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Sumario3. Editorial

4. El coloquio y sus lectores.José Alfonso Rueda

5. OpiniónUna realidad copiadapor Virginia García Gómez

6. RecomendaciónMucho muchachitapor Beisa C

7. OpiniónA caballo regaladopor Rafael López Álvarez

8. Opinión.Escrito en femeninoPor Alicia Tejada Baena

9. RecomendaciónSomos pocos los elegidospor Miguel Ángel Ortiz Mora

10. CipiónMantener la ortografía

11. BerganzaCambiar la ortografía

12. NarrativaAlgo que contar, nada que decir...por Alba Delgado Núñez

Humorpor José Manuel Márquez (Mane)

13. NarrativaTuvimos un sueñopor Victor Barranco García

14. NarrativaVidas en azul atlántico.por Juan Gómez Portero

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, ire-mos tratando temas de interés para nuestra sociedad. Esta sección, junto al editorial, las noticias de nuestras actividades, el cómic, la fotografía, la poesía, los artículos de opinión (ladridos perrunos de nuestros colaboradores), las recomendaciones y el comentario especializado de un invitado son los que irán rellenando de contenido, número tras número, y esperemos que por muchos, este Ladrío nuestro y vuestro.

Portada:José M. Már-

quez «Mane»

15. NarrativaSensibilidadpor José Manuel Pozo Herencia

16. NarrativaEl amorpor Rafi Jiménez Pérez

17. OpiniónCórdoba 2016por Valeriano Rosales Esteo

18. Bases del 9º concurso de relato corto y fotografía.

Contraportada...y la gente nos mirabaPaco Vilchez

Con la colaboracion de:Rafael López

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El LadríoINVIERNO 2010Nº 17 Año VDepósito Legal: CO-1592-2006ISSN: 1887-1437Tirada: 500 ejemplaresEjemplar gratuitoEdita: Asociación cultural El coloquio de los perros

Aptdo. Correos 122. 14550 Montilla (Córdoba))

El Ladrío es una publicación plural y abierta que no hace necesariamente suyos los artí-culos y comentarios particulares que en ella puedan aparecer.Los autores de la sección «Cipión y Berganza» escriben defendiendo dos posturas distintas sobre un mismo tema de interés a petición de los editores de esta publicación. Los opinio-nes reflejadas en estos artículos no tienen por qué coincidir con las de sus autores.

www.elcoloquiodelosperros.es

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Nuestra preocupación como hablantes de la lengua española debe necesariamente pasar por una conciencia colectiva del buen uso de esta. Ello implica de forma inevitable la correc-ta escritura del código lingüístico común que emplean más de 400 millones de hispanohablan-tes. No obstante, más allá del debate normativo (cuestionablemente necesario), lo que sí es evi-dente es el hecho de que compartimos un tesoro, el instrumento privilegiado que ha puesto las letras hispánicas en el lugar que les correspon-de en la esfera internacional desde el punto de vista social, económico y, sobre todo, cultural.

Desde esa óptica y en aras de la preservación de este patrimonio inmaterial, hay que recono-cer los esfuerzos que ha llevado a cabo la Real Academia Española de la Lengua (RAE) desde la publicación en 1741 de la primera Orthogra-phia española hasta la última edición de 1999. Esta obra fue el primer texto normativo orienta-do hacia el panhispanismo, política lingüística adoptada por la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Según la propia RAE, la Ortografía académica es “una obra sucinta, de carácter esencialmente normativo en la que se exponen las reglas de escritura, complementadas con normas orien-tadoras destinadas a facilitar su enseñanza y aprendizaje”. Si partimos de la base de que debemos hacer un buen uso de nuestra lengua, tanto en el plano oral como escrito, no pode-mos sino compartir este objetivo didáctico y su

espíritu panhispánico; pero, ¿existe realmente la necesidad de regular? ¿Qué es lo correcto y quién lo decide, los usuarios o los académicos?

Debemos hacernos estas preguntas antes de juzgar si las modificaciones que la RAE propone en su nueva Ortografía son o no pertinentes. A menudo, la RAE encuentra una oposición sistemática a su trabajo por parte de lingüistas, literatos, filólogos y los propios hablantes; sin embargo, el rechazo a la labor normativa debe estar justificado.

He aquí algunos de nuestros argumentos y una reflexión inicial es: ¿no hay cuestiones más importantes que resolver en nuestra lengua más allá de cambiarle el nombre a la i griega? ¿Debe la RAE prescribir o describir la lengua?

Con frecuencia la RAE ha ido a la zaga del uso real de la lengua, o ¿acaso alguien aún llamaba a la uve “be baja” salvo algún purista recalcitrante? ¿Qué tendrá que ver el nombre de nuestra querida y griega con su uso mayo-ritariamente consonántico? ¿Qué ocurre con nuestra tilde diacrítica, que ya no nos ayudará a distinguir entre “quiero sólo café” y “quiero un café solo”?

Al menos una cosa tienen clara, ya no hay una equivalencia unívoca un sonido-una letra, pues la ch y la ll dejan de ser letras del alfabeto para pasar a ser dígrafos, grafías compuestas por dos signos para representar una letra, algo común en otras lenguas romances. Algo es algo.

EDITORIAL

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Yo soy un moro judío

que vive con los cristianos,

no sé qué Dios es el mío

ni cuáles son mis hermanos.

Milonga del moro judío, Jorge Drexler

Un mismo dios en el fondo, con peque-ños matices que lo diferencian. Religiones que se basan en la anterior y coinciden en casi todo. Creencias nacidas en una misma región geográfica, entre los mismos pueblos, y extendidas a lo largo y ancho del Medite-rráneo.

Yahvé, Dios, Alá. Distintas formas de lla-mar al mismo ente todopoderoso, omnipre-sente y omnisciente. Profetas comunes como Abraham o Moisés. Cristo, también recono-cido por el Islam como predecesor de Maho-ma. Ciudades santas comunes como Jeru-salén y Hebrón. El mismo cielo y el mismo infierno. El cristianismo toma sus orígenes del judaísmo, y el Islam, a su vez, de ambos. Cientos de coincidencias y aspectos comu-nes que nos unen a estas tres religiones y a estas tres culturas, muchas más y de más importancia que lo que nos separa.

Sin embargo, en lugar de fijarnos en lo que nos une, siglos nos contemplan de apuntar sólo a aquello que nos diferencia, al matiz, a lo insignificante, para ma-tarnos los unos a los otros. Un absoluto sinsentido que habla bien a las claras sobre la estupidez humana, arrastrada por el cinismo de los poderosos, los que siempre se han preocupado

por remover esos rescoldos de lo distinto en su propio beneficio, sin importarle mucho más creencias o religiones, sólo ver acrecen-tados su poder y su riqueza. ¿Cuánto tene-mos en común judíos, cristianos y musul-manes con budistas, hinduistas o sintoístas? ¿Cuántas cruzadas o yihhads contra ellos? ¿A quién podía importar una religión, por diferente que fuera, tan lejana y que poco po-día aportar a la fortuna e influencia de esos poderosos? Las guerras santas tienen todas un mismo estandarte común, el poderoso caballero de Quevedo, por encima de milon-gas que sólo sirven para engañar al pueblo llano, el que terminaba regando los campos con su sangre en nombre de un dios que es el mismo, el de Abraham, como dicen los libros sagrados de las tres religiones.

