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Someter por las armas, vigilar por la cámara: Estado y visualidad en el Chaco indígena Mariana Giordano Doctora en Historia Investigadora de la Universidad Nacional del Nordeste [email protected] Los modos de construir la visualidad en el Chaco argentino siguieron estrategias di- versas sustentadas en una microfísica del poder. Si bien ellas no emanan únicamente del Estado nacional, fue desde la planificación de acciones y representaciones estatales que influyeron en la construcción de la tensión, control y coerción sobre las comunidades indígenas. Nos proponemos analizar la manera en que la visualidad se presenta como una experiencia que articula la visión con las prácticas culturales, sociales y políticas particulares. A partir del análisis de diversas estrategias de (re)presentación en las foto- grafías del indígena chaqueño, se indaga sobre su rol como prueba, verdad y orden en el proceso de sometimiento, vigilancia, y normalización, evidenciando la complejidad del entramado de poder y visualidad que, en diferentes capas/estratos y usos/circula- ción se manifestaron históricamente. Palabras clave: Estado; visualidad; fotografía; Chaco indígena; sometimiento. Introducción E l año de 1884 marcó un momento significativo en la ocupa- ción del espacio chaqueño, región considerada por el Estado ar- gentino como la “última frontera” con el indígena. La gran campaña militar sobre este territorio fue realizada en este año, precedida por avanzadas previas que se realizaron desde 1870 1 . Y continuada por “campañas de pacificación” que se prolongarán has- ta 1911-12, mientras Estanislao Zeballos “soñaba con los indios del Chaco”. 2 Así, el Chaco se constituyó en la última región de la Argenti- na “ganada” al indígena por el Estado Nacional e implicó la configura- ción de un nuevo espacio social y productivo, a la vez que un episodio más del sometimiento indígena. Espacio ocupado ancestralmente por diversos pueblos originarios que a fines del XIX se encontraban en lo que constituyeron los Territorios Nacionales 3 : para el caso del Terri- 1. Si bien la “gran campaña” de 1884 no tuvo los resultados que el Estado nacional esperaba – los que se fueron logrando en las campañas posteriores (tanto la de 1899 como la de 1911), su importancia radica en la expansión de la frontera que la misma implicó, en el establecimiento de la línea de fortines y en la dispersión y relocalización de los grupos indígenas. 2. Nos referimos al texto de Estanislao Zeballos “Soñando con los indios del Chaco”, basado en su experiencia de viaje realizada en 1916. Que forma parte de la literatura arquetípica de un representante de la generación del ochenta en la Argentina, respaldando desde el escudo del Instituto Geográfico Argentino al que pertenecía su autor, el papel del Estado y de las Misiones religiosas en las entradas al Chaco. 3. El Chaco Argentino fue organizado institucionalmente en dos Territorios Nacionales: Chaco y Formosa. Resumen SOC. E CULT., GOIÂNIA, V. 14, N. 2, P. 381-397, JUL./DEZ. 2011. DOI: 10.5216/sec.v14i2.17612

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  • Someter por las armas, vigilar por la cmara: Estado y visualidad en el Chaco indgena

    Mariana Giordano Doctora en Historia

    Investigadora de la Universidad Nacional del Nordeste

    [email protected]

    Los modos de construir la visualidad en el Chaco argentino siguieron estrategias di-

    versas sustentadas en una microfsica del poder. Si bien ellas no emanan nicamente del

    Estado nacional, fue desde la planificacin de acciones y representaciones estatales que

    influyeron en la construccin de la tensin, control y coercin sobre las comunidades

    indgenas. Nos proponemos analizar la manera en que la visualidad se presenta como

    una experiencia que articula la visin con las prcticas culturales, sociales y polticas

    particulares. A partir del anlisis de diversas estrategias de (re)presentacin en las foto-

    grafas del indgena chaqueo, se indaga sobre su rol como prueba, verdad y orden en

    el proceso de sometimiento, vigilancia, y normalizacin, evidenciando la complejidad

    del entramado de poder y visualidad que, en diferentes capas/estratos y usos/circula-

    cin se manifestaron histricamente.

    Palabras clave: Estado; visualidad; fotografa; Chaco indgena; sometimiento.

    Introduccin

    El ao de 1884 marc un momento significativo en la ocupa-cin del espacio chaqueo, regin considerada por el Estado ar-gentino como la ltima frontera con el indgena.

    La gran campaa militar sobre este territorio fue realizada en este ao, precedida por avanzadas previas que se realizaron desde 18701. Y continuada por campaas de pacificacin que se prolongarn has-ta 1911-12, mientras Estanislao Zeballos soaba con los indios del Chaco.2 As, el Chaco se constituy en la ltima regin de la Argenti-na ganada al indgena por el Estado Nacional e implic la configura-cin de un nuevo espacio social y productivo, a la vez que un episodio ms del sometimiento indgena. Espacio ocupado ancestralmente por diversos pueblos originarios que a fines del XIX se encontraban en lo que constituyeron los Territorios Nacionales3: para el caso del Terri-

    1. Si bien la gran campaa de 1884 no tuvo los resultados que el Estado nacional esperaba los que se fueron logrando en las campaas posteriores (tanto la de 1899 como la de 1911), su importancia radica en la expansin de la frontera que la misma implic, en el establecimiento de la lnea de fortines y en la dispersin y relocalizacin de los grupos indgenas.

    2. Nos referimos al texto de Estanislao Zeballos Soando con los indios del Chaco, basado en su experiencia de viaje realizada en 1916. Que forma parte de la literatura arquetpica de un representante de la generacin del ochenta en la Argentina, respaldando desde el escudo del Instituto Geogrfico Argentino al que perteneca su autor, el papel del Estado y de las Misiones religiosas en las entradas al Chaco.

    3. El Chaco Argentino fue organizado institucionalmente en dos Territorios Nacionales: Chaco y Formosa.

    Resumen

    Soc. e cult., Goinia, v. 14, n. 2, p. 381-397, jul./dez. 2011.

    DOI: 10.5216/sec.v14i2.17612

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    torio Nacional del Chaco, eran las etnias mocoves, tobas, wichs y vilelas. Adems de la matanza de mu-chos de los lderes indgenas, las campaas militares produjeron una relocalizacin de las comunidades, su sedentarizacin y su progresivo acercamiento a los nacientes centros urbanos: en las zonas meridional y oriental de la regin chaquea, las cuales fueron entregadas a los gobiernos civiles del Chaco y For-mosa de forma paulatina , se redujeron alrededor de 6000 indgenas y en 1911 se cre la Reduccin civil de Napalp en el Territorio Nacional del Chaco, y en Formosa la de Bartolom de las Casas4. Ambos pro-yectos fueron por consiguiente, los que tuvieron la mayor atencin por parte del Estado, y donde des-de la accin estatal se produjo un gran proceso de cambio cultural de los pueblos originarios chaqueos y de explotacin laboral esa mano de obra para la produccin capitalista5.

    El territorio ganado al otro fue progresi va-mente ocupado por un gran mosaico de inmigrantes (italianos, espaoles, alemanes, polacos, ucranianos, checoeslovacos, croatas, servios, montenegri nos, hn -ga ros, blgaros, franceses, paraguayos), que inicia ron su ingreso en las ltimas dcadas del siglo XIX hasta la avanzada dcada de 1930 y que se sumaron a una poblacin criolla estable muchos de ellos procedentes de provincias vecinas , que vea con recelos el ingreso masivo y la ocupacin del espacio chaqueo de estos inmigrantes.

    En este contexto, los modos de construir la vi-sualidad en el Chaco indgena6 siguieron estrategias diversas sustentadas en una microfsica del poder en tr-minos de Foucault (1993), las que no se resumen en una visualidad emanada nicamente por el Estado nacional, pero que sin embargo es desde la planifi-cacin de acciones y representaciones estatales que influyeron en la construccin de la tensin, control

    y coercin sobre las comunidades indgenas. Los dis-cursos fotogrficos apoyados en polticas e ideologas estatales procedentes de diversos campos institucio-nales influyeron en la mirada sobre los cuerpos, las sociedades y las culturas, y se convirtieron en instru-mento de dominio. Al respecto, seala Tagg que La fotografa como tal carece de identidad. Su posicin como tecnologa vara con las relaciones de poder que la impregnan. Su naturaleza como prctica depende de las instituciones y de los agentes que la definen y la ponen en marcha. Su funcin como modo de pro-duccin cultural est vinculada a unas condiciones de existencia definidas, y sus productos son significantes y legibles solamente dentro de usos especficos que se le dan (Tagg, 2005, p. 85).

