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AGRADECIMIENTOS A mi padre Hernan por haberme apoyado en la culminación de este ensayo. Página 1

Tratado de Westfalia

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AGRADECIMIENTOS

A mi padre Hernan por haberme apoyado en la culminación de este ensayo.

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INDICECAPITULO I

:TRATADO DE WESTFALIA: INTRODUCCION..................................................4

1.1. DEFINICION.........................................................................................................................5

1.2. MARCO HISTÓRICO............................................................................................................5

1.3. CONSECUENCIAS................................................................................................................6

1.4. FINALIDAD..........................................................................................................................7

1.5. IMPORTANCIA EN NUESTRA EPOCA CONTEMPORANEA...................................................8

CAPITULO II:................................................................................................9

TRATADO DE WESTFALIA: HISTORIA............................................................9

CAPITULO III:.............................................................................................22

BASE JURIDICA DEL TRATADO DE WESTFALIA............................................22

2.1. TRATADO DE WESTFALIA: RESUMEN DE LOS ARTICULOS...............................................23

CAPITULO IV:.............................................................................................26

ANEXOS.....................................................................................................26

3.1. CONCLUSIONES................................................................................................................27

3.2. RECOMENDACIONES........................................................................................................27

3.3. BIBLIOGRAFÍA...................................................................................................................27

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INTRODUCCIÓNEl tratado de Westfalia ponía fin a treinta años de conflicto en el corazón de Europa, una guerra general que enfrentando originariamente a los príncipes alemanes protestantes con el emperador, terminó implicando a Suecia, Dinamarca, Francia, España aliados respectivamente a los protestantes y el emperador.

En el primer capítulo, hablaremos sobre los inicios y justificaciones que formularon el tratado de Westfalia.

En el segundo, la historia del origen del tratado que trajo como finalidad un periodo de paz

En el tercer, se nombra la base jurídica en la cual está estructurado el tratado.

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CAPITULO I:

TRATADO DE WESTFALIA: INTRODUCCION

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1.1. DEFINICION

El tratado, que data del 24 de octubre de 1648, puso fin a la guerra de los Treinta Años que ahogó a Europa en guerras sangrientas por motivos religiosos. El tratado definió los principios de la soberanía nacional, convirtiéndose en la constitución del nuevo sistema de Estados en Europa.

1.2. MARCO HISTÓRICO

Los representantes diplomáticos del Sacro Imperio Romano Germánico, España, Francia, Países Bajos, Suecia y una multitud de príncipes alemanes se reunieron en un acontecimiento diplomático sin precedentes, después de un conflicto de dimensiones extraordinarias que había arrasado por completo a Alemania, y que había supuesto la ruina de las pretensiones de la casa de Austria, tanto la rama española como la imperial.

La principal consecuencia de la paz de Westfalia fue el debilitamiento de las posiciones de Austria y España en centro-europa. Paralelamente, salía muy fortalecida Francia, que representada por el cardenal Mazarino ganaba numerosos territorios en su frontera más oriental, entre otras plazas, Metz y Alsacia. Su guerra con España continuó hasta 1659, y terminó con la anexión del Rosellón y su promoción a potencia hegemónica del continente, en la paz de los Pirineos.

Personaje muy beneficiado en Westfalia fue el príncipe elector de Brandeburgo, que gracias a la mediación de Francia (que pretendía promover una potencia en el norte de Alemania que equilibrase la balanza con Austria) anexionó numerosos territorios y formó el núcleo de lo que en décadas venideras sería el reino de Prusia.

De aquel tratado, las Provincias Unidas lograron el reconocimiento definitivo de su independencia, y Suecia se convirtió en la mayor potencia del norte de Europa, logrando arrinconar a Dinamarca en su espacio continental, fuera de la península escandinava.

Pero las consecuencias de la paz de Westfalia fueron más allá de un simple reajuste territorial. En primer lugar, rompió la idea defendida por España y Austria de la universita christiana, por la cual el Emperador y el Papa podían mediar en los asuntos de toda la cristiandad por considerarla una gran República de distintos Estados, sometidos en última instancia a los poderes tradicionales.

Triunfaba así la idea de Estado francesa, por la cual se rechazaba la injerencia de poderes extraños en los asuntos internos del reino, y se afirmaba con una legalidad independiente sobre un territorio determinado. De este modo, conflictos clave como la religión del Estado quedaron inmediatamente solventados: cada soberano decidía su confesión y las guerras de religión, que ensangrentaban Europa desde tiempos de Lutero, desaparecerían en adelante.

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El papado quedaba de este modo apartado definitivamente de la participación que venía ejerciendo en las decisiones de la política europea, y el Imperio se convertía en una institución caduca que había perdido la mayor parte de su influencia sobre la Alemania de los príncipes, que ahora operaban con completa autonomía.

Efecto en los países implicados

a) Holanda: La intención inicial del Emperador era incluir a España en la paz, pero las presiones de Francia lograron su neutralidad en la guerra entre ambas naciones pirenaicas. A pesar de los esfuerzos de Francia por aislar a España, ésta firmó la paz con las República de los Siete Países Bajos en junio de 1648, reconociendo su independencia. Esta independencia era un hecho desde que en 1609, durante el reinado de Felipe III, se firmara la Tregua de los doce años. Los Países Bajos españoles, que no buscaban la independencia, continuaron perteneciendo a la monarquía española hasta principios del siglo XVIII.Las condiciones desmesuradas que exigía el cardenal Mazarino provocaron la continuación de la guerra hispano-francesa hasta la Paz de los Pirineos (1659).

b) España: Hasta el reinado de Felipe III España se había mantenido como la principal potencia de Europa. Con Felipe IV ya se empiezan a ver signos claros de la decadencia, que quedan patentes tras la Paz de Westfalia.

c) Suecia: Suecia consiguió una posición hegemónica en el Mar Báltico que mantuvo durante décadas. Obtuvo casi toda la Pomerania, Wismar, Bremen y Verden, lo que le permitió participar en la Dieta Imperial.

d) Dinamarca': Tras diversas batallas perdidas, fundamentalmente contra Suecia, Dinamarca se vio obligada a firmar la paz con ésta en 1645. Dinamarca perdió todas sus posesiones en el Báltico y la Península escandinava.

e) Suiza: La Confederación Suiza fue reconocida de facto como independiente del Sacro Imperio Romano Germánico.

