01 - La Palabra Del Mudo (Ribeyro Julio Ramon)

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    JULIO RAMON RIBEYRO

    Cuentos

    La molicie

    La solucin

    Mar afuera

    Slo para fumadoresIinterior L!

    La insi"nia

    El #an$uete

    Los "allina%os sin plumas

    El profesor suplente

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    Espumante en el stano

    Los meren"ues

    La molicie

    Mi compaero y yo luchbamos sistemticamente contra la molicie. Sabamos muy bienque ella era poderosa y que se adueaba fcilmente de los espritus de la casa.Habamos observado cmo, agaapada, en las comidas fuertes, en los muelles sillones yhasta en las melodas lnguidas de los boleros aprovechaba cualquier instante deflaquea para tender sobre nosotros sus braos tentadores y sutiles y envolvernos

    suavemente, como la emanacin de un pebetero.Haba, pues, que estar en guardia contra sus asechanas! haba que estar a lae"pectativa de nuestras debilidades. #uestra habitacin estaba prevenida, dirasee"orciada contra ella. Habamos atiborrado los estantes de libros, libros raros ypreciosos que constantemente despertaban nuestra curiosidad y nos disponan alestudio. Habamos coloreado las paredes con e"traos dibu$os que da a darenovbamos para tener siempre alguna novedad o, por la menos, la ilusin de unaperpetua mudana. %o pintaba espectros y animales prehistricos, y mi compaerotraaba con el pincel transparentes y arbitrarias alegoras que constituan para m un

    enigma indescifrable. &enamos, por 'ltimo, una pequea radiola en la cual enmomentos de sumo peligro ponamos cantigas gregorianas, sonatas clsicas o algunafustigante piea de $a que comunicara a todo lo inerte una vibracin de ballet.( pesar de todas esas medidas no nos considerbamos enteramente seguros. )ra a lahora de despertarnos, cuando las golondrinas *+eran las golondrinas o las alondras-nos marcaban el tiempo desde los te$ados, el momento en que se iniciaba nuestralucha. #os provocaba correr la persiana, amortiguar la lu y quedarnos tendidos sobrelas duras camas! dulcemente mecidos por el vaivn de las horas. /ero estimulndonosrecprocamente con gritos y conse$os, saltbamos semidormidos de nuestros lechos y

    corramos a travs del corredor caldeado hasta la ducha, ba$o cuya agua heladarecibamos la primera cura de emergencia. )lla nos permita pasar la maana conciertas reservas, metidos entre nuestros libros y nuestras pinturas. ( veces, cuandoel calor no era muy intenso salamos a dar un paseo entre las arboledas! viendo a lagente arrastrarse penosamente por las caladas, huyendo tambin de la molicie, comonosotros. 0espus del almuero, sin embargo, sobrevenan las horas ms difciles y enlas cuales la mayora de nuestros compaeros sucumban. 0el comedor pasbamos al

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    saln y embotados por la cuantiosa comida caamos en los sillones. (ll pedamos caf,antes que los o$os se nos cerraran, y gracias a su gusto amargo y tostado, febrilmentesorbido, podamos pensar lo elemental para mantenernos vivos. 1epetamos el caf,fumbamos, ho$ebamos por centsima ve los diarios, hasta que la molicie haca su

    ingreso por las tres grandes ventanas asoleadas. /oco a poco disminua el ritmo de loscoloquios! las partidas de a$edre se suspendan, el humo iba desvanecindose, el radiosonaba pereosamente y muchos quedaban inmviles en los sillones, un alfil en la mano,los o$os entrecerrados, la respiracin sofocada, la sangre viciada por un terribleveneno. )ntonces, mi compaero y yo huamos torpemente por las escaleras yllegbamos e"haustos a nuestro cuarto, donde la cama nos reciba con los braosabiertos y nos haca brevemente suyos.( esta hora, tal ve, fuimos en alguna oportunidad presas de la molicie. 1ecuerdoespecialmente un da en que estuve tumbado hasta la hora de la merienda sin poder

    moverme, y ms a'n, hasta la hora de la cena, hora en que pude levantarme yarrastrarme hasta el comedor como un sonmbulo. /ero esto no volvi a repetirse porel momento. ('n ramos fuertes. ('n ramos capaces de rechaar todos los asaltos yllenar la tarde de lecturas comunes! de glosas y de disputas, muchas veces biantinas,pero que tenan la virtud de mantener nuestra inteligencia alerta.( veces, hartos de raonar, nos apro"imbamos a la ventana que se abra sobre ungran patio, al cual los edificios volvan la intimidad de sus espaldas. 2eamos, entonces,que la molicie retoaba en el patio, ba$o el resplandor del sol y, reptando por lasparedes, haca suyos los departamentos y las cosas. /or las ventanas abiertas veamos

    hombres y mu$eres desnudos, indolentemente estirados sobre los lechos blancos,abanicndose con peridico. ( veces alguno de ellos se apro"imaba a su ventana ymiraba el patio y nos vea a nosotros. 3uego de hacernos un gesto vago, que podainterpretarse como un signo de complicidad en el sufrimiento, regresaba a su lecho,beba lentos $arros de agua y, envuelto en sus sbanas como en su sudario, proseguasu descomposicin. )ste cuadro al principio nos fortaleca porque revelaba en nosotroscierta superioridad. Mas, pronto aprendimos a ver en cada ventana como el refle$oanticipado de nuestro propio destino y huamos de ese espectculo como de un malpresagio. Habamos visto sucumbir, uno por uno, a todos los desconocidos habitantesde aquellos pisos, sucumbir insensiblemente, casi con dulura, o ms bien, convoluptuosidad. (un aquellos que ofrecieron resistencia 4aquel, por e$emplo, que$ugaba solitarios o aquel otro que tocaba la flauta4 haban perecidoestrepitosamente.3a poca gente que dispona de recursos 4nosotros no estbamos en esa situacin4 selibraban de la molicie abandonando la ciudad. 5uando se produ$eron los primeros casosimprovisaron equipa$es y huyeron hacia las sierras nevadas o hacia las playas frescas,

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    latitudes en las cuales no poda sobrevivir el mal. #osotros en cambio, tenamos queafrontar el peligro, esperando la llegada del otoo para que se e"tendiera su alfombrade ho$as secas sobre los maleficios del esto. ( veces, sin embargo, el otoo seretrasaba mucho, y cuando llegaban los primeros cieros, la mayora de nosotros

    estbamos incurablemente enfermos, completamente corrompidos para toda la vida.3as siete de la noche era la hora ms benigna. 0irase que la molicie hacia una tregua yabandonando provisoriamente la ciudad, reuna fueras en la pradera, preparndosepara el asalto final. )ste se produca despus de la cena, a las once de la noche,cuando la brisa crepuscular haba cesado y en el cielo brlllaban estrellasimplacablemente l'cidas. ( esta hora eran tambin, sin embargo, m'ltiples lasposibilidades de evasin. 3os adinerados emigraban hacia los salones de fiesta enbusca de las mu$eruelas para hallar, en el delirio, un remedio a su cansancio. 6tros sehartaban de vino y regresaban ebrios en la madrugada, completamente insensibles a

    las sutileas de la molicie. 3a mayora, en cambio se refugiaba en los cinematgrafosdel barrio, despus de into"icarse de caf. 3os preparativos para la incursin al cineeran siempre precedidos de una gran tensin, como si se tratara de una medidasanitaria. Se repasaban los listines, se discutan las pelculas y pronto sala la grancaravana cortando el aire espeso de la noche. Muchos, sin embargo, no tenan dinero nipara eso y mendigaban plaideramente una invitacin, o la e"igan con amenaas a lasque eran conducidos fcilmente por el peligro en que se hallaban. )n las incmodasbutacas veamos tres o cuatro cintas consecutivas, con un inters e"cesivo, y que enotras circunstancias no tendra e"plicacin. #os reamos de los malos chistes,

    estbamos a punto de llorar en las escenas melodramticas, nos apasionbamos conhroes imaginarios y haba en el fondo de todo ello como una cruel necesidad y unacom'n hipocresa. ( la salida frecuentbamos paseos solitarios, aromados porperfumes fuertes, y esperbamos en peripatticas charlas que el alba plantara suestandarte de lu en el oriente, signo indudable de que la molicie se declaraba vencidaen aquella $ornada.(l promediar la estacin la lucha se hio insostenible. Sobrevinieron unos das opacos,con un cielo gris cerrado sobre nosotros como una campana neumtica. #o corra unaliento de aire y el tiempo detenido husmeaba srdidamente entre las cosas. )n estosdas, mi compaero y yo, comprendimos la vanidad de todos nuestros esfueros. 0enada nos valan ya los libros, ni las pinturas, ni los silogismos, porque ellos a su veestaban contaminados. 5omprendimos que la molicie era como una enfermedadcsmica que atacaba hasta a los seres inorgnicos, que se infiltraba hasta en lasentidades abstractas, dndoles una blanda apariencia de cosas vivas e in'tiles. 3aresidencia, piso por piso, haba ido cediendo sus posiciones. 3a planta inferior, ocupadapor la despensa y la carbonera, fu la primera en suspender la lucha. 3as materias

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    corruptibles que guardaba 4pilas de carbn vegetal, vveres malolientes4 fueronpresas fciles del mal. 3uego el mal fue subiendo, infle"iblemente, como una densamarea que sepultara ciudades y suspendiera cadveres. #osotros, que ocupbamos el'ltimo piso, organiamos una encarniada resistencia. #uestro reducto fue un pequeo

    y annimo cantar de gesta. (briendo los grifos de$amos correr el agua por los pasillose infiltrarse en las habitaciones. )n una heroica salida regresamos cargados de frutastropicales y de palmas, para morder la pulpa $ugosa o abanicarnos con las ho$asverdes. /ero pronto el agua se recalent, las palmas se secaron y de las frutas sloquedaron los coraones o"idados. )ntonces, desplomndonos en nuestras camas,oyendo cmo nuestro sudor rebotaba sobre las baldosas, decidimos nuestracapitulacin. (l principio llevamos la cuenta de las horas *un campanario repicabacansadamente muy cerca nuestro, +quin lo taeria-, la cuenta de los das, peropronto perdimos toda nocin del tiempo. 2ivamos en un estado de somnolencia torpe,

    de embrutecimiento progresivo. #o podamos proferir una sola palabra. #os eraimposible hilvanar un pensamiento. )ramos fardos de materia viva, desposeidos detoda humanidad.+5uanto tiempo durara aquel estado #o lo s, no podria decirlo. Slo recuerdoaquella maana en que fuimos removidos de nuestros lechos por un gigantescoestampido que conmovi a toda la ciudad. #uestra sensibilidad, agudiada por aquelimpacto, qued un instante alerta. )ntonces sobrevino un gran silencio, luego unarfaga de aire fresco abri de par en par las ventanas y unas gotas de agua motearonlos cristales. 3a atmsfera de toda la habitacin se renov en un momento y un

    saludable olor de tierra humedecida nos arrastr hacia la ventana. )ntonces vimos quellova copiosa, consoladoramente. &ambin vimos que los rboles haban amarilleado yque la primera ho$a dorada se desprenda y despus de un breve vals tocaba la tierra.( este contacto 4un dedo en llaga gigantesca4 la tierra despert con un estertor deinmenso y contagioso $'bilo, como un animal despus de un largo sueo, y nosotrosmismos nos sentimos partcipes de aquel renacimiento y nos abraamos alegrementesobre el dintel de la ventana, recibiendo en el rostro las h'medas gotas del otoo.Madrid, 1953