Estamos acostumbrados, a veces hasta el hastío, a que nos sigan dando noticias sobre el enfrentamiento entre judíos, musulmanes y cristianos: Gaza, Cisjordania, Jerusalén, el Holocausto, los progroms, Al Qaeda, la gue-rra de Bosnia, Santiago Matamoros… Sin embargo, no debemos olvidar que hubo un tiempo y un lugar donde esas tres culturas convivieron en paz, armonía y mutuo pro-

vecho: Al-Ándalus y la España medieval, con ejemplos tan des-tacados como Toledo, Lucena o Córdoba. Esa Córdoba, faro de concordia y entendimiento, espejo en el que seguir mirán-donos mil años más tarde, no debe caer en el olvido de lo que fue y nunca debería dejar de haber sido, un oasis de respeto, por encima de los matices, de la geometría religiosa en forma de cruces, medias lunas o estre-llas de seis puntas.

El coloquioy sus lectores por José Alfonso Rueda

http://ciudadanocamachuelotrompetero.blogspot.com/

Tres culturas

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Opiniónpor Virginia García Gómez

Hará unos meses intro-dujeron en una de las redes sociales más importantes de la actualidad algunos juegos. A pesar de la cantidad que hay de ellos, mi preferido es uno, Yoville.

Este juego es algo parecido a los Sims, pero en “cutre”. Unos gráficos simples y unos muñecos cabezones que de-sarrollan su día a día en un mundo consumista. El juego dispone de un chat con el que se puede interactuar con los demás jugadores, algo que da muchísimo entreteni-miento.

El juego es simple; partes de la creación de un muñeco con unos rasgos parecidos a ti, si te apetece. Te dan un apartamento con algunos muebles y tú tienes que ir completándolo, cambiando los muebles…

Para conseguir el dinero

para estos accesorios puedes trabajar animando fiestas, capturando animales o ladrones… Otras posibili-dades de conseguir dinero son jugando en el casino, echando carreras, pescando, haciendo fotos o vendiendo las cosas que ya se tienen a demás jugadores de Yoville.

Otra posibilidad del juego es crear eventos, donde acuden personas de casi todo el mundo con las que puedes hablar a través del chat. Los eventos pueden ser variopin-tos, desde el más típico de “Vendo”, hasta algunos más excepcionales, que no podría pasar sin ejemplificar.

El primero curioso podría ser uno que enunciaba “Te casamos” (en la interaccio-nes de Yoville hay noviaz-gos, matrimonios, adopcio-nes, familias ficticias…), y este evento creado por un

grupo de latinoamericanos consistía en casar las pa-rejas existentes en Yoville. Para ello, habían condicio-nado una casa como salón de bodas.

Otro evento es el típico de escuela u hospital, que van en análogos con la realidad. También curioso es el de ga-binete psicológico, asimismo análogo a la realidad, algo perruno. Incluso encontré una vez hasta casa de citas. En fin, hace falta imagina-ción para desarrollar una vida tan plena en Yoville como la de algunos.

Aunque el juego es de base gratuito, en realidad para quien quiera no lo es. Hay unas cosas llamadas YOCASH, dinero ficticio del juego que sí que hay que comprar por medio de servi-cios de pago de Internet, por ejemplo Paypal. Este dinero sirve para comprar cosas más extravagantes o más caras que las que se pueden adquirir por monedas habi-tuales. Y se sorprenderían de la cantidad de personas que gastan dinero real en el juego. Es más, los creadores del juego se están haciendo casi literalmente de oro.

Pero vamos, para quien crea que se sobrepasa el gas-to real en un juego, también puede jugar como hago yo, de forma gratuita, y no está nada mal.

Una realidad copiada

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Mucho muchachitaRecomendación por Belisa C

Hará unas semanas, en plena barra libre de endorfinas tras la inges-ta de la tercera cer-veza, (cuarta quizás), alguien me habló de ella. - Tienes que verla, en serio- dijo rotundo con la sobriedad que impregna la certeza.

El confidente, por el cual servidora profesa una gran admiración, una vez más no decep-cionaba. Si un viernes noche eres capaz de esquivar el alcohol adulterado y obtener tan valiosa reseña pue-des considerarte media-namente afortunado. La sugerencia venía en bandeja de plata y ese prodigio de la ciencia llamado megaupload hizo el resto.

500 días juntos, Mark Webb (2009), “no es una historia de amor, es una película sobre lo que hace el amor”. La histo-ria es fresca, divertida y original, sobre todo original. Catalogada mejor película indie del pasado año, es un film sin pretensiones, bien afilado y honesto (sí, honesto y norte-americano).

Mark Webb, virgen en el mundo del largometraje (du-rante años había trabajado en la industria como director de videos musicales), arrojó un poco de luz a ese vacío de co-medias aburridas y atroces que serán pasto de la siesta en las sobremesas de Antena3. Una película distinta e inteligente que en ocasiones puede recor-dar al brillante Allen de Annie

Hall (y eso, querido lector, son palabras mayores).

Tom es un arquitecto que se gana la vida escribiendo tarjeta de felicitaciones, cree en el destino y en la idea de un amor verdadero que, a modo de rayo, golpea una vez en la vida. Ella, Summer, es una joven hermosa e inteligente: irresistible. Es la secretaria del jefe de Tom y le aterroriza la palabra compromiso, quiere disfrutar de la vida sin tener que complicarse con historias que siempre terminan mal. 500 días juntos cuenta el medio millar de días que comparten

los protagonistas, desde que se conocen hasta que la vida los arrastra hacia paraísos inciertos.

La cinta no parará de sorprendernos con una serie de giros impredeci-bles (desde guiños a los grandes clásicos cinema-tográficos hasta un paseo por Ikea), enorme alarde de creatividad y de talento del Sr. Webb, que arranca-rá una mueca al más mus-tio espectador. Los saltos temporales no paran de sucederse, otorgando a la película un dinamismo infrecuente en este tipo de producciones y que, en la mayor parte de los casos, terminan dejando hueca la trama y confundiendo al espectador.

Mención honorífica me-rece la banda sonora de la película. La productora Fox Searchlight Pictures, un caballo ganador en las últimas carreras, había apostado años atrás por un tal Mychael Danna y

su trabajo junto a DeVotchka en Pequeña Miss Sunshine fue deslumbrante. Una fórmula casera y efectiva que han repe-tido en esta ocasión contratan-do los servicios del compositor canadiense. El resultado es un selecto repertorio de canciones llenas de nostalgia y vitalismo: Simon y Garfunkel, The Smith, Regina Spektor...qué más pode-mos decir...

¡Ah, sí! Nunca 500 días juntos se nos hicieron tan cortos.

1 Muchachita en ruso (I love you, wiki!)

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La paremiología está cons-truida al modo de un rompe-cabezas cuyas piezas, la ma-yor parte, están voluntaria y obstinadamente del revés. Como verdades eternas que no malogran su capacidad de enseñar mientras no pierdan esa ligereza de andar de len-gua en lengua vueltas boca abajo, escondidas, y a salvo de la trivialidad o de la cos-tumbre, por el simple hecho de que digan lo contrario a aquello que enuncian.

