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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 1 VOCACIÓN DEL HOMBRE, 1 : “Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en , en un designio de pura bondad, ha creado libremen mbre para hacerle partícipe de su vida bienaventura Por qué existe el hombre: por un desig de pura bondad. Es fruto del amor libr de Dios. Para qué existe el hombre: para partic de la vida misma de Dios; para conocer y amarle, teniendo parte en su vida bienaventurada. Gr 1 de 75

Tratado sobre la Gracia

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 1VOCACIÓN DEL HOMBRE, 1

CCE 1: “Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en símismo, en un designio de pura bondad, ha creado librementeal hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada”.

Por qué existe el hombre: por un designiode pura bondad. Es fruto del amor librede Dios.

Para qué existe el hombre: para participarde la vida misma de Dios; para conocerley amarle, teniendo parte en su vidabienaventurada.

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 2VOCACIÓN DEL HOMBRE, 2

Dios creó al hombre “a su imagen y semejanza” (Gn 1, 27). Laimagen y semejanza de Dios se refiere a la persona humana ensu totalidad. La corporeidad sólo es posible por el alma (sin ellano hay cuerpo, sino cadáver). El alma está referida al cuerpo. Elhombre es unidad sustancial.

El alma es el principio espiritual del hom-bre, no reducible al cuerpo. Puede subsistirsin el cuerpo (de hecho subsiste después dela muerte). Es por parte del alma y de losactos espirituales por donde principalmenteel hombre alcanza su semejanza con Dios.

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 3VOCACIÓN DEL HOMBRE, 3

Distinción entre actos del hombre (realizadosde manera inconsciente: respirar, sentir dolor,oír, etc.) y actos humanos (que proceden deuna valoración de la inteligencia y de la deci-sión de la voluntad).

Los actos humanos son libres y de ellos deriva la responsabilidadpersonal. Con ellos se alcanza o se rechaza la llamada de Dios.

Los actos humanos configuran precisamente la “vida del espíritu”.

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 4VOCACIÓN DEL HOMBRE, 4

La mentalidad de la sociedad actual tiene unagran dificultad para entender la vida del espí-ritu. Las cuestiones que se consideran impor-tantes son la salud, el trabajo, la economía, laalimentación, etc. Las del espíritu se ven comoalgo relegado a la conciencia personal.

La vida del espíritu humano es la más intensa y elevada instanciade la persona. No puede decirse que haya adquirido su plenitudhumana quien no la ejercite según su capacidad. Es vida de lainteligencia, del amor y de la libertad. Esta vida es específicamentehumana.

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 5VOCACIÓN DEL HOMBRE, 5

Conocer, amar, darse libremente a Dios y al servicio de los demáses la vocación de toda persona. Pero el desarrollo de la vida delespíritu alcanza algo que está absolutamente por encima de lasposibilidades humanas: cuando Dios se hace presente en la cria-tura humana de un modo nuevo. Es cuando Dios habita en ellacomo en su templo, mediante la actuación del Espíritu Santo quenos introduce en la comunión con el Hijo y el Padre.

La gracia es la vida de Dios que senos da. La gracia es vida, porqueDios es vida.

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 6VOCACIÓN DEL HOMBRE, 6

CCE 375: “Nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidosen un estado de santidad y de justicia original. Esta gracia de la san-tidad original era una participación de la vida divina”.

CCE 376: “Por la irradiación de esta gracia, todaslas dimensiones de la vida del hombre estabanfortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidaddivina, el hombre no debía ni morir ni sufrir. Laarmonía interior de la persona humana, la armoníaentre el hombre y la mujer, y, por último, la armo-nía entre la primera pareja y toda la creación consti-tuía el estado llamado de ‘justicia original’”.

= dones preternaturales: inmortalidad, inmunidad del sufrimiento,integridad, ciencia infusa.

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 7VOCACIÓN DEL HOMBRE, 7

Adán y Eva, divinizados por la gracia,quisieron “ser como Dios, pero sinDios, antes que Dios y no segúnDios” (CCE 398).

Su desobediencia (pecado original originante) tieneconsecuencias desastrosas. Pierden la gracia originaly los dones preternaturales: pierden la integridad, laarmonía interior, entre ellos y con el mundo, quedansometidos al sufrimiento y a la muerte. Su naturalezaqueda herida.

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 8VOCACIÓN DEL HOMBRE, 8

Cada persona viene a la existencia privada de la santidad original. Setrata del pecado original originado, con el que todos nacemos: escontraído, no cometido; es un estado, no un acto.

Tras la caída, el hombre no podía por sí mismorecuperar la santidad perdida. Y por su naturalezaherida, tampoco podía cumplir íntegramente ysiempre el orden moral natural.

Pero Dios no lo abandonó. Enseguida prometea Adán y Eva la venida de un redentor, de lasalvación (Gn 3, 15: protoevangelio).

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 9VOCACIÓN DEL HOMBRE, 9

“Al llegar la plenitud de los tiempos, envióDios a su Hijo, nacido de mujer, nacidobajo la Ley, para redimir a los que estabanbajo la Ley, a fin de que recibiésemos laadopción de hijos” (Gal 4, 4-5).

El Hijo de Dios se encarnó para salvarnos, reconcilián-donos con Dios Padre; para hacernos “partícipes de lanaturaleza divina” (2 P 1, 4) y para ser nuestro modelode santidad.

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 10VOCACIÓN DEL HOMBRE, 10

Unas de las riquezas que encierran el misterio de Cristo y de la Redención

Toda la gracia nos viene de Cristo.

La vida cristiana se engendra y se desarrollaen la Iglesia. A quienes, sin culpa, no conocenla Iglesia, ni a Cristo, Dios no deja de otorgarleslas gracias necesarias por los caminos que sóloÉl conoce.

CCE 405: “El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borrael pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las conse-cuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persistenen el hombre y lo llaman al combate espiritual”.

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VOCACIÓN DEL HOMBRE, 11VOCACIÓN DEL HOMBRE, 11

Heridas de la naturaleza humana producidas por el pecado original

Ignorancia: dificultad para conocer la verdad y facilidad paraequivocarse en los juicios.

