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Publicado en ARTIUM - Biblioteca y Centro de Documentación (https://catalogo.artium.eus ) Inicio > Artistas > M > Joan Miró > Obra Obra Los primeros dibujos conservados de Joan Miró datan de 1901, cuando el artista contaba con ocho años. Son composiciones sencillas, como El callista (1901), en las que nunca falta el color. En las primeras pinturas de Miró se dejan notar las influencias de sus conocimientos de arte contemporáneo. El fauvismo influye en obras como El campesino (1914), posiblemente su primer óleo, o en Reloj de pared y farola (1915). Otros de sus primeros trabajos son Retrato de Ricart, Ciurana, el sendero, y Nord-Sud, las tres de 1917. Un año más tarde, Miró funda El Grupo de Courbet, junto con Ricart, Ràfols, Domigo, Sala, y posteriormente Llorens Artigas. Fase detallista En 1918 se encuentra en Montroig, y allí pinta al aire libre paisajes en torno a la granja familiar: Casa con palma (1918), Huerto con asno (1918), Las roderas del coche (1918) , Montroig, la iglesia y el pueblo (1919), La granjera (1922)? Son obras en que los detalles aparecen representados de un modo infantil, y los colores son más naturales que los de cuadros anteriores. En 1919 Miró pinta un Autorretrato, muy diferente del severo Retrato de Ricart que había realizado dos años antes. El detallismo con que pinta la ropa es similar al de los paisajes antes citados, introduciendo en el lienzo un contraste entre detalles cubistas y elementos abstractos. Esta confrontación de estilos aparece aún con mayor fuerza en La mesa (Naturaleza muerta con conejo), de 1920.

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Publicado en ARTIUM - Biblioteca y Centro de Documentación (https://catalogo.artium.eus)

Inicio > Artistas > M > Joan Miró > Obra

Obra

Los primeros dibujos conservados de Joan Miró datan de 1901, cuando el artista contaba con ocho años. Son composiciones sencillas, como El callista (1901), en las que nunca falta el color.  En las primeras pinturas de Miró se dejan notar las influencias de sus conocimientos de arte contemporáneo. El fauvismo influye en obras como El campesino (1914), posiblemente su primer óleo, o en Reloj de pared y farola (1915).  Otros de sus primeros trabajos son Retrato de Ricart, Ciurana, el sendero, y Nord-Sud, las tres de 1917.  Un año más tarde, Miró funda El Grupo de Courbet, junto con Ricart, Ràfols, Domigo, Sala, y posteriormente Llorens Artigas.

 

Fase detallista

En 1918 se encuentra en Montroig, y allí pinta al aire libre paisajes en torno a la granja familiar: Casa con palma (1918), Huerto con asno (1918), Las roderas del coche (1918), Montroig, la iglesia y el pueblo (1919), La granjera (1922)? Son obras en que los detalles aparecen representados de un modo infantil, y los colores son más naturales que los de cuadros anteriores.

En 1919 Miró pinta un Autorretrato, muy diferente del severo Retrato de Ricart que había realizado dos años antes. El detallismo con que pinta la ropa es similar al de los paisajes antes citados, introduciendo en el lienzo un contraste entre detalles cubistas y elementos abstractos. Esta confrontación de estilos aparece aún con mayor fuerza en La mesa (Naturaleza muerta con conejo), de 1920.

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Ese mismo año Joan Miró llega a París, aunque es en su segunda estancia en esta ciudad cuando alquila un taller en la calle Blomet (perteneciente al escultor Pablo Gargallo, quien durante el invierno daba clases en Barcelona) y comienza a relacionarse con los intelectuales del momento. Expone por primera vez en 1921, en la Galería Licorne, aunque no consigue vender ningún cuadro.

A su regreso a Montroig ese verano hay un cambio evidente en sus obras, desapareciendo de éstas prácticamente todos los elementos fauvistas y cubistas, y comenzando a emplear formas geométricas. Este cambio puede apreciarse en obras como Desnudo de pie (1921).

Ese mismo año comienza a realizar La masía, uno de sus cuadros más emblemáticos, que comienza en Cataluña y finaliza en París. En esta obra, el tamaño de los diferentes elementos del cuadro depende de la trascendencia que tienen para el pintor, no de su

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dimensión natural. Están tratados todos con minuciosidad, considerando hasta los detalles aparentemente más triviales y analizando cada elemento de la naturaleza, cada animal doméstico, cada objeto.

El tema de la fertilidad está presente en el lienzo: una regadera cuyo extremo se inclina hacia un cubo orientado frente a ella; un periódico doblado al lado de ésta, en que sólo se consigue leer una parte del título: ?L?Intr?, que puede indicar introducir, penetrar, y que hace referencia directa al nombre de un periódico (es posible que aluda al diario parisino L?intransigeant, o a L?intransigent, periódico nacionalista catalán).

Al fondo de la escena, junto al lavadero, hay una figura un tanto extraña, inquietante incluso, situada cerca de la mujer que lava. Es una figura, aparentemente humana, en una posición poco natural, que podría ser un feto o una figura infantil con reminiscencias de las esculturas románicas. También aparecen los animales de la granja, y la flora típica del paisaje catalán.

Este cuadro tiene una esmerada composición, y Miró realiza innumerables modificaciones durante los nueve intensos meses en que trabaja en él. No hizo dibujos preparatorios. Los motivos están pintados con tal detallismo que exige gran concentración y esfuerzo por parte del artista el realizar la obra.

La composición del cuadro está centrada por un eucalipto que extiende sus ramas hacia el cielo, con una base blanca, rodeado por un círculo negro. Los historiadores del arte ven en este cuadro un símbolo del pueblo catalán. La obra se halla dividida en dos áreas: la parte

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superior, con un cielo sin nubes, plano, y la parte inferior, la casa, la tierra y el gallinero, con tonos ocres y pintados con gran minuciosidad.

El cuadro es realista, el artista pretende resumir en él el mundo de su entorno. De esta manera, lo que el artista va pintando sufre constantes trasformaciones que él se ve obligado a plasmar en el lienzo. Sin embargo, cambia algunos elementos para mantener el equilibrio de la obra.