Son adivinanzas, no ins-cripciones epigráficas en una estela de piedra. Bastará con varios ejemplos, donde come uno, comen mil.

Lo de que A caballo rega-lado no le mires el diente resulta meridiano, porque si te lo regalan, joder, exa-mínale hasta la última de las muelas, tendrá un de-fecto con total seguridad, el moquillo, tendencias repen-tinas a soltarte una coz en la cosa vertebral, una salvaje incontinencia urinaria a media mañana.

O eso de Más vale pájaro en mano que ciento volando. Si no está referido a ansiosas palabras de mademoiselle con agudo furor uterino (vertiente bastante poco probable), lo que viene a decir es que, ante la encanta-dora belleza de cien pájaros revoloteando en el cielo como partículas de pura vida, nada vale la miseria de retener a un pobre pajarillo en la mano, asustado y con

riesgo de graves problemas coronarios. O qué decir de aquel de A mal tiempo buena cara, que nos invita sin más a ser hipócritas.

Mención especial merece la joya ética del Más vale malo conocido que bueno por conocer. Toneladas de cal viva caerán sobre quien permanezca junto a lo malo (lo reconocido sin ambages como malo) antes de abrir, aunque sea una miaja, las ventanas a lo que de bueno hubiera quizás. No precisa de muchas más aclaraciones.

Ni tampoco la popular sentencia de El ojo del amo engorda al ganado. Porque precisamente es quien lo adelgaza, la concienzuda y voraz vigilancia del amo es quien lo lleva hasta la extenuación. Ojala el tío se fuera de vacaciones perma-nentes y pudiésemos echar un pitillito en paz, que no es mucho pedir. El ojo del amo a quien engorda es al propio amo. Son sus problemas ópticos los que engordarían de verdad al ganado, debería proclamarse así a los cuatro vientos si quisiéramos coser una bandera.

Y qué hay de ese dicho de Quien bien te quiere te hará llorar. Se entiende que de emoción, de ternura, de belleza a espuertas. Porque si te quiere bien, te acepta-rá como a un igual, con los mismos derechos que uno se arroga en exclusiva para sí. Y entonces ¿cómo va a

hacerte llorar a no ser por benditas razones como las anteriores? O aquel otro de A buen entendedor, sobran las palabras: para un buen entendedor que uno se echa al coleto, ¿no sería ese con quien habría que intercam-biar por fin todas las pala-bras posibles y jugar al gran juego?

Existen, en cambio, otros proverbios que apuntan más a un deseo que a una verdad, a un deseo que no puede ser dicho sin sufrir algún tipo de represión: En todas partes cuecen habas (no, en casa del pobre nunca se cuecen), A cada cerdo le llega su San Martín (es más esperanza que hecho cons-tatado, teniendo en cuenta cuántos banqueros mueren plácidamente en su cama con dosel o quién manipula el Tribunal de la Haya), La avaricia rompe el saco (otro gallo cantaría de ser cierto), o incluso Ojos que no ven corazón que no siente (inútil aspiración concebida por los despechados).

Consiste, ya se ve, en acer-tar a entender este arsenal popular y sibilino. Además de los discutibles (Porlabo-camuereelpez, Másvalepo-coquenada). Mientras llega la discusión, asumiré que en boca cerrada no entra, ni será expulsada, mosca alguna.

Opiniónpor Rafael López Álvarez

A caballo regalado

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A pesar de lo que quera-mos decir, pensar o creer que pensamos, la lengua española sigue albergando palabras con grandes dosis de machismo y, aunque la sociedad en general ha dado pasos de gigante en la lucha por la igualdad, aún queda un largo camino por reco-rrer. Así, las palabras zorro y zorra tienen significados muy diferentes al enunciar-se en un género u otro y, mientras el masculino alude no sólo al animal sino tam-bién a aquel hombre que se caracteriza por su astucia y perspicacia, el femenino no se aplica a mujeres astutas o perspicaces, sino que es sinónimo de prostituta. Algo parecido sucede con las expresiones ser cojonudo o ser un coñazo, procedentes de palabras relacionadas con lo masculino y lo femenino respectivamente, expresio-nes con un claro componen-te sexista y en las que las mujeres nos llevamos, cómo no, la peor parte. Lenguajes con importantes tintes ma-chistas creados por socie-dades que fueron machistas y que aún no han superado por completo esta manera sexista de concebir el mun-do. Aunque no siempre ha sido así y en alguna ocasión una sociedad increíblemente machista ha sido el marco perfecto para desarrollar un lenguaje específicamente femenino. Es el caso del nus-hu, un lenguaje creado por y

para mujeres en la provincia china de Hunan hace más de quinientos años.

Durante siglos, las mujeres chinas habían estado some-tidas a la voluntad y el poder de los hombres y les estaba completamente prohibido recibir cualquier tipo de educación formal, por lo que no tenían posibilidad alguna de aprender a leer y escribir. Además, vivían literalmente encerradas en sus casas con sus padres o maridos como carceleros y apenas podían comunicarse entre ellas. Se cuenta que fue una concu-bina del emperador la que, angustiada y en soledad, inventó una lengua secreta para poder comunicarse con sus “hermanas” sin que nadie las entendiese y sin temor de ser castigadas. El nushu, que en chino signifi-ca escritura de mujeres, se plasmaba en abanicos, telas

bordadas y otros objetos de uso cotidiano como elemen-to decorativo debido a que su forma era más estilizada y estética que la escritura “masculina”, pasando de

esta manera desapercibido a los ojos de los hombres. La escritura del nushu era de arriba hacia abajo y de dere-cha a izquierda y se transmi-tía de madres a hijas o entre cuñadas. Esta escritura de mujeres se mantenía sobre cuatro pilares: el canto, la escritura, el bordado y la hermandad jurada, esta-bleciendo un vínculo más fuerte que la sangre. De sus escritos, abundaban las poe-sías y cartas del tercer día, libros encuadernados en tela en los que las mujeres trans-mitían a sus hijas consejos sobre el matrimonio y que eran enviados como regalo tres días después de la boda. Todos estos escritos desapa-recían con la muerte de sus propietarias pues, según la tradición, debían enterrarse o quemarse al morir éstas para ocultar así toda eviden-cia de su existencia.

En septiembre de 2004 murió, con 98 años, Yuang Huanyi, última hablante de nushu y representante de China en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995. Afortunadamente Huanyi aprovechó esta con-ferencia para entregar a los estudiosos del nushu todos los documentos y cartas que había escrito en ese lenguaje y actualmente éste se está recuperando a través de es-cuelas especializadas y de un museo del nushu creado por la Fundación Ford en 2007.

Opinión por Alicia Tejada Baena

Escrito en femenino

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Somos pocos los elegidosRecomendación por Miguel Ángel Ortiz Mora

Suena la radio. Tic, tac, tic ,tac, tic,tac... Son las once de la noche. La galaxia está tranquila en esta hora extraña del eclipse polar. Mientras el mundanal ruido se dedica a entontecerse con sonidos y voces extrañas que destilan el amargo sabor de la frustración futbolera y otras naranjas del estilo, aquí comienza en vuestra onda... Somos pocos los elegidos.

