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S U P L E M E N T O C U LT U R A L CENTRO INAH MORELOS 434 Septiembre 19, 2010 GILBERTO LÓPEZ Y RIVAS L a antología de la obra de Pablo González Casa- nova, reunida y presentada recientemente por Marcos Roitmann bajo el título DE LA SOCIO- LOGÍA DEL PODER A LA SOCIOLOGÍA DE LA EXPLOTACIÓN, con el subtítulo de Pensar América Latina en el siglo XXI, tiene valor, actualidad y vida pro- pias; esto es, independientemente de los distintos veneros donde se origina, la compilación que se reseña en este número del Tlacuache, constituye un instrumento indispensable para enfrentar, desde el pen- samiento crítico y la coherencia ética que caracterizan a González Pablo González Casanova: De la sociología del poder a la sociología de la explotación * reivindicación del conocimiento sociológico como instrumento para trasformar el orden social en busca de un mayor desarrollo político, económico y social de las grandes mayorías. Destacan en este periodo La democracia en México (1965) y Sociología de la explotación (1969), obras que trasforman la sociología latinoamericana y mundial. En la primera se apli- can todas las técnicas de inves- tigación empírica, cualitativa, el marxismo y el estructural funcio- nalismo, siendo el resultado no un sincretismo teórico, sino una explicación causal de las contra- dicciones que aquejan al sistema político mexicano. Casanova –sostiene Roitmann— “apuesta por un socialismo en México, donde converjan la tradición humanista y ilustrada del siglo XVIII y la democracia liberal, que se defienda de las opresio- nes extranjeras imperialistas y fomente una democracia donde todos los ciudadanos, con inde- pendencia de su clase, color y etnia, sean partícipes por igual del desarrollo de la nación.” En Sociología de la explotación, nuestro autor sostiene que la ex- plotación, fundamento del orden capitalista, es incompatible con un sistema político democrático donde se respete la soberanía de los pueblos de América Latina. El tercer momento abarca en- tre 1969 y 1989, en que Gon- zález Casanova reformula las categorías de explotación, colo- nialismo interno y desarrollo, y plantea otras, como hegemonía del pueblo y soldado trasnacio- nal. Surge su crítica al socia- lismo burocrático a partir de la defensa del marxismo científico y del humanismo. Es en este periodo en que desarrolla la con- cepción de una democracia glo- bal y universal donde radican dos problemas en la elección del pro- yecto democrático: o se opta por la falsa democracia trasnacional asociada y sin soberanía, o bien se vincula a la lucha de clases por la soberanía y la liberación. La cuarta etapa del pensa- miento de González Casanova --acorde con Roitmann-- se ex- tiende desde 1989 hasta la ac- tualidad, con dos puntos de in- flexión: la insurrección zapatista Casanova, los retos actuales de una ciencia social comprometida con los pueblos en la acuciante realidad que vive la humanidad y, en particular, Nuestra Amé- rica, en la transnacionalización capitalista neoliberal. El texto tiene coherencia in- terna e intencionalidad que re- fieren al excelente trabajo de Roitmann no sólo en la selección y secuencia de los capítulos in- tegrados, sino también a su introducción, que va hilvanando trasversalmente los perfiles del autor en medio siglo de vida intelectual, al destacar el carácter multidis- ciplina- rio de su obra y brindar las coordenadas histórico-sociales y políticas en las cuales descansa, para facilitar una lectura epis- temológica. En esta reseña me limitaré a los aspectos generales de la obra y a los artículos que tratan la cuestión étnica. Introducción Roitmann destaca que son tres los pilares en los que descansa la obra de González Casa- nova: las rela- ciones sociales de explotación, las estructuras del colonia- lismo interno y la lucha por la de- mocracia y el desarro- llo, preci- sando la respon- sabilidad ético-política con su realidad y su tiempo, y con los valores y principios democrá- ticos con los que se enfrenta al poder, inmune al desánimo y al conformismo teórico. Plantea el compilador cua- tro etapas del pensamiento de González Casanova: la primera formativa, con una licenciatura en derecho, su maestría en Cien- cias Históricas en el Colegio de México y su doctorado en la Sor- bona de París, con la tesis “Intro- ducción a la sociología del cono- cimiento de la América Española a través de la Historiografía fran- cesa”, en la que se observa una primera visión de los estudios que hoy se conocen como co- lonialidad del saber, esto es, la extrapolación de las ideas de los centros de poder colonial en la interpretación de la identidad y la historia hispanoamericana. La segunda etapa, de 1950 y 1969, corresponde al momento en que González Casanova asienta su compromiso antiimpe- rialista, el debate de la sociología empírica y el uso de métodos estadísticos aplicados a la in- vestigación social, así como la Pablo González Casanova

