracé.Podíasentir suagotamiento,y los tembloresdemipropiocuerpo.Percibítenuementequecompartíamidesasosiego.PenséenlossereshuecosdeForja y azucé a Hollín con las rodillas. Empezó a caminar cansadamente yChadesemantuvoalapar,exigiendosabercuáleraelproblema.Teníalabocasecaymetemblabalavoz.Noledirigílamiradamientrasexpulsabamismiedosentrejadeosybalbucíaunaexplicacióndeloquehabíasentido.

Cuandomecallé,nuestroscaballossiguieronrecorriendodespacioelcaminodetierraprensada.AlcabohiceacopiodecorajeymiréaChade.Meobservabacomosiderepentemehubieransalidounoscuernosenlafrente.Ahoraqueeraconsciente de este nuevo sentido, no podía pasarlo por alto. Percibí suescepticismo. Pero también sentí cómo se distanciaba Chade de mí, sólo unpoco,unmeropasoatrásfrenteaalguienquesehabíaconvertidodeimprovisoen un desconocido.Me dolía sobre todo porque no se había retraído de aquelmodofrentealagentedeForja,queeramilvecesmásextrañaqueyo.

—Eran comomarionetas—dije a Chade—. Como objetos demadera quehubieran cobrado vida y representaran una especie de obra maléfica. Si noshubieran visto, no habrían dudado en matarnos para quedarse con nuestroscaballos, o nuestras capas, o un trozo de pan. Ni siquiera… —busqué laspalabras adecuadas—.Ni siquiera son animales ahora.No emitennada.Nada.Soncomocositasaisladas.Comounafiladelibros,opiedras,o…

—Chico —dijo Chade, entre amable y enojado—, tienes que reponerfuerzas. Hemos tenido una larga noche de viaje y estás cansado. Demasiadashorassindormir,ylacabezaempiezaajugartemalaspasadas,sesueñadespiertoy…

—No.—Estabadesesperadoporconvencerlo—.Noeseso.Noeslafaltadesueño.

—Vamos a volver allí—dijo convoz razonable.La brisa de lamañana learremolinaba lanegracapaalrededor,de forma tanordinariaquepenséqueseme iba a partir el corazón. ¿Cómo podían coexistir en elmismomundo serescomolosdeaquellaaldeayunasimplebrisamatutina?YChade,hablandoconunavoztanserenayordinaria—.Esaspersonassongentecorriente,muchacho,pero han pasado por una experiencia terrible, por eso se comportan de formaextraña.Unavezconocíaunachicaqueviocómounosomatabaasupadre.Sequedóasí,conlosojosmuyabiertosygruñendo,sinmoverseapenas,másdeunmes.Esagenteserecuperacuandovuelvenasuvidanormal.

—¡Hayalguiendelante!—leadvertí.Nohabíaoídonada,nivistonada,sólohabíasentidountirónenlaurdimbredesentidosqueacababadedescubrir.Perocuandoescrutamos lacarreteravimosquenosacercábamosa la retaguardiadeunadesangeladaprocesióndepersonas.Algunasguiabanbestiascargadas,otrasempujabanotirabandecarrosatestadosdemaltrechaspertenencias.Miraronporencima del hombro y, cuando nos vieron montados a caballo, fue como sihubieranvistodosdemoniossurgidosdelatierraparaperseguirlos.

—¡El Hombre Picado! —exclamó un hombre próximo al final de lacomitiva,ylevantóunamanoparaseñalarnos.Teníaelrostrodemudadoporelcansancioypálidodemiedo.Suspalabrasbrotabanentrecortadas—.Laleyendase ha hecho realidad—advirtió a los demás, que se detuvieron pávidos paraobservarnos—. Los fantasmas sin corazón se pasean por nuestro pueblo enruinas, y elHombre Picado con su capa negra viene para infectarnos.Hemosgozadodeunavidademasiadoholgada,poresonoscastiganlosantiguosdioses.Nuestradichosavidanossupondrálamuerte.

—Ah,maldita sea.Nopretendíadarlesesa impresión—exhalóChade.Vicómosuspálidasmanosrecogíanlasriendas,desviandosucaballo—.Sígueme,chico. —No miró en dirección al hombre que seguía apuntando su dedotembloroso hacia nosotros. Se movió despacio, casi con languidez, mientrasconducíasucaballofueradelcaminoyloinstabaasubirunaladerasalpicadadematasdehierba.AsísemovíaBurrichcuandoqueríaacercarseaunperroouncaballodesconfiado:amistosamente.Suagotadamontu-raabandonóelcaminoaregañadientes.Chadesedirigíaaungrupodeabedulesquehabíaenloaltodela

colina.Lomirésincomprenderquéseproponía.—Sígueme,chico—meinstóporencimadelhombroalverqueyovacilaba

—.¿Oquieresque te lapidenenmediode lacarretera?Noesunaexperienciaagradable.

Avancéconcuidado,apartandoaHollíndelcaminocomosilasaterrorizadaspersonas que teníamos delante no existieran. Se quedaron allí, debatiéndoseentrelairayelmiedo.Lasensaciónqueemitíaneraunamácularojaynegraqueembadurnabalafrescuradeldía.Viaunamujerqueseponíadepuntillas,aunhombrequeabandonabasucarro.

—¡Se acercan! —previne a Chade, cuando empezaron a correr detrás denosotros.Algunoscogieronpiedrasy,otros,varasverdesqueencontraronenelbosque.Todosofrecíanelaspectodesaliñadodequienesvivenenlaciudadyseven obligados a trasladarse al campo. Estos eran los habitantes restantes deForja, los que no habían caído prisioneros de los Corsarios. Comprendí todoaquello en el instanteque tardé enhincar los talonesy loque tardóHollín ensalir disparada hacia delante.Nuestros caballos estaban exhaustos; en vano seesforzabanporcorrer,pesealaesteladeguijarrosquedejabanasupaso.Silosaldeanoshubieranestadoenmejorformafísica,ohubierantenidomenosmiedo,podríanhabernosdadoalcanceconfacilidad.Perocreoquesesintieronaliviadosal vernos huir. Les preocupaba más lo que deambulaba por las calles de supuebloqueunosdesconocidosasustadizos,porominososquefuesenéstos.

Sequedaronenelcamino,vociferandoyondeandosuspaloshastaquenoshubimos perdido entre los árboles. Chade había cogido la delantera y nocuestioné su decisión cuando nos condujo por una senda paralela que nosmantendría fuera de la vista de las personas que abandonaban Forja. Loscaballos habían adoptado un caminar cansino.Di gracias por las colinas y lasarboledas dispersas que nos ocultaban a los ojos de nuestros perseguidores.Cuandovieldestellodeunriachuelo, loseñalésinproferirpalabra.Dimosdebeber a los caballos en silencio y les dimos algo de grano procedente de lasprovisionesdeChade.Solté losarnesesy lesenjuguéeldesaliñadopelajeconpuñadosdehierba.Paranosotros,aguafríadelarroyoybastopandeviaje.Meocupé de las bestias lo mejor que pude. Chade parecía ensimismado en suspensamientos,cuyaintensidadrespetélargorato.Peroalfinalnopudecontenermicuriosidadpormástiempoyexpreséladudaquemeroíapordentro.

—¿DeverdadereselHombrePicado?Chadedio un respingo, y luegomemiró fijamente. Su expresión reflejaba

asombroycontriciónapartesiguales.—¿ElHombrePicado?¿Ellegendarioheraldodeldesastreylaenfermedad?

Oh, venga, chico, no seas simple. Esa leyenda tiene siglos de antigüedad.Nocreerásquetengotantosaños.

Me encogí de hombros.Quise contestar, "Tienes la cara picada, y eres unasesino", perome contuve. Chademe daba la impresión de sermuy viejo enocasiones,yavecessemostraba tan llenodeenergíaquenoparecíaotracosaqueunjovenencerradoenelcuerpodeunhombremayor.

—No,nosoyelHombrePicado—prosiguió,hablandomásparasíqueparamí—.Perodespuésdehoy,losrumoresquehablendeélseextenderáncomoelpolenquearrastraelvientoalolargoyanchodelosSeisDucados.Hablarándeenfermedad,depesteydecastigosdivinosporpecadosimaginados.Ojalánomehubieranvistoasí.Loshabitantesdelreinoyatienenbastantequetemer.Perolassupersticiones no son nuestro mayor problema. No sé cómo lo supiste, perotenías razón. He estado pensando, meditando, en todo lo que vi en Forja,recordandolaspalabrasdelosaldeanosqueintentabanapedrearnos.Yelaspectode todos ellos. Conocí a la gente de Forja, hace tiempo. Eran personasesforzadas, no de las que sucumben al pánico de la superstición. Pero losrefugiadosquehemosvistoenelcaminohacíanexactamenteeso.HuirdeForja,parasiempre,oalmenosésaessuintención.Llevándoseconsigocuantopuedancargar. Abandonando los hogares en que nacieron sus abuelos. Dejando atrásparientesqueescarbany remueven losescombroscomoprivadosde razón.Laamenazade losCorsariosde laVelaRojanoeraenvano.Meacuerdodeesaspersonasymeestremezco.Haocurridoalgoespantoso,muchacho,ytiembloalpensarenloquepuedaestaraúnporvenir.PuessilaVelaRojapuedecapturaranuestros vecinos, y luego exigirnos que les paguemos para matarlos si noqueremos que nos los devuelvan convertidos en seres como los que hemosvisto… ¡qué decisión más amarga! Y de nuevo han golpeado cuando menospreparadosestábamosparaafrontarelasalto.

Segiróhaciamícomosiquisieraañadiralgo,ysetambaleóderepente.Sesentódegolpe,conelrostroceniciento.Agachólacabezaysecubriólacaraconlasmanos.

—¡Grade! —exclamé asustado, y me acerqué a él de un salto, pero meapartó.

—Semillasdecarris.—Susmanosamortiguabansuspalabras—.Lopeorescuandoteabandonatanderepente.Burrichhizobienalprevenirtecontraellas,chico. Pero a veces hay que elegir entre elmenor de dosmales. A veces, ensituacionescomprometidascomoésta.

Levantólacabeza.Teníalosojosvidriosos,labocaentreabierta.—Ahora tengo que descansar —dijo, con el tono lastimero de un niño

enfermo.Loagarrécuandosedesplomabaylodepositéconcuidadoenelsuelo.Lepusemisalforjasbajolacabezaamododealmohadaylotapéconnuestrascapas.Sequedótendido,conelpulsolentoylarespiraciónpesada,desdeaquelmomentohastaelatardecerdeldíasiguiente.Aquellanochedormípegadoasuespalda, con la esperanzadeproporcionarle calor, y al día siguiente empleé elrestodenuestrasprovisionesendarledecomer.

Alanochecersehabíarecuperadolosuficienteparareemprenderelviaje,ycomenzamos unmonótono periplo.Avanzamos despacio, viajando siempre denoche.Chadeelegíaelcamino,peroyoabríalamarcha,yamenudoélerapocomás que una carga a lomos de su caballo. Tardamos dos días en cubrir ladistancia que habíamos recorrido en una sola noche de galope salvaje. Elalimento escaseaba, y más aún escaseaba la conversación. Chade parecíafatigarseporelmerohechodepensary,fuerancualesfueransuspensa-mientos,losencontrabademasiadodeprimentesparaexpresarlosconpalabras.

