BREVE HISTORIA DEL -ANUARIO*

A lo largo de mis de medio siglo el ANUARIo ha conquistado uns6lido prestigio en los medios cientificos nacionales e interna-cionales . Los indices del mismo que ahora. se publican ofrecenun expresivo inventario de la obra que ha realizado. Al presentarlaen su conjunto no parece fuera. de lugar recordar, aunque sea agrandes rasgos, las vicisitudes por las que su publicaci6n ha. atra-vesado y bosquejar su historia, mal conocida y con frecuenciaincomprendida por quienes imicamente la han apreciado a trav6sde los indices de sus voldmenes. Mi vinculaci6n al. ANUARIo en1932 -cuando todavia quienes lo hablan iniciado cuidaban de dl-,luego mantenida de modo, ininterrumpido, me permite aportaruna informaci6n de primera mano, que en buena parte es desco-nocida por casi todos .

El nacimiento del ANUARIO

La renovaci6n de los estudios de Historia del Derecho que ha-bia iniciado don Eduardo de Hinojosa, y encontrado sus primerosseguidores en Rafael Altamira y Salvador Minguij6n, comenz6 amanifestarse de modo positivo en los ahos inmediatos a ]a muertede aquifl, en 1919 . La mitad de las citedras universitarias de ladisciplina quedaron ocupadas en aquellos afios por discipulos su-yos o estudiosos que compartian o difundian sus orientaciones .Pero a los que faltaba un 6rgano de expresi6n propio . Trabajos so-bre historia juridica,'o fuentes y cuestiones de inter6s para. ella, demuy distinto valor, aparecian de vez en cuando en revistas juri-dicas o hist6ricas . Asi, sobre todo en la Revista general deLegistaci6n y Jurisprudencia, ]a Revista Juridica de Cataluha, la

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Revista de Derecho privado y ]a Revista de Ciencias Juridicas ySociales entre las primeras, y la Revista de Archivos, Biblioteca5y Museos, o e1 Boletin de la Real Academia de la Historia, entrelas segundas . Pero no existia, como en Alemania y Francia, y desdehacia unos pocos aflos en Holanda, una publicaci6n peri6dicaconsagrada a la historia juridica . Y fue en esta situaci6n en laque surgi6 la idea de Ilegar a crearla .

El creador de la nueva publicaci6n no fue un profesor titularde Historia del Derecho . Don Claudio Sinchez Albornoz, comosu maestro Hinojosa, al que en 1920 habia sucedido en su cStedrade allistoria Antigua y Media de Espafla>), era un historiadorgeneral ; aunque como 461 especialmente interesado por las cuestio-nes institucionales . Acababa de obtener en 1923, en refiida com-petici6n con otros ilustres investigadores, el Premio Covadongaque 1e consagraba como maestro indiscutible ; en plena madurezcientifica no obstante su juventud -frisaba en los treinta afios-,se reponfa dificultosamente del enorme esfuerzo que habfa re-presentado investigar de modo exhaustivo en un cuantioso fondodocumental, impreso o in6dito en los archivos, y sintetizar encinco densos volfimenes la historia politica, institucional y cultu-ral del reino asturiano . Pero esto no fue 6bice para acometer laempresa .

No ofreci6 dificultad formar un equipo de redacci6n con losestudiosos de la historia juridica e institucional con vocaci6ninvestigadora, con los que habia convivido en e1 Seminario quedirigia Hinojosa en e1 Centro de Estudios Hist6ricos : Galo S6n-chez, un aflo mayor que 61, tambi6n discfpuIo de Hinojosa, y Jos6Maria Ots Capdequi, de su misma edad, discipuIo de Altamira,ambos catedriticos de Historia del Derecho ; Jos6 Maria RamosLoscertales, de treinta y tres afios, discipulo de Andrds Gim6nezSoler y luego de Hinojosa, catedritico de Historia de Espafia enla Universidad de Salamanca ; y Ram6n Carande Tovar, de treintay seis afios, formado en Alernania, catedrdtico de Economia yHacienda . Conscientes de su juventud -adramos unos mucha-chos~>, explicarfa don Claudio afios mds tarde-, para dar al grupoel respaldo de una aparente mayor madurez, se puso a] frente,corno Director del ANUARIO, a don Laureano Diez Canseco, cate-

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dr,Atico desde 1900 de Derecho natural en la Universidad de VaUa-dolid, y desde 1911 de Historia del Derecho en la de Madrid, debrillante personalidad, inquieta curiosidad cientifica, fina agudezae indiscutible prestigio en los medics acad6micos; aunque reacioa escribir y hasta entonces inddito en temas hist6rico juridicos,si se hace salvedad de una recensi6n bibliogrifica .

En la breve nota de presentaci6n del ANUARIo no se quiso des-tacar a nadie, y apareci6 corno obra de un ((nTdcleo de redacto-res . . . discipulos en su. mayor parte del ilustre Hinojosa e influidostodos por su. manera de elaborar la. historia del Derecho)> . Unica-mente en la. parte interior de la cubierta --que casi siempredesaparece al ser encuadernado el volumen- se destac6 a donLaureano como Directory se dio el nombre de los cinco compo-nentes de la redacci6n antes mencionados . Significativarnente, elnombre de don Claudio el aut6ntico creador y realizador delANUARIo, apareci6 modestamente mencionado en Altimo lugar .

En esa misma nota quedaron fijados el carActer y la finalidaddel ANUARIO . Con 61 se pretendi6 crear un x6rgano de comunica-ci6n)> entre los cultivadores de la historia juridica diserninadospor Espafia y Am6rica, que a la vez que facilitara informaci6nsobte los trabajos que se realizaban constituyera la publicaci6n es-pecializada en que se reuniera. lo mejor de las aportaciones delos investigadores nacionales y extranjeros . Aunque no se dijo, sepens6 cue los estudios que se recogieran. en las piginas del ANUA-RIO fueran siempre de estricta investigaci6n. Como complementode ello se pens6 tambi6n en la edici6n de textos jurldicos impor-tantes, indditos o mal. publicados, y en la resefia critica de trabajosaparecidos en otra. parte. Y asi, en este primer tomo se estable-cieron tres secciones de Estudios, Documentos y Bibliografta, a lasque se afladieron bajo el epigrafe de Varia unas p6ginas infor-mativas .

Con plena conciencia de las limitadas posibilidades de investi-gaci6n seria por e1 momento, dado e1 reducido grupo de los ocu-pados en ella y de los campos que cultivaban, a diferencia de lasrevistas alemana, francesa u holandesa ya existentes, en que setrataba de la historia juridica en general, e1 ANUARIo apareci6 cir-cunscrito a la HISTORIA DEL DERECHo ESPAROL, entendido 6ste, como

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se advirti6 en las palabras de presentaci6n, ((en su sentido exten-so)), abarcando todas las 6pocas y culturas juridicas desarrolladasen Espafia o Ilevadas por 6sta fuera de las fronteras actuales . Loque no fue 6bice para que ya en este primer tomo se incluyeraun estudio sobre e1 capitular franco ade villis)> .

Los trabajos que se reunieron para este voIumen se debieron enparte al equipo de redacci6n y en parte a investigadores extran-jeros : cuatro estudios y cuatro aportaciones documentales delprimero y cuatro estudios de los segundos . Para este tomo prepar6don Laureano Diez Canseco e1 ~mico estudio de cierta entidad quelleg6 a cscribir sobre un tema hist6rico-juridico : el Fuero de Le6n.Sdnchez Albornoz, Ramos Loscertales y Ots Capdequi redactaronimportantes estudios, y los dos primeros, con D. Laureano y Ca-rande, editaron ademis diversos documentos. Por su lado, lacolaboraci6n extranjera se debi6 a figuras de primer rango ensu respectiva materia : el portuguds Paulo Mer6a, e1 argentinoRicardo Levene y los alemanes Claudio von Schwerin y ErnestoMayer; todos ellos, salvo el 61timo, tratando temas especificosde ]a historia juridica espafiola .

El proyecto de esta nueva publicaci6n encontr6 acogida fa-vorable en e1 Centro de Estudios Hist6ricos, que dirigia D. Ra-m6n Men6ndez Pidal, dependiente de la Junta para Ampliaci6nde Estudios, y en consecuencia, qued6 domiciliada en la sedede dicho Centro, en el nCimero 26 de Ia madrilefia calle de Alma-gro . En cuanto publicaci6n del Centro, recibi6 el espaldarazocientifico que 6ste daba a los trabajos realizados a su amparo;como publicaci6n paraleIa, en otro campo, a la ya muy prestigio-sa Revista de Filologia Espaftola, que habia comenzado a editarsediez afios antes .

Fue a finales de junio de 1924 cuando, concluida la impresi6ndel primer torno del ANUARIO -un volumen de 480 pAgs., concubierta anaranjada-, 46ste hizo su aparici6n en los medios cien-tificos, y su creador, D. Claudio, Ileno de, satisfacci6n e ilusiones,pudo hacer su presentaci6n dedicando los primeros ejemplares aquienes lo habian patrocinado .

Aunque tanto 461 como sus colaboradores, segdn han comen-

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tado aflos despuds, abrigaban serias dudas sobre las posibilida .des de continuar la publicaci6n en afios sucesivos

Los primeros ahos

A la ilusi6n y e1 esfuerzo puestos en su publicaci6n, y acasomis que nada a la tenacidad de D . Claudio, se debi6 que elANUARIO continuara apareciendo en los ahos siguientes demodo regular. La muerte de D . Laureano Diez Canseco no Ie afec-t6 . Vivo e1 espiritu de equipo que desde el primer dia animabaa sus redactores, e1 hueco que dej6 como Director no fue cu-bierto por nadie. El dnico cambio, casi imperceptible y que de-bi6 pasar inadvertido para la generalidad, consisti6 en que e1nombre de D. Claudio, e1 director efectivo del ANUARIO, pas6 aocupar e1 primer lugar entre los componentes de su aRedac-ci6n)), segdn la informaci6n inserta en la pigina interior de lacubierta de los volCumenes VI a X (1929-1933) . Novedad en estaRedacci6n, aparte de lo indicado, fue la inclusi6n en ella des-de 1926 (vol . III), de Manuel Torres L6pez, en esta fecha ca-tedrdtico de Historia del Derecho de la Universidad de Salaman-ca, formado en Alemania y que con juvenil talante importabamasivamente la obra historiogrifica-juridica de este pais . Por lodemds, el Centro de Estudios Hist6ricos -trasladado desde 1930a la calle del Duque de Medinaceli 4- continu6 patrocinandoe1 ANUARIO, incluy6ndolo entre sus mis preciadas publicaciones .

El mantenimiento del ANUARIO como publicaci6n de traba-jos de estricta investigaci6n, cuando tan escasos eran los espe-cialistas ocupados en la historia juridica y aun alguno de ellosmuy poco dado a publicar, aunque result6 dificil pudo conse-guirse . Falt6 desde muy pronto la colaboraci6n de D. Laureano,su Director, reducida a la edici6n de un documento en e1 tomo II(1925) . Fue brillante la aportaci6n de Carande con un estupendoestudio, en este mismo volumen, pero en los siguientes qued6reducida a algunas resefias bibliogr;Aficas, y coincidiendo con sudesignaci6n como Rector de la Universidad de Sevilla, ces6 en1929 . En consecuencia, del grupo de Redacci6n, s6lo D . Claudio,D . Galo y Ramos Loscertales -desde 1926 tambi6n Torres L6-pez-, contribuyeron de modo efectivo con sus trabajos a ase.

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gurar la publicaci6n del ANUARIO . Pero tambi6n aqui, el nom-bramiento de Ramos como Rector de la Universidad de Salamancaen 1929 1e apart6 temporalmente de las tareas .

En cierta medida, aunque no Ilegaran a integrarse en el grupode (,Redacci6n)), otros j6venes que en aquellos aflos empezabana interesarse por e1 riguroso estudio e investigaci6n de la historiajuridica, se congregaron en tomo at ANUARIO y comenzaron. acolaborar en 61 . Asi, Ram6n Prieto Bances, desde 1921 catedrAticode Salamanca y luego de Oviedo ; Romdn Riaza y MartinezOsorio, catedrStico en 1926 de La Laguna (aunque continu6 en-sefiando en Madrid), y Jos6 Antonio Rubio Sacristin, catedriticode La Laguna en 1929. Y a su. lado, otros j6venes; aun no profe-sores titulares : el P. Jos6 L6pez Ortiz, 0. S. A., y Josd Perazade Ayala en 1927; Luis Garcia de Valdeavellano en 1929, Juan Be-neyto P46rez en 1930 . At no ser investigadores, no obstante su. ads-cripci6n. at magisterio de Hinojosa -at que habian dedicado susobras- y acomodarse a 61 en sus publicaciones de caricter in-formativo o docente, quedaron at margen del ANUARIo dos delos profesores que hasta la fecha m;As se habian preocupado pordifundir los nuevos m6todos : D. Rafael Altamira y D. SalvadorMinguij6n. S61o uno de los mis veteranos y conspicuos investiga-

dores de la historia juridica espahola se mantuvo at margen delANUARIO, acaso mis que por sentirse desplazado por la nueva ge-neraci6n, porque dirigiendo la Revista de Ciencias Juridicas ySociales de la Facultad de Derecho de la Universidad Central, pusosu. empefio en nutrirla con sus propios trabajos y con tesis doc-torales de contenido hist6rico : D. Rafael de Urefia y Smenjaud .

El ANUARIo no se limit6 a ser recepticulo de los trabajosdel reducido m1mero de especialistas de la historia juridica ; evi-denternente no hubieran podido Ilenar sus piginas . Se abri6 yatrajo y concentr6 en. torno suyo a estudiosos de otros campos,que por una u otra raz6n podian contribuir con valiosas aporta-ciones . Importa destacar que salvo el articulo en 1926 de uncivilista sobre un tema de Derecho romano y en 1929 de un no-tario, Jos juristas no se sintieron Ilamados a colaborar . Quienesaportaron sus trabajos fueron historiadores, y casi todos ellos,salvo excepci6n, medievalistas . Asi, apareci6 colaborando en 1925

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Fernando Valls Taberner ; en 1926 Agustin Millares Carl6; en 1927Josd Maria de Lacarra ; en 1928 Josd Serrano y Sanz, Ram6n Paz,Jos6 Rfus Serra, Josd Rovira Armengol y Concha Muedra Benedito ;en 1929 Luis V;izquez de Parga y Mariano Us6n y Sesd; en 1931,Angel e Inocenta Go=ilez Palencia. Al lado de 46stos se logr6 lavinculaci6n de arabistas, que en aquellos afios bajo e1 magisteriode Juliin Ribera Tarrag6 y Miguel Asin Palacios formaban unaEscuela floreciente y dindmica . Ya en el tomo II (1929~ Asin Pa-lacios y M. Alarc6n publicaron sendos estudios ; en 1927, el P . L&pez Ortiz inici6 la serie de monografias concretas sobre el Derechomusulmin espafiol ; en 1929, el P. Melchor Antufia, tambi6n de lacomunidad agustina de El Escorial, guardiana de los ricos fondosaribigos de la Biblioteca del Monasterio ; y en 1931 comenz6 acolaborar Salvador Vila, luego profesor de Instituciones musul-manas en Granada . Frente a todo este conjunto s6lo ocasionalmen-te colaboraron estudiosos de los tiempos modernos : en 1925 Fede-rico Camp y en 1929 Erasmo Buceta.