Saborear la banda sono-ra de nuestra vida no tiene porqué resultar frustrante si empezamos a disfrutar con.... Feels like sugar, de la banda HJALTALÍN, desde su helada Reykjavík.

Esta noche dedicamos nues-tro-vuestro programa a bandas españolas que esperamos no os dejen indiferentes. No hay peor mediocridad que la de pasar inadvertido: ni odiado, ni que-rido, simplemente ignorado.

Escuchemos a continuación el tema The grapes, que desde Galicia nos desgranan POR-TRAIT. Con su sonido envol-vente nos dejan un regusto a un vino Pedro Ximénez exqui-sito para los paladares más refinados.

En este particular y pedante “setlist” (hay que ver cómo la pérfida Albión nos complica la vida) os proponemos VINO-DELFÍN, grupo de Barna y el tema que estáis escuchando... Reconocer.

Pasamos a nuestras latitudes “granaínas” y nos encontra-mos con la maravilla El más allá, del grandioso músico (todo el mundo de pie) JOSÉ IGNACIO LAPIDO, en su obra De sombras y sueños. Música

y letra para el sueño de los justos.

Y quién se puede resistir a la sugerente propuesta de un músico con mayúsculas, SR NADIE, que desde tierras ma-llorquinas y con una trayecto-ria acojonante nos sorprende con Nunca estás solo. Ni falta que nos hace.

En el meridiano de este programa os proponemos ecos vigueses que elevarán vuestro espíritu con la canción Sin mentiras, de IGLOO... ¡¡¡Guita-rras infinitas!!!

Un grupo valenciano, PO-LOCK, y la canción Sometimes. Voces y rock conjugados en un cóctel de exquisita moderni-dad.

Las voces dulces no pueden pasar de largo por este periplo literario-musical y desembo-can en las canciones de ZAHA-RA y LOS FABULOSOS, que con el tema Olor a mandarinas nos transportan a un jardín de despreocupada felicidad.

Y para terminar, mientras se arrellanan en su sillón favori-to y un menta-poleo endulza sus labios, dejen que sus oídos se extasíen con la canción Quemas, del mejor cantante y compositor para quien les ha-bla... Señoras y señores, niños y niñas (si están en horario protegido), con ustedes... XOEL LÓPEZ . ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Cómo lo quie-res!!!!!!!!!!!!!!

Sintonía final... Nos vamos. Suena Coles Corner de RI-CHARD HAWLEY:

Hold back the night from us,Cherish the light for us,Don’t let the shadows hold

back the dawm...Delicias, sublimes momentos

de increíble deleite musical. Definitivamente, somos pocos los elegidos, y además no nece-sitamos ningún gurú mediático que nos guíe por este crepuscu-lar comienzo de siglo.

Gabon, bona nit, boas noites, buenas noches y sean felices.

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Renovar o morir, esa frase tan manida está haciendo es-tragos en nuestra sociedad, y no es que lo vea mal, pero sí te diré que dependiendo a qué se aplique, estoy más o menos de acuerdo. Y me refiero que lo mismo no es renovar el color de las paredes de una perrera a cambiar el manejo de nuestro lenguaje. Esta-mos de acuerdo en que los tiempos avanzan y hay que adaptar-se a ellos, pero sí tengo que de-cirte, querido amigo canino, que cuando hablamos de la escritura y la pronuncia-ción la cosa cambia.

Es una cuestión que afecta a millo-nes de personas, y argumentar mi posicionamiento atrincherado en los posibles cambios quizás esté en contra de las corrientes modernistas que nos devoran. Y es que creo en los cambios que surgen en cada uno de nosotros cuando escribimos o cuando habla-mos, y también he ido viendo cómo la R.A.E ha adoptado nuevas palabras al vocablo, palabras que con el uso común en nuestro lenguaje han sido adaptadas sin ningún tipo de polémica. Pero ahora es diferente, ahora viene desde la imposición, y lo hacen con

la excusa de unificar y facili-tar el manejo del castellano. Motivo éste que a mi parecer perruno le resulta un tanto carente de significado.

¡Que sí!, que ya lo sé, que si no hubiésemos avanzado se-

guiríamos escribiendo Ysabel en lugar de Isabel. Pero te digo una cosa, amigo, no creo que nuestras vidas fueran muy distintas, aunque de lo que estoy seguro es que, de no haber habido tantos cambios, quizás ahora no ten-drían la necesidad de unificar nuestras normas de escritura. ¿Te has parado a pensarlo Berganza?

Con todo este revuelo que se ha montado ahora, he sondeado a los perros de mi alrededor y quizás sea porque no dejan de ser perros comu-nes, he notado que coinciden conmigo. Está claro que las normas las hacen gentes cul-tas, ilustres en algunos casos,

en otros premiados y reco-nocidos por su aporta-

ción a nuestra lengua, pero yo aún los veo

lejos de los perros comunes de los

que te hablo. Los noto endio-sados, subidos a sus pedes-tales y con la necesidad de dejar muestra patente de su sabiduría; es más, los veo

con la necesi-dad de pasar a

la historia como precursores de

cambios en nuestra ortografía. Quizás me

equivoque, y no dudo en que para más de un

perro lo hago en mis reflexio-nes.

Querido Berganza, el caste-llano es una cosa muy seria para ir toqueteándolo sin ton ni son, ¿o quizás debería de llamarlo el español? La verdad es que no lo sé, con tanto cam-bio me pierdo.

CipiónMantener la ortografía

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Querido Cipión, no hace falta defensa del cambio, sucede y ya está. Y, como cualquier cosa, también las normas ortográ-ficas han de ir cambiando a medida que la situación de los hablantes va evolucionando inexorablemente. Pero, qué será, que cada vez que la gran rueda gira una muesca más en su curso, más se levanta el quejío de tantísima gente cla-mando para que la vida se detenga en tanto uno siga en ella. No me hagáis esto, gimen, que llevo veinte años cotizan-do. Por lo que más queráis, dicen, detened el tren. Pero el tren no tiene maquinista, y todos los inten-tos de pararlo son inútiles.

Animales de cos-tumbres. Un hom-bre, poco antes de cenar tranquilamente en su casa, sufre que un sujeto entre y le endiñe un paragüazo en lo alto de la ca-beza. Pongámoslo por caso. La primera vez cogerá un rebote digno de crónicas, al segundo día, su enfado le hará no cenar, al cuarto o quinto buscará estrategias de defensa. Pero al cabo de trescientos paragüazos consecutivos, si no entrase el del paraguas, uno lo echaría de menos. Es lo que hay, anima-litos de costumbres. Cuando comemos, en el trato o con la ortografía que nos enseñaron.

Viene a colación de las nue-vas recomendaciones ortográfi-cas de la RAE, tendentes a una simplificación acentual y a la

supresión de fósiles como la “y griega” o “quórum”, y que apuntan (se llama solidaridad, señor Cipión) a democratizar las normas de escritura de 400 millones de escribientes. Justo cuando uno se había acostum-brado a cierta reglamentación, van y me las cambian. Si es que e s algo

p e r - sonal, me tienen manía, el profe me tiene manía por llamarme Cipión.

