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HISTORIOGRAFIA I SANCHEZ ALBORNOZ ANTE LA CUNA DEL ANUARIO (*) Es este el titulo de un trabajo de Ram6n Carande que nunca se lleg6 a publicar hasta hoy salvo por parses, desglosadas, los retratos que en 6l se incluyen de Galo Sdnchez y Jose Maria Ra- mos Loscertales (Galeria de amigos, Alianza Tres, Madrid 1989) tres ahos despuds de muerto su autor, y tambien la historia, como se cortard a continuaci6n, de un pique, un roce o un asunto (affaire dicen, mds convincentes, los franceses) entre dos personas, dos colegas, dos maestros que, por su contrastada humanidad, jamds pensaron enfrentarse. S61o que los hechos que esmaltan las cartas que a continuaci6n -en apendice- se publican (por primera vez tambidn, menos una) junto con el texto que enuncia este encabezamiento explican el porque, los porques, y los estados de dnimos, la emotividad, del caso . En 1963 Ram6n Carande sabedor del hecho a festejar, los se- tenta anos de Claudio Sdnchez Albornoz, su companero y amigo, se dispuso a celebrarlo colaborando en el numero homenaje que le dedicaria los Cuadernos de Historia de Espana bonaerenses, con este trabajo. Pero los acontecimientos -rubricados por las cartas adjuntas- se fueron precipitando, tal cual sucede en la vida. Parece ser que el caso comienza cuando, despues de enviado el trabajo a Buenos Aires, Ram6n Carande recibe una primera carta de Hilda Grassotti, discipula de Sdnchez Albornoz, discon- forme con el contenido del mismo. Ram6n Carande reclama su devoluci6n . Ram6n Carande insiste (Carta n4. A-4) Hilda Grasso- tti responde (A-5) e insiste . Ram6n Carande escribe a Sdnchez Albornoz (A-6), Sdnchez Albornoz contesta (A-7) . Cartas en las que es curioso, tambi,4n, resaltar la rapidez con que se cursaban y llegaban . Al apendice se unen (A-1, A-2, A-3 y A-8) cuatro cartas mds, coetdneas y esclarecedoras, de Luis Garcia de Valdeavellano * El Consejo de Direccibn del ANUARIO se honra en publicar estas pdgi- nas firmadas por uno de sus fundadores, con el apendice epistolar, que tanto inter6s tienen para la historia de la propia revista, al tiempo que agradece su envio a Bernardo Victor Carande .

SANCHEZALBORNOZ ANTE LACUNA DEL ANUARIO (*)No nos conociamos de vista cuando una carte suya mehizo saberque se proponia incluirme en el pequeno grupo de redacto-res del Anuario de

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  • HISTORIOGRAFIA

    I

    SANCHEZ ALBORNOZ ANTE LA CUNADEL ANUARIO (*)

    Es este el titulo de un trabajo de Ram6n Carande que nuncase lleg6 a publicar hasta hoy salvo por parses, desglosadas, losretratos que en 6l se incluyen de Galo Sdnchez y Jose Maria Ra-mos Loscertales (Galeria de amigos, Alianza Tres, Madrid 1989)tres ahos despuds de muerto su autor, y tambien la historia, comose cortard a continuaci6n, de un pique, un roce o un asunto(affaire dicen, mds convincentes, los franceses) entre dos personas,dos colegas, dos maestros que, por su contrastada humanidad,jamds pensaron enfrentarse. S61o que los hechos que esmaltanlas cartas que a continuaci6n -en apendice- se publican (porprimera vez tambidn, menos una) junto con el texto que enunciaeste encabezamiento explican el porque, los porques, y los estadosde dnimos, la emotividad, del caso .

    En 1963 Ram6n Carande sabedor del hecho a festejar, los se-tenta anos de Claudio Sdnchez Albornoz, su companero y amigo,se dispuso a celebrarlo colaborando en el numero homenaje quele dedicaria los Cuadernos de Historia de Espana bonaerenses,con este trabajo. Pero los acontecimientos -rubricados por lascartas adjuntas- se fueron precipitando, tal cual sucede en lavida. Parece ser que el caso comienza cuando, despues de enviadoel trabajo a Buenos Aires, Ram6n Carande recibe una primeracarta de Hilda Grassotti, discipula de Sdnchez Albornoz, discon-forme con el contenido del mismo. Ram6n Carande reclama sudevoluci6n . Ram6n Carande insiste (Carta n.° 4. A-4) Hilda Grasso-tti responde (A-5) e insiste. Ram6n Carande escribe a SdnchezAlbornoz (A-6), Sdnchez Albornoz contesta (A-7) . Cartas en lasque es curioso, tambi,4n, resaltar la rapidez con que se cursaban yllegaban . Al apendice se unen (A-1, A-2, A-3 y A-8) cuatro cartasmds, coetdneas y esclarecedoras, de Luis Garcia de Valdeavellano

    * El Consejo de Direccibn del ANUARIO se honra en publicar estas pdgi-nas firmadas por uno de sus fundadores, con el apendice epistolar, quetanto inter6s tienen para la historia de la propia revista, al tiempo queagradece su envio a Bernardo Victor Carande.

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    a Ram6n Carande. Recogidas aqui, como las anteriores, en suintegridad, que otros temas afloran Ilenos de interes, la mayoriaconcernientes a la Real Academia de la Historia : Don Ram6nestaba detrds de que se honrara -acaddmicamente- a AgustinMillares Car16 y, tambien, a Sdnchez Albornoz. (Sobre esta corres-pondencia vease «Don Ram6n Carande y la Academia)) de GonzaloAnes. Cuadernos Hispanoamericanos, 465, Madrid 1989).

    Este trabajo no lleg6 a publicarse pasta hoy. La amenaza deincluirse en un ntimero de la Revista de Occidente, sugerida enla carta 4.° (A-4) no se cumpli6. Ram6n Carande se mantuvo fiela to prometido a Albornoz (carta 6.a A-6) y no public6 una Bolalinea del escrito en vida. S61o hoy me atrevo, como el herederode su obra, la que no puede personalmente limitarse, a darlo aconocer en su integridad, si partidario de una de las dos partes,por ser hijo, negdndome a la disciplina de voto del caso, quedijeramos, y acatando tambien la equivalente humanidad de laotra parte, de quien, y en momentos tristes y finales de Ram6nCarande, pero atin en vida, publique (El Nuevo Lunes, junio/julio,Madrid 1986) para que se recordase su nobleza, la carta tiltimaque escribi6 a mi padre. Cierra ella el contenido del apendice(A-9) .

    Sirvan todos estos testimonios, los de mi padre, los de la dis-cipula de Sanchez Albornoz, las cartas de este mismo o las deGarcia de Valdeavellano. . . y el texto del trabajo, para aclarar alcurioso y ayudar al estudioso, ensenando al atento la manera deestar -unos dentro, otros fuera, de Espana- de aquellos espa-no:es y sat ejemplar, cufrida y cdlida manera de ser. Alguien supusoun dia que la Espana de postguerra s61o se explicaba desde elexilio, desde la oposicibn, o desde el regimen imperante, peronadie en realidad estaba en posesi6n -ese es e1 drama de todaguerra civil- de la verdad ni, posibiemente, esta haya sido nuncausufructo de nadie. Entre todos, si, es cierto, cotidiana, humana-mente, estaban elaborando e1 hoy para preservar el ayer y edificare1 futuro, con su ejemplar trabajo.

    Fue en Sevilla, en un universitario acto de presentaci6n, el deGaleria de amigos (Paraninfo, 8 marzo 1989) donde FranciscoTomds y Valiente me ofreci6 estas pdginas para que se publicarael inddito de Ram6n Carande. Algo asi como lograr el arribo a laorilla de la tierra prometida del uno y del otro. Vuelen asi donClaudio y don Ram6n a su Anuario. Pero me ha parecido mejorarropar su publicaci6n con estos otros datos que a la vez, repito,to atemperan y motivan. Sin esedndalo, sin acritud, sinceramente .Tambign los maestros pueden ensenar de humanidades.

    BERNARDO VECTOR CARANDE((Capela)), Navidad 1989

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    Escritas en el campo, lejos de libros y de otras referenciaspuntuales, estas lineas dedicadas a festejar en fecha propicia lalabor enorme de Claudio Sanchez Albornoz, no aportardn nadanuevo de caracter critico acerca de sus obras mayores. Maestroseminentes las juzgaron, o estan juzgandolas. De las investigacionesde Albornoz me limito a repetir, como muchos creemos, que en elcampo de las instituciones leonesas y castellanas de la edad mediano tenemos hoy un historiador mejor cualificado; ninguno defertilidad semejante contribuyd tanto a esclarecer la historia po-litica y social de Espana. La certera eleccion de temas, la tenaci-dad probada en circunstancias adversas, la envidiable destrezapara escudrinar y revelar correlaciones, la insinuante penetracionen intimos repliegues de los sucesos histbricos dentro de sus me-dios, el eventual y el duradero, la gravedad de los procesos con-templados, o presentidos, sobre las fuentes ineditas explican cum-plidamente que ]as versiones de Claudio Sanchez Albornoz acercade alguna manifestacibn de nuestra personalidad histbrica sirvie-ron de clave que corrige y supera (legitimo es recordar to queesta probado) posiciones firmes de un autor contemporaneo defama universal en la historia del Derecho. A ello, principalmente,debe nuestro compatriota requerimientos continuos, o periodicos,de institutos y colegas extranjeros.

