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144 Del complejo militar romano al monacato altomedieval: aproximación a las transformaciones del espacio interior galaico entre los siglos I y IX d. C. a partir de los asentamientos de A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña). José Manuel Costa García Becario FPU, Departamento de Historia I. Facultade de Xeografía e Historia, USC. Praza da Universidade, 1, Emilio Rodríguez Álvarez Investigador GEPN, Departamento de Historia I. Facultade de Xeografía e Historia, USC. Praza da Universidade, 1, David Varela Gómez Doctorando, Departamento de Historia Medieval e Moderna Facultade de Xeografía e Historia, USC. Praza da Universidade, 1, [email protected] [email protected] [email protected] RESUMEN A Cidadela es, a día de hoy, uno de los más emblemáticos yacimientos de la arqueología gallega. Cono- cido desde inicios del siglo XX, sus excavaciones modernas cumplirán el próximo año su treinta aniver- sario. Con todo, siguen existiendo no pocos puntos oscuros en su historia: no hemos alcanzado a comprender el porqué de un asentamiento militar romano en la región; su cronología de ocupación sigue siendo, cuanto menos, confusa; la investigación apenas se ha ocupado del entorno del yacimiento; y las fases germánica y altomedieval siguen sumidas en la penumbra. Es nuestro objetivo arrojar alguna luz sobre estas y otras problemáticas en base al trabajo de un grupo interdisciplinar. Palabras clave: Ejército Romano, Época Germánica, Noroeste Hispano, Periodo Altomedieval ABSTRACT A Cidadela is, nowadays, one of the most emblematic sites of Galician archaeology. Well-known since the beginnings of XX century, the modern excavations are going to achieve next year their thirtieth an- niversary. Even so, there are still several points in its history not entirely resolved: we have not got to un- derstand the reason for a roman military settlement in the region; the chronology of its occupation is, at least, confusing; the research has barely paid attention to the environment of the site; and the Germanic and Early Medieval periods are still plunged in the half-light. It is our aim to throw light on these and other problems based on the work of an interdisciplinary group. Keywords: Early Medieval Period, Germanic Period, NW Spain, Roman Army Rebut: 1 septembre 2010; Acceptat: 1 decembre 2010 Estrat Crític 5.Vol.1 (2011): 144-155

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Del complejo militar romano al monacato altomedieval:

aproximación a las transformaciones del espacio interior

galaico entre los siglos I y IX d. C. a partir de los asentamientos

de A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña).

José Manuel Costa García Becario FPU, Departamento de Historia I.Facultade de Xeografía e Historia, USC. Praza da Universidade, 1, Emilio Rodríguez Álvarez Investigador GEPN, Departamento de Historia I. Facultade de Xeografía e Historia, USC. Praza da Universidade, 1, David Varela Gómez Doctorando, Departamento de Historia Medieval e Moderna Facultade de Xeografía e Historia, USC. Praza da Universidade, 1, [email protected][email protected]@gmail.com

RESUMENA Cidadela es, a día de hoy, uno de los más emblemáticos yacimientos de la arqueología gallega. Cono-cido desde inicios del siglo XX, sus excavaciones modernas cumplirán el próximo año su treinta aniver-sario. Con todo, siguen existiendo no pocos puntos oscuros en su historia: no hemos alcanzado acomprender el porqué de un asentamiento militar romano en la región; su cronología de ocupación siguesiendo, cuanto menos, confusa; la investigación apenas se ha ocupado del entorno del yacimiento; y lasfases germánica y altomedieval siguen sumidas en la penumbra. Es nuestro objetivo arrojar alguna luzsobre estas y otras problemáticas en base al trabajo de un grupo interdisciplinar.

Palabras clave:Ejército Romano, Época Germánica, Noroeste Hispano, Periodo Altomedieval

ABSTRACTA Cidadela is, nowadays, one of the most emblematic sites of Galician archaeology. Well-known sincethe beginnings of XX century, the modern excavations are going to achieve next year their thirtieth an-niversary. Even so, there are still several points in its history not entirely resolved: we have not got to un-derstand the reason for a roman military settlement in the region; the chronology of its occupation is, atleast, confusing; the research has barely paid attention to the environment of the site; and the Germanicand Early Medieval periods are still plunged in the half-light. It is our aim to throw light on these and otherproblems based on the work of an interdisciplinary group.

