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Gilberto Orozco Cadena. Reseña Inmigraciones chinas. 4 de marzo del 2008. Grupo 002 1 de 8 MATERIA: GEOGRAFÍA E HISTORIA PROFR: Lic. EDUARDO ANTONIO PÉREZ TORRES GRUPO: 002 ALUMNO: GILBERTO OROZCO CADENA FECHA: 4 DE MARZO DE 2008. Prof.: Lic. Eduardo Antonio Pérez Torres. Geografía e Historia.

Migración China Clandestina Desde El Siglo XIX

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Migración china clandestina a México durante el siglo XIX

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Gilberto Orozco Cadena. Reseña Inmigraciones chinas. 4 de marzo del 2008. Grupo 002 1 de 5

MATERIA: GEOGRAFÍA E HISTORIA

PROFR: Lic. EDUARDO ANTONIO PÉREZ TORRES

GRUPO: 002

ALUMNO: GILBERTO OROZCO CADENA

FECHA: 4 DE MARZO DE 2008.

Prof.: Lic. Eduardo Antonio Pérez Torres. Geografía e Historia.

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Checa Artasu, Martín, “Hacia una geografía de las primeras migraciones chinas en el Caribe” en Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, vol. XII, núm. 707, 25 de febrero de 2007, http://www.ub.es/geocrit/b3w-707.htm.

Resumen: El artículo trata de una migración china clandestina que se extiende desapercibida desde el siglo XIX; su importancia demográfica y económica, que fue observada y estudiada ya por Ratzel desde el mismo momento en que se daba, y que ha permeado en los diversos estratos sociales, adquiriendo tal importancia que se le identifica como un grupo específico cuya cohesión le ha permitido plantearse una creolización que asume una presencia, exige derechos e influye en el devenir de las comunidades caribeñas. Este escrutinio interesa por sí mismo, y tangencialmente porque crea conciencia de otras migraciones de grupos étnicos diversos, como los hindúes, que también son considerables en su número y su repercusión local.

Los primeros arribos ocurrieron por vía del Galeón de Manila, ruta comercial que comunicaba durante la época colonial a México con las Filipinas, y por este medio con muchos territorios asiáticos, y que inicialmente era esporádica. Su desplazamiento al Caribe se relaciona estrechamente con la abolición de la esclavitud, ya que esta decisión política causó escasez de mano de obra local que apremió la importación de mano de obra barata de varios orígenes, entre los que destacan India y China, que a trasmano de Intermediarios resolvían la necesidad laboral de la zafra. Así se registra el 2/10/1806 como la fecha de llegada del barco Fortitude, de la East India Company, que traía 192 chinos para ese fin. Esta compañía hacía estas rutas de tráfico humano desde 1780. La mayoría de los trabajadores regresaban tras un año de labor; los del Fortitude no regresaron todos, al menos de 23 se tienen registros de su permanencia local. Para la comunidad china de Trinidad y Tobago esos antecedentes son casi fundacionales y reivindican su derecho a una identidad caribeña. La abolición de la esclavitud en el Imperio Británico data de 1833, coincidiendo con el inicio de la migración masiva de chinos e indios, en substitución de negros esclavos. La entrada en vigor de las respectivas aboliciones en Francia, España y sus territorios, y los E.U.A., no fueron obstáculo para que floreciera un creciente comercio clandestino de mano de obra contratada en condiciones no mucho mejores que las prevalecientes en la época de la esclavitud, lo que dio origen a evasiones y revueltas que también fueron inicio de doblamientos en el Caribe.

