Francisco Arriaga - Cuando Termine La Lluvia

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    Cuando terminela lluviaFrancisco Arriaga

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    Cuando termine la lluviaCuentario

    Francisco Arriaga.

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    Mxico, Frontera Norte.10 de Noviembre de 2009.Todos los derechos reservados.

    2da. Edicin: 05 de Octubre de 2010.

    Fotografa:Jess Humberto Olague Alcal.Todos los derechos reservados.

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    Recuento de daos

    Recuento de daos 4

    I Siete 5

    II Tu cielo no es mo 20

    III Sbanas limpias 30

    IIII Detrs de tus fotos 34

    V Lquido 44

    VI Dalida 49

    VII El Profeta Juan Sabio 55

    VIII Cuando termine la lluvia 60

    VIIII Lela 67

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    ritmo; la idea sigue en pie, sus intentos de ganarle al silencio tambin son

    intiles, esa lucha intil del Maestro contra el silencio tiene su continuacin aqu,

    ahora, frente a ese piano, bajo las manos etreas y contundentes de Hlne.

    Poco a poco se hace el sonido y poco a poco los graves van llenndose, sin dejarresquicios y sin permitir distraccin alguna: estamos en 1811 otra vez. El tiempo

    no transcurre y el silencio es eterno. Pero no queremos aceptarlo, ni Beethoven

    ni Toscanini ni Mengelberg ni Kleiber ni Corigliano ni Hlne: ninguno de los

    asistentes a la sala de conciertos quiere aceptarlo. Aferrados al sonido y al

    conjunto de pivotes, cuerdas y trozos de madera, son los ltimos sobrevivientes

    de un naufragio atroz: en el silencio fatal de la noche slo una tabla de

    salvacin, ese piano, el piano-balsa, el piano-isla, el piano-madre. Aferrarse hastaque las manos sangren, hasta que ese teclado con escamas de marfil quede

    impregnado de rojo, con girones de piel colgando de l.

    Msica ascendente, las manos una sobre otra, los ritmos superpuestos. Los ojos

    de Hlne quieren ser manos, y sus manos alas. Es imposible. Soltar el piano-

    balsa es lo mismo que dejarse llevar por el mar embravecido.

    Hlne renuncia.

    Renuncia al mar y a sus tormentas, al vuelo azaroso de caro y termina cediendosu cuerpo entero al sonido, el piano brama. Ya no hay sonidos ms graves. Ese

    tono, el ltimo, una y otra vez. El piano embrutecido y embriagado acepta la

    oferta. Toma su cuerpo y sus ojos y sus manos y la mece, vaivn interminable

    sacindose en aquel cuerpo; el silencio triunfa una vez ms.

    O quiz n. Porque el Maestro no dio tregua, tampoco la dio Arv, ni

    Salonen, ni Bach. Su conciencia adormecida le habla, le grita que an es tiempo.

    Invocando el recuerdo de los cables y micrfonos ambientales, de las gargantas apunto de reventar y la orquesta haciendo piruetas sobrehumanas, regresa de

    nuevo al estudio de grabacin, apenas dos aos antes, a la tarde perdida entre

    tardes, cuando el piano inofensivo estaba a las rdenes, presto a realizar

    cualquier tarea. Ella lo aliment constantemente, quera verlo remontar, ligero

    en un vuelo constante y altivo.

    Hlne jams pudo abrir las entraas de metal y madera. De haberlo hecho

    hubiera dado traspis y quiz habra resbalado, quedando inconsciente sobre el

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    suelo. La bestia estaba all. Aceptando todo tipo de dones y caricias, aceptando

    suspiros y cansancio; asumiendo el papel de vctima esper pacientemente.

    Es el momento de escapar y zafarse de ese recuerdo. Regresa con lazos blindados

    y recubiertos de plstico, la euforia febril del primer lbum grabado para la casaalemana, el disco donde confes cul era su fe. Arremete furiosa en lazadas

    desesperadas, la bestia gime una vez ms y la msica desaparece; cual animal

    acorralado el piano regresa al silencio. ltima jugada, la ms peligrosa. Estertores

    monstruosos, Hlne sigue de pie, sin amedrentarse.

    Desfallecido, el silencio resopla a lo largo y ancho de la sala. Perdi la batalla,

    aunque perdi en buena lid. Caleidoscopio acstico, lo nico que an permanece

    constante son las vibraciones de las cuerdas aceradas, que van apagndose pocoa poco, entre los aplausos y gritos del pblico.

    ***

    Presion el botn minsculo de silencio. Las imgenes publicitarias saturaron la

    pantalla. l tena sus propios problemas, y no se relacionaban con el tema de la

    Sptima sinfona. Frente a la Fantasa sobre el ostinato se plantaba aquella sonatadesequilibrada en re mayor, con sus absurdas frases iniciales.

    Siente pesadumbre en los hombros y las piernas.

    A un lado de la sala de televisin espera el piano. El estudio es amplio,

    ventanales y paredes de colores claros, vidrios transparentes y esmeradamente

    limpios, un mueble pequeo de tres entrepaos hace las veces de librero y

    portarretratos. Con los aos la fotografa adquiri por s misma un tono sepia y

    clido. Los tres sonrean, mirando y de frente a la cmara. No recordaba quinhizo la toma, el trasfondo era el escenario de la sala de conciertos y recitales del

    conservatorio. Ella al centro, abrazndolos a los dos.

    Dej que el timbre del telfono sonara cuatro veces antes de contestar. Pens en

    la sonata, los compromisos pendientes y los eventos programados. Mir otra vez

    la fotografa enmarcada, y sin dejar de mirarla levant el auricular.

    -Todo bien, Mario?

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    Al escuchar su voz pens que ella no haba cambiado gran cosa, an conservaba

    el candor y la gracia de antao; ellos haban decidido tomar caminos distintos, y

    especialmente l, termin con la maldicin de los pianistas a cuestas: esa

    pequea joroba que sin serlo del todo aparece tarde que temprano en quienespasan diez o doce horas estudiando frente el teclado.

    -No, la verdad no me siento nada bien. Ya s que estn los compromisos, el

    maldito recital; tengo ganas de mandarlo todo a la mierda.

    Del otro lado de la lnea escuch la respiracin contenida. Imagin su rostro al

    pensar detenidamente qu frase dira a continuacin. El auricular devolvi su voz

    titubeante y su timbre grave, el que ella usaba sin darse cuenta al hacer el papel

    de conciliadora.-No te dejes vencer. An tienes mucho por

    -Nada. No hay nada.

    Mario dese no haber cortado abruptamente la frase de Luca. Perdn. Elegiste

    un mal momento para llamar.

    -Pero no voy a colgar, al menos no antes de que te tranquilices. Andrs tambin

    est preocupado por ti.

    En la mesa de centro un cenicero con la colilla apagada de un cigarro atrajo suatencin. Fumaba menos, pero no poda dejarlo del todo. Sinti el deseo

    irracional de colgar el telfono para encenderse otro cigarrillo y fumarlo

    despacio mientras el aire caliente recorre su garganta y el sabor va impregnando

    fosas nasales y paladar, pero se contuvo; el aire comenzaba a enrarecerse.

    -Andrs; qu raro que se preocupe por m, sus intereses debieran ser otros. An

    no aprende a cuidarte.

    Tambin tena otra foto, colores deslucidos ahora, que ella tom con su propiacmara. Apareca sonriente, el brazo derecho extendido perdindose ms all del

    papel; la cmara hizo bien su trabajo, su imagen an se recortaba perfectamente

    sobre el papel fotogrfico. Su sonrisa, sus labios, sus ojos y sus cejas que

    acostumbrara llevar delineadas y arqueadas un poco ms de lo necesario hacia

    arriba. Esto le daba carcter y un aire de grandiosa magnificencia, acentuado por

    su voz templada.

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    -Es porque me cuida que no quiso que te llamara. Ni siquiera sabe que estoy

    hablando contigo; est entretenido planeando la organizacin del evento,

    viendo los detalles de inmobiliario y verificando lo adecuado del local para tu

    recital. Se preocupa por m, pero tambin sigue preocupndose mucho por ti.Mario escucha su voz como quien oye algo que no debe, escondindose tras la

    puerta cerrada. Fue como si an estuvieran en aquellos das, cuando no haba

    forma de salir a solas... cuando ni Andrs ni l podan dejarla un da sola.

    Entonces era impensable e imposible. Temporadas enteras de la filarmnica

    asistieron puntuales a sus lugares, ella siempre al centro, ellos mirndola sin verla,

    en una competencia callada y constante.

    Aquel verano Luca consigui un diplomado en un instituto de msicanorteamericano, ellos quedaron frente a frente y ninguno toc el tema. Se

    evitaron lo posible durante ese par de meses interminables. Consigui que el

    encargado de la sala de estudio le prestara la llave y pudo practicar por la tarde

    sin preocuparse de horarios, no tuvo noticia alguna de Andrs las ocho semanas

    que dur el viaje de Luca.

    Seis das antes de su regreso, escuch el preludio de Chopin brotando cual

    torrente de sonido desbordndose por las puertas de la sala de estudio. Era justoantes de la modulacin de re bemol mayor a do sostenido menor, no quiso abrir

    la puerta y decidi sentarse a un lado de la entrada, recargndose en la pared. La

    capacidad tcnica y el dominio meldico de la mano izquierda eran magistrales,

    y aquella nota constante, sostenida a lo largo de la modulacin con la mano

    derecha imitaba efectistamente el llover sobre los tejados; el sonido creci y

    llego al clmax, en notas y timbres bien definidos. La ltima modulacin fue un

    cmulo de nubes dispersndose, las ltimas gotas de lluvia dibujando crculosconcntricos y sobrepuestos al azar sobre las lozas del patio. No escuch papeles

    ni carpetas abrindose o cerrndose, quienquiera que estuviese estudiando

    ejecut de memoria. Cuando la puerta se abri todo sucedi tan rpido que no

    tiempo tuvo de alzarse del piso.

    Ya haban pasado veintitrs aos.

