La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

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  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

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    L EXISTENCI

    HISTRIC E JESS

    en las fuentes cristianas

    y

    su c ontexto judo

    SI LO

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    SI LO

    Espaa

    xico

    rgentina

    Todos los derechos reservados. Prohibida la reproduccin

    total o de esta obra por cualquier procedin~ iento ya

    se grcfico, electr>nico, ptico, qum ico, mec nico, fotoc opia,

    etc.) y el almacenamiento o transmisin d e sus contenidos cn

    soportes magnticos, sonoro s, visuales o de cualquier otr o tipo

    sin permiso expreso del editor.

    Primera edicin, septiem bre de 2008

    IGLO

    XXl DE

    ESf>A 4

    EDITORES

    S.

    A.

    Menndez Pidal, 3 bis. 28036 Madrid

    uww.sigloxxieditores.com

    Gonzalo Puente Ojea, 2008

    Diseo de la cubierta: Outerstudio

    Maquetacin: Jorge Bermejo Eva Gir n

    DERECHOS

    RESERVADOS

    COUPORhlE

    A LA LEY

    Impreso

    y

    hecho en Espaa

    Pnntcd and mude zn Spuin

    n

    memoria

    de mi hQa ercedes

    1SBN: 978-84-323 1362-2

    Depsito legal: S. 1.339-2008

    Impresin: Grficas Varona, S.

    A.

    Polgono

    El

    Montalvo

    37008 Sala~nanc a

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    1

    LA EVIDENCIA INTERNA COM O PRUEBA DE LA EXISTENCIA

    DE

    j ~ s s . . . .

    1

    2. EL JUDEOCRISTIANISMO Y EL PAULINISMO

    17

    3 EL EN F REN TA M IEN TO A BIERTO D E P A BLO CO N LO S

    A P ~ S T O L E S

    25

    4.

    LA RIVALIDAD RELIGIOSA SOCIAL

    Y

    POLTICA ENTRE

    PAULINOS Y APOSTLICOS. . . .

    37

    5 LA IDEOLOGA DE LA GEN UINA MESIANIDAD FALLIDA

    DEJESUS 45

    6 LA MANIFIESTA T E R G I V E R S A C I ~ NHISTRICA DE LA

    A U T O C O M P R E N S I ~ N

    E JESS . . . . . 53

    7. LA FIGURA

    DE

    JESS EN EL CO NTEXT O RELIGIOSO DE SU

    TIEMPO

    59

    8 EL PERFIL DE LA HISTOKIA DE JESS HASTA SU MUERTE . 73

    9. EL ERR N EO EN F O Q U E D E LO S N EG A D O RES D E LA

    EXISTENCIA DE JESS . .

    105

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    APROXIMACI~N RELIMINAR

    La demostracin de la ex istencia real e histrica de Jess a la luz

    del ncleo bsico del Nuevo Testa men to (Epstolas, Evangelios

    cannicos

    y

    Apocalipsis)

    es posible

    y

    necesaria

    y

    para ello es

    indispensable

    dar los pasos siguientes:

    PRIMERO.

    roceder a

    una nueva lectura completa y contex-

    tual de la totalidad de ese ncleo bsico, registrando meticulo-

    samente sus interrelaciones sus ambigedades y sobre todo

    sus contradicciones dentro de cada documento y de todos los

    documentos entre s como literatu ra ideolgica polmica y anta -

    gonista.

    SEGUNDO.

    dentificar los

    dos modelos bsicos y su antagonis-

    mo conceptual e histrico,

    a saber: el

    modelo de Pablo de Tarso

    y el modelo subyacente de los evangelistas, trabajando sobre la

    tradicin oral y escrita ms antigua.

    TERCERO.

    nvestigar los

    soportes docum entales del Evan gelio

    paulino y su carcter esenc ialmente metafi sico,sobrenaturalista

    espiritualista de un Cristo como un ser de naturaleza divi-

    na en su procedencia y en su destino final; as como investigar

    tambin los

    soportes do cumentales del Evangelio judeocristiano

    y su carcter esencialmen te histrico,

    biogrfico

    y

    naturalista en

    su contexto escatolgico-mesinico

    y

    la especfica coloracin

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    AI KOXIMACI~N

    RELIMINAR

    apocalptica y simblica que le imprimi Juan, dentro del mar-

    co eminentemente judo de la ideologa mesinica.

    CUARTO.stablecer la radical contraposicin e incompatibili-

    dad teolgica, soteriolgica antropolgica de ambos modelos en

    los documentos,

    y

    las

    implicaciones politicas

    y

    culturales

    de los

    respectivos dos modelos doctrinales.

    QLTINTO.nalizar el intento de conciliacin de ambos m ode-

    los cristolgicos, en particular a la luz del fallido inte nto de fun -

    dir el personaje real delJe ss mesinico con el Cristo celeste,

    que

    se ofrece en el

    Evangelio de Marcos

    ( y os paralelos sinpticos y

    la fuente jonica mediante el llamado

    ccsecreto mes inico .

    SEXTO.

    resentar los

    puntos fundamentales de oposicin

    y

    polmica entre Pablo

    y

    su escuela cristolgica sobrenaturalista y

    los

    Evangelios Sinpticos,

    as como la

    cristologia jonica

    con su

    paradjico contraste entre su riqueza informativa acerca del Je-

    ss de la historia y su teologa de Cristo como

    Logos

    o Palabra

    de Dios.

    SPT~MO.

    xplicar el

    carcter y sentido de la polmica ideo-

    lgica entre Pablo y los Apstoles en Jerusaln

    y

    Antioqua, o

    dems sinagogas de la dispersin.

    O C ~ A V O .xponer los datos y referencias que permiten iden-

    tif car la figura del Jess histrico en los text os conservados,

    y en

    particular la naturaleza, fundamentos

    y

    alcance de

    su idea de

    la ccmesianidad>>n el contexto del farisesmo y del zelotismo,

    suprimiendo los , sus causas. Ninguna

    ideologa de poder t iene lideres inventa dos.

    DECIMOTERCERO.a Iglesia con su dogmtica condujo a mu-

    chos ateos a negar la realidad hi.ctrica, y a muchos creyentes a

    abandonar las filas cristianas, ante el radicalismo espiritualista

    y

    el sobrenatura lismo irracional practicados por la cultura cris-

    tiana, perpetuando la falacia animista y el dualismo metafiic o

    frente a los conocimientos y resultados de la Ciencia.

    DECIMOCUARTO.atisfechos los requerimientos para dar todos

    estos pasos, emerger de las adulteraciones, omisiones y adia o-

    nes que gravitan en los documentos una figura nueva pero ge-

    nuina de la personalidad de Jess, y se resolvern numerosas apo-

    rasy contradiccionesnacidas de las falsificaciones deliberadas o

    fortuitas al fin detectables en las doctrinas y textos pertinentes.

    Este M esias nada tien e que ver con el Cristo paulino

    y

    eclesisti-

    co. Las contradicciones>>,tc., son de orden ideolgico>>.

    DEC~MOQUINTO.emostrar docume ntalm ente la realidad his-

    trica de Jess equivale, por implicacin, a demostrar el error

    de la negacin de esa realidad por los mitlogos, a causa de su

    mon ume ntal equivocacin entre el Jess de los Evangelios el

    Cristo de las Epistolas.

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    1

    LA EVIDENCIA INTERNA COMO PRUEBA DE

    LA

    EXISTENCIA DE JESS

    Cualquier estudioso que no est muy condicionado previa-

    mente por el credo cristiano probablemente experimentar al

    trmino del examen del

    Nuevo Testamento

    un cierto grado de

    asombro o de malestar ante las graves contradicciones y antino-

    mias relativas a

    la naturaleza

    y

    personalidad de la figura central

    que se supone que protagoniz los episodios y vicisitudes des-

    critos en los cuatro bloques literarios del relato presentados

    en el siguiente orden convencional:

    Evangelios Hechos de los

    Apstoles Epstolas

    y

    Apocalipsis.

    Espero que muchos como

    yo concluyan tras meditadas reflexiones y consultas que pare-

    ce que es razonable colegir como

    afirmacin general prelimi-

    nar que ha exi ~tid o ealmente un personaje conocido histri-

    camente por el nombre de

    Jess de Nazaret

    pero que

    ams ha

    existido realmente

    un personaje con el apelativo de

    Jesucristo

    como supuesto Hijo consustancial de Dios encarnado huma-

    namente para realizar tareas soteriolgicas en la tierra final-

    mente resucitado y como tal an hoy adorado por las iglesias

    cristianas. En este breve ensayo intentar exponer los

    funda-

    mentos de m i tesis.

    1

    Comenzar por exponer

    una potente razn formal de

    evidencia analtica interna

    que ya expres en mi libro de snte-

    sis publicado en 992:

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    A

    mi juicio, la prueba mayor de que

    existi histricamente

    un hom-

    bre conocido despus como

    Jess de Nazarel o el Nazareno

    radica en

    las invencibles dificultades que los textos evanglicos afrontan para

    armonizar o concordar las lradiciones sobre e ste personaje con el mito

    de Cristo

    elaborado teolgicamente en estos mismos textos.

    Nadie se

    esfuerza por superar aporas derivadas de dos concep tos divergentes

    contrapuestos del mismo referente existencial, si dichas aporas no

    surgieran de testimo nios histricamen te insoslayables. La imposibili-

    dad conceptual de saltar de modo plausible del Jes s de la historia al

    Cristo de la fe

    constituye una

    evidencia interna

    -aunque aparente-

    mente paradjica- de la altsima probabilidad de que haya existido

    un mesianista llamado Jess que anunci la inminencia de la instaura-

    cin en Israel del reino mesinico de la esperanza juda en las prome-

    sas de su Dios. Ninguna otra prueba alcanza un valor de conviccin

    comparable a los desesperados esfuerzos, a la postre

    allidos

    para una

    mirada histrico-crtica, por cohonestar el Cristo mtico de la fe con

    la memoria oralmente transmitida, de modo fragmentario, de un he-

    breo que vivi, predic y fue ejecutado como sedicioso en el siglo

    I

    de

    nuestra era (E l Evangelio de Marcos. Del Cristo de la fe alJe ss de la

    historia, 1992, p. 10 .

    En el librito aparecido en el ao 2000 precisaba esquemtica-

    mente mi argumento:

    Nadie a sume arti fcialme nte datos o testimonios que daaen a sus pro-

    pios intereses,

    a no ser que exista

    una tradicin oral o escrita que sea

    impo sible desconocer>>,n cuyo caso slo resta el inseguro expedien-

    te de reinterpretarla o remodelarla tergiversando>>u sentido genuino

    [ l l deseo de apuntalar histricamente el nuevo mensaje soteriol-

    gico -cuestin que an no le preocup a Pablo- oblig a los evan-

    gelistas a usar reiteradamente -casi siempre de modo intermitente y

    elusivo- tradiciones muy antiguas sobre actitudes palabras del Na-

    zareno. De este precioso matevial, que podramos calificar defurtiuo,

    puede inferirse con estimable seguridad que Jess fue un agente me-

    sianzco que asumi sustancialmente los rasgos bszcos de la tradicin

    davdica popular>>

    e

    la escatologa de origen proftico, aderezadas

    con acentos apocalpticos.Su mensaje anunci la inminente llegada del

    reino mesinico sobre la tierra de Israel transformada por una suerte

    de palingenesia, un reino en el que

    lo religioso

    y

    lo poltico

    aparecan

    fundidos -slo disociables con una mentalidad occidental- para

    entrar en l, y en el cual el arrepentimiento y la reconversin espi-

    ritual

    (teshuvah, mctanoia)

    resultaban inaplazables

    y

    eran requisitos

    indispensables para la intervencin sobrenatural de Dios.