En Cuba, en 1844, se da un caso que ilustra este mecanismo. Un hacendado vasco, residente cubano que traficaba con esclavos negros, presenta al organismo real de comercio un proyecto para importar mano de obra china. La

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gestión es triangulada con compañías londinenses y filipinas del ramo, que mediante enganchadores reclutaban con engaños a chinos de ciertas zonas que luego fueron conocidos como “culíes”. La fácil ganancia de los enganchadores promovió su voracidad y desembocó en la obtención del reclutamiento por medios que no descartaban el secuestro. En esa primera operación llegaron en el Oquendo 206, y en la Duke of Argyle 365 “culíes” que habían firmado un contrato de no menos de 8 años por el que la empresa intermediaria obtenía $170 pesos por cada “culíe” desembarcado, que en lo sucesivo viviría en condiciones similares a las que tenían los esclavos negros, pero esto era legal y estaba avalado por un decreto real. A esto se sumaba la penuria del viaje, por lo que no extrañan las frecuentes revueltas, motines y fugas de las plantaciones de los “culíes”, contra quienes se implementó un corpus legal punitivo que sustentó en el imaginario colectivo el desarrollo de un desprecio racista por el chino, asimilable al del esclavo negro, que terminó por orillar a los “culíes” a afiliarse a los grupos rebeldes criollos que peleaban la Primera Guerra de Independencia Cubana. Este tráfico fue del conocimiento del gobierno chino, quien gestionó un convenio hispano-chino, en noviembre de 1877, que buscaba regular el comercio y mejorar el trato para sus connacionales, mediante un organismo llamado “Comisión de Cuba”. El sombrío panorama no disuadió a casi 125000 chinos a emigrar en los siguientes 26 años. La escasez de mujeres obligó a la mezcla racial. La mecanización de la zafra desempleó a los “culíes”, quienes buscaron acomodo en otras ocupaciones muy diversas y se fueron agrupando en barrios, como el de La Zanja, en Cuba. Esto se repitió en otras islas bajo el dominio de otras banderas, y existe registro de esto en Jamaica, Trinidad, la Guyana Británica, Panamá, Costa Rica, Belice, Belice incluso la costa mexicana del Caribe.

A Jamaica llegaron, en 1854, dos barcos con 195 y 10 personas, respectivamente, expulsados de Panamá por la sospecha de portar Fiebre Amarilla. En los siguientes veinte años llegaron 1152 chinos, incluso entre 1884 y 1888 llegaron 2177 más; muchos de ellos no provenían directamente de China, sino, como los primeros, había sido expulsados de otros lugares. Algunos trabajaron en compañías estadounidenses, con mejores condiciones laborales. Esta comunidad llegó a ser la segunda en importancia en el Caribe, y en censos de mediados del siglo XX se registraba que en su mayoría eran oriundos de Jamaica, donde se les estigmatizaba con el epíteto de blasian, apócope de negro y asiático, en inglés, o se les describía en los censos como de “aspecto chino”. En ellos se perdieron sus rasgos culturales originales y se asimilaron a la cultura local.

A Trinidad y Tobago se intentó infructuosamente introducir mano de obra china en 1806, pero en 1853 llegaron 1100 “culíes”. En un cuadro sinóptico se registra el arribo de 3937 personas en el lapso de trece años, entre las que se

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encontraban 309 mujeres. En esos traslados hubieron nacimientos a bordo y el bajo desarrollo agrícola local favoreció la movilidad de estos inmigrantes a las vecinas Guyana inglesa y Surinam, con más actividad agrícola.

La inmigración al territorio holandés de Curaçao está registrada desde los años ochenta y se sabe que muchos provenían de la Guyana inglesa y holandesa. La instalación, en 1915, de una refinería en la isla atrajo técnicos chinos de Sumatra.

Las minas de oro de Aruba atrajeron gambusinos desde 1824, en su mayoría provenientes de Venezuela, pero hacia los cincuentas se les sumaron chinos que emigraron de California, con la experiencia minera de allá. En 1924 y 1929 se instalaron dos refinerías que atrajeron chinos de origen indonesio.

A la República Dominicana llegaron de Cuba algunos chinos en los setentas, sobre todo a participar en la construcción de ladrillos y del ferrocarril. Esta comunidad ha adquirido relevancia económica en el contexto de este país.

Entre las Antillas Francesas sólo se sabe que a la Martinica y a la Guadalupe llegaron “culíes” tras la firma de un convenio franco-chino, algunos de los cuales luego fueron a dar a Cuba. Se sumaron más de 2000 trabajadores chinos a cada una de estas islas. Cuando ocurrió, en la Martinica, la erupción del volcán Mont Pelée, en mayo de 1902, ya existía un barrio chino que fue destruido y facilitó el traslado de 100 chinos a la Guyana francesa.

