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HISTORIA DE LAS IDEAS Y FORMAS POLÍTICAS TEMA 1 – EL TRIUNFO DEL ABSOLUTISMO 1.- JUAN BODINO Nació en Francia hacia 1530 cuando ésta llevaba mucho tiempo caminando hacia una concentración de poder en manos del Rey. Hacia 1572, cuando la matanza de protestantes de la noche de San Bartolomé, la unidad de Francia amenazaba con disolverse. Juan Bodino formaba parte de los políticos, un grupo que trabajaba por restablecer la autoridad de la monarquía y el poder real. Su obra más importante es Los seis libros de la república (1576) : Prólogo: Todos están obligados a aportar su esfuerzo; más aún cuando han aparecido libros donde se desprecia la justicia y la eterna ley de Dios. Libro primero: Se ocupa del origen y fin de la república (recto gobierno de varias familias, y de lo que les es común, con poder soberano). Lo que hace que un grupo de familias sea o no una república no es el tamaño sino el hecho de haberse dado un gobierno y unas leyes justas. Hacen falta también unas cosas comunes (leyes, tesoro público, territorio). Existe una diferencia entre el súbdito (a quien se le impone una autoridad) y el ciudadano (quien se somete libremente a la soberanía de otro). Una vez cedido el poder, se hace de manera absoluta: el soberano tiene las manos libres y está por encima de las leyes; su único freno son las leyes divinas y naturales. Libro segundo: Trata de las distintas formas de organización de la república, según si el poder reside en uno sólo (monarquía), en varios (aristocracia) o en el pueblo (democracia). Según él no se pueden combinar y cree la monarquía la forma más deseable de todas. Defiende que el súbdito jamás está autorizado a atentar contra su príncipe, por perverso y cruel tirano que sea; sólo defiende la rebelión en el caso de que sea un usurpador.

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apuntes para Historia de las Ideas Políticas de 2º de Sociología de la UNED

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HISTORIA DE LAS IDEAS Y FORMAS POLÍTICAS

TEMA 1 – EL TRIUNFO DEL ABSOLUTISMO

1.- JUAN BODINO

Nació en Francia hacia 1530 cuando ésta llevaba mucho tiempo caminando hacia una concentración de poder en manos del Rey. Hacia 1572, cuando la matanza de protestantes de la noche de San Bartolomé, la unidad de Francia amenazaba con disolverse.

Juan Bodino formaba parte de los políticos, un grupo que trabajaba por restablecer la autoridad de la monarquía y el poder real. Su obra más importante es Los seis libros de la república (1576):

Prólogo: Todos están obligados a aportar su esfuerzo; más aún cuando han aparecido libros donde se desprecia la justicia y la eterna ley de Dios.

Libro primero: Se ocupa del origen y fin de la república (recto gobierno de varias familias, y de lo que les es común, con poder soberano). Lo que hace que un grupo de familias sea o no una república no es el tamaño sino el hecho de haberse dado un gobierno y unas leyes justas. Hacen falta también unas cosas comunes (leyes, tesoro público, territorio). Existe una diferencia entre el súbdito (a quien se le impone una autoridad) y el ciudadano (quien se somete libremente a la soberanía de otro). Una vez cedido el poder, se hace de manera absoluta: el soberano tiene las manos libres y está por encima de las leyes; su único freno son las leyes divinas y naturales.

Libro segundo: Trata de las distintas formas de organización de la república, según si el poder reside en uno sólo (monarquía), en varios (aristocracia) o en el pueblo (democracia). Según él no se pueden combinar y cree la monarquía la forma más deseable de todas. Defiende que el súbdito jamás está autorizado a atentar contra su príncipe, por perverso y cruel tirano que sea; sólo defiende la rebelión en el caso de que sea un usurpador.

Libro tercero: Trata de la conveniencia de que existan instituciones auxiliares del monarca, como el senado o los consejos. La ayuda de un grupo de hombres instruidos y prudentes le será imprescindible, aunque su función sea meramente consultiva.

Libro cuarto: Versa sobre la evolución de las repúblicas, que crecen y prosperan hasta llegar a un estado de perfección, pero éste no dura mucho. Para evitar el deterioro, lo mejor es que se vayan renovando interiormente, introduciendo cambios graduales que las fortifiquen y adaptando viejas instituciones a nuevos tiempos.

Libro quinto: Se ocupa de las modificaciones que deben sufrir las instituciones según los diversos climas y temperamentos, así como de la necesidad de proteger el Estado.

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Libro sexto: Se ocupa del modo de organizar la hacienda pública y de distribuir los impuestos y termina con una exaltación de la monarquía como el modo de organización política más conveniente para lograr los fines del bien común.

2.- THOMAS HOBBES

2a.- Introducción

Thomas Hobbes (1588-1683) nace en Inglaterra en un periodo en que la Europa de las potencias, estados soberanos independientes entre sí, sustituye a la vieja idea de Cristiandad con sus dos poderes que estaban por encima de los demás (el Pontificado y el Imperio). En ausencia de referentes morales, la doctrina de la ley natural se consideró por parte de los filósofos del s. XVII como punto inicial de discusión en materia moral y política.

Para Hobbes, la ley natural, son preceptos que el individuo encuentra útiles para la conservación de su vida, es un consejo pero no un mandato. Considera impracticable la fundamentación religiosa del poder moral. La autoridad religiosa es origen de conflictos entre los hombres. La soberanía es indivisible, aunque algunos deleguen su atribución legislativa en materia religiosa en la Iglesia de Roma. Es el poder del Estado el que hace posible que los hombres puedan vivir según la ley natural, sin peligro para su vida. El Estado es una construcción de los hombres, no un hecho natural ni una institución divina. Es el poder público lo que constituye el Estado y es un poder indivisible. En la sociedad civil es el soberano (sea un hombre o una asamblea) el que establece, según su voluntad y sin ninguna limitación previa, el orden social de hecho (porque tiene la fuerza para hacerlo) y de derecho (porque está autorizado a emplearla por los propios ciudadanos, según el pacto que todos ellos han suscrito y por el cual se instituye el Estado). El Estado se constituye y mantiene en torno a un único poder; queda el individuo en la sociedad civil libre de todo poder coactivo que no sea el estatal.

2b.- El individuo. Sus relaciones

Los elementos del modelo teórico de Hobbes son los individuos, no las familias. Los hombres considerados individualmente son la materia de la que se compone el Estado. Éste podría ser objeto de una ciencia exacta, pues es un artificio. Son los comportamientos peculiares de los elementos del Estado, fruto de su deseo de dominio y su afán de autojustifcación, los que enturbian la filosofía política e impiden el surgimiento de una verdadera ciencia de la sociedad civil. Una verdadera ciencia del Estado debe partir pues de un conocimiento positivo de la naturaleza de los hombres, que son sus elementos. Las pasiones o deseos humanos son de diversas clases, según el objeto que ambicionen (riquezas, honor, ciencia, …) pero lo que todos pretenden por medio de esas cosas es una sola: poder.

2b1.- La igualdad

Todos los hombres son iguales por naturaleza. Nadie es propietario de nada por derecho natural, sino en el estado civil (en el que los modos de acceder a los bienes están tipificados por las leyes y el cumplimiento de éstas está garantizado por la fuerza pública), pues en estado

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de naturaleza todos tienen derecho a todo y todos los hombres son igualmente propietarios. En cuanto a las facultades intelectuales, encuentra Hobbes que la igualdad de los hombres es más evidente aún que en el caso de la fuerza.

2b2.- La amistad

El hombre no es amistoso, sino un lobo para el hombre. Toda sociedad se forma por conveniencia o por vanagloria, es decir, por amor propio, no por amor a los demás. Los hombres no se aman por naturaleza sino que se temen, siendo dos las causas del miedo mutuo: la igualdad natural y los deseos agresivos de unos hombres para con otros. Las causas de la voluntad agresiva son dos fundamentalmente: la rivalidad de ingenios para obtener gloria y la lucha por los bienes necesarios para proveer a la propia comodidad. El origen de las sociedades grandes y duraderas no se ha encontrado en la mutua benevolencia sino en el miedo mutuo.

2b3.- La libertad

El concepto vulgar de libertad, es decir, la idea de una libertad física de acción no impedida por nada, es incompatible con la vida social y con la paz del género humano, pues sin poder ni derecho de coerción no existe Estado alguno. Hobbes analiza y redefine los tres aspectos de la justicia enunciados por Platón:

La igualdad es una desgracia con la que se nace y de la que la sociedad civil permite escapar.

La amistad no hay que buscarla en estado natural; es la sociedad civil, al establecer la imposibilidad de agresión mutua, la que posibilita el trato amistoso.

La libertad, entendida como posibilidad de intervención política, es incompatible con el concepto de Hobbes de sociedad civil: el poder lo ostenta el soberano y no puede dividirse.

2c.-El estado de naturaleza

Todos los hombres en estado de naturaleza son iguales, tienen derecho a todo, son absolutamente libres, y es justo por eso por lo que son enemigos unos de otros.

2c1.- La libertad

La ley natural es un ”dictamen de la recta razón acerca de lo que se ha de hacer u omitir para la conservación, a ser posible duradera, de la vida y los miembros”. Los hombres no comprenden que todas las leyes naturales son teoremas derivados de esta primera ley que solo obliga a lo que de hecho cada hombre quiere y es su derecho querer: mantenerse vivo; por eso no las observan. De la ley natural primera se deriva la ley fundamental, que es buscar la paz. La primera ley especial, que se deriva de la fundamental, es “que no debe mantenerse el derecho de todos a todo, sino que algunos derechos deben transferirse o se debe renunciar a ellos”.

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2c2.- Los pactos

Un pacto es un contrato en el que uno de los dos cumple su parte y el otro se compromete a cumplirla. El pacto por medio del cual se instituye el Estado obliga a no defender a otros de la fuerza pública, no a dejar de defenderse a uno mismo. La segunda ley natural es que hay que cumplir los pactos (su violación se llama injuria). En la sociedad civil, el delito daña a la víctima, pero el delincuente no comete injuria contra la víctima sino contra el Estado, por no haber cumplido el pacto. Son justas las acciones que se hacen conforme a derecho y toda acción injusta es una injuria. Justo e injusto son resultado de juicios morales, en los que lo que se juzga es la disposición generalmente observada por un hombre respecto a la observancia de la ley.

2d.-Origen del Estado

El fin del Estado y su razón de ser es la paz. Se instituye para terminar con la guerra, que es el estado natural del hombre. La ley natural o moral prescribe el tipo de comportamiento adecuado para vivir en paz con los demás; lo que impide que la paz reine es la conformación de la voluntad. Si los hombres respetaran espontáneamente la ley natural no sería necesario el Estado. Hobbes llega a confirmar su hipótesis inicial de que el fundamento de la vida civil es el poder público.

El origen del Estado es ese pacto voluntario de sometimiento suscrito entre particulares que implica la no resistencia a la voluntad del designado como soberano. Su poder absoluto permite, por la eliminación de las libertades o privilegios tradicionales, poner las bases de la moderna sociedad de clases, cuyo principio es la igualdad formal de todos los ciudadanos. El poder más amplio que el particular obtiene a cambio de renunciar a la libertad absoluta (la que implicaría la participación en el poder político), no implica dominio al margen de lo que el soberano establezca como lícito o como obligatorio, luego no implica poder o libertad política para el ciudadano, sino poder y libertad privada.

2e.-Naturaleza del Estado

Estado despótico: el señor adquiere sus ciudadanos por su voluntad. Estado instituido: los ciudadanos, por voluntad propia, se imponen un señor.

El hecho esencial de toda autoridad es que la voluntad de todos se someta a la voluntad del que gobierna el conjunto y, por otra parte, que la existencia misma de tal conjunto dependa de que esto suceda. Hobbes no cree que sea posible decidir racionalmente sobre cuestiones de valor, luego más vale que dictamine uno lo que es justo e injusto. Serán las disposiciones establecidas por el soberano las que disipen el recelo mutuo de los hombres (“enemigo es para alguien todo aquel que ni le obedece ni le manda”). El Estado perfecto será aquel que consiga limitar la libertad de los hombres y haga desaparecer la igualdad, que no genera más que miedo recíproco y enemistad. Toda pretensión de libertad política es pretensión de privilegio y, por tanto, injuria, un incumplimiento de lo pactado. Las tres formas de Estado Instituido son la tiranía, oligarquía y anarquía (si no concuerda con los intereses particulares del hablante) o monarquía, aristocracia y democracia (en caso contrario): la tradicional división de justo o injusto es para Hobbes una mera cuestión de nombres.

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El poder soberano tiene las siguientes atribuciones:

Espada de la justicia. Por el que se defiende a la comunidad del enemigo interno. Espada de la guerra. Se la defiende del enemigo externo. Derecho de juicio. Sólo a él le corresponde juzgar, aunque instituya tribunales. Derecho legislativo. Promulgar leyes civiles que definan tuyo/mío, justo/injusto, qué

es una injuria,… Esas leyes son justas pues las promulga según el pacto institucional. Derecho de censura. Control de la difusión de doctrinas contrarias a la paz social. Impunidad. El soberano no está sujeto a las leyes civiles.

Hobbes es el primero que demuestra l necesidad teórica del poder político, no sólo su conveniencia empírica. En Leviatán desarrolla una teoría del poder por autorización, que es un intento de fundamentar el ejercicio del poder en algo distinto de la mera fuerza. El poder político es absoluto e irresponsable, es Leviatán, “el rey de todas las bestias feroces”.

3.- SPINOZA Y LA LIBERTAD

En este coro de alabanzas al poder absoluto contrasta la nota disonante de Baruch Spinoza (1632-1677), un judío holandés de ascendencia española o portuguesa y uno de los filósofos más profundos y fascinantes de la historia del pensamiento.

Su obra más importante es Ética, en la que aplica el método matemático para explicar la naturaleza del hombre. Define a Dios como un ser pensante que garantiza que el entendimiento humano es capaz de alcanzar la verdad. La filosofía nos hace ver que somos parte ”de la naturaleza divina, y ello tanto más cuanto más perfectas acciones llevamos a cabo”. Según esto no podemos despreciar ni odiar a nadie ni convertirlos en siervos, sino gobernarlos de modo que puedan obrar libremente.

En el plano individual, la Ética afirma que cuerpo y alma son una unidad en la que ninguno predomina sobre el otro y que es preciso el concurso de ambos para las acciones materiales y las intelectuales. El fin de la Ética es ayudar al hombre a obrar libremente del mejor modo, gobernándose entre las pasiones que le asaltan, discerniéndolas y potenciando las positivas. La especulación racional, además de hacernos más libres, nos hace conscientes de nuestra progresiva unión con Dios, razón, libertad y vida eterna y perfección suprema de la que toda razón, libertad, vida y perfección forman parte. Asimismo, en la sociedad será bueno todo aquello que, bajo la guía de la razón, conduzca a la unidad y solidaridad entre los hombres por los lazos del amor mutuo.

En su Tratado teológico-político aplica su método racionalista y crítico a los textos bíblicos tratando de demostrar que la Escritura no es la palabra de Dios, sino una obra humana cuestionable como cualquier otra. Dios nos habló viviendo en nosotros gracias a la razón, luego el Estado no ha de someterse a los dogmas sino favorecer la plenitud de la razón con el fomento de la libertad.

Sus ideas sobre el Estado las expone en el inconcluso Tratado político. Comienza criticando el irrealismo de la mayoría de las obras de política, proponiendo hacer una obra útil, contando con las pasiones, incómodas pero necesarias, para garantizar la buena administración de los asuntos públicos.

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En el capítulo 2 trata del derecho natural. La naturaleza es mucho más amplia que la razón, pues incluye lo irracional. Es la razón y no la naturaleza lo que establece las normas de convivencia. El capítulo 3 trata de la base de la convivencia, el derecho político, una serie de normas generales de las que se derivan las leyes, y la sociedad puede castigar a los infractores y premiar a los que las contemplen, ya que de ellas depende su supervivencia, aunque la capacidad de imponer o prohibir tiene un límite. El capítulo 4 completa las atribuciones del poder político con las de cambiar las leyes. El capítulo 5 se pregunta acerca del fin de la sociedad, que es la paz y la seguridad de la vida. La razón de ser del Estado es proteger la libertad. Luego analiza las formas de gobierno en los capítulos 6 y 7; no resulta conveniente que el poder descanse en manos de uno sólo, ni que haya una religión del Estado, ni pagar al ejército. Debe haber transparencia, haciendo así partícipe del gobierno a la multitud que así se convertirá en apoyo del poder real, dándole estabilidad.

En los tres capítulos siguientes estudia el gobierno aristocrático, más adecuado que el monárquico para conservar la libertad siempre que se mantenga una cierta igualdad, que no acaparen los cargos unas pocas familias, que se repartan equitativamente las cargas fiscales y que se vele para que los magistrados sean dignos y desempeñen su cargo con rectitud. Recomienda que se fomenten las artes y las ciencias para disponer de hombres bien preparados. En el capítulo 11, incompleto, trata sobre la democracia, el gobierno más adecuado para conservar la libertad y en el que todos los ciudadanos son iguales y tienen el mismo derecho a elegir y ser elegidos.

TEMA 2 .- DE LA ILUSTRACIÓN AL ESTADO LIBERAL

1.- JOHN LOCKE (COMETARIO)

La Revolución inglesa, influyo notablemente en el pensamiento europeo, no solo por el impacto que supuso el juicio y la ejecución de un soberano, sino porque situó las bases de la sociedad sobre otro plano: no se trataba de un acuerdo entre colectividades y poder, sino entre individuo y Estado. La ley natural se traducía en derechos del individuo. Se hizo patente la necesidad de estabilidad y se busco la moderación, para ello se insiste sólidamente en una justificación teórica de los límites de la autoridad real así como una política de tolerancia. Aquí se encuadra John Locke.

Tratados. En el primer libro queda demostrado que la autoridad no tiene origen divino, así que habrá que investigar cual es la fuente del poder político. EL poder político consiste en la capacidad de poder dictar leyes cuyo incumplimiento será sancionado con castigos, y en el derecho de hacer uso de la fuerza, tanto para mantener el orden dentro de la comunidad

Biografía: 1632 nace en una familia de propietarios rurales. Estudia en Oxford interesándose por cuestiones filosóficas, científica y medicas.1666 se instala en Londres, como precepto del conde Shaftesbury. Se exilia a Francia y Holanda.1688 cuando suben al trono la casa de Orange vuelve a Inglaterra1704 MuereObras: Ensayo sobre el entendimiento humano (aborda la teoría del conocimiento desde un punto de vista empirista), dos Tratados sobre el gobierno civil (el segundo libro es el más importante de su obra influyendo a Montesquieu y Voltaire) y Carta sobre la tolerancia (define la religión como un asunto que concierne exclusivamente a la conciencia individual)

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como para defenderla de amenazas exteriores, “y todo ello teniendo como único fin la consecución del bien público”.

Se pregunta por el origen de la autoridad. En el estado de naturaleza en el que los hombres gozan de perfecta libertad para disponer de sus personas y sus bienes, sin otra norma que la razón y el derecho natural grabado en sus corazones, y con una perfecta igualdad. Locke duda mucho que este estado haya existido alguna vez, pues para que la convivencia no degenere en un absoluto caos, es necesario que alguien se encargue de que nadie traspase los límites de la ley natural, de modo que el hecho mismo de la vida social, trae consigo la necesidad de algún tipo de autoridad. Como quien viola las normas racionales y naturales atenta contra todos, todos tienen el derecho a velar por su cumplimiento (no ha y preferencias). Esto implica que todo aquel que no vive aislado suscribe un pacto por el que se acuerda cometerse a estas normas elementales, y este pacto no es posterior al estado de naturaleza, sino compatible con él y simultaneo a cualquier agrupación humana.

El estado de naturaleza es pacífico, y no debe confundirse con el estado de guerra, que se produce cuando un hombre o grupo de hombres tratan de imponerse a otros por la fuerza. Atentan así contra el más sagrado de los derechos naturales, que es la preservación de la vida humana y de la libertad natural. El derecho a preservar la vida propia es evidente (legitima el uso de la violencia para defenderse). El derecho de conservar la libertad consiste en hacerlo de acuerdo a las normas de la ley natural y a las leyes dictadas por el poder legítimo y por el aceptado y que regulan la convivencia de la sociedad en que vive. Este derecho esta tan ligado al derecho a preservar la vida que cuando no hay un pacto o acuerdo que regule la protección de los derechos de libertad, se vive en un estado prolongado de guerra, en la violencia y no en la paz.

Hay algo que también forma parte de la naturaleza misma del hombre, algo igualmente inviolable: la propiedad privada. Aunque al principio la tierra y sus dones han sido entregadas por Dios a la humanidad entera, para sacarle provecho de estos bienes el hombre pone parte de sí mismo, su trabajo esfuerzo. Al aplicar algo así a algo en principio ajeno y común algo que le pertenece, lo convierte en su propiedad, pues el trabajo no proviene de la naturaleza, sino que es inseparable de la persona. Es el esfuerzo individual la base y el origen de la propiedad privada.

Atentar contra la propiedad privada equivale a intentar aprovecharse del trabajo ajeno. El deseo de tener más de lo necesario y otorgar extraordinario valor al oro, permitiéndolo intercambiarlos por objetos o trabajo, alteraron el valor de las cosas, hasta hacernos olvidar que es el trabajo el que añade valor y legitima la propiedad. La complejidad de los utensilios y la división del trabajo hizo cada vez más difícil determinar los distintos grados de derecho sobre un objeto. Para establecer los límites de la propiedad legitima, Locke, estipula que la propiedad se volverá ilegitima en virtud de lecho de permitir que se estropeen inútilmente en su poder. Vida, libertad y propiedad privada son derechos fundamentales e irrenunciables, y el individuo solo los pierde cuando, atacando a sus semejantes y vulnerando las leyes, entra en estado de guerra, haciéndose acreedor al castigo.

Investiga el origen de la autoridad. La autoridad del padre sobre los hijos es un hecho, los padres tienen el deber de imponer su autoridad para lograr que la prole sea atendía y protegida. De este modo se creó a través del respeto y deferencia, incluso después de la

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independencia de los hijos. Sin embargo, carecían del derecho de vida o muerte sobre los que les estaban sometidos, y en sus decisiones se guiaban por su libre voluntad.

Lo que diferencia la mera agrupación familiar de la sociedad política es que, en esta, los miembros renuncian así capacidad de decidir y de defenderse por sí mismos, incluso para preservar su vida y sus bienes, despojándose de ese poder natural a favor de la comunidad, excluyendo su juicio privado a favor de la protección de la ley.

Queda a cargo de la comunidad organizar la defensa contra agresiones extrañas.

Es la delegación de poder el rasgo distintivo de la sociedad política, y su fin es evitar los inconvenientes que se derivan del derecho que asiste a cada uno, en el estado de naturaleza. Los individuos se integran voluntariamente en la sociedad política para garantizar su libertad, su vida y el tranquilo disfrute de sus propiedades. Por este motivo la monarquía absoluta no puede ser considerada sociedad civil.

Es la sociedad civil fruto de un pacto en el que se acuerda someterse al dictamen de la mayoría, acatar todas las leyes que se dispongan para ordenar la convivencia, y no solo las derivadas del mero uso recto de la razón, y obedecer a una autoridad establecida de común acuerdo. Este pacto fundacional se considera renovado, por consentimiento tácito, en las sociedades constituidas, y admite varias formas de gobierno. Lo que nos convierte verdaderamente en miembros de la sociedad es nuestro consentimiento expreso. Nadie nace súbdito por naturaleza y la comunidad conserva siempre el derecho a modificar las condiciones del acuerdo, si considera que no se están cumpliendo adecuadamente los fines para los que fue suscrito.

Estos fines consisten principalmente en la conservación de la vida, la libertad y las posesiones de los individuos y mantener a la comunidad en paz y seguridad, procurando el bien común. Para conseguirlo el poder más importante es el legislativo, encargado de dictar leyes justas, racionales y posibles. Los gobiernos absolutos difícilmente pueden llevar al bien común y crean una sensación de inseguridad.

Sometidos al poder legislativo están el ejecutivo, que se encargara de hacer cumplir las leyes dentro de la comunidad, y el federativo, encargado de defenderla de agresiones externas. Estos dos poderes suelen reunirse en la misma mano, para hacerlos más efectivos. El poder judicial lo considera un aspecto del poder legislativo.

Insiste sobre la supremacía de la ley como condición de toda sociedad política, y define la tiranía como “el ejercicio del poder al margen del derecho”. Cuando se produce, la comunidad tiene el derecho y aun el deber de disolver el gobierno y establecer uno nuevo, y esto no rompe el pacto social, sino que lo restaura, volviéndolo a su ser.

Locke resume las principales características de la Ilustración inglesa, basada en el empirismo, el interés por las ciencias, la tolerancia religiosa, el respeto por las peculiaridades individuales y una concepción muy clara de los límites del poder que les lleva a considerar como la mejor forma de gobierno la monarquía parlamentaria.

2.- MONTESQUIEU

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Los ilustrados franceses consideraban a Inglaterra como un país modelo ejemplo de moderación política y de progreso científico.

Del espíritu de las leyes, en ella se propone determinar cuáles son los límites en los que debe mantenerse la convivencia humana para evitar tanto el desgobierno como la tiranía.

1ª parte: comienza definiendo las leyes, que no son sino “las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas”. Todo tiene sus leyes. En el caso de los seres humanos, además de por leyes naturales se rigen por las de que ellos mismos se dan.

Los hombres nacen iguales por naturaleza, pero apenas se integran en sociedad pierden esa igualdad primitiva. Comienza así un estado de guerra, es la aceptación de una autoridad y de unas leyes la que convierte ese estado de guerra en estado político. Las leyes que han de regir la sociedad civil han de fundarse en la razón, siendo la razón universal, todas mantienen entre sí cierto parentesco y comparten determinado número de principios básicos. Pero deben también “ser adecuadas al pueblo para el que fueron dictadas”, los que hace difícil adaptarlas de unos pueblos a otros cuyas circunstancias son distintas.

En primer lugar, tienden a ser distintas según el tipo de gobierno adoptado por el pueblo en cuestión. El principio fundamental para las democracias es la virtud, para las aristocracias la moderación, para las monarquías el honor cuando son moderadas y el temor cuando son despóticas. La educación de los que viven en un Estado debe adaptarse al tipo de gobierno.

Las legislaciones se adaptan al tipo de gobierno. Las leyes en democracia tienden a la igualdad, promueve n la frugalidad y las costumbres austeras, en las aristocracias se favorece la moderación y la sencillez, para prevenir la soberbia y en monarquía se tiende a conservar los privilegios con el honor y la justicia como rasgo distintivo del rey. Las leyes de los déspotas pondrán el acento en los castigos. Termina esta primera parte con un análisis de las causas de la corrupción de los diferentes tipos de gobiernos: la democracia se corrompe o por la falta de igualdad o cuando los gobernados pierden el respeto a sus gobernantes; las aristocracias, cuando el gobierno de los nobles se hace arbitrario; las monarquías, cuando crecen demasiado y la autoridad se dispersa y cuando el rey abusa de su poder y se convierte en tirano. El despotismo es de por si un estado corrupto.

2ª parte: aborda el tema de la seguridad de los estados. Los estados monárquicos son mucho más seguros, y los grandes a los pequeños. Pero es mejor adoptar otras formas de gobierno para no caer en el despotismo. La libertad política no se encuentra más que en los estados moderados. La libertad es inseparable de la seguridad. EL mejor modo de lograr esa moderación es un adecuado reparto de los poderes.

En todo Estado hay tres clase de poder: el poder legislativo, que promulga leyes y enmienda o deroga las existentes, el poder ejecutivo, que dispones de la guerra y de la paz, se ocupa de las relaciones diplomáticas y vela por la seguridad pública, y e l poder judicial, que castiga los

Biografía: 1689 FranciaBarón de Montesquieu.Fue abogado y ejerció cargos en el Parlamento de Burdeos, que llego a presidir.1727 emprende un largo viaje por Europa.Le intereso mucho Descartes y el pensamiento inglés, admiración por Newton.Fue miembro de la Academia Francesa y colaboro en la EnciclopediaObras: Cartas persas (satiriza las costumbres de la corte francesa) y Del espíritu de la leyes

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delitos o juzga diferencias entre particulares. Un Estado moderado es aquel en el cual los poderes no se acumulan en la misma persona. Hace especial hincapié en la necesidad de que las leyes sean justas y se acuerden con la razón, también han de ser aplicadas con criterio y sensatez, evitando crueldades. La misma moderación se recomienda a la hora de fijas los tributos, asunto en el que recuerda que uno de los principales propósitos de un buen gobierno es el fomento de la prosperidad general.

3ª parte: trata de las diferencias que debe haber entre leyes, según los distintos climas y las diversas costumbres ancestrales de las naciones. No trata de especular sobre estados ideales, sino de razonar sobre mejoras posibles. Montesquieu realiza una serie de comparaciones entre climas y realiza unas propuestas, pero insiste que no trata de justificar nada, sino aportar causa que hayan podido influir en los hechos. También hay que tener en cuenta la fertilidad del suelo: cuanto mayor sea más conformistas son sus habitantes. Los pueblos que viven del comercio requieren especial cuidado a la hora de fijar tributos.

Las costumbres tienen su importancia. Primero porque no se pueden cambiar bruscamente, por otra parte es inútil y peligroso ponerse a legislar en contra del espíritu general de un pueblo. Pero de la misma manera que la legislación se adapta a las costumbres, también puede ir poco a poco modificándolas, y así es como las naciones progresan y mejoran, cuando son regidas con sensatez.

4ª parte: comenta diferentes caso de legislación sobre comercio y de normas de derecho civil en distintos pueblos y momentos históricos, y termina con unas reflexiones sobre los diferentes modos de evitar un gran problema que preocupaba a los europeos del silo XVIII: la despoblación, fácil de corregir por causa accidentales y casi imposible de corregir si se debe al desgobierno y la desmoralización.

5ª parte: trata de la relación entre las leyes y la religión, una de cuyas principales batallas era la tolerancia religiosa. Siempre es mejor tener una religión que no tener ninguna, ya que todas suponen “una garantía de probidad”, el respeto a unas reglas morales.

En cuanto a las relaciones con el Estado, no tiene por qué ser conflictivas: como las reglas morales de las religiones y las leyes civiles tienden al mismo fin, a que los hombres se comporten bien, en general se ayudan y se complementan. Hay que procurar que las riquezas del clero no aumenten excesivamente. El Estado tiene derecho a exigir que las religiones que se practican en su territorio no perturben el orden. Es necesario establecer la perfecta tolerancia religiosa, tanto por parte de los gobiernos como de las distintas creencias en sus mutuas relaciones. Para evitar posibles conflictos, hay que tener en cuenta que la conducta humana se regula por legislaciones muy distintas: esta la ley divina, la legislación eclesiástica, las diversas civiles, el derecho de gentes…y la razón debe dirimir que tipo de cosas ha de regular cada uno de esos códigos.

6ª parte: complemento de lo anterior. Destacan ideas como al necesidad de hacer buenas leyes y de que sean adecuadas a las gentes que habrán de cumplirlas.

Montesquieu se preocupaba mucho por los aspectos prácticos. Lo único universal es la razón. No hay principios generales: todo depende del lugar y del tiempo, todo cambia. Le interese sobre todo lo correcto, la manera de aplicar las leyes.

3.- DAVID HUME (EXAMEN)

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Dedico una cantidad considerable de sus breves y sugerentes ensayos a asuntos de moral y de teoría política. Está interesado en establecer los límites de la razón, le parece más seguro un conocimiento que no se aparta de la experiencia, y su desconfianza por la teoría puramente especulativa se extiende a las cuestiones políticas, no solo las filosóficas.

En su Tratado de la naturaleza humana opta por una postura relativista y escéptica. Nuestro conocimiento proviene de nuestra experiencia, de los datos de los sentidos, y las ideas son el producto de la elaboración de estos datos por la memoria y por la imaginación. Las ideas son menos de fiar que las sensaciones. Es peligroso dedicarse a especulaciones, es fácil que no engañemos. Incluso el principio de causalidad, que nace de una deducción basada en la experiencia repetida, no puede llevarnos a afirmar certezas, sino tan solo probabilidades. Es necesario controlar nuestra razón, poniéndole coto a sus tentaciones especulativas y resignándonos a ignorar lo que queda fuera del alcance del humano entendimiento.

Su desconfían en especulaciones se mantiene en sus ensayos políticos. Los hombre se agrupan y se someten a una autoridad por su propio interés, para estar más seguros, para proteger su vida y sus bienes, pero no lo hacen según unos principio que se manifiestan de manera cierta y natural. Los gobiernos nacen “de manera más casual e imperfecta”. Toda autoridad implica cierto grado de consentimiento, y la sociedad civil debió detener su origen en alguna especie de pacto, pero la teoría del contrato no deja de ser una teoría. Pero de ningún modo, tal consentimiento otorga legitimidad a un gobierno. La obediencia a la autoridad no se deriva de nuestra naturaleza. Si se nos pregunta por las razones de nuestra obediencia a una autoridad determinada, solemos basarnos en el interés de mantener el orden y la seguridad, así como en la tradición y la costumbre.

Para Hume, lo ideal es el sistema inglés, esa forma de organizarse “no del todo monárquica ni enteramente republicana”. Y lo prefiere basándose en los hechos: en el escaso terreno que se deja a la arbitrariedad, poniendo por encima de todo la autoridad de las leyes, y en la prosperidad que ha traído al país como consecuencia de la gran libertad de opinión, gracias a la cual se transmiten con facilidad las nuevas ideas y prosperan extraordinariamente las artes, las ciencias, las técnicas, haciendo crecer la riqueza. Pero tal vez no sea adecuado para otras partes, ni quiere decir que sea la forma ideal para siempre, pues el progreso puede traer nuevas necesidades y diferentes formas de vida que conviertan ese tipo de gobierno en obsoleto y propongan otro mejor. Hume asesta un duro golpe a la teoría del contrato social, que en lo sucesivo deberá definirse sobre nuevas bases, al tiempo que deja entrever la imposibilidad de algo parecido a un derecho natural valido para cualquier tiempo y lugar basado en principios evidentes. Además, en ningún caso podría incluir la renuncia a una parte de la propia libertad ni la necesidad de colaborar en el bienestar común, ya que tales cosas, lejos de encontrarse en nuestra naturaleza, la contradicen y violentan.

Biografía: Edimburgo 1711. Vivió en Francia. Muere 1776 En 1752 consigue plaza de bibliotecario en la Facultad de Derecho en Edimburgo.Forma parte de misiones diplomáticas y entra en contacto con filósofos y científicos.

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4.- EMMANUEL KANT (EXAMEN)

En el siglo XVII Alemania era un mosaico de principados bastante desiguales entre sí. Muchos principados eran bastante pobres. Destacaban Sajonia como lugar rico y centro cultural y Prusia por su buena organización y creciente poderío militar. Existían latifundios, siervos, y en algunos empezaba a florecer una clase media. Había principados católicos y protestantes.

Sus escritos más conocidos son los que versan sobre la teoría del conocimiento. En ellos concilia racionalismo y empirismo, estableciendo que el hombre ordena los datos que recibe del exterior a través de los sentidos gracias a una serie de estructuras mentales que le permiten clasificarlos, nombrarlos y manejarlos para obrar en consecuencia, ampliar su experiencia, comprender el funcionamiento del mundo y formular hipótesis científicas. Este conocimiento no nos dice nada de la verdadera naturaleza de los objetos, ni siquiera de su existencia real, fuera del campo de nuestra experiencia. Solo sabemos cómo se comportan las cosas en cuanto que afectan a nuestros sentidos. Esto nos basta para la vida práctica y para elaborar teorías científicas, pero no nos permite aventurar nada sobre la “verdadera esencia” de las cosas. Kant elimina la posibilidad de la metafísica y da un vuelco a toda la filosofía occidental.

La razón es la fuerza emancipadora por excelencia, y conocer nos hace, más sabios y más libres. LA razón es igualitaria por definición: la especie humana comparte unas estructuras mentales fundamentales, conoce y juzga de similar manera, de modo que es posible establecer algunas afirmaciones generales que valgan para todos los hombres, sean cuales fueran sus circunstancias.

La historia es un recorrido llevado a cabo por la especie humana en su conjunto, incluyendo todos los pueblos y naciones. Este recorrido tiene un sentido que es la de ir acrecentando su racionalidad, organizándose de la manera más acorde posible con las normas de la razón. Así que el fin último de la humanidad, sería el libre acatamiento a una ley universal, que traería la justicia y la armonía general a una especie humana libre y feliz. El progreso hacia ese fin es lentísimo, pero inexorable.

La paz perpetua. En él intenta establecer las bases para una concordia duradera entre las naciones, y coloca como primer principio la sinceridad de los deseos de paz, el no hablar de acuerdos cuando se tiene la idea de una simple tregua entre dos hostilidades. Es necesario respetar la independencia de todos los estados y que ninguno de ellos pueda ser incorporado a otro, sea mediante medios violentos o diplomáticos. Ninguna nación debe inmiscuirse por la fuerza en los asuntos internos de otra. Ni aun en tiempo de guerra puede recurrirse a medios crueles o engañosos. Con estas premisas, lo ideal, y también lo lógico sería que los ejércitos permanentes acabaran por desaparecer. En opinión de Kant, constituyen siempre una amenaza y una molestia, además de impedir la prosperidad. Tener a los hombres a sueldo para que mueran o maten, parece que implica un uso del hombre como una máquina, lo que es contrario a los derechos de la humanidad. En lugar de esto hay que favorecer el comercio. Que enriquece las naciones y favorece la comunicación entre ellas.

Biografía: Konisberg 1724. Murió en su ciudad natal a los 80 años.Familia humilde.Logro un puesto en la universidad de su ciudad natal y se dedico a escribir obras absolutamente imprescindibles para la historia de la Filosofía.

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Para que esta situación pueda llevarse a la práctica, no todas las formas de gobierno son igualmente apropiadas. Lo mejor es una constitución republicana. Advierte de que no hay que confundir democracia con republica. Para él, republica es un sistema donde los diferentes poderes ejecutivo, legislativo y judicial, son independientes y así sirven de freno y control, mientras que la democracia es la tiranía de la mayoría.

Suponiendo que todos los pueblos siguieran estas reglas, podría establecerse un nuevo derecho de gentes, basado en una confederación de estados libres, con una ciudadanía universal y un universal derecho de hospitalidad. El mayor garante de la paz estaría en la Naturaleza, ya que siempre tiende hacia la armonía y la perfección.

Por último, pide que “las máximas de los filósofos” sean tenidas verdaderamente en cuenta, pues ellos pueden ver con mayor claridad y además, si verdaderamente son fieles servidores de la verdad, resultan invulnerables al proselitismo y a las “banderías de club”, con lo que su opinión será más acertada e imparcial y hallara mas fácilmente el camino de la armonía. El tratado incluye un apéndice sobre las relaciones entre moral y política donde reconoce que, dada la limitación de la humanidad, tanto las leyes como las normas morales han de ser posibles, que puedan cumplirse. La política debe subordinarse siempre a los principios más elevados, para evitar inmoralidades, el remedio es la transparencia. Termina exhortando a todos a contribuir en el pronto advenimiento de un estado de cosas que haga posible la paz perpetua.

TEMA 3 – LOS FUNDAMENTOS DE LA DEMOCRACIA: DE ROUSSEAU A LA REVOLUCIÓN FRANCESA

1.- JUAN JACOBO ROUSSEAU (COMENTARIO)

Sus obras alcanzaron un éxito sin precedentes y le ganaron innumerables afectos. Supo dar voz a una nueva generación, que se apartaba de la Ilustración y su culto por la razón y a la ciencia y buscaba un modo de traducir las exigencias crecientes del corazón. Su gusto por la naturaleza, íntimamente ligado a las emociones, su reivindicación de la sensibilidad como cualidad fundamental de su personalidad y prácticamente como base de su moralidad,

1.1.- Las obras breves

Su Discurso sobre las ciencias y las artes parte de la hipótesis de que las ciencias y las artes tejen “guirnaldas de flores” sobre las cadenas, así consolidan tronos que elevo la fuerza,

Biografía: Ginebra 1712Recibió educación gracias a Madame de Warens, más tarde se convertiría en su amante.Viajaba ganándose la vida con varios oficios, especialmente maestro de música.Se marcha Paris donde conoce D’Alambert, Voltaire, Diderot que le animan a colaborar en la EnciclopediaTrabaja para el embajador Francés en Venecia pero se enemista con él. Premio de la academia de Dijon con su Discurso sobre las ciencias y las artes.Se gana la vida con la música y escribiendo: el Discurso sobre el origen de la desigualdad, el Contrato Social, el Emilio, que es prohibido por la Iglesia,Es expulsado de suiza.Se establece en Londres, invitado por Hume, pero se enemista con el.Muere 1788 muere en Ermemonville.

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haciendo que los esclavos del despotismo se sientan felices y, en consecuencia, corrompiendo a la humanidad. El saber es un arma peligrosa y la ignorancia es “venturosa”, nos acerca al estado de naturaleza. Con los conocimientos la vida se hace más refinada, progresan las artes y crece el lujo, y en ese ambiente, el valor y la moralidad decaen hasta desvanecerse. Afirma que en este ilustrado siglo ya no tenemos ciudadanos. Se rebela contra un tiempo que dedica toda clase de alabanzas a los logros de la inteligencia pero, al mismo tiempo, menosprecia la virtud, y juzga que los progresos en la educación lejos de hacer más felices a los hombres los hace embarcarse en una persecución frustrante de metas ilusorias.

El discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres lo dedica a la republica de Ginebra. Partiendo de la base de que en el estado de naturaleza los hombres solo disponen de su cuerpo y son todos iguales, diferentes solo en fuerzas y capacidades, deduce que todo perfeccionamiento que lleve asociados otros privilegios no puede ser sino fuente de desgracias., puesto que se opone a la igualdad natural. Los “hombres salvajes” son buenos porque los sentimientos priman sobre la racionalidad, y se manifiestan mas piadosos y compasivos. La razón separa y establece distinciones, rompe la primitiva armonía. Una vez que el hombre empieza a razonar, comienzan sus desdichas, y la mayor de todas es el nacimiento del derecho de la propiedad, verdadero origen de la sociedad, pero fuente al mismo tiempo de todo tipo de desdichas. La propiedad fue primero colectiva fomentando los sentimientos de solidaridad.

Lo mismo sucedía con la vida social: las reuniones primero parecen favorecer el mutuo cariño, pero luego empiezan a establecer preferencias, y así va naciendo al envidio, la ambición y demás vicios que envenenan la bondad natural del hombre y le hacen desgraciado. Con el nacimiento de la agricultura y la metalurgia, las capacidades y la fuerza resultan decisivos a la hora de procurar subsistencia, y así nacen las diferencias entre pobres y ricos. Desde ese momento, la usurpación, el latrocinio, el abuso y todo tipo de pasiones, “sofocando la piedad natural y la voz de la justicia, hicieron a los hombres avaros, ambiciosos y perversos”. Provoca esto un estado de guerra, movidos por la necesidad de preservar vidas y haciendas, deciden los hombres sacrificar su libertad sometiéndose al yugo de la autoridad, y nacieron así los gobiernos.