Me indicó dónde debía encender el fuego que atraería al barco hastanosotros.Enviaronunaareneraatierraensubusca,ysubióaellasindecirnada.Esoevidenciabacuanexhaustosehallaba.Asumíasinmásqueyoseríacapazdesubirnuestraagotadoscaballosalbarco.Demodoquemiorgullomeobligóacumpliraquellatareay,unavezabordo,dormícomohacíadíasquenodormía.Luego vino el desembarco y el lento regreso a Bahía Pulcritud. Llegamos demadrugada,yladyTomillovolvióaalojarseenlaposada.

Alatardecerdeldíasiguientepudeinformaralaposaderadequemiseñorase encontraba mucho mejor y sabría apreciar una bandeja procedente de suscocinassiteníaabienenviarlaasuaposento.Chadeteníamejoraspecto,aunquesudabaprofusamenteenocasiones,ocasionesenquedesprendíaunpenetranteydulzónolorasemillasdecarris.Comióconapetitoybebiógrandescantidades

deagua.PeroalcabodedosdíasmeordenóinformaralaposaderadequeladyTomillopartiríaalamañanasiguiente.

Yo me recuperé mucho más deprisa y gocé de varias tardes libres paraexplorar Bahía Pulcritud, deambulando ocioso entre tiendas y comerciantes,procurando tener las orejas bien abiertas para captar los rumores que tantoapreciaba Chade. De ese modo me enteré de gran parte de lo que ya nosesperábamos. La labor diplomática de Veraz había sido satisfactoria, y ladyGraciaeraahoralaniñadelosojosdelaciudad.Yaseapreciabaunaumentoenlaslaboresdefortificaciónyreparacióndelascarreteras.LatorredelaIsladelaGuardia se había guarnecido con losmejores hombres deKelvar, y ahora losvecinos se referían a ella como laTorre deGracia.Enmás de una ocasión oímencionarquesehabíavistoalHombrePicado,ylashistoriasquecontabanentorno al fuego de la posada acerca de los actuales habitantes de Forja meprodujeronpesadillas.

LosquehabíanescapadodeForjareferíanescalofriantesrelatosdeparientesque habían perdido el corazón y el calor. Ahora vivían allí, como si fueranhumanos todavía, pero quienes mejor los conocían no podían ser engañadosfácilmente.Aquellossereshacíanaplenaluzdeldíacosasdelasquenosehabíatenido constancia en toda la historia de Torre del Alce. Las maldades quesusurraba la gente superabanmi imaginación. Los barcos ya no fondeaban enForja.Habíaqueencontrarhierroenotraparte.Sedecíaquenadiequeríaacogersiguieraalosrefugiados,puesquiénsabíaquéenfermedadesportabanconsigo;afin de cuentas, se les había aparecido elHombrePicado. Pero de algúnmodoresultaba todavíamás impactanteoír a lagentecorrientequedecíaqueprontoacabaríatodo,quelascriaturasdeForjasemataríanentresíyoírlesdargraciasatodolodivinoporeso.LabuenagentedeBahíaPulcrituddeseabalamuerteaquienes en su día fueron la buena gente de Forja, se la deseaban como si ésafueralaúnicasuertealaquepodríanaspirar.Quizálofuera.

En vísperas de que lady Tomillo y yo nos reuniéramos con el séquito deVeraz para volver a Torre del Alce, me desperté para encontrar una velaencendidayaChadesentado,contemplandolapared.Sinqueyoabrieralaboca,sevolvióhaciamí.

—TienesqueaprenderlaHabilidad,chico—dijo,comosiacabaradetomaruna difícil decisión—. Se aproximan tiempos aciagos, y nos acompañarán

duranteunalargatemporada.Esenestosmomentoscuandoloshombresdebiendeben procurarse cuantas armas tengan a su alcance. Apelaré a Artimañas denuevo, y esta vez se lo exigiré. Se aproximan tiempos aciagos, chico. Mepreguntosialgunavezseirán.

Duranteañosmehicelamismapregunta.

11.Forjas

ElHombrePicadoesunpersonaje célebredel folclore y lasartesde losSeisDucados. Raro es el teatro de polichinelas que no posea una marioneta delHombre Picado, no sólo para representar sus papeles tradicionales, sinotambiénpor suutilidad comoavedemal agüeroapresentar enproduccionesmásoriginales.AveceseltíteredelHombrePicadosimplementesepresentaenunsegundoplano,afindedotaralaescenadeuntinteominoso.DentrodélosSeisDucados,esunsímbolouniversal.CuentanqueelorigendelaleyendaseremontaalprimerasentamientodelosDucados,noalaconquistadelosmarginadosVatídico,sinoalaocupaciónmásantiguadel lugarporpartede inmigrantesanteriores. Incluso losmarginadostienen su versión dé la leyendamás básica. Es una historia admonitoria queprevienedelairadeEl,elDiosdelMar.Cuandoelmarerajoven,El,elprimerAntiguo,creíaenlagentedelasislas.Aesasgentesdiosumar,yconél todocuantonadabaensusaguas,y todas lastierras que tocaba. La gente se mostró agradecida durante muchos años.Pescabanenelmar,vivíanensusorillasyexpulsabanatodoslosintrusosqueseaventurabanenelterritorioqueleshabíaregaladoEl.Quienessurcaransumar serían justas presas de la gente del mar. Este pueblo prosperó y creciófuerte y resistente, pues el mar de Ellos templaba. Sus vidas eran duras ypeligrosas, pero contribuía a que los hombres crecieran hasta convertirse enhombresfuertesysusmuchachasenarrojadasmujerestantoenelhogarcomoencubierta.LagenterespetabaaEl.OfrecíansusplegariasalAntiguoysóloaélmaldecían.YElsesentíaorgullosodesugente.Mas, llevado por su generosidad, El bendijo a su gente en exceso. El crudo

invierno no se cobraba las suficientes vidas, y las tormentas que enviaba noeranrivalparalapericiadelosmarineros.Demodoquelapoblaciónaumentó,comoaumentaronsusrebañosysusbandadasdeavesdecorral.Enlosañosdeabundancia,losniñosdébilesnoperecían,sinoquemedrabanysequedabanencasa,yarabanmástierrasparaalimentaralossuperpobladosrebañosyotrosseres tan débiles como ellos. Los labriegos no agradecían a El sus fuertesvientos y rápidas corrientes.En su lugar,adorabany jurabanúnicamenteporEda,Antiguadequienestrabajanlatierraycuidandelasbestias.DemodoqueEdabendijoasusenclenquesconmásplantasyanimales.EsonoagradabaaEl,peronolesprestabademasiadaatención,puesaúnteníaalpueblofuertedelosbarcosylasolas.Estosempleabansunombreparabendecirymaldecir,yafindealimentarsucorajeEllesenviabatormentasyfríosinviernos.Pero conforme pasaba el tiempo se reducía el número de quienes profesabanlealtadaEl.Elpueblodébildelbarrosedujoalosmarinerosylesproporcionóhijosquesóloservíanparacuidarde la tierra.Elpueblo fuerteabandonó lasheladas orillas y los pastos escarchados y se trasladó al sur, a las plácidastierrasenquecrecíanlauvayeltrigo.Erancadavezmenoslosquesurcabanlas olas y recogían los peces que les había cedido El. Cada vez con menosfrecuenciaescuchabaElsunombreenbendicionesomaldiciones.HastaquealfinllegóeldíaenquesóloquedabaunapersonaquejurabaenelnombredeEl,un hombre viejo y esquelético, demasiado anciano para el mar, con lasarticulaciones hinchadas y doloridas y pocos dientes en la boca. Susbendiciones y maldiciones estaban exentas de peso y ofendían más quehalagabanaEl,quiennofavorecíaalosancianosdesvalidos.Alcabosedesatóunatormentaquetendríaquehaberacabadoconelancianoysupequeñabarca.Perocuandolasfríasolassecernieronsobreelhombre,ésteseagarróa las tablasdestrozadasyosó suplicarclemenciaaEl,auncuandotodo el mundo sabe que la clemencia le es desconocida. Aquella blasfemiaenfurecióaEldetalmodoquesenegóaacogeralancianoensumar,loarrojóalaorillaylomaldijoanovolveranavegarjamás,privándoloalmismotiempodetodaesperanzademorir.Cuandoelhombresaliódelasolassalobres,teníalacarayelcuerpopicadoscomosihubieratenidopercebesadheridos,sepusoenpiecondificultadyseadentróenlas tierrasplácidas.Yalládondeiba,noveíasinodébileslabriegosalosquerecriminabasunecedadyadvertíadeque

El engendraría una nueva raza, más resistente, digna de recibir su herencia.Pero la gente no prestaba atención a sus palabras, así de blandos yapoltronadossehabíanvuelto.Pordondequieraquepasaseelanciano,dejabaun rastro de enfermedad, una estela de dolencias eruptivas que no hacíandistinciones entre fuertes y débiles, blandos y duros, sino que afectaban porigualatodoelquetocaban.Yjustocastigoqueeraéste,puesesdetodossabidoquelapestenacedelpolvoysepropagaalroturarlatierra.Asírezalahistoria.YasísehaconvertidoelHombrePicadoenelheraldodelamuerte y la enfermedad, azote de quienes sucumben a la pereza y lamansedumbredebidoalafertilidaddesustierras.

ElregresodeVerazaTorredelAlcesevioensombrecidoporloacontecidoenForja.Veraz,pragmáticohastalamédula,habíaabandonadoBahíaPulcritudencuantolosduquesKelvaryShemshyhubieronllegadoaunacuerdorespectoalaIsladelaGuardia.Enrealidad,habíasalidodeBahíaPulcritudjuntoasustropasdeéliteantesdequeChadeyyovolviéramosalaposada,demodoqueelcamino de vuelta estuvo impregnado de una sensación de vacío.De día, y entornoalashoguerasporlanoche,lagentehablabadeForja,einclusoennuestracaravanalashistoriassemultiplicabaneimbricaban.

Mi regreso a casa se vio enturbiado por Chade y su reanudación de lamolestacharadaqueeralavilyancianaladyTomillo.Tuvequeatenderhastaelmenordesuscaprichosen todomomento,hastael instanteenqueaparecieronsuslacayosdeTorredelAlceparaescoltaríahastasusaposentos.La"anciana"vivía en el ala de las mujeres y, aunque en días venideros me hice el firmepropósito de enterarme de cualquier rumor referente a ella, no oí nada salvocomentarios sobre lo solitaria y cascarrabiasque era. Jamás llegué adescubrirpor completo cómo consiguió crearla ymantenerla Chade. Torre delAlce, ennuestra ausencia, parecía haber soportado una tempestad de nuevosacontecimientos,hastaelpuntodeantojársemediezañosynomerassemanaseltiempoquehabíamosestado fuera.Ni siquieraForja logróeclipsardel todo laactuaciónde ladyGracia.Lahistoria senarrabaunayotravez, y los juglarespugnaban por ver quién conseguía componer la versión definitiva. Oí que elduqueKelvarhabíallegadoinclusoaarrodillarseybesar layemadelosdedos

de su esposa cuando ésta hubo terminado de hablar, con suma elocuencia, deconvertirlastorresenlasjoyasmáspreciadasdesustierras.Huboaúnquienmecontóque lordShemshyhabíadado lasgraciaspersonal-mentea ladamay lehabía pedido un baile aquella misma noche, a punto de precipitar así unadiscordiadedistintanaturalezaentrelosducadosvecinos.

