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El artista transforma en obra de arte la concepción de su experiencia. Con un continuo ejercicio aprende a usar sus propios medios. No hay reglas fijas para esto. Las reglas para una sola obra se forman durante el trabajo y a través de la personalidad del creador, la manera de su técnica y el fin que se propone… Emil Nolde; Jahre der kämft; 1956
Materiales de dibujo
El dibujo constituye parte indispensable e intrínseca en cualquier forma de expresión artística, ya sea en la concepción del proyecto inicial o como parte de la expresión de la idea en toda la obra. El dibujo, sin embargo, tiene su propia autonomía lo que le permite poder constituirse en obra final.
Como todo lenguaje, la técnica del dibujo se puede aprender y mejorar con su práctica pero el secreto de todo buen dibujo reside, fundamentalmente, en aprender a observar, analizar realmente al sujeto y dominar el dibujo previo, es decir, el planteamiento, el boceto o estudio donde se gesta la composición, el encuadre, las proporciones, más que en la capacidad o incapacidad para aplicar determinada técnica.
Los planteamientos y actos que se llevan a cabo al realizar un dibujo, tienen un gran componente instintivo aunque no hay que olvidar el dominio del trazo, la composición y las técnicas con distintos materiales para dibujar con soltura.
Para dibujar solemos emplear diversos materiales que, por frotación, dejan partículas de pigmento en forma de trazos más o menos intensos, fáciles de corregir y rectificar.
El grafito: Es un producto natural que aparece en formaciones rocosas. Es quebradizo,
graso, blando al tacto y deja un rastro nítido, es insensible a la luz y a la humedad, tiene un brillo metálico característico. Su trazo va desde un negro intenso hasta el gris pálido según sea su grado de dureza.
Su uso como material para dibujo es relativamente reciente, hacia 1550, ya que hasta entonces su uso estaba reservado básicamente para la fabricación de crisoles cerámicos; de hecho, no todas las clases de grafito sirven para el dibujo. Es uno de los medios más populares ya que permite hacer apuntes rápidos y trabajos detallados; además, no necesita un fijado final, aunque pudiera resultar aconsejable a veces.
Las presentaciones para su uso son variadas, como el lápiz tradicional, minas para portaminas, barras en forma de lápiz, con sección cilíndrica, hexagonal, rectangular y cuadrada, incluso en polvo. Esta versatilidad permite adaptarlo a las exigencias particulares de cualquier trabajo, con distintas dimensiones y cualidades técnicas.
La mina de los lápices es un producto cerámico, mezcla de grafito y arcilla molidos al máximo y donde ésta actúa como aglutinante; después de su cocción se recubre con una funda de madera. La cocción y la cantidad de arcilla determinan su dureza. La oferta del mercado es de veinte grados distintos de dureza, desde los más blandos de la serie B (black), demandados por artistas y dibujantes, pasando por los de dureza intermedia de amplia aplicación, hasta los más duros de la serie H (hard), dirigidos a los técnicos:
8B, 7B, 6B, 5B, 4B, 3B, 2B, B, HB, F, H, 2H, 3H, 4H, 5H, 6H, 7H, 8H, 9H
Las minas habituales de los lápices son generalmente de 2 mm., aunque también se puede disponer de minas ultrafinas (0.3, 0.5, 0.7 y 0.9 mm.) están ligadas con plástico en vez de arcilla, en gradaciones del 2B al 6H, y minas gruesas de 3.2 y 5.6 mm., que van desde el 2B hasta el 8B. Todas ellas se utilizan en portaminas.
Las minas gruesas suelen sustituirse por lápices macizos de grafito o barras que se suministran en durezas desde HB a 6B.
La diferencia en la forma de sujetar y manejar cada una de las presentaciones del grafito es evidente, no se emplea igual un lápiz hexagonal o circular que un lápiz gigante triangular o un lápiz de carpintero. Las barras cuadradas y rectangulares son muy útiles para abocetar trabajos de grandes dimensiones porque están concebidas para usarse de canto, mientras que las redondas y hexagonales, en forma de lápiz, además permiten ser afiladas para trabajar con la punta en los detalles.
Resulta muy conveniente experimentar las múltiples posibilidades de este medio técnico, probando con lápices, barras y minas de grafito de distintas durezas. Para ello, es aconsejable disponer de varios lápices y/o barras, de diferentes durezas para así poder elegir en cada momento el que mejor se adapte en cada momento; es frecuente alternar distintos lápices en un mismo dibujo teniendo en cuenta la intensidad de las minas ya que, cuanto más blanda, el negro es más profundo. Las barras permiten cubrir rápidamente grandes superficies mientras que el lápiz es más preciso y ello permite un mayor control en los detalles y las líneas.
