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DOS SIGLOS DE INVESTIGACION SOBRE EL PENTATEUCO

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PENTATEUCO

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DOS SIGLOS DE INVESTIGACIÓN SOBRE EL PENTATEUCO.

LOS COMIENZOS DE LA INVESTIGACIÓN CRITICAN.

La idea tradicional, tanto en el judaísmo como en el cristianismo, es que Moisés es el autor del pentateuco. En distintos sitios del mismo se dice que Moisés escribió ciertas cosas, incluidas las leyes y el voto de extirpar a los amalecitas, pero nunca se dice que el autor del pentateuco sea Moisés o cualquier otro.

Ya que en el pentateuco aparecen con frecuencia expresiones como el libro de la ley de Moisés, es comprensible que se le atribuyesen a Moisés las leyes y, ocasionalmente, los relatos en los que las leyes están insertas.

La estrecha relación entre Moisés y la ley, atestiguada por primera vez de forma clara y firme en el Deuteronomio y que se volverá lugar común durante la época del segundo templo, ayuda a explicar que se le atribuyese todo el libro.

Hoy día al lector crítico le parece claro que la tesis de la autoría mosaica no podría sobrevivir a una lectura superficial del pentateuco, pero no siempre ocurrió así. Cuando, en el siglo XII, el docto español Abraham Ibn Ezra, en su comentario el Deuteronomio, decidió expresar sus recelos, se vio obligado a hacerlo en una especie de código: al otro lado del Jordán… si entiendes el misterio de los doce… Moisés escribió esta ley… los cananeos Vivian entonces en el país… se revelara en la montaña de Dios… su lecho de hierro puede contemplarse… conocerás la verdad.

DEL SIGLO XIX DESDE DE WETTE A WELLHAUSEN.

La situación a comienzos de siglo XIX era, pues, que prácticamente todos los estudiosos del antiguo testamento fuera de los círculos eclesiásticos rechazaban la idea de que Moisés escribió todo el pentateuco. La solución más conservadora era asumir que Moisés hizo uso de fuentes para remontar su relato hasta la creación.

De Wette demostró convincentemente que los libros de las crónicas ofrecen una imagen totalmente distinta de la religión de Israel durante la monarquía que la ofrece Samuel-Reyes. En concreto, admiten que todo sistema legal que rige las cuestiones cultuales (sacrificios, sacerdotes, levitas, etc.) había sido establecido por Moisés y estaba establecido en vigor desde los comienzos de la monarquía, momento en que comienza la historia en crónicas.

De Wette concluyo que las instituciones religiosas tal como se describen en crónicas, deben ser una proyección de la situación vigente en el momento de redactar esta obra, a finales del periodo persa o comienzos del helenístico. De Wette defendió, además que las tradiciones narrativas más antiguas del pentateuco aunque el gran valor religioso para el lector que sintoniza con su llamada, no pueden ser usadas como fuentes históricas. Representan, más bien la visión mítica que Israel tiene de sus orígenes, puesto en el mundo y su destino.

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De Wette concluyo que, en su forma final el Deuteronomio era el bloque literario más reciente del pentateuco. Redondeo esta imagen postulando un antiguo estrato analístico y otro posterior teocrático, ambos pre deuteronómicos, que fueron luego unidos y ampliados por una fuente profética. Corresponden aproximadamente a las siglas J, P y E de la hipótesis documentaria clásica, aunque ordenadas de manera distinta.

Ewald, profesor de la universidad de Gotinga hasta que lo dimitieron en 1867 por negarse a prestar el juramento de lealtad prusiano, defendió que en un documento Elohista, que también contenía las leyes Ex 20, 23, fue completado con fragmentos de fuente Yahvista por un editor que vivía en los últimos tiempos de la monarquía judía. El primer producto final fue un relato que abarcaba los primeros seis libros de la biblia, que Ewald llamo “el gran libro de los orígenes”.

Observamos por ejemplo, como Herder y De Wette, entre otros, aplicaron ideas del primitivismo cultural, predominantes en el movimiento romántico de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, a la religión del antiguo Israel tal como aparecía en las fuentes que se consideraban procedentes de aquel tiempo. Incluso Wellhausen, que escribía a finales del siglo XIX, compartía esta visión romántica de la antigua religión israelita y lamentaba el proceso de denaturierung que acabo con ella.