Mealegrédesuéxito.Lleguéaescucharentresusurros,másdeunavez,queelpríncipeVerazdeberíaprocurarseunadamadesentimientosafines.Cadavezque se ausentaba para dirimir diferencias internas y perseguir saqueadores, lagenteañorabalapresenciadeunregentefuerteencasa.Elviejorey,Artimañas,seguía siendo nuestro soberano oficialmente hablando. Pero, como observaraBurrich,elpueblotendíaamirarhaciadelante.

—Y—añadió—,a lagente legustasaberquesuReya laEspera tieneunlechocalienteesperándoloencasa.Lesdaalgoconquealimentarsusfantasías.Pocos pueden permi-tirse el lujo de vivir romance alguno, por eso vuelcan suimaginaciónsobreelrey.Oelpríncipe.

MasyosabíaqueVeraznoteníatiempoparapensarencamascalientes,nienningúnotrotipodecama.Forjahabíasidoalmismotiempounaamenazayunaadvertencia.Sesucedieronlasnuevasdeotrostresejemplossimilares,enrápidasucesión.Bocage,en las IslasCercanas,aparentementehabíasido"forjadaporlosCorsarios",comosellegóaconocerelfenómeno,pocassemanasantes.Lasnoticias tardaron en llegar desde las orillas heladas pero, cuando lo hicieron,fuerontristes.TambiénelpueblodeBocagehabíasidotomadocomorehén.Elconsejo de la ciudad, al igual queArtimañas, se había quedadodesconcertadopor el ultimátum de los Corsarios, rendir tributo o sufrir la liberación de losrehenes. No habían pagado. Como ocurriera en Forja, sus prisioneros habíanregresado, físicamente ilesos,perodespojadosde todaemociónhumana.EntresusurrossehablabadequeenBocagehabíanadoptadounasoluciónexpeditiva.LasinclementesIslasCercanasengendrabanhombresigualdeinclementes.Aunasí, incluso ellos habían juzgado piadoso levantar la espada contra susinsensibleshermanos.

OtrasdosaldeasfueronsaqueadasdespuésdeForja.LagentedePuertadePiedra había pagado el rescate. Al día siguiente la marea acercó a la orilladistintos trozos de cuerpos, y la aldea se había reunido para enterrarlos. LanoticiallegóaTorredelAlcesinpedirperdón,sóloconlainarticuladaasunción

deque,dehaberestadomásatentoelrey,almenoshabríantenidonoticiadelossaqueos.

Ovejeríahabíaaceptadoelretosinamilanarse.Senegaronapagarelrescate,peroconlosrumoresdeForjapresentesentodoelterritorio,seprepararonparalo peor. Habían recibido a sus rehenes liberados con grilletes y ronzales.Condujeronasusvecinosderegreso,dejándolossinsentidoapalosenalgunoscasos,antesdemaniatarlosydevolverlosasusrespectivoshogares.Laaldeaseunió en un intento por hacerlos regresar a su antiguo yo. Las historias deOvejería eran las que más se contaban: la de la madre que repudió al bebélactante que le devolvieron, declarando entremaldiciones que no quería tenernadaqueverconaquellacriaturamojadayllorona;ladelpequeñoquechillabaygritabaestandomaniatado,sóloparaabalanzarsesobresupropiopadreconuncuchillo de trinchar en cuanto lo hubo desatado el desconsolado progenitor.Algunosmaldecían,sedebatíanyescupíanasusparientes.Otrossesumíanenuna vida de sumisión e inactividad, comiendo y bebiendo lo que les poníandelante,perosinpronunciarpalabrasdeagradecimientoniafecto.Libresdesusligaduras,ésosnoatacabanasusfamilias,perotampocotrabajaban,nisiquieraseuníanasusparientesenlosmomentosdeocio.Robabansinpudor,aunasuspropioshijos,yacumulabanmonedasyengullíanelalimentocomoglotones.Noreportabandichaanadie,nisiquieraunasolapalabraamable.Perocontabanqueen Ovejería la gente estaba dispuesta a perseverar hasta que remitiera la"enfermedaddelosCorsarios".EsodabaalosnoblesdeTorredelAlceunpocode esperanza a la que aferrarse. Hablaban del coraje de los aldeanos conadmiraciónyjurabanquetambiénellosharíanlomismosisusparientesfueranforjadosporlosCorsarios.

Ovejeríaysusvalienteshabitantesseconvirtieronenunnexodeuniónparalos Seis Ducados. El rey Artimañas decretó más impuestos en su nombre.Algunos agricultores proporcionaron grano a quienes estaban tan ocupadoscuidandode sus familiares impedidosqueno tenían tiempopara regenerar susrebañosdiezmadosnireplantarsuscamposarrasados.Huboquienesacudieronaconstruirmásbarcosycontratarmáshombresparapatrullarlacosta.

Al principio la gente se enorgullecía de su labor. Los habitantes de losacantilados comenzaron a organizarse en turnos de guardia voluntarios. Seamplió el uso de corredo-res, pájarosmensajeros y señales de fuego.Algunas

poblacionesenviaronganadoyprovisionesaOvejería,parasudistribuciónentrelosmásnecesitados.Peroconformetranscurríanlaslargassemanasylosrehenesdevueltos seguían sin mostrar indicios de recuperar su sano juicio, todas lasesperanzas y devociones empezaron a parecer más patéticas que nobles. Losprincipales partidarios de aquellas iniciativas declaraban ahora que, de sercapturados,preferiríansercortadosenpedazosyarrojadosalmarantesqueserliberadosparaprovocarasusfamiliastantacongojaypesar.

Lopeor,creo,eraqueenaquellosmomentosdenecesidadelmismotrononosabía con certeza qué hacer. De haberse emitido un edicto real, donde seestipularaelcarácterobligatorioonodelpagode los rescatesexigidos,habríasidomejor.Con independenciade laorden, sindudahabríahabidoquienes seopusieranaldecreto.Peroalmenosasíelreyhabríamanifestadosuposturaylagentehabríasabidohacerseunaideadelmodoenqueseasumíalaamenaza.Encambio, el aumento de las patrullas y las guardias no conseguía sino dar laimagendeunaTorredelAlceaterrorizadaporestanuevaamenaza,carentedeuna estrategia con la que hacerle frente. A falta de edictos reales, las aldeascosteras decidieron ocuparse del problema por sí solas. Se convocaronasambleas para decidir qué hacer en caso de resultar Forjados. En algunas seadoptaronciertasmedidas,yenotrasseaprobaronmedidascontrarias.

—Peroencualquiercaso—medijoChadeconcansancio—,daigualloquedecidan.Sulealtadalreinoseresiente.

Tantosipaganeltributocomosino,losCorsariossereiránanuestracostamientras brindan con sus jarras de sangre fermentada. Pues al tomar unadecisión,nuestrosaldeanosnosedicenparasusadentros:"sisomosForjados",sino"cuandonosForjen".Deesamanerayasalemalparadasualma,yaquenosucuerpo.Miranasusvecinos,lasmadresmiranasushijos,loshombresasuspadres,ysabenqueestáncondenándolosdeantemanoalamuerteoalaForja.Y.elreinosaleperdiendo,puesaldecidircadaciudadporsísola,seseparadelconjunto.Vamosadisgregarnosenunmillardepequeñosconcejos,preocupadocadaunodeellosúnicamenteporloqueharáporsímismoencasodeataque.SiArtimañasyVeraznoactúandeprisa,elreinoseconvertiráenalgoqueexistiráúnicamente a modo de título, de recuerdo en la mente de sus antiguosgobernantes.

—Pero ¿qué pueden hacer?—quise saber—.Da igual cuántos decretos se

aprueben,ningunodaráconlasoluciónadecuada.—Cogílastenazasyacerquéunpocomásalfuegoelcrisolqueestabaatendiendo.

—En ocasiones—masculló Chade—, vale más equivocarse que no hacernada. Mira, muchacho, si tú, un simple crío, te das cuenta de que cualquierdecisión será errónea, cualquiera puede. Pero cuando menos un edicto nosproporcionaría una especie de respuesta común.No daría la impresión de quecadaaldeadebieselamerselasheridasporsísola.Yademásdeundecretodeesetipo,ArtimañasyVeraztendríanqueemprenderotrasacciones.—Seacercóparaecharunvistazoallíquidoqueburbujeaba—.Máscalor—sugirió.

Cogíunfuellepequeñoyloaccionéconcuidado.—¿Quéotrasacciones?—Tomarrepresaliascontralosmarginados.Proveerdebarcosyprovisiones

a quienes estén dispuestos a acometer esa empresa. Prohibir que los animalespasten tentadoramente cerca de la costa. Proporcionar más armas a laspoblaciones, ya que no podemos destacar hombres a cada una para suprotección.AradodeEda,darlespíldorasdesemilladecarrisydulcamaraparaquelasllevenenbolsasanudadasalacinturaypuedanutilizarlassiloscapturanen alguna incursión, de modo que quienes lo deseen puedan quitarse la vidaantesdeconvertirseenrehenes.Loquesea,chico.Cualquiercosaquehicieraelreyaestasalturasseríapreferibleaestamalditaindecisión.

MequedésentadomirandoaChade.Eralaprimeravezquelooíahablartanenérgicamente, y tampoco antes lo había oído criticar a Artimañas con tantafranqueza.Medejósinhabla.Contuveelaliento,esperandoquedijeraalgomáspero casi atemorizado ante lo quepudiera salir de sus labios. Parecía ajeno almodoenqueyoloobservabaatónito.

—Acerca eso un poco más al fuego. Pero ten cuidado. Si explota, el reyArtimañastendrádoshombrespicadosenvezdeuno.—Memiródesoslayo—.Sí, así fue comome señalé la cara.Aunque bien pudiera haberse debido a laplaga,poreltratoquemedispensaArtimañasúltimamente."Terodeanlosmalospresagios,elmalagüeroyelmal fario",ha llegadoadecirme."CreoquesóloquieresadiestrarelmuchachoenlaHabilidadporqueatinotelaenseñaron.Nomegustaesaambición,Chade.Olvídate".Asíhablaelfantasmadelareinaporbocadelrey.

LaamarguradeChademeteníapetrificado.

—Hidalgo. El nos hacía falta ahora—prosiguió al cabo— . Artimañas secontiene y Veraz es un buen soldado, pero presta demasiada atención a losconsejos de su padre. Lo criaron para ser el segundo, no el primero.No sabetomarla iniciativa.NoshacefaltaunHidalgo.El iríaaesasciudades,hablaríaconlagentequehaperdidoasusseresqueridosporculpadelaForja.Malditasea,hablaríaaunconlosmismísimosForjados…

—¿Crees que serviría de algo? —pregunté quedamente. Apenas osabamoverme.MedabalaimpresióndequeChadehablabamásparasíqueparamí.

—No lo solucionaría, no.Peronuestropueblo sabríaver la implicacióndesusgobernantes.Avecesesoesloúnicoquehacefalta,chico.PeroloúnicoquehaceVerazesdesfilarconsussoldaditosdejugueteysopesardistintastácticas.YArtimañas se limita a observar, sin pensar en su gente, sólo en la formadegarantizarqueRegiosigaasalvoyasentadoenelpoderporsiVerazconsiguequelomatenfinalmente.

