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IDEOLOGIA Y SOCIALIZACION:
EL C IE N T IFIC O IDEAL
L a r i s s a L o m n i t z
Ja q u e l i n e F o r t e s
11MAS (U N A M )
Todos los sistemas de creencias incluyen ideas social- mente transmitidas sobre la naturaleza del universo y sobre el sitio que en él ocupa el hombre, tales como ideas sobre el origen, la estructura y el destino del universo, sobre la naturaleza de la autoridad y de la propiedad, y muchos otrqs temas. Los valores culturales, por otra parte, representan concepciones compartidas sobre lo que es deseable, es decir, aquellos ideales que aceptan en forma implícita o explícita los miembros de un grupo social. Tales valores comprenden juicios acerca de las buenas o malas acciones, y juicios acerca de la belleza: estética y moral (Bock 1969:306-307).
¿En base a qué valores se define al individuo “ideal” de una cultura, al ser mitológico que reúne todas las características deseables, auque sean contradictorias? El mito es ideología porque forma parte de una visión del mundo, que tiene implicaciones sobre la conducta real. Por ejemplo, para llegar a ser científico no basta dominar una serie de conocimientos especializados. Es necesario también internalizar una serie de creencias y valores pres- criptivos fundados en una interpretación de lo que es hacer ciencia, de lo que es un científico y de por qué y cómo se llega a ser científico. Este complejo código, con niveles cognoscitivos, emocionales y sociales es la ideología científica. El individuo que desea ser científico debe
asimilarlo a través de un complicado proceso de socialización.
El objetivo de este trabajo es la descripción etnográfica de ciertos aspectos de la ideología científica, tal como la encontrarnos entre un grupo de maestros y estudiantes de la licenciatura de investigación biomédica básica que se imparte desde 1974 en la Universidad Nacional Autónoma de México (U N A M ). Sabemos que no estamos describiendo comportamientos reales sino modelos ideales de socialización: sin embargo, tales modelos son importantes puesto que rigen los juicios y forman el marco de referencia para las actitudes y las opiniones de futuros científicos. Dejaremos para un futuro trabajo el análisis del proceso de socialización propiamente tal, donde tendremos oportunidad de comentar la interacción entre ideología y realidad.1
La palabra “ideología” es usada para designar desde el conjunto de creencias que se tiene sobre el mundo y la sociedad, hasta la falsa conciencia de los marxistas. En la propia obra de Marx se usa el término con matices diferentes: unas veces como un determinado estilo de pensar ( “hay que liberarse de quimeras mentales, ideas y dogm a s . . . ”), otras como un instrumento de dominación (ideologización de las relaciones materiales dominantes), como un obstáculo a la comprensión científica de la realidad social, como una superestructura de “sensibilidades, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida” y, finalmente, como una forma de conciencia “invertida” o falsa, en oposición al conocimiento científico (Villoro 1979:11-39). En este trabajo no discutiremos los aspectos epistemológicos de la ideología científica, es decir, no nos interesa su verdad o falsedad. Desde un punto de vísta estrictamente sociológico, la ideología es importante porque describe la relación entre un sistema de creencias y valores (verdaderos o falsos) y sus usuarios en virtud de los propósitos y aspiraciones de un determinado grupo
social (Pereyra 1979:55). La ideología no explica nada ni es verificable, a menos que sus ideas se tomen como modelos ideales que sirven de motivaciones o guías para la acción.
Gomo grupo social, los científicos poseen una ideología elaborada y bien definida (Mulkay 1975:637-656). Es una especie de mitología que expresa, a través de sus héroes y anti-héroes, los temores y los anhelos de esa comunidad. Entender esta ideología significa analizar y describir su lógica, deshilvanar su estructura, no tanto para “desenmascararla” en sus inconsistencias con la realidad sino para comprender su papel en el proceso de socialización.
El sistema ideológico es el vehículo que transmite y reproduce un sistema social a través del tiempo (Berger y Luckman 1979; Cohén 1977; Althusser 1976). De 1974 a 1980 hemos emprendido un estudio longitudinal del programa de licenciatura en investigación científica impartido en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la L1NAM, para entender cómo se transmitía la ideología científica a los estudiantes. No es posible evaluar un programa docente sin saber qué tipo de individuos se pretende formar: y esta información dista mucho de estar contenida en la descripción formal de las asignaturas.
Realizamos entrevistas abiertas a todos los profesores y estudiantes, al inicio y al final de cada semestre. D urante el semestre, esta información fue corroborada y complementada mediante observación participante. Así pudimos seguir de cerca la evolución de las tres primeras generaciones de alumnos a su paso por la universidad. Nos concentramos sobre todo en investigar el modelo ideológico que tenía presente cada maestro en sus interacciones con los estudiantes, y comportamiento con estos. En suma, describiremos etnográficamente las características ideales que un sector de la comunidad científica cree que debe poseer un científico. En un trabajo venidero
analizaremos la forma en que esta ideología se traduce en cambios de ideas y de conducta, es decir, en socialización.
