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Seis tesis sobre Municipalismo Libertario · 2015-11-04 · Seis tesis sobre Municipalismo Libertario de Murray Bookchin se terminó de editar el 23 de octubre de 2015. En la edición

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Seis tesis sobre Municipalismo Libertario de Murray

Bookchin se terminó de editar el 23 de

octubre de 2015. En la edición

se usó la tipografía

libre Alegreya

Seis tesis sobre Municipalismo Libertario de Murray

Bookchin se terminó de editar el 23 de

octubre de 2015. En la edición

se usó la tipografía

libre Alegreya

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Murray Bookchin

Seis tesis sobre

Municipalismo Libertario

Ediciones La Social

Murray Bookchin

Seis tesis sobre

Municipalismo Libertario

Ediciones La Social

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Primera edición: octubre de 2015

La edición estuvo al cuidado de Guadalupe Rivera

[email protected]

Ediciones La Social

[email protected]

edicioneslasocial.wordpress.com

Este texto puede descargarse desde http://wp.me/p10ynY-28

El texto se editó íntegramente en Software Libre usando Ubuntu

14.04.02, Libre Office 4.2.8.2, GIMP 4.2.4.2 e Inkscape 0.48.4.

Publicado bajo la licencia Reconocimiento-CompartirIgual 4.0

Internacional (CC BY-SA 4.0).

Más sobre la licencia en creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/legalcode

Impreso en Tlatelolco, México

gelado cuando alcanza la muerte eterna. El poderde la autoridad para dar órdenes a los individuosfísicos habrá obtenido entonces una conquista máscompleta que las órdenes imperativas ejercidas através de la simple coerción. Habrán puesto sumano sobre el mismo espíritu -y su libertad parapensar libremente y resistir con ideas, aún cuandola capacidad para actuar esté bloqueada temporal-mente por las circunstancias.

Burlington (Vermont), 9 de septiembre de 1984.

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Primera edición: octubre de 2015

La edición estuvo al cuidado de Guadalupe Rivera

[email protected]

Ediciones La Social

[email protected]

edicioneslasocial.wordpress.com

Este texto puede descargarse desde http://wp.me/p10ynY-28

El texto se editó íntegramente en Software Libre usando Ubuntu

14.04.02, Libre Office 4.2.8.2, GIMP 4.2.4.2 e Inkscape 0.48.4.

Publicado bajo la licencia Reconocimiento-CompartirIgual 4.0

Internacional (CC BY-SA 4.0).

Más sobre la licencia en creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/legalcode

Impreso en Tlatelolco, México

gelado cuando alcanza la muerte eterna. El poderde la autoridad para dar órdenes a los individuosfísicos habrá obtenido entonces una conquista máscompleta que las órdenes imperativas ejercidas através de la simple coerción. Habrán puesto sumano sobre el mismo espíritu -y su libertad parapensar libremente y resistir con ideas, aún cuandola capacidad para actuar esté bloqueada temporal-mente por las circunstancias.

Burlington (Vermont), 9 de septiembre de 1984.

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la política está estructurada en torno a las asam-bleas de barrio, a los delegados revocables, a lasformas de contabilidad radicalmente democráticasy a los vínculos locales fuertemente enraizados.

La ciudad no es congruente con el Estado. Am-bos tienen orígenes muy diferentes y han jugadopapeles muy distintos en la historia. El Estado pe-netra en todos los aspectos de la vida cotidiana,desde la familia a la fábrica, desde el Sindicato a laciudad; lo cual no significa que los individuosconscientes deban retirarse de cualquier tipo de re-laciones humanas organizadas, de la propia piel deuno, para esconderse en un estado de pureza y abs-tracción, de forma que se convalidaría la descrip-ción de Adorno sobre el anarquismo como un «fan-tasma». Si hay algún fantasma que nos de caza,son los que toman forma de ritualismo y de rigideztan sumamente inflexible que uno cae en un rigormortis bastante parecido al que cae el cuerpo con-

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Seis tesis sobre

Municipalismo Libertario1

Murray Bookchin

TESIS I

Históricamente, la teoría y la práctica social radi-cal se han centrado sobre las dos zonas de la activi-dad social humana: el lugar de trabajo y la comuni-dad. A partir de la creación de la nación-estado y dela Revolución Industrial, la economía ha ido adqui-riendo una posición predominante sobre la comu-nidad -no sólo en la ideología capitalista, sino tam-bién en los diferentes socialismos, libertarios y

1 Publicado en Our Generation, vol 16, n. 3 & 4. Traduc-ción de Miguel Jaime.

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la política está estructurada en torno a las asam-bleas de barrio, a los delegados revocables, a lasformas de contabilidad radicalmente democráticasy a los vínculos locales fuertemente enraizados.

La ciudad no es congruente con el Estado. Am-bos tienen orígenes muy diferentes y han jugadopapeles muy distintos en la historia. El Estado pe-netra en todos los aspectos de la vida cotidiana,desde la familia a la fábrica, desde el Sindicato a laciudad; lo cual no significa que los individuosconscientes deban retirarse de cualquier tipo de re-laciones humanas organizadas, de la propia piel deuno, para esconderse en un estado de pureza y abs-tracción, de forma que se convalidaría la descrip-ción de Adorno sobre el anarquismo como un «fan-tasma». Si hay algún fantasma que nos de caza,son los que toman forma de ritualismo y de rigideztan sumamente inflexible que uno cae en un rigormortis bastante parecido al que cae el cuerpo con-

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Seis tesis sobre

Municipalismo Libertario1

Murray Bookchin

TESIS I

Históricamente, la teoría y la práctica social radi-cal se han centrado sobre las dos zonas de la activi-dad social humana: el lugar de trabajo y la comuni-dad. A partir de la creación de la nación-estado y dela Revolución Industrial, la economía ha ido adqui-riendo una posición predominante sobre la comu-nidad -no sólo en la ideología capitalista, sino tam-bién en los diferentes socialismos, libertarios y

1 Publicado en Our Generation, vol 16, n. 3 & 4. Traduc-ción de Miguel Jaime.

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autoritarios, que han ido apareciendo en el últimosiglo. Este cambio de posición del socialismo desdeuna postura ética a una económica es un problemade enormes proporciones que ha tenido ampliadiscusión. Lo que es más importante dentro de estepunto son los socialismos en sí, con sus preocu-pantes atributos burgueses, extrañamente adquiri-dos, un desarrollo principalmente revelado por lavisión marxista de llegar a la emancipaciónhumana a través del dominio de la naturaleza, unproyecto histórico que presumiblemente establecela «dominación del hombre por el hombre»; es elrazonamiento marxista y burgués del nacimientode una sociedad de clase como «precondición» a laemancipación humana.

Desafortunadamente el ala libertaria del socia-lismo -los anarquistas- no han avanzado consisten-temente en la prevalencia de lo moralista sobre loeconómico. Aunque quizás lo han desarrollado a

6

anarquistas que celebran la existencia de las em-presas industriales «colectivizadas», tanto en un si-tio como en otro, y todo ellos con gran entusiasmoa pesar de que se forma parte del entramado eco-nómico burgués y que tiene una visión de la políti-ca municipal que considera con repugnancia las«elecciones» de cualquier tipo; sobre todo cuando

parisinos de su época, en contra del tradicionalismocomunalista, esto es, para practicar una forma purade parlamentarismo burgués, no para llevar a Parísy a los municipios franceses en oposición al Estadocentralizado, tal y como la Comuna pretendía hacer.No había nada orgánico en su postura sobre muni-cipalismo, y nada revolucionario en sus intenciones.Todo el mundo está usando la imagen de la Comunapara sus propios propósitos: Marx para anclar suteoría de la «dictadura del proletariado» en un pre-cedente histórico; Lenin para legitimar su jacobinis-mo «político» total; y los anarquistas, en forma máscrítica para difundir el comunalismo.

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autoritarios, que han ido apareciendo en el últimosiglo. Este cambio de posición del socialismo desdeuna postura ética a una económica es un problemade enormes proporciones que ha tenido ampliadiscusión. Lo que es más importante dentro de estepunto son los socialismos en sí, con sus preocu-pantes atributos burgueses, extrañamente adquiri-dos, un desarrollo principalmente revelado por lavisión marxista de llegar a la emancipaciónhumana a través del dominio de la naturaleza, unproyecto histórico que presumiblemente establecela «dominación del hombre por el hombre»; es elrazonamiento marxista y burgués del nacimientode una sociedad de clase como «precondición» a laemancipación humana.

Desafortunadamente el ala libertaria del socia-lismo -los anarquistas- no han avanzado consisten-temente en la prevalencia de lo moralista sobre loeconómico. Aunque quizás lo han desarrollado a

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anarquistas que celebran la existencia de las em-presas industriales «colectivizadas», tanto en un si-tio como en otro, y todo ellos con gran entusiasmoa pesar de que se forma parte del entramado eco-nómico burgués y que tiene una visión de la políti-ca municipal que considera con repugnancia las«elecciones» de cualquier tipo; sobre todo cuando

parisinos de su época, en contra del tradicionalismocomunalista, esto es, para practicar una forma purade parlamentarismo burgués, no para llevar a Parísy a los municipios franceses en oposición al Estadocentralizado, tal y como la Comuna pretendía hacer.No había nada orgánico en su postura sobre muni-cipalismo, y nada revolucionario en sus intenciones.Todo el mundo está usando la imagen de la Comunapara sus propios propósitos: Marx para anclar suteoría de la «dictadura del proletariado» en un pre-cedente histórico; Lenin para legitimar su jacobinis-mo «político» total; y los anarquistas, en forma máscrítica para difundir el comunalismo.