—¿Regio? —balbucí, patidifuso. ¿Regio, con sus bonitos ropajes y susposturasdegallito?Andabasiemprea laveradeArtimañas,peronuncasemehabíaocurridoconsiderarlounauténticopríncipe.Meafectóescucharsunombreenmediodeaquellaconversación.

—Se ha convertido en el predilecto de su padre —rezongó Chade—.Artimañasnohahechomásquemalcriarlodesdequemuriera la reina. Intentacomprarconregaloselcorazóndelmuchacho,ahoraquesumadreyanoandacercaparaexigirleobediencia.YRegioseaprovechaalmáximo.Nodicemásque loquequiereoír elviejo,yArtimañas ledademasiada libertad.Dejaquedeambulea suantojo,dilapidando losdinerosenvisitashuerasaLumbralesyHaza,dondelagentedesumadre le llena lacabezadeideasquealimentansuvanidad.Elchicodeberíaquedarseencasayprestarmásatenciónalaformaenqueempleasutiempo.Yeldinerodelrey.Loquegastapavoneándoseporahíbastaría para dotar un barco entero. —De improviso, enojado—: ¡Estádemasiadocaliente!Sácaloenseguida,quesetevaaecharaperder.

Perolaadvertenciallegódemasiadotarde,pueselcrisolcrepitabayaconunruidosemejantealdelhieloalresquebrajarseysucontenidoinundólaestanciadeChadeconunolorpunzantequepusofinporaquellanochealasclasesylaconversación.

Novolvíaserconvocadoenseguida.Elrestodelasclasescontinuaron,pero

echabaenfaltaaChadeconformetranscurríanlassemanasyseguíasinrecibirsullamada.Sabíaquenoestabadisgustadoconmigo,sólopreocupado.Cuando,undíaocioso, proyectémi concienciahacia él, no sentímásque secretismoydiscordancia.YuncoscorrónenlacabezacuandomedescubrióBurrich.

—Estate quieto—siseó, sin prestar atención a mi calculada expresión depávidainocencia.Miróenrededordelestabloqueyoestababarriendocomosiesperara encontrar algún perro o gato al acecho—. ¡Aquí no hay nada! —exclamó.

—Pajayestiércol,nadamás—convine,frotándomelanuca.—Entonces,¿quéhacías?—Soñardespierto—musité—.Nadamás.—Amínomeladas,Traspié—gruñó—.Niseteocurraintentarlo.Enmis

establos no.No vas a pervertir amis bestias de esamanera.Ni a degradar lasangredeHidalgo.Acuérdatedeloquetedigo.

Apreté los dientes, agaché la cabeza y volví al trabajo. Transcurrido uninstante lo oí suspirar y seguir su camino. Continué barriendo, hirviendo pordentro,decididoanopermitirqueBurrichmepillaradesprevenidodenuevo.

El resto de aquel verano fue una vorágine tal de acontecimientos quemecuestarecordarelordenexactoenquesedesarrollaron.Porlanoche,lamismatexturadelaireparecíaalterarse.Cuandobajabaalaciudad,nooíahablarmásque de fortificaciones y preparativos. Aquel verano sólo se Forjaron dosciudades más, pero parecían cien, tanto se repetían las historias y crecían amedidaquevolabandebocaenboca.

—Comosinadiesupierahablardeotracosa—sequejabaMolly.Paseábamos por Playa Larga, bajo el sol de una tarde estival. La brisa

procedente del mar era un bálsamo que se agradecía tras todo un día debochorno.BurrichhabíaviajadoaBocadePrimaveraparaversipodíaaveriguarporquédesarrollabatodoelganadodelazonaunasllagasenormes.Aquellomesuponía escapar de las clases matutinas, pero su ausencia implicaba que yoquedaba al cuidado de los perros y los caballos, sobre todo porqueMazurcohabíaacompañadoaRegiohastaelLagoTuria,dondedeberíaocuparsedesusanimalesduranteunacacería.

Peroelcontrapesodeaquellabalanzaloconstituíalamenorsupervisiónalaque estaban sometidas mis tardes, por lo que disfrutaba de más tiempo para

visitarlaciudad.MispaseosvespertinosconMolly sehabíanconvertidocasi enuna rutina.

Lasaluddesupadreseresquebrajabayyanisiquieralehacíafaltabeberparacaer profundamente dormido temprano todas las noches. Molly envolvíasalchichas y queso para nosotros, o una hogaza pequeña de pan y algo depescado ahumado, cogíamos una cesta y una botella de vino barato y nosacercábamosalosrompientesdelaplaya.Allínossentábamosenlasrocasquedesprendíanaún losúltimos restodel caloracumuladoduranteeldía,yMollymehablabade su trabajoyde loscotilleosdeldía.Avecesnuestroscodos serozabanmientrascaminábamos.

—Sara, la hija del carnicero,me ha dicho que semuere de ganas de quellegueelinvierno.ElvientoyelhieloobligaránalosCorsariosdelaVelaRojaaretirarseasusorillasunatemporada,yasídejaremosdepasartantomiedo,esodice.PeroluegosaltaKeltyydicequealomejordejamosdetemermásForjas,pero que seguiremos temiendo a los Forjados que deambulan por nuestrastierras.CorreelrumordequealgunosvecinosdeForjahansalidodesupueblo,ahoraqueyanolesquedanadaporsaquear,yquevandeunladoparaotrocomobandidos,asaltandoalosviajeros.

—Meextraña.LomásprobableesquelossalteadoresdecaminosseanotrosqueintentanhacersepasarporForjadosparanoserelblancodelasrepresalias.AlosForjadoslesfaltalacamaraderíanecesariaparaformarunabandadenada—lacontradijelánguidamente.Teníalamiradaperdidaenlabahía,conlosojoscasi cerrados del todo para protegerlos del destello del sol en el agua.NomehacíafaltamiraraMollyparasentirlaamilado.Eraunatensióncuriosaquenoalcanzabaacomprenderdeltodo.Ellateníadieciséisaños,yyocasicatorce,yesosdosañosse interponíanentrenosotroscomounamuralla insalvable.Peroellasiempresacabatiempoparamíyparecíadisfrutardemicompañía.Parecíatan consciente de mí como yo de ella. Pero si la sondeaba, se replegaba,deteniéndose para quitarse un guijarro del zapato o hablando de repente de laenfermedaddesupadreylomuchoquelanecesitaba.Empero,siapartabamissentidosdeaquellatensión,semostrabatímidaeinsegura,eintentabamirarmeala cara y fijarse enmis ojos ymi boca. Yo no lo entendía, pero era como sisostuviéramosunacuerda tensaentrenosotros.Aunqueahorapercibíunanotadefrustraciónensuvoz.

—Ah.Yaveo.Tú sí que sabes cosasde losForjados, ¿aque sí?;másquequieneshansufridosustropelías.

Suariscareprimendamecogiódesprevenidoytranscurrióunmomentoantesde que lograra hablar. Molly no estaba enterada de mi relación con Chade,muchomenos demi escapada con él a Forja. Para ella yo no eramás que unrecaderode la torreque trabajabaparaelencargadode losestabloscuandonoparael escribano.Nopodíacontarle cuántascosas sabía,ymenoselmodoenquehabíasentidoloqueeralaForja.

—Heoídohablaralosguardias,cuandopasancercadelosestablosoporlacocina, de noche.Los soldados como ellos conocen todo tipo de gente, y sonellos los que afirman que los Forjados no tienen amigos, ni familia, ni lazosafectivos connadie.Aunqueme imaginoque si a algunode ellos ledieraporrobaralosviajeros,losdemásloimitarían,yesoseríaalgoparecidoaunabandadeladrones.

—Alomejor.—Parecíaapaciguadapormiscomentarios—.Mira,subamosahíacomer.

"Ahí" era una cornisa que sobresalía del filo del acantilado más que delrompeolas. Pero asentí con la cabeza, y pasamos los minutos siguientesintentandoauparnoshastaallíconnuestrascestas.Hubimosdeescalarmásqueen ninguna otra de nuestras excursiones. Me descubrí observando cómo seconducía Molly con sus faldas, aprovechando cualquier oportunidad paraofrecerle el brazo, o cogiéndola de lamano para ayudarla a sortear un tramoabrupto sin que tuviera que soltar su canasto. Un instante de inspiración meayudóadeducirquelasugerenciadeMollyhabíasidosumanerademanipularlasituaciónparaprovocaraquello.Porfinalcanzamoslacornisaynossentamos,contemplandolasaguasconsucestaentrenosotros,mientrasyomesolazabaenla comprensión de su conciencia de mí. Me recordaba a las mazas de losmalabaristasdelFestivaldePrimavera,quelaslanzabanarribayabajo,arribayabajo, cada vezmás ymás deprisa.El silencio se prolongó hasta que llegó elmomento en que alguno de los dos tenía que decir algo. La miré, pero ellarehuyómisojos.Prefiriófijarseensucestaydecir:

—Ay,¿vinodedientedeleón?Creíaquenuncasalíabuenohastapasadalamitaddelinvierno.

—Esdelañopasado…hatenidotodouninviernoparamadurar—dije,antes

de coger la botella para descorcharla con mi cuchillo. Me observó mientrasbregabaunratoconella,antesdequitármela,sacarsunavajadelgada,ensartareltapónyextraerloconunexpertogirodemuñecaquedespertómienvidia.

Reparóenmiexpresiónyseencogiódehombros.—Yani recuerdoel tiempoque llevodescorchandobotellasparamipadre.

Anteseraporqueestabademasiadoborracho.Ahoralefaltafuerzaenlasmanos,aunqueestésobrio.—Unamezcladedoloryamargurateñíasuspalabras.

—Ah.—Meesforcéporencontrarun temadeconversaciónmásagradable—.Mira,laDamadelaLluvia.—Señaléconeldedohaciaunbarcodecascoestilizadoqueentrabaenelmuelleagolpederemo—.Siemprehepensadoqueeralanavemásbonitadetodoelpuerto.

—Ha estado de patrulla. El gremio de textiles hizo una colecta.Contribuyeroncasi todos loscomerciantesde laciudad.Hastayo,aunquesólopude ofrecerles velas para las lámparas. Ahora está tripulada por guardias, yescoltaa losbarcosque realizanel trayectoentreaquíyAltibajos.Allí saleelVerdeRocíoasuencuentroylosacompañaportodalacosta.

—Esonolosabía.—Ymeextrañabanohaberoídonadaenlatorre.Semeencogió el corazón al pensar que incluso la ciudad de Torre del Alce estabaadoptandomedidassinelconsejonielconsentimientodelrey.Asíloexpresé.

—Bueno,lagentetendráqueapañárselascomopuedasiloúnicoquepiensahacerelreyArtimañaseschasquearlalenguayfruncirelceño.Paraélesfácilpedirnos que seamos fuertes mientras se queda cómodamente sentado en sucastillo.TampocoesquecorrapeligrodequeForjenasuhijo,asuhermanooasuniñita.

Me avergonzó ser incapaz de decir algo en defensa de mi rey. Y fue lavergüenzaloquemeimpulsóareponer:

—Hombre,túestáscasitanasalvocomoelpropioArtimañas,alviviraquíabajoenlaciudaddeTorredelAlce.