    ***

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    Su orgullo era aquel notebook, la silueta de la manzana en la cubierta, conectada

    por un cable minsculo a una consola electrnica y dirigiendo desde all la

    distribucin de sonido, luces, sincronizacin de los micrfonos y efectosespeciales acsticos. Luca se lo haba dicho una y otra vez, a l no le gusta nada

    de eso, prefiere tener una veintena de oyentes alrededor del piano que la sala

    llena y una conexin en serie de bocinas para que el piano se escuche hasta la

    ltima fila.

    Us el marcado rpido de su telfono, al escuchar el mensaje de la operadora,

    supo que ella estaba hablando con l. No me hiciste caso, a ver si ese cabrn no

    te deja amargada las dos semanas que vienen.Seal a los tcnicos de iluminacin las lmparas que tenan tonos e intensidades

    distintas, las reemplazaron segn sus indicaciones. Slo faltaba colocar el

    micrfono ms difcil: el que iba dentro de la caja del piano.

    Jams le haban dicho que ese micrfono estaba presente en recitales privados o

    conciertos pblicos; hacerlo hubiera sido cruel, y bastara dejar un solo alambre

    blindado a la vista para que perdiera la cordura y cualquier intento de sentarle

    nuevamente frente al teclado fracasara.Lo fij segn tena la costumbre de hacerlo, el transmisor haca su trabajo. Pidi

    a un ayudante que tocara cualquier pieza mientras terminaba de calibrar el

    micrfono oculto; Luca y l haban estado grabando todas sus actuaciones, las

    primeras en audiocassettes, las de los ltimos 14 aos en discos digitales.

    Beethoven era su obsesin quienes no lo conocan bien pensaban que era su

    compositor favorito-. En cambio, otros compositores estaban ausentes de su

    repertorio: Debussy, Chopin y Godowsky. Por ms que crticos y estudiososafirmaban que la forma de sus manos con sus dedos largos y firmes estaban

    hechos perfectamente para atreverse con los estudios y preludios de Chopin o los

    diablicos de Godowsky, l nunca quiso tocar nada de ellos. Slo ellos dos

    saban por qu los haba excluido sistemticamente de su estudio y ejecucin.

    La grabacin automatizada par de hablar y un bip contundente le avis que ya

    poda dejar su mensaje en el buzn de voz de ese nmero. Ya est listo el

    micrfono, Amor. Todo est perfecto para que esta sea su noche.

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    editadas anualmente y puestas a la venta en las vitrinas de la tienda de msica

    del instituto. En la lista de ejecutantes sobresalan ciertos nombres, algunos que

    antao grabaran como alumnos ahora formaban parte de la nmina de

    maestros, y algunos otros que llegaban buscando trabajo terminaban estudiandoalgn doctorado, buscando fortalecer su papel de intrpretes con cada recital.

    Marisa Lpez, a quien todos llamaban La Cubana por tener esa nacionalidad y

    un acento que no quera quitarse por nada del mundo, era la asesora directa de

    Mario. Se rumoraba entre profesores y entre los ms allegados a los dems

    asesores- que la Cubana tena envidia profesional y un profundo encono contra

    Mario, sobre todo por el Godowsky. Ella intentaba obtener su doctorado en

    Musicologa a la vez que especializarse en ese compositor. Sus primerasgrabaciones para el archivo del instituto fueron inmediatamente notadas por la

    comunidad acadmica, ponindole en la mira de una importante compaa

    disquera. Hasta ese momento el futuro de Marisa era lmpido y brillante, pero el

    representante que envi la disquera tuvo la psima idea de asistir al recital que

    apenas un da antes de la entrevista dio el instituto para cerrar el semestre.

    El Godowsky estaba entre las piezas de Mario, y aunque se trataba del ms fcil

    de sus estudiossi es que entre los estudios de Godowsky hay alguno fcil- era elms efectista, el basado sobre el primer estudio de Chopin. Como hiena

    hambrienta, el representante aprovech el intermedio para lanzarse sobre Mario

    y ofrecerle un contrato; la Cubana asista como jurado y fue la nica que calific

    con una nota no aprobatoria. Los otros cuatro jueces otorgaron diez perfecto,

    por lo que pudo sacar limpio el semestre, y hacer pasar un mal rato a su asesora

    quien sin esperar y apenas terminado el recital, le reclam por su ejecucin del

    Godowsky cuando ella misma le haba prohibido que lo interpretara. Mario slorespondi que le agradeca sus muy atinadas observaciones, respuesta que a fin

    de cuentas significaba un deja de meterte en mis asuntos. El representante de la

    disquera obtuvo una fecha para la segunda entrevista con Mario, y slo para

    cumplir con el compromiso asisti a la cita con Marisa. En esta ltima entrevista

    nada prosper, ella no insisti en una segunda entrevista, y l tampoco esperaba

    gran cosa, lo sucedido al final del recital era una explicacin ms que suficiente.

    Desde entonces Mario interpretaba el Godowsky a puerta cerrada seguro de que

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    vala la pena, esperando que ese ao escolar terminara para pedir el cambio de

    asesora y acabar as de una vez por todas con esos roces ridculos de maestro-

    alumno.

    Andrs y l saban que el silencio del recito favoreca tremendamente la acstica,y el sonido registrado en la cinta era casi profesional, aunque el micrfono usado

    por Andrs no era de los de ltima generacin.

    Practic tres o cuatro veces la pieza de Debussy antes de indicarle a Andrs que

    comenzara a grabar. La pulcritud en la colocacin del micrfono impeda que el

    sonido mecnico del pedal y el chillido de los goznes quedara registrado en la

    grabacin, remitindose nicamente al sonido amaderado de la sordina al ser

    retirada y vuelta a poner sobre las cuerdas.Al extinguirse la ltima vibracin sonora, Andrs detuvo la grabacin. Regres la

    cinta y la escucharon detenidamente. Mario cerr los ojos, esperando encontrar

    alguna nota falsa, un error en el tempo. Andrs conoca de sobra a Mario: si

    haba alguna imperfeccin, por minscula que fuera, Mario borrara todo y

    comenzara desde cero, hasta conseguir una grabacin perfecta. Por eso Mario

    no la sinti llegar y se percat de su presencia hasta que Andrs levant la vista y

    cambi su semblante.-Espero que no te enojes, Valeria es mi novia y la invit a orte tocar. Como nos

    iba a quedar poco tiempo para vernos por la tarde pens que sera buena idea

    que me alcanzara aqu.

    Fue como si alguien hubiera cerrado frente a l una puerta de cristal. Dej de

    escuchar y or la voz de Andrs. Al volver el rostro para verla haba reconocido

    de inmediato sus ojos.

    De aquella tarde no recordaba nada ms.

    ***

    -Andrs se dar cuenta, despus de veinte aos hay pocas cosas que pueden

    ocultarse, Luca. Te confesar que le tuve un odio grandsimo mezclado con una

    buena dosis de rencor. Pero ya no. El no tena la culpa de que yo no supiera de

    Valeria, simplemente no quiso decirnos, ni a ti ni a m. Siempre pens que l te

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    quera a ti, a lo mejor desaprovech la oportunidad y te perd por una tontera,

    por algo que no tena importancia.

    -Sabes que desde siempre lo quise

    -Pero l no debi jugar contigo.Luca tiene la seguridad de que terminar hablando de lo que no quiere hablar. A

    punto de perder toda diplomacia y tacto decide retomar la conversacin,

    agriada por los reproches mutuos. -Perdn, no deb decirlo as. Al regresar

    despus de aquel diplomado estuve segura de que con Andrs poda llegar a

    tener algo. No puedo mandar sobre lo que siento.

    -Andrs se aprovech de eso para jugar contigo, y no tena ningn derecho. Me

    cal hasta lo ms hondo que Valeria resultara ser su novia, y tambin hubierasido una canallada ma irte a buscar para tratar de consolarnos el uno al otro.

    No hubiera servido de nada.

    -Han pasado veintitrs aos, an sigues pensando que vale la pena seguir

    viviendo con todo eso a cuestas?

    -Ya te lo dije, Luca. Ese rencor y ese odio se han terminado, no voy a seguir

    cargando con ellos. Ya no.

    -Sera mejor que lo hablramos los tres. Creo que nos estamos debiendo esapltica desde hace mucho.

    Sabore cada slaba, cada instante, mientras le preguntaba:

    -De veras creyeron que no descubrira el micrfono?

    ***

    Tambin ella necesitaba tomar distancia. No tena idea de que Andrs estuvierasaliendo con alguien ms, al recibir la noticia contest con un par de

    monoslabos, y guard silencio. No hubo una ruptura entre los tres, siguieron

    frecuentndose, aunque ya no asistan a la serie completa de conciertos de la

    filarmnica.

    Siete u ocho meses despus Andrs se le plant enfrente, y le pidi que salieran

    juntos. Argument que las cosas con Valeria no haban funcionado y necesitaba

    platicar con alguien. Con l no puedo hacerlo, desde que regresaste del

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    diplomado ha andado con un geniecito que noms falta que me conceda los tres

    deseos.

    Adolorida y vulnerable accedi a la invitacin; entre cafs capuchinos, crepas y

    rebanadas de pastel dieron forma a una relacin muy parecida al noviazgo. Losdos haban superado sus problemas, pero l no quiso acompaarles en ese

    proceso. Comenz a desarrollar una extraa mana que consista en prohibir

    tajantemente las grabaciones de lo que interpretaba. Su exigencia de impedir la

    entrada en la sala de recitales a cualquiera que llegase con micrfonos casi le

    cuesta el ltimo ao de estudios y la carrera completa, pero se atuvo a algo

    imposible de negar: los crticos, maestros y alumnos estaban siguiendo su carrera;

    an tocaba frecuentemente en el saln de recitales de la escuela, en los eventosprogramados por esta.

    Ya para entonces era un secreto a voces lo sucedido con el representante de la

    disquera: visto en la disyuntiva de grabar las prodigiosas interpretaciones de

    Mario y tolerar sus manas insoportables como la de no querer grabar en otro

    sitio que no fuera la sala de recitales- opt por deshacer cualquier compromiso y

    regres a las plticas con Marisa, quien lo tom por justa retribucin del destino

    y castigo inclemente de la Providencia contra quien antes la dejara en ridculo.Un par de meses despus, Mario asisti a la ceremonia civil ms por Luca que

    por Andrs, pero se abstuvo de ir a la cena. Ni l estaba dispuesto a dar

    explicaciones, y seguramente que ellos no las pediran. Frecuentndose cada vez

    menos, coincidan cuatro o cinco veces al ao en algn evento donde Andrs

    haca prodigiosos malabares administrando cables y software y micrfonos y

    luces, eventos a los que tambin ella asista cual esfinge, atenta a cualquier detalle

    por mnimo que pareciera.-Dejaste que pasaran ms de veinte aos, por qu me dices todo esto ahora?

