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Nro. 54 - Año 10 - Julio 2015 - $10 ARRASADOR TRIUNFO DEL FPV EN TIERRA DEL FUEGO / 16 IZQUIERDA CIPAYA Y MOVIMIENTO NACIONAL / 08

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Nro. 54 - Año 10 - Julio 2015 - $10

ARRASADOR TRIUNFO DEL FPV EN TIERRA DEL FUEGO / 16IZQUIERDA CIPAYA Y MOVIMIENTO NACIONAL / 08

partido patria y pueblo - socialistas de la izquierda nacional 2

LA FÓRMULA DE LA VICTORIA DEL CAMPO NACIONAL

Van quedando, en la oposición antinacional, dos grandes campos: el más abiertamente imperialista, encabezado por el ingeniero juntavotos Mauricio Macri, y el democratista pequeñoburgués librecambista encarnado por el socialismo santafesino, la Dra. Stolbi-zer en la provincia de Buenos Aires, y algunos de sus alter egos ultraizquierdistas.Para los compañeros de Patria y Pueblo (los socialistas de la izquierda nacional) cual-quier candidato del frente nacional es mejor que el “mejor” candidato del campo anti-nacional. Y cualquier candidato elegido soberanamente por el pueblo para representar al Frente para la Victoria es, por definición, el candidato del frente nacional.

El nudo gordiano planteado por el enfrentamiento de Florencio Randa-zzo con Daniel Scioli se resolvió con un acuerdo “por arriba”. Una fór-mula que desesperó a todo el campo antinacional, porque tiene todas las garantías de victoria, ató por decisión de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner al actual gobernador de la provincia de Buenos Aires con el más puro representante del kirchnerismo histórico en condiciones de acceder a la vicepresidencia, el Dr. Carlos Zannini.

En su momento, sin embargo, la-mentamos que el FpV se negara a librar una batalla en todos los frentes por el libérrimo derecho del pueblo argentino a expresar soberanamente y sin condicio-namientos sus preferencias elec-torales, reforma constitucional incluida. Perdimos así la posibi-lidad de luchar por nuestro de-recho a reelegir a la compañera Fernández de Kirchner. Cualquier candidato del FpV era un mal menor frente a la reelección.Una vez perdida esa posibili-dad, hubiéramos preferido que la elección del representante de nuestro campo se efectuara en una disputa interna en la cual las diversas tendencias del movi-miento nacional pudieran expre-sarse con la más plena libertad. Esto hubiera requerido, sin em-bargo, quebrar el ambiente de desmovilización específicamen-te política de las masas, a la cual

no es totalmente ajena la máxi-ma conducción del movimiento nacional. Los argentinos somos invitados a sumarnos como con-currentes a celebraciones antes que preparándonos política-mente para ser participantes de la defensa de lo hecho y lo por hacer. Bajo estas condiciones, las inter-nas empezaron a verse atrave-sadas por las mil y una maneras que asume la palabra “traición”. En esas condiciones, la carnice-ría estaba garantizada y la he-rramienta se demostró más pe-ligrosa que una solución vertical del problema.La decisión de volcarse por “el que más mide” (que alguna vez señaló el Dr. Néstor Kirchner, según recordó tras el abrupto cierre de las PASO un periodis-ta que estuvo presente en ese momento) puso fin a la graniza-da de insultos en que se estaba

transformando la interna, y que arriesgaba una fisura irreparable si el crescendo no se detenía.Ya que no pudo haber una PASO real, entonces es fundamental ahora que el candidato que más mide, Daniel Scioli, sea el que gobierne. Toda otra alternativa representaría una defección del mandato supremo de respetar la soberanía popular expresada en las urnas.

La fórmula Scioli-Zannini representa al campo nacio-nal, no solo por los compo-nentes que la integran sino también por el orden jerár-quico que incluye. Corres-ponde ahora galvanizar el poder del futuro presidente, y no encorsetarlo y espiarlo con un intento de someter-lo a un comisariato político que nos debilitaría a todos frente al enemigo común.

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La Farsa de los Juntavotos

Mauricio Macri, a un empresario del “círculo rojo” (al que, según Joaquín Morales Solá, pertenece)1

Esa tajante orden de Macri, difundida por uno de los que construyen su blindaje mediático, es una confesión. Según ella, su “sabiduría” no es la del estadista, sino la del operador político de un poder ajeno. Ese poder no es, como cree Macri, el de los que “saben cómo vender un producto” sino el de los que saben cómo extorsionar al país desde posiciones oligopólicas o monopólicas, con secreto apoyo de alguna gran potencia extranjera. Y es el que pone el programa: el retorno al coloniaje, la vuelta a los 90, el hambre, la desolación, el endeudamiento y la demolición nacional.Buen motivo tuvo Mauricio Macri para ser tan categórico. Su expresión respondía a las presiones que vino recibiendo para unificar su candidatura con la del también opositor al kirchnerismo Sergio Massa, quien como se sabe cuenta con importantes amigos en el “círculo rojo”, empezando por Ignacio de Mendiguren.

El Frente Renovador se disgregó ante nuestros ojos, y tras dudar sobre si seguir intentando una carrera por la presidencia, reducir sus aspiraciones o, simplemente, resignarse a cruzar de una buena vez la frontera del ridículo, Sergio Massa, con encomiable coraje, hizo esto último. Por las dudas, un hombre ducho en quedarse de este lado de ese límite, Francisco de Narváez, parece haber preferido tener que retirarse del esce-nario electoral por una escena de pu-gilato contra un periodista chimentero antes que hacerlo por imposibilidad de rebañar un votito aunque más no sea. ¿Porqué se desmigaja ante nuestros ojos la que en su momento pareció ser la máxima amenaza a la continuidad

El derrumbe de la casa de Massa

(ni hablemos de profundización) del proyecto iniciado en 2003?Por la simple razón de que, salvo en condiciones de extrema extenuación de las masas populares (como sucedió bajo el menemismo), no es po-sible imponer un programa antinacional desde adentro del movimiento nacional.Una de las más repetidas frases de Carlos Marx es la que dice que “la historia suele repetirse, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa”. Pues bien: el desmigajamiento del Frente Renovador es, en versión farsesca, el equivalente a la ruina del lopezrreguismo en los ya lejanos (pero siempre presentes, en la medida que el peronismo siga congregando el núcleo abruma-doramente mayoritario del movimiento nacio-nal) días de 1975.

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1 La nación, 7 de junio de 2015: “Macri y Massa, cuando ya es tarde para todo”.

De la tragedia lópezrreguista a la farsa massista

La caída del lópezrreguismo demostró (a propios y extraños) algo que Sergio Massa ahora está sufriendo en carne propia: que cuando un gobierno de rumbo nacional brota de las energías que libera una movilización popular, es imposible capturarlo contra el programa implícito de liberación nacional que siempre tienen esas manifestaciones en nuestra semi-colonial Argentina.Es por eso que –a modo de far-sa- Massa no pudo organizar en su torno un fuerte núcleo antina-cional a partir de juntar los votos conservadores del peronismo antikirchnerista. En el momento crucial, los trabajadores se resisten a esas intentonas. Si no confluyen con la pequeño burguesía en las calles, votan con los pies a favor del movimiento nacional. Y eso, más allá de que a muchos asalariados no les faltan motivos de enojo con el gobierno kirchne-rista. Pero la conciencia nacional del pueblo argentino puede más que cualquier interés inmediato, algo que le cuesta entender al mo-yanismo devenido hoy en fuerza de choque del campo antinacional, como en el paro del 9 de junio.Sin negar su deuda sindical con esas conducciones, los trabaja-dores, en el momento político, buscan un referente presidencial dentro del movimiento nacional, y no fuera de él. Hasta los menos avispados de los referentes políti-cos intermedios (por no hablar de esos misiles balísticos interconti-nentales que son los “barones del Conurbano”) se apresuran en-tonces a encabezar la marcha de sus votantes en pos de ese futuro (esperan) Gran Benefactor desde el centro del Estado.

