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LIBRO I
LLEGADA A CARTAGO
Canto las hazañas y el héroe que,
obligado a huir por el destino, fue el
primero en llegar desde las costas de
Troya a Italia y a las playas lavinias,
cuando ya las fuerzas divinas, por
ensañamiento rencoroso de la cruel
Juno, tanto lo habían sacudido por
tierra y mar. Mucho sufrió también
en la guerra hasta poder fundar una
ciudad y llevar sus dioses al Lacio, de
donde proceden la estirpe latina, los
senadores albanos y las murallas de
la excelsa Roma.
VIRGILIO
Eneas navega rumbo a Italia tras la destrucción
de Troya. Tanto él como su tripulación están
agotados por los mil horrores sufridos durante
largos años en busca de nuevas tierras donde
asentarse: por fin están llegando.
Pero Juno, que jamás ha perdonado a los troyanos que Paris
otorgase a Venus la manzana de la belleza, no descansará hasta
que éstos desaparezcan de la faz de la tierra: Eneas y sus hombres
son los únicos supervivientes y deben morir.
Así que promete a Eolo, dios de los
vientos, el matrimonio con Deyopea,
una hermosísima ninfa, a cambio de
que hunda las naves troyanas o las
desvíe.
El dios acepta sin condiciones y una
tormenta furiosa sacude la flota de Eneas.
Cuando los troyanos, desmoralizados, piensan lo peor, interviene
Neptuno, soberano de las aguas. Él y nadie más decide cuándo el
mar está bravo o en calma.
Gracias a su intervención, los enéadas pueden encontrar
refugio en una gruta situada en una isla de la costa libia.
Allí consiguen reponer fuerzas.
Y Eneas recuerda a los tripulantes de sus
siete naves supervivientes las calamidades
pasadas.
«Resistid –les dice- y preservaos para la
prosperidad».
Durate, et vosmet rebus servate secundis
Entre tanto Venus reprocha a Júpiter la agonía troyana. Júpiter consuela a su hija
recordándole el destino troyano: fundar el linaje romano, que dominará sobre
todas las naciones: «Nacerá César, troyano de cuna impoluta, con el nombre de
Julio, derivado del gran Julo, que ha de extender su imperio al Océano y su gloria
a los astros»
Nascetur pulchra Troianus origine Caesar,
imperium oceano, famam qui terminet astris,
Iulius, a magno demissum nomen Iulo.
Y Júpiter envía a Mercurio para que disponga el corazón de los púnicos a
favor de los troyanos, mientras que Eneas sale con el fiel Acates a
explorar y se encuentra con una cazadora que no es otra que la propia
Venus.
La diosa le explica la historia de Dido: la reina había casado con Siqueo,
al cual asesinó Pigmalión, hermano de Dido, por amor al oro. Avisada
por el fantasma de su esposo, la joven viuda parte con sus fieles
seguidores a fundar una ciudad nueva justo en el lugar al que ahora
llegan él y sus troyanos.
El héroe reconoce finalmente a su madre y le reprocha su disfraz.
Venus, por su parte, lo envuelve en niebla para que pueda observar,
sin ser visto, cómo la reina dirige en concierto la mágica
construcción de la ciudad.
Mientras tanto Ilioneo suplica a la reina que se apiade de los troyanos y
los acoja hospitalariamente. Dido, que aparece como una reina justa, les
brinda su ciudad: «La ciudad que estoy erigiendo es vuestra, anclad las
naves».
urbem quam statuo vestra est, subducite navis
Es entonces cuando se disipa la nube y
aparece Eneas, esplendoroso como un dios
ante los ojos de Dido.
Quae te tam laeta tulerunt
Saecula? Qui tanti talem genuere parentes?
Dido acoge hospitalariamente al héroe troyano y, durante el
banquete que le ofrece, le pide que relate su “odisea”. Eneas cuenta
sus aventuras desde la destrucción de Troya hasta su llegada a
Cartago
Pero antes Venus ha enviado a su hijo Cupido, bajo la forma de
Ascanio, para que se siente en el regazo de la reina y le provoque un
ciego amor por Eneas.