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las cosas en el mundo orwelliano de la década delos 80, esta perspectiva de un poder doble es sinduda una posibilidad de las más importantes, en-tre otras, que los libertarios pueden desarrollar sincomprometer sus principios antiautoritarios. Esmás, estas tesis, apuntan la posibilidad de una polí-tica orgánica basada en formas participativas tanradicales de asociación civil, no excluyentes de laposibilidad de que los anarquistas cambien los cua-dros de las ciudades y pueblos, y convaliden la exis-tencia de instituciones democráticas directas. Y sieste tipo de actividad lleva a los anarquistas a losplenos de los ayuntamientos, no hay razón paraque tal política tenga que ser parlamentaria, máxi-me cuando mantiene un nivel civil y está conscien-temente opuesta al Estado.5 Es curioso que muchos

5 Espero que no se invoque en contra de esta posturaal fantasma de Paul Brousse. Brousse utilizó el mu-nicipalismo libertario de la Comuna, tan ligado a los

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partir del nacimiento del sistema fabril, locus classi-cus de explotación capitalista, y de, nacimiento delproletariado industrial como «portador» de la nue-va sociedad. Con todo su fervor moral, la adapta-ción sindical a la sociedad industrial y la imagendel sindicalismo libertario como infraestructuradel mundo liberado, supuso un cambio apreciableen el énfasis intencional desde el comunitarismohacia el industrialismo; de valores comunales a va-lores fabriles.2 Algunos trabajos que han adquiridosantidad doxográfica dentro del sindicalismo, hanservido para enaltecer el significado de la fábrica y,de forma más general, el lugar de trabajo dentro dela teoría radical, y eso por no hablar del papel me-siánico del «proletariado». Los límites de este aná-

2 Como ejemplo particularmente deprimente, sólohay que leer El organismo económico de la Revolución(Barcelona, 1936), de Diego Abad de Santillán, dichotrabajo influencia enormemente a la CNT-FAI.

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las cosas en el mundo orwelliano de la década delos 80, esta perspectiva de un poder doble es sinduda una posibilidad de las más importantes, en-tre otras, que los libertarios pueden desarrollar sincomprometer sus principios antiautoritarios. Esmás, estas tesis, apuntan la posibilidad de una polí-tica orgánica basada en formas participativas tanradicales de asociación civil, no excluyentes de laposibilidad de que los anarquistas cambien los cua-dros de las ciudades y pueblos, y convaliden la exis-tencia de instituciones democráticas directas. Y sieste tipo de actividad lleva a los anarquistas a losplenos de los ayuntamientos, no hay razón paraque tal política tenga que ser parlamentaria, máxi-me cuando mantiene un nivel civil y está conscien-temente opuesta al Estado.5 Es curioso que muchos

5 Espero que no se invoque en contra de esta posturaal fantasma de Paul Brousse. Brousse utilizó el mu-nicipalismo libertario de la Comuna, tan ligado a los

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partir del nacimiento del sistema fabril, locus classi-cus de explotación capitalista, y de, nacimiento delproletariado industrial como «portador» de la nue-va sociedad. Con todo su fervor moral, la adapta-ción sindical a la sociedad industrial y la imagendel sindicalismo libertario como infraestructuradel mundo liberado, supuso un cambio apreciableen el énfasis intencional desde el comunitarismohacia el industrialismo; de valores comunales a va-lores fabriles.2 Algunos trabajos que han adquiridosantidad doxográfica dentro del sindicalismo, hanservido para enaltecer el significado de la fábrica y,de forma más general, el lugar de trabajo dentro dela teoría radical, y eso por no hablar del papel me-siánico del «proletariado». Los límites de este aná-

2 Como ejemplo particularmente deprimente, sólohay que leer El organismo económico de la Revolución(Barcelona, 1936), de Diego Abad de Santillán, dichotrabajo influencia enormemente a la CNT-FAI.

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lisis no necesitan ser igualmente analizados eneste artículo. En forma superficial, me parece queestán justificados con los hechos acaecidos en laépoca de la Primera Guerra Mundial y los años 30.

Hoy día la situación es distinta, y el hecho deque podamos criticarlos con la sofisticación quenos da la perspectiva de décadas, no nos da dere-cho a patrocinar el descrédito del socialismo prole-tario por su falta de visión futura.

Sin embargo debe hacerse la matización: la fá-brica y, con la historia, el lugar de trabajo, ha sidoel lugar principal no sólo de explotación, sino tam-bién de jerarquías, a esto hay que añadir la familiapatriarcal. La fábrica no ha servido precisamentepara «disciplinar», «unir» y «organizar» al proleta-riado capacitándolo para el cambio revolucionario,sino para esclavizarle en los hábitos de la subordi-nación, la obediencia y la penosa robotización des-cerebrada. El proletariado, al igual que todos los

8

contramos formas confederales de asociación mu-nicipal escondidas en los vínculos regionales depueblos y ciudades. Recuperar un pasado que pue-de vivir y funcionar con fines libertarios, no es, nimucho menos, estar cautivo de la tradición; sinoque se trata de hilar conjuntamente los objetivoshumanos únicos de asociación que permanecencomo cualidades inherentes al espíritu humano,-la necesidad de la comunidad como tal- y que han sur-gido repetidas veces en el pasado. Permanecen enel presente como esperanzas que acaban de nacer,pero que la gente tiene consigo en todas épocas,saliendo a la superficie en los momentos de accióny libertad.

Estas tesis nos anticipan la visión de la posibili-dad de un municipalismo libertario, y una nuevapolítica definible como un doble poder, que puedeser contrapuesto mediante las asambleas y las for-mas confederales al Estado. Tal como están ahora

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lisis no necesitan ser igualmente analizados eneste artículo. En forma superficial, me parece queestán justificados con los hechos acaecidos en laépoca de la Primera Guerra Mundial y los años 30.

Hoy día la situación es distinta, y el hecho deque podamos criticarlos con la sofisticación quenos da la perspectiva de décadas, no nos da dere-cho a patrocinar el descrédito del socialismo prole-tario por su falta de visión futura.

Sin embargo debe hacerse la matización: la fá-brica y, con la historia, el lugar de trabajo, ha sidoel lugar principal no sólo de explotación, sino tam-bién de jerarquías, a esto hay que añadir la familiapatriarcal. La fábrica no ha servido precisamentepara «disciplinar», «unir» y «organizar» al proleta-riado capacitándolo para el cambio revolucionario,sino para esclavizarle en los hábitos de la subordi-nación, la obediencia y la penosa robotización des-cerebrada. El proletariado, al igual que todos los

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contramos formas confederales de asociación mu-nicipal escondidas en los vínculos regionales depueblos y ciudades. Recuperar un pasado que pue-de vivir y funcionar con fines libertarios, no es, nimucho menos, estar cautivo de la tradición; sinoque se trata de hilar conjuntamente los objetivoshumanos únicos de asociación que permanecencomo cualidades inherentes al espíritu humano,-la necesidad de la comunidad como tal- y que han sur-gido repetidas veces en el pasado. Permanecen enel presente como esperanzas que acaban de nacer,pero que la gente tiene consigo en todas épocas,saliendo a la superficie en los momentos de accióny libertad.

Estas tesis nos anticipan la visión de la posibili-dad de un municipalismo libertario, y una nuevapolítica definible como un doble poder, que puedeser contrapuesto mediante las asambleas y las for-mas confederales al Estado. Tal como están ahora

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mática que el radicalismo electoral corrompido, enla práctica. Así si el municipalismo libertario seconstruye como política orgánica, esto es, una polí-tica que emerge de la base de la asociación superiorhumana, yendo hacia la creación de un cuerpo po-lítico auténtico y de formas de participación ciuda-danas; posiblemente sea éste el último reducto deun socialismo orientado hacia instituciones popu-lares descentralizadas. Un elemento importantedentro de la aproximación al municipalismo liber-tario es la posibilidad de evocar tradiciones vivaspara legitimar nuestras peticiones, tradicionesque, aunque son fragmentarias e irregulares, aúnofrecen potencialidad para una política de partici-pación con una respuesta de dimensiones globalesal Estado. La Comuna está enterrada todavía en losConsejos de la ciudad (plenos de ayuntamiento);las secciones están escondidas en los barrios; y laasamblea de ciudad está en los ayuntamientos; en-

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sectores oprimidos de la sociedad, vuelve a la vidacuando se despoja de sus hábitos industriales y en-tra en la actividad libre y espontánea de comunizar-esto es, el proceso vital que da significado a la pa-labra «comunidad». Entonces los trabajadores sedespojan de su naturaleza estricta de clase, que noes sino la contrapartida del status de burguesía, yse revela su naturaleza humana. La idea anárquicade comunidades descentralizadas, colectivamentegestionadas, estatales, y con una democracia direc-ta y la idea de la confederación de municipalidadeso «comunas», habla por sí sola, así como en unaformulación más expresa a través de los trabajosde Proudhon y Kropotkin, expresando el papeltransformador del municipalismo libertario comouna columna vertebral de una sociedad liberadora,enraizada en el principio ético antijerárquico deunidad de la diversidad, autoformación y autoges-tión, complementariedad y apoyo mutuo.

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mática que el radicalismo electoral corrompido, enla práctica. Así si el municipalismo libertario seconstruye como política orgánica, esto es, una polí-tica que emerge de la base de la asociación superiorhumana, yendo hacia la creación de un cuerpo po-lítico auténtico y de formas de participación ciuda-danas; posiblemente sea éste el último reducto deun socialismo orientado hacia instituciones popu-lares descentralizadas. Un elemento importantedentro de la aproximación al municipalismo liber-tario es la posibilidad de evocar tradiciones vivaspara legitimar nuestras peticiones, tradicionesque, aunque son fragmentarias e irregulares, aúnofrecen potencialidad para una política de partici-pación con una respuesta de dimensiones globalesal Estado. La Comuna está enterrada todavía en losConsejos de la ciudad (plenos de ayuntamiento);las secciones están escondidas en los barrios; y laasamblea de ciudad está en los ayuntamientos; en-

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sectores oprimidos de la sociedad, vuelve a la vidacuando se despoja de sus hábitos industriales y en-tra en la actividad libre y espontánea de comunizar-esto es, el proceso vital que da significado a la pa-labra «comunidad». Entonces los trabajadores sedespojan de su naturaleza estricta de clase, que noes sino la contrapartida del status de burguesía, yse revela su naturaleza humana. La idea anárquicade comunidades descentralizadas, colectivamentegestionadas, estatales, y con una democracia direc-ta y la idea de la confederación de municipalidadeso «comunas», habla por sí sola, así como en unaformulación más expresa a través de los trabajosde Proudhon y Kropotkin, expresando el papeltransformador del municipalismo libertario comouna columna vertebral de una sociedad liberadora,enraizada en el principio ético antijerárquico deunidad de la diversidad, autoformación y autoges-tión, complementariedad y apoyo mutuo.