    El

    verda-

    dero tour de force que signific remodelar este material y verterlo en

    las categoras del misterio cristiano exigi una fe ciega

    y

    se desarroll

    more rabbinico, es decir, acudiendo a los argumenta e scriptura y a los

    uaticinia ex eventu, aislndolos de sus contextos e integrndolos en

    una interpretacin tipolgica y alegrica extravagante e inverosmil

    (E lmito de Cristo,

    2000, pp. 18-20 .

    El hecho de qu e prcticamente todas las Biblias de la familia

    cristiana en primer plano de la Iglesia roman a siten los Evan-

    gelios

    y

    los H echos en primer lugar

    y

    las Epistolas atribuidas a

    Pablo de Tarso u o tros y el Apocalipsis, en segundo

    y

    en ltimo

    lugar genera la malsana impresin , buen a nueva,

    en el sentido tcnico del

    trmino es decir el mensaje proclamado acerca de la muert e

    y

    resurreccin d e Cristo>>; que en todo el espacio de vigencia

    de la misin paulina

    y

    de la literatura que es dependiente de

    Pablo y sus cartas n o

    hay ev idenc ia de que e l t rm ino evan-

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    gelio est de algn modo relacionado con escritos evanglicos

    o con cualquier otra forma de m at er i~ le s scritos,

    segn afir-

    ma Helmut Koester, con su autoridad de biblista, remachando

    que dos Evangelios Sinpticos pertenecen a este espacio y son

    dependien tes de l>> An cien t Christian G ospels. Their H istory

    and Deuelopment, 1990, pp. 9-10). Por otro lado, sabemos que

    los cuatro Evangelios cannicos y Hechos son cronolgicamente

    y

    escriturariamente tardos.

    Pero, sorprendentemente, resulta

    que mientras que

    en el legado paulino nada se informa sobre el

    Jess histrico, pese a su proximidad existencial, las mencio-

    nadas fuentes narrativas tardias estn saturadas de noticias

    y

    de

    datos sobre ese me sianista galileo

    y

    su fallida carrera.

    Estos

    dos grupos de fuen tes

    no slo son

    teolgicamente con-

    tradictorius en cuan to a sus mo delos cristolgicos, sino tambin

    ideolgicamente antagnicos

    -entendiendo por el trmino

    ideologa

    todo

    sistema de ideas

    y

    conceptos en el co ntexto de

    sus relaciones con situaciones

    y

    aspiraciones de - n el

    mu ndo histrico real de la politica

    y

    de la vida econm ica.

    Cabra

    suponer, en circunstancias histricas normales, que los

    testimo-

    nios de testigos recientes de u n acontecimiento

    seran ms ricos

    y ms fidedignos, en cuanto a sus contenidos informativos, que

    las noticias transmitidas por testimonios tardios en cuanto a su

    recepcin esmita. Pero en el extrao cdenmeno cristiano que

    estamos analizando ha sucedido lo contrario: el legado paulino

    es de absoluta pobreza en noticias sobre

    Jess

    a pesar de la cer-

    cana histrica del protagonista, del cual solamente encontra-

    mos un estimable repertorio de datos personales de pretensin

    histrica en los documentos de datacin ms alejada de ste

    y

    re-

    cogidos en el Nuevo Testamento y otras uentes.

    La

    consecuencia indub itable men te catastrfica -en varios

    sentidos-

    de este extrao fenmeno se hace evidente, tanto

    para el historiador como para el eventual creyente, tan pronto

    como se haya realizado

    un adecuado estudio comparativo de los

    contenidos de los dos grupos testimoniales entre S(

    y

    tambin

    dentro de s i mismos, en el con texto histrico concreto en el que

    cada uno se haya producido. En efecto, se comprueba entonces

    que la fe de la Iglesia representa un a aberra nte tergiversacin his-

    trica de la tradicin cristiana sobre Jess en su gnesis en su

    desarrollo.

    Resulta oportuno evocar ahora las palabras con las que ex-

    presaba en mi ensayo El mito de Cristo 2000, pp. VII-VIII la

    evidencia de esta

    alsedad:

    Para comprender el perfil definitorio del mito neotestamentario de

    Cristo,

    y las argucias de su falsedad se necesita slo buen sentido

    respeto de las reglas que impone el sano razonamiento y la atenta

    lectura de los propios Evangelios cannicos en lo que se refiere a la

    informacin sobre el contexto judo del protagonista una vez des-

    pojada de los aditamentos de los exegetas creyentes

    y

    de las premisas

    dogmticas que adulteran la esencia

    histrica

    de la predicacin y de la

    accin de Jess. Una lectura de los datos exenta de los prejuicios de

    la fe pone de manifiesto una contradiccin irredactible entre el anun-

    cio mesinico

    del cual era ~ortador rimero

    y

    luego ejecutor y el

    inesperado

    y

    sangriento desenlace del que fue la vctima cruenta. Des-

    de este trgico suceso la fe fantica de unos pocos de sus seguidores

    comenz la tarea de transformar radicalmente a un artesano galileo

    ofuscado por las promesas del Reino en elHzjo de Dios, consustancial

    y coeterno con el Padre, encarnado

    para

    sufrir en la Cruz una muerte

    expiatoria de los pecados de la humanidad.Esta absurda leyenda naci

    en la mente de un outsider del crculo cristiano originario que parece

    que lleg a creerse el privilegiado receptor de una revelacin particu-

    lar a su persona para corregir el

    error

    de unos discpulos que habran

    tergiversado el genuino mensaje de su Maestro. Me refiero obviamen-

    te a Pablo d e Tarso

    y

    los crculos gentiles de la dispersin creando

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    as un

    abismo insondable

    entre cristianismo judasmo: el

    mito del

    Cristo divino.

    2

    El locus documental del Nuevo Testamento donde se pro-

    dujo este

    abismo

    es exactamente, de un modo explcito, las pe-

    rcopas del Evangelio cannico de Marcos 8.3 1-33 Comenz

    a

    ensearles [a los discpulos] cmo era necesario que el Hijo

    del hombre padeciese mucho, y que fuese rechazado por los

    ancianos y los prncipes de los sacerdotes y los escribas, y que

    fuese muerto y resucitara despus de tres das. Claramente les

    hablaba de esto. Pedro, tomndole aparte, se puso a reprender-

    lo. Pero l, volvindose y mirando a sus discpulos, reprendi

    a Pedro y le dijo Qutate all, Satn, pues tus pensamientos

    no son los de Dios, sino los de los hombresn. Este pasaje es

    luminoso e inequvoco, y demuestra dos puntos:

    1 )

    Que Pedro

    conocia la naturaleza mesinica de la personalidad d e Jess en el

    contexto judo y especficamente davdico de las promesas de

    Yahv, conocimiento directamente derivado del magisterio del

    Maestro en la convivencia cotidiana con ste y con los dems

    discpulos, y que Jess le pide silencio y discrecin sobre ello.

    2) Que, inesperada e inexplicablemente, el mismo Jess habra

    hecho una declaracin antimesinica que echaria por tierra la

    proclamacin de m esianidad qu e acababa de adm itir por la boca

    de Pedro, al anunciar lo que implicitamente descartaba

    a

    radi-

    ce la pretensin mesinica de cualquier pretendiente, es decir,

    la derrota

    y

    la crucifixin. Pero, adems, esta profeca autodes-

    tructiva deba mantenerse estrictamente en secreto (como di-

    cen los exegetas, el secreto mes zdn ico~ ).

    Puede afirmarse con slidos fundamentos que esta silente

    profeca soteriolgica

    no

    figuraba, ni explcita ni implcitamen-

    te,

    en ningun a tradicin oral o escrita de procedencia prepascual,

    o sea, procedente de Jess. La conclusin es clara: entre la tra-

    dicin prepascual de la historia de Jess, anterior a su muerte

    como sedicioso contra Roma, se interpuso, como un meteorito

    procedente de otras esferas,

    una nueva idea

    originaria de otra

    mentalidad y otra ideologa, cuya

    fuente

    era Pablo de Tarso o

    las comunidades gentil-cristianas coetneas - e s t a disyuntiva

    no es excluyente o adversativa, ni afecta al significado de la no-

    vedad-. Como escribe el citado Koester, recogiendo una po-

    sicin ya de amplio consenso,

    el me nsaje proclamado acerca de

    la muerte y resurreccin de Cristo -ncleo teolgico del g-

    nero

    evangelio-

    es

    depe ndiente de Pablo y sus Cartas op .

    cit.,

    p. 9 ) .Pues bien, en 1

    Cor

    15, Pablo declara,

    porprimera vez

    en el Nuevo Testamento , Pues yo trans mitt en primer lugar, lo

    que yo m ismo recibi del Seor:

    que Cristo muri por nuestros

    pecados conforme a las Escrituras; y que fue enterrado; y que

    ha sido resucitado al tercer da conforme a las Escrituras. El

    autntico ombligo de la supuesta

    revelacin recibida perso-

    nalmente por Pablo es el sintagma Cristo muri por nuestros

    pecados conform e a las Escrituras, como razn soteriolgica

    fundacional

    de la fe cristiana formulada dogmticamente por

    la Iglesia.

    Frente a los Apstoles que dirigan la Iglesia-madre de Je-

    rusaln, escribe Pablo:

    Quiero que sepdis, hermanos, que el

    evangelio anunciado por m in o es una i n v e n d n de hombres, pues

    no lo rc.cib6 n i lo aprendt de homb re alguno . lesum isto es quien

    me lo ha revelado G l 1.14). en la salutacin a los glatas

    reitera el origen de su legitimidad apostlica: Pablo, elegido

    apstol no por disposicin humana, ni por intervencin de hom-

    bre alguno, sino por designio de Jesucristo y de Dios Padre que

    le resucit de entre los muertos, junto con todos los humanos

    que estn conmigo, a las iglesias de Galacia (1.1-2). advierte

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    taxativamente que el evangelio que l predica es el

    nico vlido:

    no hay otro evangelio. Lo que sucede es que algunos estn des-

    concertados al querer manipular el

    evangelio de Cristo.

    Pues

    sea

    maldito quienquiera -yo o incluso un ngel del cielo- que os

    anuncie

    un evangelio distinto del que yo os anunci>>

    1.7-9).

