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FACETAS CULTURA AL DÍA CULTURA AL DÍA IBAGUÉ, 4 DE OCTUBRE IBAGUÉ, 4 DE OCTUBRE Homenaje al maestro Leo Brouwer Foto: Juan Miguel Morales Foto: Juan Miguel Morales

Facetas Octubre 4

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Homenaje al maestro Leo Brouwer

Foto: Juan Miguel MoralesFoto: Juan Miguel Morales

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Ibagué, 4 de octubre de 20092 FACETAS>

¿Por qué usamos signo de interrogación inicial?

Este vocablo se aplica a todo individuo de la especie hu-mana. El origen más remoto de la palabra persona es el griego prósopon 'aspecto', de donde pasó al etrusco phersu, con el significado de 'ahí'. A partir de esa voz, los latinos denomina-ron persona a las máscaras usadas en el teatro por los acto-res y también a los propios personajes teatrales representados. Persona es pariente lejano de palabras de origen griego origi-nadas en prósopon y sus derivados, tales como prosopografía y prosopopeya.

Hoy se considera vulgar el uso de la persona con el significa-do de 'uno, la gente', según este ejemplo del siglo XV presentado por Corominas: La naturalesa del diablo non es para fazer bien... e como falla

la persona mudable más unos tiempos que otros, está presto para lo que llevar al su camino. El vocablo latino se conservó en el portugués pessoa, en el gallego persoa, en el italiano persona, en el inglés per-son y también, aunque con otro significado, en el francés personne 'nadie'.

Una película memorable de Ingmar Bergman, con Liv Ullman y Bibi Andersson, evaluada como la más osada y experimental de ese director sueco, se tituló Persona, en referencia a la acepción latina del término, que alude a máscaras y personajes.

> LA PALABRA DEL DÍAPersona

on frecuencia nos preguntan por qué el español es la única lengua que emplea el signo de interrogación ini-cial, y cuál es el origen del signo final de interrogación empleado en todas las lenguas europeas modernas. La respuesta nos la trajo María López-Contreras Gon-zález, quien investigó el tema en la red. 1º - En la mayoría de los idiomas se utiliza un

único signo de interrogación al final de la frase interrogativa: How old are you? (Inglés: ¿Cuántos años tienes?). Este fue el uso habi-tual también en español, hasta mucho después de que la segunda edición de la Ortografía de la Real Academia, en 1754, declarase preceptivo iniciar las preguntas con el signo de apertura de inte-rrogación invertido, (¿) y terminarlas con el signo de interrogación ya existente (?) – ¿Qué edad tienes?–, al tiempo que se ordenaba lo mismo para los signos de admiración (¡) y (!). Este criterio, en realidad, no se generalizaría hasta casi un siglo más tarde, ya que desde esa fecha de mediados del siglo XVIII hasta mediados del XIX la Real Academia Española no tuvo, ni mucho menos, el ca-rácter corporativo e institucional que le iba a conferir la monarquía isabelina posteriormente. Las imprentas siguieron editando según la costumbre: ubicaban solamente un signo al final de las frases interrogativas o exclamativas. Si los signos iniciales se extendieron en las tipografías, no se debió a que el español tenga el problema de que no se sabe en qué momento se inicia la frase interrogati-va o admirativa (la sintaxis de otras lenguas también desconoce ese momento), sino al carácter forzoso que dio la monarquía a los criterios de la Real. La norma de los signos de interrogación y exclamación iniciales fue impuesta, simplemente, de la mano de la Gramática oficial de la institución monárquica. Su carácter compulsorio estaba limitado al muy reducido ámbito idiomático de España (ver, por ejemplo, la resistencia de Chile). Una solución in-termedia muy corriente consistió en utilizar los signos de apertura sólo cuando el enunciado era largo, o con riesgo de ambigüedad, pero no para las frases breves y claramente interrogativas, como Quién vive?

