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La Metafora

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Metafora

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  • LA METAFORA VIVA

  • Este libro fue publicado por ~DITIONS DU SEUIL, Pars 1975

    con el ttulo LA MTAFORE VIVE Lo tradujo al espaol AGUSTfN NEIRA

    Derechos para todos los pases de lengua espaola en EDICIONES CRISTIANDAD, S. L.

    Madrid 1980

    Depsito legal: M. 26.745 - 1980 ISBN: 84-7057-278-4

    Printed in Spain TORDESILLAS, ORGANIZACIN GRFICA - Sierra de Monchique, 25 - MADRID-18

  • Dedico estos estudios a aquellos investigadores cuyo pensamiento se aproxima al mo o que me han acogido en las universidades en que fueron elabora-dos: Vianney Dcarie, universidad de Montreal; G-rard Genette, cole pratique des hautes tudes, Pa-rs; Cyrus Hamlin, universidad de Toronto; mile Benveniste, College de France; A. J. Greimas, cole pratique des hautes tudes, Pars; Mikel Dufrenne, universidad de Pars; Mircea Eliade, universidad de Chicago; Jean Ladriere, universidad de Lovaina.

  • CONTENIDO

    d , Intro UCClon ... . . . .. . . .. .. . .. . .. . .. . . . . . .. . . . . . . ... ... ... ... . .. 11

    ESTUDIO PRIMERO

    ENTRE RETORICA Y POETICA: ARISTOTELES

    1. Desdoblamiento de la retrica y la potica .. . .. . ... ... .. . 17 2. Ncleo comn a la potica y la retrica: la epfora del

    nombre ... .. . .. . .. . .. . ... ... ... .. . .. . .. . ... .. . 23 3. Un enigma: metfora y comparacin (eik6n) ... .. . .. . ... ... 39 4. El lugar retrico de la lexis ... .. . .. . .. . ... ... .. . ... ... 46 5. El lugar potico de la lexis ... .. . .. . .. . .. . ... .. . .. . ... .., 57

    ESTUDIO II ,

    EL OCASO DE LA RETORICA: LA fROPOLOGIA 1. El modelo retrico de la tropologa .. . .. . '" ... ... .. . 71 2. Fontanier: primaca de la idea -y de la palabra ... .. . ... 76 3. Tropo y figura ... ... ... .. . ... .. . ... ... ... ... ... .. . .. . 80 4. Metonimia, sincdoque, metfora ., . ... .. . ' " ... ... . .. . . . 85 5. La familia de la metfora ... .. . .. . ... ... . .. ... ... .. . ... .. . 90 6. Metfora forzosa y metfora de invencin .. . .. . ... ... ... 93

    ESTUDIO In

    MET AFORA Y SEMANTICA DEL DISCURSO

    1. El debate entre semntica y semitica ............ .. . .. . .. . 2 S ' t' t ' l' d 1 t'f . eman lca y re or ca e a me a ora ... ... ... ... .. . ... .. . 3 Gr 't' 1" , t' . ama lca oglca y seman lca .. . .. . ... .. . . .. .. . .. . ... .. . 4. Critica literaria y semntica .. . .. . ... .. . ... ... ... .. . .. . . ..

    ESTUDIO IV

    METAFORA SEMANTICA DE LA PALABRA

    1. Monismo del signo y primaca de la palabra ... ... .. . 2. Lgica y lingstica de la denominacin .. , . .. . .. . . . 3. La metfora como cambio de sentido ...... ... .. . 4. La metfora y los postulados saussurianos .. . .. . 5. El juego del sentido: entre la frase y la palabra . ..

    98 110 120 128

    141 146 154 168 175

  • ESTUDIO V

    MET AFORA Y NUEVA RETORICA 1. Desviacin y grado retrico cero .. . ... ... ... ... ... 192 2. El espacio de la figura ... ... ... ... ... ... ... ... ... 199 3. Desviacin y reduccin de desviacin .,. ... . .. ... ... 206 4. Funcionamiento de las figuras: el anlisis smico ... .. . 216

    ESTUDIO VI

    EL TRABAJO DE LA SEMEJANZA

    1. Sustitucin y semejanza ... ... ... ... ... . .. ... ... ... 237 2. Momento icnico de la metfora ... ... ... ... ... ... ... 255 3. Proceso a la semejanza ... ... ... ... ... ... ... ... ... 260 4. Defensa de la semejanza ... ... ... ... ... ... ... . .. . .. ... 263 5. Psicolingstica de la metfora ..... , .. . ... ... ... .. . .. . 273 6. Icono e imagen... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 281

    ESTUDIO VII

    MET AFORA Y REFERENCIA

    1. Los postulados de la referencia ... ... ... ... ... ... 293 2. Alegato contra la referencia ... ... ... ... ... ... ... 299 3. Una teora de la denotacin generalizada ... ... ... 308 4. Modelo y metfora ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 323 5. Hacia el concepto de verdad metafrica .. . . .. ... ... ... 332

    ESTUDIO VIII

    MET AFORA Y DISCURSO FILOSOFICO

    1. Metfora y equivocidad del ser: Aristteles ... ... ... .. . 2. Metfora y analogia entis: La onto-teologa ......... .. . 3 M t f ' l' m t f' l' . e a- or co y e a- 1S co ... ... ... ... ... . .. . .. ... ... .. . . .. 4. Interseccin de las esferas de discurso .................... . 5. Explicitacin ontolgica del postulado de la referencia . . .

    Autores y obras citados .. . .. . .. . ... ... ... ... ... .. . .. . .. . ...

    348 367 380 399 409

    427

  • INTRODUCCION

    Los estudios siguientes son fruto de un seminario en la Uni-versidad de Toronto en el otoo de 1971 bajo los auspicios del Departamento de literatura comparada. Debo expresar mi agra-decimiento al profesor Cyrus Hamlin, mi anfitrin en Toronto. Estas investigaciones han seguido avanzando a base de cursos dados en diferentes universidades: Lovaina, Pars-X, en el marco de mi Seminario de investigaciones fenomenolgicas y, por lti-mo, Chicago, en la ctedra de John Nuveen.

    Cada uno de estos estudios desarrolla un punto de vista de-terminado y forma un tratado completo. Al mismo tiempo, cada estudio es el segmento de un nico itinerario que comienza en la retrica clsica, atraviesa la semitica y la semntica y ter-mina en la hermenutica. El paso de una dis~iplina a otra sigue el de las entidades lingsticas correspondientes: la palabra, la frase y el discurso.

    La retrica de la metfora considera la palabra como unidad de referencia. Por ese hecho, l metfora se clasifica entre las figuras de discurso que consta de una sola palabra y se define como tropo por semejanza; en cuanto figura, consiste en un des-plazamiento y en una ampliacin del sentido de las palabras; su explicacin se basa en una teora de la sustitucin.

    A este primer nivel corresponden los dos estudios iniciales. El primero -Entre retrica y potica- est consagrado

    a Aristteles. La definicin aristotlica de la metfora, que afec-tar a toda la historia posterior del pensamiento occidental, se basa en una semntica que toma la palabra o el nombre como unidad de base. Adems, su anlisis se sita en el cruce de dos disciplinas -la retrica y la potica- que tienen fines distintos: la persuasin en el discurso oral y la mimesis de las acciones humanas en la poesa trgica. El sentido de semejante distincin queda sin resolverse hasta el sptimo estudio, en que se define la funcin heurstica del discurso potico.

    El segundo estudio -El declive de la retrica- est con-sagrado a las ltimas obras de retrica en Europa, sobre todo en Francia. La base de discusin es el libro de Pierre Fontanier, Les Figures du discours. La demostracin recae sobre dos puntos principales. En primer lugar, se quiere mostrar que la retrica culmina en la clasificacin y la taxonoma, en la medida en que se concentra sobre las figuras de desviacin -o tropos-, en las

  • 12 Introduccin

    que la significacin de una palabra queda desplazada con respecto a su uso codificado. Por otra parte, se quiere sealar que, si bien la visin taxonmica funciona en una consideracin esttica de las figuras, fracasa cuando intenta explicar la produccin de la significacin, cuya desviacin a nivel de la palabra es slo un efecto de esa produccin.

    El punto de vista semntico y el retrico slo comIenzan a diferenciarse cuando la metfora se sita de nuevo en el marco de la frase y se trata como un caso no de denominacin desvian-te} sino de predicacin nO' pertinente.

    A este segundo nivel de consideracin pertenecen los tres es-tudios siguientes:

    El tercero -La metfora y la semntica del discurso>>-representa el momento decisivo del anlisis. Por consiguiente, podemos considerarlo como el estudio clave. Sita provisional-mente la teora de la metfora-enunciado y la de la metfora-palabra en una relacin de oposicin irreductible. La alternativa viene preparada por la distincin, tomada de Emile Benveniste, entre una semntica, en que la frase es portadora de la mnima significacin completa, y una semitica para la que la palabra es un signo dentro del cdigo lexical. Esta distincin entre semn-tica y semitica se pone en paralelo con la oposicin entre una teora de la tensin y una teora de la sustitucin; la primera se aplica a la produccin de la metfora en el seno de la frase to-mada como un todo; la segunda concierne al efecto de sentido a nivel de palabra aislada. En este contexto se discuten las im-portantes contribuciones de los autores de lengua inglesa I. A. Ri-chards, Max Bllck y Monroe Beardsley. Por una parte, se intenta demostrar que los puntos de vista aparentemente inconexos re-presentados por cada uno de ellos (

  • Introduccin 13

    bre no es errnea. De hecho permite identificarla y clasificarla entre lO's trO'pO's. PerO', sO'bre tO'dO', esta definicin, trasmitida por toda la retrica, no puede ser eliminada, pO'rque la palabra sigue siendo pO'rtadora del efectO' de sentido metafrico. A este res-pecto, es necesario recO'rdar que es la palabra la que, en el dis-cursO', asegura la funcin de identidad semntica: la metfO'ra altera precisamente esta identidad. Es impO'rtante, pues, mO'strar cmo la metfO'ra, producida a nivel del enunciadO' tomado cO'mo un todo, se focaliza sobre la palabra.

    En el estudio cuartO' -La metfora y la semntica de la pa-labra-, la discusin se limita a los trabajos que siguen la lnea de la lingstica saussuriana, en particular los de Stephen Ullmann. Nos detenemos en el umbral del estructuralismo propiamente dicho; con ello queremos demO'strar que una lingstica que no distingue entre una semntica de la palabra y una semntica de la frase debe limitarse a asignar lO's fenmenps de cambiO' de sen-tidO' a la historia de lO's usos lingsticO's. ;'

    El estudio quintO' -La met~tora y la nueva retrica- cO'n-tina la discusin dentro del marcO' del estructuralismO' francs. Este merece un anlisis diferente, a causa de la nueva retrica que ha surgidO' de l y que extiende a las figuras del discursO' las reglas de segmentacin, identificacin y combinacin ya aplicadas cO'n xitO' a las entidades fO'nO'lgicas y lexicales. La discusin em-pieza cO'n un examen detalladO' de las nociO'nes de desviacin y de gradO' retricO' cero, una comparacin de las nociO'nes de figura y de desviacin, y finalmente un anlisis del cO'ncepto de reduccin de desviacin. Esta larga preparacin sirve de introduccin al examen de la nueva retrica prO'piamente dicha; se considera cO'n la mayor atencin su esfuerzO' pO'r recO'nstruir sistemticamente el cO'njuntO' de las figuras sO'bre la base de las O'peraciones que rigen los tO'mO's de sentido de nivel infralin-gsticO'. La demO'stracin tiende fundamentalmente a establecer que la innegable finura de la nueva retrica se agO'ta enteramente en un marcO' terico que descO'noce la especificidad de la metfora-enunciado y se limita a cO'nfirmar la primaca de la metfO'ra-pa-labra. Mi intencin cO'nsiste en demO'strar que la nueva retrica remite, desde el interiO'r de sus prO'pios lmites, a u,na teora de la metfO'ra-enunciadO' que ella es incapaz de elabO'rar sO'bre la base de su sistema de pensamientO'.