    Pero los cuatro evangelistas cannicos ni cayeron bajo esa

    maldicin, ni podan hacerlo, pues cuando escribieron los tex-

    tos que hoy conocemos

    los paulino s ya te nan bien ganada la par-

    tida frente a quienes haban convivido con el Jess real, el cual

    no quiso ser divino sino el Mesas de Israel. Los cuatro evangelis-

    tas incorporan, como el verdadero fundamento del Evangelio,

    el

    Cristo paulino,

    es decir, divino, sobrenatural y trascendente,

    que nada tena que ver con el

    Mesas de los hombres.

    La Igle-

    sia subsiguiente, al aceptar solamente el evangelio de Pablo,

    se sita en la insuperable situacin de carecer de argumentos

    y de datos fiables que permitan demostrar la existencia del ju-

    do galileo Jess. En mi ensayo El m ito de Cristo (2000) explico

    cmo se origin esta situacin sin salida. Pero no cabe duda de

    que los evangelistas

    y

    su iglesia intuyeron de algn modo que

    para que el misterio que ellos predicaban, siguiendo el mo-

    delo antijudo de Pablo, triunfase sobre las dems religiones

    de misterios>>ra necesario recuperar lo que stas no tenan, es

    decir, el

    Jess kat sarka>>,egn la carne, pero previa su inter-

    pretacin en trminos rigurosamente espiritualirtas, trascenden-

    talistas y universalzj-tas.Sin embargo, en el curso de esta opera-

    cin de filtrado de la tradicin histrica, sobrevivi importante

    material genuino, que yo califico de urtivo por haber escapado

    a las censuras ideolgicas, que ha permitido reconstruir, des-

    pojado de las interpolaciones, adiciones y manipulaciones, un

    modelo mesinico de intencionalidad esencialmente histrica

    contrapuesto radicalmente al modelo paulino, referidos respec-

    tivamente a

    Jess como pretendiente mesinico davdico

    y

    como

    Cristo mistrico sobrenatural. La lnea de disyuncin esencial de

    estos dos modelos antagnicos ha quedado de hecho estableci-

    da en la ficcin del secreto mesinico ofrecida por el Evangelio

    cannico de Marcos, cronolgicamente el ms antiguo

    y

    mode-

    lo para Mateo, Lucas y, en diferente forma, para Juan. En los

    cuatro textos, este saltus del Jess histrico

    l

    Cristo keyg m -

    tico obliga a entender los relatos de delante hacia atrs, es de-

    cir, desde la Pasin al nacimiento y concepcin de Jess, segn

    he explicado en mi ensayo El Evangelio de Marcos, un relato

    apocalptico (recogido en mi libro Viv ir en la realidad. Sobre

    mitos, d ogmas e ideologas,2007, pp. 283 -347).

    Todo lo que queda dicho hasta aqu exige que precisemos

    cmo

    debemos valorar el ncleo bsico del Nuevo Testamento,

    y especialmente los cuatro Evangelios cannicos, en cuanto a su

    fiabilidad y a su utilidad para reconstruir el modelo mesinico

    del Jess histrico. Como la intencin de mi escrito no es slo

    ofrecer mi percepcin del asunto, sino tambin ilustrarlo con

    aportaciones importantes de otros estudiosos, es conveniente

    traer a estas pginas algunas de Paul Winter O n the Trial of

    lesus,

    1974,2. ed. revisada y ampliada) sobre este tema:

    Jess de Nazaret [escribe] fue juzgado

    y

    sentenciado a morir por cruci-

    fixin. stos son hechos histricos, atestiguados por autores cristianos,

    judos

    y

    romanos en documentos existentes. Como hechos, son un ob-

    jeto de investigacin histrica respecto

    l

    cargo por el que fue juzga-

    do,

    los fundamentos de la prosecucin,

    y

    al curso del procedimiento.

    Suficientes para sostener el hecho del juicio, nuestras fuentes nos es-

    quivan en lo que concierne a estas cuestiones [...] Lo que subsiste de

    archivos judos y paganos del juicio

    y

    subsiguiente ejecucin de Jess

    es de fecha demasiado tarda, de carcter demasiado secundario, y

    de

    naturaleza demasiado fragmentaria,

    y

    demasiado tendencioso para ser

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    12/87

    LA

    EXISTENCIA I~IST~IUCAE

    JESS

    ms que de valor suplementario en un intento sistemtico de recons-

    truir la historia del caso. Los relatos procedentes de fuentes cristianas

    -principalmente los Evangelios- son a la vez ms antiguos en fecha y

    ms completos en descripcin

    [ ]

    Sin embargo sin anlisis histrico

    incluso los Evangelios no suministran los

    datos

    necesarios. Pues mien-

    tras nos proveen de informacin de alguna especie los Evangelios no

    fueron escritos con el propsito de guiar a los historiadores. El uso para

    el cual los autores los escribieron era religioso no histrico. Cuando los

    evangelistas redactaron el proceso de Jess no lo hicieron con vistas

    a preservar un registro para la investigacin histrica sino en orden a

    transmitir un mensaje religioso. En esto no carecieron de precursores.

    La predicacin cristiana ms antigua giraba alrededor del tema de la

    Pasin y Resurreccin de Jess. El evangelio deca que Jess no que-

    daba aniquilado por la crucifixin sino que era elevado

    al

    cielo desde

    donde regresara luego a la tierra para manifestarse como el Cristo en

    Seoro e instaurara el Reino entre los suyos [Winter cita de Julius

    Wellhausen

    Das Evangelium lohannes

    Berln

    1908

    p.

    12

    11.

    Cuando nos referimos a los Evangelios como nuestras fuentes

    primarias para una investigacin del proceso de Jess la palabra

    primarias

    requiere cualificacin. Son fuentes primarias en tan to en

    cuanto que reflejan las situaciones en las que sus autores -miem-

    bros de ciertas comunidades cristianas antiguas- se encontraban

    ellos mismos y en tanto en cuanto expresaban las creencias corrien-

    tes en aquellas comunidades. No son fuentes primarias en el sentido

    de que provean de evidencia de primera mano de los acontecimientos

    que ellos describieron. Pueden utilizarse como fuente de informacin

    sobre ciertos sucesos en la vida de Jess con tal de que examinemos

    cmo ocurri que se atribuyese este significado a los sucesos descri-

    tos y cmo se haban originado los registros mismos.

    Los precursores de los evangelistas si estaban transmit iendo

    oralmente tipos de predicacin antigua o si haban intentado recoger

    tal predicacin en forma escrita fueron movidos por sus propios ob-

    jetivos -propsitos no siempre idnticos a los de los autores de los

    Evangelios cannicos-. De aqu que se nos exija como si dijramos

    entrar en los relatos evanglicos hasta llegar a las tradiciones que estn

    detrs de ellos para cernir esas tradiciones con vistas a determinar sus

    fuentes y su relativa antigedad a separar lo que es adicin editorial

    y finalmente a inferir de la forma ms antigua de la tradicin el even-

    to histrico que la ocasion

    [ ]

    Ni los transmisores de la predicacin

    temprana ni los evangelistas que los sucedieron estaban interesados

    en los acontecimientos a causa de su realidad histrica. Su inters ra-

    dicaba en diferentes campos. Lo que nos dicen los Evangelios de la

    vida y en particular del proceso de Jess no es una narracin hist-

    rica de lo que realmente tuvo lugar sino que es una representacin

    de la manera en la cual la Pasin del Seor fue interpretada en ciertos

    crculos cristianos tempranos. No escritos con algn propsito his-

    trico sino con uno religioso los Evangelios pueden afectar la forma

    externa de una biografa pero son mucho ms tratados teolgicos ba-

    sados en tradiciones colectivas e incorporando la predicacin comu-

    nal acerca de Jess segn se haba desarrollado durante un perodo

    de varias dcadas. Sin embargo

    la tradicin tambin contiene in for-

    maciones que se derivan del hecho histrico

    [ ] Pero incluso Marcos

    de ninguna manera es un registro biogrfico de la vida de Jess sino

    una obra compuesta bajo la presin de las preocupaciones teolgicas

    del autor; el escritor recoge y reinterpreta relatos factuales y pronun-

    ciamientos kerygmticos concernientes a las actividades de Jess de

    tal modo que se manifieste el significado de esas actividades segn l

    las ve L ] El arreglo de las sucesivas secciones de los Evangelios est

    gobernado por consideraciones pragmticas

    y

    no cronolgicas aun-

    que la presentacin como un todo est superficialmente disfrazada

    con la forma de una narrativa continua. Por consiguiente para llegar

    a las tradiciones subyacentes tene mos que prescindir del marco dado a

    los elementos del evangelio por los redactores de los Evangelios. Pero

    incluso si logramos llegar a las unidades tradicionales ms primitivas

    todavia no h emos separado la historia de la interpretacin

    [como indi-

    ca C Kingsley Barrettl hasta donde podem os regresar para rastrear

    las unida des de la tradicin inocent e de interpretaciones stas llevan

    las huellas de la interpretacin cristolgica. Aquel los que las han entve-

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    13/87

    gado [lo hicieron] con la conviccin de que solamente la historia

    ..

    que

    estaban narrando daba sentido a la historia... la tradicin histrica fue

    desde el comienzo .. utilizada en los intereses de la conviccicn de que

    ~ e s ss el Seorn

    [citado de

    Yeste rday , Today, and For Ever: The

    New Testamen t Problem. Inaugural Lecture,

    1959,

    p.

    71

    3 Agrego por mi cuenta que

    esa conviccin decisiva como

    punto de arranque de todo el Nuevo Testamento

    tuvo su ori-

    gen y su arquitectura fundamental en los escritos de Pablo o

    atribuidos a su pluma de tal manera que pertenece a l y a su

    crculo

    la nota radicalmente diferenciadora y definitoria de la

    identidad de la fe cristiana

    tal

    y

    como la ha asumido y difundido

    la Catho lica Ecclesia; en consecuencia la investigacin de las

    fuentes cristianas para descubrir elJ es s real de la historia como

    el mod elo interpretativo fiel al perfil de lo realmente acontecido,

    pasa

    previamente

    por la

    identifcacin y subsiguiente aislamien-

    to e impugnacin del m odelo cristolgico paulino.

    Esta empresa es posible pues como escribe Winter aun

    as los Evangelios pueden rendir informacin histrica conside-

    rable, con tal de q ue el historiador sepa cmo hay qu e leerloss .