Los pobres, con menos que perder, no se hubieran adherido a ella de no ser porque adopto, al principio, la forma de un pacto, un “verdadero contrato entre el pueblo y los jefes que por si eligió, contrato por el cual las dos partes se obligaban al cumplimiento de las leyes” con miras a un beneficio común. Lo que sucedió fue que algunos grupos siguieron sometidos a las leyes y otros pasaron pronto a obedecer a otros hombres que no se guiaban sino por su criterio de voluntad, y esa primera imperfección de los gobiernos no ha hecho sino empeorar, corromperse más y generalizar el despotismo y la injusticia, haciendo olvidar las condiciones del pacto primitivo. Por eso la desigualdad ha llegado a hacerse intolerable. Compara la vida feliz y tranquila que llevan los pueblos que no se han alejado mucho del estado de naturaleza, viviendo trabajando lo menos posible. Los civilizados tienen necesidades falsas que les obligan a agitarse día y noche, trabajando sin parar y sin colmar nunca sus ambiciones. Los gobiernos no pueden tratar de justificarse alegando que se apoyan en el derecho natural, porque toda sociedad nace de la decisión humana y de la creación de unas normas, o sea, del derecho positivo, que a menudo es contrario a las leyes de la naturaleza.

1.2.- El contrato social

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La obra comienza con una declaración de intenciones: quiere averiguar si es posible alguna norma para la convivencia que sea legítima, teniendo en cuenta como son los hombres y como pueden ser las leyes, y se considera autorizado por el hecho de haber nacido en un Estado libre.

Esa es la condición humana: “el hombre ha nacido libre” y, sin embargo, por todas partes se encuentra encadenado. Porque no se sacude el yugo, la respuesta es que el orden social es un derecho sagrado, pero un derecho que no se basa en la naturaleza, sino en una convención. La asociación humana es una obra de los hombres, no de la naturaleza. En consecuencia, los derechos y leyes no pueden basarse en la naturaleza, sino sobre convenciones justas, pues el hombre en cuanto a simple animal racional, no está sujeto al derecho. El derecho se deriva del hecho social, y todos los derechos y libertades, todos los deberes, las leyes, la autoridad, se basan en una convención, así que, para establecer una sociedad justa, habrá que asentar esa convención social sobre bases que lo sean.

Esto suponía una tremenda revolución en el pensamiento, ya que se echaba por tierra el derecho natural como base de los derechos particulares. Por otra parte, establecía el concepto diferente de libertad. Ya no pertenecía al individuo como tal, sino que correspondía al ciudadano. Con el nuevo planteamiento, ya no es posible invocar ese exceso de la libertad individual fuera de cualquier norma, ya que no es el hombre, sino solo el ciudadano el que es libre, y su libertad, como basada en una convención, tiene desde su origen el límite de la ley, y así no solo las capacidades públicas, sino la conducta privada, tienen como origen de su legitimación la condición de ciudadano. Para acabar con la injusticia era preciso establecer la sociedad sobre nuevas bases, presuponía la necesidad de un cambio radical, de una revolución.

Coloca el origen de la sociedad en un acuerdo, un pacto, para mutua protección y beneficio, y que se origina en la voluntad de los hombres, en su deseo, no en la “naturaleza humana”. Este pacto es el contrato social y produce “un cuerpo moral y colectivo” convirtiendo a cada individuo en ciudadano. Este pacto es el origen de toda asociación política. Cada ciudadano queda ligado y comprometido a todos los demás como particulares y al todo que ha construido. Cuando se ataca a un particular, se lesiona todo el cuerpo social.

Los ciudadanos particulares pueden tener una voluntad que sea contraria o simplemente distinta a la voluntad general, y eso puede llevarlo a sentirse desvinculado de un pacto que no ofrece tantas ventajas, Para evitar la disolución del cuerpo social, este puede y debe obligar al disidente a acatar la voluntad general, se le obligara a ser libre, pues la libertad incluye el acatamiento de aquellas leyes y normas que el colectivo se ha dado, sustituyendo el instinto y el capricho por la moralidad y la justicia, que se basan en un acuerdo primitivo que les otorga legitimidad y funda el derecho. Así que el estado civil fundamenta “la libertad moral. El cuerpo social garantiza la propiedad, ya que los individuos se incorporan al pacto social con aquello que poseen, y así lo que antes se tenía simplemente por haberlo ocupado se legitima esta adhesión y se convierte en legítima propiedad.

El segundo libro, La soberanía es colectiva, tiene por objeto el bien común y no es otra cosa que el ejercicio de la voluntad general; es inalienable y tampoco puede cederse ni delegarse. Una voluntad particular puede concordar con la general, pero esa armonía será frágil y poco duradera. Además, la voluntad general es indivisible, recta, nunca se equivoca y siempre procura el bien común.

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El Estado es “una persona moral cuya vida consiste en la unión de sus miembros”, y los lazos y obligaciones que con él nos ligan son sagrados y obligatorios porque son mutuos. Procurando el bienestar común se procura y obtiene el propio. Cada acto de soberanía no pone en ejecución un contrato entre superior y sus súbditos, sino de la comunidad con cada unos de sus miembros.

Los castigos a los criminales se explican por el hecho de que estos han violado el pacto social y se han colocado fuera de él: ya no son miembros de la comunidad.

Las leyes son las normas que la comunidad se da a sí misma. Por eso, todo gobierno legítimo es republicano. Puede haber, eso sí, un gran legislador que se haga interprete de la voluntad general y de expresión formal a sus normas.

El objetivo de las leyes: la libertad y la igualdad. Junto a las leyes escritas, hay otras que residen en el corazón de los ciudadanos y que son las que hacen la fuerza de los estados: son las buenas costumbres, los rectos hábitos y la sana opinión. Las leyes escritas determinan la forma del edifico, y las normas implícitas sus cimientos.

E libro tercero se ocupa del gobierno, que es el cuerpo “encargado de la ejecución de las leyes y del mantenimiento de la libertad, tanto civil como política”. Puede adoptar diversas formas: monarquía (paraqué fuera buena debería ser un persona con dotes excepcionales), aristocracia (encierra en sí una desigualdad) y democracia (conviene a comunicadas pequeñas y muy puras). Habrá que buscar formulas mixtas, adecuadas al carácter de los pueblos, en los que también influyen factores climáticos, grado de civilización alcanzado y el peso de su propia historia.

Todos los gobiernos tienden a degenerar. Y hay una fuerza que los regenera y refunda: volver a su fuente, a la soberanía popular, que reside especialmente en el poder legislativo.

Por eso las asambleas son la savia del Estado, lo que le proporciona su fuerza vital. Las asambleas son periodos de suspensión y fortalecimiento donde se vuelven a anudar los lazos de la cohesión social, renovándose.

La soberanía no puede ser representada. Por lo tanto “los diputados del pueblo no son ni pueden ser sus representantes; no son sino sus emisarios. Toda ley no ratificada en persona por el pueblo es nula, no es una ley”. Y lo mismo pasa con los gobiernos: ya sean monárquicos o republicanos. Todo gobierno no legitimado por el expreso consentimiento popular se puede considerar usurpador.

Cuando los hombres se reconocen como un solo cuerpo social, con una sola voluntad que procura el bienestar general, es decir, cuando son conscientes de su soberanía, el Estado se asienta sobre resortes “vigorosos y sencillos”, sobre leyes justas, pocas y claras, y no precisa de sutilezas políticas ni de ardides. La voluntad general es la norma suprema y a la vez el territorio ideal de la soberanía: cuando la voluntad de un particular se opone a ella, debe someterse, o se excluye el mismo de la ciudad, se convierte en extranjero. Se puede discrepar, pero una vez tomada la decisión por parte de la voluntad popular, es preciso no solo acatarla, sino hacerla nuestra. La libertad de cada cual se garantiza precisamente por esa identificación. El ciudadano al votar refrenda y ratifica la soberanía de la voluntad general y se somete ya implícitamente a ella.

Opina Rousseau que la fe religiosa es algo bueno para la moral privada, pero que en un Estado bien constituido se necesita una especie de religión civil y de moral ciudadana, cuyos artículos

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inculquen el amor a la justicia, a la patria y al deber y que alimenten a cumplir todo lo que exija el bien común y a ser un ciudadano libre, consciente y responsable.

2.- LA REVOLUCIÓN FRANCESA

La gran influencia de Rousseau, el impacto de la Revolución americana, las dificultades económicas y las constantes críticas a la corte en tertulias y cafés habían creado un clima de descontento en el que se unían los burgueses y buena parte de la aristocracia ilustrada. Para tratar de apaciguar a los descontentos, se convocan en Versalles los Estrado Generales. Pronto se hace patente que las pretensiones del Tercer Estado y de una porción de los otros dos estamentos va mucho más allá de lo que la Corte piensa conceder. A los intentos de disolución, los diputados responden encerrándose en el Juego de la Pelota, constituyéndose en Asamblea Nacional y jurando no separarse ni disolverse en tanto no se haya redactado una Constitución. En la Asamblea estaba el Tercer estado en pleno y buena parte del clero y la nobleza. El catorce de julio el pueblo de Paris toma la Bastilla y Lafayette organiza la Guardia Nacional, de laque asume el mando. Al movimiento de Paris se unen muchas provincias, que crean ayuntamientos revolucionarios (comunas). La Asamblea deroga el régimen feudal y proclama la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano. En Octubre se nacionalizan los bienes de la Iglesia y de la Corona. La Revolución, que se irá radicalizando cada vez más, está en marcha, y cambiara la faz de Europa, instaurando en ella, poco a poco, las democracias modernas. En su seno hubo discrepancias y debates ideológicos. Fue una época sangrienta que fundamento la posibilidad de paz; Son años esplendidos, innovadores, despiadados, complejos y brillantes, difíciles de abarcar.

2.1.- Sieyès (Comentario)

¿Qué es el tercer estado? Empieza con tres preguntas y sus respuestas:

¿Qué es el tercer estado? Todo, demuestra eta afirmación por el hecho de que, si una nación subsiste, es gracias al trabajo y la administración, y todo el primero y el ochenta por ciento de la segunda recaen en los hombre de los no privilegiados, de los que no son ni clero ni nobleza

¿Qué ha sido hasta ahora en el orden político? Nada, la nación no será libre mientras el tercer estado no lo sea. El tercer estado ha carecido, hasta la fecha, de derechos políticos.

¿Qué pide? Llegar a ser algo, piden contar para algo en los destinos de la patria. Piden tener al menos una influencia igual a la de los privilegiados. En los Estados Generales sus votos deberían contar tanto como los de los dos otros ordenes juntos, y sus representantes elegidos con cuidado. También se deberían repartir los impuestos con más equidad, de forma que no recaigan exclusivamente sobre sus hombros. Propone la necesidad de una Constitución que debería consagrar el principio de la unidad de todos los ciudadanos, de su libertad política y su igualdad ante la ley.

Biografía: Nació en 1748Carrera eclesiástica llegando a ser Obispo de Chartres1788 publico dos opúsculos de teoría política Obras: Ensayo sobre los privilegios y ¿Qué es el tercer estado?Artífice de la transformación de los Estados Generales en Asamblea Nacional y inspirador del juramento del Juego de la Pelota.Sufrió destierro en al RestauraciónMurió en 1830 en Francia.

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El reconocimiento de estos derechos políticos es algo urgente y necesario, y supone una restitución, ya que es porque han sido acaparados por los privilegiados. Pero para logar este acto de justicia, el tercer estado tendrá que luchar por él y conquistarlo con su inteligencia y su habilidad. La influencia de Rousseau se une, en el, a una voluntad decidida de acción.

2.2.- Condorcet

Sus opiniones en contra de la esclavitud y a favor de la educación femenina fueron de las más radicales de su tiempo.

Su aportación más notable es un plan de instrucción pública muy avanzado.

Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano, alaba a la Revolución como un logro universal y definitivo del espíritu humano en su perpetua búsqueda de los mejor.

Considera que la historia humana es un camino hacia delante, donde cada etapa se alcanza una mayor perfección. Los primero años lentos, con el descubrimiento de la escritura, que facilitaba la transmisión del pensamiento, se fue acelerando el ritmo. Para Condorcet, el motor del progreso es la inteligencia, y que por lo tanto la educación es absolutamente primordial.

Es fundamental prevenir y destruir errores y prejuicios mediante la educación. Así se acelerara el progreso que puede dividirse en tres etapas. La primera, la de las primeras agrupaciones humanas. LA segunda, la de los pueblos pastores y la invención de la agricultura. La tercera, la del descubrimiento de la escritura; la vida sedentaria facilita costumbres más dulces, pero la vida política sigue dominada por la violencia y la tiranía. La cuarta época es el esplendor de Grecia, que no trataban de eliminar el error o los vicios, sino de neutralizarlos, y esto no es la solución pues los progresos de las luces han de ir acompañados por los de la virtud. La quinta etapa es la del helenismo y el imperio romano, que ahogo la libertad y no trajo demasiados progresos al espíritu, fuera de la jurisprudencia.

La sexta época corresponde a la primera Edad Media; una “noche profunda”, donde reinaban las supersticiones, la intolerancia religiosa, la violencia y la opresión impune de los débiles. La luz de la libertad y el conocimiento, volvió de la mano de los árabes, despertando las mentes y los corazones. La séptima época abarca la baja Edad Media y sus progresos en el saber, con la creación de las universidades y el progresivo prestigio de las letras, se conocen nuevas libertades y los reyes comienzan a emanciparse de la Iglesia. Los hombres ni confían en el poder de su pensamiento y escuchan más a los libros que a la razón, pero estaban abonando el campo para que germinaran nuevas ideas, y la invención de la imprenta fue el instrumento idóneo para propagarlas.

La octava época se identifica con el Renacimiento, y ve el despertar de la razón y su progresiva emancipación de la autoridad. Se amplían los límites del conocimiento, y los horizontes se agrandan también geográficamente por los descubrimientos, enturbiados por la ambición y el despotismo de los reyes y por la codicia baja y cruel de los conquistadores. Es una época ensangrentada por lucha religiosas entre católicos y reformados. Los hombres entrevieron que

Biografía: Filósofo, político y matemático.Al llegar la revolución, interviene activamente en política; es diputado en la Legislativa y en la Convención.Es perseguido y se suicido en la celda.Obra: Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano

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podían ser libres. La novena época vemos como las ciencias cada vez progresan mas, como la autoridad retrocede y el prestigio de la Iglesia merma, como se dulcifican las costumbres, avanza la tolerancia, se despiertan sentimientos de humanidad y compasión. Llega el momento en que se considera absurdo la existencia de dos razas, una destinada a gobernar y otra a obedecer. Gracias a la difusión de la filosofía y al a mayor extensión de la educación, estas ideas pasan a convertirse en la de todos los hombres ilustrados, convirtiendo en un ideal muy generalizado el de una libertad que garantizase los derechos del hombre y favorecieses los progresos del comercio y de la industria. Y estas nuevas verdades fructificaron en hechos. Primero fue con la Revolución americana y luego con la francesa. A partir de este momento, la historia, que hasta la fecha era cosa de unos pocos, de los poderosos, de los privilegiados, pasa a ser de toda la especie humana. Aquí empieza verdaderamente el futuro. Este futuro será una decima época, no puede predecirse, pero puede prepararse, y paraqué conduzca a un progreso más rápido y seguro, a la paz y a la felicidad de los ciudadanos libres, ha de tener por cimiento una instrucción generalizada e igual; A partir de aquí se puede esperar un perfeccionamiento constante que hará la vida más pacífica y mejor, que producirá mayor riqueza y generara descubrimientos; el más importante de los perfeccionamientos: el moral, haciendo a los hombres no solamente más sabios, sino mas buenos y, en consecuencia, mucho más felices.

2.3.- Robespierre

Mantuvo una postura muy clara, bien argumentada y sostenida y prácticamente invariable desde sus primeras intervenciones como diputado de los Estados Generales hasta su muerte.

Destaco por su firmeza y la radicalidad de sus opiniones. Su estricta moralidad y su vida austera, le valió ser conocido como “El Incorruptible”

Es uno de los impulsores de una nueva constitución que sustituya a la, demasiado moderada de 1791 y, uno de los líderes de la Convención, forma parte del poderoso Comita de Salud Publica. Sostiene una política del Terror como periodo necesario y transitorio que asegure la paz interna, mientras las fronteras están amenazadas. Todo ello le gana cada vez más enemigos, con el pretexto de evitar que se convierta en un dictador traman un complot en julio de 1794, logran impedir que hable en la Convención y es guillotinado el 28 de julio de manera apresurada y clandestina.

Robespierre está muy influido por Rousseau. Cree en la libertad, en la nación como unidad de hombres libres. Piensa que es importante la unidad de leyes y costumbres, para garantizar de hecho la igualdad de los ciudadanos. Defiende la legitimidad de la propiedad privada, pero piensa que, mientras no existe una conciencia cívica tan elevada que la generosidad sea la regla general, es preciso que el Estado intervenga con el fin de regular los excesos y garantizar una existencia digna a lo más humildes, pues sin justicia no ha y verdadera libertad ni es posible la democracia.

Biografía: Arras 1758Familia burguesaEjercio como abogadoSe traslado a Paris como diputado del Tercer Estado

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Es preciso educar al pueblo en los sanos principios y rectos hábitos de la nueva sociedad. Rechaza el ateísmo. Piensa que Republica y Virtud son dos términos complementarios, y está convencido de que solo perdurara la libertad en un pueblo de costumbres puras, por lo que las leyes han de promover una conducta intachable y los magistrados velar paraqué se cumplan. La virtud es “el principio fundamental del gobierno democrático o popular, es decir, el resorte fundamental que lo sostiene y que le hace moverse. Gracias a la virtud podemos anteponer el interés público a los particulares y procurar el bien de la patria. Es un concepto que no tiene que ver solo con la conducta privada sino también con la proyección pública. Se puede decir que la virtud solo existe en la democracia, pues solo allí hay ciudadanos con una patria, es decir, con un país de cuya soberanía se participa y sobre cuyo destino puede decidir.

TEMA 4 - EL IDEALISMO

1.- EL ROMANTICISMO ALEMÁN

El idealismo es el romanticismo en su versión alemana. Como todo romanticismo, se opone a la Ilustración, pero en este caso depende estrechamente de ella y admira y reconoce como maestros a muchos de sus principales representantes (Kant, Goethe y Séller). A pesar de que en estos tres grandes ilustrados también se encuentran elementos románticos, no traspasan la frontera por propia voluntad. Por ejemplo, son muchas las cosas que acercan a Goethe a los románticos, sin embargo, estaba muy satisfecho de su papel de poeta oficial y consejero de un pequeño principado, por lo que era cualquier cosa menos rebelde y manifestaba ceguera respecto a los méritos de los jóvenes románticos.

Principales características romanticismo alemán:

Rebelión contra una racionalidad urbana que asfixia la naturaleza. Rebelión contra una estética racional que somete a norma lo espontáneo y popular. Rebelión contra una política que oprime la libertad. Rebelión contra una reflexión racional que excluye lo maravilloso.

1.1.- La naturaleza

a) La naturaleza es algo sagrado, viviente y dotado de alma, animado de espíritus. La razón utilitaria ha profanado este templo, buscando sin respeto la riqueza, devastándolo todo y sustituyendo los bosques y las aldeas por ciudades enormes donde los hombres, ocupados en ganar su pan no tienen ya oídos para las voces sagradas.

b) Cada paisaje se acomoda especialmente a un pueblo, y sólo quienes allí han nacido pueden apreciar plenamente su belleza porque su espíritu se funde con el de la naturaleza.

Los cuadros de Friedrich representan muy bien esta idea, ya muestran la fusión del alma del individuo con el infinito y la patria.

c) Se identifica la naturaleza con la mujer, ya que la consideran menos artificial y racional debido a su peculiaridad física, su belleza, su capacidad de ser madre y su temperamento, más inclinado al sentimiento y la sensibilidad que a la reflexión.

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Imposibilidad del amor romántico: para no decepcionar, el enamoramiento tiene que ser breve o trágico.

d) A pesar de su anticlasicismo, los románticos aman Grecia con una visión mucho más moderna que la de los ilustrados. Grecia es para ellos un momento histórico lleno de belleza y espontaneidad, donde los hombres estaban todavía muy cerca de la naturaleza, donde las ciudades la embellecían en vez de profanarla, donde los mortales estaban aún muy próximos a los dioses.

1.2.- Lo popular

a) Los románticos alemanes se rebelan contra el cosmopolitismo racional de los ilustrados, que tiende a reprimir las peculiaridades, a olvidar las tradiciones y a construir un mundo más uniforme.

b) Reivindican la espontaneidad de lo popular y piensan que en el pueblo es donde debe buscar su inspiración el poeta. El poeta relevará al pueblo y será él el que cree nuevas tradiciones, para ello tiene que estar atento no a su propio yo ni a la exterioridad de lo que le rodea, sino a la doble voz de la naturaleza y del alma colectiva que se armonizan.

c) Los románticos elaboran colecciones de cuentos orales, se inspiran en ellas para componer nuevos y vuelven a los antiguos cantares y tradiciones buscando tema para sus propios poemas.

d) Esta admiración por lo popular les lleva a valorar la Edad Media. Aprecian el valor de las producciones artísticas de este periodo porque se crean las leyendas fundadoras de la identidad nacional y porque consideran que es un tiempo en el que el pueblo se expresaba artísticamente de manera libre, directa y comunitaria. El cantar de gesta y la catedral son considerados los símbolos más completos de este tipo de creación.

1.3.- La libertad:

Libertad individual: se rebelan contra las normas que impiden el desarrollo de la espontaneidad del yo y contra las trabas que impiden desarrollar plenamente las dos pasiones fundamentales: amor y amistad.

o El amor es fruto del destino y declaran nula cualquier institución que se oponga a tan trascendentales lazos. Está próximo a la poesía.

o La amistad es una especie de sociedad secreta, un pacto que une a seres escogidos en una tarea común: búsqueda de la belleza o de la verdad.

Libertad colectiva o política: democracia y nacionalismo son inseparables, ya que ambos responden a la necesidad de expresarse libremente.

1.4.- Lo maravilloso

Este aspecto ha influido mucho en el arte (surrealismo) y en la literatura posteriores (psicoanálisis de Freud).

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a) Los románticos tenían fascinación por lo maravilloso, por lo que se salía de lo común, no sólo por el mero gusto por una fantasía sin trabas, sino también por su creencia en que, a través de lo inusual, se llegaría a algo de esa realidad más profunda que subyace a la aparente, a la cotidiana, y es la que encierra las verdades más trascendentes.

b) Para alcanzar esta realidad más profunda hay varios caminos:

El desarrollo de la sensibilidad mediante la contemplación de la naturaleza.

La práctica rigurosa de la poesía.

Dar rienda suelta a la fantasía.

El sueño, que derriba todas las fronteras. Aparece con mucha frecuencia en los poemas y relatos de los románticos, siempre con carácter perturbador.

Una consecuencia inevitable de esa exaltación de lo soñado como superior a lo cotidiano es la entrada en conflicto con la realidad, lo que provoca una desilusión, una decepción más o menos profunda que se resuelve normalmente mediante la ironía.

2.- HEGEL

Nació en 1770, máximo representante del idealismo alemán y compañero de estudios de Schelling y Hölderlin. Fue profesor en Jena y Berlín y tuvo mucha influencia a pesar de haber publicado bastante poco y la mayoría de sus obras son compilaciones de los apuntes de sus alumnos. Murió en 1831.

2.1- La filosofía de la historia

Lentitud de la historia:

El idealismo admite un lento desenvolverse de la historia frente al apresurado progresismo de los Ilustrados y a las sombrías previsiones de los Románticos. A través de la cultura, el espíritu produce su propia realidad y lucha contra el obstáculo que es para él su inmediatez.

El mal como motor:

En el estado acultural y ahistórico conviven indiferenciadas dulzura y barbarie, pero es la violencia, la dominación de un hombre por otro, lo que pone en marcha la historia. Son los sucesos negativos los que dan lugar a un estado de cosas siempre mejor: el mal es la causa del bien. El hombre abandona el estado de inocencia animal (estado de necesidad) cuando conoce la diferencia entre el bien el mal (estado de libertad, cuya concreción es conquistada lentamente), éste es el primer hecho cultural.

La narración del pecado original y el de la maldad originaria del hombre muestran que el hombre tiene que ser 1º lo que no debe ser (rebelde a Dios, violento) para poder llegar a ser lo que debe ser: libre. Por eso para Hegel, la religión cristiana es la “religión de la libertad” a causa de su noción de “pecado original”.

La lucha y el Estado:

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La lucha es el resorte de la historia. La historia comienza con la aparición del Estado. Como no todos los pueblos tienen Estado, no todos tienen historia. Los pueblos ahistóricos no han salido del estado de naturaleza. Los acontecimientos que registra la historia son los llevados a efectos por los individuos que o bien pertenecen a un estado y lo hacen avanzar (grandes hombres) o bien lo fundan (héroes). Hegel, para prevenir la envidia hacia esos grandes personajes que hacen la historia (César, Napoleón, etc.) advierte que la vida personal de ellos tiene un fin desgraciado, que parece que la historia los usa y, una vez cumplida su misión los deshecha como algo ya inútil. Ése es el destino de los héroes.

2. 2.- Teoría del Estado (deriva de su Filosofía de la Historia):

Si la realidad está en la Historia y no en la Naturaleza, y el requisito de la Historia es el Estado, entonces el Estado es “la encarnación del Espíritu del mundo”, “la idea divina tal como existe en la tierra”.

El estado es un organismo, un todo, en el que se integran los individuos que lo componen como los miembros de un cuerpo vivo, es el espíritu que vivifica y da realidad a esos miembros.

Así como en el hombre existe la posibilidad de llegar a ser libre, y por eso se dice que el hombre es libre según su naturaleza o esencia, que es libre “en sí”, así en la nación existe la posibilidad – no la necesidad – de llegar a constituir un estado. La obligación de ambos (hombre, pueblo) es llegar a conseguir ese fin que les es propio, aunque no siempre lo logren.

2.2.1. Componentes del Estado:

Familia : unidad ética primera. Está formada por los padres y los hijos y su fin es la educación de los nuevos individuos para hacerlos capaces de llevar una vida libre en sí. La familia es una institución ética y fuente de la eticidad de la sociedad. La sociedad debe hacerse cargo de la protección del menor que por circunstancias accidentales se vea desprotegido por la acción familiar y constituir para él una segunda familia.

Sociedad civil : aquí se integran los individuos ya desligados de la institución familiar, y, por tanto, independientes. La relación establecida entre estos individuos no es ética, sino su negación. Cada uno defiende sus intereses particulares. La sociedad civil es el antitipo del orden político, el espacio en que se ejerce todo tipo de violencia e injusticia excluyendo únicamente la fuerza física.

Mercado: funciona solo. Es la mano invisible que hace de la satisfacción de los propios intereses el medio por el que se satisfacen los intereses de los otros. Sin embargo, esto produce la acumulación de la riqueza en pocas manos y el aumento de la plebe: la masa de desheredados no propietarios que tampoco encuentran empleo. Estas diferencias hacen imprescindible la intervención del estado en el sistema de las necesidades.

La sociedad civil se organiza en grupos o estamentos según el trabajo de las personas:

Sustancial o inmediato: formado por los propietarios de tierras y los campesinos. Se dice sustancial porque es la agricultura junto con la institución familiar el primer paso en el desarrollo de la comunidad humana y sigue siendo su soporte material y ético.

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Reflexivo, formal o industrial: se subdivide en artesanal, fabril y comercial. En este estamento el papel de la reflexión individual es más acentuado, por eso se dice que la libertad y el orden surge en las ciudades.

Universal: se ocupa de los intereses generales de la sociedad.

La libertad en el sistema de la sociedad civil es universal pero abstracta, se basa en el derecho a la propiedad, protegido por la Administración de Justicia.

2.3.- El derecho

El derecho tiene realidad objetiva por ser algo universalmente reconocido, sabido y querido. Debe su existencia empírica a que es útil al sistema de las necesidades, y aparece solo cuando este sistema es lo suficientemente complejo. Pasa a ser algo positivo cuando adquiere la forma de ley.

Las leyes son la costumbre de la nación. El resultado de esta compilación, que tiene lugar cuando el pueblo ha adquirido alguna cultura, es un código, que se perfeccionara cuando sea posible ordenarlo según los principios universales del derecho. Un código no es un sistema de leyes nuevas según su contenido, sino la ordenación racional de la legalidad vigente en una sociedad.

El derecho positivo es lo conforme a la ley. La ciencia positiva del derecho deduce a partir de datos positivos, el juzgar sobre la racionalidad de una determinación jurídica excede su competencia.

La ley, para serlo, debe darse a conocer, pero este requisito encierra una antonimia. Es sus determinaciones universales es entendible por todos, pero en su aplicación a la materia, que conduce a nuevas determinaciones su fin, solo es entendible por los juristas. En la sociedad civil el derecho deviene ley, y el derecho individual pasa a ser reconocido como una existencia sabida y querida por el universal existente.

Lo importante de la forma es hacer aquello que en si es justo sea reconocido como tal. Desaparecen las subjetividades y la voluntad es objetiva, segura y firme. El delito no es lesión al infinito subjetivo, sino a la forma universal. Lo que más agrava el delito es considerarlo una ofensa a la totalidad.

La ley se aplica por medio de los tribunales. El poder del príncipe en la época moderna no está por encima del tribunal en asuntos privados, y la prueba es que suele perder los procesos. La aplicación de la ley penal por medio del tribunal transforma la venganza en justicia y cierra la inflación de violencia.

La corporación es la asociación de profesionales para la convivencia y el socorro mutuo. Se trata del término medio entre el individuo y el Estado. En la corporación vuelve lo ético a la sociedad civil. El amor en la familia y el honor en la corporación constituyen las raíces éticas del Estado aunque, como es natural deben estar bajo su control. Las corporaciones cumplen la función de dar un fin ético al hombre.

2.4.- Relación entre lo social y lo político

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El Estado y la sociedad civil no son realidades separadas, la segunda media para la existencia de la primera.

La sociedad civil es un concepto moderno. Asumir las variaciones particulares manteniendo la comunidad es la tarea del Estado moderno.

Las dos causa de la libertad particular son: la teoría del contrato del Derecho _Romano y el Cristiano.

El Estado moderno asume el hecho de la libertad subjetiva y de las reivindicaciones particulares, pero conserva un modo de existencia propio y superior a esas reivindicaciones, y eso es precisamente la causa de que la libertad individual exista.

El origen histórico del Estado no incumbe a su idea. Su autoridad se basa en el derecho, pero en el derecho público. El Estado no puede resultar de un contrato, operación que regula el intercambio de bienes entre voluntades subjetivas, porque el Estado es la voluntad objetiva. Es “lo en si racional” tanto si el individuo lo reconoce y lo quiere como sino.

La Revolución Francesa ha dado lugar a una sociedad de hombres formalmente iguales pero desiguales en la práctica, que se han despojado de la dimensión política. Sociedad en la que el derecho privado predomina sobre el derecho público. Los hombre en esta comunidad no son libres, pues su vida está condicionada por las exigencias del mercado, no son iguale, pues la opulencia convive con la miseria y tampoco son fraternales en ningún sentid.

El propósito de la Filosofía del Derecho es crear una entidad política, el Estado, un poder público, capaz de superar, de dar un sentido ético a la falta de ética de la sociedad civil. El Estado no asume como su fin primario remediar la indigencia material del hombre, aunque accidentalmente lo haga, sino su indigencia ética.

El Estado hegeliano no se presenta como lo completamente otro de la sociedad civil, sino como su complemento adecuado. Cada realidad social requiere el Estado que le es apropiado. El Estado general seria la realidad ética de la que puede ser capaz una sociedad determinada. El Estado moderno seria la realidad ética condicionada por la economía de mercado y el derecho privado.

La esfera ética es totalidad, se integra en ella como momentos lógicos los estratos que la componen, por eso el Derecho y la Moralidad son prefiguraciones abstractas de la libertad real. No hay ética sin Estado porque este representa la condición mínima d orden fuera de la cual no hay reglas, la ética del estado se forma en la interacción de este con la sociedad civil. El pluralismo es un elemento constitutivo del Estado moderno. El Estado es reino de la razón objetiva gracias a su primacía sobre la sociedad civil. El mundo de la economía y del derecho privado es incapaz de producir las mediaciones y universalidades capaces de prevenir los desordenes causados por el enfrentamiento de intereses.

El Estado manteniéndose mantiene la sociedad civil, y esta última produce el desarrollo del Estado.

2.5.- Forma de Estado

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La pretendida independencia de los poderes no conduciría a la eliminación del despotismo, sino a la destrucción de la soberanía y del estado, ya que los elementos independientes no pueden constituir una unidad. Los poderes de legislar, gobernar y juzgar no son independientes en ese sentido absoluto ni deben serlo, tampoco se limitan el uno al otro.

El Estado político se divide en las siguientes diferencias:

a) el poder de establecer lo universal, el poder legislativo pertenece a la multitud.

b) El poder de subsumir lo particular e individual bajo lo universal pertenece al gobierno, a unos pocos.

c) La decisión soberana pertenece a la subjetividad, a uno sólo, al príncipe.

La monarquía constitucional es la forma del Estado moderno.

2.6.- Derecho internacional

A Hegel, la “paz perpetua” kantiana conseguida por medio de una sociedad de naciones le parece un ideal abstracto y engañoso. La soberanía del Estado es su principio constituyente por eso está por encima de los acuerdos internacionales. La efectividad de estos acuerdos se mantiene en lo abstracto, es un ideal regulativo (pertenece al deber ser) no constitutivo (pertenece al ser), porque “no hay pretor entre Estados” que haga cumplir los acuerdos. Esto no quiere decir que los crímenes políticos queden impunes, ya que todos los Estados están sometidos al tribunal de la Historia y serán juzgados por la razón.

TEMA 5 – TRADICIONALISMO Y CONSERVADURISMO

INTRODUCCIÓN

En este tema, se describe la aparición del conservadurismo y del tradicionalismo como ideologías políticas a partir de las experiencias de discontinuidad social fruto del tiempo de la revolución francesa de 1789. Conservadurismo y tradicionalismo son dos estilos de pensamiento claramente diferenciados. El tradicionalismo tiene varios fundamentos claramente teológicos y se basa en una idea de tradición inmutable, mientras el conservadurismo resulta más afín a la perspectiva historicista, pragmática y evolucionista.

La mentalidad conservadora y tradicionalista es una estructura mental en armonía con una realidad social y política que ella misma ha dominado a lo largo del tiempo. Una actitud tradicional o conservadora existe únicamente donde lo que hasta entonces se consideraba como tradición ha de afirmarse contra posibles interrupciones o cuando su continuidad es puesta en duda. Tanto en tradicionalismo como el conservadurismo nacen como ideologías políticas a partir de una experiencia de discontinuidad entre el pasado y el presente y a partir de la Revolución francesa de 1789, con los principios de “autonomía”, “libertad” e “igualdad” que comenzaron a imponerse. Fue un momento clave del comienzo de lo que podríamos denominar revolución democrática, aunque la consecución de ese proyecto político tuvo que esperar mucho más tiempo para consolidarse en las sociedades europeas.

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El choque con la Iglesia Católica fue muy importante como inicio de un claro proceso de descristianización de la sociedad con el objetivo de cancelar la influencia de la religión católica y reemplazarla por una teología cívica, difundiéndose el culto a la Diosa Razón.

El tradicionalismo representado principalmente por Joseph de Maistre y Louis de Bonald, tiene unos orígenes claramente teológicos y se funda en la idea de una tradición inalterable ante las vicisitudes del tiempo; una teología política que intenta la sistematización del hecho religioso como legitimador de la praxis política. Este proceso político-intelectual implica la funcionalización de la religión cristiana y de sus contenidos dogmáticos en aras de la restauración del sistema político prerrevolucionario, es decir, la alianza del Trono y del Altar y la concepción monárquica de la soberanía frente a la idea de voluntad nacional o popular.

El conservadurismo, representado sobre todo por Edmund Burke, es, en contraste, más afín a una perspectiva historicista y, por tanto, abierto a la idea de cambio; un estilo de pensamiento secularizado, pragmático y evolutivo; como idea capital el cambio o devenir. La tradición es valorada como algo potencialmente perfectible, no porque sea acabada o insuperable.

Con todo, tradicionalismo y conservadurismo favorecieron, con su crítica al liberalismo y a la ilustración, la reflexión sobre los fundamentos del orden social. La sociología nace, de hecho, como una parte del pensamiento contrarrevolucionario o, al menos conectado a él. Frente al carácter ahistórico y abstracto de ciertos contenidos de la Ilustración y del liberalismo, conservadores y tradicionalistas platearon la problemática de si el rechazo o la destrucción de los recuerdo y de las tradiciones en su conjunto significaban, sin más, un incremento de la libertad y madurez o abrían al paso a nuevas formas de manipulación o embrutecimiento.

1.-EDMUND BURKE: EL CONSERVADURISMO LIBERAL

La situación política y social de Gran Bretaña era muy distinta a la del Continente. A diferencia de Francia, Gran Bretaña no desarrolló una Monarquía absoluta. A lo largo del siglo XVII tuvo lugar una disputa encarnizada por la soberanía entre el monarca y el Parlamento.

La Constitución de 1689 se convirtió en un modelo para la práctica política posterior. A partir de entonces fue fraguándose un sistema de partidos, se perfilaron los límites de los distintos poderes, el Parlamento aumentó gradualmente su poder y el gobierno resultó ser cada vez menos un asunto del monarca y más la tarea de un gabinete de ministros. Aún conservando el rey poderes esenciales, surgió la figura del primer ministro como máximo responsable del gabinete y encargado de coordinar a los demás. Una figura perfilada hacia 1740 mucho menos poderosa que en la actualidad: ni era el encargado de formar gobierno, ni tenía que ser necesariamente jefe del partido, ni tenía por qué tener una mayoría de seguidores en el Parlamento.

Durante este período, se consolida el sistema bipartidista inglés; los tories defendiendo el retorno de los Estuardos como monarcas legítimos; los whigs apoyando la Gloriosa Revolución de 1688. Un período donde existe una mayor separación entre los partidos, según sus distintas aspiraciones políticas. Las divisiones de los partidos se fundan más que en diferencias políticas y doctrinales, en contiendas por la posesión del poder. Ambos partidos apoyan y ensalzan el

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sistema constitucional y parlamentario, y las discusiones políticas giran en torno de su carácter y naturaleza o de la interpretación de sus principios por el grupo que ocupa el poder.

Por otra parte Gran Bretaña se expande por la India, consolidando su poder imperial. La riqueza y el desarrollo económico durante esta etapa favorecieron las posturas sociales conservadoras. La nobleza terrateniente había alcanzado una gran prosperidad económica y desarrollo cultural. A La elite aristocrática se incorporaron banqueros, comerciantes y mercaderes. Las clases trabajadoras continuaron padeciendo unas condiciones de vida muy duras, que no mejoraron significativamente a lo largo del siglo XVIII.

Se produjo el nacimiento de la industria y el despegue de la red de carreteras. La producción de carbón se multiplicó por cuatro desde comienzo del siglo XVIII hasta principios del siglo XIX. Hacia 1770 la máquina de vapor estaba lo suficientemente perfeccionada para que su uso fuese rentable, pero su empleo generalizado no se produjo hasta el siguiente siglo.

Tal es el contexto político y social en el que se desarrolla la vida y obra de Edmund Burke, nacido en Dublín en 1729 era hijo de católica y anglicano, y educado en la religión paterna, recibiendo una profunda formación humanista y clásica.

A los 19 años se distinguen como un profundo teórico de la estética. En 1750 se establece en Londres para estudiar Derecho.

Burke se mostró como un precursor de ciertos aspectos del movimiento romántico. Para Burke el hombre no está completo hasta que no se convierte en un individuo plenamente civilizado, Adquiere su naturaleza más elevada cunado se hace miembro de una cultura y de un orden social.

Burke se sintió atraído por una de las facciones del Partido Whig, liderada por el marqués de Rockingham. Este grupo whig pretendía ser el único y auténtico depositario de las tradiciones de la Gloriosa Revolución de 1688. Rechazaba cualquier intento de alterar el equilibrio de las instituciones inglesas y de debilitar su influencia mediante medidas reformistas del Parlamento. Partidario además de limitar el poder de la Corona mediante la actuación de un partido organizado y de un gabinete ministerial de corte moderno.

El político irlandés (estuvo a lo largo de su vida política, casi enteramente en la oposición) fue un firme defensor de la institución parlamentaria y de la existencia de partidos políticos que contrapesaran el poder de la Corona. Burke se convirtió en uno de los principales teóricos de la representación parlamentaria, sobre todo por su concepto de interés nacional. Burke se mostraba contrario al mandato imperativo y partidario del mandato representativo. El diputado es representante de toda la nación y del Imperio en el Parlamento con carácter derivado de la representación que lleva a cabo por medio de cada uno de sus miembros. Éstos son un grupo de elite que descubre y decreta lo que es mejor para la nación.

Burke sostiene que las desigualdades son naturales e inevitables en cualquier sociedad, porque la masa del pueblo es incapaz de gobernarse así misma. Esa labor está encomendada a la minoría dirigente integrada por una aristocracia natural. Por tanto un Estado bien organizado es aquel que engendra y educa a esa aristocracia natural y le permite gobernar reconociendo que puede llevar a cabo mejor esa función. Un representante parlamentario no debe consultar

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sus deseos a los electores, ya que las decisiones políticas han de surgir de la discusión racional en el Parlamento, que facilite el acuerdo u lo ilumine a través del intercambio de ideas y el razonamiento. Por tanto, la representación parlamentaria no tiene nada que ver con la obediencia a los deseos de los votantes, sino que se trata de la promulgación del bien nacional por parte de la aristocracia natural, que no tiene otro interés que el bien común o interés nacional. En este caso, las elecciones son simplemente un medio para seleccionar la los miembros de la aristocracia natural.

Burke apoya el sufragio muy restringido en el que los electores pertenecieran, a su vez, aun grupo de elites capaces de seleccionar a sus gobernantes pertenecientes a la minoría superior, que gobernará al pueblo que lo eligió y a los que no participaran en la decisión. Él contemplaba la existencia de partidos políticos como una alternativa a la excesiva influencia de la Corona y de la aristocracia cortesana al igual que a la corrupción política y electoral generalizada.

Burke se distinguió por su defensa de las reivindicaciones de los colonos norteamericanos. Las libertades que apoyaba, en el caso de Norteamérica, eran las libertades concretas de comerciar, de vender los propios productos, de elegir sus propias autoridades. Pero no se encontraba partidario de que los norteamericanos tuvieran escaños en la Cámara de los Comunes, porque no se podía dar representación a unas colonias que admitían la esclavitud.

En lo relativo al orden económico, Burke se encontraba muy cerca de Adam Smith, siempre fue partidario de una economía de mercado libremente competitiva. La regulación estatal de los salarios o la intervención en el mercado de trabajo era juzgada inútil por Burke: La justicia distributiva era la justicia del mercado.

En su ora “Reflexiones sobre la revolución en Francia” Compara la Revolución francesa de 1789 con la “Gloriosa Revolución de 1688. Burke se esforzó en demostrar que la Revolución inglesa no constituyó una ruptura radical con las tradiciones nacionales, sino más bien la preservación de las instituciones establecidas. Las libertades de los ciudadanos inglese no eran producto de los abstractos derechos humanos promulgados por los revolucionarios franceses.