    -Todo pasa a su tiempo, Luca, ni antes ni despus. T necesitaste que Andrs

    saliera con Valeria para definir lo que sentas, despus tomaste tu decisin y se

    dieron una oportunidad cuando lo que hubo entre Andrs y ella no daba para

    ms. Aunque me sent aturdido por lo de Valeria, cuando firmabas el acta de

    matrimonio supe que te haba perdido, y ya era muy tarde. Ves cmo no somos

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    Esper a que Luca colgara; no coloc de vuelta el auricular en su lugar. Lo dej

    a un lado de la lmpara que estaba sobre el bur, poda percibir claramente ese

    olor metlico y desagradable. No era tiempo de echarse para atrs. De un tirn

    se pas las dos pastillas de valium dando un sorbo al vaso con agua mineral, y serecost sobre el silln. Estaba otra vez en el patio del conservatorio, a mediados

    de agosto, en 1977. Por la puerta abierta de par en par, un profesor de crtica

    musical dejaba escapar el sonido claro y potente del reproductor de cintas

    puesto casi a todo volumen. Terminado el primer movimiento de la sinfona, un

    silencio de cuatro o cinco segundos, y el sonido casi con sordina de los primeros

    compases del segundo movimiento comenzaron a sobrepasar los ventanales y

    pilares del patio. Un instrumento agregndose sobre otro, la suspensin delostinato, las cuerdas interminables en su balbuceo lnguido. El despertar de una

    sospecha, y la conclusin asombrosa: Beethoven odiaba al silencio, pero el

    silencio terminaba siempre por colarse entre las notas. La pasin de un

    instrumento agregado sobre otro fue cediendo a las variaciones del tema,

    alcanzando el clmax entre monstruosas palpitaciones viscerales. De pronto la

    fuerza cede, una frase clara y leve, y una culminacin armnica inesperada. Era

    la primera vez que tena la certeza de su propia muerte y de su propia vida.Ahora puedo morir en paz, haba pensado entonces. Hizo el intento de abr ir

    los prpados, pero slo alcanz a entrever un poco de luz ambarina que se

    filtraba por el cortinaje de las ventanas. Respir profundo, y sinti un poco ms

    de pesadez sobre su cuerpo. Ahora puedo morir en paz fue repitindose una y

    otra vez, hasta quedarse dormido.

    ***

    Como si montara guardia, la esper pacientemente en una banca del jardn que

    ocupaba el frente del conservatorio, conoca su itinerario a la perfeccin, Andrs

    hablaba de ella a todas horas cuando an el entusiasmo no terminaba, al parecer

    ambos haban perdido el inters en esa relacin. Andrs les coment cmo poco

    a poco se estaban alejando, y cmo lo ms natural del mundo sera que cada

    quien tomara por su lado sin apenas decirse adis.

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    Luca reprimi sus ganas de darle una bofetada, dio media vuelta y se alej con

    paso decidido atravesando el csped, entre las bancas y arbustos. Algunas parejas

    de novios comenzaban a llegar al jardn para pasar la tarde juntos entre abrazos

    y besos. La lluvia acariciaba lentamente el Mirador, all a lo lejos, y an tardaramucho en llegar a estrellarse contra las canteras de la Catedral de Morelia.

    Al dar la vuelta para tomar la Santiago Tapia pequeas rfagas de aire lastimaron

    sus ojos, que senta humedecidos y le ardan. En la bolsa izquierda de su

    pantaln sastre llevaba el cassette con el Debussy. Se dijo que Valeria no mereca

    esa cinta, y fue como si el nudo que senta en la garganta se estrechara ms, ni

    tampoco Andrs ni tampoco yo, pens.

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    Tu cielo no es mo

    -Deb haberle hecho el amor?

    Atento solamente al volante y el pie consciente del acelerador, Manuel guiaba

    con seguridad y desenfado la trayectoria del automvil; la carretera semejaba un

    ro de oro, escurriendo por los costados, perdindose en la tierra arenosa. El

    combustible no sera problema, llen el tanque hasta el tope, cerciorndose de

    que la gasolina brotara a borbotones por la toma. El malestar que ahora senta

    no era, en forma alguna, un remordimiento tardo, tampoco buscaba una

    justificacin.

    Bajo la camisa su piel se acostumbr demasiado pronto a la clida viscosidad que

    formaba manchas asimtricas, de un color escarlata perfecto. Escogi un buen

    momento para la denuncia annima, por dems todos en la manzana saban que

    aquella casucha era refugio de poquiteros, de grameros bien entrados en su

    negocio, y al hacer la denuncia desde un telfono pblico dijo lo necesario para

    movilizar a la fuerza policial, y gran parte de la fuerza militar que los ltimos

    ochos meses haba estado haciendo ronda tras ronda en la ciudad.

    Esa llamada le dej el paso libre en el resto de la ciudad. Contaba con que ni los

    padres ni las amigas percibieran su ausencia, bien poda tomarse un par de horas

    y finiquitar aquel asunto de una buena vez.

    Advirti el sonido repetido y metlico que brotaba de una rueda, y las

    vibraciones inconstantes de la suspensin del coche. Chngadamadre! fue lo

    que grit antes de aparcarse a un costado del libramiento, abrir la puerta y bajaral pavimento ardiente. S, un clavo en la llanta. An haba aire para llegar a su

    destino, decidi reanudar el camino y aceler. El ltimo tramo de camino lo

    recorri a noventa kilmetros por hora, no poda confiar demasiado en los

    neumticos autosellables, no en ese momento. Sonri al pensar que sera lindo

    ser encontrado muerto en el coche con las llantas boca arriba, el cuello roto, y la

    camisa manchada con sangre que no era la de l. Eran tan duchos los peritos

    para darse cuenta a la primera que la sangre no era suya? Sera quiz cuestin de

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    minutos antes de llegar a la conclusin y colgarle el ttulo que repetiran en su

    edicin vespertina los peridicos locales: Asesino.

    Pero la llanta no se rompi, el carro no se estrell ni volc. Nada de eso pas. El

    calor de 37 grados no importaba, se cubri con su chamarra de piel negra y tocel timbre. Tengo todo el tiempo del mundo, pens mientras escuchaba cmo se

    recorran el cerrojo y la cerradura de la puerta; despus, la figura de Eduardo

    apareci junto al portn, abriendo una hoja tras retirar la barra de seguridad.

    -Te ves mal, cabrn. No te quedes all, psale.

    Obedeci a Eduardo sin decir otra palabra y cuando ste se volvi de espaldas

    para cerrar la puerta supo que su momento haba llegado. Manuel sac el

    picahielo y se lo enterr algunos centmetros en la nuca, moviendo un poco elmango de madera. Eduardo se desmoron como si fuera un mueco de felpa

    mal cosido. Eduardo balbuce algo. Manuel, a gatas, acerc su oreja derecha a la

    boca de Eduardo, y oy la pregunta, balbuceo sin fuerza: por qu me hiciste

    esto, Manuel?

    -Hiciste? N, Eduardo. An no hago. Esto apenas est comenzando.

    ***

    Mara Eugenia Torres, figura menuda, bien poda cruzar de lado a lado el saln

    de clase y nadie se dara cuenta de lo que llevaba puesto encima. Nadie

    recordara el color del pelo, el estampado de la blusa, el corte de los jeans. Esto

    tena sus ventajas, sobre todo cuando los compaeros del saln se crean

    conquistadores salvajes y machos alfa, atacando con piropos que abarcaban el

    espectro completo del ingenio mexicano, soeces, groseros, o elegantes yelaborados.

    Por debajo de la puerta el fro de la ciudad se filtraba poco a poco. El ambiente

    caldeado era cmodo, y tambin invitaba a dormitar entre clase y clase. El Cerro

    de la Bufa, resplandeciente, seoreaba las aulas y la ciudad entera pareca

    renacer, cual Ave Fnix brotando de sus cenizas. Las luces de la madrugada se

    iban apagando una por una, los ltimos en morir eran los faroles pendientes de

    los postes de alumbrado pblico aunque de vez en cuando se quedaban

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    encendidos todo el da, sobre todo cuando era tiempo de lluvia. Parecan

    entonces senderos dibujados en la niebla que no conducan a parte alguna.

    En esos das de lluvia y horas de clases libres los alumnos ms avezados se

    internaban en el Arroyo de la Plata. Algunos otros aprovechaban y se encerrabanen algn cibercaf, cerca de la catedral no escaseaban. Los que se la daban de

    intelectuales y crticos de literatura o msica iban a las cafeteras, la norma tcita

    era jams pedir un capuchino, as estuvieran en oferta del tres por uno, esas

    pinches copitas noms las piden los putos.

    Fue precisamente en un caf, una tarde perdida en el mes de octubre, donde ella

    lo vio por primera vez. Sentado, con un libro de Predrag Matvejevi en la mano,

    daba pequeos sorbos a su taza, humeante. A pesar de no fumar frecuentaba laseccin de fumadores, porque era, curiosamente, donde los dueos de la

    cafetera haban instalado por rdenes de la Secretara de Salubridad y

    Asistencia- los mejores equipos extractores y de aire acondicionado. As que cada

    quien con su cigarro era un cada quien con su propio aire purificado.

    Rondar los treinta y siete, pens. Nada haba de extrao en su figura

    demasiado como la de los dems maestros, sweater bien planchado, el cuello

    de la camisa sobre el cuello del sweater, lentes con aros delgadsimos estoquera decir que no era panista, por ms que pudiera estar simpatizando con

    perredistas o priistas- manos cuidadas, dedos largos, la cara un tanto cuadrada,

    casi rectangular.

    Fue un par de segundos los que coincidieron con la mirada. Ella sinti un

    escalofro, como si un pedazo de carbn le hubiera recorrido toda la columna

    vertebral, en un contacto rapidsimo pero profundo. Advirti en su rostro una

    sonrisa apenas dibujada, y vio cmo prosigui con su lectura como si tal cosa.El maestro de historia? Ronda casi los cuarenta, divorciado, tiene dos hijos con

    su ex. Parece que no le gusta andar con las alumnas, aunque se dice que las

    maestras a veces coquetean con l, y pues l se deja querer.