    El estudio sextO' -El trabajo de la semejanza- asegura la transicin entre el nivel semnticO' y el hermenuticO', reco-giendO' el prO'blema de la innO'vacin semntica, es decir, la crea-

  • 14 Introduccin

    cin de una nueva pertinencia semntica, que qued en suspenso al final del tercer estudio. Para resolver este problema hay que abordar de nuevo la nocin de semejanza.

    Es necesario comenzar refutando la tesis, mantenida an por Roman JakO'bson, de que la suerte de la semejanza est indiso-lublemente unida a la de una teora de la sustitucin. Nos es-forzamos por demostrar que el juego de la semejanza no es me-nos necesario en una teora de la tensin. En efecto, la innovacin semntica por la que se percibe una proximidad indita entre dos ideas, a pesar de su distancia lgica, debe relacionarse con el trabajo de la semejanza. Metaforizar bien, deca Aristteles, es percibir lo semejante. As, la propia semejanza debe enten-derse como una tensin entre la identidad y la diferencia en la operacin predicativa desencadenada por la innovacin semntica. Este anlisis del trabajo de la semejanza entraa a su vez la re-interpretacin de las nociO'nes de imaginacin productiva y de funcin icnica. Es necesario, en efecto, dejar de ver en la imaginacin una funcin de la imagen, en un sentido prctica-mente sensorial de la palabra; consiste ms bien en ver como ... , para emplear una expresin de Wittgenstein; y este poder es un aspecto de la operacin propiamente semntica que consiste en percibir lo semejante dentro de lo desemejante.

    La transicin al punto de vista hermenutico corresponde al cambio de nivel que conduce de la frase al discurso propiamente dicho (poema, relato, ensayo, etc.). Surge una nueva problem-tica relacionada con este nuevo punto de vista: no concierne a la forma de la metfora en cuanto figura del discurso focalizada sobre la palabra; ni siquiera slo al sentido de la metfO'ra en cuanto instauracin de una nueva pertinencia semntica, sino a la referencia del enunciado metafrico en cuanto poder de re-describir la realidad. Esta transicin de la semntica a la herme-nutica encuentra su justificacin fundamental en la conexin que existe en todo discursO' entre el sentidO', que es su organizacin interna, y la referencia, que es su poder de relaciO'narse con una realidad exterior al lenguaje. La metfora se presenta entO'nces como una estrategia de discurso que, al preservar y desarrollar el poder creativo del lenguaje, preserva y desarrolla el poder heurs-tico desplegado por la ficcin.

    Pero la pO'sibilidad de que el discurso metafrico diga algo sobre la realidad choca contra la constitucin aparente del dis-curso potico, que parece esencialmente no referencial y centrado en s mismo. A esta concepcin no referencial del discurso poti-

  • 1 ntroducci6n 15

    co, oponemos la idea de que la suspensin de la referencia late-ral es la condicin para que sea liberado un poder de referencia de segundo grado, la referencia potica. Por tanto, no hay que hablar slo de doble sentido, sino de referencia desdoblada, segn una expresin tomada de J akobson.

    Respaldamos esta teora de la referencia metafrica en una teora generalizada de la denotacin prxima a la de Nelson Good-man en Languages 01 Art, y justificamos el concepto de redes-cripcin por la ficcin mediante la afinidad establecida por Max Black en Models and Metaphors, entre el funcionamiento de la me-tfora en las artes y el de los modelos en las ciencias. Esta afi-nidad en el plano heurstico constituye el principal argumento de esta hermenutica de la metfora.

    De este modo, la obra llega a su tema ms importante: la metfora es el proceso retrico por el que el discurso libera el poder que tienen ciertas ficciones de redes.cribir la realidad. Al unir as ficcin y redescripcin, restituimo~f su plenitud de sen-tido al descubrimiento de Aristteles en la Potica: la poihis del lenguaje procede de la conexin ntre mythos y mimsis.

    De esta conjuncin entre -ficcin y redescripcin concluimos que el lugar de la metfora, su lugar ms ntimo y ltimo, no es ni el nombre ni la frase ni siquiera el discurso, sino la cpula del verbo ser. El es metafrico significa a la vez no es y es como. Si esto es as, podemos hablar con toda razn de verdad metafrica, pero en un sentido igualmente tensional de la palabra verdad.

    Esta incursin en la problemtica de la realidad y de la ver-dad requiere que se explicite la filosofa que implica la teora de la referencia metafrica. A esta exigencia responde el octavo y ltimo estudio: La metfora y el discurso filosfico.

    Este estudio es fundamentalmente una defensa de la plura-lidad de los modos de discurso y de la independencia del discurso filosfico en relacin con las proposiciones de sentido y de re-ferencia del discurso potico. Ninguna filosofa procede directa-mente de la potica: esto se demuestra en el caso, aparentemente ms desfavorable, de la analoga aristotlica y medieval. Ninguna filosofa procede tampoco de la potica por va indirecta, incluso bajo el ropaje de la metfora muerta en la que podra termi nar la colisin denunciada por Heidegger entre meta-fsico y meta-frico. El discurso que intenta recuperar la ontologa im-plcita al enunciado metafrico es otro discurso. En este sentido, fundar lo que se ha llamado verdad metafrica es tambin limi-

  • 16 Introduccin

    tar el discurso potico. De esta manera, este ltimo queda jus-tificado en el interior de su circunscripcin.

    Este es el resumen de la obra. No pretende reemplazar la retrica por la semntica ni sta por la hermenutica ni refutar una por otra; quiere legitimar cada punto de vista dentro de los lmites de la disciplina que le corresponde y fundar la concate-nacin sistemtica de los puntos de vista sobre la progresin de la palabra a la frase y de sta al discurso.

    El libro es relativamente largo porque se toma el trabajo de examinar las metodologas propias de cada punto de vista, expli-citar los anlisis a que da lugar cada uno y relacionar siempre los lmites de una teora con los del punto de vista correspon-diente. A este respecto, se ver que la obra slo elabora y critica las teoras que llevan un punto de vista a su ms alto grado de expresin y contribuyen a la progresin del tema de conjunto. No se encontrarn, pues, aqu refutaciones sonoras; a 10 ms, la demostracin del carcter unilateral de las doctrinas que se con-sideran exclusivas. En cuanto a su origen, algunas de estas doc-trinas decisivas se toman de la literatura inglesa; otras de la francesa. Esta actitud expresa el doble vasallaje de mi investiga-cin y de mi enseanza de estOos ltimos aos. Espero as contri-buir a reducir la ignorancia que an existe entre lOos especialistas de estos dOos mundOos lingsticos y culturales. Confo poder en-mendar la aparente injusticia cometida cOon los autores de lengua alemana en otro libro que tengo en preparacin, que aborda el estudio del problema hermenutico en toda su extensin

  • ESTUDIO PRIMERO

    ENTRE RETORICA Y POETICA: ARISTOTELES

    A Vianney Dcarie

    1. Desdoblamiento de la retrica y la potica

    La paradoja histrica del problema de la metfora es que nos ha llegado a travs de una disciplina que desapareci a mediados del siglo XIX, cuando dej de figurar en el cursus studiorum de los centros docentes . Esta vinculacin de la metfora a una dis-ciplina muerta es fuente de gran perplejidad. Parecera que el retorno de los modernos al problema de la metfora los condena a la vana ambicin de hacer renacer la retrica de sus cenizas.

    Si el proyecto no es insensato parece c6jlVeniente acudir en primer lugar al hombre que concibi filosficamente la retrica: Aristteles. . _.

    Su lectura nos brinda, al iniciar nuestro trabajo, algunas su-gerencias tiles.

    Ya el simple examen del ndice de la Retrica de Aristteles prueba que hemos recibido la teora de las figuras no slo de una disciplina muerta, sino de una disciplina mutilada. La ret-rica de Aristteles abarca tres campos: una teora de la argu-mentacin, que constituye su eje principal y que proporciona al mismo tiempo el nudo de su articulacin con la lgica demos-trativa y con la filosofa (esta teora de la argumentacin com-prende por s sola las dos terceras partes del tratado), una teo-ra de la elocucin y una teora de la composicin del discurso. Lo que los ltimos tratados de retrica nos presentan es, segn la feliz expresin de G. Genette, una retrica restringida 1, restringida primero a la teora de la elocucin y segundo a la teora de los tropos. La historia de la retrica es la historia de una dispersin. Una 'de las causas de su muerte consiste en que, al reducirse a una de sus partes, la retrica perdi el nexo que la una a la filosofa a travs de la dialctica, con 10 cual se con-verta en una disciplina errtica y ftil. La retrica muri cuando la aficin a clasificar las figuras lleg a suplantar completamente el sentido filosfico que animaba el vasto imperio de la retrica,

    1 Grard Genette, Rhtorique restreinte: Cornmunications 16 (1970). 2

  • 18 Entre retrica y potica: Aristteles

    mantena unidas sus partes y relacionaba el conjunto con el orga-non y la filosofa fundamental.

    El sentimiento de esta prdida irreparable aumenta ms cuan-do se considera que el vasto programa aristotlico representaba por s mismo, si no una reduccin, al menos la racionalizacin de una disciplina que, en su lugar de origen, Siracusa, se haba propuesto regular todos los usos de la palabra pblica 2. Hubo retrica porque hubo elocuencia, elocuencia pblica. La observa-cin es de gran alcance: la palabra fue un arma destinada a in-fluir en el pueblo, ante el tribunal, en la asamblea pblica, tam-bin un arma para el elogio y el panegrico: un arma llamada a dar la victoria en las luchas en que lo decisivo es el discurso. Nietzsche escribe: La elocuencia es republicana. La antigua de-finicin recibida de los sicilianos -la retrica es artfice (o maestra) de persuasin, peithous dmiourgos 3_ recuerda que la retrica se aadi como una tcnica a la elocuencia natural, pero que esta tcnica hunde sus races en una demiurgia espon-tnea; entre todos los tratados didcticos escritos en Sicilia, y luego en Grecia, cuando Gorgias se estableci en Atenas, la re-trica fue la techn que hizo al discurso consciente de s mismo y convirti la persuasin en una meta clara, alcanzable por medio de una estrategia especfica. .

    Antes, pues, de la taxonoma de las figuras existi la gran retrica de Aristteles; pero antes de sta existi el uso salvaje de la palabra y la ambicin por dominar, mediante una tcnica especial, su temible poder. La retrica de Aristteles es ya una disciplina domesticada, slidamente unida a la filosofa por la teora de la argumentacin, de la que se separ al iniciarse su decadencia

    La retrica de los griegos no slo posea un programa mu-cho ms amplio que la de los modernos, sino que deba a su

    2 Sobre el nacimiento de la retrica, cf. E. M. Cope, An Introduction to Aristotle's Rhetoric 1 (Londres y Cambridge 1867) XX 14; Chaignet, La Rhtorique et son histoire (1888) 1-69; O. Navarre, Essai sur la rhto-rique grecque avant Aristote (Pars 1900); G. Kennedy, The Art 01 Per-suasion in Greece (Princeton-Londres 1963); R. Barthes, L'ancienne rhto-rique: Communications 16 (1970) 175-176.

