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Revista Budismo un Oasis de Posibilidades para tu Felicidad. N° 17

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Esta es una de varias ediciones que se dedicaran a dar una explicación de la vida de Siddharta Gautama Buda y de sus enseñanzas tratando de dar una imagen realista y no tanto mitológica. Disfrútenla

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a vida del Buddha es más que un relato de la búsqueda de un hombre hacia la verdad y su realización; es también la narración sobre las personas que se encontraron con ese hombre durante su carrera de cuarenta y cinco años, y cómo ese encuentro los transformó. Si la búsqueda del Buddha y sus encuentros con otros se pone contra el telón de fondo del mundo en el cual esos eventos tuvieron lugar, un mundo con costumbres únicas, sus intrigas políticas y su fermento religioso, se vuelve una de las historias más fascinantes jamás contadas. Uno conocerá a reyes orgullosos y a descastados humildes, junto a monjes de hábitos azafrán (algunos santamente, muchos otros demasiado humanos), y a patrones generosos y rivales celosos. Algunos de los acontecimientos de la vida del Buddha son descritos por los eruditos como ‚legendarios‛, pero si los vemos objetivamente, pocos de ellos podrían considerarse inverosímiles. Pero es evidente que las personas que vivimos y practicamos las enseñanzas de la voluntad del alma universal, es fácil divisar moviéndose como una brisa fresca a través de todo este drama, al Buddha, paciente, sonriente, e inconfundiblemente real con sus medios conducentes que hoy en día aun nos guían. La información más antigua y auténtica que tenemos sobre la vida del Buddha se encuentra en el Canon Pali o Tipitaka Pali, no en orden cronológico, sino esparcida aquí y allá, como pepitas de oro en el lecho de un río arenoso. Menos confiable pero no obstante de ayuda a veces, es la información en los comentarios Pali, especialmente el Dhammapada Atthakra y el Jataka Nidanakatha. Después de eso, tenemos los sutras Mahayana en los cuales el Buddha histórico comienza a retroceder desde una vista detrás de un velo de leyendas y romance, volviéndose menos y menos accesible a medida que lo hace.

Fernando Rincones Ottamendi DIRECTOR

Así, la historia del Buddha y sus discípulos, como se cuenta en las fuentes Pali, no es sólo auténtica y fascinante, es también una historia que tiene un significado espiritual. Tras su iluminación, Buda inició su ministerio, el cual duró más de 40 años, durante los cuales fundó la orden budista y la primera orden monástica de mujeres. A la edad de 80 años, falleció. Al no designar un sucesor al frente de la Shanga, la doctrina tomó diferentes rumbos creando diversas escuelas y variantes conocidas como nikayas, sin embargo esto no fue inmediato, su proceso ha durado hasta nuestros días. Han sido publicadas docenas de libros sobre la vida del Buddha, y no solo libros cualquier tipo de ilustraciones que hoy en día nos facilita la comprensión de esta apasionante historia. De las cuales les puedo recomendar la de Deepak Chopra y la de Hermann Hessen. Tomando una perspectiva diferente de las biografías usuales del Buddha, quise narrar la historia del gran hombre usando a la sociedad de su tiempo como telón de fondo, y a las interacciones del Buddha con sus contemporáneos como el tema central. Descubrimos cómo era el Buddha como persona, cómo enseñaba y cómo cambió las vidas de todos los que fueron lo suficientemente afortunados como para entrar en contacto con él. Disfruta de ésta Edición de la Revista BUDISMO: Un Oasis de posibilidades para tu felicidad…

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Esperamos tu comentario…

Hola Soy Franco Belugin y soy lector de de su revistas y de verdad me gusta mucho su trabajo, siempre estoy pendiente y comparto las informaciones me gustaría que redactaran una con la vida de buda porque hay muchos escritos y hablan mucho de cosas mitológicas quisiera algo mas científico si puede definir asi. Gracias

Franco Belugin Buenos Aires, Argentina

Fernando Rincones: Gracias por tus palabras Franco, bueno dando respuesta a tu petición esta es una de dos ediciones que vamos a realizar tratando de describir un poco la vida del buda y sus enseñanzas. Esperamos que pueda ser de tu agrado asi como de uso y aprendizaje. Saludos a todos los hermanos Argentinos

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opiniones de sus colaboradores. • Nuestro Objetivo: Presentar la esencia del Budismo de una manera no sectorizada e integrada a la

cultura Venezolana y la cultura Occidental.

(+58-416) 729.14.52

Hola desde México les escribo para felicitarlos todo el material que han publicado esta excelente y muy chido ojala El budismo ha estado creciendo muchísimo como religión sobre todo el budismo Zen, acá en México ya lo están aplicando hasta en las empresas como metodologías de ayuda laborales y me parece un nuevo visión del budismo. Saludos

Juan Balastú Ciudad de Mexico, Mexico.

Fernando Rincones: Gracias por tus palabras Juan y que alegría saber que el Dharma del Buda cada ves esta tomando mas de nuestros espacios de diario y aun mas interesante nuestros ámbitos laborales que son como un segundo hogar. Saludos desde Venezuela.

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El padre de Siddhartha, Shuddhodana, no era un rey, como se describió posteriormente en la literatura budista. En lugar de ello, fue un noble del clan Gautama, quien probablemente sirvió como gobernador regional en Sakiya. El Canon Pali no registra el nombre de la madre del Buda, pero fuentes sánscritas posteriores la identifican como Maya-devi.

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Contexto Histórico y etimológico

Buda – El Tathagata

Si bien la historicidad del Buda no deja lugar a dudas, muchos de los acontecimientos relacionados con su vida y obra son muy inciertos, otros semi-legendarios y algunos, directamente mitológicos. Sin embargo, el propósito de este capítulo no es un estudio historiográfico del fundador del budismo sino más bien la descripción del trasfondo cultural y religioso del budismo para una mejor comprensión de sus principales enseñanzas. Esto nos permite, presentar al lector una historia simple, no exenta de aquel toque mitológico, de la vida y obra de Siddhattha Gotama que opera en la imaginería popular budista. Todos los datos, tanto históricos como legendarios, dibujan un perfil de una persona noble, que supo, mediante sus propios esfuerzos, rechazar los lujos y placeres de su privilegiada posición social y escoger un sacrificado camino hacia la liberación personal y proponer uno igual para todos los demás seres sintientes. Esta es una excelente historia para aprender y contar, y comenzamos así… India es un subcontinente enorme en forma de cuña, con el Mar Arábigo a su Oeste, el Mar de Andaman a su Este, y los picos nevados de los Himalayas a su Norte. En tiempos antiguos era conocido como ‘La Tierra de la Manzana Rosa’ (Jambudipa). El Buddha nació y vivió toda su vida en la India nor-central, en el área conocida entonces como la Tierra Media (Majjhima Desa), llamada así porque la gente que vivía allí creía que era el centro de la tierra. La totalidad del área consiste en una planicie vasta, llana y fértil a través de la cual fluyen dos grandes ríos, el Ganges y el Yamuna, y muchos ríos pequeños. Hay tres estaciones – verano, cuando la temperatura puede alcanzar hasta los 40 º; la estación lluviosa, cuando los ríos se inundan y viajar se hace difícil; y el invierno, cuando los días pueden ser placenteros pero las noches pueden ser congelantes. En la época del Buddha, grandes áreas del norte de la India estaban cubiertas por junglas y las personas que vivían en las varias aldeas que bordeaban las junglas frecuentemente encontraban leones, elefantes, ciervos, rinocerontes y otros animales salvajes

La población de esta parte norte de India era mucho más pequeña que hoy; había grandes extensiones de tierras cultivables para la agricultura y la mayoría de las personas tenía comida más que suficiente. Incluso los granjeros más pobres podían suplementar su dieta o sus ingresos cazando animales salvajes y recolectando los abundantes frutos que proveían los bosques. La India que el Buddha conoció no era una sola unidad política sino más bien una colección de países independientes, frecuentemente luchando entre sí por la supremacía. El más grande y poderosos de esos países era el reino de Magadha, que durante la mayor parte de la vida del Buddha estuvo regido por el Rey Bimbisara, un gobernante fuerte y eficaz que tuvo un gran interés en la religión. La capital de Maghada (Hoy en día Magadha es la provincia o estado de Bihar) era Rajagaha (la Residencia del Rey) que estaba anidada entre colinas escabrosas, y estaba protegida por masivos muros de piedra, los restos de los cuales pueden verse aun en la actualidad. Poco tiempo después de la entrada del Buddha en su Nirvana final, Maghada trasladó su capital de Rajagaha a Pataligama, que se llamaría más tarde Pataliputta y hoy se llama Patna, y en ciento cincuenta años había conquistado casi toda la India.

Mapa Geográfico de la India

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Directamente al norte de Magadha y separada de ella por el río Ganges estaba la Confederación Vajjian. La Confederación Vajjian estaba compuesta de varias tribus, dos de las cuales se llamaban los Licchavis y los Videhas, que se habían unido para protegerse de su poderoso vecino de sur. Los Licchavis eran la tribu más importante de la Confederación y su ciudad principal Vesali, era la capital de facto de la Confederación. A lo largo de la frontera occidental de la Confederación Vajjian estaba Malla, una pequeña república tribal dividida en dos partes, una con su capital en Kusinagara y la otra con su capital en Pava. Al norte de Malla estaban las dos repúblicas semi independientes de los Sakyas y los Koliyas, con sus capitales en Kapilavatthu y Devadaha respectivamente. Estos y los otros estados tribales no estaban regidos por reyes sino por consejos compuestos por los ciudadanos líderes, no diferentes de aquellos que regían las antiguas ciudades-estado griegas. Los consejos se reunían regularmente y todos eran libres de expresar sus opiniones.

Vedas, libro sagrado que contiene leyes, normas, principios y derecho que regulaba la sociedad de la antigua India, también de los vaishia (agricultores o comerciantes)

Al noroeste de Magadha estaba Kosala, el segundo país más grande y poderoso de la época. Durante la mayor parte de la vida del Buddha, Kosala estuvo gobernado por el rey Pasenadi desde su capital en Savatthi. Kosala ejercía una gran cantidad de influencia sobre los Sakyas. Al sudeste de Kosala estaba Varnsa, con su capital en Kosambi, sobre el río Yamuna. Durante bastante tiempo de la vida del Buddha, Varnsa estuvo regida por el rey Udena El siglo V antes de Cristo fue un periodo de transición. Antiguas repúblicas tribales estaban disolviéndose bajo el impacto de los reinados predadores y autocráticos como Kosala y Magadha. Las ciudades se estaban volviendo más grandes y más sofisticadas, y la gente estaba dejando sus aldeas y granjas para congregarse en ciudades como Kosambi, Savatthi, Rajagaha y otros centros urbanos. La sociedad india estaba ásperamente dividida por el sistema de castas Catuvana (En la actualidad, 2500 años después de la época del Buddha, aun existe este sistema en India). La casta en la cual nacía una persona determinaba qué trabajo tendría, su estatus en la sociedad, con quién se casaría, dónde viviría y con quién se relacionaría, de hecho casi todos los aspectos de su vida.

Buda – El Tathagata

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Kapilavatthu, (hoy Lumbini, Nepal), lugar del nacimiento de Buda y sitio de los intensos trabajos arqueológicos. Lumbini fue declarado por la UNESCO como patrimonio de la humanidad.

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La casta más alta era la de los brahmanes, que eran los sacerdotes hereditarios del Brahmanismo, los educadores y eruditos. Debajo de ellos estaban los Khattiyas, la casta de los guerreros, que eran gobernantes, soldados y administradores. La casta siguiente eran los Vessa, los comerciantes, mercaderes y artesanos. En el fondo del sistema de castas estaban los Sudras, que trabajaban como granjeros, labradores, y sirvientes. Fuera del sistema de castas estaban los Candalas, los descastados, que eran considerados inaceptables en la sociedad civilizada y el contacto con ellos se consideraba contaminante. Ellos vivían en las afueras de las ciudades y las aldeas, y eran obligados a realizar tareas como la recolección de basura, mover cadáveres, limpiar las calles. El sistema de castas le daba a la sociedad una enorme estabilidad, pero hacía casi imposible la movilidad social y el cambio, y también generaba una enorme crueldad hacia las castas más bajas y los descastados. Originalmente el sistema de castas era sólo una institución pero más tarde fue integrado al Brahmanismo y se le dio sanción religiosa, y la mayoría de la literatura Brahmánica e Hindú acepta al sistema de castas como algo que fue ordenado por Dios. La escritura era conocida en la época del Buddha pero no era ampliamente usada. La razón es que India había perfeccionado modos de aprender la literatura de memoria mucho tiempo atrás, y de transmitirla con tal exactitud que la escritura simplemente no era necesaria. Los Vedas, los himnos sagrados del Brahmanismo, habían sido compuestos unos mil años antes del Buddha, y por cierto no fueron escritos hasta muchos siglos después de su Nirvana final, y aun así fueron fielmente preservados. Canciones, leyendas, historias, textos sagrados y grandes cantidades de otra literatura que formaba parte de la cultura de la época fueron todos preservados oralmente.