Estamos conscientes de la dificultad metodológica de separar o distinguir el modelo ideal del comportamiento real. No se trata de un problema nuevo. El antropólogo que explora la cultura de un pueblo remoto recibe de sus informantes una imagen de su propia realidad social cuya objetividad no siempre está en situación de comprobar detalladamente. En nuestro caso nos enfrentamos a la dificultad opuesta: tratar de deducir, a través del comportamiento observado de los informantes, el sistema ideológico. Es verdad que para ello tuvimos la ventaja de comunicaciones repetidas y cada vez más profundas con los propios maestros y estudiantes a través de todo el período de socialización. De todas maneras, no hemos podido evitar ilustrar ocasionalmente el patrón ideológico con descripciones de comportamiento real. La relativa familiaridad del lector con el proceso de socialización que describimos evitará, según esperamos, que haya confusión entre lo que "es” y lo que “debe ser”.
I d e o l o g ía y s o c i a l i z a c i ó n
Uno de los aspectos más importantes en el proceso de socialización es la internacionalización de una ideología científica, es decir, un sistema de creencias y valores sobre lo que es y debe de ser, en relación a la “búsqueda de conocimiento verdadero”, lo cual podría considerarse como el objetivo social de la ciencia. La ideología es internalizada por el individuo y determina formas de comportamiento e interpretación de la realidad, incluyéndose a sí mismo.
El sistema ideológico tiene un papel importante en todo proceso de socialización. Es el vehículo que permite transmitir y reproducir el sistema social a través del tiempo. El compartir una ideología proporciona a la gente un
sentido de solidaridad y comunidad, así como una distinción en relación a otros grupos. Althusser (1976:133- 138) ha mostrado cómo la ideología actúa como mecanismo de sujección sobre los individuos de una sociedad, al interpelar a los individuos en sujetos; los individuos asumen como propias las ideas y valores del sistema social prevaleciente, el cual en una forma especular, proporciona una identidad a los sujetos.
El sistema ideológico de la ciencia incluye una cosmología y define el papel que tiene la ciencia en mantenerla (Clark 1980:6-8, 15-25). Contiene un sistema de valores relacionados con la ciencia misma y con las características deseables de los científicos. Algunas concepciones ideológicas sobre las relaciones entre la ciencia y el universo pueden expresarse como sigue:
1. El hombre puede conocer v controlar la naturaleza.2. La ciencia y el método científico son los instrumen
tos que permiten al hombre comprender la naturaleza.
3. La ciencia es el único sistema verdadero de conocimiento para la comprensión de la naturaleza.
4. La meta más importante del científico es la búsqueda de la verdad y de esto obtiene su máxima gratificación.
5. El conocimiento de la naturaleza es normalmente bueno y puede salvar a la humanidad.
6. El conocimiento y la búsqueda de la verdad trascienden al individuo y constituyen el logro para la comunidad entera.
Los científicos constituyen una comunidad orientada a una tarea, que es la producción del conocimiento. Para volverse miembro, todo individuo debe internalizar la ideología que comparten los miembros de la comunidad, y debe adquirir un conjunto de características que le permitan cumplir con su actividad. El individuo debe desarrollar una estructura controladora o “super yo” que le
permita expresar y dirigir sus impulsos creativos. Cuando adquiere los valores y hace suyo el ideal del modelo, el individuo ha internalizado una identidad como científico.
S i s t e m a d e v a l o r e s : e l c i e n t í f i c o i d e a l
El científico debe enfrentarse idealmente con dos tendencias contradictorias: un impulso hacia la creatividad, fantasía, subjetividad y libertad de pensamiento, y al mismo tiempo desarrollar una estructura interna controladora que moldea v limita este impulso dentro de un sistema de pensamiento coherente, lógico y manejable. En la realidad, estas tendencias interactúan en distintas formas y grados, de acuerdo con las características personales del científico. Algunos científicos tienden a trabajar en base a sus impulsos, intuición y fantasía, mientras que otros tienden a ser más disciplinados. Cada científico tiende a desarrollar formas de manejar estas tendencias, ya que requiere utilizar ambas en un momento u otro en el curso de su investigación. Kuhn (1977:226) habla de “pensamiento divergente” para referirse a la libertad de seleccionar diferentes enfoques, rechazar viejas soluciones y aventurarse hacia nuevas direcciones; se refiere con “pensamiento convergente” al pensamiento que ha sido integrado v transmitido a través de la tradición científica. Debido a que estas dos formas de pensamiento entran inevitablemente en conflicto, es necesario poder tolerar cierto grado de tensión que a veces puede volverse excesiva, pero que “es uno de los requisitos primordiales para el mejor tipo de investigación científica” (Kuhn ibid: 226).