    Por estar reconocido to antedicho no he de insistir y voy aretrotraer recuerdos correspondientes a los dias de mis relacionesiniciales con Claudio Sanchez Albornoz . Para ello habre de volverlos ojos al segundo quinquenio de los anos 20, remontando elcurso del tiempo a fechas anteriores, o invocando algo de ]as actualles, si to requiriese el proposito de esta narracion menuda y per-sonalisima, que tends presente una fase del desarrollo do la edu-cacibn, la ensenanza y la investigacibn entre nosotros .

    A Albornoz le otorgan, en 1924, el premio nacional Covadonganuestras dos mas ilustres y antiguas Reales Academias . La obrapremiada examina el origen de las instituciones medievales cas-tellanas, pero estd in6dita y, segun palabras de una carta del autor,invocada por mi en otra ocasibn, «no aparecera jamas porque mefalta la bibliografia precisa para poder aprovechar los miles dedocumentos consultados y reunidos». Sirva el inciso . que cono-ciendo el impetu de Albornoz, produce angustia, para confirmarque la larguisima serie de sus publicaciones continuara incompletemientras guarde retenido aquel brote de sus primeros alumbra-mientos.

    No nos conociamos de vista cuando una carte suya me hizosaber que se proponia incluirme en el pequeno grupo de redacto-res del Anuario de Historia del Derecho Espanol, revista que edi-taria el Centro de Estudios Hist6ricos . Albornoz fue, durante

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    mas de diez anos, el director efectivo, seleccionador e inUadorperseverante de colaboradores nacionales y extranjeros, y organi-zador de cuanto considerara indispensable para dar a la revistauna autoridad que no tardaria en alcanzar y conservaria viva,dentro y fuera de nuestro pals . Basta leer juicios aparecidos enpaginas de las revistas mejor calificadas para medir el triunfoconseguido . Como quiera que solamente participe en la redaccibndel Anuario con una traduccion, un articulo, algunas notas y al-gunas copias de documentos (y, eso si, eligiendo la cartulina quehabria de envolver los ejemplares, entre varias muestras que elmismo Albornoz me envio a Sevilla) nada de to que pudiera pare-cer elogioso me alcanza. Tampoco he intervenido en la publicacionde cualquier otra revista ni podria, por to mismo, certificar conpropia experiencia hasta donde llega to ingrato de la asiduidad,ni el cupo de paciencia indispensable en los gestores de empresasde este genero . Dio ya Albornoz prueba concluyente de felicesiniciativas, ductilidad, transigencia y generosidad; pero admiro,sobre todo, la confianza que tiene en si mismo y sus dotes magis-trales de organizador. Puesto que la dispensa de mercedes, y entreellas incluyo las espirituales, totalmente gratuitas, unas vecescausa gratitud y, otras, resentimiento (si el favorecido llega aconsiderarse humillado), no puede sorprender que alguien puedahablar del caciquismo de Albornoz, cacique caido, que ya no dasombra. Hojeando los numeros aparecidos en aquellos anos en-cuentra uno al pie de muchos articulos la firma de Albornoz, perono luce menos, en aquella serie, la riqueza de estimulos desper-tados por Albornoz, en proximos y extranos, venciendo la resis-tencia de los menos propensos a escribir y poniendo a disposicidnde todos ]as paginas del Anuario. La variedad y calidad de lostrabajos publicados resplandece y, si prescindiendo de muchosnombres que no recuerdo, puedo de memoria citar unos cuantosselectos colaboradores del Anuario: Miguel Asin Palacios, ManuelTorres Lbpez, Roman Riaza, Melchor M. Antuna, Jose Lopez Ortiz,Alfonso Garcia Gallo, Fernando Valls Taberner, Jose Ramdn PrietoBances, Jose Antonio Rubio, Alfonso Garcia Valdecasas, Jose M.aLacarra, Luis Garcia de Valdeavellano, Luis Vdzquez de Parga,Angel Ferrari . . seria interminable (si acertara a darla integra)la lista de los estudiosos, de ambos sexos, alentados y dirigidospor Albornoz que se adiestraron cerca de la documentacion ma-nuscrita explorando archivos, e iniciaron, con arreglo a plan (unavez mas) la edicidn de manuscritos que habrian de conducir, si lafatalidad no to impidiese, a que tuvieramos hoy una coleccionmonumental de nuestras fuentes histbricas, de acuerdo con lasexigencias criticas .

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    Ya que estas paginas las escribo por haber participado (nomi-nalmente) en la redaccibn del Anuario, seria incorrecto, y to la-mentaria tambien Albornoz, no mencionar con buena nota losnombres de dos redactores que lucen en el reverso de la antepor-tada de los diez o doce primeros m1meros. Otros motivos tengopara recordar a Galo Sanchez y a Jose Maria Ramos Loscertales,pero aqua al incluirlos me atengo a to que el propio Albornozdeclara : que fueron sus colaboradores mis inmediatos en edad,escolaridad y comunidad de afanes . He aqui, pues, en silueta, yentre anecdotas, rasgos que recuerdo de uno y otro colega .

    De Galo acabo de recoger en Rioseco muy buenas impresiones.Ha recuperado la salud, venciendo, al parecer, una dolencia que araiz de su jubilacion llegb a preocuparnos . Hoy, en casa de her-manos suyos, se siente feliz sin clases y sin examenes, lejos de laUniversidad. Una persona de la familia, cuando nos despedia,despues de escucharme decir que encontraba a Galo restablecidodeclarb : asi, esta muy bien, pero creo que no se comporta normal-mente» . Esta es la mejor sepal de que esta perfectamente, estuvea punto de replicar, sin poner en duda to mas minimo la solidacordura del que estuvo enfermo. Si to normal ha de ser, comoacertando piensa mi interlocutor, conducirse de la manera queconsideramos ordinaria y mas corriente, Galo vive ahora, comovivio siempre, lejos de to normal encerrado en su mundo recon-dito . No es normal, ciertamente, que un intelectual desconozcala vanidad y el engreimiento y no pretenda deslumbrar al projimo,ni apetezca laureles y glorias; no es normal en un catedratico denuestro escalafon, sin otros recursos, que no repare en to mezquinodel sueldo, ni en si le pagan o no los derechos obvencionales, nisolicite el trato ventajoso de la llamada plena dedicacibn ; no to esque el vocal de un tribunal de oposiciones ponga al presidente entrance de recurrir a la radio para localizar a Galo, a fin de prose-guir los ejercicios pendientes ; no to es que un espanol hable envoz baja con sosiego y sin misterio, sin creerse salvador de lapatria, ni aplaudir, ni silbar, ]as decisiones de cualquier r6gimenpolitico imperante y sin enterarse de cual es este ; no to es queun leones, grave y austero como los mejores, pase callado anteto que le rodea con una indiferencia que creeriamos absoluta si nopercibieramos rasgos de un humorismo suavisimo, que tampocoes normal en las gentes de Tierra de Campos, ciceronianas por suelocuencia y sus rencillas . En una galeria dedicada a quienesdenomino «mis raros predilectos» esta Galo, rodeado de maestrosy amigos, vivos y muertos . La mayoria de ellos no escribio nada,o muy poco y, si Dios no to remedia, quedaran olvidados en cuan-to desaparezcamos los poquisimos mortales vivos que tuvimos lasuerte de escucharles a menudo . Galo ha escrito mas que otros de

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    la serie, pero no refleja plenamente su produccidn las luces desu inteligencia y su dominio de la critica histbrica. Sus rarezasy nuestros fallos en la promocidn de incentivos indispensables parael cultivo de los frutos intelectuales habran amortiguado sus im-pulsos . No s6 si acierto al sospechar que, en la Universidad deValladolid, le impresion6 mis que nada la personalidad de Can-seco, pero, acierte o no, encuentro rasgos inconfundibles de aquelmaestro incitativo y desconcertante en las conversaciones y en laproduccifin de Galo que tiene, segdn nos dijo, el proposito dededicar a su maestro unas cuartillas ; to dijo despu6s de habermeimpresionado con la retentiva de una variedad de datos puntua-les que atestiguan la viveza y lozania de su memoria. Algo de toconcerniente a Canseco que le escuch6- y que, en el acto, confirmbsobre las paginas de un libro cuyo titulo y cuyo autor acababa decitarme, me sorprende en cuanto nos descubre a Canseco con lapluma en ristre, sin que nadie le requiriese, tomando apuntes delecciones escuchadas en dos universidades alemanas, Halle y Ber-lin. Seria un hallazgo inestimable dar con estos apuntes de expli-caciones de Stammler y de Simmel, autbgrafos de Canseco que enagosto de 1933 conservaba «como legado precioso» un discipulosuyo. Asi consta en el prblogo de la traduccidn de un libro alemanimpreso en Barcelona en 1934 . Galo es el llamado a puntualizar elcaso, y yo me dispongo a realizar las pesquisas encaminadas a darcon el paradero de estos apuntes, y le comunicard to que averigue .

