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INDICE

Prólogo: Los opuestos se atraen (63 AR)…………………………………………..……3 

Parte 1: Estudio de las Fuerzas (10 - 20 AR)

Capítulo 1: Tocasia………………………………………………………………………8 Capítulo 2: Ornitóptero…………………………………………………………………18 Capítulo 3: Koilos…………………………………………………………..….……….26 Capítulo 4: Visiones……………………………………………………………………39 Capítulo 5: Cataclismo………………………………………………………………....52 

Parte 2: Objetos en Movimiento (21-28 AR) Capítulo 6: Kroog………………………………………………………………………65 Capítulo 7: Mak Fawa………………………………………………………………….83 Capítulo 8: Tawnos……………………………………………………………………100 Capítulo 9: Ashnod……………………………………………………………………110 

Capítulo 10: Korlis……………………………………………..…………….……….120 Capítulo 11: Asuntos de Estado……………………………………………………….137 Capítulo 12: Pirexia…………………………………………………………….……..144 Capítulo 13: Conversaciones de Paz………… ... …… . … . . … . …….….……. ….154Capítulo 14: Movidas Nocturnas……………………………… ……………..………168 Capítulo 15: Ataque y Defensa……………………………… …………………….…177 Capítulo 16: Secuelas…………………… … … …………………………………….193 

Parte 3: Trayectorias Convergentes (29-57 AR)Capítulo 17: El Taller de Mishra…….….….………………………………………...198 Capítulo 18: La Torre de Urza……  .………………………………………………...204 Capítulo 19: Intercambio de Información ..… .….….…….… .….….….….…… …..212 Capítulo 20: Transmutadores…………………………………………………………215 Capítulo 21: Torres de Marfil…………………….….….……………………………225 Capítulo 22: La Mitra de Urza………………………………………………………..232 Capítulo 23: Círculos de Protección………………………………………………….238 Capítulo 24: El Tercer Camino……………………………………………………….243 Capítulo 25: El Potro…………………………………………………………………249 Capítulo 26: Mecanismos…………………………………………………………….259 Capítulo 27: Sylex……………………………………………………………………266 Capítulo 28: Argot……………………………………………………………………273 

Capítulo 29: Maná y Artefactos………………………………………………………280 Parte 4: Masa Crítica (57-63 AR)Capítulo 30: Tambores de Guerra…………………………………………………….288 Capítulo 31: Magia y Máquinas………………………………………………………293 Capítulo 32: El Camino al Apocalipsis……………………………………………….304 Capítulo 33: Tawnos y Ashnod……………………………………………………….315 Capítulo 34: Urza y Mishra…………………………………………………………...320 

Epílogos: Caminos Divergentes (64)………………………………………………….328 

Mapas de Terisiare (Durante La Guerra de los Hermanos) …………………………..331 

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Prólogo

atraCCIONES OPUESTAS

(63 AR)

 Era la noche anterior al fin del mundo.

Los dos ejércitos se habían reunido en lados opuestos de un valle destruido.Mucho tiempo atrás éste había sido un exuberante valle, su extendida llanura surcada

 por un amplio y serpenteante arroyo, sus colinas laterales cubiertas de robustosrobledales, Maderapálida y Raicesprofundas. Ahora estos árboles se han ido, no quedanmás que algunos troncos irregulares, el pasto calcinado, y una tierra seca y estéril. Elarroyo no es más que un lento hilo de agua oculto por una capa gruesa de aceite, cuyasuperficie se quiebra solo por ensombrecidas masas de sólidos innombrables.

Espesas y entintadas nubes ocultaban de toda vista a las lunas y las estrellas.

Había estado nublado y frío en Argoth, a pesar de haber tenido una temporadamás cálida en otras partes de Terisiare. Cuando la guerra se hacía más próxima ambos

 bandos comenzaron a incendiar los bosques que encontraban a su paso aunque sólo sea para negar a sus oponentes los suministros de apoyo. Durante el día la nube semejaba aun dosel gris mate, una hoja de acero laminado y sin terminar.Por la noche iluminada sólo desde abajo, por las miles de fogatas y fundiciones queahora salpicaban el paisaje. A lo largo de los bordes opuestos del valle iluminado porlas llamas, las fuerzas invasoras brillaban en la oscuridad como ojos maléficos.

Atravezando el pequeño arroyo había un par de gigantes derribados, restos deuna batalla anterior entre los invasores y los habitantes originales de esta tierra. Uno delos gigantes caídos estaba hecho de madera viva, y se había dividido en mas de mil

fragmentos. Su enorme cabeza selvática descansaba en el suelo, gritando en silencio a lanoche indiferente. Había sido el último campeón de los nativos de Argoth, el avatar desu diosa, y con su muerte murió todaesperanza para la gente de la isla.

El vencedor de la batallatambién había sido destruido en lalucha. Este enorme monstruohumanoide era de piedra, susarticulaciones construídas conmultitudinarias láminas óseas dehierro y grandes engranajes de

 bronce. Su cuerpo lítico había sidoroto y remendado infinitamente, y

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grandes hojas de metal habían sido atornilladas a su piel para mantenerlo unido. La batalla con la bestia del bosque había sobrecargado sus pistones y armaduras. Suestocada final había dividido a su oponente, ahora yacía tendido hacia delante, bocaabajo, un puente sobre la tibia corriente. Uno de los brazos del gigante de piedra habíasido arrancado en medio de la batalla y estaba tendido a algunos cientos de metros de

distancia, sus dedos alzados queriendo desgarrar el cielo.En la parte posterior del cadáver silencioso del gigante de granito una figurasolitaria esperaba. En su juventud había sido ancho de hombros y guapo, pero los añosde la guerra y el servicio a su amo le habían agotado. Hoy sus hombros están hundidos,y su cuerpo lleva el peso adicional tanto de sus responsabilidades como de su edad. Su

 pelo rubio, alguna vez alborotado lo llevaba corto, y un primer lunar de piel se hacíaevidente en la corona de su cabeza, heraldo de la calvicie final. Sin embargo, como eramás alto que la mayoría de sus compañeros, los otros no le veían a menos que estuvierasentado. Por el momento se paseaba a lo largo de la espalda del gigante.

Tawnos se quitó su amarronada capa de lana de alrededor de su cuerpo,maldiciendo el frío y la oscuridad. Mientras lo hacía con los dedos rozó la coraza de

metal que le colgaba por debajo. No encajaba con él, ya que no había sido hechaespecíficamente para su gran cuerpo, y solo la había traído como una ocurrencia tardía.El mensaje había sido cálido y acogedor, pero llegó desde el campamento enemigo.Urza se hubiera irritado si su ex-alumno hubiera bajado la guardia tan fácilmente.

Hubo movimiento a lo largo del otro lado de la espalda del gigante, cerca dedonde su cabeza destrozada yacía en un ángulo retorcido con el resto del cuerpo.Tawnos no la vió subir, pero de repente allí estaba -un destello de pelo rojo rodeado porun manto de ébano. Parecia como si ella llevara un pedazo de la noche misma. Y lollevaba tan bien.

Estaba sola, como había prometido. Al cruzar hacia él, Tawnos sacó un pequeñodispositivo de bolsillo. Era una esfera achatada con la mecha de una lámpara quesobresalía de la parte superior. Apretó un clavo del costado de la esfera, y el dispositivochisporroteó. La mecha estalló en una llama breve, amarilla, que cambió a un tononaranja suave cuando Tawnos la manipuló utilizando el perno lateral. Ashnod se acercóa la luz, y vio que ella tenía esa sonrisa perpleja que él siempre había encontradoatractiva. También vio que ahora había cabellos plateados entre los de color escarlata.

"Había oído que estabas muerto", dijo."No creas todo lo que oyes, patito", respondió Ashnod indiferente con una

amplia sonrisa. "He oído de mi muerte al menos cinco veces en los últimos diez años."La sonrisa se desvaneció y la voz sevolvió solemne. "Haz venido. Gracias."

"Enviastes un mensaje ", dijo Tawnos."Podría haber sido una trampa", dijoAshnod.

"Podría haber sido", admitióTawnos y abrió su capa. Su corazareflejó la pequeña luz que brilló fuerade los dos conjuntos de armasornamentadas montadas en sus caderas.Ashnod sonrió de nuevo.

"Es bueno saber que estás siendocauto", dijo.

"Preparado", observó Tawnos. "Eso es todo. Preparado".

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Ashnod descolgó la mochila en el suelo y se arrodilló junto a él. Tawnos vaciló,luego se unió a ella. Se sentaron en relativo silencio durante un largo rato. Lejos, en ladistancia a cada lado del valle, los martillos de la forja preparaban los asuntossangrientos del día siguiente.

"Me enviastes un mensaje," repitió Tawnos.

"Este será el último, sabes." dijo Ashnod mirando hacia fuera en una nocheatravesada por fuegos de color rojo. "La última batalla. El conflicto final. De una formau otra, la resolución de la guerra entre tu maestro y el mío."

"Entre Urza y Mishra," dijo Tawnos asintiendo."Ambos están aquí", agregó Ashnod. "No hay refuerzos. No hay retirada posible

 para cualquier lado. De una forma u otra, todo termina aquí."Tawnos se movió incómodo. Hacía mucho tiempo que no se había sentado con

las piernas cruzadas sobre la piedra dura. "Es un buen momento para un final", dijo."Todo esto ha durado demasiado tiempo".

Frente a él, Ashnod inclinó la cabeza en la luz. "Y se ha perdido mucho.""Si, muchos han perdido sus vidas", asintió Tawnos.

Ashnod rió, un sonido enfermizo que puso los pelos de punta del cuello de unirritado Tawnos. "¿Vidas?" dijo. "Las vidas no son nada. Piensa en todos los bosquesdestripados, los lagos drenados, las tierras saqueadas para llegar a este punto. Piensaque hubieramos hecho con esos recursos. Y la gente: sí, la forma en que podríanhaberlos utilizado."

Mientras hablaba Tawnos podía sentir como su cara se estiraba en señal dedesaprobación. Incluso en el tenue resplandor Ashnod podía sentir su irritación ensilencio. “Lo siento” dijo al fin. "He hablado sin pensar." 

"Es bueno saber que hay constantes universales", dijo Tawnos fríamente."Lo siento". Hubo otra pausa, y en la distancia algo traqueteó. Sonaba como un

demonio riendo mecánicacamente. "¿Cómo está?" dijo al fin."Lo mismo, sólo que más", respondió Tawnos. "¿Y el tuyo?"Ashnod negó con la cabeza. "Algo está mal ...". Tawnos levantó una ceja y

añadió rápidamente, "Mishra está más frío que nunca. Más calculador. Estoy preocupada."

"Yo siempre estoy preocupado", dijo Tawnos. "Urza se ha vuelto cada vez másretraído con el paso de los años."

"Retirado", dijo Ashnod. "Esa es la palabra. Como si no estuvieramos allí. Comosi no hubiera nadie más." Ella extendió la mano para tocarle el hombro. Tawnos se pusorígido, lejanamente inclinado, y ella dejó caer el gesto. “Tienes razón acerca de que todoes una pérdida", dijo al fin. "Pero se puede evitar, incluso ahora."

"¿Cómo?" los ojos de Tawnos se estrecharon."Darle lo que quiere", dijo Ashnod. "Darle a Mishra la otra mitad de la piedra.""¿Rendirse?" dijo Tawnos, con voz muy fuerte. "¿Después de todo esto,

entregarse? ¿Cuándo mañana debemos ir al campo de batalla? Antes de venir a Argoth, podría haber sido una opción, tal vez." Pensó un momento y dijo más para sí que para sucompañero: "No, ni siquiera antes."

Ashnod levantó ambas manos en un gesto pacífico. "Sólo una sugerencia, patito."

"Él te ha enviado con ese mensaje?"“ No, son mis propias palabras”, le espetó Ashnod. "Él no confía en mí", añadió

en voz baja.

"¿Quién podría, en este momento?" preguntó Tawnos. Las palabras salieron desu boca antes de darse cuenta lo que dijo.

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“Bien,” gruñó ella, y se levantó de repente. Agarró la mochila, que desaparecióde nuevo en las sombras de su capa voluminosa. "Si hasta traía regalos".

"Cualquier regalo proveniente de tí sería tratado con desconfianza," dijo Tawnosrevolviendo sus pies y colocandose junto a ella.

Se detuvieron por un momento, y un viento frío pasó entre ellos. Luego Ashnod

dio la vuelta para marcharse."Tal vez ..." comenzó Tawnos. Ella dudó de sus palabras. "Tal vez podríamosconseguir unir a nuestros dos maestros", continuó. "Sin sus armas. Sin sus ejércitos. Talvez hay una manera de hacer que ambos se entiendan."

Ashnod negó con la cabeza. "Están congelados en sus acciones ahora, tanmecánicos como sus propias invenciones, tan implacables como las fases de la LunaBrillante". Ella mostró una triste sonrisa. "Sueñas con un momento en que pudieranentenderse entre sí. Ese momento nunca existió."

Ella se alejó de él, luego se detuvo y se volvió. "Mañana sé cuidadoso. Quesobrevivas a la batalla." Caminó hasta el otro extremo del gigante derribado, y se pusosu capucha. Su cabello escarlata desapareció y se fundió una vez más con las sombras.

"Tú también ten cuidado", dijo Tawnos a la muda oscuridad y se volvió ensilencio hacia su propio campo. Mientras retornaba, una parte de su mente tomó nota delas condiciones del terreno, ya que tendría que evitar las trampas del ejercito de Urza.

Pero otro segmento de su conciencia meditó las palabras de Ashnod, repitiendouna y otra vez.

“Ese momento nunca existió..." 

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1ERa. Parte

Estudio De Las Fuerzas

(10 - 20 AR)

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Capítulo 1Tocasia

L a arqueóloga Argiviana se quitó los lentes y se frotó los ojos cansados. La arena

del desierto estaba en todas partes, más aún cuando la brisa soplaba hacia el este desdelos yermos del interior. El aire del desierto era tan cálido como carbones encendidos,

 pero Tocasia se alegró por el viento suave. Sin la brisala excavación sería simplemente insoportable ysofocante.

La anciana investigadora se sentó en una mesaadornada, un monstruosidad enorme con piernasgruesas, estriadas y con una pesada incrustaciónsuperior de cáscara brillante. Era un regalo de una delas familias de la nobleza Argiviana, una recompensa

 por "enderezar" a un vástago andante de su línea. La

herencia parecía casi cómica asentada en elafloramiento que Tocasia había reclamado como sucuartel general, debajo de una lona pálidamente gris de muselina de Tomakul.

El regalo había sido bien intencionado, y ella sólo podía imaginar los gastosderivados del envío de la tabla hasta ella. El desierto ya había tomado su peaje: el pulidoa mano final había sido casi completamente arruinado por el viento cargado de arena, yla madera se había agrietado debido al evaporamiento del líquido que contenía suinterior. Adecuado para una sala de tocador Argiviana, era mucho menos aceptable en eldesierto. Sin embargo, era un espacio plano, y Tocasia lo apreciaba.

La mesa estaba llena de pergaminos a medio introducir en sus estuches y mapasde sobrevivencia sostenidos debajo de trozos de metal oxidado, los bordes rotos de los

 papeles revoloteaban en la brisa. Una parte particularmente grande de metal azulado sehallaba directamente frente a Tocasia, maldiciéndola con su enigma.

Parecía una parodia de un cráneo humano, con una cara como de murciélago yojos fríos, impasibles, de cristal de colores en el metal azul desconocido. El propiometal parecía tan dúctil y blando como el cobre, pero al doblarlo sólo hizo que recobrara

lentamente su forma original. Unconjunto de glifos Thran corría a lo largode la parte inferior del cráneo, queTocasia había traducidoaproximadamente como “su-chi”. Si este

era el nombre de la criatura, su propietario, o su fabricante era unmisterio para ella.

La mandíbula inferior del cráneosobresalía hacia adelante, terminando enun puñado de colmillos. La partesuperior del cráneo se había desprendido

 para revelar una maraña de cables demetal azul. Situado entre ellos había una

solitaria piedra grande, era opaca como un vidrio viejo, desgastada antiguamente yafectada por una grieta longitudinal a lo largo de la parte superior.

Tocasia suspiró. Incluso si su excavadores pudieran encontrar el resto del cuerpode este artefacto Thran, era poco probable que alguna vez vuelva a funcionar. El daño

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era demasiado extenso, e incluso si pudieran volver a recrear su forma, la piedra preciosa que le daba su poder estaba hecha añicos. Sólo habían encontrado un puñadode piedras enteras y funcionando. Brillando en tonalidades del arco iris, podíanalimentar los dispositivos Thran de mas edad. La mayor de esas piedras había sidoenviada de regreso a Argivia para un estudio adicional a cambio de ayuda y suministros.

Una sombra tocó la esquina de su mesa, y Tocasia saltó ligeramente. Había estadotan concentrada en el cráneo que no había visto acercarse a nadie. Miró la cara oscurade Loran y se preguntó cuánto tiempo había estado allí la niña.

Loran era la hija de unos nobles y una de las mejores alumnas de Tocasia, aunqueeso no era decir mucho, dada la actual cosecha de estudiantes. Temprano en la carrerade Tocasia había aceptado la ayuda financiera de muchas de las casas nobles dePenregon. A cambio, las casas solían enviar sus miembros más jóvenes masrecalcitrantes o rebeldes al desierto durante el verano para unirse a la loca arqueóloga ensu excavación de artefactos Thran.

Para ser honestos, Tocasia pensaba, que la mayoría de los jóvenes que recibía eranculpables nada más que de ser típicos adolescentes y sus padres sólo trataban de

sacarlos de sus mansiones. Una vez en el sitio, su interés en el pasado oscilaba entremínimo e inexistente. Ellos estaban contentos de estar lejos de las cortes perfumadas y

 protegidas de Penregon, sus pequeñas intrigas, y lo más importante, sus padres. Tocasiales encomendó de tanta responsabilidad de como ellos fueran capaces. Algunossupervisaban a los excavadores Fallaji, mientras que otros ayudaban a recoger ycatalogar los dispositivos que salían a la luz. Sin embargo otros se contentaron conmanejar las catapultas de metralla que flanqueaban el campo y que servían comoelemento disuasorio para los ladrones del desierto y los rocs carroñeros. Los jovencitosy las jovencitas llegaban, cumplian su tiempo, y huían a las ciudades con suficientescuentos como para impresionar a sus amigos y con la madurez suficiente para apaciguara sus padres.

Y algunos, como Loran, tenía la inteligencia, la sabiduría, y la presencia de ánimocomo para volver después de su primera experiencia. Loran estaba en su terceratemporada y entrando en la plena floración de su feminidad. Tocasia sabía que era sólocuestión de tiempo antes de que la chica comenzara a preocuparse más por vestidos degala y cenas que de artefactos y sitios de excavación, pero para este verano, al menos, lecomplacía tenerla allí para ayudarle a catalogar, organizar, y coordinar.

Tocasia parpadeó, empujó sus gafas mas arriba de su nariz, y arqueó una cejahacia la estudiante. Loran nunca hablaría hasta que se le hablara, aunque Tocasia estabatratando de romper esa costumbre.

Hubo una pausa, y luego Loran dijo en voz baja, "La caravana de Argivia ha

llegado."Tocasia asintió con la cabeza. Ellos habían estado observando la nube de polvoque se levantaba desde el este durante toda la mañana, pero habían pensado que no seríahasta la tarde cuando los vagones de Bly llegarían a destino. El viejo capitán del vagónhabría tenído la posibilidad de adquirir nuevas bestias, o bien el viejo uro, habíafinalmente sucumbido. Lo que quería decir Loran era que los vagones de Bly habían

 pasado a través de las puertas de la empalizada, y era mejor que Tocasia estuviera allí para salvar a sus estudiantes del mal humor del mercader si la dueña del campo noestaba allí para darle la bienvenida.

Loran no se movió, y Tocasia agregó: "Voy a estar abajo tan pronto como sea posible. Si a Bly no le gusta, que se espere." Los labios de Loran se comprimieron en

una delgada línea, luego la niña asintió con la cabeza y desapareció. Tocasia suspiró denuevo. En dos o tres años Loran estaría dándole ordenes a los comerciantes como Bly

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sin ningún esfuerzo, pero ahora ella, y la mayoría de los otros estudiantes, estabanintimidados por las bravatas del comerciante.

Tocasia observó como se retiraba Loran, vestida con el traje de trabajo colorcrema que utilizaba la mayoría de las estudiantes mujeres. Notó que la niña tenía su pelomás largo, a la moda que se llevaba en la capital. El cabello de Loran era largo, oscuro y

espeso, lo que la hacía mas exótica entre la mayoría de sus compañeros. "Un toque deldesierto" era la expresión que utilizaba la nobleza Argiviana. No era un elogio sino unaacusación tácita de que algún bárbaro del desierto estaba al acecho en el árbol familiar.Tal vez por eso Loran regresaba todos los veranos -no podía ser solo por la presión de lafamilia. La última vez que Tocasia visitó Penregon, la madre de Loran había dejado

 bien en claro que Loran debía frenar esos tontos esfuerzos por hurgar en el polvo en busca de desechos de metal.

Tocasia miró hacia el campamento, un enorme muro construído en torno a unconjunto de colinas. Las suaves colinas estaban talladas por lava seca y resultó ser muy

 productiva en artefactos Thran. La empalizada era más una demarcación de territorioque una verdadera protección, pero mantenía a los bandidos del desierto, como dirían

ellos “acorralados”. La barricada de piedras apiladas estaba flanqueada por un par decatapultas de gran tamaño cargadas con ripio suelto para mantener los rocs a distancia.Dentro de las paredes la mayor parte de la actividad del campo era lenta por el calor delverano. Una colina en particular, aquella en la que se había recuperado el cráneo su-chi,resultó ser particularmente prometedora, y ahora estaba cubierta con una malla decuerda y estacas para un examen más detenido. Las patas de los lentos pebeteros semovieron pesadamente para alcanzar a los vagones, dirigidos por los niños nobles quegozaban de aporrear a los animales albinos con sus aguijones improvisados.

La puerta se cerró con el paso del último vagón, y una figura de grancircunferencia de cabeza saltó, agitando los brazos de una manera animada. Bly parecíadisfrutar aterrorizando a los estudiantes, tal vez porque tenía que doblegarse a sus

 padres de vuelta en Penregon.Tocasia sonrió ante la idea de Bly de vuelta en la capital Argiviana, sombrero en

mano, inclinando ligeramente la cabeza, tratando de enunciar sus demandas sin tenerque recurrir a las maldiciones. El desierto era probablemente el mejor lugar para él.

La arqueóloga se pasó las manos por el pelo canoso corto, tratando de sacudiralgún enredo inexistente. Cuando ella era joven su pelo había sido tan largo y casi tanoscuro y exuberante como el de Loran. Podría haber habido un toque del desierto en elárbol de su familia. Sin embargo, la edad tiende a hacer iguales a todos las personas, ysu mechones rapados eran más fáciles de cuidar en el desierto.

Tocasia dio a la calavera azul de metal una palmadita cariñosa y se levantó de su

silla de campamento. Cogió su bastón, un fragmento roto de madera y acero brillante dealgún mecanismo Thran desconocido. Todavía estaba lo suficientemente activa como para justificar su uso como una ayuda extra en el recorrido del terreno irregular y nocomo una muleta. Pero los dolores en sus articulaciones durante el fresco amanecer deldesierto contaban una historia diferente.

Tocasia se tomó su tiempo para descender de su elevada posición. Bly seembroncaría y se quejaría, pero eso nunca le impidió comerciar. Los artefactos y botínvendibles que traería de vuelta desde el sitio hacía valer la pena del viaje largo y difícilhacia el interior.

 No fue una sorpresa, entonces, que una vez que llegó a los vagones había unamplio círculo de estudiantes y carreteros que rodeaban al patrón del vagón. La sorpresa

se la llevó una pareja de jóvenes a los que Bly reprendía.

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Los dos le eran completos desconocidos. Uno de ellos era moreno y fornido, ydaba un respingo cada vez que Bly bramaba. Estaba medio escondido detrás del otro, unmuchacho delgado, de pelo aleonado, que estaba firmemente parado, recibiendo latremenda explosión de truenos que lanzaba el patrón vagonero.

"¡Engañadores! ¡Tramposos! Mentirosos!" gritaba Bly.

La pareja era de diez años de edad, según Tocasia podía adivinar. Doce comomucho. Esa era la edad en la que los nobles enviaban por primera vez a sus hijos alcampamento de Tocasia. Pero estos no eran sus alumnos, y no se esperaban nuevosarribos hasta el comienzo de la siguiente temporada. Loran estaba a un lado de lamultitud, parecía tanto avergonzada por la escena como aliviada de no ser el objeto deltemperamento de Bly.

"¡Trataban de engañarme! ¡Ahora ocúpense de la descarga, perros asquerosos!"farfulló Bly, con un tono carmesí arrastrándose a través de su cara.

El muchacho de cabello oscuro levantó los puños y dio un paso hacia adelante. Elmuchacho rubio que era mayor extendió un brazo para bloquear a su compañero, perosus ojos no se apartaba del maestro vagonero.

"Sirrah", dijo con calma, aunque lo suficientemente fuerte como para que la genteque le rodeaba le escuchara, "hicimos una trato. Trabajaríamos para tí solo para pagarnuestro pasaje hasta aquí. Ahora que hemos llegado, ya no vamos a trabajar mas parati."

Bly se volvió apoplejicamente púrpura. "Estuvieron de acuerdo en servir comoayudantes durante todo el viaje. ¡El viaje no ha terminado todavía; aún tenemos quevolver a Penregon!"

"¡Pero entonces tendremos que volver aquí por nuestra propia cuenta!" explotó elniño rechoncho, inclinando hacia adelante el brazo que le sujetaba el otro.

"¿Qué está pasando aquí, Bly?" dijo Tocasia.El capitán de los vagones se giró ante la académica, parpadeando como si recién

ahora se hubiera dado cuenta de ella. "Este es un asunto privado, señora Tocasia. Nadamás."

El más delgado de los dos jóvenes se adelantó. "¿Tú eres Tocasia la Académica?""No hemos terminado", quizo comenzar Bly, pero Tocasia levantó una mano y

respondió a los jóvenes.“Si, lo soy”, dijo. “Soy Urza," dijo el joven. "Este es mi

hermano Mishra." El más robusto de los dosniños asintió con la cabeza, y el mas delgado delos jóvenes sacó un sobre maltratado desde el

interior de su chaleco. El sello en la solapa, laimpresión de una familia noble conocida, estabaintacto, pero parecía como si la carta había hechotodo el viaje junto a la piel del niño. Bly respiró

 profundamente cuando la vió.Tocasia miró a los dos jóvenes, luego al patrón del carro. Ella deslizó una uña

 pulida por la arena del desierto debajo de la aleta y abrió la carta. La caligrafía era fluiday bien formada, dictada a un escribano, pero la firma en la parte inferior era reconocible,aunque débil y entrecortada.

Por un momento se hizo un silencio mientras ella leía, durante el cual tanto Blycomo Mishra cambiaban de posición con impaciencia, esperando la oportunidad de

comenzar de nuevo la discusión. El joven Urza estaba impasible, con sus manoscruzadas delante de él.

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Tocasia dobló la carta de nuevo y dijo pensativamente: "Bueno, eso es todo." Y alos dos niños, dijo, "Tomen vuestras cosas, y sigan a Loran hasta sus cuartos." A Bly,respondió, "Estos dos son de mi responsabilidad. Ellos se están uniendo comoestudiantes."

El color púrpura regresó al rostro de Bly. "¡Pero me deben medio viaje! ¿Me estás

diciendo que tengo que dejar que estos sabandijas rompan un acuerdo justo, solo por esacarta!"Tocasia dejó que el patrón vagonero se quejara. Vio a los niños sacar un par de

mochilas delgadas de un vagón y poco después la forma delgada de Loran corriendo presurosamente. Sólo cuando pasaron a través de la multitud y esta se dispersó paraatender inmediatamente los asuntos de la descarga de suministros puso su atención enBly.

"El acuerdo era que trabajarían a lo largo de su viaje," dijo ella bruscamente."Cuando llegaron aquí, ese viaje terminó. Ellos están tomando residencia aquí.¿Entiendes?". Habia cierto sonido metálico en su voz, e incluso Bly sabía que no podríahacer cambiar de opinión a la erudita cuando utilizaba ese tono. Asi que, respiró hondo

y se comformó con calmarse.Tocasia levantó la carta. "Esto es de su padre, de quien no he oído durante muchos

años. ¿Qué sabes de él?"Bly balbuceó por un momento y luego dijo: "No está muy bien que digamos. Se

ha vuelto a casar recientemente con un marimacho, una verdadera zorra de una buenafamilia con sus propios hijos. Se había puesto gravemente enfermo aproximadamenteun mes antes de salir de Penregon. Podría ser que ya esté muerto. "

"Podría ser," dijo Tocasia solemnemente, "o podría estar demasiado enfermocomo para ver el bienestar de sus hijos. Tú no sabías nada de esta carta, ¿verdad?"

El capitán miró a los pies de su vagón, avergonzado. "No, no lo sabías", continuóTocasia. "Porque si lo hubieras sabido, no habrías tratado de empujar a esos niños a unanegociación tan difícil. ‘Viaje completo’ ¡Cuando no! Conociéndote, probablementehabrías hecho trabajar a esos dos, tan duramente como lo haces con tus uros, o quizásaún peor. ¡Porque sabías que sin esa carta no les tomaría sólo por su palabra!"

"La nueva madre, es una engendro", dijo Bly en voz baja, a modo de explicación."Buscaba que se fueran, pero no gastaría un molino en su bienestar. No quería echarmano del dinero de la familia, ya que probablemente es todo suyo ahora mismo."

"Así que distes a los chicos un descanso, haciéndoles trabajar como esclavos, ytratando de retenerlos, ya que nadie se daría cuenta de su suerte", dijo Tocasia. "Eso es

 bajo, incluso para tí, Bly. Ahora descarga los suministros, y sí, voy a hacer uninventario completo, gracias. Y luego vamos a cargar los vagones para tu regreso. Hay

algunos elementos que te proveerán un beneficio excelente, a pesar de tu conductaescandalosa."Tocasia quería darle algunas lecciones más Bly, pero Loran llegó corriendo.

"¡Señora Tocasia, los chicos nuevos!"Tocasia frunció el ceño hacia la estudiante. La joven al fin había hablado, por lo

que debía ser importante. "¿Sí?""Se están peleando", dijo Loran. "Con Richlau y un par de los otros chicos."Tocasia pronunció una leve maldición. Bly se rió entre dientes. "Puedo llevarlos

de vuelta si así lo deseas, académica" dijo.La erudita le disparó al patrón de los vagones una mirada que pondría los pelos de

 punta a un buey detenido a quince pasos. Dijo a Loran, "Busca a Ahmahl y a un par de

los otros excavadores para que los separen. Y envia a los chicos a mi tienda." Loranvaciló, y Tocasia prácticamente pateó el suelo. "¡Ahora!"

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La joven desapareció en una nube de polvo, y Bly, dijo, "Creo que ese par traeránmás problemas de lo que valen, si no te importa que lo diga."

"No me sorprende", gruñó la erudita. "Su padre fue siempre un ‘bicho malo’". "¿Así que al final te los vas a quedar?" preguntó el maestro vagonero, moviendo

la cabeza.

Tocasia suspiró. ”Sí. Le debo mucho a su padre. Por un favor muy antiguo.""Debe haber sido un gran favor", dijo Bly. "¿Qué te dio?""Sólo mi libertad ", dijo Tocasia, y se alejó del maestro vagonero sin esperar

respuesta.Bly miró la espalda de Tocasia mientras caminaba de vuelta por la colina. ¿Era su

imaginación, o parecía ser más anciana y más frágil de lo que había sido hace solo unmomento? Entonces oyó gritos roncos entre los vagones, y la idea huyó de su cabeza.

"¡Eh!" gritó a los camioneros, arrojándose de nuevo en el trabajo. "¿Nunca hastransportado mercancías antes? ¡Esa cosa es delicada! Manéjalo como lo harías con elrecién nacido de tu hermana, o nosotros no cobraremos!"

La colina le pareció más empinada a Tocasia en la subida de lo que había sido en

el camino hacia abajo, y los muchachos ya estaban esperando allí cuando llegó a lacima. Ahmahl y Loran estaban allí también.

El líder de la tribu de excavadores del desierto asintió con la cabeza bruscamentehacia Tocasia. En Fallaji, la lengua del desierto, dijo, "Mire al pequeño. Era todo puñosy mordiscos cuando le alejamos. Tanto fuego en alguien tan pequeño. El grande hizosangrar la nariz de Richlau, pero no está rota."

Tocasia respondió en el mismo idioma, “Richlau merece tener la narizensangrentada. Díle que está de servicio en la cocina por el resto del mes. Y traslada lascosas de los chicos a las tiendas de Havack en su lugar." Ahmahl asintió con la cabeza ysalió del lugar . Loran no hizo ademán de irse hasta que Tocasia le dio instrucciones devigilar a Bly.

La arqueóloga caminó alrededor de la mesa, deslizando el bastón de vuelta a suestuche, una canasta en forma de tambor hecho de un piel de pebetero. Se apoyó con las

 palmas sobre la mesa y miró a los dos muchachos. Sus chalecos habían sido destrozadosen la batalla, y los bolsillos de Urza estaban completamente desfondados. Mishra habíaadquirido un ojo negro, y ambos muchachos mostraban numerosas marcas de arañazos.Tocasia suspiró y se sentó en su asiento. Los muchachos se movieron incomodamente.

"Quince minutos", dijo al fin. "Quince minutos y ya están en una pelea. Un nuevoregistro, incluso para este lugar."

Los dos chicos empezaron a hablar a la vez. Urza dijo: "Me gustaría pedirdisculpas en nombre de todos los involucrados"

Mishra reventó con un, "Lo siento, pero en realidad no fue culpa nuestra si…""¡Silencio!" dijo Tocasia golpeando la mesa duramente, fue tan fuerte el golpe queel cráneo ‘su-chi’ subió ligeramente, y un pedazo de la incrustación de perlas rebotófuera de su entorno. Los dos muchachos se calmaron inmediatamente y comenzaron amecerse nerviosamente.

Tocasia se reclinó en su silla. "¿Qué pasó?"Los muchachos se miraron entre sí, como si cada uno concediera al otro la

oportunidad de hablar. Por un mutuo consentimiento tácito, Urza ganó la oportunidad."Uno de los chicos mayores quiso pegarle a mi hermano. Yo le detuve", dijo

remilgadamente. “Un niño grande, con pelo rojo y pecas.” "Ya lo veo," dijo Tocasia. Mirando a Mishra dijo, "¿Y por qué Richlau se metió

contigo?"

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"No hay ninguna razón", dijo Mishra. Urza empezó a decir algo, pero Tocasialevantó una mano para silenciarlo. Después de un largo silencio, Mishra agregó, "Medijo que estaba en su cama."

"¿Y estaba en lo cierto?" preguntó la sabia.Mishra se encogió de hombros. "Supongo". Entonces, después de una pausa,

soltó: "¡Pero él no tenía por qué ser grosero al respecto!""Richlau es grosero con todos ", dijo Tocasia. "Vas a tener que acostumbrarte si tequedas por aquí." Enfrentando a Urza, dijo, "Tú eres el hermano mayor, ¿correcto?"

"Así es", dijo Urza, pero Mishra hizo un pequeño ruido de tos. Urza hizo unamueca y añadió: "Debo decir que Mishra y yo nacimos en el mismo año, yo nací en el

 primer día del año, Mishra nació en el último. Así que salvo ese último día , yo tengo unaño más."

"¡En el último día, somos iguales!" chilló Mishra, como si estuviera contento deque su hermano se hubiera corregido.

Tocasia levantó la carta del chaleco de Urza. "¿Saben lo que dice?"Una vez más, los dos muchachos se miraron entre sí. Tocasia sintió que hablaban

en un lenguaje secreto, un lenguaje que solo ellos podían escuchar.“No exactamente”, respondió Urza al fin."Su padre era un querido amigo mío a quien le debo mucho", observó Tocasia. "Él

quiere que yo cuide de ustedes, que los cuide por si algo le ocurriera a él. Eso significaque van a quedarse por aquí un buen rato. Y eso significa trabajar conmigo y con misalumnos. Si se sienten incómodos con este acuerdo, puedo enviarles de vuelta con Bly,

 pero para ser honesta no sé qué clase de bienvenida les esperará en Penregon ".Una vez más los chicos se miraron entre sí. Fue Mishra el que habló en esta

ocasión, "¿Qué es lo que haces?""Excavo", dijo Tocasia. "O, mejor dicho, superviso a otros que excavan. Estamos

 buscando artefactos aquí. ¿Sabes de que estoy hablando?""Restos del pasado", dijo Urza. "De una civilización que estaba aquí mucho antes

de Argivia o de cualquiera otra nación de Terisiare. Antiguedades.""Así es", dijo Tocasia. "Artefactos cuyo poder abarca desde juguetes pequeños

hasta grandes máquinas, máquinas que pueden hacer el trabajo de muchos hombres.""¿Al igual que esas cosas grandes blancas parecidas a bueyes?" preguntó Mishra,

casi en silecio.Tocasia arqueó una ceja hacia el hermano menor. "Sí, por supuesto. Los pebeteros

que utilizamos aquí como bestias de carga sonartefactos, los creé yo hace un tiempo en base alos diseños que hemos reconstruido de la raza

Thran, una raza constructora de artefactos. Los pebeteros son fuertes y leales máquinasirreflexivas, unos trabajadores incansables. Norequieren agua ni comida, y cuando se rompen,los fluidos de sus articulaciones se utilizan para

 preparar una bebida fuerte que comerciamos conlas tribus del desierto a cambio de información yotros artefactos".

"Suenan muy útiles", dijo Urza.Tocasia se reclinó en su silla. "Mishra, estoy impresionada. El esqueleto está

cubierto por cueros cosidos para proteger el funcionamiento de las arenas del desierto.

Tuve una estudiante que era muy útil con la aguja. La mayoría de los nuevos estudiantesasumen que los pebeteros están vivos, puesto que la única cosa comparable son los

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uros.”. Tocasia rió. "Una de las bromas que Richlau y los otros muchachos probablemente estarían preparando sería asignarte a alimentar a un pebetero y no volverhasta que hubiera terminado su comida. ¿Cómo has adivinado que no estaban vivos?"

Mishra parpadeó, y luego frunció el ceño. "No lo adiviné. Sólo lo sabía."Urza dijo: "Su marcha no es la correcta de un ser vivo. Se lanza hacia adelante

cada vez que da un paso. Una criatura real sería más suave." Miró a Tocasia y seencogió de hombros. "Yo también lo sabía, pero no creía que fuera lo suficientementeimportante como para mencionarlo. Los Thran deben haber sido gente maravillosa parahaberlos creado."

Tocasia dijo: "¿Y qué sabe usted de los Thran, jóven Urza?"El niño de pelo rubio separó sus pies y se llevó las manos a la espalda en una

 posición de recitación que Tocasia recordaba de su propia juventud."Los Thran fueron una antigua raza que vivió en esta tierra muchos miles de

años atrás. Crearon una serie de dispositivos maravillosos, sólo unos pocos de los cualeshan sobrevivido hasta nuestros días. El gran reloj de la Corte Suprema de Penregon sedice que es un artefacto Thran."

Tocasia reprimió una sonrisa, el dispositivo que había en el corazón del relojhabía sido uno de sus primeros hallazgos. "Pero ¿quiénes eran?" -preguntó ella."¿Quiénes fueron los Thran? ¿Eran humanos?"

Urza se asombró, como si la pregunta fuera imparcial. "Por supuesto. ¿Por quéno habrían de serlo?"

"¿Qué pruebas puedes ofrecer?" preguntó Tocasia.Urza pensó por un momento, y Tocasia notó que bajó un poco la cabeza como si

tratara de apoyar un cráneo lleno de pensamientos contra su pecho. "Yo no me acuerdode nada que diga que no lo eran. Po eso supuse que lo eran."

"La mayoría de la gente lo hace", dijo la académica. "Pero la verdad del asuntoes que no sabemos. En efectivo, pueden haber sido humanos. Ahmahl, uno de losFallaji, tiene algunos cuentos populares acerca de cómo los Thran eran poderosos diosesque condujeron a su pueblo a este mundo, pero las historias están muy descuidadas endetalle. Los Thran podrían haber sido minotauros, elfos, enanos, duendes…"

"¡Oh, espero que hallan sido minotauros!" dijo Mishra. "¡Esos si que tienen un buen aspecto!"

Urza extendió las manos delante de él y dijo secamente: "Tuvimos un carnavalen Penregon cuando éramos más chicos. La mayor parte de lo que sabe Mishra deminotauros viene de haber visto uno allí."

"Pero el hecho es que no sabemosquiénes fueron los Thran", continuó Tocasia.

"Y por ello excavamos, examinamos ytratamos de juntar las piezas del pasado. Los pebeteros son el resultado de lo que hemosaprendido. Asi como, en menor medida, lascatapultas de metralla que custodian elcampamento. Lo que sí sabemos es quemuchos de los dispositivos Thran fueronimpulsados por fuentes de energía cristalina.Las llamamos piedras de poder. Como lasllamaban los Thran es una incógnita.Tenemos una idea aproximada de su lengua,

aunque muy poco se halla escrito. No hemosencontrado estatuas, arte, cerámica o nada que implique las artes creativas. Sabemos

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que destruyeron esta tierra y la dejaron casi desnuda, pero no sabemos cómo murieron,si por una guerra interna, hambre o peste."

Suspiró. "No tenemos ni siquiera idea de cómo eran físicamente. Podrían habersido como nosotros. O podrían haberse visto como nuestro amigo de aquí." Empujóhacia adelante al su-chi del escritorio y le acarició.

Mishra se adelantó y cogió el cráneo. Tocasia se sorprendió por la velocidad quesólo los depredadores del desierto y los niños pequeños pueden manejar. Le dio vueltauna y otra vez en sus manos.

"Deténte", comenzó Tocasia. Quizo decir: "Deja eso y ponlo en su sitio," peroera demasiado tarde. Al primer sonido suyo Urza se lanzó hacia su hermano pequeño.

"¡Déjalo donde estaba!" gritó el muchacho de pelo rubio. "¡Podría ser peligroso!"

"No es peligroso", gruñó su hermano de pelo mas oscuro. "Si fuera peligroso, lohabría tenido en un lugar donde no podríamos tocarlo!"

“¡Entonces, es frágil! "gritó Urza. "¡Lo vas a romper!""¡Si lo rompo, será por tu culpa!" dijo Mishra. La pareja formó un nudo

apretado, el cráneo, su-chi entre ellos."¡Dáselo!" gritó Urza."¡No!" respondió Mishra."¡Basta!" rugió Tocasia, haciendo tronar las dos manos en la parte superior de la

mesa. En un momento los niños estaban derechos otra vez, y el cráneo quedó balanceándose suavemente contra la incrustación de perlas en la que había estado unosminutos antes.

La erudita frunció el ceño ante los muchachos. "Ustedes hablan mucho y parecentener bastante energía para quemar. Es suficiente. Van a pasar lo que queda del mesaprendiendo desde el principio. Empezarán trabajando en la cocina. Junto con Richlau,

 por lo que les recomiendo que encuentren la manera de tratar con él. Si tengo más problemas con ustedes, voy a enviarlos de vuelta con Bly.” Tocasia les hechó unamirada. "¿Me he expresado con claridad?"

Como si fueran uno, ambos niños asintieron con la cabeza."Bien". Tocasia dejó caer su delgado cuerpo en la silla. "Ahora, repórtense a la

tienda de campaña y empiecen a pelar tubérculos. Están preparando una gran fiesta estanoche para los hombres de Bly. Confío en que no habrá más problemas"

Ambos niños asintieron nuevamente al unísono con la cabeza. Tocasia les hizoseñas de que se retiraran, y desaparecieron de su tienda, dejando rastros de polvo detrásde ellos mientras correteaban por la ladera.

A pesar de todo Tocasia sonrió. Eran tan parecidos en edad, pero su orden de

nacimiento establecía sus actitudes. Urza tenía diez años pero se comportaba como sifuera mucho mayor y se sentía responsable de su hermano menor. Mishra tenía casidiez, pero actuaba más juvenilmente y era más exuberante. Probablemente siempreestaría dispuesto a probar cosas nuevas, pensó Tocasia, porque su hermano mayorestaría allí para cuidar de él.

Aún así, pensó, sería razonable dedicarle algunas palabras a Richlau. Hacerlesaber que a ella no le gustaría escuchar que le estaba haciendo la vida difícil a los dosestudiantes más nuevos y jovenes. Eso podría crear sentimientos contrarios si los "niñosnuevos" eran conocidos por ser sus favoritos, pero sería un pequeño precio, y algotemporal. Al final de esta temporada, este grupo de jóvenes nobles regresarían aPenregon y un nuevo contingente tomaría su lugar. Los hermanos deberían ser capaces

de manejarse por sí mismos para ese entonces, pensó, o se habrían ido.

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La sonrisa de Tocasia se devaneció mientras cogía el cráneo metálico su-chi. Loexaminó cuidadosamente para ver si los muchachos lo habían dañado aún más en larefriega. De alguna manera, observó, las dos mitades del cristal de poder se habíanunido durante la lucha. La grieta longitudinal se había desvanecido, y el cristal ahora erauna pieza sólida. Aún más interesante, había un parpadeo de luz en lo más profundo del

cristal, una luz débil, pero que indicaba que el cristal seguía manteniendo parte de suenergía.Tocasia miró el cráneo y su cerebro cristalino hasta que Loran llegó a buscarla

 para la cena con los hombres del capitán de las carretas y sus propios alumnos. Pero susojos y sus pensamientos se desviaban muy a menudo durante la comida hacia los doschicos que había llegado recientemente al campamento.

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Capítulo 2Ornitóptero

 T ocasia no envió a los chicos de vuelta con Bly en ese viaje, ni en ningún otroviaje a Penregon durante los siguientes seis veranos. Urza llegó a un acuerdo conRichlau, y Mishra era más cuidadoso al sentarse en literas que no le pertenecían. Loranvolvió a Penregon y se quedó allí por cinco años. A Bly comenzaban a desgastársele los

 bueyes nuevos y trató de comprarle uno de los pebeteros a Tocasia sin éxito. Tocasiasiguió excavando y cuidando de los dos muchachos.

Al principio Tocasia pensó en Urza y Mishra como dos partes de una mismaentidad. Su inclinación se vio reforzada por la manera en que los dos se miraban entre síantes de contestar una pregunta. Sin embargo, eran personas muy diferentes, y eldesierto recalcó diferentes partes de su personalidad.

Urza se hizo más estudioso, devorando cada trozo de información que Tocasiahabía reunido de los Thran. Examinaba minuciosamente las listas de artefactos detemporadas anteriores e incluso los montones de desechos de material que habían sidodescartados. De esta manera encontró varias piezas que pertenecían a descubrimientosmás recientes, pero habían sido descartadas por no concordar con aquellas encontradas

 por aquel entonces.Tocasia se dio cuenta que Urza estaba intrigado por la manera en que

funcionaban las cosas. A los doce años separó las extremidades anteriores de uno de los pebeteros, volviéndolas a montar sólo después de que Tocasia le amenazara conterribles consecuencias. Él y Mishra se quedaron reconstruyendo a la bestia durante todala noche, y su rediseño improvisado detuvo el tambaleo que había experimentado el

equipo previamente.El hermano mayor crecía fuerte pero se hacía cada vez mas delgado en el solcaliente. Su cabello se tiñó de un rubio pajizo, y ahora lo llevaba recogido en forma decola de caballo colgando de la parte posterior de su cuello. Sus conocimientos eranenciclopédicos y sus ideas perspicaces.

Mishra también floreció en el aire seco del desierto. Mientras Urza urgaba entrerollos echos jirones y mapas, Mishra aprendió a remover, tamizar, y excavar. Elhermano menor pasaba más tiempo fuera en el campo que su congénere. Trepaba entrelas expuestas paredes rocosas y los áridos despojos . Al poco tiempo podía observar elsitio de una excavación y aventurar una respuesta sobre a que profundidad deberíanllegar las excavadoras para encontrar los artefactos Thran. Sus suposiciones eran cada

vez mas acertadas.Tocasia se dio cuenta de que Mishra pasaba más tiempo con los otros estudiantes

y excavadores, así como con Ahmal, de lo que lohacía su hermano. Después de la cena, mientrasUrza estaba encorvado sobre las ligaduras dealgún artefacto esquelético, Mishra se encontrabaen el campo con los buscadores, escuchando lasleyendas del pueblo Fallaji. Había cuentos deincursores y héroes y genios del desierto, degrandes ciudades encerradas en botellas y almasdesgraciadas transformadas en burros. Así,Mishra se enteró de que la gente del desiertoconsideraba a los Thran como una raza de

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semidioses que habían utilizado sus artefactos para crear ciudades terriblementemaravillosas.

Tocasia sospechaba que los excavadores le dejaban probar a Mishra su “nabiz”,el vino poderosamente fermentado y condimentado con canela preferido por la Fallaji,

 pero no dijo nada. Le parecía bien que Mishra se hubiera alejado un poco de debajo del

ala protectora de su hermano. Por otra parte, como Urza pasaba la mayor parte de sutiempo envuelto en sus estudios a Tocasia le pareció que este no se dió cuenta de que suhermano pasaba más tiempo con los demás que a su lado.

El trabajo en el sol del desierto fortaleció a Mishra. Se volvió más musculoso, ycomo resultado de las largas horas pasadas en los sitios de excavación, su carne tomó un

 bronceado tan profundo como el de aquellos que trabajaban allí. Su pelo oscuro searrastraba tras él como un estandarte, adornado con trenzas a la moda del desierto. Teníalos hombros más anchos y un esqueleto mas firme que su hermano mayor y ahora podíamanejar la chatarra sin la ayuda de Urza.

Ambos muchachos eran trabajadores incansables, y Tocasia se dio cuenta porqueBly había tratado de quedárselos. Pero algo más que su trabajo los vinculaba a ella.

Cada uno de los hermanos tenía un entusiasmo por sus tareas que era contagioso.Tocasia no sentía la necesidad de hablar con ellos como si fueran niños, sino quehablaba con ellos como lo haría con adultos de confianza, y ellos le devolvían esaconfianza.

Pronto, la pareja fue considerada tan vital y permanente por una parte delcampamento como lo era Tocasia misma. Luego de dos años, los jóvenes nobles

 procedentes de Penregon tenían la misma edad que Urza y Mishra, y los hermanos yaconocían la disposición de la tierra. Recordando sus propias experiencias, la parejasiempre buscaba a los futuros matones entre el grupo y dejaba en claro que no

 permitirían la persecución de los estudiantes más pequeños. Dos años mas tarde loshermanos ya eran considerardos como los líderes de facto del contingente deestudiantes, lo que permitía a Tocasia más tiempo para su propio examen de losartefactos y las piedras de poder.

En el otoño del segundo año llegó la noticia al campamento, a través de lascaravanas de Bly, de que el padre de Urza y Mishra había fallecido después de una largaenfermedad. La carta había sido escrita breve, rapidamente, por la madrastra de losniños. La misiva no hablaba nada acerca de una herencia, y Tocasia sospechó que talvez núnca se haría mención de ella.

Le dio la noticia primero a Urza. Quién estaba trabajando debajo de la tienda deTocasia, limpiando el polvo de un dispositivo que se había encontrado ese mismo día, yque se hallaba impulsado por un resorte en espiral. Tocasia sospechaba que no era más

que un mecanismo de reloj, pero el joven había encontrado símbolos grabados a lo largode la longitud del resorte, símbolos que parecía tener una relación conocida con losglifos Thran. Cuando ella le habló de su padre, Urza dejó sus herramientas y se quedómirando un largo rato hacia la incrustración de perlas que tenían en la parte superior. Sefrotó los ojos y agradeció a Tocasia la información, a continuación, tomó susherramientas de nuevo, y continúo ocupándose del dispositivo.

Mishra respondió de manera muy diferente. Cuando Tocasia le dio la noticiahuyó del lugar de la excavación, subiendo por el lado rocoso sobre el campamento deTocasia. Su hermano mayor quizo ir tras él, pero Ahmahl se lo impidió. “Mishranecesita desahogarse a solas”,  le dijo el Fallaji. Sin embargo, después de la cena,Tocasia vio a Urza subir el afloramiento, y sentarse junto a su hermano durante mucho

tiempo para ver como la Luna Resplandeciente se alzaba sobre el desierto. Ninguno de

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los hermanos mencionó después este incidente, y Tocasia siempre se preguntó que sehabrían dicho el uno al otro en aquella colina rocosa .

En la primavera del sexto año de la llegada los muchachos Loran regresó, estavez como representante oficial de su casa en lugar de como una simple estudiante. Ellatambién había crecido y ahora era una dama de alta cuna (Bly informó a Tocasia con un

guiño y un codazo poco sutil) con una serie de pretendientes que deseaban tanto sumano como el dinero de su familia. Oficialmente, Loran estaba allí para inspeccionar elcampamento debido a los logros recientemente adquiridos y para recomendarle a sufamilia el aumento del patrocinio de los trabajos de Tocasia. En realidad, esa decisión

 podría haber sido tomada en Penregon, un número creciente de jóvenes líderes de lasdiversas familias habían pasado al menos un verano trabajando para Tocasia, y sus

 buenos recuerdos ahora volvían convertidos en grandes aportes. A la Corona Argivianano le importaba el trabajo de Tocasia, ella lo sabía, pero la Corona Argivian era débil ytrataba al asunto como trata todo lo que no le importaba: ignorando el problema.

Loran había hecho el largo y difícil camino hacia el campamento, sobre todo para ver a Tocasia otra vez, y Tocasia lo sabía. La mayoría de las formalidades y la

suavidad de la principiante desaparecieron al final de la primera noche, y para elmediodía del segundo día Loran rondaba junto a Tocasia mientras esta se movía deexcavación en excavación.

Tocasia tenía algo para mostrar a Loran, una historia que ella podería llevar denuevo a los otros estudiantes antiguos de la capital Argiviana. Se había producido unrepentino aguacero el mes anterior, una lluvia implacable que había amenazado a variosde los sitios de excavación. Rahud, uno de los buscadores de Ahmahl, había oído decir aun miembro de la familia nómada que la lluvia había llegado aún más lejos al norte.Esta tormenta había inundado gran parte de una zona árida en la que hacía muchos añosno llovía revelando lo que parecía una máquina Thran. Rahud le dijo a Mishra, Mishrainformó a Tocasia, y un día después el grupo había realizado una pequeña expedición alnorte.

Lo que habían encontrado era un dispositivo, y sin ninguna duda de origenThran. Al principio parecía como una especie de embarcación de vela, algo imposibleen el desierto. Largos mástiles de madera balsa sobresalían de orillas opuestas, a los quese había unido lo que parecía ser el aparejo de una vela. Urza lo examinó y, acontinuación, para sorpresa de Tocasia, declaró con confianza que era un artefactovolador, algo núnca visto en los cielos de Terisiare salvo en la más antigua de lashistorias.

Para la siguiente semana la actividad del campamento se trasladó al nuevo sitio,en busca de hacer palanca para soltar la máquina de vuelo parecida a un pájaro y

trasladarla de vuelta al campamento principal. Las excavadoras tuvieron que trabajarrápidamente para evitar la atención de los Fallaji menos amistosos así como los rocsdepredadores color arena. Mientras los estudiantes trabajaban a presión acarreandotierra y removiendo los escombros, Urza y Mishra acamparon en el sitio para protegerel nuevo hallazgo.

Al cabo de algunos días el dispositivo se halló libre de la tierra circundante y lasrocas, y a Urza le fue dada la razón. Lo qué Tocasia había tomado como velas enrealidad eran las alas. El artefacto parecía moldeado con forma de pájaro asi queTocasia lo llamó “ornitóptero”. Ambas alas estaban intactas, aunque el conjunto de lacola había sido aplastado. Un pequeño laberinto de cables y tubos en el corazón de lanave resguardaba una piedra de energía, ahora destrozada.

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Dos días antes de la llegada deLoran el ornitóptero estaba de vuelta en elcampamento, y Tocasia se alegró de ver lacara de la joven dama cuando vio los restosandrajosos. Para cualquier otro Argiviano

era un lío de mástiles fracturados, metaldestrozado, y pedazos de tela antigua, pero para cualquier antiguo alumno de Tocasiaera un tesoro. Ver este gran dispositivodespués de pasar un verano entero tratandode liberar fragmentos de roca con uncepillo pequeño hizo indescriptiblementefelices a la arqueóloga y a sus alumnos.

Tocasia también observó que con el paso del tiempo Loran se había vuelto más segura de sí misma. Ya no dudaba en hablar.Tampoco se pasaba todo el tiempo con su antiguo mentor. Durante los primeros días se

quedó cerca de Urza, quién había quitado el cristal del ornitóptero y estaba ocupadodesmontando y limpiando el pequeño dispositivo. Entonces, repentinamente y sin

 previo aviso, dedicó su tiempo y atención a Mishra, quien trabajaba en la reconstruccióndel enorme esqueleto de la nave. Tocasia no sabía lo que había ocurrido, si algo habíaocurrido, para que Loran cambiara su interés, y ninguno de los dos jóvenes nunca lamencionó en presencia de la estudiosa.

La joven regresó a Penregon prometiendo apoyar a Tocasia, llevando un pedidode telas livianas para velas , y los hermanos regresaron a su trabajo. Mishra habíareconstruido el esqueleto del ornitóptero, pero la naturaleza del conjunto de la cola ledesafiaba. Casi por acuerdo tácito, Urza se hizo cargo de la reconstrucción de las alas,descubriendo por donde corrían los cables y cómo iban a funcionar en vuelo. Fue Urzaquien descubrió que las alas con forma de vela debían ir cruzadas con delgadas cuerdascon el fin de mantener su forma durante el vuelo. Por su parte Mishra confirmó esto altraer delgados arcos rotos con forma de costillas junto con filamentos de alambre

 pelado. Urza vio que era mejor utilizar alambre para controlar la forma de las alas quelas simples cuerdas , así que se cursó otro pedido para Bly. Los dos jóvenes se pasaronhoras leyendo el diseño, tratando de determinar cómo harían funcionar la cola.

En total se tardó ocho meses para reconstruir el ornitóptero. La clave fue la cajade cables y discos que servían como motor de la nave. Ni Urza, ni Mishra, e incluso niTocasia sabían exactamente cómo el pequeño motor podría hacer funcionar al enormeornitóptero, sólo sabían que lo hacía. Urza utilizó el débil y pequeño cristal que había

 pertenecido al cráneo su-chi para alimentar el dispositivo.Era el último día del año, el cumpleaños de Mishra, cuando la nave finalmenteestuvo lista . El día era sorprendentemente cálido, y un viento suave soplaba deldesierto. Hubo cierto debate sobre quién tendría el honor y el peligro del primer vuelode prueba.

"Debo hacerlo", dijo Urza. "Después de todo, yo soy el único que comprende elfuncionamiento del cristal de energía."

"Yo debo hacerlo", respondió Mishra. "Las palancas de control de vuelo de lasalas son testarudas, y necesitarán una mano fuerte para mantenerlas en línea."

"Yo soy más ligero", dijo Urza."Pero yo soy más fuerte", espetó Mishra.

"Yo soy capaz de mantener las palancas en su lugar", dijo Urza.

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"Pero yo también entiendo como funcionan los cristales de energía", añadióMishra rápidamente.

"Aún asi yo soy el mayor," dijo con aire de suficiencia Urza."¡Y es mi cumpleaños!" gritó Mishra, la sangre corriendo por su rostro. "Así que

estamos iguales".

Tocasia miró a los dos jóvenes y dejó escapar un profundo suspiro. Estosdesacuerdos eran poco frecuentes, pero eran lo suficientemente graves como paracrearle varios problemas. Por fin, dijo, "Si ustedes no pueden decidir, entonces voy atener que arriesgar mi viejos huesos en este dispositivo."

Los dos jóvenes miraron Tocasia, a continuación, se miraron entre sí. Cada unoseñaló al otro y dijo: "Él debe volar."

Al final, arrojaron una moneda. Ganado Urza, mientras Mishra hizo un trabajoaceptable al contener su decepción con el último de los preparativos. Se había preparadoun amplio sitio nivelado fuera de las puertas de empalizada para hacer despegar la nave.El joven rubio subió a la cubierta en la parte delantera del ornitóptero y poco a poco

 presionó las dos palancas principales, acoplando el cristal arcano en el laberinto de

engranajes y ruedas que él había reconstruido cuidadosamente en los últimos meses. Lanave entera tembló cuando el último de los cables fue energizado y las alas se doblaronen forma de acordeón conformando un par de velas grandes.

Las alas golpearon el suelo: una primera, segunda, y luego una tercera vez. Elornitóptero dio un pequeño salto en la tercer batida, y Tocasia vio a Mishra asustarse.El niño más joven no dijo nada, sus ojos parecían paralizadoa por la vista, y sus manosestaban cerradas. Tocasia se preguntó si estaba preocupado por su hermano o

 preocupado de que su hermano dañara la máquina antes de que tuviera la oportunidadde probarla.

El dispositivo dio otro salto corto, luego otro, más grande. El polvo de losfuertes aleteos voló en todas direcciones, y los estudiantes se retiraron, cubriendo susojos y sus bocas de los remolinos de arena. Un último salto, y esta vez el ornitóptero novolvió a bajar.

Sobrevoló el suelo, sus alas luchando contra el aire caliente. Tocasia y el restode los estudiantes podía oír el sonido de los cables debido a la tensión mientras la

 pequeña embarcación, como una cría de Roc dejando por primera vez el nido, saltó porlos aires.

El ornitóptero subió a los cielos, y hubo un ruido agudo cuando Urza colocó elmecanismo de bloqueo en su lugar, fijando las alas solidamente, para poder planear.

Urza estuvo en el aire durante diez minutos. Dió la vuelta al campamento dosveces, y hubo cierto nerviosismo cuando la nave cayó repentinamente tres metros, pero

rápidamente subió de nuevo. Urza voló en círculos una vez más y, a continuación,apuntó el ornitóptero hacia la plataforma de despegue. Las alas desbloqueadasgolpearon el suelo al aterrizar. Los soportes del esqueleto gimieron pero mantuvieron ala nave en posición horizontal.

Urza salió. "Sentí que el aire se tornaba algo más frío", dijo brevemente aTocasia.

"Debe ser un efecto derivado de su capacidad para mantenerse en alto"."Déjame probar", dijo Mishra.Urza no se alejó del dispositivo. "Debemos comprobar todos los acoplamientos

 por si hubo algún desgaste", observó, hablando a Tocasia, "Y los puntales en busca defracturas. Por no hablar de la integridad del cristal de poder".

Mishra miró a Tocasia, su rostro se ensombreció."Urza," dijo Tocasia en voz baja, "deja que tu hermano utilice el ornitóptero."

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Urza abrió la boca para discutir, a continuación, miró a su hermano y en silenciose hizo a un lado.

Cuando Mishra se colocó en el dispositivo de vuelo, Urza apoyandose en lacarcasa le dijo "La palanca derecha se traba, así que tendrás que poner algo de fuerza".

Mishra sólo sonrió y gritó: "¡Aléjate!" Colocó las dos palancas en su lugar

haciendo batir las alas.Urza dio marcha atrás alejándose rápidamente de las enormes alas. La arena queno había sido desperdigada esta vez desapareció en un ciclón de viento.

El ornitóptero se elevó casi verticalmente en un rebote individual. Elcampamento entero pudo oír el agudo crujido de los puntales de madera balsa y elensordecedor zumbido de los cables mientras pasaban a través de los aros de metal y las

 poleas. Urza hizo una mueca como si el sonido le hiriera físicamente."Hubiera sido mejor inspeccionar la nave antes de haberla hecho volar

nuevamente", dijo a Tocasia con los dientes apretados.“Hubiera sido mejor, pero no hubiera sido lo más sabio”, respondió la anciana

erudita.

Mishra subió unos treinta metros, cerró las alas, y luego obligó a la nave a dar unsalto precipitándose sobre el campamento. Ovejas y cabras encerradas en sus corralessoltaron balidos aterrorizados cuando el ornitóptero pasó tan sólo a unos metros porencima de ellos. Mishra tiró de las palancas, contrajo nuevamente las alas, y la navesubió de donde había provenido.

"¿No crees que el artefacto necesita un piloto más ligero, ahora?" dijo Tocasia.Urza se encogió de hombros. "En realidad creo que las alas son suficientemente

fuertes como para levantar a tres o cuatro personas. Solo haría falta ampliar la cabina.""Así que el argumento que habías expuesto a tu hermano de que tú eras el más

capaz para volarlo por ser el más ligero ha sido refutado", contestó sonriendo la anciana.Urza desplegó una mueca de dolor, pero no dijo nada.Mishra dió vuelta al campamento dos veces mas que lo que Urza lo había hecho

antes. Tocasia imaginó que el muchacho fue a buscar el mismo lugar de aire frío para poder afirmar lo que había dicho su hermano. También se dio cuenta de que, si bienUrza se había concentrado en mantener nivelado el artefacto, Mishra continuamente seabalanzaba haciendo movimientos parecidos a los de las aves, ladeando a un lado yluego al otro.

Mishra voló sobre el campo una vez más y dirigió la nave hacia el oeste a lo profundo del desierto.

La forma de la ornitóptero se convirtió en un borrón, y luego una mancha en elhorizonte. Tocasia y Urza se miraron entre sí.

"Tal vez uno de los cables de dirección se rompió", dijo Tocasia."O el pequeño tonto quería ver hasta dónde podía ir", se quejó Urza, corriendohacia la elevación rocosa para tener una mejor vista.

Urza había subido sólo la mitad de la colina, cuando el sonido de las alascortando el aire caliente anunció el retorno de Mishra. El hermano más joven dio lavuelta al campo dos veces y luego aterrizó poco más allá de las puertas de laempalizada. En el momento que Mishra aterrizaba Urza le estaba esperando con elrostro tan severo como la piedra.

"¿Qué crees que estás haciendo?" -gritó hacia Mishra cuando este salía de lacabina. "¡Ya era suficiente con que hayas esforzado las poleas con tu sambullidas!¡Como para volar fuera de la vista del campamento! ¡Podrías haber sido atacado por

rocs!. ¡Si te estrellabas en el desierto, tal vez no te habríamos encontrado mas!"

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Mishra no parecía estar escuchando. En su lugar, dijo, "¿Qué no vistes losdibujos? Porque yo si lo hice"

Urza se asombró y miró a Mishra, desconcertado.El hermano de cabello oscuro se volvió hacia Tocasia. "Afuera en el desierto,

hay dibujos. Montículos de tierra oscura rodeados de arena más ligera. Los hemos

 pasado por arriba cuando fuimos de a pie, pero nunca nos dimos cuenta. ¡Pero desdearriba, se pueden ver que son grabados! Hay dragones, genios, rocs, incluso minotauros.Se volvió hacia su hermano. "Los has visto, ¿no?"

Urza lo miró estupefacto. Entonces, con más cautela, respondió: "Estaba más preocupado por el rendimiento de la nave."

Mishra no se molestó en escuchar. "Rodean un montículo de gran tamaño.Apuesto a que si se comprueba, hallaremos un especie de antiguo campamento Thran."

"Podría ser un lugar Fallaji sagrado", comentó Urza, pero Mishra negó con lacabeza.

" No”, dijo enfáticamente. "No hay nada en los cuentos legendarios sobreasentamientos Fallaji en esta área inmediata. Creo que es Thran, y creo que debemos

investigar"."Lo que debemos investigar es el daño que con los vuelos sufrió el ornitóptero,"

dijo Urza, ya rondando a lo largo de las alas, tirando de las telas y pasando sus manos alo largo de los puntales.

Tocasia extendió las manos en un gesto que abarcaba a los dos hermanos."Tenemos que celebrar", dijo. "Habrá suficiente tiempo para hacer todo lo demás en lamañana."

Esa noche los estudiantes y excavadores construyeron una gran hoguera en elcampamento y se reunieron alrededor de las llamas que iban en aumento. Había un airede entusiasmo entre los estudiantes. Los jóvenes nobles tenían nuevos cuentos parallevar a Argivia. Ellos habían estado presentes cuando Urza tomó el primer vuelo ycuando Mishra encontró los grandes dibujos en el desierto. Después de largos meses deagotador trabajo realizado en zanjas poco profundas, limpiando detalladamente largos

 pedazos de metal muerto, aquí al final había algo para estar orgullosos. Hubo canciones,y corría el nabiz. Rahud trató de enseñar a varios de los muchachos nobles una danzatradicional Fallaji. Los muchachos no tenían un concepto del ritmo de la danza, pero yaque se trataba de agitar palos puntiagudos se unieron con espíritu de aventura. Mishrarelató una y otra vez la historia de su vuelo, y Tocasia sabía que todos los jovencitos y

 jovencitas del campamento pedirían a gritos una oportunidad de volar ellos mismos enun futuro próximo.

Urza se mantuvo alejado de la hoguera, sin bailar, sin beber, y sin hablar.

Tocasia se acercó a él. "¿La estás pasando bien?""Bastante bien", respondió el joven. "Pero creo que deberíamos revisar losaparejos en busca de cualquier desgaste. Y si usted quiere podemos poner una cabinamás grande"

"Mañana," dijo la anciana. "Tú eres lo suficientemente joven como para disfrutarde un montón de mañanas. Disfruta de esta noche."

"Me gusta trabajar en los dispositivos", dijo Urza, viendo a su hermano a travésde la fogata. El niño más joven había sido rodeado por los estudiantes, así como poralgunas de las excavadoras. A Tocasia le parecía que su historia se hacía cada vez más ymás emocionante cada vez que la repetía.

"Hay otros placeres", dijo Tocasia, siguiendo la mirada de Urza. "Tu hermano

 parece haber descubierto eso."

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Los dos permanecieron en silencio durante un momento iluminados por losdestellos que producían las fogatas. Luego Urza, dijo, "Yo no tenía nada en contra deque Mishra tomara su vuelo."

"Yo nunca dije lo contrario," declaró Tocasia."Es sólo que hay cierto desgaste en cualquier objeto que se pone a prueba por

 primera vez", continuó el hermano mayor. "Tendríamos que haber hecho una revisióncompleta antes de dejarlo ir por el aire.""Por supuesto", dijo Tocasia en un suave susurro."Además su temeridad… podría haber resultado herido", dijo Urza."Sí," dijo Tocasia haciendo una pausa. "Pero dile eso a un joven que quiere ser

igual a su hermano.""Yo sólo estaba siendo prudente.""¿Y habrías sido tan prudente si perdías el sorteo?" preguntó Tocasia.Urza no respondió, pero se quedó mirando a su hermano a través de las llamas.

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Capítulo 3Koilos

 Mishra estaba en lo cierto había dibujos en la arena del desierto al oeste de sucampamento. Eran grandes figuras hechas de montículos de tierra seca, más oscura quela de sus alrededores, y mejor visibles desde el aire. Tocasia había llevado a caboexpediciones anteriores en esa zona antes de colocar el actual sitio del campamento,

 pero nunca había supuesto su verdadera naturaleza.Los dibujos eran una mezcla extraña. Había figuras humanoides de todo tipo,

cualquiera de las cuales podría ser la representación de un Thran. Había también todaclase de animales: ciervos, elefantes y camellos. Había una colección impar de símbolosgeométricos, curvas, espirales y ángulos agudos que cruzaban y volvían a cruzar lasfiguras, dividiendo algunas, dejando a las demás sin tocar. Garabatos, pensó Tocasia,

creados por una raza de titanes del desierto.Los dibujos eran de origen Thran como Mishra había adivinado. Estabandispuestos en torno a un solo lugar, un gran montículo. Este resultó ser un rico campode artefactos, incluyendo un esqueleto casi completo de “su-chi” que finalmentecumplió el sueño de Tocasia de armar una de las bestias enigmáticas. También estabanlos restos de varios ornitópteros. Sin embargo, el descubrimiento del “su-chi” y losornitópteros eran secundarios con respecto al rico tesoro de cristales de poder halladosen el montículo central. Muchos de los cristales estaban agrietados o destruidos, peroentre la escoria había muchisimos más que estaban operativos: joyas vibrantes yondulantes que brillaban con un arco iris de chispas y patrones en su interior. Había

 joyas más que suficientes como para mantener el propio trabajo de Tocasia, con un

superávit suficiente como para enviar a otros estudiosos y varios partidarios nobles de lacapital de Penregon. Esto a su vez suministraría un suficiente interés de la nobleza quele permitiría abrir un segundo campamento permanente en el lugar encontrado porMishra.

El descubrimiento de los dibujos en el desierto fue posible gracias a laobservación aérea. El mismo método reveló campos similares de dibujo, aunqueninguno tan grande e intacto como el primero. Un arco de ellos se extendía en eldesierto en una amplia extensión hacia fuera de la Cordillera Kher. Algunos de losdibujos tenían rasgos de razas reconocidas, mientras que otros no se parecían a nadaconocido. Todos contenían un patrón estilizado de curvas y líneas en zigzag en torno aun montículo central repleto de artefactos destrozados y piedras de poder. Durante los

siguientes dos años los investigadores ubicaron casi veinte montículos parecidos.Sin embargo las grandes preguntas eludían a Tocasia y a los hermanos. Nadie

encontraba restos óseos de los propios Thran, ni ningúna clase de arte. La arqueóloga nodescubrió nada acerca de su lenguaje más que algunos fragmentos que parecían pocomás que etiquetas y un conjunto claro de símbolos numéricos. Durante la cena, laestudiosa, los dos hermanos, y algunos de sus estudiantes más antiguos acostumbrabanhablar de la posible naturaleza de los Thran.

"Deberían haber sido humanos", dijo Urza en el curso de una de estasconversaciones. "Todo lo que hemos encontrado es capaz de ser utilizado por individuosde tamaño humano. Ellos eran probablemente unos antepasados mas exitosos de las

 personas mas ancianas de los Fallaji que dominaban a los demás a través de su cienciaavanzada. Los sobrevivientes Fallaji de hoy convirtieron a sus hermanos masemprendedores en seres divinos."

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En desacuerdo Mishra dijo: "El hecho de que nos sentimos cómodos con susherramientas no significa nada". "Los enanos, los elfos o los orcos podrían haberutilizado estos artefactos. Incluso los minotauros".

"Los minotauros son demasiado grandes", dijo Urza. "Sus manos seríandemasiado grandes para utilizar la mayor parte de los dispositivos."

"Los minotauros podría haber estado a cargo, con los seres humanos haciendo eltrabajo," replicó Mishra. Tocasia notó que el hermano menor se negaba a conceder a suhermano hasta el más mínimo punto. "Imaginen", continuó. "A los minotauros comogobernantes de la nación Thran, y a los seres humanos como una clase inferior. Al igualentre los orcos, los grandes están en la parte superior, y los trasgos hacen todo el trabajoduro."

"No hemos encontrado restos de minotauros, hermano", dijo con frialdad Urza."Tampoco hemos encontrado restos humanos, hermano", disparó Mishra,

levantando su copa de nabiz en un brindis burlandose de su propia lógica.Tocasia se reclinó en su silla (recién llegada de la capital, un asiento cómodo y

acolchado) y dejó discutir a los dos hermanos. Este era un viejo argumento, revisado al

menos una vez al mes. Siempre terminaba de la misma manera: admitiendo de que no sesabía lo suficiente. Esta confesión siempre parecía frustrar mucho a los jóvenes.

Los dos hermanos habían cambiado a lo largo de los años de descubrimiento.Urza estaba más delgado que nunca, a pesar de que finalmente obtuvo un buen par dehombros. Su cara era lisa, y se enorgullecía de no perder los estribos como lo habíahecho cuando era un niño. Mishra, por su parte, era tan impulsivo como lo había sido eldía de su primer pelea. Su cambio más evidente era una barba rala oscura queenmarcaba su boca sonriente.

Los estudiantes mayores sentados a la mesa también veían la discusión, pero no participaban. Urza y Mishra eran mayores que la mayoría de los estudiantes de ahora, yen algunos pocos años más serían considerados como adultos en su propio derecho. Losestudiantes nobles habían aprendido desde un principio que expresar una opinióncontraria, cuando los dos estaban peleando de esa forma, era una manera segura decolocar a ambos hombres en contra del intruso.

Tocasia estaba orgullosa de los muchachos y sus logros, y a su vez ellos sededicaban totalmente a ella. Pero una y otra vez volvían esta discusión y no podía ir másallá de ella. Todavía no habían aprendido la identidad de los Thran.

Como las voces de los jóvencitos comenzaban a elevarse, Tocasia se inclinóhacia delante, con la esperanza de llevar a los hermanos a un nuevo rumbo.

"¿Por qué no lo hemos hecho?" interrumpió.Ambos jóvenes miraron con asombro a la anciana erudita mientras repetía: "¿Por

qué no hemos encontrado restos humanos o de otra raza?""¿Carroñeros?", dijo Mishra inmediatamente. Urza hizo un ruido grosero."¿Entonces por qué no hemos encontrado algún resto de esa carroña?" -preguntó

con sorna. "No hay criaturas muertas de ningún tipo entre los restos. Debería haberalguna, incluso por accidente."

"¿Tienes una teoría, hermano?" preguntó Mishra."La peste", dijo con calma Urza. "Algo se extendió que no sólo mató a los Thran

sino que también destruyó sus restos. Eso también explicaría por qué los restos estándispersos tan ampliamente."

Mishra negó con la cabeza. "Peste no. Guerra. La peste no explica por qué nohallamos arte. La guerra si lo haria ya que los vencedores quemaron todo lo que

 pudieron:..... pinturas, libros, cuerpos. Luego destruyeron el resto. Hemos encontrado pozos de ceniza entre los diversos sitios."

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"Esos son el resultado de la fabricación, no de la batalla", observó Urza. "Y en elcaso de que tuvieras razón, ¿qué fue de los vencedores?” 

"Se convirtieron en los carroñeros", replicó triunfalmente Mishra, dejando suvaso. "Eso es lo que tuvo que sucederr. Una raza esclava de hombres que destruyó a susmaestros minotauros y entonces se vinieron abajo ya que la sabiduría de los minotauros

ya no estaba allí para apoyarlos."Urza se rió entre dientes. "Un argumento perfecto. Cada punto utiliza como prueba otro punto cuestionable, que eventualmente requiere que creas lo que estástratando de demostrar, en primer lugar. Así que, hermano, ¿por qué estos carroñerossobrevivientes no crearon alguna clase de arte después de la guerra? "

Mishra frunció el ceño ligeramente, considerando el argumento. "No eran losuficientemente capaces de realizar arte", dijo finalmente. "Así que no hay arte deaquella época."

"Con excepción de los dibujos en el desierto", dijo Urza."Con excepción de los dibujos en el desierto", coincidió su hermano."Excepto que no lo son, sabes," dijo Urza con una pequeña sonrisa.

Mishra negó con la cabeza, mirando perplejo. "¿Acaso no son dibujos los deldesierto? No hay nada natural que puede producir…"

"Eso no es arte", interrumpió Urza. "¡O, las figuras humanas podrían serlo, o pueden ser simplemente un reconocimiento de una de las razas que los Thran habíanconocido. Pero todas esas líneas, ángulos y garabatos, no son arte. Son instrucciones."

Tocasia miró a Urza, también intrigada. ¿Qué había descubierto ahora?Urza se levantó de la mesa y salió de la tienda sin decir una palabra más.

Regresó con un gran mapa de la zona, que deplegó sobre la mesa. Los otros estudiantesretiraron rápidamente los restos del asado de liebre del desierto y melón salvándolos

 para que no quedaran cubiertos por la hoja. El mapa mostraba el arco de ruinas quehabían descubierto.

"Estas son las ubicaciones de los distintos puestos de avanzada Thran que hemosencontrado", dijo, golpeando con su dedo delgado en el mapa. Siguió señalandolos deuno a otro, trazando la curva de los restos. "En cada lugar, la colección de extrañosángulos y líneas parecen apuntar en una sola dirección. Desde nuestro segundocampamento, apunta ligeramente al oeste del norte."

Dibujando una flecha, el estudiante rubio esbozó una línea que se extendía haciael norte. "En el próximo, algo más al oeste, la mayoría de las líneas también indican unadirección en particular, éstas un poco más al norte que la primera", dijo, dibujando otraflecha recta. "Y la próxima muestra otra línea, casi en dirección norte, los siguienteapunta al norte y ligeramente al este;. y así sucesivamente para cada uno de los sitios

descubiertos hasta ahora" El lápiz llevó a cabo una serie de nuevas líneas.Urza se apartó del mapa para que los demás pudieran ver. Las ruinas seencontraban en un arco, como todo el mundo sabía, pero las líneas que Urza habíadibujado apuntaban a un lugar determinado: el centro de un círculo, de los cuales losmontículos de ruinas eran puntos a lo largo del perímetro."Los Thran no fueron un pueblo artístico", dijo Urza, mirando a su hermano. "¿Por quéentonces dejar arte en el desierto? La respuesta es que no lo hicieron. Dejaroninstrucciones. Instrucciones acerca de dónde estaban sus asentamientos más grandes.Hemos visto las figuras, que hemos reconocido, pero ignoramos las líneas, que noconocíamos. Pero las líneas son más importantes."

Mishra se inclinó sobre el mapa y frunció el ceño. "Líneas sobre un papel,"

resopló. "Vistes el arco y calculastes el centro, y luego buscastes la justificación en laslíneas de los diferentes montículos."

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"¿Así que no estás de acuerdo con mi argumento, hermano?" preguntó en voz baja Urza.

Mishra sonrió, la blancura de sus dientes rozó la barba circundante. "¡Hermano,me encanta tu argumento! Es perfecto. ¡Cada punto utiliza como prueba otro puntocuestionable, que eventualmente requiere que creas lo que estás tratando de demostrar,

en primer lugar! ¡El argumento que mas me encanta! Son tus conclusiones las que creoque están equivocadas.” Urza enrolló su mapa lentamente. "¿Supongo que eso significa que no quieres

venir mañana, cuando vaya a averiguarlo?"Mishra se quedó parado, e incluso Tocasia lanzó una mirada penetrante sobre el

hermano mayor."Con su permiso, señora, me gustaría tomar un ornitóptero para comprobar

esto", dijo Urza. "Como mi hermano no quiere acompañarme, puedo manejar uno de losmás pequeños"

"Yo no he dicho que no iría," interrumpió Mishra bruscamente. "De hecho, creoque debo ir adelante, aunque sólo sea para impedir que veas ruinas que no están allí."

Urza asintió con una sonrisa determinada. Luego se agachó debajo de la tienda yentró en la creciente oscuridad. "Tengo planes que hacer", gritó por encima del hombro.“¡Buenas noches a todos!"

Cuando Urza se fue la mesa quedó en silencio. Ninguno de los otros estudiantesquiso hacer comentarios sobre la teoría de Urza, y Tocasia necesitaba tiempo paradigerir lo que el hermano mayor había dicho.

Tentativamente, la conversación volvió a asuntos más mundanos. Un estudianteaventuró que su área de la excavación estaba produciendo algunos discos de interésmarcados con números Thran. Otro mencionó que su trabajo estaba siendo retrasado porun estudiante de secundaria que declaraba a todas las rocas como artefactos de laantigua raza. Eso llevó a una pequeña risa de los demás y a Tocasia a contar una historiade un estudiante, que unos años antes, pensaba que debía cavar en la cima de lasmontañas, porque si ella fuera una de las Thran, sería allí donde dejaría los artículosmás valiosos.

Mishra se sentó en silencio alejado del fuego y se acarició la barba sin afeitar.Después de unos minutos se excusó también y abandonó la mesa. No se dirigió a loscuarteles que compartía con Urza, sino que caminó hacia abajo, hacia donde losexcavadores Fallaji habían hecho su campamento. Tocasia se dio cuenta de que elhermano menor tenía una mirada de preocupación en su rostro, pero aquella vez no ledio mucha importancia.

Esa noche, después de que limpiaron los platos, Tocasia trabajaba montando la

 pierna “su-chi” en su mesa. El diseño que habían descubierto del especimen casicompleto resultó ser mas diferente de lo que Urza o ella habían previsto. Era casi, pensó, como si las piernas se montaran hacia atrás, las rodillas apuntando hacia la parte posterior. ¿Era este el diseño escogido por los Thran, se preguntó, o este era un modelode su apariencia real?

Una sombra apareció en la entrada de la tienda, y vío de repente como entrabaAhmahl. El Viejo Ahmahl como era conocido ahora, recordó; su cabello se habíavuelto gris cayendo a lo largo de ambos lados de su rostro. Últimamente se había estadoquejando de que su edad se estaba finalmente poniendo al día con él. Tocasia sabía queera abuelo, y algún día, muy pronto abandonaría el campamento. Tocasia lo echaría demenos, porque representaba todo lo que ella sentía que era admirable entre la gente

Fallaji. Era directo, franco y honesto.

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Ahora, por la mirada severa de su rostro, Tocasia tuvo la sensación de que estabaa punto de recibir una dosis desordenada de la mejor calidad.

"He oído que vuestros jóvenes volaran mañana a las montañas,” dijo. Su acentodel desierto seguía al rojo vivo a pesar de todos estos años entre los Argivianos.

"¿Cómo te..." Tocasia empezó a hablar, pero se dio cuenta de que Ahmahl había

sido informado. Mishra le habría preguntado por el anillo de ruinas y el punto centraldel arco que Urza había localizado. Y la noticia había perturbado, obviamente, alanciano Fallaji.

Ella asintió con la cabeza e hizo un gesto hacia una silla de campamento. Elantiguo líder de los buscadores se sentó con cuidado sobre ella, como si él o la silla sefueran a romper debido a la experiencia.

"Urza tiene algunas ideas sobre hallar los restos de un gran asentamiento Thranallí."

El Viejo Ahmahl miró la alfombra gastada, llena de polvo bajo sus pies. "Yo nocreo que sea una buena idea. Los Fallaji lo desaprobarán."

Tocasia levantó su frente. Ahmahl y sus excavadores nunca había expresado

antes la idea de una tierra tabú. De hecho, en la mayoría de los asentamientos tribalesque habían visitado, los habitantes se hallaban sumamente orgulloso de mostrar, inclusode comerciar, los artefactos Thran que habían descubierto.

"No todos los Fallaji", continuó Ahmal. Levantó la vista rápidamente hacia ella,como si pudiera leer sus pensamientos en los ojos. "La mayoría de nosotros somos losuficientemente modernos, y lo suficientemente sabios como para saber que no haynada en las montañas que no está en el desierto. Pero hay quienes están preocupados porlos espíritus de los Thran. Acerca de su corazón. Se dice que el secreto de su corazón seencuentra en las montañas, y que nosotros los Fallaji deberíamos mantenernos bienalejados de ellos."

"Ahmahl", dijo Tocasia suavemente, "nunca has mencionado nada como estoantes, ni te has quejado de nuestras anteriores excavaciones."

"Eso es porque están en el desierto, y el desierto pertenece a todos los que lo pueden soportar", dijo Ahmahl. "Los Fallaji son dueños de toda esta tierra, pero estándispuestos a compartirla con otras personas que la respeten. Las altas montañas, sinembargo, las montañas interiores, son peligrosas, y no sólo por los grandes pájaross rocsque se encuentran allí. Las reclamamos como territorio Fallaji, pero no las visitamos.Tampoco recomendamos a otros que lo hagan."

Argivia también reclamaba esas montañas, pensó Tocasia, aunque no se hizo ecode esa opinión. La mayoría de los Argivianos eran gente de la costa, para empezar, y lasextensas áreas reclamadas por las facciones nobles eran sólo líneas en un mapa.

"Si estamos violando algún tabú…” comenzó a decir Tocasia. Ahmahl levantóuna mano."Señora, no es un tabú, exactamente. Un deseo. Una preocupación. La mayoría

de los excavadores no creen las historias de sus abuelas, pero algunos sí, y pueden hacerlas cosas difíciles. Hajar, mi propio asistente, cree en genios, demonios, y grandesdragones, los “mak fawas”, que rondan por la noche."

"Ahmahl", dijo Tocasia, sonriendo ligeramente, "Tú sabes que interponerse en elcamino del hermano cuando él ha decidido hacer algo es como tratar de desviar elviento del desierto. Ellos irán a observar. Y ahora que me has traído tu preocupación,voy a ir con ellos. Mi pregunta es, si encontramos algo y es necesario seguirinvestigando, ¿vendrás y nos ayudarás?"

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El Viejo Ahmahl se sentó de golpe, sorprendido. Tocasia había enunciado lacuestión de una forma demasiado cercana a un insulto, pero lo suficientemente directa

 para exigir una respuesta. Él farfulló por un momento, luego se volvió más austero."Yo estaré siempre allí donde me necesites", dijo con frialdad. "He aprendido

más sobre los días antiguos trabajando con ustedes de lo que habría hecho en toda una

vida de búsqueda en el desierto. Hemos movido demasiado tierra, tú y yo, como para pelearnos por cuentos de abuelas."Tocasia se permitió una pequeña sonrisa, luego volvió su rostro hacia el anciano.

"Ve, pues, y descubre entre tus excavadores quiénes creen en las historias de las abuelasy quiénes no. Descubre quién iría a un sitio de excavación en las montañas y quién sequedaría. No impugnes su orgullo o su valor, porque entonces aún los que piensan quesería sacrilegio acudirían, y se sentirían peor. No sé si vamos a encontrar algo, pero si lohacemos lo investigaremos".

Ahmahl asintió y se puso en pie. "Yo núnca pensé que te alejarías de cualquierdesafío, Tocasia. Eres como un hombre en ese sentido."

Tocasia aumentó también su respeto. "Yo tampoco pensé que fueras capaz de

ocultarme cualquier información que yo necesitaba saber. Gracias."Ahmahl hizo una reverencia y se fue. Tocasia sacudió la cabeza mientras veía su

sombra unirse a las demás de la tarde. Eres como un hombre, había dicho, y eso eracomo un cumplido. Típico de un habitante del desierto, después de todos estos años. Sinembargo, él todavía estaba dispuesto a desafiar las viejas historias y darle unaadvertencia.

Tocasia sacudió la cabeza de nuevo y regresó a la complejidad de losmecanismos de la pierna “su-chi”. 

* * * *

Salieron a la mañana siguiente, llevando raciones suficientes para un día y mediode vuelo de ida y vuelta. Ambos jóvenes aceptaron la compañía de Tocasia sincomentarios, aunque ninguno le sugirió que no fuera. Dejó a Kantar, uno de losestudiantes más prometedores de esa temporada, a cargo mientras ella no estaba y ledijo que no discutiera con Ahmahl o Hajar y aplazara las controversias o decisionesimportantes hasta que regresara.

El ornitóptero era el original que habían reconstruido hacía algunos años. Ahorala cabina había sido ensanchada, encerrada por un marco más grande de madera con

espacio más que suficiente para los tres exploradores y sus suministros. Las palancas decontrol se colocaron en medio del artefacto, para que cualquiera de los dos jóvenes,

 pudieran manejarlas. El poder de la piedra era casi inagotable, pero la carne humana eraotro tema. Después de unas cuatro horas de vuelo tendrían que cambiar de operador.

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Desde la tierra las fronteras del Gran Desierto eran un yermo bajo y ondulantede polvo volador empañado con frecuentes afloramientos rocosos. La región era estéril,reclamada por los estados ribereños con bordes intermitentes y vagos hacia interior. LosFallaji también reclamaban esta región, pero aplicaban este título sólo cuando tratabande extorsionar a algunos de los pocos mercaderes y exploradores del desierto. Parecía

un mundo inhóspito y estéril.Desde lo alto se transformaba. Las afiladas rocas se convirtían en centinelas,marcando el paso del tiempo con sus sombras alargándose debajo de ellas.

Los profundos e infranqueables cañones se convertían en arco iris de colores degranito y arenisca. Los lagos secos se transformaron en brillantes manchas de sal. Elviento del desierto tironeaba de los cables de control del ornitóptero mientras navegabansin esfuerzo hacia el norte.

Con Urza en los controles, volaron en linea recta a través del cielo, fijos sobre elcurso que se había propuesto. De vez en cuando le pedía a Mishra que comprobara lascoordenadas. Inevitablemente, después de consultar el mapa y la brújula, y teniendo unalectura del sol, el hermano menor declaró que todo estaba bien. Cada vez que lo hacía,

Urza asentía con la cabeza, como si fuera a ser sorprendido por cualquier otro resultado.Cuando Mishra pilotaba, vagaban algo más, todavía manteniendo una direccion

norte a la vista y ligeramente al oeste, pero errando hacia atrás y adelante a lo largo deesa línea. Si una formación interesante llamaba la atención de Mishra el se dirigía haciaella hasta que Urza le advirtía que estaban fuera de curso. Entonces el hermano menorsuspiraba y colocaba la proa de la nave de nuevo en ruta. De vez en cuando tenía quereajustar las alas para recuperar la altura perdida. Luego Urza comprobaba tres veces

 para asegurarse de su posición.En un momento pasaron sobre otra serie de líneas. Estas no eran figuras

humanoides, sólo espirales y ángulos yuxtapuestos entre sí. Mishra dio una vueltaalrededor del sitio mientras su hermano mayor las dibujaba, luego asintió con la cabezaconfirmando que había terminado. Los ángulos apuntaban en la dirección que estabanviajando.

Al final del primer día se detuvieron sobre una meseta especialmente elevada.Lejos de la protección de la empalizada y las catapultas de metralla, acamparon sinfuego y durmieron dentro de la cabina del ornitóptero. Aunque Tocasia no había tenidoque utilizar las palancas de control durante el vuelo, estaba cansada por el movimientocontinuo. Le dolía la cabeza debido a la acometida del viento sobre los cables. Esanoche durmió sin sueños y se despertó rígida y con calambres en sus piernas. Los

 jóvenes ya estaban afuera, Urza haciendo estiramientos para elongar su espalda, Mishraflexionando las rodillas. Después de un desayuno frío volvieron a despegar.

El centro Thran, a lo que Ahmahl se había referido como su "Corazón Secreto,"no podía pasarse por alto desde el aire, aunque no se hubiera podido llegar fácilmentedesde el suelo. Estaba situado al final de un largo y sinuoso cañón, en dirección oeste,en el rastro de un antiguo río muerto mucho tiempo atrás que había dividido la meseta

 baja en dos y acunaba las ruinas.Eran verdaderamente ruinas, un largo desfile de cimientos de edificios

destrozados y paredes desplomadas. Algunas de las ruinas se parecía a las mansiones deArgivia. Otras se asemejaban a los templos con cúpulas “acebolladas” de Tomakul. Sinembargo otras no se parecían a nada de lo que los tres investigadores habían visto antes:un marco de metal que no sostenían nada en absoluto, una pila de placas desechadas,cada una del tamaño de un hombre, con bordes dentados, o una maraña de lo que

 parecían gusanos metálicos azules. A lo largo de la pared del cañón había lo que parecía

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un nido de arañas roto de color bronce. La mayoría de estos restos habían sidoenterrados bajo las arenas transportadas por los vientos oestes del desierto.

"¿Dudas de mis cálculos ahora, hermano?" dijo Urza con una sonrisa."Sólo un tonto puede dudar de sus propios ojos. Bien hecho, hermano", dijo

Mishra, con una sonrisa aún más amplia.

"El corazón secreto de los Thran”, murmuró Tocasia. Mishra se estremecióligeramente con la frase y su sonrisa desapareció, pero Urza sólo asintió con la cabeza.

"La antigua palabra Argiviana para ‘secreto’ era ‘koilos’", dijo Urza. "Que sea elnombre de esta tierra oculta. Rodéala hermano. La mejor forma de ver la disposición dela tierra será desde aquí."

Mishra asintió con la cabeza y estaba tirando de los controles, cuando de repenteuna sombra pasó sobre lacabina del ornitóptero.Podría haber sido unanube, pero la realidad eraque el cielo del desiertoestaba despejado.Tocasia sabía lo que ellosignificaba. Su gritoocurrió en el mismomomento en que Mishralanzaba la aeronave en

 picada realizando una pendiente extremedamenteempinada. Urza fue

tomado por sorpresa y dejóescapar una maldición alser arrojado contra el lado

interior de la cabina de la nave.El pájaro roc se precipitó a través del espacio que hacía unos momentos había

sido ocupado por el ornitóptero. El ave era un gran representante de su raza, una especiecuya reputación en las viejas leyendas era la de arrebatar elefantes de las llanuras parahacerlos parte de su cena. Casi tres veces del tamaño del ornitóptero, su paso casi volcóla embarcación.

El roc se recuperó tan pronto como había pasado, ganando altura rápidamente para hacer otra inmersión hacia el artefacto.

"¿Por qué está atacando?" gritó Urza.

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"¡Somos muy grandes, y estamos en movimiento!" respondió Tocasia, gritando por encima del viento. "Probablemente piensa que somos otro roc".

Mishra maldijo y tiró de las dos palancas hacia atrás tanto como pudo. "¡No creoque podamos conseguir pasa por encima de el! ¡Es demasiado rápido para nosotros!"

El ave ya estaba sobre ellos de nuevo, cayendo en picada. Mishra contrajo

nuevamente las alas y dio un bandazo hacia la derecha, pero el roc estaba listo para esamaniobra. Se movió un poco, hubo una terrible rasgón a lo largo del lado derecho, yTocasia vio que uno de los soportes de las alas había sido arrancado casi completamentey ahora ondeaba en el viento. Era mejor a que faltara toda el ala, pensó Tocasia, pero losuficiente como para paralizarles.

"¡Ya no podemos volar!" gritó Mishra. "Voy a tener que bajar.""¡Por ahí!" girtó Urza, señalando al nido de arañas de metal roto. "Creo que hay

un agujero en la pared del acantilado.""¡No se si podremos hacerlo!" dijo Mishra tirando de la primera palanca, luego

de la otra, tratando de sacudirse el roc de su cola."¡Eso es porque estás

volando como un pájaro!" rompióUrza, empujando a su hermano aun lado y tomando el mismo las

 palancas de control. "Vuélalocomo una máquina y lolograremos."

Bajo el control de Urza, lanave ya no zigzagueaba a travésdel cielo, sino que se disparó haciaadelante, en un vuelo rasante sobreel paisaje destruido de Koilos. Elroc, cuyo cerebro de ave esperabaque la nave actuara como otro

 pájaro de su especie, esperaba quese agachara o que girara. El pájarovaciló antes de continuar. Suindecisión era todo el tiempo quelos tres necesitaban.

Urza atacó la pared delacantilado. Mishra gritó presa del

 pánico. Tocasia de repente recordó

una oración que había aprendidode niña en el templo de su escuela,cuando los templos estaban demoda en Argivia. Murmuró estas

 palabras en voz baja mientras la pared del fondo se cerraba sobreellos.

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De repente Urza giró, colocando la proa de la nave hacia arriba. Desbloqueó elmecanismo que mantenía las alas en posición, y automáticamente empezó a retirarse.Sin ese apoyo, la nave cayó en

 picada. Una vez más, el roc pasóa través del espacio vacío que

hacía unos momentos habíaalbergado el artefacto volador.Urza se dejó caer unos quincemetros, y luego contrajonuevamente la esclusa de las alas.Las alas se desplegaron deinmediato, capturando el aire deldesierto y desacelerando la caída.Aún así, aterrizaron sobre la arenacon un golpe poco ceremonioso.Si hubieran tenido que aterrizar

en la roca, Tocasia no tuvo dudasen que habrían roto los puntalesde apoyo, por no hablar dealgunos huesos.

Urza abrió la esclusas de las ala, y estas se doblaron hacia adentro otra vez, el puntal dañado sobresalía en un ángulo extraño. Tocasia ya estaba en la escotilla,explorando el cielo.

"Va a volver", dijo, escrutando el firmamento vacío. "No debemos estar aquí para cuando eso pase."

"De todos modos no deberíamos despegar de nuevo inmediatamente”, dijo Urza."Es posible que nos esté esperando. Además, tenemos que conseguir reparar el puntal.Vayamos hacia la entrada de la caverna. ¿Estás bien, hermano?"

"¡Deberías tener mas cuidado!" dijo Mishra acaloradamente cuando Tocasia seasomó en la escotilla, con miedo a que el joven hubiera resultado herido. "¡Yo sabía loque estaba haciendo! ¡No tenías necesidad de meterte en el medio!"

Urza parpadeó y frunció el ceño, su preocupación se sustituyó con irritación. "Tuestabas jugando su juego, volando como otro roc. Por supuesto que podríamos habervolado de esa manera. Lo perdimos solo gracias a mi…"

"Vamos a refugiarnos. Dejen las discusiones para más tarde," les interrumpióTocasia en repentinamente. "Traigan las antorchas y el agua. Podríamos estar aquí hastael anochecer."

 Ninguno de los hermanos respondió, pero tampoco discutió con la ancianaerudita. Treparon a la orilla de arena detrás de ella, rompiendo a correr cuando lasombra del Roc pasó por encima de ellos.

Tocasia llegó primero a la entrada. Giró y escudriñó los cielos. Por encima deellos, el pájaro roc daba vueltas sobre el cañón de maquinarias rotas y edificiosdestrozados.

"Vamos a tener que traer las catapultas con nosotros la próxima vez", dijo."O encontrar una manera de traerlos en ornitópteros", observó Mishra."Vamos a estar aquí por un tiempo", dijo Urza. "¿Se puede ver hacia dónde va el

 pasaje?” La caverna era una puerta de entrada. Los primeros diez pies más o menos eran

de roca natural, pero después la piedra de arenisca dio paso a un suave, granito pulido.Tocasia pasó las manos por la pared. Estaba construida por bloques separados,

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invisibles para el ojo, como piedras individuales detectables sólo por el tacto. Silbó unanota baja. Incluso entre las ruinas Thran que había excavado, no había hallado núncauna mano de obra tan precisa. Detrás de ella, Mishra encendió las antorchas de tea. Lasllamas se iban consumiendo, pero eran mejores que ninguna luz en absoluto.

"Fue una suerte que hallas visto

esta abertura," dijo Tocasia a Urza."Era evidente,”  respondió él,tomando una antorcha de su hermano."Los restos de los edificios indicancaminos, que apuntaban hacia esteespacio. Este es el centro del supuestocorazón secreto Thran. "

"El centro del corazón", dijoTocasia.

Hablaba en susurros, como sisus palabras pudieran despertar a los

muertos. Tocasia trató de levantar suvoz a un nivel normal, pero la vacuidaddel espacio la derrotó.

Mishra examinó el pasillo que se extendía delante de ellos. "Ninguna criaturavive aquí. Mira el polvo. No hay huellas, solo las nuestras."

Urza levantó la antorcha, la luz brilló en las paredes. "Ni murciélagos hay. Nadaha estado aquí por mucho tiempo."

Ambos jóvenes miraron a Tocasia. "Así que," dijo al fin. "Sigamos adelante.Pero permanezcan juntos y manténganse en la ruta principal."

 No se preocuparon por las pocas aberturas que se abrían a cada lado ya que eransimples nichos, y la caverna se extendía hacia atrás de la propia ladera. Pasaron variosconjuntos de escaleras y una o dos grandes cámaras, pero nada que indicara posiblesocupantes, recientes o no. Placas cristalinas opacas llenaban el techo por encima deellos, reflejando el brillo de las antorchas, pero sin luz propia.

La primeras alcobas estaban vacías, pero a medida que avanzaba Tocasia notabaque algunas estaban ocupadas con restos deartefactos su-chi. Estas reliquias estabanoxidadas, algo mejor que las que habían sacadode la excavación. De algunas no quedaban nadamas que su torso, las mitades superiores

 perdidas en el tiempo o, quizás, robadas porladrones de tumbas. Tocasia notó consatisfacción que las rodillas de las criaturas,efectivamente, se hallaban dobladas hacia atrás.Habían llegado a otra escalera que descendía

hacia la oscuridad cuando lo escucharon, o más bien, lo sintieron. Un profundo latidovenía del dentro de la piedra que les rodeaba, como si la tierra tarareara algunacancioncilla irreconocible. Tocasia miró a los jovencitos. Ellos se miraron el uno al otro,y la sabia volvió a recordar esa comunicación silenciosa que parecían compartir.Entonces los hermanos volvieron a mirar a Tocasia y asintieron con la cabeza. Los tresdescendieron hacia el ruido.

Delante vislumbraron una luz. Al principio no era más que una mancha gris encontra de la oscuridad, pero poco a poco se fue distinguiendo, creciendo a cada paso que

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daban. Ahora ya no habían mas nichos de su-chi, sólo paredes rectas que conducíanhacia la meta.

Entraron en una sala tan grande como cualquier otra que habían pasado antes.Las paredes eran naturales, pero apoyadas en columnas de acero antiguas, los pilares de

 bloques parecidos al conjunto que Tocasia había visto antes. Las paredes estaban

repletas de máquinas.Eran claramente de diseño Thran pero con una diferencia. Estas parecían funcionales. Sus dientes estaban engrasados y brillantes, su superficies pulidasy especulares en su acabado. Tocasia pensó, “es como si los Thran se hubieranmarchado hace tan solo algunos momentos”.

También había luces. Dentro de esta cámara las placas del techo resplandecíancon su propio brillo interior. Pequeñas bolas de radiación bailaban en torno a algunasde las máquinas, orbitándolas como pequeñas lunas incandescentes. Pero esto fuesuperado totalmente por el gran cristal situado en el centro.

Era una piedra de poder, si ningún atisbo de edad yque permanecía intacta sin ningún rastro de accidentealguno. Sus facetas eran lisas y reflectantes, sus bordes tan

afilados como para cortar el tejido de la realidad misma. Eradel tamaño de dos puños humanos. Sin embargo, a Tocasiale pareció la imagen de dos corazones, porque latían con su

 propio ritmo. Un arco iris de colores jugaba a través de ella,mientras palpitaba con gran vitalidad.

La piedra de poder estaba posicionada sobre una plataforma baja, flanqueada por espejos, que a su vezestaban unidos por cables a varias máquinas que rodeabantodo el perímetro. La piedra bien podría ser responsablenada más que de producir luces, pensó la arqueóloga, o bien

 podría ser parte de una máquina en pleno funcionamientocuyo propósito era aún mayor.

Delante del pedestal donde se hallaba la piedra de poder había un grupo de planchas lisas de metal, cuya formasemejaba la de un libro de gran tamaño, abierto. Sus páginaseran de metal y vidrio y el cristal parpadeaba como un ojomaléfico en la noche. Tocasia núnca había visto undispositivo como este. Se dio cuenta de que este artefacto

 podría haber sido desarrollado en los últimos años de la razaThran. Tal vez lo que habían estado excavando con tantoamor no eran más que depósitos de chatarra vieja, restos

antiguos y no deseados del pasado Thran que habían sidodescartados.Su vista permaneció fija en el cristal, mientras que

los dos jóvenes se movían alrededor suyo, atraídos por el resplandor incandescente. Sedetuvieron ante el libro metálico abierto, empequeñecidos por su tamaño ymagnificencia. Sus voces retumbaron por las paredes de la cueva, rebotando y ganandofuerza sobre el zumbido subliminal que les rodeaba.

"Es hermoso", dijo Mishra. "Mira cómo brilla.""Está intacto", dijo Urza. "Piense en lo que podemos aprender.""Esas marcas", dijo Mishra, extendiendo sus manos hacia los glifos del libro de

metal. Son tan parecidos a los escritos Thran que hemos visto, pero más detallados. Más

avanzados."

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"¡No toques nada!" gritó Urza fuertemente, colocando sus propias manos parainterceptar las de su hermano. "¡No sabes lo que pueden hacer!"

Tocasia no pudo decir que hermano fue el responsable de lo que sucediódespués. No pudo recordar que hermano tocó el glifo, o incluso si alguno lo hizo. Mástarde, ninguno de los dos admitió nada, y cada uno se acusó mutuamente de provocar el

desastre.Todo los Tocasia pudo decir era que a medida que Urza se estiraba para detenera su hermano, el brillo se intensificó, repentinamente y con un calor sorprendente. Hubouna explosión, pero sin ningún sonido, y la enorme piedra de poder, el centro delcorazón del corazón secreto, se hizo pedazos en una lozanía de luz.

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Capítulo 4Visiones

E sto es lo que Tocasia vió.La piedra de poder en el centro de la sala de repente comenzó a brillar con un

fuego cada vez más ardiente, que se consumió en su propio resplandor. Brilló como siun pedazo del sol se hubiera separado y se hubiera establecido entre ellos.Instintivamente Tocasia colocó los brazos en frente de ella para proteger sus ojos, peroya los dos hermanos no eran más que siluetas borrosas contra el resplandor de la gema.Gritó sus nombres, pero su voz fue tragada por la explosión.

Hubo una explosión, aunque su sonido fue en una longitud de onda que ella no pudo oír. Resonó a través de toda la caverna y sacudió todos los huesos de su cuerpo.Hubo una especie de presión, como si una gran mano se posara sobre ella, y luego la

atravesara, dejándola en pie.Hubo calor, como si hubiera pasado de repente a través de un horno. A

continuación, el calor desapareció.Y finalmente, hubo una corriente de aire, detrás de ella, como si el mundo se

esforzara para llenar el vacío que había perdido. Fue la fuerza de un golpe trasero,imprevisto e inesperado, que la tiró de rodillas.

Tropezó con sus pies, sus articulaciones se quejaron, sus ojos todavíachamuscados por el brillo de la inmolación de la piedra de poder. La piedra ya no estabaen su pedestal, y el zumbido profundo de la caverna ya no resonaba a través de sushuesos.

Tocasia parpadeó por el brillo. La vista retornó poco a poco a sus ojos, primero al

 perímetro mas cercano, luego, al centro de los mismos. Sus ojos dejaron caer un hilo delágrimas recién nacidas, que limpiaron sus ojos y borraron su ceguera.

El pedestal estaba vacío. La piedra de poder había ido.Los dos jóvenes estaban en el suelo, pero aún se agitaban. Según pudo ver

ninguno de ellos había sido lastimado físicamente por la explosión, pero se levantaroncomo si fueran dos ancianos, cuidando de no romper sus propios huesos por el ascenso.Entonces se dio cuenta de que la piedra de poder no había desaparecido. Se habíadividido en dos, y cada uno de los hermanos tenía una mitad en su mano izquierda.

Más luces se encendieron en la caverna, y oyó pisadas de pies de metal contra la piedra.

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Esto es lo que vio Urza.Quizo detener a Mishra, pero era demasiado tarde. Hubo un destello brillante que

consumío a los dos. Su última visión clara fue la del rostro de su hermano, tenía unaexpresión de sorpresa, su barba rodea la boca abierta. Gritaba una maldición ¿o era unaadvertencia? Urza no pudo oírlo, y de repente se vio rodeado por la blancura de la

explosión.Luego se halló en otra parte.Estaba flotando, volando sobre un paisaje que nunca había visto antes. La tierra

debajo de él estaba hecha de cables de metal corroído, se cruzaban y se volvían a cruzarentre ellos hasta que formaron una gruesa alfombra tejida. Gigantescos engranajesestallaban a través del paisaje de metal, girando lentamente y estirando los cables de losalrededores. Serpientes de color cobrizo se movían entre la alfombra, pero Urza vió quesolo eran mas cables, a ciegas buscó un camino a través del laberinto de alambrestejidos. Había otras grandes placas circulares, los engranajes se movieron hacia loslados, eran tan gruesos como la altura de Urza y estaban cubiertos con una pátina deespesor de corrosión.

Urza se dió cuenta de que todo el paisaje comenzaba a ondularse ligeramente,como un ser vivo, se observaba en el movimiento de los engranajes y las ruedas quehabían debajo. Colinas se formaron a su alrededor, moviéndose lentamente, empujandolos engranajes oxidados sin descanso a su derecha. En esa dirección, oeste pensó,aunque en ese mundo cambiante era difícil estar seguro, había un resplandor rojizo.

Urza aterrizó en uno de los engranajes, y este lo llevó junto a su moviento. Laalfombra de cables de color cobrizo serpenteaba alrededor de él, pero no lo tocaba. El

 paisaje parecía hervir con serpientes de metal.Había una tormenta en frente de él, nubes de ébano se levantaron contra la

oscuridad que le rodeaba. Rayos azules formaron arcos entre las nubes, dándolesdefinición.

Una ola de lluvia barrió la tierra. Su sabor era como el del aceite, pero pasórápidamente cuando las montañas cambiantes empujaron a Urza lejos de allí. Un vaporcaliente se filtró por debajo de los cables, y se produjo un breve ruido rechinante. Estetambién cesó rapidamente.

Ante Urza una gran torre hizo erupción en el paisaje, arrancando los cables demetal y engranajes en su alzamiento. Estaba hecha de placas gruesas de metal pesadascon pernos del tamaño de un hombre, y cubierta con runas angulares. En lo alto tenía

 pistones, y el engranaje sobre el cual viajaba Urza se levantó y le disparó por encima delas colinas ondulantes. Luego la torre se retiró y se introdujo en la tierra tanrápidamente como había

aparecido, y el paisajeagitado siguió llevando aUrza.

Apareció un sonidoagudo como de alas deinsectos, miles y miles. Elruido estaba en todos lados,

 pero las criaturas eraninvisibles a sus ojos. Acontinuación, este sonido sedesvaneció también.

Ahora Urza vio que ya no estaba solo. Había otros seres de pie en otro disco enmovimiento, más grande que el suyo. Estos seres estaban ocupados construyendo algo

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cuidadosamente, mientras se desplazaban. Tenían una forma humanoide, vestido conropas blancas radiantes de pies a cabeza. Sus rostros estaban cubiertos por máscaras

 blancas y sus cabezas por capuchas blancas. Urza se concentró, pero no logró ver masdetalles. Todo lo que pudo observar era que estaban construyendo algo.

Por primera vez Urza se dio cuenta que estaba soñando. Se dío cuenta que el

debería estar en una caverna con su hermano y la señora Tocasia. Extendió sus manos ycontó con los dedos. Él siempre había oído que uno debía hacer esto para determinar siestaba soñando. Tenía el número correcto de dedos (Por lo menos lo que él creía que erael número correcto), pero su piel era transparente. Juzgó que el experimento no eraconcluyente.

Las figuras de blanco se movían más rápido ahora, y vio que estabanensamblando piezas de un gran dispositivo de bronce. Se veía como una de las arañas demetal situadas a los pies del acantilado, aquellas que vieron en el mundo ”real”, dondehabían dejado el ornitóptero. Sin embargo, este dispositivo no estaba destruido ni eraantiguo. Su estatura era más alta que la de las figuras blancas. Si la araña del sueño eradel mismo tamaño que los restos que habían visto, Urza determinó que las figuras sólo

eran ligeramente más bajas que el humano promedio.La araña del sueño era alta y estaba hecha de placas gruesas de metal de color del

 bronce. Rayo azules y blancos brillaron cuando las articulaciones del dispositivo seunieron, y se mantuvieron juntas gracias a pernos tan gruesos como el antebrazo deUrza. El dispositivo no tenía cabeza, pero desde el centro de la espalda se levantó ungran protuberancia rematada por un cilindro. Urza pensó en las catapultas que había ensu propio mundo, y reconoció al cilindro como un arma.

Observando a la araña del sueño Urza vio no sólo su forma, sino su función. Violas piernas con forma de postes y sabía cómo habían sido unidas y, por lo tanto, la

forma en que debían de moverse.Vio de nuevo la protuberancia de lacriatura y sabía que estabaconstruída para que pudiera girar encualquier dirección. Él observó lamasa pesada de placas superpuestasque formaban la armadura de lacriatura y supo cuánta energía senecesitaba para mover una masa deese tamaño.

Ahora las figuras de blancoestaban hablando entre ellas. Habían

visto a Urza, pero evidentemente nosabían qué hacer con el intruso. Derepente Urza sintió algo pesado en

el pecho, palpitando como un segundo corazón. Miró hacia abajo. Todo su cuerpo eratransparente ahora. Casi sin pensarlo, metió una mano en su interior y sacó una piedragrande, que brillaba con colores, verdes, azules, rojos, blancos y negros. Los colores sesuperponían unos a otros, parecían coexistir en un mismo espacio.

Los bordes de la piedra eran ásperos, y Urza supo que le faltaba la mitad.Levantó la piedra y se la mostró a las figuras de color blanco. Pareció suficiente, ya queinmediatamente se olvidaron de él y volvieron a su trabajo.

El resplandor rojo en el oeste era cada vez más fuerte ahora que el equipo de

vuelo se acercaba a su destino. Mirando alrededor, vio Urza otras pequeñas figuras

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vestidas de blanco en sus propios engranajes a su lado, cada uno con sus propiosartefactos.

Algunas de las máquinas eran arañas. Algunos eran estatuas titánicas. Algunas parecían ser grandes elefantes o bueyes. Todos eran de una metal grueso de color rojo yoro, y todas estaban armadas de la misma manera que la araña.

Ahora vio que la luz que habíadelante suyo venía de una fundición degrandes proporciones, del tipo usado

 para hacer espadas y herraduras. Elhorno era de hierro en bruto y tenía laforma de una cabeza monstruosa.Largos y rizados cuernos enmarcabanuna boca abierta llena de lenguas dellamas crepitantes . Urza sabía queestaba a casi un kilometro de distancia,

 pero aun así podía sentir su calor. Sabía

que podría derretir la carne de sushuesos, eso era si tenía algo de piel.Una gran rampa de metal con tintes decolor rojo le llevó hasta la boca del horno monstruoso.

La araña del sueño y las demás arañas de bronce se movían ahora, junto con loselefantes, bueyes, y titanes. Los discos se detuvieron al pie de la extensa rampa, y losdiversas artefactos comenzaron a andar hacia adelante, impulsados por sus motoresinternos. Vapor y chispas se escurrían entre sus articulaciones. Las criaturas artificialesformaron un par de líneas, una a cada lado de la rampa.

Ahora las figuras de blanco, los constructores de estos poderosos artefactos,comenzaron a moverse también. Poco a poco, casi a regañadientes, subieron por larampa. A medida que avanzaban, las armas cilíndricas que había encima de lasmáquinas de color rojizo y oro les siguieron, al ritmo que les permitía el dispositivodebajo de sus troncos.

Una de las figuras más cercanas a Urza vaciló un momento y luego retornó. Omás bien, lo intentó. La máquina más cercana, la araña dorada del sueño que la figurahabía ayudado a construir, disparó algo de su torreta. Un haz de luz incandescentesurgió de la punta del cilindro y cortó en dos a la figura que huía. Urza vio como loshuesos amarillentos de la figura caían al suelo y rodaban hasta el pie de la rampa.

Las otras figuras de blanco no le prestaron atención al desertor muerto. En sulugar, poco a poco se abrieron paso por la rampa, hacia las llamas, encorvandos bajo las

armas de los artefactos dorados. Urza trató de gritar una advertencia, pero todo lo que pudo hacer era un sonido de fragua y martillo sibilante.Ahora algunas de las figuras comenzaban a derretirse, mientras que otras

estallaban en llamas al acercarse al fuego. Sus compañeros les apresuraban, lasarrastraban, y tiraban de ellos hacia adelante hasta hacerlos llegar a la monstruosa bocadel propio horno.

Y entonces se lanzaron a las llamas.Urza gritó. Sus gritos parecía que le arrojaban cada vez mas lejos del horno

monstruoso, lejos del mundo de las serpientes de oro y laderas en movimiento y lasmáquinas armadas. La boca del horno se redujo a un pequeño punto rojo mientras huía,y sintió algo caliente detrás de él. Se volvió hacia la nueva sensación y ...

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...despertó en el suelo de la cámara.Aferraba una mitad de la piedra de poder ensu mano.

A lo lejos, Urza oyó el sonido de piesde metal contra la pared.

* * * * *Esto es lo que vio Mishra.

Urza se lanzó hacia adelante, y Mishra lo miró, pero cuando vio el rostro de suhermano, severo y enojado, el resplandor blanco ya había consumido a los dos. Todo loque pudo ver Mishra fue el ceño fruncido de Urza. Y luego se halló en otro lugar.

Estaba en el interior, dentro de un gran pasillo. Pero esta sala se diferencia deotras salas ya que eran mas suave y horadada en la montaña, las paredes parecían estarhechas de piel de lagarto, negra y flexible. Tocó una de las paredes, y se estremeció.Mishra podía ver el rizado pasaje entero, casi como si estuviera durmiendo a sualrededor. El aire era denso y húmedo.

El pasillo se extendía delante de él infinitamente. Se dio la vuelta. El pasillo seextendía delante de él infinitamente. Se dio la vuelta otra vez.

 Nuevamente el pasillo se extendía delante de él infinitamente. Se volvió una vezmás y se dirigió por el pasillo sin fin.

Su pie crujió sobre algo, asi que dio un paso atrás. Bajo sus pies había un

 pequeño juguete de oro. Tenía la forma de una figura humana, e irracionalmente Mishrase preguntó si Urza estaba en algún lugar cerca de allí. Y Tocasia, recordó, Tocasiahabía estado con ellos hacía solo un momento. Miró a la figura, pero no era nadieconocido. Había roto sin querer el brazo de la figura y su rostro se había paralizado enun grito.

El suelo estaba cubierto con pequeñas figuras gritando. Algunas eran humanos, pero también había elfos y orcos, enanos y minotauros entre ellos. Trató de moverse através de ellos sin pisarlos, pero había demasiados. Entonces se dio cuenta de queincluso aquellas figuras que no pisaba también llevaban rostros gritando. Se aseguró queél no era el que les estaba haciendo daño adicional y que las figuras probablemente noestaban vivas, siguió adelante, dispersando los juguetes a su paso.

Ahora había nichos a cada lado de la pared, cada uno poseía un espejo oscurocontra la parte posterior. Mishra se detuvo en el primero y vió una forma humana. No,era una forma humanoide, desnuda. Parecía que giraba mientras le miraba,convirtiendose primero en una raza, luego en otra, luego en una tercera. Era una estatua,tallada de una piedra oscura, pero líquida. Llegó el final de la serie de transformacionesy comenzó de nuevo la secuencia.

Mishra pasó al segundo espejo y vio otra figura. Esta llevaba armadura, o lo que parecía ser una armadura. Ya que cambiaba de una forma a otra, Mishra se dio cuentade que la armadura era parte de la estatua y, tal vez incluso una parte de la criatura quela estatua representaba.

Mishra sintió una oleada de emoción. De repente, él sabía lo que las máquinas

de la caverna significaban. Podían transformar la piel y la piedra en otras cosas. Ellos

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 podían mejorarse a sí mismos. Podían construir cosas. Corrió hacia el siguiente espejo,haciendo caso omiso de los juguetes de oro a sus pies.

Era otra estatua cambiaformas, pero tenía más armas que las que él había vistocon anterioridad. Tenía cuernos también, se extendían hacia atrás en la parte superior desu cabeza como los de un antílope, no hacia afuera como los de un minotauro. Cambió

de forma lentamente, y Mishra vio que la piel de la imagen se había tranformado comode cuero, parecida a la de las paredes interiores. Huesos oscuros sobresalían de su carnehacia el aire libre, como oscuras agujas de poder.

Mishra se pasó al espejo de al lado. Aquí no había más que una única figura queno cambiaba. Su piel era de escamas de lagarto negras solo atravesada por los huesosafilados que sobresalían de su carne. Su cara era estrecha y parecida a la de un lobo, ysu boca abierta llena de dientes afilados. Sus ojos estaban cerrados, y encima de sucabeza un gran par de cuernos de antílope llegaban a una posición extremadamentehacia atrás. Alrededor de los cuernos había un nido de alambres parecidos a gusanosenterrados en el cráneo de la criatura, fluían hacia atrás como trenzas de color sangre.

Mishra se quedó mirando a la criatura en el espejo oscuro durante mucho

tiempo, esperando a que cambiara a otra forma. Pero seguía siendo una cosa inerte de piedra negra.

Entonces la estatua abrió sus ojos, y Mishra dio un paso atrás.Eran ojos suaves y húmedos, con fugas de sangre en los bordes. Los ojos

 parpadearon y el ceño de la critura se frunció por encima de ellos.De repente Mishra era consciente de que no estaba viendo una imagen, sino un

ser vivo. Y, peor aún, que lo estaba viendo a él.El ser levantó la mano y tocó su pecho. Mishra hizo lo mismo, tocando su propio

 pecho. Sus dedos rozaron algo suave, y él miró hacia abajo. Montado en el centro de su pecho había una joya grande, irradiando un espectro de colores. Olvidando la criatura por un momento, él levantó la mano y extrajo la piedra preciosa de su pecho. Se sentíatibia al tacto, casi reconfortante. La enorme joya había sido tallada en facetas brillantesalrededor de la mitad de su superficie, pero a lo largo de un lado una gran parte se habíaroto, dejando un forma irregular atrás.

