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1 PODER EJERCER LA CIUDADANÍA DIGITAL EN LA ADULTEZ MAYOR: UNA DEUDA PENDIENTE EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO AUTORA: Javiera Sanhueza Chamorro: Socióloga (Universidad de Valparaíso) y Máster en Gerontología, Dependencia y Protección de los Mayores (Universidad de Granada). Fundadora y Directora de Pensar Sin Edad – Revista Digital. IDEAS PRINCIPALES Este capítulo tiene como objetivo visibilizar una realidad emergente en el contexto de una sociedad que: 1) envejece y 2) al mismo tiempo pasa a ser gravitante la capacidad cognitiva para acceder a Internet, buscar información, comprenderla, analizarla críticamente, beneficiarse de las oportunidades disponibles, interactuar con otros y crear contenidos comunicacionales, con la finalidad de participar activamente y ejercer la ciudadanía digital como derecho de “cuarta generación”. Como suele ser frecuente frente a realidades emergentes, aún no se observan esfuerzos coordinados provenientes del mundo púbico, privado y sociedad civil tendientes a abordar la brecha generacional presente entre los adultos mayores y la situación de desventaja consiguiente, mediante la alfabetización informacional, mediática y digital de este grupo. Las actividades educativas que se observan en la actualidad dan cuenta más bien de una comprensión acotada del concepto inclusión digital, la cual se reduce al uso de Internet para el consumo pasivo de los recursos disponibles, obviando que este nuevo espacio social invita a la participación activa y creativa de todos los miembros de la sociedad. Pensar la adultez mayor en el marco de la sociedad de conocimiento, nos invita a asignar nuevas tareas a la gerontagogía como disciplina gerontológica ocupada del proceso de educación permanente a lo largo de la vida, la cual, ya no solo deberá tener como propósito garantizar la inclusión social de las personas mayores en los espacios tradicionales de participación social, sino también deberá abocarse a impedir la marginación de las personas mayores de los nuevos espacios virtuales de participación.

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PODER EJERCER LA CIUDADANÍA DIGITAL EN LA ADULTEZ MAYOR: UNA DEUDA PENDIENTE EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

AUTORA:

Javiera Sanhueza Chamorro: Socióloga (Universidad de Valparaíso) y Máster en

Gerontología, Dependencia y Protección de los Mayores (Universidad de Granada).

Fundadora y Directora de Pensar Sin Edad – Revista Digital.

IDEAS PRINCIPALES

Este capítulo tiene como objetivo visibilizar una realidad emergente en el contexto de una

sociedad que: 1) envejece y 2) al mismo tiempo pasa a ser gravitante la capacidad cognitiva

para acceder a Internet, buscar información, comprenderla, analizarla críticamente,

beneficiarse de las oportunidades disponibles, interactuar con otros y crear contenidos

comunicacionales, con la finalidad de participar activamente y ejercer la ciudadanía digital

como derecho de “cuarta generación”.

Como suele ser frecuente frente a realidades emergentes, aún no se observan esfuerzos

coordinados provenientes del mundo púbico, privado y sociedad civil tendientes a abordar

la brecha generacional presente entre los adultos mayores y la situación de desventaja

consiguiente, mediante la alfabetización informacional, mediática y digital de este grupo.

Las actividades educativas que se observan en la actualidad dan cuenta más bien de una

comprensión acotada del concepto inclusión digital, la cual se reduce al uso de Internet para

el consumo pasivo de los recursos disponibles, obviando que este nuevo espacio social

invita a la participación activa y creativa de todos los miembros de la sociedad.

Pensar la adultez mayor en el marco de la sociedad de conocimiento, nos invita a asignar

nuevas tareas a la gerontagogía como disciplina gerontológica ocupada del proceso de

educación permanente a lo largo de la vida, la cual, ya no solo deberá tener como propósito

garantizar la inclusión social de las personas mayores en los espacios tradicionales de

participación social, sino también deberá abocarse a impedir la marginación de las personas

mayores de los nuevos espacios virtuales de participación.

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PRIMER ACERCAMIENTO AL TEMA

Por muchos años desarrollé la gerontología en el campo universitario, rodeada de expertos

en la materia. Al pasar un tiempo en ese ambiente me di cuenta de que no era un verdadero

aporte intentar convencer a personas que ya estaban suficientemente convencidas acerca

de lo necesario que era mejorar las condiciones de vida de las personas mayores en Chile.

Estar con los catedráticos se había transformado casi en un “diálogo de sordos”, entonces

me di cuenta que tenía que intentar hacer el cambio entre la gente común, para así lograr

transformar esta sociedad que discrimina a las personas mayores, por su edad.