    Si hablo de Galo, acaso mas de to que debiera, puede justifi-carlo una coincidencia de fechas de jubilaciones que no ha pasadoinadvertida ante Claudio SAnchez Albornoz, a quien tuvimos pre-sente en aquella visita . En una estanteria de la habitacion dondeconversAbamos forman ringlera libros del companero peregrinoa quien estuvimos festejando . No encubria Galo su satisfaccibnmostrandome ejemplares de la tirada aparte de articulos recientesque Albornoz le dedica, con unas lineas de su puno y letra. AlOrdenamiento de Najera, si no me equivoco, esta consagrado unoy recuerdo que, despues de leer la letra enrevesada de algunapalabra de la dedicatoria manuscrita, a la luz del crepiusculo, leescuche a Galo decir: ((de la discrepancia de nuestros juiciossobre el particular no deberia preocuparse to mas minimo Claudio,ya que ni siquiera estoy seguro de la existencia, como tal orde-namiento, de dicho texto» . De pocas cosas opinables esta seguroGalo Sinchez. La duda le guia y le contiene ; no arrostra la aven-tura con afirmaciones cuestionables. Lo escrito por 6l, con estiloimpecable y que nos parece poco, descansa sobre firmes cimientos.Su analisis critico de textos juridicos es magistral. Uno relee condeleite, la introduccibn al fuero de Madrid . Sus ediciones de fuen-tes estan cuidadisimas ; sus comentarios son sagaces y originales .

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    Pero no seguir6 porque me faltan los atributos del especialistapara decidirlo. De Galo me atrae, mas que nada, su eleganciaespiritual y su curiosidad por todo genero de buenas lecturas .~Cudntas horas habra pasado en la Biblioteca del Ateneo? Me atre-veria a decir que mas de la mitad de sus vigilias . Asi como, a juiciode algunos espanoles, seria nuestro Paul Valery un condiscipulo,coetaneo y coterraneo de Galo y segCun un espanol de fuste Val6ryun poeta ripioso, a mi se me antoja que Galo esta realizando unanhelo de Val6ry, el de ser un Valery inedito: sabe tanto latin yaunque sea un adan, como dicen en Tierra de Campos, su eleganciaespiritual y su perfil, que le apartan de escribir y de publicar,me recuerdan de nuevo, el apartamiento del mismo VaWy, quedeclard estar avergonzado de haber escrito tanto. Es Galo, comoSoltura, otro raro insigne, un consumidor de frutos exquisitos delespiritu ; tiene una cabeza bellisima y su desalino no le robadistincion . Sabe escuchar y cuando, entre unos pocos amigos vencepor fin a su timidez, y se expansiona, no consigue encubrir to quegoza hablando de temas predilectos. Su lenguaje es lapidario, comoel de muchos coterraneos suyos, y certeros y graficos los califi-cativos que se le ocurren. Los rasgos finisimos de su cabeza megustaria que los labrara, en medallon o en busto, un buen escul-tor para que luciesen en el seminario de Historia del Derecho decualquiera de las universidades en que ha ensenado y ha formadodiscipulos este asceta iner6dulo.

    Jose Maria Ramos Loscertales nace unos tres anos antes queGalo, y que Albornoz, y que Ots, y es el unico de los fundadoresdel Anuario que no llego a cumplir los setenta . Su labor en la inves-tigaci6n y en la cAtedra fue la de un recoleto, como su vida dehombre recluido en el hogar . En revistas y otras publicacionesseriales esta recogida casi toda la obra impresa de Ramos. Susescritos exploran diversidad de temas y la sed inquisitiva querevelan les aproxima a los de Albornoz ; en cambio, el estilo deRamos es sentencioso, muy comprimido y de menor fluidez, oacaso, menor jugo que el de Galo ; esta libre del desbordamientoanejo a la facundia poderosisima del mas joven de los tres . Entrelos miembros del comit6 de redaccidn del Anuario, Albornoz con-sigue de Ramos una continuidad que ninguno llegd a darle . Seisson, segun mi cuenta, los numeros del Anuario que insertan traba-Jos suyos, casi todos sobre temas de Derecho aragones medieval .A estudiar la germinacidn de este Derecho, con el de Navarra,dedica gran parte de su labor, pero su deseo de averiguar cosasdiversas y su extraordinaria perseverancia, puesta a prueba, coninsatisfaccion le llevo a confines de la historia de la Espana masremota y, por la otra vertiente, al siglo xix . Si no publicb nadareferente a 6ste, uno de sus discipulos nos recuerda que el rei-

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    nado de Isabel II afue objeto frecuente de sus cursos universita-rios y tema circunstancial de alguna conferencia» . Este mismo,Valdeavellano, con Lacarra, damn a conocer trabajos in6ditos pos-tumos de Ramos, tales como «e1 primer capitulo, enteramenteredactado» de una obra magna, y acaso tambien publiquen masde un esbozo delator de las proporciones de la faena concebiday perseguida por Ramos, que cercend su muerte .

    Ramos, de abolengo aragones, en la Universidad de Zaragozacursa las carreras de Filosofia y de Derecho. De dos grandes maes-tros de Historia, Gim6nez Soler y Serrano y Sanz, recibid apren-dizaje y no seria extrano que al primero (formado entre los lega-jos de archivos, y sin gusto para las lecciones en la universidad)le debiera, por to pronto, su adiestramiento ante las fuentes ine-ditas medievales y el amor que les rindid durante toda su vida .Recuerdo la admiracibn y el carino del paternal Finke por donAndr6s, hombre a la vez tiemo y aspero . Asi como le gustababuscar manuscritos y dirigirles preguntas no sinti6 vocacion do-cente; to atestigua esta frase suya: «a mi Hinojosa me hizo laPascua metiendome en la universidad» . Era divertido advertir eltono zumbdn de Finke cuando (cosa frecuente) don Andres refun-funaba, y tenia, Finke, que corregirle arrebatos inocentes recu-rriendo a evocaciones eruditas, «aquel obispo de Palencia amigonuestro de quien hablamos, uno del siglo mir, recudrdelo ustedno se enfadaba por cosas nimias». Los rasgos mas visibles delcaracter de Ramos, distincion, dignidad, senorio, revelarian mayo-res analogias con Serrano y Sanz, si es fiel la imagen fugitiva,que veo flotar, del malogrado don Manuel cruzando una sala conaire de lord de barba negra. La devocion de Ramos por el Derechomedieval (ignoro qui6nes fueron los catedraticos de la facultadde su tiempo en Zaragoza) debo atribuirsela, mas que a nadie, aHinojosa . En realidad s6 muy poco de su vida intima, pero noacierto a prescindir de to anecdbtico . Pocas ocasiones tuve de ha-blar con Ramos en Salamanca, casi todas ellas durante su recto-rado y el mio, coincidentes por obra y gracia de don Elias Tormo.Mientras recuerdo a Ramos y leo parrafos de cartas que me escri-bib, hasta el periodo de la ultima enfermedad, me asaltan manerasde expresarse y manias inocentes, contagiadas de Unamuno. Noes facil tras muchos anos de convivencia y amistad iy en Sala-manca! librarse de su influencia omnipresente . Ahora bien, a dife-rencia de don Miguel gran camjnante, con paseos por la plaza yexcursiones frecuentes, le atrae y retiene a Ramos la clausura, enuna habitacibn minima del pobre piso en que muri6, en el paseode ]as Carmelitas (donde acabo de visitar a su viuda y a su hija) .

    Le recuerdo envuelto, como yo, aquel dia, en una densa huma-reda de tabaco saboreandolo como un manjar y diciendo que el

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    aire del campo, alos aires coladosu, no son cosa buena. Teniamucho de planta de invernadero y era en el trato social (o asi toveo) muy acogedor, pero reservado; deseaba quedar bien, cuantoantes, para volver a la clausura . Su viuda y su hija, decididas ano separarse de to que con 61 veian, y para estar cerca de susrestos, me ratificaron aquellos recuerdos. La extension del hori-zonte histbrico que columbrara Ramos con afan permite compa-rarle a distancia con Costa, nada menos, inada menos! digo, te-niendo presente to que de 6ste piensa Hinojosa . La resena de laspublicaciones de Ramos que tengo a la vista, certifica hasta qu6punto, despues de la separacibn, persiste su devocibn por el amigodistante : con frecuencia brinda a Albornoz nuevos frutos de supluma. En efecto, Ramos colaborara durante tres anos consecu-tivos, desde 1947, en los Cuadernos de Historia de Espana .

