Novela de La Gitanilla - Miguel de Cervantes Saavedra

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  • 8/3/2019 Novela de La Gitanilla - Miguel de Cervantes Saavedra

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    Novela de la gitanilla

    Miguel de Cervantes Saavedra

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    Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen depadres ladrones, cranse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con ser ladro-nes corrientes y molientes a todo ruedo; y la gana del hurtar y el hurtar son en ellos como aciden-tes inseparables, que no se quitan sino con la muerte.

    Una, pues, desta nacin, gitana vieja, que poda ser jubilada en la ciencia de Caco, cri una mu-chacha en nombre de nieta suya, a quien puso nombre Preciosa, y a quien ense todas sus gita-neras y modos de embelecos y trazas de hurtar. Sali la tal Preciosa la ms nica bailadora quese hallaba en todo el gitanismo, y la ms hermosa y discreta que pudiera hallarse, no entre losgitanos, sino entre cuantas hermosas y discretas pudiera pregonar la fama. Ni los soles, ni los ai-res, ni todas las inclemencias del cielo, a quien ms que otras gentes estn sujetos los gitanos,pudieron deslustrar su rostro ni curtir las manos; y lo que es ms, que la crianza tosca en que secriaba no descubra en ella sino ser nacida de mayores prendas que de gitana, porque era en es-tremo corts y bien razonada. Y, con todo esto, era algo desenvuelta, pero no de modo que descu-briese algn gnero de deshonestidad; antes, con ser aguda, era tan honesta, que en su presenciano osaba alguna gitana, vieja ni moza, cantar cantares lascivos ni decir palabras no buenas. Y,finalmente, la abuela conoci el tesoro que en la nieta tena; y as, determin el guila vieja sacar avolar su aguilucho y ensearle a vivir por sus uas.

    Sali Preciosa rica de villancicos, de coplas, seguidillas y zarabandas, y de otros versos, especial-mente de romances, que los cantaba con especial donaire. Porque su taimada abuela ech de verque tales juguetes y gracias, en los pocos aos y en la mucha hermosura de su nieta, haban deser felicsimos atractivos e incentivos para acrecentar su caudal; y as, se los procur y busc portodas las vas que pudo, y no falt poeta que se los diese: que tambin hay poetas que se acomo-dan con gitanos, y les venden sus obras, como los hay para ciegos, que les fingen milagros y van ala parte de la ganancia. De todo hay en el mundo, y esto de la hambre tal vez hace arrojar los in-genios a cosas que no estn en el mapa.

    Crise Preciosa en diversas partes de Castilla, y, a los quince aos de su edad, su abuela putativala volvi a la Corte y a su antiguo rancho, que es adonde ordinariamente le tienen los gitanos, enlos campos de Santa Brbara, pensando en la Corte vender su mercadera, donde todo se compra

    y todo se vende. Y la primera entrada que hizo Preciosa en Madrid fue un da de Santa Ana, patro-na y abogada de la villa, con una danza en que iban ocho gitanas, cuatro ancianas y cuatro mu-chachas, y un gitano, gran bailarn, que las guiaba. Y, aunque todas iban limpias y bien adereza-das, el aseo de Preciosa era tal, que poco a poco fue enamorando los ojos de cuantos la miraban.De entre el son del tamborn y castaetas y fuga del baile sali un rumor que encareca la belleza ydonaire de la gitanilla, y corran los muchachos a verla y los hombres a mirarla. Pero cuando laoyeron cantar, por ser la danza cantada, all fue ello! All s que cobr aliento la fama de la gitani-lla, y de comn consentimiento de los diputados de la fiesta, desde luego le sealaron el premio yjoya de la mejor danza; y cuando llegaron a hacerla en la iglesia de Santa Mara, delante de laimagen de Santa Ana, despus de haber bailado todas, tom Preciosa unas sonajas, al son de lascuales, dando en redondo largas y ligersimas vueltas, cant el romance siguiente:

    rbol preciossimo

    que tard en dar frutoaos que pudieroncubrirle de luto,y hacer los deseos del consorte puros,contra su esperanzano muy bien seguros;de cuyo tardarsenaci aquel disgusto

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    que lanz del temploal varn ms justo;santa tierra estril,que al cabo produjotoda la abundancia

    que sustenta el mundo;casa de moneda,do se forj el cuoque dio a Dios la formaque como hombre tuvo;madre de una hijaen quien quiso y pudomostrar Dios grandezassobre humano curso.Por vos y por ellasois, Ana, el refugiodo van por remedionuestros infortunios.En cierta manera,tenis, no lo dudo,sobre el Nieto, imperiopadoso y justo.A ser comuneradel alczar sumo,fueran mil parientescon vos de consuno.Qu hija, y qu nieto,y qu yerno! Al punto,a ser causa justa,cantrades triunfos.Pero vos, humilde,fuistes el estudiodonde vuestra Hijahizo humildes cursos;y agora a su lado,a Dios el ms junto,gozis de la altezaque apenas barrunto.

    El cantar de Preciosa fue para admirar a cuantos la escuchaban. Unos decan: ''Dios te bendiga lamuchacha!''. Otros: ''Lstima es que esta mozuela sea gitana! En verdad, en verdad, que merecaser hija de un gran seor''. Otros haba ms groseros, que decan: ''Dejen crecer a la rapaza, queella har de las suyas! A fe que se va audando en ella gentil red barredera para pescar corazo-nes!'' Otro, ms humano, ms basto y ms modorro, vindola andar tan ligera en el baile, le dijo:''A ello, hija, a ello! Andad, amores, y pisad el polvito atn menudito!'' Y ella respondi, sin dejar el

    baile: ''Y pisarlo yo atn menud!''

    Acabronse las vsperas y la fiesta de Santa Ana, y qued Preciosa algo cansada, pero tan cele-brada de hermosa, de aguda y de discreta y de bailadora, que a corrillos se hablaba della en todala Corte. De all a quince das, volvi a Madrid con otras tres muchachas, con sonajas y con unbaile nuevo, todas apercebidas de romances y de cantarcillos alegres, pero todos honestos; que noconsenta Preciosa que las que fuesen en su compaa cantasen cantares descompuestos, ni ellalos cant jams, y muchos miraron en ello y la tuvieron en mucho.

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    Nunca se apartaba della la gitana vieja, hecha su Argos, temerosa no se la despabilasen y traspu-siesen; llambala nieta, y ella la tena por abuela. Pusironse a bailar a la sombra en la calle deToledo, y de los que las venan siguiendo se hizo luego un gran corro; y, en tanto que bailaban, lavieja peda limosna a los circunstantes, y llovan en ella ochavos y cuartos como piedras a tablado;que tambin la hermosura tiene fuerza de despertar la caridad dormida.

    Acabado el baile, dijo Preciosa:

    Si me dan cuatro cuartos, les cantar un romance yo sola, lindsimo en estremo, que trata decuando la Reina nuestra seora Margarita sali a misa de parida en Valladolid y fue a San Llorente;dgoles que es famoso, y compuesto por un poeta de los del nmero, como capitn del batalln.

    Apenas hubo dicho esto, cuando casi todos los que en la rueda estaban dijeron a voces:

    Cntale, Preciosa, y ves aqu mis cuatro cuartos!

    Y as granizaron sobre ella cuartos, que la vieja no se daba manos a cogerlos. Hecho, pues, suagosto y su vendimia, repic Preciosa sus sonajas y, al tono corrento y loquesco, cant el siguien-te romance:

    Sali a misa de paridala mayor reina de Europa,en el valor y en el nombrerica y admirable joya.Como los ojos se lleva,se lleva las almas todasde cuantos miran y admiransu devocin y su pompa.Y, para mostrar que es partedel cielo en la tierra toda,a un lado lleva el sol de Austria,al otro, la tierna Aurora. A sus espaldas le sigueun Lucero que a deshorasali, la noche del daque el cielo y la tierra lloran.Y si en el cielo hay estrellasque lucientes carros forman,en otros carros su cielovivas estrellas adornan.Aqu el anciano Saturnola barba pule y remoza,y, aunque es tardo, va ligero; que el placer cura la gota.El dios parlero va en lenguaslisonjeras y amorosas,y Cupido en cifras varias,que rubes y perlas bordan.All va el furioso Marteen la persona curiosade ms de un gallardo joven,que de su sombra se asombra.

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    Junto a la casa del Solva Jpiter; que no hay cosadifcil a la privanzafundada en prudentes obras.Va la Luna en las mejillas

    de una y otra humana diosa;Venus casta, en la bellezade las que este cielo forman.Pequeuelos Ganimedescruzan, van, vuelven y tornanpor el cinto tachonadode esta esfera milagrosa.Y, para que todo admirey todo asombre, no hay cosaque de liberal no pasehasta el estremo de prdiga.Miln con sus ricas telas all va en vista curiosa; las Indias con sus diamantes,y Arabia con sus aromas.Con los mal intencionadosva la envidia mordedora,y la bondad en los pechos de la lealtad espaola.La alegra universal,huyendo de la congoja,calles y plazas discurre,descompuesta y casi loca.A mil mudas bendicionesabre el silencio la boca,y repiten los muchachoslo que los hombres entonan. Cul dice: ''Fecunda vid,crece, sube, abraza y tocael olmo felice tuyoque mil siglos te haga sombrapara gloria de ti misma,para bien de Espaa y honra,para arrimo de la Iglesia,para asombro de Mahoma''.Otra lengua clama y dice:''Vivas, oh blanca paloma!,que nos has de dar por cras guilas de dos coronas,para ahuyentar de los aires

    las de rapia furiosas;para cubrir con sus alas a las virtudes medrosas''.Otra, ms discreta y grave,ms aguda y ms curiosadice, vertiendo alegrapor los ojos y la boca:''Esta perla que nos diste,ncar de Austria, nica y sola,

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    qu de mquinas que rompe!,qu [de] disignios que corta!,qu de esperanzas que infunde!,qu de deseos mal logra!,qu de temores aumenta!,

    qu de preados aborta!''En esto, se lleg al templodel Fnix santo que en Romafue abrasado, y qued vivoen la fama y en la gloria.A la imagen de la vida,a la del cielo Seora,a la que por ser humildelas estrellas pisa agora,a la Madre y Virgen junto, a la Hija y a la Esposade Dios, hincada de hinojos,Margarita as razona:''Lo que me has dado te doy,mano siempre dadivosa;que a do falta el favor tuyo,siempre la miseria sobra.Las primicias de mis frutoste ofrezco, Virgen hermosa:tales cuales son las mira,recibe, ampara y mejora.A su padre te encomiendo,que, humano Atlante, se encorva al peso de tantos reinos y de climas tan remotas.S que el corazn del Reyen las manos de Dios mora,y s que puedes con Dioscuanto quieres piadosa''.Acabada esta oracin,otra semejante entonanhimnos y voces que muestranque est en el suelo la Gloria. Acabados los oficioscon reales ceremonias,volvi a su punto este cieloy esfera maravillosa.

    Apenas acab Preciosa su romance, cuando del ilustre auditorio y grave senado que la oa, demuchas se form una voz sola que dijo:

    Torna a cantar, Preciosica, que no faltarn cuartos como tierra!

    Ms de docientas personas estaban mirando el baile y escuchando el canto de las gitanas, y en lafuga dl acert a pasar por all uno de los tinientes de la villa, y, viendo tanta gente junta, preguntqu era; y fuele respondido que estaban escuchando a la gitanilla hermosa, que cantaba. Llegseel tiniente, que era curioso, y escuch un rato, y, por no ir contra su gravedad, no escuch el ro-mance hasta la fin; y, habindole parecido por todo estremo bien la gitanilla, mand a un paje suyo

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    dijese a la gitana vieja que al anochecer fuese a su casa con las gitanillas, que quera que las oye-se doa Clara, su mujer. Hzolo as el paje, y la vieja dijo que s ira.