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TESIS II

La Comuna, como municipalidad o ciudad, debeevitar un papel puramente funcional de un estadoeconómico, en el que los seres humanos no tienenoportunidad de realizar actividades agrícolas, sinopasara ser un «centro de implosión» (usando la ter-minología de Lewis Munford) que realce las comu-nicaciones sociales internas y el acercamiento delos miembros de la misma, de forma que sedemuestre su función histórica transformando,esa población casi tribal, unida por lazos de sangrey por costumbre, en un cuerpo político de ciudada-nos unidos por valores éticos basados en la razón.

Esta función abiertamente transformadora,atraerá al «extraño» y al «no miembro» al interiorde un denominador común con el tradicional ge-noi, creando así una nueva esfera de interrelacio-nes: el reino del polissonomos,literalmente la gestiónde la polis o ciudad. Es precisamente a partir de

10

ma de las asambleas de ciudadanos atenienses, ysu heredero igualitario, la Comuna de París.

Si conseguimos volver hacia estas institucioneshistóricas, y enriquecerlas con nuestras tradicioneslibertarlas y nuestros análisis críticos, devolviéndo-las a la vida en este mundo, tan ideológicamenteconfuso; estaremos trayendo el pasado al serviciodel presente en una forma creativa e innovadora.

Todas las tendencias radicales están cargadasde una cierta medida de inercia intelectual, tantolos anarquistas como los socialistas. La seguridadque nos da la tradición es tan fuerte que puedeacabar con toda posible innovación, aún entre losantiautoritarios.

El anarquismo está caracterizado por su actitudante el parlamentarismo y el estatalismo. Esta acti-tud ha sido ampliamente justificada por el curso dela historia; pero también nos puede llevar a una pa-ralización mental que, en teoría no es menos dog-

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TESIS II

La Comuna, como municipalidad o ciudad, debeevitar un papel puramente funcional de un estadoeconómico, en el que los seres humanos no tienenoportunidad de realizar actividades agrícolas, sinopasara ser un «centro de implosión» (usando la ter-minología de Lewis Munford) que realce las comu-nicaciones sociales internas y el acercamiento delos miembros de la misma, de forma que sedemuestre su función histórica transformando,esa población casi tribal, unida por lazos de sangrey por costumbre, en un cuerpo político de ciudada-nos unidos por valores éticos basados en la razón.

Esta función abiertamente transformadora,atraerá al «extraño» y al «no miembro» al interiorde un denominador común con el tradicional ge-noi, creando así una nueva esfera de interrelacio-nes: el reino del polissonomos,literalmente la gestiónde la polis o ciudad. Es precisamente a partir de

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ma de las asambleas de ciudadanos atenienses, ysu heredero igualitario, la Comuna de París.

Si conseguimos volver hacia estas institucioneshistóricas, y enriquecerlas con nuestras tradicioneslibertarlas y nuestros análisis críticos, devolviéndo-las a la vida en este mundo, tan ideológicamenteconfuso; estaremos trayendo el pasado al serviciodel presente en una forma creativa e innovadora.

Todas las tendencias radicales están cargadasde una cierta medida de inercia intelectual, tantolos anarquistas como los socialistas. La seguridadque nos da la tradición es tan fuerte que puedeacabar con toda posible innovación, aún entre losantiautoritarios.

El anarquismo está caracterizado por su actitudante el parlamentarismo y el estatalismo. Esta acti-tud ha sido ampliamente justificada por el curso dela historia; pero también nos puede llevar a una pa-ralización mental que, en teoría no es menos dog-

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respecto a la opresión dentro de cada aspecto de lavida. Sin embargo, su imagen contrainstitucionalha presentado más problemas. Conviene recordarque en el anarquismo siempre ha existido una ten-dencia comunalista, no sólo sindicalista o individua-lista. Y que además esta tendencia comunalista hamantenido una fuerte orientación municipalista, yque puede ser extraída principalmente de los escri-tos de Proudhon y Kropotkin.

De lo que se ha carecido, sin embargo, es de uncuidadoso examen del meollo político de estaorientación: se trata de la distinción entre un mo-mento del discurso, una forma de toma de decisio-nes, y un desarrollo institucional que no tiene ca-rácter social ni estatal.

La política civil no es tan sólo política parlamen-taria; de hecho, si nos ceñimos al sentido históricoauténtico del término «política» dentro de su lugarpreciso en un vocabulario radical, tiene todo el aro-

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esta conjunción de nomos y de polis que deriva lapalabra «política», una palabra que ha sido desna-turalizada y convertida al estatalismo. Igualmente,la palabra polis ha sido reconvertida como «estado».Estas distinciones no son meras discusiones eti-mológicas. Reflejan, por el contrario, una auténticadegradación de estos conceptos, siendo todos ycada uno de ellos de enorme importancia para legi-timar fines ideológicos. A los antiautoritarios leschoca y rechazan la degradación del término «so-ciedad» entendido como «Estado», y tienen razón.El Estado, tal como lo conocemos es un aparato di-ferente que se utiliza para dirigir a las clases; es elmonopolio profesionalizado de la violencia con lafinalidad de asegurar la subyugación y la explota-ción del hombre por el hombre. Las teorías antro-pológicas y sociales nos enseñan cómo el Estado haido emergiendo lentamente a partir de relacionesjerárquicas más abiertas, también nos enseñan sus

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respecto a la opresión dentro de cada aspecto de lavida. Sin embargo, su imagen contrainstitucionalha presentado más problemas. Conviene recordarque en el anarquismo siempre ha existido una ten-dencia comunalista, no sólo sindicalista o individua-lista. Y que además esta tendencia comunalista hamantenido una fuerte orientación municipalista, yque puede ser extraída principalmente de los escri-tos de Proudhon y Kropotkin.

De lo que se ha carecido, sin embargo, es de uncuidadoso examen del meollo político de estaorientación: se trata de la distinción entre un mo-mento del discurso, una forma de toma de decisio-nes, y un desarrollo institucional que no tiene ca-rácter social ni estatal.

La política civil no es tan sólo política parlamen-taria; de hecho, si nos ceñimos al sentido históricoauténtico del término «política» dentro de su lugarpreciso en un vocabulario radical, tiene todo el aro-

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esta conjunción de nomos y de polis que deriva lapalabra «política», una palabra que ha sido desna-turalizada y convertida al estatalismo. Igualmente,la palabra polis ha sido reconvertida como «estado».Estas distinciones no son meras discusiones eti-mológicas. Reflejan, por el contrario, una auténticadegradación de estos conceptos, siendo todos ycada uno de ellos de enorme importancia para legi-timar fines ideológicos. A los antiautoritarios leschoca y rechazan la degradación del término «so-ciedad» entendido como «Estado», y tienen razón.El Estado, tal como lo conocemos es un aparato di-ferente que se utiliza para dirigir a las clases; es elmonopolio profesionalizado de la violencia con lafinalidad de asegurar la subyugación y la explota-ción del hombre por el hombre. Las teorías antro-pológicas y sociales nos enseñan cómo el Estado haido emergiendo lentamente a partir de relacionesjerárquicas más abiertas, también nos enseñan sus

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distintas formas y cuales son su grado de desarro-llo, y como se dibuja dentro del concepto de naciónestado moderno, asimismo nos están enseñando,muy posiblemente, cuál vaya a ser el futuro, con elEstado en su forma absolutamente más totalitaria.

Así pues, los antiautoritarios saben tambiéncómo las nociones de familia, lugar de trabajo, y di-versas formas culturales de asociación -en el senti-do más completo y antropológico de la palabra«cultura»-, las relaciones interpersonales y de for-ma general, la esfera de la vida privada, están, sinparalelismo alguno, totalmente diferenciados, so-cial e intrínsecamente, del estatismo.

Lo «social» y el «estatalismo» pueden infiltrarseel uno en el otro; así, en este sentido, los antiguosdespotismos reflejaban la soberanía patriarcal deloikos. La absorción de lo social por el moderno y gi-gantesco estado totalitario refleja la ampliación delconcepto de «burocracia» (tanto en sus esferas psi-

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Con un significado totalmente radical, tenemosque volver hacia las raíces de la palabra en la polis,y dentro del inconsciente vital de la gente, de for-ma que se cree un espacio para una interrelaciónracional, ética y pública, que, a su vez, de lugar alideal de la Comuna y de las asamblea populares dela era revolucionaria.

El Anarquismo ha agitado siempre la bandera dela necesidad de una regeneración moral, y la luchapor la contracultura (usando el término en el mejorde los sentidos), y en contra de la cultura estableci-da. Con esto se explica el énfasis que el anarquismohace sobre la ética, y su interés por ser coherenteen medios y fines, su defensa de los derechos hu-manos y de los derechos civiles, así como su interés

épocas recientes con las teorías de Hannah Arendt.Lo que se echa de menos en ambos pensadores esuna teoría del Estado, y por tanto la ausencia de unadistinción tripartita dentro de sus escritos.

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distintas formas y cuales son su grado de desarro-llo, y como se dibuja dentro del concepto de naciónestado moderno, asimismo nos están enseñando,muy posiblemente, cuál vaya a ser el futuro, con elEstado en su forma absolutamente más totalitaria.

Así pues, los antiautoritarios saben tambiéncómo las nociones de familia, lugar de trabajo, y di-versas formas culturales de asociación -en el senti-do más completo y antropológico de la palabra«cultura»-, las relaciones interpersonales y de for-ma general, la esfera de la vida privada, están, sinparalelismo alguno, totalmente diferenciados, so-cial e intrínsecamente, del estatismo.

Lo «social» y el «estatalismo» pueden infiltrarseel uno en el otro; así, en este sentido, los antiguosdespotismos reflejaban la soberanía patriarcal deloikos. La absorción de lo social por el moderno y gi-gantesco estado totalitario refleja la ampliación delconcepto de «burocracia» (tanto en sus esferas psi-

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Con un significado totalmente radical, tenemosque volver hacia las raíces de la palabra en la polis,y dentro del inconsciente vital de la gente, de for-ma que se cree un espacio para una interrelaciónracional, ética y pública, que, a su vez, de lugar alideal de la Comuna y de las asamblea populares dela era revolucionaria.