Una vez finalizado el lienzo, Miró tuvo muchos problemas para venderlo. Finalmente la adquirió Ernest Hemingway y posteriormente fue donada por su viuda a la National Gallery of Art, en Washington.

Búsqueda de un lenguaje

A partir de 1923 se aprecia un cambio considerable en la obra de Miró. Ese año realiza Tierra labrada, una obra en la que inicia un camino hacia un mundo simbólico propio. Aún es reconocible el paisaje de La masía, de hecho parece una versión de la anterior, pero las figuras, los objetos, se han transformado de una manera inquietante no exenta de humor, aunque el espectador puede seguir reconociéndolos. En este cuadro hay una visión subjetiva, llena de imaginación, ignorando el detalle de cuadros anteriores.

En la copa de un árbol un ojo observa la escena, mientras del tronco cuelga una gran oreja; en otro árbol ondean tres banderas, la catalana, la francesa y la española; la cabeza de un pez sale de la tierra,? Se trata de un conjunto de figuras que componen el cuadro a modo de collage.

Otro cuadro de esta época, Paisaje catalán (El cazador), realizado entre 1923 y 1924, muestra ciertas similitudes con el anterior, aunque el conjunto de figuras ha quedado condensado en unos pocos símbolos. La evolución de Miró se hace significativa, despoja a sus cuadros de lo superfluo y deja únicamente los elementos más primarios, cuidando el

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equilibrio compositivo y creando un universo propio de formas. Va abandonando sus referencias figurativas y el gusto por el detallismo y se aprecian algunos signos tendentes al surrealismo.

El fondo es ahora homogéneo y opaco, constituido por campos cromáticos sin perspectiva, y en él destacan las figuras. Miró ya no busca representar la realidad, y elige elementos más esquemáticos e imaginativos para ir conformando un universo propio.

Surrealismo

En 1924 Miró pinta varios cuadros de inspiración surrealista (ese mismo año aparece el primer manifiesto surrealista). El carnaval del arlequín es uno de ellos, en que los sueños inspiran las figuras divertidas y fantásticas, en una obra llena de energía, imaginación y música. La obra está estructurada según un diagrama regulador de la composición, donde todas figuras (el arlequín, los gatos, el pez?) y los objetos (los instrumentos musicales, la escalera, la mesa?) tienen su sitio.

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En esta época, Miró se adhiere a los principios del surrealismo, e incluso es considerado por André Breton como el más surrealista de los pintores, pero no se siente partícipe de las manifestaciones de este movimiento. Se sirve del surrealismo para descubrir su propio camino.

En 1925 pinta El nacimiento del mundo, una obra con un fondo borroso, desdibujado, en el que parecen flotar figuras de colores primarios. Este cuadro, de grandes dimensiones, hace alusión al proceso de creación, y se enmarca, como el anterior, dentro de las llamadas ?pinturas de sueños?.

Desde 1925 a 1927 Miró realiza más de ciento treinta cuadros, más que en los diez años anteriores. Muchos de ellos no tienen título, y otros son concebidos por poetas amigos del artista o asignados después de terminar el cuadro, a partir de las frases que escribía en los lienzos: Sena, Música, Bataille y yo.

Entre las mejores obras de este periodo se encuentra Este es el color de mis sueños (1925), en el que se aprecia su interés por la poesía, incorporando texto e imagen en un mismo espacio visual, a modo de ?cuadro-poema?. Bajo una mancha azul se puede leer ?ceci est la couleur de mes rêves?, y en la parte superior izquierda del lienzo la palabra ?Photo?. La mancha azul aparece solitaria entre las palabras en un lienzo casi vacío.

El reduccionismo de formas continúa en este periodo, aunque a pesar de la abstracción todavía se pueden reconocer en los cuadros los elementos de un paisaje o una naturaleza muerta. Una obra de este momento es Personaje lanzando una piedra a un pájaro (1926).

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En 1928 Miró realiza un viaje a Bélgica y Países Bajos, donde puede observar a los maestros holandeses del siglo XVII, de los que le impresiona profundamente su realismo intimista. A partir de tarjetas postales de estas obras realiza las suyas propias adaptándolas a su particular mirada, creando la serie Interiores holandeses. Hombre tocando el laúd, de Hendrick Martensz Sorgh, se convierte en Interior holandés I, y La lección de baile del gato, de Jan Steen, en Interior holandés II. Todas las figuras y elementos de los cuadros originales han sido reproducidos, pero transformados al singular lenguaje mironiano. Las proporciones también varían, a veces aumentadas y otras reducidas con respecto al cuadro original.

En 1929 plasma su particular visión de un anuncio publicitario español de un motor alemán en La reina Luisa de Prusia. La forma del motor evoca en Miró una figura humana femenina, con una falda larga y altos pechos.

En 1928 y 1929 transforma algunos retratos femeninos existentes, adaptando, como ya había

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hecho en Interiores holandeses, cuadros de artistas conocidos. En 1930 expone en París los papiers collés realizados el año anterior y por primera vez realiza una exposición individual en Estados Unidos. En estos inicios de los años 30 Miró se desvincula del ya muy dividido grupo surrealista. En ese momento trabaja con gran variedad de medios y materiales: ilustración de libros, decoración de escenarios, dibujo, collage, diseño de trajes para el teatro, escultura, y por supuesto pintura. En 1933 pinta una serie de cuadros a partir de collages, tomando imágenes de máquinas u objetos cotidianos de libros y revistas y a partir de ellos crea los cuadros.

Pinturas salvajes

En 1934 realiza grandes dibujos a pastel, con unas características más dramáticas y sombrías, que anuncian lo que serán sus llamadas ?pinturas salvajes?. Ese mismo año realiza Golondrina / Amor en el diseño para un tapiz, mezclando hábilmente figuras y palabras a través de líneas a la vez que miembros humanos están repartidos sobre el lienzo, libremente independizados unos de otros. El conjunto transmite un particular efecto de libertad.