Respecto del Caribe continental tenemos los recuentos de Belice, Panamá, la Guyana inglesa, Surinam y Costa Rica.

En Belice el destino de los chinos era el comercio de las maderas preciosas y el palo de tinte, y data de 1865, con la llegada de 480 inmigrantes. La vecindad con Yucatán, donde ocurría en ese momento la Guerra de Castas, permitió la mezcla racial con comunidades mayas de el hoy estado de Quintana Roo, a las que se integraron. Aunque en Belice casi no queda huella de su primera presencia, en el censo de 1980, y hasta el del 2002 se ha registrado una progresiva inmigración china proveniente de la antigua Taiwán y la República Popular de China.

A la Guyana inglesa llegaron desde 1853. Su ingreso se ha seguido con detalle y se expone en un cuadro que da cuenta del 10022 chinos cuya llegada se registró en sólo seis años. Si se extiende el lapso observado se pueden contabilizar 13533 en 39 barcos. En dicho cuadro se puede observar que no todos los inmigrantes eran nacidos en China, algunos eran criollos caribeños y sus ocupaciones eran la manufactura del betún, la construcción de barcos y la fabricación de tejas de madera.

Las noticias son más escasas en lo que respecta a Surinam; sin embargo, se sabe que los chinos trabajaban en las plantaciones de caña de azúcar desde 1843 y se conoce la llegada de 4526 entre 1833 y 1872.

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En el caso de Panamá el origen de los trabajadores chinos fueron California y México, y su destino era contribuir a la construcción del ferrocarril ocurrida entre 1850 y 1855, pero también participaron en la construcción del Canal. Muchos de ellos permanecieron después de esta obra y se establecieron en el comercio local.

Por su parte, a Costa Rica llegaron en 1855 para trabajar en cafetales y plantaciones bananeras; casi 20 años después se les requirió para la construcción del ferrocarril del Atlántico, y nuevamente en 1887 se les contrató para tal fin.

Este relato trata de la primera llegada de cerca de 200000 personas al Caribe, en condiciones de penuria, incluso inhumanas exigencias de trabajo, sujetos a trato abusivo, que sin embargo no regresaron masivamente a sus lugares de origen, sino que se quedaron e integraron a las comunidades de los países del Caribe donde han venido a representar un importante núcleo de criollos que no sólo han reivindicado derechos, sino que han participado en la modelación de las comunidades en que se encuentran, contribuyendo a la construcción del carácter nacional de los países del Caribe.

Comentario: La importancia de este fenómeno migratorio no sólo estriba en que es uno, junto con el de los hindúes, de los más importantes de la zona, sino porque la diáspora no sólo ha sido judía; muchas otras comunidades étnicas han tenido que buscar nuevos horizontes por motivos apremiantes, no siempre políticos, y al igual que sus pares se han congregado en barrios, incluso ghettos, por su carácter marginal, que han estimulado su asimilación cultural incompleta, no la menor de las causas por discriminación de las mismas comunidades en las que están insertas, pero que de todas maneras participan en la modulación de dichas congregaciones en la integración del carácter nacional. La adversidad en que se han desarrollado muchas veces ha construido un carácter tesonero de sus miembros y no pocos de sus integrantes son comerciantes sobresalientes, incluso también participan en otros quehaceres económicos, pero, a diferencia del autor, yo no creo que no debamos perderlos de vista, al acecho de que la creciente acometida comercial asiática encuentre en ellos agentes perdidos que eventualmente representen y tomen por suyos los intereses comerciales hegemónicos, sobre todo de los chinos, y sea este conocimiento del enemigo un factor que incline la balanza de este lado occidental en esa lucha económica. La movilidad de grupos humanos ha sido factor perpetuo de la civilización, de hecho, no existe ninguna comunidad humana nacional que pueda preciarse de una pureza racial, más bien es en esta amalgama étnica en la que al vernos reconocemos la humanidad del hombre, que no la segregación animal a la que algunos quisieran reducirnos con sus pretensiones taxonómicas falaces.

Prof.: Lic. Eduardo Antonio Pérez Torres. Geografía e Historia.