El Anarquismo ha agitado siempre la bandera dela necesidad de una regeneración moral, y la luchapor la contracultura (usando el término en el mejorde los sentidos), y en contra de la cultura estableci-da. Con esto se explica el énfasis que el anarquismohace sobre la ética, y su interés por ser coherenteen medios y fines, su defensa de los derechos hu-manos y de los derechos civiles, así como su interés

épocas recientes con las teorías de Hannah Arendt.Lo que se echa de menos en ambos pensadores esuna teoría del Estado, y por tanto la ausencia de unadistinción tripartita dentro de sus escritos.

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tico que daba identidad y significado a la palabra«política».

A partir de este momento, cuando la teoría y larealidad entran en conflicto, uno se justificaba in-vocando la famosa cita de Georg Lukacs: «Que sefastidie la realidad» «So much the worse for the facts».La Política, tantas veces degradada por los «políti-cos», y convertida en estatalisíno, tiene que ser re-habilitada por el anarquismo, y ser devuelta a susignificado original, en el que suponía una partici-pación y, una administración civil, levantándose encontraposición del Estado, y extendiéndose másallá de los aspectos básicos de interrelación huma-na que llamamos interrelación social.4

4 Antes de finalizar este punto, vale la pena observarque la distinción entre lo Social y lo Político mantie-ne una marca desde sus orígenes, remontándose ala época de Aristóteles, y que se ha mantenido a lolargo de toda la historia de la teoría social, hasta

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coterapéuticas y educacionales, como en la esferaadministrativa tradicional) evidenciando las im-perfecciones que existen en todas las clases de or-ganismos sociales.

El surgimiento de la ciudad nos ofrece diversosgrados de desarrollo, no sólo con respecto a unanueva dominación de la humanítas universal, dife-renciada de la parroquia; nos abre la posibilidaddel espacio libre de un nuevo civismo, diferenciadode los lazos tradicionales, es la gemeinschaften bio-céntrica. Asimismo nos ofrece el reino del polisso-nomos, la gestión de la polís por un cuerpo políticode ciudadanos libres, en resumen, se nos da la po-sibilidad de la política en una forma diferente a loestrictamente social y al estatalismo.

La Historia no nos muestra una esfera de lo polí-tico en estado «puro», tampoco nos da una visiónmayor de las relaciones sociales a nivel de aldeas ygrupos no jerarquizados, y tan sólo en una época

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tico que daba identidad y significado a la palabra«política».

A partir de este momento, cuando la teoría y larealidad entran en conflicto, uno se justificaba in-vocando la famosa cita de Georg Lukacs: «Que sefastidie la realidad» «So much the worse for the facts».La Política, tantas veces degradada por los «políti-cos», y convertida en estatalisíno, tiene que ser re-habilitada por el anarquismo, y ser devuelta a susignificado original, en el que suponía una partici-pación y, una administración civil, levantándose encontraposición del Estado, y extendiéndose másallá de los aspectos básicos de interrelación huma-na que llamamos interrelación social.4

4 Antes de finalizar este punto, vale la pena observarque la distinción entre lo Social y lo Político mantie-ne una marca desde sus orígenes, remontándose ala época de Aristóteles, y que se ha mantenido a lolargo de toda la historia de la teoría social, hasta

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coterapéuticas y educacionales, como en la esferaadministrativa tradicional) evidenciando las im-perfecciones que existen en todas las clases de or-ganismos sociales.

El surgimiento de la ciudad nos ofrece diversosgrados de desarrollo, no sólo con respecto a unanueva dominación de la humanítas universal, dife-renciada de la parroquia; nos abre la posibilidaddel espacio libre de un nuevo civismo, diferenciadode los lazos tradicionales, es la gemeinschaften bio-céntrica. Asimismo nos ofrece el reino del polisso-nomos, la gestión de la polís por un cuerpo políticode ciudadanos libres, en resumen, se nos da la po-sibilidad de la política en una forma diferente a loestrictamente social y al estatalismo.

La Historia no nos muestra una esfera de lo polí-tico en estado «puro», tampoco nos da una visiónmayor de las relaciones sociales a nivel de aldeas ygrupos no jerarquizados, y tan sólo en una época

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más reciente, ha empezado a mostrarnos institu-ciones puramente estatalistas. El término de «pu-reza» es un concepto que es introducible en teoríasocial, a expensas de perder cualquier contacto conla realidad según hemos podido comprobar por lahistoria. Sin embargo, existen aproximaciones a lapolítica, invariablemente de carácter cívico, y queno son, en principio, de carácter social o estatalis-ta: la democracia ateniense, las asambleas munici-pales de Nueva Inglaterra, las asambleas de secciónde la Comuna de Paris en 1793, por citar tan sólo losejemplos más conocidos. De duración considerableen algunos casos, y efímeras en otros; y hay que ad-mitir totalmente que fueron marcadas por los nu-merosos elementos de opresión que existieron enaquellas épocas, No se pueden componer trazosaquí y allá para ofrecer la imagen de un status polí-tico no parlamentario ni burocratizado, centraliza-do o profesionalizado, social o estatal, sino que hay

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componentes cibernéticos dirigidos a satisfacer lasnecesidades humanas, es el desideratum del socialis-mo en su visión libertaria y utópica; aún nos es unaprecondición moral para la libertad.

Por el contrario la Revolución Urbana ha jugadoun papel muy diferente. Principalmente ha creadola idea de humanitas universal y la comunalizaciónde la humanidad a lo largo de unas líneas raciona-les y éticas. La revolución urbana ha levantado loslímites del desarrollo humano que estaban impues-tos en lazos de hermandad, el parroquialismo delmundo pueblerino, y los efectos sofocantes de lacostumbre. La disolución de las municipalidadesauténticas a manos de la urbanización, marcó unpunto muy grave de regresión de la vida societal:supuso la destrucción de la única dimensión hu-mana donde se daba la asociación superior, y ladesaparición de la vida civil, que justificaba el usode la palabra civilización, así como del cuerpo polí-

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más reciente, ha empezado a mostrarnos institu-ciones puramente estatalistas. El término de «pu-reza» es un concepto que es introducible en teoríasocial, a expensas de perder cualquier contacto conla realidad según hemos podido comprobar por lahistoria. Sin embargo, existen aproximaciones a lapolítica, invariablemente de carácter cívico, y queno son, en principio, de carácter social o estatalis-ta: la democracia ateniense, las asambleas munici-pales de Nueva Inglaterra, las asambleas de secciónde la Comuna de Paris en 1793, por citar tan sólo losejemplos más conocidos. De duración considerableen algunos casos, y efímeras en otros; y hay que ad-mitir totalmente que fueron marcadas por los nu-merosos elementos de opresión que existieron enaquellas épocas, No se pueden componer trazosaquí y allá para ofrecer la imagen de un status polí-tico no parlamentario ni burocratizado, centraliza-do o profesionalizado, social o estatal, sino que hay

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componentes cibernéticos dirigidos a satisfacer lasnecesidades humanas, es el desideratum del socialis-mo en su visión libertaria y utópica; aún nos es unaprecondición moral para la libertad.

Por el contrario la Revolución Urbana ha jugadoun papel muy diferente. Principalmente ha creadola idea de humanitas universal y la comunalizaciónde la humanidad a lo largo de unas líneas raciona-les y éticas. La revolución urbana ha levantado loslímites del desarrollo humano que estaban impues-tos en lazos de hermandad, el parroquialismo delmundo pueblerino, y los efectos sofocantes de lacostumbre. La disolución de las municipalidadesauténticas a manos de la urbanización, marcó unpunto muy grave de regresión de la vida societal:supuso la destrucción de la única dimensión hu-mana donde se daba la asociación superior, y ladesaparición de la vida civil, que justificaba el usode la palabra civilización, así como del cuerpo polí-

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el sistema industrial que se enfrenta con un des-plazamiento del capital y un aumento de la tecno-logía cibernética) y que refleja los últimos coletazosde una economía en decadencia. También se quie-re la ciudad -pero de forma muy diferente a la fá-brica. La fábrica no fue nunca un reino de libertad,siempre fue el lugar de la supervivencia, de la «ne-cesidad», imposibilitando y disecando cualquieractividad humana a su alrededor. El nacimiento dela fábrica fue combatido por los artesanos, por lascomunidades agrarias, y por todo el mundo a esca-la más humana y más comunal. Tan sólo la simple-za de Marx y Engels, que promovieron el mito deque la fábrica servía para «disciplinar», «unir» y«organizar» el proletariado, pudo impulsar a los ra-dicales, ensimismados por el ideal del «socialismocientífico», a ignorar cuál era el papel autoritario yjerárquico de la fábrica. La abolición de la fábricapor el trabajo ecotécnico, creativo, e incluso por

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que recoger la imagen ciudadana, reconociendo elpapel de la ciudad en la transformación de una po-blación o de una aglomeración monádica de indivi-duos en una ciudadanía basada en formas éticas yregionales de asociación.

TESIS III

Si definimos lo social, lo político y lo estatal conuna concepción absoluta, y estudiamos la evolu-ción histórica de la ciudad como en el espacio enque nace lo político, en forma separada de las ideasde lo social y lo estatal, estamos entrando en lainvestigación de unas materias cuya importanciaprogramática es enorme. La época moderna define«lo civil» como urbanización, lo cual supone unaauténtica corrupción de la acción ciudadana, ame-nazando con englobar los conceptos de ciudad ypaís, convirtiendo así la dialéctica histórica en algoininteligible en la actualidad. La confusión entre

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el sistema industrial que se enfrenta con un des-plazamiento del capital y un aumento de la tecno-logía cibernética) y que refleja los últimos coletazosde una economía en decadencia. También se quie-re la ciudad -pero de forma muy diferente a la fá-brica. La fábrica no fue nunca un reino de libertad,siempre fue el lugar de la supervivencia, de la «ne-cesidad», imposibilitando y disecando cualquieractividad humana a su alrededor. El nacimiento dela fábrica fue combatido por los artesanos, por lascomunidades agrarias, y por todo el mundo a esca-la más humana y más comunal. Tan sólo la simple-za de Marx y Engels, que promovieron el mito deque la fábrica servía para «disciplinar», «unir» y«organizar» el proletariado, pudo impulsar a los ra-dicales, ensimismados por el ideal del «socialismocientífico», a ignorar cuál era el papel autoritario yjerárquico de la fábrica. La abolición de la fábricapor el trabajo ecotécnico, creativo, e incluso por

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que recoger la imagen ciudadana, reconociendo elpapel de la ciudad en la transformación de una po-blación o de una aglomeración monádica de indivi-duos en una ciudadanía basada en formas éticas yregionales de asociación.

