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Morfología y género

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    Publicado en Norme lingstique et societ. Recherches Valenciennoises, 64- 79,

    publicaciones de la Uiversit de Valenciennes, 2005, Valenciennes (Francia)

    Lengua, gnero y norma social Esther Forgas Berdet, Universitat Rovira i Virgili. Tarragona

    1. Estudios de gnero y lingstica: el estado de la cuestin

    El concepto de norma es, tanto en lingstica como en cualquier otra parcela del conocimiento humano, plurisignificativo. Por una parte remite a

    normal o habitual, en el sentido estadstico del trmino, y, por otra se relaciona

    con significados cercanos a prescripcin. En realidad ambos conceptos son

    compatibles, puesto que habitualmente hay algo de consuetudinario en cualquier

    determinacin normativa; por lo comn no se prescribe en contra, sino en

    relacin con lo que se considera socialmente consensuado. Hay, sin embargo,

    casos en los que la norma precede al hbito, son los casos en los que un colectivo

    con o sin poder legislador se erige en conductor social, recoge ciertos cambios

    que se perciben en el seno social y en base a ellos aconseja, legisla o promueve

    nuevas normas con la intencin de que llegue a ser socialmente habitual lo que se

    considera socialmente conveniente. Este es el caso de la norma que gira en torno

    de usos lingsticos relacionados con las cuestiones de gnero, que varan al ritmo

    que lo hace la sociedad y cuyas directrices no siempre escritas se van dictando al

    ritmo de las nuevas sensibilidades sociales.

    Me he propuesto encarar en este artculo, bajo el ttulo de Lengua, gnero y

    norma social, dos aspectos: por una parte una visin general del estado actual de

    las llamadas cuestiones de gnero en los estudios lingsticos, y, por otra lo que

    considero el nuevo rumbo que parecen ir tomando las cuestiones de cortesa

    verbal en la sociedad actual, eso es, la preeminencia de factores ligados a la

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    imagen positiva de receptor antes que la orientacin retrico-pragmtica de

    antao, ligada a frmulas corteses de mayor o menor vigencia.

    Es del todo evidente que de entre los varios frentes en que se mueven los

    que propugnan una norma social ligada al lenguaje polticamente correcto, las

    cuestiones de gnero ocupan un lugar privilegiado. Tanto si se est a favor como

    si se trata de opiniones en contra, las relaciones sociales entre lengua y gnero

    ocupan a socilogos, etngrafos de la comunicacin, analistas del discurso,

    pedagogos y lingistas, aunque quizs sea en este ltimo colectivo entre el que

    estos estudios gozan de menor simpata1.

    Los estudios que relacionan la lengua con las cuestiones relativas al

    sexo y al gnero han producido una abundantsima bibliografa en los ltimos

    aos, de la que les ofrezco solamente una nfima parte en el apartado bibliogrfico

    de este artculo. Para ordenar tal profusin de datos, cabe destacar, al menos,

    cuatro direcciones posibles:

    i) El anlisis y evaluacin cuantitativa y cualitativa de la lengua

    empleada por las mujeres y con las mujeres. Por una parte se

    estudia si existe una variante femenina en el lenguaje, y, por otra, si

    cuando hombres y mujeres hablan con stas, existe una diferencia

    sustancial tanto en el contenido del mensaje como en su

    estructuracin. Ya en la poca clsica se documentan estos usos

    especiales, tanto en Platn como en Cicern, que reconoce en De

    Oratione que las mujeres conservan ms fcilmente la pureza

    antigua, pues no participando del habla del vulgo retienen lo que

    1 Aunque me resultara personalmente mucho ms atractivo que los estudios de gnero fueran abordados ahora por otros investigadores, aparte de los (las) que, por nacimiento, nos encontramos directamente implicadas en el tema, no he podido resistirme a la tentacin de hablar una vez ms sobre estas cuestiones no siempre bien aceptadas por parte de nuestros y nuestras colegas lingistas. Deseara, por ello, hacer mas las palabras de Ana Maeru, directora del Programa de Educacin y Cultura del Instituto de la Mujer y precisar, por si ello fuera necesario, que en las cuestiones que relacionan la lengua con el gnero, ste con el sexo y los tres con la ordenacin social vigente, es difcil plantear desacuerdos sin que sean planteados como una batalla, en lugar de entenderlos como una aventura del conocimiento que se emprende por la necesidad y el deseo de saber, y en la que se pueden modificar las certezas o simplemente ampliar las dudas, lo que justifica seguir investigando (Lenguaje y diferencia sexual, en Mujeres, 18, monogrfico El sexismo en el lenguaje, p 2-3)