La última gran victoria política de la clase trabajadora argentina

Se cumplieron el 27 de junio cuarenta años del hecho que de-terminó la expulsión de José López Rega de la política argentina (aunque no, por cierto, de sus sicarios paramilitares y tecnocrá-ticos, que se pasaron en masa al régimen de 1976 apenas cayó Isabel Perón). Su figura, convertida hoy en recuerdo pesadillesco, condensó, para decirlo brevemente, el primer intento histórico de imponer un programa colonial desde el seno de un gobierno surgido de una ola de movilizaciones populares (que culminó, pero no terminó, en el Cordobazo). El movimiento nacional recuperó el poder, pero no pudo capear adecuadamente las inmensas tensiones engendradas por la dis-crepancia entre la Argentina de mediados de la década de 1970, el programa de Perón, que seguía siendo el de 1945, y la profun-didad de la penetración extranjera en nuestro país después del golpe de estado del 16 de setiembre de 1955.Viejos odios y contradicciones que no fue posible superar po-líticamente terminaron consolidando en el poder una camarilla criminal –a la que Jorge Abelardo Ramos desde el Frente de Iz-quierda Popular supo definir como rasputinista- encabezada por el esotérico ex cabo de la policía José López Rega. Traspasada de la voluntad de someter el país al régimen oligárquico e impe-rialista, intentó hacerlo desde adentro mismo del movimiento nacional.Y lo hubiera logrado, de no haber sido por una gigantesca huelga general que paralizó al país, dirigida por la CGT, el 27 de junio de 1975. Al separar a la Presidenta de la Nación del influjo siniestro del “Brujo” López Rega, esa huelga abrió una última y mínima oportunidad al movimiento nacional de superar sus pro-pias contradicciones y reorientarse. Posteriormente, y por motivos demasiado complejos para tra-tarlos aquí, pero que de ninguna manera admiten que se culpe a los trabajadores por los hechos que desembocaron en el 24 de marzo de 1976, esa última intervención masiva de los trabajado-res en la política argentina sufrió una gigantesca derrota, cuyas consecuencias aún sufrimos.

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La Argentina oligárquica nunca fue una estruc-tura pesada, inconmovible e inflexible. Al con-trario, no solo la clase dominante, sin dejar de ser la misma en substancia, se va adaptando al mundo y el medio como un guante de gamu-za. También las funciones sociales que requie-re su dominación cultural las van cubriendo personajes que, a su vez, obtienen de su con-formidad a una serie de valores personales de alta respetabilidad colectiva un derecho divino a pronunciarse sobre los más variados temas, siempre con la opinión que la oligarquía ne-cesita.Por ejemplo, hace unos sesenta o setenta años, el lugar que hoy ocupan los diversos tipos de “mediáticos” lo ocupaba otro tipo de persona-je, el “figurón”. Cumplía un papel similar, el de sancionar con sus gestos y palabras la doctrina oligárquica. Pero una comunidad con valores distintos necesitaba que esa función la ejercie-sen sujetos bastante distintos, y a veces diame-tralmente opuestos, a un Sofovich, un Lanata o un Tinelli.El “figurón” era por lo general un médico, in-geniero o mejor aún abogado que la prensa del régimen presentaba al público como ejem-plo de perfección moral, y que derivaba de su condición profesional y de ese aura de inim-putabilidad espiritual por derecho ganado la ascendencia requerida para el ejercicio de su papel de mistificador o divulgador de la doc-trina antinacional.Uno de ellos fue, en los negros días de la con-trarrevolución fusiladora, el protagonista de una llamada “campaña de educación democrá-tica”, allá por 1956. Se trataba de un abogado partidario de ese Américo Ghioldi que en ese mismo momento apoyaba los fusilamientos de peronistas del 9 de junio. El hombre solía dic-tar clases públicas de Educación Cívica en Par-que Rivadavia, Caballito. El objetivo -cuenta Arturo Jauretche en un artículo que en la mis-ma época publicó en la revista Qué, adonde lo había llevado Raúl Scalabrini Ortiz- era ir fabricando su propio personaje de figurón.La campaña de este personaje, “que fue can-didato a la presidencia de la República, desde luego tuvo prensa favorable,” relata Jauretche. Y sigue: “El personaje que están fabricando es un doctorcito Fayt, que un día, con el título nuevecito, el sombrero aludo de esos de ribe-

CARLOS FAYT, UN EJEMPLO

DE “FIGURÓN” OLIGÁRQUICO

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te, y tres guantes, los dos para ponerse y el de llevar en la mano, se apareció en FOR-JA y se afilió. Pidió enseguida la tribuna y se la dimos tres veces. A la tercera lo llamé y le dije: ‘Vea, joven, usted no entiende lo que es FORJA, porque usted es un liberal crudo y su puesto está en el Partido Socia-lista’. Acerté, porque actualmente actúa en el mismo y habla, habla, habla, ¡la pucha si habla!, y tiene prensa a bocha como que La Nación y La Prensa le dedican todas las semanas su buen cuarto de columna. Están fabricando un comodín, como hay tantos”.Buenos servicios prestó el comodín, y los sigue prestando hoy. En esto, por cierto, no dejaron de tener su participación los integrantes de lo que se llamaría la Alianza que, como sabemos, culminó su carrera con la presidencia de la Rúa. En cierta oportunidad, Carlos Menem casi consigue que Fayt renuncie a la Corte a cambio de una jugosísima pensión vitali-cia. Pero el “personaje” funcionó, vinieron los liberal-moralizantes de la Alianza, que le tenían el respeto reverencial que el siste-ma semicolonial le había forjado entre las clases medias (¿acaso es por casualidad que Caballito haya sido un bastión de la Alian-za?) y le rogaron que se quedara allí.Según Ámbito Financiero “algunos dirigen-tes de la Alianza, con quienes Fayt tenía (y tiene) muy buena relación, convencie-ron al veterano juez para que no dejara su lugar, porque el menemismo seguramente lo utilizaría para ampliar su ‘mayoría auto-mática’”.O sea que antes aún de haber llevado a Fernando de la Rúa a la Presidencia, libera-les con escrúpulos morales pero sin nervio patriótico como el “Chacho” Álvarez -que (en lo que no pasará a la historia como su mejor costado) Néstor Carlos Kirchner creía que correspondía proteger- ya esta-ban usando en ese momento la misma ló-gica que los llevó luego a poner al piróma-no Domingo Cavallo a apagar el incendio que él mismo había creado.Fayt representa la quintaesencia de esa mo-ralina cipaya, arma predilecta de la oligar-quía argentina para reventar y destruir a los gobiernos patriotas. Si todavía embro-ma al país, es porque cumple bien el papel que la oligarquía le asignó para siempre: garantizar que, en el plano de la Justicia, el golpe de 1955 se haya hecho “de una vez y para siempre”, como gustaban decirle en esos tiempos los gorilas a los trabajadores.