TESIS III

Si definimos lo social, lo político y lo estatal conuna concepción absoluta, y estudiamos la evolu-ción histórica de la ciudad como en el espacio enque nace lo político, en forma separada de las ideasde lo social y lo estatal, estamos entrando en lainvestigación de unas materias cuya importanciaprogramática es enorme. La época moderna define«lo civil» como urbanización, lo cual supone unaauténtica corrupción de la acción ciudadana, ame-nazando con englobar los conceptos de ciudad ypaís, convirtiendo así la dialéctica histórica en algoininteligible en la actualidad. La confusión entre

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urbanización y acción ciudadana sigue siendo tanoscura hoy día, como la confusión existente entresociedad y Estado, colectivización y nacionaliza-ción o, en este sentido, política y parlamentarismo.La urbe dentro de la tradición romana, se refería alos aspectos físicos de la ciudad, a sus edificios,plazas, calles... diferenciándose de la civitas, launión de ciudadanos en un cuerpo político. Estosdos conceptos no fueron intercambiables hasta laépoca final del Imperio, cuando el concepto de«ciudadanía» ya había decaído, y había sido reem-plazado por términos que diferenciaban castas, yque estaban condicionados por el ImperioRomano; esto nos muestra un hecho altamenterelevante y sustancioso.

Los griegos intentaron retornar a la civitas de-jando la urbe recrear nuevamente la ekklesia ate-niense, a expensa del Senado de Roma. Pero fraca-saron, y la urbe devoró a la civítas bajo la forma de

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que supone la municipalidad; el desarrollo histó-rico de la Revolución Urbana, que no ha podido serdigerido por el Estado. La Revolución siempre sig-nifica una dualidad de poderes: el sindicato deindustria, el soviet o el consejo, y la Comuna, todosellos orientados contra el Estado.

Si examinamos cuidadosamente la historia, ve-remos cómo la fábrica, criatura de la racionaliza-ción burguesa, no ha sido nunca el lugar de la revo-lución; los trabajadores revolucionarios por exce-lencia, (los españoles, los rusos, los franceses y lositalianos) han sido principalmente clases de transi-ción, aún más estratos sociales agrarios en des-composición que se vieron sujetos del último y dis-cordante impacto corrosivo de la cultura indus-trial, hoy día convertida en tradicional. Así es, enefecto; allá donde los trabajadores están aún enmovimiento, su batalla es totalmente defensiva(irónicamente se trata de una batalla por mantener

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urbanización y acción ciudadana sigue siendo tanoscura hoy día, como la confusión existente entresociedad y Estado, colectivización y nacionaliza-ción o, en este sentido, política y parlamentarismo.La urbe dentro de la tradición romana, se refería alos aspectos físicos de la ciudad, a sus edificios,plazas, calles... diferenciándose de la civitas, launión de ciudadanos en un cuerpo político. Estosdos conceptos no fueron intercambiables hasta laépoca final del Imperio, cuando el concepto de«ciudadanía» ya había decaído, y había sido reem-plazado por términos que diferenciaban castas, yque estaban condicionados por el ImperioRomano; esto nos muestra un hecho altamenterelevante y sustancioso.

Los griegos intentaron retornar a la civitas de-jando la urbe recrear nuevamente la ekklesia ate-niense, a expensa del Senado de Roma. Pero fraca-saron, y la urbe devoró a la civítas bajo la forma de

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que supone la municipalidad; el desarrollo histó-rico de la Revolución Urbana, que no ha podido serdigerido por el Estado. La Revolución siempre sig-nifica una dualidad de poderes: el sindicato deindustria, el soviet o el consejo, y la Comuna, todosellos orientados contra el Estado.

Si examinamos cuidadosamente la historia, ve-remos cómo la fábrica, criatura de la racionaliza-ción burguesa, no ha sido nunca el lugar de la revo-lución; los trabajadores revolucionarios por exce-lencia, (los españoles, los rusos, los franceses y lositalianos) han sido principalmente clases de transi-ción, aún más estratos sociales agrarios en des-composición que se vieron sujetos del último y dis-cordante impacto corrosivo de la cultura indus-trial, hoy día convertida en tradicional. Así es, enefecto; allá donde los trabajadores están aún enmovimiento, su batalla es totalmente defensiva(irónicamente se trata de una batalla por mantener

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do alrededor nuestro, cruzando las líneas tradicio-nales de clases. A partir de este fermento se puedeelaborar aún un interés general con miras muchomás amplias, nuevo y de mayor creatividad que losintereses particulares con orientación económicadel pasado. Y será a partir de este punto que el«pueblo» nacerá y se dirigirá hacia las asambleas,un «pueblo» que irá más allá de los intereses parti-culares y dará una mayor relevancia a la orienta-ción municipal libertaria.

TESIS VI

Así mismo, cuando la imagen orwelliana de «1984»sea claramente asimilable en alguna «megalópolis»de un Estado altamente centralizado y una socie-dad altamente corporativizada, tendremos que verlas posibilidades que tenemos de contraponer aeste desarrollo estatalista y social un tercersupuesto de práctica humana: la situación política

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Imperio. Se supone que los ciudadanos libres, queformaban la columna vertebral de la República, yque pudieron haberla transformado en una demo-cracia, una vez que «bajaron» de las Siete Colinasen las que Roma se «fundó» se «empequeñecieron»usando la terminología de Heine. La «idea deRoma» en tanto que una herencia ética, se fue re-duciendo en proporción directa al crecimiento dela ciudad. A partir de entonces, «cuanto más crecíaRoma, más se dilató esta idea; el individuo se per-dió por completo en la urbe, los grandes personajesque conservaban cierto poder, ya nacían con estaidea, y se ahondaba aún más la diferencia con losindividuos menores».

Aquí podemos obtener una enseñanza, y apren-der de los peligros de la jerarquía y de la «grande-za»; y además captar el sentido intuitivo que supo-ne la distinción entre urbanización y acción ciuda-dana, el crecimiento de la urbe a expensas de la civi-

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do alrededor nuestro, cruzando las líneas tradicio-nales de clases. A partir de este fermento se puedeelaborar aún un interés general con miras muchomás amplias, nuevo y de mayor creatividad que losintereses particulares con orientación económicadel pasado. Y será a partir de este punto que el«pueblo» nacerá y se dirigirá hacia las asambleas,un «pueblo» que irá más allá de los intereses parti-culares y dará una mayor relevancia a la orienta-ción municipal libertaria.

TESIS VI

Así mismo, cuando la imagen orwelliana de «1984»sea claramente asimilable en alguna «megalópolis»de un Estado altamente centralizado y una socie-dad altamente corporativizada, tendremos que verlas posibilidades que tenemos de contraponer aeste desarrollo estatalista y social un tercersupuesto de práctica humana: la situación política

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Imperio. Se supone que los ciudadanos libres, queformaban la columna vertebral de la República, yque pudieron haberla transformado en una demo-cracia, una vez que «bajaron» de las Siete Colinasen las que Roma se «fundó» se «empequeñecieron»usando la terminología de Heine. La «idea deRoma» en tanto que una herencia ética, se fue re-duciendo en proporción directa al crecimiento dela ciudad. A partir de entonces, «cuanto más crecíaRoma, más se dilató esta idea; el individuo se per-dió por completo en la urbe, los grandes personajesque conservaban cierto poder, ya nacían con estaidea, y se ahondaba aún más la diferencia con losindividuos menores».

Aquí podemos obtener una enseñanza, y apren-der de los peligros de la jerarquía y de la «grande-za»; y además captar el sentido intuitivo que supo-ne la distinción entre urbanización y acción ciuda-dana, el crecimiento de la urbe a expensas de la civi-

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tas. Y además surge otra cuestión; ¿tiene la cívitas oel cuerpo político significado a menos que literal yprotoplásmicamente tenga un contenido? Rous-seau nos recuerda que «las casas forman la urbe,pero que (sólo) los ciudadanos forman la ciudad».Los habitantes de la urbe se conceptúan como sim-ple «electorado, o como «votantes», o ya usando eltérmino más degradante utilizado por el Estado,«impositores sujetos a gravamen», -un términoque es realmente un eufemismo aplicado a un «su-jeto»-. Los habitantes de la urbe se transforman enabstracciones, y a partir de entonces, en simples«criaturas del Estado», utilizando la terminologíajurídica norteamericana en relación al status legalde lo que es una entidad municipal hoy día. Unpueblo, cuya única función política es la de votardelegados, no es pueblo en absoluto; es una«masa», una aglomeración de monadas. La políticadiferenciada de lo social y lo estatal, supone la rees-

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proletariado puede enamorarse más intensamentedel nacionalismo que del socialismo, y ser guiadopreferentemente por intereses «patrióticos» quepor intereses de clase, tal y como se podría apreciarpor cualquiera que visitara los Estados Unidos.Aparte de la influencia histórica que tienen movi-mientos ideológicos tales como el Cristianismo o elIslam, los cuales, muestran todavía el poder que laideología tiene sobre intereses materiales, nos en-frentamos con el problema de enfocar el poder dela ideología en una dirección socialmente progre-sista -principalmente, las ideologías ecologistas,feministas, étnicas, morales y contraculturales, enlas que se encuentran numerosos componentesanarquistas, pacifistas y utópicos que están espe-rando a ser integrados dentro de una visión con-junta y coherente. En cualquier caso, los «nuevosmovimientos sociales», usando la terminologíacreada por los neo-Marxistas, se están desarrollan-