    Acabaron el baile y el canto, y mudaron lugar; y en esto lleg un paje muy bien aderezado a Pre-ciosa, y, dndole un papel doblado, le dijo:

    Preciosica, canta el romance que aqu va, porque es muy bueno, y yo te dar otros de cuando encuando, con que cobres fama de la mejor romancera del mundo.

    Eso aprender yo de muy buena gana respondi Preciosa; y mire, seor, que no me deje dedar los romances que dice, con tal condicin que sean honestos; y si quisiere que se los pague,concertmonos por docenas, y docena cantada y docena pagada; porque pensar que le tengo depagar adelantado es pensar lo imposible.

    Para papel, siquiera, que me d la seora Preciosica dijo el paje, estar contento; y ms, que elromance que no saliere bueno y honesto, no ha de entrar en cuenta.

    A la ma quede el escogerlos respondi Preciosa.

    Y con esto, se fueron la calle adelante, y desde una reja llamaron unos caballeros a las gitanas.Asomse Preciosa a la reja, que era baja, y vio en una sala muy bien aderezada y muy fresca mu-chos caballeros que, unos pasendose y otros jugando a diversos juegos, se entretenan.

    Quirenme dar barato, cenores? dijo Preciosa (que, como gitana, hablaba ceceoso, y esto esartificio en ellas, que no naturaleza).

    A la voz de Preciosa y a su rostro, dejaron los que jugaban el juego y el paseo los paseantes; y losunos y los otros acudieron a la reja por verla, que ya tenan noticia della, y dijeron:

    Entren, entren las gitanillas, que aqu les daremos barato.

    Caro sera ello respondi Preciosa si nos pellizcacen.

    No, a fe de caballeros respondi uno; bien puedes entrar, nia, segura, que nadie te tocar a lavira de tu zapato; no, por el hbito que traigo en el pecho.

    Y psose la mano sobre uno de Calatrava.

    Si t quieres entrar, Preciosa dijo una de las tres gitanillas que iban con ella, entra en hora bue-na; que yo no pienso entrar adonde hay tantos hombres.

    Mira, Cristina respondi Preciosa: de lo que te has de guardar es de un hombre solo y a solas,

    y no de tantos juntos; porque antes el ser muchos quita el miedo y el recelo de ser ofendidas.Advierte, Cristinica, y est cierta de una cosa: que la mujer que se determina a ser honrada, entreun ejrcito de soldados lo puede ser. Verdad es que es bueno huir de las ocasiones, pero han deser de las secretas y no de las pblicas.

    Entremos, Preciosa dijo Cristina, que t sabes ms que un sabio.

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    Animlas la gitana vieja, y entraron; y apenas hubo entrado Preciosa, cuando el caballero del hbi-to vio el papel que traa en el seno, y llegndose a ella se le tom, y dijo Preciosa:

    Y no me le tome, seor, que es un romance que me acaban de dar ahora, que an no le he ledo!

    Y sabes t leer, hija? dijo uno.

    Y escribir respondi la vieja; que a mi nieta hela criado yo como si fuera hija de un letrado.

    Abri el caballero el papel y vio que vena dentro dl un escudo de oro, y dijo:

    En verdad, Preciosa, que trae esta carta el porte dentro; toma este escudo que en el romanceviene.

    Basta! dijo Preciosa, que me ha tratado de pobre el poeta, pues cierto que es ms milagrodarme a m un poeta un escudo que yo recebirle; si con esta aadidura han de venir sus romances,traslade todo el Romancero general y envemelos uno a uno, que yo les tentar el pulso, y si vinie-

    ren duros, ser yo blanda en recebillos.Admirados quedaron los que oan a la gitanica, as de su discrecin como del donaire con quehablaba.

    Lea, seor dijo ella, y lea alto; veremos si es tan discreto ese poeta como es liberal.

    Y el caballero ley as:

    Gitanica, que de hermosate pueden dar parabienes:por lo que de piedra tieneste llama el mundo Preciosa.Desta verdad me aseguraesto, como en ti vers;que no se apartan jams la esquiveza y la hermosura.Si como en valor subidovas creciendo en arrogancia,no le arriendo la gananciaa la edad en que has nacido; que un basilisco se craen ti, que mate mirando,y un imperio que, aunque blando, nos parezca tirana.Entre pobres y aduares,

    cmo naci tal belleza?O cmo cri tal piezael humilde Manzanares?Por esto ser famosoal par del Tajo doradoy por Preciosa preciadoms que el Ganges caudaloso.Dices la buenaventura,

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    y dasla mala contino;que no van por un caminotu intencin y tu hermosura.Porque en el peligro fuertede mirarte o contemplarte

    tu intencin va a desculparte,y tu hermosura a dar muerte.Dicen que son hechicerastodas las de tu nacin,pero tus hechizos sonde ms fuerzas y ms veras;pues por llevar los despojosde todos cuantos te ven,haces, oh nia!, que estntus hechizos en tus ojos.En sus fuerzas te adelantas,pues bailando nos admiras,y nos matas si nos miras,y nos encantas si cantas.De cien mil modos hechizas:hables, calles, cantes, mires;o te acerques, o retires,el fuego de amor atizas.Sobre el ms esento pechotienes mando y seoro,de lo que es testigo el mo,de tu imperio satisfecho.Preciosa joya de amor,esto humildemente escribeel que por ti muere y vive, pobre, aunque humilde amador.

    En "pobre" acaba el ltimo verso dijo a esta sazn Preciosa: mala seal Nunca los enamora-dos han de decir que son pobres, porque a los principios, a mi parecer, la pobreza es muy enemigadel amor.

    Quin te ensea eso, rapaza? dijo uno.

    Quin me lo ha de ensear? respondi Preciosa. No tengo yo mi alma en mi cuerpo? Notengo ya quince aos? Y no soy manca, ni renca, ni estropeada del entendimiento. Los ingenios delas gitanas van por otro norte que los de las dems gentes: siempre se adelantan a sus aos; nohay gitano necio, ni gitana lerda; que, como el sustentar su vida consiste en ser agudos, astutos yembusteros, despabilan el ingenio a cada paso, y no dejan que cre moho en ninguna manera.Veen estas muchachas, mis compaeras, que estn callando y parecen bobas? Pues ntrenles eldedo en la boca y tintenlas las cordales, y vern lo que vern. No hay muchacha de doce que nosepa lo que de veinte y cinco, porque tienen por maestros y preceptores al diablo y al uso, que lesensea en una hora lo que haban de aprender en un ao.

    Con esto que la gitanilla deca, tena suspensos a los oyentes, y los que jugaban le dieron barato, yaun los que no jugaban. Cogi la hucha de la vieja treinta reales, y ms rica y ms alegre que unaPascua de Flores, antecogi sus corderas y fuese en casa del seor teniente, quedando que otroda volvera con su manada a dar contento aquellos tan liberales seores.

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    Ya tena aviso la seora doa Clara, mujer del seor teniente, cmo haban de ir a su casa lasgitanillas, y estbalas esperando como el agua de mayo ella y sus doncellas y dueas, con las deotra seora vecina suya, que todas se juntaron para ver a Preciosa. Y apenas hubieron entrado lasgitanas, cuando entre las dems resplandeci Preciosa como la luz de una antorcha entre otrasluces menores. Y as, corrieron todas a ella: unas la abrazaban, otras la miraban, stas la bendec-an, aqullas la alababan. Doa Clara deca:

    ste s que se puede decir cabello de oro! stos s que son ojos de esmeraldas!

    La seora su vecina la desmenuzaba toda, y haca pepitoria de todos sus miembros y coyunturas.Y, llegando a alabar un pequeo hoyo que Preciosa tena en la barba, dijo:

    Ay, qu hoyo! En este hoyo han de tropezar cuantos ojos le miraren.

    Oy esto un escudero de brazo de la seora doa Clara, que all estaba, de luenga barba y largosaos, y dijo:

    se llama vuesa merced hoyo, seora ma? Pues yo s poco de hoyos, o se no es hoyo, sinosepultura de deseos vivos. Por Dios, tan linda es la gitanilla que hecha de plata o de alcorza nopodra ser mejor! Sabes decir la buenaventura, nia?

    De tres o cuatro maneras respondi Preciosa.

    Y eso ms? dijo doa Clara. Por vida del tiniente, mi seor, que me la has de decir, nia deoro, y nia de plata, y nia de perlas, y nia de carbuncos, y nia del cielo, que es lo ms que pue-do decir.

    Denle, denle la palma de la mano a la nia, y con qu haga la cruz dijo la vieja, y vern qu decosas les dice; que sabe ms que un doctor de melecina.

    Ech mano a la faldriquera la seora tenienta, y hall que no tena blanca. Pidi un cuarto a suscriadas, y ninguna le tuvo, ni la seora vecina tampoco. Lo cual visto por Preciosa, dijo:

    Todas las cruces, en cuanto cruces, son buenas; pero las de plata o de oro son mejores; y el se-alar la cruz en la palma de la mano con moneda de cobre, sepan vuesas mercedes que menos-caba la buenaventura, a lo menos la ma; y as, tengo aficin a hacer la cruz primera con algnescudo de oro, o con algn real de a ocho, o, por lo menos, de a cuatro, que soy como los sacris-tanes: que cuando hay buena ofrenda, se regocijan.

    Donaire tienes, nia, por tu vi da dijo la seora vecina.

    Y, volvindose al escudero, le dijo:

    Vos, seor Contreras, tendris a mano algn real de a cuatro? Ddmele, que, en viniendo eldoctor, mi marido, os le volver.

    S tengo respondi Contreras, pero tngole empeado en veinte y dos maraveds que cenanoche. Dnmelos, que yo ir por l en volandas.

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    No tenemos entre todas un cuarto dijo doa Clara, y peds veinte y dos maraveds? Andad,Contreras, que siempre fuistes impertinente.

    Una doncella de las presentes, viendo la esterilidad de la casa, dijo a Preciosa:

    Nia, har algo al caso que se haga la cruz con un dedal de plata?

    Antes respondi Preciosa, se hacen las cruces mejores del mundo con dedales de plata, comosean muchos.

    Uno tengo yo replic la doncella; si ste basta, hele aqu, con condicin que tambin se me hade decir a m la buenaventura.

    Por un dedal tantas buenasventuras? dijo la gitana vieja. Nieta, acaba presto, que se hacenoche.

    Tom Preciosa el dedal y la mano de la seora tenienta, y dijo:

    Hermosita, hermosita,la de las manos de plata,ms te quiere tu maridoque el Rey de las Alpujarras.Eres paloma sin hiel,pero a veces eres bravacomo leona de Orn,o como tigre de Ocaa.Pero en un tras, en un tris,el enojo se te pasa,y quedas como alfinique,o como cordera mansa.