El carboncillo: Es un trozo de madera carbonizado mediante en combustión lenta, hecha
con poco oxígeno. Permite realizar fuertes trazos de color negro intenso; es poco adherente y los dibujos hechos con él resultan muy inestables ya que sólo con pasar los dedos por encima, se borran o difuminan; esto puede ser aprovechado y aplicarlo en la consecución de zonas agrisadas.
Se comercializa en barras, en lápices y en polvo. Cuando se utiliza como barra, es conveniente partirla y utilizarla en trozos de 5 ó 6 cm., para trabajar cómodamente; se puede emplear a lo ancho o de punta, girando y variando la presión sobre ella, las distintas formas de asirla determina tipos de trazos distintos y variados.
Este medio es muy adecuado para el aprendizaje y para los primeros bocetos, o acercamientos al tema y, en general, cuando se trabaja sin demasiados detalles.
El carboncillo exige una actitud más audaz que el lápiz; obliga a dibujar formas de conjunto más que detalles, permite construir las formas a partir de
amplias manchas que se funden unas con otras lo que permite dar a los dibujos una atmósfera pictórica.
Los bocetos y dibujos que se realizan superponiendo líneas, yuxtapuestas tras sucesivos borrados y correcciones, provocan un interesante efecto tonal sobre el fondo del papel, que a veces proporcionan una mayor expresividad.
El descubrimiento de líquidos fijadores ha facilitado que la práctica de esta técnica se consolide.
Las cretas: Son similares a los pasteles pero ligeramente más duras y grasas; de
apariencia cálida y opaca, con posibilidades de difuminado; se pueden mezclar con el carboncillo o el lápiz carbón.
Solamente existen en cinco colores: blanco, negro, sepia, bistre y sanguina. Esto permite su aplicación para trabajos con degradados armónicos y sombreados monócromos y resultan idóneos para emplear sobre papel de color, preferentemente de tonos medios y oscuros.
Se puede obtener degradados y matices distintos difuminando con los dedos, un trapo o un difumino, así como mediante la superposición de capas. El resultado obtenido con las cretas es de factura más delicada que la del carboncillo aunque la técnica es similar: una vez partida la barra al tamaño adecuado, se empieza a dibujar con ella de manera transversal, plana, ejerciendo presión, luego se utiliza la punta para trazar líneas y, con el dedo, se funden en las zonas apropiadas.
La sanguina:Es la creta más comúnmente utilizada, tiene un color entre marrón y rojo
terracota, fabricada con óxido de hierro.Suele ser aconsejable trabajar con barra cuadrada más que con lápices
porque permite utilizar sobre un lado, para cubrir amplias zonas, y sobre una arista, para trazar líneas. Experimentar con ella y descubrir sus posibilidades permite familiarizarse con su técnica antes de llegar a dominarla.
El difumino: Es un canutillo hecho con papel secante, esponjoso, con dos puntas; de
diferentes grosores. Suele utilizarse empleando uno de los extremos para difuminar los tonos oscuros y el otro para los tonos claros, procurando así que los fundidos no parezcan manchados; cuando están sucios, pueden limpiarse frotando sobre una superficie rugosa como el papel de lija.
Su uso exagerado desvitaliza la expresividad y la intensidad del carácter gestual de los trazos realizados.
Esta característica puede aplicarse a la realización de dibujos con difumino impregnado de polvo de carboncillo o pigmento, obteniéndose como resultado un dibujo suave sin bordes duros.
Si se pretende difuminar un dibujo para suavizar o fundir, se debe trabajar siempre procurando mantener la estructura de los trazos; en el caso de zonas amplias en fondos o tonos lisos, el movimiento del difumino debe ser siempre de manera circular.
La goma de borrar: Antiguamente se utilizaba la miga de pan y, más tarde, paños suaves de
gamuza, pero hoy se emplean gomas de borrar de plástico, llamadas universales. Básicamente se usa para eliminar y corregir los errores en los dibujos a carbón aprovechando su poca adherencia, así como para limpiar zonas. Otras posibilidades son difuminar suavemente algún trazo y, dibujar en negativo, borrando superficies previamente manchadas.
Para practicar las posibilidades del dibujo a goma, se cubre una superficie con barra de carboncillo o grafito, de manera uniforme, y se dibuja en blanco variando la presión y posición de la goma, si se afila cortando en bisel las esquinas y/o laterales, permite una mayor precisión en el borrado-trazado de líneas.
