REVISTA DIEZ, NÚMERO 101

Entrevista con la poeta Mirtha Luz Pérez Robledo

CASA DE CITAS, de Héctor Cortés Mandujano

DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.

Contenido

4- EDITORIAL:

Lo sencillo.

5.– ZAGUÁN:

ARENILLA: Don Chinto.

7.– BALCONES:

Casa de Citas

Podar la selva.

Autor: Héctor Cortés Mandujano.

17.– CORREDORES:

Educación, cambios que urgen y no llegan.

Autora: Abril Tristal Vasconcelos.

23.– PATIO:

Fotografías de la quincena.

29.– SITIO:

ENTREVISTA CON:

Mirtha Luz Pérez Robledo.

Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez.

37.– ACTUALIDADES.

39.– MOJOL.

27 años después.

Autor: Enrique Robles Solís.

Revista catorcenal, hecha en la tierra de los

cositías con la bendición de Tata Lampo.

Editor responsable: Alejandro Benito Molinari Torres

Contacto: [email protected]


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Comitán, ciudad que habla de vos


El gobierno federal impulsa EL BUEN FIN. Programa que tiene

la intención de reactivar la economía a través de descuentos del

10 al 70 % en servicios y artículos de consumo.

En Comitán, El Buen Fin lo aplicamos, semana a semana,

yendo a los lugares aledaños, donde reactivamos nuestro espíri-

tu.

Esta imagen se encuentra a no más de quince minutos de la

ciudad, viajando en auto.





Claudia me dijo que necesitaba un sello. Le dije

que la llevaría a la Imprenta ―Águeda‖. Pero un

segundo después me acordé de don Chinto Naciff.

―¿Chinto?‖, preguntó ella, botada de la risa.

Sí, le dije, así se llama. Bueno, no se llama Chinto,

se llama Jacinto. Y entonces Claudia dejó de reír

y dijo: ―¡Bello nombre!‖.

Don Jacinto ha sido tipógrafo por quién sabe

cuántos años, pero deben ser más de cincuenta.

En Comitán ¡medio mundo lo conoce! Él co-

noce a medio mundo, pero, además, conoce el

misterio de la tipografía. Tal vez el mundo de la

informática tenga algunos secretos que nunca de-

velará, pero el trabajo manual es una línea trans-

parente para su creatividad.

Claudia dijo que el nombre de don Chinto ¡es

bello! Uno no sabe si su nombre representa al

héroe griego o a la flor que existe en los patios de

las casas.

Durante mi vida sólo me he topado con tres

Jacintos, el dramaturgo Benavente; el Jacinto

Canek y don Jacinto Naciff. A veces, en los patios

de las casas, alguna mujer señala un apelmaza-

miento morado y dice: ―Mirá, que bonitos jacin-

tos‖. Los Jacintos son escasos. Por fortuna, en

Comitán, nos tocó uno.

A Claudia la llevé y don Chinto le hizo el se-

llo. Ella me dijo: ―Es simpático el señor. ¿Cuántos

años tiene?‖

¿Cuántos años tiene? ¡Todos! Y sigue en acti-

vo.



Recuerdo y cito de memoria (y

mal, seguramente) esta frase del

diario de Franz Kafka: ―En la ma-

ñana estalló la guerra mundial, en

la tarde fui a nadar‖. Lo de Kafka

llega a mi mente porque es me pa-

rece, en la interpretación que más

me gusta, una apuesta por la vida.

Nada de lo que ocurra en nuestro

derredor debe detenernos. Yo

podría escribir, si bien nada tiene

que ver con mi cita (o tal vez sí y

por eso la recordé): ―En la maña-

na terminé de leer las mil 805

páginas del Teatro completo de

Brecht, en la noche murió Gupy,

nuestra amada perra‖.

Brecht, de una evidente naturaleza

herética, sorprende al afirmar que

su mayor influencia fue la Biblia

(ese fue, incluso, el título que dio a

su primer trabajo dramatúrgico).