Fue importante en estos afios la colaboraci6n de estudiososextranjeros, tanto de especialistas en la historia. jurfdica como cul-tivadores de la general . Habi6ndolo hecho ya en el tomo I, colabo-raron de nuevo Paulo Mer8a en 1925, y tambi6n Ricardo Leveney Ernesto Mayer en 1926 . En estos afios colaboraron tambi6n enel ANUARIo nuevos historiadores del Derecho : Luis Cabral deMoncada, Jorge von Below y Jos6 Salvioli, entre los historiadoresjuristas ; y Alfonso Dopsch, Pedro Rassow, E. Jaffe, H. Finke, FritzBaer y J . W. von Rauchhaupt, entre los historiadores generalesde lengua alemana ; el italiano Luis Genuardi; los franceses EnriqueS6e, March Bloch, Le6n Vignols y Gabriela Berrogain, y el polacoCarlos Koranyi .

El hallazgo entre los papeles y notas de trabajo de Hinojosa dealg6n escrito in6dito de dste hizo posible su publicaci6n p6stumaen el ANUARIO ; de especial inter6s, la semblanza muy elogiosade la obra hist6rico-juridica de Joaquin Costa (11, 1925) -quecontrastaba con el muy relativo y discutido aprecio que de ellahacian los discipulos de aqu6l-, y por su referencia a tiemposno medievales, e1 recuerdo de los precursores espafioles de Grocio(VI, 1929) .

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Esta amplia y variada colaboraci6n se recogi6 en los sietevoldmenes aparecidos entre 1925 y 1931, con una extensi6n me-dia cercana a las seiscientas piginas : 11 (1925) 561 pigs . ; 111 (1926)597 pigs.; IV (1927) 530 pAgs. ; V (1928) 554 pAgs. ; VI (1929) 596p6ginas ; VII (1930) 561 pAgs . ; VIII (1931) 601 pigs .

At ponderar la temitica y orientaci6n de los estudios publica-dos en estos siete tomos -prescindiendo de las resefias biblio-grdficas- se observa que s6lo una tercera; parte de ellos, aproxi-madamente, se deben a historiadores del Derecho, en tanto quelas dos terceras partes restantes son obra de historiadores genera-tes o de otros campos . Y aunque entre los que son obra de losprimeros, hay que considerar que en estos afios en Espafia en e1estudio de las fuentes prevalece su consideraci6n euristica sobrela de su naturaleza, carActer o valor juridco, y en e1 de lasinstituciones la de su significaci6n politica o social sobre la dog-mAtica. Logr6 e1 ANUARIo atraer la curiosidad de los historiadoreshacia la historia juridica ; pero no dar a 6sta un tratamiento pre-dominantemente juridico, como e1 que recibia por estas fechasespecialmente en Alemania e Italia, paises cuyos estudiosos erantomados como modelo.

Si se atiende at contenido de estos trabajos se observa la es-casa atenci6n concedida a cuestiones historiogrdficas, y aundsta, si se excluye la semblanza de Costa hecha por Hinojosa, acargo de estudiosos extranjeros : von Below, Levene y von Rauch-haupt . Abundan, por el contrario, los consagrados a ]as fuentes,ya sea editando textos o estudiAndolos (22 y 18 articulos, respec-tivamente), con marcada atenci6n a ]as musulmanas de Espafia .Un nCimero aproximado de estudios se ocupan del Derecho visi-godo o de la Reconquista : instituciones econ6micas y fiscales (16artfculos), sociales (7), politico-administrativas (6) y sefioriates (7),de derecho privado (4) o procesal (2) . Dentro de to medieval des-taca la especial atenci6n a to musulmin ; en parte, porque la es-cuela de los arabistas espaftoles esperaba encon'trar en las fuenteshispanas rasgos que tipificaran el Islam peninsular frente at uni-versal . La vocaci6n de uno de los redactores del ANUARlo haciael Derecho indiano, y la colaboraci6n del maestro Levene, abrieronun campo cuya importancia en ]a historia juridica habia comen-

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zado a ser destacada por Altamira, al margen de la 6rbita delANUARIO . La expansi6n del Derecho espaiiol -fuera de la Pe-ninsula y de Indias-, en Italia y Polonia, fue objeto de atenci6n .Por e1 contrario, quedaron pr-dcticamente olvidados los tiemposmodernos, pues apenas trataron algCtn punto concreto Bucetay Camp.

Que e1 calificativo de espaFtol con que se delimit6 e1 Derechohist6rico de que habia de ocuparse e1 ANUARlo respondia mAsa una razonable previsi6n de lo que habria de ser su contenidoque no a una exclusi6n expresa de cuanto no fuera propiamentehispdnico, se manifest6 en la inclusi6n de estudios sobre temasno estrictarnente espafloles : asi, el discutido capitular ade villis))(11, 1925, y 111, 1926) --objeto ya de otro estudio en el tomo I-,]as doctrinas econ6micas de la Escolistica (111, 1925), o la f6rmu-la all.M.H.N.S .), de las inscripciones funerarias romanas (V, 1928) .

Al hacer la presentaci6n del ANUARIO, en el tomo I se habiaanunciado la posible aparici6n como ANEXOs del mismo, en vol(1-menes independientes, de estudios amplios que no pudieran tenercabida en 61 . Cuando tal anuncio se hizo se estaban ya preparandolos dos primeros voldmenes, que asi pudieron aparecer de modoinmediato en 1925 y 1926 . La obra escogida lo fue, sin duda, enraz6n del prestigio de su autor -el profesor alemdn Ernesto Ma-yer, autor de diversos trabajos ya publicados- y del inter6s quesin duda habia de ofrecer una obra de conjunto, adn in6dita, sobreHistoria de las instituciones sociales y potiticas en Espafuz y Por-tugal durante los siglos V a XIV. La traducci6n y publicaci6n deesta obra -el tomo I traducido por Galo Sdnchez apareci6 en1925, y el II por Ram6n Carande, en 1926- puso de relieve muypronto que se habia sufrido una grave equivocaci6n, pues si bienel autor manejaba con gran facilidad las fuentes impresas, las in-terpretaba de un modo tan arbitrario que hacia recusables Casitodas sus conclusiones . De donde result6 que los mismos que pre-pararon su traducci6n y publicaci6n denunciaron inmediatamentesu muy discutible exposici6n (v6ase X [1933] 539). Estos fueronlos Cinicos ANEXOs del ANUARlo que llegaron a publicarse .

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La consolidac16n del ANUARIO

A la vez que con los ahos el ANUARIO se afianzaba, se fuerenovando, el cuadro de profesores titulares de Historia del De-recho en las Universidades espafiolas, de tal modo que en 1931,salvo dos, todas las citedras de la disciplina estaban desempena-das por profesores relacionados con e1 ANUARIO, o vacantes ypendientes de provisi6n por discipulos de los mismos . Con inde-pendencia de ello, en el cambio politico operado en Espafia conel advenimiento de la Repdblica en abril de ese aflo, D. Claudiopas6 a intervenir activamente en la politica como Diputado porAvila, y en el imbito cultural a desempeflar el importante y pres-tigioso cargo de Rector de la Universidad Central (del 20 de enerode 1932 al 3 de febrero de 1934) . Esta posici6n. ocupada por D. Clau-dio y e1 prestigioso ambiente creado en torno a los estudios dehistoria juridica, propiciaron la convocatoria de una reuni6n delos especialistas e interesados en su estudio .

La Semana de Historia del Derecho espafiol celebrada entre el25 de abril y el 3 de mayo de 1932 fue en realidad una semanade ocho dias efectivos (la conmemoraci6n del I de mayo supusouna paralizaci6n total de toda actividad), en los que las reunionesse celebraron en Madrid, en el edificio de Juntas de la CiudadUniversitaria (el que en los Wtimos aflos ha sido sede del Recto-rado de la Universidad Complutense), en la Biblioteca del Monas-terid de El Escorial y en e1 Paraninfo de la Universidad de Sala-manca (v6ase sobre ello amplia informaci6n en el ANUARIO IX[1932] 487-94) . La Semana fue presidida por D. Claudio, secunda-do corno Secretario, de la misma por Ram6n Prieto Bances . Conella se trat6, aparte Ia labor estrictamente cientifica, de realzary consagrar nuestra disciplina juridica -todavia joven en su cul-tivcI cientifico-, como se manifest6 en la recepci6n de los asam-bleistas por D. Niceto Alcald Zamora, Presidente de la Repfiblicae ilustre jurista, que tambi6n presidi6 a1gunos de los actos cien-tificos, lo mismo que e1 Ministro de Instrucci6n P6blica, D. Fer-nando de los Rios. Por vez primera se reunieron en Espaha losestudiosos de Ia historia del Derecho para dar a conocer sus tra-bajos, intercambiar informaci6n y establecer lazos personales en

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un imbito amplio . Y tambi6n, por vez primera, acudieron a unareuni6n en Espafia historiadores juristas extranieros : los portu-gueses Mer6a y Cabral de Moncada, los alemanes Franz Beyerley Claudio von Schwerin, el francds Olivier-Martin y el italiano Mel-chiore Roberti ; algunos de ellos colaboradores del ANUARIo desdesus primeros tomos y el resto por vez primera en contacto conlos estudiosos espafloles, cuya juventud no dej6 de Ilamar su aten-ci6n . Que en los aflos anteriores el ANUARlo habia conseguidocrear un ambiente favorable a los estudios hist6rico juridicos,en el que habian ido entrando gentes que cultivaban todas ]as Eda-des, se aprecia examinando la lista de los que participaron activa-mente con sus trabajos . Entre ellos se encuentra una veintena deestudiosos centrados en la historia juridica y ocho juristas consa-cyrados al cultivo del Derecho actual pero interesados por la misma,frente a un n6mero equivalente de historiadores generales que des-de su perspectiva se ocupan de cuestiones juridicas . En total, me-dio centenar de estudiosos espafioles a cuyo lado actu6 una docenade extranjeros . En el contenido de las setenta y dos comunica-ciones presentadas, se acus6, tambi6n, el cambio que se iba ope-rando en estos afios : siete se refirieron a cuestiones de orientaci6no ensefianza de la disciplina, quince a fuentes, diecis6is a institu-ciones sociales y p6blicas hasta ]a Edad Media, doce a las mismasen los tiempos modernos, ocho al Derecho rnusulm~m y el judiov catorce a temas de Derecho privado, penal o procesal . De estascomunicaciones unicamente treinta se publicaron en los tomosIX y X (1932 y 1933) .

Del intercambio de preocupaciones y proyectos en el curso dela Semana surgieron cuatro proposiciones de distinto carActer. Laprimera fue la de editar una obra in6dita de Martinez Marina,como homenaje a este gran historiador del Derecho en e1 cente-nario de su muerte en, 1933, aunque aqu6lla no era de tipo histo-riogrifico . Otras dos propuestas se refirieron a la enseflanza denuestra disciplina : a iniciativa de D. Claudio, solicitar el restable-cimiento de ]A cAtedra de ((Historia de la literatura juridica)> quedurante mAs de un. cuarto de siglo habia. regentado Rafael de Urefiay se habia suprimido a la muerte de 46ste en 1930 ; ~j a iniciativade Torres L6pez, conforme a ciertos modelos alemanes, dividir

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e1 curso 6nico entonces existente de ((Historia general del Derechoespahol)> en dos, uno en e1 primer afio de estudios referente a~ lasfuentes e instituciones sociales y politicas, y otro en el quintocurso dedicado al Derecho privado, penal y procesal . La 61timapropuesta, recogiendo la iniciativa de varios profesores y a seme-janza de lo que ocurria en otros paises, v. gr ., en Francia, fundaruna ((Sociedad espafiola de Historia del Derecho)>, integrada porcultivadores de la disciplina . La obra de Martinez Marina fuepublicada en 1933, con un estudio preliminar de Adolfo G. Posada .La constituci6n de ]a Sociedad de Historia del Derecho se llev6a cabo dos afios mds tarde. Pero el restablecimiento de una cAte-dra o la modificaci6n del plan de estudios no se efectu6 hastamuchos aflos despu6s.

El valioso material cienLifico acumulado en e1 curso de la Se-mana asegur6 la publicaci6n del ANUARIo en los afios 1932 y1933 (vols. IX y X, de 513 y 554 pigs., respectivamente), sin intro-ducir novedad alguna en su redacci6n, en la que Sinchez-Albomozsigui6 apareciendo conio un miembro mds, aunque citado en pri-mer lugar. La triple actividad de D. Claudio en esos afios --comoDiputado de Cortes y Rcctor de la Universidad de Madrid, perotambidn investigando sobre las fuentes 6xabes- pudo desplegarselibremente, sin que ]a continuaci6n del ANUARIO Ilegara a dis-traerle de aquellas tareas . Ni tampoco de la preparaci6n y desa-rrollo de los cursos y conferencias que imparti6 en la Argentinamediado el afio 1933, y que en breve resumen, aunque an6nimoelaborado por mi, pueden verse en el torno X (1933) pigs . 515-38 . La designaci6n como Ministro de Estado en e1 dltimo trimestrede este afio (del 12 de octubre al 18 de diciembre) prolong6 suapartarniento del ANUARIO, aunque sin desinteresarse nuncade 61 .

Los planes de reorganizaci6n

A los diez: ahos de iniciada su publicaci6n, que tan problemiti-ca se habia previsto, el ANUARIo habia logrado consolidarse ple-namente . La renovaci6n de los profesores titulares de la disci-plina, en su mayor parte ya conseguida, estaba a punto de com-pletarse al haber quedado vacante la 61tima citedra hasta enton-

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ces no ocupada por persona vinculada a aqu6l. En tdrminos aca-d6micos empezaba a hablarse de la (cEscuela de Hinojosa)>. PeroD. Claudio a este grupo que, pese a su muy diversa orientaci6n,se mostraba homogdneo y, unido por vinculos de amistad y preo-cupaci6n cientffica, preferia, designarlo afectuosa y familiarmentecomo la tribu o clan; bien entendido, que 61 era el jefe indiscutido,cordial y a la vez exigente con todos.

