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Eugenio Raúl Zaffaroni DECANO DE LA PRENSA NACIONAL 13

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Eugenio Raúl Zaffaroni

DECANO DE LA PRENSA NACIONAL

13

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Dos miércoles / 25 / abril / 2012

2 9. ¿De la criminología crítica se pasó ald es ba n d e ?

Hay algunos criminólogos reaccio-narios que sostienen que la críticacriminológica fracasó y que sólofue un momento de euforia o unamoda superada. Por supuesto quepara eso toman en cuenta las ver-siones más radicales e ingenuas, aveces fáciles de ridiculizar.

En reemplazo proponen una cri-minología administrativa que, entérminos claros, pretende que lapalabra de la academia se limite adiscutir una técnica eficaz de con-tención de los pobres.

No deben engañarnos al res-pecto los libros bien encuader-nados y los cursitos de fin desemana, propios de una crimino-logía sin historia ni pasado y que,además, pretende mostrarse in-dependiente de la política.

Lo cierto es que entre los cri-minólogos más serios el talantecrítico no desapareció, sino que,por el contrario, se ha profun-dizado, ha ganado en realismo y searchivaron las ingenuidades. ¿Quées lo que ha llamado al realismo?¿De dónde proviene el impulso asuperar la crítica con más crí-t i ca ?

Es muy sencillo: lo que ha cam-biado es el cuadro de poder pla-netario. Los criminólogos críticosde los setenta en los países cen-trales se las veían con un poderpunitivo propio de los estados debienestar y sus sociedades de con-sumo, con la sociología sistémicade Parsons y la economía de Key-n es .

Para los latinoamericanos esonos resultaba un tanto extraño,porque nuestros estados provi-dentes incipientes y nunca com-pletados, creados por los popu-lismos que ampliaron nuestras ba-ses de ciudadanía real, habían sido

desbaratados brutalmente o es-taban en vías de serlo.

La crítica criminológica centralno correspondía a nuestros sis-temas penales, pues en nuestromargen se montaba un poder pu-nitivo que sólo buscaba contener alos excluidos. Se nos imponíanestados gendarmes con dictaduraso con políticos corruptos posmo-dernos. No tenía sentido poner encrisis aquí la idea de resociali-zación, porque nuestras cárcelestendían a ser –o eran ya– ca m p osde concentración, nuestras poli-cías eran fuerzas de ocupación te-rritorial con frecuencia reempla-zadas por militares, el número depresos a disposición del poder eje-cutivo competía con el de presospor orden judicial y, además, el70% u 80% de los últimos es-taban presos por las dudas, porqueeran procesados y no condenados.

Desde los setenta las cosas cam-biaron: el estado gendarme avanzósobre los países centrales. Fried-man y Hayek fueron los nuevosgurúes del festival de mercado;Reagan, Tatcher y Bush señalaronel camino hacia el estado que tienepor única función mantener a rayaa los pobres; Roosevelt era pocomenos que un comunista despre-ciable; Keynes era un marxistairresponsable, toda gestión e in-tervención estatal era ineficiente ycorrupta, el mercado era lo únicoracional en el mundo, el estadodebía dejar la máxima libertad pa-ra permitir eliminar a los másd é b i l es .

Herbert Spencer estaría felizcon ese mundo y afirmaría que noes más que la confirmación de susteorías; podría pedirle a Satanásuna revisión extraordinaria de sujuicio. Hay razas inferiores quesomos los habitantes de los paísesperiféricos y los inmigrantes y ex-cluidos de los países centrales. Las

razas superiores, que son los in-cluidos de los países centrales ysus procónsules designados en losperiféricos, deben defenderse delos inferiores. El estado debe li-mitarse a mantener la supremacíade las razas superiores y no privara los inferiores de su derecho a lalucha que los haga fuertes y quepermita de vez en cuando algunossalten el cerco, participando deGran Hermano o haciéndole unespacio en algún negociado.