Las gomas se fabrican con distintos grados de dureza, aunque las más duras estropean la superficie del papel y emborronan los trazos hechos con grafito blando. Se emplean las gomas duras con lápices duros y las blandas con los lápices blandos, aunque las gomas universales sirven ampliamente para la
mayoría de las necesidades. Cuando se ensucian al trabajar, bastará con frotarlas sobre una superficie rugosa.
Se puede encontrar en el mercado “lápices” cuya mina es de goma, bastante sólida, que facilita su manejo en borrados de precisión, sin embargo, debido a sus características, sólo se ofrece de grado duro e intermedio.
Existen, además, las gomas maleables o “de miga de pan” que pueden amasarse y variar su forma; borran, al presionar sobre el trazo o zona, absorbiendo el grafito, esta zona sucia se embute hacia el interior. Cuando se impregnan demasiado de suciedad, hay que sustituirla por otra.
Los residuos que dejan las gomas al borrar se suelen eliminar con la mano, con el correspondiente riesgo de ensuciar el dibujo, por lo que es aconsejable emplear un cepillo, una brocha o un trapo que sean suaves.
Si las gomas se mantienen mucho tiempo en la manos se “engrasan” y ensucian el papel al borrar; las de miga de pan, además, se vuelven pegajosas y ya no sirven.
Los lápices de colores: Se fabrican de manera similar a los de grafito. La mina se hace con
pigmento, un relleno de polvo talco o caolín, y un aglutinante. Su trazo es menos graso y tienen la ventaja de aportar colores al dibujo; su uso permite obtener distintas intensidades y combinaciones tonales mediante la mezcla óptica y las superposiciones.
Los tonos claros son menos cubrientes que los oscuros y dejan traslucir el color base, lo cual habrá de tenerse en cuenta al trabajar con ellos.
El mercado añade a los lápices tradicionales nuevas variedades de lápices como los denominados de cera y los acuarelables. Los primeros son grasos al tener como aglutinante cera y barnices, se fabrican en dos durezas, así las barras más gruesas corresponden a los de menor dureza; pueden combinarse con otras técnicas como el collage o la acuarela.
En la fabricación de los lápices acuarelables se incluye un ingrediente soluble de manera que, al contacto con el agua, el dibujo se diluye y puede llegar a desaparecer. Con ellos se trabaja como con los convencionales, después se incorpora el tratamiento con agua y pincel, de manera que los trazos más intensos resistirán y serán visibles después de la aguada. Una vez secos, se puede añadir más colores y detalles. Si se trabaja sobre papel húmedo, los trazos se dispersan y difuminan.
Los pasteles: Es una técnica dibujística muy próxima a lo pictórico ya que permite trazos
lineales, fundidos, degradados y mezclas de gran riqueza.Se puede encontrar de dos tipos: los secos y los grasos.
En los pasteles secos, los degradados y mezclas dependen de la presión que se ejerza con las barras, a mayor presión más saturación y opacidad, lo que permite aplicar, sin problemas, colores claros sobre los oscuros.
Los pasteles grasos son más adecuados para trabajos con menos detalles, proporcionan veladuras más opacas y cubrientes, permiten trazos más pastosos y fuertes que los pasteles secos pero no son tan cubrientes, por lo que no se puede usar colores claros sobre los oscuros.
Los papeles: El resultado final de un dibujo dependerá, en gran parte, de las
características del papel, según sea satinado, rugoso, grueso o ligero, ya que influirá en el tipo e intensidad del trazo y en la calidad del acabado.
La elaboración del papel emplea, como materia prima básica, la fibra de celulosa proveniente de distintas plantas, como el lino, el algodón o la caña de azúcar. La pasta de celulosa es muy utilizada también para fabricar papeles, entre otros el papel fotográfico.
Cada medio necesita un tipo de papel distinto para obtener el resultado apetecido.
Los papeles satinados, de grano fino apenas perceptible, han sido prensados en caliente para acentuar el alisado, permiten obtener buenos resultados en difuminados y fundidos en los que se trabaja con amplia gama de grises trabajando con lápiz de grafito y para el uso de lápices de colores.
El prensado en frío da lugar a papeles más rugosos. Los de grano medio son idóneos para el carboncillo y las cretas ya que retienen fácilmente las partículas de pigmento. El papel verjurado es el empleado tradicionalmente para los trabajos a carboncillo o lápiz compuesto, ya que su particular textura da el grado necesario para dibujar con soltura y obtener unos sombreados satisfactorios.