Día tras día… se difundían a través de diferentes medios tanto en forma de noticias como

en forma de publicidad, imágenes estereotipadas sobre el envejecimiento y la adultez

mayor que no correspondían con la realidad de las nuevas personas mayores del Siglo 21.

Leyendo la palabra “abuelita” en el titular de un diario local, dije: “estoy aburrida de que

eduquemos para el buen trato hacia las personas mayores y que en los medios de

comunicación tradicionales se siga difundiendo sobre este segmento con un lenguaje

viejista” y creé un medio de comunicación social digital, liderado por personas mayores,

para que fuera a contrapesar la difusión de estereotipos, con la difusión de mensajes e

imágenes más realistas y positivos de esta etapa de la vida.

¿Por qué un medio digital y no otro tradicional? Porque no requieres de grandes recursos

e influencias para montar uno, porque puedes llevar lo local a lo global y contactar con

personas del otro lado del mundo y porque puedes interactuar en tiempo real con tu

comunidad de seguidores.

Pero antes de esto debía atender una brecha que no tenía suficientemente visualizada.

Antes de llevar adelante un medio de comunicación social digital con estas características,

había que hacerse cargo de una piedra de tope asociada a la biografía los sujetos que

componen la actual generación de personas mayores, a saber, que no son nativos digitales.

Me cayó como un balde de agua fría cuando en una “Feria del Envejecimiento Activo” invité

a una mujer mayor a ser bloguera de la revista digital y ella me contestó: “¿qué es eso?”

Entonces, antes de lanzar un medio de comunicación digital tenía que atender la brecha

generacional que hoy aleja a las personas mayores de las oportunidades que están

disponibles en las plataformas digitales.

Creé el taller “Blogueros mayores” con el objetivo de habilitar a personas mayores para que

se desempeñen como comunicadores sociales a través de blogs y redes sociales,

entregándoles las guías necesarias para utilizar estas herramientas para su beneficio y el

de su grupo etario, exponiendo ideas y reflexiones que desmitifican las vejeces.

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En 2019 el equipo de blogueros mayores publicó 1 artículo original a la semana, difunden

diariamente material relevante en las redes sociales de Pensar Sin Edad e iniciaron un

podcast para comentar el acontecer nacional en lenguaje radiofónico.

GEROGLOBALIZACIÓN MULTIGENERACIONAL Y SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

El envejecimiento de la población mundial es un proceso irreversible. Desde la mitad del

Siglo XX el planeta ha estado viviendo un verdadero boom de la longevidad, asociado a una

mayor esperanza de vida, cambios culturales de la población femenina respecto a la

natalidad y la transición epidemiológica, fenómenos que han provocado –ya para inicios de

nuestro siglo- que la cantidad de personas mayores de 60 años esté alrededor de los

seiscientos millones, proyectándose ésta cifra a más del triple para 2050.

Hoy estamos experimentando adicionalmente un nuevo fenómeno llamado

geroglobalización multigeneracional (Dabove, I, 2018), que en palabras simples significa: 1)

que el envejecimiento de la población es un fenómeno que ya no está circunscrito a un

número acotado de países desarrollados y 2) que el grupo de adultos mayores es imposible

de homogenizar, puesto que está compuesto por personas de distintas edades,

caracterizaciones sociodemográficas, capacidades, experiencias, intereses y expectativas

ante la vida.

A parte de esta realidad gerontológica inexcusable y todos los desafíos sociales que trae

aparejado, el contexto histórico y social actual, llamado genéricamente como “sociedad de

la información”, presenta a todos los ciudadanos el desafío ineludible de contar con las

herramientas y habilidades para acceder a las tecnologías de la información y la

comunicación (TIC) y utilizar dicho acceso para su beneficio. De hecho, las denominaciones

que recibe esta nueva sociedad son variadas, pero todas apuntan al mismo desafío

relacionado con el acceso y uso de la información en red: “sociedad en red”, “era de la

información”, “aldea global”, “tercera ola”, “sociedad inteligente interconectada”,

“sociedad digital”, “cibercultura” o “cultura virtual”.

Al poco andar en esta nueva sociedad vemos que las TIC no son solo herramientas o

artefactos a través de las cuales ejecutamos ciertas acciones o tareas, sino que también son

espacios donde se producen comunicaciones e interacciones creativas entre individuos y

grupos sociales (ciberespacio). Allí se pueden desplegar distintos tipos de manifestaciones:

movimientos de defensa, reivindicativos, de protesta, comunitarios, expresivos,

comerciales, etc. De hecho, las TIC son uno de los principales escenarios de socialización del

siglo XXI.