    Ries mucho y comes poco:algo celosita andas;que es juguetn el tiniente,y quiere arrimar la vara.Cuando doncella, te quisouno de una buena cara;que mal hayan los terceros,que los gustos desbaratan.Si a dicha t fueras monja,hoy tu convento mandaras,porque tienes de abadesams de cuatrocientas rayas.No te lo quiero decir...;pero poco importa, vaya:

    enviudars, y otra vez,y otras dos, sers casada.No llores, seora ma;que no siempre las gitanasdecimos el Evangelio;no llores, seora, acaba.Como te mueras primeroque el seor tiniente, basta

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    para remediar el daode la viudez que amenaza.Has de heredar, y muy presto,hacienda en mucha abundancia;tendrs un hijo cannigo,

    la iglesia no se seala;de Toledo no es posible.Una hija rubia y blancatendrs, que si es religiosa,tambin vendr a ser perlada.Si tu esposo no se mueredentro de cuatro semanas,versle corregidorde Burgos o Salamanca.Un lunar tienes, qu lindo!Ay Jess, qu luna clara!Qu sol, que all en los antpodasescuros valles aclara!Ms de dos ciegos por verle

    dieran ms de cuatro blancas.Agora s es la risica!Ay, que bien haya esa gracia!Gurdate de las cadas,principalmente de espaldas,que suelen ser peligrosasen las principales damas.Cosas hay ms que decirte;si para el viernes me aguardas,las oirs, que son de gusto,y algunas hay de desgracias.

    Acab su buenaventura Preciosa, y con ella encendi el deseo de todas las circunstantes en que-

    rer saber la suya; y as se lo rogaron todas, pero ella las remiti para el viernes venidero, prome-tindole que tendran reales de plata para hacer las cruces.

    En esto vino el seor tiniente, a quien contaron maravillas de la gitanilla; l las hizo bailar un poco,y confirm por verdaderas y bien dadas las alabanzas que a Preciosa haban dado; y, poniendo lamano en la faldriquera, hizo seal de querer darle algo, y, habindola espulgado, y sacudido, yrascado muchas veces, al cabo sac la mano vaca y dijo:

    Por Dios, que no tengo blanca! Dadle vos, doa Clara, un real a Preciosica, que yo os le dardespus.

    Bueno es eso, seor, por cierto! S, ah est el real de manifiesto! No hemos tenido entre todasnosotras un cuarto para hacer la seal de la cruz, y quiere que tengamos un real?

    Pues dadle alguna valoncica vuestra, o alguna cosita; que otro da nos volver a ver Preciosa, y laregalaremos mejor.

    A lo cual dijo doa Clara:

    Pues, porque otra vez venga, no quiero dar nada ahora a Preciosa.

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    Antes, si no me dan nada dijo Preciosa, nunca ms volver ac. Mas s volver, a servir a tanprincipales seores, pero trair tragado que no me han de dar nada, y ahorrarme la fatiga delesperallo. Coheche vuesa merced, seor tiniente; coheche y tendr dineros, y no haga usos nue-vos, que morir de hambre. Mire, seora: por ah he odo decir (y, aunque moza, entiendo que noson buenos dichos) que de los oficios se ha de sacar dineros para pagar las condenaciones de lasresidencias y para pretender otros cargos.

    As lo dicen y lo hacen los desalmados replic el teniente, pero el juez que da buena residenciano tendr que pagar condenacin alguna, y el haber usado bien su oficio ser el valedor para quele den otro.

    Habla vuesa merced muy a lo santo, seor teniente respondi Preciosa; ndese a eso y corta-rmosle de los harapos para reliquias.

    Mucho sabes, Preciosa dijo el tiniente. Calla, que yo dar traza que sus Majestades te vean,porque eres pieza de reyes.

    Querrnme para truhana respondi Preciosa, y yo no lo sabr ser, y todo ir perdido. Si me

    quisiesen para discreta, an llevarme han, pero en algunos palacios ms medran los truhanes quelos discretos. Yo me hallo bien con ser gitana y pobre, y corra la suerte por donde el cielo quisiere.

    Ea, nia dijo la gitana vieja, no hables ms, que has hablado mucho, y sabes ms de lo que yote he enseado. No te asotiles tanto, que te despuntars; habla de aquello que tus aos permiten,y no te metas en altaneras, que no hay ninguna que no amenace cada.

    El diablo tienen estas gitanas en el cuerpo! dijo a esta sazn el tiniente.

    Despidironse las gitanas, y, al irse, dijo la doncella del dedal:

    Preciosa, dime la buenaventura, o vulveme mi dedal, que no me queda con qu hacer labor.

    Seora doncella respondi Preciosa, haga cuenta que se la he dicho y provase de otro dedal,o no haga vainillas hasta el viernes, que yo volver y le dir ms venturas y aventuras que las quetiene un libro de caballeras.

    Furonse y juntronse con las muchas labradoras que a la hora de las avemaras suelen salir deMadrid para volverse a sus aldeas; y entre otras vuelven muchas, con quien siempre se acompa-aban las gitanas, y volvan seguras; porque la gitana vieja viva en continuo temor no le salteasena su Preciosa.

    Sucedi, pues, que la maana de un da que volvan a Madrid a coger la garrama con las demsgitanillas, en un valle pequeo que est obra de quinientos pasos antes que se llegue a la villa,vieron un mancebo gallardo y ricamente aderezado de camino. La espada y daga que traa eran,

    como decirse suele, una ascua de oro; sombrero con rico cintillo y con plumas de diversas coloresadornado. Repararon las gitanas en vindole, y pusironsele a mirar muy de espacio, admiradasde que a tales horas un tan hermoso mancebo estuviese en tal lugar, a pie y solo.

    l se lleg a ellas, y, hablando con la gitana mayor, le dijo:

    Por vida vuestra, amiga, que me hagis placer que vos y Preciosa me oyis aqu aparte dos pala-bras, que sern de vuestro provecho.

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    Como no nos desviemos mucho, ni nos tardemos mucho, sea en buen hora respondi la vieja.

    Y, llamando a Preciosa, se desviaron de las otras obra de veinte pasos; y as, en pie, como esta-ban, el mancebo les dijo:

    Yo vengo de manera rendido a la discrecin y belleza de Preciosa, que despus de habermehecho mucha fuerza para escusar llegar a este punto, al cabo he quedado ms rendido y ms im-posibilitado de escusallo. Yo, seoras mas (que siempre os he de dar este nombre, si el cielo mipretensin favorece), soy caballero, como lo puede mostrar este hbito y, apartando el herreruelo,descubri en el pecho uno de los ms calificados que hay en Espaa; soy hijo de Fulano que porbuenos respectos aqu no se declara su nombre; estoy debajo de su tutela y amparo, soy hijonico, y el que espera un razonable mayorazgo. Mi padre est aqu en la Corte pretendiendo uncargo, y ya est consultado, y tiene casi ciertas esperanzas de salir con l. Y, con ser de la calidady nobleza que os he referido, y de la que casi se os debe ya de ir trasluciendo, con todo eso, qui-siera ser un gran seor para levantar a mi grandeza la humildad de Preciosa, hacindola mi igual ymi seora. Yo no la pretendo para burlalla, ni en las veras del amor que la tengo puede caber g-nero de burla alguna; slo quiero servirla del modo que ella ms gustare: su voluntad es la ma.Para con ella es de cera mi alma, donde podr imprimir lo que quisiere; y para conservarlo y guar-

    darlo no ser como impreso en cera, sino como esculpido en mrmoles, cuya dureza se opone a laduracin de los tiempos. Si creis esta verdad, no admitir ningn desmayo mi esperanza; pero sino me creis, siempre me tendr temeroso vuestra duda. Mi nombre es ste y djosele; el de mipadre ya os le he dicho. La casa donde vive es en tal calle, y tiene tales y tales seas; vecinostiene de quien podris informaros, y aun de los que no son vecinos tambin, que no es tan escurala calidad y el nombre de mi padre y el mo, que no le sepan en los patios de palacio, y aun en todala Corte. Cien escudos traigo aqu en oro para daros en arra y seal de lo que pienso daros, por-que no ha de negar la hacienda el que da el alma.

    En tanto que el caballero esto deca, le estaba mirando Preciosa atentamente, y sin duda que no ledebieron de parecer mal ni sus razones ni su talle; y, volvindose a la vieja, le dijo:

    Perdneme, abuela, de que me tomo licencia para responder a este tan enamorado seor.

    Responde lo que quisieres, nieta respondi la vieja, que yo s que tienes discrecin para todo.

    Y Preciosa dijo:

    Yo, seor caballero, aunque soy gitana pobre y humildemente nacida, tengo un cierto espiritillofantstico ac dentro, que a grandes cosas me lleva. A m ni me mueven promesas, ni me desmo-ronan ddivas, ni me inclinan sumisiones, ni me espantan finezas enamoradas; y, aunque de quin-ce aos (que, segn la cuenta de mi abuela, para este San Miguel los har), soy ya vieja en lospensamientos y alcanzo ms de aquello que mi edad promete, ms por mi buen natural que por laesperiencia. Pero, con lo uno o con lo otro, s que las pasiones amorosas en los recin enamora-dos son como mpetus indiscretos que hacen salir a la voluntad de sus quicios; la cual, atropellan-do inconvenientes, desatinadamente se arroja tras su deseo, y, pensando dar con la gloria de sus

    ojos, da con el infierno de sus pesadumbres. Si alcanza lo que desea, mengua el deseo con laposesin de la cosa deseada, y quiz, abrindose entonces los ojos del entendimiento, se vee serbien que se aborrezca lo que antes se adoraba. Este temor engendra en m un recato tal, que nin-gunas palabras creo y de muchas obras dudo. Una sola joya tengo, que la estimo en ms que a lavida, que es la de mi entereza y virginidad, y no la tengo de vender a precio de promesas ni ddi-vas, porque, en fin, ser vendida, y si puede ser comprada, ser de muy poca estima; ni me la hande llevar trazas ni embelecos: antes pienso irme con ella a la sepultura, y quiz al cielo, que poner-la en peligro que quimeras y fantasas soadas la embistan o manoseen. Flor es la de la virginidad

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    que, a ser posible, aun con la imaginacin no haba de dejar ofenderse. Cortada la rosa del rosal,con qu brevedad y facilidad se marchita! ste la toca, aqul la huele, el otro la deshoja, y, final-mente, entre las manos rsticas se deshace. Si vos, seor, por sola esta prenda vens, no la habisde llevar sino atada con las ligaduras y lazos del matrimonio; que si la virginidad se ha de inclinar,ha de ser a este santo yugo, que entonces no sera perderla, sino emplearla en ferias que felices

    ganancias prometen. Si quisiredes ser mi esposo, yo lo ser vuestra, pero han de preceder mu-chas condiciones y averiguaciones primero. Primero tengo de saber si sois el que decs; luego,hallando esta verdad, habis de dejar la casa de vuestros padres y la habis de trocar con nuestrosranchos; y, tomando el traje de gitano, habis de cursar dos aos en nuestras escuelas, en el cualtiempo me satisfar yo de vuestra condicin, y vos de la ma; al cabo del cual, si vos os content-redes de m, y yo de vos, me entregar por vuestra esposa; pero hasta entonces tengo de servuestra hermana en el trato, y vuestra humilde en serviros. Y habis de considerar que en el tiem-po deste noviciado podra ser que cobrsedes la vista, que ahora debis de tener perdida, o, por lomenos, turbada, y visedes que os convena huir de lo que ahora segus con tanto ahnco. Y, co-brando la libertad perdida, con un buen arrepentimiento se perdona cualquier culpa. Si con estascondiciones queris entrar a ser soldado de nuestra milicia, en vuestra mano est, pues, faltandoalguna dellas, no habis de tocar un dedo de la ma.