    3 Scrates atribuye esta frmula a Gorgias en el discurso en que 10 opone al maestro ateniense de la retrica (Gorgias, 453 a). Pero su germen fue encontrado por Corax, alumno de Empdocles, primer autor de un tratado didctico -techn- del arte oratoria, seguido por Tisias de Sira-cusa. La misma expresin implica la idea de una operacin magistral, soberana (Chaignet, op. cit., p. 5).

  • Desdoblamiento de la retrica y potica 19

    relacin con la filosofa todas las ambigedades de su estatuto. El origen salvaje de la retrica explica el carcter dramtico de esta relacin. El corpus aristotlico nos presenta slo uno de los equilibrios posibles, en medio de tensiones extremas: el que corresponde al estado de una disciplina que ya no es simplemente un arma en la plaza pblica, pero que todava no es una simple botnica de las figuras.

    La retrica es sin duda tan antigua como la filosofa; suele decirse que es invencin 4 de Empdocles. A este respecto, es su ms antigua enemiga y su ms antigua aliada. Su ms antigua enemiga, porque siempre existe el riesgo de que el arte de bien decir se exima de la preocupacin de decir la verdad; la tc-nica basada en el conocimiento de las causas que engendran los efectos de la persuasin da un poder temible al que la do-mina perfectamente: el poder de disponer de las palabras sin las cosas y de disponer de los hombres disp

  • 20 Entre retrica y potica: Aristteles

    vista esta condena de la retrica como perteneciente al mundo de la mentira, de 10 pseudo. Tambin la metfora tendr sus enemi-gos, quienes, con una interpretacin que podemos llamar tanto cO'smtica como culinaria, nO' vern en ella ms que simple adO'rno y puro deleite. Toda cO'ndenacin de la metfora como sofisma participa de la condena de la prO'pia sofstica.

    Pero la filO'sofa nunca fue capaz de destruir la retrica ni de absorberla. Los mismos lugares en que la elocuencia despliega sus recursos -el tribunal, la asamblea, los juegos pblicO's-son lugares que la filosofa no ha engendrado ni puede intentar suprimir. El discurso filosfico no es ms que uno entre otros, y la pretensin de la verdad que en l reside 10 excluye de la esfera del poder. Sus fuerzas no le permiten, pues, destruir la relacin del discurso con el poder.

    Segua abierta la posibilidad de delimitar el empleo legtimo de la palabra pO'derosa, de trazar la lnea que separa el uso del abuso, de establecer filosficamente los vnculos entre la esfera de validez de la retrica y la esfera dominada por la filosofa. La retrica de Aristteles constituye la ms brillante de las ten-tativas de institucionalizar la retrica partiendo de la filosofa.

    La pregunta que pone en movimiento la investigacin es la siguiente: qu es persuadir? En qu se distingue la persua-sin de la adulacin, de la seduccin, de la amenaza, es decir, de las formas ms sutiles de la violencia? Qu significa influir mediante el discurso? Plantearse estas preguntas es decidir que no se pueden tecnificar las artes del discurso sin someterlas a una reflexin filosfica radical que delimite el concepto de lo persuasivo (to pithanon) 7.

    Ahora bien, la lgica ofreca una solucin de emergencia que empalmaba, por otra parte, cO'n una de las ms antiguas insti-

    ~uciones de la retrica; sta haba reconocido, desde sus orgenes, en el trmino to eikos 8 -lo verO'smil- un ttulo al cual poda

    regula la de las dos binas de artes autnticas, gimnasia y medicina, por una parte, y justicia y legislacin, por otra (Gorgias, 464 e).

    7 ... Ver los medios de persuadir que implica cada tema (Retrica, 1, 1355 b 10). La retrica sirve ... para descubrir 10 persuasivo (to pithanon) verdadero y lo persuasivo aparente, exactamente igual que la dialctica el silogismo verdadero y el silogismo aparente (1355 b 15); admitamos, pues, que la retrica es la facultad de descubr'r especulativamente 10 que, en cada caso, puede ser apto para persuadir (1355 b 25); la retrica parece que es la facultad de descubrir especulativamente 10 persuasivo en cualquier tema (1355 b 32).

    8 En la Retrica, II, 24,9, 1402 a 17-20, Aristteles atribuye a Corax

  • Desdoblamiento de la retrica y potica 21

    acogerse el uso pblico de la palabra. El tipo de prueba que conviene a la elocuencia no es lo necesario, sino lo verosmil, pues las cosas humanas, sobre las que deliberan y deciden tribu-nales y asambleas, no son susceptibles de la necesidad o cons-triccin intelectual que exigen la geometra y la filosofa fun-damental. Por tanto, en vez de denunciar la doxa (opinin) como inferior a la episteme (ciencia), la filosofa puede proponerse ela-borar una teora de lo verosmil que proteja a la retrica frente a sus propios abusos, disocindola de la sofstica y de la erstica. El gran mrito de Aristteles fue elaborar este vnculo entre el concepto retrico y el concepto lgico de 10 verosmil y construir sobre esta relacin todo el edificio de una retrica filosfica 9.

    Lo que hoy leemos bajo el ttulo de Retrica es, pues, el tra-tado en que se inscribe el equilibrio entre dos movimientos contrarios: el que lleva a la retrica a independizarse de la filo-sofa, si no a sustituirla, y el que lleva a la jfilosofa a reinventar la retrica como un sistema de pru~ba de s'~gundo rango. En el lugar de encuentro del temible' pOder de la elocuencia y de la lgica de lo verosmil se sit~ una retrica vigilada por la filo-sofa. La historia de la retrica se ha olvidado de este conflicto ntimo entre la razn y la violencia; la retrica, vaciada de su dinamismo y de su drama, est abocada al juego de las distin-ciones y de las clasificaciones. El genio taxonmico ocupa el lugar dejado por la filosofa de la retrica. .

    La retrica de los griegos tena, pues, no slo un programa

    la invencin de la retrica de lo verosmil: La techne de Corax se com-pone de las aplicaciones de este lugar: si un hombre no da motivo a la acusacin dirigida contra l, por ejemplo si un hombre dbil es procesado por malos tratos, su defensa ser que no es verosmil que sea culpable. Sin embargo, Aristteles coloca esta evocacin de Corax en el marco de los lugares de entimemas aparentes, llamados tambin paralogismos. An-tes de l, Platn haba atribuido la paternidad de los razonamientos vero-smiles a Tisias o a otro, sea el que sea, y llmese como quiera (Corax el cuervo?)>> (Fedro, 273 c). Sobre el uso de los argumentos eikota en Corax y Tisias, d. Chaignet, op. cit" pp. 6-7, y J. F. Dobson, The Greek Orators (Nueva York, 1917, 21967) cap. 1, 5.

    9 El entimema, silogismo de la retrica (Retrica, 1356 b 5) y el ejemplo, de orden inductivo (1356 b 15) dan lugar a razonamientos que se refieren a proposiciones que, la mayora de las veces, pueden ser distintas de lo que son (1357 a 15). Pero 10 verosmil es 10 que ocurre con mayor frecuencia, mas no absolutamente, como algunos dicen, sino que trata de las cosas que pueden ser de otra manera y se relaciona con aquello res-pecto a lo cual es verosmil como lo universal respecto a lo particular (1357 a 34-35).

  • 22 Entre retrica y potica: Aristteles

    ms amplio, sino tambin una problemtica mucho ms dram-tica que la moderna teora de las figuras del discurso. Sin em-bargo, no abarcaba todos los usos del discurso. La tcnica del bien hablar segua siendo una disciplina parcial, que limi-taba por arriba con la filosofa y lateralmente con otros mbitos del discurso. Uno de los campos excluidos por la retrica es la potica. Este desdoblamiento de la retrica y de la potica nos interesa especialmente, ya que la metfora, en Aristteles, per-tenece a los dos campos.

    La dualidad de retrica y potica refleja una dualidad tanto en el uso del discurso como en las situaciones del mismo. La retrica, como hemos dicho, fue primeramente una tcnica de la elocuencia; su objetivo es el mismo de la elocuencia: persua-dir. Ahora bien, esta funcin, por amplio que sea su alcance, no abarca todos los usos del discurso. La potica, arte de com-poner poemas, principalmente trgicos, no depende ni en su funcin ni en la situacin del discurso, de la retrica, arte de la defensa, de la deliberacin, de la recriminacin y del elogio. La poesa no es elocuencia. No tiene por mira la persuasin, sino que produce la purificacin de las pasiones del terror y de la compasin. Poesa y elocuencia dibujan as dos universos de dis-curso distintos. La metfora tiene un pie en cada campo En cuanto a la estructura, puede consistir en una nica operacin de traslacin del sentido de las palabras; en cuanto a la funcin, sigue los diversos destinos de la elocuencia y la tragedia. Por tanto, habr una nica estructura de la metfora, pero con dos funciones: una retrica y otra potica.

    A su vez, esta dualidad de funciones, en que se expresa la diferencia entre el mundo poltico de la elocuencia y el mundo potico de la tragedia, traduce una diferencia an ms funda-mental en el plano de la intencin. Esta oposicin aparece en gran parte encubierta porque la retrica, tal como la conocemos por los ltimos tratados modernos, se nos presenta mutilada de su parte principal, el tratado de la argumentacin. Aristteles 10 define como el arte de encontrar pruebas. La poesa, en cam-bio, no pretende probar absolutamente nada; su finalidad es mi-mtica, y tengamos en cuenta que, como diremos despus, su objetivo es componer una representacin esencial de las accio-nes humanas; su caracterstica peculiar es decir la verdad por medio de la ficcin, de la fbula, del m'Jthos trgico. La trada poisis-mimsis-catharsis describe exclusivamente el mundo de la

  • La epfora del nombre 23 poesa, sin confusin posible con la trada ret6rica-prueba-per-

    . ~

    suaston. Por tanto, habr que situar sucesivamente la nica estructura

    de la metfora en el marco de las artes mimticas y en el de las artes de la prueba persuasiva. Esta dualidad de funcin y de intencin es ms radical que cualquier distincin entre prosa y poesa; es, en definitiva, la justificacin ltima de la metfora.

    2. Ncleo comn a la potica y la ret6rica: la epfora del nombre

    De momento dejaremos en suspenso los problemas plantea-dos por el doble tratamiento de la metfora en la Potica y en la Ret6rica. Hay razones para ello: la Ret6rica -haya sido escrita o simplemente retocada despus de la redaccin de la Potica 10_ adopta pura y simplemente la definicin derJa metfora segn la Potica 11. Esta definicin es biea conocida: La metfora con-siste en trasladar a una cosa un nombre que designa otra, en una traslacin de gnero a especie, o de especie a gnero, o de especie a especie, o segn una analoga (Potica, 1457 b 6-9) 12. Adems, la metfora aparece en las dos obras bajo el mismo epgrafe de lexis, palabra difcil de traducir 13 por las razones que expondremos ms adelante; por el momento, nos limitare-mos a decir que la palabra afecta a todo el plano de la expre-

    10 Sobre las diferentes hip6tesis acerca del orden de composicin de la Retrica y de la Potica, cf. Marsh McCall, Andent Rhetorical Theories 01 Simile and Comparison (Cambridge [Mass.J 1969) 29-35.

