por SERGIO PENIZZOTTO

pacto:momento de una desición

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60:4

el boletín nº76

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pacto: por SERGIO PENIZZOTTO

Estamos cerrando un tiempo en el que Dios nos ha hablado con claridad, hemos sido desafiados y confrontados con la necesidad de asumir una decisión frente al Pacto que Dios

quiere firmar con su Iglesia. Permítanme comenzar por hacer un repaso de algunos puntos centrales de los mensajes que recibimos durante esta serie.

Comenzamos definiendo la palabra “pacto”:

Un pacto es un convenio o tratado solemne, estricto y condicional entre dos o más partes en que se establece:

a) una obediencia a cumplir b) uno o varios incisos establecidos en los

que las parte se comprometen a ejecutar ciertas acciones

c) uno o varios derechos (recibir retribuciones de la otra parte por su cumplimiento).

Y vimos que la palabra usada en el Antiguo Testamento para pacto refiere a “un lazo que

no puede romperse fácilmente”, y la que se traduce del Nuevo Testamento, implicada “una voluntad definitiva, cerrada y absoluta”. Entendimos también que el Pacto conlleva un

proceso, que se inicia con la invitación de Dios y nuestra respuesta positiva, pero que establece a partir de allí un camino largo a transitar. Vimos allí el ejemplo de Abraham, del

cual quiero destacar dos elementos fundamentales en el proceso: Tiempo: Los primeros versículos del capítulo 12 resumen a la perfección todo el proceso por el cual Abraham pasaría, proceso que llevaría

un tiempo hasta que Dios pudo pactar con él (cap.15), luego varios años hasta que pudo ratificar el pacto (cap 17), y luego más proceso hasta ponerle la firma (cap. 21), y más proceso

luego hasta sellarlo definitivamente (cap. 22). Adoración: Constantemente Abraham construyó altares a Dios manifestando su deseo de reconocerle y valorarle, esta actitud

resultó muy importante para sostener el proceso y transformarse en el hombre de confianza, el amigo y el instrumento de Dios para el desarrollo de su proyecto.

Luego, comprendimos qué significa para nosotros hoy el pacto en el marco de las “5 P”:

· El nuevo pacto de Dios con el hombre, introduce al hombre a un Reino. Jesús “nos ha librado de las potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su

amado hijo (Colosenses 1:13). · Ser fieles a este pacto, nos obliga a

conocer el Reino y nos compromete a dar el mensaje que Jesús ordenó: “Digan que

el Reina de los Cielos, se ha acercado” (Mateo 10:7)

· En este pacto, Dios se compromete con el hombre a darle beneficios trascendentes (Salvación, vida eterna,

reconciliación con el Padre, etc.). Dios, permanece fiel a su compromiso

· Tener conciencia del PACTO, te mantiene libre de toda clase de atadura, y te señala el rumbo hacia donde debes orientar tus pasos. Cuando Jesús mandó

a sus discípulos, entre las instrucciones que les dio, les dijo, “a nadie saludéis en el camino” (Lucas 10:4b). Lo que Jesús estaba indicando es que no debían

permitir que ninguna cosa los desenfoque del propósito y destino que Él les había señalado.

· Es muy importante conocer cuál es el PACTO del que hablamos y cuál su implicancia para nosotros, al referirnos al principio apostólico que conocemos como

las “5P”.

· Para nosotros pacto, en el sentido estricto del término, implica una respuesta incondicional para con Dios, en la manifestación del Reino de Dios, pues somos parte de él, y somos los primeros

interesados en que la ciudad, la nación y el mundo entero vean de manera clara y contundente las expresiones del Reino que al que pertenecemos.

Pero, definidos los conceptos, fuimos conducidos a los pasos concretos, con una dirección a transitar en el camino del Pacto. Y comenzamos con una palabra que primero nos

confrontó en lo personal, pero que atraviesa todas las áreas de nuestra vida: SANTIDAD. La Santidad es un tema central en la Biblia, porque es central en el Pacto. En Levítico, el

libro especialista del tema, Dios le dice a Moisés: “Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles: ´Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios´.” (Lev.

19:2). No existe forma alguna diferente para vincularse con Dios que el buscar la santidad. El Señor demanda de nosotros ser santos; es una condición. Cuando hablamos de la definición de pacto, dijimos que uno de los

elementos de este tratado es “una obediencia a cumplir”. La santidad no es una opción. Y el Nuevo Pacto ratifica esta demanda. Pedro recuerda las palabras de Dios a Moisés

cuando nos dice: “… así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: ´Sed santos, porque yo soy santo .́” (1 Pedro 1:15-16). También el

autor de la carta a los Hebreos, llama a seguir la santidad, sin la cual nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Y podemos encontrar infinidad de llamados a la santidad en todo el

Nuevo Testamento, como lo hace también Pablo a los Corintios (2 Co 7:1) y a los Tesalonicenses (1 Tes 3:13).

No hay Pacto sin Santidad. Como dijimos, esta demanda comienza primero en lo personal, pero debe extenderse a todo en nuestra vida, porque, de lo contrario, no es genuina. Por eso,

Dios nos habló de cosas específicas que forman parte del Pacto:

· El matrimonio y la familia · El dinero y los bienes materiales

· Nuestros hermanos en la fe y la congregación

· Nuestro llamado y el compromiso con la comunidad, con la realidad social

· La Iglesia y la manifestación del Reino

de Dios.

Para concluir, debemos entender que no estamos hablando de distintos pactos, sino de UN PACTO. Y ese pacto se resume en una persona: Cristo. Pablo dice: “…el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan 24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo que por vosotros es partido, haced esto en memoria de mí. 25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mi. 26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anuncias hasta que él venga.” (1 Cor.11:23-26) No existen atajos, no opciones, y Dios nos está llamando a tomar una decisión. Cuando el pueblo de Dios, bajo el liderazgo de Nehemías

había reconstruido los muros, escucharon la lectura de la Ley por parte del sacerdote Esdras (Nehemías Cap. 8), confesaron los pecados de Israel (Cap. 9), y se decidieron a guardar el Pacto, firmando una promesa que

incluyó compromisos específicos (Cap. 10). La única forma de vivir en el Nuevo Pacto, es entregando todas y CADA UNA de la áreas de nuestra vida, bajo el señorío de Cristo, y esto

se resume en la experimentar las mismas palabras de Pablo cuando expresó: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del

Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20)

momento de una desición

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