Pablo González Casanova: De la sociología del poder a la

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S U P L E M E N T O C U L T U R A L

CENTRO INAH MORELOS 434Septiembre 19, 2010

Gilberto lópez y rivas

La antología de la obra de Pablo González Casa-nova, reunida y presentada recientemente por Marcos Roitmann bajo el título DE LA SOCIO-LOGÍA DEL PODER A LA SOCIOLOGÍA DE LA EXPLOTACIÓN, con el subtítulo de Pensar

América Latina en el siglo XXI, tiene valor, actualidad y vida pro-pias; esto es, independientemente de los distintos veneros donde se origina, la compilación que se reseña en este número del Tlacuache, constituye un instrumento indispensable para enfrentar, desde el pen-samiento crítico y la coherencia ética que caracterizan a González

Pablo González Casanova:

De la sociología del poder a la sociología de la explotación*

reivindicación del conocimiento sociológico como instrumento para trasformar el orden social en busca de un mayor desarrollo político, económico y social de las grandes mayorías.

Destacan en este periodo La democracia en México (1965) y Sociología de la explotación (1969), obras que trasforman la sociología latinoamericana y mundial. En la primera se apli-can todas las técnicas de inves-tigación empírica, cualitativa, el marxismo y el estructural funcio-nalismo, siendo el resultado no un sincretismo teórico, sino una explicación causal de las contra-dicciones que aquejan al sistema político mexicano. Casanova –sostiene Roitmann— “apuesta por un socialismo en México, donde converjan la tradición humanista y ilustrada del siglo XVIII y la democracia liberal, que se defienda de las opresio-nes extranjeras imperialistas y fomente una democracia donde todos los ciudadanos, con inde-pendencia de su clase, color y etnia, sean partícipes por igual del desarrollo de la nación.” En Sociología de la explotación,

nuestro autor sostiene que la ex-plotación, fundamento del orden capitalista, es incompatible con un sistema político democrático donde se respete la soberanía de los pueblos de América Latina.

El tercer momento abarca en-tre 1969 y 1989, en que Gon-zález Casanova reformula las categorías de explotación, colo-nialismo interno y desarrollo, y plantea otras, como hegemonía del pueblo y soldado trasnacio-nal. Surge su crítica al socia-lismo burocrático a partir de la defensa del marxismo científico y del humanismo. Es en este periodo en que desarrolla la con-cepción de una democracia glo-bal y universal donde radican dos problemas en la elección del pro-yecto democrático: o se opta por la falsa democracia trasnacional asociada y sin soberanía, o bien se vincula a la lucha de clases por la soberanía y la liberación.

La cuarta etapa del pensa-miento de González Casanova --acorde con Roitmann-- se ex-tiende desde 1989 hasta la ac-tualidad, con dos puntos de in-flexión: la insurrección zapatista

Casanova, los retos actuales de una ciencia social comprometida con los pueblos en la acuciante realidad que vive la humanidad y, en particular, Nuestra Amé-rica, en la transnacionalización capitalista neoliberal.

El texto tiene coherencia in-terna e intencionalidad que re-fieren al excelente trabajo de Roitmann no sólo en la selección y secuencia de los capítulos in-tegrados, sino también a su introducción, que va hilvanando trasversalmente los perfiles del autor en medio siglo de vida intelectual, al destacar el carácter multidis-ciplina-

rio de su obra y brindar las coordenadas histórico-sociales y políticas en las cuales descansa, para facilitar una lectura epis-temológica. En esta reseña me limitaré a los aspectos generales de la obra y a los artículos que tratan la cuestión étnica.

Introducción

Roitmann destaca que son tres los pilares en los que descansa la obra de González Casa-

nova: las rela-ciones sociales de explotación, las estructuras del colonia-lismo interno y la lucha por la de-mocracia y el desarro-llo, preci-sando la respon-

sabilidad ético-política con su realidad y su tiempo, y con los valores y principios democrá-ticos con los que se enfrenta al poder, inmune al desánimo y al conformismo teórico.

Plantea el compilador cua-tro etapas del pensamiento de González Casanova: la primera formativa, con una licenciatura en derecho, su maestría en Cien-cias Históricas en el Colegio de México y su doctorado en la Sor-bona de París, con la tesis “Intro-ducción a la sociología del cono-cimiento de la América Española a través de la Historiografía fran-cesa”, en la que se observa una primera visión de los estudios que hoy se conocen como co-lonialidad del saber, esto es, la extrapolación de las ideas de los centros de poder colonial en la interpretación de la identidad y la historia hispanoamericana.

