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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA PERSPECTIVAS DE LA NATURALEZA COGNOSCITIVA DEL LENGUAJE Y SUS APROXIMACIONES AL BILINGÜISMO ENSAYO ÁREA: FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN GRUPO 3 PRESENTADO POR: JORGE ANDRÉS CORTES MOLINA DOCENTE: PATRICIA ROJAS BOGOTÁ MAYO 4, 2010

Perspectivas de La Naturaleza Cognoscitiva Del Lenguaje

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

PERSPECTIVAS DE LA NATURALEZA COGNOSCITIVA DEL LENGUAJEY SUS APROXIMACIONES AL BILINGÜISMO

ENSAYO

ÁREA: FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN GRUPO 3

PRESENTADO POR: JORGE ANDRÉS CORTES MOLINA

DOCENTE: PATRICIA ROJAS

BOGOTÁMAYO 4, 2010

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PERSPECTIVAS DE LA NATURALEZA COGNOSCITIVA DEL LENGUAJE

Y SUS APROXIMACIONES AL BILINGÜISMO

Preliminares:

Yo mismo apenas exaltado por aquel presuntuoso título, la temática a abordar y su vastísima cantidad de documentos, ansioso me propongo escindir -bajo mi punto de vista y a manera expositiva- las interrelaciones de afectación entre nuestra singular facultad y el objeto educativo de más alto crecimiento en la actualidad; a saber, el lenguaje en su base cognitiva y la fascinante habilidad del bilingüismo. Para comenzar, sean de común entendimiento algunos de los conceptos y apreciaciones de lo más interesantes, que en el presente ensayo aportan el objeto de estudio.

El Lenguaje

Éste supone en sí nuestra mejor y común facultad, la que veo como la más grande e importante para nosotros y la cual nos es preciso entender, si hacerla nuestro objeto de estudio pretendemos. Partamos de que el ser humano es un ser enteramente social, que es integrante de una realidad, y pertenece a una comunidad en donde establece una serie de relaciones, y que además está en constante interacción con la naturaleza, con su realidad, con todo su contexto y de esta interacción nacen sus percepciones y sus vivencias, así como sus preocupaciones, sus temores y sus sueños. Para permitir todo eso, el ser humano debe comunicarse, la palabra comunicar significa "poner en común", es decir, compartir con los demás. Cuando nos comunicamos compartimos información de todo tipo: emociones, ideas, conceptos, advertencias, necesidades, órdenes, etcétera. Gracias a la capacidad de comunicación que tenemos, podemos expresamos, entrar en contacto con los demás y con las cosas para dialogar y vivir en sociedad; podemos explicar nuestras ideas, deseos; comprender la naturaleza y los seres que nos rodean y adquirir experiencias, construyendo cosas en común, pensar e inventar, desarrollar nuevas formas de convivencia, organizar instituciones, etc., dejar huella de la capacidad de comunicación y creación. Mediante el proceso de la comunicación, damos testimonio de nuestra existencia y buscamos contactos y respuestas del exterior.

El lenguaje es el más valioso y eficaz instrumento con que contamos los seres humanos para poder comunicamos y establecer relaciones, para así satisfacer nuestras necesidades y compartir con los otros nuestros deseos, aspiraciones, alegrías, preocupaciones, etc. Ya que es un sistema estructurado de signos

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producidos de manera consciente del cual nos servimos los seres humanos, no hay que entenderlo como instrumento de comunicación meramente, sino que también algo constitutivo del ser, por cuanto le permite realizar representaciones y dar a conocer las mismas, así como nuestras vivencias que nacen de nuestras percepciones haciendo posible que nuestro interior se convierta en testimonio palpable. Si el lenguaje involucra a todo sistema de señales, signos o símbolos, que permiten identificar una intención comunicativa, se hace necesario connotarlo también, como lenguaje de los animales, lenguaje del pintor, lenguaje artístico o musical, etc.; pero no se puede pensar que estas formas de lenguaje son en algo equiparables a las nuestras, el lenguaje humano como facultas, nos es exclusivo a nosotros, sin el cual la vida en sociedad y cualquier forma de cultura serían imposibles; puede considerarse, de hecho, que el lenguaje es la manifestación más importante de la conducta humana.