2º - Qué son los signos de puntuación y cuál es su historia. Los signos de puntuación son herramientas específicamente creadas para ayudar a los lectores a comprender el significado de los textos. En los inicios de la escritura alfabética los textos eran muy diferentes de los actuales; estaban compuestos por letras que formaban una aglomeración consecutiva y compacta, en la cual no había ninguna puntuación. Esto hacía tan difícil su lectura que era indispensable leerlos en voz alta, para ir demarcando con el

tono de la voz las palabras y las frases. Fueron necesarios por lo menos quince siglos para que se produjera la separación gradual de las letras de los textos en pa-labras y frases. En los comienzos de la Edad Media se adoptó la costumbre de poner las frases en líneas separadas; luego apa-recieron la coma y el punto; posteriormente, se adoptaron las mayúsculas iniciales, los paréntesis, la separación entre párra-fos, hasta llegar a la diversidad de signos que tenemos hoy. Este desarrollo de la puntuación hizo posible la aparición de la lectura silenciosa a la que ahora estamos habituados. La historia de la escritura en Occidente subraya un hecho clave: el lector es quien se beneficia del buen uso de los sig-nos de puntuación. Cuando un autor, al escribir un texto, cuida la puntuación, no lo hace por un vano alarde de erudición sino porque tiene interés en que sus lectores entiendan lo que dice. El mal uso de la puntuación indica, por contraste, que posiblemente

el autor no tiene claro lo que quiere decir.

3. Signo de interrogación.- Origen El origen del signo es oscuro y se han formulado varias hipó-tesis: - Puede ser una estilización de Qo, abreviación de la palabra la-tina quaestio. - Puede ser una modificación del signo de interrogación griego, que en su forma es idéntico a nuestro punto y coma. - También se ha asociado el signo a la notación musical de las neumas. - Parecido a la anterior es la hipótesis de que expresa gráfica-mente la entonación del hablante. - Finalmente, hay quienes atribuyen la invención a personas con-cretas de la Antigüedad o la Edad Media.*elcastellano.org, la página del idioma español

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Ibagué, 4 de octubre de 2009 >FACETAS 3

Por Libardo Vargas Celemín*

n los cincuenta y seis poemas que configuran el libro Manico-mio rock, del poeta Jorge Ladino Gaitán, se escuchan los gritos

iconoclastas que nos recuerdan a Allen Ginsberg, pero con la diferencia de que aquí el lenguaje toma matices diversos y suaviza las desgarraduras internas, para reivindicar la imagen, la reflexión, el sentido. Las vo-ces poéticas dolidas por una realidad irre-conciliable con el espíritu, encuentran en la sonoridad y en la actitud de un artista con-testatario como Charly Garcia, y en un rit-mo, el rock, el pretexto para mirar el mundo desde otras perspectivas. El libro está dividido en tres partes (Puertas adentro, Puertas afuera y Cadena Perpetua), como una especie de sinfonía, donde los subtítulos que tienen que ver con el rockero argentino marcan el ritmo de los poemas y nos hace espectadores y oyen-tes de un concierto de jóvenes músicos que abandonan la melodía, al igual que la vida y perviven sólo en las palabras que, como “insectos porfiados”, persisten en su acti-tud delirante de darnos cuenta de esa otra realidad que discurre entre los gustos mu-sicales, la reflexión y la imagen que capta el poeta. Los poemas oscilan entre el escepticis-mo, la orfandad, el hastío y la música. Las tres primeras temáticas como una especie de diagnóstico que hace una generación de jóvenes, perplejos y desilusionados frente al futuro. La última, la tabla de salvación que extiende para no naufragar impunemente y poder levantar las melodías, a la manera de una oración, para reconocer su derecho a una existencia distinta.