    Es caracterstico de las tradiciones evanglicas -contina- el hecho

    de que sean la ocasin para presentar en forma narrativa

    proposicio-

    nes teolgicas

    y

    argumentaciones apobgticas,

    y

    de que asuman as

    la apariencia de declaraciones de hechos. Por ello nuestra tarea es

    hacer una investigacin histrica sobre la base de documentos que

    no son ni escritos para propsitos histricos ni por personas habi-

    tuadas a pensar en trminos histricos [...] Es en tal modo oblicuo

    que pueden transmitirse datos histricos en parbolas que parecen

    sin artificio y en narraciones que parece que los Evangelios conectan

    con Jess [ ] Raramente en el Nuevo Testamento encontramos tan

    En todas

    las citas

    las cursivas son mas. [N

    delA 1

    12

    amplia variedad descriptiva de un mismo evento como la desplega-

    da en los Relatos de la Pasin de los cuatro Evangelios. Esto indi-

    ca que mviles cambiantes gobernaron la formacin de la tradicin

    [...] Si hubiera algo como un axioma en la investigacin acadmica

    del Nuevo Testamento sera que entre los ms viejos recuerdos que

    fueron conservados por sus adherentes habra algn relato acerca de

    las circunstancias que condujeron a la muerte de Jess. El Evange-

    lio -entendiendo por esta expresin una narracin de la vida y en-

    seanzas de Jess de su muerte y resurreccin- creci hacia atrs.

    La predicacin cristiana las tradiciones ms antiguas se centraron

    en torno al tema del sufrimiento y la gloria del Mesas. Slo ms tar-

    de cuando el Evangelio haba crecido se prefaci la narracin de

    la Pasin de Jess como si dijramos con reminiscencias de sucesos

    de su vida. El punto en el cual comienza el Evangelio fue rastreado

    retrogresivamente

    desde el tiempo de su muerte hacia el tiempo del

    bautismo; ms tarde hacia su nacimiento; y finalmente para empezar

    con el Comienzo Mismo hasta la Palabra que Era con Dios (op. cit.,

    pp. 1-61

    El hecho de que el motivo inicial

    y

    el motor bsico fuesen explicar

    y narrar por qu y cm o Jess se revel como el C risto muerto

    resucitado ya en cu anto Hijo d ivino de Dios

    demuestra que fue el

    mod elo paulino de carcter mistrico y sobrenaturalista,

    asumido

    sin reservas por los redactores evanglicos el un dame nto de la fe

    cristiana

    definido por la gran Iglesia y para el que trabajaron dis-

    ciplinada e incansablemente los biblistas a su servicio luchando

    por borrar sin escrpulos toda huella del Jess judo mesianista

    slo humano resistente armado antirromano y adems con las

    armas de la

    fe en un milagro de su Dios

    para liberar a su pueblo y

    erigir en Israel el reino prometido. El milagro ams ocurri,pero

    sus discpulos no se resignaron ante elfrac aso y acabaron por en-

    tregarse al

    nuevo mito

    diseado bajo el seuelo del

    evangelion

    paulino, finalmente no slo formulado con categoras soteriol-

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    14/87

    L EVIDENCI INTEm COMO PRVEB

    gicas paganas sino alimentado tambin po r modelos teolgicos

    desarrollados en el seno del m o n o t e ~ m o f i l o s f i c o la vez orien-

    talista

    y

    grecorromano. La alianza oficial de la Iglesia con el Im -

    perio

    representa la

    entron iacin romana de u n udo crucif icado

    por u n delito de sedicin contra e l Csar.

    Wint er todava reclama nuestra atencin para otras impor-

    tantes observaciones:

    Si alguna relacin de los sucesos que precedieron inmediatamente a la

    muerte de Jess hubiese sido redactada antes de que algo se formulase

    concerniente a su magisterio y sus actividades asumiramos que una tal

    relacin fue entregada sin cambios a las subsiguientes generaciones y

    que su forma tan pronto fijada fue retenida esquemticamente duran-

    te el proceso de transmisin oral

    y

    literaria.

    Una mirada alNuev o Testa-

    mento muestra que no es ste el caso.

    Raras veces hay en los Evangelios

    tanta

    variedad

    de relatos divergentes y repetidamente conflictuales de

    los mismos acontecimientos como en

    las narraciones que describen e l

    arresto, proceso, crucifixin y resurreccin de Jess.

    Esto puede parecer

    paradjico -?es sin embargo realmente sorprendente?-. La Pasihz,

    como un preludio a la Resurreccin, fue el tema de importancia en la

    proclamacin cristiana. Todo lo conectado de la ms remota manera

    con este evento fue objeto de reflexin en las mentes de los creyentes

    fue dicho y redicho muchas veces. Emergieron

    nuev os signzj ados del

    acontecimiento

    segn iba siendo reactuado mentalmente y

    u

    nuevo

    entendimiento exiga progresiva reformulacin del relato primitivo ori-

    ginal. No se dispuso de ning n testigo ocular presente, o en un examen

    preliminar de Jess o en la sesin del tribunal en el que se aprob la

    sentencia de muerte. La carencia de evidencia directa de primera mano

    condujo por s misma a

    una expansin de los informes

    tal como haban

    venido circulando.

    La

    gente que transmiti estos informes primero

    de boca en boca ms tarde de pluma en pluma no eran historiadores

    L ] Cualesquiera que fueran los recuerdos del arresto y crucifixin

    que haban sido preservados por coetneos la informacin pronto

    gan velocidad creci en volumen y se extendi no en una direccin

    sino en muchas

    [...] Cuan do se penetra a travs de los relatos evangli-

    cos existentes hasta las tradiciones subyacentes, discernimos diferentes

    etapas de una tradicin ya desarrollada que n o obstan te an retiene los

    elementos ms antiguos de un inform e redactado por hombres que ue-

    ron coetneos de Jess . solamente esta informacin, combinada si se

    puede con una interpre tacin de los sucesos registrados, probablem ente

    ha de producir informacin histricamente valio.sa. La sucesiva sepa-

    racicn de lo editorial, de 10 tradicional, de los elementos secundarios,

    de los primarios, obviar la nrwsidad de extender los eventos descritos

    en los cuatro Evangelios sobre u n periodo de varios dias. En lugar de

    siete escenarios de una sesin judiczal, nos quedamos con un o. En lugar

    de cinco descripciones de la rid iculizacin de Jess, emerge u na qu e co-

    rresponde al escenario ms antiguo (op . cit.,

    pp.

    6-7 ) .

    El

    caso de los relatos d e la Pasin pu ede servir en diversa medi-

    da para numeros os e important es pasajes del acervo evanglico.

    La

    situacin fragmentaria

    y

    desordenada de las fuent es existen-

    tes acerca de la persona de Jess,

    junto con el hecho evidente de

    la

    suplantacin paulina de la tradicin histrica genuina sobre

    I

    deben conducir lgicamente a la tarea urgente de consolidar y

    sistematizar el material furtivo conservado, a fin de recuperar la

    verdadera

    personalidad de l Jes s real.

    Se trata de la

    reconstruc-

    cin del modelo mesinico

    que fluye de esos datos mediante el

    anlisis exhaustivo de sus conexiones su significado autntico,

    y

    de emplear

    u n m t od o

    heurstica

    de aproximacin activa

    -no

    meramente pasivo, como el de la exges is eclesistica

    o

    acadmica,

    qu e avanza

    dogmt icamente

    percopa tras percopa com o si se

    tratase de la sagrada palabra de Dios- que anticipe propuestas

    m u y probables para la reconstitucin m esianista d e la vida pblica

    del Nazareno.

    Segn adelant en la

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    15/87

    1

    Prejuzgar

    de modo voluntarista que cada uno de los

    cuatro

    Evangelios cannicos

    es el resultado de la

    percepcin ccper-

    sonal de su autor en la presencia inmediata de la tradicin

    bistricu prepascual,

    y no mediatizada decisivamente por el

    mod elo cr istolgico paulino,

    como realmente es el caso.

    2 E x c l u i ~adicalmente de la conciencia de Jess en el curso

    evolutivo de su experiencia externa e interna la presencia de

    vivenciasy de propsitos de ord en poltico y polz'tico-religioso.

    El conjunto de estas consideraciones lleva a esta conclusin

    general: Una vez cribados todos los textos disponibles por

    las tcnicas de la

    Formsgescbicbte,

    la

    Redaktionsgescbicbte,

    la

    Religionsgescbicbtlicbe Schule, y

    otras los

    datos

    extrados

    -palabras dichos hechos intenciones consignadas- deben

    tomarse

    inicialmente,

    y

    aisladamente,

    como

    elementos

    y

    unid ades de la tradicin hbiles para a gruparse o combina r-

    se en hipottico s modelos de signzj acin y de interpretacin en

    trminos beurz'sticos.

    Es decir el repertorio de

    datos obtenibles

    formar el contenido de

    un reservorio o repositorio de m ateria-

    les al servicio de la construccin de modelos. Pero pasando de

    lo abstracto a lo concreto nuestro avanzado conocimiento de

    los datos qu e ofrecen las fuentes

    exige la

    directa reconstruccin

    del modelo mesihnico 3u dh -con los matices que procedan-

    que habitaba en la mente de Jess desalojando as el dogmtico

    modelo paulino

    con el que se ha construido fraudulentamente

    la fe cristiana -el modelo de un Cristo celeste que desciende

    predica muere

    y

    resucita-. Se ver entonces que la mayora

    de las

    contradicciones

    -que son

    realmente ideolgicas-

    se disuelven como un azucarillo en el agua.

    2.

    EL JUDEOCRISTIANISMO

    Y L

    PAULINISMO

    El artfice de la fe cristiana eclesistica en su formulacin nu-

    clear inicial como plataforma doctrinal de los Evangelios no

    fue otro que Pablo de Tarso como lo acreditan inequvoca-

    mente sus epz'stolas, no obstante sus interpolaciones o adulte-

    raciones textuales as como las adiciones producidas por su

    escuela. Un gran biblista y exegeta independiente Hyam Mac-

    coby ha formulado las preguntas y las respuestas pertinentes:

    Puede la doctrina de la .salvacin de Pablo ser derivada de fuentes ju-

    das o es algo enteramente nuevo

    y

    sin precedentes en relacin con el

    judasmo? Si lo segundo tendremos que considerar si la doctrina de

    Pablo fue enteramente creacin suya o si otras influencias no-judas

    operaron a este efecto. En uno otro caso consideraremos qu efectos

    tuvo

    la doctrina de la salvacin de Pablo combinada con influencias

    gnsticas [ ] en el desarrollo sobre el antisemitismo cristiano. [La ha-

    zaa paulina] puede expresarse sumariamente como sigue: la humani-

    dad est en las garras del pecado y de Satn. Esta servidumbre no puede

    romperse por esfuerzo alguno por parte del hombre pues su naturaleza

    moral es demasiado dbil. En consecuencia la humanidad est conde-

    nada al castigo sin fin. Sin embargo Dios en su misericordia ha provis-

    to de un modo de liberacin enviando a su

    H i o divino

    al mundo p r

    sufrir una m uerte cruel que expa el pecado de la humanidad.Aceptan-

    do con fe y gratitud esta muerte la humanidad puede participar msti-

    camente en ella,

    y

    tambin compartir la resurreccin

    y

    la inmortalidad

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    16/87

    del Hijo de Dios. Aquellos que no tienen fe, y persisten en pensar que

    escapan a la condenacin por sus propios esfuerzos morales guiados

    por la Torah), estn destinados a la condenacin eterna [...l.El mito

    contiene los siguientes elementos: 1 la desesperada condicin moral

    de la humanidad;

    2 )

    el descenso del Salvador divino en un cuerpo hu-

    mano; 3) a muerte violenta del Salvador divino;

    4)

    la resurreccin,

    inmortalidad y divinidad del Salvador crucificado;

    ( 5 )

    a expiacin

    vicaria efectuada por la muerte divina en favor de los que tienen fe en

    S U eficacia;

    6)

    la promesa de resurreccin e inmortalidad a los devo-

    tos del Salvador (Pauland Hellenism, 1991, pp. 54-55).