    La solucin

    47ueno, (rmando, vamos a ver, +qu ests escribiendo ahora

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    3a temida pregunta termin por llegar. %a haban acabado de cenar y estaban ahora enel saln de la residencia barranquina, tomando el caf. /or la ventana entreabierta sevean los faroles del malecn y la niebla invernal que suba de los acantilados.4#o te hagas el desentendido 4insisti 6scar4 %a s que a los escritores no les

    gusta a veces hablar de lo que estn haciendo. /ero nosotros somos de confiana.0anos esa primicia.(rmando carraspe, mir a 7erta como dicindole qu pesados son nuestros amigos,pero finalmente encendi un cigarrillo y se decidi a responder.4)stoy escribiendo un relato sobre la infidelidad. 5omo vern ustedes, el tema no esmuy original. 8Se ha escrito tanto sobre la infidelidad9 (curdense de Rojo y Negro,Madame Bovary, Ana Karenina, para citar slo obras maestras... /ero, precisamente, yo mesiento atrado por lo que no es original, por lo ordinario, por lo trillado... (l respectohe interpretado a mi manera una frase de 5laude Monet: el tema es para m

    indiferente! lo importante son las relaciones entre el tema y yo.. 7erta, por favor,+por qu no cierras la ventana 8Se nos est metiendo la neblina945omo prembul no est mal 4di$o 5arlos4 2amos ahora al grano.4( eso voy. Se trata de un hombre que sospecha de pronto que su mu$er lo engaa.0igo de pronto pues en veinte o ms aos de casados nunca le haba pasado esta ideapor la cabea. )l hombre, que para el caso llamaremos /edro o ;uan, como ustedesquieran, haba tenido siempre una confiana ciega en su mu$er y como adams era unhombre liberal, moderno, le permita tener lo que se llama su rma4 +Me escuchas 6scar4)n cierto sentido s 4prosigui (rmando4 )l marido ideal... 7ueno, como deca,/edro, lo llamaremos as, comiena a dudar de la fidelidad de su mu$er. #o voy aentrar en detalles sobre las causas de esta duda. 3o cierto es que cuando esto ocurresiente que el mundo se le viene aba$o. #o solo porque l le haba sido siempre fiel,salvo aventurillas sin consecuencia, sino porque quera profundamente a su mu$er. Sinla pasin de la $uventud, claro, pero quis en forma ms perdurable, como pueden serla comprensin, el respeto, la tolerancia! todas esas pequeas atanciones yconcesiones que nacen de la rutina y en las que se funda la convivencia conyugal.4)so de la rutina no me gusta 4di$o 5arlos4 3a rutina es la negacin del amor.4)s posible 4di$o (rmando4 (unque esa me parece una frase como cualquier otra./ero d$ame continuar. 5omo deca, /edro sospecha que su mu$er lo engaa. /ero comose trata slo de una sopecha, tanto ms angustiosa cuanto incierta, decide buscarpruebas. % mientras busca las pruebas de esta infidelidad descubre una segundainfidelidad, ms grave todava, pues databa de ms tiempo y era ms apasionada.

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    4+?u pruebas eran 4pregunt 6scar4 Sobre este asunto de la infidelidad laspruebas son difciles de producir.40igamos cartas o fotos o testimonios de personas de absoluta buena fe. /ero estoes secundario por ahora. 3o cierto es que /edro se hunde un grado ms en la

    desesperacin, pues ya no se trata de uno sino de dos amantes: el ms reciente, delcual tiene saspechas y el ms antiguo, del cual cree tener pruebas. /ero el asunto notermina all. (l seguir investigando sobre la frecuencia, la gravedad, las circunstanciasde este segundo engao, descubre la presencia de un tercer amante y al tratar deaveriguar algo ms sobre este tercero aparece un cuarto...4@na Mesalina, quieres decir 4intervino 5arlos4 +5untos tena al fin4/ara los efectos del relato me bastan cuatro. )s la cifra apropiada. (umentarlahabra sido posible, pero me hubiera trado problemas de composicin. 7ueno, la mu$erde /edro tena pues cuatro amantes. % simultneamente adems, lo que no debe

    e"traar pues los cuatro eran muy diferentes entre s *uno bastante menor que ella,otro mayor, uno muy culto y fino, otro ms bien ignorante, etc.- de modo quesatisfacan diversas apetencias de su carne y de su espritu.4+% qu hace /edro 4pregunt (malia.4( eso voy. >maginarn ustedes el horrible estado de angustia, de rabia, de celos enque esta situacin lo pone. Muchas pginas del relato estarn dedicadas al anlisis ydescripcin de su estado de nimo. /ero esto se los ahorro. Solo dir que, gracias a unenorme esfuero de voluntad y sobre todo a su sentido e"acerbado del decoro, node$a traslucir sus sentimientos y se limita a buscar solo, sin confiarse a nadie, la

    solucin de su problema.4)so es lo que queremos saber 4di$o 6scar4 +?u demonios hace4/ara ser $usto, yo tampoco lo s. )l relato no est terminado. /ienso que /edro seplantea una serie de alternativas, pero no s a'n cul es la que va a elegir... /or favor,7erta, +me sirves otro caf... /ero se dice, en todo caso, que cuando surge unobstculo en nuestra vida hay que eliminarlo! para restablecer la situacin original.8/ero, claro, no se trata de un obstculo sino de cuatro9 Si solo e"istiera un amante novacilara en matarlo...4+@n crimen 4pregunt >rma4 +/edro sera capa de eso4@n crimen, s. /ero un crimen pasional. @stedes saben que la legislacin penal detodo el mundo contiene disposiciones que aten'an la pena en caso de crimen pasional.Sobre todo si un buen abogado demuestra que el agente del crimen lo cometi enestado de pasin violenta. 0igamos que /edro est dispuesto a correr los riesgos delasesinato, sabiendo que dadas las circunstancias la pena no sera muy grave. /ero,como comprendern, matar a uno de los amantes no resolvera nada, pues quedaranlos otros tres. % matar a los cuatro sera ya un delito muy grave, una verdadera

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    masacre, que le costara la pena capital. )n consecuencia, /edro descarta la idea delcrimen.40e los crmenes 4di$o >rma.4;usto, de los crmenes. /ero, entonces, se le ocurre una idea genial: enfrentar a los

    amantes, de modo que sean ellos quienes se eliminen. 3a idea la concibe as: puesto queson cuatro 4y comprendern ahora por qu ese n'mero me convena4 har unaespecie de eliminatorias, como en un torneo deportivo. )nfrentar a dos contra dos yluego a los dos ganadores, de modo que por lo menos tres queden eliminados...4)so me parece ya novelesco 4di$o 5arlos 4+5mo diablos hace )n la prctica nocreo que funcione.4/ero estamos $ustamente en el mundo de la literatura, es decir, de la probabilidad.&odo reside en que el lector crea lo que le cuento. % este es asunto mo. 7ueno, /edrodivide a los amantes en el @no y el 0os y en el &res y el 5uatro. Mediante cartas

    annimas o llamadas telefnicas u otros medios revela al @no la e"istencia del 0os y al&res la e"istencia del 5uatro. &odo ello mediante una estrategia gradual y una tcnicade la perfidia que le permiten despertar en el agente escogido no solo los celos msatroces sino un violento deseo de aniquilar al rival. Me olvidaba decirles que losamantes de 1osa, as llamaremos a la mu$er, estaban feromente enamorados de ella,se crean los 'nicos depositarios de su amor y por lo tanto la revelacin de lae"istencia de competidores los ofusca tanto como a /edro mismo.4)so s es posible 4di$o 5arlos4 @n amante debe tener ms celos de otro amanteque el mismo marido.

    4/ara resumir 4prosigui (rmando4 /edro lleva tan bien el asunto que el amante@no mata al 0os y el &res al 5uatro. ?uedan en consecuencia solo dos. % con estosprocede de la misma manera, de modo que el amante @no mata al &res. % alsobreviviente de esta matana lo mata el propio /edro, es decir, que cometedirectamente un solo crimen y como se trata de uno solo y de origen pasional goa deun veredicto benvolo. % al mismo tiempo logra lo que se haba propuesto o seaeliminar los obstculos que contrariaban su amor.4Me parece ingenioso 4di$o 6scar4 /ero insisto en que en la prctica no funcionara.Suponte que el amante @no no logre matar al 0os, que simplemente lo hiera. 6 que elamante &res, por ms que est enamorado de 1osa, sea incapa de cometer un crimen.4&ienes ran 4di$o (rmando4 % por eso es que /edro renuncia a esta solucin. )sode enfrentar a los amantes con el fin de que se e"terminen no es viable, ni en larealidad ni en la literatura.4+?u hace entonces 4pregunt 7erta.47ueno, yo mismo no lo s... %a les he dicho que el relato no est terminado. /or esomismo se los cuento. +#o se les ocurre nada a ustedes

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    4S 4di$o 7erta4 0ivorciarse. 8#ada ms simple94Haba pensado en eso. /ero, +qu resolvera el divorcio Sera un escndalo in'til,pues mal que bien un divorcio es siempre escandaloso, ms a'n en una ciudad comoesta que, en muchos aspectos, sigue siendo provinciana. #o, el divorcio de$ara intacto

    el problema de la e"istencia de los amantes y del sufrimiento de /edro. % ni siquieraaplacara su deseo de vengana. )l divorcio no sera la buena solucin. /ienso ms bienen otra: /edro e"pulsa a 1osa de la casa, luego de demostrarle e increparle sutraicin. 3a pone en la calle brutalmente, con todos sus brtulos o sin ellos. Sera unasolucin varonil y moralmente $ustificada.43o mismo pienso yo 4di$o 6scar4 @na solucin de macho. 8/uesto que me hasengaado, toma9 (hora te las arreglas como puedas.4)l asunto no es tan simple 4continu (rmando4 % creo que /edro tampoco elegiraesta solucin. 3a ran principal es que e"pulsar a su mu$er le sera prcticamente

    insoportable, puesto que lo que l desea es retenerla. )"pulsarla sera hacerla a'n msdependiente de sus amantes, arro$arla a sus braos y ale$arla ms de s. #o, lae"pulsin del hogar, si bien posible, no resuelve nada. /edro piensa que lo ms sensatosera ms bien lo contrario.4+?u entiendes t' por contrario 4pregunt >rma.4>rse de la casa. 0esaparecer. #o de$ar rastros. 0e$ar slo una carta o no de$arnada. Su mu$er comprendera las raones de esa desaparicin. >rse y emprender en unpas le$ano una nueva vida, una vida diferente, otro traba$o, otros amigos, otra mu$er,sin dar $ams cuenta de su persona. % ello a'n suponiendo que /edro y 1osa tengan

    hi$os, aunque me$or sera que no los tuvieran, pues complicara demasiado la historia./ero /edro se ira, abandonando incluso a sus supuestos hi$os, pues la pasin amorosaest por encima de la pasin paternal.47ueno, /edro se va, +y qu 4pregunt 7erta.4/edro no se va, 7erta, no se va. /orque irse tampoco es la buena solucin. +?uganara con irse #ada. /erdera ms bien todo. Sera un buen recurso si 1osadependiera econmicamente de /edro, pues tendra al menos ese motivo para sufrir suausencia, pero haba olvidado decirles que ella tena fortuna personal *padres ricos,bienes de familia, lo que sea-, de modo que podra muy bien prescindir de l. (parte deello, /edro ya no es un moo y le sera difcil emprender una nueva vida en un pasnuevo. 6bviamente, la fuga beneficiara solo a su mu$er, la que se veradesembaraada de /edro, estrechara sus relaciones con sus amantes y podra tenertodos los otros que le viniera en gana. /ero la ran principal es que /edro, as lograrainstalarse y prosperar en una ciudad le$ana y como se dice

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    4)s verdad 4di$o (malia4 )so de desaparecer, me parece un disparate.4/ero este recurso de la fuga tiene una variante 4empalm (rmando4 @na varianteque me seduce. 0igamos que /edro no desaparece sin de$ar rastros, sino quesimplemente se muda a otra casa luego de una serena e"plicacin con su mu$er y una

    separacin amigable. +?u puede pasar entonces (lgo que me parece posible, almenos tericamente. /ero esto requiere cierto desarrollo. +Me permiten %o piensoque los amantes son raramente superiores a los maridos, no slo intelectual o moral ohumanamente sino hasta se"ualmente hablando. 3o que sucede es que las relacionesdel marido con la mu$er estn contaminadas, viciadas y desvaloriadas por locotidiano. )n ellas interfieren cientos de problemas que nacen de la vida conyugal yque son motivo de constantes discrepancias, desde la forma de educar a los hi$os,cuando los hay, hasta las cuentas por pagar, los muebles que es necesario renovar, loque se debe cenar en la noche...

