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E l ascenso de grupos con propuestas extremas en materia de inmigra- ción e identidad, clasificables bajo la etiqueta común de Nueva Dere- cha Europea, es uno de los fenómenos más preocupantes de la política europea contemporánea. La NDE acepta formalmente la democracia parla- mentaria y sus usos –a diferencia del fascismo clásico-, y juega un relevante papel desarrollando políticas como parte de coaliciones gubernamentales o influyendo y determinando el debate público. Su perspectiva histórica, al mar- gen de elementos coyunturales, como la actual crisis económica, se mide en décadas, siendo su actual éxito la culminación de un largo proceso de respetabilización. Europa para los Europeos Cuando el indigenismo deja de ser exótico LUIS GONZÁLEZ VAYÁ // Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas Europa Identidad Nueva derecha radical Ecléctica, Revista de estudios culturales | 2013 |núm. 2 | ISSN 2254-0113 | 50- 62 | Fecha de recepción: 26/05/2012 Fecha de aceptación: 01/08/2012 Europe Identity New Radical Right The rise of far-right groups centered on immigration and identity politics, classifiable under the umbrella term “New European Right”, is one of the major features of contem- porary European politics. They accept, at least formally, parliamentary democracy–a clear break from classical fascism-, and play a relevant role either as part of coalition governments, and therefore directly shaping public policy, or by their influence on the public debate and agenda. Their current success should be understood from a histori- cal perspective, as the culmination of a long process in search of respectability, rather than a temporary side-effect of the current conjuncture, marked by economic crisis.

Europa para los Europeos - dialnet.unirioja.es · a la directriz marcada a la vida social por el grupo básico dominante, consenso que surge, histórica-mente, del prestigio”

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El ascenso de grupos con propuestas extremas en materia de inmigra-ción e identidad, clasifi cables bajo la etiqueta común de Nueva Dere-cha Europea, es uno de los fenómenos más preocupantes de la política

europea contemporánea. La NDE acepta formalmente la democracia parla-mentaria y sus usos –a diferencia del fascismo clásico-, y juega un relevante papel desarrollando políticas como parte de coaliciones gubernamentales o infl uyendo y determinando el debate público. Su perspectiva histórica, al mar-gen de elementos coyunturales, como la actual crisis económica, se mide en décadas, siendo su actual éxito la culminación de un largo proceso de respetabilización.

Europa para los Europeos

Cuando el indigenismo deja de ser exótico

LUIS GONZÁLEZ VAYÁ //

Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas

EuropaIdentidad

Nueva derecha radical

Ecléctica, Revista de estudios culturales | 2013 |núm. 2 | ISSN 2254-0113 | 50- 62 |

Fecha de recepción: 26/05/2012 Fecha de aceptación: 01/08/2012

EuropeIdentity

New Radical Right

The rise of far-right groups centered on immigration and identity politics, classifi able under the umbrella term “New European Right”, is one of the major features of contem-porary European politics. They accept, at least formally, parliamentary democracy–a clear break from classical fascism-, and play a relevant role either as part of coalition governments, and therefore directly shaping public policy, or by their infl uence on the public debate and agenda. Their current success should be understood from a histori-cal perspective, as the culmination of a long process in search of respectability, rather than a temporary side-effect of the current conjuncture, marked by economic crisis.

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1 KITSCHELT, H.: The contemporary radical right in Western Europe: a comparative analysis. Univer-sity of Michigan Press, 1997.

2 Ibid., p., 3.

3 JUDT, T.: Postwar: a history of Europe since 1945. LoNDEes, Pimlico, 2007. p. 559.

4 KITSCHELT: The contemporary… p., 19.

5 GRAMSCI, A.: La formación de los intelectuales. Barcelona, Grijalbo, 1974, p. 30. Gramsci defi ne la hegemonía como: “el consenso “espontáneo” otorgado por las grandes masas de la población a la directriz marcada a la vida social por el grupo básico dominante, consenso que surge, histórica-mente, del prestigio”.

4 MAYER, N.; SINEAU, M.: «France, the National

INTRODUCCIÓN

En mayo de 2012, 21 diputados del par-tido ultraderechista Aurora Dorada en-traron por primera vez en el Parlamento griego, acaparando todas las portadas y un 7% de los votos. Cinco años de rece-sión sin fi nal a la vista pueden disculpar ligeramente la decisión de los votantes; sin embargo, un vistazo al panorama europeo puede traernos una incómoda sorpre-sa: la extrema derecha es tendencia en prácticamente todo el continente. Y no es un fenómeno nuevo: la crisis económica puede haber dado impulso a los partidos ultraderechistas, pero su éxito la precede.