En su obra ―El círculo de tiza cau-

casiano‖, que basa en un antiguo

cuento chino, cambia la idea que aparece en una de las historias atribuidas al bíbli-

co rey Salomón: una mujer humilde, por mero azar al principio, se hace cargo del

hijo de una noble. Se separan por mucho tiempo y cuando vuelven a encontrarse la

madre biológica reclama la devolución de su hijo; la otra ha sufrido por él, lo ha

cuidado, ha expuesto su vida y piensa que ella ha sido más madre que quien lo pa-

rió.


El juez bo-

rrachín, para deci-

dir a quién corres-

ponde el derecho,

pide que se trace un

círculo de tiza en el

suelo y se ponga al

niño en medio; en

sus extremos las dos

que se dicen madres

deben jalarlo de los

brazos; quien lo sa-

que del círculo se

quedará con él. La

madre biológica ja-

la con mucha fuerza y la otra lo suelta en dos ocasiones. Eso basta que el juez deter-

mine que es la madre adoptiva la que más ama al niño y quien debe quedárselo. En

la historia de Salomón, que propone partirlo en dos, gana la madre sanguínea.

***

Veo Perfume de mujer (Profumo di donna, 1974, dirigida por Dino Risi), actuada por

el gran Vittorio Gassman y no puedo dejar de comparar ésta con la versión de

Hollywood que tiene como protagonista a Al Pacino. Creo que Gassman es muy su-

perior en el papel de militar invidente, mala leche, aborrecible y adorador del sexo

opuesto. Dice su personaje: ―El sexo, los muslos, un buen trasero, son la única reli-

gión, la única idea política, la verdadera patria del hombre‖.

Al día siguiente, sin querer continuar en el tema de la ceguera (un personaje in-

vidente es el pivote de la trama), veo la fallida cinta El corazón de la noche (1983)

coescrita y dirigida por el extraordinario guionista (La pasión según Berenice me

parece un prodigio) y el a veces muy inspirado director Jaime Humberto Hermosi-

llo. Este emblemático hombre de cine mexicano es autor de excelentes (María de mi

corazón, La tarea, Doña Herlinda y su hijo) y pésimas películas (Un encuentro ines-


perado, La tarea prohibida,

Exorcismos). Yo creí que con

la edad nos iba a regalar ma-

ravillas, pero las más recien-

tes, y algunas viejonas, como

El corazón…, han resultado

un fiasco.

***

―Te quiero tanto, que me dan

ganas de comerte‖, dice uno

de los monstruos a Max, el ni-

ño protagonista de la cinta

Donde viven los monstruos

(Where the Wild Things Are,

2009), dirigida por Spike Jon-

ze, cineasta creativo cuya fir-

ma aparece en dos notables

largometrajes: ¿Quieres ser

John Malkovich? (Being John

Malkovich, 1999) y El ladrón

de orquídeas (Adaptacion,

2002), guiones ambos del casi

siempre genial Charlie Kauf-

man.

Me moría de ganas de ver esta cinta que, aunque la anunciaron y anuncia-

ron, nunca se estrenó en Tuxtla. Al fin la vi y quedé feliz con el resultado. Jonze

y su coguionista tomaron las 21 líneas del famoso y homónimo libro infantil ilus-

trado de Maurice Sendak (la edición más reciente que conozco es de la SEP, en

2001) e hicieron una historia entrañable —que no es para niños, evidentemen-

te— a la que sólo quitaría el final previsible, convencional (volver a casa y abra-

zar a mamá, qué lindo; en el libro regresa a su cuarto), que parece una conce-

sión forzada para el público palomero que no será nunca público de esta cinta.


El plus es que la voz de uno de los monstruos

es de mi muy querido Tony Soprano (de la

serie Los Soprano), el actor James Gandolfi-

ni.