Su crítica a la Revolución francesa tuvo, por base la afirmación de las diferencias existentes en el desarrollo social y político de las sociedades inglesa y francesa, diferencias de las que se derivan idiosincrasias divergentes. Para Burke la sociedad podía concebirse, sin duda, como un contrato, pero en un sentido muy diferente al defendido por Rosseau y los revolucionarios franceses. El concepto de sociedad se encuentra ligado a una concepción de la naturaleza como cuerpo orgánico. El Estado se convierte en una asociación que participa de todas las ciencias, artes y de todas las virtudes y perfecciones.

Los ingleses a diferencia de los revolucionarios franceses, pensaba Burke, estaban aún junto al hogar de sus antepasados. En lugar de luchar contra las instituciones tradicionales, los inglese procuraban mantenerse fieles a ellas. Al racionalismo individualista, Burke opone la razón general fruto de la experiencia colectiva: lo que él denomina prejuicios generales, es decir, las tradiciones; la experiencia cristalizada, el testimonio de una auténtica sabiduría. El tiempo crea, no sólo destruye. Íntimamente ligado al prejuicio se encuentra la prescripción como título constitutivo de derecho. Se trata de la acción creadora del tiempo en las relaciones humanas...

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Frente al racionalismo de los constituyentes franceses, Burke estima desde sus premisas conservadoras y liberales, que la única alternativa son las reformas sociales y políticas concretas, una práctica característica de la cultura británica. Burke pensaba que los supuestos en los que descansaba la Revolución llevarían a la sociedad francesa a una profunda crisis, lo que obligaría a la intervención del Ejército.

La más célebre crítica fue realizada por Thomas Paine. Éste distinguía entre el Estado y Gobierno: el Estado es una institución es una institución necesaria que tiene por base la naturaleza y las necesidades del hombre; mientras que el Gobierno es una creación artificial, un instrumento que puede caer en la injusticia. Según Paine el pacto sobre el que descansa el Estado, se establece entre individuos bajo un pie de igualdad, a diferencia de la teoría de Burke, a base de un contrato entre el Gobierno y el pueblo. El Estado existe para la utilidad del hombre.

Burke murió en 1797. Tras la derrota de Napoleón fue cuando acuñaron los términos conservateur para designar un concepto político fundado en sus ideas. La lectura continental de Burke sirvió a menudo para pertrechar, no un conservadurismo de carácter liberal, sino el tradicionalismo ideológico.

2.-JOSEPH DE MAISTRE: EL TRADICIONALISMO PROVIDENCIALISTA

Nació en 1753 en Cerdeña, era hijo del presidente del Senado de Saboya, (que fue uno de los líderes de las reformas sociales y políticas del reino), estudió con los jesuitas y después derecho en Turín, antes de convertirse en senador del Reino en Saboya en 1788, ingresando al mismo tiempo en la Francmasonería.

Su fervoroso catolicismo estuvo siempre atraído por diversas formas de iluminismo, de esoterismos y de ocultismo, en particular por el pensamiento de Louis Claude de Saint Martin, De Maistre antes de la Revolución se mostró como un conservador ilustrado próximo al liberalismo, muy influido por Montesquieu y los fisiócratas. Era partidario de reformas económicas y políticas y de una Monarquía limitada.

A partir de 1793 comienza a publicar sus escritos críticos frente a la Revolución. Como en Burke, ponen las verdades de la experiencia a las abstracciones revolucionarias, así como la tradición es el depósito de la experiencia de las generaciones pasadas. No existe contradicción entre la razón y la tradición, porque la tradición es la razón heredada. Y es que la razón no puede dirigir la realidad allí donde la historia y la experiencia decretan su imposibilidad. La historia enseña que la igualdad es imposible y que, por lo tanto, la aristocracia hereditaria es inevitable. De ahí la superioridad de la Monarquía sobre los otros regímenes políticos; es el régimen pacífico, seguro y duradero más que ningún otro.

La Monarquía era el régimen más pacífico porque se oponía al ideal revolucionario como el ideal liberal de la vida pacífica se opone al ideal de la guerra y del poder. El ideal democrático no podía producir, a su juicio, más que una sociedad desigualitaria donde la desigualdad, que era necesaria, resultaba ilegítima; una sociedad como esta es estructuralmente inestable, porque su ideal igualitario contradice la realidad de su organización social, que se supone inevitablemente un reparto desigual del poder. La democracia no es más que una fachada de

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un poder oligárquico ya que se propone realizar un sueño imposible mediante la violencia extrema del despotismo desordenado de las masas.

El rechazo teórico de lo real lleva directamente al Terror. Así Maistre se esfuerza en demostrar que la Monarquía es el régimen de la verdadera libertad y de la verdadera igualdad, porque asegura la libertad al garantizar la paz civil. Los privilegios de la nobleza son así compatibles con la igualdad de derechos, porque favorece que todas las aspiraciones estén abiertas a todos y cada familia puede por sus esfuerzos acceder a la nobleza. Las virtudes de la nobleza no son tales salvo en y por la Monarquía, ya que solo ella puede hacer que la desigualdad hereditaria devenga en principio de estabilidad; algo que ni los regímenes democráticos no los aristocráticos son capaces de lograr.

Maistre señala que el error fundamental de la Revolución ha sido la destrucción del orden y, sobre todo, del imaginario monárquico. El verdadero crimen de los revolucionarios es la transformación de las condiciones de la autoridad. De ahí que la Revolución haya hecho que la autoridad perdiera su evidencia. Así, pues, el problema político radicaba en la restauración de la autoridad monárquica sobre nuevas bases: la reflexión y la ciencia.

La base de la construcción maistriana es el providencialismo, donde percibir ecos de las tendencias masónico-esotéricas en las que se había educado el escritor saboyano. El providencialismo implica la refutación del racionalismo y del voluntarismo político-social propio de los revolucionarios. La mano de Dios había inflingido la Revolución para castigar al pueblo francés por su irreligiosidad, su adhesión a la filosofía de las Luces y al libertinaje. La Revolución se había convertido en un proceso autónomo, que sus protagonistas eran incapaces ya de controlar y encauzar.

Maistre combina el providencialismo con el historicismo, se mostraba completamente escéptico en lo que respecta a la capacidad humana de crear de la nada constituciones y sistemas políticos. Maistre como Burke, afirmaban que la sociedad no es una convención racional de los individuos; y que resulta absurdo pensar que las instituciones puedan ser creadas y que subsistan mediante la aplicación pura y simple de preceptos racionales. El proyecto revolucionario de hacer una Constitución, algo que a Maistre le parece absurdo, porque, a su juicio, podía crear nada: esa es su ley, en lo físico como en lo moral. Una nación no se constituye por deliberación, ni por actos de voluntad o un pacto, sino a partir de los datos suministrados por la Historia.

Desde la perspectiva del historicismo providencialista maistriano, la República no podía durar. A su entender, una gran República indivisible resultaba imposible; de ahí su desdén hacia Norteamérica. Maistre consideraba que el pueblo no decidía nada en las revoluciones; y que tampoco tendría oportunidad de decidir en la restauración de la Monarquía. Maistre estimaba que la contrarrevolución no sería una revolución de signo contrario, sino lo contrario de una revolución.

Maistre profundizó sobre las relaciones entre política y religión, creía que existía una clara relación entre el protestantismo y las ideologías políticas revolucionarias. El protestantismo significaba la insurrección de la razón individual contra la razón general, convirtiéndose en una

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herejía civil más que en una herejía religiosa. Las palabras contrato social, pacto primitivo o resistencia legítima tenían un origen claramente protestante.

El protestantismo era el sansculottisme de la religión. Maistre pensaba que todo poder legítimo no puede venir más que de Dios, es imposible que exista un poder humano sin la sanción del poder divino. Fiel a sus principios historicistas y experimentales, estima que no ha existido ley fundamental alguna que haya sido fruto de una deliberación. Y es que la decisión de algunos individuos reunido en una asamblea e incluso la propia voluntad humana no constituyen, e derecho, un fundamento demasiado sólido para comprometer a los pueblos durante mucho tiempo. Sin el dogma del Dios legislador toda obligación moral resulta imposible. Si consideramos a la Humanidad como un todo, como hace Dios, descubrimos, según Maistre, que todos somos partícipes del pecado humano, El pecado es nuestra herencia común; y todos debemos contribuir a pagar por él.

Maistre planteaba más adelante en el tiempo, la necesidad de limitar la acción de los soberanos, ya que ésta tendía espontáneamente a degenerar en tiranía. Pero una fuerza en condiciones de moderar a los Estados modernos debía, sin embrago, ser externa y superior a ella; y, por lo tanto, insistirá de nuevo Maistre, debería provenir de Dios. En virtud e las leyes sociales toda soberanía es infalible naturalmente, y que Dios diviniza esta ley en su iglesia, que es una sociedad sumisa a todas las leyes de la soberanía. Afirmaba que no puede haber sociedad humana sin gobierno, ni gobierno sin soberanía, ni soberanía sin inhabilidad; y esta supremacía indispensable no puede ser ejercida más que por un órgano único. Todo lo cual lleva al reconocimiento de la soberanía espiritual del Papa sobre la Iglesia a través del principio de inhabilidad que proviene del derecho de toda soberanía.

En octubre de 1802, Maistre fue nombrado por el Rey de Cerdeña ministro plenipotenciario en Rusia, convirtiéndose en uno de los consejeros más influyentes de Alejandro I, que incluso llegó a ofrecerle un ministerio. En la Corte rusa, Maistre había contribuido a fomentar la presencia de los jesuitas y la conversión de algunos miembros de la alta aristocracia al catolicismo, lo que suscito los recelos de la Iglesia ortodoxa. En 1816, tras la expulsión de los jesuitas, Alejandro I propuso a su antiguo consejero su regreso a la corte de Turín. A su vuelta a París, fue recibido por Luis XVIII, que le trato con frialdad, descontento por sus críticas a la restauración francesa.

En 1819 publicó Du Pape, obra inicialmente destinada al público ruso para refutar una apología de la Iglesia ortodoxa, donde sostiene, de nuevo, la importancia de la soberanía política como elemento irrenunciable de las sociedades y la necesidad de contar con una fuerza que limite el poder de los soberanos, pero esa fuerza debía ser externa y superior a ella, debería de provenir de Dios. En el jefe de la Iglesia Católica, el Pontífice, recaía la misión y el deber de guiar a los soberanos de Europa, de manera que el orden político contaba con dos autoridades: la de los monarcas y la del Papa.

El contenido de la obra no fue bien recibido por Pío VII, si bien su contenido sentó las bases de lo que luego sería el dogma de la infalibilidad pontificia en materia de fe. Maistre murió en 1821.

3.-LOUIS DE BONALD: LA CONSTITUCIÓN NATURAL DE LAS SOCIEDADES

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Luis de Bonald nació en 1754. Pertenecía a una familia de la nobleza de la toga, estudió en París, quiso dedicarse a la carrera militar, perteneciendo a los Mosqueteros del Rey.

Bonald al principio se mostró favorable a las reivindicaciones de la Revolución. Miembro de la Asamblea departamental, se opuso a la Revolución tras las reformas de los constituyentes y el voto de la constitución civil del clero.

Su crítica apuntaba a la crítica de la concepción contractualista de la sociedad y su correlato, la antropología individualista. Para Bonald, como para Burke y Maistre, la sociedad no puede ser consecuencia de un acuerdo de voluntades individuales. La sociedad tiene su origen en Dios. Similarmente, lo que constituye al hombre como ser humano no es el cogito, sino el vínculo, la lengua, otorgado por Dios a los hombres. Hay que aceptar que el hombre recibió al principio el lenguaje de alguien previo a sí mismo: Dios.

El lenguaje se halla indisolublemente unido a lo social. Como el lenguaje, también la sociedad es previa al hombre. Es la sociedad la que hace al hombre, y no a la inversa como afirmaban Rosseau o Voltaire. Dios adquiere, así, para Bonald, un sentido funcional existe para poder preservar la sociedad humana. Sólo mediante la unión de las voluntades individuales puede ser la vinculación política algo distinto a un puro acto externo de creación. Para Bonald, la sociedad es una comunidad entre los hombres y Dios, con el fin de preservar mutuamente su existencia; la sociedad es la propia naturaleza del hombre, su ser histórico.

Como para Maistre, para Bonald no podía considerarse aisladamente el poder político y el poder religioso, el Trono y el Altar. Bonald consideraba ambos poderes íntimamente imbricados en lo que denomina sociedad civil. Lo religioso y lo político se encuentran necesariamente vinculados en mutua correspondencia. Los cambios de la religión son las vicisitudes de la política y viceversa. Bonald identificaba el ateísmo con la democracia; el teísmo con la Monarquía; y el deísmo con un paradójico intento de mediación entre ambos extremos, cuya traducción política era la Monarquía constitucional.

El origen fáctico de la sociedad, como sabemos, no se encuentra en el individuo sino en la familia. Solo la familia monogámica era natural, y el trío padre-madre-hijo era el prototipo de la organización social y política: el padre era la imagen del poder, a quien pertenece al mando; la madre era la imagen del misterio y de los consejeros que transmiten las órdenes; y los niños son los súbditos, a los que se refieren las funciones anteriores. De ello se deduce que la Monarquía es el único gobierno legítimo, porque es la forma de gobierno acorde y conforme con la naturaleza humana, como ser natural y necesariamente social; mientras que la República es un régimen contrario a la naturaleza, ya que contempla al hombre como individuo aislado. Bonald, se refiere a la representación de los estados, es decir, de la Iglesia, la nobleza y el pueblo, junto al Rey.

Bonald se mostró como un crítico precoz de la incipiente sociedad industrial. Su objetivo de restauración de una sociedad integrada, estructurada jerárquicamente y ordenada por estrechos lazos familiares, iba ligada a la defensa de la sociedad agraria y al rechazo de la sociedad industrial. La industria socava la unidad social; impone una dura labor a los hijos, con lo cual impide su educación y destruye la salud en un ambiente artificial y sucio. La agricultura unifica la sociedad; mientras que la industria tiende a dividirla en clases hostiles y antagónicas.

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Bonald era partidario de la censura. No se trataba, a su juicio, de atentar contra libertad de pensamiento, ni contra la libertad de expresión. Lo que propugnaba era la reglamentación de la libertad de publicar, es decir de actuar sobre los demás en el espacio público. Ninguna sociedad podía conceder a sus súbditos o a sus miembros una libertad de actuar ilimitada, porque se corría el peligro de volver a caer, como el período revolucionario, en el estado salvaje de la guerra de todos contra todos.

En 1979, Bonald volvió clandestinamente a París, como partidario de la restauración monárquica, si bien, y como Maistre, no se identificó plenamente con la Restauración monárquica, principalmente por su carácter liberal. No obstante, Luis XVIII le colmó de honores. Fue elegido diputado en 1815 y reelegido hasta 1823, desempeñando cargos como el de Ministro de Estado. A la caída de Carlos X escribió Reflexiones sobre la Revolución Francesa de Julio de 1830, donde afirmaba que el reinado de Luis XVIII había supuesto en el fondo, no la restauración de la Monarquía sino la restauración de la revolución, porque todos sus errores y todas sus injusticias fueron aprobados por la Carta arrancada a la debilidad del rey. Louis de Bonal murió en 1840.

BIOGRAFÍAS Y PRINCIPALES OBRAS (Obras de las lecturas complementarias).

EDMUND BURKE : EL CONSERVADURISMO LIBERAL.

Nació en Dublín en 1729, era hijo de católica y anglicano, y educado en la religión paterna, recibiendo una profunda formación humanista y clásica. En 1750 se instala en Londres para estudiar Derecho. Se sintió atraído por una de las facciones del partido Whig, que pretendía ser el único depositario de las tradiciones de la Gloriosa Revolución. El político irlandés estuvo a lo largo de su vida política, casi enteramente en la oposición. Burke murió el 9 de julio de 1797.

Entre sus obras principales destaca:”Reflexiones sobre la Revolución Francesa” Fueron publicadas el 1/11/1790. La obra se concibió como una carta a su amigo Dupont. Burke se esforzó en demostrar que la Revolución inglesa no constituyo una ruptura radical con las tradiciones nacionales, sino más bien la perseverancia de las instituciones establecidas. Las libertades de los ciudadanos ingleses no eran producto de los abstractos derechos humanos promulgados por los revolucionarios franceses, sino una historia particular basada en unas tradiciones y en la Constitución inglesa.

JOSEPH DE MAISTRE : EL TRADICIONALISMO PROVIDENCIALISTA

Nació en 1753 en Cerdeña, era hijo del presidente del Senado de Saboya, (que fue uno de los líderes de las reformas sociales y políticas del reino), estudió con los jesuitas y después derecho en Turín, antes de convertirse en senador del Reino en Saboya en 1788, ingresando al mismo tiempo en la Francmasonería. A partir de 1793 comienza a publicar sus escritos críticos frente a la Revolución.

En octubre de 1802, Maistre fue nombrado por el Rey de Cerdeña ministro plenipotenciario en Rusia, convirtiéndose en uno de los consejeros más influyentes de Alejandro I, que incluso llegó a ofrecerle un ministerio. En la Corte rusa, Maistre había contribuido a fomentar la presencia de los jesuitas y la conversión de algunos miembros de la alta aristocracia al

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catolicismo, lo que suscito los recelos de la Iglesia ortodoxa. En 1816, tras la expulsión de los jesuitas, Alejandro I propuso a su antiguo consejero su regreso a la corte de Turín. A su vuelta a París, fue recibido por Luis XVIII, que le trato con frialdad, descontento por sus críticas a la restauración francesa. En 1819 publicó Du Pape, el contenido de la obra no fue bien recibido por Pío VII. Maistre murió en 1821.

Entre sus obras principales destaca:”Consideraciones sobre Francia”. Se propuso desentrañas el carácter de la Revolución, la inviabilidad histórica de la Constitución y del gobierno republicano del Directorio, y la consiguiente necesidad del retorno del monarca legítimo. En el libro señala como las constituciones elaboradas por la República francesa habían sido hechas para el hombre abstracto, para un hombre que no existía en el mundo. Por otra parte, Francia disponía de su propia constitución, fruto de su historia particular, y basada en Las Leyes Fundamentales de la Monarquía, la Iglesia, las órdenes y las cortes estamentales.

En su obra: “Las veladas de San Petersburgo”, Maistre no sólo somete a dura crítica al conjunto de los filósofos ilustrados, y en particular a Voltaire, sino que fundamenta su antropología política en el dogma del pecado original: Cada hombre, en su calidad de hombre, está sujeto a todas las enfermedades de la Humanidad. Desarrolla también su concepción de la soberanía y de la constitución, producto de la tradición y de la historia, que parte del reconocimiento de un orden dictado por la Providencia.

LOUIS DE BONALD: LA CONSTITUCIÓN NATURAL DE LAS SOCIEDADES.

Luis de Bonald nació en 1754. Pertenecía a una familia de la nobleza de la toga, estudió en París, quiso dedicarse a la carrera militar, perteneciendo a los Mosqueteros del Rey. Bonald al principio se mostró favorable a las reivindicaciones de la Revolución. Miembro de la Asamblea departamental, se opuso a la Revolución tras las reformas de los constituyentes y el voto de la constitución civil del clero.

En 1979 Bonald volvió clandestinamente a París, como partidario de la restauración monárquica, si bien, y como Maistre, no se identificó plenamente con la Restauración monárquica, principalmente por su carácter liberal. No obstante, Luis XVIII le colmó de honores. Fue elegido diputado en 1815 y reelegido hasta 1823, desempeñando cargos como el de Ministro de Estado. A la caída de Carlos X escribió Reflexiones sobre la Revolución Francesa de Julio de 1830, donde afirmaba que el reinado de Luis XVIII había supuesto en el fondo, no la restauración de la Monarquía sino la restauración de la revolución, porque todos sus errores y todas sus injusticias fueron aprobados por la Carta arrancada a la debilidad del rey. Louis de Bonal murió en 1840.

Entre sus obras destaca principalmente “Teoría del poder político y religioso”.

El punto de partida de la obra es la crítica de la concepción contractualista de la sociedad. Para Bonald, la sociedad no podía ser consecuencia de un acuerdo de voluntades individuales. La sociedad tiene su origen en Dios. Lo que constituye al obre es el vínculo, la lengua otorgada por Dios. Es la sociedad la que hace al hombre, y no a la inversa. El lenguaje y la sociedad son los vínculos del ser humano con Dios.

TEMA 6 – EL PENSAMIENTO POLÍTICO NORTEAMERICANO

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1.- LA ADAPTACIÓN NORTEAMERICANA DE LA HERENCIA EUROPEA

Entre los siglos XVII y XVIII se formaron 13 colonias de muy distinto estatus jurídico y social, sobre todo formado por las heterodoxias religiosas llegadas desde Europa. Las Cartas acordadas por el Rey popularizaron el contrato como origen de la organización política y social. Las colonias obtenían el derecho a organizar sus propias asambleas para legislar y aprobar impuestos mientras que el Rey nombraba a los gobernadores. El conflicto entre la Corona británica y sus colonias daría lugar a un prolongado y difícil proceso y a la formación de EE.UU.

John Milton abogaba por la necesidad del gobierno de los mejores y James Harrington por las constituciones escritas y la separación de poderes. George Fox y los levelers de John Lilburne aportaron el germen de la soberanía popular y la defensa de la libertad individual. El autoritarismo social coexistió con una descentralización del gobierno local en los town meetings, donde el acuerdo requería la unanimidad de los colonos. Según el doctrinario John Cotton la mejor forma de gobierno era la teocracia según las Escrituras, en donde el criterio religioso y no el económico es el que detenta la autoridad política. La particular mezcla puritana de dogmatismo moral y democracia política fue uno de los legados de la colonia Bahía de Massachussets más influyentes en América. La colonia de Rhode Island fue fundada sobre el principio de la distinción de la sociedad civil y religiosa como fundamento de la tolerancia religiosa, de la libertad de conciencia y de la democracia participativa. La extensión del derecho de sufragio, el reconocimiento del derecho de iniciativa y de referéndum a las comunidades y el instrumento de revocación de los magistrados, junto a una legislación civil más permisiva fueron el legado de esa colonia al pensamiento política americano.

2.- RESISTENCIA, REBELIÓN E INDEPENDENCIA: LAS IDEAS DE LA REVOLUCIÓN AMERICANA: WASHINGTON, PAINE, ADAMS Y FRANKLIN

La política de Jorge III hacia las colonias provocó una crisis que terminó en ruptura: los gravámenes provocaron desobediencia y boicot a productos ingleses; la represión militar, la formación de milicias y el establecimiento de gobiernos propios.

La asamblea colonial nombró a J. Adams de Massachussets, B. Franklin de Pennsylvania, Livingston de Nueva York, Sherman de Connecticut y Jefferson de Virginia para elaborar la Declaración de Independencia de las 13 colonias, proclamada el 4 de julio de 1776 en Filadelfia. Lo más novedoso es el reconocimiento del derecho del pueblo para organizar jurídicamente su propio Estado independiente y soberano que, inicialmente, formaría una confederación y, años más tarde, tras su fracaso, una federación que constituiría el primer gran Estado federal moderno de la historia y modelo de organización política y territorial para Estados posteriores.

B. Franklin, inventor, ensayista, líder ciudadano y político, es considerado uno de los Padres Fundadores. Impulsó la creación de sociedades cívicas de defensa de intereses diversos, el establecimiento de la primera milicia y la fundación del college que dio lugar a la Universidad de Pennsylvania; propuso una nueva constitución para este estado y ayudó a redactar la Declaración de Independencia.

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George Washington fue comandante en jefe de los patriotas resistentes de las colonias e incluso le ofrecieron la Corona, per aquel hombre, que había derrotado a la Corona Británica difícilmente podía aceptar una nueva monarquía en el nuevo mundo y puso todo su empeño en liderar un nuevo orden republicano.

2.1.- Tom Paine: Expresión de la demanda de Independencia y los Derechos del Hombre

Paine fue uno de los pensadores más atractivos de la Revolución americana cuyas ideas esenciales supo transmitir de forma sencilla al pueblo, gracias al folleto Common Sense en el que se subrayaban los beneficios económicos de la independencia, la inherente superioridad del gobierno republicano sobre la monarquía y la igualdad de derechos de todos los ciudadanos.

En Inglaterra publicó The Rights of Man donde criticaba al defensor de la monarquía E. Burke y defendía la Revolución Francesa. Defensor de la soberanía nacional y del gobierno representativo, apoyó toda revolución contra un gobierno despótico o una tiranía. Aunque detestaba la esclavitud, admitió una solución temporal, admitiendo así de facto su legalidad y su legitimidad.

3.- LA ELABORACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN: FEDERALISTAS Y ANTIFEDERALISTAS

En la Convención de Filadelfia de 1787, el “plan de Virginia” de Madison proponía la creación de un gobierno provisional mientras se discutían los principios de gobierno, convirtiendo la Convención en constituyente y alumbrando la nueva Constitución. De este periodo destacan las aportaciones de los federalistas Madison, Hamilton y Jay en defensa de la Constitución y luego publicados en The Federalist Papers, que aún hoy sigue siendo un texto fundamental de Ciencia Política y Derecho Constitucional. En el debate estuvieron presentes argumentaciones de Hobbes (el egoísmo presente en la naturaleza humana), Locke (la idea de libertad y de gobierno por consentimiento) o Montesquieu (la necesidad del respeto por la ley y la separación de poderes). Sentían desdén por las muchedumbres y su falta de competencia para gobernar, pero rechazaban la arbitrariedad del poder y apreciaban el principio de soberanía popular.

En algunos estados, una vez fue presentada la Constitución para su ratificación, se debatió la división de poderes entre el Estado central y los Estados, formándose dos facciones: los federalistas (que aspiraban a un gobierno central fuerte y a la soberanía del todo sobre las partes) y los antifederalistas (que deseaban la autonomía relativa de los Estados y la soberanía de las partes sobre el todo). Algunos líderes coloniales (Adams, Paine, Jefferson) exigieron unas garantías sobre las libertades dando lugar a las 10 primeras Enmiendas.

3.1.- James Madison y la limitación y control del poder

Fue uno de los grandes defensores de la libertad religiosa y el cuarto Presidente (1808-1816). Escribió el famoso e intemporal Manifiesto en donde propugnó la estricta separación entre Estado y Religión; libertad de religión e igualdad de todas las religiones. Deseaba un gobierno equilibrado, alejado tanto de la democracia directa como de un régimen aristocrático extremo; apostó por una república con un gobierno representativo con “frenos y equilibrios” para prevenir el ejercicio arbitrario del poder y con separación de poderes. Ya que las facciones

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civiles y sectas religiosas son inevitables, lo mejor es multiplicarlas para debilitarlas. La creación de un gobierno federal impediría que una facción pudiera dominar y destituir el gobierno; si los Estados están ligados por una federación, el Estado federal puede intervenir e impedir el surgimiento de facciones. Propuso asimismo la elección indirecta de los representantes con un cuerpo de ciudadanos elegidos que actuaría como filtro, refinando y ampliando las opiniones públicas, de forma que la prudencia y la mesura se impondrían sobre las multitudes.

3.2.- Thomas Jefferson, James Madison y The Bill of Rights

La Carta de Derechos se incluyó como una Enmienda a la Constitución, quedando prohibido al Congreso la aprobación de cualquier ley que atentara contra los derechos civiles (realmente Madison elaboró diez Enmiendas basándose en las Cartas de Derechos de los Estados). He aquí algunas de ellas:

Enmienda I: Libertad de palabra, prensa y religión.Enmienda II: Protección contra las arbitrariedades del gobierno federal. Derecho a

llevar armas.Enmienda III: Derecho a mantener milicias y prohibición de acuartelamiento en

tiempos de paz.Enmienda IV: Prohibición de la privación de la vida, la propiedad y la libertad sin el

debido proceso legal.Enmienda V: Derecho a la no incriminación.Enmienda VI: Derecho a juicio justo, con jurado y asistencia legal.Enmienda VII: Derecho de reunión y petición al Gobierno y garantías de

procedimiento jurídico.

3.3.- Alexander Hamilton y el monarquismo, el federalismo y la independencia del poder judicial

Como uno de los padres de la Constitución, Hamilton aportó a la creación del federalismo algunos de sus planes básicos. Pretendió inicialmente una monarquía o una república con amplios y vitalicios poderes. Creación de un Senado como freno para la aprobación precipitada de leyes, creación de un censo de propietarios para la cesión de derechos políticos, creación de un poder judicial independiente. Sus ideas sobre la centralización del poder, política fiscal y económica, hacen de él un nacionalista económico y se convertirían en el núcleo del Partido Federalista, creado por él y liderado de 1787 a 1800.

Samuel y John Adams (tío y sobrino) fueron firmantes de la Declaración de Independencia. John, segundo Presidente y padre del sexto (John Quincy Adams) fue el federalista más dogmático. Deseaba un gobierno inspirado en el de Inglaterra, con sus dos ramas hereditarias y una rama popular con igualdad representativa pero “purgado de la corrupción”. Pretendía dos cámaras legislativas (una del pueblo y otra de la aristocracia), sobre éstas un ejecutivo fuerte con derecho de veto y una judicatura independiente.

3.4.- John Marshall y la revisión constitucional

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Secretario de Estado de Adams y Presidente del Tribunal Supremo impulsó la sentencia que establece que es responsabilidad exclusiva del poder judicial determinar la legalidad de otras ramas del gobierno.

3.5.- Thomas Jefferson (1743-1826) y la posición Antifederalista

Fue el teórico político más sistemático de la Revolución Norteamericana. Fue gobernador de Virginia y Presidente de los EE.UU. de 1801 a 1809. Compró Luisiana a Francia y otros territorios y fundó la Universidad de Virginia, la primera libre de vínculos con la Iglesia. Mantuvo una posición ambigua con respecto a la esclavitud.

En sus Notas sobre el Estado de Virginia reflejó sus pensamientos científicos, morales y políticos, influyendo sobre los liberales franceses con respecto a cómo debían ser las instituciones libres del gobierno republicano.

Era partidario de la expansión del territorio de los EE.UU. y refutó la tesis federalista en cuanto a que la república era inadecuada para los países grandes. Su idea de democracia descansaba en el gobierno libre y equilibrado, en una gran descentralización, en el derecho de los Estados y un poder local fuerte, siendo la educación básica para el autogobierno. El gobierno recibe únicamente del pueblo; el contrato social celebrado entre los hombres debe tener como finalidad la mejor satisfacción de las necesidades comunes, pero debe asegurar un derecho igual en la formación y control del poder.

Formó el Partido Republicano para defender los intereses de la mayoría de los propietarios, de los plantadores y de los agricultores. Derogó la ley de deportación de los radicales y liberales y la ley de Sedición contra la prensa opositora; la reducción de impuestos y el control de la deuda pública.

Hoy en día resulta interesante preguntarse por la idea de libertad que manejaban los delegados que participaron en los debates: las libertades que defendían eran las libertades negativas; la idea de democracia era la república como sistema mixto de gobierno y por lo tanto la aplicación práctica de los principios constitucionales adolecía de ciertas limitaciones: determinadas condiciones de propietario, especialmente en los bienes inmuebles, para el ejercicio del sufragio o el desempeño de cargos públicos; exclusión de ateos y de católicos en algunos de los estados de la Unión para el ejercicio de la ciudadanía; mantenimiento de la esclavitud en los Estados del Sur; exclusión de varios derechos inalienables a las tribus y naciones indias e inferioridad civil y política de la mujer.

Según el analista B. Barber, la tradición norteamericana en sus formas federalista y antifederalista tenía un sesgo básicamente antidemocrático: “Para los primeros, el asunto era cómo resguardar el poder, en el cual de expresaban los derechos y por el cual la libertad y la propiedad se debían salvaguardar de los envites de las mayorías populares y de los vaivenes de la opinión pública. Para los segundo, el objetivo era limitar el autogobierno, vigilar y restringir el poder central, como el ejercicio de una soberanía unitaria popular”.

4.- EL ABOLICIONISMO FRENTE AL PENSAMIENTO PROESCLAVISTA. LA DOCTRINA DE LOS DERECHOS DE LOS ESTADOS DE CALHOUN

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El esclavismo llevó al país a su única guerra civil; floreció en el Sur como un sistema económico y de control racial estricto. El equilibrio de intereses sectoriales fue la base firme de un consenso implícito que se rompió por la rápida industrialización del Norte. Entre los padres fundadores hubo una profunda división a este respecto. La época del Presidente Jackson trajo el deseo de reconstrucción de la sociedad, en el sentido de acercar el espíritu que llevó al reconocimiento de los derechos del hombre, a la realidad del Sur, planteándose en la sociedad la esclavitud desde distintos puntos de vista (político, económico, filosófico y moral). Los intereses sobre el algodón, la apertura de tierras para colonizar al Oeste, la naturaleza de la Unión y otras cuestiones vitales fueron centrales durante este periodo. Lo abolicionistas del Norte pedían la reafirmación de los derechos naturales de los hombres; se enfrentarían a dos sistemas de valores que años más tarde culminarían en la guerra de Secesión.

4.1.- La defensa de la esclavitud: Calhoun, Fitzhugh, Harper

Estos escritores sudistas mantuvieron la idea de que los hombres no han nacido libres e iguales. La emancipación voluntaria era vista como inaceptable ya que hundía el sistema económico al sustituir mano de obra esclava por contratada y acababa con la supremacía blanca en el Sur.

El partidario pro esclavista más inteligente fue John C. Calhoun, cuyas intervenciones en el Senado tuvieron una argumentación jurídica, aunque fueron expresión del pensamiento tradicional del viejo Sur. Darwinista social, ve la historia humana como una lucha entre desiguales que buscan mejorar su situación; el hombre no puede esperar otros derechos que los que la sociedad quiera otorgarle. Con la finalidad de proteger el Sur frente a las leyes aprobadas en el Norte, Calhoun expuso la teoría de la Nullification y del Derecho de los Estados, argumentando el carácter absoluto e indivisible de la soberanía de cada uno de los Estados a declarar nula una ley aprobada por el Congreso y del derecho a su no aplicación si violaba los derechos constitucionales, defendiendo con su aplicación un interés cada vez más minoritario en la Unión evitando la secesión, algo que a la postre fue imposible.

Para G. Fitzhugh, la esclavitud era una institución protectora y eficaz en el objetivo de mantener un orden y una situación de estabilidad; la esclavitud siempre era mejor que las relaciones laborales libres.

4.2.- El pensamiento antiesclavista: Garrison, Douglass Channing

Garrison fue un ardiente antiesclavista; fundó la American Anti-Slavery Society y fue redactor jefe de Liberator, desde donde criticó la esclavitud desde el plano de la moral cristiana y, si bien los Estados son soberanos para suprimir o no la esclavitud, el gobierno Federal es competente en cuanto al comercio entre los Estados, luego apoya tácitamente la esclavitud.

Douglass, un esclavo emancipado y autodidacta, publicó con gran impacto su autobiografía, en la que defendía la emancipación y la igualdad así como la liberación, pero trabajando desde la Constitución.

Channing, pastor unitario, fue uno de los miembros más activos del movimiento abolicionista, llevando a cabo una fuerte presión ante Lincoln para que apoyara públicamente la causa y diera un giro en su política en los primeros momentos de la guerra.

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5.- LA ERA DE LA DEMOCRATIZACIÓN DE ANDREW JACKSON: COOPER, EMERSON, WHITMAN, THOREAU

Jackson supo articular las aspiraciones del pueblo llano, las oportunidades de una clase media en una sociedad regida por el laissez-faire y un gobierno poco intervencionista en los asuntos públicos, de la extensión del derecho al voto y de una mayor participación directa de los asuntos locales. Según Hofstadter, “el primer impulso verdaderamente poderoso y extenso contra el intelectualismo en la política americana fue dado por el movimiento jacksoniano”.

James Fenimore Cooper fue un escritor que constituye un hito en la descripción del choque de culturas entre los indígenas y los blancos y fue un brillante autor de novelas sociológicas al describir la sociedad en el Nueva York rural y urbano. Fue defensor del sufragio universal y del derecho de propiedad. Criticó el fraude y la corrupción de los partidos políticos.

Ralf Waldo Emerson hizo un llamamiento a los estudiantes, escritores y artistas para que abrieran nuevos caminos intelectuales; fue un reformista claro contra la superstición, la esclavitud, la pobreza y el analfabetismo. Consideró la inmigración como la mejor parte de Europa.

Para Walt Whitman la democracia implica y necesita un orden moral, tiene que descansar en la virtud cívica, tiene que ser algo más que el ilustrado interés propio, la mente abierta y la tolerancia.

Henry David Thoreau es el máximo representante del espíritu individualista de corte libertario e ideó el concepto de desobediencia civil ante la injusticia y en nombre de los derechos humanos. Se coloca en la tradición filosófico-política liberal de la obediencia basada en el consentimiento, de la legitimidad de expresión en la conciencia moral y de la autoafirmación individualista.

6.- LA PRESIDENCIA DE ABRAHAN LINCOLN (1809-1865): LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN NORTEAMERICANA

En su juventud perteneció al Partido Demócrata (whig) pero pronto pasó a militar en el Partido Nacional Republicano. Se convirtió en un mito de la política al mantener la integridad y el carácter indivisible de la Unión, la cual se identificaba con la libertad y la democracia y la integridad territorial. A partir de su brillante discurso en Gettysburg en 1863 comenzó a usarse el término Nación para sustituir al de Unión.

Ideó una estrategia que obligaría al Sur al primer ataque ya que no podía reconocer la legalidad de la secesión. Su objetivo en todo momento fue el mantenimiento de la Unión, al principio incluso con la esclavitud intacta, pero la duración de la guerra dio la oportunidad política de que aflorase su sentimiento antiesclavista, aprobando leyes contra el Sur y beneficiando a la industria del Norte y a los trabajadores contratados al no permitir la competencia de los esclavos en la Unión. Fue un enemigo sincero de la esclavitud, a la que consideraba una injusticia y su abolición un imperativo moral.

La aprobación de tres leyes en poco tiempo marcaría el camino hacia la emancipación; con la Proclamación se consiguió que en todos los Estados excepto en cinco se lograra la libertad,

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pero fue su decido impulso a la XIII Enmienda en 1865 para alcanzar los dos tercios requeridos lo que le haría pasar a la historia como el Emancipador.

Murió asesinado, como un acto de venganza del Sur, en 14 de abril de 1865. Tras su muerte, los republicanos radicales se hicieron con la mayoría en el Congreso e iniciaron el duro proceso de Reconstrucción, encontrando una resistencia en los blancos del Sur que tomaría los caminos de la segregación.

TEMA 7. EL LIBERALISMO POSREVOLUCIONARIO

INTRODUCCIÓN

Este tema aborda el proceso ideológico que lleva a la adaptación de la ideología liberal al nuevo contexto polito y social, la caída de Napoleón y el avenimiento de la Restauración y a la emergencia de las reivindicaciones democráticas. Todo lo cual llevó a la búsqueda de un nuevo rol para la institución monárquica, la reflexión sobre el problema de la concentración de poder y el advenimiento de la democracia.

1.- BENJAMIN CONSTANT (1767 – 1830. Suizo)

Su pensamiento es la respuesta liberal a Rousseau. Sus ideas se enmarcan en la Revolución Francesa. Reflexiono sobre las limitaciones que los planteamientos rousseaunianos ejercían sobre las libertades y sobre el control de los abusos de poder. Su análisis tienen lugar en dos periodos: el Imperio napoleónico y la Restauración de los Borbones en Francia.

Uno de los elementos fundamentales de su pensamiento es que daba escasa importancia a las formas de gobierno, que para él siempre estuvieron por debajo de la garantía de la legalidad y la protección a las libertades.

Durante la Restauración fue diputado de la Cámara baja en dos legislaturas y puso gran énfasis en la defensa de la libertad de expresión.

El asunto principal sobre el que gira su pensamiento son las relaciones entre el individuo y el poder. A partir de este tema central, ira elaborando una teoría sobre la necesidad de limitar el poder, el concepto de soberanía y la defensa de las libertades, en tanto que estas son expresiones de la individualidad.

Desde su punto de vista, es inherente al poder traspasar sus propios límites, desbordar los cauces establecidos para su ejercicio y usufructuar parcelas individuales de libertas que deberían estarle vedadas. El peligro que encerraba la teoría revolucionaria de la soberanía, basad en las ideas del contrato social elaboradas por Rousseau, es que no marcaba con nitidez los límites del poder. La voluntad general, en tanto que depositaria de las voluntades individuales, podría arrogarse la representación de la nación y apoyada con esta rotunda legitimidad, atacar los derechos de las minorías, aprobar leyes injustas o permitir la instalación de instituciones opresoras. El mayor peligro se halla en la identificación que hace el poder entre gobierno y sociedad, entre poder ejecutivo y la legitimación de su ejercicio, entre los derechos del gobierno y los de la sociedad.

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Para Constant está fuera de toda duda que el hecho de que el gobierno de una nación debe ejercerse sobre la base de la voluntad general. No caben más fuentes de legitimidad que el consentimiento de la mayoría o la fuerza. El ejercicio del poder sobre la base de la soberanía nacional pude acabar en el aparcamiento de atribuciones si no se establecen límites. La tiranía contemporánea procede de un ejercicio sin límites de la voluntad general que se produce cuando se deposita un exceso de poder en manos de los gobernantes.

Uno de los caminos para controlar el poder es dividirlo. Retomando a Locke y Montesquieu, adaptando las aportaciones de estos autores a su propia forma de entender la política. Recoge la división clásica entre ejecutivo, legislativo y judicial, aunque introduce matices de gran interés. El legislativo debe bifurcarse en dos: lo que llama el “poder representativo de la comunidad”, es decir la Cámara de los Pares; y el que denomina “poder representativo de la opinión”, que se asentaría en la Cámara de los Diputados.

El primero correspondería a la nobleza y tendría como objetivo buscar un papel político a esta clase social que tras la Revolución Francesa habría perdido su destino anterior y no habría encontrado aun el que le seria propio en la nueva sociedad política. Le adjudica a la aristocracia el papel de elemento intermedio entre el rey y el pueblo.

El segundo, el poder de opinión, sería ejercido por los propietarios, verdaderos representantes del mundo moderno. Solo aquellos que disfrutaban de la propiedad y los beneficios que esta dispensa, pueden disponer del ocio necesario para atender los requerimientos de la política, que se condensan en dos necesidades básicas: conocimiento y tiempo. Ahí estriba su defensa del derecho de sufragio censitario, de la concesión del derecho de voto a aquellos varones que alcanzasen la renta fijada por la legislación electoral.

Al poder judicial fue un ardiente defensor de su independencia, que creía salvaguardada por la inmovilidad de los jueces y el juicio con jurado.

El ejecutivo debía estar separado en dos: el poder que corresponde al rey y el poder que corresponde a los ministros. Busca dos cosas: la irresponsabilidad política del rey y la responsabilidad política de los ministro. El rey debe quedar apartado del ejercicio directo del poder, siendo garantía de estabilidad en el presente y de continuidad en el futuro. El rey no ha de tener intereses políticos, es neutro.