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    primero aprendieron2. Tambin Sapir (1929) daba cuenta de algunos

    ejemplos histrico-antropolgicos, como los de la lengua yana, que

    contena formas especiales tanto para dirigirse a las mujeres como

    para que stas se expresaran3, cosa que ocurre todava en la

    actualidad en algunas sociedades, segn R. Lakoff (1975), que

    fundamenta sus observaciones recurriendo a casos extremos como

    los del Japn, en los que existe una variante propia de mujeres y

    nios que stos abandonan al entrar en la adolescencia4.

    Los estudios de variantes sexuales son en su mayora de carcter

    sociolingstico, en los que el sexo se presenta como una posible

    variante ms dentro de la variabilidad lingstica por razones

    sociales. Muchos no tuvieron nada que ver, en principio, con las

    cuestiones ideolgicas ligadas a los movimientos feministas, aunque

    la evaluacin de los resultados permita y propicie en la mayora de

    los casos un anlisis desde la perspectiva de gnero. Fueron,

    precisamente por su pertenencia al mbito de la Dialectologa

    primero y de la Sociolingstica, despus, los estudios ms antiguos

    dentro de los cuatro grupos que ahora reseamos, baste recordar al

    respecto los trabajos de Manuel Alvar (1956) o Gregorio Salvador

    (1952) ya en la dcada de los cincuenta 5o los ms especficos de

    Fontanella de Weinberg (1973), y sealar que siguen vigentes y

    tienen su lugar en las investigaciones de la moderna Sociolingstica, 2 Vese, al respecto, el estudio que public M. Rosa Lida en 1937, La mujer ante el lenguaje. Algunas opiniones de la antigedad y el Renacimiento, en el Boletn de la Academia Argentina de Letras, 5,8, 237-248, donda da cuenta de sta y de otras referencias de la visin que ofrecen los textos clsicos acerca de esta posible variacin por razn de sexo. 3 Citado por R. A. Hudson (1981), La Sociolingstica, Barcelona: Anagrama, p.132. 4 Miki Itoigawa, en un reciente artculo, ampla la informacin dando cuenta , tambin, de la existencia de un distinto modo de escritura. En el Japn actual, de los tres tipos de escritura que coexisten, solamente el primero, la escritura hiragana, es usada por las mujeres y los nios, lo cual refuerza la existencia de esta especie de grupo homogneo formado tradicionalmente en las culturas androcntricas por mujeres y nios (en algunas se aaden, o aadan, tambin los locos). Cfr. Itoigawa, M., (1999) La discriminacin en el lenguaje y feminismo en el Japn, en Fernndez de la Torre, M. D., A. Medina y L. Teillecher, El sexismo en el lenguaje, Mlaga: Servicio de publicaciones del CEDMA. 5 Alvar, M. (1956). "Diferencias en el habla de Puebla de Don Fadrique (Granada)", Revista de Filologa

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    en la lnea de H. Lpez Morales o C. Silva-Corvaln, y de las de la

    Sociologa del Lenguaje. Dentro de esta ltima disciplina cabe

    sealar tambin que el carcter definitivo de estudios de gnero lo

    obtienen a partir de trabajos como los de R. Lakoff (1975) y D.

    Tanen (1993), por citar los ejemplos ms contundentes.