En estas circunstancias, a principios de 1934 se pens6 en reor-ganizar el ANUARIO siempre bajo el patrocinio del Centro de Es-tudios Hist6ricos y la direcci6n no s6lo efectiva sino ahora tam-bidn nominal de D. Claudio, que apareci6 ya como Director alfrente de la Redacci6n (vols . XI y X11, de 1934 y 1935) .

El cuerpo de Redacci6n (v6ase XI, 1934 en la cubierta delANUARIO y en las pigs. 576-77) se ampli6 sensiblemente paraacoger en 61 a especialistas en los distintos campos de la disci-plina. Y a la vez que se destac6 el cargo de Director, por vezprimera se constituy6 una Secretaria del ANUARIO con su pro-pio cometido coordinador. Fue nombrado secretario RomAn Riaza,capaz y dinimico profesor en la Universidad de Madrid y a lavez Secretario general de ella, y en mi, Auxiliar interino de laFacultad de Derecho y Becario del Centro de Estudios hist6ricos,recay6 la Vicesecretaria . Ahora se estableci6 una nueva Secci6n-junto a las tradicionales de Estudios, Documentos, Bibliografiay Varia- con e1 nombre de Misceldnea, para dar cabida a estudiosbreves o de alcance limitado, o que sin presentar conclusionesfirmes aportaban datos y observaciones dignas de ser dadas aconocer y tenidas en cuenta . El ANUARIO continu6 estando consa-grado a la HISTORIA DEL DERECHo EsPAROL, lo que no supuso,como en afios anteriores, que en la medida de lo posible noestuviera abierto a preocupaciones mis amplias. Asi, para estaratento at movimiento historiognifico espafiol y extranjero, se cuid6de poner a cargo de personas determinadas la consideraci6n delmismo y su resefia bibliogritfica . Se abri6 la atenci6n hacia lasnuevas orientaciones de la Filosofia de la Historia y las aporta-ciones de la Historia general, confiando la informaci6n a AngelFerrari, que acaba de regresar de Alemania, donde se habia for-mado . Se encarg6 de la Historia econ6mica a Carande y a Rubio

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Sacristdn. En un terreno propiamente jurfdico, tratando de hacerrealidad lo que se habia previsto en el vol . I, se quiso dar ampliaconsideraci6n a los estudios de Derecho romano, por ser dste unode los sistemas jLu-idicos mds influyentes en la, formaci6n del es-pafiol, aunque lo poco dado de los romanistas espaholes de aque-Ilos ahos a investigar o publicar, habia dado lugar a que el Derechoromano quedara. fuera de consideraci6n en las pdginas del ANUA-RIO (un solo articulo en el vol. IV, 1927). Contando ahora con lacolaboraci6n de aig-On joven bien preparado, se encarg6 a UrsicinoAlvarez de cuanto se referia a 61 en general o al Derecho privado,y a Torres L6pez de las instituciones sociales, econ6micas y pu-blicas . Torres se hizo cargo tambi6n de lo referente al Derechogerm6nico y al visigodo . A cargo del Derecho musulmin, que des-de un principio habia encontrado amplia acogida, qued6 el P. L6-pez Ortiz, aunque ya en esta fecha mostraba decidido interds porel Derecho medieval de la Espaha cristiana. De las fuentes engeneral se encarg6 a D. Galo Sdnchez, y de la literatura juridicaIa Riaza. Por lo que respecta a las instituciones, ]a revisi6n de losestudios se distribuy6 entre varios especialistas: de los medievalescastellanos se hizo cargo a D. Claudio y a Garcia de Valdeavellano,de los aragoneses a Ramos, de los catalanes a Antonio de la Torrey de los navarros a Lacarra; de las instituciones modernas qued6encargado Prieto Bances y de las indianas continu6 ocupindoseOts. Del Derecho privado se nos encarg6 ;Lt Riaza y a mi . Abiertosiempre el ANUARIo a toda colaboraci6n personal, en esta reor-ganizaci6n se manifest6 ya, sin embargo, e1 papel preponderanteconcedi6 a los historiadores del Derecho (once) en relaci6n conlos historiadores generales (cinco).

A la vez que se reorganiz6 el ANUARIO se llev6 a la pricticala idea lanzada dos aflos antes entre las conclusiones de la Sema-na dc Historia del Derecho, de constituir una asociaci6n queagrupara a quienes se interesaban por la historia juridica . Con elnombre de Sociedad Eduardo de Hinojosa qued6 oficialmenteconstituida y registrada esta nueva entidad, cuyo Reglamento sereprodujo en el vol . XI (1934) 577-79 del ANUARIO . Conforme a61, la Sociedad nada tenia. que ver con el ANUARIO, y ningunareferencia se hizo a 46ste . Pero el nombre de Eduardo de Hinojosa

Breve historia del ANUARIO xxi

dado a la Sociedad -6nica referencia para conocer su finalidad

o campo de acci6n-, que era el maestro a cuya sombra se habiancobijado los fundadores del ANUARIO, la sede de Ia Sociedad-Duque de Medinaceli 4-, la misma que la de 46ste ; y la identi-dad de Ias personas que fueron designadas para constituir laJunta de la Sociedad, mostraban bien a las claras que lo que enrealidad se buscaba era disponer de un 6rgano extrafio al ANUA-RIO, pero a su servicio . Objeto de la Sociedad era promover elestudio hist6rico del Derecho e instituciones afines, fornentar lasreuniones de especialistas e impulsar la publicaci6n de estudios ;es decir, aparte ]a declaraci6n inicial gen6rica, recabar ayudaspara reuniones y ediciones. Dada la reducida cuota que habian depagar los socios de n6merc (10 ptas . anuales, seg~m el art. 3 .* delog Estatutos; a efectos comparativos, un Auxiliar de la Universi-dad o un Becario del Centro de Estudios Hist6ricos cobraba al

dia 8,33 ptas.), es claro que no se contaba con ello para atender

tales gastos ; el articulo 8, que se ocupaba de los ((fondos)), aludia ala personalidad de la Sociedad para adquirir y poseer bienes, y sepreveia un movimiento de ingresos y gastos . Con la creaci6n de laSociedad se pretendi6 habilitar un ente al que pudieran atribuirsecon facilidad de manejo subvenciones p6blicas o privadas, comoen efecto ocurri6 en los aflos siguientes .

La constituci6n de la Sociedad se hizo por el grupo de perso-nas vinculadas al ANUARTO, quedando asegurado el control dcfuturas inscripciones por ]a exigencia de que ]as solicitudes fue-ran suscritas por tres miembros de la Sociedad (art . 2) . Por lodemAs, la composici6n de la Junta de gobierno se confi6 a ]a elec-ci6n por los socios de las personas que habian de formarla, aunque

no del cargo que debian ocupar en ella ; la atribuci6n concreta

qued6 reservada al acuerdo de las mismas (art . 4) . En la primeradesignaci6n -para tres afios- la presidencia se atribuy6 a D. Clau-dio, y la Secretaria y Vicesecretaria a Riaza y a mf, respcctivamente'Vicepresidentes fueron: D. Galo Sinchez y D. Ram6n Prieto Ban-ces; Vocales : D. Manuel Torres, D. Jos6 M.' Ots y D. Jos6 L6pez

Ortiz; Tesorero : D. Josd Antonio Rubio Sacristin. Es decir, losrniembros mAs vinculados al ANUARIo en aquellos momentos .

Estos proyectos no Ilegaron a realizarse mis que en una mi-

XXII Alfonso Garcia-Gallo

nima parte. La Sociedad Eduardo de Hinojosa recibi6 durante dosafios una subvenci6n del Ministerio de Instrucci6n p6blica -10.000pesetas-, que se reserv6 para invertirla en el momento oportuno.La actuaci6n politica ocup6 en los ahos siguientes gran parte dela actuaci6n de los mds conspicuos colaboradores del ANUARIO .Con ella compagin6 D. Claudio sus investigaciones sobre la histo-riografia musulmana -concretamente sobre la Cr6nica de Rasisy su utilizaci6n por otros autores, public6 algdn trabajo-, queaunque relacionadas con los origenes del feudalismo, se saliandel marco del ANUARIO . Su designaci6n como Embajador de Es-pafia en Lisboa en la primavera de 1936 supuso un alejamientomaterial de Espafia, que por desgracia seria definitivo . PrietoBances, primero Subsecretario de Instrucci6n P(iblica, luego Mi-nistro de esta cartera (3 de abril a 6 de mayo de 1935) -teniendoen esta &Itima etapa a Riaza como Subsecretario- y mds tardeSecretario general de la Junta para Ampliaci6n de Estudios, sevio forzosamente apartado de las tareas investigadoras ; lo mismoque Romdn Riaza, Subsecretario suyo en la etapa ministerial yluego de nuevo Secretario general de la Universidad de Madrid ; yque Torres 1-6pez, Decano y luego Alcalde de Salamanca . Comotambidn se vio imposibilitado de continuar trabajando D . GaloSdnchez, aquejado de una grave enfermedad a fines de 1935, quepuso en peligro su vida . Por otro lado, al operarse en 61 en estosafios una desviaci6n del estudio del Derecho musulmin hacia elde la Espafia cristiana, el P . L6pez Ortiz, que tan activamentehabia colaborado en afios anteriores en el ANUARIO, suspendi6temporalmente su contribuci6n al mismo

El ANUARIo hubo de resentirse necesariamente de este forzadoapartarniento, al faltarle la colaboraci6ff plena de la mayor partede sus redactores . Debido a esto en los tomos XI y XII (1934 y1935) s6lo aparecieron un cstudio de Ots, otro mio y la edici6n deun texto y dos MiscelAneas do Lacarra y dos series de documentosde Riaza. La secci6n de Estudios hubo de nutrirse con tesis doctora-les, aunque excelentes (de Garcia de Diego, Conde y Toni y el resu-men de una parte de la de Ferrari) y un amplio y documentado tra-bajo del profesor belga Charles Verlinden, distribuido en los dosvol6menes En ]a Misceldnea se incluyeron las comunicaciones

Breve historia del ANUARIO XXIII

que Ignacio Arenillas y Luisa Cuesta habian presentado en laS'emana de Historia del Derecho en 1932 . Y en la secci6n de Do-cumentos, la parte Wtima del formulario notarial, cuya edici6nD. Galo habia dejado interrumpida, por Vicente Granell, Ayudantede su cdtedra, y e1 fuero romance de Palencia por Carmen Caamaho.

En la primavera de 1936 esta situaci6n critica. 'estaba en viasde ser superada y se preparaba e1 tomo XIII correspondiente aeste afio . Pero la guerra civil dio al traste con todo, y durante tresafios qued6 interrumpida la vida del ANUAR10.

Ahos dificiles

Al restablecerse la paz el panorama no se mostr6 f6.cil para elANUARIo. Habia bajas muy sensibles en el cuadro de sus colabo-radores. El Directory alma del mismo, D. Claudio, se habia expa-triado y se hallaba en Francia, de donde pas6 a la Argentina. Al-gunos de los m;is asiduos colaboradores habian muerto -Riazay Salvador Vila-, se encontraban en el exilio -Ots- o habianquedado privados de su citedra -Prieto Bances, G6mez PifiAn yRubio SacristAn-. El Centro de Estudios Hist6ricos, que alberga-ba y sostenia el ANUARlo~ habian quedado en . suspenso en sus ac-tividades, y los materiales y papeles reunidos para el tomo de 1936habian desaparecido .

Apenas iniciada ]a reanudaci6n de la vida acad6mica se mani-fest6 entre los antiguos redactores del ANUARlo el prop6sito decontinuar su publicaci6n . Creado por Decreto de 9 de septiembred~ 1939 en Madrid el Instituto de Estudios Politicos, y en 6-1 unasecci6n dedicada a la Historia de las instituciones sociales y poli-ticas a cargo de Manuel Torres L6pez (ver XIII [1936-41] 506)6sta sirvi6 inicialmente de punto de concentraci6n y uni6n dequienes nos ocupAbamos de nuestra historia juridica . En su sede,en el piso alto del Palacio de ]as Cortes, en ]a carrera de San Jer6-nimo, se celebraron ]as primeras reuniones, con asistencia deD . Galo SAnchez, Torres L6pez, L6pez Ortiz, Beneyto y algunosj6venes que acababan de reintegrarse a ]a Universidad; mi ads-cripci6n a esta Secci6n desde principios de aflo hasta fines de sep-tiembre de 1940 me permiti6 participar en estos trabajos iniciales,

xxiv Alionso Garcia-Gallo

no obstante ser catedritico de la Universidad de Murcia . Esta si-tuaci6n dur6 poco, pues creado por Ley de 24 de noviembre de1939 e1 Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, absorbien-do e integrando en 61 a la antigua Junta para Ampliaci6n de Estu-dios con todas sus dependencias, el ANUARIO fue asumido poraqu6l, desligado de toda posible vinculaci6n politica . Pero asicomo hasta 1936, por no existir en la Junta ningdn centro juridicoy deber su existencia al esfuerzo de D. Claudio, aqu6l fue editadobajo e1 patrocinio del Centro de Estudios Hist6ricos, ahora qued6vinculado al Instituto Francisco de Vitoria, de Derecho, del citadoConsejo, sin perjuicio de mantenerse en los mismos locales queantes, ahora ocupados por el Instituto Jer6nimo Zurita de Histo-ria, en la planta 2.a del edificio de Duque de Medinaceli 4 .

El grupo de redactores del ANUARIO, lamentando ]as inevitablesy dolorosas ausencias, reanud6 la vida de 6ste con espiritu de con-tinuidad. Como Director del mismo se design6 a don Galo Sinchezy como Vicedirector a don Manuel Torres L6pez. Secretario fueahora el P. L6pez Ortiz y Vicesecretario Josd Orlandis, uno de losj6venes recidn incorporados a la docencia de la disciplina . Todoslos antiguos redactores ahora presentes continuaron formandoparte de la nueva redacci6n del ANUARIO -Ramos, Carande, Prieto,Rubio, Valdeavellano, Garcia-Gallo, Lacarra y Ferrari- y a ellosse incorporaron Valls Taberner -en tiempos asiduo colaboradory desde 1933 distanciado del grupo-, los tres nuevos catedrAticosde la asignatura ingresados en aquellos meses -Juan Beneyto,Juan Manzano y Jos6 Maldonado-, y dos romanistas -Jos6 San-tacruz Teijeiro y Alvaro d'Ors- . La dotaci6n de dos nuevas cite-dras en la Facultad de Derecho de Madrid hizo posible quequedaran adscritos a eflas, al lado de don Galo, los nuevos Vicedi-rector y Secretaric, del ANUARIo haciendo mds fdcil asi la prepara-ci6n y publicaci6n del mismo : Torres L6pez como titular de ((His-toria de la Literatura. juridica espafiola)> -antes regentada porUrefia y vacante desde 1930- y el P. L6pez Ortiz como titular de((Historia de ]a Iglesia y del Derecho can6nico))- vacante desde1906 .