La segunda etapa, de 1950 y 1969, corresponde al momento en que González Casanova asienta su compromiso antiimpe-rialista, el debate de la sociología empírica y el uso de métodos estadísticos aplicados a la in-vestigación social, así como la

Pablo González Casanova

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de 1994 y la caída de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Tiene lugar, lo que González Casa-nova considera como una recon-versión del orden mundial, la hegemonía del imperialismo, el aumento de la deuda externa y la dependencia de las políticas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, unidos a la restauración del capitalismo en los países del antiguo socia-lismo, que afectan los proyectos de liberación nacional en el sur. Esto provoca el nacimiento de un capitalismo totalitario y de una explotación global, que tras-forma el orden mundial en un colonialismo global, cuyo efecto más relevante es la crisis de una democracia excluyente.

A partir de la insurrección del 1 de enero de 1994, el EZLN es concebido por González Casa-nova como la primera revolución del siglo XXI, destacando su con-cepto de mandar obedeciendo, la responsabilidad ética, y su dignidad. Es el verdadero pro-yecto de democracia incluyente y universal. El otro eje de su ac-ción intelectual y política es la revolución cubana. También, du-rante este periodo trabaja en la búsqueda de un nuevo paradigma desde las ciencias de la compleji-dad, la revolución científica y las tecnociencias. Roitmann sostiene que González Casanova ha ejer-cido la praxis, ha mantenido una relación ética entre pensamiento y responsabilidad política. Su praxis es una búsqueda permanente, en la que la satisfacción intelectual cede paso a un compromiso de-mocrático en el que no caben las relaciones sociales de explotación y dominio erguidas sobre el co-lonialismo global. Su cuestiona-miento de la sociología empírica y del marxismo reduccionista aleja su obra de dogmas acomodaticios. Al señalar la pertinencia de una sociología de la explotación como contribución específica al estudio de la realidad social latinoameri-cana, González Casanova funda su propuesta teórica. Como un ejemplo de rigor que reclama para todo quehacer sociológico apli-cado a su praxis teórica, Roitmann plantea el desarrollo del concepto de colonialismo interno, al cual me referiré más adelante.

La introducción a la obra re-señada culmina en destacar la vocación democrática, socialista y humanista de Pablo González Casanova, para quien la demo-cracia se trasforma en un pro-yecto social de construcción del poder político, de participación social del pueblo en la toma de decisiones: una democracia de la mayoría social y nacional, contra la democracia de minorías o élites políticas neoliberales y trasnacionales. O el pueblo tra-bajador es soberano, o no hay de-mocracia. La democracia partici-pativa y representativa de Amé-rica Latina, para serlo realmente deberá incluir y representar a las antiguas poblaciones de origen colonial y neocolonial como au-tonomía y como ciudadanía, o no será democracia.

del país, el no participar en el desarrollo económico, social y cultural, el pertenecer al gran sector de los que no tienen nada. Las sociedades subdesarrolladas, además, “encierran dos o más conglomerados socio-cultura-les, uno superparticipante y otro supermarginal, uno dominante –llámese español, criollo o la-dino—y otro dominado –llámese nativo, indio o indígena.”

Estos fenómenos se hallan esencialmente ligados entre sí y ligados a su vez con un fe-nómeno mucho más profundo que es el colonialismo interno, o el dominio y explotación de unos grupos culturales por otros. Casanova sostiene que el co-lonialismo no es un fenómeno que ocurra a escala internacio-nal solamente, sino que se da también en el interior de una misma nación, como en el caso de México, y que subsiste bajo nuevas formas a pesar de tantos años de revolución, reformas, industrialización y desarrollo.

Haciendo uso del censo, nuestro autor mide el marginalismo a par-tir de diversos indicadores como el analfabetismo, características de la alimentación y el calzado, por entidades federativas, etcétera, ex-trayendo de toda esta información conclusiones de las que destaca el marginalismo y la sociedad plural. La sociedad dual o plural está formada por el México ladino y el México indígena; la población supermarginal es la indígena, que tiene casi todos los atributos de una sociedad colonial.

Las formas del colonialismo interno son las siguientes:

1.- Monopolio de un “centro rector” sobre el comercio y el crédito indígena, con relaciones de intercambio desfavorables a las comunidades indígenas, que se traducen en una descapita-lización permanente de éstas a los más bajos niveles, así como el monocultivo, la deformación y dependencia de la economía indígena.

2.- Explotación conjunta y combinada de la población in-dígena por las distintas clases sociales de la población ladina, mezcla de feudalismo, capita-lismo, esclavismo, trabajo asa-

lariado y forzado, aparcería y peonaje, servicios gratuitos; se dan salarios diferenciales, ex-plotación conjunta de los artesa-nos, discriminaciones sociales, lingüísticas, por las prendas de vestir, discriminaciones jurídi-cas, sindicales, etcétera.

