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Alonso en-el-infierno

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CARLOS ALONSOEN EL INFIERNO

7 de julio al 1º de agosto de 2004Junín 1930 | Buenos Aires

idea y producción

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Carlos Alonso es una de las principales estrellas de aquella constelación de dibujantesaparecida en la segunda mitad del siglo XX, momentos en que el dibujo en la Argentinaya había adquirido su total autonomía artística.

Además de dibujante, pintor y grabador, Alonso también ha desarrollado una vasta ta-rea en el campo de la ilustración. Entre los tantos libros ilustrados por el artista, hoy yason legendarias las ilustraciones que realizó para “La divina comedia” de Dante a finesde la década del 60.

Si muchas veces sus dibujos son una verdadera celebración de la figura capturada conesa línea acentuada que hace contrapuntos con el valor, otras sus dibujos son doloro-sas referencias al mundo. En este sentido, Alonso sigue ejerciendo esas posiciones crí-ticas que lo incluyen en una de las grandes tradiciones del arte argentino; tradición quese inicia hacia fines del siglo XIX con la gran obra de Ernesto de la Cárcova “Sin pan ysin trabajo”, se consolida con los artistas del pueblo en la segunda y tercera década delsiglo, dando paradigmas como Fascio Hebecquer, Bellocq, Abraham Vigo, PompeyoAudivert, Antonio Berni y muchos otros más que hoy ocupan lugares preponderantes enel arte de nuestro medio.

Quisiera agradecer muy especialmente a la Fundación Alon por su permanente apoyo ycompromiso con nuestros grandes artistas.

Para el Centro Cultural Recoleta es un orgullo presentar otra vez a sus visitantes, la pro-ducción de este reconocido maestro del arte argentino.

Nora HochbaumDirectora General

Centro Cultural Recoleta

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Así como muchas veces las imágenes desatan palabras, otras, las palabras desatan imágenes; esta tarea que a lo largo de la histo-ria anudó poetas, escritores y artistas plásticos, ha constituido una tradición de ilustradores donde la simultaneidad de las imágenes,terminaron haciendo visible la temporalidad del texto, las invisibles resonancias de las palabras.

Desde mediados de la década del 50, la obra de ilustrador de Carlos Alonso no ha cesado de asombrarnos por los rostros, espaciosy situaciones que el artista ha creado para los más heterogéneos textos. Pero es necesario aclarar que en ninguno de los casos setrata de una mera descriptividad. Sea en El Quijote –primera obra de envergadura que Alonso realizó a fines de los 50 para Emece–en los poemas de Neruda, en el Martín Fierro, en La guerra al malón del Comandante Prado, en El matadero de Esteban Echeverríao El juguete rabioso de Roberto Arlt, para nombrar solo algunos títulos de su vasta labor como ilustrador, el texto siempre ha sido unimportante punto de partida para desplegar las más originales, ricas y emocionantes interpretaciones: al extremo que en muchos ca-sos debiéramos preguntar quién ilustra a quién, pues el artista ha dado una poderosa visualidad a escenas y personajes.

Instalado en Florencia en 1969, Alonso emprende la gigantesca tarea de ilustrar La Divina Comedia, y dije “gigantesca” porque no setrata de un texto intocado, el gran poeta fIorentino, padre de la lengua italiana, ya ha tenido geniales ilustradores, como por ejemplo,Gustav Doré quien le dio un rostro definitivo a aquella obra fundamental.

Luego de una profunda compenetración con el texto del medioevo, el artista saca fuertes conclusiones sobre el “Infierno” y con totallibertad realiza doscientos setenta dibujos. No es fácil sintetizar las virtudes de esta prodigiosa obra pues las diversas temáticas quela atraviesan hacen de ella un conjunto lleno de sutiles transformaciones que operan en el interior de sus imágenes. Al referirnos alcarácter expresionista de esta obra, no podemos obviar, por otra parte, la constante irrupción de lo clásico en medio de sus visiones;con su cambiante gramática lineal conjuga admirablemente la forma abierta y la cerrada, el dibujo con predominio de lo pictórico oel recurso a la técnica mixta y si muchas veces estos dibujos son una brillante constatación de la anatomía humana o animal, otrasveces se trata de un verdadero atentado a ellas. Adoptando los más singulares hábitos de visión el artista hace y deshace las esce-nas oscilando siempre entre lo trágico y lo grotesco.

Pero las radicales interpretaciones del “Infierno” propuestas por Alonso invitan constantemente a un singular viaje entre la época deDante y el presente, al extremo que sus versiones, sin traicionar el texto, se transforman en una contundente metáfora de la actuali-dad, donde el artista, desbrozando la esencia del texto, sigue cumpliendo con el carácter crítico y contestatario que atraviesa la to-talidad de su obra.

ALONSO ILUSTRADORRAÚL SANTANA

De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 30 x 42 cm

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Conocí a Carlos Alonso a principio de los años sesenta en los sótanos del Teatro del pueblo que dirigía Leónidas Barletta y en el queun grupo de artistas vendía sus obras a beneficio del teatro.