    No he de examinar, ya to dije, los escritos de Albornoz de cual-quier tiempo, por las razones indicadas en las primeras lineas deestas cuartillas, pero tampoco soy capaz de contenerme ocultandoel asombro que siento ante cualquier numero de la larga serie deestos cuadernos. Unicamente un hombre dotado de vocacibn ava-salladora y de tenacidad singularisima, consigue superar su propiamarca en el desarrollo de su magisterio . Albornoz ha vencido cir-cunstancias de lugar nada propicias para la investigacidn de temasde nuestra edad media. Ramos, con los tres articulos publicadosen Cuadernos le manda, respondiendo a sugerencias de Albornoz,un articulo mas para otra revista de Buenos Aires. iDediquemossiquiera un segundo a la memoria de Josd Maria Ramos Loscer-tales!

    El Anuario habria de nacer despues de llevar algun tiemporeunidos cerca de Hinojosa los tres estudiosos a quienes me re-fiero, y no naceria en la Universidad sino cuando Hinojosa, enlos anos ultimos de su vida, solicitado por el Centro de EstudiosHistdricos, habia ya conducido sesiones de un seminario de His-toria del Derecho. Alli, en el Centro, encuentra por fin ambientefavorable la recepcibn de su ensenanza y alli prenderian las labo-res de siembra de este gran historiador, de autoridad proclamadapor Heidelberg confiriendole el doctorado honoris causa y que,sin embargo, hubo de esperar muchos anos en la Escuela de Diplo-matica, antes de que la Universidad le acogiese .

    En la Universidad, en la clase de Hinojosa, descubre un diaAlbornoz a Canseco quien, por iniciativa de aqu6l, figuraria comodirector del Anuario, en el elenco de redactores . Esta designacidnester repleta de sentido. Imaginaria Albornoz que la direccion deCanseco tenia que ser nominal, como tantas, pero Zno quiso hacer-la simbblica? Asi to pienso . Las rafagas del espiritu de Canseco, eleco de sus memorables conversaciones, seria lastima que llegase

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    tan sdlo a unos pocos elegidos y, por to mismo, fueron recogidasen las hojas de una revista. El hecho de que Canseco, maestrocoloquial extraordinario, se sintiese atraido por Hinojosa, y en loscoloquios celebrados en el Centro surgiera el Anuario, merecesenalarse. No creo que se extraviara quien atribuyese el contactode Canseco a Hinojosa a insinuaciones de un colega de Cansecoen la Universidad de Valladolid, maestro como 6l en derecho his-tbrico y en filosofia juridica, compafiero suyo en universidadesalemanas y, en todo, o casi todo to demas, tan distintos el uno delotro como la cigarra y la hormiga . No olvidemos que, a pesar desus diferencias, o precisamente percibi6ndolas, se estimaron y seadmiraban reciprocamente . Hablando un dia con Miguel M. Tra-viesas, discipulo y auxiliar de Canseco y de Castillejo en Vallado-lid, llegu6 a creer en las probabilidades de esta version. El Anua-rio habria de ser el heraldo de Hinojosa, maestro de Canseco,de Albornoz, de Ramos y de Galo SAnchez. Como quiera que ellospromovieron la empresa prescindo de los otros dos redactoresajenos al plan que recibieron ya trazado : un discipulo de Altamira,hoy famoso historiador de la recepcion del derecho espanol enlas Indias, y un economista alumno de Flores de Lemus y aprendizde historia desde 1922, cerca de von Below y Finke. Si a esteaprendiz alguien le preguntara Zqui6n to descubrio a von Below?,responderia «Canseco», y Zqui6n to descubrio a Canseco?, «Cas-tillejo» .

    Tienen mayor importancia que la paternidad del Anuario loscuidados que Albornoz dedica al periodo de su crecimiento y ladiligencia puesta en la conquista de reputacion ; pero no olvidemostampoco la inmediata relacibn del Anuario con los frutos produ-cidos por las mejoras de la educacion, la ensenanza y el fomentode las ciencias que, a partir de unos veinte anos antes, por tomenos, beneficiaron a la generacion de espanoles de la mocedadde Albornoz, joven escolar bien dispuesto a recoger to que a tantosespanoles faltara, muchas veces, ya que la continuidad, en esteorden de cosas, no hemos logrado mantenerla siempre. La cuna delAnuario esta, justo es repetirlo, en el Seminario de Historia delDerecho creado por el Centro de Estudios Histbricos en una desus secciones (cada una tuvo su revista) y sabido es que era elCentro una criatura de la Junta de ampliacibn de estudios e inves-tigaciones cientificas.

    Precisamente a partir del ano 1907 disposiciones dictadas porel Ministerio de Instruccion Publica acusan de qud manera en losmedios oficiales se escuchaba la voz de grandes espanoles reforma-dores de la ensenanza, voz que, aparentemente, venia clamandoen el desierto. De entonces arranca la introduccibn de criterionpedagdgicos y cientificos opuestos a la uniformidad, a la rutina,

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    al culto de la letra muerta, a las declaraciones rotundas, a lagrandiosidad pretenciosa, a la precipitacifin, a la indiferencia. Secomienza a prescindir de soluciones improvisadas, y persiguiendola indispensable continuidad, se comienza a avanzar paso a paso,con precaucion y perseverancia, eludiendo contiendas politicas oreligiosas, ante los escollos interpuestos por intereses partidistascondenados a cambiar de rumbo, en cuanto cambiara el gobierno.En este sentido, dentro del marco de su competencia, medra laobra realizada por la Junta, en un ambiente de autonomia. Loscriterios aceptados por la reforma emprendida se atendrian, desdeluego, a las experiencias de paises que habian renovado su regimenescolar pero, a la vez, lejos del mimetismo y de las copias noasimiladas, incompatibles con el respeto y la mejora de tradicionesy virtudes nativas nuestras, reconociendo la necesidad de prepararen el extranjero a nuestra juventud y a nuestros maestros, mien-tras en casa no tuviesemos todos los necesarios . Gran afan se pusoen aprovechar las ensenanzas transmitidas por los pensionadosque al regresar quedaban, en gran parte, incorporados a escuelas,laboratorios, y otros establecimientos que sirvieron de modelo,acometieron ensayos y promovieron innovaciones (Escuela supe-rior del magisterio, Residencia de estudiantes, Instituto de estu-dios catalanes, Instituto escuela. . . mas reforma de facultades uni-versitarias y varias cosas menores) o desarrollaron to que arrei-gara .

    Certifica la rectitud y la independencia de la Junta un hechoconocido, y olvidado . Estando formada de veinte vocales y unpresidente (Santiago Ramon y Cajal) elegidos con caracter vitalicioy honorario, entre profesores e investigadores representantes dediversas ramas del saber y de las mds variadas opiniones y creen-cias, sin restriccibn alguna, fuesen o no confesionales, y adictoso no a la monarquia, todos los acuerdos tomados durante treintaanos to fueron por unanimidad y, por otra parte, las propuestasde la Junta presentadas al ministro, entre ellas anualmente ladistribucion y la consignacibn de los creditos presupuestarios vo-tados en el Parlamento, siempre obtuvieron el refrendo ministerial.La Junta deliberaba una o dos veces al mes y un secretario general,con voz y sin voto, asumia la responsabilidad inherente a la ejecu-cidn de las resoluciones adoptadas.

    El nombre del secretario general se pronuncia hoy muy pocasveces y apenas to conocen las nuevas generaciones que ignoran,claro esta, to que debe la vida espanola desde comienzos de siglo,en este orden de cosas, a Josd Castillejo Duarte . No tengo a manola fecha de su muerte, ni la de su nacimiento, pero su imagenme parece estar contemplandola : de talla m.As bien alta, era en-juto y agil, recordaba su rostro el de algun clown, tenia la piel

  • 7.74 Historiografia

    encendida por el aire de la sierra, el pelo escaso, veladamenterojizo, los ojos, bajo los cristales de un pince-nez anticuado, inci-sivos; el bigote lacio, la expresion ambigua, sonriente y reservada.Era hombre de minimas necesidades en comer y vestir . Creo quedurante unos veinte anos lucio siempre la misma chaqueta desolapas muy pequenas, con tres o cuatro botones dentro de susojales. Era un modelo de pulcritud, de tenacidad, de originalidady de donosura . Inalterable en apariencia, ardiente de entusiasmo,consagrado a su obra. Hizo to imposible para que nadie notase suexistencia, pero quienes le escucharon en la Universidad, en lasecretaria de la Junta, en su casa, o donde fuera, no olvidaran sumirada, ni sus palabras, facilmente, ni tampoco estarian segurosde que aprobara to que estabamos haciendo . Habia en su actitudun no sd qu6 que era tan alentador como admonitivo . Nada dog-matico, apenas proponia normas de conducta a quien le consul-tara, pero ni un instante dejo de pensar en la tarea propia y enla de todos . Fue magistral su acierto, en perpetuo desvelo, parahallar soluciones eficaces, que no hiriesen ni rozasen las convic-ciones, ni los sentimientos, de cualquier sector respetable de laconciencia de los espanoles. Fue un creador de comprimidos sin-teticos que to integraban todo. Reunia, fundidos, rasgos del depor-tista y del diplomatico, en grado superlativo. Hombre de pensa-miento tan suyo como su comportamiento, asimilaba to que mejorpudiera servir a su misidn regeneradora . Conocia perfectamente aEspana y a los pueblos rectores de Europa y de todos, empezandopor to nuestro, recogib to mds fdrtil .