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tas. Y además surge otra cuestión; ¿tiene la cívitas oel cuerpo político significado a menos que literal yprotoplásmicamente tenga un contenido? Rous-seau nos recuerda que «las casas forman la urbe,pero que (sólo) los ciudadanos forman la ciudad».Los habitantes de la urbe se conceptúan como sim-ple «electorado, o como «votantes», o ya usando eltérmino más degradante utilizado por el Estado,«impositores sujetos a gravamen», -un términoque es realmente un eufemismo aplicado a un «su-jeto»-. Los habitantes de la urbe se transforman enabstracciones, y a partir de entonces, en simples«criaturas del Estado», utilizando la terminologíajurídica norteamericana en relación al status legalde lo que es una entidad municipal hoy día. Unpueblo, cuya única función política es la de votardelegados, no es pueblo en absoluto; es una«masa», una aglomeración de monadas. La políticadiferenciada de lo social y lo estatal, supone la rees-

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proletariado puede enamorarse más intensamentedel nacionalismo que del socialismo, y ser guiadopreferentemente por intereses «patrióticos» quepor intereses de clase, tal y como se podría apreciarpor cualquiera que visitara los Estados Unidos.Aparte de la influencia histórica que tienen movi-mientos ideológicos tales como el Cristianismo o elIslam, los cuales, muestran todavía el poder que laideología tiene sobre intereses materiales, nos en-frentamos con el problema de enfocar el poder dela ideología en una dirección socialmente progre-sista -principalmente, las ideologías ecologistas,feministas, étnicas, morales y contraculturales, enlas que se encuentran numerosos componentesanarquistas, pacifistas y utópicos que están espe-rando a ser integrados dentro de una visión con-junta y coherente. En cualquier caso, los «nuevosmovimientos sociales», usando la terminologíacreada por los neo-Marxistas, se están desarrollan-

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cial de desplazamiento tecnológico podemos aña-dirle los jóvenes y los ancianos, que se encaran conun futuro bastante dudoso dentro de un mundoque ya no puede definir los roles que la gente juegadentro de la economía y la cultura. Estas capas so-ciales ya no cuadran adecuadamente dentro de unadivisión simplista de conflictos de clase, como sa-que la teoría radical estructuraba alrededor de los«trabajadores asalariados» y el «capital».

El concepto de «pueblo» puede retornar a nues-tra época dentro de un sentido todavía diferente:Como un «interés general» que se forma a partirdel interés público en relación a temas ecológicos,comunitarios, morales, de género, o culturales. Se-ría además muy poco hábil el subestimar el papelprimordial de estos intereses «ideológicos» aparen-temente marginales. Como decía Franz Bokenauhace cerca de cincuenta años, la historia del siglopasado nos muestra más que claramente cómo el

34

tructuración de esas masas en asambleas total-mente articuladas, supone asimismo la formaciónde un cuerpo político dentro de la idea de debate,de la participación racional, la libertad de expre-sión, y a través de fórmulas democráticas radicalesde toma de decisiones.

Este proceso es interactivo y auto-formativo. Sepuede elegir entre seguir a Marx en la idea de quelos «hombres» se forman a sí mismos como pro-ductores de cosas materiales»; se puede seguir a Fi-chte diciendo que son individuos éticamente moti-vados; o según Aristóteles, decir que son habitan-tes de la polis; Bakunin decía que los hombres eranquienes buscan la libertad. Sin embargo, cuandono existe una presencia autogestionaria en todaslas esferas de la vida -económica, ética, política- ylibertaria, la formación del carácter que transfor-ma al «hombre» de objetos pasivos en sujetos acti-vos es, lamentablemente, inexistente. La Personali-

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cial de desplazamiento tecnológico podemos aña-dirle los jóvenes y los ancianos, que se encaran conun futuro bastante dudoso dentro de un mundoque ya no puede definir los roles que la gente juegadentro de la economía y la cultura. Estas capas so-ciales ya no cuadran adecuadamente dentro de unadivisión simplista de conflictos de clase, como sa-que la teoría radical estructuraba alrededor de los«trabajadores asalariados» y el «capital».

El concepto de «pueblo» puede retornar a nues-tra época dentro de un sentido todavía diferente:Como un «interés general» que se forma a partirdel interés público en relación a temas ecológicos,comunitarios, morales, de género, o culturales. Se-ría además muy poco hábil el subestimar el papelprimordial de estos intereses «ideológicos» aparen-temente marginales. Como decía Franz Bokenauhace cerca de cincuenta años, la historia del siglopasado nos muestra más que claramente cómo el

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tructuración de esas masas en asambleas total-mente articuladas, supone asimismo la formaciónde un cuerpo político dentro de la idea de debate,de la participación racional, la libertad de expre-sión, y a través de fórmulas democráticas radicalesde toma de decisiones.

Este proceso es interactivo y auto-formativo. Sepuede elegir entre seguir a Marx en la idea de quelos «hombres» se forman a sí mismos como pro-ductores de cosas materiales»; se puede seguir a Fi-chte diciendo que son individuos éticamente moti-vados; o según Aristóteles, decir que son habitan-tes de la polis; Bakunin decía que los hombres eranquienes buscan la libertad. Sin embargo, cuandono existe una presencia autogestionaria en todaslas esferas de la vida -económica, ética, política- ylibertaria, la formación del carácter que transfor-ma al «hombre» de objetos pasivos en sujetos acti-vos es, lamentablemente, inexistente. La Personali-

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dad, es tanto una función, dentro de la acción de«gestión», o mejor todavía de la comunización,como la gestión es una función de la Personalidad.Ambos conceptos, son parte del proceso formativoque los alemanes denominan bildung y los griegosdenominan paideia. El lugar donde se desarrolla locivil, tanto si es la polis, la ciudad o el vecindario, esla cuna de civilización humana, tras el proceso desocialización que supone la familia. y para compli-car aún más las cosas, la «civilización» civil, es sim-plemente otra forma de politización, convirtiendouna masa en un cuerpo político, deliberativo y ra-cional. Para llegar a este concepto de civitas, se pre-supone que el ser humano es capaz de reunirse, su-perando a las mónadas aisladas, puede debatir di-rectamente mediante formas de expresión que«vayan más allá de las simples palabras», y que ra-zonen en forma directa, cara a cara, llegando pací-ficamente y en común a puntos de vista que permi-

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granjeros libres norteamericanos de la década de1770 y los sans culottes (descamisados) de la décadade 1790 -y además su futuro es cada vez más cues-tionable dentro de este mundo cibernético y corpo-rativo que está en crecimiento.

Sin embargo, estas tendencias actuales y futurasde carácter tecnológico, social y cultural, que seagitan y amenazan con descomponer la estructurade las clases tradicionales nacida en la RevoluciónIndustrial nos traen la posibilidad de que surja uninterés general diferente a los intereses de clase,creados durante los dos últimos siglos. La palabra«pueblo» puede volver a incorporarse al vocabula-rio radical -no como una abstracción oscurantista,sino como una expresión cuyo significado vengaasociado a una capa social de desraización progre-siva, de fluidez, y desplazamiento tecnológico; deforma que ya no sea integrable en una sociedad ci-bernética y altamente mecanizada. A esta capa so-

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dad, es tanto una función, dentro de la acción de«gestión», o mejor todavía de la comunización,como la gestión es una función de la Personalidad.Ambos conceptos, son parte del proceso formativoque los alemanes denominan bildung y los griegosdenominan paideia. El lugar donde se desarrolla locivil, tanto si es la polis, la ciudad o el vecindario, esla cuna de civilización humana, tras el proceso desocialización que supone la familia. y para compli-car aún más las cosas, la «civilización» civil, es sim-plemente otra forma de politización, convirtiendouna masa en un cuerpo político, deliberativo y ra-cional. Para llegar a este concepto de civitas, se pre-supone que el ser humano es capaz de reunirse, su-perando a las mónadas aisladas, puede debatir di-rectamente mediante formas de expresión que«vayan más allá de las simples palabras», y que ra-zonen en forma directa, cara a cara, llegando pací-ficamente y en común a puntos de vista que permi-

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granjeros libres norteamericanos de la década de1770 y los sans culottes (descamisados) de la décadade 1790 -y además su futuro es cada vez más cues-tionable dentro de este mundo cibernético y corpo-rativo que está en crecimiento.

Sin embargo, estas tendencias actuales y futurasde carácter tecnológico, social y cultural, que seagitan y amenazan con descomponer la estructurade las clases tradicionales nacida en la RevoluciónIndustrial nos traen la posibilidad de que surja uninterés general diferente a los intereses de clase,creados durante los dos últimos siglos. La palabra«pueblo» puede volver a incorporarse al vocabula-rio radical -no como una abstracción oscurantista,sino como una expresión cuyo significado vengaasociado a una capa social de desraización progre-siva, de fluidez, y desplazamiento tecnológico; deforma que ya no sea integrable en una sociedad ci-bernética y altamente mecanizada. A esta capa so-

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perder de vista cualquier dimensión populista utó-pica que tuvieran consigo. Después de todas las co-sas que se ha dicho sobre los conflictos económicosque dividieron las revoluciones Inglesa, Americanay Francesa, las historias futuras de estos dramasdeberían servir mejor para revelarnos el pánicoburgués a cualquier tipo de revolución; su conserva-durismo innato, y la proclividad que tienen a com-prometerse a favor del orden establecido. Tambiénsería de gran utilidad que la historia enseñaracómo los estratos revolucionarios de cada épocaempujaban a los revolucionarios «burgueses» mu-cho más allá de los confines conservadores que és-tos establecían, llevándolos a interesantes situacio-nes de desarrollo de principios democráticos, enlos que los burgueses nunca se han sentido dema-siado cómodos. Los diferentes «derechos» formula-dos por estas revoluciones no se consiguieron gra-cias a los burgueses, sino a pesar de ellos; así los

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tan tomar decisiones factibles, llevándose realmen-te a cabo mediante principios democráticos. Paraformar estas asambleas y que además funcionen,es necesario que los propios ciudadanos se formentambién, ya que la política es baladí si no, tiene uncarácter educacional y si esa idea de nueva apertu-ra no está promoviendo un carácter formativo.