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Patria y Pueblo continuó su militancia a través de la actividad política y cultural durante el primer tramo de 2015 en las calles y en los salones. El primero de marzo y el veinticinco de mayo acompañamos las moviliza-ciones organizadas con motivo de la apertura de sesiones ordinarias del Congreso Nacional y del festejo de los doscientos cinco años de la Revo-lución de Mayo, aniversario que además coincide con la asunción de la Presidencia de la Nación por parte de Néstor Kirchner.Durante mayo tuvo lugar el Plenario Partidario Metropolitano en el que se decidió el apoyo a la lista que el Frente para la Victoria presentase en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tras las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 26 de abril, que consagraron a Mariano Recal-de como candidato a Jefe de Gobierno. Se decidió también durante el encuentro partidario declarar la satisfacción por el nivel de apertura alcan-zado en la interna porteña de los diversos sectores del campo nacional.En la misma línea el zonal de Córdoba se declaró por la candidatura de Eduardo Acastello, en lo que se consideró un acierto del kirchnernismo, que tras varios años de incurrir en el error de intentar pactos con el neoli-beralismo cordobés se decidió a pelear seriamente por la gobernación.El Centro de Estudios Arturo Jauretche también inició su actividad anual. En el campo de lo político a través del curso de historia de las izquierdas en la Argentina (en cuatro encuentros de exposición y debate), mientras que en lo cultural se desarrollaron dos actividades. El Ensamble Rosa Padilla presentó en tres ocasiones la puesta “1811”, obra de teatro acerca de la vida de Mariano Moreno basada en la novela homónima escrita por Gloria Menéndez. Asimismo desde marzo cada último viernes de mes albergó los Encuentros Literarios, en los que se presentaron libros de poesía con participación del público presente leyendo textos (sin consigna particular) y debatiendo acerca de los mismos con los autores.

La tarea por la reunificación latinoamericana logró alcanzar una nueva faceta que se agregó a la labor teórica. El Secretario General de Patria y Pueblo, Néstor Gorojovsky, participó Cuarto Foro Permanente de Pensa-miento, llevado a cabo en Caracas entre el 29 y 30 de abril, con la coor-dinación del Ministro del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela, Reinaldo Iturriza.

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La Izquierda Nacional tiene varios libros dedicados a explicar las bases de teóricas que llevan a los continuos desencuentros entre las izquierdas anti-nacionales y el movimiento nacional. El objeto de estas líneas no es recapi-tular años de polémica, pero vale recordar que la clave se encuentra en la incomprensión de la cuestión nacional y de la contradicción fundamental en la Argentina (el acaparamiento de la renta diferencial agraria por parte de la oligarquía y su hegemonía política derivada de dicho acaparamiento). En el día a día esta carencia se expresó con el enfrentamiento que sostuvieron en diversos momentos el Partido Socialista, el Partido Comunista y trotskistas como Nahuel Moreno o Milcíades Peña contra el yrigoyenismo primero y contra el peronismo después.¿Cuál es el panorama actual, con partidos “de izquierda” que alcanzan ban-cas y gobernaciones? Nada nuevo bajo el sol.Socialistas del género de Hermes Binner y Roy Cortina se contentan bien con mantener su bastión local o con integrar alianzas con el radicalismo. Desde esos espacios bajan línea de moralismo sin mayor contenido político.

IZQUIERDA CIPAYA Y MOVIMIENTO NACIONAL

En lo que aparentemen-te es la otra punta del espectro político se ubi-ca Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), de orientación supues-tamente trotskista. ¿Por dónde pasa la revolu-ción permanente para ellos? Por la permanente oposición a toda medida que fortalezca el rol del estado argentino en la economía.Semejantes coinciden-cias entre “reformistas” y “revolucionarios” se explica por su común extrañamiento respecto a la Cuestión Nacional. No sorprende en lo que toca al PS, hace largas décadas despojado de toda pretensión de cam-bio profundo de la so-ciedad, pero en el caso de los “representantes de los que luchan”, el odio al kirchnerismo es aún mayor en la medi-da que desde mayo de 2003 algunas de sus rei-vindicaciones las asumió el gobierno nacional. ¿Apoyar manteniendo la independencia polí-tica? Ni hablar, ¡a ver si hay que revisar prejui-cios antiguos!

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El Cordobazo restauró la soberanía po-pular en la Argentina, porque abrió las puertas del retorno del General Perón a la Patria.A Perón no lo trajeron ni la Resistencia, ni la Juventud Maravillosa ni el Mo-vimiento Obrero Organizado, sino el abismo ígneo que vieron a sus pies los gorilas el 29 de mayo de 1969. El hartaz-go popular condensado en esa jornada después de un crescendo de alzamientos en todo el interior del país los forzó a permitir el regreso y la eventual llegada a la Presidencia del candidato presidencial de la mayoría de los argentinos.Ya eso es un hecho trascendente. Pero hubo algo más.El Cordobazo le hizo sentir al imperialis-mo y la oligarquía, por primera (y hasta ahora única) vez, el terror de la perspec-tiva de una alianza plebeya, de clases medias y trabajadores dispuestos a todo.Por primera (y hasta ahora única) vez se unieron en la acción política el movi-miento obrero de raíz nacional democrá-tica y la pequeño burguesía de raíz liberal democrática, sin que uno pretendiera imponerse sobre la otra o viceversa, sino potenciándose mutuamente para extraer lo mejor de sí mismos. Enfrentaron un gobierno que se había puesto en contra de esas dos clases, que había perfecciona-do el régimen del 55 (que le había dado a las clases medias un lugar bajo el sol) con el del 66 (que les había quitado ese lugar).Juntas, clases medias y trabajadores tomaron la ciudad y de hecho la dejaron sin gobierno. Esa alianza plebeya marca un camino, que la estructura social argen-tina hasta ahora, por múltiples caminos (entre otros, el de la desmemoria de este aspecto crucial del alzamiento) logra eludir.Ese significado del Cordobazo hoy yace oculto tras dos interpretaciones erróneas y no siempre inocentes:a) por un lado, la dirigencia peronista (omitiendo incluso que el General Perón

apoyó el movimiento cuando le fue plan-teado, como recordó recientemente Lucio Garzón Maceda) prefirió desvincularse de un hecho insurreccional de masas que no terminaba de encajar en el esquema quími-camente puro del nacionalismo burgués;b) por el otro, la “izquierda” ajena al mo-vimiento nacional (incluidos no pocos que por motivos oportunistas luego se subieron al gran carro, sin por eso abandonar sus pre-juicios e incomprensiones varias) pretende que ese movimiento fue producto exclusivo de la “izquierda”.En realidad, el Cordobazo rompió todos los esquemas al amalgamar, sin grietas en el combate, a las clases medias (base de apo-yo de la “izquierda”) y a los trabajadores (constituyentes centrales y sustanciales del movimiento peronista).La cabeza, que no termina de hacerse cargo de los hechos, los divide para poder rete-nerlos. Elpidio Torres, Atilio López y Agustín Tosco, que el 29 de mayo de 1969 represen-taban esa fusión, aparecen divididos en la memoria inconclusa de esos días.Falta todavía que esa fusión de entonces cuaje en una nueva fórmula política masiva, imbatible frente al gran enemigo común.El precio de no haber logrado hacer historia según el mandato de esa alianza es altísimo: todo lo que vinimos sufriendo desde 1976 hasta 2001, y todo lo que nos cuesta recu-perar desde 2003.Por eso todavía no pudimos recuperar aquello que habíamos logrado alcanzar hacia 1973-1974. Hizo falta el 19 y 20 de diciembre de 2001 para que podamos, como lo estamos haciendo cuidadosamen-te desde entonces, acercarnos a una nueva formulación de esa alianza tan revulsiva para las estructuras del país semicolonial. Ya llegaremos. Mientras tanto, la trascendencia no está en la fecha sino en aquello a lo que nos obliga.Patria y Pueblo honra esa obligación. Todos los días.