Malicia: inclinación de la voluntad al mal; resistencia a obrar poramor a Dios y a los demás.

Debilidad: ante el esfuerzo que requiere laconducta recta.

Concupiscencia: afán desordenado de losgoces y de los bienes materiales.

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LA JUSTIFICACIÓN, 1LA JUSTIFICACIÓN, 1

CCE 1987: “La gracia del Espíritu Santotiene el poder de santificarnos, es decir,de lavarnos de nuestros pecados y comu-nicarnos la justicia de Dios por la fe enJesucristo y por el Bautismo”. De la pala-bra “justicia” deriva “justificación”.

La justificación es una acción salvadora de Dios: un cambio queDios realiza en el hombre, que comienza con el perdón de lospecados y culmina con la santificación, o comunicación de lajusticia de Dios. Es el paso del estado de pecado al estado degracia.

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LA JUSTIFICACIÓN, 2LA JUSTIFICACIÓN, 2

CCE 1850: “El pecado es una ofensa a Dios (...). El pecado selevanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestroscorazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, unarebelión contra Dios por el deseo de hacerse como dioses, pre-tendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn 3, 5). Elpecado es así ‘amor de sí hasta el desprecio de Dios’ (San Agus-tín, De civitate Dei)”.

Además, “el pecado es una falta contra la ra-zón, la verdad, la conciencia recta; es faltaral amor verdadero para con Dios y para conel prójimo, a causa de un apego perverso aciertos bienes” (CCE 1849).

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LA JUSTIFICACIÓN, 3LA JUSTIFICACIÓN, 3

El pecado destruye la semejanza con Diosen lo más alto del misterio (intimidad conlas tres personas divinas), y oscurece laimagen de Dios en el hombre.

En el fondo, las razones por las que alguien realiza un pecado se re-ducen a tres: la concupiscencia de la carne, la de los ojos y la sober-bia de la vida.

Pero la causa está solamente en la libre decisión personal. Sólo elconsentimiento deliberado, con advertencia plena, en un actocuya materia es grave, es pecado (mortal, si se dan estas trescondiciones; venial, si falta alguna).

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LA JUSTIFICACIÓN, 4LA JUSTIFICACIÓN, 4

La satisfacción que promete el pecado es efímera ylimitada. Lejos de Dios, los bienes son relativos, yse acaban. El hombre que ha caído en la esclavituddel pecado no puede salir de ella por sus fuerzas.

Con su amor misericordioso, Dios Padresale al encuentro del hombre pecador ycomienza la obra de la justificación.

“Nadie puede venir a Mí si el Padre que me ha enviado no lo atrae”(Jn 6, 44).

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LA JUSTIFICACIÓN, 5LA JUSTIFICACIÓN, 5

La justificación es obra de Dios, comúna las tres Personas divinas. “Es la obramás excelente del amor de Dios, mani-festado en Cristo Jesús y concedido porel Espíritu Santo” (CCE 1994).

Las tres Personas actúan en la justificación: Jesucristo nos hamerecido la justificación por su Pasión. El Espíritu Santo nosconcede poder participar de la Pasión y Resurrección. Al estarinjertados en Cristo, somos hijos del Padre.

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LA JUSTIFICACIÓN, 6LA JUSTIFICACIÓN, 6

Itinerario de la justificación:1.“Movido por la gracia, el hombre se vuelve aDios y se aparta del pecado” (CCE 1989);2. “La justificación entraña el perdón de lospecados” (Ídem);3. El itinerario concluye en “la santificación yla renovación del hombre interior” (Ídem).

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LA JUSTIFICACIÓN, 7LA JUSTIFICACIÓN, 7

Sin la gracia de Dios previa, nadie puede dar los primeros pasoshacia la conversión. “Si alguno dijera que, sin la inspiración pre-viniente del Espíritu y sin ayuda, puede el hombre creer, esperary amar o arrepentirse como conviene para que se le confiera lagracia de la justificación, sea anatema” (Trento s. 6, c. 3).

Se trata de la gracia actual (luz en elentendimiento, moción en la voluntad,afecto en el corazón). Su acción prece-de también la preparación del hombrepara acoger la gracia.

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LA JUSTIFICACIÓN, 8LA JUSTIFICACIÓN, 8

La precedencia absoluta de la gracia a todainiciativa humana es un misterio: de lacomunicación de Dios al hombre y la res-puesta de la libertad humana. Ni siquierapodríamos rezar una jaculatoria sin laintervención de la gracia: “Nadie puededecir ‘Jesús es el Señor’ sino en el Espíri-tu Santo” (1 Cor 12, 3).

Hace falta evitar dos extremos: atribuir demasiado a la iniciativahumana, o pensar que la gracia hace superfluo el papel delhombre.

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LA JUSTIFICACIÓN, 9LA JUSTIFICACIÓN, 9

Pelagio 1

Contemporáneo de San Agustín. Daba tal importancia al esfuerzoascético que pensaba que bastaba proponerse la salvación paraconseguirla sólo con las propias fuerzas.

El pecado original consistiría sólo en el malejemplo de Adán y Eva. El hombre conservaríaintactas sus fuerzas morales y podría sólo conellas, hacer el bien, evitar el mal y salvarse porsí mismo.

La gracia no sería más que el buen ejemplo deCristo que nos ayuda a obrar bien, pero que noes imprescindible.

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LA JUSTIFICACIÓN, 10LA JUSTIFICACIÓN, 10

Pelagio 2

Primera consecuencia de esta doctrina: debi-lidad y pérdida del sentido de pecado. La no-ción de ofensa a Dios cede paso a la de erroro equivocación, y acaba por desvanecerse lanoción misma de pecado.

Otra consecuencia: el oscurecimiento de la fe y del sentido deDios. Entonces la vida cristiana consiste esencialmente en lasbuenas acciones del hombre.