La criatura se acercó y tocó su lado del espejo. A pesar de sí mismo, Mishrasintió que su propia mano se alzaba en respuesta, como si fuera la imagen y la criaturaahora el original. Apretó la mano hacia adelante, casi tocando el vidrio. El demonio demetal, hueso, y cuero sonrió.

Alguien le llamó por su nombre. Él estaba seguro de ello. Alguien detrás suyodijo su nombre. Se alejó del espejo,de la criatura oscura detrás de él, de

repente envuelto en una ola de luz blanca brillante, y ...... despertó en el suelo de la

cámara. Su mano aferraba la otramitad de la piedra de poder.

En la distancia Mishraescuchó el sonido de pasos metalicoscontra la piedra.

* * * * *

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Tocasia tropezó con los dos hermanos, que poco a poco se levantaron del suelo. Sin importar loque hubieran hecho, la enorme piedra de poder sehabía dividido en dos, y cada hermano tenía una

 parte de ella. A diferencia de otros pedazos de

 piedras que Tocasia había encontrado en laexcavación, estas joyas conservaban su brillo yenergía. Parpadeaban con el poder que aún lesquedaba dentro. Cada joya brillaba con una gama decolores, aunque la de Urza brillaba más a menudo de

color rojo, mientras que en la de Mishra predominaba elverde.

Asombrada, Tocasia se dio cuenta que la cámaraestaba mas iluminada. El cristal de las placas a lo largodel techo eran más ligeras ahora, y no había másdestellos a lo largo de las paredes de metal plateado.

Urza ya estaba al lado de Mishra. El hermanomás joven se encogió de hombros rechazando la ofertade ayuda del mayor y se puso de pie por su propiacuenta. Al pararse su cuerpo se balanceó ligeramente,como si sus piernas fueran miembros nuevos para él.

La cara de Urza estaba tan pálida como la de un fantasma, los colores de la piedra fracturada jugaban a través de ella. "¿Qué pasó?" dijo sin aliento.

Tocasia miró a los dos hermanos. Parecían aturdidos pero relativamente intactos."La joya de poder explotó", dijo. "Tienen los fragmentos en sus manos."Mishra señaló a su hermano. "¡Fue su culpa!""¡Yo estaba tratando de detenerte!", estalló en un grito Urza."¡Basta!" gritó Tocasia, su voz resonaba en las paredes. "¡Escuchen!"Ambos jóvenes se detuvieron un momento y escuchó lentos y rítmicos sonidos

de pasos de pies de metal contra la piedra. Numerosos y uniformes, los pasos eran pesados e implacables. Y se oían cada vez más cerca.

Aparecieron formas en el otro extremo de la cámara. Tocasia no se acordaba dehaber visto una puerta antes de la explosión, tal vez no hubiera habido alguna. “Se debehaber abierto hace tan solo algunos momentos”,  pensó, y a través de ella aparecieronuna media docena de formas titánicas.

Los Su-chi, guardianes de los Thran, con sus caras lupinas y sus rodillasmontadas hacia atrás. Aunque poseían una descomunal, estructura retorcida, podían

moverse con rapidez. Se abalanzaron sobre el trío."¡Huyamos!" gritó Tocasia."No," dijo Urza. "Creo que puedo manejar esto." Su joya parecía brillar aún más

a medida que hablaba. La sostuvo en frente de él. Un rayo de luz de color rubí brilló delos bordes de la piedra y se lanzó por la habitación, bañando los seis mecanismos degran tamaño. Estos dudaron, bebiendo el resplandor. Luego reanudaron su marcha.

"¡Se están moviendo más rápido!" gritó Tocasia. "¡Aquello que hiciste los hizomás fuertes!"

"Entonces huyamos", dijo Urza.Mishra levantó su piedra, pero Urza le golpeó el brazo haciendole desistir." Ya

lo intentamos y no funciona. ¡No empeores las cosas!" Corrió tras Tocasia. Mishra

corrió detrás de ellos.

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Todas las escaleras que habían descendido ahora eran como acantilados quedebían subir de nuevo. Tocasia sintió la tensión en sus músculos y lloraba cada vez quesubía un escalón. Sus huesos parecían hechos de piedra. Al final del tercer juego deescaleras Tocasia debió apoyarse en el hombro de Urza. Los Su-chi eran más lentos enla escalera, pero las criaturas subían dos escalones a la vez y eran incansables.

Tocasia miró por encima de su hombro. Los Su-chi les estaban alcanzando.En la parte superior de la escalera Mishra se detuvo, jadeando. Urza estaba enmejor forma , y Tocasia sentía como si ella se fuera a desmayar.

"Tal vez... podamos encontrar algo... que arrojar hacia abajo. Que les bloquee...su camino", jadeó Urza.

Mishra levantó la piedra, pero Urza negó con la cabeza, exhausto. "Nofunciona... les hace más fuertes. Ya lo intenté."

Mishra jadeaba también, pero finalamente logró forzar sus palabras. "Lo hasintentado... con…tu piedra. Voy a tratar ... con la mía."

Urza dejó escapar un grito, pero el hermano más joven fue más rápido. Levantóla piedra antes que él, y sus rayos se lanzaron por las escaleras. La luz de la joya no

 pasó por el aire en línea recta, mas bien se dobló, describiendo una curva arqueadateñida de un resplandor verdoso.

La luz golpeó la cabeza de un su-chi a mitad de camino, mientras estabasubiendo un escalón. El artefacto, vigoroso y saludable un momento antes, se hundiónotablemente, como si su vitalidad hubiera sido absorbida. Se inclinó hacia delante aldar el paso. La criatura detrás de él fue tomada por sorpresa y cayó hacia atrás,llevandose a dos más con ella a medida que caía. Los tres se derrumbaron en el rellanoformando una pila, y sólo dos de las figuras siguieron su camino.

"No las detuvo”, dijo con voz entrecortada Urza. "Te lo dije"."Las hizo mas lentas", le espetó Mishra."Dejen las peleas para después," dijo Tocasia, agarrando la parte delantera de su

túnica. "Corran ahora".Tocasia sintió como si su pecho se encendiera, cuando huyeron por los pasillos.

Sin corredores a los costados, las posibilidades de perderse o de esconderse eranmínimas. Las placas cristalinas a lo largo del techo estaban todas iluminadas, invocandosombras extrañas mientras los exploradores corrían. Tal vez eran parte del sistema devigilancia de los Thran, pensó la vieja erudita. Cuando alguien entraba y se utilizabaalguna máquina, las luces se encendían y los su-chi despertaban de su letargo.

En los nichos que pasaban, Tocasia vislumbró otros artefactos Thran. Lasmáquinas luchaban por liberarse también, pero como estaban viejas y desmembradas no

 podían hacer mucho. Un brazo de metal se levantaó en señal de protesta muda al paso

de Urza, Mishra, y Tocasia. Una cabeza lupina de metal de color azul oscuro se volvióhacia ellos y siseó. En un momento dado, la parte inferior del torso de un su-chi, con lasrodillas hacia atrás y todo, se lanzó fuera de su nicho, desprovisto de su parte superior.Urza empujó a Tocasia detrás de él, Mishra alzó nuevamente su piedra. El rayo deenergía color jade se arqueó hacia adelante, y los restos de la criatura explotaron,aterrizando las piernas en diferentes direcciones. Pasaron más allá del cuerpo de metal,en el fondo de su mente Tocasia se lamentó no haber tenido mas tiempo para examinarla criatura más a fondo.

Los Su-chi se perdieron de vista, pero la anciana todavía podía oír el estrépito desus pasos, el zumbido de los mecanismos dentro de sus pechos, y el ruido metálico desus articulaciones. Adelante, el resplandor de la luz natural crecía cada vez más. Habían

llegado a la entrada y estaban a salvo.

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Urza extendió un brazo a través del pasaje, capturando a Tocasia y Mishra, quiendejó escapar una maldición por debajo. El hermano mayor señaló con su otro brazohacia la entrada.

Una sombra se movía por la arena en frente de la boca de la caverna. Algogrande estaba esperando.

Tocasia miró hacia atrás en busca de los su-chi, al mismo tiempo que amboshermanos miraban horrorizados hacia adelante. El pájaro Roc se alzaba directamentesobre lo alto de la caverna, como un búho en espera sobre el agujero de un roedor a queapareciera su presa. Urza maldijo.

"Déjame probar", dijo Mishra, alzando la piedra. Esta vez Urza no lo detuvo.Mishra enfilo hacia adelante para conseguir un tiro claro hacia el Roc con su

 piedra. Urza se quedó justo detrás de él. Mishra alzó la piedra, y el arco de luz verde,visible incluso a la luz del día, irrumpió hacia adelante y se dirigió hacia el centro delave. El gran pájaro dejó escapar un grito tremendo. Se dió a la fuga, alejádose a uncentenar de metros de distancia cerca de un gran espolón rocoso, donde se detuvonuevamente. Los rayos verdes le siguieron, pero no le hicieron daño adicional.

"¡Caete, maldito! ¡Caete!" murumuró Mishra entre dientes."Lo estás debilitando", dijo Urza, "Pero es demasiado grande para caer.

Demasiado difícil.""Viene la compañía", dijo brevemente Tocasia. A lo lejos en la distancia se

escuchó el ruido cada vez mas cercano de los su-chi."Entre el desierto y las profundidades saladas del mar." citó Mishra un viejo

refrán del desiertoUrza se quedó mirando los restos del nido de arañas de metal, situado al pie de la

colina."Mishra, toma a Tocasia y corre hacia el ornitóptero. No dejes de correr hasta

llegar allí.""Pero el Roc...” quizo decir  Mishra."Deja que el Roc sea mi problema", dijo Urza y saltó hacia adelante en la luz del

sol.Tocasia protestó, pero Mishra ya le había agarrado por la muñeca y tiraba de ella

 para que corriera detrás suyo. Los dedos de Mishra se atornillaron alrededor de su brazo, y ella no tuvo más opción que seguirle. Las luces detrás deellos ya reflejaban el metal azul de los cráneos su-chi.

El Roc se hechó a volar tan pronto como apareció Urza, precipitándose de nuevo con sus titánicas garras hacia su presa enla boca de la caverna. Su pico de buitre serpenteó hacia abajo para

atrapar al joven, pero Urza fue demasiado rápido para él. En unsegundo se arrojó entre los restos de la araña de bronce quellenaban la base del acantilado.

Tocasia fue medio guiada, medio arrastrada por Mishrahacia el ornitóptero. A mitad de camino se escondieron detrás deuna gran roca a cubierto. Dos pares de ojos miraban alrededor del

 borde de la roca en busca de cualquier signo de Urza."¿Qué está haciendo ese tonto?" susurró Mishra. Vieron a

Urza precipitarse entre los restos enterrados de las arañas, y luegodesaparecer.

Tocasia se llevó la mano al pecho y se quedó sin aliento.

Urza estaba entre una de las arañas de metal destrozadas. Su mitad de la piedra parecíafuncionar de manera diferente que la gema de Mishra. "Va a ..." Se detuvo y tragó

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saliva. Su boca se sentía como si estuviera llena de metal. "Va a tratar de conseguirhacer funcionar una de esas arañas. Pero ¿por qué ...?"

El resto de su frase se perdió en un titánico zumbido palpitante proveniente masallá de sus pies, y una de las arañas doradas-rojizas se sacudió de su tumba de arena. Laarena se escurrió de ella como si fuera agua, y Tocasia vió que la armadura de la araña

estaba desperdigada en una media docena de lugares y le faltaba la mayor parte de sus piernas delanteras. A través de la parte pelada de la armadura pudo ver a Urza jalandofrenéticamente palancas y presionando botones. Hubo un resplandor rojizo a sualrededor, haciendo que el vapor que salía de los lados de la bestia pareciera un aurainfernal.

"La está encendiendo con la piedra", dijo Mishra. "Introdujo su piedra en lamáquina. Debe hacer a los artefactos más fuertes."

"No. La piedra está en su mano," le corrigió Tocasia. "Pero tienes razón. Estáusando la piedra para hacer mas poderosa a la máquina, para aumentar todo el poder quetiene."

"Lo que sea," gruñó Mishra, apuntando hacia la apertura. "Se le está acabando el

tiempo. ¡Mira!" En la entrada de la caverna el resto de los su-chi, se lanzaban hacia laluz solar.

La torreta de la parte posterior de la araña emitió nuevamenteun sonido metálico agudo, mientras giraba sobre unos engranajesdentados llenos de arena y esgrimió un cañón largo, de aspecto

 peligroso. Tocasia supo de inmediato que era un arma.El pájaro Roc gritó y se avalanzó hacia adelante para deshuesar el

 bocado sabroso de su caparazón así como una gaviota come uncangrejo. Tocasia oyó que Urza gritó unas palabras ininteligibles, y elcañón escupió una llama de fuego. El sonoro trueno del disparo delarma hizo eco a través del cañón de Koilos.

La llama alcazó al Roc en el centro de su pecho, encendiendosus plumas y envolviendosu cuerpo en llamas. Lagigante bestia alada intentóvolar, pero el fuego era insidioso,arrastrándose a lo largo de las alas del Roc y

 prendiéndoles fuego cuando la criatura lasquizo alzar. Por un instante, el ave seconvirtió en el ave fénix de la leyendaFallaji, bañado en llamas. Pero en vez de

renacer como el ave mítica, el Roc se redujo,cayendo hacia el fondo del cañón que habíadebajo.

El gran pájaro se precipitó justodelante de la entrada de la caverna donde lossu-chi estaban parados. Las criaturasdebilitadas no tuvieron mas tiempo que demirar hacia arriba, y Tocasia logró escucharun ruido metálico agudo parecido a unquejido que podría haber sido un grito.Entonces el titánico cuerpo en llamas del

Roc cayó sobre ellos, aplastándolos porcompleto.

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Hubo otro grito, este más agudo, más entonado. Venía de la araña de metaloxidada y rota con la que Urza había derrotado a sus oponentes. El vapor que habíarodeado a la nave se convirtió en humo negro; llamas y chispas recorrieron el armazóndel artefacto. Urza había soltado el dispositivo y se lanzaba a la carrera. Tocasia notóque sostenía la gema roja contra su pecho.

El silbido de la araña se hizo aún mayor. Llegó un momento que el tono fue tanagudo que casi dividió el cerebro de Tocasia en dos. Luego, con un crescendo detruenos, la araña de metal explotó. El ruido de la explosión retumbó desde los lados delacantilado y fue respondido a los pocos segundos por ecos proyectados en la partesuperior del cañón.

Urza alcanzó a los otros. Tocasia comprobó la entrada de la caverna, pero todolo que era visible era los restos humeantes del Roc.

"Eso se encargará de ellos ", dijo Urza. Su rostro y sus cabellos estabanmanchados de hollín, y olía a cuero quemado y metal.

"Tuviste suerte", dijo Mishra con el ceño fruncido."Todos tuvimos suerte," dijo Tocasia. "Suerte de encontrar este lugar, suerte de

escapar del Roc. Suerte de escapar de las cavernas sin perecer. Ahora esperemos ser losuficientemente afortunados para volver a casa."

"Tú si tuviste suerte", repitió Mishra a su hermano."La suerte no tuvo nada que ver con eso", respondió Urza, con una tono hosco

en su voz. "Pensé que sabía lo que hacían esas cosas arácnidas, y yo tenía el poder demarcar la diferencia. Fué rápidez de planificación, tal vez, pero no suerte."

"No tenías idea", le presionó Mishra. "Accidentalmente hicistes a los guardianesmás fuertes con el poder de la piedra."

"Uno aprende de sus errores", dijo Urza, encogiéndose de hombros. "Por lomenos yo. Tú sigues cometiendo nuevos errores todo el tiempo."

"Chicos", advirtió Tocasia, "este no es el momento para ello.""¡Fui yo el que debilitó a los su-chi con mi piedra!" interrumpió Mishra."¡También fuiste tú el que hizo estallar el cristal!" replicó Urza."¡Yo no lo hice, yo no toqué nada!" gritó Mishra. "¡Fuistes tú!""¡Alto!" gritó Tocasia, dando un paso entre los dos jóvenes. "Podemos discutir

sobre esto una vez que estemos en el aire. Por el momento tenemos que reparar elornitóptero y volver." Hizo un gesto con la cabeza hacia los restos humeantes del Roc."No sabemos si ese pájaro era solitario o uno de una familia más grande."

Tocasia se alejó de la pareja. Se preguntó si había algo entre los escombros que pudiera utilizar como bastón. En el vuelo hacia la caverna había perdido el suyo, y ya podía sentir los músculos de las piernas acalambrarse por el uso excesivo. Ella esperaba

tener un largo descanso después de esta aventura.Detrás de ella, ninguno de los hermanos se movieron. Tocasia se giró y dijo:"Que sea para hoy, si no les importa." Se dió cuenta que los dos hermanos parecíancomo si les fuera a salir humo de sus oídos.

"En un momento," dijo finalmente Urza. "Primero, dámela". Extendió su manoderecha. Su izquierda todavía aferraba la gema de color rojo-brillante.

"¿Qué?" preguntó Mishra, aferrando su propia piedra cerca del pecho."La piedra", replicó Urza. "Dámela. Tal vez podamos encajar las piezas de

nuevo juntas."Mishra se aferró a la piedra con más fuerza, y Tocasia podría jurar que vio como

 parpadeaba la piedra en su mano, tan amarillo-verdosa como los ojos de un gato. "No,"

dijo. Su rostro se tranformó en un profundo ceño fruncido."Existe la posibilidad de que podamos restaurarla", dijo enfadado Urza.

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"Bueno”, le espetó Mishra. "Dame la tuya."La cara de Urza creció más. "No puedo. Es posible que la rompas.""¡Yo no rompo cosas!" dijo Mishra con vehemencia. Su voz era chillona. A

Tocasia le pareció a punto de romperse, como lo había hecho varios años atrás durantesu adolescencia. "¡Tú eres el que siempre piensa que lo sabes todo", continuó, "pero

siempre me echas la culpa! Bueno, no eres tan inteligente como te crees que eres. ¡Todoel mundo lo sabe!""Yo tengo mas experiencia porque soy más viejo", dijo con frialdad Urza.“Entonces, te darás cuenta que yo no quiero renunciar a mi piedra ", replicó su

hermano. "Si quieres que encajen entre sí, dame la tuya, ¡Maestro Alto y Poderosodemasiado-bueno-para-el-resto-de-nosotros! Hermano, demuéstrame que eres el mássabio. ¡Dame tu piedra!"

"¿La quieres?" gruñó Urza. “Muy bien. ¡Toma, entonces! ¡Tú siempre teapropias de cosas que no son tuyas! "

Tocasia comenzó a gritar, pero ya era demasiado tarde. Urza lanzó un puñetazo,todavía tenía la piedra agarrada con fuerza en su mano. Mishra dio un paso adelante,

directamente al golpe de Urza. La gema se conectó con la frente del hermano menor y lehizo caer en un montón.

Urza saltó hacia delante, de rodillas sobre la forma caída de su hermano. "Losiento, Mishra. Yo no tenía intención de golpearte."

Mishra ya se había levantado con los codos y estaba tratando de alejarse."¡Aléjate de mí, maldita sea!"

Tocasia tiró del hombro de Urza. "Despierta. ¡Deberías ser mas considerado!" -gruñó ella. Su temperamento se deshilachó a punto de ruptura. "Siempre estás diciendoque eres el más viejo y el más inteligente", dijo severamente. "Bueno, mira lo que hashecho."

Urza quizo comenzar a hablar, luego miró a su hermano. La joya había cortadola cara de Mishra, y la sangre carmesí comenzaba a llenar la herida de la sien.

Urza miró de nuevo a Tocasia. “Yo…Yo... lo siento,” tartamudeó. Le tendió lamano vacía a Mishra. "No fue mi intención. Lo siento."

Mishra le alejó, golpeando la mano de Urza. "¡Vete! ¡No necesito tu ayuda!"Tocasia quizo empezar a hablar. "Mishra, tu hermano está tratando...""Y yo no necesito que me expliques las cosas que le corresponden a él," le

interrumpió. "Voy a estar bien." Se volvió hacia su hermano. "La piedra es mía. Tú yatienes la tuya."

Tocasia sintió que su interior se fundía en ira. Ambos jóvenes eranestúpidamente tercos. No tenía tiempo para esto. Respiraba pesadamente, controlando

su temperamento por un acto de voluntad.“Muy bien,” dijo al fin. "Urza, extiende la estructura del ornitóptero. Mishra,investiga los restos del Roc para ver si alguno de los guardianes su-chi sobrevivió. Gritasi alguno se mueve."

 Ninguno de los hermanos se movió, y Tocasia exclamó con una voz de acero."¡Ahora, niños!"

Ambos se volvieron a sus tareas, pero Tocasia se dio cuenta que cada unofulminó con la mirada al otro como si fueran perros rivales.

El viaje de vuelta al campamento de Tocasia se hizo en un silenciomalhumorado, volando durante la noche para evitar acampar nuevamente. Ninguno delos hermanos habló más de tres palabras el uno con el otro. Se limitaron a temas

 prácticos como la forma en que respondía el ala dañada, el clima, y el curso actual del

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ornitóptero. Tampoco hablaron sobre el corazón secreto del los Thran, el Roc, o de sulucha.

Tocasia se dió cuenta de que no solo la piedra de poder se había hecho añicosese día.

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Capítulo 5Cataclismo

E l mundo cambió después de Koilos y se convirtió en un lugar más oscuro enlos meses que siguieron.

Urza se metió en la tienda que compartía con su hermano tan pronto como los tresinvestigadores regresaron al campamento, apareciendo sólo para comer. Poco despuésMishra abandonó la tienda, lléndose a vivir entre los excavadores. Él podría habertenido una vivienda permanente entre los estudiantes, pero Tocasia sintió que el jovenestaba haciendo una declaración, tanto a su hermano como a ella.

Los dos hermanos ahora se culpaban el uno al otro continuamente. Urza señaló públicamente que Mishra había dado instrucciones a los estudiantes de cavar demasiado profundo. Mishra replicó que Urza exigía más estudiantes para limpiar los artefactos delo que realmente necesitaba.

La hora de comer era especialmente estresante. Los argumentos ya no eranintercambios de palabras e ideas. Un filo de acero, como la hoja de un puñal, se habíadeslizado en las conversaciones de los chicos. Las preguntas ahora parecían ganchos de

 púas, y las respuestas indicios de amenazas y desafíos. Un par de veces Mishra hizoestallar a su hermano en la mesa, y después de un mes Urza dejó de asistir a las cenascomunales, llevando la comida a su habitación. Aparentemente, había utilizado la mitadde la sala que había dejado Mishra para ampliar su espacio de trabajo propio, lo queirritó a su hermano aún más. Mishra apareció para la cena durante un mes más,cavilando sobre las comidas. Entonces comenzó a comer en el campamento de losexcavadores.

 Ninguno de los hermanos hablaba de cuestiones personales, ni a Tocasia ni anadie. Con la erudita eran amables y trataban de mantener la conversación centrada enla naturaleza de las excavaciones realizadas (por Mishra) o en la última maravillamontada (por Urza). Sin embargo, cuando aparecía el tema de las cavernas, ambos

 jóvenes se volvían, ásperos y taciturnos.En parte, Tocasia sentía, que la piedra había alterado su relación. Urza había

encajado la suya en un broche de oro con forma de garra y la llevaba alrededor de sucuello colgada de una cadena. Mishra también llevaba la suya alrededor del cuello, peroen un pequeño saco de cuero colgando de una correa a la manera de los talismanesFallaji. Tocasia no sabía si la piedra de poder había creado la ira entre sus dos mejoresestudiantes o simplemente había desenterrado y cristalizado resentimientos que habían

fermentado durante años. Poco después de Koilos, se dirigió a ambos hermanos y les pidió que examinaran juntos las piedras, tratando de desbloquear su misterio.Urza se negó a renunciar a su piedra. En cambio, dijo que quería examinarla él

mismo. Seguramente Tocasia confiaría en él para hacer un examen justo y racional. Sinembargo, lo que no dijo, aunque Tocasia lo sintió, era que él tenía miedo de entregar la

 piedra a su hermano. Mishra jugaría con los sentimientos de la sabia anciana. Él era elhermano menor, por lo que Tocasia le daría a Mishra la oportunidad de examinar las dosmitades de la piedra.

Mishra, también se negó a renunciar a su piedra. Si Urza se quedaba con la mitadde su piedra, dijo con desprecio, él también se aferraría a la suya. Lo que no dijo, peroTocasia sintió, era que él tenía miedo de entregar la piedra a su hermano. Urza haría uso

de su inteligencia con la sabia anciana. Urza era el hermano mayor, por lo que Tocasiale daría a Urza la oportunidad de examinar las dos mitades de la piedra.

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La arqueóloga se halló frustrada por completo. Ninguno de los hermanos semoverían si el otro no lo hacía, ni confiaban en ella lo suficiente como para queexaminara las gemas. Volvió a ocuparse de las otras piedras, tanto de los fragmentos

 parpadeantes que todavía tenían algo de poder como de los restos apagados, rotos, quehabían perdido sus energías.

 No había nada allí. Ninguna de las piedras de poder que habían descubierto tenían poderes similares. La piedra de Mishra parecía inducir la debilidad en sus objetivos,tanto vivos como artificiales. La joya de Urza aparentemente fortalecía a sus objetivos yde hecho permitía dotar de una chispa de vida hasta a la más elemental de las cáscarasmecánicas. Ninguna otra piedra, observó Tocasia tristemente, parecía haber animado laavaricia y la ira en sus poseedores.

La naturaleza de la energía siguió eludiendo a Tocasia. Ella sabía que existía yque podría ser aprovechada por los dispositivos que utilizaban los diseños Thran quehabía descifrado. Sin embargo, la naturaleza de esa energía iba más allá de susconocimientos. ¿Qué era, y cómo llegó a existir? ¿Era propia de los cristales, o era algoque los Thran habían encerrado allí? Las preguntas estaban allí, pero no las respuestas, y

su propio fracaso en responder estas cuestiones oscurecía el estado de ánimo de Tocasiaaún más.

Para ser justos, el humor negro que habitaba en el campo no era culpa totalmentede los hermanos, al menos no directamente. Muchos más Fallaji de los que Ahmahlesperaba se sintieron ofendidos por el hecho de que la arqueóloga y sus colegas habíanencontrado el corazón secreto de los Thran. Grandes cantidades de excavadoresabandonaron el campo en masa. El viejo Ahmahl estaba claramente avergonzado poreste giro de los acontecimientos, ya que él le había asegurado a Tocasia que pocos de su

 pueblo serían ahuyentados por las antiguas leyendas de los hace mucho tiempodesaparecidos Thran. En efecto, cuando la noticia del descubrimiento de Koilos se

 propagó, el flujo de los artefactos recuperados por la gente del desierto, tan abundantesen años anteriores, se secó casi por completo.

Parte de esa sequía fue causada por un aumento en las redadas del desierto. Unnúmero de tribus como los Suwwardi, calmadas durante décadas, ahora estaban másactivas que núnca. Asaltaban caravanas mercantes e incluso atacaban a Argivia misma.La escuela no había sido atacada, debido al propio grupo de nativos Fallaji, peroTocasia pensó que sólo era cuestión de tiempo hasta que esto comenzara también a

 pasar.Ahmahl asintió. "Hay una cantidad innumerable de familias, tribus y clanes entre

los Fallaji", dijo una tarde, diez meses después de Koilos. Se sentaron debajo de latienda de Tocasia, tomando nabiz. La mayoría del resto del campamento se había ido a

la cama. Las únicas luces que seguían ardiendo eran las del cuartel de Urza, y habíansido atenuadas. El brasero entre Tocasia y Ahmahl crujía entre ambos.El Fallaji desplegó sus dedos y enumeró una lista de nombres de tribus: "Los ricos

Muaharin, los alguna vez poderosos Ghestos, y mi propia tribu, los Thaladin", dijo."Hay otros como los Tomakul, que tienen un parecido muy cercano a lo que ustedesllamarían como “gente de ciudad”. Los Tomakul dicen que gobiernan sobre todos losdemás. Pero no son los verdaderos maestros de las diversas tribus. Los clanes siguen alos líderes fuertes; así que durante una generación todos siguieron a los Ghestos porquetenían a un líder sabio. La siguiente siguió a los Muaharin porque tenían un granguerrero como líder"

"Y ahora la gente del desierto siguen a una nueva tribu", dijo Tocasia

amargamente, tomando su nabiz. Ella lo tomaba caliente, al estilo del desierto, peronunca se preocupaba de la canela.

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"Los Suwwardi," afirmó Ahmahl. "Vinieron de las tierras suroestes cuando yo eraun niño, desde la zona fronteriza con el estado de Yotia. Tienen un Qadir, un líder queha ganado muchos aliados. Habla de los viejos tiempos cuando el pueblo Fallaji era

 poderoso. Y anima el resentimiento contra las naciones costeras, sobre todo aquellasque se están extendiendo a tierras Fallaji".

"¿Son estos Suwwardi sus líderes ahora?" preguntó Tocasia.Ahmahl se encogió de hombros. "No como gobiernan vuestros reyes y señores dela guerra y nobles. Mi gente valora mucho el respeto. Respetan a los Suwwardi por loque han logrado y por lo tanto escuchan su mensaje. Muchos se preocupan por lasnaciones costeras que se mudan hacia el interior, usurpando la tierra quetradicionalmente era de los Fallaji. A muchos les preocupa los descubrimientos queestamos haciendo."

"Pero estamos descubriendo cosas para todos", dijo Tocasia rotundamente."Y estoy de acuerdo," dijo Ahmahl. "Y pensé que los demás también lo estarían.

Pero ven que los artefactos que traen para comerciar, así como los que descubrimos alexcavar, que se los llevan hacia el este, a Argivia, al sureste de Korlis, o hacia el sur

hasta Yotia. Se preocupan de estar perdiendo grandes y maravillosas cosas que les pertenecían.” 

"Y estos Suwwardi juegan un papel importante en esa preocupación", concluyóTocasia. "Ellos reúnen poder mediante la creación de una amenaza común, sin importarsi existe o no."

Ahmahl asintió con la cabeza y dijo secamente: "Ustedes están familiarizados conese proceso."

Tocasia rió y bebió un largo trago de su nabiz. "Política básica Argiviana. Losreyes de Argivia han sobrevivido durante años con ese principio, haciendo pelear a unafacción contra la otra. Ellos hacen cosas en Penregon que harían dar vueltas tu cabeza.Por lo menos los Fallaji son honestos acerca de ser enemigos de alguien."

"Es por eso que no nos hemos movido, y no deberíamos mover, el campamento base a Koilos", dijo Ahmahl.

"La única forma de hallar el barranco donde se encuentran las cavernas es a travésde las profundidades del desierto" Tocasia comenzó.

"El desierto está en manos de la tribu Suwwardi y sus aliados. Palabra ha salidoque cualquiera que no sea Fallaji y sea encontrado en sus tierras será considerado

 propiedad de los Suwwardi, y serán eliminados como a ellos les parezca conveniente."Tocasia extendió las manos y miró la superficie de madera bajo sus dedos

arrugados. El desierto había ganado prácticamente su batalla contra la enorme mesaArgiviana. Era inestable y frágil ahora, la última de sus incrustaciones de perla se había

rendido a las diferencias de temperatura y al polvo. Pronto tendría que destruirla parahacer leña. Tocasia no se había dado cuenta de lo mucho que extrañaría la mesa, tantocomo espacio donde apoyar sus cosas, como recordatorio del lejano Penregon.

¿Habrían tenido este problema con los miembros de la tribu si Urza no hubierasido tan brillante con los mapas y los cálculos, o Mishra no se hubiera acercado a lastribus del desierto y sus leyendas?. Tocasia negó con la cabeza. El pasado era el pasado,tan inviolable como las rocas de las que ella y sus seguidores extraían los dispositivosThran. Tan sólido como los metales que cuidadosamente reconstruían en los talleres.

El silencio creció entre ella y Ahmal. El único sonido era el crepitar de las brasas."Usted no está pensando en las tribus del desierto o en su lugar de excavación",

dijo Ahmahl al fin. "Usted está pensando en los dos jóvencitos."

Tocasia dejó que el silencio continuara, y luego dijo: "Ellos han estado luchandode nuevo."

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"Desde que visitó el corazón secreto de los Antiguos", dijo Ahmahl. Tocasia lelanzó una mirada al líder de los excavadores y el levantó una mano. "No, no me dijo loque pasó allí. Nadie dice nada a este viejo excavador. Pero si hay algo claro para mí y

 para todos los demás es que han tenido una gran pelea. Un tipo de pelea de la que loshermanos no han logrado recuperarse. La semana pasada, casi llegaron a los golpes en

el lugar de excavación". Él le lanzó una mirada de soslayo. "¿Lo sabías?"Tocasia asintió con la cabeza. "Urza pensó que Mishra estaba cavando demasiado profundo para encontrar unas piezas de un pebetero. Cuando los buscadores encontraronesas piezas, Urza acusó a todos menos a Mishra de haber colocado los hallazgos allí enla zanja."

"Mishra halló esas piezas del hombro del pebetero limpiamente", dijo Ahmahl."Pero luego puso a los excavadores a trabajar en el calor del mediodía, cuandonormalmente toman su siesta. Hubiera sido feliz si hallaba un pebetero entero, armado yfuncionando, sólo para demostrar a su hermano lo equivocado que estaba."

Tocasia asintió con la cabeza. "Cada día se ponen peor, y ninguno quiere hablarcon los demás sobre ello. Cada vez que se encuentran en el mismo lugar, la

conversación se transforma en una discusión. A continuación, cada uno siguediscutiendo conmigo después, tratando de demostrar que el otro estaba equivocado . Ycuando trato de mostrarles que ellos pueden estar equivocados, cada uno actúa como sime hubiera puesto del lado del otro. Los últimos meses han sido los peores de todos losaños desde que los he conocido".

Ahmahl se inclinó hacia delante. "Los Fallaji creen que el hombre está hecho de piedra y fuego, cielo y agua. El hombre perfecto mantiene todos estos elementos enequilibrio. El hermano más joven tenía más fuego del que necesitaba aquel primer díaque lo conocí, y ahora también tiene más fuego del que necesita. El hermano mayor seconsume por la piedra:.. fría e inflexible. Imposible de doblegarse, se romperá o sedesgastará".

"Los Argivianos tienen una creencia similar, aunque pocos la siguen en estosdías", dijo Tocasia. "El mundo está dividido en realidad y sueño. Los sacerdotes deltemplo antiguo de Argivia dirían que ambos jóvenes han sido consumidos por sussueños y se olvidan de su realidad."

Ahmahl gruñó. "¿Urza habla de sus sueños contigo?"Tocasia negó con la cabeza. "Urza ya no habla con nadie. Ni conmigo, ni con su

hermano." Miró al líder de los excavadores. "¿Mishra lo hace?"Ahmahl asintió con la cabeza. "No lo hace conmigo, pero si habla. Habla con

Hajar, uno de mis asistentes más jóvenes, que está más cerca de él en edad ytemperamento. Hajar también ha sido mordido duro por el fuego, y sueña con ser un

gran guerrero. Tengo miedo de que se pierda entre los Suwwardi. Lo cierto es queMishra le ha dicho a Hajar, quién me lo ha dicho a mí y yo te lo digo a tí, que Mishratiene sueños."

"¿Sueños de qué?" preguntó Tocasia, sirviéndose más nabiz."De oscuridad", dijo Ahmahl, extendiendo sus dedos para atrapar el calor del

 brasero. "Él dice que hay oscuridad allí afuera, una oscuridad que le canta y trata deatraerlo. Esta oscuridad tironea de él, como un chacal mordiendo las piernas de su

 pantalón. Y le teme.""¿Él dijo eso?" replicó Tocasia.Ahmahl se encogió de hombros. "Mishra se lo contó a Hajar. Hajar me lo contó a

mí. Ahora yo te lo cuento a tí. Cada vez que alguien le habla a otro, se añaden cosas,

otras se olvidan. Tal vez deberías preguntarle tú misma. Es probable que Mishra no lehaya dicho a Hajar, "Hajar, tengo miedo de mis sueños”,  pero Mishra duerme en el

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campamento de los excavadores, y todo el mundo sabe que a veces se despierta enmedio de la noche gritando a cosas que no existen."

Tocasia guardó silencio por un momento. Ella no podía decir si Mishra habíahecho esto antes de Koilos, cuando Mishra y Urza estaban alojados juntos. Pero Urzanunca había dicho nada sobre el asunto. Urza tampoco había hablado de sus propios

sueños, si es que tenía alguno."¿Tú sabes que cada uno se llevó algo consigo cuando se fueron de Koilos?" preguntó Tocasia.

"Las gemas de poder", respondió Ahmahl. "Se parecen a las que hacen funcionarlas máquinas de los Antiguos". Cada uno de los Jóvenes Maestros tienen una. Sinembargo, cada uno retiene su piedra cerca de él en todo momento."

"¿Puede ser que las piedras sean las responsable de todo esto?" preguntó Tocasia.¿Podría ser que la energía que guardan en su interior hagan actuar a los jóvenes así?"

Ahmahl se encogió de hombros, y Tocasia agregó, "¿Sabes lo que esas piedras pueden hacer?"

"Mishra no me ha hablado de la cuestión", dijo Ahmahl rotundamente. "Tal vez a

Hajar, sin embargo..." Dejó que las palabras flotaran en el aire caliente del desiertodurante un buen rato.

"La joya de Urza hace las cosas más fuertes", dijo la académica. "La llamó suPiedra del Poderío. La de Mishra parece tener el efecto contrario. Urza la ha nombradoPiedra de la Debilidad".

Ahmahl rió. "Seguramente no le debe sentar muy bien al hermano más joven,tener la piedra más débil."

"Es verdad," dijo Tocasia. "Urza lo sabe, es por eso que asi la llama enfrente deMishra."

"¿Y Mishra como llama a la piedra de Urza?" preguntó Ahmahl.Tocasia pensó un momento: "Yo nunca le he oído referirse a ella como una cosa u

otra. Es 'suya' (por su piedra). Y la otra es también ‘la suya’, por la piedra de Urza.""Eso suena bien", observó Ahmahl. "El hermano mayor siempre ha tenido una

tendencia a nombrar las cosas, para identificarlas. Se las hace suyas, supongo."Tocasia suspiró. "Todos estos años han estado con nosotros", dijo, "y siguen

siendo un misterio tan grande como la energía que llevan dentro los cristales de poder.Como los propios Thran".

"A los Thran, a los Antiguos, tú y yo con el tiempo los entenderemos", respondióAhmahl. "Porque ellos tienen el buen juicio de seguir muertos. Los vivos, vancambiando a lo largo del tiempo. Es más difícil escalar una montaña en movimiento queconocer a los Thran."

"¿Un viejo refrán Fallaji?" dijo Tocasia levantando su copa."Un viejo refrán de excavador," dijo Ahmahl, devolviendo el saludo. "De esteviejo excavador en particular."

La conversación se trasladó a otros temas, tales como la nueva capa de areniscadura que habían encontrado en el segundo sitio y si Bly necesitaría escoltas adicionales

 para su caravana (y lo mucho que intentaría cobrarle a Tocasia por ellos). Por últimoAhmahl se despidió y salió de la carpa. La noche era agradable, y Tocasia sabía que

 probablemente iba a dormir sentada en su silla de campo, envuelta en una suave piel delos enanos de Sardia.

Ahmahl caminó lentamente por el campo. Las fogatas estaban humeando, y laslámparas se había extinguido. Incluso las lámparas de los cuarteles de Urza, que por lo

general eran las últimas en apagarse, estaban oscuras.El viejo excavador se detuvo en el centro del campamento y miró hacia arriba a

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las estrellas. Las lunas no habían salido todavía, y por encima del viejo Fallaji el cielogiraba en una gran dispersión de estrellas. Ahmahl trató de imaginar si el cielo se veríatan hermoso desde las lejanas ciudades costeras, y se inclinó por una negativa. El fuegode las estufas proveniente de las casas se elevaría allí en lo alto, oscureciendo el cielocon su humo. Y había mucha gente viviendo en las ciudades.

Hubo un movimiento a su izquierda y el sonido de unas sandalias raspando contrael suelo arenoso. Poco a poco Ahmahl se dirigió hacia el ruido, manteniendo la cabezalevantada hacia las estrellas, pero permitiendo que sus ojos escrutaran las sombras. Lanoche sin luna, estaba oscura, pero no lo suficientemente oscura como para frustrar losagudos ojos del Fallaji.

Hubo un rumor a lo largo del ensombrecido costado de uno de los barracones delos estudiantes. Luego se escuchó una tos suave, amortiguada.

"¿Hay alguien ahí?" llamó Ahmahl, mirando de repente directamente a la sombra."¡Múestrate, tú que estás en las sombras, o despertaré a todo el campamento!"

Una forma inclinada salió de las sombras, vestido con ropa oscura. Delgado, perofuerte; Ahmahl reconoció a Hajar, jefe entre sus asistentes. El joven Fallaji sonrió

nerviosamente, sus dientes llenado su cara estrecha"Era una hermosa noche, y yo no podía dormir", dijo. "Pensé en dar un paseo."Ahmahl sonrió. "Es una noche hermosa, y yo he estado caminando", dijo.

"Caminemos juntos." El viejo excavador se alejó, pero Hajar no se movió de su posición. "¿Vas a venir?" preguntó Ahmal, y añadió con una sonrisa, "¿O es que noestás solo?" A las sombras que había detrás Hajar dijo: "Ahora ya puedes salir."

Ahmahl esperaba que el compañero de Hajar fuera una de las alumnas noblesconfiadas a Tocasia. Estos romances, aunque oficialmente mal vistos, eran bastantecomunes, y Ahmahl todavía recordaba su propia juventud los suficientemente biencomo para conocer todas las justificaciones y las excusas que uno hacía en talessituaciones. Un severo sermón y una palabra a Tocasia para que vigilara a la chicaArgiviana era todo lo que generalmente resultaba de tal descubrimiento.

Pero Ahmahl se sorprendió cuando la figura que salió de las sombras no era unamujer joven, sino la forma conocida, de anchos hombros de Mishra. La sonrisa deAhmahl se tornó en perplejidad, y dijo, "Buenas noches, joven amo. ¿Estás disfrutandode esta noche tan hermosa?"

Mishra sonrió, e incluso a la luz de las estrellas Ahmal podía ver que era unasonrisa leve, intrascendente. "Necesitaba recuperar algo de la tienda de Urza que olvidéallí cuando me fui." dijo. "He traído a Hajar para que me ayudara con esto."

"Ya veo ", dijo Ahmahl con cautela "¿Y ese algo es tan importante que usted lonecesita recuperar ahora, en medio de la noche, cuando su hermano puede estar

dormido?""Sí", dijo Mishra. El joven parecía estar cambiando la idea en su mente un par deveces, y luego, aparentemente, decidió quedarse con ella. Su espalda se enderezó, yvolvió a decir: "Sí. Algo importante. ¿Dudas de mí?"

En ese momento Ahmahl había cerrado la distancia entre él y su pareja. Podía olerel olor del vino del desierto en ellos. Era más fuerte que en sí mismo.

"No, en absoluto, joven Maestro Mishra," dijo Ahmahl. "¿Y ese algo es tan pesado que necesita un segundo hombre, o tal vez un tercero, para llevar?"

"Sí", dijo Mishra, entonces, quizás sintiendo que había llegado demasiado lejos, secorrigió a sí mismo. "No, no realmente. Hajar esta aquí más que nada para hacermecompañía."

"Ah", dijo Ahmahl. "Bueno, necesito un momento a Hajar. Si puedes prescindirde él, lo quiero para hacer un recado para mí."

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La cara de Mishra se ensombreció, y Ahmahl se preguntó si el muchacho seguiríasolo, o simplemente abandonaría su tarea. Era evidente que se dirigía hacia su hermano,y Ahmahl consideró probable que el hermano menor tenía previsto hacerle frente a Urzacon algún argumento. El joven había tomado, obviamente, su valor de una bota de vino,una tarea llevada a cabo en las últimas horas del día.

Mishra esbozó otra leve sonrisa. "Por supuesto. Si necesitas a Hajar para algúnasunto, con mucho gusto te lo cedo.""Es un asunto menor", dijo Ahmahl. "Pero si puede serte de ayuda. Te repito, que

no creo que tu hermano esté despierto. Sus lámparas están apagadas."Mishra negó con la cabeza. "A veces mi hermano se queda despierto en la

oscuridad y conspira durante la noche. Me sorprendería si verdaderamente estuvieradurmiendo."

Ahmahl levantó las manos en señal de rendición fingida. "Como usted diga. Ustedlo conoce mejor que yo. Ven, Hajar. Tengo trabajo para tí."

El enjuto Fallaji caminó hacia Ahmahl, y el anciano se volvió. La pareja inició sucamino hacia el campamento de los excavadores.

Ahmahl miró hacia atrás. Mishra se había deslizado de nuevo entre las sombras.¿Ahora dime por qué estabas ahí, Hajar?"El joven frunció el ceño de su frente estrecha en la oscuridad iluminada por las

estrellas. "No sé si te puedo decir.""Somos Fallaji", dijo el hombre mayor. "Si me pongo a investigar te demostraría

que la familia de tu madre y la familia de mi madre comparten una madre en común.Dime ya eso. ¿Qué estaban haciendo, apestando a nabiz y escabulléndose entre lassombras como chacales."

El más joven de los Fallaji se detuvo, como si sus movimiento físicos y sus pensamientos no pudieran funcionar de forma simultánea. Ahmahl esperó. Por fin el jóven dijo: "El Joven Maestro Mishra estaba enojado."

"¿Está enojado con Urza?" preguntó Ahmahl.La sombra asintió con la cabeza en la oscuridad. "Porque el Maestro Urza siempre

se está metiendo con él. Siempre le averguenza. Su hermano siempre le está tratando deengañar para quedarse con su piedra."

"Y finalmente está lo suficientemente borracho y enojado como para hacer algo alrespecto", terminó Ahmahl.

La delgada sombra se encogió de hombros. Sí, eso era, pensó Ahmahl. Despertaráa su hermano en medio de la noche para terminar una discusión de tres días antes.Consiguió ordenar todos sus pensamientos, los remojó con alcohol y les prendió fuego.Si él estaba planeando que Urza estaría despierto cuando el llegara allí. Una idea

desagradable cristalizó en la mente de Ahmahl. Tal vez el hermano menor en realidadiba a ver a Urza para recuperar algo.La idea provocó un pequeño escalofrío por la columna vertebral del anciano

excavador."Rápido", dijo a Hajar. "Tengo un trabajo para tí después de todo. Ve hasta la

tienda de Tocasia. Ella debería estar durmiendo allí en su silla. Despiértala. Dile lo queme dijiste, y dile que se encuentre conmigo en casa del hermano ... en el cuartel delMaestro Urza. "

Hajar vaciló. "Yo pienso…" comenzó.Ahmahl siseó. "¡Muchacho, “usted” ya ha bebido demasiado como para fiarse de

sus pensamientos! ¡Si le digo que vaya a buscar a la señora Tocasia, a buscarla irá

usted! ¡O la próxima zanja que usted vaya a excavar será la del retrete de losestudiantes! ¡Ahora vayase!"

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La nitidez de las palabras cortaron como un cuchillo a través de la confusión borracha de Hajar. Muy despierto y alerta, el muchacho se movió rápidamente hacia elafloramiento rocoso donde Tocasia tenía su tienda.

Ahmahl sacudió su cabeza y rápidamente se encaminó hacia el cuartel donde Urzay Mishra habían crecido. Era una edificio enorme, hecho de maderos toscos, con un

tejado de pizarra gris. Una puerta igual de fuerte y ventanas de papel parafinadoresistentes contra el polvo del desierto. Bastante comfortable para una sola persona, pensó Ahmahl. Apto para dos niños, y algo apretado para dos hombres jóvenes.Imposible para dos jovencitos que están enojados el uno con el otro.

Ahora una luz brillaba a través de las ventanas, por lo que si el robo era laintención de Mishra este había sido frustrado. Se escuchaban voces, fuertes yargumentativas. Cuando Ahmahl se acercó al la cabaña, las voces se hicieron masfuertes, pero confusas. La voz borracha de Mishra se escuchaba mas por lo bajo,mientras que la de Urza tenía un acento fuerte, desagradable.

Ahmahl se quedó a medio camino de la puerta de la cabaña. A menos que algo oalguien vinera volando hacia la puerta decidió que el mejor curso de acción sería

esperar. Al menos esperar a la señora Tocasia.Los gritos se multiplicaron; otras luces se acercaban, de los cuarteles y los cuartos

de los estudiantes mayores. Si el joven Maestro Mishra estaba esperando una discusión privada, reflexionó Ahmahl, se le había negado eso. Ahora Urza gritaba. Todo lo queAhmahl podía oír eran los gritos de "¡Ladrón!" y "¡Mentiroso!"

Tocasia llegó, acompañada de Hajar. El joven Fallaji hizo un balance de lasituación e inmediatamente desapareció en una nube de aire nocturno, regresando a lastiendas de los excavadores. Seguramente no dudaría en difundir el mensaje de que losdos hermanos finalmente se habían ido a los golpes.

Tocasia parecía aturdida, como si hubiera despertado repentinamente. Pasó susdedos por el pelo corto canoso. "¿Por qué no los detuvistes?"- le preguntó a Ahmahl.

"No he escuchado que comenzaran a romper algo", respondió el anciano. "Inclusosi así fuera, deberíamos esperar un poco más. Esta lucha se ha estado fermentandodurante meses entre estos dos. Tienen que sacarla de sus sistemas."

Se oyó el ruido de cristales rotos dentro del cuartel. Tocasia dio un paso hacia la puerta de la cabaña, pero Ahmahl extendió un brazo.

"Cada vez que los niños discuten, alguien detiene el argumento", dijo."Dejémosles seguir adelante. Quizás se hagan algunos cortes y contusiones, pero tienenque arreglar las cosas a su manera."

Los gritos ya eran casi incoherentes, ahora más como ladridos de perros salvajesque el sonido de voces humanas. Hubo otra caída, esta vez de algo mas pesado. La

mayoría de los estudiantes se habían reunido delante de la cabaña, y algunas de losexcavadores habían llegado con Hajar.Luego hubo un nuevo brillo visible a través de las ventanas. El resplandor dorado

de la lámpara se le unió, luego fundido por luces de color rojo y verde.Ahmahl bajó el brazo. Nunca había visto tales colores provenir de una lámpara.

Se preguntó si la pelea había comenzado un incendio. De repente la idea de dejar quelos dos jóvenes se golpearan entre sí no le pareció una idea tan sabia como lo habíahecho un momento antes.

"Las piedras", dijo Tocasia, su voz seca por el miedo. "Están usando las piedrasuno contra el otro."

"¿Las piedras Thran?" preguntó Ahmahl, pero él estaba hablando con el aire. La

anciana erudita ya estaba corriendo hacia la puerta. Un momento después Ahmahl lasiguió, señalando a los demás que se quedaran atrás.

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Tocasia fue por la primera puerta, Ahmahl le pisó los talones. El Fallaji sintió olora humo y observó pequeñas quemaduras, marcas negruzcas en el interior de lahabitación, aunque no había fuego por completo.

Los hermanos estaban en los extremos opuestos de la habitación. Cada unoagarraba la piedra. Urza brillaba rodeado de remaches enrojecidos en llamas que

floaban alrededor su cuerpo, mientras que los que rodeaban a Mishra iradiaban una luzverdosa. Los remaches se reunieron en el centro, casi como si unos brazos metálicos seenfrentaran entre sí, cada color tratando de abrumar al otro.

La exhibición de poder había pasado factura a los hermanos. Mishra estabasudando como un caballo sin aliento, la sangre se escurría por la nariz. La cara de Urzaera un rictus de concentración y dolor, él también estaba sangrando por la nariz. Mishraestaba ligeramente agachado, mientras que su hermano estaba orgulloso y erguido. Cadauno se aferraba a su piedra de poder con las dos manos.

La habitación había sido afectada por los remaches de la fuerza y de la debilidad,hacía calor en la cabaña. El aire brillaba con una canción de poder, un creciente yvibrante ruido que se hacía más fuerte a cada momento. Ninguno de los dos jóvenes se

rendiría y el espacio que había entre ellos brillaba aún más.

Tocasia levantó las manos y gritó algo que Ahmahl no entendió. Ninguno de loshermanos hizo el menor caso, lo que demostró que se batían en un duelo privado.Tocasia gritó otra vez y dio un paso adelante entre los rayos color rojo y verde, susmanos levantadas como si estuviera tratando de silenciar físicamente a los niños y sus

 joyas.

Ahmahl se unió a su propio grito y saltó hacia delante, pero era demasiado tarde.Tocasia rompió uno de los rayos de color rubí/verde, jade/rojo. Como si fueranuno solo, los dos hermanos le lanzaron una mirada. Sus concentraciones se disiparon,sus rayos de repente se desperdigaron en todas las direcciones...

Y la sala explotó.Ahmahl se sintió físicamente levantado por la explosión y tirado hacia atrás, a

través de donde habría estado la puerta. La explosión voló las cuatro paredes y la mayor parte del techo y roció a los observadores externos con una lluvia de astillas y trozos demadera en llamas.

Ahmahl se dió cuenta de que estaba mirando las estrellas otra vez. Girabansuavemente, sobre su rostro, vuelto hacia arriba. Poco a poco se paró sobre sus pies,

tuvo la sensación de golpear algo suave con su rodilla izquierda. El anciano excavadorhizo una mueca y lo extrajo.

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Había gemidos de los espectadores heridos a su alrededor y gritos de aquellos quelos asistían. No había oído este ruido un momento antes y se preguntó si se habíaquedado sordo al momento de la explosión. Aparecieron más antorchas ahora, y alguienhabía encendido una hoguera. Ahmahl se puso de pie y vio los restos de la vieja cabaña.Estaba casi totalmente destruida, sólo una de las esquinas permanecía en pie. Todo el

 perímetro estaba humeando, enmarcando las formas que permanecían dentro. Había dosde ellas, de rodillas ante una tercera.Ahmahl cojeó hasta los restos

de la cabaña. El cuerpo de Tocasiaestaba apoyado en el regazo de Urza,en tanto que Mishra se arrodillaba asu lado. Había quedado como unamuñeca rota, el cuello inclinado en unángulo extraño para su cuerpo.Mishra puso sus dedos en el cuello,luego miró a Ahmahl. El hermano

más joven sacudió la cabeza.Urza levantó la vista, haciendo

caso omiso de Ahmahl y mirando asu hermano menor. Era una mirada llena de odio que ardía a través de las lágrimas quecorrían por sus mejillas. Ahmahl no podía recordar haber visto a Urza llorar durantetodo el tiempo que el joven había estado en el campamento. Pero por debajo de laslágrimas, el excavador vio una furia acusativa en los ojos de Urza.

Mishra cayó lejos de su hermano como si hubiera sido golpeado. Se levantó y setambaleó a unos pasos de distancia del cuerpo de Tocasia. Urza no se movió, ni dijonada. Mishra dio un paso más, a continuación, uno segundo, y luego el hermano menorse lanzó a correr, lejos de la casa destrozada y adentrándose en la noche.

 Nadie detuvo su huida.

* * * * *

Ahmahl colocó la última de las piedras conmemorativas en su lugar. Losestudiantes habían pagado su respeto, así como los excavadores, y Hajar se habíaofrecido para tallar un lápida que conmemorara su lugar de descanso. Le enterraron enuna zona llena de hoyos y zanjas, el suelo rocoso de la saliente donde había estado sutienda

Urza permaneció a su lado durante todo el día, mientras vestían su cuerpo,

 pronunciaban las oraciones (viejas invocaciones Argivianas y cantos Fallaji), y la últimade las piedras fué colocadas sobre ella. De Mishra no había habido ninguna señal, ytodo el mundo supuso que no sería visto de nuevo.

La cara de Urza estaba demacrada por el dolor, y Ahmahl por un momento pensóque el joven se veía aun mas viejo que la fallecida Tocasia. El buscador quizo empezara decir algo, pero Urza levantó una mano para hacerlo callar. Ahmahl asintió con lacabeza y se retiró cojeando en su rodilla lesionada, apoyadose en uno de las viejos

 bastones que usaba Tocasia como soporte. Era la tarde del primer día después de lamuerte de Tocasia.

Al amanecer del segundo día Ahmahl volvió a encontrar a Urza en la misma posición, como si hubiera sido convertido en piedra para servir como una estatua de

conmemoración por la muerte de la anciana."Maestro Urza, tenemos que hablar", dijo Ahmahl en voz baja.

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Urza asintió con la cabeza. “Ya lo sé. Hay mucho que hacer. Todavía hay unaescuela que dirigir, las excavaciones deben continuar. Cosas que hay que sacar de latierra." Dijo esto último con una voz plana y monótona, como si fuera la última cosaque quería hacer.

"Tenemos cosas que debemos discutir", dijo Ahmahl. "La mayoría de los otros

estudiantes y excavadores están bien, aunque un puñado resultaron heridos en laexplosión. Nada grave".Urza asintió con la cabeza, y Ahmal se preguntó si Urza siquiera había pensado en

los otros en el campamento. O de sus lesiones menores propias. Las raspaduras yquemaduras a lo largo de los brazos y el cuello ya tenían costras desagradables yoscuras en ellos.

Ahmahl sacudió la cabeza y forzó las palabras. "Lo mejor sería enviar a losestudiantes de nuevo a Penregon tan pronto como sea posible."

Urza miró a Ahmahl, sorprendido. Un rastro de conciencia, que parecía muertomomentos antes, parpadeó detrás de sus ojos.

"Tenemos que seguir realizando el trabajo de Tocasia", dijo el joven

tartamudeando en su intensidad. "Tenemos que seguir adelante."Ahmahl suspiró. "Los Fallaji siguen a la gente más que a las ideas. Los Fallaji

respetaban a Tocasia, la seguían. Podrían haber seguido a su hermano, que vivía entreellos. Pero a usted no le conocen. Rara vez has pasado tiempo con ellos. No sequedarán. "

"Podemos conseguir otros buscadores", protestó Urza, "y están los estudiantes.Podemos usarlos".

"Sin la presencia Fallaji, seríamos no más que un objetivo para los invasores deldesierto", dijo Ahmahl. "Hay un número creciente de Fallaji que no les gusta que losArgivianos estén en lo que piensan que son sus tierras. Usted tendría que traer máshombres de Argivia. Soldados. Excavadores. Ya no es un lugar para los estudiantes."

La boca de Urza era una línea delgada. "Ya veo." Ahmahl casi podía ver los pensamientos del joven, como una conclusión llevaba a la otra. "Dime", dijo finalmente,"¿Estoy a salvo aquí ahora?"

Ahmahl miró el montón de piedras. Él le había asegurado una vez a Tocasia queno habría problemas y se había equivocado. No volvería a cometer un error similar otravez. "No lo creo. Los estudiantes estarán a salvo, pero hay personas entre mi gente quele culpan de la muerte de Tocasia. Y por la desaparición de Mishra."

Urza miró hacia abajo. "No sé dónde está," dijo en voz baja, y luego agregó: "Megustaría que volviera."

Ahmahl asintió con la cabeza. "A mi también me gustaría verlo nuevamente".Puso su mano sobre el hombro del joven. Urza se estremeció por un momento,desacostumbrado al tacto, y le evitó. El excavador dejó caer su brazo y abandonó al

 joven en el montículo.Un mensaje sobre el desastre fue enviado a Penregon por ornitóptero, y la

embarcación regresó con Loran y, para la sorpresa de Ahmahl, con Richlau. La jovennoble debía hacer un balance de las obras de Tocasia y tomar notas, mientras que elnoble más viejo debía recoger lo más llamativo del campamento. Una caravana yaestaba siendo enviado desde Penregon por padres preocupados, temerosos de que los

 jinetes salvajes del desierto estuvieran a punto de abalanzarse y matar a sus hijos, ahorasin protección.

Cuando arribó la caravana para la evacuación Urza ya se había marchado. Había pasado dos días con Loran resumiendo las notas de Tocasia, luego se fue con otra

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caravana más pequeña hacia el sur. El joven le dijo a Loran que no tenía ganas de volvera Penregon. Pera a Ahmahl le dejó claro que no tenía deseo de permanecer y ver sucampamento amado abandonado.

De Mishra no había ni rastro, aunque Richlau ordenó que un ornitóptero patrullaradesde el aire para tratar de encontrarlo. Si regresó al campamento nadie lo vió, o

admitió verlo.Ahmahl fue el último en ver a Urza. Ninguno de los otros Fallaji querían estarcerca de él, y como ahora no había trabajo real que hacer, los excavadores comenzarona marcharse en grupos de dos en dos y de a tres. El campamento se sentía como unaciudad de fantasmas: todavía ocupado, pero le faltaba su corazón secreto. Ese corazónhabía muerto con Tocasia.

Ahmahl miró desde la tumba de Tocasia como la caravana, compuesta por"amigos" Fallaji, hacía su salida del campamento. Urza iba a pie, usando uno de los

 bastones de su mentora como guia personal de senderismo. Este objeto y unas pocas piedras de poder desgastadas y agrietadas eran las únicas cosas que había tomado delcampamento. Esas cosas y su conocimiento, pensó el excavador Fallaji.

Urza se dió vuelta, mirando hacia donde estaba Ahmahl. No, se corrigió elanciano. Él estaba mirando donde yacía Tocasia. Ahmahl estaba demasiado lejos paraver el rostro del joven con claridad, pero vió los hombros de Urza, abatidos yderrotados.

Ahmahl creyó entender. El joven había perdido a su mentora, su casa, y suhermano, todo por culpa de las sucesos de una sola noche.

Lo qué Ahmahl no logró entender, y lo que le tomaría años para él llegar aentender, era saber cuál de las tres derrotas sería la más difícil de soportar para el jovenestudiante.

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2da. PARTE

OBJETOS EN MOVIMIENTO

(21-28 AR)

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Capítulo 6Kroog

K ayla bin-Kroog, hija del señor de la guerra de la ciudad de Kroog, princesa dela nación de Yotia, y la mujer más bella al este del imponente río Mardun, estaba decompras cuando se encontró con el extrañoArgiviano.

Ella había probado el nuevo envío deciruelas de las provincias costeras Yotianas y lehabían mostrado las más puras y más coloridastelas de Zegon. Le habían ofrecido la más frescade las especias de la lejana Almaaz y el mayorde los camarones de río con grandes tenazas delMardun Superior. Un grupo de enanos Sardianos

ofreció venderle sus pendientes de oro, que juraban una vez pertenecieron a su mayoremperatriz. Una mujer nómada vestida con

 pañuelos de seda se ofreció para predecir lafortuna de la princesa leyendo las líneas de las

 palmas de sus manos. Y todo esto se hizo congran ceremonia y respeto, que Kayla encontrómuy agradable. Eran, después de todo, lasventajas de ser una princesa.

Examinó puñados de piedras brillantes dehielo de Sarinth, gemas cristalinas, y duras comoel acero. Pasó sus dedos sobre las alfombras detejido grueso Fallaji importadas de Tomakul. Un

 juglar cantó una serenata con versos que él jurócompuso en el acto en su honor. Un grupo de

 bufones de la calle construyó una pirámidehumana en su nombre. Tenderos abandonaron sus tiendas con algunos ejemplares dealimentos, ropa o artesanía que querían mostrar a la mujer más importante en la ciudadde Kroog.

Pero Kayla bin-Kroog tenía un propósito para su viaje a través del barrio de loscomerciantes. Esto no era un frenesí caprichoso (aunque si lo fuera, no se atreverían a

cuestionarlo, excepto tal vez por su padre, que era un poco gruñón con esas cosas). El propósito lo tenía guardado en un pequeño monedero colgado cerca de su pecho. Ella nole había dicho a su padre el motivo de su viaje, ni había informado a los guardiasencargados de proteger su persona, ni siquiera la matrona temible que sirvía como suacompañante oficial sabía de tal tarea. Pero ella tenía un propósito, y ese objetivo lehacía brincar a su paso.

En cada parada durante su recorrido preguntaba acerca de las otras tiendascercanas. Había tabernas, tiendas de ropa, fabricantes de sombreros, artesanos de gemas,cadenas de venta de granos, y todo tipo de tiendas, grandes y pequeñas. Pero sólocuando alguien mencionó a un relojero hizo que sus oscuros ojos marrones brillaran conmás intensidad. Esa sería su siguiente parada, informó a la matrona, quien a su vez le

dijo a los guardias, que a su vez pidieron instrucciones y abrieron camino a través de lachusma para la visita de su Alteza Real.

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La tienda del relojero era pequeña, incluso para los concurridos estándares delconcurrido distrito comercial de Kroog. Era un edificio estrecho, de dos pisos ubicadoentre la fragua del herrero y una joyería. La primera planta se hacía aún más pequeñadebido a un mostrador bajo que ocupaban casi todo lo ancho de la sala, separando eltaller del fabricante de relojes, de la tienda y los clientes.

Los guardias se quedaron fuera, pero sólo un acto de los dioses alejaría a lamatrona, pegada firmemente al lado de la princesa. Kayla arrugó su nariz cuando entróen la tienda, olía a madera y a petróleo y otras cosas que no podía poner un nombre y

 prefería no intentarlo.Había ruido. El tic-tac de un solo reloj es una distracción divertida. Diez de ellos

son una irritación, y aquí había no menos de veinte montados a lo largo de las paredesizquierda y derecha. Grandes péndulos iban ida y vuelta en un ritmo preciso, mientrasque otros relojes repicaban suavemente indicando el paso de cada instante fugaz. Eraencantador y abrumador.

El fabricante de relojes era típico de su raza: bien alimentado, comodiría su padre, convirtiendo la preocupación de uno respecto de la salud de

otro en un respaldo de su propia política agrícola. En realidad este hombreestaba un poco más que bien alimentado, al borde de la obesidad. Le podríaganar su dinero a la matrona en una competencia de levantamiento de

 pesos, y Kayla se preguntó por un momento si los tres podría soportar estar juntos en el mismo edificio

Además de ser robusto, el relojero se estaba quedando calvo, con algode pelo gris asomando en sus sienes. Llevaba un conjunto de anteojosArgivianos común a los oficios que requieren un trabajo detallado. Estabavestido con una camisa salpicado de aceite cubierta sólo parcialmente porun chaleco de cuero. El chaleco o había pertenecído a un pariente más

 jóven, o había sido comprado cuando el relojero era todavía más delgado.“Mi Más Estimada Alteza", farfulló el relojero. Típico saludo hacia la

 princesa de Kroog. Talleres y tiendas enteras detenían sus trabajos ante suentrada, mientras el personal se inclinaba, exageradamente, yaduladoramente.

El relojero parloteó con lo mejor que tenía. "No puedo creer lo afortunado quesomos al contar con su ilustre presencia adornando mi humilde tienda", murmuró enrápida cadencia. "Me siento honrado, muy honrado."

"Usted hace relojes", dijo con dulzura, y los ojos del relojero se iluminaron comosi acabara de anunciar la llegada de los dioses.

"Sí, sí", dijo enfáticamente. "Esta es la Casa de Rusko, sede de los Relojes de

Rusko, y le doy la bienvenida. ¿Está Nuestra Radiante Majestad interesada en unmecanismo para observar el tiempo?"“No”, dijo Kayla en breve. De hecho, ella podía imaginar pocas cosas más

irritantes que los relojes. Eran necesarios, se dio cuenta, para aquellas personas pobres ytristes, que tenían que estar en un lugar determinado en un momento determinado, peroeso no se aplicaba a ella. Los eventos empezaban cuando ella llegaba, y todos los demásya estaban listos para ella.

Dejó el monedero sobre el mostrador y lo abrió. "He aquí un artículo en necesidadde reparación. Perteneció a mi madre, pero no ha funcionado en años."Extrajo una pequeña caja de plata de su bolso. Estaba tan brillantemente pulida que

 parecía aspirar la luz del sol fuera de la tienda con el fin de añadir mas brillo. Kayla vio

su propio reflejo en la tapa; ojos claros de color marrón profundo; un brillante pelo tanoscuro como el plumaje de un cuervo, labios suaves casi indistinguibles. Le gustaba

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 pensar que todo el mundo haría un escándalo por ella aunque ella no fuera la hija delhombre más poderoso de Yotia.

Se lo entregó al fábricante de relojes, quien lo recibió en sus manos como si fueraun ratón vivo. Cuidadosamente colocó el pulgar sobre el pestillo, y la parte superior seabrió sin ruido. "¡Ah!" dijo, y luego repitió para dar mas énfasis: "¡Ah!"

De repente Kayla supuso que el fabricante de reloj nunca había visto en su vida undispositivo como ese. "Se supone que reproduce música cuando se abre", dijo."¡Sí!" dijo el fabricante del reloj rápidamente. "¡Sí, por supuesto que lo hace!"Cerró la caja y le dio la vuelta en sus manos un par de veces. Entonces se pasó los

dedos por los labios, frunció la frente, y lo colocó sobre el mostrador. Miró a Kayla ysonrió, una especie de sonrisa grasienta. "Voy a llamar a mi asistente para éste. Ojos

 jóvenes y manos hábiles y todo eso." Sin esperar su respuesta, se volvió y gritó hacia la parte trasera de la tienda, "¡Asistente! ¡Ayudante!"

Kayla miró en la dirección del gritó y vió que el relojero se estaba dirigiendo a unhombre delgado y rubio, que había estado trabajando en un banco en la parte posterior.Ella no lo había notado, porque no se había levantado y ni se había presentado cuando

ella entró. Este hecho le pareció extraño. Todo el mundo se levantaba y se acercabacuando ella entraba.

El joven era alto pero no demasiado, delgado, pero no demasiado escuálido, yguapo, pero no de manera obvia. Su pelo era del color del oro blanco, atado en forma deuna simple cola de caballo. Se encaminó hacia el mostrador, alzó una ceja, y le dijo:"¿Cómo puedo ayudar, Buena Señora?"

Al oír su acento Kayla se tranquilizó por partida doble. El tono cortante de sus palabras le indicó que era un Argiviano, y como tal no había aprendido la forma detratar a la verdadera realeza. El rey era débil en Argivia, y había oído que los nobleshacían lo que querían. En segundo lugar, y más importante, pensó, era un Argiviano ylos jóvenes Argivianos sabían cómo manejar los artefactos y mecanismos antiguos.

El relojero le mostró la cajita plateada. "Su Majestad tiene un elemento quenecesita reparaciones", dijo, haciendo hincapié en la introducción lo suficiente para queel extranjero se diera cuenta de su posición social. "Es una caja de música."El Argiviano cogió la caja y la giró entre sus manos un par de veces. A los ojos deKayla le pareció mucho más seguro de sí mismo que lo que el relojero había sido. "¿Yel problema es...?" preguntó.

"No funciona" siseó el relojero. "Se supone que debe tocar música.""Oh," dijo el desconocido con calma. "Bueno, vamos a ver cuál es el problema."Giro el dispositivo y presionó ambos pulgares contra la base. La cajita hizo un

fuerte y distintivo chasquido.

Kayla bin-Kroog se sobresaltó por el sonido, y el fabricante del reloj parecía queiba a caerse muerto para siempre. ¿El aprendiz había destruído una herencia de valorincalculable? se preguntó Kayla. Entonces vio que en realidad todo los que el jovenhabía hecho era extraer un panel de la base de la caja. Dentro del artefacto se veía unlaberinto de engranajes y metal. No parecían pertenecer a un envase tan delicado y

 precioso."Aquí está el problema", dijo el Argiviano. Sus dedos rápidos hurgaron y

sondearon delicadamente el aparato. "El muelle principal se salió de su zócalo. Espera."Dejó la caja sobre el mostrador y se retiró a su propio banco, volviendo con uninstrumento delgado con punta torcida. "Esto debería arreglarlo", murmuró. Hubo unchasquido suave, y el extranjero sonrió. "Aquí lo tiene." Colocó el panel inferior en su

lugar con otro fuerte chasquido y se lo devolvió a la princesa. Sus dedos se rozaronmientras lo hacía.

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Kayla bin-Kroog tomó la caja y la abrió. No pasó nada.La matrona frunció el ceño profundamente. Kayla observó al desconocido con

frialdad y levantó una ceja inmaculadamente. El relojero le miró furioso. "Si has roto lacaja de música de la princesa…"

"Bueno, tiene que darle cuerda", dijo el Argiviano, y Kayla estaba seguro de que

había un indicio de presunción en su voz. "¿Usted tiene la llave, ¿no?""¿La llave? dijo Kayla."Déjeme ver", dijo el Argiviano, extendiendo su mano. La princesa le entregó la

cajita nuevamente, sus dedos se tocaron nuevamente. El joven extranjero tomó la cajade música detrás del mostrador y rebuscó en varios cajones. Finalmente, levantó lacabeza y regresó a la parte delantera de la tienda.

"La llave", dijo. "Encontré una que se ajustara al hueco de su cajita." Levantó unallave gruesa, poco elegante, hecha de un metal opaco, común, oxidada a un lado.Insertó la llave, le dio una cuantas vueltas rápidas, la sacó, y luego le entregó devuelta lacaja a la princesa. "Pruebe ahora."

Kayla abrió la caja, y una música suave, de hojalata llenó la tienda. Por un

momento se olvidó del incesante tic-tac que le rodeaba. Sonaba como duendes pequeñostocando campanas cristalinas. Parecía que había una melodía, y un segunda, más suavesonando debajo de la primera.

Ella sostuvo la caja cerca de su oreja y dijo: "Oigo dos canciones."El Argiviano asintió con la cabeza. "Es un contra tempo. Dos melodías diferentes

en tiempos diferentes entrando y saliendo. Recuerdo haber tenido una caja de músicacomo esta, cuando era un niño, aunque, por supuesto, no tan elegante ni tan biendiseñada."

Kayla sonrió, tomando el cumplido como una reflexión sobre ella. Cerró la caja, yla música se detuvo.

"Gracias", dijo.El Argiviano le tendió la ancha llave. "Llévese esto con usted para darle cuerda."El relojero interpuso su brazo con una velocidad que desmentía su circunferencia,

entonces sostuvo la llave en el aire, presentándola formalmente a la princesa. "¡La cajade música de Kroog con la llave de Rusko!" dijo, depositando la llave en la manodelicada de Kayla.

La princesa miró al Argiviano. "¿Tú eres Rusko?"El Argiviano sonrió, una sonrisa satisfecha. "Él es Rusko. Yo soy Urza. Podrás

conseguir una llave de mejor aspecto en cualquier joyería.""Gracias, Caballero Urza," dijo ella, con una sonrisa graciosa dirigida

directamente al joven. Esa sonrisa había derretido cortesanos y jovenes y apuestos

capitanes.El Argiviano llamado Urza le devolvió la sonrisa, al parecer impasible, y dijo:"Asegúrese de no darle demasiada cuerda. Eso es probablemente lo que hizo que elmuelle se saliera de su zócalo la primera vez. Sólo gire la llave hasta que encuentre un

 poco de resistencia." Esta vez se dirigió a la matrona, a quien al parecer suponía que seharía cargo de tareas como la de darle cuerda a la cajita de música.

Kayla volvió a sonreír, pero no ofreció su mano. Ella se deslizó fuera de la tienda,la matrona le siguió sus pasos. La obesa mujer, frunció el ceño, como si no hubieraentendido lo que había sucedido.

En la calle, la matrona dijo a Kayla, "¿Entonces, vamos al joyero, mi señora?"Kayla colocó la cajita de plata de nuevo en su bolso de mano, pero se aferró a la

llave gruesa y algo oxidada. "Todo a su tiempo," dijo ella, pensativa, "Pero hoy no. Hetenido suficientes compras para un solo paseo".

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Con esta respuesta, toda la procesión: guardias, matrona, princesa, parásitos ygente de bien- dirigieron sus pasos de regreso al cuartel imperial y palacio de “ papá”.

* * * * *

Dentro de la tienda del relojero, Rusko se mantuvo pegado a la ventana hastaque la último persona de la procesión de la princesa hubo desaparecido y la calle volvióa una aparente normalidad.

"¡La princesa!" dijo casi para sí mismo, frotándose las manos. Su voz habíavuelto a la normalidad, "¡La princesa de Kroog estuvo aquí! ¡En mi tienda!"

"Con una caja de música casi destruida". Urza sacudió la cabeza. "¿No tienen unlacayo a cargo de estas cosas?"

"Cuidado con la lengua, muchacho", dijo Rusko bruscamente. "Cuando se corrala voz de que estuvo en mi tienda, admirando mis relojes, vamos a tener tanto trabajoque no sabremos que hacer con él."

"Yo no la ví admirando los relojes", dijo Urza.

"¡Eso es porque no estabas prestando atención!" dijo Rusko con una sonrisa."¿Lo que significa una tragedia, por dos razones. Una, que es de la realeza, y

siempre se debe prestar atención a la realeza; te pueden hacer daño si no lo haces. Ydos, aunque ella no perteneciera a la realeza, es increíblemente hermosa."

"Supongo. No lo había notado", dijo Urza, retirándose a su puesto de trabajo."¿No te diste cuenta?" escupió Rusko. Una amplia sonrisa cruzó su rostro.

"Debes tener agua helada corriendo por tus venas, muchacho. Es eso o las bellezas dePenregon no valen ni diez monedas de cobre para tí".

Urza no respondió, y Rusko negó con la cabeza. El joven era un trabajador duro, pero a el le parecía que no tenía intereses más allá de su propio banco.Tres meses antes, el joven había aparecido en busca de empleo. Había llegado en unacaravana Fallaji del desierto, pero su acento lo marcó como un Argiviano, y

 probablemente de alta clase. Rusko supuso que era un descendiente errante de unafamilia noble. Es probable que se hubiera metido en problemas con sus padres por usarla cuchara de sopa equivocada, o algo por el estilo, pensó el relojero.

Rusko había oído hablar que el jóven se había acercado al templo de la escuelaen un primer intento, en busca de convertirse en un estudiante. Pero, su falta deformación religiosa obviamente le jugó en su contra. A continuación, buscó empleoentre los gremios. Allí su patrimonio Argiviano fue el impedimento, ya que la mayoríade los gremios emplean primero a los nativos Yotianos. Rusko era un miembro menordel gremio de joyeros y fabricantes de relojes (pero a punto de ampliarse, como

siempre recordaba a los demás) y estaba en la necesidad de una mano extra. Y elArgiviano trabajaría por poco más que comida y alojamiento.Por supuesto, Rusko apreció el carácter especializado de su nuevo asistente. Pero

le preocupaba que como Argiviano, Urza se estuviera perdiendo las cosas buenas de lavida. Rusko opinaba que la gente de Argivia era severa y pragmática, y su nuevoasistente confirmó esta opinión.

"Creo que ella se interesó en tí", dijo después de un momento. "Me di cuenta dela forma en que te miraba cuando le presenté la llave".

"La llave de Rusko," dijo Urza, levantando la vista de su trabajo. "¿Por qué hazhecho tanto escándalo cuando le diste la llave?"

"Ah", dijo el fabricante de relojes con una sonrisa paternal. "Permítame ampliar

su educación, joven. Regla número uno: Siempre firme su trabajo.Yo no vendo sólorelojes, ¡vendo los relojes de Rusko!" Señaló a los variados relojes que poblaban las

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 paredes. "Siempre adjunta tu nombre a tu trabajo. De ese modo, otros sabrán lo quehiciste, y como resultado tu fama se extenderá. Dentro de cien años, la gente recordará aRusko y sus relojes."

"Sólo si son buenos relojes," replicó Urza."¡Sí, y los nuestros son los mejores!" Rusko sonrió. "¿Cómo lo saben? ¡Porque

les decimos que así lo es! Siempre muestra lo que puedes hacer. ¡Y siempre firma tutrabajo!"Urza había regresado al reloj semi construido de su banco, y ahora jugaba con el

 brazo de una palanca especialmente recalcitrante. "¿Me estás escuchando?" le preguntóRusko.

"Nosotros les decimos", dijo con calma Urza. "Mostrar lo que puedo hacer.Firmar mi trabajo. Estoy escuchándote." Dijo sin levantar la vista.

Tres meses. Durante tres meses, el Argiviano había estado trabajando para él,durmiendo en la tienda por las noches, y Rusko todavía no sabía casi nada acerca de él.Había empleado a un enigma, un enigma muy trabajador, pero un enigma al fin.Alguien tenía que mostrarle al joven que había una vida mas allá de su trabajo. Rusko

suspiró. A no ser que apareciera otra persona, esa persona tendría que ser él.El fabricante de relojes antiguos le observó: "Ustedes, los Argivianos, son niños

tan aburridos. Tan adecuados y prácticos. ¿Por qué te duele admitir que acabas de teneruna visión hermosa?"

Urza dejó el brazo de palanca. "Está bien. Era muy bonita. ¿Puedo volver atrabajar?"

"Creo que es una falta de dioses", dijo Rusko, levantando dos dedos paraformular su punto de vista. "La gente de Argivia no adora mucho, ¿verdad?"

“Lo hacíamos antes", respondió Urza. "No mucho en estos días.""Ese es el problema", dijo Rusko, colocando una palma de su mano contra la

mesa de trabajo. "Si no hay dioses, no hay vida. Has reducido tus dioses a dichos ysalmos, parábolas y escrituras secos. ¡Los dioses de Yotia están vivos y son buenos!Tenemos un panteón desbordado y llegan más desde el interior del país! Bok, Mabok,Horiel el veloz, Gaia con el poder de la tierra, Thindar, Rindar, Melan..."

"Un dios para cada ocasión", dijo secamente Urza."¡Exacto!" gritó Rusko. "Hagas lo que hagas, una deidad lo aprueba, o

desaprueba, o tiene alguna seria advertencia al respecto. Es mucho más emocionante deesa manera."

"Me parece un desperdicio de energía", dijo Urza. "A menos que, por supuesto,estés a cargo de los templos que se benefician de todas estas veneraciones” 

Rusko agitó la mano a su asistente con frustración. "Has perdido el punto. Un

Yotiano por lo menos admitiría que vió a una jovencita muy bonita y enérgica. Hubieradisfrutado de esa revelación. Tú solo la denegaste, y en el proceso impediste eldesarrollo de tu alma."

Urza dejo el conjunto de sus herramientas y respiró hondo, luego sonrió profundamente y sacudió la cabeza. "¡Lo admito, Caballaero Rusko! Ella estabaencantadora. Radiante. Y ahora que lo he admitido, ¿qué puedes tú o yo hacer alrespecto? El señor feudal, probablemente la ha prometido ya a un líder noble poderoso oa un líder de alguna facción para sellar una alianza."

Rusko miró fijamente al joven, tratando de determinar si el Argiviano no seestaba más que burlándose de él. Entonces, el relojero sonrió. "Ahí no estas en lo cierto,hijo mío. ¡Oh, sí. El señor feudal tenía una boda arreglada, pero el joven en cuestión se

ahogó. Su barco se encalló en una tormenta camino a Korlis. Y fue llamado al MarBlindado, por Bok y Mabok! Asi que ya no existe ese amor, se ha  perdido.” Bufó. “De

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todos modos ya has visto que estaba muy de luto. Ella esta sola por el momento, libre de perseguir sus propios intereses.

“Pero sólo por un momento ", dijo Urza, "porque tu señor feudal probablementetiene algún otro plan para su hija. Y así ni tú ni yo la volveremos a ver jamás."

Rusko suspiró. El muchacho tenía todo el espíritu romántico de una caja de

clavos.Urza volvió una vez más a su puesto de trabajo. "Ahora, si usted me permitevolver al trabajo, he encontrado por que este reloj de antiguo armazón que tiene usted lehace perder el tiempo."

* * * * *

El señor feudal si tenía un plan para su hija, aunque no uno que a Rusko se lehubiera ocurrido. El señor feudal había pasado su juventud en la batalla, se casó

tardíamente, y fue padre aún más tarde. Kayla era la niña de susojos y el premio de su reino. No era un regalo que entregaría a la

ligera.A su alrededor el señor feudal vió una nación en paz. Su

última campaña importante, en la que había capturado yapoderado la Marca de las Espadas y la había incorporado aYotia, había sido muchas décadas atrás. Una generación entera,incluyendo a su hija, se había criado en un país sin guerra.

El señor feudal odiaba esto.Estaba rodeado de hombres y mujeres delicados: cortesanos que utilizaban

 palabras en vez de dagas; viejos generales felices de pasar sus últimos años jugando consus nietos; capitanes jóvenes que habían ganado elogios por mantener sus uniformeslimpios, no por luchar contra un enemigo.

Delicados, todos ellos, pensó. Kayla, su hija, había sido la mejor de un grupodesastroso, y el señor feudal había acordado una unión sólo después que uno de sus

 propios consejeros hiciera escándalo por la necesidad de un sucesor en el trono. Yentonces el idiota encalló en Korlis y murió.

 No quería ver su descendencia disminuída, como había pasado con la sangre delos reyes débiles de Argivia. Su descendencianecesitaba fuerza. Kayla, su ángel, era una mujer

 joven y fuerte, y merecía un compañero igual defirme.

Hizo el anuncio un mes después de que

hubiera pasado el período oficial de luto deKayla. Su hija iba a casarse con el hombre másfuerte del reino. Y para encontrar a este hombre,el señor feudal había establecido una prueba.

En el patio central frente al palacio, erigióuna gran estatua. Estaba hecha de una sola piezade jade, de seis metros de altura, elaborado conla cara del señor feudal. Se requirió un equipo dequince hombres para colocarla en su lugar. Lamano de su hija, decretó, se la daría al hombreque pudiera mover la estatua de un extremo del

 patio al otro.Cuando llegó el primer día del torneo, Urza dijo que era la cosa más estúpida que

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había oído hablar, lo que llevó a Rusko a declarar una nuevo estudio comparativo entreArgivia y Yotia.

"Eso es porque tú no eres romántico", argumentó Rusko, cerrando la tienda detrásde ellos. Cerrar la tienda parecía ser la única manera de hacer salir al jóven de susconfines, y Rusko vió al concurso como una excelente oportunidad para exponer a Urza

a las cosas buenas que ofrecía Kroog."La idea de misiones legendarias y tareas imposibles está presente en todasnuestras tradiciones", continuó. "Mira la saga de Bish y Kana, o cómo Alorian compitió

 por el amor de Titania".Urza se detuvo en el centro de la calle. "Sin embargo, la leyenda dice que Bish y

Kana murieron en el día de su boda, y Alorian fue despedazado por los perros de Titaniadespués de que ella lo rechazó."

Rusko hizo un ruido de carraspeo. "Yo no dije que fuera una comparaciónexacta." Se encaminó por la calle que iba hacia la corte. Urza le siguió, sacudiendo lacabeza.

La competencia se fijó para el primer día de cada mes, cuando el señor feudal y

Kayla podían asistir. La mayor parte de la ciudad cerraba por esas cinco horas, mientrasque los hombres fuertes trataban de ganar la mano de la princesa. Servidores despejabanla plaza central entre la estatua y el extremo opuesto y colocaban líneas de bancos acada lado como un estadio improvisado.

Urza y Rusko miraron hacia abajo y vieron que un grupo de hombres anchos,robustos, ya se había reunido en una línea desigual. El más pequeño era del doble deltamaño de Urza, y varios parecían que podían sostener a un elefante con las manosdesnudas. Por las cicatrices de unos torsos expuestos, parecía que algunos lo hubieranhecho. En el otro extremo del patio había un montículo elevado. Sentados en un bancoacolchado estaban el señor feudal y su hija.

Cuando Urza y Rusko se sentaron en las tribunas, sonó un gong. El primer pretendiente se dirigió al encuentro de su enemigo de jade. Envolvió sus enormes brazos alrededor de las rodillas de la estatua y le dio un fuerte empujón. La figuradestacada ni se balanceó ante su asalto. El hombre fuerte gruñó, recuperó su control, yluego trató de levantarla de nuevo. La estatua permaneció inmóvil. El gong sonó denuevo, declarando que el intento había terminado.

Otro individuo corpulento se contoneó hacia adelante, esta tan musculoso que eramás ancho que alto. Trató dehacer palanca con los dedos

 por debajo del borde de laestatua, pero fue

recompensado sólo condígitos aplastado. Otro gong,y un tercer individuo rodeócon sus brazos las piernas dela estatua, doblando lasrodillas para un mejor apoyo.Este concursante dio un

 bramido ensordecedor altrató de retirar la figura de jade de sus amarras. El rugido se transformó en un grito dedolor cuando el hombre musculoso de repente dejó a un lado la estatua y cayó en el pisode la corte, agarrándose otra parte de su anatomía. El gong sonó y un grupo de

curanderos del templo se apresuraron a asistir al campeón caído."Ven, vamos a presentar nuestros respetos", dijo Rusko, asintiendo con la cabeza

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hacia el banco real.Se formó una línea en movimiento delante del señor feudal y la princesa. Los

Yotianos pasaron ante la pareja, haciendo una rápida reverencia y llevándose los dedosa sus labios a la moda de esa ciudad. Rusko se unió a la multitud, arrastrando tras de sí aUrza. El relojero hizo un arco completo y se besó el dedo, pero Urza solo inclinó algo la

cabeza respetuosamente. Y luego fueron se alejaron de la pareja real."Te miró", dijo Rusko tan pronto como habían pasado."No", dijo Urza, sacudiendo la cabeza. "Ella ha visto un millar de personas solo el

día de hoy"."Ella sonrió," respondió Rusko."Ella es una princesa", dijo Urza. "La sonrisa es automática para estas personas. Si

yo fuera ella, estaría seriamente preocupado de que uno de esos guerreros musculosos pudieran lograr cargar con éxito esa estatua. No creo que su majestad esté esperandohijos inteligentes para sus generaciones futuras."

Rusko negó con la cabeza. "Estás siendo demasiado lógico, una vez más,demasiado pragmático. Probablemente ella está segura de que nadie va a tener éxito.

Tarde o temprano, a su padre, se le ocurrirá una tarea más razonable. ¿Qué pasa?"Urza miraba fijamente, en el montón del tesoro a un lado de la tarima. "¿Qué es

eso?" -le preguntó.Rusko parpadeó. Urza apuntaba hacia un gran montón de regalos que se extendía

sobre una franja de tela de oro lujosa. Había grandes espadas, escudos espejados, y laarmadura de un tipo que nadie había usado en varias generaciones. Miles de rubíes,diamantes y zafiros brillaban en la luz del sol, acompañados de cajas de terciopelo rojollenas de coronas y diademas.

"Esa es la dote", respondió Rusko, y se apresuró a añadir: "Yo sé lo que estás pensando con tu mente lógica:" ¿Por qué la hija del hombre más poderoso de Yotianecesitan una dote?" Bueno, es una tradición. Esos son todos los elementos antiguos

 pertenecientes a los señores feudales anteriores. Algunos se remontan a los albores de lanación. Algunos se hicieron incluso antes de que Kroog fuera fundado.

"¿Qué pasa con el libro?" dijo Urza.Rusko no había visto al joven tan emocionado en todo el tiempo que había estado

en Kroog. Él entrecerró los ojos para ver el objeto al que se refería Urza. "¿Te refieresal que está al lado del escudo de marfil?" "Sí, el grande", dijo el joven, "¿Qué es?"Rusko se inclinó hacia adelante. "Es un libro", confirmó. "Sin duda es un libro."

"Sí, por supuesto que es un libro. Pero mira. ¡En el lomo tiene glifos Thran!" gritóUrza.

Rusko volvió a parpadear. El joven se emocionó de manera positiva por el

descubrimiento.Rusko se quitó los lentes, se los frotó en su camisa, y los puso en su rostro. Seencogió de hombros. "Si usted lo dice. ¿Puedes leerlos desde esta distancia?"Urza se quedó en silencio un largo rato, al parecer desconcertante, tratando de descifrarla escritura geométrica. Luego dijo: "'Jalum. ¿Hubo un Jalum en la historia de Yotia?"

"Hmmm", consideró Rusko. "Creo que hubo un asesor o experto. ¿O un filósofo?.Hace mucho tiempo, antes de las escuelas de los templos. ¿Es importante?"

Urza miró a la mesa repleta de tesoros, y luego a la princesa. Mientras miraba, ellaestaba alejándose de él, al parecer, poniendo su atención en el más reciente intento delevantar la estatua. Su rostro era suave e impasible y muy bonito en el sol del mediodía.

Urza se mordió el labio y luego dijo: "Caballero Rusko, creo que quiero mover

una estatua."Rusko apenas podía contener su incredulidad. "Y yo quiero volar a la luna, y

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secuestrar al harén del Pachá de Sumifa. Incluso me conformo con mantener mi cabezaen buen estado después de una noche de beber aguardiente. Pero no espero que suceda.Esa es la regla de la vida, si no esperas lo imposible, no te sentirás decepcionado."

"Yo si espero que suceda", dijo Urza, mirando fijamente a la estatua de jadeenorme. Otro participante estaba tratando de manejarla sin ningún resultado. "Pero voy

a necesitar suministros." Se volvió hacia el relojero, su voz era dura y decisiva."Tornillos de metal, madera de Raiceslargas, y otras cosas. ¿Puedes ayudarme?"Rusko tartamudeó por un momento. Él daría todo por el romanticismo, pero de

repente este representaba una amenaza para su propio bolsillo."Bueno, yo te podría dar un adelanto", dijo de mala gana, "pero estamos hablando

de una inversión considerable."Urza asintió con la cabeza y luego dijo: "¿Has oído hablar de ornitópteros? ¿Las

máquinas Argivianas que vuelan?"Rusko asintió con la cabeza. "He escuchado cuentos de viajeros". Hizo una pausa

y silbó una pregunta al joven. "¿Sabes cómo funcionan?"Urza asintió de nuevo y dijo: "Yo... ayudé a construir los primeros. Te podría dar

los planos. ¿Si lo hiciera, me proporcionarás insumos para mi trabajo?"Rusko sintió como su corazón y su cartera se abrían de repente hacia el joven.Sonrió.

* * * * *

"¡Esto es maravilloso!" dijo Rusko, hojeando los planos. La primera compra quehizo el fabricante de relojes era un suministro de pergaminos y plumas, y el jovenArgiviano pasó la noche esbozando los ornitópteros. Primero escribió una descripcióngeneral con letras ordenadas. A continuación, página tras página llenas de detalles,mostrando cómo funcionaban las palancas de la cabina del piloto, cómo funcionaba elcableado, de que material se debían hacer las alas y las patas, y en qué dimensionesdebían ser mecanizadas para tener un rendimiento perfecto.

Rusko se quedó asombrado. Todo esto provenía del tranquilo erudito que habíaestado reparando sus relojes. Un mono entrenado podría construir ornitópteros con esos

 planos. No, incluso Rusko podría construir un ornitóptero de esos planos."Maravilloso", murmuró, hojeando las páginas de pergamino sueltas. "Increíble. Unaobra de arte." El fabricante de relojes apenas se pudo contener, la máquina

 prácticamente saltaba desde la página, plenamente efectiva.Urza sonrió, pero Rusko no podía decir si la sonrisa fue la respuesta a sus

cumplidos o por su trabajo actual. Ellos colocaron cortinas en la parte trasera de la

tienda, y allí Urza comenzó la construcción de una nueva máquina.En realidad, parecía como si estuviera construyendo una estatua suya paracontrarrestar la de jade del señor feudal. Se veía como una bestia de perchas de metalcurvado, moldeada con la forma vertical de un hombre. Sus miembros eran de unaestructura de metal, cruzado con remaches en un entramado espeso. Su torso estabahecho de un metal delgado y de madera de Raiceslargas, y giraba en la base de sucolumna vertebral. Cada uno de los brazos caía de manera poco elegante a cada lado,como si fueran los brazos de un gorila. Un tosco casco, cuya placa frontal se movíahacia arriba o abajo, se desempeñaba como cabeza. El rostro del guardia estaba abierto,dejando al descubierto una maraña de cables y engranajes en torno a una joya única, sin

 brillo.

De pronto, se le ocurrió a Rusko que Urza había sonreído mucho más en lasúltimas semanas que en todo el tiempo que el fabricante del reloj lo había conocido. No

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era esa sonrisa de cortesía, utilizada diariamente ante los clientes o esa sonrisa presumida que el erudito Argiviano le dirigía para dejarlo satisfecho. El joven parecíamás vivo que de costumbre cuando jugaba con su creación. Rusko sólo había hecho unasugerencia durante todo el proceso. "Tiene las rodillas al revés", dijo.

"Se supone que son así", murmuró Urza, sin esperar una respuesta. Se introdujo

de nuevo en el pecho de la criatura con una llave.En dos meses la creación se había convertido de una colección mixta de piezasque Rusko habían reunido, garroneado, o "tomado prestado" de otras tiendas en ungigante titánico. Era vagamente humanoide, y Rusko se preguntó si estaba basado enalguna criatura viviente. No era una pregunta que quería que se la respondiera.

Sin embargo, a altas horas de la noche, cuando Urza fue a verificar lasconexiones y los cables de empalme, le hizo otra pregunta.

"¿Quién es Mishra?"Los dedos veloces de Urza casi dejaron caer la herramienta de corte y empalme

que llevaba."Alguien importante para tí, supongo", continuó el relojero.

Urza miró a Rusko, y por un momento hubo un destello de frialdad en el rostrodel joven. Por unos momentos, el hombre tranquilo y solemne de los últimos mesesestuvo de vuelta, y Rusko tuvo miedo de haber perdido al Urza sonriente para siempre.Luego Urza suspiró y ese momento desapareció. Volvió a su máquina. "¿Cómo sabes deMishra?"

Rusko se aguantó la tentación de reirse. "Raras veces sueñas, Urza, pero cuandolo haces, hablas. Mencionas mucho a Mishra. Y a otra persona. Tacashia".

"Tocasia," le corrigió Urza. "Tocasia ... era mi maestra. Ha muerto"."Hmmm", dijo Rusko. "¿Y Mishra?""Mi hermano", dijo en voz baja Urza. Miró con más atención en el interior de la

criatura."¿Esta vivo?""Supongo", se encogió Urza. Miró con el pretexto de trabajar en el cableado y se

echó hacia atrás. "No sé. Nos separamos en menos que una relación amistosa.""Ah", dijo Rusko. Había mucho que hacer por debajo de esa superficie, y él

sintió la resistencia a sus preguntas. "Y te sientes mal por ello", insistió."Me gustaría que hubiera algo que pudiera haber hecho para cambiar las cosas",

dijo Urza. Rusko pensó que la declaración que hacía el joven era probablemente cierta, pero parecía que había algo más, algo aún no dicho.

Un silencio se hizo entre los dos hombres. Finalmente Rusko lo rompió. "EnYotia, creemos que un hombre tiene muchas almas. ¿Sabías eso?"

Urza negó con la cabeza, pero una pequeña sonrisa apareció en las comisuras desus labios. Era esa sonrisa de “resignación-hacia-el-viejo-Rusko” que él conocía dememoria, pensó el relojero.

"Tú no usas la misma ropa que tenías cuando eras un niño, y no usarás la mismaropa cuando seas mayor", continuó Rusko. "Lo mismo se aplica a las almas. Tú tienesun alma cuando eres un niño, otra en tu juventud, y varias en la edad adulta."

Urza se encogió de hombros. "Yo me pongo diferente clase de ropa. Yo no séacerca de las almas."

Rusko se acarició el mentón. "La mayoría de las religiones Yotianas creen que almorir cada uno, las almas se juzgan por separado. Supongamos que tus primeras tresalmas eran básicamente buenas. Luego, te convertistes en un atracador y ladrón y crece

otra cuarta alma, una malvada. A continuación, te arrepentiste y vivistes una vidavirtuosa, haciendo crecer una quinta alma más benevolente. Al morir, tus almas son

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 juzgadas de forma independiente. Las primeros tres almas, y la quinta, seránrecompensadas por su virtud. la cuarta será enviada al infierno, destruida o reenviada,dependiendo de los dioses que hallas venerado".

"¿A dónde quieres llegar con todo esto?" preguntó Urza. Sus ojos todavía fijosen su máquina.

Rusko sonrió. "Sólo que si te sientes culpable por lo ocurrido con tu hermano otu mentora ya fallecida no tendrías que hacerlo. Desde que has llegado aquí tienes unalma nueva...un alma Yotiana. Deja que ella sea tu guía."

Urza se detuvo un momento, desenredando el consejo de Rusko. Luego sacudióla cabeza. "Hasta que hable de nuevo con mi hermano, voy a llevar este pesar conmigo.Pero gracias por tu consejo. Es un consejo muy..." Hizo una pausa y esbozó una sonrisaamplia. "de Kroog."

Rusko le devolvió la sonrisa, tomando las palabras del joven como un cumplido."¿Y?," dijo mirando a la figura titánica, "¿Funciona?""Todavía no." Urza sacó una cadena alrededor de su cuello. Rusko vio que la

cadena estaba conectada a una joya grande, un rubí oscuro salpicado de manchas de

fuego multicolores. Urza subió la escalera de mano hasta que llegó al nivel de la cabezade la gran criatura, y empujó la gema en su interior.

Poniéndose de puntillas, Rusko pudo ver al joven colocar la piedra de color rubí, junto aquella que yacía inerte en la cabeza de la criatura.

La joya comenzó a brillar, poco a poco, de forma errática al principio, luego conuna luz más fuerte, hasta que fue tan fuerte como aquella que brillaba dentro de la

 piedra de Urza. Irradiaba una luz de color zafiro atravesada por destellos de color blanco.

El fabricante de relojes pensó que era como ver a alguien prender una fogatacolocando un tizón apagado tocando a otro encendido.

Cuando la nueva joya comenzó a brillar, la criatura comenzó a moverse. Levantóun brazo, y luego lo bajó, luego lo levantó de nuevo. Los engranajes y poleas en el

 brazo de la máquina y el hombro se quejaron en voz baja mientras se movían. Urza bajóla visera de la criatura. La luz de la gema brilló a través de los agujeros de sus ojos.

"Ahora", dijo Urza. "el artefacto también tiene una nueva alma."

* * * * *

Era el tercer mes de la competición, y para Kayla todo estaba sucediendo de lamisma manera que los dos primeros. Una cabalgata de trompetas y gongs sonó. Una

multitud de simpatizantes pasaron delante de ella y su padre (aunque se dio cuenta quehabía cada vez menos con el transcurso de los meses). Una reunión de guerrerosdemasiado musculosos esperaban su turno para intentar lo imposible. Una vez más,había menos que antes.

En el primer día de la competencia todo había sido una gran fiesta. Un mes mástarde, en la segunda competencia , no era más que interesante. Ahora, dos mesesdespués del primer día de la competencia por su mano, Kayla sintió que todo el asuntose estaba convirtiendo en algo tedioso.

Pasó revista a los candidatos y reprimió un escalofrío. Este grupo se vería biendetrás de un arado (o tirando de uno, pensó con malicia), pero en cuanto a material deliderazgo, carecían profundamente de él. Una parte de la mente de Kayla se “encogió de

hombros “mentalmente”.  ¿Qué más dá? Después de la boda, ella tomaría todas lasdecisiones importantes.

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En primer lugar, como cada uno tomó su turno, ella se imaginaba lo que sería lavida con cada una de las bestias descomunales. Eso resultó ser menos atractivo, por loque pronto se puso a adivinar como sería la naturaleza de sus heridas después de habertratado de mover la estatua y haber fallado. Ese día había contado hasta ahora al menosdiez tirones musculares (tres en la ingle), dos explosiones de intestinos, siete casos de

agotamiento, y una lesión en la cabeza. El último fue de un joven de la “Marca” del extremo norte, que se vió tan frustrado que le dió un cabezazo a la estatua. Loscuranderos del templo lo llevaron fuera de la cancha por sus pies.

El competidor actual era un gruñón, agarró la estatua y trató de empujarla haciaabajo en la parte superior. A Kayla no le interesaban los gruñones. Le gustaban mas losgritones. Hacían más ruido, y se rendían más rápidamente.

Las listas se había reducido rápidamente, y actualmente se veían espacios vacíosentre los bancos para los súbditos leales. Se preguntó cuánto tiempo más su padre iba acontinuar con este ejercicio de futilidad. Probablemente, se dijo, hasta que una de lasfamilias menos nobles hiciera una oferta mejor por su mano. Papi siempre estabahaciendo cosas en secreto.

Kayla se resignó a su destino. Siempre había sido una hija obediente, y si su padre arreglaba un matrimonio con un Fallaji, viviría en un tienda en el desierto másallá de la civilización. No era extraña a la política judicial. Durante años, ella sabía, quehabía sido preparada para casarse de una manera que haría a Kroog más fuerte. El hechode que el objetivo original de ese matrimonio tuvo la desgracia de morir antes de tenerla oportunidad de casarse con ella no había cambiado el proceso en lo más mínimo.

Ella miró a su padre mientras observaba el procedimiento. Había en su rostroalgo solemne: frío, reflexivo, y real. ¿Qué pensaría de él la gente común si ellossupieran que después del primer día había maldecido como un marinero el fracaso delos concursantes, atravesando las habitaciones reales como una tormenta durante unahora?. Probablemente no cambiarían de opinión, pensó Kayla. Su padre fue un héroe dela gran guerra, un caudillo valiente, y ella sospechaba que esta farsa se jugaría hasta quesu representado hiciera un último intento de demostrarle que aún había guerreros enYotia.

Y, ella estaba segura, que su padre pensaba que podría haber levantado la estatuade jade él mismo cuando era joven.

Otro titán rugiente se sacó un músculo de su ingle, y Kayla vio que las listasestaban vacías. No, había tres figuras a la izquierda. Una delgada, una obesa, y unaenvuelta en una gran capa con capucha, que se erguía sobre las otras dos.

El senescal se acercó a los tres, y hubo una rápida consulta entre las dos figurasmás pequeñas y el asesor del gobernante. El senescal se trasladó al lado del señor feudal

y habló en voz baja."Tenemos un candidato más", dijo el senescal, un hombre tembloroso ynervioso, que tanto amaba como temía a su señor”, "pero es un poco inusual."

El señor feudal gruñó. "¿El más grande?""No, mi señor," dijo el senescal. "El delgado. Él dice que puede mover la estatua

con la fuerza de su mente, si usted quiere, y lo permite."Una sonrisa cruzó la cara del señor feudal, y Kayla sabía que no era una de sus

expresiones más agradables. "Déjalo. Pero dile la pena por hacer perder el tiempo alseñor feudal."

El senescal se inclinó y se retiró. Kayla miró a los recién llegados. El delgadoera atractivo, pero sólo cuando se aproximó junto al obeso pudo recordar a donde lo

había visto antes. Era el Argiviano fabricante de relojes, el extranjero con la sonrisairónica y el acento recortado.

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Por un momento fugaz, Kayla se permitió pensar en una vida junto a él. La perspectiva no era totalmente desagradable. También se preguntó si realmente podríamover la estatua con su mente, o si se esguinsaría su cerebro en el proceso.

La memoria de Kayla se evadió por un momento. Urza…así se llamaba el joven.Todavía tenía la llave junto a la caja de música de su madre. También estaba su

compañero, el gordo. Sabía que había oído su nombre en la tienda, pero no lo recordó.Urza se paró directamente ante la estatua. Detrás de él caminaba el hombregordo, ayudándole con la titánica figura oculta. Había un olor en el aire, como aquelantes de una tormenta. El Argiviano hizo una profunda reverencia.

"Agradezco a la corona por la oportunidad de intentar una tarea que ha derrotadoa muchos otros", dijo Urza. El señor feudal agitó la mano, instando al joven a acelerarsu discurso. Kayla estaba segura de que a partir de hoy papi abandonaría este método deelección de un pretendiente.

"Ahora voy a mover la estatua con la fuerza de mi mente", declaró Urza.Retrocediendo, tiró de la capa que cubría la gran figura posicionada detrás de él. Huboun suspiro colectivo de la multitud cuando la tela cayó dejando al descubierto la figura

que había debajo.Estaba hecha de metal, pero su forma era de ser humano. Al principio, Kayla

 pensó que era un ser vivo, pero de inmediato vio que se había equivocado. Era unamáquina. Por supuesto, recordó. Él es un fabricante de relojes, después de todo, y unArgiviano. Los Argivianos siempre hurgaban las ruinas antiguas, tratando de encontrar

 poderosos dispositivos para su propio uso."Yo construí este mecanismo, con mi mente", dijo Urza, y el gordo hizo un ruido

de carraspeo. "Bueno, con mi mente y los recursos del Caballero Rusko, fabricante derelojes excelentes", agregó el joven. Veamos si lo que he construido con mi mente

 puede mover su estatua".La enorme máquina humanoide se inclinó hacia adelante, y por un momento

Kayla pensó que le daría un cabezazo a la piedra. A medida que caminaba, el Argivianotambién lo hacía a su lado, hablándole, guiando cada uno de sus movimientos.La pareja llegó a la estatua. Urza señaló un lado de la estatua, y la máquina le colocóuna de sus manos, de metal con los dedos de madera pulida, en ese lugar. Señaló haciael otro lado, y la máquina coloco su otra mano allí.

Urza dio unas palmaditas en el costado de la criatura, y esta comenzó alevantarla. Después de los rugidos, gritos, y gruñidos, el silencio que rodeó al artefactofué inquietante. Hubo un ligero zumbido, como el espacio quehabía entre las notas de la caja de música de Kayla. Elhumanoide de metal dobló las rodillas (que parecían, desde el

 punto de vista de la princesa, construídas hacia atrás) y levantólentamente la figura de la tierra.Hubo una exclamación de asombro de la multitud

cuando la luz del día comenzó a aparecer debajo de la estatuade jade. El artefacto tiró de la estatua hacia arriba, sosteniéndolaalrededor de un pie por encima del suelo. Poco a poco la granmáquina giró sobre sus caderas, su columna vertebral dandouna media vuelta completa, de modo que sus rodillas estabanahora apuntando hacia delante. Luego, lentamente, la máquinacomenzó a caminar hacia el lado opuesto del patio.

Tenía una marcha lenta. La máquina podía sostener la

estatua, pero el patio ofreció dificultades para el peso de lamáquina y la estatua. Los adoquines quedaban aplastados bajo los pies del gigante, y en

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un momento, la gran criatura de metal se inclinó precipitadamente a su derecha cuandolas piedras se convirtieron en polvo bajo el peso de su banda de rodadura. Hubo unchirrido, como si tiraran de unos cables a través de unas poleas, y Kayla pensó que

 pronto vería el equivalente mecánico de un tirón en la ingle.Urza se colocó rápidamente al lado de la máquina, examinando el problema y

dando órdenes a gritos. El gran ser de metal respondió, inclinándose hacia el otroextremo, y por fin llegó a su destino final. Urza dio una última orden, y la máquina dejóel megalito de jade, para que se enfrentara a la tribuna real.

La multitud aplaudió. Algunos huyeron de las gradas para decirle a sus amigosque la estatua del rey había sido derrotada por una criatura de metal hecha por unArgiviano.

Kayla se encontró de pie, aplaudiendo también, pero una mirada de su padre ladetuvo. Su rostro era una nube de tormenta, y las venas latían en sus sienes. Sin deciruna palabra, se levantó y se alejó de la tarima, tronando de nuevo hacia el palacio.Siempre obediente, Kayla también se levantó, pero se permitió la oportunidad de veruna vez más al talentoso Argiviano.

Estaba en el centro del patio, junto a su equipo, el fabricante de relojes en el ladoopuesto. La gente común se derramaba allí para felicitarlo. En su rostro había unasonrisa amplia y radiante.

Decidió que era una sonrisa agradable, y le devolvió la sonrisa. No se detuvo para ver si vió esta señal de favor, sino que se volvió y siguió a su padre a través de las puertas del palacio. Sólo deseó que el señor feudal pudiera llegar a una habitación con paredes gruesas antes de que explotara. 

* * * * *Le tomó quince minutos al señor feudal detener sus maldiciones, y otros quince

 para comenzar a usar frases coherentes. Kayla, el senescal, la matrona de Kayla, y un par de cortesanos nerviosos esperaron a que se calmara la tormenta antes de aventurarcualquier opinión.

"¡Que temeridad!" le gritó al grupo. "¡Qué insulto! ¿Cómo se atreve ese... ese..."Su boca se abrió y se cerró por un momento hasta que encontró la palabra adecuada.

"¡Yerbajo! ¡Ese yerbajo piensa que merece la mano de mi hija a cambio de algúntruco de magia!"

“Bueno”, dijo el senescal temblando, “usted dijo que su mano iría a cualquieraque pudiera mover la estatua”. El señor feudal gruñó con dureza.

"Y le permitió intentarlo", dijo el senescal, reuniendo fuerzas a medida que

hablaba. "Él dijo que iba a mover la estatua con su mente.""¡Pero no lo hizo!" -gritó el señor feudal. "¡Esa máquina a cuerda hizo todo elmovimiento!"

"Bueno", dijo el senescal, "su hija puede casarse con la máquina."Kayla ahogó una risita, pero la broma inspiró otra cascada de obscenidades

 bélicas del señor feudal. El senescal huyó ante el asalto, y, Kayla pensó en esemomento, cambiar el tema de la discusión por completo.

"¡Y tú!" -rugió el señor feudal volviéndose hacia su hija, "¿Qué tienes que decirde todo esto?".

"¿Decir?", exclamó Kayla. De repente estaba indignada por haber sido el blancode sus gritos. "Yo no tenía ni voz ni voto cuando querías que me casara con aquel

marino desafortunado". Cargó contra el acoso de su padre. "Yo no tenía ni voz ni votocuando decidistes ofrecerme de premio al más fuerte de los bueyes del reino. Así que

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ahora, cuando alguien finalmente te ha derrotado en uno de tus jueguitos, de repentetengo algo que decir?"

El señor feudal observó a Kayla, sorprendido por su arrebato. Sus hombros sehundieron con la derrota. "Yo sólo quiero lo mejor para tí. Sin embargo, tener queofrecerte a este... extranjero... este Argiviano... ¡Esta mala hierba!"

"Tú eres el señor feudal de Kroog", dijo Kayla con frialdad. "Tú puedes hacer loque quieras. Puedes desterrarlo si lo deseas. Pero si quieres mi opinión, aquí está. Éltiene un rostro agradable, está en buena forma, y parece bastante brillante. No meimportaría ser su esposa."

El señor feudal frunció el ceño, y Kayla se preguntó qué estaría pensando su padre: si sobre el hecho de que a ella no le importara casarse con Urza, o el hecho deque él podría hacer desterrar al Argiviano. Detrás de ella se escuchó el chirrido de la

 pesada puerta de madera, y el senescal asomó la cabeza una vez mas."¿Qué?" -exclamó el señor feudal. Kayla pensó que el senescal se evaporaría por

completo. Para su sorpresa, el nervioso burócrata se mantuvo firme y logró lloriquearconvincentemente. "Un visitante solicita una audiencia, mi señor."

"¿El yerbajo?" -gruñó el señor de la guerra. "Dile que aún no me he pronunciadosobre la legitimidad de su pequeño truco."

"No es el ..." El senescal tragó saliva y continuó: "…Argiviano. Sino su, eh, patrocinador."

El señor feudal miró a Kayla, y la princesa asintió con la cabeza vigorosamente.Su padre podía intimidar a la mayoría del personal. Tal vez el fabricante de relojes erasu oportunidad para hacer desistir a Urza.

Al principio parecía una esperanza vana. El relojero se inclinó tres veces antesde llegar al señor feudal. Cada saludo aún mas pronunciado que el anterior, un corcoveode rodillas que consumió el tiempo y destrozó la paciencia de su padre. Cuando Ruskose levantó del tercer saludo Kayla se encaminó a su lado y ayudó al obeso comerciantecomo escolta hacia el señor feudal.

"Su gracia y Su Alteza", balbuceó el hombre gordo y pequeño. "Conquistador dela Marca de las Espadas, Portador de Prosperidad, el Maestro de nuestros Destinos."

El señor feudal agitó la mano con impaciencia, mientras Kayla se preguntó si elfabricante de relojes hablaba así en la vida real.

"Le traigo dos mensajes", dijo Rusko. "El primero es de mi favorecido asistentey compañero, el caballero Urza, el Argiviano". Hizo una pausa y esperó una respuesta.

"Continúa", le espetó el señor feudal, mordiendo las palabras como si fuerantrozos de carne.

El relojero se aclaró la voz. "Señor, Urza dice que entiende si decide rescindir su

reto, pero estaría muy decepcionado si perdiera la compañía de su hermosa hija." Seinclinó hacia Kayla, y la princesa le correspondió con un movimiento de cabeza. Se preguntó si lo que el fabricante de relojes, dijo acerca de la decepción de Urza eracierto.

"¿Eso es todo?" -preguntó el señor feudal."El primer mensaje, sí", respondió Rusko."¿Y el segundo?" -preguntó el señor feudal."El segundo es de mi parte", dijo el fabricante de relojes. Bajó la voz un poco.

"Y es sobre esto.” Metió la mano en su chaleco y sacó un fajo de papeles. Se los entregóal senescal, que a su vez los entregó al señor feudal.

El gobernante pasó las páginas y gruñó: "¿Y éstos son?"

"Planos, mi alteza", dijo Rusko. "Los planos para una máquina voladora, unamáquina Argiviana que vuela, diseñada por el joven y talentoso Caballero Urza".

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El señor feudal observó alternativamente al fabricante de relojes, a los planos, ynuevamente al fabricante de relojes. "¿El Argiviano sabe cómo construir máquinasvoladoras? ¿Funcionan?"

El fabricante de relojes hizo una profunda reverencia. "No lo sé con certeza. Dosmeses atrás, yo no hubiera podido decir si su hombre mecánico funcionaría. Pero lo ha

hecho."El señor feudal miró entre los papeles por tercera vez. "Y el Argiviano podríatener otros secretos encerrados en su mente", dijo, casi para sí mismo.

"Así lo presumo", dijo Rusko. "Es un hombre callado, cerrado para todosexcepto para los más cercanos a él. Definitivamente necesita el toque de una mujer parasacar lo mejor de él." Una vez más se inclinó a Kayla.

El señor feudal se quedó en silencio, y Kayla sabía que estaba sopesando lasalternativas. Finalmente dijo: "Hija, ¿Lo has dicho en serio cuando dijistes que no teimportaría casarte con este talentoso…hierbajo?"

Kayla hizo un gesto pequeño, y dijo: "He hablado con sinceridad cuando dijeque es el mejor candidato que has encontrado hasta ahora."

El gobernante dio un profundo suspiro y se frotó los ojos. Le entregónuevamente los planos al obeso fabricante de relojes, y dijo: "Muy bien. Entoncesvamos a volver a salir y felicitar a mi futuro yerno."

* * * * *La ceremonia fue vistosa, incluso para los estándares Yotianos. Kroog tenía más

de treinta templos y una gran cantidad más pequeña con patronos importantes, y cadauno quería tener algo que decir en la boda. Kayla trató de contar el número desacerdotes oficiantes, pero abandonó después del decimoquinto o decimosexto.

Fue tediosamente larga. Se leyeron sermones. Se cantaron oraciones. Se

desterraron espíritus. Se invocaron dioses. Más sermones. Más oraciones. La pareja besó iconos. Pusieron sus manos sobre escrituras. Bailaron en torno a una hogueraceremonial. Fueron rociados con agua bendita y bebieron vino santificado. Liberaron auna paloma y quemaron un rollo de remordimientos. Desfilaron debajo de hojasdesenvainadas. Recibieron bendiciones, santificaciones y buenos deseos. Por respeto al

 patrimonio Argiviano de Urza, cada uno llevaba un anillo de oro en su frente, cada unode los aros unidos por una cadena de plata individual.

Kayla no pudo decir en qué momento del día se casó oficialmente con Urza,erudito de Argivia, nuevo Jefe Artífice de Kroog. Todo lo que podía decir era que alfinal del día no había duda de que ella estaba correcta y verdaderamente casada.

A pesar de todo Urza fue comprensivo, no fué impaciente como la mayoría de loshombres eran con esas cosas (Papá estaba visiblemente incómodo después de leer suséptima respuesta ). El joven tampoco estaba visiblemente aburrido, o haciendo gala deser una persona aparentemente tolerante. Parecía estar tomando notas mentales sobretodo lo que veía y sin comentar nada. Ella esperaba ver una de esas petulantes sonrisasArgivianas durante alguna de las partes más rústicas y tradicionales de la ceremonia,

 pero él también las sobrellevó de buena gana.Después de la ceremonia interminable hubo una procesión equitativamente larga a

través de las calles, mientras la gente saludaba con la mano, echaba serpentinasmulticolores y agitaba antorchas de colores. Y luego una larga fiesta llena de varios

 platos, cada plato demorado por largos brindis de alguien que sentía que tenía algo

 bueno que decir sobre la princesa y su sorprendente (aunque generalmente misterioso)novio.

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Y cuando por fin las ceremonias y las procesiones y las fiestas se acabaron,mucho después de que la campana hubiera tocado la medianoche, la pareja fue escoltadahasta su propia ala del palacio, en la cámara nupcial. La dote se había colocado allí,

 junto con algunos de los regalos más elegantes de varios poderosos simpatizantes. Lacama estaba hecha con sábanas de seda de Almaaz y espolvoreada con pétalos de rosa.

Incienso ardía sobre una docena de pequeños braseros, y la habitación estaba iluminadacon velas.Los siervos dejaron a los recién casados allí, cerrando las puertas detrás de ellos

con su partida.Kayla respiró hondo y se acercó a su nuevo marido. Urza tomó lentamente su

mano, y la princesa se dio cuenta de que el joven esbelto temblaba un poco y casiretrocedió al sentir su tacto. Se preguntó si él siquiera sabría que estaba demostrando sunerviosismo hacia ella.

En lugar de eso, dijo, "Tienes manos fuertes.""Para trabajar con artefactos", dijo con una voz un poco áspera, "necesitas dedos

fuertes."

"Y una mente fuerte también", dijo, y se acercó mas a él. Su cuerpo se sentía tanfuerte como la llave de su caja de música.

"Kayla", Urza habló hacia su cabello, "hay algo que necesito decirte."Kayla se congeló, pero sólo por un momento. Se enderezó y dijo, "Me puedes

contar lo que quieras"."Me…", dijo Urza, y luego se alejó de ella y la miró a los ojos. "Me han dicho que

hablo en sueños."Ella sonrió y coloco dos dedos sobre los labios de su marido. "Está bien", dijo en

un susurro ronco. "Soy una oyente muy buena." Y le besó.Después, la respiración de Kayla se tornó larga y profunda. Se acostó a su lado,

acurrucada contra la desgarbada figura de Urza. Le acarició la frente, suavemente. Serevolvió en la cama, se dió la vuelta, y cayó en un sueño aún más profundo.

En silencio, Urza se levantó de su lecho nupcial. Faltaba solo una hora para elamanecer, y la ciudad de Yotia estabatranquila bajo su ventana. Más allá de suvista, una ciudad agotada por su propiacelebración estaba envuelto en el sueño, ysólo unas pocas luces brillaban aún entre elcastillo y el río Mardun.

Poco a poco, Urza cruzó lahabitación. Apagó cada una de las velas

acanalonadas de la sala, salvo una. Esta lallevó a la dote acumulada. Miró por encimadel montón de tesoros, con cuidado, searrodilló y desprendió un libro pesado,marcado con glifos Thran en su lomo. ElVolumen de Jalum.

Urza llevó el libro a la mesa de escritura al otro lado de la habitación. Puso la velaen su soporte y miró a su nueva esposa, acostada en la oscuridad, durante muchotiempo.Entonces abrió el libro antiguo y empezó a leer.

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Capítulo 7Mak Fawa

"¡Arriba, esclavo!" -gruñó el capataz, pinchando el costado de Mishra con suaguijón. El joven fornido gimió y trató de darse vuelta, ganando otra fuerte punzada. EnFallaji el capataz repitió la orden. "¡Rakiq! ¡Qayim!" 

Mishra tosió con una garganta llena de polvo para demostrar que estaba despierto,y se arrastró hasta los codos para confirmarlo. El capataz se trasladó al siguiente esclavocuando Mishra sacudió el polvo de sus ojos.

Sus sueños habían estado envueltos en oscuridad, profunda y negra oscuridad.Estaba solo, completamente solo, sin Tocasia, Urza, o cualquiera de los otros. Que lohabían abandonado. Y en esa oscuridad de susueño había cantos. Cantos hermosos, quesalían de su piedra verde. Pero había perdido

la piedra con tanta seguridad como que había perdido el resto de su vida.

Mishra se sacudió el último pedazo deoscuridad, y sabía que el mundo de la vigiliaera solo un poco mejor que el de sus sueños.Estaba en el campamento de los Suwwardi.Había sido capturado y reclamado por ellos.Era su propiedad ahora. Era un esclavo. Eraun rakiq. 