“Unos apuntan a la orfandad del cielo,Otros al vino y sus promesas”

En estos dos versos aparece nítida una de las preocupaciones del autor. Mientras millones de seres pretenden encontrar en el rito su salvación terrena, otros intentan escapar falsamente de la época en que les correspondió vivir. Síntesis magistral de los caminos cada vez más estrechos que nos quedan para transitar en busca de la utopía. Esta dura dicotomía entre la religiosidad y el vicio es la imagen que nos develan los versos antes citados y que cumplen con el cometido de toda poesía, pues como lo

plantea Agustin Basave “La virtud de la poesía es revelar el ser del hombre y el ser del universo” y aquí está el ser, huérfano de dioses y prisionero de espejismos. El escepticismo es recurrente en el poemario. “Soy leño de mi propio infier-no”, proclama la voz del poeta y en esta afirmación se condensa la esperanza per-dida, porque el medio y el fin, como en una premisa dialéctica, coexisten en la unidad del ser y el universo y anulan la fuga hacia otras realidades. No hay otra oportunidad, sólo la condena de existir con la convicción de que labramos nuestra propia destruc-ción. La alternancia de enunciatarios nos hace participes de las culpas que perciben las voces mimetizadas del poeta, pero tam-bién nos vuelve cómplices de sus angus-tias y su hastío por la existencia. Tal vez parezca la actitud de quien se siente ven-cido por la vida y sin embargo nos increpa con soberbia: “Sólo queda mi derrota/ y te la ofrendo”. El lector entonces reaccio-na y decide compartir ese asco existencial que emana de unos versos donde late un profundo lirismo que se desdobla a veces, pero que persiste en su intento por revelar-nos las insondables reflexiones que acome-te el espíritu avizor de Jorge Ladino. ¿Y la música?: “Siempre hay un piano en espera de su fantasma,/ una guitarra y una voz para cada herida”. En cada crepitar de baterías una verdad nos redime, en cada ulular de cuerdas un bálsamo nos cura, por eso aceptamos a Charly García sin impor-tarnos su irreverencia, lo hacemos por-que cada canción suya es un poema que nos muestra como somos. Su música, la que “funda la tormenta”, sigue golpeando nuestra sensibilidad, desordenando la per-cepción de un mundo que definitivamente se vuelve ininteligible y en el que se cierran los espacios para las utopías y los sueños. La propuesta estética de Manicomio Rock va más allá de esa simbiosis que siempre ha existido entre la música y la poesía. Su trabajo se centra en la cons-trucción de la metáfora para hacer menos escabroso el significado de la enunciación, pero no por ello deja de ser contundente su mensaje: “Añoro un país donde sólo el reloj perdiera sus pétalos”, aquí las condiciones del contexto adquieren una di-mensión distinta y el discurso contestatario desaparece entre la fluidez de la imagen y

la deconstrucción conceptual. Con este libro, Jorge Ladino Gaitán fue finalista en el Concurso Nacional de Poesía María Mercedes Carranza en el 2006, don-de participaron más de trescientos libros e intervinieron como jurados: Mario Rivero, Jotamario Arbeláez, José Luís Díaz-Grana-dos, Juan Gustavo Cobo Borda y Hernan-do Cabarcas Antequera. Este dato, aunque accesorio, nos habla de un reconocimiento por parte de destacados poetas colombia-nos. Sin embargo, el mejor veredicto está

en cada uno de los lectores que se aproxi-me a estos versos provocadores, donde la visión de un hombre, apacible en su coti-dianidad, se transforma en el grito de un prestidigitador de la palabra que en su de-lirio nos conmina a que le respondamos si hay “otro lenguaje más allá del espanto”.

*Escritor y docente de la Universidad del Tolima, [email protected])

Manicomio Rock de Jorge Ladino Gaitán

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En la Capital Musical

un hito en la historia de la guitarraLeo Brouwer,

Por MAURICIO OJEDA TOVAREspecial para EL NUEVO DÍA

s de los hombres más ca-rismáticos del universo ar-tístico del siglo", según el

maestro Iñaki Bizkarguenaga. Incluso el artista español Tomás Marco, lo calificó como "el compositor más importante de la segunda mitad del siglo XX". También es el maestro de artistas cubanos como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés y el único hispanoparlante que ha compuesto música para cerca de cien películas. De hecho es el autor de música con-temporánea más programado cuya dis-cografía supera los 200 registros. Esto sin contar que ha dirigido más de 80 orquestas sinfónicas y agrupaciones de cámara de todo el mundo. En su “palmarés” cuenta con un lo-gro soñado por muchos: Ser arreglista de temas de los Beatles como “Fool on the Hill” de Jhon Lennon y Paul McCar-tney. Se trata del director de orquesta, compositor y guitarrista cubano Juan Leovigildo Brouwer, más conocido como Leo Brouwer. El mismo que desde el año pasado