    En tal sentido, nos proponemos analizar la ma-nera en que la visualidad7 se presenta como una ex-periencia que articula la visin con las prcticas cul-turales, sociales y polticas particulares. A partir del anlisis de diversas estrategias8 de (re)presentacin de las imgenes del indgena chaqueo se investiga sobre su rol como prueba, verdad y orden en el pro-ceso de sometimiento, vigilancia, y normalizacin9. Con ello se pone de manifiesto la utilizacin de la imagen como mecanismo de poder10 e instrumen-to en la construccin de identidades genricas. En el anlisis se toman como paquetes textuales fotogra-fas que emanan de iniciativas o proyectos de ins-tituciones y agentes hegemnicos que responden al Estado nacional y territoriano, o que, surgiendo de emisores procedentes de otros mbitos como el cientfico o comercial se entienden en funcin de la accin y el poder estatal. As, cada apartado de este artculo tratar imgenes/productores/estrategias de construccin visual del indgena chaqueo donde se articulan relaciones de poder con modos de ver, po-niendo de manifiesto en su conjunto, la complejidad

    4. Sobre la creacin de las reducciones vase Beck (1994).

    5. Vase, entre otros, Iigo Carrera, 1984. Por otro lado, las misiones religiosas -tanto de franciscanos como de anglicanos- y el uso de la imagen en ellas, implicaron otra forma de aculturacin que no se tomada en este trabajo. Vase al respecto Giordano (2006), Giordano y Mndez (2001).

    6. Cabe sealar la sobrexhibicin que tuvieron los grupos indgenas chaqueos con relacin a otros espacios y grupos tnicos de la Argentina, comparable en parte con la difusin que a fines del siglo XIX y principios del siglo XX tuvieron los fueguinos. Sin embargo, la fotografa producida sobre los indgenas chaqueos se posterg temporalmente y se ha producido ms canales de circulacin.

    7. Entendemos la visualidad siguiendo las propuestas de los estudios visuales de Mitchell, quien plantea que la cultura visual aborda el estudio de las prcticas sociales de la visualidad humana, en el que describe las relaciones especficas de la visin con las prcticas culturales particulares (Mitchell, 2003). Asimismo, Brea alude a los estudios culturales sobre lo artstico refirindose a aquellos que abordan la produccin del significado cultural mediante la visualidad (Brea, 2005).

    8. Siguiendo a Bourdieu, el concepto de estrategias se toma en tanto prcticas de accin no programadas que se encuentran entre la subjetividad y la objetividad, entre la racionalidad de los actores y la estructura. Y por lo tanto, contenida tanto del sujeto como de la costumbre e historicidad de la accin (Dewerpe, 1996).

    9. Nos referimos a la normalizacin en lo que se refiere a los procesos socio-polticos que convergieron en la conformacin del Estado-Nacin argentino a partir de estrategias que construyeran las identidades colectivas e individuales regulndolas por medio de un proceso de homogeneizacin.

    10. Andermann ha abordado las formas de conocimiento y de registro del espacio geogrfico desde la ptica del Estado a partir del estudio de la construccin de visualidades en la conformacin de dos pases latinoamericanos, Brasil y Argentina. Analiza como caso paradigmtico la Campaa al Desierto sur en este ltimo pas (Andermann, 2007).

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    del entramado de poder y visualidad que, en dife-rentes capas/estratos y usos/circulacin se construy y consolid histricamente desde la colonialidad del poder (Quijano, 2004). En tal sentido, coincidimos con Tagg que Al igual que el Estado, la cmara nun-ca es neutral. Las representaciones que produce estn sumamente codificadas y el poder que ejerce nunca es su propio poder. Como medio de registro, llega a la escena investida con una autoridad especial para interrumpir, mostrar y transformar la vida cotidiana; con un poder para ver y registrar; un poder de vi-gilancia que provoca una completa inversin del eje poltico de la representacin No se trata del poder de la cmara, sino del poder de los aparatos del Estado local que hacen uso de ella, que garantiza la autoridad de las imgenes que construye para mostrarlas como prueba o para registrar una verdad (Tagg, 2005, 85).

    A la indagacin en lo intra y extrafotogrfico (as-pectos ligados a lo estrictamente visual, a los modos de representacin de situaciones, sujetos y escena-rios)11, debe sumarse otro aspecto que constituye la otra cara de la visualidad: la invisibilidad. El poder del Estado se manifiesta no slo en la obturacin de la cmara, sino tambin en aquello que se oculta o in-visibiliza, lo visto y lo no visto (Burke, 2001), que se complementa con el hablar y callar: lo que no se muestra implica un recorte, un sesgo que supone toda toma fotogrfica, pero tambin constituye una estra-tegia de plantar un (des)conocimiento. De ah, que el anlisis de los documentos visuales debe considerar tanto el recorte de lo que se ve, los olvidos y los ocul-tamientos, como las voces de los otros que fueron objeto de captura visual que pueden completar los recortes o los ocultamientos, estableciendo una grieta en los aparatos ideolgicos del Estado, como modo de desentraar, a partir de lo visto y lo no visto, los aspectos ocultos de las relaciones de poder. Es as que a partir de lo que el Estado calla u oculta analizare-mos un corpus de imgenes que permite visibilizar la violencia desde una supuesta no violencia de la re-presentacin. Y las voces de los que fueron objeto de representacin o sus descendientes surgen de con-textos de recepcin de las mismas por parte de las comunidades indgenas actuales12, instancias que se consideran en algunos casos de anlisis y que permite una lectura dialgica desde la fotografa.

    Las imgenes son en s mismas conocimiento. Y ello no se debe a su objetividad, ni por ser prueba como se consideraba en la poca en que fueron obte-nidas y como lo asume gran parte del discurso hist-

    rico, sino porque constituyen ejemplares de una l-gica visual de presencias y ausencias, de visibilidades y ocultamientos, de maneras de componer la imagen que invitaron/invitan al espectador especializado o no a un reto visual.

    Esbozamos como hiptesis que el imaginario civilizatorio y la construccin de la nacionalidad afirmados desde poderes hegemnicos con relacin al indgena chaqueo tuvo en la fotografa obtenida por agentes procedentes de diversos campos institu-cionales-estatales, un artefacto-medio para trans-mitir los objetivos estatales de sometimiento, en los que se establece una colonizacin de la mirada y una homogeneizacin del otro a partir de una premisa normalizadora: controles visuales y militares, foto-grafa y armas, dispararon de forma simultnea sobre el indgena chaqueo.

    La fotografa no slo era mostrada como docu-mento irrefutable del triunfo de la civilizacin sobre la barbarie y un instrumento de control y vigilancia, sino tambin, un smbolo de posicionamiento socio- cultural: no todos podan tener una cmara y no todos podan pagar una imagen por encargo, entre los que estaban los grupos indgenas, ms an cuando muchos de ellos no conocan una mquina fotogrfica. Al decir de Edwards, la fotografa representaba la superioridad tecnolgica subordinada a la delineacin y control del mundo fsico (Edwards, 1992,14), y en ese mundo f-sico se incorporaban a las poblaciones nativas. As, la fotografa asume un control basado en la creencia de su verdad: ver e identificar se convierten en la fotogra-fa antropomtrica o en aquella que presenta atisbos antropomtricos , en mecanismos de sometimiento y control de la poblacin indgena chaquea. La foto-grafa se introduce, por consiguiente, en paralelo a la ocupacin militar del espacio chaqueo, y su supuesta verdad certificaba el apacible triunfo sobre el ind-gena, ya que se pone en marcha una estrategia que ca-racterizar la produccin de imgenes oficiales sobre el indgena chaqueo: la invisibilidad del conflicto.

    Someter por las armas, vigilar por la cmara

    En forma contempornea a las campaas militares al Chaco y con posterioridad a ellas, la vigilancia por medio de la lnea de fortines y la presencia de tropas

    11. Que pueden ser considerados en los contextos discursivos de la produccin, circulacin y recepcin de las imgenes.

    12. En tal sentido, una instancia de investigacin dialgica con los grupos tnicos que actualmente habitan el Chaco toba, wichi y mocov ha sido una estrategia de investigacin que no slo articula nuestras lecturas de la imagen con las que proceden de las comunidades, sino que tambin permiten poner en relacin la memoria visual con la oralidad que ha caracterizado la transmisin de memorias en estas comunidades (Giordano, 2010; Reyero, 2010).