Después de la muerte de Tocasia habíahuido hacia el norte, hacia la caverna de Koilos. No había sido su primera intención, al

 principio él sólo había huido. Sin embargo, sus pies encontraron ese camino en eldesierto y a lo largo de la saliente de las montañas, que inevitablemente conducían haciael cañón perdido. Los arbustos, plantas suculentas que transcurrían sus vidas a lo largode las fronteras del desierto le dieron el agua de la vida durante su caminata. Aún así,

estaba delgado y débil cuando la escolta Suwwardi lo encontró.Al principio Mishra pensó que eran rescatistas, amigos

entre los excavadores Fallaji que habían venido a buscarlo,enviados por Ahmahl o Hajar. Sin embargo los jinetes que loencontraron eran hombres más duros y crueles que losexcavadoras del campamento, hombres feroces con el viento

tallado en sus rostros y sin paciencia para con los forasteroshallados en su desierto. Vestían de ala ancha, cascos planos quelos identificaban como Suwwardi, cascos de bronce inscritos alo largo del borde con votos de coraje ganados en batalla.

Los guerreros lo arrastraron de vuelta a su campamento, pero sólo porque estaba cerca. De lo contrario, simplemente lohubieran matado y despojado de su cuerpo. Tambien seapropiaron de su piedra brillante como si fuera un tesoro, peroellos no la trataban mas que como un adorno atractivo. Mishratuvo la fuerza para dejar salir un grito débil, cuando le quitaronde alrededor de su cuello la bolsa que contenía la joya. Esto le

valió un codazo en la cara, un puñetazo tanto para silenciarlocomo para adiestrarlo.

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El grupo Suwwardi puso a Mishra a trabajar con los otros esclavos. La mayoríaeran Fallaji, capturados de otras tribus y mantenidos hasta que alguien pagara el rescateadecuado o se les asegurara una lealtad apropiada. Estos prisioneros eran tratados

 bastante bien, teniendo en cuenta que eran esclavos. Había otro pequeño grupo deforasteros así como unos miserables sobrevivientes de las caravanas que no habían

 podido pagar el peaje exigido para atravesar la tierra Suwwardi. A estos esclavos la

tribu les hacía trabajabar hasta la muerte. De los otros siete forasteros que habían estadoentre los esclavos cuando él había sido llevado allí por primera vez tres meses atrás,Mishra era el único superviviente. Hubo algunos que se agregaron posteriormente, perohabían muerto rápidamente.

 No había habido más esclavos extranjeros desde aquel entonces. Los Suwwardihabían dejado aparentemente de tomarlos.

Así Mishra trabajaba como un esclavo. Construía.Cavaba. Arrastraba cosas pesadas. No hacía preguntas. Otroforastero había realizado preguntas y sus dientes fueronremovidos con un cincel. Mishra dormía cuando se le

 permitía. Comía lo que le daban, que era inferior a lo querecibían los perros del qadir.

Y soñaba. Soñaba con la oscuridad y el poder delcristal fracturado le cantaba. Trataba de buscarlo, perodescubría que estaba demasiado cansado para moverse,cautivo en la prisión de su propia carne.

Durante el día, cuando él colocaba piedra sobre piedra,o cavaba un nuevo hoyo para cocinar, un basurero, o unatumba, pensaba en sus sueños. Este día estaba cavando unazanja, por alguna razón desconocida. De vez en cuando la

 pala golpeaba un poco de metal de la época de los Thran, y loarrojaba sobre el montón de tierra removida con el resto de laotra basura.

A medida que excavaba y pensaba, Mishra no escuchóque le llamaban por su nombre , ni la primera vez, ni la

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segunda. Sólo cuando una mano se posó en su hombro el hombre fornido reaccionó.Mishra se asustó y levantó un brazo para protegerse. Nadie tocaba a un forastero con

 buenas intenciones en el campo de los Suwwardi."¡Maestro Mishra, es usted!" gritó Hajar.Mishra miró al que le hablaba y vio al excavador de joven y delgado rostro del

campamento de Tocasia. El que lo había acompañado la noche en que todo se vinoabajo. Pero este Hajar llevaba un casco Suwwardi, un par de espadas montadas en unarnés a su espalda. Y sonreía.

"¿Estás bien?", preguntó Hajar en Fallaji.Mishra esperó un momento y luego asintió. Él no había hecho ningún uso de las

 palabra en los últimos meses, y pocos hablaban con él más allá de simples órdenes.Una sombra apareció a la derecha de Mishra. Era el capataz, que con el correr deltiempo tenía cada vez menos esclavos con los que lidiar y mantenía su posesión sobre elresto de sus tesoros cada vez más estrechamente.

"No hables con el rakiq", dijo el capataz bruscamente.Hajar se echó a reír, y Mishra se dió cuenta de que el excavador era más alto que

aquel que daba órdenes. "¿Sabes a quién tienes cavando hoyos para tí?"Mishra quería decir que le gustaba cavar agujeros, y que Hajar no debería alejar

ese placer de él. Pero las palabras se perdieron en el camino a su boca."Este hombre es un gran erudito", continuó Hajar. "Él sabe cosas que ningún

hombre conoce. Ha descubierto los secretos de los Antiguos. ¡Y tú lo tienes cavandozanjas!" Hajar rió de nuevo.

"¡Erudito!" escupió el tirano en el polvo. "Eso explica por qué él cava zanjas tanmal. Ahora vete."

Hajar negó con la cabeza. "¡No debería estar cavando zanjas en absoluto!""Tienes razón", explotó el capataz. "Yo esperaba que él muriera meses atrás. Es

un forastero y un esclavo. Trabaja para mí, Maurik el Capataz, por el momento. ¡Siquieres que trabaje para tí, ve al qadir!"

Hajar se detuvo un momento y luego dijo, "Lo haré. Trate de no matarlo antes deque yo vuelva." Hajar se fue, la cabeza en alto, hacia el centro del campo.

Mishra continuó cavado con energía, pero el capataz estaba descontento con sutrabajo. Un agudo pinchazo en el costado con la culata de la pica le recordó al ex eruditoque no debería tener amigos parlanchines. Mishra gruñó bajo el golpe y desaceleróligeramente cuando el dolor comenzó a difundirse a través de su cuerpo. Dejó que eldolor pasara a través de él, y volvió a su excavación.

* * * * *

Al final del día, los Suwwardi celebraron su cena comunitaria. El alimento sedistribuyó primero a la tienda del qadir, luego a los guerreros, a continuación, lasmujeres y niños, los perros del qadir, y finalmente los esclavos. Y los esclavos Fallaji sealimentaron antes que los extranjeros, porque había una razón para mantener vivos a losFallaji.

Mishra estaba masticando un pedazo viejo y con manchas de pan de moldecuando vinieron por él, hombres al servicio directo del qadir, con sus cascos grandes ycollares adornados de oro macizo. Guardias ceremoniales, según pudo observar el

 joven. El qadir de losa Suwwardi debe estar comerciando muy bien, para vestir de esaforma a sus guerreros.

Los guardias hablaron unas cuantas palabras, que Mishra no logró escuchar, a

Maurik el capataz, y el musculoso amo de los esclavos se retiró refunfuñando a susaposentos. Entonces los guardias hicieron marchar-arrastrar a Mishra a la tienda del

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qadir. Un amplio y colorido pabellón iluminado desde dentro. Los soldados sedetuvieron afuera sólo el tiempo necesario para eliminar las trabas pesadas queaprisionaban los pies de Mishra. Luego lo empujaron dentro.

La tienda era confortable y ahumada. Braseros estaban encendidos a lo largo detodo el perímetro, y Mishra olfateó el aroma de sándalo y cedro del desierto flotando

frente a ellos, mezclado con otras especias picantes. El aroma dañaba su nariz y ledejaba los ojos llorosos, pero lograba amortiguar el hedor que los propios Suwwardidespedían en estos cuartos cerrados.

El suelo estaba cubierto de gruesas alfombras tejidas con lana de oveja demontaña, y teñido con alimentos y, en algunos lugares, con sangre. Grandes almohadasde descanso estaban esparcidas alrededor. A ambos lados de la habitación estaban losfamiliares inmediatos del qadir, oyentes, cortesanos, y embajadores de otras tribus. Enel centro de la tienda había una plataforma elevada y cubierta de alfombras un poco máslimpia. Era el asiento del qadir.

El qadir era un hombre macizo, hombros anchos, cuello ancho, y cabeza ancha.Estaba empezando a ceder a los resultados de su propio éxito, su vientre se derramaba

un poco más alla de su cinturón haciendo que su túnica permaneciera firmementeapretada. Cuando Mishra entró a la tienda del qadir este estaba alzando un gran cuencode nueces sin cáscara. A un lado del líder Fallaji estaba sentado una forma similar,vestido de manera similar de una versión más joven del qadir. En el otro lado, de pie,estaba Hajar.

Mishra cayó de rodillas, a la manera Fallaji, y esperó a todo lo que vinieradespués.

El qadir engulló un puñado de frutos secos. "¿Este es el perro esclavo del desiertodel que tú hablas, Hajar?" -preguntó, en Fallaji. Su voz derramó las palabras, como sifueran café espeso.

"Este es, mi eminencia," respondió Hajar en el mismo idioma."¿Y dices que es un erudito?" dijo el qadir. "Uno de los más respetados", dijo

Hajar, y Mishra notó que la versión joven del qadir no sonreía. De hecho, parecíaaburrido. El qadir se inclinó hacia delante y miró a Mishra. "No parece gran cosa.Incluso para un forastero". La risa se agitó entre los cortesanos, los familiares, y losembajadores.

"¿Usted juzga a su caballo por sus bridas?" preguntó Mishra, "¿O por lo bien quele sirve?"

Lo dijo en voz baja, apenas más que un susurro. Era un dicho del desierto quehabía aprendido de Ahmahl, y el joven lo dijo en perfecto Fallaji. Mishra no habíalevantado la vista mientras habia dicho esto. Tampoco lo había dicho con orgullo, o con

enojo. Pero lo había dicho.La sala quedó en silencio de inmediato. El qadir lanzó a Hajar una miradavenenosa que pareció fundir al joven a su lugar. "Así que el rakiq habla nuestroidioma", observó el qadir.

Hajar se inclinó nerviosamente. "Le dije que era sabio en muchos campos."Cuando el delgado Fallaji miró hacia arriba, el qadir ya no le miró. En su lugar,consideró al forastero a través de sus ojos de pesados párpados.

"¿Conoces las leyendas?" preguntó el qadir. "¿De los Antiguos?" "Sé de losThran", respondió Mishra. "Eran una antigua raza, anteriores a todas las razas vivientesen la tierra de Terisiare. No dejaron huesos de sí mismos, pero dejaron los huesos de susmáquinas desperdigados sobre todos los desiertos".

"¡Huesos que ustedes, forasteros, recogen como buitres!" -exclamó el qadir. Hajarvió como Mishra vasciló un momento. Cuando habló, el erudito eligió cuidadosamente

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sus palabras. "Las naciones de la costa este solo tratan de entender lo que acontecióantes aquí, para comprender mejor lo que será."

El qadir hizo un ruido quejándose que sonó como un estómago revuelto. "Hayalgunas cosas que es mejor no conocer. Los Antiguos pueden descubrir que estásurgando y recogiendo su basura y castigarte por tu descaro. Y castigarnos a nosotros por

no impedírtelo."Otro silencio de Mishra, luego el Argiviano dijo: "Como usted diga, mieminencia". Esta vez no miró hacia abajo, y su rostro era una máscara impasible. Hajarno pudo detectar ni un rastro de sarcasmo.

Tampoco lo logró el qadir. Se recostó en la almohada y sacó una enorme taza demetal de vino de su bandeja. "¿Así que eres un erudito?" volvió a preguntar.

"Solo soy un estudiante", contestó Mishra. "Pero tengo muchos conocimientos.""Su idioma Fallaji es muy bueno", dijo el cacique.Mishra se encogió de hombros. "He tenido buenos maestros. Fue una herramienta

más en el aprendizaje del pasado."El qadir carraspeó de nuevo. Hajar ya sabía que el líder de los Suwwardi tenía

 poco tiempo o poco interés en el pasado. "¿Sabes los idiomas extranjeros? ¿Argiviano,Korliano y Yotiano?". Escupió esta última palabra como una maldición.

"Ellos son uno y el mismo idioma", dijo Mishra con calma, "aunque haydiferencias en el dialecto y el acento. Los dialectos se separaron durante siglos debidoa…"

El qadir levantó una mano, y el joven guardó silencio inmediatamente. "¿Sabescálcular?"

"Así es"."Tengo nueve patrullas de ocho hombres cada una. ¿Cuántos hombres tengo?"

 preguntó el Qadir."Setenta y dos", dijo Mishra inmediatamente."Cuatro de esas patrullas se montan a caballo. ¿Cuántas patas hay?" dijo el qadir

con una sonrisa chillona."Doscientos setenta y dos", le devolvió el Argiviano sin problemas, al parecer sin

 pensar.El rostro del Qadir se ensombreció de nuevo, y miró a Hajar. El Fallaji más joven

 pensó por un momento largo, los dedos temblorosos mientras ordenaba las tropasmontadas y sin montar, y el número de piernas de cada uno. Entonces asintió con lacabeza.

El qadir observó al fornido esclavo con ojos de piedra. "Eso bastará." Y dijo a losguardias : "Llevenlo afuera y báñenlo." Y a Mishra: "Rakiq, serás el tutor de mi hijo.

Enséñale a hablar tu idioma y a dominar sus cálculos. Haz esto, y se te tratará bien. Sime fallas, te mataré."Mishra se levantó y se inclinó profundamente. "Su voluntad es misericordiosa, mi

Eminencia". Los dos guardias flanquearon nuevamente a Mishra. Uno de ellos todavíallevaba las trabas. El otro puso una mano sobre el hombro de Mishra. El fornidoArgiviano se dió vuelta y se marchó sin decir una palabra.Hajar notó que a lo largo de toda la conversación, el joven qadir, la versión más

 pequeña de su padre, no había dicho nada y no parecía más interesado en su nuevo tutorque en cualquier otra cosa de la tienda.

* * * * *

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Hajar había dejado el campamento de los Argivianos "cuando el último de losestudiantes extranjeros había huido de vuelta a sus zonas costeras bajas y los trozos demetal que habían excavado había sido cuidadosamente enviado lejos en carretas tiradas

 por bueyes. Quería que Ahmahl se fuera con él, pero el anciano excavador optó por permanecer en la zona.

Hajar se unió a una banda de nómadas, y luego a otra, que finalmente encontrósu camino al campamento del qadir. La relación lejana por parte de la madre de todosellos le dio entrada provisional, y su trabajo duro y la valentía en un ataque contra unacaravana de mercaderes consolidó al joven Fallaji una posición de jerarquía dentro delcampamento.

Pero ahora había asumido un riesgo, recomendando a uno de los estudiantes deTocasia como tutor del joven qadir. Ahora su fortuna estaría vinculada a la de losArgivianos, y el fracaso de Mishra sería considerado también el suyo.

Hajar visitaba los nuevos cuarteles de Mishra, una tienda pequeña, abierta por unlado, cerca de la tienda del cocinero, siempre que podía. Cuando Mishra no estabaenseñando se esperaba que ayudara en la preparación de comidas, tareas simples y

fáciles, como buscar leña, cuidar el fuego, y despedazar carne para ahumar.Al principio las cosas no parecían ir bien. A los diez años el jóven qadir no tenía

más interés en el lenguaje y los cálculos que aquel que tenía su padre. Peor aún, parecíarechazar totalmente la idea de ser enseñado por cualquier otra persona, especialmenteun forastero.

Mishra, por su parte, estaba desolado. "Estaré de vuelta cavando zanjas dentro dequince días", dijo una noche a Hajar, mientras cojeaba para reunir más maleza quemeter en la hoguera.

Hajar lo sabía mejor. Fallar al qadir no daba como resultado la degradación, sinola muerte. Ni él ni Mishra habían preguntado si había habido tutores anteriores, perociertos indicios les dieron a entender que esto si había ocurrido. Existían librosArgivianos en los cuartos del jóven qadir, así como un ábaco. Ambos, libros y ábaco, al

 parecer no había sido tocados por las manos del hijo del cacique."Él no quiere aprender", dijo Mishra con firmeza ", y no voy a pasar mis días

hablando con una pared." El Argiviano dejó escapar un profundo suspiro. "Lo único quele importa es la batalla y las grandes cosas que su padre ha hecho y lo que hará cuandose convierta en qadir."

"Tal vez podría hablar con el qadir," dijo Hajar, y meneó la cabeza en la locurade su propia idea. Al padre le importaba mucho menos el conocimiento que a su propiohijo, salvo que exigía que su hijo supiera lo que el no. Era una demanda filosa como el

 borde de la hoja de acero de un maestro de espada.

"En el mejor de los casos, se pone inquieto", prosiguió Mishra. "En el peor, seduerme. Una vez le dí un codazo para despertarlo, y hizo que sus guardias megolpearan". El fornido erudito se frotó el hombro. "No es algo que quiera hacer denuevo."

"Lamento que no esté funcionando de la manera que yo esperaba", dijo Hajar."Yo también", respondió el sabio. "Todo parece…imposible.Me siento vacío por

dentro. Vacío e inútil". De hecho, el Argiviano parecía que no había dormido durantealgún tiempo. No podía ser por el trabajo, pensó Hajar, porque ahora su vida era un

 poco más fácil en ese sentido. Tenía que ser otra cosa. Tal vez su propio sentido defracaso lo roía.

Hajar se quedó en silencio por un momento y luego dijo: "¿Por qué aprendiste

Fallaji?"Mishra miró al joven. "¿Qué?"

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Hajar continuó, "La mujer Argiviana conocía nuestro idioma, porque tenía quelidiar con Ahmahl y los otros excavadores. Ninguno de los estudiantes extranjeros

 parecía especialmente interesado en aprender más que malas palabras. Tu hermanonunca aprendió, por lo que yo sé. Pero tú si lo hicistes. ¿Por qué?"

"Mi hermano estaba interesado en dispositivos, en cosas", dijo Mishra cansado.

"Siempre he encontrado a la gente más interesante."Pero también había "gente" entre los estudiantes Argivianos", dijo Hajar. "¿Porqué aprender nuestro idioma?"

Mishra se encogió de hombros. "Supongo que yo quería oír las viejas leyendasde tu pueblo. Los genios de las naciones, los héroes y las princesas. Los dragones queustedes llaman mak fawa y los guerreros. Cuando se traducían a mi lengua las historiassiempre parecían cosas secas, marchitas, sin sangre y sin vida. Significaban mucho másen su lengua original."

"¿Y ustedes los forasteros que no tienen sus propias leyendas?" preguntó Hajar."Viejas batallas y leyendas."

"Bueno, por supuesto", dijo Mishra. "Allí está la historia del Pirata Gris que

asaltaba las costas de Korlis, y de la reina guerrera de Argivia, que vivió hacequinientos años. Hay todo tipo de viejas historias de antiguos dioses que sólo creen enYotia y otras naciones atrasadas."

Hajar sonrió. "Tal vez su joven pupilo prefiera oír hablar de esas historias en sulugar. Eso también podría animarle a aprender el idioma."

Mishra pensó por un momento y luego asintió."Y poner sus lecciones de cálculo en términos de cosas que él entienda",

continuó Hajar. "¿Recuerdas la pregunta que el qadir te hizo? Probablemente así fuecomo él aprendió sus cifras y fracciones."

Mishra no dijo nada por un momento, pero se quedó mirando el fuego de lacocina.

"Puede que tengas razón", dijo al fin. "Vale la pena intentarlo.""Vale la pena intentarlo por el bien de ambos", dijo Hajar. Y añadió: "También,

 puedes enseñarle a maldecir en Argiviano. Estoy seguro de que al niño eso le gustará."

* * * * *Pasaron varios meses. Las cosas parecían ir mejor para el estudioso Argiviano y

Hajar se permitió relajarse. A estas alturas, si algo salía mal, ya era poco probable quealguien le recordara y acusara de recomendar al tutor del joven.

Ciertamente, las lecciones de Mishra, que ahora trataban de la historia Argivianay la mitología Yotiana, parecían hacer más que un efecto deseado en el jóven qadir. Estehabía reunido una noción básica de la lengua extanjera, y había profesado incluso uninterés en las costumbres Argivianas más allá de los campos de batalla.

El temperamento del jóven hacia su tutor esclavo había mejorado, las palizas sehicieron menos frecuentes, y luego desaparecieron por completo. También, segúnMishra, el jóven ya no dormía más durante la clase. De hecho, el joven qadir parecíamas apegado al erudito Argiviano, y muchas veces Mishra se salvaba de sus deberes delimpieza a fin de terminar un cuento que había iniciado al comenzar la tarde.

Una noche Mishra le pidió a Hajar que asistiera a escuchar como el jóven qadirrecitaba la historia del Pirata Gris y la del Ultimo de los Dragones de Mar. Habíaalrededor de una docena de asistentes, pero sólo Hajar y Mishra entendieron lo que

decía el muchacho en su totalidad. Contó una parte de la historia en Argiviano para, a

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continuación, hablar de nuevo en Fallaji. Las versiones Fallaji fueron mucho másfloridas, obscenas, y sangrientas en sus descripciones, pero Mishra no corrigió al joven.

Poco después los grilletes de Mishra fueron retirados, aunque todavía seesperaba que atendiera a los fuegos de la cocina cuando no estaba en compañía del

 joven qadir.

La vida de Hajar también transcurría bien. Muchas de las tribus locales juraronlealtad a los Suwwardi. Los ataques del clan se habían vuelto más eficaces y las tribusmás prósperas. A las caravanas de mercaderes se les cobraba un peaje y en algunoscasos se les pedía un rescate total. Varios asentamientos Argivianos en tierras Fallajifueron removidos por el fuego y la espada. Cuando los Argivianos enviaron sus lentas y

 pesadas patrullas blindadas en busca de tierras Suwwardi buscando retribución, losFallaji, más ágiles, los evadieron.

Así fue que, con cierta sorpresa, Hajar, después de una redada, fue convocado ala tienda del qadir. A excepción de los guardias ceremoniales, nadie más estaba

 presente. El qadir se recostó en la almohada, haciendo girar algo grande y verde entresus dedos. Hajar entró, se arrodilló con respeto, y esperó.

"Tu conoces bien al tutor rakiq", le planteó el qadir sin mirar en la dirección deHajar.

"Así es”, dijo Hajar, levantándose después de que se lo permitieran. De repentese preguntó cuánto debía admitir con respecto a Mishra.

"Él lo ha hecho bien", dijo el qadir. "El niño sabe sus sumas y restas, sus cifras ysus fracciones. Y me han dicho que habla la lengua extranjera como si fuera la propia."

"Si, de hecho la habla muy bien" dijo Hajar. "Le he oído hablar, y sus palabrasestán bien formadas y apropiadas".

"El niño lo está haciendo bien", dijo el qadir. "Tal vez demasiado bien."El qadir dejó caer esta oración en el silencio. Finalmente Hajar dijo con cautela:

"¿Cómo es eso, mi Eminencia?"El qadir levantó el objeto verde en frente de sus ojos, de la manera que un

comerciante inspeccionaría sus posesiones. "¿Sabes qué es esto?"Hajar nunca lo había visto antes, pero supo inmediatamente lo que era: una de

las piedras de poder por las que Tocasia y los hermanos habían sufrido tantas disputasalguna vez. Todavía conservaba su energía, ya que refulgía con un resplandor brillantede color jade. Ésta brillaba a pesar de que se había roto, un corte irregular en uno de suslados.

Hajar pensó en una de las historias que se contó en torno a la fogata de losexcavadores después de que los hermanos regresaran del Corazón Secreto. De la bolsaque Mishra había mantenido alrededor de su cuello. Escogió cuidadosamente sus

 palabras."Se parece a un Ojo de los Antiguos", dijo, usando la palabra Fallaji para las piedras de poder.

El qadir gruñó, por lo bajo, ese sonido que molestaba tanto a Hajar y que seasemejaba a un camello escupiendo. "En efecto. Hay Argivianos y Yotianos,inmisculléndose en el desierto en busca de baratijas como ésta. ¿Qué sabes acerca deesta en particular?"

Hajar se quedó en silencio, tratando de ordenar sus pensamientos, pero el qadirsiguió adelante. "Esta fue tomada del tutor rakiq cuando fue capturado. Fue puesta enmis tesoros y olvidada. Pero mi hijo me preguntó sobre ella el otro día, y yo la hicetraer. ¿Por qué mi hijo la solicita?"

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Hajar se quedó en silencio por un momento, con la esperanza de que esta fueraotra pregunta retórica. No lo era. Por fin se atrevió: "Probablemente, el tutor se locomentó, y él sintió curiosidad."

El qadir dio un carraspeo bajo y le dijo: "Y tal vez lo quiere de vuelta, ¿eh?Ahora, ¿por qué el rakiq quiere esta piedra en particular?"

"Tal vez tiene un significado especial para él", respondió rápidamente Hajar."Mire la manera en que está cortada a lo largo de uno de sus lados.""Cortada no, rota", respondió el qadir astutamente. "Y los Ojos rotos son a

menudo inútiles y aburridos. Esta todavía mantiene el fuego que los Antiguos le hanimbuído. Así que esta puede ser especial. La pregunta es, ¿cuan especial es?"

Hajar pensó en aquella última noche en el campamento Argiviano, y las lucessobrenaturales que habían visto dentro de la cabaña de los hermanos. Las

 piedras…Tocasia había dicho algo sobre las piedras. Entonces ocurrió la explosión y elfuego, y Mishra había desaparecido en el desierto hasta que Hajar lo había encontradocavando una zanja en el campo del qadir.

 Nunca se había preguntado qué había sucedido esa noche. Había asumido que

era algo que el hermano mayor de Mishra, el delgado, el misterioso, había hecho.Hajar tragó saliva por un momento y luego dijo: "No sabría que decirle, El MasRespetado."

El qadir repitió ese ruido de gorgoteo bajo nuevamente y dijo: "Yo tampoco losé. Y por eso se la voy a negar a mi hijo, para que no sea tentado de pasarla a manos delrakiq. Voy a conservarla y ver si posee algún poder de los Antiguos".

Deslizó la joya en el bolsillo de su voluminoso chaleco y cambió de posición,enfrentado a Hajar totalmente. Entrelazó los dedos delante de su rostro y dijo: "Ahora la

 pregunta es, ¿por qué el niño pide algo en nombre de un rakiq?"Hajar tartamudeó y dijo: "Podría ser que su hijo haya oído hablar de la piedra del

rakiq y quería que fuera suya."El qadir inclinó la cabeza por un momento, como si considerara esa opción por

 primera vez. "Tal vez", dijo, sacudiendo la cabeza. "O tal vez él quería recuperarla parasu amigo y tutor."

Hajar buscó las palabras adecuadas. "El hijo de un qadir nunca sería amigo de unrakiq forastero".

"Estoy de acuerdo", respondió el qadir. "Mi temor, sin embargo, es que escuchademasiado al forastero. Se apoya en él, como un hombre se apoya en una muleta. Y siuno se inclina demasiado a menudo, se olvida cómo caminar por si solo."

Hajar dijo suavemente: "Yo no creo que usted deba temer que esto ocurra.""Yo no le temo a nada", dijo el qadir rápidamente. "Pero ahora el muchacho

también deberá acudir a nuestras incursiones. Él es joven, pero no demasiado jovencomo para aprender el oficio de un hombre de batalla. Se le enseñará cuando esté en elcampamento, así que el rakiq solo tendrá que ocuparse de los fuegos del cocinero.Dime, si él pasa su tiempo en nuestras incursiones, ¿el niño todavía sabrá lo suficiente

 para fines del próximo año para ser considerado educado? "Hajar pensó por un momento. El hijo del qadir era ahora más sabio que la

mayoría de los Suwwardi del campamento. Pero de alguna manera sentió que era larespuesta equivocada. Aún así, habló con la mayor parte de verdad. "A finales del

 próximo año. Sí, supongo que sí"El Qadir se recostó en las almohadas. "Excelente. Cuando el niño llege a su

mayoría, de edad ya no necesitará esa muleta. Y cuando llegue ese momento, la muleta

se romperá y será dejada a un lado. ¿He sido claro?"

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Hajar miró a los ojos porcinos del qadir. Había sido muy claro. El qadir estaba preocupado por la lealtad de su hijo. Cuando llegara el momento, Mishra sería llevadoal desierto y asesinado en silencio. Hajar se encargaría de supervisar la matanza a laorden del qadir.

Hajar se oyó decir: "Como usted lo desee, El Mas Respetado. Tus palabras son

como la ley". El qadir le indicó que se fuera, Hajar se arrodilló brevemente, y luegohuyó de la tienda.Hajar sintió como si su boca estuviera llena de polvo. Había oído la garantía de

muerte del qadir, y sabía que si desobedecía firmaría la suya. ¿Y por qué? Un montónde temores paternos y la mitad de una piedra.

Hajar pasó por delante de la tienda del príncipe y vio, a través de la apertura, aMishra y al jóven qadir hablando. Sus voces eran bajas, pero con frecuencia callaban yse echaban a reír, compartiendo chistes privados. El hijo del qadir hizo un gesto, yMishra sirvió unas bebidas. Levantó su copa y se unió al jóven qadir en un brindis denabiz.

Hajar frunció el ceño. Tal vez el viejo qadir no se equivocaba en sus

 preocupaciones acerca de su hijo. Tal vez, cuando era más joven, el qadir mismo habíatenido un amigo de quien dependía, y que, misteriosamente, un día desapareció. Tal vez,

 pensó Hajar, era la naturaleza de ser un líder: uno se apoya en los demás, pero nodepende totalmente de ellos.

Hajar decidió caminar de regreso a sus habitaciones por el camino largo. No lediría nada a Mishra y no podía decirle al hijo del qadir. Esperaría que una vez que elmuchacho tuviera más experiencia en la batalla estaría menos interesado en lasenseñanzas del sabio. Con esa disminución del interés, los temores del qadir y la penade muerte se desvanecería. Es poco probable, pensó Hajar, pero posible.Después de todo, podían suceder muchas cosas antes de finalizar el próximo año.

* * * * *Mishra soñaba.

A medida que su cuerpo se curaba desus golpes y su espíritu se recuperaba de lafatiga cotidiana, los sueños de Mishra sehacían más fuerte. A veces soñaba conTocasia, a veces con su hermano. Pero más amenudo soñaba con la piedra, ya que lecantaba en la oscuridad.

Él le había dicho al hijo del qadir de la piedra, y el muchacho había descubierto que,efectivamente, su padre todavía la tenía en su

 poder. Mishra lo sabía ya, porque cuandollevaba la piedra al campamentoo no cojeabanunca.

Así que soñaba con la piedra, laimaginaba girando en el espacio, cantando sucanto lastimero, clamando por él. Él la queríade vuelta. Quería ir hacia ella.

Y en sus sueños lo hacía.

En el sueño, se despertó y se dio cuentaque estaba en otro lugar, lejos del campamento

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Suwwardi, lejos del propio desierto. Lejos del mundo.El cielo por encima de él no estaba lleno de las conocidas estrellas Fallaji, el

cielo era una sopa espesa y oscura iluminada levemente por puntos fugaces. Ahora,estaba nublado y oscuro, vacilando con difusas pulsaciones de rayos. Podía ver en laoscuridad, y se dio cuenta que estaba encima de un baja, colina desnuda, rodeada de una

espesa vegetación.Escuchó el canto de su joya a la distancia, y se dirigió hacia ella.La vegetación alrededor de la colina desnuda era espesa y enredada, pero se

trasladó a través de ella como si fuera un fantasma. Era una explosión de brillantesamarillos y naranjas contra hojas más oscuras. Se detuvo y vio que las hojas tenían un

 brillo extraño, como si hubieran sido fabricadas con chapas de acero. Las flores tambiéneran metálicas y en lugar de nectar despedían un olor nauseabundo a éter.

Tocó una de las hojas, y esta reverberó a su contacto. Su lamento coincidió conel de la piedra, y la ignoró, siguiendo el llanto conmovedor de su joya.

Hizo un rodeo en torno a una gran piscina con un película aceitosa bailandosobre su superficie. Por un momentó miró hacia otro lado, y algo grande y negro

apareció en el estanque, y luego se sumergió de nuevo. Cuando volvió a mirar, solóobservó los anillos extendiéndose lentamente hacia el borde. El agua se movíaextrañamente, como si estuviera hecha de algo más grueso y más espeso que el aguacorriente.

Encontró un huevo de cáscara transparente y por un momento pensó que era su joya perdida. En una inspección más cercana, vio que el huevo del tamaño de una manotenía una cáscara translúcida, y dentro de ese caparazón, una pequeña criatura, de colordorado estaba creciendo. No, no estába creciendo, se dijo, se estaba uniendo. Criaturasmás pequeñas de oro movían juntas y articulaciones a su alrededor dentro de la cáscara,armándola como uno de los dispositivos de Urza. Mientras miraba, la forma delgada dela piel de un lagarto y el cráneo apareció en la lóbrega oscuridad del huevo.

A continuación, el canto comenzó de nuevo. Dejó el huevo en el suelo y siguióel canto de sirena.

Comenzó a llover y la lluvia sabía a lágrimas, dejando manchas de estrías deaceite en su ropa.

Siguió a la canción.Por fin llegó a un edificio, una pirámide entre la selva de las plantas de metal. La

arquitectura del edificio le resultaba familiar. Estaba hecha de raíces fibrosas y cablesmetálicos. Había marcas en el lateral del edificio, pero en su sueño no podíadescifrarlas.

Las plantas habían retirado sus raíces de la base de la pirámide, y Mishra vio una

escalera que conducía hacia arriba a una pequeña alcoba. Dentro de esa cueva brillaba laluz verde de la piedra de poder.Sí, había visto este tipo de edificio antes. Él había estado en uno, una sola vez,

en un pasillo forrado con espejos cuando tuvo por primera vez la piedra, la piedra queahora le esperaba.

Hubo un fuerte ruido metálico a su derecha entre las hojas gruesas y dentadas.Una cabeza de bronce enorme se erigió de la vegetación circundante. Al principioMishra pensó que era una serpiente gigante, ya que tenía una enorme cabeza triangularmontada en el extremo de un cuello metálico zigzagueante. Luego la bestia saliócompletamente, y Mishra vio que el cuello estaba amarrado a un cuerpo enorme,colosal, con patas de león que terminaban en afiladas garras de acero.

Se trataba de un dragón, pero uno mecánico, elaborado por manos desconocidasy al que se le había ofrecido vida inhumana. En sus ojos apagados, parpadeaban gemas

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azules; vapor respiraba de sus fosas nasales y se filtraba de sus articulaciones. Se tratabade un motor construido con la forma de una gran sierpe.

El dragón mecánico vio a Mishray dejó escapar un bramido bajo, un reto.Luego comenzó a avanzar, medio

zigzagueando, medio deslizándose de suescondite selvático.Mishra se congeló por un

momento, pero sólo por un momento.Luego huyó por las escaleras, hacia sutesoro perdido. Su lógica onírica le decíaque si llegaba a la joya, todo estaría bien.

Las escaleras parecían alargarseinterminablemente, y sus pies estabanenvueltos de repente en alquitrán. Sinembargo se apresuró hacia arriba,

sintiendo el aliento caliente de la máquina de dragón detrás de él. Finalmente llegó a lacima de las escaleras, y sus dedos se cerraron alrededor de la gema verde.

Al primer contacto con la piedra una ola de paz se apoderó de Mishra, y seolvidó de la máquina de vapor detrás de él. Cuando se dio vuelta, la criatura ya noestaba tratando de subir la escalera para llegar a él.

En su lugar, yacía a lo largo de la base de los escalones. Sus orejas se colocaronde nuevo detrás de su cabeza, y sus ojos ya no parpadeaban con rabia sino conobediencia. Vapor de agua chorreaba débilmente de sus narices.

Estaba esperando para que él le dijera qué hacer.Mishra levantó la gema, y su luz bañó totalmenta a la criatura. Era realmente un

artefacto mecánico con forma de dragón. Sus patas delanteras eran como la de undragón, pero en vez de patas traseras poseía una serie de placas unidas y enroscadassobre un conjunto de ruedas más pequeñas. Una cinta de rodaje, pensó Mishra. Eldispositivo llevaba consigo un camino continuo que podía ser colocado debajo delantede él y recogido después. Tenía mucho sentido.

"Interesante".Alguien dijo algo, y Mishra se

dió la vuelta. Nadie volvió a hablar, pero Mishra, oyó que la palabraresonó en su mente. Allí encima de laalcoba estaba sentada la figura del

espejo de su visión anterior, unacriatura de huesos, armadura,cuernos, y trenzas. De alguna maneraMishra sabía que esto era mucho másque un artefacto, con sus músculosexpuestos con forma de cables desoga y sus cuernos apuntando haciaatrás. Era un ser vivo, un ser

 poderoso y, a diferencia del dragónmotorizado no sería intimidado por el

 poder de la piedra.

La criatura se alzó sobre laalcoba observando Mishra durante un

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largo rato. El joven era vagamente consciente de que las largas trenzas a lo largo de loscuernos de la criatura eran más como tentáculos cubiertos y se movían por su propiavoluntad.

Entonces la criatura se rió de Mishra, una risa seca, hueca, la risa de unesqueleto.

"¡Dame la piedra!" gritó la criatura y saltó encima de él.Mishra gritó. Trató de levantarse, trató de salir corriendo, trató de forzar aldragón motorizado para que lo defendiera. Pero la criatura con cuernos se echó a reír, yMishra sintió su garra estrangulándose alrededor de su propia mano, aquella quesostenía la gema. Sintió un dolor desgarrador a lo largo de su brazo mientras la criaturale arrebataba la joya, llevándose el brazo de Mishra junto con él.

Mishra volvió a gritar y se despertó. Estaba en su tienda, el extremo abiertoondeaba cerca del fuego para cocinar. Uno de los guardias estaba cerca del fuego, lomiraba, pero no se movió ya sea para ayudarlo o castigarlo.

Mishra miró a su brazo izquierdo. Todavía estaba allí, aunque había rayas decolor rojo en toda su longitud, como si una zarza se hubiera arrastrado a lo largo de su

longitud. O como si unas garras lo hubieran agarrado.Su puño se apretaba con fuerza, poco a poco Mishra abrió sus dedos. No había

ninguna gema verde en el centro de su mano. No había nada en absoluto.Mishra respiró hondo. Había sido un sueño, más salvaje y realista que los de

antes, pero todavía un sueño. Exhaló lentamente. Entonces, el suelo debajo de élcomenzó a temblar.

Hajar estaba de guardia esa noche, pero en el perímetro más alejado delcampamento. Uno de los sobrevivientes más tarde dijo que escuchó al jóven rakiq delqadir gritar una maldición antes de que el abismo se abriera y liberara a su demonios.Pero que podría haber sido algo que se añadió después de este hecho.Así que mucho delo que sucedió esa noche fue cambiado más tarde.

Al principio Hajar pensó que no era más que un temblor de la noche, undesplazamiento de las arenas por el enfriamiento después del calor del verano. A veces,una onda como esa viaja miles de kilómetros desde las montañas Sardianas hastaZegon. Algunos decían que los temblores eran presagios, pero, en el desierto, algo quesea mínimamente inusual se asume que es un presagio.

Sin embargo, un temblor de la noche se prolongaba solo un momento, tal vezdos, y luego disminuía. Éste persistió durante diez segundos. Luego se hizo más fuerte.Ya el campamento estaba reaccionando ante el asalto. Las cabras se precipitaron desdeun extremo de su corral al otro, en busca de algún medio de escapar. Varios de loscaballos, atados por la noche, tiraron de las riendas, tratando de escapar. Hubo gritos

entre el campamento de los guardias mientras se llamaban unos a otros y los Fallaji quedormían se despertaron sólo para encontrar que la tierra ondulaba sobre ellos.Hajar gritó, pero no sabía si hacía ruido. Ya el rugido de la tierra era más de lo

que sus oídos podían soportar.Las tiendas de campaña se soltaron de sus amarras y se derrumbaron. La valla

 baja de todo el corral de las cabras se vino abajo, y las cabras, una ráfaga de color blanco y gris, huyeron en libertad. Los caballos tiraron de sus ataduras y desaparecieronen la oscuridad.

Entonces, el mak fawa escapó de su prisión de barro y perforó el centro delcampamento.

Era un dragón de las viejas leyendas, su cabeza tenía un pico en forma de cuña

que sin esfuerzo araba la tierra, seguido por un cuello de cadena, y, finalmente, un grancuerpo hecho de costillas de metal. A Hajar le tomó un momento olvidarse de la primera

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imagen del dragón. El mak fawa estaba hecho totalmente de metal, su piel de bronce brillaba a la luz de la luna.

Varios de los guardias ya estaban huyendo, pero muchos más corrían hacia lamonstruosidad. La criatura había aparecido desde abajo, cerca del centro delcampamento, cerca de la tienda del qadir. En algunos Fallaji afloró su lealtad, en otros,

el miedo. Hajar sentía nada más que precaución para salvar vidas. Agarrando su lanza,corrió en espiral alrededor del perímetro del campamento, con la esperanza de recogeralgunos refuerzos antes de la carga de la bestia.

Algunos de sus hermanos no podían esperar para ganar aliados y ya estabanatacando a la criatura. Esta, en respuesta, deslizó su cabeza en un gesto pausado yenganchó a uno de los hombres del ataque. Sus mandíbulas se cerraron sobre la cabezay los hombros del atacante, y el guerrero gritó. El grito se mantuvo hasta que el dragónagitó su cabeza como un látigo, abriendosus fauces cuando su cabeza llegó al puntomás alto del arco y liberando a su atacante.El grito voló por encima de la cabeza de

Hajar y se cortó de repente cuando elguerrero cayó en la oscuridad más allá delcampamento.

Otros guerreros estaban atacandoahora, pero sus espadas curvas y púnzateslanzas Suwwardi no surtían efecto algunomás que como si se intentara atravezar conellas un muro de piedra. La cabeza deldragón se lanzó de nuevo hacia delante y seacercó hacia la silueta luchadora de otroguerrero. Éste se sacudió hacia atrás yadelante, como uno de los perros del qadiratormentando a una liebre. El dragón learrojó eficazmente de su lugar y emergiólentamente del pozo que le restaba escalar.

Hajar también quería atacar, asícomo muchos de los guerreros lo estabanhaciendo, para proteger a los qadir y sucampamento, para vengarse de la criatura. Pero la parte de él que había trabajado paraAhmahl en el campo de la mujer Argiviana sabía lo que era esa cosa y quien sería elmejor para manejar la situación.

Encontró a Mishra debajo de su carpa, acurrucado en una pequeña bola."El sueño", murmuró con los ojos cerrados. "El sueño". A Hajar le pareció comosi el jóven estuviera tratando de ahuyentar a la criatura.

"Es real", le espetó Hajar, añadiendo en Argiviano, "Se trata de un dispositivo.Un artefacto. Usted sabe sobre estos dispositivos. ¿Cómo le vencemos?"

Las palabras en idioma extranjero parecieron calmar al erudito. "Por supuesto,"dijo lentamente. "Tiene que ser un dispositivo. Tal vez no es Thran, pero aún así es undispositivo. ¡Debo tener la piedra!"

"¿Piedra?" dijo Hajar con una sensación de malestar creciente en la boca delestómago.

"Una joya verde, cortada por la mitad", dijo Mishra rápidamente. "Ellos me la

quitaron cuando vine por primera vez. Con ella puedo debilitar al dragón de vapor."

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"Yo la he visto", dijo Hajar, volviéndose hacia la batalla. En silencio, añadió: "Elqadir la tiene."

Hajar miró a través de la devastación que el dragón había creado. Mujeres, niñosy ancianos huían a través del campo, mientras que los guerreros se habían reagrupado

 para otro asalto. El jóven Fallaji vio la figura obesa del qadir entre ellos. Hubo un

destello de color verde en el ancho pecho del qadir."¡Allí!" Hajar señaló la gran figura del jefe Suwwardi. "¡Él la tiene!" No sedetuvo a esperar para ver si Mishra lo estaba siguiendo, pero dió un salto adelante haciala contienda.

Hajar estaba a unos doscientos pasos por detrás de la masa principal de loshombres dirigidos por el qadir. Su posición le salvó la vida.

El dragón mecánico se inclinó hacia delante y abrió su boca en frente de laconcentración de hombres a la carga. Se escuchó el sonido de un torbellino en el cuerpode la gran bestia, y escupió una ráfaga de vapor teñida de rojo.

Hajar escuchó gritos delante de él cuando la nube ondulante envolvió a losguerreros. Sintió el calor y se tambaleó hacia atrás unos pasos, y luego cargó de nuevo

hacia delante mientras la nube se disipaba rápidamente.Los hombres habían sido cocinados allí donde se encontraban. Su carne

despellejada y calcinada por el calor. Hajar sintió bilis subiendo por su garganta, pero buscó a su alrededor por una forma grande, una forma parecida a la del qadir.Hajar lo encontró boca abajo sobre la tierra, un charco creciente de sangre corría pordebajo de su cuerpo, allí donde el vapor había desintegrado la piel del qadir hasta loshuesos. Maldiciendo su tarea, Hajar se arrodilló junto al cadáver del anciano y empezó arebuscar en sus bolsillos. Miró una sola vez de soslayo, solo para ver un asalto liderado

 por el hijo del qadir hacer un impacto mínimo en la piel blindada de la criatura.El qadir había sido fiel a su palabra mantenido la piedra cerca de él. Brillaba

ahora, reflejando los rescoldos de la carne carbonizada de su alrededor.Hajar agarró la piedra y cometió

el error de mirar hacia arriba otra vez.Se quedó mirando directamente a losojos y la boca del mak fawa.

Hajar se dio cuenta que habíacierto razonamiento detrás de esos ojos.Estos no eran como los de los su-chi olos pebeteros del campamentoArgiviano. Había una inteligenciadentro de esos ojos y una malignidad

detrás de esa inteligencia. El mak fawamiró a Hajar y supo al instante que eraél, lo que estaba teniendo en sus manos,y por qué no podía usarlo.

El dragón abrió la boca, y se oyóel ruido del viento del desierto otra vez.Hajar sabía qué esperar y corrió entresus piernas hacia el perímetro delcampamento.

Su espalda brilló cuando la nubede vapor se disipó a su alrededor. Al

internarse en la nube de vapor se libró

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de él y vió acercarse a Mishra desde la otra dirección. Hajar miró hacia atrás. El mak fawa ya estaba liberándose de su banco de vapor.

Se inclinó pesadamente hacia adelante, hacia ellos.Hajar dio la vuelta y lanzó la mitad de la piedra hacia Mishra. Luego saltó a un

lado, cubriendo su rostro con los brazos pensando en la posibilidad de que Mishra no

supiera realmente qué hacer para derrotar al dragón de vapor. Tal vez, pensódesesperadamente, el dragón lo creería muerto y se alejaría de él.Durante un momento que le pareció eterno Hajar mantuvo su posición. En

cualquier momento sufriría la ira del dragón. Cuando sintió que esto no ocurría alejólentamente sus manos de su cara.

El mak fawa estaba expectante, observando el mundo como lo haría uno de los perros del qadir (el ahora fallecido qadir, recordó Hajar). Sus patas con garras de aceroestaban estiradas y descansaban bajo sus ancas delanteras, y Hajar se dio cuenta que envez de patas traseras tenía un curioso conjunto de ruedas y placas. El cuello del dragónmecánico remachado en forma recta yacía acostado en el suelo, formaba una flecha conel hocico de la bestia metálica como su cabeza. Arroyos de vapor rojizo silbaban desde

las comisuras de su boca cerrada.En la punta de esa flecha estaba Mishra, sosteniendo la joya verde en lo alto. En

sus manos el poder de la piedra brillaba, un faro en la noche.

Hajar se puso de pie y se tambaleó hacia el estudioso. "¿Lo has matado?" -le preguntó.

Mishra negó con la cabeza, y su voz sonaba lejana. "No. Esto es diferente. No seve debilitado por mí. Creo que me obedece."

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Hubo gritos, y Hajar vió al joven qadir acercarse. Estaba sangrando de un feocorte a lo largo de un brazo, y su cara enrojecida parecía que había cogido parte de lanube de vapor. "¿Está muerto?" le gritó a Mishra.

"Dominado", respondió el sabio. "Creo que lo puede controlar ahora".El joven qadir asintió y dijo: "Mi padre estará contento." Entonce Hajar quizo

comenzar a hablar. "Lo siento mucho, joven, pero tu padre está..." Dejó que su voz sedesvaneciera. "Usted es el qadir ahora."Mientras hablaba, vio como un velo se desplegaba sobre la cara del joven qadir.

Era como si la noticia había convertido al joven en piedra, había petrificado sus rasgos.Su rostro de pronto pareció más duro de lo que había sido momentos antes, cuando erasólo el hijo del qadir.

El nuevo qadir asintió y se dirigió a Mishra. "¿Puedes controlar esto?" Fue una pregunta directa. "Creo que puedo", dijo Mishra. "¿Alguien más lo podrá controlar?" preguntó el joven caudillo.

Mishra pensó por un momento, luego negó con la cabeza. "Yo creo que si su padre lo hubiera podido hacer, lo hubiera hecho." Luego otra pausa. "Lo podemos

comprobar más tarde.""De acuerdo", dijo el joven qadir. "Llévate esta cosa lejos del campamento por el

momento y permanece con ella hasta que amanezca." A Hajar le dijo: "Llévame alcuerpo de mi padre. Hay que inspeccionar a los heridos y ver qué tanto daño se hahecho. Hemos perdido mucho esta noche." Miró al dragón mecánico pensativo y dijotanto para sí mismo como a Hajar, "Pero tal vez hemos ganado mucho también."

Hajar y Mishra vacilaron sólo un momento, pero fue suficiente para ganar eloprobio del nuevo qadir de los Suwwardi, el mayor jefe de las tribus Fallaji. "¡Ponganseen movimiento!"

Mishra dijo suavemente: "Como quieras, el más venerado. Sigo siendo su rakiq"."No," dijo el joven, alzando una mano en la misma forma que su padre había

hecho meses antes. Su rostro se suavizó por un momento. "Ya no eres rakiq, ya no eresun esclavo. Ahora te nombro mi raki, mi hechicero. Te necesito a mi lado, con estedispositivo increíble. Con el podremos mantener nuestro dominio sobre las otras tribusy ganar otras nuevas. ¿Me servirás de buena gana?"

Mishra se arrodilló y le dijo: "Por supuesto".Hajar quedó impresionado también. El niño actuó como si hubiera estado

 preparando para ese momento y sabía exactamente lo que había que hacer."Gracias", dijo el jóven a Mishra. "En verdad tu madre y mi madre deben habercompartido una misma madre. ¡Pero ahora vamos, deprisa! ¡Tenemos todavía mucho

 por hacer esta noche!"

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Capítulo 8Tawnos

E l recién llegado se presentó sin previo aviso en el Palacio del Artífice de

Kroog, capital de Yotia. Había sido un largo viaje desde la costa sur, y su cansancio eratal que era puro huesos. Si hubiera sido sensato se habría acostado durante uno o diezdías, pagado por un traje de forma adecuada, a su medida, y entonces solicitar una citaoficial a través de los canales establecidos. Sin embargo, el recién llegado no era unconocido de estas formalidades y prácticas de la alta sociedad Yotiana y se presentódirectamente en el palacio, con su carta de presentación en el bolsillo de la chaqueta desu capa de viaje y su regalo en una bolsa colgada del brazo.

El Palacio del Artífice estaba en un ala separada del palacio real en sí, alejada delos edificios principales irguiéndose como una nueva construcción. No había nadie pararecibir al viajero en las puertas principales, lo que le sorprendió un poco, pero tampocohabía alguien que bloqueara su entrada. De hecho parecía que había un flujo constante

de secretarios, bibliotecarios, y funcionarios menores dando vueltas, pero nada que se pareciera a un guardia armado, o incluso una guía útil.

Uno de los empleados se detuvo, un tipo de aspecto redondo y agradable con unmontón de pergaminos y ampollas. Esta persona le explicó que ordinariamente podríahallar al Artífice en Jefe, en el taller central con cúpula en la parte posterior del palacio,y que el visitante podía llegar allí subiendo por las escaleras de la parte posterior, a laderecha en la primera intersección, a la izquierda en la segunda, a la derecha pero notanto al llegar a la escalera con forma de estrella, bajar una vez mas, y allí estaría. Elsecretario nunca preguntó por qué el hombre alto, de pelo rubio, buscaba al Artífice enJefe.

Las amables instrucciones del secretario dejaban algo que desear, así que alviajero le tomó un cuarto de hora (y dos útiles empleados más) para localizarfinalmente el “Orniario”, que era, como le habían prometido, una gran estructura enforma de cúpula montada en la parte posterior de los edificios principales. El reciénllegado se dio cuenta de que el techo circular del edificio había sido construido sobre uneje de deslizamiento por lo que podría ser abierto y movido hacia un lado.

Dentro del “Orniario”  existía una forma de locura controlada. A lo largo de la pared del fondo había un esqueleto de uno de los legendarios ornitópteros, congelado en

mitad de unaexplosión.Cada una de

las piezasestabanseparadas,con líneasinscritas quemostrabandondeencajabancada pieza.Un grupo de

 jóvenes

estudiantes se hallaba a un lado con tornos funcionando, dandole forma cuidadosamentea los mastiles de una vela. Por el otro lado un ornitóptero se encontraba en medio de la

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construcción, mientras otro grupo de jóvenes extendía una lienzo sobre el armazón delas alas.

En el centro, de pie sobre una gran mesa llena de planos, estaba el ArtíficePrincipal. Tenía el cabello rubio pálido, casi blanco. Aunque era más bajo que el reciénllegado, su forma de dirigir lo hacía parecer mucho más alto.

"Tres punto cuatro pulgadas hasta el primer flanco", gritó el Artífice Principal alos trabajadores del torno, que obedientemente sacaron sus reglas y comenzó a medir."¡No, no!" se abalanzó hacia la tripulación que montaba el ornitóptero. "¡Primerocoloquen la piel sobre las arandelas de plomo que hay a lo largo del ala! Esto permitiráque el ala se despliegue de forma natural."

Mientras el recién llegado observaba, otro empleado se abrió paso a codazos y leentregó un pergamino al Artífice Principal. Urza escudriñó el documento por unmomento, sacudió la cabeza, e hizo que el empleado esperara mientras retornaba a sumesa de trabajo cubierta de papeles. Sacó una pluma y rápidamente escribió unmensaje. "Y dile que necesito los suministros para mañana al mediodía", le espetó conimpaciencia. "¡No más tarde!" El secretario se abrió paso entre el recién llegado y de

nuevo hacia el edificio principal.De repente, el visitante vio a la mujer de pie junto a una pared. Estaba tan quieta

entre el caos que el viajero en un primer momento pensó que era una estatua. Ella estabavestida con un traje azul simple, y su brillante pelo castaño oscuro se derramaba sobresus hombros. Tenía los brazos cruzados delante de ella, y una expresión en su cara quedaba a entender que ella desaprobaba toda la escena a su alrededor.

"Perdone, señorita," dijo el recién llegado. "Me estaba preguntando si..."La mujer se volvió, y el recién llegado se ahogó con sus palabras al reconocer los

labios carnosos, los ojos oscuros, de fuego, y las finas líneas de su rostro. A la vez sedio cuenta de a quién él se estaba dirigiendo y logró carraspear. "Su Majestad,

 perdóneme". Fue así que se arrodilló hacia el suelo. Su rodilla apenas había tocado sólola madera cuando una mano suave le tocó el hombro.

"Levántate, joven", dijo Kayla bin-Kroog, Princesa de Yotia y esposa del ArtíficePrincipal. Cuando levantó la vista, ella sonreía levemente, como si su saludo le hubierahecho gracia. Él sintió que la sangre le corría

 por su rostro."Lo siento", dijo. "No tenía idea de quién

era." "No utilizamos mucho la ceremonia aquíen la guarida del Artífice en Jefe", replicó la

 princesa.Mas lejos en la planta principal de la

cúpula, Urza seguía gritando a los trabajadoresdel torno. "¡Dije que tres punto cuatro, no tres punto dos! ¡Necesito una tolerancia de no másde cero punto dos para estos puntales!"

"Es tu espo..." El recién llegado sedetuvo y comenzó de nuevo. "¿Está el ArtíficePrincipal libre en este momento?"

"No sabría decirtelo", dijo la princesa,con un nudo en su voz. "He estado aquídurante diez minutos esperando que él se fijara en mí. Si tengo que esperar quince años,

 por lo general asumo que está demasiado ocupado."

El recién llegado miró a la cara más de cerca y asintió con la cabeza. "Tal vezsería mejor que vuelva mañana", aventuró.

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La princesa soltó una carcajada cansada. "Esto es lo menos ocupado que loencontrarás. ¿Es importante?"

El visitante urgó en el bolsillo de su chaqueta y sacó el sobre de su escondite."Soy su nuevo aprendiz."

Kayla abrió la carta y la ojeó con rapidez. El recién llegado contuvo el aliento

mientras lo hacía, temiendo que pudiera encontrar alguna irregularidad en la carta de presentación que le impidiera incluso hablar con el poderoso Urza. "¿Un fabricante de juguetes?" dijo al fin. "Desde Jorilin, en la costa", dijo el joven rápidamente. Ella asintiócon la cabeza. "Pasé varios veranos allí cuando yo era niña, hacía bastante calor, incluso

 para Kroog"."Bueno", dijo el viajero, "He estado haciendo juguetes allí durante los últimos

años, oficialmente y todo. La gente pensaba que mi trabajo era bastante impresionante,y sugirió que me anotara para ser uno de sus aprendices ..." Dejó que la declaración searrastrara con un gesto de vergüenza. Había sonado tan lógico allá en Jorilin, muchomás lógico que lo hacía ahora explicándoselo a la más poderosa (y hermosa) mujer enKroog.

"Ya veo", dijo la princesa, y esa mirada divertida volvió a su rostro. "Suaprendiz."

"Uno de ellos, según veo", dijo el viajero."Por favor", dijo la princesa. "Todos estos no son aprendices. Son aviones no

tripulados, trabajando alrededor de la abeja rey que es Urza. Asistentes, estudiantes,grupos de manos extra, eso es todo. Los aprendices tienen mayores exigencias que lasde este grupo. Por lo general, no duran más de un mes en el exterior. Es un hombre duro

 para seguirle el ritmo y un hombre muy exigente para trabajar. "Como para aprobar este punto Urza dejó escapar otro grito. "¡Dije que necesitaba

cero punto dos de tolerancia aquí, tornero número uno! ¿Acaso está utilizando unsistema de numeración con el que yo no estoy familiarizado?" Hubo risas entre lostrabajadores más jóvenes, cuando el jóven tornero volvió ruborizado hasta su máquina.

"Tal vez debería volver más tarde", repitió el recién llegado."No hay tiempo como el presente", respondió Kayla. "Mañana puede ser peor, y

yo no voy a estar aquí para ayudarle. ¡Urza! ¡Esposo! ¡Un momento, por favor!"El Artífice Principal respondió a la llamada de su esposa levantando una sola

mano. Con la otra sostenía un pluma, chequeando una larga columna de cifras. Nolevantó la vista.

"Por todas las..." -la princesa murmuró varias líneas de palabrotas quedecididamente no pertenecían al lenguaje de la realeza y que se le cruzaron por lamente. "Te lo juro, que pasa cada momento de su vida trabajando hasta que se agota.

Entonces se despierta por la mañana con una sensación de que ha perdido seis horas deretraso debido al sueño. ¡Urza!"La mano seguía arriba, y, como para mostrar que estaba escuchando, le devolvió

el saludo agitándola suavemente."Tal vez esto ayude", dijo el visitante urgando en su maletín y sacando su regalo.

Lo queextrajo no

 parecía másque untrozo decadena

inanimaday trenzada

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como una cuerda. Accionó un interruptor en un extremo de la cadena, y de repente estase puso rígida y erguida. Era una serpiente, de repente cobró vida en sus manos. Kaylase asustó debido a la rápida transformación.

La serpiente se deslizó a través del espacio abierto como si tuviera alasinvisibles, aterrizando entre los papeles que ensuciaban la mesa de Urza. Se enterró

entre ellos emergiendo directamente debajo del bloc de notas del Artífice en Jefe.Levantó la cabeza, sacudió la cola, y con voz áspera siseóuna advertencia al académico Argiviano.

Todo el “Orniario”  cayó en un silencio sepulcral.Los tornos se detuvieron, se congelaron los estudiantes queluchaban con las lonas del ala, y Urza hizo una pausa, la

 pluma en mano, observando la boca llena de colmillos de laserpiente. Luego se inclinó hacia delante y golpeó el hocicode la serpiente con la punta de su pluma. Se escuchó unsonido hueco, y la serpiente se enroscó inmediatamente enuna pequeña bobina. El Artífice Principal levantó la vista,

una amplia sonrisa en su rostro.“¿Quién hizo esto?"El recién llegado se ruborizó. "Ese soy yo".Kayla dio un paso adelante con la carta de

 presentación. "Este es Tawnos, un fabricante de juguetes de Jorilin. Él quiere ser tuapren…"

Urza no la dejó terminar, pero tomó la carta de su mano y dijo, "¿Fabricante de juguetes? ¿Y este es uno de los tuyos?"

"Uno de ellos," dijo Tawnos."¿Por qué madera?" preguntó Urza. "De

metal sería mucho más duradero.""La madera es mas ligera," respondió el

 joven. "Y la madera de milenrama produce unsonido más natural cuando se mueve la serpiente.Las versiones de metal tienden a provocar muchoruido."

"Así que lo intentaste", dijo Urza,enarcando las cejas. "Bien. Eso es muy bueno.Accionada por resorte, supongo."

"Mecanismo de relojería", dijo Tawnos."Me han dicho que trabajó como relojero."

"Durante un tiempo," dijo Urza abstraído. Sus manos estaban ocupadasexaminando la serpiente, sondeándola, flexionándola, empujandola. "Me retiré paraunirme al gobierno. Un trabajo menos pesado".

Kayla quizo comenzar a hablar, "Querido esposo, mi padre está esperando…”  pero fue silenciada con una mano en alto.

"Es muy realista", observó el artífice. "¿Haz estudiado las serpientes parahacerla?"

"Tenemos un montón de serpientes en la costa", dijo Tawnos. "Esa esta basadaen una especie de víbora costera. Lo hice por propia diversión, como una especie de

 broma.""Urza," dijo Kayla queriendo interrumpir de nuevo, pero fue olvidada por

completo por el Artífice Principal.

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"¿Y pájaros?" preguntó Urza. "He estado tratando de mejorar el radio deelevación de los ornitópteros".

"Depende de lo que quiereas", dijo Tawnos. "Las aves que vuelan alto como lasgaviotas o los buitres puede que sean inadecuadas como modelos para los ornitópteros.Yo creo que los que necesitas son algunas que puedan despegar rápidamente desde una

 posición, como los búhos y otras rapaces depredadoras".La cara de Urza se iluminó, y en ese preciso momento Tawnos sabía que habíaasegurado su posición. "No había pensado en eso", dijo el artífice de pelo rubio."Siempre he considerado que un ave debe ser un ave. Sin embargo, estás en lo correcto:la forma le sigue a la función, y la función determina la forma. Mira, echa un vistazo aestos planos, y dime si tengo algun modelo que se pueda remontar o lanzarrápidamente."

Tawnos miró por encima de los papeles que cubrían el escritorio y respiróhondo. Había toda clase de planos de ornitópteros que mostraban diferentesconfiguraciones y posiciones de alas. Algunas de las máquinas se parecía a cosas quehabía visto en la naturaleza, mientras que otras se veían como si núnca fueran a volar

 bajo ninguna circunstancia.De repente se acordó de la princesa, que había estado tratando de conseguir dos

 palabras mientras él y Urza hablaban. Pero cuando levantó la vista de los planos ella sehabía ido, y Urza le gritaba a los trabajadores del torno de nuevo para obtener mayor

 precisión.

* * * * *

Los tacones de la princesa estaban calzados con metal y siempre enviaban unmensaje mientras se movía a través de los pisos del palacio de mármol pulido. A veces

era una golpeteo tranquilo, indicando al personal que su majestad estaba pensandomientras caminaba. A veces era un traqueteo lento y metódico, que por lo generalsignificaba que ella estaba caminando con otra persona, por lo general algún funcionariodel interior que estaba haciendo un tour local. Y de vez en cuando se trataba de unaestocada saltarina producida por sus carreras, mucho menos comúnes ahora que en lostiempos antes de casarse.

El mensaje que se escuchó en ese momento era una advertencia. Acababa de vera su esposo, el artífice Argiviano, y no estaba contenta con los resultados. El severogolpe del metal contra la piedra fue suficiente para que los cortesanos más ásperoshuyeran presos del terror, y para hacer que incluso los funcionarios más experimentadoscambiaran sus direcciones y silenciosamente volvieran por donde venían.

Como resultado, Kayla dejó salones vacíos y pensamientos llenosmientras atravesaba el camino que conducía a la sala. Echaba humo mientras caminaba.

El estaba muy ocupado. Siempre estaba ocupado. Si le dabas los recursossuficientes, dedicaría todo su tiempo a sus proyectos. Los ornitópteros. Las estatuas demetal. Las grandes bestias perseverantes que habían aparecido de repente una mañanaen los jardines de rosas. El siempre trabajaría hasta quedar agotado, y haría trabajar atodos a su alrededor de la misma forma. Si ella no enviaba un guardia, hasta dormiríaen el Orniario.

A veces ella lo dejaba dormir allí, pero eso no le hacía aminorar su trabajo.También se había dado cuenta que su marido no era el único culpable aquí. Su

 papi querido era otra de las causas del abandono de su marido. Siempre pidiendo algonuevo. Un favor especial para este barón. Algún dispositivo especial para aquel templo.Algo para hacerle la vida mas fácil a uno u otro gremio. Una nueva forma de transportar

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el agua. Una nueva forma de cosechar los cultivos. Y por supuesto, el Artífice Principalno podía rechazar al señor feudal en nada, particularmente si era una excusa paradesarrollar un nuevo dispositivo.

Eran el uno para el otro. A Urza le gustaba construir cosas, y a Papi le gustabanlas cosas que Urza construía. Al señor feudal no le importaba como hacía Urza para

crear sus dispositivos maravillosos, y Urza nunca pensaba que haría su padre con esosdispositivos. Todos estos proyectos dejaban a Kayla aparte.Se detuvo y estampó su pie en el duro suelo de piedra, causando en varios

funcionarios ocultos una mueca de dolor y preguntándose si la marca que había dejadose podría pulir o si se requeriría sustituir la piedra. La princesa respiró hondo y trató decalmarse.

En realidad, pensó, las cosas no estaban tan mal como podría ser.La gente Yotiana, después de un breve período de preocupación por el nuevo

cuñado del señor feudal, recibieron cálidamente a Urza. La boda le ayudó a ganar a lagente común y a la mayoría de los comerciantes. La nobleza menor se sintió aliviada alver que Urza no se preocupaba por el poder político más allá de las limites de su mesa

de trabajo. Y los templos… Bueno, los templos fueron un pequeño problema en un primer momento, a pesar

de su entusiasmo por la boda en sí. Los Argivianos eran groseramente irreligiosos, y ladevoción de varios dioses, reales o no, era una consideración política importante enKroog. Por no mencionar el hecho de que todas las religiones allí reunidas eran muyconscientes de que ellos mismos habían tenido la posibilidad de admitir a esta Urza elArgiviano en una de sus escuelas de los templos, pero le habían dado la espalda a causade su patrimonio.

Las cosas fueron un poco problemáticas los primeros años, todas las iglesiasesperaban algún paso en falso o algún anuncio de que Urza pisotearía las creencias deuno u otro grupo. El mismo Urza les ofreció la solución a este problema potencial. En

 primer lugar, el permanecer siempre en su taller era siempre una pequeña provocación alos templos. En segundo lugar, logró iniciar una disputa por hacerle un favor a untemplo utilizando un poco de ciencia proveniente del Volumen de Jalum.

Se trataba de un simple dispositivo, un pequeño amuleto con una fragmento de piedra de poder activo montado en sureverso. Emitía un bajo zumbido agudoque servía para mantener en calma al

 portador, y de esta forma le aportaba unmínimo de protección. Naturalmentecualquier cosa que ofreciera algún arte

de sanación fue arrebatado por lostemplos, que de inmediato pronunciarona Urza como un compañero maravilloso,incluso para ser Argiviano.

Así que los templos estabanfelices. Los comerciantes estabancontentos ya que muchas personasacudieron a Kroog, al enterarse de susamuletos “mágicos”.  Y la gente comúnestaba feliz de que los comerciantes les contrataran en necesidad de más ayuda, y losornitópteros que ahora se veían revoloteando entre las torres, atraían aún más gente a

Yotia. Y, Kayla se dijo, Papi está feliz porque había estatuas de metal, ornitópteros, yotras maravillas que no tenía, y un suegro encantado en hacer más.

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De hecho, Urza, el Artífice en Jefe, estaba haciendo a todo el mundo feliz enYotia excepto a su princesa, su esposa. Para hacer empeorar las cosas, papá le habíamencionado que él todavía no deseaba un nieto, un heredero que llevara el título.¿Acaso era su culpa de que el señor feudal mantuviera a su esposo continuamenteocupado con otros asuntos?

Kayla sabía que había otras opciones para obtener compañías íntimas, porsupuesto, pero siempre las había encontrado de mal gusto. Cuando era niña, la matronatenía toda clase de historias de reinas y princesas que coqueteaban con algún cortesano

 joven y guapo o plebeyos de buen corazón. Pero la mayoría de esas historias erancuentos con moraleja que por lo general terminaban con una o ambas de las dos

 personas involucradas muertas o en el exilio. De alguna manera, no parecía un buenconjunto de opciones para ella.

De todos modos ella aún era joven, y hermosa, y había quienes la miraban deuna manera en la que su marido no tenía tiempo. Era bueno saber que una podía llamarla atención, reflexionó. Kayla estaba segura de que el fabricante alto y musculoso de

 juguetes de la costa se había tragado casi su lengua, cuando por fin la reconoció. Eran

esas pequeñas cosas, lo que la hacían sentir bien.Pensó en el recién llegado, Tawnos. Era alto y ancho de hombros, y no tenía

duda de que se había adentrado en el trabajo artesanal, después de pasar su juventudtrabajando para el transporte de sardinas frente a Punta Jorilin. Su cabello rubio estabaen desorden continuo, dándole un mirada de cachorrito perdido. Allí había un hombre,

 pensó con una sonrisa, que estaba en la necesidad de una buena mujer joven que pusierasu vida en orden. ¡Y sus modales! Puro interior, podías incluso oír a las gaviotas cuandohablaba. Bajo la tutela de la corte, eso iba a cambiar muy pronto.

Por supuesto, desde el principio Tawnos parecía haber desarrollado una buenarelación con su marido. Si su marido a veces era inalcanzable para ella, escucharía a unhombre que hablaba el lenguaje de las invenciones, los dispositivos, y la ciencia.Kayla negó con la cabeza. Parte de ella quería ver al recién llegado joven y guaposobrevivir a la rutina de trabajo de su marido. Tawnos parecía un joven agradable. Pero

 parte de la princesa sabía que si iba a encajar en el mundo de su marido tendría quemodificarse para adaptarse a las necesidades de Urza. Ella había aprendido que si unono encajaba en sus planes, simplemente le ignoraba.

La princesa ahora caminaba lentamente, sus talones daban un toque suave contrael mármol. Los cortesanos supieron que la tormenta había terminado, sea cual sea sucausa, y así se cruzó a varios de los funcionarios, que se inclinaron brevemente mientrasacarreaban fresca ropa de cama, vajilla de plata, y más de los inevitables rollos del

 palacio.

Finalmente llegó a la sala de dibujo, respiró hondo y entró. El consejo privadoya estaba reunido.Su padre, el señor feudal ya estaba allí, encorvado sobre un extremo de la larga

mesa. A su mano izquierda estaba Rusko, que había llegado al palacio con Urza y nomanifestaba ningún signo de largarse. De hecho, el relojero se había convertido en elenlace semioficial con los gremios mercantiles de Kroog y sólo se iría con una parte deese título (gratificaciones incluidas), cuando él o Kroog ya no existieran.

A su lado derecho estaba el Capitán de la Guardia y el senescal. El capitán habíasido escudero del señor feudal desde los albores del tiempo, pero había envejecidomenos armoniosamente que su padre, y, de hecho, pasaba la mayor parte de su tiempodurmiendo. El senescal se parecía mucho a como lo había estado el día de su

desposorio. Es probable que su nerviosismo frenético le protegiera de cualquierenfermedad o desgracia que quisiera estar a seis metros cerca de él.

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Los tres hombres eran los más cercanos asesores de Papi. Y ella, por supuesto,siempre era bienvenida y siempre se le prestaba atención. Los cuatro formaban elconsejo privado del señor feudal.

"¿Va a venir?" -preguntó el señor feudal con severidad."¿Acaso lo hace alguna vez?" contestó la princesa, tratando de mantener un tono

 brillante en su voz. "No, él está ocupado, está conociendo a su nuevo aprendiz."El señor feudal le lanzó una mirada interrogativa a Rusko, que simplemente seencogió de hombros. "Es uno nuevo para mí. Apostaría que éste dura un mes en elexterior."

La princesa se sentó al lado de Rusko. El fabricante de relojes hacía un molestoruido de burbujeo en la presencia real, pero este había disminuido y, finalmente, algunosaños atrás se había detenido. Kayla también se dio cuenta que había perdido algunas desus maneras adulativas.

"¿Cuál es la situación de la Marca de las Espadas?" -preguntó el señor feudal.El capitán de la guardia ahogó un estornudo. Kayla notó que las preguntas

directas siempre provocaban un estornudo en el anciano. "Estable", murmuró. "Los

Fallaji son más y mas descarados con cada mes que pasa. Se habla de que una tribu estáganando el control sobre las otras."

"¿Otra tribu además de los Tomakul?" -preguntó el senescal nervioso.El capitán luchó contra otro estornudo, y luego respondió: "Los Fallaji de la

ciudad son débiles, y he oído que incluso ellos han aceptado unirse a este clan nuevo deldesierto. Por lo general, las tribus del desierto mas profundo pasan casi todo su tiempoatacándose unas a otras."

"Menos ahora," dijo el señor feudal. "Ahora están atacando más caravanas queantes."

"O demandando ‘peajes’ exorbitantes", agregó Rusko, "o, en algunos casos,‘impuestos de protección’ para proporcionar guardias de caravanas adicionales. ¡Es unatremenda extorsión, que chupa la sangre de la clase mercantil!"

"¿Y nuestras patrullas?" -preguntó el señor feudal.El capitán se pellizcó la nariz. "Tenemos tres compañías a lo largo de la Marca.

Una vez que la caravana llega a territorio Yotiano, está segura. No ha habidoincursiones dentro de Yotia. Pero nosotros no tenemos hombres suficientes paraacompañar a cada caravana a través del desierto."

"¿Qué pasa con los ornitópteros?" preguntó Kayla.Esa cuestión provocó un resoplido echo y derecho, seguido por un pañuelo que

 produjo una fuerte explosión de la nariz. "Podríamos enviarlos junto con las caravanas,"dijo al fin el capitán, apoyando la sugerencia de Kayla.

El señor feudal sacudió la cabeza. "No me gustaría nada que cayeran en manosFallaji. ¿Por que no usarlos para patrullar la Marca?"El capitán parpadeó con fuerza. "Estaría bien. Pero nosotros no tenemos

suficientes de ellos en este momento.""¿Por qué no?" le exigió el señor feudal.El capitán parecía que iba a iniciar otro ataque de estornudos, por lo que Rusko

acudió en su ayuda. "El problema no es que no halla suficiente cantidad de máquinas, oincluso de hombres y mujeres jóvenes temerarios como para querer volarlas. El

 problema es el poder. Los ornitópteros utilizan un antiguo dispositivo Thran, una piedrade poder. Las estatuas de metal también recurren a lo mismo. No hay un montón deellos en Yotia. Urza ha estado trabajando para tratar de reparar las piedras de poder

rotas, pero es un trabajo dudoso. Podemos construir toda clase de ornitópteros, pero sóloserán algo más que cometas sin las piedras adecuadas. Ese es el problema número uno."

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El señor feudal gruñó. "¿Algún otro lugar de donde podamos obtener más piedras?"

El senescal habló con voz mansa. "Los Argivianos han recogido un gran númerode piedras en los últimos años, pero las utilizan para sus propios dispositivos. Y segúntengo entendido, ellos están recorriendo el desierto para obtener más."

Hubo una pausa. Kayla pudo imaginarse como giraban los engranajes en lacabeza de su padre. Siempre que el comenzaba a pensar de esa manera, el resultado eranormalmente problemas para alguna persona.

"Capitán", dijo finalmente, "Quiero que usted envíe grupos de exploración aldesierto. Llevarán descripciones de las piedras para que sepan qué buscar. Le

 preguntaremos a Urza cuales son los lugares más probables donde hallarlas."Esta última no era una pregunta, por lo que el capitán asintió con la cabeza."¿Qué pasa si nuestros exploradores encuentran a los Argivianos que buscan

esas mismas piedras?", chilló el senescal."Probablemente se sentirán aliviados al conocer que otros hombres civilizados se

hallan en el desierto, para oponerse a los fanáticos Fallaji", replicó el señor feudal.

"Solo para estar seguro, quiero que usted le escriba una carta al rey Argiviano. Dígale loque estamos haciendo, pero remárquele que la finalidad es la defensa mutua: Todosnosotros contra los salvajes del corazón del país. Eso le calmará un poco. ¿Algo más?"

Rusko habló. "Una cosa mas, su majestad". Extrajo de debajo de losvoluminosos pliegues de su chaleco un plato pequeño y una botella de polvo negro."Con los sucesivos éxitos del Artífice Principal, usted han decretado que mantengamosnuestros ojos abiertos a nuevos dispositivos, ya sea en libros antiguos o en el mercado,que podrían ser utilizados por Kroog para protegerse mejor. Creo que tengo algo que

 puede ser útil."El fabricante de relojes dejó el plato sobre la mesa; vertió en el una pequeña

cantidad de polvo negro. El polvo cristalizado estaba en pequeñas esferas y a Kyla lerecordó guisantes arrugados. Rusko luego se levantó y encendió una lámpara de aceiteque tenía cerca. Acercó la lumbre a los cristales, y estos ardieron brillantemente,dejando una nube de humo nocivo colgando sobre la mesa.

Eso fue demasiado para el viejo Capitán de la Guardia, que ya tenía un pañuelosobre su cara. El senescal parecía que estaba a punto de huir hacia la puerta. El señorfeudal hizo un gesto con la mano a través de las nubes. "Polvo de trasgo", refunfuñó."¿Y qué?"

"Polvo de trasgo", coincidió Rusko. "También llamado fuego negro enano, polvonegro, o brillo ardiente. Es una mezcla química que utilizan los trasgos y enanos delnorte".

"Y que también los hace a ellos volar por los aires en el proceso", comentó elseñor de la guerra. Kayla se apartó de la mesa, en busca de aire limpio."Eso es porque es inestable, difícil y temperamental", respondió Rusko. "Es

difícil de usar porque tienes que estar cerca de él para prenderlo, y si estás demasiadocerca cuando el fusible se quema, explotas tu mismo".

"Se utiliza en pequeñas cantidades para entretener a los niños, y para hacer otrosartefactos ruidosos", aventuró el senescal, "pero no tiene ningún uso práctico".

"Ah", dijo Rusko, con una mano. "¿Qué pasaría si se pudiera encender y lanzareste polvo al enemigo antes de que explote?. O, mejor aún, ¿qué pasaría si pudieramosencontrar un recipiente de piedra que produzca una chispa al chocar contra la tierra?"

"Suena bastante temperamental", dijo el señor feudal. "Habría que dejarla caer

desde una gran altura para crear esa chispa. Si la sueltas desde una pared, puedes hacerestallar tu propio punto de apoyo en el proceso."

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Rusko asintió con la cabeza. "¿Y si la dejamos caer, digamos, desde unornitóptero?"

Hubo un silencio alrededor de la mesa. Entonces el señor feudal comenzó a reír."Y el enemigo no podrá tirarla de nuevo. Sí, me gusta esa idea."

"¿Tengo su permiso para investigar más a fondo, entonces?" preguntó Rusko.

"Sí", dijo el señor feudal, sin dejar de reír. "Sí, hazlo. Ah, y no le digas a Urzanada al respecto, al menos no todavía. Si no puede presentarse a las reuniones, no se haganado este derecho".

El senescal carraspeó, "Por lo menos le demostrará que otros también tienen buenas ideas."

"Estoy de acuerdo", dijo el señor feudal golpeando la mesa con la mano."Entonces se levanta la sesión. ¡Tenemos mucho que hacer, y debemos hacerlo ya!"

Que para ese entonces Kayla ya estaba a medio camino de la puerta, tratando deescapar del olor a pólvora ardiente, su tacones golpeteaban rápidamente contra la piedra.

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Capítulo 9Ashnod

E l ejército de invasión estaba detenido fuera de los muros de Zegon, y Hajarconocía a Mishra lo suficiente como para darse cuenta de que estaba preocupado. PeroMishra no le diría al qadir sobre suspreocupaciones. Hajar tampoco lo hubiera hecho.

En los últimos años el qadir había crecido hasta convertirse en un adulto, y sudesarrollo no había sido totalmente bueno. El ansioso joven que estaba interesado en loscuentos populares Argivianos se había transformó en un obeso tirano. Mimado porsu tribu y partidarios y apaciguado por las tribus que ahora seguían a los Suwwardi. Nohabía nadie que le pudiera decir que no. Al menos nadie había sobrevivido lo suficiente

 para decirle que no por segunda vez.Lo que antes era petulancia ahora se había transformado en una violenta tozudez.

Lo que antes era ansiosa valentía ahora era temeridad. Se había convertido en una persona más obesa de lo que su padre lo había sido jamás, pero estaba convencido deque aún podría conducir batallas por sí mismo. Su estado de ánimo era veleidoso, susrespuestas violentas.

A medida que la tiranía del qadir crecía, Mishra se hacía más popular entre los Suwwardi. El antiguo esclavo sabía como hablar con el qadir, de talmanera que podía presentarle las opciones más desagradables y escapar con la cabezatodavía pegada a su cuerpo. Los capitanes de guerra del qadir notaron esto desde el

 primer momento, luego los cortesanos, y finalmente los jefes de las otras tribus. Prontolas personas con malas noticias o nuevos planes visitaban primero Mishra por susconsejos y ayuda antes de hablar directamente con el qadir.

Por su parte Mishra estaba abierto y acogedor con la gente que lo había tenidocomo esclavo hacía tan poco tiempo. Era bien versado en las tradiciones y leyendas deldesierto y siempre tenía la analogía correcta, las palabras adecuadas, y un jarro de nabiza mano.

Pero él siempre dejaba en claro que su consejo se basaba en lo queque era mejor para el qadir de los Suwwardi, solo contradecía al qadir con muchasreticencias.

Al principio había pocanecesidad de discutir algo con el qadir.Hubo un momento de vacilación entrealgunas de las tribus, los Thaladin en

 particular, cuando se corrió la voz queel anciano qadir había muerto. Perotales rumores de independencia fueronahogados por la noticia de que losSuwwardi ahora poseían un dragónmecánico.

Cuando el qadir todavía era jóven dejó en claro que debían visitar alos clanes principales de cada uno desus aliados, fuertes o débiles. Cada uno había quedado impresionado por el poder de lagran bestia de metal

Algunos predicaron que era una señal de los Antiguos, una demostración de queestaban a favor de los Fallaji en sus intentos de mantener el desierto libre de invasores,

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como los Argivianos y Yotianos. Decían esto a pesar del hecho de que el antiguo qadiry un buen número de guerreros Fallaji habían perecido todos en el ataque inicial deldragón mecánico.

Asimismo, las tribus actualmente consideraban al joven qadir como el jefe del mak fawa, ignorando el hecho de que en realidad era su mago, su Jefe

Argiviano, el que controlaba a la bestia. Pero en ese sentido la lógica Fallaji tambiénera simple. El asistente extranjero podría controlar a la bestia, pero el qadir controlaba almago.

Los Suwwardi pronto descubrieron que sólo el raki podía controlar al grandragón mecánico. Tan pronto como este le pasaba la piedra de poder a otro (con grandesreservas y sólo por orden directa del qadir), el artefacto se alzabasobre sus cuartos traseros y amenazaba con salirse fuera de control. Luego de unos

 pocos experimentos la gema fue puesta de forma permanente en las manos de Mishra, ya los de la tribu que sabían de ella se les informó que la piedra permanecería allí. Mishra

 podía poner a la bestia a dormir mientras él descansaba y hacer que respondiera a suscaprichos mas pequeños. De hecho, Hajar se dio cuenta de que ya no le hacía falta hacer

uso de palabras reales entre el raki y su sirviente mecánico. Un gesto o una inclinaciónde cabeza era suficiente.

La conquista de los territorios mas profundos del desierto por los Suwwardi serealizó completamente sin incidentes. Un grupo de exaltados del clan Thaladin trató deemboscar al ejército del qadir. La parte principal de la caravana se retiró antes de suasalto, y Mishra desató su dragón mecánico entre los jóvenes jinetes. Quince murieron,entre ellos el hijo del jefe Thaladin, sin la pérdida de un solo Suwwardi. Los Thaladin serindieron poco tiempo después.

Después de consolidar su posición en el desierto oriental, el qadirse dirigió al oeste. La cúpula bulbosa deTomakul era el centro del poder Fallaji,era la ciudad mas enorme y antigua detodas.

Mishra habia dicho que estabamás preocupado por las patrullas a lolargo de la frontera Argiviana y elaumento de las actividades Yotianashacia el sur. En realidad, Hajar sabíaque necesitaba más tiempo para estudiara su criatura maravillosa, pero el qadir

no sería disuadido. El ejército se dirigióal oeste hacia la capital. Solo había que concentrarse en lo esencial, había dicho el qadir,con el fin de contrarrestar cualquier plan elaborado en los pasillos de los muchos

 palacios de Tomakul. No tenía de qué preocuparse. Tomakul estaba tan podrido como un fruta vieja, a

la espera del mas ligero golpe para partirse en dos.En este sentido muchos de los habitantes de la ciudad eran más bien Yotianos

que Fallajis. Estaban preocupados por la riqueza, el dinero, y las caravanas. Siempre ycuando el qadir prometiera no interferir con su vida cotidiana, estuvieron muy contentosde abrirle sus puertas.

El qadir aceptó su tributo, pero no quiso entrar en la ciudad. En su lugar, acampó

afuera de sus muros a la sombra de su gran bestia y hizo que la gente de la ciudadacudiera a él.

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Hajar y Mishra había ido a la ciudad. La encontraron hermosa y corrupta,maravillosa y enferma.

Aquí las rutas comerciales desde Sarinth a Kroog se unían con aquellas provenientes de las naciones costeras orientales y desde la ciudad de Terisia mas aloeste.

Esta última no era más que una leyenda para Hajar, una ciudad de académicosubicada lejos en el oeste, que comerciaba con la gente del desierto por artefactos yviejos cuentos asi como lo hacían los Argivianos.

La ciudad era un desfile de colores brillantes de diferentes pueblos: los enanosde Sardia, los santos hombres de la distante Gix, y marineros minotauro de algunas islaslejanas. Había guerreros de Zegon ocultos tras capas acebradas y comerciantes de pielesde Yumok ubicada a la sombra de su gran glaciar.

Comerciantes Yotianos atravesaban las calles de la ciudad, visiblementeneriosos entre la celebración Fallaji. Y había otras gentes vagando por las callejuelasestrechas cuyas razas o nacionalidades resultaban inidentificables.

Pero al final Hajar y Mishra retornaron al desierto para hablar con su qadir.

Aunque Mishra instó encarecidamente a su jefe para que partiera rapidamentehacia el oeste a la ciudad famosa por sus académicos, el qadir determinó que sedesplazarían hacia el sur. Irían a Zegon, dijo, al lugar que compartía su herencia con losFallaji y que era justamente parte de su imperio compartido. Mishra protestó, pero alfinal el qadir dejó en claro que el asunto estaba cerrado.

Y ahora, reflexionó Hajar, estaban estancados fuera de la capital de Zegon, conquinientos hombres y un dragón mecánico.

Peor aún, el dragón se estaba portando mal.Era una cuestión simple. Cuando habían llegado a media milla de la capital, el

mak fawa se detuvo. Simplemente se negó a continuar más lejos hacia la ciudad. Podíair hacia el este o al oeste o retroceder, pero no se acercaba a Zegon, y ninguna cantidadde órdenes mentales, movimientos con la mano, gritos o golpes pudieron convencer a la

 bestia mecánica de lo contrario.El qadir, alguien al que no se le negaba nada, estaba furioso. El quería que la

 bestia se avecinara ante las puertas frontales de Zegon cuando la ciudad se rindiera. Ensu lugar los ejércitos estaban a la vista de las paredes blancas de la ciudad, pero no

 pudieron avanzar más allá.Hajar pudo ver a los guardias de la ciudad alineados en las almenas de la pared

exterior, lanzas en mano, casi burlándose del ejército del qadir. Algunas de las lanzastenían cráneos en sus puntas, sin duda algún insulto adicional Zegoniano con el queHajar no estaba familiarizado.

Lo único que las fuerzas del qadir podían hacer era transformar esta malasituación en algo bueno.El dragón motorizado comenzó una larga y lenta patrulla alrededor de todo el

 perímetro de la ciudad, manteniéndose a media milla de distancia en lo que parecíamantener a raya un muro físico. Se envió un mensaje a los líderes de Zegon, llamandosu atención sobre el poder del dragón de vapor y exigiendo la capitulación inmediata dela ciudad.

Los Zegonianos enviaron una escueta nota que considerarían la oferta del qadir yque era bienvenido a esperar hasta que se decidieran.

Este desafío no mejoró el estado de ánimo del qadir. Esa tarde en su tiendaarremetió contra sus capitanes, y en particular contra su raki.

"¿Por qué no lo puedes mover más cerca?," tronó.“ No sabemos por qué", respondió Mishra con calma.

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"¿Por qué no lo saben?"-gritó el qadir.Debido a que has exigido que corramos a toda velocidad por todo el continente

impresionando a las otras tribus, pensó Hajar. Porque no hemos tenido el tiempo ni losrecursos para estudiar a la bestia, salvo unos dibujos apresurados que pudimos hacermientras nos desplazábamos de un lugar a otro. Debido a que no ha sido una prioridad

 para usted hasta ahora.Hajar se preguntó si Mishra también estaba pensando lo mismo.En cambio, el raki del qadir dijo: "Podrían ser muchas cosas. Posiblemente hay algo enla misma ciudad que nos mantiene alejados de sus límites. O puede ser algo sobre lanaturaleza del mak fawa. Es posible que haya algún elemento de los Zegonianos queafecta al motor. No tenemos suficiente información para estar seguro. Ahora la preguntaes, ¿seguimos adelante o replegamos nuestras tiendas y abandonamos Zegon,contentándonos con la riqueza de las naciones unidas del desierto?"

El qadir se dejó caer en su cabecera, y una sirvienta le empapó la frente con un paño húmedo. Él no le hizo caso y dijo: "Hemos viajado a través de esta tierra. Es ricaen madera y metales. Es propiamente parte de nuestro imperio. El origen de su gente es

Fallaji"En realidad son Tomakul, pensó Hajar. De hecho, de lo poco que había visto de

los Zegonianos, se parecían mucho mas a los Fallaji de la ciudad por su aspectomercantil. Se preguntó si todas las naciones costeras tendrían los mismos mediosdesconocidos para detener al dragón de vapor y como reaccionaría el qadir si así lofuera.

El Qadir seguió hablando. "Seguiremos aquí. Patrullaremos con el dragónmecánico. Empecemos a conquistar las ciudades más pequeñas, aquellas que se hallen aun radio de media milla. Hagamos que esta gente huya hacia la capital: genteaterrorizada, que les contará del monstruo que se encuentra esperando más allá de sus

 puertas. Mientras tanto, enviaré mensajeros de regreso a Tomakul para reunir másguerreros. Reuniremos los suficientes como para romper los muros si esto es necesario."

Hajar pensó que este plan representaba la pérdida de una gran parte del año, perosi alguno de los capitanes estaba de acuerdo él se quedaría callado. Algunos asesoreshabían discutido en voz alta con el qadir enel pasado. Habían desaparecido poco tiempodespués. El único que parecía salirse con lasuya era Mishra, pero tenía varias toneladasde dragón para apoyar sus argumentos.

Pero Mishra sólo asintió con lacabeza y dijo: "Vamos a necesitar

maquinaria de asedio. Nada complejo.Simples arietes para asaltar sus puertas portodos lados. Eso, mas una gran cantidad detropas deberían ser suficientes."

Hajar se preguntó, no por primera o última vez, ¿por qué Mishrasimplemente no utilizaba el poder del dragónmecánico para escapar de la tiranía del pequeño qadir o para establecerse como qadir?.El ex excavador creía saber la respuesta a esa pregunta. El raki podía destronar al qadire incluso mantener un grupo de tribus que lo apoyaran. ¿Pero con qué fin? No teníaningún deseo aparente por gobernar un imperio o incluso una pequeña parte de el.

Prefiere ser el poder detrás del trono.

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Hajar todavía estaba dándole vueltas a estos asuntos en su cabeza mientras él yMishra regresaban a la tienda del raki, situada en las afueras del campamento, con elremoto objetivo de que el raki podría llegar a convocar más dragones en la oscuridad dela noche. Mishra estaba en silencio, como siempre después de una de las explosionesdel qadir.

Un guardia estaba fuera de la tienda del raki, lo cual era inusual. Aunque másinusual era que el brasero en su interior ya estaba encendido, y la tienda de campañaemitía un resplandor cálido y acogedor.

"Visitante", dijo el guardia. Su acento era atroz, y de inmediato Hajar lo catalogócomo uno de los occidentales de las tribus en torno a Tomakul.

"Es tarde", dijo Mishra.El guardia se encogió de hombros."¿El qadir lo sabe?" preguntó Mishra, ganándose otro encogimiento de hombros.Hajar sintió que su irritación se dirigía hacia el guardia. ¿De qué sirve un guardia

que no vigila nada? ¿Es este el tipo de hombre al que estamos confiando nuestroimperio?

"Ya veo", dijo Mishrasin enojo aparente. "Vuelve atu cargo."

El hombre le dió unasonrisa con dientes de oro y sedesvaneció en la oscuridad.

Mishra entró en sutienda, y observó al intruso."He estado esperando", dijo,

 para sorpresa de Hajar. "Mealegro de que te hayasacomodado en mi ausencia."

El visitante era unamujer, una de las mujeres máscruelmente bellas que Hajarhabía visto jamás. El cabello

 pelirrojo era raro en el desiertoy se tomaba como un mal

 presagio entre los Suwwardi.El suyo era el parpadeo rojode la fogata de una

campamento. Rodaba sobresus hombros en gruesos yondulados rizos. Sus ojos erande color gris verdoso como elmar que lamía las costas deZegon, y así de tormentosos.Estaba vestida con unaarmadura varonil de estiloextranjero, pero la armadurahabía sido cortada y tenía unaforma más para favorecer su

figura que para ofrecerle una protección real.

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Hajar se dio cuenta que había dejado de respirar. Respiró hondo y se preguntó siella lo había notado.

Ella estaba recostada sobre unas almohadas de Mishra, y se estiró en ellascuando este entró.

"¿Acaso no se me esperaba?" -le preguntó. Su voz era suave, pero lleva el filo de

una navaja con ella."A usted o a alguien como usted", respondió con calma Mishra. "Ustedrepresenta a los gobernantes de Zegon, y nos va a proponer un acuerdo para salvar suciudad".

"Yo no recuerdo haberle dicho eso a nadie, salvo al guardia que soborné", dijo lamujer. “Si eso es lo que el te dijo, tendré que hacerlo matar."

"No hay que preocuparse", respondió Mishra. "Será castigado lo suficiente como para no volver a permitir que un forastero entre en el campamento, independientementedel soborno. Se hará un ejemplo de él, y al final deseará que lo hallamos matado.¿Puedo ofrecerle algo de nabiz?"

"Por favor", dijo la mujer, y Mishra hizo un gesto a Hajar para poner una jarra de

vino en el brasero. Se sentó frente a la mujer y esperó a que ella comenzara a hablar.En cambio, se quedó mirando a Hajar. "Su siervo…" dijo fríamente. Hajar refrenó uninsulto.

"Es mi guardaespaldas", dijo Mishra."No debería estar aquí", dijo la mujer brevemente."Vete", dijo Mishra a Hajar, sin dejar de mirar fijamente a la mujer.Hajar comenzó a protestar, pero Mishra lo interrumpió. "Ve a tu tienda de

campaña. No le cuentes esto a nadie. Si necesito algo, gritaré."Hajar vaciló un momento y miró a Mishra. El Argiviano no reveló nada sino que

simplemente siguió viendo a la mujer sentada entre sus almohadas. Mishra parecíaactuar como lo hacía el qadir, pensó Hajar: cerrado e inaccesible.

El Fallaji suspiró profundamente y se inclinó, luego se retiró de la tienda. Surostro marcó su desaprobación.

"Por supuesto, usted tiene razón" dijo la mujer, tan pronto como Hajar los habíadejado. "He sido autorizada por los gobernantes de Zegon para negociar en su nombrecon los invasores Fallaji".

"Pero usted no es de Zegon", observó Mishra.Una pequeña sonrisa se dibujó en la cara de la mujer. "Y usted no es Fallaji"."Soy Mishra, raki de los Suwwardi", dijo Mishra.“Soy Ashnod", dijo la mujer, "de nadie en particular.""¿Es Zegon su casa?" preguntó Mishra, pasándo una mano por encima del borde

de la jarra de metal. El nabiz estaba casi listo."Yo no dije eso", respondió Ashnod."¿Y usted es leal a ellos?" -preguntó el raki."Yo tampoco he dicho eso", respondió Ashnod. "Yo simplemente le dije que me

dieron la facultad de hablar en su nombre. Coincidieron con bastante facilidad. Me temoque algunos de ellos sienten que si hago una tontería y me matan, pueden ponerme deexcusa y respirar con mayor facilidad."

"¿Y la oferta que ofrecen es ...?" -preguntó el Argiviano, tomando las copas pesadas de metal.

Ashnod ladeó la cabeza por un momento y luego dijo: "Un momento".Se agachó hasta el suelo en la base de las almohadas y extrajo una vara larga.

Estaba hecha de negra madera de bosquetronante y coronada por una maraña de cables

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de cobre y el estrecho cráneo de una criatura del mar. Levantó la vara rápidamente yapuntó a la puerta.

Ashnod gritó una serie de palabras, y la maraña de cables de cobre cantó unacanción discordante. Jirones de un rayo corrieron a lo largo de los cables y seintrodujeron en el cráneo. La vara se sacudió una fracción en su mano, pero Mishra no

vió ningún haz de luz u otra descarga.Si observó el efecto. Afuera de la entrada de la tienda, Hajar dio un gritoahogado y cayó a su vista, agarrándose el pecho.

Mishra se puso de pie rápidamente, cruzó la tienda y se arodilló junto a suguardaespaldas. Hajar temblaba.

"Tan frío", logró decir el Fallaji. "Se siente tan frío"."Teníamos que estar a solas", dijo Ashnod con frialdad bajando la vara. Su

frente estaba húmeda por el sudor. "Odio cuando los subordinados no pueden seguir lasórdenes."

La ola helada de nauseas pasó a través de Hajar, y poco a poco el mundo seenderezó. "Ella ..." -jadeó, "¿ella hizo ... esto?".

"Ella lo hizo", afirmó Mishra, ayudando a su guardaespaldas a ponerse en pie."Debido a que desobedecistes una orden. Te dije que te fueras a tu tienda de campaña.""Pero..."

"Ve ahora, viejo amigo", dijo Mishra. Hajar miró al joven, y no había nada. No,acaso había un tenue rastro de una sonrisa en su rostro. Mishra estaba contento. ¿Por lalealtad de Hajar?  No…pensó el guardaespaldas, era más que eso. ¿Estaba contento poralgo que había hecho la mujer? ¿Estaba contento porque Ashnod habían atacado alguardaespaldas con su vara de bruja?

Hajar se puso en pie. "Y Hajar ..." , dijo Mishra.Hajar se dio vuelta."Gracias por no haber gritado tan fuerte", dijo el Argiviano. Una vez más el

fantasma de una sonrisa. "Quiero hablar con nuestra invitada antes de que lleguen losguardias", dijo.

"Ahora ve".Hajar se dirigió hacia la noche trastabillando. Mishra lo vio desaparecer en la

oscuridad antes de volverle la espalda.Ashnod había tenido la oportunidad de verter el nabiz en vasos de bronce y

estaba recostada nuevamente en las almohadas, mirando como si nada fuera de locomún había ocurrido. La vara con el cráneo en la punta estaba de regreso en la base delas almohadas.

Mishra tomó su vaso y se sentó frente a ella. Entonces se echó a reír.

Comenzó como una pequeña risita, se transformó en una carcajada, y luego enuna risa con movimiento de estomago en toda regla. Al fin, él ofreció su copa en un brindis y dijo: "Eso fue muy estúpido."

Ashnod le miró indignada y no levantó la copa en respuesta. "Él estaba espiandoy desobedeciendo su orden."

Mishra tomó un largo trago del nabiz y se echó a reír otra vez. "No, no el ataquea Hajar. Sino la forma en que lo ha atacado, doblando su mano."

Ashnod le dirigió una mirada cruzada, y Mishra sonrió. La mujer notó que erauna cálida sonrisa, sin malicia, y se relajó por un momento.

"Esa vara", dijo Mishra. "¿La hizo usted?""Sí", respondió ella.

Mishra asintió con la cabeza y volvió a sonreír. "Eso es lo que mantiene aldragón mecánico a raya, ¿no? Los guardias que se hallan apostados a lo largo de las

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 paredes de Zegon tienen bastones similares. Usted hizo las varas y les dijo a losgobernantes Zegonianos que podrían mantener a los Fallaji lejos de su ciudad."

Poco a poco Ashnod asintió con la cabeza. "Su artefacto es un gran objetivo".Mishra continuó: "Pero tus bastones tienen un defecto. Absorben mucho al

usuario".

Ashnod se quedó en silencio."Aunque lo ha utilizado solo unos instantes, está sudando", agregó Mishra.Ashnod gruñó. "Los hombres sudan. Las mujeres resplandecen.""Bueno entonces usted está brillando como un caballo después de una carrera

muy dura," se rió entre dientes Mishra. "Y si los guardias de la ciudad se ven afectadosde manera similar, se debilitarán. Los gobernantes de Zegon no estarán contentos coneso."

Ashnod resopló. "Los gobernantes se apresuraron demasiado en adoptar mis bastones para su defensa", dijo. "Cuando los guardias comenzaron a debilitarse por suuso, los mismos gobernantes entraron en pánico."

"Y le enviaron al desierto, para pedir la paz", agregó Mishra. "Es probable que le

hayan dicho que era su idea lo que les animó a resistir, por lo que era su culpa.""Usted se ha reunido con los Zegonianos antes", dijo Ashnod con una pequeña

sonrisa cruzando sus labios."He tratado con los de su tipo en muchas formas", dijo Mishra, inclinándose

hacia atrás. "Así que dime, ¿qué quieren? Como mínimo me refiero."Ashnod respiró hondo. "Este es el acuerdo de Tomakul. Se rinden, pagan algún

tributo, reconocen a tu chico como el líder máximo, y vuelven a sus vidas".Mishra lo pensó. "Suena razonable. No quiere decir que el qadir sea razonable.

Después de todo, nos hicieron detener en nuestro camino, aunque haya sido sólotemporalmente. Veré lo que puedo hacer."

El Argiviano dejó su copa. "Ahora déjeme ver su juguete".Ashnod se inclinó hacia adelante

y levantó el bastón. Miró a los ojos deMishra por un momento, como tratandode determinar qué malicia, si había tal, seencontraba dentro. Luego le entregó el

 bastón.El raki Fallaji giró el bastón en

sus manos. "Veo algunas influenciasThran, pero esto es nuevo. ¿Cómofunciona?"

"Afecta a los nervios del cuerpo",respondió Ashnod. "El rayo del bastóntrastorna el mecanismo del cuerpo que le

 permite a uno sentir y distinguir el dolor.Si está enojado, el objetivo queda incapacitado. El rango de su dragón mecánico, no sevio gravemente afectado, pero no vendrá más cerca."

"Nervios", dijo Mishra, asintiendo con la cabeza y golpeteando el pequeñocristal de potencia colocado en el interior del cráneo del bastón.

"Correcto", afirmó Ashnod, dejando su copa e inclinándose hacia adelante. "Elcuerpo tiene todo tipo de sistemas dentro de él. Tubos vivientes para la sangre, alambres

 blandos como nervios, filamentos de cable para los músculos." Alargó su mano tocando

el brazo de Mishra. Él no se inmutó ni se apartó. "Tú no eres un erudito. Tus brazos soncomo el acero hilado".

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"La vida en el desierto es dura", dijo Mishra suavemente. "Nunca pensé en elcuerpo como si fuera una máquina".

"¡Es la mejor máquina!" dijo Ashnod, liberando su brazo. "Probada en el campo,en continuo crecimiento, y ¡auto-replicante! Una vez que comprendamos los misteriosde nuestro propio cuerpo, entenderemos el mundo. Todo lo demás caerá en su lugar. Su

dragón mecánico es una maravilla, pero es una imitación cruda de los seres vivos ".Mishra se rió entre dientes. "Esta es la primera conversación encarnizada que hetenido en mucho tiempo."

Ashnod se acurrucó entre las almohadas. "¿Hay falta de compañerismo entre losintelectuales Fallaji?"

Mishra se rió y se inclinó hacia adelante. "La mayoría de las conversaciones quehe tenido con los Suwwardi van en la linea de, "¡Usted! ¡Deme eso!”…en todas susformas, seguida de cerca por "¿Tú y qué ejército?.” El joven volvió a reír y dejó el

 bastón.. "Yo no había considerado al cuerpo como una máquina, pero tiene sentido.Después de todo, nosotros creamos cosas a nuestra propia imagen. Tal vez los Thran asílo hicieron." Se acercó y se sentó junto a Ashnod.

Ashnod se acercó. Mishra podía oler su perfume de almizcle, acentuado por elsabor del sudor seco. Era una combinación agradable.

"Creo que puedo convencer al qadir de que acepte la petición de tusgobernantes", dijo en voz baja.

"Eso pensé", dijo Ashnod. "Usted parece muy capaz.""No es eso.", respondió Mishra.Ashnod se preguntó si Mishra le sonreía de la misma manera a todos. El raki

añadió: "Está el hecho de que Nuestro Más Venerado es todavía tan impaciente comoun niño. Si tuviera que esperar por los refuerzos de Tomakul explotaría durante lademora. Ah y por supuesto, hay otra cosa."

Ashnod se apartó de él. "¿Otra cosa?"Mishra dijo: "Los Zegoniamos van a tener que pagar más por esta resistencia

simbólica. Ellos tendrán que sufrir más que los Tomakul, que abrieron sus puertas anosotros. Necesitaremos una garantía adicional."

“¿Garantía?", preguntó Ashnod."Los Fallaji toman rehenes para fomentar la obediencia", dijo Mishra,

"Seguramente quedándose con su artífice principal será suficiente"Los ojos de Ashnod se hicieron diminutos. "¿Y voy a ser un rehén de los Fallaji,

o suyo?"Mishra volvió a sonreír, y había un toque de malicia en la expresión. "Los Fallaji

le dan poco uso a las mujeres…", dijo, "…más allá de lo básico..."

"Lo básico no incluye unaconversación inteligente, ¿verdad?" preguntó Ashnod."Veo que usted ha captado la idea general", respondió su compañero. "Usted severía más como algo que le negamos a los Zegonianos, en lugar de algo que beneficie anuestra tribu."

Ashnod se inclinó hacia delante y tocó la mejilla de Mishra. "La palabra ‘rehén’ es tan desagradable. ¿Cómo le suena 'asistente'?"

Mishra levantó sus cejas por un momento, luego volvió a su lugar. "¿Es eso loque realmente vino a hacer aquí?"

"¿Acaso soy tan transparente?" -preguntó, tímidamente, una vez más."Como el vidrio", dijo Mishra y se rió. "¿Cuándo le gustaría comenzar sus

lecciones?"

"Lecciones por la mañana", dijo Ashnod en un susurro gutural. "Esta nocheestamos solos. No creo que su guardaespaldas vuelva pronto."

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Mishra sonrió y cerró la reja del brasero. No hubo más palabras esa noche.Por la mañana se anunció que la Ciudad de Zegon, temerosa del gran dragón

mecánico, se había unido al Imperio Fallaji. Se pagaría un tributo, y se veneraría al poderoso y reverenciado qadir de los Suwwardi, siempre el primero entre iguales.

Con respecto a los términos de su rendición, los Zegonianos accedieron a retirar

las puertas de su ciudad por lo que núnca podrían presentar resistencia a los Fallajinuevamente. Y cedieron a su mejor artífice, que se unió al campamento de los Fallajicomo aprendiz del raki. Si alguno de los guerreros se sintió incómodo por la presenciade la mujer de ojos fríos, con el pelo maldito en medio de ellos, no lo dijo, al menos node una manera en que el raki lo pudo oír.

Poco después, llegó la noticia de que los forasteros de la costa estaban haciendograndes incursiones en tierras Fallaji, y la fuerza de invasión se fue hacia el estenuevamente.

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Capítulo 10Korlis

E l Artífice Principal se había perdido tantas reuniones del Consejo Privado que

su ausencia no era ni siquiera comentada. Rusko estaba allí como su representanteoficial, pero Kayla sabía que Urza ya casi no hablaba con Rusko. El Artífice Principal

 pasaba la mayor parte de su tiempo trabajando con su nuevo aprendiz, Tawnos, quehabía durado mucho más tiempo del que Rusko había predicho, muy a pesar delfabricante de relojes.

Había un nuevo capitán de la Guardia, el viejo se había retirado finalmente a pasar tiempo con sus caballos y sus nietos. El señor feudal había elegido a este élmismo, y el nuevo capitán reflejaba muchas de las cualidades del gobernante, eraimpulsivo, decidido y activo. Patrullar las fronteras no era suficiente, había dicho estenuevo capitán la primera vez que subió a su posición. Los Yotianos deberían asegurarun ruta a Tomakul con el fin de proteger las caravanas.

El Consejo Privado se encogió de hombros por este plan. Patrullas armadashacia Tomakul alentaron ataques aún más grandes de los nómadas del desierto.Miembros de la tribu Fallaji estaban cabalgando hacia la Marca de las Espadas, quehabía estado relativamente libre de incursiones de ese tipo desde que el señor feudalhabía batido a las tribus nativas en su juventud. Yotia no tenía el poderío suficiente ni

 para mantener sus fronteras ni para garantizar el paso seguro a la capital del desierto."Tenemos que arrancar las plantas por sus raíces", dijo el nuevo capitán. "¡Ir al

desierto, encontrar la base de los Fallaji, y aplastarlos!""Si usted me puede mostrar dónde se encuentra y garantizarme de que seguirá

allí cuando lleguemos, con mucho gusto lo intentaré", gruñó el señor feudal. "Pero eldesierto es como un océano. La mayor parte está vacío, y le haremos más daño anuestras propias fuerzas, que a los Fallaji llevando la batalla hasta allí. El desierto es suhogar. No el nuestro."

"También están los ornitópteros", dijo el capitán. "Podemos explorar el desiertocon ellos".

"Sin embargo todavía son poco númerosos", dijo Rusko. "No hay más de dosdocenas en total, y el Artífice Principal no se fía de exponerlos arriesgadamente.Prácticamente le tuvimos que romper el brazo para convencerlo de que nos permitierautilizarlos como exploradores a lo largo de la frontera".

"¿Y qué de la búsqueda de más piedras Thran?" -preguntó el señor feudal."Lenta y tediosa", dijo Rusko. "Hay asaltantes en todas partes, y parecen tener la

capacidad de oler a nuestras partidas de exploración. ¡Bok y Mabok nos protejan!""L…lo…los Argivianos tienen el mismo problema", balbuceó el senescal."También han estado tratando de encontrar más piedras, pero han encontrado una fuerteresistencia."

El señor feudal se acarició el mentón. "Tal vez es hora de ofrecer un frenteunido."

"¿Con los Argivianos?" hipó el senescal. "Y los Korlisianos también", respondióel señor feudal. "Quizás es hora de que las naciones costeras se unan. ¿Cree usted queun frente combinado, ofreciendo paz, podría sacar a estos salvajes fuera de su desierto?"

El capitán escupió por un momento y luego dijo: "¿Cree que deberíamos hablarcon esos salvajes? ¿Después de todos los hombres que hemos perdido?"

"No me está escuchando", dijo el señor feudal con paciencia. "Le pregunté si unfrente combinado, ofreciendo paz, podría atraer a sus líderes a un solo lugar."

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El capitán inclinó la cabeza hacia un lado y luego dijo: "Sí. Sí, creo que loharía." Una sonrisa fea pasó por su rostro.

"Ellos serían más propensos a aceptar esta invitación", agregó el senescal, "si seextendiera también a los comerciantes de Korlis…"

"Que no comparten una frontera con los Fallaji", terminó el capitán ", y por lo

tanto no representan una amenaza inmediata"."Y los Korlisianos", añadió el señor feudal, pensativo, "quieren hacer sus propios ornitópteros, que tanto nosotros como los Argivianos tenemos. Esta sería unaexcelente oportunidad para ellos de obtenerlos, en caso de conseguir negociar con losFallaji."

El señor feudal se rió entre dientes y el capitán se unió a su alegría. Debido aKayla, se mantuvo enteramente sin decir una palabra. Los hombres enmascaraban sus

 pensamientos con una cubierta de palabras."¿Así que estamos hablando de una paz con los Fallaji?" -preguntó."Sí", respondió el padre, con el rostro sombrío de repente. "Estamos hablando de

 paz. Pero también nos aseguraremos de que se hablará desde una posición de fuerza".

Golpeó la mesa con la palma de su mano. "Se levanta la sesión. Caballero Rusko, quieroque se quede conmigo y actualice su," miró a Kayla, "proyecto especial".

El capitán y el senescal se marcharon, hablando animadamente sobre losrequisitos diplomáticos para la reunión propuesta. Kayla también se fué, sus tacones demetal se deslizaban suavemente contra el suelo de mármol. Otra cosa había sucedido enla mesa, algo de lo que ella presenció, pero no estaba al tanto. Conversaciones previashabían sido misteriosamente concluídas en su presencia.

Todo se reducía a una cosa, pensó: papá estaba tramando algo. A pesar de queella era una mujer adulta, todavía trataba de evitarle ciertos hechos duros del mundo: lamuerte de su madre, los planes de su matrimonio, todo lo que oliera a secretos, batallas,o sufrimiento de otras personas.

Estaba metido en eso ahora. Kayla no tenía ninguna duda. Y Rusko estabatambién metido en esto, pero no su marido.

A pesar de sí misma, sus pasos la llevaron hacia el “orniario”. Encontró a sumarido y al ancho de hombros Tawnos solos en la sala de la cúpula. A los estudiantesles habían pedido que se retiraran por el resto del día. Tawnos estaba desnudo hasta lacintura y doblaba una viga gruesa de tea a lo largo de una línea elegante escrita con tizacontra una pared. Kayla sabía lo suficiente como para reconocerla como un soporte delala de uno de los ornitópteros. El fabricante de juguetes gruñó con el esfuerzo y susmúsculos se hincharon cuando dobló la viga para que coincidiera exactamente con lalínea de tiza.

"¡Sonsténla ahí!" dijo Urza, dejándose caer por debajo del agarre de Tawnos ydel cableado que emergía de la sección curva de la columna principal del ornitóptero.“Ahora dóblala de la otra manera.", siguió diciendo Urza.Tawnos respiró profundo y giró la viga en la dirección opuesta, formando una

curva en forma de “S”. Kayla estaba impresionada. La madera de tea era liviana, pero laviga que el joven estaba manejando tenía el grosor de su muñeca. Además, pensó,“Tawnos se ve muy bien con el torso desnudo”.

"Querido, tenemos que hablar", dijo Kayla.Urza rápidamente levantó la mano y la agitó un poco, pero Kayla no se disuadió.

"No, puedo hablar ahora".Urza miró a su asistente. "Ve. Te esperaré", dijo Tawnos con los dientes

apretados.

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Urza se volvió hacia su esposa. Su pelo se había puesto completamente blanco, probablemente, pensó Kayla, debido a la cantidad de trabajo que había estado haciendo.Iba vestido con la bata de cuero pesada que se había convertido prácticamente en susegunda piel con el paso de los años. "Lo siento, querida", dijo, "pero estoy muyocupado".

"Tú siempre estás muy ocupado", le espetó Kayla" “excepto cuando estásdurmiendo. Y aun así eres muy inquieto". Ella cedió y le tendió una mano para acariciarsu mejilla.

Urza se estremeció un poco con el tacto. Alzó la mano y suavemente le tomó lamano. "Sólo estamos tratando de mejorar la velocidad de despegue de los ornitópteros.Tawnos ha sugerido que si a los mástiles les damos la forma para que se parezca a la deun ala de ave de presa verdadera, entonces serían más faciles de manejar."

Kayla asintió con la cabeza y empujó a un lado sus palabras irreflexivas. "Creoque papá está planeando algo."

Urza suspiró y miró a su asistente. Tawnos hizo un gesto de buen carácter, perosus venas se destacaban en el cuello por sostener el mástil de tea en esa posición torcida.

A Kayla Urza le dijo: "Tu padre siempre está planeando algo. Eso es lo que mejor sabehacer".

La princesa suspiró y sacudió la cabeza. "No es eso. Él quiere negociar con loslíderes Fallaji para involucrar a los Argivianos y Korlisianos."

"Eso es bueno", dijo Urza, abstraído, mirando la forma en que se alineaba el alacontra la marca de tiza en la pared. "La mayoría de los Fallaji que he conocido han sidohombres racionales, incluso si hay problemas con las caravanas y algunos líderesexaltados. Y tu padre es demasiado fuerte para permitir que los Argivianos se salgancon la suya. ¿Cuál es el problema?"

"Él nunca había querido hablar con los Fallaji antes", dijo Kayla."La gente cambia." Urza se encogió de hombros, sus ojos no dejaron de observar

la línea del ala.Pues tú no, pensó Kayla, pero en vez de eso dijo: "No lo sé. Creo que algo está

mal con esta situación".Urza miró a Kayla y suspiró profundamente. "Tu padre es un hombre razonable.

Un viejo caballo de guerra, pero un hombre razonable. Hay hombres razonables entrelos Fallaji. Incluso entre los Argivianos. Estoy seguro de que las cosas saldrán bien."

"Uh, ¿Maestro Urza?" llamó Tawnos. "Se está empezando a caer un poco.""Me tengo que ir", dijo Urza. Se giró hacia el palo."¿Pero qué pasa con…," comenzó a hablar su esposa.Urza levantó una mano mientras se alejaba. "Tu padre quiere paz. Suena bien,

aunque un poco raro. Argivianos involucrados. Probablemente te dirá lo que está pasando con el tiempo."Se oyó el ruido de un taconazo de metal pisando el suelo detrás de él, y el ruido

de tacones avanzando rápidamente como una tormenta fuera de la habitación.Que terminó en un golpe contundente de las puertas del “orniario”."¿Qué fue eso?" preguntó Tawnos, el sudor corría por su rostro."No estoy muy seguro", respondió Urza. "Kayla se preocupa por su padre

demasiado. Dobla esa viga un poco más convexa allí. Eso es. Ahora bien, manténlaalli...."

* * * * *

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El anuncio se hizo el mes siguiente. Los representantes Argivianos, Yotianos yKorlisianos se reunirían en Korlis para discutir los problemas con los atacantes deldesierto. Mensajeros fueron enviados bajo bandera de tregua a Tomakul, Zegon, y otrasciudades Fallaji para invitar al qadir de los Suwwardi a asistir también. Unsalvoconducto fue prometido a todos los asistentes.

Los países costeros no eligieron a la ciudad principal de Korlis como el sitio dela reunión, sino más bien un pueblo pequeño, Korlinda, situado más arriba del río Kor,al pie de la Cordillera Kher misma. Si los Fallaji aparecían, dijo el señor feudal,deberían viajar menos distancia. Kayla pensaba que había otro propósito detrás de laubicación. Los Fallaji estarían lejos de sus tierras tradicionalmente reclamadas, y lasnaciones civilizadas sabrían con suficiente antelación qué tan grande era su partida antesde que llegara.

Urza se alejó de su “orniario”  sólo cuando le anunciaron de que dos de susmayores ornitópteros sería ofrecidos como regalo al pueblo de Korlis. Una docena deestas máquinas aladas aparecerían en la reunión, y dos se quedarían atrás. Después deque Urza se quejó de que él tendría que estar presente para decirle a los Korlisianos

cómo mantener los ornitópteros, el señor feudal amablemente extendió una invitación para el artífice.

Sabiendo que estaría alejado de su lugar de trabajo, Urza no protestó más. En sulugar diagramó un horario que preveía una cantidad mínima de tiempo fuera de sutienda. El señor feudal y su comitiva saldrían temprano, y él se iría con los ornitópteroscinco días antes de que comenzara la sesión. También dejó instrucciones detalladas aTawnos y los estudiantes a seguir durante su ausencia. Tawnos pensó que Urza pasómás tiempo detallando las tareas que había que hacer en su ausencia, que aquel tiempoque se utilizaría para llevar a cabo esas tareas, pero se limitó a asentir cuando el ArtíficeJefe entregó la resma de pergamino.

El humanoide metálico de Urza también sería enviado a la reunión, pero setrasladaría en un carro. A Rusko se le encargó este movimiento y se utilizó uno de losvagones de resortes que Urza había desarrollado el año anterior. El relojero estaba

 particularmente interesado en un vehículo que no se meciera en exceso, aunque Urzaseñaló que su creación de metal podía ir andando a Korlis y que probablemente haría unmejor tiempo que el que haría Rusko. Rusko, por su parte, invocó a una serie dedeidades Yotianas y no-Yotianas, y insistió en que no quería tener que volver y decirleal artífice de que su gran creación se había perdido debido a un miembro roto o habíasido vista por agricultores mientras caminaba por el este de Korlis y desmantelada deforma accidental.

Al final Tawnos se quedó a cargo de la escuela; Kayla también se quedó en el

castillo. El jefe militar le citó los peligros del viaje, incluso a través de las tierrasamistosas. Necesitaba allí a ella y al senescal para que dirigieran el país en su ausencia.Él, sin embargo, se llevó al Capitán de la Guardia con él. La comitiva real partió el díadel solsticio de verano, y Urza los dejó veinte días después liderando en vuelo a losornitópteros.

Los nativos de Kroog lanzaron sus sombreros de plumas al aire comocelebración, y ambas salidas se llenaron con mucha pompa y vítores. El señor feudalsalió a la cabeza de su caravana real, montado en un caballo de gran alzada,descendiente de aquel que había montado en sus grandes triunfos bélicos. Para muchosde los nativos de Kroog, así era cómo iba a ser siempre recordado: a lomos de su caballocon su armadura completa, galopando a la cabeza de sus fuerzas.

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Sin embargo, incluso su salida palideció ante la celebración de la partida de Urzay sus ornitópteros.

Se había despejado gran parte del patio del palacio para la salida, y durante lasemana anterior Urza había acampado en el sitio con su artefacto. Comprobó dos vecescada puntal y viga y se aseguró de que había suficientes piezas de repuesto para cubrir

cualquier eventualidad. Tawnos mencionó a Kayla que llevaban los componentessuficientes para construir un ornitóptero adicional si era necesario.La multitud empezó a reunirse mientras la semana avanzaba, viendo moverse a

Urza entre las máquinas, cotejando las cifras con Tawnos, probando y volviendo a probar cables, y revisando tablas y horarios. Un estremecimiento eléctrico se habíahabía apoderado de la multitud y crecía lentamente. Todos habían visto a losornitópteros antes, eran una vista común en los cielos de Kroog. Sin embargo, nuncahabían visto tantos juntos a la vez.

En la mañana de la partida Kayla quizo desear suerte a su marido. La multitudobservó a la pareja abrazada e imaginó tiernas palabras dichas en voz baja entre ellos.Luego Urza dio la señal a Tawnos. Tawnos a su vez, saludó al resto de los pilotos para

que prepararan sus artefactos mientras Urza se subía a la cabina blanca de suornitóptero.