Los ministros son los verdaderos agentes del poder ejecutivo. Deben poner en marcha las acciones del gobierno y por eso han de ser parcialmente vigilados.

Sobre estos pilares construye su teoría de la monarquía constitucional. Los valores simbólicos de continuidad y respeto social que proporciona una monarquía, con una dinastía hereditaria, son muy superiores a los de una republica, carente de estos elementos que sirven de alegorías de la nación y de su historia.

Todo el entramado político que construye de su monarquía constitucional tiene la función de la defensa de la libertad que es la reivindicación de la libertad. Solo en el ejercicio de las libertades puede el hombre mostrar sus intereses. La libertad es todo lo que los hombres tienen derecho a hacer, “lo que la sociedad no tiene derecho a impedir”. Afirma que las libertades forman parte de la esencia del hombre y que existen antes de que se genere la

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soberanía popular, son derechos preexistentes. Las leyes están para garantizar la protección de los hombres, para evitar que se traspasen los límites de la capacidad de acción individual tanto por parte del Estado como por parte de los demás hombres.

La noción que sobre la libertad sostiene, pertenece a un concepto negativo de la misma: “la libertad que consiste en que otros hombre no me impidan decidir como quiera”. Constan estaba entre los defensores de la idea negativa de libertad.

Traza las diferencias entre el ejercicio de la libertad y de la participación política en los pueblos antiguos y en su época. La libertad antigua consistía en el ejercicio de distintos aspectos de la soberanía de forma colectiva, en un espacio público. El individuo, soberano casi siempre en los asuntos públicos, era un esclavo en todas las cuestiones privadas. La libertad moderna pone énfasis en el individuo, se sale de lo colectivo para entrar en lo individual.

La importancia al ejercicio de la libertas como el despliegue de los intereses individuales no implica una dejación de sus intereses públicos. La libertad política y la participación son las mejores garantías con las que cuenta el individuo para la protección de la libertad individual. Señalara la importancia que una descentralización del poder pudiera tener para facilitar tanto la participación política como el control del ciudadano al poder. La propiedad es elemento indispensable para el ejercicio de la política. El derecho a la propiedad garantiza el conocimiento y la dedicación suficiente para analizare y conocer los asuntos públicos y a la vez disponer de fuertes razones para buscar la estabilidad social y política. No es la propiedad un derecho natural, sino que el respeto a la misma procede de la conformidad social.

La libertad de expresión, entendida como libertas de prensa e imprenta, se alza como garante del resto de libertades. El principio de publicidad permite dar a conocer las injusticias del poder y formar a la opinión pública, que es uno de los más valiosos puntales con los que pueden contar una sociedad, en la opinión pública concurren los intereses individuales y colectivos. El impedimento a la libre expresión de las ideas no puede acarrear más que el desorden o la revolución.

La creencia religiosa se inserta, más que ninguna otra clase de creencia dentro de lo individual. No debe tolerarse ningún tipo de intromisión ni de la sociedad ni del Estado. La religión en cuanto sentimiento intimo constituyo un elemento compensador de la racionalidad política; la religión se convirtió para él en un marco de referencias y de esperanzas ante los desafíos de la vida. Concebía la religión como una serie de valores cuya manifestación cambia a la vez que lo hace la evolución de la inteligencia y la cultura de los hombres.

La práctica de las libertades en este sentido implica necesariamente una gran responsabilidad individual por el grado en que su ejercicio pudiera traspasar el ámbito de libertades de los demás hombres. Opina que el hombre es un ser moral. Es la moralidad el principio que debe guiar el ejercicio de las libertades individuales y no la utilidad. Esta moralidad procede de la conciencia individual de cada hombre, de ahí que insista en la obligación de resistirse a obedecer leyes injustas.

2.- LOS DOCTRINARIOS

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Es un grupo de pensadores políticos que ejercieron su actividad durante la Restauración y la Monarquía de julio en Francia (entre 1814 y 1848). Pero a pesar de su nombre, no puede decirse que fueran hombres de doctrina o de planteamientos rígidos, pues sus ideas se fueron gestando y moldeando con la práctica política. Entre ellos hubo auténticos filósofos e historiadores de la política, por sus creaciones intelectuales proceden más de la reflexión abstracta, del cotejo entre los productos del pensamiento y sus plasmaciones en el quehacer cotidiano en la legislación y en las instituciones que componen el Estado.

Al igual que para Constant, también para los doctrinarios fue la Revolución Francesa un campo de análisis de primera magnitud. En ella creyeron constatar la aparición de los factores que configuran la política moderna como la omnipotencia del Estado o la tiranía de las mayoristas. Y centraban su propósito, en conciliar lo que mereciera la pena rescatarse del Antiguo régimen (el gobierno mixto por su equilibrio de poderes) y las herencias más valiosas de la revolución (la participación política de clases medias). Se trataba de hallar el justo medio entre el pasado y el presente para proyectar el futuro, este era el objetivo de sus reflexiones.

No fueron un grupo numerosos. De entre los políticos y pensadores más destacados encontramos a Prosper Barante, Camille Jordan, Pierre Francois Serre, Victor de la Broglie, Pierre-Paul Royer-Collard, Frandois Guizot y charles de Rémusat. Otros pensadores menos afines como Victor Cousin o políticos como el conde de Molé. Los más importantes, tanto por sus aportaciones como por su actividad política, fueron Royer-Collard y Francois guizot (que escribió Historia de la revolución en Inglaterra, historia del gobierno representativo, De la democracia en Francia o Memorias para escribir la historia de mi tiempo).

Para los doctrinarios el gobierno representativo constituye, el máximo logro político pues representa la razón encarada en la sociedad, es decir, la procedimientos pertinentes para la solución de los problemas políticos que representan la realidad. Este gobierno representativo se sustenta sobre tres pilares: la división de poderes, la elección y la representación política y la libertad de prensa. La base legitimadora de este sistema, se halla en la soberanía de la razón, encontrando en ella la legitimación política que fuera capaz de superar las otras dos concepciones: la soberanía de la monarquía y la soberanía de la nación.

Guizot es el máximo teórico de la soberanía de la razón, con claras influencia de Hegel. Constata la existencia de un orden objetivo en el mundo que da sentido y ordena los acontecimientos y los fenómenos sociales e individuales. Esta objetividad es la razón. La razón tiene su origen en Dios y se plasma en cada hombre, Afirma que existe una razón individual y una razón social, constituyendo esta ultima una entidad de superior categoría por cuanto personifica el momento objetivo de la razón. La razón individual será el momento subjetivo.

El poder tiene tendencia a no dejarse regular por la razón, que manifiesta una marcada preferencia por la extralimitación en sus atribuciones. La división de poderes seria su principal freno. Fraccionando el poder, el peligro de arbitrariedad queda conjurado y el gobierno representativo puede cumplir sus funciones. Cada poder y cada instancia que lo ejerce han de estar disociados, por lo que ninguna persona o institución podrá ejercer el mando de forma completa o autónoma. El objeto ultimo seria el establecimiento de un sistema de equilibrios, de compensación entre unas instancias y otras. El equilibrio de poderes se constituye, por tanto, como otro de los elementos clave del liberalismo doctrinario.

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El poder del rey es un poder superior a los demás poderes del Estado porque está en estrecha unión con el ser y el acontecer de la nación. El rey representa al conjunto de la sociedad tanto en su presente como en su devenir histórico. El poder real es garante de la unidad de la nación.

Los ministros son los encargados de esclarecer, iluminar y allanar la voluntad del monarca. Ambos, ministros y rey, constituyen una entidad única (el ejecutivo) con funciones distintas, Los doctrinario reivindicaran la responsabilidad de los ministros, que deben dar cuentas de su actuación a las Cámaras y defender ante ellas sus decisiones. Los ministros han de estar reforzados en su esencia como poder ejecutivo, y ese refuerzo viene, precisamente, del rey. El objetivo es poner coto a la omnipotencia parlamentaria.

El segundo gran pilar sobre el que se sustenta el gobierno representativo es el de la representación política, que se encarna en las Cámara, residencia del poder legislativo. Los doctrinarios aceptaron la división entre la Cámara de los Pares y la Cámara de los Diputados, establecida por la carta Constitucional de 1814 y recogida posteriormente en la Carta Constitucional de 1830.

Asunto de especial importancia es el de a quién corresponde ejercer los derechos de la representación política. A los pares, los nombraba el rey, salvo los que lo eran por pleno derecho, como los príncipes de sangre. La representación de diputados, se enlaza directamente con la legislación electoral. El derecho de sufragio es atribuible solo a aquellos que son capaces de manifestar y representar el interés verdadero de la sociedad.

La capacidad es capacidad política, es capacidad de comprensión de los asuntos y visión racional del interés social. La forma exterior de su manifestación es la propiedad, la propiedad permite presuponer facultades de comprensión de las que ni disponen otros sectores sociales. La razón que fundamenta la exclusión electoral no se halla en la propiedad, sino en la capacidad, que proporciona claridad de juicio y entendimiento. Su evaluación es la propiedad, que facilita condiciones para la ilustración de la mente y el conocimiento de las vicisitudes políticas y sociales. La capacidad para ejercer los derechos políticos habrá de buscarse no solo en los que han de ser elegidos, sino también en los que han de elegir. La legislación electoral establecerá un mínimo de ingresos para ejercer los derechos políticos.

La clave se encontraba en abrir el camino de la representación política a la burguesía y a la clase media. La razón subjetiva se halla en todos los hombres, pero solo algunos son capaces de penetrar en la razón objetiva y su realización.

El tercer pilar del gobierno representativo es la libertad de prensa. Estaban convencidos de las bondades de un régimen de publicidad, de conocimiento y de intercambio de opiniones. Serre delego en el duque de Broglie y en Guizot para la redacción de las tres leyes que recogen las ideas doctrinarias. LA primera de las leyes se centro en los crímenes y delitos de imprenta y partía del supuesto de que ninguna opinión se convierte en criminal por hacerse pública. El objetivo de esta ley fue determinar los supuestos de delito que abarcan la difamación y la injuria hacia particulares.

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La segunda ley recoge una de las clásicas demandas liberales: que los delitos de imprenta no fueran vistos por los tribunales correccionales, sino por jurados competentes.

La tercera ley responde también con claridad a la mentalidad doctrinaria y a la sociedad burguesa en la que está inserta. Imponían la ley como condición para la publicación de un periódico el depósito de una garantía económica, de una fianza, lo que remitía, a la responsabilidad empresarial.

La legislación doctrinaria en materia de prensa no disfrutó de larga vida, debido al asesinato del duque de Berry, que llevo a luis XVIII a abandonara su política a perturista. Sin embargo, contribuyó a asentar las bases de un régimen de publicidad.

El tratamiento teórico que los doctrinarios dan a la libertad y a los derechos individuales merece una atención especial. Guizot, que es el teórico doctrinario más interesado por estas cuestiones, enlaza su reflexión sobre la libertad con la ya mencionada división entre la razón objetiva y la razón subjetiva. Para él, lo que caracteriza la sociedad contemporánea no es el enfrentamiento entre el individuo y el conjunto social, si no que es la existencia de una razón objetiva, una ley que está por encima de las razones subjetivas de los individuos concretos, que las comprende a todas ella y que las explica. Por tanto, la libertad no sería el ejercicio de la voluntad individua, sino la capacidad de realizar en la práctica la norma objetiva y, por tanto, la moral que lleva implícita. Es decir , la adecuación de la razón subjetiva a la objetiva.

No puede existir más libertad que la libertad que se halla en la sociedad. La libertad no es algo que lleva aparejado el hombre por naturaleza, sino que solo se concibe en sociedad. El derecho solo existe en sociedad y únicamente el derecho es garantía de libertad.

Resulta prácticamente imposible descifrar en los planteamientos doctrinarios el límite entre la esfera individual y la esfera social, trazar la línea entre l esfera privada y la pública. El hombre participa en ambas dimensiones. Y cuando se socializa, el hombre de obedecer una regla común, que es el derecho. El cumplimiento de la norma jurídica es lo que preserva las parcelas de libertad de las que goza el individuo. No existe relación conflictiva entre individuo y sociedad.

La concepción doctrinaria, la libertad tendría una dimensión esencialmente política, pues es la proyección del individuo en sociedad y la participación política se constituiría en su máxima expresión. La participación política es el ejercicio por el que el ciudadano busca la plasmación de la razón objetiva través del control del poder. La libertad el individuo estriba en su participación política.

3.- ALEXIS DE TOCQUEVILLE (1805-1859. Paris)

Nació en una familia de rancio abolengo aristocrático. Contempló la Revolución con gran realismo, como un hecho histórico que había cambiado a Francia y a toda Europa. Estudio derecho en Paris para dedicarse a la magistratura.

Pero fue después de un viaje a Estados Unidos para examinar el sistema penitenciario norteamericano, cuando realizo su famoso estudio La democracia en América (1835) lo que lo llevo a dejar la carrera judicial y convertirse en un escritor famoso. Este libro es un estudio de

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la democracia y de sus consecuencias sociales y políticas. Publicó una segunda parte de la obra, más reflexiva y profunda que no tuvo la misma acogía. Pero gracias al afama de la primera trabajo como representante político de Vaognes. Se retiró de la política más adelante por su enfrentamiento con Napoleón y por su enfermedad.

En 1856 publicó El antiguo Régimen y la Revolución, obra en la que analiza el proceso que condujo a la revolución de 1789. El pensamiento de Tocqueville es una reflexión sobre la libertad y el advenimiento inevitable de la democracia, con los peligros que ello implica para el mantenimiento de la independencia personal. Acepto la Revolución y sus consecuencias. Su realismo político es uno de sus rasgos más destacados y base de la distancia con la que elabora su análisis.

Con su estudio de la democracia en América pretendía comprender el desarrollo de la democracia en un país sin aristocracia. Durante los primeros años del s. XIX, los Estados unidos recién independizados habían llegado a convertirse en un interesante laboratorio político.

En su estudio distingue varios niveles de análisis. El primer nivel seria el social. La característica más llamativa de la democracia es la demanda de igualdad. La igualdad de condiciones genera aspiraciones d ascenso y por tanto, expectativas que no siempre pueden ser cumplidas. De ahí que el hombre democrático viva en un continuado desasosiego que engendra tensión en la sociedad. Las aspiraciones y las expectativas incumplidas generan que el hombre democrático viva en un continuo desasosiego que engendra tensión en la sociedad. La alternativa ante la potencial frustración de sus expectativas es la limitación de sus deseos por las dificultades en su consecución. La caída en la mediocridad, disfrazada de sensatez, se convierte así en elemento sustancial de la sociedad democrática y resulta una buena prueba de su limitación en el terreno de lo moral. Sin la aristocracia, en la sociedad democrática el hombre no tiene adonde mirar, a quien imitar o a quien admirar.

El carácter acomodaticio se manifiesta en su deseo de reposo y de desahogo material. La sociedad democrática impone el retiro a lo más cercano, a lo más próximo, al disfrute de lo conseguido y al olvido del compromiso público del individuo. Así genera un individualismo asociado al aislamiento y la atomización que separa al hombre del resto de la esfera social y fomenta en el desentendimiento de los problemas colectivos. La igualdad genera dos rasgos que caracterizan al individualismo contemporáneo: la indiferencia entre los hombres y el egoísmo.

El siguiente nivel de análisis lo proporciona la política. El hombre democrático, imbuido por un individualismo que lo aísla y confina en su ámbito particular, se convierte en un ser débil y vulnerable en lo político. La aparente tranquilidad que se desprende de una sociedad democrática es el desinterés por lo público, cuya consecuencia primar es la delegación en entidades superiores como el Estado o el inicio del camino hacia la anarquía. La primera opción conduce al despotismo y la segunda empuja al desorden si el Estado es débil. La única forma que permite superar tal estado de inercia es la implicación en la polítca, la conversión de los hombres en ciudadanos, persuadidos de que su interés particular se halla e unido al interés de la sociedad.

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La democracia, fundada sobre el dogma de la soberanía popular, tiende a la tiranía de las mayorías que se manifiestan en la omnipotencia del legislativo, el poder en el que reside la sociedad igualitaria. La tiranía de la mayoría se impone por medio de la uniformidad en el juicio. Paradójicamente, en una sociedad de individualistas, la independencia de criterio, el pensamiento individual, corre el peligro de ser censurado, además de ser aplastado por el rodillo de la mayoría. Cuando la democracia igualitaria manifiesta una profunda incapacidad para convivir con la discrepancia, se abre la puerta al despotismo. EL papel de la opinión pública como defensora de la libertad es nulo: “ella es la que forma la mayoría, la cual obedece ciegamente”.

Por lo que respecta a la división clásica de poderes y a la asignación de sus funciones, Tocqueville, aunque partidario de un sistema bicameral, no se detiene mucho en ello. La razón es que sus intereses, más que en el control del Estado, se centran en el análisis del todo social y su comportamiento político. A lo que si presta una singular atención es a la distribución de poder.

Hay otro elemento que puede contribuir a suavizar las limitaciones del individualismo excesivo y los peligros de la sociedad democrática. El fomento de asociaciones de tipo político, científico, comercial, cultural que puedan suplir el papel de la aristocracia. Creía necesaria una renovación de tipo moral que pudiera fundar un nuevo sentido de la responsabilidad ciudadana. Para esta tarea veía en la religión un instrumento de primera magnitud. Supo apreciar el valor de la religión como ancla de estabilidad, de ahí que al analizar la sociedad democrática y sus inestabilidades, encontrara en la religión una fuente de quietud y de moralidad.

Observa el surgimiento de los potentados empresariales, a los que considera agentes productores de desigualdad, y la aparición del obrero como hombre debilitado en su capacidad de actuación. No tenía ninguna simpatía por los socialistas a los que consideraba materialista y generadores de desorden.

En El Antiguo Régimen y la Revolución se va a centrar en el análisis del fenómeno revolucionario, explicando como un proceso que aun no había alcanzado su plenitud. Entenderá la revolución de 1789 como un acontecimiento de gran magnitud que trastoco todos los órdenes de la vida: el político, el social, el económico, el ideológico, etc., acabando con una sociedad basada en los privilegios y creando otra que anunciaba el advenimiento de la democracia. La revolución tuvo lugar en Francia por varias causas. Como elemento coyuntural, el papel de los ilustrados, que difundieron una ideología política a la que pudieron adherir muchos grupos sociales descontentos. Algunos lo aplicaron como camino a la transformación y otros como vía para la revolución. Y también la situación política de la Francia del antiguo régimen., donde la monarquía impulsó un régimen de centralización política que acabaría con las instituciones y la sociedad antigua.

¿Porque fue la centralización la causa primordial? La centralización fue poco a poco poniendo fin a la distribución del poder entre la multiplicidad de instituciones y estamentos, aglutinando todo el poder alrededor del monarca. Se puso fin a la autonomía local y otras formas de ejercer la tradicional política de contrapesos y equilibrios de poder. La aristocracia perdió sus

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parcelas de potestad y paso a depender de la Corona. Se perdió la noción de la aristocracia como ideal.

Importancia en el incremento de tasas impositivas entre las clases contribuyentes. Las clases desarrollaron un creciente sentido de incomodidad por el sostenimiento de un grupo social que había perdido su acostumbrada función en la sociedad estamental y que seguía reivindicando sus privilegios. El individualismo colectivo consiste en la mencionada inferencia hacia el resto de las clases sociales y hacia los problemas públicos.

En Los Recuerdos de la revolución (1848), la peculiaridad, es que este nuevo trastorno está protagonizado por un nuevo agente: el mundo del trabajo. Se trata de una revolución social, y no política. El mundo del trabajo se rebela, sin que esta insurrección pueda sorprender, pues ya en la primera revolución queda subvertido el orden social, despedazándose los referentes estamentales. Ahora correspondería al socialismo el cometido de ilustra las conciencias obraras. Tocqueville ve en el socialismo la consecuencia inevitable de la revolución. Para él el socialismo es una teoría política basada en el más burdo materialismo, que desprecia los derechos individuales y la libertad a favor de un igualitarismo extremo, que ataca a la propiedad, el último bastión que le queda al orden.

Tocqueville no temía tanto el desorden como la pérdida de libertad. Y el régimen bonapartista conducía precisamente a eso: centralización de poder, ausencia de participación política y fin de las libertades, y todo ello amparado en la soberanía popular. Tocqueville es ante todo un liberal y no puede aceptar que la centralización del poder acabe con lo que para él es el máximo valor: la libertad. La libertad no puede existir cuando el poder está concentrado en un núcleo: los caracteres que definen su concepto de libertad son intrínsecamente discrepantes de la unidad del poder y de una sociedad democrática carente de vitalidad. La libertad se distingue por tres elementos: la participación política, la independencia y la responsabilidad moral. La independencia permite al hombre tomar conciencia de su individualidad. La independencia supera las limitaciones del igualitarismo extremo sin negar la igualdad.

El pensamiento de Tocqueville pretende convertir a la libertad en el principal elemento tutelar de la sociedad democrática. Sus propuestas para vivificar la vida política, impulsando la participación ciudadana, y el rescate del valor cívico, responde a sus intentos de evitar la concentración de poder.

TEMA 8 UTILITARISMO Y LIBERALISMO EN INGLATERRA

1 JEREMY BENTHAM

Nace en 1748 en una familia de clase media acomodada que le paga sus estudios en la Universidad de Oxford los cuales comienza de manera precoz, a los 12 años. Desde pronto es admitido como abogado aunque le repugna el ejercicio de esta profesión y pronto también lo abandona, dedicándose desde entonces a escribir sobre la ley y a diseñar proyectos que facilitaran la vida en sociedad o a especular respecto de los efectos de la legislación sobre los individuos.

Sus primeros trabajos van en esta línea. Los “Preparatory Principles” traban de crear una terminología legal más adecuada a las necesidades reales, más precisa y de más fácil

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comprensión. En el primer libro importante de Bentham, “A Fragment on Govenment” (1776) arremete contra un clásico de la literatura legal británica William Blackstone. Siguiendo a Cesare Beccaria reflexionó acerca de la mejor forma de tratar el delito y al delincuente.

A pesar de que sus trabajos no tuvieron demasiada repercusión en la Inglaterra de entonces mantuvo correspondencia con gobernantes e intelectuales de la época como D´Alambert, Voltaire, o los Zares Catalina y Alejandro I entre otros.

Durante la década de los 80 del siglo XVIII emprendió junto a su hermano un viaje a Rusia. El hermano de Bentham era un experto en ingeniería y mecánica y trabajaba entonces para la nobleza rusa. Esto, y la oportunidad de conocer otras realidades diferentes a las de su Inglaterra natal, influyó en las ideas de Bentham. El estallido de a Revolución Francesa le inspiró la idea de crear y enviar a Francia diversos textos legislativos. Esta tarea de acuñar nuevas legislaciones la extendió a los liberales españoles o portugueses y a las nuevas repúblicas independientes de América del Sur.

Su interés por la aplicación de las leyes y la reforma de aspectos concretos de la realidad condujo a Bentham hacia la reforma política. Pasando así de una anterior etapa en la que era más proclive a una especie de despotismo ilustrado. Esta nueva perspectiva la desarrolló de la mano de James Mill con quien mantuvo un trato asiduo desde 1808.

A partir de entonces dedicó su tiempo a estudiar las posibilidades de la ley como mecanismo de control de los gobernantes haciendo una apuesta firme por la democracia y el sufragio universal intentando diseñar una democracia alejada de las teorías contractualistas y ligada a los principios de utilidad.

Para extender sus teorías creo junto a James Mill la “Westminster Review” en 1823 y que se convirtió en referente intelectual.

Su pensamiento se centra en la viabilidad que ofrece la legislación como instrumento de reforma política y social. Cree necesario reformular la ley sobre nuevos principios alejados de la casuística o del iusnaturalismo. Su ideal es una ley positiva, concreta y efectiva. El principio sobre le que Bentham quiere reformular la ley es el de utilidad Del mismo modo desea depurar el lenguaje jurídico evitando en lo posible términos confusos.

Rechaza Bentham de la misma forma el iusnaturalismo, plasmado en las declaraciones de derechos, como el contractualismo de John Locke. En el primer caso duda del “tipo de objeto que es un derecho”. En el segundo caso piensa que la idea de contrato es poco realista y en su opinión el origen de la las comunidades debe ser buscado en la fuerza y no en el acuerdo.

Otra contribución capital es la definición del principio de utilidad definido así:

“La naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el dominio de dos amos soberanos, el dolor y el placer. Son ellos los que señalan lo que debemos hacer, a la vez que determinan que haremos. Por una parte el criterio de lo correcto o lo incorrecto, por otra, la cadena de causas y efectos, están sujetos a su trono”

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Por tanto tenemos dos sensaciones, dolor y placer, que rigen y determinan las actuaciones de los humanos. Bajo estas premisas supone Bentham que es posible predecir y evaluar los comportamientos humanos. Este principio, entendido como una regla objetiva, puede ser empleado para diseñar una teoría de la moral. A pesar de los problemas que reconoce para la comprobación de este principio confía en su aplicabilidad como criterio de validación. Pretende así estudiar los comportamientos humanos del mismo modo que se estudian los fenómenos físicos. Algunos autores llegaron a rebautizarle por esta contribución como el “Newton del derecho” ya que construye una metodología puramente empirista para el análisis de las actuaciones humanas. Si bien Bentham se basa en el pesimismo antropológico para elaborar dicho principio matiza que el hombre puede alcanzar placer con una conducta que también produzca felicidad a los demás. Llega a acuñar un término, “sanción de simpatía”, que se produce cuando un individuo recibe una gratificación por la felicidad obtenida por otro ser humano siempre y cuando el no haya recibido un perjuicio a cambio. Empleando un criterio aritmético afirmaba que el interés de la comunidad era la suma de los intereses individuales. Señalando, eso si, que el objetivo es la satisfacción para el mayor número y no para la mayoría. Era consciente de que en la sociedad los conflictos serían siempre la nota dominante. La idea de la mayoría implicaba un sometimiento de la minoría. Por tanto era necesario procurar una armonización artificial de los intereses por medios legales y/o políticos, regidos por el principio de utilidad. De tal manera que la ley busque una maximización de la felicidad.

Placer y dolor son sensaciones mensurables, considera por tanto el dinero como un elemento operativo para medir la naturaleza de las cosas. A partir de esta apreciación crea el concepto de utilidad marginal decreciente que viene a afirmar que una unidad de dinero aporta menos valor cuanto más cantidad tiene el individuo que la recibe. Desde este principio, combinado con la idea de que el mejor medio para alcanzar la seguridad es el desarrollo económico y la redistribución de la riqueza, impulsó medidas como seguros de vejez, enfermedad o vida, supresión de impuestos en los bienes de primera necesidad, regulación de leyes de herencia, etc. Desde la protección a la propiedad privada se puede considerar estas propuestas un adelanto de las teorías de bienestar.

Entendía la ley como el mecanismo para lograr el bienestar para el mayor número. Los códigos debían, por tanto, suprimir los daños y asegurar los derechos entendiendo el derecho penal como la parte represora del daño y el derecho civil la parte aseguradora de los derechos.

Su pensamiento político se puede dividir en dos fases. La primera, hasta principios del siglo XIX, fue partidario de que las reformas corrieran a cargo de los gobernantes.

Con el paso del tiempo advirtió que los gobernantes no siempre buscaban los intereses de la comunidad, sino que, utilizaban el poder para buscar el mayor beneficio para ellos mismos. Esto unido al trato con James Mill le fue conduciendo hacia la reforma política. Ya que los gobernantes persiguen su propio interés y que en ocasiones pueden poner en peligro el interés común se hace imprescindible desarrollar mecanismos de control de sus actuaciones. Por tanto apoyó que los electores pudieran designar o deponer a sus elegidos. Propuso un escrupuloso control del gasto público para evitar el influjo de intereses perversos. Abogó por

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una selección del personal de la administración mediante exámenes y que pudiera ser expulsado en caso de incompetencia o corrupción.

La idea de la política que sostiene Bentham afirma que todos los individuos son perfectamente capaces de perseguir su interés para la consecución de sus ideales de felicidad, por tanto todos están capacitados para participar en política. Solicita así el sufragio universal, su ejercicio en secreto. El único criterio imprescindible era el de la alfabetización.

Por tanto Bentham abogaba por una democracia basada en el control de los gobernantes y la presunción de igualdad de todos los individuos, hombres y mujeres, para perseguir sus intereses. Evitando buscar el origen en teorías contractualistas y buscando el objetivo de hallar la maximización de los intereses de los individuos.

Sus ideas sobre a democracia fueron recogidas en artículos y libros pero sobre todo en el “Constitucional Code” escrito a petición de las Cortes de Portugal y fue publicado en 1830. Uno de los asuntos que plantea en este texto es el su oposición a la idea de soberanía absoluta. Consideraba la idea de soberanía de cierta vaguedad e imprecisión. Siempre se mantuvo atento a las ideas liberales que alertaban del peligro de las tiranías de las mayorías sobre las minorías. Sus obras reúnen las aportaciones de sensualistas y empiristas británicos remodeladas y proyectadas hacia el futuro.

2.- JAMES MILL

De origen escoces estudio para ser sacerdote pero sus dudas religiosas le apartaron de esta profesión. Se trasladó a Londres y en 1819 entró a trabajar en la India House. Antes ya se había dado a conocer por la dura crítica al colonialismo británico publicada en su obra “History of the British India”. Fue un hombre metódico y concienzudo que se ocupó personalmente de la educación de sus hijos, en particular de John Stuart Mill. Lo que terminó de realzar su trayectoria fue su tarea como divulgador de la obra de su amigo Bentham. También sobresalió como activista político. Fue un ferviente convencido de la viabilidad del activismo político como medio para reclamar las reformas que necesitaba la sociedad. Otra parte importante de su trabajo estuvo dedicada la estudio de la economía. Publicó en 1821 sus “Elements of Political Economy” donde reflexionaba sobre los postulados de la obra de David Ricardo. Se adhería a sus postulados en especial a la teoría del valor-trabajo según la cual el precio da una adecuada idea del trabajo invertido en la fabricación de una mercancía. Compartía del mismo modo el carácter productivo del capital y del beneficio o las especulaciones ricardianas sobre la capacidad de la economía para autorregularse, conciliando intereses colectivos con los individuales.

Una de sus últimas publicaciones fue “Analysis of the Phenomena of the Human Mind” 1829 en donde reflexionaba sobre la psicología humana, el hombre y sus procesos de pensamiento.. Sus ideas se basaban en la labor que puede realizar la educación sobre los hombres. Pensaba que mediante la educación era posible que cada individuo, en la búsqueda de su felicidad, llegara al conocimiento del bien común. Una acción es correcta según las consecuencias que traiga aparejadas. Por tanto la asociación entre las ideas y la plasmación en realidades determinadas es lo que nos permite evaluar su moralidad. Llegó a escribir que: “la alabanza y

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el insulto moral, la recompensa y el castigo, constituyen un mecanismo social para animar artificialmente a las acciones útiles a la sociedad y desanimar respecto de las perjudiciales”.

Sus reflexiones sobre el poder se plasmaron en “Essay on Government” 1820. Partía de un pesimismo antropológico más acusado aún que su amigo Bentham, influido directamente por el de Hobbes. Afirma por tanto que el Estado no tiene, por supuesto, un origen en el contrato o en el pacto, sino en el miedo a la autodestrucción. Partiendo de aquí Mill pone su atención en como controlar a los que ejercen ese poder delegado pues desconfía de los gobernantes. Mills insistirá en la reforma política como principal instrumento de vigilancia convirtiéndose así en gran defensor de la democracia representativa. Consideraba que el sistema político de la Inglaterra de su tiempo carecía de estos mecanismos y los dos partidos que se alternaban en el poder representaban los mismos intereses y a la misma clase social, la aristocracia. Abogaba por la presencia en la Cámara de los Comunes de las clases industrial, financiera y comercial. Por tanto la democracia representativa era la forma política más adecuada para maximizar el interés de la comunidad. No era partidario de extender el sufragio a toda la sociedad sino sólo a las clases anteriormente mencionada. El interés de los electores ignorantes puede dificultar el interés de la comunidad. Por tanto consideraba que debían ser excluidos del derecho al voto. Se mostraba no obstante partidario del valor de la educación a través de la escolarización y de las libertades de prensa y de expresión.

3.- JOHN STUART MILL

Con frecuencia se ha señalado la escasa originalidad de John Stuart Mill incluso llegándose a afirmar que más que un pensador era un ideólogo. Sin embargo si algo no se le puede negar es que sus libros son un fiel reflejo de su época, de las preocupaciones latentes del liberalismo victoriano y de los cambios sociales que se estaban produciendo.

Era un ferviente convencido del ideal de que la humanidad se encuentra en un continuo proceso de mejora. Creía que la educación era el camino por el cual podía encauzarse la mente humana hacia la apreciación de los placeres superiores, el desarrollo moral del hombre y el progreso del entendimiento. La punta de lanza de su pensamiento era la formación de una sociedad liberal en la que pudieran ser expresadas las opiniones sin restricciones, y la discrepancia política fuese posible. Para llegar a este objetivo no había otro camino que la educación de los individuos.

Nació en Londres en 1806 y fue hijo de James Mill. Recibió una severa educación tendente a desarrollar su espíritu crítico. Desde muy joven Mill hijo leía a Adam Smith y a David Ricardo y discutía con su padre y sus amigos sobre economía, política o filosofía. Dispuso de una cultura enciclopédica. Atravesó una crisis personal e intelectual en 1826 que contribuyó a remodelar por completo sus esquemas de pensamiento. Quedó despedazada su certeza del poder de unas instituciones modélicas para crear un sistema político ideal, pasando a pensar que sólo podrían diseñarse principios generales que sirvieran para orientarse en la creación de instituciones en función de situaciones políticas y sociales concretas, abriendo así una vía al relativismo y la consideración de las circunstancias particulares en el análisis político. En este momento se introdujo en la lectura de los idealistas y los románticos. También se puede apreciar una influencia de Comte en su “System of Logic” . La etapa final de su vida intelectual estuvo marcada por la influencia de su mujer que le impulsó una reevaluación de sus teorías

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sociales y le condujo a una aproximación matizada al socialismo. De la mano de ella reivindicó Mill el derecho de la mujer a la participación política en igualdad de facultades.

Una de las principales tareas que se impuso Mills fue la revisión del utilitarismo. Mills, acepta las ideas de Bentham sobre la felicidad. Pero esto no significa que el utilitarismo responda a criterios egoístas, sino que lo que pretende es la búsqueda de la felicidad de todos, pues la felicidad es un bien en si misma. Afirma que si bien el placer es el elemento de medición de la bondad y la maldad de las acciones considera que existe una graduación de los placeres, y que, por tanto, no son igual unos placeres que otros. Distinguiendo entre los placeres producidos por las facultades superiores que el producido por las facultades inferiores. Por tanto, según él, es la educación la que da al hombre la capacidad de apreciar la calidad de los placeres. Aquí el pensamiento de Mill se encuentra en un conflicto entre su punto de partida utilitarista y la introducción de principios morales. De este modo el principio de utilidad, queda filtrado por consideraciones de tipo ético que se acercan bastante a los principios kantianos. Por tanto la felicidad orientada al desarrollo moral del hombre será el instrumento de medición de los placeres.

Otra revisión del utilitarismo que desarrolló Mill fue de tipo metodológico. El utilitarismo, apresado por su racionalismo, tenía una clara preferencia por los métodos deductivos. Tras varias influencias y reflexiones Mills apostó por un sistema mixto de deducción e inducción.

En 1861 publicó sus “Considerations on Representative Government” en el que reflexiona acerca de cuestiones políticas. Parte de la idea de que el gobierno representativo es la mejor forma de gobierno, oponiéndose a toda forma de despotismo, ya que bajo el mismo los ciudadanos no tiene posibilidad de controlar al poder y este sistema, el despotismo, genera un tipo de individuos pasivos, sin capacidad de desarrollar un espíritu crítico ni de identificar sus propios intereses. El gobierno representativo fomenta en las personas sus mejores cualidades en el terreno de la moralidad y en el ámbito intelectual. Por tanto el gobierno representativo es más eficaz a la hora de conciliar intereses particulares con intereses comunes. Por tanto el gobierno debe tener una función educativa que permita a sus ciudadanos hacerse con una opinión informada y esta otorgue capacidad de participación activa de los individuos en la política.

De sus propuestas se deducen varias cuestiones. Que el poder reside en el pueblo. Esto sin hacer referencias al contractualismo ni a la voluntad general, sino partiendo del principio utilitarista de que cada uno es el mejor custodio de sus derechos e intereses. Por tanto el gobierno representativo debe partir de la idea de que la sociedad se constituye por la confluencia de los intereses de los seres individuales.

Del mismo modo se observa la clásica preocupación liberal por la concentración de poder. Su propuesta de hacer activa la participación ciudadana procede de la necesidad de dispersar el poder creando varios núcleos. Esto debe suceder sin perder eficacia. Combinando esta última con la capacidad del gobierno para garantizar la libertad. Adentrándonos en cuestiones concretas para Mill el parlamento tiene como función primordial la del control del poder. La labor legislativa queda sustraída de la cámara baja pues las tareas de codificación las puede realizar una comisión experta legislativa. Por lo que respecta a la representación política se fue decantando por el sistema proporcional pues el sistema mayoritario no dejaba lugar a las

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minorías. Para Mill no era recomendable el gobierno representativo para cualquier pueblo. Sólo a aquellos cuyos habitantes lo aceptasen y estuviesen dispuestos a mantenerlo.

Una de las obras más leídas de John Stuart Mill es “On Liberty”” (Sobre la Libertad) de 1859 Pretendía que fuera la punta de lanza de la necesaria renovación del liberalismo de mediados del siglo XIX, renovación que fuera capaz de conciliar las transformaciones sociales que estaban teniendo lugar en la época con una ardiente defensa de la libertad. Aquí la influencia de Tocqueville fue determinante. Gracias a él fue consciente de la trascendental relación que se iba a establecer entre el individuo y la sociedad en la que se halla inserto. Convirtió Mill la libertad en un bien social aparte de considerarla como un bien individual, según la clásica interpretación del liberalismo. La obra está presidida por la concepción ética de Mill acerca del ser humano que unía elementos del idealismo kantiano con un telón de fondo utilitarista. El resultado fue una visión del hombre como un ser con responsabilidad moral y con dignidad que ha de ser respetado en sus intereses. El rasgo distintivo de la responsabilidad moral es la libertad. Para que se cumpla la condición primera, la libertad ha de poder realizarse en sociedad.

El objetivo de la obra va a ser el análisis de la naturaleza y los límites del poder que pueden ejercer legítimamente la sociedad sobre el individuo. Comparte la opinión liberal sobre la tendencia a la extralimitación del poder. El poder suele aspirar a situarse por encima del individuo y la misma sociedad gusta de imponer sus reglas, amparada en el criterio de la mayoría.

Mill insiste en que no debe haber justificación para la coacción sobre el individuo por parte del Estado o de la sociedad, salvo circunstancias excepcionales, evitar que se perjudique a los demás. Solo se justifica la intervención sobre un individuo cuando esas acciones puedan dañar a los demás, y solo en ese caso, independientemente de que el individuo en cuestión se esté dañando a sí mismo. Esta cuestión es la que aparece con mayor debilidad de la argumentación. La relación entre individuo y sociedad, y en particular la correspondencia entre libertad y responsabilidad moral, hubiera necesitado de una fundamentación más solida que permitiera explicar hasta donde llega cada una de ellas. Mill parece presentar la libertad individual y la libertad focalizada hacia la sociedad como caras de la misma moneda. Si ambas entran en conflicto donde está el límite, sobre cuál de las dos recae el peso de la toma de decisiones.

La apología que hace Mill de la libertad tiene como base su convicción de que si hay algo que han de promover los estados es la infinita riqueza de la naturaleza humana. Cada hombre es diferente, por eso coaccionar al individuo es coartar las posibilidades de aportación a lo colectivo que tiene cada persona, lo que empobrece la sociedad. El progreso de la humanidad se produce por la confluencia de la multitud de intereses que se enriquecen en su relación dinámica. La conformidad sólo produce mediocridad. En el desarrollo de la propia originalidad es donde se sitúa Mill la responsabilidad humana. El uso correcto de la propia vida consiste en el trabajo sobre uno mismo. El genio es el hombre que se atreve a cumplir su vocación de originalidad en el pensamiento y en la acción.

La libertad social o civil que regula la relación entre el individuo y la sociedad se sustancia en las libertades concretas. Sus manifestaciones más genuinas son la libertad de pensamiento, la libertad de expresión y la libertad de asociación. Son estas las garantías primeras de la independencia del individuo. El impulso que pretende dar a la expresión y al cotejo de las

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opiniones tiene como objetivo la búsqueda de la verdad, a la que concibe como una categoría absoluta que procede de la depuración del intelecto.

Las razones que encuentra Mill para vivificar las libertades de opinión y expresión son cuatro. La primera, una opinión silenciada puede ser verdadera. En segundo, si esta opinión silenciada fuera falsa, podría contener algo de verdad, por lo que su omisión redundaría negativamente en el progreso del razonamiento. En tercer, si no hay debate de ideas, una opinión que consideremos verdadera será sostenida como una creencia sin comprender sus fundamentos racionales. La cuarta, es que si esa creencia se convierte en dogma, su contenido de verdad perderá su capacidad para producir el bien.

El planteamiento de Mill sobre las libertades adolece de un problema de fondo. Mill presenta las libertades como derechos morales del individuo, se corre el peligro de que aparezca como una nueva versión de los derechos naturales. Si el hombre debe a la libertad su esencia como ser moral y si este postulado se traslada a la política, inevitablemente habrá de prevalecer la moral sobre la política y sobre el derecho. Si el gobierno ha de proteger estos derechos, se corre el peligro de que el Estado se crea con todos los argumentos para saltar por encima de los requerimientos y garantías legales.

Mill dedicó su reflexión a muchos otros asuntos, entre ellos la religión, la lógica o la psicóloga. Entre ellos destaca la economía. Formado con Adam Smith y David Ricardo, su deseo de renovar el liberalismo se aplicó a la economía, intentando insertarla en el conjunto social, tratando de establecer las relaciones entre las instituciones sociales y los principio que rigen el funcionamiento de la producción y el intercambio económicos.

Mill consideraba que la propiedad no es un derecho natural, es decir, que la propiedad no se encuentre al margen del acontecer histórico, sino que la propiedad y sus formas han variado a lo largo del tiempo. Admitió la intervención del Estado en economía, pero siempre en el caso de necesidad absoluta, y nunca por la utilidad que ello pudiera reportar al colectivo. Su objetivo es deslegitimar toda posible intromisión del gobierno en aras de su carácter democrático. Estableció una clara distinción entre las leyes de la producción (depende de los recursos de del nivel de conocimiento) y las leyes de la distribución (dependen de las instituciones humanas)

TEMA 9 - DEL SOCIALISMO UTÓPICO AL ANARQUISMO

0.- INTRODUCCIÓN

El socialismo europeo del s. XIX es complejo de sistematizar, pues hay gran pluralidad de enfoques teóricos y activistas. Todas confluyen en la preocupación por las consecuencias sociales de la revolución industrial. Se intenta regular una sociedad profundamente injusta, buscando la armonía entre los intereses de los empresarios y trabajadores: los socialistas utópicos no conciben la lucha de clases como lucha de clases, sino como intereses que han de ser ajustados en beneficio de ambas partes.