Los papeles coloreados son útiles para conseguir dibujos con recursos expresivos especiales. Para un efecto vibrante se debe escoger un color que contraste con el color que predomine en el dibujo; en cambio, para conseguir una sensación más armoniosa, se debe elegir un color próximo al que domine en el trabajo a realizar.
Existen aspectos que no debemos olvidar cuando se emplean papeles coloreados: que se comercializan en una amplia gama de texturas y acabados; y que es posible trabajar en ellos con realces de creta blanca.
El cuerpo del papel se expresa en gramos por metro cuadrado, es lo que se denomina gramaje; puede oscilar desde los 12 g/m2 del papel de morera japonés, hasta los 640 g/m2 para el cartón pesado; por lo tanto, a mayor gramaje corresponde más grosor y resistencia.
Es conveniente conocer algunas características de los papeles más habituales y experimentar en ellos diversos medios.
Los papeles hechos a mano están elaborados con métodos tradicionales, son muy resistentes al agua y a las deformaciones. Se fabrican con distintas texturas y se suelen destinar a la impresión.
El papel Ingres tiene una trama de tejido y textura semirrugosa. El papel verjurado es similar al anterior, tiene trama de líneas horizontales y verticales. Están indicados para carboncillo y lápiz compuesto.
Los papeles destinados a las técnicas acuosas como la acuarela, se fabrican en varias texturas y presentan un alto gramaje para hacerlos resistentes al agua.
El papel romaní es de superficie lisa por lo que resulta apropiado para dibujos con detalles como los dibujos hechos a plumilla.
El papel cuché es parecido a las cartulinas pero con un acabado brillante satinado, se utiliza en artes gráficas y trabajos publicitarios.
El papel de estraza tiene una textura áspera y pigmentada por lo que resulta adecuado para bocetos y apuntes con carboncillo, cretas y pasteles.
El papel estucado tiene una superficie satinada lo que posibilita destinarlo a distintos medios. Es adecuado para realizar colages.
El papel vegetal tiene una superficie lisa poco absorbente y semitransparente. Se utiliza básicamente en dibujo técnico y para calcos. No debemos confundirlo con el papel de seda, de textura suave y superficie casi transparente que resulta muy adecuado para calcos y ornamentación pero es poco útil como soporte para dibujar en él.
Dibujar con pinceles, plumillas o cañas, es la manera de iniciarse en las
técnicas húmedas. Es necesario aplicar los conocimientos básicos del dibujo para conseguir degradados y tonos por yuxtaposición de trazos o con aguadas.
En la aguada es muy importante el dominio del pincel con el que se consiguen la mancha, su valoración y el trazo. El dibujo a pincel exige economía de medios y capacidad de síntesis: no se puede corregir y la acumulación de líneas confunde y estropea el resultado. Los distintos tipos de pinceles permiten lograr distintos efectos de pincelada.
Las aguadas sobre papel húmedo proporcionan tonalidades con cierto carácter atmosférico, si hacemos líneas con pincel, comprobaremos que se expanden produciendo efectos pictóricos. La misma aplicación sobre seco da trazos más intensos en donde se aprecia el grano del papel.
La combinación de aguadas y trazos, aplicando los principios básicos del dibujo a pincel, permiten obtener vistosos efectos.
La plumilla permite realizar trazos muy finos y limpios, que se pueden utilizar en el perfilado de las formas, o en el grisado modelador de volúmenes.
Cuando se pretende hacer distintos grises con una sola tinta, sin aplicar aguadas, la solución se encuentra en la combinación de los distintos trazos y el blanco del papel. Para definir bien los volúmenes de los diferentes objetos, hay que tener especial cuidado en la dirección, longitud y tipo de trazo, así como la posición de la mano en su ejecución y la presión que se ejerce sobre el papel; de nuevo, experimentar y probar las distintas posibilidades resulta imprescindible.
Combinadas con otros medios de dibujo, ya sean hechas con tintas o acuarelas, las aguadas permiten soluciones de gran interés plástico en la consecución de efectos y texturas.
Bibliografía:
El dibujo. Historia de un arte; J. Leymarie y otros; Skira Carroggio SA Ediciones; 1979, Genêve, Suisse.
El papel. Técnicas y métodos tradicionales de elaboración; Josep Asunción; Parragón Ediciones; 2004, Barcelona.
Fundamentos del dibujo artístico; Parragón Ediciones; 2002; Barcelona.Los lápices para dibujo; Ediciones CEAC SA; 1989; Barcelona.