De modo general, el lenguaje es todo sistema de señales o signos que permiten y facilitan cualquier modo de expresión, pero el lenguaje humano es profundo y complejo, va muchísimo más lejos, y de sí los demás lenguajes pueden hacer obvia la diferencia.

Demostrando la grandeza de éste, el lenguaje humano recibe una doble definición. Es una capacidad inherente al ser humano: la capacidad de aprender una lengua que sienta las bases para el pensamiento y el consecuente empleo de éste. Es decir cualquier ser humano que no presente patologías relacionadas con la adquisición del lenguaje tiene esta capacidad. Por extensión, y fuera del ámbito lingüístico, también se denomina lenguaje a todo sistema humano de comunicación basado en determinadas convenciones o acuerdos. Así las señales de tránsito, la música, las imágenes, constituyen lenguajes en un sentido amplio.

Se puede entender de aquí en adelante al lenguaje como ingrediente principal en la facultad de pensamiento del hombre, y por ende como constante en el desarrollo y crecimiento de ése pensamiento (cognición).

Pero, ¿por medio de qué específicamente se dan ése desarrollo y crecimiento al interior de nuestra común facultad? A hora lo veremos…

La Lengua

Esta es la especial manera del lenguaje, su manifestación en la realidad exterior, y la que nos permite articular los desarrollos y mejoras de nuestra facultad pensante. Más específicamente se refiere a la capacidad humana para organizar, construir y estructurar sus experiencias en formas lingüísticas que se pueden transmitir y comunicar por medio de mensajes, de textos. Consiste en un cúmulo de elementos distintos, de formas múltiples y variadas que los grupos humanos han ido inventando, probando y corrigiendo a lo largo de siglos y que han venido a materializarse en sistemas, lenguas o idiomas concretos: español, inglés, alemán, ruso, quechua, etc.

Es el sistema complejo de asociaciones entre las ideas y los sonidos o gestos (para incluir los lenguajes de señas) que cada sociedad humana posee sin excepción. Esta

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lengua, sea escrita o no, tiene forzosamente un sistema gramatical (estructura de pensamiento) propio, por eso lengua o idioma es el lenguaje articulado que constituye la especial manera de hablar de un grupo determinado de individuos.

La lengua permite comunicar nuestras ideas, nuestros deseos, nuestras emociones, lo pasado, lo presente o lo futuro, lo real o imaginario, sin más límite que nuestra capacidad, nuestra voluntad o nuestra audacia para utilizarla como instrumento de comunicación lingüística. La lengua es también una visión del mundo global y organizado (de cuyo impacto en éste nos detendremos más adelante), la cosmovisión de toda una comunidad lingüística determinada, un ente de naturaleza social, una "institución" proveniente de todos los hablantes de una misma comunidad lingüística. Resumiendo, la lengua es algo abstracto que sólo se puede concebir en su totalidad imaginando la suma de los conocimientos lingüísticos depositados en la mente del conjunto de hablantes. Los hablantes no la aprenden voluntariamente sino en forma pasiva, sin darse cuenta de ello… pero es eso precisamente lo que la constituye la herramienta por excelencia de aquella facultad lingüística y de pensamiento de que hemos dado cuenta antes.

Y, por último, este componente importante, el habla, se puede entender como los hablantes usando la lengua en actos cotidianos de comunicación, actos de estricta exteriorización de conceptos internos hacia otros externos, llamados actos de habla, que son concreciones de la lengua. Vale aclarar también que cuando producimos textos, estamos produciendo actos de habla, pues estos son salidos de nosotros, moldeados por el habla, y propiciados por la herramienta de pensamiento, es decir el lenguaje, y que notaremos más adelante desde su base cognoscitiva.

