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Decisio SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2006 3 LA TERCERA EDAD: presencia social indiscutible, imagen que exige reflexión y cambio Gabriela Mier Martínez CENTRO DE COOPERACIÓN REGIONAL PARA LA EDUCACIÓN DE ADULTOS EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (CREFAL)/PÁTZCUARO, MÉXICO [email protected] Introducción En la actualidad no existe acuerdo acerca de cómo nombrar al sujeto que envejece. Para abordar el tema utilizaremos el término “tercera edad”, sin embargo, es necesario precisar a qué nos estamos refiriendo, ya que frecuentemente se utilizan dis- tintos términos para referirse a este grupo de po- blación, como por ejemplo: “adultos mayores”, “personas en plenitud”, “ancianos”, “viejos”, “abuelos”, entre otros. Los términos “tercera edad”, “adultos mayores” y “personas en pleni- tud” son utilizados generalmente por las institu- ciones para referirse a las personas de 60 años y más; social y culturalmente hablando, sin embar- go, el uso de adjetivos como por ejemplo “viejo” tiende más hacia la calificación y suele resultar ofensivo para algunos, ya que se relaciona con aquello que está en desuso, que es inservible, que hay que tirar, es decir, tiene una carga subjetiva que puede resultar negativa. Así mismo, el hecho de llamarlos “abuelos” resulta inapropiado para quienes sólo por la edad son catalogados como tales, ya que otorga un estatus en función de la

LA TERCERA EDAD: presencia social indiscutible, …repositoriodigital.academica.mx/jspui/bitstream/987654321/21740/1/... · una mirada más positiva y realista sobre lo que representa

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LA TERCERA EDAD:presencia social indiscutible,

imagen que exige reflexión y cambioGabriela Mier Martínez

CENTRO DE COOPERACIÓN REGIONAL PARA LA EDUCACIÓN DE ADULTOS EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (CREFAL)/PÁTZCUARO, MÉ[email protected]

Introducción

En la actualidad no existe acuerdo acerca de cómonombrar al sujeto que envejece. Para abordar eltema utilizaremos el término “tercera edad”, sinembargo, es necesario precisar a qué nos estamosrefiriendo, ya que frecuentemente se utilizan dis-tintos términos para referirse a este grupo de po-blación, como por ejemplo: “adultos mayores”,“personas en plenitud”, “ancianos”, “viejos”,“abuelos”, entre otros. Los términos “terceraedad”, “adultos mayores” y “personas en pleni-tud” son utilizados generalmente por las institu-

ciones para referirse a las personas de 60 años ymás; social y culturalmente hablando, sin embar-go, el uso de adjetivos como por ejemplo “viejo”tiende más hacia la calificación y suele resultarofensivo para algunos, ya que se relaciona conaquello que está en desuso, que es inservible, quehay que tirar, es decir, tiene una carga subjetivaque puede resultar negativa. Así mismo, el hechode llamarlos “abuelos” resulta inapropiado paraquienes sólo por la edad son catalogados comotales, ya que otorga un estatus en función de la

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familia y la descendencia y por lo tanto no se apli-ca a todas las personas.

Cronológicamente hablando se han caracteri-zado tres grupos de población a partir de los 45años: madurez avanzada (entre los 45 y los 60años); senectud (entre los 60 y los 75); y senilidad(más de 75 años). Cabe aclarar, sin embargo, queno podemos basarnos sólo en la edad cronológicapara contextualizar y caracterizar esta etapa de lavida. Existen infinidad de teorías sobre el enveje-cimiento que tienden a privilegiar alguno de losaspectos relacionados con dicho proceso: social,cultural, psicológico, biológico, ambiental y cro-nológico; desde nuestro punto de vista, podemosresumir que la vejez es un proceso individual quese desarrolla de acuerdo con las condiciones enlas que la persona vive.