En 1936, a causa de la guerra civil española, toma la decisión de quedarse en París con su familia, donde permanecerá hasta 1940. En esta época empieza una serie de ?pinturas salvajes?, que la mayoría de autores relacionan con la angustia del artista ante la situación conflictiva que se vivía en España. La abstracción se acentúa, el dramatismo se hace patente, desgarrador. Los personajes de los cuadros aparecen distorsionados, rotos por el dolor, predominando las figuras femeninas.

De esta época es el cuadro Hombre y mujer ante un montón de excrementos (1936), que presenta dos figuras dislocadas instaladas en un paisaje de contrastes claroscuros, con los excrementos aludidos en el título a la derecha del cuadro, como una estatua que presidiera la escena, transmitiendo el conjunto todo el pesimismo que envuelve al artista.

En este periodo hay una obra singular, que se aleja del lenguaje habitual de Miró. Se trata de Bodegón con un viejo zapato, de 1937, que transmite como los anteriores la sensación de angustia que estaba viviendo el artista, pero de una manera muy diferente. Miró buscaba en esta obra plasmar una realidad profunda y fascinante, y para ello divide la superficie en

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negros, verdes, amarillos y rojos aportando al lienzo una coloración incandescente que le da un aspecto casi fantasmagórico.

En 1937 se celebra la Exposición Universal de París. La España republicana decide participar en la exposición (Picasso realiza por este motivo El Guernica), y para ello Miró crea un gran mural de óleo sobre celotex, El segador, retrato monumental de un campesino catalán con una hoz en el puño, hoy en día desaparecido. El título de la obra es el singular de Els Segadors, himno nacional de Cataluña.

Constelaciones

Miró comienza una nueva etapa de su trabajo con la serie Constelaciones, inspirada en la noche, la naturaleza y la música. Son 23 gouaches, de pequeño tamaño y realizados sobre papel, pintados entre enero de 1940 y septiembre de 1941. Miró necesita más de un mes para terminar cada obra, ya que diariamente va añadiendo nuevos elementos, en un proceso muy laborioso. Estrellas, lunas, soles y figuras se combinan en una red de formas dinámicas, de manera que cuando una figura cruza una línea, invariablemente cambia de color: si antes era roja, pasa a ser negra y viceversa. De esta manera, el color se doblega sistemáticamente ante la forma. Esta serie de espléndidas obras se exponen en la Pierre Matisse Gallery de Nueva York en 1945, provocando un hondo impacto en el público que la visita.

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En esta época, Joan Miró prosigue con sus incursiones con diferentes materiales como trabajos sobre yute, tapices, aguafuertes o ilustraciones para libros, diversificando así sus medios expresivos. En 1944 vuelve a retomar la pintura sobre tela que desde 1939 no empleaba, y también comienza a realizar sus primeros trabajos en cerámica.

Colaboración con Artigas

A principios de los años cincuenta Miró investiga en profundidad las posibilidades de la cerámica, junto a Josep Llorens Artigas, con quien trabaja en colaboración. En 1956 la Unesco les encarga el diseño de dos muros exteriores para la nueva sede en París. Miró y Artigas realizan dos murales cerámicos, uno de ellos dedicado al sol (Muro del sol) y otro dedicado a la luna (Muro de la luna).

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Los dos artistas crean un contraste entre la intensa coloración de los murales y las paredes de hormigón del edificio, buscando una expresión enérgica para el muro del sol, y una más poética para el de la luna.

El proceso de creación de estos murales fue arduo: hubo que cocer el barro en 35 ocasiones, utilizándose 25 toneladas de madera, 4 de barro, 200 kilos de esmalte y 30 de pintura. Miró pintaba valiéndose de una gigantesca escoba de hojas de palma. Para ver los colores finales había que esperar a que el barro hubiera cocido.

Todo esta variedad de materiales que Miró emplea para realizar sus obras hacen necesario un espacio desde el que trabajar, por lo que en los años cincuenta encarga a su amigo, el arquitecto Josep Lluis Sert, la construcción de un gran taller. El traslado al nuevo taller en 1956 supone un momento de inflexión en la trayectoria de Miró, ya que el nuevo espacio le permite explorar nuevas posibilidades artísticas. En esos años trabaja con Artigas en nuevos proyectos de cerámica, y además también realiza varias series de grabado y esculturas de grandes dimensiones.

Últimas décadas

En los últimos años de su trayectoria, Miró incrementa su trabajo con la escultura, cerámica, o grabado, aunque no deja de lado la pintura.

A principios de los años sesenta se vacían sus cuadros, intentando conseguir la mayor intensidad con el mínimo esfuerzo. Cuadros como Azul II y Azul III son una muestra de ello. Miró no pierde su aduacia y radicalidad a pesar del paso del tiempo.

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En 1969 pinta los cristales de la fachada del Colegio de Arquitectos de Barcelona sobre grafismos concebidos por varios arquitectos. En unos pocos días Miró ordena borrar las pinturas, evidenciando su singularidad personal y convirtiendo la obra en arte efímero.

En los años setenta, Miró continúa experimentando en distintos ámbitos de la expresión plástica. En concreto, entre 1970 y 1981 son años muy fecundos en cuanto a la creación de esculturas, realizando ciento setenta en poco más de diez años.

En 1973 realiza Mayo de 1968, sobre la revuelta de los estudiantes parisinos. Muy diferente a este cuadro es Mujer con tres pelos, rodeada de pájaros en la noche, mostrando la versatilidad del artista.

Las obras pictóricas de los años setenta son generalmente de gran tamaño, con profusión de goteos, manchas y salpicaduras, alejadas del ideal tradicional de belleza. A partir de este momento, Joan Miró simplifica extremadamente su vocabulario, transmitiendo sus obras un gran poder expresivo.

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La importancia de las obras tardías de Miró ha sido frecuentemente minusvalorada, y sin embargo, en esas obras se puede apreciar la fuerza con que el artista afrontó la última etapa de su trayectoria. La vitalidad y la tensión espiritual a pesar de su avanzada edad no cede, revelándose en líneas enérgicas y gestos inquietantes.