El brutal salto del sistema penalde los Estados Unidos, la exclusióndefinitiva del criminalizado y sufamilia, la pena desproporcionadapor la menor infracción conformea la tolerancia cero del demagogomunicipal de New York (que lecobró una cifra increíble a losingenuos empresarios mexicanospara darles una conferencia ab-surda e incluso llegó al Perú enépocas de su reciente campañapresidencial), no es más que unterrorismo de estado contra losp o b res .

El estado gendarme es eso, supensamiento descarnado dice losnegros en su lugar, nosotros man-damos y al negro que molesta lecortamos la cabeza. A esto se de-bería agregar: Los indios del surdeben producir cocaína y matarsepara no mandarnos más de lo ne-cesario para mantener alto el pre-cio; nosotros nos ocupamos quesólo nos llegue la que podemosdistribuir a precio alto y quedar-nos con la mayor ganancia y elbeneficio del reciclaje.

Tienes ustedes razón si acaso lesllama la atención la claridad deestas expresiones, dado que hoy nose manifiestan de esa manera, puesno tienen la sinceridad del viejoSpencer, de Garofalo, de los po-sitivistas racistas. Sinceramenteextraño a los viejos racistas, por-que por lo menos eran sinceros,

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miércoles / 25 / abril / 2012 Tre s

auténticos oligarcas, hablaban cla-ro, sin tapujos, no se disfrazabande democráticos ni de generosos,eran abiertamente elitistas y loconfesaban. ¿En qué mundo vi-vimos, que nos permite encontrarpor lo menos algún motivo paraañorar a los viejos racistas?

Hoy las cosas son más com-plicadas y es más fácil confun-dirse. Ahora, cuando el estado gen-darme llegó como boomerang alpropio centro, tanto en el centrocomo en la periferia hay clasesmedias desclasadas, desconcerta-das, anómicas (en el sentido ori-ginario de Durkheim), amenazadaspor los de arriba –que les de-claman fidelidad– y por los deabajo, a quienes consideran susúnicos y mortales enemigos; sonpasto fácil para internalizar la pu-blicidad mediática de un ellos ene-migo compuesto de pobres, in-migrantes y adolescentes de ba-rrios precarios.

Pero no es sólo la clase mediaempobrecida por la demolición delestado de bienestar. Insistimos enque lo más artero de este spen-cerianismo actual es hacer que sematen entre los pobres, que lavictimización cunda entre los pro-pios excluidos, a lo que se agregaque entre ellos también se se-lecciona a la policía.

La técnica de control de los ex-cluidos responde a la idea que sematen entre los negros, así nomolestan. Esta es la lógica no con-fesada del racismo de nuestrosdías. Y es eficaz, porque eso per-mite que incluso entre los propiosexcluidos tenga éxito la publicidadtelevisiva que los erige en un ellosenemigos de la sociedad.

Volveremos sobre todo esto conmayor detalle, pero no puedo dejarde señalarlo ahora, porque de locontrario parece que la crimino-logía crítica ha desaparecido,

cuando en realidad ha sucedidotodo lo contrario: se ha vuelto másrealista y profunda estallando envarios sentidos.

Los criminólogos se hallan ahorafrente a una realidad del poderpunitivo por completo diferente alos años setenta. No podrían seguircriticando a un poder punitivo queya no se ejerce en la misma forma.La brutal regresión de los derechoshumanos por obra del avance delestado gendarme –no ya en el mar-gen, sino en el centro mismo delpoder planetario– los coloca en lanecesidad de ser más realistas.

Los criminólogos centrales ya notienen tiempo para sentarse en laacera de un café elegante de París adiscutir la posible revolución quelos haga despertar en una sociedadigualitaria; hoy también ellos tienenlas urgencias que tuvimos nosotrossiempre, los amenazan los mismospeligros y su poder punitivo corre elriesgo de irse asemejando cada díamás al nuestro, aunque en algunospaíses centrales aún estén lejos.