Keywords:Early Medieval Period, Germanic Period, NW Spain, Roman Army

Rebut: 1 septembre 2010; Acceptat: 1 decembre 2010

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RESUMA Cidadela és, a dia d'avui, un dels jaciments més emblemàtics de l'arqueologia gallega. Conegut des d'i-nicis del segle XX, les seves excavacions modernes compliran el proper any el seu trenté aniversari. Toti així, segueixen existint diversos punts obscurs en la seva història: no hem arribat encara a entendre elper què d'un assentament romà a la regió; i les fases germànica i alt-medieval continuen immerses en lapenombra. El nostre objectiu és aportar alguna llum sobre aquestes i altres problemàtiques en base al tre-ball d'un grup interdisciplinar

Paraules Clau: Exèrcit romà, Època germànica, Nord-oest hispà, Període alt-medieval

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El yacimiento de A Cidadela, encuadrado ad-ministrativamente dentro de la parroquia deSanta María de Cidadela (Concello de So-brado dos Monxes, A Coruña) (Fig. 1), seasienta sobre un altozano conformado por laconfluencia de los ríos Cabalar y Pequeno.Las estribaciones montañosas de la Serra daCorda limitan el espacio al N-NE y E-SE,mientras que hacen lo propio al oeste las ele-vaciones de la vecina parroquia de San Vi-cenzo de Curtis. Se configura, así, un paisajeagreste caracterizado por contar con un climahúmedo pero extremo en lo que a variacionesde temperatura se refiere.

Figura 1.- Localización del yacimiento. (Una co-lumna

En sí, el yacimiento arqueológico es conocidodesde inicios del siglo XX gracias a la laborde los eruditos de la época (García Romero,1909; Balsa de la Vega, 1909), que ya lo iden-

tificaron como asentamiento romano. Las pri-meras excavaciones, llevadas a cabo por Á.del Castillo (1935) en la década de los treinta,afinaron esta adscripción al confirmar que setrataba de un recinto militar. No será, sin em-bargo, hasta la década de los 80 que se reto-men unas excavaciones que, bajo la direccióndel Prof. Caamaño Gesto, continúan en la ac-tualidad.

Si por algo es conocida A Cidadela es porquebajo sus tierras se encuentra la base de la co-hors I Celtiberorum, una unidad militar auxi-liar de época altoimperial. Sin embargo, elyacimiento ofrece también interesantes ves-tigios de las épocas germánica y altomedie-val, dos de los periodos menos conocidos dela historia de Galicia. Pero, como suele suce-der en estos casos, la investigación se ha cen-trado en el estudio de las fases de ocupaciónromana en detrimento de aquéllas más mo-dernas, ya que en ningún momento han sidoobjeto de un estudio en exclusiva.No terminan aquí los problemas, puesto queincluso en época romana las fases se sucedeny la cronología es confusa (Costa, 2010).Además, los estudios se han centrado a me-nudo en lo estructural, buscando antes identi-ficar las partes integrantes del fuerte romanoque comprender el porqué de su asentamientoen el lugar a inicios del siglo II d. C.

DEFINIENDO UN TERRITORIOLo cierto es que únicamente se ha llevado a

cabo una prospección del entorno campa-mental inmediato (Fernández Rodríguez,1998) cuyo objetivo era definir ciertos ele-mentos tenidos por integrales y canónicosdentro del despliegue militar romano clásico(uicus, necrópolis, vía, vertedero…) (Fig. 2).Pese a la corrección de la metodología em-pleada y a la validez de los datos obtenidos,se echa en falta la presencia de un aparato in-terpretativo que busque conocer el verdaderoimpacto del asentamiento sobre el territorio ysu funcionamiento orgánico dentro del mismoa lo largo del tiempo.

Creemos, por tanto, que deben ser estos nue-vos criterios (organicidad e impacto) los quenos guíen en el estudio de los asentamientosmilitares romanos y nos alejen un tanto deldeterminismo estructural, formal y funcionalque a menudo limita el análisis de los entor-nos campamentales. De ahí que hayamosadoptado el término Complejo Militar Ro-mano (CMR) para referirnos al fenómeno

histórico resultante del asentamiento de unabase militar en un territorio dado.