De esto se concluye que el acto del habla es individual, y no social como lo es la lengua, por esto también las grandes diferencias de pensamiento de individuo a individuo se pueden explicar por la relación tan grande que mantiene la forma y modo en que percibimos el mundo, nuestra consecuente manera de exteriorizar la respuesta hacia éste, y la habilidad lingüística, la cual podemos resumir en la facultad innata del lenguaje, su herramienta, la lengua, y su manifestación, el habla.

Cuando hablamos, no sólo estamos diciendo algo, sino que también estamos haciendo algo, un algo que por su naturaleza cognitiva nos conviene analizar.

Es evidente que aprendemos la lengua sin damos cuenta, tenemos de ella un conocimiento inconsciente, y es esto lo realmente fascinante, los hablantes conocen y hacen observancia de la normatividad de la lengua –aún inconscientemente- pues todo hablante normal tiene en su cerebro una gramática perfecta que aplica cuando se comunica lingüísticamente. Por eso respetar el código supone haber aceptado utilizar una lengua dada para comunicamos, por lo que debemos emplear las reglas y los elementos que la norman.

La cognición y el lenguaje, vicisitudes en un contexto educativo y de pensamiento

Este particular concepto de cognición nos es de grandísima relevancia para el entendimiento de la relación lenguaje-pensamiento. Mientras pensamiento es, un

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sentido mucho más general, la forma genérica que define todos los productos que la mente puede generar, incluyendo las actividades racionales del intelecto o las abstracciones de la imaginación; todo aquello que sea de naturaleza mental es considerado pensamiento, sean estos abstractos, racionales, creativos, artísticos, etc.; por otro lado, la cognición contrasta más específicamente en su definición; la podemos ver someramente como el acto o proceso facultativo del hombre que le permite conocer, y todo lo que esto conlleva; interiorizar objetos externos dando lugar al pensamiento, por medio de actos mentales descritos como experiencia de conocimiento, o descubrimiento (como el percibir, reconocer, imaginar y razonar), distinto de una experiencia de los sentimientos o de la voluntad interiores al espíritu. En este excitante proceso convergen relacionándose elementos tanto exteriores como interiores al ser humano, es allí donde el lenguaje y sus modificadores externos juegan un papel determinante como vehículo del conocimiento hacia la modificación del pensamiento.

Centremos ahora la noción principal: es el lenguaje como facultad el instrumento por excelencia del pensamiento, lo presupone, lo construye y desarrolla. La relación lenguaje-cognición la pudiéramos ver claramente en la connotación de pensamiento que la caracterización de una palabra nos evoca. El aprendizaje de un nuevo significado, a través claro de una nueva palabra -mediada por un objeto exterior- nos da una sensación de claridad y satisfacción sin igual, que esclarece el panorama de cualquier estudio en que estemos involucrados. En este sentido, se hace de gran importancia el adquirir capacidades léxicas que nos permitan el aumento de nuestro repertorio de significados a través de palabras nuevas cada vez, y estas capacidades traducirían inequívocamente en destrezas cognitivas varias. La palabra como etiqueta nos permite guardar significantes intactos, y que pueden estar o no presentes en la realidad, pero que independientemente de eso, somos capaces de evocarlos en cualquier momento, de crear a partir de esas palabras otras nuevas, y además, a todo conferirle aplicabilidad en lo abstracto, lo que se convertirá más adelante en materialización en la realidad.