    43as visitas que es necesario hacer o recibir 4aadi 6scar.4)"acto. )stos problemas no e"isten en las relaciones entre la mu$er y el amante,pues sus relaciones se dan e"clusivamente en el plano del erotismo. 3a mu$er y elamante se encuentran slo para hacer el amor, con e"clusin de toda otrapreocupacin. )l marido y la mu$er, en cambio, llevan a casa y confrontan a cadamomento la carga de su vida en com'n, lo que impide o dificulta el contacto amoroso./or ello digo que si el marido se va de la casa, desapareceran las barreras que seinterponen entre l y su mu$er, lo que de$ara el campo libre para una relacinplacentera. )n fin, lo que quiero decir es que la separacin amigable tendra para

    /edro la venta$a de endosar a los amantes los problemas cotidianos, con todo lo queesto trae de perturbador y de destructor de la pasin amorosa. /edro, al ale$arse desu mu$er, se acercara en realidad a ella, pues los amantes terminaran por asumir elpapel del marido y l el de amante. (l convivir ms estrechamente con los amantes,gracias a la partida de /edro, y al ver a este solo ocasionalmente, la situacin seinvertira y en adelante iran a los amantes las espinas y al marido las rosas. )s decir,1osa donde /edro.4&odo eso me parece muy elocuente y bien dicho 4intervino 6scar4 >nvertir lospapeles, gracias a una retirada estratgica. 8#o esta mal9 +?u les parece a ustedes( mi $uicio es el me$or recurso.4/ero no lo es 4di$o (rmando4 % cranme que me molesta que no lo sea. @n autor,por ms fro y ob$etivo que quiera ser, tiene siempre sus preferencias. 8(h, seramaravilloso que las cosas pudieran ocurrir as9 /reservar la condicin de marido y seral mismo tiempo el amante. /ero en esta solucin hay una o varias fallas. 3a principal,en todo caso, es que 1osa ya est probablemente cansada de /edro y no puedesoportarlo ni de cerca ni de le$os, ni como marido ni como amante. &odo lo que se

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    relaciona con l est impregnado de las escorias de su vida en com'n de modo que, porms que no vivieran $untos, le bastara verlo para que resurgieran en su espritu todoslos fantasmas de su e"periencia domstica. )l esposo arrastra consigo la carga de supasado marital. 3o que le impedir siempre acercarse a su mu$er como un desconocido.

    4)n definitiva 4di$o 5arlos4 veo que las posibilidades de /edro se agotan...4#o, hay todava otra posibilidad. Simplemente no hacer nada, aceptar la situacin ycontinuar su vida con 1osa como si nada hubiera ocurrido. )sta solucin me pareceinteligente y adems elegante. 1evelara comprensin, realismo, sentido de lasconveniencias, incluso cierta noblea, cierta sabidura. )s decir, /edro aceptara teneren la cabea un par, o me$or dicho, cuatro pares de magnficos cachos y pasar aformar parte resignadamente de la corporacin de los cornudos que, como es sabido,es una corporacin infinita.48Hum9 4di$o 5arlos4 #o estoy de acuerdo con eso. 5laro, revela amplitud de

    espritu, ausencia de pre$uicios, como dices, pero creo que sera poco digno,humillante. %o al menos no lo aguantara.4%o tampoco 4di$o 6scar4 % atencin, (malia. 3legado el caso, que sirva deadvertencia.486h, qu maridos tenemos9 4di$o (malia4 @nos verdaderos falcratas.4/ero esta alternativa tiene sus venta$as 4insisti (rmando4 3a principal es que, alaceptar la situacin, /edro mantendra a su mu$er a su lado. @na mu$er que lo engaa,es cierto, y que carnal y espiritualmente pertenece a otros, pero que al fin est all, asu alcance y de la cual puede recibir espordicamente un gesto errante de cario.

    5onservara no su cuerpo ni su alma, pero s su presencia. % esto me parece unamaravillosa prueba de amor, de parte de l, una prueba digna de quitarse el sombrero.4Sombrero que no podra calarse /edro en su adornadsima cabea 4di$o 6scar4 #o,evidentemente, no me parece bien eso de aceptar la situacin. 5onsentir, en este caso,es disminuirse como hombre, como marido.4)s posible 4di$o (rmando4 /ero sigo pensando que sera una solucin ponderada yque requiere cierta grandea de alma. )s preferible quis ser infeli al lado de lamu$er querida que dichoso le$os de ella... /ero en fin, digamos que tampoco es el buenrecurso.4#o puede matar a los amantes... 4di$o 5arlos4 #o puede echar a la mu$er de lacasa, no puede tampoco desaparecer, ni divorciarse, ni acomodarse a la situacin.+?u le queda entonces Hay que reconocer que tu persona$e se encuentra metido enmenudo lo.4Hay todava otro recurso 4di$o (rmando4 @n recurso directo, limpio: suicidarse.>rma, (malia y 7erta protestaron al unsono.

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    48(h, no9 4di$o >rma4 8#ada de suicidios9 8/obre /edro9 3a verdad es que me caesimptico. +% a ti, 7erta &' que tienes influencia sobre (rmando, convncelo paraque no lo mate.4#o creo que lo mate 4di$o 7erta 4)l relato se convertira en un vulgar melodrama.

    % adems /edro es demasiado inteligente para suicidarse.4#o s si ser inteligente o no 4di$o 6scar4 0espus de todo es una suposicintuya. /ero la situacin es tan enredada que lo me$or sera pegarse un tiro. +#o crees,(rmando4+@n tiro 4repiti (rmando4 S, un tiro... /ero, +qu resolvera esto #ada. #o, nocreo que el suicidio sea lo indicado. % no porque se trate de un desenlacemelodramtico, como dice 7erta. ( m me encanta el melodrama y pienso que nuestravida est hecha de sucesivos melodramas. 3o que ocurre es que esta solucin sera tanmala como la de desaparecer sin de$ar rastros. 5on el agravante de que se tratara de

    una desaparicin sin posibilidad de regreso. Si /edro se va de la casa le queda laesperana del retorno y hasta de la reconciliacin. 8/ero si se suicida94)s verdad 4di$o 5arlos4 %o prefiero tener siempre en el bolsillo mi ticAet deregreso. /ero tampoco es una solucin absurda. Si /edro se suicida se borra delmundo, borra tambin a 1osa, a sus amantes, es decir, borra su problema. 3o que esuna manera de resolverlo.4#o te falta ran 4di$o (rmando4 % voy a reconsiderar esta hiptesis. (unqueentre resolver un problema y eludirlo hay una gran diferencia. % adems 8quin sabe98( lo me$or el dolor de /edro es tan grande que lo perseguira ms all de la muerte9

    4)n buena cuenta tu persona$e est fregado 4boste 6scar4 2eo que no hasencontrado una solucin a tu historia. /ero nuestra historia es que ya pas lamedianoche y que maana traba$amos. % nosotros s tenemos una solucin: irnos altiro.4)spera 4di$o (rmando4 Me haba olvidado de otra posibilidad...4+&odava hay otra 4pregunt 7erta.4% una de las ms importantes. )n realidad debera haberla mencionado al comieno.&ambin es posible que /edro llegue a la conclusin de que 1osa no le es infiel, quetodas las pruebas que ha reunido son falsas. @stedes saben bien, tratndose de unasunto como este la 'nica prueba plena es el flagrante delito. &odo lo dems, cartas,fotos, testimonios, son recusables. /uede haber error de interpretacin, puedetratarse de documentos apcrifos o falsificados, de testimonios malvolos, en fin, decircunstancias que se prestan a una acusacin sin fundamento. % la verdad es que/edro no tiene la prueba plena.48(cabramos9 4di$o 6scar4 0ebas haber empeado por all. #os has tenidodndole vueltas a un problema que en realidad no e"ista. +#os vamos, >rma

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    4+#o quieren un coac, una menta 4pregunt 7erta.4Bracias 4di$o 5arlos4 3a historia de (rmando nos ha divertido, pero 6scar tieneran, ya es tarde. 0e todos modos, (rmando, espero que cuando nos reunamos lapr"ima ve hayas terminado tu relato y nos lo puedas leer.

    486h9 4di$o (rmando4 3os relatos que ms nos interesan son por lo general aquellosque nunca podemos concluir... /ero esta ve har un esfuero para terminarlo. % con labuena solucin.4+#os traes nuestras cosas, 7erta 4di$o (malia.4%o se las traigo 4di$o (rmando4 /nganse de acuerdo con 7erta para la pr"imareunin.(rmando se retir hacia el interior, mientras 7erta y las dos pare$as se despedan.+0nde sera la pr"ima cena +0onde 6scar +0onde 5arlos +0entro de quincedas +0entro de un mes @n ruido seco, perentorio, lleg del fondo de la casa.

    ?uedaron paraliados.4Se dira un tiro4 di$o 6scar.7erta fue la primera en precipitarse por el corredor, $usto cuando (rmandoreapareca llevando un bolso, una bufanda, un abrigo. )staba plido.485urioso9 4di$o4 )stas son las coincidencias que a uno lo desconciertan. (l buscaruna pastilla en mi mesa de noche desplac mi revlver y no s cmo sali un tiro.(traves el ca$n de la mesa y rebot contra la pared.487uen susto nos has dado9 4di$o 6scar4 )s as como ocurren los accidentes. )s poreso que yo $ams tengo armas a la mano. /on un poco ms de atencin otra ve.

    482a9 4di$o (rmando4 &ampoco hay que e"agerar. 0espus de todo no ha pasadonada. 3os acompao hasta la puerta.)l malecn segua brumoso. (rmando esper que los autos arrancaran y entrando a lacasa corri el picaporte y regres a la sala. 7erta llevaba a la cocina los cenicerossucios.4%a maana la muchacha pondr orden aqu. )stoy muy cansada ahora.4%o en cambio no tengo sueo. 3a conversacin me ha dado nuevas ideas. 2oy atraba$ar un momento en mi relato. #o me has dicho qu te pareci...4/or favor, (rmando, te digo que estoy cansada. Maana hablaremos de eso.7erta se retir y (rmando se dirigi a su escritorio. 3argo rato estuvo revisando sumanuscrito, tar$ando, aadiendo, corrigiendo. (l fin apag la lu y pas al dormitorio.7erta dormida de lado, su lmpara del velador encendida. (rmando observ sus rubioscabellos e"tendidos sobre la almohada, su perfil, su delicioso cuello, sus formas querespiraban ba$o el edredn. (briendo el ca$n de su mesa de noche sac su revlver yestirando el brao le dispar un tiro en la nuca.