    11 Las referencias de la redaccin actual de la Retrica a la Potica se encuentran en In 2,1; In 2,5; III 2,7; III, 10,7. La existencia en la Retrica de un desarrollo sobre el eikon, sin paralelo en la Potica, plantea un problema distinto que ser examinado indenpedientemente en el aparo tado 3 del presente estudio.

    12 Traduccin francesa J. Hardy (Ed. des Belles Lettres, col. Bud, 1932, 21969).

    13 La traduccin del trmino griego lexis ha revestido formas muy di-versas: HatzfeId-Dufour, La Potique d'Aristote (Lille-Pars 1899), traducen discurso; J. Hardy, elocucin; Dufour-Wartelle, traductores de la Re-trica, nI (Ed. Les Belles Lettres, 1973), estilo; W. D. Ross, diccin; Bywater, tambin diccin; E. M. Cope, estilo; los Aretai Lexeos son para este ltimo los 4!.various excellences 01 style. D. W. Lucas, Aris-totle's Poetics (Oxford 1968), escribe a propsito de 50 b 13: lexis can olten be rendered by style, but it covers the whole process 01 combining words into an intelligible sequence (109).

  • 24 Entre retrica y potica: A ristteles

    sin. La diferencia entre los dos tratados estriba en la funcin -por una parte, potica, y por otra, retrica- de la lexis y no en la pertenencia de la metfora a los procedimientos de la lexis. Esta es, pues, en cada caso, el motivo de la insercin, por 10 dems divergente, de la metfora en los dos tratados.

    De qu manera, en la Potica, est la metfora relacionada con la lexis? Aristteles comienza por desechar un anlisis de la lexis basado en los modos de la elocucin (ta schemata tes lexe's) y supeditado a nociones como el orden, la splica, el relato, la amenaza, la pregunta, la respuesta, etc. Apenas iniciado, el anlisis se interrumpe con esta observacin: Hay que pres-cindir, por 10 tanto, de tales consideraciones que son propias de otra ciencia y no de la potica (1456 b 19). Esta otra ciencia no puede ser ms que la retrica. Entonces se introduce un nuevo anlisis de la lexis, basado no en los schemata, sino en las mere -las partes, los constitutivos- de la elocucin. La elocucin comprende las partes siguientes: la letra, la slaba, la conjuncin, el artculo, el nombre, el verbo, el caso, la locucin (logos)>> (1456 b 20-21).

    La diferencia entre estos dos anlisis es importante para nuestro caso: los esquemas de la elocucin son, de entrada, hechos de discurso; en la terminologa de Austin, son formas ilocutivas del discurso. En cambio, las partes de la elocucin provienen de una segmentacin del discurso en unidades ms pequeas que la frase o de igual longitud que ella, segmentacin que hoy da sera el resultado de un anlisis propiamente lin-gstico.

    Qu significa, para una teora de la metfora, este cambio de nivel? Fundamentalmente esto: el trmino comn a la enu-meracin de las partes de la elocucin y a la definicin de la metfora es el nombre (onoma). De esta forma queda fijada para el futuro la suerte de la metfora: queda vinculada a la potica y a la retrica, y no a nivel de discurso, sino a nivel de un segmento del discurso, el nombre. Queda por saber si, a la luz de los ejemplos, una virtual teora de la metfora-dis-curso no dar origen a la teora explcita de la metfora-nombre.

    Veamos, pues, ms detenidamente cmo funciona el nombre en ambos casos: en la enumeracin de las partes de la elocucin y en la definicin de la metfora.

    Si abordamos primeramente el anlisis de la elocucin en sus partes, se ve claramente que el nombre es el eje y soporte de la enumeracin; Aristteles 10 define as (1457 a 10-11): Un

  • La epfora del nombre 25 sonido complejo dotado de significacin, atemporal y mnguna de cuyas partes tiene significacin por s misma. En este as-pecto es la primera de las entidades enumeradas que est dotada de significacin; hoy diramos que es la unidad semntica. Las cuatro primeras partes de la lexis se sitan por debajo del um-bral semntico y se presup0'nen en la definicin del nombre. Efectivamente, el nombre es, ante todo, un sonido complejo; p0'r tanto, hay que definir previamente el sonido indivisible: es el primer elemento de la elocucin, la letra (h0'Y diramos el fonema); compete a la mtrica (a la fontica, o mejor, a la fonologa, con palabras de hoy). Lo mismo sucede con el se-gundo elemento, la slaba, que se define, en primer lugar, nega-tivamente con relacin al nombre: La slaba es un sonido ca-rente de significacin (asemos); luego, positivamente con rela-cin a la letra: La slaba se compone de una letra muda y de otra sonora (1456 b 34-35). La conjuncin y el artculo perte-necen tambin a l0's sonidos carentes de significacin. De esta forma, p0'r oposicin al sonido ~indivisible (letra) y al sonido asmico (slaba, artculo, conjuncin), el n0'mbre queda defini-do como sonido complejo dOlado de significacin. Este ncleo semntico nos va a servir de apoyo inmediatamente para definir la metfora cama traslacin de la significacin de los nombres. As, el puesto clave del nombre en la teora de la elocucin es de una importancia decisiva.

    Este puesto viene confirmado por la definicin de las par-tes de la elocucin enumeradas despus del nombre. La cues-tin merece un atento examen, ya que estos elementos son los que conectan el nombre con el discurso y los que podran des-plazar posteriormente el centro de gravedad de la teora sobre la metfora del nombre hacia la frase o el discurso. El sexto elemento de la lexis es el verbo; slo difiere del nombre por su referencia al tiempo (la doctrina est en este punto completa-mente de acuerdo con la del tratado De la interpretacin) 14. Nombre y verbo poseen en su definicin una parte comn: so-nido complejo dotado de significacin, y otra parte diferencial: sin (idea de) tiempo y con (idea de) tiempo. El nombre

    14 De la interpretacin, 2: El nombre es un sonido vocal, que posee una significacin convencional, sin referencia al tiempo, y ninguna de sus partes es significativa tomada separadamente (16 a 19-20); 3: El verbo es lo que agrega a su propia significacin la del tiempo: ninguna de sus partes significa nada por separado, e indica siempre algo afirmado de alguna otra cosa (16 b 6).

  • 26 Entre retrica y potica: Aristteles

    no designa el tiempo presente; en cambio, en el verbo se une al sentido la indicacin del tiempo presente, por un lado, y la del pasado, por otro (1457 a 14-18). El hecho de que el nombre se defina negativamente respecto al tiempo y el verbo positivamente, no supone que ste tenga una superioridad so-bre el nombre y, por lo mismo, la frase sobre la palabra (ya que onoma designa a la vez el nombre por oposicin al verbo y la palabra pO'r opO'sicin a la frase)? Nada de esO'; el octavo y ltimo elemento de la lexis -la locucin (lo?,os) 15_ se de-fine tambin como sonido complejo dotado de significacin, que, segn hemos visto, define al nombre; pero la' locucin aa-de: algunas de cuyas partes tienen significacin por s mismas (1457 a 23-24). En consecuencia, no es slo un sonido complejo, sino tambin una significacin compleja. Por tanto, quedan de-terminadas dos especies: la frase, que es un cO'mpuesto de nom-bre y verbo, segn la definicin del tratado De la interpretacin 16, y la definicin, que es un cO'mpuesto de nombres 17, Por eso, no se puede traducir lagos por frase o enunciado, sino nicamente por locucin, para abarcar los dos campos, el de la definicin y el de la frase. La frase carece, pues, de todo privilegio . en la

    15 Ross traduce logos por speech (ad loe.). 16 De la interpretacin, 4: El , discurso (logos) es un sonido vocal que

    posee una significacin convencional; cada una de sus partes, tomada sepa-radamente, presenta una significacin como enunciacin y no como afir-macin (16 b 26-28). Sin embargo, no todo discurso es una proposicin, sino slo aquel en que reside 10 verdadero o 10 falso, cosa que no sucede en todos los casos: as, la plegaria es un discurso, pero no es ni verdadera ni falsa (17 a 1-15); 5: Llamemos, pues, al nombre o al verbo una sim-ple enunciacin (phasis), sabiendo que no se puede decir que al expresar algo de esta manera se forme una proposicin, ya se trate de una respuesta o de un juicio emitido espontneamente. Una clase de estas proposiciones es simple: por ejemplo, afirmar o negar algo de algo (17 a 17-21).

    17 La definicin es la unidad de significacin de una cosa: De esto resulta que hay slo quididad de aquellas cosas cuya enunciacin (logos) es una definicin (horismos). Y no es definicin si el nombre (onoma) designa lo mismo que una enunciacin (logos), porque entonces toda enun-ciacin sera una definicin, ya que siempre puede haber un nombre que designe la misma cosa que cualquier enunciacin; se podra llegar a decir que la Ilada es una definicin. En realidad, slo hay definicin si la enun-ciacin es la de un objeto primero, es decir, de todo lo que no est cons-tituido por la atribucin de una cosa a otra (por tanto, si el logos es el de la ousia) (Metafsica VI 4, 1030 a 6-11; d. tambin, ibid., VII 6, 1045 a 12-14). Semejante unidad de significacin no tiene en absoluto por fundamento a la frase.

  • La epfora del nombre 27 teora semntica. La palabra, como nombre y como verbo, es la unidad bsica de la lexis.

    Habra que hacer, sin embargo, dos salvedades a esta con-clusin demasiado tajante. Primera: el logos es una unidad pro-pia que no parece proceder de la unidad de la palabra (

  • 28 Entre retrica y potica: Aristteles

    Se trata precisamente del nombre cuando despus del anlisis de la lexis en partes e inmediatamente antes de la definicin de la metfora se dice: Todo nombre es nombre corriente (ky-rion) o nombre insigne, nombre metafrico o de ornato o for-mado por el autor, nombre alargado o abreviado o alterado (1457 b 1-3). Este texto de enlace une expresamente la metfora a la lexis por mediacin del nombre.

    Volvamos ahora a la definicin de la metfora que hemos ex-puesto anteriormente; habr que subrayar los rasgos siguientes:

    Primero: la metfora es algo que afecta al nombre. Como hemos dicho desde el principio, Aristteles, al vincular la met-fora al nombre o a la palabra y no al discurso, da a la historia potica y retrica de la metfora una orientacin que durar va-rios siglos. La definicin de Aristteles contiene ya virtualmente la teora de los tropos, o figuras de palabras. El hecho de confi-nar la metfora a las figuras de palabras dar lugar a un refina-miento extremado de la taxonoma. Pero habr que pagar un precio bien caro: la imposibilidad de reconocer la unidad de un determinado funcionamiento que, segn demuestra Roman Ja-kobson, ignora la diferencia entre palabra y discurso y opera a todos los niveles estratgicos del lenguaje: palabras, frases, dis-cursos, textos, estilos (cf. EstudiO' VI, 1).