Se trata, en efecto, de un complejo militar,puesto que su epicentro es la base de opera-ciones de un cuerpo del ejército y a su alre-dedor se desarrollan los anexos necesariospara el cumplimiento de su misión, pero escomplejo también en cuanto que la presen-cia del establecimiento militar da lugar a unaenmarañada red de relaciones (de índole po-lítica, económica, social y cultural) dentro desu ámbito de actuación inmediato y para conaquellos asentamientos situados fuera de él.Por su parte, el epíteto romano no debe servisto desde una perspectiva colonialista:alude más bien a la naturaleza exógena ini-cial del destacamento y a una misión a élasignada en cuanto vicario del poder impe-rial. Con todo, el complejo integra por igualen su seno asentamientos de tipo romano(uici o canabae, uillae…) y otros de origenindígena (castros, en este caso).

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Figura 2.- A Cidadela y su entorno. (Dos columnas)

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Debemos tener en cuenta también que CMRno es un concepto extensible a la totalidad delos asentamientos militares romanos (no es lomismo un campamento de campaña que unabase militar) y han de ser los propios criteriosde impacto y organicidad los que nos ayudena definir sus límites e identificar su natura-leza última.

Cabe señalar, igualmente, que el grado dedesarrollo alcanzado por los CMR no siem-pre es el mismo y depende en buena medidadel éxito o fracaso de otras iniciativas de or-ganización territorial (especialmente la fun-dación de asentamientos civiles de nuevocuño). El producto resultante es siempre deindudable cuño romano pero también se venotablemente influenciado por las tradicioneslocales. Se trata, pues, de un término quedebe ser usado con mucha cautela y teniendosiempre en cuenta lo camaleónicos que pue-den llegar a ser los horizontes de época ro-mana.

Pero, volviendo al caso concreto de Cidadela,¿qué criterio emplear para definir los límitesdel CMR? ¿cómo calibrar el impacto de labase militar sobre el territorio? ¿cómo acer-carnos al modo en que los romanos aprehen-dían el espacio? Los sistemas de informacióngeográfica podrían en buena medida facili-tarnos la tarea de acotar, en lo territorial,nuestro objeto de estudio a través de un aná-lisis de visibilidades.

Elegimos para ello las cuatro puertas campa-mentales como puntos primarios de observa-ción. Los cálculos debían realizarse, noobstante, sobre una base documental segura,de modo que, para restituir la altura a la quepodía producirse la vigilancia desde las mis-mas (Fig. 3), reproducimos los datos ofreci-dos en un trabajo anterior cuyo cometido eraofrecer una hipótesis para la restitución, a susdimensiones originales, de las defensas de Ci-

dadela (Costa, 2011).

Figura 3.- Torre de intervalo. Hipótesis recons-tructiva. (Una columna)

Asimismo, creímos conveniente seleccionarotros dos puntos secundarios de observación.El primero de ellos se encuentra a 1,25 km alSE y recibe el nombre de medorra de Fane-gas. Se trata, en efecto, de un túmulo megalí-tico reutilizado en época romana comosoporte para una torre de vigilancia (Caa-maño y Criado, 1992). Por sus inmediacionespasa la antigua vía que desciende hacia elcampamento.

El segundo, a menos de un kilómetro al nortedel fuerte, recibe el nombre de Sandá y no pa-

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rece ser un monumento megalítico, sino unmontículo artificial sobre el que han apare-cido materiales de época romana (FernándezRodríguez, 1998), por lo que podría tratarsede otro punto de vigilancia. Su proximidad alantiguo Camiño Real (parcialmente sobre-puesto a la antigua vía romana) resulta igual-mente interesante (Ferreira Priegue,1988:197).

Para la realización de los mapas se recurrió ala herramienta de software libre GRASS, ver-sión 6.3, que nos permite, sobre una base car-tográfica raster de 30 m, analizar lasvisibilidades desde una localización determi-nada. El módulo utilizado es terrain analysis=> visibility/ line of sight dando como resul-tado un mapa binario en el que las áreas queel observador puede ver son expresadas conun 1 (coloreado en las imágenes) y las que nopuede ver en 0 (transparentes). Para la gene-ración de rutas, el módulo utilizado es terrainanalysis =>least cost route or flow, consis-tente en hallar sobre un mapa de coste ener-gético la ruta más simple para eldesplazamiento de un individuo en base algasto calórico y la dificultad del terreno.