JULIUS WELLHAUSEN

La premisa básica de la reconstrucción histórica de Wellhausen fue que la ley mosaica no había que situarla en los comienzos de Israel, sino en los del judaísmo. Las conclusiones principales podemos resumirlas del modo siguiente. Las fuentes más antiguas, J, E, no siempre claramente distinguibles a partir de los respectivos nombres divinos, fueron combinadas en un relato coherente por un editor Yahvista. Una fuente distinta, a la que Wellhausen asigno la sigla Q (por quattour, cuatro, en referencia a las cuatro alianzas que Wellhausen pretendía encontrar en el relato desde la creación hasta el Sinaí), proporciono la estructura cronológica básica para el material sacerdotal que fue insertado en ella. En su forma final, este material P incluía la ley ritual contenida en la llamada ley de santidad, que a su vez, dependía de Ezequiel por consiguiente, P constituye el ultimo estadio en la historia de la edición del pentateuco o Hexateuco, prescindiendo de algunos retoques muy tardíos en estilo Deuteronomista.

HASTA EL FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

La hipótesis documentaria de las cuatro fuentes, en la forma propuesta por Wellhausen, se afirmó prontamente como la ortodoxia crítica y fue reproducida, con considerables variantes, en gran número de introducciones al antiguo testamento y de monografías. El carácter conservador de la mayoría de los eclesiásticos en el mundo de habla inglesa aseguraba a los defensores de nuevas ideas una acogida bastante poco calurosa. Así, por ejemplo, John William Colenso, obispo de Natal y autor de un detallado análisis del pentateuco que incorporaba las últimas investigaciones alemanas fue depuesto del episcopado en 1869.

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Dada su visión negativa del judaísmo, que parece inseparable de él, el estudio histórico crítico del pentateuco consiguió pocos adeptos judíos del siglo XIX. Yehezhel Kaufmann y sus seguidores atacaron la datación de las fuentes, en especial de P, aunque sin poner en discusión los métodos básicos usados por los históricos críticos.

Solo en el periodo después de la segunda guerra mundial con la aparición de la ciencia bíblica judía en los Estados Unidos y en Israel, encontramos una autentica convergencia entre autores cristianos y judíos a propósito del pentateuco y de la biblia hebrea en general. La situación no mejoro con la violenta reacción conservadora frente al movimiento modernista durante el pontificado de Pio X, en la primera década del siglo XX, reacción que se dirigía también contra la ciencia bíblica en general. Un decreto de la comisión bíblica en 1906 reafirmo la autoría mosaica del pentateuco, aunque reconoce que Moisés pudo usar fuentes y no necesito escribirlo todo de propia mano.

Siguiendo la orientación del folclorista danés Axel Olrik, Gunkel definió el material narrativo del génesis como saga. El uso de este término ha dado origen a mucha discusión y confusión ya que, estrictamente hablando, en ingles se refiere a los relatos medievales islandeses en prosa, que pueden o no incorporar tradiciones orales.

Von Rad propuso comenzar por el resultado final del Hexateuco, que considera como la versión tremendamente ampliada de un credo originalmente muy breve y sencillo. La forma más clara y prístina de este credo histórico se encuentra en Deuteronomio la formula litúrgica pronunciada por el campesino israelita cuando ofrece las primicias del santuario. Von Rad no fue el primero en proponer un origen cultual para las tradiciones del antiguo Israel. Unos años antes el biblista noruego Sigmund Mowinckel había defendido que el decálogo nació como parte de una gran fiesta de año nuevo, en el periodo anterior a la monarquía, y otro exegeta escandinavo , Johannes Pedersen, interpreto Éxodo 1, 15 como resultado de un recital cultual de la pascua.

EVOLUCIÓN RECIENTE LA HIPÓTESIS DOCUMENTARIA EN CRISIS.

Muchos de los exegetas cuyas obras hemos venido comentando seguían activos varios años después del fin de la segunda guerra mundial, cuando la actividad científica volvió a la normalidad. Un problema aquí que todavía debemos platearnos es si el método de la historia de las tradiciones, encabezado por Hermann Gunkel, es conciliable a la práctica con la hipótesis de distintos documentos.

Hay también otros problemas en relación con la datación de las fuentes. En un importante sector intelectual de habla inglesa, sobre todo en estados unidos, parece darse una correlación entre mentalidad teológicamente conservadora y predilección por la datación antigua. Esta tendencia se observa sobre todo en la escuela de Albrigth, ahora en su tercera e incluso cuarta generación. El mismo W. F. Albrigth mantuvo que el pentateuco estaba prácticamente terminado hacia 522 a.C. lo más tarde.