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    regulares se complement con una vigilancia produci-da por la cmara: as como la fotografa fue la herra-mienta utilizada por diversas instituciones y sistemas de produccin como control social-visual desde las l-timas dcadas del siglo XIX tomemos como ejemplo la fbrica, el hospital, el manicomio, la escuela, etc. tambin se instrument su uso por la fuerza expedi-cionaria-militar y, como analizaremos ms adelante, ocup un rol relevante en las Reducciones civiles que el Estado implement para los indgenas13.

    Imaginemos el Chaco como una gran prisin, como la materialidad espacial y natural donde se pro-duce esta relacin entre sujetos y poderes, en la cual la fotografa busca validar o legitimar prcticas be-nignas para con los indgenas sometidos indgenas amigos que simbolizan el acuerdo pacfico con el Estado , y que tambin vigila a travs de la lente la eficacia del control espacial.

    La gran campaa militar al Chaco realizada en 1884 a cargo de Victorica estuvo acompaada por un fotgrafo, Luis Parrotta, cuyas imgenes se conservan unas pocas en condiciones de lectura debido al deterio-ro fsico de otras. Una de ellas se convierte en la sntesis del sometimiento y control, tanto desde lo formal y gestual como del contenido: se trata de un conjunto de indgenas vestidos con uniformes militares que posan junto a militares del mismo ejrcito que los someti. Dispuestos en tres planos, en el primero de ellos un grupo de indgenas lanceros permanece arrodillado; en el plano posterior, algunos portan fusiles y otros, instrumentos musicales de la banda militar. El plano medio concentra la mirada del espectador: nos encon-tramos con un militar montado a caballo ubicado en el centro de la composicin e interponindose entre los dos planos mencionados anteriormente. Si bien podramos hablar de las distintas significaciones que esta imagen dispara, que podran confluir en el poder del centro14 tanto desde lo compositivo como desde lo perceptivo la imagen se convierte en sustento de la premisa de la que partimos: someter y vigilar, por lo que nos interesa abordarla especialmente desde la construccin de la mirada. El fotgrafo construye los planos compositivos mencionados, y organiza una es-cena donde la mirada recorre las lneas de formacin para depositarse finalmente en el centro; esos elemen-tos los presumimos cuando miramos esta imagen, pero si nos exponemos a una experiencia de la visin (Mitchell,

    2003, 33-39), nos encontramos con una irrealidad de la imagen, una desaparicin de lo real o de la sustan-cia en cuanto referencia, un testigo desaparecido. La significacin de la imagen no se vincula solamente a presupuestos formales y temticos, sino tambin en funcin de los modos en que se construye socialmente la mirada15, de lo que se hace visible y queda diluido en una nueva realidad, o de aquello que se invisibiliza. Esta imagen alude por lo tanto a una construccin de una mirada dominante donde lo que la sociedad pre-supona como realidad, no lo es: el indgena chaqueo ya no es el salvaje indmito, el brbaro antropfago del imaginario colonial y decimonnico, sino que es un objeto que ha perdido la sustancia, porque ha dejado de ser sujeto, y es contemplado desde una mirada to-talizadora y contemplativa, desde el ojo del panptico. Al decir de Baudrillard (1998), cuando lo real ya no es lo que era, la nostalgia asume el significado. Sujeto y sustancia parecen haber desaparecido, porque lo real en cuanto referencial se muestra perdido o normalizado a travs de la apropiacin de un espacio histricamente aprehendido como inaccesible y el sometimiento de su poblacin, que haba sido imaginarizada histri-camente como el smbolo del demonio (Trinchero, 2000).

    Otro aspecto significativo y como lectura alter-nativa/complementaria al anlisis previo con respec-to a esta imagen, remite a la circulacin actual de la misma y a las descripciones que la acompaan: en un libro titulado Soldados 1848-1927 (Alexander y otros, 2001), que visualiza la labor expedicionaria-militar argentina, esta fotografa se describe de la si-guiente manera: Campaa al Chaco. 1885. Tropas al mando del comandante Astorga. Fraccin de infante-ra. Formados en la lnea con sus fusiles con bayoneta armada. Adelante. Indios amigos a los que se les ha regalado lanzas y prendas de uniforme en seal de amistad. Descripcin que, centrada en el referente, actualiza el discurso histrico-militar y estatal sobre dicha campaa y la amistad con los indgenas: la construccin de la mirada no ocupa un lugar de im-portancia en este discurso, sino la verificacin de un hecho que se busca, mediante la imagen y el texto, presentar como prueba y verdad (Tagg, 2005).

    De hecho esta imagen tambin debe ser consi-derada con relacin a otros instrumentos de dominio que refieren a una tirana del poder 16, ya que las

    13. Sobre los usos de la fotografa como medio de vigilancia (Tagg, 2005, p. 97-103).

    14. Aludimos al concepto de Arnheim sobre la organizacin del espacio compositivo a partir del eje central y la disposicin simtrica de planos y figuras (Arnheim, 2001).

    15. Incluso podramos comparar esta imagen con pinturas de batallas o de rendiciones y parlamentos, mientras tanto alude al se acab de la guerra y presenta las partes de la contienda en un escenario de encuentro.

    16. Mitchell seala, con respecto a la cuestin del poder de las formas visuales que aunque no existe ninguna duda de que la cultura visual [] puede ser un instrumento de dominio, no pienso que resulte productivo singularizar campos como el de la visualidad, las imgenes, el espectculo o la vigilancia como los vehculos exclusivos de la tirana poltica (Mitchell, 2003, p. 33).

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    armas, la cultura material, la palabra articulada en la legislacin, en decisiones gubernamentales, etc. y la cultura oral entre otras coadyuvan en la construc-cin del otro y constituyen mecanismos articulados de esa tirana.

    Si bien la imagen de Parrotta es un smbolo del poder militar-estatal, otras fotografas emanadas de militares tambin se constituyen en referentes del so-metimiento del indgena chaqueo: los castigos se in-visibilizan y son las escenas tnicas17 en medio del desierto18 tomadas por militares que participaron en las Campaas al Chaco argentino, las que sobresa-len. Las mismas sintetizan las Campaas de pacifica-cin, ltimas empresas militares que se prolongaron hasta 1911-12: el adjetivo pacificacin impuesto por el Estado se corresponde con la referencia visual que se construyen en estas imgenes, incluidas algunas en escritos publicados con posterioridad a la experien-cia militar de sus emisores. Se presenta al indgena a partir de dos estrategias que podran considerar-se contrapuestas, pero que, sin embargo coadyuvan a transmitir el ambiente pacifista de las campaas militares: por un lado, como resabio de un mun-do en extincin, semidesnudos, con arcos y flechas,

    mimetizados con el ambiente natural o viviendo en sus toldos, buscando la (re)aparicin de elementos de la sustancia perdida en la imagen de Parrotta. Por otro, con vestimenta militar y participando en conjunto con expedicionarios militares en fogones. En cualquiera de los casos, situndonos en la referen-cialidad de la imagen, ha desaparecido el problema indgena que desde los inicios de la generacin del ochenta se haba convertido en uno de los ejes de la accin estatal argentina.

    De tal forma, las imgenes del acuerdo sintetizan esta produccin, a la vez que posicionan claramen-te la superioridad tecnolgica que supona el medio fotogrfico como forma solapada de sometimiento visual-tcnico sobre los grupos indgenas chaqueos sometidos tambin, por medio de las armas.

    Referencialidad e imagen del otro

    La territorializacin que sigui a la ocupacin del espacio chaqueo19 supuso un camino diferencia-dor referente a los grupos tnicos chaqueos a partir

    Imagen 1. Luis Parrotta. Expedicin del general Benjamn Victorica. Ca. 1884-85Archivo General de la Nacin

    17. Alvarado considera como escenas tnicas" a aquellas imgenes donde sujetos y objetos entran en una din mica de relaciones espaciales, por lo que genera una atmsfera no contaminada por la presencia de la cmara (Alvarado, 2001).