En la cultura occidental moderna, algo funda-mental que hay que tomar en cuenta es la “cargasocial” que se le ha dado a la vejez, la cual tienesus raíces en cómo se percibe a este grupo etario,ya que en nuestra cultura generalmente se piensaen la tercera edad como el último ciclo o etapa dela vida, relacionándolo con algo superfluo, sobran-te, como una etapa de baja o nula productividad,y en muchos casos sólo en espera de la muerte.

Para explicar el cambio poblacional a través deltiempo recurriremos a la cuestión de la transicióndemográfica, que sostiene que tanto la fecundi-dad como la mortalidad de una población han idodisminuyendo de altos a bajos niveles como resul-tado del desarrollo económico y social. Y dadoque el descenso de la mortalidad normalmenteprecede al descenso de la fecundidad, se produceun período de transición en el cual se da un creci-miento elevado de la población.

En la investigación demográfica del envejeci-miento humano se pone en evidencia que la res-puesta de la sociedad no ha sido oportuna ni ade-cuada, debido principalmente a que no seconsideró el aumento de este grupo poblacional ypor consiguiente no se han desarrollado a tiempoestrategias para su integración social acti-va ni se han tomado las medidas necesa-rias para su atención.

Es importante considerar que las re-percusiones del aumento de la poblaciónde la tercera edad, y de nuestras percep-

ciones sobre lo que significa ser viejo, afectan nosólo al grupo etario en cuestión, sino a toda lasociedad y a cada persona en particular.

Este trabajo tiene la intención de ofrecer unpanorama general sobre la situación social actualque viven los adultos de la tercera edad de la re-gión latinoamericana y dar a conocer algunos ele-mentos conceptuales y contextuales que nos per-mitan tener una nueva y más positiva forma depercibir esta etapa de la vida. Con ello se buscaplantear una base que derive en una justa inser-ción de los adultos mayores dentro del contextosocial y familiar; que quienes tienen a su cargo laelaboración de políticas económicas, sociales y edu-cativas diseñen y fortalezcan programas de inter-vención adecuados, no sólo para este grupo deedad, sino para la población en general, en térmi-nos de aprender a envejecer de una manera positi-va y digna.

La tercera edad

El término “tercera edad” surgió en Francia en elaño 1950, acuñado por J.A. Huet, quien fuera unode los iniciadores de la gerontología en ese país.Resulta interesante observar que el término origi-nal no se refería a una edad determinada sino quese aplicaba al sector de población que estaba jubi-lado o pensionado, que se consideraba de baja pro-ductividad y bajo consumo o poca o nula actividadlaboral; más tarde el concepto se precisó, constri-ñéndose a una situación laboral y a una edad deter-minadas, y refiriéndose así solamente a pensiona-dos y jubilados de 60 años y más. Esta definiciónha tenido una fuerte influencia sobre lo que signi-fica alcanzar la sexta década, colocando a este gru-po poblacional como sujetos pasivos, como unacarga económica y social.

Sin embargo, debido al creciente aumento dela población en edad avanzada que continúa conuna vida activa independientemente de su edad y

de la jubilación, se está tendiendo haciauna mirada más positiva y realista sobrelo que representa el envejecimiento.

Los periodos o etapas de la vida porlos que atravesamos los seres humanos demanera natural se clasifican en general en

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infancia, adolescencia, juventud, adultez, senectudo vejez, y senilidad o alta ancianidad. Al respectohay distintas posturas. Según Norma Tamer “la di-visión de la vida en fases o etapas es un tema dis-cutible si se concibe la existencia del hombre comoun continuum, un transcurrir sin cortes artificiales”.

De acuerdo con especialistas en el tema, en laactualidad son utilizadas distintas definiciones so-bre este concepto genérico de edad:

Edad cronológicaSe relaciona con el número de años cumplidos.

Edad biológicaLa edad biológica se acompaña de elementos quemiden la capacidad funcional de los sistemas vita-les cuya situación limita o prolonga el ciclo de vida.Esto conduce a la predicción de si la persona esmás joven o más vieja que otras de su misma edadcronológica, y por lo mismo, si la persona tieneuna expectativa de vida más larga o más corta quelas que son tomadas como edad promedio parauna generación.

