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Instituto Católico “La Medalla Milagrosa” Escritores y poetas salvadoreños Grupo N°1

Arturo ambrogi - Catálogo

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Instituto Católico “La Medalla

Milagrosa”

Escritores y poetas salvadoreños

Grupo N°1

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¿QUIÉN FUE ARTURO ¿QUIÉN FUE ARTURO ¿QUIÉN FUE ARTURO AMBROGI?AMBROGI?AMBROGI?

Arturo Ambrogi (San Salvador, El Salvador, 1874 -A 1936) fue un escritor y periodista salvadoreño, conside-rado uno de los fundadores de la literatura salvadoreña, junto con Francisco Gavidia y Alberto Masferrer y uno de los representantes del costumbrismo en Centroamé-rica.

Era hijo de un inmigrante italiano. A los 16 años de edad, conoció a al poeta nicaragüense Rubén Darío. Trabajando como periodista, viajó en su juventud, por Europa, Suramérica y el Lejano Oriente; en sus viajes por el Cono Sur conoció al escritor uruguayo José Inge-nieros.

Ambrogi cultivó la narrativa costumbrista y fue influen-ciado por el romanticismo español y el modernismo his-panoamericano. En sus cuentos y crónicas quiso plas-mar por escrito todos los aspectos tradicionales de la vida campesina salvadoreña.

Sus obras publicadas son:

“Cuentos y Fantasías” (1895)

“Máscaras, Manchas y Sensaciones” (1901)

“El Libro del Trópico” (1907)

“Sensaciones del Japón y de la China” (1915)

“El Jetón” (1936)

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“El benjamín del modernismo, no sólo en El

Salvador, sino también en toda América fue

Arturo Ambrogi. Si como cronista de la ciudad

Ambrogi es ameno, vibrante, de rápida e

interesante impresión, lo es más como cronista

de la campiña y de los pueblos pequeños,

cuyos paisajes y tipos describe en prosa ágil,

fresca, de giros atrevidos, casi pictórica”

Antes que Ambrogi, el cuento en El Salva-dor se había escrito en verso como lo hi-ciera Francisco Gavidia, pero también apareció este género literario a guisa de crónica entreverada con ambiente costum-brista, como los relatos de finales del si-glodecimonónico publicados por Salvador J. Carazo (1850-1910). (Leer En Provin-cia; Barba Salinas, Manuel. Antología del cuento salvadoreño, págs. 13-20)

Pero el cuento con los primeros visos de su actual estructura, aunque sin divorciar-se del costumbrismo, principia con los relatos de Ambrogi y, espe-cíficamente con su libro Cuentos y fantasías, el cual publicó en 1895. Previo a este volumen publicó, dos años antes, Bibelots, de innegable influjo francés, donde incorporó artículos, crónicas y más de algún relato imaginario, quizá, como laboratorio de lo que sería su segundo libro; después de todo, Bibelots, según él mismo lo afirmó, fue escrito apenas a sus catorce años de edad, unos nueve años antes de que diera a conocer el auténtico relato.

Es de ahí, de Cuentos y fantasías, que arranca la cuentísticamoderna de nuestro país reflejando la problemática y las vivencias del campesinado, así como también rescatando su universo vocabular. Por ello, quienes hemos investigado sobre la lengua salvadoreña, agregamos a su condición de padre del cuento moderno el de pionero en el rescate del habla salvadore-ña. Porque para Ambrogi, lo pelado tenía más connotación que lo desnudo; las chinitas, expresaban más que las indirectas; una persona pequeña se comprendía mejor con el vocablo chaparro; y hacerse del desentendido o indiferente se decía mejor con hacer-se del ojo pacho, lo que hoy también se expresa como hacerse el suizo o el de los panes. En suma: el pueblo escribía a través de él o bien, el escritor empezó a reconocerse como pueblo.

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POEMAS CORTOS ARTURO AMBROGI

SALVADOREÑO SOY…

Salvadoreño soy, tengo verde el alma, llevo en mis venas la savia del bálsamo.

Llevo en mi piel montañas, lunas, e historias sin edades. Soy niebla azul de julio, luego de una tormenta de invierno.

Soy barro oloroso, donde alfareros laboriosos labran sueños y forjan futuros en senderos de esperanza.

Fragmento tomado del poema — “Salvadoreño Soy”

CONTEXTO HISTORICO

Cuando Arturo Ambrogi (1) inició su labor de escritor en la

última década del siglo XIX, estaba impregnado de

romanticismo. A la sazón, muchos escritores

latinoamericanos aún eran románticos, decadentes unos,

remozados otros. El hecho de que 50 años después de que

el romanticismo europeo hubiese perdido a sus más

importantes cultivadores y adeptos en el viejo continente, y

que en cambio, en nuestros países fuera corriente estética

que ocupaba energías de artistas e intelectuales, es

explicable –aparte de otras cuestiones- por el lento proceso

de asimilación del precedente que acompañó durante el

siglo XIX, a nuestro desarrollo literario en formación.

El romanticismo tuvo extraordinaria importancia en el

desenvolvimiento del arte y la cultura de todos los países

latinoamericanos. Este fenómeno estético alcanzó formas

de expresión artística acabadas.