Pero, ¿qué ultraderecha? Tal vez no sean tan obvios como los cabezas rapadas griegos, con sus fuerzas de choque ca-llejeras, sus cocinas asistenciales exclu-sivas para ciudadanos y demás parafer-nalia asociada a los fascismos clásicos; con todo, grupos como el Front National francés, la Lega Nord italiana, el Vlaams Belang belga, o líderes como los difuntos Jörg Haider y Pim Fortuyn han roto un tabú implícito, nacido de la experiencia de entreguerras, devolviendo a la extrema derecha al arco de lo políticamente respe-table. Este artículo se centrará en la LN.

Por qué el auge de la extrema derecha en Europa es una cuestión relevante no requiere de mucha explicación: marca el fi n de un ciclo de exclusión política, y constituye probablemente el mayor reto

político que enfrentan en estos momentos las sociedades abiertas. No hablamos de fuerzas excéntricas y minoritarias, sino de partidos institucionalizados con una pre-sencia nada desdeñable en el ecosistema político de sus respectivos Estados. No hay que dejarse llevar por la histeria: en prácticamente ningún país europeo son la fuerza política hegemónica. Pero a estas alturas tampoco cabe la contemporiza-ción o la complacencia: su arraigo elec-toral se mide ya en décadas; conforman decisivamente el debate político en varios países, y a menudo marcan la agenda pú-blica en materias de su elección –espe-cialmente en política migratoria. Ignorarlos ya no es una opción.

RECORRIDO HISTÓRICO

Bajo el nombre “Nueva Derecha Euro-pea” o “Nueva Derecha Radical” (NDR)1

se agrupa corrientemente a una serie de partidos de nuevo cuño que, surgiendo a caballo de las décadas de 1970 y 1980, se afi anzan electoralmente durante la dé-cada de los 90 hasta hoy. Algunos nom-bres ya se han mencionado, otros no: el Front National francés; la Lega Nord, Azio-ne Soziale y Alleanza Nazionale en Italia; Vlaams Belaang y Front National en las partes fl amenca y valona de Bélgica, res-pectivamente; Partij voor de Vriijheid en Países Bajos, Freiheitliche Partei Österrei-chs y Bündnis Zukunft Österreich en Aus-tria, Schweizerische Volkspartei en Suiza, Dansk Folkeparti en Dinamarca, Sverige-demokraterna en Suecia… la lista es lar-

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ga, y se limita a los que han tenido repre-sentación parlamentaria a nivel nacional. Existen grupos de menor importancia en prácticamente todos los países europeos: British National Party en Reino Unido, Na-tionaldemokratische Partei en Alemania, España 2000 en nuestro país…

Estos partidos se distancian claramente del fascismo clásico tanto en sus orígenes como en su electorado y sus demandas sustantivas2; más adelante profundizare-mos en las diferencias y puntos en común que guardan con el precedente histórico que supone la experiencia de entregue-rras, pero de momento basta con señalar que estos partidos responden a un nuevo escenario surgido de la quiebra del llama-do “momento socialdemócrata”3 que ha-bía regido la posguerra Europea hasta la década de 1970. Cuando este consenso entra en crisis, los cleavages dominan-tes en el discurso político de Europa oc-cidental empiezan a mutar, apareciendo dos muy destacables: “la revuelta contra mayores impuestos […] y el rechazo de inmigrantes de cultura, nacionalidades o etnias no occidentales”4.

La crisis es económica y social –globali-zación, desindustrialización, deslocaliza-ción –, pero también política. Los partidos tradicionales se muestran incapaces de ofrecer una solución con las fórmulas ha-bituales; los fundamentos del Estado de Bienestar empiezan a cuestionarse por la llamada revolución conservadora, con Margaret Thatcher como referencia. Las diferencias entre la NDE y la revolución

conservadora son, para algunos autores, meramente de grado, y para otros, sus-tanciales.

El fermento intelectual de la NDE se en-cuentra en la Nouvelle Droite francesa, especialmente en la obra de Alain de Be-noist. En 1968, funda el think tank GRECE (Groupement de Recherche et d’Études pour la Civilisation Européene); su presti-gio aumenta cuando en 1978 gana el pre-mio de ensayo de la Academia francesa con Vu de droite.

El ideario de Benoist está bebe de auto-res conservadores de entreguerras como Ernst Jünger, Julius Evola o Jean Thiriart, pero también de pensadores de izquier-da –Baudrillard, Debray-, y especialmente de Antonio Gramsci, cuyo concepto de hegemonía5 hace suyo; Benoist aspira a la hegemonía en el ámbito cultural o, en sus palabras, la metapolítica. Su infl uen-cia sobre las políticas de los partidos de la NDE debe tomarse con matices en una era “postideológica” que tiene poco tiem-po para los manifi estos de los intelectua-les. Sin embargo, su arsenal conceptual ha sido ávidamente apropiado por la NDE, e incluso por la derecha tradicional, como ejemplifi ca el Club de l’Horloge francés, think tank autoproclamado liberal-nacio-nalista formado por disidentes del GRECE que abogan por la unión del Front Natio-nal y la derecha moderada en un bloque electoral6.