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La convocatoria al último paro del 9 de Junio, suscito diversas reacciones, de todos los colores políticos. Sobre todo sorprendio las manifestaciones de apoyo de aquellos actores políticos y sindicales, que siempre han tenido una manifestación claramente anti sindical. Desde el PRO, el radicalismo anti-personalista, el peronismo con olor a naftalina, del viejo sindicalismo entreguista, de los econo-mistas ortodoxos “comprendieron” la necesidad del paro, frente a la prepotencia del gobierno nacional. Esgrimieron la injusticia del “impuesto a las ganancias” y empujando para que otros pongan el cuerpo en pos de la “República” restringida para las mayorías.No merece mención la izquierda “clasista” que en pos de un porcentaje más para el recibo de sueldo, no escatiman adjetivos calificativos en contra del Gobierno Nacional y montados sobre demandas validas del movimiento obrero, son funcionales a los grupos económicos concentrados y a los sojeros. Estos espectros de la revolución de octubre (de 1917, no de 1945…) piensan que: el estado semicolonial Argentino, tiene la fuerza para doblegar a todos las clases dominantes de la Argentina; o en su defecto que la clase trabajadora argentina puede enfrentar a todas esas clases y al Estado. Esta última afirmación mezcla un anarquismo liberalizante decimonónico y la indigestión de un leninismo mal asimilado. Esa izquierda por antinacional, e independientemente de la heroici-dad de sus militantes, es antiobrera. Porque no puede defenderse a la clase trabajadora sin defender la soberanía nacional. El sindicalismo consecuente en la lucha de los noventa, que peleó por los trabajadores y por la renacionalización de la economía, expresados en la CGT de Moyano y la CTA de De Michelis, hace hoy su bandera del impuesto a las ganancias y los porcentajes de aumentos en los ingresos, olvidándose de dónde venimos, pero también evitando pensar adónde tenemos que ir. Esos sindica-tos son utilizados por las patronales para debilitar al Gobierno y llevarlo a negociar mejores condiciones para los sectores domi-nantes. Sí, es cierto, que el Gobierno cuenta con el apoyo del pueblo argentino, por los esfuerzos que hace día a día contra los sectores concentrados, pero el apoyo no puede testearse solo en las encuestas y necesita de la movilización activa en contra de los sectores que quieren que la Argentina vuelva a ser el tipo ideal de país neoliberal.

*Juan Perez Florido

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#Los trabajadores cada día más desprotegidosLo único cierto es que la realización del paro perjudica en primer lugar a la clase trabajadora y a los sectores subalternos de la Ar-gentina. Porque de lo que se trata en una economía semicolonial, no es tanto mantener el porcentaje salarial en carácter absoluto, sino en lograr la menor fuga de capital al exterior. Por decirlo de otro modo, solo logrando la reinversión del capital generado año a año y evitando su fuga, es que podemos mantener niveles de ingresos sostenidos en la clase trabajadora y mejoras en las condi-ciones laborales de aquellos segmentos de clase que no han podi-do entrar en la economía en blanco.Los trabajadores argentinos se han quedado sin representación sindical que cuide sus intereses de clase, que son profundamente nacionales; como dice Manuel Ugarte “No hay proletariado feliz en un país en derrota”. Sus conducciones otrora más intrépidas (CGT Moyano y CTA De Michelis) están más preocupadas por la disputa con el gobierno nacional que con el imperialismo y la oligarquía local. De pelear por una participación política más importante en el movimiento nacional y una participación en las ganancias de las empresas, pasaron a rifar el respeto generado con las masas trabajadoras en alianzas espurias con los sectores más retrógrados del movimiento obrero, los partidos del régimen, los grupos concentrados y la representación más rancia de la oligar-quía pampeana.Así, solo un sector cristalizado en su lugar de “trabajador en blan-co”, sindicalizado y bien remunerado, es representado por una cúpula sindical que en vez de querer agrandar su base, a costa de sacar recursos al imperialismo y a la oligarquía, solo se preocupa para que a “sus afiliados” no le saquen el injusto impuesto a las ganancias y que la inflación no se coma niveles salariales. Como en toda semicolonia, pretender escindir la lucha gremial, por mejoras en las condiciones de trabajo y en los ingresos, de la lucha por la liberación nacional es atentar contra los intereses de los trabajadores. Por otro lado los compañeros del movimiento obrero que acom-pañan al gobierno, expresados en la CGT de Caló y la CTA de Yasky, tampoco logran dilucidar la necesidad de autonomía es-tratégica que el movimiento obrero debe tener para apoyar al kirchnerismo. En el fondo, tanto Yasky como Calo piensan que las demandas del movimiento obrero “opositor” son justas, pero no encuentran forma de plantear esas y otras demandas por dentro de su apoyo al gobierno. Porque actúan más como un apéndice del gobierno, que como los sindicatos que apoyan al gobierno. Como representantes de la clase trabajadora deberían plantear las limitaciones que el Gobierno tiene para regular el mercado, para poner límites a las empresas y hasta controlar la economía en general. Por otro lado, que el gobierno se maneje bien en lo que respecta a la economía, no quiere decir que el movimiento obrero no tenga su “agenda” propia y que en la misma plantee temas que el gobierno no tiene en cuenta o no comparte, pero que a la vez significan mejores condiciones para que el Estado condicione a la oligarquía y al imperialismo, enemigos de la realización nacional. La clase trabajadora argentina, necesita de un movimiento obre-ro unificado, pero a la vez activo en su agenda y en su lucha por empoderar al Estado y al Gobierno. Sin esa opción, la clase traba-jadora esta cada día más desprotegida, como el kirchnerismo en general, frente a los enemigos de la patria.

#Cuando los compañeros tiran al bebe con el agua suciaEn momentos de paros y piquetes surgen dentro del campo nacional observaciones respecto a dichas metodologías dignas de cualquier dueño de estancia o gerente de multina-cional. En todos los casos se piensa que la clase trabajadora, por las mejoras económicas que consiguió por el kirchne-rismo, tiene que ser dócil y agradecida y debe chistar lo menos posible. Que un paro o un piquete son per se funcio-nales a la “derecha”. La clase trabajadora se defiende, en los espacios que las leyes económi-cas le permiten, como puede y no como “tendría que ser”. Sus formas de lucha permitie-ron, durante la dictadura, en los momentos claudicantes del alfonsinismo y en la etapa del partido único de la dependen-cia (Menem/De la Rúa) llevar a la Argentina al 25 de Mayo del 2003. Sin esa lucha silenciosa, sistemática, patriótica de la cla-se trabajadora, la Argentina no habría logrado los últimos 12 años de gobiernos populares.Las metodologías nada tienen que ver con la funcionalidad objetiva de los últimos paros generales. El paro general es una herramienta política de la clase trabajadora, que debe usarse en función de empode-rar a los sectores subalternos de la sociedad. Que les permita plantear en blanco sobre negro quienes son los enemigos del pueblo y de la patria. Si esas metodologías son usadas para defender intereses no por menos justos, corporativos, no invalida tanto la metodología y la necesidad de accionar

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autónomo de la clase trabajadora, sino solo a las conducciones que utilizan de manera mezquina.En el oficialismo se subestima las metodologías que el movi-miento obrero tiene para la lucha, también se subestima el rol de la clase trabajadora en el proceso de cambio de los últimos 12 años y del rol político que debe tener en la Sociedad Argen-tina. Si los compañeros del kirchnerismo no pueden entender, que pese a los cambios instalados desde el Estado argentino, también para seguir “profundizando” hace falta tener organi-zado al pueblo en sus distintas instancias. Una de ellas, para los socialistas de la izquierda nacional la principal, es la clase trabajadora y sus sindicatos. El macartismo de muchos compañeros del FPV y del PJ tradicional brota de una conciencia burguesa más reacia y poco afecta a los cam-bios. Si se quiere continuar y profundizar con el hecho, hay que dejar que las distintas clases sociales que componen el movimiento nacional puedan expresar libremente y de mane-ra creativa, sus aportes a la liberación nacional.