La religión predominante en India durante los tiempos del Buddha era el Brahmanismo, no el Hinduismo como se supone comúnmente – siendo el Hinduismo una amalgama del Brahmanismo, el Buddhismo y varios cultos folklóricos que se desarrollaron sólo muchos siglos después del Buddha. El Brahmanismo creía en un dios creador supremo llamado Brahma y muchos dioses menores como Aggi (Agni en sánscrito), el dios del fuego, Indra, el rey de los dioses, Yama, el rey del sub-mundo, Suriya, el dios del sol, etc. Esos dioses eran propiciados con sacrificios (yaga) los que eran arrojados al fuego ritual y luego se creía que eran llevados al cielo en el humo. Las personas ordinarias podían hacer pequeños sacrificios de arroz o ghee (manteca), pero los ricos o la realeza a veces sacrificaban una gran cantidad de animales, usualmente vacas pero ocasionalmente incluso seres humanos. Los sacrificios eran asuntos muy complejos y se creía que podían hacer descender las bendiciones de los dioses sólo si eran practicados de un modo absolutamente correcto.

Sólo los brahmanes, los sacerdotes hereditarios, sabían cómo realizar los sacrificios correctamente, conocimiento que guardaban celosamente, y esperaban ser bien pagados por sus servicios. Como resultado de esto, los brahmanes tenían una bien ganada reputación de codiciosos y avaros. Otra práctica importante del Brahmanismo eran los baños rituales. Se creía que si una persona hacía el mal podía ser limpiada o lavada bañándose en ciertos ríos sagrados, el más popular de los cuales era el Ganges. En los tiempos del Buddha, había una insatisfacción ampliamente difundida con el Brahmanismo, y muchas personas, incluyendo muchos intelectuales Brahmanes, se estaban interesando en nuevas ideas religiosas. Paralela al Brahmanismo y mucho más antigua era la tradición de los maestros ascéticos no-ortodoxos (Samana) que estaban comenzando a atraer la atención crecientemente. El más famoso de esos maestros fue Nataputta, conocido por sus discípulos por el título de Mahavira Jain (el Gran Héroe Victorioso). Sus seguidores eran conocidos como Los Libres de Ataduras (Nigantha) y la religión que él fundó llegó a ser conocida como el Jainismo. Nataputta era un anciano contemporáneo del Buddha y ya tenía muchos discípulos en la época en que comenzó el Buddhismo. Otro grupo importante de ascetas eran los Ajivikas, fundado por Makkhali Gossala. Los ascetas Ajivika iban desnudos y enseñaban que hacer el bien y abstenerse de hacer el mal era inútil, porque todos podrían encontrar la salvación eventualmente por medio del proceso de la trasmigración, así como un ovillo de hilo rodando por el suelo eventualmente se desenrollará.

Sello de Mohenjo-Daro perteneciente a la cultura del Indo

MANUSCRITO DEL RIG-VEDA DEL SIGLO XVIII (ESCRITURA DEVANÁGARI) Punjabi Escritura sobre oro, Amritsar, Punjab, India

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Los Ajivikas tenían muchos seguidores influyentes y defensores, pero el Buddha los criticó como a los peores de todos los ascetas. Algunos de los otros maestros bien conocidos de la época eran Ajita de la manta de pelo, Purana Kassapa, Pakudha Kaccayana y Sanjaya Belatthiputta, cuyas religiones duraron sólo unos siglos y luego se extinguieron.

Los "Upavedas" son tratados técnicos que desarrollan distintas especialidades

Upanishads

Los Brahmanes la elite de la sociedad hindú

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La madre de Buda Maya Devi soñó con un elefante blanco durante el embarazo. Dice la leyenda que Maia fue fecundada por un pequeño y bello elefante provisto de seis colmillos que hirió delicadamente su regazo sin causarle dolor. Al nacer, el pequeño Siddharta habría aparecido ante su madre sobre un loto mientras una suave lluvia de pétalos caía sobre ambos, y dijo: «Triunfaré sobre el nacimiento y la muerte y venceré a todos los demonios que hostigan al humano»

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La madre de Siddhartha murió poco después de su nacimiento, por lo que él fue criado por su tía Pajapati, con quien su padre se casó como era la costumbre de la época. Se dice que cuando Buda empezó a caminar a cada paso florecía una flor de loto. Dice también la leyenda, que cuando Gautama nació recobraron la vista los ciegos, los sordomudos hablaron y una música celestial llenó el mundo.

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De acuerdo con la leyenda, Okkaka tenía cinco reinas y numerosos hijos, pero sólo el vástago de la reina principal, Bata, estaba destinado al trono. Esos príncipes eran Okkamukha, Karakanda, Hatthinika, y Sinipura. Cuando la reina principal murió, Okkaka se casó con una mujer mucho más joven y la hizo reina principal, pasando por sobre las otras esposas y creando muchos celos. Cuando la nueva reina principal dio a luz a un hijo, Okkaka estuvo tan complacido que le ofreció darle cualquier cosa que ella deseara. Inmediatamente ella respondió: ‚Quiero que mi hijo herede el trono‛. El rey no podía hacer eso porque sus otros cuatro hijos estaban legalmente habilitados para el trono, pero la reina insistió en que él mantuviera su promesa. No siendo capaz de retroceder, lamentablemente hizo príncipe coronado a su nuevo hijo Jantu y expulsó a sus otros hijos. Sus hermanas estaban disgustadas con esta decisión, y como protesta se unieron a sus hermanos en el exilio. Los príncipes y princesas vagabundearon a través de la selva en busca de un lugar adecuado donde vivir. Con el tiempo, llegaron a la ermita del sabio Kapila, quien les dio la bienvenida y los invitó a vivir en las cercanías, cosa que hicieron,

Los Shakyas El río Ganges fluye a través de una amplia planicie llana bordeada en su parte norte por las colinas Mahabharar, más allá de las cuales yacen los Himalayas. Justo donde la planicie se une con las colinas estaba la tierra natal de los Sakyas, la tribu en la que nació el Buddha. Los Sakyas pertenecían a la casta guerrera (khattiya) y tenían una reputación de orgullosos y temperamentales. Comparados con los otros estados, los Sakyas eran más bien poco sofisticados, en el filo exterior, por así decirlo, de la civilización que se estaba desarrollando rápidamente al norte de la India en ese momento. Los Sakyas no tenían ciudades como tales, sino asentamientos y aldeas más bien grandes, siendo las principales Kapilavatthu, la capital, Catuma, Komadussa y Silavari. Como todos los pueblos de la época, los Sakyas tenían leyendas sobre sus orígenes, una mezcla de hechos y ficción, destinadas a enfatizar sus proezas y su nobleza. Trazaban sus orígenes hasta el mítico Rey Okkaka.

llamando a ese lugar Kapilavatthu en honor al sabio. Había aldeas aisladas en el área, pero los jóvenes príncipes eran demasiado orgullosos para casarse fuera de su propia tribu, y entonces hicieron madre a la hermana mayor, Piya, y se casaron con las otras hermanas, algo por lo que los Sakyas fueron molestados frecuentemente siglos más tarde. Más tarde Piya se casó con Rama, el rey de Benares, y sus hijos fueron los ancestros de los Koliya, los parientes de los Sakyas en el Este. Fue el aprendizaje de esta historia y de otras relacionadas a la historia de la tribu, lo que probablemente formó parte de la educación del joven Príncipe Siddharta. Los Sakyas tenían un Consejo (sabha) que estaba constituido por guerreros de la tribu respetados por sus proezas o sabiduría militar. El consejo se reunía regularmente en el salón de asambleas de Kapilavatthu (sala) para discutir el gobierno del estado. El consejo también dirimía disputas y actuaba como corte judicial. Un hombre que se hubiera probado a sí mismo en batalla, que fuera rico en tierras y ganado, y que fuera

Clases y Castas Guerreras de la India Antigua

Buda – El Tathagata

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conocido por su sabiduría, tacto y habilidades conciliatorias, sería elegido como presidente del consejo y para actuar como el regente de los Sakyas. Suddhodana, cuyo nombre significa ‚arroz puro‛, cumplía con todos esos requisitos y había gobernado a los Sakyas durante varios años, como lo habían hecho probablemente muchos miembros de su familia anteriormente. Era el hijo de Sihanu y su esposa Kaccana, y era uno de cinco hermanos, siendo los otros Dhotodana, Sakkodana, Sukkodana, y Amitodana. Los Sakyas practicaban la endogamia, el casamiento entre primos, y la poligamia, así que Suddhodhana se casó con dos hermanas, Maha Maya y Maha Pajapati Gotama, siendo las dos sus primas cercanas. Este tipo de arreglo era alentado porque los Sakyas, siendo muy orgullosos, sentían que estaba por debajo de su dignidad casarse con quienes no eran Sakyas, y también porque así se mantenían las propiedades dentro de la familia. El Buddha no estaba apegado a su tribu pero tenía una consideración afectuosa hacia ella. Una vez, el joven Brahmán Ambattha abusó de los Sakyas en presencia del Buddha. Cuando el Buddha le preguntó por qué estaba tan enojado con los Sakyas, dijo: ‚Una vez fui a Kapilavatthu a hacer ciertos negocios para mi maestro, el Brahmán Pakkharasati, y llegué al salón de la asamblea de los Sakyas. En ese momento, una multitud de Sakyas estaba sentada en un estrado elevado en su salón de asambleas, apuntándose entre sí con los dedos, y estoy seguro de que se estaban burlando de mí. Nadie me ofreció siquiera un asiento. No es apropiado que ellos no respeten a los Brahmanes‛. El Buddha defendió a los Sakyas diciendo: ‚Pero, Ambattha, incluso la codorniz, esa ave pequeña, puede decir lo que quiera en su propio nido‛. Kapilavatthu es el hogar de los Sakyas. No merecen censura por tal desliz menor. Muchos miembros de la familia del Buddha se volvieron prominentes en la Sangha, y era probable que de alguna manera el Buddha los favoreciera, aunque no cuando se llegaba a asuntos espirituales. Él hizo a su madre adoptiva, Maha Pajapati Gotama, la cabeza de la Sangha de monjas. De los nueve asistentes diferentes que tuvo el Buddha durante su vida, uno, Ananda, era un primo, y otros dos, Nagasamala y Meghiya, eran Sakyas.

Después de aproximadamente siete años de no haber escuchado nada sobre su hijo, Suddhodhana llegó a saber que él estaba viviendo en Rajagaha, y que estaba proclamando estar iluminado. Lleno de gozo por saber que su hijo aun estaba vivo, Suddhodhana envió a un mensajero para pedirle que regrese al hogar. El mensajero encontró al Buddha en el Bosque de Bambú en Rajagaha, y quedó tan cautivado escuchando el Dharma que allí mismo, y en ese mismo momento, decidió hacerse monje, olvidando completamente transmitir el mensaje de Suddhodhana al Buddha. Fueron enviados más mensajeros y ocurrió lo mismo. Finalmente, exasperado, Suddhodhana pidió a Kaludayi que tomara el mensaje, pero le dijo que tenía permiso para hacerse monje sólo a condición de que le transmitiera el mensaje al Buddha. Y entonces el Buddha llegó a conocer el deseo de su padre de verlo. Poco después se encaminó hacia Kapilavatthu, seguido por una gran comitiva de monjes. Cuando llegaron, se quedaron afuera de la ciudad en un parque, y por la mañana ingresaron a la ciudad para mendigar comida. Recién entonces Suddhodhana se dio cuenta de que su hijo había llegado, y quedó impresionado de saber que su hijo había dormido bajo un árbol en lugar de dormir en el palacio, y que hubiera mendigado alimentos por las calles en vez de deleitarse en la mesa del banquete. ‚Estás degradando la dignidad de tu familia‛, dijo Suddhodhana, conteniendo su ira con dificultad. El Buddha respondió: ‚Suddhodhana, al iluminarse uno se vuelve de la familia de los Nobles, y su dignidad no depende de los lazos externos, sino de la sabiduría y la compasión‛. El Buddha ofreció muchas enseñanzas en Kapilavatthu y en otras ciudades, y muchos Sakyas se hicieron monjes, mientras que otros se hicieron seguidores entusiastas del Dhamma permaneciendo en la vida de laicos. Después de una resistencia inicial, Suddhodhana escuchó lo que su hijo tenía para decir, y se volvió uno ‚Que Vuelve una Vez‛. El fanatismo por su clan y su orgullo finalmente llevaron a los Sakyas a su caída. Aunque los Sakyas eran libres para dedicarse a sus propios asuntos, estaban controlados hasta cierto punto por su poderoso vecino del oeste, Kosala. Por los tiempos del Buddha, Kosala se

había involucrado tanto en los asuntos de los Sakyas que el mismo Buddha describió alguna vez a su tierra natal como parte de Kosala. ‚Ahora los Sakyas son vasallos del rey de Kosala. Le ofrecen servicio y lo saludan, lo apoyan, le rinden honor y deferencia.‛ El amor del Buddha por la libertad personal y la independencia fue probablemente influido por su educación Sakya, y no hay duda de que él simpatizaba con las pequeñas repúblicas tribales en sus luchas por mantener su independencia de las monarquías autoritarias que estaban emergiendo en aquella época. Cuando escuchó que el Rey Ajatasattu estaba preparándose para invadir la república Vajjia, le preguntó a Ananda: ‚¿Has oído que los Vajjia mantienen asambleas frecuentes y regulares, que se reúnen en armonía, manejan los negocios en armonía, y que imploran en armonía, que se rigen por las decisiones que han tomado de acuerdo con la tradición, que honran, respetan, reverencian y saludan a los ancianos, y escuchan sus consejos, que no secuestran a las mujeres de otros o a sus hijas y las obligan a vivir con ellos, que honran, respetan, reverencian y saludan a los santuarios Vajjias en su país y en el exterior, y que no retiran el apoyo que les dan, y que se les da protección y provisiones adecuadas a los santos, de modo que ellos puedan vivir allí cómodamente y que puedan venir más en el futuro?‛ Ananda respondió que los Vajjias hacían todo eso, y el Buddha dijo: ‚Mientras sigan haciendo esas cosas, puede esperarse que los Vajjias prosperen y no declinen‛. Parece que el Rey Pasenadi de Kosala deseaba extender su influencia entre los Sakyas, y eligió hacerlo demandando una mujer de la nobleza Sakya como esposa para su hijo. Ningún Sakya quería que una hija de ellos se casara con alguien que no fuera de la tribu, pero al mismo tiempo no podían ignorar los deseos de su poderoso vecino. Mahanama, uno de los primos del Buddha, llegó con una solución. Él había tenido una hija llamada Vasabhakhattiya con una de sus esclavas, y sugirió que se la hiciera pasar por una noble Sakya, y que se la dieran al hijo del Rey Pasenadi como esposa. El truco funcionó; Vasabhakhattiya fue llevada a Kosala, se casó y fue aceptada en la familia real. Eventualmente dio a luz a un niño que fue llamado Vidudabha, quien se volvió príncipe coronado.