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Dado lo anterior, saber utilizar las TIC no puede seguir siendo considerado como algo

optativo para las personas. Es más, parece que hoy ya debe ser considerada condición

necesaria para poder vivir en sociedad, por lo que requerimos que a todos los ciudadanos

–independientemente de su edad- se le garantice el acceso a una alfabetización

permanente para el uso de las mismas a lo largo de la vida (Abad, L, 2016). En conclusión,

la alfabetización informacional, mediática y digital de las personas mayores se vuelve una

necesidad ineludible en una sociedad del conocimiento, geroglobalizada y

multigeneracional.

INCLUSIÓN DIGITAL, UNA DEUDA PENDIENTE

La mayoría de las acciones que se han llevado a cabo, tanto desde el ámbito público, como

desde el ámbito privado y la sociedad civil, para promover la alfabetización e inclusión

digital de las personas mayores se han visto estancadas en un estadio inicial de la

intervención, centrándose casi exclusivamente en el acceso a equipos computacionales y

conexión a Internet, abordando la brecha geográfica y social pero no así la generacional

(Abad, L, 2016).

La mayoría de las intervenciones que se realizan en Chile y en buena parte del mundo

hispanohablante no han logrado atravesar esta frontera para pasar a desarrollar en las

personas mayores las habilidades y capacidades necesarias para el procesamiento y análisis

crítico de la información que abunda en la red. Menos aún para la participación activa de

las personas mayores mediante la creación de nuevos contenidos comunicacionales y la

interacción con otros mediante esos contenidos o la creación de comunidades de ayuda

mutua en ambientes virtuales.

Una sociedad basada en el conocimiento y en los servicios, debe garantizar a todos sus

ciudadanos el acceso permanente a la alfabetización informacional, mediática y digital. Esto

no concierne solo a los jóvenes “en edad económicamente activa”, por lo que la edad no

debería seguir siendo un criterio de exclusión.

Las 6 habilidades que requerimos desarrollar para trabajar significativamente y con

eficiencia en entornos digitales son (Eshet-Alkalai en Abad, L, 2016):

1. Habilidades digitales foto-visuales: leer y entender las instrucciones que se le

presentan de forma gráfica. Pensamiento intuitivo-asociativo.

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2. Habilidades digitales de reproducción: Capacidad de crear nuevos significados o

nuevas interpretaciones a partir de información preexistente en cualquier formato.

3. Habilidades digitales de hipertexto: Estar orientado y evitar perderse en el

ciberespacio, mientras se navega por los complejos dominios del conocimiento.

Sentido espacial multidimensional de orientación.

4. Habilidades digitales para el tratamiento de la información: Dominar los

buscadores de información, los gestores de información, etc., para filtrar

información que crece constantemente y que se presenta en diversos formatos

(texto, audio, video, imagen, etc.) y medios (tradicionales, blogs, redes sociales,

etc.).

5. Habilidades digitales socioemocionales: Dominar el aprendizaje colaborativo en

redes sociales, blogs, chats, foros, etc.

6. Habilidades digitales en tiempo real: Poder procesar distintos estímulos

simultáneamente en tiempo real.

A pesar de que acceder al desarrollo de estas habilidades y a los ambientes digitales ha sido

considerado un derecho de “cuarta generación” y que Chile esté afecto a cuerpos legales

internacionales vinculantes (Mora, T. & Herrera, F. (Ed), 2018), que recogen el derecho a la

educación informacional, mediática y digital de las personas mayores como modo de

garantizar la ciudadanía activa de este grupo en la sociedad actual y mitigar el riesgo de

quedar en situación de exclusión por no tener las herramientas para entender este nuevo

mundo digital, a causa de la brecha digital generacional; los esfuerzos realizados por la

política pública están lejos de abordar este tema con la integralidad necesaria.

La “Convención Interamericana de Protección de Derechos de las Personas Mayores”,

ratificada por nuestro país en 2017 (Mora, T. & Herrera, F. (Ed), 2018), hace referencia al

derecho a la alfabetización informacional, mediática y digital en la adultez mayor, en su

artículo 20, mandando a los Estados Miembros comprometerse con “promover la educación

y formación de la persona mayor en el uso de las nuevas tecnologías de la información y la

comunicación (TIC) para minimizar la brecha digital, generacional y geográfica e

incrementar la integración social y comunitaria”.

El acceso a la información y a poder comunicar información es un requisito previo para la

participación social del ciudadano en la vida pública, ya sea en ambientes no virtuales como

virtuales. La finalidad real de la información es la participación social. Acceder y hacer uso

de ella constituye un derecho fundamental en la realización de las personas en la sociedad

globalizada.