El concepto central del pensamiento de Benoist es el derecho a la diferencia, que presupone la existencia de grupos homo-

Front», en AMSBERGER, H.; HALBMAYR, B. (eds.): Rechtsextreme Parteien. Leverkusen, Leske & Budrich, 2002, p. 45.

5 PEUNOVA, M.: «European NR and Panarin’s new Eurasianism», en MAMMONE, A.; GO-DIN, E.; JENKINS, B. (ed.): Mapping the extre-me right in contemporary Europe: from local to transnational. LoNDEes, Routledge, 2012, p. 306.

“El FN aboga por políticas

proteccionistas, reindustria-

lizadoras y de soberanía mo-

netaria”

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géneos anclados en una tradición com-partida, comunidades orgánicas que no deben mezclarse y se ven amenazadas por una triple amenaza globalista, liberal e igualitarista. Es un pensamiento pesimista con la modernidad, imbuido de misticis-mo nietzscheano y llamadas a re-encan-tar el mundo7 mediante esta preservación del etnopluralismo, lo que el pensador André Taguieff ha defi nido como el nuevo racismo cultural8.

¿CÓMO ABORDAR EL FENÓMENO?

Sobre la naturaleza de este tipo de par-tidos suelen avanzarse cuatro hipótesis9:

• Son la manifestación contemporánea de la ideología fascista o nacionalso-cialista.

• Son la expresión de un cambio en los ejes del debate político en la era post-industrial, que se articula en torno a dos polos ideales: una Nueva Izquier-da basada en la redistribución y las li-bertades civiles, y una Nueva Derecha basada en la libertad de mercado y un autoritarismo paternalista en la toma de decisiones en el ámbito político, familiar o empresarial.

• Son partidos populistas; la respuesta popular y de derechas a la creciente distancia percibida entre la masa de la población y una elite político-corpo-rativa que atiende únicamente a sus propios intereses.

• Son single-issue parties (partidos de tema único), centrados en la inmigra-ción y opuestos al multiculturalismo.

Analicemos algo más en detalle cada una de estas hipótesis.

¿FASCISMO?

Concebir el fascismo como una ideología defi nida es más problemático de lo que parece, puesto que se da un proceso inverso al del liberalismo o el marxismo: empieza como praxis, y sólo una vez ins-titucionalizado se dota de un corpus con-ceptual canónico10. En consecuencia, la teorización sobre el fenómeno ha pecado a menudo de indefi nición o de interpreta-ciones sesgadas políticamente: la afi rma-ción de Stalin de que “la socialdemocra-cia es el ala moderada del fascismo”11 es sólo uno de los ejemplos más absurdos.

Sin embargo, a partir de textos post-fac-tum como La dottrina del fascismo (1932), atribuido a Mussolini pero probablemente obra del fi lósofo Giovanni Gentile, es po-sible extraer una serie de características comunes a los regímenes fascistas:

• Nacionalismo: el rasgo esencial del fascismo12 se tradujo históricamen-te en irredentismo y hostilidad a las minorías. La NDE, salvo en el caso húngaro, no es irredentista, pero comparte decididamente posturas homogeneizadoras. Deben advertir-se, sin embargo, cambios estéticos

6 Ibid.

7 KITSCHELT, H.: The contemporary… p. 1.

8 JUDT, T.: Pensar el siglo XX. Madrid, Editorial Taurus, 2012, pp. 159 y ss. La cita es reveladora: “Cuando hablamos de los marxistas podríamos comenzar por conceptos. Los fascistas en reali-dad no tienen conceptos. Tienen actitudes. Tienen distintas respuestas a la guerra, la depresión y el

atraso. Pero no empiezan por un conjunto de ideas que luego apliquen al mundo.”

9 TROTSKY, L.: El Fascismo. Buenos Aires, Edi-ciones CEPE, 1973, p. 56.

10 MUSSOLINI, B., GENTILE, G: La dottrina del fascismo. Roma, 1932, en: litgloss.buffalo.edu/mussolini/text.shtml: “El hombre del fascismo es un individuo que es nación y patria”.

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(singularmente la minoría de elección) y de fondo (exterminio versus expul-sión).