    Y, para terminar, siguiendo la ruta trazada al comenzar estascuartillas, con recuerdos anecdoticos, he aqui como, fuera de Es-pana, resond una vez mis ante mi el nombre de Claudio SfinchezAlbornoz, emitido entonces, por un eminente jesuita vasco. Fuea fines de junio de 1953 en Roma, al caer la tarde, paseando sobrela terraza de la Universidad Gregoriana. Debia yo a este jesuitaatenciones inolvidables ya que se habia ocupado de buscarme ins-talacibn, de guiar mis primeras correrias, y de presentarme eintroducirme en mis de un archivo romano . Estibamos contem-plando en el majestuoso contorno, desde aquella altura, copulas ytorres destacadas que iba individualizando el padre jesuita una auna mientras conversabamos, contAndole to que me preguntabade mis recientes impresiones de Berlin, entre ellas las recogidasen una visita al Colegio de San Pedro Canisio, y las de una con-versacidn en casa de Federico Meinecke, que se extinguia dulce-mente, tendido en una chaisse-longue. Yo escuchaba el recuentoque me hizo de cosas notables de Roma, la iglesia, la capilla, elaltar unico, por to que dicen los romanos, y alguna noticia dePio XII, del confesor del Papa, padre Bea, y de monsenor Montini.

  • Historiogra/ia 775

    Ya el primer dia me habia hablado de Albornoz, a quien habiavisto cuando se detuvo, a su regreso de Spoletto, unos dias antesde mi llegada, y aquella tarde le escuche decir algo muy parecidoo identico a esto :

    «Dentro de la inmensa desazbn del recuerdo de las p6rdidassufridas con el exilio de muchos hombres de mdrito, una de lasmas dolorosas para mi es la de Albornoz, porque, asi como masde uno de nuestros cientificos ha encontrado y dispone ahora demedios precisos para la investigacion, que en Espana no tenia,tiene que faltar a Albornoz, lejos de nuestros archivos, casi todoto que necesita para continuar produciendo, y otro tanto perdemosnosotros . Es asombroso, ciertamente, que a pesar de todo trabajecon el fruto que vemos y que Europa no quiera prescindir deL Ahora acaba de probar que aciertan quien to solicitan. Porbuscar algun consuelo solo uno tenemos, observando la labor querealizan en America, en uno y otro hemisferio estos mismos espa-noles que nosotros hemos perdido» .

    RAM6N CARANDECapela, 3 octubre 1963

  • 776 HisIoriografia

    A P E N D I C E

    A-1 Carta I .a

    De Luis Garcia de VaIdeavellano a Ramon CarandeMadrid, 7 octubre 1963

    Querido D. Rambn: Recibi antesdeayer su carta y el texto de su colabo-racibn para el cHomenale a Albornoz . He leido sus paginas con verdaderodeleite y le felicito por ellas con la mayor sinceridad . Preciosas, queridoDon Rambn. Como hizo vd . con D. Laureano t en su contestacidn a midiscurso de la Academia 2, ha hecho vd . ahora con Galo y Ramos en suevocac16n del aAnuario» y todo to que dice vd . de Albornoz es tambi6nacertadisimo : por mi parte ignoraba to que le habia dicho a vd . sobre DonClaudio el jesuita al que se refiere vd . en las ultimas lineal Creo que nose puede tributar a Alboinoz mejor homenaje que la evocac16n de esaspalabras, que llevan consigo, adem6as, el reconocimiento de la gran laborrealizada en Amdrica por los exilados . Todo to escrito por vd . es un granacierto y, ademas, contribuye a que muchas personas y colas no quedenolvidadas. Pilar 3 ha leido tambidn su texto y le ha gustado muchisimo.Conforme a to que vd . me pide, he anadido a su lista de colaboradores deloAnuariou algunos nombres que completan los mcordados por vd . Y en-seguida le escribo esta carta, enviandole con ella su texto para que puedaremitirlo a Buenos Aires. Por mi parte, estoy escribiendo mi colaboraci6n,que atiende principalmente a la labor de Albornoz como maestro en elCentro de Estudios Histdricos y a su tarea dentro de este, en el Institutode Estudios Medievales, que preparaba, como vd . sabc, unos «MonumentaHispaniae Historicao . De to que vd . me dice si creo posible y discreto quese dedicase en alguna sesidn de la Academia un recuerdo a los 70 aiiosde Albornoz, no se qu6 pensar, la actual situaci6n politica de D. Claudiocomo jefe del gobierno republicano en el exilio mSs bien aconseja abstener-se, al menos de momento, de cualquier iniciativa En todo caso, creo queto mejor sera que cuando vd . venga por Madrid, antes o despuds hablemosde ello y veamos la manera de realizar algunos sondcos previos para nodar un paso en falso. A propdsito de la Academia, le dire que el pasadoviernes se reanudaron las sesiones . Asistib el P. Batllori, que permaneceraen Madrid todo el mes de octubrc segun nos dijo . Este muy bien . Encambio, me causa tristeza muy grande tener que informarle de que D. Ma-nuel Gbmez Moreno no esta nada bien . No asistid a la sesibn y me dijoAngulo que D. Manuel habia regresado de Granada poco menos que pa-ralitico, que se habia iecobrado bastante pero que por ahora no podiaasistir a las sesiones . La noticia me impresionb vivamente como le impre-sionarA a vd . Le habld a Angulo de it a visitar a D. Manuel, pero me dijoque no to hiciera por ahora para no alarmarle. Se to digo, para que vd .,de escribirle, no haga referencia para nada a esta enfermedad . Ya le tendre

    1 . Canseco.2 . 8 mayo 1960 .3 Seiiora de Valdeavellano .

  • Historiograf is 777

    al corriente de c6mo continua D . Manuel de salud . Dios quiera que serecobre, pero a su edad hay motivos sobrados para preocuparse . Por for-tuna, Don Rambn 4, en cambio, ester magnifico . Asisti6 a la sesidn y el ve-rano en San Rafael le ha sentado admirablemente . A la sesidn no fuc JulioCaro, que supongo estari todavia en Vera o sabe Dios dbnde Con nuestrosafectuosos saludos para M' Rosa, recuerdos para vd . de Pilar y un granabrazo de

    4 . Mendndez Pidal .

    A-2 Carta 2.a

    De Luis Garcia de Valdeavellano a Ram6n CarandeMadrid, 25 octubre 1963

    Querido Don Rambn: Anteaycr le escribi a vd . para hablarle del asuntoMillares y mi carta se ha cruzado con otra de vd , que acabo do rccibir yde leer . Dan ahora ]as ocho y media de la noche y vuelvo de la sesi6n dela Academia, pero quiero escribirle apenas leida su carta -y la ins6lita dela Sta. Grassotti- para poder echar 6sta al correo mafiana por la mannay le llegue cuanto antes. La carta de la Sta. Grassotti que vd . me enviia nos61o me ha sorprendido, sino que me ha dejado at6nito y profundamentedisgustado . Me ha dejado asombrado to que dice y quiero creer que AI-bornoz to ignora La respucsta que vd . ha dado a la sta. Grassotti meparece la tinica pertinente : o se publica todo o no se publica nada . j. Esque creep en la Argentina quo se puede pedir colaboraciones para un GHo-menajeA y luego no publicarlas sino en la forma que convenga a los orga-nizadores? No entiendo la manera de actuar de estos orgamzadores delaHomenajez a Albornoz . A mi, por ejemplo, me pidi6 la sta. Grassotti,con gran urgencia, una colaboraci6n que limitaba a acinco cuartillasn. Lascscribi y se las remiti . La contestacibn de la sta. Grassoth tampoco fueconforme . Me escribib que mi colaboracibn era muy breve, diciendome queD. Ram6n I, Ganshof, Verlinden, etc., habian sido mss extensos . zEntoncespor qu6 me pidid «cincou cuartillas? La respuesta de la sta. Grassotti nome hizo ninguna gracia, pero le debo mucho a Albornoz, no quise que esterssenoritas dtjeran que me habia quedado corto y envie una nueva versionampliada, con to molesto que es hacer la misma cosa dos veces. Y to hice,por cierto, contra la opinion de Pilar, que me decfa que con to ya enviadobastaba, dado que mis breves cuartillas no podian ser mas afectuosas .Ahora me encuentro con que, si yo habia side, breve segun Hilda Grassotti,vd ., en cambio, le ha parecido largo. ~En que quedamos) Creo que hahecho vd . muy bien en responder to que ha respondido . Insisto en miopin1dn -sincerisima- de que la colaboracibn de vd . era preciosa y honrabaa Albomoz mas que otra alguna precisamente porque habla vd . tambi6nde Galo . Ramos y Castillejo . Esa es tambien la opinifin de Pilar Su colabo-racidn en modo alguno debe ser truncada Confio -quiero confiar- en que,leida su respuesta, su trabajo sera publicado integro Pero si no es asi, deninguna manera debe publicarse en fragmentos Si a vd . le ha disgustado-icon cuAanta razbn!- la carta de la sta. Grassotti, crea que a mi me hadisgustado aun m6s. No se pueden organizar homenajes de esa forma.Nuestro recuerdo a M ° Rosa, carinosos saludos para vd . de Pilar y ungran abrazo de su amigo

    1 . Mendndez Pidal .