3.- Diferencias culturales y ni-veles de vida, economía de sub-sistencia predominante, tierras de acentuada pobreza agrícola o impropias para la agricultura, alta mortalidad general e infantil, analfabetismo, raquitismo, mani-pulación política.

Este marginalismo social y cultural tiene relaciones obvias con el marginalismo político, el cual es medido por dos indicado-res: la información y la votación.

En este capítulo, González Casanova llega a una conclu-sión critica sobre la antropología mexicana, muy coincidente a la de los estudiantes de mi gene-ración en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de los años sesenta: “Desgraciada-mente, hasta hoy la antropología mexicana, que por muchos con-ceptos nos ha permitido conocer la realidad de nuestro país y que ha tenido un sentido humanista del problema indígena, nunca tuvo un sentido anticolonialista, ni en las épocas más revolucio-narias del país. Influida por la metodología de una ciencia que precisamente surgió de los países metropolitanos para el estudio y el control de los habitantes de sus colonias, no pudo proponerse como tema central el estudio del problema indígena como un pro-blema colonial y como un pro-blema inminentemente político.”

En el segundo capítulo de la obra, “El colonialismo interno”, extraído del libro Sociología de la explotación, González Casanova va profundizar en esta impor-tante categoría para interpretar la problemática étnico nacional, ini-ciando con la idea de que las fron-teras políticas han influido directa o indirectamente en la formula-ción y el uso de las categorías so-ciológicas, acotando que el objeto del trabajo es precisar el carácter relativamente intercambiable de la noción de colonialismo y de estructura colonial, haciendo hin-capié en el colonialismo como un fenómeno interno.

Así, la noción de colonia-lismo interno sólo ha podido surgir a raíz del gran movimiento de independencia de las antiguas colonias. Con la desaparición di-recta del dominio de los nativos por el extranjero aparece la no-ción del dominio y explotación de los nativos por los nativos. No obstante, nuestro autor aclara: “Si el hecho de que los grupos y clases dominantes de las nuevas naciones juegan papeles o “roles” similares a los que desempeñan los antiguos colonialistas es cen-surable o deplorable, o digno de registrarse en el estudio de estas naciones, no es primordialmente los que nos interesa, sino la ca-pacidad explicativa de un colo-nialismo interno, su potencial de explicación sociológica del subdesarrollo, y de explicación

Auto percepción Intelectual

La obra inicia con unas breves trazos autobiográficos en la que González Casanova ofrece una información relevante sobre su formación para entender las lí-neas rectoras de su acción y pen-samiento: un padre que hereda al hijo su espíritu de rebelión, las ideas socialistas, el pluralismo ideológico, el respeto por las creencias religiosas de los demás y la opción intelectual; una madre que enseñó el orden y la disci-plina, la puntualidad y el trabajo doméstico como tarea también de hombres, el arte de vivir y resolver problemas concretos, el gusto por los idiomas y el fortale-cimiento de la voluntad.

Destaca los maestros y cursos que dejaron en él “un buen legado de aprendiz de jurista y bachiller con refuerzo importantes en la historia nacional”. El curso de español de Agustín Yáñez. La in-fluencia decisiva de los maestros de El Colegio de México, cuya mayoría provenía de la España re-publicana, y que enseñaron “a tra-bajar para pensar, a investigar lo que no sabíamos, y a escribir de lo que estuviéramos seguros, listos a descubrir errores tras haber hecho esfuerzos por eliminarlos”

Refiere la influencia del me-jor amigo de esos años, el co-munista-martiano cubano Julio Le Riverend Brusone, de quien aprendió a ser tolerante con quie-nes no pensaban como él, inclu-yendo a conservadores y burgue-ses. Las enseñanzas ex cátedra de Alfonso Reyes sobre el rigor de las narraciones alegres sobre literatura, y la forma de mezclar-las con las anécdotas de la vida y de las travesuras.

Los aprendizajes de la vida de estudiante graduado en Francia con Fernand Braudel; los teatros, las lecturas, los museos, el arte de la conversación salpicada de humor, agudeza, y referencias a las lecturas del día. Fue en París donde estudió filosofía, sociolo-gía y marxismo. En el marxismo, se interesó por Gramsci, cuyas obras completas le regaló Vi-cente Lombardo Toledano.

“Yo creo –escribe don Pa-blo—que la forma libre y justa

de pensar que me dejó mi padre se reforzó con la filosofía mag-nífica de Gramsci, y el sentido patriótico de mis maestras de la primaria, y todo el sistema esco-lar mexicano, se combinaron con el encuentro del comunismo –que yo conocí por Le Riverend y por un amigo tranviario llamado Suárez—y con el nacionalismo marxista leninista al estilo oficial mexicano, en que Lombardo fue un maestro”.