El científico vive en una búsqueda por un orden interno en la naturaleza y tiende a construir un sistema simbólico o modelo que la explique. Esta búsqueda de una elaboración teórica o un modelo explicativo del universo causa paradójicamente que el científico cree un desorden en sus propias elaboraciones al reconocer inconsistencias,
¿6
ambigüedades o imperfecciones en sus modelos explicativos. Ambos, orden y desorden, son necesarios en la construcción del conocimiento: el orden sirve para almacenar el conocimiento adquirido, mientras que el desorden permite el surgimiento de nuevas preguntas e ideas. (Véase a este respecto Latour y Woolgar 1978:235-26-).
Idealmente, el futuro investigador desarrollaría una estructura controladora o disciplina y al mismo tiempo aprendería a liberar sus tendencias creativas. En el proceso aprendería también a enfrentar las contradicciones que estas dos tendencias producen en él. Este proceso dinámico en el ulano ideológico se refleja en el comportamiento específico de cada individuo y determina su estilo como científico, de acuerdo con sus características personales o las ele los profesores que más influencia tuvieron en él. El proceso de asimilación de los aspectos normativos e ideológicos característicos del rol del científico, que se lleva a cabo a través de una interacción con los profesores y una integración individual, determina si el estudiante se convertirá eventualmente y llegará a considerarse un científico. En las siguientes páginas resumiremos los resultados de nuestras entrevistas, en lo relacionado a las características ideales que debe poseer un científico. Estos resultados fueron obtenidos de los comentarios expresados en las entrevistas así como de actitudes y conducta de los profesores, que nosotros interpretamos y posteriormente discutimos con ellos.
La intemalización del rol social de un científico implicaría primeramente un proceso lento de adquisición de hábitos de trabajo, disciplina, formas de pensamiento y controles emocionales. Sin embargo, estas tendencias controladoras no serían suficientes para formar un científico, ya que necesita producir un trabajo original con sus propias ideas y estilo personal, lo que permitirá a la ciencia progresar, introducir el cambio y evolución en el pensamiento científico (Lomnitz y Lomnitz 1977). Pueden ge
nerarse nuevas ideas en momentos inesperados de asociación libre, aunque son invariablemente el resultado de un proceso disciplinario previo que permite al científico reconocer o desconocer una pregunta, e integrar nuevos resultados en corriente científica con el nivel requerido de sofisticación metodológica. La disciplina permitiría que surgieran preguntas creativas o respuestas nuevas, las cuales además deberán ser procesadas en términos formales para convertirse en parte de la tradición científica. De esta forma, la estructura controladora y los procesos liberadores interactuarán continuamente en el lenguaje científico, su método y paradigmas, moldeando así las ideas creativas de una disciplina formal.
Estructura Controladora
Disciplina de trabajo. Se espera de todos los científicos algún grado de originalidad y creatividad, pero estas cualidades deben estar apoyadas en una ^estructura controladora fuerte y consistente. La adquisición de hábitos y habilidades de trabajo es una de las formas más simples del control conductual, y estarían dirigidas a neutralizar tendencias hacia el desorden, ineficiencias y holgazanería.
Los hábitos y habilidades de trabajo parecen incluir una capacidad para organizarse, un enfoque sistemático hacia el trabajo, una disposición y capacidad para trabajar durante largos períodos de tiempo y una forma eficiente de aprovechar el tiempo y los recursos. Se valora también la perseverancia y la habilidad para trabajar en forma independiente y autosuficiente.
Disciplina mental. Un aspecto esencial en el entrenamiento del científico ideal es el desarrollar una disciplina de pensamiento. Todo científico debe aprender un lenguaje —con sus significados y gramática— de su disciplina, y debe aprender a pensar de acuerdo con los paradigmas científicos predominantes. U na parte importante de la estructura controladora se refiere a la adquisición del
conocimiento científico existente; eventualmente este conocimiento y lenguaje se vuelven la base de la estructura, es decir, el molde que da forma al contenido del pensamiento científico, a través de un conjunto de símbolos, significados (lenguaje, conceptos) y reglas (teorías y técnicas) que constituyen los elementos del razonamiento científico. Este molde no determina totalmente al pensamiento científico pero da forma a las observaciones del científico, a sus análisis e interpretaciones del segmento de realidad que él estudia, definiendo sus límites y separándolo de la realidad como un todo. “Los rasgos lógicos y gramaticales de nuestros diversos lenguajes científicos, anotaciones y conjuntos de símbolos pueden afectar la forma como veamos el mundo o lo que entendemos que sean los hechos sobre el mundo” (Hanson 1965:182-183; véase también Latour y Woolgar ibid).