• Anticomunismo y antiliberalismo: fas-cismo y NDE comparten enemigos. Pero en el mundo post-soviético la “amenaza comunista” no suscita ex-cesivos temores; además, su discur-so populista pretendidamente anti-político está lejos de la crítica radical al liberalismo político que representó el fascismo clásico, tanto a nivel ideo-lógico –la creencia mussoliniana en “la desigualdad irremediable, fecunda y benéfi ca de los hombres”13 – como institucional. La NDE acepta formal-mente la democracia parlamentaria, sin partido único ni instituciones cor-porativistas (sindicato vertical, Came-ra dei Fasci, etc).

• Culto a la violencia: el fascismo clá-sico “concibe la vida como lucha”14 y practica el militarismo y la violencia política. La NDE hace guiños discursi-vos a políticas de fuerza, pero no crea fasci di combattimento ni SA. Practica una violencia principalmente “verbal y simbólica”15. Es el caso de los volunta-rios verdes de la LN, que llevan a cabo happenings perfectamente coreogra-fi ados y mediatizados (hacer orinar a cerdos en las obras de una mezqui-ta, rociar con perfume a un grupo de prostitutas nigerianas16).

• Estado y poder: el Estado fascista es un fi n en sí mismo y subordina todas las esferas de la vida (“todo en el Esta-do, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”). Para la NDE es un instru-mento: se exige un Estado fuerte en materias de “ley y orden”, pero débil en otras (políticas sociales, derechos de los trabajadores).

• Política económica: la interpretación

marxista clásica sostiene que “el fas-cismo constituye una forma de Estado y una forma de régimen límite del Es-tado capitalista”17; una interpretación discutible y no demasiado ilumina-dora. El fascismo no cuenta con una teoría económica enteramente propia, pero sí con una práctica reconocible caracterizada por el intervencionismo, el corporativismo y el nacionalismo (autarquía)18. Más que una tercera vía, la economía fascista supuso una curiosa e incoherente mezcla de pla-nifi cación soviética, sensibilidad so-cialdemócrata y fundamentos (muy alterados) de un sistema de mercado (propiedad privada y sistema de pre-cios)19.

La NDE, al igual que el fascismo, carece de una teoría omnicomprensiva que opo-ner al consenso liberal; las propuestas de cada partido difi eren marcadamente. El FN aboga por políticas proteccionistas, “reindustrializadoras” y de soberanía mo-netaria20; en Holanda o Austria, la NDE defi ende posturas abiertamente liberales; la LN, mixtas (proteccionismo y bajos im-puestos). Es difícil, por lo tanto, equiparar NDE y fascismo, aunque compartan cier-tas características.

NUESTRO ENFOQUE

La NDE tiene tres características bási-cas21: postula un antiigualitarismo más o menos explícito, defi ende posturas popu-

11 Ibid.

12 Ibid.

13 AVANZA, M.: «The Northern League and its “innocuous” xenophobia», en MAMMONE, A. y VELTRI, G. (eds.): Italy today: the sick man of Europe. LoNDEes, Routledge, 2010, p. 132.

14 Ibid.

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15 POULANTZAS, N.: Fascismo y dictadura. Ma-drid, Siglo XXI Editores, 1973, p. 57.

16 JUDT, T.: Pensar el… pp. 168 y ss.

17 MACK SMITH, D.: Modern Italy: a political his-tory. New Haven/LoNDEes, Yale University Press, 1997, pp. 337 y siguientes. KITSCHELT, H.: The contemporary…, p. 30: “In contrast to Marxian socialism, which was primarily concerned with

property rights, fascist anti-capitalism left private property rights alone but attacked the primordial governance structure of the capitalist system: the competitive marketplace and its behavioural corre-lates, individual self-reliance and the tolerance for a diversity of personal tastes and opinions”.

18 Puede consultarse su programa electoral en www.frontnational.com/le-projet-de-marine-le-

listas y, especialmente, sostiene versiones extremas del nacionalismo correspon-diente. El antiigualitarismo adopta una forma cultural, de defensa de una cultura nacional normativa, pero también social, haciendo hincapié en diversas nociones de jerarquía. El populismo debe entender-se como una actitud de desafío al establis-hment, de defensa del “hombre común” frente a “políticos y burócratas”; una pre-tensión de apoliticismo que explica parte de su atractivo como voto protesta, y que a menudo persiste incluso en posiciones de gobierno. El nacionalismo no necesita de mayor explicación: en prácticamente todos los casos se trata de un etnonacio-nalismo soterrado por la proliferación de leyes antidiscriminatorias a varios niveles que han obligado a moderar el discurso y plantearlo en términos culturales.

Asimismo, comparte con un tipo de par-tido coetáneo (los Verdes) unos valores post-materiales (ecologistas unos, identi-tarios los otros) y tendencia a ser single-issue parties, centrados en la cuestión migratoria.