Buda – El Tathagata

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Sarnath, donde dio la primera enseñanza del Dharma. Sarnath es una ciudad de India ubicada en el distrito de Benarés, Estado de Uttar Pradesh, India.

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Kushinagara, donde el falleció. Kushinagar es una ciudad en el distrito de Kushinagar, Estado de Uttar Pradesh, en India y es una de las cuatro ciudades santas del budismo, donde se encuentra su sepulcro

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Cuando Vidudabha creció, quiso ir a visitar a quienes creía que eran sus parientes Sakyas en Kapilavatthu, pero su madre lo persuadió para que no fuera, sabiendo que los Sakyas lo tratarían con desprecio. Finalmente fue, y quedó asombrado por la fría recepción que le dieron. No deseando recibir más faltas de respeto, pronto se fue, pero cuando recién salía de Kapilavatthu, uno de sus asistentes tuvo que regresar a buscar una espada que se había olvidado. Cuando llegó al salón de asambleas, vio a una esclava lavando con leche el asiento sobre el que se había sentado Vidudabha (un modo aceptado de purificar algo que se hubiera vuelto ritualmente impuro). El guerrero preguntó a la esclava por qué estaba haciendo eso. ‚Porque aquí se sentó el hijo de una esclava‛, respondió ella. Él le preguntó qué quería decir, y ella le contó toda la historia. Cuando Vidudabha escuchó la verdad, que su madre no era una noble sino una esclava común, su humillación y su furia no conocieron límites, y se prometió que algún día castigaría a los Sakyas por su engaño. ‚Que viertan leche sobre mi asiento para purificarlo. Cuando sea rey, limpiaré el lugar con la sangre de sus corazones‛ Hacia el fin de la vida del Buddha, Vidudabha se convirtió en rey y en varias oportunidades marchó junto a su ejército hacia Kapilavatthu, aunque en cada ocasión el Buddha pudo persuadirlo para que regresara. Aunque finalmente, Kapilavatthu y varias otras ciudades Sakyas fueron atacadas, y Vidudabha tuvo la satisfacción personas de ver masacrados a muchos Sakyas. Después de la campaña, marchó de regreso hacia Kosala cargado con el botín. En su camino de regreso, el ejército acampó por una noche a orillas de un río, y durante la madrugada una fuerte tormenta hizo que se desbordara el río, ahogando a la mayoría del ejército de Vidudabha. Los Sakyas que sobrevivieron a la terrible masacre reconstruyeron unas pocas ciudades pequeñas e intentaron continuar con su vida, pero con su número diezmado y su independencia perdida, declinaron y hoy en día sólo se los recuerda por uno de sus miembros, el Buddha.

La vida de Siddhartha Gautama Había un pequeño país en lo que en la actualidad es el Sur de Nepal que estaba gobernado por el clan de los Shakyas. El jefe de este clan y rey del país se llamaba Shuddodana Gautama y su esposa era la hermosa Mahamaya. Cuando Mahamaya estaba esperando a su primer hijo, tuvo un extraño sueño en el que una cría de elefante le bendecía con su trompa, lo que fue interpretado como un muy buen augurio. Como era costumbre en aquel tiempo, cuando se aproximó el momento del nacimiento para la reina Mahamaya, viajó hasta el reino de su padre para dar a luz. Pero durante el largo viaje, comenzaron los dolores del parto. En la pequeña ciudad de Lumbini, pidió a sus doncellas que la llevaran a un bosquecillo cercano en busca de intimidad. Un gran árbol descendió una rama hacia ella para que le sirviera de apoyo en el alumbramiento. Se dice que el parto se produjo casi sin dolor alguno, a pesar de que el niño tuvo que ser liberado de su lado. Tras esto, una suave lluvia cubrió a la madre y al niño para limpiarlos.

Se dice que al Caminar el buda Brotaban flores

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Siddhartha se convirtió en un joven fuerte y hermoso. Como príncipe de una casta guerrera, se entrenó en las artes de la guerra. Cuando llegó a la edad de casarse, ganó la mano de una hermosa princesa de un reino vecino, venciendo a todos sus competidores en distintas disciplinas. Se llamaba Yashodhara, y ambos contrajeron matrimonio a los 16 años de edad. Mientras Siddhartha continuaba viviendo en el lujo de sus palacios, fue poco a poco despertando en él la inquietud y la curiosidad acerca del mundo que había tras los muros de palacio. Finalmente, pidió que se le permitiera ver su pueblo y sus tierras. El rey lo preparó todo cuidadosamente para que Siddhartha no viera el tipo de sufrimiento que temía pudiera llevarle a la vida religiosa, y decretó que sólo la gente joven y saludable podría presentarse al príncipe. Mientras era conducido a través de Kapilavatthu, la capital, tuvo la oportunidad de ver a una pareja de ancianos que había ido a parar accidentalmente a la ruta del desfile. Sorprendido y confuso, salió tras ellos para descubrir quiénes eran. Entonces pasó junto a un grupo de personas que estaban gravemente enfermas. Y finalmente descubrió una ceremonia fúnebre junto a un río, y por primera vez en su vida estuvo frente a la muerte. Le preguntó a su amigo y escudero Chandaka el significado de todas estas cosas, y Chandaka le informó de las simples verdades que Siddhartha ya debería conocer a esas alturas de su vida: que todos envejecemos, enfermamos y finalmente, morimos. Siddhartha también vio a un asceta, un monje que había renunciado a los placeres de la carne. La serena mirada en el rostro del monje perduró en el recuerdo de Siddhartha durante mucho tiempo. Más tarde, diría, refiriéndose a esa época:

Cuando la gente ignorante ve a alguien viejo, siente horror y aversión, aunque ellos también serán viejos algún día. Yo pensé: no quiero ser como la gente ignorante. Después de

aquello, no pude volver a sentir la embriaguez de la juventud de nuevo.

Cuando la gente ignorante ve a alguien enfermo, siente

horror y aversión, aunque ellos también estarán enfermos algún día. Yo pensé: no quiero ser como la gente ignorante. Después de aquello, no pude volver a sentir la embriaguez

de la salud de nuevo. Cuando la gente ignorante ve a alguien muerto, siente

horror y aversión, aunque ellos también morirán algún día. Yo pensé: no quiero ser como la gente ignorante. Después de aquello, no pude volver a sentir la embriaguez de la vida

de nuevo. (AN III.39, adaptado)

Se dice que el niño nació completamente consciente. Podía hablar, y le dijo a su madre que había venido a liberar a toda la humanidad del sufrimiento. Podía mantenerse en pie, y caminó una corta distancia en cada una de las direcciones. Flores de loto nacieron en cada una de sus huellas. Le pusieron por nombre Siddhartha, que significa "aquel que ha logrado sus metas". Por desgracia, Mahamaya murió a los siete días del parto. Después de esto, Siddhartha fue criado por Mahaprajapati, la bondadosa hermana de su madre. El rey Shuddodana consultó a Asita, una famosa adivina, acerca del futuro de su hijo. Asita le reveló que sería una de estas dos cosas: Podría llegar a ser un gran rey, incluso un emperador. O podría llegar a ser un gran sabio, salvador de la humanidad. El rey, ilusionado con la idea de que su hijo se convirtiera en un rey como él mismo, decidió proteger al niño de cualquier cosa que pudiera llevarle a la vida religiosa. Así fue como Siddhartha fue custodiado en uno u otro de sus tres palacios, y se le impidió que experimentara muchas de las cosas que la mayoría de los muchachos considerarían corrientes. No se le permitió ver a los viejos, a los enfermos, a los muertos, o a nadie que se dedicara a las prácticas espirituales. Solo la belleza y la salud rodeaban a Siddhartha.

Representación de Siddhartha en su niñez

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Buda y su padre Según la tradición oral, poco después de su nacimiento fue visitado por el brahmán Asita, un asceta de gran reputación por su sabiduría y por sus dotes para interpretar presagios. El sabio brahmán profetizó que Siddharta llegaría a ser un gran gobernante o un gran maestro religioso, lo que consternó a Śuddhodana, que quería que su hijo siguiera sus mismos pasos y que un día le sucediera en el trono. Por ello su padre lo protegió de la dureza de la vida, fuera de palacio, para evitar que el hijo desarrollara su tendencia hacia lo espiritual.

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El Brahman Asita visita a Buda. Pensó que el mejor modo de evitarle la tendencia a la religiosidad consistía en impedirle toda experiencia con el lado amargo de la vida, de modo que creó en torno de él una vida llena de placeres y con el menor contacto posible con el sufrimiento de la realidad.

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A los 29 años, Siddhartha se dio cuenta que no podría seguir viviendo felizmente de la forma en que lo había hecho hasta entonces. Había descubierto el sufrimiento, y quería más que nada en el mundo descubrir cómo podría llegar a superarlo. Después de dar un beso de despedida a su mujer dormida y a su hijo recién nacido Rahula, se escabulló del palacio con su escudero Chandaka y su caballo favorito Kanthaka. Se desprendió de sus ricos ropajes, cortó sus largos cabellos, y le dio el caballo a Chandaka diciéndole que volviera al palacio. Estudió por un breve período con dos de los más famosos gurús de aquellos tiempos, pero encontró vacías sus prácticas. Entonces comenzó a practicar la austeridad y la automortificación junto a un grupo de cinco ascetas. Durante seis años, practicó. La sinceridad y la intensidad de su práctica eran tan sorprendentes que, muy pronto, los cinco ascetas se convirtieron en seguidores de Siddhartha. Pero las respuestas a sus preguntas no aparecían. Redobló sus esfuerzos, rechazando el agua y la comida, hasta llegar a estar a las puertas de la muerte. Un día, una campesina llamada Sujata vio a este monje famélico y se apiadó de él. Le rogó que tomara un poco de su arroz con leche. Siddhartha descubrió entonces que estas prácticas extremas no le estaban llevando a ninguna parte, y que de hecho sería mejor encontrar una vía intermedia entre los extremos de una vida llena de lujos y la vía de la automortificación. Así que comió, bebió y se bañó en el río. Los cinco ascetas le vieron y concluyeron que Siddhartha había dejado la vida ascética y tomado el camino de la carne y, por tanto, le abandonaron. En el pueblo de Bodh Gaya, Siddhartha decidió que se sentaría bajo cierta higuera todo el tiempo que hiciera falta hasta encontrar las respuestas al problema del sufrimiento. Estuvo sentado durante muchos días, primero en una profunda concentración para limpiar su mente de todas las distracciones, luego en plena meditación, para abrirse por completo a la verdad.

Empezó, se dice, a recordar todas sus vidas anteriores, y a ver todo lo que estaba sucediendo en el completo Universo. En la luna llena de mayo, con la llegada del lucero del alba, Siddhartha finalmente obtuvo la respuesta al problema del sufrimiento y se convirtió en el Buda, que significa "aquél que está despierto". Se dice que el malvado Mara intentó evitar este gran acontecimiento. Primero trató de asustar a Siddhartha con tormentas y escuadrones de demonios. Siddhartha permaneció en calma. Luego envió a sus tres hermosas hijas para tentarle, pero fue en vano. Por último, trató de atrapar a Siddhartha en su propio ego haciendo una llamada a su orgullo, pero esto también fracasó. Después de haber superado todas estas tentaciones, Siddhartha tocó el suelo con una mano y le pidió a la Tierra que fuera su testigo.