    ii) El segundo grupo lo forman todo el conjunto de estudios, acerca del

    papel del lenguaje en la construccin social del rol femenino. La

    ocultacin de la mujer a travs del lenguaje a causa de los

    problemas generados por el gnero gramatical, el uso indiscriminado

    del masculino genrico en los casos en que es posible la

    diferenciacin, la imposibilidad de las mujeres de expresarse a s

    mismas a travs del lenguaje, la emergencia de la sociedad patriarcal

    en el uso que les da a los vocablos de una determinada lengua, la

    desconsideracin histrica hacia la mujer que arrastra la lexicografa

    oficial, el empleo tendencioso de los mecanismos lingsticos por los

    medios de comunicacin, la imagen social de la mujer que este

    lenguaje transmite y muchos otros temas de estudio son los que

    ocupan el grueso de la investigacin sobre el gnero que abarca este

    segundo grupo, cuyos temas son siempre objeto de polmica y

    debate, a veces estril y descorazonador, en ocasiones apasionado y

    fructfero. Precisamente la vitalidad y actualidad de estos trabajos

    nos han hecho desistir de tratar en este articulo uno de estos temas

    ms debatidos en la actualidad, el de la construccin lexicogrfica del

    gnero, dada la reciente publicacin de un artculo nuestro al

    respecto6 y de la edicin por el Instituto de la Mujer de un volumen,

    Espaola 40, pgs. 1-32 y (1969) "Hombres y mujeres en las hablas andaluzas", en Variedad y unidad de

    espaol, Madrid: Prensa Espaola, pgs. 129-146, y G. Salvador (1952). "Fontica masculina y fontica femenina en el habla de Vertientes y Tarifa (Granada)", Orbis 1, p. 19-24.

    6 Forgas, E. La (de) construccin de lo femenino en el diccionario, en Fernndez de la Torre, M. D., A. Medina y L. Teillecher (1999), op. cit., p.

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    Lo femenino y lo masculino en el Diccionario de la Lengua de la Real

    Academia, enteramente dedicado a ello7.

    iii) Como consecuencia de la toma de conciencia -acertada o no- de los

    problemas antes citados por parte de algunos grupos sociales, se

    han generado desde distintas instancias de poder una serie de

    trabajos orientados a la intervencin lingstica, que dirigen sus

    esfuerzos hacia una modificacin desde arriba de ciertos hbitos de

    los hablantes y van destinados a una posible erradicacin o

    minusvaloracin de toda una serie de usos lingsticos que lesionan

    la imagen de la mujer y que es posible modificar sin que se altere por

    ello la estructura de la lengua ni se deteriore en lo ms mnimo su

    esplendor. Se trata de cuestiones ligadas tanto a una poltica

    lingstica no discriminatoria -que se plasman en recomendaciones o

    sugerencias emitidas por diversos estamentos- como de una

    lingstica poltica que puede o no ser asumida por el hablante en

    una suerte de cortesa verbal de la que hablaremos ms adelante, si

    toma conciencia de los efectos perlocutivos de sus mensajes y de

    cmo puede, a travs del uso libre y personal de la lengua, influir en

    la construccin de la imagen social de todo un colectivo. Estas

    actuaciones son las que han recibido y reciben una crtica ms feroz

    por parte de sectores de la poblacin que se apoyan para su

    detraccin tanto en cuestiones lingsticas (por ejemplo en la

    extraeza o incluso posible agramaticalidad de algunos trminos

    recomendados), como en cuestiones de tipo social, que exculpan a

    lengua de toda responsabilidad, entendiendo que su pretendido

    sexismo es simplemente el reflejo de la condicin social de la mujer,

    que la lengua se limita a reproducir especularmente. Por cierto que

    en este campo se estn produciendo substanciosos cambios de

    orientacin por parte de los grupos no sexistas, pues tanto las

    7 Vargas, A., Lled, E., Bengoechea, M., Mediavilla, M., Rubio, I., Marco, A., y C. Alario (1998) Lo femenino y lo masculino en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia, Madrid: Instituto de la Mujer, Serie Estudios, n 53

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    denostadas barras oblicuas (/), visualmente molestas y

