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כל נדרי
י . וכנויי. וקנוסי. ושבועות. מ� קונ� י . ו� מ� ר� ח� י . ו� ר� ס� א� י . ו� ר� ד� ל נ� כ�
א . נ� ת� פש� ל נ� א ע� נ� ר� אס� ד� א . ודאחרימנא. ו� נ� ע� ב� ת� ש� א� ד� א .ו� נ� ר� ד� נ� ד�
ים הבא עלינו לטובה. כלהון אחרטנא פור� ד יום כ� ה ע� ים ז) פור� יום כ� מ�בהון.
כלהון יהון שרן. שביקין. שביתין. בטלין ומבטלין. לא שרירין ולא קימין.
י . ושבועתנא לא שבועות. ר� ס� א לא א) נ� ר� ס� א+ י . ו) ר� ד� א לא נ� נ� ר� ד� נ�
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Kol Nidrei
Nos arrepentimos por el incumplimiento de todos los
votos que formulamos, de las obligaciones rituales que
contrajimos, de los anatemas en los cuales incurrimos y
de los juramentos que prestamos ante Dios, desde este
Día del Perdón hasta el próximo Día del Perdón que nos
llegue para el bien.
De todos ellos nos arrepentimos. Sean todos ellos
absueltos, nulos, y sin valor, sin efecto, y sin carácter de
obligación. Nuestros votos que no sean considerados
como tal, tampoco nuestras obligaciones ni los
juramentos que prestamos ante Dios.
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Kol Nidrei es una tefilá que hacemos en la víspera de Iom
Kipur, comenzando con el servicio religioso. Mediante el Kol
Nidrei, queda declarado que todas las promesas que hemos
hecho y no hemos cumplido, quedan anuladas.
Esta tefilá está basada en el mandato bíblico de que un judío
no debe quebrar ninguna promesa proferida, y trata de la
anulación de las promesas hacia el Todopoderoso hechas
voluntariamente por el hombre pero no observadas o quizás
no cumplidas porque estaban por encima de su capacidad.
Respecto de las promesas hechas al hombre, en cambio, Kol
Nidrei no es aplicable. Una persona no puede ser liberada de
una obligación para con su prójimo salvo por consentimiento
de la persona concernida.
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Ha sido sugerido que la oración de Kol Nidrei fue compuesta
por los judíos de España en los tiempos del Rey Recaredo I
(586-601), después de la persecución a sus súbditos judíos.
Él ordenó su conversión al catolicismo y estos debieron
atacar estas disposiciones contra su conciencia y voluntad.
Con la llegada de Iom Kipur, cuando se reunían
clandestinamente para ofrendar sus plegarias a Dios, el
mayor de todos ellos se levantaba para declarar que todos
los juramentos y promesas que habían hecho eran nulos y
vanos, puesto que los habían formulado bajo coacción. Así es
como la fórmula usada en este preciso día fue introducida al
oficio. Es probable también que fuera en esas circunstancias,
en que los emocionantes acordes de Kol Nidrei hubieran sido
compuestos.
Más tarde, esta costumbre se extendió a muchas de las
tierras vecinas, probablemente a través de la migración de
los marranos, y fue retenida aún en época de libertad
religiosa.
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Ocurría a menudo que, cuando los judíos marranos visitaban
a sus cofrades en los Iamim Noraim en las sinagogas
portuguesas de Ámsterdam y Hamburgo, los últimos se
oponían a admitirlos en su congregación. Argumentaban que
los marranos debían haber huido y abandonado todas sus
posesiones en España en lugar de someterse a una
conversión externa. De aquí que nuestros Sabios de esa
generación ordenaron la recitación de la frase:
''על דעת המקום ועל דעת הקהל אנו מתירין להתפלל עם העברינים''
“Invocando Divina sanción y con la anuencia de esta sagrada
congregación declaramos: nos es lícito orar junto a los
transgresores (es decir, los Avarianim, o sea, los marranos)
Probablemente, como fue sugerido, la palabra Avarianim,
podría ser una referencia a la península de España, pues en
Europa sus habitantes eran generalmente llamados ibéricos.
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El Kol Nidrei resuena, en verdad, con el clamor milenario y
genera en el Beit Hakneset una atmósfera muy particular, la
melodía produce una emoción muy fuerte, creando una
fuerza espiritual que evoca la trascendencia del día que
comienza.