1.3. CONSECUENCIAS

Supuso modificaciones en las bases del Derecho Internacional, con cambios importantes encaminados a lograr un equilibrio europeo que impidiera a unos Estados imponerse a otros. Los efectos de la Paz de Westfalia se mantuvieron hasta las guerras y revoluciones nacionalistas del siglo XIX.

Este tratado supuso la desintegración de la república cristiana y el imperialismo de Carlos VI, y además se propugnaron principios como el de la libertad religiosa "inter estados". Así, cada Estado adoptaba como propia y oficial la religión que tenía en aquel momento, lo cual

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es visto como una concesión católica a los nuevos cismas que, como origen político, habían roto Europa

Frente a la visión española y del Sacro Imperio de una universitas christiana, triunfaron las ideas francesas que exaltaban la razón de Estado como justificación de la actuación internacional.

El Estado sustituía a otras instituciones internacionales o transnacionales como la máxima autoridad en las relaciones internacionales. En la práctica esto suponía que el Estado dejaba de estar sujeto a normas morales externas a él mismo. Cada Estado tenía derecho a aquellas actuaciones que asegurasen su engrandecimiento.

Otra de las principales consecuencias fueron la aceptación del principio de soberanía territorial, el principio de no injerencia en asuntos internos y el trato de igualdad entre los Estados independientemente de su tamaño o fuerza. En la práctica, las cosas fueron algo diferentes y el resultado muy desigual para los diferentes Estados. Algunos Estados pequeños fueron absorbidos por Francia, acabaron perdiendo su identidad asimilados por la cultura mayoritaria y ya no dejaron de ser parte de ella. Por otro lado, a los Estados que formaban parte del Sacro Imperio se les reconoció una autonomía mucho mayor de la que ya tenían

El otro gran perjudicado fue el papado, que dejó definitivamente de ejercer un poder temporal significativo en la política europea.

La Paz de Westfalia supuso el fin de los conflictos militares aparecidos como consecuencia de la Reforma Protestante y la Contrarreforma. Desde los tiempos de Martín Lutero, las guerras europeas se desencadenaban tanto por motivos geopolíticos como religiosos.

Tras la Paz de Westfalia, la religión dejó de ser esgrimida como casus belli. A pesar de las disposiciones que intentaban una convivencia religiosa, la intransigencia obligó en la práctica a exiliarse a los que no adoptaban la del gobernante.

1.4. FINALIDAD

Todo ello estaba encaminado a instaurar un orden que garantizase la estabilidad en Europa, al margen de querellas religiosas, sostenido sobre la equidad legal de los Estados, sin importar su tamaño o poder.

El Tratado de Westfalia o El Tratado de Münster/Osnabrück significó uno de los puntos más importantes dentro de la Historia Europea y Mundial. Ahí, al Este del Sacro Imperio Germánico, se firmó por primera vez un Tratado multilateral moderno. Por primera vez en la Historia europea, se habló de Estados-Naciones, de libertad de prédica religiosa y de límites internacionales.

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Ganadores salieron Francia, que durante la Guerra de los 30 años, jugó a 2 bandos; Suecia, que intervino en Alemania y logrando consolidarse como potencia, al menos durante el reinado de Gustavo Adolfo Hitler; Las Provincias Unidas, ahora llamadas Holanda, que tras años de rebelión, fueron reconocidas como independientes. Los Estados Papales perdieron la mayor parte de su poder, al ser el Calvinismo y el Luteranismo reconocidos como religiones oficiales. España siguió con su lentísima decadencia y Austria arrastró las derrotas de la Liga Católica.

Por primera vez, la noción de Patria y Religión estaban separados en Europa; Desde ahí nació el Nacionalismo como idea no sólo romántica, pero también como elemento fortificador en un país. Ahí fue, como Europa se transformó.

1.5. IMPORTANCIA EN NUESTRA EPOCA CONTEMPORANEA

Fue diseñar un sistema colectivo para limitar el recurso internacional de la fuerza armada. En una época en la que la espada y la adarga eran los principales instrumentos diplomáticos para resolver conflictos, la simple enunciación de este principio ya suponía un avance.

Obvia decir que este intento ingenuo de imponer la paz mundial fracasó. No obstante, fue la primera oportunidad que se le dio a la paz.

Pero Westfalia también es el nacimiento del Estado-Nación moderno y supone la culminación de la modernidad, iniciada entre los siglos XV y XVII.

Desde entonces, el Estado moderno se define como una organización territorial y centralizada del poder político supremo. Tiene a su cargo los aparatos de la administración pública, el ejército y la burocracia.

La principal novedad respecto a la antigüedad es que el Estado moderno ya cuenta con la solidaridad de la comunidad gobernada, mediante la expresión magnífica de la voluntad general: el voto. Todo un logro que ha llevado siglos implantar –y que en el caso de España solo tiene treinta años.

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CAPITULO II:

TRATADO DE WESTFALIA: HISTORIA

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El Tratado de Westfalia o la Paz de Westfalia, es también conocido como los tratados de Münster y Osnabrück, y es el tratado que pone fin a la Guerra de los Treinta Años.

En los inicios del siglo XVI se incrementaron las tensiones entre las naciones de Europa. España estaba interesada en los principados alemanes, debido a que Felipe II (hijo de Carlos V) era un Habsburgo y tenía territorios alrededor de la frontera oeste de los estados alemanes (Flandes, el Franco Condado). Francia también estaba interesada en los estados alemanes porque deseaba recuperar la hegemonía a costa del poder de los Habsburgo, como lo había tenido durante la Edad Media. Suecia y Dinamarca estaban interesadas por razones económicas en los estados germánicos del norte que rodeaban al Mar Báltico.

A mediados del siglo XVI, la frágil Paz de Augsburgo, un acuerdo firmado por el emperador Carlos V de Alemania (llamado Carlos I en España) y los príncipes luteranos en 1555, había confirmado el resultado de la primera Dieta de Espira y que en realidad había hecho acrecentar con el tiempo los odios entre católicos y luteranos. En dicha paz se había establecido que:

Los príncipes alemanes (alrededor de 360 de ellos), podían elegir la religión (luteranismo o catolicismo) en sus señoríos de acuerdo con su conciencia. Los luteranos que viviesen en un estado eclesiástico (bajo el control de un obispo), podían continuar siendo luteranos.

Los luteranos podían mantener el territorio que habían tomado a la Iglesia Católica desde la Paz de Passau (1552). Los obispos de la Iglesia Católica que se convirtiesen al luteranismo tenían que entregar su diócesis.