    -Cmo sers!

    -Es la verdad! Adems, a quin le dan pan que llore? Nosotras tenemos la edad

    de su hija, ya sera muy bizarro que anduviera echndonos los perros encima,

    no crees?

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    Eugenia pens que Laura tena razn. Por descontado el maestro era el maestro

    y ella era la alumna. Adems, el prximo semestre le tocara clase con l. Ya no

    falta tanto, le record Laura. Acurdate que los ordinarios son el mes prximo.

    ***

    Eduardo baj la escalera de piedra con cuidado. Cuando llova, las baldosas

    adquiran una consistencia muy semejante al hielo, slo que no eran baldosas

    fras, eran ms bien lajas clidas revestidas de escarcha. Record aos antes, al

    bajar las mismas escaleras, cuando resbal y cay sobre un libro francs de

    Husserl que le prest Hernndez, su maestro de filosofa. Al entregarlo, elmaestro pregunt Dnde carajos metiste mi libro? Eduardo extendi sus

    manos lastimadas mostrndoselas, y slo entonces respondi: Donde mis manos

    no alcanzaron a protegerlo All qued eso, pero conservaba sendas cicatrices en

    los nudillos, y una cicatriz pronunciada a lo largo del dedo meique en su mano

    izquierda.

    Al entrar en el estacionamiento not que alguien le haba dado un talln a la

    polvera izquierda del coche. Debi haber sido el cabrn de Agustn, esa nia letiene sorbido el seso.

    Sonri al pensar que l no era diferente de Agustn esa noche. Laura le esperaba

    en la parada de autobuses frente al Arroyo de la Plata, exactamente a un costado

    del centro comercial. No s cmo se las ingenian estas nias para salir a la hora

    que les da la gana, pero si me toca hacerla de niera esta noche claro que me

    cobrar alto los honorarios.

    Pens esto cuando arranc el automvil, y se dispuso a recorrer las callescntricas y ms congestionadas de la ciudad. La lluvia comenzaba a caer de

    nuevo. Ojal hayas llevado sombrilla, de lo contrario en lugar de niera voy a

    tener que hacerla de enfermero, o paramdico, pens, mientras haca alto en un

    crucero de la calle Gonzlez Ortega.

    ***

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    cuerpo exigente y flexible de Laura, y aunque Eugenia estuviera entregndose en

    ese momento a l.

    ***

    Manuel no se permita el lujo de distraerse con las estudiantes que llegaban en

    grupos a tomar caf, chocolate, o cerveza. Preparar un examen de Historia

    Colonial de la Nueva Espaa no era cualquier cosa, y menos cuando se trataba

    de pasar el escrutinio que anualmente la seccin de servicios escolares impona a

    todos los maestros. La peor forma de gobierno es la democracia, lo saban

    filsofos y polticos, agitadores y anarquistas, guerrilleros y militares. Poner unaboleta para calificar el desempeo de cada maestro en manos del alumno es

    exactamente lo mismo que darle una bomba molotov: la evaluacin era una

    estrategia ms administrativa que acadmica y nunca, en dos aos consecutivos,

    se haba hecho en la misma fecha. Ya se saba que si la evaluacin se aplicaba una

    semana o un par de semanas antes que el examen final, entonces era un mero

    requisito administrativo, para llenar las carpetas y formularios, y a olvidarse del

    asunto por un ao ms.Pero si la evaluacin se aplicaba una semana inmediatamente despus de los

    exmenes finales, entonces lo menos que se esperaba era una cacera de brujas

    inminente. Eso quera decir que habra despidos masivos y tambin

    contrataciones masivas, y que aquellos que se quedaran afianzaran ms su

    presencia en la institucin.

    A Manuel le faltaban seis aos para jubilarse. A los dieciocho obtuvo su plaza,

    previos viajes de voluntario a las sierras de la regin tarahumara, la ventaja fue

    que a los cuarenta y tres podra gozar de jubilacin y pensin, y si lo quera,

    seguira dando clase con menos exigencias y rigor, en alguna escuela privada o

    en la misma institucin que ahora le daba cobijo.

    Sus planes no incluan estrategias mercadotcnicas de avanzada ni estudios de

    factibilidad ni estrategias de colocacin de productos o estrategias para la

    consecucin de un nicho de mercado, era solamente la observacin puntual de

    sus casi veinte aos de servicio.

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    Primero, rentar un local, de preferencia en el centro de la ciudad, y dedicarse a

    la venta de libros especializados, esos ttulos que slo podan adquirirse en

    Monterrey, Guadalajara o el Distrito Federal. Conocedor de las necesidades

    siempre cambiantes y a la vez siempre iguales de los alumnos, estaba seguro deque la ubicacin por s sola no sera un factor determinante para garantizar el

    xitoo el fracaso- de su empresa.

    Y despus, cuando el negocio comenzara a andar, por qu n, buscarse una

    mujer. La soledad duele, cala en lo ms profundo, y no eran ya tiempos de

    andar hacindole al maestro pervertidor de menores, por ms que las menores

    tuvieran al menos sus veinte aos cumplidos.

    Por eso aquella noche hubo algo en el comentario de Eduardo que lo sobresalt.Cuando despert, a las cuatro de la maana, pudo ver que Laura y Eugenia

    estaban en el tocador, metindose otra lnea de coca. Mejor que se entretengan

    con sus jueguitos de lesbianas, a estas dos ni quin las llene. Las escuch platicar

    un par de minutos y entonces comprendi el comportamiento extrao de

    Eduardo en el ltimo par de meses.

    ***

    -Eduardo: no es por venganza o rencor, tampoco por celos, nada de eso. Es

    praxis y nada ms.

    Mientras Manuel hablaba, Eduardo oy el sonido de la cajuela del carro al

    abrirse, y vi igual que tras un vidrio empaado cmo sacaba dos cuerpos.

    -Eugenia est muerta. La mat porque era necesario. Apenas se notar, bast con

    cubrirle la cara unos instantes con la almohada y despus, al momento deretirarla, lanzarle una buena dosis de coca en la nariz y en la boca. Se dir que

    fue un pasn. Fue ms difcil decidir qu hacer con Laura. En serio, crees que

    hubiera funcionado lo de ustedes?

    Eduardo intent moverse, no pudo hacerlo. Su cuerpo no responda, su respirar

    era cada vez ms pesado, abra y cerraba los ojos irregularmente, sus prpados

    haban perdido la coordinacin y comenzaban a hincharse.

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    -No, Manuel, por favor. El murmullo no lo poda escuchar ni siquiera l mismo,

    Manuel ley sus labios, y repiti en voz alta: no, Manuel, por favor.

    -Pero Eduardo, si es un favor lo que estoy haciendo. Para ti y para m. En tres

    aos hubiera estado Laura buscndose a alguien ms, alguien que aguantara igualque ella al meterse coca, y alguien que la hiciera sentirse una mujer, o una

    hembra. Con Eugenia tarde o temprano tambin pasara lo mismo. No pienses

    que no tuve la idea de hacer lo que t queras. Claro que la tuve, pero esto no

    funciona as. Ni t ni yo tenemos permitido vivir un cielo que no nos

    corresponde.

    Eduardo advirti el respirar dbil y entrecortado de Laura. Nada pudo hacer

    cuando Manuel coloc en su mano derecha y casi muerta el cuchillo, apretandosus dos manos alrededor de la de l, y tampoco sinti las siete cuchilladas que se

    clavaron en el trax y abdomen de la chica.

    -Ayer vi que despus de dos aos no usaste condn con ella. Si eso no significa

    algo entonces ya no s qu carajos pueda estar pasando. Ella tendr dentro de s

    tu semen, y todo parecer un asesinato demencial, y tambin parecer que ella

    se defendi de ti usando el picahielo. Muy a lo Hollywood, no crees? Ser lo

    ms cuidadosamente descuidado que pueda, no te doler, Eduardo.Dio el segundo piquete al azar en el crneo de Eduardo, quien al instante dej

    de moverse y parpadear.

    Se tom el tiempo para revisar la recmara de Eduardo y encontr lo que

    buscaba, la cmara digital, y las memorias SD en sus estuches. Las guard en la

    chamarra, y al salir cerr la casa con llave, con la copia que Eduardo le diera casi

    tres aos antes.

    Ya para entonces, la llanta del coche se haba desinflado por completo.-Justo a tiempo, pens Manuel. Abri la cajuela y quit el plstico negro con el

    que envolviera a Laura y Eugenia. Lo dobl cuidadosamente y se lo puso bajo el

    brazo. Al cerrar el portn, pens que nunca se saba para qu pueden servir las

    llaves de las casas y de los coches ajenos.

    Record la noche del da anterior, cuando estuvieron en su casa.Deb haberle

    hecho el amor? se pregunt entre dientes. N, claro que n, se contest en voz

    alta.

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    Y su voz era clara, y firme.

    Como debe ser la voz de todos los maestros.

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    No saber ni su nombre y no conocerla fue un regalo, una bendicin, y lo tom

    como la oportunidad para retomar su vida, comenzando desde cero; a los

    veintisis aos ella le dara a sus hijos el amor que l no quiso darles, ocupando

    tambin su lugar.El calvario comenz poco despus. La bsqueda de trabajo, terminar los

    estudios, y encontrar en la boleta de calificaciones un par de materias que no

    haba aprobado: ni noticia de esos detalles en el centro de atencin escolar,

    enviar correos electrnicos, pedir respuestas, buscar una solucin. Quisiera que

    fuera entonces ms que una solucin, La Solucin, pero tardaba mucho en

    llegar.

    En la casa esperaban los nios, y tambin los abuelos de los nios, si las cosas nofuncionaron regrsate a la casa, nunca te cerraremos las puertas y si podemos

    ayudarte en algo, lo haremos por ti y nuestros nietos. La balanza cruel de la

    tarde pona en brazos distintos la sonrisa y la mirada esperanzada de los nios, y

    la mirada profunda y callada de los abuelos.