    18. Sobre la construccin discursiva del concepto de desierto chaqueo vase Lois (1999).

    19. La territorializacin no alude solamente a la ocupacin y al control del Estado sobre el territorio, sino al proceso de construccin social de un espacio, donde se deben considerar las relaciones de los agentes econmicos y sociales con el entorno espacial y material (Santos, 1997). En el caso chaqueo la territorializacin implic la creacin de poblados, la introduccin de pobladores de provincias vecinas y de inmigrantes europeos, el tendido de lneas frreas y en el mundo indgena la creacin de las ltimas misiones religiosas en el espacio del Chaco argentino, colonias agrcolas y reducciones civiles. Las relaciones econmicas y sociales que se construyen en este proceso se entienden en el cruce de estos elementos. Vase, entre otros, Iigo Carrera (1984); Beck (1994); Gordillo (2006).

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    de operaciones de desplazamientos espaciales, mien-tras se profundizaban procesos de homogenizacin mediante la integracin del indgena al Estado-Nacin. La escolarizacin y la incorporacin a los medios de produccin capitalista regional, conjunta-mente con la formalizacin de su incorporacin al Estado por intermedio de la documentacin, consti-tuyeron actos formales y simblicos homogeneizado-res de la integracin del indgena chaqueo como ciudadano20. Las reducciones pasaron a ser otra es-cala del panptico, donde la vigilancia de la imagen se hace presente. Los observadores estatales que por distintas razones recorrieron la regin, fueron artfi-ces de dicha vigilancia.

    Entre los diversos agentes que actuaron en el contexto de las campaas de pacificacin en la prime-ra dcada del siglo XX, pero al margen de la accin militar , un ejemplo significativo es la visualidad que hace del indgena chaqueo Jos Elas Niklison, inspector del Departamento Nacional del Trabajo21, quien obtuvo imgenes que fueron difundidas jun-to a textos del autor por la Revista Caras y Caretas (10/03/1917), La Revista del Mundo22 e insertas algu-nas de ellas en una reedicin reciente de uno de sus informes23 que en su edicin original no las contena.

    El imaginario de la mansedumbre fue nuclear en las imgenes difundidas por el propio autor, aunque pudo no haber sido su objetivo explcito, sin embar-go en un anlisis del conjunto de las imgenes, esta mansedumbre visibilizada se puede considerar como el primer paso en el proceso de homogenizacin a partir de la imagen: retratos de medio cuerpo donde los indgenas posan pasivamente con los brazos cru-zados se mezclan con imgenes grupales costumbris-tas. Aquellas en las que el referente aluda al trabajo indgena aspecto que Niklison evaluaba en su ins-peccin buscaban articular el discurso escrito con el visual: la imagen complementaba la palabra y se eriga en indicador del proceso de homogenizacin que se pretenda lograr con la poblacin indgena, pero, par-ticularmente sus denuncias desvelaban la explotacin

    del cual era objeto el indgena trabajador, aspecto en el que la palabra se manifiesta con mayor nfasis que la imagen.

    Tambin interesa considerar en este caso los ca-nales de circulacin de las imgenes: un amplio p-blico de Buenos Aires y ciudades del interior donde se difundan revistas como Caras y Caretas y dentro de la estructura estatal, los funcionarios que accedan

    Imagen 2. Difusin de las investigaciones de Niklison en Caras y Caretas (Buenos Aires),

    10 de marzo 1917

    20. Cabe sealar que nacionalizar implic invisibilizar, suprimir las particularidades culturales, religiosas. Y que estas estrategias se dieron en el contexto de un fuerte discurso nacionalista, donde la omnipresente mirada hacia Europa. Vase, entre otros, Altamirano y Sarlo (1983); Scarzanella (2003); Segato (2007). Si bien el discurso escrito como modo legitimador de la construccin Estado-Nacin ha sido abordado en numerosos trabajos, no as el discurso visual. Vase Briones y Lenton (1997). Sobre el uso de la imagen tanto pictrica como fotogrfica y flmica , en la bsqueda y construccin de una identidad en la Argentina, vase Amigo (1999); Muoz (1995).

    21. Niklison comparta la opinin de un ncleo de pensadores y funcionarios progresistas vinculados con el mundo laboral, cuyas ideas partan del principio que ante el inevitable avance de la Repblica sobre los antiguos territorios indios, el aborigen deba irse incorporando lentamente a todos los aspectos de la vida del pas, comenzando por la faz laboral, pero bajo el estricto contralor del Estado, responsable de su sometimiento (Lagos, 1989).

    22. Bajo el ttulo Los indgenas del Norte en la Argentina apuntes de actualidad Niklison difunda parte de su trabajo realizado en el Norte argentino (Niklison, 1919).

    23. Sus informes fueron originalmente publicados en el Boletn del Departamento Nacional del Trabajo: en 1916 public parte del informe presentado al Departamento del Trabajo bajo el ttulo Los tobas, luego Investigacin en los territorios federales del Chaco y Formosa y en 1917 Investigacin sobre los indios matacos trabajadores (lo mismo es conocido como Informe Niklison). En la reedicin de este ltimo, se incorporaron imgenes que careca de la edicin original, pero que fueron facilitadas por la familia Niklison a los editores que se consideran en este anlisis (Lagos, 1989).

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    a los informes que incorporaban imgenes. Aquellas fotos que se han incluido en la reedicin de Investi-gacin sobre los indios matacos trabajadores pero que no integraban la edicin original ni fueron difundidas en forma contempornea articulan las imgenes del indgena trabajando en los caaverales con escenas t-nicas y retratos con poses impuestas. Desde lo formal, las imgenes presentes en las publicaciones peridi-cas mencionadas, como las conservadas en el archivo personal de Niklison e incluidas en ediciones poste-riores, se sustentan en un inters documental desde un proyecto fotogrfico pericial y objetivista, con un enfoque carente de la profundidad del campo, ha-ciendo que la focalizacin refuerce la chatura de la imagen24. Pero tambin algunas de estas imgenes fueron publicadas en formato postal, incluso una en que el mismo Niklison se incluye en la escena, enfati-zando el estar ah del observador positivista.

    Salvajismo como sinnimo de pasado; trabajo-produccin en alusin al presente; en cualquier caso un ideal normalizador en contenido y forma sustenta a la imagen. Esta dualidad del antes-ahora se presenta como dos momentos que son uno porque la fotografa actualiza esa vida pasada , encuadrando aspectos de la vida cotidiana y de la explotacin indgena en los establecimientos de caa de azcar a los que alude en los escritos desde una postura ms crtica que en la imagen.

    La vida del trabajo, el indgena sometido y las es-cenas tnicas no fueron las nicas construcciones vi-suales que los agentes del Estado nacional afirmaran sobre el indgena chaqueo en las primeras dcadas del siglo XX. Otras acciones como la jura de la bandera en las Reducciones civiles fueron tambin represen-taciones por medio de la fotografa. Los caciques de la Reduccin de Napalp primero, y luego los colonos, mujeres y nios fueron capturados en imgenes por especialistas enviados por la Comisin Honoraria de Reducciones de Indios25 para observar la accin es-tatal en las reducciones. Sus informes aluden claramen-te a su trabajo de observacin, que la cmara captaba como modo de constatacin de la igualdad ante la ley, a la vez, enfatizando en el orden logrado por el Estado, en el que abandona la poca de inseguridad, conflictividad y resistencia. Este corpus constituye uno de los ms elocuentes en cuanto al principio de cons-

    truccin de ciudadana e identidades por medio de la fotografa y de homogeneizacin de la poblacin: un cono de Napalp fue la Cacica Dominga26, quien apa-rece en las mismas portando la bandera argentina y realizando la jura del smbolo patrio, mientras que en otras preside juramentos realizados por miembros de la comunidad de Napalp27.

    Estos agentes del Estado, productores de imgenes en diversos contextos de la vida institucional nacio-nal y del Territorio Nacional del Chaco, y en distintos contextos socio-histricos de la poblacin indgena chaquea, cumplen la funcin de observadores: la lente de la cmara reemplaza metonmicamente el ojo humano y se logran imgenes cuya caracterstica so-bresaliente en la produccin, uso histrico y contem-porneo radica en el referencialismo o en el princi-pio de transferencia de la realidad. As, ms all de la subjetividad de la toma, estas imgenes fueron uti-lizadas en el dominio de la referencialidad, vinculadas al supuesto epistemolgico de la mmesis fotogrfica, as como de la huella nica de la realidad del in-dgena chaqueo. La generalizacin del otro que el discurso visual ha promocionado tambin el escrito en sus diversos emisores y sus estrategias e intereses se sustent en estos elementos que la imagen fotogrfica sustentaba: verdad, similitud, autenticidad, espejo de la realidad indgena. No se planteaba el recorte, lo que quedaba afuera, el ilusionismo mimtico, tampoco lo que conscientemente o no, se invisibilizaba.