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LA JUSTIFICACIÓN, 11LA JUSTIFICACIÓN, 11

Semipelagianismo

Error más moderado: afirma la necesidad de la gracia, pero tambiénque el hombre puede dar el primer paso hacia la conversión singracia previa. El hombre podría querer convertirse por propiainiciativa, sin la gracia divina, aunque luego, para convertirsenecesite el auxilio de Dios.

Condenado por el 2º Concilio de Orange (año 529).Cualquier preparación que pueda haber en el hom-bre proviene del auxilio de Dios que mueve elalma al bien.

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LA JUSTIFICACIÓN, 12LA JUSTIFICACIÓN, 12

En el otro extremo, para Lutero, la naturaleza humanaha quedado de tal modo dañada por el pecado original,que no puede hacer nada bueno por sí misma. El hom-bre está siempre en pecado.

El perdón de Dios consiste, para Lutero, en que Diosrecubre nuestros pecados con los méritos de Cristo ynos declara justificados, pero de ahí no sigue ningúncambio interior en el alma, ni se produce una santifi-cación interior.

Lo único que necesito, según Lutero, es tener fe en que Dios me haperdonado y me tiene por justo, aunque sepa que sigo siendo peca-dor. No tiene cabida la posibilidad de una gracia sobrenatural quemoviese al hombre a actuar bien.

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LA JUSTIFICACIÓN, 13LA JUSTIFICACIÓN, 13

Dios y libertad humana no son como dos fuerzas que se yuxta-ponen. La justificación es toda obra de Dios, y el hombre es to-talmente responsable de su justificación. Dios y el hombre con-curren en ella, pero en planos distintos: Dios como Creador yFin del hombre; el hombre, como criatura.

CCE 1993: “La justificación establece la colabo-ración entre la gracia de Dios y la libertadhumana. Por parte del hombre se expresa en elasentimiento de la fe a la Palabra de Dios que loinvita a la conversión, y en la cooperación de lacaridad al impulso del Espíritu Santo que lopreviene y lo custodia”.

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LA JUSTIFICACIÓN, 14LA JUSTIFICACIÓN, 14

Dios es quien, ante todo, ha sido ofendido por el pecado. Sólo Él lopuede perdonar. Nadie se puede otorgar el perdón a sí mismo, nipuede dictar las condiciones para obtenerlo.

“Dios nos espera, como el padre de la parábola,extendidos los brazos, aunque no lo merezca-mos. No importa nuestra deuda. Como en elcaso del hijo pródigo, hace falta sólo que abra-mos el corazón, que tengamos añoranza delhogar de nuestro Padre, que nos maravillemosy nos alegremos ante el don que Dios nos hacede podernos llamar y de ser, a pesar de tantafalta de correspondencia por nuestra parte, ver-daderamente hijos suyos” (San Josemaría,Es Cristo que pasa 64).

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LA JUSTIFICACIÓN, 15LA JUSTIFICACIÓN, 15

Para los miembros de la Iglesia, el arrepentimiento,fruto del amor a Dios sobre todas las cosas, incluyeel propósito de confesar los pecados en el sacramen-to de la penitencia, y obtiene el perdón incluso de lospecados mortales. Es la contrición perfecta. No losería si faltase ese propósito de confesarse.

Cumpliendo la voluntad del Padre, Jesucristo busca al pecador, de-sea convertirle y le ofrece constantemente el perdón.

El pecado queda borrado, destruido. El hombre queda liberadode su pasado.

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LA JUSTIFICACIÓN, 16LA JUSTIFICACIÓN, 16

Al perdón de los pecados va unida la santifica-ción y renovación del hombre interior. Sondos aspectos de una misma acción de Dios quese produce de una vez. No hay instante en queestén perdonados los pecados sin santificación,ni santificación sin perdón de los pecados.

La santificación supone un cambio en el sujeto. Recibe algo queantes no tenía: nada menos que una vida nueva. La naturaleza dela santificación, misteriosa, implica la comunión de la vida deDios en lo más hondo del alma.

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LA JUSTIFICACIÓN, 17LA JUSTIFICACIÓN, 17

En el momento de infundirnos la gracia, Dios nos hace hijos suyos.Nos engendra a una vida nueva en la que participamos de la filia-ción divina del mismo Cristo.

1 Jn 3, 1-2: “Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamosllamados hijos de Dios, y lo seamos (...). Carísimos, ahora somoshijos de Dios”.

Por ser hijo, el hombre justificado es tam-bién heredero. Tiene derecho a sus bienes:los dones necesarios para la santificaciónen esta vida; y en la vida eterna, la parti-cipación cara a cara en la vida de DiosUno y Trino.

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LA JUSTIFICACIÓN, 18LA JUSTIFICACIÓN, 18

La justificación es don gratuito de Dios.En este don podemos distinguir:- La actuación amorosa divina en elorigen y en el curso de la justificación(son las gracias actuales);- La participación estable de la vidadivina: gracia santificante (o habitual).

Con la justificación son difundidas ennuestro corazón las virtudes infusas ylos dones del Espíritu Santo.

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VIDA DE LA GRACIA, 1VIDA DE LA GRACIA, 1

La gracia es una participación de la vidade Dios. Se puede describir como unnuevo nacimiento, origen de una nuevacriatura: sin dejar de ser la misma personahumana, comienza a vivir en un orden queexcede por completo sus capacidades na-turales.

Ese nuevo nacimiento consiste en participar de la vida divina.El cambio que experimenta la persona con la gracia es unaverdadera divinización. La gracia nos introduce en la intimidadde la vida trinitaria.

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VIDA DE LA GRACIA, 2VIDA DE LA GRACIA, 2

La unión del alma y del cuerpo constituye una unidad sustancial quees el hombre. El hombre no es un alma que inhabita en un cuerpo.En cambio, por la gracia, Dios sí inhabita en el hombre, pero noforma con él una realidad sustancial: la persona humana sigue siendodistinta de las Personas divinas. Por eso la gracia (la vida sobrena-tural) se puede perder sin perder la vida natural.