Por motivos de espacio, limitaremos nuestro estudio al caso italiano, que por su relevancia puede considerarse para-digmático, y al papel de la LN, un partido pionero en el proceso de normalización política de la NDE, un infl uyente actor en la escena italiana, que ha formado gobierno en numerosas ocasiones.

LA LN Y LA NDR ITALIANA

La andadura de la LN comienza a fi na-les de los 70 con la fundación de la Lega Veneta22, un partido anti-establishment centrado en la defensa de la especifi cidad cultural regional (el dialecto véneto) y en el cleavage centro-periferia, oponiéndose al modelo de Estado italiano, percibido como excesivamente centralista. Irónica-mente, es una tímida descentralización, prevista en la Constitución de 1948 pero postergada durante 30 años, la que per-mite el éxito del movimiento leghista23, que se concentra en las regiones del Nor-te de Italia. La transformación de las leg-he en representantes de la NDE se inicia en 1982, cuando Umberto Bossi funda la Lega Autonomista Lombarda, poste-riormente Lega Lombarda, en torno a la que se irían aglutinando las demás leghe. Bossi proporciona el liderazgo carismá-tico característico de la NDE, y acuña el concepto de Padania: la patria mítica de raíces celtas, el Nosotros normativo frente al Otro amenazador (los terroni del Sur y los nuevos inmigrantes).

Bajo Bossi, la LN se orienta hacia pos-turas progresivamente xenófobas, ha-ciendo de la inmigración un tema estre-lla, alternando declaraciones incendiarias con alusiones al universo conceptual de la Nouvelle Droite para protegerse de las acusaciones de racismo, patente en su defi nición del “verdadero racismo”: “la ac-ción y las ideas destructivas impuestas

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Figura 1: Europa, Roberto Cantos. >

-pen/. La sección “Redressement économi-que et social” esboza la propuesta económi-ca del partido.

19 MAMMONE, A.; GODIN, E.; JENKINS, B. (ed.): Mapping the extreme right… p. 5.

por la globalización, que trata de construir una Aldea Global anglófona y totalitaria a través de la promoción de una subcultura liberal planetaria, basada en la ruina de los pueblos”24.

Como ha señalado Herbert Kitschelt, la cuestión de “si un partido de NDE apa-rece depende de la estructura de oportu-nidades dada por la competición política. Sólo si los votantes están sufi cientemente desencantados con los partidos mode-radamente conservadores o izquierdistas ya existentes se canalizará la reserva de potenciales votantes de derecha autorita-ria hacia una nueva fuerza política de este signo”25. Esta ventana de oportunidades se abre en Italia en 1992, con la caída de la Primera República, causada por el escán-dalo Tangentopoli, una red de corrupción sistemática implicando a prácticamente todos los grandes partidos, incluyendo la Democrazia Cristiana y el Partito Socia-lista Italiano26. La LN aprovecha el vacío de poder y obtiene el 8,7% de los votos a escala nacional (55 escaños).

No es el único partido de NDE benefi cia-do. La Alleanza Nazionale (AN) de Gian-franco Fini obtiene resultados excelentes en el Sur, enviando de manera elocuen-temente simbólica a Alessandra Musso-lini, nieta del Duce, al Parlamento27. AN, anteriormente Movimento Soziale Italiano (MSI), había sido un partido abiertamen-te fascista fundado en la inmediata pos-guerra. Caso único en toda Europa, contó ininterrumpidamente con una presencia reducida pero estable en el Parlamento desde 1946, a pesar de seguir estilan-do camisas negras y saludos romanos. En 1970, siguiendo el modelo del com-promesso storico del PCI, inicia un viraje hacia posiciones más moderadas, bus-cando romper el cordón sanitario (PCI y MSI combinados lograban rutinariamente entre el 30% y 40% de los votos28, pero

estaban de facto excluidos de cualquier posibilidad real de formar gobierno).

En 1992, AN y la LN tienen la llave de la gobernabilidad. Divergen sobre el modelo de Estado, convergen en su retórica xe-nófoba. En 1994, entran a formar parte de la coalición gobernante liderada por Forza Italia, de Silvio Berlusconi. Por primera vez desde 1945, la extrema derecha forma gobierno en la Europa democrática.

Esta primera aproximación entre la de-recha conservadora y la NDE llega a su fi n en 1996, cuando la LN retira su apo-yo al gobierno Berlusconi y éste cae. En las elecciones generales, la LN aumen-ta su apoyo hasta un 10,1%, pero es el centro-izquierda el que forma gobierno. La LN muestra su oposición ante todo en materia inmigratoria, pero también dando un giro independentista, volcándose en movimientos de base como las milicias vecinales de los voluntarios verdes y en medios de masas como vehículos iden-titarios: La Padania (periódico), Telepada-nia (televisión) y Radio Padania (emisora); nacen elementos simbólicos como el Par-lamento del Norte (Mantua); y se convo-ca un referéndum independentista para 199729, que fracasa; la LN se hunde en las encuestas, y en 2001 apenas obtiene el 3,9% de los votos. Con todo, se convierte, junto con AN, en un socio indispensable de la nueva coalición Berlusconi que, en-tre 2001 y 2006, ocupará el poder, situa-ción que se mantendrá hasta la caída de Il Cavaliere en 2011.