La estructura controladora también incluye una habilidad para desarrollar formas de razonamiento lógico y formalización de ideas. U n genio “natural” no se convierte en científico a menos que adquiera esta habilidad. Las ideas “ingeniosas” deben ser formuladas en términos de un lenguaje comprensivo; de hecho, para que éstas surjan se requiere ya de un lenguaje.
El razonamiento lógico en el científico se refiere a la habilidad de poner en movimiento procesos ordenados de pensamiento que pueden utilizarse para probar y analizar ideas en forma clara y sistemática. Estos procesos incluyen entre otros, integración, clasificación y ordenamiento. El pensamiento lógico implica procesos convergentes de pensamiento (Guilford 1964) que analizan y sintetizan datos o ideas que eventualmente permiten al científico construir un modelo o explicación abstracta de la realidad. Frecuentemente se señala que el pensamiento lógico debe estar matizado por algunos procesos liberadores, tales como autocrítica, duda y posibilidades de independencia de ideas tradicionales. Consideramos que
esto se relaciona con una forma dinámica de percibir la naturaleza (en oposición a una forma estática de ver las cosas).
El proceso del pensamiento lógico aparece como un movimiento pendular entre dos niveles: el concreto-real y el abstracto-conceptual. Implica procesos de pensamiento de tipo inductivo, deductivo y analógico. Incluye: 1—ubicación del problema, 2—elaboración de hipótesis a partir de datos, con o sin modelos teóricos previos; 3—solución del problema mediante razonamiento lógico; 4—interpretación de los datos, lo que conduce a la modificación de hipótesis, conceptos o ideas. Esta forma de razonamiento es tan central para los científicos, que ha sido codificada como el “método científico”. Se le considera como un patrón de lenguaje que moldea el pensamiento y es la base de la experimentación y de la comunicación con el resto de la comunidad científica. Es un tipo de idioma o meta-lenguaje a través del cual se percibe y explica la realidad.
En la realidad, el científico raramente cumple con todos estos procesos en forma sistemática. En general, se salta algunos pasos o cumple simultáneamente con dos o más niveles. Una sola observación suele influir en la formulación de un problema, y puede llegarse a una conclusión sin tener en mente una hipótesis clara, o puede tenerse la respuesta a una pregunta antes de concluir el experimento. Además, existe cierta división del trabajo dentro de la comunidad científica, entre experimentalistas y teóricos. Cada uno de estos tipos tiende a especializarse en cierto nivel de método científico.
Sin embargo, los resultados finales deben siempre reportarse en la forma prescrita por el método científico, ya que sólo de esta forma se reconoce un trabajo como científico. Este reconocimiento a su vez hace que el investigador sea reconocido y aceptado como miembro de la comunidad científica.2 No existen otros procedimientos para admitir o excluir a un individuo de la comunidad
científica. Como expresaba uno de nuestros informantes: “el científico es una persona que usa el método científico”.
Controles emocionales. La disciplina mental debe servir también para controlar las emociones del científico ideal. La mayoría de los científicos tienden a sentirse emocionalmente ligados a su objeto de estudio, y basan su trabajo en cierta medida en la intuición, el goce y otros elementos afectivos. Tales elementos afectivos son reconocidos por los científicos como una fuerza motivadora de la ciencia (M itroff 1972; Watson 1958). En el grupo estudiado fueron considarados de trascendental importancia, buscando los profesores diversas formas para poder detectarlos y estimularlos, especialmente para la base creativa de la actividad científica. Sin embargo, eventualmente se vuelve necesario controlar estos elementos, volver <(racional” lo que era mayormente emocional o bien defender a través del método científico lo que en principio fue intuición o una latida. Es decir, el científico necesita, para serlo, traducir en algún momento lo emocional de su actividad al idioma de la disciplina científica. El pensamiento o método científico cumpliría, entre otras funciones, la de controlar emociones, proveyéndolas de una vía racional. A través de un pensamiento lógico podría evitarse la interferencia de la subjetividad en el trabajo científico. Se considera deseable cierto alejamiento del científico respecto a su objeto de estudio. Por otra parte, se piensa que el científico debe reconocer las limitaciones que surgen de su marco teórico o de su metodología. En otras palabras, el investigador debe ser objetivo, aun con respecto al nivel de objetividad que puede alcanzar. En un sentido más amplio, la objetividad debe incluir una habilidad para formular un juicio justo y no exagerado sobre la propia contribución, un reconocimiento balanceado sobre otros puntos de vista, así como una disposición para reconocer la viabilidad de estos en caso de encontrarlos aplicables.