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Entonces, el acceso y uso autónomo y empoderado de las TIC en el marco de la sociedad

del conocimiento, garantiza el ejercicio de los llamados derechos de “cuarta generación”

(Abad, L, 2016):

1. Apropiación social de las tecnologías para fines de relevancia social, favoreciendo el

uso de las tecnologías para fines diferentes a los propuestos por sus promotores,

incluso en formas contrapuestas a las ofíciales, dando lugar a formas de

contracultura de diferente signo.

2. Utilización consciente del impacto de las TIC sobre la democracia, avanzando desde

sus actuales formas representativas hacia formas de democracia participativa.

3. Expansión de una serie de derechos intermedios, que incluye el acceso universal y

económico a la información, a la difusión de ideas y creencias sin censura ni

fronteras a través de las redes, así como del acceso permanente al ciberespacio a

través de redes abiertas y de un espectro abierto.

4. Promoción de políticas de inclusión digital, entendido esto no como el simple acceso

a la compra de productos y servicios informáticos, sino a la creación de una

inteligencia colectiva que actúe como recurso estratégico a la hora de insertar una

comunidad a un entorno globalizado.

5. Disfrutar de servicios de “gobierno electrónico” que acerquen la gestión de los

asuntos públicos a los ciudadanos.

6. Defensa del concepto procomún (bienes comunes), conservando espacios de

desarrollo humano cuya gestión no está sometida a leyes del mercado.

7. Extensión de la lucha contra la exclusión digital a otras brechas históricas de carácter

cultural, económico, territorial y étnico que enfrentan en la práctica el ejercicio de

una plena ciudadanía digital.

A partir de la Convención y de los derechos humanos de “cuarta generación”, surge un

nuevo concepto, el de ciudadanía digital (Bustamante, J, 2010) el cual se manifiesta como

una ampliación de la ciudadanía tradicional que enfatiza los derechos que tienen que ver

con el libre acceso y uso de la información y el conocimiento. La ciudadanía digital lleva

implicada una lucha activa contra la exclusión digital a través de la inserción de los colectivos

marginados de la sociedad de la información, como son las personas mayores. Es un

reclamo que exige una política de educación en las TIC y educación ciudadana que

promueva la creación de una inteligencia colectiva que asegure una inserción autónoma de

los individuos en un mundo globalizado.

Un ciudadano digital es capaz de analizar, comunicar y resolver problemas en el

ciberespacio, sin ahogarse en el “mar de información” que suele ser la red. Las

competencias generales del ciudadano digital son (Hobbs, R, 2010):

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1. Búsqueda: Buscar y usar los medios de comunicación y herramientas tecnológicas

hábilmente y compartir información relevante y adecuada con otros.

2. Análisis y evaluación: Comprender mensajes y emplear el pensamiento crítico para

analizar la calidad, veracidad, credibilidad de los mensajes y puntos de vista,

mientras se consideran los beneficios potenciales y las consecuencias de los

mensajes.

3. Creación: Componer o generar contenidos usando la creatividad y la confianza en la

propia expresión, con conciencia del propósito, para qué audiencias y qué técnicas

de composición se emplearán.

4. Reflexión: Aplicar la responsabilidad social y los principios éticos de la propia

identidad y la experiencia vivida, el comportamiento comunicacional y la propia

conducta.

5. Actuación: Trabajar de forma individual y en colaboración para compartir

conocimientos y resolver los problemas en la familia, el lugar de trabajo y la

comunidad, y participar como miembro de una comunidad a nivel local, regional,

nacional e internacional.

LAS PERSONAS MAYORES Y SU VINCULACIÓN CON LAS TIC

Según un estudio realizado en Chile por Movistar y Mc Affe en 2017 el 61% de las personas

mayores de 55 años ya se están conectando al Internet al menos 1 vez al día. Un buen

indicador para la inclusión digital de este grupo etario.

El perfil de estas personas mayores usuarias de Internet es (Abad, L, 2016): aventurero,

innovador, pionero tecnológico, amigable y con una edad cognitiva menor a la cronológica.

Sin desmedro de lo anterior, cabe señalar que el acceso a las TIC por parte de las personas

mayores usualmente es a través de la herencia de equipos y dispositivos desechados por

sus hijos (Querol, V, 2011), quienes los entregan a los padres una vez declarados obsoletos.

Esta práctica, tan similar a la donación de equipos desde países desarrollados a países

subdesarrollados, ilustra lo poco consideradas que están las personas mayores en la

sociedad en red.

Una práctica asociada y que puede poner en cuestión los datos presentados al inicio acerca

del amplio uso de Internet por parte de este grupo etario, es la tendencia a delegar en los

hijos muchas de las actividades que las personas mayores desean realizar en el ciberespacio,

práctica que establece relaciones de subordinación y dependencia.