    lingsticamente inaceptables, como las farragosas duplicaciones del

    estilo de queridos compaeros y queridas compaeras se estn

    desestimando8 en favor de la utilizacin, siempre que sea posible, de

    otros recursos pertenecientes al acerbo comn lingstico y que

    suponen solamente un mnimo cambio en el redactado de algunas

    frases. Se recomienda el uso de los genricos colectivos: la gente

    (que se refiere a hombres y mujeres), la juventud (a los y a las

    jvenes), el profesorado (a los profesores y a las profesoras), el

    pueblo, la poblacin, la ciudadana (a ciudadanos y ciudadanas), etc.,

    de los abstractos genricos como la defensa (por defensor y

    defensora), la legislacin (por legislador o legisladora) y de la

    rotulacin por medio de abstractos: Direccin (que engloba a director

    y directora) Tutora (a tutor y tutora), Secretara (a secretario y

    secretaria), Coordinacin (a coordinador y coordinadora), etc.9

    iv) Por ltimo, un cuarto grupo de estudios estara formado por aquellos

    que analizan los textos producidos por mujeres, para obtener as una

    serie de rasgos ligados al concepto de al gnero. Tratan, por una

    parte, cuestiones relativas a las producciones escritas y orales de la

    mujer, tanto por medio de la llamada crtica feminista como en la

    pragmtica de gnero, que analiza, bajo los supuestos tericos del

    Anlisis del Discurso, el empleo del lenguaje oral por parte de las

    mujeres en los modos de argumentacin y en los actos de habla

    especficos10, siguiendo el camino iniciado por R. Lakoff primero y D.

    Tannen (1994), despus. Como consecuencia de stos, estn los

    trabajos que se orientan hacia la bsqueda de un nuevo lenguaje en 8 No vale la pena ni calificar, por lo inaceptable e inslito de la solucin adoptada, la moda esperemos que pasajera- iniciada en Internet de marcar con un signo @ los morfemas de gnero. Y ello a pesar del uso y abuso que se est haciendo del signo por parte de algunos partidos polticos que desean, en tiempo electoral, congratularse con el colectivo de electoras. 9 Estas y muchas otras recomendaciones en esta lnea aparecen ya en el estudio de Eullia Lled (1992) para la lengua catalana: El sexisme i landrocentrisme en la llengua: anlisi i propostes de canvi. Bellaterra: ICE de la UAB

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    femenino, que rechaza la organizacin lingstica que proviene del

    mapa cognoscitivo patriarcal11 y androcntrico, y reivindican el modo

    discursivo femenino oponindose a la caracterizacin de diferente

    como peor, en la lnea de los estudios iniciados por Luce Irigaray, en

    Francia, o por Patricia Violi, en Italia12.

    2. Lenguaje sexista y norma social: es posible una legislacin?

    Hemos hablado de un tercer grupo de trabajos con relacin a la lengua y al

    gnero, que abarcaba todo un conjunto de actividades con intencin reguladora.

    Se trata, en general, de recomendaciones destinadas al uso de la lengua y que

    han ido apareciendo paulatinamente en nuestro pas al ritmo de las instituciones

    democrticas -recordemos que el disparo de salida parti del primer Congrs

    Catal de la Dona en 1976- sobre todo a raz de la creacin tanto del estatal

    Instituto de la Mujer como de sus homnimos autonmicos. Las primeras

    actuaciones del Instituto iban destinadas al rea de educacin y as fue como se

    cay en la cuenta de que el concepto de coeducacin y de educacin igualitaria

    tropezaba las ms de las veces con los escollos del lenguaje, especialmente en

    los libros de texto, lo que se tradujo en un Real Decreto 3881/92 del 15 de abril en

    el que se regulaba el uso de textos e imgenes en los libros escolares, a fin de

    impedir la violacin del principio constitucional de la igualdad de derechos entre los

    dos sexos. El mismo Instituto de la Mujer se encarg de la revisin tanto de los

    textos docentes como de otra serie de documentos pblicos; ya a partir de 1988

    haba elaborado y publicado una serie de propuestas o recomendaciones al

    respecto, al estilo de las Propuestas para evitar el sexismo en el lenguaje, 10 Especialmente, Tannen, D. (1994), Gender and Discours, Oxford/ New York : Oxford University Press, traduccin espaola: Gnero y discurso, Barcelona: Paids, 1996 11 Que se refleja en toda la organizacin lingstica, como, por ejemplo, en la existencia en los libros de texto de frases tan aparentemente inocentes como sta: Los hombres primitivos vivan en cuevas y se dedicaban a la caza. Sus mujeres amamantaban a las cras, o en la contnua aparicin en los textos publicitarios de mensajes como el que reclama ayuda para las ltimas inundaciones en Venezuela, en el que se mezclan diversas posesiones en una trituradora, como ejemplo visual de los desastres naturales, subtituladas como tu casa, tu mujer, tus hijosde lo que se infiere que los nicos damnificados por el desastre son los hombres venezolanos. 12 L. Irigaray (1992) Yo, t, nosotras, Madrid: Ctedra, P. Violi (1991) El infinito singular, Madrid: Ctedra. En Espaa, vase, entre otros, a I. Lozano Domingo (1995) Lenguaje femenino, lenguaje masculino. Condiciona nuestro sexo la forma de hablar? Madrid: Minerva Ediciones