***

La sabiduría popular de los refranes es par-

te sustancial de todas las culturas. Abrevian

conocimiento en cápsulas que pueden apli-

carse a situaciones diversas. En su célebre y

espléndida ―El alma buena de Se-

zuán‖ (Teatro completo, Ediciones Cátedra,

2006) Bertolt Brecht hace buen uso de ellos

(p. 1135): ―Un buen jardinero hace verdade-

ros milagros con un pedacito de tierra‖; (p.

1144) ―El perro hambriento tira del carro

más aprisa cuando va a su casa‖; (p. 1175):

―El hombre noble es como una campana; si

se golpea, resuena; si no, permanece calla-

do‖.

***

Veo dos adaptaciones de novelas al cine: El gran Gatsby (1974, guión de Francis

Ford Coppola, dirigida por Jack Clayton), basada en la famosa novela homónima

(1925) de Scott Fitzgerald, y Camelia (1954, dirigida por Roberto Gavaldón), ver-

sión libérrima sobre La dama de las camelias (1848), de Alejandro Dumas hijo.

Las dos exploran dos certeros lugares comunes: las clases sociales existen (en las

dos un hombre pobre se enamora de una mujer rica) y hacen imposible el amor

entre dos personas desiguales económicamente, y el pasado es irrenunciable: las

dos mujeres de las cintas tienen una historia que no las deja ser felices con el hom-


bre que suponen es el amor de sus vidas: la primera, la Farrow, es casada y tiene

una hija (―me gustaría que fueras linda y tonta —dice a su pequeña—, porque así

serías feliz‖); la segunda, la Félix (que aquí ¡canta con mariachi!), ha tenido muchos

amantes, entre otros el hermano de su amor, y además está enferma.

En la primera, el personaje que interpreta un joven y apuesto Robert Redford

(que se volvió rico para alcanzar el nivel de su amada) está a punto de materializar

su amor con la bella Mia Farrow, pero ocurre la tragedia; en la segunda, Jorge Mis-

tral, torero pobre que también se vuelve rico para darle los lujos a que está acos-

tumbrada su amante, queda solo, ah, tragedia, justo cuando va a casarse con la her-

mosa María Félix, ―la mujer más cara de México‖, como la llaman en la cinta.

Aquí, sí, con perdón de Emilio García Riera, quien acuñó la frase en positivo, el ci-

ne no es mejor que la vida.

***

Hace no sé cuántos años (estaba yo en la

prepa, tendría 16-17 años) leí un libro del

que recuerdo algunas cosas con precisión.

Se llamaba, se llama Once días y algo más

y su autora es Brianda Domecq; en él, es-

ta mujer de apellidos ligados al brandy,

los caballos y el mucho dinero, hablaba de

su secuestro, que en aquellos tiempos pa-

recía una noticia extraña. La tuvieron en-

cerrada durante el lapso que evidencia el

título. Hubo un momento, y a eso quería

llegar, que dejaron en sus manos una bo-

tella de cristal. Ella, entonces, ideó una es-

trategia: darle con ella en la cabeza a uno

de sus secuestradores y huir. Pero la

asaltó una duda: ¿y si le daba un botellazo

al malhechor y éste no se derrumbaba in-

consciente como pasaba en las películas?



Veo la temporada cuatro de Los Soprano. En el capítulo tres, ―Christopher‖,

Adriana, la novia de Chris, sobrino consentido de Tony Soprano, está siendo pre-

sionada por el FBI para que delate los negocios sucios de su novio y su tío políti-

co. No quiere hacerlo y resiste como puede la presión. Un día ve en una película

que una mujer es llamada a juicio como testigo en contra del delincuente con

quien vive. En el podio ella dice con una sonrisa triunfante que no puede decla-

rar en contra de su hombre porque la ley lo prohíbe. Ella es, ya, su esposa, y no

pueden obligarla a testimoniar en contra de su marido. Adriana decide casarse.