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20 BULLI, G., TRONCONI, F.: The elusive nature of the LN, en MAMMONE, A.; GODIN, E.; JENKINS, B. (ed.): Mapping the extreme right…, p. 79.

21 JUDT, T.: Postwar…, p. 731.

22 AVANZA, M.: The Northern League…, p. 136.

23 KITSCHELT, H.: The contemporary…, p. 14.

La naturaleza política de la LN ha levan-tado ríos de tinta, pero su ubicación en el polo más extremo de la derecha es in-discutible. Encuestas sociológicas confi r-man que su electorado, especialmente en materias como inmigración y ley y orden –los dos puntos fuertes de su discurso –, se sitúa bien a la derecha de la media italiana30. Un somero análisis discursivo refuerza esta impresión. El manifi esto de 1996 es un buen ejemplo. La retórica ra-cista de la que a menudo han hecho gala sus líderes se rebaja con mesuradas crí-ticas al multiculturalismo31, atribuyendo a la inmigración males como el colapso de valores tradicionales del matrimonio y la familia; defendiendo la prioridad nacional en la prestación de servicios públicos; oponiéndose a conceder el voto a los in-migrantes extracomunitarios o a modifi car el acceso a la ciudadanía por criterios de ius solis (nacionalidad por residencia) fren-te al ius sanguinis (nacionalidad por des-cendencia). Apelando a las “raíces cristia-nas” de Europa, rechaza a Turquía en la UE, y considera a los inmigrantes como potenciales vehículos de “criminalidad y desorden”32.

La LN tiene, al menos en teoría, dos ob-jetivos centrales: uno de carácter territo-rial/identitario, que oscila entre demandas

de mayor autonomía o la independencia abierta; el otro, de oposición a la inmigra-ción. Pero, sea por exigencias del gobier-no de coalición o por otro motivo, estos dos objetivos han tenido un refl ejo muy desigual en las políticas que la LN ha de-sarrollado desde el poder. Más en con-creto, estas han estado desproporciona-damente centradas en la cuestión de la inmigración.

Es revelador, por ejemplo, que entre 2001 y 2006 la LN no fuese capaz de lograr apenas avances en materia de federalis-mo, pero sí pudiese aprobar, junto con AN, la ley inmigratoria más restrictiva de la Europa democrática, la ley Bossi-Fini (2002), que impone la recogida de huellas digitales de todos los residentes extraco-munitarios, legales o no; restringe severa-mente el derecho al reagrupamiento fami-liar; da preferencia a los descendientes de italianos emigrados en la adquisición de la nacionalidad, limita el acceso al esta-tus de refugiado y facilita la expulsión de inmigrantes ilegales sin apenas garantías, extremo que llevó a su impugnación ante los tribunales33.

Bossi, que califi có la ley de “demasiado blanda”, ha impulsado otras medidas xe-nófobas como convertir la inmigración ile-gal en delito (2009) castigado con 4 años de cárcel o multas (5.000-10.000€). Ha propuesto la nulidad radical de los ca-samientos entre inmigrantes ilegales en suelo italiano, así como la prohibición de inscribir legalmente a los hijos de estos en

“Quiero una revolución con-

tra los campamentos nóma-

das y los gitanos. Destruí dos

en Treviso. Ahora no queda

ni uno. Quiero eliminar a los

chavales gitanos que roban a

los viejos. Si Maroni dice tole-

rancia cero, quiero tolerancia

doble cero”

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24 MACK SMITH, D.: Modern Italy…, pp. 479 y ss; BULLI, G.; TRONCONI, F.: The elusive nature..., p. 80.

25 MAMMONE, A.; PEACE, T.: Cross-national ideology in local elections: the case of Azione So-ciale and the British National Party, en MAMMO-NE, A.; GODIN, E.; JENKINS, B. (ed.): Mapping the extreme right…, p. 289.