    Pasmse el mozo a las razones de Preciosa, y psose como embelesado, mirando al suelo, dandomuestras que consideraba lo que responder deba. Viendo lo cual Preciosa, torn a decirle:

    No es este caso de tan poco momento, que en los que aqu nos ofrece el tiempo pueda ni debaresolverse. Volveos, seor, a la villa, y considerad de espacio lo que viredes que ms os conven-ga, y en este mismo lugar me podis hablar todas las fiestas que quisiredes, al ir o venir de Ma-drid.

    A lo cual respondi el gentilhombre:

    Cuando el cielo me dispuso para quererte, Preciosa ma, determin de hacer por ti cuanto tu vo-luntad acertase a pedirme, aunque nunca cupo en mi pensamiento que me habas de pedir lo queme pides; pero, pues es tu gusto que el mo al tuyo se ajuste y acomode, cuntame por gitano

    desde luego, y haz de m todas las esperiencias que ms quisieres; que siempre me has de hallarel mismo que ahora te significo. Mira cundo quieres que mude el traje, que yo querra que fueseluego; que, con ocasin de ir a Flandes, engaar a mis padres y sacar dineros para gastar algu-nos das, y sern hasta ocho los que podr tardar en acomodar mi partida. A los que fueren conmi-go yo los sabr engaar de modo que salga con mi determinacin. Lo que te pido es (si es que yapuedo tener atrevimiento de pedirte y suplicarte algo) que, si no es hoy, donde te puedes informarde mi calidad y de la de mis padres, que no vayas ms a Madrid; porque no querra que algunas delas demasiadas ocasiones que all pueden ofrecerse me saltease la buena ventura que tanto mecuesta.

    Eso no, seor galn respondi Preciosa: sepa que conmigo ha de andar siempre la libertaddesenfadada, sin que la ahogue ni turbe la pesadumbre de los celos; y entienda que no la tomartan demasiada, que no se eche de ver desde bien lejos que llega mi honestidad a mi desenvoltura;

    y en el primero cargo en que quiero estaros es en el de la confianza que habis de hacer de m. Ymirad que los amantes que entran pidiendo celos, o son simples o confiados.

    Satans tienes en tu pecho, muchacha dijo a esta sazn la gitana vieja: mira que dices cosasque no las dira un colegial de Salamanca! T sabes de amor, t sabes de celos, t de confianzas:cmo es esto?, que me tienes loca, y te estoy escuchando como a una persona espiritada, quehabla latn sin saberlo.

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    Calle, abuela respondi Preciosa, y sepa que todas las cosas que me oye son nonada, y sonde burlas, para las muchas que de ms veras me quedan en el pecho.

    Todo cuanto Preciosa deca y toda la discrecin que mostraba era aadir lea al fuego que ardaen el pecho del enamorado caballero. Finalmente, quedaron en que de all a ocho das se veran

    en aquel mismo lugar, donde l vendra a dar cuenta del trmino en que sus negocios estaban, yellas habran tenido tiempo de informarse de la verdad que les haba dicho. Sac el mozo una bol-silla de brocado, donde dijo que iban cien escudos de oro, y diselos a la vieja; pero no queraPreciosa que los tomase en ninguna manera, a quien la gitana dijo:

    Calla, nia, que la mejor seal que este seor ha dado de estar rendido es haber entregado lasarmas en seal de rendimiento; y el dar, en cualquiera ocasin que sea, siempre fue indicio degeneroso pecho. Y acurdate de aquel refrn que dice: "Al cielo rogando, y con el mazo dando". Yms, que no quiero yo que por m pierdan las gitanas el nombre que por luengos siglos tienen ad-querido de codiciosas y aprovechadas. Cien escudos quieres t que deseche, Preciosa, y de oroen oro, que pueden andar cosidos en el alforza de una saya que no valga dos reales, y tenerlos allcomo quien tiene un juro sobre las yerbas de Estremadura? Y si alguno de nuestros hijos, nietos oparientes cayere, por alguna desgracia, en manos de la justicia, habr favor tan bueno que llegue

    a la oreja del juez y del escribano como destos escudos, si llegan a sus bolsas? Tres veces portres delitos diferentes me he visto casi puesta en el asno para ser azotada, y de la una me libr unjarro de plata, y de la otra una sarta de perlas, y de la otra cuarenta reales de a ocho que habatrocado por cuartos, dando veinte reales ms por el cambio. Mira, nia, que andamos en oficio muypeligroso y lleno de tropiezos y de ocasiones forzosas, y no hay defensas que ms presto nos am-paren y socorran como las armas invencibles del gran Filipo: no hay pasar adelante de su Plusultra. Por un dobln de dos caras se nos muestra alegre la triste del procurador y de todos los mi-nistros de la muerte, que son arpas de nosotras, las pobres gitanas, y ms precian pelarnos ydesollarnos a nosotras que a un salteador de caminos; jams, por ms rotas y desastradas quenos vean, nos tienen por pobres; que dicen que somos como los jubones de los gabachos de Bel-monte: rotos y grasientos, y llenos de doblones.

    Por vida suya, abuela, que no diga ms; que lleva trmino de alegar tantas leyes, en favor de

    quedarse con el dinero, que agote las de los emperadores: qudese con ellos, y buen provecho lehagan, y plega a Dios que los entierre en sepultura donde jams tornen a ver la claridad del sol, nihaya necesidad que la vean. A estas nuestras compaeras ser forzoso darles algo, que ha muchoque nos esperan, y ya deben de estar enfadadas.

    As vern ellas replic la vieja moneda dstas, como veen al Turco agora. Este buen seor versi le ha quedado alguna moneda de plata, o cuartos, y los repartir entre ellas, que con poco que-darn contentas.

    S traigo dijo el galn.

    Y sac de la faldriquera tres reales de a ocho, que reparti entre las tres gitanillas, con que queda-ron ms alegres y ms satisfechas que suele quedar un autor de comedias cuando, en competen-

    cia de otro, le suelen retular por la esquinas: "Vctor, Vctor".

    En resolucin, concertaron, como se ha dicho, la venida de all a ocho das, y que se haba de lla-mar, cuando fuese gitano, Andrs Caballero; porque tambin haba gitanos entre ellos deste apelli-do.

    No tuvo atrevimiento Andrs (que as le llamaremos de aqu adelante) de abrazar a Preciosa; an-tes, envindole con la vista el alma, sin ella, si as decirse puede, las dej y se entr en Madrid; y

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    ellas, contentsimas, hicieron lo mismo. Preciosa, algo aficionada, ms con benevolencia que conamor, de la gallarda disposicin de Andrs, ya deseaba informarse si era el que haba dicho. Entren Madrid, y, a pocas calles andadas, encontr con el paje poeta de las coplas y el escudo; ycuando l la vio, se lleg a ella, diciendo:

    Vengas en buen hora, Preciosa: leste por ventura las coplas que te di el otro da?A lo que Preciosa respondi:

    Primero que le responda palabra, me ha de decir una verdad, por vida de lo que ms quiere.

    Conjuro es se respondi el paje que, aunque el decirla me costase la vida, no la negar enninguna manera.

    Pues la verdad que quiero que me diga dijo Preciosa es si por ventura es poeta.

    A serlo replic el paje, forzosamente haba de ser por ventura. Pero has de saber, Preciosa,

    que ese nombre de poeta muy pocos le merecen; y as, yo no lo soy, sino un aficionado a la poe-sa. Y para lo que he menester, no voy a pedir ni a buscar versos ajenos: los que te di son mos, ystos que te doy agora tambin; mas no por esto soy poeta, ni Dios lo quiera.

    Tan malo es ser poeta? replic Preciosa.

    No es malo dijo el paje, pero el ser poeta a solas no lo tengo por muy bueno. Hase de usar dela poesa como de una joya preciossima, cuyo dueo no la trae cada da, ni la muestra a todasgentes, ni a cada paso, sino cuando convenga y sea razn que la muestre. La poesa es una bell-sima doncella, casta, honesta, discreta, aguda, retirada, y que se contiene en los lmites de la dis-crecin ms alta. Es amiga de la soledad, las fuentes la entretienen, los prados la consuelan, losrboles la desenojan, las flores la alegran, y, finalmente, deleita y ensea a cuantos con ella comu-nican.

    Con todo eso respondi Preciosa, he odo decir que es pobrsima y que tiene algo de mendiga.

    Antes es al revs dijo el paje, porque no hay poeta que no sea rico, pues todos viven contentoscon su estado: filosofa que la alcanzan pocos. Pero, qu te ha movido, Preciosa, a hacer estapregunta?

    Hame movido respondi Preciosa porque, como yo tengo a todos o los ms poetas por pobres,causme maravilla aquel escudo de oro que me distes entre vuestros versos envuelto; mas agoraque s que no sois poeta, sino aficionado de la poesa, podra ser que fusedes rico, aunque lodudo, a causa que por aquella parte que os toca de hacer coplas se ha de desaguar cuantahacienda tuviredes; que no hay poeta, segn dicen, que sepa conservar la hacienda que tiene nigranjear la que no tiene.

    Pues yo no soy dsos replic el paje: versos hago, y no soy rico ni pobre; y sin sentirlo ni des-contarlo, como hacen los ginoveses sus convites, bien puedo dar un escudo, y dos, a quien yoquisiere. Tomad, preciosa perla, este segundo papel y este escudo segundo que va en l, sin queos pongis a pensar si soy poeta o no; slo quiero que pensis y creis que quien os da esto qui-siera tener para daros las riquezas de Midas.

    Y, en esto, le dio un papel; y, tentndole Preciosa, hall que dentro vena el escudo, y dijo:

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    Este papel ha de vivir muchos aos, porque trae dos almas consigo: una, la del escudo, y otra, lade los versos, que siempre vienen llenos de almasy corazones . Pero sepa el seor paje que noquiero tantas almas conmigo, y si no saca la una, no haya miedo que reciba la otra; por poeta lequiero, y no por dadivoso, y desta manera tendremos amistad que dure; pues ms ana puedefaltar un escudo, por fuerte que sea, que la hechura de un romance.

    Pues as es replic el paje que quieres, Preciosa, que yo sea pobre por fuerza, no deseches elalma que en ese papel te envo, y vulveme el escudo; que, como le toques con la mano, le tendrpor reliquia mientras la vida me durare.

    Sac Preciosa el escudo del papel, y quedse con el papel, y no le quiso leer en la calle. El paje sedespidi, y se fue contentsimo, creyendo que ya Preciosa quedaba rendida, pues con tanta afabili-dad le haba hablado.

    Y, como ella llevaba puesta la mira en buscar la casa del padre de Andrs, sin querer detenerse abailar en ninguna parte, en poco espacio se puso en la calle do estaba, que ella muy bien saba; y,habiendo andado hasta la mitad, alz los ojos a unos balcones de hierro dorados, que le habandado por seas, y vio en ella a un caballero de hasta edad de cincuenta aos, con un hbito de

    cruz colorada en los pechos, de venerable gravedad y presencia; el cual, apenas tambin hubovisto la gitanilla, cuando dijo:

    Subid, nias, que aqu os darn limosna.

    A esta voz acudieron al balcn otros tres caballeros, y entre ellos vino el enamorado Andrs, que,cuando vio a Preciosa, perdi la color y estuvo a punto de perder los sentidos: tanto fue el sobre-salto que recibi con su vista. Subieron las gitanillas todas, sino la grande, que se qued abajopara informarse de los criados de las verdades de Andrs.

    Al entrar las gitanillas en la sala, estaba diciendo el caballero anciano a los dems:

    sta debe de ser, sin duda, la gitanilla hermosa que dicen que anda por Madrid.