Mollymemirófijamentealosojos.—Tenía un primo, estaba de aprendiz en la ciudad de Forja.—Se detuvo,

antesdeañadirdespacio—:¿Mejuzgarásinsensiblesitedigoquefueunaliviopara nosotros enterarnos de que sólo lo habían matado? La incertidumbre seprolongó durante algo más de una semana, pero al fin recibimos noticias dealguien que lo había visto morir. Mi padre y yo pudimos respirar tranquilos.

Pudimosllorarsupérdida,sabiendoquesuvidahabíatocadosencillamenteasufinypodíamosecharlodemenos.Yanoteníamosquepreguntarnossiseguiríaconvida,comportándosecomounabestia, reportandodesgraciaa losdemásyvertiendovergüenzasobresímismo.

Guardésilenciouninstante.Porfin:—Losiento.Noparecíaloadecuado.Extendílamanoparaacariciarlasuya,inmóvil.Por

espaciodeunsegundofuecasicomosinopudierasentirlaallí,comosisudolorla hubiera sumido en un entumecimiento emocional equiparable al de losForjados.Peroluegosuspiróyvolvíasentirsupresenciaamilado.

—Sabes—dije—,alomejoresquenisiquieraelreysabequéhacer.Alomejorlasoluciónestaninalcanzableparaélcomoparanosotros.

—¡Es el rey! —protestó Molly—. Lo llamaron Artimañas para saber deartimañas. Ahora la gente dice que se mantiene al margen para no tener quedesembolsarniunamoneda.¿Porquétendríaqueecharmanoasusarcascuandolos comerciantes desesperados contratan mercenarios por su cuenta? Pero, noquieroseguirhablandodeesto…—ylevantóunamanoparaatajarmispalabras—.Estenoeselmotivoporelquehemossalidobuscandopazyairefresco,parahablar de política y miedos. Prefiero que me cuentes lo que hayas estadohaciendo.¿Hannacidoyaloscachorrosdelaperramoteada?

Asíquecambiamosdetema,hablamosdeloscachorrosdeVariopintaydelsemental que había cubierto a la yegua en celo equivocada. Y luego ella mecontócómorecogíapinasverdesparaperfumarsusvelas,ymoras; loatareadaqueestaríadurantetodaesasemana,intentandoenvasarmorasparael inviernomientrasseguíaocupándosedelatiendayhaciendovelas.

Charlamos, comimos, bebimos y contemplamos el sol de verano que sedemorabaaunpalmodelhorizontesindecidirseaponersedeltodo.Yosentíalatensióncomoalgoagradablequeflotabaentrenosotros,unprodigiopostergado.Laveía comounaextensióndeminuevoyextraño sentido,ymemaravillabaqueMollyparecierasentirlayreaccionaraellaasuvez.Quisehablarledeella,preguntarlesieraconscientedelasdemáspersonasdelmismomodo.Perotemíaque,alpreguntarle,pudieradelatarmecomohabíaocurridoconChade,oquesesintiera repugnada como sabía que se sentiríaBurrich.Demodoque sonreí, yhablamos,ymeguardémispensamientosparamí.

La acompañé a casa entre las calles en silencio y le di las buenas nochesfrente a la puerta de la velería. Se detuvounmomento, como si se le hubieraocurrido algo que decir, pero al final me dedicó únicamente una mirada quereflejabacuriosidadyunasmusitadas:

—Buenasnoches,Nuevo.Encaminémis pasos hacia la torre bajo un cielo azul marino jaspeado de

estrellas,pasépordelantedeloscentinelasentregadosasussempiternaspartidasdedadosysubía losestablos.Hiceunarápidarondaporloscompartimientos,peroallítodoestabaenorden,inclusoloscachorrosreciénnacidos.Reparéenlapresenciadedoscaballosdesconocidosqueocupabanunodelospotreros,yenelpalafréndeunadamaquealguienhabíametidoenelestablo.Decidíquedebíadehabervenidoalgunanobleseñoradevisita.Mepreguntéquélahabríatraídohasta allí a finales de verano, y admiré la calidad de sus caballos. Luegoabandonélascaballerizasylleguéalatorre.

Lafuerzadelacostumbredictaminóquemirutaatravesaralascocinas.Perolestabafamiliarizadoconlosapetitosdeloscaballerizosyloshombresdearmasysabíaquelascomidasnormalesnosiemprebastabanparallenarleelestómagoauno.Deuntiempoaesapartehabíadescubiertoquemeasaltabaelhambreacualquierhora,altiempoquelaseñoraPremuradeclarabaquesiyonodejabadecrecertandeprisa,tendríaqueenvolvermeencortezascomolossalvajes,afaltadeunamaneradeconseguirquemesiguieravaliendolaropa.YasemehacíalabocaaguaalpensarenlaenormeollaquetendríaPerolllenadegalletasblandas,tapadaconunpaño,yenciertaruedadequesoespecialmentefuerte,yenlobienquecasaríatodoaquelloconunpocodecervezacuandotraspuselapuertadelacocina.

Había una mujer sentada a la mesa. Estaba comiendo manzanas y queso,peroalentraryosepusoenpiedeunsaltoysellevólamanoalcorazóncomosicreyesequeeraelHombrePicadoenpersona.Medetuve.

—Nopretendíaasustarla,señora.Measaltóelhambre,asíquesemeocurrióbuscaralgodecomer.¿Osimportasimequedo?

Ladamavolvióasentarsemuydespacio.Mepreguntéparamisadentrosquéhacíaalguiendesurangosoladenocheenlacocina.Pueslanoblecunadelaque procedía no podía disimularse bajo el sencillo manto crema con que secubría, ni tras su expresión fatigada. Ésa era, sin lugar a dudas, la dueña del

palafrénquehabíaenelestablo,yno ladoncelladealgunadama.Si sehabíadespertadoconhambreenplenanoche,¿porquénosehabíalimitadoallamaraalgunacriadaparaqueleacercaraunbocado?

Lamanoqueaferrabalatelasobresupechosubióparaacariciarseloslabios,comosiquisieraaquietarsurespiracióndesbocada.Cuandohabló,suvozsonóbienmodulada,casimusical.

—Noquieroapartarosdevuestracomida.Mehesobresaltado,esoes todo.Entrasteis…tanderepente.

—Gracias,señora.Deambuléporlaespaciosacocina,delbarrildecervezaalahogazadepan,

pasandoporlaruedadequeso,yalládondeibameseguíansusojos.Sucomidadescansabaignoradasobrelamesadondelahabíasoltadoalentraryo.Mevolvímientrasmeservíaunajarradecervezaparadescubrirsumiradaclavadaenmí.Laapartódeinmediato.Articulóloslabios,peronologróemitirsonidoalguno.

—¿Puedo ayudaros en algo? —pregunté educada-mente—. ¿Necesitáiscualquiercosa?¿Osapeteceunpocodecerveza?

—Ya que sois tan amable. —Pronunció las palabras con voz queda. Leacerquélajarraqueacababadeservirmeyladejéenlamesadelantedeella.Seapartócuandomeaproximé,comosipudieracontagiarlealgunaenfermedad.Mepreguntésiolíamaldespuésdehabertrabajadoenlosestablos.Decidíqueno,puessindudaMollymehabríadichoalgo.Mollynuncateníapelosenlalenguacuandosetratabadellamarmelaatenciónsobreesetipodecosas.

Me procuré otra jarra y, luego, trasmirar en rededor, colegí que lomejorseríallevarmelacomidaamicuarto.Laactituddeladamaponíademanifiestocuánincómodasesentíaenmipresencia.Peromientrashacíaequilibriosconlasgalletas,elquesoylajarra,meindicóconungestoqueocuparaelbancofrenteaella.

—Siéntate —me pidió, como si me hubiera leído el pensamiento—. Noquisieraprivarosdeunacenatranquila.

Su tono no era de orden ni invitación, sino algo entre medias. Ocupé elasientoquemeindicaba,derramandounpocodecervezaalhacermalabarismoscon la comida y la bebida. Sentí el peso de sumirada sobremímientrasmesentaba.Sucomidaseguíaignoradafrenteaella.Agachélacabezaparaescapara su escrutinio, y comí aprisa, furtivo comouna rata en una esquina temerosa

sospechadequehayaungatodetrásdelapuerta,alaespera.Nomemirabaconrudeza, sino que me observaba francamente, con el tipo de atención queconseguíaentorpecermelasmanosylograbahacermeplenamentedeconscientedeacabardeenjugarmelabocaconlamangadelacamisa.

No se me ocurría qué decir, pero el silencio me mortificaba. La galletapareció secarse en mi boca, me hizo toser y, cuando quise empujarla con untragodecerveza,meatraganté.Suscejasseconvulsionaron,subocaseasentóconmayorfirmeza.Aunconlosojosclavadosenmibandeja,sentíasumirada.Me apresuré a dar cuenta de la comida, sin querer otra cosa que escapar deaquellos ojos de avellana y de aquellos labios rectos y mudos. Engullí losúltimosbocadosdepanyquesoymeincorporéprecipitadamente,tropecéconlamesayapuntoestuvedevolcarelbancocon lasprisas.Medirigía lapuerta,antesderecordar losconsejosdeBurrichrelativosaexcusarseenpresenciadeunadama.Traguésinterminardemasticar.

—Que paséis buena noche, señora —musité, haciéndome un lío con lafórmulacorrecta,incapazderecordarla.Diunpasocautohacialapuerta.

—Espera—dijo,ycuandomedetuve,añadió—:¿Duermesarribaofueraenlosestablos?

—Lasdoscosas.Aveces.Quierodecir,unacosacadavez.Eh,pues,buenasnoches, señora. —Di media vuelta y a punto estuve de salir corriendo. Meencontrabaenmediodelasescalerasantesdeextrañarmeporloinusitadodesupregunta.Nofuehastaquemedisponíaadesnudarmequemedicuentadequeaúnsujetabamijarradecervezavacía.Meacostésintiéndomecomounidiota,ypreguntándomeporqué.

12.Paciencia

LosCorsariosdelaVelaRojaconstituíanunmotivodeaflicciónymiseriaparasupropiopueblomuchoantesdequeempezaranaperturbar lascostasde losSeisDucados.Susturbiosorígenessectariosdieronpasoaunpoderreligiosoypolíticoobtenidomercedadespiadadasestrategias.Aquelloslíderesycaudillosquesenegabanacomulgarconsuscreenciasnotardabanendescubrirquesusesposas e hijos se trocaban en víctimas de lo que hemos dado en llamar elForjado,en recuerdode lamalogradaciudaddeForja.Porcruelesy sádicosquepensemosquesonlosmarginados, tienenportradiciónunamarcadavenade honor y castigos atroces para quienes infringen las normas de la familia.Imaginemos la angustia del padremarginado cuyo hijo haya sidoForjado.Obien oculta los crímenes de su hijo cuando el muchacho lemienta, le robe yfuercealasmujeresdelacasa,obienverácómoesosmismosdelitosconsiguenquesuretoñoterminedesolladoydeberásufrirlapérdidadesuherederoydelrespetodelasdemáscasas.LaamenazadelForjadoeraunapoderosafuerzadedisuasióna la horadeoponersea la potenciapolíticade losCorsarios de laVelaRoja.Para cuando los Corsarios empezaron a azotar nuestras orillas, habíanterminado con casi toda la oposición de las Islas del Margen. Quienes seoponíanaellosabiertamentemoríanohuían.Losdemás lesrendían tributoaregañadientes y soportaban los ultrajes de quienes controlaban la secta.Perotambiéneranmuchoslosqueengrosabansusfilasvoluntariamente,pintabanderojoelcascodesusembarcacionesynocuestionabanjamáslocorrectodesusempresas.Pareceprobableque estos conversosprocedieranen sumayoríadélascasasmenores,quenuncaanteshabíangozadode laposibilidaddeganar

influencia.Peroal líderde losCorsariosde laVelaRojano le interesabanenabsolutolosantecedentesdesushombres,siempreycuandoéstosleprofesaranunalealtadinquebrantable.