Pero así lleva sucediendo desde las ramificaciones de la lengua indoeuropea (que, por cierto, nadie nunca llegó a escribir, se piensa que carecían de escritura). Y si no, todavía seguiríamos utilizando las ru-nas o los jeroglíficos para ano-tar las cosas (aunque resolver un crucigrama con jeroglíficos en cada casilla sería un punta-

zo, es verdad, querido amigo). Renovarse o morir, la misma frustración que podamos sentir ahora con la “ye” ya lo han sentido muchas generaciones anteriores, a las que tocó adap-tarse en pro de la expansión de una cultura entre semejantes.

Ya no escriben solamente los escribas de palacio. Ahora somos cientos y miles de millo-

nes. Y no está de más recordar que lo propuesto reciente-

mente por la RAE es eso, propuestas que, de no

afianzar su uso (y en la cuestión perso-nal nadie se mete) quedarán pronto derogadas. Eso es bienestar general.

No es nada subjetivo lo que se ha planteado. Cada cual lo habrá

sentido como una agresión personal,

similar a si entraran en el jardín de tu casa

y pisotearan todas las flores. Pero deberíamos ser

menos propietarios. Piénsese en que, a su vez, los hispanoha-blantes de otros lares deberán renunciar a viejas y profundas amistades como su “be baja” y vaya usted a saber cuántos adioses más.

Lo único que no termino de entender es esa especie de claudicación respecto a los acentos (sólo, 4 ó 5 etc), a no ser que triunfen razones que tanto a ti, Cipión, como a mí, tu fiel Berganza, escapen en mientes tan perrunas.

BerganzaCambiar la ortografía

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Narrativa por Alba Delgado Núñezhttp://escarbando.blogspot.com/

Cantaba, porque tenía algo que decir y no sabía cómo. Eran tantos y tan grandes todos aquellos sentimientos que había olvidado la manera de entenderlos... Y lo tenía que soltar, pero no sabía cómo.

Sin duda, pretendía obviar algo que desconocía como la planta de sus pies y que llegaba desde la calle del subconsciente. Inventaba letras de canciones absurdas y la gente que llegaba a verla cantar de esa forma tan estre-pitosa solía pensar que estaba feliz, después de afirmar que andaba loca.

Bailaba y bailaba, pero na-die sabía entenderlo. Estaba sola ante un millón de gente, en el mismo andén donde le vio por última vez, el mismo andén de metro al que había

vuelto tras tanto tiempo. No sabía cuánto exactamente, pero estimaba ligeramente que podían haber pasado unas cinco o seis semanas, el tiempo que llevaría almace-nando sentimientos, como pe-rros que se mueren de rabia y están en celo.

Como quien no quiere la cosa, el primer momento de lucidez hizo que se detuvie-ra un instante, y ese mismo instante duró una eternidad, y de repente ese instante se hizo agua. Las puertas del vagón iniciaron su apertura y ella entró en cuanto pudo, se apoyó en el marco de la puer-ta de enfrente y paseó la vista por allí. Hay tantas caras y tan bonitas... siempre se plan-teó si el amor era solamente azar o si ya formaban parte de su vida cotidiana antes de

conocerlos. ¿Quién podría ser el siguiente? ¿Quién iba a ocupar ese lugar, ese vacío? ¿Quién iba a hacer sangrar de nuevo la herida? Ni siquiera lo volvió a pensar, devolvió la mirada a la punta de aquellas botas marrones de tacón.

Tres segundos más tarde, cinco notas musicales ha-cían vibrar el bolsillo de su abrigo, el móvil. ¿Por qué iba a esperar? Tenía que recibir un golpe que le cortara la respiración, un mensaje que dibujara una eterna sonrisa por el resto del día. ¿Quién iba a ser si no? Su ex-cuñado. Guardó el teléfono sin perder-lo de tacto ni de vista, suspiró y sonrió con ganas. ¿Por qué era él y no quien debía ser el que subsanaba sus heridas?

Algo que contar, nada que decir...

Humor por Jose Manuel Marquez (Mane)

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De joven tenía una curiosa facilidad para enamorarme. Amor fácil y efímero, pues hacía y deshacía a mi anto-jo sin importarme más que mantener cierto nivel de líbido estacional.

Un verano, recuerdo que eran fiestas en mi pueblo, conocí a una hermosa joven. Era morena, inteligente, muy simpática. Sus ojos me cauti-varon. Eso, y que una foras-tera siempre destaca entre el gentío archiconocido de una verbena popular.

Vivimos varios días que se me presentaban como cual-quier capítulo de los cuentos que mi madre me recitaba de memoria antes de cumplir los diez años. Durante aquel encantamiento, aparté todo tipo de deseo que no fuese su conquista. Durante horas creí haberlo conseguido. Luego se marchó. Ni siquiera nos dimos un beso. Sólo comparti-mos secretos que prometimos no desvelar nunca. Durante unas semanas mantuvimos correspondencia, esperan-do un futuro encuentro que nunca llegó a producirse. Una sola vez hablamos por teléfo-no.

Yo empecé a sospechar que el cuento no tendría un final feliz, y decidí creer que todo había sido un sueño. Abando-né cualquier intento de espe-ranza y borré su número de mi agenda, que aún conservo con un tachón en tinta roja. Jamás volví a enamorarme.

El otro día la vi. Aquí, en mi propio barrio, como un espejismo que luce para re-cordarnos que todos tenemos algo de fábula en nuestra rutina cotidiana. Esperaba en la parada de autobús. La vi a distancia, la reconocí y comencé a sopesar la mane-ra de abatirla. -¿Cómo me acerco? ¿Paso por delante y espero su reacción? ¿La llamo desde lejos?- No sabía cómo se tomaría un reencuentro tantos años después. Empecé a sudar y casi a temblar. El pánico se apoderó de mí con la misma facilidad con que yo me enamoraba de joven.

Pasé de largo. Ni siquiera tuve valor de girar la cabeza cuando pasé detrás de ella.

Sólo lo hice al cambiar de ace-ra. La vi mirando hacia mí. Sonreía. No sé si sabía que era yo quien la miraba con el rabillo del ojo, pero tampoco ella dijo nada. Sólo sonrió.

Desde ese día, vuelvo a enamorarme con facilidad. Volví a recordar el placer de una sonrisa, la fuerza de una mirada. Pero también recor-dé que ella sólo fue un sueño.

Por eso pasé de largo. Los sueños son más bellos cuando no conocemos el final…

Tuvimos un sueñoNarrativapor Víctor Barranco García

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Vidas en azul atlántico.por Juan Gómez Portero

Federico se había despertado muy pronto esa mañana. No logró dormir demasiado bien, ya que la noche anterior sus padres estuvieron discutiendo y, aunque él no comprendía el motivo, ya que a su corta edad solo entendía algunas palabras, no le dio demasiada importan-cia.

La puerta de su estancia se abrió despacio, era el papi… Lo observó y parecía no estar ya enfadado. Aun-que su rostro era serio y tajante, le acarició la cabeza varias veces sin articular palabra, dejando que saliera al salón donde se encontraba su mamá que, girando la cabeza, lo miró, no pudiendo evitar romper a llorar. Desvian-do la mirada de sus ojos grandes y grises, le prepa-ró su desayuno como cada mañana, aunque antes de dárselo lo abrazó y besó mojándole las orejas con sus lágrimas.

