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Filosofía 4 º 3. Rep. 3. Prof.: Mayra Ibarra. “Entre los rasgos más comunes de la filosofía hallamos la aspiración a un saber último y total. La filosofía es saber, conocimiento alcanzado por la reflexión crítica; esto la distingue de la creencia religiosa, que se atiende a la revelación, a la tradición y a la autoridad, y cuyo máximo resorte es un sentimiento de reverencia, acatamiento y dependencia ante el principio divino. Aunque en muchos casos la filosofía acepte la existencia y aún la primacía de este principio divino, su actitud frente a él, en cuanto filosofía verdadera, no es de reverente supeditación, sino de meditación libérrima, de investigación crítica; sino es así, no es filosofía sino a medias. (…) Desde otro punto de vista que no deja de tener relación con el anterior, se dice que la filosofía es saber sin supuestos, eso es, un saber que no reconoce ninguna presuposición, ninguna base admitida de antemano. Esto la distingue de la ciencia, en la cual se aceptan supuestos sin comprobación. En el saber vulgar, la realidad tal como nos es dada es el supuesto más general. En el saber científico, se presupone la existencia del mundo, la del espacio y el tiempo, la capacidad cognoscitiva de la razón y la validez de los grandes métodos. La filosofía convierte todo esto en problema, con muy distintas soluciones. (…) Puede decirse también que la ciencia trabaja admitiendo un vasto supuesto: la aptitud cognoscitiva del hombre, su derecho a establecer tesis sobre la realidad. Para la filosofía, este supuesto se transforma en grave, en arduo problema, que examina la teoría del conocimiento. (…) La afirmación de que la filosofía es ante todo saber sin supuestos resulta angosta para calificar todo el trabajo filosófico, pero indica acertadamente la diferencia acaso fundamental - no sin duda la única – entre filosofía y ciencia. Nótese que de tomar a la letra esta aseveración, se negaría la condición filosófica a grandes porciones de la investigación que, por consenso firme, se han tenido y se tienen por filosofía.” F. Romero. ¿Qué es la filosofía? Ed. Columba S.A. Bs. As., 1958 “Si el estudio de la filosofía tiene algún valor para los que no se dedican a ella, es sólo un efecto indirecto, por sus efectos sobre la vida de los que la estudian. Por consiguiente, en estos efectos hay que buscar primordialmente el valor de la filosofía, si es que en efecto lo tiene. Pero ante todo, si no queremos fracasar en nuestro empeño, debemos de liberar nuestro

Repartido 3. Fragmentos de Romero y Russell

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Distinción entre saber filosófico y ciencia.Distinción entre saber filosófico y religión.El valor de la filosofía

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Filosofía 4º 3. Rep. 3. Prof.: Mayra Ibarra.

“Entre los rasgos más comunes de la filosofía hallamos la aspiración a un saber último y total. La filosofía es saber, conocimiento alcanzado por la reflexión crítica; esto la distingue de la creencia religiosa, que se atiende a la revelación, a la tradición y a la autoridad, y cuyo máximo resorte es un sentimiento de reverencia, acatamiento y dependencia ante el principio divino. Aunque en muchos casos la filosofía acepte la existencia y aún la primacía de este principio divino, su actitud frente a él, en cuanto filosofía verdadera, no es de reverente supeditación, sino de meditación libérrima, de investigación crítica; sino es así, no es filosofía sino a medias. (…)

Desde otro punto de vista que no deja de tener relación con el anterior, se dice que la filosofía es saber sin supuestos, eso es, un saber que no reconoce ninguna presuposición, ninguna base admitida de antemano. Esto la distingue de la ciencia, en la cual se aceptan supuestos sin comprobación. En el saber vulgar, la realidad tal como nos es dada es el supuesto más general. En el saber científico, se presupone la existencia del mundo, la del espacio y el tiempo, la capacidad cognoscitiva de la razón y la validez de los grandes métodos. La filosofía convierte todo esto en problema, con muy distintas soluciones. (…)

Puede decirse también que la ciencia trabaja admitiendo un vasto supuesto: la aptitud cognoscitiva del hombre, su derecho a establecer tesis sobre la realidad. Para la filosofía, este supuesto se transforma en grave, en arduo problema, que examina la teoría del conocimiento. (…)

La afirmación de que la filosofía es ante todo saber sin supuestos resulta angosta para calificar todo el trabajo filosófico, pero indica acertadamente la diferencia acaso fundamental - no sin duda la única – entre filosofía y ciencia. Nótese que de tomar a la letra esta aseveración, se negaría la condición filosófica a grandes porciones de la investigación que, por consenso firme, se han tenido y se tienen por filosofía.”

F. Romero. ¿Qué es la filosofía? Ed. Columba S.A. Bs. As., 1958

“Si el estudio de la filosofía tiene algún valor para los que no se dedican a ella, es sólo un efecto indirecto, por sus efectos sobre la vida de los que la estudian. Por consiguiente, en estos efectos hay que buscar primordialmente el valor de la filosofía, si es que en efecto lo tiene.

Pero ante todo, si no queremos fracasar en nuestro empeño, debemos de liberar nuestro espíritu de los prejuicios de lo que se denomina equivocadamente “el hombre práctico”. El hombre “práctico”, en el uso corriente de la palabra, es el que sólo reconoce necesidades materiales, que comprende que el hombre necesita el alimento del cuerpo, pero olvida la necesidad de procurar el alimento del espíritu. (…) El valor de la filosofía debe hallarse exclusivamente en los bienes del espíritu, y sólo los que no son indiferentes a estos bienes pueden llegar a la persuasión de que estudiar filosofía no es perder el tiempo. (…)

De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre, el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio (…) Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos por el contrario, que aún los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. (…)

La filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, puesto que, por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como verdadera, sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu a la investigación.”

B. Russell. Los problemas de la filosofía. Ed. Labor S.A. Barcelona, 1995

Goya. «El sueño de la razón produce monstruos», grabado n.º 43 de Los caprichos (1799)