recorre el planeta reci-biendo homena-

jes con motivo de sus 70 años de vida. Y el mismo que dirigirá y dictará clases magistra-les en la Capital Musical del 5 al 10 de Octu-bre. Todo gracias al Quinto Seminario Ibero-

americano de Guitarra Clási-ca que hace

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Toda la información sobre el evento en

la página www.ibaguecapitalmusical.com

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Ibagué, 4 de octubre de 2009 >FACETAS 5parte de la agenda de eventos Ibagué Capital Musical de Colombia con el respaldo del Viceministerio de Turismo, la Alcaldía de Iba-gué, la Cámara de Comercio de Ibagué, el Círculo de Competiti-vidad Turística, con el respaldo de Sayco, Acimpro, el Banco de la República, el Conservatorio del Tolima, el Museo de Arte del Tolima y la Institución Educativa Amina Melendro. Dentro de su galería de reconocimientos se encuentran más de 200 distinciones internacionales, como la Orden Pablo Neruda (Chile, 2007), el Premio Goffredo Petrassi de Composición (Italia, 2008), los premios "La Chitarra con amore 1997", en Milán, Italia; el "Manuel de Falla 1998" de España; y de Cuba, el Título de Doctor Honoris Causa, entre otras distinciones. A lo anterior hay que sumarle el estatus de Miembro de Honor de prestigiosas Instituciones como la Unesco, el Instituto Italo-Latinoamericano y la Real Academia de Bellas Artes de Granada, además de ser compositor huésped de la Academia de Ciencias y Artes de Berlín.

Sus comienzos Este ícono mundial de la guitarra clásica comenzó a tocar a la edad de 13 años, motivado por su padre y atraído por el sonido flamenco. De acuerdo con la periodista y experta en música clásica, Carolina Queipo Gutiérrez, hacia 1953 tuvo su primer gran maes-tro: Isaac Nicola, alumno nada menos ni nada más que de Emilio Pujol. Por esta época y a la edad de 17 años compone sus primeras obras "Músi-ca" (para guitarra, cuerda y percusión) y "Suite" (para guitarra). También compuso sus “Estudios simples”, “Sonograma 1”, “Canticum“, “La espiral eterna“, “Concierto para guitarra No. 1“, “Parábola y Tarantos”, “El Decamerón Negro” y “Paisaje cubano con campanas”, entre otros temas como Hika. Las primeras obras de Brouwer, entre las que se destacan "Elogio de la danza", recogen su contexto cubano y muestran la influencia de la música afrocubana. Brouwer, quien además toca violonchelo, el clarinete, la percusión y el piano, estudió en el Conservatorio Peyrellade de La Habana y en el más pres-tigioso conservatorio norteamericano, la Juilliard School de Nueva York. Ha ocupado todos los cargos importantes del área musical en su país. Por ejemplo en 1960 dirigió el departamento de Música del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, el grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, Director general de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, miembro del Consejo Internacional de la Música. Según Queipo Gutiérrez, dentro de los aportes de Brouwer a la composi-ción guitarrística se cuentan una serie de nuevos efectos técnicos manua-les. Además, aporta otros valores extra guitarrísticos como tocar con arco, percutir en la tapa del instrumento, y utilizar materiales metálicos y de cristal (usado en la música rock por los Rolling Stone). Este es Leo Brouwer, uno de los artistas más prestigiosos del mundo que pisará por primera vez el suelo de la Capital Musical de Colombia. Para entregar parte de sus enseñanzas y demostrarle al público que “componer para la guitarra es como componer para una orquesta”.