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Las personas mayores constituyen un segmento de la población tradicionalmente

marginado de la participación social en Internet y son pocos los que han logrado traspasar

desde un primer nivel de inclusión, mediante el acceso a herramientas computacionales e

Internet (ordenadores, dispositivos personales multimedia, telefonía móvil, redes sociales,

televisión digital, sistemas de navegación digital, ebooks…), hasta un nivel más avanzado de

inclusión, a través de un comprender, producir y difundir concatenado de información en

el ambiente virtual.

Existe una especie de exclusión edadista de aquellas generaciones que llegaron tarde a la

socialización digital.

Otro elemento que contribuye a la exclusión de las personas mayores en el ciberespacio es

el manejo del idioma inglés. Personas socializadas en una sociedad pre globalización no

incorporaron necesariamente el inglés como segunda lengua y en Internet abundan los

conceptos técnicos en este idioma. Renunciar a un alfabeto tradicional para sumergirse en

un alfabeto que responde a una nueva lógica, desconocida para ellos, dificulta su inclusión.

En efecto, pareciera que sólo aquellas personas que durante su biografía laboral se vieron

en la obligación de adaptarse a la incorporación de las TIC (década de los 80’ en Chile),

tienen un real acceso a las oportunidades presentes en la red durante su adultez mayor.

Estas personas son una especie de pioneros (Querol, V, 2011) quienes luego de la jubilación

continuaron desempeñando este rol, desplegando prácticas sociales virtuales de variada

índole, incluso llegando a asociar el uso de las TIC con su juvenilización, a naturalizar la

educación continua en las TIC a medida que estas avanzan y a mezclar trabajo con ocio,

llegando hasta desarrollar emprendimientos propios a través de la red, rentabilizando su

saber tecnológico.

Para otros grupos sociales que no tuvieron la oportunidad de vincularse con las nuevas TIC

durante su biografía en la edad adulta, como las mujeres (que no accedieron

mayoritariamente al trabajo remunerado y en su adultez mayor siguen desempeñando un

rol doméstico) o aquellos que se desempeñaron en puestos de baja cualificación (donde

incluso la alfabetización era escasa), no logran vincularse más que superficialmente con el

ciberespacio dado que no poseen habilidades y competencias de base para desenvolverse

autónomamente en él y presentan menor interés en los supuestos beneficios que el común

de la gente dice que allí se encuentran.

En efecto, estudios cualitativos sobre las prácticas sociales de las personas mayores en el

ciberespacio, como el desarrollado por Vicent A. Querol en 2011, ponen el foco en el

elemento generacional y biográfico para entender las diferentes actitudes (positivas o

negativas) y prácticas (de adopción o rechazo) que despliegan las personas mayores frente

a las TIC.

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Los estudios de este tipo señalan que en el trasfondo de la discusión acerca de la necesaria

inclusión digital de las personas mayores está la desigualdad que acontece en el proceso de

implementación de la “sociedad de la información”. No podemos negar que las TIC que hoy

manejamos fueron diseñadas pensando en los sujetos de la generación nativa como sujeto

ideal, dejando así a las generaciones migrantes que habían sido socializadas en un

paradigma industrial anterior, en una situación de desventaja, al no disponer de

herramientas para filtrar la información que abunda en la red y que en ocasiones es

percibida como abrumadora (sobreinformación); presentando dificultades para utilizar esta

información para su beneficio y -en ocasiones- frustrando y alejando al usuario de las TIC.

No es que las TIC sean en sí complejas para las personas mayores, sino que no han sido

diseñadas pensando en su socialización generacional. En este sentido, pareciera que el

germen del problema es la red y no las personas mayores.

En los países que presentan una importante brecha digital generacional (es decir, los que

presentan una amplia diferencia porcentual cuando se compara la proporción de personas

que no usan Internet en los grupos etarios jóvenes y en los grupos etarios mayores) como

Chile y otros países hispanohablantes, son pocos los estudios que han ido más allá de

intentar dilucidar y exponer predictores, facilitadores y obstáculos para el acceso a

conocimientos computacionales y el acceso a Internet (brecha geográfica y social), por

ejemplo, explorando los valores que están detrás del uso que los adultos mayores hacen de

Internet.

Uno de los pocos estudios que ha explorado la realidad de las personas mayores que ejercen

su ciudadanía digital, creando contenido en Internet, se ha publicado en 2019 por Celdrán,

M, et al. de la Universidad de Barcelona, quienes –de hecho- señalan como primer obstáculo

para el avance del conocimiento en esta área, que los estudios y la política pública para la

inclusión digital de las personas mayores estén estancadas en las barreras de acceso a las

TIC.

Este fenómeno epistemológico además contribuye a situar a las personas mayores, ante la

opinión pública, como meros consumidores pasivos de las TIC.