    Ella es replic Andrs, y sin duda es la ms hermosa criatura que se ha visto.

    As lo dicen dijo Preciosa, que lo oy todo en entrando, pero en verdad que se deben de enga-ar en la mitad del justo precio. Bonita, bien creo que lo soy; pero tan hermosa como dicen, ni porpienso.

    Por vida de don Juanico, mi hijo, dijo el anciano, que an sois ms hermosa de lo que dicen,linda gitana!

    Y quin es don Juanico, su hijo? pregunt Preciosa.

    Ese galn que est a vuestro lado respondi el caballero.

    En verdad que pens dijo Preciosa que juraba vuestra merced por algn nio de dos aos:mirad qu don Juanico, y qu brinco! A mi verdad, que pudiera ya estar casado, y que, segntiene unas rayas en la frente, no pasarn tres aos sin que lo est, y muy a su gusto, si es quedesde aqu all no se le pierde o se le trueca.

    Basta! dijo uno de los presentes; qu sabe la gitanilla de rayas?

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    En esto, las tres gitanillas que iban con Preciosa, todas tres se arrimaron a un rincn de la sala, y,cosindose las bocas unas con otras, se juntaron por no ser odas. Dijo la Cristina:

    Muchachas, ste es el caballero que nos dio esta maana los tres reales de a ocho.

    As es la verdad respondieron ellas, pero no se lo mentemos, ni le digamos nada, si l no nos lomienta; qu sabemos si quiere encubrirse?

    En tanto que esto entre las tres pasaba, respondi Preciosa a lo de las rayas:

    Lo que veo con lo ojos, con el dedo lo adivino. Yo s del seor don Juanico, sin rayas, que esalgo enamoradizo, impetuoso y acelerado, y gran prometedor de cosas que parecen imposibles; yplega a Dios que no sea mentirosito, que sera lo peor de todo. Un viaje ha de hacer agora muylejos de aqu, y uno piensa el bayo y otro el que le ensilla; el hombre pone y Dios dispone; quizpensar que va a ez y dar en Gamboa.

    A esto respondi don Juan:

    En verdad, gitanica, que has acertado en muchas cosas de mi condicin, pero en lo de ser menti-roso vas muy fuera de la verdad, porque me precio de decirla en todo acontecimiento. En lo delviaje largo has acertado, pues, sin duda, siendo Dios servido, dentro de cuatro o cinco das mepartir a Flandes, aunque t me amenazas que he de torcer el camino, y no querra que en l mesucediese algn desmn que lo estorbase.

    Calle, seorito respondi Preciosa, y encomindese a Dios, que todo se har bien; y sepa queyo no s nada de lo que digo, y no es maravilla que, como hablo mucho y a bulto, acierte en algunacosa, y yo querra acertar en persuadirte a que no te partieses, sino que sosegases el pecho y teestuvieses con tus padres, para darles buena vejez; porque no estoy bien con estas idas y venidasa Flandes, principalmente los mozos de tan tierna edad como la tuya. Djate crecer un poco, paraque puedas llevar los trabajos de la guerra; cuanto ms, que harta guerra tienes en tu casa: hartos

    combates amorosos te sobresaltan el pecho. Sosiega, sosiega, alborotadito, y mira lo que hacesprimero que te cases, y danos una limosnita por Dios y por quien t eres; que en verdad que creoque eres bien nacido. Y si a esto se junta el ser verdadero, yo cantar la gala al vencimiento dehaber acertado en cuanto te he dicho.

    Otra vez te he dicho, nia respondi el don Juan que haba de ser Andrs Caballero, que entodo aciertas, sino en el temor que tienes que no debo de ser muy verdadero; que en esto te enga-as, sin alguna duda. La palabra que yo doy en el campo, la cumplir en la ciudad y adonde quiera,sin serme pedida, pues no se puede preciar de caballero quien toca en el vicio de mentiroso. Mipadre te dar limosna por Dios y por m; que en verdad que esta maana di cuanto tena a unasdamas, que a ser tan lisonjeras como hermosas, especialmente una dellas, no me arriendo la ga-nancia.

    Oyendo esto Cristina, con el recato de la otra vez, dijo a las dems gitanas:Ay, nias, que me maten si no lo dice por los tres reales de a ocho que nos dio esta maana!

    No es as respondi una de las dos, porque dijo que eran damas, y nosotras no lo somos; y,siendo l tan verdadero como dice, no haba de mentir en esto.

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    No es mentira de tanta consideracin respondi Cristina la que se dice sin perjuicio de nadie, yen provecho y crdito del que la dice. Pero, con todo esto, veo que no nos dan nada, ni nos man-dan bailar.

    Subi en esto la gitana vieja, y dijo:

    Nieta, acaba, que es tarde y hay mucho que hacer y ms que decir.

    Y qu hay, abuela? pregunt Preciosa. Hay hijo o hija?

    Hijo, y muy lindo respondi la vieja. Ven, Preciosa, y oirs verdaderas maravillas.

    Plega a Dios que no muera de sobreparto! dijo Preciosa.

    Todo se mirar muy bien replic la vieja; cuanto ms, que hasta aqu todo ha sido parto dere-cho, y el infante es como un oro.

    Ha parido alguna seora? pregunt el padre de Andrs Caballero.S, seor respondi la gitana, pero ha sido el parto tan secreto, que no le sabe sino Preciosa yyo, y otra persona; y as, no podemos decir quin es.

    Ni aqu lo queremos saber dijo uno de los presentes, pero desdichada de aquella que en vues-tras lenguas deposita su secreto, y en vuestra ayuda pone su honra.

    No todas somos malas respondi Preciosa: quiz hay alguna entre nosotras que se precia desecreta y de verdadera, tanto cuanto el hombre ms estirado que hay en esta sala; y vmonos,abuela, que aqu nos tienen en poco: pues en verdad que no somos ladronas ni rogamos a nadie.

    No os enojis, Preciosa dijo el padre; que, a lo menos de vos, imagino que no se puede presu-mir cosa mala, que vuestro buen rostro os acredita y sale por fiador de vuestras buenas obras. Porvida de Preciosita, que bailis un poco con vuestras compaeras; que aqu tengo un dobln de orode a dos caras, que ninguna es como la vuestra, aunque son de dos reyes.

    Apenas hubo odo esto la vieja, cuando dijo:

    Ea, nias, haldas en cinta, y dad contento a estos seores.

    Tom las sonajas Preciosa, y dieron sus vueltas, hicieron y deshicieron todos sus lazos con tantodonaire y desenvoltura, que tras los pies se llevaban los ojos de cuantos las miraban, especialmen-te los de Andrs, que as se iban entre los pies de Preciosa, como si all tuvieran el centro de sugloria. Pero turbsela la suerte de manera que se la volvi en infierno; y fue el caso que en la fuga

    del baile se le cay a Preciosa el papel que le haba dado el paje, y, apenas hubo cado, cuando lealz el que no tena buen concepto de las gitanas, y, abrindole al punto, dijo:

    Bueno; sonetico tenemos! Cese el baile, y escchenle; que, segn el primer verso, en verdadque no es nada necio.

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    Pesle a Preciosa, por no saber lo que en l vena, y rog que no le leyesen, y que se le volviesen;y todo el ahnco que en esto pona eran espuelas que apremiaban el deseo de Andrs para orle.Finalmente, el caballero le ley en alta voz; y era ste:

    Cuando Preciosa el panderete toca

    y hiere el dulce son los aires vanos,perlas son que derrama con las manos;flores son que despide de la boca.Suspensa el alma, y la cordura loca,queda a los dulces actos sobrehumanos,que, de limpios, de honestos y de sanos,su fama al cielo levantado toca. Colgadas del menor de sus cabellos mil almas lleva, y a sus plantas tieneamor rendidas una y otra flecha.Ciega y alumbra con sus soles bellos,su imperio amor por ellos le mantiene, y an ms grandezas de su ser sospecha.

    Por Dios dijo el que ley el soneto, que tiene donaire el poeta que le escribi!

    No es poeta, seor, sino un paje muy galn y muy hombre de bien dijo Preciosa.

    (Mirad lo que habis dicho, Preciosa, y lo que vais a decir; que sas no son alabanzas del paje,sino lanzas que traspasan el corazn de Andrs, que las escucha. Querislo ver, nia? Puesvolved los ojos y verisle desmayado encima de la silla, con un trasudor de muerte; no pensis,doncella, que os ama tan de burlas Andrs que no le hieran y sobresalten el menor de vuestrosdescuidos. Llegaos a l en hora buena, y decilde algunas palabras al odo, que vayan derechas alcorazn y le vuelvan de su desmayo. No, sino andaos a traer sonetos cada da en vuestra alaban-za, y veris cul os le ponen!)

    Todo esto pas as como se ha dicho: que Andrs, en oyendo el soneto, mil celosas imaginacionesle sobresaltaron. No se desmay, pero perdi la color de manera que, vindole su padre, le dijo:

    Qu tienes, don Juan, que parece que te vas a desmayar, segn se te ha mudado el color?

    Esprense dijo a esta sazn Preciosa: djenmele decir unas ciertas palabras al odo, y verncomo no se desmaya.

    Y, llegndose a l, le dijo, casi sin mover los labios:

    Gentil nimo para gitano! Cmo podris, Andrs, sufrir el tormento de toca, pues no podisllevar el de un papel?

    Y, hacindole media docena de cruces sobre el corazn, se apart dl; y entonces Andrs respirun poco, y dio a entender que las palabras de Preciosa le haban aprovechado.

    Finalmente, el dobln de dos caras se le dieron a Preciosa, y ella dijo a sus compaeras que letrocara y repartira con ellas hidalgamente. El padre de Andrs le dijo que le dejase por escrito laspalabras que haba dicho a don Juan, que las quera saber en todo caso. Ella dijo que las dira de

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    muy buena gana, y que entendiesen que, aunque parecan cosa de burla, tenan gracia especialpara preservar el mal del corazn y los vaguidos de cabeza, y que las palabras eran:

    ''Cabecita, cabecita,tente en ti, no te resbales,

    y apareja dos puntalesde la paciencia bendita.Solicitala bonitaconfiancita;no te inclinesa pensamientos ruines;vers cosasque toquen en milagrosas,Dios delantey San Cristbal gigante''.

    Con la mitad destas palabras que le digan, y con seis cruces que le hagan sobre el corazn a la

    persona que tuviere vaguidos de cabeza dijo Preciosa, quedar como una manzana. Cuando la gitana vieja oy el ensalmo y el embuste, qued pasmada; y ms lo qued Andrs , quevio que todo era invencin de su agudo ingenio. Quedronse con el soneto, porque no quiso pedir-le Preciosa, por no dar otro trtago a Andrs; que ya saba ella, sin ser enseada, lo que era darsustos y martelos, y sobresaltos celosos a los rendidos amantes.

    Despidironse las gitanas, y, al irse, dijo Preciosa a don Juan:

    Mire, seor, cualquiera da desta semana es prspero para partidas, y ninguno es aciago; apresu-re el irse lo ms presto que pudiere, que le aguarda una vida ancha, libre y muy gustosa, si quiereacomodarse a ella.

    No es tan libre la del soldado, a mi parecer respondi don Juan, que no tenga ms de sujecinque de libertad; pero, con todo esto, har como viere.

    Ms veris de lo que pensis respondi Preciosa, y Dios os lleve y traiga con bien, como vues-tra buena presencia merece.

    Con estas ltimas palabras qued contento Andrs, y las gitanas se fueron contentsimas.