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    aparecidas ese mismo ao, que fueron adoptadas y reproducidas por diversos

    organismos, entre ellos por el Ministerio de Educacin y Ciencia en su Gua

    didctica para una orientacin no sexista. Al ao siguiente, 1989, la UNESCO

    edit para la lengua espaola unas Recomendaciones para el uso no sexista del

    lenguaje, y en 1990 el Ministerio para las Administraciones Pblicas edit un

    Manual para el uso no sexista del lenguaje administrativo, precedido y seguido de

    publicaciones similares en las distintas lenguas peninsulares, como por ejemplo

    las Recomanacions per a un s no sexista de la llengua, que ya haba editado la

    Generalitat Valenciana en 1987 y las Indicacions per evitar la discriminaci per ra

    de sexe en el llenguatge administartiu, publicadas por la Generalitat de Catalunya

    en 1992. En 1995 aparecieron simultneamente unas Recomendaciones para el

    uso no sexista de la lengua, publicadas por el Instituto Aragons de la Mujer y

    Nombra. En femenino y en masculino, editado por la Junta de Andaluca. Lo

    mismo cabe decir de otras administraciones de carcter local, entre ellas el

    Ayuntamiento de Valladolid, cuya Plataforma por un Lenguaje No Discriminatorio

    dio a conocer en 1996 unas Alternativas para un lenguaje no discriminatorio, o el

    de Alcobendas, que ha editado recientemente Mira de quin hablas. Propuestas

    para una educacin no sexista, con apoyo audiovisual. Los partidos polticos y los

    sindicatos, por su parte, han colaborado tambin en esta tarea evangelizadora:

    Fem servir el llenguatge igualitari en lacci sindical, de la Unin General de

    Trabajadores y Lenguaje no sexista en el mbito sindical de la Secretara

    Confederal de la Mujer de Comisiones Obreras, son dos muestras de ello. La

    nmina no est, ni mucho menos, completa13, pero sirve convenientemente a

    nuestra intencin de sealar esta orientacin normativa de carcter social que

    envuelve las cuestiones de gnero, que, como hemos dicho anteriormente no

    siempre ha sido acertada y est siendo sometida a revisin en estos momentos. Si

    las recomendaciones bienintencionadas y las alternativas intervencionistas, la

    mayora de las veces con excesiva dosis de optimismo y buena fe, tendrn o no el

    13 Los datos que reproducimos provienen en parte del mismo Instituto (Diferentes iniciativas para pasar de la teora a la accin, en El sexismo en el lenguaje, op. cit, p.5) y de las informaciones facilitadas por M ngeles Calero, a la que agradecemos su colaboracin, tanto en esta parte como en la elaboracin de la bibliografa final.

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    resultado esperado es algo difcil de avanzar. Porque si bien las normas

    gramaticales y ortogrficas tienen una base impositiva sustentada en la autoridad

    de las instituciones legisladoras, las normas de gnero no emanan de instituciones

    lingsticamente capacitadas, sino de colectivos ms preocupados por lo social

    que por el rigor lingstico, y, como rezan los ttulos de las publicaciones

    reseadas, simplemente recomiendan, proponen, guan a los hablantes

    concienciados en su voluntad de hacer un uso no discriminatorio de la lengua.

    3. Hacia un nuevo concepto de cortesa verbal: el lenguaje polticamente

    correcto

    Me voy a permitir tomar prestada la imagen que emplea Rosa Montero14 del

    lenguaje como epidermis, como piel que sigue la superficie corporal hasta en su

    ms nfimo detalle, en cada repliegue, en cada curva, en un grano pasajero o en la

    sutura permanente de una cicatriz, y en la que se considera la lengua como un

    sistema vivo, como el tejido drmico, que responde al ser al que recubre (...) y

    reproduce fielmente al cuerpo que hay debajo. Y siendo as, si la piel se adapta a