Edad psicológicaSe relaciona con la capacidad de adaptación queuna persona manifiesta ante las distintas situacio-nes que la vida le depara, es decir, por la facilidadque la persona manifiesta para adaptarse a las de-mandas cambiantes del medio ambiente en com-paración con el término medio.

Edad funcionalSe relaciona con la capacidad que la persona ma-nifiesta para adaptarse a los distintos cambios es-tructurales, como los históricos, que cada socie-dad demanda de la persona.

Edad socialSe refiere a los roles y hábitos sociales que la per-sona es capaz de asumir en relación con el térmi-no medio de su contexto, con los que desempe-ñan otros miembros de su grupo social, y los quepudiera asumir de éstos en un momento dado.

Sin embargo, y pese a este tipo de diferencia-ciones del concepto edad, las distintas edades se-ñaladas, así como la conducta de cada persona,están estrechamente relacionadas con la cultura,las características individuales de la persona y lasnormas y valores sociales.

Siguiendo la definición de edad cronológica,cuando una persona cumple 60 años se le consideradentro del sector poblacional llamado “terceraedad”. En realidad no existe una definición sobreuna primera y una segunda edad como tal, másbien es posible que se haya dado este término de-bido al eufemismo “tercera juventud”, usado parareferirse a las personas en edad avanzada.

Con respecto al cambio de roles, en 1967 IrvingRosow elaboró la teoría de roles aplicada a losadultos de la tercera edad, en la cual plantea que alo largo de toda la vida se desempeñan un grannúmero de roles sociales que influyen en el auto-concepto y autoestima personal, además de quelos roles sociales se van desarrollando acordes auna secuencia cronológicamente pautada; es decirque con la edad van cambiando no sólo los pape-les que se le asignan a las personas, sino tambiénla forma en que se espera que éstos sean cumpli-dos. Esto significa que la adaptación de una per-sona a su proceso de envejecimiento depende en

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gran medida de cómo se hace responsable de loscambios correspondientes en los roles que lascreencias sociales le van asignando según su edady de la forma en que cumple las expectativas aso-ciadas al rol. En este sentido, envejecer es asumirlos roles correspondientes a la respectiva edad.

Dice Marcelo Pina Morán, gerontólogo por laUniversidad de Barcelona, que la vejez es un he-cho biológico y a la vez una construcción social;que la ancianidad es un concepto básicamentecultural. Esto quiere decir que cada cultura tienesu propia concepción sobre lo que representa ysignifica envejecer o ser “viejo” de acuerdo a lacosmovisión imperante.

Como un ejemplo de ello, en diversos pueblosindígenas americanos un anciano es el individuoque sobrevive cuando ya han muerto la mayoría delos miembros de su grupo de edad (lo cual tieneque ver con sus relaciones sociales); en la culturaoccidental es considerada anciana la persona queestá jubilada (lo que tiene que ver con la legislaciónlaboral, ya que el trabajo es el factor central en lavida de los occidentales); mientras que en algunassociedades africanas, el anciano es el individuo quepor razones de edad ha perdido algunos dientes ytiene dificultad para masticar (Fericgla, 1999).

En nuestra cultura occidental, y de acuerdo conalgunos estudios sobre el tema, la tercera edad debe

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ser considerada como un periodo de adaptación ysocialización más, con sus características peculia-res y diferenciales que exigen análisis y estrategiasde intervención y tratamiento diferenciales, al igualque lo demandan otros momentos de la vida, comola adolescencia.

Pese a los avances sobre cómo visualizan estaetapa de la vida, quienes se avocan al estudio deeste tema en particular, considero que en nuestracultura aún existe una percepción negativa conrespecto a este cada vez más numeroso grupo eta-rio, cargada de prejuicios, como el pensar que porsu edad son incapaces de continuar con una vidacreativa, activa, productiva, y propiciando en ellosuna actitud de pasividad y contemplación. Estapercepción origina en muchos casos exclusiónsocial, sobre todo en el sector laboral, y en ocasio-nes el rechazo de la propia familia, manteniéndo-los al margen y tomando decisiones por ellos.