#Los únicos privilegiados son las multinacionales y los sojerosLa conclusión del paro del 9 de Junio es que los más benefi-ciados del mismo son las clases poseedoras de la Argentina se-micolonial. Mientras el paro no resuelve, ni la inflación, ni el impuesto a las ganancias, ni el blanqueo de los trabajadores en negro, ni acaba con el trabajo esclavo; y solo sirve para debilitar al gobierno (y por lo tanto al Estado) es funcional a que sigan controlando la economía los grupos económicos concentrados transnacionales y la oligarquía. Porque esas condiciones adversas solo pueden resolverse enfrentando a esos sectores y no al Gobierno Nacional que más ha hecho por la clase trabajadora en los últimos 40 años. Las mejoras en las condiciones de la clase trabajadora, no han renovado ni los dirigentes, ni las ideas de los viejos dirigentes. Es necesario generar la consciencia de unidad de la clase trabajadora para que los próximos años se conserve y se profundice lo logrado. Para ello las dirigencias sindi-cales tendrán que plantearse un programa estratégico que vaya más allá de los aumentos salariales o el impuesto a las ganancias. Si la historia de la clase trabajadora argentina ha sido tan terrible de olvidar el rol necesario del Estado para generar condiciones de pleno empleo y mejoras económicas para dicha clase, tendremos otra etapa negra para volver a aprender lo olvidado. También si la conducción del movi-miento nacional no redescubre la necesidad de una clase trabajadora unificada, autónoma y políticamente activa para profundizar en la realización nacional, los dolores de parto de la Argentina serán más largos y agudos.

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*Jacinto Paz

Los convenios colectivos de trabajo regulan las relaciones entre los trabajadores repre-sentados por los sindicatos, los empresarios por las cámaras de cada sector y el Estado Nacio-nal. En los mismos se estable-cen principalmente salarios, condiciones de trabajo, catego-rías, capacitación profesional, vacaciones, licencias, normas de higiene y seguridad. La recu-peración de esta institución en el año 2004, luego de la larga noche neoliberal iniciada el 24 de Marzo de 1976, permitió la recomposición salarial de los trabajadores organizados aumentando su participación en la distribución del PBI a medida que aumentaba la ocu-pación que, como decía Néstor Kirchner, nos permitía salir del infierno de los años 2000-2001. Fue en su presidencia y las dos de Cristina Fernández que los trabajadores considera-dos en su conjunto consiguie-ron los mayores beneficios con la incorporación de millones de ellos a la protección legal, como las trabajaras de casas particulares y los trabajadores rurales golondrinas que antes estaban totalmente desampa-rados.El 5 de junio último los em-pleados bancarios lograron un acuerdo histórico con la Asociación de Bancos Públicos de la República Argentina: un aumento del 30% que in-cluye una compensación por los descuentos de los salarios superiores a $15.000 y la parti-cipación de las ganancias luego de revisar los balances de las entidades oficiales. Aún falta la

repuesta de los bancos privados de capitales nacionales y extranjeros. Asimismo, los trabajadores aceiteros acordaron un aumento del 33% en sus salarios.Destacamos la incansable lucha y los logros de La Bancaria y el Sindica-to de Aceiteros en dos actividades que mas rentas tuvieron junto a las mineras y las cerealeras, pues como dice la compañera Cristina, “levan-taron las ganancias con pala en estos años”.Pero no todas son buenas noticias, el día 15 de abril en el hotel Alvear las cámaras empresarias nucleadas en el Consejo Interamericano del Comercio y la Producción presidido por Eduardo Eurnekian, dueño de Aeropuerto Argentina 2000, concesionario de unas decenas de aeropuertos en todo el país, realizó un encuentro donde expusieron los economistas “profesionales” con un discurso que gran parte de la dirigencia empresaria gusta oír y aplaudir. Carlos Melconian economista de Macri, Miguel Angel Broda y Jose Luis Espert el más talibán liberal del presente pero de conceptos pre-diluvianos. Los tres expresan los que los candidatos no dicen y los que el FMI, la oligarquía, y el imperialismo pretenden imponernos: Mel-conian: “Tenemos que terminar con la fantasía del Fondo de Garantía de Sustentabilidad” (léase desfinanciar al ANSES). “Hay que resolver la herencia del Juez Griesa, no tuvimos ningún dialogo con los fondos buitres pero si lo haremos después de diciembre” (léase sueña con el triunfo de Macri); Broda: “El PBI dejo de caer, se desaceleró la infla-ción, se achico la brecha y las reservas dejaron de bajar. Fue el resulta-do de un programa astuto y perverso pero la macroeconomía siempre se venga (...) El plan analgésico y antiinflamatorio de Kicillof hipoteca el 2016. Esta orientación Marxista de la política es un programa que dificulta el triunfo de la oposición. Si vamos a negociar con Venezuela y con Rusia seguiremos aislados del mundo, el MERCOSUR ya fue o lo

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perfeccionamos o lo dejamos de lado (...) El dólar debería estar a $20.40 (...) Necesitamos un equipo como el de Cavallo de 200 profesionales, pero no veo a los equipos capacitados para salir del cepo el primer día, y tene-mos los militantes del anti-ajuste oponiéndose a todo lo que sea racionalidad.”; Esper: “El país hoy abraza con mayor amor que antes el populismo industrial (...) La mesa esta puesta esencialmente para la sustitución de importacio-nes, con altos aranceles y, enton-ces, sectores que tienen ventajas competitivas, como el agro, sufren derechos de importación (...) Argentina tiene que dedicarse a vivir del libre comercio sin arance-les ni retenciones (...) Yo creo que no tendría que haber paritarias, eso es fascista. El estado no tiene nada que hacer llamando a los sindicatos a negociar. Pero ese es el populismo que tenemos, no nos quejemos. Al que no le guste la paritarias que pida a gritos el libre comercio”. Luego de estas exposiciones los empresarios terminaron el en-cuentro con un brindis por el capitalismo, añorando volver a las condiciones de la Argentina del 16 de octubre de 1945 antes del histórico 17 cuando los trabajado-res irrumpieron masivamente en la escena política nacional rescatan-do al Coronel Perón que desde la Secretaria de Trabajo y Previsión les otorgó derechos que antes no tenían.De este modo, el plan antinacio-nal y antipopular está a la vista de todos: fuerte devaluación, elimi-nación de impuestos, libre impor-tación, endeudarse con el FMI y someterse a sus planes de ajuste en beneficio de los grupos económi-cos dominantes.El pueblo sufrió en carne propia estas políticas y no está dispuesto a vivir esos tiempos de hambre y entrega. Sin embargo, algunos dirigentes como los miembros de la Confederación de Trabajadores del Transporte que garantizan el