    Esta soteriologz esotrica

    y

    dualista, en ltimo trmino recondu-

    cible a categoras gnsticas, vino a constituir la esencia del

    mis-

    terio cristiano como plataforma teolgica del Nue vo Testamento,

    es decir, de la nueva alianza del Verus Israel>>, ue irrumpe ca-

    tastrficamen te e n la tradicin davz dica -an muy viva y vigoro-

    sa en los Sinpticos- mediante el secreto mesinico anunciado

    por Marcos, como si fuese un meteorito asumido y desarrollado

    de modo eminente en el seno de la Catholica Ecclesia. El mismo

    Maccoby, en otra obra excelente, completa el alcance de esta no-

    vedad, que entraaba la invencin de una nova religios:

    En la mente juda, la idea de resurreccin no ue asociada con la cZivini-

    dad

    [ ]

    Los fariseos crean que todos los hroes de la historia juda

    seran eventualmente resucitados, juntamente con los justos de cada

    generacin, incluyendo a justos no-judos. As, la asociacin entre re-

    surreccin

    y

    divinidad, que pareci tan inevitable a los cristianos geil-

    tiles, era comp letamen te extraa para los udios (Rev olutio n in ludaea .

    Je.sus and the Jewish Resistance, inicialmente en hebreo; trad. inglesa

    en 1973; cito por la ed . de 1980,p. 124).

    Sin abordar ahora la cuestin de cm o y cundo seforjo en lu

    men te d e Pablo su concepcin mistirica del Christs Jess,

    hay

    datos suficientes para afirmar que fue antes de los aos5 d. C.,

    cuando empezaba ya a arreciar la crisis poltica

    y

    econmica.

    En esos momentos predicaban en Siria, Asia Menor, Macedo-

    nia y Grecia proselitzstas de un nuevo culto

    de

    misterios, entre

    los que destaca el Tarsiota, ciudadano romano por herencia,

    constructor de tiendas de acampada, de mentalidad pequeo-

    burguesa y refractario a actitudes revolucionarias, como indi-

    ca Archibald Robertson con fundamento:

    Un hombre tal como Pablo, mientras que tal vez deseaba trabajar por

    una regeneracin moral de la sociedad, no tena ningn inters en la

    revolucin. Lleg a alarmarse por la propaganda del Rein o de Dios*

    sobre la tierra conducida por sus compaeros udos de la d ispersin.

    En

    Hechos

    y

    en tres

    Epstolas

    leemos que

    Pablo em pez persiguiendo

    propagandistas mesinicos. Pero an un muchacho, no poda haber

    sido el archiperseguidor descrito en Hechos 8-9; ni el escenario de su

    actividad persecutoria puede haber sido Jerusaln. Si eso no fue as,

    su rostro no habra sido desconocido en las iglesias de Judea (Gl

    1.22)

    pocos aos ms tarde. Es notable que las Epistolas no se refie-

    ran ni una sola vez a Esteban, contra quien Saulo o Pablo) dirige la

    lapidacin, segn Hechos. Es indudablemente un hecho: la temprana

    actitud antimesianista de Pablo. Pero en Hechos ha sido dramatizada

    y adornada,

    y

    falsamente localizada en Jerusaln. En los Hechos y las

    Epstolas se coincide en poner en Damasco el escenario de la con versin

    de Pablo. Pero las Epistolas en ningn lugar mencionan la visin mila-

    grosa relatada tres veces (con variaciones) en Hech os. La referencia en

    Glatas sugiere una iluminacin interior, no necesariamente sbita.

    Fue el buen placer de Dios revelarme su Hijo en mi 1.15-16)L..]

    Pablo lleg a la conclusin d e que no deba combatir el mesianismo

    con el arma de la Ley. Porque encontraba entre los mesianistas a los

    que persegua un espritu de soliddridad y camaraderz d del que el mun-

    do necesitaba,

    y

    que en su opinin era divino. Ya no podia perseguir-

    los. Pero tena que salvarlos

    a

    toda costa, as como a las masas a las que

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    17/87

    estaban captando,

    de los alsos lderes

    y

    de choques frontales con Roma

    que l, como ciudadano rom ano, saba que slo podan terminar en

    desastre.

    l

    predicaria, como

    ya

    otros estaban predicando, un m esianis-

    mo espiritualizado

    para las masas, que de otro m odo poda ser barrido

    en una insurreccin desesperada

    y

    peligrosa.

    As

    Pablo se dirigi

    a

    las

    masas y habl su lenguaje. Predi& una religin mistrica fmystery-reli-

    gion] en la que el Cristo-Jessde la propaganda revobcionaria se trans-

    form en un espiritu divino por el cual los hombres mortales podan

    revestir la inmortalidad.

    Traslad el Reino de ios de este mu ndo al

    siguiente. Esto tena que e nfrentarle con los mesianistas revoluciona-

    rios

    (T he Origins of Chr istianity,

    1962, pp. 104-104 .

    Lo asom broso es que, como veremos, en

    Hechos, no hay dzye-

    rencia entre la enseanza de Pedro y la de Pablo. Ambos pro-

    claman el mismo Jeszis histrico como Cristo resucitado de entre

    los muertos y salvador del m undo .

    Sin embargo, el Pablo de

    Glatas aos 49-50) y e l Pab lo d e Hechos son dos hombres

    diferentes* (ibdem,

    p. 105).

    Se referia al de Jerusa ln.

    Pablo, perfectamente consciente de qu e

    su eva ngelio es dis-

    tinto de la tradicin mesinica davdica

    que habitaba la mente

    d e

    los apstoles que encabezaban la Iglesia-madre de Jerusaln,

    no disimul nunca su vocacin y sus ttulos:

    Quiero que se-

    pis, herman os, que el evangelio anunciado por m i no es una in-

    vencin de hombres, pues n i lo recibi n i lo aprend de hombre

    alguno. Jesucristo es quien me lo ha revelado.

    Habis odo, sin

    duda , hablar de mi antigua conducta en el judasmo: con qu

    furia persegua yo a la iglesia de Dios intentando destrozarla.

    Incluso aventajaba

    dentro del judaisrno

    a muchos compatr io-

    tas de mi edad

    como partidario fantico de las tradiciones de

    mis antepasados

    1.11- 14). No debe hab er equvoco para los

    lectores d e hoy: los antagonistas

    principales

    a los que

    ahora

    se

    opone Pablo son

    los judeocristianos de la comunidad origina-

    via postpascual asentada en la capital de Jude a.

    Efectivamente,

    despus de su

    iluminacin divina particular

    en Damasco, tuvo

    que escapar con ocasin de una orden de arresto, all entre los

    aos 34 a 37,

    y

    por una ventana fui descolgado mur o abajo en

    una espuerta

    2

    or

    11.32-33) para evitar caer e n mano s d e la

    polica cfr.Robertson,

    op. cit.,

    p. 103).

    Despuks de permanecer

    tres aos en Ar abia, subi a Jerusaln G l

    1.18-19). Nada

    dice Pablo d e lo hablado, pero agrega, para mayor perplejidad,

    que Dios es testigo de que no m iento. Seguidamente informa

    d e q u e

    pasados catorce aos, sub iotra vez a Jerzdsaln

    junto con

    Bernab y llevando tambin conmigo a Tito.

    Subidebido a una

    revelacin y, en conversacin privada con los principales dirt-

    gentes, les di cuenta del evangelio que anuncio los gentiles,

    n o

    fuera que ahora y entonces me estuviera afanand o intilmente.

    Pues b ien ,

    ni siquiera T ito, m i acompaante, que era gentil, fue

    obligado a circuncidarse.

    El problema lo crearon esos intrusos,

    esos falsos herma nos infiltrados solapada mente para

    coartar la

    libertad que Cristo nos ha conseguido

    y convertirnos e n esclavos.

    Mas ni po r un instante ceda su pretensin esclauimnte,

    pues era

    necesario que

    la verdad del evangelio

    permaneciera ntegra en-

    tre vosotros

    ( G i l

    2.1-5), es dec ir, entre los glatas. Se infiere

    que

    la revelacin recibida de Dios

    afectaba a la

    evangeliza-

    cin

    de los gentiles, lo mismo que a P edr o la d e los judos, ya

    que el mismo Dios que constituy a Pedro

    apstol de los udzs,

    me constituy a mi

    apstol de los gentiles.

    Reconociendo, pues,

    la misin que se me haba confiado,

    Santiago, Pedro

    y

    Juan,

    tenidos por colu mnas de la Iglesia, nos dieron la man o a m i y

    Bernab en seal de comunin:

    nosotros evangelizaramos a

    los gentiles, y ellos a los judos. Tan slo nos pidiero n q ue nos

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    18/87

    EL UDEOCRISTI NISMO Y EL P ULINISMO

    acordsemos de sus pobres, cosa que yo he procurado cumplir

    con gran solicitud

    (G12.6-10 .

    Si se lee atentamente la sutil redaccin de esta sustancial no-

    ticia teolgica, en el contexto informativo del resto de la Epsto-

    la, destacan

    dos puntos:

    el

    primero,

    la ingenua pretensin paulina

    de hacer creer a sus destinatarios en general que los principa-

    les dirigentes y columnas de la Iglesia se fiaron sin mas de

    la supuesta revelacin a un

    outsider

    al que durante catorce

    aos no le haban visto el pelo, y que andaba misionando por

    tierras paganas o de la dispora con la oposicin de hermanos

    infiltrados que coartaban la libertad que Cristo nos ha conse-

    guido y que buscaban convertirnos en esclavos; el segundo,

    la solapada intenc in paulina de hacer pasar como una cu esti n de

    mera pureza ritual

    y

    de jurisdiccin territorial apostlica aquello

    que comportaba graves consecuencias teolgicas, soteriolgicas y

    politicas,

    tal como lo era la

    cuestin de la circuncisin.

    Hay

    que concluir,

    o bien

    que las columnas>>ran unos incautos e in-

    competentes en el ejercicio de su tarea,

    o bien

    que la noticia que

    ha dejado Pablo para la posteridad es

    una sagaz argucia pastoral

    para legitimar de mala fe la sustitucG n de la empresa nzesinica

    de lju di Jess por la predicacin universa lista de u n ccsoti?r>>ele-

    nistico inserto en una religiosidad mistrica de alcance cosmopo-

    lita.

    La opcin no puede ser dudosa, pues como se conoce por

    la misma pluma de Pablo -y a pesar de las tergiversaciones del

    Evangelio y los Hechos de Lucas un siglo despus-, la polmica

    a muerte acerca de la circuncisin sell el destino hzj-tricode la fe

    cristzdna.