Otro elemento de control importante para el científico se relaciona con la frustración. La investigación en general toma un largo tiempo en completarse. No consiste en una producción regular de datos y resultados conducentes a grandes ideas: por el contrario, las nuevas ideas llevan largo tiempo para producirse y en el caso de la ciencia experimental, para ser probadas e interpretadas. Los errores producen retrasos y alteran el curso de los acontecimientos. Más aún, todos los científicos pasan por períodos de incertidumbre sobre el valor de su contribución; estas dudas no se resuelven de inmediato, sino que frecuentemente tardan años para confirmarse o descartarse. Los sentimientos resultantes de frustración, inseguridad y decepción pueden provocar una crisis vocacional seria. Como decía un estudiante entrevistado después de terminar su primer año de la carrera: “Siento que la licenciatura está diseñada para estudiantes perfectos. . . eso me asusta. No estoy seguro si podré con esto y si debería estar aquí o no. No estoy seguro de poder llegar a ser alguien valioso, no un mediocre. Estaría dispuesto a esforzarme mucho, si sólo supiera que llegaré a ser bueno”.
El científico deberá desarrollar una alta tolerancia a la frustración para poder llevar a cabo su trabajo. El investigador debe poder posponer gratificaciones, tanto en cuanto a obtener resultados finales, como en gozar de reconocimiento académico v social. Esto no significa que se espere que el científico renuncie a toda gratificación hasta que termine su investigación; debería ser capaz de encontrar placer en su trabajo diario para mantener un nivel adecuado de motivación, ya que el estímulo externo es generalmente inadecuado, intermitente o lento.
La búsqueda de objetivos difíciles y algunas veces inalcanzables provoca ansiedad y, en ocasiones, depresión, mismas que el científico debe aprender a tolerar y controlar, sin dejarse inhibir por ellos. La frustración también aumenta la agrgsiyiclad y el coraje, que los científicos de
ben aprender a canalizar y sublimar en forma de una agresividad intelectual, constructiva. Un problema relacionado es la envidia, que es considerada el resultado de ver en otros cualidades que se consideran faltantes en uno mismo. Tales sentimientos deben ser controlados para mantener la solidaridad del grupo científico y también para asegurar la legitimidad del producto científico.
Se espera del científico que sea trabajador y extremadamente entregado. Que viva en su trabajo y para él. Es importante, por tanto, que el entrenamiento de un científico haga hincapié en una profunda involucración en el trabajo y aprenda a obtener de la calidad de su trabajo, la medida para su autoestima. Debe aprender idealmente a apreciar continua y consistentemente su propio trabajo y ei de los demás, y estar consciente de sus propias deficiencias y limitaciones para resolver problemas específicos, de manera que cuando otro científico triunfa en lo que él ha fracasado, éste no lo resienta demasiado.
Existe una contradicción entre el entrenamiento que realmente se da en que el científico se centre en sí mismo y en su propio trabajo, y el énfasis que la ideología científica da a la comunidad. Los nuevos descubrimientos, más que producir júbilo, pueden provocar en el científico rival un sentimiento de amenaza o desventaja y la consecuente aparición de envidia y agresión. Existen mecanismos ideológicamente aceptables para enfrentar y expresar la envidia a un nivel individual y racional. Estos mecanismos incluyen escepticismo, una actitud crítica y competencia. Todos ellos deben expresarse ¡idealmente en formas aceptadas por la comunidad científica: agresividad intelectual, crítica fundamentada en bases científicas y no personales, y proposiciones imaginativas de nuevas líneas de investigación.
Por último, uno de los valores fundamentales de la ideología científica es la honestidad. En el científico ideal significa refrenarse de alterar o falsear datos para adap
tarlos a las ideas científicas o políticas del investigador, evitar tomar prestadas ideas o datos de otros y no esconder datos discordantes del escrutinio de los demás. En un nivel más profundo, la honestidad significa no retener ni descartar información por razones de oportunismo y nun ca omitir experimentos críticos para probar las hipótesis propias.
Los científicos están obligados a confiar en los colegas para los datos que utilizan de ellos. La desconfianza en los resultados de otros haría más lento el progreso de la ciencia. En la realidad, no siempre existen formas de controlar la honestidad en la comunidad científica (Pinch 1979:332-333),pero un supuesto general es que lahones- tidad va a prevalecer como un valor básico y una norma social respetada por todos. La transgresión de esta norma es decisiva ya que su descubrimiento determina la exclusión del agresor de la comunidad científica.