Me sorprenden las reflexiones de estas dos mujeres, porque me pasa lo mis-

mo: con las horas que he pasado viendo disco tras disco de esta serie ya soy un

experto en la vida y milagros de Tony y su banda, y además creo que las sesiones

que él tiene con su siquiatra me han ayudado a mí, y le digo en broma ―Carmela‖

a mi mujer cuando se pone fastidiosa, y me parece que aprendo sobre mi natura-

leza humana viendo a estos personajes de ficción amorales, complejos, irascibles,

mujeriegos, monstruosos también, y repugnantes. Creo a pie juntillas que los de-

fectos de Tony son los míos y que, como él, soy el payaso triste que nadie es capaz

de interpretar; es decir, creo, por lo menos mientras veo hipnotizado la pantalla

donde trascurre esta cautivante historia, que la invención es hermanita gemela

de la realidad…

(Contradictoriamente, en uno de los capítulos de la sexta y última temporada

de Los Soprano el hijo de Tony intenta matar a alguien que quiso eliminar a su

padre. No tiene valor, lo descubren. Tony se enfada y su hijo adolescente le dice:

―¿Por qué te enojas conmigo? Tu escena favorita es cuando, en el Padrino II, Al

Pacino mata al enemigo de su padre‖. Tony le toma el rostro: ―¿Me quieres hacer

llorar? Esa escena es de mentira. Es una película‖.)

***


En el primer episodio, ―Two Tonys‖,

de la temporada cinco de Los Sopra-

nos, un viejo mafioso sale de la cárcel

donde pasó 20 años. Le preguntan si

ya tuvo sexo y qué diferencia halla

entre las mujeres que tuvo antes y las

de ahora. Él responde:

—Sólo una: hoy todas se afeitan

la selva.

Carmela, fiel esposa de Tony, se siente

primero atraída y luego enamorada

de Furio, uno de los guaruras de su

marido. Furio está también enamora-

do de ella. Sólo se hablan con miradas

y sonrisas; lo suyo es soñar con un be-

so, pensar en el otro.

Carmela no puede más con el

llanto a solas, con la necesidad de

decírselo a alguien. Su amiga confi-

dente le dice cuando ha escuchado la

declaración amorosa.

—¿Ya te lo cogiste?

Carmela se sobresalta:

—¡No!

—Entonces no es real, dice su

amiga.

Carmela suspira, sabe que el

amor no es sólo sexo: es real, aunque

no se haya llegado a esa resolución

que muchas veces lo hace desapare-

cer.



http://issuu.com/revista10/docs/yo_tambi_n_me_llamo_vincent_-_novela__breve.




Abril Tristal Vasconcelos



Si queremos un país moderno, pujante, que pueda hacer frente a las exigencias que

imponen el desarrollo de la sociedad y el progreso, tenemos de manera inexorable

que hablar y contar con la educación. Educación en un

sentido amplio, que abarca niveles de instrucción, de

aprendizaje e implantación y mantenimiento de valores

éticos y culturales que preparen a los hacedores del fu-

turo y nos brinden un presente que sirva de sólido so-

porte para las nuevas generaciones. De este tema mucho

se ha hablado y cuestionado, y los retos siguen pre-

sentándose con el optimismo de algo que se puede ven-

cer pero en realidad las metas se vuelven inalcanzables.

La educación, vista como un fin en sí mismo, permi-

te la valorización del capital humano, la creación de una

fuerza de trabajo que está más capacitada y acorde pa-

ra resolver los problemas que la ciencia y la tecnología,

aplicadas a la producción de bienes materiales, generan.

Se requiere de individuos que puedan comprender

los cambios y puedan dar respuesta a las nuevas exigen-

cias del proceso productivo. Pero a su vez la educación

tiene un importante significado social, pues la superación cultural va graduando los

cambios que precisa la sociedad en tanto más complejas se vuelven su estructura y

sus interrelaciones, garantiza cohesión y fortaleza en el grupo social y los involucra

más en las transformaciones que exige el desarrollo histórico, los individuos partici-

pan y son gestores conscientes del cambio desde una percepción más enriquecedora y

un hacer más elaborado. Visto desde esta perspectiva la educación como uno de los

pilares más importantes del desarrollo humano, requiere del apoyo de políticas gu-

bernamentales que no impidan su crecimiento y permitan su consolidación, requiere

de una estructura organizativa acorde con la dinámica que impone el avance educati-

vo dentro de las complejas situaciones que se dan en el país por su extensión territo-

rial, su población heterogénea en cuanto a grupos étnicos y niveles de desarrollo, lo-

calización de grupos poblacionales, intereses culturales, por citar algunas de ellas.