Pintura que manifiestan los encuentros de Siddharta

Buda – El Tathagata

Representaciones del Buda en su fase de Ascetismo

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El rey Bimbisara de Magadha, después de oír las palabras de Buda, le cedió un monasterio cerca de Rahagriha, su capital, para que fuera usado en la temporada de lluvias. Ésta y otras generosas donaciones permitieron a la comunidad de conversos continuar sus prácticas a través de los años, y le dio a mucha más gente la oportunidad de escuchar las enseñanzas de Buda. Con el paso del tiempo, los miembros de su familia se aproximaron a él, incluidos su esposa, su hijo, su padre y su tía. Su hijo se hizo monje y se le recuerda especialmente por un sutra basado en una conversación entre padre e hijo sobre los peligros de la mentira. Su padre se convirtió en un seguidor laico. A causa de la tristeza que le produjo la partida de su hijo y su nieto hacia la vida monástica, le pidió a Buda que creara la regla de que un hombre debería tener el permiso de sus padres para convertirse en monje. Buda aceptó. Su tía y su esposa le pidieron entrar a formar parte del Sangha, que originalmente estaba compuesto sólo por hombres. La cultura de aquel tiempo situaba a las mujeres muy por debajo de los hombres en importancia, y en un principio pareció que permitir a las mujeres entrar en la comunidad debilitaría a ésta. Pero Buda las aceptó, y su tía y su esposa se convirtieron en las primeras monjas budistas. Buda decía que no importaba el estatus que las personas tuvieran en el mundo, ni su pasado, su riqueza o su nacionalidad. Todos eran capaces de iluminarse, y todos eran bienvenidos en el Sangha. El primer monje budista que fue ordenado, Upali, había sido barbero, pero fue situado por encima de otros que habían sido reyes, ¡tan solo porque había hecho sus votos antes que ellos! La vida de Buda no estuvo libre de decepciones. Su primo Devadatta era un hombre ambicioso. Como converso y como monje, sentía que debía otorgársele mayor poder en el Sangha. Se las arregló para influir en algunos monjes con una llamada al extremo ascetismo. Incluso llegó a conspirar con un rey local para asesinar a Buda y tomar el control de la comunidad Budista. Por supuesto, fracasó. Buda alcanzó la iluminación a los 35 años de edad. Estuvo enseñando por todo el noroeste de la India durante 45 años. A los 80 años le dijo a su amigo y primo Ananda que les abandonaría a todos pronto. Y esto se hizo realidad en Kushinagara, a menos de cien millas de su tierra natal, donde comió unos alimentos en mal estado y se puso muy enfermo. Entró en una profunda meditación en un bosque y murió. Sus últimas palabras fueron...

Todas las cosas creadas son inestables; esforzaros con atención.

Siddhartha, ahora convertido en el Buda, permaneció sentado bajo el árbol, llamado el árbol de la iluminación, durante muchos días. Le parecía que este conocimiento que había adquirido era muy difícil de comunicar a los demás. La leyenda cuenta que Brahma, el rey de los dioses, convenció a Buda para que enseñara, diciéndole que quizá algunos de nosotros solo tengamos una pequeña mota en nuestros ojos y que podamos despertar con solo oír su historia. Buda aceptó enseñarla. En Sarnath, cerca de Benarés, a unas cien millas de Bodh Gaya, se cruzó con los cinco ascetas con los que había practicado durante tanto tiempo. Allí, en un parque de ciervos, dio su primer sermón, llamado "el arranque de la rueda de la doctrina". Les explicó las Cuatro Nobles Verdades y el Óctuple Sendero. Ellos se convirtieron en sus primeros discípulos y el comienzo del Shangha o comunidad de monjes.

Buda Asceta

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Si bien la historicidad del Buda no deja lugar a dudas, muchos de los acontecimientos relacionados con su vida y obra son muy inciertos, otros semi-legendarios y algunos, directamente mitológicos. Sin embargo, el propósito de esta revista no es un estudio historiográfico del fundador del budismo sino más bien la descripción del trasfondo cultural y religioso del budismo para una mejor comprensión de sus principales enseñanzas. Esto nos permite, presentar al lector una historia simple, no exenta de aquel toque mitológico, de la vida y obra de Siddhattha Gotama que opera en la imaginería popular budista. Todos los datos, tanto históricos como legendarios, dibujan un perfil de una persona noble, que supo, mediante sus propios esfuerzos, rechazar los lujos y placeres de su privilegiada posición social y escoger un sacrificado camino hacia la liberación personal y proponer uno igual para todos los demás seres sintientes.

El Ascetismo

Se denomina ascetismo o ascética a la doctrina filosófica y religiosa que busca purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres materiales o abstinencia; al conjunto de procedimientos y conductas de doctrina moral que se basa en la oposición sistemática al cumplimiento de necesidades de diversa índole que dependerá, en mayor o menor medida, del grado y orientación de que se trate. En muchas tradiciones religiosas, la ascética es un modo de acceso místico. La mayoría de los sistemas ascéticos desdeñan las necesidades fisiológicas del individuo por considerarlas de orden inferior. En Occidente, las primeras doctrinas ascéticas surgieron en la antigua Grecia. Sin embargo, este tipo de prácticas ya eran milenarias en Oriente.

El ascetismo alcanzó su mayor difusión al incorporarse a sistemas religiosos como el budismo, el cristianismo y el islamismo. Uno de sus fundamentos principales es tomar conciencia del sufrimiento, hasta liberarse completamente de este, en la realización del nirvana. Para conseguir esta realización se enfatizan prácticas como el desapego y meditación. En la práctica diaria, sin embargo, el budismo propugna el camino del medio entre los extremos de la indulgencia sensual y la automortificación. Las distintas ramas del budismo admiten distintas interpretaciones de la disciplina ascética, que van desde la admisión de la sexualidad, como en el tantrismo, a una intensa meditación para producir la total destrucción de la ilusión del ego, como en el budismo zen. En su camino, Siddharta aprendió de la mano de cuatro diferentes maestros técnicas de meditación y logró altos estados de conciencia. En esencia, las distintas ideas que examinó Siddharta intentaban redefinir la unión del individuo con un absoluto para así lograr la liberación. Pero a pesar de sus grandes logros con estas prácticas, no encontró en ellas satisfacción para sus preguntas. Entonces, en un intento por doblegar totalmente al mundo sensorial,

Representaciones del Buda en Ascetismo

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Representaciones del Buda en Ascetismo

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Siddharta probó a someterse a austeridades tan extremas que casi ocasionaron su muerte, pero aun así tampoco encontró solución a su problema. Por esto decidió investigarlo de una manera nueva y diferente. Aprendió dos cosas de suma importancia: primero, que el ascetismo extremo no conducía a la liberación total, sino que era preciso algo más; y segundo, que, alcanzado cierto punto, ningún maestro era capaz de enseñar nada más. Siddhartha partió decidido a no seguir buscando fuentes externas de sabiduría, sino a encontrarlas dentro de sí mismo. Una versión mítica de esta etapa de su vida nos dice que Siddhartha, en sus extremas prácticas de ascetismo, después de algunos días sin comer ni beber agua, pocos minutos antes de su muerte, escuchó a un maestro que estaba enseñándole a una niña a tocar la cítara. Dicho maestro le dijo que si la cuerda estaba muy floja no sonaría, pero si la cuerda se encontraba muy tensa se rompería: la cuerda debía estar en su justa tensión para que pudiera dar música y armonía. En ese momento Siddharta comprendió El Camino Medio: tanto el ascetismo extremo como la vida de placeres del palacio eran dos extremos, y la verdad se hallaría en la justa medida entre el placer exacerbado y el ascetismo extremo.

Una iconografía atípica: el ‘Buda asceta’.

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Representaciones del Buda en Ascetismo

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Los cuatro encuentros El joven Siddhattha creció rodeado de lujos y abundancia de bienes materiales, separado prácticamente por completo del mundo exterior. Esta situación se debió al temor paterno sobre una eventual renuncia de su hijo a los privilegios mundanos, profetizada por los brahmanes. El rey Suddhodana, deseoso de criar un sucesor suyo, casó a su hijo con una bella princesa de nombre Yasodara. Les regaló además tres palacios en los cuales la joven pareja pasaba las diferentes temporadas. El propósito principal del rey padre fue el de rodear a Siddhattha de toda clase de confort para, de esta manera, evitar que el joven príncipe tuviera alguna experiencia del sufrimiento y de penas que existían en el mundo exterior. Fue así como Gotama pasó los primeros veintinueve años de su vida en toda clase de lujos y placeres, pero gradualmente, la verdad sobre el nacimiento, el envejecimiento y la muerte le iba a ser revelada, junto con el triste principio, según el cual los placeres de este mundo tan sólo serían preludios de las futuras penas. Todo ocurrió mediante los cuatro inolvidables encuentros que marcarían para siempre su destino. En la primera ocasión, mientras paseaba en su carro por los jardines reales, Gotama divisó una escena que antes jamás se había imaginado. He aquí, un hombre muy avanzado en edad, debilitado en este su último estado de vejez, con un lastimero

llanto y con una voz moribunda, apenas perceptible, se dirigía a él con estas palabras: "¡Ayúdame maestro! ¡Levántame, por favor, porque en caso contrario moriré aquí abandonado y sólo, antes de que pueda llegar a mi casa!". Gotama, asombrado de lo que estaba viendo, empezó a indagar a su primo, el cual hacía a la vez del conductor del carruaje: "Dime Channa ¿Es esta persona un ser humano de veras? ¿Por qué su cuerpo está tan curvado? ¿Por qué tiembla tanto? ¿Por qué su cabello es canoso y gris, y no negro como el mío? ¿Qué pasa con sus ojos: por qué tiene nublada la vista? ¿Dónde están sus dientes? ¿Es así como nacen algunos? Respóndeme, buen Channa, ¿qué significa todo esto? Entonces, Channa contó al príncipe que el sujeto que se encontraba en tan miserable estado era un hombre viejo, y que el mismo no nació así, sino que envejeció: "cuando era joven se parecía a todos nosotros; es más: cualquiera que viva en este mundo lo suficiente, llegará a ser como él". Este fue el primer verdadero shock que afectó la mente del príncipe Siddhattha profundamente, pero no fue el último.

Los cuadros, provenientes del famoso poema épico “Light of Asia” (La Luz de Asia) de Sir Edwin Arnold, ilustran los encuentros del Buda con los llamados "Tres Mensajeros Divinos": la vejez, la enfermedad y la muerte.

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En la segunda oportunidad, cuando visitó la ciudad en compañía de su primo, Gotama encontró a un hombre postrado en la calle con todo su cuerpo retorcido, sosteniendo su estómago con ambas manos, llorando y gritando de dolor. El enfermo, lejos de responder al interrogatorio del príncipe, seguía lamentando y gimiendo. "¿Qué le pasa a este hombre? -preguntó Siddhattha a Channa- ¿Por qué no me responde?". "Oh, mi príncipe -contestó el primo- el hombre al que tienes en frente está enfermo, su sangre está envenenada y padece de fiebre, la cual está quemando todo su cuerpo. Es por eso que está llorando sin poder contestar tus preguntas". En una tercera ocasión, Siddhattha vio un grupo de familiares, los cuales con clamorosas lamentaciones, llevaban en sus hombros el cadáver de un querido pariente suyo para luego, cremarlo. El cuerpo sin vida pareció al príncipe como algo más extraño aún: ‚¿Por qué este hombre yace así como una piedra, sin moverse ni pronunciar palabra alguna?‛, se preguntaba. Pero su asombro aumentó cuando repentinamente la muchedumbre paró frente a una pila fúnebre, a la cual, una vez prendido el fuego, se echó el cadáver del difunto.

Representaciones de los encuentros

"¿Qué es esto Channa? exclamó Siddhattha. ¿Por qué este hombre que no se movía fue lanzado a las llamas? ¿Será que no tiene conocimiento alguno de lo que está pasando?" "Él está muerto", respondió Channa. "¡¿Muerto?! Channa, ¿Qué quiere decir, muerto?" "Sí, mi querido príncipe –contestó Channa- Todos los seres vivos algún día tendrán que morir y nadie puede detener este proceso". De esta manera el Príncipe, según la leyenda, ‚descubrió‛ que en este mundo, a parte de la vejez había también enfermedades y muerte. Mediante estos tres dolorosos encuentros Gotama comprendió también la verdad sobre la universalidad del dolor humano y empezó a tener un fuerte deseo de encontrar alguna explicación sobre este mal: ¿cuál es el origen de este sufrimiento del cual nadie puede escaparse? ¿existe alguna panacea para apaciguarlo? Y si es así, ¿en qué consiste? Después de unos días angustiosos, producto de las inesperadas experiencias, el príncipe Gotama visitó la ciudad por cuarta vez. En esta oportunidad, al dirigirse al parque, vio a un sujeto alegre, que parecía estar sereno y contento, pero vestido pobremente de solo una toga de color naranja. "¿Quién es este hombre vestido de la toga anaranjada? -preguntó a Channa- ¿Por qué tiene su cabeza rapada y cuál es la razón de esta apariencia de felicidad que tiene reflejada en su rostro? ¿De qué manera se gana el sustento?", seguía preguntando. "Él es un monje -respondió Channa- Vive en el templo o, a veces, en el bosque y recorre las casas en busca de alimentos, mendigando. Mientras camina de un lugar a otro se ocupa de enseñar a la gente la manera de cómo sentirse bien y estar contentos consigo mismo". El príncipe, al escuchar estas explicaciones, de repente se sintió reconfortado y risueño, pensando en sus adentros: "Sería bueno, entonces, que yo también alguna vez me convirtiera en un personaje parecido a este monje".