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    Mar afuera

    0esde que arpara la barca, ;anampa haba pronunciado slo dos o tres palabras,siempre oscuras, cargadas de reserva, como si se hubiera obstinado en crear un clima

    de misterio. Sentado frente a 0ionisio, haca una hora que remaba infatigablemente.%a las fogatas de la orilla haban desaparecido y las barcas de los otros pescadoresapenas se divisaban en lontanana, plidamente iluminadas por sus faroles de aceite.0ionisio trataba en vano de estudiar las facciones de su compaero. 6cupado endesaguar el bote con la pequea lata, observaba a hurtadillas su rostro que, recibiendoen plena nuca la lu cruda del farol, slo mostraba una silueta negra e impenetrable. (veces, al ladear ligeramente el semblante, la lu se le escurra por los pmulossudorosos o por el cuello desnudo y se poda adivinar una fa hosca, decidida,cruelmente poseda de una e"traa resolucin.

    4+Caltar mucho para amanecer;anampa lan slo un gruido, como si dicho acontecimiento le importara poco ysigui clavando con frenes los remos en la mar negra.0ionisio cru los braos y se puso a tiritar. %a una ve le habia pedido los remos peroel otro rehus con una blasfemia. ('n no acertaba a e"plicarse, adems, por qu lohaba escogido a l, precisamente a l, para que lo acompaara esa madrugada. )scierto que el Mocho estaba borracho pero haba otros pescadores disponibles con

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    quienes ;anampa tena ms amistad. Su tono, por otra parte, haba sido imperioso.5ogindolo del brao le haba dicho:4#os hacemos a la mar $untos esta madrugada.4% fue imposible negarse. (penas pudo apretar la cintura de la /rieta y darle un beso

    entre los dos pechos.48#o tardes mucho9 4haba gritado ella, en la puerta de la barraca, agitando la sartndel pescado.Cueron los 'ltimos en arpar. Sin embargo, la venta$a fue pronto recuperada y alcuarto de hora haban sobrepasado a sus compaeros.4)res buen remador 4di$o 0ionisio.45uando me lo propongo 4replic ;anampa, disparando una risa sorda.Ms tarde habl otra ve:4/or ac tengo un banco de arenques. 4&ir al mar un salivao4. /ero ahora no me

    interesa. 4% sigui remando mar afuera.Cue entonces cuando 0ionisio empe a recelar. )l mar, adems, estaba un pocopicado. 3as olas venan encrespadas y cada ve que embestan el bote, la proa seelevaba al cielo y 0ionisio vea a ;anampa y el farol suspendidos contra la 5ru delSur.4%o creo que est bien ac 4se haba atrevido a sugerir.48&' no sabes9 4replic ;anampa, casi colrico.0esde entonces, ya tampoco l abri la boca. Se limit a desaguar cada ve que eranecesario pero observando siempre con recelo al pescador. ( veces escrutaba el cielo,

    con el vivo deseo de verlo desteirse o lanaba furtivas miradas hacia atrs,esperando ver el refle$o de alguna barca vecina.47a$o esa tabla hay una botella de pisco 4di$o de pronto ;anampa4. Dchate un tragoy psamela.0ionisio busc la botella. )staba a medio consumir y casi con alivio vaci gruesosborbotones en su garganta salada.;anampa solt por primera ve los remos, con un sonoro suspiro, y se apoder de labotella. 3uego de consumirla la tir al mar. 0ionisio esper que al fin fuera adesarrollarse una conversacin pero ;anampa se limit a cruar los braos y quedsilencioso. 3a barca con sus remos abandonados, qued a merced de las olas. 2irligeramente hacia la costa, luego con la resaca se incrust mar afuera. Hubo unmomento en que recibi de flanco una ola espumosa que la inclin casi hasta elnaufragio, pero ;anampa no hio un ademn ni di$o una palabra. #erviosamente busc0ionisio en su pantaln un cigarrillo y en el momento de encenderlo aprovech paramirar a ;anampa. @n segundo de lu sobre su cara le mostr unas facciones cerradas,amarradas sobre la boca y dos cavernas oblicuas incendiadas de fiebre en su interior.

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    5ogi nuevamente la lata y sigui desaguando, pero ahora el pulso le temblaba.Mientras tena la cabea hundida entre los braos, le pareci que ;anampa rea consorna. 3uego escuch el paleteo de los remos y la barca sigui virando hacia alta mar.0ionisio tuvo entonces la certea de que las intenciones de ;anampa no eran

    precisamente pescar. &rat de reconstruir la historia de su amistad con l. Seconocieron haca dos aos en una construccin de la cual fueron albailes. ;anampaera un tipo alegre, que traba$aba con gusto pues su fortalea fsica haca divertido loque para sus compaeros era penoso. /asaba el da cantando, haciendo bromas oaventndose de los andamios para enamorar a las sirvientas, para quienes era unaespecie de tarn o de bestia o de demonio o de semental. 3os sbados despus decobrar sus $ornales, se suban al techo de la construccin y se $ugaban a los dadostodo lo que haban ganado.4(hora recuerdo 4pens 0ionisio. @na tarde le gan al pquer todo su salario.

    )l cigarrillo se le cay de las manos, de puro estremecimiento. +Se acordara Sinembargo, eso no tena mucha importancia. Dl tambin perdi algunas veces. )l tiempo,adems, haba corrido. /ara cerciorarse, aventur una pregunta.4+Sigues $ugando a los dados;anampa escupi al mar, como cada ve que tena que dar una respuesta.4#o 4di$o y volvi a hundirse en su mutismo. /ero despus aadi4: Siempre meganaban.0ionisio aspir fuertemente el aire marino. 3a respuesta de su compaero lotranquili en parte a pesar de que abra una nueva veta de temores. (dems, sobre la

    lnea de la costa, se vea un refle$o rosado. (maneca, indudablemente.487ueno9 4e"clam ;anampa, de repente4. 8(qu estamos bien9 4% clav los remos enla barca. 3uego apag el farol y se movi en su asiento como si buscara algo. /or 'ltimose recost en la proa y comen a silbar.4)char la red 4sugiri 0ionisio, tratando de incorporarse.4#o 4replic ;anampa4. #o voy a pescar. (hora quiero descansar. ?uiero silbartambin... 4% sus silbidos via$aban hacia la costa, detrs de los patillos quecomenaban a desfilar granando4. +&e acuerdas de esto 4pregunt,interrumpindose.0ionisio tarare mentalmente la meloda que su compaero insinuaba. &rat deasociarla con algo. ;anampa, como si quisiera ayudarlo, prosigui sus silbos,comunicndole vibraciones inauditas, sacudido todo l de m'sica, como la cuerda deuna guitarra. 2io, entonces, un corraln inundado de botellas y de valses. )ra uncambio de aros. #o poda olvidarlo pues en aquella ocasin conoci a la /rieta. 3afiesta dur hasta la madrugada. 0espus de tomar el caldo se retir hacia el

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    acantilado, abraando a la /rieta por la cintura. Haca ms de un ao. )sa meloda,como el sabor de la sidra, le recordaba siempre aquella noche.4+&' fuiste 4pregunt, como si hubiera estado pensando en viva vo.4)stuve toda la noche 4replic ;anampa.

    0ionisio trat de ubicarlo. 8Haba tanta gente9 (dems, +qu importancia tendrarecordarlo43uego camin hasta el acantilado 4aadi ;anampa y ri, ri para adentro, como sise hubiera tragado algunas palabras picantes y se goara en su secreto.0ionisio mir hacia ambos lados. #o, no se avecinaba ninguna barca. @n repentinodesasosiego lo invadi. 1ecin lo asaltaba la sospecha. (quella noche de la fiesta;anampa tambin conoci a la /rieta. 2io claramente al pescador cuando le oprima lamano ba$o el cordn de sbanas flotantes.4Me llamo ;anampa 4di$o *estaba un poco mareado-4. /ero en todo el barrio me

    conocen por

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    0ionisio sinti una opresin en la garganta. &al ve era el fro o el hambre. 3a maanase haba abierto como un abanico. 3a /rieta le haba preguntado una noche, despusque se cobi$aron en la orilla:4+5onoces t' a ;anampa 2iglalo bien. ( veces me da miedo. Me mira de una manera

    rara.4+)sts nervioso 4repiti ;anampa4. +/or qu %o slo he querido dar un paseo. Hequerido hacer un poco de e$ercicio. 0e ve en cuando cae bien. Se toma el fresco...3a costa estaba a'n muy le$os y era imposible llegar a nado. 0ionisio pens que no valala pena echarse al agua. (dems, +para qu ;anampa 4ya caan gotas de maana ensu cara4 estaba quieto, con las manos aferradas a los remos inmviles.4+3o has visto 4volvi a preguntar la /rieta una noche4. Siempre ronda por accuando nos acostamos.48Son ideas tuyas9 4)ntonces estaba ciego4. 3o conoco hace tiempo. )s charlatn

    pero tranquilo.4@stedes se acostaban temprano... 4empe ;anampa4 y no apagaban el farol hastala medianoche.45uando se duerme con una mu$er como la /rieta... 4replic 0ionisio y se dio cuentaque estaban hollando el terreno temido y que ya sera in'til andar con subterfugios.4( veces las apariencias engaan 4continu ;anampa4 y las monedas son falsas.4/ues te $uro que la ma es de buena ley.480e buena ley9 4e"clam ;anampa y lan una risotada.3uego cogi la red por un e"tremo y de reo$o observ a 0ionisio, que miraba hacia

    atrs.4#o busques a los otros botes 4di$o4. Han quedado muy le$os. 8;anampa los hade$ado botados9 4% sacando un cuchillo, comen a cortar unas cuerdas que colgabande la red.4+% sigue rondando 4pregunt tiempo despus a la /rieta.4#o 4di$o ella4. (hora anda tras la sobrina de /ascual.( l, sin embargo, no le pareci esto ms que una treta para disimular. 0e nochesenta rodar piedras cerca de la barraca y al aguaitar a travs de la cortina, vio a;anampa varias veces caminando por la orilla.4+(caso buscabas erios por la noche 4pregunt 0ionisio.;anampa cort el 'ltimo nudo y mir hacia la costa.48(manece9 4di$o sealando el cielo. 3uego de una pausa, aadi4: #o! no buscabanada. &ena malos pensamientos, eso es todo. /as muchas noches sin dormir,pensando... %a, sin embargo, todo se ha arreglado...0ionisio lo mir a los o$os. (l fin poda verlos, cavados simtricamente sobre lospmulos duros. /arecan o$os de pescado o de lobo.

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    haba dicho una ve la /rieta. )sa maana, antes de embarcarse, tambin los habavisto. 5uando force$eaba con la /rieta a la orilla de la barraca, algo lo haba molestado.Mirando a su alrededor, sin soltar las adorables trenas, divis a ;anampa apoyado ensu barca, con los braos cruados sobre el pecho y la peluca rebelde salpicada de

    espuma. 3a fogata vecina le esparca brochaos de lu amarilla y los o$os oblicuos lomiraban desde le$os con una mirada fastidiosa que era casi como una manotercamente apoyada en l.4;anampa nos mira 4di$o entonces a la /rieta.48?u importa9 4replic ella, golpendole los lomos4. 8?ue mire todo lo que quiera9 4% prendindose de su cuello, lo hio rodar sobre las piedras. )n medio de la amorosalucha, vio a'n los o$os de ;anampa y los vio apro"imarse decididamente.5uando lo tom del brao y le di$o:

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    0ionisio hundi los braos en el mar hasta los codos y sin apartar la mirada de la costabrumosa, dominado por una tristea annima que dirase no le perteneca, quedesperando resignadamente la hora de la pualada.*/ars, EFG-

    Slo para fumadores

    Sin haber sido un fumador preco, a partir de cierto momento mi historia se confunde

    con la historia de mis cigarrillos. 0e mi perodo de aprendia$e no guardo un recuerdomuy claro, salvo del primer cigarrillo que fum, a los catorce o quince aos. )ra unpitillo rubio, marca 0erby, que me invit un condiscpulo a la salida del colegio. 3oencend muy asustado, a la sombra de una morera y despus de echar unas cuantaspitadas me sent tan mal que estuve vomitando toda la tarde y me $ur no repetir lae"periencia.