En los últimos años de su vida Miró continúa de manera relativamente constante con sus temas e iconografía, aunque como apunta María de Corral: ?hay grandes aportaciones a su trayectoria en este último período, como son: una actitud más espontánea en la concepción y resolución de las obras; un gran interés hacia los nuevos materiales ?cerámicas, tapicerías, esculturas, mosaicos-; una profunda investigación en la obra gráfica y los nuevos procedimientos cercanos al action painting. Y hay, sobre todo, una enorme libertad y una radical independencia que, aunque siempre había existido, Miró lleva aquí a sus últimas consecuencias.?

En el momento de la muerte del artista, hay en su estudio gran cantidad de obras en curso. A

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Miró no le preocupa ni siquiera a tan avanzada edad el no poder terminar sus obras, sino que lo que le interesa es continuar realizándolas y tener la capacidad de comenzar nuevos proyectos.

 

 

Claves de su obra

 Joan Miró desarrolló una de las más sobresalientes y personales trayectorias en el arte del siglo XX, dejando una huella perdurable en la historia del arte.

 Es muy difícil establecer las fuentes de inspiración de la obra de Miró: el cielo, junto al sol, la luna y las estrellas conforman un espectáculo que le impresiona profundamente. Los espacios vacíos, los horizontes, se transforman en sus cuadros en pequeñas formas dispuestas en grandes espacios. El paisaje de Montroig ejerce un papel fundamental en la obra de este artista, siendo su lugar de unión con la naturaleza. También el arte supone una importantísima influencia para Miró, el dadaísmo, surrealismo, el expresionismo abstracto americano, el informalismo europeo? Asimismo la caligrafía y la pintura oriental le proveen de ejes culturales con los que ir construyendo su vocabulario. La obra de Miró es consecuencia de una interesante amalgama de influencias.

 Sus modos de expresión abarcan un amplio abanico de prácticas artísticas, con una curiosidad singular por todo tipo de soportes y técnicas: pintura, escultura, dibujo, cerámica, tapices, collages, ilustración de libros, grabado, diseño de decorados, vestuarios, en una muestra extraordinaria de pasión por la materia.

 Este artista convierte cualquier elemento en materia creativa. Es característica en su obra la incorporación de materiales ajenos a las artes plásticas (clavos, ramas, cerillas?). Esto parece, como apunta Guillermo Fernández, ?una influencia de los cubistas? La finalidad

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perseguida (y conseguida) es doble: por un lado, significaban un reto al concepto burgués del arte, visto como algo exquisito, valorable? por otro, estos experimentos constituían la exigencia de una nueva libertad para el artista.?

 El método pictórico de Miró consistía en la búsqueda de un estado de ánimo, sentándose ante la obra hasta llegar a desarrollar la idea. Trabajaba de manera metódica, concentrada y meticulosa. No sentía la necesidad de finalizar una obra antes de comenzar la siguiente, sino que era capaz de trabajar en multitud de ellas a la vez (de hecho, cuando tuvo el espacio suficiente podía tener en curso más de cien obras). Una vez lograda la forma de la obra, el resto era sencillo para Miró, los colores llegaban instintivamente.

 Su obra contiene un vocabulario de signos visuales y poéticos vigoroso y expresivo. Crea un lenguaje pictórico innovador, liberando el arte de limitaciones anteriores. Dentro de este lenguaje algunos elementos son recurrentes. La iconografía cósmica y la relación entre los personajes y los astros es una constante en su trabajo: la tierra, el cielo, la mujer, los pájaros, los personajes, las estrellas, la escalera, los animales, etc. Estos elementos muchas veces se complementan y se relacionan entre sí. Los más representativos son:

Los ojos: aparecen representados de muy diferentes maneras, sugiriendo una mirada abierta a la vida.La mujer: constituye, junto con el pájaro, la pareja más emblemática de la iconografía mironiana, en una unión perfecta entre la tierra y el cielo. Es una figura fundamental, la madre, la madre tierra, la payesa, el desnudo ante un espejo, la cosecha, a la vez defensora y amenazadora, con volúmenes sensualmente rotundos. Es una figura de mujer al mismo tiempo próxima y distante, con los pies aumentados reduciéndose gradualmente hacia arriba, extendida hacia el cielo como las ramas de un árbol. Miró muestra a la mujer como una enérgica manifestación vital.El sol y la luna: son el principio masculino y femenino, el día y la noche, antagónicos y a la vez complementarios.El pájaro: motivo esencial de la iconografía mironiana, en muchas ocasiones viene acompañado de la figura femenina. El pájaro no evoca la capacidad de volar ni el movimiento, sino que es un elemento que aúna el cielo y la tierra.

 

 Al observar la obra de Miró, sin embargo, no hay que abandonarse a la imagen estereotipada de pintura mediterránea, poética y alegre, poblada de soles, estrellas, mujeres y pájaros pasando por alto las contradicciones y variedad de su obra. Esta imagen de la obra plagada de tópicos visuales ha sido muy aprovechada por los diseñadores gráficos, que han sabido sacar partido de ella. Miró trató de resistirse a ella creando durante décadas obras exigentes y rigurosas, intensas y provocadoras, evitando la simplificación de su obra.

 Miró concibe su labor de manera abierta e incluso inacabada. Deja muchas obras sin finalizar, sin su firma, instalándolas en el anonimato, prescinciendo de la vanidad del artista. El carácter inconcluso de estas piezas les otorga un carácter especial, sin que haya que considerar que algo falte en ellas, pues, como decía el propio artista: ?Lo importante no es acabar una obra, sino permitir que se entrevea en esta obra lo que hará posible que otros empiecen o produzcan en una fecha más o menos lejana.?

 Es difícil dar una explicación de la obra de Miró. Se pueden mencionar e incluso analizar los motivos temáticos presentes, la composición de la obra, las pinceladas, las tonalidades de la

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obra, encuadrarla dentro de la trayectoria del artista, sin aproximarse a su significado. Guillermo Fernández señala que: ?Su intención no es dar su punto de vista sobre ningún tema. Miró no está interesado por el individuo o por los acontecimientos sociales. Es como si la cuestión del significado no tuviera demasiado que ver con él? Pero su obra tampoco es ilusoria; el vocabulario que se esforzó en crear, su poética, lleva implícita una promesa: la promesa de un nuevo comienzo? como referencia al destino cósmico de todos nosotros.. Sin nostalgia ni sentimentalismo, muchas pinturas de Miró llevan ocultas esta promesa.?