Como cabía esperar, los crimi-nólogos centrales se desconcer-taron, porque todo pasa muy rá-pido, no hay ni siquiera cambiogeneracional marcado, muchas ve-ces son los mismos que ayer sos-tenían posiciones radicales los quehoy deben variar de criterio. Elbrutal giro represivo de los estadosgendarme instalados o en vías deinstalación fue para ellos un fuertepuñetazo de realismo que, comotodo puñetazo, a algunos los dejóknock-out, pero en otros provocóuna considerable descarga deadrenalina crítica.

A nosotros nos viene bien, perono por alegrarnos de la desgraciaajena, por cierto. Si bien no te-nemos en América Latina el mismodesarrollo teórico de la crimino-logía central, siempre lidiamos conel poder punitivo descarnado con

que ahora ellos se enfrentan y, porende, los elementos críticos quenos llegan nos resultan mucho másadecuados a los fenómenos de po-der que debemos controlar que losque nos proveían con la crítica alpoder punitivo del estado de bie-n esta r.

En décadas pasadas, cuando ex-poníamos nuestra realidad en elcentro, no dejaba de haber uncierto dejo de “bueno, son paísesen vías de desarrollo”. Hoy te-nemos problemas comunes y, ade-más, la famosa globalización nosfacilita la comunicación.

Recordemos que cuando las bru-talidades colonialistas pasaban enÁfrica o en Sudamérica, en el cen-tro las atribuían a la inferioridadde estas sociedades; pero cuandoel mismo poder neocolonialista seenroscó y pasaron a Europa, esediscurso no pudo seguir vigente yla comunidad internacional tuvo lanecesidad de declarar solemne-mente una obviedad: todo ser hu-mano es persona. No es lo mismolo actual, claro, pero corre el riesgode serlo.

La necesidad de profundizar larealidad del poder punitivo hizoque las miradas se dirigieran endiferentes direcciones y se encon-traran con otras que ya habíanreparado en esos fenómenos delpoder. Por eso, cuando echamosuna mirada sobre la crítica cri-minológica de nuestros días, muylejos de creer que no existe, lo quevemos es que se desbandó en di-ferentes sentidos, es decir, comodiría en Ecuador: hubo un relajo.

Si bien esto desconcierta al prin-cipio, es muy saludable, porque elpoder punitivo es un fenómeno muycomplejo, que no puede encararsecon simplificaciones que satisfacenal académico porque quedan re-donditas y cierran, pero que nomuerden bien la realidad del poder.

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ca r tó N Pi e d ra → viernes -1 de noviembre del -1AG E N DA12

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AG E N DA

Pasemos a echar un vistazo so-bre el panorama que ofrece cadauna de estas cuatro perspectivas,aunque lo haremos brevemente,pues en realidad estos aportes dela criminología académica actualnos preparan para comprender elsentido de la criminología me-diática y para escuchar mejor lapalabra de los muertos, por lo quevolveremos en el curso de estasentregas a insistir muchas vecesen los aspectos de su contenidoque nos permiten acercarnos a larealidad de la cuestión criminal.

No crean que lo que voy a ex-

poner en las siguientes entregas yque –después de escuchar aten-tamente la palabra de los muer-tos – concluye en una propuesta decriminología cautelar es por en-tero una ocurrencia personal, sinoque en buena parte es el productode la aplicación de los instru-mentos conceptuales que nos pro-porciona este aparente desbande orelajo de las preguntas contem-p o rá n ea s .

En alguna medida lo que ex-pongo en estas semanas resulta

meno del poder represivo.Simple y sencillamente, los cri-

minólogos se preguntan:¿Por qué prende la criminología

mediática entre los pobres? Porquehay un daño real del delito, del quenos hemos ocupado poco. Puesbien, vamos a estudiar a las víc-timas.

¿Qué es lo que la criminologíamediática se empeña en ocultarle alpúblico con el pánico moral a laagresión del adolescente de barrioprecario? Pues vamos a estudiar losdaños sociales que no se mues-t ra n .

¿Qué es este neopunitivismobrutal? Es claro que se trata de unacuestión exclusivamente política;pues bien, es menester analizarla yestu d i a rl a .