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Los primeros 29 años de la vida del príncipe Siddharta Gautama Buddha, transcurrieron completamente ajenos a toda actividad espiritual, siempre vivió con su familia.

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Los detalles de la infancia y juventud de Siddharta narran una vida rodeada de enorme lujo y comodidad. Recibió la mejor educación y formación posibles en su tiempo.

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La gran renuncia

Cuenta la historia que, un poco después de haber experimentado los cuatro mencionados encuentros, en el silencio de una noche de luna llena del mes de asalha (correspondiente al mes de julio) unos súbitos y sombríos pensamientos asaltaron la mente de Gotama: "la juventud, la flor de la vida culmina en la vejez y los sentidos del hombre le fallan justo cuando más los necesita. Personas que en un tiempo fueron semejantes a unos fuertes e inconmovibles robles, pierden de repente su vigor y salud, mientras que la dolencia y la enfermedad sigilosamente entran en sus cuerpos. Finalmente aparece la muerte que, repentina y a veces inesperadamente, pone fin a este breve lapso de tiempo que dura la vida. Ciertamente, debe haber alguna escapatoria de semejantes insatisfacciones, del envejecimiento y de la misma muerte". Al día siguiente, se celebró una gran fiesta en el palacio: con una ostentosa cena bailable se festejaba el nacimiento del primogénito de Gotama, quien recibió el nombre de Rahula

En aquella ocasión fueron invitados los mejores bailarines y bailarinas, cantantes y músicos. El rey, constatando con preocupación el sombrío estado de ánimo de su hijo, preparó una gran celebración para distraerlo. Durante la cena se sirvieron las más deliciosas comidas, mientras que las encantadoras y bellas bailarinas divertían al público con sus danzas. Los músicos y los cantantes más sensibles acompañaron con su arte la noche y los magos más extraordinarios efectuaban unas asombrosas y estrambóticas proezas. Pero Siddhattha parecía estar cansado y pensativo, muy ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, de modo que muy pronto decidió a retirarse a sus aposentos. Fue entonces, esta misma noche, a la edad de los veintinueve años, cuando Gotama, desencantado de la vida real, decidió abandonarla renunciando a todo: a su hijo recién nacido, a su esposa, a la corona, al poder y a toda la gloria terrena. Acompañado por Channa, su fiel primo y servidor, en la quietud de la medianoche partió del palacio, cortándose su larga caballera, signo de la noble procedencia y, cambiando su vestido real por un simple ropaje de los ermitaños, emprendió su viaje hacia la solución del problema de la vida.

Momento simbólico en que Gautama decide afeitarse su cabeza como renuncia

al mundo terrenal y vanidoso y al desapego del ego.

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Con los Samanas Ese mismo día, se unieron a los ascetas. Siddharta regaló su túnica a un pobre, y desde entonces solo vistió el taparrabos y una descolorida capa color tierra. Comía una vez al día y hacía ayunos prolongados hasta que la carne fue desapareciendo de sus muslos y mejillas. Cuando pasaban por los pueblos, la gente les miraba con desprecio. De los samanas aprendió el arte de abstraerse, de contener la respiración y de insensibilizarse contra el hambre y el dolor. Pero su espíritu seguía sin estar satisfecho. Cuando llevaba tres años viviendo con los samanas, escuchó hablar de Gotama, el Buda, que en su persona había separado el dolor del mundo. Junto a Govinda, abandonó a los samanes y fueron en busca de Gotama.

El hijo del Brahamán Siddharta era hijo de Brahmán. Creció junto a su amigo Govinda. Desde pequeño, participaba en las conferencias de los sabios. La alegría invadía el corazón de su padre al ver al su hijo, inteligente y veía en él un príncipe entre los brahmanes. Los hijos de los brahmanes suspiraban por él, pero el que más le amaba era Govinda, que admiraba sus pensamientos y su férrea voluntad. Todos querían a Siddharta y a todos daba alegría y gozo. El único que no sentía eso era el propio Siddharta, que había empezado a alimentar el descontento en su interior. Había empezado a presentir que su padre, los profesores y los sabios brahmanes, ya le habían comunicado la parte más importante de su sabiduría. Pero su espíritu no se hallaba satisfecho, su alma no estaba tranquila y su corazón no se sentía saciado. Una noche comunicó a su padre que quería irse con los ascetas y convertirse en un samana. Al principio el padre rehusó, pues tenía planes para él, pero viendo la terquedad de su hijo, tuvo que ceder. Salió Siddharta con la primera luz del día y se le unió su amigo Govinda.

El hijo del Brahamán

Fakirs at Amritsar, University of Minnesota Libraries

Hermit at Gem Lake, University of Minnesota Libraries

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Siddharta comenzó a sentir curiosidad por conocer cómo eran las cosas en el mundo exterior y pidió permiso a su padre para satisfacer su deseo. Śuddhodana accedió, pero preparó la salida de su hijo ordenando que despejaran las calles de toda visión que pudiera herir la sobreprotegida conciencia del príncipe. No obstante, sus cuidadosos arreglos fracasaron pues Siddharta, aclamado por la multitud a su paso por las calles, no pudo dejar de percibir el dolor bajo sus formas más agudas, por primera vez se percató de la vejez, enfermedad y muerte.

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Siddhartha se casó con Yashodhara. Ella era la prima de Siddhartha y la hermana de Devadatta. Posteriormente, Devadatta llegaría a ser el principal rival del Buda.

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La vida de auto-mortificación

Los primeros pasos del príncipe convertido en mendigo se dirigieron hacia los grandes y famosos maestros de meditación que practicaban la concentración y llegaban a desarrollar grandes poderes mentales. Muchos de ellos habitaban en silenciosos y densos bosques y Gotama empezó a estudiar y meditar con ellos. Sin embargo, siempre se repetía la misma historia: luego de un serio y duro esfuerzo por parte de Siddhattha, cada uno de sus maestros terminaba diciendo: "Tu ya llegaste al mismo nivel que yo. Ya no hay más diferencia entre nosotros. Quédate acá en mi lugar y empieza a enseñar a mis discípulos". Pero Gotama no aceptaba estos ofrecimientos, ni estaba interesado en ser sucesor de sus maestros: las místicas experiencias le parecían insuficientes y su última meta devenía para él como algo que aún estaba lejos por ser alcanzado. En esta época el príncipe Siddhattha llegó a ser conocido como Gotama, el Asceta, ya que durante el período de seis años se dedicó a practicar el sendero de la auto-mortificación como medio para lograr la liberación. En la India de aquel entonces existían numerosos maestros, refugiados en los bosques, quienes practicaban una extrema austeridad, frecuentes vigilias, ayunos y rigurosas disciplinas creyendo que, de esta manera, lograrían la meta última de sus esfuerzos: una auténtica liberación del sufrimiento. Gotama examinó este sendero con mucha rigurosidad y seriedad. Se cuenta que durante estos seis largos años consumía solamente unos cuantos granos de arroz por día. Su cuerpo pronto llegó a ser tan delgado que las piernas de Gotama parecían unas astillas de bambú, y con sus ojos profundamente hundidos, él mismo se asemejaba a un esqueleto viviente. El antiguo príncipe sufrió penas terribles y un hambre monstruoso, pero seguía meditando.

En aquel entonces, Siddhattha experimentaba con diversas formas de torturar su cuerpo. Una de ellas consistía en mantener la respiración en los pulmones por un tiempo tan prolongado, que la misma le causaba violentos dolores en los oídos, en la cabeza y en el cuerpo entero. En numerosas oportunidades, luego de practicar semejantes "ejercicios espirituales", caía al suelo sin conciencia. Las noches de luna llena y luna nueva las pasaba en vigilia meditando en los cementerios o en el bosque. En estos lugares inhóspitos y peligrosos, frecuentemente divisaba a los animales salvajes acercándose a su guarida, sin que él jamás se apartara del lugar o dejara de meditar. Después de los seis años de prolongadas penas, sufrimientos, privaciones y dolores, Gotama llegó finalmente a la conclusión de la futilidad e inutilidad de las prácticas de automortificación, ya que las mismas no le acercaban en lo más mínimo al logro de su último objetivo: "Todas estas austeridades no constituyen un camino hacia la Iluminación", culminó y dio por cerrada esta etapa de su búsqueda, abandonando la auto-tortura y el extremo ayuno.

Dentro del arte budista existen imágenes que recuerdan el periodo del extremo ascetismo de Siddhattha Gotama, rechazado luego por él como un camino improcedente.

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‚Árbol de la Iluminación" o ‚Árbol Bodhi‛, Siddhattha empezó a meditar, para llegar finalmente a su ansiada meta Empezó su última batalla. Se cuenta que durante la noche, en la cual llegó al supremo y último entendimiento o a la iluminación, Gotama practicó la meditación sobre la respiración: la entrada y la salida del aire (anapanasati, en el lenguaje pali). Durante la primera parte de la noche muchos inoportunos e insanos pensamientos, personificados por Mara, el maligno, atacaban su mente: deseos, ansiedades, miedos y apegos perturbaban su concentración. Pero gracias a su persistencia, en la segunda parte de la noche, en medio de la meditación percibió perspicazmente el rasgo esencial de las cosas mundanas, a saber, su impermanencia. Y en la tercera parte de su vigilia, descubrió la causa de todos los males y sufrimientos, como también la manera de liberarse de ellos: el excesivo apego a las cosas y el camino del desprendimiento, respectivamente. En otras palabras, descubrió cómo poner fin a la pena y la desdicha, al sufrimiento y la insatisfacción, a la vejez y la muerte. Descubrimiento que iba a formular luego como las Cuatro Nobles Verdades y el Óctuple Sendero hacia la liberación. Gotama realizó su hallazgo durante la noche de la luna llena del mes de mayo, cuando tenía treinta y cinco años, lo cual significó para él la obtención del pleno y acabado conocimiento, la iluminación o el despertar de una falsa percepción del mundo. Desde este momento, nuestro protagonista ya no era más el príncipe Siddhattha, ni tampoco Gotama, el Asceta, sino que llegó a ser el Buda: el Iluminado o el Despierto. El Buda tradujo su experiencia en una propuesta consistente en ensayar un camino hacia la liberación que él mismo denominó como el "Camino Medio". Con esta expresión quiso significar su rotundo rechazo a los dos extremos que había experimentado en su búsqueda espiritual: por un lado, la excesiva indulgencia con lo sensual, con los placeres mundanos y con lo innoble que ocasiona severos daños en la vida de la gente, pero por otro lado, también la automortificación, la cual de la misma manera, carece de eficacia para conducirnos a buen puerto. Consecuentemente, sólo el Camino Medio, aquel que evita a

El triunfo final y el camino medio

El fin de la experiencia ascética de Gotama tuvo lugar en un pequeño pueblo llamado Senani, en el cual el mismo aceptó la comida, que consistía de un plato de arroz con leche, de manos de una bella muchacha de nombre Sujata. La comida fue deliciosa, porque según la leyenda, Sujata alimentaba sus mil vacas con una planta especial de sabor dulce, por lo cual la leche que las mismas producían también lo era. Una vez consumido el sabroso plato, Siddhattha tomó un baño en el río, el cual significativamente, iba a ser su último baño en las siete próximas semanas, como así también, el plato de arroz con leche que acababa de comer, iba a ser su último plato de comida por este mismo lapso de tiempo. Esto se debió a que Gotama, luego de haberse alimentado y tomado el baño, se sentó en la posición de meditación con la firme resolución de no moverse de ahí hasta encontrar la respuesta definitiva a su búsqueda. Con las piernas cruzadas, sentado debajo del árbol, que desde entonces se conocería con el nombre de

“Al reunir estos dos extremos (el desenfreno y el ascetismo), el Iluminado sigue el camino medio que

genera visión y conocimiento, que conduce a la paz, a la sabiduría, al pleno entendimiento y al nirvana”.

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Tuvieron un hijo llamado Rahula. Poco después del nacimiento de su hijo, el Buda dejó Kapilavatthu a la edad de 29 años y se dirigió a Magadha en busca de la verdad espiritual . Viajó a lo largo del camino norte y cruzó el río Ganges para llegar a Rajagaha.

Buda abandona su hogar, a su mujer y a su hijo.

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Se rapó la cabeza y se puso un Brahma, despojado de todos sus bienes.

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ambos extremos, es capaz de llevar a un conocimiento que trae la calma, la realización y, finalmente, la iluminación o el despertar final: el Nibbana (nirvana, en sánscrito).