Actualmente, y como resultado de la transicióndemográfica, en las dos últimas décadas la pobla-ción de América Latina ha tenido un proceso deenvejecimiento importante, lo cual ha derivado enun mayor desafío sobre la toma de decisionesorientadas a dar acceso a los servicios de salud, asícomo a ampliar la cobertura de prestaciones quebrinda la protección social del Estado.

Según Rubén Suárez y Claudia Pescetto en suestudio sobre Sistemas de Protección Social para

el Adulto Mayor en América Latina y el Caribe, enla actualidad la mayoría de los sistemas de seguridadsocial de la región funcionan a través de mecanis-mos de reparto, cuyo financiamiento proviene delas contribuciones que realizan los empleados y,en algunos países, de los empleadores y el gobier-no. En este caso las pensiones otorgadas se defi-nen de acuerdo con la remuneración a la edad dela jubilación o retiro y el período de tiempo du-rante el cual el empleado contribuyó financiera-mente. Según estos autores sólo en Argentina yCanadá se lleva a cabo un sistema de seguridadsocial universal con programas que garantizan unapensión mínima a toda la población, o a la mayoría.En Ecuador, por ejemplo, además de las pensio-nes basadas en el reparto, se otorga una pensiónmínima a las personas cuyos ingresos o contribu-ciones sean insuficientes para poder ingresar alprograma de pensiones.

Contexto demográfico

Mucho se ha hablado de los cambios demográfi-cos que experimenta la población a nivel mundial,y pocas han sido las medidas tomadas para resol-ver los problemas que la sociedad habrá de en-frentar como consecuencia de dichos cambios.

Este proceso de envejecimiento es especialmen-te notable en los países más desarrollados, perotambién se observa actualmente en países deAmérica Latina. Sin embargo, existe gran diversi-dad en la evolución de los indicadores de este pro-ceso en los diferentes países de la región latino-americana. Por ejemplo, en 1950 sólo Argentina,Cuba, Chile y Uruguay mostraban un incipienteproceso de envejecimiento, que se hizo más evi-dente en 1970 y que continúa con una clara ten-dencia a aumentar.

A nivel mundial la población mayor de 60 añosha venido experimentando un aumento más evi-dente en las últimas décadas y se espera un incre-mento todavía mayor: este sector aumentó de486.9 millones en 1990, a 613.6 millones en el año2000 y se incrementará a 1,207.6 millones en el2025; mientras que en 1990 representaban 9.2%de la población mundial, para el año 2025 este por-centaje se elevará hasta 14.2%.

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Según datos del Centro de Estudios de Pobla-ción de la Universidad Autónoma de Hidalgo,México, la población de 60 años y más crecerá amayores tasas que la población total y a partir de2010 cada vez con mayor intensidad. En AméricaLatina, la población de la tercera edad pasó de 32.2millones de personas en 1990 a 42.5 millones en2000 y pasará a 96.9 millones en 2025, aumentan-do su importancia relativa de 7.2% en el primeraño, a 7.9% en el segundo y a 12.8% en el tercero.

Por otro lado, la tendencia demográfica no so-lamente muestra que la población se hace cada vezmás vieja, sino que las personas de la tercera edadestán tendiendo a vivir más tiempo debido a losavances en las ciencias médicas, a las mejoras hi-giénicas, a mayor información sobre nutrición, etc.

De acuerdo con Paulina Osorio, el mundo delenvejecimiento es y será principalmente femeni-no en términos de longevidad y mayores esperan-zas de vida, es decir, en término medio las muje-res viven más años. Comenta que la feminizacióndel envejecimiento se refleja también en el hechode que los cuidados durante la vejez recaen enmujeres siendo ellas, dentro de la estructura fami-liar, las principales cuidadoras; así mismo,dentro de ese segmento de edad las mu-jeres son las más pobres.