Cuando se habla del pecado como muerte del alma,el vocablo muerte significa la pérdida de la vida deDios en el alma y de las virtudes sobrenaturales.Tal ruptura no altera la realidad sustancial de lapersona, que es lo que sucede, por el contrario,cuando se rompe la unión del alma con el cuerpo.

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VIDA DE LA GRACIA, 3VIDA DE LA GRACIA, 3

La gracia es un modo de vida. Es toda la vida laque queda informada por la vida de Dios, porqueel hombre, en estado de gracia, está divinizado,es decir, metido verdaderamente en Dios, intro-ducido a participar de la vida divina.

El hombre en gracia experimenta un cambio real: queda endiosado(San Josemaría). Los Padres de la Iglesia califican esta elevacióndel hombre como una auténtica divinización. Es un don que superala medida de la razón o la fuerza de la voluntad. Nadie puedelograrlo como resultado de un despliegue de las posibilidadesespirituales de la naturaleza humana.

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VIDA DE LA GRACIA, 4VIDA DE LA GRACIA, 4

La divinización no significa una disolución de lo humano en lodivino, al estilo de un planteamiento panteísta. No implica unapérdida de identidad personal. Al contrario, cuanto más se viveen Dios, más se enriquece la personalidad humana.

Con la gracia, se comienza ya en esta vida elproceso que culmina en la vida eterna, que esla vida perfecta con la Santísima Trinidad, conla Virgen María, San José, los ángeles y todoslos bienaventurados. El cielo es la realizaciónde las aspiraciones más profundas del hombre,el estado supremo y definitivo de dicha.

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VIDA DE LA GRACIA, 5VIDA DE LA GRACIA, 5

CCE 1999: “La gracia de Cristo es el don gratuitoque Dios hace de su vida infundida por el EspírituSanto en nuestra alma (...): es la gracia santifican-te o divinizadora, recibida en el Bautismo. Es ennosotros la fuente de la obra de santificación”.

CCE 2000: “La gracia santificante es un don habitual, una disposi-ción estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerlacapaz de vivir con Dios, de obrar por su amor”.

No es algo puramente externo (Lutero), ni una simple afinidadmoral o afectiva con Cristo (Pelagio).

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VIDA DE LA GRACIA, 6VIDA DE LA GRACIA, 6

La gracia es divinización. No es una “cosa” que se interponga entreel alma y Dios: es el don del Espíritu Santo que nos introduce en lavida de la Trinidad Santísima.

La participación de la vida divina que recibimos como un don esta-ble, consiste en la participación en la vida del Hijo, de Cristo. Yvivir la vida de Cristo nos lleva al Padre y al Espíritu Santo.

El modo en que Dios nos concede participar desu vida y nos hace miembros de su familia es lafiliación. “Mirad qué amor tan grande nos hamostrado el Padre: que nos llamemos hijos deDios, y lo seamos” (1 Jn 3, 1-2).

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VIDA DE LA GRACIA, 7VIDA DE LA GRACIA, 7

Al adoptarnos, Dios Padre podría haberlo hechode muchas maneras. Ha querido hacerlo de laforma más alta, que es introducirnos en la Fi-liación del Verbo. Nos hace “hijos en el Hijo”,configurados a la imagen del Hijo.

La filiación adoptiva humana lleva consigo sólo la relación jurídicay moral. La filiación adoptiva respecto a Dios es muchísimo más:supone cambio, generación real, nuevo nacimiento, verdadera divi-nización. Por ella somos Dios por participación en la Filiacióndel Hijo. Es con relación a la Filiación del Hijo por lo que la nuestrase llama adoptiva. Él es Hijo por naturaleza.

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VIDA DE LA GRACIA, 8VIDA DE LA GRACIA, 8

La filiación divina puede y debe ser el fundamento de la vidaespiritual: un cristiano deberá vivir la unidad de vida de unhijo de Dios, actuará con la libertad de los hijos de Dios, suoración es la de un hijo de Dios, y lo mismo su trabajo, alegría,dolor, etc.

Saber que “el cristiano está obligado a ser alterChristus, ipse Christus, otro Cristo, el mismoCristo” (San Josemaría, Es Cristo que pasa 96),orienta decisivamente nuestra vida, nuestromodo de corresponder a la acción divina, quees la única capaz de hacernos más y más elmismo Cristo, y en Él, más y más hijos de Dios.

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VIDA DE LA GRACIA, 9VIDA DE LA GRACIA, 9

Es Cristo mismo el que nos ha revelado que podemosidentificarnos con Él. La imagen a la que recurre enla parábola de la vid y del sarmiento expresa la dis-tinción (el sarmiento no es la vid), pero también launión estrechísima: toda la vida del sarmiento pro-cede de la vid.

“Seguir a Cristo: éste es el secreto. Acompañarle tan de cerca, quevivamos con Él, como aquellos primeros doce; tan de cerca, quecon Él nos identifiquemos. No tardaremos en afirmar, cuando nohayamos puesto obstáculos a la gracia, que nos hemos revestidode Nuestro Señor Jesucristo” (San Josemaría, Amigos de Dios 299).

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VIDA DE LA GRACIA, 10VIDA DE LA GRACIA, 10

Jn 15, 15: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo rogaréal Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre”.

CCE 1999: “La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hacede su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma”.

La tarea de hacer de cada cristiano “otro Cristo”la lleva a cabo el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo formó a Cristo en las entrañasde María. De modo análogo, es Él quien hace“nacer” a Cristo en cada cristiano.

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VIDA DE LA GRACIA, 11VIDA DE LA GRACIA, 11

La gracia es el don que nos hace hijos de DiosPadre, en el Hijo, por el Espíritu Santo.Está íntimamente relacionada con la inhabita-ción de la Trinidad en el alma: se trata de dosdimensiones inseparables del misterio de laparticipación de la vida divina. La inhabitaciónes la causa de la gracia.

“La gracia es causada en el alma por la presencia de la divinidad,como la luz en el aire por la presencia del sol” (Santo Tomás).