    Segundo: la metfora se define en trminos de movimiento: la epfora de una palabra se describe como una especie de des-plazamiento desde ... hacia ... Esta nocin de epuora implica una informacin y una ambigedad. Una informacin, porque lejos de designar una figura entre otras, como, por ejemplo, la sinc-doque y la metonimia, cosa que ocurrir en las taxonomas de la retrica posterior, la palabra metfora, en Aristteles, se aplica a toda transposicin de trminos 18. Su anlisis prepara as una reflexin global sobre la figura como tal. Es de lamentar, en orden a claridad de vocabulario, que el mismo trmino designe

    18 D . W. Lucas, Aristotle's Poetics (Oxford 1968) hace la siguiente ob-servacin (ad loe., p. 204): Metfora: the term is used in a wider sense than English 'metaphor', which is mainly conlined to the third and fourth 01 Aristotle's types. La nocin genrica de transposicin se supone por el uso de los trminos metaphora y metapherein en diversos contextos de la obra de Aristteles: Etica a Eudemo, 1221 b 12-13; empleo de las especies en lugar del gnero annimo (1224 b 25); transferencia de una cualidad de una parte del alma al alma entera: 1230 b 12-13 explica cmo, al nom-brar la intemperancia, akolasia, metaforizamos. Se encuentra un texto paralelo en Etica a Nicmaco, III 15, 1119 a 36-b 3. La transposicin me-tafrica sirve as para llenar las lagunas del lenguaje comn.

  • La epfora del nombre 29 el gnero (el fenmeno de transposicin, es decir, la fif!.ura como tal), o la especie (lo que se llamar despus el tropo de la se-mejanza) . Pero este equvoco es interesante. Mantiene un inters distinto del que predomina en las taxonomas y que veremos cul-minar en el genio de la dasificacin, para introducirse en la es co-tomizacin del discurso. Un inters por el movimiento mismo de transposicin. Una atraccin por los procesos ms que por las clases. Este inters se puede formular as: qu significa trans-poner el sentido de las palabras? Esta pregunta podra tener un lugar en la interpretacin semntica propuesta ms arriba: en la medida en que la nocin de sonido complejo portador de signi-ficacin abarca a la vez la esfera del nombre, del verbo y de la locucin (por lo tanto, de la frase), podemos decir que la epfora es un proceso que afecta al ncleo semntico no slo del nombre y del verbo, sino de todas las entidades del lenguaje portadoras de sentido y que este proceso se refiere al cambio de significa-cin en cuanto tal. Es preciso conservar est. extensin de la teo-ra de la metfora, ms all de la ft:ontera impuesta por el nom-bre, segn lo autoriza la natural~a indivisa de la epfora.

    La contrapartida de esta llnidad de sentido de la epfora es la ambigedad que engendra. Para explicar la metfora, Arist-teles crea una metfora, tomada del orden del movimiento; la phora, como se sabe, es una modalidad del cambio, cambio segn el lugar 19. Pero al decir que la palabra misma metfora es meta-frica, porque se toma de un orden distinto al del lenguaje, anti-cipamos una teora ulterior en la que se supone: 1) que la met-fora es un prstamo; 2) que este nuevo sentido se opone al sen-tido propio: es decir, el que pertenece por ttulo original a deter-minadas palabras; 3) que se acude a metforas para llenar un va-co semntico; 4) que la nueva palabra hace las veces de la pala-bra propia ausente, si es que existe. Las reflexiones que haremos a continuacin mostrarn que, segn Aristteles, la epfora no implica en absoluto esta diversidad de interpretaciones. Unica-mente la indeterminacin de esta metfora de la metfora les deja va libre. Sera conveniente no prejuzgar la teora de la metfora llamndola epfora; aparecera entonces que es imposible hablar de la metfora si no es metafricamente (con el sentido impli-cado por la nocin de prstamo); en una palabra, que la defini-cin de la metfora es recurrente. Esta advertencia va, por su-puesto, contra la posterior pretensin de la retrica de intentar

    19 Fsica) III 1, 201 a 15; V 2, 225 a 32-b 2.

  • 30 Entl'e retrica y potica: Aristteles

    dominar y controlar la metfora y en general las figuras (luego veremos que la palabra misma es metafrica) por medio de la clasificacin. Se dirige tambin a cualquier filosofa que preten-diera desembarazarse de la metfora en beneficio de conceptos no metafricos. No hay lugar no metafrico desde donde se pu-diera considerar la metfora, igual que todas las dems figuras, como un juego que se despliega ante nuestros ojos. La continua-cin del presente ensayo ser en muchos aspectos un prolongado debate contra esta paradoja 20.

    Tercero: la metfora es la trasposicin de un nombre que Aristteles llama extrao (allotrios)} es decir, que ... designa otra cosa (1457 b 7), que pertenece a otra cosa (1457 b 31).

    20 Esta paradoja es el nervio de la argumentacin de J acques Derrida en la Mythologie blanche: Siempre que una retrica define la metfora, implica no slo una filosofa sino una red conceptual en la que la filosofa se ha constituido. Cada hilo de esta red forma adems un giro, que po-dramos llamar metfora si esta nocin no resultase aqu demasiado for-zada. Lo definido se halla, pues, implicado en lo que define la defini-cin (18). Esta recurrencia sorprende enormemente en Aristteles, a quien Derrida le dedica largos comentarios (18s): La teora de la metfora parece pertenecer a la gran cadena inmvil de la ontologa aristotlica, con su teora de la analoga del ser, su lgica, su epistemologa y, sobre todo, con la organizacin fundamental de su potica y de su retrica (23). Volveremos ms tarde sobre la exposicin detallada y la discusin de la tesis de conjunto de J. Derrida (Estudio VIII, 3). Por el momento, me limito a algunos aspectos tcnicos concernientes a la interpretacin de Aris-tteles: 1) La adherencia del nombre al ser de las cosas no es nunca tan estricta, 'en Aristteles, que no se puedan denominar las cosas de otra for-ma, ni hacer variar la denominacin de las diversas maneras enumeradas bajo el ttulo de la lexis. Es cierto que en Metafsica, 4, afirma que no significar una cosa nica, es no significar nada en absoluto (1006 a 30-b 15). Pero esta univocidad no excluye que una palabra tenga ms de un sentido: excluye slo, segn la expresin del propio Derrida,

  • La epfora del nombre 31

    Este epteto se opone a ordinario, corriente (kyrion) defi-nido as por Aristteles: En cambio yo llamo nombre ordinario al que empleamos cada uno de nosotros (1457 b 3). La met-fora se define en trminos de desviacin (para to kyrion) 1458 a 23; para to eithos) 1458 b 3); con ello el uso metafrico se relaciona con el uso de trminos raros, poticos, rebuscados, alar-gados, abreviados, como indica la enumeracin anteriormente ci-tada. Esta oposicin y esta afinidad llevan en germen importantes desarrollos de la retrica y de la metfora:

    1. En primer lugar, la eleccin del uso ordinario de las pa-labras, como trmino de referencia, anuncia una teora general de las desviaciones, que se convertir, en algunos autores contem-porneos, en el criterio de la estilstica (d. Estudio V, 1 y 3). Este carcter de desviacin lo recalca Aristteles con otros sin-nimos de la palabra allotrios: La elocucin tiene como cualidad esencial la de ser clara sin ser vulgar. Ahora bien, es realmente clara cuando se compone de nombres corrierltes; pero entonces es vulgar ... Es noble, en cambiO', y al~jada de /10' banal, cuando em-plea palabras extraas al usooitIinario (xenikon); y entiendo por voz extraa la palabra escpgida, la metfora, el nombre alar-gado y de modo general todo cuanto vaya contra el uso corriente (para to kyron)>> (1458 a 18-23). El mismo sentido de desvia-cin encontramos en la frase alejada de lo banal (exallattousa to iditkon) 1458 a 21). Todos los dems usos (palabras raras, neologismos, etc.) parecidos a la metfora son tambin desviacio-nes con relacin al uso ordinario

    2. Adems del carcter negativo de desviacin, la palabra allotrios incluye una idea positiva, la de prstamo. Esa es la dife-rencia especfica de la metfora con respecto a las dems desvia-ciones. Esta significacin particular de allotrios proviene no slo de su oposicin a kyrios) sino de su combinacin con epiphora; Ross traduce: Metaphor consists in giving the thin?, a name that belongs to something else (ad 1457 b 6); el sentido traslaticio viene de otra parte; siempre es posible determinar el terreno de donde procede la metfora.

    3. Quiere decir esto que, para que exista desviacin y prs-tamo, el uso ordinario debe ser propio, en el sentido de pri-mitivo, originario, nativo? 21. De la idea de uso ordinario a la de sentido propio, no hay ms que un paso que determina la oposi-

    21 Rostagni traduce kyrion por propio (Index, 188, en la palabra pro-pio; cf. ad 57 b 3 [125]).

  • 32 Entre retrica y potica: Aristteles

    cin ya tradicional entre lo figurado y lo propio; este paso lo salvar la retrica posterior; pero nada indica que el propio Aris-tteles 10 haya franqueado 22. La idea de uso corriente no m-

    22 En la interpretacin de ]. Derrida, este punto es fundamental. Cons-tituye uno de los eslabones en la demostracin del vnculo estrecho entre la teora de la metfora y la ontologa aristotlica; aunque el kyrion de la Potica y de la Retrica y el idion de los Tpicos no coinciden, sin em-bargo -dice- la nocin de idion parece sostener, sin ocupar el primer plano, esta metaforologa (op. cit., 32). La lectura de los Tpicos no jus-tifica ni la relacin entre kyrion e idion, ni sobre todo la interpretacin del idion en el sentido metafsico de primitivo, origina'rio, nativo. La consideracin del idion en los Tpicos proviene de una reflexin comple-tamente extraa a la teora de la lexis y, sobre todo, a la de las denomi-naciones ordinarias o extraordinarias. Lo propio es una de las cuatro nociones de base que la tradicin ha llamado los predicables, pa:ra opo-nerlos a los predicamentos que son las categoras (d. ]acques Brunschwig, Introduction, traduccin francesa de los Tpicos, libros I-IV [Pars 1967]). Por este motivo lo propio se distingue del accidente, del gnero y de la definicin. Pero qu significa que lo propio es predicable? Sig-nifica que toda premisa -todo punto de apoyo de un razonamiento--lo mismo que cualquier problema --cualquier tema objeto del discurso--exhibe (o evidencia) ya un gnero, ya un propio, ya un accidente (101 b 17). Lo propio, a su vez, se divide en dos partes: una que significa lo esencial de la esencia (Brunschwig traduce as el to ti n einai fre-cuentemente definido como quididad; otra, que no lo significa. La primera parte se llama en los Tpicos definicin; la segunda es lo propio en sentido estricto. Tenemos as cuatro predicables: propio, definicin, g-nero y accidente (101 b 25). Estas nociones son el principio de todas las proposiciones, porque toda proposicin debe atribuir su predicado en razn de uno de estos predicados. Se ve pues que, al colocar lo propio entre los predicables, Aristteles lo sita en un plano distinto del de la deno-minacin al que se limita la oposicin entre palabras ordinarias y palabras metafricas, alargadas, abreviadas, inslitas, etc. Por otra parte, lo propio pertenece a una lgica de la predicacin; sta se edifica sobre una doble polaridad: esencial y no esencial, coextensivo y no coextensivo. La defi-nicin es a la vez esencial y coextensiva, el accidente no es ni esencial ni cQextensivo. Lo propio .se sita a mitad del camino entre estos dos polos: no esencial y s coextensivo: Es propio lo que, sin expresar 10 esencial de la esencia del sujeto, sin embargo, slo pertenece a l y puede inter-cambiarse con l en posicin de predicado de un sujeto concreto (102 a 18-19). As, ser apto para la lectura y para la escritu'ra es un propio con relacin a ser hombre. En cambio, dormir no es propio del hombre, pues este predicado puede pertenecer a otro sujeto y no puede intercambiarse con el predicado hombre; pero no puede darse que un sujeto dado no implique el ser hombre. Por eso, 10 propio es un poco menos que la defi-nicin, pero mucho ms que el accidente que puede pertenecer o no a un solo y mismo sujeto. El criterio aplicado a lo propio, a falta de designar lo esencial de la esencia, es la conmutabilidad del sujeto y del predicado, que Aristteles llama intercambio. Como se ve, aqu no se percibe ningn abismo metafsico. Basta que el predicado sea coextensivo sin ser esencial,

  • La epfora del nombre 33 plica necesaria~ente qu~ un nombre det~rminado pertenez~a como propio, es decIr, esencIalmente, a una Idea; el uso corrIente es perfectamente compatible con un convencionalismo como el de Nelson Goodman del que hablaremos en su momento (Estu-dio VII, 3). La sinonimia a la que antes hemos aludido entre co-rriente (kyrion) y usual (to eithos) , as como la relacin entre claridad y uso diario (1458 a 19), permiten separar la nocin de uso ordinario de la de sentido propio.