¿A qué se debe esta agresividadintraespecífica que se pone de ma-nifiesto en este momento del po-der? Vamos a preguntarle a otrossa b i os .

Como puede verse, la academiano se ha vuelto loca ni ha re-nunciado a la crítica, sino que vapor más.

los criminólogos centrales que asis-tían a este nuevo parto letal. Elconsecuencia, surgió toda una co-rriente que se ocupa de analizar ycriticar la manifestación represivade este estado gendarme y que labautizó como neopunitivismo.

(d) Por último, todo el panoramamundial contemporáneo configuraun paisaje de enorme agresividadque provoca interrogantes que es-tán más allá de la sociología y de laciencia política, y cuyas respuestasllevan a bucear en otras palabras dela academia, como son las de lasdisciplinas psi, de la antropología y

de la etnología.Como podemos ver, el desbande o

relajo no es anárquico, sino queresponde a actitudes que debíanesperarse, porque son bastante ra-zonables, dadas las nuevas circuns-tancias del poder planetario. Estemero enunciado prueba que nada esmás falso que afirmar que ha de-saparecido la crítica, cuando es cla-ro que ésta sólo se diversificó paraprofundizarse, lo que es mucho másadecuado a la urgencia por llegar auna mejor aproximación al fenó-

si no hubiese otros daños socialesen curso. Es algo así como lacampaña para no usar desodo-rante en aerosol porque con esovamos a evitar el agujero de ozono,mientras se queman irresponsa-blemente billones de toneladas dep et ró l e o.

Esto llevó las miradas hacia másallá de la criminología, es decir, atratar de hacer un saber del dañosocial; es el paradigma del dañosocial propuesto por algunos cri-minólogos ingleses (el social harmapproach), pero también por losaportes que venía haciendo la crí-

tica social feminista y, por último,lo que iba poniendo de relieve algoque la criminología había dejadode lado de modo poco menos queinexplicable: el genocidio. El fe-nómeno de las masacres fue es-tudiado al margen de la crimi-nología y no pueden menos quei m pa cta rl a .

(c) Como es obvio, el rena-cimiento violento del spenceria-nismo y su estado gendarme nopodía dejar de ser objeto de aná-lisis y crítica en forma directa por

Cuatro miércoles / 25 / abril / 2012 miércoles / 25 / abril / 2012 C i n co

Tampoco se trata de una di-solución, sino de abrir la cabezaincorporando otras visiones crí-ticas. Por último, este desbande dela miradas críticas no es un caos,como al principio parece, sino quebien mirado es perfectamente ló-gico frente a la necesidad de en-carar la agresión violenta de unpoder punitivo desenfrenado yb r u ta l .

Cuando ante esta necesidad loscriminólogos se preguntaron quése estaba dejando de lado y porqué no habían advertido el peligroantes, sus miradas se orientaronen cuatro direcciones básicas yque en el fondo no son exclu-ye n tes .

(a) Por un lado, al tratar deexplicar el poder punitivo y cen-trar la atención en su ejercicio, sesubestimó el daño real que pro-voca el delito. El delito tiene víc-timas y el reparto de la victi-mización es tan selectivo como elde la criminalización. No en vanolas clases subalternas son víc-timas de la publicidad mediáticavindicativa, pues son los más vic-timizadas. Por este camino deldaño real la crítica se fija en lavictimología y en Gran Bretañaalgunos de los propios críticosmarxistas de otrora proponen unrealismo de izquierda.

(b) Por otro lado, es claro que lacriminología mediática vindicati-va, al construir el ellos enemigomostrando como único peligro eldel delito común, provoca lo quese llama pánico moral (conceptoque se debe a Stanley Cohen),miedo al delito y a nada más, y, porende, está ocultando otros pe-ligros y daños en acción, muchomás graves y en curso.

Se inventa una sociedad de ries-go en la que el único riesgo, porejemplo, es la agresión del ado-lescente del barrio precario, como

del uso sintético de esos elemen-tos y de una atenta observación dela realidad cotidiana.