    Tampoco fue fcil acostumbrarse a la cama enorme y vaca ni bao solitario, a

    las tardes de cine con los nios y a cuidarlos mientras manejaba y haca

    malabares para no estrellarse en un semforo mientras la nia jugaba a golpearal nio, o cuando el nio responda a dentelladas sobre el brazo de su hermana.

    Fue a principios de mayo cuando supo que volvera a verlo, slo por necesidad.

    Su firma era indispensable para realizar los trmites de pasaportes y visas, y

    tambin su presencia como padre biolgico era requerida por el gobierno de los

    dos pases. As que cuando habl con l recibi una excusa dbil de trabajo y

    ocupaciones. En su voz, conocida a la perfeccin, advirti de inmediato la

    negacin y lo encubierto, no haba compromisos, no haba trabajos ni horasextras. Alguien ms lleg a su vida, ojal el bastardo no se atreva a llevarla a la

    oficina de migracin. No la llev, pero la humill elegantemente al cubrir slo

    los gastos de notarios y papeles firmados, el coste del trmite lo tuvo que

    pagarlo ella. T eres la interesada, hazte cargo de ello.

    Platicando con la abuela se quej de lo cansada que era aquella situacin.

    Buscarlo y encontrarlo a medias, o buscarlo y de plano no encontrarlo. Pero

    sera peor si al buscarlo tuviera que verlo abrazando a otra, besando a otra, sa

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    que se haba colado sin saber cundo entre ellos, y que termin quedndose con

    l.

    La televisin ocupaba el lugar principal en la sala, frente a la cocina. Tardes

    enteras vean cualquier cosa que programara el Nickelodeon o elCartoonnetwork, la nia estaba por salir del jardn de nios y comenzar a

    estudiar la primaria, y el nio an se quedaba en la guardera por la maana,

    hasta que el abuelo o la abuela iban a recogerlo. Ni siquiera te import volver a

    verlos repeta en silencio mientras los nios corran alrededor del silln

    individual, jugando a perseguirse, alcanzarse y hacerse cosquillas.

    Tengo a mis hijos repeta como un conjuro por la noche al mirarse en el espejo,

    mientras peinaba lentamente el cabello que apenas senta resbalar por sushombros. Tengo a mis hijos y no necesito nada ms. Sus ojos y sus labios

    confesaban otra cosa, su frente amplia y sin arrugas, los pmulos firmes y las

    cejas bien delineadas eran pretextos para detenerse un poco y mirarse despacio -

    miradas interminables- antes de ir a la cama. Perdi la costumbre de acomodar

    sbanas y almohadas, la cama slo serva para dormir, y slo sus hijos entraban a

    su cuarto, ni sus hermanos ni sus padres haban puesto jams un pie en el.

    La tarde del consulado jams podra olvidarla. No lleg con la otra, ni siquiera lamencion. Cuando los nios vieron su pap se acercaba al carro gritaron en coro

    papi, papi, pero l se dirigi inmediatamente a la ventanilla del conductor. No

    tengo tu tiempo, as que dmonos prisa, lo que menos quiero es que estos

    cabrones del departamento de migracin me tengan esperando como su

    pendejo.

    El abuelo sinti que la sangre se agolpaba en su rostro, la abuela guard silencio

    y trat de calmar el nimo de los nios.No mis nios, su pap s los quiere, lo que pas es que no pudo verlos sentados

    aqu atrs y tiene prisa. Ya los ir a visitar despus a la casa.

    Que a ella la ignorara era lo menos que esperaba, pero no que a los nios los

    hiciera a un lado actuando como si no existieran. Est enojado, hija, por eso te

    da donde ms te duele le dijo la abuela por la noche.

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    Detrs de tus fotos

    Evitando pensar demasiado, escribi de prisa. Su correo electrnico no era para

    pedir perdn, ni siquiera para disculparse. Nadie tuvo la culpa, y nadie era

    responsable de nada.

    Apenas el mensaje de confirmacin apareci en medio de la pantalla, se recarg

    completamente sobre el respaldo de la silla. No quiero seguir recordndote.

    Dej su lugar unos minutos, slo para prepararse otro caf. En la sala, el espejo

    amplsimo le devolvi su imagen, desgastada, y con ojos llorosos. Qu pattico

    actuar como adolescente, qu pattico no pensar que ya no eres una nia.

    Al principio bastaban las fotos. Desenfocadas, el celular haca lo que poda. Su

    sonrisa traspasaba todo, la luz de su rostro, la tersura del pelo cayendo sin prisa

    sobre los hombros; y no era necesaria apenas una palabra, un saludo ni un gesto.

    No supo en qu momento el flirteo pas al siguiente nivel. No supo tampoco

    cmo una tarde cualquiera de septiembre acabaron hacindose el amor

    frenticamente en un cuartucho de hotel, con una ventana semiabierta que

    dejaba ver un pedazo de cielo. Ni siquiera se dieron cuenta del tiempo que pas

    rpido, y les dej en las manos un anochecer repleto de luces, semforos y

    tragafuegos. La ciudad est hundindose, lo nico que la mantiene viva son las

    llamas que escupen esos muchachos.

    Al ir en el automvil maniobr con una sola mano. Siempre manejaba con la

    mano izquierda pegada al volante y la mano derecha por si las dudas sobre el

    freno de mano. En esa ocasin, vuelta boca arriba, su mano derecha senta lapresin constante y creciente de ella, absorta en un pensamiento largo y

    lnguido, quien de pronto apretaba un poco ms, y buscaba en su palma el

    molde perfecto, para que ese momento no terminara nunca. Al despedirse, un

    beso en la mejilla fue lo nico que se permitieron. Ni l extendi los brazos

    buscando asir su talle, ni ella permiti que se acercara ms de lo debido. Si nos

    llega a ver algn compaero de tu trabajo

    Entonces bastaba slo una llamada breve, para escuchar la voz del otro,preguntar cmo haba estado la tarde, y entre complicidades compartidas si se

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    poda hablar. En algn lado haban ledo que la felicidad resultaba cansada. En

    ese momento hicieron un recuento de los das, semanas y meses, y vieron que

    n: era falso. La felicidad no cansa, como no cansan los besos, las caricias ni las

    miradas.Lo fatigoso era la bsqueda de horarios y ocasiones. Hallar la rendija o la grieta

    en el horario para coincidir en otro lado, o zafarse de los compromisos de fin de

    semana para entregarse y tomar otro cuerpo, reencontrndose mutuamente.

    Nada se prometieron, nada se juraron, tambin ambos tenan la certeza de que

    en el fondo nada los una. Despus de apagar el telfono celular podan soar

    con el encuentro amoroso del fin de semana o con el ltimo galn o actriz de

    moda; tampoco quedaba excluido coquetear o cenar con alguien ms en algunode los restaurantes que haban dado en recorrer ms o menos sistemticamente.

    Pero una cosa era tener un pacto de libertad y silencio, y otra cosa que los

    sentidos y esa anttesis de la razn pudieran soportarlo.

    Ese sbado no quedaron en nada. Tom por la calle principal, sin prisa,

    haciendo alto en los parpadeos verdes de los semforos. Entonces la vio.

    Ella iba de su brazo. Pudo verla sonriendo, con esa misma sonrisa que fuera slo

    de l y de nadie ms. Ahora era una sonrisa compartida. l la guiabacuidadosamente entre vendedores ambulantes y maras sentadas sobre la

    banqueta, protegindola con su mochila negra y un tripi de fotgrafo del

    embiste del ro de gente que sala del cine.

    Prefiri quedarse en el carro, sin hacer nada. Ella no era una adquisicin sobre la

    que tuviera potestad alguna, nunca lo haba sido. Por eso ella poda entregarse y

    tomar a quien quisiera.

    Al llegar a su casa pens escribirle un correo, pero el orgullo lo venci, y prefiriesperar hasta el domingo al medioda. Record que el primer cuarto de hora es

    fasto, as que se tom catorce minutos para escribir el e-mail y enviarlo a su

    buzn; poco por decir y nada por reclamar, resignndose de antemano a no

    recibir respuesta.

    Pero cinco meses despus ella respondi.

    ***

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    que necesitaba para enfrentar los horarios de clases. Sus amigas ya saban en

    dnde bajar, siempre seis o siete cuadras antes de la casa. El tiempo pasado en el

    camin urbano era justo el que necesitaban para platicar y ponerse de acuerdo

    sobre lo que haran al da siguiente.En una esquina, tomando fotografas de casas viejas, encontr a Ivn. Sus ojos la

    recorrieron de arriba abajo en una sola mirada, y ni siquiera parpade cuando

    ella le pregunt -Cmo te llamas?

    Platicaron mucho las cuatro cuadras siguientes. l iba tomando fotos de las

    fachadas; viejas, reconstruidas, nuevas o derrumbndose, y tambin locales

    comerciales y bodegones; iba fotografindolo todo.

    -Y pagan bien por el trabajo?-No me puedo quejar. Ando por la ciudad sin horarios fijos y no tengo oficina.

    Todo lo hago desde mi casa, mando correos y recibo correos a la hora que

    quiero. Y a veces puedo platicar con chicas lindas como t.

    El sudor formaba una cinta oscura en la gorra que llevaba puesta de revs, y el

    aroma de perfume mezclado con desodorante era tan claro como el tono de su

    voz.

    Quedaron de verse al da siguiente, an le faltaba media colonia por fotografiar.Y entonces fue que al detenerse el camin una oleada de pnico mezclado con

    ansiedad la invadi por completo, y dnde lo busco? se pregunt al tiempo

    que comenzaba a descender los tres escalones del vehculo.

    No acordaron calles, ni direcciones ni rumbos. S, le faltaba fotografiar

    muchsimo todava, pero ya eran casi las 2 de la tarde y seguro que l estara

    guardando sus cosas para irse a descansar.