"Quinto Seminario Iberoamericano de Guitarra Clásica" Leo Brouwer es el invitado de honor del "Quinto Seminario Iberoamericano de Guitarra Clásica" que se celebrará en Ibagué del 5 al 10 de octubre de 2009. El maestro Brouwer estará activa-mente tanto en los conciertos como en las clases magistrales, acompaña-do por un grupo de talentosos músicos

nacionales y extranjeros, entre quie-nes están los maestros internacionales José Antonio Escobar de Chile, Arturo Parra de Canadá, Alexis Méndez de Cuba, Gustavo Niño y Daniel Moncayo de Colombia quienes actualmente son docentes activos del Conservatorio del Tolima.

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Ibagué, 4 de octubre de 20096 FACETAS>

“Hijos del Carnaval”

El oscuro submundo en la El oscuro submundo en la fiesta de Río de Janeirofiesta de Río de Janeiro

BOGOTÁ, COLPRENSA

orprende que luego del arrollador éxito internacio-nal de la primera temporada de “Hijos del Carna-val”, HBO decidiera, tres años después, hacer una segunda temporada de tan sólo siete capítulos, cada uno de 50 minutos.

Eso sí, pocos capítulos, pero como es costumbre en HBO, cada uno generando una atmósfera intensa, entre lu-chas de poder, control, negocios ilegítimos, la suerte y la su-perstición característica de algunas comunidades brasileñas, además de tener el mejor telón de fondo: el Carnaval de Río de Janeiro. La primera temporada se concentró en Anésio Gebara que a sus 75 años era dueño de una escuela de samba y banquero, además de ser el patriarca de una familia con cua-tro hijos de difícil relación entre ellos. Tras la muerte de Anésio, la segunda temporada empieza a relatar lo que ocurrió con la familia Gebara que ya no cuenta con su cabeza principal. Así, tres de los hermanos Gebara: Claudio, Nilo y Brown, se reencuentran para volver a fortale-cer el imperio que creó su padre, pero las discordias entre ellos no les permitirán llevar a cabo sus planes. Esta vez, a diferencia de la primera temporada, las mu-jeres serán pieza clave en la historia, contarán con mayor participación con los herma-nos Gebara, con ingredientes como la traición, el engaño y la venganza. La expectativa es grande con el lanzamiento de la se-gunda temporada de “Hijos del Carnaval”, pues la prime-ra, fue postulada en el 2006 a un premio Emmy Internacional en la categoría Mini Serie de Televisión, nominación que nunca antes una producción latinoaméricana había logrado. “Hijos del Carnaval” es una serie que además de tener como telón de fondo el Carnaval de Río, gira en torno a las máquinas tragamone-das, pues los hermanos Gebara se dedi-can al contrabando de tarjetas electrónicas para dichos aparatos. El éxito de este negocio ilícito despierta el interés de viejos enemigos que buscarán arrebatarles esa mina de oro, lo que desata una verdadera guerra, mientras el resto de la ciudad está inmersa en la fiesta, el color y la alegría del Carnaval. Creada por Elena Soarez y Cao Hamburger, quien ade-más es uno de sus directores, fue una de las primeras pro-

ducciones de alta definición en Suramérica, la segunda producida en Brasil por HBO, tras “Mandrake”, de la cual se anuncia su cuarta temporada. Además, cuenta con lo más selecto del talento acto-ral brasilero, lo que también demoró la realización de la segunda temporada, pues la mayoría de ellos participa-ban en proyectos cinematográficos o trabajando fuera

del país. Esta miniserie es una muestra de lo que se puede lo-grar con un producto de pocos capítulos con una histo-ria sólida y muy bien contada, sin innecesarios alargues o supuestas series que tienen la extensión, e incluso la cursilería de una telenovela, como solemos ver en la pantalla chica colombiana.

Fue la primera serie producida en América Latina postulada

a un Premio Emmy.