Como sospechábamos, desde las torres del

fuerte se divisan perfectamente uicus, necró-polis y sendas torres de vigilancia (Figs. 2 y4). Dentro de este espacio quedan englobadosigualmente los restantes puntos en los que sehabía detectado algún resto romano durantela prospección de 1996. Las estribacionesmontañosas circundantes reducen, no obs-tante, el área de máxima visibilidad a un radiode apenas dos kilómetros. Sólo en aquelloslugares donde el terreno se abre naturalmente(al norte y al sur) es posible aumentar estadistancia. Del mismo modo, la suavidad delas colinas permite en ocasiones otear lascimas de otros montes más alejados (al oestey al sudeste).

Cabría esperar que las torres de vigilanciaofreciesen un rango de visibilidad mayordado su mejor posicionamiento en altitud. Sinembargo, la mejora no parece sustancial a pri-mera vista, superponiéndose a menudo suárea de control a la propia de las torres cam-pamentales. Un análisis más detenido refleja,no obstante, que los puestos avanzados vie-nen a reforzar notablemente el control de losaccesos al fuerte a través de las aberturas enla Serra da Corda. Son precisamente estas lassendas por las que suponemos discurría la an-tigua vía romana. Además, al sur de Fanegas

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Figura 4.- Visibilidades desde A Cidadela y sus torres de vigilancia. En blanco, yacimientos romanos,en negro, los castros. (Dos columnas)

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y labrado por el río Pedregoso, existe un valleen dirección E-O cuyas laderas pueden ahoracontrolarse a la perfección desde la torre devigilancia.

Una vez demostrado que existía por parte delpoder romano una voluntad por el control delentorno inmediato, quisimos comprobar tam-bién si las visibilidades guardaban alguna re-lación con la ubicación de los castros vecinos.El resultado es que, directa o indirectamente,hasta una quincena de asentamientos indíge-nas entra dentro del rango de visión de losemplazamientos militares romanos en el en-torno más cercano y es posible que, una vezampliado nuestro ámbito de estudio, debamosincluir alguno más. Naturalmente, no todosellos estarían ocupados en el momento defundación del fuerte de Cidadela, y sólo unaprospección minuciosa o la excavación siste-mática de los mismos podría ofrecernos datosmás concretos.

Con todo, creemos que la presencia de la co-horte en la región no debe verse tanto bajo laóptica de la estrategia militar como de la ge-oestrategia política. Debemos ser conscientesde que con los soldados viene siempre un im-portante contingente civil. En conjunto for-marían un núcleo poblacional que podríahaber superado las mil almas. Esta concen-tración demográfica difícilmente la puedenigualar los núcleos de época romana docu-mentados en la mitad norte del interior ga-laico, por lo que es muy probable que fuese apartir de Cidadela que se procediese a poneren explotación esta extensa región. Sabemosque el asentamiento militar perduró hasta almenos finales del siglo III (Costa, 2010), peroello en ningún caso debe relacionarse con lasdificultades provocadas por la poblaciónlocal. Antes bien, este dato nos estaría indi-cando que el producto resultante del asenta-miento militar, la llegada de nuevos aportespoblacionales y la presencia de población in-

dígena habría configurado un nuevo espacio,galaicorromano y perfectamente viable. Noen vano, el topónimo Curtis (cohortis), siguedando nombre a dos parroquias (San Vicenzoy Santaia) vecinas de Cidadela. Ambas, en-tran, curiosamente, dentro del área de visibi-lidades. No es habitual que un topónimo hayaconservado una forma latina en genitivo, porlo que creemos que está aludiendo a la perte-nencia (política –territorium cohortis- o eco-nómica –prata cohortis-) de estos territoriosal ámbito de actuación de la unidad militar.

Pero conocer en su totalidad los ritmos detransformación cultural, política y económicadel territorio durante la antigüedad es un ob-jetivo demasiado ambicioso para el presentetrabajo, que sólo pretende anunciar la aper-tura de nuevas sendas a la investigación.

A CIDADELA DESPUÉS DE ROMAEs muy difícil saber qué sucedió en el anti-guo asentamiento militar tras la marcha de lacohors, aunque es posible que se produjeseuna breve reocupación del mismo por partede la población civil local. Con todo, los in-dicios materiales no nos permiten hablar deocupación humana en el mismo más allá delsiglo IV d. C. o, como mucho, inicios del V(López Pérez, 2006: 433; Costa García,2010). Tan sólo la intervención arqueológicaen el vecino uicus de Ínsua (lat. Insula) podráofrecernos en el futuro datos fiables sobre loocurrido en el entorno de Cidadela entre lossiglos IV y VI d. C.