 

Disciplinas artísticas

Joan Miró fue un artista muy prolífico, realizando en sus noventa años de existencia unos 2000 óleos, 500 esculturas, 400 piezas de cerámica, 5000 dibujos y collages, y unas 3500 obras realizadas mediante diferentes técnicas de grabado.

 

Pintura, dibujo, collage

 

?Que la gente comprenda que ayudé a liberar no sólo lapintura, sino el espíritu de los hombres?

Joan Miró

 

Desde las obras de sus inicios, sus pinturas detallistas, el periodo surrealista, las pinturas salvajes, su etapa de madurez y los últimos años, las divisiones de la trayectoria pictórica de Joan Miró en diferentes etapas no dejan de ser tan discutibles como artificiosas. Su longevidad y fecundidad artística imponen en ocasiones una estructuración de este tipo a efectos prácticos. No obstante, la pintura de este artista no ha de considerarse perteneciente a compartimentos estancos, sino que es una obra en continua evolución que no abandona en ningún momento su espíritu provocativo y su búsqueda de la libertad de espíritu.

La obra pictórica de Joan Miró es el germen de toda su producción artística. Desde sus inicios se expresa plásticamente a través de la pintura, y aunque es un artista en búsqueda constante de nuevos caminos, siempre acaba regresando a la pintura. Miró insiste sobre sus temas ?la tierra, el cielo, la mujer y los pájaros- en todas sus manifestaciones artísticas, pero es la pintura el medio en el que se manifiestan originariamente estas ideas. Indicativo de ello es la excelente serie de las Constelaciones, que repercute en obras posteriores y en otras disciplinas artísticas. Muchas de sus esculturas, grabados, tapices u otro tipo de medios artísticos son una consecuencia directa de la pintura.

Miró pinta o dibuja sobre cualquier soporte, ya sea lienzo, lija, papel de diferentes tipos, como el de los periódicos, las tapas de las cajas de madera, la parte posterior de otras obras, etc. Por otra parte, su repertorio de técnicas pictóricas abarca el óleo, acrílico, gouache, tinta, lápices de ceras y de colores... Miró pinta con los dedos, apoya sus manos u otros objetos

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contra el cuadro, derrama pintura sobre el lienzo que deja fluyendo de manera natural o controlada. Las texturas pueden variar de rugosas superficies a otras muy fluidas. En definitiva, es muy vasta la variedad que conforma la técnica pictórica utilizada por el artista catalán.

Con los años, la pintura de Miró se vuelve más audaz y gestual. Aunque algunos críticos mantienen que en su época más tardía desarrolla con mayor interés y eficacia otros medios de expresión plástica, no conviene minusvalorar la presencia de este medio en ningún momento de su trayectoria. Conforme pasan los años la escala de los cuadros se va agrandando, de manera que la metodología de trabajo cambia. Con sus grandes obras no puede utilizar un caballete. Por ello, pinta sobre el lienzo, caminando encima de él, trabajando boca abajo, moviéndose entre el suelo y la pared. La pintura de su época más

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tardía tiene una condición más abierta, inacabada incluso, que no le resta un ápice de interés.

Miró también trabaja el collage. En ocasiones pinta directamente sobre un periódico a partir de la sugerencia de las imágenes del papel en el que pinta. También recorta fragmentos de anuncios de periódicos o ilustraciones de catálogos publicitarios y los pega sobre una hoja de papel Ingres. Mezcla los medios, por ejemplo aplicando papeles sobre grabados, de manera que las superficies se enriquecen. En muchos casos, el collage no es un elemento independiente que resuelve la composición, sino que es una parte de ella, para crear, junto a otros elementos, la obra completa.

Con respecto al dibujo, Miró realiza dos tipos de dibujos: aquéllos que son dibujos preparatorios de obras que estudia realizar, y los dibujos independientes, con entidad propia. En estos últimos a veces se aprecian las cualidades de la pintura, aunque el color suele ser menos pronunciado que en las pinturas. En concreto en los dibujos en tinta, ésta es empleada de forma parecida a como se emplea en la pintura sobre tela. Asimismo permite al artista concebir el dibujo de manera similar a la caligrafía, acercándose el dibujo a la escritura.

 

Obra gráfica

Joan Miró comentó en una ocasión que el grabado constituía para él un medio mayor de expresión y que había supuesto una liberación y un descubrimiento en su desarrollo creativo. Tiene varias razones para interesarse por esta disciplina: es una nueva materia con la que experimentar y así potenciar sus inquietues artísticas, es un medio mucho más barato que la pintura y por tanto más accesible para el público, y a partir de una sóla obra le permite crear varias muestras.

Miró comienza tardíamente a trabajar con este medio, y a pesar de los obstáculos técnicos iniciales, consigue vencerlos y alcanzar un extraordinario dominio técnico, acrecentando sus recursos creativos. Durante su trayectoria crea miles de estampas y colabora en más de cien libros ilustrados, dejando un considerable legado de obra gráfica.

Emplea un amplio abanico de técnicas y recursos de artes gráficas, incorporando en ocasiones otras técnicas artísticas, combinando como es tan característico en su obra, diversas disciplinas.

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Los inicios del artista en el medio gráfico parten de su contacto con el círculo de poetas en París, del que algunos miembros deseaban que ilustrara obras suyas. De esta manera comienza a ilustrar libros empleando innumerables técnicas, como la del pochoir o estarcido, el gofrado o el carborúndum entre otras muchas.

 Diferentes grabadores y artesanos introducen a Miró en estas técnicas: Louis Marcoussis le inicia en el grabado en talla dulce o calcográfico; con Stanley William Hayter perfecciona la técnica del buril, aprende a trabajar con el grabado al azúcar, la aguatinta, etc. Todo este aprendizaje y su propio proceso de investigación del medio le permiten ampliar de manera excepcional las posibilidades de su lenguaje artístico.