El misterio Trinitario se “proyecta” en el alma mediante las misionesdel Hijo y del Espíritu Santo.

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VIDA DE LA GRACIA, 12VIDA DE LA GRACIA, 12

La vida intratrinitaria se prolonga en el alma, de manera que lasPersonas divinas viven en ella: esto es la inhabitación.

El alma queda elevada, endiosada al ser introducida en la inti-midad de Dios: este cambio en el alma es la gracia.

Se suele expresarlo con las categorías de graciaincreada y creada. Gracia increada: el mismoDios dándose al hombre. Gracia creada: el donproducido en el alma cuando Dios habita enella. También se llama don increado al EspírituSanto que mora en el alma, y don creado suefecto en el alma.

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VIDA DE LA GRACIA, 13VIDA DE LA GRACIA, 13

Las gracias actuales “designan las intervencionesdivinas que están en el origen de la conversión oen el curso de la obra de la santificación” (CCE2000). Son luz en la inteligencia, moción en lavoluntad, afecto en el corazón.

Sin ellas el hombre en pecado mortal ni siquiera puede dar losprimeros pasos para salir de tal situación.

Pero las gracias actuales no se dirigen sólo al hombre lejos de Dios.Dios las da al hombre divinizado por la gracia santificante, en elcurso de la santificación.

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VIDA DE LA GRACIA, 14VIDA DE LA GRACIA, 14

La gracia santificante pertenece al orden de lo que somos: hijosde Dios. Las gracias actuales nos capacitan para obrar en conse-cuencia con lo que somos.

Al ser hijos de Dios por la gracia santificante,será incluso mayor la actividad santificadorade Dios a través de las gracias actuales, puesse ordenan a nuestra santificación.

San Pablo lo enseña, por ejemplo, cuando dice:“Dios es quien obra en vosotros el querer y elactuar conforme a su beneplácito” (Flp 2, 13).

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VIDA DE LA GRACIA, 15VIDA DE LA GRACIA, 15

Todas las circunstancias de la vida son caminopara la gracia. Puede llegar a través de la ora-ción, de la lectura del Evangelio, la predicación,la conversación de amistad, el buen ejemplo,alegrías, dolor, intervenciones especiales deDios como en la Anunciación a María, etc.

“La vida presenta mil facetas, situaciones diversísimas, ásperasunas, fáciles quizá en apariencia otras. Cada una de ellas compor-ta su propia gracia, es una llamada original de Dios: una ocasióninédita de trabajar, de dar el testimonio divino de la caridad”(San Josemaría, Conversaciones 97).

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VIDA DE LA GRACIA, 16VIDA DE LA GRACIA, 16

La gracia actúa “a favor” de la libertad, pero no la hace superflua,ni la “adormece”; al contrario, la fortalece, la defiende y la posi-bilita para su más alta realización. Nunca tiene carácter de impo-sición, sino de invitación, llamada.

Por parte del hombre, se pone en juegouna verdadera capacidad de decidirsobre su propio destino, y a veces estadecisión rechaza la llamada divina.

La gracia no entra en conflicto con la libertad auténtica. El con-traste puede darse entre gracia y desenfoques teóricos de la li-bertad o entre gracia y libertad afectada por las heridas del pecado.

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VIDA DE LA GRACIA, 17VIDA DE LA GRACIA, 17

Desenfoques de libertad más comunes

Entendida como ausencia de límites: independen-cia absoluta. Algo así no existe, aunque se puedaimaginar o desear. La llamada de Dios a seguirlepuede entonces ser vista como una intromisiónindebida.

Entendida como espontaneidad: dar cauce a todas las apetencias,deseos, ganas. Lleva a la negación de la libertad, pues la razóntendría que ser esclava de la pasión.

Entendida como puro poder electivo: el hecho de que la elección seabuena o mala quedaría subordinado a que es una elección personal.Las normas morales se enfocan como limitación de la libertad.

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El ejercicio auténtico de la libertad consiste en dirigirse al verdaderoBien con dominio de los propios actos. El hombre ama a Diosporque quiere; ama al prójimo porque quiere; hace el bien, cumplela ley moral, etc., porque quiere. No consiste en “hacer lo quequiero”, sino en “hacer el bien porque quiero”. Por eso la gracia conla que Dios atrae al hombre hacia sí, siempre va en favor de la ver-dad y la libertad.

La libertad del hombre está debilitada por elpecado de origen, y sufre del desorden de laconcupiscencia. “Pero las tentaciones sepueden vencer y los pecados se pueden evitarporque, junto con los mandamientos, el Señornos da la posibilidad de observarlos” (JuanPablo II, Veritatis splendor 102).

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VIDA DE LA GRACIA, 19VIDA DE LA GRACIA, 19

Las gracias sacramentales son dones propios delos distintos sacramentos. Por ejemplo, en laconfesión, además de la gracia santificante quelimpia y regenera al pecador, el sacramento leotorga una gracia especial (sacramental) que lefortalecerá para vencer justamente en las virtu-des en que había sido derrotado.

Los carismas son gracias que Dios concede a determinadas personasa favor de la santidad de los demás.

Todas las profesiones y trabajos cuentan con la correspondientegracia de estado para que quien los desempeñan los santifique yél mismo se pueda santificar.

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VIDA DE LA GRACIA, 20VIDA DE LA GRACIA, 20

Junto con la gracia nos son infundidas en el alma las virtudesteologales. La fe permite participar del conocimiento que Dios tie-ne de sí mismo y de todas las cosas. La esperanza refuerza la vo-luntad haciendo que podamos confiar en vivir como hijos de Dios yalcanzar la bienaventuranza. La caridad perfecciona la voluntad ynos confiere un amor que es participación del Espíritu Santo.

Las virtudes teologales “informan y vivificantodas las virtudes morales” (CCE 1813). Sinentrar en la cuestión de si existen virtudesmorales infusas, se puede hablar de virtudesmorales sobrenaturales entendidas como hábi-tos vivificados por la fe, esperanza y caridad,que permiten actos sobrenaturales de templanza,fortaleza, etc.