Durante la segunda mitad del siglo XVI las tensiones religiosas también se habían hecho más intensas. La paz de Augsburgo tuvo sus consecuencias a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, ya que los obispos se negaban a abandonar sus obispados. De hecho, los términos del tratado de Augsburgo fueron utilizados para un resurgimiento del poder católico. Las tensiones y resentimientos entre católicos y protestantes no habían hecho sino crecer desde el tratado, y en muchos lugares de Alemania se destruían iglesias protestantes y había limitaciones y obstáculos al culto protestante. Al disminuir estas tensiones no ayudó para nada el calvinismo que se extendía por toda Alemania, lo que añadió otra religión a la región; los católicos de Europa central (los Habsburgo de Austria o los reyes de Polonia) que estaban tratando de restaurar el poder del catolicismo.

Los Habsburgo estaban principalmente interesados en extender su poder, así que estaban a veces dispuestos a transigir y permitir el protestantismo. A la larga esto hizo mayores aún las tensiones.

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Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico y su hermano y sucesor, Matías I, no practicaban una política católica agresiva, ya que estaban más interesados en incrementar el poder y las posesiones de los Habsburgo.

Eran también muy tolerantes (como su abuelo y su padre, Fernando I y Maximiliano II), lo que permitió que diferentes religiones se extendieran a su aire y que chocasen entre sí libremente. Suecia y Dinamarca (que querían controlar los estados alemanes del Mar Báltico) eran estados de confesión luterana.

Estas tensiones estallaron con violencia en la ciudad alemana de Donauwörth en 1606. La mayoría luterana obstaculizó los intentos de los residentes católicos de hacer una procesión y provocaron así una revuelta violenta. Los católicos de la ciudad solicitaron la intervención del duque Maximiliano I de Baviera en su apoyo.

Una vez hubo cesado la violencia, en Alemania los calvinistas, cuya religión estaba todavía en su infancia y constituían una minoría, se sintieron amenazados, y se agruparon en la Liga de la Unión Evangélica (también conocida como Liga Protestante), creada en 1608, bajo el liderazgo de Federico IV, el Príncipe elector del Palatinado. Este príncipe tenía en su poder el Palatinado de Renania, uno de los estados que España deseaba para sí a fin de proteger el camino español. Esto provocó que los católicos también se agrupasen en la Liga Católica, bajo el liderazgo del duque Maximiliano I.

El emperador del Sacro Imperio y rey de Bohemia,1619, pero habiendo testado a favor de su primo-hermano, Fernando III de Estiria. Fernando, que al convertirse en rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio pasó a llamarse Fernando II, era un católico convencido que había sido educado por los jesuitas y quería restaurar el catolicismo. Por ello era impopular en Bohemia, la cual era predominantemente calvinista. El rechazo de Bohemia a Fernando fue el detonante de la Guerra de los 30 años.

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La elección del católico Fernando IIº como emperador había puesto a la nobleza de Bohemia, de mayoría protestante, en una situación prácticamente de rebelión.

Además, dado que la dignidad de rey de Bohemia se confería por elección, los bohemios eligieron como su líder a Federico V del Palatinado (sucesor de Federico IV, que había creado la Liga de la Unión Evangélica). Cuando Fernando IIº envió a dos consejeros católicos (Martinitz y Slavata) y sus representantes al castillo de Hradcany en Praga en mayo de 1618, para preparar el camino a su llegada, los calvinistas de Bohemia los secuestraron y los arrojaron por una ventana del palacio.

Los dos dignatarios y el escriba que fueron arrojados cayeron sobre un montón de estiércol y no sufrieron lesiones importantes (al contrario que en la primera defenestración, acontecida 200 años antes y en la que murieron siete concejales).

Este evento, conocido como la Segunda Defenestración de Praga se toma como punto de referencia del comienzo de la rebelión bohemia, aunque la rebelión ya estaba gestándose mucho tiempo antes. El conflicto bohemio se extendió pronto a la totalidad de los Países Checos (Bohemia, Silesia, Lusacia y Moravia), que ya estaban divididos por enfrentamientos entre católicos y protestantes. Esta confrontación iba a encontrar muchos ecos en todo el continente europeo, viéndose afectada Francia y Suecia, inter alia.

Si la rebelión bohemia hubiese permanecido limitada a un asunto puramente de la Europa central, la Guerra de los Treinta años podía haberse concluido en sólo 30 meses. Sin embargo, la debilidad tanto de Fernando II como de los propios bohemios llevó a la extensión de la guerra al oeste de Alemania. Fernando se vio obligado a reclamar la ayuda de su sobrino y yerno, el rey Felipe III de España (hijo y sucesor de Felipe II).

Los bohemios, desesperados por encontrar aliados frente al emperador, solicitaron ser admitidos en la Unión Protestante, liderada por el calvinista Federico V del Palatinado. Los bohemios acordaron que el Elector Palatino podría convertirse en rey de Bohemia si les permitía adherirse a la Unión y así quedar bajo su protección. Sin embargo, otros miembros de los estados bohemios hicieron ofertas similares al duque Carlos Manuel I de Saboya, al Elector de Juan Jorge I de Sajonia y al húngaro Gabriel Bethlen, soberano del Principado de Transilvania.

Los austríacos, que parecían haber interceptado todas las cartas que abandonaban Praga, hicieron públicas estas duplicidades y desentrañaron gran parte de este apoyo a los bohemios, particularmente en la corte de Sajonia.La rebelión fue inicialmente favorable a los bohemios. Gran parte de Alta Austria, cuya nobleza era luterana y calvinista, se les unió (sin embargo, las simpatías religiosas de esta zona cambiarían en los siguientes años). La zona meridional de Austria se rebeló durante el año 1619.

El conde de Thurn llegó a llevar un ejército hasta los mismos muros de Viena. En el este, el Príncipe protestante de Transilvania, Gabriel Bethlen, condujo una inspirada campaña en el interior de Hungría con las bendiciones del sultán turco Osman II.

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Rodolfo II se había convertido en 1618 en Rey de Hungría e intentó implementar en sus territorios húngaros las mismas medidas que aplicó en Bohemia contra los protestantes. Sintiéndose agraviados, los húngaros de Transilvania declararon la guerra contra Rodolfo aprovechando como excusa el asunto religioso, pues los Príncipes transilvanos tenían como objetivo desde hacía décadas liberar a Hungría del control de los Habsburgo y reunificar el reino. Así apelaron inclusive a la ayuda del sultán turco en muchas ocasiones, quien también deseaba ver al Sacro Imperio Romano Germánico de rodillas.