Señala también como aspecto biográfico importante, en su re-greso a México, el disciplinado estudio de cinco años de estadís-tica y sociología empírica –en el que es auxiliado por un compa-ñero de esos años de la Escuela Nacional de Antropología e His-toria, Felipe Montemayor.

En una escala más próxima a la lucha política –señala Casa-nova—“con La Democracia en México, inicié una exploración de la libertad, de la participación en el gobierno y el Estado, del pro-blema de la soberanía nacional y estatal, y de la necesaria con-fluencia en el proyecto de quienes piensan o pensaban con filosofías empiristas o marxistas.”

De la amistad fraternal con Luis Cardoza y Aragón, que se fortaleció con su defensa de Gua-temala ante el golpe de Estado, González Casanova, reconoce que le debe “un curioso método de criticar las revoluciones sin volverse contrarrevolucionario y de apoyar las revoluciones sin volverse adulón.”

Confiesa que sus hijos, en-cabezados por Pablo, le enseña-ron a deshacerse de su estilo de pensar lombardista o populista. “Con enorme dificultad –ex-pone-- aprendí con ellos, y con su generación, a dar a la demo-cracia, en la que siempre había pensado, un nuevo contenido y nuevo impulso”.

De la Sociología del poder a la Sociología de la Explotación

El primer texto de esta sección de la obra, “La sociedad Plural”, extraído de La democracia en México, inicia con una definición de marginalismo como la forma de estar al margen del desarrollo

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práctica de los problemas de las sociedades subdesarrolladas”.

El racismo es un aspecto fun-damental de la relación colonial destacado entonces por el autor: “El racismo y la segregación racial son esenciales a la explo-tación colonial de unos pueblos por otros, e influyen en toda la configuración del desarrollo y la cultura colonial: son freno a los procesos de aculturación, al in-tercambio y traspaso de técnicas avanzadas a la población domi-nada, a la movilidad ocupacional de los trabajadores indígenas que tienden a mantenerse en los tra-bajos no calificados, a la movili-dad política y administrativa de los indígenas.”

Después de analizar las ca-racterísticas típicas del colonia-lismo, González Casanova se pregunta: “¿Hasta qué punto esta categoría –el colonialismo in-terno— es realmente distinta a otras que emplean las ciencias sociales?... ¿Qué valor explica-tivo puede tener en un análisis sociológico del desarrollo?:

El colonialismo interno co-rresponde a una estructura de relaciones sociales de dominio y explotación entre grupos cul-turales heterogéneos, distintos, y con diferencias de civilización. La estructura colonial y el co-lonialismo interno se distinguen de la estructura de clases, por-que no son sólo una relación de dominio y explotación de los trabajadores por los propietarios de los bienes de producción y sus colaboradores, sino una relación de dominio y explotación de una población (con sus distintas cla-ses, propietarios, trabajadores) por otra población que también tiene distintas clases (propieta-rios y trabajadores).

En el tercer trabajo compilado, “La explotación Global”, nuestro autor señala que son muchos los que hablan de la desigualdad, pero pocos sobre la explotación. “Se encuentra entre los tabúes internalizados por las comuni-dades de científicos sociales. Definir la explotación implica, en primer término, reconocer su existencia. En segundo término, reconocer su orden de magnitud. El que éste adquiere hoy caracte-rísticas globales nos obliga a pre-cisar qué entendemos por global, identificándolo con el proceso de mundialización (Samir Amin) o con la evolución más reciente de la “economía-mundo capitalista” (Inmmanuel Wallerstein), junto con el creciente predominio de organizaciones que se articulan en estructuraciones de carácter mundial o global y que afectan la vida del conjunto de la especie humana y de la naturaleza (El-mar Altvater)

Analizar el problema de la explotación de unos hombres por otros a escala global tiene hoy un significado nuevo: no sólo permitirá platear y even-tualmente resolver el problema de los explotados, sino el de los seres humanos. De los “pobres” y “extremadamente pobres”, excluidos y desposeídos, surge hasta nuestro días una enorme

población que se ofrece a tra-bajar como sea y en lo que sea, en condiciones óptimas para sus empleadores: se trata de los ex-plotados de la tierra que oscilan entre ser explotados y ser inclui-dos, aunque generalmente sólo se hable de ellos como “pobres” y “extremadamente pobres”, en un ocultamiento institucional y “humanitario” de la explotación universal, aunque constituya un mal comprobable, verificable y comprobado por muchos au-tores. La políticas neoliberales han contribuido a aumentar las trasferencias de excedentes de la periferia al centro del mundo, en un orden de magnitud que es superior al de la etapa anterior del capitalismo conocida como el imperialismo monopólico, ya de por sí considerable en el tris-

temente famoso saqueo del Ter-cer Mundo. El neoliberalismo ha hecho pagar el costo de la crisis, a los países de la periferia, a las fuerzas autónomas, empresaria-les y estatales que habían ini-ciado procesos de formación de capital público y social, y, sobre todo, a los trabajadores, pueblos y etnias de la periferia mundial.