  • 778 Htstortograf [a

    A-3 Carta 3

    De Luis Garcia de Valdeavellano a Ram6n CarandeMadrid, 16 noviembre 1963

    Querido D. Ram6n: Recibi su carta del 24 de octubre pasado que secruz6 con otra mia a prop6sito de la carts recibida por vd ., de la sta. Gras-sotti, y no le he escrito a vd. antes pues esperaba a hablar con GonzaloMenendez Pidal, ya que era 61 quien me habia hablado del asunto Millares yde la conveniencia de escribirle a 6ste . Pero Gonzalo no astst16 a las 61tt-mas sesiones de la Academia y unicamente en la celebrada ayer pude hablarcon 61 . Como se trata de ganar tiempo y sabemos que en la Embajada deEspana en Caracas le hacen Ilegar al lugar en que se encuentre las cartasque a la Embajada se le diri,lan, hemos creido que yo mejor es que yo re-dacte una carts diciendo a Millares to que yo le decia a vd . en mt carts,que la firmemos Gonzalo y yo ( y si Julio Caro va a alguna sesi6n pr6xima-a la de ayer no asisti6- que la firme e1 tambi¬n, si quiere). La cartsla dirigiremos a la Embajada, poniendo en el sobre que se suplica hacerlaseguir al destinatario . El caso es que Millares quede entcrado de que, sidesea reingresar en la Academia, ticne que comunicar a esta su nuevasituaci6n juridica que anula la 0. Ministerial que hate anos le dio de babaen la misma, ya que la Academia «oficialmenten ignora esa nueva situac16n.No se puede imaginar, querido D. Ram6n, to disgustado que me tiene laabsurda idea de la comisi6n organizadora del Homenaje a Albornoz de nopublicar integro su trabajo Ya le exprese ese disgusto en mi ultima cartsa Vd , pero quiero que sepa que hace algunos dias le escribi a la sta. Gras-sotti una carts dicie6ndole to que estime de mi deber decirle. Veremos a verto que me contests, pues el tono de mi carts, aunque cordial, era muyserio. Hace ya bastantes dias fui a visitar a D. Manuel G6mez Moreno . Meprodujo una impresi6n penosa ver la gran dificultad con que se mueve.Su cabeza esta perfecta, llena de lucidez, pero, dada su avanzada edad, causagravisima preocupaci6n verle andar y moverse tan dificilmente . Estuvo ca-rinosisimo como siempre y me propongo it a visitarle de vez en cuando .Desde luego, por la Academia no ha vuelto y su ausencia se nota extraor-dinariamente . Por fortuna, en cambio, D. Ram6n t contin6a magnifico y nose pierde sesi6n . Por Julio Caro y Le6n Sinchez Cuesta se que AlbertoJimenez esta ya en Madrid, pero todavia no ha llegado Natalia. Todavia nohe podido verle. Nuestros afectuosos saludos a M' Rosa, carinosos re-cuerdos de Pilar para vd ., y un gran abrazo de su amigo.

    1 . Menendez Pidal .

    A-4 Carta 4.a

    De Rambn Carande a Hilda GrassottiMadrid, 20 diciembre 1963

    Querida amiga : Se prolonga el silencio de vd . y ante la incertidumbredel destino que hayan decididos dar a ]as cuartillas que dediqud a mi ad-mirado Don Claudio, me permito solicitar respuesta porque a estas fechas,siempre que Don Claudio to permitiera, me inclino a publicar integra mi

  • Historiograf is 779

    colaboracibn en una revista espat5ola, en la Revista de Occidente. Comosabe vd. no autorizaria una desmembracidn de mi trabajo y si, por las ra-zones que respeto, no tuviese, en esta forma, acogida en el proyectadoHomenaje, agradeceria mucho que me to comunique cuanto antes. Si larespuesta tardase interpretard que acceden vds. a reconocerme en libertadpara hacer to que indico . No dejard de reiterarle el disgusto que me pro-dujo no haber acertado en la redaccibn de mis cuartillas . Crea en mi afec.tuoso recuerdo.

    A-5 Carta 5

    De Hilda Grassotti a Ramon CarandeBuenos Aires, 26 diciembre 1963

    Distinguido amigo: Su carta me ha producido alegria y tristeza ; ale-gria porque me permite reanudar el dialogo y tristeza ante el anuncio desu prop6sito de publicar las cuartillas que nos envi6 para el Homenajea Don Claudio. Le debo la verdad . En su dia no me atrevi a dirigirme a vd ;por ello escribi en nombre de mis companeras a Valdeavellano solicitandosu intervencidn cerca de vd . para apoyar nuestro ruego de que enviaraotra colaboraci6n . Pero Luis era prisionero de la aprobac16n que habia dadoa su escrito y del respeto amistoso que siente hacia vd ; y lcjos de ayudarnosme escribid muy violentamente. Decia que estabamos equivocadas y quesometicramos el caso al Dr. Albornoz. Asi to hicimos. Don Claudio, trasleerle se entristecib muchisimo y nos dijo : aGran desilusidn. He sido siem-pre gran amigo de Carande y he creido que to era mio. A to largo de mu-chos anos le he mostrado gran afecto tncluso en ocasiones que probable-mente ignora Y 61 descubre en algunas frases ingratas, entre lineas y enel conjunto de su escrito un evidente desd6n hacia mi y muy poca amistad.Yo no le habria pospuesto a nadie, ni habria trazado el elogio entusiasta deotros dejandole en la sombra . Y he procurado honrarle enviando para su home-naje to mejor que tenia en el telar de tema cercano al campo de sus estudiosqucbrando un libro en preparacidn . Pero paciencia y barajar. Soy un cactqLrcaido a quien solo la facundia distingue frente al talento de mis amigos deotrora». Su carta me permite insistir acerca de vd . con el encarecido ruegode todas nosotras de que nos envie una colaboracion como el Dr . SanchezAlbornoz merece y como merece su amistad y afecto hacia vd . Todos po-demos equivocarnos . Medite vd . Rel6ase y considere nuestra reacci6n y ladel Dr. todavia m6as tajante. ~Qu6 va a ganar vd . con publtcar su escrito~Estd vd . cien codos sobre todas nosotras, pero tenemos el deseo de con-vencerle . Ya sabe to que piensa Don Claudio. Y con gran temor, pero congran sinceridad, me atrevo a decirle que to que vd . se propone hacer seriala ruptura entre dos viejos amigos y entre dos grandes maestros . Y seriaademas el escandalo que saborearian con fruicibn todos los enemigos deahi y de aqui . Repito mi encarecido ruego. Desista de la publicac16n uni-taria. Trace el elogto de los amigos de Don Claudio al margen de su Ho-menaje cuando 6ste haya aparecido y sin parangonarles con Don Claudio. Ycolabore con nosotras . Hemos recibido una enorme cantidad de comenta-rios y adhesiones razonadas -mss de doscientas cincuenta- y muchos sinprevio requerimiento. Se han unido a nuestro empeno una veintena de pro-fesores alemanes, otra veintena de profesores franceses; muchos de Italia,muchisimos de los EE.UU., de Portugal, de Bdlgica y de la Am6rica espa-

  • 780 Hestoriograf is

    nola ; de todas partes, incluso de mas ally de la cortma de hierro. La granmayoria de ellos ha estampado juicios maravillosos del hombres y de suobra. Los menos se han limitado a dar solamente su nombre. Se han adhe-rido varias Universidades -la de Bologna entre ellas; muchas Facultadesy Centros de Investigaci6n de Europa y America: L'Ecole pratiquc desHautes Etudes de la Sorbonne, la Medieaval Academy of America. y laRevista de Occidente. Han colaborado desde profesores hebreos, protes-tantes, ortodoxos y ateos a obispos, abades y religiosos . Y en torno alnombre de Don Claudio se ha hecho la unidad entre los espanoles de lasmas opuestas ideologias y tendencias . S61o falta vd . en el Homenaje, yporque vd . falta el Homenaje esta trunco . Grande y respetado amigo, es-cuche usted nuestro ruego. Rompa codas ]as cuartillas y envienos un magnifico estudio de la obra y de la persona de Don Claudio -Ots ha habladoya del Anuano Demostrari un gran coraz6n y un alma grande y dard aDon Claudio la maxima alegrfa. Estamos seguras de que escuchara nuestroruego y que remitird unas maravillosas p6ginas en honra del Doctor y ensu propia honra personal, pues al honrar a Don Claudio se acrecentara sucrddito. Son vds. los dos mAs grandes historiadores espanoles de hoy yvd . esta ahi por encima del been y del mal y cl Dr . Albornoz lleva una vidaen el destierro por permanecer ficl a un ideal y en larga lucha con la ad-versidad . Si nos escucha, ique emoc16n la mia y la de todos los discipulosy amigos del Dr . Albornoz y qud alegria la de todos sus adversarios ydmulos en la vida espanola y argentina si nos desoye! Estoy segura do cullserd su elecci6n porque en ese concierto de voces amigas no puede ser vd .nota discordante. Espero sus cuartillas con urgencia y una respuesta avuelta de correo para reservarle unas pAginas en el libro. Y perdone si algode to que acabo de escribir le parece demasiado osado dada la situaci6nde vd . en la cumbre y mi insignificancia . Lo he escrito con el coraz6n.Con la mcjor amistad.