Ser capaz de utilizar –bajo la plataforma del lenguaje- el pasado para juzgar y/o deducir lo nuevo y desconocido, implica que, aunque la cosa del pasado haya desaparecido, su significado (en un puro registro de palabras: pensamientos) permanece de tal manera que se puede utilizar para determinar y predecir el carácter de lo nuevo. Las formas del habla son nuestros delicados pero grandes transportistas, los cómodos vehículos por los cuales los significados son transportados de las experiencias que ya no nos conciernen, a las que hasta el momento nos eran oscuras y dudosas. Así, la palabra se convierte en un vehículo, uno que sobre la autopista de la memoria, corre sin límite de espacio y forma, puede ser tan grande como se quiera, puede ser tan útil como se lo quiera hacer, y para la cual no hay pasado, ni presente, ni futuro.

Las principales clasificaciones intelectuales y significantes que constituyen para nosotros el capital operativo del pensamiento, lo ha construido para y por nosotros nuestra lengua materna, por eso su importancia en la adquisición y correcta enseñanza de la misma, apartado en que más adelante ahondaremos.

Ahora veremos la importancia de nuestra facultad lingüística en nuestros procesos de educar, eminentemente como un proceso de comunicar. Entendamos primeramente que no se debe enseñar cosas antes que los significados de esas cosas. Adquiere especial atención la necesidad de enseñar las palabras en tanto a su significado y luego la relación que ésas palabras establecen con las muchas cosas.

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Éste sería un aprendizaje con sentido. Una palabra es un instrumento para pensar a cerca de un significado que la misma expresa, el aprendizaje en sentido estricto, no estriba en aprender cosas, sino los significados de ésas cosas, y en este proceso se implica el uso de la palabra, del lenguaje. En este sentido sirvámonos expresar el resultado de enseñar meras cosas, vacías de significado, porque pensamos lo llevan implícito…el enseñar metódico estructuralista, y más contemporáneamente, constructivista, ¿no será más bien un enseñar mecánico antes que reflexivo, en el que la memorización verbal y procesiva sustituyen la investigación del significado de las cosas, su entendimiento y con esto la verdadera fuente de motivación de las mismas?

El lenguaje mantiene una estrecha relación doble con el trabajo de educar. Todas las áreas del conocimiento se dictan sobre la base de que éste debe ya estar completo en su estructura, y al tiempo, se pretende seguir conformándolo a lo largo del paso escolar. Es entonces un objeto de estudio escolar, y para el estudio escolar. He aquí la importancia que adquiere dentro del contexto educativo, más allá del social, o del interpersonal inclusive.

Si bien mencionada la relación, la escuela beberá entonces hacer uso del lenguaje transformándolo en una herramienta intelectual. Hemos entrado así, a analizar desde otro punto de vista el lenguaje, de una concepción de uso práctico y social de éste (coloquial) y hasta un uso más intelectual, el cual nos ocupará en adelante. La cuestión sería, orientar el lenguaje oral y escrito de los alumnos, mismo que se utiliza primordialmente con fines prácticos y sociales, de tal modo que se convierta en una herramienta consciente para transportar exitosamente el conocimiento, y apoyar al pensamiento (esto ampliado al uso de una segunda lengua, se vería optimizado, y es otra cuestión primordial que más adelante nos ocupará).

¿Pero, de qué manera habremos de modificar los hábitos “coloquiales”, comunes lingüísticos, a fin de convertirlos en instrumentos de intelectuales precisos y flexibles? Analizando diferentes posturas cognitivas, aplicables tanto al interior de la educación bilingüe como a la común, tenemos:

a) Una ampliación del vocabulario; captar el significado de una palabra, por uno u otro motivo, es el ejercitar la inteligencia, esto, por supuesto tiene lugar gracias al contacto inteligente con personas y cosas, esclareciendo nuevos conceptos a medida que se conocen palabras en sus significados nuevos, aquí se desempeña un acto de selección inteligente, ó análisis, y ello equivale a ampliar el fondo de significados o conceptos listos para ser usados posteriormente. Acá podemos recordar dos problemas fundamentales en los que la educación juega un papel importante; el individuo puede adquirir bastantes nuevos significados, pero si éstos no los trae al uso diario, se convierten en parte de lo que llamaríamos vocabulario pasivo. El hecho de que permitamos conformidad hacia la permanencia pasiva, en una realidad congruente a permanecer como está, acrecenta más nuestro reto. Mirando con mayor atención el estadio pasivo, en el cual las palabras se conceptualizan bajo el uso sin rigor porque insisten en establecerse desde la niñez, según un tipo indeterminado de referencia a las cosas; en el que la vaga caracterización y pobreza de vocabulario con quienes nos reunimos -esto especialmente en la niñez-, la trivialidad y “tacañería” en los temas de lectura común, tienden a convertir en irremediablemente débil y vago al pensamiento, limitando así el área de visión mental, todo lo cual nuestra tarea acaece evitar. Debería hacerse más “orgánico” el vocabulario académico, jugando a una articulación de procesos activos, relacionando la sociedad con la escuela, y el

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ambiente externo diario con los que propugnan textos escolares, cuentos, y enciclopedias.

b) Una precisión de éste vocabulario; los primeros significados de términos, dado a que son generales, son así mismo vagos. El niño pequeño, p.ej., llama inicialmente papá a todos los hombres; cuando ya ha visto un perro, puede llamar <<perro grande>> al primer caballo con que se encuentre. Y así por el estilo parecemos quedarnos al crecer; el seguir llamando por los mismos nominativos a las cosas, en vez de ampliar su significado, ganando de paso nuevo léxico, es contraproducente en el desarrollo de nuevos métodos cognitivos y su propensión hacia el desarrollo y aprehensión del lenguaje. Siempre que el pensamiento se hace más preciso, se desarrolla un significado relativamente técnico. Los maestros tienen dos opciones, -principalmente optando por la segunda- primero, multiplicar los términos técnicos en tanto sea plausible, repletando su discurso de éstos, y bajo la motivación de que aprender una nueva terminología acompañada de una descripción ó definición verbal, equivale a aprender una nueva idea (lo cual debe sopesarse y con cuidado evaluarse); por otro lado, cuando de repente se advierte la falta de aprehensión por parte del alumnado, se recurre a un extremista método, pues lo único que parece haber sucedido es la mera acumulación de un conjunto aislado de palabras, considerándolos como tecnicismos académicos sin peso y utilidad o aplicación en la realidad, se da por aplicar lo totalmente opuesto; se eliminan los términos técnicos, a los alumnos se les dice que pueden <<añadir>>, pero no sumar, y <<quitar>>, pero no restar, luego de que se haya transformado de adición y sustracción, a suma y resta. La solución está en decidir entre una práctica u otra, esto claro, dependiendo de la población, en función de las capacidades y ambientes del alumnado, pero sabiendo cual ésas prácticas es la que más construye. En lo que sí habría de quedar claros, es en que la característica cognitivista en ésta situación particular, queda hasta el día de hoy intacta, y bien conocida. Por tal sucede que los profesionales que logran llegar a esos últimos niveles de posgrado y afines, ya han conseguido reformar su variedad y ampliación léxica, así como las categorías y significados más profundos y específicos, al punto de poder, de una sola palabra, evocar otras muchas más e incluso crear abstracciones completas con una sola de ellas.

c) Una formación de hábitos en el discurso; como hemos visto, el lenguaje relaciona y organiza significados a la vez que los selecciona y los fija. Estos significados deben ser lineales, continuos y ordenados, pues en su papel como conformadores del discurso, hacen de este su estructura. Sin embargo, dentro de las costumbres y hábitos docentes al interior del discurso, hay conductas más sensibles, y menos apercibidas: Se puede empezar por dejar de lado las ansias docentes de protagonismo académico, aún siendo éste el que se piensa lo merece, se ha comprobado una monopolización del discurso, la cual ya planteaban los métodos activos se debía dejar. Así entonces, el docente debía optar por el permitir más seguidamente la participación de los estudiantes, antes de que él pase mucho tiempo hablando, dando una imagen de intelectualidad por encima de los demás, y creyéndose el único interesado y/o conocedor en el tema. Una segunda falencia que se ha identificado, es el otro extremo con respecto de la anterior costumbre; se ha visto la práctica de dar cortísimas lecciones o explicaciones, y acompañarlas casi de inmediato, de cuestionarios prolijos, extensos y que pretenden hacer el trabajo de quién los propone. Hay una última práctica que una vez identificada y corregida, se convierte en herramienta útil para la cognición. Estoy hablado de una creencia de la pedagogía tradicional, el pretender que los alumnos marquen, digan, escriban sí y sólo sí lo que se establece, estriba en la tendencia a evitar a toda costa el error, en