    Esa parte de la ciudad fue construida como todos los pueblos viejos, una calleprincipal dividida por pequeas calles perpendiculares, mismas donde se

    encontraban las casas y muy pocos negocios particulares. Sobre la calle principal

    sentaban sus reales los negocios de las familias de renombre, apellidos viejos,

    fortunas acumuladas a lo largo de los aos. Ella record que l iba fotografiando

    de norte a sur, andando en aquella direccin quiz lo encontrara. Camin

    rpido, con ganas de correr. Apenas sinti el sol que caa a plomo, inclemente,

    incendiando paredes, asfalto y banquetas. Once cuadras ms abajo lo divis,

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    tripi en una mano, la mochila negra en otra. Vio cmo le hizo el alto a un taxi

    que pasaba, y subi en el asiento trasero. Corri, agit los brazos, y se detuvo

    cuando la carpeta plstica se le zaf y cay dando un golpe rotundo a las lajas

    de concreto.Cansada, sudorosa y con las piernas temblorosas lleg a casa. En la contestadora

    automtica un par de mensajes, sus paps haban telefoneado, algo pas con la

    mesada y los detalles no le interesaron. Decidi no salir el fin de semana. Se

    qued en casa, haciendo limpieza, lavndose la ropa, oyendo msica todo el

    da.

    El lunes siguiente no tuvo apenas ganas de platicar de eso con sus amigas. Las

    cosas de siempre, exmenes, novios, flirteos, el baile de bienvenida y las bebidas.Sin despedirse, sali antes de la hora, y camino a casa se dijo que no quera sentir

    nunca ms lo que se siente al perder algo que no se sabe que se tiene. Que no

    quera seguir corriendo y agitando los brazos por nadie, que jams volvera a

    hacerlo.

    Tres cuadras antes de llegar a su casa lo encontr, l la esperaba resguardndose

    todo lo que poda del sol bajo la sombra de un poste de concreto.

    ***

    No poda contarte de mi trabajo, ahorita tampoco puedo. Es mejor para ti, no

    quiero darte problemas, aquella tarde no supe que me seguan. Si n ni siquiera

    hubiera volteado a verte. Pero te vi y por eso estoy ahora pidindote que te

    olvides de m. Que jams vuelvas a recordarme.

    Tena un trabajo peligroso, y no lo vi venir. Quiz vayan a tu casa y te

    pregunten por las fotos. Entrgalas, no te quedes con ninguna. Haz de cuenta

    que nunca exist.

    ***

    Todo comienza como un juego. Se dedicaron a recorrer juntos la ciudad, l le

    deca el rumbo y al salir de clase a ella le tocaba encontrarlo. La cmara

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    fotogrfica guardaba toma por toma la cara visible de las calles. Se divertan

    pensando qu pasaba dentro de cada casa, detrs de las puertas. En los edificios

    vacos o abandonados podan insertar historias completas sin remordimientos,

    algunos escombros eran la nica huella visible de tragedias y accidentes. Entoncesni siquiera asomaban las narices, el olor de la madera quemada, el vientecillo

    con tintes de rumor la hacan estremecer. Ya casi ni se acordaba de Carlos, le

    gustaba sentir las cosquillas que Ivn le haca detrs del cuello, y poco arriba de

    su cintura, en los costados.

    -No quiero que te metas en problemas.

    -Cules problemas. Carlos debe andar con otra y hace rato que no me da lata.

    Pero el trabajo era el trabajo, Ivn segua tomando foto tras foto tras foto trasfoto, y ella jugaba a ponerse ante la cmara en el momento que Ivn mandaba

    la seal al obturador. Ni con Carlos ni con su primer novio tard tanto para

    tomar la decisin. En cuanto me lo pida, ser suya.

    Cuatro o cinco meses despus de haberse encontrado ella no pudo esperar ms.

    Conoca la ciudad cuadra por cuadra, Ivn pareca no querer decirle, y ella

    necesitaba algo ms que el olor de perfumes y desodorantes.

    Si no te acuestas conmigo el da de hoy tendrs que esperarte otro mes, le dijoa quemarropa. Esa noche, al llegar a casa, encontr tres mensajes en la

    contestadora. Sus paps haban estado buscndola y ella regres la llamada, slo

    para or que ese fin de semana lo pasarauna vez ms- sin un centavo. Hasta el

    lunes siguiente depositaran el dinero en el banco.

    An tena encima el olor del hombre que haba sido suyo y an poda sentir en

    su piel las caricias, los besos, esas mordidas llenas de furia. Quiso estar presente

    en todas las fotos de Ivn, no faltar en ninguna. Quiero que siempre pienses en

    mi. De aqul que la tuvo no supo el nombre. Ultrajada por voluntad propia

    decidi dormir, quiso dormir y dormir sin cesar.

    -Ivn, por qu me dijiste que n?

    ***

    Por eso no te toqu. Lamento muchsimo que hayas tomado las decisiones que

    tomaste, si te hubiera dicho ms, tambin

    bueno. Slo eso. Entrgales las fotos. No te quedes ni una sola.

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    cada sector. Segn las claves, poda significar que una cuadra tena casas tipo a

    b c, que eran de una planta simple, planta reforzada y doble planta, nivel de

    defensa 1 2 3, segn el tipo de trabajo de cada habitante que se promediaba

    para obtener el grado de entrenamiento militar de cada sector, o las clases I, II,III y dems que designaban, especficamente, el tipo de comunicaciones

    existentes en el lugar: telfono, telfonos celulares, internet por cables, internet

    inalmbrico, microondas, o satelital.

    Por eso en algunos sectores coincidan slo unas cifras, y lo dems variaba sin

    orden progresivo numrico aparente y tambin por eso ellos no le haban

    pedido las fotografas de las esquinas de las calles, en donde adems del nombre

    de la calle siempre estaba impreso tambin el cdigo postal del sector. Ya paraentonces haba enviado varios miles de fotografas directamente a los servidores

    de aquella compaa de mapas de carreteras. Y tambin pens en ella y en las

    fotos que tenan ambos y no formaban parte de la cuota pactada pero que eran

    un grave, un gravsimo problema.

    Decidi guardar la calma y alejarla de l poco a poco, ignorndola. Tena la

    esperanza de poder terminar el trabajo aunque el precio era alto, mejor que ella

    no se involucrara en nada que resultara peligroso.No esperaba que fuera precisamente ella quien tomara la iniciativa de dar el

    siguiente paso, rugir apresurado en la sangre apenas pudo contenerse cuando

    ella, a rajatabla, le dijo Si no te acuestas conmigo el da de hoy tendrs que

    esperarte otro mes.

    -No quiero que hablemos de eso, todava eres una nia y...

    No lo dej terminar la frase. Dndose media vuelta se alej resuelta, ni siquiera

    se percat del folder plstico que dej caer sobre la acera. Ivn pudo ver cmodos tipos, sentados en un carro familiar los miraban atentamente. Recogi la

    carpeta y la guard en su mochila. Tripi en mano comenz a caminar hasta

    llegar a la calle principal. Al tomar el taxi le pregunt al chofer Nos viene

    siguiendo un carro de color azul marino, tipo nissn?

    -S, le contesto regresando la mirada al frente. En dnde quiere que lo deje?.

    -En Bracho, atrs de la Bufa. Sgale, yo le digo por dnde se vaya.

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    ***

    Quedaron de verse en la alameda, a las siete de la tarde. En los ltimos cincomeses no se haban hablado, ni escrito tampoco. El no olvid su direccin de e-

    mail ni su nmero de telfono, y cuando ley su contestacin menos entendi

    por qu ella respondi que s. Haban pasado buenos momentos juntos pero

    catorce aos de diferencia en las edades eran catorce aos, y era imposible

    pensar en casarse. Ella apenas estaba por cumplir los diecinueve aos y l ya

    tena una vida hecha, aunque sin mujer. Aventuras de noche y madrugada no

    faltaban, pero nada haba durado tanto como lo que haban tenido ambos.Total, cualquier cosa que pase despus de esta tarde ser ganancia. Lleg

    puntual, sus pasos eran decididos.

    Se dieron un beso en la mejilla, y comenzaron a pasear por la alameda, ya casi

    en penumbras.

    -Por qu no me llamaste?

    -Perd mi carpeta, all tena tu nmero de telfono.

    Carlos acept la explicacin, de veras piensas que me voy a tragar ese cuento?,pens. Ella tampoco iba a dar marcha atrs, te voy a olvidar, Ivn.

    El da anterior, despus de leer sus correos, haba borrado todas las fotos que le

    quedaban en su bandeja de entrada. Cuatro hombres entraron a su casa, le

    pidieron las fotos, y ella les dio los discos rotulados a mano. Ni siquiera se

    tomaron la molestia de amenazarla, amablemente le pidieron que abriera su

    cuenta de correo y borrara todo lo que hubiera dentro delante de ellos.

    Si me hubieras pedido que huyera contigo, te hubiera seguido. Ahora tena

    nuevamente su mano en la mano de Carlos, que le apretaba, y se sinti segura.

    l escogi el hotel.

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    Lquido

    el agua, inocencia de la naturaleza

    Heredia

    Durmi siete horas. Al despertar sinti el descanso que adormece clidamente

    msculos y nervios, aunque el dolor en el pecho y la sensacin de tener una

    pelota de lana atorada en la garganta no pudieron desaparecer por completo. El

    doctor fue claro y explcito, sus riones estaban mal, y adems de la pancreatitis

    el hgado estaba en las ltimas. Es un milagro que pueda seguir mantenindose

    de pie, cualquier otra persona estara guardando cama y reposo coment el

    mdico, intrigado tambin por la ausencia de sntomas externos, el color

    amarillento que la piel de su paciente no tena, o la claridad de las rbitas

    oculares que tampoco debera mostrar.

    Intent no pensar en eso a la hora del desayuno aunque el escenario cargado de

    agujas, monitores parpadeantes, y sobre todo la imagen del bistur abrindolo en

    canal era muy fuerte y no pudo quitrsela ni al llegar al trabajo. Para colmo de

    males, su tarjeta haba sido movida de lugar: el reloj chocador no detuvo su

    danza y sigui con su tic-tac mientras realizaba la bsqueda por los cuatro

    tarjeteros, detrs de cada una de las tarjetas de sus compaeros.

    Se dijo que era el estrs, una pequea gota salina recorri su frente, y fue a

    desplomarse a lo largo de la nariz, culminando en una gota minscula que se

    extendi sobre el labio superior. Al encontrar la tarjeta instintivamente se pas el

    antebrazo por la boca, y con la camisa recin planchada se limpi buscando

    librarse de aquella sensacin de humedad incmoda, que de todos modos dej

    una huella oscura en la manga izquierda de su camisa.