    La imagen como estatuto normalizador: la foto-documento

    La identificacin de la persona a partir de da-tos civiles y morfolgicos, anexando luego la imagen fotogrfica de frente y perfil sobre un fondo neutro se haba comenzado a utilizar en los procedimientos policiales de identificacin y en la prctica antropo-lgica como herramienta visual de los estudios antro-pomtricos; luego, el sistema se extendi a la identi-ficacin de toda la poblacin28, en el contexto de un aumento significativo de la densidad iconogrfica que la industria visual produjera desde la segunda mitad

    24. Sobre el rasgo de planitud y su relacin con el enfoque (Dubois, 2008, p. 95-99).

    25. Los informes de Arturo Ameghino, Lorenzo Galndez y Ramn Pardal sobre sus observaciones fueron publicados, junto a las imgenes obtenidas por Galndez, por la Comisin Honoraria de Reducciones de Indios (1936).

    26. Cacica mocov que vivi los episodios de la Matanza de Napalp de 1924, logr escapar y fue perseguida durante los meses siguientes a la misma. Las imgenes aludidas son de 1936.

    27. Ms adelante analizamos una instancia de recepcin de estas imgenes por la comunidad de Colonia Aborigen-Napalp.

    28. Vase para el caso argentino Penhos (2005).Sobre el uso de la fotografa en los registros antropomtricos de indgenas chaqueos, vase Giordano (2004b). Sobre la historia de los estudios antropolgicos en el Gran Chaco, vase Gordillo (2006, p. 225-254). Debemos advertir que el rostro es entendido como un mapa geogrfico, ya que los estudios antropomtricos realizaban no slo mediciones y descripciones de cada uno de los aspectos del rostro, sino que adems, ellos se interpretan a partir de una sntesis que reduce esos elementos en la nocin de tipo.

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    del siglo XIX. Ambas prcticas y usos de la fotogra-fa la identificadora-estatal y la cientfica suponen una asociacin entre diversos conceptos que el Estado y la ciencia manejaban en la misma poca: progre-so, verdad y orden, a los que la fotografa se ana en funcin de ser un instrumento del progreso que sustenta un lenguaje verdadero y que a partir de su uso permitir un orden institucional y una estricta clasificacin en el campo cientfico.

    Planteamos en este apartado la funcin de la fo-to-documento o foto-carnet como socialmente se la conoce, en la intencin del Estado de incorporar a la poblacin indgena chaquea como ciudadanos;29 pero a la vez, la influencia que la introduccin de esta prctica tuvo en la construccin de una autoimagen, teniendo en cuenta que en la mayora de los casos, fueron histricamente las primeras imgenes que tu-vieron las comunidades indgenas y son en la actua-lidad, algunos de los pocos testimonios visuales que guardan de s mismos o de sus antepasados.

    La fotografa del documento supuso desde sus inicios la visibilidad de la identidad del retratado, que al Estado le permita junto a otras referencias escri-tas sistematizar la informacin de los ciudadanos, ejerciendo de esta forma un mecanismo de control. Por ello la foto-documento debe entenderse, por una parte, en funcin de la importancia de la documen-tacin individual y por otra, en su materialidad, indi-vidualidad y usos, independientemente del contexto del documento, donde el rostro busca sintetizar la identidad del retratado. Como expresa Gordillo, la documentacin individual crea sujetos visibles y por ende ms controlables, este proceso tambin puede incrementar el poder relativo de poblaciones subalternas al expandir sus derechos sociales y polti-cos (Gordillo, 2006, p. 176); pero a la vez estas fotos se convirtieron histricamente en huellas irrefuta-bles de su rostro y, desde la concepcin occidental de la fotografa, de su identidad.

    Es que, siguiendo los parmetros de la fotogra-fa criminalstica y de la fotografa antropomtrica, la foto-carnet contiene gran parte de los elementos de esas prcticas; consideremos algunos de ellos te-niendo en cuenta que el retratado es un otro en el concierto de la sociedad hegemnica-estatal de prin-cipios del siglo XX en el Chaco, cuando comienza a implementarse esta prctica: a) los rostros son tipos productos de un ideal generalizador, donde la identi-

    dad se da por los rasgos faciales, a los que acompaa la nominacin en castellano y no en la lengua origina-ria del retratado, mas all que las culturas chaqueas son grafas b) responde a estrictos ngulos de toma; c) la neutralidad de los fondos y la administracin pa-reja y uniforme de la luz, tambin contribuyen con una representacin estereotipada.

    Escolar plantea la impronta del fenotipo que ar-gumenta puede considerarse como feno-mito en la construccin de marcas racializadas para el caso huarpe (Escolar, 2007); podramos suponer que la fo-tografa del documento, que claramente sintetiza esos rasgos fenotpicos del individuo, se convierte en una afirmacin visual para los distintos grupos sociales, pero que, en el caso de la poblacin indgena chaque-a, ha sido la nica imagen que durante dcadas han posedo de s mismos.30

    As, las fotografas obtenidas para los documen-tos personales en principio, documentos de iden-tidad, ms tarde utilizadas en documentos de iden-tificacin laboral, de salud o de agremiacin, entre otras, son las que nos interesan particularmente, por su implicancia en la vida personal y en la imagen de s mismos de los sujetos representados.

    Gordillo seala que para el caso de los docu-mentos de identidad, stos se convirtieron para los indgenas chaqueos en fetiches de ciudadana

    (Gordillo, 2006, p. 169-193): ello se enmarca en el valor de la palabra escrita en momentos de las cam-paas militares al Chaco y con posterioridad a las mismas, dado que los documentos escritos pasaban a subvertir el salvajismo al convertirlos en argen-tinos. Por ello los documentos, que para el Estado constituan un elemento controlador de la burocra-cia, eran concebidos por los indgenas ms all de su valor simblico, como objetos potentes que, por s mismos, configuran el resultado de procesos socia-les (Gordillo, 2006, p. 171). En este fetichismo del documento, nos interesa analizar el valor atribuido a la foto del documento en el pasado y en la actualidad, donde la foto carnet acta de imagen probatoria y legitimadora de identidad. El fuerte contenido bio-logicista y positivista que conlleva la fotografa de los documentos asimila los datos morfolgicos con la identidad, y trasladado a la situacin de los nuevos ciudadanos en que se transformaban los indgenas, el Estado les estaba otorgando identidad. Ms all del concepto de la fotografa como registro mimti-

    29. Por ello, debe ser entendida desde las representaciones hegemnicas de la Nacin, que buscaron la homogeneizacin social y cultural.

    30. Si bien en el caso chaqueo, la adscripcin identitaria que surgi de los comentarios de entrevistados que observaban fotografas histricas que les presentamos en instancias de recepcin, tambin refuerzan el concepto de la cara te dice todo, la cuestin de la lengua se convierte en el tpico principal de identificacin por parte de los intragrupo. Raimundo nos deca: Para ustedes yo soy indio, porque tengo cara de indio. Pero para mi gente no soy, porque no hablo la lengua. Yo me siento doblemente discriminado. Entrevista a Raimundo Barrientos. Colonia Aborigen, 11 de junio de 2007. Sobre la importancia del rostro en los procesos de autoidentificacin de los indgenas chaqueos, vase Reyero (2009).

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    co que permita obtener del retrato la identidad del retratado concepto que manej la fotografa del siglo XIX y XX , debe evaluarse su proyeccin y utilizacin en las comunidades indgenas chaqueas. Estas en su mayora nunca haban tenido una foto-grafa, a la vez que ese modelo de representacin y ese artefacto fotogrfico se apartaba de los propios; su presencia en la vida personal implic un aspecto no menor en los procesos de construccin de hege-mona, y como contraparte, en los sentidos de per-tenencia que estos grupos fueron diseando, a partir de significados sobre la representacin del rostro cla-ramente hegemnicos.

    Las implicaciones de la foto-documento en la construccin de identidad/es de los grupos indgenas tuvo varias aristas, pero en cuanto a los contextos de produccin antes mencionados distinguimos las si-guientes: para el Estado, supuso el registro visual de la identidad del indgena, a la vez que el documento en su conjunto imagen y texto era el testimonio de la igualdad de ciudadanos y el ejemplo ms eficiente de la imagen corporativa de los Estados Naciona-les. Pero es ms clara esta afirmacin al comprender el carcter reificador/testimonial que la foto tiene en los diversos documentos personales, muchos de ellos que nos han acercado en el trabajo de campo. La foto-documento implic un nuevo proceso de captura y sumisin a los presupuestos polticos-ideolgicos de la hegemona estatal y a los modos de representacin hegemnicos que la prctica fotogrfica encarnaba.