    Jams hubo esa

    biparticin misional

    ni poda haberla

    en las circunstancias de aquella actividad proselitista.

    As, escribe Pablo, cuando lleg a Antioqua, tuve que

    en-

    frentarme abiertamente

    con l [Pedro] a causa de

    su inadecuado

    proceder.

    En efecto, antes de que vinieran algunos de

    los de San-

    tiago,

    no tena reparo en comer con los de origen gentil; pero

    cuando vinieron, comenz a retraersey apartarse por mied o a los

    partidarios de la circuncisin . Los dem s judios lo imitaron en

    esta actitud,

    y

    hasta el mism o Bernab se dej arrastrar por ello s.

    Viendo, pues, que su proceder no se ajustaba a la verdad del

    evangelio, dije a Pedro en presencia de todos: Si t, que eres

    judo, vives como gentil y no como judo, por qu obligas a los

    de origen gentil a comportarse como judos?

    (G12.11-14).

    Puede verse difanamente en esta noticia, aunque vertida

    en un

    lenguaje oblicuo

    tpicamente paulino, que

    lo que Pablo

    exiga a Pedro era impli citamente su apostash de la Torah

    y

    la

    revelacin mosaica, y que abrazase una revelacin nueva e in-

    comp atible con el judaismo del Nazaren o.

    Pablo haba adopta-

    do, desde el inicio mismo de la predicacin de

    su verdad,

    un

    estilo pastoral ab stracto, ambigu o y mistico, con reiteradas in-

    vocaciones retricas al Cristo, a Jesucristo, a Dios, pero emi-

    nentemente formal y vaco de sustancia teolgica especfica en

    el marco de la tradicin hebrea. En este sentido, que rehyen

    sistemticamente los exegetas creyentes, la prosa paulina es es-

    capista

    y

    siempre aborda

    lateralmente

    los temas esenciales de

    la fe cristiana, como lo muestra lo que sigue: Nosotros somos

    judos de nacimiento y no pecadores de la gentilidad. Sabemos,

    sin embargo, que

    Dios salva al hombre no por el cumplimiento

    de la Ley, sino a travs de la fe en Jesucristo.

    Est

    arbitraria-

    mente implicito

    en esta declaracin que

    la fe en Jesucristo no

    incluye el cumplimiento de la Ley

    o

    sea, toda la peculiari-

    dad

    deljudaz smo

    como especfica religin del pueblo del que

    Jess pretenda ser su ms plena expresin-, como lo prue-

    ba l an ms inequvocamente

    l

    insistir en que nosotros hemo s

    creido en Cristo Jes spara alcanzar

    l

    saludn on por med io de esa fe

    en Cristo,

    y

    no por el cumplim iento de la

    Ley.

    En efecto, por el cum -

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    19/87

    plimiento de

    la Ley,

    ningn hombre alcanzar la salvacz6n (Gl

    2.15-16 .En este entimema se hace muy manifiesta lasofirtiqueria

    paulina: de una premisa fa lsa, a saber, que la salvacin por medio

    de la fe en C risto exclzqe conce ptualmen te el cumplim iento de la

    Ley,

    deduce Pablo falsamente que el cumplimiento de la Ley no

    asegura que se alcance la salvacin. Esta radical disociacin de la

    Ley mosaica y

    la

    enseianza de Jess no se encuentra ni en la letra

    ni en el sentido propio del

    k ygvza

    anunciado por el Nazareno,

    sino que est escondida inicialmente y despus clarnorosamenre

    voceada por la Iglesia romana, cuando la comunidad primitiva de

    los judeom istianos de Jerusaln ue borrada del mapa de los vivos.

    En su estilo grandilocuente pero hueco, el Tarsiota exclama: la

    misma Ley me ha llevado a romper con la Ley, a fin de vivir para

    Dios. Estoy muczfcadocon Cristo,

    y

    ya no vivo yo, sino que es Cri.~to

    quien vive en m i L ] No quiero hacer estril la gracia de Dios;pero

    si la salvano n se alcanza por la Ley, entonces Cristo habra muerto

    en vano

    (2.19-21).Esta

    theologia crucis

    furiosamente antijuda re-

    cuerda, aunque para otros usos poltico-religiosos, el

    desprecio de

    los coitos d e mmirterios>>or los cultos antiguos de la ciudad>>.ablo

    saba, frente al oportunismo de apstoles ansiosos de proslitos y

    de limosnas, que su rechazo de la circuncisin,presentada como una

    minu ritual, acaba haciendo saltar por los aires el gran edzfcio

    del mesianismo udo del que Jess ue el ms eximio representante

    fallido). En definitiva, a travs de la fe en Cristo, la imaginanon

    teolbgica de Pablo haba forjadodos evangelios de ideologia contra-

    distinta, el evangelio de la circwncisin y el evangelio de

    u

    incircun-

    asin,

    el primero de

    vocacin mesinzh

    y

    el segundo de

    vocacin

    universa l y espiritualista, y ambos de gran alcance teolgico.

    3

    EL ENFRENTAMIENTO ABIERTO

    DE

    PABLO CON

    LOS P ~ STOLES

    El astuto juego de Pablo consista en usar sin definicin precisa

    el trmino mu ltismico de ungido (christs) para designar al

    protagonista del misterio que iba predicando por lugares y

    sinagogas de la dispersin. Con gran perspicacia, seala Ro-

    bertson que la mayora de nosotros lee las Epistolas paulinas

    a la luz de los Evangelios, y asume que eso se refiere a la cruci-

    fixin deJes s el Nazareno por Pilato ( op. cit., p. 1 o ,pues no

    en vano el magisterio eclesistico coloca,

    et pour cause,

    las

    Epstolas en segundo lugar, como si se tratara de un desarrollo

    personal de la narracin principal de

    Evangelios

    y

    Hechos;

    y no

    a la inversa, como sucedi en la historia real -primeramente,

    la revelacin comunicada al Tarsiota por Dios en persona-.

    Como indic Koester, el kcvygma paulino m ode l para siem-

    pre el referen te soteviolgico y m stico del dios que padece, mu e-

    re resucita para infu nd ir la inmo rtalidad>> los fieles, cuya

    epopeya se relat en dichas narraciones cannicas de inten-

    cin histrica. Robertson escribe, evocando correctamente

    -pese a las interpolaciones- el trasfondo gnstico de Pablo:

    Hemos visto que

    Filn

    llama Lagos al

    icprimognito

    Hijo

    de Dios,

    la

    imagen de Dz os ~

    el

    mediador>>

    ntre Dios

    y

    el mundo, e inclu-

    so llama logoi a los hombres sagrados -encarnaciones

    del

    Logos-.

    Pablo puede no haber ledo a Filn; pero estas ideas estaban en el

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    20/87

    aire. El Cristo predicado por Pablo, aunque de n ombre idntico

    al Mesas popular del judasmo, es en el pasaje citado [ 1 Cor 1-21

    idntico al Logos y

    a

    la gnosis. La epstola 1 Corintios est llena de

    abrupta s transiciones. Un ataq ue al sectarismo 1.10-17) es seguido

    por una rapsodia potica sob re el misterio paulino. Al arranque

    de esto encontramos la chocante frase el Logos de la cruz, que

    conduce a un pasaje que ha sido ritmado para ser memorizado por

    pobres

    y

    esclavos analfabetos que atestaban el gran centro co mer-

    cial y administrativo romano de Corinto, pero que representa sin

    embargo la lnea de Pablo: Predicamos a Cristo cruczj$cado, un

    es-

    collo p r losjudlosy una insensatez

    para

    los gentiles; pero a quienes

    son llamados, ambos judos

    y

    griegos, a Cristo, el poder de Dios

    y

    la

    sabidura de Dios. Porqu e

    la

    insensatez de Dios es ms sabia que los

    hombres No muchos

    sabios segn la carne,

    no muchos

    poderosos

    Que pueda l convertir en nada las cosas que son:

    que ninguna carne

    se glorifique en presencia

    e

    Dios. Los Apstoles estaban >

    (op. cit.)

    Pero la revolucin>> ue predica Pablo ar-

    chontes) es gnstica y para denotar que los demonios gobiernan

    el mundo material

    y

    hacen infeliz a la hum anidad .

    Efectivamen-

    te, as como el C risto paulino es presentado como a funcin po-

    ltico-religiosa del M esas judz y la tradicin davdica de Israel,

    porque la salvacin no dependa del mundo de la carne sino

    del Espritu, ante el cual no haba griego y hebreo, romano y

    judo, sino slo seres humanos, todos creados igualmente por

    Dios para salvarse o condenarse. El particularismojudo queda-

    ba eliminado.

    Por consiguiente, el trabajo de demolicin ideolgica del me-

    sianism o judz, iniciado por Pablo en Glatas fren te a los jefes

    judeocristianos d e la Iglesia-madre de Jerusaln, se prosigue

    in crescendo

    en las dos

    Epstolas los Corintios,

    como ya he-

    mos visto anteriormente:

    1

    Cor

    data probablemente de la pri-

    mera m itad del a o 56, y abord a los grandes temas teolgicos

    del mito cristiano, como lo har tambin ese conglomerado

    de varios escritos refundidos en la Epstola a los Romanos. En

    Cor

    se contiene una singular

    apologa de s mism o

    por un Pa-

    blo q ue se muestra despecha do po r no ser reconocido como el

    campen del verdadero evangelio. Es imposible decidir con la

    deseable seguridad hasta dn de todos esos documentos tienen

    al Tarsiota c omo autor au tntico o n ico, o si hay en ellos sig-

    nificativas aportaciones de su escuela, aunque parece ms bien

    lo primero. P ero ese pun to es irrelevante para nuestro anlisis

    ideolgico.

    Pablo comienza

    1

    Cor afirmando que su palabra y su pre-

    dicacin no consistieron en sabios y persuasivos discursos,

    cuando rea lmente es d e e l lo de lo que adolecen, s ino una

    demostracin d el poder de l Espritu , para que vuestra fe se

    fundara no en la sabidurta humana, sino en el poder de Dios

    ( 2 . 4 - 5) ; nsistiendo en que

    su sabidurh no es de este mundo,

    n i de los poderes qu e gobiernan este mund o

    y

    estn abocados a la

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

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    des tr~cc in>~ues de lo que hablam os es de una sabidura divi-

    na, misteriosa, escondida L..], y que ningun o de los poderosos d e

    este mundo ha conocido,

    pues de haberla conocido no habran

    crucificado al Seor de la gloria

    7-8).