    4. Otro aspecto de la nocin de uso extra0' est repre-sentado por la idea de sustitucin. Veremos ms tarde que los autores anglosajones oponen con frecuencia la teora de la inter-accin a la de la sustitucin (cf. Estudio III). Ah0'ra bien, el hecho de que un trmino metafrico se tome de un campo extrao no implica que ese trmino est en lugar de una palabra ordinaria que se podra haber encontrado en el mismo sitio. Parece, sin embargo, que al mismo Aristteles se le ha ,escapado este matiz, dando as razn a los crticos modernos de 'la teora retrica de la metf0'ra: la palabra metafrica- est en lugar de una palabra no metafrica que se habra podido emplear (si es que existe); la metfora es entonces doblemente extraa: porque hace presen-te una palabra tomada de 0'tro campo, y p0'rque sustituye a una palabra posible, pero ausente. Estas dos significaciones, aunque distintas, aparecen constantemente asociadas en la te0'ra retrica y en el mismo Aristteles; as ocurre que l0's ejempl0's de despla

    segn la dicotoma cruzada expuesta anteriormente siguiendo a Brunsch-wig. Adems, este criterio de coextensividad encuentra en la argumenta-cin su verdadero empleo. Mostrar que un predicado no es coextensivo, es rechazar una definicin propuesta. A esta estrategia corresponde un m-todo apropiado, que es la tpica de 10 propio y que se aplica al buen uso de predicados no definicionales que tampoco son genricos ni accidentales. Finalmente -y sobre todo- el lugar de la teora de 10 propio en los T6picos basta para recordarnos que nos hallamos ante un orden no fun-damental, no principal, sino en el orden de la dialctica. Esta, recuerda Jacques Brunschwig, tiene como objetos formales los discursos sobre las cosas y no las cosas mismas (op . cit., 50). Como en los juegos basados en un contrato (ibid.), cada uno de los predicables corresponde a un tipo de contrato particular (ibid.). La tpica parcial de 10 propio no se libra de este carcter; regula las maniobras del discurso relativas a la aplicacin de predicados coextensivos sin ser esenciales. Aristteles le con-sagra el libro V de sus T 6picos. Encontramos la definicin de propio en V 2, 192 b 1 Y s; V 4, 132 a 22-26. Aristteles no necesitaba para nada esta nocin de sentido propio para oponerle la serie de las des-viaciones de la denominacin; pero s tena necesidad de la nocin de sentido corriente que define su uso en la denominacin. 3

  • 34 Entre retrica y potica: Aristteles

    zamiento de sentido son tratados muchas veces como ejemplos de sustitucin; Homero dice de Ulises que ha realizado miles de acciones heroicas en lugar de (anti) muchas (1457 b 12); igualmente: si la copa es a Baco 10 que el escudo a Marte, se puede emplear el cuarto trmino en lugar (anti) del segundo y recprocamente (1457 b 18). Con esto quiere decir Aristteles que la metfora, al hacer presente una palabra tomada de otro campo, incluye adems la sustitucin de otra palabra no meta-frica posible pero ausente? Si es as, la desviacin sera siempre una sustitucin, y la metfora, una modificacin libre a disposi-cin del poeta 23.

    Por tanto, la idea de sustitucin parece slidamente asociada a la de prstamo; pero no proviene necesariamente de ella, ya que comporta excepciones. En una ocasin Aristteles aduce el caso en que no existe ninguna palabra corriente que pueda ser sustituida por la metfora; as, la expresin sembrando una luz divina se analiza segn las reglas de la metfora proporcional (B es a A como D es a C); la accin del sol es a su luz como el sembrar es a la semilla; pero el trmino B carece de nombre (al menos en griego; en espaol se puede decir irradiar). Aris-tteles apunta aqu una de las funciones de la metfora, que consiste en colmar una laguna semntica; en la tradicin poste-rior, esta funcin se aadir a la de adorno; y si Aristteles no se para aqu 24, es porque la ausencia de vocablo para designar uno de los trminos de la analoga no impide el funcionamiento de la analoga misma, que es 10 nico que le interesa de momento

    23 Sobre el vocabulario de la sustitucin en Aristteles, d. 1458 b 13-26: Cunto difiere de l el uso conveniente, podemos verlo introdu-ciendo (epithemenn) los nombres corrientes en la mtrica; cuatro veces seguidas aparece en breve espacio el verbo de sustitucin metatitheis (1458 b 16), metathentos (ibid.) 20), metethken (ibid., 24), metatitheis (ibid.) 26). La sustitucin funciona en los dos sentidos: de la palabra corriente a la rara o metafrica y de sta a aqulla: Si se sustituyen las palabras nobles, las metforas, etc., por los nombres corrientes, se ver que decimos verdad (1458 b 18). La nota siguiente explica la excepcin im-portante de la denominacin por metfora de un gnero annimo.

    24 Ya hemos sealado este uso de la metfora como transferencia de ' denominacin en el caso de un gnero annimo, o de una cosa despro-vista de nombre. Los ejemplos abundan (Fs.) V: la definicin del au-mento y de la qisminucin; igualmente para la phora). Se habla expresa-mente del problema en el captulo de la ambigedad en las Refutaciones sofsticas (cap. 1, 165 a 10-13): las cosas son ilimitadas; las palabras y los discursos (logoi) son limitados; por eso, las palabras y los discursos ten-drn necesariamente ms de una significacin.

  • La epfora del nombre 35 y contra el cual se podra haber esgrimido dicha excepcin: En algunos casos de analoga no existe un nombre concreto, pero no por eso dejar de expresarse la relacin mutua (1457 b 25-26). Al menos habr que tener en cuenta esta excepcin con vistas a una crtica moderna de la idea de sustitucin.

    En conclusin, la idea aristotlica de allotrios tiende a relacio-nar tres ideas distintas: la de desviacin con respecto al uso ordi-nario, la de prstamo de un campo de origen y la de sustitucin con respecto a una palabra ordinaria ausente, pero disponible. En cambio, la oposicin entre sentido figurado y sentido propio, familiar a la tradicin posterior, no parece implicada en la idea de Aristteles. Es la idea de sustitucin la que se presenta ms cargada de consecuencias; en efecto, si el trmino metafrico es un trmino sustituido, la informacin proporcionada por la met-fora es nula, pudiendo reponerse el trmino ausente, si existe; y si la informacin es nula, la metfora slo iene un valor orna-mental, decorativo. Estas dos consecuencias de una teora pura-mente sustitutiva caracterizarn el ~estudio de la metfora en la retrica clsica. Rechazar estas consecuencias comportar un re-chazo del concepto de sustitucin, ligado a su vez al de un des-plazamiento que afecta a los nombres.

    Cuarto: Al tiempo que la idea de epfora garantiza la unidad de sentido de la metfora, cosa que no ocurre con el carcter de clasificacin que prevalecer en las taxonomas posteriores, queda esbozada una tipologa de la metfora en la continuacin de la definicin: la trasposicin, se dice, va de gnero a especie, de especie a gnero, y de especie a especie, o se realiza segn la analoga (o proporcin). Quedan as delineadas una reduccin y una disociacin del campo de la epfora; esto conducir a la retrica posterior a llamar metfora slo a una figura afn a la cuarta especie definida por Aristteles, que es la nica que hace expresamente referencia a la semejanza: el cuarto trmino funcio-na con relacin al tercero de la misma manera (homoios echei) 1457 b 20) que el segundo con relacin al primero; la vejez es a la vida como la tarde es al da. Dejamos para ms adelante la cuestin de si la idea de una identidad o de una similitud entre dos relaciones agota la de semejanza, y si la trasposicin de gnero a especie, etc., no se basa tambin en una semejanza (eL Estu-dio VI, 4). Lo que ahora nos interesa es la relacin entre esta clasificacin embrionaria y el concepto de transposicin que cons-tituye la unidad de sentido del gnero metafrico.

    Hay que tener en cuenta dos cosas: primera, que los polos

  • 36 Entre retrica y potica: Aristteles

    entre los que acta la transposicin son poco lgicos. La met-fora aparece en un orden ya constituido por gneros y especies, y en un juego de relaciones ya determinadas: subordinacin, (:oordinacin, proporcionalidad o igualdad de relaciones. Segunda, que la metfora consiste en una violacin de ese orden y de ese juego: dar al gnero el nombre de la especie, al cuarto trmino de la relacin proporcional el nombre del segundo, y recprocamen-te, es a la vez reconocer y transgredir la estructura lgica del lenguaje (1457 b 6-20). El anti) ya mencionado, no indica sola-mente la sustitucin de una palabra por otra, sino tambin un desorden de la clasificacin en los casos en que no se trata slo de paliar la pobreza del vocabulario. Aristteles no ha explotado la idea de una transgresin categorial que algunos modernos po-drn relacionar con el concepto de categorymistake de Gilbert Ryle 25. Sin duda porque a Aristteles le importa ms, en lnea con su Potica) la utilidad semntica vinculada a la transposicin de los nombres que el coste lgico de la operacin. Sin embargo, el reverso del proceso es, por lo menos, tan interesante como el anverso. La idea de transgresin categorial, si se apura un poco, reserva bastantes sorpresas.

    Propongo tres hiptesis interpretativas: en primer lugar esta transgresin invita a considerar en toda metfora no slo la pa-labra el nombre aislado, cuyo sentido es desplazado, sino la dualidad de trminos, o el par de relaciones, entre las que acta la transposicin: de gnero a especie, de especie a gnero, de especie a especie, de segundo trmino a cuarto trmino de una relacin de proporcionalidad, y recprocamente. Esta observacin tiene largo alcance: como dirn los autores anglosajones, hacen falta siempre dos ideas para hacer una metfora. Si hay siempre alguna especie de anfibologa en la metfora, al tomar una cosa por otra, por una especie de error calculado, el fenmeno es de naturaleza discursiva. Para afectar a una sola palabra, la metfora tiene que alterar todo un sistema mediante una atribucin abe-rrante. Al mismo tiempo la idea de transgresin categorial per-mite enriquecer la de desviacin que nos pareci estar implicada en el proceso de transposicin. La desviacin, que pareca de or-den puramente lexical, se une ahora a una extrapolacin que ame-naza la clasificacin. Lo que queda por ver es la relacin entre el reverso y el anverso del fenmeno: entre la desviacin lgica y la produccin de sentido designada por Aristleles como ep-

    25 Gilbert Ryle, The Concept 01 Mind, pp. 16s, 33, 77-79, 152, 168, 206.

  • La epfora del nombre 37 fora. Este problema no se resolver de modo satisfactorio hasta que no se reconozca plenamente el carcter de enunciado que tiene la metfora. Los aspectos nominales se podrn vincular en-tonces plenamente con la estructura discursiva (d. Estudio IV, 5). Como luego veremos, el mismo Aristteles invita a seguir este camino cuando, en la Retrica) relaciona la metfora con la com-paracin (eikon)) de aparente carcter discursivo.