A Miró le interesa especialmente la ilustración de libros, ya que permite aunar pintura y poesía, componiendo de esta forma un conjunto unitario. Realiza también gran cantidad de carteles de todo tipo, relacionados con motivos políticos o culturales. Y además crea abundantes estampas y series de grabados, entre ellas la serie Barcelona, sobre la Guerra Civil Española, la serie Gigantes de 1960, la Serie I y la Serie II de 1961, la Sèrie Mallorca de 1973, o la serie Gaudí de 1979.

Algunas de las obras gráficas de Joan Miró son:

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Entre los libros que ilustró Joan Miró encontramos:

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Escultura

Joan Miró emprende la práctica de la escultura después de años pintando, pero sus comienzos de escultor hay que buscarlos en la Escuela Galí, de Barcelona, donde el joven estudiante tiene que palpar los objetos a ciegas para después pintarlos con la única ayuda de ese recuerdo táctil. También influyen en su posterior trabajo escultórico y en el desarrollo de su personalidad la presencia de objetos procedentes de la naturaleza o del mundo agrario, así como el contacto habitual con las maquinarias de relojería de su padre.

En París Miró se identifica con la atracción de los dadaístas hacia los objetos, sobre todo aquellos con una función y un emplazamiento distinto al habitual. Comienza a acercarse a la escultura a mediados de los años veinte a través de los collage, ya que en esa época realiza varios cuadros-collage a los que incorpora materiales como cuerdas, madera, plumas, etc. Se plantea por qué tiene que pintar un objeto si puede disponerlo directamente sobre el lienzo. De esta forma el volumen surge en su obra, aunque todavía está ligado al marco pictórico.

En los años treinta realiza ensamblajes a los que denomina construcciones, pinturas objeto o únicamente objetos, en los que continúa integrando objetos en un soporte. Ya en 1931 realiza la que puede considerarse su primera escultura, idependizada de la pintura, un Personatge. En esta escultura, los diversos objetos, debidamente situados y combinados, abandonan su naturaleza original para emerger como un nuevo ente.

A principios de los años cuarenta Miró muestra un interés más serio hacia la escultura. Entre los años 1944 y 1950 realiza varias esculturas, que son una traslación tridimensional de las imágenes y motivos de sus pinturas.

No obstante es en los años sesenta cuando realiza sus esculturas más inspiradas, realizadas en bronce. Para el vaciado de estas esculturas emplea el procedimiento de la cera perdida. En un principio las realiza a partir del moldeado, pero pronto comienza a crearlas a partir de la combinación de objetos encontrados  y diversos materiales, con los que compone modelos que posteriormente funde en bronce.

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Se abastece de los materiales escultóricos durante sus prolongados paseos por la playa y el campo. Los selecciona entre piedras con formas peculiares, huesos de animales, latas oxidadas, ramas de árboles, muñecos de plástico abandonados, cerillas, hierros, botellas, y otros objetos que llaman su atención. De esta manera, a veces son objetos elaborados por el hombre y otras materiales de origen natural, en cualquier caso elementos cercanos, procedentes del paisaje que le rodea. Son piezas aparentemente inservibles, que en las manos de Miró, mediante ensamblajes, cobran nuevos significados y dan lugar a personajes u objetos irreemplazables. Con estos materiales Miró crea figuras y formas que son el testimonio de un universo insólito.

A finales de los sesenta Miró realiza una serie de esculturas de tintes alegres y colores vivos,

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con ciertas semejanzas con el movimiento pop. Son obras como Mujer con pájaro, de 1967, o Muchacha huyendo, de 1968.

Entre 1970 y 1981 Miró es especialmente fecundo en cuanto a la creación de esculturas, realizando ciento setenta en poco más de una década. No abandona su interés por esta disciplina hasta el final de sus años.

 

Cerámica

La fascinación de Joan Miró hacia los objetos y la atracción ante la naturaleza imprevisible del fuego es lo que posiblemente lleva a interesarse al artista por este medio.

En 1942 visita una exposición de Artigas y desde entonces intenta covencerle para trabajar juntos. La colaboración entre ambos se materializa en 1944, en una primera etapa que durará hasta 1946, descubriendo Miró entonces los entresijos del fuego y los esmaltes.

Hay una interrupción de su trabajo en común, que se reanuda entre 1954 y 1956, ayudados ya por el hijo de Artigas, Joan Gardy Artigas. En este segundo periodo experimentan con distintos tipos de tierra y fórmulas diferentes para cambiar los colores, creando obras especialmente interesantes tanto desde el punto de vista creativo como técnico: platos, jarrones, placas, personajes, etc.

En 1956 Miró recibe el encargo de realizar dos murales (Muro del sol y Muro de la luna) para el edificio de la Unesco en París. La innovación que supone tener que realizar cerámica plana y adecuarla para su exposición exterior supone un reto para ambos artistas que consiguen resolver con un éxito absoluto el encargo.

En 1962 Artigas y Miró vuelven a trabajar juntos. Un año más tarde Miró se encarga de realizar esculturas cerámicas para el jardín de la Fundación Maeght de Saint-Paul-de-Vence y en 1970 realiza un gran panel para el aeropuerto de Barcelona.

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Desde 1972 Miró ha de trabajar con Joan Gardy Artigas, ya que el padre de éste se encuentra gravemente enfermo. Continúan el trabajo desarrollado en décadas anteriores, y Miró, a pesar de su avanzada edad, conserva intacta su cretividad y espíritu.

Respecto a la temática de la cerámica desarrollada por los artistas, se caracteriza por un cierto primitivismo, y por otra parte tiene características de absoluta modernidad. La iconografía clásica mironiana se mantiene a pesar del cambio de material, aunque las propiedades del mismo le imponen resultados inesperados, que alientan su imaginación: hay muros dedicados al sol y a la luna, placas votivas, máscaras, estelas, maternidades al estilo de la Venus de Willendorf?

El proceso de creación cerámico de los dos artistas es laborioso, y muchas veces han de repetir el trabajo hasta quedar satisfechos, pero el resultado es sobresaliente e innovador, tanto con respecto a los materiales como a las formas.