Al cabo de cinco afios de la publicaci6n del tomo XII delANUARIo apareci6 el XIII, con la pretensi6n de continuarla, enla-zando con aquel y no iniciando nuexa dpoca ; por ello cubriendo los

Breve historia del ANUARIO xxv

ahos 1936-1941 . Su. extensi6n fue ligeramente inferior a la de losvol6menes anteriores -511 piginas- y por dificultades mate-riales del momento con cubierta. de papel blanco, y no anaranjado,aunque procurando mantener las otras caracteristicas tipogrdfi-cas . Este tomo se compuso en parte con los trabajos preparadospara e1 tomo de 1936, que por la guerra no pudo publicarse, quelograron salvarse o ser reconstruidos : asi, e1 de Haebler sobre elFuero de Sobrarbe, e1 de Ramos sobre la sucesi6n de Alfonso VI,e1 de Beneyto sobre las glosas a los Furs de Valencia, y los dosmios sobre nacionalidad y territorialidad en e1 Derecho Visigodoy la edici6n de los textos de Derecho territorial castellano . Otros,asi los de Men~a, Valdeavellano y Santacruz en la Misceldnea, olos de Prieto Bances, Vdzquez de Parga y Calvo Serer en la deDocumentos, se consiguieron ahora . Lo mismo que alg-dn otro dej6venes estudiosos, entre los que ha de destacarse la primeracolaboraci6n de Alvaro d'Ors . La reorganizaci6n del ANUARIO pro-yectado en 1934 extendiendo su consideraci6n al Derecho romano,fue ahora, en este tomo, cuando por vez primera, con los estudiosde Santacruz y Ors, se hizo efectiva . Por e1 contrario, con la dedi-caci6n del P. L6pez Ortiz al Derecho medieval de la Espafia cris-tiana y la muerte de Salvador Vila, e1 Derecho musulm6.n dej6 deencontrar por entonces entre nosotros quienes se ocuparan de 61 .

Puesto que nuestros ahos de guerra civil nos habian manteni-do en un aislamiento cientifico total, que e1 estallido de la guerra.mundial prolong6, fue preocupaci6n de los gestores del ANUARIOsubsanarlo, en la medida de lo posible, recabando de investigado-res extranjeros una informaci6n bibliogrifica b6sica. Merced aello hubo una portuguesa (an6nima), otra de lengua francesa pu-blicada por Verlinden, que habia colaborado en los dos tomosanteriores a nuestra guerra, otra alemana por E. Wohlhaupter, yotra italiana por Mochi-Onory y Leicht .

No con la publicaci6n del tomo XIII quedaron superadas ]asdificultades que se oponian a la continuaci6n del ANUARIO . Todavia.durante dos largos aflos la publicaci6n fue problemitica, no obs-tante que el Consejo Superior de Investigaciones Cientificas atrav6s de su Instituto Francisco de Vitoria se hizo cargo del mis-mo La aparici6n de diversas revistas hist6ricas o juridicas que

xxvi Alfonso Garcia-Gallo

acogian en sus piginas trabajos que hasta. entonces hubieranpodido tener cabida. en el ANUARIO, substrajo a 6ste una. buena.colaboraci6n; asi, entre las editadas por el Consejo Superior deInvestigaciones Cientificas, Hispania y la. Revista. de Indias en1940; y fuera. de ellas, la. Revista de la. Facultad de Derecho deMadrid, en ese mismo afio, y la. Revista. de Estudios Politicos en1941. La dificultad principal radic6 en el escaso mimero de cultiva-dores de la. disciplina . No s6lo faltaban los desaparecidos durantela guerra. civil o ausentes al concluir 46sta. Por razones diversas-de salud, dedicaci6n politica, organizaci6n ministerial, o cual-quier otra- varios de los mis prestigiosos investigadores o co-laboradores del ANUARIo, que ya. en. los tomos anteriores hablandejado de publicar en 61, y a veces no s6lo en sus piginas sinotambidr) fuera. de ellas, dejaron un hueco dificil de llenar . De losantiguos miembros de la redacci6n s6lo pudo contarse con lavaliosa. colaboraci6n de L6pez Ortiz, Prieto Bances y Santacruz, yla. mia. propia . La. aportaci6n de Jos nuevos catedi-Aticos ingre-sados en estos afios -Beneyto y Manzano en 1940, Maldonado en1941 y Orlandis en 1942, en Historia del Derecho; Alvaro d'Ors enDerecho romano en 1943- o de los que se preparaban para. ocuparlas citedras de la. disciplina -Jos6 Maria Font Rius, Ignacio dela Concha, Angel L6pez Amo, Rafael Gibert-, de Derecho romano-Francisco Hernindez: Tejero-, o de otras de caricter hist6rico,por muy estimable que fuera. no podia rellenar plenamente elvacio. De nuevo hubo que acudir a la. publicaci6n de las mejorestesis doctorales sobre historia. del Derecho y a la. colaboraci6n dehistoriadores no juristas .

Con todo, no fue posible publicar un torno de extensi6n similara la acostumbrada. y hubo que editar el XIV, correspondiente ados afios (1942 y 1943), aunque con una extensi6n algo superior(747 pAgs.) . Ahora. apareci6 el ANUAR10 con una direcci6n colegiada.-don Galo, Torres L6pez y L6pez Ortiz-, un Secretario -Mal-donado- y un Vicesecretario -Orlandis .

El deseo de contribuir a vitalizar la. Universidad, paralizada enlos aflos de la. guerra. civil, apart6 del ANUARlo a uno de sus di-rectores, Torres Upez, consagrado ahora. con vocaci6n y entusias-mo a elaborar la Ley de Ordenaci6n de ]a Universidad espafiola,

Breve historia del ANUARIO xxvil

promulgada el 29 de julio de 1943, y el Decreto de ordenaci6n dela Facultad de Derecho de 7 de julio de 1944 . Cesado entonces porpropia voluntad en la direcci6n del ANUARIO y consagrado luegoa la docencia, dej6 tambidn de colaborar en sus piginas; lamenta-blemente, con car.Acter definitivo . Qued6 asi, en 1944, reducida ladirecci6n del ANUARlo a los otros dos Directores -don Galo Sin-chez y el P. L6pez Ortiz-, secundados en la Secretaria por Maldo-nado y en la Vicesecretaria por Ignacio de la Concha, en sustitu-ci6n de Orlandis, que realizaba estudios en Italia . Ellos cuidaronde la publicaci6n del tomo XV (1944), bajo e1 patrocinio del Ins-tituto Francisco de Vitoria, que apareci6 con un ndmero de pigi-nas superior al anterior (que correspondia a dos afios; 854 pigs.,frente a las 747 del tomo de 1942-1943) .

Decisivo para la orientaci6n cientifica de los j6venes historia-dores del Derecho, en estos afios en su mayor parte reunidos enMadrid aunque iniciados en otras partes, fue e1 magisterio de)P . L6pez Ortiz, en plena madurez cientifica y considerable ascen-diente personal, centrado ahora en el Derecho espaflol de lareconquista y en el can6nico hist6rico . A que su influencia enquienes entonces comenzaban a formarse fuera especialmenteintensa contribuy6, ademAs, que otros muy prestigiosos maestroscentraran su actividad en la funci6n docente y no publicasen elfruto de sus estudios . El P . L6pez Ortiz supo imprimir en todossu preocupaci6n por una orientaci6n predominantemente juri-dica de las cuestiones, complementada con su perspectiva hist6-rica . Esta vieja preocupaci6n la recogi6 tambi6n el plan de estu-dios de la Facultad de Derecho de 1944, cuando al substituir e1antiguo curso de aHistoria general del Derecho espafiol>) de ochomeses y seis horas semanales por otros dos cuatrimestrales decuatro horas a la semana -de <(Historia de las fuentes y de lasinstituciones politicas y administrativas)> en e1 primer aflo delicenciatura y de ((Historia del Derecho privado, penal y procesal)>en e1 cuarto- pretendia que se concediera la atenci6n debida acuestiones juridicas que de hecho nunca o rara vez Ilegaban aser estudiadas . La <<Historia del Derecho can6nico)> se mantuvo ene1 curso de doctorado. Y si la cdtedra de vHistoria de la litera-tura juridica)) que se habia restablecido en 1942 qued6 suprimidaen e1 plan de 1944, ahora se dot6 la de vHistoria de las institucio-

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nes politicas y civiles de Am&icao, que concedia especial atencional Derecho indiano, y estaba vacante desde 1936 por jubilaci6nde don Rafael Altamira. La obtenci6n de dsta por oposici6n mepermiti6 acercarme estrechamente a los maestros que formabane1 grupo de redacci6n del ANUARIO. Que 6ste apareciera en aque-Ilos afios con un contenido mds rigurosamente juridico fue con-secuencia tambi6n, en parte de la publicaci6n de las nuevas revis-tas hist6ricas no juridicas antes mencionadas, que acogieron losestudios de m6s amplia perspectiva. hist6rica.

A la vez: que la acentuaci6n de lo juridico, se manifest6 en lostomos XIV y XV del ANUARIO una apertura hacia los camposmds variados de la historia del Derecho. Al lado de la edici6n defuentes jurfdicas por Vizquez de Parga y Sdez, se dio amplia aco-gida a estudios de Derecho romano a cargo de Santacruz Teijeiro,Ors, Iglesias y Hemindez Tejero ; se abri6 paso a los de Derechocan6nico hist6rico espafiol, con los de P6rez de Urbel. y Vizquezde Parga, Maldonado y Ruiz Jusu6; volvieron a cultivarse los deDerecho indiano por Chevalier y por mi; se mantuvieron los deDerecho medieval con e1 de Palomeque sobre el ejdrcito, y los deMer6a y Orlandis sobre Derecho penal ; y se incluy6 uno de Jes~tsRubio sobre Derecho mercantil en la Edad Moderna. El aislamien-to que en estos afios provoc6 la guerra mundial hizo imposiblebuscar la colaboraci6n extranjera que informara sobre la pro-ducci6n historiogrifica, en todo caso reducida .

La atenci6n preferente por lo juridico en e1 ANUARIo no supo-nia en modo alguno en quienes ]a cultivibamos desinter6s por losplantearnientos hist6ricos generales. En una u otra medida, casitodos colaboribamos a la vez en instituciones o publicaciones nojuridicas. Prueba de ello es que al crearse en e1 Consejo Superiorde Investigaciones Cientfficas la Escuela de Estudios Medievales-continuadora. del Instituto de Historia Medieval que hasta 1936habia. dirigido Sdnchez Albornoz- uno de sus directores fue elP. L6pez Ortiz, y Secretario general de la misma lo fui yo. Que a]mismo tiempo, en aquellos aflos, estuve encargado de la citedrade ((Historia de Espaiia Antigua y Mediao de ]a Facultad de Filo-sofia y Letras de ]a Universidad de Valencia ; que Alvaro d'Ors fuea la vez asiduo colaborador de ]a revista Emerita de filologiacldsica.

Breve historia del ANUARIO xxix

El ANUARIO en e1 Instituto Nacional de Estudios Juridicos

Al cabo de veinte ahos de su aparici6n, en 1945 pareci6 abrirseun camino fdcil y un. porvenir brillante para. el ANUARIo . En lamedida que tales circunstancias condicionaron su vida en. los aflossiguientes han de ser consideradas aqui .

Del acuerdo entre e1 Ministerio de Justicia, regentado por donEduardo Aun6s, y el Consejo Superior de Investigaciones Cienti-ficas habia surgido el proyecto de creaci6n de un Instituto Na-cional. de Estudios Jurldicos . Aunque, en cuanto integrado porelementos dependientes de dos Departamentos ministeriales dis-tintos debiera. haber sido creado por la Presidencia del Gobierno,la creaci6n se llev6 a cabo por un Decreto del Ministerio de Jus-ticia de 29 de septiembre de 1944, luego desarrollado por otro de13 de abril. de 1945, que aprob6 su primer reglamento. En virtudde ello, e1 nuevo Instituto, no obstante la doble iniciativa y apor-taci6n del Ministerio de Justicia y del Consejo Superior de Inves-tigaciones Cientificas, vino a quedar bajo la directa dependenciade aqu6I y a merced de su decisi6n, sin otras limitaciones que laexigencia en algunos casos de previa propuesta o informe delConsejo . Con este Instituto se pretendi6, evitando pluralidad deactuaciones independientes, coordinar y aunar en un ~inico y gran.centro tanto los 6rganos que existian en e1 Ministerio de Justiciadedicados a la preparaci6n de los mis importantes textos legales-la Comisi6n General de Codificaci6n, creada un siglo antes, en1844-, a la informaci6n en cuestiones t6cnicas y de nacionalizaci6n-la Comisi6n Permanente de Legislaci6n extranjera, establecidaen 1940- o al asesoramiento de cardcter mAs general --e1 ConsejoAsesor de Justicia, desde 1943-, como aquellos otros de estrictainvestigaci6n existentes en e1 Consejo Superior de InvestigacionesCientificas e integrados en e1 Instituto Francisco de Vitoria, quese ocupaban. de las materias que por su naturaleza interesabande modo directo a aquel Ministerio, o por su caricter fundamen-tal eran bAsicas en todo trabajo de indole juridica . Quedaron a]margen los grupos consagrados en aqu6I al. Derecho Internacionaly e1 Instituto San Raimundo de Pefiafort de Derecho can6nico,del Consejo. El Derecho pfiblico continu6 siendo objeto del Ins-tituto de Estudios Politicos, dependiente de ]a Secretaria General

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del Movimiento, y del Instituto de Estudios de la Vida Local, delMinisterio de Gobemaci6n . El local y mobiliario, la biblioteca y e1personal de dsta y subalterno, fueron proporcionados por el Con-sejo . La. dotaci6n econ6mica, relativamente razonable dentro delas dificultades del momento, fue facilitada a partes iguales pore1 Consejo y e1 Ministerio, incluyendo en ella 6ste las consignacio-nes atribuidas hasta entonces a favor de los organismos suyosahora incorporados al. Instituto. Mi vinculaci6n personal al nuevoInstituto Nacional de Estudios Juridicos desde e1 momento mismode su creaci6n como Secretario general con funciones de direcci6ny coordinaci6n de las investigaciones en los diferentes sectores,facilit6 que en 61 encontraran amplia cabida los cstudios de His-toria del Derecho. Superada la. fase de organizaci6n e instalaci6nprovisional en e1 edificio del Consejo en la calle del Duque deMedinaceli 4, e1 Instituto National de Estudios Jurfdicos pudocelebrar solemnemente e1 acto de su constituci6n .