Sin embargo lejos de observar el dinamismo y la capacidad de

respuesta que debería tener, el sistema educativo se encuentra se-

miparalizado, sujeto por un lado a la rigidez y el automatismo de

una organización sindical que no responde a las necesidades ac-

tuales y por el otro a deficiencias de orden organizativo que no

dan solución a los cambios que urgen. En el libro ―Los retos del

próximo milenio‖ —perteneciente a una serie que inició el SNTE

—, y publicado en el año 1995, planteaba Elba Esther Gordillo en

la nota introductoria […] esa sonrisa del futuro es, hoy nuestro

mayor reto; de nosotros depende hacerla amigable, franca, opti-

mista; de nosotros, también, que se vuelva una sonrisa irónica, de-

safiante, despectiva. Tendremos el secreto del futuro en nuestras

manos […] esas afirmaciones fueron en ese momento y siguen hoy

siendo válidas y sin embargo muchos de los maestros y educadores no parecen

entenderlas y se alejan del importantísimo rol que cumplen haciéndose cómpli-

ces del deterioro que sufre la educación, si no tan palpable en las regiones del

centro y norte del país sí perfectamente visible en los estados del sur. ¿Cómo

pretendemos cambiar un país sin que entendamos y participemos desde nuestra

individualidad en las transformaciones que se necesitan? Muy lejos está la líder

del SNTE de sus propias palabras cuando vemos que el sistema educativo se

convierte en rehén de intereses políticos ligados al afán de poder y al manejo in-

escrupuloso de recursos, cuando los maestros están más interesados en confa-

bulaciones sindicales que responden a intereses personales que en la labor cons-

ciente de educar, instrumentalizando al estudiantado, que tiene que esperar pa-

cientemente que se reanuden las clases que fueron suspendidas hasta la resolu-

ción de un conflicto que puede durar varios días y que los mantiene alejados de

las aulas o que las mismas sean de la calidad requerida. De qué forma se fiscali-

za que las plazas de los docentes no sean vendidas o negociadas en detrimento

de la concesión a los que están más capacitados y por lo tanto aptos para asu-

mir los cambios que necesita la educación encausándola hacia la modernidad.

Para formar a las nuevas generaciones se necesitan docentes que estén dispues-



tos a darle sentido a su vocación, presupuestos acor-

des que no van de la mano de políticas económicas

restrictivas, nuevos instrumentos regulatorios, y un

importante cambio de enfoque en la manera de edu-

car propiamente dicha. Este último aspecto cobra

vital importancia habida cuenta del enfrentamiento

que existe entre los docentes de orientación tradicio-

nalista y los de orientación constructivista. Si bien el

método Tradicionalista cuenta con largos años de

existencia, ha sido la que ha imperado hasta ahora,

la experiencia ha demostrado sus limitaciones pues

consiste en la pura transmisión del conocimiento

desde el profesor hacia el alumno, dejando a éste al

margen, el alumno recibe información y debe

aprender memorizando lo que el profesor le dice y

ya conoce de antemano, es lineal, los alumnos escu-

chan, atienden a un maestro que habla, explica y di-

ce lo que hay que saber, convirtiendo al docente en el eje del cual depende la ad-

quisición del conocimiento, sesgando la interrelación entre los estudiantes cuyo

aprovechamiento y rendimiento no se corresponde con las horas clase que reci-

ben. Como hemos visto históricamente a lo viejo se le sustituye con nuevas ten-

dencias, eso va determinando el progreso que va de la mano de la investigación.