TESIS IV

Así pues, la municipalidad no es tan sólo el «lugar»donde uno vive, la «inversión» de tener una casa,sanitarios, salud, servicios de seguridad, un tra-bajo, la biblioteca, y amenidades culturales. La ciu-dadanización forma, históricamente, una nuevatransición de la humanidad que desde las formastribales hasta las formas civiles de vida, lo cualtiene un carácter tan revolucionario como el pasode los grupos cazadores hacia el cultivo de la tierra;o como del cultivo de la tierra a la industria manu-

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perder de vista cualquier dimensión populista utó-pica que tuvieran consigo. Después de todas las co-sas que se ha dicho sobre los conflictos económicosque dividieron las revoluciones Inglesa, Americanay Francesa, las historias futuras de estos dramasdeberían servir mejor para revelarnos el pánicoburgués a cualquier tipo de revolución; su conserva-durismo innato, y la proclividad que tienen a com-prometerse a favor del orden establecido. Tambiénsería de gran utilidad que la historia enseñaracómo los estratos revolucionarios de cada épocaempujaban a los revolucionarios «burgueses» mu-cho más allá de los confines conservadores que és-tos establecían, llevándolos a interesantes situacio-nes de desarrollo de principios democráticos, enlos que los burgueses nunca se han sentido dema-siado cómodos. Los diferentes «derechos» formula-dos por estas revoluciones no se consiguieron gra-cias a los burgueses, sino a pesar de ellos; así los

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tan tomar decisiones factibles, llevándose realmen-te a cabo mediante principios democráticos. Paraformar estas asambleas y que además funcionen,es necesario que los propios ciudadanos se formentambién, ya que la política es baladí si no, tiene uncarácter educacional y si esa idea de nueva apertu-ra no está promoviendo un carácter formativo.

TESIS IV

Así pues, la municipalidad no es tan sólo el «lugar»donde uno vive, la «inversión» de tener una casa,sanitarios, salud, servicios de seguridad, un tra-bajo, la biblioteca, y amenidades culturales. La ciu-dadanización forma, históricamente, una nuevatransición de la humanidad que desde las formastribales hasta las formas civiles de vida, lo cualtiene un carácter tan revolucionario como el pasode los grupos cazadores hacia el cultivo de la tierra;o como del cultivo de la tierra a la industria manu-

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facturera. A pesar de los absorbentes poderes delEstado, hubo un posterior desarrollo que combinócivismo con nacionalismo, y política con estata-lismo; como decía V. Gordon Childe, la «revoluciónurbana» fue un cambio tan grande como la revolu-ción agrícola o la revolución industrial. Además sepuede comprobar, que la nación-estado, al igualque sus predecesores, lleva en las entrañas muchode este pasado ya mencionado, y aún no lo handigerido. La urbanización puede completar aquelloque los Césares romanos, las monarquías absolutasy las repúblicas burguesas no pudieron -destru-yendo incluso la herencia de la propia revoluciónurbana-, sin embargo esto aún no ha tenido lugar.

Antes de entrar en las implicaciones revolucio-narias de las aproximaciones al municipio liberta-rio y de volver sobre política libertaria, es necesarioestudiar un problema teórico: la realización de lapolítica diferenciada de la simple administración.

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diferentes géneros que convierten palabras talescomo «el Pueblo» en algo sin sentido, en abstrac-ciones casi oscurantistas. Las asambleas por secto-res de 1793 no sólo se vieron forzadas a un conflictocon la Comuna Burguesa de París o con la Conven-ción Nacional; sino que se convirtieron en uncampo de batalla entre ellas mismas entre los estra-tos de propietarios y los no propietarios, entre rea-listas y demócratas, entre moderados y radicales.

Si nos quedamos exclusivamente en este niveleconómico, sería tan erróneo como ignorar las di-ferencias de clase por completo, y hablar sólo de«fraternidad», «libertad», e «igualdad», como si es-tas palabras fueran algo más que retórica. Sin em-bargo, se ha escrito ya bastante para desmitificarlos lemas de las grandes revoluciones «burguesas»;en efecto, se ha hecho tanto en este sentido parareducir estos lemas a meras reflexiones de intere-ses egoístas burgueses que corremos el riesgo de

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facturera. A pesar de los absorbentes poderes delEstado, hubo un posterior desarrollo que combinócivismo con nacionalismo, y política con estata-lismo; como decía V. Gordon Childe, la «revoluciónurbana» fue un cambio tan grande como la revolu-ción agrícola o la revolución industrial. Además sepuede comprobar, que la nación-estado, al igualque sus predecesores, lleva en las entrañas muchode este pasado ya mencionado, y aún no lo handigerido. La urbanización puede completar aquelloque los Césares romanos, las monarquías absolutasy las repúblicas burguesas no pudieron -destru-yendo incluso la herencia de la propia revoluciónurbana-, sin embargo esto aún no ha tenido lugar.

Antes de entrar en las implicaciones revolucio-narias de las aproximaciones al municipio liberta-rio y de volver sobre política libertaria, es necesarioestudiar un problema teórico: la realización de lapolítica diferenciada de la simple administración.

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diferentes géneros que convierten palabras talescomo «el Pueblo» en algo sin sentido, en abstrac-ciones casi oscurantistas. Las asambleas por secto-res de 1793 no sólo se vieron forzadas a un conflictocon la Comuna Burguesa de París o con la Conven-ción Nacional; sino que se convirtieron en uncampo de batalla entre ellas mismas entre los estra-tos de propietarios y los no propietarios, entre rea-listas y demócratas, entre moderados y radicales.

Si nos quedamos exclusivamente en este niveleconómico, sería tan erróneo como ignorar las di-ferencias de clase por completo, y hablar sólo de«fraternidad», «libertad», e «igualdad», como si es-tas palabras fueran algo más que retórica. Sin em-bargo, se ha escrito ya bastante para desmitificarlos lemas de las grandes revoluciones «burguesas»;en efecto, se ha hecho tanto en este sentido parareducir estos lemas a meras reflexiones de intere-ses egoístas burgueses que corremos el riesgo de

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desarrollar este estrato de pensadores de menoresplendor, cuya vida pública se transforme en unbúsqueda de comunicación con su entorno social,en el caso contrario, se encontrarán con el peligroreal de transformar las ideas en dogmas, y de con-vertirse en herederos por derecho propio de movi-mientos y gentes ancestrales, que pertenecen aotra época histórica.

TESIS V

Es indudable que uno puede ponerse a jugar -yperderse entre términos como «municipalidades»,y «comunidad», «asambleas» y «democraciadirecta», perdiendo de vista las clases, étnias, y

cas más recientes. Los intelectuales de academiason un fenómeno bastante más reciente: criaturasembibliotecadas, enclaustradas, incestuosas yorientadas a su carrera, carentes de experiencias vi-vidas y de práctica.

30

En este punto, Marx, en sus análisis sobre la Co-muna de París de 1871 ha construido una teoría so-cial radical de considerable imperfección. La com-binación existente en la Comuna, de política dele-gada, con la acción de policía realizada por los pro-pios administradores, hecho que Marx celebró pro-fusamente, supuso el mayor fracaso de esta revolu-ción. Rousseau, con bastante razón, planteaba queel poder popular no se puede delegar sin que sedestruya. O bien se tiene una asamblea popularque ostenta todos los poderes, o bien esos podereslos ostentará el Estado. El problema del poder dele-gado, infectó por completo el sistema de consejos:los soviets (Raten), la Comuna de 1871, y natural-mente los sistemas republicanos en general, tantode carácter nacional como municipal, las palabras«democracia representativa» son una contradic-ción terminológica. Un pueblo no puede consti-tuirse en polissonomos, realizando la designación del

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desarrollar este estrato de pensadores de menoresplendor, cuya vida pública se transforme en unbúsqueda de comunicación con su entorno social,en el caso contrario, se encontrarán con el peligroreal de transformar las ideas en dogmas, y de con-vertirse en herederos por derecho propio de movi-mientos y gentes ancestrales, que pertenecen aotra época histórica.

TESIS V

Es indudable que uno puede ponerse a jugar -yperderse entre términos como «municipalidades»,y «comunidad», «asambleas» y «democraciadirecta», perdiendo de vista las clases, étnias, y

cas más recientes. Los intelectuales de academiason un fenómeno bastante más reciente: criaturasembibliotecadas, enclaustradas, incestuosas yorientadas a su carrera, carentes de experiencias vi-vidas y de práctica.

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En este punto, Marx, en sus análisis sobre la Co-muna de París de 1871 ha construido una teoría so-cial radical de considerable imperfección. La com-binación existente en la Comuna, de política dele-gada, con la acción de policía realizada por los pro-pios administradores, hecho que Marx celebró pro-fusamente, supuso el mayor fracaso de esta revolu-ción. Rousseau, con bastante razón, planteaba queel poder popular no se puede delegar sin que sedestruya. O bien se tiene una asamblea popularque ostenta todos los poderes, o bien esos podereslos ostentará el Estado. El problema del poder dele-gado, infectó por completo el sistema de consejos:los soviets (Raten), la Comuna de 1871, y natural-mente los sistemas republicanos en general, tantode carácter nacional como municipal, las palabras«democracia representativa» son una contradic-ción terminológica. Un pueblo no puede consti-tuirse en polissonomos, realizando la designación del

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nomos creando legislación, o nomothesia delegandoen cuerpos que excluyen el debate, el razonamien-to, y la forma de decisión que caracteriza la autén-tica identidad de la política. No menos importantees la no entrega a la administración -mera ejecu-ción de la política- del poder de formular qué debeser administrado sin entrar en la actividad habi-tual del Estado.