Esta. situaci6n apenas dur6 medio afto . Renovado el equipo delMinisterio de Justicia -siendo ahora ministro don Raimundo Fer-nAndez Cuesta y subsecretario don Isidro de Arcenegui- y apenastranscurridos desde su constituci6n y las vacaciones de verano dosmeses, las autoridades del Ministerio, bajo cuya dependencia di-recta estaba el Instituto, por propia iniciativa y decisi6n, sin con-sultar al Consejo, reformaron radicalmente e1 Instituto por De-creto de 14 de diciembre de 1945 . De 61 se desgajaron la Comisi6ngeneral de Codificaci6n y ]a de legislaci6n extranjera -arrastran-do consigo parte muy importante de la consignaci6n presupuesta-ria asignada al Instituto-, quedando dste, en consecuencia, fun-damentalmente como centro de investigaci6n del Derecho; si biende modo secundario se 1e atribuy6 el asesoramiento de los orga-nismos del Estado (s6lo excepcionalmente seria solicitado en aflossucesivos por e1 Ministerio de Justicia) ; en cuanto a otra. funci6nque se 1e atribuy6, la de propagar la obra legislativa, 6sta lacontinu6 realizando el propio Ministerio por su Secci6n de Publi-caciones, aparte la edici6n oficial del ((Boletin del Estado)) . Unnuevo Reglamento dictado por e1 Ministerio de Justicia medianteDecreto de 31 de mayo de 1946 vino a reorganizar unilateralmentee1 Instituto como dependencia de su Subsecretaria, no obstanteque los 6nicos elementos que en 61 existian eran los grupos de

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investigaci6n procedentes del Consejo Superior de InvestigacionesCientfficas, ya que en la etapa anterior no habia habido tiempomaterial de crear otros, que lo hubieran. sido por el Ministerio encumplimiento del anterior Reglamento . La adscripci6n al InstitutoNacional de Estudios Juridicos de estos grupos de trabajo, asicomo del ANUARIo, no supuso en modo alguno su separaci6n delConsejo ni su transferencia al Ministerio de Justicia . Se trat6,simplemente, de poner al servicio del Instituto los medios perso-nales, materiales y econ6micos de que e1 Consejo disponia . Entrelos cuales se cont6 con parte de la biblioteca. que en torno alANUARIO se habia formado antes de 1936 en el Centro de EstudiosHist6ricos, y que ahora hubo que repartir con e1 Instituto Jer6-nimo Zurita de Historia ; asi como, tambi6n, desde 1947 con labiblioteca particular del gran jurista don Felipe Clemente de Die-go, que el Consejo adquiri6 de sus herederos y puso a disposici6ndel Instituto. Del mismo modo se puso a disposici6n de 6ste unnuevo y mis amplio local en la calle del Duque de Medinaceli 6y 8, en substituci6n del que habia ocupado hasta entonces en e1edificio vecino .

En el Instituto Nacional de Estudios Juridicos en el aspectoque aqui interesa, manteniendo la linea planteada en la reorgani-zaci6n del ANUARIo de 1934 se dedic6 especial atenci6n a la inves-tigaci6n tanto del Derecho romano en general como de la historiajuridica espahola ; en consecuencia, a ella se consagraron dos sec-ciones de investigaci6n -con un presidente y un secretario (di-rector de trabajos) cada una- en la primera organizaci6n (Decre-tos de 1944 y abril de 1945), que luego se concentraron en unasola --con un secretario- en e1 segundo Reglamento de 1946. LaHistoria del Derecho can6nico s6lo en la medida que se habiamanifestado en Espafia fue tomada en cuenta en esta secci6n,como aspecto destacado de nuestra propia tradici6n juridica, yaque el Derecho can6nico general, hist6rico o vigente, continu6siendo objeto de primordial atenci6n por el Instituto San Raimun-do de Pefiafort, perteneciente tambidn al Consejo Superior deInvestigaciones Cientificas .

Este nuevo Reglamento y organizaci6n del Instituto oficialmen-te han estado en vigor durante mAs de treinta y cinco aflos, desde1946 hasta hoy dia . Pero en el largo transcurso de estos ahos aqu6l

xxxii Alfonso Garcia-Gallo

se ha convertido en letra muerta y tal organizaci6n no existe enmodo a1guno . Reducido de hecho el Instituto a centro de investi-gaci6n -no Ilegaron a cinco los informes que de 61 se solicitaronen todo ese tiempo-, que si era tarea propia del Consejo resul-taba extrafia a la habitual actividad de la Administraci6n, el Mi-nisterio se fue desentendiendo progresivamente del Instituto, en elque, ademds, trabajaban en su mayor parte gentes de la Univer-sidad y que no pertenecian a los cuerpos entonces propios delMinisterio de Justicia. Las relaciones entre las autoridades de 6stey e1 Insituto se fueron reduciendo a las indispensables y estricta-mente burocrdticas o administrativas, sin interesarse aqudllas porlas de personal cientifico, realizaci6n de trabajos y publicaciones ysin que la voz de quienes regian el Instituto Ilegara a ser escu-chada. Constante en tal desinter6s, el Ministerio a lo largo de to-dos estos aflos prdcticamente congel6 las consignaciones atribuidasal Instituto en sus presupuestos e incluso las disminuy6, de talmodo que habiendo sido 6stas holgadas en los primeros momentos-permitiendo e1 nombramiento y retribuci6n de directores deinvestigaci6n, colaboradores y becarios en cada una de las seccio-nes, e incluso publicar algunos libros-, Ilegaron a ser aqu6llastan insuficientes que desde hace una veintena de aflos quedaronsuprimidos los investigadores de cualquier condici6n y los beca-rios sostenidos con e1 presupuesto del Ministerio de Justicia, asicomo sus publicaciones no peri6dicas . Comparando la aportaci6ndel Ministerio de Justicia al Instituto en 1948 con la de 1978, seobserva que la misma se duplic6 (pas6 de 975.000 a 1.946.793 pe-setas) ; aunque, en realidad, atendiendo al valor adquisitivo deldinero, conforme al indice estimado para estos ahos del 10,66, lacantidad deberia haber subido a 10.390.497 pesetas . Al no reorga-nizarse e1 Instituto, ni sustituirse las personas que por una u otracausa cesaban en su cargo, las secciones destinadas a la investigaci6n quedaron sin personal alguno, subsistentes s6lo en el papel .El Instituto tan ambiciosamente concebido y creado en 1944, qued6reducido al cabo de un cuarto de siglo a poco mis que un nombre ;y esto, porque aun faltando un directory cualquier 6rgano rectoro de investigaci6n, e1 Secretario general (6nico cargo que qued6cubierto) y los grupos de trabajo que cuidaban de los Anuarios(sin existencia reconocida en e1 reglamento), con la ayuda prestada

Breve hisioria del ANUARIO XXXIII

por el Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, consiguie-ron mantenerlos y continuar su. publicaci6n.

Ante esta situaci6n, e1 Consej6 reagrup6 el personal investiga-dor y auxiliar propio que habla adscrito al Instituto Nacional deEstudios Juridicos, y unido al de otros centros lo integr6 en unnuevo Instituto de Ciencias Juridicas, dependiente exclusivamentedel Consejo (v6ase Ll [1981] 854) . Con ello, el personal investi-gador del Consejo dej6 de pertenecer al Nacional de Estudios Ju-ridicos -que en consecuencia qued6 con un vacio total de orga-nizaci6n en este campo- y pas6 a constituir en e1 de CienciasJuridicas una unidad de investigaci6n en Historia del Derecho .Con ello y mi cese como Secretario general de aqu6l y mi desig-naci6n como Director (luego Director honorario) de 6ste, la direc-ci6n, secretaria y sede del ANUARIO, antes radicados en el InstitutoNacional de Estudios Juridicos lo estin ahora de hecho en el deCiencias Juridicas ; aunque siga. presentindose bajo e1 nombre deaqu6l y del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas .

No es ocioso destacar, puesto que recientemente de forma mdso menos velada se ha insinuado, que el que desde 1945 el ANUARIOhaya aparecido como publicaci6n del Ministerio de Justicia a tra-v6s del Instituto que depende de 61, en modo alguno ha significadoservidumbre o adhesi6n de cualquier g6nero a una determinadaideologia o situaci6n politica . En 61 ha existido y prevalecido entodo momento plena libertad en la selecci6n de los trabajos y enlas orientaciones y planteamientos de los estudios publicados,sin control o censura politica de ning6n tipo . Al lado de lanatural referencia al centro editor, se ha destacado tambi6n entodo momento, no s6lo nominalmente sino reproduciendo susemblemas, la dependencia del supremo organismo espafiol en elcampo de la ciencia: e1 Consejo Superior de Investigaciones Cien-tificas.

La significaci6n del ANUARIO

Quien tratara de definir el ANUARIO DE HISTORIA DEL DERECHO

ESPAROT simplemente como publicaci6n peri6dica dedicada a di-cha materia por un determinado centro, erraria al hacerlo por

XXXIV Alfonso Garcia-Gallo

instificiencia . Es, sin duda, una publicaci6n peri6dica con dichocontenido; pero es, a la vez, mucho inds. Ha sido, y es, adem-1s,una comunidad de personas unidas por un mismo inter6s cien-tifico y un mismo espiritu, aunque sin constituir en ningCm casoun grupo organizado bajo cualquier forma o tipo jurfdico deasociaci6n . Lo mismo que cuando se fund6 y constituy6 en 1924en e1 Centro de Estudios Hist6ricos, o que cuando en 1940 seintegr6 en e1 Instituto Francisco de Vitoria, dentro del InstitutoNacional de Estudios Juridicos a partir de 1944, al margen de suvinculaci6n administrativa ha tenido propia entidad. No ha sidouna secci6n o dependencia dentro de cualquiera de esos centros;en el Instituto Nacional de Estudios Juridicos no se ha confundidocon la secci6n de Historia del Derecho y Derecho romano y comogrupo ha subsistido en 61 aun despu6s de la desaparici6n de talsecci6n. El ANUARIo ha tenido siempre su entidad, e incluso a]referirse a 61, cierta materializaci6n; ha sido usual hablar de loque ((hace e1 ANUARIO)>. Ni tampoco, como antes se ha indicado, seconfundi6 6ste en su. tiempo con la aSociedad Eduardo de Hino-josa,) cuando 6sta se fund6 en 1934, aunque los miembros diri-gentes de aqudl y de ella fueran los mismos .

Si fueron discipulos de Hinojosa y otros estudiosos influidospor su. manera. de elaborar la historia del Derecho los que forma-ron el n6cleo primitivo de redactores del ANUARIO, fueron losdiscfpulos de 6stos, y sus discipulos, los que continuaron integrdn-dolo . Es decir, el grupo activo de la que se denomina Escuela deHinojosa . Grupo no homog46neo en la orientaci6n y m6todo detrabajo de sus componentes -como no lo fue el originario-, perosi en su. vocaci6n y rigor cientifico y fiel en su. adhesi6n al ma-gisterio de los mayores. Consciente de continuar una linea detrabajo, sin perjuicio de innovar en aquello que 6sta requeria ytrabaiar cada uno en e1 campo de su preferencia. Y asi mismoconscientes sus miembros de que con la aportaci6n de sus trabajosno s6lo mantenian vivo el espiritu. de la escuela, sino tambidnsu. exteriorizaci6n material : e1 ANUARIO.

Este peculiar canicter del ANUARIO fue reconocido en 1961 alconstituirse en Padua la ((Association Internationale d'Histoire duDroit et des Institutions)), contando como ((miembros efectivos),con (dos grupos internacionales, nacionales o regionales que se

Breve historta del ANUARIO xxxv

interesan por la Historia del Derecho y de las Instituciones ;' (ar-ticulo 2) . En el caso de Espaba como miembre efectivo de laAsociaci6n, se admiti6 al aCentro de historia del Derecho), delInstituto Nacional de Estudios Juridicos --que oficialmente comotal no existia-, en tanto que era publicaci6n suya el ANUARIO,destacando que 6ste se halIaba aidentifici6 ~L tel point avec le Cen-tre que 1e Centre est habitueIlement design6 sous le nom dANUA-RIO)). Lo peculiar de esta situaci6n motiv6 que se explicara acontinuaci6n que e1 origen de dicho Centro estuvo tcen un grupode investigadores discfpulos y continuadores de Eduardo de Hi-nojosa),, que originariamente se encuadr6 en e1 Centro de EstudiosHist6ricos, se constituy6 mAs tarde en ((Sociedad Eduardo deHinojosa de historia del Derecho)> que nunca se reuni6, luego ene1 Instituto Francisco de Vitoria, y por Ciltimo pas6 a dependerdel Nacional de Estudios Juridicos, aen e1 que se identific6 enton-ces con su. secci6n de historia del derecho, convertida en centrode investigaci6n), (Repertorium bibliographicum Institutorum et6odalitatum Iuris Historiae, iussu Societatis C. N. . . . compositumcuris R. Feenstra [Leidcn, 1969] 39) .

La declaraci6n reiterada de la vinculaci6n del ANUARIo a laEscuela de Hinojosa, no obedeci6 despu6s de 1944, como recien-temente se ha dicho, a la pretensi6n de ampararse las nuevas ge-neraciones de estudiosos bajo e1 prestigio de aqudlla, y beneficiar-se del mismo a falta de m6ritos propios . Respondi6, sencillamen-te, a la conciencia de continuar la obra de los mayores ; inclusoen el caso de propugnar nuevas orientaciones . Cuando en 1952 conocasi6n de conmemorar en sesi6n soIemne en el Instituto Nacionalde Estudios Juridicos e1 centenario del nacimiento de Hinojosa,yo propuse en mi estudio sobre Historia, Derecho e Historia delDerecho (tomo XXIII, 1953) una determinada orientaci6n, queen parte diferia de la que hasta entonces habia predominado entrelos historiadores del Derecho, puse de relieve que la misma noestaba en contradicci6n con la que en los 61timos afios de suvida habia seguido e1 maestro (pigs . 34-36) . Y por supuesto, enningdn momento se me ocurri6 pensar que con ello trataba defundar una nueva escuela . Carece, pues, de sentido calificar de((microescuela)) a quienes pudieron seguir tales orientaciones .

Ese espiritu de continuidad se ha manifestado p~iblicamente en

XXXVI Alfonso Garcia-Gallo

el ANUARIO en la exaltaci6n de los maestros . Aparec16 proclamado,en momentos en que dada la significaci6n politica de uno deellos podia parecer inoportuna en una publicaci6n oficial, en ladedicatoria de mi Concilio de Coyanza oa mi maestro don ClaudioSinchez-Albornoz ; a mis discipulos de la Escuela de Estudios Me-dievales, Secci6n de Valencia)) (XX, 1950) ; en los dos tomos deHomenaje a don Eduardo de Hinojosa (XXIII, 1953 ; XXIV, 1954)y en los otros dos de Homenaje a don Galo Sinchez (XXXI, 1961 ;XXXII, 1962) . Asi como en el que los colaboradores habituales delAmUARIo dedicaron a don Claudio (,fundador del Anuario)> conocasi6n de su jubilaci6n como profesor de la Universidad deBuenos Aires (XLI, 1971) .