éxito de los paros contra el Go-bierno Nacional se reunieron con Mauricio Macri en la sede de la Fraternidad Ferroviaria con el ar-gumento de escuchar a los candi-datos a presidente. Creen que este tilingo que convirtió a la capital de la Argentina en un área de negocio para sus empresas y las de sus amigos y que promete vaciar de dólares al Banco Central el pri-mer día de gobierno, puede ser la solución que los trabajadores y el país necesita. Objetivamente estos dirigentes terminan colocándose como base popular de los sectores más retrógrados y antinacionales encabezados por la oligarquía terrateniente sojera y vacuna de la SRA. Es justamente contra estos sectores que hay que luchar con paros y movilizaciones. Son ellos los que fuerzas devaluaciones, y como todos sabemos, cuando aumenta el dólar aumentan los precios de los alimentos y artículos de primera necesidad deprimien-do los salarios. Así se hacen del fruto del trabajo argentino para terminar de convertirlo en dólares y fugarlo de país. El mandato de hoy es estrechar filas para garantizar el triunfo del Frente para la Victoria y lograr asegurar los derechos conquis-tados desde 2003 y conseguir a futuro un mayor desarrollo indus-trial y una mejor calidad de vida para los argentinos.Los socialistas de la Izquierda Na-cional de Patria y Pueblo trabaja-mos para ello, para que la historia avance y derrotemos definitiva-mente a las fuerzas que represen-tan al pasado.

Acusación lapidaria de Alfredo Zaiat que sus-tancia irrefutablemente en un artículo publica-do el 31 de mayo: “las ganancias crecientes de los bancos en el rubro intereses ha provoca-do un asignación de recursos ineficientes en la economía en su conjunto”.No nos cansaremos de pedir que la Argentina se oriente de una buena vez hacia el régimen proclamado por Ma-riano Fragueiro, Minis-tro de Hacienda de la Confederación Argenti-na, que era liberal pero patriota: banco único, con control hegemóni-co y determinante del estado nacional.Los demás, son usure-ros, salvo alguna “rara avis” a la que se le po-dría perdonar la vida.

*Fuente: www.pagi-na12.com.ar/diario/economia/2-273891-2015-05-31.html

LOS USUREROS Y MARIANO FRAGUEIRO

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El nombre de Fernando “Pato” Galmarini nos interesa no tanto por su opaca y deslucida figura, sino por ser repre-sentativo de un fenómeno mucho más profundo, que lo excede ampliamente y que configura uno de los principales escollos con que se topa el proyecto nacional en su actual etapa de desarrollo.En ese sentido, la trayectoria personal de Galmarini consta de algunos momentos loables para cualquier militante del campo nacional, cuestión que podría confundir a algún observador desprevenido.En efecto, siendo uno destacado miembro de la agrupa-ción “Descamisados” en la década de 1970, participó ac-tivamente del proceso político que culminó en la vuelta del general Juan Domingo Perón al país y pagó con años de prisión en las cárceles de la restauración oligárquica su compromiso con la voluntad del pueblo argentino.Ahora bien, esa recorte encomiable de su biografía políti-ca no debe impedirnos evaluar a Galmarini en términos completos. Si adoptamos este punto de vista, podremos observar que a lo largo de su carrera fueron muchas más las sombras que se proyectaron sobre su figura que las luces que lo envolvieron.Así, podemos advertir que durante las últimas décadas, nuestro personaje se ha vuelto un conspicuo militante del campo anti-nacional, lo que lo llevó a acompañar desde la función pública -con desmedido fervor- al gobierno entre-guista de Carlos Saúl Menem y a ser actualmente uno de los principales armadores políticos de su yerno: el peón de la embajada estadounidense en la Argentina, Sergio Massa.Como dijimos anteriormente, lo que nos interesa remarcar no son los vaivenes de Galmarini en sí ni las motivaciones que hay detrás de los mismos, sino la existencia de una cuestión más abarcativa y compleja: el modo en que diver-sos militantes que alguna vez adhirieron a las banderas de la liberación nacional y la justicia social pretende legitimar desde su elogiable pasado, los indignos posicionamientos del presente.Detrás de esta actitud que denunciamos, lo que se esconde en verdad es una profunda falta de fe en el pueblo argen-tino y en su capacidad para librar nuevamente las batallas que le permitan retomar el camino de la revolución nacio-nal hasta sus últimas consecuencias.Solo así pueden entenderse las recientes declaraciones de Galmarini, en las que el otrora preso político durante el régimen genocida implantado en 1976, pidió que vuelva

a colocarse el cuadro de Jorge Rafael Videla en el Colegio Militar, el cual –junto al del también genocida Reynaldo Bignone- había sido retirado por el ex presidente Néstor Kirchner en 2004 de dicha institución.El argumento dado para sustentar el pedido, es por demás curioso: “yo quiero que lo restituyan, porque es parte de mi vida”. De este modo, Galmarini demuestra dos cosas: en primer lugar, la preponderancia que otorga a sus disparatados de-seos personales por sobre la tragedia que enlutó al pueblo argentino, no solo en términos de las aberrantes violaciones a los Derechos Humanos perpetradas por la dictadura cívi-co-militar, sino también en lo relativo al genocidio econó-mico y a la destrucción del Estado, al que los ideólogos de la dictadura endeudaron hasta volverlo inofensivo como herramienta al servicio de las transformaciones populares.Por otra parte, con este tipo de afirmaciones, da por fina-lizada (leyéndola como una indiscutible derrota) la lucha del pueblo argentino contra la herencia que nos legara el denominado “Proceso de Reorganización Nacional”, un herencia signada por la desindustrialización, la dolarización de la economía, el hambre y el sometimiento a los desig-nios de la OTAN, entre otras cuestiones.Entonces, lo que Galmarini deja traslucir en sus declaracio-nes es que, viendo y considerando que el proyecto nacional fue derrotado en 1976, lo ideal es acoplarse al programa de los vencedores –contra los que nada puede hacerse- y dejar de lado todo tipo de actitud o gesto, por inocuo que sea, capaz de alterar los ánimos de las clases dominantes.Lógicamente, de ahí se deduce que cualquier gobierno que pretenda retomar las grandes discusiones ligadas a la cons-trucción de un país soberano y justo, es “violento”, “autori-tario”, “anti-republicano” y demás conceptos vacíos, histó-ricamente ligados a las retóricas del liberalismo vernáculo.Entendemos que el mitrismo, entre otras cosas, es la ideo-logía a partir de la cual los sectores dominantes de la Ar-gentina han legitimado siempre su sumisión a los imperios de turno, argumentando que nada podía hacerse contra ellos y que no había otra salida que tratar de obtener la mejor tajada posible de entre las migajas que el amo estaba dispuesto a repartir entre sus súbditos.El pacto Roca-Runciman fue uno de los más grandes ejem-plos de esa ideología de la indignidad nacional. Las decla-raciones de Galmarini no le van a la zaga.

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Tierra del Fuego es una provincia con “digestión lenta”. ¿Cómo? Claro: desde que es Provincia (1992) viene digiriendo los procesos que se dan en el resto del país a una velocidad más lenta. Ese es el caso del “kirchnerismo”, que recién logra esta victoria contundente, luego de que ya se ha cumplido largamente con la “década ganada”.

El Frente para la Victoria (FPV) se alzó, en el lapso de una semana, con la gobernación, las tres intendencias y una mayoría en la Legislatura!! Triunfo contundente!! El domingo 28, en se-gunda vuelta, Rosana Bertone se im-puso por el 49,72% frente a Sciurano (de UNIRTDF) que sacó el 46%. En tanto Walter Vuoto (FPV) obtuvo un 22,51% de los votos, frente a “Tito” Stefani del PRO, que logró un 18,44%, ganando la intendencia de Ushuaia.