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VIDA DE LA GRACIA, 21VIDA DE LA GRACIA, 21

Los dones del Espíritu Santo son “disposi-ciones permanentes que hacen al hombredócil para seguir las inspiraciones divinas”(CCE 389). Son infundidos junto con lagracia. La Sagrada Escritura habla de siete.

Dones que perfeccionan el entendimiento: sabiduría, que, apoyadoen la caridad, permite conocer la intimidad divina del más alto modoposible; entendimiento, que permite captar de forma más viva y pro-funda lo que ya se sabe por la fe; ciencia, que facilita ver las cosascreadas en su esencial dependencia de Dios y según el valor quetienen para la consecución de la santidad; consejo, que otorga apre-ciar lo que, en concreto, es más agradable a Dios, tanto en la propiavida como a la hora de aconsejar a otros.

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VIDA DE LA GRACIA, 22VIDA DE LA GRACIA, 22

Dones que perfeccionan la volun-tad: fortaleza, que otorga fortalezaen la fe y firmeza en la lucha paravencer las dificultades de la vidainterior; piedad, que fomenta laconciencia de saberse hijos de Diosen Cristo, y por Él hermanos de to-dos los hombres (da paz y alegría);temor de Dios, que no es el miedoa Dios, sino el temor a ofenderle, acontristarle.

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GRACIA Y OBRAS, 1GRACIA Y OBRAS, 1

La vida eterna tiene carácter de recom-pensa, de premio. El hombre solo no lapodría conseguir. Pero el Señor ha que-rido hacer al hombre capaz de adquirirun verdadero derecho a la recompensa.

Ese derecho lo poseen los que siguen a Cristo, los que unidos a Élpor la fe y el amor, procuran ser “otro Cristo”, y por tanto hijosde Dios.

Se llama mérito a ese derecho al premio. Tiene por objeto tanto lavida eterna, como los dones de la gracia en el camino de la santi-ficación.

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GRACIA Y OBRAS, 2GRACIA Y OBRAS, 2

CCE 2006: “El término ‘mérito’ designa en general la retribucióndebida por parte de una comunidad o una sociedad a la acción deuno de sus miembros, considerada como obra buena u obra mala,digna de recompensa o de sanción. El mérito corresponde a lavirtud de la justicia conforme al principio de igualdad que la rige”.

El origen del mérito puede ser simplemente lacondición de la persona o sus obras. Una per-sona merece que se le trate con la consideracióndebida; merece tener acceso a los medios indis-pensables para vivir como tal. Quien desempeñaun trabajo merece el sueldo justo.

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GRACIA Y OBRAS, 3GRACIA Y OBRAS, 3

Ni por la condición personal ni por las obras sepuede hablar de mérito como derecho estrictoante Dios, pues falta el principio de igualdad.“Entre Él y nosotros, la desigualdad no tienemedida, porque nosotros lo hemos recibido todode Él, nuestro Creador” (CCE 2007).

Pero “Dios ha dispuesto libremente asociar al hombre a la obrade su gracia. La acción paternal de Dios es lo primero, en cuantoque Él impulsa, y el libre obrar del hombre es lo segundo, encuanto que éste colabora, de suerte que los méritos de las obrasbuenas deben atribuirse a la gracia de Dios en primer lugar, y alfiel, seguidamente” (CCE 2008).

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GRACIA Y OBRAS, 4GRACIA Y OBRAS, 4

El mérito de nuestras obras procede de que somos hijos de Dios, ypor tanto se realizan en el ámbito de la intimidad con Él. “Lagracia ha precedido; ahora se da lo que es debido (...). Los méritosson dones de Dios” (San Agustín, Sermón 298).

CCE 2011: “La gracia, uniéndonos a Cristo conun amor activo, asegura el carácter sobrenaturalde nuestros actos y, por consiguiente, su méritotanto ante Dios como ante los hombres. Lossantos han tenido siempre conciencia viva deque sus méritos eran pura gracia”.

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GRACIA Y OBRAS, 5GRACIA Y OBRAS, 5

El hombre justificado merece por susbuenas obras: el aumento de la graciasantificante, la vida eterna, y el aumentode la gloria.

La gracia santificante, en cuanto participación en la vida divina,no puede aumentar por otro procedimiento que el de la libre deci-sión divina, que quiere “darse” más al alma si ésta correspondea las gracias previas.

Cuando hacemos, movidos por la gracia, un acto de fe o de amor,merecemos un aumento de las virtudes sobrenaturales y de losdones del Espíritu Santo, y Dios nos lo concede.

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GRACIA Y OBRAS, 6GRACIA Y OBRAS, 6

La gracia es la incoación de la gloria. La vida eterna es recompensadefinitiva para quienes llegan al momento de la muerte en graciade Dios.

Se puede merecer también el aumento de gloria: existen diversosgrados de gloria.

CCE 2010: “Los mismos bienes temporales,como la salud, la amistad, pueden ser merecidossegún la sabiduría de Dios. Estas gracias y bie-nes son objeto de la oración cristiana, la cualprovee a nuestra necesidad de la gracia para lasacciones meritorias”. Se pueden también mere-cer a favor de los demás las gracias útiles parasu conversión y santificación.

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GRACIA Y OBRAS, 7GRACIA Y OBRAS, 7

Requisitos para merecer: a) vida tempo-ral (el tiempo de merecer termina con lamuerte); b) acción libre y buena; c) estadode gracia (obrar en todo por amor a Dios).

Ser sobrenaturalmente bueno es mucho más que ser humanamentebueno, pero lo incluye. La gracia no actúa de espaldas a la realidadfísica, psicológica y moral de la persona.

“Dios nos quiere muy humanos (...). El precio de vivir en cristianono es dejar de ser hombres o abdicar del esfuerzo por adquirir esasvirtudes que algunos tienen, aun sin conocer a Cristo (...), que esperfectus Deus, perfectus homo” (San Josemaría, Amigos deDios 75).