El ANUARIO, to que es y representa como grupo de investigado-

res fieles a una linea de trabajo y no como mera publicaci6n, ha

cumplido plenamente a to largo de su vida to que se pretendi6 at

fundarlo : crear un 6rgano de comunicaci6n entre los cultivadores

de ]a historia juridica, facilitar informaci6n y publicar to mejor

de los trabajos de los especialistas . Pero, ademis, formar 6stos.

El reducido grupo de investigadores de 1924 se ha multiplicado at

cabo de medio siglo ; unos formados en torno at ANUARIO, otros at

margen de 61 y dispersos. No puede, pues, extraflar que no todos

formen ya aquel grupo que don Claudio calificaba entrafiabIe-

mente de tribu y que no se sientan solidarios de aqu6l, sino que

to consideren como algo extraflo ; que destaquen la existencia de

a1guna otra revista espafiola de historia del Derecho --ciertamen-

te, reducida a dos fasciculos a partir de su aparici6n en 1976-

como muestra de la crisis del ANUARIO ; que minusvaloren ]a obra

de los que cuidan de 46ste, como (<su ANUARIO)) ; o que to definan,

en tono peyorativo, como la ((revista oficial de los historiadores

del Derecho)>. Afortunadamente, el ANUARIo no es s6lo la publica-

ci6n de un centro oficial -tambi6n to es la revista antes alu-

dida-, sino aquella en la que ]a casi totalidad de los actuates

historiadores del Derecho tiene inter6s en dar a conocer sus in-

vestigaciones ; incluso aquellos mismos que de tal forma la cri-

tican. Y de hecho, la 6nica de la especialidad . Una publicaci6n

peri6dica valiosa, como Hisloria, Instituciones, Documentos, pu-

blicada desde 1974 por tres cAtedras distintas de la Universidad

Breve hi5toria deJ ANUARIO xxxvii

de Sevilla -una de ellas, la de nuestra disciplina-, aunque recogede modo expreso estudios de caricter hist6rico-juridico no esestrictamente especializada

La direccidn del ANUARIO

La adscripci6n del ANUARIo al Instituto Nacional de EstudiosJuridicos no supuso para 61 el comienzo de una nueva dpoca, aun-que a partir de aqu6lla y durante cerca de cuarenta aflos quedarasuperado e1 hasta entonces cambiante patrocinio de unas u otrasinstituciones . Hubo conciencia en todos de una plena continuidadcon las personas y la obra de quienes hasta. entonces se habianocupado de 461 . El apartamiento forzado de quienes se hallabanen e1 exilio, o e1 voluntario de quienes por unas u otras razonesorientaron su actividad en otra direcci6n, fue lamentado ; aunqueno pudiera ser evitado . El ANUARIO continu6 su vida, sin que paranada se aludiera a una nueva 6poca en ella. Conserv6 su formato,su aspecto externo tan familiar a todos y su. propia estructura ycontenido. Y lo que es mis decisivo : su propio equipo de redac-ci6n, con una sola novedad debida al encuadramiento del ANUARIOen e1 Instituto Nacional de Estudios Juridicos . Al lado de donGalo Sinchez y el P . L6pez Ortiz, que aparecian ya como Direc-tores en el tomo XV de 1944, se me incluy6 a mi en cuanto Secre-tario general del Instituto, y continuaron en la secretaria y vice-secretaria Maldonado y La Concha, respectivamente. Esto se man-tuvo en los aflos siguientes (tomos XVI, 1946, y XVII, 1947) .

Al renunciar en 1948 de modo irrevocable don Galo a su puestoen la direcci6n hubo de procederse a reorganizar el cuadro de6sta . Al hacerlo, e1 mismo se integr6 con personas vinculadas porsus tareas investigadoras al Consejo Superior de InvestigacionesCientificas, en el que ya poselan, o Ilegaron a adquirir en aflosinmediatos, la condici6n de Consejeros de m1mero. Aunque desdefines de 1944 el P . L6pez Ortiz, promovido a la sede episcopal deTuy, no intervenia de modo activo en las tareas directivas delANUARIO, en afirmaci6n de la continuidad del espiritu que animabaa dste, en reconocimiento de su labor eficaz en afios anterioresy aprecio en sus orientaciones, fue mantenido en un puesto rector.No se quiso destacar a nadie como director, y por ello -coma

XXXVIII Alfonso Garcia-Gallo

en 1930 se hizo al morir Diez Canseco-- se prefiri6 nombrar unConsejo de direcci6n que ahora estuvo formado por el P . L6pezOrtiz (Vicepresidente del Consejo Superior de InvestigacionesCientificas), por mi (Secretario general del Instituto), Maldonado(Secretario-d irector de la Secci6n de Historia del Derecho de 6ste)y Ors (Director de la Subsecci6n de Santiago del propio Instituto) .En cuanto a la Secretaria, fue renovada, haci6ndose cargo de ellaRafael Gibert y de ]a Vicesecretaria Joaquin Cerdi, dos j6venesprofesores de la Universidad de Madrid.

El Consejo de direcci6n se ha mantenido sin modificaci6n des-de entonces hasta la fecha, sin destacar en ningfin momento anadie, huyendo de cualquier protagonismo ; independientementede que haya sido mAs o menos efectiva la atenci6n prestada enestos afios al ANUARIO por quienes forman su Consejo de direc-ci6n, su presencia en 61 constituye un homenaje de gratitud a quie-nes se cuidaron de 61 y lo sacaron adeIante en tiempos dificiles . Dehecho, Ors ha cuidado de la parte romana y yo de la espahola .En la secretarfa, por el contrario, ha habido frecuentes cambios .

Recay6 en los primeros tiempos en alguno de los j6venes pro-fesores de la Facultad de Derecho de Madrid . Pero la necesidadde ser desempefiada por quienes estuvieran en pr6xima relaci6ncon el Consejo de direcci6n y pudieran ocuparse de ella motiv6,en repetidas ocasiones, la sustituci6n de los que al obtener c6te-dras de la disciplina en distintas Universidades hubieron dc trasla-darse a ellas . La publicaci6n de alg-6n volumen doble correspon-diente a dos aflos (XIX, 1948-1949 ; XXI-XXII, 1951-1952), se debi6a los entorpecimientos nacidos de tal situaci6n . Por ello, en 1953(tomo XXIII) se hizo cargo de la secretaria Juan Garcia Gonzilez,que ]a desempefi6 hasta 1955 ; en este Ciltimo afio teniendo comovicesecretario a Ram6n Femindez Espinar . Al ocupar aqu6l la cAte-dra. de Valencia, dej6 de designarse secretario del ANUARIO, aun-que tal funci6n fue desempefiada con todo celo por Miguel AngelP6rez de la Canal, Profesor de la Facultad de Derecho de Madridy colaborador asiduo del Instituto, hasta 1966, fecha en que elP . Gonzalo Martinez Diez, entonces Profesor adjunto (luego agre-gado) de la misma FacuItad, se hizo cargo de ella, secundadocomo v;cesecretario por P6rez de la Canal . Nombrado Martinez

Breve historia del ANUARIO xxxix

Diez catedr;itico de la Universidad de San Sebastiin en 1970, atin-que continu6 desempefiando la secretaria, dada su. obligada ausen-cia de Madrid actu6 ahora como vicesecretario Juan Antonio Ale-jandre (aunque su nombre no const6 en el cuadro de redacci6n) .El criterio establecido por e1 Consejo Superior de InvestigacionesCientificas de que sus centros de trabajo y publicaciones estuvie-ra a cargo, cuando lo hubiera, de personal investigador de carreradel mismo, dio lugar a que la. vicesecretaria recayera en 1973 enAna Maria Barrero Garcia, reci6n nombrada Colaboradora cienti-fica de dicho Consejo, con destino en e1 Instituto en su secci6nde Historia del Derecho. La estabilidad lograda en e1 desempefiodel cargo unida a las personales condiciones de quien lo ejer-ce han supuesto para la buena marcha del ANUARIO un resul-tado muy positivo . Por desgracia, la escasa dotaci6n econ6micadel Instituto no ha permitido en ningfin momento a lo largo detodos estos aflos constituir un grupo, por reducido que fuera, decolaboradores de la secretaria que permitiera facilitar una infor-maci6n bibliogrdfica. En todo este tiempo s6lo se ha podidodisponer de un auxiliar de biblioteca y organizaci6n .

La fidelidad a quienes en a1gunas etapas de la vida del ANUA-Rio han sido sus promotores o mantenedores es la que en fechareciente . en 1976, ha impulsado a sus directores a vincular pAblica.y oficialmente al mismo, destacando junto al cuadro de redacci6nsu condici6n de fundador, a don Claudio Sinchez-Albomoz trassu regreso temporal a Espafia, su visita al ANUARIO y su. encuentroentraflable con todos los que en 61 trabajaban . Que esto no ha sidoun mero acto formulario, y asi lo ha reconocido don Claudio, loprueba cumplidamente que tras cuarenta y cuatro afios de aparta-miento del ANUARIo, en el tomo L (1980) ba vuelto a aparecer unestudio suyo; que esto haya sido con ocasi6n del homenaje quese me rindi6 por los colaboradores del ANUARIO y como muestra.personal de generoso afecto por parte del maestro, me Ilena deemoci6n y orgullo.

La orientaci6n cientifica

Ni [a direcci6n colegiada de 1945 a 1947, ni e1 Consejo de di-recci6n del ANUARTo desde 1948 a la fecha, han tratado nunca de

XL Alfonso Garcia-Gallo

imponer o encauzar en una determinada orientaci6n cientifica, ode cualquier otro cargicter, la obra de quienes han colaborado ene1 mismo. En este aspecto la continuidad con la politica cientificade sus fundadores, que ha presidido siempre su gesti6n, se hamantenido fielmente . Su Anica preocupaci6n ha sido la de seleccio-nar los trabajos por su rigor cientifico y tambi6n, puesto que setrata de una publicaci6n consagrada a la historia jurldica, por sucontenido en cualquiera de los aspectos referentes a dsta . Comoobra colectiva, no personal, dada la muy diferente formaci6n desus muchos colaboradores, en el ANUARIO se han recogido traba-jos de muy distinta orientaci6n . La diversidad que se observabaen los miembros de la Escuela de Hinojosa que dieron vida a losprimeros tomos del mismo, se mantiene en los de esta nuevaetapa, que a1guien, arbitrariamente, ha definido con mi nombre .

Ciertamente, se destaca en los 61timos decenios que los tra-bajos publicados en e1 ANUARIO se centran en temas juridicos,dejando de lado los de historia social o econ6mica que en un. prin-cipio encontraron cabida en 61 . En buena parte, porque al. ladode las revistas de historia general surgidas en 1940, otras nuevaspublicaciones, muchas de ellas dirigidas por antiguos y asiduoscolaboradores del ANUARIo, han absorbido muchos de los estudiosno estrictamente jurfdicos : asi, los Cuadernos de Historia de Es-paila dirigidos por don Claudio y el Anuario de Estudios America-nos de Sevilla, ambos a partir de 1944; los Estudios de Edad Mediade la Corona de Arag6n dirigidos por Lacarra, en 1945 ; el. Anuariode Estudios Medievales de Siez, en 1964 ; junto a otras muchasrevistas de centros locales y regionales . Pero no s6lo esto ; tam-bidn la orientaci6n esencialmente juridica de a1gunos grandesmaestros en los aflos inmediatamente anteriores a la guerra civily en la ddcada de los cuarenta, cuando otros que poseian indis-cutibles mdritos por razones diversas dejaron de publicar y con-sagrarse a la formaci6n de los j6venes estudiosos,, acerc6 a 6stosa aqu6llos, y los marc6 profundamenie y los encauz6 por ella . Yno s6lo a los que desde 1948 integran junto al. P . L6pez Ortiz e1Consejo de direcci6n del INUARIO, sino tambidn a sus discipulos .En cualquier caso, identificar tendenciosamente, como con super-ficialidad y error se ha hecho, con la orientaci6n personal de6stos ]a del ANUARIo, que es obra colectiva, carece de todo funda-

Breve historia del ANUARIO XLI

mento. Que cualquiera de ellos pueda considerar 6ste como asuANUARIOD, en la medida que su dedicaci6n, esfuerzo y colaboraci6nhan asegurado su publicaci6n y mantenido y acreditado su presti-gio a lo largo de casi cuarenta. aflos, es motivo de legitima sa-tisfacci6n, aunque a1guien lo haya alegado como censura.

En esta atenci6n preferente por el estudio del Derecho delpasado no se ha incurrido en el ANUARIO, salvo acaso en alg6nestudio concreto, en e1 dogmatismo, conceptualismo o formalis-mo; que, en todo caso, han sido orientaciones que se han mani-festado en la historiografia jurldica europea. La aorientaci6n juri-dica)) en el estudio de nuestra disciplina que yo propugn6 en elANUARIO (XXIII [1953], 22-34) y en mi Manual de Historia delDerecho espahol (I [Madrid, 1959] §§ 34-42) -que no niega la le-gitimidad y conveniencia del cultivo de una xorientaci6n hist6-ricao paralela-, no se desentiende de la realidad social que e1Derecho ordena . Y por ello he insistido en tomar como base deestudio las instituciones que 6ste regula y configura -que noson estrictamente juridicas- y, de acuerdo con Wieacker, conce-bir la Historia del Derecho como historia de las soluciones dadasa problemas, que pueden ser o no juridicos), (XXIV [1954] 634) .Esta preocupaci6n por e1 estudio del Derecho hist6rico ha encon-trado cada vez mayor eco entre los juristas, no s6lo entre losprofesores de disciplinas de Derecho vigente sino tambi6n entreaquellos que se ocupan. habitualmente de cuestiones de palpitanteactualidad, como son los notarios . Estos, precisamente, en mo-mentos en que ante la posible reforma del plan de estudios de ]aFacultad de Derecho se cernia la amenaza de suprimir o restrin-gir los de historia juridica, hicieron p6blica su voz en defensa delos mismos (XL [1970] 819-20) .