26 Archivio storico delle elezioni – Consultazioni dati, Ministero dell’Interno http://elezionistorico.interno.it/index.php?tpel=C&dtel=20/06/1976&tpa=I&tpe=A&lev0=0&levsut0=0&es0=S&ms=S Con-cretamente, según datos del Ministerio del Interior italiano, en 1976 ambos partidos tocaron su techo electoral: el PCI alcanzó un 34,37% de los votos, y el MSI un 6,10%.

los padrones ofi ciales; también ha sugeri-do hacer obligatorio para los médicos de-nunciar a sus pacientes en situación irre-gular, propuestas todas ellas ampliamente criticadas por la opinión pública. Su ofen-siva no se limita a la inmigración ilegal: la LN ha impuesto una tasa sobre el permiso de residencia (80-200€ por renovación), cuya recaudación se destina a un Fondo de Prevención de la Inmigración a invertir en los países de origen que hayan fi rma-do un convenio ad hoc para aceptar una deportación simplifi cada; así como cla-ses de integración segregando a aquellos alumnos que no dominan correctamente el italiano en aulas separadas34.

Las patrullas ciudadanas de los volunta-rios verdes esponsorizadas por la LN y ofrecen un ejemplo impecable de combi-nación de retórica populista y xenófoba, en tanto su existencia sirve para recalcar la cercanía de la LN al pueblo, abando-nado por el Estado en manos de los mal-hechores, y canaliza el descontento sobre grupos minoritarios, especialmente mu-sulmanes, africanos y gitanos.

La cuestión gitana ha sido especialmen-te problemática. La LN, desde el gobier-no, ha contribuido a desarrollar la histeria contra sinti y rom de origen balcánico; así, en 2008, Roberto Maroni, el delfín de Bossi, el Ministro del Interior que legalizó las rondas nocturnas de los voluntarios verdes, proclamó el estado de emergen-cia en Lombardía, Lazio y Campania, es-cudándose en la situación de los campa-

mentos gitanos en estas regiones. Maroni otorgó poderes especiales a los alcaldes para desmantelar los campamentos, y propuso un censo de todos aquellos gita-nos residentes en los mismos, involucra-dos en actos delictivos o no, que fue du-ramente contestado por la opinión pública italiana, por su sensible evocación de las leyes raciales de Benito Mussolini (1938), y considerado ilegal por la Unión Europea. Aunque fue obligado a dar marcha atrás, otros dirigentes de la LN contribuyeron a avivar las llamas del confl icto.

Por ejemplo, Giancarlo Gentilini, notorio vicealcalde leghista de Treviso, pronun-ció las siguientes palabras durante lo más álgido del confl icto de los campamentos gitanos, en la Festa dei popoli padani de septiembre 2008, que le valieron una ci-tación ante los tribunales por incitación al odio:

“Compañeros de la LN, ¡mi palabra es revolución! Éste es el evangelio según Gentilini: el decálogo del primer alcalde-sheriff. Quiero una revolución contra los inmigrantes ilegales. Quiero una revolu-

“Detrás de su auge no está la

presente crisis, sino una cri-

sis anterior y soterrada, pre-

sente incluso en los momen-

tos de auge económico”

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ción contra los campamentos nómadas y los gitanos. Destruí dos en Treviso. Aho-ra no queda ni uno. Quiero eliminar a los chavales [gitanos] que roban a los viejos. Si Maroni dice tolerancia cero, quiero tole-rancia doble cero”35.

Comentando sus palabras ante los me-dios, Gentilini se limitó a observar: “No es racismo, sino orden, disciplina y respeto a la ley”36.

CONCLUSIÓN

Explicar el éxito de la NDE es una cuestión compleja. Infl uyen, qué duda cabe, infi ni-dad de factores locales: las estructuras sociales, los ejes del debate político o el marco institucional, que puede facilitar o difi cultar la entrada de nuevos partidos en el sistema a través de mecanismos como las normas electorales.

Con todo, es posible avanzar un pronós-tico a escala europea. Detrás de su auge no está la presente crisis, sino una cri-sis anterior y soterrada, presente incluso en los momentos de auge económico. La globalización ha generado, dentro de cada país, ganadores y perdedores; la NDE ha encontrado un granero de vo-tos importante entre estos últimos. Di-versos análisis sociológicos apuntan a que el voto obrero en zonas en proceso

de desindustrialización o con industrias vulnerables puede fácilmente canalizarse hacia partidos de este tipo. Es el caso en el norte de Italia, donde la LN tiene una porcentaje importante del voto entre los trabajadores no cualifi cados37; igualmen-te en Francia38, donde el FN se ha hecho fuerte en antiguos bastiones comunistas, como Alsacia y Lorena39; también en zo-nas con amplia población pied noir40, un colectivo marcado por el trauma poscolo-nial y la crisis identitaria.

El cambio social que la globalización ha traído consigo no es el único factor ex-plicativo, pero sí probablemente el más relevante. La disrupción no es sólo eco-nómica, sino también social: la desindus-trialización no sólo crea paro, sino que de-bilita el tejido social, disloca comunidades y, en el proceso, diluye identidades pre-vias; lo que Tony Judt ha denominado “la cuestión social rediviva”41. Como paliativo, los partidos de NDE ofrecen certidum-bres.