Por su parte, los nuevos mo-vimientos de lucha contra la ex-plotación dan hoy prioridad a la construcción de mediaciones en que se vuelva realidad el ideal de una “democracia para todos” (Subcomandante Marcos) y se eliminen las distribuciones ba-sada en la economía de la coop-tación y en los donativos, o en concesiones no acordadas o no consensadas por las mayorías. Así, la lucha contra la explota-

ción sigue siendo una lucha de los trabajadores, pero de los tra-bajadores unidos a los pueblos, o metidos en ellos como “movi-mientos sociales”.

En “Los zapatistas del siglo XXI”, González Casanova sos-tiene que los Acuerdos de San Andrés constituyeron sin duda una de las declaraciones polí-ticas más importantes a escala mundial. En ellos se precisan los derechos de los pueblos indios a la autonomía de sus gobiernos y a la preservación de sus culturas: apuntan además hacia la cons-trucción de un Estado pluriétnico que fortalezca la unidad en la diversidad y la articulación de las comunidades locales, municipa-les, regionales, nacionales, con inclusión de lo particular y lo universal. El movimiento zapa-

tista del siglo XXI combina así el conjunto en un proyecto universal que incluye lo uno y lo diverso con su forma maya o mexicana de oír y decir las voces y sonidos que vienen del “corazón” y del “mundo”, metáforas ambas que enriquecen y renuevan los discur-sos y las conductas.

Procesos políticos, alternativas y ética de la convicción

Esta tercera sección se inicia con el artículo “Causas de la rebelión en Chiapas”. En él, nuestro autor refiere que los ideólogos neolibe-rales de hoy intentaron explicar la rebelión de Chiapas como obra de “estalinistas” y “extranjeros”, de minorías de obcecados y advene-dizos que manipulan a los “pobre-citos indios”. La violencia en la interpretación obliga a González Casanova a recuperar y esclarecer las “verdaderas causas”.

Primera: una herencia re-belde, en la cual los mayas des-tacan entre los pueblos que más han resistido a la conquista y corresponde a un legado que produce los mismos efectos en otras regiones de Mesoamérica. Segunda: la crisis de la hacienda tradicional. En la selva, tzotzi-les, choles, zoques, tojolabales y mestizos se relacionaron entre sí. Surgió entre todos una identi-dad de etnias oprimidas frente a finqueros, ganaderos y kaxlanes, como llaman a los “ladinos” o mestizos. Tercera: la acción pas-toral, influida por la Conferencia Episcopal de Medellín, auxiliada de la sociología religiosa y con la animación del Movimiento por un Mundo Mejor (Concilio Vati-cano II). Cuarta: los estudiantes del 68 que se integraron a las organizaciones sociales. Quinta: menos tierras para más “pobres”, efecto de la contrarreforma al artículo 27 constitucional. Sexta: la politización de los pueblos in-dígenas. Séptima: la violencia y la ley. Octava: la violencia nego-ciada con pérdidas y ganancias. Es decir, el tipo de negociación es también causa de rebelión.

Detrás de la nueva lucha por la democracia, desde abajo y desde los mismos indios aparece, en forma reiterada, la lucha con-tra la discriminación, contra la exclusión y la explotación de los pueblos indios.

Señala González Casanova que la contribución del EZLN quiere ser muy modesta y es también muy ambiciosa: defen-der por las armas, en la Selva La-candona y en los Montes Azules, la tierra, la libertad y la dignidad que los alzados no pudieron de-fender de otra manera, e iniciar un cambio en la conciencia del pueblo de Chiapas y de México para que con democracia y paz se logren objetivos de libertad y justicia no sólo en las nubes, ni sólo en Chiapas, sino en el país.