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    ;uramento in'til, como otros tantos que lo siguieron, pues aos ms tarde, cuandoingres a la universidad, me era indispensable entrar al /atio de 3etras con uncigarrillo encendido. Metros antes de cruar el vie$o agun ya haba chasqueado lacerilla y alumbrado el pitillo. )ran entonces los 5hesterfield, cuyo aroma duln

    guardo hasta ahora en mi memoria. @n paquete me duraba dos o tres das y parapoder comprarlo tena que privarme de otros caprichos, pues en esa poca viva depropinas. 5uando no tena cigarrillos ni plata para comprarlos se los robaba a mihermano. (l menor descuido ya haba desliado la mano en su chaqueta colgada de unasilla y sustrado un pitillo. 3o digo sin ninguna vergIena, pues l haca lo mismoconmigo. Se trataba de un acuerdo tcito y adems de una demostracin de que lasacciones reprensibles, cuando son recprocas y equivalentes, crean un statu quo ypermiten una convivencia armoniosa.(l subir de precio, los 5hesterfield se volatiliaron de mis manos y fueron

    remplaados por los >nca, negros y nacionales. 2eo a'n su paquete amarillo y aul conel perfil de un inca en su envoltura. #o deba ser muy bueno este tabaco, pero era elms barato que se encontraba en el mercado. )n algunas pulperas los vendan pormedios paquetes o por cuartos de paquete, en cucuruchos de papel de seda. )ravergonoso sacar del bolsillo uno de estos cucuruchos. %o siempre tena una ca$etillavaca en la que meta los cigarrillos comprados al menudeo. (un as los >nca eran unlu$o comparados con otros cigarrillos que fum en esos tiempos, cuando misnecesidades de tabaco aumentaron sin que ocurriera lo mismo con mis recursos: un tomilitar me traa del cuartel cigarrillos de tropa, amarrados en sartas como si fuesen

    cohetes, producto repugnante, donde se encontraban pedaos de corcho, astillas,pa$as y unas cuantas hebras de tabaco. /ero no me costaban nada, y se fumaban.#o s si el tabaco es un vicio hereditario. /ap era un fumador moderado, que de$ elcigarrillo a tiempo cuando se dio cuenta de que le haca dao. #o guardo ning'nrecuerdo de l fumando, salvo una noche en que no s por qu capricho, pues hacaaos que haba renunciado al tabaco, cogi un pitillo de la cigarrera de la sala, lo corten dos con unas ti$eritas y encendi una de las partes. ( la primera pitada lo apagdiciendo que era horrible. Mis tos en cambio fueron grandes fumadores y es conocidala importancia que tienen los tos en la transmisin de hbitos familiares y modelos deconducta. Mi to paterno Beorge llevaba siempre un cigarrillo en los labios y encendael siguiente con la colilla del anterior. 5uando no tena un cigarrillo en la boca tena unapipa. Muri de cncer al pulmn. Mis cuatro tos maternos vivieron esclaviados por eltabaco. )l mayor muri de cncer a la lengua, el segundo de cncer a la boca y eltercero de un infarto. )l cuarto estuvo a punto de reventar a causa de una 'lceraestomacal perforada, pero se recuper y sigue de pie y fumando.

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    0e uno de estos tos maternos, el mayor, guardo el primer y ms impresionanterecuerdo de la pasin por el tabaco. )stbamos de vacaciones en la hacienda &ulpo, aocho horas a caballo de Santiago de 5huco, en los (ndes septentrionales. ( causa delmal tiempo no vino el arriero que traa semanalmente provisiones a la hacienda y los

    fumadores quedaron sin cigarrillos. &o /aco pas dos o tres das pasendosedesesperado por las arcadas de la casa, subiendo a cada momento al mirador paraotear el camino de Santiago. (l fin no pudo ms y a pesar de la oposicin de todos*para que no ensillara un caballo escondimos las llaves del cuarto de monturas-, selan a pie rumbo a Santiago, en plena noche y ba$o un aguacero atro. (pareci al dasiguiente, cuando terminbamos de almorar. /or fortuna se haba encontrado a mediocamino con el arriero. )ntr al comedor empapado, embarrado, calado de fro hastalos huesos, pero sonriente, con un cigarrillo humeando entre los dedos.5uando ingres a la facultad de 0erecho consegu un traba$o por horas donde un

    abogado y pude disponer as de los medios necesarios para asegurar mi consumo detabaco. )l pobre >nca se fue al diablo, lo conden a muerte como un vil conquistador yme puse al servicio de una potencia e"tran$era. )ra entonces la boga del 3ucAy. Sulinda ca$etilla blanca con un crculo ro$o fue mi smbolo de estatus y una promesa deplacer. Miles de estos paquetes pasaron por mis manos y en las volutas de suscigarrillos estn envueltos mis 'ltimos aos de derecho y mis primeros e$erciciosliterarios./or ese crculo ro$o entro forosamente cuando evoco esas altas noches de estudio enlas que me amaneca con amigos la vspera de un e"amen. /or suerte no faltaba nunca

    una botella, aparecida no se saba cmo, y que le daba al fumar su complemento y alestudio su contrapeso. % esos parntesis en los que, olvidndonos de cdigos y lega$os,dbamos libre curso a nuestros sueos de escritores. &odo ello naturalmente en unperfume de 3ucAy. )l fumar se haba ido ya enhebrando con casi todas las ocupacionesde mi vida. Cumaba no solo cuando preparaba un e"amen sino cuando vea una pelcula,cuando $ugaba a$edre, cuando abordaba a una guapa, cuando me paseaba solo por elmalecn, cuando tena un problema, cuando lo resolva. Mis das estaban as recorridospor un tren de cigarrillos, que iba sucesivamente encendiendo y apagando y que tenancada cual su propia significacin y su propio valor. &odos me eran preciosos, peroalgunos de ellos se distinguan de los otros por su carcter sacramental, pues supresencia era indispensable para el perfeccionamiento de un acto: el primero del dadespus del desayuno, el que encenda al terminar de almorar y el que sellaba la pa yel descanso luego del combate amoroso.8(y msero de m, ay infeli9 %o pensaba que mi relacin con el tabaco estabadefinitivamente concertada y que en adelante mi vida transcurrira en la amable, fcil,fidelsima y hasta entonces inocua compaa del 3ucAy. #o saba que me iba a ir del

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    /er' y que me esperaba una e"istencia errante en la cual el cigarrillo, su privacin o suabundancia, $alonaran mis das de gratificaciones y desastres.Mi via$e en barco a )uropa fue un verdadero sueo para un tabaquista como yo, no soloporque poda comprar en puertos libres o a marineros contrabandistas cigarrillos a

    precios regalados, sino porque nuevos escenarios dotaron al hecho de fumar de unmarco privilegiado. 2erdaderos cromos, por decirlo as: fumar apoyado en la borda deltrasatlntico mirando los peces voladores del 5aribe o hacerlo de noche en el bar desegunda $ugando una encarniada partida de dados con una banda de pasa$erosmafiosos. )ra lindo, lo reconoco. /ero al llegar a )spaa las cosas cambiaron. 3a becaque tena era pobrsima y despus de pagar el cuarto, la comida y el troleb's no mequedaba casi una peseta. 8(dis 3ucAy9 &uve que adaptarme al rubio espaol, algo rudoy demoledor, que por algo llevaba el nombre de 7isonte. /or fortuna estbamos entierra ibrica y la pobre )spaa franquista se las haba arreglado para hacerle la vida

    menos dura a los fumadores menesterosos. )n cada esquina haba un vie$o o una vie$aque vendan en canastillas cigarrillos al detalle. ( la vuelta de mi pensin montabaguardia un mutilado de la guerra civil al que le compraba cada da uno o varioscigarrillos, seg'n mis disponibilidades. 3a primera ve que estas se agotaron me armde valor y me acerqu a l para pedirle un cigarrillo fiado. J#o faltaba ms, vamos, losque quiera. Me los pagar cuando puedaJ. )stuve a punto de besar al pobre vie$o. Cueel 'nico lugar del mundo donde fum al fiado.3os escritores, por lo general, han sido y son grandes fumadores. /ero es curioso queno hayan escrito libros sobre el vicio del cigarrillo, como s han escrito sobre el $uego,

    la droga o el alcohol. +0nde estn el 0ostoieKsAy, el 0e ?uincey o el Malcolm 3oKrydel cigarrillo 3a primera referencia literaria al tabaco que conoco data del sigloL2>> y figura en el 0on ;uan de Moliere. 3a obra arranca con esta frase: J0iga lo quediga (ristteles y toda la filosofa, no hay nada comparable al tabaco... ?uien vive sintabaco, no merece vivirJ. >gnoro si Moliere era fumador 4si bien en esa poca eltabaco se aspiraba por la nari o se mascaba4, pero esa frase me ha parecidosiempre precursora y profunda, digna de ser tomada como divisa por los fumadores.3os grandes novelistas del siglo L>L 47alac, 0icAens, &olstoi4 ignoraron porcompleto el problema del tabaquismo y ninguno de sus cientos de persona$es, por loque recuerdo, tuvieron algo que ver con el cigarrillo. /ara encontrar referenciasliterarias a este vicio hay que llegar al siglo LL. )n 3a montaa mgica, &homas Mannpone en labios de su hroe, Hans 5astorp, estas palabras: J#o comprendo cmo sepuede vivir sin fumar... 5uando me despierto me alegra saber que podr fumardurante el da y cuando como tengo el mismo presentimiento. S, puedo decir que comopara fumar... @n da sin tabaco sera el colmo del aburrimiento, sera para m un daabsolutamente vaco e inspido y si por la maana tuviese que decirme hoy no puedo

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    fumar creo que no tendra el valor para levantarmeJ. 3a observacin me parece muypenetrante y revela que &homas Mann debi ser un fumador encarniado, lo que no leimpidi vivir hasta los ochenta aos. /ero el 'nico escritor que ha tratado el tema delcigarrillo e"tensamente, con una agudea y un humor insuperables, es >talo Svevo,

    quien le dedica treinta pginas magistrales en su novela 3a conciencia de eno.0espus de l no veo nada digno de citarse, salvo una frase en el diario de (ndrBide, que tambin muri octogenario y fumando: J)scribir es para m un actocomplementario al placer de fumarJ.)l mutilado espaol que me fiaba cigarrillos fue un santo varn y una figura celestialque no encontrar ms en mi vida. )staba ya entonces en /ars y all las cosas sepusieron color de hormiga. #o al comieno, pues cuando llegu dispona de medios paramantener adecuadamente mi vicio y hasta para adornarlo. 3as surtidas tabaquerasfrancesas me permitieron e"plorar los dominios ingls, alemn, holands, en su gama

    rubia ms refinada, con la intencin de encontrar, gracias a comparaciones ycorrelaciones, el cigarrillo perfecto. /ero a medida que avanaba en estas pesquisasmis recursos fueron disminuyendo a tal punto que no me qued ms remedio quecontentarme con el ordinario tabaco francs. Mi vida se volvi aul, pues aules eranlos paquetes de Bauloises y de Bitanes. )ra tabaco negro adems, de modo que micada fue doblemente infamante. %a para entonces el fumar se haba infiltrado entodos los actos de mi vida, al punto que ninguno 4salvo el dormir4 poda cumplirse sinla intervencin del cigarrillo. )n este aspecto llegu a e"tremos maniacos odemoniacos, como el no poder abrir una carta importantsima y de$arla horas de horas

    sobre mi mesa hasta conseguir los cigarrillos que me permitieran desgarrar el sobre yleerla. )sa carta poda incluso contener el cheque que necesitaba para resolver elproblema de mi falta de tabaco. /ero el orden no poda ser invertido: primero elcigarrillo y despus la apertura del sobre y la lectura de la carta. )staba puesinstalado en plena insania y maduro ya para peores concesiones y ba$eas.6curri que un da no pude ya comprar ni cigarrillos franceses 4y en consecuencialeer mis cartas4, y tuve que cometer un acto vil: vender mis libros. )ran apenasdoscientos o algo as, pero eran los que ms quera, aquellos que arrastraba duranteaos por pases, trenes y pensiones y que haban sobrevivido a todos los avatares demi vida vagabunda. %o haba ido de$ando por todo sitio abrigos, paraguas, apatos yrelo$es, pero de estos libros nunca haba querido desprenderme. Sus pginasanotadas, subrayadas o manchadas conservaban las huellas de mi aprendia$e literarioy, en cierta forma, de mi itinerario espiritual. &odo consisti en comenar. @n da medi$e: J)ste 2alry vale quis un cartn de rubios americanosJ, en lo que me equivoqu,pues el bouquiniste que lo acept me pag apenas con qu comprar un par de ca$etillas.3uego me deshice de mis 7alac, que se convertan automticamente en sendos