El emperador, que estaba ocupado en la Guerra Uzkok, se apresuró a formar un ejército para detener a los bohemios y sus aliados, que anegaban completamente su país.

El conde de Bucquoy, el comandante del ejército imperial, derrotó a las fuerzas de la Unión Protestante lideradas por el conde Ernesto de Mansfeld en la Batalla de Sablat, el 10 de junio de 1619. Esto cortó las comunicaciones del conde de Thurn con Praga, el cual abandonó inmediatamente el sitio de Viena. La derrota de los protestantes bohemios en Sablat también costó a los protestantes un importante aliado -Saboya-, que había sido durante mucho tiempo un oponente a la expansión de los Habsburgo y había enviado ya considerables sumas de dinero y tropas irregulares a las guarniciones de las fortalezas de Renania. La captura de la cancillería de campo de Mansfeld desenmascaró el complot de los saboyanos y forzó al avergonzado duque a abandonar la guerra.

A pesar de la derrota de Sablat, el ejército del conde de Thurn continuó existiendo como fuerza efectiva, y Mansfeld consiguió reformar su ejército más al norte, en Bohemia. Los estados de Austria septentrional y meridional, todavía en rebelión, firmaron una alianza con los bohemios a comienzos de agosto, y el día 22 Fernando fue depuesto oficialmente como rey de Bohemia y sustituido por el Elector Palatino Federico V. En Hungría, incluso a pesar de que los bohemios habían rechazado la oferta de su corona, los transilvanos continuaron haciendo progresos sorprendentes, obligando a los ejércitos del emperador a retirarse de ese país en 1620.

Los españoles enviaron un ejército desde Bruselas bajo las órdenes de Ambrosio Spinola para dar apoyo al emperador, y el embajador español en Viena, don Íñigo Oñate, convenció a la Sajonia protestante para intervenir contra Bohemia a cambio de ofrecerles el control sobre Lusacia. Los sajones invadieron, y el ejército español en el oeste evitó que las fuerzas de la Unión Protestante pudieran prestar auxilio. Oñate conspiró para transferir el título electoral del Palatinado al duque de Baviera a cambio de su apoyo a la Liga Católica.

Bajo el mando del general Tilly, el ejército de la Liga Católica (que incluía a René Descartes en sus filas) pacificó la Austria Alta, mientras que las fuerzas del emperador pacificaban la Austria meridional. Una vez unidos los dos ejércitos, se desplazaron hacia el norte, dentro de Bohemia. Fernando II derrotó decisivamente a Federico V en la batalla de la Montaña Blanca (en checo: Bílá

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Hora) cerca de Praga, en 1620. Bohemia permanecería en manos de los Habsburgo durante casi 300 años.

Esta derrota provocó la disolución de la Liga de la Unión Evangélica y la confiscación de las posesiones de Federico V. El Palatinado renano fue entregado a nobles católicos, mientras que el título de Elector Palatino se le dio a su primo lejano, el duque Maximiliano I. Federico V, aunque ya sin territorios, se convirtió en un exiliado prominente en el extranjero, granjeándose simpatías y apoyo a su causa en las Provincias Unidas, Dinamarca y Suecia.

Se trató de un golpe serio a las ambiciones protestantes en la región. La rebelión literalmente se hundió, y las amplias confiscaciones patrimoniales y supresiones de títulos nobiliarios bohemios preexistentes aseguraron que el país regresaría a la fe católica después de más de dos siglos de disidencias religiosas, que habían comenzado con la guerra husita.

Los españoles, tratando de flanquear a los holandeses, en preparación para la inminente guerra provocada por el fin de la tregua tras la Guerra de los Ochenta Años, tomaron las tierras de Federico, el Palatinado de Renania. La primera fase de la guerra terminó completamente cuando Gabriel Bethlen de Transilvania firmó un tratado de paz con el emperador en diciembre de 1621, ganando algunos territorios en Hungría oriental.

Algunos historiadores consideran el periodo entre 1621-1625 como una fase separada de la Guerra de los Treinta años, denominándola la fase del Palatinado. La catastrófica derrota del ejército protestante en la Montaña Blanca y la partida de Gabriel Bethlen significaron la pacificación del este de Alemania.

La guerra en el oeste, concentrada en la ocupación del Palatinado, consistió en batallas mucho más pequeñas que las que vieron las campañas bohemias y húngara y con un uso mucho mayor del asedio. Mannheim y Heidelberg cayeron en 1622, y Frankenthal en 1623. Con ello el Palatinado cayó en manos del emperador.

El resto del ejército protestante, guiado por Mansfeld, hizo un intento de alcanzar la frontera holandesa. Tilly lo flanqueó en Stadtlohn el 6 de agosto de 1623, y sólo un tercio del ejército de 21.000 hombres de Mansfeld consiguió escapar de la batalla. Sin suministros, ni recursos humanos, ni financiación, el ejército de Mansfeld se dispersó en 1624. Cabe resaltar que este hecho fue prácticamente decisivo para el transcurso de la guerra.

El Periodo Danés comenzó cuando el rey Cristián IV de Dinamarca (1577-1648), un luterano convencido, temiendo que la soberanía de Dinamarca como nación protestante fuese amenazada, ayudó a los alemanes encabezando un ejército contra el Sacro Imperio. Cristián IV había sacado abundante provecho de sus políticas en el norte de Alemania (Hamburgo había sido forzada a aceptar el protectorado danés en 1621, y en 1623 el heredero de Dinamarca fue nombrado obispo de Bremen-Verden).

Cristián IV se había desenvuelto francamente bien como administrador y había conseguido para su reino un nivel de estabilidad y riqueza que no había sido igualado en ninguna parte de Europa. Se

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había beneficiado también de las aportaciones económicas de las aduanas en el Skagerrak y de las extensas reparaciones de guerra pagadas por Suecia.

El único país en Europa con una posición financiera comparablemente fuerte fue, irónicamente, Baviera. También ayudó a ello el que el regente francés, el Cardenal Richelieu, deseaba fomentar y financiar una incursión danesa en Alemania. Cristián invadió al frente con un ejército de 20.000 mercenarios, pagado casi completamente con su fortuna personal.

