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EL CAMINO DEL ZEN PARA VENCER LA DEPRESIÓN EXPLORACIÓN SUPLEMENTARIA Busque un lugar tranquilo, siéntese con las piernas cruzadas sobre un cojín, o bien en una silla de respaldo recto. Repose las manos sobre el regazo y permita que su mirada caiga sobre un lugar en el suelo situado a entre i rn'y 1,5 ni por delante de usted. Siéntese derecho, con la columna vertebral cómodamente asentada en las caderas, y meta la barbilla un poco hacia dentro. A continuación permita que su atención se traslade de la cabeza, a través del cuello, hombros y pecho, para asentarse en el vientre. Sienta hincharse y deshincharse el vientre según inspira y espira. Si lo desea, puede pensar «inspirar» y «espirar» al respirar. Sea consciente del espacio que le rodea. Sienta que es su espacio, su terreno, su hogar. Sienta que es como una piedra que se hunde en el fondo de un río, donde las olas y las corrientes no pueden alcanzarle. imagínese a sí mismo sentado en un trono, o en la cima de una montaña, en cualquier lugar que le parezca cargado de poder. Dígase a sí mismo tres veces: «Aquí es donde mantengo una postura fuerte». Ahí se siente inamovible. En. ese lugar se siente seguro y a salvo. Todos los miedos, toda la aflicción, todo el dolor del mundo pueden manifestarse y llegar e inundarle, pero sin arrastrarle. A continuación regrese a la respiración, siguiéndola al inspirar y espirar, mientras su vientre se eleva y desciende. La respiración es el ancla que siempre está ahí, lo que le mantiene firme en ese lugar. Hágase consciente de que ese lugar donde se sienta es inmenso y que se extiende en todas direcciones. Es lo suficientemente grande para contener cualquier cosa que quiera incluir. Acoja sus sensaciones de miedo, su dolor y su depresión en ese lugar.

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EL CAMINO DEL ZEN PARA VENCER LA DEPRESIÓN

EXPLORACIÓN SUPLEMENTARIA

Busque un lugar tranquilo, siéntese con las piernas cruzadas sobre un cojín, o bien en una silla de respaldo recto. Repose las manos sobre el regazo y permita que su mirada caiga sobre un lugar en el suelo situado a entre i rn'y 1,5 ni por delante de usted. Siéntese derecho, con la columna vertebral cómodamente asentada en las caderas, y meta la barbilla un poco hacia dentro. A continuación permita que su atención se traslade de la cabeza, a través del cuello, hombros y pecho, para asentarse en el vientre. Sienta hincharse y deshincharse el vientre según inspira y espira. Si lo desea, puede pensar «inspirar» y «espirar» al respirar.

Sea consciente del espacio que le rodea. Sienta que es su espacio, su terreno, su hogar. Sienta que es como una piedra que se hunde en el fondo de un río, donde las olas y las corrientes no pueden alcanzarle. imagínese a sí mismo sentado en un trono, o en la cima de una montaña, en cualquier lugar que le parezca cargado de poder.

Dígase a sí mismo tres veces: «Aquí es donde mantengo una postura fuerte». Ahí se siente inamovible. En. ese lugar se siente seguro y a salvo. Todos los miedos, toda la aflicción, todo el dolor del mundo pueden manifestarse y llegar e inundarle, pero sin arrastrarle.

A continuación regrese a la respiración, siguiéndola al inspirar y espirar, mientras su vientre se eleva y desciende. La respiración es el ancla que siempre está ahí, lo que le mantiene firme en ese lugar. Hágase consciente de que ese lugar donde se sienta es inmenso y que se extiende en todas direcciones. Es lo suficientemente grande para contener cualquier cosa que quiera incluir. Acoja sus sensaciones de miedo, su dolor y su depresión en ese lugar.

Dígale a la depresión que no necesita sentirse excluida de ese lugar, que en ese lugar recibirá comprensión y compasión. Invite a ese lugar a cualquier divinidad, o energía, que desee. Sobre todo a aquellas que le proporcionen fortaleza, pero también, si quiere, a aquellas que pudieran asustarle. Regrese de nuevo a la respiración y sienta la inmensidad del lugar interior en el que se sienta como una montaría.

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Cuando se sienta listo para regresar, recuerde a todos aquellos a quienes ha incitado que regresen de nuevo cuando usted lo haga. Recuérdese a usted mismo que este lugar está aquí para usted, para que vuelva a él siempre que lo desee. Siéntese, disfrutando del lugar que ha creado. Permita que su atención suba a través del pecho, hombros y cuello, y abra lentamente los ojos.