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Max Bruch y Kol Nidrei
Si bien para algunos el origen del Kol Nidrei se remonta al
período de los godos occidentales, cuando comunidades
enteras eran obligadas a bautizarse para más tarde los judíos
reunirse en secreto durante Iom Kipur y repetir ese rezo para
evitar caer en perjurio, otros afirman que la melodía fue
instituida en el exilio babilónico, y también se afirma que
data de la época talmúdica, en la Edad Media, entre el 600 y
el 1100.
Lo cierto es que ninguna otra melodía tradicional judía ha
atraído tanta atención de compositores en los últimos siglos
como el Kol Nidrei. Son innumerables los arreglos para voz,
piano, órgano, violín o cello.
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En las primeras notas del cuarteto de cuerdas op. 131 de
Beethoven el inicio de Kol Nidrei es reconocible, Arnold
Schoenberg compuso una pieza basada en esta plegaria,
pero quizás el arreglo más conocido y conmovedor sea el de
Max Bruch, su opus 47 Adagio en melodías hebreas para
violoncello y orquesta. Esta obra, pieza clave que todo
cellista debe interpretar en algún momento de su carrera,
fue compuesta en 1881. Bruch, alemán y protestante, se
familiarizó con la melodía cuando su maestro Ferdinand Hiller
lo presentó a la familia Liechtenstein en Berlín. Bruch
expresó que a pesar de ser protestante se sintió cautivado
por la belleza de la melodía y se sentía orgulloso por el
arreglo orquestal que había hecho y de incorporar melodías
judías no sólo a sus composiciones sino también al repertorio
musical de las salas de los conciertos.
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Leyenda sobre el nacimiento del Kol Nidrei
En tiempos de Fernando e Isabel, pertenecía a la corte de España el
judío Manuel de Texeiro.
Grande era el afecto que la real pareja había cobrado al cortesano
judío, y cuando en 1492 dieron el edicto de la expulsión de los judíos
de España, los reyes obligaron a Manuel de Texeiro a permanecer a
su lado.
Don Manuel continuó, sin embargo, fiel a la fe de sus mayores.
No eran muchas las prácticas religiosas que él y los demás marranos
podían celebrar en secreto, pero Iom Kipur era devotamente
observado por todos, aún poniendo en juego sus vidas.
En una escondida gruta, lejos de toda mirada humana, se reunían los
marranos para elevar sus plegarias a D-s.
Pero he aquí que un aciago día de Iom Kipur los agentes de la
Inquisición dieron con el rastro de los perjurios, y todos fueron
condenados a morir en la hoguera.
Sólo a Manuel de Texeiro, por pedido especial del monarca, le fue
perdonada la vida, pero con una condición: que abominara
públicamente de su “terrible pecado”.
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Don Manuel se negó rotundamente a aceptar la gracia. Quería seguir
la suerte de sus hermanos y morir con ellos, santificando el Nombre
Divino (“Al kidush Hashem”).
Mas el rey, que lo estimaba de veras, lo visitó personalmente en la
prisión y tanto le rogó, tanto le imploró, que Don Manuel, con el alma
desgarrada, accedió por fin.
Y llegó el día del gran Auto de fe. Uno tras otro expiaron los
condenados santificando el nombre de D-s. Y ya le tocaba el turno a
Don Manuel. Acercóse el Gran Inquisidor e invitóle a expresar público
arrepentimiento por el pecado cometido, tal como lo prometiera el
rey.
La plaza estaba repleta de populacho, de nobles, de altos miembros
de la Corte. Don Manuel ascendió las gradas que conducían hasta la
ardiente pira.
Todas las miradas se dirigieron hacia la erguida figura del judío, a
cuyas espaldas danzaban las lenguas de fuego como un clamor sin
palabras.Todos los rumores, toda la algarabía, callaron de golpe.
Y en medio del silencio se alzó la poderosa voz de Don Manuel de
Texeiro: “Desde hace 3000 años, el pueblo de Israel le ha guardado
fidelidad a la Torá, a la ley de Moisés, que le fue dada en el Monte
Sinaí en medio de una columna de fuego, debemos también volver
con ella al regazo del pueblo”.
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Y así diciendo, se arrojó a la ardiente pira y entregó su alma
pronunciando el “Shemá Israel”.