El ensayo sobre “Las etnias coloniales y el Estado multiét-nico” trata sobre cómo el indio trasforma su comunidad en una estructura social preparada para resistir en la larga guerra co-lonial. La comunidad india es

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Consejo editorial

Matamoros 14, Acapantzingo, Cuernavaca, [email protected]

www.lajornadamorelos/suplementos/el-tlacuache

Coordinación editorial de este número:

Paul HerscH Martínez

Coordinación de producción: luis sáncHez García

El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de sus autores

Organo de difusión de la comunidad del Centro INAH Morelos

eduardo corona Martínez

Paul HerscH Martínez

Gilberto lóPez y rivas

ricardo MelGar bao

luis MiGuel Morayta Mendoza

Hortensia de veGa nova

rafael Gutiérrez yáñez

norberto González cresPo

El Museo Regional Cuauhnáhuac – Palacio de Cortés, invita al Ciclo de cine México: memoria e identidad, el cual se realiza

con el apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía – Imcine.Los jueves 2, 9, 23 y 30 de septiembre, a las 19:00 hrs

(entrada gratuita a todas las funciones).

Jueves 23, 19:00 hrs.

Cineminutos sobre la IndependenciaLa compañía de los emulantes El orden en bata y chinelas Fusilaron a la Virgen

Desierto adentroDir. Rodrigo PláMéxico, 2006. Drama, 110 min.

Aunque basada en el relato bí-blico del profeta Elías, el filme Desierto Adentro, ópera se-gunda de Rodrigo Plá, podría concluir como una historia de liberación emocional y del dog-matismo religioso. El milagro se ubica en el periodo de la Guerra Cristera al seguir a un hombre quien, al provocar la muerte de una comunidad y no haber podido ser eximido de su pecado por el cura del pueblo, decide esconderse en el desierto junto con sus hijos sobrevivien-tes para tratar de encontrar el perdón de Dios.

Jueves 30, 19:00 hrs.

Cineminutos sobre la IndependenciaLa corona de Agustín PrimeroEl decreto de excomunión de HidalgoSe prohíbe volar papalotes

El aliento de DiosDir. Isabel Cristina FregosoMéxico, 2007. Documental, 70 min. Un vertiginoso viaje por la histo-ria de la mujer en la vida religiosa en México y un acercamiento revelador al mundo de las monjas hoy. Su cuestionamiento tanto a la orientación ética y dirección de la Iglesia como a la vida consagrada actual. Reflexiones sensiblemente profundas y personales en torno a la construcción de género, el abuso del poder eclesiástico y la discriminación de que son objeto.

INFORMES A LOS TELS.(777) 312- 81-71 Y 312-69-96

[email protected]

mucho más que un refugio. Es la base social para la producción, el comercio, la migración, la rebelión y la política. Una base estratégica para la resistencia o el levantamiento.

La sobrevivencia de la comu-nidad india no puede, sin em-bargo, explicarse sin relacionarla con la organización colonial del trabajo. La dialéctica de la re-sistencia se combina con la dia-léctica de la reproducción de la mano de obra colonial y con di-ferentes formas de acumulación del capital colonial.

El fenómeno se oculta hasta en las ciencias sociales; los “mar-xistas ortodoxos” generalmente pasaron por alto el papel del colonialismo interno en la acu-mulación de capital y en la domi-nación de los pueblos. Los que hablaban de clase no hablaban de etnia, los que hablaban de etnia llegaban a no hablar siquiera del conjunto del pueblo-trabajador. Sin embargo, como etnias o pue-blos se sufre la discriminación, la opresión y explotación del capitalismo, el imperialismo y la globalización.

Las poblaciones coloniales y neocoloniales resienten proble-mas propios, sociales, políticos y culturales que no pueden ser considerados exclusivamente como problemas de naciones o etnias. Si esos problemas caben en “la cuestión nacional”, o en las “minorías étnicas”, también están vinculados a las estructuras fundamentales de la nación-Es-tado y de la lucha de clases como lucha concreta contra la explota-ción y contra las distintas formas de exclusión y discriminación. Cuando se ignora la relación de los problemas del indio y la etnia con el pueblo y Estado, no se les puede entender, y quienes sufren esos problemas, como indos, no pueden luchar correctamente por superarlos.

Los ideólogos que abogan por la democracia de bases populares sin considerar los derechos legíti-mos de los indios a la autonomía cultural y étnica o pluriétnica, dentro de un frente o gobierno popular “nacional” que articule sus propias organizaciones in-ternacionales y trasnacionales, cometen un error tan serio como los ideólogos que abogan por una lucha y organización india aislada del resto de los pueblos colonizados y de las masas popu-lares, urbanas y trabajadoras.