El método Constructivista cambia la dirección y ahora el alumno es el eje del sis-

tema, el maestro es moderador, orientador, supervisor, los alumnos generan su

propio conocimiento a partir de las herramientas que éste les entrega y ellos

construyen sus saberes desde el análisis, la investigación, la discusión, la partici-

pación, la ejecución de proyectos; se enfrentan a los problemas y resuelven cómo

encontrar las soluciones, interactuando entre ellos, trabajando en grupos, van

modificando así sus ideas y van aprendiendo, construyendo su conocimiento a

partir de conocimientos previos. El alumno está más motivado, el conocimiento se

fija de manera más efectiva.



En busca de mejorar la calidad educativa se precisa resolver estas

confrontaciones, cambiar la mentalidad y adaptarse gradualmente a las

innovaciones, se requiere de la voluntad de los docentes para lograrlo y

de una visión enfocada en los intereses de los estudiantes más que en los

propios, ello es lo que le da razón de ser a la labor de enseñar. Se requie-

re además nuevas estructuras organizativas que puedan replantear sus

objetivos y exigir lo que demanda la educación moderna. Fortalecer la

enseñanza pública, laica y gratuita, dotarla de la tecnología de avanzada,

planes y programas actualizados, apostar a las instituciones públicas por

ser el medio que puede masificar la educación, garantizar que las Nor-

males cuenten con profesores capacitados para ejercer la labor formati-

va, instituir que la enseñanza media superior cuente con su propio insti-

tuto de formación docente que tome en cuenta las particularidades de es-

te nivel, las edades, características y necesidades de los estudiantes de

preparatoria, y que el gobierno sea consciente de que un país sin educa-

ción de alto nivel está condenado al retroceso, al estancamiento de sus

fuerzas productivas, al eterno subdesarrollo.

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¡Uf, se volvió

pesadísima, desde

que le dijeron que

tiene un sonido

galáctico!



Es un ―espectacular‖ ¡no tan espectacular!



¿Y la ortografía? ¡En un frasco de CONSERVAS!


¿La antesala del infierno? Puede ser, porque acá se

estacionan todos los diablitos.



¡Déjenos, los comitecos así nos entendemos!




Mirtha Luz es una mujer con la mirada al mundo diferente, contempla a la ciudad co-

mo algo nuevo y hace a un lado lo cotidiano. Afirma que por accidente demográfico

nació en frontera Comalapa y desde muy pequeña la trajeron a Comitán – aquí crecí,

aquí me formé, soy de aquí. Cuando ves algo que te impresiona independiente-

mente de que sea bello o no, te causa una emoción en el mundo y quisieras rete-

ner ese momento. Un pintor lo obtendrá con su pintura, un fotógrafo le tomará

una foto, pero un poeta pues tiene que echar mano de las palabras y tratar de de-

cir, de describirlo, de manifestar con palabras lo que está sintiendo en ese mo-

mento para trasladarlo y hacer que el lector lo sienta igual – con esta misma emo-

ción responde las siguientes preguntas:



¿De dónde surge el deseo por escribir?

De alguna manera yo descubrí que escribo porque vivo.

Es una necesidad de expresarme y creo que todas las

personas tenemos esa necesidad y cuando descubrimos

lo que sentimos buscamos la forma de transmitirlo y la

forma que yo encontré es escribiendo.

¿Por qué el gusto especial por la poesía?

Admiro a las personas que escriben cuentos o que tie-

nen un largo aliento y escriben una novela. A mí me

gusta más la poesía y he optado más por los poemas

breves; trato de encontrar las palabras exactas y en un

verso puedo decir algo que estoy mirando, que estoy

pensando, que estoy reflexionando o que capto en el

mundo.

¿Por qué el titulo de su libro Música para una infancia?