    Trocaron el dobln, repartironle entre todas igualmente, aunque la vieja guardiana llevaba siem-pre parte y media de lo que se juntaba, as por la mayoridad, como por ser ella el aguja por quiense guiaban en el maremagno de sus bailes, donaires, y aun de sus embustes.

    Llegse, en fin, el da que Andrs Caballero se apareci una maana en el primer lugar de su apa-recimiento, sobre una mula de alquiler, sin criado alguno. Hall en l a Preciosa y a su abuela, delas cuales conocido, le recibieron con mucho gusto. l les dijo que le guiasen al rancho antes queentrase el da y con l se descubriesen las seas que llevaba, si acaso le buscasen. Ellas, que,como advertidas, vinieron solas, dieron la vuelta, y de all a poco rato llegaron a sus barracas.

    Entr Andrs en la una, que era la mayor del rancho, y luego acudieron a verle diez o doce gitanos,todos mozos y todos gallardos y bien hechos, a quien ya la vieja haba dado cuenta del nuevo

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    compaero que les haba de venir, sin tener necesidad de encomendarles el secreto; que, como yase ha dicho, ellos le guardan con sagacidad y puntualidad nunca vista. Echaron luego ojo a la mu-la, y dijo uno dellos:

    sta se podr vender el jueves en Toledo.

    Eso no dijo Andrs, porque no hay mula de alquiler que no sea conocida de todos los mozos demulas que trajinan por Espaa.

    Par Dios, seor Andrs dijo uno de los gitanos, que, aunque la mula tuviera ms seales quelas que han de preceder al da tremendo, aqu la transformramos de manera que no la conocierala madre que la pari ni el dueo que la ha criado.

    Con todo eso respondi Andrs, por esta vez se ha de seguir y tomar el parecer mo. A estamula se ha de dar muerte, y ha de ser enterrada donde aun los huesos no parezcan.

    Pecado grande! dijo otro gitano: a una inocente se ha de quitar la vida? No diga tal el buenAndrs, sino haga una cosa: mrela bien agora, de manera que se le queden estampadas todassus seales en la memoria, y djenmela llevar a m; y si de aqu a dos horas la conociere, que melardeen como a un negro fugitivo.

    En ninguna manera consentir dijo Andrs que la mula no muera, aunque ms me aseguren sutransformacin. Yo temo ser descubierto si a ella no la cubre la tierra. Y, si se hace por el provechoque de venderla puede seguirse, no vengo tan desnudo a esta cofrada, que no pueda pagar deentrada ms de lo que valen cuatro mulas.

    Pues as lo quiere el seor Andrs Caballero dijo otro gitano, muera la sin culpa; y Dios sabe sime pesa, as por su mocedad, pues an no ha cerrado (cosa no usada entre mulas de alquiler),como porque debe ser andariega, pues no tiene costras en las ijadas, ni llagas de la espuela.

    Dilatse su muerte hasta la noche, y en lo que quedaba de aquel da se hicieron las ceremonias dela entrada de Andrs a ser gitano, que fueron: desembarazaron luego un rancho de los mejores deladuar, y adornronle de ramos y juncia; y, sentndose Andrs sobre un medio alcornoque, pusi-ronle en las manos un martillo y unas tenazas, y, al son de dos guitarras que dos gitanos taan, lehicieron dar dos cabriolas; luego le desnudaron un brazo, y con una cinta de seda nueva y un ga-rrote le dieron dos vueltas blandamente.

    A todo se hall presente Preciosa y otras muchas gitanas, viejas y mozas; que las unas con mara-villa, otras con amor, le miraban; tal era la gallarda disposicin de Andrs, que hasta los gitanos lequedaron aficionadsimos.

    Hechas, pues, las referidas ceremonias, un gitano viejo tom por la mano a Preciosa, y, puestodelante de Andrs, dijo:

    Esta muchacha, que es la flor y la nata de toda la hermosura de las gitanas que sabemos queviven en Espaa, te la entregamos, ya por esposa o ya por amiga, que en esto puedes hacer loque fuere ms de tu gusto, porque la libre y ancha vida nuestra no est sujeta a melindres ni amuchas ceremonias. Mrala bien, y mira si te agrada, o si vees en ella alguna cosa que te descon-tente; y si la vees, escoge entre las doncellas que aqu estn la que ms te contentare; que la queescogieres te daremos; pero has de saber que una vez escogida, no la has de dejar por otra, ni tehas de empachar ni entremeter, ni con las casadas ni con las doncellas. Nosotros guardamos invi o-

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    lablemente la ley de la amistad: ninguno solicita la prenda del otro; libres vivimos de la amargapestilencia de los celos. Entre nosotros, aunque hay muchos incestos, no hay ningn adulterio; y,cuando le hay en la mujer propia, o alguna bellaquera en la amiga, no vamos a la justicia a pedircastigo: nosotros somos los jueces y los verdugos de nuestras esposas o amigas; con la mismafacilidad las matamos, y las enterramos por las montaas y desiertos, como si fueran animales

    nocivos; no hay pariente que las vengue, ni padres que nos pidan su muerte. Con este temor ymiedo ellas procuran ser castas, y nosotros, como ya he dicho, vivimos seguros. Pocas cosas te-nemos que no sean comunes a todos, excepto la mujer o la amiga, que queremos que cada unasea del que le cupo en suerte. Entre nosotros as hace divorcio la vejez como la muerte; el quequisiere puede dejar la mujer vieja, como l sea mozo, y escoger otra que corresponda al gusto desus aos. Con estas y con otras leyes y estatutos nos conservamos y vivimos alegres; somos se-ores de los campos, de los sembrados, de las selvas, de los montes, de las fuentes y de los ros.Los montes nos ofrecen lea de balde; los rboles, frutas; las vias, uvas; las huertas, hortaliza; lasfuentes, agua; los ros, peces, y los vedados, caza; sombra, las peas; aire fresco, las quiebras; ycasas, las cuevas. Para nosotros las inclemencias del cielo son oreos, refrigerio las nieves, baosla lluvia, msicas los truenos y hachas los relmpagos. Para nosotros son los duros terreros col-chones de blandas plumas: el cuero curtido de nuestros cuerpos nos sirve de arns impenetrableque nos defiende; a nuestra ligereza no la impiden grillos, ni la detienen barrancos, ni la contrastanparedes; a nuestro nimo no le tuercen cordeles, ni le menoscaban garruchas, ni le ahogan tocas,

    ni le doman potros. Del s al no no hacemos diferencia cuando nos conviene: siempre nos precia-mos ms de mrtires que de confesores. Para nosotros se cran las bestias de carga en los cam-pos, y se cortan las faldriqueras en las ciudades. No hay guila, ni ninguna otra ave de rapia, quems presto se abalance a la presa que se le ofrece, que nosotros nos abalanzamos a las ocasio-nes que algn inters nos sealen; y, finalmente, tenemos muchas habilidades que felice fin nosprometen; porque en la crcel cantamos, en el potro callamos, de da trabajamos y de noche hur-tamos; o, por mejor decir, avisamos que nadie viva descuidado de mirar dnde pone su hacienda.No nos fatiga el temor de perder la honra, ni nos desvela la ambicin de acrecentarla; ni sustenta-mos bandos, ni madrugamos a dar memoriales, ni acompaar magnates, ni a solicitar favores. Pordorados techos y suntuosos palacios estimamos estas barracas y movibles ranchos; por cuadros ypases de Flandes, los que nos da la naturaleza en esos levantados riscos y nevadas peas, tendi-dos prados y espesos bosques que a cada paso a los ojos se nos muestran. Somos astrlogosrsticos, porque, como casi siempre dormimos al cielo descubierto, a todas horas sabemos las que

    son del da y las que son de la noche; vemos cmo arrincona y barre la aurora las estrellas delcielo, y cmo ella sale con su compaera el alba, alegrando el aire, enfriando el agua y humede-ciendo la tierra; y luego, tras ellas, el sol, dorando cumbres (como dijo el otro poeta) y rizando mon-tes: ni tememos quedar helados por su ausencia cuando nos hiere a soslayo con sus rayos, niquedar abrasados cuando con ellos particularmente nos toca; un mismo rostro hacemos al sol queal yelo, a la esterilidad que a la abundancia. En conclusin, somos gente que vivimos por nuestraindustria y pico, y sin entremeternos con el antiguo refrn: "Iglesia, o mar, o casa real"; tenemos loque queremos, pues nos contentamos con lo que tenemos. Todo esto os he dicho, generoso man-cebo, porque no ignoris la vida a que habis venido y el trato que habis de profesar, el cual os hepintado aqu en borrn; que otras muchas e infinitas cosas iris descubriendo en l con el tiempo,no menos dignas de consideracin que las que habis odo.

    Call, en diciendo esto el elocuente y viejo gitano, y el novicio dijo que se holgaba mucho de haber

    sabido tan loables estatutos, y que l pensaba hacer profesin en aquella orden tan puesta enrazn y en polticos fundamentos; y que slo le pesaba no haber venido ms presto en conocimien-to de tan alegre vida, y que desde aquel punto renunciaba la profesin de caballero y la vanagloriade su ilustre linaje, y lo pona todo debajo del yugo, o, por mejor decir, debajo de las leyes con queellos vivan, pues con tan alta recompensa le satisfacan el deseo de servirlos, entregndole a ladivina Preciosa, por quien l dejara coronas e imperios, y slo los deseara para servirla.

    A lo cual respondi Preciosa:

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    Puesto que estos seores legisladores han hallado por sus leyes que soy tuya, y que por tuya teme han entregado, yo he hallado por la ley de mi voluntad, que es la ms fuerte de todas, que noquiero serlo si no es con las condiciones que antes que aqu vinieses entre los dos concertamos.Dos aos has de vivir en nuestra compaa primero que de la ma goces, porque t no te arrepien-tas por ligero, ni yo quede engaada por presurosa. Condiciones rompen leyes; las que te he pues-

    to sabes: si las quisieres guardar, podr ser que sea tuya y t seas mo; y donde no, an no esmuerta la mula, tus vestidos estn enteros, y de tus dineros no te falta un ardite; la ausencia quehas hecho no ha sido an de un da; que de lo que dl falta te puedes servir y dar lugar que consi-deres lo que ms te conviene. Estos seores bien pueden entregarte mi cuerpo; pero no mi alma,que es libre y naci libre, y ha de ser libre en tanto que yo quisiere. Si te quedas, te estimar enmucho; si te vuelves, no te tendr en menos; porque, a mi parecer, los mpetus amorosos corren arienda suelta, hasta que encuentran con la razn o con el desengao; y no querra yo que fueses tpara conmigo como es el cazador, que, en alcanzado la liebre que sigue, la coge y la deja por co-rrer tras otra que le huye. Ojos hay engaados que a la primera vista tan bien les parece el oropelcomo el oro, pero a poco rato bien conocen la diferencia que hay de lo fino a lo falso. Esta mi her-mosura que t dices que tengo, que la estimas sobre el sol y la encareces sobre el oro, qu s yosi de cerca te parecer sombra, y tocada, cairs en que es de alquimia? Dos aos te doy de tiempopara que tantees y ponderes lo que ser bien que escojas o ser justo que deseches; que la pren-da que una vez comprada nadie se puede deshacer della, sino con la muerte, bien es que haya

    tiempo, y mucho, para miralla y remiralla, y ver en ella las faltas o las virtudes que tiene; que yo nome rijo por la brbara e insolente licencia que estos mis parientes se han tomado de dejar las muje-res, o castigarlas, cuando se les antoja; y, como yo no pienso hacer cosa que llame al castigo, noquiero tomar compaa que por su gusto me deseche.