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GRACIA Y OBRAS, 8GRACIA Y OBRAS, 8

CCE 1804: “Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposicio-nes estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la vo-luntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones yguían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facili-dad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. Elhombre virtuoso es el que practica libremente el bien. (...) Seadquieren mediante las fuerzas humanas”.

Las virtudes humanas son el fundamento de lassobrenaturales. Por otra parte, las sobrenaturales,que se difunden con la gracia en el alma, purifi-can y elevan las humanas; les dan arraigo y faci-litan su adquisición y desarrollo.

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GRACIA Y OBRAS, 9GRACIA Y OBRAS, 9

Por una parte, la madurez humana supone la con-junción de madurez en el entendimiento (capacidadde juicio), en la voluntad (tomar decisiones y per-severancia) y en los afectos (estabilidad de ánimo).

Por otra parte, la madurez humana se eleva a madu-rez sobrenatural por la gracia.

La gracia, por la virtud de la fe eleva al entendimiento a una com-prensión sobrenatural de Dios, que se extiende de un modo u otroa todas las cosas. Eleva la voluntad (principalmente por la caridad)a querer conforme a la Voluntad divina. Perfecciona los afectos,para hacer posible llegar a tener los mismos sentimientos del Señor.

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SANTIDAD CRISTIANA, 1SANTIDAD CRISTIANA, 1

Los dones de Dios, la gracia santificante y todos los demás auxiliosdel Espíritu Santo, no son algo que se pueda guardar en un depósito,separado de la existencia cotidiana.

La gracia es vida: vida de Dios que se nos dapara vivir como hijos suyos. Cada uno debecorresponder para que se desarrolle y lleguea su plenitud, que es la identificación conCristo. En esto consiste la santidad y esta esla vocación a la que todos están llamados.

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SANTIDAD CRISTIANA, 2SANTIDAD CRISTIANA, 2

“Si el Bautismo es una verdadera entrada en lasantidad de Dios por medio de la inserción enCristo y la inhabitación de su Espíritu, sería uncontrasentido contentarse con una vida mediocre,vivida según una ética minimalista y una religio-sidad superficial. Preguntar a un catecúmeno,‘¿quieres recibir el Bautismo?’, significa al mismotiempo preguntarle, ‘¿quieres ser santo?’. Signifi-ca ponerle en el camino del Sermón de la Montaña:‘Sed perfectos como es perfecto vuestro Padrecelestial’ (Mt 5, 48)” (Juan Pablo II, Novomillennio inneunte 30).

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SANTIDAD CRISTIANA, 3SANTIDAD CRISTIANA, 3

“Los caminos de la santidad son múltiples yadecuados a la vocación de cada uno (...). Esel momento de proponer de nuevo a todoscon convicción este ‘alto grado’ de la vidacristiana ordinaria” (Juan Pablo II, Ídem 31).

La “tarea” de la santidad dura toda la vida, abarca todas las ocupa-ciones vivificándolas desde dentro, recaba de la persona todas susfacultades. No hay vacaciones, no hay momentos ni ocupacionesrectas en que pueda quedar entre paréntesis creer, amar o esperaren Dios, servir a los demás, vivir las virtudes...

La santidad necesita, para desarrollarse y crecer, nuestracorrespondencia libre.

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SANTIDAD CRISTIANA, 4SANTIDAD CRISTIANA, 4

CCE 2013: “’Todos los fieles cristianos, de cualquier estado ocondición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a laperfección de la caridad’ (Lumen gentium 40). Todos sonllamados a la santidad: ‘Sed perfectos como vuestro Padre ce-lestial es perfecto’ (Mt 5, 48)”.

CCE 2014: “El progreso espiritual tiende a la unióncada vez más íntima con Cristo. Esta unión se llama‘mística’, porque participa del misterio de Cristomediante los sacramentos -’los santos misterios’- y,en Él, del misterio de la Santísima Trinidad. Diosnos llama a todos a esta unión íntima con Él, aun-que las gracias especiales (...) de esta vida místicasean concedidos solamente a algunos para manifes-tar así el don gratuito hecho a todos”.

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SANTIDAD CRISTIANA, 5SANTIDAD CRISTIANA, 5

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). El seguimientode Cristo no se puede limitar a una parte de su vida o de su misión.Tiene que ser -dentro de las circunstancias personales- completo.Y toda la vida de Jesús está orientada hacia el sacrificio de la Cruz.

CCE 2015: “El camino de la perfección pasa por la cruz. No haysantidad sin renuncia y sin combate espiritual. El progreso espiri-tual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradual-mente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas”.

Es muy útil fijarse en la vida de los santos, en susluchas y su correspondencia a la gracia. Podemosaprender de ellos viendo cómo buscaron identifi-carse con Cristo y cómo lo lograron.

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SANTIDAD CRISTIANA, 6SANTIDAD CRISTIANA, 6

Si la búsqueda de la santidad supone unprogresivo crecimiento en el amor a Dios,necesariamente llevará consigo tratomutuo, intercambio de conocimiento,diálogo. Es decir, oración.

“Hay un solo modo de crecer en la familiaridad y en la confianzacon Dios: tratarle en la oración, hablar con Él, manifestarle -decorazón a corazón- nuestro afecto. (...) El sendero que conducea la santidad, es sendero de oración; y la oración debe prenderpoco a poco en el alma, como la pequeña semilla que se conver-tirá más tarde en árbol frondoso” (San Josemaría, Amigos deDios 294-295).

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SANTIDAD CRISTIANA, 7SANTIDAD CRISTIANA, 7

“Empezamos con oraciones vocales, que muchoshemos repetido de niños: son frases ardientes ysencillas, enderezadas a Dios y a su Madre, que esMadre nuestra. Primero una jaculatoria, y luegootra, y otra...” (San Josemaría, Amigos deDios 286).

CCE 2701: “La oración vocal es un elemento indispensable de lavida cristiana. A los discípulos, atraídos por la oración silenciosa desu Maestro, éste les enseña una oración vocal: el ‘Padre Nuestro’”.