Porque en los poemas utilizo el lenguaje de la música, le

puse a una de las partes del libro adagio para la casa

paterna, al otro le puse zarabanda. Reflexionando un

poco más puedo decir que el ritmo que había en aque-

llos tiempos en los que yo vivía en la casa paterna me

envolvió. El libro es un homenaje; son poemas donde

traigo al presente los recuerdos que yo tengo o que yo

invento de la casa paterna, de la huerta de mi abuela y

también del patio de la casa de mi padre.

La infancia que tuvo ¿facilitó de alguna manera el encuen-

tro de la luz en las palabras?

Desde niña escribía algunas cosas. Tenía 7 años y me

gané un concurso de composición a la Reina de la Pri-

mavera y me dieron un juego de té y recuerdo que esta-

ba muy feliz por eso. Mi papá era maestro de primaria,

se la pasaba todo el tiempo leyendo; dicen que los niños


actúan por imitación, me gustaban los libros y en uno me encontré con la pre-

gunta ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Y sin pensarlo dos veces escogí

ser escritora. Cuando era niña mi mamá nos cantaba muchas canciones que no

he vuelto a oír, pero se me quedaron y tenían un ritmo diferente; mi papá me

exigía que yo me aprendiera de memoria los poemas para declamarlos, no me

gustaba mucho pero lo hacía por obedecer a mi papá, puse atención en las pala-

bras de los poemas que me aprendía y llego el día en que me rebelé y dije –ya

no los voy a decir, mejor los voy a escribir.

¿De qué color es la luz de la infancia comiteca?

Para mí es de muchos colores, de muchos sonidos. Comitán tiene luz propia pa-

ra todo. Incluso el cielo, como dice Sabines, es diferente y otras personas que

han venido también me han dicho que es otro matiz de la luz y es otro olor y

otro color del aire el que se siente aquí.


¿Qué puertas nos abren los cielos de Comitán?

Nos abre las puertas de la imaginación. Puedo ser muy consciente de la época

actual; el hecho de no escribir sobre las cosas oscuras que pasan en Comitán

no significa que yo cierre los ojos, sino que yo elijo abrir las puertas de las cosas

buenas que hay o de las cosas buenas que puede haber aquí, cosa que hacemos

todos independientemente de si escribimos poesía o no; tratamos de ver las co-

sas buenas que hay a nuestro alrededor y es un poco como celebrar que estoy

viva a pesar del fuego cruzado.

A través de la poesía ¿podemos encontrar nuestra infancia?

Sí. Es un poco la nostalgia de lo

que dejamos atrás, es como que-

rer traer al presente recuerdos

reales y recuerdos inventados,

para poder seguir adelante. A

través de la poesía uno puede ir

a donde quiera. A través de la

poesía podemos traer el tiempo

que queramos incluso el futuro,

podemos ver o hacer el mundo

como queremos que sea y no co-

mo es.

Mirtha resaltó que la luz de sus

ojos son sus hijos y que con ellos

ha aprendido a ver el mundo de

manera más amplia. Desde su ju-

ventud conoció el mundo a través

de los libros e invita a los comite-

cos a acercarse más a la luz de Co-

mitán que refleja lo que uno quiere

ver.

Estamos llenos de cultura.

¿Cuándo venís a Comitán a llenarte de luz?




Honorable Ayuntamiento

de Comitán

y

Universidad

Mariano N. Ruiz

¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es

¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo

auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012.

Sesionamos los miércoles, a las 5 de la tarde, en la sede del Centro,

frente al Santuario del Niñito Fundador.





Programa del martes 15 de noviembre de 2011

Tony Carboney, integrante del Consejo de la Crónica de Comitán, asistió al

programa para tratar el tema: ―Las posadas en el Comitán de los años cuarentas‖.

Doña Tony platicó las características de los festejos navideños en el Comitán de su

infancia y adolescencia.

Durante todo el programa estuvo presente la idea de fortalecer las tradiciones que

nos han hecho un pueblo único en el mundo.

En la foto: Paty, doña Tony y Mario Milton.

Crónicas de Adobe también se escucha por Internet.

www.imer.gob.mx

Los martes, de 3 a 4 de la tarde, hora del centro de México.