Notaba algo raro en el ambiente, por eso decidió ir a visitar a Adrián al dormitorio, ya que le extrañaba no verlo junto a todos. Aunque como era tan dormilón, casi siempre se levantaba más tarde que él.

Corría torpemente por el pasillo, dando saltos y volvien-do la cabeza para ver si alguien lo seguía, como otras veces, cuando de repente tropezó con la pata de aquella mesa que siempre estaba en medio de todas partes. El jarrón que la decoraba cayó haciéndose añicos, formando un gran estruendo, cosa que lo dejó

paralizado. La voz de su padre se escuchaba en toda la casa, aunque esta vez no se dirigía a él… sino a Marta, su madre, que tras los gritos de éste se re-signó a sentarse y asentir con la cabeza, no sin antes volver a llorar, secándose las lágrimas con aquel papel de cocina que siempre llevaba en el bolsillo.

Fede divisaba la situación desde el pasillo, aquel pasillo

largo y estrecho, aquel maldito pasillo que siempre le traía problemas. Siguió corriendo y entró en el cuarto de su herma-no, saltó sobre su cama, pero no lo encontró. Esa mañana Adrián se perdería el paseo al parque; sus padres lo habían llevado a casa de los abuelos.

Vamos Fede, la voz de Ra-món, su padre, se escuchó de nuevo en toda la casa.

Parecía que la situación había vuelto a la normalidad y esta vez se había librado de la reprimenda por romper el jarrón. Se deslizó por la escalera que comunicaba al sótano y subió al Citroen gris

que encontró abierto. Ramón lo asió fuertemente de las manos con gesto serio y lo trasladó al coche grande, cerrando el portón de golpe. La entrada de la cochera se abrió con aquel chirriar que tanto le gustaba escuchar y que de más pequeño le asustaba. El gesto de Ramón era serio, pero a él no le impor-taba…solo pensaba en su paseo al parque.

Al momento de salir, Fede-rico pegó su nariz a la venta-nilla trasera del asiento don-de se encontraba y, notando un frío que le hizo tiritar, ob-servó que todo era blanco a su alrededor. Sus redondos ojos grises se abrieron enorme-mente, nublándose con la luz que se reflejaba sobre aquella capa blanca que lo cubría todo, incluso los árboles. Ese día sería especial, su corazón latía vertiginosamente y sólo echó en falta a su hermano para ser completamente feliz.El trayecto fue más largo de

lo habitual, aunque aquella mañana todo era tan raro…, por lo que no le dio demasiada importancia. Ramón comenzó la maniobra de aparcamiento que Fede conocía bien. Cuando su puerta se abrió, descendió contento. Su padre volvió a subir al coche y se alejó deján-dolo tras él. Aquel juego era nuevo…, pensó confundido. Corrió hundiendo sus cuatro huellas sobre la nieve hasta que lo perdió de vista. Fede seguía confuso, se encontraba solo y comenzaba a sentir frío y miedo.

Narrativa

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NarrativaSensibilidad

por José Manuel Pozo Herencia

Sentada en el sofá de casa, cumplida la jornada y dormido el niño de dos años, Esther hacía balan-ce frente a un cuenco de palomitas.- Qué suerte tiene mi marido. Con la de chicas que hay por ahí y haberse topado conmi-go: buena madre, trabajadora y sensible.A continuación, en pijama y sentada en posición fetal, al mismo tiempo que el maíz, devoraba la tradicional sesión de televisión que precede a ese sueño tan especial que no se coge en la cama.Esa noche, sin embargo, se quedaría hasta tarde, pues para ella era imposible perderse a Julia Roberts. ¡No, eso era demasiado! Sentía que cada vez que lloraba con ella, el corazón se le abría de par en par, como queriendo inhalar aire fresco, inundando toda la estancia de un ambiente muy femenino, que solo ellas podían sentir.Desgraciadamente, a la falta de sueño producida por el ciclo televisivo de su actriz favorita se unía la citación para el bautizo de su sobrino el domingo.- Qué fastidio, lo que daría yo por quedarme hasta las nueve en la cama, en lugar de arrastrar-me al baño y mojarme la cara para despegarme los ojos. Pero eso y más merece mi sobrino – se decía en voz baja-. Además, me pondré el vestido nuevo, que tan bien me sienta. ¡Si hasta me han prometido que podré leer algo durante la ceremo-nia!Llegado el día, con la lentitud que provoca el duro trabajo y el cansancio acumulado durante la semana, en parte por la falta de sueño, Esther flo-taba en el altar ante una hoja de papel escrita por un amigo de la familia - tan sensible y profundo como ella - dedicando al bebé todos los agasajos y deseos de una vida cristiana y dichosa, como había llevado siempre toda la familia, y el toque final de “sensibilidad” que haría correr las lágri-mas por el pasillo central, junto a la Virgen de la Esperanza y frente a aquel altar presidido por un caro y brillante retablo dorado. Todo un monu-

mento, según ella, a lo delicado, a lo perenne, a las cosas realmente importantes de la vida.Con el papel en la mano, temblando por lo emo-tivo de la situación y de las palabras, se detendría en varias ocasiones durante la lectura, disculpán-dose con lágrimas en los ojos.- Es todo tan bonito y yo soy tan sensible – se confesaba a sí misma mientras tanto.Terminado el sacramento, hechas las fotos y las felicitaciones interminables, contemplaría una lluvia de caramelos y monedas para deleite de los niños y de alguna tía lejana, de esas que sólo ve-mos en los bautizos, bodas y funerales, y que se ganó a pulso el título de tacaña, arrastrándose por el suelo para robar una moneda de diez céntimos.Todo ideal, casi onírico, sólo roto por la pre-sencia de una madre, indigente, con su hijo en brazos mendigando una limosna a la puerta de la iglesia.- Siempre lo estropean todo. Más les val-dría trabajar. Quien quiere lo hace hoy en día. Lo que pasa es que les gusta vivir del cuento; de lo fácil. Seguro que en su casa tiene mejores ropas, pero así no daría lástima – decía a sus familiares con grave indignación.Poco duraría el enfado. Aún le esperaba la tarde cargada hasta la extenuación de besos, de manja-res en bulímicas cantidades, de flores en jarrones de cristal tintado de rosa y de fotos, regalos para el protagonista del día y despedidas hasta el próximo acontecimiento social en el que enga-lanarse y olvidar las apreturas de la hipoteca y los gastos cotidianos.…Todo por poder creer por un momento que se vive en una película de Richard Gere, o por imaginar que George Cloo-ney nos susurra al oído, me encantaría despertar cada mañana contigo, como si no existiese nadie más… Todo roto, sin embargo, por la imagen de la indigente en la puerta de la iglesia.- Desde luego, qué falta de sensibilidad.