Como si fueran uno los pilotos involucrados accionaron las piedras de poder delos ornitópteros, y los dispositivos de alas grandes volvieron a la vida. Poco a poco

 bombearon el aire, batiendo las alas que había sido cuidadosamente preparadas ylimpiadas días antes. Una ola de aplausos se extendió por la multitud reunida. Algunosde los pilotos saludaban desde las ventanas, atrayendo otra ronda más fuerte deaplausos.

Luego, el batir de las alas se intensificó. El artefacto de Urza, el que tenía las alasde doble curvatura, tomó un pequeño salto, y de repente se alzó en el aire, tanfácilmente como lo haría un pájaro en vuelo. Los dos ornitópteros detrás de él saltaronde forma similar, y se elevaron también en el aire. Entonces dos mas se unieron detrásde estos en el vuelo. Sucesivamente cada par de ornitópteros surgió desde el patio comouna bandada de palomas sorprendidas. Los ciudadanos reunidos de Kroog aplaudieroncuando todos se dirigieron hacia el cielo.

Los ornitópteros describieron un arco largo, pausado en torno al palacio de Kroog, batiendo sus alas para ganar altura, y la multitud gritó desaforadamente cuandorealizaron esta maniobra. La gente agitó banderas y arrojó pequeños cohetes de humoque se habían hecho populares en los últimos tiempos. Algunos se subieron sobre lastorres más altas y ondearon banderas grandes. Los ornitópteros bloquearon sus alas y lasinclinaron en respuesta al grito de la población. Luego se marcharon, bailando hacia el

sol de la mañanaLa gente los miró hasta que se perdieron de vista, hasta que otros edificios o lascolinas del este les bloquearon su punto de vista o, para los que se habían subido a lastorres, cuando la flota de ornitópteros se habían convertido en pequeños puntosindistintos en el horizonte. Sin embargo, algunos se quedaron viendo a la princesa, yalgunos decían que tenía los ojos húmedos y que ella los secó con su pañuelo y sevolvió de nuevo a su palacio, con el senescal a su lado.

En los días y meses que siguieron, algunos dirían que había llorado porque sumarido la estaba dejando. Algunos dirían que fue porque ella había soñado lo que iba a

 pasar y sabía que no podía cambiarlo. Y algunos dirían que ella sabía que el final de su pequeña parte del mundo y la destrucción de Kroog comenzaría en el Consejo de Korlis. 

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* * * * *Las máquinas se desempeñaron notablemente, y sólo les tomó cuatro días hacer

el viaje a Korlinda. Urza había ordenado a Rusko que estableciera una serie decampamentos base entre Kroog y Korlinda mientras el fabricante de relojes seencaminaba hacia el este con los carros. Todos los campos estaban en territorio Yotiano

y en terreno despejado. Cada uno estaba en pleno funcionamiento en el momento quelos alcazó el destacamento de Urza, preparados con camas y comidas calientes para los pilotos después de haber completado su vuelo diario.

El tiempo era claro y prístino, e incluso las tormentas que azotaban regularmentela costa sureste de Terisiare parecían haberse ido de vacaciones. Urza había planeado undía adicional de tiempo de vuelo en caso de fuertes tormentas, que normalmente sedesataban en el sur de Kher, pero no se pasó mas que de una niebla pesada provenientede la superficie durante todo el viaje.

De hecho, el problema más difícil que los pilotos enfrentaron fue los propiosYotianos. En cada campamento base un conjunto de espectadores se habían reunido,curiosos por el Artífice Principal y sus poderosas máquinas. Se agrupaban alrededor de

los campos, en espera de las naves, y en ocasiones los ornitópteros se veían obligados a pasar cerca de la multitud con el fin de dispersarlos y crear un sitio lo suficientementegrande para aterrizar. Uno de los pilotos comentó que era como pastorear ovejas, pero lodijo tan cerca del Artífice Principal que el piloto se pasó el resto del vuelo en la partetrasera de la formación y no volvió a hablar por el resto del viaje.

Cuando aterrizaban, comenzaban las peticiones de favores, en particular, pararealizar paseos. Urza al principio se negó, pero los pilotos, incluso después de un díacompleto en los controles, estaban dispuestos a ofrecer el tiempo necesario para llevar alos niños y adolescentes en alto. Finalmente Urza dio su consentimiento, pero dejó claroque él no iba a dar paseos por sí mismo o permitir que alguien volara su nave blancacon las alas de doble curvatura.

Los pilotos habían sido elegidos por Rusko, quien dijo que lo había hecho paraahorrar tiempo a Urza.

Eran al menos cinco años más joven que Urza y tenían un entusiasmo que elartífice no recordaba haber tenido cuando era de su misma edad. La mayoría eranconocidos por acrobacias aéreas, por empujar sus artefactos hasta donde pudieranresistir, y varios se habían salvado de desagradables caídas. Urza habría elegidoaquellos con una mejor base técnica y una calificación de seguridad más alta, pero sabíaque cualquiera debidamente controlado y entrenado podría ser un piloto adecuado paraun ornitóptero. De hecho, durante ese viaje, hasta el más arrogante de los jóvenes voló anivel del suelo y se mantuvo en la formación del ornitóptero de Urza durante todo el

viaje. El sitio que había sido elegido para el Consejo estaba cerca del punto deencuentro de las tres naciones "civilizadas" del este de Terisiare. Allí donde el río Korcaía de las Kher en la primera de varias mesetas y descendía hasta el Mar Blindado seencontró un lugar adecuado para la reunión. En ese punto también estaba conectado conuna franja anómala de tierra desolada, una franja ondulada que seguía las cumbresinhóspitas de la Cordillera Kher, aún no oficialmente reclamada por alguna de las partesen conflicto.

El sitio era un campo enorme nivelado con un pabellón al aire libre construídoen el centro, sobre una plataforma elevada. Otras cuatro áreas para acampar rodeaban el

 pabellón central, una para cada uno de los asistentes. Cuando llegó Urza, tres lados de la

 plaza estaban completos. Los Yotianos del señor feudal se establecieron en el ladooccidental de la plaza, los mercantiles Korlisianos se asentaban hacia el sur, y los

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Argivianos ocupaban la parte oriental. El espacio al norte del pabellón estaba vacío.Había sido reservado para los Fallaji, aunque nadie sabía si aparecerían.

Urza aterrizó su ornitóptero al oeste, cerca del campo Yotiano. Los otros pilotosle siguieron con precisión militar. Cada ornitóptero descendió, manteniéndose unmomento en vuelo haciendo presión con las alas traseras, y luego se instaló en su lugar.

 No había multitudes allí, no había prisa de la gente común con la esperanza de echar unvistazo al Artífice Principal y sus pilotos. Los Yotianos estaban familiarizados con losornitópteros, y los representantes de las otras dos naciones fingían desinterés porrazones puramente políticas.

Si Urza tenía la esperanza de encontrarse con alguno de los antiguos alumnos deTocasia entre la delegación Argiviana, se decepcionó. Los Argivianos variaban, desdehombres, a burócratas y diplomáticos con fuertes conexiones con el rey Argiviano. Los

 políticos Argivianos consideraban que los estudiosos de artefactos y aquellos nobles quelos apoyaban sostenían puntos de vista diferentes en la cuestión de los Fallaji, es decir,que el desierto debía ser libre y abierto a la exploración Argiviana. La Corona, aunquedébil, sentía lo contrario: Argivia debía terminar donde las montañas crecían

salvajemente y sin agua, y los Fallaji debían quedarse en los caminos de su desierto.Como la Corona decidió quién iba a Korlinda, todos los Argivianos enviados eranaislacionistas por naturaleza, con la esperanza de obtener un tratado rápido, reconocerlas fronteras, y regresar a casa de forma segura. El señor feudal se irritó visiblemente

 por su presencia.Los Argivianos también habían traído sus propios ornitópteros, pero estos eran

de diseño primitivo, no mucho mas avanzados de las construcciones que Urza, suhermano, y Tocasia habían extraído del desierto muchos años antes. Urza se enteró porlos pilotos Argivianos que la Corona había puesto una demanda sobre todos los salvajesdel desierto ya que se habían apropiado de la mayor parte del legado de Tocasia. Lascasas nobles siguieron cavando y explorando el desierto, pero muchos ya no le decían ala Corona lo que encontraban allí.

Los Korlisianos eran puramente comerciantes, el consejo de gobierno de esanación había descansado en manos de los gremios por muchas generaciones. El señor deturno del consejo era una mujer corpulenta.Su opinión, y la opinión de los comerciantesengalanados assistentes, era que sin duda negociarían hasta estar seguros de que lasrutas de comercio a Tomakul estarían libres de toda molestia. El señor feudal parecíatolerarlos sólo un poco más que a los Argivianos.

Cada uno de los países civilizados trajo su propia guardia de honor. La de Yotiaera la fuerza más grande de todas, la de Argivia era la de armadura más ornamentada yla de Korlis era la mejor equipada, ya que sus mercenarios se beneficiaban con el

comercio.Urza se retiró a su propia tienda de campaña, donde ya estaba Ruskodeseembalando su humanoide de metal. El viaje no había sido amable con el titánmetalizado, y algo se había soltado en uno de sus tobillos. Urza pasó la primera noche y

 parte del día siguiente ajustándolo de modo que la criatura mecánica estaría encondiciones de operar a tiempo para la ceremonia de apertura.

La apertura llegó y pasó sin la presencia de los Fallaji. Se hicieron las presentaciones oficiales se establecieron las cortesías profesionales. Se habló mucho dela cooperación, la mayor parte en el curso de una gran fiesta en el pabellón la primeranoche. Los Fallaji no aparecieron durante el día, y ninguno de los escoltas informaronsignos de ellos.

Urza pasó la mayor parte de ese día vestido con un traje de cuello alto yexhuberante, que había usado tan sólo una vez: en su nombramiento oficial como

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Artífice Principal. La túnica era de color rojo fuego con ribetes blancos y cubría sucuerpo desde el cuello hasta los tobillos. En el calor del verano de esta zona montañosaeran insoportable, y el único consuelo de Urza fue que el traje oficial de la mayoría delresto del conjunto parecía aún más incómodo.

El segundo día vino y se fue de manera similar, aunque al final de la jornada la

alianza de las tres naciones costeras ya estaba empezando a deshilacharse. Losrepresentantes del rey Argiviano se negaban a admitir que había cualquier clase deincursión argiviana en el territorio Fallaji. Sin embargo, el rey, tenía un excedente de

 piedras de poder funcionales, que estaba dispuesto a utilizar como moneda de cambio para comprar el acuerdo entre los Korlisianos y Yotianos. El señor feudal se sintióinsultado por un soborno tan descarado, pero sabía que tanto su país como loscomerciantes necesitarían utilizar esas piedras Thran. Los Korlisianos ya estaban al

 borde de la autodestrucción, ya que sólo dos ornitópteros iban a ser dejados atrás y nomenos de cinco clanes principales sentían que tenían los derechos sobre ellos. Palabrastensas amenazaban en transformarse en disputas abiertas, y al final del segundo díatodas las partes cenaron en su propio campo.

Todavía no había noticias de los Fallaji, y muchos estaban empezando a decirque la conferencia se disolvería sin haber aparecido ellos. El señor feudal habló de losinsultos a la gente Yotiana por esta ausencia, y los diplomáticos Argivianos hablaron de

 paciencia. Los Korlisianos parecían visiblemente preocupados por no conseguir susornitópteros si los Fallaji no aparecían, ya que el señor feudal había colocado unaguardia armada alrededor de las naves voladoras.

Los Fallaji aparecieron en la mañana del tercer día, sin previo aviso. Habíahabido una niebla baja en la montaña ese día, y cuando esta se fue disipando, la gentedel desierto estaban de repente ... allí.

 Ninguno de ellos les habían visto llegar, pero cuando la niebla se levantóaparecieron líneas de tiendas agrupadas en torno a una gran tienda de campaña de color

 blanco que yacía en el centro. La gente del desierto superaba en número de dos a la delos otros grupos combinados, y al parecer todos eran guerreros.

Un camino había quedado libre de las tiendas Fallaji al pabellón principal, y poresta vía llegó una extraña procesión. Primero marchaba una guardia de honor conguerreros de cascos de oro de ala ancha. Luego vino una cama que llevaba al qadir alestilo propio de los Fallaji del imperio. Pero fue en el objeto detrás del qadir que lamayoría de los personajes reunidos se quedaron atontados de una manera parecida acomo lo habían hecho cuando los ornitópteros Yotianos habían llegado por primera vez.

Era un gran dispositivo de bronce, con la forma de un dragón. El sol de lamañana se condensaba brillantemente a lo largo de sus flancos, y su cabeza se movía

lentamente de lado a lado. Sus patas delanteras eran similares a las de un dragónlegendario, pero sus cuartos traseros eran una colección de dientes y bandas derodadura, y revolvía la tierra a medida que avanzaba.

La procesión siguió adelante con una gracia lenta y majestuosa, en parte para dara los demás miembros del Consejo el tiempo para prepararse para la reunión oficial. Elseñor feudal reunió a su equipo en el primer pabellón, incluyendo a Urza y su hombremecánico. El dispositivo que había ganado la mano de Kayla parecía lamentablementeinsuficiente para hacer frente al monstruo titánico que se acercaba. Urza siguió lamirada de lástima que su suegro le lanzaba a su creación, y su propio rostro se pusoaustero.

Los Korlisianos se unieron y su señor esperó pacientemente junto al señor feudal

mientras los Fallaji se acercaban. Los Argivianos llegaron mas tarde; sus representantes

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se pusieron las chaquetas ceremoniales justo cuando la procesión llegaba a la base del pabellón.

La guardia de honor se separó, y la cama que llevaba al qadir dio un paso haciaadelante. Urza observó que el gobernante del Imperio Fallaji, aunque era más joven queél, ya estaba demasiado obeso y su carne se derramaba fuera de su traje ceremonial.

Un individuo corpulento salió de detrás de la camilla y la mandíbula de Urza se cayó enestado de shock. Mishra estaba parado entre los Fallaji.Estaba vestido con ropas de color verde jade, diseñadas a la moda del desierto

con enormes cortes a lo largo de las dos piernas para permitir al usuario montar y pelearcon facilidad. Llevaba una tela alrededor de su frente, también de color verde, bordadacon letras de oro en la lengua Fallaji.

En su asombro Urza no se dio cuenta por un momento de la mujer queacompañaba a su hermano, una impresionante mujer de pelo rojo que llevaba una vararecargada en cuya punta aparecía el cráneo de un delfín.

Mishra se detuvo junto a la cama del qadir, como si estuviera escuchando lasúltimas instrucciones. Sus ojos chequearon a todo el grupo reunido y se detuvieron al

llegar a Urza. Podría haber sido un truco de la luz de la mañana, pero a Urza le pareciócomo si Mishra le hubiera asentido con la cabeza en señal de reconocimiento.

Urza devolvió el saludo con una leve sacudida de la cabeza. Mishra se adelantóy se dirigió a los representantes reunidos de las otras naciones.

"Saludos, autoridades más respetadas y agentes de las naciones orientales. Yosoy Mishra, el principal asesor del qadir de los Suwwardi, primero entre los iguales delos pueblos Fallaji. Su excelencia, el más sabio y respetado ofrece sus saludos, susdisculpas, y pide su indulgencia.” 

"Él ofrece sus saludos, porque espera que los asuntos se resolverán aquí paraevitar más derramamiento de sangre por todos lados. También se disculpa por haberllegado tan tarde . Vinimos aquí por caminos de montaña que muchos habían pensado

 perdidos, y debímos proceder con cautela. Por último, les ruega su indulgencia porqueha sido un largo viaje, y agradecería la oportunidad de descansar antes de asistir a latarea en cuestión. Le gustaría volver a su pabellón después de la comida del mediodía

 para comenzar formalmente su trabajo. Ambos les damos las gracias, tanto por lainvitación como por su paciencia en este asunto".

Mishra hizo una profunda reverencia. El qadir no esperó una respuesta de losmiembros del concilio. En su lugar, levantó la mano en silencio. Como una sola, la

 procesión Fallaji marchó atrás. El dragón mecánico retrocedió hacia el campamentoFallaji, seguido de la litera y la guardia de honor. Mishra y la mujer se quedaron detrás,

 pero el joven de cabello oscuro se quedó el tiempo suficiente para mirar por encima de

su hombro.Urza gritó: "¡Hermano!" y dio un paso adelante, lejos del resto de su delegación.Podía oír a los demás delegados estallando de pronto en un murmullo de chismes. Miróhacia atrás y vió al señor feudal mirándolo severamente. Rusko estaba al lado del señorfeudal y le susurró algo al oído del gobernante. El señor feudal asintió con la cabeza, yUrza se volvió hacia su hermano.

Al instante, Mishra se dio la vuelta por completo. La mujer junto a él apretó suequipo entre sus manos, pero el hermano más joven levantó la mano y la despidiótambién. Ella dudó un momento, luego se volvió y siguió al resto de los Fallaji enretirada.

Mishra se quedó rígico como una estatua mientras Urza descendía de su

 pabellón. El hermano menor no extendió su mano, sino que más bien estaba tranquilo,

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las manos cruzadas delante de él. Urza se detuvo a unos metros de distancia y asumióuna posición idéntica, las manos cruzadas delante de él.

"Hermano", repitió Urza."Hermano," dijo Mishra.Un largo silencio creció entre ellos, y cada uno estudió al otro. A Urza, Mishra

le pareció más curtido, bronceado y musculoso que la última vez que lo había visto. AMishra, Urza le pareció más delgado y viejo que antes. El hermano menor notó pequeñas líneas que ya estaban creciendo alrededor de los ojos de su hermano mayor.La piel de Urza era del color pálido de los habitantes de ciudad.

Finalmente Urza, dijo, "Es bueno ver que estás bien."Mishra respondió: "Si, estoy bien. ¿Y tú?"Urza asintió brevemente, y luego añadió: "Estoy sorprendido de verte entre la

delegación Fallaji"."Y yo debo confesarte que no estoy sorprendido de verte entre los Argivianos",

respondió Mishra."Yotianos, en realidad," le corregió su hermano.

Mishra asintió con la cabeza sin problemas. "Ah. Por supuesto. Eso explicaría por qué los Yotianos de repente están tan interesados en hacer incursiones por piedrasde poder y dispositivos Thran."

”Ex ploraciones", dijo Urza. "Los Yotianos no hacen incursiones.""Por supuesto", repitió Mishra, una tensa sonrisa apareció en su rostro. "Debe ser

como lo dices tú. Vamos a dejar que los diplomáticos analicen las palabras pornosotros."

Urza hizo un gesto rígido. "Yo había oído que los Fallaji se habían unificado conuna velocidad sorprendente. Pero no había oído mencionar tu nombre."

Mishra hizo una reverencia pronunciada. "Yo no soy más que un simple raki, unfuncionario del qadir, su nombre sea el más reverenciado, sus pensamientos son másque sabios." Otro silencio siguió a sus palabras.

Urza dejó que la pausa se llevara a cabo, como si no supiera qué decir acontinuación. "Yo soy el Artífice Principal de Kroog", dijo finalmente.

Mishra se permitió otra sonrisa. "¡Qué bonito!. Me pareció reconocer a unsoldado de metal entre tus filas. ¿Uno de los tuyos?"

Urza asintió con la cabeza, y Mishra agregó: "Claramente influenciado por lossu-chi que estudiastes cuando eras muchacho. Se puede ver en sus rodillas."

Urza dijo: "Si, lo construí como un desafío", pero no dió más detalles.Otro silencio incómodo creció. Esta vez fue Mishra quien lo rompió. "¿Confío

en que hayas estado bien?"

"Muy bien", dijo Urza, a continuación y arqueando las cejas dijo."¿Sabes?...Estoy casado.""No, no lo sabía", respondió a su hermano. "Estoy sorprendido de encontrar que

existe una mujer que haya podido separarte de tus libros e investigaciones.""Su nombre es Kayla. Es la hija del señor feudal", dijo Urza."Ah", dijo Mishra en silencio, pero no dijo nada más.Otro silencio. Detrás de Urza, la mayoría de los delegados se habían disuelto en

estrechos pequeños grupos. El señor feudal permaneció en el pabellón, mirando laconversación de los dos hermanos.

Finalmente Urza dijo, "Esa mujer joven que estaba contigo. ¿Es ella...?""¿Ashnod?" dijo Mishra con un tono algo incómodo. "Ella es mi aprendiz. Es

muy talentosa".

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"Estoy seguro", dijo su hermano mayor. "Yo también tengo un aprendiz.Tawnos. Otro Yotiano. Y una escuela con una veintena de estudiantes."

"Ah", repitió Mishra, con la cara muy fría. "Eso es muy bueno para tí. Parece serque estás prosperando."

"¿Y tú?," preguntó Urza, "¿tienes una escuela?"

Mishra negó con la cabeza. "El desierto no permite esos lujos. Tenemos queluchar para mantenernos con vida. El aprendizaje es lo que recoges a medida queavanzas."

"También parece que has encontrado un dispositivo interesante", comentó Urza."Sí", dijo Mishra, y esta vez su sonrisa era genuina."No se ve como cualquier otro dispositivo Thran que jamás hallamos

descubierto", dijo Urza. "¿Dónde lo encontraste?""Bajo la arena", respondió a su hermano. "Tuve un presentimiento. Solo vino

hacia mí.""Siempre tuviste un talento para esas cosas", dijo Urza. Una sonrisa tentativa se

desplegó de la misma forma en sus labios. "Tal vez más adelante me contarás toda la

historia y me harás el favor de darme una oportunidad de verlo." Añadió rápidamente:"He hecho algunos cambios en el ornitóptero original de Tocasia. Me gustaríamostrártelos."

Mishra se quedó en silencio por un momento. Luego dijo: "Me gustaría mucho.Más tarde, tal vez, cuando esta conferencia se halla resuelto." Hizo una profundareverencia y retrocedió un paso, bajando la cabeza para indicar que la conversaciónhabía terminado.

Urza dio media vuelta. La Piedra del Poderío alrededor de su cuello se sentía pesada. Él tocó la piedra, luego se volvió. "¿Mishra?"

Mishra miró hacia arriba. Su mano estaba tocando la bolsa sobre el pecho. "¿Sí,hermano?"

La cara de Urza se torció un momento, y sus siguientes palabras fueronentrecortadas: "Es ... es ... bueno verte de nuevo."

"Y a tí", dijo Mishra sin problemas."Después de que todo esto termine," dijo el hermano mayor, "tenemos que

hablar. Tú y yo de lo que hemos estado haciendo. Sobre el pasado.""El pasado existe a nuestro alrededor", dijo el hermano menor con calma. "La

única pregunta es si hemos elegido sacarlo a la luz o no".

* * * * *

El señor feudal llamó a Urza rápidamente cuando este regresó al campo de losArgivianos. Cuando el artífice entró en la tienda del señor feudal, el gobernante estabasentado en su silla de campo, flanqueado por el Capitán de la Guardia y Rusko.

"¿Tu hermano es Fallaji?" le espetó el señor feudal.Urza negó con la cabeza. "Mi hermano no es Fallaji, pero sirve a su qadir, como

yo le sirvo a usted.""¿Por qué no me lo dijiste?" le exigió el soberano."Hasta hoy, yo ni siquiera sabía que estaba vivo", respondió Urza."Ya veo", dijo el señor feudal, recostándose en su silla de campo. Rusko,

observando en silencio a su lado, se dio cuenta a lo que se refería el gobernante, algoque Urza no necesariamente captó. Los enemigos del señor feudal tenían un aliado, que

era obviamente, tan talentoso como su suegro. El sabor de esta revelación era amargo."¿Qué ha estado haciendo con ellos?" -preguntó el señor feudal.

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"No lo sé", respondió Urza, encogiéndose de hombros expresivamente."¿Cómo acabó con ellos?" continuó el señor feudal. Sus pies daban patadas sin

descanso en el taburete frente a él."No lo sé", repitió el Artífice Principal."¿Qué puede hacer ese monstruo mecánico?" preguntó el señor feudal. Su voz

comenzaba a elevar el tono, y Rusko sintió que la temperatura en la tienda cada vez máscalienteUrza levantó las manos delante de él para mostrar su falta de conocimiento.

"Hemos hablado de ello sólo brevemente."El señor feudal se mordió el labio inferior; sus dedos salieron manchados de

sangre. "Aquí hay una que espero que puedas contestar. ¿Puedes construir uno igual?"Urza pensó por un momento. "Probablemente. Si tengo la oportunidad de

examinarlo. Mishra dice que lo encontró en el desierto. Pero es mucho más avanzadoque cualquier otro dispositivo Thran que he visto nunca. Yo no creo que sea Thran enabsoluto."

El señor feudal murmuró medio para sí mismo, medio para el capitán y Rusko,

"Tenemos patrullas recorriendo las arena por piedras, y su hermano encuentra ungigante mecánico antiguo, completamente funcional."

"Él dice que lo encontró", dijo Urza estoicamente. "No sé si esa es la verdad.""¿No sabes si tu hermano dice la verdad?" , dijo el señor de la guerra

rápidamente, levantando una ceja."Yo no he dicho eso, es decir…" dijo Urza, con vehemencia. "Nosotros... no nos

despedimos en los mejores términos."" Así que Rusko tenía razón", dijo el señor feudal."Más tarde, vamos a hablar, él y yo", dijo Urza."Si hay un después", dijo el caudillo, sacudiendo la cabeza. "Estos Fallaji nos

han jugado una mala pasada a nosotros, con su gigante. Estábamos preparados paramostrarles nuestro poder, mostrarles nuestros ornitópteros y el hombre mecánico. En sulugar, nos aplastan con una bestia legendaria del tamaño de un buque. Los Argivianosestán listos para retirarse y los Korlisianos quieren darle las gracias a todos por venir,tomar su ornitópteros, y volver a casa. No, los invasores del desierto con la ayuda de tuhermano nos han jugado una mala pasada a todos nosotros. Y nosotros tenemos queresponder".

Urza no puso en duda las palabras del señor feudal, ni siquiera cuando se le dijoque se fuera y Rusko y el joven capitán se quedaron alli. Ni siquiera visitó a losornitópteros, que eran el centro de su actividad principal. En su lugar, fue a susaposentos y se recostó en su hamaca, a la espera del comienzo de las reuniones y para

tener la oportunidad de ver a su hermano otra vez.

* * * * *

Se había colocado una gran mesa cuadrada bajo el pabellón, con grandes sillasen tres de los lados. El lado oeste estaba ocupado por el señor feudal, flanqueado porUrza y el hombre mecánico. El estado de ánimo del gobernante Yotiano no habíamejorado desde su conversación con Urza, y el anciano parecía estar a punto de estallar.La silla del sur fue ocupada por el señor de Korlis, flanqueado por dos guardiasmercenarios de distintas unidades. La silla del este fue ocupada por un diplomático

Argiviano nervioso, con dos funcionarios igualmente nerviosos a su lado.

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El asiento del norte era un banco bajo, al estilo del desierto, fijado para el qadirde los Fallaji. Quién llegó en su litera y medio se enrolló, medio se contoneó en suasiento. Fue ayudado por Mishra, por un lado, y la portadora del bastón pelirroja,Ashnod, por el otro. Los Fallaji habían dejado a su gigante de bronce en sucampamento, aunque su cuello serpentino era claramente visible detrás de ellos.

El señor Korlisiano comenzó la reunión con suavidad. "Damos la bienvenida alos representantes Fallaji a la conferencia. Espero que seamos capaces de resolver losasuntos que han vejado a todos individualmente y para llegar a un acuerdo mutuamente

 beneficioso"."Con su permiso," interrumpió Mishra, "en nombre del “Qadir Más Eminente” 

tengo una declaración que leer."La boca del señor Korlisiano se mantuvo abierta por un momento. Luego asintió

con la cabeza. El señor feudal farfulló una protesta.Mishra inició sin mayores preambulos, sus palabras fueron más altas que la

queja del señor feudal. "Nosotros, el pueblo Fallaji, agradecemos la oportunidad dehablar con los hombres de las costas del este. Sepan que somos un pueblo unificado

 bajo nuestro qadir, y que nuestro imperio se extiende desde la frontera Tomakul hasta laArgiviana, desde el helado lago Ronom a la cálida costa Zegoni. Muchos nos hemosreunidos, y por ello, somos poderosos. Mas allá de lo que se decidida en estaconferencia, debemos dejar claro que nuestro objetivo final es recuperar toda las tierrasque le pertenecen al pueblo Fallaji y proteger esa tierra y los recursos que contiene detodos los invasores, incursores y futuros conquistadores."

El señor feudal se asombró por estas palabras, y las interrumpió con un gruñido."No es un mal discurso para una raza de invasores, incursores, y futuros conquistadores.¿La gente de Tomakul y Zegon están de acuerdo con estas declaraciones, o simplementeestán esperando a que alguien ataque a su cachorro de qadir en el hocico en sunombre?"

Mishra levantó una ceja por la interrupción, e incluso Urza fue sorprendido porel calor de las palabras del señor feudal. Puso una mano sobre el hombro del gobernante

 para calmarlo.Sin embargo, fue el qadir el que contestó, con un acento recortado Argiviano.

"Ten cuidado, anciano. No quieres cruzarte conmigo."Urza miró a Mishra, y Mishra asintió a su hermano. El qadir había aprendido

Argiviano de su raki y sabía lo suficiente para darse cuenta de cuando estaba siendoinsultado y como responder con la misma moneda.

El señor feudal no se sintió disuadido. "Usted también tenga cuidado, jovenguerrero. No juegue con aquellos que poseen más experiencia y sabiduría que usted."

Urza quizo empezar a hablar. "Tal vez ahora sería un buen momento paralevantar la sesión y pensar," pero el qadir ya estaba hablando de nuevo."¿Sabe usted quién soy yo?" preguntó el joven Fallaji. "Yo soy el qadir de la

tribu de los Suwwardi. Una vez, hace mucho tiempo, vivimos en las tierras Suwwardi alnorte de Yotia. Ustedes las llaman las “Marcas Suwwardi” (Suwwardi Marches)".

"La Marca de las Espadas" (Sword Marches), replicó el señor feudal. "Cuandoyo era un hombre más joven, limpiamos esa tierra de invasores y llevamos la verdaderacivilización a ella."

"Son tierras Suwwardi y pertenecen al pueblo Fallaji", le espetó el qadir."No ha habido ningún Suwwardi allí desde la época de su bisabuelo", replicó el

señor feudal con vehemencia.

"Es verdad", susurró el qadir. "Usted expulsó a mi bisabuelo de nuestra tierra.Mi abuelo anduvo por los yermos desolados. Mi padre reunió a las tribus. Y ahora

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vengo a vosotros con mi imperio en la espalda para exigir la devolución de las tierras demi familia."

Urza miró a Mishra, pero su hermano tenía una expresión en blanco en su cara.¿Podría ser que él no tenía conocimiento de las demandas de los qadir? Los Korlisianosy Argivianos estaban hablando ahora, cuando estalló el caos en la mesa.

"Usted es un viejo loco", continuó el qadir, con una mueca de desprecio, "tienela esperanza de prevalecer frente a nuestro evidente poder.""Te voy a mostrar lo que sé del poder", respondió el señor feudal. "¡Hijo, toma

estalección!"

El jefe militarhizo ungesto. ElCapitán dela Guardia, que estaba esperando fuera del pabellón, se giró, levantó la mano, y luego la

dejó caer. En el campo Yotiano Rusko se volvió y agitó su mano a la tripulación de losornitópteros que ya estaban en sus máquinas.

En cuestión de segundos el cielo sobre el pabellón estaba cargado con el batir delas grandes alas de lienzo.

El vuelo bajo de once ornitópteros (solo faltaba el nuevo de Urza con su doble par de alas) se produjo sobre el pabellón. El qadir miró hacia arriba en shock, peroMishra estaba ya junto a él, gritando algo en fallaji. Urza también estaba gritando alseñor feudal.

"¿Qué es esto?" rugió el artífice. "¿Por qué mis ornitópteros están en el aire ¿Porqué no me dijeron?"

"¡Es una lección de poder!" respondió gritando el señor feudal, enseñando susdientes blancos como los de un tiburón. "¡Harías bien en prestar atención a lo que va a

 pasar."Los ornitópteros giraron sobre el pabellón y se fueron en linea recta hacia el

campamento Fallaji. Tres de las embarcaciones giraron a la derecha y tres se desviarona la izquierda. Los cinco restantes se dirigieron directamente hacia el dragón mecánico.

Objetos pequeñoscayeron de losornitópteros,arrojados por sus

 pilotos. Erantrozos negros desombra que sedesplomaron enel campo Fallaji.Allí dondeaterrizaron elsuelo estalló enuna explosión dellamas y humo.Hubo gritos,

mientras lasllamas se

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 propagaban y caían más bombas.Urza gritó, pero su voz se ahogó en una nueva ronda de explosiones. Los cinco

ornitópteros que pasaba sobre el dragón mecánico se deslizaron rasantemente, tratandode arrojar sus bombas a lo largo de la base de la enorme criatura metálica. Una serie deerupciones florecieron bajo la bestia, ésta dio un giro y lanzó un grito metálico, sin

embargo pareció resultar ilesa.El dragón mecánico exhaló una llamarada de niebla rojiza directamente en latrayectoria de uno de los ornitópteros. A medida que la nave pasó a través de ella, elornitóptero comenzó a deshacerse en el aire. Sus alas se plegaron sobre sí mismas, y seestrelló entre las tiendas, liberando una llamarada aún más grande cuando el resto de sucarga mortífera explotó.

Dentro del pabellón la reacción entre los delegados fue instantánea. LosArgivianos se arrojaron debajo de la mesa. Los mercenarios Korlisianos agarraron a suseñora, uno por cada brazo y la arrastraron hacia atrás, alejándose de la mesa, mientrasella gritaba órdenes y obscenidades a ellos. El señor feudal se estaba riendo ahora,

 burlándose del jóven qadir.

El gobernante Fallaji se levantó de su banco con una velocidad que sorprendió aUrza. Su mano arremetió. El señor feudal vio venir el golpe y trató de alejarse de él,

 pero el joven fue demasiado rápido. Antes de que su hermano pudiera reaccionar, unahoja curva sobresalía del pecho del anciano, la sangre que salió de la herida brotó comouna fuente.

"¡No!" gritó Urza, y sintió que su Piedra del Poderío se volvía mas pesada en su pecho. Puso una mano sobre ella, y con la otra activó su humanoide mecánico."¡Deténlo!" gritó Urza.

El hombre mecánico se precipitó hacia delante y agarró al qadir por la partedelantera de su túnica. El joven dejó escapar un grito ahogado, cuando largos brazosinhumanos se inclinaron sobre la mesa y le atraparon entre sus dedos de metal y maderade Raiceslargas. Al mismo tiempo la mujer peliroja bajó su bastón y apuntó a lacreación metálica de Urza. Unos rayos bailaron a lo largo del cráneo del delfin, y Urzasintió una oleada de náuseas lo atravesara. Se sintió como si cada parte de su piel sehubiera vuelto muy sensible. El movimiento de la brisa le inflingió un dolor horrible.Apretando los dientes, Urza gritó otro comando, y el ser mecánico atrajo al qadir haciasí mismo a través de la esquina de la mesa.

Afuera, en el campo de batalla, los Fallaji estaban tratando de reagruparse.Mishra había dado señales a su dragón mecánico, y ahora el cuello de la bestiaserpentina esquivó y salió corriendo entre los ornitópteros aéreos. Cogió uno y lo arrojóal suelo, sus alas de lona se prendieron fuego instantáneamente. Sobre el terreno, las

tropas Yotianas se lanzaron a la carga tratando de matar a cualquier Fallaji que quisieraescapar de los bombardeos. Algunos de los mercenarios Korlisianos se unieron a ellosen el asalto.

Ashnod gritó, y Mishra se giró para ver al qadir que seguía en las garras delhombre de metal. Se giró hacia el dragón de vapor y señaló un último comando, este sedeslizó con sus ruedas para hacer frente a Urza y su creación mecánica. Mishra tomóuna fina bolsa oculta alrededor de su cuello, y el poder ondulante verde se filtró entresus dedos. Concentró ese poder en la máquina de Urza.

Urza cogió la resaca de las energías y se tambaleó. La creación mecánica se vióafectada en gran medida. Chispas bailaron en sus articulaciones, y el vapor comenzó afiltrarse por debajo de su rostro enmascarado. Sus dedos se aflojaron, y dejó caer al

qadir, agarrándose el cuello con dificultad para respirar.

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Ashnod gritó algo, y Mishra asintió con la cabeza. De repente, la parte norte del pabellón se hizo añicos cuando el dragón de vapor arrasó en su camino la plataformaelevada. Ashnod bajó su vara, y su fuego se extinguió. Luego la guardó bajo uno de sus

 brazos, agarrando al qadir con el otro, y lo arrastró hacia el artefacto mecánico, como sino fuera más que un títere.

Urza sintió disminuir el dolor. Centró su piedra de poderío en su creación demetal."¡Mishra!," gritó, mientras su cabeza

seguía girando, "¡Tenemos que parar esto!"Vagamente oyó gruñir en respuesta la voz

de su hermano: "¿Nos ha traicionadado una vezmás, hermano?"

Urza empezó a responder: "Yo no sabía…" pero la presión entre la Piedra del Poderío y laPiedra de la Debilidad resultó ser demasiada parala bestia mecánica entre los hermanos. Explotó en

la cintura, el torso giró alrededor de su eje centraly su cabeza estalló en llamas. Urza gritó cuandolas llamas le envolvieron. Lo último que vio fue aMishra correr hacia su dragón de vapor, su obra envuelta en una corona de humo de las

 bombas de los ornitópteros.

* * * * *

Los buscadores encontraron a Urza en el pabellón destrozado, meciendo elcuerpo sin vida del señor feudal. Las piernas y las caderas destruídas de su humanoidemecánico seguían a su lado, los fragmentos de su cabeza y el torso esparcidos alrededorde la plataforma en forma desigual.

El Capitán de la Guardia llegó y saludó. "El enemigo está en plena retirada,señor."

Urza no dijo nada y el capitán continuó. "Hemos infligido fuertes bajas a lastropas Fallaji con pérdidas mínimas a las nuestras. Perdimos cuatro ornitópteros en elataque. Varios de los mercenarios Korlisianos se unieron en el asalto y quieren serremunerados por su contribución. Los Argivianos ya han huido, sin desenvainar ni unaespada".

Urza miró a la cara pálida, tranquila del capitán mientras el soldado continuaba.

"El líder del enemigo y…" ,hizo una pausa, "su hermano han escapado con suartefacto a las montañas. Los buscaremos con el resto de los ornitópteros".Urza dijo algo en voz baja que el capitán no pudo oír."¿Perdón, señor?" -le preguntó.“Yo  solo pregunté por qué ", dijo Urza tristemente, mirando la cara del señor

feudal." ¿Por qué hizo esto? ""Habéis oído al diablo Fallaji", dijo el capitán. "Ellos querían invadir Yotia. Para

recuperar la tierra que perdieron hace varias generaciones. Así se comportan en eldesierto, llevando rencores por generaciones"

"No," dijo Urza, su voz sonó ahora como el acero. "Él estaba preparado paraesto. Esta emboscada. Los ornitópteros. Las bombas. Polvo de trasgo, ¿no? El señor

feudal se había preparando para este ataque durante mucho tiempo. Hubiera sido unamasacre. Si no fuera por el artefacto de mi hermano, lo habría sido ".

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El Capitán de la Guardia se movió incómodo, pero no dijo nada."¿Y por qué no me lo dijo?" preguntó Urza amargamente. "¿Por qué no me dijo

que iba a usar mis máquinas así?"El capitán balbuceó: "Yo…yo no lo sé, señor."Urza dejó el cuerpo del señor feudal en el piso destrozado del pabellón y se

volvió hacia el capitán. "Sí, usted lo sabe", dijo fríamente Urza. "Y me dirá todo lo quesabe. ¿Quién sabía acerca de esto? ¿Cuáles eran los planes completos? ¿Qué esperabalograr? ¿Por qué usted no me lo dijo? ¿Por qué no le dijo a la princesa? Usted puede yva a responder a esas preguntas."

El capitán movió los pies, inquieto."Porque", continuó Urza, volviéndose hacia el cuerpo, "porque ahora tengo que

volver a Kroog y decirle a mi esposa que su padre ha muerto. Y voy a necesitar todaslas razones necesarias para hacerle entender. Porque yo mismo tampoco lo entiendo." 

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Capítulo 11Asuntos De Estado

 T awnos se movía suavemente por los pasillos del palacio, con una gracia sutil

que contrastaba con su gran marco. En los meses transcurridos desde la muerte delseñor feudal todo el mundo había aprendido a moverse más en silencio por los pasillosde mármol del palacio de Kroog.

La noticia de la muerte del caudillo golpeó a los Yotianos como una ola de fríodel agua de mar. Fue repentina, inesperada y decisiva. Para la mayoría de los Yotianos,el señor feudal había sido el único líder que habían conocido, y les parecía inmortal.

Ahora estaba muerto. Cortado por una cuchilla Fallaji, decía un rumor. No, decíaotro, su corazón explotó por la magia Fallaji. No, sostenía un tercero, fue hervido vivo

 por el aliento humeante de una máquina diabólica, una máquina controlada por elhermano del Artifice Principal. No, el soberano llevaba uno de los amuletos del ArtíficePrincipal, y este explotó. El señor feudal salvó al Artífice Principal de una diablesa

 pelirroja convocada por el malvado hermano del Artífice Principal. Aun cuando laverdad finalmente se determinara y circulara, los otros cuentos sobrevivieron ycrecieron en la narración.

Una historia verdadera y muy popular era que Urza regresó una tarde deKorlinda, pilotando su ornitóptero distintivo y que lleva el cuerpo del señor feudal. Sedijo que voló sin descanso desde Korlinda. Otros señalaron que hizo una breve parada,

 pero el vuelo le llevó sólo dos días. Dejó que su cuerpo descanse en el santuario del palacio y envió un mensaje a los templos con esta noticia. Luego visitó a la nueva reinacon la triste noticia.

El funeral de estado fue pomposo y duró diez días. La gente acudió de todos losconfines de Yotia para pasar delante del señor feudal una vez más y pagar un tributofinal. Los guardias tuvieron que ser colocados a lo largo del féretro, no para proteger elcuerpo, sino para ayudar a mover a los que se desplomaban a su lado, desmayados porsu desesperación. La víctima más notable durante esta procesión fue la matrona deKayla, quien se lanzó a llorar sobre el féretro y, finalmente, tuvo que ser enviada a unosfamiliares que vivían en el país para recuperarse.

La reina Kayla y su consorte real, el Artífice en Jefe Urza, aparecieron sólo enel último día. Sus rostros desdibujados y cansados, no hablaron ni sonrieron durante suvigilia sombría.

Después de que el cuerpo fue enterrado en su gran santuario, la reina se retiró asus aposentos, y el Artífice Principal fue a su “orniario”. La calma se apoderó de Kroog,

 pero fue una falsa paz hasta que los comerciantes regresaron a sus tiendas, los gremiosa sus oficios, y los estudiosos a las clases de su templo. La calma apenas ocultaba elenojo de la gente. Los Fallaji habían matado a su amado señor feudal, y la gente deldesierto lo pagaría.

Hubo incidentes. Comerciantes Fallaji (y en un caso un joyero de Zegon) fueronlinchados en las calles. Bandas de jóvenes aventureros incursionaban en territorio Fallajien busca de venganza, y cuando no regresaban, bandas adicionales se formaban en

 busca de venganza por estos. Con el fin de evitar mayores problemas, el ejército abriósus puertas de par en par a todo aquel que deseara participar. El reclutamiento se triplicóen un mes.

Eventualmente, la reina apareció en público, pero parecía desgastada por su

terrible experiencia. Algunos señalaron que el señor feudal la había protegido durantemucho tiempo de los deberes de su cargo, y ahora sentía la tensión. Otros dijeron que

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iba a reunirse con los nobles y los líderes de los gremios, para hablar de su respuesta alos Fallaji. Muchos, incluyendo Tawnos, se dieron cuenta de que cuando ella aparecía,siempre estaba sola.

Se rumoreaba que el Artífice Principal, se había retirado a su laboratorio para preparar un arma secreta con la que derrotar a las tribus del desierto. Algunos dijeron

que era una nueva versión del ornitóptero, una bomba más potente, o una versióngigantesca de su soldado de metal, quehabía ganado ya el sobrenombre de"Vengador de Urza" por su intento de

 buscar la venganza contra el asesinodel señor feudal. Cuando losfragmentos de la máquina retornaron aKorlinda con el ejército, fue enterrado

 junto al señor feudal, como un perrofiel con su amo.

Rusko no había regresado, y

Tawnos se enteró de que mientras queel relojero había sobrevivido al ataque,él no iba a volver a Kroog en un corto

 plazo. El Capitán de la Guardia habíasido reasignado a una unidad de patrulla en el oeste a lo largo de la frontera Fallaji y selo sustituyó en sus funciones dentro del palacio. En el transcurso del mes a todos los

 pilotos que habían ido a Korlinda se los trasladó, así, como también a las unidades a lolargo de la larga frontera con las tribus del desierto. El senescal se mantuvo, pero

 parecía que actuaba sostenido por una correa corta, llevada por la reina Kayla.Cada oficial, cortesano, y criado en el palacio se hizo repentinamente consciente

de que si había algo que a la nueva reina no le gustaba, ese algo era removido. Todo elmundo se movía alrededor del palacio de puntillas y hablaba en voz baja.

Los Fallaji fueron, por su parte, sorprendentemente tranquilos. Ellos lanzaron unataque breve a la Marca de las Espadas, lo que provocó una profunda contraofensiva enel desierto antes de quedarse sin recursos y enemigos. Poco después llegó una orden,firmada tanto por la Reina como por el Artífice Principal: Cada pulgada de terrenoYotiano se defendería, pero nadie debería invadir territorios Fallaji sin órdenesexplícitas. Muchos lo tomaron como una señal de que el consorte de la reina estabatrabajando en algo muy mortal y decisivo para los Fallaji.

De todas las personas en la ciudad de Kroog, sólo Tawnos sabía lo que elArtífice Principal había estado haciendo durante los meses siguientes a la muerte del

caudillo. Urza  permanecía en el “orniario” día y  noche. Por el momento habíadespedido a los estudiantes, envíandoles a llorar al señor feudal y nunca los volvió allamar. A Tawnos le permitió quedarse y su aprendiz principal trabajaba duro,manteniendo las máquinas aceitadas y suavizando las telas. Sin emargo, en su mayoría,Tawnos se mantenía fuera del camino de Urza.

Una o dos veces al día Urza salía de su guarida para reunirse con el nuevoCapitán de la Guardia o para enviar un mensaje breve a algún burócrata o de otro tipo.Luego se retiraba de nuevo a su guarida.

Y en su estudio, se quedaba mirando un trozo de papel en blanco montado en sutablero de dibujo. Se quedaba mirando durante horas. Tawnos primero se preguntó enqué maravillas Urza estaba soñando. Pero después del quinto día, el fabricante de

 juguetes pequeños se convenció de que su amo estaba simplemente abrumado por laresponsabilidad que le esperaba fuera del “orniario”.

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Tawnos había aventurado su opinión sobre la situación actual de Urza sólo unavez. Había oído que otros señalaban que el Artífice Principal no lucharía contra losFallaji porque las tribus del desierto estaban dirigidas por su malvado hermano, a quienUrza no había visto desde que ambos eran niños. Algunos argumentaron que Urzadudaba porque quería matar a su propio hermano por sí mismo. Otros argumentaron que

tenía miedo de su hermano, y no quería pelear. Tawnos excluyó las consecuencias decobardía y le preguntó a su maestro. “¿Por qué el aún no ha devuelto el golpe?” Urza casi explotó. "¡La guerra es un desperdicio de recursos!" -le gritó. "¡Hemos

 perdido cuatro ornitópteros en ese asalto infructuoso, y no podré reemplazarlos hastaque consiga más piedras de poder! ¿Por qué debo perder tiempo,oro y preciadas vidasen la batalla? ¿Para perseguir fantasmas en el desierto? ¿Por qué no quemo la ciudad

 por completo y le ahorro a mi hermano esta molestia? "La explosión fue tan sorprendente como repentina. Después de esto Tawnos se

manejó con mayor tranquilidad en el “orniario”.Cuando llegaban los mensajes Tawnos los recibía en la puerta. A aquellos que

eran enviados por el Capitán de la Guardia, Urza respondía en una breve nota entregada

 por Tawnos. A veces, el mensaje era de algún comerciante o artesano. La mitad de lasveces el artífice respondía, otras veces hacía un bollo y lo tiraba a la basura.

Algunos mensajes venían marcados con el anillo de la reina. Estos Urza losdejaba sin abrir en su mesa de dibujo. Una ráfaga de ellos apareció durante algúntiempo, y luego disminuyeron gradualmente.

Finalmente llegó una nota para Tawnos exigiendo su presencia en los aposentosde la reina por la tarde. Una reunión a la medianoche, decía la misiva, y nadie, nisiquiera Urza, debía enterarse.

Tawnos se movió silenciosamente por los pasillos. No había guardias en el ala privada del edificio, aunque no había habido desde el funeral del señor feudal. Era tarde,y hasta los criados habían abandonado sus continuos quehaceres retirándose por toda latarde.

Llegó a las puertas de los aposentos reales. A lo lejos se oyeron las campanas deltemplo que tocaban la medianoche. Llamó a la puerta con suavidad.

Por un momento no paso nada, y Tawnos temió que su llamado no había sidoescuchado. Entonces una voz débil dijo "Entre".

Tawnos abrió la puerta con suavidad. "¿Su Majestad?"La Reina Kayla estaba sentada junto a la ventana mirando a la ciudad de Kroog

que se extendía a lo lejos. Estaba vestida con una bata de seda cubierta por un mantocarmesí. Tenía una gran copa de coñac en la mano, e incluso a través de toda lahabitación Tawnos pudo ver que tenía mas líquido del que debería tener.

La reina no dijo nada, y Tawnos entró, cerrando la puerta detrás de él. "¿SuMajestad?" repitió.Kayla suspiró profundamente. "No," dijo. "No me llames así. Hoy he sido 'Su

Majestad’  hasta las lágrimas. Hoy, y cada día." Ella tomó un sorbo de aguardiente."Llamame Kayla. ¿Puedes hacer eso, Tawnos, Fabricante de Juguetes?"

Tawnos abrió la boca y trató de formar sus labios alrededor de las palabras, peroestos se negaron a cooperar. Por último, dijo, "Me temo que no puedo, Señora."

Kayla inhaló, un sonido bonito, propio de una dama. "Señora sera suficiente,entonces, al menos por el momento." Se giró en su asiento al lado de la ventana y apoyósus pies calzados con pantuflas en el suelo. "¿Quieres comer algo? Le pedí a la cocinaque me enviaran un poco de carne y quesos".

Señaló a una mesa cercana. Esta había sido servida con una vajilla de cristal,cubiertos de plata y un par de trenzadas velas elegantes. Platos de porcelana,

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translúcidos como las alas de un ornitóptero estaban cargados con alimentos. Habíacarnes, tanto picadas como fileteadas, quesos, frutas, y varios artículos en escabeche queTawnos no pudo identificar. "Si lo desea, su...Señora," dijo Tawnos, moviéndose hacialas mesas.

Kayla se cruzó con él en el camino a su propio asiento. Al pasar, ella tropezó y

derramó un poco de su bebida rozando con ella al aprendiz."Lo siento", murmuró, colocando una mano contra su pecho para mantener elequilibrio.

"No se preocupe", respondió Tawnos. Quién inhaló una bocanada de su perfumeembriagador mezclado con el vaho del coñac. Si se viera obligado a adivinar, hubieradicho que el coñac era más viejo que lo que había vivido el señor feudal.

Tawnos trató de recordar la última vez que la reina había bebido más de una solacopa de vino con la cena. Él no había bebido nada, pero supuso que Kayla había vueltoa llenar su copa al menos una vez antes de su llegada.

Con cuidado, Tawnos se sentó, sin saber qué hacer a continuación. Aunque seconsideraba a sí mismo como un simple niño de la costa, carente de la sofisticación de

la alta sociedad Yotiana, pero estaba bastante seguro de cómo la e iba tomando forma.Kayla pinchó un trozo de queso con el cuchillo y agitó con la mano el utensilio

en cuya punta tenía un queso cheddar hacia el aprendiz. "Entonces", dijo. "¿Cómoestá?"

"¿Cómo está quién, Señora?" Tawnos se paró, mirando por encima de las cosasen escabeche, tratando de determinar qué eran exactamente lo que habían sido en vida.

Su respuesta divirtió a Kayla. "¿Cómo está quién, Señora? , repitió. “El que esmi esposo amoroso y dedicado, ese es el quién. Ese que tú ves con más frecuencia de loque lo veo yo en estos días.”. Ella dijo esta última frase comiéndose un poco las últimas

 palabras, y se echó hacia atrás, evidentemente complacida de haberlas dicho, sin enredarsu lengua.

Tawnos se aferró a sus palabras. "Él ... Él está bien, Su Majestad." "Kayla", dijola reina.

"Kay ... Kayla. Señora." Tawnos se sonrojó mientras lo decía. "Yo siempre leescribo, pero él no responde," suspiró ella, introduciendo un trozo de queso en la boca y

 buscando otro objetivo."Si, lo sé", dijo Tawnos silenciosamente. "Pero él ha estado muy ocupado. Con

las patrullas y las cosas. Sus diseños"."Ah, sí." La reina levantó sus manos hacia el techo. "¡Los maravillosos diseños

de Urza! ¡Cómo lo envidio! ¡Él puede encerrarse en su habitación y no hablar con nadie,y menos a su esposa, porque siempre está trabajando en sus maravillosos diseños!"

Tawnos de repente se dio cuenta que había respondido equivocadamente desde el principio. Pero ¿cómo iba a saber que ella quería oír que el Maestro Urza era unmiserable?

La reina parecía muy interesada en su copa de coñac, y luego, de repente levantóla vista. "Yo no esperaba mucho del matrimonio, ¿sabes?. Yo esperaba a alguien conquien hablar. O por lo menos una persona que me escuchara. Un heredero o dos parahacer feliz a papá. Y ahora, sin herederos, sin papá, y sin ni siquiera un marido." Miró aTawnos." Así que, ¿tu si lo eres...verdad?"

Tawnos parpadeó. Su cabeza le daba vueltas por el perfume. "¿Yo soy qué?""¿Si eres alguien con quien yo pueda hablar?" preguntó la reina. "Porque yo te

he tenido como una persona con la que se puede hablar. Alguien que hace los ruidos

correctos, pero en realidad no participa en la conversación en absoluto." Gesticuló conlos brazos derramando el viejo brandy sobre los bordes del vaso. "Puedo hablar ‘al’

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senescal, y puedo hablar ‘a la’ matrona, o podía cuando estaba aquí. Pero ya no haynadie ‘con’ quien pueda hablar.

"Quiero decir, yo sentí que podía hablar con Urza", agregó en voz baja. "No muya menudo. Si era de día, trabajaba en sus planes, sus dispositivos maravillosos. Sinembargo, con la suficiente frecuencia. Y a mi siempre me gustaba escucharle, incluso

aunque yo no entendiera de lo que estaba hablando. Y ahora ... ahora ..." Dejó que suvoz se apagara.Cuando Tawnos había sido un hombre muy joven, había trabajado aparejando

los equipos de pesca de su tío. Una mañana, cuando él no estaba prestando suficienteatención, el barco había sido golpeado por una gran ola, y él había sido arrojado por la

 borda. El joven Tawnos entró en pánico, pataleó, y se encontró luchando bajo el agua.Fue salvado por su tío, quien lo trajo a bordo y le sugirió amablemente que buscara otraclase de trabajo.

En este momento Tawnos se sentía de la misma manera, aunque no había ningúntío amable a la vista.

"Estoy taaaan celosa de ti, ¿sabes?", dijo Kayla, con los ojos cada vez mas

 pequeños mientras se giraba en otra dirección. "Quiero decir, él pasa todo su tiempocontigo, y cuando habla de sustentación y resistencia y de las proporciones de las poleasy engranajes de caracol, tú seguro que le entiendes de lo que está hablando. No soytonta, pero ni en mi mejor día podría conjeturar acerca de la proporción ideal de una

 polea."Tawnos quiso empezar a hablar. "Todo el mundo tiene sus propias fortalezas y

debili…""¿Acaso soy tan horrible?" -preguntó, inclinándose sobre la mesa y agarrándole

la mano. "¿Acaso soy tan repulsiva?" Al inclinarse hacia adelante se le abrió la bata, elvestido que llevaba debajo era casi transparente bajo la luz de las velas.Tawnos cerró los ojos con fuerza. "No," dijo, "usted no es para nada horrible."

"Entonces, ¿por qué no regresa a casa?" dijo, echándose hacia atrás. Su manotodavía le sostenía, y su voz se llenó de lágrimas secas. "Él duerme en su trabajo. Ustedya lo sabe. Pero lo que yo necesito saber es ¿Por qué no vuelve a mí?"

Con cuidado, Tawnos se deshizo de los dedos de la reina que rodeaban sumuñeca. Mientras hablaba, era consciente de que Kayla estaba escuchando por primeravez esa noche. "Yo creo", dijo con calma, "que él está dolido."

"¿Él?" dijo Kayla, inclinándose hacia atrás. "¿La grandiosa máquina de pensar?¿El modelo de la lógica? ¿El Artífice Principal de Kroog?"

"Si, el es todo eso", respondió Tawnos. "Pero también es el hombre que estaba junto a su padre cuando fue asesinado. El hombre que no pudo salvarlo de la muerte.

¿Ha hablado con él acerca de lo que sucedió en Korlinda? ¿Quiero decir, si realmentehan hablado?"Kayla lo miró y parpadeó."Tomaré eso como un no, entonces", dijo Tawnos."Pero él no sabía lo que papá estaba planeando", dijo. "Ni yo me di cuenta de

eso.""Correcto", respondió Tawnos. "Pero eso no significa que le sea más fácil. Urza

volvió, y todos lo trataron como un héroe por haber sobrevivido y su padre no lo hizo. Yademás tenía que responder ante usted ...." Hizo un gesto con las manos.

"Pero no lo hizo", respondió Kayla, en voz baja. La falta de claridad que le producía el alcohol parecía que había desaparecido por el momento. "Se castiga a si

mismo, porque piensa que lo culpo. ¿O debería echarle la culpa, incluso aunque no lohaga. Porque yo no lo hago."

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"Uh-huh", gruñó Tawnos."¿Así que debería marchar hacia su taller y hablar de esto?" -le preguntó.Tawnos levantó ambas manos, recordando su propia experiencia de ser directo.

"Tal vez sería mejor empezar con algo más. Algo que no esté directamente conectadocon los últimos meses. ¿Ustedes dos no tuvieron algunos momentos felices juntos?"

"Espera", dijo Kayla, y Tawnos se imaginó un motor con exceso de trabajo, confugas de vapor y esforzandose en funcionar. "Sí. Sí, lo creo.""Comience con eso", dijo Tawnos.El rostro de la reina se animó visiblemente. "Sí. Sí, sé lo que puede funcionar".

Ella cruzó hacia el escritorio y escribió una breve nota, y luego se la entregó a Tawnos."Aquí. Dale esto a Urza. Asegúrate de que lo lea. Dile que es urgente".

"Por supuesto", dijo Tawnos, levantándose de su silla. "Todavía debe estardespierto a esta hora."

"Y Tawnos", dijo. El aprendiz se volvió, y Kayla se inclinó hacia delante, presionando sus labios contra sus mejillas. "Gracias".

Tawnos se sonrojó, la sangre de su rostro se hizo mas clara, incluso a la luz de

las velas, "Es un placer. El reino no puede seguir con todo el mundo caminando sobrecáscaras de huevo por ustedes dos."

"No…no es  por eso", dijo. "Eso fue por ser una persona mejor de lo que yo podría ser."

Tawnos se aseguró de que Urza leeyera el mensaje, y quince minutos después, elArtífice Principal asomó la cabeza en su propia vivienda propia. "¿Mi reina?" dijo."¿Kayla?"

La Reina Kayla bin-Kroog estaba sentada en una mesa de cristal fino y cargadade carnes y quesos.

"Ah, mi Artífice Principal. Gracias por haber venido en tan corto tiempo.""La nota decía que había una emergencia", dijo Urza, sus ojos tratando de

adaptarse a la luz de las velas. "¿Una emergencia técnica?""Sí", respondió la reina. "Tengo una pequeña caja de música. Una herencia. Creo

que está rota."Señaló un sitio que se hallaba frente a ella. En un plato había una pequeña caja

de plata.Cuidadosamente Urza abrió la caja, luego le dio la vuelta lentamente en sus

manos. "Creo que todo lo que está mal en ella es que la cuerda se ha desgastadonuevamente." -dijo al fin.

Kayla abrió mucho los ojos. "¿Se ha desgastado?"Urza asintió con la cabeza y se aclaró la garganta. "Sí. Necesitaría una llave para

arreglarla"."Una llave", dijo, y se abrió la bata. El vestido de seda que llevaba era casitransparente a la luz de las velas. Alrededor de su cuello llevaba una cinta rosa, ycolgando de la cinta estaba una llave de metal abollada, enrojecida por el óxido a lolargo de sus bordes. "¿Le serviría esta, Señor Artífice?"

Urza miró la llave y la caja de música. Se quedó mirando largo y profundo a losojos de la reina. "Sí", dijo al fin. "Creo que esa va a servir."

Y por primera vez en un mes, Urza sonrió.El Artífice Principal no retornó al “orniario” al día siguiente, ni tampoco al día

siguiente. Cuando Tawnos llegó, al tercer día, encontró un montón de pergaminosescritos con instrucciones detalladas. Empezaba ordenándole hacer regresar a los

estudiantes y rápidamente trazaba una lista de mejoras en el diseño del ornitóptero y planos para la construcción de nuevos estilos de hombres vengadores mecánicos. No

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había ninguna señal de Urza, y una nota marginal a Tawnos le indicaba que no se loesperara hasta bien entrada la tarde. Pero dejaba lugar a dudas.

Tawnos se permitió una sonrisa sana y rápidamente comenzó a cumplir la listade las demandas del Maestro Urza.

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Capítulo 12Pirexia

La tormenta de nieve invernal estalló desde el sur, un gigantesco siroco que se

expandió de horizonte a horizonte y escaló casi hasta el cenit del cielo. Fue unatormenta “abuelo”,  una de la que los ancianos hablaron durante mucho tiempo, unatormenta que borró el sol con su sombra. La tormenta respiró un polvo cargado devientos capaces de desollar la carne viva de aquellos atrapados al descubierto. A lolargo de sus límites enormes tornados se reprodujeron y bailaron, sólo para sersuccionados nuevamente dentro del muro agitado de polvo negro que avanzabaindefiniblemente.

La tormenta alcanzó la forma construida con madera del mak fawa y se lo tragóentero, sin perturbar la tormenta, ni al dragón mecánico. El mak fawa siguióascendiendo, imperturbable ante los vientos circulares y la arena que lo tomaba porasalto. Aunque ya no se podía ver a lo ancho del cuerpo de la criatura, el artefacto seelevó pesadamente hacia adelante con la confianza firme y absoluta de una máquina.

Mishra y Ashnod se acurrucaron en un espacio reducido debajo de las placas de laespalda de la criatura. El dragón mecánico no había sido diseñado para transportar

 pasajeros en su interior, pero había un pequeño hueco techado a lo largo de la columnavertebral de la bestia, y el raki y su aprendiz se acuclillaron allí, escuchando el chirridode arena contra la carne de metal alrededor de ellos.

"¿Cómo puede ver a dónde va?" gritó Ashnod sobre el estrépito de la arena."No necesita ver", dijo Mishra. "El sabe, tanto como yo sé, en qué dirección tiene

que ir. El busca el Corazón Secreto de los Thran. Yo puedo sentir el llamado de Koilos,y como la máquina me responde, también puede sentir esa fuerza, como un ave rapaz

regresando al mismo nido cada temporada que pasa."Ashnod miró al hombre fornido y se acurrucó a su lado. Esta tendencia de Mishraa esconder sus palabras con alusiones y misticismo le molestaba. ¿Acaso realmentecreía en lo que decía, o todo era sólo un juego verbal para cubrir el hecho de que nosabía nada?

Ashnod quería creer lo primero, porque si no estarían arriesgándose a ciegas através de una Tormenta Abuelo, solo navegado por una vaga sensación en el corazón deMishra.

Fue en el invierno del año de la Masacre de Korlinda, año en que el señor feudalde Kroog pereció a manos del joven qadir, que Mishra y Ashnod se dirigieron a Koilos,al Corazón Secreto de los Thran. Ellos no le dijeron a nadie entre los Suwwardi de sus

 planes o de su destino, ni siquiera a Hajar y particularmente tampoco al Qadir. La ideade que el raki de la tribu buscaba el Corazón Secreto de los Thran una vez más, nohabría sido un pensamiento reconfortante para el líder de los Fallaji.

La retirada de Korlinda había sido terrible, y sólo uno de cada cinco hombres queentraron en Korlis regresó a tierras Fallaji. Los supervivientes habían viajado durante lanoche, escondiéndose en los pasos de montaña, siempre buscando lugares para ocultarel enorme mak fawa de los ornitópteros que les perseguían. El qadir había querido en un

 principio dar la vuelta y lanzar un contraataque inmediato. Pero tomándolo con mascalma, el hecho de que eran una mera fracción de su número inicial, le convenció deretirarse y su único consuelo fue la muerte aparente del señor feudal.

En definitiva, el qadir culpó a su raki de la emboscada. Mishra debería haber

sabido que su hermano talentoso y peligroso estaba entre los enemigos. Mishra ledebería haber dicho al qadir inmediatamente después de descubrir este hecho. Mishra se

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tendría que haber concentrado en proteger al qadir, en lugar de dar órdenes a su dragónmecánico durante el ataque.

Y, por supuesto, pensó Ashnod irónicamente, Mishra tuvo la culpa de salir de estadebacle más popular entre los Fallaji que nunca. Los otros jefes tribales se aseguraronde que el raki estuviera bien y le preguntaron por la salud del qadir como una cuestión

secundaria. Mientras que el qadir había matado al antiguo señor feudal, era Mishra y elartefacto mecánico a quienes se le atribuyeron haber salvado a los que lograron retornara las tierras Fallaji. Nadie culpó a Mishra de la emboscada salvo el qadir, pero el jefeformuló su denuncia conocida cuando nadie estaba cerca, y nadie estaría en desacuerdocon el joven corpulento.

El qadir tuvo otras quejas a su regreso. Mishra debería haber encontrado másmáquinas similares a su mak fawa. Un único dragón de vapor era un blanco demasiadogrande y demasiado vulnerable. Le recordó a Mishra las dificultades que habíanexperimentado en Zegon. Si los Yotianos poseían decenas de sus máquinas, el qadirdebería ser capaz de hacer lo mismo.

Por supuesto, nadie dudaba de la lealtad de Mishra, le dijo el qadir, o de su

talento, sin embargo al mencionar esta cuestión el joven caudillo logró llevar algo deduda a su pueblo. Habían pasado muchos años desde que el raki había conjurado el

 primer mak fawa, y ahora su población necesitaba más. Se murmuraba que el qadiraseguraba que Mishra era completamente descreído por gran cantidad de personas, queel raki tenía miedo de las máquinas voladoras de su hermano y del poder de su hermano.

Ashnod había visto toda la reprimenda, silencioso como una mujer entre losFallaji se esperaba que fuera. Después de que el qadir los despidió, le espetó en voz bajaa Mishra, "Pero ¿qué has hecho por mí últimamente?" Mishra sólo regresó a su propiatienda de campaña y comenzó a dar órdenes.

Tenían que localizar más hallazgos de artefactos de los Antiguos, preferentementeaquellos que estuvieran funcionando. Exploradores fueron enviados con órdenes quedescribían lo que debían buscar. Un mes después habían regresado con la noticia de ungran dispositivo situado cerca de la orilla del río Mardun. El qadir, ocupadoreconfirmando su poder sobre las otras tribus, permitió que su raki y la mujer de laredada fueran a investigar.

El sitio era grande, y los restos estaban generalmente completos. La máquina era,evidentemente, algún tipo de transporte utilizado por los Thran para transportar equipodesconocido. Parecía ser un vagón o carro grande y había volcado en algún accidenteque había participado. El óxido se extendía a lo largo de las dos partes de su estructura,y sus ruedas radiadas estaban retorcidas y destrozadas. El marco compuesto de alambreque contenía los cristales de poder se había perdido, o no había existido en absoluto.

Mishra sacudió la cabeza. Se iba a requerir tiempo y esfuerzo para reconstruir esamonstruosidad nuevamente, y aun sí se lo conseguía sería una fracción de la grandezadel mak fawa. El qadir no estaría contento.

La mañana después de examinar el hallazgo, Mishra dejó a Hajar a cargo de laexcavación y se fue, llevándose tanto al dragón de vapor como a Ashnod con él. Sedirigió hacia el este, viajó día y noche, el dragón mecánico resultó ser una monturaincansable. Dormían dentro del caparazón de metal de la criatura y ahora estabanescondidos allí desde que la gran tormenta había aparecido en el horizonte sur.

Habían estado atrapados en el cuerpo del animal durante diez días y sus noches,mientras la tormenta arreciaba a su alrededor. Tenían suministros y luz suficientes, peroel hueco que los protegía apenas era cómodo para una persona y ajustado para dos. Para

 pasar el tiempo, Mishra le contó a Ashnod la historia de su primera visita a Koilos.También aprovechó la oportunidad para informarle cómo podría comportarse mejor

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entre los Fallaji. Pronto Ashnod estuvo dispuesta a desafiar la tormenta que se desatabafuera con tal de dejar de escuchar de Mishra sus grandes y pequeñas debilidades.

"No hice nada malo", dijo finalmente con frustración en el décimo día detormenta, después de que Mishra le mencionó (por quinta vez) el incidente reciente enel campamento del qadir.

"El guerrero que heriste estaría en desacuerdo", dijo Mishra."Me dijo que pensaba como un hombre", dijo exasperada."Es un viejo dicho del desierto", respondió Mishra. "Está destinado a ser un

cumplido.""Confía en mí," dijo Ashnod, "no lo es.""No tenías necesidad de paralizarlo", dijo Mishra severamente.Ashnod forzosamente puso una mano sobre el amplio pecho de Mishra.

"¿Preferirías que te dijera que le apunte con mi bastón porque él insultó a mis suaves yfemeninos oídos con sugerencias lascivas y guturales?" -le preguntó. "Porque él hizoeso, también."

Mishra no respondió de inmediato. En su lugar, señaló el casco exterior, y dijo:

"Escucha".Ashnod hizo una pausa. "Yo no oigo nada"."Exactamente", dijo Mishra. "Creo que hemos dejado atrás la tormenta.

Comprueba el exterior"Ashnod parpadeó ante el hombre. "¿Y si esto es sólo una pausa momentánea en el

viento? ¿Qué sucede si se levanta de nuevo mientras estoy fuera?"Mishra se apoyó contra la pared interior. "Tú eres el aprendiz. Esto significa que

si una tarea es peligrosa o desagradable, es tu trabajo."Murmurando, Ashnod avanzó hacia las placas de acceso retirándolas

cuidadosamente miró hacia afuera. Había una pared de la oscuridad a lo largo del norte, pero el cielo era de color azul brillante, y la arena ya se había asentado en la estela de lagran tormenta.

"Se acabó", dijo Mishra, después de sacarla de su escondite dentro de la bestiamecánica. "Podremos deambular en el exterior por un tiempo."

"Espero que no sea un tiempo demasiado corto", murmuró Ashnod, sin importarlesi Mishra le había oído o no.

A raíz de la tormenta, no vieron otro ser viviente. El desierto había sido limpiado,y las formaciones rocosas antiguas habían quedado enterradas mientras otras nuevashabían quedado expuestas. Por fin, después de una semana de viaje, llegaron a la

 barranca de Koilos.El sitio no había sido

afectado por la tormenta y al parecer se había mantenidoimperturbable desde que Mishrahabía estado allí por última vez.Los huesos blanqueados del roctodavía seguían dispersos frente ala entrada de la cueva, mezcladoscon los restos de otras antiguasmáquinas Thran.

A medida que avanzaban por el valle, Mishra se quedó en

silencio y sombrío. Ashnod pensóque el hombre estaba reviviendo

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viejos recuerdos, algunos aparentemente dolorososEscarbaron entre los escombros y las ruinas que se hallaban inmediatamente

alrededor de la boca de la caverna, pero después de varios días de trabajo los dos nohabían hallado nada que pudiera ser puesto rápidamente al servicio del Gadir

"Esas arañas de metal podrían haber sido útil, una vez", dijo Ashnod esa noche.

"Sin embargo, tu hermano, sin duda destruyó un gran número de ellas cuando esamáquina explotó. No estaban en las mejores condiciones antes, y ahora son poco másque chatarra."

A la luz del fuego Mishra se estremeció un poco ante la mención de su hermano.Ashnod había descubierto que el tema de Urza estaba fuera del alcance del hermanomenor, un hecho que la hizo sentirse más curiosa acerca de su relación. Mishra norespondió a su comentario, y Ashnod lo vio mirando a los huesos del roc que yacían enla base de la meseta y que ocultaban parcialmente la cueva.

Cualquier respuesta que se hallara en Koilos se encontraba dentro de las cavernas.Esa noche Mishra durmió mal y despertó gritando. Ashnod lo tranquilizó lo mejor que

 pudo.

"Yo soñaba con el viento, un viento de gran oscuridad", fue todo lo que dijo, elsudor se evaporaba en el aire quieto de la noche. "Se arrastró a mi alrededor, me habló,y me dijo que quería contarme horribles secretos."

"Vas a estar bien", murmuró Ashnod. "Es sólo un sueño. Los sueños no sonimportantes".

"Si lo son para mí", dijo Mishra, mirando hacia la oscuridad. Por la mañana,entraron en las cavernas. El largo pasillo alguna vez iluminado, según había dichoMishra, estaba oscuro de nuevo, y debieron traer lámparas de aceite con ellos. Ashnod

 pasó una mano por la pared interior del túnel. Había ladrillos allí, pero ella no podía verlas uniones.

Pasaron al lado de los restos de los guardianes su-chi. Mishra cogió un cráneoennegrecido y estrecho y lo estrelló contra la pared. Se rajó como una nuez, pero enlugar de carne en el interior había una piedra de energía, un Ojo de los Antiguos. Estabaligeramente astillado, pero todavía poseía el fuego de la energía Thran en su interior.Mishra lanzó un gruñido de aprobación, y continuaron. Llegaron a un conjuntointerminable de escaleras y por fin a la gran caverna, la guarida de las máquinas Thran.Estaba bañada en una luz parpadeante e inconstante de placas cristalinas a lo largo deltecho. La máquina central se componía de una gran serie de placas y espejos querodeaban un espacio vacío.

Mishra colocó la piedra de la cabeza del su-chi en el vacío de la máquina.Inmediatamente se oyó un zumbido bajo, una vibración que parecía salir de la propia

 pared. El parpadeo se detuvo, y toda la caverna se bañó en una luz suave."¿Cómo sabías que tenías que hacer eso?" preguntó Ashnod."Solo lo sabía", dijo Mishra. Sus palabras sonaron como si estuviera a miles de

kilómetros de distancia. Entonces, el raki se encogió de hombros, como sacudiéndose deun viejo recuerdo.

Ashnod examinó la fila de glifos y luces en la parte delantera de la gran máquina,colocada en un podio y que parecía un enorme libro con las hojas abiertas. Ella no tocólos glifos, pero estudió cada uno de ellos.

En algún lugar entre las señales existía un mecanismo que abría otras puertas, las puertas que habían retenido a los humanoides mecánicos cuyos restos cubrían laentrada. Si lograban encontrar ese mecanismo, ella y Mishra podrían llevarle nuevas

maravillas al qadir. Maravillas funcionales.Después de un corto tiempo, Mishra preguntó: "¿Y bien?"

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Ashnod negó con la cabeza. Los glifos eran formas geométricas simples y podíanser etiquetas, instrucciones o advertencias. No proporcionan ninguna pista en cuanto al

 propósito de las máquinas. Señaló una. "Esta podría ser el símbolo de una puerta."Mishra miró sobre su hombro, y asintió. "Púlsala", dijo."¿Hay algo mas que yo debería saber?" preguntó Ashnod.

Mishra frunció el ceño. "Yo solo estoy adivinando como tú. Sin embargo, presiónalo de todos modos. Se siente como lo correcto."Ashnod rozó el glifo con sus dedos largos y, en algún lugar de las profundidades

de la montaña sonó un timbre bajo, este se sintió mas que escucharse. Algo muy profundo dentro de la máquina Thran se había puesto en funcionamiento, y Ashnodesperó que se conectara con otrosmecanismos que tambiénestuvieran funcionando .

La mujer contuvo larespiración.

Una luz apareció en el aire a

su derecha. Primero un punto,colgando en el espacio, que prontose expandió, torciendo el aire a sualrededor hasta formar un discofino, brillante, colocado

 perpendicular al suelo, colgandosin apoyo. Lentamente Ashnod dióuna vuelta a su alrededor. Parecíatan delgado como el temperamentodel qadir y tenía un resplandorsuave, casi atractivo. A lo largo dela superficie del disco Ashnod casi

 podía ver un conjunto de finaslíneas, que adoptaron la forma deuna pequeña estrella.

Ashnod miró a Mishra, peroeste no hizo nada. El disco fuecreciendo hasta el doble deltamaño de un hombre.

Ashnod apuntó su oscuro bastón de madera tronante hacia

adelante y presionó con su partetrasera contra el disco. La luz noofreció ninguna resistencia, nitampoco se disipó con el toque. La mujer se inclinó hacia adelante, y el bastón atravesófácilmente el disco.

Pero la vara no salió por el otro lado. Ashnod había metido tres pies de madera enun disco brillante finísimo, y no había pasado nada fuera del otro lado.

Ashnod retiró el bastón. El extremo inmerso parecía ileso.Ashnod miró a Mishra nuevamente. "Hemos encontrado nuestra puerta", dijo

Mishra con calma."¿Quién va primero?" preguntó Ashnod. Mishra le miró. Después de un momento,

ella asintió con la cabeza. "Correcto", dijo. "Si es peligroso o desagradable, es el trabajodel aprendiz."

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Ashnod cruzó el disco brillante. La luz la rodeó y le saturó. Por un momento le pareció oír, débilmente, la voz de una anciana gritando. Pero luego esta también cesó yasí ella estaba en otro mundo.

La primera cosa que ella notó fué el calor: no era el calor del desierto, seco yconfortable, sino un calor húmedo y “frío” que no había sentido desde los pantanos de

Almaaz. Se pegaba a ella como si fuera una manta.Finalmentesintió el olor, unolor acre de

 podredumbre ydecadencia. No, eramás que eso, pensó.Olía a aceite y

 productos químicos.Olía a polvo detrasgo, a fuego, y

acero. Por unmomento pensó queestaba de vuelta enKorlinda, huyendode las bombaslanzadas a sualrededor.

Había colores.Una profusión de plantas selváticas le rodeaba, todas florecientes, manchas brillantescontra un mar de hojas verde oscuras y lianas. Sin embargo, los colores estabanequivocados. Eran demasiado duros, demasiado brillantes, demasiado extraños, y teníanun brillo metálico en ellos. Y las lianas, eran uniformes, más parecidas a cables que acualquier cosa natural. Tocó una de las flores y retiró la mano rápidamente. Cualquieraque sea el jugo que escapaba de la flor lo sintió como si fuera soda cáustica y le hizoarder la piel.

Una libélula se posó sobre la flor, pero cuando Ashnod la inspeccionó más decerca vió que no era realmente un insecto, sino más bien una pequeña máquina de hilosde plata y placas de oro. Alargó la mano para cogerla, pero la libélula se marchó en unabrir y cerrar de ojos, entrando más profundamente en la selva.

Se dio la vuelta. Mishra estaba atravesando el disco radiante, emergiendo como unnadador en el mar.

"Sí", dijo, "es así como yo lo recordaba.""¿Tú ya has estado aquí antes?" preguntó Ashnod."Sólo en mis sueños", dijo Mishra. De hecho, hubo un sonido descansado en su

forma de hablar, como si hablara “en sueños”. Ashnod apretó con más fuerza su bastóny miró al cielo. Estaba nublado y brillaba con un tono rojizo, como brasas bajo unmanto de nieve

"Pirexia", dijo Mishra finalmente.Ashnod lo miró y le dijo: "¿Otra vez los sueños?"Mishra asintió distraídamente. "Palabras llevadas por el viento negro", dijo. "Este

lugar se llama Pirexia." Se quedó a media distancia, tratando de orientarse. "Por alli,"dijo al fin, "Creo que el terreno se inclina hacia un estanque o algo así."

En realidad, descendía a un lago, un espejo grande, negro, cubierto con patronesde arco iris de aceite. Varias máquinas de gran tamaño, parientes del mak fawa de

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Koilos, se zambullían a través de su extensión aceitosa, dragaban otras piezas de metaldesde el suelo poco profundo del lago. Ashnod pudo ver que había cuatro de ellos.

"Quédate aquí", dijo Mishra. "Mantén tu bastón preparado"."¿Qué vas a hacer?" preguntó Ashnod.Mishra le guiñó el ojo. "Voy a tratar de controlarlos. Como controlo a nuestro

dragón mecánico". Hablaba como si la respuesta a su pregunta era obvia."¿Y si no quieren ser controlados?" preguntó Ashnod."Es por eso que debes tener tu bastón preparado", respondió Mishra. "Prepárate

 para correr".Ashnod esperó nerviosamente mientras Mishra se arrastraba hacia delante. Uno de

los dragones mecánicos, el más pequeño, lo vió primero, y dejó escapar un gritoahogado. Los otros tres miraron todos a la vez.

Los cuatro se reunieron ante Mishra, el más pequeño llegó en primer lugar.Ashnod contuvo elaliento mientras el

 pequeño dragón

metálico se inclinóhacia el reciénllegado,olfateándole comoun perro lo haríacon un extraño.

Mishra semantuvo en calma,como si serinterceptado pormáquinas dedestrucción masivafuera algo común y

corriente.Entonces el dragón mecánico se dobló sobre sus patas traseras y puso su cabeza

contra el suelo. Los otros tres hicieron lo mismo. Ashnod pudo ver que estos no eranidénticos al mak fawa que ella conocía. Sus cabezas eran más contundentes con unaforma mas parecida a una pala, y su piel eran más apagada que la del monstruo de

 bronce que habían dejado atrás.Mishra hizo un gesto para que Ashnod siguiera adelante, y ella entró en el claro

 junto al lago, su bastón seguía preparado.

Mishra asintió sombríamente. "No es la piedra", dijo. "Yo pensé que era mi piedrade poder que los controlaba, pero no lo es. Soy yo. Puedo pensar en lo que quiero quehagan, y lo harán." Parecía más desconcertado que satisfecho por el descubrimiento.

"Bueno", dijo Ashnod, preguntándose por un momento, cuan bueno sería eso."Pero estos parecen muy grandes para hacerlos atravesar el portal. ¿Puedes dominaralgo más pequeño?"

Se escuchó un gong en la distancia, el repique profundo de una campana dehierro. Los dragones mecánicos levantaron la vista y casi se lanzaron de nuevo al lagode grasa. La campana sonó de nuevo, esta vez mas cerca, y los dragones de vaporcomenzaron a girar, atrapados entre la obediencia a Mishra y el temor de lo que seavecinaba. La campana sonó por tercera vez, y Ashnod ahora pudo oír una torsión,

como un ruido desgarrador que arrancó de sus raíces la vegetación metálica. Los tres

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artefactos mas grandes cayeron en pánico y se lanzaron de nuevo en el lago. El más pequeño se mantuvo firme, pero se quejó como un motor atrapado entre engranajes.

Parte del bosque que había a su izquierda desapareció, y un verdadero gigante sealzó pesadamente hacia adelante. Tenía la forma de un barco encallado en tierra, situadosobre ruedas, con una boca grande puesta en la proa. Dentro de sus fauces giraban

 juegos de dientes, como guadañas grandes. Arrancaron las plantas y los árboles de laselva con extrema facilidad. Cuando se estrelló contra un árbol particularmente grande,los pedazos de tronco destrozados hicieron el ruido de gong parecido al de unacampana.

De pie, encima de la boca de la criatura, en una plataforma, había una figura alta ydemoníaca. Parecía tambiénestar hecha de metal, yfragmentos de hueso oscurosurgían de su piel curtida.Llevaba una armadura que

 parecía ser una parte de

ella. Una sonrisa rígida ensu cara expuesta brillaba alo largo de su rostrodespellejado. Un par decuernos surgían de su cabeza y se anidaban entre una maraña de zarcillos parecidos agusanos que se balanceaban y se arrastraban hacia atrás como si fueran banderas hechasde piel humana.

"¡Corre!" gritó Mishra, pero Ashnod no necesitó de este estímulo. Ella siguiódetrás al raki por encima de la colina hacia el disco brillante que les llevaba a laseguridad.

La vegetación desgarraba sus ropas mientras corría, como si tratara de atraparla,de tenerla de esclava de la máquina oscura que les perseguía. Algo le desgarró una largaherida a lo largo de un brazo y una flor explotó en su cara, dejándola casi ciega con suácido.

Miró hacia atrás una sola vez, para ver que el más pequeño de los dragonesmecánicos no había huido del lago, sino que estaba de pie, gimiendo lastimeramente. Lamáquina demoníaca con sus guadañas giratorias ya casi estaba en la parte superior deldragón.

La máquina no se detuvo, chocando contra la criatura más pequeña. El dragónmecánico desapareció en un torbellino de cables plateados y placas de metal.

Ashnod dio la vuelta y corrió más rápido.

Detrás de ellos, la máquina se había girado y los perseguía hasta la colina.Mishra estaba esperando en el portal, pero no

se iría sin ella. La mujer se zambulló de cabeza en el portal. Parte de su mente se dio cuenta que no habíaestablecido si de verdad el disco le llevaría de vueltaa las cavernas. Pero, pensó irónicamente, cualquierlugar donde aterrizara sería menos aterrorizante queaquel donde la bestia Pirexiana los perseguía.

Se arrastró a través del frío suelo de piedra de la cámara, su bastón se le escapórozando por delante de ella y golpeando contra la pared del fondo. Se dio la vuelta en su

lugar, y vio a Mishra precipitarse ágilmente a través del disco. Mishra se volvió hacia el

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muro de contención en forma de libro, y sus manos dudaron sobre la colección deglifos. Tocó uno y no pasó nada.

Ashnod gritó, y Mishra se estiró para agarrar el cristal de poder de su base entrelos espejos. Lo sacó de su base y lanzó una maldición cuando el cristal caliente lequemó la carne. La piedra que podía alimentar al su-chi era insuficiente para mantener

la gran máquina Thran y estaba sobrecargada con el poder. Mishra dejó caer la piedrahumeante, y esta se estrelló contra el suelo en cientos de fragmentos.El disco dorado despareció inmediatamente.Ashnod colocó una mano en su pecho y sintió su corazón tronando contra su caja

torácica. Por primera vez pensó en la idea de que los mak fawa podrían tener otrosmaestros además de Mishra, y que los maestros podrían oponerse a los intrusos.

"La criatura de la máquina. ¿Ya la conocías?", le dijo a Mishra.Mishra asintió con la cabeza, con dificultad para respirar. "¿De tus sueños?", dijo

Ashnod Mishra asintió de nuevo."Recuérdame que preste más atención a los sueños", murmuró en voz baja

Ashnod, casi para sí misma.

Mishra negó con la cabeza y sopló sobre sus dedos quemados. "Conseguimos loque vinimos a buscar. Vamos, ahora."

Sin el poder de la piedra del su-chi en su lugar,las luces empezaron a parpadear de nuevo. Mishra sedirigió a la entrada de la caverna a un ritmo rápido.Confundido, Ashnod lo siguió.

Ella se encontró con él en la puerta de entrada."¿Qué quieres decir?," dijo ella, "¿Tenemos lo quevinimos a buscar? Tuvimos que dejar todo atrás ycerrar la puerta detrás de nosotros para evitar que ...ese demonio de la máquina..."

Mishra levantó una mano. "Shhh. Mira".Hubo un temblor que corrió a lo largo del

cañón, y Ashnod vio como uno de los edificios quehabían sobrevivido a lo largo del suelo del valle sevino abajo. Luego, cerca de la entrada de la caverna,la tierra entró en erupción. Una cabeza de dragón con forma de pala emergió desde laarena como una flecha, arrastrando por detrás su cuello serpentino. Hubo otra erupcióny apareció la cabeza de otro dragón. Y luego un tercero. Los tres artefactos del lago,transportados desde allí hasta aquí. Los tres excavaron su camino para salir de la arenay mitad deslizándose, mitad rodando se dirigieron hacia la entrada de la caverna.

Se arrodillaron ante Mishra, reconociéndolo como su nuevo amo."Impresionante", dijo Ashnod. "Entonces, ¿qué hacemos ahora?"Mishra sonrió. Era una mueca desagradable, pero era la primera sonrisa que

Ashnod había visto desde que habían entrado al cañón. "¿Ahora?" dijo pensativo, comosi repasara las posibilidades en su mente.

Miró a los dragones mecánicos y dijo: "Ahora llamaremos a otra conferencia de paz"

* * * * *

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De regreso a la caverna, se podujo undestello de luz, y el portal dorado se volvió aabrir.

Esta vez sólo se pudo crear un disco deunos pocos centímetros de circunferencia.

Una mano de cuero, su carne salpicada defragmentos de hueso de metal oscuro, llegó através del pequeño portal y arañó el aire. Unavez, dos veces, una tercera vez, escarbó en elaire, en busca de algo sólido para agarrar.Entonces las luces del portal vacilaron denuevo, y la mano se replegó rápidamente,segundos antes de cerrarse el portal porcompleto.

Y todo volvió a la tranquilidad en lasCavernas de Koilos durante algunos pocos

años mas.

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Capítulo 13Conversaciones de Paz

La oferta de conversaciones de paz se produjo después de un año de una lucha

semi-regular a lo largo de las fronteras norteñas del desierto de la Marca de las Espadas.Esto cogió a Tawnos y al resto de los Yotianos por sorpresa.La oferta llegó sin previo aviso o preámbulo. Un jinete Fallaji apareció en uno de

los puestos de avanzada Yotianos bajo una bandera de tregua, con un mensaje para laReina de Kroog del qadir de los Suwwardi. El mensaje fue transmitido a una de las

 bases ornitóptero muy dentro del territorio Yotiano y de allí se trasladó por aire hasta elConsejo Privado en Kroog.

El consejo estaba formado por la reina, el senescal, el Capitán de la Guardia, yTawnos. Durante un breve período, un año antes, Urza había asistido a las reunionescon fidelidad, pero pronto comenzó a enviar a su aprendiz como su apoderado. Sinembargo, con la llegada del mensaje del qadir, Urza apareció en el consejo a la diestra

de la reina. Tawnos se paró detrás de la silla del Artífice Principal y a uno de sus lados.El aprendiz notó que los ojos de Urza no abandonaron el escrito profusamenteornamentado que se extendía delante de ellos.

"Una oferta de paz", dijo Kayla."Una oferta de tregua", corrigió el senescal, con un ligero temblor en su voz. "Un

cese de las hostilidades, una retirada de las fuerzas, mientras que la paz se estédiscutiendo".

"¿Qué tan grave son las hostilidades?" dijo Kayla girándose hacia el Capitán de laGuardia. El Ultimo Capitán, como muchos todavía le decían, era un hombre inteligentey se detuvo antes de contestar.

"Esporádicas, pero lo suficientemente graves", dijo, y se detuvo de nuevo. Su

manierismo le molestaba a Tawnos, pero los demás en la mesa se habían acostumbradoa los hábitos del capitán y le permitían ordenar sus pensamientos.

"Se dividen en dos grupos", dijo finalmente. "Unos parecen ser ataques del tipotradicional Fallaji, incursiones rápidas a nuestro territorio, saqueo de una ciudad al azaro alguna caravana que encuentren, luego se retiran antes de que nuestras fuerzas puedanllegar al sitio. El otro tipo de asalto es llevado a cabo por una fuerza más grande, másorganizada, que parece empeñada en destruir un objetivo específico, como un puente,un molino, o un fuerte. El dragón mecánico a menudo acompaña a estos ataques. Haymenos pillaje, pero más destrucción".

"Esos son ataques organizados", dijo en voz baja Urza. "Los otros son sólo partede los invasores del desierto, en busca de su botín y gloria. Los ataques con el dragónmecánico están más organizados y tienen un firme objetivo en mente." Sus ojos nodejaron de observar el pergamino con la oferta de tregua. "Los ataques organizadoscuentan con la aprobación de mi hermano y muestran su planificación".

"Aprobados o no", aventuró el senescal, "el efecto es desmoralizar a la gente de laMarca de las Espadas a lo largo del río Mardun. Los Fallaji atacan regularmente losterritorios del otro lado del río, y los rumores cuentan que planean un ataque a través deel en algún momento del futuro cercano".

"¿Es cierto que están planificando ese ataque?" preguntó Kayla, con voz firme yen su manera desapasionada. Tawnos se dio cuenta que durante el consejo por logeneral ella dejaba que todas las partes hablaran, para luego tomar su decisión.

El senescal miró al capitán, quien hizo una pausa y luego dijo: "No tenemosconocimiento de ello en este momento. Contamos con campamentos fortificados en los

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lados más alejados del río, todos equipados con hogueras en las torres para avisarnos decualquier movimiento en masa. El río es tan ancho que incluso si ellos encontraran oconstruyeran barcos suficientes, estaríamos preparados para cualquier asalto muchoantes de que pudieran lanzarlo." Otra pausa. "Sin embargo, el mantenimiento de lasguarniciones a lo largo del Mardun estrecha nuestros recursos aún más".

Kayla pensó acerca de lo que el Ultimo Capitán había dicho, y luego asintió."Podemos usar los ornitópteros como patrullas adicionales"."Esos recursos también se están acabando," dijo Urza. "Tenemos cerca de treinta

máquinas en seis patrullas de cinco cada una. Si pudiéramos obtener las piedras de poder de Argivia que hemos pedido entonces podríamos duplicar ese número, pero laCorona Argiviana está como dice el dicho "mordiéndose sus labios " reticentemente."

Kayla asintió de nuevo. Por lo que Urza le había dicho, los Argivianos prácticamente nadaban en piedras de poder, la mayoría de ellas provenientes delcampamento original de Tocasia. Sin embargo, parecía que era mas fácil obtener las

 piedras de la tierra que simplemente obtenerlas de las manos de los Argivianos. Enlugar de eso, dijo, "¿Cuál es el estado de los vuelos?"

Urza respondió, mientras que el capitán estaba haciendo una pausa. "Cinco de losvuelos están en los campamentos, en las bases a lo largo de la zona norte de la Marca delas Espadas. El sexto esta aquí en la capital. Los vuelos de la Marca de las Espadasoperan desde bases permanentes. Yo estaba pensando que podríamos establecer unaserie de esas bases a lo largo de la frontera y mover los vuelos de una a otra base tantocomo sea necesario."

El capitán frunció el ceño y dijo: "Eso sería agotador para los pilotos.""Tenemos más pilotos capaces que naves para volar", respondió Urza. "Los

campamentos adicionales nos darían capacidad de maniobra suficiente y aumentaríannuestra posibilidad de respuesta. Y tal vez obtendríamos el mismo elemento sorpresaque los Fallaji están disfrutando ahora."

El capitán negó con la cabeza. "Los pilotos necesitan descansar.""¿Acaso las máquinas deben descansar porque los hombres deben hacerlo?"

 preguntó Urza. Había una ironía en su voz quebradiza.Tawnos había visto antes esta batalla. Cuando se hablaba de los ornitópteros, el

Artífice Principal tenía más influencia que aquella que tenía el Capitán de la Guardia. Elcapitán se detuvo un momento, luego se encogió de hombros en la derrota.

Kayla vio la interacción con frialdad, y luego dijo, "Urza, ofrécele algún plan paracrear múltiples bases al capitán. Por lo demás, en verdad suena como si estuviéramosquedándonos sin recursos."

"Tenemos más que ornitópteros", dijo el capitán. "Tenemos patrullas a pie, jinetes

civiles, y patrullas de caballería." Hizo una pausa por un momento y miró a Urza. "Perosí, es correcto, el saqueo continuo nos está dejando sin recursos"."Entonces vamos a aceptar la oferta de hablar", dijo Kayla. "Quizás juntos

 podamos llegar a una solución"."Es poco probable", dijo Urza. "Sus demandas nos hacen recordar a Korlinda, son

directas y dejan poco margen para la negociación. Quieren todas las tierras que ellosconsideran ‘territorios tradicionales  Fallaji’. Esto incluye la Marca de las Espadas.¿Estás dispuesta a darle esto a ellos?".

Kayla sacudió la cabeza con firmeza. "Es parte del legado de mi padre, para bieno para mal. Sin embargo, vamos a hablar, para mostrarles que la Yotia con la que van adialogar ahora no es la misma con la que dialogaron en Korlinda".

Kayla se levantó de su asiento, lo que indicó que el consejo había terminado. Elcapitán y el senescal se levantaron también. Urza, sin embargo, permaneció sentado.

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El Artífice Principal se acercó y tocó el pergamino. "La pregunta es," dijo aTawnos, "¿Son ellos los mismos Fallaji con los que dialogamos en Korlinda?" 

* * * * *

La oferta fue aceptada, y se transmitió la órden hasta las fronteras a través de losornitópteros. Los negociadores fijaron una fecha para finales del siguiente mes, enKroog mismo. Una ruta de paso seguro fue propuesta por los Fallaji a través del corazónde la Marca de las Espada. El Capitán de la Guardia protestó, y el senescal ofertó unanueva ruta a lo largo del río Mardun, que solo bordeaba los límites de las fronterasimpugnadas. El senescal creyó que los Fallaji rechazarían cualquier desviación conrespecto a sus demandas, pero se llevó una grata sorpresa cuando aceptaron la rutaalternativa sin cambios.

En la ciudad capital de Kroog, se realizaron los preparativos convenientes. Se borraron cuidadosamente graffitis anti-Fallaji de los ladrillos de los callejones, y sedespejó una gran área abierta ante los gruesos muros de la ciudad para las tropas

esperadas. Una vez más, el senescal se complació al descubrir que los Fallaji traerían poco más que una guardia de honor. Pero estuvo menos complacido de escuchar quetambién traerían al dragón mecánico.

Urza y el Ultimo Capitán tomaron sus propias precauciones. Las tropas del palacio fueron entrenadas hasta rozar la perfección, y la guarnición normal fuecomplementada por tropas de los regimientos de la costa. Se hizo retornar un segundogrupo de ornitópteros de la Marca de las Espadas a Kroog para que se unieran a lascinco naves ya existentes. Urza quería que los ornitópteros volaran directamente sobrela procesión Fallaji mientras esta se trasladaba hacia el sur, pero los Fallaji se quejaron

 por esto, comentándoselo al senescal. Durante varios días, Tawnos creyó que lasnegociaciones se romperían con este punto, pero Urza al fin cedió. Habría, sin embargo,una escolta de caballería regular, mientras los Fallaji permanecieran en territorioYotiano.

Urza también se tomó la molestia de revisar a todos los pilotos de los ornitópterosen la capital, en algunos casos, entrevistó a los jóvenes él mismo. Tawnos acompañó alArtífice Principal en varias de estas entrevistas, a pesar de que estaba desconcertado porla acción de Urza, la mayoría de los pilotos fueron seleccionados y entrenados por Urza,desde el primer momento y eran intensamente leales al príncipe consorte.

Sin embargo, mientras Urza hablaba con ellos, Tawnos vio lo que al Artífice le preocupaba. Asumió que la lealtad no era el problema, Era un hecho de que a Urza se leconsideraba a medio camino entre una leyenda y un santo por sus pilotos. Sus preguntas

se centraron en cómo los pilotos se sentían acerca de los Fallaji, sobre el desierto, las batallas de larga duración que habían estado luchando. Él estaba, según Tawnos se diocuenta, buscando en sus temperamentos, tratando de discernir si alguno, por accidente oa propósito, trataría de terminar el trabajo que el señor feudal había comenzado. Él losestaba examinando como si fueran sólo un componente de un dispositivo más grande,revisándolos para detectar signos de desgaste.

De hecho, hubo dos personas que confesaron su odio a los Fallaji, y uno que prometió su lealtad incluso cuando no estaba de acuerdo con la diplomacia. Urzatrasladó a esos jóvenes a otros vuelos y los reemplazó con pesonas más ecuánimes.

Al considerar las acciones de Urza, Tawnos se dio cuenta que el Artífice Principalya había sido tomado por sorpresa una vez y no quería repetir el mismo error por

segunda vez. Con una precisión que el aprendiz ya había visto el Artífice Principal sededicó a sus invenciones, Urza investigó todas las unidades estacionadas en la capital.

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Conocía cada comerciante que había reclamado alguna lesión de los Fallaji. Y, Tawnossabía, que Urza había caminado cada centímetro de las paredes que flanqueaban los treslados de Kroog, y cada pulgada de la orilla del Mardun, que servía como la cuarta

 barrera de protección de la ciudad.Sin embargo, el hombre mayor tenía pocas esperanzas para las negociaciones, y

se lo dijo a Tawnos. El qadir quería nada menos que la tierra que el padre fallecido deKayla había conquistado, le reiteró, y ella no se daría por vencida.Entonces ¿por qué negociar?, preguntó Tawnos.Urza suspiró profundamente y dijo: "A veces, incluso los enemigos se reúnen para

hablar. Quizás nada resulte de esta charla, pero si las partes pueden discutir sin ningúnincidente, eso dará una esperanza para la próxima reunión."

Tawnos pensó que era más que eso. La reunión que el Artífice Principal habíaestado planificando con tanto cuidado no era entre Fallajis y Yotianos, ni entre la reina yel qadir.

La reunión era entre él y su hermano menor.

* * * * *

Los mensajes comenzaron a llegar poco después de que los Fallaji llegaron a lasfronteras de la Marca de las Espadas, arribando a intervalos regulares, como Urza habíaordenado. El contingente Fallaji era menor que el que se había presentado en Korlinda,como el qadir había prometido. El dragón de vapor estaba presente, pero estaba siendoutilizado para tirar de un gran vagón de metal, casi tan grande como el mismo, conenormes ruedas parecidos a engranajes. Como estaba enganchado al vagón, el motor semovía lentamente, a la par con el resto de las tropas.

El consejo Yotiano protestó por la presencia del vagón. El senescal sugirió que podría ser un regalo. El Ultimo Capitán pensó que podría contener tropas adicionales.Urza le dijo a Tawnos que era una demostración de poder, un recordatorio de queMishra no había estado simplemente descansando desde los sucesos de Korlinda. Alfinal Kayla decidió no cuestionar la adición inesperada del destacamento Fallaji. Urza leordenó a uno de los grupos aéreos, que aterrizaran en la frontera, para volver a lasoperaciones normales, y a un segundo grupo que volara en paralelo a la comitiva Fallaji,quedándose al este y fuera de la vista.

En el quinto día del viaje Fallaji hacia el sur, cinco días antes de la llegada delgrupo a Kroog, hubo rumores de una nueva concentración de tropas en las fronterasFallaji al extremo norte de la Marca de las Espadas. El senescal pensó que, de ser estocierto, podría ser una de las redadas más tradicionales, tal vez llevadas a cabo por

 personas que querían que las negociaciones se desmoronaran. El capitán alegó que, a pesar de ello, cualquier incursión Fallaji sería desastrosa en ese momento y losornitópteros fueron enviados a explorar el desierto.

Urza al principio se negó, sólo para ser rechazado por Kayla. A regañadientes, elArtífice Principal permitió que tres vuelos (entre ellos el que sobrevolaba al dragónmecánico) se reasignaran al extremo norte. Urza no explicó a Tawnos los factores quelo convencieron para que cambiara de opinión, pero varios de los empleados del castilloescucharon una grave pelea en los aposentos reales. Tawnos supo que Urza había

 pasado las noches que quedaban trabajando hasta tarde en el “orniario”. El ArtíficePrincipal afirmó que se hallaba trabajando en la mejora de los autómatas de estilo“vengador”, pero después asistió al consejo sólo cuando fue convocado expresamente

 por su esposa.

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En el décimo día los Fallaji llegaron ante los muros de Kroog. En las almenas sehabían colgado banderas de colores, como si el toque festivo quisiera ocultar la fuerza yel propósito de la piedra que había debajo. Las paredes estaban repletas con la mayoríade la población de Kroog, al igual que las ventanas de cada edificio que dominaba lavista de los visitantes. Los comerciantes habían hecho una venta de telescopios

agotadora, un artefacto de lujo Argiviano que constaba de dos lentes pulidas colocadas alo largo de un largo tubo de metal. De hecho, Kroog parecía como una ciudad deobservadores mientras el contingente Fallaji se acercaba. Su Majestad, el PríncipeConsorte, Tawnos, el senescal, y el Ultimo Capitán esperaban con otros burócratas en la

 puerta de entrada norte hasta que se presentaran los Fallaji.Había menos Fallaji que aquellos que habían asistido a Korlinda, y la luz del sol

 brillaba en el latón pulido de los anchos cascos y pesados adornos de sus hombros. Pero pocos contaron el número de hombres, ya que el dragón de vapor capturó la atención detodos.

Tawnos, de pie, con los demás en la puerta de entrada, fue sorprendido por la bestia. Era como si un ser viviente se hubiera transformado en una máquina. Era un

dragón cuyos músculos había sido reemplazado por cables, su piel con placas de metal,sus ojos con grandes joyas. Se movía como un ser vivo incluso con algo deestremecimiento y tics musculares, balanceando su cabeza lentamente de un lado a otro,

al parecer curioso sobre su entorno.Urza le había contado a Tawnos

acerca del artefacto y le había dichoque Mishra lo había encontrado bajo eldesierto. Pero esta no era creaciónThran, se figuró Tawnos

 pensativamente, y estaba tan lejos delos Vengadores del Artífice Principalcomo un pájaro viviente difería de losornitópteros. Tawnos quedó tanimpresionado que le fué con unaadvertencia previa a Urza. El sólo pudoconjeturar lo que el resto de la

 población estaba pensando sobre este tema en ese momento.El dragón mecánico tenía arneses, como un buey de caravana, y tiraba del enorme

carro que era casi tan grande como el mismo. El carro, sin embargo, no tenía ningún particularidad asombrosa como tenía la bestia mecánica atado a el. Parecía como una posada metálica de cuatro pisos a la que se le había colocado de repente ruedas y se

había soltado para que recorriera el mundo. Sus ángulos agudos y remaches expuestosla marcaban como un diseño original Thran. Numerosos portales y almenas se erizabana lo largo de sus flancos, armados con catapultas y ballestas pequeñas. Las armasestaban descargadas por el momento, y envueltas debajo de lonas que no ocultaban su

 propósito como las banderas de las paredes de Kroog.Kayla había ordenado que los ornitópteros aparecieran fuera de los muros,

colocados a cada lado de la puerta norte. Estaban en el suelo, sus tripulaciones de pielistas junto a ellos. Estaban destinados tanto como consuelo, como advertencia, tantocomo una espada envainada puesta sobre la mesa para recordar a un oponente que,aunque no había intención de traición, los negociadores estaban preparados para luchar.Los pilotos, en tabardos azul y blanco, esperaban pacientemente por sus máquinas. Los

Fallaji formaron una línea frente a ellos, a una distancia respetuosa.

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El dragón mecánico y su carga se detuvo ante las puertas y se puso por fin adescansar. Mientras lo hacía, Tawnos notó algo que Urza no había mencionado. Unlatido sordo provenía de la bestia como si fueran fluidos gorgoteando a través de tubosocultos y articulaciones hidráulicas cambiando de lugar. El zumbido era similar al latidodel corazón, y Tawnos podía sentir más de lo que podía oír.

Las máquinas se detuvieron, y después de un breve intervalo de tiempo, se abrióuna puerta al costado del gran vagón. Se desplegó una escalera, y bajando por ella se presentaron dos figuras. Ninguna de ellas era el qadir. Era Mishra a la cabeza, seguido por su asistente. Tawnos no los había visto antes, pero por la forma en que Mishracaminaba, Tawnos sabía que tenía que ser el hermano de Urza.

El hermano más joven era más bajo, más corpulento, y de pelo oscuro, con una barba bien recortada. Pero había algo en su andar, y en el rostro debajo de su barba, quelo marcaba como pariente del Artífice Principal de Kroog, el Príncipe Consorte deYotia. Mishra estaba adornado con las túnicas de un príncipe del desierto, la cabezadescubierta, y su rostro radiante con una gran sonrisa. Parpadeó en el sol de la tarde ysaludó a la multitud en las almenas. Hubo silbidos entre los aplausos de aprobación,

 pero el hermano menor no pareció darse cuenta.Sin embargo, así como el carromato se veía disminuido sobre el dragón de vapor

que le servía, así Mishra se vió atenuado por su compañera. Era una mujer delgada, concabellos del color de un rubí manchado de sangre, vestida con ropa oscura y una capaque ondeaba tras ella. Llevaba un bastón simple, sin adornos, de madera negra y al

 parecer no reconoció los gritos de la multitud, porque ella mantuvo su mirada hacia elfrente. De la descripción de Urza, Tawnos supo que esta debía ser Ashnod.

 Ningún qadir surgió del vagón metálico, y en la puerta de entrada los líderesYotianos celebraron una conferencia rápida. Si el qadir no estaba presente, señaló elsenescal, la reina no debería aparecer para la acogida inicial. Un grupo similar de

 protocolo debía responder a la delegación inicial de los Fallaji. Más podría ser tomadocomo un signo de debilidad, menos como un insulto.

Eso significaba que Urza y Tawnos saludarían a los recién llegados. El ArtíficePrincipal asintió con la cabeza, su rostro se puso un poco rígido al ver a su hermano enel campo. Tawnos pensaba que el artífice hubiera preferido hablar con su hermano en

 privado, pero esto no sería así. La reina se mantendría en las puertas mientras el artíficey su aprendiz se reunirían con los representantes Fallaji.

Urza se puso rígido y formal, mientras cruzaba el espacio abierto entre la ciudad ylos Fallaji. Tawnos se mantuvo adecuadamente dos pasos atrás y hacia la derecha,tomando facciones características de una actitud calmada.

Urza se detuvo frente a Mishra y Ashnod y sin más preámbulos levantó las manos

vacías un poco, como si fuera un sacerdote dando la bendición. "Bienvenido a Kroog,hermano", dijo.Mishra arrojó los brazos hacia afuera, y por un momento, Tawnos pensó que el

hermano menor iba a arrojarse a los del mayor y abrazarlo. En cambio, Mishra hizo una profunda reverencia. Tawnos notó también que Ashnod hizo una breve sacudida de sucabeza.

"Nos sentimos honrados por la invitación", dijo Mishra, alzándose de nuevo. Lasonrisa en su rostro podría ser considerada seria, pensó Tawnos, o podría ser la sonrisade un pasado comerciante Fallaji.

“Nos sentimos honrados  con su presencia," dijo Urza, aunque sus palabrassonaron secas e insensibles a los oídos de Tawnos."¿Está tu qadir contigo?".

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"¡Ay!" dijo Mishra, inclinándose de nuevo profundamente, "Me temo que Su MásSabia Eminencia no pudo acompañarnos en nuestra misión de paz y misericordia.

 Nuestro imperio es muy amplio ahora, y hay otros asuntos que requieren su atención."Urza se quedó en silencio por un momento, y Tawnos pudo ver como los

músculos se contrajeron a lo largo de su mandíbula. "Deberían habernos dicho si su

líder estaría... ocupado en otras cosas", dijo al fin."Nosotros entendemos su decepción", dijo Mishra rápidamente. "Estén seguros deque esta sensación también es compartida por nuestro mas pujante y poderoso amo. Yono te voy a andar con rodeos hermano. Después de su última experiencia con tu gente,él quiere ser cauteloso. Él me ha confiado el poder de negociar en su totalidad en sunombre. Sin embargo, si no somos bien recibidos por su ausencia, nos disculparemoshumildemente y nos retiraremos de la misma forma en que hemos llegado.” Dijo esto yluego se inclinó por tercera vez.

Tawnos se dio cuenta que el hermano menor no estaba haciendo sus movimientosexagerados por Urza, sino por el gran número de Yotianos que había en las paredes.Incluso si el Artífice Principal hubiera querido, ya no podría enviar a los representantes

Fallaji devuelta.Tawnos mantenía su rostro en una máscara de indiferencia solemne, como lo

había hecho cuando era un muchacho y escuchaba a sus tíos hablar. Mantuvo la miradafija hacia delante, observando a media distancia, mas allá de Mishra.

Después de unos momentos, se dio cuenta de que estaba mirando a Ashnod sobreel hombro izquierdo de su maestro. Ella también tenía una mirada impasible en su rostrocomo la de una niña de la que se espera que se comporte mientras los padres hablan.

Tawnos parpadeó, dándose cuenta de que la mujer de pelo rojo podría pensar quela estaba mirando, y trasladó su mirada a pocos metros a la izquierda hacia una de lasruedas del gran vagón de metal.

Mientras lo hacía, Ashnod le llamó la atención y le guiñó un ojo. Fue un pestañeo,acompañado por el fantasma de una sonrisa. Tawnos dio un respingo, sus ojos selanzaron de nuevo a la mujer peliroja. Pero para ese entonces su rostro era una máscaraimpasible, diplomática.

Todo esto ocurrió en el tiempo que le tomó a Urza responder. "Eres bienvenidocomo representante de tu pueblo", dijo. "Déjame que te presente a la reina. ¿Mesigues?"

Una nueva reverencia breve y Mishra agregó suavemente, "Déjame decirte que teves muy bien, hermano. Se me habría roto el corazón si perecías en Korlinda".

"Es ..." Urza empezó y se detuvo. El mundo pareció girar alrededor de ellos porun momento, "Es bueno saber que tu también estás a salvo. Acerca de Korlinda…"

Mishra levantó una mano. "Podemos hablar de esa cuestión mas tarde.Permítanme decir que he pensado mucho en esto el último año. Ya hablaremos. Pero por el momento, no hay que hacer esperar a la reina."

La cara de Urza se estrechó por un momento, luego se relajó, y asintió. "Porsupuesto". Con esta frase giró sobre sus talones y caminó hacia la puerta. Mishra lesiguió, acompañado de la mujer. Tawnos cerraba la marcha.

La mujer de pelo rojo dudó al pasar al aprendiz. Se volvió un poco, y dijo: "Usteddebe ser Tawnos". Ella le tendió la mano.

Automáticamente, Tawnos tomó sus dedos y se inclinó un poco sobre ellos. "Losiento. Sí, soy Tawnos, aprendiz de Urza. ¿Usted es Ashnod, aprendiz en jefe deMishra?"

Ashnod retiró la mano, y otra vez una pequeña sonrisa se mostró en su rostro."Solo aprendiz", dijo. "Es típico de esos dos que no se molesten en presentarnos. Mishra

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es brillante pero a veces tiene el comportamiento social de un Atog. ¿Vendrá de familia,no?"

Tawnos trató de formar una respuesta, pero por el momento que había pensado enalgo relativamente inofensivo, ella había vuelto la espalda y seguía a los dos hermanoshacia la puerta. Tawnos sacudió ligeramente la cabeza y cerró la marcha, llegando a la

 puerta cuando Urza iniciaba la presentación de Kayla, enunciando sus diferentes títuloscomo un maestro de escuela leyendo un pergamino."...flor del Mardun, hija del Señor Feudal, Reina de los Yotianos y Señora Feudal

de Kroog, mi esposa, Kayla bin-Kroog", concluyó Urza. "Mishra, el representanteelegido de los Fallaji. El qadir no pudo asistir y le pide perdón." Tawnos notó que Urzaestaba mirando al senescal cuando él dijo esto último, y que el hombre nervioso sesobresaltó ante la implícita acusación. Kayla le ofreció la mano al hermano menor.

"Urza me habló de su belleza", dijo Mishra, inclinándose profundamente sobre sumano. "Pero me había olvidado de su capacidad para el eufemismo. Para él, unmajestuoso árbol es solo un número de planchas de madera, y una vista del desierto unnúmero de kilómetros que cruzar. Así, también, veo que ha desvalorizado seriamente su

encanto."Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Kayla. Tawnos pensó que la reina se

sorprendió, aunque ya hacía tiempo que se había vuelto inmune a los elogiosexagerados.

"Urza me había hablado de su hermano," dijo ella, "pero debo admitir que yo noestaba preparada para alguien tan elocuente."

“Me arrepiento de  pocas cosas en la vida", dijo Mishra, sin soltar la mano de lareina a la ligera " y una de ellas es de nunca haber tenido una hermana. Con usted comomujer de mi hermano, ahora eso está remediado". Con esta frase aflojó su mano, y ellala retiró suavemente.

Hubo otros tipos de introducción: Ashnod, Tawnos, el senescal y el Capitán de laGuardia, y se hicieron arreglos para que los Fallaji pudiera hacer descansar a su dragónmecánico. Pero la parte que Tawnos recordó más tarde, después de que todo fue dicho yhecho, fue la mirada de piedra que Urza le devolvió a su hermano menor cuando Mishrahalagó a Kayla, y la sonrisa de dientes blanquecinos de Mishra mientras este observabaa la mujer de su hermano.

* * * * *

El sonido de las naves voladoras les acompañó hasta el final del pasillo. Tawnoshabía pasado una manada de camareras corriendo a toda velocidad fuera de la residencia

real. Entonces oyó voces discutiendo que reverberaban como bolas de acero contra las paredes circundantes. Un poco más cerca, y el aire mismo aumentó de peso y potencia.Se sentía como si estuviera de vuelta en la costa mirando una tormenta meterse en tierra,empujando el aire frente a ella. Sin inmutarse, siguió adelante.

La puerta de los cuartos estaba cerrada, pero eso servía poco para atenuar losruidos desde el interior. Estando cerca, Tawnos podía distinguir las palabras, y sedetuvo un momento antes de llamar.

"¡La respuesta es no!" gritó Urza."¡Es un buen trato!" respondió Kayla con la misma voz alta. "¡Van a dejar la

Marca de las Espadas en paz!"“¡No tu tarea es negociar!", tronó Urza. Tawnos nunca había oído al Artífice

Principal hablar tan fuerte, incluso cuando estaba berreando al más incompetente de losaprendices.

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Tawnos dudó en llamar. ¿No sería mejor interrumpir y hacerles concientes de quesu lucha estaba resonando por todo el palacio, o esperar un momento que se calmaranlos gritos?

Tawnos llamó. Hubo un gruñido malhumorado de "¿Qué?" desde el otro lado, junto con uno más femenino, disciplinado, "Entre".

Tawnos entró en la habitación con cautela y dijo: "La delegación Fallaji está a laespera de la visita por el “orniario”, Artífice Principal."Urza le disparó a su aprendiz una mirada tan helada como el Glaciar Ronom. Sí,

 pensó Tawnos, este era un momento particularmente malo para interrumpir. A través delcuarto, Kayla estaba de pie, las manos cruzadas delante de ella. En el consejo privado,eso por lo general significaba que un determinado tema estaba cerrado.

"Si quieres que lleve a cabo la gira ..." añadido Tawnos, pero Urza ya tenía lamano levantada.

"Voy a estar allí", dijo el Artífice Principal, como Tawnos sabía que haría. La ideade su hermano merodeando en su área de investigación sin la presencia de Urza eraimpensable.

"El debate no ha terminado, esposa mía.", dijo bruscamente UrzaKayla asintió secamente. "Tienes razón, marido mío."Urza hizo una reverencia media, y salió de la habitación. Kayla, dijo, "Tawnos,

espera un momento".Tawnos miró al Artífice Principal. Urza frunció el ceño, y luego le concedió a

Tawnos. "Ven cuando puedas", dijo, y luego se fue, su capa formal ondeando detrás deél.

Tawnos se volvió hacia la reina. "Su Majestad", dijo, y agregó: "Señora"."¿Han escuchado nuestra ‘discusión’ en el pasillo?" dijo.Tawnos respiró hondo. "Creo que escucharon su ‘discusión’ hasta en las cúpulas

de Tomakul".Kayla sonrió y se dejó caer en una de sus sillas, una silla monstruosa y pesada,

con los brazos tallados como los del trono."No he oído mucho de ello", continuó Tawnos rápidamente. "La piedra lleva la

intensidad pero no la naturaleza de sus palabras."Kayla enlazó sus manos, los dedos templados, y tocó sus labios. "¿Diría usted que

las negociaciones han ido bien en estos últimos días?""Muy bien", respondió Tawnos. Y, en efecto, habían rayado en lo fenomenal,

teniendo en cuenta las conversaciones abortivas de Korlinda. Se habían presentadoregalos. Se habían hecho brindis. Se había hablado de muchos tópicos, y se habíanofrecido efusivos cumplidos. Reuniones privadas entre Kayla y Mishra habían dado

lugar a discusiones entre los Fallaji y el Consejo Privado. Los buenos sentimientos entrelas dos partes habían culminado en la oferta de Urza para mostrar a su hermano, el“orniario”. A cambio Mishra le había ofrecido a Urza y a su asistente hechar una miradaal dragón de vapor y al carromato grande. Las cosas iban muy bien.

"¿Y el embajador Mishra?" preguntó a Kayla. "¿Cuál es tu opinión sobre él?"Tawnos vaciló, inseguro de lo que Kayla quería saber. "Él es ..." El aprendiz

 búscó las palabras adecuadas. "Él es como su hermano, sólo diferente. Más efusivo.Más dispuesto a hablar".

"Pero no menos vigilante", dijo Kayla.Tawnos pensó por un momento. Sí, a pesar de todos los discursos y elogios y

cumplidos, Mishra era aún más cerrado que su hermano. Parecía sincero, pero ¿era su

sinceridad verdadera o sólo una máscara?Tawnos se dio cuenta de que nunca se le ocurriría pensar a Urza de esta manera.

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"Rara vez se lo que Urza está pensando, pero eso es porque es tranquilo. No sé quéestará pensando Mishra, porque sus palabras no me lo hacen notar."

Kayla mostró una pequeña sonrisa y dijo: "Es muy encantador, y he oído que loscomerciantes del desierto tienen la capacidad de hablar a una serpiente para que lesentregue su piel. ¿Crees qué tiene la capacidad para hacer cumplir cualquier acuerdo

hecho aquí?"Tawnos asintió con la cabeza. "Él trajo el dragón de vapor con él. Los hombresque le siguen, al parecer, le tienen en buena estima."

Kayla se quedó en silencio por un momento y luego dijo: "¿Crees que podemosconfiar en él?"

Tawnos levantó las manos. "No creo que le hayamos dado mucha oportunidad dedemostrar nuestra confianza hasta el momento."

"En realidad", dijo Kayla, y presionó sus dedos con los labios. "¿Qué pasaría si yole digo que Mishra estaba dispuesto a firmar un tratado que reconocía la reclamación deYotia por la Marca de las Espadas?"

Sorprendido, Tawnos dijo: "¿El qadir está dispuesto a hacer eso?"

Kayla levantó un dedo. "Yo dije '¿qué pasaría si…?’". La diplomacia está llena de‘que  pasaría sis…’  ideas inactivas que se ponen en marcha. Si no pueden volar, sonrápidamente negadas y más rápidamente olvidadas".

"Al igual que los prototipos del “orniario”", sonrió Tawnos, y pensó en lanaturaleza de la oferta. "¿Cuál sería el precio de esa bendición?"

Kayla asintió con la cabeza. "Colocar un precio por la protección de los nativosFallaji entre nuestra población, guardias para sus caravanas que atraviesen nuestratierra, y un pago simbólico de la tierra usurpada, pero no una disculpa formal porapoderarse de ellas. Junto con el reconocimiento del qadir como gobernante de losPueblos Unidos Fallaji. En términos nacionales, estas son cosas muy pequeñas. Perohay una última pieza, y que es el punto de fricción…" 

Kayla se quedó callada por un momento, y Tawnos no interrumpió la pausa.Cuando volvió a hablar, decoró la frase en tonos suaves.

"¿Cuáles son las habilidades de la piedra de Urza? La que lleva alrededor delcuello."

"¡Su Piedra del Poderío!" dijo Tawnos y se hizo la luz sobre él. "¡Mishra quiere eltalismán de su hermano!"