La supremacía de la asamblea, como fuente depolítica por encima de cualquier organismo admi-nistrativo, es la única garantía, dentro de la exis-tencia individual, para que prevalezca la políticasobre el estatalismo. Este grado perfecto de supre-macía tiene una importancia crucial dentro de unasociedad que contiene expertos y especialistas paralas operaciones de la maquinaria social; mientrasque el problema del mantenimiento de la prepon-derancia de la asamblea popular sólo se presentadurante el período de tránsito de una sociedad ad-

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Sería igualmente ingenuo pensar que tal movi-miento libertario podría nacer sin la «intelligen-tsia» radical indispensable, cuyo medio está en esavida comunal intensamente vibrante (hay que re-memorar a este respecto a la «intelligentsia» fran-cesa de la Ilustración, y la tradición que creó en losquartiers (barrios) y cafés de París; No me refiero alconglomerado de intelectuales anémicos que co-pan las academias e institutos de la sociedad occi-dental.3 A menos que los anarquistas se decidan a

3 A pesar de las ventajas y fracasos, ha sido esta inteli-gencia radical la que ha servido de puntal para cadaproyecto revolucionario en la historia, y de hecho,fueron ellos quienes literalmente proyectaron lasideas para el cambio, y a partir de las cuales la gentediseñó sus características sociales. Pericles es unejemplo de esta inteligencia durante el mundo clási-co; John Bail o Thomas Munzer durante las épocasdel medioevo y la Reforma; y Denis Diderot durantela Ilustración; Emile Zola y Jean paul Sartre en épo-

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nomos creando legislación, o nomothesia delegandoen cuerpos que excluyen el debate, el razonamien-to, y la forma de decisión que caracteriza la autén-tica identidad de la política. No menos importantees la no entrega a la administración -mera ejecu-ción de la política- del poder de formular qué debeser administrado sin entrar en la actividad habi-tual del Estado.

La supremacía de la asamblea, como fuente depolítica por encima de cualquier organismo admi-nistrativo, es la única garantía, dentro de la exis-tencia individual, para que prevalezca la políticasobre el estatalismo. Este grado perfecto de supre-macía tiene una importancia crucial dentro de unasociedad que contiene expertos y especialistas paralas operaciones de la maquinaria social; mientrasque el problema del mantenimiento de la prepon-derancia de la asamblea popular sólo se presentadurante el período de tránsito de una sociedad ad-

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Sería igualmente ingenuo pensar que tal movi-miento libertario podría nacer sin la «intelligen-tsia» radical indispensable, cuyo medio está en esavida comunal intensamente vibrante (hay que re-memorar a este respecto a la «intelligentsia» fran-cesa de la Ilustración, y la tradición que creó en losquartiers (barrios) y cafés de París; No me refiero alconglomerado de intelectuales anémicos que co-pan las academias e institutos de la sociedad occi-dental.3 A menos que los anarquistas se decidan a

3 A pesar de las ventajas y fracasos, ha sido esta inteli-gencia radical la que ha servido de puntal para cadaproyecto revolucionario en la historia, y de hecho,fueron ellos quienes literalmente proyectaron lasideas para el cambio, y a partir de las cuales la gentediseñó sus características sociales. Pericles es unejemplo de esta inteligencia durante el mundo clási-co; John Bail o Thomas Munzer durante las épocasdel medioevo y la Reforma; y Denis Diderot durantela Ilustración; Emile Zola y Jean paul Sartre en épo-

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bras de un juego de abstracciones. Por la misma ra-zón, ningún símil radical basado en fórmulas liber-tarlas ni sus posibilidades, tienen sentido cuandose carecen de la conciencia radical que darán a es-tas formas, contenido y sentido. Démonos cuentade que cualquier forma democrática o libertariapuede ser transformada en contra del ideal de li-bertad si se conciben de una forma esquemática,con fines abstractos carentes de esa sustancia ideo-lógica, y de esa organicidad a partir de la cual estasformas dibujan ese significado liberador. Además,sería bastante inocente pensar que formas talescomo el barrio, el pueblo, y las asambleas comuna-les populares podrían alcanzar el nivel de la vidapública libertaria, o llegar a crear un cuerpo políti-co libertario, sin un movimiento político que fueraaltamente consciente, que estuviera bien organiza-do, y fuera programáticamente coherente.

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ministrativamente centralizada hacia una socie-dad descentralizada. Tan sólo cuando las asam-bleas populares, tanto en los barrios de las ciuda-des como en los pueblos pequeños, mantengan lamayor y más estricta vigilancia sobre cualquiertipo de organismo de coordinación confederal, sepodrá elaborar una auténtica democracia liberta-ria. Estructuralmente, dicha realización no tieneque conllevar problema alguno. Las comunidadesse han apoyado en expertos y administradores des-de hace tiempo, sin perder por ello su libertad. Ladestrucción de estas comunidades ha sido másbien debida a un acto estatalista, no a uno admi-nistrativo. Las corporaciones sacerdotales y las je-faturas se han apoyado desde siempre en la ideolo-gía, y en la tontería humana en forma aún más cla-ra, y no tuvieron que apoyarse en la fuerza, paraatenuar el poder popular, y finalmente eliminarlo.

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bras de un juego de abstracciones. Por la misma ra-zón, ningún símil radical basado en fórmulas liber-tarlas ni sus posibilidades, tienen sentido cuandose carecen de la conciencia radical que darán a es-tas formas, contenido y sentido. Démonos cuentade que cualquier forma democrática o libertariapuede ser transformada en contra del ideal de li-bertad si se conciben de una forma esquemática,con fines abstractos carentes de esa sustancia ideo-lógica, y de esa organicidad a partir de la cual estasformas dibujan ese significado liberador. Además,sería bastante inocente pensar que formas talescomo el barrio, el pueblo, y las asambleas comuna-les populares podrían alcanzar el nivel de la vidapública libertaria, o llegar a crear un cuerpo políti-co libertario, sin un movimiento político que fueraaltamente consciente, que estuviera bien organiza-do, y fuera programáticamente coherente.

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ministrativamente centralizada hacia una socie-dad descentralizada. Tan sólo cuando las asam-bleas populares, tanto en los barrios de las ciuda-des como en los pueblos pequeños, mantengan lamayor y más estricta vigilancia sobre cualquiertipo de organismo de coordinación confederal, sepodrá elaborar una auténtica democracia liberta-ria. Estructuralmente, dicha realización no tieneque conllevar problema alguno. Las comunidadesse han apoyado en expertos y administradores des-de hace tiempo, sin perder por ello su libertad. Ladestrucción de estas comunidades ha sido másbien debida a un acto estatalista, no a uno admi-nistrativo. Las corporaciones sacerdotales y las je-faturas se han apoyado desde siempre en la ideolo-gía, y en la tontería humana en forma aún más cla-ra, y no tuvieron que apoyarse en la fuerza, paraatenuar el poder popular, y finalmente eliminarlo.

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El Estado no ha podido absorber nunca, en sutotalidad, lo ocurrido en el pasado; este es un he-cho descrito por Kropotkin, en «El apoyo mutuo»,cuando describe el rico contexto existente en lavida civil hasta las comunas oligárquicas medieva-les. En efecto, la ciudad ha sido siempre el puntoopuesto de la balanza frente a los Estados naciona-les e imperiales, hasta los tiempos presentes.

Augusto y sus herederos hicieron de la supresiónde la autonomía municipal una pieza maestra de laadministración imperial romana, e igual hicieronlos monarcas absolutos de la época de la Reforma.«Echar abajo las murallas de las ciudades» fue lapolítica central de Luis XIII y de Richelieu, una po-lítica que salió a la superficie años más tarde, cuan-do el Comité de Salud Pública de Robespierre hizoy deshizo a su antojo para restringir los poderes dela Comuna 1793-94. La «Revolución Urbana» haacompañado al Estado como un poder doble irre-

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primible, un desafío potencial al poder centraliza-do a través de la historia. Esta tensión prosigue hoyen día, y como ejemplo, los conflictos entre el Esta-do centralizado y las municipalidades en toda Nor-teamérica e Inglaterra. Es aquí, en el entorno delindividuo más inmediato, -la comunidad, el vecin-dario, el pueblo, la aldea- donde la vida privada seva ligando lentamente con la vida pública, es el lu-gar auténtico para que exista un funcionamiento anivel de base, siempre y cuando la urbanización nohaya destruido totalmente las posibilidades paraello. Cuando la urbanización haya enmascarado laciudad de tal manera que ésta carezca por comple-to de identidad propia, le falte la cultura y los espa-cios para relacionarse socialmente, cuando le fal-ten las bases para la democracia, -no importa conque palabras la definamos- entonces habrá desapa-recido la identidad de la ciudad, y la posibilidad decrear formas revolucionarias serán tan sólo som-

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El Estado no ha podido absorber nunca, en sutotalidad, lo ocurrido en el pasado; este es un he-cho descrito por Kropotkin, en «El apoyo mutuo»,cuando describe el rico contexto existente en lavida civil hasta las comunas oligárquicas medieva-les. En efecto, la ciudad ha sido siempre el puntoopuesto de la balanza frente a los Estados naciona-les e imperiales, hasta los tiempos presentes.

Augusto y sus herederos hicieron de la supresiónde la autonomía municipal una pieza maestra de laadministración imperial romana, e igual hicieronlos monarcas absolutos de la época de la Reforma.«Echar abajo las murallas de las ciudades» fue lapolítica central de Luis XIII y de Richelieu, una po-lítica que salió a la superficie años más tarde, cuan-do el Comité de Salud Pública de Robespierre hizoy deshizo a su antojo para restringir los poderes dela Comuna 1793-94. La «Revolución Urbana» haacompañado al Estado como un poder doble irre-

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primible, un desafío potencial al poder centraliza-do a través de la historia. Esta tensión prosigue hoyen día, y como ejemplo, los conflictos entre el Esta-do centralizado y las municipalidades en toda Nor-teamérica e Inglaterra. Es aquí, en el entorno delindividuo más inmediato, -la comunidad, el vecin-dario, el pueblo, la aldea- donde la vida privada seva ligando lentamente con la vida pública, es el lu-gar auténtico para que exista un funcionamiento anivel de base, siempre y cuando la urbanización nohaya destruido totalmente las posibilidades paraello. Cuando la urbanización haya enmascarado laciudad de tal manera que ésta carezca por comple-to de identidad propia, le falte la cultura y los espa-cios para relacionarse socialmente, cuando le fal-ten las bases para la democracia, -no importa conque palabras la definamos- entonces habrá desapa-recido la identidad de la ciudad, y la posibilidad decrear formas revolucionarias serán tan sólo som-

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