    Para los antepasados, las fotos insertas en el do-cumento, esos papelitos que le permitan tramitar, gestionar, ser ciudadanos, testificaba y los haca ms confiables en el panorama poltico-social de la po-ca, y la imagen fotogrfica avalaba visualmente esa confiabilidad: aquellos que miraban sus rostros, en un afn controlador-legitimador de identidad, vali-daban la concepcin de la fotografa como anlogo de la realidad. Rostro y representacin del rostro eran anlogos: el peso de la representacin caba en la ima-gen como referente, como prueba, verdad y orden, como una realidad no slo legitimada socialmente, sino que legalizada institucionalmente.

    En tal sentido, consideramos que la foto-carnet en su individualidad y descontextualizada del do-cumento no actu de fetiche para las comunidades indgenas, aunque coincidimos que s se puede con-siderar ese fetichismo en el documento, como lo afir-

    ma Gordillo. El fetichismo de la fotografa implicara transformar el referente en cosa, en sujeto, y no en su representacin31. Ocurre en algunos contextos y producciones de la fotografa en la que sta s, ha asumido el carcter de fetiche, como lo es la fotogra-fa mortuoria en determinadas sociedades, no en el caso que nos ocupa. Pero s actu como una repre-sentacin de su identidad de gran valor documental-testimonial, como lo ha sido en el arte occidental el retrato fotogrfico. Dada la infrecuente posibilidad de acceder a tomas fotogrficas propias, los grupos indgenas nunca se convirtieron en consumidores de fotografas, si bien desde la dcada del sesenta se ad-vierte en algunas familias asentadas en reas urba-nas la toma de imgenes, son mnimas y afirman que eso la foto les era imposible pagar.

    Un ejemplo singular de las afirmaciones aqu ex-presadas surgi en una instancia de recepcin ocu-rrida en Colonia Aborigen, que plantea la relacin de las huellas del rostro a la foto como prueba o evi-dencia fsica/factual de (auto)identificacin: en una entrevista con imgenes, Ral identific a un amigo, Raimundo, en una fotografa de nio publicada en el libro de Grete Stern (Pramo, 2005) y obtenida por esa fotgrafa en 1964. Pero cuando le acercamos la imagen, Raimundo dud en reconocerse. La si-tuacin fue compleja, emotiva, con gestos y silencios imposibles de traducir a palabras: fue recorriendo las pginas del libro, lleg a la imagen que su amigo ha-ba identificado, se detuvo unos instantes, dirigi su mirada a la que se encontraba en la pgina contigua y pregunt: Quin ser este tobita? Le respondimos si no reconoca a alguien y luego de un largo silen-cio volvi la mirada sobre su imagen y sealndola expres: y si ste no soy yo, le pego en el palo. Se levant, se dirigi hacia al interior de su vivienda y regres con un carnet de afiliacin a un servicio social que tena la foto ms antigua que conservaba una foto-documento de su adolescencia para com-pararla con la que se encontraba en el libro de Stern que era previa. Entonces dijo: Son parecidas no?32 Este episodio refleja que la constatacin de identidad se dio a partir de la comparacin visual y oper en el plano de la imagen. Si bien luego Raimundo ley el epgrafe de la foto que ahora (re)conoca, y a partir de la fecha en que fue tomada afirm los datos de ubi-cacin espacial en el contexto que l mismo refera. El elemento probatorio de la imagen, la foto-docu-

    31. El fetichismo de la imagen transforma la foto en reliquia u objeto-fetiche, cumpliendo la funcin de mediacin entre el objeto/sujeto y su representacin. Mientras que en los actos de recepcin de fotografa por parte de los indgenas chaqueos que hemos experimentado, la imagen de la foto-documento no tena tal carcter, sino que claramente era asumida como una (re)presentacin. La importancia del documento radica en el vnculo entre todos los sistemas de signos que el mismo sustenta, por un lado, y el valor que las comunidades indgenas le atribuyeron, por otro. Un ejemplo de la relacin simblica que implica el documento se puede observar en la pelcula documental Octubre pilag. Relatos sobre el silencio de Valeria Mapelman: una de las primeras escenas presenta a una pareja de ancianos pilags sobrevivientes de la masacre de La Bomba (Formosa) de 1947 mostrando su documento, explicando cundo se les haba sacado la foto, cmo les obtuvieron las huellas digitales.

    32. Entrevista a Raimundo Barrientos. Colonia Aborigen, 11 de mayo de 2007.

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    mento como evidencia, es nuclear en este proceso de (auto)identificacin33.

    De tal forma, a lo largo de gran parte del siglo XX los indgenas chaqueos tuvieron en la foto-documento el espejo donde siguieron mirando sus rostros y los de sus antepasados. Las otras imgenes que el Estado haba obtenido, que circularon en pu-blicaciones o informes de la administracin estatal y que se preservan en diversas instituciones depen-dientes del Estado, no se transformaron en referentes identitarios, aunque constituyeron testimonios inape-lables de la realidad indgena para el Estado y la cultura hegemnica que tuvo acceso a los mismos.

    Invisibilidades de la violencia

    En medio del proceso de sometimiento forzoso primero y de homogenizacin y normalizacin me-diante el trabajo, la educacin y la inclusin a la nacionalidad argentina, un punto importante es la

    ausencia de imgenes de violencia militar o laboral: la mirada ofensiva que muchos textos periodsticos locales y nacionales enfatizaban sobre el indgena del Territorio Nacional del Chaco en las primeras d-cadas del siglo XX se silencia en la representacin fotogrfica. La lente construy una idealizacin del proceso de apropiacin del Estado Nacional de las tierras chaqueas, donde la imagen se diferencia de aquellas obtenidas con los grupos indgenas apresados en las campaas al desierto sur. An cuando Niklison en su discurso escrito fue consciente de la violencia que la maquinaria productiva y las relaciones con el capitalismo implicaban sobre el indgena, la violen-cia visual se atenuaba en imgenes pacifistas y que de ningn modo contestara lo denunciado.

    Un hecho de particular relevancia es que hasta los hallazgos actuales en archivos se afirma, que desde el presupuesto de la invisibilidad, es la Matanza o Sublevacin de Napalp34 ocurrida en la Reduccin civil de Napalp en 1924: constituido por un hito de la historia de los pueblos indgenas del Chaco, el so-metimiento armado llevado a cabo por el gobierno del Territorio Nacional del Chaco implic no sola-mente el envo de tropas policiales, sino tambin de un avin que sobrevol la zona donde se encontraban tobas y mocoves. Podramos pensar que en la regin no haba fotgrafos ni cmaras en manos de particu-lares que pudieran haber registrado el conflicto o sus consecuencias lo que es desmentido por fotografas urbanas y sociales de la misma poca en localidades cercanas como Senz Pea y Quitilipi , pero lo que resulta interesante en este proceso de invisibilidad es la presencia en el escenario de un personaje singular, que se erigi en testigo de los sucesos: nos referimos al antroplogo Robert Lehmann Nitsche, que arrib a Napalp siendo director de la Seccin Antropologa del Museo de La Plata, indicando la prensa local su arribo a las pocas horas de producido el ataque por parte del Estado territoriano35. Si bien su presencia y accionar tenan una finalidad acadmica36, los mis-mos terminan en el cruce de visibilidades y oculta-mientos de la Matanza de Napalp, y por ello resulta importante considerar un conjunto de imgenes que

    Imagen 3. Grete Stern. Nio toba. Napalp, 1964. Coleccin Matteo Goretti

    Se trata del retrato de Raimundo que comparara con una foto-documento

    33. Esta actitud/experiencia es comn en nuestras vidas: las fotos que nos sacaron de nios o jvenes nos congelan en una edad, y para saber si nuestros hijos se parecen a nosotros, usualmente los comparamos con esas fotos del pasado, ms que mirarnos como adultos.

    34. Episodio desencadenado por factores de ndole poltico-econmico, explotacin laboral y dominacin estatal, de que eran objeto los pueblos indgenas en un contexto de difusin de ideas milenaristas. La protesta de los indgenas desencaden una violenta represin el 19 de julio de 1924, con persecuciones a los sobrevivientes en los meses posteriores. Vase, entre otros, Cordeu y Siffredi (1971); Delro y Lenton (2008).