Según estos autores, existen al menos cuatro tipos ideales de personas mayores usuarios

de Internet (Celdrán, M, et al., 2019):

Minimizadores: hacen un bajo uso de Internet.

Maximizadores: usan Internet para una amplia gama de actividades.

Usuarios prácticos: buscan información/uso de la banca en línea/compras por

Internet.

Usuarios sociales: usan redes sociales, mensajería y juegos web.

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Productores de contenido: más que simples consumidores de contenido

(“prosumidores”).

Internacionalmente, educación, disponibilidad de ingresos y actividad han sido

consideradas tres variables predictores del uso de las TIC en la adultez mayor y, dado que a

principios del siglo XXI ya contamos con una cohorte de personas mayores que llegan a la

adultez mayor habiendo tenido acceso a más años de escolaridad y a las TIC en su periodo

laboralmente activo, Celdrán, M, et al. eligen estudiar este último tipo de usuario de la

tipología presentada precedentemente, y en específico, las personas mayores productoras

de escritos en la red (“blogging”), para rescatar motivaciones de uso.

Los investigadores identificaron dos grupos bien definidos de motivaciones entre las

personas mayores “prosumidores”.

1. Motivaciones centradas en uno mismo:

Satisfacer necesidades personales: contactar con familiares y amigos.

Satisfacer necesidades del ego: exhibirse, ser visto y reconocido por otros.

Satisfacer necesidades creativas: compartir escritos literarios u obras pictóricas.

2. Y motivaciones centradas en los demás:

Informar o ayudar a otros sobre un tema o problema específico: Altruismo. Escribir

sobre sus experiencias con la intención de dar un ejemplo y ayudar a otros (iguales)

que puedan estar pasando por lo mismo (jubilación, viudedad, enfermedades,

cuidado, inclusión digital, etc.)., teniendo como consecuencia directa la creación de

conexiones, comunicaciones y comunidades. Se trata de hacer “blogging” para

compartir reflexiones sobre ciertas circunstancias vitales y sus consecuencias, para

así también poder enfrentar estas circunstancias vitales.

Expresar generatividad: Definido por Erikson como "una preocupación por

establecer y guiar a la próxima generación” (Erikson 1963, p. 267). Se trata de

intentar aconsejar a las nuevas generaciones a través de la experiencia acumulada

y una perspectiva más depurada sobre lo importante y lo superfluo en la vida.

Estudios como el de Vincent Querol (2011) señalan que las motivaciones para el ocio en

Internet tienen su origen en el mundo off line, por lo tanto, en la relación de las personas

mayores con el ciberespacio siempre hay un asidero presencial. El uso de la red respondería

a sus propios intereses.

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EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA DIGITAL

Tradicionalmente la educación ha estado enfocada a dar respuesta a dos necesidades

fundamentales: 1) la socialización de los nuevos integrantes de una sociedad

(fundamentalmente niños) (Berger & Luckmann, 1968) y 2) proporcionar la preparación

necesaria para la incorporación al mundo profesional y del trabajo; dejando excluido al

grupo de edad constituido por las personas mayores, reproduciendo su marginación social

y la idea de que ellos ya no se encontrarían aptos para cursar este tipo de actividades (García

& Egido, 2006). La educación en TIC tiene el propósito de corregir la exclusión.

Nuestra sociedad de la información se caracteriza por continuas transformaciones

aceleradas. La necesidad de adaptación constante a las nuevas realidades es acuciante y

mucho más en el caso de las personas mayores, especialmente si se tiene en cuenta que la

alfabetización informacional recibida en el pasado corresponde a otro momento histórico

por lo que ya no es suficiente para desenvolverse con éxito en este tiempo.

Las personas mayores, como sujetos sociales, tienen derecho a formar parte de los espacios

en los cuales comúnmente se ejercita la ciudadanía activa en la comunidad a la cual

pertenecen (Gutiérrez, et al., 2011), incluyendo los espacios virtuales, lo cual lleva implícito

el derecho a participar en igualdad de condiciones en el desarrollo de sus propias

comunidades (Miralles, 2011).

Respecto a este último punto, es preciso destacar que la alfabetización informacional,

mediática y digital que reciben las personas mayores y la actividad creativa que estos

emprenden en ambientes digitales forma una parte importante de lo que puede llegar a

entenderse como “productividad” en las personas mayores.

Este tipo de educación centrado en el ejercicio de la ciudadanía activa de las personas

mayores, constituye un nuevo paradigma educativo, que sólo desde finales del siglo XX

comienza a ser parte de las discusiones entre los expertos y la política social.