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Siempre resulta desagradable hablar de amor

con una mujer a la que no se ama.Y, si se la ama, ¿para qué hablar?Hablar de amor siempre es una tontería,sobre todo entre un hombre y una mujer. (León Daudi)

¿Hablar de amor? Qué cursi… Pero es lo único que se me viene a la mente en estos tiempos tan propensos a hablar de crisis eco-nómica, política, social y de todos los tipos. Y es que, últimamente, está siendo un tema muy recurrente en reuniones “coleguiles”; ya que la crisis de valores (que también anda por ahí) afecta a este sentimiento, a la convi-vencia, al no querer compartir y sobre todo, a no querer aguantar nada ni a nadie. Esto ha llevado a que la mayoría de los treintañeros estén sufriendo ahora de nuevo, o inmiscu-yéndose cual adolescentes, en los variados derroteros del amor y de encontrar su media naranja. ¡Qué delicados sois… y a la vez qué poco delicados…! Que este tema ya está muy trillado…; aunque hay diversidad de opinio-nes… Leed y empapaos de la sabiduría de los clásicos:

Ya en los inicios de nuestra literatura, las primeras composiciones poéticas (jarchas y villancicos) giraban en torno al lamento de la mujer por la ausencia del amado (Tan fuerte mi dolor por el amado…). En el Renacimien-to, atentos a lo que siente Garcilaso:

…Yo no nací sino para quereros;mi alma os ha cortado a su medida;

por hábito del alma misma os quiero;cuanto tengo confieso yo deberos;

por vos nací, por vos tengo la vida,por vos he de morir, y por vos muero.(¡Dios

mío…!)Seguimos en el Barroco con Quevedo y su

“Amor constante más allá de la muerte” o con

su definición del amor:…Creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño,eso es amor, quien lo probó, lo sabe.

Por supuesto, no podemos olvidar a Bécquer:

Hoy la tierra y los cielos me sonríen;hoy llega al fondo de mi alma el sol;

hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado…

¡hoy creo en Dios!Y ya en el siglo XX, nos encontramos con

versos como:Cuando me miras, me matas…

y si no me miras, más.Son puñales que me clavas

y los vuelves a sacar.(Manuel Machado)

O esta, que me encanta:Yo te he nombrado reina.

Hay más altas que tú, más altas.Hay más puras que tú, más puras.Hay más bellas que tú, más bellas.

Pero tú eres la reina.(Pablo Neruda)

Y así hasta nuestros días… porque, como veis, no hemos inventado nada. Aunque las formas de querer, el sentimiento mismo y la sociedad hayan cambiado, el amor perma-nece ahí, inalterable, imperturbable, para el que quiera o se atreva a gozarlo o sufrirlo. ¡¡Ánimo!!

Esto va dedicado a muchos amigos/as que no encuentran el amor en estos tiempos tan “peculiares” que corren. Es que hay que aguantar, amigos, hay que aguantar…, que aunque, quede cursi de nuevo, el amor es compartir.

NarrativaEl Amor

por Rafi Jiménez Pérez

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El pasado 30 de septiembre a las 17:30 estaba frente al or-denador dándole insistente-mente a la tecla F5. Actuali-zaba la página para conocer de una vez si Córdoba había pasado el primer corte hacia la meta de la obtención del título de Capital Europea de la Cultura 2016. Y así fue.

El trabajo, que comenzó en 2003 con la creación de la Oficina de la capitalidad europea, está dando sus frutos y eso es un motivo de satisfacción. Lo digo como ciudadano de un pueblo cordobés que ve con gran ilusión la posibilidad de que Córdoba se encamine de nuevo en una senda de creci-miento económico y lo haga partiendo de la cultura. ¡La cuadratura del círculo!

¿Qué es esto de la capita-lidad cultural europea? Esa pregunta tiene fácil respues-ta. Esta nominación, creada en 1985, tiene como objetivo prioritario contribuir al acercamiento de los pueblos europeos y, como consecuen-cia, promover la riqueza, la diversidad y el patrimonio cultural de Europa. El con-cepto Capital Europea de la Cultura es un título otorgado por la Comisión y Parlamen-to Europeo a dos ciudades europeas que durante un año tienen la posibilidad de mostrar su desarrollo y vida cultural al resto de Europa y el mundo.

En el año 2002 tuve la suer-te de hacer una escapada universitaria a Salamanca y comprobé cómo esa ciudad hervía de vitalidad alrede-dor de conciertos, charlas, teatros o exposiciones. De ellas guardo un especial re-cuerdo de la contemplación de El pensador de Rodin. Son muchos los motivos para re-saltar la importancia de esta obra pero, sin duda, lo fun-damental para mí fue poder ver a escasos centímetros una escultura que hubiera tenido que ir a contemplar a miles de kilómetros de mi casa en circunstancias nor-males y que, sin embargo, allí, allí la tenían los salman-tinos.

En el tiempo que queda hasta que se decida cuál será la ciudad elegida nos queda mucho por disfrutar y es que, no sólo tendremos tiempo para disfrutar de los monumentos que han hecho de Córdoba Patrimonio de la Humanidad, con la Mezqui-ta-Catedral al frente, o con

eventos ya consolidados en el tiempo como el Festival de la Guitarra, sino que Cór-doba se está abriendo a los nuevos tiempos de la cultura con programaciones como la de Eutopía, que aglutina una gran cantidad de activi-dades con nuevos formatos y creadores.

Córdoba 2016 es un pro-yecto ambicioso, sin lugar a dudas. Como lo es una de las ideas fundamentales de su candidatura: “resaltar la riqueza y diversidad de las culturas europeas y los elementos comunes compar-tidos, así como promover un mayor y mejor entendimien-to mutuo entre ciudadanos europeos”. Eso que tan difí-cil es para algunos, muchos más lo hacemos posible a diario en nuestro entorno más próximo convirtiendo a nuestra sociedad en un im-portante valor para que nos elijan allá por la primavera de 2012.

Para saber más: http://www.cordoba2016.es

Opinión por Valeriano Rosales Esteo

Córdoba 2016

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La Asociación Cultural «El coloquio de losperros» convoca de forma conjunta su concursode relato corto y de fotografía. El lema de ambosen esta edición será «Las tres culturas». Conmotivo de la candidatura de la ciudad de Córdoba(España) como Ciudad Europea de la Cultura en2016, rememoraremos con esta temática supasado histórico como crisol de culturas y ejemplode convivencia. Los participantes podránconcursar en ambos apartados (Relato corto yFotografía) o hacerlo de manera individual en unosólo de ellos, ateniéndose, en todos los casos, alas normas establecidas en las bases.

BASES CONCURSO DE RELATO CORTO

- Modalidad literaria y tema.Relatos cortos que se adapten al lema «Las tresculturas». Se valorarán la originalidad ysingularidad de los trabajos recibidos.

- Participantes.Podrán concurrir a esta convocatoria escritoressin límite de edad, de cualquier nacionalidad, conobra u obras originales escritas en castellano y

no premiadas en otros certámenes. Los autoresque presenten más de una obra deberán cumplirde forma independiente y separada para cadauno de sus trabajos las formalidades que estasbases establecen. No podrán participar losmiembros de la directiva de la asociaciónorganizadora ni las personas integrantes deljurado.

- Extensión.Los relatos tendrán obligatoriamente una extensiónmínima de 3 folios y máxima de 5 (en tamaño DINA-4). Se presentarán mecanografiados por unasola cara con un mínimo de 90 líneas y un máximode 150 líneas en total, de 80 dígitos cada una si esa máquina o con letra de cuerpo 12 y tipo TimesNew Roman si se realiza a ordenador. En amboscasos, con un espaciado interlineal de 1,5 ymárgenes de 2,5 cm. Todas las páginas estarándebidamente numeradas.