    35. Segn el peridico opositor al gobierno territoriano y quien realizara las denuncias sobre la Matanza, el Heraldo del Norte, Lehmann Nitsche arrib a Napalp junto a un asistente en el mismo da de la matanza y no le permitieron acercarse al lugar donde se produjo la misma, permaneciendo en la zona de la Administracin de la Reduccin, distante a unos 10 km. del lugar de la matanza (Heraldo del Norte, 27 Junio 1925).

    36. Cabe sealar que Lehmann Nitsche ocupa un lugar primordial en la visibilidad de los indgenas del Chaco argentino y en la historia de la antropologa de la regin, por haber sido el primer antroplogo que utiliz la imagen para estudios antropomtricos de indgenas chaqueos. Dos publicaciones suyas son el ejemplo ms claro del uso de la fotografa como complemento de sus mediciones antropomtricas (Lehmann Nitsche, 1904 y 1907). En aquellas oportunidades las imgenes fueron obtenidas por el fotgrafo y taxidermista del Museo de La Plata Carlos Bruch. En 1924, la prensa hace referencia a un acompaante, pero no se ha podido identificar si era un fotgrafo.

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    se les atribuyen: ellas son sobre catorce fotografas obtenidas presumiblemente por este antroplogo en esa visita o por su asistente , cuyos originales se hallan en su legado en el Instituto Iberoamericano de Berln, y que hemos analizado en textos previos (Giordano, 2009), indagando en qu medida aque-llo que se pretendi ocultar o invisibilizar se hace presente en la imagen, a partir de ciertas huellas o marcas que miembros actuales de la comunidad indican/identifican. Ello se sustentara en el princi-pio de invisibilidad de lo visual, a partir de una evaluacin crtica de lo visible ligado al referente se indaga sobre lo invisible que ese mismo referente dispara, buscando desarticular la realidad fundada exclusivamente en el referente. Asimismo, esta lectu-ra supone abordar el conflicto a partir del concepto de desapariciones forzadas (Grner, 2002, p. 69) que hace completar la imagen con nuestras expectativas y con la mirada y la memoria de algunos descendien-tes de testigos de la matanza.

    La primera impresin al observar estas catorce imgenes es la de una exposicin fotogrfica certera y amable de un grupo de indgenas frente a la cmara. Nada nos hace pensar en violencia, conflictividad ni muerte. As, estas catorce fotos legitiman visualmente

    un ambiente apacible con indgenas amigos tobas y vilelas segn las inscripciones, que posan ante la cmara y que poco indicara el contexto de sangre en que concluy la sublevacin de Napalp. Por lo tanto, estas imgenes son funcionales al discurso del Estado y parte de la prensa nacional y territo-riana con respecto a los acontecimientos ocurridos en esa Reduccin, que deslindaba responsabilidades y adjudicaban el enfrentamiento entre grupos tobas y mocoves como causantes del conflicto, a la vez que negaban las muertes denunciadas.

    La presencia de Lehmann Nitsche en el mbito de la reduccin de Napalp haba trascendido tanto en la prensa como en el mbito oficial, y a pesar de su silenciamiento sobre lo ocurrido37, su nombre fue referido al tratarse los sucesos de Napalp en una Co-misin especial de la Cmara de Diputados (Lenton, 2005, p. 253).

    La prensa opositora al gobierno territoriano y denunciante de la matanza, aseveraba que a Lehmann Nitsche y su asistente no se les permiti acercarse al escenario de la matanza, distante a unos diez kilme-tros de la Administracin de la Reduccin. Si obser-vamos las imgenes, nos encontramos con tomas que ponen en escena justamente los edificios de la Ad-

    Imagen 4. Robert Lehmann Nitsche (atrib.). Vilela, Napalp, 1924.

    Ibero-Amerikanisches Institut (N-0070s56)

    37. Este silenciamiento ha sido abordado en numerosos artculos de antroplogos que trabajaron en el Chaco (Gordillo, 2004; Miller, 1979, entre otros).

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    ministracin de Napalp. Pero a la vez, descripciones de Lehmann en las fotos referencian a los retratados como tobas y vilelas38, este ltimo grupo, reconocido por miembros de la comunidad como los entrega-dores del lugar donde se encontraban los indgenas sublevados39.

    La condicin de amigos a la cual aluda la ima-gen se converta desde el referente en un ndice en nuestra lectura. Pero Juan, al observar varias de las fotos en que los sujetos representados llevan un braza-lete en sus brazos, seala que su abuela quien haba sobrevivido a la matanza le haba relatado que el brazalete era una forma de identificar los buenos de los malos. Durante la poca de la matanza y la perse-cucin posterior el brazalete identificaba a los buenos, los que estaban en la Reduccin y el que no tena

    esa seal era un salvaje. Mi abuela me lo cont hace mucho tiempo, yo dudaba, pero ahora veo esa marca ac en la imagen y eso se vincula a la matanza40. Esa marca asocia la imagen apacible y amistosa a uno de los hechos ms sangrientos que viviera esa poblacin, con la memoria familiar de Juan, pero a la vez documenta en su lectura la entrega de los vilelas, an cuando las descripciones de Lehmann sealan tanto a tobas como vilelas como portadores del brazalete, como indios buenos41.

    Sin duda esta aproximacin a la imagen a par-tir de indicios secundarios se liga al tema que nos preocupa la violencia del Estado en torno a la Ma-tanza de Napalp y refuerza la afirmacin de Soula-ges de que la fotografa no es ya una cita de la rea-lidad, sino una historia puesta en escena (Soulages,

    Imagen 5. Robert Lehmann Nitsche (atrib.). Toba, Napalp, 1924.

    Ibero-Amerikanisches Institut, Berlin (N-0070s56)

    38. Los vilelas estaban ubicados en la zona cercana a Resistencia, capital del Chaco. Al crearse la Reduccin de Napalp, su organizador, Enrique Lynch Arriblzaga, llev un grupo de indgenas de esta etnia que se ubicaron en tierras de la administracin de la Reduccin.

    39. Entrevista a Juan Chico. Resistencia, 26 de junio de 2009. Juan Chico es un intelectual toba, perteneciente a la comunidad de Colonia Aborigen (ex Reduccin de Napalp).

    40. Entrevista a Juan Chico. Resistencia, 26 de junio de 2009.

    41 Juan establece as una relacin entre los brazaletes y la delacin, que podra no ser tan evidente, si pensramos que podran estar marcados como indios buenos desde antes de la matanza, o por no haberse plegado a la misma, sin que sean delatores. Sin embargo, la presencia en las imgenes de los mismos sujetos que portaban brazalete en la imagen del avin que trataremos ms adelante, podra reafirmar las palabras de Juan.

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    2005, 85). La imagen fotogrfica hace desaparecer forzosamente un conflicto, si nos remitimos sola-mente a lo fotografiado. Pero si nos atenemos a lo fotografiable este corpus nos remite a una historia ms compleja que la memoria de la comunidad com-plementa. Asimismo, una sola foto que an no hemos considerado del conjunto de las catorce de Lehmann Nitsche, completa otros aspectos de la matanza y de la memoria comunitaria de Napalp. Se trata de una imagen en que se presenta un avin en el que se dis-tingue 2 Chaco con su piloto en la cabina, un gru-po de hombres delante del avin razn por la cual no se distingue toda la inscripcin que lleva el mismo , varios de ellos con fusiles Winchester en la mano, un polica del Territorio y en un segundo plano un pequeo grupo de indgenas, algunos de los que apa-recen en el resto de las imgenes. La foto tiene una inscripcin en el reverso presumiblemente incorpo-rada por Lehmann, al igual que las inscripciones de algunas otras fotos , que dice: Flugzeug gegen den Indianeraufstand (Avin contra levantamiento in-dgena),42 lo que sita claramente esta imagen en el

    contexto de la Matanza. Pero a la vez lo hace presente a Lehmann en el escenario, por encontrarse fotogra-fiado entre el grupo que rodea el avin.

    La prensa opositora al gobierno de la poca de la matanza43 y la memoria de los sobrevivientes y sus descendientes han referido a la presencia de un avin de Aerochaco 2 que sobrevol la zona en la que se encontraban tobas y mocoves a espera de promesas de resolucin del conflicto planteado al gobierno te-rritoriano. La prensa oficialista deca que el da 18 de julio se haba enviado un avin para supervisar el campamento de los alzados, mientras el periodismo opositor seal que cuando los cuadros de gendar-mera y polica ya estaban desplegados para el ataque el aeroplano tripulado por el sargento Esquivel sobre-vol el campamento indgena, y que sigui hacin-dolo siniestramente tras la matanza para confirmar a la polica que no haba peligro (Heraldo del Norte, 27/06/1925).