Se ha censurado al. ANUARIo, aunque la censura. podria hacerseextensiva a la casi totalidad de los historiadores espafioles delDerecho, por no haberse hecho eco y seguido las orientacionesde Jaime Vic6ns Vives. Que no fueran tomadas en consideraci6ny seguidas no puede extrafiar si se tiene en cuenta que este ilus-tre historiador -coincidiendo con Marc Bloch y sus discipulos-lo que proclamaba era la inexistencia como posible disciplinacientifica de ]a Historia del Derecho . De seguir su dictado hubiera

XLII . Alfonso Garcia-Gallo

habido que cancelar nuestro ANUARIO por no existir la disciplinade que se ocupa, o convertirlo en una revista mis de historiageneral. Por to dernis, no deja de ser curioso que quien tal repro-che ha hecho reiteradamente at ANUARIo ha colaborado en 6stedurante varios aflos con interesantes estudios encuadrados todoscn una linea abiertamente tradicional, sin que nada en ellos re-cuerde a la propugnada por Vicdns Vives. Que e1 ANUARIo no haestado cerrado a cualquiera orientaci6n distinta de la en 61 pre-dominante, se comprueba a la vista de los estudios publicados enlos 61timos tomos por Lalinde, Clavero y otros. Oue los historia-dores generates que en e1 siglo pasado se ocuparon de modo prefe-rente de las instituciones politicas y administrativas, hoy en partedediquen su total atenci6n a la historia econ6mica y social ymuestren absoluto desinterds, cuando no desprecio, por la juridica,es comprensible ; y que algunos historiadores del Derecho sigansus hucllas tampoco puede extrafiar. Pero esto no supone que noexista un Derecho hist6rico que merece ser estudiado -y en granparte esti adn por estudiar-, y que no haya, en Espafia y fuerade ella, investigadores que se ocupan del estudio de tal Derecho.

Que estos estudios fundamentalmente juridicos son apreciadosen grado miximo a la vez que secundados por juristas cuya prin-cipal ocupaci6n es el Derecho positivo vigente, se aprecia at ma-nejar las obras de muchos de ellos, dispersa en libros y revistas ;at examinar e1 temario de cursos y ciclos de conferencias organi-zados por ellos ; at considerar la organizaci6n de cuatro Simposiosde Historia de ]a Administraci6n organizados por la Escuela Na-cional de Administraci6n PtIblica de Alcali de Henares, buscandola colaboraci6n de los historiadores, especialmente del Derecho,para estudiar los temas de primordial importancia para ellos ; enla serie de estudios hist6ricos del Colegio Notarial de Barcelona,o en su dia por la Comisi6n organizadora del Congreso Interna-cional del Notariado latino ; en la amplitud concedida a los trabajosde historia juridica en sus publicaciones por e1 antiguo Institutode Estudios Politicos y hoy por e1 Centro de Estudios Constitucio-nales ; o en otras materias, por el Instituto de Estudios Fiscales ;en ]a frecuencia con que aparecen estudios de caricter hist6rico,ya sea general o dogmitico, en las revistas juridicas, tanto tradi-cionales, como la Juridica de CataluFza, la de Derecho privado, la

Breve 1115toria del ANUARIO XLIII

de Esiudios Politicos, o nuevas como el Anuario de Derecho Ara-gonids desde 1944 (o las Sernanas anteriores dedicadas al mismo),en los Anuarios de Derecho Civil, de Derecho Penal o de Filosofiadel Derecho del Instituto Nacional de Estudios Juridicos; etc., etc.No hay que dejarse engafiar por la esporddica publicaci6n, bienaireada, de algunos escritos programiticos de un sector reducidoque anuncian la aparici6n de nuevos m6todos y la apertura denuevos caminos en la investigaci6n (que luego s6lo son seguidosde escasos trabajos en que aquellos se aplican y dstos se siguen),que a veces no son siquiera tan novedosos como se pretende .

Temas y colaboraciones

El prop6sito de los fundadores del ANUARIo de que 6ste seocupara de la historia del Derecho espafiol abarcando todas las6pocas y culturas juridicas desarrolladas en Espafia o Ilevadaspor dsta fuera de las fronteras actuales, ha sido mantenido porquienes lo han dirigido en esta nueva. y larga etapa, sin otra limi-taci6n que la impuesta por la propia especializaci6n de los inves-tigadores espaholes. Como es natural, no todas las 6pocas o cues-tiones han sido tratadas con igual intensidad o frecuencia .

De los 620 estudios publicados en sus tres secciones de Estu-dios, Misceldnea y Documentos, treinta y tres (aproximadamen-te un 5,30 por 100 del total) se refieren a la historiografia ju-ridica o cuestiones de concepto y m6todo, lo que revela que noha estado el ANUARIO tan al margen, como se le atribuye, decuanto en este campo se ha debatido . De ]as fuentes, principal-mente en su aspecto euristico o en su edici6n y en su significa-ci6n en el proceso de evoluci6n, se ocupan noventa y cuatro tra-bajos (un 15,16 por 100 del total) . De la literatura juridica y laensefianza universitaria, otros veinticuatro (un 4,19 por 100), in-cluy6ndose aqui la edici6n de textos importantes de cierta exten-si6n, como la Margarita de los pleitos, las Glosas al Fuero realatribuidas a Arias de Balboa, una colecci6n de Observancias ara-gonesas y las Notas a la Recopilacitin de Indias de Josd Lebr6n .Sobre el concepto del Derecho, naturaleza y valor de sus fuentesy el m6todo juridico se contienen veintid6s estudios (un 3,54'por100 del total)'. Estas tres materias, que podrian agruparse en lo

XLAV Alfonso Garcia-Gallo

que habitualmente se clasificaba como ((Derecho y sus fuentes~>,cualquiera que fuera su orientaci6n, suman un total de cientocuarenta estudios, que suponen algo mds de la quinta parte deltotal (22,89 por 100) . Al lado de ello, las instituciones politicas yadministrativas de las diferentes dpocas son objeto de ciento vein-tisiete estudios (15,63 por 100), de los que cincuenta y cuatro serefieren a la Edad Media y e1 resto a la Moderna, incluidas lasindianas . Un campo que en estos aflos ha pasado a un primerplano ha sido e1 del Derecho privado con setenta y dos estudios(11,6 por 100), e1 mercantil con once (1,77 por 100), el penal condiecinueve (3,06 por 100) y e1 judicial y procesal con veinticinco(4,03 por 100) ; en conjunto, ciento veintisiete estudios (20,45 por100 del total) .

La observaci6n, que referida a los primeros tiempos pudo serexacta, de que entre nosotros el estudio de la historia juridica secentraba en la dpoca medieval, se ha seguido repitiendo recien-temente en tono de censura por a1gunos al caracterizar la mismoderna historiografia, al mismo tiempo que se la ha desca-lificado tachdndola en buena parte de dilatante . Ambos comenta-rios son gratuitos . Sin entrar aqui a valorar la calidad de talesestudios, lo que Ilevaria muy lejos, basta destacar en su aspectocuantitativo que en tanto a las dpocas visigoda y de la reconquistase consagran setenta y ocho estudios (un 12,5 por 100 del total),a la moderna y contempordnea, incluida lo referente a las Indias,se consagran noventa y cuatro (un 15,15 por 100) .

Una amplia atenci6n, de que antes de 1936 no goz6, ha obtenidoen el ANUARIo el Derecho romano . En cuanto 6ste constituye demodo indiscutible no s6lo uno de los elementos fundamentales quedan vida al Derecho espaflol, sino el mis decisivo y general deeflos, tanto en los primeros tiempos cognoscibles de nuestra histo-ria juridica como a partir de la recepci6n, desde la fundaci6n delANUARIO se pens6 en darle acogida en sus piginas. Y si en susprimeros aflos no se hizo, fue imicamente porque por aquellasfechas no habia entre los romanistas espafioles consagrados quie-nes se dedicaran a la investigaci6n y escribieran estudios quepudieran incluirse en aqu6l . Cuando se encontr6 un estudio dignode serlo no se perdi6 ocasi6n de publicarlo (V, 1928) . Pero el

Breve historia del ANUARIO XLV

prop6sito se mantuvo, y por ello cuando en 1934 se trat6 de orga-nizar sistemAticamente el ANUARIO, aprovechando que entoncesacababa de incorporarse a la Universidad de Madrid, aunque s6locomo Ayudante de clases pricticas, Ursicino Alvarez, se le incor-por6 a la redacci6n y se puso a su cuidado el campo romanista. Lascircunstancias del momento impidieron la plena realizaci6n deestos planes . Pero al reaparecer el ANUARIo en 1941 estuvieron yapresentes en su redacci6n dos romanistas -uno que era ya cate-dritico antes de la guerra civil, Santacruz Teijeiro, y otro que en-tonces akin joven comenzaba a darse a conocer, Alvaro d'Ors-,que se ocupaban de investigar y dar a la publicidad sus estudios .No fue en fecha tardia, y por personas cercanas a un determinadosector, por lo que en el ANUARIO comenzaron a publicarse estudiosde Derecho romano, como con absoluto desconocimiento de losantecedentes y de la situaci6n y equivoca intenci6n se ha dicho,motivando la r6plica de d'Ors en e1 ANUARIO (XLVIII [19781761-63) .Luego, ]a floraci6n de una nueva generaci6n de romanistas espa-floles dados a la investigaci6n, en parte discipulos de d'Ors, fueacogida por el ANUARIO para asi dar cabida en 6ste al estudio delDerecho romano como uno de los que de modo mAs decisivo haconfigurado e1 espafiol . La constituci6n de una secci6n de Derechoromano en el Instituto Nacional de Estudios Juridicos en 1944,luego refundida en la de Historia del Derecho en 1946, consolid6 lahermandad y colaboraci6n de romanistas e historiadores del De-recho espafiol . Que tales estudios de Derecho romano en su pers-pectiva hist6rica no siempre hagan referencia inmediata al espa-flol, no obsta a su inserci6n en una publicaci6n que se ocupa delDerecho Espafiol . En el estado actual de la investigaci6n no esposible precisar qud del Derecho romano clisico o postclisico fueefectivamente recibido en Espafia y qud no encontr6 aplicaci6no eco en 6sta . Ante ello resultaria arbitrario renunciar a la inclu-si6n de estos estudios . La creaci6n de una nueva revista roma-nista, o el desdoblamiento del ANUARIo en dos series -como enla Zeitschrift der Savigny-Stiftung-, que hubiera permitido darmayor desarrollo a unos y otros estudios, result6 siempre impo-sible por la limitaci6n de los medios econ6micos disponibles. Encualquier caso, e1 espacio concedido en el ANUARIo a los estudiosde Derecho romano (ciento tres) no ha excedido del 16,45 por 100

XLVI Alfonso Garcia-Gallo

del total de los referentes a otros sistemas, 6pocas o materias(frente a un 12,5 por 100 de Derecho medieval y un 15,15 por 100de Derecho moderno) .

De modo similar, aunque en menor medida, la historia delDerecho can6nico ha alcanzado en el. ANUARIo a partir de 1945 elpuesto que 1e corresponde por su importancia en la formaci6n delespahol . Veintiocho estudios, en su mayor parte referentes a lasfuentes y literatura jurfdica aunque tambi6n sobre las institucio-nes can6nicas hispanas, representan en el conjunto de trabajosun 4,5 por 100. La colaboraci6n del P. Antonio Garcfa Garcfa eneste campo en los Wtimos veinte ahos ha sido inapreciable y elANUARIO se complace en reconocerlo .

Por el contrario, alg6n campo de la investigaci6n que en tiem-pos fue objeto de valiosos estudios, ha quedado prdcticamentemarginado en esta nueva etapa del ANUARIo, no obstante el inter6spuesto por la Direcci6n en atraer cultivadores . La activa labor delos arabistas y hebraistas, que tan fecundos resultados ha conse-guido, incluso en el aspecto institucional, se ha recogido funda-mentalmente en sus propias revistas : Al-Andalus, publicada ya en1933 y Sefarad a partir de 1941 .

En tres ocasiones el ANUARIo ha querido rendir homenaje aquienes de un modo u otro han contribuido a dar a nuestra dis-ciplina el rigor cientifico de que hoy goza . Fue, en primer lugar,con ocasi6n del centenario del nacimiento de Hinojosa en 1852,solicitando amplia colaboraci6n para dedicarle dos tomos ComoHomenaje (XXIII, 1953 ; XXIV, 1954) . En 1961 y 1962 se rindi6tambi6n homenaje a don Galo SAnchez en su jubilaci6n (XXXI-XXXID. No fue posible hacerlo en 1963 en una publicaci6n patro-cinada por un centro oficial a don Claudio Sdnchez-Albornoz alcumplir los setenta a-nos, por razones politicas -acababa de sernombrado Presidente del Gobierno espaflol en el exilio-, pero sise 1e hizo por los colaboradores habituales del ANUARIo aflos mistarde, a] jubilarse como profesor de la Universidad de BuenosAires (XLI, 1971) . Como tambi6n se record6 de modo destacadoa Ots Capdequi, uno de los fundadores del ANUARIo aunque nohabfa vuelto a colaborar en 61 desde 1935 hasta su fallecimiento(XLV, 3-6) . Aunque recordarlo pueda resultar aqui inmodestia, en

Breve hisioria del ANUARIO XLVII

cuanto revela el espiritu de cordialidad que ha reinado en elANuAmo, he de mencionar y agradecer profundamente a los com-pafieros de direcci6n del mismo y a sus colaboradores el tomoque me ofrecieron como afectuoso homenaje en mi jubilaci6nL. 1980) .

La amplia obra investigadora que se recoge en los treinta y seis61timos tomos del ANUARIO se debe fundamentalmente a investiga-dores espafioles y en su mayor parte a especialistas en la historiajuridica, (s6lo excepcionalmente se halla alg&n profesor de ladisciplina que no haya colaborado en sus piginas), junto a loscuales se encuentran notarios, archiveros o historiadores genera-les que se ocupan de las instituciones, si bien 6stos con frecuenciahan encontrado, dado la limitaci6n de piginas del ANUARIO, MiSrdpida publicaci6n de sus trabajos en revistas de caricter general .En cualquier caso, dentro de la ternitica juridica que el ANUARIOha tratado de mantener, la diversidad de orientaciones y m6todosde los investigadores no ha sido obsticulo para la inserci6n desus estudios . Hasta 1960 ha sido frecuente la colaboraci6n de in-vestigadores extranjeros, reaparecida en 1973 y 1981, aunque noen la proporci6n que en la etapa anterior . La raz6n de ello hasido el precepto reglamentario del Instituto Nacional de Estudiosfuridicos que obliga a dar preferencia a la publicaci6n en losANUARIos del mismo a los trabajos realizados por los miembrosdel Instituto o en conexi6n con los planes concretos de investiga-ci6n de 6ste por lo que dada la limitaci6n de pAginas ha habido

que prescindir de muchos de ellos. Con todo, se encuentran entrelos colaboradores extranjeros veintisiete figuras -tan destacadascomo los portugueses Mer~a y Braga da Cruz; alemanes, cornoFeine, Kaser, Weber, Onclin o Reinhart; italianos, como Furlani,Era, Mor y Marongiu ; holandeses, como Meijers y Feenstra ; fran-ceses, como Ourliac, Cardascia, Goyheneche y Dravasa; suizos,como Liebeskind ; belgas, como Maes; argentinos, como Levene,Tau o Hilda Grasoti ; o peruanos, como Lohmann.

A partir de 1973, la secci6n bibliogrifica, cada vez mis ampliacn su informaci6n, ha sido dividida en una parte de recensi6n ycritica amplia de los trabajos mds importantes y en otra de refe-rencia rnAs sumaria de los restantes .