En “Los ‘caracoles’ zapatis-tas: redes de resistencia y autono-mía (ensayo de interpretación)”, Pablo González Casanova afirma que el movimiento zapatista ha

dado ricas aportaciones a la cons-trucción de un alternativa. En ese marco, la idea de crear organi-zaciones que sean herramientas de objetivos y valores por al-canzar y hagan que la autono-mía y el “mandar obedeciendo” no se queden en el mundo de los conceptos abstractos ni de las palabras incoherentes es una de las aportaciones más impor-tantes. Todas las comunidades construyeron las organizaciones, las organizaciones de redes mí-nimas de gobierno, así como las redes de alianzas mayores. Este proyecto de poder no se cons-truye bajo la lógica del “poder de Estado” que aprisionaba a las posiciones revolucionarias o re-formistas anteriores, dejando en ayuno de autonomía al protago-nista principal, fuera éste la clase obrera, la nación o la ciudadanía. Tampoco se construye ese pro-yecto de poder con la lógica de crear una sociedad ácrata, lógica que prevalecía en las posiciones anarquistas y libertarias (y que subsiste en expresiones poco fe-lices, como las “anti poder”, que ni sus autores saben qué quiere decir) pero que se renueva con los conceptos de autogobierno de la sociedad civil “empoderada” con una democracia participativa, que sabe representar y sabe con-trolar a sus representantes en lo que sea necesario para el respeto de los “acuerdos”. El proyecto de los Caracoles es un proyecto de pueblos-gobierno que se articu-lan entre sí y que buscan imponer caminos de paz en todo lo que se pueda, sin desarmar moral o materialmente a los pueblos-go-bierno, y menos en momentos y regiones donde los órganos repre-sivos del Estado y las oligarquías locales, con sus variados sistemas de cooptación y de represión, están siguiendo pautas cada vez mas agresivas, crueles y necias del neoliberalismo de guerra, que incluyen el hambre, la insalubri-dad y la “ignorancia obligada”

inducidos en la inmensa mayo-ría de los pueblos, ya sea para debilitarlos, para diezmarlos o incluso extinguirlos si es necesa-rio, cuando fallen los sistemas de intimidación, cooptación y co-rrupción de líderes y masas.

Nuestro autor encuentra seis características de hacer y pensar de los zapatistas, como sigue: a) usar combinaciones más que disyuntivas. En lugar de decir y hacer “esto o esto” se dice y hace “esto y esto”. El conjunto es mucho más que la suma de las partes: es la articulación de las partes; b) la segunda caracterís-tica consiste en generalizar los conceptos, al tiempo que se ge-neralizan las redes de comunida-des; c) en tercer lugar, el método permite la elaboración de con-ceptos cada vez más profundos, como cuando se percibe quién está por aumentar la resistencia y quién está por debilitarla, por corromperla o destruirla, ya sea de manera deliberada o no; d) la cuarta característica es que el concepto y la fuerza de las redes se profundiza cuando tanto en la acción como en la reflexión, se pasa de la lucha contra el cacique a la lucha contra el gobernador que apoya al cacique, y de allí se sube a toda una “especie” o “clase” de “ricos y poderosos”; e) una quinta característica es pasar de lo abstracto o formal a lo concreto o actual, que co-rresponde a la expresión “ir más allá”, es decir, se trata de las adaptaciones y redefiniciones que exige la experiencia misma; f) una sexta y última caracterís-tica está relacionada con las uto-pías que se expresan y se realizan entre contradicciones.

El nuevo proyecto de los Ca-racoles se propone aumentar las fuerzas de los pueblos y sus redes, para que logren solucio-nes negociadas con principios no negociables. El nuevo proyecto universal, nacido de los pueblos pobres, tiende a juntar todas las luchas y a enriquecerlas con las que se dan por la moral política, por la autonomía y dignidad de las personas y comunidades, y por empezar a hacer uno mismo lo que quiere que hagan los de-más.

A modo de cierre

La obra que he reseñado, inten-tando captar lo más significativo del colosal trabajo intelectual de Pablo González Casanova, cul-mina, “a modo de cierre”, con un pasaje significativo de Luís Hernández Navarro, extraído de su excelente libro En sentido contrario. (México: La Jornada,

CICLO DE CINE

México: memoria e identidad

2007), en el que hace una descrip-ción de Don Pablo como “una de las figuras intelectuales más reconocida de la nueva izquierda que comienza a nacer en América Latina…Un hombre que no obs-tante su enorme peso intelectual, ha desarrollado una extraordina-ria capacidad para escuchar con sencillez y paciencia a los ciuda-danos de a pie…Un hombre con-gruente con sus convicciones.”

* Reseña del libro de Pablo Gonzá-lez Casanova. DE LA SOCIOLOGÍA DEL PODER A LA SOCIOLOGÍA DE LA EXPLOTACIÓN. Pensar América Latina en el siglo XXI. Antología e introducción por Marcos Roi-tmann. CLACSO Coediciones-Si-glo del Hombre Editores. Bogotá, 2009. Presentado el 3 de septiem-bre del 2010 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.