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lugar de la insistencia en la obtención de una capacidad. Recordemos que si el error se <<estigmatiza>> tanto hasta que llegue a considerarse absolutamente inacontecible, se pierde la oportunidad de aprender de ellos, y un gran miedo a no cometerlos llega, lo que provocará una aversión a intentar siquiera algo. A los niños que comienzan con ansiedad intelectual por comunicar, por hacer producción textual, suelen señalarles con tanto énfasis errores poco importantes, que la energía que debía volcarse en su pensamiento constructivo, termina perdiéndose en su esfuerzo por no cometer errores. Entendamos entonces, que no es producente la penalización de los errores, en tanto que se pierde el entusiasmo por parte de los estudiantes, quienes debido a la obligación por encontrar el medio adecuado para la formulación y expresión de su pensamiento, quedan privados de todo interés. Una cosa es tener que decir algo, y una muy diferente es tener algo que decir.

Una razón para estudiar el lenguaje es considerarlo un espejo de la mente; podemos así pensar que las características naturales de cualquier lengua –en su estructura, organización, ambiente y uso- pueden servirnos como medio para comprender la inteligencia humana. He ahí la razón de relación más contundente que veo, entre su apropiada enseñanza y articulación, y el poder cognitivo innato a ella, sea en el marco monolingüe, o bilingüe.

Bilingüismo

Primero, ocupémonos un momento en su definición. Al intentar precisar el concepto de bilingüismo, vemos que hay unas diferenciaciones que se deben establecer desde el comienzo. Para empezar, tenemos bilingüismo social e individual. El primero es de corte político, ya que depende de si los idiomas tienen estatus de válidos para el sistema político/administrativo de un país o no. El que nos es más relevante, es el bilingüismo individual. Este se define a partir del momento en que las políticas educativas tienen el objetivo explicito de promover el bilingüismo. Por otro lado, si bien el ciudadano común normalmente tiene una noción clara de lo que significa ser bilingüe, al intentar describirlo académicamente, vemos que tiende a considerarse un fenómeno multifacético y no siempre manejan los mismos parámetros. Esto hace que encontremos una amplia gama de definiciones y elementos disímiles en cada descripción. No queriendo extenderme demasiado, entendamos de primera mano que la práctica de utilizar de manera alterna dos lenguas será llamada bilingüismo, y quien lo hace, bilingüe.

Podemos sin embargo, complementar más a cerca de la facultad bilingüe, ésta entendida ahora, en términos de habilidad de una persona en usar aquí y ahora dos o más lenguas, como un medio de comunicación en la mayoría de las situaciones, y que pueda cambiar de una a otra de ser necesario. Así entonces, un hablante bilingüe es un individuo que tiene la habilidad de funcionar en dos (o más) lenguas, tanto en una comunidad monolingüe como bilingüe, en concordancia con las pautas socioculturales esperadas referentes a las competencias comunicativas y cognitivas de la comunidad o del individuo mismo, tal como lo haría un hablante nativo, y que a su vez es capaz de identificarse con ambos grupos lingüísticos y sus culturas, o en alguno de sus aspectos. En los comienzos de los estudios sobre segundas lenguas, la perfección fonética y la construcción léxica eran los principales aspectos a tomar en cuenta para justificar si un individuo era bilingüe o no. Esto ha cambiado, a mi juicio

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afortunadamente, dado que los autores más contemporáneos dan más importancia a los aspectos comunicacionales y culturales, lo que nos ayuda bastante en procesos de caracterización al interior de una nueva cultura.