Para enfrentarse a esta fuerza, Fernando II empleó la ayuda militar de Albrecht von Wallenstein, un noble bohemio. Wallenstein prometió a Fernando II un ejército de entre 30.000 y 100.000 soldados a cambio del derecho a saquear los territorios capturados. Cristian, que desconocía la existencia de Wallenstein cuando efectuó la invasión, fue forzado a retirarse antes de que su ejército fuese aniquilado por el ejército de Wallenstein y el de Tilly.

La suerte de Cristián empeoró aún más cuando todos los aliados con los que pensaba que contaba se vieron forzados a abandonarle. Tanto Inglaterra como Francia pasaban por sendas guerras civiles. Suecia estaba en guerra con Polonia y ni Brandemburgo ni Sajonia parecían tener intenciones de hacer nada que alterase la tenue paz en Alemania oriental.

Wallenstein derrotó al ejército de Mansfeld en la batalla del Puente de Dessau (1626) y el general Tilly derrotó a los daneses en la batalla de Lutter (1626). Mansfeld murió unos meses después de enfermedad, exhausto y avergonzado por la batalla que le había costado la mitad de su ejército.

El ejército de Wallenstein entonces marchó hacia el norte, ocupando Mecklemburgo, Pomerania y finalmente la propia Jutlandia. Sin embargo fue incapaz de tomar la capital danesa en la isla de Seeland sin una flota y ni los puertos hanseáticos ni los polacos permitieron que se construyese una flota imperial en el Báltico.

Entonces optó por sitiar Stralsund, el único puerto beligerante del Báltico con instalaciones para construir una flota que pudiese tomar las islas danesas. Sin embargo, el costo del sostenimiento de las operaciones de Wallenstein era desorbitado, particularmente si se comparaba con lo que podría haberse ganado en la guerra con Dinamarca.

Por esto se llegó finalmente al tratado de Lübeck (1629), por el que Cristián IV renunció a su apoyo a los protestantes alemanes para poder mantener su control sobre Dinamarca. En los siguientes dos años se subyugaron más tierras a los poderes católicos.

La Guerra de los Treinta Años podría haber terminado con el periodo danés, pero la Liga Católica persuadió a Fernando II de que intentase recuperar las posesiones luteranas que, en aplicación de los acuerdos de la Paz de Augsburgo, pertenecían por ley a las iglesias católicas.

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Estas posesiones estaban descritas en el Edicto de Restitución de 1629, e incluían dos arzobispados, dieciséis obispados y cientos de monasterios.

El panorama para los protestantes era desolador. Los nobles y campesinos preferían abandonar sus tierras en Bohemia y Austria antes que convertirse al catolicismo. Mansfeld y Gabriel Bethlen, los primeros oficiales de la causa protestante, murieron en el mismo año. Sólo el puerto de Stralsund, abandonado por todos sus aliados, se mantenía frente a Wallenstein y el emperador.

Algunas personas en la corte de Fernando II creían que Wallenstein deseaba controlar a los príncipes alemanes y restaurar el poder del emperador en Alemania bajo su autoridad. Fernando II destituyó a Wallenstein en 1630. Más tarde lo volvería a llamar después de que los suecos, al mando del rey Gustavo II Adolfo, atacasen el imperio y vencieran en unas cuantas batallas significativas.

Gustavo II Adolfo, como previamente había hecho Cristián IV, acudió en ayuda de los luteranos alemanes para prevenir una posible agresión católica a su país y para obtener influencia económica en los Estados alemanes situados alrededor del mar Báltico.

También, como Cristián IV, Gustavo II Adolfo fue subvencionado por Richelieu, el primer ministro del rey Luis XIII de Francia, y por las Provincias Unidas. Desde 1630 hasta 1634 hizo retroceder a las fuerzas católicas y recuperó una gran parte de las tierras protestantes ocupadas, tomando Pomerania e invadiendo Magdeburgo.

Fernando II dependía de la Liga Católica, ya que había cesado a Albrecht von Wallenstein. En la Batalla de Breitenfeld, Gustavo II Adolfo derrotó a la Liga Católica comandada por el general Tilly.

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Un año después se encontraron de nuevo, y esta vez el general Tilly resultó muerto en el río Lech (1632) mientras ofrecía resistencia a la invasión sueca del Palatinado. Esto obligó a Fernando II a volver a llamar a Wallenstein.

Wallenstein y Gustavo II Adolfo de Suecia chocaron en la batalla de Lützen, en 1632, donde los suecos salieron victoriosos, pero con la pérdida de su rey en Leipzig. Finalmente, en 1634 los suecos y sus aliados protestantes alemanes, al mando de Gustavo de Horn y Bernardo de Sajonia-Weimar, fueron derrotados en la Batalla de Nördlingen por el Rey de los Romanos (heredero imperial), archiduque Fernando (hijo de Fernando II) y el general Matthias Gallas, al mando de los tropas católicas alemanas, y el cardenal-infante don Fernando de Habsburgo, al mando de tropas españolas que acudieron en ayuda de los católicos desde la posesión española de Milán.

Las sospechas de Fernando II sobre Wallenstein volvieron a aparecer en 1633, cuando Wallenstein intentó arbitrar en las diferencias entre los bandos católico y protestante. Es posible que Fernando II temiese que Wallenstein cambiase de lado, y dispuso las cosas para arrestarlo tras retirarle de nuevo el mando. Uno de los soldados de Wallenstein, el capitán Devereux, le asesinó cuando intentaba contactar con los suecos en la casa consistorial de Cheb (Eger en alemán), el 25 de febrero de 1634.

Después de aquello, ambos lados se encontraron para entablar negociaciones, y el periodo sueco terminó por medio de la Paz de Praga (1635), según la cual:

Se restableció la fecha, 1555, que la Paz de Augsburgo había establecido como aquélla a partir de la cual las posesiones en tierras de los protestantes y católicos permanecerían sin cambios, lo cual anuló a todos los efectos el Edicto de Restitución.

El ejército del emperador y los ejércitos de los Estados alemanes quedaron unidos como único ejército del Sacro Imperio Romano. Prohibió que los príncipes alemanes estableciesen alianzas entre ellos. Se legalizó el calvinismo. Resolvió las cuestiones religiosas de la Guerra de los Treinta años.

Este tratado, sin embargo, no satisfizo a los franceses, ya que los Habsburgos continuaban siendo muy poderosos. Los franceses entonces desencadenaron el último periodo de la Guerra de los Treinta Años, llamado el Periodo Francés.