Con relación a la esperanza de vida,en América Latina a mediados del siglopasado un niño o una niña al nacer ape-nas podían esperar alcanzar los 51 años ypara el año 2025 se estima que la expectativa devida media se sitúe en los 71 años. Sin embargo,no basta con alargar la expectativa de vida, sinoprimordialmente considerar la calidad de vida delas personas al llegar a edades avanzadas, en tér-minos de salud y de bienestar social y emocional.

No cabe duda que las tendencias demográficasque hemos anotado tendrán un impacto conside-rable en los aspectos socioeconómicos y de la or-ganización social. En lo que toca al ámbito social,por ejemplo, se traducirán en el aumento de ungrupo de edad que es considerado como impro-ductivo y que se le asocia con enfermedad. Estopodría reflejarse en la incapacidad de las institu-ciones de solventar los gastos de pensiones porjubilación, la demanda de servicios médicos, asis-tenciales y de empleo.

Sin embargo, a pesar de que las cifras son con-tundentes, en países como México no se ha consi-derado responsablemente el incremento absolutoy relativo de la población mayor de 60 años que yaestá en puertas, y que implica un aumento paulati-no de demandas laborales, educativas, recreativasy de salud específicas.

Políticas sociales y prevención

No obstante su importancia, el tema de la vejez ysus implicaciones en las políticas sociales ha sidopoco analizado dentro de las ciencias sociales, locual nos debe preocupar si consideramos que próxi-mamente la problemática será mayor. Aún más gra-ve resulta el hecho de que las instituciones guber-namentales, y los organismos no gubernamentalesen general, no han puesto la debida atención a estefenómeno social, ya que no existen en la actuali-dad ni políticas claras y efectivas de atención, ni sehan reestructurado los sistemas de seguridad so-cial, ya que ellos son y serán los directamente im-pactados por este creciente aumento de la pobla-

ción en edad avanzada.Al respecto cabe señalar que en gene-

ral la atención que se presta a este grupode población está referida particularmentea los aspectos de salud y asistencia social,descuidando la promoción de oportuni-dades laborales, educativas, recreaciona-

les, artísticas, científico-técnicas y culturales, ya quefrecuente, y erróneamente, se piensa que las perso-nas de la tercera edad son incapaces de aprender yde poner en práctica viejos y nuevos conocimien-tos. Son precisamente estas políticas asistencialis-tas las que limitan la posibilidad de mirarlos y demirarse a ellos mismos como sujetos con capaci-dad para participar en actividades productivas yen espacios de formación encaminados a mejorarsu calidad de vida.

Esta imagen deficitaria que se tiene con res-pecto a las personas de la tercera edad ha influidopara que la protección que brinda el Estado con-lleve discriminación, ya que son reducidos a suje-tos pasivos que permanecen a la expectativa delos beneficios que éste les brinde, invalidándosesocialmente. Desde el punto de vista de quien es-

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cribe estas líneas, si se considerara, reco-nociera y potenciara su participación ac-tiva, cambiando la percepción que de ellosse tiene, el presupuesto destinado a la pro-tección social podría incluso reducirseconsiderablemente.

Educación y tercera edad

La educación y el conocimiento son re-conocidos como aspectos fundamentalespara el crecimiento y desarrollo de un paísy para el desarrollo de la persona. En losumbrales del siglo XXI se hablaba de una“educación sin exclusiones”, pero a pe-sar de que existen infinidad de reformas educati-vas financiadas por organismos internacionales,éstas dan mayor importancia a la educación bási-ca de niñas y niños, pasando a un segundo lugar laeducación de jóvenes y adultos, dentro de la cualestán incluidos los adultos de la tercera edad. Estonos lleva a pensar que no se reconoce, y por lotanto no se traduce en políticas públicas y en asig-nación de presupuestos, la importancia de unaeducación centrada en los sujetos a lo largo detoda la vida, sin distinción no sólo de género, eco-nómica, religiosa y étnica, sino también etaria.