Procesos liberadores
La estructura controladora descrita en la sección anterior presupone la existencia de impulsos que requieren ser controlados. Llamamos 'procesos liberadores" a los que abren o permiten el flujo de fuerzas a nivel emocional, intelectual y de disciplina de trabajo. No debe considerarse a estos procesos liberadores como de naturaleza puramente instintiva o biológica, sino más bien como energías que han sido moldeadas por un proceso de socialización. Por ejemplo, las nuevas ideas no surgen de la nada sino de un conocimiento existente, y las emociones son expresadas y sentidas en forma socialmente aceptada.
Los procesos liberadores están relacionados con la generación de conocimiento nuevo, así como la disciplina tiene que ver con la acumulación y transmisión del conocimiento científico existente. El conocimiento nuevo es la causa del cambio y avance en la tradición científica,
y debe ser controlado y utilizado por el científico en el tiempo apropiado. Idealmente, el científico no es solamente un robot disciplinado sino que debe ser una persona creativa.
Liberación de la disciplina del trabajo. Así como es importante que el científico adquiera una disciplina de trabajo y que sea organizado, trabajador, eficiente y metódico, también se considera importante que pueda romper con esta rutina y control. La comunidad no exige al científico el atenerse a un horario monótono o fijo, como es el caso con otros roles ocupacionales. Los científicos que estudiamos dedicaban más tiempo del especificado a su trabajo (10 a 12 horas diarias), cumpliendo así con la expectativa ideal de dejarse guiar por controles internos. Se considera generalmente que un científico debe ser capaz de dedicarse intensamente a su trabajo cuando éste lo requiere. Aun cuando parezca ocioso, se espera que esté rumiando nuevas ideas, adentrándose en nuevas líneas de investigación o bien descansando de un esfuerzo previo muy intenso.
Algunos de los científicos que estudiamos tendían a ser indisciplinados en su trabajo y aun en su descanso, y generalmente les disgustaba cumplir con reglas que pudieran limitarlos. Estas peculiaridades son ampliamente aceptadas por la ideología en tanto se consideren relacionadas con una disciplina de trabajo idiosincrático del científico. Pero, ¿por qué es permitida? Pensamos que puede estar relacionada con valores de individualidad. Existe una expectativa de que los científicos tengan un estilo de vida propio, cuya excentricidad es un rasgo aceptable y positivo. En otras palabras, se premia el individualismo. La tolerancia al afán del científico por mantener su personalidad o estilo propio, combinada con la expectativa de que el investigador sea capaz de liberarse de sus controles internos, están condicionadas a la existencia ideal de tales controles internos. La relajación de estos controles debe ser tem
poral a tal punto que una relajación excesiva o demasiado prolongada produciría ansiedad y el deseo por regresar a trabajar.
Creatividad o la liberación de la imaginación. Se ha definido la creatividad como la habilidad de producir algo nuevo (Barron 1965:3) o de recombinar, asociar o sintetizar elementos ya existentes en formas inesperadas a través de procesos divergentes de pensamiento (Guilford ib. en Getzels y Jackson 1963:171). También ha sido considerada como lo habilidad para descubrir hechos nuevos u ocultos, deduciendo su existencia de alguna información faltante o detectando algún obstáculo epistemológico (Bachelard 1979:7-65).
La creatividad altera las teorías establecidas y abre caminos para el avance de la ciencia. Constituye una de las cualidades más admiradas y respetadas de los científicos, pero ha sido muy difícil de definir. Durante la déca- de los años 1950 y especialmente la década de los años 60 se realizaron numerosas investigaciones que tuvieron por objeto detectar y analizar rasgos de la creatividad (De- ilas y Gaier 1970).
Existen diferentes estilos y niveles de creatividad entre los científicos, Gough señala que existe una preferencia cognoscitiva hacia la complejidad (riqueza de contenido, ambigüedad, asimetría y dinamismo) que distingue a la personalidad creativa en general y al científico creativo en particular (Gough 1961). La flexibilidad cognoscitiva ha sido una característica relacionada consistentemente con la creatividad, ya que las mentes creativas pasan fácilmente de un proceso secundario, intelectual, complejo, a un proceso primario, primitivo, en el que prevalece la fantasía, imaginación e ingenio. Este paso frecuente entre los procesos primario y secundario es posible debido a una fuerza ioica y a un buen control de estos procesos. Estas características cognoscitivas del individuo creativo también señalan la existencia de una apertura
perceptual hacia estímulos internos y externos, curiosidad, intuición e imaginación. El científico juguetea buscando preguntas más que respuestas. Estos elementos cognoscitivos interactúan con elementos emocionales, incluyendo rasgos de personalidad, necesidades motivación ales y emociones, como parte del proceso creativo. (Véase Dellas y Gaier ibid; Koestler 1965; Kuhn 1977).
Nuestros informantes generalmente consideraban la creatividad como un fenómeno misterioso que es inherente al individuo y difícil, si no imposible, de enseñar o formalizar. Su estímulo y desarrollo constituye uno de los intereses primordiales de los profesores.