La intervención socioeducativa en personas mayores no debe reducirse a objetivos

relacionados con lo físico, psicológico, cognitivo e intelectual, sino centrarse

fundamentalmente en lo social y cultural; en función de contrarrestar la marginación social

sufrida por este colectivo y motivar la participación activa en todos los espacios, incluyendo

los nuevos espacios digitales. Buena parte de los productos culturales hoy están en la red.

Si bien se ha explicitado la relevancia de la temática en la literatura consultada, cabe

preguntarse –en lo concreto- de qué manera se ha reconocido la importancia de este

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cambio de paradigma educativo en miras de lograr la inclusión digital de las personas

mayores y el ejercicio de su ciudadanía activa.

Uno de los más grandes capitales de los que disponen las personas mayores es el “tiempo

libre”, así lo han demostrado variadas investigaciones que han puesto de manifiesto que

éste es uno de los ítems en el que las personas mayores reportan mayor satisfacción vital.

No habrá que desaprovechar las potencialidades del tiempo libre. Sin embargo, al haber

sido socializadas en el valor del trabajo, las personas mayores de la generación observada

en este capítulo, en ocasiones presentan dificultades para valorar el tiempo de ocio como

una instancia de crecimiento personal sin criticar los usos no instrumentales de las TIC,

como algo que puede ir más allá del trabajo y la producción, hacia la ciudadanía digital.

De hecho, el concepto de “ocio” debe ser entendido como algo que no sólo se vincula al

placer y el disfrute, sino también con la “productividad” concebida en un sentido amplio

(García & Hombrados, 2002).

La educación en TIC para personas mayores debe buscar alternativas de formación

especiales: “mucho más comprehensivas, flexibles e integradoras” . (García & Egido, 2006,

p. 20) y que se centren en las necesidades e intereses propios de las personas mayores,

esto, teniendo como supuesto que actividades impuestas (no deseadas) nunca tendrán un

sentido significativo para las personas mayores que las ejecuten.

La educación en TIC dirigida a personas mayores debe concebirse desde la heterogeneidad

de vejeces (ofreciendo niveles según competencias y experiencias previas), posibilitando el

diseño de programas que aborden un problema a la vez.

Instalando en las personas mayores habilidades para aprender a aprender: programas

originales y creativos, flexibles y para grupos pequeños, para poder así desarrollar la

práctica desde la óptica de quien vive el problema. Con un fuerte componente lúdico,

proporcionando materiales de aprendizaje, entregando refuerzo inmediato y desde

espacios no amenazantes, lo cual, en la mayoría de los casos, se logra desde espacios

educativos no formales.

La educación recibida para la alfabetización, informacional, mediática y digital de las

personas mayores incide fuertemente en las actitudes que estas adoptarán frente a las

tecnologías. La enseñanza de contenidos termina ahí, en cambio, la enseñanza de

habilidades termina en la aplicación en la vida cotidiana.

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CONCLUSIONES

Estudiar los elementos presentes en las acciones de participación digital que emprenden

las personas mayores, nos permitirá ajustar estrategias de abordaje que nos permitan

garantizar la ciudadanía digital activa de las personas mayores y que estas podrían participar

empoderadamente (con confianza, seguridad y control) de los nuevos espacios de

expresión que se abren en el campo de lo virtual, mediante actividades educativas de

alfabetización informacional, mediática y digital, diseñadas con metodologías centradas en

las experiencias, necesidades, gustos e intereses de las personas mayores.

Según el estado del arte en cuanto al diseño de actividades educativas para la inclusión

digital de personas mayores, el enfoque de la intervención no debe estar puesto en cómo

llevar las TIC a las personas mayores, sino en “cuál es la mejor forma de que las personas

mayores saquen ventaja de las TIC para realizar su proyecto de vida y mejorar su calidad de

vida”, es decir, estas iniciativas siempre deben tener en cuenta las experiencias previas,

necesidades, gustos e intereses individuales de cada sujeto. Una intervención centrada en

la persona.

En el capítulo vimos cómo la brecha generacional que obstaculiza la inclusión digital de las

personas mayores se sostiene en el patente edadismo que justifica una sociedad y un

Internet multitarea diseñado pensando en los jóvenes nativos digitales. En este sentido,

cabe preguntarse si el desarrollo acelerado de las TIC, lleva implícito la aceleración del

proceso de exclusión social de las personas mayores, o realmente es posible garantizar

inclusión a todos los grupos sociales hoy marginados.

Hay ciertos valores en los que fueron socializadas las personas mayores y que estas desean

defender, independientemente de que actualmente estén inmersas en actividades

educativas y estén buscando su inclusión digital: la relación real cara a cara y la

jerarquización del tiempo real v/s el tiempo virtual.