Sin embargo, los edificios que configuran lapars nobilis campamental van a ser testigosde una nueva ocupación. Al tiempo que seerigen nuevos muros y pavimentos, se recre-cen y consolidan algunas estructuras mura-rias de época romana. Asimismo, se detectaen algunos sectores un potente derrumbe delosas de pizarra que se ha identificado comocubierta de las edificaciones de esta fase. Su

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datación en el siglo VII viene dada por la pre-sencia de dos hebillas de cinturón en bronce–con paralelos en otros yacimientos peninsu-lares de esta cronología– (Caamaño Gesto,1983 y 1991) y una más elaborada en hierro(Ramil González, 2006).

Aunque el aprovechamiento de las estructu-ras antiguas nos indica que la elección delemplazamiento no fue casual y que la reocu-pación se consideraba una opción más viableque la construcción de nueva planta, lo ciertoes que este proceso se desarrolló de maneraselectiva. Y es que tanto los muros romanosreutilizados como los erigidos en este mo-mento se adaptan sin duda alguna a un orde-namiento del espacio que sigue unos criteriosfuncionales completamente novedosos.

El elemento clave para la comprensión deeste fenómeno es una estructura rectangularabsidada (aprox. 27 x 9 m) que, siguiendouna orientación E-O, ocupa parcialmente elsolar de los antiguos principia. La lectura deparamentos ha confirmado, asimismo, que setrata del conjunto de estructuras murarias máshomogéneo de todas aquellas datadas en unmomento posterior a la ocupación romana.

Esta edificación central podría identificarsecon la de una iglesia merced a su planta basi-lical y a la presencia de un ábside perfecta-mente orientado hacia el Este (Fig. 2. IglesiaA; Fig. 5). No se trataría de un caso aislado enGalicia, pues la arqueología ha documentadootras iglesias con una fase de época germá-nica, como en Adro Vello (O Grove), que pre-senta también una nave rectangular conábside y un atrio anterior (Carro Otero,1987); Eirexa Vella (Bares) (Ramil González,2003); o Ouvigo (Rodríguez Colmenero,1985); además de la conocida –aunque tam-bién discutida– Santa Comba de Bande.Todas ellas apuntan al siglo VII como mo-mento del primer auge constructivo de igle-

sias en el mundo rural galaico (SánchezPardo, 2010: 154).

Ahora bien, en el ejemplo que nos atañe nosólo contamos con la iglesia, sino que la ocu-pación de época germánica se extiende hastaconfigurar un complejo estructural organi-zado que afecta a la antigua pars nobilis delcampamento. Aunque los usos constructivosy las tipologías edilicias visigóticas no per-miten establecer una clara distinción entreiglesia rural y monasterio –la propia legisla-ción de la época emplea ambiguamente lostérminos ecclesia y monasterium– (MorenoMartín, 2009: 276, 281-282) creemos que,por dimensiones, organicidad y articulaciónde las estructuras exhumadas para con la igle-sia, podríamos estar delante de un complejocenobítico.

Es una hipótesis, que, por otra parte, con-cuerda con la eclosión del fenómeno monás-tico hispano, que para el s. VII testimonianlas fuentes escritas, siendo la Gallaecia un te-rritorio especialmente sensible a estas mani-festaciones: se documentan un buen númerode fundaciones fruto de las predicaciones deS. Martín de Braga o S. Fructuoso, mientrasque otras siguen procedimientos de dudosaortodoxia, como específicamente denuncianpara esta región los capítulos I y II de la Re-gula Communis (Díaz Martínez, 1986: 189-190; Freire Camaniel, 1998: Vol. 1, 140-141).