Al respecto cabe mencionar que la educaciónjuega un papel fundamental en la implementaciónde políticas de prevención, entendiendo por ellola posibilidad de aprender a envejecer sanamentey con dignidad. Además, es a través de la educa-ción que se puede concientizar a la población engeneral para generar una cultura de reconocimien-to y respeto a la población mayor que promueva ypotencie su participación social.

Dentro del sector poblacional de la tercera edadexisten tres grandes subgrupos, que Norma Ta-mer agrupa de la siguiente manera:

1. El de las personas sanas o competentes, quepueden continuar su vida de manera autóno-ma, independiente y participativa.

2. El de las personas enfermas con algún grado dedeterioro en ciertos aspectos bien delimitados.

3. El de las personas imposibilitadas física, psí-quica y/o socialmente.

Considerando que el primer subgrupo com-prende un porcentaje importante de personas, queademás va en aumento, se justifica y se hace indis-pensable promover acciones educativas en la ve-jez sana y normal, difundiendo en espacios edu-cativos información significativa sobre el procesode envejecimiento humano, salud y envejecimien-to, conceptos y definiciones, teorías y enfoques,mismos que pueden orientar hacia un mejor en-tendimiento sobre este proceso natural y de estaforma aprender a envejecer dignamente, a vivirplenamente cada momento de la vida y a lo largode nuestra existencia.

Algunos estudios sobre la capacidad de apren-dizaje con relación a la edad demuestran que en elcaso de las personas menores de 75 años no sepuede hablar de un deterioro significativo de di-cha habilidad. Las personas de la tercera edad es-tudian y aprenden igual que las personas jóvenes,en todo caso la verdadera dificultad radica en lasestrategias utilizadas, condicionadas por los cono-cimientos adquiridos con anterioridad y por sushabilidades para estructurar y analizar la informa-ción en relación con sus experiencias pasadas.

Actualmente existen algunos esfuerzos por re-conocer la necesidad de dar continuidad al desa-rrollo pleno del ser humano a lo largo de toda lavida. Sin embargo, considero que no hay un acuer-do sobre cómo ofrecer, desde una perspectiva edu-cativa, una atención de calidad, desde la infanciahasta la vejez, que provea de elementos a la socie-dad en su conjunto para enfrentar de manera na-

CLAIDOP FURNIER. Cortesía del Museo de la Caricatura, Sociedad Mexicana de Caricaturistas.

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tural y positiva el proceso de un envejecimientoactivo. Esta atención de calidad tendría que vermás con la intención y la capacidad para ofrecernuevos conocimientos sobre esta etapa de la vida,desde un enfoque multi e interdisciplinario, y par-tiendo de una postura pedagógica que reconoce alsujeto como una unidad bio-psico-social.

El diseño de programas educativos específicosdirigidos a las personas de la tercera edad debenconsiderar sus intereses, necesidades y caracterís-ticas propias, así como tomar en cuenta que es unperiodo en el cual se viven muchos cambios, comola pérdida de seres queridos, la pérdida de un rol

económicamente activo por la jubilación, cambiosfísicos, discriminación incluso por parte de fami-liares y otras situaciones personales que influyenen el estado de ánimo y de salud de las personasmayores. Asimismo, deben tomar en cuenta quemuchas veces ellas mismas se visualizan como in-capaces de seguir participando en el desarrollo dela sociedad, sintiéndose en ocasiones como unacarga para sus familias y sin un sentido en la vida.

De acuerdo con Tamer, el tema integrador enla vejez es justamente esta búsqueda de sentido, ypor ello las tareas a desarrollar consisten, entreotras, en la aceptación de lo vivido y la reorienta-

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ción hacia nuevos roles y actividades. Para ello losprogramas educativos deben estar basados en unaconcepción realista del envejecimiento buscandoalternativas de intervención que favorezcan la for-mación de la persona en lo individual, socialmen-te activa, sana y creativa; evitando la generalización.