    Es patente que los des-

    tinatarios eminentes de estos ataques son los Apstoles como

    transmisores humanos del magisterio directo de Jess. Enton-

    ces Pablo muestra escuetamente el ncleo de su informacin

    en

    1 Cor

    15 el famoso captulo de la Resurreccin contradi-

    cindose en cierta medida a causa de una interpelacin:

    Os doy a conocer, hermanos, el Evangelio que he predziado, en el que

    os mantenis,firmes, y por e l cual sois salvados si lo retenis tal como yo

    os lo anunci, a no ser que hayis creido en vano . Pues en verdad os he

    transmitido, en primer lugar, lo que yo m ismo recibi:

    Que Crzito muri por nuestros pecados conforme a las Escrituras;

    que ue enterrado;

    Y que ha sido resucitado al tercer dia co nfi rm e a las Escrituras;

    que ue visto por Cefa s [Pedro], luego por los Doce;

    Luego ha sido visto por mas de quiniento s herman os de una vez;

    De los que la mayor parte quedan hasta ahora, pero algunos se han

    dormido;

    Luego ha sido visto por Santiago;

    Luegopor tod os los apstoles;

    el ltimo de todos, como por u no nacido fuera de cuenta, fue visto

    por mitambin;

    Porque

    yo soy el men or de todo s los apstoles;

    Que

    no alcanzo a ser llamado u n apstol, porque persegui a la Iglesia

    de Dios.

    Pero por la gracia de Dios yo soy lo qu e soy:

    Y por su gracia que me fue otorgada no fui haliado vano;

    Pero labor mas abundantemente que tod os ellos:

    Sin embargo, no yo, slno la gracia de D ios que estaba conm igo.

    Si,

    entonces, sea yo o ellos,

    asiprrdicamos,

    y as creis vosotros

    15.1-1

    1 .

    Robertson con su ilustrado talento habitual seala que

    este pasaje se ha convertido en el balance bsico de quienes

    afirman la histrica resurreccin de Jess . Para los que recha-

    zan la resurreccin, pero todavia mantienen la autoria paulina

    del pasaje, es la prueba de vision es extticas clasifcables e ntre las

    variedadesde la experiencia religiosa .

    Pero antes de decidir lo

    que prueba el pasaje est bien

    conocer quin lo escribi.

    Tiene

    muchas

    peculiaridades. Primeramente [ ]

    todo el

    capitulo 15

    es tan fuertemente rtmico como cualquiera en el Nuevo Tes-

    tamento. Tal como lo tenemos no es una carta o parte de una

    carta sino

    una rapsodid sobre la resurreccin,

    memorizada para

    recitar en las reuniones cristianas. El captulo puede contener

    materia ~aulina ero

    tal como est hoy no es de Pablo.

    En se-

    gundo lugar en los

    versiculos 3-4

    la

    creencia en la resurreccin

    est

    basada en las Escrituras ,

    pero

    en

    los

    versiculos 5-11 lo est

    en la evidencia ocular. Escrituras significa aqu no los Evan-

    gelios que an no estaban escritos sino el

    Antiguo Testamen-

    to.

    Mediante la interpretacin forzada los cristianos desde el

    principio encontraron en el Antiguo Testamento

    profecias de la

    muerte y la resurreccin del M e s h .

    Poemas incluidos en el libro

    de Isaias,

    y

    realmente referentes al sufriente pueblo de Israel,

    fueron aplicados a la mu erte del Mesias; y fueron aplicadas a su

    resurreccin frases significativas en los Profetas

    y

    en los Salmos

    sobre el

    reizacimiento nacional.

    Pero

    tal exgesis no convenczd a

    nadie que no quisiera ser convencido. Una onza de hechos vala

    por una tonelada de Escritura.

    Es d$cil en consecuencia, ver

    por q u el autor de los versculos 3-4 habra apelado a las Escri-

    turas'),sipod ia apelar a testigos oculares .

    Surge la sospecha de

    que l apel a la Escritura porque no habia n ing n testig o ocular,

    y de que

    los versiculos 5-1 son de una m ano posteriom (op . cit.,

    pp. 116-1

    17).

    Se trata de

    interpolaciones

    en

    unapseudocarta.

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    22/87

    Como indica Robertson, el resto del captulo confirma la su-

    perfluidad, para la teologia de Pablo, del te stimonio recibido, pues

    en su revelacin e Dios el misterio inc luh ya en

    una sola entrega todos los momen tos del mito de Cristo inventa-

    do por Pablo, es decir, el sufrimiento, la crucifixin, la expiacin,

    la muerte, la resurreccin, la redencin y la promesa escatolgica

    (parousz) para celebrar el juicio e instaurar en la gloria el Reino

    de Dios. En consecuencia, el Cristo paulino es el

    H i o de Dios,

    no el Hijo del hombre.

    l

    Reino de Dios paulino es un reino no

    de carney sangre , no de este mundo, sino de espiritus liberados de

    l

    materia por un milagro.

    El

    misticismo

    de Pablo, como todo mis-

    ticismo, refleja la insolubilidad del dilema creado por la sociedad

    de clase de sus das (ibidem,p. 119).Pues bien, as como 1 Cor

    15.1-1 nada nos dice del carcter histrico

    y

    personal de Jess de

    Nazaret, tampoco los versculos 12-13 y 17-19 aportan informa-

    cin alguna al respecto, pues

    all

    el]esLs histrico es ignorado,

    dejando solamente el

    Cristo mistico

    p. 118),como puede leerse:

    Ahora, si Cni to es proclamado por haber sido resucitado de entre los

    muertos,

    > or la que vinc ula

    la res~rreccin e Cristo a la resurreccin de los muertos, y vi-

    ceversa. Como advierte Robertson, a menos que ellos [los

    cristianos] resuciten de entre los muertos, Cristo no ha resu-

    citado. No es asi como se habla de un hecho histrico (ibi-

    dem). Pero entonces aparece claramente que el autor de los

    versiculos 12-19 no pudo haber escrito los versiculos 5-1

    1 .

    Para

    l, Cristo no es un individuo cuya resurreccin es atestiguada

    por testigos oculares, sino el Logos encarnado de la com uni-

    dad cristiana, a travs de la cual ellos derrotaran a la muerte y

    se harn inmortales

    (ibdem).

    l resto del captulo lo dedica Pablo a explicarnos la in-

    mo~ta lidad el alma con argumentos forjados a partir de la ms

    obscena ,ue alimenta la cadena de sofis-

    mas

    que suscita la polmica sobre la

    resurreccin

    de los seres

    humanos, y que es exactamente la misma consagrada dogm ati-

    camente por la Iglesia catlica (cfr.1Cor 153 5 57,y las pginas

    correspondientes de mi mencionado libro ). Robertson pone

    una excelente coda a tanto desvaro:

    Claramente, el autor de esta rapsodia jams pudo haber credo en un

    cuerpo material surgiendo de una tumba, caminando, conversando,

    probando su identidad por la huella de los clavos, comiendo pescado

    asado y ascendiendo a los cielos, segn se describe en los Evangelios.

    Igualmente claro, el Reino de Dios en la tierra, el eslogan de las ma-

    sas judas en la lucha contra la explotacin romana, desaparece del

    cuadro. El mundo material es descartado como irredimible (op . cit.,

    p.

    119) .

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    23/87

    EL

    EXFRENTAMIEKTO ABIERTO

    Los creyentes, telogos o no, suelen acu dir a la institucin

    eucarstica

    relatada en

    1

    Cor

    11 23-3 , como la gran baza de

    la

    fe en el Cristo paulino en tr minos de un conocim iento histri-

    co y concreto del llamad o Jesucristo. N o es menester transcribir

    aqu este texto d e privilegiada mem oria en tre los cristianos, por

    e l cual Pablo pre tende haber recibido su relato de la Cena

    del Seor . Escribe Robertson incisivamente q ue es del todo

    improb able que [Pablo] apelase a una revelacin personal si pu-

    diera haber invocado testigos oculares. Pero es bastante proba-

    ble que un interpolador hubiera inven tado una revelacin a

    Pablo para acreditar su propia narracin, cuando estuviesen

    muerto s todo s los testigos oculares (si existiese alguno) (op.

    cit., p. 14) .Teolgicamente, el asunto no camb ia.

    Ya en 1926, el gran exegeta Ha ns Lietzmann, d e encomia-

    ble vocacin de independencia cr t ica, sealaba en su l ibro

    Messe 2nd Herrenmahl que la institucin e ucar stica~ o perte-

    nece a las palabras de Jess en la ltim a Cena, y que podemos

    afirmar qu e a Pab lo le es familiar la misma tradicin d e la lti-

    ma Cena que sigui Marcos C...] y probablemente n o nos equi-

    vocamos si presuponemos que esta concepcin fue general en

    las iglesias paulinas de los cristianos gentiles (M ass and Lor d's

    Supper,

    trad. ingl. 1979, p. 185 .Esto implicara que

    no era una

    tradicin originada en el testimonio de los apstoles asistentes a

    esa comida, que sin duda fue concebida despus en crculos de

    vocacin exttica y tradicin mistrica difundida en medios hele-

    nisticos. Como indiqu en El m ito de Cristo (2000), cualquiera

    poda ver, an antes de Lietzmann, que la comunidad original

    [judeocrist iana, de Ped ro, Santiago y Juan] no celebraba el me-

    morial sacramental de la mue rte d e Jess, sino slo la piadosa

    costum bre uda de la frdccindelpan que el N azareno practi-

    c con sus discpulos ( M c6.41, 14.22; Lc 24.30); lo qu e corro-

    bora la Didach~, .3 y 14.1. El relato d e Hechos sobre la praxis

    piadosa judeocristiana dice

    escuetamente

    que perseveraban en

    or la enseanza d e los apstoles

    y

    en la unin, en la fraccin del

    pan,

    y en la oracin (2.4 2). Estas precisas noticias nos mues-

    tran qu e en el

    agape

    fraterno de las primeras comunidades

    no

    hub o institucin [sacram ental] de la eucharistia (p . 76 ) .

    Hyam Maccoby ofreci en 1991 una indagacin que parece

    definitiva, sob re la frase de 1

    Cor

    11.23:

    Os doy a conocer, her-

    manos, e l evange lio que os he predicado, que hab is recibido, en e l

    que os manten is firmes, por e l cual sois salvos si lo retenis tal

    como yo os lo anunci, a no ser que hayis credo en vano. Pues a

    la verdad os he transmitido, en primer lugar, lo que yo mism o he

    recibido: que el Seor Jess.

    M

    Partiendo de la base ms que pro-

    bable de que

    no e xiit G t al revelacin personal,

    y de que su con-

    tenido, puesto en boca del Nazareno, fue inventado por Pablo o

    por u n interpolador, puede afirmarse que

    las palabras de la inst i-

    tucin de la eucaristi en sentido sacramental no tien en su asien to

    ni en la mente ni en la fe del Jess h i s t a . Maccoby demostr

    que la frase recibi de>>parlabon apo) no pue de tergiversarse

    con la interesada traduccin eclesistica, segn la cual slo para,

    y no apo, expresa inmediatez>>; que la versin correcta es

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    24/87

    hzrtoria original, slo se conten e l tema apocalijtico [M c 14.25:

    En verdad os digo que ya no beb er del fruto d e la vid hasta el

    da en que lo beba de nuevo en el Reino de Dios , tema repeti-

    do en M t 26.29

    y

    en Lc 22.18, pero sintomticamente ignorado

    por I ablo].