Volviendo a las estructuras, ya hemos indi-cado que la iglesia cuenta con una perfectaorientación canónica, con el ábside “hacia

el Cristo escatológico que habría de volver

por el Oriente” (Rodríguez G. de Ceballos,1965: 321), al que se opone axialmente unapuerta de acceso a la nave en el testero occi-dental. Es posible apreciar, igualmente, queen su interior la nave se compartimenta si-guiendo las pautas exigidas para la celebra-ción cultual según la liturgia

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Figura 5.- Complejo cenobítico. Hipótesis reconstructiva. (Dos columnas)

visigótico–mozárabe o liturgia hispana, tal ycomo postulan los cánones establecidos porla Iglesia visigoda. Así, el canon 18 del IVConcilio de Toledo (633), a la hora de pres-cribir cómo se debe de recibir la comunión,señala que el espacio sagrado de las iglesiasestá compartimentado en tres ámbitos: “Sesuministrará el Sacramento del Cuerpo y

Sangre del Señor observando este orden: que

el obispo y el levita comulguen delante del

altar, el clero en el coro, y el pueblo fuera del

coro”. Una articulación espacial que, segúnGonzález Salinero (2009: 18-19) “obedecía aun principio litúrgico conforme al cual elgrado de sacralidad del escenario cultual dis-minuía en virtud del alejamiento respecto dela zona reservada al altar”.

En primer lugar, nos encontramos con unazona destacada, expresamente asignada aloficiante y su ayudante, el sanctuarium alta-ris en el ábside. Se trata del lugar más im-portante de la iglesia, al estar situado en él elaltar mayor, hacia el que se orienta el culto yque, por tanto, articula todo el espacio inte-rior de la iglesia. En consecuencia, su ubica-ción se solemnizaba (González Salinero,2009: 20), y así aparece en Cidadela, con unnivel de pavimento por encima del suelo de

uso de la nave.

Más difícil es constatar en planta la divisiónde ésta, pero una serie de elementos nos danla clave para poder vislumbrar la comparti-mentación canónica del templo. Por unaparte, se conserva in situ una pavimentaciónde época germánica que cubre el área occi-dental de la nave y colmata el muro perime-tral Este de los principia. Por otra,observamos en el muro Norte de la iglesia lapresencia de un vano a la altura del límite delpavimento, lo que nos está señalando la pre-sencia de una entrada lateral. Ambos elemen-tos parecen indicar la diferenciación litúrgicaentre el chorus reservado al clero –o, en estecaso, al ordo monastico– y el spatium fide-lium reservado a los fieles, aunque no conte-mos con restos arquitectónicos que limitenclaramente sendos espacios.

Como indica el Liber ordinum (XII, col. 43),esta separación entre los diferentes ámbitos(incluido el sanctuarium altaris) se realizaríaoriginariamente mediante el empleo de can-celes o cortinas colgadas de una viga (Rodrí-guez G. de Ceballos, 1965: 315-316;González Salinero, 2009: 19). Sólo en mo-mentos posteriores esta diferenciación se mo-

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numentaliza y petrifica en un iconostasio,como se ha constatado arqueológicamente enla iglesia de El Gatillo de Arriba (Cáceres),en donde una segregación de espacios litúr-gicos que existiría ya en una fase inicial yvendría marcada, al igual que en Cidadela,por la presencia de una puerta en la zona de-lantera del muro Norte, se consolida medianteunos canceles bien avanzado el s. VIII (Ca-ballero Zoreda y Sáez Lara, 2009).

En el ámbito reservado al clero apareció unaúnica tumba de lajas orientada hacia el ábsidey que ha de relacionarse, por tanto, con estehorizonte y que tal vez pertenezca a algúnpersonaje de importancia de la época (funda-dor? abad?).

Pero, como indica Moreno Martín (2009:281-283), los elementos señalados no nospermiten diferenciar una iglesia monástica deotra que no lo es, ni tampoco son concluyen-tes las dimensiones de la nave. Así pues, ba-samos nuestra identificación en la presenciade un buen número de estancias que circun-dan el templo. Es muy probable que algunas,anejas a él, hayan servido para un uso litúr-gico (sacrarium, thesaurum, praeparato-rium…) o como habitaciones para monjesreclusos (Rodríguez G. de Ceballos, 1965:310-313; González Salinero, 2009: 22-23),mientras que otras, formando edificacionesindependientes, parecen relacionarse con fun-ciones propias de la vida en comunidad (dor-mitorios, refectorio, silos de almacenamientoy despensa, enfermería…).