    Ya en su cubculo, en el monitor apareci el mensaje de bienvenida, y un par de

    campos vacos dentro de un formulario que restringa el acceso a la

    computadora. Tecle sus datos sin ganas y sin prisas de un solo tirn. En ese

    momento pudo constatar que s, estaba sudando como endemoniado, y estaba

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    empapado casi por completo. Como pudo se acomod la camisa para

    mancharla menos, aunque ya el agua haba dejado su huella en el respaldo del

    silln giratorio. Se levant de un golpe y fue al sanitario, esperando encontrar

    unas toallas de papel y con ellas limpiarse la frente, que dejaba ver una capatraslcida de lquido salino. Demasiado sudor, necesito calmarme. No es para

    tanto, el doctor no me dijo que me quedaran slo meses de vida. No estoy

    desahuciado.

    Regres a su lugar y comenz a teclear los reportes que le pidiera el jefe de

    seccin un da antes. Seran las once de la maana cuando el mismo jefe le

    orden que dejara su lugar de trabajo, Martnez, vaya al mdico para que lo

    valoren. Despus regresa y dependiendo de los resultados si es necesario yomismo le autorizo la incapacidad.

    No haba ms por hacer. Se levant y la sensacin de ahogo que sinti en la

    maana segua all. Nada almorz, no tena sed y tampoco hambre; trat de

    consolarse pensando que de cualquier modo no hubiera podido pasar bocado, ni

    siquiera un trago de agua.

    Al llegar al estacionamiento abri la puerta del coche siguiendo la parafernalia

    de siempre. Subi al asiento y al prepararse para colocar los pies segn losdistintos pedales inconveniencias de los modelos de transmisin estndar-,

    sinti que dos chorros de agua salan de los zapatos. Chingado, noms esto

    faltaba.

    Al deshacer los nudos y soltar las agujetas pudo oler el agua, que no tena

    residuos de su olor propio: el agua que llenaba los zapatos no tena olor a pies.

    Pens que era una broma, alguien haba mojado el tapete, o quiz l mismo

    dej toda la noche los vidrios bajos y el sereno se encarg de mojar tapetes yasientos.

    Pero no era eso, vio inmediatamente que sobre los tapetes slo aparecan las

    huellas negras y bien delineadas de sus zapatos, al igual que en el respaldo del

    asiento del auto el agua haba comenzado a formar la figura de un murcilago,

    justo a la altura de los omplatos.

    Avanz lentamente, no haba trfico a esa hora pero el sudor escurriendo por los

    prpados le nublaba frecuentemente la vista, era como si hubiese neblina cerrada

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    sobre la ciudad. Necesito detenerme, necesito serenarme, los exmenes son

    maana y maana necesito estar bien. Se detuvo a un costado de la carretera,

    precisamente sobre el acotamiento. A los pocos minutos un agente de trnsito

    estaba levantndole una infraccin. No me lo llevo noms porque veo quenecesita ver al mdico, si n, olvdese, derechito pal corraln.

    Carajo, pens al ver su imagen en el espejo retrovisor, no haba absolutamente

    ningn lugar ni espacio seco en todo su rostro, hmedo cual si acabara de

    baarse. La camisa ya completamente pegada a la piel entorpeca ms sus

    movimientos, era medioda cuando lleg al estacionamiento de su casa. Ni

    vecinos ni curiosos en la calle, faltaba poco para la hora de salida de las escuelas,

    y hasta entonces nadie asomara las narices fuera de casa, el maldito calorpersuada a cualquiera.

    Desisti de bajar las carpetas con documentos y llevarlas consigo, al poner sobre

    ellas sus manos sendas marcas de agua aparecieron, y extendindose por el papel

    dejaron una hendidura ondulada, molde exacto de sus palmas. Hizo un esfuerzo

    sobrehumano para que las llaves no resbalaran y se le cayeran al piso. Decidi

    quitarse los zapatos al subir la escalera, nunca el tramo de catorce escalones le

    pareci tan largo y desesperante.Sobre el suelo fue dejando la huella hmeda de sus pies, al detenerse frente a la

    puerta y hacer el intento de abrir la cerradura no tuvo problemas, las llaves

    empapadas en sudor se insertaron inmediatamente en la chapa, donde giraron

    sin ningn contratiempo.

    Un charco cristalino y oscuro en el piso reflejaba su imagen, invirtindola,

    pinche madre, la gente vaa creer que me orin aqu mismo, frente a la puerta.

    Decidi tomar una ducha, la cita con el mdico era hasta las seis de la tarde. Alabrir las llaves de la regadera fue modulando el chorro hasta dejar tibia la

    temperatura. As estuvo varios minutos, sinti deseos de quedarse toda la tarde

    all, bajo el chorro constante del agua, y no salir de casa nunca ms.

    Despus de usar cuatro toallas se dio por vencido, segua sudando sin poder

    parar. El hambre y la sed no regresaban, en el estmago tena la misma sensacin

    de saciedad que senta al ir a cenar con los compaeros de oficina, o al ir a las

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    fiestas que hacan con cualquier motivo absurdo: el catorce de febrero, el da de

    san Patricio, el da de la secretaria.

    Pens llamarla, decirle lo que estaba pasando. Se arrepinti al instante. Lo que

    menos necesito es una mujer que est por compasin a mi lado, si aguantastediez aos, pues aguanta esta semana de anlisis t solito, cabrn.

    Se visti con ropa sport. Un short de natacin y una camiseta abierta de tirantes.

    As recorri su casa desde su habitacin hasta el patio, donde el trapeador

    empolvado mantena su figura tiesa y reseca. No pudo recordar cundo fue la

    ltima vez que lo haba usado.

    Hizo el intento de limpiar el agua -el lquido aquel-: en dos cubetas plsticas

    donde antao hubiera pintura iba vertindolo y vio con asombro cmo sellenaban poco a poco hasta llegar a los bordes.

    Es imposible, ya me hubiera deshidratado por completo, no he tomado agua en

    nueve horas y sigo sudando.

    La desesperacin no tard mucho en llegar, su intento de hablar por telfono

    con el mdico result frustrado por el lquido que brotaba gota por gota de cada

    poro de su piel. El telfono se estrope, al igual que su telfono celular.

    Y por primera vez sinti miedo, supo que estaba atrapado por algo contra loque no poda luchar ni defenderse.

    Necesito tranquilizarme y salir de aqu, rpido, antes de que sea demasiado

    tarde, an hay tiempo, necesito que el doctor me revise de nuevo.

    Por ms intentos que hizo la puerta no se abri. Sus manos hmedas,

    chorreantes, resbalaban una y otra vez sobre la perilla. Golpe

    desesperadamente el metal de los marcos, guas y paneles de la puerta, pero el

    sonido que escuch lo asust an ms: era como si hubiese golpeando el vidriode la ventana con un par de globos llenos de agua.

    Retrocedi un par de pasos con la intencin de dejarse ir completamente contra

    la puerta, si pego con el crneo el ruido despertar hasta a los pinches vecinos.

    Justo al tomar impulso resbal y cay de bruces sobre las losas de piso cermico.

    No poda hablar, sinti cmo iba llenndose su garganta de lquido y cmo ese

    mismo lquido brotaba de sus labios y nariz, intent levantarse, ponerse a gatas,

    pero sus manos resbalaban una y otra vez sobre las losas.

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    No, no quiero morirme el da de hoy, no quiero morirme as, necesito salir de

    aqu, por favor que alguien me ayude!.

    La asfixia era cada vez mayor, lo ltimo que vio fueron sus dedos, manos y

    brazos, deshacindose como un terrn de azcar en el fondo de una taza de t.

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    Dalida

    Moi, les mots tendres enrobs de douceur

    se posent sur ma bouche mais jamais sur mon cur

    Dalida & Alain Delon, Paroles, paroles

    La costumbre se la inculc su madre, debes caminar siempre derechita, jams te

    encorves o parecers una mujer derrotada. Al pasar los aos vera que aquella

    figura de mujer derrotada iba hacindose ms evidente en su madre:

    decaimiento de los hombros, falta de brillo en los ojos, esa resequedad

    prematura en los labios. No pareca una mujer de treinta y siete aos, sino

    alguien mucho mayor.

    En cambio, ella ahora cumpla los diecinueve y ya acostumbraba llevar los

    tacones todos los das, bajaba escaleras, manejaba el automvil, no se los quitaba

    en el trabajo y pasaba con ellos la jornada completa. Ms que unos zapatos eran

    la extensin de su ser sobre el piso, y la confirmacin de aquella conviccin

    innegable: ningn hombre era capaz de pasar a su lado sin voltear a verla.

    Tambin fue acostumbrndose a las invitaciones sin gracia de cuantos la

    rodeaban, algo haba en ella que resultaba atractivo para los hombres y en

    cuanto se percat de ello comenz a vivir sin prisas dndose el gusto de elegir

    con quin saldra a comer, a cenar, al baile, con quin pasara la noche.

    Nada le reclamaba su madre: para eso la haba educado, para que se valiera por

    s misma, y no tuviera necesidad de andar mendigando amor. Ya de por s estemundo se burla de nosotras por tener que dejar que los hombres entren en

    nuestro cuerpo, como para dejar que entren y se adueen completamente de

    nuestra vida.

    Pero la falta de esperanza de su madre era ms fuerte que esa decisin tomada

    muy pronto de obtener de los hombres slo lo que ella quera en el momento

    en que ella misma lo quera. No saba gran cosa de su padre, lo recordaba

    llegando con un par de regalos en navidad, cuando ella cumpli cinco aos. Unbuen da ya no regres, y tambin recordaba que jams vio a su madre llorar

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    una sola lgrima por l; todo pas como tena que pasar y ella sigui adelante,

    alimentndola, educndola y pagando la casa de inters social que era lo nico

    que tenan ambas de fijo.