    La secuencia

    vino-pan

    es la natural en una comida

    festiva juda, en la cual el quiddush se dice primeramente so bre

    una copa de vino, qu e es luego distribuida; despus tiene lugar

    la fraccin del pan , que marca el comienzo de la comida. El

    quiddush no form a parte realmente de la comida, sino que es una

    ceremonia introductoria y separada santificando el propio da

    festivo, no la com ida

    L ]

    Esta secuencia judia an pue de verse en

    el relato d e Lucas, pues muestra a Jess em pezando con el

    vino

    (22.17)

    y

    luego siguiendo con el pan (22.19).Puesto que, sin em-

    bargo,

    la secuencia vin o-pa n es inapropiada para el tem a eucaristi-

    co, qu e requiere una secuencia pan-vino , tie ne que transformar la

    secuencia natural,

    y

    esperada, de una palabra apocal@tica sobre el

    pan en una palabra eucaristica, que luego ha de ser completada por

    la introduccin de una segunda copa de v ino (Pa uland Hellenisvt,

    p. 104), para acom paar la accin de gracias, que era de mu cha

    menor importancia que la bendicin con el quiddush. Pero pre-

    cisamente la secuencia pa n-v ino es caracterktica de l ccagap>> e la

    comun in ( koin onia) en las religiones de misterios. La conclusin

    es que

    Pablo crea una nueva liturgzir de carcter wacramental>>,n

    la que el tema escatolgico-mesinico o,omo

    prefiere decir Maccoby) ha quedado recubierto

    y

    prcticamente

    suprimido por el tema eucaristico. As, la secuencia pan-v ino,

    siendo natural en el rito mirtico de incorporacin siiizblica de la

    carne

    la

    sangre de un dios inmolad o, da una indicacin estruc-

    tural del

    origen helenzStico de la eucaristz

    [ ]S

    (op. cit.,

    p. 107).

    En suma,

    n i

    la declaracin d e fe de Pablo en la pasin

    y

    muerte d e Cristo Jess, de

    1

    Cor 15.1-1 ;

    nila

    declaracin de fe

    en su resurreccin, d e 12-13; n i a declaracin d e fe en la trans-

    formacin del pan

    y

    el vino en su cuerpo y sangre para que los

    fieles participasen simb licamente, al ingerirlos, en el cuerp o

    mstico d e l , de 20-22, 35-38 y 42-44; ninguna aumenta n i un

    pice nuestro conocimiento de la existencia

    y

    la personalidad d e

    Jess, porq ue la frase Messaiah Joshua solamente cobraba senti-

    do si estaba incorporada a un individuo hum ano de carne

    y

    hue-

    so (k at sarka), pero se converta en una entelequia fantasmal si,

    como en las epstolas paulinas, se disociaba ontolgicamente

    de aqul y se transmutaba e n un Espiritu fantasmagrico Lo-

    gosi} div ino .

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

    25/87

    4

    LA RIVALIDAD RELIGIOSA, SOCIAL

    Y POLITIC

    ENTRE PAULINOS Y APOSTLICOS

    La

    composicin social de las comunid ades paulinas,

    en marcado

    contraste con las judeocristianas, estaba radicada en

    zonas ur-

    banas

    y tena un nivel econmico autosuficiente, caracterstico

    de los devotos de las

    religiones de misterios.

    Pablo describe as

    su

    individualismo

    e

    insolidarid ad social:

    El caso es que, cuan-

    do os reuns en asamblea, ya no es para comer la

    cena del Seor?

    pues cada cual empieza comiendo su propia cena, y as resul-

    ta que, mientras uno pasa hambre, otro se emborracha. Pero

    ?es que no tenis vuestras casas para comer y beber? En tan

    poco tenis la asamblea cristiana, que no os importa avergon-

    zar a los que no tienen nada?

    L ]>> 1Cor

    11.20-22 . Advirtase

    que la

    eucharistia judia

    consista en

    una comida comn,

    que in-

    clua

    una oracin por la llegada del Rein o de Dios,

    concluyen-

    do con el ruego,

    ven Seor>>maranatha),

    en un ambiente de

    camaradera caracterstico de gentes de campo. Las

    comuni-

    dades judias de conversos cristianos

    que continuaban fieles a la

    disciplina del Templo, comenzando por la Iglesia de Jerusaln,

    eran de origen rural y escandalosamente indigentes. En esta

    circunstancia se apoy sobre todo el reto paulino a la jerarqua

    apostlica, como lo atestigua el alarde que

    indirectamente

    hace

    el propio Pablo ante ella en ese

    mon umen to de vanidad

    que es

    2

    Corintios,

    pieza quiz apcrifa pero significativa y fidedig-

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

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    na. La ayuda econmica a la comu nidad jerusalem ita ocupa un

    primer plano en la

    rivalidad apostlica doctrina l de Pablo con

    el evangelio primitivo genuino: Porque no nos anunciamos a

    nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Seor, no somos ms que

    servidores vuestros por am or a ]ess

    4.5).

    Se lamenta el Tar-

    siota una vez ms de que a l nadie le ha ayudado en su ac-

    tividad misionera pero lo pone en su cuenta pues si somos

    atribulados es para que ta mbin vosotro s recibis consuelo

    y so-

    portis los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. Y lo

    que esperamos para vosotros tiene un firme funda mento , pues

    sabemos que si comparts nuestros sufrimientos, compartiris

    tambin nuestro consuelo 1.6-7);ya que si de algo estamos

    orgullosos

    es de que nuestra conciencia da testimonio de que

    nos hemos comportado en todo lugar y particularmente entre

    vosotros con la sencillez y la sinceridad que Dios nos ha dado;

    es decir que

    ha sido fruto de la gracia de Dios y no de la sabidu-

    ra humana

    1.12).Pero al mismo tiempo que Pablo canta la

    heroicidad de sus glorias estampa esta declaracin a la vez de

    reproche encub ierto y de explicita divisin d el trabajo proseli-

    tista : Por vuestra parte, nos ayudaris con vues tra oracin para

    que la gracia que Dios nos conceda por intercesin de muchos,

    sirva para qu e muchos den gracias a Dios) por nuestra causa

    1.11).

    aade que

    no es que pretendamos

    [los paulinosl

    con-

    trolar como dspotas vues tra fe

    -ya que por lo dems en la fe

    os mantenis firmes- sino que queremos ms bien contribuir

    a vuestro gozo 1.24).Pero con una esperanza as actuamos

    con plena libertad, y no como Moiss,

    que se cubra el rostro

    con un velo para que los israelitas no vieran el fin de lo que

    era pasajero 3.12-13);

    y

    por ello

    no in tentamos justifcarnos

    de nuevo ante vosotros, sino daros ocasin de que estis orgullo-

    sos de nosotros,

    para que as podis responder a los que presu-

    men de simples apariencias y no de realidades [...] As que

    en

    adelante ya no consideraremos a nadie con criterios hum anos.

    si en algn mo mento consideramos as a Cristo, ahora ya no .

    De modo que si alguien vive en Cristo, es una nueva criatura; el

    hom bre v iejo pas

    y

    ha aparecido el nuevo

    2

    Cor

    5.12,16-

    17).

    La lucha segua viva entre los de Jerusaln y los de la dis-

    persin paulina

    y

    an era as a finales de los aos cincuenta

    lo que hace que Pablo vuelva a reiterar que pornuestra parte,

    no queremos presumir ms que lo usto y nos atenemos al campo

    que Dios nos ha asignado y que os incluye tambin a vosotros. NO

    estamos, pues, traspasando los limites,

    como si vosotros no per-

    tenecieseis

    a

    nuestro campo

    siendo asque de hecho hemos sido

    los primeros e n llevaros el evangelio de Cristo

    2

    Cor

    10.13-

    4) .

    En este texto subyace

    un posible equvoco,

    porque

    Pablo reivin-

    dica para si la evangelizac in en C on nto , territorio gentil,

    pero

    la misin de losjudios cristianos no renunciaba a evangelizar a

    sus hermanos judos

    y,

    eventualmente tambin a los paganos.

    La continuacin del pasaje

    despeja elsen tido que Pablo atribuye

    a u n

  • 7/25/2019 La Existencia Historica de Jesus - Gonzalo Puente Ojea

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    soportis tan a gusto. ;Pues creo que no soy en nada inferior a

    esos superapstoles L ]

    Porque esos tales son falsos apstoles,

    obreros embaucadores que se digrazan de apstoles de Cristo.

    no es de maravillarse, ya que si el mismo

    Satans

    se disfra-

    za de ngel de luz, parece natural que sus ministros se disfracen

    de agentes de salvacin 2 Cor 11.4-5 13-14).

    Pero no se trata ah slo de gnsticos, judaizantes, o jerusa-

    lemitas, sino de cualquiera que no suscriba en exclusivid ad la

    revelacin personal paulina: Me refiero a eso que unos y otros

    andis diciendo: " Y o oy de Pablo, yode Apolo, yode Pedro, yode

    Cristo"

    .

    Pero es que est dividido Cr isto? [ ID 1 Cor 1.12- 3

    Probablemente, ese mosaico temtico bautizado como

    Epistola a los Romanos, donde la doctrina de Pablo interpreta

    con los ms conmovedores arpegios su acendrado espiritualir-

    mo, comienza con el talante de antagonismo militante que lo

    caracteriza: la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra

    la impiedad y la injusticia de aquellos hombres que obstaculizan

    injustamente la verdad E...], que estn llenos de injusticia, ma-

    licia, codicia y perversidad r...]>> 1.18 y 29). Pero nahora, con

    independencia de la Ley, .se ha mdnifestado la fuerza salvadora

    de Dios, atestiguada por la Ley y los profetas

    [.

    1 por medio de

    la fe en jesucnho L..] no hay distincin: todos pecaron y to-

    dos es tn priYadus d e la gloria de Dios; pero ahora Dios los salva

    gratuitamente por su bondad en virtud de la redencin de Cristo

    jess (3.21-24).Pues nj de qu podemos presumir si toda jac-

    tancia ha sido excluida?

    3.27).

    Eljudaismo y la Ley quedaban

    abolidos.

    Esta

    Epstola a los Romanos

    ofrece una sutil

    contmposicin

    de la Ley la fe cuya inten cin armonizadora ta nto en la doctviwa

    como en la realidad resultfracasada.

    Entonces -se interroga

    Pablo-, jestaremos anulando la Ley al dar tanto valor a lafe?

    De ninguna manera Confirmamos, por el contrario, la Ley

    ( R o m3.3 1). ess deberia ser el mediad or de la reconciliacin

    de todos los hombres con Dios: As, pues, por u n hombre entr

    el pecado en el mu ndo y con el pecado la mue rte.

    como todos

    los hombres pecaron, a todos alcanz la muerte

    C ] Y

    como

    por la desobediencia de u no solo tod os fueron hechos pecadores,

    asi tambi n por la obediencia de uno solo to dos alcanzarn la sal-