La búsqueda de sentido en esta etapa de la vidatiene que ver con el reconocerse y aceptarse comosujetos con un pasado, un presente y un futuro,comprendiendo los cambios naturales que comoseres humanos pasamos y atravesamos, cultivandoel ánimo a través de la reflexión sobre el sentidode nuestras acciones, entendiendo que, indepen-dientemente de la edad, siempre se está en potenciade dar, con la posibilidad de trascender en la vida.

Se requiere, por tanto, de una propues-ta pedagógica basada en el conocimientoprofundo de este grupo, que reconozcaque al menos 75% de la población de 60años y más es sana, activa y productiva.Esta educación para el envejecimientodebe apoyar y acompañar hacia la concreción deun proyecto de vida, sin establecer modelos u objeti-vos únicos a alcanzar mediante un método general,sino a través de ir descubriendo el sentido personal.

Ante la demanda de servicios educativos parapersonas mayores, en los últimos años han surgi-do ofertas pensadas y dirigidas específicamente aeste sector, mismas que Tamer clasifica de la si-guiente manera:

Programas culturalesGeneralmente incluyen actividades que se organi-zan sobre la base de la descripción, análisis, inter-pretación y reflexión de estilos de vida, valores,educación, política, economía, usos y costumbresdel ser humano a través del tiempo. También pue-den centrarse en las producciones y creaciones delser humano. Pueden ser sistemáticos o no y gene-ralmente se presentan como alternativas no for-males, por lo que el estilo de la comunicación esabierto y libre.

Programas recreativosTienen como propósito ocupar el tiempo libre ysu objetivo es el esparcimiento. Sus actividades secentran en fomentar los contactos sociales y larelación con la naturaleza (viajes, paseos, reunio-

nes sociales, prácticas deportivas, expresión cor-poral y otras, según las inquietudes e intereses delos grupos). Su organización es informal, con unordenamiento sobre la base de objetivos, activida-des y horarios acordados por el grupo.

Programas educativosTienden intencionada y explícitamente a la for-mación de la persona. El carácter de educativo loda esa intencionalidad, tanto teórica como prácti-ca, sabida y compartida por los participantes, degenerar nuevos aprendizajes o modificar los quese poseen, tanto en aprendizajes cognoscitivoscomo en habilidades y actitudes. Su organizaciónes sistemática en cuanto a que se especifican obje-

tivos y contenidos, que se llevan a cabomediante las modalidades formal o no for-mal, y aunque no exigen como prerrequi-sito de ingreso un nivel mínimo de esco-laridad, sí requiere de evaluación perma-nente aunque puedan o no tener acredi-

tación académica.También existen diversas ideas y esfuerzos de

personas, instituciones y gobiernos por ofrecer al-ternativas educativas que tienden a mejorar la ca-lidad de vida de las personas de la tercera edad,potenciando sus capacidades para desenvolverseactivamente. Como un ejemplo de ello podemosmencionar la creación de las Universidades de laTercera Edad o Universidades de Adultos Mayo-res en algunos países de América Latina y Europa.

La primera universidad para la tercera edad fuecreada en Toulouse, Francia, en 1973, por el pro-fesor Pierre Vellas. Sus objetivos:

• Abrir la universidad a los retirados y facilitarlesel acceso a la herencia cultural de la humanidad.

• Contribuir a la prevención del declinar psico-sociológico.

• Contribuir a la investigación científica de la vejez.• Formar a la población mayor para la participa-

ción comunitaria.• Aportar a un nuevo arte de vivir la tercera edad.

Estas universidades se han expandido no sólopor Europa, sino también en algunos países deAmérica Latina: Uruguay, Paraguay, Brasil, Boli-via, México, Cuba, Perú y Venezuela, entre otros.