Un inspirado compositor, que se encontraba entre los miles de
espectadores, regresó a su casa con el alma profundamente sacudida
por el macabro espectáculo que acababa de presenciar y, en un rapto
de inspiración, narró en compases inmortales el martirologio de los
marranos.
Así, cuenta la leyenda, nació esta profunda, tocante, melancólica,
estremecedora y elocuente melodía, la más hermosa y la de mayor
valor musical de todo el ritual judío...
(Extracto de “Iamim Noraím”, serie “Lamoadim”, de Irgún “Bnei Akiva”,
1974)
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Sobre la anulación de las promesas
Es sabido que la oración de Kol Nidrei en la historia fue con
frecuencia la causa de acusaciones contra los judíos. Los enemigos
de la judeidad utilizaron esta oración, para probar a sus ignorantes
seguidores que un judío podía anular sus promesas por medio de ella
y, por lo tanto, no era de confiar. Es así que el 24 de junio de 1240,
Rabí Yejiel de París intentó refutar el desafío hecho por el obispo
Nicolás Dunin en presencia del Rey Luis IX y la Reina Madre Blanca de
Castilla, venciendo al demostrar –citando pruebas del Talmud- que
Kol Nidrei no absuelve a un judío de guardar la promesa hecha al
prójimo.
En 1656, Manase Ben Israel tuvo una experiencia similar en sus
negociaciones con Cromwell por la readmisión de judíos en Inglaterra.
Aun más tarde, luego de repetidas presentaciones ante las
autoridades de Rusia por ciudadanos inamistosos, éstas emitieron
una orden en 1857, prescribiendo una introducción especial para la
oración de Kol Nidrei. En ella nuevamente se declara explícitamente
que es únicamente aplicable a aquellas promesas que involucran a la
persona que las hace y no a ninguna otra.
(extraído de: El Ciclo del Año Judío, Yaacov
Vainstein)
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Kol Nidrei en Auschwitz, 1943.
En el Block 27 en Auschwitz había 600 mujeres. En un ala se
ubicaban las mujeres judías y en la otra las mujeres cristianas,
ucranianas y polacas. Para contener la gran cantidad de prisioneras
que en esos días subió el número con la constante llegada a de los
“transportes”, se decidió dividir al Block con medianeras. La distancia
entre una y otra era de dos metros. Cada cabina albergaba tres
banquillos, para cindo mujeres cada uno. Era grande el hacinamiento.
El “menú” consistía por la mañana en café amargo, al mediodía sopa
y por la tarde 200 gramos de pan.
Una tarde volví del trabajo y me paré en la fila al lado de la puerta
para recibir mi ración diaria. Esa misma tarde me sorprendí al
encontrar unas velas al lado de mi pan. Me asombré y pregunté para
aclarar el asunto. “Esta tarde es Iom Kipur”, me contestaron. Me volví
a sorprender cuando vi a las mujeres judías que se preparaban a
ayunar, a pesar de las condiciones de hambruna en que vivíamos
diariamente…
Ese Kol Nidrei las mujeres del pueblo de Israel estaban frente a las
velas encendidas. La luz se esparció por todo el Block, mientras ellas
lloraban y rezaban. Las mujeres católicas del ala contigua
contemplaron la situación y callaron.
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Un silencio profundo albergó todo el Block: a un lado, las mujeres
judías frente a las velas encendidas; al otro, las mujeres polacas y
ucranianas, sorprendidas al observar el entorno.
De pronto, una de las mujeres polacas pasó a nuestro lado del Block
y dijo: “compañeras judías, hoy, el día de vuestra fiesta, les
deseamos que sean merecedoras de festejar el próximo Iom Kipur en
libertad, y que al volver a vuestros hogares, encuentren allí a
vuestras familias…” No recuerdo más palabras de su discurso, sólo
recuerdo la inmensa emoción que se suscitó entre nosotras... Fue un
momento de fraternidad entre los seres humanos, en un lugar donde
se trataba al hombre peor que a un animal.
Y lo más sorprendente sucedió al día siguiente. Como las mujeres
judías ayunaron, quedaron raciones de comida que no fueron tocadas
durante todo el día. A pesar del hambre y de las condiciones
imperantes, cada ración permaneció allí hasta la salida de la primer
estrella, hasta que el concluyó ayuno.
Extraído del diario Naomi Yudkovsky, Kibutz Lojamei Haghetahot
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