    nuestro cuerpo cuando adelgazamos, engordamos o envejecemos y junto a l va

    tomando los diversos aspectos de nuestra historia personal, del mismo modo la

    lengua debe adaptarse a los cambios producidos en nuestra sociedad, y, como

    epidermis, debe compartir con ella cualquier modificacin que en su interior se

    produzca. Se trata de lo mismo que defendi la ex-ministra Cristina Alberdi al

    recomendar el abandono del trmino seorita en espaol, ligado a unos conceptos

    caducos que juzgaban a la mujer por su estado civil y sexual en desequilibrio con

    el varn, que no gozaba de tales adjetivos, y que la misma ministra justificaba por

    el hecho de que la mujer, por su propio cambio, ha condicionado enormemente el

    cambio social en el mundo, de modo que lo que hace treinta aos en Espaa

    podra reflejar una realidad, hoy no la refleja15

    14 Montero, Rosa, El lenguaje sexista en El Pas, 29-IV-1995. En este artculo, la periodista sale al paso de unas palabras de Javier Maras en las que descalificaba a las defensoras de un lenguaje no discriminatorio 15 Tomado de Huelbes, Elvira, Cherchez la femme. El Diccionario olvida a las mujeres, El Mundo, 4-IX-1993

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    Aceptamos, pues que la fisonoma del lenguaje es cambiante, porque

    cambiante es la realidad en la que se sustenta, y que las palabras, como los seres

    vivos, nacen, mueren y se transforman. Todo este tira y afloja entre el lxico y la

    realidad (o, mejor, entre el referente discursivo y el referente objetal)16 es

    consubstancial a la vida de un idioma y se produce de manera espontnea sin que

    los hablantes tomen ms conciencia de ello que la de algunos escasos momentos

    como el presente en los que la lengua se emplea para reflexionar sobre s misma.

    Eso no obsta para que sociedad actual en su lento caminar, lleno de tropiezos,

    hacia este bienestar econmico y espiritual al que todos aspiramos se gire de vez

    en cuando hacia la lengua para intentar que la lengua como praxis, no como

    sistema, contribuya en la medida de lo posible al establecimiento de este estado

    de bienestar anhelado. Nacen as las convenciones sociales del lenguaje, que

    son, como las normas gramaticales u ortogrficas, propias de cada poca,

    adecuadas y adaptadas a cada concepcin social. Llmesele cortesa verbal o,

    simplemente, sensibilidad lingstico-social, funciona a modo de lubricante en las

    siempre difciles relaciones basadas en el intercambio lingstico. Para que los

    goznes de este inmenso sistema social de interaccin no chirren se han generado

    en cada sociedad diversos productos lingsticos: son los tratamientos, las

    frmulas de cortesa y todos los mecanismos verbales que en las ltimas dcadas

    estn en el punto de mira de los estudios pragmalingsticos, desde los pioneros

    de Brown y Levinson (1978) hasta, especialmente en el caso del espaol, los

    trabajos de Haverkate (1994). Actualmente el concepto de cortesa verbal parece

    transformarse y ha venido a desembocar en este otro concepto -no siempre bien

    mesurado, molesto y llevado al extremo en algunas sociedades - de un lenguaje

    polticamente correcto, o socialmente adecuado, como nosotros preferimos decir.

    Entendemos ahora, pues, la cortesa lingstica como un conjunto de normas de

    interaccin social, como una serie de reglas pragmticas que nos muestran cmo

    salvaguardar por medio de la prctica lingstica la imagen de individuos o

    colectivos social y lingsticamente discriminados.

    16 cf. Buzon Chistian (1979) Dictionnarie, langue, discours, idologie, en S. Delesalle y A. Rey (eds.),

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    4. Desde una Poltica Lingstica a una Lingstica Poltica

    Sabemos por experiencia, y a pesar de las voluntades legisladoras de

    ciertos estados en lo que se ha venido a llamar Poltica Lingstica, que legislar en

    cuestiones relativas a la lengua y a la libertad individual expresada por medio del

    lenguaje -una de las pocas que se nos permiten en las sociedades llamadas

    libres- es tarea siempre difcil y muchas veces incluso desaconsejable;

    precisamente por ello queremos insistir en que el concepto de lenguaje

    polticamente correcto debera tener mucho ms que ver con una Lingstica

    Poltica, eso es, con una voluntad personal de uso del lenguaje que con una

    Poltica Lingstica, eso es, con una prctica legisladora.