El hecho de que se comience con oraciones vocales no hace de ellasalgo exclusivo de niños o principiantes. La oración vocal no se dejanunca. Es muy conforme al modo de ser humano.

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SANTIDAD CRISTIANA, 8SANTIDAD CRISTIANA, 8

“No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad,estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”(Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida 8).

“Me has escrito: ‘orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?’ -¿De qué?De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles.preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias ypeticiones: y Amor y desagravio. En dos palabras: conocerle y co-nocerte: ‘¡tratarse!’” (San Josemaría, Camino 91).

Se puede hacer con ayuda de un libro. El principal es laSagrada Escritura, especialmente los Evangelios. Tam-bién ayudan los textos litúrgicos, los escritos de losPadres, las obras de espiritualidad. La oración mentaltambién se alimenta de los sucesos de la vida.

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SANTIDAD CRISTIANA, 9SANTIDAD CRISTIANA, 9

El amor a Dios crece, y llega un momento en que “las palabrasresultan pobres... y se deja paso a la intimidad divina en un mirar aDios sin descanso y sin cansancio. (...) Mientras realizamos con lamayor perfección posible, dentro de nuestras equivocaciones ylimitaciones, las tareas propias de nuestra condición y de nuestrooficio, el alma ansía escaparse. Se va hacia Dios, como el hierroatraído por el imán” (San Josemaría, Amigos de Dios 296).

CCE 2715: “La oración contemplativa es miradade fe, fijada en Jesús. ‘Yo le miro y Él me mira’,decía a su santo cura un campesino de Ars queoraba ante el Sagrario”.

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SANTIDAD CRISTIANA, 10SANTIDAD CRISTIANA, 10

Las tres formas de oración no son excluyentesentre sí. Las oraciones vocales proporcionanabundante alimento para la meditación perso-nal. Por su parte, al meditar, muchas vecesse pasa a la contemplación (siempre es donque concede Dios).

Otras veces, la contemplación se desborda en oraciones vocales yjaculatorias. Y viceversa: “sé que muchas personas, rezando vo-calmente -como ya queda dicho-, las levanta Dios, sin saber ellascómo, a subida contemplación” (Santa Teresa de Jesús, Caminode Perfección 30, 7).

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SANTIDAD CRISTIANA, 11SANTIDAD CRISTIANA, 11

El fruto del trato con Dios, de la auténticavida interior, se manifiesta en toda la vidade la persona: en su caridad, en su trabajo,en su alegría, etc.. Sin cambiar nada porfuera, se trata de “un nuevo modo de pisaren la tierra, un modo divino, sobrenatural,maravilloso” (San Josemaría, Amigos deDios 297).

“Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino,escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno devosotros descubrir” (San Josemaría, homilía, 8.10.1967).

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SANTIDAD CRISTIANA, 12SANTIDAD CRISTIANA, 12

“Seguir a Cristo: éste es el secreto. Acompañarle tan de cerca,que vivamos con Él, como aquellos primeros doce; tan decerca que con Él nos identifiquemos” (San Josemaría, Amigosde Dios 299).

En ese seguimiento, se pueden señalar cuatro escalones: buscarle,encontrarle, tratarle y amarle.

“Buscadlo con hambre, buscadlo en voso-tros mismos con todas vuestras fuerzas.Si obráis con este empeño, me atrevo agarantizar que ya lo habéis encontrado, yque habéis comenzado a tratarlo y a amar-lo” (San Josemaría, Amigos de Dios 300).

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SANTIDAD CRISTIANA, 13SANTIDAD CRISTIANA, 13

“Pero no olvidéis que estar con Jesús es, seguramente, toparsecon su Cruz. Cuando nos abandonamos en las manos de Dios,es frecuente que Él permita que saboreemos el dolor, la soledad,las contradicciones, las calumnias, las difamaciones, las burlas,por dentro y por fuera: porque quiere conformarnos a su imageny semejanza” (San Josemaría, Amigos de Dios 301).

“Cuando no nos limitamos a tolerar y, en cambio,amamos la contradicción, el dolor físico o moral, ylo ofrecemos a Dios en desagravio por nuestros pe-cados y por los pecados de todos los hombres, en-tonces os aseguro que esa pena no apesadumbra. Nose lleva ya una cruz cualquiera, se descubre la Cruzde Cristo” (San Josemaría, Amigos de Dios 132).

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SANTIDAD CRISTIANA, 14SANTIDAD CRISTIANA, 14

“El corazón necesita (...) distinguir y adorara cada una de las Personas divinas. De algúnmodo, es un descubrimiento que el alma rea-liza en la vida sobrenatural (...). Y se entre-tiene amorosamente con el Padre y con elHijo y con el Espíritu Santo; y se sometefácilmente a la actividad del Paráclito vivifi-cador, que se nos entrega sin merecerlo: ¡losdones y las virtudes sobrenaturales!” (SanJosemaría, Amigos de Dios 305).

“Sobran las palabras, porque la lengua no logra expresarse; ya elentendimiento se aquieta. No se discurre, ¡se mira! Y el alma rompeotra vez a cantar con cantar nuevo, porque se siente y se sabe tam-bién mirada amorosamente por Dios, a todas horas” (Ídem 307).

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SANTIDAD CRISTIANA, 15SANTIDAD CRISTIANA, 15

En la senda de la contemplación, las pasiones nose han acallado definitivamente. No hay que ex-trañarse al experimentar que seguimos siendo “debarro”. Ni tampoco deja de acechar la tentacióndel desánimo, de la tribulación, de la oscuridad.Pero el alma avanza metida en Dios.

“¿Qué vale, Jesús, ante tu Cruz, la mía; ante tus heridas, misrasguños? ¿Qué vale, ante tu Amor inmenso, puro e infinito,esta pobrecita pesadumbre que has cargado Tú sobre misespaldas?” (San Josemaría, Amigos de Dios 311).

Alcanzamos una familiaridad con Dios. Y al final, nos introdu-cirá en la plenitud de su Vida, de la que la gracia es anticipo.

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