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    paquetes de 3ucAy. Mis poetas surrealistas me decepcionaron, pues no daban ms quepara un /layers britnico. @n 5iro (legra dedicado, en el que puse muchasesperanas, fue solo recibido porque le aad de paso el teatro de 5he$ov. ( Claubertlo fui soltando a poquitos, lo que me permiti fumar durante una semana los primitivos

    Bauloises. /ero mi peor humillacin fue cuando me anim a vender lo 'ltimo que mequedaba: die e$emplares de mi libro Los gallinazos sin plumas, que un buen amigo habatenido el cora$e de editar en 3ima. 5uando el librero vio la tosca edicin en espaol, yde autor desconocido, estuvo a punto de tirrmela por la cabea. J(qu no recibimosesto. 2aya a Bilbert, donde compran libros al pesoJ. Cue lo que hice. 2olv al hotel conun paquete de Bitanes. Sentado en mi cama encend un pitillo y qued mirando miestante vaco. Mis libros se haban hecho literalmente humo.0as ms tarde erraba desesperadamente por los cafs del barrio latino en busca deun cigarrillo. Haba comenado el verano, cruel verano. &odos mis amigos o conocidos,

    por pobres que fuesen, haban abandonado la ciudad en auto4stop, en bicicleta o comosea rumbo a la campia o a las playas del sur. /ars me pareca poblado de marcianos.(l llegar la noche, con apenas un caf en el estmago y sin fumar, estaba al borde dela paranoia. @na ve ms recorr el boulevard Saint4Bermain, empeando por elMuseo 5luny, en direccin a la /laa de la 5oncordia. /ero en lugar de inspeccionar lasterraas atestadas de turistas, mis o$os tendan a barrer el suelo. 8?uin sabe9 ( lome$or poda encontrar un billete cado, una moneda. 6 una colilla. 2i algunas, peroestaban aplastadas o mo$adas, o pasaba en ese momento gente y un resto de dignidadme impeda recogerlas. 5erca de media noche estaba en la /laa de la 5oncordia, al pie

    del obelisco, cuya espigada figura no tena para m otro simbolismo que el de ungigantesco cigarro. 0udaba entre seguir mi ronda hacia los grandes boulevares o siregresar derrotado a mi hotelito de la rue 0e la Harpe. Me aventur por la rue 1oyaly del Ma"imNs vi salir a un caballero elegante que encenda un cigarrillo en la calada ydespachaba al portero en busca de un ta"i. Sin vacilar me acerqu a l y en mi francsms correcto le di$e: J+Sera usted tan amable de invitarme un cigarrilloJ. )lcaballero dio un paso atrs horroriado, como si alg'n e"ecrable monstruo nocturnoirrumpiera en el orden de su e"istencia y pidiendo au"ilio al portero me esquiv ydesapareci en el ta"i que llegaba.@n flu$o de sangre me remont a la cabea, al punto que tem caerme desplomado.5omo un sonmbulo volv sobre mis pasos, cruc la plaa, el puente, llegu a losmalecones del Sena. (poyado en la baranda mir las aguas oscuras del ro y llorcopiosa, silenciosamente, de rabia, de vergIena, como una mu$er cualquiera.)ste incidente me marc tan profundamente, que a ra de l tom una determinacinirrevocable: no ponerme nunca ms, pero nunca ms, en esa situacin de indigencia queme forara a pedirle cigarrillos a un desconocido. #unca ms. )n adelante deba ganar

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    mi tabaco con el sudor de mi frente. Saba que estaba viviendo un perodo de prueba yque vendran me$ores tiempos, pero por el momento me lanc como un lobo sobre lamenor ocasin de traba$o que se me present, por duro o desdeado que fuese y al dasiguiente estaba haciendo cola ante la oficina de ramassage de vieu" $orneau" y me

    convert en un recolector de papel de peridico.Cue el primer traba$o fsico que realic y uno de los ms fatigosos, pero tambin unode los ms e"altantes, pues me permiti conocer no solo los pliegues ms recnditosde /ars, sino aquellos ms secretos de la naturalea humana. ( cada cual nos daban untriciclo y una calle y uno deba partir pedaleando hasta su calle e ir de edificio enedificio, de piso en piso y de puerta en puerta pidiendo peridicos vie$os para losJpobres estudiantesJ, hasta llenar el triciclo y regresar a la oficina, con sol o conlluvia, por calles planas o calles empinadas. 5onoc barrios lu$osos y barrios populares,entr a palacetes y buhardillas, me tropec con porteras hrridas que me e"pulsaron

    como a un mendigo, vie$itas que a falta de peridicos me regalaron un franco,burgueses que me tiraron las puertas en las narices, solitarios que me retuvieron paraque compartiera su triste pitana, solteronas en celo que esboaron gestos equvocose iluminados que me propusieron frmulas de salvacin espiritual.Sea como fuese, en die o ms horas de traba$o lograba reunir el papel suficientepara pagar cotidianamente hotel, comida y cigarrillos. Cueron los ms ticos que fum,pues los conquist echando el bofe, y tambin los ms patticos, ya que no haba nadams peligroso que encender y fumar un pitillo cuando descenda una cuesta embaladocon trescientos Ailos de peridicos en el triciclo.

    /or desgracia, este traba$o dur solo unos meses. ?ued nuevamente al garete, perofiel a mi propsito de no mendigar ms un cigarrillo me los gan traba$ando comoconser$e de un hotelucho, cargador de estacin ferroviaria, repartidor de volantes,pegador de afiches y finalmente cocinero ocasional en casa de amigos y conocidos.Cue en esa poca que conoc a /anchito y pude disfrutar durante un tiempo de loscigarrillos ms largos que haba visto en mi vida, gracias al amigo ms pequeo que hetenido. /anchito era un enano y fumaba /all Mall. ?ue fuera un enano me parece quise"agerado, pues siempre tuve la impresin de que creca conforme lo frecuentaba. 3ocierto es que lo conoc desnudo como un gusano y en circunstancias melodramticas.@n amigo me invit a cocinar a su estudio y cuando llegu encontr la puertaentreabierta y en la cama un bulto cubierto con las sbanas. /ens que era mi amigoque se haba quedado dormido y para hacerle una broma $al las sbanas de un tirngritando J8/lice9J. /ara mi sorpresa, quien qued al descubierto fue un cholo calato,lampio y min'sculo que, dando un salto agilsimo, se puso de pie y qued mirndomeaterrado con su carota de caballo. 5uando lo vi desviar la vista hacia el cortapapeltoledano que haba en la mesa de noche fui yo el que me asust, pues un hombre

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    calato, por indefenso que pareca, se vuelve peligroso si se arma de un punn. J8Soyamigo de 5arlos9J, e"clam. ( buena hora. )l hombrecito sonri, se cubri con una batay me estir la mano, $usto cuando llegaba 5arlos con la bolsa de provisiones. 5arlos melo present como a un vie$o pata que haba alo$ado por esa noche mientras encontraba

    un hotel. /anchito entretanto haba sacado de ba$o la cama dos voluminosas maletas.@na desbordaba de ropa muy fina y la otra de botellas de KhisAy y de cartones de unamarca de cigarrillos desconocida entonces en Crancia: /all Mall. 5uando me estir elprimer paquete de los primeros Aing sie que vea me di cuenta de que /anchito eramenos pequeo de lo que supona.( partir de ese da /anchito, yo y los /all Mall formamos un tro inseparable. /anchitome adopt como su acompaante, lo que equivala a haberme e"tendido un contrato detraba$o que asum con una responsabilidad profesional. Mi funcin consista en estarcon l. 5aminbamos por el barrio 3atino, tombamos copetines en las terraas de los

    cafs, comamos $untos, $ugbamos una que otra partida de billar, rara veentrbamos a un cine, pero sobre todo conversbamos a lo largo del da y parte de lanoche. Dl corra con todos los gastos y al despedirse me de$aba algunos billetes en lamano e, invariablemente, una ca$etilla de /all Mall.( pesar de tan estrecho contacto, yo no saba realmente quin era /anchito y a qu sededicaba. 0e mis largas conversaciones con l saqu en limpio muchas cosas pero nolas suficientes como para adquirir una certea. Saba que su infancia en 3ima fuepobrsima! que de $oven de$ el /er' para recorrer casi toda (mrica 3atina! que leencantaba vestirse bien, con chaleco, sombrero, apatos Oeston de tacos muy altos

    *por lo cual la primera ve que salimos $untos me pareci que haba dado un pequeoestirn-! que el oro lo fascinaba, pues eran de oro su relo$, su lapicero, sus gemelos, suencendedor, su anillo con rub y sus prendedores de corbata! que odiaba a las fuerasdel orden y haca lo indecible para volverse transparente cada ve que pasaba unpolica! que el fa$o de billetes que llevaba en el bolsillo de su pantaln eraaparentemente inagotable! que a medianoche desapareca en las sombras con rumbodesconocido, sin que nadie supiese dnde se albergaba.5on el tiempo algunos de mis amigos lo conocieron y formaron en torno de l uncorte$o de artistas mendicantes que haban encontrado amparo en un enigmtico choloperuano. ( /anchito le encantaba estar rodeado por estos cinco o seis blanquitosmiraflorinos, hi$os de esa burguesa peruana que lo haba menospreciado, y a los quedaba de comer, de beber y de vivir, como si encontrara un placer aberrante endevolver con ddivas lo que haba recibido en humillaciones. ( Santiago le pag suscursos de violn, a 3uis le consigui un taller para que pintara, y a /edro le financi laedicin de una plaqueta de poemas invendible. /anchito era as, entre otras cosas unmecenas, pero que no aceptaba nada de vuelta, ni las gracias.