    PS . Hace anos vi a Don Claudio romper unas cuartillas en replica aGarcia G6mez que le habia combatido, y el Dr, que no reh6ye la polemicay que a veces es agrio, con gesto senorial traz6 incluso el elogio de DonEmilio en su ensayo «Ante una versi6n del Collar de la Paloman. Le pedimosmucho mcnos porque Albornoz le ha dado siempre pruebas de amistad yde viva devoci6n cientifica y personal.

    A-6 Carta 6.a

    De Ram6n Carande a Claudio Sanchez Albornoz«Capela» Almendral, 31 diciembre 1963

    Mi querido amigo: Acabo de recibir, en las postrimerias del ano, undisgusto considerable leyendo una carta de la sta. Hilda Grassotti, refe-rente al homenaje merecidisimo que rinden a usted numerosos admiradores,calificadisimos, y en el que declar6 en su dia que deseaba participar . Hoytengo que lamentar verme excluido por mi manifiesta torpeza. Lo que mAsme disgusta ahora es leer que mi borrador de colaboraci6n haya podidoentristecer a usted amuchisimo- y que, habiendo yo pretendido otra cocaencuentre usted «frases ingratas entre lineas y en cl conjunto un evidentedesd6n y muy poca amistadD . Como quiera quc no habria de poner en dudasu capacidad interpretativa, suficientemente probada, reconocer6 mi incapa-cidad para decir en castellano to que siento, puesto que di lugar a to queacabo de transcribir cuando pretendia festeiarle . No dejd, sin duda bastan-te claro to que pensd que se desprendia del contexto : asi, acerca del =ca-

  • Historiografia 781

    cique caidoD me referia a que hoy gentes quo recibieron de usted mercedesa granel se consideran humilladas y (reconociendo en su fuero internoque no las merecian) vuelven la espalda al caido que, segun ellos, caciqueabaencumbrando a los mediocres (y que todavia to son no parece dudoso).Nunca pensd dar lugar al reconocer a usted afacundia poderosisiman quecreyera nadie que la facundia se opone al talento La abundancia y facilidadde expresi6n la contrapongo, en mi escnto, al estilo sentencioso y com-primido de Ramos. No me parecia necesario repetir lr, nue ya declare en laprimera p'agina: la fertilidad, la penetrante insinuacion y el gran aciertode hallazgos decisivos de usted. Si elegi a Galo y a Ramos to Nice recor-dando que, segun propias palabras de usted, eran los mosqueteros delAnuario, y si me referia exclusivamente al Anuario fue atendiendo indica-ciones recibidas, ya que la sta. Grassotti invocaba mi participac16n en larevista cuando requeria mi colaborac16n . Tambidn tuve presente que beenmerece Galo un halago y que rendiamos homenaje a un caido en la brecha .Que usted pueda crecrse oscurecido con ello tiene que ser una mala in-terpretaci6n de nuestro corresponsal . En fin, cuando se escribe algo pre-valece la versi6n de los mejores lectores y, en el caso presente, el mcjorde todos para mi es la persona a quien dedicaba mi trabajo. Dicho estohuelga anadir que no he de publicar el escrito que usted conoce por ahorapor to menos. Acaso, Dios sabe cuando, procure mejorarlo; si to hicieratampoco to publicaria sin el beneplacito terminante de usted Que meadhiero cordialisimamente al homenaje es tan cierto como que to ocurridome deja consternado. Antes, dcspues y siempre, aunque usted to dude, miamistad es la misma, inmensa, como mi gratitud y mi admirac16n .

    A-7 Carta 7.-

    De Claudio Sanchez Albornoz a Ram6n CarandeBuenos Aires, 6 enero 1963

    Amigo Carande: Lamento que el asunto del homenajc que han preparadomis discipulos argentinos le haya acarreado disgustos. Conoce el muy grandeque me produjo la lectura de su colaboraci6n . Principalmente porque mehizo dudar de su amistad que estimo por cima de todo este ritual cere-momoso . Por ello me ha producido gran alivio la lectura de su carta porto quo en ella hay de reiteraci6n de esa amistad que creia quebrada . A vecesno expresamos con bastante claridad nuestro pensamiento y damos a laspalabras sentidos que no tienen . Yo he incurrido tambi6n en tales caidas .Pero debo declararle quo ticne vd . una extrana manera de elogiar quo nocomparto . Sentire que estas palabras le disgusten y suenen impertinentes.Mi amistad leal me obliga empero a ser sincero. Para justificar mi juicioimagine que al evocar su vida y milagros el Marqu6s de Bolarque le hu-biese dedicado tres cuartillas no muy entusiastas ni cenidas y once des-bordantes de emoci6n a dos amigos suyos, dejando a vd . en la sombra .~Se molestara si le digo que su discurso de contestaci6n a Valdeavellanodesconcert6 a los mas por haber dejado un poco al margen a Luis paradedicar demasiada atenc16n a Canseco? Perdone que le diga mi opini6n.Si no cambia de sistema cl de ahora va a procurarle nuevos disgustos.Muchos piensan ahi y aqui como yo aunque no se atrevan a decirselo. Porviejo y por amigo de coraz6n le debo esa confidencia. Y desco con todami alma que clla no arroje ninguna rencilla en nuestra vieja amistad, quedeseo dure mientras vivamos y mas ally de la muerte . Lo succdido en el

  • 7.82 Historiograffa

    caso concreto que ha motivado su carta y que motiva esta respuesta no esculpa de la sta. Grassotti . Le ruego que sea justo con ella . Quienes han or-ganizado el homenaje y han leido las colaboraciones recibidas -]as profti-soras Car16, Grassotti y GonWez al frente de ellos- quedaron muy sor-prendidas al leer la suya . Juzgaron unanimes to que Hilda, con gran preo-cupaci6n de serle grata, 1e dijo en su dfa. Era ella la encargada de lacorrespondencia, pero la carts fue lefda y aprobada por todas. Y conocevd . to ocurrido luego por la ultima de la sta. Grassotti, que me consultdy que escribib con la mss devota admiraci6n hacia vd . y sin el menor pro-p6sito de importunarle . Reldala. Sabe vd . el gran caniio que me uni6 aRamos y que me une a Galo . Dediqu8 al primero paginas emocionadas. Yme parecen pocos cuantos elogios consagre vd . a ambos. Pero puesto quemis discipulos y yo mismo hemos recibido al leer su escrito la impres16nde que me trataba con desddn puede estar seguro de que mis enemigos deahf y de aquf sabandijas de calidades y clases muy distintas, se habrianfrotado las manos de placer al interpretar a6n con mss acritud el parang6nque nos hiri6. Por ello las profesoras Car]B, Grassotti y Gonzalez, por lapluma de la segunda, le rogaron el desdoble de su colaboraci6n, que tra-zara la evocaci6n mia a su placer y que, publicado el homenaje, aparte ycomo apostillas al mismo hiciera de Galo, Ramos el elogio que quisiera .Muy a la hispana, vd . decidi6 «sostenello y no enmendalloD. Por ser yoobjeto del homenaje y pivote del problems no tengo derecho a pedirlo quehaga to que le rogaron. Pero como Hilda le decfa en su carts el Homenajeestar5 trunco sin su colaboraci6n . Tiene vd . juventud y flexibilidad espiri-tual sobradas para «sostenello y enmendallon Han debido retrasar todopor falta de dinero . Soy espafiol pero no tengo a Espana detras y por noser argentino tampoco tengo derecho a nada de la Argentina. Ahora pareceresuel :o el caso Va a ser la Facultad quien edite el que de folleto se haconvertido en libro. La gente joven del claustro es muy cordial conmigo yto es el Decano, Josd Luis Romero, que fue discipulo mfo. Pero segun meinforman los tramites burocraticos impediran dar los originales a la im-prenta antes de avanzado marzo. Hace muchos, muchos anos of contar ami tfa bisabuela Filomena Ramirez de la Piscina, tfa tambidn de FilotePimentel, la frustrada esposa del sucio Canseco, que en septiembre de 1868,Espartero -ella era riojana y de familia liberal- salia de Logrono todoslos dfas a la carretera de San Sebastian y se ponia a escuchar por si sonabanlos cascabeles del coche en que aguardaba a que la reina Isabel le enviaraa su hijo para salvar la dinastia . Voy a estar en Paris -Bl. Jean Jaures 56,Boulognz-Billancourt- a donde vuelo el dia 8, Dios mediante, espcrandola noticia de Buenos Aires de que ha Ilegado su colaboraci6n para el Ho-menaje . Espero tener mejor suerte que el Duque de la Victona, quien elano de Ia Gloriosa era tambidn un cacique cafdo. Y conste, a prop6sito desu juicio sobre mi caciquismo, que es injusto vd . al suponerme derrochandoinmerecidas mercedes . Sin cometer injusticias contra nadie, he ayudado,ahi, a quienes inteligentes o mediocres -no podia poner un cartel as61ose admite a genios~ solicitaban mi auxilio para sus problemas. Por to de-mas, la ingratitud es vicio milenario. Mi padre me cont6 un dfa que BravoMurillo, a quien Madrid debfa nada menos que la trafda do aguas, por sera la saz6n un cacique cafdo hubo de ver mezclado entre el pueblo el saltardel primer chorro en la calle Ancha porque nadie se habfa acordado de suobra personal . Frente a la ingratitud y a la murmuraci6n he rendido cultoa la amistad y he sido siempre amigo de mis amigos y seguir6 siendolo ;porque la amistad es para mf una virtud cardinal Por ello soy archisen-sible a sus manifestaciones positivas y negativas y por ello le agradezcode coraz6n sus palabras . Un fuerte abrazo amistoso con el deseo de quejamds vuelva a haber sombras en nuestra vieja relaci6n cordial.