Cuarenta y cinco años de ministerio

Una vez iluminado, el Buda se dirigió al Parque de los Venados en Isipatana, un lugar de la India conocido hoy como Sarnath, cerca de Benarés, para buscar a cinco de sus amigos ascetas, los cuales escondidos dentro de una cueva seguían el camino de la auto-mortificación. Cuando los encontró, se dirigió a ellos con las siguientes palabras: "Escuchen, ascetas: He aquí que finalmente encontré el camino hacia la inmortalidad. Déjenme que se los enseñe y explique. Una vez que lo escuchen, lo aprendan y lo pongan en práctica, tal como yo lo enseño, muy pronto sabrán que es cierto. Además, lo sabrán no en alguna vida futura sino aquí y ahora, en la presente vida y también mediante su propia experiencia. De modo que ustedes descubrirán por si solos aquel estado que va más allá de la vida y de la muerte". Los ascetas quedaron atónitos y al principio no querían creer lo que estaban escuchando. Sin embargo, el poder de convencimiento del Buda era tan grande y la nobleza que transmitía tan persuasiva que ahí mismo se convirtieron en sus primeros discípulos. El Buda les enseñó el Camino Medio, el de evitar los dos extremos de la auto-indulgencia y la auto-tortura y también compartió con ellos las Cuatro Nobles Verdades. Este primer sermón fue pronunciado por el Buda a sus cinco primeros seguidores en la noche de luna llena del mes de julio del año 589 antes de la era común, y es conocido como la "Puesta en movimiento de la Rueda de la Verdad« o el ‚Sermón de Benarés".

También se considera, que este mismo día, en el Parque de los Venados se dio comienzo a la orden de los monjes budistas (la Sangha) ya que aquellos cinco ascetas se convertirían, luego, en los primeros monjes budistas. Durante su ministerio, el Buda predicó su mensaje y admitió en su orden religioso tanto a los reyes como a los desamparados, por igual a los nobles y a los siervos, a los letrados y a incultos, a hombres y mujeres. De hecho, muy pronto, una vez establecido el orden de los monjes, el Buda fundó otro, destinado especialmente a las monjas. Estaba rodeado por personas pertenecientes a todas las clases y castas sociales, lo que en la sociedad india de aquella época

Como se puede apreciar en esta ilustración, el Buda admitió dentro de su orden religiosa tanto hombres como

mujeres. Sabemos además, que durante su ministerio enseñó a toda clase de personas sin hacer distinción

alguna; un hecho que en la tradicional, conservadora y altamente estratificada sociedad india, tuvo que tener

repercusiones casi revolucionarias.

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Los últimos días Los últimos acontecimientos de la vida del Buda, los sucesos que ocurrieron cuando cumplió los ochenta años, están registrados en una de las escrituras budistas más conocidas, llamada Mahaparinibbana Sutta, que significa "Discurso sobre el Gran Paso", pero que se conoce también en el occidente con el nombre de "Los últimos días del Buda". Este Sutta contiene, en forma resumida, casi toda la gran riqueza de la enseñanza que el Buda impartió a lo largo de su ministerio: incluye sus instrucciones finales sobre cómo debería practicarse el budismo después de su muerte, recuerda sintéticamente sus principales y fundamentales lecciones y describe, en un simple y conmovedor lenguaje, el drama humano de los seguidores del Buda que fueron testigos de su dolorosa partida. La historia cuenta, que cuando el Buda cumplió los ochenta años y sintió que sus días en este mundo estarían llegando a su fin, decidió pasarlos en un pequeño pueblo del norte de la India, llamado Kusinaga. Durante su viaje, recorrió con el grupo de sus discípulos, los diferentes pueblos, impartiendo enseñanzas sobre el futuro bienestar de la orden de los monjes y las monjas y sintetizando sus doctrinas fundamentales: los factores que llevan a la iluminación, las Cuatro Nobles Verdades, el Óctuple Sendero que lleva a la liberación, las instrucciones sobre la moralidad, la concentración y la sabiduría; todo esto, para poner fin al sufrimiento. Cuando el Buda y sus discípulos llegaron a un lugar llamado Pava, el hijo del orfebre de este pueblo, de nombre Cunda, invitó a los ilustres huéspedes a una comida especial conocida, en el idioma pali, como sukaramaddava. Los estudios no están de acuerdo sobre si se trataba de un plato de hongos o de una comida hecha de carne de cerdo, pero lo cierto es que luego de alimentarse con el refrigerio de Pava, el Buda sufrió un repentino ataque de disentería o un cólico agudo, al cual resistió con un extremo esfuerzo, lo que debilitó mucho su ya delicada salud. En consecuencia, se decidió inmediatamente continuar el viaje hacia el destino final.

debería ser considerado como algo verdaderamente revolucionario. El éxito de su ministerio, medido solamente en número de sus seguidores y en la fama de su sabiduría y nobleza que lo acompañaba a dondequiera que iba, era enorme. Un conocido maestro budista de la actualidad, quien dirige una organización internacional orientada a promover un budismo socialmente comprometido, el inglés David Brazier, en su libro El nuevo budismo, explica estos extraordinarios frutos del ministerio del Buda con las siguientes palabras: El Buda alcanzó un impacto más allá de sus propias expectativas porque estaba dispuesto vivir las implicaciones de lo que había comprendido. La completa fuerza revolucionaria de lo que él representó vino porque lo vivía -no solamente hablaba de ello.

Cada paso que daba a través de la India era una demostración de que incluso alguien de una de las castas privilegiadas puede salir

de su jaula dorada y convertirse en completamente humano -viviendo de forma transparente una vida basada en la compasión

y no en el cálculo.

Mahaparinibbana Sutta

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Una versión mítica de esta etapa de su vida nos dice que Siddharta, en sus extremas prácticas de ascetismo, después de algunos días sin comer ni beber agua, pocos minutos antes de su muerte, escuchó a un maestro que estaba enseñándole a una niña a tocar la sítara. Dicho maestro le dijo que si la cuerda estaba muy floja no sonaría, pero si la cuerda del sitar se encontraba muy tensa se rompería: la cuerda debía estar en su justa tensión para que pudiera dar música y armonía. En ese momento Siddharta comprendió el camino del medio: tanto el ascetismo extremo como la vida de placeres del palacio eran dos extremos, y la verdad se hallaría en la justa medida entre el placer exacerbado y el ascetismo extremo.

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Al final de su periplo Siddharta caminó a un lugar llamado Bodhgaya, en el estado indio Bihar, hasta sentarse bajo la sombra de un árbol llamado bo o bodhi (ficus religiosa), considerado el árbol de la sabiduría. Una noche de luna llena decidió no levantarse hasta que hallara la respuesta al sufrimiento. Pasó varias semanas debajo de este árbol. Como empezó una terrible tormenta, de debajo de las raíces del árbol surgió Muchilinda, el rey de los nagas (serpientes), se enroscó alrededor de Gautama y lo cubrió con su caperuza.

La fuerza de determinación de Buda hizo que pronto Mara (el rey de los demonios) se preocupase, enviando a sus ejércitos para quebrar la voluntad de Siddharta.

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Una vez llegados a Kusinaga, el Buda, muy cansado y debilitado, pidió a uno de sus discípulos más cercanos de nombre Ananda, que le preparara un diván entre los árboles para poder recostarse. La leyenda cuenta que, gracias a la influencia de los devas, los árboles de aquel sitio florecieron fuera de la época y las flores caían sobre Buda como una señal de respeto y honra. Entonces el Buda dirigió estas significativas palabras a su discípulo: ‚Ananda, en esta gran sala de árboles hay una lluvia de flores sobre mí como muestra de respeto. Pero ésta no es la forma de cómo se debería respetarme u honrarme. Preferiría, que los monjes y las monjas, los hombres y las mujeres seglares que son mis seguidores, vivieran de acuerdo con mis enseñanzas; ésta sería la mejor forma de honrarme y respetarme‛. Después de esto, el Buda comunicó a Ananda que esta misma noche pasaría al nibbana definitivo y que el mismo Ananda pronto se liberaría de todos sus males y también alcanzaría la condición de arahant (completamente liberado). Cuando la gente del pueblo de Kusinaga se enteró que el Buda estaba gravemente enfermo y a punto de dar por terminada su vida, arribó en masa al lugar en el cual el mismo se encontraba para rendirle homenaje y despedirse de él para siempre. Pero antes que esto sucediera, la historia cuenta que un cierto asceta mendigante llamado Subhadda el cual, teniendo la información, según la cual el Buda se encontraba en este lugar, quiso verlo y, una vez estando frente a su lecho, le hizo la siguiente pregunta: ‚Oh Gotama, he aquí que existen muchos famosos maestros religiosos quienes enseñan doctrinas diferentes de las que tu impartes. Siendo así, ¿es posible que ellos también pudieran haber llegado a descubrir la verdad, tal como lo reivindican? ¿O, quizá solo algunos de ellos la descubrieron, mientras que los otros no?‛

Ya es suficiente, Subhadda -le interrumpió el Buda- La verdad que no debería preocuparte lo que los otros maestros enseñan. Cualquier doctrina que no tiene en cuenta la enseñanza sobre el Noble Óctuple Sendero que lleva a la liberación, tampoco llevará a la santidad y liberación. Pero las doctrinas que enseñan dicho Sendero, llevarán a las personas a alcanzar la liberación (a ser los arahants). En esta mi enseñanza, Oh Subhadda, se encuentra el Noble Óctuple Sendero y también entonces, los arahants pueden ser hallados entre nosotros (Mahaparinibbana Sutta).

Representación de Mara tratando de hacer claudicar al Buda

“Parinibbana”: el paso del Buda al Nibbana Final es uno de los motivos más frecuentes de la imaginería budista tradicional.

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espiritualmente y que no estuviera destinado a obtener la iluminación‛. Luego, el Buda una vez más se dirigió a sus monjes y pronunció estas sus últimas palabras: ‚Presten atención, oh monjes, este es mi último consejo que les doy: dado que todas las cosas de este mundo están sujetas a cambio y no son duraderas, trabajen arduamente para ganar su liberación‛. Después de haber pronunciado estas palabras, el Buda entró en un profundo estado de meditación y falleció o, según la tradición budista, pasó al perfecto estado de Nibbana. Este hecho ocurrió en una noche de luna llena del mes de mayo del año 483 antes de la era común. Este mes, según el antiguo calendario de la India, se llamaba Vesak y es por esto, que la tradicional celebración que los budistas realizan cada año durante esta fecha, lleva este mismo nombre.

La enseñanza central: Las Cuatro Nobles Verdades

La exposición de las Cuatro Nobles Verdades, sin lugar a dudas, constituye el núcleo de la enseñanza y práctica budistas. El Buda hubo enseñado esta doctrina tanto en su primer sermón después de haber alcanzado la Iluminación, como en su última prédica transcrita en el Mahaparinibbana Sutta (El Discurso sobre los últimos días del Buda), sin mencionar las numerosas ocasiones, durante su casi cincuentañal ministerio, en las que hubo vuelto a hacer referencia sobre este mismo tema. Sin embargo, es el Dhammacakkappavattana Sutta (el Discurso sobre la puesta en movimiento de la Rueda de la Verdad), la transcripción del primer sermón del Buda luego de su Iluminación, la que se constituye en la principal referencia sobre este tópico. Las Cuatro Nobles Verdades con el Óctuple Sendero forman parte de un sermón que fue expuesto por el Buda, según la tradición, en Sarnath, inmediatamente después de haber alcanzado la Iluminación y fue dirigido a sus cinco ex-compañeros de la vida ascética.

Se cuenta que luego de haber escuchado al Buda, Subhadda pidió ser admitido al orden de los monjes, algo que le fue concedido y pronto, a través de mucha diligencia y esfuerzo, ha alcanzado el estado de Iluminación. Finalmente, el Buda se dirigió a sus discípulos con estas palabras: ‚Si alguien de ustedes tiene alguna duda sobre el Buda, su enseñanza o sobre la orden de los monjes, pregúnteme ahora mientras todavía estoy con ustedes, para que luego no tenga que lamentarse‛. Pero resultó que ninguno de los monjes pronunció una sola palabra. Por más que el Buda se hubo dirigido dos veces más con la misma pregunta, los monjes permanecieron en silencio. ‚Quizá, esto se deba al respeto que tienen Ustedes hacia su maestro, y es por eso que no hacen preguntas -dijo el Buda- Seamos, entonces amigos, oh monjes; díganlo como si fuera de un amigo a otro‛. Pero aún así, ningún monje había expresado duda alguna. En esta oportunidad, Ananda respondió en nombre de toda la comunidad: ‚¡Esto es maravilloso! ¡Realmente sorprendente! Yo creo que entre toda esta compañía de los monjes no hay ni uno solo que tenga duda alguna sobre el Buda, sobre su enseñanza o sobre el orden de los monjes‛. ‚Ya lo sé Ananda" -respondió el Buda- que entre todos estos quinientos monjes congregados en este lugar no hay ni uno solo que no haya progresado

Muerte del Buda

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Viendo que Shakyamuni (nombre comúnmente usado para el Buda Siddhartha) no claudicaba, Mara envió a sus tres hermosas hijas para que lo seduzcan y lo desvíen de su búsqueda espiritual. Esas hijas eran Deseo, Satisfacción y Arrepentimiento.