¿Y España? Hasta la fecha, la extrema derecha ha carecido de toda relevancia desde el hundimiento de Fuerza Nueva en 1982, fecha en que perdió su único escaño en el Congreso42. Las diversas Falanges, Solidaridad Española o el Mo-vimiento Católico Español son partidos neofascistas o neofranquistas, anclados en postulados que encuentran un apoyo nulo entre el electorado actual: sus votos rara vez superan los cuatro dígitos. Hasta la aparición de Democracia Nacional en

Figura 2: Sin título, Pipat Saksirikasemkul. >

27 BULLI, G.; TRONCONI, F.: The elusive na-ture..., pp. 81 y ss.

28 Ibid., pp. 85 y ss.

29 AVANZA, M.: The Northern League…, pp. 135 y ss. El artículo analiza varias muestras de

“Diversos análisis socioló-gicos apuntan a que el voto obrero en zonas en proceso de desindustrialización o con industrias vulnerables puede fácilmente canalizarse hacia partidos de este tipo”

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propaganda electoral del partido, con lemas como “Ahora o nunca: ¡alto a la invasión islámica!” o “Respetad nuestras leyes o volved a vuestro país”, así como declaraciones de líderes de la LN: “No son inmigrantes, son invasores” (Gilberto Oneto).

30 BULLI, G.; TRONCONI, F.: The elusive nature..., pp. 82 y ss.

31 AVANZA, M.: The Northern League…, p. 137.

32 Ibid., pp. 137 y ss.

33 SIGONA, NANDO: Gypsies out of Italy! Social exclusion and racial discrimination of Roma and Sinti in Italy, en MAMMONE, A.; GODIN, E.; JEN-KINS, B. (eds.): Mapping the extreme right…, p. 143.

34 Ibid.

35 BULLI, G.; TRONCONI, F.: The elusive nature..., p. 88.

36 MAYER, N.; SINEAU, M. : «France…»…, p. 53.

37 JUDT, T.: Sobre el olvidado siglo XX. Madrid, Taurus, 2008. pp. 395 y ss.

38 Población de origen europeo nacida en la Argelia colonial francesa (1830-1962). Tras la in-dependencia, la mayoría del millón y medio de pied-noirs optó por el exilio en Francia, estable-ciéndose principalmente en el sur del país, en tor-no a ciudades como Marsella o Toulon, la primera gran ciudad gobernada por el FN. Cincuenta años después de su salida del norte de África, siguen considerándose un grupo distintivo dentro de la sociedad francesa, con sus asociaciones, medios de comunicación, etc.

39 JUDT, T.: Sobre el olvidado siglo XX.

40 RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, J. L.: «The Spanish extreme right: from neo-Francoism to xenophobic discourse», en MAMMONE, A.; GODIN, E.; JEN-KINS, B. (eds): Mapping the extreme right…, p. 114.

40 Ibid. Pág. 120.

41 FERRÁNDIZ, JOSÉ PABLO, “Barómetro elec-toral: verano 2012”, El País, 30 de julio de 2012. [Consultado 25 de septiembre de 2012] http://blogs.elpais.com/metroscopia/2012/07/barome-tro-electoral-verano-2012.html.

1995 no puede hablarse de un partido de NDE en España; España 2000, la franqui-cia de Le Pen en España, es otro recién llegado a un panorama todavía marginal; lo mismo sucede con Plataforma per Ca-talunya; todas estas fuerzas tienen una representación institucional limitada al ámbito local, en contados municipios de importancia escasa.

Sin embargo, esto no signifi ca que en Es-paña no exista un potencial voto de NDE. Parte de la clave está en que, hasta la fe-cha, estos posibles votantes han podido ser canalizados hacia otros partidos43. Esto puede estar a punto de cambiar: como hemos señalado al principio, para que aparezca un partido de NDE exito-so es necesaria una ventana de oportu-nidad, normalmente en la forma de una pérdida de legitimidad de los partidos ya asentados. Igualmente problemática es la táctica, probada con éxito en Francia, de adoptar parte de las propuestas de la NDE para restarle apoyos: en la práctica, es una victoria de su ideario, aunque el partido ganador tenga otro nombre.

La rápida erosión del apoyo a los dos grandes partidos que han sido el pilar de la estabilidad del sistema desde la Transi-ción, puesta de manifi esto en encuestas recientes44, puede ser un toque de aten-ción. Algo fundamental está cambiando en nuestro sistema; es imposible prede-cir todavía en qué dirección se moverá el electorado, pero España no es una isla: si Europa es el espejo en que mirarse, las perspectivas no son nada prometedoras ■

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