Francia, aunque era un país católico, rivalizaba con el Sacro Imperio Romano Germánico y España, y ahora entró en la guerra en el bando protestante. El Cardenal Richelieu, primer ministro de Luis

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XIII, pensó que los Habsburgos todavía eran demasiado poderosos, ya que mantenían en su poder varios territorios en la frontera este de Francia y tenían influencia en las Provincias Unidas.

Por lo tanto, Francia se alió con los holandeses y con Suecia y entró en la guerra. España destruyó las provincias francesas de Champaña y Borgoña, e incluso amenazó París durante la campaña de Francia de 1636. El general imperial Johan von Werth y el comandante español, el cardenal-infante Fernando, llevaron a cabo campañas exitosas. Finalmente Bernardo de Sajonia-Weimar derrotó a los imperiales y llegó a amenazar su permanencia en suelo francés en la batalla de Compiègne. Siguieron muchas batallas, pero ningún bando obtuvo en ellas ventajas claras.

En 1642, muere el Cardenal Richelieu y un año después lo sigue el rey francés Luis XIII. Sube al trono Luis XIV, con tan sólo 5 años, mientras que su regente, el Cardenal Mazarino comienza a trabajar para restaurar la paz. En 1643 las tropas españolas de Felipe IV -que se enfrentaba en la península a la Sublevación de Cataluña- eran derrotadas en la fortaleza de Rocroi y dos años después, en 1645, el mariscal sueco Lennart Torstensson vencía a un ejército imperial en la Batalla de Jankau, cerca de Praga, mientras que Luis II de Borbón, Príncipe de Condé, derrotaba al ejército bávaro en la Nördlingen. El último gran militar de los católicos, el conde Franc von Mercy, perdió la vida en la batalla.

En 1647 Francia y Suecia invadieron Baviera y forzaron a Maximiliano I a firmar el 14 de marzo de 1647 la Tregua de Ulm y renunciar a su alianza con el Sacro Imperio Romano. Sin embargo, en otoño de ese mismo año rompió la tregua y volvió con los imperiales. En 1648, suecos y franceses derrotaron al ejército imperial en las batallas de Zusmarhausen y Lens. Únicamente los territorios de la propia Austria permanecieron seguros en manos de los Habsburgos.

El Tratado de Westfalia es llamado así debido a que se firmó el 24 de octubre de 1648, en la sala de paz del Ayuntamiento de Westfalia , Renania del Norte , Alemania.

Este Tratado propició la pérdida del poder del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y una mayor autonomía de los 350 estados resultantes.

Como consecuencia de estos tratados, Francia logró importantes ventajas territoriales en Alsacia y la frontera renana, Suecia se quedó con Pomerania occidental y diversos enclaves alemanes del mar del Norte y el Báltico, convirtiéndose en miembro del Imperio.

Brandemburgo se expandió en Pomerania oriental y obtuvo algunos territorios en Alemania occidental, mientras el duque de Baviera retenía el alto Palatinado y la condición de elector, que se restituiría a los herederos de Federico V, junto al bajo Palatinado, hecho que se tradujo en el aumento del colegio electoral imperial a ocho miembros.

Por su parte, la independencia formal de Suiza fue acatada por el Imperio. Esta institución fue la más perjudicada, pues el reconocimiento de la soberanía de los príncipes y las ciudades vaciaba de contenido el título imperial. La consagración de la libertad religiosa de los príncipes, que impondrían su fe en sus estados se extendió al calvinismo y puso fin al ciclo de guerras religiosas que habían ensangrentado Europa desde el siglo XVI.

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Los Habsburgo vieneses, a pesar de algunas concesiones, fortalecieron el control sobre sus posesiones patrimoniales, gobernadas desde Austria. La gran perdedora de este prolongado conflicto fue Alemania en su conjunto, sometida a terribles devastaciones durante tres décadas -especialmente en regiones como Renania, que perdió dos tercios de su población- y afectada por pérdidas materiales que tardaron decenios en ser reparadas. Por su parte, Inglaterra y Holanda se afianzaron como potencias marítimas, condición que posibilitaría un gran desarrollo comercial y colonial futuro. Francia se confirmó como la nueva potencia europea, aunque todavía tenía que dirimir su conflicto con España.

El ejército francés del Príncipe de Condé derrotó a los españoles en la Batalla de Lens en 1648, la cual fue seguida de negociaciones. Los entes políticos que tomaron parte de las mismas fueron: el Sacro Imperio Romano Germánico bajo Fernando III, Francia, España, Provincias Unidas, Suiza, Suecia, Portugal, y el Papado. La paz de Westfalia en 1648 fue el resultado de estas negociaciones.Las ideas centrales de la paz de Westfalia fueron:

La Paz de Praga fue incorporada en la Paz de Westfalia (la cual incorporaba también la Paz de Augsburgo, aunque las fechas de las posesiones de tierra que habían sido establecidas por medio de la Paz de Praga fueron de nuevo establecidas de 1624 a 1627, lo cual favoreció a los protestantes). Los calvinistas fueron, de esta forma, reconocidos internacionalmente, y el Edicto de Restitución fue de nuevo rescindido. La primera Dieta de Speyer fue aceptada internacionalmente.

Redistribuciones Territoriales:

Francia obtuvo el arzobispado de Metz, Toul, Verdún y toda la Alsacia excepto Estrasburgo y Mulhouse. También adquirió voto en la Dieta Imperial Germánica.

Suecia obtuvo la Pomerania occidental y los arzobispados de Bremen y Stettin. También obtuvo el control sobre la desembocadura del Oder, Elba y Weser. Al igual que Francia, obtuvo voto en la Dieta Imperial Germánica.

Baviera adquirió voto en el Consejo Imperial de Electores.

Brandemburgo obtuvo la Pomerania oriental y el arzobispado de Magdeburgo.

Suiza fue reconocida como nación completamente independiente.

Provincias Unidas fue reconocida como nación independiente (antes de su rebelión, cien años antes, había sido parte de la monarquía Habsburgo).

A los estados alemanes (alrededor de 360), se les dio el derecho de ejercer su propia política exterior, pero no podían emprender guerras contra el emperador del Sacro Imperio Romano. El imperio, como totalidad, todavía podía emprender guerras y firmar tratados.

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Se abolió la posibilidad de elección del emperador romano vivente imperatore (en vida del emperador reinante).