Al no tener éxito, Mara le envía a sus tres hijas para seducirlo sexualmente

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Irritado ante el autocontrol de Siddhartha, Mara le dice que el asiento de la iluminación le corresponde por derecho a él. “¡Yo soy tu testigo!”, claman al unísono los demonios de Mara, quien desdeñoso interroga a Buda diciéndole: “¿Quién hablará por ti?”

Finalmente Gautama tomó conciencia de que ya se había liberado definitivamente. Comprendió las Cuatro Nobles Verdades. Ya no pesaba sobre él la ilusión del falso yo: su verdadero ser estaba más allá de las dualidades del aferramiento y la repulsión; había trascendido el espacio y el tiempo, la vida y la muerte. Comprendió que nunca más volvería a renacer, que había roto el eterno girar de la rueda del samsara. Esto es el nirvana.

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Las Cuatro Nobles Verdades, tal como fueron formuladas por el Buda, son las siguientes: · La noble verdad del sufrimiento o insatisfacción · La noble verdad del origen o causa del sufrimiento · La noble verdad de la extinción del sufrimiento · La noble verdad del sendero que lleva a la extinción del sufrimiento

La noble verdad del sufrimiento o insatisfacción:

La Noble Verdad del sufrimiento o insatisfacción (dukkha, en pali). La Primera Noble Verdad del Buda se refiere a la realidad de la vida plagada de sufrimientos e insatisfacciones. Es un postulado que reconoce el carácter universal de este mal.

En su primer sermón, Gotama lo expresó de la siguiente manera:

He aquí, oh monjes, la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es estresante, el envejecimiento es estresante y la muerte es estresante. La tristeza, el lamento, el dolor, la angustia y la desesperanza constituyen el sufrimiento. El estar ligado a lo indeseable significa sufrimiento, pero el hecho de tener que separase de lo deseable también es sufrido. Finalmente, cuando no se obtiene lo deseado, se sufre (Dhammacakkappavattana Sutta).

En otras palabras, esta verdad considera el hecho fundamental ligado de manera inherente a todas las cosas del mundo, según el cual la vida, en todas sus dimensiones, resulta insatisfactoria para la mayoría de las personas. Obviamente, a los males mencionados en el arriba citado fragmento, se podrían agregar muchos otros ejemplos que a menudo experimentamos en nuestras vidas, pero lo que Buda quiso enfatizar era el carácter general de esta experiencia. La universalidad del sufrimiento, se manifiesta, por ejemplo, en que en la India de la época de Buda, las personas sufrían de la misma manera que sufren hoy en día

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Finalmente, debemos notar que lo que expresa esta sentencia es que "el sufrimiento está presente en el mundo de manera universal", y no que "yo estoy sufriendo". A primera vista, la diferencia entre ambas expresiones no parece ser demasiado importante pero, como veremos a continuación en los siguientes capítulos, la misma va a adquirir mucha relevancia a la luz de una de las principales enseñanzas budistas sobre la no existencia real del "yo" o del "alma« (anatta ): mientras que la primera afirmación sólo constata el hecho de la existencia del sufrimiento, la segunda se identifica con él. De hecho, una de las principales características de la meditación budista consiste precisamente en mirar nuestros estados de ánimo como si en realidad no nos pertenecieran, no identificarse con ellos: "he aquí que hay un sentimiento de angustia, alegría, dolor, pena, gozo, aburrimiento, emoción, etc. Cada uno aparece, dura un tiempo y se desvanece. Unos duran más, otros menos, pero yo, en esencia, no soy este sentimiento, ni tampoco el otro, no me identifico con ninguno". Otros creen que el hecho de elevar el sufrimiento al estatus de una "Noble Verdad" parece muy de mal gusto y que sería mucho mejor olvidarse de él por completo: en vez de centrarse en penas y frustraciones, enfatizar lo positivo, lindo y alegre de la vida. ¿Por qué no hablar de la belleza y de los placeres, en vez de ocuparse del envejecimiento, dolores y

en América Latina o en cualquier parte del mundo. Este hecho nada tiene que ver con las posesiones materiales u otros aspectos que hacen a la estratificación social. Si alguien pregunta ¿qué tienen en común el mendigo que duerme debajo del puente de Támesis en Londres y la Reina de Inglaterra que descansa en su palacio, tan sólo unos pocos kilómetros de aquel lugar? la respuesta sería que ambos, a pesar de la enorme distancia social que los separa, comparten el mismo hecho de tener que sufrir: quizá en diferentes grados y de maneras distintas, pero lo cierto es que ninguno de los dos se escapa de este sentimiento de insatisfacción y desesperanza que, tarde o temprano, nos llega a todos. Esta Primera Noble Verdad no debe ser comprendida como un principio filosófico metafísico abstracto, sino como una realidad concreta que todos compartimos y experimentamos en la vivencia cotidiana. El enfoque de Buda sobre la universalidad del sufrimiento puede parecer muy pesimista, a primera vista, pero hay que señalar que la palabra dukkha, la cual se traduce generalmente como ‚sufrimiento, en pali significa literalmente "incapaz de ser satisfecho" y se refiere al mundo de los sentidos, que manifiesta una crónica imposibilidad de llenar el corazón del hombre de una completa felicidad.

En numerosas ocasiones el Buda hace referencia al sufrimiento inherente a la vida. Una de las fuentes budistas más antiguas y apreciadas es “Dhammapada” (Los Versos de la Verdad), la cual empieza con el siguiente afirmación: “La mente precede todo lo que puede ser conocido. La mente es su fundamento y le da forma. Si uno habla o actúa con una corrompida e impura, el sufrimiento le seguirá de la misma manera que la rueda sigue la pezuña del buey” (Dhammapada 1,1).

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Después empezó a enseñar sobre el nirvana a quien le oyera; fundando lo que se conoce en Oriente como Buddha-Dharma (la enseñanza del buda); en occidente se conoce más comúnmente como el budismo. El Buda pasó la estación lluviosa en el Parque de los Venados con sus cinco compañeros y pronto atrajo a un pequeño número de seguidores que formaron una comunidad célibe, de la cual se hizo cargo.

Pronto se unieron a la comunidad del Buda Shariputra y Moggallana los principales discípulos de un gurú local. Posteriormente, se volvieron los discípulos más cercanos del Buda. Shariputra le solicito al Buda que formulara los votos para la creciente comunidad monástica y el rey Bimbisara sugirió que adoptaran algunas de las costumbres de los grupos espirituales mendicantes, tales como los jainistas. Específicamente, el rey recomendó que sostuvieran reuniones trimestrales para discutir las enseñanzas. El Buda accedió.

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angustias? Para el hombre moderno es espantoso hablar de estos temas, por eso prefiere evitarlos u olvidarse de ellos. El hombre tiende a eliminar todo lo que en su camino encuentra molesto: tal como extermina los mosquitos con el spray, pretende eliminar las penas con unos tragos, buenos chistes o ceremonias religiosas. El Buda simplemente llama la atención que este método de enfrentar los problemas es ineficaz: los mosquitos siempre vuelven. De lo que se trata, sin embargo, no es luchar contra el sufrimiento sino comprenderlo: examinar su naturaleza y su origen, para luego, sobre esta base, poder liberarse del mismo. Para entender el sufrimiento necesitamos investigarlo o, por lo menos, mirarlo de frente. Observar hasta las más mínimas insatisfacciones diarias: irritaciones, desilusiones, nerviosismos, decepciones y otros. Ser conscientes de ellas y convertirlas en objeto de nuestro entendimiento. Pero, ¿qué tanto podemos aprender observando el sufrimiento? Pues, antes que nada, podremos descubrir su origen, lo que no es poco, pero de este tema ya se ocupa la Segunda Noble Verdad del Buda.

La noble verdad del origen del sufrimiento

La Noble Verdad del origen del sufrimiento. Esta Noble Verdad hace referencia a la causa u origen del sufrimiento.

El sufrimiento, según se desprende de estas palabras del Buda, está causado por el apego a las diversas clases de deseos. En el citado pasaje se mencionan tres tipos de deseos. El primero consiste en lo que se denomina "el deseo de los placeres sensuales‛. Es un tipo de deseos fácilmente experimentable y que no requiere de muchas explicaciones: cuando, por ejemplo, tomamos un bocadito de una de nuestras comidas favoritas de un sabor delicioso, podemos fácilmente observar cómo inmediatamente nace el deseo de disfrutar un segundo bocado. Estamos hablando de una experiencia cotidiana de la cual no hace falta filosofar demasiado: simplemente, probar algo delicioso en una pequeña cantidad y observar lo qué ocurre en nuestro interior. Éste, podría ser un simple ejemplo de lo que es un ‚deseo de los placeres sensuales‛. En segundo lugar, el Buda menciona el "deseo por la existencia" que se manifiesta a menudo cuando experimentamos aquellos deseos de llegar a ser alguien quien todavía no somos o lograr algo que aún no obtuvimos. Ambicionamos cosas, nos esforzamos por ser valorados y reconocidos en la sociedad, buscamos riquezas, deseamos avances laborales, en suma, queremos llegar a ser algo diferente de lo que actualmente somos. Esta situación, de acuerdo con la concepción budista, necesariamente nos lleva a experimentar las desilusiones y, consecuentemente, reparar en el tercer tipo de deseos, llamado el "deseo por la no existencia", o sea, el de ‚dejar de ser‛ o ‚dejar de sentir‛. Quiero ser libre de la angustia, libre de celos y ansiedades, quiero conquistar mi ira, enojo o cualquier otro mal que me acosa. De esta manera, continuamente experimentamos los diferentes tipos de deseos mencionados por Buda en esta Segunda Noble Verdad. Hay que señalar, sin embargo que, según la enseñanza budista, no es el mismo sentimiento del deseo que crea en nosotros el sufrimiento, sino nuestro apego a él. El deseo por sí solo no produce el sufrimiento, solamente lo hace nuestra habitual costumbre de aferrarse a nuestras pretensiones y apetitos.

He aquí, oh monjes, la Noble Verdad del origen del sufrimiento: el deseo que produce el continuo llegar a ser, acompañado por la codicia de los placeres, y que encuentra siempre algún nuevo deleite aquí y allá, es la causa del sufrimiento. El deseo puede ser por los placeres sensuales, por la existencia como también por la no existencia (Dhammacakkappavattana Sutta).

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El camino hacia la liberación del sufrimiento empieza como un estado mental, capaz de percibir claramente la relación causal existente entre el apego a los deseos, por un lado y el sufrimiento, por otro lado. En ningún caso se debe tratar esta verdad –tampoco ninguna otra, claro estácomo si la misma fuera un dogma que debe ser aceptado a través de la fe ciega. Antes bien, la misma debe convertirse en una experiencia personal basada en una perspicaz observación del mundo y de uno mismo. Las técnicas de meditación que el budismo desarrolló como su principal actividad espiritual, podrían ayudar a cumplir con este objetivo, pero de igual manera, cada uno de nosotros debería aprender a observar de qué manera el apego a las cosas materiales, a las ideas que defendemos muchas veces con excesiva vehemencia, las actitudes o las costumbres ocasionan el sufrimiento. Cuando descubrimos que todos los objetos de nuestro aprecio terrenal conllevan consigo el inconfundible sello de la insatisfacción e impermanencia, nuestro apego puede verse disminuido y con ello, también el sufrimiento. Todos nuestros placeres tienen carácter finito: todo lo que vemos, escuchamos, tocamos, probamos, pensamos o sentimos es finito, pasajero y perecedero; en otras palabras, está destinado a desaparecer, a morir. En este sentido, podría decirse que cuando abrazamos dichos placeres abrazamos la muerte y si no lo contemplamos con suficiente perspicacia o no lo entendemos, entonces llegamos a una situación absurda, en la cual pretendemos ser verdaderamente felices mediante cosas que sólo pueden ofrecernos desilusión, desesperación y decepción.

Cuando tenemos hambre, es perfectamente natural que aparezca el deseo de comer. Tampoco, aparentemente, podemos evitar que aparezcan en nosotros otros deseos, por ejemplo, los de querer ser más ricos, más saludables, menos gordos o menos calvos, más inteligentes, más simpáticos y todo lo demás que podamos imaginarnos. Estos deseos, en sí mismos no pueden causarnos sufrimientos, ni perjudicarnos de modo alguno, salvo que procedamos a hacer con ellos una de las dos cosas: los abracemos con estima como parte de nuestra naturaleza o nos reprochemos su existencia, decidiendo hacerles frente y eliminarlos de nuestra mente. Lo que deberíamos hacer es, en vez de esto, es simple y meramente reconocer que semejantes deseos existen, pero sin identificarnos con ellos: no regañarnos por su existencia, pero tampoco apegarse ellos.

La noble verdad de la extinción del sufrimiento

La Noble Verdad de la extinción del sufrimiento.En la Tercera Noble Verdad el Buda explica en qué consiste el cese del sufrimiento. He aquí, oh monjes, la Noble Verdad

sobre la extinción del sufrimiento que consiste en abandonar el deseo. El total cese, la total extinción y liberación del deseo ocurre cuando lo abandonamos y renunciamos a él de manera total (Dhammacakkappavattana Sutta).