Es muy difícil valorar el impacto que sobreel territorio pudo tener este asentamiento. Sa-bemos que estas comunidades a menudo sedisolvían pasada una generación y pocas deellas perduraron en el tiempo (de lo que tam-bién se quejan los concilios visigodos) (Gon-zález Salinero, 2009:16). Esto parece habersucedido también en Cidadela, ya que nada

nos permite prolongar la cronología del asen-tamiento más allá del siglo VII. No obstante,hemos podido apreciar que existen dos fasesconstructivas de época germánica, por lo quetal vez alcanzase el complejo cierta prosperi-dad y reorganizase de nuevo sus estructuras.No cabe duda de que el área afectada por laocupación germánica es lo suficientementeamplia como para pensar en un asentamientocompletamente autónomo: un núcleo centralconformado por la iglesia y sus anexos, lasedificaciones circundantes y tal vez un espa-cio destinado a huertos a su alrededor (puesse documenta una capa con mucha materiaorgánica que rellena el antiguo interuallum).No creemos, sin embargo, que el entorno delyacimiento quedase despoblado durante lossiglos que siguieron al fin del Imperio. Laconservación de los topónimos romanos es unindicio de que en la región continuó exis-tiendo una población rural. Asimismo, pue-den encontrarse en la zona algunostopónimos de época germánica (Guitizá, Ses-monde, Guitiriz…) que nos hablan inequívo-camente de una reorganización del espacio enun momento indeterminado de los siglos V-VII, momento en que también se constata porvez primera la organización territorial ecle-siástica de Galicia a través del llamado Pa-rrochiale Suevum (finales del s. VI).

Desconocemos lo sucedido en la región du-rante el siglo VIII, pero cuando volvamos atener datos sobre su ocupación en los últimosaños del siglo IX, ésta se realizará en base anuevos criterios organizativos. El testimoniomás antiguo que tenemos es de un nuevo tem-plo, la Ecclesie Sancte Marie Cidadelie deCurtis, donada hacia 995 por Pedro de Me-zonzo (obispo de Iria–Compostela) al mo-nasterio de Santa Eulalia de Curtis durante surestauración tras una devastadora invasiónnormanda (Loscertales, 1976: Vol. I, Doc.137).

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Esta iglesia del siglo IX, perdida tras su sus-titución por un nuevo templo románico de fi-nales del s. XII (Castillo, 1925), se erigió aapenas 100 metros al sur de la antigua iglesiacenobítica (Fig. 2, Iglesia B). Se encuentra,por tanto, fuera del recinto campamental an-tiguo y en frente a una de sus puertas princi-pales. En esta ocasión no nos encontramoscon ningún tipo de estructura anexa y sus mo-destas dimensiones nos indican que se tratade una iglesia rural.

En un momento en que se produce la inte-gración de Galicia en la monarquía astur, lafundación de este tipo de iglesias viene a ra-tificar la extensión de un nuevo modelo de or-ganización territorial, “con un mayor y másprofundo encuadramiento de las comunida-

des dentro de la organización eclesiástica,

mediante el cual la iglesia se convertirá de-

finitivamente en un elemento clave de la or-

ganización comunitaria” (Sánchez Pardo,2010: 157-8). De este modo, Santa María deCidadela encuadra social, espacial y eclesiás-ticamente a la población de un espacio carac-terizado por la dispersión del hábitat, a la vezque a su alrededor crecerá un nuevo núcleopoblacional sobre el que recaerá la capitali-dad parroquial. Esta comunidad perdurará du-rante toda la Edad Media, como podemosapreciar a través de la documentación del ve-cino monasterio de Sobrado dos Monxes,contra el que los homines de Cidadella liti-gan por unas heredades en el Monte de Araen 1355 (Loscertales, 1976: Vol. 1, Doc. 220).

Es difícil saber qué ocurrió sobre el antiguofuerte romano en el periodo altomedieval. Sinembargo existen algunas estructuras encua-drables en este período, ya que se erigensobre el derrumbe de época germánica peroreaprovechan parcialmente muros romanos ygermánicos. Es muy difícil comprender porel momento forma y función de estas altera-ciones. Aunque una tumba infantil de lajas

parece indicar el empleo del área del antiguocenobio como camposanto, la reutilización deun sarcófago pétreo como parte de una es-tructura altomedieval podría estar indicándo-nos que la fase de reforma tiene una finalidadbien diferente. Sea como fuere, después deeste momento, el recinto campamental novolverá a contar con fase de ocupación al-guna, reservándose sus tierras para el cultivoo el pasto.

BIBLIOGRAFÍABALSA DE LA VEGA, R. (1909): Enigmaarqueológico, Boletín de la Real AcademiaGallega, III, 27-31.

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