3 0. El daño real del delito: rea-lismo de izquierda y victimo-l og í a

Jock Young fue en 1973 uno de losautores de La nueva criminología,que ensayaba un replanteo radicaldesde perspectiva marxista. Juntocon John Lea, Richard Kinsey yRoger Matthews, sorprendió a co-mienzos de los noventa con unreplanteo que llamaron realismode izquierda y cuya consigna estomar en serio el delito a partir deverificar que causa graves daños avíctimas de las clases popularesurbanas, en especial a las mujeres,que son las más vulnerables.

Si bien este giro se atribuyepolíticamente a un acercamientoal laborismo británico, por nues-tra parte creemos que más bien esresultado de una aproximación ala realidad de la victimización.

Las teorías macro tienen el ob-vio inconveniente de satisfacerexplicaciones académicas encua-dradas en marcos ideológicos pre-vios, pero para las víctimas con-cretas y sus deudos, y para losreclamos que éstos y los vecinosformulan a los políticos, no ofre-cen ninguna respuesta.

Creo que el más elemental con-tacto de un criminólogo acadé-mico con esta realidad no puedemenos que ponerle de manifiestola necesidad urgente de hacer algoy de dar una respuesta, salvo queprefiera que los impulsos de ven-ganza, la criminología mediática ylos políticos arrinconados mar-chen cada día más hacia el modelodel estado gendarme y de la re-presión dirigida en definitiva con-tra los excluidos.

Es bastante claro que los puros

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ca r tó N Pi e d ra → viernes -1 de noviembre del -1E NSAYO014Seis miércoles / 25 / abril / 2012

planteos de la criminología críticaradical elaborados desde la aca-demia, sin contacto con las viven-cias cotidianas y sin investigaciónde campo, son útiles como marco decrítica, pero que al quedarse en esenivel allanan el camino para unasupuesta criminología administra-tiva, que es la propia del estadogendarme, con la aprobación–cuando no el decidido apoyo– delos propios sectores contra los quepolíticamente se dirige ese modelode estado.

Creo decididamente que esta ve-rificación –de sentido común– hasido la determinante del llamadorealismo de izquierda británico queviene proponiendo reformas al sis-tema penal y asistencial de su país,algunas interesantes, aunque no to-das transferibles a la realidad denuestro margen.

Entre las propuestas concretas deestos criminólogos, las más inte-resantes son las referidas a la po-licía, planteando la disyuntiva entreun modelo de policía militar (quenosotros llamamos aquí de ocu-pación territorial) y otro de policíade consenso (que nosotros llama-mos comunitaria).

Volveremos sobre esto al ocu-parnos de los segmentos del sistemapenal, con la advertencia –que for-mulamos desde ahora– de que nopuede confundirse una policía co-munitaria con una dictadura éticacon la intervención de personas queno tengan nada que hacer sino mo-lestar a los jóvenes.

Al centrar la atención en el dañoreal del delito no puede menos querepararse en la victimología, que noes una ciencia ni un saber au-tónomo, sino una línea de inves-tigación que tuvo como antecedentela obra de Hans von Hentig (que fueun criminólogo alemán antinazi ymuy creativo) y del que se considerafundador a Benjamin Mendelsohn,

criminólogo rumano radicado enI s ra e l .

En un principio la victimologíase dedicaba a las víctimas de de-litos comunes y en especial a sucomportamiento como determi-nante o facilitador de éstos, perohoy ha ampliado su campo de ob-servación hasta llegar casi a abar-car todo lo que toman en con-sideración los que postulan ir másallá de la criminología y ocuparsede todo el daño social. En la Ar-gentina esta perspectiva fue am-pliamente desarrollada por ElíasNeuman, lamentablemente falle-cido el año pasado.

