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LABOR DOCENTE Patricia Rodríguez Albalat 1 COMENTARIO DE TEXTO: LA ESCUELA NUEVA “EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS” En una prestigiosa escuela donde imperan los valores de la tradición, el honor, la disciplina y la grandeza entra un nuevo profesor de literatura que rompe todos los esquemas y descubre a los alumnos un nuevo modo de enfocar y de entender la vida. La vida, o la educación en sí misma, pues esos valores asociados al proyecto del centro se entienden como la Escuela Tradicional en contraposición con una nueva corriente que rompió con el concepto que hasta el momento se conocía de la misma. Así pues, las clases del profesor Keating no son más que el espejo donde se refleja el espíritu de la Escuela Nueva. Una escuela basada en el alumno como epicentro del proceso de enseñanza-aprendizaje y que muestra con descaro el rechazo por la instrucción clásica dada hasta finales del siglo XIX. En esta nueva etapa educativa, el profesor deja de ser el núcleo al que todos siguen para convertirse en un dinamizador teniendo como único objetivo las necesidades y los intereses de los alumnos. Muy atrás queda ya la anticuada concepción de maestro como sabio consejero para guiar por el camino recto. De esta forma, a principios del siglo XX ya se apuesta por la autosuficiencia del estudiante y por el progresismo en la enseñanza. Bases que asentarían el actual sistema educativo aunque con algunos matices, y es que si las sociedades cambian, no es extraño que sus métodos cambien con ellas. De este modo se siembran las semillas del libre desarrollo de las capacidades del alumnado lejos ya del sistema autoritario precedido. El docente se convierte en orientador o motivador a través de una metodología más amena y menos conceptual dando cabida al alumno para que ejerza su autocrítica y piense por sí mismo como bien se refleja en la quinta parte de El Club de los Poetas muertos. “Camina a tu aire” les incita Keating, “deben pensar que sus convicciones son únicas, aunque a otros les parezcan raras o inaceptables, aunque toda la manada diga no está bien”. Se trata pues de que el estudiante sea autosuficiente, que tenga voz en el sistema, que cree su personalidad y que se cuestione las cosas, no que las dé de por sí como certeras porque un profesor le haya dicho que es de esa manera concreta. Un claro ejemplo de esto último se muestra cuando Keating rompe la página del libro que intenta reducir la poética a la aritmética. Esta alegoría es un guiño del director hacia uno de los emblemas de dicha Escuela Nueva; descartar el enciclopedismo y el

La escuela nueva

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Patricia Rodríguez Albalat

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COMENTARIO DE TEXTO: LA ESCUELA NUEVA “EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS”

En una prestigiosa escuela – donde imperan los valores de la tradición, el honor, la

disciplina y la grandeza – entra un nuevo profesor de literatura que rompe todos los

esquemas y descubre a los alumnos un nuevo modo de enfocar y de entender la vida.

La vida, o la educación en sí misma, pues esos valores asociados al proyecto del centro

se entienden como la Escuela Tradicional en contraposición con una nueva corriente

que rompió con el concepto que hasta el momento se conocía de la misma.

Así pues, las clases del profesor Keating no son más que el espejo donde se refleja el

espíritu de la Escuela Nueva. Una escuela basada en el alumno como epicentro del

proceso de enseñanza-aprendizaje y que muestra con descaro el rechazo por la

instrucción clásica dada hasta finales del siglo XIX.

En esta nueva etapa educativa, el profesor deja de ser el núcleo al que todos siguen

para convertirse en un dinamizador teniendo como único objetivo las necesidades y

los intereses de los alumnos. Muy atrás queda ya la anticuada concepción de maestro

como sabio consejero para guiar por el camino recto. De esta forma, a principios del

siglo XX ya se apuesta por la autosuficiencia del estudiante y por el progresismo en la

enseñanza.

Bases que asentarían el actual sistema educativo aunque con algunos matices, y es que

si las sociedades cambian, no es extraño que sus métodos cambien con ellas.

De este modo se siembran las semillas del libre desarrollo de las capacidades del

alumnado lejos ya del sistema autoritario precedido. El docente se convierte en

orientador o motivador a través de una metodología más amena y menos conceptual

dando cabida al alumno para que ejerza su autocrítica y piense por sí mismo como

bien se refleja en la quinta parte de El Club de los Poetas muertos. “Camina a tu aire”

les incita Keating, “deben pensar que sus convicciones son únicas, aunque a otros les

parezcan raras o inaceptables, aunque toda la manada diga no está bien”. Se trata

pues de que el estudiante sea autosuficiente, que tenga voz en el sistema, que cree su

personalidad y que se cuestione las cosas, no que las dé de por sí como certeras

porque un profesor le haya dicho que es de esa manera concreta.

Un claro ejemplo de esto último se muestra cuando Keating rompe la página del libro

que intenta reducir la poética a la aritmética. Esta alegoría es un guiño del director

hacia uno de los emblemas de dicha Escuela Nueva; descartar el enciclopedismo y el

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manual escolar en pro de los intereses y los acicates de los alumnos. Este simbolismo

trata de romper física y abstractamente con todo lo anterior, pretendiendo así

construir contenidos nuevos a partir de las reflexiones de los alumnos.

Otra de las fórmulas que utiliza Keating es la de buscar otra perspectiva haciendo subir

a sus alumnos a la mesa del profesor. Este hecho puede interpretarse de dos maneras;

una que el profesor trata de romper con un elemento autoritario de la docencia como

es la mesa que distingue al docente del alumno y por otra parte invitar a los alumnos a

ver la educación desde otro punto de vista hasta el momento desconocido para ellos.

Con ello se busca fomentar pues la creatividad, la implicación, el papel activo del

educando así como la implantación de métodos no directivos, dinámicos y

participativos.

Aunque sin duda la escena que más refleja esa contraposición de auctoritas y potestas

es la famosa secuencia donde los alumnos subidos a sus mesas gritan Oh capitán, mi

capitán, al grito del director del centro que les insta a sentarse. El director en este caso

representa la potestas (tiene un poder otorgado por su rango) pero no la auctoritas, ya

que ésta pertenece a Keating porque así se la han otorgado sus alumnos. Es pues una

crítica clara a la autoridad educativa, a la fuerza coactiva y en definitiva al puro poder

por el hecho de tener la potestas. Y es que cuando la autoridad da paso al

autoritarismo, el docente carece de fundamento moral y de prestigio libremente

reconocido.

¿Y cómo se gana Keating esa autoridad? Pues creando librepensadores, respetando la

individualidad de sus alumnos, invitándoles a sacar lo que llevan dentro o en definitiva

creando actividad en la clase para darle vida o como él mismo diría tomando prestado

del poeta romano de la Edad Media Horacio; “viviendo el momento” a lo que se podría

añadir “y haciendo que los alumnos lo vivan contigo”.

En definitiva, aunque este estilo de escuela se asemejaba novedoso y chocaba por

aquel entonces con el valor de la disciplina creyendo entonces que eran incompatibles

lo cierto es que este sistema no dista tanto de la práctica actual aunque con matices.

Tras la visualización del film y con lo estudiado a cerca de todo el entramado educativo

es consecuente deducir que Escuela Tradicional y Escuela Nueva no tienen por qué

estar reñidas. Como en todo no es bueno que haya radicalismos, ni blancos ni negros,

en la escala de grises es posible que se halle la solución. Combinando disciplina,

método y orden, con la dialéctica e interactuación de los alumnos, se pueden hallar

los ingredientes perfectos para la receta tan complicada que parece ser la educación.