Temas de debate

El socialismo se genera a partir de los años 30 del s. XIX recogiendo la filosofía de la ilustración, revolución francesa, igualitarismo y cristianismo. Los primeros que utilizaron la palabra fueron

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Pierre Leroux y Robert Owen (What is Socialism, 1841). El término utópico fue definido por Marx y Engels en confrontación al socialismo científico, reclamándoles que solamente habían intentado explicar el mundo y no transformarlo.

Una buena parte de los socialistas utópicos eran clases medias o altas preocupados por las fuertes transformaciones sociales, que no conocían la realidad social de los pobres. Salvo Gran Bretaña, Europa no había alcanzado un gran desarrollo industrial, por lo que el proletariado no se había consolidado como grupo social. No obstante, la liberalización de la propiedad y el trabajo (liberalismo económico) afectaba a artesanos que perdían empleos por la producción de las industrias manufactureras. La expansión de la revolución industrial rompió los lazos comunitarios de la sociedad tradicional y estableció una polaridad muy marcada entre las clases.

Debates dentro del socialismo utópico

El papel del estado fue un debate entre los socialistas utópicos desde un papel

interventor de estado centralizado (Saint-Simon) a entidades de menor escala

autodirigidas sin control estatal.

El papel de la maquinaria y el sistema industrial en la rotura del sistema social

(maquinistas vs. Luditas).

La propiedad privada para la mayoría es la clave que explica el sistema de explotación

económica existente, marcando diferencias claramente perceptibles entre individuos

(aspecto, salud, derecho a sufragio...). Sistema de explotación basado en la plusvalía.

(teoría del valor-trabajo de David Ricardo). Los socialistas más exacerbados analizaron la

propiedad comunitaria, creando comunidades experimentales y cooperativas dedicadas

a las mutualidades, al abastecimiento, etc.

Métodos de transformación: transformación gradual y lenta según la experiencia

(impronta pacifista) vs Movimiento revolucionario (sobre todo en Francia).

1.- EL MUNDO INTELECTUAL BRITÁNICO

Gran Bretaña era el país más industrializado del momento y donde aparecieron los primeros críticos a la industrialización. La situación política era complicada por la pérdida de colonias en América del norte, el impacto de la revolución francesa y las guerras napoleónicas. Había, asimismo, un movimiento que propugnaba un retorno a la armonía del mundo agrario. Los liberales eran los defensores de la industrialización. Los pre-socialistas ingleses no tenían una vocación revolucionaria.

Goldwin no es un socialista utópico, pero plasma mucha de sus ideas. Parte de que el ser humano debe ser guiado por la razón y no por los prejuicios sociales. Desde una perspectiva pacifista, propugna que cada individuo debe basarse en la razón para alcanzar un equilibrio social. Se mostró preocupado por la destrucción de la naturaleza producida por el industrialismo. Consideraba que el incremento de la producción no debe ser el último fin del desarrollo económico, por lo que proponía una forma de vida sencilla que permitiese a todos disponer de lo suficiente sin tener que explotar a los demás.

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2.- ROBERT OWEN, EL EMPRESARIO SOCIALISTA

Owen (1771-1858) tenía una formación escasa, aunque era muy despierto y hábil para los negocios, lo que le permitió dejar su condición de obrero y convertirse en empresario a los 20 años. Se implicó en asociaciones para mejorar la situación de los trabajadores. Pensaba que el hombre era un ser bondadoso pero que la sociedad industrial le había convertido en egoísta: era importante cambiar las condiciones exteriores porque determinan el carácter de los individuos. Era un fervoroso creyente de la reforma como medio de transformación de la sociedad. Las clases sociales no debían vivir en permanente conflicto, pues había formas de conciliar los intereses de todos: había que encontrar una forma de armonía social.

Owen desarrolló diversas colonias obreras, centrado en reformar las costumbres de los trabajadores (mejora de la educación, eliminación del alcoholismo, reordenación de horarios laborales, remuneración justa). Su éxito lo intentó llevar a los sindicatos (trade unions) Luego hubo colonias fracasadas y en su intento de crearlas se arruinó y enriqueció varias veces. Owen consideraba que la comunidad productiva tenía que ser de 500-3000 personas en un territorio de 6 km², con un edificio común donde vivirían todos en habitaciones privadas y espacios comunitarios, con un sistema de organización del trabajo y convivencia. Tendrían su base en la agricultura apoyada por la mecanización. Intentó contactar con los gobiernos para concienciar a la clase dirigente, publicó folletos pues estaba convencido que los gobiernos debían extender los beneficios de las reformas, siempre pacíficas.

3.- LOS ORÍGENES DEL UTOPISMO EN FRANCIA

Rousseau, aunque no puede ser considerado un pensador utópico, manejo muchos conceptos similares, como su creencia en la bondad innata del hombre y, sobre todo, con su igualitarismo, que era una característica del primer socialismo francés. Con la revolución francesa, el ambiente ya estaba preparado para la aceptación de ideas políticas y sociales que podrían haber parecido radicales.

Babeuf (1760-1797) es el personaje más destacado que se convirtió en un agitador político al margen de los grupos revolucionarios principales (girondinos y jacobinos). Agitador político que durante la dictadura de Robespierre (1793-94) lanzó todo tipo de acusaciones por las que fue encarcelado hasta que fue guillotinado éste. Su ideología era fuertemente social, demandando la supresión de la propiedad privada y el derecho a la herencia. Su propuesta descansaba sobre una colectivización de la tierra que garantizase a todos un medio de vida. No descartaba el uso de la violencia. Alguno de sus herederos ideológicos lo reconocen como el padre del comunismo. El babuvismo, en la revolución francesa, fue un movimiento muy diferente a las tendencias políticas principales, pues sus intereses eran primordialmente sociales.

4.- SAINT SIMÓN Y SU ESCUELA

Las ideas de Saint-Simon (1760-1825) son muy diferentes a las de Babeuf. Luchó en la revolución de EE.UU. Y fue un político activo en la Asamblea nacional francesa que pidió el fin de los privilegios de la aristocracia, clase a la que pertenecía. Se sintió incómodo con la deriva radical de la revolución y se alejó de la política. Se buscó la vida y vivió con estrecheces

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económicas, aunque conoció la realidad laboral francesa. Sus discípulos fueron Augustin Thierry y Auguste Comte. Pone en marcha lo que denominará la ciencia social.

Según él, el hombre se halla en un proceso continuo de mejora. Pensaba que estaba asistiendo al final del feudalismo y entrando en la sociedad industrial, que estaba constituida no solo por el proceso manufacturero sino por el predominio y aumento generalizado de la producción. Los protagonistas de esta nueva sociedad son los industriales, a quienes Saint-Simon opone a las clases parásitas del feudalismo. Estos cambios en el orden social traen consigo unas nuevas relaciones entre individuos: en lugar de relaciones de dominación y jerarquía, en la sociedad industrial se opone se imponen las de asociación para la producción. Se necesita una organización racional y una planificación. Para Saint-Simon la sociedad industrial se ajustaba a las exigencias de la sociedad completa y no solo a un único grupo social.

Pretendió generar una clase de religión civil que generase los principios de la sociedad industrial. Se necesitan productores y organizadores, por lo que se necesita un buen conocimiento de la sociedad: la ciencia social o física social es la ciencia que la estudia. La ambigüedad de Saint-Simón dio pie a varias interpretaciones a la hora de su adaptación a la realidad. Una de las corrientes puede ser considerada socialista y habría influido en Marx, al poner de manifiesto la importancia de lo económico en el funcionamiento social. Por otro parte tendríamos una tendencia liberal, que hace de los empresarios los líderes sociales., pues son los generadores de riqueza. Otra interpretación es la de una sociedad tecnocrática dedicada a la planificación y a la consecución del desarrollo económico.

5.- FOURIER: HEDONISMO Y COOPERACIÓN

Charles Fourier (1772-1837) fue un pensador procedente de la clase media que se dedicó mucho a sus negocios hasta que se dedicó a la escritura y reflexión. Realizó una propuesta de organización del trabajo y también una crítica completa a la sociedad industrial. Desde el puno de vista cristiano se había implantado una moral basada en la represión que anulaba las pasiones y preferencias personales en aras de un orden de social fundado en la hipocresía y conflicto.

Para Fourier el ser humano ha de poder desarrollar sus pasiones ya que manifiestan su propia personalidad. La felicidad es el objetivo básico de toda existencia humana y su búsqueda evitaría los conflictos generados por la represión de la moral cristiana. Fourier fue uno de los primeros utópicos que empezó a hablar de la igualdad entre hombres y mujeres y de su emancipación.

De la crítica a la moral tradicional deriva una censura a las estructuras del capitalismo, tanto en la organización del trabajo como en el comercio y consumo. Según Fourier el comercio era muy pernicioso porque desarrollaba en los adinerados un talante parasitario. Las personas no estaban hechas para producir, sino para desarrollar su personalidad. Proponía la creación de unidades de producción, llamadas falansterios o falanges, que se organizarían como cooperativas autosuficientes en las que el trabajo se distribuiría en función de las capacidades individuales y los beneficios obtenidos se repartirían entre los miembros de la cooperativa. Fue arcaico en el rechazo completo al industrialismo, causante de la indigna vida de los obreros.

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Las ideas de Fourier se difundieron gracias a sus seguidores, como Victor Considérant. Se crearon falasteiros en Estados unidos, algunos fracasados.

6.- EL SOCIALISMO ALREDEDOR DE 1848: REVOLUCIONARIOS Y COMUNISTAS

La revolución de 1848 marca un punto de inflexión en el socialismo europeo. Muchas ideas saltaron al debate público y algunas se pusieron en práctica, sobre todo en Francia. El movimiento socialista europeo se reforzó y adquirió una capacidad de organización mayor y una relación internacional más fuerte. Los pensadores y políticos socialistas comenzaron su actividad antes de 1848 siendo mayormente más radicales que los autores anteriores. Uno de los más significativos fue Louis Blanc, que escribió L'organization du travail, donde atribuye una papel preponderante al estado y rechaza los efectos del capitalismo sobre los seres humanos, en particular la competencia, que degrada a los más débiles: “a cada cual según sus necesidades, a cada cual según sus facultades”. Proponía la creación de talleres nacionales apoyados por el estado, aunque resultaron un fracaso completo. Se refugió en Inglaterra donde escribió Historie de la Révolution Française.

Constantine Pacqueur fue mayor defensor del papel del Estado en la regulación económica. No fue tan conocido, pues no hizo apenas actividad, pero influyó fuertemente en Marx. El único garante de la libertad del individuo era el estado, al que había que reforzar para que pudiera ejercer de su función de protección de los más débiles. El estado debía tener los mecanismos de distribución del trabajo, así como la regulación de la producción para ajustarlas a las necesidades de la población. En el terreno social, el estado garantizaría la educación gratuita y la asistencia a los enfermos y ancianos. Este tipo de sociedad tendría que hacerse sin violencia.

Filippo Buonarroti (1761-1837) y Auguste Blanqui (1805-1881) fueron la vertiente más revolucionaria, seguidores de Babeuf. Blanqui, de familia burguesa y estudios universitarios, se vinculó a sociedades secretas con un gran compromiso revolucionario y se implicó en revueltas, siendo frecuentemente encarcelado. Para Blanqui el cambio social tenía que pasar por un proceso revolucionario. Sin embargo, más pragmático, no quiso establecer recetas para un mundo futuro, sino que indico que sería necesaria una dictadura popular.

Étienne Cabet (1788-1856) sostiene la idea de que las instituciones sociales han generado la desigualdad y, entre estas instituciones, la peor es la propiedad privada, que ha marcado fronteras entre los individuos. Será un ferviente defensor del igualitarismo en todos los ámbitos de la existencia humana. En su obra Voyage á lÌcarie (1842) diseña una sociedad comunista en la que no existe propiedad privada. Sin embargo no contempla la disolución de la familia ni religión, considerando el evangelio como la verdadera realización de la fraternidad. En Francia fue perseguido y desarrolló sus proyectos EEUU, que fracasaron.

7.- PROUDHON: EL CAMINO DEL ANARQUISMO

Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) es uno de los personajes más significativos del pensamiento de izquierda del s. XIX. Sus obras fueron consideradas por buena parte de los movimientos marxistas. Trabajador y autodidacta escribió varios libros de gran repercusión entre los que destaca ¿Qué es la propiedad? . Fue diputado de la Asamblea nacional francesa en la que fue defensor del proletariado. Se exilió a Bélgica.

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Su pensamiento parte de que el hombre tiene una dimensión individual y otra social. El pensamiento liberal solamente ha considerado la primera, lo que ha fomentado el egoísmo y la desigualdad. Por otra parte opina que las escuelas socialistas ahogan el individualismo. Es primordial buscar un equilibrio entre individuo y sociedad. Reconoce a cada persona como un ser único que tiene algo en común con todos los demás (individuo y social). La sociedad humana se constituye a través de este equilibrio inestable.

Proudhon achaca a la sociedad capitalista haberse decantado hacia el atomismo individualista que entiende la sociedad como la suma de individuos sin intereses comunes. Sin embargo, el trabajo en grupo genera un excedente productivo que se atribuye a los capitalistas. El trabajo es el motor de la actividad humana, de la creación y de la liberación de los individuos y las sociedades. Para Proudhon la “propiedad es un robo” cuando no procede del trabajo, sino en los medio de producción (la plusvalía). La propiedad generada por el trabajo es legítima puesto que garantiza la independencia del trabajador. Los sistemas utópicos comunistas que luchan contra la propiedad imponen la igualdad a través de la autoridad, lo que va en contra de la justicia social.

La organización de la sociedad se debe basar en el mutualismo, donde a todos se les garantizan los mismos derechos y las mismas obligaciones sociales y económicas. Estas organización se federarían para que existiera un sistema de ordenación de las relaciones políticas entre las mutualidades en el nivel regional, nacional e internacional. La organización mutualista es por tanto, una organización sin estado. Proudhon tuvo una gran repercusión en la izquierda no marxista y en particular en Bakunin. Marx no aceptó las tesis anarquistas y antiestatalistas. Sus ideas han revivido a lo largo del s. XX.

TEMA 10 – EL ANARQUISMO

1.- DEFINICIÓN

El anarquismo es un sistema político y filosófico basado en una sociedad sin gobierno. Este ideal se enmarca en los parámetros del socialismo. Se define además como socialismo libertario en oposición al socialismo autoritario o marxista.

Piotr Kropotkin dice: "Anarquismo es una teoría de la vida que concibe una sociedad sin gobierno, en que se obtiene la armonía por acuerdos libres entre los diversos grupos, territoriales y profesionales, constituidos para la producción y consumo, y la satisfacción de necesidades y aspiraciones de un ser civilizado."

En el anarquismo, las asociaciones voluntarias adquirirían una extensión mayor hasta sustituir al Estado en todas sus funciones. Una red de grupos y federaciones para todos los objetivos: producción, consumo e intercambio, comunicaciones, educación, defensa, etc. y por otra parte, para la satisfacción de necesidades científicas, literarias, artísticas y de relación social.

En tal sociedad, la armonía se derivaría de un ajuste y reajuste del equilibrio de la multitud de fuerzas e influencias, en que ninguna de ellas gozase de la protección del Estado.

El anarquismo es una concepción global basada en una explicación mecánica de todos los fenómenos y incluye la vida de las sociedades humanas y todos sus problemas. Utiliza las

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ciencias exactas y verifica sus conclusiones con métodos científicos. El anarquismo no presenta un carácter homogéneo ni responde a una doctrina determinada y rígida.

En el ámbito filosófico puede considerarse como la manifestación más extrema del proceso de laicización del pensamiento occidental, que llega al rechazo de toda forma de autoridad exterior o superior al ser humano. En el ámbito político y social presenta una verdadera igualdad económica y social junto a la igualdad política. Esta igualdad no puede nacer más que de la lucha contra el capitalismo y el Estado, y mediante la abolición del trabajo asalariado.

Puede ser considerado como una reacción radical ante la condición obrera del SXIX, caracterizada por la generalización del proletariado y la siguiente nueva división en clases de la sociedad.

2.- ORÍGENES Y DESARROLLO

Las ideas anarquistas entran en conflicto con las teorías reformistas y con las marxistas. La teoría anarquista hasta llegar a las formulaciones de Pierre-Joseph Proudhon (considerado padre del anarquismo) pasó por un periodo de maduración que va desde los filósofos griegos hasta los pensadores del SXIX.

Fue Proudhon el primero en esbozar la teoría anarquista. Su crítica a la propiedad es radical, acabando por definirla como un robo. Proudhon pretende que ni el trabajo, ni la ocupación, ni la ley puedan crear la propiedad; que la propiedad es un efecto sin causa.

Para él el paradigma de sociedad ideal será el de aquella que tenga un respeto máximo con la justifica, obviamente no como institución sino como principio rector humano. Su obra Filosofía de la miseria fue atacada por Marx pero hay que reconocer que la teoría económica marxista debe mucho a Proudhon.

Mijaíl Bakunin contribuyó a estructurar el pensamiento libertario y la organización de los anarquistas. Activo revolucionario creó la Alianza Internacional para la Democracia Socialista, organización que se integró en la AIT. Sus discrepancias con el bloque autoritario, capitaneado por Marx, provocaron su expulsión.

Su reacción fue celebrar un congreso internacional de Saint-Imier, donde se fijaron las bases de la Internacional libertaria y el sustrato de los movimientos anarquistas: el primer deber del proletariado no es la conquista del poder político sino su destrucción.

Kropotkin aporta al anarquismo el método científico. Demuestra la posibilidad de la economía autogestionada, la inutilidad del sistema punitivo estatal, las ventajas de combinar trabajo manual e intelectual y labores agrícolas e industriales o la maldad del Estado.

Debe mención su obra El apoyo mutuo. Un factor de evolución, en el que expone el principio de cooperación mutua de las especies como fuerza principal de supervivencia, protección y progreso.

Errico Malatesta es el gran difusor del anarquismo. Considera como objetivo de la propaganda anarquista destruir el principio de autoridad, pues la revolución destruirá toda fuerza organizada que pueda obligar a los hombres a actuar contrarios a su voluntad. Era entusiasta

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partidario de la organización del movimiento en grupos y federaciones con el fin de propagar la ideología.

Otros teóricos a añadir (solo citados en el libro):

Pietro Gori, Johann Most, Federico Urales, Rafael Barrett, Luigi Fabbri o Rudolf Rocker. En el ámbito de estudios históricos destaca Max Nettlau, en pedagogía Paul Robin y Francisco Ferrer, este es el creador de la Escuela Moderna de Barcelona y autor de la frase: "educar equivale actualmente a domar, adiestrar, domesticar."

Jean-Marie Guyau trata de una nueva moral sin obligación ni sanción. Emma Goldman aportó su crítica a la sociedad patriarcal y al machismo, Émile Armand teorizó sobre el individualismo anarquista y el amor libre, Ricardo Flores Magón introdujo el indigenismo en los planteamientos libertarios, por último Murray Bookchin aporto al anarquismo su crítica ecologista radical.

3.- CARACTERÍSTICAS

Libertad e igualdad son las dos palabras-clave en torno a las que se articulan los proyectos libertarios. Abogan por la propiedad colectiva de los medios de producción. Piensan que el ser humano no puede ser libre más que en una sociedad de personas verdaderamente libres.

La libertad , desde el punto de vista anarquista, tiene como objetivo una igualdad concreta, social, fundada en el reconocimiento igual y recíproco de la libertad de todos. Decía Bakunin:"(...) pienso que la igualdad debe establecerse a través de la organización espontánea del trabajo y de la propiedad colectiva de las asociaciones de productores libremente organizadas y federadas territorialmente, no a través de la acción estatal".

Los anarquista consideran indispensable combatir las formas de dominación política de carácter estatal o gubernativo. Para los anarquistas, todos los gobiernos permiten la dominación y la explotación de una parte de la sociedad por otra.

Las concepciones anarquistas cabe decir, son totalmente diferentes a los postulados liberales, que hacen del Estado el árbitro necesario para asegurar la paz civil, y de las prácticas marxistas-leninistas, que creen posible utilizar el poder político y dictatorial de un Estado "obrero".

A partir de 1917 en Rusia y posteriormente con los países que siguieron ese modelo, el fracaso de las tentativas de realizar el socialismo a través del uso de la dictadura demuestra el acierto de la crítica libertaria. Decía Malatesta que la revolución no se puede defender con medios que contradicen sus fines.

La utilización de la dictadura, definida proletaria, no condujo a la desaparición del Estado sino al desarrollo de una enorme burocracia. Hasta su caída esa misma burocracia era la fuente principal de desigualdad y privilegiados en estos países que habían abolido al propiedad privada capitalista.

Bakunin dice: "(...) el Estado despótico no puede existir sin apoyarse en una casta explotadora y privilegiada: la burocracia."

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El anarquismo propone un modelo de organización federalista que permita sustituir al Estado y su máquina administrativa a través de la implicación colectiva. El federalismo constituye el punto central del anarquismo y el método sobre el que se construye el socialismo libertario. Aclarar que el federalismo así entendido no tiene que ver con las formas de federalismo político practicado en algunos Estados. Para el anarquismo se trata de un principio de organización social completa, capaz de englobar todos los aspectos de la vida de una colectividad humana.

El pensamiento anarquista en ningún momento niega la importancia de la organización, por lo que se plantea otra manera de organizarse que asegure la autonomía de los componentes. El federalismo se apoya en la autonomía de los trabajadores y de las industrias así como de los municipios. Se asocian entre ellos para garantizarse la provisión de las necesidades individuales y colectivas. Si la autogestión en las empresas posibilita la sustitución del trabajo asalariado por el trabajo asociado, la organización federal de productores, municipios y regiones permite la desaparición del Estado.

El fundamento de tal organización es el contrato voluntario que se puede modificar por voluntad de los contratantes y capaz de reconocer el derecho de iniciativo de todos los componentes.

Este contrato federativo permite precisar los derechos y deberes de cada uno y desarrollar los principios de un verdadero derecho social capaz de regular los conflictos, sin coaccionar la autonomía de sus componentes, lo que permite a la organización federal oponerse tanto al centralismo como al individualismo liberal.

Como es lógico, el federalismo no es considerado por los anarquistas como un credo religioso, sino que es visto como un concepto dinámico, abierto y operativo. Un modo de resolver de la mejor manera posible las cuestiones sociales, respetando la máxima libertad de cada uno sin recurrir a arbitrajes gubernativos.

4.- LA ACCIÓN ANARQUISTA

Entre los anarquistas existe una unión indisoluble entre el fin perseguido y los medios utilizados. Los anarquistas piensan que el fin no justifica los medios y que éstos deben estar de acuerdo con el fin perseguido.

El objetivo de la acción anarquista no es la conquista del poder o su gestión. Frente a la acción política y parlamentaria, encaminada a conquistar el poder, los anarquistas prefieren la acción directa, la autogestión generalizada sin delegar poderes a nadie.

Los anarquistas consideran que la práctica de la acción directa es el mejor método de lucha. El pensamiento libertario se opone siempre a todos los intentos de manipulación del movimiento obrero o revolucionario, y aboga por la auto-organización, la acción colectiva y autónoma de los trabajadores.

Los anarquistas ni son ni aspiran a ser una vanguardia o a adoptar un papel dirigente, ya que consideran que nadie puede ocuparse mejor de sus propios asuntos que el interesado. Pero para que sea posible es necesario que los trabajadores tomen conciencia de su capacidad

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política. La acción anarquista tiene siempre como objetivo la defensa de los explotados, y apoya todas las reivindicaciones que van dirigidas a la mejora de las condiciones de vida y al progreso social.

Numerosos anarquistas han visto en las organizaciones sindicales una forma de transformación social, siempre que se sepan utilizar sus posibilidades. Desde el punto de vista libertario, una organización sindical debe:

1. mantener su autonomía ante las organizaciones políticas y ante el Estado.2. practicar el federalismo y una auténtica democracia directa. 3. intentar la obtención de las reivindicaciones inmediatas y preparar a los trabajadores

para la gestión futura de la producción.

El sindicato y la acción sindical no son ni pueden ser considerados como una finalidad en sí mismos. Es preciso que el sindicato, si no quiere acabar siendo un elemento más del capitalismo, se dote de un programa de transformación social y de una práctica consecuente.

Este tipo de sindicalismo se denomina sindicalismo revolucionario o anarcosindicalismo. En 1922 sindicatos revolucionarios del mundo reconstruyeron la AIT. En cualquier caso para los anarquistas la acción sindical no es el único método de lucha de los trabajadores.

5.- ORGANIZACIÓN Y PROGRAMA

Los anarquistas se organizan en grupos, normalmente no muy numerosos; los diferentes grupos de una misma zona se organizan en una federación, pero manteniendo su autonomía. En el anarquismo organizado las decisiones se toman por unanimidad. Y cada uno es responsable de aquello que ha suscrito y nadie toma decisiones en nombre de los demás. Las diferentes federaciones no consideran ostentar un monopolio de los anarquistas que no están federados.

Los anarquistas consideran los grupos y federaciones como instrumentos útiles pero nunca como algo obligatorio ni imprescindible.

Se reproduce ahora el programa elaborado por Malatesta en 1903 y adoptado por todas las organizaciones anarquistas:

1. abolición de la propiedad privada de la tierra, las materias primas y los instrumentos de trabajo, para que nadie pueda tener un modo de vivir explotando el trabajo ajeno y, teniendo todos los humanos garantizados los medios de producir y vivir, puedan ser independientes y asociarse libremente.

2. abolición del gobierno y todo poder que haga ley y la imponga a los demás, abolición pues de instituciones dotadas de medios coercitivos.

3. organización de la vida social a través de libres asociaciones y federaciones de productores y de consumidores, guiados por la ciencia y la experiencia, y libres de toda imposición que no derive de las necesidades naturales.

4. garantizar los medios de vida, desarrollo y bienestar a los niños y a todos los que no estén en estado de proveer sus necesidades.

5. lucha contra las religiones y todas las mentiras, aunque se oculten bajo el mandato de

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la ciencia. 6. lucha contra el patriotismo. Abolición de las fronteras, confraternización de todos los

pueblos. 7. reconstitución de la familia, de modo que resulte la práctica del amor, libre de

cualquier vínculo legal.

IDEAS CLAVE

Definición

- Sociedad sin gobierno.- La armonía se obtiene a través de acuerdos libres entre grupos y federaciones.- Las asociaciones de grupos y federaciones pretenden sustituir al Estado.- Utiliza las ciencias exactas y verifica sus conclusiones con métodos científicos.- Rechaza toda forma de autoridad, lucha contra el capitalismo y el Estado, aboga por la

abolición del trabajo asalariado.

Características

- Busca la propiedad colectiva de los medios de producción.- Lucha por la libertad e igualdad social .- Combate las formas de dominación política.- Propone un método de organización federalista con intención de sustituir al Estado y

su administración.- El fundamento del federalismo es el contrato voluntario, sin coacciones a la autonomía

de sus componentes.

Acción

- El fin no justifica los medios.- No se busca la conquista del poder.- Defiende la acción directa, la autogestión, la acción colectiva, la auto-organización.- Defensa de los explotados y de las causas que puedan mejorar las condiciones de vida

y el progreso social.- Los anarcosindicatos deben contar con un programa de transformación social y una

práctica que se ajuste a este.

Organización y programa

- Grupos normalmente no numerosos (aunque pertenecer a uno o a una federación no es obligatorio).

- Decisiones tomadas por unanimidad.- Programa: abolición de la propiedad privada, abolición del gobierno y poderes

coercitivos, libre asociación y federacionismo, lucha contra el patriotismo, reconstitución de la familia, garantizar medios a los niños y a los no capacitados para proveer sus necesidades, lucha contra la religión y las mentiras ocultas tras la etiqueta de la ciencia.

AUTORES

Pierre-Joseph Proudhon

- Es considerado el padre del anarquismo.

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- Hace una crítica radical a la propiedad, la considera un robo.- Su sociedad ideal es aquella que tenga máximo respeto con la justicia, entendida como

principio rector.

Mijaíl Bakunin

- Contribuye a estructurar el pensamiento libertario y la organización anarquista.- Crea la Alianza Internacional para la Democracia Socialista.- Celebra un congreso donde se fijan las bases de la Internacional Libertaria y el sustrato

del movimiento: el primer deber del proletariado no es la conquista del poder sino su destrucción.

Kropotkin

- Aporta al anarquismo el método científico.- Apuesta por la economía autogestionada y la combinación del trabajo manual e

intelectual y la labor agrícola con la industrial.- Expone el principio de cooperación mutua.

Errico Malatesta

- Considera que el objetivo de la propaganda anarquista es destruir el principio de autoridad.

- Es el gran difusor del anarquismo.- Partidario de la agrupación en grupos y federaciones.

BIBLIOGRAFIA

- ¿Qué es la propiedad? de Proudhon- El Imperio knuto-germánico y la revolución social de Bakunin- Palabras de un rebelde de Kropotkin - Ni dios ni amo de Daniel Guerin

TEMA 11 – KARL MARX Y EL MARXISMO

INTRODUCCIÓN

A lo largo del siglo XIX, las ideas socialistas y comunistas surgen como consecuencia política de la revolución francesa y como consecuencia social de la revolución industrial.

La revolución francesa ofreció a las sociedades un ideal individualista. La revolución industrial convirtió al hombre económico en el miembro más respetable de la sociedad. Entre 1830 y 1848 apareció el proletariado como una fuerza activa a nivel social y político. Progresivamente, la lucha entre la aristocracia tradicional y las burguesías industriales se vio desplazada por las batallas económicas de capitalistas y proletarios. El Antiguo Régimen y las clases ligadas al nuevo capitalismo lograron fundirse finalmente, en una clase gobernante a lo largo del siglo XIX. Después hicieron concesiones de ciudadanía, que contribuirían a domesticar en gran medida a las clases medias, a la clase obrera y al campesinado.

El resultado principal de las ideas socialistas y comunistas, defendidas en un primer momento por Owen, Cabet, Fourier … fue la convicción de que la concentración incontrolada de la riqueza y la desenfrenada competencia darían lugar a una miseria y una crisis cada vez mayores

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y que el sistema capitalista liberal debía ser sustituido por otro en que la organización de la producción y el intercambio acabara con la pobreza y la opresión y produjera una redistribución de los bienes sobre la base de la igualdad.

Durante cierto tiempo, la democracia y el socialismo se presentaron en formas mixtas e intermedias; solo la revolución de 1848 trazó una clara línea entre ambos movimientos. Lo mismo pasó con los términos “comunista” y “socialista”. “Comunista” empezó a usarse hacia 1830 para referirse a los reformadores y utopistas radicales que exigían la abolición de la propiedad privada, la absoluta igualdad de consumo, y que solo confiaban en el uso de la fuerza por los explotados. Uno de los precursores del ideal comunista fue Gracchus Babeuf (1760-1797) (teoría del babouvismo), quien creía que la revolución francesa no había sido más que el anuncio de una gran revolución, la de la igualdad real, que desembocaría en la dictadura del proletariado, apoyada en la lucha armada. Luis-Auguste Blanqui (1805-1881) (teoría del blanquismo) retomó las tesis de Babeuf, creyendo que un grupo conspirador adecuadamente organizado puede hacerse con el poder si la situación política es favorable y puede entonces ejercer una dictadura en beneficio de las masas trabajadoras y establecer un sistema económico comunista independientemente de las demás condiciones sociales. El fracaso de la revolución de 1848 en Francia contribuyó al descrédito del modelo socialista y puso de actualidad las concepciones radicales de Pierre Joseph Proudhon (1809-1865), quien rechazó toda forma de gobierno. Tuvo gran influencia en Bakunin y Kropotkin.

El llamado socialismo de estado tuvo un mayor desarrollo e influencia en Alemania. Su gran defensor fue Ferdinand Lassalle (1825-1864). Fundó el Partido Democrático-Social, criticó el individualismo liberal y aconsejó la unión de los obreros alemanes en una asociación general. Ellos deben ejercer el control de la vida del Estado, que es el instrumento indispensable para que la humanidad pueda cumplir los fines de su existencia, alcanzando el más alto grado de cultura, con el fin de conseguir el bienestar general.

En este contexto económico y social surge el marxismo como doctrina filosófica, económica y política. Lo específico del proyecto político-social de Marx (1818-1883) fue su creencia en la importancia de la ciencia social para, a partir de un conocimiento de la realidad lo más exacto posible, construir un movimiento revolucionario capaz de destruir el sistema y la sociedad burguesa-capitalista. Fundamentaba la necesidad del comunismo en factores objetivos, que tenían que ver con los intereses de las clases obreras, la dinámica de las fuerzas productivas, los conflictos entre capitalistas, etc...

1.- KARL MARX: FORMACIÓN INTELECTUAL Y ACCIÓN POLÍTICA

Nacido en Tréveris el 5 de mayo de 1818, hijo de un rabino y jurista que le proporcionó formación universitaria, situándose en la élite intelectual. Estudió derecho en Bonn y historia y filosofía en Berlín, donde contactó con la denominada izquierda hegeliana. Eran muy críticos con el régimen político del momento, representado por la monarquía de Federico Guillermo IV. Creían estar viviendo una época de transición, el principio de una nueva era. Abogaban por un sistema constitucional y se oponían al estado confesional. Participó en el proyecto publicístico de La Gaceta Renana, cuyo primer número se publicó en 1841 y sufrió constantes censuras por las autoridades prusianas hasta la publicación de su último número de marzo de 1843, cuando emigró a París y conoció a Bakunin, Proudhon y Engels. Publicó allí los artículos Introducción a

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la crítica de la filosofía del derecho de Hegel y La cuestión judía, donde habla de emancipación política, refiriéndose a la emancipación del estado con respecto a la religión; y de emancipación humana como la liberación del hombre de las situaciones derivadas del modo de vida de la sociedad burguesa. Marx distinguía entre los derechos del ciudadano, que eran de orden político, expresándose en la participación del hombre en el estado, y los derechos del hombre que eran la expresión de la sociedad burguesa. Redactó también los Manuscritos de París y los Manuscritos filosóficos de 1844, las ideas principales de ambos son la enajenación del trabajo y la relación entre capital y trabajo. Expulsado por las autoridades francesas a Bélgica, en enero de 1845 Marx prosiguió con sus reflexiones filosóficas en sus Tesis sobre Feuerbach, donde afirma que la tarea fundamental no es ya interpretar el mundo, sino transformarlo. Elabora nuevos conceptos como clase social, lucha de clases, estado… Exiliado de nuevo, Marx vivirá desde entonces en Londres, en condiciones materiales muy difíciles, alternando el activismo político y el trabajo teórico. Preside la organización de la Asociación Internacional de Trabajadores, la I Internacional. Se esforzó por hacer que todo el movimiento compartiera las bases ideológicas que él había elaborado, y esperó hacer de la Internacional un arma contra Rusia, bastión de la reacción universal, a su juicio. A pesar de su prestigio, fracasó en estos 3 objetivos y su política terminó por producir una ruptura dentro de la Internacional. A partir de los años 60, el marxismo se convirtió en la más importante de las ideologías socialistas rivales y ello se debió en gran medida, a la publicación en 1867 del primer volumen de El capital. Su tesis fundamental es que la explotación deriva de la venta de la fuerza de trabajo por los trabajadores asalariados.

El marxismo aportó a la ideología socialista una filosofía -el materialismo dialéctico-, una sociología -el materialismo histórico- y un proyecto político revolucionario.

2.- MATERIALISMO DIALÉCTICO Y MATERIALISMO HISTÓRICO

Materialismo dialéctico. Marx no llegó nunca a emplear este término. Hay que tener en cuenta dos especificaciones: el aspecto metodológico, que usa las categorías de la dialéctica hegeliana, y que al referirse a la evolución, desarrollo o progreso de las sociedades humanas, matiza la idea del continuo, de la continuidad físico-biológica y sociocultural para dar primacía a las contraposiciones, los conflictos, las crisis y los saltos históricos. Así entendido, lo dialéctico es la base cultural sobre la que se ha creado la base del materialismo práctico, histórico y económico. El materialismo marxista postula que el hombre es, a la vez, fruto de las circunstancias históricas y agente del cambio de las mismas. Aspira a la conciencia plena de esa contradicción y a superarla por la vía revolucionaria. No quiere limitarse a la comprensión de lo que hay o ha habido históricamente, sino que aspira a transformar el mundo teniendo como horizonte ya no la sociedad civil, burguesa, sino un proyecto alternativo, la sociedad comunista.

Materialismo histórico. La concepción materialista de la historia trata de captar el proceso real de producción partiendo de la producción material de la vida y de la forma de intercambio que corresponde a cada modo de producción. Las ideas de los hombres cambian de acuerdo a las cambiantes relaciones socioeconómicas. Y las ideas que dominan son las de las clases dominantes, de las clases poseedoras de los medios de producción.

Los motores de las transformaciones sociales son dos y están interconectados. De un lado, el conflicto entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción y de

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propiedad existentes. De otro, las revoluciones, fruto de la lucha entre las distintas clases sociales.

Desde la perspectiva marxista pueden distinguirse cuatro modos de producción: antiguo, feudal, burgués y asiático. Cada uno de ellos se caracteriza por un tipo de relaciones entre los hombres que trabajan. El modo de producción antiguo se caracteriza por la esclavitud, el feudal por la servidumbre, el burgués por el trabajo asalariado, y el asiático por la subordinación de todos los trabajadores al estado.

Factor de primer orden en los cambios sociales es la lucha de clases. La dialéctica histórica aparece como oposición de intereses entre las clases sociales. Meditar sobre el curso histórico significa buscar la lucha ininterrumpida, unas veces abierta y otras latente, que tiene lugar entre las clases sociales por razón de sus intereses reales, luchas que terminan siempre con una transformación revolucionaria de la sociedad. Pero en general, estos procesos son múltiples y dilatados y solo paulatinamente llevan a la formación de las clases. La burguesía, por ejemplo, se ha formado en un proceso secular que parte de la edad media, y fue preciso que pasara un dilatado proceso histórico para que llegara a convertirse en rival histórico del orden social feudal. El orden capitalista, en cambio, ha simplificado las oposiciones de clase, escindiendo la sociedad en dos clases opuestas: la burguesía y el proletariado. La exclusión o la participación en la propiedad de los medios de producción constituye el principio estratificador de las clases sociales, así tenemos propietarios o capitalistas y proletarios o trabajadores. Existe explotación cuando una fracción de la sociedad se apropia de una parte del resultado del trabajo de la otra fracción.

Desde la perspectiva del materialismo histórico marxista, el estado pertenece al ámbito de la superestructura. Por su naturaleza, es siempre un órgano en manos de las clases dominantes.

3.- CRíTICA DE LAS IDEOLOGíAS

Concepto de ideología: El materialismo histórico lleva implícita una crítica de las ideologías políticas contemporáneas. Marx usó por lo general, el término ideología en su sentido peyorativo: se trataba de un cuerpo de ideas que aspiran a la universalidad y a la verdad más absoluta, pero que representan solo intereses particulares de una determinada clase social. Marx y Engels sometieron a crítica desde esos supuestos las ideologías políticas contemporáneas, tales como los socialismos que calificaron de utópicos, el anarquismo, el liberalismo, la democracia y el nacionalismo.

Crítica del socialismo y del anarquismo: El socialismo feudal o reaccionario, se oponía al capitalismo desde el punto de vista de la aristocracia arruinada por el sistema de propiedad burgués-capitalista. Atacaba la época burguesa por subvertir el viejo orden y por crear un proletariado revolucionario. Lo mismo puede decirse de socialismo cristiano. El socialismo pequeño-burgués, representado por Sismondi, afirma que la creciente mecanización, la concentración de capital, la división del trabajo, llevan inevitablemente a la crisis, la pobreza y las desigualdades, pero para Marx y Engels, la solución no puede pasar por un retorno al sistema de producción precapitalista, al intercambio con gremios y a una economía agrícola patriarcal, ya que resultaba reaccionario e inútil. Similar pasa con el socialismo de Proudhon, quien intentaba conservar la burguesía y deshacerse del proletariado, eliminando todo lo que

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tiende a revolucionar la sociedad. Para ello había que revivir los métodos de producción medievales basados en la artesanía individual, abolir la competencia y regular la producción según las necesidades humanas. El socialismo utópico, predicado por Saint-Simon, Owen o Fourier, fue consciente de la lucha de clases y de la opresión del proletariado, pero rechazaban la perspectiva de la revolución y ponían sus miradas en la comunidad general o en las clases privilegiadas. Con respecto al anarquismo de Bakunin, Marx discrepaba en que la revolución podía acabar con toda forma de estado desde el principio. Marx creía que el estado futuro debería organizar la producción. También discrepaba de la idea de Bakunin de una actividad económica libre desarrollada por pequeñas comunas autónomas, ya que Marx consideraba, al igual que en la utopía de Proudhon, que reproduciría necesariamente el sistema de competencia y acumulación de capital. Discrepó también de Lassalle, en particular sobre el papel del estado en su programa político, como agente de la emancipación de la clase obrera en las condiciones capitalistas, contrario a la idea de Marx del estado como arma defensiva de las clases privilegiadas. También criticó su excesivo patriotismo.

Crítica de la democracia liberal: Marx veía en las libertades del ciudadano una consecuencia de las fuerzas del dinero y del mercado. En los derechos del hombre, lo verdadero eran los intereses; lo falso era la ciudadanía. El individuo democrático se creía igual y semejante a cualquier otro individuo, mientras que la sociedad capitalista no dejaba de producir individuos desiguales. Teóricamente constituida para individuos iguales y libres, la democracia política era una mentira. La ciudadanía democrática materializaba la política de la clase dominante bajo la apariencia de una soberanía igualmente compartida por todos los miembros de la sociedad.

Crítica del nacionalismo: En el pensamiento de Marx y Engels la nación ocupa un lugar claramente subordinado. El Manifiesto Comunista dice que “los proletarios no tienen patria”. Postularon la subordinación de la nación y del estado nacional a las leyes inexorables del progreso histórico, en su convencimiento de que la unificación económica del mundo, favorecida por el modo de producción capitalista volvería superflua la existencia de naciones y anularía los conflictos políticos nacionales. El objetico final era la desaparición de las diferencias de clase en el marco de un mundo unificado en el que, por definición, las diferencias nacionales tampoco tendrían significado alguno.

4.- DEL SOCIALISMO AL COMUNISMO

Marx y Engels llegaron a la conclusión de que el capitalismo era irreformable, y que, a pesar de todas las luchas económicas y políticas, la clase trabajadora estaría esclavizada en tanto prosiguiera ese sistema de producción. Pero nunca indicaron formalmente cuales eran las condiciones para el estallido de las revoluciones. Sus observaciones dispersas no formaban un todo coherente. Marx llegó a creer con el tiempo que no podía haber una transición inmediata al sistema socialista. En la Crítica al programa de Gotha, observó que tendría que haber un período intermedio entre la revolución y la realización final de las esperanzas socialistas: la dictadura del proletariado.

En 1895 Engels rechazó la posibilidad de una vía violenta y se planteó el acceso al poder por medios legales en el parlamento. No rechazó la idea de la revolución como principio necesario e inevitable, pero creía que podía ser no-violenta.

