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O.J.D.: E.G.M.: Fecha: Sección: Páginas: 812476 3191000 12/02/2006 REPORTAJE 52-58 1 ARQUITECTURA

Revista de Premsa - coac.net Especial. Torre Agbar.pdf · puesto, la Torre Agbar es el nuevo ico-no barcelonés porque no tiene compe-tencia. A su lado, hasta la Sagrada Fa-milia

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> me avisó del edificio de Soriano". LaTorre de las Glorias albergará oficinasdel Ayuntamiento de la ciudad. No le-jos, en la Barceloneta, Ricardo Bofillproyectó el edificio Vela, un rascacielosde 170 metros de altura en forma de ve-lero que el consistorio ha obligado a re-ducir a 100. Otro francés ilustre, Domi-nique Perrault, está diseñando para elGrupo Habitar un rascacielos con unapiel de cemento perforada como un que-so emmental que alcartzará los 120 me-tros de altura. En La Sagrera, FrankGehry está diseñando una de las seis te-rres de oficinas que rodearán la esta-ción del AVE. Y para este año está pre-vista la conclusión del rascaclalas deGas Natural, un edificio de 100 metrosde altura obra póstuma de Euric Mira-nes. Se cuentan por docenas los rasca-cielos con vocación de sede singularque se levantan en la ciudad. En esecontexto, ¿qué hace especial a la Torrede la compañía de Aguas de Barcelona?

La sorpresa puede ser la respuesta.Un contexto en el que nada parece sor-prender y algo lo consigue es la prime-ra clave del éxito. La falta de competen-cia viene después, es una consecuenciade ese éxito. Obviamente, es más fácildestacar donde nada 1o hace. Hablamosde lugares inesperados: un barrio in-dnstrial, una zona sin urbanizar, unaautopista. Son esos espacios, aún sindefinir, los que permiten las mayoresosadías. Asi, con 142 metros de altura,32 plantas y 132.000 euros de presu-puesto, la Torre Agbar es el nuevo ico-no barcelonés porque no tiene compe-tencia. A su lado, hasta la Sagrada Fa-milia se queda pequeña. Como sueleocurrk;, la almra de los nuevos edificioses un reclamo importante, pero esta tc-rre no bate un récord de altura. Es eltercer edificio de la ciudad, por detrásde la Torre de Telecomunicaciones, deNorman Foster, en Conserola, que mide285 metros y las Mapfre y del Hotel Artscon 157 y 158 metros. Sin embargo, pa-rece el más alto. ¿Por qué? Porque estáaislado. Lo rodea un vacío urbano quela hace emerger, casi despegar visual-mente del suelo. Y, además, y sobretodo, el edificio de Nouvel es un rasca-cielos de su tiempo: ambiguo, escurri-

dizo y misterioso. Concita los adjetivosque hoy valoramos por encima de laprecisión y la certeza. Sus callficativosse le podñan aplicar a la época que vi-vimos. La torre habla distintos idiomasy tiene mensajes para todos. ¿El secre-to? Su autor asegura que la torre escomo un géiser y que representa las for-mas redondeadas de la montaña deMontserrat. Está en todo: abarca loinexplicable y la tradición con un mis-mo gesto. Así, el arquitecto francés ha-bia sin pudor de referentes tan opuestoscomo la piedra y el agua. Y no le faltarazón. La torre cambia y se desdibuja.Por eso resulta tan actual. Por eso es in-terpretable y, a pesar de su ingente ta-mario, tiene un aire leve, casi evanes-cente, y no parece real. Aunque está cla-ro que es real. Es más que real: haconstruido a su alrededor una nueva

llcio y la ciudad y que Agbar está estu-diando abrir al público. De producirse,la apertura también sería un hito. Bar-celona crece en vertical y, sin embargo,sólo tiene los miraderos naturales deMontjtüc, la montaña del Tibidabo o elparque Güell, sobre el Carmelo.

Si la torre por fuera representa larenovación del mundo urbano, por den-tro refleja la renovación empresarial.E1 interior ha querido ser como el exte-rior. Se hace eco de los 40 tipos de pane-les coloreados que abrigan la fachada.E1 arquitecto Gerardo García de Vento-sa firma el diseño de las 21 plantas deoficinas que ocupa la compañía AgbemMás de 20.000 metros cuadrados de des-pachos atípicos, vibrantes, realizadoscon combinaciones sutiles de cristalestranslúcidos y metacrllatos de 12 tonos.

El edificio de Nouvel es unrascacielos de nuestro tiempo:escurridizo y misteriosorealidad. Ha transformado la zona deextrarradio en la que se alza en un nue-vo centro urbano. Ni siquiera hace fal-ta llegar hasta ella para veria, porquese da a conocer. Su omnipresencia esun punto en común compartido porlos nuevos monumentos urbanos, lasatraccianes de un turismo curiosa-mente culto que redibuja las ciudades.Al tradicional gran lamano de los mo-numentos, sumamos, como siempre, suubicación estratégica. Aunque la estra-tegia sea ahora otra: el monumentoconmemora el éxito económico de unaempresa que da servicio a 37 millonesde clientes en tres continentes. Si porfuera es esquiva y parece flotar, pordentro los colores que recortan los mu-ros, la falta de tabiques y la planta clip-tica rompen el patrón sobrio de un edi-ficio de oficinas. En lo alto del piso 31,una cúpula cristalina, de 250 toneladas,alberga la dirección. Y también la esen-cia de la torre: un mirador transparen-te que difumina la barrera entre el edi-

El proyecto está hecho a medida. Losmuebles son especiales: en lugar de mo-diñcar las estancias, parecen iluminar-las. Las sillas de la cafeteria diseñadaspor Roberto Barbieri salpican de rojo,amarillo y azul la planta circular deledificio, y los contenedores de las ofici-nas también dejan pasar la luz y fun-cionan como grandes lámparas. En losdespachos de Agbar no se aprectan je-rarquías. Así, también in indef’miciónexterior se refleja dentro de la torre sindescuidar el orden. Mejores o peores,los empleados de estas oficinas tienenvistas sobro la ciudad. Algunos, no obs-tante, se han quejado de falta de intimi-dad, del mareo que supone trabajar enmedio de un circulo. Poco importa.Cuando los edificios eligen dibujar unaciudad, las necesidades de sus usuariospasan a un segundo plano. Que se lopregunten a los inquiñnos del legenda-rio rascacielos Seagram que Mies vandar Rohe levantó en Manhattan hace 55años. Sus persianas sólo admiten tresposiciones: levantada, bajada o deteni-da en el centro. La iluminación artifi-cial desnuda la Torre Agbar al llegar lanoche. 4.500 htminarias instalarlas en lafachada transforman el rascacielos enana gigantesca lámpara. Así, si el inte-rior de la Torre Agbar respira Barcelo-na cuando la ciudad se cuela por cadauna de sus 4.400 ventanas, la ciudad, enjusto pago, respira Torre Agbar. ̄

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