"¿Qué hace?" persistió Kayla. "Rara vez sale sin ella".Tawnos pensó en lo que había visto a Urza hacer con la piedra. Poco a poco

respondió: "Parece que hace a los artefactos y criaturas más poderosas dentro de unrango limitado. La usa para curar cristales de energia fallados, pero parece que funciona

de esa manera sólo en sus manos. Y él la tiene entre ellas cuando está pensando, aunque puede ser que sólo sea un hábito.""El Caballero Mishra tiene su propia piedra, parecida a la de su hermano", dijo

Kayla. "¿Te ha dicho eso?"Tawnos se quedó en silencio por un momento, luego sacudió la cabeza."Yo también me sorprendí de esto, tanto más cuanto que fue Mishra quién me lo

dijo", dijo Kayla con una oleada de irritación evidente en su voz. "Así que la piedratiene cierto poder, y Mishra la quiere. Mishra dijo que su piedra le cantaba. ¿La piedrade Urza también canta?"

"No que yo me halla dado cuenta", dijo Tawnos."Ni yo", coincidió Kayla. "Quizás el embajador puede estar usando algún lenguaje

del desierto por el cual yo no estoy familiarizado, por lo que sólo puede ser una alusiónmetáforica. Sin embargo, el hecho es que Mishra está dispuesto a garantizar la paz,

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respaldado por su dragón mecánico y otros dispositivos que ha dado a entender, todo siUrza renuncia a su piedra."

Tawnos negó con la cabeza. "Urza no hará esto, según creo yo.""Crees correctamente", dijo Kayla sombríamente. "De ahí la ‘discusión’ que

sacudió las salas de este palacio."

La reina de Yotia colocó sus palmas juntas, con los dedos extendidos, y lasretorció en un cuarto de vuelta una contra la otra, luego de vuelta. Tawnos recordó quehabía visto a Urza utilizar el mismo manierismo cuando se enfrentaba a un problema dediseño. Se preguntó si la reina había adquirido el mismo hábito que el PríncipeConsorte, o el Artífice Principal el de su esposa real.

“No creo que  le haga daño a la nación si Mishra consigue la otra mitad de la piedra ", dijo.

"Pero podría hacer daño a Urza," respondió Tawnos. "Al hacerlo, le puede hacerdaño a la nación."

"De acuerdo", dijo Kayla, girando de nuevo sus palmas una contra la otra, y luegocolocándolas en su regazo. "¿Pero puedo dejar pasar esta oportunidad? ¿Estoy

condenando la Marca de las Espadas a las redadas continuas y al resto del país a una base militar constante a causa de un elemento codiciado por dos hermanos?"

Tawnos se quedó en silencio por un momento y luego dijo: "Urza tiene razón".La frente de Kayla cayó, pero Tawnos agregó: "Ustedes dos necesitan hablar más

sobre el tema. Usted y Urza. Usted y Mishra. Mishra y Urza por sí mismos. Tal vezhaya algunos puntos en común que podrían liberar la Marca de las Espadas. Tal vezMishra está simplemente probando las aguas, tratando el prototipo de una idea para vercuál es su reacción. Tal vez se pregunta por la piedra pero se conformará con otra cosa,algo que usted quizas no sepa todavía."

Kayla suspiró. "Estos son los problemas de gobierno. Hay algunas situaciones quese resisten a todas las soluciones fáciles."

"Es por eso que estoy tratando de evitar proporcionarle alguna", dijo Tawnos.Kayla asintió con la cabeza. "Tawnos, su talento se desperdicia siendo aprendiz de

Urza. Serías una excelente senescal.” Tawnos hizo una mueca cómica. "Usted ya tiene un excelente senescal. Y si yo no

fuera el aprendiz de Urza, ¿con quién hablaría sobre el Príncipe Consorte?"Esta salida dibujó una sonrisa verdadera en el rostro de Kayla Bin-Kroog. "Es

verdad. Ahora vete. Sin embargo, asegúrate de contarme después como se estánllevando los hermanos."

Tawnos se reincorporó al Artífice Principal en el “orniario” cuando Urza estabaexplicando como logró mejorar el control de la superficie de las alas con una estructura

de doble curvatura. Mishra estaba atento y parecía hacer todas las preguntas correctas,guiando a Urza hasta su siguiente punto. Urza, por su parte, era académico, pero no pedante sobre su trabajo. Para Tawnos allí no parecía haber ninguna fricción entre loshermanos, y consideró que era probable que el tema de la piedra no se habría planteadoaún de cada lado.

Tawnos miró a su alrededor. La mayoría del resto de los Fallaji parecían aburridosmás allá de la concepción humana, y los estudiantes presentes habían oído la mayor

 parte de estas explicaciones anteriormente. Estaban mirando trozos del “orniario”,tratando de evitar quedarse dormidos.

Ashnod, sin embargo, estaba viendo a Tawnos. Cuando este miró hacia allí, ellavolvió la cabeza hacia atrás para ver lo que los dos hermanos estaban discutiendo.

Entonces, tan pronto como se dio la vuelta, pudo sentir la presión de los ojos de la mujersobre él. Esto se le hizo muy incómodo.

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Tawnos había asumido por lo que Urza le había dicho que Ashnod era la amantede Mishra, así como su estudiante. Sin embargo, los dos no se comportaban comoamigos íntimos. Y ese guiño anterior (si fuera realmente un guiño) y ahora estasmiradas “que no lo eran” contaban una historia totalmente diferente.

La charla se prolongó durante la mayor parte de la tarde. Mishra hizo una serie de

 pequeñas sugerencias propias con respecto al diseño, mientras que Urza señaló quéotros cambios serían necesarios. Finalmente se hizo evidente que aquella tarde no habríatiempo para observar al dragón mecánico y de hecho habría mucho por hacer si la cenade gala planeada para esa noche se iba a realizar como estaba previsto. Mishra fueefusivo en sus disculpas.

"Puedo ver que has logrado mucho aquí. Una vez que haya paz, espero ser capazde establecer mi propio taller de fundición y de laboratorio", dijo.

"Cuando eso pase", respondió Urza, "déjame que te envíe las notas sobre lasexperiencias de mi enseñanza. Descubrí que ciertos métodos funcionan mejor que otros

 para captar la atención de los jóvenes.""Como si nunca hubiéramos tenido ese problema cuando éramos jóvenes", dijo

Mishra riéndose, y Urza forzó una sonrisa apretada.Sí, pensó Tawnos, Urza no se había olvidado por completo del argumento con

Kayla, pero él no iba a permitir que su hermano se enterara de eso. No sería él quiencreara un incidente y tampoco el que echara a perder las esperanzas de su esposa por la

 paz.La cena de gala se celebró en el gran patio, una celebración al aire libre al estilo

Fallaji para honrar a los invitados. Cada cojín y manta que había en el palacio fue puesta para este servicio, y excelentes platos de cordero asado y pollo condimentado fueron presentados a los asistentes, que se sentaron junto a las mesas bajas. Los Fallaji, despuésde las cenas demasiado rígidas en sillas con respaldo, estaban encantados, mientras quelos Yotianos se desplazaban y se movían para encontrar lugares adecuados de descanso.El senescal había encontrado una banda de músicos Muaharin en la ciudad que notuvieron reparos en tocar para los miembros del clan Suwwardi, y el aire se llenó con elagudo sonido de sus cuerdas y enérgicos gritos.

Kayla se sentó con Urza a un lado de ella, y Mishra en el otro. Habló con ambos, pero sobre todo fue más cariñosa con su marido, y en un momento le ofreció un dátilrelleno con queso. Él no la dejó darle de comer, sino que tomó el fruto de su mano y lesonrió, introduciendo el manjar en su boca. Los habitantes de la ciudad que vieron a la

 pareja real estuvieron encantados con su muestra de afecto. Para Tawnos era una señalde que quizás la tormenta en su cuarto privado había culminado. Por su parte, Mishra,siempre que hablaba con Kayla, continuó ensalzando alguna virtud u otra de la vida en

el desierto.La comida transcurrió durante ocho platos, fiel a la tradición Yotiana, pero todoslos platos fueron de origen Fallaji. Además del cordero y el pollo hubo un pescado a la

 parrilla hecho con pimientos picantes, ensaladas de espinacas y queso de cabra, y todotipo de carnes saladas. Todo estaba servido con un vino acre con olor a canela. El vino,llamado nabiz, era tan potente como penetrante, y Tawnos notó que varios de losYotianos lo utilizaron para compensar las molestias por trasladarse a través de lasalmohadas. La mayor parte de la mesa consistía en lugartenientes Fallaji, que se reíanentre sí, y cuando una melodía reconocible apareció en la banda, se unieron en un baileformando un línea larga. Mishra se unió a ellos manteniendo el ritmo con susmovimientos y patadas.

Una sombra se movió al lado de Tawnos. "Interesante, ¿no?" preguntó Ashnod,sentándose al lado de Tawnos.

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"Danza guerrera tradicional", respondió Tawnos. Ashnod levantó su copa, unade las de oro de la celebración del décimo aniversario del señor feudal. Tawnos alcanzóla jarra de nabiz y le volvió a llenar la copa.

Ashnod hizo un ruido grosero ante las palabras de Tawnos. "Un gesto tradicionalde los niños", dijo con una mala articulación de su voz, y Tawnos se preguntó cuánto

vino habría tomado. "Los Fallaji son típicamente machistas, y los Suwwardi son lo peorde la manada. Mishra tuvo que darle prácticamente un garrotazo en la cabeza al qadir para que aceptara negociar con una mujer desde el primer lugar. Las mujeres debenestar criando a los niños y horneando pan sin levadura, no involucrarse en la política, laguerra, la religión, la ciencia o cualquiera de las demás 'cosas de chicos’."

Tawnos no se mostró sorprendido ante las palabras de Ashnod. "Los tiemposcambian para todos nosotros", dijo. "Tal vez los Fallaji también cambien." "No durantemi vida o la tuya", respondió Ashnod. Se llevó una mano delgada contra el esternóndesnudo y ahogó un eructo.

"Ellos están aquí, negociando con una mujer, y las cosas van bien. Y tú, unamujer, estás entre ellos", dijo Tawnos.

"Yo soy simplemente tolerada", respondió la mujer pelirroja. "Soy aprendiz deMishra y asistente. El gran Mishra es ahora tanto el líder de los Fallaji como lo es elqadir, y los jefes confían en él más que en el jóven cachorro grasiento para la ejecuciónde las cosas. Así que me aguantan. Y las leyendas Fallaji dicen cosas acerca de mujeres

 peligrosas con el pelo rojo". Dejó la taza y deslizó sus dos manos a través de sus largastrenzas, arqueando la espalda mientras lo hacía. "Así que también me temen."

"¿Deberían?" preguntó Tawnos. Aunque sabía que estaba sintiendo los efectosdel nabiz a través de su sistema, él no podía reprimir su interés por esta mujer.

"¿Temerme a mí?" dijo Ashnod con una sonrisa diabólica. "Me gustaría pensarasí. Pero si Mishra los dejara mañana, me habría ido también antes del anochecer; deeso si que no tengo ninguna duda."

Tawnos no hizo ningún comentario y en su lugar miró a los bailarines. Lamayoría de los Fallaji se habían unido a la danza, que se había transformado en unalínea en espiral que se curvaba en sí misma. Mishra presidía la procesión y había atraídoal delgado senescal para que lo acompañara. El “hombre  pájaro” intentó imitar los pasosde Mishra y realizó un trabajo admirable, arqueándose, y gritando. Otros miembros del

 personal de palacio se habían unido a la procesión, pero tanto el desconocimiento comoel vino con especias hizo su efecto en contra de ellos, reduciéndolos a meras figuras enla procesión. A los Fallaji no les pareció importarle, de hecho les impulsaron a hacergiros cada vez mas grandes y a rugir cada vez mas fuerte.

"Las cosas está yendo muy bien", dijo Tawnos. "Mejor de lo que te puedes

imaginar", dijo Ashnod suavemente. "¿Qué piensas del orniario?" preguntó Tawnos."Más impresionante de lo que esperaba", respondió Ashnod, sacudiendo el pelo haciaatrás, "El Maestro Mishra es celoso, ya sabes. No es que lo admitiría, pero él ha estadohablando de conseguir un lugar para establecer su propio trabajo durante años. Yo creoque por eso él quiere este tratado de paz. Ha estado reclutando artesanos de Tomakul yZegon, pero no tiene un lugar permanente para ellos. "

"Tawnos asintió con la cabeza. Ashnod estaba compartiendo más de lo quedebería, pero él no tenía problemas en escucharla."Sin embargo", dijo, "es una pena quenos quedáramos mucho tiempo en el orniario. Me hubiera gustado haber examinado ..."Tawnos miró a los ojos de tormenta de Ashnod y casi perdió su pensamiento ". ... eldragón mecánico de Mishra", terminando la oración sin convicción.

"¿Quién dice que no puedes?" preguntó Ashnod. "Bueno, siempre hay unmañana", dijo Tawnos. Ashnod negó con la cabeza. "Mañana no. Esta noche". Tawnos

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la miró fijamente. "Estamos en un banquete". "Más tarde", dijo Ashnod. "Escucha. ¿Se puede conseguir burlar a los guardias Yotianos en esta ala del palacio?"

Tawnos pensó por un momento. "Ellos me conocen. Yo no creo que sería un problema."

"Y yo puedo pasar por los sombreros de latón que protejen al artefacto," dijo la

mujer, sacudiendo la cabeza. "Ellos me conocen y me temen, ¿recuerdas? Te puedo darun tour privado. ¿Te interesa?"Tawnos tartamudeó por un momento, y Ashnod agregó: "Vamos. Se supone que

debemos ser estudiantes. Esto significa que en ocasiones podemos hacer novillos.¿Nunca has hecho novillos?"

"Núnca", dijo Tawnos, y se dio cuenta de que se ruborizaba. "Bueno, casi núnca.¿Tú?"

Ashnod puso cara severa, burlándose de su compañero. "Nunca", dijo en un tono bajo, masculino, luego sonrió y guiñó un ojo. Esta vez con un guiño definitivo. "Bueno,casi nunca. Así que, ¿te interesa?" Tawnos se dio cuenta de que podría ser unaoportunidad para obtener información adicional sobre Mishra para la reina y el Artífice

Principal. "Sí", dijo al fin. "Creo que me gustaría.""Estupendo", dijo Ashnod, alzándose sin problemas de su asiento, sin un signo

de los efectos del alcohol que había estado consumiendo. "Cuando las campanas den lamedianoche, entonces. Ven a mi cuarto. Y trae un vino civilizado y decente, ¿ok? Estevino del desierto es como caramelo líquido."

Habiendo dicho esto desapareció entre los grupos de borrachos Fallaji yYotianos, todos gritaban y arrastraban los pies al ritmo de la música, formando unremolino cada vez mayor de celebrantes.

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Capítulo 14Movidas Nocturnas

 T awnos eligió un vino blanco de la bodega privada, que la cocinera del palacio

le aseguró que era la mejor vendimia que las viñas de Korlis habían producido en cienaños. Aun así el aprendiz de Urza se sentía más un espía que un erudito con una jarra devino. En el último momento cogió su serpiente de madera de alcanfor, la que habíaimpresionado a Urza años atrás. Le dio cuerda al juguete, le puso el seguro, y colocó laserpiente enroscada de madera en su bolsillo.

Fuera de la ciudad, la campana tocaba la medianoche . Los sirvientes estaríanretirando el banquete, y aquellos juerguistas que no fueran capaces de retornar a susaposentos se acurrucarían en un rincón cómodo y se cubrirían con una manta hasta lamañana siguiente. Urza y Kayla estaban unidos por sus brazos, sus cabezas juntasentablando una conversación. Mishra que había completado un último baile con sushombres, les ordenó volver al campamento. Él y Ashnod se quedarían en los cuartos

 proveídos por el palacio. Por lo que Tawnos sabía esa decisión se debió a la limitadadisponibilidad de camas y agua corrriente para tantas personas.

Después de hablar con Ashnod, Tawnos había dejado de tomar nabiz. Sinembargo, la otra bebida que se ofrecía era un café espeso, almibarado, servido en tazas

 pequeñas. La mezcla le revolvió el estómago un poco, y le hizo sentirse nervioso.Por lo menos Tawnos deseaba que sólo el café y el nabiz fueran lo que le producía

esa sensación rara en su estómago.Tawnos se detuvo en el pasillo que conducía a los aposentos de los invitados,

luego cambió de dirección, dirigiéndose en su lugar al orniario en el otro extremo del palacio. No había pasado mucho mas allá de la medianoche. Urza todavía estabadespierto y podía decirle lo que debería buscar, en particular, al inspeccionar la bestiametálica.

El aprendiz llegó solo para descubrir a Kayla retrocediendo en silencio y cerrandola puerta del orniario, hechó una última ojeada al taller mientras hacía esto. Sesobresaltó un poco cuando vio a Tawnos allí, y luego se llevó un dedo a los labios.

"Está descansando", susurró. "Sería la primera vez.", dijo Tawnos en silencio. "Hasido un largo día", dijo, "y uno bueno para él". "Sí", dijo Tawnos. "Él y su hermano

 parecían llevarse bien."Kayla empujó un mechón de pelo hacia atrás, y una pequeña sonrisa irrumpió en

su rostro . "Sí, eso," dijo ella, "entre otras cosas. En cualquier caso, no creo que debasmolestarle por un tiempo."

Tawnos asintió con la cabeza, de pronto consciente de que llevaba una botella devino blanco con él. Afortunadamente Kayla no dijo nada al respecto. De todos modos,ocultó la jarra ligeramente por detrás de él y preguntó, "Acerca de la, eh, la discusiónanterior entre ustedes dos".

Kayla se encogió de hombros y se alejó de la puerta. "Ya hemos hablado.Tuvimos una buena conversación."

"¿Y qué te dijo?" preguntó Tawnos. Kayla vaciló un momento y luego dijo: "Élno dijo que no." Tawnos hizo un gesto sabio. "Bueno, eso es un comienzo." "Un buencomienzo", coincidió Kayla. "Ahora, creo que ambos tenemos que estar en otros lugaresen este momento."

Tawnos se sonrojó un poco. Por supuesto, la reina había visto la botella, e hizo la

suposición de que había alguna cita nocturna. Mañana le diría la verdad del asunto ycomo era la naturaleza del dragón de vapor. Por el momento, simplemente hizo una

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reverencia y se retiró hacia el ala de invitados.Los cuartos de huéspedes

consistían en un ala separada del palaciode Kroog, y Ashnod y su maestro sehabían colocado en pisos separados, cada

uno en una zona de grandes suites. Ungrupo selecto de funcionarios, conocidos por sus oídos abiertos y boca cerrada,había sido asignado al ala, junto con unnúmero de guardias leales. Se les

 permitió a los Fallaji mantener sus propios guardaespaldas, entendiendo queellos también estarían bajo vigilancia.Después de la segunda noche Mishrahabía despedido a sus propios guardias

como un signo de confianza en sus anfitriones.

Los arreglos fueron de naturaleza muy Kroogiana. Cada oferta de beneficenciaocultaba algún método implícito de control. Tawnos se preguntaba hasta qué puntosabía de esto Urza, y decidió que era muy poco lo que el Artifice Principal no sabíaacerca de los arreglos para la visita de su hermano.

Los guardias levantaron sus lanzas cortas para dejarlo pasar. Tawnos golpeó y la puerta se abrió por su llamada.

Ashnod estaba trabajando en una mesa, ajustando cables alrededor de un cráneode animal, que había sido colocado en su bastón de madera oscura. Alzó una mano antela entrada de Tawnos, "Un momento", dijo, e introdujo una cadena pequeña dentro delas fosas nasales del cráneo. "Ahí está. Listo.". Levantó la vista.

Había un fuego en sus ojos curiosos que Tawnos había visto antes. Lo había vistoen los ojos de Urza, cuando estaba trabajando en un nuevo refinamiento de algunainvención, y en el espejo cuando el mismo estaba ayudando al Artífice Principal.

Ashnod parpadeó y el fuego se extinguió momentáneanmente, pero ahora queTawnos la había visto en toda su gloria, supo que lo podría detectar. "Sólo un pequeño

 proyecto con el que he estado pasando el rato", dijo, dejando su vara a un lado.Tawnos miró la vara y notó que el cráneo del animal encajaba cómodamente en el

final. "¿Algo en lo que necesitas ayuda?" se ofreció.Ashnod negó con la cabeza. "Es sólo una trabajo para mantener mis manos

ocupadas". Luego sus ojos se iluminaron. "¡Ah, has traído el vino! ¡Traigo las copas!¡Vamos a hacer un brindis, y luego llevaremos la jarra con nosotros hasta el artefacto!"

Tawnos dejo la botella sobre la mesa y se sentó en un banco. "Espero que no seademasiado tarde.""No es tarde para nada", dijo Ashnod, saludando al otro aprendiz con un par de

vasos de bronce, los nudillos cruzados y apretados en su pequeño puño. "Estoyacostumbrada a trabajar con Mishra. Se levanta muy temprano y se va a la cama muy,muy tarde."

"El Artífice Principal hace lo mismo", dijo Tawnos, vertiendo el vino. "Heaprendido a dormir la siesta".

Ashnod tomó su copa. "Yo nunca podría hacer eso. Sin embargo, el sanduq, esecafé espeso que beben en el desierto, me funciona. Una taza y puedo permanecerdespierta durante el día y la noche. Luego caigo en un estado de coma por agotamiento".

Tawnos se frotó la parte de atrás de su cuello. Se había tomado no menos decuatro pequeños vasos en la cena.

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Ashnod levantó la copa. "Un brindis: ¡Por lo locos que son nuestros maestros!"Tawnos se sobresaltó. "¿Lo locos?"Ashnod bajó la copa un poco. "¿Por Mishra y Urza?" sugirió."Por los hermanos artífices”, respondió Tawnos y devolvió el brindis. Ambos

tomaron un sorbo de vino. Tawnos nunca se había preocupado por el olor o el sabor del

vino blanco, pero después de la comida extra condimentada y picante el sorbo le sentocomo los dioses.Ashnod se sentó frente al aprendiz de pelo rubio. "¿Así que no crees que nuestros

maestros están locos?""Diría, divinamente inspirados, a veces," dijo Tawnos. "¿Pero locos?" "Hay una

línea muy fina entre los dos", señaló Ashnod. "¿Podemos decir que los dioses o lalocura los controla? ¿Cuántas veces Urza te ha sugerido algo completamente irracional,y que al final probó ser correcto?"

Tawnos se encogió de hombros. "Siempre asumí que había una razón para susacciones, aunque no las comparta conmigo. "

"¡Hum!" dijo Ashnod. "Pensé que era una tradición que los aprendices siempre se

quejaran de sus maestros. Tú eras un fabricante de juguetes, según he oído. ¿Entoncesno te quejabas con tu maestro cuando trabajabas para él?"

"Bueno, mi maestro y fabricante de juguetes de Jorilin era mi tío, así quenunca…", dijo Tawnos, luego se detuvo cuando Ashnod estalló en carcajadas. Ashnoddebió haber leído la decepción en el rostro de Tawnos porque ella cortó rápidamente surisita. "Suenas como un pequeño patito, siempre siguiendo detrás a su mamá pata. Tallealtad es tan dulce. Así que tú primer maestro fue un familiar, y tu nuevo maestroes...?"

Tawnos se encogió de hombros. "Es Urza. Él sabe más que nadie que hayaconocido antes".

Ashnod miró a Tawnos, y dijo en voz baja, "Dioses de las profundidades, lo dicesen serio, ¿no?"

Tawnos se encogió de hombros. "Por supuesto. ¿Por qué un maes ... un superiorno puede saber más que tú?"

"Pero tú sabes cosas que él no sabe, ¿verdad?" dijo Ashnod acercándole su copavacía.

"Bueno, sí", dijo Tawnos vertiéndole vino, y entonces, como una idea tardía, llenósu propia copa. "Pero de los asuntos importantes, él sabe más que yo."

"¿Y es por eso que nos quedamos con ellos, entonces? ¿Por qué ellos saben másque nosotros?" dijo Ashnod.

"En parte", dijo Tawnos, inclinándose hacia atrás. "Una pequeña parte. Me refiero

a que Urza es exigente y preciso y difícil de seguir a veces cuando le ronda una idea porsu cabeza.""Mishra se comporta igual", dijo Ashnod. "Y cuando obtiene esa idea y la explica,

es como si él mismo luchara por comprenderla, elije palabras simples y pequeñas paraque uno pueda seguirle. Y siempre espera que puedas mantenerte al día con él."

Tawnos se echó a reír ahora. "Asi es Urza a veces. ¿Has visto la cámara de vientoen el orniario? Urza la mandó construir para que los estudiantes pudieran comprobarque las modificaciones que ellos hacían a sus ornitópteros no les iban a funcionar,salvándose la molestia de explicarles y salvándoles a ellos de construir un modelo encompleto funcionamiento."

"Yo diría un modelo sin funcionamiento", dijo Ashnod y Tawnos sonrió. "Como

he dicho antes, en la fiesta, Mishra realmente envidia la forma de trabajar que tiene tuhermano . Un gran palacio. Una escuela de asistentes. Suministros regulares." Hizo una

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 pausa por un momento y luego añadió, "Una esposa hermosa".Tawnos respondió: "Hay cosas en la vida de Mishra que Urza envidia. Ahí está el

dragón mecánico, obviamente.""¿En serio?" dijo Ashnod mirando por encima de su copa. "¿Urza te dijo eso?""Una vez que te alejas de la maquinaria, Urza no dice mucho", respondió Tawnos:

"Pero uno entiende sus estados de ánimo, su aspecto. Lo que él habla, y lo másimportante, lo que no habla.""Lo mismo ocurre con el Maestro Mishra," dijo Ashnod. "O algo así, habla, pero

evita ciertos temas. Y uno puede decir lo que está en su mente por lo que no habla.Parece como un genio en el centro de un torbellino."

"Correcto", dijo Tawnos ", y Urza siente que Mishra tiene un mayor sentido de lalibertad, a veces. Urza siente que tiene que ser tan responsable de todo, y el desiertoofrece la libertad…¿Qué es tan gracioso?"

"Nada", dijo Ashnod, ahogando una risita. "Pero es sorprendente que los Fallaji seencuentren actualmente en el puño de hierro de un petulante niño-hombre. Si usted

 piensa que el desierto significa libertad, núnca ha visto al qadir."

"Creo que a Urza le gustaría mucho más estar trabajando en los artefactos quetratar de apoyar a una nación", dijo Tawnos.

"Pareciera que a Mishra también", dijo Ashnod, levantando la copa en otro brindis. "Es el amor por los artefactos lo que los une y probablemente nosotros estamosunidos a ellos por esto también. Hay algo acerca de meterse debajo de la piel de unnuevo dispositivo."

"Si, estoy comprendiendo este nuevo concepto", coincidió Tawnos."Desbloquear sus secretos interiores.""Comprender la filosofía del diseño detrás de él.""Sentir su poder"."Comprender su propósito", dijo Tawnos ", y expandir sus capacidades."Ashnod rió de nuevo, y era una risa relajada. "Hay pocos de nosotros, ya sabes.

Yo soy uno de los pocos que puede hablar con Mishra y entenderlo.""Me siento de la misma manera con Urza", dijo Tawnos. Y luego de una pausa,

"Y contigo también.""Yo trataría de no utilizar palabras cortas", dijo Ashnod."Y yo trataría de seguirle el ritmo", dijo Tawnos."Es todo tan difícil", dijo Ashnod. "Quiero decir, me siento doblemente

amurallada, lejos de todo. En primer lugar, una mujer poderosa entre los Fallaji es unaexcepción, no una regla. Y en segundo lugar, ser un ser inteligente entre la gente deldesierto es tan…" 

"Frustrante", sugirió Tawnos."Exactamente", dijo Ashnod. "Sírveme otro.""Deberíamos ver el artefacto", dijo Tawnos."Hay tiempo", dijo. "Tiempo para todo en el mundo".Tawnos virtió el líquido, y dijo: "Volví a Jorilin hace unos meses, y le conté a mis

tías y tíos lo que estaba haciendo. Y ellos fueron muy educados y agradecidos, pero nocreo que ellos entendieran mi trabajo en absoluto. "

"Por lo menos lo apreciaron", dijo Ashnod. "Yo lo único que obtengo son miradashostiles de los Suwwardi. Pero era lo mismo en Zegon. Al principio pensé que era

 porque yo era una mujer, pero luego la gente se distanciaba porque yo era másinteligente que los demás. Es frustrante, ser inteligente. Te separa del resto de la

 población. "“Es difícil ser diferente ", admitió Tawnos.

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"Y apuesto a que el trabajo continuo te mantiene alejado de tu familia. Tusamigos", dijo Ashnod. "Tu mujer".

"Esto…eh…no soy casado", dijo Tawnos."No estaba hablando de tí", dijo Ashnod. "Sin embargo apuesto a que ni siquiera

tienes una jovencita cerca tuyo."

"Bueno, he estado muy ocupado", dijo Tawnos en su defensa."Igualmente", dijo Ashnod, golpeando la mesa con la parte carnosa de la palma desu mano. "Al igual que Urza ‘Mamá Pata’. ¿Estás trabajando para el hombre más

 poderoso de Yotia y no tienes a las chicas arrojandose a tus pies?"Tawnos se encogió de hombros. "¿Y tú?""¿Entre los Fallaji? ¡Ja!" Ella golpeó la mesa de nuevo. "¡Realmente creo que

ellos deben tener un programa de cría para producir esos zoquetes!" "¿Y qué pasa conMishra?" preguntó Tawnos.

La risa de Ashnod se desvaneció. "Mishra," dijo ella, y sus ojos se humedecieronun poco. "Al principio, sí. Pero no era tanto una relación, ya que era una cosa de poder.Algo así como ‘quién-controla-a-quién’. Y rápidamente todo se gastó, y pronto volvió a

 preocuparse sólo por sus preciosas máquinas. No me gusta quedar relegada por susmáquinas."

Tawnos asintió con la cabeza. Así que había habido una relación entre Mishra ysu alumna, pero al parecer había quedado en el pasado. Pero había algo más en sus

 palabras que casi se perdió."¿Maquinas?," preguntó Tawnos."¿Perdón?," parpadeó Ashnod."Usted dijo que se preocupa por sus máquinas", dijo Tawnos. "En plural".Ashnod se detuvo en seco. "Ahí está el dragón de vapor. Y el gran carromato del

que tira. Los Fallaji le llamaron su ‘máquina de guerra’, pero Mishra dijo a todos que nose refirieran a ella como tal durante las conversaciones. Podría poner nerviosos a losYotianos.” 

"Uh-huh", dijo Tawnos, tratando de recordar aquella información para másadelante. Tal vez un recorrido por la máquina de guerra estaría bien.Tawnos decidió empujar un poco más. Es evidente que no iban a llegar hasta el dragónmecánico hasta que se acabara el vino, y tal vez ni siquiera entonces. "Entonces,¿Mishra tiene el poder para imponer una paz?"

"Si él quiere, sí." dijo Ashnod. "El qadir se quejará y gritará, pero la mayoría delos jeques menores están de parte de Mishra. Los jefes tribales quieren todo de unaforma u otra. Por la gloria de la guerra o la felicidad de la paz, sin un término medio.Son como máquinas en ese sentido. Fáciles de mandar y controlar ".

"Entonces, ¿qué es lo que Mishra quiere realmente?" dijo Tawnos. "Quiero decir,Urza hasta le puede ayudar a establecer su propia escuela, si ese es su objetivo."Ashnod negó con la cabeza. "Los Fallaji no se comportan así, ellos no aceptan

ayuda, o regalos, o caridad. Se trata de tomar lo que quieren, a través del comercio, o lafuerza de las armas o el engaño o cualquier otra cosa necesaria. El viejo señor feudal sedió cuenta de esto, pero no creo que la buena Reina Kayla tenga una sola pista."

Tawnos frunció el ceño. "Mishra no es Fallaji. Es Argiviano, como Urza."Ashnod respondió, "Mishra ha vivido entre los Fallaji, y ahora viene como su

lider. Él entiende su forma de ser mejor que Urza entiende a los Yotianos. No, Mishraen su corazón está celoso de su hermano, y quiere lo que le pertenece."

Tawnos pensó en su conversación con Kayla al principio del día. "La piedra".

Ashnod asintió con la cabeza. "La piedra. Mishra me dijo que la que el lleva unavez fue una piedra más grande que se partió en dos por culpa de las acciones de su

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hermano. Urza ¿El te dijo lo mismo?"Tawnos abrió la boca, pero no salió ningún sonido. "Nunca hemos hablado de eso,

y nunca se me ocurrió preguntar.""¡Pequeño patito!" escupió Ashnod, "Mishra envidia a su hermano su cómoda

vida y su laboratorio y bella esposa. Eso es cierto. Pero lo que realmente quiere es la

 piedra.""¿Y es por ello que vale la pena cambiarla por la Marca de las Espadas?" preguntóTawnos.

"Vale la pena hablar sobre cambiarla por la Marca de los Suwwardi", se rióAshnod. "Los Fallaji consiguen lo que quieren, por la guerra o el ingenio. Y si todo haido bastante bien, él ya tuvo éxito."

Ashnod se dio cuenta de inmediato que había dicho demasiado, y puso una manosobre su boca. Por fin dijo: "Yo no debería decir nada más sobre eso. Secretosdiplomáticos y todo eso. Tenemos que ir a ver el dragón mecánico."

Inmediatamente Tawnos se sobresaltó, su mente recordando los acontecimientosacaecídos el día anterior. El encuentro con Kayla fuera del orniario. El hecho de que

estaba contenta con Urza en el banquete, cuando antes se habían tratado con tantavehemencia. El hecho de que ella hubiera insistido a Tawnos que no molestara a Urza.Ambos tenían una cita a donde acudir, había dicho ella.

Él no había dicho no, ella lo había dicho."Me tengo que ir", dijo Tawnos.Ashnod levantó su rostro. "Tenemos toda la noche.""Creo que necesito hablar con Urza." dijo."Ya es tarde, incluso para Urza", dijo Ashnod. "Tal vez si me acompañas.""Esperemos que no sea demasiado tarde", murmuró Tawnos, y se detuvo en la

 puerta. Se volvió y dijo: "Vas a tener que quedarte aquí, me temo. Esta ha sido unanoche muy interesante, y espero que esté equivocado en lo que estoy pensando, porqueme gustaría hablar contigo otra vez, más adelante. "

Y con esas palabas se marchó y las picas de los guardias se hicieron visiblescuando la puerta se cerró. Ashnod negó con la cabeza detrás de él, sosteniendo su copade latón en una mano. En el exterior, Tawnos gritaba a los guardias que encontraran alembajador Mishra.

He dicho demasiado, pensó. Y demasiado pronto. Sacudió su cabeza y apuró delcáliz la última gota de vino.

Luego se fue a su joyero y sacó un par de aretes. Le quitó las piedras iridiscentesde ellos y colocó el bastón con el cráneo en el extremo de nuevo sobre la mesa. Poco a

 poco, pero con una habilidad práctica, empezó a encajar las piedras de pequeña potencia

en los ojos de la calavera.* * * * *

Tawnos tuvo que sacudir a Urza para despertarlo. El Artífice Principal no sedespertó cuando su aprendiz irrumpió en el orniario, ni cuando le llamó por su nombre.Había un jarro volcado de vino picante en el suelo, pero sólo una fina corriente secolaba desde su ancha boca. Del mismo modo, un par de copas medio vacías habíanquedado haciendo círculos a la izquierda sobre los planos en la mesa de trabajo. Urzaestaba bien acurrucado en una manta, roncando suavemente, en la cama que utilizabacuando se quedaba trabajando hasta tarde o cuando peleaba con Kayla.

Tawnos sacudió el hombro de Urza con fuerza, y el artífice se despertó de unsobresalto, se sentó muy erguido, sus párpados latiendo con rapidez para quitarse de

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nuevo el sueño. "Tawnos ¿Qué? ¿Hay un incendio? ¿Qué pasa?" Debajo de la manta,Urza estaba a medio vestir, y la ropa que llevaba puesta estaba desarreglada en formaextraña.

Tawnos miró a Urza, y dijo: "Señor, la piedra."Instintivamente, los dedos de Urza se lanzaron hacia su pecho, donde la piedra

colgaba normalmente. Se cerraron en el aire vacío. Inmediatamente levantó la mano para tocar su cuello, pero la cadena que colgaba allí había desaparecido."¡La piedra!" dijo, la última gota de sueño se desvaneció de sus ojos, sustituido

 por un fuego ardiente. "¿Dónde está?" Inmediatamente comenzó a desgarrar la ropa decama y la manta.

"Señor", dijo Tawnos, "Me encontré a su esposa cuando salía de aquí ....""¿Kayla?" dijo Urza mirando hacia arriba. Entonces su rostro se tornó severo.

"Kayla", dijo una vez más, el filo de una daga en su voz.Urza se convirtió en un torbellino de acción, recogiendo sus insignias reales del

 banquete en un aparente orden. Agarró su capa, en busca de los lazos, y luego laabandonó por completo, maldiciendo y arrojándola al otro lado de la habitación. Luego

se fue a la puerta, gritando a Tawnos que le siguiera.Tawnos era más alto que Urza, y debería haber sido capaz de alcanzar al hombre

más bajo fácilmente. Sin embargo, Urza se movía como si fuera una encarnación delornitóptero, deslizándose por los pasillos a una velocidad inhumana, pasando por losguardias como si no fueran más que fantasmas. Tawnos mismo fue detenido porguardias del ala de invitados, quienes le informaron que Mishra no estaba en su cuarto.Agregaron que una búsqueda completa del ala no reveló nada. Le preguntaron a Tawnossi quería que sellaran el palacio y enviaran un mensajero al campamento Fallaji paradeterminar si Mishra había vuelto allí. Tawnos afirmó rápidamente pero para elmomento en que concluyó la breve conversación, Urza se había desvanecido delante deél.

Hubo gritos de nuevo desde los aposentos reales mientras Tawnos se acercaba, pero esta vez ambas voces eran de sexo masculino, y en pleno auge. Además, esta vez la puerta estaba abierta, casi arrancada de sus goznes, y Tawnos pensó que había sidoabierta con una fuerte patada en lugar de un giro de la cerradura. Desde la puerta seemitía un espectro cambiante de luz.

Tawnos se detuvo en la puerta y levantó la mano para mirar más allá de la luz.Salía de la Piedra del Poderío de Urza, y también de la gema de Mishra, formando los

 polos de un imán, con la misma luz actúando como una limadura de metal estirada entreellos. Urza había recuperado la piedra, y ahora le estaba gruñendo a su hermano en lahabitación. Mishra estaba gritando algo incomprensiblemente más atrás de él, la sonrisa

del embajador Fallaji fue reemplazada por un gruñido salvaje. Sus palabras se perdieronen un zumbido furioso de energía entre las dos piedras. Entre ellos, contra la pared delfondo, estaba Kayla bin-Kroog.

Tawnos se dio cuenta de que Urza no había sido el único que se había vestido enun apuro. La ropa de Mishra estaba igualmente desordenada, y la reina tenía una sábanaenvuelta alrededor de su torso, aferrándola contra su pecho. Vio a Tawnos y su rostroresplandeció con alivio. Ella dijo algo que Tawnos no pudo oír debido al latido pulsantede la batalla entre las piedras. Dio un paso hacia adelante, hacia él.

Tawnos levantó las manos y gritó para que se quedara detrás. Todo lo que estaba pasando entre las piedras, y entre los hermanos, envolvía una energía que ni él conocíani tampoco confiaba.

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Podría haber sido por el grito de Tawnos, o por el movimiento de sus brazos. O podría haber visto a Kayla dando un paso casi hasta el borde de la energía entre las dos piedras. O podría haber sido un momento de debilidad por parte de Urza.

Lo cierto es que Urza dejó caer la piedra. Pero sólo un instante, y luego la volvióa sujetar en su mano. Sin embargo, dejó caer la piedra, y eso fue suficiente.

Un arco iris violento de energía vomitó de la piedra de Mishra, y se estrellócontra Urza. El alargado cuerpo del Artífice Principal fue levantado por la fuerza delgolpe y arrojado hacia atrás, contra el armario, rompiendo las puertas del gabinete haciael interior por el impacto.

Entonces, de repente, la energía de la piedra de Mishra se extinguió, y fue comosi los que estában dentro de la habitación se sumieran de pronto en la oscuridad, tangrande era la magnitud de la diferencia en la luz. Tawnos parpadeó y se dirigió haciadonde sabía que estaba Urza. Alguien pesado y corpulento, Mishra, según se dio cuentamás tarde, se estrelló contra él, pasando a su lado y atravesando la puerta.

Kayla ya estaba al lado de Urza, gritando mientras se arrodillaba al lado de sucuerpo postrado. Los ojos de Urza estaban abiertos, pero estaban completamente

 pálidos, y su respiración era superficial y espumosa. Todavía apretaba en su mano suPiedra del Poderío, un arco iris de colores escapaba entre los dedos.

"Los amuletos del templo", dijo Tawnos a Kayla. "Los que hizo Urza. ¿Ustedtiene uno aquí? Tal vez podamos..."

Kayla estaba asintiendo con la cabeza, pero no tuvo tiempo para terminar sus pensamientos. La piedra que Urza apretaba en su mano empezó a latir con más fuerza ya brillar mas intensamente, en rangos que Tawnos pudo más sentir que ver. Poco a

 poco, la otra mano de Urza se alzó, y agarró la piedra, y su respiración se hizo másregular. Sus ojos se cerraron, y cuando se abrieron de nuevo, ya eran normales.

 No pensó Tawnos ellos no eran normales. Estaban llenos de emoción. Llenos deira.

Urza se levantó. Kayla trató de detenerlo, para decirle que debía descansar hastaque los sacerdotes del templo llegaran, pero él levantó su brazo para apartarla. Como loalzó demasiado fuerte y demasiado rápido, golpeó a Kayla con él. Ella se hechó haciaatrás, y Tawnos le tendió una mano a su superior, poniendo otra en su hombro.

Urza despreció la mano y la golpeó. "¿Dónde está?" gruñó. Su pelo era unamaraña, se parecía más a un loco que a un artífice.

Tawnos no dijo nada, pero miró a la puerta. Urza caminó hacia ella casi almismo tiempo. Kayla gritó tras él, pero él no miró hacia atrás.

Kayla sollozaba ahora, sus lágrimas manchando la sábana amontonada en frentede ella. "Lo intenté," dijo, y luego tomó una respiración profunda, "traté de hacer lo

mejor para mi país, Tawnos".Hubo un gran clamor hacia el ala de invitados, y Tawnos pensó que Urza habíaencontrado a su hermano con demasiada rapidez. Hubo gritos y alaridos, y un parpadeode luz sobrenatural. Corrió por el ala, con la esperanza de prevenir algún accidentemortal.

En lugar de Urza y Mishra encontró a Ashnod. Ella sostenía el bastón en el quehabía estado trabajando con anterioridad. Ahora sus ojos brillaban con la naturalezasobrenatural de las piedras de poder, y rayos corrían a lo largo de los cables que habíansido enroscados alrededor del cráneo. Había varios de los guardias caídos boca abajo

 por el pasillo, la mayoría de ellos sujetando su cabeza y gimiendo.Ashnod balanceaba el bastón de ida y vuelta mientras el cráneo de oro dejaba un

rastro sombrío de color. Ella estaba ilesa hasta el momento, pero el sudor caía sobre sucuello y sus hombros.

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El líder de los guardias estaba preparando un ataque masivo, pero Tawnos pusouna mano sobre su hombro, y le indicó que quería tratar de desarmar primero a la mujer.

Tawnos se detuvo a plena vista, las manos alzadas y vacías. Ashnod se detuvoun momento, y luego gritó: "Quiero irme ahora. ¿Hay algún problema?"

Tawnos trató de sonreír, consciente de que parecía tan insincero como se sentía.

"Ha habido un pequeño incidente", dijo. "Me temo que tendrás que quedarte por untiempo."“Me temo que no," dijo Ashnod, y levantó su bastón, el cráneo rezumó un fuego

dorado.El golpe impactó justo en el centro del estómago de Tawnos, y pudo sentir el

dolor subiendo velozmente de allí hacia sus extremidades. Su estómago se revolvió ysintió que la bilis de vómito quizo escapar por su garganta. Sin embargo se quedó en

 pie, y se agarró a su capa, tratando de encontrar algo que rompiera el efecto de laenergía del bastón.

Su mano se cerró alrededor de la serpiente enroscada de madera que tenía en el bolsillo. La sacó y le quitó su traba casi inmediatamente. Estrellas bailaban delante de

sus ojos, pero él tenía una idea bastante buena de la posición de Ashnod al tirar laserpiente hacia ella.

La serpiente de madera voló por el aire, desenrollándose, haciendo ruidos decascabeles y sibilante. Ashnod gritó algo y levantó su baston en contra de este nuevoataque.

Tawnos se pudo mover en el momento preciso en que Ashnod quitó su atenciónde él. Cargando hacia adelante, se lanzó hacia su cintura haciéndola caer pesadamente.La vara se escapó de sus manos y se alejó girando en una dirección mientras que laserpiente de madera se dispersó por otra. Ashnod cayó en el suelo, y los guardiasestuvieron allí de inmediato, sus lanzas cortas apuntando a ella.

Tawnos se mantuvo en pie, y se irguió ante ella, sin aliento. Ashnod levantó susmanos ahora vacías en señal de rendición.

"Bueno, resulta que el patito tiene dientes", dijo ella parándose lentamente, losguardias le rodeaban. "Hay nuevas sorpresas cada día."

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Capítulo 15Ataque y Defensa

 T awnos sintió que todo el peso del Reino de Yotia ahora descansaba sobre sus

hombros, y eso a él no le gustó ni un poco.Cuatro meses habían pasado desde aquel argumento decisivo, y desde aquella

vez no había habido ninguna señal de Mishra. Él había desaparecido del palacio, y losFallaji, el dragón de vapor, y su máquina de guerra habían desaparecido de las puertas

 poco después de medianoche.Los Fallaji ya habían estado preparados para su salida, de esto Tawnos no tuvo

ninguna duda. Grupos de exploradores fueron enviados esa noche arriba y abajo del río, pero no había ni rastro de ellos. Urza tuvo que esperar a la mañana para despachar losornitópteros, y fue entonces cuando los exploradores descubrieron que una barcaza ríoarriba había sido capturada y hundida en la orilla opuesta.

Se supuso que Mishra y sus artefactos habían huido hacia el oeste con direción a

los territorios del Mardun que limitaban con el territorio Fallaji. A continuación, deloriente vino un informe que una colección de cascos de bronce y equipo Fallaji habíasido encontrado por un agricultor, lo que indicaba que las fuerrzas de Mishra estabanhuyendo hacia algún lugar de las Cordilleras Kher. Poco después llegó un jinete de laMarca de las Espadas, declarando que una bestia metálica grande había sido vista allí,moviéndose sólo por la noche y encaminándose al norte.

Las unidades militares se desviaban primero en una dirección, y luego en otra enrespuesta a cada nuevo rumor. Para empeorar las cosas, Urza se fue del palacio con unode los grupos de ornitópteros y comenzo a trasladarse permanentemente de un puesto aotro.

Habían pasado cuatro meses, y Urza aún no había regresado a Kroog ni enviadoningún mensaje a su esposa la reina. Tawnos recibía numerosas órdenes para desarrollarnuevos dispositivos y cambios en el diseño del ornitóptero e instrucciones paracoordinar la producción de una línea de autómatas vengadores. Sin embargo, estosmensajes siempre eran de carácter técnico, sin una pizca de curiosidad sobre el propio

 bienestar de Tawnos, de la esposa de Urza, o de la situación en la capital.La última se había deteriorado rápidamente. Un rumor se había extendido de que

el hermano del Artífice Principal se había escondido entre los comerciantes Fallajitodavía en la ciudad, planeando una insurrección. En los disturbios resultantes murierondiecisiete Fallaji, incluyendo, según Tawnos había oído, uno de los músicos que habíantocado en el banquete. Aquellos con lazos con el desierto huyeron de la ciudad y de

otras ciudades Yotianas lo más rápido posible. Esto creó otro rumor de que el primerrumor había sido inventado por Mishra para que él y sus hombres pudieran escapar en laconfusión.

La violencia resultante superó la capacidad de los templos para hacerle frente, yaque los recursos destinados para el estudio y los suministros se debieron otorgar derepente a las personas sin hogar y a los heridos. Los sacerdotes clamaban por más de lostalismanes mágicos que Urza había inventado al principio de su carrera allí, pero elartífice no estaba con ellos para crearlos.

Tawnos oyó que la gente estaba empezando a dudar de sus líderes. Si Urza eratan sabio, como decían, ¿por qué no pudo encontrar a su hermano en la tierra de su

 propia esposa? O Urza no era tan inteligente como la gente pensaba, lo que era

inquietante, o Mishra era mucho más inteligente, lo que era aún más preocupante. Ahoralos rumores de invasión de la Marca de las Espadas o de los territorios limítrofes al

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Mardun eran algo habitual en las posadas y tabernas, y muchos de los comercianteshablaban de trasladarse a las provincias costeras durante el trancurso de las hostilidades.

De hecho, hubo una confusión entre la población acerca de lo que había pasadoal final de la conferencia. La historia general fue que Urza y su hermano llegaron a lasmanos, pero la naturaleza de la discusión no estaba clara. Algunos dijeron que había

sido por la Marca de las Espadas. Otra historia era que Urza había acusado a Mishra derobarle sus ideas y para hacer el dragón de vapor. No, es al revés, dijeron otros, Urza lehabía robado la idea de los ornitópteros a su hermano. Hubo algunos comentarios sobreKayla misma, pero estos sólo salían de boca de personas de bajos recursos en baresoscuros y no se les dio ningún crédito. O por lo menos eso era lo que esperaba Tawnos.

El estado de ánimo confuso de la ciudad era idéntico a aquel que reinaba en el palacio. El Capitán de la Guardia estaba desesperado, ya que sus órdenes eran revocadascon regularidad por las de Urza desde los campamentos. El senescal, que había acogidocalurosamente a los Fallaji, estaba tratando frenéticamente de demostrar que era tanduro como lo había sido el señor feudal.

La reina no salía de sus aposentos, y solo veía a un número selecto de personas,

con la matrona como la última línea de defensa contra los intrusos. Solo hablaba con elsenescal, el Capitán de la Guardia y Tawnos. Nadie más. Por desgracia para el resto delconsejo privado, la mayoría de sus órdenes decían frases parecidas a, "Haz lo que mejorle parezca," superada sólo por "¿Qué quiere Urza?"

Y para empeorar las cosas, la matrona la había informado a Tawnos (a través denumerosas alusiones y eufemismos) que Su Majestad estaba "en camino de tenerfamilia." De hecho, cuando Tawnos habló con la reina, ella parecía más demacrada ycansada que de costumbre. Tawnos le envió a Urza un despacho gentilmente redactadodetallando la condición de Kayla, pero a cambio solo recibió una lista de correcciones ala armadura de los vengadores.

Tawnos no podía entender la frialdad de la respuesta de Urza, hasta que hizo loscálculos. Teniendo en cuenta las fases de la Luna Nublada y el avance del embarazo deKayla, ésta tendría que haber concebido en algún momento durante la semana de lasreuniones con los Fallaji, probablemente hacia el final de esa semana, antes de que Urzasaliera de la ciudad.

Urza le había ido pisando los talones de Mishra. Tawnos no le gustaba pensar enlo que esto significaba, pero no tenía ninguna duda de que Urza se había dado cuenta deesto inmediatmente.

Y por último, estaba el problema de Ashnod, todavía retenida como rehén en elala de invitados del palacio. Todos los intentos de ponerse en contacto con los Fallaji

 para negociar su liberación habían fracasado. Un número de personas querían su

ejecución por crímenes que parecían tan difusos como la explicación de lo que pasóentre Urza y Mishra. El bastón con sus poder para producir nauseas había sido unasorpresa para Tawnos, y los guardias habían despojado a su habitación de cualquier cosacon la que podría ser capaz de fabricar un arma. La vara se mantenía al cuidado deTawnos. El dispositivo en sí era una creación hermosa, y él pidió permiso a la reina parahablar con Ashnod al respecto. Al menos, esa fue la excusa que dio a Kayla.

“¿De dónde sacaste el conocimiento que te ayudó a construir este bastón?", le preguntó en un momento dado. “¿De un viejo texto? ¿Un erudito? ¿Un viajero de otro país?"

Ashnod permaneció posada en el alféizar de la ventana, el sol de la mañanahacía brillar esplendorosamente su cabello. No dijo nada.

"Será más fácil para tí si hablas", dijo Tawnos. "Mantener silencio no te llevará aninguna parte".

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Ashnod giró su cabeza y enfrentó a Tawnos. Luego sonrió y dijo: "Tengo una broma. ¿Quieres oirla?"

Tawnos se quedó perplejo."La Matrona y la reina están hablando. La Matrona dice: ‘A pesar de lo que

dicen de Mishra, por lo menos se viste  bien.’  Y la reina dice: 'Sí, y rápidamente,

también.’ ¿Qué te pareció? ""¡Eso no es gracioso!" farfulló Tawnos. "Sabes que hay inquisidores del temploque se han puesto a nuestra disposición sólo para arrancarte tus secretos."

"Pero tú los mantienes a raya", dijo Ashnod, alejándose de su posición. "¿Y porqué es eso, patito?"

Tawnos se enfureció, pero mantuvo la calma-. "Debido a que podrían…lastimarte. Cualquier conocimiento que tienes se puede perder."

"Yo podría elegir morir con mis secretos antes que traicionar al MaestroMishra," suspiró Ashnod. "Eres tan ingenuo y tan amable. No me extraña que seas elfavorito de la reina."

"¿Qué sabes tú…", dijo Tawnos, a la defensiva una vez más. Ashnod hizo un

gesto con la mano. "No hay mucho que hacer aquí, así que solo escucho: a los guardias,a las camareras, a la gente fuera de la ventana. Creo que me estás manteniendo aquí solo

 porque necesitas a alguien con quien hablar. Mama Pato Urza se ha ido, y las pobreKayla está ocupada en culparse a sí misma. Es por eso que estás aquí ".

Tawnos no respondió, pero mantuvo la cabeza sobre su pecho, observando lamesa. Un largo silencio se hizo entre los dos.

Finalmente Ashnod se sentó a la mesa frente al aprendiz de Urza. "A mi modode ver, es una cuestión de enfoque", dijo al fin. Su tono era tranquilo, casi coloquial.

“¿Qué cosa?" respondió Tawnos.Ashnod suspiró y sacudió la cabeza. "¡El bastón! ¿No era eso de lo que

estábamos hablando?""Entre otras cosas," dijo Tawnos, con dolor todavía en su voz. "No seas así", le

espetó Ashnod. "Mira. ¿Has trabajado alguna vez en un matadero?"Tawnos parpadeó, "he trabajado como un pescador, una vez". "Es

completamente diferente", dijo Ashnod. "Los peces son criaturas pequeñas, apenasdignos de la espina dorsal que tienen. Si hubieras trabajado aserrando esqueletos,hubieras observado cómo se ajustan las articulaciones, como se aprietan los nervios, ycómo la piel se despelleja hacia atrás."

"He diseccionado criaturas", dijo Tawnos. "Aves, por ejemplo, para estudiar lasalas de los ornitópteros".

"Pero núnca una que aún estuviera viva cuando la has cortado, ¿verdad?"

 preguntó Ashnod. Tawnos no respondió, pero su rostro delataba su respuesta. Ashnodcontinuó: "Como he dicho, hay una diferencia de enfoque. Tú y Mamá Pato Urza noquieren ensuciarse las manos, para hacer frente a la sangre y la piel y los músculos y losnervios y los fluidos. Tú núnca te has tropezado con la idea de freírle los nervios a unoponente con algo así como mi bastón ".

"No sé si eso es una meta responsable", dijo Tawnos."Esto va mas allá de esta cuestión", dijo Ashnod bruscamente, golpeando la

mesa con la palma. Tawnos vio el fuego en sus ojos de nuevo, un fuego artificial. "Túves el ala del pájaro y piensas en la manera de copiarla. Yo veo el ala del pájaro y

 pienso en cómo incorporarla, cómo hacer que funcione de nuevo. Si yo estuvieraconstruyendo ornitópteros, habría utilizado alas de roc. Las hubiera mantenido con vida

con su propia sangre y nutrientes y las hubiera unido a la carcaza"."¡Eso es imposible!" dijo Tawnos.

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"Una chica puede soñar", dijo Ashnod y volvió a sonreír. "Pero creo que eso eslo que hicieron con el dragón de vapor. Los constructores originales, quiero decir. Notrataron de duplicar un dragón con metal y cables, como lo habrían hecho los Thran.Más bien empezaron con un dragón vivo y lo fueron construyendo hacia fuera hasta quela maquinaria reemplazó al dragón por completo."

El fuego ardía en los ojos escarlatas de la mujer nuevamente. "No puedes tenermiedo de los seres vivos, o de las cosas muertas, según sea el caso", dijo. "El tejido vivoes un conjunto más de herramientas que podemos usar. Sólo cuando hagamos a un ladonuestro concepto de que algo como esto es inviolable, será cuando realmente podamoshacer progresos".

Ella lo miró y se encogió de hombros. "Eso es lo que pienso, por lo menos.Mishra puede no estar de acuerdo. Creo que la respuesta está dentro del cuerpo, no fuerade él."

La discusión había tomado un giro inquietante para Tawnos. En un esfuerzo pordesviarse hacia otros canales, dijo, "¿Dónde crees que Mishra está ahora? ¿Tiene unescondite especial?"

Ashnod negó con la cabeza. "Él ya no tiene que ocultarse en este momento.Tiene a su hermano, donde lo quiere, corriendo por todo el lugar en busca de él."

"¿Ese era su plan?" preguntó Tawnos.Ashnod hizo una pausa, luego movió la cabeza. "Yo particularmente no sé si

Mishra tenía un plan. Él es muy bueno para preparar cosas, pero luego lanza esaconfianza al viento y hace girar la rueda del destino."

"Locura", murmuró Tawnos."O inspiración divina", respondió Ashnod."Así que no te dejó entrar en sus planes", continuó Tawnos."¿Si lo hubiera hecho, estaría yo aquí, viviendo en todo este lujo?" Ashnod

señaló con las manos las paredes desnudas de sus aposentos. "No. Y no es que el seademasiado reservado, aunque si lo es. Realmente no creo que él tuviera un plan exactocuando llegó a Kroog, pero sé que está feliz con el resultado."

Tawnos suspiró. "Me gustaría creerte."Ashnod frunció el ceño y extendió las manos. "Mira, te voy a dar esto de forma

gratuita. Mishra no es alguien que deja pasar una oportunidad, y con Urza‘ornitopteando’ sobre toda la creación, esta es una oportunidad para Mish de lastimar asu hermano y de lastimarlo mucho. Y el qadir es una persona tan exaltada que éldeclararía una guerra santa con la sola caída de un sombrero de bronce. Así que algoestá por venir."

"Pero tú no sabes qué ni dónde", dijo Tawnos. Ashnod se encogió de hombros.

"Una cosa más, entonces," dijo ella. "¿Te preguntas cómo pudo llegar el bastónhasta aquí?"Tawnos dijo: "Asumí que nuestros guardias fueron negligentes durante las

fiestas."Ashnod sonrió, era una sonrisa deslumbrante. "La vara de madera negra tronante

con la que entré. Tú la has visto en el primer día;. ¿Quién le podría negar a la mujer su bastón? El cráneo fue entrado de contrabando. Pero el cable de oro fue cosido en eldobladillo de mi corpiño, y las piedras de poder las traje entre mis joyas".

Tawnos miró a la mesa. Él le había visto montar el arma sin darse cuenta. "¿Hayuna razón para esto?"

"Sólo esto", dijo Ashnod. "Todos los componentes se unieron en el momento

oportuno para producir el bastón. Eso es lo que va a pasar, independientemente de lo

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que sea. Todo se unirá al mismo tiempo, y..." Ella hizo un gesto con las manos."¡Buum!"

Tawnos se puso de pie. "Me has dado algo en que pensar. En varias cosas, dehecho."

Ashnod se acercço. "Sí, y una de las cosas, probablemente será , ‘¿Puedo confiar

en ella?’  La respuesta es, 'No, no puedes, pero al menos deberías escuchar. ¿Deacuerdo? "Tawnos asintió con la cabeza y se volvió hacia la puerta. Ashnod le llamó por su

nombre, y él se volvió hacia ella.Ashnod se inclinó y besó al aprendiz. Tawnos se sintió como atravesado por una

 puñalada.Ashnod hizo caso omiso de su reacción. "Eso es gracias. Gracias por no

entregarme a los templos. Y gracias por venir y hablar conmigo. Eres un buen patito".Sonrió.Afuera, en la sala, Tawnos se frotó la mejilla donde Ashnod lo había besado. La

 piel aún estaba caliente.

"Urza," murmuró a su aprendiz, "donde quiera que estés, es mejor que vuelvasaquí pronto".

* * * * *

El teniente Sharaman tuvo el privilegio de entregar el informe al Artífice en JefeUrza.

Él y otro piloto habían descubierto la máquina de guerra de Mishra en el centrode un gran campamento a tres horas de vuelo al oeste. Fue el primer avistamiento deuna de las máquinas de Mishra desde que las tropas habían comenzado esta búsquedainútil, y Sharaman estaba encantado de ver finalmente algunos resultados de su trabajo.

Los pilotos Yotianos estaban en su tercer campamento base, cada uno de ellos presionando más en el territorio enemigo del Gran Desierto. La Marca de las Espadasestaba semanas a pie, y todo lo que había en el campo tuvo que ser llevado por aire.Sharaman anhelaba el lujo relativo de la base: comida caliente, mujeres atentas, y sobretodo, agua caliente para bañarse. Sin embargo, mencionar esos deseos era una formarápida de perder las alas de uno, y Sharaman prefería volar que tener la atención de lasmujeres más atractivas de Yotia.

Urza estaba sentado debajo de la tienda, encorvado sobre una mesa improvisada.En la mesa había un mapa dibujado a mano del desierto. Además de perseguir a suhermano, el Artífice en Jefe estaba llevando a cabo el primer estudio real de esa zona.

Las noches estaban llenas de informes de colinas, crestas, lava seca, y una serie de pilasde rocas curiosas que el príncipe consorte reconoció como sitios Thran.Sharaman dio un paso por debajo de la tienda, dio un taconazo y saludó. "Señor,

tenemos un avistamiento de la máquina de guerra grande".Urza no levantó la vista del mapa. "Informe", dijo."Un gran campamento de tiendas de campaña con la máquina de guerra en el

centro.""¿Dónde?" susurró Urza."A un cuarto de día en vuelo desde aquí, quince grados al suroeste."Urza trazó la línea que Sharaman había definido. "Sí. Eso tendría sentido. Si

hubiéramos continuado en nuestra actual línea de ataque los habríamos pasado por alto.

Mi hermano no tuvo en cuenta las patrullas laterales, según parece."

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Y al teniente le dijo: "¿Lo han visto?" "No hay señales", dijo Sharaman."Tienden a esconderse de nosotros, ahora." "Por supuesto", dijo Urza, levantando unaceja. "Es mejor asumir que saben que les hemos visto, y es probable que estenreplegando el campamento en estos momentos. Listo todos los ornitópteros. Lleventodas las bombas trasgo." "¿Mi Señor?" preguntó Sharaman. "¿Hay algún problema,

Teniente?" El Artífice Principal levantó la vista por primera vez. Su cara estabaarrugada y demacrada, más que nada por el viento continuo del desierto."El día está acabando, Señor", dijo Sharaman, eligiendo cuidadosamente sus

 palabras."Soy consciente del tiempo, Teniente", dijo Urza. Su voz era helada. "Pero si

esperamos hasta mañana, Mishra se habrá ido.""Va a anochecer, antes que lleguemos", protestó el piloto del ornitóptero. "Y

será la media noche si seguimos hablando de ello", gruñó Urza, "¡Ahora póngase atrabajar. Quiero que toda la patrulla esté en el aire en quince minutos!" Sharaman se

 puso tenso, saludó con elegancia, y se retiró. Apenas el piloto salió de la tiendacomenzó a gritar órdenes a los otros pilotos y personal de apoyo. Hubo una erupción

inmediata de actividad cuando los diversos estudiantes artífices llegaron sobre lasmáquinas, haciendo los preparativos finales. Los pilotos que habían volado con Urzaantes habían comenzado a revisar sus máquinas tan pronto como vieron la cabeza deSharaman emerger de la tienda del Príncipe Consorte.

A Sharaman no le gustó. Un ataque por la tarde era peligroso y significaba entraren el territorio enemigo por la noche o correr el riesgo de encontrar vientos nocturnostraicioneros y puntos fríos en el vuelo de regreso. Sin embargo al Artífice Principal nose le podía negar, sobre todo en el asunto de su hermano.

Estuvieron listos en diez minutos: cinco ornitópteros más la propia nave de Urza.Todos ellos ahora diseñados con doble flexión de las alas, del tipo utilizado por Urza ensu vuelo a Korlinda. La máquina de Urza seguía siendo la mejor del lote y era la mejormantenida. Nuevamente tenía una envergadura de alas mucho mayor que las demás ylleva el doble de peligrosas bombas trasgo. Estas últimas habían volado por todo elcamino desde la Marca de las Espadas y se mantenían frescas y envueltas en un trapohúmedo.

El vuelo hacia el enemigo fue sin incidentes, aunque Sharaman estaba al tanto delas sombras alargadas de las colinas y las siluetas de sus naves que huían delante deellos sobre el terreno accidentado.

Cuando llegaron a la última cresta, el campo estaba aún allí, las tiendas de telas blancas brillaban con el color rojo a la luz del sol moribundo. En el centro, brillandocomo un lingote, surgía el casco de la máquina de guerra de Mishra.

Algo le sentó mal a Sharaman , pero él ya no podía hacer nada al respecto. Tuvo poco tiempo para pensar en ello ya que Urza ya estaba agitando sus alas en señal deataque.

Los seis ornitópteros se dividieron en dos grupos de tres. Sharaman llevó uno,mientras que Urza ordenó a los otros. A mitad del ataque Urza activó sus alas y buscóganar altura, mientras que Sharaman giró y arrojó una carga baja de bombas sobre elcampamento.

Sharaman colocó sus alas en una posición para planear y buscó a su alrededorlas bombas de trasgo. Sin mirar hacia abajo, las lanzó una tras otra sobre el borde de lacabina del ornitóptero. Estos ataques tenían la intención de atemorizar y desorientar alos nativos del campamento. Se necesitaría de una verdadera precisión para el

 bombardeo final cuando el objetivo fuera la gran máquina de guerra.

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A continuación, la máquina de guerra abrió fuego, y la elevación exacta deSharaman fue el menor de sus problemas.

La máquina de guerra cobraba vida a medida que se acercaban. Las ventanas seabrieron y las cúpulas giraron para revelar ballestas, catapultas y otros dispositivos queSharaman no reconoció. Algo se elevó desde el centro de la máquina de guerra que

 parecía una enorme bomba de agua, pero en lugar de agua este último dispositivoescupía fuego.El aire estaba lleno de toda clase de disparos: piedras, flechas y enormes lanzas

de ballesta. Sharaman abrió degolpe las cerraduras de lasalas y acopló el motor, con laesperanza de elevarse porencima del torrente de misiles.Evitó la mayor parte de ellos,

 pero una gran lanza de ballesta, una flecha del

tamaño de un pequeño árbol,se introdujo en su ala derecha.Peor aún, la lanza tenía unacabeza de púas y no pasó através del ala por completo.La nave traspasada como unamariposa en un alfiler,comenzó a caer. Sharamanquedó incapacitado demantenerse en el aire.

El teniente maldijo yaccionó la palanca dedesconexión de emergencia para soltar el brazo por completo. La palanca se habíaatascado por la fuerza del golpe de la lanza y no se movía. Miró a su alrededor algo conque hacer palanca, consciente de que ya estaba perdiendo altura rápidamente.

Entonces vió la caja de bombas trasgo y su maldición fue aún más fuerte. Las bombas explotarían al contacto, y si estaban a bordo cuando llegara al piso… 

Sharaman ignoró el mecanismo de liberación, después de determinar que ibachocar, pero igualmente decidió no dejar un enorme cráter en el proceso. Cogió la cajacompleta de bombas de su recipiente y las empujó a un lado de la cabina de la nave.

Estaba terriblemente bajo ahora, ya que las bombas detonaron casi de inmediato,

golpeando el suelo y levantando una ola de fuerza ondulante negra y roja. La fuerza delgolpe dio vuelta al ornitóptero al revés, y se estrelló de esa manera, cayendo en una delas tiendas iluminadas por el sol carmesí.

Sharaman supuso que no podría permanecer en ese sitio por mucho tiempo. Elolor de las llamas le hizo doler el pecho al respirar y se produjo un adormecimiento a lolargo de su pierna izquierda. Aún así sabía que tenía que salir antes que las llamas loalcanzaran.

Sharaman reapareció de los escombros poco a poco. Su pierna izquierda no podía soportar ningún peso. Sacó un pequeño cuchillo de su chaleco, listo ante cualquierataque repentino de los Fallaji ahora que sus alas yacían destrozadas.

Pero no había Fallajis. La tienda en la que se había estrellado estaba vacía. Las

llamas que ardían eran solo aquellas creadas por sus propia bombas trasgo.Eso fue lo que le había parecido raro a Sharaman cuando volaba, ahora se daba cuenta.

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Era de noche, pero no había visto fogatas para cocinar. El campamento ya estabaabandonado.

Dejaron la máquina de guerra, pensó. Medio tropezando, medio saltando, tomóun poste roto de una tienda y lo utilizó como soporte.

Su primer ataque había sido un desastre. La única señal de sus dos compañeros

 pilotos eran dos penachos de humo que salían de los recipientes para las bombas quehabían explotado al estrellarse. Esperó que los pilotos hubieran sido tan inteligentescomo para poder haberse eyectado de sus asientos antes de alcanzar el suelo.

Ya la segunda ola, dirigida por el ornitóptero blanco de Urza, se retiraba a su posición.

Sharaman miró a la máquina de guerra. ¿Por qué no salía gente de allí para pelear con él? ¿Estaban todos en sus puestos?

Entonces se dio cuenta que no había nadie en la totalidad del campamento,incluyendo a la máquina de guerra. Las armas se habían disparando de formaautomática, debido a algún dispositivo que el hermano del Artífice Principal habíadiseñado para detectar intrusos y asaltantes.

Estaban luchando contra fantasmas. Y estaban muriendo por ello.Sharaman trató de hacerle señas al ala de ataque de tres naves, pero Urza y el

resto de pilotos lo ignoraron o supusieron que era uno de los Fallaji. Tan pronto como seacercaron a la máquina de guerra, el gran carromato lanzó otra andanada de lanzas.Tanto Urza como otro piloto elevaron sus máquinas a tiempo para evitar el ataque, peroel tercero no tuvo tanta suerte volando hacía una ola de pequeñas flechas aéreas. Lasflechas no fueron suficientes como para dañar la nave, pero traspasaron la cabina ymataron a su operador. El ornitóptero se lanzó en un espiral descendente lento y mortala la derecha que fue interrumpido al final con una explosión.

Las otras dos naves estaban dirigiéndose hacia su objetivo, la nave más pequeñaen la delantera. Mientras tanto Sharaman trataba de entender por qué los Fallaji dejaríanatrás la poderosa máquina de guerra sin vigilancia, el artefacto que había llevadoMishra a Kroog como una demostración de sus habilidades.

A menos que fuera una trampa. Si…todo esto era una trampa estilizada yadornada.

Sharaman gritó, pero la nave principal ya estaba arrojando su carga de polvo detrasgo por la borda. La primera bomba golpeó la máquina de guerra ...

...Y todo el dispositivo detonó. El ornitóptero que volaba primero se vióenvuelto en llamas y se desintegró en pleno vuelo. Sharaman se arrojó al suelo mientras

 pedazos de metal ardiente llovían a su alrededor.Cuando levantó la vista, la nave de Urza era la única que quedaba en el cielo.

Sus alas blancasestaban en llamasahora, y arrastraba unalínea de humo. Lallama iba directamentea la rueda trasera degran tamaño de laahora estructura enruinas.El ornitóptero golpeó larueda del carromato y

se evaporó en una granexplosión cuando la

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carga doble de bombas trasgo estalló. El gran carromato se sacudió, y luego lentamentecayó sobre su costado, sus restos en llamas se estrellaron contra las arenas del desierto.

Entre los restos humenates, enmarcados por los fuegos de la gran carromato, unafigura se movió. Sharaman cojeó hacia ella, sin saber si debía saludar o presentar batallaa la figura.

Era Urza. Su manto al viento estaba quemado y chamuscado en varios puntos, ytenía numerosos cortes en el lado derecho de su rostro. Apretó algo en el pecho, algoque brillaba con tanta intensidad como una brasa. Urza tosió en la manga ardiente de suotro brazo y luego empezó a pegarse contra la pierna, para extinguir el fuego.

"Era una Trampa", dijo mientras Sharaman llegaba hasta él."Sí, señor", dijo Sharaman."Debería haber…" otro tos larga, llena de humo, "debería haberlo visto venir."

Dijo sacudiendo la cabeza en señal negativa. "¿Algún otro?"Sharaman miró los penachos humeantes que había en todo el campamento. "No

lo creo.""Tenemos que irnos entonces", dijo Urza. "Es una larga caminata de regreso al

campamento. Y un camino aún mas largo de regreso a Yotia"."¿Señor?""¿Qué?""Me temo que mi pierna está rota", dijo Sharaman. A pesar de todo sentía

vergüenza de decirlo.La cara de Urza se contrajo, como si Sharaman hubiera mencionado algún

 problema pequeño e insignificante. Entonces sus ojos se aclararon, y el ArtíficePrincipal dijo, "Por supuesto. Así es. Descansa aquí. Voy a buscar un cabestrillo.Vamos a ver la otra máquina para ver si hay algún suministro o quizá un amuleto deltemplo entre los escombros. Luego nos iremos. "

"Como usted diga, Señor."Urza se volvió y contempló la mole

humeante de la máquina de guerra. Sacudióla cabeza, y Sharaman le oyó decir:"Hermano, ¿por qué haces esto? ¿Por qué elengaño elaborado y costoso?"

Sharaman se preguntó eso también.Cuando finalmente llegaron a la fronteraYotiana, semanas más tarde, los dossupieron la respuesta

* * * * *

El ataque se produjo en la madrugada y fue totalmente inesperado. Palabra habíallegado de que el grupo de Urza no se había reportado y, a regañadientes, Tawnos habíatenido que enviar las naves del palacio hacia el norte para ayudar en su búsqueda. Sóloquedaba una sola máquina de entrenamiento en la propia capital. Más tarde Tawnos se

 preguntó si haber envíado ese grupo de ornitópteros no había sido la señal esperada parael ataque, si la desaparición de Urza en el desierto había dado fuerzas a las tropas delqadir para el asalto, o si había sido el plan de Mishra el de atacar independientemente de

lo que sucediera con Urza.Kroog estaba rodeado por tres lados por sólidos muros y en el cuarto por el propio

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Mardun, y fue a través de ese gran río que los Fallaji del desierto llegaron. Urza (yTawnos, y la mayoría del resto de Kroog) habían considerado que cualquier asalto delos territorios desde el Mardun sería suficiente advertencia para la capital. A fin degarantizar su propia seguridad, los Yotianos había establecido un conjunto de torres confaros a lo largo de la orilla para dar aviso.

 No había sido suficiente. Por la fuerza o por el engaño, los Fallaji había dominadoa los guardias de los faros en la oscuridad de la noche, y por la mañana estaban listos para su asalto.

La mañana era brumosa y húmeda, la niebla extendiéndose sobre el propioMardun. Los pescadores del río, fueron los primeros de la ciudad en dar el primer yúnico aviso. Bajo el cielo poblado de rayos, mientras estaban cargando sus redes en sus

 barcos y preparándose para ponerse en marcha, uno de los tripulantes gritó y señalóhacia el centro del río.

Otras embarcaciones se pusieron rápidamente a la deriva hacia los muelles de laciudad. Aparecieron barcazas, botes y balsas construidas a toda prisa y transbordadoresrobados río arriba.

Iban cargadas con hombres: hombres armados con túnicas debajo de su armadura,hojas curvas, y sombreros de latón.

Los pescadores del río estuvieron solos con su descubrimiento por un momento, pero al instante siguiente las balizas de advertencia a través del río recobraron la vida.Ondulantes chorros de llamas en el cielo, anunciando el amanecer. Sin embargo, las

 balizas no se usaron como advertencias, sino más bien como declaraciones de guerra.Algunos de los pescadores huyeron de sus barcos, pero otros permanecieron el

tiempo suficiente para ver las grandes cabezas serpenteantes de los dragónes mecánicosirrumpir de las aguas grises del Mardum y elevarse sobre los muelles de Kroog.Aferrándose a la orilla con sus garras delanteras y batiendo el barro blando del río pordebajo de las pisadas, los dragones mecánicos vadearon la ciudad. Se oyó el ruido deuna gran máquina inhalando, y la bestia principal exhaló un torrente de fuego líquido.Detrás de ella, apareció la primera ola de Fallaji, bramando gritos de guerra mientrastrepaba a los muelles.

La ciudad de Kroog estaba bajo asalto.Tawnos había estado durmiendo en el orniario, como lo hacía con frecuencia en

esos últimos días, cuando el mensajero llegó. No era más que una niña y tenía un miedode no creer. Tawnos la envió a reunir a los estudiantes que pudiera encontrar en loscuarteles y para decirles que alistaran todos los “vengadores” disponibles y ornitópterosrestantes. Y que si él no regresaba antes de que el palacio fuera asaltado, los estudiantesdeberían utilizar esos dispositivos en su propia defensa.

Tawnos se vistió mientras corría hacia la residencia real. El senescal y el Capitánde la Guardia ya estaban allí, discutiendo con la reina."Me quedo", dijo. Ya estaba empezando a mostrar su embarazo."Su Majestad, por su propia seguridad ..." pidió el capitán."Como una reubicación temporal ..." añadió el senescal al mismo tiempo."Me quedo", dijo Kayla con firmeza. "Esta es mi casa." Ella miró a Tawnos. "Me

quiero quedar"."Eso no sería prudente", dijo Tawnos. "Ahora es mejor prepararse para el vuelo y

no sentirse tonto más tarde." Al capitán le preguntó: "¿Cuál es la situación?""No hubo ninguna advertencia", dijo el capitán. "Las balsas de los demonios

Fallaji vienen río abajo. Y más están llegando a los remansos del Mardum con cada

minuto. La Estación Naval y el muelle de pescadores se han visto afectadas en primerlugar. Y hay dragones mecánicos: por lo menos tres, quizá cuatro. Parece que lideraran

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el asalto, extendiendo la destrucción delante de ellos. Hemos reagrupado todas lastropas en la capital, pero la gente está bloqueando las calles."

"Abrid las puertas", ordenó a Kayla. "Que la gente escape dela ciudad."

"Pero el enemigo", objetó el capitán.

"Ya está dentro de nuestros muros", espetó Kayla. "¿Esnecesario el sacrificio del pueblo también?"El capitán asintió con la cabeza. Tawnos preguntó: "¿Cuánto

tiempo antes de que lleguen aquí?"El senescal tartamudeó y escupió, "No hay nin…ninguna

indicación de que se est…""Estos son los artefactos de Mishra," gritó Tawnos con acero

en su voz: "¿A dónde se dirigirían que no sea aquí?"El capitán pensó por un momento y luego dijo: "Una hora

más. Dos, si tenemos la suerte. ¿Hay algo que tenga a mano paraayudar?"

"Estoy trabajando en eso ahora", dijo Tawnos. Y dirigiéndosea Kayla, "Reúna sólo aquello que pueda llevar. Si llegamos a ese

 punto, tendremos que huir". Kayla empezó a quejarse, y Tawnosagregó: "Siga mi consejo en esta ocasión, por favor. Prepárese paralo peor, espere lo mejor. Deje que la Matrona le ayude." Miró a sualrededor, dándose cuenta de repente de que el bulto impresionantede la matrona había desaparecido. "¿Dónde está?"

Hubo un silencio por un momento, el senescal tartamudeó,"Ttt…tiene una hermana en el las costas del río. Ddd…dijo queestaba preocupada por ella."

Los labios de Tawnos se curvaron en una línea delgada ytriste. "Empaca", dijo. "Volveré".

Los estudiantes ya estaban en el orniario cuando el aprendizde jefe regresó. Cinco vengadores estaban en funcionamiento,aunque cada uno requería de un operador que se mantuviera cerca

 para dar las órdenes. Tawnos asignó cinco de los jóvenes mayores para llevarlos y reportarse ante el capitán. Escribió una notaapresurada al capitán que los niños debían mantenerse unidos ydebían ser utilizados para combatir al dragón de vapor. Agregó quesi los vengadores caían, los chicos huyeran de la ciudad tan rápidocomo pudieran.

Sólo había un único ornitóptero preparado, pero era unaenorme nave capaz de llevar a un vengador completamente armadocon facilidad. Tawnos ordenó al resto de los niños que llenaran este

artefacto de notas de Urza y prototipos. Un muchacho vaciló, era uno de los más jóvenes, en su primer año de estudio. "Señor, ¿no vamos a pelear?", le preguntó.

Tawnos asintió con la cabeza. "Sí, pero tenemos que proteger nuestroconocimiento. Llevarlo a buen recaudo."

"Pero", dijo el joven, farfullando ", podemos usar el ornitóptero para luchar, ¿no?"Tawnos miró al joven. "¿Luchar? ¿Cómo? Podríamos arrojar bombas sobre ellos.

Pero están en nuestra ciudad, y podríamos herir a nuestro pueblo. Los vengadores nosharán ganar tiempo, pero es probable que no pueden derrotar a los dragones mecánicos

 por sí mismos. ¿Entiendes?"El chico miró a sus pies. "Supongo. Pero yo preferiría pelear".

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Tawnos lo miró sombríamente. "Y yo preferiría ganar la pelea", dijo. "¿Entiendesla diferencia?"

Otra pausa, y luego, "supongo que sí.""Bueno", dijo Tawnos. "Debido a que usted va a volar el ornitóptero. Si usted

tiene que luchar, lo hará. Pero recuerde que lo importante es conseguir llevar al

ornitóptero, y en particular a los libros, lejos a una de las bases más hacia el este. Si hancaído, entonces diríjanse a Korlis, o incluso a Argivia. ¿Me has entendido?"El chico asintió con la cabeza, y Tawnos ayudó a los jóvenes a cargar el

ornitóptero. A lo lejos se oyó el sonido de las explosiones y, una vez o dos veces, degritos. Por último, el ornitóptero enorme se cargó, y Tawnos dio al muchacho elVolumen de Jalum. Mientras lo tomaba, el joven dijo: "Mi hermano, es otro estudianteaquí. Sanwell".

Tawnos vaciló. "¿Quieres que lo envie contigo?""Es uno de los mayores," dijo el muchacho.Tawnos asintió lentamente. Había enviado a los alumnos mayores con los

vengadores a la batalla.

El muchacho dijo: "Si lo ve, digale que me fui. Y digale que no se preocupe.""Tu nombre es Rendall, ¿verdad?""Si, Rendall", asintió el chico, colocando el gran libro en su regazo."Se lo diré cuando lo vea, Rendall, y que los dioses te den velocidad", dijo

Tawnos. Y que los dioses nos ayuden a todos, añadió para sí mismo cuando el chicocolocó la piedra de poder y el gran artefacto cobró vida.

El enorme ornitóptero se tensionó en sus poleas y saltó hacia el cielo en un únicorebote. No voló en círculos bajos de subida tan comunes en los vuelos deentrenamiento. En su lugar, voló como una flecha recta hacia el este. Detrás de él, seescuchó el chirrido del dragón mecánico que fue testigo de su partida. Eso hizo sentir un

 poco mejor a Tawnos. Si Mishra iba a tomar la ciudad de Urza, no iba a quedarse con elconocimiento de Urza.

Despidió al resto de los alumnos, diciéndoles que tomaran lo que pudieran llevar yse marcharan hacia el este lo más rápido posible, reagrupándose en la ciudad caravanerade Hench. Y si esta había caído, dijo, que no pararan hasta la costa o hasta Korlis.Observó sus rostros y supo que unos cuantos se irían en busca de armas para unirse a la

 batalla cuerpo a cuerpo, pero los suficientes tendrían el sentido común para que laescuela pudiera sobrevivir.

Tawnos tomó el bastón de Ashnod de su soporte y salió del orniario por últimavez, enfilando hacia el ala de invitados. Los guardias estaban en sus posiciones frente ala puerta de Ashnod. Tawnos los despidió, ordenándoles que ayudaran a proteger el

 palacio."Una fiesta extraordinaria", dijo Ashnod cuando entró. "Lástima que nos laestemos perdiendo." Sus palabras fueron cristalinas, pero su rostro estaba tenso y

 preocupado. "Necesito tu ayuda", dijo Tawnos. "Tenemos que salir de la ciudad.""¿Tenemos?" preguntó Ashnod. "¿Eso me incluye mí? Quiero decir, es mi gente la queviene a llamar".

"¡Esos son Fallaji!" gritó Tawnos. "¿Crees que pueden diferenciar entre tí ycualquier otra mujer que no sea Fallaji en el medio de la batalla?"

"Si tengo mi vara, lo harán", respondió con calma Ashnod. "Dámela".Prométeme ayudarme", dijo Tawnos. "Solo te pido que me ayudes a poner a la

reina a resguardo. O, si somos capturados, garantizar su seguridad."

"¿Por qué debería ayudar a tu preciada reina?" respondió Ashnod duramente."Ella está embarazada", dijo Tawnos.

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"Espero que no estés apelando a mis instintos materna..." dijo Ashnod peroTawnos no la dejó terminar.

"Mishra puede ser el padre. ¿Quieres decirle que su hijo a muerto en la toma de laciudad?"

Ashnod se sentó. "Guauu", dijo. Fuera de la ventana se produjo una explosión.

Demasiado cerca pensó Tawnos. "Ni siquiera escuché ese rumor. ¿Estás seguro?"Tawnos se miró las manos. "No."Ashnod sacudió la cabeza y se rió entre dientes. "Bueno, eso es suficiente para mí.

Me comprometo a ayudar a que tu preciada reina huya lejos de aquí, o si son capturadosgarantizarle un trato justo. ¿Puedo tener mi bastón ahora?"

Tawnos vaciló un momento y luego le dio la vara. Ella pasó sus dedos sobre ella yle dijo: "Yo esperaba que la desmantelaras".

"Lo hice", dijo Tawnos caminando en dirección a la puerta. "Y la reconstruí.Vamos."

Los pasillos estaban vacíos ahora, y a través de las ventanas del espolón Tawnos yAshnod podían ver los penachos ascendentes de humo. A través de ella, lejos de la

ciudad, Tawnos vió un dragón mecánico. "Hay más de uno", dijo con amargura. "Sí",dijo Ashnod. "Te lo dije, pero no estabas prestando suficiente atención."

"Tal vez debería haberte entregado a los sacerdotes," gruñó Tawnos. "Entonces,¿quién te ayudara ahora?"

Se toparon con la reina y el senescal en la entrada de la residencia real. Elsenescal llevaba un bolso grande lleno de efectos personales de la reina.

Ashnod miró el abultado vientre de la reina. "¡Si que te has descuidado!", dijo.Tawnos preguntó: "¿Estado?"El senescal tartamudeó y dijo: "Mmm..mal. Los vengadores desaceleraron al

dragón mecánico que lideraba el grupo, ppp… pero sólo fue para dejar que las tribusabrumaran a los vengadores y sus operadores. Algunas personas piensan que la reina yaha dejado la ciudad en un ornitóptero."

Tawnos se dio una patada mental. No se le había ocurrido lo de usar el ornitóptero para rescatar a la reina, y no las notas de Urza. O a él mismo, para el caso."Tenemos que apresurarnos", dijo el senescal. "Las máquinas estarán aquí de unmomento a otro."

La tierra tembló, y un rugido grave y ardiente demostró que el senescal estabaequivocado. Los dragones mecánicos ya habían llegado al palacio de Kroog y estabanutilizando sus hocicos de grandes palas como arietes contra las paredes.

El pasillo se sacudió, y unamitad se desprendió, rompiéndose bajo

el asalto de la máquina. Estatuas ymuebles se desplomaron de repentecomo si una gran espada hubieracortado a través del propio palacio. Lacueva recientemente creada en lamayoría del pasillo se perdió en unanube de polvo batido.

Tawnos agarró a Kayla y laacercó junto a él en un terreno mássólido. El senescal no fue tanafortunado. El suelo debajo de él se

rompió como el hielo quebradizo en la primavera, y con un chillido se hundió

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desesperadamente en el abismo. Kayla no pudo ahogar un grito mientras el senescaldesaparecía entre los escombros revueltos, todavía sin soltar su bolsa de viaje.

Ashnod arremetió contra un brazo y agarró el hombro de Tawnos. "Vamos. SuMajestad puede conseguir equipaje nuevo más tarde."

La cejas de Tawnos se ciñeron con ira, pero no había tiempo para la discusión.

Toda el ala real se fue poco a poco desmoronando debajo de las pisadas del dragónmecánico. La bestia gritó de nuevo, y los tres, Ashnod, Tawnos, y Kayla, huyeron por el pasillo, lejos del asalto.

Cuando llegaron a la puerta de entrada principal se encontraron con las tropasFallaji. Un guardia de honor, señaló a Tawnos brevemente, desde la mirada de susombrero y sus charreteras de oro labrado. Los tres refugiados fueron bajando laescalera principal, cuando las tribus del desierto se derramaron en la sala de debajo deellos.

Por un momento, ambos bandos se congelaron. Luego Ashnod dio un pasoadelante por las escaleras y gritó: "¡Estas personas están bajo mi protección!"

Una gran figura se separó del resto de los Fallaji. Este estaba vestido con una

armadura resplandeciente de cuero repujado y era gordo, hasta el punto de la obesidad."Tú eres una mujer. Tú no puedes ofrecer esa protección."Ashnod se puso rígida, y Tawnos se dió cuenta de que los dos se conocían entre

sí. "Yo soy el aprendiz de tu raki, oh poderoso", dijo con veneno en su voz. "Yo puedohacer lo que quiera."

"Es una lástima," dijo el obeso Fallaji, "ya que en toda la confusión de la batalla,mis hombres te matarán antes de siquiera saber quién eras tú. Temo que Mishra tendrá

que entender, más adelante."Ashnod le miró sorprendido. "¿Por qué haces esto?"El gordo sonrió. "Mishra depende de tí, como un

hombre se apoya en una muleta. Mi padre dijo una vez quees una mala cosa para un hombre tener una muleta. Hagoesto para que Mishra sea más fuerte". Y a sus hombres, dijo,"Mátenlos a todos".

Tawnos gritó y sacó su espada, empujando a Kayladetrás de él. Ashnod gritó una obscenidad y esgrimió su

 bastón. El cráneo de oro con cables zumbó y escupió chispas.Los soldados Fallaji no logran subir mas de dos escalones. Bajaron, agarrándose

de sus cuellos y de su panzas por la fuerza de dolor del ataque de Ashnod. Incluso detrásde ella, Tawnos podía sentir la intensidad del asalto. Kayla se acurrucó contra él. Lareina estaba murmurando para sí misma, y Tawnos se dió cuenta de que las palabras

eran oraciones a un dios tras otro.Los soldados se derrumbaban en pilas sin aliento, pero Ashnod no detuvo suataque. En su lugar apunto su bastón al gordo que le había amenazado. La punta del

 bastón adquirió un tono aún mas brillante, y los cables incandescentes, resplandecieron por su propio calor. El obeso se agarró la garganta y se dio la vuelta en su lugar comouna marioneta, pero Ashnod no cedió. Tawnos podía ver sangre brotando de los oídosdel hombre, la nariz y los ojos. Cuando Ashnod finalmente bajó su vara, el obeso sederrumbó en un montón, muerto entre sus soldados inconscientes, una marioneta consus hilos cortados.

Ashnod cayó también, y Tawnos se acercó para sostenerla. Estaba bañada ensudor frío, y un delgado hilo de sangre brotaba de su nariz.

"Realmente", dijo, quitándose la sangre con la manga "Realmente tengo quearreglar el problema técnico en el diseño de este bastón."

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Tawnos ayudó a las mujeres por las escaleras, más allá de los muertos einconscientes. Se detuvo sólo un poco en el gordo, que yacía con su cara echa estragoschorreando sangre. "¿Lo conocías?"

Ashnod miró el rostro del qadir muerto de los Fallaji. "Un don nadie del desierto",dijo con amargura. "Mishra estará mejor sin él."

Kayla quería ir hacia el este, uniéndose a los refugiados que huían de la ciudad, pero Ashnod, en su lugar, los llevó hacia el oeste, hacia los muelles. Fueron detenidos por dos patrullas Fallaji, pero cada vez que estos soldados reconocían a Ashnod ésta lesreclamaba que los dos Yotianos estaban bajo su protección. Eso era una fortuna, pensóTawnos, porque Ashnod era casi una muerta en pie después de la primera batalla y no

 podría sostener otra igual.Habían pasado por el frente de la lucha ahora, y todo lo que quedaba detrás del

avance del ejército estaba ennegrecido por la devastación. Las casas que no habían sidoaplastadas por las máquinas se había incendiado y las llamas emergían de cada ventana.

 No había nadie en las calles, solo los muertos. Tawnos encontró uno de los vengadores,sus piernas habían sido removidas por los Fallaji, se seguía agitando en círculos en

medio de una de las plazas. Tomándose un momento, Tawnos le desactivó y retiró la piedra de poder. No había ninguna señal del operador del dispositivo.

Por fin llegaron a los muelles. Estaban abandonados, al igual que el resto de laciudad. Ashnod eligió uno de los barcos más pequeños de ataque, todavía amarrado a unmuelle. "Aquí", dijo, "Entren" "Tenemos que ir hacia el este", dijo Kayla débilmente.

Ashnod negó con la cabeza. "Las tropas de Mishra perseguirán a los refugiadosdel este las próximas dos semanas en busca de ti", le dijo a Kayla, y se volvió a Tawnos."Y a ti. Y cualquier otra persona relacionada con Urza. Diríjanse al sur de la costa,luego hacia el este a partir de ahí."

Tawnos ayudó a Kayla sobre la borda de la barca de remos. La reina de Kroog secolocó hacia el otro extremo de la embarcación y se ató su capa bien a su alrededor.Tawnos se volvió a Ashnod.

"¿Tú sabías que este ataque se iba a producir?" -le preguntó. "¿Me refiero a sisabías que se iba a producir ahora?" Ashnod negó con la cabeza. "Si lo hubiera sabido, ysi te lo hubiera dicho, ¿me habrías creído? Te he dado lo que quieres. Me voy." Seaferró a su bastón como si Tawnos quisiera arrebatárselo. "Todavía pueden matarte",dijo el aprendiz. "Son menos que un peligro ahora. Confía en mí en eso", dijo. "Siencuentro a Mishra, todo irá bien. Cuida de Su Majestad. ¿De verdad crees que estállevando un cachorro de Mishra?"

"No lo sé", dijo Tawnos suavemente. "No estoy seguro de que ella lo sepatambién."

Ashnod negó con la cabeza. "Aún jugando a ser el patito, incluso cuando los patosmamá se dirigen al matadero. Tu lealtad te pondrá en un lugar donde algún día inclusoni yo pueda ayudarte. ¡La mejor de la suertes, Patito!"

Ella le dio un beso rápido, pero el tiempo suficiente para que lo pudiera observarKayla. Luego, con un guiño y un saludo la mujer pelirroja desapareció de nuevo en laciudad en llamas.

Tawnos miró hasta que desapareció Ashnod entre el humo y la ceniza ardiente.Luego tomó el palo largo y empujó el barco lejos de los muelles, a la corriente principaldel río.

El aprendiz y la reina vieron la ciudad arder mientras navegaban alejándose deella y vieron el humo que marcó su pira mucho tiempo después de que las colinas que la

flanqueaban escondieran la devastación de la mirada de todo ser viviente. El resto de la jornada de ese día, y de los siguientes días, fue en silencio, a medida que avanzaban

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lentamente por el río. La sensación de pérdida, y la responsabilidad por ella, pesabamucho en la pequeña nave.

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Capítulo 16Secuelas

Le tomó a Urza casi un mes volver a los restos de Kroog, primero caminando enel desierto con el herido teniente Sharaman, luego reagrupando las fuerzas asediadasYotianas en la Marca de las Espadas y organizando una retirada ordenada hacia el sur.

La Marca de las Espadas cayó detrás de ellos, así como la mayoría del norte deYotia. Pero ya no había nada allí para luchar por y nada para seguir manteniendo unejército.

Los Fallaji acosaron sus flancos, pero los dejaron en paz. Las fuerzas de Urza pudieron sobrevolar Kroog dos días después, a pesar de estar en territorio enemigo. ElPríncipe Consorte (y gobernante de facto, en la continua ausencia de la reina), llevó untrío de ornitópteros a los restos de la ciudad .

Mishra, ahora conocido por los Yotianos como el Carnicero de Kroog, había

abandonado la ciudad, y sus dragones mecánicos habíandejado poco en pie. Las gigantescas murallas habían quedadointactas, aunque sus poderosas puertas habían sido arrancadasde sus goznes y echas astillas. Todo dentro de las paredeshabían sido quemado, y aquello que había resistido al fuegohabía sido aplastado por las pisadas de los dragónesmecánicos". Una lluvia gris de ceniza y polvo cayó sobre laciudad durante tres días después de la demolición. Hubo

 pocos saqueos después porque había poco que saquear. Todolo que quedaba eran las paredes y una pendiente deescombros grises que bajaban hasta el río Mardun, y más allá

de las paredes un grupo de casuchas desperdigadas que pertenecían a los refugiados demasiado obstinados oestúpidos para trasladarse a otro lugar.

Tres ornitópteros aterrizaron sobre la loma baja dondehabía estado el palacio. Urza y Sharaman salieron de sus máquinas, pero el tercer pilotose quedó en su nave, listo para despegar a la primera señal de problemas.

 No había nada que hacer excepto observar y nada que ver excepto los escombroscubiertos de ceniza. Urza se detuvo en un punto,luego se trasladó unos metros más, luego a untercer lugar. De vez en cuando tomaba un pedazode roca o dejaba que un puñado de hollín se filtrara

entre sus dedos. A Sharaman le pareció como si elgobernante estuviera tratando de imaginar quéedificio se encontraba allí y en donde estaría él si estuviera dentro de ese edificio.

Había una gran pila de escombros que habían sido quemados, destruidos, yluego limpiados. Al principio Sharaman pensó que había sido un gran patio, pero prontose dio cuenta que era el sitio del orniario de Urza y que había sido raspado hasta la rocamadre. Urza se puso en el centro mismo del círculo despejado y se arrodilló poniendolas manos sobre sus ojos. No había siquiera un escombro que él pudiera palpar al tacto.

La gente comenzó a desplazarse desde la puerta. Sharaman se puso nervioso porun momento, pero luego se dió cuenta de que no eran poco más que refugiados de loscampos exteriores Yotianos. Dejando a Urza, Sharaman fue a su encuentro.

Sharaman había estado en Kroog un puñado de veces, la primera cuando recibiósu entrenamiento de vuelo. Había sido una ciudad increíble para un chico de las

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 provincias orientales, un chico que había dado un paseo en un ornitóptero cuando Urzaviajó a Korlinda. Ahora eso parecía toda una vida atrás, y la poderosa Kroog era unaruina muerta.

Sharaman fue a hablar con los refugiados y regresó a donde estaba Urza, un niñorecostado.

"Señor," dijo suavemente."Y yo que siempre acusé a mi hermano de no terminar nada", dijo en voz bajaUrza. Entonces sus ojos se centraron y se volvieron a Sharaman, una vez más el ArtíficePrincipal. "¿Qué?"

"Hay gente aquí", dijo Sharaman. "Ellos quieren saber qué hacer.""¿Hacer?" dijo Urza, su voz sonaba ahogada. "¿Qué pueden hacer?. Diles que

vayan hacia el sur o al este u oeste, o donde crean que puedan encontrar seguridad.Dígales que no hay nada para ellos aquí."

"Tal vez sería mejor si lo escucharan de usted", dijo Sharaman.Urza miró Sharaman. "¿Y decir qué? ¿Qué lo siento por haberles fallado? ¿Qué

lo siento por no haber estado aquí para ellos? ¿Qué yo siento que mi hermano me

engañó? ¿Qué yo siento que mi esposa y mi aprendiz y mi trabajo se han ido todos?"La voz de Urza aumentaba mientras hablaba, y Sharaman se preguntó si el

Artífice Principal lloraba. Sin embargo, éste negó con la cabeza y dijo: "No, yo les hefallado. Deben ir a buscar a alguien que no les haya fallado y seguirlo." Por primera vezse dió cuenta del joven que había cerca de ellos. "¿Y este es?"

"Él dice que es uno de sus estudiantes", dijo Sharaman.Urza observó al joven. "Tal vez. ¿Tu nombre es Rendall?""Sanwell, Señor," dijo el joven. "Rendall es mi hermano menor. Él es el que el

Maestro Tawnos decidió que escapara volando con el ornitóptero."Urza miró a Sharaman, y hubo una nueva luz en sus ojos. "¿Ornitóptero?

¿Entonces alguien escapó de esta con un ornitóptero?"Poco a poco, Sanwell contó la historia, que él había oído de otro estudiante

después de la batalla. Su hermano menor había tomado la mayoría de los documentosimportantes y los diseños y los había trasladado volando hacia el este. No, nadie máshabía ido con él. Sí, con la orden de ir a Argivia, si era necesario para escapar de losFallaji. No, no sabía qué había pasado con el Maestro Tawnos y la reina. El Vengadorde Sanwell había sido abrumado por un número de combatientes del desierto. Habíaacabado con una serie de ellos, pero había demasiados de ellos.

Cuando terminó, Urza se levantó, y había un nuevo fuego en sus ojos. "Así que,hermano", dijo, "tampoco has terminado esto. ¡Sharaman!"

"¡Sí, Señor!"

"Quiero que usted tome nuestras fuerzas restantes del sur. Las reagrupe lo másque pueda y fortalezca los puertos.""Sí, señor. ¿Y usted?""Voy a encontrar el conocimiento que Tawnos guardó para mí. ¡Rendall!""Sanwell, Señor""¿Hay algún otro de la escuela aquí?"

Sanwell miró a su alrededor en la desolación. "No, señor.""Entonces te vienes conmigo", dijo Urza bruscamente. "Tenemos que saber a

donde fué tu hermano con mi trabajo y empezar de nuevo.""Y esta vez", dijo el Artífice Principal entre los restos de Kroog "esta vez no

detendré mi mano ni sentiré piedad por ti, hermano. Esta vez habrá un ajuste de cuentas.

¡Lo juro!"

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Y como en respuesta a sus palabras, un viento frío sopló desde el río,dispersando las cenizas a sus pies.

* * * * *

Las Cavernas de Koilos tenían visitantes. No eran visitantes Argivianos.Eran de un monasterio emplazado a lo largo de las costas del norte del

continente, una teocracia que celebraba el poder y la majestad de los Thran, y lo másimportante, sus dispositivos. Decían pertencer a un gran territorio, pero habían sidorelativamente solitarios. Ellos encontraron que otras culturas no compartían su respeto

 por el funcionamiento de las máquinas, que otros buscaban utilizarlas como trueque,como los Fallaji, o para hacer sombras pálidas de las creaciones Thran, como losArgivianos. Así que siguieron siendo un pueblo tranquilo, sólo saliendo de sus tierras enraras ocasiones más allá de sus fronteras.

Hasta que llegaron los sueños. Habían comenzado hacía más de un año atrás, primero un hermano, luego otro, luego un tercero, todos consumidos por la mismavisión: un mundo de máquinas mucho más allá de las capacidades de los Thran,máquinas vivientes de acero y cables, de corazón indestructibles que bombeaban aceitesescenciales a través del cuerpo, hojas de acero y pastos de dientes aserrados, un mundoen el que llovía aceite y florecían mecanismos. Resumiendo, el paraíso.

Y los sueños embelesaban a los soñadores con su canto de sirena, instándolos aabandonar sus tierras, para llegar al centro del sueño, y a hacer milagros allí en elcentro.

Bajo la insistencia de los sueños, la Hermandad de Gix respondió. Dos docenasde los hermanos de mayor confianza, los que habían servido a la causa de la máquinamás devotamente, salieron de sus casas y se dirigieron hacia el sur.

Evitaron las tribus Malpiri que regularmente atacaban sus tierras, pero unos pocos cayeron ante los peligros del desierto, la exposición, el calor, y los bandidos. Sólouna docena llegó a Koilos un año más tarde, y era un montón demacrado, vestido conharapos por el viento y poseeyendo unos ojos bien abiertos signo de una ampliaexpresión fanática.

Mientras viajaban, los sueños se hicieron más fuerte en ellos. Los sueños lesmostraban el cañón que los llevaría a su meta, y la cueva que se encontraba allí.Retiraron las piedras antiguas que brillaba con su propia luz y viajaron dentro de lacueva, caminando alrededor de los restos de antiguas máquinas que había sido probadas

y halladas insuficientes ante los ojos de su gran dios máquina.Al final se detuvieron frente a la gran máquina. Colocaron juntas sus piedras deluz y las colocaron dentro de la máquina como habían sido instruidos por sus sueños y

 pasaron sus manos sobre el misterioso libro de los glifos. El hecho de que no podíanleer los glifos no les molestó. Lo único que les importaba eran sus sueños, y los sueñosles había dicho qué hacer.

Los monjes de la Hermandad de Gix no se sorprendieron cuando las luces de lacaverna volvieron a la vida oscilando alrededor de ellos, ni cuando las máquinas se

 pusieron a cantar, en comunión unas con otras y cantando alabanzas a su dios. El deleite brilló en los rostros de los Gixianos, sabiendo que sus sueños estaban a punto deconvertirse en realidad.

Un enorme disco cobró forma en el medio del aire, como un charco de aceite puesto de lado. Brillaba como un arco iris de colores jamás visto en esta tierra, ya que

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estos eran más bien los colores de los sueños. El charco se amplió hasta adquirir laaltura y la anchura de un hombre alto, y algo paso a través de él.

Era alto y humanoide. Parecía que llevaba una armadura de serpientes metálicasnegras, pero para deleite de los monjes, estos reconocieron que era la piel del ser, una

 piel de metal y alambres. Su rostro era de un blanco esquelético y más tentáculos

 brotaban de su cabeza, grandes serpientes de color sangre.Como uno, los monjes se pusieron de rodillas en adoración.El ser santo, siervo del dios de la máquina, se puso delante del portal

resplandeciente. Olfateó el aire, como si lo experimentara por primera vez. Extendió susvigorosos músculos de cables y giró la cabeza de lado a lado, probando la extensión desu cuerpo.

Uno de los monjes, el líder entre los sobrevivientes, se levantó lentamente yhabló. "Bienvenido, la creación más santa. ¿Cómo podemos llamarle, para poderservirle mejor a sus propósitos?"

La máquina los examinó a cada uno de ellos, y fué como una caricia suave ymental, como si sus mentes se tocaran. Ellos se dieron cuenta que había sido él el que

había enviado los sueños. El que los había llamado a ese lugar.Los labios de la máquina zumbaron mientras se formaba una sonrisa en ellos.

"Gix", dijo al fin, con una voz que solamente Mishra y Ashnod habían oído antes."Pueden llamarme ... Gix."

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3ERa. Parte

 Trayectorias convergentes

(29 - 57 AR)

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Capítulo 17El Taller de Mishra

L a corte imperial había cambiado mientras Ashnod había estado ausente, estono fue una sorpresa para el aprendiz. En el año transcurrido desde la caída del Kroog,ella se había ido y había vuelto una media docena de veces, y en cada vuelta descubríaque alguna nueva ala o taller o cámara se había agregado a la corte del nuevo qadir delos Fallaji.

Mishra había elegido un sitio enla punta noroeste de la Cordillera Kher,con una vista dominante de las tierrasáridas del oeste. A través de un truco delos patrones del clima, esta zona estaba

 bien regada y estaba rodeada de árboles

tan grandes que podrían haber sido plantados por los propios Thran. Eran untipo de roble, de troncos gruesos,

 pesados y largas ramas horizontales.Algunos de los cuarteles y laboratoriosestaban siendo ya ubicados entre lasramas. Cuando Mishra se convirtió enqadir la reflexión de Ashnod fue que

había querido echar raíces. Tal vez, entre los grandes árboles, esto era lo que habíaquerído decir literalmente. La primera vez que había visto el lugar, tuvo problemas paracreer que una vegetación tan enorme había podido florecer en una tierra que en otroslugares estaba completamente seca y árida.

Rodeando ese bosque de grandes árboles, la mayoría de los árboles más pequeños (todavía grandes y altísimos robles y jóvenes arces) habían sido cortados paradespejar el terreno. Parte de ese claro era para el cultivo, pero la mayoría era para

 pequeñas fundiciones y forjas. Ya los residuos de las fraguas derramaban escoria, restosinservibles de su industria, bajando por las laderas y los ríos, al pie de las colinas.

La última incorporación había sido un granero grande que dominaba sobre unasuperficie en un extremo del campamento. Estaba construido con aros de metalentrelazados por una malla tensadaentre ellos. Los trabajadores esclavos

ya le estaban poniendo piedras paracrear muros permanentes a lo largode la base.

Ashnod dejó que un esclavomozo de cuadra se llevara su caballoy entró en el taller adecuado. Uno delos grandes árboles habían muertohacía miles de años, dejando un tocónenorme de más de 18 metros de alturay el doble de diámetro. Mishra habíahecho ahuecar el tronco y lo había

convertido en su taller privado paracompetir con el orniario aplastado en el ahora fallecido Kroog. Ahora que el taller se

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hallaba en la parte mas alta, las ventanas talladas a través de su corteza exterior estabaniluminadas por un fuego en su interior. Las ventanas eran de forma irregular, modeladassiguiendo los giros de la alguna vez corteza viva que el propio Mishra necesitaba. AAshnod, las ventanas le parecían ojos malignos, haciendo un guiño.

Las habitaciones internas eran también extravagantes, formas extrañas

semejantes a lágrimas o espirales o diseños de múltiples planos. Las habitaciones seelevaban ligeramente de un lado a otro o estaban construídas en numerosas terrazas,cada una con diferentes máquinaria. Ashnod no tenía ninguna duda de que habíahabitaciones adicionales dentro de la estructura en las que no había estado núnca desdela última vez que había dicho presente. Tal era la naturaleza de expansión de losdominios del nuevo qadir.

Una cosa que no había cambiado era el tesoro acumulado en los pasillos, losrestos del saqueo inicial de Kroog. Había platos de cerámica de oro y cristal agrietado,

 piedras preciosas se derramaban fuera de las cajas de madera debido a una malamanipulación, y jarrones raros de vidrio azul y blanco con grietas longitudinales queiban desde el borde hasta la base. Todo ello estaba en montones para demostrar el poder

del raqi de los Suwwardi, su nuevo qadir por aclamación del Imperio Fallaji, el poderoso Mishra.

Una de las paredes había sido talada para permitir que los diplomáticos, lossuplicantes, los cortesanos, y otros parásitos esperaran hasta que se le antojara a Mishra.Por supuesto, Ashnod no tenía que esperar, y pasó rápidamente más allá de estos pobresinfelices Al atravesar la sala sintió la presión de sus ojos y sonrió. Esa era una de lasmejores cosas acerca de regresar al taller de Mishra.

El taller estaba dividio en partes iguales: dos partes correspondían a la biblioteca, dos partes al taller, y dos partes al salón del trono. Un gran trono de robleoscuro había sido colocado contra una pared, repletos de cojines y descansando sobreuna alfombra del color púrpura de la realeza, obtenida de los escombros del palacio deKroog.

El trono estaba flanqueado a ambos lados por pilas de libros. Había libros delsaqueo de Yotia y enviados desde Zegon y Tomakul, folios grandes y pequeños diarios

 personales, pergaminos y tabletas y todo tipo de publicaciones, encuadernadas en cuerosde animales comunes y raros. Ashnod se dio cuenta, no por primera vez, que muchos delos volúmenes habían reunido una pátina de polvo fino y que no habían sido tocadosdesde su ubicación inicial.

Ashnod recordó el orniario de Urza. Incluso limpio y organizado para la vista,tendría un aspecto desordenado. Pero era un desorden ocupado, un caos organizado, queestaba continuamente en movimiento, en constante evolución. Los libros en el taller de

Mishra bien podrían estar en blanco por la cantidad de uso que habían tenido.Mishra no estaba en su trono. Mientras otros se ajetreaban fuera, él estaba en untablero de pizarra grande, otro premio de la guerra, que habían sido colgado a lo largode una pared curva. Mishra había estado trabajando con tizas de colores, y de lasextensiones del arco iris de sus escritos y borradores frecuentes, se erguía el retrato de lacabeza de un dragón mecánico, adornado con letras misteriosas y garabatos ilegibles.

Hajar, el siempre fiel Hajar, se puso al lado del trono, y anunció la presencia deAshnod, por fortuna, ya que de otro modo Ashnod sintió que Mishra no se hubieramolestado en levantar su cabeza.

Mishra observó a Ashnod, y el aprendiz pudo sentir una tensión, un nerviosismoque iba en aumento en su maestro. Chocó la tiza contra la pizarra unas cuantas veces

más, y luego de tirarla en su caja se encaminó lentamente hacia su trono.

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"Informe", gruñó cuando volvió a tomar su lugar entre las almohadas. Con cadauna de sus visitas Mishra se había vuelto cada vez más brusco, más áspero con ella.

Elevado a la posición suprema y con las responsabilidades adicionales degobernar un vasto imperio, ya no tenía tiempo para ser cortés, incluso si así lo hubieraquerido.

"Este es el saqueo de las provincias Yotianas", dijo Ashnod, ofreciéndole unalista de inventario que Hajar recogió. Cruzó las manos ante ella para una recitación seca."Cuatro mil libras de oro, seis mil de plata, incluyendo dos mil barriles, diecisietevasijas en buen estado llenas de piedras preciosas por valor..."

Mishra cortó con un gesto las palabras de Ashnod, y dijo, "¿Libros?" Ashnodsuspiró. El Maestro Mishra se había vuelto más impaciente en los últimos tiempos.

"Cinco nuevos volúmenes de alquimia que no estaban en su colección. Tresvolúmenes sobre óptica. Dos de hidráulica que pueden serle de interés vital, y unvolumen de la metalurgia en el estilo Yotiano, lo que puede resultar muy valioso. Unode relojes, que canta las alabanzas de su autor. Registros de cortes de piedra, hojalatería,y arquitectura. Una colección estándar de revistas y diarios que tienen que ser leídos

 para determinar si contienen algo útil. Un gran número de mapas, la mayoría de lasrutas comerciales Korlisianas".

Mishra asintió con la cabeza, dobló las manos ante él, y se acarició los dedos."¿Recursos utilizables?".

"Tres nuevas minas han sido incautadas, para un total de diecisiete," dijoAshnod. "Había dieciocho, pero los rebeldes Yotianos tiraron abajo las columnas deapoyo principales elijiendo quedar atrapados en su interior antes que rendirse. Cuatrofundiciones han sido desmanteladas y trasladadas aquí, y deberían estar enfuncionamiento dentro de dos meses. Pequeñas fraguas se establecieron en las MarcasSuwwardi. La tala de madera continúa en el norte de Yotia, pero bajo protecciónarmada."

Mishra asintió de nuevo, y dijo: "Noticias"."Más de lo mismo", dijo Ashnod. "Las ciudades sobrevivientes Yotianas a lo

largo de la costa están dispuestos a pagar tributo y jurar lealtad, al menos en lasuperficie. Sin embargo, los ataques y las rebeliones son comunes en el sur de lasMarcas Suwwardi. Como resultado, cualquier calendario que implique recursosYotianos será cuestionable en el mejor de los casos. No hay escasez de esclavos entrelos rebeldes capturados y pueblos caídos".

Ashnod edulcoró la verdad en el mejor de los casos. Por primera vez los Fallajiestaban controlando una población que no era de sangre Fallaji y con la que tenía lazostradicionales el qadir. Una presencia más fuertemente armada se necesitaba en Yotia

 para controlar al pueblo y proteger el saqueo. Eso ataba la mano de obra, y los Fallajiodiaban estar atados.A Mishra no le interesó la naturaleza de los disturbios de sus nuevas conquistas.

En su lugar, simplemente dijo: "¿Y mi hermano?""Aún más allá de la Cordillera Kher", dijo Ashnod. El informe siempre se

encaminaba hasta estas simples preguntas y las respuestas sencillas de Ashnod. Elsaqueo, los recursos, los conocimientos eran secundarios ante las actividades delhermano de Mishra.

"Como si tú lo supieras", dijo Mishra.Ashnod suspiró, tratando de ocultar su impaciencia. Desde que había asumido el

mando Mishra había cambiado, y no para mejor. "Por lo que conocemos actualmente.

Se han visto ornitópteros a lo largo de todos los pasos importantes hacia el este. Pero noha habido una resistencia organizada Yotiana. Se dice que Urza han establecido un

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campamento en Argivia, cerca de la frontera con Korlis, pero Korlis jura neutralidad enesta cuestión a cambio de acceso a los mercados Fallaji ".

Hajar hizo un ruido de impaciencia. La mayoría de los Fallaji consideraban a losKorlisianos tan malos como los Yotianos, difundiendo mentiras melosas de amistadmientras realizaban duras negociaciones. Si los comerciantes de Korlis estaban

realmente interesados en complacer a los Fallaji, habrían capturado a Urza y lo habríanentregado a su hermano Mishra cuando aquel había cruzado por su territorio."¿Qué está esperando?" dijo Mishra, acariciando sus dedos en conjunto. "Ha

 pasado un año"."La pérdida de Kroog y la mayoría del norte de Yotia le ha golpeado

fuertemente", dijo Ashnod. "Él puede estar simplemente ocultándose.""Él nunca se esconde", dijo Mishra acaloradamente. "Él conspira. El hace

 planes. Él todavía está en comunicación con las ciudades Yotianas, estoy seguro de ello,y los rebeldes actuan bajo su comando. Él está esperando el momento oportuno. Elmomento de debilidad. De falta de atención. Y entonces ...," Mishra levantó ambasmanos para indicar la magnitud de la venganza imaginada de su hermano.

Ashnod se mordió el labio y luego dijo: "Si ese es el caso, tal vez deberíamos poner cerco a las ciudades restantes Yotianas y saquearlas, negarles cualquier recursoadicional. Nuestros dragones mecánicos han permanecido sorpresivamente tranquilosdurante mucho tiempo."

Mishra hizo un gruñido y bajó de su trono. Hizo un gesto a Ashnod para que lesiguiera hacia una puerta lateral de la sala del trono. Ashnod le siguió, y la parte

 posterior de la procesión fue cerrada por Hajar.La puerta lateral llevó a una escalera de caracol que parecía perforada con un

sacacorchos gigante a través de la madera alguna vez viva del taller. Esta a su vezcondujo a una puerta trasera al lado del enorme tronco. Mishra caminaba por el nuevoestablo, seguido por un curioso Ashnod y un impasible Hajar al remolque. Algunos delos esclavos que estaban construyendo las paredes se detuvieron para verlos pasar y seganaron una paliza por parte de sus capataces por su descaro.

El interior del nuevo edificio era una habitación individual dominada por dosgrandes máquinas. Pequeñas figuras, académicos enviados por Zegon y Tomakul, yestudiantes de entre los más brillantes de los Fallajis se encaramaban a las máquinascomo las hormigas a un cadáver.

La primera de las máquinas se parecía mucho a un cadáver. Era uno de losdragones mecánicos, tumbado de lado. Sus patas menores habían sido retiradas, y las

 placas a lo largo de su vientre habían sido aflojadas para revelar la red de cables quehabía debajo. Estos habían sido desenrollados, como si fueran las entrañas, para revelar

las bombas y los servos en el corazón de la bestia. Varias pequeñas joyas brillabandébilmente en las grandes heridas creadas, pero en su mayor parte se trataba de una cosainerte, una criatura muerta.

Junto a ella estaba un segundo dragón mecánico, que se parecía al primero tantocomo el dibujo de un niño de un caballo se asemejaría a una criatura real. Estabamodelado a golpes formando ángulos y bordes afilados, y carecía del agraciado estilofluido de la criatura parcialmente desmantelada a su lado. Su rostro era similar, perocongelado en una parodia del dragón mecánico original. Sus músculos no eran cablesfluidos, sino losas toscamente talladas de metal unidas por remaches y soldaduras.

El segundo dragón mecánico estaba en construcción, y como Ashnod pudo ver,los académicos y los estudiantes habían logrado levantar una pata delantera. Estaba en

funcionamiento, pero parecía un ser menos “vivo” que la bestia dañada a su lado.

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"Fue herido en Kroog", dijo Mishra, en relación con el dragón mecánico caído,con una expresión casi dolida por la vista "Contra uno de los vengadores malditos de mihermano. Sobrevivió a la batalla, pero uno por uno sus sistemas empezaron a fallar.Vaciló, se quedó paralizado de uno de sus lados, y luego se quedó ciego. No hubo nadaque hacer solo controlar poco a poco su decadencia. Ninguno más allá de este

campamento lo sabe."Ashnod se encogió de hombros: "Tienes los otros dragones mecánicos.""Y lo mismo puede pasar con ellos", dijo Mishra acaloradamente. "No sé qué

trucos mi hermano ha planificado, y con cada día, él puede tener más de ellos. ¿Puedesimaginarte qué pasaría si uno de estos artefactos se desplomara en el campo de batalla?¿Qué pasaría si el enemigo ve que mis creaciones pueden ser derrotadas?"

Ashnod pensó en ello, y luego asintió lentamente."Y mi hermano es capaz de vencerlo. Eso lo sé", dijo Mishra. "Si me hubiera

quedado junto a el, pero no, en lugar de eso opté por enviar a una de estas máquinas enuna búsqueda infructuosa de uno de los ornitópteros de Urza, pensando en apoderarmede posibles rehenes. Un pequeño error de mi parte, pero fatal para este artefacto. Si me

hubiera quedado en Kroog, éste seguiría siendo funcional. "Si hubieras permanecido en Kroog, pensó Ashnod, probablemente ahora no

serías qadir. Pero Mishra no sabía nada de eso, ni de su ayuda a Tawnos y la reina. Ellasólo asintió con la cabeza.

Mishra señaló la otra construcción. "Y esto no es más que una sombra. Un títerediseñado para parecerse al original. Dispone de la mayor parte de su poder, pero notiene la gracia del original. Ni su sensibilidad. Ni su vida. Hay secretos encerrados en sucuerpo moribundo, terribles secretos que están más allá de nuestro poder paraduplicarlos. Tal vez Urza…," La voz de Mishra se fue apagando, y luego regresó con untono de acero. "Urza podría arreglarlo, por lo que debemos preparar estos nuevosartefactos, estos nuevos dispositivos, para mantenerlo a raya."

Ashnod dijo: "Maestro Mishra, creo que puedo ayudar."Mishra se volvió hacia ella. "¿Puedes reconstruir el motor moribundo?"Ashnod miró el cadáver del dragón mecánico original. Se veía como carroña,

comido en partes por escarabajos. Ella sacudió la cabeza. "Sus propios planes avanzan aritmo acelerado. Permíteme volver a mis estudios, yo te puedo dar armas para derrotar asu hermano."

"Te necesito para supervisar el saqueo de Yotia", dijo Mishra. "Sólo tú sabes loque es valioso y lo que es basura".

Ashnod negó con la cabeza. "Gran parte de lo que es valioso de Yotia ya se hatomado, o puede ser exigido como tributo, o ha sido pirateado lejos de Korlis. Usted no

me necesita para hacer limpieza, mi señor. Usted necesita que yo piense. Para ayudarlea construir."Mishra pensó un momento, y Ashnod continuó, "He tenido tiempo de pensar en

ciertas cosas, tanto en mi reposo obligado como invitada de Kroog, y más tarde, en la búsqueda de libros e información para usted. Creo que puedo darle a una máquina unachispa de vida. Creo que puedo combinar juntos a los vivos y no vivos. Creo que puedodarle un ejército para derrotar a Urza."

Mishra se sacudió un poco hacia atrás y hacia adelante, y meneó la cabeza."Necesito que seas mis ojos, mis oídos más allá de estas paredes. Hay mucho quenecesito que se haga, y tan pocos, como tú y Hajar aquí, en los que puedo confiar parahacerlo."