    Un segundo punto de reflexin nos lo ofrece la idea de trans-aresin categorial, entendida como desviacin en relacin con un ~rden lgico ya constituid0', como des0'rden en la clasificacin. Esta transgresin es interesante slo porque crea sentido: como dice la Retrica) p0'r la metf0'ra el poeta n0's instruye y nos ensea a travs del gnero (IU 10, 1410 b 13). La sugerencia es entonces la siguiente: no habr que decir que la metfora deshace un 0'rden slo para crear otro?, que el error categ0'rial es nicamente el reverso de una lgica del descubrimiento? La relacin establecida p0'r Max Black entre m09elo y metfora 26, es decir, entre un concepto epistemolgico y un c0'ncepto potico, n0's permitir explotar a fond esta idea que se opone frontal-mente a cualquier reduccin de 1a metfora a un simple ad0'rno. Si llegamos hasta el fond0' de esta sugerencia, hay que decir que la metfora c0'mporta una informacin porque re-describe la realidad. La transgresin categ0'rial sera entonces un intermedio de destruccin entre descripcin y redescripcin. Ms adelante estudiarem0's esta funcin heurstica de la metfora; funcin que slo podr descubrirse una vez rec0'nocidos no slo el carcter de enunciado que tiene la metfora, sino tambin su pertenencia al orden del discurs0' y de la obra total.

    Una tercera hiptesis, ms atrevida, emerge en el horizonte de la anterior. Si la metf0'ra pr0'viene de una heurstica del pen-samiento, no se puede suponer que el procedimiento que altera y cambia un determinad0' orden lgico, una jerarqua c0'nceptual, una disposicin c0'ncreta, se identifica c0'n el mtodo que da ori-gen a toda clasificacin? Es verdad que no conocemos otro fun-cionamiento del lenguaje fuera del que ya posee un orden esta-blecido; la metfora no engendra un orden nuevo si no es en cuanto produce desviaciones en un orden anterior; sin embargo, no se podra pensar que el orden nace de la misma manera que cambia?; no existir una metafrica, segn la expresin de

    26 Max BIack, Models and Metaphors (Itaca 1962). Sobre modelo y redescripcin, d. Estudio VII, 4.

  • 38 Entre retrica y potica: Aristteles

    Gadamer TI, que acta en el origen del pensamiento lgico, en la raz de toda clasificacin? Esta hiptesis va ms lejos que todas las anteriores, que presuponen, para el funcionamiento de la me-tfora, un lenguaje ya constituido. La nocin de desviacin de-pende de este presupuest; igualmente la opsicin, introducida por el mismo Aristteles, entre lenguaje ordinario y lenguaje extrao o raro; y, con mayor razn, la oposicin introdu-cida posteriormente entre lenguaje propio y figurado. La idea de una metafrica inicial destruye tda clase de oposicin entre lenguaje propio y lenguaje figurado, entre ordinario y ex-trao, entre el orden y su transgresin; y sugiere la idea de que el orden mismo procede de la constitucin metafrica de campos que son los que dan origen a los gneros y las especies.

    Esta hiptesis va ms all de 10 que consiente el anlisis de Aristteles? Si tomamos como patrn la definicin explcita de la metfora como epifora del nombre, y si admitimos como criterio de la epfora la oposicin decidida entre uso crriente y uso extrao, es claro que s. Pero si tenemos en cuenta todo lo que, en el mismo anlisis de Aristteles, queda fuera de esta definicin explcita y de este criterio definido, la respuesta ser negativa. Sin embargo, una observacin de Aristteles, que he mantenido en reserva hasta este momento, parece autorizar la audacia de nuestra hiptesis ms radical: Es importante, adems, emplear convenientemente cada uno de los modos de expresin de que hablams, nombres dobles por ejemplo, o palabras rele-van tes; pero lo ms importante de todo es descollar en las met-foras (literalmente: ser metafrico -to metaphorikon einai). En efecto, es la nica cosa que no se puede recibir de otro, y es un indicio de dones naturales (euphyias)' pues construir bien las metforas (literalmente: metaforizar bien -eu metapherein) es

    . percibir bien las semejanzas (to to homoion therein) (Potica) 1459 a 4-8).

    Hay que notar varias cosas en este texto: a) la metfora se convierte en verbO': metaforizar; tambin se habla del prO'blema del uso (chresthai) a 5); el proceso prevalece sbre el resultado; b) adems, a la cuestin del uso se aade el adjetivo conve-niente (preponts chresthai): se trata de metaforizar bien, servirse de modo conveniente de los procedimient;5 de la lexis; al mismo tiempO' se presenta al sujeto del uso: l es el llamado

    TI H. G. Gadamer, Wahrheit und Methode. Sobre la metal6rica, d . pp. 71, 406s.

  • Metfora y comparacin 39 a poner en prctica 10 ms importante, el ser metafrico; l es el que puede aprender o no; c) pero precisamente metafori-zar bien no se aprende; es un don del genio, de la naturaleza (euphyas te shneon estin): no nos hallamos aqu en el plano del descubrimiento, de esa heurstica de la que decamos que no viola un orden ms que para crear otro, que no destruye sino para redescribir? No hay reglas para inventar; la teora moderna de la invencin 10 confirma. No hay normas para elaborar buenas hiptesis: las hay nicamente para darles validez 28; d) pero, por qu no se puede aprender a ser metafrico? Porque metafo-rizar bien es percibir lo semejante. Esta observacin puede parecer sorprendente. Nunca hasta ahora se haba hablado de se-mejanza sino indirectamente, a travs de la cuarta clase de met-fora, la metfora por analoga, cuyo anlisis consiste en descubrir una identidad o una similitud entre dos relaciones. No debemos suponer que la semejanza acta en las cuatro clases de metfora como un principio positivo cuyo negativo et. la transgresin cate-gorial? La metfora, o ms bien eL metaforizar, la dinmica de la metfora, descansara entonces eri~l. percepcin de 10 semejante. Hemos llegado bien cerca de imestra hiptesis ms radical: que la metafrica que vulnera el orden categorial es tambin la que 10 engendra. Pero que el descubrimiento propio de esta me-tafrica fundamental sea el de la semejanza exige una demostra-cin especial que tenemos que dejar para un estudio ulterior ']9.

    3. Un enigma: metfora y comparacin (eik6n) La Retrica plantea un pequeo enigma: por qu este tra-

    tado, que declara no aadir nada a la definicin que la Potica nos da de la metfora, presenta en el captulo IV un paralelo entre metfora y comparacin (eik6n)) que no se encuentra en la Potica? 30. El enigma carece de importancia si nos limitamos a cuestiones puramente histricas de prioridad o dependencia den-tro de la obra total de Aristteles. En cambio, est lleno de ense-

    28 E. D. Hirsch, Validity in Interpretation, 169s. ']9 Reanudaremos el estudio de la interpretacin y la discusin de la

    teora aristotlica sobre la semejanza, desde un punto de vista menos his-trico y ms sistemtico, en el Estudio IV.

    30 La obra de McCall, citada anteriormente (p. 23, n. 10), dedica un captulo entero al eikn en Aristteles (24-53; d. tambin E. M. Cope, Introduction to the Rhetoric 01 Aristotle, 290-292).

  • 40 Entre retrica y potica: Aristteles

    anzas para una investigacin como la nuestra, atenta a recoger los menores detalles de una interpretacin de la metfora en tr-minos de discurso, opuesta a la definicin explcita en trminos de nombre y de denominacin. El rasgo esencial de la compara-cin es, en efecto, su carcter discursivo: como un len, se abalanz. Para hacer una comparacin se necesitan dos trmi-nos, igualmente presentes en el discurso: como un len no establece una comparacin; digamos, anticipando la terminologa de I. A. Richards, que le falta un dato (tenor): Aquiles se abalanza, y una transmisin (vehicle): como un len (d. Estu-dio III, 2). Se puede descubrir la presencia implcita de este mo-mento discursivo en la nocin de epfora (la transposicin de un polo al otro); acta tanto en la transposicin categorial (dar al gnero el nombre de la especie, etc.) como en la transposicin por analoga (reemplazar el cuarto trmino de la proporcin por el segundo). Los modernos dirn que hacer una metfora es ver dos cosas en una sola; con ello permanecen fieles a este rasgo que la comparacin pone de manifiesto y que la definicin de la metfora como epfora del nombre podra ocultar; si, formalmen-te, la metfora es una desviacin con respecto al uso corriente de las palabras, desde el punto de vista dinmico, procede de una relacin entre la cosa que se quiere nombrar y la cosa extraa cuyo nombre se toma para aplicarlo a la primera. La comparacin explicita esta relacin subyacente.

    Se podr objetar que no es intencin expresa de Aristteles explicar aqu la metfora por la comparacin, sino la compara-cin por la metfora. Efectivamente, seis veces seala Aristteles la subordinacin de la comparacin a la metfora 31. Este detalle adquiere mayor relieve porque la tradicin retrica posterior no seguir a Aristteles en este punto 32 Esta subordinacin se opera por varios caminos convergentes.

    31 McCall, op. cit. , 51, cita III 4, 1406 a 20; III 4, 1406 b 25-26; III 4, 1407 a 14-15; III 10, 1410 b 17-18; III 11, 1412 b 34-35; III 11, 1413 a 15-16.

    32 Mientras E. M. Cope distingua una perfecta reciprocidad entre la definicin que hace del simile una extended metaphor y la de Cicern y Quintiliano que hacen de la metfora un contracted simile (op. cit., 299), McCall (op. cit., 51) insiste en la inversin operada por la tradi-cin posterior; el caso de Quintiliano (ibid., c. VII, 178-239) es particu-larmente llamativo; en l se lee: In totum autem metaphora brevior est similitudo: la metfora es en definitiva una forma abreviada de semejan-za, De Institutione Oratoria Libri Duodecim, VIII 6, 8-9. McCall observa que la expresin es ms fuerte que si Quintiliano se hubiese limitado a

  • Metfora y comparacin 41

    En primer lugar, se desmembra todo el mbito de la compa-racin: una parte, con el nombre de parabolb>, se une a la teora de la prueba, que ocupa el Libro 1 de la Retrica; conSlSrt 1:.." la ilustracin mediante ejemplos tomados de la historia, o del orden de la ficcin 33; la segunda parte, con el nombre de eikon, se relaciona con la teora de la lexis y se sita en la perspectiva de la metfora.