En el aspecto ideológico, la creatividad, aunada a la búsqueda de la verdad, simboliza los ideales de la ciencia. El realizar un trabajo creativo estimularía al científico para continuar sus esfuerzos a pesar de las dificultades de una carrera de investigación. En el proceso creativo se liberaría la imaginación y el individuo se despojaría de ciertos controles intelectuales, pudiendo así pensar en forma diferente, o nueva. Sería por ello necesario otorgar a los científicos un grado considerable de independencia, con objeto de que les fuera posible pensar por su cuenta y seguir sus propias ideas sin volverse demasiado dependientes de estímulos externos.
Los científicos suelen describir sus experiencias creativas como ocurriendo en momentos de poca conciencia, siendo de naturaleza más intuitiva que racional. Estos chispazos que liberan la intuición y la imaginación no se creen posesión de la nada; aunque a un nivel precons- ciente, se piensa que surgen del conocimiento existente, y que deben ser convertidos a este conocimiento, al inscribir las nuevas ideas dentro del marco de controles disciplinarios que describimos anteriormente. Uno de los profesores nos comentó: “El ser demasiado metódico es algo negativo, el querer todo el tiempo la perfección, che- car la literatura hasta el mínimo detalle y tener un con
trol perfecto. . . Hay momentos en que te tienes que salir de esto, dejar de ser metódico. . . dejar de ir a la biblioteca a leer sobre todo lo que se ha hecho en los últimos 50 años, porque si no, llegas a un punto en que no puedes hacer nada nuevo. Solamente haces lo que todos han hecho o enseñado antes . . . Cuando comienzas a hacer cosas sin un método particular y llegas a algún concepto un poco nuevo, entonces es el momento para regresar y hacerlo bien. La cosa es saber cuándo salirte, ese es un punto importante en la madurez del científico”.
Liberación de emociones. Se considera que ciertas emociones necesitan ser controladas o canalizadas, ya que de otra manera obstaculizarían el proceso de producción científica. Este es el caso de la envidia, la frustración y la agresión. Otras emociones necesitarían ser liberadas para así estimular y dinamizar el proceso científico. Analicemos ahora los valores relativos a las corrientes emocionales que se deben dejar fluir, y que ayudarían al científico a tolerar los largos períodos de disciplina monótona por los que debe pasar, preservando su capacidad para tener arranques de energía creativa. Hemos identificado dos conjuntos de estas supuestas corrientes impulsoras emocionales:
1. Estímulos motivacionales. El hombre vive motivado por el deseo, el cual no siempre se materializa en un objeto concreto, sino que puede materializarse y satisfacerse en diferentes formas. Sin embargo, no llega nunca a colmar o saciar ese deseo. Entre los científicos se presume que subyace un deseo importante por conocer, por ver y saber lo oculto en la naturaleza. La búsqueda de conocimiento es en sí inagotable, por lo cual nunca puede ser totalmente satisfecha. Este hecho haría que el científico mantenga un nivel de motivación que se traduciría en una búsqueda constante de más conocimiento. Es esta búsqueda de conocimiento la que se presume en sí misma
satisfactoria y estimulante, y no la producción del conocimiento.
Toda vez que el científico produzca nuevo conocimiento, surgirán nuevas preguntas, manteniéndose de esta forma la motivación. En la vida del científico existirán los períodos de entusiasmo, pero se supone que deben ser controlados. El trabajo en grupo, la cooperación y aun la competencia constituyen también estímulos mo- tivacionales para el científico ideal. Como comentaba un estudiante: “Trabajar en grupo todos juntos es muy interesante, sientes que todos estamos poniendo nuestro granito de arena para resolver un problema de la ciencia. . . es muy emocionante”. “Te preocupa que te ganen la partida otros grupos después de que te has pasado un tiempo pensando o trabajando en el problema. . . es como una carrera, hay que apurarse”.
La actividad de la investigación y el goce que ésta produce idealmente constituirían estímulos emocionales. La sección previa, que se refirió a los controles, pudo dar la imagen del científico ideal como una persona dura y tediosa que tiene pocas satisfacciones y que debe aprender a posponer gratificaciones. Sin embargo, esta imagen se completa al dar cuenta del verdadero goce que tiene el científico ideal en su trabajo. Dar rienda suelta a la curiosidad, buscar preguntas y respuestas, sentirse brillante e intelectualmente productivo, obtener resultados y verlos impresos y, en el caso de los investigadores experimentales, el observar y manipular la realidad en el laboratorio, se consideran fuentes de goce, así como también las relaciones personales que el científico puede establecer entre sus colegas, estudiantes y profesores. (Ver también autobiografías de científicos tales como Cannon 1965; Snow 1965; Scent Gyorgyi 1962).