    Tienes razn, oh Preciosa! dijo a este punto Andrs; y as, si quieres que asegure tus temoresy menoscabe tus sospechas, jurndote que no saldr un punto de las rdenes que me pusieres,mira qu juramento quieres que haga, o qu otra seguridad puedo darte, que a todo me hallarsdispuesto.

    Los juramentos y promesas que hace el cautivo porque le den libertad, pocas veces se cumplencon ella dijo Preciosa; y as son, segn pienso, los del amante: que, por conseguir su deseo,prometer las alas de Mercurio y los rayos de Jpiter, como me prometi a m un cierto poeta, yjuraba por la laguna Estigia. No quiero juramentos, seor Andrs, ni quiero promesas; slo quieroremitirlo todo a la esperiencia deste noviciado, y a m se me quedar el cargo de guardarme, cuan-do vos le tuviredes de ofenderme.

    Sea ans respondi Andrs. Sola una cosa pido a estos seores y compaeros mos, y es queno me fuercen a que hurte ninguna cosa por tiempo de un mes siquiera; porque me parece que nohe de acertar a ser ladrn si antes no preceden muchas liciones.

    Calla, hijo dijo el gitano viejo, que aqu te industriaremos de manera que salgas un guila en eloficio; y cuando le sepas, has de gustar dl de modo que te comas las manos tras l. Ya es cosade burla salir vaco por la maana y volver cargado a la noche al rancho!

    De azotes he visto yo volver a algunos dsos vacos dijo Andrs.No se toman truchas, etctera replic el viejo: todas las cosas desta vida estn sujetas a diver-sos peligros, y las acciones del ladrn al de las galeras, azotes y horca; pero no porque corra unnavo tormenta, o se anega, han de dejar los otros de navegar. Bueno sera que porque la guerracome los hombres y los caballos, dejase de haber soldados! Cuanto ms, que el que es azotadopor justicia, entre nosotros, es tener un hbito en las espaldas, que le parece mejor que si le trujeseen los pechos, y de los buenos. El toque est [en] no acabar acoceando el aire en la flor de nuestra

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    juventud y a los primeros delitos; que el mosqueo de las espaldas, ni el apalear el agua en las gale-ras, no lo estimamos en un cacao. Hijo Andrs, reposad ahora en el nido debajo de nuestras alas,que a su tiempo os sacaremos a volar, y en parte donde no volvis sin presa; y lo dicho dicho: queos habis de lamer los dedos tras cada hurto.

    Pues, para recompensar dijo Andrs lo que yo poda hurtar en este tiempo que se me da devenia, quiero repartir docientos escudos de oro entre todos los del rancho.

    Apenas hubo dicho esto, cuando arremetieron a l muchos gitanos; y, levantndole en los brazos ysobre los hombros, le cantaban el "Vctor, vctor!, y el "grande Andrs!", aadiendo: ''Y viva,viva Preciosa, amada prenda suya!'' Las gitanas hicieron lo mismo con Preciosa, no sin envidia deCristina y de otras gitanillas que se hallaron presentes: que la envidia tan bien se aloja en los adua-res de los brbaros y en las chozas de pastores, como en palacios de prncipes, y esto de ver me-drar al vecino que me parece que no tiene ms mritos que yo, fatiga.

    Hecho esto, comieron lautamente; repartise el dinero prometido con equidad y justicia; renovron-se las alabanzas de Andrs, subieron al cielo la hermosura de Preciosa. Lleg la noche, acocota-ron la mula y enterrronla de modo que qued seguro Andrs de ser por ella descubierto; y tam-

    bin enterraron con ella sus alhajas, como fueron silla y freno y cinchas, a uso de los indios, quesepultan con ellos sus ms ricas preseas.

    De todo lo que haba visto y odo y de los ingenios de los gitanos qued admirado Andrs, y conpropsito de seguir y conseguir su empresa, sin entremeterse nada en sus costumbres; o, a lomenos, escusarlo por todas las vas que pudiese, pensando exentarse de la jurisdicin de obede-cellos en las cosas injustas que le mandasen, a costa de su dinero.

    Otro da les rog Andrs que mudasen de sitio y se alejasen de Madrid, porque tema ser conocidosi all estaba. Ellos dijeron que ya tenan determinado irse a los montes de Toledo, y desde allcorrer y garramar toda la tierra circunvecina. Levantaron, pues, el rancho y dironle a Andrs unapollina en que fuese, pero l no la quiso, sino irse a pie, sirviendo de lacayo a Preciosa, que sobreotra iba: ella contentsima de ver cmo triunfaba de su gallardo escudero, y l ni ms ni menos, de

    ver junto a s a la que haba hecho seora de su albedro.

    Oh poderosa fuerza deste que llaman dulce dios de la amargura (ttulo que le ha dado la ociosidady el descuido nuestro), y con qu veras nos avasallas, y cun sin respecto nos tratas! Caballero esAndrs, y mozo de muy buen entendimiento, criado casi toda su vida en la Corte y con el regalo desus ricos padres; y desde ayer ac ha hecho tal mudanza, que enga a sus criados y a sus ami-gos, defraud las esperanzas que sus padres en l tenan; dej el camino de Flandes, donde habade ejercitar el valor de su persona y acrecentar la honra de su linaje, y se vino a postrarse a lospies de una muchacha, y a ser su lacayo; que, puesto que hermossima, en fin, era gitana: privile-gio de la hermosura, que trae al redopelo y por la melena a sus pies a la voluntad ms esenta.

    De all a cuatro das llegaron a una aldea dos leguas de Toledo, donde asentaron su aduar, dandoprimero algunas prendas de plata al alcalde del pueblo, en fianzas de que en l ni en todo su tr-

    mino no hurtaran ninguna cosa. Hecho esto, todas las gitanas viejas, y algunas mozas, y los gita-nos, se esparcieron por todos los lugares, o, a lo menos, apartados por cuatro o cinco leguas deaquel donde haban asentado su real. Fue con ellos Andrs a tomar la primera licin de ladrn;pero, aunque le dieron muchas en aquella salida, ninguna se le asent; antes, correspondiendo asu buena sangre, con cada hurto que sus maestros hacan se le arrancaba a l el alma; y tal vezhubo que pag de su dinero los hurtos que sus compaeros haba hecho, conmovido de las lgri-mas de sus dueos; de lo cual los gitanos se desesperaban, dicindole que era contravenir a sus

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    estatutos y ordenanzas, que prohiban la entrada a la caridad en sus pechos, la cual, en tenindola,haban de dejar de ser ladrones, cosa que no les estaba bien en ninguna manera.

    Viendo, pues, esto Andrs, dijo que l quera hurtar por s solo, sin ir en compaa de nadie; por-que para huir del peligro tena ligereza, y para cometelle no le faltaba el nimo; as que, el premio o

    el castigo de lo que hurtase quera que fuese suyo.Procuraron los gitanos disuadirle deste propsito, dicindole que le podran suceder ocasionesdonde fuese necesaria la compaa, as para acometer como para defenderse, y que una personasola no poda hacer grandes presas. Pero, por ms que dijeron, Andrs quiso ser ladrn solo yseero, con intencin de apartarse de la cuadrilla y comprar por su dinero alguna cosa que pudiesedecir que la haba hurtado, y deste modo cargar lo que menos pudiese sobre su conciencia.

    Usando, pues, desta industria, en menos de un mes trujo ms provecho a la compaa que trujeroncuatro de los ms estirados ladrones della; de que no poco se holgaba Preciosa, viendo a su tiernoamante tan lindo y tan despejado ladrn. Pero, con todo eso, estaba temerosa de alguna desgra-cia; que no quisiera ella verle en afrenta por todo el tesoro de Venecia, obligada a tenerle aquellabuena voluntad [por] los muchos servicios y regalos que su Andrs le haca.

    Poco ms de un mes se estuvieron en los trminos de Toledo, donde hicieron su agosto, aunqueera por el mes de setiembre, y desde all se entraron en Estremadura, por ser tierra rica y caliente.Pasaba Andrs con Preciosa honestos, discretos y enamorados coloquios, y ella poco a poco seiba enamorando de la discrecin y buen trato de su amante; y l, del mismo modo, si pudiera cre-cer su amor, fuera creciendo: tal era la honestidad, discrecin y belleza de su Preciosa. A doquieraque llegaban, l se llevaba el precio y las apuestas de corredor y de saltar ms que ninguno; juga-ba a los bolos y a la pelota estremadamente; tiraba la barra con mucha fuerza y singular destreza.Finalmente, en poco tiempo vol su fama por toda Estremadura, y no haba lugar donde no sehablase de la gallarda disposicin del gitano Andrs Caballero y de sus gracias y habilidades; y alpar desta fama corra la de la hermosura de la gitanilla, y no haba villa, lugar ni aldea donde no losllamasen para regocijar las fiestas votivas suyas, o para otros particulares regocijos. Desta manera,iba el aduar rico, prspero y contento, y los amantes gozosos con slo mirarse.

    Sucedi, pues, que, teniendo el aduar entre unas encinas, algo apartado del camino real, oyeronuna noche, casi a la mitad della, ladrar sus perros con mucho ahnco y ms de lo que acostumbra-ban; salieron algunos gitanos, y con ellos Andrs, a ver a quin ladraban, y vieron que se defendadellos un hombre vestido de blanco, a quien tenan dos perros asido de una pierna; llegaron y qui-tronle, y uno de los gitanos le dijo:

    Quin diablos os trujo por aqu, hombre, a tales horas y tan fuera de camino? Vens a hurtarpor ventura? Porque en verdad que habis llegado a buen puerto.

    No vengo a hurtar respondi el mordido, ni s si vengo o no fuera de camino, aunque bien veoque vengo descaminado. Pero decidme, seores, est por aqu alguna venta o lugar donde puedarecogerme esta noche y curarme de las heridas que vuestros perros me han hecho?

    No hay lugar ni venta donde podamos encaminaros respondi Andrs; mas, para curar vues-tras heridas y alojaros esta noche, no os faltar comodidad en nuestros ranchos. Venos con noso-tros, que, aunque somos gitanos, no lo parecemos en la caridad.

    Dios la use con vosotros respondi el hombre; y llevadme donde quisiredes, que el dolor des-ta pierna me fatiga mucho.

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    Llegse a l Andrs y otro gitano caritativo (que aun entre los demonios hay unos peores queotros, y entre muchos malos hombres suele haber algn bueno), y entre los dos le llevaron. Hacala noche clara con la luna, de manera que pudieron ver que el hombre era mozo de gentil rostro ytalle; vena vestido todo de lienzo blanco, y atravesada por las espaldas y ceida a los pechos unacomo camisa o talega de lienzo. Llegaron a la barraca o toldo de Andrs, y con presteza encendie-

    ron lumbre y luz, y acudi luego la abuela de Preciosa a curar el herido, de quien ya le haban dadocuenta. Tom algunos pelos de los perros, frilos en aceite, y, lavando primero con vino dos mor-deduras que tena en la pierna izquierda, le puso los pelos con el aceite en ellas y encima un pocode romero verde mascado; liselo muy bien con paos limpios y santigule las heridas y djole:

    Dormid, amigo, que, con el ayuda de Dios, no ser nada.