Las personas mayores observan con preocupación que muchos jóvenes efectivamente

están comunicados entre ellos y con el mundo, pero muy descomunicados con los mayores,

suscitándose una brecha intergeneracional entre ellos a partir de las TIC.

Quizás, el marco referencial moral que ya trae mayoritariamente esta generación de

personas mayores, les permita hacer uso más consciente y empoderado de las TIC que sus

pares más jóvenes: no solo manejar ciertas competencias y habilidades.

“La sabiduría digital trasciende la brecha generación definida por la distinción

migrante/nativo, ya que son muchos las migrantes digitales que exhiben rasgos de sabiduría

digital” (Abad, L, 2016, pág. 36).

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GLOSARIO:

1. Alfabetización mediática: alfabetización que incluye conocimientos y empleo

utilitario de los medios en todas sus dimensiones. La alfabetización es un resultado,

la educación es el proceso.

2. Alfabetización informacional: alfabetización en habilidades y competencias para la

comprensión y el manejo de la información existente en diversos soportes y

provenientes de diferentes fuentes. La alfabetización es un resultado, la educación

es el proceso.

3. Alfabetización digital: alfabetización para realizar lo que concierne a la

alfabetización mediática e informacional en el nuevo entorno digital. La

alfabetización es un resultado, la educación es el proceso.

4. Brecha digital: situación que margina a las personas del acceso y uso de Internet y

las TIC. Esta brecha incluye la brecha digital geográfica (que aborda diferencias entre

países desarrollados y no desarrollados o entre diversas regiones dentro de un

mismo país, la brecha digital social (que aborda las diferencias en el acceso y uso de

las TIC en función de los ingresos y la formación) y la brecha digital generacional

(que aborda diferencias de posibilidad de uso de las TIC en función de la edad,

asumiendo un hándicap al respecto en las personas mayores y contraponiendo

nociones como nativos digitales vs. Inmigrantes digitales).

5. Ciudadanía digital: ampliación de la ciudadanía tradicional, enfatizando los

derechos que tienen que ver con el libre acceso y uso de la información y

conocimientos. Exigencia de una interacción más simple y completa con las

administraciones públicas a través de las redes telemáticas. También se entiende

como “lucha contra la exclusión digital”, a través de la inserción de colectivos

marginales en la sociedad de la información.

6. Cultura participativa: posibilidad de actuación del sujeto en sus ámbitos sociales

más cercanos a través de interacciones culturales, empleando los distintos medios

de comunicación digitales a su alcance. La interactividad es propiedad de la

tecnología, mientras que la participación es una característica de la cultura. La

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cultura participativa que absorbe y responde a la explosión de las nuevas

tecnologías, hace posible que los consumidores puedan archivar, anotar, apropiarse

y recircular el contenido de los medios en poderosas nuevas formas.

7. Inclusión digital: conjunto de políticas públicas relacionadas con la construcción,

administración, expansión, ofrecimiento de contenidos y desarrollo de capacidades

locales en las redes digitales públicas, alámbricas e inalámbricas.

8. Derechos de “cuarta generación”: el derecho a la democracia, el derecho a la

información y el derecho al pluralismo; de estos derechos depende la concreción de

una sociedad abierta al futuro.

9. Gerontagogía: es una rama de la Gerontología que estudia los procesos de

enseñanza- aprendizaje en los adultos mayores, es una disciplina que pone énfasis

en la situación educativa de los adultos mayores; así como en las necesidades que

presentan en su formación.

10. TIC: Tecnologías de la Información y la Comunicación (ordenadores, dispositivos

personales multimedia, telefonía móvil, redes sociales, Internet, televisión digital,

sistemas de navegación digital, ebooks…) como herramientas tecnológicas para la

elaboración, almacenamiento y difusión digitalizada de información basadas en la

utilización de redes de telecomunicación multimedia. Dicho en pocas palabras, las

TIC se entienden como la fusión de tres tecnologías que ya existían separadas (las

audiovisuales, las telecomunicaciones y las informáticas). Estas tecnologías

configuran lo que se llama “cultura digital”, que implican nuevas formas de

organización y procesamientos del conocimiento más flexibles, interactivas y que

reclama, a su vez, nuevos modelos de enseñanza y de materiales didácticos.

11. Sociedad de la información, sociedad del conocimiento: sociedad que presenta a

todos los ciudadanos el desafío ineludible de contar con las herramientas y

habilidades para acceder a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)

y utilizar dicho acceso para su beneficio.

12. Socialización: según Berger y Lukmann es el proceso mediante el cual el ser humano

aprende, en el transcurso de su vida, los elementos socioculturales de su medio

ambiente y los integra a la estructura de su personalidad bajo la influencia de

experiencias y de agentes sociales.