Vialadamaendosocasionesantesdedescubrirquiénera.Lasegundavezque la vi fue a la noche siguiente, sobre la misma hora. Molly había estadoocupadaconsusmoras,demodoqueyohabíasalidoadisfrutardeunatardedemúsica en la taberna junto a Hoz y Retinto. Quizá hubiera bebido un par dejarras de cerveza más de la cuenta. No me sentía mareado ni enfermo, perocaminaba despacio, pues ya había tropezado una vez con un bache en lacarretera.

Hayunazonarodeadadesetos,adyacentealpolvorientopatiodelacocinaconsusadoquinesypuestosdecarga.RecibecomúnmenteelnombredeJardíndelasMujeres,noporqueseasucotoprivadosinoporelsimplehechodequeson ellas las que más lo cuidan y mejor lo conocen. Se trata de un lugaragradable, con un estanque en el centro y muchos semilleros de hierbasdispuestosentresembradosdeflores,viñasysenderospavimentadosdepiedrasverdes. No era tan ingenuo como para irme a la cama en aquel estado. Siintentaba dormir ahora, la cama empezaría a dar vueltas y balancearse, y encuestión de una hora estaría vomitando mareado. Había sido una veladaagradable, y aquella parecía la peor manera de terminarla, de modo que meencaminéhaciaelJardíndelasMujeresenvezdeamihabitación.

Enunaesquinadeljardín,entreunaparedcaldeadaporelsolyunestanquemáspequeño,crecíandistintasvariedadesdetomillo.Superfumeenlosdíasdecalorpodíallegararesultarmareante,peroahora,conlatardealfilodelanoche,las fragancias imbricadas parecían sosegar mi cabeza. Me lavé la cara en elpequeñoestanqueyluegoapoyélaespaldaenlapareddepiedraqueconservabaaún lacalidezdeldía.Las ranasentonabanuncorodecroares.Bajé lavistaycontemplé laserenasuperficiedelestanqueparaevitarquemedieravueltas lacabeza.

Pasos.Luegounavozfemenina.—¿Estásborracho?—preguntómordazmente.—Casi—respondíconafabilidad,pensandoquesetratabadeTilly,lachica

delhuerto—.Mehafaltadotiempoydinero—añadí,intentandosergracioso.—SupongoqueloaprendistedeBurrich.Esunborrachínyunlibidinoso,y

tehainculcadosuscualidades.Tienelamaníaderebajarasualturaaquieneslorodean.

Laamarguraqueimpregnabalavozdelamujermehizolevantarlacabeza.Entornélospárpadosalatenueluzparadistinguirsusrasgos.Eraladamadelanocheanterior.Depieenel senderodel jardín,vestidaconun trajesencillo,aprimeravistadabalaimpresióndenosermásqueunamuchacha.Eraesbelta,ymásbajaqueyo,aunqueyonodestacabapormialturaaloscatorceaños.Perosurostroeraeldeunamujer,yenesosmomentosteníaloslabiosesculpidosenuna línea acusatoria, subrayada por las cejas alabeadas sobre los ojos deavellana.Teníaelcabellooscuroyensortijadoy,peseaprocurardominarlo,seleescapabanalgunosmechonesrebeldessobrelafrenteyelcuello.

NoeraquemesintieraobligadoadefenderaBurrich;erasimplementequemi estado no se debía a su influencia. Demodo que intenté contestar que seencontrabalejosenotraciudad,demodoquemalpodíaculpárseledeloqueyomellevabaalabocaytragaba.

Ladamaseacercódospasos.—Peronunca se hamolestado en educartemejor, ¿no es así?Nunca te ha

prevenidocontralosefectosdelalcohol,¿cierto?EnlasTierrasdelSurdicenquevinoyverdadempiezanporlamismaletra.

La misma letra que descansa en el centro de la palabra cerveza, por cierto.Aquellanochemesentíaimpelidoamostrarmesincero.

—Lo cierto, mi señora, es que en estos momentos se sentiría muydecepcionado si me viera. Para empezar, me reñiría por no incorporarme enpresenciadeunadama.—Ahíesdondemepusedepiecondificultad—.Luegomesoltaríaunsermónsobrelaconductaqueseesperadequientienesangrerealen las venas, ya que no sus títulos.—Conseguí ensayar una reverencia, querematéenderezándomeconunafloritura—.Asíque,buenasnoches,lindaseñoradel jardín. Buenas noches, enseguida procedo a retirar mi ofensiva figura devuestrapresencia.

Yahabíarecorridotodaladistanciaquemeseparabadelaarcadadelaparedcuandomellamó:

—¡Espera!

Peromiestómagoemitióundiscretogruñidodeprotestayfingínohaberlaoído.Novino trasmispasos,perosabíasin lugaradudasquemevigilaba,demodoquemantuvelacabezarectayelpasofirmehastaquehubesalidoalpatiodelacocina.Bajéalosestablos,dondevomitéenunapiladeestiércolyterminédurmiendo en un com-partimiento limpio y vacío porque los peldaños queconducían a la buhardilla de Burrich se me antojaron exageradamenteempinados.

Pero la juventud goza de una dureza excepcional, sobre todo cuando sesiente amenazada.Me levanté con el alba al día siguiente, pues sabía que seesperabaqueBurrichregresaraporlatarde.Melavéenlosestablosydecidíquela túnica que llevaba puesta desde hacía tres días necesitaba un relevo. Fuidoblementeconscientedesucondicióncuandoladamavolvióaacosarmeenelpasilloexterior.Memiródearribaaabajoy,antesdequeyopudieradecirnada,sedirigióamí.

—Cámbiatedecamisa—medijo.Luegoañadió—:Esospantalonestehacenparecerunalcornoque.DilealaseñoraPremuraquehayquesustituirlos.

—Buenosdías,señora—dije.Noeraunarespuesta,peroésaseranlasúnicaspalabrasqueconsiguieronescaparalcercodemiestupefacción.Decidíqueeraunaexcéntrica,másaúnqueladyTomillo.Lomejorquepodíahacereraseguirlela corriente. Esperé a que se apartara y siguiera su camino. En vez de esocontinuóinmovilizándomeconlamirada.

—¿Tocasalgúninstrumento?Meneélacabezaensilencio.—¿Cantas,pues?—No,miseñora.Parecíapreocupadaalinsistir:—En ese caso quizá te hayan enseñado a recitar los Cantares e hilvanar

versos,atratarconhierbas,asanar,losrudimentosdelaorientación…algodeeso.

—Sólosiestárelacionadoconelcuidadodeloscaballos,halconesyperros—contesté, casi fiel a la verdad. Burrich se había ocupado de que aprendieraesas cosas. Chade me había enseñado a manipular venenos y antídotos, perotambiénmehabíaadvertidodequenoerandeconocimientogeneral,porloquenodebíahablardeellosalaligera.

—Perobailarás,desdeluego.Ytehabráninstruidoenlasartesdelarima.Estabacompletamentedesconcertado.—Miseñora,creoquemeconfundísconotrapersona.Alomejorbuscáisa

Augusto,elsobrinodelrey.Esunpardeañosmenorqueyoy…—Noestoyconfundida.¡Respondeamipregunta!—exigió,casichillando.—No,miseñora.Lasenseñanzasalasqueosreferísquedanreservadaspara

los…hijoslegítimos.Noherecibidoesetipodeinstrucción.A cada nueva negativa mía, parecía aumentar su turbación. Sus labios

dibujabanunalíneacadavezmásrectaysusojoscastañosseencapotaron.—Estoesintolerable—declaró.Diomediovueltaenmediodeunremolino

defaldasyprocedióacruzarelpasilloapasolargo.Despuésdeunmomentomedirigí ami cuarto,mecambiéde camisaymepuse lasmallasmás largasquetenía.Meolvidédeladamaymeapliquéamistareasyleccionesdeldía.

LlovíaaquellatardecuandoregresóBurrich.Lorecibífrentealosestablos,sujetando la cabeza de su caballo mientras él desmontaba con movimientosrígidos.

—Hascrecido,Traspié—comentó,ymeobservóconojocrítico,comosiyofueseuncaballoounperroqueexhibieraunpotencial insospechado.Abrió laboca como si quisiera añadir algo, pero luego zangoloteó la cabeza y seconformóconproferirmediobufido—.¿Bien?—preguntó,trasloquecomencémiinforme.

Habíaestadofueraalgomenosdeunmes,peroaBurrichlegustabaestaraltantoaunde losmenoresdetalles.Caminóami lado,escuchando,mientrasyoconducíasucaballoauncompartimientoyprocedíaaocuparmedeél.

A vecesme sorprendía cuan parecidos podían llegar a ser Chade y él. Separecíanenlaformaenqueesperabandemíquerecordaralosdetallesexactos,yquefuesecapazdereferirloacontecidodurantetodaunasemanaounmessinequivocarelordendelossucesos.AprenderadarparteanteChadenohabíasidotandifícil; sehabía limitado a formalizar los requisitosquemeexigíaBurrichdesde hacía tiempo. Años después comprendería lo parecida que era miactuaciónaladelsoldadoqueinformaasusuperior.

Cualquierotrosehabríadirigidosindilacióna lascocinaso losbaños trasescucharmiresumendetodoloacontecidoensuausencia.PeroBurrichinsistióenrecorrerlosesta-blos,deteniéndoseaquíyalláparaconversarconunmozoo

tranquilizar aun caballo. Al llegar al viejo palafrén de la dama, se detuvo.Contemplóalanimalensilenciodurantevariosminutos.

—Yoadiestréaestabestia—dijodegolpe,ysuvozconsiguióqueelcaballosegiraraensucajónparaencararloyrelincharasuavemente—.Seda—dijoconvozqueda,yacaricióelhocicodelanimal.Exhalóuninesperadosuspiro—.AsíqueladamaPacienciahavenido.¿Yatehavisto?

Esaeraunapreguntaparalaquenoteníafácilrespuesta.Unmillardeideassemeagolparonalavezenlacabeza.LadyPaciencia,laesposademipadrey,en opinión de muchas personas, la principal responsable de que mi padre sealejaradelacorteydemí.Ellaeralamujerconlaquehabíaconversadoenlacocina,alaquehabíasaludadoestandoborracho.Ellaeralamujerquemehabíainterrogadoesamañanaacercademieducación.

—Formalmenteno—dijeaBurrich—.Aunqueyanosconocemos.Mesorprendióriéndose.—Tucaraestodounpoema,Traspié.Yaveoquenohacambiadomucho,a

juzgarpor tu reacción.Laprimeravezque lavi fue en el huertode supadre.Estabasentadaenloaltodeunárbol.Mepidióquelequitaraunaastillaqueselehabíaclavadoenelpie,ysequitóelzapatoylamediaallímismoparaquepudiera hacerlo. Delante de mis narices. Y no me conocía absolutamente denada.Niyoaella.Latoméporladoncelladealgunaseñora.Esofuehaceaños,claro, aún años antes de que la conociera mi príncipe. Supongo que no seríamuchomayorquetúahora.—Hizounapausa,ysusemblantesesuavizó—.