Miró traslada su lenguaje y su creatividad a la cerámica y Artigas pone toda su maestría artesanal al servicio de la pieza, en una brillante simbiosis donde no se sabe dónde empieza el pintor y dónde acaba el ceramista. Joan Gardy Artigas comenta en un texto a propósito de las cerámicas Miró-Artigas: ?Yo no me atrevería a decir que son bonitas, pero sí puedo afirmar que contienen toda la magia y el misterio que ha supuesto su elaboración, todo el enigma que la fabricación de la cerámica artesanal conlleva, todo el desorden y la motivación necesarios para que la obra de arte exista, esta fuerza misteriosa, convulsiva, que hace al arte tan difícil de definir, y tan evidente cuando nos encontramos ante una obra maestra. ¿Cuáles son las reglas?¿Dónde está la verdad?.?

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Textiles

Hasta 1972 Miró no realiza sus primeras piezas textiles, los tapices y sobreteixims ?una mezcla de pintura, collage y tapiz- con Josep Royo como artesano. Trabaja con cuerdas, lanas y otros materiales, abriendo continuamente nuevas vías de experimentación. El empleo de los textiles para la expresión plástica presenta dificultades técnicas específicas que Miró soluciona mediante el uso expresivo de las texturas.

Unos años más tarde, le encargan unos tapices de gran tamaño para Nueva York y Washington. También realiza uno para la Fundació Joan Miró en Barcelona, partiendo de una auténtica pintura sobre tela y a partir de ella Josep Royo interpreta las texturas para encontrar los colores equivalentes. En el Hospital de la Cruz Roja de Tarragona puede apreciarse el Tapiz de Tarragona (1970), realizado junto a Josep Royo y donado por el artista.

 

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Escenografía

Los primeros contactos de Joan Miró con el teatro se remontan a 1926, cuando en colaboración con Max Ernst realiza los decorados y el vestuario para el ballet Romeo y Julietaque representa la compañía Diaghilev.

En 1932 Miró diseña, por encargo de Leonide Massine, los decorados, la tramoya y el vestuario de los bailarines para el ballet Jeux d?enfants, producido por la compañía rusa de Montecarlo, con música de Bizet, basado en un libreto de Boris Kochno. La obra es estrenada con gran éxito el 14 de abril de 1932 en el Gran Teatro de Montecarlo.

De 1934-1935 nos ha legado el cuaderno y las anotaciones de un proyecto de ballet que no se llegó a realizar, pero que muestra la calidad de los dibujos y la imaginación inagotable del artista en cualquier ámbito.

Miró no vuelve a trabajar para el teatro hasta 1978, año en que, ya anciano, participa en Mori el Merma, con la compañía Teatre de la Claca. Esta obra, basada en Ubu Roi de Alfred Jarry (1896), es una obra que fascina a Miró desde los años veinte. Con el tiempo, Miró asocia al tiránico personaje protagonista con la figura de Franco y realiza una serie de litografías basadas en el tema, Ubu roi (1966), Ubu aux Baléares (1971) y L?enfance d?Ubu(1975). Dos años después comienza a trabajar con el grupo La Claca en el trabajo que desembocaría en Mori el Merma. Los personajes de la obra son retratados de forma burlesca y trasgresora, presentando una parodia de Franco y los suyos.

Esta obra es concebida originalmente como espectáculo de marionetas, pero al final se estrena como obra de teatro. Joan Miró pinta la escenografía y las figuras de la obra a tamaño natural. Son figuras de algodón y goma-espuma, y Miró pinta los personajes mientras los actores están vestidos con las vestiduras e improvisan.

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A finales de septiembre de 1981 es representada la última de las obras en las que trabaja el artista catalán, en este caso se trata de L?ucello Luce. Este trabajo es un ballet con música de Sylvano Bussot y un guión de Jacques Dupin, poeta, crítico de arte y biógrafo de Miró.

Este ballet está dividido en tres partes, cada una de ellas referida a una parte de la vida del artista. Propone una mirada poética y simbólica a la obra de Miró expresada a través de la danza.

La pasión de Miró por la escena es uno de los aspectos menos conocidos de su trabajo, aunque no menos interesante que otras vías artísticas que exploró el artista a lo largo de su fecunda trayectoria.

 

 

El taller de Sert

"Mi sueño cuando pueda establecerme en algun lugar es tener un gran taller, no tanto por razones de iluminación, (...)

sino para tener espacio, muchas telas, porque cuanto más trabajo más deseos tengo de trabajar".

Joan Miró

Durante años Joan Miró soñó con poseer un taller propio que no fuese un simple espacio para trabajar, sino un lugar donde poder crear en soledad absoluta y sin limitaciones espaciales para desarrollar toda su imaginación y talento creativo. El sueño del taller se demorará durante cuarenta años.

Lo cierto es que Joan Miró necesitaba un espacio donde llevar a cabo sus proyectos. Por fin, en los años 50, compra una casa y una finca en Calamayor, Mallorca, y encarga a su amigo el arquitecto Josep Lluis Sert la construcción de un gran taller.

En ese momento Sert dirige la Escuela Graduada de Diseño de Harvard. El arquitecto diseña un proyecto a medida del artista, a la vez práctico y poético, que respeta el entorno natural en

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que está enclavado, de presencia mediterránea, colores primarios y muy innovador.

En la finca de Son Abrines Miró edifica su casa familiar y este taller, espacio complementado a partir de 1959 con la compra de otros terrenos y edificios contiguos en el terreno de Son Boter, que convierte en su segundo estudio. Miró vivirá y trabajará en este lugar hasta su muerte.

El traslado al nuevo taller en 1956 marca el inicio de una nueva etapa artística. El hecho de poder examinar gran cantidad de obras supone una nueva mirada y una revisión de ideas para el artista. Desembala obras que llevaban años almacenadas, lo cual le anima de alguna manera a hacer balance de su obra ?hace tal autocrítica que destruye muchas obras- e interesarse por nuevos caminos, abriendo una nueva etapa artística en su trayectoria.

El cambio al taller también influye en las dimensiones de sus obras sucesivas, de manera que en adelante aumenta la escala de sus lienzos, e incluso repercute en su metodología de trabajo. También logra que su producción se incremente considerablemente

En definitiva, este nuevo espacio supone para Joan Miró un mayor desarrollo de su lenguaje plástico y la posibilidad de una mayor dedicación para explorar todos los caminos sin que el espacio constituya un obstáculo.