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Según el esquema marxista, el advenimiento de la nueva sociedad se desarrolla en tres etapas: la revolución, la dictadura del proletariado y la sociedad comunista. La revolución es necesaria e inevitable. La dictadura del proletariado es explícitamente prevista por Marx como una fase intermedia entre la revolución y el comunismo. Tras la victoria de la revolución, el proletariado se valdría de la dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del estado, es decir, del proletariado organizado. Estas medidas de dominación serían (entre otras): expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para los gastos del estado; fuerte impuesto progresivo; abolición del derecho de herencia; confiscación de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos; centralización del crédito en manos del estado por medio de un banco nacional con capital del estado y monopolio exclusivo...

En cuanto a la sociedad comunista o sin clases, estadio último emergente de la extinción del estado proletario, Marx y Engels fueron poco precisos. No existe una reflexión profunda sobre el factor político, las formas de gobierno y el estado. El estado por su índole es despótico, al cambiar la forma de gobierno se modifica la manera de ejercer el poder, pero no la sustancia de este.

Suele decirse que Marx tomó de la experiencia de la comuna de París la idea del estado proletario, con democracia directa, es decir con la participación de los ciudadanos en las diversas sedes en que se ejerce el poder no filtrada a través de representantes, por muy libremente elegidos que hayan sido. Marx resaltó de la comuna de París algunos rasgos como la supresión del ejército permanente por el pueblo armado, la elección por sufragio universal de los consejeros municipales, revocables en cualquier momento, la privación a la policía de sus atribuciones políticas y su conversión en instrumento responsable de la comuna, la disolución y expropiación de las iglesias en cuanto entes poseedores … Para Marx la mejor forma de gobierno es la que permite el proceso de extinción de cualquier forma posible de gobierno, es decir, que da lugar a la transformación de la sociedad estatal en su sociedad no-estatal.

5.- LA HERENCIA DE MARX: REFORMA O REVOLUCIÓN

Marx murió en Londres , el 14 de marzo de 1883. Engels también en Londres el 5 de agosto de 1895. En 1889 se fundó la II Internacional, cuyo período de existencia, hasta 1914, puede ser denominado la edad de oro del marxismo. El marxismo impregnó la ideología de la mayoría de los partidos socialistas europeos, salvo en Inglaterra. Sin embargo, tanto a nivel político como doctrinario, estallaron varias crisis del pensamiento marxista, fruto sobretodo, de las ambigüedades de sus planteamientos. La primera fue la llamada crisis del revisionismo, a primeros de año del siglo XX en la socialdemocracia alemana. Berstein y Kautsky se preguntaban si la economía capitalista estaba transformándose según las previsiones de Marx. Berstein estimaba que los antagonismos de clase no se habían agudizado, que la concentración económica no se estaba produciendo al ritmo previsto y que por tanto, no era probable el estallido de una revolución. Desde el punto de vista filosófico Berstein criticaba la dialéctica, a la que acusaba de ser el obstáculo para lograr una observación justa de las situaciones sociales. La ortodoxia marxista fue defendida por Kautsky, para quien si los revisionistas estaban en lo cierto, el socialismo no tenía razón de ser. Pero pronto fue tildado de revisionista, con el triunfo

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de la revolución bolchevique en Rusia.

La tesis de Trotsky y Lenin era simple: el partido bolchevique, que se declaraba marxista, representa al proletariado en el poder, el poder del partido bolchevique es la dictadura del proletariado.

TEMA 12. EL NACIONALISMO EN EL SIGLO XIX

INTRODUCCIÓN

El nacionalismo fue un conjunto de ideas políticas, sentimientos y realidades sociales que se desarrollaron en Europa a lo largo del siglo XIX y que han llegado hasta hoy. Se referían a la identificación de un individuo con un grupo, la nación, que había que proteger y ensalzar los elementos que la definían como tal. A partir del inicio del siglo XIX esta idea se generaliza como elemento de movilización política, fue una idea política sumamente cambiante y amoldable, como demostraron los acontecimientos a lo largo del siglo XIX. El nacionalismo evolucionó desde la libertad, modernidad y progreso hasta las ideas reaccionarias, integristas y racistas, cuyo punto culminante fue el fascismo.

Existen dos modelos de nacionalismo:

La Revolución francesa marcaría el inicio del nacionalismo (1789); fue a partir de ese momento, cuando los países europeos occidentales iniciarán el proceso de construcción del Estado-Nación moderno, basándose en el imperio de la ley, la soberanía nacional y el desarrollo de valores cívicos, como la libertad y la igualdad.

Según E. Kedouri, el nacionalismo fue un invento elaborado por J.G. Fichte, que reinterpretó el romanticismo alemán, una cultura propia con la existencia de una nación alemana.

1. EL NACIONALISMO POLÍTICO. LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y SUS CONSECUENCIAS.

Desde el inicio del siglo XIX el nacionalismo empezó a ser un vector de fuerza y de movilización política para la construcción de la nación. Herederos de la teoría del contrato y de las ideas ilustradas francesas de Voltaire, Montesquieu y Rousseau, la nación se relacionó en Francia con la voluntad política del grupo que, haciendo uso de la soberanía nacional expresó jurídicamente su deseo de convivir y de ser gobernados por un mismo gobierno. El nacionalismo estaba relacionado con la construcción de los Estados Modernos. La nación entendida como comunidad humana y definida de forma política por la soberanía del Estado sobre un territorio, hacía mención a la relación del vínculo político existente entre los ciudadanos y su lealtad hacia las instituciones comunes a través de los derechos y deberes cívicos que el Estado garantiza.

La liberación del Tercer Estado estableció jurídicamente la igualdad, la libertad y la justicia de todos los ciudadanos, con el Estado como garante de estos derechos mediante la Constitución y el corpus legislativo. El Nacionalismo y el liberalismo aspiraban a romper con el pasado y sus arbitrariedades y privilegios como el poder absoluto del monarca. El súbdito se convirtió en ciudadano con sus derechos y responsabilidades.

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Como en la revolución inglesa de 1688 y la de las colonias americanas, la toma de conciencia de algún grupo social como grupo oprimido o desplazado por el sistema, dio pie al irredentismo que fue una de las características de la que se alimentaban los movimientos nacionalistas. En el caso francés, el discurso de E. Sieyés acerca del Tercer Estado fue bastante aclaratorio sobre la importancia política que puede tener un grupo político convertido en nación.

Este nacionalismo estaba relacionado con la difusión de valores cívicos de carácter político. El Estado se convirtió en una institución moderna y nacional para el beneficio de todos y nacionalizadora para asegurar su buen funcionamiento. Una de las consecuencias fue la cada vez mayor vinculación entre el ciudadano y el Estado, ya no se limitaba a la recaudación de impuestos y a la militarización en caso de guerra sino que el ciudadano estaba vinculado al propio funcionamiento del Estado y al propio ejercicio de la acción de gobierno. Los Estados modernos no sólo gobernaban a las personas sino que también administraban las cosas.

Las normas del desarrollo estaban marcadas por la Constitución como norma suprema. Para reforzar esa solidaridad de grupo se legisló la obligatoriedad de la educación primaria, se desarrollaron los nuevos medios de comunicación relacionados con el capitalismo y este con el liberalismo. Se implantó el servicio militar obligatorio, proliferaron las ciencias, aparecieron los museos que ayudaron a los ciudadanos a tomar conciencia de su pasado y desarrollar una identidad nacional en pos de un destino común.

Se hizo realidad la ecuación Nación = Estado = pueblo donde los intereses comunes prevalecían sobre los particulares y el desarrollo frente al privilegio. El nacionalismo según E. Gellner se convirtió así en una herramienta de movilización, socialización y politización del individuo, con el Estado como principal elemento de modernización que caracterizó a la sociedad europea de finales del siglo XVIII. La conjunción de movimiento revolucionario, liberalismo y nacionalismo era la alternativa propuesta frente al gobierno de los grandes Imperios teocráticos. Gobierno representativo, imperio de la ley y soberanía nacional se podían identificar con autodeterminación popular y fueron la base del progreso. Estas ideas nos remiten al racionalismo Kantiano y se expresaron en la Declaración de Derechos del Ciudadano de 1795.

Para L Greenfeld, el hecho nacional comenzó a tener importancia y se vinculó al liberalismo como ideología modernizadora y emancipadora del viejo orden estamental y constructora del nuevo orden social, desarrollándose el nacionalismo tal y como lo entendió E. Gellner como el principio que afirmaba que la unidad política y nacional debía ser congruente.

Se definió una cultura oficial, una educación oficial, una lengua oficial, para cumplir con su función de Estado moderno. No fue la conciencia nacional sino que fue el Estado el principal elemento de desarrollo del nacionalismo y este junto al liberalismo unidos como cuerpo teórico ideológico desarrollaron el Estado moderno. El hecho de que el ciudadano pudiera llevar a cabo sus derechos y deberes era la característica que le convertía en francés.

El ascenso al poder de Napoleón y el desarrollo en Europa de las guerras napoleónicas, se difundió al resto del continente europeo, aunque este no fue el único modelo de nacionalismo que comenzó a desarrollarse en este periodo.

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2. EL NACIONALISMO ALEMAN CULTURAL. EL CASO DE ALEMANIA.

En 1807, Napoleón invadió Europa central, poniendo fin al Sacro Imperio Germánico, ocupando los territorios gobernados por príncipes alemanes. En ese momento no existía un Estado alemán, pero sí existía una cultura y una literatura en alemán con la que se identificaban un buen número de personas.

Ante la derrota, la reacción de la élite cultural alemana fue inmediata y tuvo como principal protagonista a J.G.Fitche, quien en Discursos a la nación alemana conjugó las ideas del romanticismo alemán, influenciado principalmente por J. Herder, F Schelling o F. Holderling, y del irracionalismo principalmente de G. Hamman (1730.1788) y su crítica a la razón como fuente de conocimiento de la naturaleza, con sus influencias pietistas acerca del significado de la identidad nacional y de la nación alemana. Fitchte, reivindicó la existencia de la nación alemana por la existencia de una cultura y una lengua propia, el renacimiento literario de años anteriores era para él el elemento principal a partir del cual se forjaba el espíritu alemán. Fitche entendía la lengua como la manifestación de que el pueblo alemán tenía una cosmovisión, un modo de vida y una visión propia del mundo. Como señaló R. Safranski la lengua era un elemento otorgado por Dios al pueblo alemán para demostrar su superioridad sobre el resto.

J. Herder también resaltó la existencia de un espíritu alemán, pero no reivindicaba un estado alemán pues veía con recelo el hecho de que el mundo pudiera estar dividido en Estados, ya que lo encontraba nocivo para el desarrollo del espíritu humano. Lo importante para él, era que el hombre fuera coherente con la misión que Dios le había encomendado. Apostaba por un mundo dividido en naciones, pero culturales que no se debían corresponder con un Estado, todas con lengua propia y creación literaria que manifestara su espíritu y su creatividad. Para ambos la lengua significaba que Dios había conferido al pueblo alemán la idea de progreso en forma de cultura alemana. La existencia de la lengua alemana justificaba la existencia de la nación alemana y que el pueblo alemán tenía una misión divina que debía llevar a cabo.

La nación alemana era un hecho que venía otorgado por Dios, un hecho que se tenía y que servía para diferenciar a los alemanes del resto de los hombres. Sobre la derrota ante Napoleón, Fitche argumentó que la nación alemana se encontraba en declive, que había perdido su espíritu, sus valores, su cultura y recuperándolos volvería a tener en el mundo el lugar que le pertenecía.

Sobre estas bases Fitche desarrolló un nacionalismo cultural, de tipo étnico y esencialista, con la idea de recuperar la cultura alemana como elemento del espíritu alemán, y también como elemento de movilización política frente a los valores que personificaba la Francia de Napoleón. El hecho de que pudieran estar gobernados por un gobierno extranjero, fue la causa de la obra de Fitche y la base para demandar la creación de un Estado alemán que garantizara la pervivencia, la autonomía y la autoexpresión de la nación. Para él sólo con la creación de un Estado la Nación podía desarrollarse y expresarse. En su conferencia recalcó “Voy a hablar puramente para alemanes, de cosas alemanas, sin cuidarme de las castas que sucesos desgraciados han producido, siglos ha, en esta nación” y continuó diciendo que: “La característica del alemanismo consiste precisamente en impedir nuestra fusión con cualquier pueblo extraño, y nuestra confusión con él, y en crearnos una nacionalidad independiente de

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todo poder ajeno”. “Mi espíritu, de quien emanan estos discursos, ya ve esa Nación perfecta en que cada ciudadano ha de mirar como suyo propio el destino de los demás; esa Nación puede y debe formarse si queremos evitar nuestra ruina; mi espíritu la ve aquí nacer, desarrollarse y aparecer al fin completamente realizada”.

La conciencia de tener un origen, una historia, una lengua, una cultura y una voluntad de un futuro común se tomó como elemento movilizador de la nación alemana contra el racionalismo y el universalismo francés. Para Fitche, la nación era un grupo vivo y activo a la hora de llevar a cabo la misión que se le ha encomendado. La identidad nacional se reflejaría así en un pasado común, pero también en una acción para un futuro en común. Fue esto lo que identificó como volk, ser coherente con lo que uno es y no perder su propia esencia como individuo dentro del grupo, porque ésta era otra de las características a destacar de este tipo de nacionalismo. La cultura define a la nación y el individuo que forma parte de ella se define en la medida en que posee esta cultura. Entonces la nación definía al individuo.

3. LA CONCIENCIA NACIONAL Y LA CONSTRUCCIÓN DE NACIONES.

El siglo XIX se caracterizó por el proceso de construcción de naciones y el desarrollo del Estado-Nación, siendo el liberalismo la tendencia que adquiría más fuerza, aunque no la suficiente para derrocar a los imperios pero si para socavar su autoridad.

A la altura de 1848 los dos tipos de nacionalismo, político y cultural, eran ya ideas recurrentes y movilizadoras. En la medida en la que el Estado-nación se hiciera más fuerte el desarrollo económico sería mayor. El desarrollo del capitalismo, la industrialización y el Estado como institución directora de los procesos de modernización fueron elementos que contribuyeron a la industrialización y al desarrollo económico de la zona. Ideada por F. List se creó una unión aduanera, el Zollverein, entre los principados alemanes, que ayudó a tener una conciencia en común del significado de la nación alemana y sería la base de las fronteras alemanas; entró en vigor en 1834 y tuvo gran importancia para el desarrollo industrial de la zona. Este proyecto tuvo su origen en las medidas liberalizadoras impuestas por Napoleón con la promulgación del Código Civil francés, pero a la larga sirvió para la unificación alemana, una de las más claras intenciones de F. List cuando ideó el proyecto.

El éxito económico del proyecto, unido al mito en que se convirtió el discurso de Fitche y el desarrollo del determinismo hegeliano fueron elementos muy importantes iniciando la recta final hacia su unificación.

El fracaso de la rebelión de 1848 dejó claro que el proceso estaba en marcha pero que se llevaría a cabo bajo la dirección del gobierno prusiano. Lo que implicaba el abandono del liberalismo como idea directora del proceso, ya que el Estado prusiano se caracterizó por su autoritarismo, su rigor y la eficiencia. Como en su día reflejó A.J.P. Taylor, la revolución liberal trajo a los países europeos el sufragio universal, mientras que a los ciudadanos de Prusia les otorgó el servicio militar obligatorio.

En la década de los años cincuenta los problemas nacionales se encontraban en el seno del imperio austriaco y en Rusia. También la cuestión polaca, que desde su desaparición como Estado estará presente en los círculos intelectuales de Europa; como también los intelectuales

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alemanes e italianos pedían la creación de un estado propio. En los Balcanes había nacionalismo que afectaba a la soberanía del Imperio Austríaco y el Imperio Otomano.

El siglo XIX se caracterizó por el desarrollo de los procesos de modernización, la construcción de naciones y el desarrollo de los Estados modernos; pero a partir de los cincuenta se difuminaría la diferencia entre nacionalismo político y cultural y se toma conciencia del potencial de socialización que tenía el nacionalismo. Con lo que se va a potenciar el discurso nacionalista y nacionalizador como fue el caso de la enseñanza obligatoria o la aparición del servicio militar para que se consolide el poder del Estado; complementado con el desarrollo de los medios de comunicación, que ya tienen un peso importante en la sociedad, desarrollo del transporte y avances científicos, elementos todos ellos que van a conformar una cultura nacional interpretada como elemento de socialización propagandístico para resaltar las virtudes del espíritu nacional.

4. G. MAZZINI Y LA UNIFICACIÓN ITALIANA.

G. Mazzini fue uno de los principales protagonistas del desarrollo del discurso nacionalista durante el siglo XIX y no sólo porque fuera uno de los principales instigadores de la unificación italiana sino porque su pensamiento fue una síntesis entre el nacionalismo político y el cultural, lo que le convertiría en un referente intelectual del pensamiento nacionalista de su tiempo y de los posteriores.

Pero hay que tener en cuenta que una vez concluido el proceso de unificación el pensamiento de Mazzini no se tuvo muy en cuenta a la hora de construir el Estado-Nación italiano, pero fue, sin duda, muy importante para iniciar el proceso revolucionario contra el Imperio Austríaco y fue lo suficientemente sólido como para que el pueblo italiano pudiera desarrollar una conciencia nacional lo suficientemente importante como para aceptar este proceso.

En el pensamiento de Mazzini podría sintetizarse que el Estado italiano debía ser liberal y democrático, ya que el ser humano solo podría desarrollarse plenamente en cuanto a su autonomía y su capacidad creativa bajo estos valores, a la vez que sólo bajo un Estado la nación podría desarrollar su sentido social de asociación para fomentar su propio bienestar y progreso. Mazzini era partidario de que cada nación tuviera su Estado, ya que era, en su opinión, la forma natural de que el ser humano pudiera canalizar su progreso moral, el ámbito principal en el que el ser humano debía desarrollarse, más allá de que también se pudiera desarrollar en el ámbito económico o social, a la vez que eso supondría el final del Imperio Austríaco, el invasor de Italia.

Para él, la nación era el paso intermedio entre el individuo y la humanidad. Apostó por una Europa de naciones. Fundó el movimiento La Joven Italia para canalizar el independentismo italiano y quiso que este tipo de organizaciones se extendiera por Europa a los países que vivían dentro de los imperios para poder cumplir su deseo de crear una Europa de naciones libres.

Tenía muy claro el papel de Dios en el proceso de construcción de naciones cuando afirmó “estamos escalando una pirámide cuya base abraza la tierra y cuyo vértice se levanta hacia Dios. La subida es lenta y penosa y podemos realizarla sólo uniendo nuestras manos, uniendo

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nuestras fuerzas, cerrando filas, como la falange macedonia, si uno de nosotros cayera exhausto por la fatiga. En esta necesidad reside la legitimidad de la democracia, de sus aspiraciones hacia la emancipación, la mejora y la cooperación de todos”.

En esta idea de progreso, la nación jugaba para Mazzini un papel esencial. La nación era para él “un instinto que Dios infundió en vuestro corazón, una voz que os llega del sepulcro de vuestros mayores, un signo que la naturaleza poderosa de Italia marcó en vuestra frente y en vuestra mirada, os dice que sois hermanos, llamados a tener una única bandera, un solo pacto, un solo templo, en lo alto del que resplandezca, con caracteres visibles a todas las gentes, la misión italiana, el encargo que Dios encomendó a la nación italiana para el engrandecimiento de la humanidad”.

De esta manera se conjugaban los dos tipos de nacionalismos que se habían desarrollado en Europa. Uno por mandato divino que hizo de Italia un pueblo elegido para mostrar al mundo su capacidad y su creatividad a través de la cultura; y desarrollando la ecuación Estado=nación=progreso en el que el Estado sería el instrumento modernizador bajo el que se lograrían las conquistas sociales y morales, principalmente la libertad; y relacionando el nacionalismo con la idea ilustrada de progreso, pero además con algunos elementos culturales propios del discurso de Fitche. La cultura italiana, con el Renacimiento como referente, mostró la unidad de origen, para luego relacionarla con la misión divina encomendada al pueblo italiano. Los conceptos de familia, nación y humanidad se asemejaba a un discurso conservador y tradicional que a una ruptura con lo anterior. El sentimiento nacional era algo intrínseco del ser humano “El hombre está en el mundo para continuar con la raza humana, no para refundarla”. Atacó a Saint Simon, Fourier, a sus seguidores y en general a todo el socialismo, por romper los lazos con el pasado, porque, para él, el sentimiento nacional era algo intrínseco a los ciudadanos de cualquier período, con lo que el socialismo, como el absolutismo, se alejaba de la idea de progreso, porque destruían al individuo como sujeto creador y moral y en el caso del socialismo, no tenían en cuenta la sociedad en la que se desarrollaba. Su nacionalismo no aspiraba a romper con todo lo anterior, pero si darle un nuevo sentido a la vida del ser humano. La humanidad tenía una historia de la que debía aprender y desde la que debía avanzar hacia el futuro, y lo haría mediante el desarrollo lógico que ofrecía la escala de la que formaban parte la familia, la nación y la humanidad.

5. LA NACIÓN Y EL LIBERALISMO INGLÉS.

En Inglaterra, el fenómeno del nacionalismo como idea política recurrente para la construcción del Estado-nación moderno fue un hecho que ya tuvo su importancia antes de la Revolución francesa. Desde la revolución de 1688, en Inglaterra, el liberalismo se consolidó a través de la filosofía de J. Locke, y su relación con la construcción del Estado moderno ya era muy estrecha durante buena parte del siglo XVIII. En Inglaterra, la conjunción entre el Liberalismo, Parlamentarismo y construcción del Estado se convirtió en un precepto innegociable en los años posteriores. Por ello en Inglaterra, el nacionalismo, como idea política del continente europeo se convirtió en un objeto de estudio por parte de filósofos y especialistas, que se centraron en su relación con el liberalismo y la construcción del Estado-nación moderno.

La obra de J.S. Mill nos indica el interés que el nacionalismo despertó en los círculos académicos ingleses. En “Sobre el gobierno representativo”, definió la nación como: “la

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reunión de hombres atraídos por simpatías comunes que no existen entre ellos y otros hombres, simpatías que les impulsan a obrar de concierto mucho más voluntariamente que lo harían con otros, a desear vivir bajo el mismo gobierno y a procurar que este gobierno sea ejercido por ellos exclusivamente o por algunos de entre ellos” y afirmaba que las causas de estos sentimientos eran por “identidad de raza y de origen; frecuentemente contribuyen a hacerle nacer la comunidad de lenguas, otras las de religión” con lo que se tenían identificados los rasgos principales que distinguieron a los dos nacionalismos que se habían desarrollado en los años anteriores. En primer lugar, su relación con la construcción del Estado-nación moderno bajo la soberanía nacional, una de las características principales que definían a la nación, pero también el sentimiento de solidaridad intergrupal existente entre individuos de una misma raza, que aquí tiene un sentido estricto, con una misma lengua o algún otro elemento que denote un mismo origen, ya fuera histórico o mítico, propios del nacionalismo cultural, que fue derivando a una nacionalismo de corte radical e integrista propio de los partidos conservadores y reaccionarios de los diferentes países de Europa.

Lo que le preocupaba a J. Stuart Mill no eran los nacionalismos sino la construcción del Estado-moderno y de cómo el liberalismo sirvió de ideología dominante para tal propósito, desarrollando valores como la igualdad y la libertad y el ejercicio de soberanía por parte del ciudadano el ejercicio de la acción de gobierno por parte del Estado. Coincidía con los postulados anteriores de Mazzini de la creación de un Estado para cada nación, ya que en su opinión “las instituciones libres son casi imposibles en un país compuesto por nacionalidades diferentes, en un pueblo donde no hay lazos de unión, sobre todo si ese pueblo lee y habla distintos idiomas”. Era bastante escéptico a que en esta situación, tanto la administración, las instituciones y un gobierno representativo o que los ciudadanos pudieran ejercer la soberanía nacional, porque entre otras cosas el Estado contaría con la deslealtad de algunos ciudadanos, de los que se sintieran en inferioridad.

Para J.S. Mill cuando un pueblo no tenía la preparación suficiente era necesario que se estableciera un gobierno de transición, una dictadura, y retrasar un gobierno representativo. En este período, el gobierno británico estaba creando un imperio colonial muy importante en América, África, Asia y Oceanía, y a este respecto afirmó: “este sistema de gobierno es tan legítimo como los demás, si es el que, dadas las condiciones de pueblo sometido, facilita su elevación a este a un rango superior. Hay condiciones sociales en que un despotismo vigoroso es en sí el gobierno que antes inculcará al pueblo las cualidades particulares que le faltan para ser capaz de una civilización superior”.

Para ello, el gobernante debía ser un buen déspota que produjera el bien de los pueblos atrasados. Se empezaron a establecer diferencias de grado entre individuos, estableciendo diferencias de capacidad entre razas, resaltando la superioridad de unas sobre otras, elemento que se convirtió en parte del nacionalismo en el último tercio de siglo.

Lord Acton y otros intelectuales discrepaban con Mill, pronto captaron el poder revolucionario del nacionalismo, pero también su posible deriva integrista como así lo plasmó en su obra Nationalism (1862) donde reflejaba la alianza liberalismo – nacionalismo, pero que también el nacionalismo podía ser una ideología contraria a éste. Por ello era partidario de separar el desarrollo de la acción de gobierno y la construcción del Estado, de la cultura y la lengua de los

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ciudadanos. Así, lo que para algunos era el ejemplo de convivencia imposible de nacionalidades distintas, el imperio Austro-húngaro, para Lord Acton era la prueba clara de que todas las nacionalidades podían tener cabida en un Estado.

Lo que Lord Acton percibió fue el carácter esencialista e integrista del principio de unidad nacional que habían promulgado Mazzini o J.S.Mill. Por eso para él una cosa era la política y otra la cultura y el hecho de que el Imperio Austro-húngaro perviviera y su gobierno evolucionase hacia una forma de Estado liberal cosmopolita significaría el éxito del liberalismo y de la convivencia de los ciudadanos. Pensaba que el nacionalismo étnico era un problema de falta de formación, de libertad y de instituciones liberales. Para él las diferencias culturales eran un signo de riqueza intelectual y no causa de problema político; a diferencia de J.S. Mill, la variedad de culturas nacionales era fuente de riqueza y éxito de convivencia. Para Lord Acton y J.S. Mill su preocupación era el desarrollo del liberalismo y su papel para construir el Estado Moderno.

6. ¿QUÉ ES UNA NACIÓN? E. RENAN, H. VON TREISCHKE.

A la altura del último tercio del siglo XIX ya era clara la distinción entre un nacionalismo político y otro cultural, y el debate entre “nación” o “nacionalismo” se encontraba en un momento creciente. La reorganización del mapa de Europa con la unificación de Alemania e Italia, con cambios en los Balcanes y Francia tras el desastre de Sedan (1871), se preguntaban qué significaba Francia y cuál era su esencia.

En este contexto de incertidumbre, en 1882, E. Renan promulgó una resonante en la Sorbona, con el título ¿Qué es una nación?, en la que habló de la nación como “un plebiscito cotidiano”, pero también como “el resultado histórico inducido por una serie de hechos que convergen en un mismo sentido” y que hicieron expresar su firme voluntad de tener un futuro en común. Pero además, E. Renan también resaltaba lo erróneo de equiparar a la nación con la raza o la lengua, como también era necesaria la nación como garantía de la existencia de la libertad, que se demuestra en la firme voluntad de tener un futuro común. Las ideas de Renan no eran novedosas. La nación era un hecho político, no un hecho cultural o racial, pero aceptaba que se fortaleciera mediante el desarrollo de elementos que crearan solidaridad: la educación obligatoria, museos, servicio militar, elementos que según E. Weber ayudaron a que el ciudadano tomara conciencia de su nacionalidad.

En el otro lado del Rhin, el discurso de Fitche se convirtió en mito; la filosofía de Hegel ayudó a que la nación alemana se convirtiera en una realidad primordial del alemán. Con la victoria de Sedam quedó demostrado el poder y la fuerza de la nueva Alemania.

El historiador Heinrich von Treitschke fue un ferviente defensor de la unificación alemana bajo la dirección del Estado prusiano. Fue un admirador de Bismark y la dinastía de los Hozenzollern, en el se conjugaron sobre todo los “Los discursos a la nación alemana” de Fitche y del irracionalismo, también la filosofía de Hegel, ya que creía en el papel del Estado como director de la vida del ciudadano, a lo que unió la justificación de la institucionalización del autoritarismo y de la fuerza para lograr sus objetivos.

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Para él, la nación alemana era una realidad latente por el hecho de existir una cultura alemana, prueba de su unidad de origen. Heredero de Fitche y tenía influencia de la filosofía hegeliana. En su opinión era necesario que el pueblo alemán cumpliera la misión que se le había encomendado y para la que estaba determinado, y esa era que mostrara al mundo, a través de la fuerza, si fuera necesario, la grandeza de su filosofía, de su política y de su legado cultural, para que sirviera de elemento civilizador, y así poder desempeñar un papel protagonista en las relaciones internacionales. Para él, como para los nacionalistas culturales alemanes, ser alemán era hablar alemán, ser poseedor de la cultura alemana y todos los obstáculos que impidieran esto había que destruirlos. L. von Treichske fue un ferviente defensor de la patria y la nación alemana y por ello un ferviente antisemita y un xenófobo, en general. Fue miembro del Reichstag, donde fue partidario de que Alemania entrara de lleno en la carrera imperialista, enfrentándose al resto de potencias europeas, para hacer más grande y próspera la nación alemana. Una misión para la que no dudó en justificar el uso de la fuerza militar.

7. EL VIRAJE RADICAL DEL NACIONALISMO, EL IMPERIALISMO Y LA XENOFOBIA.

En el último tercio del siglo XIX, las grandes potencias europeas iniciaron una carrera por crear un imperio colonial, y en ello influyeron tanto motivos económicos como políticos, relacionados con el prestigio internacional. Para Niall Ferguson, el imperialismo fue un proceso de colonización, cristianización, capitalización y conquista, de grandes extensiones de territorios (África, América y Asia). En este proceso se desarrollaron una gran multitud de sistemas políticos de gobierno de estas colonias, lo que marcó la forma y la extensión en la que se desarrolló el imperialismo sobre las colonias.

En general, los grupos conservadores relacionaban, el imperialismo con la idea de la superioridad de las naciones europeas. De este modo, entre las potencias europeas se produjo el reparto de África, tras la conferencia de Berlin se produjo el reparto de influencia en los Balcanes y se consolidaron los enclaves portuarios de ingleses, portugueses y franceses en la India y Sureste asiático, donde se inició un comercio mundial a gran escala, pero también un trasvase de formas políticas, económicas y sociales.

En todo este proceso, el nacionalismo tuvo un papel protagonista como elemento de legitimación política del discurso imperialista. El colonialismo y el imperialismo no solo tuvieron que ver con el desarrollo de la lógica del capitalismo y de sus modos de producción, como así lo pusieron de manifiesto los estudios marxistas sobre la cuestión, sino que también tuvo que ver con el ejercicio de gobierno autoritario, basándose en la idea de superioridad, sobre extensiones de terreno cada vez mayores. Se buscaba la grandeza y la hegemonía en las relaciones internacionales, romper con el equilibrio europeo del periodo anterior.

En el desarrollo de esta idea de superioridad también incidieron algunos otros factores como el darwinismo social, cuyo principal representante fue H. Spencer y del racismo representado por Joseph A. Gobinau que ayudaron a que en el discurso imperialista se conjugaran exaltaciones nacionales y que hicieron que el nacionalismo desarrollara su versión más étnica, esencialista y xenófoba. Fue así como se elaboró un discurso en el que la superioridad de unas razas sobre otras se convirtió en uno de sus pilares centrales. Un discurso que no solo se aplicó a las colonias, sino que también apareció en el debate político de los Estados europeos.

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En Francia, por ejemplo, la derrota de Sedán (1871) fue un trauma de primera magnitud, que llevó a intelectuales y políticos a reflexionar sobre que era Francia y cuáles debían ser los valores nacionales. Aparecieron partidos políticos nacionalistas que cuestionaron las conquistas de la revolución y que rechazaban incluso la propia idea de República, a favor de la tradición, el catolicismo y la monarquía como los valores esenciales de Francia. Este fue a grandes rasgos el corolario político de Action francaise, el partido políticdfo ultranacionalista que abanderó este discurso xenófobo, reaccionario y antisemita. Un discurso que se hizo muy popular en Francia con el “affaire Dreyfuss”, pero que se inició en la sociedad francesa tras la derrota de Sedán.

TEMA 13. TOTALITARISMO (I): FASCISMO Y NACIONAL-SOCIALISMO.

En este tema se analiza la emergencia del fenómeno totalitario como alternativa al orden liberal con dos movimientos ideológicamente diversos como son el fascismo italiano, cuya interpretación fascista es político-estatal, y el nacionalismo alemán, cuya interpretación es étnico-racial.

INTRODUCCIÓN

Se consideran elementos indispensables para que un régimen político pueda ser caracterizado como totalitario los siguientes:

1. Una ideología suficientemente elaborada y con pretensión abarcadora y exclusiva que descansa en el rechazo de los valores tradicionales y en la recusación del pasado. El totalitarismo resulta inseparable del proyecto de construcción de una nueva sociedad e incluso de un “hombre nuevo”.

2. Un movimiento de masas uniformado, centralizado y políticamente unificado a través del monopolio de una clase social y la superación de las demás o mediante la inclusión de todos los grupos en una proclamada comunidad del pueblo.

3. Pleno control de todos los medios relevantes de comunicación y de coacción. 4. Control burocrático de la economía y de las relaciones sociales por el camino del dirigismo

estatal, de la socialización o de las nacionalizaciones. 5. Liderazgo carismático: sus dirigentes tienen un carácter popular, son demagogos bajo

cuya dirección el movimiento político logra la unificación y la movilización. 6. Democracia plebiscitaria o directa, basada en la aclamación como mecanismo idóneo de

expresión de la voluntad popular.

Los totalitarismos tienen como objetivo esencial la supresión de las fronteras entre el Estado y la sociedad. Dichos totalitarismos surgen de lo que el historiador George L. Mosse ha denominado la nacionalización de las masas, esto es, el totalitarismo está marcado por el ingreso de de las masas en la vida política. Por un lado, los movimientos totalitarios sólo pueden afirmarse destruyendo los sistemas demoliberales en sus planos jurídicos, políticos e institucionales. Por otro, sin embargo, despliegan un dispositivo de reclutamiento y de movilización de las masas que implica necesariamente el advenimiento de las sociedades democráticas, en el sentido que las definía Alexis de Tocqueville.

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Fascismo y nacional-socialismo fueron movimientos políticos, sociales y culturales ideológicamente diversos. Coincidían en una serie de aspectos ideológicos y organizativos: antimarxismo, interclasismo, fijación del liderazgo carismático, legitimidad plebiscitaria, populismo, corporativismo. Sin embargo el nacional-socialismo rechazó lo que denominaba estadolatría italiana. Por su parte, el fascismo rechazó el racismo y el antisemitismo. De hecho el movimiento mussoliniano contó con la adhesión de numerosos judíos, sobre todo entre los intelectuales. De la misma forma, fascismo y nacional-socialismo diferían en su interpretación del hecho nacional. La interpretación fascista era estatal y proyectiva, que no se define ni por la tradición ni en función del origen étnico de sus componentes, sino a partir de la memoria colectiva, de un culto común y de una voluntad de integrarse en la comunidad nacional. Por el contrario, la concepción nacional-socialista era racial.

1. FASCISMO ITALIANO

1.1. Orígenes ideológicos

El fascismo italiano ha sido descrito como un movimiento político meramente oportunista, irracional y antiideológico. Karl Mannheim y George Sabine describieron al fascismo como expresión de unos sectores sociales burgueses víctimas de un período de decadencia capitalista, carente de ideología, activista e irracionalista.

Ideológicamente, el fascismo italiano fue la expresión política de posguerra de los movimientos intelectuales nacidos del Risorgimiento y de la crisis del positivismo iniciada a finales del siglo XIX. Las corrientes ideológicas que desembocan en el fascismo se nutren de diversos aspectos del nacionalismo italiano, del sindicalismo revolucionario y del neohegelianismo.

La nacionalización de las masas en Italia tuvo mucho menos éxito que en Alemania o en Francia. A pesar de ser una sociedad de tradición católica, el Risorgimiento tuvo como consecuencia la ruptura de la alianza entre el Trono y el Altar. El nacionalismo italiano decimonónico tuvo por principal adalid Giuseppe Mazzini, portavoz de un nacionalismo laico basado en la “Religión de la Patria”. Mazzini defendía que no podía existir la unidad política nacional sin una unidad moral en torno a una fe colectiva y una conciencia de misión.

Los fracasos del primer imperialismo italiano (la batalla de Adua) dieron origen a las primeras publicaciones de carácter nacionalista. A la altura de 1910, apareció la Asociación Nacionalista Italiana, cuyo principal teórico fue Corradini. El nuevo nacionalismo italiano tenía como objetivo la lucha contra el liberalismo y la articulación de una cultura y de una mística nacional unitaria, a través de los mitos de la Roma antigua, de la Italia medieval y del Renacimiento. Además glorificaban el progreso económico al igual que reivindicaban la expansión colonial.

Igualmente surgieron tendencias nacionalistas de izquierda como la representada por Angelo Olivero Olivetti cuyo proyecto político era acercar el movimiento nacionalista al sindicalismo revolucionario, coincidentes ambos en el rechazo hacia la democracia liberal y el pacifismo, a favor de una común visión heroico-aristocrática, mística y activista de la política.

A ello se unió la incidencia cultural de la escuela neoidealista, cuyos máximos representantes era Benedetto Croce y Giovanni Gentile. Ambos filósofos estuvieron profundamente

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comprometidos en el redescubrimiento de los contenidos y de las sugerencias de la tradición cultural italiana y vieron en el Estado la misión ética característica de la filosofía hegeliana, subrayando la necesidad de una amplia labor formativa y educativa de las nuevas generaciones, opuesta tanto al catolicismo como al positivismo y el marxismo. En particular, Gentile realizó una interpretación filosófica del Risorgimiento, cuya esencia era, a su juicio, el espiritualismo dominante en las obras de Rosmini, Gioberti y Mazzini. Croce y Gentile fundaron en 1902 una revista, La Crítica, en cuyas páginas se combatió el positivismo y el marxismo. La victoria de los neoidealistas fue arrasadora y cambió no sólo la concepción general de la filosofía, sino el gusto, el estilo, las aficiones de toda una época cultural.

Las vanguardias artísticas y, en particular, el Futurismo de Filippo Tomaso Marinetti contribuyeron igualmente a la modernización y nacionalización de la cultura italiana.

El liberalismo italiano rechazó siempre la concepción rousseauniana del gobierno popular. Uno y otro tomaron como premisa científica el fundamento siempre minoritario del poder, a través de su teoría de la élite o de la clase política. Para Pareto, la vida social, y no sólo la política, está caracterizada por una continua circulación de elites de diverso tipo y valor. Pareto insistió igualmente en el hecho de que en la vida social y en la historia, las acciones no-lógicas prevalecen definitivamente sobre las acciones lógicas.

Benito Mussolini militó desde joven en el sector más revolucionario y maximalista del Partido Socialista Italiano. Su pensamiento político se ve influenciado por la teoría de la élite de Pareto, así como las teorías de Karl Marx y Friedrich Nietzsche. De joven Mussolini soñaba con el derrocamiento del régimen liberal mediante la huelga general y con la formación de un sistema proletario regido por los sindicatos.

Tras sus campañas contra la guerra de Libia, Mussolini consiguió convertirse en una figura nacional, que encabezaba la corriente revolucionaria del socialismo italiano, una corriente que salió vencedora en el Congreso celebrado en Reggio Emilia en julio de 1992. A partir de esa fecha se inició un proceso de ruptura con las ideas tradicionales del socialismo. Desilusionado por la incapacidad revolucionaria del proletariado y de los socialistas, evolucionó hacia posiciones nacionalistas e intervencionistas. Se trataba de un nacionalismo de nuevo tipo, que busca la síntesis con un socialismo que ya se autodefinía como antimarxista, y que apostaba por la colaboración entre las distintas clases sociales. Su objetivo era la modernización italiana, a través de una tercera vía entre el capitalismo liberal y el socialismo marxista. El mito por excelencia ya no sería la huelga general, si no la nación italiana.

1.2. El Fascismo: la vía italiana hacia el totalitarismo

La participación italiana en la Gran Guerra supuso movilización militar, movilización civil y productiva en términos industriales, que presentí un gran crecimiento del país. Sin embargo, a pesar de la victoria, el país fue marginado por Inglaterra y Francia por lo que el nacionalismo italiano consideró que había supuesto una “victoria mutilada”. Una de las manifestaciones de esta posición fue la promulgación de la Carta del Carnaro (obra de Gabrielle D’Annunzio) que establecía simultáneamente dos dimensiones esenciales del futuro régimen fascista: la dimensión socioeconómica, que refleja el modelo corporativo y productivista; y la dimensión cultural, que se plasmó en la introducción de criterios y modos estéticos en la política.

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Mussolini fundó en 1919 los Fasci Italiani di Combatimiento que surgió de la fusión de varias fuerzas políticas dispares por lo que gracias a su movimiento Mussolini logró integrar a sectores de alta burguesía y a una vasta coalición de clases medias. Su programa político se autodefinía como “revolucionario, por ser antidogmático y antidemagógico”. Se insistía en la valoración positiva de “la guerra revolucionaria por encima de todo”. Propugnaba el sufragio universal y la elegibilidad para las mujeres; la abolición del Senado; la instauración del sistema corporativo de relaciones laborales; la jornada de ocho horas; el salario mínimo; participación de los trabajadores en el funcionamiento técnico de las industrias; institucionalización de la Milicia Nacional; nacionalización de las fabricas de armamento y explosivos; política exterior nacional “entendida en un sentido de valorizar a la Nación italiana en el mundo de la competencia pacifica de la civilización”.

Desde el acceso al poder de Mussolini pudo observarse una clara política de subversión total de los ordenamientos liberales. De hecho, el adjetivo totalitario tuvo su cuna en Italia pero fue Giovanni Amándola, representante de la oposición, quien describió por primera vez al fascismo y su gobierno como totalitarios, porque manifestaban una clara tendencia hacia el dominio absoluto e incontrolado de la vida política y administrativa. Término que finalmente asumió Mussolini de forma positiva en 1925 durante el IV Congreso del Partido Nacional Fascista. Paulatinamente los partidos políticos y los sindicatos de clase fueron declarados fuera de la ley, el derecho de huelga quedó abolido. El Gran Consejo Fascista se convirtió en el órgano supremo encargado de coordinar todas las actividades del nuevo régimen.

El proceso fue muy diferente al desarrollado en la Unión Soviética y en la Alemania nacional-socialista en las que el Estado estuvo subordinado al partido único mientras que en la Italia fascista el centro del régimen fue el Estado y el partido quedó relegado a un papel secundario.