Teníaunperrillodiabólicoque llevaba a todaspartesmetido enuna cesta.Noparabaderesollarydearrancarsetrozosdepeloélsolo.SellamabaPlumero.—Volvióaguardarsilencio,ysonriócasicariñosamente—.Miratúdeloqueseacuerdauno,conladeañosquehanpasado.

—¿Lecaístebiencuandoosconocisteis?—preguntésinningunasutileza.Burrichmemiróysumiradasetornóopaca,desapareciendoelhombretras

losojos.—Mejordeloquelecaigoahora—dijoabruptamente—.Peroesoimporta

poco.Aver,Traspié.¿Quéopiniónlemereces?Otra pregunta peliaguda. Di cuenta de las veces que nos habíamos visto,

refiriendo los detalles hasta donde me atrevía. Iba por la mitad de nuestroencuentroeneljardíncuandoBurrichlevantóunamano.

—Para—dijoenvozbaja.Mecallé.—Cuando omites la verdad para no quedar como un cretino terminas

pareciendocompletamenteidiota.Empiezadenuevo.Eso hice, sin omitir nada, ni acerca de mi comportamiento ni de los

comentariosdelaseñora.Cuandoterminé,esperésuopinión.Envezdeemitirjuicioalguno,extendióelbrazoyacaricióelmorrodelpalafrén.

—Algunas cosas cambian con el tiempo —dijo al cabo— . Y otras nocambianjamás.—Suspiró—.Bueno,Traspié, tienes lamaníadecruzarteenelcaminodeaquellaspersonasa lasque tendríasqueevitarpor encimade todo.Seguro que esto acarreará consecuencias, aunque no tengo ni idea de cuálespodránser.Asílascosas,nohaydequépreocuparse.Echemosunvistazoaloscachorrosdeesaperraratonera.¿Dicesquehaparidoseis?

—Y todos han sobrevivido—dije orgulloso, pues la perra tenía un largohistorialdecríasmalogradas.

—Esperemos que nosotros sepamos apañárnoslas igual de bien —musitóBurrich mientras recorríamos los establos, pero cuando lo miré de soslayo,sorprendido,noparecíaquesuspalabrasestuvierandirigidasamíenabsoluto.

—Pensé que tendrías cabeza suficiente para no arrimarte a ella —gruñóChade.

Noeraelrecibimientoqueesperabadespuésdemásdedosmesessinpisarsusaposentos.

—No sabía que fuese lady Paciencia. Me sorprende que no circularanrumoressobresullegada.

—Esuna firmedetractora de las habladurías—me informóChade.Estabasentado en su silla frente al pequeño fuego de la chimenea. Los aposentos deChade eran muy fríos, y siempre corría el riesgo de caer resfriado. Aquellanocheparecíacansadoademás,acusabaelesfuerzodeloquefuesequehubieraestadohaciendodurantelassemanasquehabíapasadosinverlo.Susmanos,enparticular,seveíanviejas,huesudasyabultadasenlosnudillos.Probóunsorbodevinoycontinuó—:Yasuexcéntricamanerasabeocuparsedequieneshablandeellaasusespaldas.Siemprehainsistidoensuderechoalaintimidad.Esaesunade lasrazonespor lasquejamáshabríasidounabuenareina.NoesqueaHidalgo le importara. Su matrimonio obedecía a motivos personales, no

políticos. Creo que fue el mayor disgusto que le dio a su padre. Después deaquello,nadadeloquehicieraterminabadeagradaraArtimañas.

Yoestabasentadocomounratón.Sisasemeacercóysemeencaramóalarodilla.ErararoveraChadetancomunicativo,sobretodoencuestionesrelativasalafamiliareal.Apenasmeatrevíaarespirar,portemorainterrumpirlo.

—A veces pienso que Paciencia tenía algo que Hidalgo considerabaimportante para él. Era un hombre ordenado, cabal, de conducta intachable,siemprealtantodeloquesedesarrollabaasualrededor.Erahidalgo,chico,enel mejor sentido de la palabra. Nunca sucumbía a impulsos mezquinos niindebidos.Eso implicabaqueexudaraenocasionescierto tufoa represión.Demodo que los que no lo conocían lo bastante bien lo tomaban por frío oarrogante.Hastaqueconocióa esa joven…quecasinoeramásqueunacría.Teníalamismasustanciaquelastelarañasolaespumadelmar.Susideasysulenguaibansiempreendireccionescontrarias,vengaasaltardeunacosaaotra,sin pararse a meditar nada de forma que yo pudiera percibir. Pero Hidalgosonreía,ysemaravillaba.Quizásedebieraalhechodequeellanosemostrabaparticularmente ansiosa por conquistarlo. Pero entre una decena de mejorespartidos,dedamasdemásaltacunaymáselevadasideas,escogióaPaciencia.Yeso que ni siquiera era el mejor momento para casarse; cuando contrajomatrimonio,cerrólapuertaaunadecenadeposiblesalianzasquepodríahaberlereportado cualquier otra esposa. No tenía ninguna razón de peso para casarsecuandolohizo.Niunasola.

—Salvoqueleplacía—dije,aunquebienpodríahabermemordidolalengua.PuesChadeasintió,yluegosedesperezó.Apartólamiradadelfuegoylaposósobremí.

—En fin. Basta de cháchara. No pienso preguntarte cómo le diste esaimpresión,niquélahahechocambiardeparecerrespectoati.ElcasoesquelasemanapasadahablóconArtimañasyexigióquesetereconocieracomohijoyheredero de Hidalgo, y que recibieras la educación que corresponde a unpríncipe.

Mesentímareado.¿Semovíanlostapicesdelantedemíomeengañabanlosojos?

—Evidentemente, él se negó —prosiguió Chade, implacable—. Intentóexplicarleporquéeraimposibletalcosa.Ellanodejabaderepetir:"Perosieres

elrey…¿Cómopuedeserimposibleparati?"."Losnoblesjamásloaceptarían.Se desataría una guerra civil. Piensa en lo que supondría para un crío que noestuvierapreparado,arrojarlodegolpeaesasituación".Esorespondióél.

—Ah—dije,conunhilodevoz.No lograbarecordar loquehabíasentidopor un instante. ¿Júbilo? ¿Rabia? ¿Miedo? Lo único que sabía era que esasensación ya se había desvanecido, yme zahería y humillaba haber llegado asentiralgoenabsoluto.

—Paciencia,claroestá,nosedejóconvencer."Preparaalmuchacho",dijoalrey."Ycuandoestépreparado,juzgaportimismo".SóloPacienciapediríaalgoasí,ydelantedeRegioyVeraz.Ésteescuchabasindecirnada,sabedordecómodebíaacabartodo,perosuhermanoestabapálido.Enseguidasedejallevarporlas emociones. Hasta un idiota sabría que Artimañas no podía acceder a lasdemandas de Paciencia. Pero el rey sabe cuándo ceder. En todo lo demás, lacomplació,másquenadaparafrenarlelalengua.

—¿Entodolodemás?—repetíbobamente.—En parte para bien, en parte para mal. Inconvenientemente mal, por lo

menos. —Chade parecía irritado y alegre a un tiempo—. Espero que sepasencontrarlemáshorasaldía, chico,porquenoestoydispuestoa sacrificarmisplanes en favor de los suyos. Paciencia ha exigido que se te eduque comocorrespondea la sangreque llevas.Y. sehapropuestoocuparseenpersonadedicha educación. Música, poesía, danza, canto, modales… Espero que tengasmásestómagoparaesoqueyo.AunqueaHidalgonolefuemal.Avecesinclusosabíasacarprovechodeesosconocimientos.Peroterobarábuenapartedeldía.ApartirdeahoraserástambiénelpajedePaciencia.Yaeresdemasiadomayorparaeso,perosehaempeñado.Personalmente,creoquesearrepientedemuchascosase intenta recuperarel tiempoperdido, algoquenunca salebien.Tendrásquededicarmenostiempoalasarmas.YBurrichdeberábuscarseotromozodecuadra.

Meimportabanuncominolasarmas.ComoyamehabíaseñaladoChadeenmás de una ocasión, los buenos asesinos actúan de cerca y con discreción. Siaprendíabieneloficio,nuncameveríadelantedenadieblandiendounaespada.PeroeltiempoquepasabaconBurrich…Volvíatenerlaextrañaimpresióndeno saber cómo me sentía. Detestaba a Burrich. A veces. Era despótico,autoritarioe insensible.Esperabademíque fueseperfecto,perome recordaba

sin tapujosque jamássería recompensadopormiperfección.Pero tambiéneraabierto,yfranco,ymecreíacapazdeloquemepedía…

—Teestaráspreguntandoenquénosbeneficia—continuóChade,ajenoamipasmo.Percibí una emoción contenida en suvoz—.Es algoquehe solicitadoparatiendosocasionesyendosocasionesmehasidodenegado.PeroPacienciainsistió hasta que Artimañas hubo de claudicar. La Habilidad, chico. Vas aaprenderlaHabilidad.

—LaHabilidad—repetí,sintenerconcienciadeloquedecía.Todoaquellomesuperaba.

—Sí.Meesforcéporponerenordenmisideas.—Burrich mencionó algo, una vez. Hace mucho tiempo. —Recordé de

repenteelcontextoenquesehabíadesarrolladoaquellaconversación.DespuésdequeMorrónnosdelatarainvoluntariamente.Sehabíareferidoaaquellocomoloopuestoaloquefueraelsentidoquecompartíayoconlosanimales.Elmismosentido que me había revelado el cambio operado en los vecinos de Forja.¿Aprenderlounomesalvaríadelootro?¿Omeprivaría?PenséenlaafinidadquehabíacompartidoconcaballosyperroscuandoBurrichnoandabacerca.MeacordédeMorrón,conunamezcladecalidezypesar.Nuncahabíaestado tancerca de otra criatura viva, ni antes ni después de él. ¿Me arrebataría esoaprenderlaHabilidad?

—¿Qué te ocurre, chico? —La voz de Chade era amable, aunquepreocupada.

—Nolosé.—Vacilé.PeronisiquieraanteChademeatrevíaadesvelarmistemores.Omivergüenza—.Nada.Creo.

—Te habrán contado historias de viejas acerca del aprendizaje —intuyó,erróneamente—.Escucha,chico,nopuedesertanmalo.Hidalgolosuperó.IgualqueVeraz.Y con la amenaza de losCorsarios de laVelaRoja,Artimañas hadecidido recuperar las antiguas costumbres, y hacer el aprendizaje extensivo apotenciales candidatos.Quiere un séquito, quizá dos, con el que respaldar suscapacidadesylasdeVerazconlaHabilidad.AGalenonolehacemuchagracia,perosupongoquenoestanmalaidea.Aunque,bastardocomosoytambiényo,amí siempreme estuvo vetado el aprendizaje. Así que no sémuy bien de quémanerapodríaemplearselaHabilidadparadefenderlatierra.

—¿Eres un bastardo?—Las palabras escaparon demis labios. El nudo demispensamientosfuecortadodetajoporaquellanuevarevelación.Chadesemequedómirando,tansorprendidopormispalabrascomoyoporlassuyas.