    Apenas cinco aos antes haban llegado a la ciudad, justo cuando ella comenzabaa cursar el tercer ao de educacin secundaria. Logr sobrevivir a las clases

    completamente sola, y su aislamiento dola ms por no ser completamente

    voluntario. Descansaba por las tardes, y tambin en esas fechas comenz a ver

    que en la casa faltaban el pan, la leche, el cereal. Aunque la madre doblaba el

    turno, noches hubo en que la pasaron con t y una rebanada de pan integral,

    sobre todo dos o tres das antes de las quincenas. As que comenz a buscar una

    salida, encontrndose de frente con esa ciudad cambiante, da a da distinta.Su futuro apuntaba a lo ms alto y no tuvo que comenzar a barrer banquetas o

    limpiar mesas y sillas en un local de comida rpida. Su primer trabajo lo

    encontr como auxiliar contable, llevando las chequera de una florera de

    nombre absurdo, Spider; el dueo, adems de rentar el local de la planta baja

    era tambin poseedor de los tres pisos superiores, donde daba albergue a buen

    precio a parejas de recin casados, incluso la buhardilla de la azotea, un

    cuartucho de tres por cinco, era suficiente guarida para los estudiantes ensituaciones urgentes de falta de techo y cobijo.

    Aprendi pronto a tratar con el sexo opuesto, y a maquillarse para aparentar

    tres aos ms. Cuando le present el acta de nacimiento al dueo del negocio,

    este parpade un par de veces antes de darle el empleo: deca tener dieciocho,

    pero la frescura de su piel y ese maquillaje aadido como si quisiera ocultar su

    perfeccin eran lo ms chocante que haba visto. Ella tena quince aos recin

    cumplidos, y con sus propias manos haba alterado la fecha de su acta denacimiento.

    Sin ms prembulos se encontr haciendo da tras da las cuentas y revisando las

    entradas que registraba el empleado de mostrador, un muchacho apenas dos

    aos mayor que ella: Ernesto.

    Lo saba todo de l: dnde viva, los nombres de sus paps, nmero de seguro

    social; tena acceso libre al archivo del dueo, as que tambin pudo hacerse una

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    idea clara de todo lo que haba pasado con anterioridad hasta el momento en

    que ella lleg y se qued con el puesto.

    Aceptaba los regalos que le daba Ernesto, casi siempre al finalizar el turno. Se

    quedaban los dos haciendo el corte dejando listo el efectivo y los cheques que sedepositaran al da siguiente. Ella saba que don Hernn tena esposa, pero nunca

    en el tiempo que estuvo trabajando all la conoci: no se toparon ni una sola

    vez, y don Hernn jams le insinu nada. Pero con Ernesto recorri la alameda,

    iban y venan a sus anchas por el rumbo del acueducto slo por el placer de ver

    esos arcos que no llevaban agua ni apenas recuerdos. Otra de sus rutas era el

    libramiento hasta Guadalupe que andaban a pie slo para regresar despacio y sin

    prisas, justo a tiempo para la salida del ltimo camin urbano.Entonces usaba zapatillas, y fue una de esas tardes que su madre la vio,

    sobndose las plantas y encorvndose al hacerlo, postura que mantuvo durante

    la cena.

    Si vas a caminar encorvada parecers viejita cuando tengas veinte aos. Y

    ningn hombre te mirar, a ellos no les gustan las mujeres feas y torpes. No te

    rebajes t sola.

    Lo ms que hubo con Ernesto fueron un par de besos, y una prisa de manos ycaderas frotndose. Cuando lleg la hora de comenzar a estudiar la preparatoria

    cambi de parecer, y no volvi a aceptar nunca ms los regalitos que Ernesto se

    haba propuesto llevarle con mayor frecuencia: discos, chocolates, muequitos

    de peluche o de migajn montados sobre una cucharita de madera esmaltada en

    color amarillo o blanco. Ni siquiera guardara memoria de su cara, para ella slo

    representaba un nombre, y un par de besos perdidos en algn rincn de la Plaza

    de Armas.La preparatoria tena sus fiestas de bienvenida, los compaeros divididos segn

    los gustos musicales y segn la capacidad econmica de cada quin. As que no

    poda elegir a la primera con qu grupo se identificara porque no tena pensado

    quedarse estancada en ninguno. No saba cmo hacerle, as que opt por una

    salida fcil y simple que surti efecto: coquete con todos y acept todas las

    invitaciones a bailar que recibi esa noche.

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    Al salir tom un taxi y se retir sola, frente a la mirada atnita de todos sus

    compaeros, que esperaban ver salir de entre ellos al triunfador que podra

    presumir de haber pasado de perdido un rato en la noche con ella. La

    competencia sera descarnada, y los regalos fueron acumulndose al pie de lacama, justo debajo de su cabecera: discos compactos, tarjetitas de papel, incluso,

    un telfono celular que encenda el sbado antes de salir a la fiesta en turno.

    Nia! Si vas a usar escote salo bien, y no ensees de ms, pero lo que ensees

    ensalo con clase, era lo que deca su madre al verla salir, quien aunque no lo

    quisiera comenzaba a padecer en silencio los primeros sntomas de la

    arterioesclerosis, cada da ms constantes. Pero eso fue antes de enterarse de su

    otra enfermedad.Cuando regresaba, casi de maana, encontraba la puerta abierta y la cama lista

    para dormir: sbanas limpias, la almohada bien acomodada y pegadita al

    respaldo. Hayas hecho lo que hayas hecho necesitas descansar, si vives de noche

    oblgate a descansar de da. El domingo no salan a ninguna parte, ni siquiera a

    misa. Haban dejado de hacerlo cuando ella tena ocho aos, despus de que su

    madre recibiera la llamada telefnica que la dej callada y muda por semanas, y

    contestando con monoslabos todo lo que se le preguntaba.Poco pensaba en eso, ahora las fiestas del sbado le permitan poder elegir y

    tomar decisiones que antes no hubiera pensado. Dej el trabajo de la tarde, y

    encontr como secretaria la oportunidad que buscaba: aprender ms sobre lo

    que deseaba estudiar, y seguir aprendiendo tambin cada da ms de los

    hombres.

    En su nuevo trabajo hall lo que buscaba, despus de una primera entrevista la

    segunda la tuvo directamente con l. Y el jefe de personal, cuarentn y fiesterono perdi la oportunidad de lanzarse sobre ella apenas se present la ocasin:

    un convivio del catorce de febrero, en las azoteas de la oficina. Sabido era de

    todos quin andaba con quin, cules eran las parejas del momento, quines

    eran los nuevos y cmo podan gastrselas si no pasaban la novateada. Con ella

    emple la caballera pesada, y termin besndola y lamindole los pechos en un

    rincn de la escalera, cuando ya casi todos se haban ido y la madrugada

    comenzaba a dejar caer su sereno sobre la ciudad. No fue ms difcil entregarse a

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    l que a cualquier otro; pudo entonces acomodarse el horario segn fuera su

    necesidad, y sin rendir cuentas a nadie por sus faltas o retardos: lo eligi a l

    porque sera tambin el ms fcilmente prescindible, el siguiente fin de semana

    terminaron yndose a la cama. Despus olvidara aquella noche como tambinborrara de su memoria su cara y su mirada.

    Al cumplir los dieciocho ni siquiera se preocup por hacer fila y sacar la

    credencial de elector. Que voten los que tengan tiempo y ganas, yo no. Pero su

    madre no pensaba lo mismo. Ese mismo da, al llegar a casa despus del trabajo

    encontr el acta de nacimiento y un recibo de la luz con sus copias encima de la

    mesa.

    No es mi problema que no creas en la poltica, pero esos documentos sonimportantes. Maana te levanto a las cinco para que tengas tiempo de llegar al

    mdulo y que te registren en el padrn. Si no vas t sola maana, entonces

    pasado maana me levanto contigo y te llevo de la mano, o amarrada como los

    animales.

    Esa fue la primera vez que sinti tanto odio y cmo la sangre se le agolpaba en

    el rostro y el cuello. Al mirarse en el espejo de su recmara pareci asomar en los

    ojos que la miraban un destello, era la misma especie de chispa que haca aosno le vea a su madre en los ojos. S, necesito aprender a manejar mejor mi

    coraje, se dijo.

    ***

    Esa maana se levant antes que ella, le dej el desayuno preparado y se fue a

    recostar. Pudo seguir paso por paso lo que su hija hizo antes de salir a la calle yencender el coche, justo a tiempo para llegar a las ocho de la maana al mdulo

    y hacer fila. Ya casi no recordaba la llamada aunque a veces, para alimentar

    mejor el odio y el rencor segua repasando palabra por palabra lo que escuch

    en el telfono.

    Cuando l la dej recibi al poco tiempo la llamada de la esposa. Me vale

    madres cundo y cunto se revolcaron. Lo que no le perdono al cabrn es que

    me haya contagiado, y seguro que a ti tambin. Eso nos pasa por pendejas, pero

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    me voy a encargar de que no se pueda librar de m, a menos que quiera

    quedarse en la calle y sin un solo centavo en la bolsa.

    Al escuchar la palabra se le hel la sangre. Apenas colgando el telfono fue a

    pedir cita para hacerse los anlisis. S, la enfermedad estaba presente en su sangrey no tena poco tiempo. Poca cosa puede hacerse, seora, le dijo el doctor al

    tiempo que firmaba una receta mdica. Se prometi no decir nada a su hija, ni

    aunque terminara retorcindose de dolor, postrada en cama.

    La lucha era cansada, y el rencor creca da con da. Por eso esperaba el

    momento preciso para hacer su llamada, la llamada.

    Seguro hasta te olvidaste de m, con tu mujercita tendrs para entretenerte un

    rato. Pero tambin, cabrn, seguro que cuando sepas en lo que termin tu hijano podrs olvidarme nunca.

    Intent sonrer, pero sus labios resecos haban olvidado cmo hacerlo.

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    El Profeta Juan Sabio

    Dios hace nmeros.

    Pitgoras

    Dicen las malas lenguas que nunca fue cuestin de suerte, ms bien el Diablo

    debi andar metido all, y por eso las cosas acabaron como acabaron.

    Sus compaeros lo despreciaron mil veces, tan pequeo y dbil, caminaba como

    si apenas rozara el suelo. En aquellos aos era uso comn acomodar a los

    alumnos del menor al mayor, segn su estatura, y siguiendo el mismo orden, en

    el saln de clase llenando fila tras fila de izquierda a derecha. Todos los das

    hasta que termin la secundaria ocup el primer lugar de la izquierda. Hay

    quienes afirman que ya entonces posea El Don.

    Una cosa es cierta, doa Tere jams dijo una palabra sobre el asunto, slo

    aceptaba que su hijo tena suerte, y para quien lo dudara