El intelectual fascista más significativo fue Giovanni Gentile. Gentile ofreció su propia interpretación del idealismo hegeliano, el actualismo. Según esta doctrina, el espíritu universal es substancialmente acto de pensar, autoconsciente, infinito, libre, creador de sí mismo, como sujeto que piensa, y creador de la naturaleza, como objeto de pensamiento; el espíritu posee la doble característica, ya que es síntesis del sujeto que piensa y objeto pensado al mismo tiempo. Para el actualismo no hay ni puede haber un corte neto entre el pensamiento y la acción, entre la cultura y la vida moral y civil. Antes de su adhesión al fascismo, Gentile se consideraba liberal; pero distinguía entre dos tipos de liberalismo. El filósofo italiano condenaba el liberalismo del siglo XVIII basado en las abstracciones del contractualismo rousseauniano. Gentile consideraba el genuino y autentico liberalismo aquel que atribuye al Estado el valor primario y absoluto frente a los individuos y a sus intereses particulares. El límite del fondo del liberalismo clásico está en presuponer la libertad del Estado y en concebirlo como condicionado por la voluntad y por los derechos de los individuos.

Frente al liberalismo individualista Gentile estima que el individuo sólo se realiza plenamente cuando llega a ser consciente de sí mismo como algo intrínseca y sustancialmente relacionado con los otros. Esta consciencia surge previamente en la familia y se articula más ampliamente por la pertenencia del individuo a entidades no sólo a las que representan un interés colectivo inmediato sino también por su pertenencia a aquellas que para realizarse a sí mismas deben ponerse en consonancia con la totalidad de los diversos intereses. El individuo se crea a sí

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mismo como personalidad a través de sus agentes (familia, sindicato, Iglesia, etc.). Por medio de ellos, el Estado se desprende el individuo de su particularidad momentáneamente y se hace con su verdadero yo. La humanidad sólo se hace realidad a través de la Nación y el individuo sólo puede alzarse hasta la conciencia de su humanidad a través y como miembro de la Nación.

Gentile fue el redactor del Manifiesto de los Intelectuales del Fascismo en el que se definía el fascismo como un “movimiento político y religioso”, cuyos orígenes se encontraban en el Risorgimiento y en los movimientos como la Joven Italia. El manifiesto fue respondido por un contramanifiesto auspiciado por Benedetto Croce en el que se criticaba la violencia fascista y se defendían las instituciones liberales. A partir de ese momento Gentile pretendió elabora el perfil filosófico del nuevo régimen redactando por ejemplo La Doctrina del Fascismo en la que se fijaron los elementos fundamentales de la concepción fascista del Estado.

Se pronunciaba también por la libertad en la medida en que ésta era “el atributo del hombre real y no del fantoche abstracto que predicaba el liberalismo”. Una libertad que coincidía con el Estado y con el individuo en cuanto perteneciente al Estado, ya que, para el fascista, “todo está en el Estado y no hay nada humano y espiritual que tenga valor fuera del Estado”. La doctrina fascista se presentaba como antidemocrática sólo si el concepto de pueblo se reducía a una entidad numérica pero según Gentile “es la forma más genuina de democracia si el pueblo se concibe, como debe serlo, en su aspecto cualitativo”. Para Gentile la Nación se trataba de la realización de un proyecto político encarnado en el Estado “que da al pueblo una voluntad y por consiguiente una existencia efectiva”.

El Fascismo fue en el terreno económico una tentativa capitalista de superar la crisis de posguerra y de reorganizar la producción sobre nuevas bases centralizadas. Mussolini estableció ciertas afinidades entre su Estado “ético” y el New Deal de Roosevelt. Se configuró al mismo tiempo como una concepción estética de la política. En el Estado totalitario, la vida civil se convertía en un espectáculo continuo, donde el hombre nuevo fascista se exaltaba en el flujo de las masas, con la repetición de ritos, la exposición y veneración de símbolos, como vehículos de solidaridad colectiva. La organización fascista del consenso de masas se fundaba en esas ceremonias. De hecho, en el ámbito simbólico radicaba la importancia de la religión política fascista. El partido único se configuró como una especia de seminario, donde se criaba y educaba a los apóstoles y a los nuevos dirigentes del Estado totalitario. El culto a los caídos suponía la exaltación del sentido comunitario de la sociedad, que integraba al individuo en el grupo. El elemento esencial de dicha religión fascista fue el mito Mussolini. Era el Duce, el profeta, el mesías. Se trataba del prototipo del nuevo italiano. Para la burguesía, el salvador de la Patria; para las clases populares que no habían sufrido la violencia fascista, el hijo del pueblo.

Las relaciones del nuevo régimen con la Iglesia católica pasaron por diversas fases. Mussolini y no pocos fascistas eran profundamente anticlericales. No obstante, una de las preocupaciones del Duce fue evitar conflictos con el clero. Mussolini y Gentile consideraron la religión como “una de las manifestaciones más profundas del espíritu”, que debía ser respetada, protegida y defendida. Esto no fue bien recibido por los sectores laicos y anticlericales del partido y del

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régimen. Lo cierto es que los conflictos entre la Iglesia y el régimen no tardaron en estallar, como ocurrió en 1931, con Acción Católica.

La llegada de Hitler al poder tuvo un profundo impacto en el régimen italiano. En un principio, los fascistas no simpatizaban con los nacional-socialistas. En los años veinte rechazaban su racismo y antisemitismo. Hasta 1936 la Italia fascista fue un serio obstáculo para la creación de la Gran Alemania. Sin embargo, la conquista de Abisinia unido a la participación italiana en la guerra civil española tuvieron como consecuencia el acercamiento entre Hitler y Mussolini luego plasmado en el Eje Roma-Berlín. Lo cual influyó en la evolución ideológica del régimen italiano. El 6 de octubre de 1938 se promulgó la Declaración de la Raza donde se establecían una serie de medidas discriminatorias sobre todo contra la población de estirpe hebrea y de religión judía. Lo que afectó a no pocos antiguos simpatizantes y militantes fascistas. Estas medidas contaron con la oposición de Gentile y otros jerarcas del partido.

La intervención de Italia en la Segunda Guerra Mundial provocó la caída del régimen fascista en 1943 con la destitución de Mussolini y su ulterior prisión. Liberado por los alemanes el Duce y sus partidarios fundaron la Republica Social Italiana. Con la derrota en la guerra el Partido Fascista fue declarado ilegal aunque sus partidarios se agruparon en torno al Movimiento Social Italiano.

2. NACIONAL-SOCIALISMO ALEMÁN

2.1. Perfil ideológico de la Alemania guillermina y weimariana

El nacional-socialismo fue un fenómeno específicamente alemán. Las características peculiares solo pueden ser entendidas dentro de las estructuras y condiciones de los desarrollos socioeconómicos e ideológico-políticos alemanes.

Alemania fue el máximo ejemplo de nacionalización de las masas en las sociedades europeas. La división confesional existente en la sociedad alemana y lo tardío de su unificación política, obligó a las elites dirigentes y a los intelectuales a la elaboración de ideologías de carácter secular que pudieran abarcar bajo su influencia al conjunto de la población. Se recurrió pues a factores como el Estado, la Cultura, la Nación e incluso la Raza. El sociólogo Ralf Dahrendorf llegó a la conclusión de que ésta no era otra que la doctrina hegeliana del Estado el cual representaba el interés universal; era superior a los intereses particulares.

La nacionalización de las masas alemanas se articuló a través de una estética clasicista-helénica, la mitología germana, los festejos públicos, incluso las organizaciones gimnasticas contribuyeron a la configuración de una mentalidad deportiva y patriótica. Otro elemento nacionalizador de gran eficacia fueron las óperas de Richard Wagner, creador de una auténtica religión laica racista, muy influida por el conde de Gobineau y su célebre Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, donde se define un determinismo étnico que define a las naciones. Para Gobineau, la cuestión étnica dominaba todos los problemas de la historia y la desigualdad de las razas humanas contribuía a explicar el destino de los pueblos. La obra de Gobineau tuvo su continuidad en el libro de Vacher de Lapouge, L’Aryen et son rôle social, defensor de la “antroposociología”, cuyo propósito era una definición biológica de las etnias, presentando a la raza aria como raza superior por excelencia.

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Al mismo tiempo se desarrolló la corriente ideológica völkisch basada en el culto al Volk (pueblo), a la tierra ya la sangre. Según los teóricos la naturaleza del alma de un pueblo se concretaba en un determinado paisaje de origen. Los judíos eran el pueblo del desierto por lo que eran considerados superficiales, áridos y secos; un pueblo espiritualmente estéril en oposición a los alemanes que viviendo en bosques sombríos son profundos y misteriosos.

Los völkisch consideraban esencial la correspondencia íntima entre el individuo, la tierra natal, el Pueblo y el Universo. Eran contrarios al parlamentarismo, generador de divisiones y opuesto a la unidad popular. Juzgaban a la sociedad burguesa e industrial de materialista y contraria al espíritu alemán. Centraba sus críticas en la figura del judío como representante de la modernidad en su dimensión más destructiva: industrialismo, afán de lucro, materialismo, etc.

Tras la Gran Guerra, se gestó en Alemania un nuevo nacionalismo conservador muy distinto al nacionalismo völkisch. Su punto de partida era la crítica a la modernidad liberal, en pro de un nuevo conservadurismo que no mirara al pasado. Despreciaban tanto a la Alemania Guillermina como a la República de Weimar. Una de sus figuras más representativas fue Oswald Spengler quien se dio a conocer con su célebre obra La decadencia de Occidente en cuyas páginas describía el ocaso de la cultura occidental caracterizada por ser un período de “barbarie” sin filosofía ni arte. A nivel político, aparecían los fenómenos del cesarismo e imperialismo. Spengler concretó su proyecto político en Prusianismo y socialismo. En esta obra, distingue entre socialismo inglés y socialismo prusiano. El socialismo prusiano se basa en que el poder pertenece al todo. El individuo sirve siempre al todo. Cada uno tiene su lugar; hay órdenes y obediencia.

Carl Schmitt se mostró como un crítico agudo del liberalismo y del parlamentarismo. Teorizó sobre la decisión como acto existencial; elaboró el concepto de “lo” político como distinción entre amigo/enemigo; la noción de soberano como aquel que decide sobre el estado de excepción, etc. Al mismo tiempo, elaboró una doctrina plebiscitaria de la democracia y sometió a crítica los fundamentos espirituales del parlamentarismo. Los supuestos básicos del régimen parlamentario eran ya anacrónicos, el parlamento había caído en manos de los partidos políticos de masas.

Los representantes de la Revolución Conservadora no simpatizaron con el nacional-socialismo. No eran antisemitas ni racistas y apostaban por un régimen autoritario, no totalitario. Sus críticas a la República de Weimar influyeron en la caída del régimen.

2.2. La cosmovisión Nacional-Socialista

La derrota militar de Alemania, el contenido punitivo e injusto del Tratado de Versalles, la proclamación de la República de Weimar, la crisis económica y el aumento de los prejuicios antisemitas favorecieron la emergencia del extremismo político, una de cuyas variantes fue el Partido Nacional-Socialista. Su programa de veinticinco puntos fue redactado por Antón Drexler, Gottfried Feder y Adolf Hitler y propugnaba la protección de la clase media, apoyaba la nacionalización de los “trust” y las grandes compañías, la abolición de las ganancias de guerra, la expropiación de las tierras atendiendo al interés nacional, la abolición de las rentas de la tierra y la prohibición de la especulación del suelo. En lo que respecta a la política exterior, estipulaba la abolición del Tratado de Versalles y exigía el desarrollo de un programa

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encaminado a la creación de la Gran Alemania. Por último declaraba que los judíos debían ser excluidos de la nacionalidad alemana y de todo cargo público.

Adolf Hitler pronto destacó por sus dotes políticas y oratorias como el principal dirigente del partido. Está muy influenciado por el socialdarwinismo, la literatura volkisch, Gobineau e incluso Richard Wagner. Tras el fallido intento de golpe de estado redactó desde la cárcel su obra Mein Kampf (Mi lucha) donde expuso las bases de su proyecto político y la Welstanchaung (concepción del mundo) nacional-socialista. Para Hitler es la comunidad de raza la que crea el Estado y el Estado no la puede rebasar. El Estado es un medio para la formación de una civilización humana de valor superior basada en la existencia de una raza apta para la civilización. La antítesis del ario era el judío, cuya figura era representada como el enemigo por antonomasia. Los judíos eran los representantes del capitalismo y del bolchevismo.

El racismo hitleriano desemboca en un utópico constructivismo biológico. Hitler mantenía que no era inevitable la decadencia de la raza aria. La raza era un proyecto encaminado a la construcción de un hombre nuevo. Entre los objetivos primordiales del nuevo Estado se encontraba el de poner freno a la “hibridación continuada”. La base ideal debía ser conseguida mediante la planificación biológica.

A la democracia liberal Hitler contraponía la “verdadera democracia alemana” basada en el principio de caudillaje, es decir, los problemas no serían resueltos por el voto de la mayoría sino que uno sólo decidía. Hitler reconocía que la soberanía podía residir en el pueblo alemán; pero añadiendo que su voluntad debía ser interpretada por la elite del pueblo, es decir, por el Partido, y ejercida por uno sólo, el Führer.

Al mismo tiempo, Hitler se mostraba partidario del expansionismo germano. La comunidad völkisch no podía soportar miembros extranjeros en su sangre; pero debía expandirse en los países no germánicos. El lugar privilegiado para la expansión alemana sería los países del Este europeo y en particular la Unión Soviética.

El más ambicioso intento de sistematizar la cosmovisión nacional-socialismo corrió a cargo de Alfred Rosenberg, en su obra El mito del Siglo XX. Hitler le asignó la dirección del Völkischer Beobachter (El Observador Nacional). En 1929 fundó la Liga de Combate por la Cultura Alemana y un año después escribió dicha obra en la cual Rosenberg defiende que a lo largo de todas las épocas históricas los hombres se han movido en torno a un mito, a una fuerza aglutinante: la Religión en la Edad Media; la Corona en la época del absolutismo; la Nación a partir de la Revolución Francesa y la Clase en el marxismo. Frente a todos estos mitos surge un nuevo y definitivo mito que aglutina a los hombres, se trata del mito de la Raza que será el mito del nacional-socialismo y que llevará a la creación de un nuevo socialismo. Para Rosenberg la raza era la única que podía combatir el individualismo y el universalismo, principios motores de la desintegración social, productos ambos de la mentalidad judía. Uno de los principales objetos de su crítica era el cristianismo en general y el catolicismo en particular. Rosenberg acusaba al catolicismo de ser una religión oscurantista, defensora de supersticiones tales como el pecado original, la vida eterna, etc., y contraria al espíritu científico. Por su universalismo, tanto el judaísmo como el catolicismo eran el origen del

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humanismo francmasónico, del internacionalismo y del marxismo. Su influencia llevaba a la “descomposición del Occidente nórdico-germánico”.

Como Hitler, Rosenberg consideraba que el Estado era un medio para “la preservación del Volk”. Y concebía al partido como una especie de orden militar, suyo ejemplo histórico serían los Caballeros Teutónicos. Su misión era seleccionar los elementos racialmente selectos de la población. En su forma, el régimen nacional-socialista sería “una monarquía sobre fundamentos republicanos”.

La llegada al poder de los nacionalistas-socialistas supuso que el III Reich se convirtiera en el primer Estado europeo de la historia en fundar firmemente su política sobre el racismo. La religión política nacional-socialista tuvo un claro componente anticatólico. Su símbolo por excelencia, la Cruz Svástica, se consideraba como una representación de la fortuna y de la salud; su antítesis era la cruz cristiana, símbolo del sometimiento y de la humillación. No obstante, la influencia de la liturgia cristiana tradicional fue significativa. Hitler y Goebbels hablaban del “milagro de la fe” y apelaban retóricamente a la Providencia, aunque el dios a que invocaban no era transcendente sino identificado con las fuerzas telúricas, con la raza y la naturaleza.

El Nacional-Socialismo supuso la estetización de la política, algo perceptible en la obra cinematográfica de Leni Reinfelstahl, El triunfo de la voluntad o en Olimpia. Destacaba la liturgia de los congresos del Partido: antorchas, uniformes, estandartes, desfiles, celebraciones del solsticio. La estética nacional-socialista era clasicista. El mito de Hitler, creación de Joseph Goebbels fue esencial para la articulación de la nueva religión política. Hitler era el “Salvador de Alemania”, el tribuno del pueblo, el estadista infalible. Una vez en el poder, los nacional-socialistas instauraron el Führerprinzip como principio dominante en toda la organización política y social del III Reich.

A su llegada al poder Hitler disolvió los partidos políticos, los sindicatos de clase y todas las instituciones patronales y políticas. Los reemplazó por el Frente Alemán de Trabajo. En 1934 instituyó un nuevo Código de Trabajo y a semejanza del Dopolavoro italiano, creó Fuerza por la Alegría.

El Nacional-Socialismo logró un gran “consenso” en la sociedad alemana. Con sus políticas totalitarias, populistas y movilizadoras, quebró el tejido de la vieja sociedad y sus lazos de carácter religioso y corporativo, nivelando la nación alemana.

El Nacional-Socialismo no consiguió el apoyo de los intelectuales. Dicho fracaso fue consecuencia de la élite política y cultural del régimen que rechazó a los intelectuales que pretendieron participar en las instituciones intelectuales del nuevo régimen y dotarle de un proyecto político-cultural coherente. La mayoría de los representantes de la Revolución conservadora fueron marginados o perseguidos. Spengler en su libro Años decisivos hizo una crítica a la política seguida por Hitler desde su acceso al poder. Carl Schmitt intentó teorizar sobre la estructura del nuevo régimen en su obra Estado Movimiento y Pueblo pero sus planteamientos fueron rechazados.

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Lo más importante y trágico del sistema nacional-socialista estuvo en la aplicación efectiva de los postulados antisemitas y racistas, con las Leyes de Nüremberg de 1934, y el posterior y terrible exterminio de toda una raza, la judía, y de otras etnias, en nombre de una presunta superioridad del pueblo ario representado por la nación alemana.

TEMA 14: TOTALITARISMO (II): EL COMUNISMO MARXISTA-LENINISTA

INTRODUCCIÓN

Marx y Engels analizaron el funcionamiento y evolución del sistema capitalista. Para Marx y Engels la sociedad capitalista de mediados del XIX, describiendo y definiendo sus características para intentar anticipar su futuro y predecir una nueva sociedad comunista. La revolución acabaría pronto con el capitalismo, apoyado en unas relaciones económicas injustas en las que los privilegiados, (burguesía), oprimían a los más débiles, (proletariado) y donde el Estado solo era un instrumento represivo al servicio de la lucha de clases utilizado por la burguesía para reprimir a la clase obrera y asegurar el correcto funcionamiento del sistema capitalista, por lo que, el proletariado solo abandonaría su opresión a través de una revolución violenta que sustituyera el Estado burgués por el Estado proletario primero y suprimiera el propio Estado, después. Sin embargo, para alcanzar ese estadio de libertad y sin división de clases eran necesarias tres etapas: la dictadura del proletariado, el socialismo y el comunismo. La dictadura que instaure el proletariado permitía ese primer paso que solo puede ocurrir por medio de operaciones despóticas sobre el derecho de propiedad y las relaciones burguesas de producción.

La dictadura y el socialismo, son concebidas como una preparación para la última y definitiva fase de la historia a de la humanidad: una sociedad comunista, sin conflictos y donde resplandecerán la libertad y la igualdad. La necesidad de abolir el Estado inmediatamente o después de una etapa de transición fijo el debate entre los anarquistas, partidarios de lo primero y los marxistas, defensores de la dictadura del proletariado. La ruptura de la Primera Internacional, con la expulsión del anarquista Bakunin, se produjo como consecuencia de la oposición de los anarquistas a la creación de un Estado proletario.

Marx y Engels no realizaron ni un pequeño esbozo de cómo debía ser ese Estado, sus características, organización o estructura, aunque Marx tenía intención de hacerlo en un cuarto libro de El Capital. Tampoco dieron muchas pistas sobre como tendría lugar la revolución, quién la organizaría o cuando debería producirse, siendo incluso contradictorios incluso respecto a la posibilidad del carácter violento de la misma. Su activismo político y sus múltiples actividades, provocaron no pocas lagunas en sus teorías.

Más tarde sería Lenin quien, consciente de estas carencias fundamentales y condicionado por sus necesidades revolucionarias, completo las teorías marxistas del partido revolucionario, la revolución socialista y el Estado. Su objetivo práctico era la organización de un partido político revolucionario dirigido a la consecución del poder y la determinación de las características del nuevo Estado revolucionario. Sus aportaciones conformarían el llamar marxismo-leninismo, cuya ideología y programa político condicionaron la historia del siglo XX.

1.- LENIN: TRAYECTORIA VITAL

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Vladimir Ilich Ulianov. (Simbirsk 1870- Moscú 1924) De familia acomodada de clase media de pequeña nobleza, con rasgos asiáticos calcumos. Su padre (de temprano fallecimiento) era profesor de matemáticas e inspector de educación y su madre ama de casa instruida. Su hermano Alexander, relacionado con un grupo revolucionario, se vio implicado en un intento de atentado contra el Zar y fue ejecutado.

Se matricula en la universidad de Kazan,.es acusado de actividad revolucionaria y condenado a arresto domiciliario, donde se dedico a la lectura de literatura social rusa y de autores como Marx o Chernishevski. En 1892 acaba derecho en la Univ. de San Petersburgo, donde conocería su mujer Nadiejda Krupskaia, quien le introdujo en ambientes políticamente más comprometidos. Viaja a Suiza para contactar con el marxismo ruso exiliado y en 1895 es detenido por su actividad subversiva y paso una temporada en la cárcel antes de ser desterrado a Siberia, donde permaneció hasta 1900 traduciendo, leyendo y estudiando junto a su mujer. Al finalizar su destierro toma el nombre del rio Lena para adoptar el apodo de “Lenin”.

Tras el destierro huye a suiza, y edita un periódico socialista: Iskra, “La Chispa”. En 1902 escribió una de sus importantes obras “¿Qué hacer?”, poniendo las bases de un partido rígidamente disciplinado, obediente, en parte clandestino, profesionalizado y dirigido a la consecución rápida del poder. Precisamente, el diseño del Partido acabó dividiendo en 1903 a los miembros del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia: los seguidores de Lenin formarían parte del grupo denominado bolchevique (mayoritario) y sus opositores, encabezados por Martov, del menchevique (minoritario). En 1909 publico su principal obra filosófica, “Materialismo y empirocriticismo”, donde desarrolla conceptos clave de la filosofía marxista, realizo una dura crítica del empirocriticismo idealista del s. XIX centrado en el análisis crítico de la experiencia.

La revolución de febrero de 1917 cogió a Lenin por sorpresa y dedicado a finalizar su libro “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, y le empujo a una actividad frenética. Un mes después regresaría a su país, a través de una Europa en guerra, gracias al apoyo del Estado Mayor alemán, que organizo el viaje para favorecer la presencia de Rusia de quien abogaba por la retirada inmediatamente de las tropas y el fin de la guerra. En los meses siguientes redactaría las “Tesis de abril”, defendiendo el abandono de la guerra, la retirada de apoyo al Gobierno Provisional y la entrega de todo el poder a los soviets. Escapado en Finlandia por el intento de insurrección de julio, redactaría “El Estado y la revolución” y organizaría y dirigiría el proceso de toma de poder de los bolcheviques. A partir de entonces y durante cinco años, ejerció el poder prácticamente sin oposición: creo la policía secreta (Cheka), disolvió la Asamblea Constituyente, organizó con Trosky el ejécito rojo, firmo la paz con Alemania e hizo frente a la guerra civil. En 1921 prácticamente había aplastado toda oposición a los bolcheviques, en especial al resto de la izquierda, había vencido a los ejércitos blancos y había puesto en marcha la Nueva Política Económica. Tras transformar el viejo imperio ruso en la nueva Unión de Republicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1922 sufrió varios ataques de hemiplejia que le fueron retirando del poder hasta su fallecimiento en 1924.

2.- LA REVOLUCIÓN ¿EN RUSIA?

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La revolución de octubre de 1917 no solo no encajo en el modelo de levantamiento proletario de Marx y Engels, previsto para una potencia industrial, sino que tuvo un carácter específicamente ruso: un país con apariencia de Imperio pero en realidad atrasado, con unas estructuras políticas y estatales rígidas, de espaldas a los movimientos liberales del resto de Europa, un país agrícola en el que pervivían un atraso feudal y una pobreza extrema. Su derrota en la guerra de Crimea (1853-56) obligó a algunas reformas como la abolición de la servidumbre, lo que posibilito la aparición de una mano de obra que tendría gran importancia en el desarrollo industrial posterior. La apertura política se evito por todos los medios, radicalizando más a los pequeños grupos de la oposición revolucionaria, especialmente a anarquistas y marxistas.

Con la industrialización comenzada en 1890, apareció de una clase industrial que reivindico las ideas liberales. De este modo, la revolución de 1905 enfrentó a la anticuada autocracia zarista con dos nuevos grupos: una clase media liberal y una clase trabajadora. 1905 fue la suma de un movimiento reivindicador impulsado por los valedores de las ideas liberales y de una revuelta obrera y campesina. Una serie de concesiones liberales, como la creación de un Parlamento (la Duma), tranquilizaron a la nueva clase urbana, y la formación del primer soviet de diputados de San Petersburgo relajo los ánimos en las clases mas desfavorecidas.

En febrero de 1917, la situación volvió a repetirse, pero acabando en la abdicación del zar. El frente fue doble: Un Gobierno Provisional de corte liberal acabó con el poder de la autocracia y se recupero el soviet de 1905. Regresaron numerosos revolucionarios , como Lenin, que se dedico a analizar la situación y preparar la definitiva revolución. En sus “Tesis de abril” definió los acontecimientos de febrero como una revolución burguesa que daría paso a una revolución socialista. En agosto, estudio y escribió las características de la futura estructura estatal postrevolucionaria. El triunfo de la revolución de octubre supuso la ruptura con el Gobierno liberal y el comienzo del Estado socialista. Un último obstáculo para el definitivo triunfo bolchevique fue la elección de la nueva Asamblea Constituyente en la que, pese a haber encabezado el proceso revolucionario, los seguidores de Lenin apenas consiguieron el 24% de los votos. Ante este contratiempo, Lenin disolvió por la fuerza la Asamblea, dejando expedito el camino al control del poder de los bolcheviques.

3.- LENIN Y LA CONFORMACIÓN DEL MARXISMO-LENINISMO

La aportación de Lenin al marxismo fue completar las lagunas de Marx y Engels y trasladar a un escenario como el de Rusia los problemas de organización política que el partido podría encontrar. El marxismo-leninismo pondría así las bases del desarrollo de los sistemas políticos comunistas que surgieron durante el siglo XX y perviven en el XXI.

Lenin fue articulando poco a poco, mezclando teoría y acción, su aportación a la historia de las ideas (el marxismo-leninismo) y de las formas políticas (el comunismo). En “¿Qué hacer?” planteo algunas cuestiones fundamentales relacionadas con los objetivos, organización y estrategia de todo el partido revolucionario que pretendiera conseguir el triunfo, definiendo las características y táctica a seguir para llegar a la victoria revolucionaria, pero entendiendo la revolución como un objetivo a corto plazo y no como un horizonte difuso de lucha. Para ello es necesario establecer una estrategia bien organizada y guiada por el partido con mano firme. Al frente del partido, orientando la acción, un pequeño núcleo centralizado de auténticos

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revolucionarios profesionales y un periódico que organice colectivamente, difunda ideología y propague las actividades realizadas y por realizarse.

Otra aportación decisiva de Lenin fue completar la teoría marxista del Estado: el control del Estado era necesario no sólo para alcanzar el comunismo, sino a corto plazo para acabar con el enemigo. En el “Estado y la revolución” (1917) sentó las bases de lo que debía hacer el Estado tras la revolución: ser instrumento de represión que asegurara el proyecto revolucionario; mantener la organización social; modificar la estructura económica, social y política y preparar la llegada del socialismo y del comunismo.

Según Lenin la supresión del Estado proletario solo es posible por medio de un proceso de “extinción”. Lenin suponía que muchas de las funciones estatales se simplificarían, ya que es más sencillo el control de la minoría por parte de la mayoría. Las funciones de instituciones represivas (ejército, policía, justicia) podrían ser asumidas por otras formas de organización como los soviets (consejos). Lenin dejo clara la necesidad de hacerse con el control del Estado existente para permitir la transición al comunismo. El planteamiento teleológico de la cuestión, que convertía a los escritos de Marx en dogma de fe, evitaba el cuestionamiento de lo que ocurría en Rusia. Los hechos solo interesaban en tanto en cuanto encajaban en el modelo historicista que hacía inevitable el destino final comunista de la sociedad, pero sin aclarar cómo se llegaría a él.

Al referirse a la transición del capitalismo al comunismo, en la quinta parte de El Estado y la revolución, Lenin afirma que bajo el capitalismo hay un Estado en el sentido estricto de la palabra, una maquinaria para la represión de la mayoría por la minoría; en la transición al comunismo la represión todavía es necesaria, pero ya es la represión de una minoría de explotadores por la mayoría de los explotados; la necesidad de esa maquinaria de represión comienza a desaparecer finalmente: en el comunismo no hay nadie a quien reprimir en el sentido de clase o de una lucha sistemática contra determinada parte de la población. Al suprimirse la explotación, la penuria y la miseria de las masas, los excesos en la infracción de las reglas de convivencia desaparecerán, aunque no sabemos con qué rapidez y gradación, y con ellos, se extinguirá también el Estado.

Lenin antepuso como primera labor la construcción del Estado socialista proletario, se aprobó la creación de la República Soviética Socialista Rusa y comenzó la elaboración de la constitución de junio de 1918 que establecería la dictadura del proletariado urbano y rural y del campesinado pobre como instrumento provisional para establecer progresivamente el socialismo. La articulación de la dictadura del proletariado la realizarían los soviets, institución que permitiría erigir un nuevo tipo de Estado en el que no habría diferencias entre gobernantes y gobernados. La fuente del poder eran los soviets, mientras que su ejercicio correspondía al Congreso de los soviets de Rusia y a su Comité Ejecutivo Central.

La guerra civil que siguió a la revolución tuvo un gran coste material, humano y político para los bolcheviques. Una vez finalizada la guerra se procedió a organizar el sistema político bajo un principio federal, y se crea la URSS y la nueva constitución del 1924; pero, pese a estas reformas, se avanzo hacia mayores cotas de centralismo político al crearse el Presidium del Comité Ejecutivo Central cuyo presidente en la práctica ejercía de jefe de Estado.

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4.- LA LUCHA POR LA SUCESIÓN DE LENIN

La lucha por la sucesión de Lenin enfrentó dos concepciones distintas del modelo del Estado Soviético. Troski defendía la necesidad de que nuevos Estados abrazasen el socialismo, que no podría sobrevivir en un único Estado ni preparar el camino al comunismo, por lo que defendió la necesidad de la revolución permanente. Stalin defendió el socialismo en un solo país: una Unión Soviética se fuerte para facilitar su acceso al comunismo.

4.1.- LEON TROSKI

Lev Davidovitch Bronstein “Trotski”. (Ucrania 1879-México 1940) fue miembro del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, colaborador de “Iskra” (La Chispa) y uno de los organizadores del soviet de San Petersburgo en la revolución de 1905, por lo que fue deportado a Siberia. Con su gran oratoria y capacidad de análisis y organización, jugó un papel fundamental en la revolución del 17, apoyando sin matices a Lenin en la insurrección de octubre que llevaría a los bolcheviques al poder. Tras encargarse de negociar la paz con Alemania, organiza el Ejército Rojo para combatir la guerra civil rusa. Tras la muerte de Lenin y su enfrentamiento con Stalin, sería desposeído de todos sus cargos, expulsado del Partido, deportado, obligado a exiliarse y asesinado en 1940.

Trotski desarrollo una amplia labor intelectual, escribiendo “1905. Resultados y perspectivas” o “Historia de la Revolución Rusa”, entre otros títulos; pero su contribución doctrinal al marxismo llegaría tras la muerte de Lenin, al enfrentarse a las posiciones defendidas por Stalin. En “La revolución permanente” y “La revolución traicionada” realiza sus principales aportaciones teóricas al marxismo-leninismo, defendiendo la revolución internacional y permanente para el triunfo definitivo en todo el mundo. Las teorías de Trotski supusieron una contribución más al desarrollo del marxismo-leninismo aunque, sin posibilidad de aplicación debido a su derrota.

Tras la aprobación de la Constitución de 1936 en un contexto de persecución de todo tipo de disidencia y de purgas internas, Trotski definirá al sistema soviético, en “La revolución traicionada”, como un sistema intermedio que no podía ser calificado como capitalista pero tampoco como socialista ya que ni se habían eliminado las desigualdades sociales ni las clases sociales, sobre todo por la preeminencia de una casta dominante que acaparaba el poder y los recursos.

También aporto su idea de una nueva IV Internacional Comunista, independiente de la Segunda Internacional (socialista) y de la Tercera (comunista bajo control soviético). Considera que es necesario ayudar al proletariado a encontrar el puente entre sus reivindicaciones concretas (programa mínimo) y un programa más ambicioso que conduzca a la revolución socialista (programa máximo).

4.2.- IÓSIF STALIN

Iosif V. Dzhugashvili “Stalin” (Georgia 1878 – Moscú 1953). Estudió en el seminario de Tiflis, adhiriéndose pronto a los movimientos revolucionarios georgianos. Aunque no desataco como intelectual ni como pensador, de 1917 a 1923 fue Comisario del Pueblo para Asuntos Nacionales y en 1922 fue nombrado Secretario General del Comité Central del Partido

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Comunista, cargo en principio de importancia menor, pero donde fue acaparando poder hasta situarse en primer plano coincidiendo con la enfermedad de Lenin. Tras la muerte de este, Stalin se posiciono, junto a Zinoviev y Kamenev, contra Trotski, inicialmente mejor posicionado. En el XV Congreso del Partido Comunista de 1927, consiguió la expulsión de los tres, aliando con el sector más a la derecha del partido, representado por Bujarin y Rikov. Tampoco estos tardarían en caer, consiguiendo concentrar todo el poder del Partido y del Estado en sus manos, extendiendo el terror a las purgas entre los propios miembros del Partido Comunista, dando comienzo a los planes de industrialización y colectivización agraria y alentando la construcción del socialismo en un solo país, la Unión Soviética.

En el texto Constitucional de 1936 se recogieron los principios económicos y sociales (concentración y centralización del poder) del Estado socialista configurado por Stalin: propiedad socialista (estatal o cooperativas) de los bienes de producción, planificación estatal y el principio de “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo”; sistema de partido único con el Partido Comunista como guía del Estado. Las reformas institucionales supusieron la fusión del Congreso de los Soviets de la URSS y del Comité Ejecutivo Central en el Soviet Supremo de la URSS, acumulando funciones legislativas y ejecutivas. Fue un régimen personalista y de terror, sustentado en la idolatría y las purgas indiscriminadas. La victoria de las tesis de Stalin condiciono la historia del comunismo hasta su práctica desaparición como modelo estatal. El estalinismo no fue una doctrina teórica pero sí una forma política: la aplicación sin límites del poder individual en nombre, eso sí, de la doctrina marxista-leninista, que le dotaba de la legitimidad y argamasa institucional necesarias para su permanencia.

Paradójicamente, el hecho de que la Unión Soviética se encontrase años después entre los países vencedores tras la segunda guerra mundial permitió la expansión de los sistemas comunistas por la Europa bajo ocupación de tropas soviéticas y, como resultado de la competencia con norteamérica, ampliará su esfera de influencia a prácticamente todo el planeta.

5.- LA DERIVA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

Tras la muerte de Stalin en 1953, el periodo conocido como el deshielo trajo consigo una tímida apertura y una pequeña liberalización a medio camino entre el reconocimiento de las atrocidades cometidas y la necesidad de articular cambios indispensables para la supervivencia del propio régimen. Jruschov denuncio el culto a la personalidad y en 1961 anuncio el comienzo de una nueva etapa que incluía la transformación estatal, pasando de la dictadura del proletariado al “Estado de todo el pueblo”. En 1962 comenzó el trabajo para la elaboración de una nueva constitución, frenada tras su caída en 1964. La llegada de Brézsniev dio paso a un período de estancamiento económico, atraso tecnológico, crecimiento del gasto y de las dimensiones del sector militar, y de intensificación de la presencia internacional.

En 1972 se emprendió la elaboración del nuevo texto constitucional, que permitiría su uso como propaganda internacional por la inclusión en ella de los derechos humanos, que la URSS acababa de suscribir. Esta Constitución no cambió mucho la estructura estatal, ni el teórico objetivo final de disolución del Estado, pero sí reconoció un hecho incontrovertible: el Partido Comunista, era la fuerza dirigente y orientadora de la sociedad soviética y el núcleo de su sistema político y de las organizaciones estatales y sociales.

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El sistema soviético comenzó a dar señales de crisis en los 70 y más en los 80. En 1982 murió Brézsniev, sustituido por Andrópov y en 1984 por Chernienko. En 1985 fue elegido Secretario General del PCUS Gorbachov, cuando la imparable crisis hacia evidente la necesidad de cambios en el sistema. Fue el periodo conocido como la “perestroika” (reestructuración), que trajo consigo grandes cambios al relajarse la política exterior, liberalizarse la economía y flexibilizarse la política informativa (glásnost). Los siguientes años, conformaron una época de luchas internas de la elite soviética por salvaguardar su posición y por hacerse con el control del poder, en una contienda entre dos grandes proyectos, uno que formalmente apostaba por la democracia y el capitalismo, representado por Boris Yeltsin que pretendía la aceleración de las reformas, y otro de corte conservador dispuesto a todo con tal de preservar los privilegios. Las modificaciones del Estado se reflejaron en continuas reformas constitucionales. En 1988 se dio paso a un nuevo Congreso de Diputados Populares y a unas elecciones en condiciones semidemocráticas. En1990, se creó la figura del Presidente de la Unión Soviética y se acabó con el monopolio político del PCUS. Los cambios agrandaron la distancia entre las posturas intensificando su radicalización. La oscilación de Gorbachov entre un grupo y otro, la presión nacionalista y el empeoramiento de la situación económica termino concitando la oposición a su figura que tuvo su máxima expresión en el golpe de Estado de agosto de 1991, cuyo fracaso acelero vertiginosamente los cambios haciendo inevitable la desaparición de la Unión Soviética en las navidades de ese mismo año.

6.- LOS SISTEMAS COMUNISTAS

La expansión de los Estados socialistas tuvo tres grandes momentos. Uno coincidente con la instauración y consolidación del Estado soviético. Un segundo, entre 1945 y 1948, en el que numerosos países del este de Europa, donde al finalizar la II guerra mundial estaban presentes tropas soviéticas, constituyeron gobiernos dominado por los comunistas. Y un tercero, que coincidiría con la propagación a distintas zonas de África, Asia y América Latina.

En Europa del Este fue un proceso en cadena en la zona de protección ganada por los rusos al IIIº Reich, comenzando por Checoeslovaquia que ya en 1943 firmó un tratado de amistad con la URSS. En los primero años tras la IIª GM harían lo propio otros países, conformando una red de relaciones económicas y diplomáticas que serian el primer paso para la consecución del poder por parte de los comunistas, bien a través de elecciones libres o por otros métodos; y distinguiendo aquellos países que habían formado parte del grupo de vencedores: Polonia, Yugoslavia y Checoslovaquia, y aquellos que habían sido aliados de Alemania, como Rumania, Hungría y Bulgaria. Una vez en el poder, los nuevos Estados socialistas reprodujeron el referente soviético estalinista. La tónica dominante fue marcada por el curso de los acontecimientos en la URSS. Las crisis e intervenciones soviéticas en Hungría y Checoslovaquia dejaban claro que la autonomía de estos países quedaba condicionada por la presencia del Ejército Rojo en sus territorios. Solo la disolución del poder soviético permitió la desaparición del bloque del Este al liberarse estos países de sus ataduras.

El tercer momento, el resto de casos se incorporaron al bloque marxista-leninista en un contexto internacional de competencia entre las dos grandes potencias, la “guerra fría”. En un escenario de descolonización de las antiguas colonias europeas, la lucha consistía en conseguir atraer a los nuevos Estados, como Vietnam o Corea hacia uno de los dos grandes modelos.

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Numerosos movimientos revolucionarios contaron con ayuda económica y militar soviética. Y algunos de esos estados, como Cuba o Corea del Norte, perduraron tras la caída de la URSS.

El caso chino, por sus particulares características, tiene connotaciones diferentes. Aunque sus transformaciones y evolución posterior no han seguido igual camino, su modelo de Estado fue semejante en lo esencial al soviético. El maoísmo, teoría desarrollada por Mao Zedong, máximo dirigente del Partido Comunista de China y fundador de la República Democrática China, reclama parte de la tradición marxista-leninista más ortodoxa. Mao utilizo los planteamientos del marxismo-leninismo pero reservando un papel principal al campesinado en lugar de a la clase obrera. Si para Lenin o Stalin los campesinos eran de poco fiar por su escasa ideologización y menor movilización, además de sus tendencias burguesas propietarias, para Mao eran el motor de la revolución, un potencial movilizador que, bien dirigido por el Partido, permitiría alcanzar el Estado. Su planteamiento de la estrategia política en término de lucha armada y su teoría sobre la guerra de guerrillas hizo de él un referente y modelo para no pocos grupos de terroristas y movimientos guerrilleros de todo el mundo.

TEMA 15. LOS LIBERALISMOS DE POSGUERRA

INTRODUCCIÓN

Tras la Primera Guerra Mundial el orden liberal desfallece dando paso a los regímenes nacional-socialistas y al corporativismo. Se incrementó el intervencionismo estatal dando lugar al Estado de bienestar. Dos lugares de tradición liberal como Inglaterra o Estados Unidos trataron de buscar un punto de encuentro entre el orden liberal-capitalista y los ideales socialistas (Keynes, J).

Después de la II Guerra Mundial se produjo una ampliación del intervencionismo estatal y una economía dirigida por el Estado.

Sin embargo se hicieron grandes contribuciones a la renovación del liberalismo clásico en los años posteriores a la contienda con autores como:

Jacob Talmon: hace una crítica a la democracia, la cual, según éste historiador, es un producto de la Ilustración. Las dos corrientes democráticas que señala son el liberalismo empirista y pluralista, y el totalitarismo holístico. El primero encaminado a mejorar gradualmente la sociedad, y el segundo a imponer un orden ideal preestablecido. Son dos concepciones distintas que derivan de una cultura común.

Isaiah Berlin: reafirma el concepto liberal clásico de libertad, y habla de las libertades negativas, que son la ausencia de restricción y coerción y que implican la existencia de una esfera personal y privada de acción sin trabas. Esta libertad no puede ser violada por acciones humanas como la costumbre o la distribución de la riqueza.

Pero los principales representantes del liberalismo tras la II Guerra Mundial fueron Friedrich von Hayek, Karl Raimund Popper y Raymond Aron.

1.- FRIEDRICH VON HAYEK: EL LIBERALISMO CONSERVADOR.

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(1899-1992).Nació en Viena y perteneció a la baja nobleza austríaca. Su principal obra “Camino de servidumbre” (1944).

Los conceptos fundamentales de la teoría económica de la llamada revolución marginalista y subjetivista fruto de los teóricos de la Escuela Austríaca de Economía a la que Hayek perteneció son:

Subjetivismo: considera que las ciencias sociales se ocupan de las acciones de los individuos sujetos a restricciones.