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Ibagué, 4 de octubre de 2009 >FACETAS 7

POESÍA>

León FelipeEL CUENTO>

El precursor de Cervantes

Obras del pintor colombiano Miguel Angarita

Marco DeneviEscritor argentino (1922-1998)

Vivía en El Toboso una moza llamada Aldonza Lorenzo, hija de Lo-renzo Corchelo, sastre, y de su mujer Francisca Nogales. Como hubiese leído numerosísimas novelas de estas de caballería, acabó perdiendo la razón. Se hacía llamar doña Dulcinea del Toboso, mandaba que en su presencia las gentes se arrodillasen, la tratasen de Su Grandeza y le besasen la mano. Se creía joven y hermosa, aunque tenía no menos de treinta años y las señales de la viruela en la cara. También inventó un galán, al que dio el nombre de don Quijote de la Mancha. Decía que don Quijote había partido hacia lejanos reinos en busca de aventuras, lances y peligros, al modo de Amadís de Gaula y Tirante el Blanco. Se pasaba todo el día asomada a la ventana de su casa, esperando la vuelta de su enamorado. Un hidalgüelo de los alrededores, que la amaba, pensó hacerse pasar por don Quijote. Vistió una vieja armadura, montó en un rocín y salió a los caminos a repetir las hazañas del imaginario caballero. Cuando, seguro del éxito de su ardid, volvió al Toboso, Aldonza Lorenzo había muerto de tercianas.

Poeta español, 1884-1968

Pie para el niño de Vallecas, de Velázquez

Bacía, Yelmo, Halo.Este es el orden, Sancho.

De aquí no se va nadie.

Mientras esta cabeza rotadel Niño de Vallecas exista,de aquí no se va nadie. Nadie.Ni el místico ni el suicida.

Antes hay que deshacer este entuerto,antes hay que resolver este enigma.Y hay que resolverlo entre todos,y hay que resolverlo sin cobardía,sin huircon unas alas de percalina

o haciendo un agujeroen la tarima.De aquí no se va nadie. Nadie.Ni el místico ni el suicida.

Y es inútil,inútil toda huida(ni por abajoni por arriba).Se vuelve siempre. Siempre.Hasta que un día (¡un buen día!)el yelmo de Mambrino—halo ya, no yelmo ni bacía—se acomode a las sienes de Sanchoy a las tuyas y a las míascomo pintiparado,como hecho a la medida.Entonces nos iremos todospor las bambalinas.Tú, y yo, y Sancho, y el Niño de Vallecas,y el místico, y el suicida.

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DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA, DIRECTOR GRÁFICO: Ernesto Lombana, ASISTENTE: Ingrith Johanna Buitrago Castañeda, FOTOGRAFÍA: Obras del pintor colombiano Miguel Angarita, Fotos tomadas de internet / EL NUEVO DÍA, Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.

Ibagué, 4 de octubre de 20098 FACETAS>

Por Julio César Carrión Castro*

Todo lo que ha dado color a la existencia no ha tenido his-toria hasta el presente

Federico Nietzsche

eambular por el segundo libro del “Quinteto de Ibagué”, Para contarle al olvido, de Camilo Pérez Salamanca, es un ejercicio de nostal-gia y de recuperación de la memoria. En sus semblanzas, en sus episodios de desarraigo,

de disparates y de infortunios, se perciben los polvo-rientos caminos y la vetusta geografía de la Ibagué de antaño; también se revive la agudeza, la solapada desconfianza y la picaresca de nuestros ancestros. Como quien ve pasar la historia desde los resquicios de puertas y ventanas, Camilo Pérez, maestro ocultista y hechicero, asume la mirada del escritor, del abogado, de la lavandera, del chofer, de la prostituta, del arriero y de tantos otros seres tan disímiles como vigentes. Seres que de nuevo cobran vida, toman forma y cuerpo a partir su creativa pluma, como María Chilangos, esa

voz de la conciencia de Alberto Castilla, presintiendo que la música en el Toli-ma ya no sería la misma desde que su patrón llegó, como Manolo Bárcenas, aquel Gardel que tuvo que importar ra-dios a Ibagué para que pudieran escu-char su potente voz en su emisora. Esa historia, la pequeña historia de las vi-das privadas, recrea sus posibilidades en esta bella antología de las excentri-cidades. Es otra historia de la ciudad y de la región, contada por seres humanos comunes y corrientes que se abren a nosotros desde la cotidianidad. Sus puntos de vista contrastan las formas narrativas de la historiografía tradicio-nal. Reflexiones, sueños, monólogos y diálogos de seres simples, que con-virtieron sus pequeñas verdades y sus humildes o exitosas vidas, en sólidos argumentos para la construcción nues-tra identidad social. Con sin igual fuer-za expresiva, sustentada en un lengua-je desabrochado, propio de nuestros coterráneos, meticulosamente, Camilo nos introduce en el singular mundillo de los acontecimientos perdidos, nos va enseñando que el análisis serio de