—Claro. Pensaba que lo habrías deducido hace tiempo. Chico, para loperceptivoqueeres,haycosasenlasquenotefijas.

Miré aChade como si fuese laprimeravezque loveía.Sus cicatrices, talvez,lohabíanocultado.Elparecidoestabaahí.Lafrente,laformadelasorejas,lalíneadellabioinferior.

—EreshijodeArtimañas—meatrevíaaventurar,fiándomeúnicamentedesuaspecto.Comprendíloequivocadodemisuposiciónaunantesdeterminarlafrase.

—¿Hijo?—Chadesoltóunarisadesprovistadehumor—.¡Cómosepondríasiteoyeradecireso!Aunquelociertoesquelaverdadlomortificamástodavía.Esmimediohermanomenor,chico,aunqueélfueraconcebidoenunacamadematrimonioyyoenuncampamentomilitarcercadeArenasdelBorde.—Envozbaja,añadió—:Mimadreerasoldadocuandomeengendró.Perovolvióacasaparadaraluz,yluegosecasóconunalfarero.Almorirmimadre,sumaridomesubióaunburro,mediouncollarqueellasiemprellevabaymedijoqueseloenseñaraalreydeTorredelAlce.Yoteníadiezaños.Poraquelentonces,habíaunlargoyarduotrechoentreCunadeLanayTorredelAlce.

Nosemeocurríaquédecir.—Basta.—Chade se enderezó con severidad—. Galeno te instruirá en la

Habilidad.Artimañaslohaconvencido.Aceptó,peroconreservas.Nadiepuedeinterferirconsusalumnosmientrasdurelaformación.Tendrásqueandarteconcuidado.ConocesaGaleno,¿verdad?

—Unpoco—respondí—.Porloquedicendeél.—¿Quédiríastú?—meinterrogóChade.Cogíalientoypensé.—Come solo. Nunca lo he visto a la mesa, ni con los soldados, ni en el

comedor.Nuncalohevistodeambularporahíyconversarsinmás,nienelpatiodeejercicios, ni en los lavaderos,ni en cualquierade los jardines.Siemprevacaminodealgunapartecuandoloveo,ysiempretieneprisa.Notienemanoparalosanimales.Nolesgustaalosperros,ycontrolaaloscaballoscontantaenergíaquelesestropealabocayelcarácter.Creoquetieneaproximadamentelamisma

edadqueBurrich.Vistebien,escasitanelegantecomoRegio.Dicendeélqueesunodeloshombresdelareina.

—¿Porqué?—seapresuróapreguntarChade.—Hm, fuehace tiempo.Gago.Unhombredearmas.BuscóaBurrichuna

noche,algoborracho,unpocovapuleado.SehabíapeleadoconGaleno,yéstelohabíagolpeadoen lacaraconunafustaoalgoparecido.GagopidióaBurrichquelemiraralaherida,porqueeratardeynodebíahaberbebidoesanoche.Creoque le tocaba laguardia, o algo.Gagocontó aBurrichquehabíaoídodecir aGaleno queRegio eramás noble queHidalgo oVeraz, y que si no llegaba altronoeraporculpadeunatradiciónestúpida.GalenohabíadichoquelamadredeRegioprocedíademejorcunaquelaprimerareinadeArtimañas.Algoquesabetodoelmundo.PeroloqueenojóaGagohastaelpuntodeempezarlapeleafuequeGalenodijeraquelareinaDeseoeramásnoblequeelpropioArtimañas,pueshabíarecibidosangredeVatídicodeambosprogenitores,yArtimañassólodesupadre.DemodoqueGagoseencaróconél,peroGalenoesquivóelgolpeylepegóenlacaraconalgo.

Medetuve.—¿Y?—meanimóChade.—AsíqueapoyaaRegio,porencimadeVerazeinclusodelrey.YRegio,en

fin, lo acepta. Le dispensa un trato mejor del que reserva a sus criados ysoldados. Parece que le pide consejo, las pocas veces que los he visto juntos.Casidarisaverlos;cualquieradiríaqueGalenoimitaaRegio,porlaformaenquesevisteycamina,igualqueelpríncipe.Avecesparecenidénticos.

—¿En serio?—Chade se agachóhaciamí, expectante— . ¿Enquémás tehasfijado?

BusquémásinformacióndeprimeramanosobreGalenoentremisrecuerdos.—Meparecequeesoestodo.—¿Hahabladocontigoalgunavez?—No.—Ya veo.—Chade asintió para sí—. ¿Y quéme dices de su reputación?

¿Qué te parece? —Intentaba conducirme a alguna conclusión, pero yo nolograbaaveriguarcuál.

—Es de Lumbrales.Del interior. Su familia llegó a Torre delAlce con lasegundareinadelreyArtimañas.Dicenqueletienemiedoalagua,anavegaroa

nadar.Burrichlorespeta,peronolecaebien.Dicequeesunhombrequesabehacer su trabajo y lo hace, pero Burrich es incapaz de trabar amistad concualquiera que maltrate a los animales, aunque sea por desconocimiento. Alpersonal de las cocinas no le gusta. Siempre consigue que los más jóvenesterminen llorando. Acusa a lasmuchachas de soltar pelos en su comida o detenerlasmanossucias,ydicequelosmozossondemasiadobastosynosabenservirlosplatos.Poresonolesgustatampocoalascocineras,porquecuandolosaprendicesestándisgustados,nopuedenhacerbiensu trabajo.—Chadeseguíaobservándome a la expectativa, como si esperara a que yo revelase algoimportante. Escarbé en mis recuerdos en busca de más chismes—. Luce unacadena con tres gemas. Se la dio la reina Deseo, por algún tipo de servicioespecialquehizo.Hm.Elbufónloaborrece.Unavezmedijoquecuandonohaynadiecerca,Galenolollamabichoraroyletiracosas.

Chadearqueólascejas.—¿Elbufónhablacontigo?Sutonodenotabaalgomásqueincredulidad.Seenderezóenlasilla tande

repente que el vino saltó de su copa y le salpicó la rodilla. Se la frotódistraídamenteconlamanga.

—Aveces—admitíconcuidado—.Tampocomuyamenudo.Sólocuandoleapetece.Apareceymecuentacosas.

—¿Cosas?¿Quétipodecosas?ComprendíenesemomentoquenuncahabíahabladoaChadedelacertijode

lamanteca.Mepareciódemasiadocomplicadoparaabordareltemaentonces.—Ah,puescosasraras.Haráunosdosmesesquemedetuvoymedijoqueal

día siguiente haría malo para salir a cazar. Pero hizo un día estupendo. FuecuandoBurrich se cobró aquel venado enorme, te acuerdas.Fue elmismodíaquenostopamosconelglotón.Destrozóadosperros.

—Meparecerecordarqueestuvoapuntodeechárseteencima.—Chadeseacercódenuevo,conunaextrañaexpresióndecomplacencia.

Meencogídehombros.—Burrich lo abatió. Y luego me maldijo como si fuese culpa mía, y me

aseguróquemehabríadadounabuenasielglotónllegaahacerdañoaHollín.Como si yo hubiera tenido manera de saber que iba a atacarme.—Vacilé—.Chade, sé que el bufón es muy raro. Pero me gusta cuando viene a hablar

conmigo.Seexpresaconacertijos,ymeinsulta,ymetomaelpelo,ysepermiteel lujo de decirme lo que tendría que hacer, como lavarme la cabeza o noponermenadaamarillo.Pero…

—¿Sí?—inquirióChade,comosi loque leestabarelatandofueradesumaimportancia.

—Me gusta —dije con timidez—. Se burla de mí, pero viniendo de él,parecenhalagos.Mehacesentir,nosé,importante.Porquedecidecomunicarseconmigo.

Chadeapoyólaespaldaenlasilla.Sellevólamanoalabocaparataparunasonrisa,aunquesemeescapabaelchiste.

—Haz caso de tus instintos —me dijo sucintamente—. Y de todos losconsejos del bufón.Y, yapuestos, no le digas a nadie quehabla contigo.Hayquienespodríantomárseloapecho.

—¿Quiénes?—El rey Artimañas, por ejemplo. Al fin y al cabo, el bufón es suyo. Lo

compróconsudinero.Semeocurrieronunadecenadepreguntas.Chadereparóenlaexpresiónde

mirostro,pueslevantóunamanoapaciguadora.—Ahora no. Eso es cuanto necesitas saber por elmomento.De hecho, ya

sabesmásdelonecesario.Peromehasorprendidoturevelación.Nosoydelosque desvelan secretos ajenos. Si el bufón quiere que sepas algomás, ya te locontaráél.CreorecordarquehablábamosdeGaleno.

Mehundíenmisillaconunsuspiro.—Galeno. Es desagradable con quien no puede hacer frente, viste bien y

comesolo.¿Quémástengoquesaber,Chade?Hetenidoprofesoresestrictos,yloshetenidodesagradables.Creoquesabréapañármelasconél.

—Más te vale. —Chade se había puesto mortalmente serio—. Porque teodia.Teodiamásdeloquequeríaatupadre.Laintensidaddelaemociónquesentíaportupadremeponíanervioso.Ningúnhombre,nisiquieraunpríncipe,semereceesaclasededevociónciega,ymenos tande repente.Ya ti teodia,todavíaconmásintensidad.Measusta.

El tono de Chade consiguió provocarme escalofríos. Sentí un desasosiegocasimareante.

—¿Cómolosabes?

—PorqueselodijoaArtimañascuandoéstelepidióqueteincluyeraentresusalumnos. "¿Acasoelbastardono tienequeaprendercuál es el sitioque lecorresponde? ¿No tiene que conformarse con lo que has decretado para él?".Luegosenegóaenseñarte.

—¿Senegó?—Ya te lo he dicho. PeroArtimañas no estaba dispuesto a dar su brazo a

torcer.Y es el rey, y ahoraGaleno debe obedecerlo, pues no eramás que unhombre de la reina. De modo que Galeno claudicó y dijo que intentaríaenseñarte.Tereunirásconéladiario.Empiezasdentrodeunmesapartirdehoy.HastaesemomentoestarásconPaciencia.

—¿Dónde?—HayunaalmenaquellamanelJardíndelaReina.Tealojarásallí.—Chade

hizounapausa,comosiquisieraprevenirmeperonodesearaasustarme—.Tencuidado—dijoporfin—,puesentrelasparedesdeljardín,notengoinfluencia.Allíestoyciego.

Eraunaextrañaadvertencia.Unaadvertenciaquemetomémuyapecho.

ROBIN HOBB, es el nombre literario que escogió Megan Lindholm pararelanzarsucarrera.Consunombre«femenino»recibióbuenascríticas,perolasventasnoerandemasiadosatisfactoriasyesocondicionabalasdesussiguientestítulos.EnEstadosUnidos,alcontrariode loquesuelesucederenEuropa, lasventasconmejoresconunnombremasculino.

Hoyendíaesunafiguraclaveparaentenderlanuevafantasíaépica,yunareferenciadecalidadparaelrestodeescritoresanglosajones.

Desdequeadoptósunuevonombre,suslibrossonnúmerounoenventasenEstados Unidos y Gran Bretaña; y la publicación de cada uno de ellos es unauténticoacontecimiento,apare¬ciendoenlalistasdeBestsellersdelNewYorkTimes.