Individualismo metodológico: sostiene que los procesos económicos deben ser entendidos en términos de acciones y voluntades individuales.

Proceso de mercado: el equilibrio de los mercados es estático y el empresario tiene un papel fundamental, puesto que son los que empujan el mercado hacia el equilibrio.

En la década de los ’30 se estableció en Inglaterra adoptando un planteamiento teórico

En 1944 publicó “Camino de servidumbre” en el cual argumentó que el socialismo era una amenaza contra las libertades negativas y teoriza una concepción neoliberal en la que el mercado es un fundamento armonioso y autosuficiente del orden social. No obstante no se oponía a una cierta intervención del Estado, entendida como un mínimo dado de sostén para todos (alimento, vestido, techo y salud).

Fundó junto a otros intelectuales la Sociedad Mont Pelerin como asociación internacional en defensa de los valores liberales clásicos.

Tras trabajar en la Universidad de Chicago y relacionarse con gobernantes alemanes su labor se centró en la crítica del socialismo y la defensa del liberalismo clásico. Su punto de partida es la crítica de lo que denomina cientifismo y constructivismo cuyos antecedentes ideológicos se encuentran en autores como Descartes, Rousseau o Comte entre otros.

El cientifismo es la falsa aplicación de los métodos de las ciencias naturales a las ciencias sociales. Ligado a esto está el racionalismo constructivista, que considera que la razón puede llevar a edificar una sociedad nueva y mejor creando de la nada sus instituciones, despreciando las tradiciones. Ambos enfoques son el origen de los intentos de planificación y control de la sociedad y la economía.

Frente a estas ideas, Hayek planteó, como base de la sociedad liberal, el racionalismo evolutivo, cuya tesis central es que el orden social es espontáneo. Critica del cientifismo y del constructivismo la pretensión de hallar las leyes que determinan el desarrollo histórico. El científico social no puede experimentar con fenómenos que son esencialmente únicos e irrepetibles. Cada situación es resultado de unos hechos interrelacionados que no permiten su selección y aislamiento del resto. El desarrollo de la actividad humana depende de tantos factores que es imposible conocerlos todos. De este modo hay que otorgar fiabilidad a muchas realidades.

Aparece así el concepto de la tradición, entendiéndose ésta como el conjunto de los hábitos, normas e instituciones que conforman la sociedad y cuyo objetivo es dar estabilidad y

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seguridad a la acción humana en su proyección hacia el futuro. Es la depositaria de las mejores prácticas, que han ido superando la prueba del tiempo debido a que son las más eficaces para el grupo. A pesar de su agnosticismo, Hayek ve a las instituciones religiosas como guardianes de la tradición.

De este modo elabora una concepción del devenir histórico como algo abierto, y considera como únicos instrumentos de los científicos sociales las teorías que permiten elaborar leyes económicas, y la información contenida en las instituciones sociales. Un ejemplo de esto sería la aparición del mercado, el cual se crea inadvertidamente al darse cuenta los hombres de que es más útil llegar a un acuerdo con personas que producen otros bienes que emplear la violencia. La legislación llega tras comprobar la eficacia de esa práctica. Así se va produciendo una eliminación selectiva de las conductas menos convenientes, al tiempo que la civilización progresa por la incorporación de los instrumentos y las instituciones que hayan probado su superioridad.

Nos encontramos así ante una evolución que debe tomarse de forma prudente e incluso pasiva cuyo resultado es un progreso autogenerado. Esta visión lleva a la prudencia en el campo político.

Rechaza por ello las teorías del contrato social además de los proyectos de reforma económico-política derivados de la socialdemocracia, el liberalismo utilitarista o el positivismo jurídico, ya que para Hayek son variantes del constructivismo político.

Defiende la libertad negativa definiéndola como la ausencia de coacción y le otorga al individuo una esfera de actividad privada en la que posee un margen de decisión personal. El respeto a ese margen de decisión es la característica fundamental de la libertad y de la sociedad libre. Esto lleva a la libertad económica, la cual consiste en no poner trabas a la acumulación de bienes ni al libre acceso a esos bienes por parte de cada ciudadano. Así tenemos un modelo de sociedad en el que prima el mercado, se retira el Estado y la responsabilidad es individual.

El concepto de igualdad para este autor es sinónimo de igualdad ante la ley, ya que es la única compatible con la garantía de la libertad negativa. La desigualdad social sería un rasgo natural y beneficioso para fomentar el progreso social ya que empuja a esas clases desfavorecidas a la emulación. Veía una sociedad igualitaria como una sociedad estancada y condenada al fracaso.

No admite el principio de justicia distributiva porque vulnera la libertad negativa, nadie puede determinar cuál sería la justa distinción de los patrimonios y las rentas en una sociedad de masas. La justicia social, en cambio, exige planificación económica y atribución al poder político de la facultad de asignar funciones, remuneraciones y recompensas a cualquier ciudadano.

Hayek expresó su temor hacia las democracias contemporáneas, ligadas al concepto de libertad positiva, entendida ésta como la participación política, lo cual ocupaba un papel secundario para él. Veía que en las democracias contemporáneas se consideraba la opinión popular de la mayoría como único criterio de legitimidad del gobierno y sus poderes, en cambio el liberalismo requiere que todo poder sea limitado. Así ve la democracia como un

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instrumento para salvaguardar la paz interna y la libertad individual, pero no la ve como infalible o cierta, denuncia que los poderes elegidos democráticamente se han empleado para recortar las libertades negativas mediante la planificación económica, la presión fiscal, control de precios y salarios, etc.

De este modo el principio mayoritario debe tener unos límites que respeten la esfera privada de los individuos. El imperio de la ley exige que los poderes coactivos del Estado deben emplearse en conformidad con las normas generales, y que la ley no haga excepción de personas, por tanto exige la independencia de los jueces.

Propone diferenciar el Estado y el gobierno, estableciendo un sistema bicameral. La cámara legislativa compuesta de sabios mayores de 45 años elegidos por representación proporcional, y la cámara gubernativa elegida por mayoría y cuyo objetivo fuese el control del gobierno. Debería existir un Tribunal Constitucional compuesto por jueces y antiguos miembros de ambas cámaras para arbitrar los conflictos que entre ellas puedan surgir.

Las funciones del Estado de Hayek son diferentes a las del Estado socialista, defiende que el Estado debe defender y proteger los derechos derivados de la evolución espontánea. El Estado debería asumir las tareas que no han podido asumir las iniciativas privadas.

Las ideas políticas de Hayek tuvieron influencia en gobiernos como el de Margaret Tatcher en Inglaterra o Ronald Reagan en Estados Unidos, y le llevaron a ganar el Premio Novel de Economía en 1974.

2.- KARL RAIMUND POPPER: EL RACIONALISMO CRÍTICO

(1902-1994).Nació en Viena. Hijo de un abogado de origen judío. De joven tuvo influencias marxistas pero tras unos meses se enfrentó con el comunismo al advertir que arriesgaban las vidas de otras personas y que no había garantías que justificasen las teorías marxistas. Siguió un tiempo siendo socialista hasta que llegó a la conclusión de que no era posible compatibilizarlo con la libertad individual, imprescindible para que existiese la igualdad.

Estudió las teorías de Einstein y la mecánica de Newton, llegando a la conclusión de que la actitud científica era una actitud crítica que buscaba constataciones para poder refutar la teoría contrastada. Este fue el núcleo de su teoría filosófica, la actitud crítica, que consiste en no dar nunca un valor definitivo al acceso a la realidad, y buscar la manera de refutar los conocimientos ya adquiridos para poder progresar, a través del principio de falsación. Abogó por el método deductivo de ensayo y error.

Todo conocimiento debería seguir el mismo proceso básico: ante un problema se crea una teoría que hay que confrontar con la experiencia y el choque de ambas determinará las falsaciones a las que se tendrán que someter las teorías, creándose una nueva problemática que dará lugar a otro proceso de falsación y así sucesivamente. Este sería el proceso básico del conocimiento ordinario y del científico, diferenciándose en que en el caso de la ciencia las teorías están elaboradas de modo peculiar y las contrastaciones se realizan de modo sistemático.

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A finales de los ’30 fue profesor universitario en Nueva Zelanda donde escribió algunas de sus obras de carácter sociopolítico como “La sociedad abierta y sus enemigos” o “Miseria DEL historicismo”, en las cuales se oponía a cualquier tipo de totalitarismo en su idea de la sociedad abierta. El progreso social se logrará eliminando errores, el ideal de una sociedad perfecta debería sustituirse por la progresiva eliminación de defectos existentes, dentro del respeto y la libertad individual. Una política determinada es una hipótesis que debe ser confrontada y corregida en función de la experiencia.

La sociedad abierta de Popper se identifica en la democracia liberal, lo importante no es saber dónde reside la soberanía sino cómo se fiscaliza a los gobernantes. De este modo define la democracia como el derecho del pueblo a juzgar y expulsar del poder a los gobernantes. Por tanto no creía en la soberanía del pueblo, puesto que quienes gobiernan son los gobiernos. Así defiende el bipartidismo como sistema electoral de distritos unipersonales de sufragio mayoritario (Inglaterra), y rechazó el sistema proporcional.

La sociedad abierta es un agregado de individuos en oposición al holismo (globalismo) con un mercado libre capaz de satisfacer las demandas del consumidor. El Estado debe ejercer cierta intervención para evitar los abusos de los monopolios, trust y sindicatos. Dicha intervención debe ser institucional e indirecta.

La sociedad cerrada se identifica con el totalitarismo, y explica el atractivo de ésta con el término de tensión de civilización, la cual viene a decir que la libertad implica responsabilidad, la cual implica a su vez tomar decisiones difíciles que pueden tener consecuencias negativas, de ahí que la mayoría prefiera transferir su responsabilidad a alguien que inspire mayor confianza que nosotros mismos. Para Popper los principales padres del retorno de la sociedad cerrada serían Platón, Hegel y Marx, los cuales fueron víctimas de su perspectiva historicista, entendida ésta como un enfoque de las ciencias que supone que la predicción histórica es el fin primordial de éstas, y supone que este fin se puede alcanzar mediante el descubrimiento de ritmos o modelos, leyes o tendencias subyacentes a la evolución histórica. Estas doctrinas tienen por base la convicción de que el proceso histórico se encuentra regido por leyes inexorables e inmutables.

De este modo el historicismo no es sostenible puesto que no es falsable. Es por ello que la idea de una sociedad perfecta debe ser abandonada y por tanto también la idea de revolución. En la sociedad abierta el político debe ser reformista y usar el método de ingeniería social fragmentaria, puesto que es falsable, y de este modo eliminar gradualmente los problemas sociales concretos, reduciendo al mínimo el sufrimiento evitable y aumentando al máximo la libertad de los individuos para vivir como quieran.

3.- RAYMOND ARON: LIBERALISMO Y REALISMO POLÍTICO

(1905-1983).Nació en Paris. Su vida y obra se desarrolló en un contexto cultural, social y político anglosajón donde la influencia del liberalismo tenía muchas reservas y el marxismo carecía de influencia política.

Tras la II Guerra Mundial era ya un liberal convencido y quiso reconstruir dicha tradición a nivel filosófico-político. A diferencia de Hayek y Popper su liberalismo quería basarse en un

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análisis concreto y realista de la política y la sociedad, menos abstracto. Se consideraba heredero de Montesquieu, Weber, Toqueville, etc.

Una de sus obras fue “El opio de los intelectuales” donde denunciaba el nefasto papel de autores como Sartre y otros intelectuales de la izquierda en su interpretación del marxismo, asegurando el fin de la era ideológica. Aron distinguió entre el marxismo dogmático de estos intelectuales, que ignoraban los saberes de la ciencia económica y la sociología, y que era incompatible con el individualismo característico de la filosofía existencialista, el marxismo imaginario, vinculado a un sistema filosófico utópico, es decir, al materialismo dialéctico( lucha de clases, visión historicista de la sociedad, etc.), y el marxismo de Marx, el cual se encontraba en la obra El Capital y en los análisis de la estructura productiva de la sociedad (materialismo histórico). Aron sostenía que estos análisis habían perdido vigencia temporal y valor científico.

Contrapuso la obra de Toqueville a la de Marx, donde el primero habría sabido prever la emergencia de la sociedad democrática, basada en la eliminación de las aristocracias hereditarias, la ciudadanía universal y la extensión del bienestar.

De esta perspectiva Aron elaboró su concepción de la sociedad industrial, que es aquella en la que la gran empresa industrial es la forma de producción predominante. Sus características son: economía progresiva con una acumulación de capital sostenida, necesita un cálculo económico racional para invertir, comerciar, etc.; la unidad productiva industrial introduce la división tecnológica del trabajo creando un tipo de proceso laboral original.

Según Aron en aquel momento existían dos tipos de sociedad industrial: el capitalista y el soviético (economía planificada).

Sociedad capitalista: los medios de producción son de propiedad privada, la regulación económica esta descentralizada, y el objetivo es la búsqueda de ganancias.

Sociedad de economía planificada: los medios de producción son de propiedad estatal, la regulación está centralizada, y su objetivo es el fortalecimiento del poder estatal.

Las características comunes serían: la transferencia de la mano de obra de la agricultura a la industria, el aumento de la producción global, el crecimiento de la productividad, la voluntad de poseer más y vivir mejor, y la progresiva homogenización de las clases sociales.

Según Aron la característica esencial de cada sociedad industrial dependía de lo político, por lo tanto se diferenciaban por la organización de los poderes públicos. Por un lado estarían los regímenes constitucional-pluralistas en los que las libertades y los derechos sean salvaguardados por la división de poderes y por la heterogeneidad de los grupos representados por partidos políticos en competencia. La democracia se definiría como la organización de la competencia pacífica como miras al ejercicio del poder. La competencia electoral sería la traducción de la idea de soberanía popular. Por otro lado estaría el régimen de partido único en el que se basa el sistema soviético, el cual se legitima por el proceso de revolución permanente que intenta llevar a cabo.

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Aron fue partidario de las instituciones de la democracia parlamentaria. Un régimen incompatible con la revolución puesto que las decisiones políticas eran revocables y se busca un consenso común.

Critica el liberalismo de Hayek y su concepto de libertad negativa, ya que según Aron no permite distinguir claramente entre las influencias coactivas y no coactivas, lo cual era necesario ya que toda vida en sociedad implica una coordinación de actividades individuales que necesita una jerarquía de autoridad. La política exterior es obra de los hombres concretos y no de las leyes. Toda colectividad ha de tener una política exterior y por tanto un poder ejecutivo confiado a ciertos individuos, por lo que los ciudadanos necesitan obedecer a sus mandatos específicos.

Critica también el liberalismo económico de Hayek, ya que cree que la competición económica y política no se armonizan de forma espontánea. La libre competición política permite a los individuos y a los grupos sociales protestar contra las consecuencias de la libre concurrencia económica. La cuestión sería entonces saber hasta dónde debe llevar la regulación para que no ponga en peligro las libertades fundamentales y la eficacia económica. Aron cree que el liberalismo económico sin trabas es incompatible con la democracia (sistema de competición política), y que conduciría a un sistema económico mixto.

TEMA 16. LAS POLÍTICAS DEL POSMODERNISMO

INTRODUCCIÓN

Desde finales de la Segunda Guerra Mundial se han producido en el mundo cambios económicos, sociales, políticos y culturales de notable envergadura. Estas transformaciones han afectado a la forma de concebir e interpretar la realidad, así como la manera de experimentarla y todo ello ha puesto en tela de juicio los modelos de organización política. Todos estos procesos de cambio se han asociados a un adjetivo complejo y ambiguo, el de posmoderno. Con este término se alude a dos realidades diferentes aunque íntimamente imbricadas: la posmodernidad, que hace referencia a una época con características específicas que las diferencias de otro momento, el de la modernidad; y el posmodernismo con el que se intenta definir una lógica cultural, una manera de entender el mundo y la realidad.

Finales de los ’70, ’80 y principios de los ’90 es el período en que ambos conceptos adquieren una presencia dominante en las culturas europeas y norteamericana.

Lo posmoderno ha sido definido de diversas maneras, pero la más aceptada es la que describe esta lógica cultural como una reacción contra la modernidad, una nueva sensibilidad que pone en tela de juicio los presupuestos “naturalizados” de ese gran período histórico que se desarrolla en torno al programa de la Ilustración. Se trataría, pues, de un movimiento cultural muy amplio que adopta una actitud escéptica hacia muchos de los principios presupuestos del mundo occidental en los últimos siglos, como la idea de realidad y su correlato, la noción de verdad, la idea de tiempo y la fe en el inexorable progreso humano y la noción moderna de sujeto.

La llegada de la modernidad fue una auténtica revolución en el mundo occidental que, con el tiempo, afectaría a todo el planeta.

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La modernidad erosionó la visión religiosa del mundo en la que los hombres estaban a merced de los designios divinos. Este giro humanista rescató la idea de libertad individual y la posibilidad de que los hombres fueran constructores de su propia historia y de su propio destino. La llegada de la modernidad inaugura una nueva configuración temporal, la del tiempo lineal y progresivo. La modernidad pretende, gracias al concurso de la razón, convertir el reino de la necesidad en el reino de la libertad.

La idea de sujeto fue otra idea contra la que se rebelaron los posmodernos.

Los posmodernistas sugieren que todos los conceptos, ideologías o sistemas de pensamiento traen consigo o acarrean las semillas de su propia destrucción. Los posmodernos, saben que su propia revuelta epistemológica está sujeta para siempre a los esfuerzos reconstructivos de los otros. No hay final en el juego de la política. Llevan hasta tal punto el escepticismo que es su afán por mostrar que no hay verdad última que nunca podrán estar seguros de que esto sea cierto. Por ello, porque la verdad es inalcanzable o no sabemos si podremos alcanzarla es por lo que el conocimiento adquiere valor.

En resumen, los posmodernos critican a la modernidad el haber confundido el conocimiento con la verdad. Caracterizar lo posmoderno como reacción contra la modernidad parece concitar cierto consenso y esa reacción consiste, por un lado, en el profundo cuestionamiento a la idea de progreso histórico, y por otro, un profundo escepticismo hacia la concepción de sujeto autónomo, racional y centrado que acompañaron a la emancipación política de la modernidad.

1.- LA POSMODERNIDAD COMO CONTEXTO.

No resulta fácil definir la posmodernidad como período histórico ni rastrear su aparición en algún momento concreto del pasado. Tampoco encontrar definiciones comprensibles de esta época tan compleja.

No obstante, algunos autores como John Gibbins y Bo Reimer, utilizando los análisis parciales de otros teóricos, han intentado caracterizar la posmodernidad y han singularizado los siguientes aspectos:

1. El capitalismo desorganizado: hay un flujo creciente de productos y personas que se mueven a más velocidad y que alcanzan grandes distancias, haciendo imposible la sincronización de los procesos de producción y distribución. En la posmodernidad los consumidores valoran la capacidad para elegir entre productos alternativos, en donde el componente cultural y estético de un producto determina cada vez más su valor.

2. El proceso de globalización: estos procesos están moldeando la posmodernidad. Vivimos en un mundo en el que las cosas que pasan en una parte del planeta pueden afectar en otro lugar del mundo. Esta interdependencia ha llevado a algunos autores a hablar de sociedades de riesgo. Una de las cuestiones fundamentales que afectan a la globalización es política, es el papel del Estado Nación y su futuro. Otra cuestión también importante es económica, distancia cada vez mayor entre ricos y pobres; pero la globalización también es cultural, que también están desigualmente distribuidos.

3. Las sociedades de medios de comunicación de masas: los medios de comunicación mediatizan y condicionan nuestra experiencia en la vida cotidiana. A causa de esta influencia se percibe una pérdida de la existencia de límites en la realidad y ficción.

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Cuatro tendencias de los medios pueden hacer inteligible este proceso de pérdida del sentido de la realidad: la cultura de los medios es cada vez más visual. Los medios de comunicación están cada vez más implicados en procesos transnacionales. Los medios obedecen a criterios más acusadamente comerciales y hay una concentración de la propiedad de los medios en torno a un conjunto pequeño de corporación. Por último, la significación de los medios en la vida cotidiana ha provocado un aumento de la intertextualidad, esto es de la autorreferencialidad de los medios de comunicación que cada vez se refieren a sí mismos y a su propia producción y menos a la supuesta realidad externa.

El sujeto posmoderno está localizado en un espacio más inseguro que el moderno, en la intersección entre un conjunto plural de localidades, nacionalidades y estructuras internacionales. Éste tiene que hacer constantes elecciones incluso cuando preferiría no tener que hacerlas. El mundo posmoderno obliga a los sujetos a elegir pero no proporciona criterios para saber qué elecciones son mejores. La identidad de los sujetos sigue siendo una construcción social, lo que significa que sus elecciones tendrán en cuenta las experiencias relacionadas con el grupo o el medo cultural concreto.

Los valores son las creencias que tenemos sobre lo que está bien y lo que está mal y son importantes porque son principios que ordenan las acciones políticas. Los valores posmodernos son poco evaluativos o lo son a un nivel muy general. En este sentido son menos una orientación y más un esquema cuya regla esencial consiste en que cada quien debe ordenar sus preferencias, valores y actitudes por sí mismo.

2.- LA CONDICIÓN POSMODERNA DE JEAN-FRANCOIS LYOTARD

Lyotard ha definido lo posmoderno como “una condición”, esto es, como un estado o situación en la que se halla algo o alguien. Esta condición se caracteriza por el lugar que ocupa el conocimiento en las sociedades posindustriales y en las culturas posmodernas. En estas sociedades y culturas el control del flujo de idas y quién tiene acceso a ellas es un tema central.

Lyotard analiza el conocimiento como narrativa para destacar y analizar las diferencias entres las formas modernas y posmodernas de conocimiento y la manera en que las ideas son generadas y comunicadas. Lo que quiere enfatizar es que nuestra visión del mundo es producto de las muchas maneras que lo experimentamos y de las discusiones que entablamos sobre la realidad.

Al conjunto de reglas que determinan la legitimidad de las formas particulares de narrativa, Lyotard les llama metanarrativas y señala que éstas proveen criterios que permiten a uno juzgar qué ideas y enunciados son legítimos, verdaderos y éticamente aceptables para cada forma de narrativa.

Lyotard añade otro concepto clave, el de las grandes narrativas, que son los principios rectores de la modernidad y es a través de su análisis como Lyotard define este período y explica el paso a la posmodernidad. Las grandes narrativas construyen explicaciones de la sociedad humana y de su progreso. Señala que la idea central en las metanarrativas y las grandes narrativas es el desarrollo del conocimiento como progreso hacia la iluminación y la libertad.

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La condición posmoderna se caracteriza por la demanda suprema de la economía capitalista y todos los desarrollos del saber están determinados por la lógica pragmática de los mercados y no por el sueño del bienestar humano.

Lyotard señala que el saber se ha convertido en una mercancía y que es la base del poder. La gente más poderosa y las sociedades más poderosas son y serán las que tengan acceso y produzcan conocimiento. La competición global por el poder, es a juicio de Lyotard, una lucha por el saber y el objetivo es la eficacia. El criterio para valorar una narrativa es su eficacia en hacer que el capitalismo funcione más rápido y mejor.

Para Lyotard, el mayor peligro que deben afrontar los miembros de las sociedades posmodernas es la reducción de todo conocimiento a un sistema cuyo único criterio es la eficacia.

Lyotard señala que la relación entre moderno y posmoderno toma la forma de una estructura tripartita. En la primera versión, identifica lo posmoderno como un nuevo período, estilo o moda que reemplaza a los anteriores. En la segunda, afirma que lo posmoderno es un momento en el que innovación y desarrollo no pueden identificarse con progreso. Y la tercera señala lo posmoderno como una continua relectura y crítica de los valores modernos y de sus proyectos. No lo sustituye sino que lo reconfigura.

Para Lyotard estas tres versiones deben ponerse en juego para definir este momento complejo.

3.- LA MODERNIDAD SEGÚN JÜRGEN HABERMAS

Todos los autores parecen coincidir en que la modernidad implica novedad.

Berman apunta a que la modernidad es por sobre todas las cosas cambio, rápido e inevitable, que afecta la vida de los seres humanos.

Uno de los trabajos imprescindibles en el análisis de la modernidad y posmodernidad lo representa “Modernidad: un proyecto inacabado” de Jürgen Habermas. Al igual que Berman considera al período como una etapa de continua transformación. Pero señala que la modernidad tiene muchos puntos de origen y precursores. Por ello, su objetivo es el análisis del discurso filosófico, como discurso auto-comprensivo; lo sitúa en el comienzo del siglo XIX con el giro autoreflexivo que toman los filósofos, científicos y artistas cuando empiezan a cuestionar las relaciones de sus respectivas disciplinas con los cambios revolucionarios que están teniendo lugar en aquel momento.

Habermas señala tres aspectos clave del discurso de la modernidad:

1. La emancipación de la subjetividad de las visiones míticas y religiosas.

2. La idea de historia como relato del progreso racional de la humanidad.

3. Las posibilidades de resistencia y lucha contra la mercantilización de la vida cotidiana.

4.- POSMODERNISMO Y POLÍTICA

No existe un pensamiento posmoderno sino un conjunto de voces críticas a la modernidad. Algunos autores han intentado clasificar genéricamente a los posmodernos y los visualizan en dos grupos. Uno de ellos estaría formado por los pensadores posmodernos escépticos, para los

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que la política o el cambio radical no tienen sentido. Rechazan la idea de sujeto autónomo racional. No sólo creen que el sujeto sea una construcción, es también una ficción y una ilusión. El autor más representativo sería Baudrillard.

En un segundo grupo estarían los posmodernos afirmativos o reconstruccionistas quienes no predican el fin del sujeto sino su reconstrucción. Dentro de este grupo estarían Richard Rorty, Frederic Jameson. Para estos, el discurso posmoderno es un horizonte contra el que redefinir y reestructurar la teoría y la política modernas. Reconocen una forma de experiencia fragmentada, descoyuntada y discontinua como característica de la subjetividad posmoderna.

Algunas características de la participación política de estos sujetos son:

1. Participan de maneras diferentes, favoreciendo la acción directa y las actividades de base, organizados, llegado el caso, a través de los movimientos sociales en lugar de partidos y grupos de interés. Las actividades políticas están menos estructuradas, son menos constantes en cuanto a membresía y agenda a lo largo del tiempo. Están menos relacionados con la estratificación social y económica y tienen que ver menos con la ideología, el interés y el poder. Los nuevos movimientos sociales, como los pacifistas, feministas y ecologistas son modélicos en este sentido.

2. Los sujetos posmodernos están más orientados hacia el presente y motivados por el objetivo de la expresión, mientras que los modernos lo están hacia el futuro y hacia la auto-realización.

3. Los sujetos posmodernos tienden a nuclearse en nuevos movimientos sociales que son organizaciones que imprimen un nuevo estilo de política, una política más politizada.

5.- EL LIBERALISMO POSMODERNO DE RICHARD RORTY

Ha sido uno de los pocos pensadores posmodernos que se definió políticamente un liberal posmoderno de izquierdas.

Para él la democracia liberal es el sistema que debe promover la libertad individual y la tolerancia y minimizar la crueldad y el sufrimiento. Pero este sistema político está siendo amenazado. En Achieving Our Country: Leftist Thought in Twentieth Century America, define, al menos, cuatro niveles en las crisis que afectan a las democracias liberales contemporáneas y, específicamente, a la americana:

1. Las políticas de izquierdas: una radicalizada que promueve el desprecio por los EEUU, convirtiendo a las políticas reformistas en sospechosas e impracticables. Y otra cultural, que es la prueba de que la frustración ha ocupado el lugar de la esperanza.

2. La identidad nacional americana: falta de orgullo nacional.

3. La presión de la globalización sobre las democracias: lo que ha hecho agudizar la crisis moral.

4. La auto-imagen de las democracias liberales contemporáneas: desplazamiento de la noción igualitaria de democracia a la de noción de constitucionalidad, en donde el carácter constitucional no implica la necesidad de progreso moral en el sentido del desarrollo de un sistema igualitario.

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Para Rorty, la pérdida de esperanza social tiene que ver con los vocabularios políticos y con las ideas políticas vigentes que gobiernan y encuadran nuestras prácticas públicas. Un vocabulario que limita las posibilidades de pensamiento, que marca hasta dónde puede llegar nuestra imaginación. Estos vocabularios parecen pertinentes para sostener el constitucionalismo, pero ya no sirven para preservar el igualitarismo.

Por ello Rorty intenta reavivar y reformular las esperanzas de la sociedad libertal, por lo que cree necesario que tanto la sociedad como las instituciones políticas se impliquen con la idea de igualdad a través de los sentimientos sociales de fraternidad y solidaridad. Para salir de la crisis moral se debe apelar a procedimientos emocionales porque la moralidad tiene que ver con la capacidad para empatizar con la desgracia ajena. Además, también debe producirse un giro en las convicciones de los políticos que valore la relación entre los órdenes morales y políticos y ese habría de ser el principal cometido de la clase política. La primera tarea de un Estado debería ser prevenir las desigualdades sociales y económicas.

6. EL MARXISMO POSMODERNO DE FREDRIC JAMESON

Jameson intenta vincular la crítica cultural y literaria marxista con los debates posmodernos. Ha intentado aprovechar las contribuciones del posestructuralismo y del posmodernismo para enriquecer la teoría cultural marxista.

Para Jameson el posmodernismo no es sólo un estilo o una estética sino una forma de conciencia y una manera de experimentar el mundo, propias del tardo capitalismo.

Los efectos del capitalismo multinacional son analizados por Jameson, quien señala que no se trata sólo de la emergencia de nuevas formas de organización de los negocios, con las multi y las transnacionales, sino de una visión del sistema capitalista mundial muy distinta a la del imperialismo.

El capitalismo multinacional ha generado su propia estética, su conciencia propia, el posmodernismo, la lógica cultural de ese estadio económico. Las características de esa forma de experiencia son muy variadas, pero la fundamental para entender el diagnóstico y el pronóstico de Jameson es la mercantilización de la cultura que ha provocado la disminución de la distancia crítica desde la que resistirse y oponerse al capitalismo. Jameson habla de la mercantilización de todos los órdenes de la vida como la característica básica del capitalismo tardío. Introduce el concepto inconsciente reformulado a partir de la propuesta de Freud, para explicar el alcance de la colonización capitalista. Como consecuencia de este proceso el sujeto se ha visto fragmentado, desorientado y es sobre esta desorientación sobre la que Jameson intentará actuar.

Antes los productos se evaluaban de acuerdo con su utilidad, ahora su valor depende de lo que son capaces de significar. Esto ha generado una “nueva superficialidad” en la que cada mercancía no es más que una nueva imagen intercambiable que el consumidor puede comprar para realzar su estilo de vida.

Lo que preocupa a Jameson es la falta de espacio para la crítica y para la resistencia activa que parece ofrecer la posmodernidad, habitada por consumidores que han perdido todo sentido de la totalidad. Jameson pretende rechazar la cultura consumista del tardo capitalismo e

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intenta generar una versión posmoderna, actualizada de crítica que se resista a la mercantilización de la experiencia: un marxismo posmoderno que desafíe al capitalismo tardío.

Para poder formular esto propone un proceso que llama “mapeado cognitivo” o “cartografía cognitiva” que les permitirá a los sujetos descentralizados y desorientados de la posmodernidad reconocer el terreno que pisan e idear estrategias de resistencia.

Uno de los problemas del sujeto posmoderno es la brecha entre su experiencia de vida o existencial y todas las relaciones y estructuras que lo condicionan y mediatizan. La función de la ideología es inventar una forma de articular estos dos espacios, de permitir al sujeto apropiarse de aquello que no ve pero que le afecta.

El mapeado cognitivo supone la necesidad de una metodología totalizante que los posmodernistas rechazan por reduccionista. Jameson señala que la diferencia no puede ser entendida fuera del contexto sistémico y relacional y que un análisis totalizante es necesario para mapear los efectos homegeneizadores del capitalismo. Para Jameson sin esa idea de totalidad cognitiva no hay política socialista. Sin la categoría de totalidad las alternativas políticas son el reformismo o la reproducción de las dinámicas represivas.

Lo que más le importa a Jameson en términos políticos es la desorientación espacial de los sujetos en este mundo descentrado de redes de comunicación capitalista. Un mundo en el que los sujetos no saben cómo posicionarse individual y colectivamente, no tienen la noción de diferencia que proporciona la conciencia histórica. En estos términos, la apuesta de Jameson es una apuesta marxista pero no del tipo obrerista sino cercana a la política de alianzas de los nuevos movimientos sociales.

Jameson es el teórico más comprometido con mantener vivas las políticas de resistencia heredadas del marxismo. Señala que cada posición que uno adopte sobre el posmodernismo es, inevitablemente, una postura política hacia la naturaleza del capitalismo multinacional hoy. Para Jameson, como para Marx, el posmodernismo es una superestructura determinada por la transformación de las bases económicas de la sociedad tardo-capitalista.

Jameson intenta reconstruir la capacidad crítica del marxismo a través de los mapas cognitivos que permitan a los sujetos posicionarse ante la totalidad de lo social.

7.- LA DEMOCRACIA RADICAL DE LACLAU Y MOUFFE

Ernesto Laclau y Chantal Mouffe intentan repensar el marxismo a través de la teoría posestructuralista para llegar a una teoría y una práctica políticas de pluralismo radical y democrático. La democracia radical será el modelo político postulador por estos dos teóricos.

Para ambos la tradición marxista sufre de un reduccionismo lógico e impide la comprensión o el entendimiento de ciertos aspectos como: la naturaleza plural de la sociedad, la autonomía de los diversos grupos oprimidos, el carácter contingente y abierto de toda identidad y lucha políticas. Critican a esta tradición de reducir la realidad a la producción, la lucha de clases y toda la multiplicidad de posiciones de sujeto a posiciones de clase. Todos los cambios que se operan después de la Segunda Guerra Mundial han generado nuevas formas de resistencia que se expresan en los nuevos movimientos sociales que no pueden ser reducidos a lógicas productivistas o a posiciones de clase.

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Laclau y Mouffe analizan la sociedad desde la perspectiva de la teoría del discurso que abre la posibilidad de una creación lingüística de la realidad. Adoptan posiciones posetructuralistas, posmarxistas y posmodernas pero se resisten al nihilismo y al cinismo de los radicales. Al igual que Habermas consideran que la modernidad es un proyecto inacabado pero son mucho más críticos con el racionalismo y el universalismo ilustrado que Habermas.

La propuesta de estos dos autores aparece muy clara en un ensayo titulado “Política y los límites de la modernidad”, en el que intentan ver cómo la crítica posmoderna puede desafiar lo moderno sin por ello renunciar a sus propósitos emancipatorios. Para Laclau el paso de lo moderno a lo posmoderno no implica el abandono de valores como la justicia, la libertad o la verdad, pero sí redefinirlos de tal forma que puedan ser considerados y practicados sin el recurso a las categorías universalistas como la de hombre, totalidad social o el concurso de las grandes narrativas.

Para Laclau y Mouffe es posible repensar los contenidos emancipatorios de la modernidad partiendo de un nuevo imaginario radical. Para ello emplean una categoría, la de hegemonía. Construyen la genealogía del concepto mostrando cómo ha recibido definiciones muy diferentes en contextos distintos.

El modelo político de Laclau y Mouffe se autodefine como plural porque estará constituido por la multiplicidad de identidades políticas y ese pluralismo se convierte en radical porque esas identidades son validadas como autónomas y sujetas a una alianza. El pluralismo radical es democrático porque ningún grupo se verá privilegiado y cada grupo extenderá la revolución democrática burguesa a todos los aspectos de la vida. El socialismo en la democracia pluralista radical no es una ruptura con el pasado sino un momento interno de la revolución democrática. El socialismo implica la erradicación de las jerarquías y de la desigualdad a favor de la equidad y de la autonomía y una extensión de la revolución democrática hincada por la burguesía.

Sus trabajos han recibido numerosas críticas. Entre ellas, se ha señalado su peculiar lectura de la tradición marxista, el uso de la teoría discursiva y de sus teorías sobre la democracia, el socialismo y la política de alianzas. Otra crítica se dirige al uso de la teoría discursiva que les lleva a la arbitrariedad de la sociedad y la historia. También se les critica porque no reparan en que no puede haber democracia si se renuncia al discurso de lo universal.

Laclau y Mouffe son muy críticos con el socialismo obrerista y con la noción de que la clase obrera debía ser la vanguardia revolucionaria. Gracias a su concepto de hegemonía integran en el juego político a muy diferentes actores sociales, entre los que las mujeres son un grupo muy importante.

8.- FEMINISMO POSMODERNO

A partir de los ’60 la aparición de nuevos movimientos sociales ha desafiado la tradicional política de lucha de clases y ha evidenciado la multiplicidad de lugares y mecanismos de poder y de dominación que no pueden reducirse a la clase y la explotación laboral. Laclau y Mouffe hablaron de la necesidad de distintas formas de lucha y Jameson, así como las feministas, la importancia de una política cultural y de políticas cotidianas.

En los ’80 se puso énfasis en las políticas de género, raza, etnicidad y de posiciones de sujeto. Esto se conoce como políticas de identidad y políticas de diferencia. Las políticas de la

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identidad intentan movilizar políticas basadas en la construcción de identidades a través de la lucha política y el compromiso.

Lo primero que resulta sospechoso, desde una perspectiva posmoderna, es el propio concepto de identidad. Las propias feministas han sido cautelosas y críticas con la modernidad que ha negado su posición de sujeto. La idea de hombre ocluye las diferencias entre hombres y mujeres y justifica la dominación de aquellos sobre éstas. El discurso humanista entronizó como común a todos los seres humanos lo que eran valores masculinos. Por cosas como ésta se ha dicho que el discurso posmoderno y el feminista se pueden ayudar mutuamente.

Algunas feministas consideran a la teoría posmoderna como invalidante para el feminismo, otras apelan a una síntesis entre feminismo y tensiones entre ambos.

La teoría posmoderna sirve para validar cierto tipo de feminismo: el feminismo socialista, o el materialista para criticar el liberal o esencialista.

Algunas teóricas han criticado a la teoría posmoderna desde el feminismo señalando los peligros de una liquidación, demasiado rápida, de conceptos como razón, igualdad, emancipación y han advertido de la irracionalidad en la que han caído algunos autores básicos para esta teoría y que lo que escondían era disgusto por la igualdad de sexos. Otras desconfían de una teoría que ataca al sujeto, a nuestra noción de sujeto, en un momento en que las mujeres están intentando aumentar su subjetividad y adquirir derechos negados. En cambio otras, señalan que la postura anti-esencialisa de los posmodernos es de gran ayuda para el feminismo, que así ve como se desplaza la atención hacia las instituciones que conforman y crean esas subjetividades. Las hay que creen que la teoría posmoderna, al acentuar la diferencia y la heterogeneidad, permite articular las muy diferentes necesidades e intereses de las mujeres: color, clase, etnia, preferencia sexual.

Tampoco parece que el feminismo posmoderno haya encontrado respuestas fáciles o articulaciones sencillas a los complejos problemas de la posmodernidad.

9.- ¿ES EL POSMODERNISMO DE DERECHAS O DE IZQUIERDAS?

No puede decirse que el posmodernismo sea de derecha o de izquierdas. Hay representantes de la derecha política que apoyan la lógica posmoderna y gente de izquierda que también lo hace.

Existen, no obstante, ciertas incompatibilidades sustantivas entre posmodernismo y algunas corrientes de izquierda, como el marxismo.

Por ejemplo, los marxistas ortodoxos, materialistas y deductivistas rechazan el posmodernismo por considerarlo decadente y representativo del conservadurismo y del fundamentalismo religioso de las últimas décadas; frívolo e irresponsable por hacer demasiado hincapié en los fenómenos culturales en lugar de en los problemas económicos; inmovilista, porque se dedican a criticar lo existente pero no proponer alternativas claras y viables; reaccionario por haber abandonado la búsqueda de estándares universales de verdad, justicia y gusto, convocando al relativismo, pervirtiendo el compromiso político y abriendo el camino al totalitarismo.

Por lo que respecta a los conservadores, se han opuesto al posmodernismo por considerarlo decadente, amoral, hedonista, oportunista, desestabilizador, rupturista, anarquista,

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izquierdista y lo han calificado como refugio de ex marxistas. Difieren de los posmodernos en puntos muy importantes: la verdad, la razón y la importancia de la historia como forma de transmisión de las tradiciones humanas de generación en generación. Se oponen al relativismo posmoderno que, según ellos, no distingue el bien del mal, lo verdadero de lo falso.

Resultan interesantes las coincidencias que manifiestan marxistas ortodoxos y conservadores en su crítica al posmodernismo. Ambas corrientes critican la lógica cultural de decadente, representante, para unos del neoconservadurismo actual y, para oros, del radicalismo sesentista; frívola e irresponsable porque su posición antifundacionista, antirepresentacionista y relativista impide, para unos, el cambio revolucionario y para otros, ataca los fundamentos de la tradición; reaccionaria y radical porque intenta subvertir la autoridad y se opone a las jerarquías.

Tal vez la distancia entre los presupuestos del marxismo ortodoxo y del conservadurismo no sea tal y participen de un mismo universo de sentido y significación el que el posmodernismo ha irrumpido con una lógica irreductible.

10.- DE INCERTIDUMBRES, SUJETOS DESCENTRADOS, MAPAS Y DEMOCRACIAS RADICALES

En las distintas aproximaciones al fenómeno posmoderno los teóricos parecen haber desplazado el eje de análisis de la realidad económica a los efectos culturales. Así Lyotard centra su estudio en torno a la producción de conocimiento. La incredulidad hacia las grandes narrativas parece ser uno de sus rasgos más notables. Si, como señala Habermas, la modernidad supuso la aparición de una nueva subjetividad, la incorporación de la idea de progreso histórico y la introducción de la idea de cambio radical, el posmodernismo se puede considerar como una reacción crítica hacia esos tres supuestos. La modernidad prometió el fin del reino de la necesidad y auguró un nuevo inicio para la humanidad. El conocimiento científico y el desarrollo técnico liberarían al género humano de las más variadas dependencias y lo conducirían al reino de la libertad. Casi un siglo y medio después de esas promesas, esa realidad no se ha hecho presente. Por lo que nadie se atreve, según Lyotard, a llamar al desarrollo progreso.

En medio de este panorama incierto y desconcertante, algunos teóricos han intentado buscar alternativas, salidas políticas. Han sido los herederos del marxismo (posmarxistas y neomarxsistas) los más interesados en reflotar y resignificar esa tradición de crítica y de resistencia políticas. Laclau señala que no son los ideales de la modernidad los que se han puesto en tela de juicio en la posmodernidad sino la forma de entenderlos y justificarlos. Por lo que para Laclau y Mouffe la democracia liberal debe ser contestada desde la democracia pluralista radical.

Por otro lado, lo que preocupa a Jameson es la desorientación de los sujetos posmodernos, esa incapacidad para ligar la experiencia individual y ubicarla en la totalidad que conformas las estructuras sociales. Por lo que propone la creación de mapas cognitivos a través de los que situarse y diseñar posibles frentes de resistencia y lucha.

Ni de izquierdas ni de derechas, el posmodernismo parece apelar a otra lógica y por ello resulta, a veces, tan difícil de entender y representar.