Bilingüismo Y Educación

En el pasado (hasta la primera mitad del siglo 20) el bilingüismo individual era considerado perjudicial para el proceso de aprendizaje. A menudo era considerado la causa por la cual un niño no lograra los niveles de aprendizaje esperados según lo establecido en ese momento y le fuera mal en las pruebas de inteligencia estandarizadas. También se consideraba que yacía en la raíz el problema de la falta de asimilación que experimentan los grupos minoritarios en una sociedad dada. Luego se vio que estos fenómenos eran provocados más bien por aspectos culturales y sociales. En la actualidad, no solo es el bilingüismo inocente a la hora de buscar responsabilidades, sino que se sugiere –sobre lo cual yo estoy seguro- que es beneficial para el proceso educativo en más de un aspecto. Así ya no se teme en pensar que el bilingüismo individual es experimentado generalmente como un enriquecimiento de atributos que facilita el mejor entendimiento de la naturaleza del lenguaje, provee una oportunidad para poseer una comprensión más profunda de otra cultura y se adquieren, como resultado, una gama más amplia de recursos lingüísticos que lo normal. Como resultado, nos posibilitaría comunicación con otros de una manera más flexible y diversa, así como proveernos de un mayor conocimiento de la versatilidad de las organizaciones sociales, y del aprovechamiento de los recursos del comportamiento humano. Estas ventajas de convertirse en bilingües, trilingües, etc. Pueden variar de constructo a constructo, de persona a persona. Pero ¿cómo esto influye en las capacidades de aprendizaje en general? ¿Cómo esta habilidad de manejar dos o más códigos lingüísticos y sus respectivas culturas de manera indistinta, afecta la capacidad cognitiva en general? En una relación de proficiencia completa entre uno y otro sistema de lenguaje, se establecen transferencias de conocimientos enteros, y más importantemente, de equivalencias entre la capacidad cognitiva de ambos sistemas. Esto nos brindaría una habilidad doble de pensamiento, así como de adquisición de conocimientos, cuyos procesos de retención y capacidad de transferencia de los mismos serían los puntualmente beneficiados.

Esta habilidad que se crea de transferencia, implica que el aprendizaje no se ancla en el sobre-aprendizaje del conocimiento subsumido (grado de práctica) ya existente en la estructura cognitiva del alumno para allanar el camino del nuevo, sino en que el conocimiento manipulado sea claramente distinguible del nuevo, tanto en sus semejanzas como en sus diferencias. Esto sí hace una gran diferencia. Lo que se podría sostener por analogía es que si el individuo ya tiene de manera casi inconsciente esta capacidad (la bilingüe), ya tiene gran parte del camino recorrido y podrá incorporar nuevos conocimientos con mayor facilidad. El individuo monolingüe se vería en desventaja con este respecto al bilingüe ya que el ejercicio mental no está integrado a su diario vivir de la misma manera, pero he ahí la responsabilidad del docente. Nada es última palabra.

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Bilingüismo Y Cognición

Años han pasado de investigaciones desde el campo neurológico y psicolingüístico, a cerca de las capacidades cognitivas que brinda como beneficio el bilingüismo. A partir de los sesenta, una serie de estudios técnicos bien realizados defienden casi siempre una ventaja cognoscitiva y una conciencia metalingüística más elaborada tanto en bilingües naturales como en los que aprenden luego de haber adquirido su lengua materna.