Los Palatinados fueron divididos entre el restablecido Elector Palatino Carlos Luis (hijo y heredero de Federico V) y el Elector-Duque Maximiliano de Baviera (lo que significaba la división entre protestantes y católicos). Carlos Luis obtuvo el Bajo Palatinado (Palatinado renano) y Maximiliano mantuvo el Alto Palatinado.

La historiografía ha señalado a la paz de Westfalia como la paz en la que se creó el primer sistema internacional, se abogó por la secularización de la política -acabando así con las guerras de religión-, y edificando el primer paso hacia la destrucción de la sociedad corporativa en beneficio del ideario individualista esbozado en El Leviatán (Hobbes), donde las personas ceden libremente su capacidad de actuar violentamente así como su voluntad en beneficio del príncipe, quien pasa a centralizar la violencia (absolutismo).

La devastación causada por la guerra ha sido durante mucho tiempo objeto de controversia entre los historiadores. Las estimaciones de pérdidas civiles entre la población de Alemania de hasta el treinta por ciento son tratadas ahora con cautela (los más alcistas hablan de 5 millones de alemanes muertos). Es casi completamente cierto que la guerra causó un trastorno serio a la economía de la Europa Central, pero es posible que no haya hecho más que exacerbar los cambios en términos de comercio, causados por otros factores.

El resultado inmediato de la guerra, y que sin embargo iba a perdurar durante cerca de dos siglos, fue la consagración de una Alemania dividida entre muchos territorios, todos los cuales, a pesar de su continuidad en la pertenencia al imperio hasta la formal disolución de éste en 1806, tenían soberanía de facto. Se ha especulado que esta debilidad fue una de las causas subyacentes al posterior militarismo alemán.

La Guerra de los Treinta Años reestructuró la distribución de poder previa. La decadencia de España se hizo claramente visible. Mientras España estuvo ocupada con Francia durante el periodo francés, Portugal declaró su independencia (había permanecido bajo dominio español desde que Felipe II tomó el control del país después de que el rey portugués muriese sin dejar herederos). La familia Braganza se convirtió en la casa gobernante de Portugal. Francia fue vista a partir de entonces como el poder dominante en Europa.

Durante los últimos años de la Guerra de los Treinta Años, Suecia se vio envuelta en un conflicto con Dinamarca, entre 1643 y 1645, denominado la Guerra Torstenson. El resultado favorable a Suecia de este conflicto y la conclusión de la guerra en Europa por medio de la Paz de Westfalia ayudaron a establecer a la Suecia post-bélica como un gran poder en Europa.

Los edictos acordados durante la firma del Tratado de Westfalia fueron instrumentos para sentar los fundamentos de lo que todavía hoy son consideradas como las ideas centrales de la nación-estado soberana. Se acordó que los ciudadanos de las respectivas naciones debían atenerse con más importancia a las leyes y designios de sus respectivos gobiernos en lugar de a las leyes y designios de los poderes vecinos, ya fuesen religiosos o seculares. Esta certidumbre contrastaba

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mucho con los tiempos precedentes, en los que el solapamiento de lealtades políticas y religiosas era un acontecimiento común.

Tal tratado dio nacimiento en aquel entonces de un Nuevo Orden Mundial, separando la fidelidad por geografía y pertenencia, y por ende se separa la religiosidad u otras posiciones ideológicas extra territoriales en pos de la unión poblacional tras un territorio dado, temas éstos dominante en el período precedente. Por lo tanto queda bien demarcada la política nacional de la externa o internacional, siendo base y sustento de la actual forma de naciones.

Luego tal formato hoy en día tiende a agotarse, y ello se muestra de a poco a más, y es de ver ello en la lenta y constante separación de territorios otroras pertenecientes a una nación, siendo desde el `70 hasta la actualidad -42 años- un promedio de casi una nación nueva por año.Peor es ver que algunas naciones han entrado en el período de disolución, como lo son: Somalia, Yemen, Libia -que aún no termina de conformarse gobierno unificado-, la zona del noroeste de Pakistán -de gran peligro por haber arsenal nuclear-, Afganistán que continúa con sectores en puja, y probablemente Siria.

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CAPITULO III:

BASE JURIDICA DEL TRATADO DE WESTFALIA

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2.1. TRATADO DE WESTFALIA: RESUMEN DE LOS ARTICULOS

El párrafo introductorio del Tratado de Paz resume el proceso de las negociaciones, enumera las partes implicadas y enumera también los representantes y plenipotenciarios enviados por los Estados firmantes. A continuación el título primero habla sobre el espíritu del acuerdo:

"Habrá una paz cristiana y universal y una amistad sincera, auténtica y perpetua entre [...] todos y cada uno [...]. Que esta paz y amistad sea observada y cultivada con tal sinceridad y celo, que cada parte se esforzará en procurar el beneficio, honor y ventaja del otro [...]." (título 1º).

Se declara un perdón general a los Estados e, incluso, el olvido de las deudas de guerra:"Habrá en un lado y en el otro un olvido perpetuo, amnistía o perdón de todo lo que ha sido cometido desde el inicio de estos problemas [...]; todo lo que ha pasado en un lado y en el otro [...], daños y gastos [...], serán enterrados en el olvido eterno." (título 2º).

Entre los títulos 4º a 10º se tratan diversos asuntos preliminares (sobre el Círculo de Borgoña, Lorena, la amnistía, la no injerencia en la guerra hispano-francesa) con el fin de poder establecer la paz:

"Que el Círculo de Borgoña será y continuará siendo un miembro del Imperio, después de que las disputas entre Francia y España terminen. Que, sin embargo, ni el emperador, ni ninguno de los Estados del Imperio, se implicará en las guerras que hay ahora en pie entre ellos [...]." (título 4º).

Los títulos 11º al 64º tratan in extenso y minuciosamente sobre restitución de derechos y privilegios, la soberanía de los Estados del imperio, sus libertades, etc. En general los Estados del Imperio fueron confirmados en sus límites territoriales de 1618, mientras que la distribución territorial de las distintas confesiones cristianas se efectuó a partir de la situación de 1624:

"Aquellos de la confesión de Habsburgo [...] serán puestos en posesión otra vez de sus iglesias y estados eclesiásticos, como era en el año 1624, como también que todos los otros de la dicha confesión de Habsburgo que lo demanden, tendrán el ejercicio libre de su religión, así en iglesias públicas a las horas convenidas, como en sus propias casas privadas o en otras elegidas para este propósito [...]." (título 28º).