Tierra del Fuego

x Hugo Santos*

La otra cara de la moneda es la catastrófica derrota de Fabiana Ríos (ligada a Hermes Binner), al frente del gobierno provincial desde hace casi ocho años. Apenas puede llegar a salvar la banca que su parti-do, el Social Patagónico, tiene en el Concejo Deli-berante de Ushuaia. En todos los estamentos donde se presentó apenas logró un 5%; cifra insignificante que demuestra, por un lado, el “humor” de la ciu-dadanía con respecto a su gestión, que ha dejado colapsadas la Educación y la Salud públicas. Por el otro, la incapacidad de generar en estos ocho años una masa crítica en su apoyo, para dar una batalla más digna en estas elecciones.La victoria del FPV en Tierra del Fuego también debe verse como el producto del “baño de humil-dad” que pidió la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Como un anticipo de lo que iba a suceder con el lanzamiento de la fórmula Scioli-Zannini, el 2 de Abril de este año, en su visita a Ushuaia, sentó

al referente de La Cámpora y futuro intendente de Ushuaia, Walter Vuoto y a Rosana Bertone, senadora y ya futura gobernadora, alineada con Daniel Scioli, para unificar fuerzas. El actual senador Julio Catalán Magni, candidato a gobernador que contaba con el apoyo de La Cámpora, se bajó de su candidatura. Y así se presentó el FPV.Y la “cereza del postre” fue la alianza que selló la senadora Bertone con el senador Garramuño, miembro del conservador Movimiento Popular Fueguino, que viene votando algunas iniciativas del Gobierno Nacional en el Senado Nacional. Esta alianza partió en dos a ese histórico partido, ya que otra ala del mismo apoyó la candidatura del radical Sciurano.El otro gran derrotado fue Federico Sciurano, actual intendente de Ushuaia, que junto a un sector im-portante de la UCR realizó una alianza con la línea interna del MPF opositora a Garramuño y una

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El Partido Patria y Pueblo va a trabajar,

como lo viene haciendo hace tiempo, junto al

FPV y a Rosana Bertone para hacer de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, una

provincia integrada a las grandes líneas del Pro-yecto Nacional y Popu-

lar, dando respuesta a las necesidades de la gente

y generando las acciones que le permitan a nues-tra Provincia alcanzar un

desarrollo económico estable y en progreso.

serie de “colectoras”. Recibió el apoyo de Macri y de Massa, con lo que su derrota, también es la derrota de estos referentes nacionales.En virtud de los apoyos recibidos, está claro que también en Tierra del Fuego había dos proyectos en pugna. Y el Partido Patria y Pueblo estuvo, como hace tiempo que lo viene haciendo, junto a Rosana Bertone, con el convencimiento de que la senadora representa de manera genuina ese proyecto de reafirmación de la soberanía nacio-nal, con industrialización e inclusión social, que caracterizó a los gobiernos de Néstor y Cristina.Un párrafo aparte merece una singularidad fueguina: nuevamente el voto en blanco superó en porcentaje de votantes a cualquiera de los partidos que se presentaron, incluido el Frente para la Victoria. Es un llamado de atención de la ciudadanía para una Legislatura que ha estado lejos de las necesidades de la gente y cerca de las componendas y negociados típicos de una diri-gencia política que también va digiriendo muy lentamente, que hay un nuevo tiempo donde la política se ha transformado en una herramienta para mejorar la vida de la gente.

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Patria y Pueblo – Zonal Córdoba cele-bra el lanzamiento de la candidatura a gobernador de nuestra provincia del Compañero Eduardo Accaste-llo y llama a los cordobeses a votar en julio a quienes sostienen, aquí, la política adoptada por Néstor Kirch-ner en el 2003, y continuada luego por la presidente actual, Cristina Fer-nández de Kirchner. La militancia del campo nacional y popular cordobés tiene, hoy, la oportunidad de luchar por una meta clara, y de una enorme trascendencia: terminar con el ciclo de gobiernos antipopulares, neolibe-rales y retardatarios que padeció la provincia durante 40 años, desde un lejano febrero de 1974, en que un al-zamiento policial derribó al gobierno de Obregón Cano y Atilio López, que buscaba inspirarse en las jornadas del Cordobazo.La provincia y su capital sufrieron par-ticularmente la represión del Proceso, y su regresividad en el campo econó-mico-social, con el desmantelamien-to industrial y la primarización de la economía. Y, lamentablemente, no tuvieron un cambio, en este último sentido, al restablecerse la democra-cia en 1983. Es cierto que en el país se impusieron políticas que no alteraban el rumbo seguido por la dictadura cí-vico-militar del general Videla y Mar-

tínez de Hoz. Pero el radicalismo cordobés adoptó en tal sentido un sesgo más acentuado aún, y con gran irresponsabilidad rifó lo que estaba todavía en pie, el patrimonio de los bancos del Estado Provincial y las empresas públicas. Y, desalojada aquí la UCR del poder (Angeloz y Mestre), el delaso-tismo profundizó esa orientación neoliberal , esas mismas políticas, mientras lograba el prodigio –con los gobiernos de Menem como referencia nacio-nal– de modificar las bases sociales del peronismo (o pejotismo) provincial, que antiguamente respaldaba lo más progresivo de la sociedad local (los trabajadores y las clases medias pobres), transformando a la fuerza fundada por Perón en la representación de los núcleos del poder económico con-centrado y los sectores más retardatarios del interior provincial y la llanura pampeana. Al mismo tiempo, ya que la honestidad en el ejercicio del poder es incompatible con políticas que favorecen a los ricos y mandamases, una corrupción generalizada fue tornando aborrecible la práctica de la política para amplios sectores de la opinión pública, abriendo camino a experimen-tos “apoliticistas”, que eran inaptos para salir de la decadencia. No es posible ignorar, por otra parte, los desaciertos que reiteraron la bús-queda de un “acuerdo” entre el kirchnerismo, nacional, y la variante dela-sotista del “partido único neoliberal cordobés”, conjunto integrado hoy por la UCR, UPC, el Frente Cívico y el PRO: compiten electoralmente, pero acuerdan en la defensa de las mismas políticas, con el patrocinio compartido de la Fundación Mediterránea.Vamos a pelear, al fin, por gobernar la provincia. Es posible acabar con 40 años de atraso y reacción, corrupción y desquicio. Una clara definición de Cristina Kirchner ha cerrado la etapa de los cabildeos y especulaciones en el kirchnerismo local y lo ha encolumnado tras una figura con bases propias. Es, a nuestro juicio, una expresión de coherencia. Hay que agrupar las fuerzas populares, convocar con amplitud a todos los componentes del campo na-cional, buscar el apoyo de los trabajadores y el pueblo, e invocar el espíritu de la Córdoba nacional, popular, democrática y rebelde.