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Sin embargo, ¿podemos considerar la creaciónde estas universidades y aulas como alternativaseducativas válidas para el desarrollo y bienestar delas personas de la tercera edad, y sobre todo, paracomprender justamente el proceso de envejeci-miento? Sin duda son esfuerzos importantes quepor lo menos nos obligan a voltear nuestra miradahacia ellos, y hacia nosotros mismos, para hacermás consciente nuestra realidad y la que nos ro-dea, para repensarnos como sujetos con derechoa continuar por el transcurso de nuestra vida deuna forma plena, digna, activa, respetuosa, y paraque de alguna manera se refuercen y orienten nues-

tros intentos por ser una sociedad donde no exis-tan prejuicios contra las personas de la tercera edady se envejezca con dignidad. No obstante lo ante-rior, considero que no basta sólo con abrir espa-cios educativos para las personas de la tercera edad;se requiere de un mayor esfuerzo por parte de to-dos los sectores de la sociedad para involucrar atoda la población en el proceso de envejecimiento.

El presente artículo es también una invitaciónal encuentro de saberes, intenciones, acciones, ra-zones y voluntades, para continuar abriendo espa-cios que permitan formar, reformar y transformarnuestras tareas fundamentales en nuestro compro-

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miso con la vida, considerando que ocuparnos delfuturo es justamente ocuparnos del resto de nues-tros días.

Conclusiones

La atención educativa de las personas de la terceraedad es principalmente una responsabilidad delEstado, y debe centrar su atención en el conoci-miento pleno sobre el tema del envejecimientohumano, dejando atrás la visión “asistencialista”que no cubre las necesidades e intereses de un im-

portante número de personas sanas mayores de60 años y, por el contrario, fortalecer una educa-ción para todas las edades. Esta educación debeorientar hacia la comprensión de que el aprendi-zaje es un proceso continuo y sin fin, intensifican-do acciones dirigidas a todos los niveles educati-vos, a través de la información.

Ahora bien, la educación dirigida específica-mente a las personas de la tercera edad debe con-siderar modalidades formales y no formales, a dis-tancia y presenciales; tomando en consideraciónque los métodos y contenidos se deben definir apartir de las realidades de vida de este sector de la

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población, tomando en cuenta su contexto, cultu-ra e historia de vida particular. Además se debearticular con los servicios que brinda el Estado,principalmente en materia de salud, seguridad so-cial, asesoría legal y asistencia.

Se debe tener presente también que en nuestrocontinente muchas personas de la tercera edad nocuentan con ningún ingreso propio y esa situa-ción los sume en la dependencia, la fragilidad, lapobreza y en caso extremo, la mendicidad. Enpaíses como México, y de acuerdo con datos delConsejo Nacional de Población, apenas 20% delos mayores de 60 años recibe un ingreso por ju-bilación y éstos, en su mayoría, son muy bajos.También se hace necesaria una revisión y flexibili-zación de los términos de la jubilación, especial-mente en los casos en que ésta se hace obligatoriaal cumplir cierta edad, sin tomar en cuenta las con-diciones y preferencias del trabajador.

América Latina es el subcontinente más des-igual del planeta. Ante esta realidad la inversiónde la pirámide demográfica plantea grandes desa-fíos, pues la población de mayor edad previsible-mente quedará en mayor riesgo de abandono eindigencia, y por el comportamiento diferenciadopor sexo, como vimos más arriba, la situación delas mujeres será todavía peor que la de los hom-bres. Urge, por tanto, un cambio en la orientaciónde las políticas públicas frente al envejecimientoque comience por atender la pauperización de ca-pas cada vez mayores de la sociedad, y de los adul-tos mayores en particular. Esto tendría que seratendido como un primer peldaño en la resignifi-cación y revaloración de este grupo etario.

Lecturas sugeridas

BÉLANGER, PAUL Y ROSA M. FALGAS, 1997.La educación de adultos y las personas de edad.Tendencias y aspectos críticos, Revista Educación deAdultos y Desarrollo, núm. 49, Instituto deCooperación Internacional de la AsociaciónAlemana para la Educación de Adultos, Alemania.

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www.gerontologia.org

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La solemnidad es el traje de etiqueta de la mediocridad.Oscar Wilde, escritor, dramaturgo y poeta irlandés, 1854-1900.