Ashnod inclinó la cabeza hacia un lado y dijo: "Es una lástima. Urza confiaría enTawnos en asuntos como estos. De hecho, fue Tawnos el Estudiante, quién te distrajo

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con ese ornitóptero huyendo, ya que Urza el Maestro lo había entrenado bien. ¿Estáusted diciendo que Urza es un maestro mejor que usted? "

Una tormenta roja de ira se formó en el rostro de Mishra, y por un momentoAshnod se preguntó si le había presionado demasiado. Pero Mishra respiró hondo, y laira disminuyó ligeramente. Drásticamente, dijo, "¿Qué necesitas para producir un

ejército?"Ashnod mantuvo su nivel de la mirada, como si se hubiera anticipado a estasolicitud. "Mi propio laboratorio, lejos de miradas indiscretas." Ella asintió con lacabeza en reverencia a Hajar. "La mayoría de los libros de biología y anatomía de las

 bibliotecas saqueadas. Una parte de los recursos enviados como tributo. Losinstrumentos quirúrgicos de Zegon. Y esclavos. Tanto expertos, herreros y sopladoresde vidrio, como aquellos que a nadie le importará si se han perdido."

Mishra permaneció en silencio por un momento. "¿Y criminales?" dijo.Ashnod asintió con severidad-. "Criminales, traidores, revolucionarios,

desertores, aquellos cuya desaparición no sea lamentada. Lo que estoy pensando podríaser desagradable para algunos," dijo asintiendo con la cabeza hacia a Hajar de nuevo,

"pero necesario para que podamos construir un ejército que pueda derrotar a suhermano. Esa es una razón por la que quiero mantener mi trabajo en secreto. "

Mishra se detuvo un momento y luego dijo: "Hazlo"."Mira que hoy no puedo prometer resultados”, dijo Ashnod rápidamente, "o

mañana o pasado mañana. Pero con mi investigación y con tus dragones mecánicosreconstruidos, se puede cazar a tu hermano y destruirlo, allí donde se esconda."

"Mi hermano no…" Mishra se detuvo, y luego asintió. "Toma lo que necesites.Envíame informes. Quiero saber lo que estás haciendo. Y que sea rápido. Mi hermanono estará esperando su oportunidad para siempre."

Ashnod añadió: "Usted debe saber que lo que me propongo hacer no será un proceso ‘delicado’."

Mishra dijo: "Estos no son tiempos delicados. Nosotros no somos un pueblodelicado. Haz lo que debas, pero dame las armas que necesito. Haz lo que debas".

Ashnod hizo una profunda reverencia, y Mishra giró sobre sus talones,retirándose por la ladera a su taller deformado. Hajar, su fantasma silencioso, le seguíasus pasos. Después que regresaron a puertas cerradas, Ashnod pensó que el asistenteFallaji habia aconsejado al qadir que no confiara de la mujer pelirroja. Seguramente lehabría dicho al qadir que debido a que su sabiduría era mayor a la de ella ya nonecesitaba que una mujer sea un participante regular en su corte.

Esto no le importó a Ashnod. Esperó hasta que ambas figuras se perdieran devista, y entonces ella se permitió que una leve sonrisa se dibujara en su cara. Había

conseguido lo que quería: su propia tienda y la libertad para proseguir sus propiosestudios.Y había aprendido algo más. Cualquier cosa que fuera Mishra, tenía miedo.

Miedo de su hermano. Miedo de ser castigado por robar la mujer de su hermano, por ladestrucción de la casa de su hermano, por romper los juguetes de su hermano. Era unaherramienta útil para ser usada al tratar con el nuevo qadir, pero tenía que tener cuidadode no “desafilarla” con el sobre uso.

"Habla la palabra mágica y las puertas del tesoro se abrirán," se dijo a sí misma, pensando en una antigua leyenda Fallaji, "Y la palabra secreta era Urza"

Observó a las hormigas hurgando sobre los dos cadáveres de los dragonesmecánicos, despojando a uno para proporcionarle vida al otro. Luego volvió a su propio

cuartel para repasar sus planes para el futuro.

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Capítulo 18La Torre De Urza

Debieron pasar tres años después de la caída de Kroog para que Tawnosfinalmente se reincorporara a Urza en la provincia más suroeste del territorio Argiviano.Fueron años duros, y su precio se mostraba en el rostro del aprendiz: años de correr yesconderse, de vuelo y paciencia, de trabajo y abandono de trabajo.

Kayla estaba con él, y Harbin, su hijo,nacido en medio de un monzón fuera deJorilin, ahora de dos años y medio. Tambiénestaban acompañados por dos estatuasanimadas que Tawnos había creado duranteese terrible segundo invierno, cuando las

 patrullas de esclavos Fallaji les habíanobligado a huir a la Cordillera Kher.Finalmente habían logrado llegar a

Korlis mismo, pero incluso entonces nocreían que estaban a salvo. Los Korlisianosseguían negociando con los Fallaji, y a

 pesar de que también estaban negociandocon los Argivianos por un pacto de protección mutua de los asaltantes del desierto,Kayla no estaba segura de que los fugitivos no serían entregados a los representantes deMishra como un signo de buena voluntad.

Habían viajado en secreto, y sobre todo por la noche. No habían dado sus nombres

reales, aunque hubo algunos que pudieron reconocer el perfil de Kayla, sobre todo enlas ciudades costeras Yotianas, para proporcionarles la ayuda necesaria. Fue ese mismoreconocimiento, y la amenaza de una larga exposición lo que convenció a la ex reina dedirigirse al norte y al este, hacia Argivia y el santuario. Cuando les llegó la noticiaverdadera de que finalmente Urza se encontraba en Argivia cerca de la fronteraKorlisiana, los tres, en compañía de sus dos protectores artificiales, guiaron sus pasoshacia la Torre de Urza.

Esto fué más fácil de decir que hacer. Urza había elegido un sitio lejos de lasciudades o pueblos, escondido en los flancos de las Kher

Un risco en sí mismo. El valle de su torre estaba envuelto en una niebla permanente, alimentada por los arroyos de montaña que caían en cascadas al fondo del

valle a su alrededor. Para un observador casual, se trataba solo de una cañada oscura demontaña más, igual que otra centena a lo largo de las fronteras occidentales de Korlis yArgos. Pero este valle se curvaba y se extendía un poco más al norte, y en ese bolsillodel norte, oculto por la niebla, Urza construyó su santuario.

Saliendo de esas nieblas aparecieron cinco figuras oscuras, un hombre a caballo,una mujer y un niño en un caballo robusto, y dos estatuas silenciosas e incansables a la

 par.La torre en sí era de piedra blanca y coronada por una cúpula dorada. Se veía

delgada y solitaria, rodeado por las paredes del valle mismo. Kayla notó que no habíaninguna señal de actividad en el lugar. Comentó que parecía estar abandonada.

Tawnos estuvo de acuerdo. En los viejos tiempos, en Yotia, habría habidocontinuas patrullas de ornitópteros sobrevolando un lugar tan importante. De hecho, sino fuera por un expatriado leal a Yotia que habían encontrado en un pueblo cercano dos

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días antes, se habrían perdido por completo la torre.El niño, Harbin, dio un chillido agudo y se retorció en su lugar al frente de su

madre. El aire brumosoera una delicia para elniño, quién seguía

tratando de alcanzar yagarrar un puñado de él.Tawnos le intentó explicarque el aire no puede sercapturado, al menos nocon las manos. El niñoescuchó, con rostrosevero, asintió con lacabeza, y trató de seguirluchando con el aireinmediatamente que

Tawnos le dio la espalda.Tawnos detuvo su

montura a cien pasos de latorre. El lugar estabasilencioso como unatumba. ¿Dónde estaban las

 protecciones? ¿Urza habíaabandonado realmenteesta torre, o ya habían sidovistos? En este últimocaso, ¿por qué no habíaacogida?

Hubo unmovimiento a la derechade Tawnos, y este hizogirar de repente al caballoen su lugar. De lassombras de las montañas

 provino la reflexión de la luz en un metal y un curioso, sonido bajo, de gorjeo.Una figura apareció a la vista, seguido por una segunda y una tercera. Eran una

mezcla entre hombres e insectos metálicos, con las cabezas largas como de hormigas

encaramadas en cuellos delgados. Parecía como si llevaran una armadura metálicasalpicada por manchas de óxido. Entonces Tawnos se dio cuenta que esta armadura erasu cuerpo. Debajo de las placas el aprendiz podía ver los mecanismos y palancastraqueteando, forzando a las criaturas a seguir adelante. Las rodillas dobladas haciaatrás, como los vengadores, aunque estas construcciones eran apenas altas, llegando alos hombros de un hombre.

Estaban armados con cuchillas pesadas montadas en postes, que blandían hacialos viajeros. Las máquinas estaban en silencio, el gorjeo no era más que el desgaste demetal contra metal, de las poleas silbando por los cables deslizándose por sus circuitos,y de los interruptores de cobre ajustando y desajustando.

Tawnos oyó un grito ahogado y miró hacia Kayla. Había otros tres al lado de la

carretera, de manera similar, armados y blindados. Los dos grupos fueron convergiendohacia los viajeros.

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Tawnos gritó una orden a las estatuas, una de las cinco que entendían, y espoleó asu montura hacia delante, gritando a Kayla que le siguiera. El caballo, un animal viejo ydesgastado, relinchó quejosamente y avanzó lentamente.

A la misma velocidad, poco a poco,las dos estatuas de arcilla se volvieron

hacia sus agresores. A cada uno se lehabía enseñado a reconocer armas y aatacar a aquellos que las portaban. Elnúmero de objetivos confundió a lasestatuas por un momento. Luego, cadaestatua eligió un ala de asaltantes.

Lo que siguió fue una batallasilenciosa, sin un grito o llanto. Lasestatuas de barro estaban armadas sólocon sus puños, pero eran enormes, eran

 puños exagerados, con una gran cantidad

de poder detrás de ellos. Los autómatas de metal fueron más rápidos, y con sus armastenían un alcance que a las estatuas le faltaba. Se produjo un ballet mortal, marcado porla resonancia de los duros golpes que caían sobre las armaduras y el ruido suave ycortante de navajas excavando a través de la carne de arcilla.

Los dos autómatas principales de cada ala se acercaron demasiado a las estatuas yfueron recibidos con golpes de martillo en su rostro. Uno esquivó el golpe, pero el otrolo capturó de frente. Su cuello larguirucho se rompió, y la cabeza cayó sobre el lomo dela criatura, aún sostenido por una maraña de cables sueltos. El resto del cuerpo noreconoció la pérdida, pero aún se agitaba ante el oponente de arcilla con su hoja decortar.

Las cuchillas cavaron profundo, pero la arcilla se cerraba tan pronto como estascortaban a través de ella, como una masa suave rebanada por un cuchillo de pan. Una deestas filosas hojas se quedó irremediablemente atascada en el interior de la criatura dearcilla, la estatua se inclinó y cogió la cabeza del autómata. La apretó, y pedazos deautómata se convirtieron en piezas permanentes de la mano enorme de la estatuamientras esta destrozaba el cráneo de la criatura.

Dos de los autómatas retrocedieron, luego contraatacaron como uno solo. Laestatua de barro levantó un brazo para evitar el golpe, y ambos trataron de cortar en elmismo brazo. La primera hoja cortó profundo, y la segundo todavía más profundo. Fueallí que se escuchó el tañido frío de metal contra metal y un ruido de chasquido cuandoel segundo autómata cortó el hueso de metal en el centro del brazo de la estatua de

arcilla. La estatua alzó el brazo, pero la mayoría de la arcilla se fue desprendiéndose deél ahora, revelando un armazón de metal fino debajo.Mientras que los autómatas y estatuas luchaban, Tawnos y Kayla montaron hacia

la torre. Si Urza estaba allí, entonces estas serían sus creaciones, y podía suspender la batalla. Si él estaba ausente, la torre les podría proporcionar algún cobijo hasta que lasestatuas de arcilla hubieran derrotado a sus enemigos.

Tawnos gritó hacia la torre y vió movimiento a lo largo de la muralla superior.Una figura alta, familiar, se llevó un silbato a los labios.

Hubo un corto silbido de tres notas, y Tawnos se giró en su silla para ver que losautómatas habían puesto fin a sus ataques. Por desgracia, las estatuas de arcilla todavíalos veían como una amenaza, y una arrancó otro cuello antes de que Tawnos gritara la

 palabra para que se retiraran. Así, las estatuas de arcilla se detuvieron, una a mitad de ungolpe.

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Tawnos miró hacia arriba, pero la figura se había ido de las almenas. La puerta seabrió y salió una segunda figura.

Este no era Urza, pero tenía la delgadez del Artífice Principal, y Tawnos se preguntó si se había equivocado acerca de la figura que había visto arriba. Este hombreestaba vestido con el uniforme de un oficial Yotiano, un piloto, por el aspecto de las

marcas que habían dejado las placas e insignias, que alguna vez habían colgado de sutraje. Era un teniente, o lo había sido, en la época en que los Yotianos habían tenido unafuerza armada.

La figura se inclinó por una de sus rodillas ante las figuras a caballo. "SuMajestad", dijo a la reina. "Caballero Tawnos. El Artífice les da la bienvenida a su torre.Si hubiera sabido que venían habría desactivado los guardias. Soy Sharaman. Por favorentren y siéntanse bienvenidos."

Fue al caballo de Kayla para ayudarla a desmontar y en su lugar recibió al atadoque era el joven Harbin. El ex teniente pareció como si le hubieran entregado una bolsade serpientes vivas y rápidamente (pero con cuidado) colocó al niño de pelo rubio rojizoen el suelo, mientras Kayla desmontaba.

El muchacho ignoró su tratamiento brusco en cambio estirando su cabeza hacialas almenas. Tawnos miró hacia arriba y vió el destello de la conocida figura delArtífice Principal cuando Urza se movió hacia las sombras del balcón de la puerta. Acontinuación, la esbelta figura desapareció por completo.

Mientras Tawnos desmontaba Sharaman dijo: "Si me siguen. Tengo que darles la bienvenida y acompañarles hasta el artífice."

Kayla dijo: "Eso estaría bien."Sharaman hizo una pausa y luego dijo: "Su Majestad, le pido disculpas. Se me

instruyó para que le diera la bienvenida a ambos pero que solo trajera al CaballeroTawnos hasta el Maestro Urza. Espero que esto no sea un problema."

Kayla y Tawnos se miraron uno a otro. Tawnos estaba seguro de que Urza hubieradeseado ver primero a su esposa, después de todos esos años. Pudo observar una tensiónen los labios de la reina, pero finalmente ella asintió con la cabeza que estaba deacuerdo.

Sharaman dejó a la reina y a Harbin, en una austera habitación de espera en la planta baja, haciéndoles saber que regresaría con bebidas, y, si la madre lo permitía,obleas de azúcar. Esto le ganó la simpatía inmediata de Harbin, que chilló cuando Kayladio su consentimiento. El ex teniente llevó a Tawnos subiendo por varios grupos deescaleras.

“¿Cómo está?" preguntó Tawnos en un descanso."Él ha…" dijo brevemente Sharaman. "Ha pasado por mucho."

Al igual que todos nosotros, pensó Tawnos, pero no dijo nada cuando Sharamanabrió la última puerta y se apartó para dejar entrar a Tawnos.El aprendiz entró en el estudio de Urza, y Sharaman cerró la puerta suavemente

detrás de él. La habitación era de buen gusto y ordenada, al borde de lo austero. Unaalfombra fina cubría parcialmente el suelo de madera, y cerca de las ventanas habíavarias mesas de dibujo inclinadas, todas cubiertas con planos en distintas fases dedesarrollo. Una bola colocada sobre una cavidad, tallada de madera de milenrama, yacíasobre una mesa de trabajo pequeña, junto a un libro abierto.

Urza se encontraba en el balcón, de espaldas a Tawnos, con vistas sobre el vallede niebla y los restos de la batalla anterior. Sus manos estaban entrelazadas detrás de él.Tawnos esperó. Finalmente Urza dejó escapar un gran suspiro y se volvió hacia

Tawnos."Yo esperaba recibir algun mensaje.", dijo el hombre mayor. Tawnos vio las

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líneas en la cara de Urza, una pequeña colección en la esquina de cada ojo. Sus ojos parecían más profundos y, más hundidos en sus cuencas, y su pelo se estabaconvirtiendo completamente de un tono blanquecino dorado. Llevaba la bata de trabajo,

 pero estaba limpia y bien planchada.Tawnos dijo: "Los mensajes pueden ser interceptados, señor. Y no estábamos

seguros de su posición hasta que pasamos la frontera Argiviana".Urza asintió con la cabeza bruscamente y volvió a respirar hondo. Luego esbozóuna sonrisa forzada. "Es bueno ver que estás vivo. Me preocupé al no recibir noticias."

"Pasamos más tiempo del que deberíamos en Yotia", dijo Tawnos."Sí", dijo Urza, presionando sus palmas juntas y girando lentamente. "Supongo

que tenían que hacerlo. Mira en mi escritorio, ¿puedes? Allí, en el sostenedor de libros"Tawnos se acercó a la mesa de trabajo. "El Volúmen de Jalum", dijo al fin."El Volúmen de Jalum", repitió Urza. "Has tenido éxito, Tawnos. Todo el

conocimiento que cargaste en ese ornitóptero. El joven Rendall logró hacerlo llegarhasta Argivia, y todo me estaba esperando cuando por fin llegué a Penregon. La mayor

 parte de mi trabajo, y nuestros papeles. Se produjeron algunas pérdidas, pero nada que

no pueda ser recuperado. Uno de los estudiantes recogió una lista de lavandería, pensando que era un papel importante, pero bajo las circunstancias, fue una jugada brillante." Urza miró a Tawnos. "Gracias".

"Era mi responsabilidad", dijo Tawnos con una ligera reverencia."Y la has cumplido más que adecuadamente", dijo Urza. "Esas estatuas que has

traído contigo. Son impresionantes.""Arcilla sobre un armazón de mimbre y metal", respondió Tawnos."Eso es algo más que arcilla", dijo Urza. "Pareció hacer caso omiso de los golpes

de mis propios soldados.""Sí, señor", dijo Tawnos, preguntándose por qué hablaba de estos asuntos,

mientras que Kayla estaba esperando. "Fue a partir de un depósito que nos encontramoscuando nosotros…cuando Su Majestad y yo, nos escondimos en las montañas. Tenía la

 propiedad de fluir y volverse a unir cuando se cortaba. Al principio pensé que podríacontener algo similar a las Piedras Thran, pero ahora no estoy seguro. Si yo pudieraencontrar la naturaleza primitiva de esa tierra, podríamos hacer creacionesmaravillosas."

"Sí", dijo Urza, y de repente señaló hacia un rincón de su taller. "Ese arcón. Miraen su interior."

Tawnos miró con curiosidad al artífice mayor, pero hizo lo que pidió. CuandoTawnos abrió el cofre, quedó casi cegado por la luz de las piedras que había en suinterior.

"Piedras de poder", dijo."Sí", dijo Urza con orgullo en su voz."Nunca he visto tantas en un solo lugar", comentó el aprendiz."Sí", repitió Urza. "Mientras estábamos haciendo lo mejor que podíamos con las

que teníamos en Kroog, los nobles Argivianos han estado recogiéndolas durante más decuarenta años. Hay muchas más que esas, más que suficiente para alimentar a cualquiernúmero de dispositivos. Es con ellas con lo que operan los soldados Yotianos delexterior".

"¿Yotianos?" dijo Tawnos con una pequeña puñalada de dolor en su voz.Urza levantó las manos. "Una pequeña vanidad. Mis guardias. Son más pequeños

que los vengadores y más fáciles de producir. Yo los llamo los soldados Yotianos

 porque, espero, que eviten que la suerte de Yotia sea igual a la de Argivia y Korlis. Unviejo amigo una vez me dijo que había poder en los nombres. Y tal vez...". Urza dejó

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que su voz se desvaneciera."Tal vez ello devuelva Yotia a la reina", dijo Tawnos."A la gente Yotiana", dijo Urza rápidamente. "A la gente que confió en mí y a

quienes entregué en manos de mi hermano.""Tu hermano tiene las manos llenas de ellos en este momento", dijo Tawnos. Urza

no respondió. "Tengo entendido que ahora lidera a los Fallaji."Urza asintió con la cabeza. "El universo ha cambiado. Yotia ha caído. Mi hermanolidera a los Fallaji. La corona de Argivia ha perdido casi todo su poder, por lo que Yotiadebe preocuparse por las tribus del desierto, y ahora Yotia se ha ido. Los nobles tienenla mayor parte del poder en Penregon, y están muy, muy preocupados por los Fallaji quecruzan la cordilleras y los atacan."

"¿Y tú?" preguntó Tawnos. "Estás preocupado."Urza abrió los brazos para incluir a la

habitación. "¡Este es el resultado de esa preocupación, Tawnos!" dijo. "Puedo duplicaresta torre en cinco días, teniendo en cuenta los

materiales necesarios. Estoy trabajando en unaforma para que los soldados Yotianos lasconstruyan por sí mismos. Imagina una líneade estas fortalezas, tripuladas por soldadosinsomnes, protegiendo a Argivia y Korlis delos Fallaji. Protegiéndoles de mi hermano."

Tawnos asintió con la cabeza. "Mesorprendió no ver ornitópteros".

Urza negó con la cabeza. "Son necesarios en el norte, para el patrullaje de los pasos. Además, enviar un ornitóptero al aire es enviarle una señal al enemigo, mostrarledónde te encuentras. Esa es otra lección aprendida a un alto precio." Urza se quedó allí

 por un momento, apretando las palmas. "¿Te he dicho que tenemos otra escuela, enPenregon, esta vez? Rendall está ahí, y su hermano Sanwell. Sobrevivió, junto con un

 puñado de otros. La escuela está siendo supervisada por un viejo amigo, Richlau.¿Alguna vez te mencioné a Richlau antes?"

"Urza", dijo Tawnos suavemente."No, creo que no lo hice", continuó Urza. "De todos modos, hay toda una serie de

 jóvenes nobles, bueno, no tan jóvenes, pero personas que alguna vez trabajaron conTocasia y que saben acerca de los artefactos, que los valoran y están dispuestos aayudarme en mi investigación."

"Urza", dijo Tawnos nuevamente.

"Más que a las piedras de poder. Me refiero a la mano de obra, capacitación yrecursos. Argivia es un país rico.""¡Urza!" dijo Tawnos por tercera vez bruscamente."¿Qué pasa?" preguntó con irritación Urza."Kayla está aquí", dijo Tawnos."Ya lo sé", dijo el artífice, y hubo una larga pausa. Luego dijo: "Ya lo sé" repitió,

y hubo una pausa más larga."Deberías ir abajo para encontrarte con ella", dijo Tawnos. "Y con tu hijo"."¿Es realmente ...?" Urza empezó, con vehemencia, pero dejando morir la

cuestión."Él tiene tu color de pelo", dijo Tawnos.

"Él tiene el color de pelo de mi padre", dijo Urza, y se volvió para mirar por laventana. "Me gustaría que no los hayas traído", dijo después de un tiempo.

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"¡Por todos los dioses de Yotia!" gritó Tawnos, y Urza saltó por el sonido de lavoz del hombre más joven. "Hemos estado corriendo y escondiéndonos durante tresaños. Recibí a tu hijo, sí, a tu hijo en medio de una tormenta eléctrica. Les traigo hastaaquí, ¿y no quieres verlos? ¿Todavía la odias tanto?"

Urza se puso pálido, y Tawnos temía que el hombre mayor iba a flaquear, a huir, a

retirarse más dentro de sí mismo. "No," dijo al fin: "No es eso. No del todo. Es sólo quehe fracasado. No pude ver lo que venía. Yo no anticipé los planes de mi hermano. Lefallé, y le fallé a su nación".

"Yo también fracasé", dijo Tawnos sombrío. "Y ella también. Hemos tenido quevivir con ese fracaso en cada paso del camino desde Kroog. ¿Es solo por eso Urza?¿Tienes vergüenza de que eres tan falible como el resto de nosotros?"

Un largo silencio ocurrió entre ellos por un momento. Luego Urza suspiró ydijo: "Yo soy un cuervo de la tormenta,Tawnos. Un pájaro de mal agüero. Eldesastre sigue a mi despertar, y yo no

quiero hacerle daño nunca más. No quierohacerle daño a más nadie. Sólo un tontoestaría a mi lado."

"Entonces llámeme tonto, por ello.",dijo Tawnos. "Me gustaría volver a ser suaprendiz. A Kayla le gustaría volver a sersu mujer."

Urza volvió a darle la espaldanuevamente, y Tawnos lo vio llevarse las manos a su cara, tal vez para enjugar unalágrima. Sin embargo, cuando Urza volvió su rostro estaba paciente y calmado, y susojos eran claros. El artífice sonrió. "No tengo necesidad de un aprendiz. Y tushabilidades con las estatuas han demostrado que tú ya eres un artífice maestro porderecho propio".

"Bueno, si usted no necesita un aprendiz, por lo menos necesita a alguien que estédetrás de usted y le dé un buen porrazo de vez en cuando", dijo Tawnos. "Eso es untrabajo que puedo hacer también adecuadamente."

"Y lo harás", dijo Urza. "Necesito un amigo, y tú lo has sido para mí. Y para lareina. No le has fallado a ninguno de nosotros."

"Estás equivocado", dijo Tawnos, "pero podemos hablar de eso en otro momento.""Seguro que podremos", dijo Urza, y luego asintió con la cabeza. "Vamos abajo

 para ver a mi esposa. Y a mi hijo."

Lentamente bajaron las escaleras de la torre. Tawnos se preguntó si el sonidorealizado en la torre era parecido a aquel ocurrido dentro del antiguo Palacio de Kroog.Urza se detuvo una vez para resaltar alguna característica de la torre a Tawnos, meneóla cabeza y siguió adelante. Tawnos se dio cuenta que estaba retrasando lo inevitable.

Llegaron a la sala de espera. Tawnos esperó en la puerta. Sharaman dejó la bandeja de galletas de azúcar y también se retiró a los pasillos. Ninguno de los doshombres se alejó, pero tampoco permanecieron en la sala.

Kayla se levantó, y Urza se acercó a ella. Se abrazaron, pero fue un abrazo cortés,cada uno descansando las manos en los codos del otro. Sin embargo, no se separaron, yTawnos pudo ver lágrimas en los ojos de Kayla

"Es  bueno…" carraspeó Urza con la garganta tiesa. Se aclaró la garganta y dijo:

"Es bueno verte de nuevo."La boca de Kayla se movió, pero Tawnos no oyó las palabras.

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"¡Hey!" dijo Harbin, a sus pies. Tiró del delantal de Urza y el artífice miró al pequeñuelo.

Harbin miró a Urza, y con todo el poder que un niño de dos y medio años escapaz, dijo, "’ío’ Tawnos dice que sois mi papi. ¿Si?"

Urza miró a Kayla, y luego al niño pequeño. Se arrodilló y puso la diminuta mano

del muchacho encima de la suya."Supongo que lo soy", dijo. "Y estoy muy contento de conocerte después de todosestos años."

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Capítulo 19Intercambio De Información

Gix recibió el informe de uno de sus monjes, pero ninguna palabra fue dicha. En

su lugar, el monje se arrodilló junto al trono improvisado del demonio, y el dedoalargado de éste se cerró sobre la parte superior del cráneo del monje. El monje dejóescapar un suave gemido cuando las garras del demonio se clavaron un poco en su piely se conectaron con los nervios bajo su carne.

Fue un momento embriagador paraGix, ligeramente intoxicante. Estascriaturas carnosas estaban llenas desensaciones. Incluso los monjes, de quienesGix había aprendido que poseían unaexistencia retirada de las experiencias deotros de su raza, eran un cuerno de la

abundancia de emociones, un pozo dedeseos en conflicto, una fuente degenerosos sentimientos tempestuosos. Elestremecimiento eléctrico al tocar esossentimientos, incluso indirectamente, se

 precipitó a través de él como un disparo.El demonio se mostraría reacio a

admitirlo, pero se encontró con unaexperiencia única diferente a cualquieraacaecída en su hogar en Pirexia. Deliciosa.Esa era la palabra. Tocar los nervios de los

monjes era delicioso.Las emociones disminuyeron el miedo, la ira, la pasión, el interés, la felicidad y

Gix comenzó a explorar la mente del monje. Los monjes se enorgullecían de suorganización maquinal, pero Gix encontró que su mente era una maraña de confusión,una selva de pensamientos contradictorios más impenetrable que las selvas de su patria.Poco a poco Gix extendió su propia conciencia, domesticando ese desierto y extrayendolas respuestas que necesitaba de la calavera viva de sus fieles.

Había habido aquellos que habían protestado contra sus tiernos sondeos, fueronenterrados en las arenas del exterior, enterrados al lado de los débiles, que sederrumbaron sobre sí mismos al primer toque suave mental. Sólo los fuertes y losdispuestos permanecieron al servicio del demonio, que era como él pensaba que deberíaser.

Él había aprendido mucho del mundo a través de los monjes, tanto de un mundotan diferente al suyo, tan organizado como un desfile trasgo y tan estructurado como unhormiguero derrumbado. Incluso esas palabras fueron saqueadas de las mentes de losmonjes, porque el puro caos del mundo no estaba conectado de alguna manera con suantigua vida bajo los cielos aceitosos de Pirexia.

Este era un mundo lleno de grupos de truhanes sin maestros coherentes deningún tipo. Tal vez este mundo había tenido unos buenos maestros alguna vez, perohabían muerto o se habían ido, dejando a los niños peleando en su lugar. Había existidouna raza muerta llamada los Thran. Tal vez habían sido los maestros. Pero se habían

marchado y había dejado sus juguetes detrás, simples máquinas sin educación, sin un

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destello de sensibilidad verdadera, y ahora algunos de estos niños chillones habíadesenterrado los juguetes y los juegos eran peligrosos.

Uno de los niños había encontrado el camino hacia Pirexia y había robado juguetes a sus superiores. Le había robado a aquellos que vienen en busca de susdispositivos. Le había robado a Gix.

El niño se llamaba Mishra, según había dicho la mente del monje. Él era elmaestro de los Fallaji, un pueblo rudo y brutal que vivía en las regiones secas. Pero aldecir que él era su maestro le estaba dando demasiado crédito, porque todo lo que élestaba haciendo era guiar una ola de su naturaleza orgánica bestial. Los miembros de latribu que lideraba se chocarían contra otras bandas de criaturas como una canica al azaren un laberinto. Esto probaba que Mishra no era un verdadero guía sino un estímuloornamental en una máquina diabólica.

Había otro, el subordinado de Mishra, pero la pelirroja no brillaba en la mente deGix como lo hacía Mishra. Él era el ladrón. Mishra era aquel que con su mente habíacepillado la suya tantos años atrás. Mishra vino hacia él en sueños. (¿Habría soñadoantes de encontrarse con Mishra? Se preguntó Gix. Él no tenía ninguna memoria de

haberlo hecho.) Mishra invadió Pirexia y se llevó los dragón mecánicos, el mak fawa,las criaturas de la primera esfera.

Mishra debe ser castigado.Pero Mishra no estaba solo, porque había otro en ese toque inicial mental, años

atrás, una figura oscura al lado de Mishra. Al principio pensó que se trataba de otrosubordinado, similar al subordinado Ashnod. Pero Gix pronto se dió cuenta de que esteotro era una unidad similar, el resultado de los mismos componentes básicos ymanufacturas. Un hermano, dijo la mente del monje, aunque la palabra lleva diferentessabores y sensaciones que aquella que hacía referencia a otros sacerdotes.

El hermano, Urza: otro maestro de otro pueblo rudo y brutal. Tales bárbaros parecían no tener fin, los hijos de los maestros desconocidos y abandonados. Una vezque Gix detectó la existencia de Urza pudo ver claramente que estaba cortado de lamisma tela que su hermano, no era ni más ni menos que Mishra. Sus mentes parecíanordenadas, o al menos más ordenadas que la mayoría de los que había encontrado.

Cada hermano lleva un legado de los antiguos, de los Thran. Era una piedra partida en dos, cada mitad contenía la suma de la piedra anterior aunque alterada enfunción de la unidad orgánica con la que se habían unido. Gix podía sentir el anhelocristalino de estas mitades, de la atracción que tenían la una por la otra, y de su rechazo.Las piedras le parecieron dos faros a Gix, e incluso sin los sentidos sustitutos del monjeel demonio podía sentir su poder. Los faros se había movido poco en los últimos años.

Uno se encontraba al oeste, a través de un parche de montañas irregulares. El

otro en el sur, entre otra de las barreras de terreno titánicamente rota. Le llamaban. Lerogaban que les llevara de vuelta a Pirexia, de vuelta a donde serían realmenteutilizadas.

Cuando llegó por primera vez a este mundo carnal, Gix pensó que no haría másque matar al ladrón y regresar con los dragones mecánicos recuperados. Podía sentir susllamadas, aunque uno se había debilitado y su existencia se había apagado unos pocosaños antes. Hizo duelo por este y casi buscó su venganza.

Pero ahora había algo más en su misión. El pudo tocar los sueños del ladróncuando estuvo en Pirexia, pero en este mundo el no podía tocar ni el sueño de Mishra niel de Urza. Ahora parecía como una prueba en contra de su autosuficiencia. ¿Era partedel poder de las piedras o del propio mundo? Las piedras parecían importantes. ¿Acaso

también debía recuperararlas? ¿Acaso estos dos niños orgánicos eran un peligro paraPirexia? Si ellos habían roto las barreras, ¿los demás no podrían hacerlo?

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Ante estas preguntas, Gix fué lógico y preciso. Él envió a sus monjes a recogerinformación. Una vez que obtuvo la información, la chupó deliciosamente de susmentes y formuló un plan.

Gix legó sus órdenes a la mente del monje. Hubo otro gemido suve cuando otrainformación antigua fue empujada fuera de la mente del monje y los circuitos orgánicos

se reconectaron para comprender las nuevas órdenes. Gix había aprendido, a través deun fatal ensayo y error, qué partes de la mente de sus fieles necesitaban para realizar susfunciones básicas, y dejaba estas sin tocar.

Gix levantó la mano, y sus garras se deslizaron fuera de la carne y los nervios desu siervo. El monje se inclinó hacia delante, hacia los brazos de sus hermanos(hermanos, en menor medida que Mishra y Urza). El monje sería cuidado y atendido, ycuando su mente se curara pasaría el mensaje del dios.

Reunirían a sus hermanos e irían en busca de este Urza y de este Mishra. Seconvertirían en parte de sus unidades crudas y brutales, formarían parte de los tribunalestribales. Ellos irían a ver, y a informar. Y cuando llegara el momento oportuno,llamarían a Gix de su trono en las cavernas de Koilos, y castigaría a los hermanos porsus crímenes contra las máquinas. Por sus crímenes contra Pirexia.

Y él tomaría sus piedras, pensó Gix, flexionando los dedos delante de él. Lasgotas de sangre del monje salpicaron el pecho del demonio, silbando y burbujeando alcontacto.

Sí, pensó el demonio. Las piedras le pertenecerían por derecho de conquista. Éllas llevaría en su regreso a Pirexia.

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Capítulo 20Transmutadores

E n los meses siguientes los Informes de Ashnod a Mishra habían sidoregulares, completamente detallados. Unas palabras sobre los progresos hasta la fecha.Un nuevo calendario de plazos. Una lista de los nuevos suministros necesarios: la arenade un determinado tipo de vidrio, un metal de una fragua en particular, una tela de undeterminado tejido. Y esclavos…siempre más esclavos.

De los últimos habían muchos, pero los recursos restantes comenzaban aagotarse. La mayoría de Yotia habían sido saqueada, y a pueblos enteros se les estabansiendo inculcado que trabajaran las minas que aún no habían sido despojadas. Lascaravanas de Tomakul y Zegon fueron menos frecuentes de lo que deberían haber sido,y la calidad de sus tributos habían decaído. Un número de representantes de esas

ciudades fueron enviados a Ashnod

como ejemplo para los demás. LosKorlisianos, todavía se escondían detrásde una máscara transparente deneutralidad, eran cada vez más

 problemáticos. Mishra estabaconvencido de que sus caravanas eran un

 paraíso para los espías Argivianosquienes le informarían todo lo que

 podían a su odiado hermano.Mishra encontró que los

experimentos de Ashnod sirvieron paraaumentar la lealtad y la disciplina entresus propias tropas. Pronto corría la

noticia de que los ladrones y desertores que eran enviados al campamento de Ashnodnunca regresaban.

Finalmente, después de muchos meses, Ashnod se presentó ante Mishra con un prototipo en funcionamiento. Se inclinaba en gran medida a su izquierda. Le caía la baba. Arrastraba ambos pies. Tenía alfileres de gran tamaño a través de sus muñecas,tobillos, codos y rodillas, y placas de metal fortaleciendo su cuello. No tenía pelo.Carecía de dientes y tenía manchas oscuras donde una vez habían sido los ojos. Su piel

 parecía de un yeso azul, agrietado, y

 parecía como si hubiera sido cocinadoen cera. No podía hablar, pero hacíasonidos suaves gimientes. Apestaba.

Cuando Ashnod dió la orden,desarmó y casi mató a tres de la guardiade élite de Mishra e ignoró el dolorcuando un cuarto guardia, finalmente loclavó al suelo con su lanza. Trató deabrirse camino hasta el tope de la

 pértiga para agarrarse a su atacantehasta que sus órganos le fallaron y

finalmente murió.

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Mishra estaba contento y dio permiso Ashnod y recursos para construir unejército de sus "transmutadores". De estas cosas que alguna vez fueron seres vivos, peroahora eran poco más que autómatas orgánicos, controlados por la palabra de Ashnod.

Si Ashnod se dio cuenta de los rostros temerosos y asqueados de los Fallajicuando su prototipo fue arrastrado por los pies de la habitación, no dijo nada. Tampoco

se percató de que los sacerdotes vestidos con túnicas oscuras del norte que se hallabanentre el conjunto, cuchicheaban en voz emocionada.

* * * * *

A pesar del relativo éxito del primer prototipo, Ashnod se tardó casi un año para perfeccionar el proceso y garantizar una tasa de éxito de más del cincuenta por ciento.Pasó un año más organizando a los seres transmutados en algo más que una hordaarrastradora de pies.

Los métodos de la mujer de pelo rojo eran simples y despiadados. Borraba lasmentes y voluntades de sus cautivos mientras les arrancaba su piel, haciéndolos mas

duros, resistentes y en su mayoría inconcientes. Lo más básico de la inteligencia semantuvo lo suficiente para seguir órdenes simples. Sin embargo, todo rastro de

 personalidad desapareció. Era bueno que el proceso retorciera el cuerpo, así como elalma, pensó Ashnod. No hubiera servido de nada que un guerrero Fallaji reconociera aun primo criminal entre sus filas.

Por último, la unidad estaba lista para el uso de Mishra. El tiempo fue excelente.Los Korlisianos eran traidores, según lo había decidido el nuevo qadir, y era necesario

 ponerlos como ejemplo antes de que se volvieran más poderosos. Argivia estaba protegiendo los pasos del norte, pero si el ejército del qadir se abría paso en el sur, cercade Korlinda mismo, los Fallaji tendrían un pie en el otro lado de la cordillera.

Mishra le envió un mensaje a Ashnod para que tuviera listos a sus guerreros para la batalla. El artífice respondió que deseaba dirigir el ataque ella misma. En sutaller, los demás capitanes se quejaron al qadir. ¿Cómo podría liderar una mujer? le

 preguntaron. ¿Qué hombre de verdad seguiría a una mujer? Particularmente a una mujercon pelo de mal agüero.

Mishra pensó en sus quejas y envió una nueva misiva a Ashnod, detallando sudeseo para que ella contribuyera en el ataque, aunque no hizo mención de liderarlo.Ashnod notó esta exclusión y le devolvió una segunda carta, cuyó tema central era quesi ella no podía controlar a todo el ejército, ella no podría garantizar el buenfuncionamiento de sus fuerzas.

Hubo una pausa en las comunicaciones, hasta que Mishra emitió una declaración

formal nombrando a Ashnod general momentáneo mientras durara la campaña en Korlisy ordenando a los demás capitanes de guerra someterse a ella.Mishra se largó de su taller hacia las Marcas Suwwardi, donde el ejército se

 preparaba, para revisar las tropas y dialogar con los capitanes de guerra una vez más.Varios, incluyendo el anciano Jarin del clan Ghestos, expresó una vez más su

 preocupación por el liderazgo de Ashnod."Ella es una mujer", repitió Jarin en su último encuentro con el qadir. Ashnod no

estaba presente, porque estaba preparando a su transmutadores para la larga marcha."Una mujer indiferente a todo esto", agregó el anciano.

"Ella es mi asistente", dijo Mishra. "Yo confío en ella sobre todas las cosas."“¿Confías menos en tus capitanes de guerra, oh El más Sabio de los Sabios?"

 preguntó Jarin."Confío en que todos cumplan con su deber hacia el pueblo Fallaji", dijo Mishra.

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"¡Ella no es Fallaji!" gritó Jarin, y varios de los capitanes de la guerramurmuraron entre sí acaloradamente. "¡Ella trafica con lo inefable! Sus abominacionesasustan a los caballos y molestan a los hombres. ¡Ella usa magia extranjera!"

El rostro de Mishra se ensombreció y le espetó: "¡Yo tampoco soy Fallaji,incluso un humilde servidor! ¿También quieres arreglarte sin mi magia extranjera?"

La voz de Jarin tartamudeó, y finalmente se quedó en silencio. Se produjo unmomento largo y tenso, pero ninguna otra voz salió en defensa de Jarin. Incluso Hajarera un enigma con cara de piedra al lado de su maestro.

Finalmente, el capitán de guerra del clan Ghestos se arrodilló ante su qadir, ydijo: "Aprecio la oportunidad de expresar mis preocupaciones, El Más Poderoso, yentiendo la sabiduría de sus pujantes decisiones". La charla se trasladó a otros asuntos,

 pero Jarin no levantó su voz de nuevo. Los capitanes de guerra, aunque estaban deacuerdo con el viejo, no abordaron el tema.

En la mañana se pasó una granrevista. Mishra y sus ayudantes,incluyendo Hajar, se reunieron debajo

de su pabellón mientras desfilaban lastropas. Había Fallajis en la multitud, asícomo Yotianos, nerviosos e inciertosentre los habitantes del desierto.

Las tropas estaban vestidas consus mejores galas, armaduras y trajesque llenarían el tren de equipaje y sólose retirarían de nuevo siempre y cuandollegaran a la capital de Korlis. Tresunidades de caballería pasaron al trote,ataviados con túnicas de color rojo que

 parpadeaban como las llamas. A pesarde su exabrupto anterior, a Jarin se le permitió mantener el control de la caballeríaGhestos, y pasó, sin expresión, a la cabeza de su unidad.

El sol resplandecía en los anchos cascos de bronce de los soldados de a pie,moviéndose en una precisa revisión al lado del qadir. Luego vineron los hostigadores,

más jovenes y un poco menosorganizados, la mayoría de ellos loshijos más jóvenes que acaban de entraren el ejército. Luego pasaron pordelante los exploradores en sus

caballos ágiles, galopando de ida yvuelta en vistosos recorridos ante el pabellón. Y cada uno de los Fallajiempezó a aplaudir, y hasta los Yotianos

 presentes destacaron la grandeza de losguerreros y se aliviaron de que lastropas no se dirigieran a algún lugar deYotia.

Ashnod llegó con su horda detransmutadores. Había cerca de 300 criaturas alineadas en filas ordenadas. No semovían con la precisión de las tropas entrenadas, sino más bien con un mismo ritmo

inquietante, ya que eran controladas por la mente misma. Ni un rastro de propiaindividualidad apareció en medio de ellos, como si hubieran sido emitidos por el mismo

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 patrón. Se veían como si fueran a caerse, ya que arrastraban los pies hacia adelante, peromarchaban como una sola unidad. Las bestias iban vestidas sólo con tabardosamarronados de telas Yotianas, y las prendas de vestir parecía hechas a últimomomento.

Ashnod cabalgaba a la cabeza,

a lomos de un enorme corcel negro. Sucapa hacía juego con su pelo escarlata,y llevaba un conjunto ornamental decolor negro y rojo de blindaje a lamedida, a la moda de Zegon. Laarmadura estaba erizada de púas y sehabía pulido tanto que atrapaba el sol ycegaba a los espectadores.

Los vítores murieron cuandoella pasó ante el stand, y los aplausosfueron esporádicos en el mejor de los

casos. Los ayudantes de Mishra queestaba sentados a su lado

 permanecieron inmóviles como rocas junto al qadir y no respondieron. El qadir levantóla mano en señal de bendición para Ashnod, y ella le devolvió el saludo. Ninguno de losdos prestó atención a la falta de entusiasmo entre los demás.

Finalmente pasaron los dragones mecánicos, cuatro nuevos, operados portripulaciones que trabajan dentro de sus vientres bombeando los fuelles y manteniendoalta la presión del vapor para llevarlos adelante. Se produjeron nuevos gritos de ánimo amedida que se acercaban sobre la población. Sólo dos de los motores serían enviados aleste con Ashnod. Los otros dos serían enviados al sur a lo largo de la Cordillera Kher,

 para que fueran "divisados" por los Korlisianos, alejando a las tropas del ataque principal de los Fallaji.

El ánimo de la multitud se levantó con el paso de los dragones de vapor, ydespués de la revisión el qadir invitó al pueblo a una fiesta. En el banquete Ashnod sesentó a la derecha de Mishra, y no había ninguna duda acerca de la confianza quedepositaba en su general. Jarin estaba sentado en el otro extremo de la plataforma, peromuchos de los Fallaji, incluyendo Hajar, se detuvieron para ofrecer palabras de aliento alos ancianos Ghestos.

Con la llegada de la mañana el ejército se había ido, al este por las montañas, enmas allá de Korlis.

El camino que recorrió fue similar al que Ashnod y Mishra habían utilizado para

llegar a Korlinda muchos años atrás. El viaje fue menos suave de lo esperado. En primerlugar, los nuevos dragones mecánicos no eran tan ágiles como los originales, sino quese movían lentamente y a su vez requerían una gran cantidad de espacio. Además, eranruidosos, ventilando vapor y crepitando como sacos de clavos viejos. Esto molestó a lossoldados de caballería e hizo que Ashnod se diera cuenta de que cualquier elemento desorpresa se perdería.

Luego estaban los mismos transmutadores: más lentos que las otras tropas, máslentos que los dragones de vapor mismos. Sin embargo, eran incansables. Cada día lossoldados de infantería y caballería regulares dejaban atrás a las semivivas criaturasvacilantes. Y cada día, alrededor de la campana de la medianoche, los autómatasvivientes llegaban tambaleándose al campamento. Ashnod se quedaba con ellos y

hablaba poco con los jefes de guerra durante el viaje.

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Al final del lento décimo día en las montañas, los exploradores adelantadosvieron un ornitóptero. Este también les avistó y se retiró por el paso, batiendo las alas degran tamaño en pánico.

Esa noche, después de la medianoche, los generales celebraron consejo. Senecesitarían dos días para librarse de las montañas del todo y llegar a la tierra

relativamente abierta de la parte superior del valle de Kor. Los Korlisianos, probablemente con el apoyo Argiviano, estarían esperando por las fuerzas de Mishraantes de que pudieran liberarse totalmente de aquellas zonas altas. Una apretada batallasería desastrosa para la caballería Fallaji normalmente móvil.

"¡Que desastre!" dijo Jarin, volviendo las palmas hacia arriba, "Parece queestamos en apuros. ¡Porque los mercenarios de la nación comerciante estarán corriendohacia el paso, tratando de mantenerlo en contra de nosotros! Y no podemos apoyarnosen nuestra buena fe, sin siquiera derramar una sola gota de sangre. Insistir sería unalocura, y dar marcha atrás una deshonra!"

“Tiene que haber otro camino ", murmuró Ashnod, casi para sí."Si hay", dijo Jarin, "no tengo ninguna duda que se lo encontrará. Es

exactamente por esta razón que nuestro qadir, que poderoso debe ser en su sabiduría, leeligió a usted para guiarnos."

Ashnod miró a la cara de Jarin en busca del más mínimo indicio de insinceridad, pero no parecía haber ninguna. Ella lo pensó un momento y luego dijo: "Tenemos quesalir de los pasos antes de que lleguen las tropas Korlisianas".

"Sí, pero son demasiado lentos", se quejó Jarin. "Si los artefactos hubierantenido alas, nosotros podríamos haber llegado antes, pero esto no es así."

Ashnod se apretó la punta de los dedos juntos, y dijo: "Entonces dejemos losdragones mecánicos detrás."

Las caras cayeron alrededor de la mesa, y comenzaron las discusiones. Losartefactos eran herramientas útiles, dijo un capitán de guerra, muy valiosos en la batalla.Eran fuertes móviles, dijo otro, un centro sólido sobre el cual los hombres podíanagruparse para la defensa. Un tercer oficial señaló que proporcionaban protección encontra del ejército de ornitópteros, cuyos pilotos habían aprendido los peligros deacercarse demasiado.

Una sonrisa se dibujó en la cara de Jarin, pero no dijo nada."Los artefactos son muy lentos", dijo finalmente Ashnod. "Tenemos a los

transmutadores para proporcionarnos un sólido centro de defensa.""Sus abominaciones también son lentas", señaló Jarin."Entonces deberán irse ya", declaró Ashnod. "Estarán esperando en la entrada

del paso." Se volvió hacia Jarin. "¿A menos que tenga un plan mejor?" -preguntó con

voz sedosa. Nadie lo tenía. La reunión había terminado, y Ashnod se había ido de nuevo,llevando sus creaciones arrastrando los pies por delante del ejército y dejando que losmak fawa se pusiera al día lo mejor que pudieran.

El ejército llegó al valle superior de Kor antes de que los Korlisianos pudieranresponder completamente. Sin embargo, llegó noticia a Ashnod de una gran fuerza detropas Korlisianas subiendo por el valle. Exploradores habían visto ornitópteros en loscielos sobre la columna de tropas Korlisianas, prueba de que ya no había ninguna dudade la complicidad de ese país con los Argivianos de Urza. Los Korlisianos estaría dentrodel rango de ataque a la mañana siguiente.

Eso fue más que suficiente para que Ashnod pudiera poner una trampa.

El plan era sencillo. La tropas de a pie se colocarían en el centro de la llanura,flanqueadas por un lado por las tres unidades de caballería. Los transmutadores estarían

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en el centro de la línea, sirviendo como un ancla, escondidos detrás de una delgada líneade soldados de a pie. Los hostigadores arrastrarían la vanguardia militar enemiga,obligándolos a atacar la línea delantera. Los transutadores quedarían al descubierto, y auna señal de Ashnod la caballería barrería los flancos, destruyendo a los Korlisianscompletamente entre los veloces caballos en movimiento y los inflexibles

transmutadores.Jarin no se impresionó por cortesía. La caballería Fallaji estaba hecha paraataques rápidos, observó, no para atropellar unidades enteras del enemigo.

"Nuevos usos para viejos instrumentos", dijo Ashnod, que en el fondo estabacansado del anciano jefe de guerra de los Ghestos.

"¿Y si los Korlisians no pican el cebo que usted le ofrece?" preguntó Jarin. "¿Siacampan y esperan refuerzos?"

"Entonces llegarán los dragones mecánicos, y libraremos una batalla mástradicional", espetó Ashnod. "Dígame, capitán, ¿le cuestiona órdenes a Mishra tan amenudo y de tan buena gana?"

El viejo capitán de guerra se puso tenso, y luego respondió con los dientes

apretados: "Yo tengo órdenes, que son de seguirle a usted. Vamos a desplegarnos a lolargo de los flancos y esperararemos su señal."

En la mañana llegaron los Korlisianos, una fuerza igual en número a las fuerzasFallaji. Dos ornitópteros estaban presentes, aunque uno se precipitó hacia el este a la

 primera vista de las tropas Fallaji. Para informar a Urza y a Tawnos, según pensóAshnod. Seguramente ninguno de los dos artífices estarían presente aquí. No habíaninguna señal de máquinas de guerra entre las tropas, ni se vían ornitópterosadicionales.

Los hostigadoresarremetieron contra las tropasKorlisianas que lideraban el ataque,utilizando hondas y arcos pequeños.Varias unidades Korlisianascargaron hacia adelante, pero fuerondetenidos por sus capitanes y traídosde vuelta, y el enemigo se formó enunidades regulares. Los Korlisianosutilizaban muchos mercenarios,según recordaba Ashnod, por lo queeran mas disciplinados que la mayor

 parte de la chusma Yotiana. Pero por

lo visto también existían una grancantidad de mercenarios Yotianos entre los Korlisianos, y eso les habría hecho cargarantes de tiempo.

Finalmente la fuerza del enemigo como todo un cuerpo se dirigió lentamentehacia adelante. Su centro mantenido a través de una estricta disciplina, pero las unidadescolocadas a lo largo de sus flancos ya estaban por delante del grupo principal. Estabanen una posición perfecta para ser aislados y derrotados.

Ashnod sonrió cuando vió al enemigo acercarse. Los transmutadores estaban ensu lugar detrás de una delgada línea de espadachines. A su derecha, la caballería secolocó a la vista, a la única espera de su señal para lanzarse al ataque.

Los dos ejércitos chocaron como bestias prehistóricas, y los hombres

comenzaron a morir. Los sombreros de latón con lanzas mantuvieron a raya a un buen

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número de mercenarios, mientras que los espadachines se arrojaron a un mortal combatecuerpo a cuerpo.

Ashnod gritó una orden y losespadachines de la línea delantera sesepararon de ella. Dió otro grito, y su

transmutadores levantaron sus armas ycomenzaron a inclinarse hacia adelante.Algo sucedió en el bando opuesto. El

centro del cuerpo principal, donde elcomandante normalmente tendría su propiaguardia de élite, se abrió para revelar unnuevo conjunto de criaturas. Había de dostipos entre los Korlisianos: seres humanos conuna armadura parecida a un escarabajo y

 bestias descomunales parecidos a ogros blandos y deformes.

De repente Ashnod se dió cuenta deque la armadura de escarabajo en realidad erala cubierta exterior de unos dispositivoshumanoides, y la suave piel de los ogros eraalgún tipo de barro. Autómatas, pensó, comovengadores de Urza. Los Korlisianos habían

 preparado su propia sorpresa, en el centro desu línea.

Ashnod lanzó una maldición cuandolos dos centros colisionaron. Lostransmutadores habían destruído una línea delos seres humanos normales, pero estos noeran guerreros ordinarios. Los hombresescarabajos trabajaban con la precisión de unreloj, alzando y bajando las filosas hojas desus lanzas, como agricultores trillando eltrigo. Junto a ellos, las enormes estatuas de

 barro acometieron a los transmutadores,aplastando sus suaves cráneos con susgigantescas manos.

Los transmutadores no retrocedieron ni

se reagruparon. Ashnod no les había dado lacapacidad de comprender esas órdenes. Sinembargo, al general pelirrojo le quedo claroque eran superados en número, un hechotambién evidente para los demás hombres de a

 pie Fallajis y hostigadores. Ya estaban perdiendo terreno, a sólo unos pasos dedistancia de un retiro completo. La posición

de Ashnod era una burbuja extendiéndose dentro de las líneas Korlisianas, rodeada entres lados por mercenarios y autómatas.

Ashnod dió la orden, y los heraldos la transmitieron a la caballería. Un repentino

asalto en en los flancos aún podía romper al ejército Korlisiano y permitir que sus

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 propias tropas humanas pudieran recuperarse, se dijo a si misma. El portaestandartedesplegó una gran bandera roja y la agitó hacia la caballería.

La caballería no se movió.Ashnod miró con incredulidad, pero susojos no la habían engañado: la

caballería no había abandonado su posición. Una unidad de arquerosmercenarios de Korlis había tomado

 posiciones frente a ella, pero las tresunidades de caballería no cargaron.

Ashnod maldijo nuevamente, yle gritó al portaestandarte. Este hizo unnuevo gesto con la banderadesesperadamente.

Sin embargo la caballería no semovió.

Ashnod miró a su alrededor. El flanco izquierdo, más alejado de la caballería, yaestaba en ruinas, el ejército de a pie Fallaji abandonaba sus lanzas, y en algunos casossus cascos, y retocedían. Delante de ella las lanzas de los hombres escarabajo estabarasgando en pedazos a los transutadores. Mientras miraba, una estatua de barro recogióa un transmutador, levantó a la criatura sobre su cabeza, y desprendió sus piernas y

 brazos. Los restos podridos cayeron como una cascada cubriendo a la estatua, pero elautómata de barro no sufrió ningún daño. De hecho, los cortes infligidos a las estatuas

 parecían sanar según pudo apreciar Ashnod. Los transmutadores habían tenido máséxito contra los guerreros escarabajo, y sobre todo el suelo yacían restos dispersos decarne muerta, tanto humana como de mecanismos desmantelados.

Ashnod miró a su derecha a la caballería. Finalmente seestaba moviendo.

Entonces lanzó una nueva maldición. Se desplazaban haciaatrás. Una retirada ordenada en la cara de unos arqueros ordinarios.Se estaban alejando.

Al ver la retirada de la caballería el flanco derecho restantequedó destruído. Las tropas vacilaron y luego echaron a correr.Ambos flancos se encontraban en plena derrota, y la única cosa queresistía en el centro eran los restos de la unidad de transmutadoresde Ashnod.

Ashnod giró su caballo, una mirada de dolor en su rostro. La

sensasión de abandonar a sus creaciones era para ella como si learrancaran el corazón de su carne. Sin embargo, serían destruidas. No había nadie para salvarlas.

Espoleó a su corcel negro y dejó a la devastación detrás deella, con la esperanza de que los transmutadores hicieran el dañosuficiente como para por lo menos desacelerar a sus perseguidoreshasta que los Fallaji estuvieran una vez más bajo la protecciónsegura de los dragones mecánicos.

* * * * *

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Los transmutadores había hecho su parte del trabajo bien, porque después derepeler la fuerza de invasión Fallaji el avance de los Korlisianos se detuvo porcompleto. El enemigo podría haber recibido más daño del que Ashnod había pensado, oestaban esperando para un reabastecimiento. Es posible que los mercenarios tuvierancláusulas en sus contratos excusándoles de perseguir a los enemigos en las montañas.

Tal vez sus propios comandantes tenían miedo de una emboscada, fue el pensamientode Ashnod.Cualquiera sea el caso, no hubo persecución, salvo por el ornitóptero solitario

que los vigiló durante un día en su huida hacia el oeste hasta que llegaron a losdragones mecánicos. Su sorpresa se había quebrado, sus fuerzas demolidas, sustransmutadores muertos o perdidos hasta el último de ellos, las tropas se reunieronalrededor de los artefactos, revirtieron su curso y comenzaron un lento regreso a rastrashacia el territorio Fallaji.

Medio mes después, Ashnod estaba parado en el taller de Mishra delante de sutrono de roble oscuro. Farfullaba de rabia.

"¡Traición!", gritó. "¡Dí una orden directa, y el aquí presente Jarin la ignoró!

¡Por ello fuimos derrotados!""El Más Venerado", dijo Jarin con calma, "Nosotros no vimos la bandera de la

señal para el asalto. Nuestro más venerado general de guerra nos había dicho que noatacaramos hasta ver la bandera. Cuando vimos que la batalla iba en contra de nuestrafuerzas, retrocedimos para proporcionar una pantalla que protegiera a nuestras tropas enretirada. Más habrían perecido si no lo habríamos hecho."

"¡Fuimos derrotados porque hizo caso omiso de la bandera de la señal!" gritóAshnod.

"Yo no vi la bandera de señales", dijo Jarin, con el rostro impasible. "Nitampoco lo hicieron los otros capitanes de guerra."

Mishra dio unas palmaditas en las puntas de los dedos. "¿Estás diciendo que miayudante de confianza está mintiendo?"

"No, El Más Sabio Entre Todos", dijo Jarin, rápidamente, "sólo que nosotros nolo vimos. Tales son los avatares de la guerra. Un plan atrevido muchas veces se viene ala nada a causa de una cosa tan simple." Miró a Ashnod y añadió, "o por un simple errorde juicio".

Ashnod observó puñales en el jefe de los Ghestos pero no dijo nada. Jarinañadió, "Nos retiramos en buen orden. La mayor parte de la caballería salió ilesa, y losdragones mecánicos no sufrieron daños. Hay, sin embargo, fuertes pérdidas entre loshombres de a pie, y las honorables…fuerzas especiales…propias del  general se han

 perdido".

"Que sorpresa", murmuró Ashnod. Mishra ignoró el comentario y desestimó alcapitán de guerra."¿Puedes creer sus mentiras?" la mujer de pelo rojo gritó cuando la puerta se

cerraron detrás de Jarin.El rostro de Mishra estaba tenso y preocupado. "Tenía la esperanza de que tu

empresa tuviera éxito. El éxito ennoblece la mayoría de los experimentos. Si hubieras presionado a Korlis, si tus creaciones nos hubieran asegurado un frente de ataque,entonces, los jefes de guerra estarían haciendo una fila para decirme lo bien que temanejastes sola en el ataque. Ni que decir tiene, que no lo están haciendo."

"Es todo mentira", respondió Ashnod. "Tienen miedo de mí. De nosotros. De loque podemos hacer. De nuestras creaciones. El campo de batalla ya no le pertenece a los

guerreros humanos. Los dragones mecánicos lo han demostrado. Los transmutadores lohan demostrado."

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"El campo de batalla sigue siendo suyo", dijo Mishra. Su voz no tenía ningunaexpresión. "Sus espadas tuvieron éxito donde tus creaciones sin mente no lo lograron.Pero me dejas con otro problema. Algunos de los jefes piensan que te he escuchadomucho en este asunto, que demuestro debilidad al depender de tí."

"¡Debilidad!" gritó Ashnod. "Déjame que intente liderar un ejército en el campo

de batalla.""Lo haré", dijo Mishra. "Porque te enviaré a Sarinth".Hubo una larga pausa."Sarinth está al otro lado del imperio", dijo Ashnod al fin."Un lugar difícil, a orillas del Lago Ronom", coincidió Mishra. "Una nación rica

en metales y madera, material que necesitamos aquí. Quiero que me asegures la lealtadde sus líderes."

"Tú me quieres fuera del camino", le acusó Ashnod.Mishra extendió las manos abiertas. "Tú eres el teniente en el que mas confío.

Temo por tu seguridad entre los otros jefes.""Sin embargo tú deberías temer por tu seguridad", le espetó Ashnod.

"Y lo hago", dijo Mishra. "¿La cuál es otra razón para que te envíe a Sarinth.Llévate una pequeña fuerza de hombres de tu confianza contigo. Gánate su lealtad."

"¿Y si Sarinth no quiere jurar lealtad a nosotros?" preguntó Ashnod conamargura.

"Entonces enviaré una fuerza mayor", dijo Mishra, "bajo un comandante real."Ashnod se enfureció pero no dijo nada.Mishra arqueó las cejas, y una expresión amable pasó por su rostro. Era una

expresión que Ashnod no había visto en mucho tiempo."Mi estudiante", dijo, "tú haces muchas cosas mejor que cualquier hombre,

mejor que cualquier otra persona, en mi imperio. Pero tú eres parte de ese imperio, yhaz de ir como te ordena tu qadir."

Ashnod hizo una reverencia formal. "Yo respeto sus deseos, El Más sabio EntreTodos", dijo inexpresivamente. "Permítame hacer mis preparativos para la salida."

Mishra sonrió y dijo: "Una cosa más."Ashnod se giró en la puerta."Deja a Jarin vivo", dijo el qadir. "Sería… difícil...explicarlo si algo horrible le

sucede poco después de esta conversación."Ashnod frunció el ceño, pero asintió.La puerta se cerró detrás de ella, y Mishra dejó escapar un profundo suspiro.

Luego se levantó del trono, hasta su acolchado tablero de pizarra grande, y comenzó areconfigurar las piernas de sus nuevo dragón mecánico.

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Capítulo 21Torres De Marfil

L oran, Académica de Argivia, llegó a la ciudad de Terisia a principios del veranodel quinto año después de la caída de Yotia. Había sido un largo viaje, de Penregonhasta Korlis, luego hacia el oeste en un barco por la costa que abraza todo el tormentosoMar Blindado, al norte de Tomakul, y finalmente al oeste sobre los yermos del desiertoen camello hasta las fronteras de la ciudad estado misma.

Loran se preguntó si de haber sabido la verdadera distancia dela Ciudad de Terisia, desde Argivia se habría marchado de su casaen absoluto. De hecho, muchos de sus nobles compañeros habíanintentado disuadirla de su viaje. Pero no podía permanecer enPenregon. La fiebre de la guerra se habían apoderado de la nobleza,una enfermedad que al parecer nublaba la mente y convencía a las

 personas infectadas de que Urza, que no había podido salvar aYotia, era, sin embargo su única salvación de las hordas de suhermano.

Loran estaba menos que convencida. Sin embargo, en lossalones y los consejos de Penregon sus dudas fueron recibidas conindiferencia en el mejor de los casos y en el peor con desprecio. Había abiertocorrespondencia con la archimandrita años antes, y cuando la erudita Terisiana leextendió una invitación ella sabía que la aceptaría. Ahora, después de largos meses,estaba de pie ante las puertas de la gran metrópolis de marfil.

La ciudad Terisia se elevaba por encima de los campos perfectamente cultivadosque la rodeaban y era visible desde kilómetros de distancia. La ciudad era una joyasituada en un gran anillo de piedra blanca. Sus techos eran de vidrio y cristal, ydispersaban la luz del sol como prismas, rodeando las calles inferiores con arco iris. Elguía de Loran le aseguró que cuando las lluvias del crudo invierno la golpeaban toda laciudad tamborileaba y resonaba como una pandereta sacudida.

Las murallas eran de piedra blanca, transportada desde la lejanaCordillera Colekgan al norte por losenanos y sus esclavos gigantes.Grandes torres de piedra blanca similarrodeaban la ciudad. A Loran le

recordaron piezas de ajedrezabandonadas por un dios ocioso.Incluso estas torres eran obras de arte,ya que habían sido decoradas concariño, con bajorrelieves de bestiasmitológicas, leones alados, y elefantes.

Era en una de estas torres demarfil donde Loran tenía que

encontrarse con la supuesta "Maestra de la Orden de las Torres de Marfil", laarchimandrita de la ciudad de Terisia, primero entre sus iguales de los estudiosos de latorre. Loran no tenía idea cual de las torres pertenecía a la archimandrita, por ello

 preguntó en la puerta principal de la ciudad. Esperó que la noticia de su llegada seatransmitida, para instalarse en una posada de la ciudad.

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Parado junto a la puerta principal había un hombre barbudo y ancho de hombros,llevando un sombrero de ala ancha y un bastón. Mientras hablaba con los guardias, elhombre se quitó el sombrero y se enjugó la frente con un áspero pañuelo. Se giró al oírel sonido de su voz.

“¿Buscáis a la Señora de las Torres?" -le preguntó. "Ven. Yo rambién me dirijo

hacia allí."Se dio la vuelta y caminó unos pasos, y Loran se dio cuenta de queestaba cojo de una pierna. Rengueaba descansando en gran medida en un

 bastón corto de metal. El hombre se detuvo, se volvió y miró a la mujer."Argiviana, por su acento", señaló.

Loran asintió con la cabeza, perpleja."¿No será Loran, la estudiosa de Penregon?""Esa sería yo", respondió Loran. "Así que usted sabe mas que yo."El hombre se volvió y se fue cojeando hacia ella. Loran se reunió

con él a mitad de camino. "Feldon", dijo, inclinándose sobre su manotendida. "Otro erudito como usted. ¿No adivina cómo me di cuenta de

que era usted?"Loran se detuvo un momento. "No creo que haya muchas Argivianas aquí tan al

oeste."Feldon asintió con la cabeza, y Loran se dió cuenta de que llevaba el pelo largo

 peinado hacia atrás de las orejas, sin una trenza. Por el calor de la región, no era ningunasorpresa que el hombre estuviera sudando profusamente.

Feldon, dijo, "Su llegada ha sido esperada. Ven, vamos a ver a la archimandrita juntos".Loran le hizo un gesto hacia su guía, aún de pie junto a su camello. "Todavía tengo queencontrar alojamiento."

"Ah. Permítame", dijo Feldon. Cojeó hacia adelante dos pasos exclamando unaserie rápida de palabras Fallaji, con un acento de un dialecto que Loran no conocía. Laguía respondió del mismo modo, y Feldon sacó una moneda de su abrigo. Lanzó lamoneda a la guía, que la cogió con un movimiento hábil, sonrió y se inclinó.

"Se hospedará en la misma posada en la que estoy yo", dijo Feldon, volviéndosehacia la erudita Argiviana. "No te preocupes. Si su guía hubiera sido inferior a unhombre de honor, no habría llegado tan lejos. Ven." Y con que estas palabras cojeó denuevo hacia delante.

A Loran le recordó un oso. Un gran oso, pensó, que había vagado por accidente enlas montañas y era confundido con un ser humano. Ella sonrió ante la idea yrápidamente se encontró con él. Esto último fue fácil, ya que este hacía una pausa cada

 pocos pasos para enjugarse la frente yquejarse del calor."Usted tampoco es de la ciudad de

Terisia", dijo Loran. "De las tierras altasdel norte, cerca del glaciar", respondióFeldon. "Vine hasta aquí para comprobarlas bibliotecas. Cosas inútiles, las

 bibliotecas. No pude encontrar algunaruna que coincida". "¿Coincida?"

 preguntó Loran."Con estas", dijo Feldon, alzando

su bastón de metal. La cabeza había sidoretorcida en una curva ornamentada. "Es

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un bastón”, dijo Loran."Más que un bastón", respondió Feldon. "Mira a lo largo del eje." Loran extendió

la mano y sostuvo el objeto ofrecido. A lo largo del mismo había unas marcas… pocomás que rasguños, pero definitivamente organizadas en un patrón reconocible. "No sonThran", dijo al fin.

"Tampoco son runas de enanos o trasgos. O cualquier otra cosa que alguien poraquí reconozca", dijo Feldon, "Lo he encontrado en el glaciar. Lo he estado estudiando.""¿El bastón?" preguntó Loran."¡El glaciar!", dijo Feldon con una

amplia sonrisa. "El grande que se vierteen el lago Ronom. Los glaciares son ríoscongelados, ya sabes, y se mueven, losglaciares lo hacen. No es que uno lonotaría, pero poco a poco bajan de lamontaña, raspado limpiamente la tierra ensu camino. Encontré este en la base del

glaciar, y he visto a otros sepultadosdentro de su corazón." Feldon siguió sudiscurso a medida que continuabanalrededor del perímetro de la ciudadamurallada. Pasaron la primera torre y se detuvieron en la segunda. Feldon gritó otraserie de palabras a la mujer que hacia guardia ante la puerta, esta vez en un lenguaje queLoran ni siquiera reconoció. El guardia hizo una reverencia y se apartó para que Loran yFeldon entraran.

"Sumifan", dijo a modo de explicación. "Ellos tienen una calidad tonal de sulengua que hace la discusión bastante desesperante en ocasiones. La misma palabratiene muchos significados diferentes se varías el tono".

"Usted estudia idiomas ", preguntó Loran."Cuando no estoy estudiando glaciares", respondió Feldon, con una sonrisa

reservada. "En realidad acabé sabiendo mucho sobre el lenguaje, porque necesitabasaber más información acerca de los glaciares y no podía leer los rollos antiguos oescuchar los viejos cuentos en su lengua original. Así que aprendí la lengua en esetranscurso. Su especialidad son los artefactos , ¿correcto?"

"Viejos dispositivos Thran," especificó Loran."Al igual que los dos hermanos," gruñó Feldon. "Mishra y ‘comosellame’...""Urza", dijo Loran."Cosas peligrosas, los artefactos", dijo Feldon, y había algo en su voz que hizo

que Loran tuviera cuidado. En ese momento habían pasado la recepción y estaban en lasala principal.La cámara era más grande que lo que Loran había previsto y estaba dominada por

una pesada mesa de roble lacada. Las paredes estaban cubiertas de estanterías con puertas de vidrio, dentro de las cuales estaban cerradas con llave todo tipo de folios,manuscritos, tratados, y curiosidades. La guardiana de la torre, la misma archimandrita,se movía hacia ellos.

Se “deslizaba” habría sido un mejor término, para la archimandrita, una brizna deuna mujer con un rostro pálido y estrecho, no parecía caminar mucho más quecerniendose sobre el piso de piedra. Su largo pelo negro se derramaba por la espalda enuna sola caída. Loran recordó la forma en que había llevado el pelo cuando era una niña,

de regreso en el campamento de Tocasia. Eso le pareció una eternidad atrás."Bien Feldon", dijo la archimandrita. Su voz era suave, pero firme. Loran pudo

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sentir a la vez que ella la utilizaba para calmar a los demás con el fin de escucharla.El erudito sudoroso realizó otra reverencia, y luego volvió su parte superior hacia

el cuerpo de Loran. "Agraciada Archimandrita, le presento a Loran la Argiviana,estudiosa de los artefactos Thran. También una mujer lo suficiente amable como para nointerrumpirme mientras yo estoy hablando de mis glaciares".

La archimandrita hizo una reverencia con gracia, y Loran devolvió la cortesía. "Es bueno que hayas llegado", dijo la mujer. "Deja que te presente a los demás.""Los otros" consistían en un pareja

calva, hombre y mujer, sentados en elotro extremo de la mesa. El hombre, unhombrecito regordete, se levantó amedida que se acercaban. Loran letendió la mano, pero el hombre en vezde ello golpeó con ambas manos sobresu pecho, sus dedos tocando el esternón.Loran tomó esto como un saludo y bajó

la mano en consecuencia. Feldon sonrió por el intercambio, y la archimandrita nohizo ninguna mención de él.

"Drafna, fundador del Colegio deLat-Nam", dijo el calvo.

La mujer sentada hizo un ruido de tos pequeño. Fué mucho más que como si sehubiera aclarado la garganta, así que Loran y Drafna lo notaron correctamente.

Drafna se aclaró la garganta y dijo: "Co-fundador del Colegio de Lat-Nam". Estollevó a otra tos pequeña, y Drafna comenzó una tercera vez, "Co-fundador de laencarnación actual del Colegio de Lat-Nam". Se volvió y miró a lamujer, quien no dijo nada, pero simplemente sonrió. "Mi esposa yco-fundadora, Hurkyl"

Loran hizo una reverencia, y Hurkyl hizo el mismo saludotocando su esternón, como lo había hecho su marido. El suyo fuemás elegante y más formal. Loran miró a la mujer calva. Ella teníalos ojos almendrados, y diseños ornamentales había sido tatuadosen la piel desnuda de sus hombros.

La archimandrita le señaló a Loran que tomara asiento,mientras que Feldon trajo un gran sillón negro de roble para sí mismo, colgó susombrero en uno de los postes que sobresalía de la cabeza de la pieza, y se dejó caer allí,agarrando su bastón, mientras lo hacía.

"Le doy las gracias por la invitación, Señora de las Torres", dijo Loran, "y debodecirle desde el principio que yo vengo con el conocimiento del Artífice Principal deArgivia, aunque no como su representante."

"Ese sería ‘comosellame’…", dijo Feldon."Urza", dijo la archimandrita irguiéndose y levantando la mano para señalar a los

sirvientes. Cuando Loran vió por primera vez a la archimandrita le pareció joven, peroahora se daba cuenta de que la mujer era mayor que ella. La gracia de sus movimientoshabían sido perfeccionados por años de práctica.

Un servidor, otro Sumifan, llegó con café. Olía a miel y no era tan espeso yviscoso como las mezclas Fallaji con las que Loran estaba familiarizada.

"A pesar de esta falta de autorización oficial", continuó Loran, "Me he traído

conmigo las notas de los artefactos Thran que los Argivianos han recogido en losúltimos años, culminando con las notas de Tocasia de sus excavaciones."

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Se volvió hacia Feldon. "Tocasia me enseñó lo que sé de los artefactos, y tambiénfue profesora de Urza y Mishra." Hacia la archimandrita dijo: "Desafortunadamente,Urza no me permitió llevar ninguna información sobre su propio trabajo. Tuve queviajar a través de innumerables millas de tierra en manos de su hermano, y temía que losdatos enviados pudieran caer en las manos equivocadas."

"Entiendo," dijo la archimandrita, y con esa palabra se aseguró de que Loransupiera que no habría preguntas sobre el trabajo de Urza…al menos no en esa reunión."Pero usted sí lleva otro conocimiento que es valioso para nosotros", continuó laarchimandrita. "Usted conoció a los Hermanos Artífices cuando eran niños."

"Sí", dijo Loran, "aunque yo también era muy joven en ese mismo momento"."¿Ellos se odiaban desde aquel momento?" preguntó la Señora de las Torres de

Marfil.Loran hizo una pausa y pensó por un momento. "No. Ellos eran rivales, supongo.

Todos los hermanos lo son. Urza era más inteligente, o más bien era más estudioso.Mishra era más amable. Se llevaba mejor con los demás."

"¿Este es el mismo Mishra que arrasó Kroog?" preguntó Feldon, su voz se

escurrió con ironía.La archimandrita le ignoró, y en su lugar dijo: "Pero ellos no se odiaban entre sí

cuando los conoció.""No." dijo Loran enfrentando a Feldon. "Pero ellos han cambiado. No he visto a

Mishra desde que Tocasia, nuestra mentora, murió, pero se dice que es un señor deguerra del desierto cruel, un demonio por igual para los Argivianos y Korlisianos".

"¿Y lo es?" dijo Drafna.Loran negó con la cabeza. "No puedo decir lo que es ahora, o por qué. Pero es

difícil para mí comparar al joven que recuerdo contando historias junto al fuego con elCarnicero de Kroog".

"El tiempo nos cambia a todos", dijo la archimandritaa. "¿Pero qué de suhermano? ¿Qué hay de Urza?"

Loran negó con la cabeza otra vez. "Urza ha sido afectado muy, muy mal. Pareceque se han retirado en sí mismo. Hablé con él una sola vez, para decirle que estabahaciendo este viaje. Él no era ... frío, pero individual, como si todo fuera un crípticomensaje que podría ser resuelto si uno tenía la cifra correcta."

La archimandrita se inclinó hacia delante en su silla. "¿Así que no crees que hayauna resolución entre los dos sin másconflictos?"

"No," dijo Loran rotundamente."Yo no creo que la haya. En Argivia,

cuando me fuí, estaban construyendo unaserie de torres a lo largo de las fronteras,llenas de soldados mecánicos diseñados

 por Urza. Hay nuevas minas en elinterior del país, y la mayoría de losarroyos han sido represados para

 proporcionar energía adicional. Cuando pasé por Tomakul y Zegon, los retratosde Mishra colgaban por todas partes, y lagente sentía que los llevaría a un futuro

grande y poderoso. No, no habrá solución sin guerra." 

"Te lo dije", dijo Feldon. La archimandrita frunció el ceño."¿Qué nos importa lo que dos mocosos gritones esten haciendo al otro lado del

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continente?" dijo Drafna bruscamente. "No nos involucran para nada. Dejemos que se peleen y aboquémonos a nuestro propio trabajo. ¿Es qué es nuestra responsabilidad quéellos luchen en vez de estudiar?"

"Es más que eso", dijo Feldon."Cosas como ésta tienen una tendencia

a extenderse. Primero fueron los Fallajicontra los Yotianos. Ahora es contralos Argivianos y los Korlisianos.¿Cuánto tiempo antes de seamosarrastrados en cosas de un lado u otro?"

“Este  qadir de los Fallaji estádirigiéndose hacia el este, con susfuerzas. Nosotros estamos en el oeste.

 Nosotros no somos de su preocupación", dijo Drafna.

"¿En serio?" dijo Feldon con

exasperación hacia el calvo. "Yo estaba hablando con un comerciante Sarintiano estamañana. Aparentemente la diablesa-aprendiz de Mishra, Ashnod la Despreocupada,estaba en Sarint, 'negociando' por maderas y recursos minerales de ese estado. Al

 parecer, las negociaciones consistían en que Mishra le daba la elección a Sarint de laentrega de los bienes o de otro modo los Fallaji irían a tomarlos".

"Me gustaría verlos tratar de hacerlo ", dijo Drafna."Eso es lo que dijeron los Zegonianos," murmuró Feldon. "Y están siendo

desangrados como un estado vasallo de los dominios Fallajis. También los Yotianos, sivamos al caso.” 

"Los representantes del qadir también se han acercado al consejo de la ciudad deTerisia", dijo la archimandrita suavemente. "Ellos han sido rechazados amablemente.¿Qué pasará cuando lleguen con sus dragones mecánicos a nuestras puertas?"

"¿O a las tuyas, Drafna?" preguntó Feldon.El co-fundador del Colegio en Lat-Nam hizo un ruido de carraspeo pero no dijo

nada."La Ciudad de Terisia es un lugar antiguo", dijo la archimandrita, hablándole a

Loran pero para beneficio de Drafna. "No tiene muchas defensas. Los grandes torres blancas que rodean la ciudad central no son más que una de ellas. Sin embargo, estasdefensas son viejas y podrían no ser suficientes para resistir un asalto desde el exterior.

 Nuestro pueblo ha estado en paz durante más tiempo del que yo recuerde, ellos notienen amor por la guerra."

"No importa si te gusta o no la guerra", dijo Drafna, "si una se está interponiendoen tu camino.""¡Exacto!" tronó Feldon. "¡Eso es por lo que nosotros necesitamos estar … 

 preparados! De lo contrario las distintas naciones occidentales y sus conocimientos yeruditos serán interceptados uno a uno."

"Se podrían aliar con Urza", dijo Loran. "Ya que Mishra es su miedo máscercano."

La archimandrita y Feldon se miraron uno a otro, luego a Loran."’Comosellame’ puede ser tan malo como Mishra," dijo Feldon. "El ejemplo de su

defensa de Yotia no es alentador.""No queremos evitar un maestro simplemente para aceptar otro", dijo la

archimandrita en voz baja pero clara.Loran pensó en las palabras de la Señora. "Eso es verdad", dijo. "Temo que Korlis

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se ha convertido en poco más que una provincia de Argivia. Cada vez más susdecisiones vienen de Penregon a favor de coordinar los esfuerzos para la guerra."

"Exactamente", dijo Feldon de nuevo. "Tenemos que encontrar una tercera vía."La archimandrita se inclinó hacia adelante, y Loran también se situó hacia

adelante. "Tenemos muchos estudiosos dentro de nuestros muros y se sabe que hay más

dispersos a lo largo de la parte occidental del continente. Propongo que ellos se reúnanaquí para formar un sindicato, un cónclave, una reunión de conocimiento que sea capazde hacer frente a cualquiera de las máquinas de los hermanos.

"Conozco algunos estudiosos Sarintianos que comenzaron a empacar en elmomento que Ashnod llegó a su capital", dijo Feldon. "Y hay algunos chamanes y

 brujas de las tierras altas cerca del glaciar que podrían ayudar también.""Los renombrados magos músicos de Sumifa podrían cooperar, así como los

astrólogos y adivinos que han huido de Zegon", agregó la archimandrita."No," dijo Drafna. Los demás miraron al calvo. "No", repitió con firmeza. "Esto

no es para nosotros. Lat-Nam está lo suficientemente lejos para que no tengamos que preocuparnos de las tribus del desierto. No estamos interesados".

Hubo la sombra de una tos, de un tono tan bajo que nadie normal la podría haberoído. Drafna miró a su mujer, que se aclaró la garganta otra vez. Feldon levantó unaceja, y la archimandrita mantuvo su rostro de máscara impasible. Drafna frunció elceño.

"Yo quise decir, que ya veremos", dijo Drafna, lanzando una mirada a la otraestudiosa de Lat-Nam. "Tengo mis reservas, pero haremos que todos nuestros recursos yconocimientos estén disponibles." Tomó una respiración profunda y entrelazó sus dedosregordetes en conjunto. "Después de todo, podremos aprender algo."

La archimandrita se giró hacia Loran. "Y tú, Loran de Penregon. ¿Te unirás anuestro grupo?"

Loran se sentó en silencio por un momento. Ella había venido a buscar elconocimiento, ¿pero ahora ese conocimiento podría ser utilizado en contra de cualquiera

de los hermanos? ¿Ella no se debíamas a Urza y Mishra que a ellos?¿Podría entregar copias de las notas deTocasia a personas que, aúnque con laintención de defenderse a sí mismos,las utilizarían como una manera dederrotar a los hermanos?

Pensó en la cada vez mayorcantidad de minas y fábricas que

llenaban su tierra natal, y de las otrasfamilias nobles que parecía decididos adeclarar a Urza como su santo patrono.De los Fallaji que parecían haberdivinizado a Mishra. ¿Acaso Tocasia

hubiera querido que ambos hombres utilizaran los conocimientos que ella les habíaenseñado de esta manera?

Loran respiró hondo, como un buzo a punto de sumergirse en el muelle.“Sí", dijo al fin. "Me uniré a ustedes." 

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Capítulo 22La Mitra De Urza

"¿Cómo puedes soportar estos collares?" preguntó Tawnos, tirando de la telaalrededor de su cuello almidonado.

"No puedo", respondió Urza. "Cuando yo era niño, odiaba cualquier acto que meobligara a vestir. Creo que es una razón por la que la religión cayó en desgracia entre lanobleza: era muy incómodo vestirse para ella"

Ambos hombres llevaban rígidas camisas de algodón con chaquetas de lana aúnmás rígidas acompañadas de unos pesados pantalones de lana. Cada prenda planchadacon unos pliegues tan filosos como unas navajas. Botas de cuero, nuevas y brillantescon un resplandor incandescente, igualmente difíciles de manejar. A Tawnos le pareciómás pesos de plomo que calzado. La marcha ceremonial iba a ser realizada como lamayoría de las augustas ceremonias en las que estaban a punto de participar. Tawnos se

 preguntó si podía enviar solo la ropa y quedarse en casa ellos mismos.Reflexionando, Tawnos pensó que la pareja había tenido suerte. Había trajes yuniformes ceremoniales entre la alta burguesía que le recordó a un barco a toda vela, porestar tan adornados con cintas, banderas y medallas. Pero Argivia nunca había tenido unAlto Señor Artífice y Protector de los Reinos anteriormente, ni tampoco un MaestroErudito. Como resultado ambos hombres estaban a salvo de lo peor de la pompa del

 pasado.Tawnos siempre había oído que los Argivianos eran adustos, gente seria. La forma

en que llevaron esta celebración era una prueba más. Nunca había visto tanta gente tan preocupada por divertirse. Su mente era una sola, e incluso severa, en su búsqueda de placer. Sin duda esto había quedado demostrado en el último mes. Habían habido

celebraciones sin medida en Penregon. En primer lugar una boda real entre el joven príncipe de la corona de Argivia y la nieta del señor temible de Korlis. A continuación,el comunicado de la abdicación del venerable (aunque débil) rey Argiviano en favor del

 príncipe heredero y su nueva novia. Luego fue el reconocimiento oficial de los reinoscombinados de Argivia y Korlis (aunque Korlis fue sometido eficazmente a la políticade Argivia). Y ahora llegó el último acto: el reconocimiento de Urza como Alto SeñorArtífice y Protector del Reino de los reinos combinados.

Los nobles de Argivia estuvieron detrás de todo esto. Habían estado en pugna porsu corona por años. El rey (ahora conocido como el Viejo Rey) abogó por una políticade contención y apaciguamiento de las tribus del desierto. Esa política había sidodestruida con Kroog, junto con todo aquel poder que hubiera tenido el rey. Los nobles

estaban detrás de la boda real, junto con los comerciantes de Korlis. Ellos habían sido,sin duda fundamentales, al convencer al rey Argiviano de renunciar a su corona.Tawnos sabía a ciencia cierta que los nobles habían presionado a Urza para que aceptarael cetro y la mitra del Señor Protector de los Reinos.

Lo qué Tawnos no había entendido era por qué Urza había aceptado el puesto.Cuando Tawnos se lo preguntó, el artífice ofreció una excusa débil, por lo menos aTawnos así le pareció.

"En Yotia", dijo Urza, "el señor feudal me dejó construir mis dispositivos, perotenía poco control sobre su uso y no tenía recursos suficientes para desarrollarlosadecuadamente, incluso siendo Artífice Principal. Ahora, como Señor Protector, podrécontrolar el uso de mis dispositivos y tendré pleno acceso a suficientes recursos".

"No estoy seguro acerca de la naturaleza de ese control", respondió Tawnos. "Porlo que he visto, incluso los líderes son impulsados por acontecimientos y situaciones

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fuera de su control. Esto incluye la voluntad de las masas. Ya hay quienes llaman aretomar Yotia".

"Eso podría aún suceder", dijo Urza, "pero va a ocurrir con una fuerzamecanizada, una llena de vengadores, soldados mecánicos, y los centinelas nuevos queestamos diseñando".

"Puede suceder antes de que tengamos la oportunidad de terminar el trabajo", dijoTawnos. "De hecho, esta nueva posición le puede poner bajo una nueva presión paralanzar un ataque."

Urza conectó sus palmas lentamente. Por fin se encogió de hombros. "Puede quetengas razón, mi ex-alumno".

"Entonces, ¿por qué aceptar la mitra y el cetro?" le exigió Tawnos."Tengo otra razón", dijo Urza, y cerró la boca con

firmeza.Tawnos iba a presionar a Urza acerca de cual

 podría ser esa otra razón, cuando la puerta de lahabitación se abrió de golpe. Un pájaro de metal

 pequeño ondeó en la habitación, perseguido por el jóvenHarbin. El niño de siete años de edad, rió y se abalanzósobre el pequeño pájaro, que esquivó sus golpes sinesfuerzo y rodeó la habitación.

Tawnos silbó una melodía corta, y el pájaro se posó en la repisa de la chimenea. El niño también secalmó de inmediato, consciente de repente de los otrosen la sala. "Tío Tawnos", dijo con una sonrisa. Entoncessu rostro se tornó severo. "Padre, lo siento porinterrumpir."

Urza sonrió amablemente y dijo: "No hayinterrupción". Miró al pájaro. "¿Uno de los tuyos?" -le

 preguntó a Tawnos.Tawnos se encogió de hombros. "Una pequeña

distracción, utilizando algunas de las ideas en las que hemos estado trabajando. Evitalos golpes del niño, ya que detecta el movimiento del aire en frente de sus manos, asícomo lo haría un insecto. El lo podría atrapar si se moviera lentamente, pero nunca hevisto a un joven que tuviera tanta paciencia. "

Urza asintió con la cabeza. "Los Yotianos pueden tener muchas almas, pero en tuinterior sigues siendo un fabricante de juguetes."

La Señora Kayla, Reina en el Exilio de Yotia, había entrado detrás del muchacho,

mientras un servidor que le llevaba su manto se quedó afuera. "¡Harbin! ¡Ya sabes queno debes molestar a tu padre y a Tawnos!"Urza se permitió otra sonrisa amable y dijo de nuevo: "No hay interrupción. De

todos modos, en un día como este, sería difícil conseguir terminar realmente un trabajo.Pasa, vamos a brindar por nuestra buena suerte."

Tawnos se giró para levantar una enorme botella “elefantina” de vino tinto , unregalo de los nobles. A los Argivianos les gustaban sus vinos de color rojo sangre y deun amargo sabor a mueble pulido. Urza trajo dos copas, una para cada uno de los otrosadultos, y su propio cáliz. Este último había sido una obra propia de Urza. Lo habíaconstruído de la bomba central que había trabajado en el último de los pebeteros deTocasia, una bestia ahora tan mitológica en Argivia como los minotauros y los rocs.

Tawnos vertió una pequeña cantidad para sí y para Kayla y una ración másgenerosa en la de Urza.

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Urza levantó su copa en un brindis. "Hemos pasado por el fuego en los últimosaños, y eso nos ha templado. Ahora el fuego crece aún más caliente, pero somos másfuertes, y somos a prueba de lallama. ¡Por Argivia y Korlis!"

"¡Por la memoria de Yotia!"

dijo Kayla."¡Por el nuevo Alto SeñorArtífice y Señor Protector de losReinos!" dijo Tawnos.

"¡Por el nuevo MaestroErudito!" respondió Urza, y el metalresonó entre ellos. Urza apuró sucopa y dijo: "Será mejor que nosmarchemos. ¡Si llegamos tarde, losArgivianos harán que llegar tardesea parte de cada ceremonia de aquí

hasta el día del juicio final!"Urza se dirigió hacia la puerta, luego se detuvo. Silbó una melodía pequeña,

idéntica a la que Tawnos había utilizado minutos antes. El pájaro mecánico desplegósus alas y salió volando fuera de la repisa de la chimenea. Harbin dio un manotazo haciaél pero le erró, y el pájaro revoloteó por la habitación, esquivando los mejores golpesdirigidos por el joven.

* * * * *

La ceremonia en sí fué típica de todas las ceremonias Argivianas: un largo yasfixiante aliento. Tawnos había pensado que no iba a sobrevivir a la boda de principiosde mes, pero esto era infinitamente peor, ya que él y Urza estaban en el centro de laactividad. No había ninguna posibilidad de escaparse cuando estabas en el podio contodos los ojos puestos en tí.

El Gran Salón alguna vez había sido una catedral a un dios ya olvidado y pasadode moda. Estaba lleno de toda clase de nobles Argivianos, vestidos de gala quehinchaban sus formas al doble de su tamaño. Además, el incienso utilizado en la sala sevio abrumado por el choque de los olores de perfumes que llevan las mujeresArgivianas (y algunos de los hombres). Tawnos se preguntó si podría permitirse el lujode estornudar en su traje ajustado, y sus ojos lagrimearon.

Los Argivianos molestaban a Tawnos, y los peores de todos eran los nobles.

Debido al origen Yotiano del antiguo aprendiz, la mayoría tendían a tratarle como a un pariente rústico. Él siempre se sintió fuera de lugar en Kroog, un niño de las provinciascosteras en la gran ciudad. Sin embargo en Kroog era uno de los Yotianos. Muchos delos Argivianos parecían asumir que todos los Yotianos tenían problemas con el idioma.Para él hablaban muy despacio y en voz muy alta.

Peor aún fueron aquellos Argivianos que actuaban como si él todavía fuera nomás que el aprendiz de Urza. De vez en cuando no se dirigían a él en absoluto en la

 presencia del Alto Señor Artífice, como si no fuera más que un parásito, un burro decarga, un funcionario de Urza. Aun cuando el artífice se aseguró de mencionar losinventos de Tawnos, tales como el triskelion, una fortificación móvil, los ojos de losnobles continuaron vidriosos y Tawnos casi podía oírlos ”hacer oídos sordos”. 

 No, siguió pensando Tawnos lo peor de todo fueron los cuellos almidonados.Alargó la mano hacia el suyo, pero detuvo sus dedos en el tiempo. Quedaría como un

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 patán rural si estiraba de su cuello enmedio de una ceremonia.

El ritual fué interminable.Hubo una presentación de honores,el reconocimiento de las

delegaciones extranjeras, elreconocimiento de los noblesimportantes que en realidad fué unalista enorme de casi todos losnombres presentes en la catedral, undiscurso del Chambelán de Argiviaque fué más largo que la mayoría delos sermones. Esto fue seguido porun recordatorio de las cosas buenas que habían sucedido en los últimos tiempos, quefueron (verdaderamente o no) atribuídas a los esfuerzos de Urza y su fiel ayudante,Tawnos.

La posición del hombre bronceado en el podio le dio la oportunidad de barrer a lamultitud con sus ojos y seleccionar caras. Kayla y Harbin, en la primera fila. Parecíacasi marchita en su vestido, pero todavía era parte del juego, mientras que el niño sehabía rendido al aburrimiento hacía ya media hora y ahora estaba pateando los lados delas bancas de una manera inconexa. Los aprendices fueron dirigidos por el maestroRichlau, los estudiantes mayores Rendall y Sanwell a su lado. Sharaman estaba vestidocon todas sus condecoraciones militares y lucía casi a gusto en su uniforme de gala.

Había otros: mujeres de la nobleza Argiviana de punta en blanco, y cortesanos jóvenes que competían con ellas por ostentación. Señores comerciantes Korlisianos,más moderados, pero adornados con la más suntuosa de las modas. Había diplomáticosenanos de las Montañas Sardianas, un grupo de personas diminutas y severas que hacía

 parecer a los Argivianos como personas positivamente festivas e imparciales a losKorlisianos. Sus montañas tenían la mayoría de los recursos que Urza necesitaba, peroestaban dispuestos a intercambiar sus metales y piedras por oro, que Urza considerabaun metal de menor importancia y de poco valor real en el campo de batalla.

Había Yotianos presentes, vestidos coloridamente pero en forma simple. Eranrefugiados que habían huido a Argivia después de la caída y representaban a algunas delas familias más poderosas de la región, sin embargo, parecía que no llevaban una buenarelación con los Argivianos.

Hubo también otros de cuya identidad Tawnos no estaba seguro. Había una grupovestido con pieles de bárbaros de Malpiri, y un grupo de sacerdotes, sirvientes vestidos

de negro con dispositivos mecánicos colgando alrededor del cuello. Gixianos, recordóTawnos para sí mismo, de un monasterio lejos al noroeste. Urza había recibido unaoferta de ellos para ayudarle en sus estudios, pero Tawnos los encontró demasiadofanáticos en su devoción a las mismas máquinas. Incluso trataban a los ornitópteroscomo si fueran seres vivientes. Le ponían nervioso a Tawnos, y les evitaba, al igual quelo hacía la mayoría del resto de la población, que no tenía tiempo para dioses de ningúntipo.

La invocación del Chambelán llegaba a su fin, y fue reemplazado por la señora deKorlis, cuya voz era un poco más agradable, pero que parecía decidida a mostrar a todosque su país podía dar un aliento tan largo como el de los Argivianos. Habló de losrecientes acontecimientos, de la edificación de las torres defensivas a lo largo de las

fronteras de Korlis y Argivia, y de las patrullas continúas de ornitópteros que losmantenían a salvo de los demonios Fallaji.

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Era algo más que los dispositivos de Urza lo que los mantenían a salvo por elmomento, pensó Tawnos. Palabra había llegado a Penregon de que Mishra habíansaqueado la mayoría de Yotia y drenado Zegon, y estaba en busca de nuevas fuentes desuministro. Al parecer, los intentos de anexar Sarinth en el oeste del imperio Fallaji nohabían ido bien, y una enorme fuerza se habían establecido allí para sitiar las principales

ciudades. En lugar de obtener los recursos necesarios, Mishra había tenido éxito en laapertura de otro frente. En caso de continúar de esta manera, el hermano de Urza prontoestaría rodeado de enemigos.

Por supuesto, la situación no pasó desapercibida para los nobles Argivianos, ni alos comerciantes Korlisianos que quería volver a abrir sus preciadas rutas comerciales.Ahora era el momento, dijeron, para sacar ventaja. Ahora era el momento para volver atomar Yotia. Ahora era el momento de poner a Mishra en su lugar.

Urza había sorprendido a Tawnos con su respuesta a las demandas de los nobles.Mientras que en Yotia se había retirado a su orniario y dejaba que otros hablaran y

 planificaran. Ahora él se reunía con los nobles y los señores comerciantes siempre quele era posible y nunca rehuía mostrarles algún nuevo dispositivo o aplicación. Ellos, a

su vez, habían abierto sus bóvedas hacia él, lo que le permitía el acceso a las piedras deenergía, tierras y otros recursos necesarios para construir.

Tawnos creía que sabía el plan de Urza. El artífice seguiría construyendo susvengadores, ornitópteros, centinelas y soldados hasta que tuviera un ejército muchomayor que aquel que pudiera existir de dragones mecánicos. Sólo entonces se moveríaen contra de su hermano.

Tawnos esperaba que Urzatuviera tiempo para llevar a cabo su

 plan. Dado el entusiasmo de losArgivianos y la codicia de losKorlisianos, no estaba seguro.La señora de Korlis finalmente serindió al podio, y su majestad presentólos títulos. Urza se arrodilló (unahazaña en sí mismo, teniendo en cuentala rigidez de su vestuario), y el jovenrey puso la mitra del Alto SeñorArtífice en la cabeza de Urza. Luego

 puso el cetro de Protector de los Reinosen manos de Urza. La multitud estalló

en aplausos cuando Urza se levantó y reconoció sus aplausos.

Actuaron algo más tranquilos cuando le tocó el turno a Tawnos, pero sóloligeramente. Este recibió la túnica de terciopelo pesada (algo alargada para cubrir sucuerpo de gran tamaño) que se le otrogaba a los Maestros Eruditos. Se puso de rodillastambién, y el rey colocó una diadema de oro sobre su cabeza. Aún de rodillas, Tawnosera casi tan alto como el rey y tuvo que inclinarse hacia delante para evitar que elArgiviano tuviera que alzarze.

Luego la bendición, y Tawnos juró que vio a todo el público temblar ante elhombre cuando el chambelán volvió a subir al podio y se lanzó a una perorata contra losdemonios Fallaji. Eso era lo único que faltaba, pensó Tawnos. No había Fallajis

 presentes, al menos ninguno que anunciara esta herencia. El chambelán declaró a UrzaSeñor Protector de todas las tierras no poseídas por los Fallaji y sus aliados.

En otras palabras, todas las tierras que no estaban bajo el gobierno de Mishra.Finalmente la ceremonia había terminado, y las personas se dirijieron hacia el

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 banquete ceremonial, que estaría dominado por discursos aún más largos. Todos loscomerciantes y nobles que tuvieran al menos alguna intensión de hacer proclamar sutítulo se levantaría y ofrecería sus propias ideas sobre el asunto.

Tawnos no podía esperar.De vuelta en su despacho Urza sonrió y retiró la mitra de su cabeza. Era una cosa

 pesada, y Tawnos se había preguntado como el hombre mayor no se había caído por el peso.Urza sopesó la mitra, claramente encantado. Finalmente Tawnos dijo: "Yo nunca

te había visto tan alegre cuando la gente te elogiaba en Kroog. ¿Es el hecho de que ellosson tus propios compatriotas lo que te hace sonreír?"

Urza levantó la mirada, desconcertado por un momento. Luego sonrióampliamente. "¿Tú crees que es así? ¿Qué me he convertido en un papagayo viejo einútil, prosperando en la adulación de la multitud? Mira en mi sombrero nuevo, miantiguo alumno, y ve la verdad de la cuestión."

Tawnos se acercó y miró por encima del borde de la mitra hacia arriba. Las piedras preciosas estaban cosidas en el forro del sombrero de copa. Por eso era tan

 pesado.Tawnos se sorprendió, no eran piedras preciosas. Eran Piedras de Poder, puras y

sin defectos. Habían más de las que Urza había llevado en su pecho hacía cinco añosatrás.

Tawnos miró a Urza, y luego el Señor Protector irradió una cálida sonrisa. ElMaestro Erudito se dió cuenta que por eso se había puesto al día con toda la pompa y

 parafernalia de la ceremonia. Por eso había tenido que soportar los discursos y cortejosde los nobles y por eso, aunque clamando modestia, había aceptado el puesto de AltoSeñor Artífice.

Todo para ganar más poder. Todo para ganar más recursos.Urza dejó la mitra en las manos de Tawnos y fue a buscar su cáliz antes de que la

 pareja se fuera para el banquete interminable. Tawnos sacudió su cabeza. Su antiguomaestro no había cambiado en absoluto. Sus dispositivos se encontraban aún en elcentro de su universo.

Tawnos no supo si conocer esto le hacía sentirse mejor o peor.

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Capítulo 23Círculos de Protección

L a Hermandad de Gix convocó a su Maestro al taller de Mishra.Los sacerdotes lo hicieron sólo porque Mishra, el qadir artífice de los Fallaji, iba a

desmontar su campamento bien temprano, moviéndose hacia el oeste a la ciudadcaravana de Tomakul. El frente Sarintiano se había convertido en una guerra en todaregla, y Mishra necesitaba estar más cerca de la acción. La mano de obra ya había sidodespojada de las ocupaciones Yotianas, y las tropas estaban haciendo el largo viajehacia el norte y el oeste hasta las orillas arboladas del lago Ronom.

Los Gixianos sabían de estas decisiones, ya que se habían infiltrado en la mayor parte del trabajo diario de los talleres y las fábricas de los alrededores. En los últimosaños se habían convertido en una parte regular de la corte de Mishra y fueron en su

mayor parte tolerados. Habían transformado esa tolerancia en una red de información.Poco se sabía en la fábrica de Mishra que no llegara a los oídos de los Gixianos y através de ellos, a su maestro.

Las minas ya estaban intervenidas en sugran mayoría, decían los informes de Yotia, ymontañas enteras estaban siendo despojadas detodos los recursos que podrían aportar. Delmismo modo, el tributo de hombres y suministrosde Zegon se estaba agotando. El lejano Almaazhabía comprado su propia protección,compartiendo sus magos místicos de la canción,

 pero Mishra ahora también dependía de esanación para obtener hierro y madera.Luego estaba Sarinth. Hubo informes del

comandante oficial de grandes sierpes dragón que vagaban por los bosques, y tropasrápidas que atacaban en emboscada. La misma ciudad de Sarinth, resistiendo años deataques de la nación Yumok del norte, era tan dura de roer como un zapato hecho dehierro y madera de castaño.

Hubo otros informes Sarinthianos, estos eran de Ashnod y a los Gixianos lesresulto difícil interceptarlos, aunque no fue imposible. Estos informes eran amables y de

 buena conversación, pero nunca dejaban de mencionar los problemas del actualcomandante Fallaji y la tragedia inevitable que sobrevendría si a la mujer pelirroja no se

le daba de inmediato vía libre en los asuntos militares. Mishra se mantuvo firme en sudecisión: ni le daba esa orden, ni tampoco la hacía volver a su lado, y los Gixiansaprobaron ambas decisiones.

Y por último, estaban los informes desdeel este, desde los pasos a través de la CordilleraKher hasta Argivia y Korlis. Allí la guerra era unlento proceso de molienda, como si dos titanes selanzaran uno contra el otro. Urza estabaocupado, de eso no había ninguna duda,arrancando grandes trozos del paisaje Argiviano

 para alimentar a sus propias máquinas de guerra.La tierra estaba rodeada de torres que aparecíancasi cada día, cada torre contenía protecciones

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mecánicas. El campamento estaba inundado de rumores de que los Argivianos estaban a punto de cruzar las montañas y el desierto y presionar sobre la Yotia ocupada. Mishra sevio obligado a trasladar su corte a Tomakul, más cerca del corazón de su imperio, máscerca del sitio de Sarinth, y más lejos de la frontera escasamente defendida Yotiana.

Este último punto era algo malo para la Hermandad de Gix. Tal medida alteraría

su organización, que se había formado en una máquina perfecta. Así que se reunieron ensus cuartos (situados al lado del derrame de una de las grandes fundiciones de hierro) yllamaron a su amo

Su canto fue lógico y preciso, sus movimientos prácticos y maquinales. Leshabían enseñado cómo hacer un llamamiento a Gix antes de salir de Koilos, y eldemonio había dejado instrucciones precisas cuando debían invocarlo. Ahora, en lahabitación sin ventanas de su pequeño cuartel, los veinticuatro hermanos cantaron lasendechas adecuadas he hicieron un gesto con sus manos de manera apropiada, tallandosímbolos en el aire.

A cambio, el aire guiñó un ojo, fundiéndose en un gran pilar de humo negruzco,con olor a petróleo hirviendo. Se oyó un ruido a engranajes chocando, y por el humo

salió su amo, Gix, resplandeciente en su armadura viviente, sus zarcillos serpentinosflexionándose y enrollándose en la parte posterior de su cabeza.

"Me han llamado", dijo Gix. "Confío en que es por una buena razón."

* * * * *

Gix se trasladó invisible en la oscuridad de la noche del desierto, un paisaje ocultode los cielos por nubes de humo e iluminada desde abajo por la luz de las fundicionesque funcionaban durante todo el día.

Los grandes árboles que originalmente habían acunado las fábricas ahora estabanmuertos, su madera aserrada y utilizada para hacer catapultas, arietes, dragonesmecánicos, y otras máquinas de guerra. Los tocones supervivientes habían sido vaciadosy convertidos en cuarteles y fundiciones y recubiertos por láminas de cobre fino.Todavía quedaban seres humanos allí, guerreros y esclavos, pero gran parte del trabajose llevaba a cabo por autómatas, grandes bestias metálicas ruidosas que se mezclan sin

 pensar de una tarea a otra. No era Pirexia, pensó el demonio, pero era un buen comienzo.Sus seguidores habían estado en lo correcto. Una vez que Mishra se trasladara a

su centro de mando, sería más difícil de atacar. Además, le podría tomar años al artíficehumano para elevar Tomakul al mismo nivel maravilloso de civilización que habíaalcanzado en esta región.

Ahora era el momento de atacar, pensó el demonio, antes de que perdiera laventaja.Gix se movió como un espíritu a través de los pasillos vacíos y forjas

mecanizadas. Él dejó a sus hijos, los sacerdotes, detrás, después de premiarlos con untoque de los sueños de Pirexia. Yacían en un estupor ahora, soñando con su paraísomecánico. Gix se movía mejor solo.

Si era descubierto, Gix sabía que, con un pensamiento, podría facilmente volver aKoilos. Había ganado una afinidad con las cavernas del desierto en los últimos años, ysimplemente deseándolo podía viajar allí. Necesitaba la ayuda de sus sacerdotes siquería ser convocado en otros lugares, pero podía ir a casa a su antojo.

Gix permitió que una sonrisa estrecha cruzara su cara sin labios. Pensaba en

Koilos como en su casa. No en Pirexia, a la que no podía volver, al menos, no sin antescastigar a los intrusos. No sin obtener del intruso su valiosa piedra de poder.

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Sólo hubo un incidente en el camino al taller. Un autómata de una de las fábricasde Mishra cruzó delante de él. Detectando algo desconocido, se detuvo en el lugar,zumbando amenazadoramente. Gix estuvo incierto si la máquina tenía la capacidadtosca de reconocerlo como un extraño, o si trataba simplemente de hacer sonar unaalarma como una reacción automática.

Con el paso de los años había desarrollado una comprensión de estas máquinassimples hechas por los niños torpes mortales. Gix se acercó mentalmente al artefacto,acariciándolo con palabras suaves, como un humano podría consolar a un animal herido.

 No importaba si el animal entendía las palabras, sino que entendiera la intención detrásde ellas. El nuevo sacerdocio en Koilos había estado reconstruyendo los antiguosautómatas su-chi, y éste era poco diferente de ellos.

La máquina se estremeció por un momento cuando la mente de Gix tocó el trozo pequeño de piedra de poder que le servía tanto como su corazón como su cerebro. Eldemonio sólo cambió algunas pequeñas matrices dentro del propio cristal, pero erasuficiente para convencer al aparato de mente de plomo que no había nada fuera de lonormal y no había ninguna necesidad de hacer sonar ninguna alarma. El autómata

detuvo el zumbido y luego se deslizó fuera de la vista.Gix entró en el taller, deslizándose y pasando al lado de los guardias con cara de

sueño que no notaron su paso mas de lo que notaban los humos negros que ahora sealzaban en el paisaje circundante. Los pies del demonio no tocaban el suelo mientrasflotaba sin esfuerzo hacia las cámaras del ladrón, donde sus secuaces le habíanasegurado su presa esperada.

De hecho él estaba presente: tirado hacia atrás en una silla de trabajo ante un grantablero de pizarra, una tiza todavía apretada en su mano. Los ojos mecánicos de Gix

 barrieron la habitación. Estaba llena de libros, la mayoría de los cuales estaban cubiertosde una gruesa capa de polvo. En el otro extremo cerca de un trono de madera pesadahabía otro hombre, un guardia Fallaji, estaba dormido.

Gix asintió con la cabeza. Un ser menos que tendría que matar de inmediato. Semovió hacia el cuerpo inerte y dormido de Mishra.

El ser humano se veía casi angelical en el sueño. Su barba estaba salpicada ahoracon trozos de color gris, y tenía el pelo cortado hasta el cuello detrás de él. Mishra ahoraera más amplio de lo que había sido cuando había entrado en Pirexia, el exceso de pesoextendía la línea de su cintura. Había pequeñas arrugas junto a sus ojos, y líneas seextendían por la frente. La corona de gobierno descansaba pesadamente en esa cabeza.

Pero Gix podía sentir un estado de alerta sobre el hombre, incluso en el sueño. Sumente estaba trabajando, soñando con nuevos dispositivos y nuevos planes. Incluso enel descanso producía una sensación de movimiento a su alrededor. El demonio tendría

que moverse en silencio.Al principio Gix había pensado sólo en rebanarle la parte superior de la cabeza delhombre y retirarle la tapa de los sesos con lentitud, para que Mishra fuera consciente delo que estaba ocurriendo antes de que muriera. Ahora, viendo que el hombre pensabaincluso cuando estaba dormido, Gix decidió degollar sólo su garganta y tomar la piedrade poder para sí mismo.

La piedra de poder s e encontraba en una pequeña bolsa colgada del cuello deMishra. Gix podía sentir la presencia del cristal, del mismo modo que podía sentir aMishra, o sentir el corazón del autómata. El ser humano ordinario que se hallaba maslejos en la habitación era una estatua, un trozo de tierra en comparación. Ambos, Mishray su piedra irradiaban una sensación de poder que Gix casi podía saborear.

El demonio levantó un dedo, y una sola garra afilada como una aguja emergió dela punta de su dedo. Se inclinó hacia delante. Un corte rápido, pensó, a lo largo de la

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 base de la línea de la mandíbula, de oreja a oreja.Hubo un ruido, un ruido tan suave que sólo Gix pudo oír. Bajo los pliegues de la

chaqueta del ser humano, dentro de su bolsa la gema comenzó a brillar con los coloresdel arco iris. Volvía a la vida por su propia voluntad, los colores se derramaban por laabertura arrugada de la bolsa y bañaron a Mishra en su luz.

Gix se congeló por un momento y no por su propia voluntad. La piedra estaba altanto de él como él era consciente de ello. De alguna manera, podría impedirle llevar acabo su plan. Él llevó la mano hacia adelante, y cada centímetro que avanzaba se lehacía mas difícil, hasta que al final fue como tratar de presionar a través de hierroforjado: sólido e implacable.

Gix sacudió la cabeza con perplejidad. No había tenido ningunaindicación anterior de que la piedra lefuera a ofrecer ningún tipo de

 protección personal a su titular. Sinembargo, no podía inclinarse hacia

adelante y terminar con la vida de este.El demonio cambió su meta. Tomaría

 primero la piedra y luego mataría alhumano por su insulto.

La joya pareció percibir laintención de Gix y brilló intensamentecuando el demonio se inclinó tratandode llegar hasta la bolsa. Gix retiró su mano y dejó escapar una maldición sibilante. La

 proximidad de la piedra le había quemado como el ácido, y nubes de humo selevantaban de su mano escaldada.

A través del cuarto, el otro ser humano se agitó en su sueño. Gix puso la manoquemada bajo el brazo, murmurando conun chasquido de lengua por el dolor.

Gix miró al Mishra dormido y dejóescapar un siseo suave como el maullido deun gato. La piedra ofrecía cierta proteccióna sí misma y su portador, por lo menos decriaturas como los pirexianos. Le quemabamientras se acercaba.

 No, no era una quemazón, pensó eldemonio. Estaba tratando de reconocerlo y de dominarlo, de mandarlo, como había

dominado a los dragones mecánicos años anteriores. La piedra, aunque no era un ser pensante, reconoció sus sentimientos, y los rechazó por ser peligrosos. Ese rechazo erala quemazón.

Gix se sentó en el borde de la mesa de trabajo. La piedra protegía al hombre. La piedra protegía a la piedra, mientras estaba en la posesión del hombre. Gix lo pensó porun momento y luego sonrió.

La respuesta era cambiar la naturaleza de la piedra, o cambiar la naturaleza delhombre.

La piedra era la mitad de su original, y tal vez su carácter de protección derivabade esta escisión. Estaba buscando a su compañera, fue el pensamiento de Gix. Tal vezhabía determinado que de alguna manera Mishra era su otra mitad. Eso explicaría la

 protección que mantenía a la criatura Pirexiana a raya.Si las dos mitades se unificaran todo el cristal podría ser restaurado. Y Gix podría

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llevárselo de vuelta a su tierra natal.¿Y el hombre? Gix miró al durmiente Mishra. Tal vez se le podría cambiar,

alterarlo en algo que sirviera a las órdenes de Gix. Era mejor que viviera como unesclavo que como un ejemplo muerto.

Sí. Tomaría tiempo, pero Gix tenía tiempo. Mishra estaba separado de sus

congéneres por su inteligencia, por su puesto, y por su poder. ¿Podría Gix reclutarlo aél, y a su hermano, según sea el caso, y llevarlos a su mundo?¿No sería un castigo más apropiado que sólo matarlos?Gix dejó que una sonrisa sin labios se dibujara en su rostro. Sí, hay más maneras

de matar a una criatura que sólo poniendo fin a su vida. A veces todo lo que uno tieneque hacer es darle lo que quiere.

Gix inclinó la cabeza hacia atrás y soltó una breve cadena de sílabas cliqueantes.Dentro de su cuerpo, se produjeron pequeñas alteraciones, llamando a las máquinas enlas cavernas de Koilos. Estas respondieron a su llamada y lo enviaron de nuevo a lacalidez y el confort. En un instante se había ido.

En el taller de Mishra, Hajar se sacudió e interiormente maldijo por haberse

dejado llevar. Los preparativos para mudarse a Tomakul habían agotado la vida en él,así como del Maestro Mishra.

Hajar vagabundeó hacia donde Mishra estaba durmiendo, sentado aún en una desus sillas. Su chaleco había quedado abierto, y la bolsa que contenía su talismán, su

 piedra multicolor, yacía en su camisa. Hajar sonrió y guardó la bolsa de nuevo dentro dela camisa de Mishra, cubriendo al qadir de los Fallaji con una manta.

El guardia parpadeó y olfateó el aire. Había un olor presente, una mezcla decarbón humeante y aceite de máquina, probablemente el resultado de un viento quehabía cambiado su dirección y ahora soplaba sobre un pozo de azufre o taller.

Hajar negó con la cabeza. El era uno de los muchos que se alegraría cuandosalieran de ese lugar y estuvieran de nuevo bajo el cielo del desierto. Miró las puertas

 para asegurarse de que estaban cerradas con llave, luego se retiró a su propia posición yvolvió a dormir, soñando con el desierto.

En sus habitaciones, la Hermandad de Gix también soñaba, sueños enviados porsu amo. Había nuevos pedidos, dijeron los sueños, era necesario que sirvieran en lacorte de Mishra más de lo previsto. Pero la recompensa sería grandiosa una vez que lolograran.

Esa noche todos los sueños en el campamento de Mishra fueron agradables.

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Capítulo 24El Tercer Camino

L oran se movía por el pasillo curvo de la torre con una gracia práctica. Duranteel primer año de su estadía entre las torres de marfil, se había perdido con regularidad,

 porque los pasillos y las paredes no eran rectos sino curvos para rellenar su formaexterior. Poco a poco había dejado de pensar en términos de norte a sur, y en su lugarestimaba en términos de distancia desde el centro de la torre y el ángulo de la entrada.Ahora las torres ya no eran un enigma para ella.

La archimandrita que, por supuesto, parecía darse cuenta de todo, había notadode su seguridad cada vez mayor, y la felicitó por este asunto. "Drafna todavía se levantade las reuniones y se dirige a la puerta equivocada", dijo.

Drafna estaba confundido por muchas cosas, pero resultó ser brillante con losartefactos. Podía postular un artefacto completo desde el más mínimo de los desechos y

rara vez era incorrecto en su evaluación. Como estudiaba minuciosamente las notas deTocasia a Loran de vez en cuando le recordaba a los jóvenes Urza y Mishra, tan intensoera su deseo de comprensión.

En el día a día, Drafna resultó ser una adversidad. Regularmente no estaba deacuerdo con lo que la mayoría parecía preferir. Si no fuera por Hurkyl, habría dejado laUnión mucho tiempo atrás.

Hurkyl sostenía la correa, y Loran pronto se dió cuenta que muchos de losdescubrimientos de Drafna en realidad habían sido hechos por ella y sólo transmitido

 por el estudiante calvo. Ella era una mujer tímida, casi hasta el punto de ser invisible.En los tres años que Loran había estado en Terisia City, había oído a la mujer completaruna frase sólo en tres ocasiones. En muchos sentidos, a Loran, Hurkyl le recordaba a símisma cuando era una jovencita.

La vida de la ciudad parecía estar de acuerdo con Hurkyl. Ella, su esposo, ytodos sus estudiantes que quedaban en Lat-Nam, al parecer, se habían afeitado la cabeza

 porque la escuela estaba debajo de la tierra y el afeitarse todo el vello corporal manteníaa raya a los piojos. Desde su estancia en las torres de marfil de la Ciudad de Terisia,Hurkyl había permitido que el pelo le creciera y demostró tener trenzas gruesas ylujosas que captaban la luz como hilos de cable de obsidiana. Drafna había vuelto a Lat-

 Nam varias veces, pero Hurkyl siempre se había quedado. La archimandrita era elcentro de la Unión, pero Hurkyl era uno de los pilares de ese grupo, así como Feldon y,a pesar de sí mismo, Drafna.

Y, Loran había llegado a reconocer, que ella también lo era.Los pasillos estaban llenos de escribas menores y eruditos mientras emprendíasu camino hacia el santuario privado de Feldon. La ciudad se estaba convirtiendorápidamente en un refugio para aquellas personas que habían visto amenazado sutrabajo en otros lugares. La mayoría eran de las tierrasque limitaban con el imperio Fallaji, pero habíanumerosos extranjeros de Zegon, Tomakul, y otrasciudades cautivas de Mishra. Para sorpresa de Loran,también habían algunos Korlisianos y Yotianos, yalgunos enanos de las Montañas Sardianas que no sefiaban de Urza y los Argivianos.

También existía una mezcla de charlatanes,embaucadores, timadores, y otros completos fraudes.

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Sin embargo, por cada tres hombres de este tipo (y mujeres de este tipo) había unindividuo que llevaba un dispositivo útil, un pergamino antiguo, o algo que se añadieraal creciente cuerpo de conocimiento guardado en la torre. Loran habría desalojado unagran cantidad de ellos, pero la archimandritaa los había recogido, y la Unión era másfuerte por ellos.

Luego estaba la Hermandad de Gix. Su orden de monjes vestidos de negroveneraba a una especie de dios máquina, que los hacía muy valiosos en el trabajo conartefactos antiguos. Pero su amor porlos artefactos se acercaba alfetichismo, y estaban siempre juzgandotanto a los artefactos como a los quelos usaban. Para aquellos tandescuidados como para preguntar,explicaban en detalle que tenían a Urzay Mishra como indignos de los grandesdispositivos que habían construido y

creían que los dos serían castigados por su descaro. La hermandad dejó pocas dudas de que tenían la mismaopinión que Drafna y ella misma.Como grupo, parecían estar ocultando

algo, escuchando a todos, pero diciendo muy poco en respuesta salvo ofrecer alabanzasa la máquina.

Feldon había traído con él algunos videntes de Sarinth, chamanes y brujossacerdotes de las naciones Yumok de la montañosa costa norte. Estos últimos eran

 pesados hombres de piel cetrina, sudando a mares bajo sus pieles y capas apretadamenteocultas. Loran podía ver por qué Feldon se llevaba bien con ellos, porque tanto él comolos sacerdotes Yumok no se sentían cómodos en el calor de la Ciudad de Terisia.

La archimandrita trajo a los eruditos y bibliotecarios de la ciudad. Se extendíanen calidad y temperamento desde los bibliófilos entusiastas hasta fanáticos de librosinmaculados. Este último grupo preferiría morir antes que dejar que nadie abriera sus

 preciados volúmenes y se arriesgara en dejar escapar la información que había dentro.Sin embargo, con palabras amables y una voluntad de acero la archimandrita arrancósus textos sagrados de sus manos.

Hubo solo una amarga decepción. Los magos de la canción de Sumifarechazaron la oferta de la Unión. En su lugar, se había aliado con Mishra y usaban sushabilidades en su servicio.

“No veo por qué eso sea un problema ", dijo Drafna al recibir la noticia." LosSumifanos, todos Almaazianos para el caso, son como mucho un pueblo irritante. Sulenguaje está lleno de trinos y gorjeos, y es difícil de entender."

"Ellos tienen una clase de antiguo conocimiento", dijo la archimandrita concalma. "Sus canciones llevan un tipo de poder, lo que les permite permanecer en calma,y hasta cierto grado, controlar bestias salvajes."