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    @no de los 'ltimos recuerdos que guardo de l, antes de su desaparicin definitiva,ocurri una noche invernal, elctrica y viciosa. /asada la medianoche quedbamos/anchito, Santiago y yo tomando el vino del estribo en el mostrador del 1elais delP6deon. 5erraban el bar, ramos los 'ltimos clientes, los moos ponan las sillas sobre

    las mesas y barran las baldosas. )n el espe$o del bar vimos tres siluetas inmviles enla calada: tres rabes cubiertos con espesos abrigos negros. Santiago nos contentonces que das atrs, en ese mismo bar, un rabe haba intentado manosear a unafrancesa y que l, movido por un sentimiento incauto de $usticiero latino, sali en sudefensa y se li a puetaos con el musulmn, ponindolo en fuga luego de romperleuna silla en la cabea, dentro de la me$or tradicin de los Kesterns. /uesto que defilms se trata, estbamos viviendo ahora un film policial, ya que, seg'n Santiago, unode los tres rabes que estaban en la calada era aquel al que derrot y que se ale$$urando vengana. /ues ahora estaba all, en esa noche solitaria e inclemente,

    acompaado por dos secuaces, esperando que saliramos del bar para cumplir suvendetta. +?u hacer Santiago era alto, gil y buen peleador, pero yo un intelectualesmirriado y /anchito un peruano ba$ito con sombrero y chaleco. +5mo enfrentarse aesos tres hi$os de (l, armados posiblemente de corvas nava$as JSalgamostranquilamenteJ, di$o /anchito. Cue lo que hicimos y nos encaminamos por el centro dela pista desierta y lbrega hacia la rue 0e 7uci. ( los cincuenta metros volvimos lacabea y vimos que los tres rabes, con las manos en los bolsillos de sus abrigospeludos, aceleraban el paso y se acercaban. JSigan no ms ustedesJ, di$o /anchito, Jyoles doy el alcance despusJ. Santiago y yo continuamos nuestro camino y un trecho

    ms all nos detuvimos para ver qu pasaba. 2imos entonces que /anchito, de espaldasa nosotros, parlamentaba con los tres musulmanes que, a su lado, parecan tressombras montaas. )n la mano de uno de ellos refulgi un cuchillo pero, le$os deamedrentarse, /anchito avan y sus contrincantes dieron un paso atrs y luego otro yotro, a medida que se iban empequeeciendo y /anchito agrandando, hasta que al finse esfumaron en la oscuridad y desaparecieron. /anchito volvi calmadamente hacianosotros, encendiendo en el trayecto uno de sus largusimos /all Mall. J(suntoarregladoJ, di$o echndose a rer. J/ero, +qu has hechoJ, le pregunt Santiago.J#adaJ, di$o /anchito y al poco rato aadi: J&ocaJ, y se seal el abrigo, a la alturadel tra". Santiago y yo tocamos su abrigo y sentimos ba$o la tela la presencia de unob$eto duro, alargado e inquietante.

    0as ms tarde /anchito desapareci, sin preaviso. 3o esper durante horas en el cafMabilln, donde diariamente nos dbamos cita antes del almuero para tomar elprimer aperitivo y emprender una de nuestras largas y errticas $ornadas. Cui a ver ami amigo 5arlos, quien me di$o ignorar dnde estaba. J%a lo sabrs por los peridicosJ,

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    agreg sibilinamente. % lo supe, pero aos despus, cuando traba$aba en una agenciade prensa, encargado de seleccionar y traducir las noticias de Crancia destinadas a(mrica 3atina. 0e #ia lleg un tle" con la mencin J)special /er'. /ara transmitir alos peridicos de 3imaJ. )l tle" deca que un delincuente peruano, /anchito, fichado

    desde haca aos por la >nterpol, haba sido capturado en los pasillos de un gran hotelde la 5osta (ul cuando se aprestaba a penetrar en una suite. 1ecord que para sumam y hermanos, a quienes enviaba regularmente dinero a 3ima, /anchito era undestacado ingeniero con un importante puesto en )uropa. Haciendo una bola con eltle" lo arro$ a la papelera.3os vaivenes de la vida continuaron llevndome de un pas a otro, pero sobre todo deuna marca a otra de cigarrillos. (msterdam y los Muratti ovalados con fina boquilladorada! (mberes y los 7elga de paquete ro$o con un crculo amarillo! 3ondres, dondeintent fumar pipa, a lo que renunci porque me pareci muy complicado y porque me

    di cuenta de que no era ni SherlocA Holmes, ni lobo de mar, ni ingls... Munich,finalmente, donde a falta de sacar mi doctorado en filologa romnica, me graducomo e"perto en cigarrillos teutones que, para decirlo crudamente, me parecieronmediocres y sin estilo. /ero si menciono Munich no es por la bondad de su tabaco sinoporque comet un error de discernimiento que me coloc en una situacin de carenciadesesperada, comparable a los peores momentos de mi poca parisina.Boaba entonces de una mdica beca, pero que me permita comprar todos los das mipaquete de 1othaendhel en un AiosAo calle$ero, antes de tomar el tranva que mellevaba a la universidad. Se trataba de un acto que, a fuera de repetirse, cre entre

    la vie$a Crau del AiosAo yo una relacin simptica, que yo $ugaba por encima de todoprotocolo comercial. /ero a los dos o tres meses de una vida rutinaria y ecnoma megast la totalidad de mi beca en un tocadiscos porttil, pues haba empeado unanovela y $ugu que me era necesario, para llevarla a buen trmino, contar con m'sicade fondo o de cortina sonora que me protegiera de todo ruido e"terior. 3a m'sica laobtuve y la cortina tambin y pude avanar mi novela, pero a los pocos das me quedsin cigarrillos y sin plata para comprarlos y como Jescribir es un acto complementarioal placer de fumarJ, me encontr en la situacin de no poder escribir, por ms m'sicade fondo que tuviese. 3o ms natural me pareci entonces pasar por el AiosAocotidiano e invocar mi condicin de casero para que me dieran al crdito un paquete decigarrillos. Cue lo que hice, alegando que haba olvidado mi monedero y que pagara alda siguiente. &an confiado estaba en la legitimidad de mi pedido que estircndidamente la mano esperando la llegada del paquete. /ero al instante tuve queretirarla, pues la Crau cerr de un tirn la ventanilla del AiosAo y qued mirndometras el vidrio no solo escandaliada sino aterrada. Solo en ese momento me di cuentadel error que haba cometido: creer que estaba en )spaa cuando estaba en (lemania.

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    )se pas prspero era en realidad un pas atrasado y sin imaginacin, incapa de habercreado esas instituciones de socorro, basadas en la confiana y la convivialidad, comoes la institucin del fiado. /ara la Crau del AiosAo, un tipo que le peda algo pagaderomaana, no poda ser ms que un estafador, un delincuente o un desequilibrado

    dispuesto a asesinarla llegado el caso.Me encontr pues en una situacin terrible 4sin poder fumar y en consecuenciaescribir4 y sin solucin a la vista, pues en Munich no conoca prcticamente a nadie ypara colmo se desat un invierno atro, con un metro de nieve en las calles, que meconden a un encierro foroso. #o haca ms que mirar por la ventana el paisa$e polar,tirarme en la cama como un estropa$o o leer los libros ms pesados del mundo, comolos siete vol'menes del diario ntimo de 5harles 0u 7os o las novelas pedaggicas deBoethe. Cue entonces cuando vino en mi au"ilio herr &rausnecAer.%o estaba alo$ado en casa de este obrero metal'rgico, que me alquilaba una piea con

    desayuno y una comida en el departamento que ocupaba en un suburbio proletario. @nao dos veces por semana entraba a mi cuarto en las noches para informarse sobre misnecesidades y hacerme un poco de conversacin. Hombre rudo, pero perspica, se diocuenta de inmediato de que algo me atormentaba. 5uando le e"pliqu mi problema locomprendi en el acto, y e"cusndose por no poder prestarme dinero me regal un Ailode tabaco picado, papel de arro y una maquinita para liar cigarrillos.Bracias a esta maquinita pude subsistir durante las dos interminables semanas que mefaltaban para cobrar mi siguiente mesada. &odas las maanas, al levantarme, liaba unatreintena de cigarrillos que apilaba en mi escritorio en pequeos montoncitos. Cueron

    los peores y me$ores cigarrillos de mi vida, los ms nocivos seguramente pero los msoportunos. )l tabaco estaba reseco, el papel era spero y el acabado artesanal, toscoy e"ecrable a la vista, pero qu importaba, ellos me permitieron capear el temporal yreanudar con bro mi novela interrumpida. Si la conclu se debe en gran parte a lamaquinita del seor &rausnecAer, quien lav as la afrenta que recib de la vie$a Crau yme reconcili con el pueblo germnico.)ste servicio se lo pagu con creces, lo que me obliga a hacer una digresin, pues elasunto no tiene nada que ver con el cigarrillo, aunque s con el fuego. Crau&rausnecAer entr una tarde desolada a mi habitacin: haca ms de una hora quehaba puesto en el horno un pastel de manana, pero la puerta de la cocina se hababloqueado y no poda entrar para sacar el pastel que se estaba quemando. >ntentabrir la puerta primero con una gan'a improvisada, luego a golpes, pero era imposibley el olor a quemado aumentaba. Me acord entonces de que el bao estaba al lado dela cocina y de que sus respectivas ventanas eran contiguas. #o haba ms que pasar deuna piea a otra por la ventana. 3e e"pliqu a Crau &rausnecAer mi plan y me dirig albao, pero ella se lan tras de m chillando, trat de contenerme, di$o que era muy

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    arriesgado, hubo un force$eo, hasta que logr encerrarme en el bao con llave. 5omoella segua protestando tras la puerta, abr el cao de la tina y le di$e que no sepreocupara, que lo que en realidad iba a hacer era baarme. 3o que hice fue abrir laventana y qued espantado: no solo porque el cuarto piso de ese edificio obrero daba

    a un hondsimo patio de cemento, sino porque la ventana de la cocina estaba ms le$osde lo que haba supuesto. /ero ya no poda dar marcha atrs, a riesgo de cubrirme deridculo y quedar como un fanfarrn. Me encaram en la ventana del bao, me colgude su borde con ambas manos y luego de un balanceo calculado salt hasta la ventanacontigua y entr a la cocina. ( tiempo, pues la atmsfera estaba caldeada y el hornoechaba humo y fuego por sus ranuras. (br la puerta de la piea y Crau &rausnecAerentr, apag la llave del horno, cort la corriente elctrica, sac el pastel, que era unmontculo de carbn ardiente y lo tir sobre el lavadero ba$o un chorro de agua fra.3a casa se llen de vapor y de un insoportable olor a chamuscado, al punto que tuvimos

    que abrir todas las ventanas para que se aireara. (l poco rato estbamos sentados enla sala aliviados, satisfechos y felices por haber evitado un incendio. /ero un ruiditonos distra$o: del bao llegaba el rumor del grifo abierto de la tina y al instante vimosaparecer una lengua de agua en el pasillo. 83a tina se estaba desbordando9 /ero +cmohacer para entrar al bao %o le haba echado llave desde el interior. #o me quedms que rehacer el camino en el sentido inverso, a pesar de las nuevas protestas deCrau &rausnecAer. 0e la ventana de la cocina pas a la ventana del bao en suicidasalto sobre el abismo. Mi temeridad salv a los &rausnecAer sucesivamente de unincendio y de una inundacin.

    )n muchas ocasiones 4es tiempo de decirlo4 trat de luchar contra mi dependenciadel tabaco, pues su abuso me haca cada ve ms dao: tosa, sufra de acide,nuseas, fatiga, prdida del apetito, palpitaciones, mareos y una 'lcera estomacal queme retorca de dolor y me foraba a someterme regularmente a un rgimen de leche yde abominables gelatinas. )mple todo tipo de recetas y de argucias para disminuir suconsumo y eventualmente suprimirlo. )sconda las ca$etillas en los lugares msinverosmiles! llenaba mi escritorio de caramelos, para tener siempre a la mano algoque llevarme a la boca y succionar en ve del cigarrillo! adquir boquillas sofisticadascon filtros que eliminaban la nicotina! tragu todo tipo de pastillas supuestamentedestinadas a volvernos alrgicos al tabaco! me clav agu$as en las ore$as ba$o la sabiaadministracin de un acupunturista chino.#ada dio resultado. 3legu as a la conclusin de que la 'nica manera de librarme deeste yugo no era el empleo de trucos ms o menos falaces sino un acto de voluntadirrevocable, que pusiera a prueba el temple de mi carcter. 5onoca gente 4poca escierto y que siempre me inspir desconfiana4 que haba resuelto de un da para otrono fumar y lo haba conseguido.