    Lo cierto es que nuestra idea actual de norma social del lenguaje se

    relaciona con la distincin pragmalingstica, que proviene de Brown y Levinson

    (1987)17, entre cortesa positiva y cortesa negativa, ya que las actuales normas de

    cortesa lingstica tienen como fundamento, muy especialmente, el proteger la

    imagen negativa del interlocutor. Dicha imagen no queda daada solamente con la

    actuacin -como se ha sealado con relacin a los actos de habla en los que no

    se respeta la imagen del interlocutor18- sino tambin y sobre todo mediante la

    emisin de ciertos trminos o expresiones lingsticas socialmente

    desprestigiados, que pueden lesionar a veces gravemente la imagen de la otra

    persona, y, por ende, repercuten negativamente en la consideracin social de

    quien los emite. Como recuerda el propio Haverkate a propsito de una cita del libro de

    Watzlavik, Beavin y Jakson 19 no hay fenmeno opuesto al comportamiento. En

    sociedad no podemos simplemente no comportarnos, o, dicho de otro modo, no

    existe nadie que pueda expresarse de manera neutral, ningn hablante,

    cualquiera que sea su lengua materna, es capaz de expresarse de forma neutra,

    Langue Franaise. Dictionnaire, smantique et culture, Paris: Larousse. 17 Brown, P. y S. Levinson (1987), Politeness. Some universals un language usage, Cambridge: Cambridge University Press 18 Haverkate, H.(1994), La cortesa verbal. Estudio pragmalingstico, Madrid: Gredos 19 Watzlavik, P., J. H. Beavin, y D.D. Jakson, (1967), Pragmatics of human communication. A study of interactional patterns, pathologies, and paradoxes, New York: Norton, citado por H.Haverkate, op. cit. p.17.

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    sus locuciones son corteses o no lo son, lo cual equivale a afirmar que la cortesa

    est presente o est ausente, no hay trmino medio.

    Aunque, no siempre estamos hablando de lo mismo cuando nos referimos a

    la cortesa verbal, puesto que, como hemos dicho, la sociedad actual ha dado un

    vuelco importante al concepto general de cortesa en todos los campos del

    comportamiento humano. Ceder un asiento en el autobs a una persona anciana o

    discapacitada se entiende hoy en da ms como un puro acto de justicia cvica

    que como una actuacin corts, mientras que, por otra parte, si un hombre le

    cede su sitio a una mujer joven y sana puede incluso ser interpretado como un

    acto de prepotencia cercano al insulto. Poco a poco el antiguo concepto de

    cortesa, la politesse del hombre de mundo, ha sido substituido por el simple vivir

    y dejar vivir, algo parecido al respeto mutuo en su versin ms positiva, o al

    slvese quien pueda en la versin ms lamentable. En todo caso, queda claro

    que la cortesa verbal actual se entiende como una actuacin lingstica no ligada

    es0pecialmente a los tratamientos -puesto que ya casi todo el mundo tutea a todo

    el mundo- ni a los estereotipos lingsticos tradicionales, por cuanto Hola! y

    Adis!, Qu tal? y Vale! funcionan comnmente de comodines, y han

    desbancado a las otrora complicadas formulaciones corteses. Lo mismo cabe

    decir de esta otra cortesa verbal en el rea lxica, que impela a las mujeres a

    emplear eufemismos y diminutivos y les prohiba decir tacos, a la par que

    obligaba a los hombres a contener su lenguaje frente a las damas. Ahora, cuando

    los trminos de referente sexual han perdido la capacidad de escndalo social de

    que gozaban antao, cuando los sustantivos referidos a las antes llamadas partes

    pudendas (como cojones o coo), los verbos que remiten a acciones lujuriosas

    (como follar o joder) y los adjetivos de carcter lbrico (como puta o cabrn) estn

    en boca de todos, cuando la redonda desnudez de la palabra culo puede ser

    usada en cualquier evento social y desde cualquier medio de difusin sin provocar

    el menor atisbo de turbacin entre el pblico oyente, otros vocablos han venido a

    sustituir a los anteriores en el sano ejercicio de escandalizar al personal y esparcir

    el helado aliento del anatema en el grupo social ante el que son pronunciados. Me

    refiero a vocablos como negro, judo, cojo, jorobado, ciego o subnormal, o incluso

  • 13

    gorda y viejo, que no pueden ser pronunciados hoy desde un estrado, un plpito,

    desde la tarima acadmica o en una simple reunin social, sin tener que temer la

    desaprobacin y repudio del pblico oyente, y que han de ser sustituidos

    necesariamente por expresiones como de color, sionista o hebreo, de etnia gitana,

    discapacitado, invidente, con sobrepeso o de la tercera edad.