El camino hacia la liberación del sufrimiento equivale a abandonar el apego a los deseos. Los versos del “Dhammapada” así describen al hombre que sigue este camino: “Se esfuerza por permanecer atento. A ningún lugar se apega. Como cisne que deja su lago, abandona un lugar tras otro y se marcha. No acumula cosas y es moderado en su alimentación. Su meta no es otra que la libertad incondicionada. Así como el curse de los pájaros en el aire es imperceptible, así el sabio no deja huellas en su caminar” (Dhammapada 7,91-92

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Después empezó a enseñar sobre el nirvana a quien le oyera; fundando lo que se conoce en Oriente como Buddha-Dharma (la enseñanza del buda); en occidente se conoce más comúnmente como el budismo. El Buda pasó la estación lluviosa en el Parque de los Venados con sus cinco compañeros y pronto atrajo a un pequeño número de seguidores que formaron una comunidad célibe, de la cual se hizo cargo.

Pronto se unieron a la comunidad del Buda Shariputra y Moggallana los principales discípulos de un gurú local. Posteriormente, se volvieron los discípulos más cercanos del Buda. Shariputra le solicito al Buda que formulara los votos para la creciente comunidad monástica y el rey Bimbisara sugirió que adoptaran algunas de las costumbres de los grupos espirituales mendicantes, tales como los jainistas. Específicamente, el rey recomendó que sostuvieran reuniones trimestrales para discutir las enseñanzas. El Buda accedió.

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Una de la principales metas de la meditación budista es permitir que aquellos sentimientos que anteriormente tratábamos de ocultar o esconder en lo más recóndito de nuestra mente, ahora afloren con toda la claridad: si estamos desesperados o angustiados por las cosas materiales, si sentimos el temor del fracaso profesional, el odio o el rencor hacia personas más exitosas, etc., pues no huyamos más de semejantes sentimientos, sino más bien, estemos clara y perfectamente conscientes de ellos. Este camino, a primera vista, no parece muy atractivo debido a que, generalmente, estamos acostumbrados a estándares espirituales muy elevados: el hecho de sentir envidia, irritación u odio, desearle a alguien mal, simplemente no debería ocurrir a una persona ‚buena‛, la cual nos consideramos. Pero el hecho de estar conscientes de lo que nos pasa, es sólo la mitad del camino: la segunda mitad consiste en no permitir que todo lo anterior nos envuelva en un sentimiento de culpa, sino más bien en observar cómo dichos sentimientos se originan, se desarrollan y finalmente, cesan sin que haya algo que nos permita identificarlos como nuestra propia esencia. Es como convertirse en un testigo imparcial de todo lo que pasa en nuestro alrededor y dentro de nosotros. Ser un testigo imparcial que todo lo observa, sin juzgar ni alabar nada. Finalmente, esta actitud nos permitirá apegarse cada vez menos a nuestros deseos, verlos cada vez más como algo extraño y distante; a la larga, va a disminuir nuestro sufrimiento o, quizá por qué no, va a cesar por completo. Por último, debemos hacer en este momento una clara advertencia, que consiste en lo siguiente: es mucho más fácil comprender intelectualmente lo expresado anteriormente que descubrirlo y experimentarlo en la práctica. Es precisamente por eso, que hay que avistar el camino de meditación budista no como una solución instantánea y milagrosa, realizada mediante alguna poderosa fuerza externa, sino como un lento y paciente aprendizaje, capaz de desarrollar el potencial escondido en cada uno de nosotros para autoayudarnos y liberarnos de culpa y pena.

La noble verdad del sendero que lleva a la extinción del sufrimiento

La Noble Verdad del Sendero que lleva a la extinción del sufrimiento. La Cuarta Noble Verdad consiste en la especificación de los ocho pasos que conducen a la completa liberación del sufrimiento, por lo cual, esta Verdad se conoce también bajo el nombre de Óctuple Sendero.

He aquí, oh monjes, la Noble Verdad del sendero, cuya práctica conduce a la extinción del sufrimiento, más precisamente el Noble Óctuple Sendero: Correcta visión, correcta intención, correcta forma de hablar, correcta acción, correcto medio de vida, correcto esfuerzo, correcta atención consciente y correcta concentración

(Dhammacakkappavattana Sutta).

Tradicionalmente, estos ocho pasos suelen agruparse en tres diferentes secciones, de la siguiente manera: Primera sección: pasos concernientes al desarrollo de la sabiduría (panna, en pali): 1. Recta visión o comprensión 2. Recta intención o resolución Segunda sección: pasos referentes a la moral o desarrollo de la virtud (sila, en el lenguaje pali): 3. Recta forma de hablar 4. Recta acción 5. Recto medio de vida Tercera sección: pasos relacionados con el desarrollo de la concentración (samadhi, en pali): 6. Recto esfuerzo 7. Recta atención consciente 8. Recta concentración

Buda – El Tathagata

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El Noble Camino Óctuple (en sánscrito: āria sṭāṅga mārga y en pali: Ariya aṭṭhaṅgika magga) es considerado, según el budismo, como la vía que lleva al cese de dukkha (‘sufrimiento’). Este cese del sufrimiento se conoce como nirvana.

Buda – El Tathagata

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Después empezó a enseñar sobre el nirvana a quien le oyera; fundando lo que se conoce en Oriente como Buddha-Dharma (la enseñanza del buda); en occidente se conoce más comúnmente como el budismo. El Buda pasó la estación lluviosa en el Parque de los Venados con sus cinco compañeros y pronto atrajo a un pequeño número de seguidores que formaron una comunidad célibe, de la cual se hizo cargo.

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Fatalismo significa una devoción completa en un inmutable aceptado poder del destino. Entonces, en la (erronea, falsa) creencia que el karma determina (destino) nuestra vida, hay una posición de base fatalista. El Karma Budista, sin embargo, no es un destino, ni una predeterminación sobre los cuales no tenemos influencia alguna. El Budismo no enseña ninguna fatalidad, ni inmutable sello predestinado, sino efectos que se levantan automáticamente por nuestras actividades somos todos responsables por las consecuencias karmicas positivas o negativas de nuestras acciones, con las cuales caen todas las insinuaciones fatalistas

En Búsqueda de Respuestas

Karma significa actuar u acción, pero simultáneamente también el efecto resultante o consecuencia de una acción o de un asunto (ley de causa y efecto). Entonces todas las actividades positivas o negativas conducen forzosamente a resultados idénticos por cuenta de las causas idénticas. Por otro lado, no se consideran los motivos como causa de retribución y de castigo. La quemadura que se produce por haber tocado un objeto candente no es un castigo sino que la consecuencia lógica de una actitud atolondrada. El karma no paga, sino que reparte. Nos vemos castigados o premiados por nuestros hechos no por condiciones.

EN BÚSQUEDA DE RESPUESTAS

Fernando José Rincones Ottamendi

¿La Teoria (enseñanza) del Karma es Fatalista?

¿El Karma es un Castigo por las malas acciones de una vida anterior?

¿La enseñanza del sufrimiento es Pesimista?

En el Budismo, «Sufrir» no significa para nada una existencia miserable, un cansancio del mundo, o una tristeza abismal en el «Sufriente». El sufrimiento es una expresión de la característica fundamental de todos los fenómenos de la existencia, y con esto, no es mas que sólo un tormento físico y mental. El sufrimiento es, hasta cierto punto, un estado de cosas, una ley síquica, una ley de la naturaleza. La expresión Sufrir no significa ver ningún pesimismo ni negación de condiciones agradables y alegres. El sufrimiento se presenta por el querer deseos ; es actitud engañosa, irreflexiva, y por lo demás, descuidada para la existencia, actitud que conduce en modo compulsivo a experiencias aflingentes.

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Bendición - Tagore

Bendice esta alma blanca que ha ganado para la

tierra el beso del cielo, bendice este tierno corazón.

Ama la luz del sol, le gusta contemplar

el rostro de su madre.

No ha aprendido a despreciar el polvo

ni a desear el oro.

Estréchalo contra tu corazón y bendícelo.

Vino a este mundo de cien encrucijadas.

¿Por qué, entre la multitud, te eligió a ti, por qué

llegó a tu puerta, por qué te preguntó el camino

estrechándote en silencio la mano? Te seguirá,

hablando y riendo sin que nunca recele su corazón.

Conserva su confianza, guíale por el buen

camino y bendícelo.

Pon tus manos sobre su cabeza y pide en tus

plegarias que, por más que las olas se levanten

amenazadoras, el soplo del cielo acuda a hinchar

sus velas y lo impulse hacia el puerto del reposo.

No lo olvides en tus prisas, ábrele tu corazón y

bendícelo

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El Persa Rumi un Gran Richi de la Cultura Védica

El Ratón guía - Cuento de Rumí

Un ratón se apoderó un día de la brida de un camello y le ordenó que se

pusiera en marcha.

El camello era de naturaleza dócil y se puso en marcha.

El ratón, entonces, se llenó de orgullo.

Llegaron de pronto ante un arroyo y el ratón se detuvo.

- ¡Oh, amigo mío! ¿Por qué te detienes?- ¡Camina, tú que eres mi guía!

El ratón dijo: - Este arroyo me parece profundo y temo ahogarme.

El camello: - ¡Voy a probar!

Y avanzó por el agua.- El agua no es profunda.-

Apenas me llega a las corvas.

El ratón le dijo: - Lo que a ti te parece una hormiga es un dragón para mí.-

Si el agua te llega a las corvas, debe cubrir

mi cabeza en varios cientos de metros.

Entonces el camello le dijo: - En ese caso, deja de ser orgulloso y de

creerte un guía.- ¡Ejercita tu orgullo con los demás

ratones, pero no conmigo!

- ¡Me arrepiento! dijo el ratón- ¡en nombre de Dios, ayúdame tú a

atravesar este arroyo!…

- Abandonar la cólera – Cuento Rumí

Un día, alguien preguntó a Jesús:

¡Oh, profeta! ¿Cuál es la cosa más terrible en este mundo?

Jesús respondió:

¡La cólera de Dios, pues incluso el infierno teme esta cólera!

El que había hecho la pregunta dijo entonces:

¿Existe algún medio para evitar la cólera de

Dios? Jesús respondió:

¡Sí! ¡Hay que abandonar la propia cólera!

Pues los hombres malvados son como pozos de cólera.

Así es como se convierten en dragones salvajes. Es imposible

que este mundo ignore los atributos contrarios.

Lo importante es protegerse de las desviaciones. En este mundo,

la orina existe. Y la orina no podrá convertirse en agua pura sin

cambiar de atributos.

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…Maestro, me ha tocado discutir y discutir con una persona de esas a las que no

hay como callarlas. ¿Qué debo hacer?

Ahhh hijo, sólo hay una

manera de callar a ese tipo de gentes: hacer que un camión

les pase por encima y los transforme en alfombra… y

tomar todos los recaudos para que el camión pase 2 veces por encima de su lengua.

…Maestro, escuché que el ser

humano es una trilogía, cuerpo, mente y espíritu. ¿Se

puede lograr el equilibrio entre ellas?

Hijo, en primer lugar, no hay tal trilogía; sólo hay

cuerpo y mente. El espíritu no es más que una invención

de algunos hombres para meter allí la ignorancia y

dominar a otros hombres. En cuanto al cuerpo y la mente,

¡claro que hay equilibrio! Justamente las herramientas como la Meditación y el yoga

sirven para lograr tal

equilibrio

Cuentos, Diálogos Zen y algo más

…Maestro, la gente recurre a todo argumento, valido o no valido, para justificar sus

posiciones; incluso echando mano a pseudociencias o

tergiversando las afirmaciones científicas.

Eso me choca.

Hijo, sigue el circulo y ciérralo: la gente trata de vender y para vender hay

que convencer, y para convencer todo argumento

es bueno si es que encuentras a alguien que se

lo trague. :

… Maestro, noto que la actividad espiritual está

muy baja. La gente no está interesada en su mejora. ¿Qué puedo hacer para

ayudarlos?

Hijo, es verdad, la gente anda en otras, pero puedes hacer algo

muy positivo para ayudarlos: ¡escóndete en tu cueva espiritual

y NO JODAS!!! ¿No ves que están en vacaciones,

descansando el cuerpo, o sea la parte más importante de los

humanos? Espera, ten paciencia… ya llegarán los

tiempos del alma. Ella puede

esperar…

…Maestro, ¿qué actitud debemos tomar ante nuestros amigos y nuestros enemigos?

Hijo, hay que considerar

que ambos son compañeros de viaje. Al

amigo hay que mantenerlo porque nos

hará el camino más llevadero con su charla y

su apoyo. Al enemigo hay que cultivarlo y apreciarlo, porque es

nuestro verdadero guía: él nos dice por dónde

vamos y si vamos bien o mal. Estudiando las

acciones y propósitos del enemigo es que

elegiremos la mejor ruta en nuestro caminar.

Tener un buen enemigo es tener un tesoro que

hay que cuidar.

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