Lambert y Tucker (1972), p. ej., consideran que el desarrollo de dos lenguas en su completa actuación, propendería por una lingüística “contrastiva espontánea”, así, el ser bilingüe implica tomar conciencia de dos idiomas en general pero de dos sistemas en particular, implica también esforzarse por diferenciarlos, y por evitar interferencias. Pinto (1993, pág. 128) plantea que “el cuidado por evitar las transferencias entre las dos lenguas, hace que el bilingüe sea dos veces más cuidadoso en sus selecciones lexicales, sintácticas, fonéticas, pragmáticas, etcétera…” esto explicaría una intuición sobrenormal de los principios lingüísticos que gobiernan cada lengua, y el lenguaje en general; derivaría en competencias de tratamiento de la información más afirmadas y amplias, como en la capacidad de escucha, de atención, de vigilancia; y cualidades de adaptabilidad y creatividad, un pensamiento más abierto y divergente. Esto es benéfico para el propio desarrollo de la lengua materna, y en especial, facilita la adquisición de la lectura que, también, permitiría mayores niveles de logros académicos.

Sintetizando, la conciencia lingüística tiene además efectos benéficos en disciplinas escolares no lingüísticas; la resolución de problemas, la capacidad analítica, y las matemáticas reportan que los bilingües tempranos muestran mayor destreza que los monolingües. Ésta habilidad se explica por el hecho de que los conocimientos lingüísticos generan a su vez un desarrollo del pensamiento lógico y abstracto, de las habilidades de estructuración, clasificación, y generalización, y de habilidad para establecer relaciones entre objetos. En general, el bilingüismo conlleva grandes y variadas ventajas cognitivas, sociales, y culturales, que en pleno siglo XX conviene sopesar, analizar y convenir.

Conclusiones

Habiendo esclarecido un poco más los matices de la facultad más inherente pero más poderosa, y común a todos nosotros, a saber, el lenguaje, nos vimos en la necesidad de contrastar sus relaciones de pensamiento y facultador del conocimiento, en torno a una de las más impresionantes habilidades que el ser humano jamás pudiera adquirir: el bilingüismo. En un mundo acelerado, universalizado y divergente como el de hoy, pareciera tener mucho sentido. Pero, ¿Para qué y por qué nos aprestamos enseñar bilingüismo? ¿Somos nosotros conscientes de nuestro propio bilingüismo y su motivación interior?, ¿Creemos que los alumnos deberían tener las mismas concepciones nuestras? Y si así fuere, ¿Qué

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complementación de la lengua extranjera reciben, o pueden recibir los alumnos fuera del salón? Estos son algunos de los interrogantes que me asaltan luego de haber trazado ésa lista reflexiva a partir de la información que la literatura provee al respecto.

Es abrumadora la gran capacidad que corresponde a los ambientes de formación bilingüe, y en general a quienes consideren así formarse; pero también es de abrumadora responsabilidad para sus formadores y guías de tal proceso, el ser capaces de acompañar y construir tal, aprovechando siempre todas las ventajas mencionadas. La manera en que la atención y sus alcances son desarrollados, así como las consecuencias que este desarrollo tiene en los procesos cognitivos hoy, también seduce a la luz del mundo informático en que vivimos. Gran incidencia igualmente en el mundo laboral ejerce el bilingüismo; pero lejos de convertirse en su principal razón de atención y desarrollo, deberíamos saber articularlo productivamente en éste y a la vez, en torno al estudiante mismo, en mención de la alteridad cultural verdaderamente éste representa. Cada vez más las comunicaciones que tenemos están más lejos de nuestro entorno inmediato. Gracias al acceso que nos da la informática, los idiomas y culturas con los que nosotros, y más aún, las próximas generaciones tendrán que entenderse nos da la pauta de la importancia de tener flexibilidad y versatilidad a la hora de comunicarnos, al igual que poder tener empatía gracias al mejor conocimiento de la diversidad de las organizaciones sociales y comportamiento humano. Pudiendo tener acceso a diferentes perspectivas sociales y culturales mejoraría de modo notorio la calidad y efectividad de las comunicaciones entre las personas y las comunidades.

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