XLV111 Alfonso Garcia-Gall&

El prop6sito formulado en el primer torno del ANUARlo de com-plementar sus voldmenes peri6dicos con otros que recogiesen obrasque no encontraban cabida en ellos, que en 1925 y 1926 se cumpli6al publicar la obra. de Mayer, fue recogido y Ilevado a la pricticaen los primeros ahos del Instituto Nacional de Estudios Juridicos,cuando se disponia de medios econ6micos suficientes . Asi, sepublicaron. las Obras de Eduardo de Hinojosa (1, 1948 ; 11, 1955 ;111, 1974), reuniendo sus articulos dispersos con un estudio preli-minar mio sobre Hinojosa y su obra; La condicb3n juridica delanasciturus>> en el Derecho espahol, de Josd Maldonado (1946) ; Lapresura, de Ignacio de la Concha (1946) ; la. edici6n y traducci6n deLas reglas de Ulpiano, por Francisco Hernindez Tejero (1946) ; unFormulario castellano del siglo XV, por Luisa Cuesta (1948) ; Elsaber politico en Maquiavelo, de Javier Conde (1948) ; Hechos yderechos en el documento ptiblico, de Rafael Ndfiez Lagos (1950) ;y la Epigrafia juridica de la Espafia romana, de Alvaro d'Ors(1953) . Pero la falta. de medios econ6micos interrumpi6 luego de-finitivamente esta importante aportaci6n. Merced a subvencionesextraordinarias pudieron aparecer todavia en 1972, corno edici6ndel Instituto, mis Estudios de Historia del Derecho indiano y lasActas Y Estudios del III Congreso del Instituto Internacional deHistoria del Derecho Indiano, celebrado en Madrid en ese aflo .

La publicaci6n del ANUARIO

De los cincuenta. y un tomos del ANUARIO, treinta y seis hanaparecido bajo el patrocinio del Instituto Nacional de EstudiosJurfdicos . Las vicisitudes por las que a lo largo de los aflos dste haatravesado en su organizaci6n y consignaci6n presupuestaria hanrepercutido inevitablemente en la. publicaci6n del ANUARIO .

Durante los tres primeros aflos de esta etapa las circunstanciasfueron favorables y Ilevando la secretaria Maldonado pudo aumen-tarse el n6mero de piginas del volumen anual: 850 p6ginas eltorno XVI de 1945 ; 1180 pAginas e1 XVII de 1946 (e1 mis extensode toda. la. colecci6n, excluyendo alguno doble) ; y 981 piginase1 XVIII de 1947. Al mismo tiempo que, como se ha indicado, sepudieron. publicar diversos libros a modo de anexos . Pero en 1948,estando pendiente la edici6n de a1guno de estos libros, al comen-

Breve historia del ANUARIO XLIX

zar e1 Instituto la publicaci6n de otros dos Anuarios de Derechocivil y de Derecho penal, forzosamente se redujo la consignaci6natribuida al de Historia del Derecho, por lo que hubo de aparecer,bajo una nueva secretaria, en un volumen doble correspondientea dos aflos (XIX, 1948-1949) con s6lo 893 pAginas . La secretaria, acargo de Gibert y Cerdi, consigui6 una franca recuperaci6n en eltomo XX de 1950, con 1000 piginas . Pero e1 traslado de Gibert aGranada a principios de 1950 y la dedicaci6n de CerdA para laobtenci6n de una citedral lograda a fines de 1952, repercutieronen la marcha regular del ANUARIO, que de nuevo tuvo que aparecerreuniendo en un solo volumen, aunque de 1443 piginas, los tomosde dos ahos (XXI-XXII, 1951-1952) .

La publicaci6n en 1953 por e1 Instituto de un cuarto Anuariode Filosofia del Derecho, cuando los medios econ6micos resultabancada vez mis insuficientes, redund6 de nuevo en perjuicio del deHistoria del Derecho, reducido a 830 pAginas en este afio (tomoXXIII) y a 777 en el siguiente (XXIV) . Pudo superarse la dificul-tad y de nuevo aparecieron tomos extensos: e1 XXV de 1955 con1006 piginas, y e1 XXVI de 1956 con 916 piginas . Pero, una vezmis, la obtenci6n de una citedra por Garcia Gonzdlez, que tenia asu cargo la secretaria, llev6 consigo, al apartarse de Madrid, elconsiguiente desconcierto en 6sta y ]a publicaci6n de otro volumendoble : el XXVII-XXVIII, de 1957-1958, con 1295 piginas .

A partir de 1959 la penuria de medios econ6micos en el Institu-to, comprometido en la publicaci6n de cuatro Anuarios, con prefe-rencia a los consagrados al Derecho vigente, hizo cada vez mAs di-ficil la edici6n de los vol6menes anuales, afectando no s6lo a suextensi6n, que se vio rebajada en los aflos sucesivos a menos de lasochocientas piginas (XXIX, 1959, 770 piginas ; XXX, 1960, 754 pAgi-nas ; XXXI, 1961, 769 piginas), y a6n de las setecientas (XXXII,1962, 658 piginas), sino tambidn a su puntualidad : e1 tomo corres-pondiente a 1962 no pudo aparecer hasta mayo de 1965 . Supuso unesfuerzo considerable, gracias a una mayor subvenci6n del Con-sejo Superior de Investigaciones Cientificas, poner al dia la publi-caci6n, lo que logr6, al hacerse cargo de la Secretaria, e1 P . Gon-zalo Martinez Diez, secundado por Miguel Angel P6rez de la Canal .La publicaci6n de dos tomos al afio durante un bienio, impidi6

L Alfonso Garcia-Gallo

de momento aumentar sus piginas; e1 torno, XXXIII, de 1963, apa-reci6 en enero de 1966, con 664 piginas; e1 XXXIV, de 1964, enoctubre del mismo aflo, con 685 piginas; e1 XXXV, de 1965, enmayo, de 1967, con 685 pAginas; el XXXVI, de 1966, en diciernbresiguiente, con 693 piginas; e1 XXXVII, de 1967, en mayo de 1968,con 677 p6ginas; y, por 61timo, el XXXVIII, de 1968 dentro delmismo, aflo y de nuevo con un n6mero de pAginas (814) superior alas ochocientas.

A partir de este momento el ANUARIo ha conseguido plena pun-tualidad en cuanto a la fecha de su aparici6n -siempre a fines delaho, correspondiente-, cierto equilibrio en Ia extensi6n de los vo-16menes : XXXIX (1969), 882 pAginas ; Xl, (1970), 833 pAginas ;XLI (1971) de homenaje a Sinchez-Albornoz, 1192 piginas ; XLIl(1972), 881 p6ginas ; XLIII (1973) reducido a 646 piginas, coincidien-do con la celebraci6n de una reuni6n en Granada y ]a preparaci6nde una nueva revista espafiola de historia del Derecho ; XLIV(1974), 873 piginas ; XLV (1975), 789 piginas ; XLVI (1976), 841 pS-ginas ; XLVII (1977), 913 piginas ; XLVIII (1978), 763 piginas ;XLIX (1979), 852 piginas; L (1980), 1054 ; y Ll (1981), 862 piginas .A la efectiva gesti6n de Ia Doctora Ana Maria Barrero en las fun-ciones de la secretaria. desde 1973 se debe en gran parte estanormalizaci6n.

Los indices del ANUARIO

Fue en 1944, reci6n normalizada la publicaci6n del ANUARIOtras afios dificiles, cuando se pens6 en elaborar un indice com-prensivo de los catorce vol6menes hasta entonces publicados (XV[1944), pAg. 846) . La tarea fue iniciada at afio, siguiente. Lamenta-blemente, la falta de un equipo de trabajo asignado, a la secretariadel ANUARIO, asi como la renovaci6n frecuente de ]as personas queIa desempefiaban, hicieron imposible Ilevar a cabo el proyecto. Ydada la persistencia de tat situaci6n, no s6lo, entonces sino tam-bi6n a to largo de muchos afios, no obstante la necesidad, cadaafio mds urgente, de realizar una obra de tat naturaleza .

Se ha debido a la dedicaci6n, capacidad y tenacidad de la actual

Vicesecretaria del ANUARIO y directora de la Unidad de Historia delDerecho del Instituto de Ciencias Juridicas, ]a Doctora Ana Maria

Breve historta del ANUARIO LI

Barrero. que estos indices se hayan podido realizar . En la ordena-ci6n de los materiales ha contado con el concurso de la DoctoraMaria Luz Alonso Martin, Colaboradora cientifica del Instituto deCiencias Juridicas.

Concluida la preparaci6n de los indices en e1 primer sernestrede 1982, se recoge en ellos e1 contenido de los cincuenta. y untomos publicados desde 1924 a 1981 . Aunque la. impresi6n ha sidosimultAnea. a la del tomo LII, de 1982, no ha sido posible recogeren aqu6llos el contenido de este dltimo, ya. que ello hubiera obli-gado a reajustes de la composici6n tipogrifica con el consiguienteretraso .

En este volumen se recogen cuatro indices: los de cada volu-men, de autores, de obras resefiadas y sistemitico de materias .

El iNDICE DE VOLOMENEs reproduce por el orden de fecha dedstos los de cada uno de ellos tal como alli aparecen, sin mismodificaci6n que haber introducido la r6brica. 4cEstudios)> encabe-zando dstos en los de los primeros tomos, en los que no aparecia .Asimismo se ha unificado la tipografia . Pero, no se ha alterado labibliografia que no aparece ordenada alfab6ticamente hasta elvolumen XXVI (1956) .

En el fNDICE DE AUTORES figuran por orden alfab6tico todos losque han publicado en el ANUARIO, ya sean Estudios, Documentosy Misceldnea o resefias bibliogrificas . No se recogen, en cam-bio, las noticias incluidas en la secci6n de Varia, salvo las necro-l6gicas -que en caso de no haber sido firmadas se incluyen enla voz ((Secci6n de redacci6n)>- y algunas noticias sobre temas deestudio o documentos que en. los primeros vol6menes, en los queno existia la secci6n de MiscelAnea, figuraban en aqudlla; asi, porejemplo, una. nota de Mendndez Pidal sobre ((La fecha del fuerode Le6n)) . En cada autor aparecen citados en primer lugar, si-guiendo un criterio cronol6gico, los trabajos, bien hayan sido in-cluidos en una. u otra. secci6n, indicando el tftulo, volumen, afio ypAginas, y a continuaci6n, asimismo por orden. cronol6gico, lasrecensiones y noticias bibliogrificas con indicaci6n del titulo dela obra. y autor (o en su defecto, entidad editora), lo que permitepercibir sin necesidad de ninguna otra distinci6n, que se trata de

LII Alfonso Garcia-Gallo

obras resehadas, a lo que sigue, naturalmente, la indicaci6n deln6mero del volumen, aflo y piginas. Los comentarios de carActerbibliogr,Afico que durante algunos aflos aparecieron bajo rCibricasgen6ricas -((Varia romana)), uResefla romanisticao, uResefla de tra-bajos hist6ricos can6nicos)>-- fuera de la Secci6n de bibliografia, sehan colocado entre los estudios y las resehas de obras particula-res . La referencia completa de los articulos firmados por dos auto-res figura. entre los del primer firmante, indic.Andose a continua-ci6n la participaci6n. del segundo autor. En el lugar donde serecogen los estudios de dste, se hace la oportuna referencia alprimero, sin reproducir, salvo en caso necesario, el titulo completodel articulo .

Los autores aparecen citados, por lo general, con dos apelli-dos y el nombre completo, y en caso de no conocerse dstos, segdnla rdbrica que figura en los articulos . Solamente en una ocasi6nun articulo aparecia sin firma, pero se ha logrado su identificaci6n .En la mayoria de los casos tambi6n se han identificado las firmasque s6lo aparecian con las iniciales del nombre o pseud6nimo delos autores, frecuentes en la bibliografia, y por tanto figuran bajoel nombre completo del autor.

En el NDICE DE OBRAS RESEIRADAS se incluyen todas las que hansido objeto de comentario en la secci6n de bibliografia, ordena-das alfab6ticamente por sus autores, y dentro de cada uno de6stos cronol6gicamente, indicando el titulo completo de la obra,y e1 lugar y fecha de edici6n y, en caso de conocerse, la entidadeditorial, asi como el autor de la recensi6n, y el volumen, aflo ypiginas en que 6sta aparece. Como en e1 indice de autores, enlas obras de dos o mds de 6stos la cita completa figura. bajo e1nombre del primer firmante, al que siguen e1 de los coautores, yen e1 de 46stos una referencia al primer autor. Las obras decardcter miscelineo se han incluido bajo la iCibrica VARIos AUTO-RES salvo las publicaciones peri6dicas que figuran en e1 lugar co-rrespondiente de la primera palabra de su titulo .

En el NDICE DE MATERIAS Se ordenan los trabajos aparecidos entodas las secciones del ANUARIO, salvo la bibliografia, conforme aun plan general elaborado a la vista del material a ordenar, conarreglo a los criterios conceptuales fundamentales de la discipli-

Breve historia del ANUARIO L111

na . Persiguiendo siempre su utilidad, se ha pretendido presen-tar un esquema claro y completo, sin caer en la farragosidadde md1tiples subdivisiones. Segdn este plan general, que se ante-pone a la ordenaci6n, los trabajos aparecen agrupados bajo lasrdbricas generales siguientes: 1 . Historiografia.-2. Formaci6n yfuentes del Derecho.-3. Instituciones politicas y administrativas .-4. Iglesia y sociedad internacional-5 . Personas y familia.-6. Pro-piedad y sucesiones.-7. Las obligaciones.-8 . El derecho de laeconomia.-9. El Derecho penal.-10 . El proceso. Dentro de cadauno de estos epigrafes se contienen a su vez varias subdivisiones-hasta un mdximo de cinco-, en las que se combinan los criteriosconceptuales, territoriales y cronol6gicos . Con un sistema de re-ferencias, la numeraci6n de los epigrafes y la utilizaci6n de dis-tintos tipos de letra se ha pretendido facilitar su mejor compren-si6n y ripido manejo .

Con la elaboraci6n de este tomo de indices la actual redacci6ndel ANUARIO cree haber cumplido de forma satisfactoria unavieja aspiraci6n que afio a afio iba cobrando caracteres de ur-gencia, especialmente para las generaciones mis j6venes que, 16-gicamente, no han podido seguir la marcha cotidiana de esta publi-caci6n, tan fundamental para Ia Historia del Derecho Espafiol . Cu-bierta esta laguna de m;As de cincuenta afios y fijados unos crite-rios -susceptibles de modificaci6n- parece de fAcil consecuci6na partir de ahora la pucsta al dia de este indice cada cierto tiempoy con regularidad.

ALFONSo GARCfA-GALLO