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El voto por Mariano Recalde es un voto por la Argen-tina industrial, la única que puede recuperar a Buenos Aires de las manos de la especulación y la ilegalidad. Es un voto para preservar lo logrado desde que el 19 y 20 de diciembre, los argentinos (y los porteños en primera línea) le pusimos fin al régimen de liquidación nacional instaurado en 1955.El Pro empezó a hacer agua en Santa Fe, y votar por Mariano Recalde es ayudar decisivamente a que se hunda en el seno de la misma ciudad donde nació, esa ciudad que ahora estrangula con su abrazo de ana-conda hambrienta. Si el Frente para la Victoria pasa a gobernar Buenos Aires, el mazazo será definitivo y se asegurará la continuidad y profundización del mode-lo iniciado en 2003, sin acechanzas de la rosca que Macri y los suyos representan y encabezan.El proyecto del Frente para la Victoria hermana a los porteños con todos nuestros compatriotas y nos une frente a las dificultades que todo el país enfrenta en un complejo escenario mundial.Buenos Aires no puede seguir gestionada por gente que la desea aislar del conjunto de la Nación, a no ser que se someta a su voluntad, el viejo sueño oligár-quico que no pocas veces se impuso, literalmente, a sangre y fuego contra todos los argentinos.Pero no se trata solamente de “alinearse” con una po-lítica nacional.Votar por Mariano Recalde es votar por el único can-didato que imagina la ciudad de Buenos Aires como lo que realmente es, el centro neurálgico de una in-mensa ciudad de catorce millones de habitantes.

¿PORQUÉ VOTAR A MARIANO RECALDE?

Lo que distingue la propuesta del Frente para la Victoria de las del Pro y de Eco es la posibilidad que nos brin-da a los porteños de recuperar nuestro papel orgánico como núcleo dinámico de esa gran urbe mundial.El Frente para la Victoria propone un gobierno integra-do, y no enfrentado, con el de sus vecinos. En vez de enrejar la ciudad contra el “extranjero”, plantea abrirla a una organización coordinada y racional de los inte-reses de todos los habitantes de nuestra inmensa aglo-meración.Esa política pasa por todos los niveles.Desde la tajante negativa a seguir endeudando a la ciu-dad hasta la recuperación del papel creador de vivien-das hasta la reinserción de la política del distrito federal en un plan urbanístico global. Desde un creciente con-trol de la codicia especulativa hasta la reindustrialización de Buenos Aires como parte de la reindustrialización del país. Desde la reconstrucción de la instrucción pú-blica hasta la reconstrucción y potenciación de la salud pública. Desde la planificación conjunta de un sistema de transporte público que empiece a terminar con la asfixia del tránsito porteño hasta la rediscusión de la ges-tión ambiental del área metropolitana. Y, esencialmente, desde la voluntad de incorporar a la ciudadanía a la toma de decisiones otorgándole las he-rramientas votadas alguna vez pero mantenidas en el frigorífico por un Pro que en el fondo de su alma añora, como siempre lo harán todas nuestras clases dominan-tes, los buenos tiempos en que al que protestaba se lo podía liquidar impunemente.

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Ernesto Alonso, secretario de Relaciones Institucionales del Centro de ex Com-batientes Islas Malvinas (CECIM) de La Plata y titular de la Comisión Nacional de Ex Combatientes, elevó a princi-pios de mayo la causa iniciada por ese irrepresentativo organismo -rechazada sistemáticamente, con fundadísimos motivos, por todos los tribunales argentinos salvo los dos de primera instancia en los que se la inició- a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH).Esta decisión es una verdadera calami-dad. No entraremos en consideraciones jurídicas (lo que sería demoledor) sino políticas. Sus protagonistas igualan a los soldados de las Malvinas con las vícti-mas del terrorismo de Estado, y colocan todo bajo jurisdicción de un organismo jurídico dominado por el imperialismo estadounidense.Alonso y su planteo (que respira el mismo equivocado espíritu que llevó a colocar en el mismo predio de la ex ESMA el Museo de las Malvinas) equi-paran al terrorismo de Estado hechos que deben enmarcarse en otro contex-to completamente distinto.Esto no los hace menos graves, pero se los debe juzgar desde el punto de vista de las consecuencias de esas prácticas para la Defensa Nacional (soldados sometidos a maltrato solo pueden combatir exitosamente con soldados sometidos a maltrato). De ninguna manera se puede equiparar a los soldados que fueron a defender a la Patria con las víctimas del terrorismo de Estado, operación policial disfrazada de gesta militar. Al hacerlo, se le está dando la razón a los peores represen-tantes del terrorismo de Estado, que lo justificaron haciendo precisamente esa equiparación: que libraron dos guerras,

una en territorio continental contra el comunismo y la subversión, y otra en territorio insular…¡contra aquellos a cuyo servicio habían librado la prime-ra!.Solo daremos el principal argumento jurídico: para que haya terrorismo de Estado y crímenes de lesa humanidad se requiere que los actos imputados hayan tenido relación con un ataque gene-ralizado o sistemático dirigido a una población civil y hayan formado parte de una política de estado organizada. Como bien escribió en su momento César Trejo, veterano de guerra él mis-mo, “desde el punto de vista jurídico, en la guerra de Malvinas los militares argentinos no cometieron crímenes de lesa humanidad. Fue, a diferencia del Terrorismo de Estado, una guerra entre dos ejércitos regulares, con soldados identificados en ambos bandos. No hubo órdenes de las fuerzas armadas argentinas para inferir torturas a los soldados británicos, ni a los argentinos, ni a los habitantes de las Islas. No hubo un plan sistemático ni directivas emana-das de la autoridad para la eliminación física de los soldados conscriptos. No hubieron secuestros, ni desaparecidos, ni torturas sistematizadas”.Y bien agrega Trejo, ya en el plano político otra vez, la guerra de Malvinas es “la contracara del Terrorismo de Estado, aunque ambos procesos fueron conducidos por el mismo gobierno dictatorial. El Terrorismo de Estado fue la aplicación de la doctrina criminal desarrollada por el colonialismo francés en Argelia, convertido en Doctrina de la Seguridad Nacional por los EE.UU. y enseñado en la Escuela de las Américas a los comandantes de las fuerzas arma-das del hemisferio. Sirvió para derrocar a los gobiernos populares, imponiendo

dictaduras militares tuteladas por los EE.UU. y sus aliados occidentales. El enemigo a combatir estaba así dentro de cada país, y los métodos represivos se apartaban de la legalidad... El Estado Nacional, asumió las prácticas de orga-nizaciones delictivas.”.“En la ejecución del Terrorismo de Estado”, continúa Trejo, “sí hubo planificación sistemática de secuestros, asesinatos y torturas, de acuerdo a la doctrina impartida por los manuales norteamericanos de contrainsurgen-cia, contra un ̀ enemigo ́interno. En cambio, en la guerra de Malvinas, las fuerzas argentinas nos enfrentamos a un enemigo externo, precisamente, a aquél que se definía poco tiempo antes como el aliado occidental para enfrentar al `enemigo comunista .́ Porque en Mal-vinas, no enfrentamos a Gran Bretaña, solamente, sino a la OTAN. Es decir, a los EE.UU. y a los países europeos que integraban en ese entonces esa alianza militar. De allí el sabotaje francés para la entrega de los EXOCET ya pagados, o el boicot económico de toda Europa en nuestra contra. Y ni qué hablar del decisivo apoyo norteamericano a la Task Force británica para la re-usurpa-ción de las Islas”.“Sí hubo crímenes de lesa humanidad por parte de las tropas británicas contra soldados argentinos”, señala Trejo. Y, en un sentido figurado, agregamos, la prédica degradante del soldado argen-tino encarada por el CECIM La Plata, su sistemático olvido de que la guerra de Malvinas fue una guerra colonial por parte del Reino Unido y la OTAN, y su negativa a aceptar que el soldado, una vez fuera del escenario, merece ser tratado como un héroe, se le acerca mucho cuando lleva a tantos comba-tientes al suicidio, y pretende empujar a todos a la condición de lastimeros.