"Tonterías", resopló Drafna."Tal vez", respondió Loran ", pero puede ser verdad lo que hay detrás de sus

alegaciones, que nos faltan algunos efecto naturales. Debe haber algo que podamosaprender de ello."

"Si hay algo en el centro de sus enseñanzas", dijo Drafna, "es que estas

envuelven tanto disparate y farsa que son generalmente inútiles para nosotros. Igual queel dios máquina de los Gixianos. Ahora bien allí hay un grupo malvado:.. Fanáticos

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espeluznantes con ilusiones de una utopía mecánica. Pero no están todos aquí." Elerudito se tocó la calva en repetidas ocasiones para dar énfasis.

Feldon generalmente comenzaba a fruncir el ceño al momento que Drafna abríala boca. Ahora él golpeó la mesa con su mano abierta. "No desestimes a los magos de lacanción. El hecho de que no comprendemos un fenómeno no quiere decir que no

existe."Drafna se quedó helado. "Me resulta difícil creer que realmente la música calmael pecho salvaje, eso es todo."

"Me resulta difícil creer en hombres que vuelan en artefactos Thran", le espetóFeldon. "O en dragones mecánicos, para el caso. Pero vivimos en un mundo dondeexisten, y yo, por mi parte, quiero estar preparado para ellos."

Ahora, con Feldon en la puerta, la conversación volvió a Loran. Feldon y Drafnase habían convertido en polos opuestos en sus discusiones. ¿Era por eso que Feldon lehabía pedido que fuera a su estudio personal, en lugar de aportar algo antes frente a todoel grupo?

Llamó a la puerta y una voz pesada le ordenó entrar.

El estudio de Feldon era espartano, una mesa baja, con montones de libros deuna manera ordenada, unas cuantas sillas en torno a la mesa, y una placa de pizarra

 pequeña a lo largo de la pared. El cuarto estaba iluminado por una sola ventana. Lo queestaba claro era que la silueta pesada de un hombre estaba sentada ante la mesa.

"¿Has oído las noticias?" preguntó Loran mientras entraba.Feldon miró con una mirada extraviada. "¿Acerca de Yotia?. Drafna me habló de

ello en el desayuno. Ya es historia antigua."Loran asintió con la cabeza. Incluso los rumores tomaban su tiempo para

recorrer la longitud del imperio Fallaji. Sin embargo, algunos refugiados de Zegonhabía llegado a la ciudad la noche anterior con noticias importantes: Urza había hechosu movimiento a través de la frontera de Korlis/Yotia y estaba liberando ciudades de losdominios Fallaji.

"Historia antigua", dijo Feldon. "Para el momento que nos llega la noticia,Comosellame podría estar en Tomakul".

"O lo han detenido por unacontraofensiva", señaló Loran. "Perono me has hecho llegar hasta aquí

 para hablar de las noticias de losfrentes de batalla. ¿Qué pasa?"

¿Qué piensas de esto ", preguntó al hombre cojo, señalando a

Loran algo adelante suyo "Pescadoresde Yumok lo extranjeron con susredes, el mismo grupo que entregóese yelmo de coral hace un año".

Era un cruce entre un platomontado sobre un grueso pedestal yuna copa rechoncha, de bordes

anchos. El recipiente tenía treinta centimetros de diámetro, con un par de mangos pesados montados en cada lado. El cuenco parecía de cobre, pero era diferente acualquier cobre que Loran hubiera visto antes. El dispositivo le recordó a Loran untazón de sacrificio utilizado por las antiguas religiones de Argivia.

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"Se llama sylex", dijo Feldon. Sus ojos no abandonaban el plato. "Por lo menoseso es lo que se llama a sí mismo. Y es de Golgot, un lugar del que tampoco he oídohablar."

"¿Sabes qué es?" preguntóLoran.

Feldon inclinó el cuenco haciaLoran. El interior del recipiente, quenormalmente sería liso, estaba cubiertode pequeñas figuras que parecíangrabados en espiral ante sus ojos desdeel borde hasta la base.

"Su propósito está escrito en él",dijo Feldon.

Loran entrecerró los ojos."Estos son glifos Thran", dijo al fin.

Feldon asintió con la cabeza.

"No puedo leer esos caracteres", dijo, y luego señaló a otra línea curva de caracteres."Pero estos son caracteres Fallaji, escritos en un estilo antiguo que si pude leer. Estas seasemejan a las marcas de las canciónes Sumifanas, y estas corresponden con lasincisiones en el báculo. Estas"-señaló a algunas otras líneas "no se parecen a nada quehe visto nunca. ¿Sabes lo que significan?"

"Una manera de leer Thran", dijo Loran. "Una clave maestra para una grancantidad de lenguas antiguas."

Feldon sonrió. "Así es. Si tan sólo el mensaje que lleva no fuera tan sombrío."Loran levantó una ceja. "¿Lo es?"Feldon se inclinó sobre la taza. "No lo tengo todo traducido, pero creo que tengo

la mayor parte de ello. Se llama Sylex, y es de Golgot, como ya he dicho. Si Golgot esuna tierra, un rey, o su fabricante, no tengo ni idea . Se supone que anuncia el fin delmundo". Loran miró a Feldon y no dijo nada.

Feldon negó con la cabeza. "Yo sé lo que estás pensando. Disparates y farsas.Esa es una razón por la que no la presenté a los demás. Drafna pensará que voy aempezar a colgar ramitas encendidas de incienso y elevar oraciones en cualquiermomento. Pero escucha la traducción del Fallaji arcaico: ‘Limpia la tierra clara. Trae elfinal. Derroca los imperios para traer un nuevo comienzo...’ Y esto: ‘Llama al final,llénalo de recuerdos de la tierra’ Suena bastante denso".

"Llénalo de recuerdos", dijo Loran. "Suena como algo salido del parloteo de uncharlatán. Magia antigua que requiere el susurro de un sol moribundo y la sonrisa de un

gato. ¿Y no había una vieja leyenda Fallaji de una ciudad dentro de una botella, quesobrevivió cuando el resto del mundo iba a ser destruida?" Feldon miró hacia arriba."¿Así que no lo puedes creer, entonces?" Loran negó con la cabeza. "Creo que

este es un hallazgo maravilloso, que abrirá muchos otros misterios para nosotros. Talvez lleva algún tipo de aviso de un tiempo antiguo. Pero no, yo no lo creo."

"Tócalo", dijo Feldon, inclinándose fuera de la taza. "Adelante, tócalo."Loran extendió la mano y agarró el lado de la taza. Tuvo una sensación

instantánea de inquietud, como si el sol hubiera pasado de repente detrás de una nube,dejándola en la sombra. Ella levantó la vista, y toda la sala parecía haberse oscurecido.Fuera de esa oscuridad, le pareció oír un grito, el llanto lastimero de un niño pequeño,aunque era tan débil que estaba casi por debajo de su capacidad para discernir.

Ella largó el borde del recipiente, y el mundo volvió a la normalidad. El sol pasó por detrás de la nube, y el llanto del niño se había ido por completo.

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"También lo sentiste", dijo Feldon.Loran asintió con la cabeza y se sentó frente a Feldon, el sylex entre ellos. "Hay

algo aquí.""Algo que no entendemos todavía", dijo Feldon. "¿Es una advertencia? ¿O un

arma?"

"Pero, ¿qué significa?" preguntó Loran. "¿Llénalo de recuerdos?""¿Hurkyl te ha enseñado alguna de sus técnicas de meditación?" preguntóFeldon.

"Ella le ha enseñado a la archimandrita, quién me ha instruido un poco a mí",dijo Loran. "Pero hay una serie de técnicas de meditación utilizadas por los estudiosos

 para centrar la atención y concentración, que van desde los forjadores de canciones deSumifa hasta… "

Feldon la interrumpió con un gesto apresurado de la mano. "Pero Hurkyl,nuestra silenciosa compatriota, ¿qué pasa con sus meditaciones?"

"La archimandrita dijo: "ella se sienta en la mañana y piensa en su casa de Lat- Nam, de las olas de color azul, blancas con la espuma, suspendidas sobre la tierra antes

de estrellarse. Creo que la calma que ella logra es pensando en su hogar ", dijo Loran."Cuando este pensamiento está fresco en su mente, le impide tener que regresar a suisla."

"¿Algo más?" preguntó Feldon.Loran se encogió de hombros. "Ha habido algunos incidentes interesantes", dijo.

"La archimandrita mencionó que después de sus sesiones de meditación, el cuarto deHurkyl se había convertido en más ordenado. Los libros estaban colocados en la repisaen el orden correcto, y sus estiletes estában de vuelta en su recipiente. Cuando nadierecordaba haberlos guardado, por supuesto."

"¿ Y tú crees en eso?" dijo el hombre/oso malhumorado."Creo que tenemos que investigar mas el asunto," respondió Loran "Si se tratara

de cualquier otra persona que no sea Hurkyl, Drafna estaría gritando desde los parapetosque todo se trata de disparates y tonterías."

"Sí", asintió con la cabeza Feldon. "¿Pero tú has intentado las técnicas? ¿Has pensado en tu hogar?"

Loran se encogió de hombros. "Yo realmente no quiero pensar en Argivia eneste momento o en lo que está sucediendo allí".

"Sí, supongo que sí", dijo el osuno erudito. "Voy a tener que aprender esatécnica, supongo. Suena como que podría ser similar a llenar algo con recuerdos de latierra."

Loran no respondió, pero miró el tazón. Alargó la mano por un momento, pero

no lo tocó otra vez.Feldon, dijo, "Si se tratara de un arma, ¿sería una que los hermanos podríanutilizar?"

Loran negó con la cabeza. "Yo no lo creo. No existe un mecanismo aquí, no hay juego de pesas y cables, no hay ninguna fuente obvia de poder. Todo lo que hay es unaadvertencia y la mala sensación que la rodea."

Feldon asintió con la cabeza. "Estoy de acuerdo. Y sin embargo ¿por qué mesiento tan reacio a decirle a los demás algo al respecto?"

Loran se mostró de acuerdo con el sentimiento. "Por lo menos dícelo a laarchimandrita", dijo. "Y haz una copia del interior. Las traducciones que hay pueden serinvaluables para nuestro trabajo. A continuación, ponla en un lugar seguro, libre de

 posibles ladrones. Sólo en caso de que sea lo que dice que es".

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Feldon volvió a asentir, pero sus ojos estaban puestos en el sylex. "Es un pocotentador, sin embargo, ¿no es cierto? ¿Borrar todo y comenzar de nuevo?"

Loran se levantó y se detuvo en la puerta. "Sí", dijo ella, "pero probablementetus glaciares se derretirían. Y entonces, ¿qué estudiarías?"

Feldon se permitió una sonrisa débil. "Tú hablas con la voz de la razón. No

importa qué tan mal están las cosas ahora entre Mishra y Comosellame, todavía no sehan puesto tan mal".Loran también sonrió y dejó a Feldon en sus estudios. Fuera de la sala, en el

 pasillo curvo, se tocó la mano que había sostenido la taza. Estaba insensible, y elsentido sólo recién ahora estaba empezando a regresar a ella. Flexionó los dedos y tratóde que los nervios respondieran.

Loran negó con la cabeza. Todavía no se han puesto tan mal.Todavía.

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Capítulo 25El Potro

 T awnos estaba encadenado. Un grupo de esposas ataban sus muñecas a no másde cuarenta centimetros de distancia, y un segundo conjunto igualmente limitaba sustobillos. Las cadenas de las esposas estaban unidas en su parte central, donde otracadena, aseguraba la colección completa a un anillo de hierro en el suelo. El no podíasoportar esto por completo, mucho menos moverse comodamente.

 No es que había mucho espacio para moverse en aquel sitio o lugares a donde irsi pudiera. La habitación carecía de muebles salvo por un taburete. Una rejilla que habíaencima permitía entrar una luz difusa en un horario irregular, y la otra rejilla en el pisose llevaba los residuos. Una puerta de hierro con un solo cerrojo se situaba a lo largo deuna pared. Un cráneo humano miraba de reojo en una esquina, los restos de un ocupanteanterior. Aparte de eso, nada. Nada más que él y sus cadenas

Una lástima, de verdad, pensó Tawnos, porque la guerra había ido muy bienhasta ese momento.

Mishra se había extendido a sí mismo demasiado delgadamente, y los reinoscombinados de Argos y Korlis habían aprovechado esa debilidad. Mishra se las arregló

 para mantener el paso del norte bastante bien, pero las defensas en Yotia estabandemasiado flojas. Las incursiones de los reinos combinados se intensificaron, hasta quefinalmente un grupo de voluntarios Korlisianos quedaron atrapados en Yotia y fueronmasacrados.

Los mártires de Korlis sedestacaron tanto por su juventud como

 por el hecho de que no estaban a sueldode nadie. Sin embargo fueron losverdaderos patriotas de su nación, loshijos e hijas de los señorescomerciantes. Su masacre electrizó alsur de los dos países unidos, y lasdemandas llegaron hasta el reycombinado para que tomara medidas deinmediato.

Todo había sucedido comoTawnos había predicho, antes de que

Urza estuviera listo, pero más tarde de lo que Tawnos había anticipado. El SeñorProtector tenía suficiente mano de obra para lanzar su maquinaria al sur sin queredujeran seriamente los pasos del norte. Con la mayoría de las fuerzas de Mishra endirección oeste a Sarinth, nadie esperaba un ataque contra Argivia.

Hubo algunos golpes, por supuesto, pero estaban mal planificados y puestos enmarcha a toda prisa y tratados por las fuerzas que había a mano. En cambio, un ejércitolleno de Argivianos y los recientemente patriotas Korlisianos se dirigieron hacia el sur yel oeste, respaldados por ornitópteros, soldados Yotianos, una variedad de vengadores,incluyendo el nuevo modelo centinela, trisqueliones, y una criatura de cuatro partesvoladora llamada tetravo. Las legiones se extendieron sobre las fronteras y dentro de laYotia ocupada.

Las guarniciones Fallaji no fueron suficientes para mantener las fronteras, perosuficientes como para ofrecer más que una resistencia simbólica y evitar una rápida

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campaña. Los Fallaji comenzaron un retiro regular durante el siguiente año, se retirabande una provincia y atacaban la siguiente. Y quemaban los territorios a los que nuncatuvieron la intención de regresar.

En el otoño del primer año las zonas al sur de las ruinas de Kroog fueronliberadas de la gobernación Fallaji, aunque no así sus incursiones. Esto incluyó Jorilin y

las ciudades costeras. A finales del siguiente año, los Fallaji habían sido expulsados dela mayor parte de Yotia con la excepción de las provincias trans-Mardun y la Marca delas Espadas. Siete dragones mecánicos enemigos habían sido destruidos en el procesoen batallas campales que pusieron a prueba las máquinas de Urza al máximo.

La tierra cayó destruída por el saqueo Fallaji y las guerras de liberación, perofinalmente fue retomada. Tawnos cabalgaba entre aplausos a la cabeza del ejército porlas calles de las ciudades recuperadas. Pero aquellos que poseían una mirada severa, quehabían sufrido bajo los Fallaji, se preguntaban que iba a hacer su ex reina, segura y

 protegida en Penregon.Obtuvieron la respuesta muy pronto. Yotia se incorporó a los reinos combinados

de Korlis y Argos, sin siquiera preguntarle a la gente que había quedado libre. La reina

no volvería, y Yotia sería un estado vasallo de los reinos unificados. Después de más dediez años de guerra, Yotia había cambiado un amo por otro.

Tawnos entendió aquello en ese momento. Sabía que era la única manera deconvencer a los nobles Argivianos y a los señores comerciantes Korlisianos queayudaran a reparar el paisaje destrozado y alimentar a una población cuyos camposhabían sido quemados por la retirada Fallaji. Pero a la parte de él que era Yotiana no legustó, y era claro que otros pensaban lo mismo.

Hubo una reacción similar ante la decisión siguiente, del Señor Protector. Lagente asumió que Urza podría liberar al resto de las provincias, restaurando a Yotia porcompleto. En su lugar, este evitó volver a tomar la Marca de las Espada de su suegro. Elejército se unificó para hacer un asalto a través del Mardun, dirgiéndose a Tomakulmismo.

Los Yotianos murmuraron y hablaron sobre los comerciantes de Korlis, y cómolos Korlisianos codiciaron para recuperar sus rutas de comercio más allá de proteger aTomakul. Tawnos sabía mejor que Mishra había hecho de Tomakul su base deoperaciones, y Urza iba en busca de su hermano.

El procedimiento fué lento,metódico e implacable por completo.El avance se realizó cincuentakilometros por día, aunque algunos delos autómatas podían viajar más lejos

que eso. En la parada de todas lasnoches se erigía una de las torres deUrza, equipadas con grandes espejos yseñales de humo para comunicarse consus vecinos. Se colocaba unaguarnición permanente de hombres ymáquinas, y el resto seguía adelante.

A medida que presionabanhacia el oeste, la resistencia se

endurecía, y se requería aún más mano de obra. Desde su cuartel general en Penregon,Urza se vio finalmente obligado a debilitar los pasos con el fin de abastecer el asalto

 principal. Además, el Señor Protector contrató unidades de mercenarios, prometiéndoleslos restos del saqueo cuando cayera Tomakul. Los Korlisianos estaban nerviosos por la

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decisión de ofrecer Tomakul a la espada, pero como la mayoría de los mercenarios eransuyos, cumplieron con ello.

Para ese momento Tawnos dirigía el ejército hacia el oeste, aunque oficialmentecon el asesoramiento del General Sharaman. Tawnos conocía las fortalezas ydebilidades de sus máquinas, y el general confiaba en el juicio de Tawnos lo suficiente

como para traducir los consejos del Maestro Erudito en órdenes. Ellos estaban a la vistade las grandes cúpulas de oro de Tomakul cuando todo se vino abajo.La Caballería Fallaji había golpeado a lo largo de la línea de suministro a través

de la marcha y en varias ocasiones había tomado una torre, obligando a una parte delejército a duplicar la retirada volviendo para restablecer sus líneas de comunicación. Al

 principio, los ataques habían sido esporádicos, pero luego se convirtieron en casicontinuos. De hecho Tawnos culpó de su derrota, en parte, a la regularidad de esosataques. Los Argivianos había sido encerrados en un asalto continuo, y como resultadono se dieron cuenta que la naturaleza de los ataques había cambiado.

Tawnos también culpó de la derrota a la falta de información adecuada. Lacapital de Sarinth había caído, cuando presionaban en el oeste, después de años de

asedio, y nadie le había dicho a la fuerza Argiviana. La mayoría de las zonas ruralesSarintianas todavía estaban en rebelión, pero la gran ciudad amurallada de la naciónhabía caído al fin y las tropas previamente atadas en estado de sitio ahora inundaban elsur, dirigiéndose hacia la columna de Tawnos.

A Urza le tomó demasiado tiempo llegar a Tomakul y Mishra ahora tenía laoportunidad de responder vigorosamente.

Primero fueron los dragones mecánicos. Mishra había montado al menos unadocena, la mayoría imitaciones ruidosas, además de dos de los que se habían utilizadoen Kroog. Estos se movían como panteras y golpeaban sin misericordia. Hubo tambiénun nuevo tipo, que podía volar, y dispersó a los ornitópteros como gorriones ante unhalcón.

Y luego estaban los transmutadores: seres parecidos a zombis que alguna vezhabían sido hombres, pero ahora eran máquinas de destrucción que arrastraban los pies.Estos se agruparon en contra de sus agresores, y las estatuas de arcilla de Tawnos fueronasesinadas en masa. A los transmutadores se les había enseñado a retirar la arcilla quecaía de las estatuas, como si fueran hormigas limpiando un cadáver. La arcilla amorfano tuvo la oportunidad de volver a juntarse.

Tampoco pudo lograrlo el ejército Argiviano. Desde su posición mucho másalejada, fue repelido de puesto en puesto: retirándose, luchando, luego retirándose otravez. Llegó la noticia de que los nuevos mercenarios Korlisianos llegaban al frente de

 batalla, trayendo con ellos las guarniciones mecánicas de las torres anteriores.

Los refuerzos nunca se materializaron. En cambio, las fuerzas en retiradaArgivianas encontraron a una de las torres en las manos de la caballería de Mishra, quehabía rodeado la línea de marcha y ahora se acercaba a los restos de la fuerza deSharaman con los propios autómatas de Urza.

El campo estaba cubierto de sangre y resonaba con los gritos de los valientes ylos moribundos. Tawnos se mantuvo firme por un corto tiempo, rodeado por un par deestatuas de arcilla. Formó una isla de un archipiélago de defensores Argivianos, rodeado

 por espadachines Fallaji y opositores sin vida. El cielo estaba lleno de artefactosvoladores de destrucción.

Entonces se produjo una explosión y una oscuridad.Se despertó en la oscuridad de la fosa. Había sido herido gravemente,

 particularmente alrededor de la cara, pero por lo demás estaba sano y salvo. Habíaestado consciente varios días, por su propia cuenta, y con excepción de un guardia mudo

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que le arrojó un plato de un potaje esquelético de gachas de avena, no había habidovisitantes.

Hubo un suave ruido a clic cuando el pasador de la puerta de hierro se abrió. Undestello de ojos oscuros brillaban en el otro lado, y se deslizaron hacia atrás.A continuación, la puerta se abrió, Tawnos se estremeció ante el brillo. Varias figuras

estaban de pie en la puerta de entrada, siluetas contra la luz más allá de ellos.El primero entró en la celda y se quitó los guantes. Ella llevaba una armadura de pinchos.

"Hola, Patito", dijo Ashnod. "Espero que hayas disfrutado de tu cuarto. No esmucho, pero es más de lo que te mereces." 

* * * * *

"Esto se llama una mazmorra",dijo mientras dos guardias trajeronunos muebles.

"Es al parecer una vieja tradiciónFallaji de tiempo atrás cuando tomaban

 presos en una base regular. Un celdacon poca luz, ideal para hacerdesaparecer enemigos personales.Tomakul esta lleno de túneles conellos. Tuvimos que eliminar algunos delos huesos que tenía éste para poder

 ponerte aquí. El cráneo se quedó comoun recuerdo. Su dueño se murió dehambre aquí, ignorado por los guardiasy abandonado por sus captores".

Los guardias trajeron una silla pesada con almohadas gruesas de relleno. Ashnodse sentó suavemente sobre las almohadas. Los guardias colocaron una pequeña mesafrente a ella. La mesa tenía patas con forma de garras que apresaban el áspero suelo de

 piedra. Ashnod trató de sacudir la mesa, y como no se movió asintió con aprobación.La mesa estaba equipada solo con unas esposas. Una de las manos de Tawnos, la

derecha, quedaba liberada de su muñequera. Los guardias lo forzaron a punta decuchillo a a colocar su otra mano en la mesa de la esposa, con la palma hacia arriba.Sujetaron su puño cerrado con pernos de hierro, y dos de ellos se fueron. Uno

 permaneció.

"Hay algunos entre los Fallaji que te quieren muerto", dijo Ashnod."Afortunadamente, ellos son superados en número por aquellos que quieren que sufrasmucho tiempo antes de morir."

Sacó de su bolso un dispositivo circular que parecía una plato plano, al que habíasido conectado un extraño conjunto de pinzas y cables. Ella deslizó el plato por debajode la mano derecha de Tawnos. El guardia restante coloco el filo de su daga contra lagarganta de Tawnos mientras Ashnod adhería pinzas pequeñas a cada uno de sus dedos.Las pinzas comenzaron a sacar sangre a medida que pinchaban su carne.

Tawnos esperó hasta que retiraran la daga de su cuello, y luego dijo: "¿Y a cuál deesos dos grupos representas tú?" Sintió que sus labios estaban hinchados por un golpedesconocido anterior.

"Como siempre, yo me represento a mi misma", dijo la mujer pelirroja, tirando deun interruptor filoso que había delante de ella.

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Tawnos se convulsionó cuando una carga de energía pasó desde su mano hasta elinterior de su cuerpo. Casi se cayó de su taburete, pero su mano estaba maniatadafirmemente a la mesa y la mesa estaba puesta firmemente en el suelo. Se retorció y girócuando la corriente atravesó su cuerpo.

Ashnod dejó abierto el interruptor.

"Funciona", dijo. Tawnos jadeó: "¿Qué...es...?"Ashnod respondió: "Los Fallaji

tienen un número tradicional de torturas: potro, empulgueras, y garrote. Mishraconstruyó su propia versión del potro,hace años, diseñado para causar elmáximo de molestias con un mínimoesfuerzo. Esta", le dio unas palmaditas aldispositivo que tenía cautiva su mano"es una versión más pequeña de mi

 propio potro. ¿Te gusta?""Me encanta", exclamó Tawnos.

"Se adapta perfectamente a tí. ¿Por qué no me matas y listo?""Esa es una opción", dijo Ashnod. "Una a la que no quiero verme obligada"."Ashnod", dijo Tawnos, "Cuando te tomamos como nuestra prisionera, te

tratamos bien.""Aquí hay una pista, Patito", dijo Ashnod. "Según los estándares Fallaji esto es ser

tratado bien. La mayoría de tus compatriotas han sido asesinados. Mishra ya ni siquieraconfía en los esclavos Yotianos. Cree que Urza puede leer sus mentes a distancia.Mishra quería entregar tu cabeza, en una pica, a Mamá Pato Urza. Yo le convencí de locontrario, le dije que tendrías conocimiento que podríamos utilizar".

"No voy a decirte nada", le espetó Tawnos."Lo sé", dijo Ashnod con calma. "Pero era esto o la decapitación.""¿Por qué me dices esto?" gruñó Tawnos. "¿Esperas que te diga algo útil?""En parte", dijo Ashnod."¿Y con tu amigo escuchando?" preguntó Tawnos. Ashnod negó con la cabeza.Comprender el idioma Argiviano es considerado como una marca negra en las

fuerzas armadas Fallaji en estos días. Mira." Se volvió hacia el guardia y le dijoclaramente, "Convertí a tu padre en una transmutador. Y a tu abuelo y a tu hermanotambién. Debido a que no fueron buenos en la cama." El guardia no dijo nada.

Ashnod dio la vuelta. "¿Ves? Si hubiera dicho lo mismo en Fallaji, estaría detrás

de mi sangre". Se volvió hacia el guardia y ladró una orden en el idioma del desierto. Elguardia empezó a protestar en la misma lengua y Ashnod le gritó de nuevo. El guardiavaciló, le fulminó con la mirada a Tawnos, luego se fué de la celda. La puerta se cerródetrás de él. El pasador se abrió brevemente, y luego se cerró. "Ahora tienes quehacerme un favor", dijo Ashnod. «Estoy a tu disposición", dijo Tawnos amargamente."Daré la espalda a la puerta", dijo. "Y me imagino que los guardias comprobarán conregularidad de mi progreso contigo. Así que cuando el postigo se abra, me das una señaly te daré una pequeña descarga".

"¿Por tendría que hacer eso?" dijo Tawnos."Porque si no, voy a tener que electrocutarte cada tanto sólo para mantener las

apariencias", dijo, y tiró del filoso interruptor de nuevo. El cuerpo de Tawnos se

endureció cuando la carga rugió en su brazo. "La  palabra secreta es ‘traidor’, ¿deacuerdo?"

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"Fácil de recordar", dijo Tawnos. "Sólo deja de hacer eso.""Oh, vamos," dijo Ashnod con una sonrisa. "Esto no es nada cercano a una dosis

letal para un hombre de tu tamaño y edad. Confía en mí, lo sé.""Te creo", dijo Tawnos. "Los transmutadores, los hombres zombis. Son tuyos,

¿no?"

"¿Tu qué piensas?" -dijo sonriendo."Son horribles", dijo Tawnos.La sonrisa de Ashnod brilló por un momento, y cuando volvió le pareció como si

hubiera sido obligada. "Pensé que tú lo ibas a entender, mas que nadie.""Alguna vez fueron hombres vivientes", susurró Tawnos."Con énfasis en alguna vez," respondió Ashnod. "¡Eran delincuentes, esclavos,

 prisioneros; personas a quienes iban a matar y dejarlos a los buitres! ¡He encontrado unuso para ellos!"

"¡Traidor!" gimió Tawnosrápidamente.

Ashnod accionó el interruptor, y

otro rayo de energía se inyectó a travésdel brazo y el hombro de Tawnos. Le

 parecía que había dejado el interruptorabierto por un tiempo un poco más largode lo que ella necesitaba. CuandoTawnos se recuperó, continuó.

"El desierto sólo tiene dos recursos.Las reliquias Thran es uno, y Mishra haido tan lejos como puedo con ellos. Elotro es la gente. Ellos también son unrecurso."

Tawnos no dijo nada."Yo no tengo miedo de ensuciarme las manos", dijo Ashnod."O ensangrentarte", agregó Tawnos enojado.Su mano se cirnió sobre el interruptor, luego retrocedió. "Nosotros no tenemos

toda la riqueza de las naciones del este", dijo ella a la defensiva. "Tenemos quearreglarnos con lo que tenemos".

"No cuidan lo que tienen", dijo Tawnos. Cuando Ashnod lo miró, confundido,dijo, "Ustedes han destrozado la tierra de Yotia."

Ashnod bajó sus ojos. "Sí. Eso. Yo también estuve en contra de eso, pero Mishrame rechazó. ¿Eso nunca te ocurrió con Urza?"

Tawnos dudó por un momento y luego asintió con la cabeza. "Más a menudoahora que lo pienso. ¿Por qué será una mala idea?""¿No acabo de concordar contigo?" preguntó Ashnod."Sí", dijo Tawnos, "pero probablemente no me gustará tú razón.""Debido a que es un desperdicio de recursos", dijo Ashnod. "De material y mano

de obra que podríamos haber tenido y utilizado más adelante.""No creo que sea para tanto…", dijo Tawnos. "Traidor".Otra bajada de la palanca, aunque esta no fué tan larga como la anterior. Sin

embargo, Tawnos estaba seguro de que su corazón había titubeado en sus latidos en elmedio de la sacudida.

"Pero has sido rechazada", continuó Tawnos, cuando pudo respirar de nuevo.

"Uh-huh", dijo Ashnod. "Mishra has comezado a poner distancia entre los dosdesde hace años. Quiere mis transmutadores, mi armadura de batalla, y mis otras

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creaciones, pero él no quiere ser visto dependiendo de mí. Es un signo de debilidadentre los Fallaji , e incluso después de todos estos años, el depende de su apoyo".

"De los otros jefes", dijo Tawnos, adivinando a quién se refería."Y de los demás", respondió Ashnod. "Él tiene un ayudante a su espalda como si

fuera su segunda sombra. Y luego están los Gixianos. A quienes les encanta revisar mis

notas.""¿Gixianos?" preguntó Tawnos. "¿La Hermandad de Gix? ¿Adoradores de lamáquina?"

"Sí," gruñó Ashnod. "Unas criaturitas desagradables.""También están en la corte Argiviana", dijo Tawnos. "¿Espías suyos?"Ashnod se encogió de hombros. "No lo sé. Pueden estar jugando a ambos lados

contra el centro. Yo no confío en ellos"."Ni yo", coincidió Tawnos. "Menos ahora que sé que también están trabajando

con el hermano de Urza. Traidores".Otra bajada de la delgada palanca, y Tawnos gimió. Finalmente dijo: "Yo no sé si

 podré aguantar mucho más esto".

"De acuerdo", dijo Ashnod. "Y hemos pasado el tiempo suficiente para afirmarque serás un hueso duro de roer. Fiel hasta la muerte a Mamá Pato Urza y todo eso."

"Así que ahora me van a matar," le espetó Tawnos. "¿Para eso fue todo esto?¿Una última oportunidad para burlarse de mí?"

"Una última oportunidad para ver si eres tan inteligente como yo", dijo Ashnod, bruscamente, "y una oportunidad más para avergonzar a los otros en los cuales Mishradepende tan fuertemente. Si todo va bien, una oportunidad para que me debas un favor.A una niña núnca se le puede deber demasiados favores. "

"Yo no te entiendo", dijo Tawnos."Lo harás", dijo Ashnod, "si eres tan inteligente como creo que eres. Por ahora,

esta discusión ha terminado." Accionó el interruptor de nuevo, y el dolor irradió a travésdel cuerpo de Tawnos hasta que finalmente la oscuridad se lo tragó.

Tawnos no supo cuánto tiempo ella mantuvo la carga, pero para el momento enque se recuperó los guardias estaban de vuelta en la habitación y había sido liberado dela mesa y de su dispositivo. Su mano derecha era una bola de dolor apretada cuando lovolvieron a encadenar.

"Pero si tú no me preguntastes nada", dijo con voz entrecortada. "Acerca de losartefactos".

Ashnod se arrodilló a su lado y susurró: "Yo no necesito preguntar nada. Tenemoslos restos de sus preciados artefactos. Ellos me dirán más acerca de Urza y de ti más queun año y un día de tortura."

Entonces ella se fué, y la habitación quedó a oscuras otra vez.Durante mucho tiempo permaneció sentado en las sombras, dominandolentamente a su acelerado corazón y su respiración entrecortada. El pestillo de la puertase abrió una vez, y luego se volvió a cerrar después de que un observador invisibledeterminara que Ashnod no lo había matado.

Tawnos lentamente abrió la mano. Apretados con fuerza en su mano había dos delos pendientes de Ashnod y un carrete de hilo de oro. Las piedras preciosas en los

 pendientes brillaban con luz interna.Tawnos pensó que ella quería que él demostrara que era tan inteligente como lo

era ella.Tawnos se permitió una sonrisa, y se arrastró hacia el cráneo que había sido

dejado en su celda.

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* * * * *

Ashnod había sido convocada a la corte de Mishra en el palacio del antiguo Pacháde Tomakul. Un mes después de su discusión con Tawnos, y tres días después de que

ella había presentado un informe final sobre los artefactos de Tawnos. Definitivamentehubo componentes de diseño que podría incorporar en su propia obra.

 No a encontró Mishra en su puesto de trabajo. En su lugar, estabasentado en el trono antiguo del pachá,dando palmaditas con la punta de susdedos. Poco a poco.Ashnod había sido sorprendido por laaparición de Mishra cuando ellaregresó de Sarint. El hombre había

dejado crecer su cintura, y había papada debajo de la barba de plata conmanchas. Estaba vestido con sustúnicas del desierto, ondulantes cosas

que le hacían parecer aún más gordo. Había colocado en su cinturón el símbolo deSarinth mismo, un anj afilado.

El esfuerzo de la guerra estaba haciendo estragos sobre él, pensó Ashnod. Habíatenido miedo a la respuesta de su hermano desde hacía años, y cuando finalmente llegó,él le golpeó de nuevo. Ahora tenía miedo del siguiente asalto.

Al lado del trono, y ligeramente por detrás estaba Hajar, fiel y silencioso comosiempre. Al otro lado, uno de los Gixianos, un repulsivo sacerdote con joroba y ojosdesajustados.

Ashnod se arrodilló, luego se levantó para escuchar las palabras de Mishra."Tawnos escapó de su celda de prisión cinco noches atrás", dijo en voz baja.Ashnod frunció el ceño. "¿Por qué no se me informó?" dijo con vehemencia. "¿Ha

sido encontrado?""Todavía no", dijo Mishra."¿Y nadie me dijo nada?" rompió Ashnod. "Yo podría haber ayudado a su

 persecución.""O la hubiera impedido", dijo el Gixiano.Ashnod le dio al sacerdote una mirada que mostraba claramente que lo estaba

dimensionado para el tanque de transmutadores. "¿Qué quieres decir?"Mishra respondió en su lugar. "Se ha hecho una acusación sobre tu participaciónen este asunto".

"Mi..." dijo Ashnod, dejando que su voz se esfumara con asombro. "¿Quién haceacusaciones tan insensatas?"

Mishra no dijo nada, el sacerdote Gixiano se rió. Era una risa nerviosa cliqueante."Es verdad que tú misma te reunistes con el prisionero evadido", dijo Mishrafinalmente.

"¡Una vez!" dijo Ashnod con vehemencia. "¡Casi un mes atrás! ¡Y siguiendo tusórdenes!: Para determinar si se quebraría ante el potro. Rápidamente determiné que nolo haría y lo dejé allí para que sea pudriera. Allí está, en mi informe".

"Por supuesto", dijo Mishra suavemente, rechazando su comentario y su informe."El hecho del asunto es que, Tawnos logró escapar por medio de un dispositivo similar

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a tu propio bastón.""¿Perdón?". Ashnod se preguntó si ella estaba actuando lo suficientemente

sorprendida por la noticia."Un dispositivo que debilitó al guardia", continuó Mishra. "Un dispositivo que le

 permitió inmovilizar a una patrulla que casi lo había atrapado. Un dispositivo similar al

que tú utilizastes una vez en mi contra con anterioridad, ante los muros de Zegon"."Eso no prueba nada", dijo Ashnod, luego respiró hondo. "Me quitaron mi propio bastón cuando fuí capturada en Kroog. Tawnos podría haberlo examinado y acontinuación haberse preparado para una eventual captura. No es mi culpa si tusguardias no le buscaron lo suficiente."

"Y tu conversación", dijo Mishra, haciendo caso omiso de sus palabras. "Unatécnica de interrogación muy inusual".

"Mis métodos se han adaptado a tus necesidades anteriores", dijo Ashnod, perosintió un escalofrío correr por su espalda. ¿Acaso uno de los guardias había sido capazde entender su conversación?

Como si le hubiera leído su mente Mishra dijo: "Aunque los guardias sólo hablan

Fallaji, para evitar comunicación con el preso, igual tienen muy buena memoria. Surepetición de las palabras resultó interesante. No entendieron ninguna de las palabras,

 por lo que la traducción era ilegible, pero prestaron especial atención cuando semencionó mi nombre."

El escalofrío se convirtió en una ráfaga de invierno. Ashnod dijo: "Si no confía enmí, Maestro, la próxima vez envíe conmigo un guardia que hable el idioma del

 prisionero. Estoy seguro de que hubo errores en lo que oyeron y reportado a usted.""Yo me inclinaría a creerte", dijo Mishra, "si no fuera por una última pieza de

evidencia. Sacerdote, ¿me hace el favor?"El Gixiano rió y le tendió la mano. En la palma yacían un par de aretes. Las

 piedras preciosas se habían retirado."Se encontraron en las alcantarillas por debajo de la célula", dijo el sacerdote, con

una risita."Es asombroso lo que la gente llega a perder", dijo Ashnod fríamente."De hecho", dijo Mishra, mirando ahora por encima del hombro de Ashnod.

"Ellos se parecen a un conjunto que he visto que te pones. Excepto los ahoradesaparecidos. Y a estos les faltan las piedras de poder que habría estado en suscentros."

Ashnod abrió la boca y la cerró. La mente de Mishra se había preparado antes deque Ashnod llegara a la puerta, y no había prestado la menor atención a todo lo quehabía dicho. Incluso aunque ella hubiera sido inocente de las acusaciones, las

circunstancias la condenaban.Y ella no era inocente."Milord", dijo, cambiando de táctica, "¿es usted consciente de que hay miembros

de la Hermandad de Gix en la corte de Urza?"La cara de Mishra permaneció en calma, pero hubo una ligera contracción de sus

labios ante la sola mención del nombre de su hermano. En lugar de eso dijo: "¿Tú sabesesto de tu interrogatorio al estudiante de mi hermano?"

"Sí", dijo Ashnod."¿Eso estaba en tu informe original del interrogatorio?" preguntó Mishra,

entrecerrando los ojos.Ashnod se dio cuenta de su error. Con el pretexto de su honestidad e inocencia, le

había revelado que había cosas que no había informado. Ella mantuvo su rostroimpasible y le dijo: "Yo no quiero hacer acusaciones insensatas"-dijo señalando con la

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cabeza al sacerdote-"sin pruebas"."¿Acaso tienes pruebas?" , dijo Mishra."Yo estaba esperando la confirmación de otras fuentes", dijo Ashnod ", pero pensé

que era mejor que lo supiera ahora.""Yo ya sabía de ello", dijo Mishra, "debido a que el buen sacerdote aquí presente,

me ha informado de la situación. Algo que tú no has hecho. Haciéndo caso omiso deello."Ashnod hizo un último intento desesperadamente. "Seguramente no voy a ser

culpada por la fuga de un prisionero"."Por supuesto", dijo Mishra en breve."Allí estaban los guardias", dijo Ashnod."Ellos ya están muertos", dijo Mishra, "según mis órdenes."Ashnod se detuvo un momento. "Ya veo. ¿Y mi destino?"Ella miró a Mishra y le pareció ver su rostro ablandarse, pero sólo por un instante.

"Estás desterrada.""El Mas Reverenciado, yo…" comenzó Ashnod.

"Desterrada", dijo Mishra, un poco más fuerte. El sacerdote se rió y se frotó lasmanos. Sí, pensó Ashnod con amargura, los Gixianos tenían sus garras en esto de

 principio a fin."Urza no trataría a su aprendiz tan mal", dijo Ashnod acaloradamente.Tan pronto como las palabras salieron de sus labios ella supo que había cometido

un error. La cara de Mishra estalló en una tormenta emocional. "¡Lo que mi hermanoharía o no haría no es asunto tuyo!" tronó. Ashnod cayó ante la fuerza de las palabrascomo golpes de martillo.

Mishra se reclinó en su silla. La tormenta había cesado momentáneamente, pero elfuego todavía estaba en sus ojos. "Estás desterrada de este tribunal y del imperio Fallaji.Vete ahora. Si se te encuentra en cualquier lugar dentro de mi tierra después de la salidadel sol, se te condenará a muerte. A una muerte lenta. ¿Está claro?"

Ashnod miró a la cara de Mishra, y luego asintió. "Como el vidrio", dijo. Seinclinó y se retiró de la sala del trono.

Irrumpió en los pasillos, y se dirijió a su habitación. Luego se detuvo y pensó queel resto de la hermandad ya estaría allí. Urgando en sus notas y libros, despojando a sulaboratorio de sus descubrimientos personales, saqueando sus posesiones. Lo que más legustaría a ellos sería retrasarla, para utilizar la orden de Mishra como una oportunidad

 para deshacerse de ella de una vez por todas.En cambio, fue hacia los establos y se llevó su caballo favorito, el caballo negro

que le había llevado desde el campo de batalla en Korlis. Tomó solamente la ropa que

llevaba puesta y el conocimiento en su mente. Eso tendría que ser suficiente.Al salir del complejo real del pashá detuvo al caballo tirando de sus riendas. Lacalle se dirigía al este y al oeste. El este hacia Argivia, un camino probablementevigilado, o hacia el oeste a lo desconocido.

Agitó las riendas del caballo y comenzó el largo viaje hacia el oeste, a la Ciudadde Terisia y las tierras fuera del control de cualquiera de los hermanos.

El guardia de la puerta observó su decisión y se lo comunicó al sacerdote de Gixquién le había pedido que no le quitara un ojo de encima. El sacerdote informó a susuperior, quien le susurró a Mishra. Mishra se limitó a asentir y comenzó a planificar la

 próxima campaña de su glorioso imperio. 

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Capítulo 26Mecanismos

 T awnos llegó a la frontera minutos antes de que el mak fawa lo alcanzara.Casi lo había esperado. Había tenido mucha suerte hasta ahora, y él sabía que la

suerte se acabaría en algún momento.Después de su huida había cortado camino hacia el norte y al este a través del

desierto, en busca de los desfiladeros de Argivia en lugar de seguir la ruta de las torresen ruinas que le llevaban de nuevo a Yotia. Debido a esto se había librado de sus

 perseguidores inmediatos. Pasó algún tiempo entre los refugiados Sarintianos en lasorillas del Mardun pero la mayor parte del tiempo viajó solo y de noche. Cabalgando

 bajo la suave luz de la Luna Nublada cuando podía y por el chisporroteo irregular de laLuna Centellante, si su hermana mayor no estaba en el cielo. Ninguna de las lunashabían estado en lo alto la noche anterior, y, cerca de su objetivo, Tawnos decidió correr

el riesgo de viajar durante día.Casi perdió su caballo y su vida ante uno de los inventos de Mishra al principio

del día. La creación era una especie de dispositivo a reacción, similar a los centinelas deUrza. En este caso, el dispositivo yacía debajo de la arena, esperando por un intruso.

Cuando Tawnos atravesó en su montura el dominio del dispositivo, la arena a sualrededor comenzó a fluir, como el agua llegando a su punto de ebullición. Tawnos tratóde mantenerse sobre la bestia, pero el caballo se desbocó, llevando al erudito con él.

Tuvo suerte de nuevo. Si Tawnos sehubiese quedado habría sido atrapado.Bobinas metálicas y brazos con dientes desierra surgieron de las arenas, agitándoseciegamente en todos los sentidos. Cuando lacriatura destrozó el suelo un grito ásperorasgó el cielo. A lo lejos, en la distancia,detrás de Tawnos, llegó un grito derespuesta.

Tawnos se aferró a la crin delcaballo, mirando hacia atrás mientras huían.Las bobinas y los brazos temblaron

 brevemente, y luego poco a poco seretiraron a su pozo de arena, cubriéndose a sí mismos mientras se retraían. En sólo un

momento, el suelo quedó como lo había estado antes.Tawnos sintió un hilo de sudor frío recorriéndole la espalda. Si el dispositivohabía sido diseñado sólo para atacar, él sólo habría tenido que evitarlo o escapar de él.Sin embargo, éste sólo había disparado su señal, y algo más atrás, había respondido alos gritos.

Tawnos hundió los talones en los flancos del caballo y hechó a correr hacia losdesfiladeros, con la esperanza de no encontrarse con otra de las trampas ocultas en sucamino.

Miró hacia atrás una vez para ver una nube de polvo en el horizonte. Le perseguían. Tawnos empujó al caballo más fuerte, pero cuando miró de nuevo ya existíaun punto oscuro en la base de la nube, rompiendo el desierto a su paso.

Un dragón mecánico. La tierra se alzaba ahora, y pequeños y fibrosos arbustosse esparcían sobre los afloramientos de rocas. Tawnos pensó en esconderse, pero en

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cambio optó por tratar de llegar a los desfiladeros. La mayoría de los dragones de vaporeran bestias grandes, torpes y tendrían problemas para evitar las rocas con facilidad.

Miró de nuevo por tercera vez y pudo distinguir los detalles de la forma deldragón mecánico. Era uno de los más recientes, y aunque era una creación más fluída yelegante que los primeros modelos fabricados por Mishra, todavía no se comparaba con

las monstruosidades que habían arrasado Kroog. Incluso a gran distancia, Tawnos podía ver a la bestia sacudiendo la cabeza hacia atrás y adelante como la de un insectoespástico.

Tawnos sonrió, pero la sonrisa desapareció cuando dos grandes alas brotaron dela espalda de la criatura. Se desplegaron en el sol de la tarde y comenzaron a batirmientras el mecanismo cargaba hacia adelante. La nube de polvo desapareció cuando lacriatura mecánica comenzo a planear por el aire.

Tawnos lanzó una maldición y pinchó los flancos de su montura con dureza,estimulándola a un galope total.

 No lo lograré, pensó. Dragones mecánicos voladores habían destruido la mayor parte de su apoyo aéreo en Tomakul. No había nada en el arsenal Argiviano que pudiera

hacer frente a ellos.Por un momento Tawnos consideró abandonar su caballo y esconderse, pero

siguió adelante. Si pudiera llegar al pasaje estrecho en el comienzo del desfiladero, podría ser capaz de encontrar un puesto de avanzada Argiviano antes de que el dragónle encontrara.

Casi lo logró.Tawnos no lo vió, pero pudo sentir la presión del aire cuando la bestia se lanzó

sobre él. Hubo un rugido, y el calor le quemó la espalda.El caballo tropezó y gritó, sacudiéndolo de la silla. Tawnos se lanzó hacia

delante, abriendo sus brazos hacia adelante para protegerse. Se las arregló para girar yaterrizar en un hombro, pero la fuerza del golpe lo lanzó rodando a un lado delafloramiento rocoso.

El Maestro Erudito se atragantó con el humo de su caballo en llamas. Quetodavía estaba vivo y se hacía polvo en agonía mientras se quemaba su carne.

Tawnos sintió lástima por el caballo, pero la parte objetiva de su mente tambiénnotó que el dragón mecánico había respirado una especie de gelatina de fuego, unasustancia que no se había extinguido, incluso cuando el caballo se agitaba en la tierra.Algo nuevo de qué preocuparse, pensó.

Tawnos miró hacia arriba y vió que el dragón mecánico estaba por encima de él,ganándo altura para luego avalanzarse en picada. Había una pequeño refugio que ellíquido en llamas no había podido penetrar, y el sabio no tenía ninguna duda de que el

mecanismo había sentido su movimiento y volvía a terminar el trabajo.Fue entonces cuandoaparecieron los pájaros de alas demetal. Eran como una nube deinsectos levantándose desde el este yarremolinándose alrededor del granartefacto. Primero Tawnos pensó queeran pájaros reales que habían sido dealguna manera impulsados a la

 batalla. Ahora veía que eranconstrucciones pequeñas, cada una

del tamaño de un hombre. Seabalanzaban y se zambullían al

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derredor del mecanismo más grande, como gorriones atormentando a un halcón.El dragón mecánico estiró el cuello hacia atrás y chocó contra una de las

máquinas aladas más pequeñas. El ave se lanzó a una ágil huída, advertida del asalto porel cambio en la presión del aire causada por los movimientos del dragón.

Aunque atormentado por el dolor, Tawnos sonrió. Él sabía lo que eran las aves

mecánicas y quién las había construido. Y a partir de quién el constructor habíaobtenido la idea original.Los pájaros mecánicos cayeron en picada y se precipitaron alrededor del dragón

de vapor. El artefacto logró mantenerse en el aire, pero las aves eran más rápidas quesus mandíbulas. Escupió su líquido encendido, pero eso derribó a un solo oponente. Elresto se reunió alrededor de él, y, batiendo sus alas frenéticamente, el dragón mecánico

 perdió altura.Los pájaros mecánicos tenían picos afilados y atacando la carcasa exterior del

dragón mecánico lograron arrancarla. Había varios orificios en la espalda del mak fawa, producidos por los ataques concentrados de las máquinas más pequeñas.

Tawnos vió como una pequeña ave mecánica voló dentro de uno de esos

rasgones en el fuselaje del motor, cerca de la articulación donde el puntal del ala deldragón mecánico se unía con el cuerpo. Hubo un ruido de crujido deslizante, y luegouna pequeña explosión. El ala se plegó sobre sí misma, tratando de retractarse de nuevodentro del cuerpo. El dragón emitió casi un gritó viviente de dolor y se inclinó a laizquierda.

Se desplomó hacia el suelo, con su única ala buena todavía tratando de recogerel aire por debajo de ella.

Tawnos se agazapó cuando el dragón mecánico golpeó contra el suelo a unosdoscientos metros al oeste de él. Incluso a esa distancia pudo sentir el calor de laexplosión cuando los tanques de fuego licuado se rompieron y la criatura se convirtió enuna bola incandescente de llamas. Tawnos se protegió los ojos del fuego, y cuando pudover de nuevo, no quedaba más que una cáscara quemada de costillas de metal.

Si el motor había sido operado por miembros de una tripulación, estabanmuertos.

Los pájaros de metal se abalanzaron y se reunieron en una parvada, una caóticacombinación y recombinación de individuos con patrones de vuelo diferente. Luego seorganizaron en una formación en V y volaron hacia el este con dirección al desfiladero.

Tawnos cojeó detrás de ellos, arribando a los territorios Argivianos.

* * * * *

"Aves mecánicas", dijo Urza, dejando su caliz favorito. "Y sí, estaban basados enel juguete del jóven Harbin""Yo también lo había asumido", respondió Tawnos, estableciéndose en uno de los

sillones que ahora dominanban la sala de recepción de Urza. Su brazo herido estaba encabestrillo, pero por lo demás el MaestroErudito estaba sano y salvo.

Urza se sentó en la silla deenfrente. El cabello del Alto SeñorArtífice ahora era tan blanco y purocomo la nieve, y las líneas alrededor desu rostro eran más profundas. Tawnos

estaba seguro de que Urza había perdido peso desde la última vez que lo vió, y

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sabía que el hombre de más edad ahora utilizaba gafas para poder leer. A pesar de símismo, Tawnos extendió la mano y pasó los dedos por su cabello. Estaban empezando aacortarse en la nuca.

"Después de que te…capturaron", dijo Urza, "Me senté con Harbin y examinétodos tus juguetes viejos. El sabía en qué orden los habías construído y los mantenía en

 buenas condiciones de trabajo. Había algunas ideas brillantes entre ellos, sabes. ""En su mayoría ideas y fantasías que no parecían tener un uso inmediato", dijoTawnos.

"Seguro", dijo Urza, con una sonrisa irónica. "Bueno, las aves tuvieron un usoinmediato. Esos dragones mecánicos voladores fueron suficientemente malos, y cuandoempezaron a respirar ese fuego líquido…" Él levantó las manos. "Estábamos muy

 presionados por tu ausencia. Pensamos que habías muerto.""No lo estaba", dijo Tawnos. "No del todo." Flexionó su mano derecha."Me alegro de que no lo estuvieras", dijo Urza, y Tawnos vio que el hombre más

viejo verdaderamente lo sentía. Podía imaginar a Urza en la mesa de dibujo, dandovueltas y vueltas en sus manos a uno de los juguetes de Harbin que su hijo había dejado

atrás, empujando a un lado los recuerdos de su trabajo en conjunto con el fin dedescubrir los secretos del diseño de las creaciones de Tawnos.

El momento pasó, y Urza se aclaró la garganta. "Las aves fueron un regalo de losdioses. Eran simples, baratas de producir, y hacían de las máquinas más grandes deMishra un blanco fácil. Uno de los enemigos de esta guerra es la distancia. Inclusodesde el primer momento en que cualquier arma se mueve desde el frente hacia algúnlado puede hacer daño, una contrarma ha sido creada y desplegada. Las aves mecánicasnos han dado una oportunidad en contra de los dragones mecánicos voladores, pero parael momento en que se habían reagrupado para hacer otro asalto, Mishra tenía un nuevoguardián en sus fronteras."

"Los Alzatierras", dijo Tawnos. "Me encontré con uno el mismo día que fuíatacado por el dragón mecánico".

"Asquerosos", coincidió Urza. "Ellos retardan al ejército, lo que da a mi hermanoaún más tiempo para preparar un contraataque."

"¿Y que era ese fuego líquido?" preguntó Tawnos. "La substancia que exhaló eldragón de vapor".

"Otro nuevo avance", dijo Urza, "al parecer de Sarint. Allí hay yacimientos de petróleo y líquidos viscosos mas espesos que emergen burbujeando de la tierra. Mihermano ha encontrado una manera dedividir ese líquido en sus partescomponentes, y una de esas partes es

altamente inflamable, como el polvo deduende. Casi destruyó al ejército antesde que pusieramos a las aves en elaire." Hizo una pausa momentánea."Aún mantenemos Yotia".

"Y los desfiladeros de Argivia yKorlis", dijo Tawnos.

"Pero no hemos sido capaces deavanzar desde entonces", concluyóUrza. "Todavía estamos esperando querél haga su movimiento. Que ataque en alguna parte para que podamos reaccionar.

 Ninguna de las partes parece tener el poder de hacer un impulso mayor ni el tiempo paraasegurar adecuadamente las fronteras. Y mientras tanto, estamos drenando nuestros

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recursos a un ritmo más rápido.""Noté más fundiciones en el camino de regreso a la capital", dijo Tawnos."Más fundiciones, factorías y minas," respondió Urza. "Hemos talado la mayor

 parte de los bosques de Korlis y estáncomprando metal de los enanos

Sardianos. Los comerciantes estánempezando a quejarse por la cantidadde oro que se dirige hacia el norte, yestán luchando por una campaña encontra de los propios enanos. Ellosquieren que nosotros nos anexemos losterritorios de los enanos a los nuestrosy sus recursos con ellos."

"¿Y tu opinión?" preguntóTawnos, pensando que debería haber

 preguntado: "¿Y tu decisión?" en su

lugar."No quiero atacar sin una buena razón", dijo el hombre mayor, "pero prefiero

mantener a los enanos a un brazo de distancia. No puedes confiar en alguien porquedicen desconfiar del Imperio Fallaji y quieren ser tus amigos. Los Gixianos lo hicieron."

Tawnos asintió con la cabeza. Uno de los primeros resultados a su regreso habíasido reunir y encarcelar a los sacerdotes de Gix. El hecho de que fueran asesores en lacorte de Mishra hizo que mucha gente de Argivia se pusiera muy nerviosa y otros muyavergonzados.

"Los sacerdotes de Gix lograron entrar mediante engaños en la escuela mientrasno estabas, ¿sabías eso?" dijo Urza. "Incluso justo debajo de la narices de Richlau. Él se

 puso más colorado que una puesta de sol, cuando todo salió a la luz"."Es bueno saber que había algo bueno de todo esto", dijo Tawnos.Se hizo el silencio entre los dos hombres. Urza frunció ligeramente el entrecejo y

apretó las palmas juntas. "También heestado trabajando en tus estatuas dearcilla," dijo al fin. "Tengo una ideasobre utilizar ese material de arcilla

 primordial sin su marco. Sería másmaleable de esa manera."

Tawnos miró a su mentor."Urza, ¿qué te preocupa?" Él conocía

lo suficiente al hombre mayor, como para darse cuenta cuando Urza estabahablando en torno a un tema.

El Señor Protector levantó unamano para contradecirlo, pero luegomeneó la cabeza y guardó silencio

 por un tiempo. "Harbin", dijo al fin. "Él quiere ser un piloto de ornitóptero.” Tawnos asintió levemente. "Si…ya habíamos hablado de eso. Él salió a mi

encuentro.""Como un relámpago, tan pronto como llegó la noticia a Penregon de tu regreso",

dijo Urza. "Cuando escuché por primera vez sobre la batalla de Tomakul, y temí de tu

muerte, el quería salir corriendo a unirse a una unidad del ejército. Para vengarte, yasabes."

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"Lo sé", dijo Tawnos sombríamente."Su madre se hizo añicos cuando pensó que estabas muerto", dijo Urza,

sacudiendo la cabeza y miró a la media distancia. "Cuando volví de una campaña,Harbin núnca había salido a mi encuentro."

Tawnos se encogió de hombros. "Yo sé que él te respeta."

"Sí, me respeta", dijo irritado Urza. "Él siempre tan cortés y respetuoso. Su madrele ha enseñado bien, allí. Pero en realidad no hablamos. Él sabía todo acerca de los juguetes que le habías hecho, pero no tiene ningún interés en el artificio más allá decómo se puede utilizar. Es brillante, pero le falta ese sentido básico de curiosidad. Ytodo lo que rodea su mundo gira en torno a tí."

"Él te respeta", repitió Tawnos. "Él sólo creció cerca mío.""Sí," Urza dejó que el rastro de su voz se desvaneciera, como si sus pensamientos

lo llevaran a otra parte. Luego dijo: "¿Así qué te ha dicho que quiere volar unornitóptero?"

"Fue su segunda oración", dijo Tawnos, "después de que él se asegurara de queestabas vivo."

"¿Y a ti que te parece?" Urza alzó sus cejas.Tawnos suspiró. "Él tiene catorce años. Esa es una buena edad para comenzar a

entrenar. Es rápido, y es brillante, como tú lo has dicho. Sería un buen piloto.""Su madre va a matarme si lo hago", dijo Urza. "Ella no quiere que su hijo este

expuesto a la guerra. Ella lo quiere sano y salvo. Debería estar en el gobierno, dice ella.Ya ha arreglado su matrimonio cuando esté en edad, ¿sabes?"

"Me lo ha dicho", dijo Tawnos."Ella lo mencionó en una de sus correspondencias", dijo Urza, asintiendo con la

cabeza en una pila de cartas sin respuesta. "Buena familia. Nobleza Argiviana".Entrelazó los dedos de sus

manos. "Pero el problema es, que senecesita a todo el mundo en la guerra.A todo el mundo. Mis propias fábricasestán operando con un personalesquelético a medida que más hombresy mujeres se necesitan para eseservicio. He intentado usar trasgosesclavos en los talleres, pero creantantos problemas como los queresuelven. ¿Cómo puedo exigir quetodo el mundo sufra por esta guerra

maldita, y luego proteger al niño? Perosi no lo hago, a su madre se le partirá elcorazón. Tampoco quiero hacer eso."

Tawnos miró al hombre mayor. Urza podía desentrañar hasta el más mínimodetalle de un dispositivo, pero la vida real siempre lo confundía.

"Creo que deberías dejar que el niño tome el entrenamiento", dijo Tawnosfinalmente, parafraseando sus pensamientos con cuidado.

"Bueno, él ha acudido a tí", dijo Urza."Y lo ha hecho bien", dijo el antiguo aprendiz. "Es inteligente y tiene buenas

reacciones. Si espera ser finalmente un líder, es mejor que empiece ahora"."Pero su madre…" comenzó Urza.

"Tendrá que aceptarlo", terminó Tawnos. "Voy a hablar con ella y le recordaréque volví de una pieza." Urza negó con la cabeza. "Si él se pierde en la batalla…"

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“Yo no he dicho que debas enviarlo a la batalla", dijo Tawnos. Urza levantó unaceja, y Tawnos continuó: "Sólo déjalo entrenar para convertirse en un piloto. Acontinuación, asegúrate de que sus misiones se encuentren en las partes más pacíficasdel reino. No lo envies a Yotia si se está gestando un asalto, pero hazle llevar mensajesa Korlis. Misiones de exploración. Reconocimientos aéreos. Hay muchos trabajos para

un piloto de ornitóptero que no implican el contacto directo con el enemigo."Urza se miró las manos. "A él no le va a gustar eso.""Entonces que se queje", dijo Tawnos ", y si él viene a ti, le puedes señalar lo mal

que se vería si el Alto Señor Artífice y Protector del Reino utiliza su privilegio para poner a su propio hijo en una unidad de combate con respecto a otros jóvenes quetambién lo merecen."

Urza se frotó la barbilla. "Odiará eso.""Sí, seguramente lo hará," dijo Tawnos. "Ya ves, no tengo ningún deseo de ver en

 peligro a Harbin. Pero creo que protegiéndolo de todo tampoco le ayudará."Urza se rió entre dientes y alzó su pesado caliz. "Es bueno tenerte de vuelta,

Tawnos. Me he rebajado en tu ausencia."

"Y yo en la tuya, Urza," dijo Tawnos, levantando su propia copa. Pero mientrashablaba escuchó pisadas rápidas en el pasillo. Ambos hombres se volvieron hacia la

 puerta cuando el mensajero llegó, agarrándose al marco de la puerta para detener sucorrida.

"Maestro Erudito", dijo el mensajero. "Alto Señor Artífice". Tragó saliva en buscade aire. "Un mensaje ha llegado de los espías. El ejército de Mishra está enmovimiento."

Ambos hombres se miraron entre sí. A continuación, Urza, dijo, "¿A dónde? ¿AYotia? ¿A los desfiladeros?"

El mensajero negó con la cabeza y respiró hondo. "A la Ciudad de Terisia. Sedirige al oeste. En busca de la Ciudad de Terisia."

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Capítulo 27Sylex

Las torres de marfil estaban en llamas.

Los invasores primero se habían reunido en el desierto mas de un año antes ycasi dominaron a los defensores en la primera ola de ataque antes que las puertas secerraran y los rastrillos se aseguraran con grandes tornillos de metal. Había miles deellos, guerreros del desierto de rostro sombrío y máquinas sin mente, derramándosedesde el este como insectos hambrientos. Saquearon las tierras circundantes, y lo que nose pudieron llevar lo quemaron. Estuvieron a las puertas de la Ciudad de Terisia en

 pocos días. No pudieron tomar la ciudad. Las puertas fueron cerradas en su cara, y el

ejército de Mishra fue rechazado. En la primavera siguiente, regresaron con uncontingente de equipos de asedio, arietes, y dragones mecánicos.

Entonces comenzó el asedio, un

 proceso lento y tortuoso que destruyó laciudad y a su gente. Las torresdemostraron su valía, porque el enemigono pudo acercarse a las paredes sin sufrirel fuego devastador desde sus capíteles.Cada torre estaba a su vez protegida porla muralla de la ciudad detrás de ellla y

 por las torres adyacentes. Toda la ciudadestaba envuelta en un capullo de piedra y

 protegida por una amplia cantidad de balistas, arqueros, y catapultas de

metralla.Un dragón de vapor volador hizo un intento de quemar la ciudad hasta los

cimientos, pero cuando sobrevoló la zona se desintegró por la potencia de fuego ydisparo ejercida en su contra. No hubo un segundo intento de las fuerzas de Mishra porvolar sobre la Ciudad de Terisia.

A pesar de todo no había habido ninguna pista en cuanto a la razón del ataque.La ciudad había intentado parlamentar con los invasores, pero cualquier intento derazonar con ellos fue recibido con disparos de flechas y espadas.

El invierno intervino comprándole tiempo a la ciudad, y los líderes utilizaron esetiempo para llenar los graneros de la ciudad, retirar a sus inocentes, y fortalecer susdefensas. La Unión utilizó el intervalo para seguir adelante con sus estudios.

Fue suficiente, pues el asedio se prolongó durante meses sin que ningún bandomostrara alguna señal de reanudación. Los académicos en sus torres de marfil habíanmantenido a raya a uno de los dos ejércitos más poderosos del continente mientrascontinuaban su propio trabajo, en un intento de descubrir todos los secretos del tercercamino, un camino que no fuera ni el de Mishra ni el de Urza.

Ese camino fue trazado por las técnicas de meditación de Hurkyl, como Feldonhabía predicho. La clave había estado en concentrarse en los recuerdos de la tierra decada uno y sacar adelante las energías desconocidas de esos recuerdos y esas tierras.Hurkyl descubrió la energía, pero la archimandrita le puso un nombre, llamándolamaná. Loran pensó en ese momento que el nombre era engañoso, argumentando que

sonaba a viejos cuentos Fallaji de magos y no a ciencia. Pero a pesar del nombre, laarchimandrita tuvo éxito en la investigación y perfeccionamiento de este maná,

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destilándolo hasta que solo quedaran los elementos básicos. Y convirtió esos elementos básicos en un arma contra los guerreros del desierto.

Pero ahora Hurkyl estaba muerta, la archimandrita perdida, y la ciudad de lastorres había sido traicionada y ocupada por el Fallaji. Las torres de marfil fueronaisladas, rodeadas por dentro y por fuera, y una a una comenzaron a caer bajo el asalto

concentrado de Mishra.La Torre de la Archimandrita, una de las pocas que sobrevivió intacta, estaba endesorden. En el centro del Hall de la Archimandrita, Drafna le rugió a los guardiasSumifanos, gritando órdenes finales para una salida. Su calvicie era apenas visible sobrelos hombros de los guardias reunidos, pero Loran escuchó los gritos del erudito en todoslados.

Drafna se puso de pie en una silla para oir mejor, y Loran vio la locura en susojos, la intensidad maníaca que parecía haberse apoderado del estudioso como unafiebre desde que Hurkyl habían perecido. El paso del tiempo no había debilitado esefuego. Había estado allí cuando su esposa había muerto a las puertas de la ciudad,cuando los Gixianos los habían traicionado.

Todos habían visto los peligros externos, pero ignoraron la podredumbreinterior. Los otros investigadores habían prestado poca atención a los sacerdotesadoradores de la máquina mientras se movían entre ellos, diciendo poco, peroescuchando mucho. Los Gixianos habían aprendido mucho en la Ciudad de Terisia, ylos estudiosos a menudo los trataron como gente inofensiva, sino retraída. Cuando lossacerdotes de la hermandad sintieron que por fin sabían lo suficiente, traicionaron a losestudiosos y abrieron las puertas de la ciudad al enemigo.

Hurkyl, siempre atenta, descubrió lo que estaba sucediendo y convenció aDrafna a que reuniera a los guardias que habían permanecido fieles. Las fuerzas deDrafna trataron de contrarrestar el asalto Fallaji y cerrar las puertas antes de que elenemigo pudiera entrar en la ciudad propiamente dicha. Pero las tropas de Mishraestaban listas para el asalto y había un trío de dragones de vapor listo para sacar

 provecho de la traición.Las fuerzas de Drafna se dispersaron en las puertas, y los dragones mecánicos

comenzaron a rodar hacia delante. Fue entonces cuando Hurkyl le reveló al enemigo elmayor poder que la Unión había ganado a través de sus estudios.

Loran lo vió todo desde la más cercana de las torres durante el asalto, tratandode hacer que las catapultas se enfrentaran a los dragones mecánicos andantes sin dañarlas guarniciones leales. Hurkyl estaba parada en la puerta de la ciudad, y por un brevemomento ella estuvo sola delante de los tres dragones de vapor. Parecía una muñecafrágil, vestida de azul, su tupido pelo negro volando como un banderín detrás de ella.

Cerró los ojos y en silencio, levantó los brazos y alrededor de ella el mundocomenzó a cambiar.

Un resplandor la envolvió, unzafiro de un tinte azul como el maralrededor de la isla de Lat-Nam. Elresplando se irradiaba hacia afuera,lanzando un nuevo juego de sombrascontra el suelo. Las tropas humanasvacilaron bajo la luz, y los dragones devapor … 

…desaparecieron. No fuerondestruidos, ni tampoco fallaron o se

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retiraron. En su lugar, poco a poco se perdieron de vista. El entorno se volvió cada vezmás claro hasta que las máquinas no parecieron ser más que una niebla de color.

Luego desaparecieron, desaparecieron por las acciones de una sola mujer.Hurkyl se tambaleó ante la fuerza de su obra mística, y las fuerzas humanas de

Mishra aprovechándose de su debilidad siguieron adelante. Su brillo de color azul zafiro

se atenuó, y luego se apagó por completo debajo de una oleada de lanceros. Hurkylhabía derrotado a los artefactos, pero no a los guerreros que les acompañaban.Loran vió a Drafna tratando de liderar una carga a donde su esposa había

desaparecido bajo los lanceros, tratando de abrirse camino a través del enemigo paraalcanzarla, pero ya era demasiado tarde. El calvo erudito fue conducido de nuevo a otratorre, y la ciudad cayó ante las fuerzas de Mishra.

La ciudad fue saqueada y quemada, la población sobreviviente asesinada, y sustechos de cristal rotos de manera que no quedó un solo cristal entero. Los estudiosos delas torres derrumbaron los túneles cuando retornaron a la ciudad misma, sellando lasventanas contra el humo y los gritos de los mártires, y se prepararon para lo peor.Primero una, luego una segunda y una tercera de las torres de marfil cayeron ante los

invasores, que se movían en un círculo alrededor de la ciudad como un relojapocalíptico.

 No habría salvación de los Fallaji, no habría un rescate de último minuto. Loranhabía recibido una carta de un amigo todavía en Argivia, meses fuera de fecha, perohablando de una rebelión entre los enanos de las montañas Sardianas. Loran cayó en lacuenta de que Urza tendría sus propias manos llenas y no había nadie más para oponersea Mishra en el oeste.

La naturaleza trajo comoconsecuencia un breve respiro. Unatormenta de arena estalló en medio deldesierto hacia el este, llevando unacarga pesada y espesa de polvo queredujo la visibilidad y detuvo porcompleto el ejército de Mishra. Muchosde los estudiosos utilizaron la tormentacomo cobertura para escapar de laciudad, llevando con ellos lo quehabían aprendido acerca de las nuevasenseñanzas. Algunos dijeron que laarchimandrita había huido, aunqueotros dijeron que había sido capturada

 por Mishra, y otros, todavía dijeron que la tormenta de arena había sido un trabajo suyo,así como la desaparición de los dragones mecánicos había sido el trabajo de Hurkyl.Sin embargo, la tormenta no iba a durar para siempre, y con su paso las torres de

marfil de nuevo empezaron a caer, una tras otra. Los académicos que habíansobrevivido se estaban preparando para abandonar la ciudad por completo ahora. Latierra debajo de las torres era un laberinto de túneles y suficientes sobrevivieron para

 permitir una evacuación segura hacia el interior del país.Drafna gritó otra serie de órdenes a los guardias Sumifanos y sirvientes, que se

movieron con la actitud serena y relajada, con la que los Sumifanos hacían todas lascosas. Loran miró a su alrededor pero no vió a Feldon. Ella había estado segura de quehabría llegado a esa torre, si hubiera podido.

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Lo encontró en su estudio, mirando al Sylex Golgotiano. Miró brevemente sobrela taza cobriza cuando ella entró y suspiró. "Llénala hasta el borde de recuerdos yempieza de nuevo", dijo. "Ráspalo todo y déjalo limpio, como un glaciar."

"Si lo que dice es cierto", dijo Loran. "Sin embargo, creo que sería tan peligroso para el usuario como para el objetivo."

Feldon gruñó y se levantó. "Estoy de acuerdo. Drafna me mandó a buscar cada pedacito de artificio en la torre. Tiene la intención de liderar una salida con los guardiassobrevivientes, de luchar a su manera todo el camino de regreso a Lat-Nam, si tiene quehacerlo. Se encuentra en ese estado de ánimo en trance. Creo que sería más feliz simuere que si logra escapar. De todas formas he enviado todo lo demás hacia abajo,menos esto ...." Su voz se apagó mientras acariciaba la cara del sylex.

"¿Crees que funcionará?" preguntó Loran. "¿Esto va a terminar todo, comodice?"

Feldon miró. "¿Quieres averiguarlo?" -le preguntó.Loran miró el tazón por un largo rato, su pensamiento acelerado.

Luego sacudió la cabeza. "Hay mucho que no sabemos sobre esto."

Feldon asintió con la cabeza. "De acuerdo. Pero si no usamos algo como esto,¿qué debemos hacer con él?"

"Debemos destruirlo", dijo Loran."No sé si podemos", dijo Feldon. "Ha estado bajo el mar, quién sabe por cuánto

tiempo, y ha resistido todos los intentos por convertirse en un trozo de metal aislado.Tal vez Hurkyl podría haberle hecho algo con su maná ...." Una vez más dejó morir suvoz. Miró el tazón por un largo tiempo. "No quiero dárselo a Drafna", dijo.

"¿Tienes miedo de que lo pierda?" preguntó Loran."Tengo miedo de que lo use", le corrigió Feldon. "Desde que murió Hurkyl, ha

estado, pues, extraño. No creo que realmente le importe si el resto del mundo sobreviveo no."

"Su mundo murió con su esposa", dijo Loran, y Feldon asintió con la cabeza."Por lo tanto, llévalo contigo. Tenemos que irnos pronto."

"Con mi pierna coja no voy a llegar muy lejos", dijo Feldon. Dio unos golpecitoscon su bastón contra sus extremidades torcidas para darle efecto. "Voy a tratar de salir,

 pero creo que será mejor que viaje ligero".Hubo una pausa, y Loran, dijo, "¿Quieres que yo lo tome?. Ahí es donde iba

todo esto."Feldon se encogió de hombros como un oso. "Tú también te vas, ya sea por los

túneles o con la carga de Drafna"."Por los túneles", dijo Loran. "Y vas a venir conmigo."

"Demasiado viejo, demasiado lisiado", dijo. "Ganarías más tiempo sin mí. Y hayuna mejor oportunidad de hacer sobrevivir el conocimiento si nos separamos. Hay una pequeña ciudad al pie del glaciar Ronom, llamado Ketha. Nos vemos allí dentro de unaño si sobrevivo. Y, sí, debes tomarlo."

Loran frunció los labios. "¿Por qué yo?""¿Has sido capaz de utilizar las técnicas de meditación?" preguntó Feldon. "¿Has

sido capaz de retirar el maná de la tierra?"Loran alzó las manos. "No creo que esta sea una magia de algun tipo. Es

simplemente una ciencia que todavía tenemos que entender."Feldon se apoyó en su silla. "Entonces la respuesta sería, que no has sido capaz."Loran miró a Feldon, luego al recipiente. Estaba en lo cierto. No había sido

capaz de dominar las técnicas, ya sea por que sus propios recuerdos de su hogar erandemasiado apagados o su casa estaba demasiado lejos. O la tierra ya no era como la

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recordaba. Ella consideró esta opción como cierta y se preguntó si eso era parte de la"ciencia" de este nuevo e improbable campo. Por fin, negó con la cabeza.

"Es por eso que debes tomarlo", dijo Feldon. "He tenido poco éxito por mímismo, a pesar de que pienso en las montañas y en el hielo cuando lo hago. Todo elmundo parece ser diferente y puede manifestar efectos ligeramente diferentes. Sin

embargo, tú no los tienes, y es por eso que deberías tomarlo.""Porque si pasa algo malo, no voy a ser capaz de utilizarlo en un momento dedebilidad", dijo rotundamente Loran.

Feldon miró a la mujer y dejó escapar un profundo suspiro.Loran tomó el tazón. La sensación de sombra cayó sobre ella cuando ella lo

agarró, y estuvo a punto de dejarlo ir. En lugar de eso lo sopesó, miró a Feldon, y dijo:"¿Tienes alguna bolsa para esto?"

Feldon extrajo una mochila maltratada, una de las suyas de los días en queexploraba el glaciar, y Loran deslizó la copa dentro de ella. Era pesada, pero su peso eramenor en comparación con el aura de temor que la rodeaba.

Loran y Feldon se despidieron, y ella lo abrazó. Cuando se separaron había

lágrimas en sus ojos. "Ven conmigo", le instó."Vamos a dispersarnos como gansos", dijo Feldon "Solo le podrán disparar a

unos pocos de nosotros.""Eso no es un consuelo si eres uno de los gansos al que se le disparó", dijo

Loran. "Cuidate.""Tú también", dijo Feldon. Entonces ella se fué.Feldon empacó la última de sus pertenencias en una segunda mochila, haciendo

una pausa al oír las órdenes rugientes de Drafna, preparando a las tropas supervivientes para su asalto. Ahora Loran estaría en los túneles, con algo más de suerte libre de lasfuerzas de Mishra y los odiosos Gixianos.

Feldon alzó su mochila y la agitó, tratando de mover los elementos más pesadosa la parte inferior. Más abajo escuchó como las grandes puertas de la torre se abrían ylos gritos de los hombres y mujeres que iban a luchar para hacerse paso a través delejército de Mishra. Al menos, pensó con ironía, eso es lo que esperaban.

Feldon contó hasta cien sólo para asegurarse de que se hubieran ido, entoncescontó hasta cien por segunda vez. Agarró su bastón de forma segura en una mano, yempezó a cojear en su camino a través de los túneles. Mientras cojeaba, murmuróoraciones: por él, por el resto de los eruditos sobrevivientes, por Drafna, por laarchimandrita, y por Loran.

En particular, por Loran. 

* * * * *

Un mes más tarde, Loran yacía moribunda, su brazo derecho roto y retorcido porla caída de rocas. A unos metros de ella, el sylex se había deslizado fuera de su mochilay estaba brillando entre los escombros.

Ella había llegado a las estribaciones de las Montañas de Colekgan antes queocurriera el desastre. La población superviviente había fluido a través de las líneas deMishra como el agua a través de un tamiz de acero, derramandose en todas direcciones,

 buscando escapar a todos los puntos cardinales salvo el este. Loran se había unido a ungrupo de ciudadanos Yumok que no querían más que dejar estas tierras supuestamentecivilizadas y regresar a sus hogares en las tierras altas.

Estaban moviéndose a través de los primeros desfiladeros, cuando la avalanchales golpeó. Les golpeó sin previo aviso, durante un momento la caravana de refugiados

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se abría paso entre los acantilados, al siguiente hubo un trueno en un cielo azul claro yuna lluvia de piedras y tierra, el camino desapareció. Loran escuchó gritos y chillidos asu alrededor, pero pronto se perdieron en un torrente de rocas.

 No fue hasta después de todo esto, cuando ella recobró el conocimiento. Ellaelevó una oración silenciosa y apasionada a los dioses largamente ignorados. También

recordó haber pensado que aquel no había sido un mero accidente.Tenía razón. Ahora que el polvo se asentaba, figuras se movían entre losescombros.

Al principio pensó que eran otros refugiados que habían sobrevivido al derrumbey fueron en busca de sobrevivientes. Trató de levantar un brazo para llamarles y se diócuenta que no podía mover su brazo derecho. Todo su costado era una gota gruesa desangre a lo largo de sus capa de viaje, y le dolía mover la cabeza para mirarlo.

De repente se dio cuenta de que las figuras no eran Yumoks. Iban vestidoscompletamente con una armadura de pinchos con capas pesadas y ondeantes. Se movíanentre los escombros, hurgando en los cuerpos indiferentes de sus espadas.

Eran saqueadores. Cayó en la cuenta que habían sido ellos los que habían

 provocado la avalancha. Que habían hecho caer la montaña sobre la caravana parasaquear los cuerpos.

Debe haberse estremecido o movido con el espasmo de dolor ante la idea, ya queuna voz por encima del hombro derecho dijo, "¡Tenemos un sobreviviente!" La voz fueahogada detrás de pasos de acero, pero bastante cerca suyo.

"Bueno", respondió otra voz, “esta vez es una mujer y sin bozal. Tenía miedo deque usted hiciera su trabajo demasiado eficazmente, Capitán".

Loran trató de volverse para ver quién estaba hablando, pero solo pudoretorcerse. Unas manos fuertes y enguantadas se colocaron en su hombro, y ella sintiócomo irradiaba el dolor de sus heridas. Un rostro revoloteó a la vista, oculto tras unavisera metálica gruesa. Se veía como uno de los autómatas de Urza, salvo por el hechode que había ojos humanos detrás de los agujeros.

Ellos no eran particularmente afectuosos o reconfortantes, pero eran humanos."¿Viva o muerta?" -preguntó la voz femenina."Viva, pero no por mucho", dijo el hombre detrás de la visera. Su respiración era

tan aguda como la suya, y Loran se dio cuenta de lo que había en esos ojos. Dolor.Había dolor en los ojos del soldado.

"Nosotros no la necesitaremos mucho", dijo la mujer. La figura blindada se hizoa un lado por un momento, y Loran vio a la mujer. Estaba vestida con una armadurasimilar, de pinchos, pero carecía de un casco. Loran pudo ver gruesos rizos rojosderramándose sobre las placas de su hombro. "Sólo necesitamos un poco de

información", continuó la mujer con frialdad, "y entonces ella puede morir como losdemás." No había dolor en los ojos de esta mujer pelirroja. Sólo poder."Milady, mire esto", dijo el soldado, volviendo a la vista. Llevaba el sylex con

forma de cuenco.Loran debe haberse tratado de mover, retorciédose en su lugar, tratando de decir

algo. Lo único que supo era que un momento después tenía un intenso dolor, un dolorque le quemó a través de ella como una filosa hoja de una espada. Cuando sus sentidosse despejaron de nuevo, vio que el líder pelirrojo giraba el sylex entre sus manos.

Loran, se dió cuenta, y se preguntó si sus labios formaron las palabras mientrasella las decía. Pero la noticia decía que Ashnod había sido expulsada del campamentode Mishra. ¿Qué estaba haciendo aquí, con sus propios soldados, entonces?

"Interesante", dijo Ashnod, pasando los dedos delgados a lo largo del interior delrecipiente, siguiendo las palabras escritas en espiral dentro de la base. "Muy interesante.

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Y creo que nuestra pequeña amiga lo sabe. No eres Yumok, ni un Fallaji. ¿Algunaestudiosa del este, tal vez?"

Loran no dijo nada y se preguntó si sería capaz de morir antes de que algo masterrible le pasara. Las historias de la crueldad de Ashnod eran legendarias.

La mujer pelirroja parecía leer su mente, porque dijo: "Vamos a tener que asistir

a esta para que recobra la salud, capitán. Ella tendrá mucho que contarnos. Estoy segurode ello."Loran deseó morir, pero su única recompensa fue la risa de Ashnod.

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Capítulo 28Argot

Gwenna vió al invasor desde su posición en las ramas entrelazadas de losárboles superiores. Ella había visto a este

 primero, y por lo tanto, era su reclamo, suinvasor. Los otros iban a volver a la aldea

 para enviar mensajes hacia el sur a Citanuly la Corte de Titania, para pedir su juicioacerca de estos sucesos. Hasta entonces erasu deber observar y juzgar al invasor.

 Nunca había visto a un invasor

antes, aunque hubieron suficientes historiasde invasores en los últimos años para queella supiera que provenían en todas las formas y tamaños. Eran similares en que no erande Argot, generalmente arrojados a tierra por las tormentas que protegían a la isla.Todos los invasores eran similares, ya que no habían tenido contacto con la tierra paranada y no la entendían.

Este invasor era varonil, al igual que los druidas de Citanul, la única ciudadverdadera de Argot. El invasor era más alto que los druidas y tenía el pelo rubio arenosoreunido en una coleta detrás de su cabeza. Iba vestido con pantalón azul y camisa

 blanca, con una chaqueta azul que pendía desde el costado de su nave. El invasor, dijoalgo en un idioma que Gwenna no sabía y pateó la máquina. Gwenna asumió que era

una maldición varonil, invocando a los dioses varoniles de los que ella tampoco habríaescuchado.Gwenna misma era una elfa, al igual que la mayoría de los nativos de Argot.

Había duendes, arbóreos, y todo tipo de otros habitantes en los bosques en Argot, perolos elfos eran los más inteligentes y más refinados de todas las razas, al menos enopinión de Gwenna. Había sólo unos pocos de la raza varonil, y tendían a hacer caso asus órdenes sagradas y refugios de piedra. Gwenna se preguntó por qué, ya que habíamuchos elfos en el mundo, la mayoría de los invasores de los viejos cuentos eran

varoniles por naturaleza.Los invasores casi siempre llegaban

 por mar, los barcos se estrellaban en los

arrecifes de los alrededores o eransuccionados por los remolinos pequeñosalrededor de la costa de la isla.Generalmente llegaban empapados,magullados, y débiles en el momento de suarribo, y como tal, oponían poca o ningunalucha a la hora de matarlos. Éste, sinembargo, vino desde el aire y por ello

 parecía estar en una muy buena formafísica.

El artefacto del invasor parecía un pájaro herido acurrucado en la arena blancade la playa. Si Gwenna no lo hubiera visto aterrizar, no hubiera pensado que podíavolar. De hecho, era poco mas que un artefacto volante. Más que un plumífero, ya que

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se lanzó como un cormorán sobre la playa, tirando hacia arriba sólo en el últimomomento. Incluso entonces, se había estrellado en la arena con un crujido de huesosaporreados. Una de las alas estaba torcida en un ángulo extraño, como resultado de eseaccidente.

La Ley de Titania era justa pero firme sobre el asunto de los invasores. Deberían

ser observados, y enviar noticias de su arribo de vuelta a Citanul, a la Corte de Titania.Si dañaba la isla (como la mayoría de los invasores lo habían hecho, tarde o temprano),tendría que ser destruido.

Gwenna no podía imaginar por qué este invasor en particular debía ser destruido, pero tal era la Ley de Titania, al servicio de la gran diosa Gaia. Este invasor parecíamayormente inofensivo, a diferencia de los mojados salvajes. Pero esas eran lasresoluciones de la tierra: observar al invasor para ver que crímenes cometía contra latierra, y luego, cuando llegara la orden de la corte, destruirlo antes de que pudiera causarmás daño.

Así, Gwenna observó. 

* * * * *

Harbin dio vueltas alrededor del ornitóptero estrellado, y luego lo pateó de nuevo.El golpe no hizo nada para reparar el aparato destruido, y le hizo sentir un poco mejoracerca de su situación.

Cuando su padre estuvo de acuerdo en permitirle entrenar para ser un piloto deornitóptero, había soñado con volar una de esas naves en una batalla. En cambio, había

 pasado una docena de años en asuntos de rutina. Llevando mensajes y órdenes a travésde los reinos combinados de Argos, Korlis y Yotia. Haciendo reconocimientos a lolargo de la costa norte de Malpiri. Llevando a diplomáticos y burócratas de Kroog aPenregon. Eran tareas vitales, pero más seguros.

Trató de ser reasignado a una unidad de combate, o al menos a una unidad deguarnición, pero no recibió ninguna ayuda de sus mayores. Su madre se había mostradoinflexible en contra de volar dede el primer momento. El padre había sido frío ydistante, como siempre, y le había hablado sobre la importancia de no mostrarfavoritismos. Algo usual en su padre: una respuesta perfecta a cualquier pregunta.Incluso el Tío Tawnos se hizo el simpático, pero no trató de cambiar las cosas.

Había habido algo de emoción en su trabajo. Fue asaltado una vez por miembrosde tribus Malpiri cuando estaba en tierra y descubrió grupos de incursores Fallaji encuatro ocasiones separadas. En una de esas ocasiónes, fue perseguido por un dragónmecánico volador y lo dejó atrás, llevándolo al alcance de unas de las bandadas de aves

mecánicas de su padre. Sin embargo, aún así, mientras la mayoría de los otros pilotoshabían sido trasladados al frente, a él lo habían dejado atrás en una relativa seguridad.A Harbin le olió a complot, y ese complot apestaba a una complicidad de sus

mayores. Intentó una vez más obtener un puesto de combate y le dijeron que después desus tareas actuales se lo establecería en una puesto de entrenador. Ahora, él teníaveintiséis años, le dijeron que era casi tan antiguo como el primer ornitóptero primitivo.A Melana, su esposa, le hubiera gustado que tomara el puesto de entrenador. Su mujer

 pasaba todo el tiempo en la corte de su Madre y no quería más nada para Harbin quetambién abandonara los vuelos por completo.

Hubo un crujido entre las hojas del bosque, y Harbin se puso tenso, su mano secolocó automáticamente en la empuñadura de su espada. El crujido continuó, y

rápidamente un par de ojos aparecieron sobre los tallos multicolores de entre el verdeimpenetrable. Los ojos parpadearon ante Harbin en la luz del sol, luego retrocedieron y

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volvieron a adentrarse en el bosque.Harbin vislumbró un destello derayas amarillas y negras y se diocuenta que había estado observandoa una babosa de los bosques, aunque

una casi tan grande como él mismo.La babosa tuvo más miedo de él delo que él tuvo de ella.

Harbin negó con la cabeza y sedió cuenta de que estaba aferrado ala empuñadura de su espada. Laespada estaba hecha con uno de los"nuevos metales" de Tawnos…másligera, más fuerte y más versátil que

las espadas utilizadas anteriormente. Las espadas habían resultado útiles en el combatey había cambiado la marcha en una serie de batallas cruciales contra las fuerzas de

Mishra.Harbin portaba una de las primeras de las nuevas espadas de metal, y su nave era

una de las más recientes creaciones salida de los talleres de Urza, más ligera y con alasmas lárgas. Si hubiera sido una de lasmás pequeñas, no habría sobrevividoa la tormenta que lo había llevado aaquella playa extraña.

Una confabulación más de losmayores para controlar su vida, pensóHarbin. Una nueva protección nodeseada que probablemente lesalvaría su vida.

La tormenta había salido de lanada mientras bordeaba la costaKorlisiana. Trató de huir de ella, perofue arrojado más y más lejos haciadentro del mar. Trató de subir porencima de ella, pero el peso de latormenta ascendente lo mantuvo elevado sobre ella como una gran ola. Era como si latormenta tuviera su propia inteligencia y tenía la intención de evitar que Harbinescapara a su control.

Finalmente, se dirigió hacia la tormenta y fue abatido durante tres días y tresnoches por su furia. Vientos huracanados amenazaban con romper las alas y descortezarla cubierta protectora, mientras que los relámpagos se encadenaban a su alrededor.Extraño incendios eléctricos bailaban sobre las alas y las poleas guía. Durante unmomento terrible toda la nave se invertió, y Harbin observó subir el mar ante él comoun muro de agua segundos antes de que pudiera recuperar el control de la nave.

La tormenta se fué, y él se mantuvo en el aire claro. Tras él, la tormenta aúnhervía como una sopa, más adelante había tierra, una gran extensión circular devegetación. Donde la tierra se reunía con el mar refulgió una brillante franja de arena

 blanca, reluciendo como un faro. Agotado por tres días de continua batalla contra elcielo, Harbin llevó la nave herida con gran estrépito sobre la playa y sintió como algo se

despredía cuando la nave aterrizó. Cayó desde el ornitóptero y se desplomó agotado enla arena debajo de una de sus alas a medio plegar.

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Era por la tarde cuando se despertó, y Harbin no podía estar seguro de si habíadormido unas pocas horas o unos pocos días. Había estado tranquilo, y afortunadamentehabía aterrizado la nave por encima de la línea de la marea alta. Cepillando la arena desu uniforme, examinó su entorno y el daño a su artefacto.

Su mundo era una línea recta de playa de un blanco brillante que lastimaba los

ojos. El cielo era un azul cristalino, marcado por la sobrecarga de nubes, pero cambiabade un color primero blanco, luego gris y finalmente negro a lo largo del horizonte queformaba con el mar. La tormenta estaba todavía en alta mar, esperando pacientementecomo un gato ante una ratonera.

El interior era una selva verde,aparentemente sin ser tocada por elhombre. Empezaba en la orilla de la playacon una espesa maraña de vegetación

 baja, pero pronto se cubría de árbolesgigantescos de corteza blanca de un tipoque Harbin no había visto antes. El

 bosque era tan antiguo que las ramas másaltas estaban entrelazadas, formandograndes marquesinas.

Harbin se preguntó si tal vez esteera el paisaje que cubría Argivia, mucho

antes de que su padre y Mishra comenzaran su guerra continua. Antes de que las tierrasfueran minadas por canteras y el cielo se oscureciera por el humo de las fábricas. Talvez esta era la forma en que el paraíso se suponía que se vería.

Harbin observó la altura del sol. Él estaba al sur de las tierras civilizadas, más alsur de la costa sur Korlisiana. No tenía ni idea de su longitud. Su hogar podría estar alnorte o al noroeste, o al noreste. Si elegía el noroeste, Harbin se figuró, que si volaba enesa dirección, es probable que tocaría tierra. Con algo de tiempo.

Harbin volvió a mirar su artificio. Estaba sobre todo en buena forma. Algunos delos cables se habían roto, y las poleas en una de las superficies de control estabanarrancadas, debido al resultado de su aterrizaje. El peor efecto de la tormenta había sidoescindir el puntal derecho del ala derecha. Se había levantado en lo peor de la tormenta,y luego roto por la mitad. Tendría que ser sustituido antes de que tuviera otraoportunidad con los vientos de altura.

Harbin le dió una tercera patada a la nave, pero mas suavemente. Entonces abrióla cabina y sacó el kit de reparación que todos los ornitópteros llevaban.

Dentro de la caja de acero había una colección de herramientas: un martillo y un

hacha con dos cabezas de repuesto, una pieza flexible de metal con dientes de sierra,rollos de alambre y poleas de repuesto, carretes de delgadas cuerdas de tripa y agujas deacero para reparar agujeros en las alas, una bola enrollada de soga. Buscó dentro de lacaja. Anzuelos de pesca. Cinta métrica. Raciones de emergencia. Pedernal y yesca. Unsombrero de gran tamaño para protegerse del sol. Harbin miró la colección y sintió lamano pesada de su padre de nuevo. Era como si su padre hubiera pensado en todas lascontingencias de un accidente. Y Urza probablemente lo había hecho.

Harbin carcomió un trozo de carne ahumada y caminó alrededor de su oficio un par de veces más. Con la excepción del puntal principal, podría poner al ornitóptero enel aire inmediatamente. Pero tendría que encontrar el árbol apropiado para elamortiguador de repuesto.

Eso significaba ir a la selva, la que tiene las enormes babosas negras y amarillasen su interior.

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Harbin esperaba que las babosas fueran el peor de los peligros de la selva virgen.Levantó su hacha y se dirigió a la espesa vegetación.

* * * * *

Las reglas de Titania sobre los invasores eran claras y estrictas, y Gwenna sabía larespuesta que probablemente recibiría de su informe. Aún así, ella siguió la letra de laley en el trato con el último invasor. Ella observó.

Por supuesto, las órdenes que provendrían de la corte sería que si el invasor nohabía dañado la tierra debía ser capturado. Si había dañado la tierra, debería serasesinado. Y, obviamente, dado el tiempo que tardaba el comunicado en llegar a lacorte, incluso trasmitido místicamente, y el tiempo que se tardaba en obtener unarespuesta, era inevitable que el invasor haría algo para dañar la tierra y tendría que serdestruído.

Gwenna sintió un ligero toque de simpatía por el invasor. No sabía que estaba

firmando su propia sentencia de muerte por el robo del botín de Gaia sin permiso.Tal vez esa era la intención de Titania, después de todo. Titania hablaba en nombre de ladiosa Gaia, y los elfos, duendes, y arbóreos escuchaban.

El invasor se movió con cautela a través de la vegetación fronteriza, tratando deencontrar un camino entre la maleza. Los arces y matorrales de lianas tiraban de sus

 pantalones, y el goteo del agua proveniente de las copas elevadas dejaba manchasoscuras en su camisa blanca. Gwenna comenzó a perserguirlo, moviéndose en silenciode árbol en árbol por las ramas entrelazadas, fuera de su vista. Sin embargo, en unmomento sacudió una rama muerta, y la envió con estrépito al suelo del bosque. Sequedó perfectamente inmóvil cuando el invasor escudriñó la zona, en su búsqueda. Acontinuación, continuó su marcha, y ella lo siguió, una sombra arbórea.

Una vez que atravesó la vegetación de matorrales de la playa, el territorio se abrió bajo los grandes árboles. Allí el suelo se hacía mas espeso por la vegetación podridacaída, y las copas solo se abrían únicamente por árboles caídos y desplomados. Losgigantes caídos servían como troncos asistentes para nuevos crecimientos, que seestiraban en un esfuerzo por captar la poca luz que penetraba a través de las hojassuperiores.

El invasor se detuvo en uno de estos claros y eligió un retoño recto en particularde madera de milenrama. Rodeó al árbol tres veces, luego asintió con la cabeza y sacóuna tira de su camisa y la ató alrededor del tronco a nivel de los ojos. Luego se dirigióde nuevo a la playa en línea recta. A pesar de que no la usó, el invasor llevaba un hachaen su mano.

Gwenna supo al instante cuál era la intención del invasor. Talando al árbol vivofirmaría su sentencia de muerte. Los mensajeros regresarían y dirían: "¿El invasor hadañado la tierra?"

Gwenna se vería obligada a responder, "Sí, ha cortado un retoño."El mensajero diría: "Entonces, el invasor debe ser igualmente cortado".Y a Gwenna eso le parecía un desperdicio. Quería saber más acerca del ave herida

que montaba el invasor. ¿Como podía volar y llevar a un invasor varonil? Nunca habíahabido un invasor alado antes. Tal vez tenía que aprender más de él y dejarlo con vida.

Gwenna rápidamente exploró la zona y halló un hueco cercano, donde un enormeraízpalida se había inclinado recientemente en una tormenta, llevándose consigo otros

milenramas y robles con él. Siguió el rastro y encontró un milenrama desraizado deaproximadamente el mismo tamaño que el que el invasor había marcado. Este árbol

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había sido recientemente asesinado por la caída. Le ofreció las oraciones apropiadas aGaia y quitó las ramas muertas del milenrama con su propia espada, luego extrajo elretoño entero y lo puso en el camino por el que retornaría el invasor.

El invasor regresó con una gran bobina de cuerda y encontró el camino bloqueado por el retoño caído. Estaba confundido, luego miró al árbol que estaba a punto de caer,

luego al hueco. Se encogió de hombros (un gesto curioso, varonil), y ató la cuerda alretoño caído, aceptando la oferta de Gwenna y preservando al árbol vivo. Tiró y luchó ymaldijo (en su idioma extraño) y finalmente arrastró el árbol muerto de vuelta a sucampamento.

Gwenna se sintió aliviada que no tuviera que matar al invasor de inmediato.El invasor regresó dentro del bosque en otra ocasión, para buscar agua dulce. No

mató a nada, en ese entonces, sobreviviendo con la comida que llevaba consigo y con la pesca en el suave oleaje. La pesca era permitida por Titania, ella sólo protegía la tierra.

El invasor pasó la mayor parte de su tiempo hachando el milenrama, y acontinuación, removiendo una de las alas de la cosa parecida a un pájaro ysustituyéndola por el palo que había tallado. Gwenna observó, pero encontró sus

acciones aburridas y confusas. Medir algo, cortarlo, medirlo de nuevo, cortarlo denuevo, y, finalmente, ajustar el nuevo palo para que se pareciera al antiguo. Estasacciones le parecieron una pérdida de tiempo a Gwenna.

Las noches eran cálidas, y el invasor no encendió ningún fuego, aunque era obvioque debería establecer alguno. ¿Como una señal para ser visto, tal vez? pensó. ¿Habríamás de estos hombres voladores en el mundo?

En la cuarta noche el invasor se retiró temprano, y Gwenna se deslizó hacia abajodesde su pertica arbórea, saliendo del bosque y cruzando hasta la misma playa. Se sentíaextraña sin la protección de los árboles por sobre su cabeza, pero su curiosidad fué masfuerte que ella.

El invasor estaba durmiendo en el vientre de su pájaro herido, que ahora lucía unanueva ala de tosca milenrama. Ella estaba lo suficientemente cerca como para verclaramente al invasor y pensó en lo mucho que se parecía a un niño. Mejillas suaves yuna frente lisa. Estaba lo suficientemente cerca para tocarlo, para sacar su daga ydeslizarla por su garganta mientras dormía.

Podía hacerlo, y afirmar que el invasor había despojado la tierra de alguna maneray, como tal, tenía que ser destruido. Pero en su corazón sabía que no podía mentir a suscompañeros y, además, Gaia sabría la verdad. Si Gaia sabía, Titania se enteraría.Y ella todavía quería curiosear cómo trabajaba la cosa parecida a un ave.

El invasor se agitó en su dormitar, en respuesta a una amenaza en sus sueños.Gwenna se precipitó fuera de la vista, y el invasor varonil joven murmuró algo y se

retorció en su sueño de nuevo. Gwenna dio vueltas alrededor de la nave una vez más yse dio cuenta que era una cosa hecha, que olía a madera muerta y resinas aceitosas.Luego se retiró a su escondite para continuar con su investigación, como Titania hubieraquerido.

Por la mañana Gwenna se despertó sobresaltada por un nuevo sonido, un sonidoque la convenció en un momento en que ella había cometido un error al perdonar al

 jóven invasor.Ella podía ver la playa desde donde se alzaba, y la cosa parecida a un pájaro se

movía. El invasor estaba dentro de ella, y la cosa parecida a un pájaro batía sus grandesalas. Hubo un ruido fuerte y quejumbroso que hirió sus oídos, y la arena onduló engrandes nubes de polvo debajo de las alas en movimiento. La nave del invasor realizó

un solo salto bajo en la playa, luego uno segundo, y luego se disparó hacia el aire comouna flecha.

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Gwenna vio a la creación mecánica ganar altitud, los cables que corrían por susalas cantaron cuando atraparon el viento como una cometa. La cosa parecida a un avecomenzó a realizar círculos y espirales en ascenso sobre la arena caliente de la playa.Gwenna se preguntó si iba a volar más profundamente en el corazón de la isla y cómose suponía que debía seguirlo si lo hacía.

En cambio, la cosa parecida a un ave incrementó su altitud hasta que fue un pequeño punto, luego voló al noroeste, hacia la línea continua de las tormentas quemarcaban los límites de la influencia de Titania.

Gwenna salió a la playa otra vez, viendo a la pequeña nave, mientras se hacía aúnmás pequeña y finalmente desapareció por completo de su vista. No esperaba que lacosa parecida a un ave pudiera volar de nuevo. No esperaba que el invasor fuera losuficientemente tonto como para escapar. No tenía dudas de que fracasaría en el intentoy sería conducido de nuevo a la orilla en otro lugar a lo largo de la costa de la isla.

Pero si fue rechazado o destruido por la tormenta, ella no lo vió.Un anciano se acercó a ella, dos días después y la encontró en su puesto,

esperando que la cosa parecida a un ave regresara. Le dijo que ella había visto al invasor

mientras reparaba su nave y luego partió.El anciano le preguntó: "¿Y el dañó la tierra, mientras que estaba aquí?"Gwenna respondió: "No, no lo hizo."El anciano pensó por un momento, sorprendido por la respuesta. Luego dijo:

"Entonces has hecho lo correcto al no matarlo si no violó ninguna ley."Y eso fue todo. El invasor no regresó ese mismo mes, ni en los meses que

siguieron, ni en el mes siguiente. Nadie encontró los restos del invasor o sus cosa parecida a un ave a lo largo del resto de la costa, y se suponía que habían sido destruído por las tormentas que rodeaban y protegían Argot.

Gwenna no estaba segura. Hubo una sensación persistente en su estómago por elinvasor, por el hecho de que ella le impidió despojar a la tierra y por lo tanto salvarlo dela muerte. Se preguntó si había hecho algo malo en dejar que viviera.

Para el dolor de Argot y su propia vergüenza, ella viviría para ver lo equivocadaque había estado.

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Capítulo 29Maná y Artefactos

El asistente anunció la llegada de Harbin al Alto Señor Artífice y Protector de los

Reinos Combinados de Argivia, Korlis y Yotia. Harbin no esperó la respuesta de Urza,sino que ya estaba en el cuarto, pisándole los talones al asistente, para no darle a su padre la oportunidad de echarlo.

"Padre, tienes que verme", dijo el joven."Y verte es lo que hago", respondió Urza, empujando sus gafas de vuelta hacia el

 puente de su nariz. Asintió con la cabeza al ayudante, y la joven se retiró a sus propiosestudios.

Harbin miró a su padre. Urza ahora estaba más delgado y su cuerpo habíaadquirido una cualidad casi de pájaro. Su cabello era blanco como la nieve y se habíaretirado para exponer la mayor parte de un rostro agobiado. Ahora llevaba las gafas todoel tiempo, no sólo cuando trabajaba. Se veía viejo y cansado.

"Ha leído mi informe preliminar, señor", dijo Harbin, con cortesía pero sin más preámbulos.

"Sí", dijo Urza, acariciando una pequeña pila de papeles. "Y tengo que decir quefuistes afortunado. Las tormentas del sureste han echado por tierra embarcaciones yenviado hombres de bien al fondo del mar. Tanto tu madre como tu esposa estaban fuerade sí de preocupación. Confío en que las hayas visto y les hallas calmado".

"Les he enviado un mensaje, padre, pero vine aquí primero", dijo Harbin.Urza miró al joven, sorprendido, asintió con la cabeza. "¿Has encontrado algo más

allá de las tormentas", dijo."Una isla", dijo Harbin. "Más que una isla, una enorme masa hacia el sur y el este

de Korlis. Boscosa, pero he observado desde lo alto que también había grandes

montañas, tan grande como la Cordillera Kher. Tuve múltiples avistamientos a miregreso y, a pesar de la tormenta, creo que podemos encontrarla de nuevo."

Urza no dijo nada, sino que simplemente entrelazó sus palmas lentamente."Hay suficiente madera para poner en marcha una flota de ornitópteros contra el

enemigo y suficiente mineral dentro de las montañas para hacer nuevas legiones devengadores", continuó Harbin. El rostro del joven se iluminaba con posibilidades. "Estaes la oportunidad para inclinar la batalla a nuestro favor por una vez."

Urza mantuvo su silencio, y frunció el entrecejo. Harbin, dijo: "¿Señor, he dichoalgo malo?"

Las cejas de Urza se alzaron, y negó con la cabeza. Harbin se preguntó a dondeestaban los pensamientos de su padre mientras él hablaba. A continuación Urza dijo,"Harbin, ¿cómo te sentistes al volar de vuelta a Penregon?"

Harbin pensó por un momento. "Sin complicaciones, señor.""¿Qué has visto de la tierra mientras estabas en el aire?" -preguntó el hombre de

más edad.Harbin se encogió de hombros. "Minas, factorías, granjas, torres, puestos de

avanzada. Nada fuera de lo común.""Hmmm", dijo Urza. "Nada fuera de lo común. ¿Alguna vez Argivia fue una tierra

de colinas onduladas y fincas de casas solariegas. ¿Lo sabías?""Sé las historias, señor", dijo Harbin."Historias en las que yo viví. Korlis estaba cubierta de bosques, y ahora ni un solo

árbol se interpone entre su capital y la costa. Yotia era un territorio abierto de camposfértiles. Ahora sus campos son estériles, y la Marca de las Espadas es una llanura de

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vidrio ennegrecido.""Esto se debe a las invenciones de Mishra", dijo Harbin rápidamente. "Sus

alzatierras y relojes del armagedón. Prefiere destruir la tierra que dársela a usted.""Sí, esos son inventos del qadir", dijo Urza, sin ni siquiera decir el nombre de su

hermano. "¿Pero he sido mejor con

mis creaciones? La tierra se harasgado en pedazos en nuestra búsqueda de recursos para luchar estaguerra. Hay informes de los enanosSardianos supervivientes que unalluvia ardiente cae del cielo en latierra, quemando la carne ycorroyendo cualquier mecanismoexpuesto. El qadir ha saqueado unanación tras otra. ¿He sido menosefectivo en mi propio trabajo? "

Harbin se quedó en silencio porun momento y luego dijo: "Esto no es

 propio de usted, señor. ¿Hay otras noticias que debo saber?"Urza soltó una pequeña sonrisa. "¿Por qué todo el mundo se da cuenta cuando

estoy preocupado menos yo?" dijo y se volvió hacia su escritorio. "He estado revisando papeles viejos de Richlau. ¿Lo conocistes?"

Harbin, dijo: "Éra el Maestro de Aprendices en la Escuela de Artífices." Luegohizo una pausa y añadió: "Yo no sabía que estaba muerto. Lo siento."

"Sucedió mientras tú no estabas", dijo Urza. "Lo conocí cuando éramos muy jóvenes. Murió de causas naturales en su biblioteca. Pero aún así, su muerte me ha perturbado."

Harbin no dijo nada. Los dos se habían convertido en muros ante las pérdidascontinuas de la guerra, tanto de personas como de máquinas, pero el paso de la vejez eraalgo sencillo que a Harbin le costaba considerar. Si Richlau había sido mayor que su

 padre, entonces él debía haber sido muy viejo."En cualquier caso, he estado yendo a través de sus papeles personales, y se

encontró correspondencia con otra vieja amiga, llamada Loran". Urza acarició unagruesa pila de cartas. "Ella era otra erudita y se fue a la ciudad de Terisia para estudiarcuando tú eras muy jóven."

Harbin creyó entender. La Ciudad de Terisia había caído ante las fuerzasenemigas y había sido saqueada. Desde entonces había sido tomada y retomada en

varias ocasiones. Si Loran estaba allí, probablemente también había muerto."Loran escribe sobre algunas técnicas de meditación que se estaban desarrollandoen la ciudad", añadió su padre. "Permitían al usuario manipular materia y seres vivos.Para volar. Para saltar grandes distancias. Para romper objetos. ¿Qué piensas de esto?"

"Encuentro esta afirmación dudosa ...", dijo Harbin. Fue la mejor frase que se leocurrió.

"¿Dudosa?" dijo Urza, captando el alto en la voz de Harbin. "¿Cómo es eso?""Creo que la existencia de tales cosas es poco probable", dijo Harbin. "Volar sin

un ornitóptero. ¿Alguna vez ha encontrado algo como eso?"Urza se quedó callado por un momento, y Harbin se preguntó, no por primera vez,

lo que estaba pensando. La mano del hombre mayor buscó el amuleto que siempre

colgaba de su cuello. "No, no exactamente. A veces, cuando estoy empezando un nuevodispositivo, hay una chispa, una sensación que tengo, cuando todo encaja en su lugar.

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Pero no, nada que me permita volar sin un ornitóptero.""Bueno, entonces", dijo Harbin, "si no piensa en ello, probablemente no exista.

Señor".Urza sonrió ampliamente. Harbin se relajó, y por primera vez desde que era un

niño se sintió cómodo con el hombre mayor. "Piensas demasiado bien de mí", dijo el

artífice."Como todo buen hijo debería", dijo Harbin. El rostro de Urza se ensombreció porun momento, y el joven sintió a la vez que había ido demasiado lejos. Rápidamenteagregó: "Si esta técnica de meditación es válida, no funcionó contra el enemigo,¿verdad?. La Ciudad de Terisia fue saqueada y quemada, y toda la meditación en elmundo no impidió eso."

Urza, dijo, "Bien razonado".Harbin respondió con un gesto pequeño, y Urza recogió el montón de cartas, y

luego las puso de vuelta en su sitio. "Antes de que regreses", dijo, "me preguntaba cómoseguir protegiéndonos a nosotros mismos del qadir y sus máquinas. Hemos casi vaciadola tierra y tenemos poco que mostrar por ello. Estamos, más que nunca, en el filo de la

navaja , cirniéndonos entre la salvación y la derrota. Tal vez, pensé, si nuestrosdispositivos se pudieran desarrollar para que trabajaran con esta energía de meditación,este maná ... "

Harbin se quedó en silencio, sin saber si su padre estaba realmente hablando conél o no.

Urza suspiró profundamente. "No, tienes razón. Hay mucho que todavía no sesabe, aunque halla alguna pizca de verdad en el centro de este asunto. Se necesitaránaños para descubrir lo que los estudiosos de las torres de marfil habían investigado, yahora todo su trabajo se halla entre los restos del saqueo del qadir."

Urza miró a Harbin, y su rostro estaba serio y seguro de sí mismo, como lo eranormalmente. "Pero este nuevo descubrimiento, esta nueva tierra, es una oportunidad

 para finalmente ganar esa ventaja sobre mi ... sobre el qadir. Has hecho muy bien,Harbin."

"Gracias, Padre", dijo Harbin. "Ya he empezado los planes para proteger la isla.""¿Tú?" dijo Urza, y le miró con asombro. "Aunque hallas tenido suerte de pasar

las tormentas una vez…""Yo debería liderar una expedición que volviera allí", replicó Harbin. "Es un

argumento bien razonado." El joven se cruzó de brazos."Tu madre no querrá oír hablar de esto", dijo Urza."Es por eso que he venido a ti primero", dijo Harbin, "en lugar de hablar con ella,

o con el Tío Tawnos. Si dices que sí, no discutiré contigo."

Urza se sacó las gafas de la cara y se tocó la punta de su nariz. "Entonces no medejas otra opción", dijo al fin. "Dirigirás la expedición a esta nueva tierra."Harbin habían esperado más de un argumento, o al menos más fuego en la voz del

Señor Protector. En su lugar sólo había cansancio.Urza se frotó la barbilla. "¿Harbin?" dijo."¿Sí, señor?""¿Sueñas?" preguntó Urza.La pregunta cogió al joven por sorpresa. "¿Si Sueño? Supongo que todo el mundo

sueña."Urza levantó sus gafas, y la luz del sol enturbiado los atrapó. "Yo soñé que me

había hecho un conjunto de lentes que me permitían mirar en el corazón humano. Para

ver la esencia de su ser. Yo los utilizaba para buscar a mi hermano, y sólo habíaoscuridad. Sólo oscuridad en el corazón de mi hermano."

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"¿Señor?""Sólo oscuridad", repitió Urza, y suspiró. "Es por eso que vamos a llevar a esta

nueva isla tuya a la guerra. Debido a que necesitamos vencer esa oscuridad." 

* * * * *

"¡Tonterías! ¡Tonterías y excrementos de camellos!" gritó Mishra, tirando el librocontra la pared de su taller. El tomo ofendido rebotó de punta a punta antes de que suscubiertas se extendieran como las alas de un pájaro y estrellara, primero su columnavertebral, contra la pared del fondo. Hajar en silencio se acercó al libro deshecho,enderezó de nuevo sus páginas en una apariencia de orden, lo cerró, y lo colocó sobreun montón cada vez mayor.

"El Más Reverenciado", dijo Hajar con simpleza, "incluso entre la escoria puedehaber gemas accidentales."

"¿Gemas? ¿Gemas?" le gritó Mishra. "¡No hay más gemas entre las fantasíasretorcidas que cualquiera hierba que crezca en las Marcas Suwwardi, en estos días!"

Hajar empezó a decir, "Los Eruditos de las Torres de Marfil mantuvieron nuestrasfuerzas a raya porque…" pero Mishra hizo un gesto con la mano hacia él.

"Ellos tenían muros sólidos y buenas armas", le espetó el Qadir. "Esta emanaciónmística no tuvo nada que ver con su éxito".

"Los generales que dirigieron el asedio y mas tarde el saqueo estarían endesacuerdo", dijo Hajar.

"Esos generales estaban buscando una excusa para su propia incompetencia",gruñó Mishra. "Ellos la encontraron en el sinsentido de esos eruditos. ¡Un dragónmecánico se pierde, y culpan a las brujas y a los duendes!"

Él podría haber dicho más pero sus palabras ya estaban siendo confusas por laflema en su garganta. El Qadir Artífice del Imperio Fallaji casi se dobló en un ataquelargo y sibilante de tos.

Hajar esperó a que el ataque disminuyera. Mishra había engordado demasiado enlos últimos años, y a veces le dolían sus pulmones al respirar. El espeso humo amarilloque colgaba día y noche sobre Tomakul hizo poco para disminuir la enfermedad. Hajarle había recomendado a Mishra que se retirara al aire más claro del desierto, pero comoen la mayoría de los asuntos de esos días, el consejo del guardaespaldas fue ignorado.

El acceso fue breve, y Mishra sacó un pañuelo de seda de su bolsillo para limpiarla saliva que regaba sus labios. "Eruditos", gruñó, recogiendo el tema donde lo habíadejado. "Energía mística dentro de la propia tierra. Energía extraída a través de lamemorización y la meditación. ¡Tonterías! Hicimos huir a los charlatanes de Zegon, y

todos ellos huyeron a Terisia. ¡Y yo que pensaba que allí había sabiduría!"Hajar dijo: "Incluso entre la escoria hay…""¡Hay más escoria!" gritó Mishra. "No hay más verdad en esos libros que en las

"adivinaciones verdaderas" de alguna anciana y sabia mujer Fallaji sentada en la plaza,comerciando con visiones de color de rosa por monedas de bronce.” 

Hajar se puso rígido en el insulto contra los Fallaji, pero Mishra lo ignoró. "Yoesperaba que hubiera una gran arma, un artefacto maestro que finalmente pudieraderrotar a mi hermano", jadeó. "¡Pero todo lo que hay aquí son cuentos de fogatas ymísticos quisquillosos!" Otro acceso de tos se elevó de los pulmones, y Hajar se acercóy avivó las brasas, luego virtió un cucharón de agua sobre las brasas al rojo vivo. Elcalor y el vapor era lo único que parecía ayudarle a respirar al Mas Reverenciado.

Mishra necesitaba algo que le ayudara, y Hajar había creído que sería uno de loslibros saqueados de las Torres de Marfil de la Ciudad de Terisia. Hajar le creyó a los

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generales cuando dijeron que los investigadores tenían algún tipo de poderes raki queles permitieron derrotar a los dragones mecánicos y transmutadores y mantener a losFallaji a raya durante mucho tiempo.

Mientras Mishra buscaba, elimperio se derrumbaba. Sus ataques

habían sido reducidos en el este aescaramuzas y pequeñas incursionesa la Cordillera Kher. En el sur Yotiaera una frontera sin ley, al menosaquellas partes que no se habíanconvertido en vidrio por lasinvenciones de Mishra. Losdescendientes de los alzatierras, losrelojes del armagedón, habíanfundido amplios sectores de tierra convidrio negro, negando al enemigo el

uso de la misma. En otros lugares enormes arados batían la tierra muerta en un intentodesesperado de sacar algo útil de su seno. Hacia el oeste se alzaba un salvaje y áridodesierto, ya saqueado para mantener las máquinas de guerra en marcha.

Las piezas comenzaban a desmoronarse ahora. Hubo guerra civil en laconquistada Almaaz y una revolución en Sarint. Muchas de las tribus de los Fallajiestaban asaltando a sus compañeros de tribu, y la disciplina se estaba viniendo abajo.

Hajar sintió que Ashnod, desaparecida hacía muchos años, era la culpable. Sinella, para discutir y trazar, sin el temor que ella infundía en los generales y capitanes deguerra y que había hecho que ellos conspiraran en su contra, las distintas faccionesdentro del imperio se volvieron contra sí mismas. Urza era el enemigo permanente, peroél estaba muy lejos. Era Ashnod a la que todos odiaban y temían.

Había sido vista en Sumifa, decía un informe. No, en las Montañas de Colekgan,decía otro. No, se la vio en Yotia y estaba llendo a a vender sus secretos a Urza, decíaun tercero.  Nah…decía un cuarto, estaba muerta debido a sus propios dispositivosdiabólicos. Sea cual sea la verdad, Hajar sabía que el Imperio sufría sin ella.

La tos de Mishra cedió y el qadir de nuevo limpió la comisura de su boca con un pañuelo, un gesto automático en aquellos días. "Es difícil que tú lo entiendas, Hajar, pero sé que todos mis dispositivos se basan en algunos principios básicos." "Si ustedinsiste, El Más Pujante", dijo Hajar. "¡Y esta", indicó Mishra señalando el montón cadavez mayor de libros-"esta escuela de necios actúa como si esos principios básicos noexistieran! ¡No te hacen falta alas para volar o un transmutador para construir un

ejército! ¡Todo lo que necesitas es el pensamiento y la tierra, y puedes convertir deseosen creaciones!" Dio una golpe a otro libro, y una fuente de polvo salió disparada deentre sus cubiertas. "¡Bah!"

Mishra levantó su pañuelo de su boca y se retiró a su trono. Dejó caer su granvolumen en la silla y dijo: "Llama a los Gixianos".

Hajar se inclinó, pero no se movió. "¿Los Gixianos?""Han estado jugando con los trabajos de Ashnod durante años", le espetó Mishra.

"Tal vez tienen algún truco que pueda usar en contra de mi hermano.""Con todo respeto, El Más Honorable", dijo Hajar, "hay quienes dicen que se

apoya demasiado en los Gixianos."La frente de Mishra se arrugó y gruñó: "Hay quienes también dicen que confío

demasiado en tí, Hajar. Ahora tráeme a los malditos sacerdotes."Casi una hora más tarde tres de los sacerdotes fueron puestos a disposición de

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Mishra. A Hajar no le agradó los sacerdotes cuando llegaron por primera vez, y legustaban menos cada año que pasaba. Ellos habían infiltrado lentamente la burocracia yse hicieron muy valiosos para el imperio. Desde la deserción de Ashnod (sin importar siella había sido desterrada, si hubiera sido fiel a ellos, se habría quedado), se habíanapoderado de los laboratorios y mataderos de la mujer. Y se habían apoderado de los

 propios intentos leves de Mishra en el entrenamiento de jóvenes Fallaji como artíficies,convirtiendo las escuelas en una mera extensión de su sacerdocio.Un par de jóvenes Fallaji acompañaban al sacerdote principal, mientras se

acercaba al trono. Tal vez los Gixianos veían esto como un tributo a Mishra, pero Hajar pensaba en ello como una abominación. Estos jóvenes deberían haber sido guerreros. En

su lugar, eran encantadores de unareligión extranjera.

Peor aún, en los últimos diezaños, la Hermandad de Gix habíatomado la decisión de modificarsus propios cuerpos en su

adoración de la máquina. Tejían lacarne con eslabones de cadenas yescamas de metal, e inclusosustituían los miembros por torpesdispositivos mecánicos. Semutilaban y se declaraban a símismos más santos por estosesfuerzos.

El sacerdote principal eratambién una de estas abominaciones. No tenía ojos, sino más bien platos de metalcurvados cubrían las cuencas de sus ojos, pulidos hasta lograr el brillo de un espejo. Las

 placas había sido atornilladas a la cara del sacerdote en las sienes, y de vez en cuandoun hilo de sangre goteaba al lado de uno de los tornillos. El sacerdote estaba vestido conuna túnica pesada, y Hajar se preguntó qué otras partes de su cuerpo se habíamodificado en el nombre de su dios máquina. Reprimió un escalofrío y decidió que noquería saberlo.

El sacerdote principal se inclinó, y sus dos acólitos Fallaji copiaron sumovimiento como marionetas en sus cuerdas. "El Más Sabio, El Más Reflexivo, ElQadir Más Poderoso", dijo el Gixiano, "le ofrecemos toda la ayuda que podamos dar ensu ilustre nombre."

Mishra descansó las manos sobre su vientre, templando los dedos y tocándolos

suavemente. "Usted dijo que la Ciudad de Terisia guardaba un gran conocimiento".El sacerdote se inclinó de nuevo. "Así es. Mis hermanos caminaron entre suseruditos y aprendí mucho."

Mishra continuó: "Yo he revisado la mayor parte del material que hemosrecuperado y se determinó que carece de mérito".