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    Solo una ve tom una determinacin seme$ante. Me encontraba en Huamanga, comoprofesor de su universidad, que acababa de reabrirse luego de tres siglos de clausura.)sa vie$a, pequea y olvidada ciudad andina era una delicia. )l camarada Bonalo nohaba hecho a'n su aparicin ni su filosofa sealado ning'n sendero luminoso. 3os

    estudiantes, casi todos lugareos o de provincias vecinas, eran $venes ignorantes,serios y estudiosos, convencidos de que les bastara obtener un diploma para accederal mundo de la prosperidad. /ero no se trata de evocar mi e"periencia ayacuchana.2olvamos al cigarrillo. Soltero, sin obligaciones y ganando un buen sueldo, podasurtirme de la cantidad de 5amel que me diera la gana, pues haba adoptado esamarca, quis por la afinidad que e"ista entre el camello y las llamas y vicuas quecirculaban por el pueblo. /ero una noche, conversando y fumando con mis colegas en uncaf de la plaa de (rmas, me sent repentinamente mal. 3a cabea me daba vueltas,tena dificultades para respirar, senta punadas en el coran. Me retir a mi hotel y

    me tir en la cama, confiado en que reposando me iba a recuperar. /ero mi estado seagrav: el techo se me vena encima, vomit bilis, me sent realmente morir. Me dicuenta entonces de que eso se deba al cigarrillo, de que al fin estaba pagando alcontado la deuda acumulada en quince aos de fumador desenfrenado.)ra necesario tomar una decisin radical. /ero no solo tomarla 4no fumar ms4 sinoconsagrarla con un acto simblico que sellara su carcter sacramental. Me levant dela cama tambaleante, cog mi paquete de 5amel y lo arro$ al terreno baldo quequedaba al pie de mi ventana. #unca ms, me di$e, nunca ms. % desahogado por eserasgo de herosmo, ca nuevamente en mi cama y me qued al instante dormido.

    /asada la medianoche me despert, record mi determinacin de la vspera y me sentno solo moralmente reconfortado sino fsicamente bien. &anto, que me levant paraconsignar mi renuncia al tabaco en lneas que imagin, si no inmortales, dignas al menosde una merecida longevidad. )scrib en realidad varias pginas glorificando mi gesto yprometindome una nueva vida, basada en la austeridad y la disciplina. /ero a medidaque escriba me iba sintiendo incmodo, mis ideas se ofuscaban, penaba paraencontrar las palabras, una angustia creciente me impeda toda concentracin y me dicuenta de que lo 'nico que realmente quera en ese momento era encender uncigarrillo.0urante una hora al menos luch contra este llamado, apagando la lu para tirarme enla cama e intentar dormir, levantndome para poner m'sica en mi tocadiscos porttil,bebiendo vasos y vasos de agua fresca, hasta que no pude ms: cog mi abrigo y decidsalir del hotel en busca de cigarrillos. /ero ni siquiera sal de mi cuarto. ( esa hora nohaba nada abierto en Huamanga. )mpec entonces a revisar los bolsillos de todos missacos y pantalones, los ca$ones de todos los muebles, el contenido de maletas ymaletines, en busca del hipottico cigarrillo olvidado, tirando todo por los aires y a

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    medida que ms infructuosa era mi b'squeda ms tena era mi deseo. 0e pronto mimente se ilumin: la solucin estaba en el paquete que haba arro$ado por la ventana.5uando me asom a ella vi ocho o die metros ms aba$o el terreno baldo vagamenteiluminado por la lu de mi habitacin. #i siquiera vacil. Salt al vaco como un suicida

    y ca sobre un montculo de tierra, doblndome un tobillo. ( gatas e"plor el desmontealumbrado por mi encendedor. 8(ll estaba el paquete9 Sentado entre las inmundiciasencend un pitillo, levant la cabea y lanc la primera bocanada de humo hacia el cieloesplndido de Huamanga.)ste percance fue un anuncio que no supe escuchar ni aprovechar. /rosegu mi vidaerrante por diferentes ciudades, albergues y ocupaciones, de$ando por todo sitiovolutas de humo y colillas aplastadas, hasta que recal nuevamente en /ars, en undepartamento de tres pieas, donde pude reunir una coleccin de sesenta ceniceros.#o por mana de coleccionista, sino para tener siempre a la mano algo en qu tirar

    puchos o cenias. Haba adoptado entonces el Marlboro, pues esta marca, que no erame$or ni peor que las tantas que haba ya probado, me sugiri un $uego gramatical quepracticaba asiduamente. +5untas palabras podan formarse con las ocho letras deMarlboro Mar, lobo, malo, rbol, bar, loma, olmo, amor, orar, bolo, etc. Me volvinvencible en este $uego, que impuse entre mis colegas de la (gencia Crance4/resse,donde entonces traba$aba. 0icha agencia, dir de paso, era no solo una fbrica denoticias sino el emporio del tabaquismo. /or estadsticas saba que la profesin msadicta al tabaco era la de periodista. % lo verifiqu, pues las salas de redaccin, acualquier hora del da o de la noche, eran espaciosos antros donde decenas de

    hombres tecleaban desesperadamente en sus mquinas de escribir, chupando sindescanso puros, pipas y pitillos de todas las marcas, en medio de una espesa brumanicotnica, al punto que me pregunt si estaban reunidos all para redactar las noticiaso ms bien para fumar.Cue precisamente durante la era del Marlboro y de mi traba$o en la agencia querevent. #o es mi propsito establecer una relacin de causa a efecto entre estamarca de cigarrillos y lo que me ocurri. 3o cierto es que una tarde ca en mi cama ycomenc a morir, con gran alarma de mi mu$er *pues entretanto, aparte de fumar, mehaba casado y tenido un hi$o-. Mi vie$a 'lcera estomacal estall y una hemorragiaincontenible me iba evacuando del mundo por la va inferior. @na ambulancia deestridente sirena me llev al hospital en estado comatoso y gracias a transfusiones desangre masivas pude volver a m. )sto es horrible y no abundo en detalles para no caeren el patetismo. )l doctor 0upont me cicatri la 'lcera en dos semanas detratamiento y me dio de alta con la recomendacin e"presa 4aparte de medicinas yrgimen alimenticio4 de no fumar ms.

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    8#o fumar ms9 >nocente doctor 0upont. >gnoraba con qu tipo de paciente se habaencontrado. 0os meses ms tarde, incorporado nuevamente a mi traba$o en la agenciade prensa, entre cientos de rabiosos fumadores, tiraba al canasto diariamente un parde ca$etillas de Marlboro vacas. M4a4r4l4b4o4r4o. Mi $uego gramatical se

    enriqueci: broma, robar, rabo, ola, romo, borla, etc. )sto puede tener gracia, pero ascomo nuevas palabras encontr, nuevas hemorragias tuve y nuevas ambulancias fueronllevndome al hospital, entre pitos y sirenas, para de$arme e"nime ante los o$oshorripilados del doctor 0upont. 3a ambulancia se convirti en cierta forma en mimedio normal de locomocin. )l doctor 0upont me devolva siempre a casareencauchado, despus de $urarle que de$ara el cigarrillo y amenandome que a lapr"ima renunciara a paliativos y me metera cuchillo sin contemplaciones. (menaaque me de$aba impvido, y la me$or prueba de ello es que a la cuarta o quinta entradaal hospital, me di cuenta de que para fumar no era necesario que me dieran de alta:

    bastaba sobornar a una enfermera menor para que me comprara un paquete. 0eMarlboro, naturalmente: lora, orla, ramo, ropa, paro, proa, etc. 3o tena escondido enel guardarropa, dentro de un apato. 0os o tres veces al da sacaba un cigarrillo, meencerraba en el bao, le daba varias pitadas frenticas y pasaba sus restos por elKater4closet.0ir para mi descargo que lo que contribuy a echar por tierra mis buenos propsitosy en consecuencia fortaleci mi vicio fue una visin fuga pero definitiva que tuve enel hospital. )l doctor 0upont, por buen especialista que fuese, ocupaba slo un rangointermedio entre los gastroenterlogos del local. )n la c'spide se encontraba el

    patrn doctor 7ismuto, que haba llegado a esa situacin posiblemente gracias a suapellido proftico. )l doctor 7ismuto solo se ocupaba de casos e"tremadamenteimportantes. /ero como el mo estaba a punto de convertirse en uno de ellos, el buen0upont obtuvo el privilegio de que me hiciera una visita. Me la anunci con gransolemnidad y minutos antes de la hora prevista vino una enfermera mayor paraverificar que todo estuviera en orden. /oco despus la puerta se entreabri y enfracciones de segundo distingu a un seor alto, esculido y canoso que en un actofurtivo digno de un prestidigitador se quitaba un cigarrillo de los labios, lo apagaba enla suela de su apato y guardaba la colilla en el bolsillo de su mandil. 5re que estabasoando. /ero cuando el mandarn se acerc a mi cama, rodeado de su squito deinternos y enfermeras, not en sus bigotes amarillentos y en sus largusimos dedosmarrones la marca infamante del fumador.+?u tipo de recompensa obtena del cigarrillo para haber sucumbido a su imperio yhaberme convertido en un siervo rampante de sus caprichos Se trataba sin duda deun vicio, si entendemos por vicio un acto repetitivo, progresivo y pernicioso que nosproduce placer. /ero e"aminando el asunto de ms cerca me daba cuenta de que el

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    placer estaba e"cluido del fumar. Me refiero a un placer sensorial, ligado a un sentidoparticular, como el placer de la gula o la lu$uria. ?uis en mis primeros aos defumador sent un agradable sabor o aroma en el tabaco, pero con el tiempo estasensacin se haba mellado y podra decir incluso que fumar me era desagradable,

    pues me de$aba amarga la boca, ardiente la garganta y cido el estmago. Si placerhaba, me di$e, deba ser mental, como el que se obtiene del alcohol o de drogas comoel opio, la cocana o la morfina. /ero tampoco era el caso, pues el fumar no me producaeuforia, ni lucide, ni estados de "tasis, ni visiones sobrenaturales, ni me suprima eldolor o la fatiga. +?u me daba el tabaco entonces, a falta de placeres, sensoriales oespirituales ?uis placeres ms difusos y sutiles, difciles de localiar, definir ymensurar, ligados a los efectos de la nicotina en nuestro organismo: serenidad,concentracin, sociabilidad, adaptacin a nuestro medio. /oda decir en consecuenciaque fumaba porque necesitaba de la nicotina para sentirme anmicamente bien. /ero si

    lo que necesitaba era la nicotina contenida en el cigarrillo, +por qu diablos no recurraa los puros o al tabaco de pipa que tena a mano cuando careca de cigarrillos % esonunca lo hice, ni en mis peores momentos, pues lo que necesitaba era ese fino, largo ycilndrico ob$eto cuyo envoltorio de papel contena hebras de tabaco. )ra el ob$eto ens el que me subyugaba, el cigarrillo, su forma tanto como su contenido, sumanipulacin, su insercin en la red de mis gestos, ocupaciones y costumbrescotidianas.)sta refle"in me llev a considerar que el cigarrillo, aparte de una droga, era para mun hbito y un rito. 5omo todo hbito se haba agregado a mi naturalea hasta formar

    parte de ella, de modo que quitrmelo e