- Presentación.Las obras se remitirán por correo, porquintuplicado y por el sistema de lema y plica (enun sobre se hará constar el título del escrito yseudónimo del autor; dentro del cual se incluiránlas copias del relato así como otro sobre pequeñocerrado que contendrá los datos de identificación

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del autor: nombre, apellidos, dirección, teléfono,email y fotocopia del DNI) a la siguiente dirección:

Asociación Cultural «El Coloquio de los Perros»Apartado de Correos 122. 14550, Montilla

(Córdoba)

El plazo de presentación de escritos finalizará eldía 31 de marzo de 2011.

- Jurado.El jurado, integrado por dos miembros de laAsociación organizadora, dos personas dereconocida solvencia en el campo de la crítica literariay un miembro de alguna de las entidadescolaboradoras, elegirá los trabajos finalistas. Lospremios serán entregados en un acto público que seanunciará con la debida antelación.

- Varios.Los autores, galardonados o no, facultan a laAsociación Cultural «El Coloquio de los Perros» parala publicación de los trabajos, haciendo constar encualquier caso la autoría y procedencia de losmismos. Los trabajos no serán devueltos a susautores. La participación en esta convocatoria implicala aceptación total de las bases y las decisionesde los miembros del jurado.

El jurado se atendrá en sus deliberaciones a laspresentes bases y resolverá cualquier duda quepueda surgir durante el desarrollo del concurso.

- Premios.El Concurso estará dotado de un Primer Premiovalorado en 400 euros y trofeo, un Accésit de100 euros y trofeo, así como la publicación delos trabajos premiados.Estos premios están sujetos a las retencionestributarias legalmente establecidas.

BASES CONCURSO DE FOTOGRAFÍA

- Modalidad y tema.Fotografías digitales, en color o blanco y negro,que se ajusten a la temática «Las tres culturas».Se valorarán la originalidad y singularidad de lostrabajos recibidos.

- Participantes.Podrán concurrir a esta convocatoria fotógrafossin límite de edad, de cualquier nacionalidad, conimágenes originales no premiadas en otroscertámenes hasta un máximo de 3. Los autoresque presenten más de una obra deberán cumplirde forma independiente y separada para cadauno de sus trabajos las formalidades que estas

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bases establecen. No podrán participar losmiembros de la directiva de la asociaciónorganizadora ni los miembros del jurado.

- Extensión.Las imágenes deberán presentarse en formatojpg, con resolución de 300 ppp y tamaño mínimode 512 kB.

- Presentación.Las fotografías se remitirán por correo electrónico ala siguiente dirección:

[email protected]

Cada fotografía irá en un correo electrónicoindividual en cuyo asunto aparecerá: Concurso«El coloquio de los perros». En el mismo seindicarán: nombre y apellidos del autor, seudónimoo alias, dirección, teléfono y DNI escaneado.Además, se acompañará del título de la foto, unbreve pie de foto, fecha y lugar de realización dela misma.El plazo de presentación de imágenes finalizará eldía 31 de marzo de 2011.

- Jurado.El jurado estará integrado por una selección demiembros de la Asociación organizadora y de las

entidades colaboradoras que elegirán los trabajosfinalistas. Los premios serán entregados en unacto público que se anunciará con la debidaantelación.

- Varios.Los autores, galardonados o no, facultan a laAsociación Cultural «El Coloquio de los Perros» parala publicación de los trabajos, haciendo constar encualquier caso la autoría y procedencia de losmismos. La participación en esta convocatoriaimplica la aceptación total de las bases y lasdecisiones de los miembros del jurado. El jurado seatendrá en sus deliberaciones a las presentes basesy resolverá cualquier duda que pueda surgir duranteel desarrollo del concurso.

- Premios.El Concurso estará dotado de un Primer Premiovalorado en 200 euros, trofeo y la publicaciónde la obra conjuntamente con los relatosgalardonados en el concurso de relato corto. Estepremio está sujeto a las retenciones tributariaslegalmente establecidas.

www.elcoloquiodelosperros.es

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CONTRAPORTADA El coloquio de los perros

A la una y media de la noche cogimos el tren que nos llevaba hasta Córdoba, concreta-mente a la antigua estación de ferrocarril. Recuerdo que cogimos dicho tren en la última vía junto a la valla que delimitaba las vías de carga y descarga.

La entrada al tren que nos llevaba a nuestro primer enlace ya fue, cómo no, especta-cular. Teníamos literas, concretamente el compartimiento contaba con seis, con lo que, mucha suerte debíamos tener para, que viniendo el tren como venía de Algeciras, no nos hubiesen dejado las dos de arriba.

Efectivamente, nos habían adjudicado las más altas. La operación la hicimos sin luz, apenas podíamos ver las caras de nuestros vecinos de mini barrancón andante.

A alguno de los dos, es decir a “el Pepe” o a mí, se le cayó la cantimplora llena de agua en la cabeza de uno de aquellos que compartían nuestro lecho durmiente. En ese momento, alguien encendió la tenue luz del vagón y pudimos ver que viajábamos con cuatro moros. ¡“El Pepe”, yo y cuatro moros más!, esa era la estampa.

Como pudimos, y ante los gestos de dolor de uno de ellos, pedimos disculpas y nos dispu-simos a descansar. Fue difícil, porque las risas no nos dejaban y, por otro lado, un pellizco en el estómago me impe- día dormir. Me parecía mentira estar allí subi- do, dos meses antes ni me lo hubiese imagina- do, el nerviosismo era una mezcla entre susto e incertidumbre.

A las ocho y media de la mañana el revisor golpeó la puerta del compartimento, al minuto irrumpía en él y nos invitaba a recoger las literas para con- vertirlas en asientos. Como pudimos, y sobre todo con mucho sueño, seguimos las instruc- ciones de aquel tipo. De pronto, nos vimos cara a cara con aque-llos magrebíes que cruzaban media Europa para poder ver a sus familias. Recuerdo espe-cialmente la cara de dos de ellos, Aboussawab y Saud. Gestos, risas y algo “chapurreteao“ en francés fue suficiente para conectar con aquellos dos chavales. No sé por qué razón nos inspiraron confianza. Tanta como para pasarnos por el forro uno de nuestros mandamien-tos del viaje: NO DEJAR NUNCA FUERA DEL ALCANCE DE LA VISTA Y A MENOS DE UN PAR DE METROS NUESTROS BÁRTULOS.

Era increíble, en apenas cinco o seis horas ya habíamos vulnerado uno de nuestros man-damientos. ¿Qué nos podía suceder a lo largo de veinte días por ahí “tiraos“? Las idas y venidas por el tren se multiplicaban. Nos habíamos adaptado bien a este medio y eso era muy importante, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de horas y kilómetros que aún nos restaban.

En la estación de Hendaya tuvimos tiempo para estirar las piernas y pisar tierra firme, casi cinco horas en la mítica estación dieron para cenar, pasear por los alrededores y para cambiar moneda. La cena ni que decir tiene que se basaba en conservas desplazadas desde Montilla.

Por Paco Vílchez.http://tertuliavinofino.blogspot.com/

Tercera entrega extraída del cuaderno de viajes titulado ...y la gente nos miraba.