El poeta Gustavo Ruiz Pascacio impartió una Conferencia Magistral.

A invitación del Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012 y de la Universidad

Mariano N. Ruiz, Gustavo estuvo en el Centro Comiteco de Creación Literaria.

Más de veinte integrantes del Centro y de la Universidad se beneficiaron de los

conocimientos del poeta y ensayista.

Los asistentes coincidieron en que la conferencia demostró los amplios

conocimientos que el escritor posee y que expuso de manera generosa.

Esa misma tarde, viernes 11 de noviembre, la ensayista Blanca Viridiana

Chanona compartió, con el auditorio que se dio cita en la Casa Museo Dr. Belisario

Domínguez, la conferencia La seducción de la alquimia: sabor y olor de la poesía

chiapaneca, propuesta que obtuvo la beca del PECDA.



Miguel Octavio Román Marín




Uno de los poemas de Óscar Bonifaz, tiene el siguiente fragmento: ―Cuando yo me

ausente no me busques pues más allá de tu mirada búscame en ti. Que allí estaré

escondido desde mi anochecer, hasta tu madrugada.‖

El 11 de marzo de 1984, Miguel partió para siempre en medio de nuestra cons-

tante angustia, tristeza y soledad. Rompió el número del equipo y lo desajustó para

todos los días. El 14 de noviembre es su cumpleaños y veintisiete años después, sus

eternos amigos y hermanos, acudimos a su tumba a platicar con él, a decirle de

nuestras extrañezas, de nuestros recuerdos, de nuestros sueños, de nuestros suspi-

ros. Nos dejó su alegría, su simpleza, su habilidad y su aire conquistador. Sé y sé

bien, que se llevó también una parte de nuestro corazón. Desde aquel día ya no fui-

mos los mismos y aunque siguieron nuestras reuniones, nuestras fiestas, nuestras

aventuras, en un momento determinado se apreciaba -y se aprecia- el rincón que

no ocupa, la silla que no usa, la carcajada que no suelta.

Hoy, veintisiete años después, cuando ya contamos con nuestras limitaciones,

nuestros cuidados, nuestras pastillas y nuestras soledades, lo recordamos con el

mismo cariño y amistad de siempre, lo extrañamos en todos los lugares y le rendi-

mos homenaje, siguiendo juntos, queriéndonos, respetándonos, aceptando nuestras

diferencias, nuestras ideas, nuestras actitudes.

Cómo lo recuerdo? Generoso, conquistador, basquetbolista, simplón en los

chistes, estudioso, entregado, hijo y hermano amoroso, franco, decidido, especial en

sus comidas, en su cuidado personal. En aquella aventura que iniciamos de los ran-

chos El Salvador a Argelia, cuando después de varias horas de caminar flaqueába-

mos, él era el ánimo y la fortaleza. Cuando fuimos de Comitán al rancho El Salva-

dor en bicicleta, conducía adelante, rompiendo brecha y saltando piedras. Cuando

subíamos del rancho Santa Lucía al Ojo de Agua a caballo, dirigía los pasos y gri-

taba ―¡poza a la vista!‖- Cuando había que cargar al venado, lo cargaba sin mayo-

res pretextos, emocionado, ansioso. En los viajes era puntual, en la botana comía

de todo, en los bailes salía a bailar primero y en las serenatas cantaba aún desento-

nado. Todavía veo a una mujer, hoy señora, a la que cada que la veía, le susurraba:

―pequeña amante, deja de huir en la mirada, yo sé que estás enamorada…‖



Hoy, después de veintisiete años, la vida volvió a reunirnos y debemos aprove-

charlo. Yo busco a Miguel en el arroyo, en la montaña, en los árboles con ramas

frondosas, en la luna llena, en las risas de los amigos, en las palomas asadas, en el

infinito.

Javier, Pedro, Jorge, Alejandro, Memo, Enrique: ¡Presentes!





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REVISTA DIEZ, NÚMERO 101