    Del mismo modo, y ya para finalizar, en el tema que nos ocupa hemos

    intentado sealar a lo largo de estas pginas los puntos candentes de la

    sensibilidad lingstico-social en femenino y los posibles cauces de actuacin

    con relacin a una poltica lingstica o una lingstica poltica en las cuestiones

    de gnero. Son realmente justificadas las acusaciones que se hacen a los grupos

    no sexistas -nos resistimos a emplear el trmino feministas, por el habitual mal uso

    del mismo- de tratar de violentar y desnaturalizar el lenguaje por medio de estas

    intervenciones calificadas de forzadas, pero la realidad nos dice que toda norma

    social se basa en una cierta violencia sobre las actuaciones espontneas y que

    tambin toda cortesa verbal ha nacido siempre gracias una intervencin explcita

    externa a la lengua misma, a veces incluso con intencin sancionadora

    (recurdese los carteles de No escupir ni blasfemar o Prohibido el uso de la

    palabra soez en los tranvas de antao). Lo cierto es que nadie espontneamente

    agradecera con una frmula verbal estereotipada una invitacin, ni preguntara

    de manera automtica por la salud del interlocutor en un encuentro social si no

    hubiera aprendido a hacerlo en el curso de la adquisicin de su competencia

    pragmalingstica; todos antepondramos el pronombre personal de primera

    persona (yo) en una enumeracin si no nos hubieran enseado a reprimirnos y yo

    no estara usando en esta comunicacin el plural de modestia -ciertamente

    ambiguo y desconcertante a veces- si no formara parte de las reglas de cortesa

    de los textos considerados cientficos.

    As pues, no debe extraarnos que unas nuevas normas de cortesa lxica -

    tan pesadas, tan desnaturalizadoras, al menos, como las anteriores- hayan venido

    a sumarse o a sustituir a las existentes, que, como todo cuerpo social, se han visto

    sometidas a transformacin. Lo que aqu nos ha importado destacar ha sido

    precisamente que el concepto lingstico de norma social sigue vigente en nuestra

  • 14

    sociedad, y que, en consecuencia, tambin en nuestros das la palabra ofende;

    mediante ella podemos todava suavizar los roces sociales o exacerbarlos,

    podemos mejorar o crispar la interaccin verbal, podemos destacar las diferencias

    o contribuir a la armona social. Siendo as, es posible esperar que, instituciones

    que estn al servicio de la sociedad como lo est la Academia, lleguen algn da

    al acuerdo de regular este nuevo concepto de cortesa que incluye tanto las

    cuestiones de gnero como las de raza o religin -recordemos de paso que la

    edicin de 1992 del DRAE ha mejorado substancialmente algunos redactados

    lexicogrficos en este campo20- y se propongan modificar o reconducir sus

    orientaciones, para llegar a recomendar, como lo hizo tres siglos atrs el

    acadmico Cardona en la planta del Diccionario de Autoridades21, el uso de un

    lenguaje destinado a no herir los odos de los ms circunspectos, solo que,

    traducido a la sociedad del siglo XXI, esto quiere decir un lenguaje que, sin alterar

    ni violentar sus estructuras, no ofenda ni al individuo ni a su colectivo y que, en

    consecuencia, resulte ms adecuado a la sensibilidad lingstica de la nueva

    sociedad.

    20 El DRAE en su edicin de 1992 ha introducido un trmino pragmtico en su definicin de judiada, que se define ahora como Accin que tendenciosamente se consideraba propia de judos (la cursiva es nuestra). Vase, en este sentido, E. Forgas Berdet El lenguaje polticamente correcto en los diccionarios escolares, en el volumen monogrfico sobre diccionarios escolares coordinado por M.C. Ayala actualmente en prensa en la Universidad de Mlaga. 21 Cf. el conocido artculo de F. Lzaro Carreter (1980) El primer diccionario de la Academia, en Estudios de Lingstica, Barcelona: Crtica, pg. 83-148

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