Una vez más el sacerdote hizo una reverencia. "Si eso es lo que ha determinado,debe ser correcto", dijo suavemente. Hajar se preguntó si la columna vertebral delhombre, no se quebraría por cambiar de opiniones con tanta rapidez.

"Sin embargo, usted dijo que tenía un gran poder", dijo Mishra.Otra reverencia. "Ellos pueden haber ocultado sus verdaderas fortalezas de

nuestros ojos o envolverlas en misticismo, asumiendo que respetaríamos sus creencias",

dijo el sacerdote. Ladeó su neumática cabeza de acero, y añadió: "Somos muylaboriosos, pero no podemos verlo todo."

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"Pero no tenemos nada útil de la Ciudad de Terisia, salvo el saqueo tradicional",dijo Mishra, su voz sonaba gruesa de nuevo cuando los fluidos comenzaron aestablecerse en sus pulmones. Hajar se trasladó automáticamente a las brasas y virtióotro cazo de agua sobre ellos. Mishra inició otra tos larga, y los sacerdotes y Hajaresperaron a que finalizara.

"El Mas Ilustre", dijo el sacerdote principal, "hay algunas cosas que hemosaprendido.""¿Por ejemplo?" le solicitó Mishra."Los misterios del cuerpo humano", dijo el Gixiano del espejo plateado. "Hemos

estudiado mucho del trabajo de Ashnod, y creemos que lo hemos ..." Se detuvo unmomento y luego continuó: "...mejorado."

Mishra se inclinó hacia delante, su masa moviéndose debajo de él. "¿Mejorado?¿Cómo?"

"Ashnod pensó en el cuerpo como un recurso", dijo el Gixiano. "Nosotroscreemos que el cuerpo es una máquina y debe ser capaz de ser mejorado, como unamáquina, lo que lo hace más santo. Y más poderoso."

"¿Más poderoso?" dijo Mishra con carraspeo Mishra. "¿Cómo? ¿Puede serutilizado como un arma?"

El sacerdote principal se volvió hacia Hajar. Cómo era que el monje podía ver sinlos ojos confundió al Fallaji más viejo. "Podemos hablar con usted de esto", dijo elGixiano, "lejos de oídos indiscretos."

Mishra asintió con la cabeza. "Hajar, déjanos".Hajar dejó el cucharón. "El Mas Reverenciado, yo…""Dije, que nos dejaras", dijo Mishra nuevamente. "Quiero escuchar lo que los

 buenos monjes tienen que decir de la cuestión. Lejos de oídos indiscretos."Hajar comenzaron a discutir, luego se detuvo. Asintió con la cabeza, hizo una

 profunda reverencia, y salió de la habitación, cerrando las puertas adornadas detrás deél.

"Ahora", dijo Mishra, sonriendo e inclinándose hacia delante, hacia los tresmonjes, "cuéntame mas".

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4ta. Parte

 MASA CRITICA

(57 - 63 AR)

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Capítulo 30Tambores De Guerra

El demonio Gix se sentó en la caverna de Koilos y se hizo un festín con lasmentes de dos de sus seguidores. Uno de ellos era un espía que había llegado al oeste deArgivia y todavía era obviamente humano. El otro vino de la corte de Mishra, y ellaestaba llena de anillos y otros adornos de metal. Su brazo izquierdo era totalmenteartificial. Su rostro era un rictus de sonrisa que indicaba más trabajo en la mandíbula yla garganta.

Cada sacerdote se arrodilló a uno y otro lado del demonio, y él se apoderó de suscráneos y atravesó su carne con sus garras, absorviendo los recuerdos de su interior.Saboreaba sus experiencias, su vida desordenada y las emociones extravagantes,mientras él tomaba sus conocimientos.

El sacerdote más humano, el de Argivia, estaba, obviamente, celoso de su

compañera. Él no podía modificar su forma de la misma manera que lo había echo ella, pues tenía que operar entre los otros seres humanos en la capital de Argivia, Penregon.Pero este ser llano y sin adornos tenía una información maravillosa, del nuevodescubrimiento de una isla frente a la costa sureste de Terisiare. La nueva tierra estabaenvuelta en tormentas, pero una vez pasado el mal tiempo había una tierra rica queconquistar, similar a la primera esfera de Pirexia en su estado salvaje, pero más orgánicay desorganizada.

Echó un vistazo a través de la mente de la sacerdotisa de la corte de Mishra, y nohabía nada similar allí. Sí, habían allanado las notas de Ashnod y ya estaban utilizandocon éxito su trabajo en el cuerpo humano para modificarse a sí mismos. Y sí, cada mesque pasaba Mishra confiaba cada vez más y más en los sacerdotes, y ahora era

susceptible a las sugerencias y recomendaciones de la hermandad. Ahora Mishra estaba perjudicando gravemente las regiones en busca de recursos y había absorvido la mayor parte de las tierras hasta dejarlas secas.

Pero no había ni una palabra del descubrimiento de la isla dentro del sacerdote dela corte del Qadir Artífice.

Gix dejó que la información se asimilara a través de los registros de su propiamente. Quería reunir los dos pedazos de la piedra de poder , pero no estaba seguro cualde los dos hermanos lo haría por él. Mishra había sido el invasor inicial de su dominio,

 pero ahora estaba cada vez más en función de los títeres de Gix, los sacerdotes. Urza,envuelto en su propia jerarquía de partidarios y estudiantes, seguía siendo un enigma

 para Gix, pero con los recursos de esta nueva isla y con algo de tiempo sería capaz dedominar a su hermano.

Gix quería a uno de los hermanos muerto y al otro lo suficientemente debilitado para que no se pudiera interponer en su camino. Pero ambos seres humanos han estadotrabajando a través de sus apoderados, a través de sus propios secuaces, y no se habíanencontrado cara a cara en las últimas décadas.

Tal vez, pensó Gix, él podría cambiar eso.A la sacerdotisa repleta de metal de la corte de Mishra, le presentó la información

de que Urza había encontrado una nueva fuente de material para mantener enfuncionamiento sus máquinas de guerra. La mujer se estremeció cuando los nuevosdatos inundaron su cerebro, y una sola lágrima, grasienta anidó en la esquina de su ojo.

Gix ordenó al espía varonil regresar a Argivia y dejarse capturar. A continuación,debería revelar, sólo bajo tortura, que el mismo Mishra planeaba tomar como premio el

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reino de la isla personalmente, para lograr una bendición de materiales y abrir toda lacosta sur de los reinos de Urza a su ataque.

Casi como una ocurrencia tardía, el demonio quemó la parte del cerebro delhombre que contenía los sentimientos de los celos de su compañera monje. El hombresoltó un pequeño jadeo.

La máquinas no se sienten celosas, señaló Gix. Tampoco deberían hacerlo susadoradores.Liberó a la pareja, y la mujer se quejó cuando la conexión mental quedó rota. El

hombre se derrumbó, y Gix tuvo que convocar a un par de su-chi, parcialmenterestaurados por los sacerdotes, para que lo retiraran y se recuperara en otra parte.Teniendo en cuenta el daño hecho a su mente, no habría dificultad en ser capturado porlos Argivianos.

Gix se reclinó en su trono y chasqueó sus dedos con garras en conjunto. Ahora,finalmente, todas las piezas estaban encajando en su lugar.

* * * * *

Gwenna había estado allí cuando el invasor había arribado por primera vez yestuvo allí cuando comenzó la invasión. Titania no era tonta, y un invasor que escapabade la tierra se esperaba que regresara. Gwenna y otros de su clan habían sido reclutados

 para servir como observadores de la costa durante el siguiente año, o los siguientes diezaños, para evitar que los hombres provenientes del cielo pudieran retornar una vez mas.

Y finalmente regresaron, desde el cielo y el mar.Gwenna estaba en la línea de árboles con vistas a la playa de arena blanca, donde

el invasor habían aterrizado por primera vez. Era por la mañana, y las tormentas queformaban la barricada exterior de la isla eran una línea oscura en el horizonte.

Las manchas más oscuras aparecieron en el horizonte gris, haciéndose poco a poco cada vez más claras y más sólidas a medida que emergían de la lluvia. Lasmanchas oscuras rápidamente se transformaron en grandes barcos. Se trataba de unaflotilla de barcos a vela que salía de la tormenta.

Había otras manchas en lo alto, no más evidentes que mosquitos pululandoalrededor de las sombras más grandes. Gwenna se dio cuenta que eran las cosas

 parecidas a aves. Su pequeño tamaño junto a las siluetas más enormes hablaba deltamaño gigantesco de los barcos. Cada uno de los grandes barcos tenían que ser deltamaño de toda una aldea de elfos.

Mientras Gwenna miraba, más barcos se lanzaron fuera de la tormenta gris, yluego aún más. Algunos despedían humo negro, y otros vapor blanco; y otros,

hinchados con grandes velas, estropeadas por su paso por el mal tiempo, parecíanespectros que se acercaban a la orilla.Era una armada diferente a cualquiera que Gwenna pudiera recordar, ni siquiera

en los cuentos antiguos se hablaba de algo similar. Los invasores venían a Argot.La fuerza estaba tratando de llegar a una península situada al oeste a lo largo de la costa,y Gwenna comenzó a moverse en esa dirección. Pensó en moverse a lo largo de la

 playa, pero ya las cosas pequeñas parecidas a aves sobrevolaban aquél lugar, cayendoen picada y explorando el área. En cambio, se mantuvo sobre los niveles superiores delos árboles, corriendo a lo largo de las grandes ramas y saltando los abismos ocasionalesentre las ramas entrelazadas.

Encontró a la jóven Doril en su posición de control, mirando fijamente a la

armada en su marcha hacia ellos. Los ojos del elfo más jóven estaban llenos de temor.Gwenna la sacudió y le dijo a la jovencita que llevara la noticia de la invasión a la corte

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de Titania. Pero incluso mientras hablaba, Gwenna sabía que con una fuerza tan grande,Gaia misma ya lo debería saber. Si lo sabía Gaia, Gwenna se obligó a recordar, entoncesTitania, su reina, también debía ser consciente de ello. Sin embargo Doril estaba

 petrificada, así que huir fue una acción más que suficiente para ella en ese momento.Los invasores aterrizaron en el momento en que ella llegó con la noticia. Sus

 barcos no amarraron, sino que se introdujeron en la playa misma. Las proas de lasgrandes naves se abrieron, y de ellas se derramó un torrente de criaturas como hormigasde un hormiguero roto. Había hombres entre ellos, pero había otras cosas de un tipo queGwenna nunca había visto. Algunos parecían escarabajos de cabeza humanoide, estostomaron el perímetro de la cabeza de playa. Otros eran gigantes mecánicos con rodillasextrañamente dobladas, y ya estaban descargando suministros. Enormes creaciones

 parecidas a castillos retumbaron desde las entrañas de los barcos, erizadas dearmamentos y espadas. Una gran máquina con una boca de dientes aserrados y piernasde araña avanzó pesadamente hacia delante.

Si Gwenna tenía alguna duda en cuanto a su propia responsabilidad en estainvasión, esta desapareció cuando vio a la figura principal del asalto. Allí, entre los

seres mecánicos y los guerreros humanos, estaba su Invasor, el que ella se habíaabstenido de matar un año atrás. Estaba gritando órdenes a los hombres y las máquinas,y ellos respondían a sus palabras. Se volvió para escuchar a otro hombre, uno más alto,más viejo, con hombros anchos. Hablaron, y entonces el joven Invasor irrumpió en otraserie de órdenes, y las máquinas se inclinaron a su voluntad.

Las creación con patas de araña avanzó lentamente hacia la línea de árboles,mientras los gigantes mecánicos comenzaban a excavar los cimientos de una fortaleza

 por encima de la línea de la marea alta. Los dientes aserrados de la gran araña“comieron” los árboles, y el aserrín y la corteza volaron en todas direcciones, mientraséstas “masticaban” su camino hacia el interior de la selva.

Otros buques estaban desembarcando a lo largo de la playa, sus vientres serompían y daban a luz otras monstruosidades. Algunas de las naves habían quedadovaradas en los arrecifes, pero muchas otras lograban pasar a través de esos pozos pararepetir la escena de la que Gwenna fue testigo a lo largo de la costa. Encima de sucabeza, el cielo zumbaba con las cosas parecidas a aves, tanto grandes como pequeñas.

 No había tiempo para esperar una respuesta de la Corte de Titania. Estos no eraninvasores solitarios arrojados de algún naufragio. Esta era una fuerza, armada y

 peligrosa, que al momento de su desembarco comenzó el asalto de la tierra.Gwenna sabía que debía esperar la respuesta oficial, pero también sabía cual iba a

ser esa respuesta. Si esperaba el bosque se perdería. Su rama se estremeció cuando unode los grandes árboles de maderapálida fue destrozado, llevándose consigo dos árboles

con los que tenía ramas entrelazadasGwenna se retiró, retrocediendo hasta el corazón más profundo de la selva. Teníaque recoger al resto de su clan y formar una partida de guerra.

Los invasores no esperarían a una sutileza tal como lo era un permiso.

* * * * *

Ashnod se quedó mirando el sylex y sonrió. Le había tomado muchos años, perosus secretos finalmente habían sido develados.

Pasó un dedo por los labios de la taza. El mundo pareció oscurecerse a sualrededor, y ella le dio la bienvenida a esa oscuridad. Hablaba de un nuevo tipo de

 poder, un nuevo recurso que ella podría aprovechar.Ella había aprendido bien, a pesar de que su maestra había necesitado algo de

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ánimo para compartir los secretos de las torres de marfil. La erudita se había ido, perono estaba muerta. Ashnod habría encontrado una manera de preservarla si ellasimplemente se hubiera muerto, pero la mujer, en su lugar, se había escapado,desapareciendo en la noche ya sea por sus propios medios o con ayuda.

Poco importaba. Ella dejó la mayor parte de su conocimiento detrás.

Se requería una forma diferente de pensar, una manera que Ashnod tuvo problemas para entender al principio. El suyo había sido el mundo de la física, al igualque los otros artífices. Pero una vez que existió el concepto de que la misma tierra tenía

 poder, que sólo necesitaba ser liberado, el resto de la teoría cayó fácilmente en su lugar.Una vez que creías en la magia, esta podía suceder.Ashnod levantó la punta de los dedos de la taza, y el mundo volvió a la

normalidad. Este dispositivo era demasiado peligroso para su uso directo, pero lossecretos que revelaba eran lo bastante potentes para demostrar sus habilidades a Mishray para recuperar el lugar a su lado.

 Necesitaba su ayuda desesperadamente. Las tribus de los Fallaji finalmente seestaban cayendo a pedazos, y las naciones no Fallaji que habían conquistado estaban

siendo azotadas por la revolución y la guerra civil. A pesar de todo, una ola cada vezmayor de dispositivos se vertió a través de los pasos de la zona oriental de las factoríasy talleres de su hermano maldito.

Había establecido su propia casa en Almaaz, lejos de Sumifa, su capital, ahora enruinas, y enemistada una facción contra otra, mientras el país giraba hacia la disolución.En un momento ella pensó que podría unir a la nación y volver a Mishra como la reinade Almaaz, pero ahora...

El se impresionaría mucho más con el poder y el conocimiento que sostenía en susmanos que con poseer otra nación.

Hubo una sombra en la puerta…uno de sus propios acólitos, veterano de varioslados en la guerra civil. Ella había compartido algunos de sus secretos con sus alumnos,

 pero no los suficientes como para hacerlos a ellos peligrosos. Ella no les dijo nada de laverdadera potencia del sylex.

"¿Señora?" , dijo el acólito."Habla, Thaxus", respondió Ashnod grandiosamente."Noticias de Tomakul", dijo.Ashnod miró hacia arriba, sus ojos entrecerrados. "Lárgalas"“Ha llegado a Mishra noticias de que su hermano ha encontrado una gran isla,

llena de árboles y metales que le permitirán alimentar el esfuerzo de guerra."Ashnod asintió con la cabeza. Sí, este tipo de noticias harían que Mishra se

volviera aún más desesperado. "¿Es verdad?"

"El Qadir Artífice ha vuelto a abrir los astilleros en Zegon, y ha enviado a losesclavos para construir una flota propia", dijo Thaxus. "Tiene la intención de tomar laisla por sí mismo."

Ashnod asintió de nuevo. Sí, eso era muy parecido a Mishra. Necesitaba unanueva meta para mantener unido a su imperio, y la promesa de un botín fresco erasuficiente para hacer que los jefes de guerra Fallaji se mantuvieran a su lado. El iba anecesitar ayuda si quería tener éxito. Su ayuda.

La noticia tenía por lo menos tres meses de edad. Mishra ya habría terminado sus barcos.

Thaxus pasó de un pie al otro, y cuando Ashnod miró hacia arriba, había fuego ensus ojos.

"Ensilla mi caballo", dijo, "con provisiones para un viaje largo.""¿A dónde vamos?" preguntó Thaxus.

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"Vosotros no vais a ninguna parte", dijo Ashnod con una sonrisa maliciosa, quelos aprendices habían aprendido a temer. "Yo, en cambio, voy a casa".

* * * * *

El Artífice Menor Sanwell, que hacía una vida atrás se había encontrado con Urzaentre las ruinas de Kroog, encontró al Señor Protector en su taller. Una gran área habíasido despejada en el centro de la habitación, y una esfera brillante flotaba en el centro.

La esfera brillaba con un colordesconocido para Sanwell, unacombinación de remolinos amarillosy verdes que parecían grabar suintensidad en sus ojos por lo que aúneran visibles incluso cuando losapretó fuertemente contra elresplandor. Rayos bailaron en la

superficie de la esfera mientras estagiraba, sin apoyo, en el centro de lahabitación.

Sanwell quizo gritar, pero Urzase fijó en él y cortó la alimentaciónde la máquina por sí mismo. Laesfera escupió un último arco de rayo verde, y luego flotó suavemente hasta el suelo.Sanwell observó que el pelo blanco del Señor Protector había quedado de punta ysupuso que el suyo también había quedado así, dentro del campo del gran dispositivo.

"Rakalite", dijo brevemente Urza, sonriendo, como si el nombre lo explicara todo."Trabaja con el mismo principio que los amuletos antiguos de Kroog, envolviendo elcuerpo en un campo de protección que acelera su curación. ¿Qué tienes?"

"El espía, Milord".La sonrisa de Urza desapareció, y Sanwell podía ver al viejo hacer la transición

mental de pensar en sus dispositivos a pensar en la guerra. "¿El Gixiano? ¿Qué pasa conél?"

"Finalmente le hicimos hablar", dijo Sanwell bruscamente. "Me temo que tuvimosque quebrarlo para hacerlo."

"Por supuesto", dijo en voz baja Urza. "¿Qué es lo que sabía?""Era un Gixiano, un sacerdote de la orden", dijo Sanwell. "Y sí, estaba pasándole

información a Mishra. Él nos dio algunos otros nombres, pero ya han huido del reino."

"El qadir lo sabe", dijo Urza bruscamente. "El sabe sobre la isla."Sanwell asintió con la cabeza. "Tu hermano…El Qadir, se dice que estáconstruyendo su propia flota de invasión y que la esta liderando el mismo hacia la isla."

"Tawnos está ahí", dijo Urza. "Harbin esta liderando la expedición." El viejoapretó las palmas juntas. El movimiento elevó sus hombros, y a Sanwell esto le hizorecordar a un buitre albino. Se quedó en silencio durante un largo rato, mirando endonde la esfera de color extraño ahora descansaba en el suelo. Murmuró algo Sanwellno pudo oír.

"¿Milord?" preguntó Sanwell."Dije que me voy," gruñó Urza mirando a Sanwell. Su rostro estaba agotado, y

todo el espíritu que había estado allí momentos antes había sido extraído del mismo.

"Me voy a la isla. Para encontrarme con mi hermano por última vez." 

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Capítulo 31Magia y Máquinas

Harbin llegó a la Corte de la Reina Titania de los elfos de Argot.

Le sorprendió descubrir que la isla tenía su propia reina. De hecho le sorprendiódescubrir que la isla estaba habitada por más que árboles y babosas de colores. Nada desu anterior exploración mostró claros, fogatas, o cualquiera de las artimañas normalesde la civilización.

Pero estos elfos no eran normales. Ellos vivían en los árboles mismos, y loshabían inclinado a su propia voluntad. Grandes catedrales de espacios abiertos habíansido cultivadas en el centro del bosque, y los elfos habían hecho sus casas entre lasramas. La Corte de Titania era la mayor de las catedrales, y banderas de verde, dorado,y blanco goteaban de la sobrecarga de las ramas.

Harbin había aterrizado sugrupo de ornitópteros en un claro amedia milla de distancia. Fue recibido

 por un pequeño ejército de elfos,vestido con una armadura hecha decañas barnizadas y armados con lanzascon puntas de hueso afiladas.Desperdigados entre los elfosguerreros había hadas, pequeñoshumanoides con alas de libélulas, ydetrás de la líneas de los elfos seobservaban centauros y criaturas

gigantes arbóreas que se parecíanmucho a la selva que les rodeaba.Entre la guardia armada había un solo elfo alto, casi tan alto como Harbin

mismo. Estaba vestido con una túnica verde y blanca que parecía arremolinarse en tornoa su cuerpo como una nube. Sostuvo las palmas de sus manos hacia arriba. Harbin ledevolvió el gesto. En Argiviano, el elfo dijo: "Tienes que venir con nosotros. Ningúndaño caerá sobre ti, mientras que estés bajo el poder de Titania. Yo soy su Portavoz".

La voz fue corta y precisa, otra sorpresa para Harbin. Los elfos que habíanluchado hasta la fecha tenían su propio idioma y no mostraban ni la capacidad ni elinterés de comunicarse, y sólo habíanluchado, con uñas y dientes, por cada

 pedazo de tierra de la isla.Las incursiones comenzaroncasi inmediatamente después delaterrizaje de Harbin y crecieron enintensidad con cada mes que pasaba.Las torres de la costa estuvieron bajoasalto casi de inmediato, y losequipos de trabajo fueron víctimas defrancotiradores tan pronto comoentraron en el bosque propiamentedicho. Había sido necesario limpiar la

tierra a una milla de cada torre, eincluso esa había sido una operación

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difícil. A menudo, el bosque en sí comenzaba a crecer de nuevo a menos que el cepillolo limpiara y quemara periódicamente.

Luego vinieron los ataques másimportantes, de los elfos, los centauros, yarbóreos. Hubo masivas batallas en contra

de seres toscamente armados quieneslucharon con la pasión de rabiososanimales. También había animales entreellos: pumas, lobos y otros animalessalvajes. Al principio Harbin pensó que losejércitos expulsaban a los animales delantede ellos, pero pronto se dió cuenta que loselfos ejercían cierto control sobre lascriaturas sin sentidos, así como losArgivianos hacían lo mismo sobre sus

máquinas. Hacían ataques relámpago desde la línea fronteriza de árboles, y luego se

desvanecíann en el bosque una vez que llegaban las fuerzas Argivianas. Aquellos que persiguieron a los elfos bajo el dosel de color verde fueron emboscados.

Almenas rodearon las torres y empalizadas de reciente madera tallada seestablecieron a una distancia razonable de la frontera en avance constante. Fuertes ymodificados ornitópteros, ahora llamados ornibombarderos, bombardearon la selva para

 borrarla de toda vida silvestre y de partidas de incursores elfos antes de que lasmáquinas cortadoras de madera pudieran avanzar. Poco a poco, los recursos fueronsacados de la tierra y utilizados para hacer mas empalizadas, almenas, y máquinas.

Las pérdidas eran horribles, tanto de hombres como de máquinas. LosArgivianos rara vez veían a sus oponentes, pero de repente aparecían, una enormehorda de elfos, o una bandada de hadas, o un ejército de arbóreos. Un grupo de estosúltimos había llegado a una de las torres de la costa y comenzó a tritura los barcos desuministro antes de que los Argivianos cayeran en la cuenta de que los arbóreos sequemaban lo mismo que cualquier otro árbol.

Una mañana los ataques se detuvieron tan rápido como habían empezado. Sietedías más tarde apareció un elfo a las puertas de la empalizada, sin armas y llevando un

 pergamino.Harbin mismo estaba en esa fortaleza y ordenó a los guardias abrir las puertas

 para permitirle parlamentar con el elfo, pero también les dijo que estuvieran listos paracerrarlas en caso de que sea una trampa.

 No lo era. El elfo extendió el rollo, y Harbin se lo quitó. Era un mapa de una

ubicación a unos pocos cientos de kilómetros tierra adentro. Una nota adjunta, en unaescritura fluida, decía que si quería parlamentar, debía aparecer en ese lugar en una horadeterminada.

Harbin asintió con la cabeza a la mensajera. El elfo dió un paso atrás y se giró para irse. Vaciló por un momento, y Harbin casi juró que iba a decir algo ella misma.Pero esta se limitó a menear la cabeza, y volvió a la línea de árboles. En el momento enque pasó por debajo de las sombras de los árboles había desaparecido.

El tiempo que les habían dado no era suficiente para informar de esto aPenregon, y después de algunos arreglos, Tawnos permitió al joven a ir a la reunión,

 pero insistió en que llevara un grupo de ornitópteros con él.Ahora el Portavoz llevaba a Harbin bajo los árboles y hacia la Corte de Titania.

Había dejado dos hombres detrás para vigilar los ornitópteros y se llevó dos con él. Si lareina violaba su palabra de paso seguro, importaría poco si estaban juntos o separados.

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Ellos fueron precedidos y seguidos por pálidos guerreros elfos, sus caras pintadas con tiza. La procesión estaba flanqueada por otras razas que vieron mientrasmarchaban por allí. Una vez Harbin juró que vio una cara humana entre la multitud,

 pero se había ido y él no podría hacer una pausa para averiguarlo.Por fin, les dejaron entrar en la gran catedral, bañada en una luz verde

 proveniente del dosel de hojas. El sueloera firme y uniforme (la mayor parte dela isla bajo los árboles era pantanosa ydesigual, haciendo aún más lento sutrabajo). Un enorme grupo se hizo

 presente, flanqueado por aún mas elfos yhadas, tratando de mirar a los invasores.Al frente habían seres humanos vestidoscon túnicas marrones y encapuchados.Cuando pasó Harbin a este le parecióque lo odiaban a muerte.

Al final de la procesión había unatarima grande, sus pasos subieron a una

 plataforma de mármol blanco, queterminaba en un trono tan verde como el corazón de la selva. Sentada en el trono estabala propia reina.

Su belleza era sobrenatural. No, pensó Harbin, su propia esencia erasobrenatural. Su cara parecía una máscara de jade, estrecha y puntiaguda en la barbilla.Su forma era ágil y delgada y, si estuviera de pie, sería más alta que Harbin. Estabacubierta con zarcillos y enredaderas, del color brillante amarillo-verdoso de los brotesnuevos, pero sus ojos eran profundos, antiguos, e insondables.

El Portavoz le indicó a Harbin que permaneciera en la base de la tarima y tomóuna posición dos pasos hacia arriba y hacia un lado de la reina. Titania estrechó su caramientras observaba a Harbin, y el hombre tuvo la sensación de que ella le estabadescortezando mentalmente su piel para obtener un vistazo a su alma interior. No erauna sensación agradable.

Hubo un silencio por unmomento. Entonces la reina habló y sus

 palabras fueron música. Harbinentendió que su lengua estabarelacionada con las lenguas élficas quehabía oído antes, como la música de

cámara estaba relacionada con loscantos bárbaros. Su voz lo paralizó yllevaba un fuego propio en su interior.

El Portavoz dijo en su tonocortado, "Hablo en nombre de la reinaTitania. Titania habla por la diosa Gaia,más generosa y todopoderosa. Argotestá bajo la protección de Gaia y es elhogar de sus hijos. Usted no es bienvenido aquí, usted debería irse."

A pesar de todos los trinos suaves, era un mensaje contundente. Harbinrespondió. "Yo traigo la acogida de los reinos combinados de Argivia, Korlis y Yotia,

su rey y su pueblo. Traigo la acogida del Señor Protector del reino, Urza el MaestroArtífice. Yo soy el hijo de Urza, Harbin. Hábleme como lo haría con él."

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El Portavoz transmitió el mensaje a Titania, y Harbin se preguntó por qué lamujer vestida de vid sonrió por un breve instante. Luego volvió a hablar, y el Portavoztradujo.

"Ella sabe quién y qué es usted", dijo. "Ella quiere saber si usted entiende lo queacabo de decir."

Harbin respiró hondo. "Dile que he escuchado sus palabras. Pero también le digoque nuestra gente no saldrá de esta isla."Una vez más, las palabras fueron transmitidas, y la respuesta de Titania fue

 breve, como una puñalada."Entonces su pueblo va a morir aquí", dijo el Portavoz. "Ustedes han despojado

la tierra y deben ser castigados. Esa es la Ley de Gaia"."Si se me permite", dijo Harbin, levantando una mano vacía. "Titania debe saber

que mi pueblo necesita la madera de sus orillas y los minerales debajo de sus colinas.Estamos en guerra contra un poder aún mayor y áun mas oscuro y necesitamos de todoslos recursos que podamos reunir."

El Portavoz ni siquiera

esperó a traducir esto, sino que selimitó a repetir: "Ella sabe quiéneres y qué eres. Usted no es

 bienvenido aquí, usted debe irse."Harbin alzó la otra mano.

"El hermano de mi padre amenaza atoda nuestra tierra con grandesmáquinas de destrucción masiva.Sin la madera y el mineral para

 protegernos a nosotros mismos,seremos destruidos. Con nuestradestrucción, Mishra encontrará sutierra y él también la destruirá."

El Portavos tradujo, y lareina Titania permaneció en silencio en su trono, su rostro impasible. Harbin habíaesperado una reacción más inmediata.

Entonces se le ocurrió. La Reina Titania no estaba realmente presente en esagran sala. La hermosa criatura que tenía delante era un maniquí, una marioneta operadadesde lejos. Se veía realmente viva, pero no era más que vid y madera. ¿La Titaniainvisible estaba considerando sus palabras, o estaba ocupada en otras cosas, consultandocon sus asesores?

Finalmente Titania habló, y el rostro del Orador se tensionó mientras escuchaba.A Harbin, dijo, "Su enemigo ha encontrado ya nuestra tierra. Él ha aterrizado enlas costas occidentales con una fuerza tan grande como la suya propia. Al igual queustedes, ya está despojando la tierra que toca."

"Es como le dije", dijo Harbin. "Él tiene grandes y poderosos mecanismos dedestrucción."

"¿Y en qué se diferencian de vuestras propias máquinas de destrucción,humano?" , dijo el Portavoz, sin transmitir el mensaje a su reina.

Harbin se enfureció por un momento y luego dijo: "Dile a tu reina que si se alíacon nosotros, podemos defenderla contra Mishra."

El Portavoz hizo una pausa por un momento, luego transmitió el mensaje. La

respuesta fue breve y gutural, y Harbin en realidad no necesitaban la traducción."Ella dice, 'No, gracias'", dijo el Portavoz diplomático.

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Harbin se exasperó. "Usted no entiende. A menos que se alie con nosotros, amenos que nos permita cosechar algunos de sus recursos, Mishra destruirá toda sutierra. Sólo siendo nuestra aliada pueden esperar sobreviv…"Harbin fue interrumpido por una explosión larga y estremecedora de la reina. Su rostrose llenó de ira, y Harbin se maravilló por un momento la forma en que el maniquí

 parecía realista."Los enanos de las Montañas Sardianas eran sus aliados", dijo el Portavoz."¿Dónde están ahora?"

Harbin se quedó atónito. "¿Cómo sabes de los Enanos Sardianos?" le espetó."La diosa Gaia lo sabe todo. Habla a Titania", dijo el Portavoz. "Titania me

habla a mí. ¿Dónde están tus antiguos aliados?""Nunca he oído que los llamaran aliados", dijo Harbin, recuperándose. "Ellos

eran otra raza que habitaban en los límites de Argivia, en las montañas. Se negoció conellos por el metal y luego se descubrió que también estaban comerciando con Mishra."

"Ustedes los mataron", dijo Titania, en un lenguaje claro y comprensible a losoídos de Harbin. "Su gente mató a los Enanos Sardianos. Pocos sobrevivieron, como

esclavos o exiliados, pero sus minas han sido saqueadas y sus salas son madrigueras detrasgos. ¿Es este el destino de sus aliados?"

Incluso con rabia, incluso hablando su propio idioma, su voz era hermosa.Harbin tartamudeó y dijo: "Yo era sólo un joven en ese momento, pero…"

"¿Y Yotia?" dijo Titania. "Su madre es Yotiana, humano. ¿Cómo le ha ido a sunación como aliado? ¿No es su frontera norte una lámina de arena fundida y cristalnegro?"

"¡Eso no es culpa de mi padre!" Harbin, dijo con vehemencia. "¡Fue Mishraquien hizo eso!"

Titania no escuchó. En cambio, inclinó la cabeza, como si estuviera escuchandouna música que nadie más podía oír.

Entonces la reina de los elfos se puso rígida en su silla y gritó.Harbin dio un paso atrás, junto con la mayoría de la corte. El rostro de la reina

estaba retorcido, y Harbin podía ver partes de su máscara de madera astillarse mientrasgritaba. Hojas caían de su vestido cubierto de viñas y los zarcillos verdes se salieron decontrol. Ella se retorció en su silla una vez más y luego se quedó inmóvil.

Harbin fue de repente muy consciente de dónde estaba: en el corazón de unterritorio desconocido. Rodeado de seres que habían luchado con trabajo desde susinicios. Protegido de ellos sólo por la palabra de su monarca, que sólo había chillado dedolor cuando él le gritó.

Harbin no se dio la vuelta, pero se imaginó a todos los elfos, centauros y hadas

en la bóveda forestal sacando sus armas.Pero así como el ataque de Titania se produjo tan rápidamente, tambiénrápidamente cesó. La reina se agitó y se recogió a sí misma, y Harbin, vio que su ropajeverde estaba volviendo a crecer.

Sin embargo, cuando ella lo miró, Harbin vio que sus ojos eran pozos profundos,cansados, y de pronto parecía fatigada y demacrada.

"Usted y los otros invasores apestan," dijo simplemente y en silencio. "Huelen ametal y aceite de máquina. Ambas partes saquean nuestras tierras, y ambas partes seránexpulsadas. Argot no es vuestra tierra, hijo del artífice. No pertenece ni a tu padre ni asu hermano. Ve ahora. Dile a los otros seres humanos este mensaje: Vállanse ahora oserán expulsados de nuestras costas".

Titania bajó su cabeza. El Portavoz dijo: "Esta audiencia ha terminado".

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Harbin quería insistir en su punto, para advertir a Titania más del peligro deMishra, pero su maniquí ya se desenmarañaba, las vides y las hierbas comenzaron adeformarse, pudriéndose mientras se separaban. Finalmente todo lo que quedó en eltrono fué una máscara de jade.

"Se lo protegerá todo el tiempo que permanecezca dentro de nuestras tierras",

dijo el Portavoz. "Ahora debe irse".Harbin y los otros dos pilotos fueron escoltados por los pasillos, con el Portavozcaminando junto a él. Había tantas preguntas aquí, tanto había sido dicho y no dicho.Había fracasado para que los Argivianos tomaran la madera y los minerales y no había

 podido obtener el permiso. Pero también sabía que el permiso de esta reina extraña nollegaría nunca. ¿Qué dispositivo utilizaba para animar a su títere? ¿Ella estaba presente,incluso ahora, observándolos?

Había otro rostro humano en la multitud, con el rostro sombrío y enojado.Harbin pensó de en los hombres vestidos de marrón y le preguntó al Portavoz: "¿Hayhombres aquí?"

El Portavoz asintió, pero sin perder un paso. "Si los hay. Pero no son amigos

tuyos, hijo del artífice. Odian a los artefactos y todos los dispositivos y huyeron anuestra isla para escapar de ellos años atrás."

Harbin pensó por un momento y dijo: "¿Así es como ustedes saben acerca deUrza y Mishra? Son refugiados de la parte continental".

El Portavoz sonrió. "Los Druidas de Citanul llegaron aquí hace siglos, Hijos delCreador de la Máquina."

"Pero usted dijo que odiaban a los artefactos.""¿Tú crees?" dijo el Portavoz, "que el tuyo es el primer imperio que depende de

la tiranía de la máquina? ¿O el último?" Como Harbin no respondió, el Portavoz preguntó: "¿Por qué haz traído tus dispositivos voladores aquí?"

"¿Los ornitópteros?" Harbin, dijo. "Era la manera más rápida de llegar. Y así nodañar a tu preciada madera."

"Fue una demostración de poder", dijo el Portavoz.Harbin se sintió avergonzado. El Portavoz estaba en lo cierto. Pero después de

ver lo que la reina podía hacer, él no se sentía particularmente poderoso."Sí, lo es", dijo el Portavoz sin problemas. "Una pequeña muestra de poder.

Ahora nos permitirás una pequeña muestra de poder en respuesta."Llegaron a la cañada donde los ornitópteros habían aterrizado. Las cinco

máquinas estaban allí, al igual que los dos Argivianos dejados como guardias. Habíanmas guerreros élficos y más de los seres humanos envueltos en sus capas marrones. LosDruidas de Citanul.

"Observa", dijo el Portavoz, yseñaló a los seres humanosencapuchados.

Los druidas comenzaron uncanto al unísono. Era un canto bajo,sentido casi en los huesos más queescuchado por los oídos, y utilizabanla lengua que el Portavoz habíaempleado al hablar con Titania. Susvoces se elevaron y luego cayeron,dividiéndose en coros separados,

tejiéndose y entretejiéndose entre sí.Los pilotos buscaron sus

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armas, pero Harbin levantó una mano para detenerlos. Ninguno de los elfos se movió.Entonces los ornitópteros comenzaron a moverse por su propia voluntad. Al

 principio Harbin pensó que era una simple brisa captada por el viento, pero sus alascomenzaron a desplegarse por completo. Y luego más allá de sus límites. MientrasHarbin observaba, las poleas a lo largo de las alas se arrancaron de sus anillos y los

alambres se rompieron, su filoso tañido interrumpió el canto de los monjes.Uno de los pilotos gritó y salió corriendo de su artificio, pero ya era demasiadotarde. Los ornitópteros se alzaron como caballos corcoveando, batiendo sus alasmoribundas contra el suelo. Por un momento, parecían pájaros vivientes heridos. Luegose derrumbaron sobre sí mismos, sus soportes y la tela no pudo soportar su propiaanimación repentina.

Allí donde los ornitópteros había estado, ahora existían cinco pilas de maderarotas y despellejadas. Ya, los elfos y druidas estaban empezando a alejarse,desapareciendo entre los árboles.

"Vuestra demostración de poder. Nuestra demostración de poder", dijo elPortavoz. "Sepan que nosotros podríamos haber hecho esto una vez que estuvieran en el

aire, pero que están bajo la protección de Titania hasta que se vayan de nuestras tierras. No tienen nada que temer hasta que lleguen a las tierras que han despojado".El Portavoz sonrió, y fue una sonrisa significativa, satisfecha de sí misma. "Que tengasun agradable paseo, humano," dijo, y luego él también desapareció.

* * * * *Mishra se había movido más rápido de lo que Ashnod había asumido. Se había

ido en el momento en que ella llegaba a Zegon. Se había ido con la flota de invasión aarrebatarle la nueva tierra a Urza. Sólo a través de favores personales y amenazasigualmente personales pudo Ashnod tomar pasaje en uno de los barcos de suministrosiguiendo la estela del ataque inicial.

Ella pudo ver la nueva tierra antes de que apareciera en el horizonte. Estabamarcada por una espesa columna de humo que creció a medida que su barco pasó através de las tormentas, como un faro oscuro llamándole hacia adelante.

La orilla era un resto ennegrecido de tocones quemados, que sobresalían de latierra como dientes podridos. Ya la línea de los árboles había sido empujada casi hastael horizonte, y las factorías de Mishra ya estaban reunidas y trabajando a toda máquina

 para convertir esos recursos que sobrevivían en armas útiles.Ashnod se movió entre los escombros y descubrió indicios de que la ocupación

no había sido sin oposición. Había una coraza rota que había sido un dragón mecánico,no muy lejos del muelle en el que había atracado, y pasó cerca de una tumba abierta

llena de cuerpos de transmutadores y algunos que parecían elfos.Quizo buscar a Mishra desde el principio, pero al atracar se lo pensó mejor.Mishra la había desterrado y puede que no esté muy contento de verla. Es mejorconsultar con la primera jerarquía.

En su lugar fue a buscar a Hajar. Lo encontró, muy cerca de la costa, tratando dequitarle el lodo a una máquina de guerra que había hundido sus ejes muy profundo enun pantano.

Hajar miró fríamente a Ashnod, y luego asintió. Fue una bienvenida más cálidade lo que había esperado. Tal vez el hombre de más edad había madurando."Estás de vuelta", dijo brevemente.

"Nuevos horizontes, nuevas oportunidades", respondió ella. "¿Hay alguna

 posibilidad de llegar a ver la punta de sus plumas?" Dejó su mochila en el suelo y alzóuna caja pesada. "Traje regalos."

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Hajar no le dijo nada, pero le paso la molestia de extraer la máquina titánica a unsubordinado. Él comenzó a caminar más lejos de la orilla, y Ashnod le siguió, llevandotanto la caja como la mochila. Hajar no se ofreció para llevarle alguna de las dos, yAshnod observó que había una leve inclinación en los hombros del viejo Fallajimientras este se movía. Los años transcurridos cuidando las espaldas de Mishra

finalmente estaban jugando en contra del inclinado guardia.Llegaron por fin a una garita y una fortaleza enorme de tosca madera y de piedrasin argamasa. Parecía como si hubiera visto algo de lucha por que las paredes exterioresestaban quemadas por las llamas.

"Entiendo que ha habido problemas", dijo Ashnod.Hajar asintió con la cabeza. "La tierra está ocupada y se debe tomar, centímetro

a centímetro".Ashnod asintió en respuesta. "¿Hay alguna posibilidad de hablar con los dueños

originales?""Un líder de su pueblo apareció aquí poco después de que llegamos", dijo Hajar.

"Una mujer verde, envuelta en hojas y ramas en espiral."

"¿Y cómo fue?" preguntó Ashnod, ya conociendo la respuesta.Hajar suspiró. Un pequeño suspiro, pero un suspiro al fin. "Mishra ordenó a los

dragones mecánicos que la prendieran fuego. Ella gritó y se convirtio en astillas. Luegolos ataques comenzaron de nuevo."

"¿Cómo está?" -le preguntó mientras pasaban dentro de las puertas grandesdejando atrás la garita. "Mishra, quiero decir."

"Él está…", dijo Hajar, y luego miró a Ashnod. Ella vio que había unablandamiento en su rostro delgado. "Y no está. Lo vas a entender cuando lo veas denuevo."

El salón del trono del fortín era un áspero, conjunto frontal, un estrado toscohecho de losas de piedra con la silla del capitán traída de una de las naves sirviendo detrono. Estaba flanqueada por dos Gixianos, uno con un brazo artificial, y el otro con una

 placa de acero atornillada a la cara a través de los ojos.Hajar permaneció junto a la puerta, y Ashnod cayó en la cuenta que la jerarquía

había cambiado en su ausencia.Allí estaba Mishra. Estaba más delgado y más musculoso de lo que había estado

la última vez que lo había visto. La grasa que tenía antes ahora se había convertido enmúsculos ondulantes bajo sus ropas. Su cabello y su barba parecía oscuro. Ashnodsupuso que el viejo por fin se había rendido a su vanidad y había utilizado un poco deungüento Zegoniano para ocultar su edad.

Pero sus ojos estaban tan vivos como nunca lo habían estado, curiosos y

 procuradores. Ashnod había olvidado esa mirada con el paso de los años.Todavía tenía el anj afilado de Sarint escondido en su cinturón, a pesar de queesa tierra estaba en plena rebelión. Ashnod se hizo una nota mental de no mencionarlo,ya que todavía podía ser una cuestión delicada. Puso la caja en el suelo y la mochila

 junto a él y se postró ante el Qadir Artífice."Le traigo saludos, O Maestro del Desierto y ahora Dueño del Mar", dijo ella,

levantándose sin esperar a que se lo mandaran."Pensé que te había desterrado", dijo Mishra sombrío. "Dije que mandaría

matarte si te encontraba dentro de mi territorio nuevamente.""Así es, El Unico y Más Sabio", dijo Ashnod filosamente ateniéndose a los

modos formales de súplica hasta que pudo discernir el temperamento de Mishra. "Y si

realmente dominara esta tierra, nunca hubiera elegido arrriesgarme a caer en tu ira por

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comparecer ante la corte. Pero parece que hay algunas dudas acerca de quien tiene elcontrol por el momento, y le ofrezco mi ayuda para hacer suya esta tierra."

Miró la cara de Mishra, buscando alguna sonrisa, algún tipo de reconocimientoque demostrara su alegría por verla de vuelta. Todo lo que vio fue un fuego sombríoardiendo detrás de sus ojos.

"¿Qué oferta de ayuda es esta?" dijo."He errado mucho durante mi…larga ausencia", dijo Ashnod, abriendo la partesuperior del arcón. "He aprendido muchas cosas y encontrado muchos artículos que

 pueden ser de utilidad para usted."Sacó un plato cobrizo de la caja. "Creo que puedo usar este simple sylex para

determinar nuestro futuro", le dijo con una sonrisa, sosteniéndolo en alto.Mishra no cambió de su posición sino que observó a Ashnod y su regalo. "¿Me

traes platos de metal?" dijo. "¿Te has convertido en un herrero en tu ausencia?"Ashnod bajó la taza, decepcionada. "Esto es más que un plato común, O más

Poderoso. Hay fuerzas en el mundo más allá de las simples máquinas. Me he esforzado por dominar esas fuerzas".

"Magia", interrumpió Mishra."¿Perdón?" preguntó Ashnod, sorprendido."Magia", repitió el qadir, "como en la que creían los tontos esos de la Unión de

la Ciudad de Terisia.""A falta de una palabra mejo..." comenzó Ashnod, pero Mishra la cortó."La magia", dijo por tercera vez, "no existe. Son todos trucos, hechos por humo,

espejos y otros dispositivos. He hecho esos trucos. Lo mismo has hecho tú, para engañara los crédulos. La magia no es real. No me molestes con esas trivialidades. "

"El Más Comprensivo", dijo Ashnod, "No creo que el poder de los Estudiosos delas Torres de Marfil sea trivial…"

Mishra se echó a reír. Fué una risa fuerte, como un ladrido, que a Ashnod no legustó en absoluto. "Nunca pensé que viviría para ver el día en que la grande y poderosaAshnod, Ashnod la Indiferente, se convertiría en una simple comerciante charlatana,

 buscando estafarme para recobrar mi favor."Ashnod sintió que se le enrojecía la cara por la reprensión. Esto no estaba llendo

de la manera que ella esperaba en absoluto. Ella dijo: "Yo le puedo ofrecer alguna pequeña demostración…" 

Una vez más Mishra le interrumpió. "Guarda tus demostraciones para loscrédulos, Ashnod. Conozco tu charlatanería. Y la he extrañado. Pero he cambiado en tuausencia, incluso si tú no." Él la miró, larga y duramente, y Ashnod, por primera vez enmuchos, muchos años, se preguntó en qué estaba pensando.

Finalmente Mishra dijo: "Eres bienvenida a quedarte con mis fuerzas, Ashnod, oirte como mejor te parezca. Alzo tu destierro. Pero debes saber que tus acciones seránvigiladas". Señaló ligeramente con su cabeza hacia uno de los sacerdotes. "Si haycualquier signo de traición, yo personalmente te convertiré en un transmutador. ¿Soyclaro?"

"Como el vidrio", dijo Ashnod frunciendo el ceño. "¿Pero podemos hablar por lomenos en un ambiente menos formal?"

"Vendrás cuando yo te llame", dijo Mishra, "o no vendrás en absoluto. Tú eres brillante a tu manera, Ashnod, y estoy seguro de que, si volvieras a tu trabajo real, a laconstrucción de artefactos, tu talento florecerá otra vez. Puedes irte. "

Ashnod dudó un momento, y Mishra dijo otra vez: "Puedes irte.". Esta vez su

voz sonó duramente.Ashnod se inclinó de nuevo, y se retiró de la sala. Hajar la siguió.

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"Bueno, eso fue bastante mal", dijo, y se volvió a Hajar. "Las cosas han idocuesta abajo por aquí mientras yo no estaba."

"Ha sido muy notorio", dijo simplemente Hajar.Ashnod quizo preguntar más, para averiguar cuanta era la influencia de los

Gixianos, o quién manejaba realmente las cosas detrás del trono de Mishra cuando la

 puerta se abrió detrás de ellos. El sacerdote con los ojos de acero plateado surgió y seinclinó, ligera y superficialmente, ante Ashnod."Estamos interesados en su recipiente", dijo el sacerdote."¿Esa pieza trivial de magia?" dijo Ashnod levantando una ceja, "¿Esa magia en

la que tu señor no cree?"El sacerdote se inclinó de nuevo, y Ashnod juró que cuando lo hizo escuchó algo

hacer clic y silbar. "La hermandad está siempre abierta a nuevas posibilidades, y, siresultan ser ciertas, pueden presentarse adecuadamente a El Mas Majestuoso y SerenoPersonaje. El tazón, por favor."

"No lo creo", dijo Ashnod.El sacerdote la miró, si se puede decir que algo sin ojos pueda mirar a alguien.

"Se nos ha ordenado que le vigilemos, antiguo aprendiz. Tenemos el oído deMishra, y podemos ser sus mejores aliados en su corte..." Él sonrió, pero todos losdientes habían desaparecido. "…o sus peores enemigos. El recipiente, por favor."

Ashnod miró a Hajar, y dijo: "¿Es este el camino de la corte, ahora, dondeasaltos mezquinos son comunes en sus salas?"

Hajar no dijo nada. O más bien, se quedó mirando el suelo debajo de el, y sumirada lo decía todo.

"Ya veo", dijo Ashnod, y le dio el cofre al sacerdote. "Por favor, acepte esteregalo como muestra de mi agradecimiento", dijo con los dientes apretados. "Espero que

 pueda haber alguien presente que les ofrezca ayuda cuando se ahoguen por utilizarlo."El sacerdote tomó el cofre y le dio otra sonrisa sin dientes. "Sabíamos que

demostraría sabiduría", dijo, "una vez que la situación se hiciera clara para usted." Y sefue, de vuelta al trono de Mishra.

Hajar no dijo nada después de eso, pero él no tenía que hacerlo. Acompañó aAshnod a una ciudad de carpas donde la mayor parte de la corte había acampado. Ellatendría una tienda privada, como lo había ordenado el qadir, y el permiso para entrar ysalir cuando quisiera. Si necesitaba algo, ella se lo podía pedir a él. Y luego él tambiénse fué.

Ashnod se sentó en su litera ysacudió la cabeza. Ella habíaregresado, pero no fue el regreso del

hijo pródigo que había esperado.Hajar tenía razón. Mishra era a la vezmuy parecido a como ella lorecordaba y muy diferente.

Se preguntó si debía quedarsey decidió que ella debía chequear aqué otro lugar podría huir antes deestablecerse definitivamente.

Puso su mochila sobre la camay la abrió, extrayendo el SylexGolgotiano de sus profundidades,

todavía envuelto en su ropa. Mishra estaba en lo cierto en una cosa, por supuesto. Sehabía convertido en un comerciante de cobre en los años que había estado ausente. Se

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había convertido en muchas otras cosas también. Pero ella todavía seguía siendo una persona lo suficientemente sospechosa como para traer el duplicado de su propia trampacomo presente a Mishra. Era el sylex de Ashnod el que ahora tenían en sus manos lossacerdotes de Gix, mientras que ella conservaba el original.

Ashnod pasó el dedo por el borde del antiguo recipiente grabado con runas, y la

luz se atenuó un poco a su alrededor.

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Capítulo 32El Camino al Apocalipsis

Harbin y sus hombres llegaron, con los pies doloridos pero por lo demás sanos y

salvos, al límite del territorio de Titania. La reina de los elfos había sido honrada en sudeclaración de protección. Harbin sintió que habían sido vigilados a cada paso delcamino, pero no se registraron incidentes con los nativos. Incluso los animales parecíanmantenerse alejados de ellos a medida que caminaban los kilómetros de vuelta a la basea través de la humedad opresiva que se hallaba bajo las copas del bosque.

Las fronteras del territorio de su majestad estaban marcadas claramente. El bosque terminó tan repentinamente como si fuera un precipicio. A un lado de la fronteraestaba el mundo exuberante, verde y húmedo de Titania. Al otro lado estaba la tierra del

 padre de Harbin y de los Argivianos.Había sido claramente despojada, cada árbol cortado hasta sus raices y llevado

 para su utilización. Bajos tocones marcaban el ex bosque como lápidas, y cada pedacito

de detritus y plantas habían sido desmontado. A lo lejos, un gran montón de hojas yramas estaba humeando perezosamente, y más allá de eso, Harbin pudo ver grandesmáquinas destrozando la tierra misma, búscando la riqueza mineral que pudiera exisitiren las profundidades.

Harbin cayó en la cuenta que se parecía más a la Argivia en la que se habíacriado que al Argot que los elfos reclamaban como propio. Su pueblo había tomado latierra y la había hecho suya, para bien o para mal.

Harbin salió a la luz, el suelo se convirtió inmediatamente en algo compacto, yel sol caía a plomo sobre él como un martillo. Parpadeó en el brillo, mientras cada unode sus hombres, daban un paso hacia la luz solar.

Detrás de ellos, desde el bosque, hubo un grito de guerra de voces élficas.

Como si fueran uno, los cinco hombres echaron a correr a través de los restos detroncos, con la esperanza de que los montículos humeantes los cubrieran antes de quelos elfos se encontraran con ellos. 

* * * * *

En su guarida en Koilos, Gix vio a su entretenimiento a través de los ojos de unsiervo.

Era una de las desgraciadas entre la hermandad, una de las que había fallado la prueba de la máquina. Sus miembros habían sido reemplazados por servos y

mecanismos, pero el trabajo había sido rápido y de mala calidad, y no había podido serreemplazado. Yacía como una marioneta rota a los pies de su trono, su inútiles prótesisdesperdigadas en todas las direcciones. Lloró sobre su suerte durante mucho tiempohasta que Gix, cansado de sus gritos, le cosió los labios para mantenerlos cerrados.

Sin embargo todavía era utilizable. Gix se apoderó de su cráneo y lo introdujo ensu mente, viendo la disputa que se desarrolló ante ellos a través del filtro de su emocióny dolor.

Dos de los su-chis estaban combatiendo. Gix los controlaba asi como élcontrolaba a la mujer que tenía delante, pero lo hacía a distancia. Con la prácticadurante los largos años en aquella tierra extraña y con la ayuda de algunos dispositivosde su propia creación, se había convertido en un muy buen comandante de los corazones

y almas de estas máquinas.Los su-chis estaban parados a dos pasos de distancia y se golpeaban uno al otro.

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Uno llevaba un trozo de cadena, el otro un garrote hecho con la pierna de otro su-chique había derrotado previamente en la batalla. Gix ordenó a los dos autómatas golpearsemutuamente hasta que lograran hacerse pedazos, y, fiel a su dios, lo hicieron sin queja ocomentario.

 No había poesia en esa batalla, ya que ambas máquinas permanecieron en sus

 puestos, sin retroceder ni esquivarse. En cambio, se martillaron sin descanso, la una a laotra, y las paredes de la caverna hicieron eco con el choque de metal contra metal.A medida que tronaban, la observadora de Gix los miraba, encogiéndose con cada

choque áspero de metal. De vez en cuando una parte de uno de los su-chis salía volando,y la mujer daba una sacudida repentina, el cráneo sujetado con firmeza en las garras deldemonio.

Gix saboreó la sensación, la súbita oleada de adrenalina en el cuerpo de lasacerdotisa. Sin sus sentidos, sus reacciones, la batalla no hubiera sido más que unestudio de fuerzas e impactos, de metal y resistencia. Pero a través de los ojos humanos,las dos máquinas inhumanas tomaban diferentes apariencias, y Gix disfrutaba de esadiferencia.

Los combatientes eran incansables, pero al final hasta el mismo metal sucumbióante la voluntad ciega de los participantes. El autómata que manejaba la cadena laenvolvió alrededor del cuello de su oponente y girándola rebanó la cabeza de su eje. Lacabeza de cables color azul metálico salió rebotando de su apoyo hacia el trono, y laobservadora de Gix se encogió al ver esto.

Mientras tanto, el autómata que ahora había quedado ciego trató de martillar a suoponente con su garrote. Su rival soltó la cadena y bloqueó el ataque levantando un

 brazo que se inclinó por la fuerza del golpe. Chispas comenzaron a salir de lasarticulaciones del ex-portador de la cadena debido al impacto, sin embargo, se moviósin problemas por el golpe y estiró las dos manos, introduciendo sus dedos en el pechodel portador del garrote.

El ex-portador de la cadena retiró sus manos y separándolas abrió en dos el pechode su oponente. Hubo una lluvia de chispas cuando el portador de la pierna se derrumbósobre sí mismo, careciendo de su centro para mantenerlo todo unido. Una vez más laobservadora se estremeció y trató de apartarse, pero Gix sujetó la cabeza con fuerza y leordenó que mantuviera los ojos abiertos, para que pudiera beber con ellos las chispasardientes producidas por la destrucción del dispositivo.

En un instante todo había terminado. El portador de la cadena se alzó sobre elmontón de chatarra rota que había sido su oponente. Gix sintió el miedo y la repulsiónde su observadora y se lo tomó como un buen vino.

La soltó, guardando las garras de nuevo en su mismo cuerpo mientras esta se

desplomaba en un montón de contracciones al pie del trono. Gix se levantó y se dirigióal autómata victorioso. Chispas llovían desde sus articulaciones, y la paliza que habíarecibido había destruído parte de su cráneo.

Gix extendió un dedo y lo empujó contra el pecho del vencedor. El su-chi,desequilibrado, se inclinó hacia atrás, y se estrelló contra el duro suelo de piedra de lacaverna. Sus brazos y piernas se separaron por el golpe, su pecho jadeó en una últimalluvia de chispas, y luego se quedó en silencio.

"Indigno", dijo Gix como un epitafio.Miró a los dos dispositivos caídos. Eran tan parecidos a los hermanos: sin

sentidos, fácilmente manipulables, e implacables en su asalto. Y al final el vencedorsería vulnerable a Gix.

"Muy pronto", dijo el demonio a través de los dientes sin labios. "Muy pronto".

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* * * * *

La Reina Titania se estaba muriendo, fue el pensamiento de Gwenna. La reina seestaba muriendo, y la tierra se estaba muriendo con ella.

Una neblina continua invadía lo que sobrevivía del bosque a medida que más ymás de la tierra caía ante los ataques de los hermanos. Por un lado avanzaba Urza, por elotro Mishra, y a su paso no quedaba nada. Con cada claro que caía, con cada grupo deárboles que era cortado y consumido por las máquinas, con cada montaña que eraminada, la tierra se iba debilitando. Con la tierra, la reina se fue debilitando, y con lareina, su gente.

Gwenna los podía sentir, asi como los demás. Su vínculo con la tierra, el tactosuave y tranquilizador que sentían en el núcleo de su ser, se había ido. Sólo había vacío.Vacío, y el humo de las piras ardiendo.

Gwenna sabía que Titania se había retirado a la parte más oculta de su reino para planificar un último asalto. Pero ella había visto a la reina antes de su retiro y sabía que

Titania no saldría de su santuario nuevamente. Su majestad estaba vieja, demacrada yagotada, ya que cada golpe contra la tierra era un duro golpe en su contra. Gwenna sabíaque Titania se perdía con ellos y con ella la sabiduría de Gaia misma y la protección dela diosa.

Gwenna no permanecería al margen esperando noticias de la rendición de Titania,ni esperaría hasta la batalla final cuando sus fuerzas estuvieran tan debilitadas queserían ineficaces. Podría ponerse en contra de uno de los invasores, pero no de ambos ala vez. Ella habló con los demás elfos y decidieron que debían hacer su propio asalto.

Fue entonces que la mujer humana de pelo rojo apareció ante su grupo deconspiradores y les dio la oportunidad de devolver el golpe.

Ahora, ella y una legión de compañeros se habían reunido en las costasdesprovistas de Argot, un área destruída donde los ejércitos habían pasado pero no sehabían quedado. Estaban esperando en la orilla a que apareciera uno de los dos gruposde enemigos, con el fin de atacar en contra de los otros.

Los otros rodearon los promontorios en sus naves extrañas de metal y madera, consus motores internos tirando chispas hacia el cielo nocturno. Algunos de los elfosmurmuraron entre sí, y Gwenna oyó la palabra "abominaciones". Pero ella se adentraríaen el vientre de todas estas abominaciones, si eso significaba poder luchar contra losinvasores en su propio terreno.

Los barcos más grandes se mantuvieron en las aguas profundas de la bahía,mientras que las embarcaciones más pequeñas se acercaron y amarraron en sus costas.

La mujer pelirroja con el bastón ornamentado señaló el camino, seguido por un grupode guerreros envueltos en telas. Estos últimos guerreros eran conducidos por un serhumano anciano con una cara estrecha.

La mujer de pelo rojo se inclinó bruscamente y dijo en la lengua de Gwenna,"¿Están preparados para el viaje?"

Gwenna miró a su gente. Había nerviosismo entre ellos, pero también ira. Ira porhaber visto destruido sus hogares y sus tierras rasgadas en pedazos por los invasores.Ella asintió con la cabeza.

"Entonces será mejor que suban a bordo y que lo hagan rápidamente. Mientrasustedes estén en la costa, serán vulnerables", dijo la mujer pelirroja. "Afortunadamente,las tormentas en alta mar han disminuido, por lo que la navegación debería ser mas

segura."Las tormentas habían disminuído debido a que Titania se estaba muriendo, fue el

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 pensamiento de Gwenna, pero no dijo nada. En cambio, se limitó a asentir y dio la señala sus fuerzas. Ellos tomaron sus armas y empezaron a subir a los botes. Gwenna sedetuvo un momento y escuchó a la mujer de pelo rojo y al anciano diciéndose adiós.Gwenna no entendía lo que decían, y se preguntó por un momento si los dos habían sidoamantes y ahora estaban despidiéndose, tal vez para siempre.

Gwenna pensó esto mientras subía por la borda de la embarcación y daba sus primeros pasos fuera de Argot y dentro del corazón de la tierra del enemigo."Esto es riesgoso", dijo Hajar, mientras los elfos con su armadura de madera

 barnizada se encaramaban a los barcos."Todo es riesgoso", dijo Ashnod. "Pero tenemos que atacar los astilleros de Urza

antes de que pueda reabastecerse más. No tenemos mano de obra, pero estos niños del bosque están lo suficientemente locos con él para hacer el trabajo por nosotros."

"Deberías venir", dijo Hajar.Ashnod negó con la cabeza. "Mishra aceptará tu salida, según creo, pero si yo me

voy, vendrá atrás mío.""Él se enojará", dijo el viejo Fallaji.

"Él estará encantado", dijo Ashnod, "cuando tú tengas éxito.""Voy a traer los barcos de vuelta", dijo Hajar.Ashnod negó con la cabeza otra vez. "¿Por qué? ¿Para que puedan ser usados para

traer suministros desde Zegon? No hay nada allí. Todo ha sido fundido y cortado yconvertido y enviado aquí. Estamos en el fin de las cosas, Hajar. Es ahora o nunca."

Hajar guardó silencio por un momento y dijo secamente: "He echado de menos tuforma de pensar. La Hermandad de Gix no es tan reconfortante."

Ashnod dijo: "Le diré a Mishra cuando se entere de que esta era mi idea, pero quetu insististes en llevar el ataque para que las cosas salieran mejor."

Hajar tragó la idea, luego esbozó una pequeña sonrisa. "Ha sido un honor trabajarcontigo. Tú piensas como un hombre", dijo.

Los dedos de Ashnod se apretaron alrededor de su bastón, pero ella dijo: "Gracias,Hajar. Acepto eso como el cumplido que tú has querido decir".

Los barcos fueron cargados, y Hajar desapareció, remando hacia la nave másgrande. Ashnod observó las brillantes luces de la nave hasta que estas también seembarcaron de nuevo alrededor del promontorio y se perdieron de vista. Entoncescomenzó una larga caminata de vuelta al campamento, preguntándose si Mishra siquierase darían cuenta de que Hajar y los barcos habían desaparecido.

* * * * *

“Él me envía a casa", gruñó Harbin, dejándose car en la silla de campo dentro dela tienda de Tawnos.

Tawnos levantó la vista de su trabajo, pero no dijo nada."Él dice que me necesita más en Penregon", continuó el joven.Tawnos apretó una tuerca en la enorme construcción en la que estaba trabajando

y le dijo: "Tiene razón"."Por supuesto que tiene razón", le espetó Harbin. "Él siempre tiene razón. Eso es

lo que significa ser Señor Protector, ¿no? Tener la razón."Tawnos se puso de pie y miró su obra. "Esto parece estar listo. ¿Tú qué

 piensas?"Harbin miró el objeto. Se veía como una gran caja, de dos metros de largo y tres

de altura y profundidad. Era algo normal, salvo que era de metal y tenía una tapa grandey pesada.

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"Parece un ataúd", dijo el joven.Tawnos dio un paso atrás, miró a la construcción, y sonrió. "Sí, supongo que sí.

Tanto mejor, supongo.""¿Qué hace esto?" dijo Harbin, dejando la irritación con su padre a un lado."Cuando yo era...invitado…de Mishra, me mantuvo en una celda olvidada por el

resto del mundo", dijo Tawnos. Mientras hablaba, flexionó su mano derecha, como parasacudir un dolor antiguo. "He estado pensando en ello y se me ocurrió esto. Funcionacon algunos de los mismos mecanismos que le dan poder a los viejos amuletos deKroog, junto con el bastón de Ashnod proveniente de Zegon".

"Uh-huh", dijo Harbin. "¿Y qué hace?""Mantendrá al cuerpo del

interior en éxtasis dormidocompletamente durante tanto tiempocomo las piedras de poder operendentro de el o hasta que se abra lacaja." Tawnos miró a Harbin. "Ya

ves, yo he estado pensando en lo quetu padre va a hacer con su hermanouna vez que lo derrote. No creo que él

 pueda llegar a matarlo, pero tampoco puede seguir sufriendo al verlo vivir.Esta…” dijo Tawnos dandole unas

 palmaditas a la parte superior de latapa "es la tercera opción."

Harbin sonrió y fue una cálida sonrisa. "Tío Tawnos, ahora estás inventandorespuestas a preguntas que nadie ha planteado hasta el momento. Usted asume quevamos a derrotar a Mishra o a capturarlo con vida si lo hacemos."

"Por supuesto que vamos a ganar", dijo Tawnos. "No hemos llegado tan lejos para darnos por vencido."

" No lo se…", dijo Harbin.Tawnos se asustó ante el hombre más joven. "¿Tienes dudas?"Harbin negó con la cabeza. "No yo, sino en mi padre ..." Sacudió la cabeza otra

vez. "Parece, bueno, no abatido, pero si fatigado, cansado"."Resignado", dijo Tawnos. "El suyo ha sido un largo camino, y finalmente va a

terminar pronto. Creo que él lo sabe. Se va a terminar, de una manera u otra"."Y cuando se acabe", dijo Harbin, "Yo quiero estar aquí. De una forma u otra".Tawnos negó con la cabeza. "Los elfos han puesto sus manos en los barcos y

merodean su camino hasta la costa. Necesitamos un buen líder para reunir a lasunidades de guarnición en su contra. Tú eres ese líder."Harbin no dijo nada."Tú querías la oportunidad de liderar", dijo Tawnos", y el precio del liderazgo es

que tienes que seguir líderando, incluso si prefieres estar en otro lugar."Harbin asintió lentamente. "Tú y mi padre ya han hablado de esto, ¿correcto?"Tawnos se encogió de hombros. "El solo ha buscado mi consejo con respecto a

tu bienestar."Harbin miró al hombre más alto y mayor y le dijo: "¿Cuidarás de él?. De mi

 padre, quiero decir. ¿Por su bienestar?""Yo siempre lo hago", respondió el Maestro Erudito.

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"No," dijo el más joven, "me refiero a lo siguiente. Cuando nos despedimos, medijo algo que me preocupó. Él dijo: ‘Dile a tu madre que me recuerde como he tratadode ser, no como era.’ El cree que no va a sobrevivir a todo esto."

Harbin miró al suelo, y Tawnos dijo: "Yo cuidaré de él. Lo he estado haciendodurante años, de una manera u otra".

Harbin suspiró. “Yo también le dije que estaba equivocado.""¿Equivocado por no desear tu permanencia a su lado?" preguntó Tawnos.Harbin negó con la cabeza. "Hace mucho tiempo, él me preguntó qué pensaba

sobre el trabajo de la Unión. Acerca de la magia. Yo le dije que dudaba de que existiera.Pero ahora, después de ver a los elfos y su reina y lo que pueden hacer sin ningún tipode dispositivos, no estoy seguro. Me siento responsable de convencerlo de que la magiano existe."

"No creo que alguien pueda convencer a Urza de alguna cosa en la que él nocrea por sí mismo", dijo Tawnos. "Sólo recuerda que siempre hay algo que tú no sabes.Siempre hay algo que puedes darte el lujo de aprender."

"¿Es por eso que todavía estás con mi padre después de tantos años?" preguntó

Harbin."Probablemente", dijo Tawnos. "Pero he aprendido mucho de un montón de

gente. Supongo que asumí que nunca lo supe todo desde el comienzo, y así, siempreestoy más dispuesto a escuchar a los demás."

Harbin sonrió ante las palabrasde Tawnos. El hombre mayor se fueal otro lado de la tienda, rebuscóalrededor y finalmente, sacó unavarita corta. El dispositivo era casi dela longitud del antebrazo de Harbin ytenía una punta gruesa y bulbosacomo una naranja. "Ten", dijo. "Unregalo de despedida."

Harbin miró el dispositivo."¿Qué es?"

"Otra máquina que desarrolléhace algún tiempo. Enmascara alusuario de los dispositivos sensorialesde las criaturas artefacto. Este fue un

 prototipo. No parece funcionar con los seres más grandes, pero te ayudará si haytransmutadores alrededor"

Harbin sonrió. "¿Todavía tratando de protegerme, Tío Tawnos? No, tú quédatecon la varita. Es probable que la necesites más que yo, a dónde voy.""¿Así que te vas a ir?" dijo Tawnos.Harbin extendió las manos en rendición. "¡Por supuesto!" El joven le dio una

sonrisa. "Pero una vez que estos merodeadores elfos sean atendidos, estaré de vuelta.Cuenta con eso."

"De eso no tengo ninguna duda", dijo Tawnos. "Después de todo, eres el hijo detu padre."

"Por supuesto que lo soy", dijo Harbin con una sonrisa cansada en su cara."¿Quién más podría ser?" 

* * * * *

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Mishra no cuestionó la ausencia de Hajar, ni preguntó acerca de los barcos perdidos, ni siquiera a la misma Ashnod. En su lugar, empujó más y más en el corazónde la isla. Todo lo que no podía alimentar de inmediato a las fundiciones era asesinado yquemado, y las fosas sepulcrales llenaban el campo. El aire flotaba pesadamente con elhumo de lo que alguna vez había sido el bosque de Argot. Las fuerzas de Mishra se

trasladaron con la eficiencia tranquila e implacable de una máquina, derribando todo asu paso.Finalmente Ashnod fue convocado una vez más en presencia de Mishra. Los

sacerdotes de Gix se cernían sobre sus hombros cuando ella entró, como buitresesperando que el león se cobrará una presa fresca.

"Has estado hablando con los nativos de esta isla", dijo Mishra, sin esperar a queella hiciera las reverencias.

Ashnod miró a los sacerdotes que miraban de reojo, y luego dijo: "Por supuesto.He estado tratando de hacer que atacaran a las fuerzas de Urza en vez de las nuestras.Tienen un grupo de sacerdotes druidas que…"

Mishra le interrumpió como si no hubiera dicho nada después de "por supuesto".

"¿Tú crees que podrán derrotar a las fuerzas de mi hermano?"Ashnod miró a Mishra, pero sus cejas estaban en la sombra, y no podía ver sus

ojos. "No," dijo simplemente: "Yo no creo que pueda.""Pero podrían debilitarlo", dijo Mishra."Sí", dijo Ashnod. "¿Qué es todo esto?"La cabeza de Mishra estalló, y Ashnod vio el fuego en los ojos del hombre. "La

 posición principal de Urza es de siete días de distancia. Hay una fuerza de elfos endirección hacia allí, que llegará en dos días. Si los elfos llegan primero a mi hermano,quizás lo puedan debilitar lo suficiente, permitiéndome a mí aplastarlo por completo.¿Ese es tu pensamiento?"

"Urza tiene muchas máquinas de su lado", comenzó Ashnod, pero se detuvocuando el ceño de Mishra se hizo más profundo. "Sí. Si los elfos atacan primero a Urza,luego se verá debilitado. Puede ser que gane una batalla directa con los nativos. Peroquedará debilitado"

"Gracias", dijo Mishra, dándole la espalda. "Puedes irte.""Milord", dijo Ashnod, "si va a haber una batalla, tenemos que elaborar el plan

de asalto"."Uno que tú ya has elaborado", dijo Mishra, y el sacerdote le dio otra sonrisa

maliciosa. Ashnod sabía quién había hecho el asesoramiento en esta materia. "Vamos aunir nuestras fuerzas y pasar por detrás de los elfos, listos para atacar después de queellos lo hagan. Puedes irte."

Ashnod miró al sacerdote, y luego se inclinó ante Mishra y dejó su cuartel,murmurando mientras lo hacía.Esa noche hubo una celebración entre la Hermandad de Gix. Había una hoguera

en su campamento y muchos cantos. Entonces Ashnod consideró tratar de llegar aMishra, pero decidió no hacerlo. Los Gixianos probablemente habrían dejado por lomenos a uno de ellos para velar por el Qadir Artífice.

La mujer pelirroja se sentó en su litera, sosteniendo la antigua mochila que aúncontenía el Sylex Golgotiano. Ella no iba a tener ningún papel en la batalla, según

 parecía. Y ningún papel en todo lo que le seguiría. Lo pensó un momento y miró en laoscuridad, el único sonido era el de los vítores de los sacerdotes de Gix.

 No…Ashnod tendría un papel, aún si Mishra lo quisiera o no. Sacó un

 pergamino de su mochila y una pluma y comenzó a componer una carta a un viejoamigo.

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* * * * *

Los elfos nunca tuvieron una oportunidad, pensó Tawnos, tristemente. Todo elvalor y la valentía y la devoción en el mundo no importaba cuando se estaba armadocon una armadura de madera y hueso frente a armas de metal sin remordimientos y

 piedras sin pensamientos.Ellos llegaron en oleadas, elfos, hadas, centauros, y arbóreos. Algunos viajabansobre grandes gatos monteses, y otros estaban al mando de rebaños de babosas que seadherían a las piernas de un artefacto y le chupaban su energía hasta dejarlo seco. Elcielo retumbó y lanzó rayos de una furia eléctrica, y la tierra respondió con el tronar de

 pies en movimiento sobre la superficie duramente tranformada por la devastación.Y elevándose sobre todos

apareció una figura titánica, unaencarnación viviente de losretorcidos bosques de Argot. Eraenorme y más o menos humanoide,

 pero la melena de su cabello estabacompuesta por árboles, y su cuerpoestaba hecho de madera viva,entrelazada sobre sí misma paraformar músculos grandes. Llevabauna espada de piedra que parecíahaber sido forjada desde el corazónmismo de una montaña.

Tawnos recordó lo queHarbin había dicho acerca de la magia de los elfos, y sabía que los elfos habían animadode alguna manera el poder del bosque y lo habían inclinado a su voluntad.

Las fuerzas de Urza se formaron rápidamente en defensa: los vengadores, loscentinelas, los tetravos y triskeliones, los insectos con cabeza de soldados mecánicosarmados con armas de acero nuevas y estatuas elaboradas con arcilla primordial. Llególa noticia de que se necesitaba una nueva la línea de refuerzos luego de que la primeraola golpeó la línea Argiviana.

Los elfos fueron masacrados. Por cada dispositivo mecánico que caía, treintaelfos perecían, por cada ornitóptero que era derribado, cincuenta hadas desaparecían. El

 pueblo-arbóreo gritó cuando cayeron entre las llamas, uno tras otro, y aún así los elfosseguían apareciendo. Tawnos estaba en el centro de la línea y le pareció que empezaba aflaquear, y luego a retroceder ante el implacable asalto. Pidió más apoyo, pero las

unidades auxiliares ya estabancomprometidas con los flancos.Si el centro no resistía, entonces

el ejército se derrumbaría sobre símismo.

El cielo rugió de nuevo, y la tierrarespondió con un grito más profundo. YTawnos supo que los refuerzos habíanllegado.

Urza tenía su propio titán, hechoen las montañas de Sardia antes que los

enanos le traicionaran. Era un gigantedescomunal de piedra y metal que se

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alzaba sobre todos a su paso. Un solo paso era de treinta metros, y cuervos y aves derapiña habían anidado en su cabeza. Urza lo había llevado a Argot en una barcazagrande, y había actuado como un faro

 para guiar a los barcos a puerto seguromás allá de la tormenta.

Ahora se encontraba con el únicoser en la isla que era su igual. Elmonstruo árbol rugió desafiantemente, ymientras que el coloso estaba en silencio,se giró y se abalanzó sobre su oponente.Los dos enzarzados en un combate queconvirtió en enanos a los seres inferioresque les rodeaban. El centro de ambaslíneas se rompió para dar lugar a la peleade los titanes, y los elfos y losdispositivos que fueron demasiado lentos

 para huir de su paso fueron aplastadoscontra la tierra.

La espada de piedra se arqueó enel aire y se hundió profundamente en elcostado del coloso. La gigantesca estatuaanimada se estremeció, y las placas demetal cayeron en cascada de susarticulaciones, como escamas de unaserpiente. El titán de los bosques se echóhacia atrás para otro asalto, pero el coloso era demasiado rápido para él. Agarró el brazodel atacante, cuando este descendía y suavemente y sin esfuerzo lo retorció de suarticulación. Se oyó el ruido de una selva entera gritando cuando el brazo de la bestiadel bosque fue arrancado y salió girando, arrojado valle bajo.

El titán de los bosques no estaba derrotado, a pesar de haber perdido un brazo,arremetió pesadamente con el otro, una enorme mano de madera y piedra. Esta se

estrelló contra el costado de lacabeza del coloso, y la mayor

 parte de la cara del gigante seconvirtió en una nube de polvo.

El coloso no necesitaba sucabeza para pensar y actuar. Se

aferró a la parte delantera del titándel bosque con una sola mano.Echó hacia atrás la otra y lanzó un

 puñetazo al pecho de la criaturacomo un ariete asaltando el portónde una fortaleza enemiga.

El cuerpo bocoso delmonstruo estalló en una lluvia deastillas que cercenó a todas las

tropas a menos de cien metros de la pelea. Sus piernas cayeron tronando sobre el sueloen dos direcciones distintas, y su cabeza rodó hacia atrás pesadamente, gritando al caer.

Eso rompió la moral de los elfos por completo. El asalto se vino abajo con sulíder gigantesco, y comezaron a huir de la batalla, dejando caer sus armas mientras

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corrían. Las máquinas que podían perseguirlos así lo hicieron, talando a los habitantesde los bosques sin remordimiento ni compasión.

Sin embargo, el titán de los bosques había tenido éxito, porque el coloso no pudorecuperarse de su ataque. La fuerza del golpe arrancó el propio brazo de la estatua de

 piedra de sus amarras, y cayó en cascada hasta el suelo con el sonido de una avalancha.

Rayos relámpagueantes se dispararon de sus articulaciones de metal plateado, la granestatua cayó lentamente de rodillas, y luego se extendió hacia delante, cara abajo,através del pequeño arroyo que ahora se teñía de rojo con la sangre y de negro con elaceite. El valle se sacudió cuando chocó contra la Tierra.

Tawnos vió la fuga desordenada y sintió tristeza. No era culpa de los elfos,obligados a luchar por una tierra que no podían sostener. Estaban simplemente en ellugar equivocado en el momento equivocado. Si sus tierras se hubieran mantenido ensecreto, se habría ahorrado todo esto. Pero una vez reveladas, fueron arrojadas a lavorágine de la guerra con el resto de ellos. Sacudió la cabeza cuando un último grupo deelfos y centauros trató de recuperarse de entre un montón de triskeliones caídos, sólo

 para ser asesinados por otros soldados.

Todo lo que quedó después de ello fue la limpieza. Los cuerpos fueron recogidosy quemados, y los artefactos fueron revisados y reparados. El coloso ya no necesitabaayuda, pero las placas de su piel podría ser extraídas y utilizadas para otras criaturas.

Urza llegó por la tarde con refuerzos adicionales, junto con más artífices ymecánicos para llevar a cabo las reparaciones. A pesar de que las fuerzas de los elfoshabían sido casi totalmente destruidas, se habían cobrado un alto precio de losArgivianos.

A continuación, el explorador llegó con la mala noticia. La fuerza de Mishrahabía sido vista a cinco días de marcha por el oeste y se dirigía hacia su posición.Tawnos argumentó que deberían retirarse, por lo menos a la seguridad de las fortalezascosteras, pero Urza no quizo oír nada de eso.

"Destruí los fuertes hace cuatro días", dijo. "Vamos a luchar aquí.""Estamos muy maltratados y cansados", señaló Tawnos."Nuestras máquinas estarán maltratadas, pero no pueden estar cansadas", dijo

Urza. "Aquellos seres vivos que no puedan combatir están a tiempo para ser evacuados.Vamos a hacer que esta batalla ocurra en un momento y lugar que elijamos".

Tawnos miró a Urza y se dio cuenta que Harbin había tenido razón. Urza parecíaresignado a luchar contra su hermano, sin importar el resultado. Todo se termina aquí,de una manera u otra.

El explorador también trajo un mensaje a Tawnos. No dijo dónde lo habíaconseguido, pero Tawnos sabía quién era desde el momento en que vio la escritura.

"¿Algo importante?" preguntó Urza. "¿Harbin ha tenido éxito contra losexploradores?""Mensaje de un viejo amigo", dijo Tawnos, frunciendo el ceño. Urza ya estaba

estudiando detenidamente los mapas del terreno circundante, y solamente asintió con lacabeza. Tawnos guardó el mensaje, y Urza no dijo nada más sobre el asunto.

Tawnos pensó en la fecha, y dijo: "Si se toman cinco días para llegar hasta aquíy el ataque es en el sexto, será el último día del año. Tal vez podamos comenzar elnuevo año con un mundo en paz, cuando ganemos . "

"El último día", dijo en voz baja Urza. "Y en el último día, somos iguales"."¿Perdón?" dijo Tawnos.Urza sacudió la cabeza: "Sólo un viejo pensamiento. Llegas a una edad avanzada

y eso es lo único que te queda. Viejos pensamientos y remordimientos."

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* * * * * 

En Koilos, el demonio Gix escuchó los cantos de sus sacerdotes en Argot y sabíaque era hora de ir a ellos.

Todas las piezas estaban en su lugar. Uno de los hermanos estaba herido, y su

hermano se dirigía hacia él. El sobreviviente sería azotado increíblemente y no tendríaninguna forma de defenderse. Ninguno de los dos estarían preparados para la sorpresaque el demonio había fabricado para ellos.

Gix sonrió cuando un pequeño punto de luz apareció cerca de su trono. Crecióhasta que se había formado en un disco, como un espejo de agua que se había girado delado. Hubo un olor a humo y el ruido lejano de engranajes estrellándose.

Miró a su alrededor a su dominio dentro de la caverna, a las partes dispersas delos demolidos su-chi. El pronto regresaría triunfante.

Miró a su observadora, la pobre sacerdotisa cuyos miembros mecánicos lahabían rechazado. Ella le imploró con la mirada, porque ya no podía hablar.

El disco estaba casi completamente formado, Gix no tenía mucho tiempo. Se

acercó a ella y le acarició la cabeza con sus manos. Sus garras traspasaron la carne de sucuero cabelludo y se dirigieron a través del hueso hacia el cerebro mismo.

Gix abrió cada sinapsis en la mente de la mujer y dejó que el fuego sagrado lallene mientras cada parte de su cerebro se encendió al mismo tiempo. Ella se sacudiócon un espasmo en sus manos, y luego se quedó quieta. El la soltó, y ella cayó al suelo,una marioneta con sus hilos cortados.

Gix observó que había una sonrisa en sus labios cosidos, y él sonrió a su vezcuando atravezó el portal y se dirigió hacia la batalla final entre los hermanos.

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Capítulo 33Tawnos y Ashnod

La Ultima Batalla comenzó antes del amanecer, cuando el cielo nublado

comenzaba a clarear. Las máquinas restantes en ambos bandos comenzaron a activar susartefactos destructivos, y el zumbido de los motores fue un toque de trompeta paraambas partes. Las vibraciones crecieron en ambos lados a medida que más alaszumbaron, bandas de rodadura se verificaron, y armaduras de pierna se sometieron alos últimos preparativos.

Con las primeras luces delalba, los dragones mecánicos selanzaron hacia delante, formandouna cuña y presionando a las

 posiciones Argivianas. Detrás deellos se mecían pesadamente dosenormes flancos detransmutadores, y los soldadosrestantes Fallaji cubiertos con laarmadura de pinchos de Ashnod.En la retaguardia estaban losgigantescos alzatierras de Mishra yotras máquinas de guerra,

 protegían los flancos de la cuña.Detrás de estas líneas se alzaban una docena de dragones mecánicos alados, lanzandogritos de batalla y respirando llamaradas hacia el aire de la mañana.

Urza había adivinado que su hermano trataría de realizar un asalto directo,contando con el estado de debilidad de las fuerzas Argivianas después de su batalla conlos Argotianos. Por esa razón, colocó todas las fortificaciones móviles de Tawnos, lostriskeliones, en el centro, apoyados por máquinas de guerra diseñadas por el propioSeñor Protector. El resto de sus unidades se dividieron en pequeños grupos de estatuasde arcilla, vengadores, y centinelas.Autómatas Metamorfos, hechos de

 barro primordial trabajado sobreesqueletos ajustables, defenderían losflancos. El cielo estaba lleno deornitópteros y ornibombarderos,

 protegidos por tetravos y avesmecánicas que pululaban en lasalturas amenazando a los grandesdragones mecánicos voladores delenemigo.

Los ejércitos se estrellatoncon un grito de metal demoledor. Losdragones mecánicos en el suelo semovieron entre los triskeliones,martillándolos con llamas y golpes salvajes, pero las grandes fortalezas se negaron acaer. La máquinas de guerra de Urza fueron pisoteadas por las bandas de rodadura de

los dragones de vapor, retrasándolas mientras hordas de vengadores y estatuas de arcilla

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se aferraban a sus flancos tratando de irrumpir dentro de su armadura y así alcanzar susmecanismos de dirección en su interior y destruirlos.

Los dragones de vaporrugieron, y los transmutadores cayeronsobre los flancos de Urza. Las tropas

rehechas estaban recogiendo los pedazos caídos de las estatuas dearcilla, como si fueran monoscarnívoros, pero los nuevos autómatasmetamorfos de Urza fueron demasiadofuertes para las formas reanimadas dehombres y elfos. Sangre vieja y aceitenuevo salpicó a los combatientes,mientras se estrellaban unos contraotros.

En el aire las aves mecánicas se

abalanzaron en picada hacia los dragones mecánicos, en busca de la debilidad de suarmadura que les permitiera penetrar y difundir paquetes de explosivos en su interior.De vez en cuando se producía un chirrido metálico, cuando algún ornibombardero odragón mecánico perdía su integridad estructural y no podía permanecer en el aire. Lasgigantescas máquinas se precipitaban sobre la plena locura en ebullición que sedesperdigaba por debajo, aplastando tanto a aliados como a enemigos debajo de susextensas armaduras.

En el flanco de la derecha, Tawnos lideró un escuadrón de soldados Yotianos,fuertemente blindado y más parecidos a los escarabajos que a autómatas humanoides, en

 busca de un camino en la retaguardiade las fuerzas de Mishra. Sostenía enalto la varita sensorial deamortiguación que había ofrecido díasantes a Harbin, y ninguno de los otroscombatientes pareció darse cuenta de élo de su patrulla.

Hubo un movimiento delante deél, y Tawnos gritó una orden. Lossoldados formaron una cuña detrás delviejo sabio, levantando las hojas devidrio templado que podían cortar el

acero. Tawnos dió la orden de ataque, y todos avanzaron pesadamente hacia adelante,con sus servos y mecanismos gobernantes chasqueando mientras buscaban susobjetivos.

Era un grupo de sacerdotes, Gixianos por sus ropas, y los soldadosautomatizados cayeron sobre ellos como lobos entre ovejas. Las hojas de vidrioinquebrantables subieron y bajaron como guadañas, y los Gixianos gritaron al caerdebajo de sus afilados bordes.

Hubo un ruido de vidrio contra metal, y Tawnos asumió por primera vez que lossacerdotes llevaban armadura. Pero cuando se encontró con sus armas, vio que losGixianos habían reemplazado las partes de su cuerpo con grandes y pesadas prótesismecánicas, que les negaron la velocidad para poder escapar.

Tawnos miró a los cuerpos caídos y se preguntó si las modificaciones habíansido voluntarias. Parecía un trabajo propio de Ashnod, pero ella nunca había modificado

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a los vivos, sólo les atormentaba. ¿Era esto algo nuevo en el arsenal de Mishra?Fue entonces cuando las cosas empezaron a ir mal.

Hubo un zumbido detrás de él, un zumbido familiar como el de uno de sus propios soldados Yotianos aproximándose. Tawnos se giró a medias, y a cambio se diocuenta de que el autómata tenía su hoja lista para atacarlo. El Maestro Erudito dio un

 paso atrás y tropezó con uno de los cuerpos de los Gixianos.La caída le salvó la vida, ya que la hoja del soldado cortó a través del aire dondeTawnos había estado momentos antes. Otro de los soldados se interpuso frente aTawnos para defenderlo, y los dos autómatas Yotianos comenzaron a cortarse en

 pedazos entre sí.Tawnos se levantó

lentamente, lasarticulaciones de susrodillas se quejaron. Miróa su alrededor. Todos lossoldados Yotianos

 peleaban entre sí. Susespadas de vidriotemplado cortándose una ala otra, rebanando su

 pesada armadura, comocáscaras de naranja. Yaalgunos caían por elasalto, pero Tawnos no

 pudo precisar si eranatacantes o defensores.

Tawnos gritó uncomando para que lasunidades se formaran, y las máquinas no le hicieron caso. Gritó la orden para quedejaran de luchar, y también la ignoraron. Finalmente gritó la orden que desactivaba lasunidades. Pero estas tampoco hicieron caso a esta orden. Los sobrevivientes abollados

 por las batallas sólo se tambalearon hacia delante en busca de nuevos objetivos.Tawnos dio un paso atrás, luego uno segundo, luego se fue corriendo por el

centro de la línea. Dos soldados trataron de seguirle, pero pronto comenzaron a lucharentre sí.

Mientras Tawnos corría a lo largo de la línea, la historia era la misma. Lasmáquinas a ambos lados habían olvidado sus órdenes básicas y estaban atacando al azar,

atacando cualquier objetivo en su camino. Se encontró con una unidad de estatuas dearcilla en combate con un grupo de vengadores generalmente aliados, los grandesautómatas extirpando trozos de arcilla primigenia de los esqueletos de las estatuas. En elhorizonte, un par de dragones mecánicos tenían sus cuellos entrelazados como gansosen apareamiento, y cada uno tenía sus mandíbulas abiertas, tratando de morder al otroen la cabeza. Los triskeliones habían abierto fuego contra las máquinas de batalla deUrza y el uno contra el otro, y un humo ondulante ya salía de sus estructuras. Sobre sucabeza las aves mecánicas estaban atacando a los ornitópteros, y sus afilados picosdestrozando las alas reforzadas de los artefactos.

Tawnos tropezó tanto con cuerpos humanos como mecánicos, guardias, otrosestudiosos, y guerreros Fallaji. Los seres humanos habían sido los primeros en ser

destruidos por la rebelión de las máquinas.

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Tawnos oyó a alguien gritar su nombre, y hubo un destello de color escarlata encontra de un manto negro. Ashnod gritó su nombre otra vez, y Tawnos esperó a que lamujer subiera sobre el cuerpo caído de una estatua de barro. Ella estaba portando suubicuo bastón y todavía llevaba la mochila maltratada que habían poseído la nocheanterior.

"¿Esto lo estás haciendo tú?" gritó Tawnos por encima del estruendo de loschoques. A cien metros de distancia, un dragón mecánico sin cabeza estaba usando sucuello como un látigo metálico para romper una de las torres triskelion.

Ashnod sacudió la cabeza enérgicamente y le gritó: "También esta afectando alos dispositivos de Mishra. ¿Tal vez hay algo que esta afectando la forma en que lasmáquinas reciben sus órdenes?"

Ahora era el turno de Tawnos de no estar de acuerdo. "Nada como esto ocurrióantes. Tal vez las piedras de los dos hermanos…la Piedra del Poderío y la Piedra de laDebilidad. ¿Podría su proximidad hacer esto?"

Ashnod gritó: "Dímelo tú. Parece como si todo lo que tuviera un cristal de podertuviera una mente propia."

Hubo una explosión cercana. Demasiado cerca. Tanto el hombre como la mujerse agacharon cunado una bola de fuego eclosionó hacia el cielo, haciendo temblar el

suelo con su erupción."Una de las

máquinas de guerra deMishra," gritó Ashnod."Voy a regresar alcampamento de Urza,"gritó Tawnos. "¿Vienes?"

"Pensé que nuncalo preguntarías,"respondió Ashnod. Losdos se alejaron del frentede batalla cuando ungigantesco dragónmecánico, quizás uno delos originales que Mishrahabía traído a Korlinda,se elevó sobre la colina.Observó a los dos seresque había ante él como si

fueran insectos. "¿Hayalguna palabra de comando para controlar a esa cosa?" preguntó Tawnos. "¿Crees queescuchará?" respondió Ashnod. El dragón mecánico vaciló, y luego se dió la vuelta,regresando al corazón de la batalla.

"¿Haz hecho algo?" dijo Tawnos, pero Ashnod sólo sacudió la cabeza. Acontinuación, una tercera voz habló.

"No, ese fuí yo."Apareció a la vista, y Tawnos vio una criatura de pesadilla. Era tan alto como

Tawnos, con largos zarzillos oscuros que surgían de la parte de atrás de su cabezaesquelética y se retorcían por su propia voluntad. Su cuerpo estaba construidoenteramente de soportes y cables unidos por tendones de carne, que se retorcían como si

fueran músculos a medida que avanzaba. Era el autómata perfecto."¡Demonio!" gritó Ashnod.

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La criatura se echó a reír, y era un sonido áspero, un traqueteo. "¿Asi llamas tú aalguien que acaba de salvarte de uno de los dispositivos de tu señor? Sí, yo lo puedocontrolar, incluso cuando ustedes siendo maestros no pueden hacerlo. Puedo controlar lamayoría de estas criaturas ahora, y cuando terminen de matarse unas a otras, me llevaréa las más fuertes conmigo a Pirexia."

Ashnod dejó caer la mochila y alzó su bastón con ambas manos. "¡Retrocede!"dijo.El demonio se rió de nuevo. "Ahora es el momento de empacar los juguetes y

volver a casa. Urza y Mishra van a morir hoy, y con ellos morirán sus esperanzas y sulegado." Se detuvo un momento y luego añadió: "Y sus estudiantes."

El demonio se agazapó para saltar, pero Ashnod fué más rápida. Alzó su bastónrevestido con el cráneo en su parte mas alta, y energías multicolores surgieron de aquelextremo.

La criatura se tambaleó bajo la fuerza del golpe, pero no murió. "Te has vueltomás fuerte," gruñó, pero sus palabras fueron forzadas.

"He estado practicando", dijo Ashnod. Tawnos notó que sus dientes también

estaban apretados. "Tawnos", gritó, "toma la mochila".Tawnos no se movió de inmediato, en su lugar sacó su propia arma."¡No!" gritó Ashnod, "Este es mío. Toma la mochila. En ella hay una fuente.

Dile a Urza que la llene de recuerdos de la tierra. ¿Lo tienes? Memorias de la tierra."Tawnos no se movió, y Ashnod echó una maldición. "¡Urza lo va a necesitar, si

esta cosa ya está aquí!"Ya el demonio se había puesto de pie y se tambaleaba hacia delante, luchando

contra el rayo del bastón de Ashnod. Mientras Tawnos observaba, sus brazos se hicieronmás largos y sus dedos se convirtieron en afiladas garras. El sudor corría por la cara deAshnod.

"¡Ve, Patito!" gritó, y redobló sus esfuerzos. El demonio se tambaleó hacia atrásunos pasos, pero luego volvió a su lento avance hacia adelante.

Tawnos agarró el paquete y volvió corriendo al campamento base. Detrás de élel demonio gritó y Ashnod hechó una nueva maldición. Entonces sus voces se perdieronen el fragor metálico de la batalla mecanizada.

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Capítulo 34Urza y Mishra

Urza se encontraba solo en su campamento. Los ayudantes y aprendices habían

huido o había corrido hacia otro lugar como refuerzos o habían sido muertos encombate. Debajo de él, a través del valle lleno de niebla, había un mar de ruinamecanizada. La mayoría de los autómatas más pequeños se habían roto ya, y sólo losenormes gigantes seguían tronando el uno contra el otro. Un humo aceitoso cubría lamayor parte de la tierra, y él no podía ver el lado opuesto del valle ya más.

Urza se quitó las gafas y se pellizcó el puente de la nariz. Tanto esfuerzo, pensó, para tan poco resultado.

Tawnos estaba allí afuera, lo sabía, pero Tawnos había luchado antes y siempreregresaba a casa. Harbin estaba por lo menos a salvo de esta batalla, en camino deregreso a Penregon. Urza se dió cuenta de que ahora debía irse, debía retirarse.

¿Pero retirarse hacia dónde? Los fuertes habían sido vaciados para llevar tropas

a la batalla. No quedaba nada en los reinos combinados para enviar, incluso si losastilleros todavía funcionaran. No quedaba nada de la tierra con lo que se pudieraconstruir de nuevo.

Urza miró hacia el valle y sacudió la cabeza. Pensó en las notas de Loran, y pensó en Harbin. El chico había visto lo que los nativos de esta tierra podían hacer yhabía llegado a creer que había fuerzas más poderosas que sólo el artificio y lamaquinaria. Tal vez tenía razón. Pero ya era demasiado tarde para eso.

Tal vez siempre había sido demasiado tarde, pensó Urza.Se produjo un movimiento a la derecha de Urza, y se volvió, esperando ver a

Tawnos salir del humoreunido. En su lugar

apareció otra figura,esta mas musculosa y

 jóven, y vestida con lastúnicas del desierto.

"Hola,hermano", dijo Mishra.

Urza sesobresaltó. Mishra

 parecía no habersufrido ningún cambiodesde el momento enque se habían reunido

 por última vez, cara acara, en Kroog. Dehecho, en todo caso,

 parecía más joven, másfuerte y más seguro.Instintivamente la

mano de Urza se dirigió a la Piedra del Poderío que colgaba de su cuello."Te ves mal", dijo Mishra, una fría sonrisa en su rostro. "Tus máquinas te han

 practicamente succionado la vida. Ese es tu error. Uno de los muchos".

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Mishra dio un paso adelante, y la piedra de Urza empezó a brillar. La bolsaalrededor del cuello de Mishra comenzó a brillar en respuesta. Mishra la abrió con lamano izquierda y extrajo la roca del tamaño del puño de la misma.

"Tal para cual", dijo el hermano menor. "¿Cuánto tiempo hemos luchado? ¿Y por qué, hermano? ¿Por baratijas, como estas?" Sacó el anj con la otra mano. "¿Para

gobernar naciones y personas?""Yo sólo quería aprender", dijo Urza, en voz baja. "Yo sólo quería construir misdispositivos."

Mishra dio otro paso adelante, y Urza trató de empujar al hermano más joven denuevo, transmitiendo su voluntad a través de la piedra como lo había hecho en Kroog.Como lo había hecho de nuevo en el campamento de Tocasia al comienzo de su vida.El era menos eficaz en esta ocasión. Mishra dio un paso más, esta vez más lento, y susonrisa era fija y quebradiza. "Te has dejado envejecer, y tu luz es mas tenue", dijo."¿Vamos a hablar por última vez, o tengo que matarte ahora?"

"¿Todavía quieres mi piedra", dijo Urza, pero estaba agotado hasta para hablar.Sintió que la vejez pesaba sobre sus hombros, y la piedra era un gran peso que colgaba

de su cuello.Mishra dio un paso más, y ambos hermanos fueron bañados por la luz ahora, la

luz multicolor de sus propias piedras. Los dos hombres estaban a sólo unos metros dedistancia. "¿Crees que esto es sólo por una joya fracturada? ¿Crees que allí es dondeestá el poder?" dijo Mishra, y había un esfuerzo en su sonrisa. "¿Todavía codicias mi

 piedra, hermano?. ¡Aquí, tómala!"Mishra arremetió con la piedra apretada fuertemente en su mano. Urza lo

esquivó hacia un lado, pero mientras esquivaba el ataque de Mishra supo que este erasolo un engaño. El anj en la otra mano de Mishra apareció de repente, y Urza se retorcióy se tambaleó hacia atrás, tratando de salirse del camino de la cuchilla. La luz de su

 piedra murió cuando el borde afilado del anj razgó su frente. La cara de Urza estalló dedolor cuando se dejó caer.

Mishra se echó a reír, y Urzase tomó el rostro. El anj habíaesculpido un profundo surco en sufrente, que ya se estaba llenando desangre. El líquido espeso y pegajosocorría por los lados de la caramanchada de Urza y sus gafasadquirieron un tono sanguinario.

"Nunca haz mostrado

verdadero poder, hermano," se burlóMishra. "Nunca haz tenido que luchar por tu vida. Siempre estuvistes asalvo en tu mundo de dispositivos ycálculos. Ahora puedes ver que te has ido por el camino equivocado. Vas a morir viejo ysolo, y yo tomaré tus tierras y tus pueblos y tus invenciones y los someteré a mivoluntad." Mishra se inclinó hacia adelante para asestar un golpe mortal con su anj.

Urza sintió ira, caliente y fresca, y con esa ira vino la acción. Si hubiera pensadoracionalmente, podría haber tratado de retirarse, hablar, de planificar un nuevo asalto undía más tarde. Pero él estaba dolorido y la ira brotó de ese dolor. Él se movióinstintivamente y de manera impulsiva.

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Dejó caer las defensas que había levantado a su alrededor, las defensas quehabían florecido cuando los dos lucharon. En su lugar, utilizó la energía de la piedra

 para lanzar un asalto directo contra su hermano.Utilizó la Piedra del Poderío como un foco para su asalto, pero virtió en ella su

ira contra Mishra.

Derramó toda su rabia,así como todas sus otrasemociones: cuantoamaba a su hermano ycuanto lo odiaba, cómosu guerra había arruinadosus vidas y sus mundos.Todo esto lo virtió através de la piedra en unaexplosión de energía.

Y mientras lo

hacía, sintió que algocedía dentro de él. Eracomo cuando un músculotiraba de repente por latensión, o cuando unengranaje cambiabadentro de un dispositivo.De repente, las paredes

mentales en torno a él se apartaron, y se dio cuenta de que su hermano había estado enlo cierto.

 Nunca se había dado cuenta de su verdadero poder.Hasta ahora.Urza supo que el poder venía de dentro de él, no de cualquier dispositivo o del

cristal. El alimentó ese poder a través de la piedra y en un solo disparo en contra de suhermano.

El pecho de Mishra estalló en una bola de fuego carmesí, y el joven gritó y cayó.El fuego se propagó a través de sus ropas y agitó los brazos cuando las llamas lo

envolvieron. Su cuerpo brilló intensamente por un momento y luego huyó,desapareciendo de nuevo en el humo que llenaba el valle.

Urza lo vió huir y fue entonces cuando se dió cuenta de lo que había hecho tan poderoso a Mishra. Por que las túnicas de Mishra se habían quemado por el asalto de

Urza, y con las ropas la carne por debajo de ellas se había despellejado por el calor.Por debajo de la carne había metal. Urza lo había visto sólo por un momento, pero esofue suficiente. Había placas de metal donde deberían haber estado las costillas deMishra, y poleas de metal con cables de acero reemplazaban las operaciones de losmúsculos.

Su hermano había sido consumido por sus propias máquinas. Se habíaconvertido en una misma.

Urza sintió los efectos de su propio asalto. Algo había cambiado dentro de él, yuna vez que la puerta estaba abierta, no podía ser cerrada. Podía sentir el mundo que lerodeaba utilizando más que su vista o sus sentidos. Podía sentir el poder en sí mismo yel poder dentro de la tierra que lo rodeaba.

La tierra estaba herida. No, no sólo en Argot, sino en todo Terisiare. Él y suhermano habían saqueado la tierra por sus riquezas, y la habían dañado casi sin

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 posibilidad de reparación. Ahora le gritaba, en un coro desesperante, llorando por unrespiro. Llorando por la liberación.

Hubo otro destello de movimiento a su izquierda, y levantó la Piedra del Poderíofrente a un nuevo asalto. Pero esta vez fué Tawnos el que apareció de la nieblahumeante, tosiendo y portando una mochila. El estudiante parecía anciano mientras se

tambaleaba hacia delante."Urza", dijo el antiguo aprendiz. "Las máquinas ya no obedecen."Urza miró por encima del campo de batalla y lo vio con ojos nuevos. Donde

antes había confusión, ahora vió a otro titiritero moviendo los hilos. Tirando de lascuerdas de las criaturas artefacto. Las cuerdas de su hermano. Sus propias cuerdas.

"Hay un demonio, una criatura de Pirexia", continuó Tawnos. "Me tendieron unaemboscada y Ashnod…Ashnod me dijo que debía traerte esto". Sacó un sylex conforma de tazón de la mochila. "Urza, ¿estás escuchando?"

Urza miró el tazón y escuchó los gritos de la tierra alrededor de ellos. "Escucho",dijo. "Más de lo que crees, ahora, yo escucho."

"Tenemos que retroceder", dijo Tawnos, "salir de aquí. Si tu hermano nos

encuentra...""Mi hermano ya ha estado aquí", dijo Urza, "y él va a volver." Tomó el cuenco

de las manos de Tawnos, y cuando tocó el sylex, los gritos de la tierra se hicieron másintensos en sus oídos. Se levantaron en una cacofonía ensordecedora de dolor que sóloél podía oír.

"Ashnod dijo que se supone que tú lo llenes de recuerdos de la tierra", dijoTawnos. La boca del sabio gimoteó un momento y luego añadió: "No sé lo que esosignifica."

"Lo sé", dijo Urza, y él realmente lo sabía. En el momento en que tomó la tazade Tawnos él sabía cual era su propósito y cómo debía usarlo. La comprensión fluía através de él como una sacudida eléctrica.

"Tenemos que irnos", dijo Tawnos."No," dijo Urza, en voz baja."Urza, estás herido…" comenzó a decir Tawnos, pero Urza lo interrumpió."No", repitió. "Se termina aquí, para mí y para él". Por un momento, sus ojos se

centraron en Tawnos, y Urza dijo: "Tienes que ir a buscar un refugio seguro. Encontrarun lugar donde ponerse a cubierto."

"Urza, no estoy...""¡No discutas!" tronó Urza, y sus ojos brillaron de furia. "¡Encuentra la cueva

más profunda, el árbol más lejano, el fuerte más sólido. Encuentra algo para protegertey hazlo ahora!"

Tawnos se fué, y Urza estaba solo en la ladera. Sólo por un momento, porquehubo un estrépito y un traqueteo a su derecha, desde el valle. El ruido comenzó ahacerse cada vez más fuerte momento a momento.

Mishra estaba regresando, y estaba trayendo un dragón mecánico con él.La niebla se separó cuando la gran máquina retumbó por la colina hacia el estudiosoherido, y Urza se corrigió mentalmente. Mishra traía el dragón mecánico como una

 parte de sí mismo… La mayoría de la carne se había quemado de la forma que había sido su

hermano, dejando sólo un laberinto de alambres en espiral y cables negros debajo,segregando líquido. Los cables habían emergido desde el interior de su cuerpo y sehabía fusionado con con los del dragón mecánico. Este dragón era el de Korlinda y

cables similares habían salido de él para unirse con los de Mishra. Máquina y hombrese habían convertido en una entidad.

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La cara de Mishra estaba casi intacta, excepto por una larga cicatriz, quemada alo largo de uno de sus lados. Los jirones de carne aleteaban contra el metal que habíadebajo mientras su mandíbula mecánica se abría y cerraba, gritando amenazas. Hubo unenrojecido goteo a lo largo de ese lado que podría haber sido de sangre.

Urza vio la abominación que era su hermano y sabía lo que debía hacerse. Dijo

una palabra y sacó las energías de la tierra hacia él.En un instante, la ladera se deslizó bajo sus pies, estrellándose con el motor deMishra. El hombre máquina fue atrapado por la tierra en cascada y arrastrado haciaatrás, hacia el fondo del valle.

Urza se dio cuenta que esto no detendría a su hermano lleno de odio, pero loretrasaría. Y eso sería suficiente.

Urza cruzó las piernas con el cuenco en su regazo. Las runas dentro delrecipiente giraban en espiral hacia el centro, pero no necesitaba leerlas. Cualquiera quesea la fuerza que ahora corría por sus venas le permitía comprenderlas, le permitíancomunicarse con el artefacto ya que ahora escuchaba los gritos de la tierra. La sangre

 brotaba de la herida en su frente, y goteaba en el recipiente llenando las runas talladas

de un rojo carmesí.Urza invocó sus recuerdos, los recuerdos de su vida y sus estudios, y los volcó

en el recipiente. Pensó en Argivia y Korlis. Pensó en sus torres y talleres y en elorniario en Kroog. Pensó en las tierras que había sobrevolado y disputado. Pensó en laCordillera Kher y en las Cavernas de Koilos.

Y pensó en un pequeño campamento, ahora olvidado por la mayoría de loshombres vivos y enterrado por la arena, donde los estudiantes de una anciana excavabanen busca de artefactos de un pueblo antiguo y olvidado. Donde dos hermanosaprendieron sobre los Thran.

La máquina Mishra se había recuperado de la avalancha y ahora volvía a lacarga subiendo por la colina, su cabeza de dragón gritando. Urza miró hacia arriba y vióel rostro de su hermano, medio roto por el cráneo metálico que había debajo, y lloró porél. Las lágrimas del artífice se unieron a la sangre y los recuerdos en el cuenco, y éstesintió el poder encima y en torno suyo.

El poder lo llenaba ahora, fluía hacia él desde todas las tierras y todos losrecuerdos de las cosas que había hecho. Su arrepentimiento, su orgullo, su ira y susoledad todo se virtió en el recipiente, llenándolo hasta el borde, llenándolo hasta el

 punto de reventar.Y más allá.La máquina Mishra había

alcanzado la cima ahora, y su cabeza

de serpiente se alzaba por encima deél. Mishra estaba sonriendo, lasonrisa era mitad de carne y mitad deacero. Era la sonrisa de un hombretriunfador.

Mishra estaba gritando algo, pero Urza ya no escuchaba su voz. Loúnico que oyó fue el sonido de latierra, llorando por liberación.

Y Urza liberó el poder.Un destello en la base del

recipiente se extendió hacia afuera yhacia arriba, un nuevo sol traído a la tierra y quemando todo lo que tocaba. Urza sintió

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el flash por un momento y sonrió mientras se apoderaba de él. Su última imagen fue lade su hermano, fusionado a la máquina, cuando ambos fueron atrapados en la explosión.La sonrisa en el rostro de su hermano se convirtió en una parodia retorcida cuando lossistemas de su cuerpo fallaron. Entonces el dragón Mishra se redujo a sus partículas más

 pequeñas, y esas partículas fueron capturadas por la fuerza de la explosión que Urza

había llamado a la existencia. Volaron lejos, muy lejos.Y Urza también desapareció.

* * * * *

Argot murió al fin. Los sobrevivientes que habían quedado sobre la tierra sólotuvieron un momento de reaccionar ante la gran llamarada de luz en el horizonte,cuando de repente pasó por encima de ellos.

Los árboles supervivientes se encendieron allí donde se encontraban, derribados por el viento, sus troncos fueron arrancados por la tierra ondulante cuando está se

deslizó bajo el mar, y la nueva tierra se disparó hacia los cielos por la fuerza de laexplosión.Gaia gritó cuando el círculo de destrucción se amplió.

* * * * *

Los hombres del barco de Harbin, que había estado mirando hacia el sur fueroncegados por la luz, sus ojos reducidos a charcos de sangre por la intensidad. Losmástiles y las velas de la nave se incendiaron por el calor.

La nave de repente se alzó, cuando el propio mar se convirtió en una montaña y

llevó al barco con él. La nave se elevó hacia arriba, y Harbin se aferró a los restosdestrozados de la jarcia, gritando el nombre de su padre.

De repente, el barco y el hombre estaban encima de las olas grandes del mar, yHarbin pudo ver, muy al sur, elresplandor rojizo del cielo mientrasArgot se quemaba. Pudo ver otrasolas titanicas, cada una más grandeque la que acababa de superar,avanzando como un ejércitoimplacable.

Su barco fue lanzado denuevo en el océano.

Gwenna sintió la tierratemblar debajo de ella y oyó elgrito de Gaia, cuando su tierramurió. Estaban luchabando con losKorlisianos a lo largo de la costa, ymuchos de los guerreros de ambos lados ahora deponían las armas y comenzaron allorar. La guerra había terminado, y no debía haber vencedores.

Gwenna notó que el mar se había ido, dejando sólo parches grandes de lodo y piedras. Se dio cuenta de lo que eso significaba. Le gritó a sus guerreros para que

huyeran a las montañas del interior y echó a correr a toda prisa, no se detuvo a verquienes le habían obedecido.

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Estaba a mitad de camino de la colina más cercana, cuando las primeras olasgrandes, del tamaño de una pequeña montaña, rompieron contra la costa, destruyendotodo a su paso.

* * * * *

En Penregon, Kayla dejó su pluma por el sonido de un trueno distante. Pero eltrueno no disminuyó, sino que se hizo más fuerte y fue acompañado poco después por la

 prisa de los vientos. La tierra temblódebajo de ella, y en otra habitación seoyó el ruido de platos cayendoruidosamente al suelo.

La sala se estremeció, y losmuebles se deslizaron contra la pareddel fondo y esta se destrozó. Hacia elsur se produjo un gran resplandor

rojizo, como si todo el sur de Argiviase hubiera incendiado.

La puerta se abrió de repente, yJarsyl, el hijo mayor de Harbin, entróllorando y sosteniendo uno de los

 juguetes viejos de su padre, un pájaromecánico que Tawnos había hecho para él. Kayla abrazó al niño y le susurró palabrassuaves, mientras fuera de la casa los hombres gritaban y los edificios caían a pedazos.

Una sola lágrima corrió por el costado de su rostro mientras ella consolaba a sunieto.

* * * * *

En las cavernas de Koilos el aire se plegó y se arremolinó, y allí estaba el olor aaceite quemado cuando Gix volvió a su guarida.

Había sido herido, y sus movimientos dejaron huellas de grasa y salpicaduras deaceite. Había también algo de sangrehumana sobre él, en su pecho, en susgarras, y en su rostro, pero no teníatiempo para considerar su apariencia.

Trabajó con rapidez, una parte

de su mente cálculando cuánto tiempole tomaría a la onda expansiva llegarhasta él, otra se preguntaba si lamontaña en sí sería suficiente

 protección, mientras que una tercera parte preparó la máquina Thran. Unmontón de cristales sueltos de energíafueron colocados en el soporte que élhabía esperado que una vez llevaría la

Piedra de la Debilidad y la Piedra del Poderío unidas, y sus manos manchadas de sangrese movieron sobre los glifos con una gracia apresurada.

El aire empezó a girar y comezó a abrirse el portal, pero aún no estabacompletamente formado cuando la tierra tembló bajo sus pies. El frente de la onda

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expansiva estaba surgiendo en el exterior del cañón. Gix subió de un salto los escalonesde la tarima, y miró a su alrededor. Ya las partes del techo estaban empezando a ceder, ylas máquinas echaban chispas y comenzaban a apagarse.

Gix maldijo y se lanzó a través del pequeño portal, los pies por delante. Y en elmismo momento que él se sumergió, el portal parpadeó cerrádose a su alrededor.

Se oyó un grito dentro de las bóvedas, y luego nada, salvo por el brazo de un demonio,cercenado en el codo, cerrando y abriendo su mano hacia algo que no podría alcanzar,en el suelo de la habitación destrozada.

* * * * *

Cerca del pie del glaciar Ronom, Feldon y Loran vieron como una tormenta de polvo se tragaba las colinasque yacían a sus pies muchomás abajo. La arena habíasido arrojada desde el desierto

a cientos de kilómetros dedistancia y ahora desollabatodo en las tierras bajas.Incluso en su apogeo, unviento caliente, los cubrió de

 polvo, y Loran ajustó sumanto apretado contra su

 brazo izquierdo. Debajo de lacapa, su brazo derecho era unremanente retorcido ymutilado.

Feldon inspeccionó el terreno debajo de ellos mientras un valle tras otrodesaparecía bajo la explosión, dejando sólo una niebla de polvo revuelto y desolado queya estaba tratando de subir por las montañas. Los picos más bajos ya estabandesapareciendo bajo el asalto.

"Bueno", dijo al fin, "esto se acabó".Loran dijo, "Que bien".Y el silencio se hizo en Terisiare.

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EPILOGOS

CAMINOS DIVERGENTES

(64 AR)

Los sueños los habían llamado. Desde el monasterio, ahora en ruinas y de lastierras pavimentadas de cristal de Yotia. De los restos abandonados de Tomakul y delugares ocultos dentro de los antiguos reinos costeros. Trajeron con ellos susinvenciones, sus dispositivos, y sus notas sobre la naturaleza de la magia. Los sueños leshicieron señas para que acudieran al Corazón Secreto de los Thran, a las cavernas deKoilos, y ellos obedecieron.

Excavaron el pasaje hasta dondese había hundido. Enterraron loscadáveres que encontraron allí e hicieron

un relicario con el enorme brazo dedemonio que encontraron, agitándoseeternamente, al pie de la tarima.Repararon las máquinas lo mejor que

 pudieron, guiados por el antiguoconocimiento y por sus sueños.

Finalmente terminaron, ycolocaron los cristales de poder rotos ydesvanecidos en sus recipientes, tocandolos glifos que se les había instruido. Las máquinas zumbaron y chisporrotearon ycomenzaron a vivir lenta, vacilantemente.

Poco a poco el aire se retorció y una piscina de remolinos apareció, un portal deentrada a la tierra prometida que había más allá. A través de esa puerta entró un brazomecánico largo, con punta de garras, igual al que habían venerado como el brazo deGix.

El brazo le hizo señas a ellos y se retiró de nuevo a su propia tierra, y una vozresonó desde la puerta. "Entrad mis hijos", dijo, "entrad y degustad el paraíso."Sonriendo, los sacerdotes de la Hermandad de Gix se acercaron a la puerta y entraron aPirexia.

* * * * *

Lo que había sido una vez unacosta verde estaba inundada de basura.Los restos de grandes árboles y losdesechos marinos de enormes rocashabían sido expulsados kilómetros haciala playa, creando una basta región a lolargo de la costa, carente de vida.

Entre los restos había una cajagrande de metal, siete metros de largo,tres metros de anchura y altura. Se había

resistido a la destrucción y se detuvoentre los otros lejanos restos de lo que

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había sido Argot.Urza estaba parado junto a la caja y apretó la mano contra la tapa.

La parte superior de la caja se deslizó a lo largo de sus ruedas, dejando al descubierto laforma dormida de su antiguo aprendiz. Tawnos respiró, se sentó firmemente derecho,

 buscando aire. Su rostro estaba pálido, y estaba cubierto de piel muerta que se había

desprendido, pero no tenía adónde ir dentro de su encierro.Urza esperó que Tawnos recuperara la compostura, de pie, paciente como unaestatua. Tawnos respiró hondo, sostuvo el aliento y luego repitió el proceso. Luego miróa su alrededor a la devastación que les rodeaba.

"Ha terminado", dijo Urza, sentado en el borde de la caja.Tawnos tragó saliva y miró a su alrededor. "Este fue el lugar más seguro para

ocultarme en el cual pude pensar", dijo. Urza no respondió. Tawnos dijo: "¿Tuhermano?"

"Muerto", dijo Urza. "Yo ..." Él negó con la cabeza. "El demonio, el Pirexiano,mató a mi hermano mucho tiempo atrás. Núnca me había dado cuenta de eso."

"¿Dónde estamos?" preguntó Tawnos.

Urza miró a su alrededor y suspiró profundamente. "La costa sur de Yotia".Tawnos parpadeó. "Ha cambiado"."El mundo ha cambiado", dijo Urza, "por lo que hicimos. Por lo que hice."Tawnos salió de la caja, y Urza le ayudó. Tawnos se sentía débil debido a su

encarcelamiento y se frotó los brazos y las piernas, tanto para deshacerse de la pielmuerta como para restablecer la circulación. Hacía frío en la costa este, más frío del queTawnos recordaba cuando era un joven.

"Necesito una última tarea de tí, mi ex-alumno", dijo Urza."Dilo", dijo Tawnos."Quiero que vayas hacia el oeste. Que encuentres los restos de la Unión, los

estudiosos de las torres de marfil. Diles lo que pasó aquí. Diles lo que hicimos, y en loque fallamos. Vigila que ellos no hagan lo mismo. Confío en ti para lograr esto. "

Tawnos miró al hombre mayor, pero le pareció que Urza ya no era viejo. Su peloera rubio y de nuevo caía hacia sus hombros.

Sin embargo sus ojos eran de una edad más allá de los años y estaban heridos deun dolor que no era mortal.

"Siempre puedes confiar en mí", dijo Tawnos. "¿A dónde vas?"Urza se apartó de su antiguo alumno. "Lejos", dijo después de un corto tiempo.

"Me voy ... lejos.""Parece como si se pudiera utilizar tu ayuda aquí", dijo Tawnos.Urza hizo un ruido que Tawnos pensó fue una risa nerviosa. "Creo que a esta

tierra no le hará falta más mi ayuda para poder sobrevivir. Necesito ... necesito irmelejos. Y pensar por mí mismo. A donde no perjudique a otros."Tawnos asintió con la cabeza, y dijo: "Yo no sé si hay un lugar tan lejos."Urza negó con la cabeza y dijo: "Hay lugares mucho más allá de la tierra de

Terisiare, mucho más allá del mundo de Dominaria. Cuando vertí mis recuerdos en elsylex, los he visto. Veo muchas cosas que yo nunca había visto antes."

Se volvió hacia Tawnos, y el Maestro Erudito vio los ojos de Urza. Ya no eranojos humanos, sino más bien dos piedras preciosas, irradiando una cascada de maticesmulticolores: verdes, blancos, rojos, negros y azules.

La Piedra del Poderío y la Piedra de la Debilidad, al fin reunidas, dentro delhermano sobreviviente.

La imagen fue sólo por un instante, y luego los ojos de Urza eran normales otravez. Urza sonrió. "Tengo que ir lejos", repitió.

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Tawnos asintió con la cabeza, y el hombre con los ojos humanos/cristalinos sealzó. "Tú has sido durante mucho tiempo un estudiante", dijo Urza. "Ahora ve y se unmaestro."

Mientras hablaba, Urza empezó a desaparecer de la vista. Poco a poco el colordesapareció de él, dejando sólo su bosquejo, entonces este también se desvaneció.

"Enseñales de nuestros triunfos y de nuestros errores", dijo una voz lejana. "Y dile aKayla que no me recuerde...""... por lo que fuistes, sino por lo que tratastes de ser", terminó Tawnos, pero él

estaba hablando con el espacio vacío. Urza había pasado de aquel mundo a otrosmundos que sólo sus ojos cristalinos podían ver.

Tawnos miró a su alrededor, pero no había señales de vida. Se dirigió tierraadentro, con la esperanza de conseguir atravesar lo peor de la devastación antes de tenerque viajar hacia el oeste. No reconoció puntos de referencia familiares, y tuvo lasensación de que él no lo haría por mucho tiempo. Tawnos se preguntó qué tan gravehabía sido realmente la devastación.

Y a medida que caminaba hacia el interior, Tawnos, fue recibido por los primeroscopos de nieve flotando a la deriva en un viento invernal.

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