  • Historiograf is 783

    A-8 Carta 8.a

    De Luis Garcia de Valdeavellano a Ram6n CarandeMadrid, 2 febrero 1964

    Querido D. Ram6n: He recibido su carta y puede imaginarse el gran dis-gusto que me ha producido la lectura de ]as cartas de D. Claudio y de lasta. Grassotti, que vd . me remite. Realmente, desde que empez6 a organi-zarse el famoso a Homanaje,, 6ste me ha dado disgusto tras disgusto . Elprimero fue el que mi propia colaboraci6n pareciese breve y limitada a re-cuerdos personales -como me escribi6 no sin impertinencia la sta. Grassot-ti-, to que me oblig6 a enviar una nueva versi6n mAs larga, pues yo, claroesta, dada mi estrecha vinculaci6n de discipulo, no podia hacer otra cosaEl segundo disgusto -tste infinitamente mayor- fue to sucedido con su co-laboraci6n y a ese disgusto sigui6 enseguida el que me produjo una cartade la sta. Grassotti (de la que nada quise decirle a vd para no disgustarle)pididndome que le pidiese que aceptase vd . la publicaci6n mutilada de sutrabajo, a to que se anadian algunas impertinencias como decirme que al-gunos antiguos discipulos de aqui no habian remitido todavia colaboraci6nalguna y, en cambio, to habian hecho alos de la acera de enfrenteo que Branaahora los que me,lor se portaban con D. Claudio- . A ello contests la carta-muy violentab a que se refiere la sta. Grassotti en la que vd . me ha en-viado, sin sospechar (itonto de mi!) que D. Claudio no iba a darme larazdn. Mi carta, en realidad, no era «violentaD pero si terminante e irreba-tible y la escribi no porque me sintiera, como dice la sta. Grassotti, -pri-sionero de la aprobaci6n que habia dado a su escriton, smo porque creia-y sigo creyendo, naturalmente- que su articulo de vd . honraba a DonClaudio y me resultaba incomprensible que no fuera publicado. Pero result6que el propio Don Claudio se ha considerado molesto y que mis razonesen apoyo de su escrito de vd ., si bien han quedado sin respuesta, no hanservido para nada y que mi opini6n cuenta ya poco en el animo de D. Clau-dio. Crea, querido D. Ram6n, que esto ha sido un gran golpe moral parami . Ahora, ademas, leo la carta de D. Claudio a vd . y su lectura me haproducido profunda pena ; preferiria no haberla leido. Estoy tan entriste-cido que no quiero comentarla . Me pregunta vd . si me parece bien quedeje esa carta sin contestaci6n . La verdad, querido Don Ram6n, es queno s6 qud decirle, porque de contestarla me pasa to que a vd : que no s6to que a esa carta puede contestarse. Quiza sea to mejor no contestarla,pero tampoco me atrevo a aconsejarle en asunto tan vidrioso y delicadoPor mi parte, s61o quisiera olvidar -si ello me fuera posible- este peno-sisimo asunto, que cada vez comprendo menos, y procurar rehacer en mimemoria el recuerdo de un Don Claudio distinto al que en esta ocasi6n hareaccionado como to ha hecho. Pasando a asuntos menos ingratos le direque para escribir esta carta he esperado a la sesi6n del viernes en la Aca-demia, pues asi podrfa informarle a vd . acerca de to de Millares El viernes,en efecto, el Director ley6 a la junta la carta de Millares informando a laAcademia de su nueva situaci6n y solicitando su reincorporaci6n . No asistiaGuilldn, que esta enfermo con gripe, y hacia de secretario Valgoma. Cant6ndefend16 la tesis de que Millares quedase reincorporado y se le atribuyesela primera medalla vacante e hizo, ademAas, un afectuoso elogio de Millares .La iunica dificultad era la forma de realizarse esa incorporaci6n ahora, dadoque el reglamento acaddmico nada prev6, claro esti, sobre el caso . Sesuscit6 un debate en el que intervinieron Navascu6s, Maravall, Angulo,Melchor y no recuerdo si alguien mas. Yo intervine para decir que, aunqueel reglamento nada dijese, el buen principio jurfdico es que, anulada la

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    disposici6n que excluy6 a Millares de la Academia, aqudl quedaba reinte-grado por este solo hecho desde ahora, aunque sin medalla hasta que seprodujera una vacante . Maravall aludi6 a la posibilidad de crear otra me-dalla, pero ello, naturalmente, no tuvo aceptaci6n . Hay que decir que en elanimo de todos habia gran simpatia hacia Millares y el deseo de su rein-corporaci6n, o por to menos nadie insinu6 siquiera opim6n contraria . Des-puds de una aaertada intervenci6n de Angulo, se adoptb la f6rmula de dc-clarar desde ahora reincorporado de Lure a Millares a la Academia y que,por to tanto, ocuparia la primera vacante . Tambidn se acord6 comunicar-selo ast al interesado, que creo quedara con ello plenamente satisfecho .Total : cuesti6n favorablemente resuelta . Millares puede ya de nuevo con-siderarse academico y nosotros felicitarnos de cllo . Del P . Vega se sabeque ya no esta en gel Hospital, sino en la residencia de los Agustinos en lacalle de Valverde . 1-6pez de Toro le ha visitado y parece ser que to quetiene es una flebitis, aunque desgraciadamente la cosa no esta clara . Ayertarde fui a ver a Alberto ~, pues hoy por la manana se ha ido a Gincbra,donde estara cinco semanas, regresando luego a Madrid . Natalia Z esti enLondres . Con nuestros afectuosos saludos a M.* Rosa, recuerdo muy cari-nosos para vd . de Pilar y un gran abrazo de su verdadero amigo .

    1 . Jimdncz Cossio .2 Cossio .

    A-9 Carta 9.a

    De Claudio Sanchez Albornoz a Ram6n CarandeBuenos Aires, 26 agosto 1982

    Amigo Carande: Me Ilegaron sus lineas amicales dos o tres dias antes decaer cnfermo con una bronquitis aguda de la que empiezo a resucitar. Nohe respondido por ello antes a su amistoso mensaje. Confieso que si creiaen la crisis de nuestra amistad Me sorprendi6 su ausencia del homenajeque organizaron mis discipulos argentinos con ocasi6n de mis setentaanos . Me sorprendi6 su prolongado silencio posterior. Me sorprendi6 quecuando volvia a Espana en 1976 no acudiera a Madrid a las sesiones de laAcademia . Le esper6 en vano para abrazarle, olvidado do su silencio . Ce-lebro haberme equivocado. Yo he hecho su elogio muchas, muchas veees,y siempre he guardado vivo recucrdo de nucstras lejanas horas de losanos 20 al 30, con ocasi6n de la aparici6n del Anuario y de los anos in-mediatos . He preguntado muchas veces por su salud, por su trabajo, ysiempre me ha admirado su magnifica salud. Me ha conmovido, por tanto,leer su lineas amicales . Me gana en todo : en fortaleza fisica, en vida pla-centera Yo estoy archiviejo y no he cumplido aun los noventa anos .Me cuesta esfuerzo vivir. Me gana la fatiga . Mi ausencia de los mios y deEspana durante casi medio siglo me ha torturado siempre. He trabajadointensamente por olvidar. He vencido mi ultima enfermedad, pero esperotranquilo la muerte . Mala suerte . Bueno. Dios to ha querido asi Le deseoto mejor: que siga viviendo y trabajando . Como antano, como siempre.Un abrazo de su viejisimo amigo

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