31 . Los daños que oculta la cri-minología mediática

El feminismo es un fuerte movi-miento teórico y activista con de-sarrollo autónomo, y en cuyo senose mueven desde posiciones radi-cales inspiradas en marcos ideo-lógicos preexistentes hasta toda lagama de posibles matices en tornodel innegable fenómeno civilizato-rio de subordinación de la mujer.

En el fondo del debate feministacreemos hallar el fundado temor deque su potencial transformador–que es enorme– pueda ser neu-tralizado por un pensamiento fa-locéntrico o –como dicen en el ba-rrio– machista, susceptible decooptarlo. En otras palabras, quecualquier problema tiene como ori-gen la esencia misma de ser hombre(no niego que pueda haber algunasfeministas cuya única agenda po-lítica sea prisionizar todo lo quetenga testículos).

Más allá de los extremos a quepuede conducir este temor, lo ciertoes que el feminismo conmueve lasbases mismas del poder planetario,teniendo en cuenta –como vimos–que éste se preparó jerarquizando alas sociedades colonizadoras me-

diante la regulación de las relacionessexuales para erigir a sus primerossargentos en la pirámide del ejércitocolonialista. El temor de las femi-nistas no es otro que un capítuloimportantísimo de las trampas quenos tienden todas las racionaliza-ciones del poder y todas sus na-tu ra l i z a c i o n es .

El feminismo ha aportado dos con-ceptos que hoy son de uso corriente,pero sin los cuales nos faltarían letrasclaves en el abecedario que usamospara describir la jerarquización na-turalizada que nos vende el poderplanetario: el patriarcado y el gé-n e ro.

Por patriarcado se entiende, pordecirlo claro, el dominio machista ytodas sus implicancias. El génerodestapa la principal trampa del pa-triarcado: la confusión de sexo con lade rol asignado. El sexo es algo ana-tómico, pero el género no tiene nadaque ver con la anatomía. La mujertejiendo, cocinando, esperando almarido, cosiendo, no tiene nada desexual sino que es un conjunto deroles culturalmente asignados por elpoder patriarcal. Eso es el género.

Siempre ha llamado la atenciónque el sistema penal se ocupase casiexclusivamente de los hombres, perono tiene nada de extraño: en el ejér-cito de la sociedad jerarquizada a lamujer la controlan los sargentos y aéstos los controla el poder punitivo,que sólo se ocupa de las mujeres quese rebelan a los sargentos. Este es elprograma originario que proviene dela edad media y que con matices semantiene vigente. Por ende, la cri-minología guardó bastante silencioacerca de la mujer, salvo algunosdisparates positivistas como el delequivalente de Lombroso o el es-tereotipo de la mujer envenenadora.

Pero dejando de lado los disparatesy también las discusiones nortea-mericanas tratando de explicar elmayor protagonismo de la mujer, el

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ca r tó N Pi e d ra → viernes -1 de noviembre del -1015

E NSAYO miércoles / 25 / abril / 2012 S i ete

Equipo de trabajo:Romina Zárate, Alejandro Slokar, MatíasBailone y Jorge Vicente Paladines

feminismo impuso correcciones a lacrítica criminológica al destacar quesi bien la mujer tenía menor in-cidencia en la criminalización, nosucedía lo mismo en la victimi-zación, lo que no sólo tiene lugar enla delincuencia callejera, sino envictimizaciones que son consecuen-cia directa de la discriminación degénero, desde la violencia familiarhomicida hasta la trata de personas(antes de llamaba de blancas, cu-rioso resabio racista de la escla-v i tu d ) .

No ha habido una crítica cri-minológica gay tan desarrolladacomo la feminista, pese a que hacemuchos años el británico GordonTaylor observó que en toda so-ciedad media una relación inversaentre el patriarcalismo y la to-lerancia a la homosexualidad. Decualquier manera, existen estu-dios importantes (como el de JohnBoswell), muchas ridiculizacionesde los disparates positivistas (Jor-ge Salessi entre nosotros), relatosde la persecución nazista (el roseWinkel o triángulo rosa en loscampos de concentración), delproceso de Oscar Wilde (el deGide, por ejemplo), numerosascontribuciones literarias (Jean Ge-net a la cabeza), así como el in-negable peso de la cuestión gay enla crítica de Michel Foucault.