    Sobre la presencia del avin y lo que esta imagen significa para Napalp nos deca Juan: Hay dos ver-siones: en nuestra comunidad unos dicen que el avin

    42. La traduccin es nuestra.

    43. Nos referimos al ya citado El Heraldo Chaqueo, luego denominado Heraldo del Norte, que fue el principal peridico local que marc un discurso diferencial sobre lo ocurrido en Napalp, y edit un nmero especial sobre los sucesos y su tratamiento discursivo por la prensa en 1925.

    Imagen 6. Comisin Honoraria de Reducciones de Indios. Publicacin N4. Juramento a la bandera, 1936Al lado del abanderado se observa a la Cacica Dominga

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    pas das previos de la matanza para hacer reconoci-miento y que ese da sobrevol y el ruido hizo que la gente saliera porque estaba expectante de la promesa del gobernador. Otra versin, que viene de los vilelas, dice que el avin tir caramelos y que eso hizo que la gente se juntara en un lugar y favoreci el ataque de la polica. A mi este avin de la foto me impresiona, pero me interroga si la foto es antes o despus de la matanza44.

    A ello completaba David diciendo: Para mi el avin es la imagen de la victoria. Parece decir hemos terminado el trabajo, ese es el mensaje. Para m es lo despus, no lo antes.45

    La foto del avin abre tambin la discusin sobre el tema de la nacionalidad y el rol del Estado que varios receptores sealaron en una instancia exposi-tiva de estas imgenes en la comunidad46. Entre las imgenes que se presentaron, adems de las de Leh-mann Nitsche, se encontraban algunas de las analiza-das previamente que correspondan a los inspectores de la Comisin Honoraria de Reducciones de Indios, entre ellas un par de imgenes donde la Cacica Do-minga observaba el Juramento a la bandera por parte de hombres, mujeres y nios de Napalp. La bandera presente en el avin involucrado en la matanza, y la repeticin del smbolo en estas imgenes, se convir-ti en la marca de reflexin de jvenes tobas. Carlos sealaba: eso es lo que yo no entiendo primero nos hacen jurar lealtad a la bandera (sealando la ima-gen del juramento a la bandera) y despus nos matan (sealando el avin)47. Mientras Mario, que haba re-conocido a un abuelo de su esposa en los retratos de vilelas tomados por Lehmann Nitsche, apuntaba: A m me impresiona ver la bandera en el avin, y verla en esta otra foto (sealando el juramento). No entien-do, ramos parte de la Argentina, pero el mismo pas nos mand el avin48.

    Eplogo

    La produccin diferencial y los usos de la imagen operada desde los agentes del Estado nacional y terri-toriano derivaron en vidas distintas de la imagen fotogrfica. Aquellas que documentaban el some-timiento armado, que pretendan testificar modos

    de vida y costumbres retratando a grupos indgenas, constituyeron material de archivo y, por ello fueron durante dcadas totalmente desconocidas por los su-jetos/objetos de representacin y sus descendientes49.

    Por el contrario, las que integran diversos docu-mentos de identificacin desde una estrategia asociada a la fisognoma gravitada por una fuerte impronta de ideas raciales que rehusaban a considerar los contextos etnogrficos, son las imgenes que se introdujeron en el contexto personal e ntimo de los indgenas chaque-os. Fueron tambin estas las que supusieron la primera relacin de conservacin de la imagen desde las comu-nidades. La potencia de la representacin fotogrfica asumi, a partir de la foto-carnet o foto-documento un status de constatacin: se era yo cuando era chi-co, sta es la foto ms vieja que tengo, mir, fueron algunas de las reflexiones sobre las fotos que conserva-ban, sin preguntarse sobre el contexto de produccin de las mismas. Sin embargo, reflexionaban acerca de aquellas que nosotros les acercbamos: son de la con-quista, mir, esos indios tienen uniformes militares, o qu raro verla a la Cacica Dominga en esa foto del juramento a la bandera. La foto-carnet era asumida como sinnimo de su identidad, pero tambin como si propio, lo que conservaban de sus familiares o de ellos mismos: no reflexionaron sobre lo actuado, ni lo probatorio o el status normalizador que nosotros leamos en esas imgenes.

    La fotografa define un espacio que no solo nos permite discutir las cuestiones de representacin y representatividad, las estrategias de homogeneizacin y normalizacin visual y social, de cambio cultural forzado, de discriminacin y determinismo racial, sino que a estas cuestiones subyace la invisibilidad/visibilidad, la memoria y el olvido como estrategias de construccin de lo visual.

    Las narrativas visuales procedentes de agentes-representantes del Estado ponen en evidencia que no existieron estrategias comunes en los modos de construir lo social desde lo visual, pero que sin embargo, estos paquetes visuales se transformaron en argumento de construccin de nacionalidad y de identidad desde arriba. La segmentacin de lo social deba encontrar relatos visuales unificadores de una comunidad imaginada: visualidades que evitaran la erosin de identidades mltiples y que pusieran en evidencia el rol preponderante del Estado

    44. Entrevista a Juan Chico. Resistencia, 26 de junio de 2009.

    45. Entrevista a David Garca. Resistencia, 26 de junio de 2009.

    46. Entre mayo y junio de 2010 se realiz, por demanda de varios referentes comunitarios a quienes habamos entrevistado anteriormente, una presentacin de las imgenes en el saln de la Asociacin Comunitaria de Colonia Aborigen (ex Reduccin de Napalp).

    47. Entrevista a Carlos Samuel Ortega. Colonia Aborigen, 4 de mayo de 2010.

    48. Entrevista a Mario Paz. Colonia Aborigen, 4 de mayo de 2010.

    49. A partir de un trabajo de investigacin dialgica con las comunidades indgenas que hemos realizado entre 2005 y 2010 con una seleccin de fotografas histricas, estas imgenes han sido conocidas por algunas de ellas.

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    395Someter por laS armaS, vigilar por la cmara. eStado y viSualidad en el chaco indgenaMariana Giordano (UnnE)

    en la construccin de identidades y visualidades, y en encontrar un hogar para la historia del indgena

    chaqueo en la historia argentina, que invisibiliza la violencia en la virtual fundacin del Chaco.

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    397Someter por laS armaS, vigilar por la cmara. eStado y viSualidad en el chaco indgenaMariana Giordano (UnnE)

    Submeter pelas armas, vigiar pela cmara: Estado e visualidade no Chaco

    indgena

    Resumo

    Os modos de construir o visual no Chaco argentino seguem diferentes estratgias sustentadas pela microfsica do poder. Se bem que elas

    no emanam somente do Estado nacional, foi a partir do planejamento das aes e as representaes do Estado, que emergiu uma

    construo da tenso, controle e coero sobre as comunidades indgenas. Pretendemosanalisara maneira em que o visual se apre-

    senta como uma experincia que articula a visocomasprcticas culturais,sociaiseindividuais.A partir deumaanlisedas diversas

    abordagens de(re)presentaodas fotografias do indgenado Chaco, investigamos sobre seu papelcomo prova, verdadeeordem

    noprocesso desubmisso, vigilnciaenormalizao; o que demonstraacomplexidadedo entramado dopodere visualidade, queem

    diferentes estratose usos se manifestaramhistoricamente.

    Palavras-chave: Estado; o visual; fotografias; Chaco indgena; submisso.

    Submit through guns, surveil through cameras: State and visuality in the

    indigenous Chaco

    Abstract

    The differents ways to build the visuality in the Argentine Chaco followed strategies sustained by microphysics of power. Although they

    do not emanate only from the National State, the actions and representations planning from that, influenced to the construction of

    the power, control and coercion on indigenous groups. We intend to analyze how the visuality experience is presented in the articula-

    tion of cultural, social and individual politics. From an review of several approaches aimed indigenous of Chaco, we ask about their

    role as evidence, truth and order in the process of submitting, vigilance and standardization. So, we show up the complexity of the

    retationship between power and visuality, that were expressed historically in different layers / strata and uses / circulation.

    Key words: State; visuality; photography; Chaco indigenous; submitting.

    Data de recebimento do artigo: 24/10/2010

    Data de aprovao do artigo: 29/07/2011