las cosas más nimias y descabelladas, son el claro sustento para la elaboración de una nueva historia que escudriñe, por ejemplo, los laberintos de la indiferen-cia, de los señalamientos y del menosprecio social, con que se quiere silenciar la altanería o la “locura” de los humildes, actitud que en realidad oculta una micro-física del poder que busca el despojo y la marginalidad de aquellos imposibles de acallar, porque dejaron su impronta en los imaginarios colectivos, en la memoria popular; como Sobrao’e tigre, el deslenguado chofer de la flota Águila que relataba a los pasajeros sus his-torias y hazañas, como aquella del enfrentamiento a machete con el diablo, al que supuestamente derrotó aun estando borracho. Verdad de a puño que él forta-lecía, con la indiscutible evidencia de sus marcas en el rostro. La narración es una deliciosa crónica literaria. Las historias son trozos de fantásticas leyendas, extraídas de un acervo popular inagotable. Precisamente, reite-radas para “contarle al olvido”, para evitar la amnesia. Con sus palabras se puede elaborar un álbum de posta-

les de Ibagué. A través de esos personajes que poseen especial fuerza expresiva se puede atrapar la memoria de la ciudad en un gratificante entramado de palabras. Camilo recrea con deleite de tragicomedia las posadas, teatros, prostíbulos y solares de una Ibagué picante y pacata a la vez, que supo dar vida a santos y a demo-nios como Vianed Leitón o José Manuel Moreno, per-sonajes que por sus aportes a la extraña “modernidad” de la ciudad, podrían ser los integrantes de una nueva hagiografía, esta vez mundana e infernal, según el ca-rácter de sus ambivalentes hechos. En trece mágicos trazos se logra dibujar de mane-ra particular la primera mitad del siglo veinte de una ciudad habitada por seres comunes y fantásticos que, gracias a la memoria hecha de nostalgia, imaginación, fantasía y sensibilidad de Camilo, se niegan a morir. Nos muestra una ciudad hecha de recuerdos que ya no puede desaparecer, una ciudad que sigue habitada por sus amables y pintorescos fantasmas. Nos recuerda que tenemos un habla particular, unos giros que nos son propios, una épica local, unos héroes sin capa, sin blasones ni poderes, pero que tienen la quijotesca entereza de ese héroe al que le cambiaron desaforados gigantes por molinos de viento, para confundirlo. Se logra vislumbrar en este texto una ética basada en los refranes populares, en los dichos que siempre dejan enseñanzas, en la recuperación de las expresio-nes populares, que brotan de la boca de los viejos, de los arrieros, de ese grupo de seres humanos que poblaron la cotidianidad de nuestra aldea y que hoy regresan a nosotros rescatados del olvido por la prosa de Camilo Pérez Salamanca, como Macedonia Bonitto, la diosa del Limbania, más tarde convertida en Hermi-nia Botache, la vieja loca del puesto de mercado que el 9 de abril de 1948 se apagó no sin antes recordar con gritos de furia que por su ombligo “pasaron alcaldes y gobernadores”, poetas y hacendados de nuestra insig-ne capital. ¿Cómo no reconocer en Salvador Guáqueta, en Ma-ría Chilangos, en Olimpo Rocha o en Macedonia Bo-nitto nuestra identidad cultural? ¿Cómo no ver en estos personajes, que nos gritan desde un pasado que nos negamos tercamente a aceptar, el más fiel retrato de nuestra regionalidad? Observar por las rendijas de este texto, es encon-trarse con esa ciudad embozada y oculta que se resiste a desaparecer bajo las ruedas de un malhadado progre-so que no deja vivos ni los recuerdos, ni la fantasía.

*Universidad el Tolima. Director del Centro Cultural

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