Si bien la victimología puso demanifiesto daños que no se habíantomado suficientemente en cuenta,el feminismo reclamó la atenciónsobre la mitad de la población ol-vidada por la criminología. Los ve-cinos bajaron a la tierra a los teó-ricos ingleses, pues el panorama delas víctimas del poder mundial noestaba en modo alguno completo,respecto de lo cual Stanley Cohenllamó la atención sobre lo que llamasociología de la negación que noscondiciona una indiferencia moral.

En su libro de 2001 que se llama

Estados de negación, este autor nose refiere al grosero negacionismoneonazista de la Shoá y similares,sino, por ejemplificarlo claramente,al que protagonizamos cuando mi-ramos por TV las noticias que nosmuestran masacres mientras segui-mos mojando el pan en el café conl e c h e.

Siguiendo este camino, un grupode ingleses (Paddy Hillyard, Chris-tina Pantazis, Steve Tomb y DavidGordon) organizaron un libro en2004, en que proponen ir más alláde la criminología (así se llama sulibro, con el subtítulo Tomando enserio el daño) y abarcar todos losdaños sociales del poder: pobrezamasiva, hambre, violaciones ma-sivas de derechos humanos, ma-sacres estatales, muertes por con-diciones de trabajo, por privilegio dela heterosexualidad, por preferen-cias en los nacimientos, por guerra alos migrantes, por maltrato infantil,por polución, por envenenamientode alimentos, etc.

Es indiscutible que el libro pasarevista a datos aterradores, comoque si bien el 11 de setiembre de2001 murieron 3.045 personas enNew York, ese mismo día murierontambién 24.000 personas de ham-bre en el mundo, 6.200 niños dediarrea y 2.700 de sarampión.

Es claro que nos acostumbrarona considerar que el crimen de NewYork era evitable y las otras muer-tes inevitables, pero no es cierto:según los cálculos de la ONU seríannecesarios 13.000 millones de dó-lares para resolver el hambre y40.000 para cubrir las necesi-dades básicas en el mundo (estaúltima cifra implica el 50% delconsumo de pizza en los EstadosUnidos). Aunque el cálculo de laONU fuese optimista y las cifrassubiesen al doble, lo obvio es queesas carencias no son naturales oinevitables, con el argumento de

que siempre hay miseria.De cualquier manera, si la cri-

minología afrontase todos estos da-ños se perdería en un enorme cam-po todológico de conocimientos ina-barcables. Todas estas muertes sonresultado de violaciones a los de-rechos humanos y éstos, como cam-po de estudio jurídico, deben sersostenidos por datos reales a los quecontribuyen todos los conocimien-tos humanos, lo que por definiciónno puede tener unidad. Se trata deconocimientos que los estudiososde derechos humanos deben re-querir a todas las ciencias naturalesy sociales, a todo el saber humano.Pero un saber que pretenda abarcartodo esto se perdería o resultaríadirectamente diletante.

No obstante, hay un campo queindudablemente pertenece a la cri-minología y sobre el que hubo unsingular silencio, que es el del ho-micidio doloso, intencional. La cri-minología académica se detuvo enlos homicidios seriales sensacio-nales y en todos los cometidos poriniciativa privada, pero nunca en lospúblicos o estatales, es decir, en losgenocidios y masacres, en los crí-menes de masa cometidos por ac-ción de agencias estatales.

¡Extraña omisión, por cierto! Siqueremos tomar en serio los dañossociales, no podemos ignorar estoscrímenes y, además, tampoco po-demos negar que su estudio co-rresponde a la criminología. Sobreesto está llamando la atención lacriminología de los últimos años,aunque aún sin suficiente pene-tración y a regañadientes por partede una buena parte de los cri-minólogos académicos. Pero estoes tan importante, que merece uncapítulo especial.

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Eugenio Raúl Zaffaroni

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