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David Noel Freedman, que estudio con Albrigth, opto más cautamente por el siglo V o quizá el VI; la última etapa fue la separación del relato hasta la muerte de Moisés de la narración de la época posterior. Freedman se inclina a aceptar la opinión tradicional, defendida también por Wellhausen, de que le pentateuco alcanzo su estatus canónico como resultado de la actividad de Esdras.

Las teorías de Winnett fueron desarrolladas por Norman E. Wagner, uno de sus discípulos, que también rechazo la idea, fundamental para la teoría clásica, de que los sucesivos bloques narrativos del pentateuco habían sido ensamblados en un relato continuo desde los tiempos antiguos. Lo que propuso fue una división vertical, no horizontal del material narrativo.

También Sandmell lleva razón sin duda, al suponer que en la biblia hay procedimientos literarios análogos a los de midrás, pero, como ha indicado Whybray, no se puede comprar la biblia hebrea, tomada en conjunto con un comentario de ella, y los procedimientos hágadicos no pueden explicar por si solos la planificada estructura de roda la narración del pentateuco.

La principal idea de Rendtorff, similar a un punto propuesto por Wagner, es que las unidades mayores, o bloques constitutivos, del relato del pentateuco alcanzaron su forma actual independientemente unas de otras, y que solo fueron combinadas por los editores en fecha tardía; por consiguiente no hay fuentes narrativas continuas antes del exilio correspondientes a las J y E de los documentalistas. Igualmente la historia de Moisés y del éxodo no presupone las historias de los patriarcas, y lo mismo puede decirse de los restantes bloques narrativos.

ALGUNAS CONCLUSIONES PROVISIONALES.

Aunque todavía es muy pronto para saber qué impacto tendrán a la larga estos estudios de las dos últimas décadas, al menos han creado una situación en la que la hipótesis documentaria, en la forma propuesta por Wellhausen, no se puede considerar segura. Puede ser útil resumir las principales áreas de incertidumbre en lo que no es más que un informe provisional.

1. Ya no hay consenso sobre la existencia de fuentes narrativas continuas identificables, que abarcan todo el pentateuco y anteriores al exilio.

2. La crítica del modelo estándar se ha centrado sobre todo en la fuente J, y es difícil ver como la hipótesis podrá sobrevivir tras su desplazamiento a una fecha muy posterior y, a fortiori cuando se la elimina por completo.

3. La tendencia a la datación tardía, muy clara en los autores recientes, no carece de problemas. En gran medida debe basarse en una argumentum e silentio o, como dice Whybray, es el principio de lo que no se sabe con certeza que es antiguo tiene que ser reciente, también obligan a quienes niegan la existencia de fuentes antiguas a rellenar el vacío creado en el periodo pre-exilico por su desplazamiento en otras palabras, tienen que ofrecer una visión alternativa del desarrollo de la tradición en forma oral o escrita e en ambas.

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4. El Deuteronomio es cosa aparte, naturalmente, pero algunos de los autores citados han perseguido las huellas de una edición D en los cuatro primeros libros.

5. Durante los dos últimos siglos se ha concedido poca atención la material que llega legal, a pesar de su gran extensión e importancia. Hasta ahora hemos estado tratando el método histórico crítico, sin embargo en los últimos años el mismo método ha sido atacado por los críticos literarios, aplicando su experiencia a la lectura de la biblia hebrea.

La aparición de la nueva critica, capitaneada por I. A. Richards, William Empson y otros, e los años veinte y treinta significo una ruptura decisiva con el enfoque histórico, filológico y referencial de la literatura, dominante durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX. La nueva critica trabajo con la idea de que el texto es un sistema cerrado, y como tal debe ser interpretado, al margen de los datos históricos o de otro tipo a los que se refiere, o de las circunstancias de su producción y recepción. En otras palabras el texto tiene vida propia, independientemente de sus orígenes e incluso de la intención de su autor, suponiendo que pueda ser conocida.

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Bibliografía.

JOSEPH BLENKINSOPP. El pentateuco: introducción a los cinco primeros libros de la biblia, traducción José Luis Sicre, Verbo Divino, Estella, Navarra 1999, 11-48 pp.

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SEMINARIO DIOCESANO DE MEXICALI

Facultad de Teología

“RESUMEN LIBRO: EL PENTATEUCO”

PENTATEUCO

JOSÉ FRANCISCO MILLÁN RUELAS

PBRO. LIC. IGNACIO PARRA NUÑEZ

Mexicali B.C., 06 de septiembre de 2012