    En segundo lugar, la singular afinidad entre comparacin y metfora proporcional asegura la insercin de la comparacin en el campo de la metfora: Las comparaciones son en cierta ma-nera, como hemos dicho antes (d. 1406 b 20 Y 1410 b 18-19), metforas; porque constan siempre de dos trminos [literalmente: se dicen a partir de dos], como la metfora por analoga; por ejemplo, decimos que el escudo es la copa de Marte, y el arco, una phorminx sin cuerdas (IU 11, 1412 b 34-1413 a 2). La metfora proporcional, en efecto, denomina, el cuarto trmino a partir del segundo, por elisin de la c;omp~racin compleja que acta no entre los cosas mismas, sino entre sus relaciones de dos en dos; en este sentido la metf'ra de proporcin no es simple, como cuando llamamos a Aquiles un len. Por tanto, la simpli-cidad de la comparacin, en contraste con la complejidad de la proporcin a cuatro trminos, no consiste en la simplicidad de una soJa palabra, sino en la simple relacin de dos trminos 34,

    decir: brevior est quam similitudo. o brevior est similitudo. En efecto. esta expresin habra colocado metfora y similitudo en un mismo plano (op. cit., 230). Es verdad que esta lectura es impugnada por Le Guern, Smantique de la mtaphore et de la mtonymie, 54, n. 1, quien invoca la edicin de 1527 de Pars que escribe brevior quam similitudo. Si fuera as, la explicacin clsica de la metfora tendra su origen en una corrup cin del texto de Quintiliano (ibid.). La constante tradicin posaristotlica da poco crdito a esta hiptesis. Volveremos sobre el fondo concerniente a las relaciones entre metfora y comparacin cuando veamos los trabajos de Le Guem (Estudio VI, 1).

    33 El Paradeigma -lo hemos visto antes (p. 21, n. 9)- se distin gue del enthymma como una induccin verosmil de una deduccin vero-smil. El paradeif!.ma se subdivide en ejemplo efectivo (o histrico) y en ejemplo ficticio. Este se subdivide a su vez eh parabote y logoi: por ejem-plo, las fbulas de Esopo ' (Retrica, II 20, 1393 a 28-31). La oposicin ms importante tiene lugar entre el ejemplo histrico, al que se reduce el paradeigma, y el paralelo ilustrativo, que constituye 10 esencial de la parabol. La unidad entre ejemplo histrico y comparacin ficticia es pura-mente epistemolgica: son dos formas de persuasin o de prueba. Cf. McCall, op. cit., 24-29.

    34 Este adjetivo haploun (simple) crea diversas dificultades de inter-pretacin e incluso de traduccin. Parece contradictorio hablar de compara-

  • 42 Entre retrica y potica: Aristteles

    que es la relacin en la que desemboca la metfora proporcional :

  • Metfora y comparacin 43

    racin en la metfora no implica que la metfora sea una com-paracin abreviada, como se dir a partir de Quintiliano, sino lo contrario, es decir, que la comparacin es una metfora desarro-llada. La comparacin dice esto es como aquello; la metfora: esto es aquello. Por tanto, no slo la metfora proporcional, sino cualquier metfora, es una comparacin implcita, en la me-dida en que la comparacin es una metfora desarrollada.

    Por 10 mismo, la subordinacin expresa de la comparacin a la metfora slo es posible porque la metfora presenta en corto-circuito la polaridad de los trminos comparados; cuando el poe-ta dice de Aquiles: se abalanz como un len, se trata de una comparacin; si dice: el len se abalanz, es una metfora; como los dos son valientes, el poeta ha podido, por metfora (literalmente: trasponiendo), llamar a Aquiles un len (III 4, 1406 b 23). No se puede decir mejor que el elemento comn a la metfora y a la comparacin es la asimila.cin que fundamenta la transposicin de una denominacin, .1a ci,tacin de una iden-tidad en la diferencia de dos trminos. Esta captacin del gnero por medio de la semejanza hace a la metfora realmente instruc-tiva: Pues cuando el poeta Uama a la vejez brizna de paja, nos instruye e informa (epoiese mathsin kai gnosin) por medio del gnero (da to genous)>> (III 10, 1410 b 13.14). Precisamente en esto radica la primaca de la metfora sobre la comparacin: en que la supera en elegancia (asteia) (volveremos sobre esta virtud de finura y brillantez de la metfora): La comparacin es, como hemos dicho antes, una metfora que slo se diferencia por el modo de presentacin (prothesei); tambin es menos gra-ta, por ser una expresin demasiado larga; adems, no se limita a decir esto es aquello; tampoco colma los deseos de bsqueda ( zete) del espritu: ahora bien, 10 que realmente nos proporciona nuevos conocimientos inmediatos es necesariamente el estilo ele-gante y los silogismos bien cuidados (ibid., 1410 b 17-21). La posibilidad de instruccin y el estmulo para la bsqueda, 'conte-

    ordinario inexactas; entre las que se pueden verificar (Rpblica, V 469 d-e; VI 488 a-b; X 601 b), las dos primeras no contienen ni la conjun-ci6n ni el verbo ni el adjetivo de comparaci6n (

  • 44 Entre retrica y potica: Aristteles

    nidos en una rpida confrontacin de sujeto y predicado, se anu-lan en la comparacin demasiado explcita que, en cierto modo, relaja el dinamismo inherente a la comparacin por la explicitacin del trmino medio. Los modernos sacarn el mayor partidO' posi-ble de esta idea de cO'lisin semntica que desemboca en la con-troversion theory de Beardsley (d. Estudio lII, 4). Ya Aristteles advirti que, bajo la epfora del vocablo extrao, acta una atri-bucin diferente: esto (es) aquello; slo la comparacin mani-fiesta explcitamente la razn de este fenmeno al desplegarlo como una comparacin expresa.

    Este es, a mi entender, el inters de la relacin entre met-fora y comparacin; desde el momento mismo en que Aristteles subordina la comparacin a la metfora, descubre en sta una atribucin paradjica. Se podra, adems, tomar en consideracin una sugerencia hecha de pasada en la Potica, y que despus no se tiene en cuenta: Si el poeta escribiera con palabras no ordi-narias (metforas, vocablos raros, etc.), el resultado sera el enig-ma o el barbarismo; enigma, si se trata de metforas; barbarismo, si de palabras raras; la esencia del enigma consiste en describir algo mediante una combinacin verbalmente imposible; no se puede llegar al enigma mediante la simple combinacin de pala-bras ordinarias, pero s mediante combinacin de metforas (Po-tica, 1458 a 23-33). Estas observaciones tienden, ms bien, a disociar metfora y enigma; pero el problema no existira si am-bos fenmenos no tuviesen un rasgo comn; precisamente esa estructura comn es la que subraya la Retrica, siempre bajo el aspecto de virtud de elegancia, de brillantez, de finura: La mayO'r parte de las palabras elegantes (asteia) se forman por me-tfora y provienen de una ilusin que antes se ha creado en el oyente: se da cuenta de que ha llegado a comprender cuando pasa l 'estado de nimo opuesto al que tena antes; el espritu parece decir:. ts, es verdad; yo estaba equivocado .. .'. Igualmente, los nigmas bien formulados agradan porque nos ensean algo,y tienen forma de metfora (Retrica, III 11, 1412 a 19-26). Tenemos aqu, un vez ms, la instruccin y la informacin uni-das a una relacin entre varios trminos; esta relacin en un primer momento sorprende, luego desorienta y, finalmente, des-cubre una afinidad oculta en la paradoja. Pero esta proximidad entre enigma y metfora, no tiene su fundamento en la deno-minacin extraa esto (es) aquello, que la comparacin des-arrolla y diluye al mismo tiempo, pero que la metfora conserva

  • Metfora y comparacin 45 al escoger un atajo para su expresin? 37. La desviacin que afecta al uso de los nombres procede de la desviacin de la misma atri-bucin: es precisamente 10 que el griego llama para-doxa, es decir, desviacin con relacin a una doxa anteriol' (IlI 11, 1412 a 16) 38. Esta es la leccin bien clara que el investigador terico puede sacar de 10 que para el historiador sigue siendo un enigma 39.

    En conclusin, la relacin con la comparacin permite volver al problema de la epfora. En primer lugar la transposicin, igual que la comparacin, se realiza entre dos trminos; es un hecho de discurso antes de ser un hecho de denominacin; de la epfora se puede decir tambin que se enuncia a partir de dos trminos. En segundo lugar, la transposicin se basa en la percepcin de una semejanza que la comparacin explicita mediante su caracte-rstico trmino de comparacin. El arte de la metfora consiste siempre en una percepcin de semejanzas; esto se confirma por su relacin con la comparacin que manifi~~ta en el lenguaje la referencia que acta en la metfora, sin ser' enunciada. Diramos que la comparacin muestra el 'm01nento de semejanza, operativo, aun sin ser explcito, en la metfora. El poeta, deca la Potica, es el que percibe 10 semejante (Potica, 1459 a 8). En fi1oso-

    37 Una filiacin semejante fundamenta la relacin sugerida entre pro-verbio (paroimia) y metfora (nI 11, 1413 a 17-20): son -se dice- me-tforas de gnero a gnero; en efecto, el proverbio es una comparacin entre dos rdenes de cosas (el hombre explotado por el husped al que ha albergado en su casa, y la liebre que devora la cosecha del .campesino que la ha introducido en sus tierras, nI 11, ibd.). El como de la compa-racin puede eludirse de igual manera que en la metfora, pero el resorte es el mismo: la relacin es tanto ms brillante cuanto ms inesperada, incluso paradjica y desorientadora. Precisamente, esa misma paradoja, junto a una comparacin expresa o implcita, constituye la sal de la hiprbole, que no es ms que una comparacin exagerada, forzada a pesar de diferen-cias evidentes; por eso, Aristteles puede decir: Hay tambin hiprboles bien conocidas que son metforas, In 11, 1413 a 21-22.

    38 En este sentido, las metforas inditas (kaina), segn una desig-nacin tomada de T eodoro y que Aristteles relaciona con las metfo-ras paradjicas, no son metforas por excepcin, sino por excelencia (1412 a 26s).

    39 Por qu dice Aristteles que el eikOn tiene un carcter potico (nI 4, 1406 b 24), mientras que la Potica lo ignora? (El nico empleo de la palabra eikn en la Potica no tiene nada que ver con la compara-cin, 1448 b 10, 15). No surge el motivo cuando la Potica celebra el arte de metaforizar bien y lo asimila al poder de percibir las semejanzas (1459 a 5-8)? Debemos limitarnos a constatar que la Potica lo ignora: The odd absence 01 eikon Irom the Poetics must be lelt unresolved (McCall, op. cit., 51).

  • 46 Entre retrica y potica: Aristteles

    fa, aade la Retrica, hay que tener tambin agudeza para perci-bir lo semejante incluso en las cosas ms opuestas: as Arquitas deca que es 10 mismo un rbitro que un altar, pues el malvado encuentra refugio en ambos; igualmente un ancla y un gancho son lO' mismo, pues ambas cosas son parecidas, aunque difieren segn 10 alto y 10 bajo (IlI 11, 1412 a 10-15). Percibir, con-templar, ver lo semejante; tal es, para el poeta desde luego, perO' tambin para el filsofo, el toque de inspiracin de la metfora que unir la potica a la ontologa.

    4. El lugar retrico de la lexis

    Una vez aclaradas la definicin de la metfora comn a la Potica y a la Retrica, y la variante tan significativa de la Ret-rica, nos queda la tarea principal: examinar la funcin diferente que resulta de la distinta insercin de la lexis en la Retrica y en la Potica.

    Cmenzarems por la Retrica cuyo lugar en el corpus aris-totlico es ms fcil de fijar. Ya hemos dicho al comienzo de este estudiO' que la retrica griega tena un objetivo mucho ms am-plio y una organizacin interna ms articulada que la retrica decadente. Cmo arte de la persuasin, orientada al do