 

 

Los museos de Miró

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Fundació Joan Miró (Barcelona)

En la Fundació Joan Miró de Barcelona se encuentran algunas de las más importantes obras de este artista. Forman parte de su colección más de once mil obras, siendo 240 de ellas pinturas, 175 esculturas, 9 textiles, 4 cerámicas, la obra gráfica casi completa y unos 8.000 dibujos, procedentes de las donaciones del propio artista y de particulares.

La idea surge del propio Miró en 1968, que desea crear una fundación con objeto de que hubiera un lugar donde exponer sus obras al público. En 1975 se materializa el proyecto y el 10 de junio de ese año se inaugura con sede en un edificio construido por el arquitecto Josep Lluis Sert en la montaña de Montjüic. Sert concibe el edificio como un espacio abierto, con patios y terrazas interiores articulados en torno a un patio cuadrado, con los elementos típicos de la arquitectura popular catalana. En 1986 el edificio se amplía para dar cabida a la biblioteca y al auditorio. El patronato en origen estaba formado por miembros seleccionados por el propio Miró. Actualmente la administración pública forma parte del patronato.

La colección del museo permite realizar un completo recorrido por la trayectoria de este artista, partiendo de sus primeros esbozos hasta llegar a las obras de grandes dimensiones de su etapa tardía. La exposición permanente se articula en torno a nueve espacios, dedicados cada uno de ellos a una parte de la obra de Miró: cerámica, tapices, escultura, pintura, etc.

Además de mostrar la colección permanente, el museo organiza exposiciones temporales relacionadas con otros artistas, y exposiciones itinerantes de su colección para dar a conocer la obra de este artista. Cuenta también con el espacio Espai 13, para impulsar a jóvenes artistas.

Algunas de las obras presentes en la colección del museo son:

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Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca:http://miro.palmademallorca.es/

Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca.

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Esta fundación se inaugura en diciembre de 1992, tras un largo proceso iniciado en 1981, cuando Joan Miró y su esposa Pilar Juncosa donan al Ayuntamiento de Palma de Mallorca los cuatro talleres en los que el artista había trabajado desde 1956 y gran cantidad de obras pertenecientes al artista.

En 1987 se encarga al arquitecto Rafael Moneo la construcción de la sede de la fundación en el recinto de los terrenos de Son Boter y Son Abrines, abriéndose al público cinco años más tarde.

Así, conforman el espacio de la Fundació, el taller diseñado por Josep Luis Sert, el terreno de Son Boter y el edificio proyectado por Rafael Moneo.

La Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca permite conocer la obra de Joan Miró en el ámbito en que fue concebida: sus talleres, su casa, su refugio. Además es un centro cultural y artístico interesado en difundir el arte contemporáneo, los encuentros culturales y el intercambio de ideas.

La colección permanente de la Fundació la componen sobre todo obras donadas por el artista que proceden de sus talleres en Mallorca, y contiene fundamentalmente pinturas, dibujos y obra gráfica, aunque también incluye otras piezas y un significativo fondo documental.

Algunas de las obras que se pueden contemplar en una visita a la Fundació son:

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Joan Miró dijo...

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 ?Para mí, una brizna de hierba tiene más importancia que un gran árbol, una piedrecilla más que una montaña, una libélula es tan importante como un águila. En la civilización occidental

es necesario el volumen. La enorme montaña es la que tiene todos los privilegios.?

 

 ?Me resulta difícil hablar de mi pintura, ya que siempre nace de un estado de alucinación, provocado por un choc, ya sea objetivo o subjetivo, y del cual soy totalmente irresponsable. En cuanto a mis medios de expresión, me esfuerzo por alcanzar el máximo de claridad, de

potencia y de agresividad plástica, es decir, provocar primero una sensación física para luego llenar el alma.?

 

 ?Me siento atraído por una fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación alguna, luego me siento atraído por otro objeto que al verse ligado al primero produce un choque

poético, pasando antes por ese flechazo plástico, físico, que hace que la poesía te conmueva realmente y sin el cual no sería eficaz.?

 

 ?El pintor trabaja como el poeta, primero surge la palabra y luego el pensamiento. ¡No decidimos escribir sobre la felicidad humana!. De lo contrario, estamos perdidos.?

 

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 ?Trabajo mucho tiempo, años a veces, en un mismo cuadro. Pero, durante todo este tiempo, hay momentos, muy largos en ocasiones, en que no me ocupo de esa obra. Lo importante, para mí, es que se perciba el punto de partida del choque que lo determinó. Que una tela permanezca durante años en mi taller, en ejecución, esto no me inquieta. Contrariamente,

cuando soy rico en telas que tengan un punto de partida lo bastante vivo como para desencadenar una serie de ritmos, una nueva vida, nuevas cosas vidas, me siento contento.?

 

 ?Si llegaran a faltarme los materiales para trabajar, ir a la playa y hacer grafismos en la arena con una caña, dibujar meando en la tierra seca, dibujar en el espacio vacío el gráfico

del canto de los pájaros, el sonido del agua y del viento y de una rueda de carro y el canto de los insectos, que todo se lo lleve después el viento, el agua, pero tener la convicción de que

todas esas realizaciones puras de mi espíritu repercutirán por magia y por milagro en el espíritu de los hombres.?

 

 ?Las formas se engendran al transformarse. Se intercambian y crean así la realidad de un universo de signos y de símbolos en que las figuras pasan de un reino a otro, tocando con un

pie las raíces, son raíces y van a perderse en la cabellera de las constelaciones. Es como una especie de lenguaje secreto, compuesto de fórmulas de encantamiento, y que es anterior

a las palabras, del tiempo en que los hombres imaginaban, presentían, era más verdadero, más real, que lo que veían, era la única realidad.?

 

 ?La lucha por ser libre, por ser espontáneo, es una batalla para toda la vida.?

 

 

URL de Origen: https://catalogo.artium.eus/dossieres/artistas/joan-miro/obra