2. Sentimientos autoprotectores. Estos mecanismos emocionales incluyen confianza y seguridad en sí mismo, en la propia capacidad así como en el potencial de la ciencia
como un método efectivo de adquisición del conocimiento. La confianza en sí mismo apoyará al científico ideal en momentos de frustración, dudas e incertidumbre. Más aún, el científico debe ser capaz de confiar en su propia intuición y creer en su capacidad para ver y entender las cosas por sí mismo, así como para encontrar sus propias ideas. Debe confiar en alguna medida en sus capacidades intelectuales. Cuando menos, el científico debe tener la seguridad suficiente como para presentar sus resultados para publicación y exponerse públicamente ante su comunidad.
Esta seguridad está relacionada con los valores de independencia y creatividad. La confianza en sí mismo permitirá al científico defender sus propias ideas, criticar las ideas de los demás y perseverar ante el fracaso.
D i s c u s i ó n
La comunidad científica carece generalmente de fronteras nacionales, étnicas o culturales. Idealmente comparte como objetivo común la búsqueda de la verdad a través del método científico, lo cual trasciende todas las ideologías políticas y otras diferencias. Para pertenecer a una comunidad como esta se necesita adquirir un conjunto de normas de conducta relacionadas con un sistema de valores, siendo estas normas las que gobiernan la interacción de los miembros de la comunidad.
De esta forma, no resulta suficiente el que el científico tenga un buen entrenamiento y un balance adecuado de sus rasgos emocionales e intelectuales, sino que además debe de integrarse a una comunidad compartiendo su ideología. La ideología tiene una importancia fundamental en la socialización de los científicos, ya que representa una visión del mundo, un código de conducta, un molde, en los niveles cognoscitivos, emocionales y sociales. Debe ser internalizada por el científico para identificarse con una comunidad característicamente dispersa. Es
to permite un reconocimiento mutuo y un sentimiento de identidad y pertenencia entre los individuos que comparten la ideología.
La falta de autoridades formales y mecanismos de control, incluyendo la admisión o separación formal de la comunidad científica, aumenta la importancia de internalizar un sistema de valores y un código de conducta. Aunque puede ser necesaria la posesión de un grado académico para convertirse en científico, no es suficiente: el individuo se convierte en miembro de la comunidad sólo a través de su actividad científica, esto es, a través de su producción científica escrita, de su participación en congresos y simposios, y del reconocimiento que obtiene de la comunidad mediante citas en libros y artículos, invitaciones a eventos científicos, premios, etc.
Aun el hecho de producir un artículo o un libro y de ser poseedor de una cultura científica, no convierten automáticamente a un individuo en miembro de la comunidad científica. El individuo debe de participar también en un sistema de relaciones de intercambio con otros científicos, es decir, debe ser reconocido, leído y citado, y a su vez debe reconocer el trabajo de los otros (Hags- trom 1973, Merton 1973, Storer 1966:103-106). El reconocimiento lleva tiempo, por lo que el ingreso a la comunidad científica es gradual y no repentino o dramático. Lo mismo puede decirse de la salida de un individuo de la comunidad científica. Un científico puede dejar de producir artículos o de participar en actividades científicas, y así retirarse gradualmente de la ciencia.
En conclusión, la adquisición y desarrollo de ciertos rasgos individuales y sociales conforma la identidad del científico y hace que un individuo sea un científico. Es importante la internalización de la ideología científica, en el proceso de socialización, ya que convierte eventualmente al individuo en miembro de la comunidad y proporciona un sistema de controles y un conjunto de nor
mas que frecuentemente —aunque no siempre— se reflejan en la conducta. Si el científico llega a comportarse de acuerdo con la ideología, recibirá reconocimiento de la comunidad y/o satisfacción interna. Reconocimiento y satisfacción son factores importantes en la motivación para cumplir con las normas, lo cual refuerza la adhesión a la ideología.
El hombre se guía por imágenes y modelos ideales, que no necesariamente se traducen en conducta, y que algunas veces son transgredidos. Esto también sucede entre los científicos, los cuales han adoptado una serie de normas y valores a veces contradictorios en el curso del proceso dialéctico inherente al quehacer de la ciencia.
N O T A S
1. Existe una nutrida literatura en la sociología de la ciencia robre la relación entre los valores de la comunidad científica y el comportamiento real de los mismos. Ver Merton 1973; Barber 1952; Barnes & Dolley 1970; Mitroff 1962; Latour & Woolgar 1978; Sto- rer 1966; Mahoney 1979; Mulkay 1977.
2. Ver Hagstrom sobre la importancia del reconocimiento para la vida del científico.
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