    En tanto que curaban al herido, estaba Preciosa delante, y estvole mirando ahincadamente, y lomismo haca l a ella, de modo que Andrs ech de ver en la atencin con que el mozo la miraba;pero echlo a que la mucha hermosura de Preciosa se llevaba tras s los ojos. En resolucin, des-pus de curado el mozo, le dejaron solo sobre un lecho hecho de heno seco, y por entonces noquisieron preguntarle nada de su camino ni de otra cosa.

    Apenas se apartaron dl, cuando Preciosa llam a Andrs aparte y le dijo:

    Acurdaste, Andrs, de un papel que se me cay en tu casa cuando bailaba con mis compae-ras, que, segn creo, te dio un mal rato?

    S acuerdo respondi Andrs, y era un soneto en tu alabanza, y no malo.

    Pues has de saber, Andrs replic Preciosa, que el que hizo aquel soneto es ese mozo mordi-do que dejamos en la choza; y en ninguna manera me engao, porque me habl en Madrid dos otres veces, y aun me dio un romance muy bueno. All andaba, a mi parecer, como paje; mas no delos ordinarios, sino de los favorecidos de algn prncipe; y en verdad te digo, Andrs, que el mozoes discreto, y bien razonado, y sobremanera honesto, y no s qu pueda imaginar desta su veniday en tal traje.

    Qu puedes imaginar, Preciosa? respondi Andrs. Ninguna otra cosa sino que la mismafuerza que a m me ha hecho gitano le ha hecho a l parecer molinero y venir a buscarte. Ah, Pre-ciosa, Preciosa, y cmo se va descubriendo que te quieres preciar de tener ms de un rendido! Y siesto es as, acbame a m primero y luego matars a este otro, y no quieras sacrificarnos juntos enlas aras de tu engao, por no decir de tu belleza.

    Vlame Dios respondi Preciosa, Andrs, y cun delicado andas, y cun de un sotil cabellotienes colgadas tus esperanzas y mi crdito, pues con tanta facilidad te ha penetrado el alma ladura espada de los celos! Dime, Andrs: si en esto hubiera artificio o engao alguno, no supierayo callar y encubrir quin era este mozo? Soy tan necia, por ventura, que te haba de dar ocasinde poner en duda mi bondad y buen trmino? Calla, Andrs, por tu vida, y maana procura sacardel pecho deste tu asombro [preguntndole] adnde va, o a lo que viene. Podra ser que estuvieseengaada tu sospecha, como yo no lo estoy de que sea el que he dicho. Y, para ms satisfacintuya, pues ya he llegado a trminos de satisfacerte, de cualquiera manera y con cualquiera inten-cin que ese mozo venga, despdele luego y haz que se vaya, pues todos los de nuestra parciali-dad te obedecen, y no habr ninguno que contra tu voluntad le quiera dar acogida en su rancho; y,cuando esto as no suceda, yo te doy mi palabra de no salir del mo, ni dejarme ver de sus ojos, nide todos aquellos que t quisieres que no me vean. Mira, Andrs, no me pesa a m de verte celoso,pero pesarme ha mucho si te veo indiscreto.

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    Como no me veas loco, Preciosa respondi Andrs, cualquiera otra demonstracin ser poca oninguna para dar a entender adnde llega y cunto fatiga la amarga y dura presuncin de los celos.Pero, con todo eso, yo har lo que me mandas, y sabr, si es que es posible, qu es lo que esteseor paje poeta quiere, dnde va, o qu es lo que busca; que podra ser que por algn hilo quesin cuidado muestre, sacase yo todo el ovillo con que temo viene a enredarme.

    Nunca los celos, a lo que imagino dijo Preciosa, dejan el entendimiento libre para que puedajuzgar las cosas como ellas son. Siempre miran los celosos con antojos de allende, que hacen lascosas pequeas, grandes; los enanos, gigantes, y las sospechas, verdades. Por vida tuya y por lama, Andrs, que procedas en esto, y en todo lo que tocare a nuestros conciertos, cuerda y discre-tamente; que si as lo hicieres, s que me has de conceder la palma de honesta y recatada, y deverdadera en todo estremo.

    Con esto se despidi de Andrs, y l se qued esperando el da para tomar la confesin al herido,llena de turbacin el alma y de mil contrarias imaginaciones. No poda creer sino que aquel pajehaba venido all atrado de la hermosura de Preciosa; porque piensa el ladrn que todos son de sucondicin. Por otra parte, la satisfacin que Preciosa le haba dado le pareca ser de tanta fuerza,que le obligaba a vivir seguro y a dejar en las manos de su bondad toda su ventura.

    Llegse el da, visit al mordido; preguntle cmo se llamaba y adnde iba, y cmo caminaba tantarde y tan fuera de camino; aunque primero le pregunt cmo estaba, y si se senta sin dolor delas mordeduras. A lo cual respondi el mozo que se hallaba mejor y sin dolor alguno, y de maneraque poda ponerse en camino. A lo de decir su nombre y adnde iba, no dijo otra cosa sino que sellamaba Alonso Hurtado, y que iba a Nuestra Seora de la Pea de Francia a un cierto negocio, yque por llegar con brevedad caminaba de noche, y que la pasada haba perdido el camino, y acasohaba dado con aquel aduar, donde los perros que le guardaban le haban puesto del modo quehaba visto.

    No le pareci a Andrs legtima esta declaracin, sino muy bastarda, y de nuevo volvieron ahacerle cosquillas en el alma sus sospechas; y as, le dijo:

    Hermano, si yo fuera juez y vos hubirades cado debajo de mi jurisdicin por algn delito, el cualpidiera que se os hicieran las preguntas que yo os he hecho, la respuesta que me habis dadoobligara a que os apretara los cordeles. Yo no quiero saber quin sois, cmo os llamis o adndevais; pero advirtoos que, si os conviene mentir en este vuestro viaje, mintis con ms aparienciade verdad. Decs que vais a la Pea de Francia, y dejisla a la mano derecha, ms atrs destelugar donde estamos bien treinta leguas; caminis de noche por llegar presto, y vais fuera de cami-no por entre bosques y encinares que no tienen sendas apenas, cuanto ms caminos. Amigo, le-vantaos y aprended a mentir, y andad en hora buena. Pero, por este buen aviso que os doy, nome diris una verdad? (que s diris, pues tan mal sabis mentir) Decidme: sois por ventura unoque yo he visto muchas veces en la Corte, entre paje y caballero, que tena fama de ser gran poe-ta; uno que hizo un romance y un soneto a una gitanilla que los das pasados andaba en Madrid,que era tenida por singular en la belleza? Decdmelo, que yo os prometo por la fe de caballerogitano de guardaros el secreto que vos viredes que os conviene. Mirad que negarme la verdad, de

    que no sois el que yo digo, no llevara camino, porque este rostro que yo veo aqu es el que vi enMadrid. Sin duda alguna que la gran fama de vuestro entendimiento me hizo muchas veces que osmirase como a hombre raro e insigne, y as se me qued en la memoria vuestra figura, que os hevenido a conocer por ella, aun puesto en el diferente traje en que estis agora del en que yo os vientonces. No os turbis; animaos, y no pensis que habis llegado a un pueblo de ladrones, sino aun asilo que os sabr guardar y defender de todo el mundo. Mirad, yo imagino una cosa, y si esans como la imagino, vos habis topado con vuestra buena suerte en haber encontrado conmigo.Lo que imagino es que, enamorado de Preciosa, aquella hermosa gitanica a quien hicisteis losversos, habis venido a buscarla, por lo que yo no os tendr en menos, sino en mucho ms; que,

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    aunque gitano, la esperiencia me ha mostrado adnde se estiende la poderosa fuerza de amor, ylas transformaciones que hace hacer a los que coge debajo de su jurisdicin y mando. Si esto esas, como creo que sin duda lo es, aqu est la gitanica.

    S, aqu est, que yo la vi anoche dijo el mordido; razn con que Andrs qued como difunto,

    parecindole que haba salido al cabo con la confirmacin de sus sospechas. Anoche la vi torna referir el mozo, pero no me atrev a decirle quin era, porque no me convena.

    Desa manera dijo Andrs, vos sois el poeta que yo he dicho.

    S soy replic el mancebo; que no lo puedo ni lo quiero negar. Quiz poda ser que donde hepensado perderme hubiese venido a ganarme, si es que hay fidelidad en las selvas y buen acogi-miento en los montes.

    Hayle, sin duda respondi Andrs, y entre nosotros, los gitanos, el mayor secreto del mundo.Con esta confianza podis, seor, descubrirme vuestro pecho, que hallaris en el mo lo que ve-ris, sin doblez alguno. La gitanilla es parienta ma, y est sujeta a lo [que] quisiere hacer della; sila quisiredes por esposa, yo y todos sus parientes gustaremos dello; y si por amiga, no usaremos

    de ningn melindre, con tal que tengis dineros, porque la codicia por jams sale de nuestros ran-chos.

    Dineros traigo respondi el mozo: en estas mangas de camisa que traigo ceida por el cuerpovienen cuatrocientos escudos de oro.

    ste fue otro susto mortal que recibi Andrs, viendo que el traer tanto dinero no era sino paraconquistar o comprar su prenda; y, con lengua ya turbada, dijo:

    Buena cantidad es sa; no hay sino descubriros, y manos a labor, que la muchacha, que no esnada boba, ver cun bien le est ser vuestra.

    Ay amigo! dijo a esta sazn el mozo, quiero que sepis que la fuerza que me ha hecho mudarde traje no es la de amor, que vos decs, ni de desear a Preciosa, que hermosas tiene Madrid quepueden y saben robar los corazones y rendir las almas tan bien y mejor que las ms hermosasgitanas, puesto que confieso que la hermosura de vuestra parienta a todas las que yo he visto seaventaja. Quien me tiene en este traje, a pie y mordido de perros, no es amor, sino desgracia ma.

    Con estas razones que el mozo iba diciendo, iba Andrs cobrando lo[s] espritus perdidos, pare-cindole que se encaminaban a otro paradero del que l se imaginaba; y deseoso de salir de aque-lla confusin, volvi a reforzarle la seguridad con que poda descubrirse; y as, l prosigui dicien-do:

    Yo estaba en Madrid en casa de un ttulo, a quien serva no como a seor, sino como a pariente.ste tena un hijo, nico heredero suyo, el cual, as por el parentesco como por ser ambos de una

    edad y de una condicin misma, me trataba con familiaridad y amistad grande. Sucedi que estecaballero se enamor de una doncella principal, a quien l escogiera de bonsima gana para suesposa, si no tuviera la voluntad sujeta, como buen hijo, a la de sus padres, que aspiraban a casar-le ms altamente; pero, con todo eso, la serva a hurto de todos los ojos que pudieran, con laslenguas, sacar a la plaza sus deseos; solos los mos eran testigos de sus intentos. Y una noche,que deba de haber escogido la desgracia para el caso que ahora os dir, pasando los dos por lapuerta y calle desta seora, vimos arrimados a ella dos hombres, al parecer, de buen talle. Quisoreconocerlos mi pariente, y apenas se encamin hacia ellos, cuando echaron con mucha ligereza

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    mano a las espadas y a dos broqueles, y se vinieron a nosotros, que hicimos lo mismo, y con igua-les armas nos acometimos. Dur poco la pendencia, porque no dur mucho la vida de los dos con-trarios, que, de dos estocadas que guiaron los celos de mi pariente y la defensa que yo le haca,las perdieron (caso estrao y pocas veces visto). Triunfando, pues, de lo que no quisiramos, vol-vimos a casa, y, secretamente, tomando todos los dineros que podimos, nos fuimos a San Jerni-

    mo, esperando el da, que descubriese lo sucedido y las presunciones que se tenan de los