"Todos los oficiales, así como militares, consejeros, togados [...], con sus mujeres, hijos, herederos [...] serán restaurados por todas las partes en su estado de vida, honor, renombre, libertad de consciencia, derechos y privilegios que disfrutaron antes de los desórdenes arriba mencionados [...]." (título 43º).

"[...] los Estados que hayan sido tomados por las armas por Francia o Suecia [...] serán retornados a la situación en que se encuentran y eso sin ninguna compensación por provecho o daño." (título 45º).

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En ellos se declara que cada Estado debería decidir qué cristianismo adopta como religión de estado:

"y puesto que para la mayor tranquilidad del Imperio, en su asamblea general de paz, se ha hecho un acuerdo [...] referente a las diferencias sobre tierras eclesiásticas y la libertad de ejercicio de la religión, se ha encontrado oportuno confirmarlo y ratificarlo por el presente tratado [...]" (título 49º).

Y también se establece la independencia total de Suiza:"[...] la ciudad de Basilea y otros cantones suizos sean como si estuviesen en posesión de su completa libertad y exención del Imperio; de manera que no están bajo ningún concepto sujetos a las judicaturas o juicios del Imperio [...]". (título 63º).

Los títulos 65º a 67º del acuerdo de paz traen como consecuencia la desaparición de la autoridad real del Emperador:

"[...] todos y cada uno de los Electores, Príncipes y Estados del Imperio Romano son así establecidos y confirmados en sus antiguos derechos, prerrogativas, libertades [...], ejercicio libre de derechos eclesiásticos [...]." (título 64º).

"Disfrutarán sin contradicción el derecho de sufragio en todas las deliberaciones referentes a los asuntos del Imperio [...] serán libres perpetuamente de establecer alianzas con extranjeros para su preservación y seguridad [...]." (título 65º).

Los títulos 68º a 91º son los acuerdos que afectan a diversos estados del Imperio (cesión de territorios a Francia y Suecia, libertad de comercio y de tránsito, devoluciones, etc).

"[...] Que el dominio principal, derecho de soberanía, y todos los otros derechos sobre los arzobispados de Metz, Toul y Verdún, y sobre las ciudades de ese nombre y sus diócesis, particularmente sobre Mayenvick [...] pertenecerán en el futuro a la corona de Francia y serán irrevocablemente incorporados allí por siempre [...]." (título 71º).

"[...] Que para el futuro, el comercio y el transporte serán libres para los habitantes a ambos lados del Rin y las provincias adyacentes. Sobre todo, la navegación del Rin será libre [...] y no será permitido imponer sobre el Rin nuevos y no deseados peajes, aduanas, tasas, [...] pero una y otra parte se contentarán con los tributos, derechos y peajes que eran pagados antes de estas guerras [...]." (título 89º).

A continuación vienen los títulos que afectan a Francia:"Que el Rey Cristianísimo (Luis XIII de Francia) estará obligado a abandonar no sólo los obispados de Estrasburgo y Basilea, con la ciudad de Estrasburgo, sino también los otros Estados u órdenes, abades de Murbach y Luederen, quienes están en una y otra Alsacia, inmediatamente dependientes del Imperio Romano; la abadesa de Andlavien, el monasterio de San Bennet en el valle de San Jorge [...]." (título 92º).

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A partir del título 104º vienen las disposiciones de entrada en vigor y la conclusión:"Los plenipotenciarios de todas las partes acordarán entre ellos, entre la conclusión y la ratificación de la paz, sobre los modos, tiempos y seguridades que se tomarán para la restitución de los lugares y para el desmantelamiento de tropas [...]." (título 105º).

"En testimonio de todas y cada una de estas cosas, y para su mayor validez, los embajadores de sus majestades Imperial y Cristianísima, y los representantes, en el nombre de todos los Electores, Príncipes, y Estados del Imperio, enviados particularmente para este fin [...] con sus propias manos y sellos han firmado y sellado este presente Tratado de Paz, [...] y eso con la condición de que por la suscripción de los embajadores y representantes arriba mencionados, todos y cada uno de los otros Estados que se abstengan de firmar y ratificar el presente tratado, estarán no menos obligados a mantener y observar lo que se contiene en este presente Tratado de Pacificación, que si lo hubiesen suscrito y ratificado [...].

Hecho, aceptado y concluido en Münster en Westfalia, el día 24 de octubre, 1648." (título 128º).

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CAPITULO IV:

ANEXOS

3.1. CONCLUSIONES

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A. El tratado de Westfalia consiguió establecer el primer congreso diplomático moderno en el mundo, con lo cual empezó una nueva forma de organización estructural en Europa basado en la soberanía y poder nacional.

B. La creación del tratado marco un hito en la historia humana ya que se produjo cambios en las leyes que se dictaban en esos países. Dichos cambios lograron un equilibrio en Europa con lo cual se estableció una ley que hasta hoy en día se practica: la soberanía de un Estado no puede ser impuesta por otro.

C. Este tratado no perduro por mucho tiempo, dado que en Europa comenzaron con otras guerras de expansión hasta el siglo XX.

D. El tratado de Westfalia fue un primer intento de establecer la paz en un conglomerado de regiones adyacentes, dio pautas iniciales para la elaboración de tratados internacionales que se promulgarían en el futuro, se estableció el principio de no intervención en asuntos internos de un estado.

3.2. RECOMENDACIONES

A. En mi opinión, es un tratado que, por primera vez, se establecía normas y leyes que aseguraban la autonomía de una determinada región. Aunque no perduro por mucho tiempo, sirvió de modelo para futuros tratados internacionales en Europa y América.

B. Con este tratado, se estableció la definición de un estado moderno o estado-nación, aunque en la práctica, los habitantes de esa época (siglo XVI) aun no concebían el concepto de nacionalidad o en su mayoría, no poder participar en las elecciones de sus gobernantes. Sin embargo, la base jurídica los protegía de los extranjeros y los formaban como parte de una nación.

C. Por último, cualquier tratado promulgado en la actualidad debe ser respetado por los países firmantes, dado que puede peligrar las relaciones internacionales y provocar futuros conflictos (guerras) por las ambiciones o intereses de los gobernantes. Por ende, si hay ciertas discrepancias pueden entrar en relaciones diplomáticas para solicitar que sea modificado en su estructura.

3.3. BIBLIOGRAFÍA

http://www.ecured.cu/index.php/Tratado_de_Westfalia http://larouchepub.com/spanish/other_articles/2005/tratado_westfalia.htmlhttp://enciclopedia.us.es/index.php/Tratado_de_Westfalia

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