Yo venía de un hogar de inmigrantes judíos. Habían llegado de Polonia con un bagaje intelectual respetable, la ilusión de un mundomejor y un intacto sueño socialista. Mi madre admiraba a Palacios y mi padre me llevaba a escuchar a Repetto y a Bravo Dickman.Los tres tanques socialistas. A pesar de que mi familia gambeteaba la pobreza, en casa se leía y se tenía la esperanza de mejorar,sobre todo a través de la educación y la cultura.

Cuando llegaron los años sesenta, en la plástica argentina se originaron movimientos bien diferenciados. En uno militaban los quetrataban de modificar y encontrar nuevas formas de expresión al ritmo de movimientos que, en un contexto mundial aún no globali-zado, se extendían por el planeta. En nuestro país lo más notable fueron la Nueva Figuración y el movimiento Madi, mientras que enEEUU se destacaban De Kooning y Pollock entre otros y en Italia, la Transavanguardia Italiana integrada por Sandro Chia, FrancescoClemente y Enzo Cucchi.

Otra corriente de artistas, sin renegar de las búsquedas formales, incorporó a su trabajo elementos del contexto social. En ese grupofiguraban Berni, Urruchúa, Policastro, Alonso y Castagnino, entre otros.

La primera muestra que vi de Alonso fue en la Galería Pizarro. Se trataba de dibujos que ilustraban la segunda parte de El Quijote,premio EMC, cuya primera parte había ilustrado Dalí. También conocí sus xilografías relacionadas con refranes populares. Los negrosprofundos de Alonso me evocaron a los grabados de Goya.

En esa época de lector desordenado encontré en la obra de Alonso una síntesis entre el sentimiento social con que mis padres meeducaron, y mi vocación estética. Así, la pintura de Alonso fue mi escuela de arte y bajo su influjo modelé mi gusto.

Me impactó tanto su obra que dio lugar a la amistad y seguí a Carlos a través de su periplo europeo cuando recibió el encargo deOlivetti de ilustrar La divina comedia. Pocas veces he visto a un artista involucrase tanto con un personaje, hasta llegar a autorretra-tarse como Dante.

Ese compromiso a fondo con el personaje se repite en los trabajos que Alonso hizo sobre Van Gogh, presentados primero en ArtGallery y luego, en una segunda versión de 1991, en el Museo Nacional de Bellas Artes.

A esta ilustración del Dante, siguieron muchas otras, siempre felices: Mademoiselle Fifí, El Martín Fierro, los poemas de Neruda, Laguerra al malón y El matadero de Echeverría, entre otras.

Los dibujos de La divina comedia fueron expuestos en Art Gallery a fines de los sesenta, y en la galería Julia de Roma en 1970.

La versión de esa obra y parte del libro Dante que, con prólogo de Rosa María Ravera, acabamos de publicar con la colaboración dela Fundación Mundo Nuevo y Zurich, despertó en Alonso un ansia de volver sobre el tema. Por eso hoy podemos presentar aquí, enel Centro Cultural Recoleta, dos versiones de ese tema que inspiró a muchos artistas y que Alonso supo abordar como pocos, con es-tilo impecable y profundo sentido social.

Esta muestra que hoy resume dos visiones de un mismo tema y representa dos puntos de vista de un mismo autor es posible graciasal esfuerzo conjunto de la Fundación Mundo Nuevo que preside José David y a la sensibilidad de Zurich.

POR QUÉ ALONSOJACOBO FITERMANFundación Alon Para Las Artes

De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 35,5 x 31 cm

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DANTE Ifirenze 1968

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De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 35,5 x 31 cm

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De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 26,8 x 20,8 cmDerecha: De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 30,6 x 22,6 cm

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De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 30,5 x 22 cm De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 30 x 24 cm

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De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 21 x 17,5 cmDerecha: De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 20,8 x 24,2 cm

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De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 21 x 12,8 cmIzquierda: De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 28 x 22,2 cm

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De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 32 x 24 cm De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 32 x 24 cm

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De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 32 x 24 cm De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 32 x 24 cm

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De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 30,5 x 31 cmDerecha: De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 30,5 x 31 cm

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De la serie La divina comedia | 1968técnica mixta sobre papel | 30,7 x 23,5 cm

De la serie La divina comedia | 1968técnica mixta sobre papel | 76,5 x 56,5 cm

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DANTE IIbuenos aires 2004

De la serie La divina comedia | 1968 | técnica mixta sobre papel | 48,3 x 31,3 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 36 x 48 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 30 x 43 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | sanguina sobre papel | 30 x 43 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | sanguina sobre papel | 30 x 43 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 36 x 28 cmIzquierda: De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel y sanguina sobre papel | 30 x 42 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | carbón sobre papel | 56 x 76 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 56 x 76 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 30 x 43 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 30 x 43 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | técnica mixta sobre papel | 30 x 43 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 30 x 40 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | técnica mixta sobre papel | 31 x 43 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | técnica mixta sobre papel | 30 x 43 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 150 x 150 cm De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004 | pastel sobre papel | 150 x 150 cm

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De la serie Carlos Alonso en el infierno | 2004pastel sobre papel | 150 x 150 cm

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